arqueología de la guerra civil

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Arqueología de la Guerra Civil Española Archaeology of the Spanish Civil War Alfredo GONZÁLEZ RUIBAL Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. 28040 Madrid [email protected] Recibido: 08-07-2008 Aceptado: 10-07-2008 RESUMEN En este artículo se presenta el dossier sobre arqueología de la Guerra Civil Española. Se revisarán bre- vemente tres temas que son cruciales para una aproximación arqueológica a los restos de la Guerra Civil y el régimen de Franco: el concepto de arqueología, patrimonio y políticas de la memoria. PALABRAS CLAVE: Guerra Civil Española. Franquismo. Método y teoría arqueológicas. Patrimonio cultural. Memo- ria. Política. ABSTRACT In this article, the dossier on the archaeology of the Spanish Civil War is introduced. Three main topics will be briefly reviewed that are crucial for an archaeological approach to the remains of the Civil War and the Franco Regime: archaeology itself, heritage, and memory politics. KEY WORDS: Spanish Civil War. Francoism. Archaeological method and theory. Cultural heritage. Memory. Politics. SUMARIO 1. Introducción. 2. Arqueología. 3. Patrimonio. 4. Políticas de la memoria. 5. Conclusión. Complutum, 2008, Vol. 19 Núm. 2: 11-20 ISSN: 1131-6993 11

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Artículo sobre la arqueología de la Guerra Civil española

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  • Arqueologa de la Guerra Civil EspaolaArchaeology of the Spanish Civil War

    Alfredo GONZLEZ RUIBALDepartamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. 28040 Madrid

    [email protected]

    Recibido: 08-07-2008Aceptado: 10-07-2008

    RESUMEN

    En este artculo se presenta el dossier sobre arqueologa de la Guerra Civil Espaola. Se revisarn bre-vemente tres temas que son cruciales para una aproximacin arqueolgica a los restos de la Guerra Civily el rgimen de Franco: el concepto de arqueologa, patrimonio y polticas de la memoria.

    PALABRAS CLAVE: Guerra Civil Espaola. Franquismo. Mtodo y teora arqueolgicas. Patrimonio cultural. Memo-ria. Poltica.

    ABSTRACT

    In this article, the dossier on the archaeology of the Spanish Civil War is introduced. Three main topicswill be briefly reviewed that are crucial for an archaeological approach to the remains of the Civil Warand the Franco Regime: archaeology itself, heritage, and memory politics.

    KEY WORDS: Spanish Civil War. Francoism. Archaeological method and theory. Cultural heritage. Memory. Politics.

    SUMARIO 1. Introduccin. 2. Arqueologa. 3. Patrimonio. 4. Polticas de la memoria. 5. Conclusin.

    Complutum, 2008, Vol. 19 Nm. 2: 11-20 ISSN: 1131-699311

  • Olvidmosla, es lo mejor. Es un episodio desgraciado,turbio, confuso. No sirve. La historia debe ser instructi-va, ejemplar. En esa guerra nadie se cubri de gloria. Y

    nadie entiende lo que pas. Las gentes han decididobajar una cortina. Es sabio, es saludable

    Mario Vargas Llosa, La Guerra del Fin del Mundo, 1984

    1. Introduccin

    En este dossier se recogen una serie de artculosque abordan, desde un punto de vista arqueolgico,diversos episodios de la Guerra Civil y de la pos-guerra en Espaa, en un perodo que comprende delinicio de la guerra en julio de 1936 hasta 1952 apro-ximadamente (Figura 1). Adems, se han incluidodos artculos que no abordan un caso de estudioconcreto de la guerra o la posguerra, pero que resul-tan de especial inters por ofrecer una visin externa:uno de ellos trata de la arqueologa de la represinen Amrica Latina (Zarankin y Salerno) y otro so-bre el papel de los especialistas forenses extranje-ros en las exhumaciones de represaliados en Espaa(Congram y Steadman). El primero sirve de compa-racin entre el caso espaol y el latinoamericano,as como de gua para los investigadores nacionales,puesto que en Sudamrica la experiencia en arqueo-loga del conflicto es anterior y ms amplia que en

    nuestro pas (cf. Funari y Zarankin 2006). Por lo querespecta al artculo de Congram y Steadman, no s-lo se analiza aqu la labor de los expertos extranje-ros que estudian la Guerra Civil Espaola, sino quese contextualiza el fenmeno de la arqueologa yan tropologa forenses en el marco mundial.

    El hecho de que hablemos de la Guerra Civil,aunque el lapso de tiempo tratado supere el marcoestricto de sta, se justifica porque la situacin b-lica para muchos no acab en 1939: ni para los pri-sioneros de las crceles y destacamentos penales ysus familias, ni para las decenas de miles de ejecu-tados hasta finales de los aos 40, ni para la guerri-lla antifranquista, ni para las fuerzas armadas encar-gadas de combatirla. Lo expresa con elocuencia elpreso annimo que dej un poema en el campo deconcentracin de Camposancos: ha los tres aosde guerra/ ganaron los nacionales./ Al acabar laguerra/ entre ratas nacionales/ otra cruel empezen campos y carceles/ Esta otra mas tremenda,/ yademas sin piedad/ pues se castiga ha los hombres/con toda la iniquidad (Ballesta y Rodrguez Ga-llardo, en este dossier).

    No es necesario sealar que no se ha pretendidoen modo alguno llevar a cabo un tratamiento exhaus-tivo del conflicto desde un punto de vista arqueol-gico. Lo que se ha querido es dar a conocer la rique-

    Figura 1.- Localizacin de los principales lugares mencionados en el dossier: 1. Camposancos (Pontevedra); 2. Su-deste de Lugo; 3. Oviedo (Asturias); 4. Monte Bernorio (Palencia); 5. Valdenoceda (Burgos); 6. Bustarviejo (Madrid);7. Cincovillas (Guadalajara); 8. Frente de Guadalajara; 9. El Bruc (Barcelona); 10. Gurb (Barcelona); 11. Santaella(Crdoba); 12. Villanueva del Rosario (Mlaga). El recuadro de la derecha incluye los lugares mencionados de las ba-tallas de Madrid y del Jarama.

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    Alfredo Gonzlez Ruibal Arqueologa de la Guerra Civil Espaola

  • za de aproximaciones que caracteriza a esta formade arqueologa y las posibilidades que ofrece desdeel punto de vista histrico, patrimonial, social y po-ltico. Por ello, no slo los temas tratados son diver-sos, sino tambin la proveniencia misma de los in-vestigadores: universidades y centros de investiga-cin, museos, asociaciones, colectivos y empresasde arqueologa. La arqueologa de la Guerra Civiles, necesariamente, una prctica mestiza e inter-disciplinar, como sealan Ballesta y RodrguezGallardo, en la que la intervencin de especialistasde distintos mbitos no puede sino enriquecer nues-tras perspectivas sobre el fenmeno histrico.

    La enorme relevancia pblica que ha venido ad-quiriendo desde la ltima dcada la historia de laGuerra Civil y el Franquismo justificara por s so-la la publicacin del dossier: el editor de este volu-men considera que la academia no debera perma-necer al margen de las preocupaciones e interesesde la sociedad, especialmente cuando estas preocu-paciones tienen que ver con la historia. Pero hayms motivos: en primer lugar, la arqueologa estya muy implicada, de distintas maneras, en la ges-tin de la memoria del conflicto, pero no existe unforo de debate comn, ni contactos fluidos entre lasdistintas personas que se dedican a este tipo de in-vestigacin, con frecuencia sumamente especializa-da (Gonzlez Ruibal 2007). Mediante esta obra co-

    lectiva se trata de mostrar, aunque no de forma ex-haustiva, la diversidad de enfoques que abordan lamaterialidad de la guerra y la dictadura. La inten-cin es que se convierta en un punto de referenciapara posteriores encuentros, discusiones y proyec-tos, en los que cada vez ms se integren intereses ylneas de actuacin variadas.

    En segundo lugar, pese a la sealada diversidadde aproximaciones arqueolgicas, la realidad es queaquello que el pblico identifica de forma mayori-taria con la arqueologa de la Guerra Civil es la ar-queologa forense. La importancia de esta prcticaest fuera de toda duda por muchas razones, perosu preeminencia no debera llevarnos a olvidar otrasposibilidades. La dimensin patrimonial de los res-tos de la guerra, por ejemplo, est cobrando unagran importancia en los ltimos aos. Cada vez mspersonas quieren visitar los vestigios del conflictocomo sucede en otras partes de Europa con lasguerras mundiales (Saunders 2007). Sin embargo,para visitar los restos es necesario primero conocer-los, estudiarlos, conservarlos y hacerlos accesiblesal pblico. La arqueologa tiene un papel fundamen-tal en este proceso.

    En tercer lugar, la Universidad Complutenseconstituye un lugar privilegiado para dar a conocerla labor de los arquelogos de la Guerra Civil: al finy al cabo, la Ciudad Universitaria de Madrid se con-

    Figura 2.- En esta fotografa tomada el 14 marzo de 1937 por Albero y Segovia en las posiciones republicanas de laCiudad Universitaria se aprecian bien los edificios de Odontologa, Medicina y Farmacia, cuyo aspecto no ha cambia-do prcticamente desde entonces. Ministerio de Cultura, Archivo Rojo (signatura: AGA, 33, F, 04063, 55431, 001).http://pares.mcu.es/ArchivoRojo/inicio.do

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    Arqueologa de la Guerra Civil Espaola Alfredo Gonzlez Ruibal

  • virti en uno de los campos de batalla ms famososdel conflicto y es en la actualidad un gran yacimien-to arqueolgico que ofrece grandes posibilidades,tanto desde el punto de vista patrimonial como cien-tfico (Figura 2). La Ciudad Universitaria, adems,ejemplifica bien uno de los fenmenos que hacen dela arqueologa de la Guerra Civil algo tan atractivo:los muros acribillados de sus facultades (Figura 3)nos permiten descubrir que el escenario cotidiano enel que discurren nuestras vidas esconde una historiasiniestra, pica, salvaje, inconcebible. Una historiaglobal, que nos conecta con eventos determinantesdel devenir de la humanidad las dictaduras, lasrevoluciones, las nuevas tecnologas blicas del si-

    glo XX y la Segunda Guerra Mundial. Se trata deuna historia que nos parece ahora prehistrica des-de la atalaya del presente democrtico y pacficoquiz de ah, tambin, la fascinacin arqueolgica.A la arqueologa le corresponde desvelar las trazasen el paisaje de un pasado inverosmil y remoto ycolaborar con la sociedad en la interpretacin de esepaisaje familiar y extrao al mismo tiempo.

    En esta introduccin tratar brevemente trescuestiones que aparecen de distintas formas a lo lar-go de los trabajos. Estas cuestiones tienen que vercon la disciplina arqueolgica y sus posibilidades,con el patrimonio cultural y con las polticas de lamemoria.

    Figura 3.- Arriba: Planimetra parcial de las trincheras de la Guerra Civil al final del conflicto en la Ciudad Universi-taria de Madrid. Se indican con flechas las paredes donde se perciben mayor nmero de impactos en la actualidad.Abajo: Marcas de proyectiles de armas ligeras visibles hoy en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutensede Madrid.

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  • 2. Arqueologa

    Todos los trabajos aqu recogidos son arqueol-gicos. Lo son por dos razones al menos, que constitu-yen el mnimo comn denominador de nuestra dis-ciplina: se centran en la cultura material (aqu en-traran tambin las fosas comunes) y estudian he-chos del pasado. Lo son tambin en el sentido tauto-lgico de la ley espaola de patrimonio (Ley 16/85,ttulo V, artculo 40.1), segn la cual es arqueolgi-co aquello susceptible de ser estudiado con metodo-loga arqueolgica: forman parte del PatrimonioHistrico Espaol los bienes muebles o inmueblesde carcter histrico, susceptibles de ser estudiadoscon metodologa arqueolgica, hayan sido o no ex-trados y tanto si se encuentran en la superficie o enel subsuelo, en el mar territorial o en la plataformacontinental. El uso de tal metodologa se advierteen las prospecciones de superficie, catalogacin deyacimientos, excavaciones de estructuras, documen-tacin planimtrica y estratigrfica, exhumacionesforenses y el estudio y restauracin de materialesque aparecen en los artculos. Sin embargo, la ar-queologa del pasado contemporneo constituye,ms all de las tcnicas especficas, una cartografaprofunda del paisaje cotidiano. Como seala XurxoAyn en este dossier, de lo que se trata es de mos-trar las conexiones existentes entre lugares, artefac-tos y gente, las relaciones entre paisaje, proceso,cultura material y memoria.

    La cultura material de la guerra y la posguerra esespecialmente variada y compleja y plantea impor-tantes retos al investigador: abarca desde los casqui-llos de bala abandonados en los campos de batallahasta los graffitis que cubren las paredes de un cam-po de concentracin Cmo documentar los restosde la guerra? Qu se debe recuperar y qu no?Cmo se excava mejor una trinchera? Qu infor-macin podemos extraer de las huellas de uso de unfortn de hormign? Podemos plantearnos cuestio-nes de tipo sociolgico a partir de los restos milita-res? Al plantear nuevas formas de aproximacin alregistro material, la arqueologa de la Guerra Civilpuede proporcionar herramientas tericas y meto-dolgicas al estudio de otros perodos (aunque sano sea su funcin principal).

    La funcin principal, o al menos una de ellas, escontar otras historias a partir de los objetos, es de-cir de forma diferente a la convencional. En ocasio-nes no se trata si quiera de una historia, sino sim-plemente de revelar la existencia de tales objetos,

    desocultarlos. Al hacer esto mediante la arqueolo-ga producimos una realidad nueva. Al excavar unbnker o una choza en un campo de concentracincon metodologa arqueolgica estamos haciendo al-go ms que sacar a la luz un elemento olvidado delpasado reciente: estamos convirtiendo esos artefac-tos en elementos prehistricos, como ha sealadoLucas (2005: 126); los estamos percibiendo comonunca los habamos percibido antes. Con esta extra-a revelacin del pasado aprendemos algo, algo queno siempre es verbalizable (Buchli y Lucas 2001:25), pero que siempre tiene un efecto poderoso ennuestra experiencia del mundo. El caso ms obvioes el de las exhumaciones: el hecho fsico en s dedesenterrar a los represaliados del Franquismo hatransformado nuestra percepcin del pasado recien-te y del paisaje vivido. Como dice alguien en la pe-lcula En Construccin (Jos Luis Guern 2001),ante una necrpolis romana que aparece durante lasobras de remodelacin del barrio: mira que vivesencima de muertos y no te enteras.

    Con frecuencia, no obstante, la nica narracinhistrica posible es la que se construye con los res-tos arqueolgicos, de ah la importancia clave denuestra disciplina. El anlisis forense de los huesosde un represaliado en una fosa comn, por ejemplo,nos permite escribir la historia nica de su tormentoy muerte (cf. Foro por la Memoria, Gassiot y Roset al., en este dossier). Por su parte, Ballesta y Ro-drguez Gallardo recuperan la historia de los que notienen historia a travs de los grafittis presentes enel campo de concentracin de Camposancos. Se tra-ta de un testimonio sobrecogedor, pues posee la tr-gica inmediatez de la que nos privan las memoriasescritas despus de los hechos. En los graffiti de losprisioneros se encuentra el punctum que mencionaRoland Barthes: quienes los escriben han muerto yvan a morir. Nos estremecemos, como dice Barthes(1981: 96), ante una catstrofe que ya ha ocurrido.

    3. Patrimonio

    La faceta patrimonial es otra de las funciones b-sicas de la arqueologa del conflicto contemporneoy, de hecho, a los especialistas en la gestin de pa-trimonio se debe el desarrollo de muchas metodo-logas y enfoques tericos en relacin a este tema(Schofield 2005). Uno de los valores ms importan-tes del patrimonio ms reciente y conflictivo es supeculiar aura (Benjamin 1968). El Foro Romano o

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    Arqueologa de la Guerra Civil Espaola Alfredo Gonzlez Ruibal

  • Stonehenge tienen aura porque son nicos, autnti-cos e histricos, pero aunque nos sobrecogen y noshacen experimentar el pasado de una forma pecu-liar, se trata de una experiencia menos conmovedoraque la visita a un campo de batalla o un campo deconcentracin del siglo XX. En parte, la clave delpatrimonio conflictivo contemporneo se basa en latransformacin de un espacio convencional en unespacio aurtico por la accin de eventos que hancausado un profundo trauma: el paisaje de Verdn,por lo dems corriente, nos produce escalofros por-que all murieron decenas de miles de personas enunas pocas horas de combate y quin puede per-manecer impasible ante los restos banales deAuschwitz, sabiendo que all fueron asesinados unmilln de seres humanos? Es interesante pensar quelos edificios de la Universidad Complutense, comobuenos ejemplos de artefactos de la era de la repro-duccin mecnica, careceran de aura, sino fueraporque han sido tocados por la guerra. Es la huellaarqueolgica de metralla en el edificio de Farmacialo que convierte una arquitectura anodina en algoexcepcional y nico. Pode-mos reproducir la Fa-cultad de Farmacia sin mayor problema en cual-quier lugar, pero no podemos reproducir la autenti-cidad de sus cicatrices.

    En parte, sin embargo, el aura de estos lugarestiene en nosotros un efecto tan intenso porque for-man parte de nuestra memoria ntima: estn vincu-lados con personas a las que conocemos directa oindirectamente. Nuestra relacin con la Guerra Ci-vil y la dictadura es inevitablemente ms estrechay visceral que con ningn otro perodo de la histo-ria, anterior o posterior. Esto que puede parecer ne-gativo, no lo es tanto desde un punto de vista patri-monial: la fascinacin que ejercen los restos de laguerra es incomparable a la de otros episodios his-tricos. Los campos de batalla, los centros represi-vos y los memoriales se pueden convertir en luga-res de atraccin turstica, en los cuales se promuevaun mejor conocimiento de la historia y se profundi-ce en los valores democrticos. Esto est sucediendoya en diversos lugares de Europa con vestigios delas guerras mundiales y de la Guerra Fra, por ejem-plo (cf. Schofield et al. 2006) y est comenzando asuceder en Espaa.

    Resulta llamativo observar en la gestin del pa-trimonio de la Guerra Civil cmo las universidadesy centros de investigacin no se han encontradoprecisamente en primera lnea (la metfora militares aqu especialmente pertinente). Los primeros en

    preocuparse por documentar y excavar restos de laGuerra Civil han sido empresas de arqueologa (cf.lvarez y Requejo, Lpez Fraile et al. y Penedo etal. en este dossier), mientras muchos profesionalesde la academia todava discuten hoy si esos restostan recientes son propiamente hablando arqueol-gicos. Por otro lado, en la catalogacin y puesta envalor de los restos son personas aficionadas, colec-tivos y determinadas administraciones las que estnhaciendo un trabajo ms notable (cf. Castellano2004; Arvalo 2007). Gracias a la exhaustiva labordel Colectivo Guadarrama, por ejemplo (Castellanoen este volumen), hoy en da existen ms posibili-dades de que los vestigios de la guerra en Madridy Guadalajara se preserven para futuras generacio-nes. Un panorama semejante se ha dado en los cam-pos de batalla del Frente Occidental, hasta la tardaintervencin de las universidades (Saunders 2007).Desde 2003 existe en Blgica un Departamento deArqueologa de la Primera Guerra Mundial (De-wilde et al. 2004), pero los aficionados explorabanlos campos de batalla desde varias dcadas antespor lo general con menor sensibilidad y cuidadoque los miembros del Colectivo Guadarrama enEspaa.

    Una importante labor de documentacin de res-tos blicos y posblicos la llevan a cabo las institu-ciones en Catalua y en la Comunidad Valenciana.La Federacin Valenciana de Municipios y Provin-cias est llevando a cabo la catalogacin de todoslos restos del conflicto en la comunidad, en la ac-tualidad dentro de un proyecto europeo (Landsca-pes of War)1. Los objetivos del proyecto son, entreotros, realizar un inventario del patrimonio blicodel siglo XX en la Unin Europea; examinar qusignifica el patrimonio blico para la sociedad; pro-porcionar elementos para iniciativas de desarrollolocal, en forma de informacin y asesoramiento, yponer a disposicin de las autoridades competentesuna seleccin de sitios que puedan ser objeto deproteccin patrimonial y uso turstico. La Genera-litat de Catalunya2, por su parte, ha emprendido re-cientemente un plan de identificacin y puesta envalor de lugares de conflicto (Espais de Memria).Tales lugares superan el marco cronolgico estrictode la guerra e incluyen espacios de la II Repblica,de la Guerra Civil, de la frontera y el exilio, de lalucha antifranquista y de la recuperacin democr-tica (Figura 4). La idea es promover la difusin in-tegral de estos sitios y establecer conexiones entreellos mediante la creacin de rutas y de territorios

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  • de memoria (por ejemplo, la Batalla del Ebro o elFrente del Segre y del Pallars). Otro ejemplo inte-resante y pionero es el proyecto de la Guerra Civilen Los Monegros (Aragn): aqu se han documen-tado numerosos restos del conflicto y se han exca-vado y restaurado un conjunto de fortificaciones re-publicanas en las que combati el escritor britnicoGeorge Orwell3 (Figura 5). El xito de stas y otrasiniciativas patrimoniales (cf. Gonzlez Ruibal2007) demuestra la relevancia social del pasado re-ciente. No sera razonable que el mundo acadmicopermaneciera al margen de este fenmeno. Pero quese involucre no quiere decir que lo haga a costa delimitar o eliminar otras formas de interaccin conlos restos de la guerra. Cornelius Holtorf (2005: 5)utiliza el concepto desarrollado por la historiografaalemana de Geschichtkultur, cultura de la historia.Segn esta teora todas las manifestaciones de lahistoria en una sociedad dada, incluidas las queadoptan formas acadmicas, se consideran igual-mente elementos de una cierta cultura de la histo-ria... Se desarrollan dentro de diferentes teatros dela memoria y merecen igual atencin por parte de

    los historiadores. Los arquelogos tenemos que serconscientes de que somos una faceta ms de la Ges-chichtekultur que existe en la Espaa contempor-nea y, por lo tanto, debemos aprender a convivir conotras manifestaciones que pueden ser tremendamen-te valiosas.

    4. Polticas de la memoria

    Los autores de los artculos mantienen diferentesrelaciones con las polticas de la memoria, sobre lasque tanto se ha escrito en los ltimos aos (p.ej.Glvez 2006; Richards 2006). En los artculos aqurecogidos podemos distinguir bsicamente dos l-neas: una que entiende la arqueologa de la GuerraCivil como una tarea poltica de recuperacin activade la memoria de los represaliados (Ayn, Falquinaet al., Ballesta y Rodrguez Gallardo, Foro por laMemoria, Gassiot, Ros et al., tambin Zarankin ySalerno para Latinoamrica) y otra que consideraque el conflicto, como cualquier otro episodio hist-rico, puede ser estudiado de forma imparcial, con el

    Figura 4.- Espais de Memoria propuestos por el Memorial Democratic de la Generalitat de Catalua para su gestinintegrada.

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  • objetivo de aumentar nuestro conocimiento cientfi-co (lvarez y Requejo, Castellano, Congram, LpezFraile et al., Penedo et al., Torres y Domnguez).

    Para Congram y Steadman, la imparcialidad po-ltica se justifica tanto por su condicin de extran-jeros como por la necesidad de realizar su trabajocon los mximos estndares cientficos y de formaque pueda ser aplicable en otros contextos. En elmbito de la arqueologa de gestin, la neutralidadpoltica est relacionada, entre otras cosas, con lanecesidad de llevar a cabo un trabajo profesionalbajo administraciones de distinto signo poltico. Ri-cardo Castellano y el Colectivo Guadarrama, por suparte, entienden que la imparcialidad es un elemen-to clave del xito de sus propuestas y que tal impar-cialidad contribuye a la reconciliacin entre espa-oles, puesto que en el propio colectivo cooperancon entusiasmo personas que mantienen posturaspolticas muy dispares. Torres y Domnguez sea-lan la importancia de tener en cuenta el sufrimientode todos, con el mximo respeto, cuando se practica

    la arqueologa del conflicto. El inters por el dolordel otro es, sin lugar a dudas, un elemento funda-mental para poder llevar a cabo una prctica queconduzca a cerrar heridas y a la reconciliacin. Alos arquelogos les corresponde, tambin, fomentarese inters por el otro (sus ideas, sus motivaciones,sus memorias). Conviene no olvidar, sin embargo,que existe un peligro de nivelacin tica en lasaproximaciones extremadamente fenomenolgicas,centradas en el sufrimiento humano generalizado(Gonzlez Ruibal, en prensa).

    Dentro de las posturas polticas comprometidas,Gassiot y Falquina et al. coinciden en que la prc-tica arqueolgica debe convertir la memoria privadaen historia comn, al situar las experiencias traum-ticas personales en su contexto histrico y poltico.Como dice elocuentemente Ermengol Gassiot setrata de extraer una memoria del mbito privado pa-ra hacerla pblica y convertirla en patrimonio co-lectivo. No es casual que aquellos que exhumanrepresaliados (Foro por la Memoria, Gassiot, Ros

    Figura 5.- Informacin sobre la Ruta Orwell en Los Monegros, Aragn. (http://www.losmonegros.com/guerracivil/RutaOrwell.htm)

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  • et al., Zarankin) o estudian fenmenos represivos(Ayn, Ballesta y Rodrguez Gallardo, Falquina etal.) contemplen su prctica como una forma de bus-car justicia. En este caso, y al contrario que en loscampos de batalla, est clara la divisin entre losque sufren y los que hacen sufrir.

    No obstante, en mi opinin la diferencia entre lospolticos y los apolticos es menor de la que pensa-mos. En primer lugar, como ya sealaron en su daShanks y Tilley (1987: 62-67), no existe realmenteuna prctica cientfica desprovista de ideologa. Enel contexto actual de Espaa, decidir hacer arqueo-loga de la Guerra Civil es ya en s un gesto polti-co. Todos los autores de este volumen coinciden enque la Guerra Civil y la posguerra son episodioshistricos que deben permanecer en nuestra me-moria colectiva y que, para ello, deben estudiarse yhacerse pblicos. Nadie de los que aqu escriben es-t a favor de pasar pgina o dejar la historia ente-rrada y olvidada, aunque la memoria que proponganrecuperar sea distinta en cada caso. No todos los es-paoles estn a favor de desenterrar el pasado, pesea que cada vez somos ms los que consideramos quees necesario hacerlo. Muchos siguen opinando co-mo el Barn de Canabrava sobre la brutal Guerra deCanudos (1896-1897), que fue una autntica guerracivil brasilea: mejor correr una cortina y olvidarEs sabio, es saludable.

    Por otro lado, si los cientficos son inevitable-mente polticos, hay que sealar tambin que quie-nes propugnan una visin poltica de la arqueologade la guerra son cientficos. Con frecuencia se con-trapone el positivismo cientfico al compromiso po-ltico, pero en el caso de la arqueologa de la Gue-rra Civil si hay algo que preocupa a todos los inves-tigadores es que su prctica sea lo ms ortodoxa ydepurada posible. De lo contrario, estaran haciendoun flaco favor a los ideales por los que luchan: ma-nipular los datos para que encajen con las ideas deuno es un suicidio cientfico y poltico al mismo tiem-po sobre este problema cf. Fernndez (2006).

    5. Conclusin

    La arqueologa de la Guerra Civil apenas acabade comenzar, pero su potencial es enorme. El autn-tico desarrollo de este campo de estudio tendr quevenir de la mano de visiones integradas que abor-den los paisajes culturales de la guerra y la dictadu-ra en sus ms diversas facetas: campos de batalla,fortificaciones, huellas del conflicto en la ciudad(edificios daados por bombardeos, refugios anti-reos, cuarteles, checas, hospitales), campos de con-centracin, prisiones, viviendas sociales franquistas,ciudades y pueblos reconstruidos en la posguerra,arquitectura fascista. Para ello, los arquelogos ha-brn de unirse a historiadores, historiadores del arte,gegrafos y antroplogos que hace tiempo que vie-nen desarrollando trabajos en estos mbitos. Desdeeste punto de vista interdisciplinar, el estudio de laguerra y la dictadura a partir de sus testimoniosmateriales puede suponer un medio de repensar laforma que tenemos de hacer arqueologa y ampliarsus fronteras.

    Sin embargo, la reflexin todava puede ser msrevolucionaria y nos puede llevar a poner en tela dejuicio la divisin entre lo prehistrico y lo histrico(Lucas 2005). Los restos que documentamos sonuna cosa y la otra al mismo tiempo: con frecuenciano tenemos de ellos ms datos que los arqueolgi-cos, por mucho que el contexto general sea bien co-nocido por otras fuentes. La cabaa de familiares depresos que excavamos en el destacamento penal deBustarviejo no es menos prehistrica que una casaceltibrica de la Segunda Edad del Hierro. Es ine-vitable plantearse: Quin vivi all? Qu fue deesa gente? Podemos decir muchas cosas sobre la vi-da en el destacamento penal de Bustarviejo, peroesas preguntas concretas e intrigantes nunca podre-mos responderlas Es diferente, pues, esta situacina la de la Prehistoria? Creo que no. Y quiz por ellola arqueologa del pasado contemporneo resulta tanfascinante, tan perturbadora.

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    Arqueologa de la Guerra Civil Espaola Alfredo Gonzlez Ruibal

    AGRADECIMIENTOSNo querra acabar esta nota introductoria sin agradecer a los autores el enorme esfuerzo realizado en unos plazos muy ajus-tados y al consejo de redaccin de Complutum por haber acogido en la revista un dossier tan heterodoxo.

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    Alfredo Gonzlez Ruibal Arqueologa de la Guerra Civil Espaola

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

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    NOTAS1. http://www.paisajesdeguerra.com/el-proyecto.aspx

    2. http://www10.gencat.net/drep/AppJava/cat/ambits/Memorial/index.jsp

    3. http://www.losmonegros.com/guerracivil/RutaOrwell.htm