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1 PAISAJES Y PROCESOS SOCIALES EN TAFÍ DEL VALLE Patricia Arenas, Bárbara Manasse y Estela Noli (Comp.) Imprenta de la Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán 2007 PAISAJES Y PROCESOS SOCIALES EN TAFÍ DEL VALLE Patricia Arenas, Bárbara Manasse y Estela Noli Charles Baudelaire, el poeta francés, afirmaba que el paisaje es un estado de ánimo; una forma lírica de afirmar que el punto de vista crea el objeto. De allí, quien engalane su mirada con lo que la visión le ofrece, con solo afinar su sensibilidad alcanzará a captar diversas dimensiones del paisaje. No sólo postal turística: testimonia asimismo tan heterogéneas como sucesivas prácticas sociales, apropiaciones de elementos materiales y simbólicos, que han producido desde modificaciones geográficas a tremendas desigualdades entre quienes lo disfrutan y lo padecen. Tales asimetrías se han convertido hoy en estructurales. Quien percibe el paisaje cumple al principio la ilusión que se halla frente a la explosión de la naturaleza. Nada de eso. Cada partícula de aire, tierra, piedra y agua se encuentra atravesada por la intervención humana. En el caso que nos (pre)ocupa, el Valle de Tafí, tamaña presencia, se remonta a miles de años. La tierra emerge como el campo de disputas por antonomasia: su usufructo, propiedad, división, en absoluto agotan el escenario de la diferencia. Las historias que circulan por planicies y laderas, las tradiciones, creencias, denominaciones e incluso el subsuelo que cobija de semillas hasta ancestros, saturan la tierra de un capital simbólico que atraviesa generaciones y políticas. La tierra, desde esta perspectiva, adquiere simultáneas significaciones al punto que toda naturaleza cesa para tornarse producción cultural, social, económica, histórica, política… ¿cómo decirlo con unas pocas palabras?: Tafí del Valle. Una primera versión de este trabajo fue presentada en el II Congreso Internacional de Patrimonio e Identidad Cultural. CRISCOS y Red de Patrimonio Histórico y Cultura. Universidad Mayor de San Simón, 5-9 de noviembre de 2001. Cochabamba, Bolivia. Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Facultad de Ciencias Naturales e Instituto M. Lillo, Universidad Nacional de Tucumán. Escuela de Arqueología (EDA), Universidad Nacional de Catamarca.

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Una historia del paisaje social, cultural del Valle de Tafí, provincia de Tucumán.

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PAISAJES Y PROCESOS SOCIALES EN TAFÍ DEL VALLEPatricia Arenas, Bárbara Manasse y Estela Noli (Comp.)

Imprenta de la Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán 2007

PAISAJES Y PROCESOS SOCIALES EN TAFÍ DEL VALLE

Patricia Arenas, Bárbara Manasse y Estela Noli

Charles Baudelaire, el poeta francés, afirmaba que el paisaje es un estado deánimo; una forma lírica de afirmar que el punto de vista crea el objeto. De allí,quien engalane su mirada con lo que la visión le ofrece, con solo afinar susensibilidad alcanzará a captar diversas dimensiones del paisaje. No sólo postalturística: testimonia asimismo tan heterogéneas como sucesivas prácticas sociales,apropiaciones de elementos materiales y simbólicos, que han producido desdemodificaciones geográficas a tremendas desigualdades entre quienes lo disfrutan ylo padecen. Tales asimetrías se han convertido hoy en estructurales. Quien percibeel paisaje cumple al principio la ilusión que se halla frente a la explosión de lanaturaleza. Nada de eso. Cada partícula de aire, tierra, piedra y agua se encuentraatravesada por la intervención humana. En el caso que nos (pre)ocupa, el Valle deTafí, tamaña presencia, se remonta a miles de años.

La tierra emerge como el campo de disputas por antonomasia: su usufructo,propiedad, división, en absoluto agotan el escenario de la diferencia. Las historiasque circulan por planicies y laderas, las tradiciones, creencias, denominaciones eincluso el subsuelo que cobija de semillas hasta ancestros, saturan la tierra de uncapital simbólico que atraviesa generaciones y políticas. La tierra, desde estaperspectiva, adquiere simultáneas significaciones al punto que toda naturaleza cesapara tornarse producción cultural, social, económica, histórica, política… ¿cómodecirlo con unas pocas palabras?: Tafí del Valle.

Una primera versión de este trabajo fue presentada en el II Congreso Internacional de Patrimonio e IdentidadCultural. CRISCOS y Red de Patrimonio Histórico y Cultura. Universidad Mayor de San Simón, 5-9 denoviembre de 2001. Cochabamba, Bolivia. Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Facultad de Ciencias Naturales e Instituto M. Lillo, UniversidadNacional de Tucumán. Escuela de Arqueología (EDA), Universidad Nacional de Catamarca.

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Paisaje, territorio, región, aúnan los procesos que se dieron y dan en esos espacios:constituyen y construyen parte de la materialidad de la vida social. No se trata yade entidades “naturales”, ni dadas ni vacías, sino de formas creadas socialmente,

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ámbitos de circulación de distintos actores sociales, producto de lainstrumentalización de territorializaciones, poderes, saberes que constituyen lasbases para espacializar y temporalizar el funcionamiento del poder.

Espacio social que implica una relación entre las jerarquizaciones espaciales y losprocesos de estructuración social, tornando visibles los diferentes elementos queintervienen en este proceso, a priori opacado por la imaginería que se desata apartir de la multitud de sentidos otorgado a las relaciones intervinientes.

Los cambios en los espacios “naturales” han estado signados por las relaciones deproducción, no menos materiales que simbólicas, que involucran organizacionessocioculturales muy heterogéneas y por ende supieron ocupar distintos lugares enel campo de poder. Sistema fundamentalmente histórico y político, que modificapaisajes geográficos con idéntica potencia a como condiciona la vida de mujeres yhombres. Pues en los paisajes hay trabajo agregado, terrenos nivelados, irrigados,cultivados para diferenciarlos de los terrenos baldíos. Cavados, elevados, poblados,los paisajes emergen al modo de una escritura testimonial que permite reconstruirlo sucedido allí a fin de aproximarse a la aprehensión de lo que ahora sucede. Elentorno que hoy observamos en el Valle es, entonces, producto de sucesivasconstrucciones culturales del paisaje (de-construcciones y re-significaciones). Lasdistintas transformaciones han respondido a racionalidades específicas y revelanlos intereses de cada sector social interviniente. Hay una lógica más allá, en laprofundidad del mero panorama socialmente construido, que da cuenta de laestructura de la sociedad que lo produjo por sobre el espacio físico de la naturaleza;aunando saberes, conocimiento, trabajo, que hace de soporte de la memoria. Lohace en la materialización de huellas que ponen un límite a su maleabilidad, a lamanipulación absoluta del pasado, y que opone, junto con las sociedades presentes,resistencia a los intentos de utilizarlo como recurso simbólico para finescontemporáneos.

El paisaje es posible de ser leído como un texto del artificio humano. De hecho, laconstrucción del espacio se interpreta como parte del proceso social deconstrucción de la realidad, estructurada por determinado sistema de saber-poder.

Hablar de “paisaje”, en lugar de “espacio”, habilita una mirada dinámica desde laperspectiva antropológica que lo analiza en tanto medio y producto de procesoseconómico-sociales como objetivación de las prácticas sociales. Se reflejan allí las

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territorialidades como extensiones de tierra delimitadas que comprenden lasrelaciones de poder y posesión por grupos o individuos. La territorialidad se asociaa la apropiación que opera en forma directa sobre la identidad de sujetos ycolectivos, con su componente de afectividad para con el territorio. A su vez,contiene los límites de la soberanía, propiedad, apropiación, disciplina, vigilancia yjurisdicción.

Desde esta perspectiva interesa indagar la relación entre las formas y las jerarquíasmarcadas en el paisaje, la valoración social y cultural de los elementos del medio ysu control, analizando las diferentes relaciones culturales que intervienen en estaproducción.

El Valle Encantado

El Valle de Tafí es concebido tradicionalmente como una unidad territorial deproporciones, límites y constitución fluctuante a lo largo del tiempo, cambios quese relacionan con los procesos históricos y los actores sociales involucrados. Enconsecuencia, el área (geográfica) tampoco es estable, unívoca ni homogénea.

Tafí es un valle localizado a unos cien kilómetros al sudoeste de lo que hoy es lacapital provincial. La variación climática en estas regiones de altura ha sido muyimportante a lo largo del tiempo y de gran relevancia en su dinámica poblacional, atal punto que probablemente recién haya sostenido una población de mayorpermanencia ayer nomás, en los últimos 3000 años. Semiárido, la altura y elenclave entre sistemas montañosos generan condiciones particulares que lodiferencian de áreas circundantes, configurándose como un universo articuladorcon el oeste, más seco y soleado de valles intermontanos, y el este, llano y húmedo.A través de abras o pasos naturales que superan los 1800 metros sobre el nivel delmar, el Valle ha tenido la suerte de vínculo entre la llanura tucumana y el ValleCalchaquí, constituyéndose en escala de tránsito obligada. En tiempos coloniales sunexo con la sede de gobierno fue más próximo, debido a que ésta se encontrabaprácticamente al pie de las serranías que lo bordean por el este. De allí que, mástarde, la dinámica social -en términos de accesos- se fue corriendo hacia el norte,de la Quebrada del Portugués a la Quebrada de Los Sosa. Si, por el otro lado, seconsidera los tiempos de ocupación nativa prehispánica, su configuración ydinámica se amplían espacial y topográficamente, incluyendo áreas serranas que

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hoy se hallan prácticamente en desuso y sólo quedan apropiadas por algunossectores de la población lugareña. Además, su condición de corredor obligado le haotorgado a Tafí del Valle una presencia histórica permanente que se mide enmilenios.

Rodeado por cadenas montañosas presenta relieves con pendientes escarpadas,pero con conos aluviales y pedimentos que ofrecen (y ofrecieron) superficies aptaspara la agricultura, así como otros recursos sociales y culturales, elementosimportantes en la reproducción de la vida social regional, como lo manifiestan lasevidencias arqueológicas.

El río Tafí funciona a modo de eje principal de una importante red de cursos deagua que, aunque estacionales en su gran mayoría, permiten su usufructo para laproducción y el consumo. La cobertura herbácea típica de estos vallesintermontanos (queñoales, algarrobales, alisales), generan en el Valle condicionesde productividad ganadera y maderera, además de características paisajísticas muyvaloradas.

En algunos sectores se encuentran extensos campos de rodados y bloquesmetamórficos producto de grandes coladas de barro, que tanto conformaronmateria prima ideal para la construcción de viviendas como significaron un serioestorbo para su instalación. Los ríos y, particularmente, los arroyos incrementannotablemente su caudal de agua durante la época estival, cuando se aprovecha a finde irrigar los sembrados. Sin embargo también suelen producirse peligrosascrecientes. La temperatura (con promedios anuales entre 18° y 20º C) y lahumedad, hacen posible el desarrollo de prados con predominio de gramíneas, queson un factor estabilizante esencial del sistema, ya que impide el impacto directo delas intensas precipitaciones estivales y los fuertes vientos de agosto. En las laderasy lugares más secos se encuentran arbustos xerófilos y algunas cactáceas, pero enlas quebradas más húmedas se presentan formaciones arbóreas donde predominanel aliso, la queñoa y el sauco. Por sobre los 2700 metros, los pastizales sonreemplazados por estepas de montaña, caracterizadas por extensos pajonalesdiscontinuos (aive).

En el centro de esta cuenca tectónica se levanta un cerro más bajo que los que locircundan, el Cerro Pelao o El Alto, que define una superficie llana de forma anulara su alrededor. De esta manera se conforman dos grandes regiones: al este, el valle

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de Tafí y al oeste, el valle de Las Carreras, ambos habitados desde tiemposprehispánicos y en la actualidad poseedores de configuraciones culturalesrelativamente diferentes.

Este paisaje visualmente autocontenido, con multiplicidad de escenarios yfuertemente significado, está cargado de persistencias, las que en ninguno de losdiversos períodos de ocupación y explotación dejó de tener importancia o presenciaen el Valle.

Paisaje de los pueblos originarios

Según el registro arqueológico el poblamiento del Valle se remonta unos dos miltrescientos años atrás, antigüedad asignada a las primeras evidencias de pueblosagricultores y pastores, definidas por los arqueólogos como “cultura Tafí”. Aún nose cuenta, sin embargo, con claras evidencias de pueblos exclusivamentecazadores-recolectores: es posible que las características climáticas no hayan sidolas más apropiadas (también es probable que se trate de un problema de sesgo demuestra). Si bien actualmente las áreas más húmedas -apropiadas para las prácticasde cultivo a secano- se encuentran hacia el este y norte de Tafí, las evidencias deestas ocupaciones tempranas se presentan prácticamente en todo el Valle.

Era un ambiente diferente al de la actualidad, de vegetación más abundante(pastizales, bosques de algarrobos, queñoas y alisos), además de gran diversidad deanimales silvestres, poblados por sociedades que conformaron pequeños núcleoshabitacionales separados espacialmente. Las viviendas, de formas circulares yconstruidas en piedra, son las típicas de los pastores de los Andes Centro-Sur. Sesolían instalar en las proximidades de cursos hídricos secundarios y de suelosfavorables para el cultivo.

Las evidencias arqueológicas dan cuenta de una compleja articulación: espaciosdomésticos de vivienda que están estrechamente vinculados con aquellosproductivos (campos de cultivo, áreas de caza y pastoreo) y, también, con los quesignificaban desde el ámbito de lo espiritual. Testimonio de un modo deproducción donde el sistema de creencias, lejos de convertirse en mercancía,participaba en forma activa de las regulaciones del parentesco así como de laproducción material. En el marco de una vida signada por el manejo de los

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camélidos, aquella articulación supera el supuesto aislamiento de las unidadesdomésticas, dejando manifiesta una compleja red social que implicaba el dominio,como territorio, de lugares ciertamente alejados del núcleo original. Es el caso delos distintos cerros y quebradas, que presentan abundante evidencia de suocupación -¿puestos ganaderos?- y aprovechamiento (pasturas, rocas, arcillas),pero también como espacios vinculados a la expresión espiritual de estos pueblos, asu vida de relación laboral y social.

Aunque se suele interpretar a estas sociedades tempranas como básicamenteigualitarias, algunos investigadores sugieren la existencia de alguna diferenciaciónconnotada por la concentración de símbolos que denotan una centralización deactividades ceremoniales en el sur del Valle, en la localidad de Casas Viejas.1 Lapresencia de una cantidad significativa de monolitos lisos o grabados -menhires-alrededor de lo que sería un montículo ceremonial, es la manifestación másrepresentativa de esta expresión, dando cuenta de cierta especialización en este tipode actividades.2 Si bien se identificó la presencia de menhires en otras localidades,pareciera ser que es en este locus en donde aparecen en mayor cantidad y relaciónsimbólica.3 La manera en que se articularía Casas Viejas con el resto del Valle, esun punto aún sin resolución.

Hacia el siglo V de la era cristiana los asentamientos se nuclean dando lugar a laconformación, en algunas zonas, de pequeñas aldeas que sugieren ciertareorganización del espacio productivo y del campo ideológico. El primero se definecon mayor claridad (a raíz de una arquitectura destinada a la sistematización desuelos, para su cultivo e irrigación) y parece concentrarse especialmente enaquellas áreas más favorables. Las unidades domésticas, por el contrario, se fueronaglutinando en zonas más altas,4 en tanto la jerarquización religiosa del territoriovallisto parece diluirse en estos siglos. De hecho, la mayor complejidad en elasentamiento parece traer aparejadas modificaciones en el ámbito ideológico: losmenhires son más escasos, hasta prácticamente desaparecer. Claro que esteconjunto de hipótesis requiere de la debida contrastación: como producto de nuevasexcavaciones aparecieron menhires que estaban completamente enterrados en

1 Tartusi y Núñez Regueiro (1993).2 Esta especialización no necesariamente es permanente.3 Se dice que allí podría haber funcionado un centro ceremonial Formativo (Tartusi y Núñez Regueiro 1993;Gómez Cardoso, Chocobar y Piñero en este volumen), e incluso, un “fantástico” calendario solar (Bravo 1996).4 Berberián [dir.] (l988).

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lugares alejados del área de Casas Viejas, los cuales no fueron contemplados en elanálisis de la dispersión de estos monolitos. Tampoco se desecha la idea de unafuncionalidad más ligada a cultos agrícolas, razón por la cual su presencia seconjetura en relación a campos de cultivo de los cuales, por el momento, sedesconoce la precisa asignación temporal. Algunos investigadores proponen, por elcontrario, un “desplazamiento” del eje de las actividades ceremoniales fuera delámbito tafinisto,5 región que, de acuerdo a esta interpretación, perdería suprotagonismo espiritual a nivel macro-regional (cf. Manasse en este volumen).

Tanto los grupos más tempranos como éstos de mediados del primer milenio teníanuna fluida vinculación con pueblos de la zona llana del este y la de los vallesoccidentales. Relación que acaso incidiera tiempo después en una crecientepresencia de evidencias arqueológicas de pueblos agropastoriles más complejos,aparentemente provenientes del valle de Santa María.6 Con una explotación localsemejante a la de los pueblos del Formativo,7 aún se desconoce si existió undominio sobre grupos preexistentes o la expansión sobre un espacio por entoncesdesocupado, deshabitado.

Numerosas evidencias arquitectónicas en las mesadas y cumbres serranas así comola distribución, con cierta homogeneidad, de asentamientos Tardíos en el fondo delValle, refieren a un paisaje que manifiesta un control y/o una protecciónpermanentes; pero también integración de lo preexistente. De ello da cuenta la“mezcla” de patrones arquitectónicos propios del Tardío con aquellos delFormativo, así como también la persistencia del emplazamiento de los antiguosmenhires. Posiblemente también se hayan reutilizado antiguos campos de cultivo yde pastoreo, más allá de su mejora o de la construcción de otros nuevos.

5 Tartusi y Núñez Regueiro (1993) sostienen esta hipótesis, sugiriendo que el nuevo polo sería la localidad de LasEstancias, en la provincia de Catamarca.6 Escasamente estudiada, la presencia de sociedades del Valle de Santa María se manifiesta en centenares defragmentos de urnas funerarias típicas de estos pueblos, mas se desconocen las características de su ocupación y/oaprovechamiento del Valle de Tafí. A partir de nuevas investigaciones, se ha podido delinear con mayordetenimiento la relevancia de estas ocupaciones (Manasse, en este volumen).7 Hablamos del “Formativo” como aquella etapa de la historia local en la que las sociedades fueron desarrollandouna economía esencialmente agroganadera, con residencias de alta estabilidad en su emplazamiento, tecnologíascomo la alfarería y la metalurgia en el marco de una organización social básicamente igualitaria. Lo que en estetrabajo denominamos como “Tardío”, corresponde a una etapa de desarrollo económico, tecnológico, peroesencialmente político y social importantes, que se dan lugar hacia el segundo milenio de la era cristiana. Uno delos indicadores más conspicuos es la evidencia de jerarquización política y estratificación social.

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Como alternativa a estas últimas interpretaciones se podría pensar que, más que lareapropiación de un paisaje pre-existente, se trate de la persistencia en el uso porparte de gente que siempre lo siguió construyendo-usando. Esto es, se trataría de lacontinuidad de poblaciones pastoriles desde los tiempos del Formativo local.Persistencia que no significa necesariamente congelamiento o estabilidad, dado queel paisaje se sigue modificando de acuerdo a las acciones, intenciones y objetivosde su población. A partir de esta posibilidad, habría que revisar las interpretacionessobre la presencia de materiales santamarianos en el Valle.

Tafí formaba parte del espacio santamariano8 cumpliendo un rol esencialmenteestratégico desde una perspectiva geopolítica.9 Durante el siglo XV el Valleingresa, bajo el gobierno de Topa Inca, a la esfera del incario extendiendo demanera considerable su población. Como parte de su frontera oriental,10 aún sedesconoce de qué modo se integró Tafí a ese imperio, cuál sería la delimitación ylas características de esta nueva configuración territorial. La documentación deépocas coloniales relativamente tempranas refiere a la existencia de población tafíen los valles aledaños de La Ciénega y Anfama, las Cumbres de Tafí, Mala Mala ysus faldas orientales, así como la zona de Amaicha, en los valles occidentales (Cruz1992). La posibilidad de presencia de mitimaes11 es sugerente: este espacio habríamerecido un control territorial e ideológico específico y, probablemente, fueraobjeto de explotación económica.12

Las investigaciones arqueológicas aún no han podido detectar con certezaevidencias de la época de la invasión y colonia españolas en el Valle. Aunque hayuna tradición histórico-científica que sugiere que en esos tiempos el Valle habría

8 Este “espacio” comprende el área de articulación social, cultural y económica denotada arqueológicamente, entreotros aspectos, por la alfarería de este estilo. Este es el indicador por excelencia en Tafí.9 Manasse (2001 y en este volumen).10 Hay que concebir esta “frontera” en términos laxos, ya que si bien este Valle conforma parte del borde orientalde los valles serranos, lindando con el pie de monte selvático, investigaciones recientes proponen un dominio(quizás no muy estable y posiblemente indirecto) de espacios mucho más orientales: “Matienzo nos dice que elcamino inca llegaba hasta Santiago del Estero, en la provincia de Juri. De hecho, Betanzos corrobora que los Jurifueron conquistados por Topa Inca” (Pärssinen 2003:119).11 Población traslada por el incario con fines de control.12 Sempé (1999) sugiere que la presencia de materiales alfareros de estilo Belén en el Valle correspondería amitimaes trasladados por los incas para control de la población local. De ser así habría que estudiar muy bien ladispersión de sus evidencias, ya que hasta el presente siempre las hallamos mezclados con material santamariano einca provincial. ¿Será que la población local es otra?

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estado despoblado,13 esto es poco factible teniendo en cuenta la información arribaexpuesta sobre la extensión del imperio inca en esta región y los estudiosetnohistóricos de Cruz (1992).

La articulación espacial de la población nativa durante el dominio españoltemprano es difícil de inferir desde el momento en que se desconoce sus estrategiassociales de vinculación/integración o distanciamiento/ocultamiento. Por lo pronto,los documentos coloniales dan cuenta del desplazamiento forzado de al menosparte de la población tafí hacia la llanura tucumana.

Paisaje de la Encomienda

La expedición que trajo a Diego de Rojas en octubre 1543 hasta el Valle, salió delCuzco y posiblemente siguió los caminos tradicionalmente recorridos por los incas,dando cuenta de “alianzas” que aún merecen revisión histórica. Rojas había sidonombrado Gobernador de Tierras por Descubrir, lo que signa su prácticaconquistadora. En aquel acto de apropiación que recién comenzaba, operó uncambio fundamental en la historia social del Valle: su dominio y expoliación porparte del Imperio Español, acontecimiento que se conoce en la historia local como“La Entrada”.

El paisaje tafinisto, entonces, se ve profundamente alterado. Muy tempranamente,ya en 1552, se otorgó una encomienda de indios e indias entre los que seencuentran los tafíes.14 ¿Existió realmente esta etnía? Difícil afirmarlo con certezatoda vez que la documentación generada por los invasores fue manipulada con elobjetivo de crear nuevas encomiendas dentro del mismo pueblo, maniobraprohibida por la legislación pero posibilitada con la creación de “parcialidades”.Por ello no está claro si tafí fue, en tiempos prehispánicos, la denominación de unconjunto social en el que también estaban integrados los amaichas. Notablemente,ambos con alfarería santamariana.

De un modo u otro, el primer explotador oficial de dicha encomienda fue el capitánJuan Núñez de Guevara; sus descendientes mantuvieron por tres generaciones el

13 Al respecto, ver Manasse (2002 y en este volumen).14 El campo semántico -es decir a quienes abarcaba la denominación tafíes- es muy problemático.

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usufructo de la merced, lo que desde el vamos contrariaba la legislación vigente,que fijaba en “dos vidas”-la del primer encomendero y un sucesor- el beneficio deesta forma de servicios. Reputada como una de las de mayor valor de lajurisdicción, esta encomienda se conformó con diversos grupos étnicos: tafíes, lulesy solcos. En ese momento sólo del pueblo de tafí eran trescientos “indios devisitación” (aquellos que tributaban, varones entre 18 y 50 años), y debe calcularentre cuatro o cinco personas por tributario, por lo que la población total de Tafírondaría entre las mil doscientas y mil quinientas personas. De ellas, al menos unagran parte debió trasladarse para trabajar, a modo de pago del tributo, a lacarpintería que su nuevo encomendero, Melián de Leguisamo,15 tenía en suestancia en Lules, en el llano. O, también, hacia las chacras que esa familia poseíaen Ibatín, paraje donde se funda por primera vez San Miguel de Tucumán.

Sin embargo, la documentación colonial deja en evidencia que el Valle seguíasiendo considerado el territorio de los tafíes: se da cuenta en los documentos quelos mayordomos y administradores debían hacer uso de la fuerza para obligarlos abajar a cumplir con el tributo. Se los arrancaba de sus tierras, que comprendían elpropio Valle de Tafí, así como varias zonas aledañas hacia el este y norte delmismo; con lazos estrechos hacia el oeste con los amaichas. Salvo el primero delos valles, el resto no cuenta con estudios históricos de la época colonial.Posiblemente, haya habido allí enclaves de refugio de la población nativa que ensucesivas oportunidades huirá de las encomiendas.

El continuo regreso (o escape) de la población nativa a “su Valle” motivó que elcapitán Melián de Leguisamo solicitara, en 1617, que se le otorgue la primeramerced de tierras entregadas por el rey en el valle de Tafingasta,16 por ser “tierrasvaças y despobladas”. Argumentación interesada que llevó a construir la idea deque el Valle se encontraba deshabitado, pues era condición para el otorgamiento detierras que no estuviera ocupada por poblaciones nativas: la recurrente ironía de laidea de desierto. A partir de este momento es factible referir la existencia de almenos dos paisajes paralelos: el oficial, propuesto desde los textos escritos y otro,oculto y fuertemente dinámico.

15 El capitán Melián de Leguisamo era yerno de Núñez de Guevara y fue el sucesor en la administración de laencomienda, en nombre de su esposa Aldonza de Guevara.16 No se conoce bien la lengua cacana hablada por los tafíes, pero se cree que Tafí ¿o Tafingasta? quiere decir“pueblo de entrada espléndida”, por lo menos así está fijado en el imaginario popular tafinisto.

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La letra de la merced delimitó un espacio y una identidad geográfica: otorgabatierras en total propiedad como bien familiar, heredable y enajenable, uniendotierras y mano de obra. La definición como “tierras despobladas” fue una estrategiapara conseguirlas en posesión. No obstante, los tafíes continuaron viviendo en elValle; así, durante el Gran Alzamiento (1630-1643) daban “avisos” a los españolesde los movimientos de los grupos rebeldes17: “por que como están poblados en elvalle de Tafí por donde se entra al de Calchaquí, sabían los intentos de los alzadosy daban avisos de ellos a los españoles fielmente como amigos” (Lizondo Borda,citado en Cruz 1997:264). Sin embargo, su estadía en el Valle erapermanentemente interrumpida. Varios de ellos, por entonces ya excelentescarpinteros, debían recurrir a lugares lejanos, como la ciudad de Santiago delEstero, en calidad de mitayos (obligación de enviar mita, es decir un grupo detrabajadores a las ciudades por turnos).18

La tenencia de la encomienda será disputada en el seno de la propia familiaencomendera.19 Estos conflictos propiciaron el abandono de las prestacioneslaborales y el regreso de los tafíes a su valle hasta involucrarse entre los rebeldesde la Segunda Guerra Calchaquí (1659-1667). Al finalizar, vencidos en laconfrontación, fueron “desnaturalizados” -es decir, sacados de sus tierras- hacia unnuevo “pueblo de indios” al sur de Famaillá, en el llano tucumano. La localizacióndel pueblo, próxima a la actual ruta de acceso al Valle, favoreció el retornoperiódico a las tierras de altura. Las condiciones de autonomía variaron, ya que elvalle fue un disputado potrero de invernadas, habiendo registro de su utilización enel circuito ganadero desde 1690. En 1694 aparecen en un testamento dos indiciosimportantes: se denomina a todo el valle como “Potrero de Tafí” (su denominaciónse halla signada por la función económica) y una sola heredera se hace dueña detodo el valle, lo que indica que aún se encuentra indiviso.

17 Se denomina Gran Alzamiento a la rebelión indígena calchaquí que puso en jaque al sistema de poder imperialespañol en el noroeste argentino con epicentro en la actual provincia de La Rioja.18 Por otra parte, la tradición local ha transmitido la memoria de una casa central de los Leguisamo, ubicada en lasproximidades de la localidad actual de El Mollar. Fuera de ello no hay referencia en los documentos de otrasviviendas utilizadas en la época. Posiblemente se halla reutilizado viviendas nativas.19 La importancia de la encomienda y la decadencia en los patrimonios de las familias de los primerosconquistadores llevó a que, en 1653, se entablara un pleito entre los descendientes de Melían de Leguisamo por latenencia de la encomienda. Se enfrentaron la viuda de su hijo heredero, a través de su nuevo marido, Alonso deUrueña, y un hijo desposeído por no ser mayor pero con fuerte ascendiente sobre los indios, ya que era suadministrador y “les sabía la lengua”.

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Así, el Valle se transformó en un lugar de pastoreo y engorde de mulares de paso alAlto Perú, formando parte del circuito más amplio que unía Buenos Aires-Córdobacon Potosí. El ganado vacuno y caballar manejado por escasos habitantesconstituirá, junto a los mulares, uno de los primeros motores del cambio radical dela fisonomía tafinista. Más allá de la significativa disminución de la población, elabandono de viviendas y de campos de cultivo, la hacienda europea arrasó con lospastizales superando con creces la capacidad de carga de este frágil medio vallisto:la transformación del paisaje fue definitiva.

Cuadro 1. Invernadas registradas en protocolos de Escribanía en Tafí en la década de 1690.Elaboración: E. Noli.

Poco se conoce de la relación de los nuevos ocupantes españoles de la tierra conlos antiguos dueños indígenas. Al respecto, uno de los problemas cruciales estávinculado con la identidad étnica de los tafíes, quienes fueron reiteradamenterelacionados con el pueblo amaicha, del otro lado del Aconquija. Losencomenderos enfrentaron varios pleitos que daban cuenta de un manejodiscrecional de su propiedad. Por otro lado, hay evidencias en los padrones de 1688que hombres tafíes se casaban con mujeres amaichas y vivían en el pueblo de ellas,siguiendo una antigua norma de residencia matrilocal. Esas alianzas matrimoniales,que perduraron durante el siglo XVIII,20 parecen ser una continuidad de formassociales que emparentaban a estos grupos.

Entre fines del siglo XVI y el XVII, la encomienda, en sus variantes locales, sehabía instalado en la mayor parte del NOA. El temprano proceso de mestizaje y dedesestructuración del territorio indígena que implicó este sistema, tuvo

20 Mamaní Segura y Quiroga (2003).

Año Operación Invernador/fletero

Potrero Origen Contratista Destino Tipo ganado Cabezas

1692 Invernada Fco. de Aragón Tafí S. Rosel Perú mulas 41821694 Invernada Fco. de Aragón Tafí A. López de

Navia1695 Invernada P. Díaz Rodríguez Tafí Buenos

AiresJuan Torillas mulas 1442

1698 Invernada P. Díaz Rodríguez Tafí M. SeguraA. Cevallos

mulas 3765

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fundamental importancia en el desarrollo demográfico de su población.21 Elproceso recibirá su golpe final con la derrota en las guerras calchaquíes en lasúltimas décadas del siglo XVII, cuyas consecuencias visibles fueron lareconfiguración colonial del territorio vallisto a partir de la apropiación definitivade sus recursos naturales y humanos.

Sin embargo, personas identificadas como pertenecientes al pueblo de Tafí vivíancuando se realizó el último empadronamiento colonial, en 1806, aunque era ungrupo reducido que había sido unido a los descendientes de los famaillaos.22

Sotanas jesuíticas en el paisaje

Aún en tiempos coloniales, y luego de haber fracasado reiteradamente en establecerinstalaciones en el Valle Calchaquí, el de Tafí es adquirido, en su totalidad, por laCompañía de Jesús (1718). La configuración de un nuevo paisaje radica en lascaracterísticas del manejo de tierras realizado por los jesuitas y por su definitivaintegración a una política económica-comercial diseñada por ellos mismos desde elllano tucumano, que lo vinculó a una amplia región. Tafí, de hecho, pasa aconformar parte del engranaje de explotación económica digitado desde el núcleode Los Lules, cubriendo el rol de eje serrano en la articulación con las tierras bajasorientales y el ámbito de valles serranos del oeste y, finalmente, el Alto Perú haciael norte.23

El Valle fue subdividido en una serie de potreros de explotación complementaria yrotativa. Cada uno de ellos era administrado de tal manera de disponer de espaciosde cultivo (trigo y maíz, además de algunas leguminosas), de cría y manejo deganado vacuno y aquellos del engorde mular. Estos mulares eran traídos de acientos y miles de la llanura pampeana y tenían un doble destino: uno máspróximo, la mina de Capillitas en el valle de Yocavil (explotación de cobre) y otro,más alejado, la explotación minera de Potosí. Ambos centros constituirán circuitosde articulación social y económica de diverso alcance, en función de los cuales seadministraban gran parte de los recursos de esta región.

21 Lorandi y Sosa Matiello (1991), Bolsi et al. (1992), Lorandi (1997).22 Noli (en este volumen).23 Robledo (1996 y en este volumen).

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Las actividades que se realizaban en el marco de este diseño de explotación delValle no requerían de recursos humanos abundantes salvo, quizás, en época estival.Aunque aún falta avanzar en este tipo de investigaciones, los datos señalan unnúmero de pobladores muy bajo para Tafí a comienzos del siglo XVIII. Surecuperación es lenta y se vincula estrechamente con el accionar jesuita. Lapoblación nativa estaba encomendada en el llano tucumano, los jesuitas apelabanmás bien a esclavos, criollos y familias indígenas de la Estancia de Lules para sustareas en el Valle.24 No quedaron evidencias distinguibles -al menos con losconocimientos actuales- del modo de vida más doméstico/privado de esta gente.Seguramente habitaban lugares estratégicos de acuerdo a la función que cumplirían(proximidades del casco de la Estancia, puestos ganaderos, alrededores de lasqueserías, huertas, etc.). Sin embargo, no se han identificado más que algunasestructuras arquitectónicas que pudieron haber sido levantadas para delimitaralgunos espacios. Tal vez haya que considerar la posibilidad de que se reutilizaronespacios domésticos y productivos y/o estrategias constructivas prehispánicassignificando, de este modo, un problema de visibilidad e interpretación de lasevidencias aún existentes.

Las manifestaciones de la presencia de la Compañía de Jesús en el Valle de Tafí semuestran hoy a través de algunas pocas estructuras arquitectónicas como ser laCapilla, la Casa de Administración, una segunda Casa del otro lado del río (que eramuy caudaloso en época estival dificultando el acceso de los administradores), ungranero y un viejo molino de trigo ubicados cerca de la Capilla. Subsiste tambiénun cementerio que se supone de época jesuítica, pero no hay registro conocidosobre quienes pudieron haber sido enterrados allí.

Por otro lado, perduran algunas prácticas -con obvias adecuaciones a lascondiciones del presente- como la elaboración de quesos, la de una escasaproducción de frutales25 y toda serie de narrativas sobre este período de la historialocal que, en cierto modo, parecen estar supliendo la escasez de trabajoshistoriográficos.

24 Ello puede explicar el dilema de Ambrosetti (1897) del porqué los jesuitas no se ocuparon de los menhires -queaún hasta fines del siglo XIX eran posible de ser observados (al menos en su mayoría) en sus lugares originales deemplazamiento- en el marco de la política de extirpación de idolatrías.25 Fuertemente afectados por agroquímicos utilizados para la producción de papa semilla.

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La historia oral atribuye a los jesuitas la “civilización” del aborigen del valle; perotambién hay otras versiones que los confunden con éste. En la narración de losancianos se los suele superponer, a su vez, con miembros de otras órdenesreligiosas que trabajaron más tardíamente en Tafí (es el caso tanto de los dominicoscomo de los franciscanos). Los relatos incluyen ataques de los quilmes a laCapilla,26 en una época en que éstos ya habían sido erradicados de la zona, salvopocos sobrevivientes que habían sido reubicados en el actual departamento deLeales. Por último, es muy frecuente escuchar que cuando los jesuitas fueronexpulsados, maldijeron el Valle, dando lugar a todas las calamidades que debesufrir su poblador actual.

Ha sido entonces más la voz popular, a través de las generaciones, que ladocumentación la que construyó historias que refieren a este período de modosmuy distintos. Algunas más instaladas, en función del rol social que ocupanquienes las exponen,27 como la de la función evangelizadora y, aún, civilizadora dela Compañía de Jesús en este espacio primitivo e inculto, que aparentemente nisiquiera contaba con su población nativa, según se puede ver en los documentoscoloniales de la época. Otras narrativas, por el contrario, perciben a los jesuitascomo pares -indígenas- que fueran dominados por los españoles de la conquista.

Paisaje de las estancias ganaderas

Las estancias de los jesuitas fueron apropiadas por el estado español representadopor la Junta de Temporalidades que funcionaba en el Cabildo de San Miguel. Estase hizo cargo de los bienes terrenales de la Compañía una vez que fueronexpulsados los jesuitas en 1767. La política seguida con estas propiedades por laadministración española fue la cesión a otras órdenes religiosas o la venta enremate.28 Esta última fue la opción que se siguió en el caso de Tafí, siendoadquiridos por los mismísimos representantes del cabildo local, dando lugar a lo

26 A estos supuestos ataques se debería la construcción de un túnel que es origen de toda serie de fantasías yexplicaciones.27 Al respecto, ver Manasse y Camerlingo (en este volumen).28 En el ámbito de lo simbólico, la oligarquía tucumana resignificará la Capilla Jesuita: ésta pasó a ser propiedadde los Frías Silva, una de las familias terratenientes, que amplió su jurisdicción pasando por encima del antiguocementerio y cambió la posición del oratorio y, lo más importante aún, convirtió este espacio en un emblema depoder de la elites tucumanas.

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que la historiografía denomina “las estancias ganaderas”. Éstas debían reproducirla forma de uso del espacio y la logística de funcionamiento de los potrerosjesuitas. De hecho, Tafí del Valle está representada entre los siglos XIX y primeramitad del XX por seis estancias,29 alrededor de las cuales cobra existenciacontemporánea y funcional todo el Valle.

Las estancias tafinistas aparecen en todos los textos. Propiedad de las tradicionalesfamilias tucumanas, vinculadas a los gobiernos provinciales y nacionales, lastierras del Valle son explotadas muy precariamente, mediante el trabajo de pocasfamilias que se dedicarán a la cría de ganado y a una agricultura de subsistencia. Apesar del mandato de la Junta de Temporalidades, la propiedad privada fomentó unuso del suelo que no condijo con prácticas de rotación de los mismos, como loefectuaban los jesuitas, con lo que se aceleran procesos erosivos que van acaracterizar la dinámica geomorfológica actual de la zona.

Los dueños de las estancias entablaron una relación asimétrica y paternalista consus trabajadores, la población criolla y mestiza.30 Este tipo de relación toma unnuevo rumbo cuando la elite provincial ingresa en la industria de producciónazucarera, involucrando, como mano de obra barata y dependiente, entre otras, a lapoblación de los valles occidentales tucumanos.

Para los descendientes de la oligarquía vernácula estas propiedades, como la delValle, significaban una forma de ascenso y consolidación de poder social,afianzado en muchos casos por medio de alianzas familiares. Ello se verámanifestado en la falta de un impulso modernizador en la estructura de explotaciónde las estancias, al contrario de la inversión en capital y tecnología que se podíaobservar en la industria azucarera a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Las estancias se mantuvieron por generaciones en el marco de una estructuratradicional y conservadora. Quizás ello ha sido lo que permitió la supervivencia deantiguas edificaciones como los cascos de las estancias, algunas de sus fábricas otambos, corrales e, incluso, las divisorias entre las propiedades que solían hacerse

29 Babot y Hocsman (en este volumen).30 La subjetividad de los pobladores se ha visto fuertemente influida por estas relaciones. A pesar de ello, hayrelatos que manifiestan una dominación de carácter autoritario, señalando el castigo corporal como una de lasvariables de control de la mano de obra de las estancias (entrevistas realizadas por P. Arenas en el marco delProyecto CIUNT 2001-2004).

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con pirca o tapia. Pero también, la pervivencia de antiguas prácticas de manejoanimal o de producción quesera. Hoy en día existen tres marcas comerciales dequeso producidas por estas estancias y son ofrecidas como herederas de estatradición jesuítica al turismo: “Quesos M” de la Estancia de las Carreras (FamiliaFrías Silva), “Quesos Z” de la Estancia El Churqui (Familia Zabaleta) y Quesos dela Estancia de Los Cuartos (Familia Chenaut). Hay que tener en cuenta que enmuchas casas de lugareñas aún subsiste la tradición de la fabricación de quesoscomo recurso alimentario y económico.

La explotación del Valle se caracterizó por el manejo de mano de obra cautiva paratrabajar en la zafra azucarera, en las fincas cañeras o el ingenio de la propiedad dealgunos terratenientes.31 Propio del paisaje invernal de la época eran las casas delos vallistos vacías, sus puertas y ventanas tapiadas y un Valle prácticamente singente. Los animales, convocantes de toda la actividad estival del Valle, eran y sondejados en libertad para volverlos a reunir hacia finales de la primavera. Algunaspocas familias quedaban a cargo del ganado de la estancia; siguiendo una rutinatranshumántica, migraban hacia puestos invernales, desde los cuales realizaban elcontrol ganadero.

La disponibilidad y el manejo de las familias vallistas como mano de obra para lasdistintas actividades requeridas -tanto en los emprendimientos económicos de estosterratenientes como también en la disposición para su servicio en tiempos deesparcimiento- eran posiblemente su mayor capital y una clara manifestación depoder social y económico.

Por primera vez vuelve a haber un registro, por su pervivencia, del manejo espacialdel territorio. Sede política y administrativa del latifundio, el casco de estanciacontrola una serie de puestos, desde donde a su vez se controla y explota el ganado.Esta estructura se complementa con algunas fábricas de quesos en donde trabajan,siempre durante el verano, varias familias.32 Patrones, capataces y peones, apartede alguna servidumbre personal, caracterizan la estructura alrededor de la cualgirarán las relaciones sociales tafinistas por muchas generaciones. Los peones y susfamilias viven en tierras ajenas, ocupándolas a cambio del pago de obligaciones en

31 Dijo un propietario de tierras de Los Cuartos: “lo que nosotros teníamos acá era una fábrica de negros para elingenio” (ídem, 2002; Proyecto CIUNT 2001-2004).32 Arenas y Chiappe Sánchez (en este volumen).

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trabajo o en especias, en tanto las familias propietarias se aseguraron el dominiodel territorio mediante alianzas matrimoniales, estableciendo así una complicadatrama social.

A mediados del siglo XX se produce uno de los eventos históricos reconocidos portodos los sectores sociales: se abre el camino de acceso a los valles desde la llanuraoriental, hoy Ruta Provincial Nº 307. Ello modificará la configuración territorial,generando una creciente afluencia de gente que visita el Valle al tiempo que agilizael traslado de mano de obra hacia la zafra, la cosecha del limón o de la manzana,fuera de la provincia.

El paisaje tafinisto comienza a reconfigurarse a partir de esta época,incrementándose su empleo como ámbito de descanso veraniego para las familiasterratenientes, conformando una pequeña villa de hermosos caserones con todo lonecesario para ser ocupados durante la época de mayor calor en el llano.33

A prudente y discreta distancia se levantan las viviendas de los peones y susfamilias, las queserías, los grandes corrales para las yerras de las estancias, etc.,como una suerte de paisaje no-deseado, durante años las familias veraneantesdefendieron esta organización del espacio que excluía, tanto como ocultaba, a lapoblación local tafinista en el paisaje propuesto, delineado (Manasse 1988).34

Este sector, con un protagonismo creciente -acompañado de un desarrollodemográfico aún relativamente lento- va construyendo un nuevo rol social queejercita desde su papel de mano de obra zafrera (a partir de la década de 1960), enuna etapa de fuerte crisis industrial en la provincia y momento en que se desata unode los procesos de emigración más drásticos de la historia tucumana. En estecontexto emerge uno de los primeros movimientos indígenas de la provincia.

33 Cuando se habla de Tafí del Valle en la actualidad, una de sus representaciones clásicas es la de la villaveraniega de la burguesía tucumana, con las hermosas casas de los veraneantes, el verde de los cerros, arroyoscristalinos, los campos cultivados, gente joven recorriendo sus calles y senderos, jinetes con caballos bienataviados.34 Como ejemplo paradigmático se puede referir a la sistemática oposición presentada al desarrollo urbanonecesario en Tafí, como ser el asfalto de las arterias centrales de la Villa. Este paisaje más bucólico permitíatambién sostener su paseo a caballo por estas vías de comunicación. Esta situación recién se revierte hace unospocos años atrás cuando el gobierno municipal, ya en manos de lugareños, se impone a la voluntad del sectorveraneante. Otro ejemplo más reciente es la creación de countries (no permitidos por la legislación vigente).

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La década de los setenta va a marcar importantes cambios: la gente del Valleparticipa y se ve involucrada, en mayor o menor grado, en el enfrentamiento entremilitares y la guerrilla asentada en el monte tucumano.35 Un mes después del golpemilitar de 1976, el gobierno de facto crea el Municipio de Tafí del Valle.36 El Valleoperaba de nexo entre el llano tucumano y los Valles Calchaquíes y su controlmilitar obstaculizaba la movilidad por parte de los grupos guerrilleros(principalmente el ERP, Ejercito Revolucionario del Pueblo), que se encontrabanen el pedemonte tucumano.

Esta estrategia militar dio lugar a la constitución de un nuevo espacio laboral: lamunicipalidad, de trascendente significado para la vida de los tafinistos. Muchasfamilias dejaron de viajar a la zafra al conseguir empleo estatal, quedándose yatodo el año en el Valle,37 iniciando una práctica que frecuentemente ha derivado enprácticas clientelares. La estructura laboral del Valle adquiere así una morfologíadiferente, al contar con población estable exenta de la realización de actividadesproductivas. Esto último también generará modificaciones en cuanto alrequerimiento de los espacios destinados a la reproducción social de las familiastafinistas, dando lugar a un mayor aglutinamiento de las viviendas.

Concentración espacial que también se verá acelerada por un cambio en el uso delas tierras por parte de los terratenientes, quienes las arrendarán para el cultivo dela papa semilla. Este cultivo, instalado sobre un paisaje agropecuario tradicional,implicó la pérdida del contacto directo del vallisto con el manejo de las tierras: seperdió decisión, control y espacio, es decir territorio. Las tierras son arrendadas aterceros, “de afuera” del Valle, con un manejo tecnológico y un capital que nopueden compararse con los de las chacras y huertas familiares. Varias de éstas

35 Los pobladores de los cerros orientales, por ejemplo, se han visto directamente implicados en el enfrentamientoentre militares y la guerrilla. Han albergado gente de manera voluntaria e involuntaria en sus casas, pero también,se vieron forzados a “aportar” con buena parte de sus bienes y animales a la causa, bajo la presión del ejército.36 Es bajo el gobierno de facto del actualmente detenido General (R) Domingo Bussi que se crea este Municipio.Él mismo estuvo a cargo del Operativo Independencia en 1975 y fue, increíblemente, elegido gobernador por votopopular en 1995, a pesar de las graves denuncias sobre violación de derechos humanos que hay en su contra. En laactualidad aún se encuentran desaparecidos y denunciados: Luis Pastor Armella de la localidad de El Mollar(CONADEP, causa Nº 06084, Nº de actor: 00320 y Comisión Bicameral, Causa Nº 309) y Carlos Julio Juárez, dela localidad de La Angostura (CONADEP, causa Nº 06074, N° de actor 02629). Varios pobladores tafinistosestuvieron presos durante la última dictadura militar.37 Además del Municipio, se habilitaron empleos en el ámbito de la salud (Hospital local) y de Vialidad nacionaly/o provincial.

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últimas directamente desaparecen por encontrarse en espacios requeridos por losterratenientes para su arriendo. Este proceso también derivará en una nuevaexpulsión de la población local. Al mismo tiempo desaparecen, por la acción de latopadora y del arado, centenares de sitios arqueológicos.

Última etapa dentro del paisaje de las Estancias Ganaderas que deja en evidenciaun proceso irreversible de enajenación. Primero, el arrendamiento y luego, susubdivisión para la venta. Dispositivo que no ha de ser homogéneo, pues muchasfamilias de paisanos prácticamente ya no cuentan con tierras, mientras hay otras,las menos, que siguen con espacios sin ningún otro tipo de usufructo que elpastoreo de animales vacunos y caballares.

Paisaje rural y turístico

Desde los años noventa el Valle se ha visto comprometido en significativastransformaciones en el marco de políticas públicas, tanto nacionales comoprovinciales. A nivel local, la Ley Provincial Nº 6166/91,38 que entre otras cosaspromueve la actividad turística por medio de un sistema de créditos muy blandos,generó procesos que modificaron profundamente el paisaje tafinisto. El espaciorural se fue desestructurando en proporción inversa al crecimiento de áreasdestinadas a la explotación turística del Valle. Por otro lado, concomitantemente, seha generado un importante crecimiento de la inversión inmobiliaria, que coadyuvaa su detrimento.

La imagen actual del Valle manifiesta la conjunción de dos proyectossuperpuestos: explotación turística y explotación de sus recursos naturales. Desdela política estatal se promueve el “desarrollo local” a partir de la llamada “industriasin chimeneas”. Se han definido líneas de intervención económica, así como deconstrucción de una oferta acorde a demandas del mercado de turno; comoconsecuencia de esto se están delineando, incluso, las características mismas delpaisaje que se ofrece.

38 Por Ley 6166/91 se crea el Ente Provincial de Turismo de Tucumán (ENPROTUR) como entidad autártica dederecho público con capacidad para actuar privada y públicamente, vinculada al Poder Ejecutivo a través delMinisterio de la Producción y Desarrollo, cuyas funciones son: tener a su cargo la planificación, organización,promoción, orientación y desarrollo de las acciones en materia de turismo que realice el estado provincial. EstaLey sufrió una serie de derogaciones, hasta que, finalmente, bajo el gobierno actual fue reinstalada.

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Por otro lado -y de alguna manera en franca contradicción con los proyectos deaprovechamiento turístico- se encuentran los emprendimientos que enfatizan laexplotación de los recursos naturales de la región. Nos referimos a proyectos degestión de la tierra, los recursos hídricos o también otros, de mayor envergadura,como la explotación minera de tercer y primer grado.39 Estos emprendimientos,propuestos por diversos sectores, reciben un apoyo dispar por parte de lacomunidad. La posibilidad de insertarse de manera exitosa/ventajosa en alguno deéstos es un factor importante a la hora de tomar posición frente a ellos. Por otrolado, no son pocas las familias que muestran una clara oposición desde algún tipode organización social comunitaria formal o informal.

Las prácticas productivas también han cambiado. Hoy, los gerenciamientosempresariales se imponen sobre aquellos ejercidos por décadas por losterratenientes en el Valle. Las autoridades locales están dejando a un lado lagestión territorial, priorizando los intereses de estos empresarios (paperos, dueñosde inmobiliarias, empresariado del turismo, entre otros). Por ello, el paisaje vallistose encuentra claramente dividido, coexistiendo identidades sociales diferentes en suorigen social, propósitos y roles.

El proyecto de explotación turística resultó en un incremento desmesurado de lacapacidad hotelera, concentrada particularmente en la Villa de Tafí (en un 400%).Sin embargo, ello no redundó en el desarrollo de otros servicios complementarioscomo los de las vías de comunicación, espacios de esparcimiento, comedores omercados de abastecimiento. Es más, la falta de una planificación integral generóseveros problemas en la infraestructura de servicios primarios de la zona (Arenas yManasse 1995), que se fueron agravando con el paso del tiempo.

Estos proyectos no parecen necesitar de aquello que hace de Tafí un lugar singular.Necesitan un paisaje preparado de acuerdo a los requisitos posmodernos delturismo (Manasse y Camerlingo en este volumen). El Valle se articula e interactúacon empresas turísticas localizadas en Buenos Aires o en la capital provincial y, de

39 Aunque no se trata de los únicos ejemplos de explotación de recursos naturales, en todos los casos conllevan unasignificativa alteración del paisaje local, además de impactos negativos de incalculable envergadura (al respecto,ver: Manasse y Pastrana 1996; Manasse 2001; Arenas y Manasse 2001). En el caso del emprendimiento minero, esdifícil de imaginar una explotación al aire libre en un país como el nuestro con escasas normas de control deimpacto y compatible con un aprovechamiento turístico basado en su paisaje y características prístinas.

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acuerdo a esas prerrogativas, se “construye” el paisaje para poder ser receptor deun determinado perfil de turista. Se trabaja en pos de una oferta que poca relaciónguarda con el tradicional mundo tafinisto y su paisaje. Se busca, por el contrario,acondicionarlo a las demandas de una población urbana que, en sus momentos dedescanso y esparcimiento, pretende acceder a los beneficios y comodidades propiosde ese tipo de espacios, sin atender a ningún tipo de especificidades de estilo ycostumbres o rasgos culturales.40

Se ha desarrollado una nueva percepción y valoración de los recursos culturales yturísticos. Distintos gestores sociales intervienen en su construcción, interpretacióny puesta en funcionamiento, mientras la propuesta del estado provincial enfatizacon claridad los criterios económicos. La reconversión apuesta a las propuestaspaisajísticas, ofertas culturales que se acomodan a los requerimientos del mercado(Manasse y Camerlingo en este volumen).

Las formas culturales locales aparecen en las fiestas y ceremonias tafinistas, tantolas religiosas como aquellas vinculadas con los héroes locales, nacionales, enfechas patrias y también en algunas propuestas culturales del turismo rural, dondese despliegan para consumo en forma de “exotismo local”, para ser comprado por turistas urbanos, tanto nacionalescomo internacionales. Hoy son puestos al servicio de la explotación turística desdelos elementos más básicos de la vida cotidiana tafinista. El cambio en la vidavallista fue abrupto, profundizando las asimetrías sociales. El impacto poblacionalha penetrado el conjunto de las redes de circulación e intercambio: según el Censo2001, el Valle contaba con una población de 4028 habitantes para Tafí del Valle y3795 para El Mollar (7823 habitantes en todo el Valle). Apenas cuatro años mástarde, de acuerdo al relevamiento efectuado por el hospital “Dr. Elías Lorenzo deMédicis”, la población para 2005 era de 12350 habitantes, lo que señala unincremento para este período de casi un 40%.

Modificaciones en las relaciones laborales de la administración pública provincial,municipal y nacional, como en empresas privadas de luz, agua y teléfonos,comercio en general y turismo, y en los emprendimientos familiares para

40 En realidad, la búsqueda es justamente la contraria: no importa dónde uno se encuentre (Buenos Aires, SanRafael, La Cumbrecita o Tafí del Valle), el visitante siempre ubicará el telecentro, el surtidor de combustible, elsupermercado o la casa de fotografías, por sus rasgos arquitectónicos y de decoración interior.

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producción de productos regionales, conllevan nuevas formas de consumo. Estogenera transformaciones en la relación de la población local con el sector público yprivado, al tiempo que marca las prácticas sociales y simbólicas del territorio.

Los emprendimientos que hacen énfasis en la explotación de recursos naturales dela región son variados en sus intereses y la forma de articulación con el Estado y lapoblación local. Un informe reciente, señala que no se vislumbran políticas claraspara un desarrollo ordenado del sector y, lo que es más importante, tampoco para elgerenciamiento de los recursos naturales y culturales (González Cainzo y Arenas2005). En un proceso de severa afección y pérdida irreversible, el paisaje tafinistoenfrenta nuevas modificaciones.

El uso de la tierra es uno de los aspectos más relevantes en la definición de laspolíticas de desarrollo locales. Se confrontan, se articulan, se superponen ycontradicen proyectos de desarrollo de la agricultura de producción empresarial,especulativa y comercial, con otros de inversión inmobiliaria, de extracción derecursos para la construcción o, finalmente, con la explotación minera de primergrado. El control y dominio de recursos básicos como el agua está generando elbeneficio exclusivo de los grandes agricultores (estrechamente vinculados algobierno provincial) en desmedro de un importante sector de la población local.41

El perjuicio es también claro en vinculación al desarrollo del negocio inmobiliario,que no repara en derechos adquiridos, en el usufructo de las poblaciones nativaspreexistentes, en la presencia de evidencias arqueológicas o, incluso, enemplazamientos totalmente desfavorables.42

El Valle se encuentra actualmente en una permanente puja entre pobladores localesy las empresas inmobiliarias y las constructoras. Algunas leyes y decretos sirven derespaldo para quienes las conocen y tienen la posibilidad de imponer su

41 Por caso, se puede mencionar la inmensa obra de ingeniería hidráulica realizada en El Rodeo y Las Carreras, encontra de la voluntad del pueblo. Hoy ya se están sintiendo los efectos de la misma en varias zonas del Valle: en ElRincón y, particularmente, en Casas Viejas. La merma en la disponibilidad de agua corriente es la manifestaciónmás elocuente, pero también se está dando cuenta del descenso de las napas freáticas de la zona.42 Se instalan viviendas en tierras de usufructo de más de 100 años, se las construye sobre o en desmedro de lasevidencias arqueológicas sin ningún tipo de reparo ni atención; se levantan casas en áreas de pendientespronunciadas y suelos inestables. Queda por recalcar que en todo momento nos estamos refiriendo a “segundasviviendas”.

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acatamiento.43 La compleja conformación social de Tafí articula de maneradesigual a los pobladores nativos, producto de migraciones locales y descendientesde las comunidades indígenas originarias, a los radicados más recientemente, a losgrandes terratenientes y a los veraneantes. Estos distintos sectores tienen conductasdiferentes respecto a las problemáticas sociales, culturales y ambientales del Valle.En los últimos tiempos se han suscitado nuevos enfrentamientos por la tenencia dela tierra y/o por el control de los recursos básicos, que siguen beneficiando aaquellos sectores que poseen mayor capital social y económico.44

Durante los últimos años se han desarrollado algunos procesos institucionalesasociados a la configuración de nuevas identidades étnicas (cf. Arenas 2003), comoasí también la formación de colectivos en la forma de fundaciones, organismos no-gubernamentales, asociaciones civiles, cooperativas, etc., que buscan espacios degestión y decisión sobre aspectos productivos, ambientales y socio-culturales.

Es clara la emergencia de procesos de “re-etnización”, más allá de preciosismosacadémicos en cuanto a los referentes étnicos e históricos que funden lastradiciones que se invocan, pueden verse como parte de un proceso de caráctermundial de las maneras de constituir las diferencias, a la vez de una forma dereclamar y exigir el acceso a los recursos y a la garantía de derechos.45

Estos procesos de formación de identidades y subjetividades sociales y étnicas nodeben considerarse procesos extrahistóricos sino, por el contrario, en su caráctercontextual y subjetivo. La cultura tafinista local se hace visible en sus “costumbresde estilo” y no se tratan de residuos de la tradición sino procesos contemporáneosque otorgan ciertos significados a las diferencias culturales, procesos que conllevanmarginalidad, hibridación y pobreza, estrechamente vinculados a la producción de

43 Nos referimos al Código de Planeamiento Urbano (1991), la Ley Provincial 7500 de Protección de Patrimonio,entre otras. Sin embargo, la explosión inmobiliaria es tan importante que ni la Municipalidad local, ni laUniversidad cuentan con personas idóneas suficientes para abordar la demanda posible. Aún se encuentradurmiendo en los cajones de la Legislatura provincial un proyecto de creación de Área Protegida que comprendíaaproximadamente el Departamento de Tafí, gestado por la Comisión Intersectorial Pro-Reserva de la Biosfera deTafí del Valle en el 2004. Este proyecto podría haber atacado de raíz este tipo de situaciones (ver, en estevolumen, Proyecto Área Protegida Valles del Tucumán).44 Ver Arenas y Chiappe Sánchez (en este volumen).45 Existen actualmente en el Valle, las Comunidades de El Mollar (225 familias), Casas Viejas (105 familias), LaAngostura (86 familias), Tafí del Valle (450 familias), El Rincón (50 familias), todas con distintos procesos deconstrucción. Fuente: las comunidades indígenas (mayo 2005). Al respecto, ver Arenas (2003).

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desigualdades sociales. Los coproductores de estos sentidos son la escuela, lafamilia, la iglesia, la prensa, los partidos políticos, instituciones que generanjerarquías étnicas e ideológicas y que se niegan a reconocer el significado que losinvolucrados en estos procesos otorgan a sus propias prácticas (Manasse yCamerlingo en este volumen; Racedo en este volumen).

El problema de la tierra, la distribución de los recursos hídricos, el uso de tierras de“propiedad común” y de “uso libre”, sumado a un fuerte reclamo de la gente delValle sobre el accionar municipal respecto del agua -por la poca infraestructura y lafalta de gestión de recursos-, por el uso de la tierra -falta de regulación catastralfrente al boom inmobiliario y la falta de legislación sobre la propiedad de la tierraque contemple a todos los sectores-, sobre su propia gestión -sospechada de solollevar adelante acciones para reproducirse a sí misma como trampolín social ypolítico de algunos pocos- son las denuncias más sentidas por los tafinistos ytafinistas.

El paisaje actual de Tafí del Valle manifiesta la conjunción de una historia social yecológica de larga data. La superposición de distintos paisajes sociales, construidospor pueblos e intereses diferentes hace que su análisis sea ciertamente complejo.Hemos procurado desglosar y ubicar temporalmente cada uno de ellos. Lasrelaciones de estructuración social se han manifestado desiguales, asimétricas, apartir de la época de la colonia española y continúan en la actualidad, en el marcode políticas neoliberales.

El paisaje -a la vez medio y producto de procesos económicos, sociales, tantomateriales como simbólicos- de cada época se puede leer como un texto. Estetexto, escrito en varias lenguas, conforma un patrimonio en disputa sometido a lalógica de la globalización. El desafío reside en hacer una crítica epistemológica delconocimiento local, que permita revisar la idea esencialista de las diferencias eidentificar aquellos núcleos que puedan permitir la articulación de prácticassociales y económicas alternativas, que mejore la calidad de vida de los tafinistos ytafinistas y los demás pueblos vallistos, en ese paisaje en el que se da, su mundo dela vida.

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Agradecimientos

A Emilia, Malena, Marcos, Lucas, Luciano y Javier todo esto es para dejarles unmejor Tafí. A Jorge Pinedo que leyó y opinó sobre la última versión del texto. ACharles Baudelaire, por la idea.

Bibliografía

Ambrosetti, J. B. (1897) Los monumentos megalíticos del Valle de Tafí(Tucumán). Boletín del Instituto Geográfico Argentino 18: 105-114. Buenos Aires.

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