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ARTÍCULO: Aproximación a la obra del naturalista Andrés Martínez Cañada (fl. 1888). AUTORES (AÑO): LÓPEZ FERNÁNDEZ, C.; ORTUÑO, A.; MARTÍNEZ, R. (1999). PUBLICADO EN: Pleita. Revista del Museo Municipal “Jerónimo Molina”de Jumilla (Murcia) , 2, 55- 77. ISSN: 1139-224-X. 1

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Page 1: ARTÍCULO:CDNEZCA%D1A… · Web viewLa disección de aves que el autor menciona en varias ocasiones, no es en Cañada un mero trabajo de coleccionismo animal, sino un método de investigación

ARTÍCULO:

Aproximación a la obra del naturalista Andrés Martínez Cañada (fl. 1888).

AUTORES (AÑO):

LÓPEZ FERNÁNDEZ, C.; ORTUÑO, A.; MARTÍNEZ, R. (1999).

PUBLICADO EN:

Pleita. Revista del Museo Municipal “Jerónimo Molina”de Jumilla (Murcia), 2, 55-77.

ISSN: 1139-224-X.

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1. Encuadrando el personaje

Poco sabemos en realidad sobre la vida de este peculiar científico, al que podríamos aplicar plenamente ese tópico, tan al uso en los estudios sobre personalidades locales, de ser un perfecto desconocido incluso en su propia tierra. Pero por más que nos falten datos biográficos sobre él, hay algo que sí está a nuestro alcance: su obra; y ésta, como enseguida veremos, aunque modesta y no exenta de limitaciones, merece ser dada a conocer y comentada críticamente.

Por no saber, ni siquiera tenemos la certeza plena de que fuera murciano, ni hemos podido averiguar sus fechas de nacimiento y muerte, ni nos consta que tuviese el título oficial de licenciado en ciencias. Pero sí sabemos que, cuando menos, residió en Murcia muchos años, a caballo entre los siglos XIX y XX; que publicó asiduamente en la prensa cultural y científica de esta ciudad; que trabajó dentro de una de sus más prestigiosas instituciones científicas; que fue autor de algunas publicaciones editadas en la capital murciana; y que toda esta labor, estuvo casi siempre centrada en el campo de la Historia Natural. De ahí que, abstrayendo oficialismos, nos hayamos atrevido a catalogarle de “naturalista y murciano” con la certeza de estar hablando en unos términos conceptualmente correctos.

Nuestras primeras noticias sobre Martínez Cañada se remontan a 1875, cuando en las Memorias del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza (actualmente I.E.S. Alfonso X el Sabio) aparece que su director, el prestigioso político y científico Ángel Guirao Navarro, decide costear de su propio pecunio un conservador para el excelente Museo de Historia Natural del centro. Refiriéndonos al acto de apertura del curso 1875-76, según relato del entonces secretario del Instituto, José Santiago Orts, leemos que “... se halla desempeñado satisfactoriamente este nuevo cargo el aplicado y entendido joven Andrés Martínez Cañada”1. Sin duda, el hecho de recibir este nombramiento, teniendo en cuenta la categoría científica y celo profesional de Guirao, constituye un serio aval sobre la calidad de los conocimientos de Cañada (titulaciones aparte) sobre Historia Natural.

A este tenor, no podemos olvidar que dicho Museo, como ha sido expuesto en otras ocasiones 2, fue forjado por Guirao a partir de 1860 y enriquecido posteriormente con excelentes colecciones particulares, como la del catedrático lorquino Francisco Cánovas Cobeño, o institucionales, como las remitidas por la Universidad de Valencia o el Gobierno Civil murciano (sobre material exhibido en la Exposición de Barcelona). Con el tiempo, llegó a albergar más de 3.000 ejemplares zoológicos disecados de todos los continentes, y completísimas colecciones de minerales, rocas y fósiles. Sin duda, las labores de conservación del mismo requerían una alta cualificación.

Por otra parte, un vistazo de conjunto de la obra de Cañada (ver anexo final) nos permite inferir nuevos datos sobre su vida. Allí podemos apreciar como éste publica la mayor parte de sus trabajos entre 1876 y 1881, a la vez que la última de sus obras, al estar dedicada a la Exposición celebrada en Murcia durante 1900, seguro que es posterior a tal fecha. Además, en el ejemplar de la misma conservado en el actual I.E.S. Alfonso X, se observa una dedicatoria autógrafa de Cañada al 1 Memoria del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Murcia correspondiente al curso 1874-75, p.9.22 Ver LÓPEZ FERNÁNDEZ, C.; VALERA, M.; MARSET, P. (1988) La Ciencia en un Instituto de Segunda Enseñanza durante el período (1860-1916) en M. Esteban et al (ed.) Estudios sobre Historia de la Ciencia y de las Técnica, 1, Valladolid, Junta de Castilla-León, 505-518, o también LÓPEZ FERNÁNDEZ, C.; VIDAL DE LABRA, J.A.(1987) Cincuenta años de enseñanza de las Ciencias (1860-1910) en Jiménez Madrid, R.(coordinador) El Enstituto Alfonso X el Sabio, 150 años de historia, 255-283, Murcia, Ed. Regional.

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catedrático Miguel Rivera, quien tomó posesión de su cargo en 1904.

Ocurre también que en sus publicaciones anuncia tener dos libros en preparación, uno dedicado a estudiar las prácticas de las industrias agrícolas murcianas y otro a la fauna de la provincia. Todo ello hace ver que su etapa de máxima actividad coincidió con el último cuarto del s. XIX, máxime cuando era calificado como “joven” en 1874, y que aunque siguió produciendo en el XX, ya lo hizo con menor intensidad. De ahí que hayamos situado el “florit” de nuestro autor en torno a 1888.

En otro orden de cosas, es de notar que uno de los medios donde Cañada plasmó sus ideas, la revista El Álbum, fue el órgano de expresión de la tertulia científico-literaria constituida bajo los auspicios de uno de los más importantes ciudadanos de la época: el conde de la Roche, cuarto contribuyente de la provincia3. Además, el medio donde más se prodigó fue la revista El Semanario Murciano, órgano oficioso de la agrupación cultural “El Liceo”4, una de las más activas de la Murcia decimonónica; y su libro dedicado a la Exposición de 1900 fue financiado por otro significado personaje, el entonces secretario del Ayuntamiento capitalino Agustín Martínez del Aguila.

Todas estas circunstancias nos inducen a pensar que Cañada estuvo metido de lleno en los ambientes culturales murcianos de la última fase del siglo XIX y principios del XX, a la vez que bastante bien relacionado con importantes personalidades preocupadas por la ciencia y la cultura. Aparece entonces, si no como una figura científica local (al modo que pudieron serlo el propio Ángel Guirao, Francisco Cánovas Cobeño u Olayo Díaz5), sí al menos como un personaje de notable capacidad de influencia en el ámbito de la ciencia murciana de la Restauración.

En realidad, habíamos constatado ya parcialmente tal circunstancia en algunos trabajos previos6, pero la revisión sistemática de la producción de Cañada estaba aún pendiente. Ella nos permitirá acercarnos de forma más precisa al personaje, y matizar bien cuáles fueron tanto las características de conjunto de su producción científica como las bases doctrinales de la misma.

Por motivos de homogeneidad temática, dividiremos nuestro estudio en tres apartados, dedicados, respectivamente, a sus trabajos sobre en entorno natural murciano, sus ideas respecto a las teorías evolucionistas y las relativas a otras cuestiones de interés científico general. Aunque como fácilmente se desprende de lo todo lo expuesto, aún pueden quedar lagunas sobre la vida y obra de Cañada; en este sentido, tomaremos el presente artículo como una primera aproximación al tema, y agradeceremos cualquier información adicional que se nos pueda hacer llegar.

3 Ver PÉREZ PICAZO, M.T.(1986) Oligarquía urbana y campesenado en Murcia (1875 - 1902) , Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, p. 425.4 A este tenor, hay que considerar que el presidente efectivo de El Liceo fue Olayo Díaz Giménez, destacado catedrático de Física del Instituto Provincial y uno de los principales colaboradores de El Semanario Murciano; asimismo, el director de dicha revista, Antonio Hernández Amores, fue a su vez vicepresidente de El Liceo. Otras sociedades culturales destacadas de la época fueron La Ilustración y La Juventud Católica.5 Ver LOPEZ FERNANDEZ, C. (1996) Algunos científicos murcianos. Murcia. Museo de la Ciencia-Ayuntamiento de Murcia.6 Ver LÓPEZ FERNÁNDEZ C.; VALERA, M.; MARSET, P. (1991): "Los contenidos científicos del Semanario Murciano (1878-1881)", en M. Valera y C. López Fernández (eds.) Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, 1, Murcia, PPU, 401-420; o bien LÓPEZ FERNÁNDEZ, C.; VALERA, M; LÓPEZ SÁNCHEZ, J.F. (1994): "El evolucionismo en Murcia (1870-1880) a través de la prensa cultural y científica", Llull, 17, 89-102.

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2. Los trabajos sobre el entorno natural murciano

De los 46 artículos científicos que sobre Historia Natural hemos localizado de Cañada, 38 versan sobre diversas ramas de la biología y geología. Así, 19 sobre insectos, 7 de aves, 8 de minerales y 4 de fósiles. Si tuviéramos que sintetizar algunos aspectos característicos de estos trabajos podríamos anotar las siguientes ideas:

-No estamos ante un especialista (como el mismo autor se reconoce), aunque sí se observa un mayor dominio de unos temas (aves, minerales, coleópteros) sobre otros (fósiles). En este sentido, no nombra especies nuevas para la ciencia.

-Aborda un amplio abanico de campos, por lo que cabe hablar más propiamente de un autor “generalista” o “de saber enciclopédico”.

-El enfoque maniqueísta con que clasifica a los animales en función de su utilidad al hombre.-La constante búsqueda utilitarista que hace de rocas, minerales y aves al servicio de la

agricultura y minería.-La gran labor de campo que el autor realiza para la difusión del conocimiento del medio natural

murciano, recorriendo buena parte de la provincia (especialmente el trayecto Murcia – Cartagena – Mar Menor).

a) Artículos sobre minerales

Dedica el autor 8 artículos a la descripción de los minerales de la provincia de Murcia, todos ellos publicados en El Semanario Murciano entre 1878 y 1879. Podemos distinguir dos partes en este grupo de trabajos: los seis primeros, que constituyen una serie donde se aborda propiamente el estudio de las variedades de minerales (La mineralógia en nuestra provincia) y dos apéndices sobre geología agrícola (Apéndice a la mineralógia en nuestra provincia. Geología agrícola). Cita en total más de un centenar de minerales y numerosas variedades, estableciendo una agrupación en cuatro secciones: minerales gaseosos, carbonatos de cal o calizas, metálicos y combustibles no metálicos. Para la mayoría de minerales citados acompaña un breve comentario descriptivo y localizaciones en la provincia, así como su importancia y aprovechamiento.

Recoge gran profusión de localidades, minas y topónimos de toda la región, mucho más prolija que en sus artículos sobre insectos, aves y fósiles que luego veremos. En este sentido, parece haber recorrido buena parte de la geografía murciana, aunque lógicamente fueron las zonas mineras por excelencia (Cartagena y La Unión) las que más visitó. Y ya en ello se aprecia su sesgo utilitarita, pues como expresa en sus dos apéndices sobre geología agrícola:

“El firme propósito de hacer algunas mejoras en nuestra agricultura por medio de los abonos ó elementos minerales, nos ha hecho reconocer muchos terrenos ...” (7).

Parece también desprenderse de la lectura de estos artículos un cierto dominio y desenvoltura del autor en el tema, amén de que obviamente consultara las obras específicas que sobre mineralogía ya se habían publicado en Murcia. A juzgar tanto por diversos comentarios que intercala en sus escritos como por sus propias experiencias personales y análisis de muestras, debió poseer

7 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1878) La mineralógia en nuestra provincia, El Semanario Murciano, núm. 42

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conocimientos avanzados en la materia, a la vez que una buena colección recogida en muy diversos puntos de la provincia. A este tenor, dice en El Semanario Murciano:

“Há tres años presentamos en nuestra exposición agrícola y minera, una colección de tierras de labor y abonos de nuestras localidades, ampliada poco después para el concurso regional de la de Yecla, y merecido sin falsa modestia la aprobación de ambos jurados.” (8)

Y en el mismo medio, aunque en otro lugar:

“Por nuestra parte, ya nos cabe la gloria de haber salvado muchos minerales de la simple categoría de piedras bastas, y que son de gran porvenir para la industria minera”. (9)

- Artículos sobre fósiles

Existen dos trabajos principales sobre este tema por parte de nuestro autor, aparecidos en las revistas de El Album y El Semanario Murciano, a los que debe añadirse la parte dedicada a Geología Agrícola también recogida en el Semanario y ya citada dentro del estudio de minerales, donde realiza algunos comentarios y breves consideraciones sobre el tema de fósiles10. Los dos trabajos principales son en realidad bastante similares; además ambos están inconclusos, al dejar de aparecer repentinamente las dos publicaciones donde los mismos vieron la luz.

En ellos, fiel a sus ideas catastrofistas, todos los registros fósiles que encuentra tienen su origen para nuestro autor en dos tipos de agentes: neptunianos (producidos por diluvios) y plutónicos o volcanizados (a consecuencia de volcanes y terremotos), que pueden actuar conjunta o separadamente. Y a pesar de que el título sugiere abarcar toda la provincia, Cañada trata casi exclusivamente de los fósiles hallados por él en los alrededores de Murcia capital (sobre todo en la cadena montañosa de las Sierras de Carrascoy, Cresta del Gallo, Columbares, Altaona, etc.), así como algunos otros en San Pedro del Pinatar o Cartagena; quizá fuera ello debido a que ambos trabajos quedaron sin concluir como ya dijimos. De cada paraje o localidad mencionada, acostumbra a citar en primer lugar los materiales que aparecen, dejando para el final los fósiles encontrados. Es frecuente que estos queden citados por su nombre científico, a menudo hasta nivel específico, aunque pocas veces aporta otra información sobre la especie que no sea la mera mención.

Un hecho destacable es que Cañada no parece un experto en fósiles, sino más bien un estudioso que tras consultar “algunos de nuestros consocios naturalistas de Alemania y España, á mas de haber tenido á la vista los mejores atlas de fósiles que se han publicado recientemente”, se encarga de investigar e identificar el material paleontológico de la provincia a través de sus excursiones, a

8 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1879) Apéndice a la mineralógia en nuestra provincia. Geología agrícola, El Semanario Murciano, núm. 559 Ibíd., nota 7.10 Ver MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1877) Animales fósiles y perdidos. Memoria sobre los encontrados en nuestra provincia, con espresión d elos terrenos y masas minerales, El Album, núm. 22 y 23; MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1881) Fósiles de la provincia, El Semanario Murciano, núm. 166 y 191, y MARTÍNEZ CAÑADA (1879) op. cít. nota 8.

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menudo con motivo de estudiar otros temas distintos. Sin embargo, su aportación científica fue menor de lo que podía haber sido. Así se deduce de su falta de conocimiento o atrevimiento a la hora de nombrar especies nuevas, máxime en una época donde ello era frecuente en otros investigadores. Llega a justificar este hecho en “el mal estado de conservacion de algunas de estas producciones”, aunque reconoce que algunas de las encontradas por él sí podrían contituir una especie desconocida. Estos hechos restan valor a su posible aportación científica al estudio de la paleontología.

El primer trabajo alude a unas cincuenta especies recogidas a su vez en unos veinte parajes o localidades próximas a Murcia. La gran mayoría son equínidos, lamelibranquios y moluscos, y más raramente huesos, huellas o vegetales; entre otras, destacan por su riqueza la diputación del Palmar, Sierra de Columbares, Zeneta, sendero de Sucina a Riquelme, villa de San Pedro del Pinatar, etc. El segundo estudio resulta similar en cuanto a número de especies y localidades, si bien la mayoría de fósiles mencionados son distintos a los del primero y proceden de Torre de Guil y la Hacienda de Mesas, Grajero, Cerro de la Garita, etc. También recoge, aunque de forma genérica y sin someterlos a estudio, una decena de fósiles de otras tantas localidades.

c) Artículos sobre insectos

De los 41 trabajos publicados por Cañada en El Semanario Murciano (1878-1881), 18 los dedica a la serie “Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fauna entomológica” aparecida a lo largo de los años 1879 y 1880 a una media aproximada de un artículo/mes. Es pues a este tema al que nuestro autor dedica más extensión de todos cuantos escribió sobre ciencias naturales en revistas culturales. Se inicia la serie a primeros de abril de 1879), con un artículo introductorio donde Cañada trata de dejar claro su objetivo esencial: el aportar información útil a los agricultores para que sepan discernir las especies “útiles y perjudiciales” a los cultivosa. Pretensión ésta que es una constante a lo largo de todos los artículos, y que es reiterada hasta la saciedad en los breves comentarios con que suele acompañar a cada especie. De esta forma, en el citado artículo incial indicará:

“Reconocido a la favorable acogida que de nuestros amigos y aun de los extraños han tenido nuestras anteriores memorias, cuyo escaso mérito bien exigía una tan marcada deferencia, no hemos vacilado en emprender esta tecerra tarea, que, si bien sucinta como las anteriores, abrigamos la esperanza que será algo útil á los propietarios y labradores”11

Enfoca Cañada sus artículos con una aferrada filosofía maniqueísta, clasificando en “buenos y malos” o “útiles y perjudiciales” a los insectos (lo que es común también en su s trabajos sobre aves). No ignora el autor las posibles críticas que le vendrán por esta extremada visión antropocéntrica y utilitarista, aunque parece mostrarse seguro y plenamente convencido de que su postura es la acertada. Así, escribe:

Estamos casi seguros, que entre los filósofos que lean estos apuntes, no faltarán algunos más reflexivos que nos tacharán de egoistas y hasta de denunciadores de una porcion de seres que inconscientemente mitigan sobre las plantas el hambre,

11 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1879) Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fauna entomológica, El Semanario Murciano, núm. 60.

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gran resorte de las relaciones del mundo. Desde el campo de la filosofía, tambien vemos nostros como ellos, que por la conservacion de la vida es hasta una necesidad la guerra, el ataque; la defensa, la astucia y asechanza; pero despojándonos de estas galas filosóficos y entrando en el terreno científico, sério y útil, aconsejamos á quien le duela, corrija los excesos de los seres perversos que destruyen las tiernas yemas de las cepas y los olivares; asi como los que, fijándose en las huertas y jardines, minan las raíces y devoran royendo las hojas, las flores y semillas, según vamos á demostrar, en sus órdenes respectivos”. (12)

Incluso llega más lejos cuando extrema su postura antropocéntrica cuestionando la propia producción natural desde su visión creacionista:

“Con mucha frecuencia se nos dice, que la alta ley de la naturaleza jamás cometió el más pequeño error, que lo que parece muchas veces perjudicial, suele ser en ocasiones lo más útil y provechoso para el crisol de la vida; pero nosotros, que si bien no disentimos del todo de esta afirmacion, nos preciamos un poco de estudiar la vida íntima de algunos séres, creemos como axioma, que ha habido creaciones en que nuestra buena madre ha partido con alguna lijereza”. (13)

Se erige y siente así como un “quijote” en su “santa cruzada” contra los insectos perjudiciales. Su actitud de colaborar en todo lo posible al progreso de la agricultura murciana le hace actuar como una especie de “doctor contra las plagas”, dando continuos consejos y advertencias a cuantos labradores y colonos encuentra en sus excursiones entomológicas.

“Como el resultado de nuestras aficiones á la naturaleza ha circulado algo más de lo que merecemos, y siempre nos hemos sentido inclinados á hacer todo el bien de que han podido disponer nuestras pobres facultades, no pasa dia que no recibamos alguna queja de nuestros colonos, respecto á daños ocasionados por nuevos insectos. (14)

En esa condena de unas especies o exaltación de otras se deja llevar a extremos constantemente. Expresiones del tipo “bandidos lepidópteros”, o “muy recientemente y con sobrados motivos hemos declarado nuestros odios á las belicosas avispas, devoradoras de nuestras mejores frutas”, dejan bien a las claras su encarnizado enfrentamiento con las que él considera especies nocivas. Pero, al propio tiempo, no escatima alabanzas en ensalzar otras, incluso atribuyéndoles “inteligencia” (caso por ejemplo de las hormigas), y no dudando en reprender las actitudes de algunos lugareños por lo que él considera conductas equivocadas respecto a insectos beneficiosos. Hace pues una constante filosofia de las actitudes de los insectos, haciendo personificación de sus conductas, empleando reiteradas comparaciones con las facultades humanas.

12 Ibíd. nota anterior.13 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1880) Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fauna entomológica, El Semanario Murciano, núm. 102.14 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1879) Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fauna entomológica, El Semanario Murciano, núm. 82.

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Por otra parte, los textos están plagados de anécdotas personales que suceden al autor tanto en su gabinete, como en las numerosas experiencias sobre el campo. Demuestra grandes dotes de observación, entrando a describir pequeños detalles de toda índole. Recoge todo cuanto puede serle útil a sus fines, desde cualquier comentario o aportación de nombres vulgares que oye de los lugareños, hasta por supuesto las especies nuevas que va encontrando en sus excursiones. Incluso emplea cierta parte de su tiempo en la captura de especies de ledidópteros nocturnos (“el tiempo es breve”). Como materiales de trabajo se ayuda del microscopio, insectarios, cajas entomológicas, ácido fenicio (para narcotizar los especimenes), etc. No debieron faltarle pues medios tanto en su gabinete particular como en el Museo de Ciencias Naturales, al frente del cual estaba (según sabemos) por deseo del propio Ángel Guirao.

En sus recorridos por la provincia murciana, y basándonos en las localidades que menciona, visita con más asiduidad pedanías y zonas próximas a la capital (Era Alta, Corvera, Cabezo de Torres, Columbares, Carrascoy), y el área del Mar Menor (Salinas del Pinatar, San Javier, las islas, Balsicas). Especialmente hay dos localidades que cita con más frecuencia: Gea y Truyols y Cañadas de San Pedro. Sus andaduras por el resto de la Región debieron ser más esporádicas. Así, hay sólo dos menciones para Cartagena, Yecla, Jumilla y Espuña; una para Fortuna, Molina, Alguazas y Librilla. Ninguna referencia a municipios del resto de comarcas: noroeste, vega alta, valle de Ricote y alto Guadalentín.

Tarea ciertamente ardua es la valorar su aportación científica al campo entomológico murciano. Parece evidente que Cañada no era un especialista en la materia (según él modestamente se reconoce), lo que le lleva a entrar más en el terreno de las descripciones morfológicas o conductuales de los insectos que en materias taxonómicas o de nomenclatura. En este último sentido no se encuentra en toda su producción ninguna referencia a otros autores o trabajos, lo que dificulta en mucho el refrendo de la autenticidad de sus citas. En ningún momento entra a cuestionar, opinar o aportar datos sobre estos aspectos más formales de la taxonomía. Es evidente que debió apoyarse en las diversas obras demimonónicas, generalmente enciclopédicas, para obtener buena parte de la información.

Cañada aborda la descripción de 8 “grupos”, aportando la reseña de 195 especies, de las cuales recoge el nombre latino para 186 y el vulgar para 62. Buen número de las especies mencionadas por él han quedado actualmente recolocadas y/o revisadas incluso en otros órdenes. Y es que, los continuos y numerosos cambios de nomenclatura y taxonomía que se han ido produciendo en este terreno a lo largo del siglo XX ha sido espectacular.

De los 18 artículos dedicados a los insectos, inicia la serie con tres sobre los coleópteros (61 especies); continúa después con los himenópteros (dos artículos, 20 especies), lepidópteros (tres artículos, 27 especies), dípteros (dos artículos, 19 especies), neurópteros (dos artículos, 11 especies), hemípteros (dos artículos, 22 especies), ortópteros (un artículo, 12 especies), incluyendo también un grupo actualmente separado como los arácnidos (dos artículos, 23 especies). Se observa una clara pretensión en mantener un equilibrio en el tramiento de todos estos grupos, distribuyendo con cierto criterio el número de artículos. No obstante, en no pocas ocasiones se deja llevar por “discursos de intención moralizante” (algo por otra parte muy propio de la época), apartándose momentáneamente del tema que está tratando.

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En suma, si hemos de valorar su aportación, aún provisionalmente, diremos que podemos considerar a Cañada como pionero en el tratamiento, al menos con una cierta extensión, de la entomología murciana, aunque siempre enmarcado en un nivel de no especialista.

d) Artículos sobre aves

Cañada aborda el tema de las aves en dos ocasiones diferentes dentro de El Semanario Murciano y con objetivos distintos. Algunos elementos son comunes para ambos trabajos. Así, es palamario su amplio conocimiento de la riqueza ornítica de la provincia, como se deja entrever por la gran cantidad de especies mencionadas a lo largo de esos artículos. De hecho, hace mención expresa a la cifra de las especies inventariadas por él, un total de 226 (“resultado de nuestras escursiones”) cifra notable con los medios y recursos bibliográficos de la época, y que resulta similar a la del catálogo de aves de Ángel Guirao (15).

También se muestra ocasionalmente en ambos trabajos una comparación entre el comportamiento de las aves y lo que desde el punto de vista de la moral humana resulta digno. Así, frente a la mayoría de especies que “gozan de condiciones apreciables”, en varias ocasiones demuestra cierto desprecio hacia las especies de rapaces (a las que califica de “sanguinarias”), cucos (“aves estúpidas y repugnantes que desconocen la incubacion y menos el trabajo de criar á sus hijuelos” y “aves desnaturalizadas”) o alcaudones (que “se complacen en clavar á sus presas y hacer sufrir á las víctimas viéndolas aletear”).

El primer trabajo se publicó en 1878 con el título de “Memorias de las aves observadas en nuestra provincia, su utilidad y perjuicios en la agricultura”16. En él, el autor se plantea exponer las distintas especies de la provincia, analizando su carácter beneficioso o perjudicial para la agricultura. Esta evaluación de las aves le lleva a tratar de separar claramente las especies beneficiosas, “que necesitan de toda nuestra consideración y protección”, de aquellas otras perjudiciales, que poco o nada merecen.En general, suele abordar conjuntamente cada género o grupo de especies emparentadas, nombrándolos específicamente y dando algunos comentarios sobre ellos, generalmente sobre su alimentación (donde aprovecha para plasmar de nuevo sus conocimientos entomológicos), y del que deduce o deja indicado su carácter perjudicial a la agricultura.

El trabajo está bien estructurado, y sigue una ordenación taxonómica similar al trabajo de Guirao, con el que muestra una evidente influencia de contenidos, ordenación y nomenclatura. La relación de Cañada con Guirao en el tema de las aves es más que evidente. Nuestro investigador habla de un trabajo realizado por él sobre las aves de las regiones N. y O. de la provincia, precisamente aquellas que Guirao había estudiado menos en su catálogo.

“No trato de hacer una historia completa y circunstanciada de todas las aves que pueblan ó frecuentan las regiones N. y O. de nuestra provincia, exponiendo á donde van ni de donde vienen, qué relaciones y correspondencia recíproca tienen estas producciones entre sí, ni las diferencias físicas que las caracterizan. Esta tarea larga y difícil de llevar á cabo, hace algun tiempo la hicimos con nuestras

15 GUIRAO, A. (1859) Catálogo metódico de las aves observadas en una gran parte de la provincia de Murcia). Boletín de la Real Academia de Ciencias de Madrid, 4, pp. 1-50.16 Dicho trabajo fue desarrollado a lo largo de tres artículos aparecidos durante el citado año de 1880 en El Semanario Murciano, num. 143, 147 y 153.

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propias observaciones...”. (17)

Este trabajo, probablemente inédito, no ha podido ser finalmente localizado por nosotros, por lo que se desconoce su contenido, pero podría ser potencialmente muy valioso desde el punto de vista científico para la ornitología regional del siglo pasado. Además, a él se refiere como “mi digno profesor D. Angel Guirao”, lo que deja entrever la posibilidad de que fuese alumno suyo en el Instituto.

Durante su exposición, Cañada menciona expresamente numerosas especies, en torno a unas 150, que resulta no obstante cifra inferior al trabajo de Guirao. Dichas especies acostumbran a ser mencionadas por su nombre castellano y raramente generaliza los grupos (tórtolas y torcaces, mirlos y zorzales). Son ocasionales las referencias a topónimos del vulgo y excepcionalmente usa la nomenclatura científica. Una última consideración debe hacerse sobre este trabajo, como es la mención de algunas leyendas existentes en el vulgo (el quebrantahuesos como ladrón de niños y ovejas, la lechuza como chupadora del aceite de las lámparas de las iglesias ...), sobre las que adopta una postura que pretende ser objetiva, explicándolas científicamente en algunos casos, aunque no siempre con acierto (caso de la lechuza).

El segundo trabajo, denominado “Consideraciones generales sobre las aves de nuestra provincia”, publicado entre 1880 y 1881 en 4 partes18, constituye una aportación más divulgativa. El autor aborda diferentes aspectos sobre las características generales de las aves, tales como el esqueleto, canto, sentido de la visión, belleza y conservación del plumaje, vuelo y natación, clasificación taxonómica, similitud morfológica y convergencia entre distintos organismos, así como otros aspectos relacionados con el comportamiento y la vida de un ave como la migración, cuidades parentales, tamaño de la nidada, vínculos de la pareja, longevidad, etc.

Carece de estructura ordenada en su exposición, y algunos temas son referidos en varias ocasiones a lo largo del texto. Los temas están tratados generalmente de forma superficial, sin ahondar mucho en ellos, dedicándose más bien a poner de relieve diferentes virtudes y cualidades de las aves. En ocasiones parece desprenderse una intencionalidad por conseguir en el lector un cierto sentido afectivo y respetuoso por las cualidades de las aves.

También abundan en el texto las anécdotas personales. La gran mayoría de las apreciaciones y comentarios son acertadas, demostrando grandes dosis de observación y conocimiento del grupo. La disección de aves que el autor menciona en varias ocasiones, no es en Cañada un mero trabajo de coleccionismo animal, sino un método de investigación del que se vale nuestro autor para lograr un mayor conocimiento de las especies. Así por ejemplo,

“Pues bien, toda esta ligereza que sienten la mayor parte de nuestras aves en sus movimientos, la deben en primer lugar á la forma de sus alas cóncavas (2) por encima, cóncavas por abajo, al desarrollo de los músculos que les dan movimiento y á la poca gravedad de su esqueleto. Nosotros como disectores hemos hecho bastantes experimentos acerca de esto, y al comparar el peso específico de los esqueletos de unas aves con el de otras mas pequeñas que no se elevan tanto, hemos formado un cálculo muy en relacion con lo que ya hemos

17 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1878) Memoria sobre las aves observadas en nuestra provincia, su utilidad y perjuicios en la agricultura, El Semanario Murciano, núm. 2218 Ver El Semanario Murciano, núm. 143 y 147 (año 1880) y 153 y 158 (año 1881).

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sentado por base.” (19)

No es pues Cañada, un naturalista que se apoye sólo en la bibliografía de la época, sino que también lo hace (y notoriamente) en sus conocimientos obtenidos tanto en el campo como en el laboratorio. Él mismo se encarga de criticar la falta de observaciones directas de otros investigadores, a los que él denomina “naturalistas de solo gabinete”, y a quienes achaca por tal motivo errores en “sus sistemáticas clasificaciones”.

3. La controversia sobre el evolucionismo

Como ya se detalló en un trabajo anterior20, Martínez Cañada fue uno de los principales protagonistas del proceso de introducción en Murcia de las teorías evolucionistas (biológicas y geológicas). Pero habría que decir que fue un protagonista en negativo, pues siempre luchó porque dichas teorías no se aceptasen, pronunciándose con fuerza en contra de las mismas. En el ámbito geológico fue un catastrofista convencido, alineándose con Cuvier o Elie de Beaumont y rechazando los planteamientos de Lyell. En lo biológico, atacó con fuerza el transformismo de Darwin, sobre todo por lo que se refiere al origen del hombre.

Interesa señalar que, aunque con planteamientos menos radicales que los suyos, en sus juicios sobre el evolucionismo Cañada tuvo a su lado a un naturalista regional de primera línea, el catedrático de los Institutos de Lorca y Murcia Francisco Cánovas Cobeño. Por su parte, defendiendo la postura contraria descolló otro ilustre científico, el también catedrático del Instituto murciano Olayo Díaz Giménez. Como es lógico, aquí no vamos a entrar en el detalle de dicha polémica, la cual, por otra parte, nunca se desarrolló en unos términos personales; cualquier lector interesado en ella, puede consultar ese trabajo aludido al principio. Aquí, del mismo sólo nos interesa retomar (resumiendo parte de su contenido) lo que fue la postura personal de Cañada.

Al juzgarla críticamente, como primer rasgo general cabe destacar la honestidad científica de su

autor, en tanto que éste intentó siempre avalar con pruebas (incluso propias) los argumentos científicos que defendía. Pero a la vez, y como enseguida veremos, Cañada tampoco dudó en recurrir (y con bastante vehemencia por cierto) a argumentos extracientíficos de índole religioso; ello, lógicamente, va en detrimento de su posible objetividad.

Por lo que respecta a sus planteamientos geológicos, el primer medio donde nuestro autor plasmó sus ideas fue en la revista El Álbum, dentro de un trabajo publicado en 1877 bajo el título de Animales fósiles y perdidos. Memoria sobre los encontrados en nuestra provincia, con espresión de los terrenos y masas minerales. Allí describe numerosos fósiles animales por él encontrados en diversos parajes murcianos, haciendo notar el hábitat marino o acuático de muchos de ellos. Alude en concreto a despojos de conchas, como el Pecten pleuronectes o la Volula melo, que sólo se encuentran en los mares de América y las Indias. O a unos restos de Ostrea dilatata, recogidos en tal cantidad que sugieren una multiplicación masiva tras haberse retirado de allí las aguas. O a unos fragmentos de colmillo de Elephas africanus.

Cañada ve en todo ello una prueba inequívoca de la existencia de esas grandes catástrofes

19 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1881) Consideraciones generales sobre las aves de nuestra provincia, El Semanario Murciano, núm. 15320 Ver LOPEZ FERNANDEZ, C. et al (1994) , op. cit. en nota 5.

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pretéritas propugnadas por Cuvier. Así, en el último caso especula con la posibilidad de una unión inicial entre los continentes europeo y africano, los cuales habrían sido separados según él por grandes terremotos, al igual que Sicilia de Italia o Chipre de Siria. Pero en todo caso, como último elemento interpretativo, recurrirá al diluvio bíblico, afirmando:

"... pero si fuesen erróneos estos supuestos cataclismos creemos indudablemente que las aguas del diluvio que bañaron las cúspides más elevadas de nuestras montañas, fueron los agentes que nos trajeron estos testigos, que nos muestran, que la tierra estuvo fluida en otro tiempo, y que al consolidarse quedaron dichos despojos incrustados en su volumen" 21

Es significativo cómo se utiliza el término “indudablemente” en el texto, pues en realidad Cañada lo único que demostraba con sus fósiles era que la realidad geológica del pasado había sido muy distinta a la actual, pero nada respecto a las causas que pudieron provocar dicho cambio. Sin embargo, para éstas no duda en recurrir a un argumento extracientífico: el mensaje bíblico, dándole el rango de verdad indudable. No obstante, intentó hasta el final compatibilizar su postura con las observaciones, y a tal fin, en ese mismo artículo, defendió incluso la viabilidad de otras catástrofes menores, como fuertes inundaciones fluviales. Recurrió para ello a fósiles de animales de agua dulce, litorinas, líneas, planaris y hélix cónica, encontrados en aluviones que contenían a su vez materias volcánicas muy alejadas de sus puntos de origen.

Respecto a la parte biológica, las ideas de Cañada quedan también inicialmente recogidas en El Álbum; ahora en un trabajo titulado Origen de la Anatomía animal y utilidad de la taxidermia (1876), el cual constituye, que sepamos, la primera alusión al evolucionismo biológico en tierras murcianas. El tema es planteado al hilo de estar castigada en ciertos países la experimentación anatómica con animales por su posible ascendencia común el hombre. Allí, Cañada, aun antes de entrar en ninguna consideración de tipo científico, abre el fuego con un irónico alegato contra los transformistas:

"... luego deduciremos de sus teorías que para pasar del estado de bestia al del ser racional, habremos sufrido tantas metamorfosis como experimentan las ranas, las salamandras y las orugas, pasando por una escala que debemos llamar de perfección, cuyo primitivo estado habrá sido el Gibón, después el Orangután, más tarde el Chimpancé, andando el tiempo el Gorila y últimamente el hombre... [criticando luego su atrevimiento al] ... comparar la obra querida de Dios, al hombre, con un ser estúpido, asqueroso y repugnante, que maldito enlace con ellos tenemos y que no son mas que unas malas y simples caricaturas de hombre"22

Y sólo después de tan “caballerosa” entrada, pasa Cañada a matizar científicamente sus argumentos. En este terreno, admite que la naturaleza "ha dado formas animales parecidas a las nuestras" (monos o neuroesqueleto del murciélago) y que ha hecho "ciertas transacciones entre clases" (palmípedas, pignagtiperas y zancudas), en tanto que existen "pasos más o menos cortos entre sus géneros" (flamenco, avoceta y fulica). Cree incluso que algo similar ocurre respecto al hombre, viendo un síntoma de ello en el diferente ángulo facial de la raza negra; pero sobre la

21 Ver MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1877): Animales fósiles y perdidos. Memoria sobre los encontrados en nuestra provincia, con espresion de los terrenos y masas minerales. El Album. núm. 22 y 23.22 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1877) Origen de la Anatomía animal y utilidad de la taxidermia. El Album. núm. 15.

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comparación hombre-mono, su postura sigue siendo taxativa:

"Brevemente diremos que ni sus vértebras, ni sus clavículas, ni su inominado, ni su cráneo, ni sus músculos sencillísimos, excepto los cinocéfalos o cabezas de perro, ni su laringe que les imposibilita hablar y menos imitar un lenguaje análogo al nuestro, hacen imposible derivar al hombre del mono y por consiguiente destruir esas falsas teorías que siempre serán desechadas por los naturalistas de buena fé, cuya doctrina concluyo de refutar como ridícula y que no se apoya en ninguna observación exacta"

Acabará Cañada de perfilar su postura apenas un año después, ahora desde la revista El Semanario Murciano, a través de un nuevo trabajo publicado en dos entregas bajo el título de Los progresos del hombre23. Este había sido leído previamente como conferencia en la Sección de Filosofía de la sociedad cultural El Liceo. Dicho trabajo, de menos entidad científica que los anteriores, no es sino una reflexión general sobre el progreso humano, conteniendo un encendido elogio a todos los grandes descubrimientos tanto antiguos como recientes.

No obstante, hay algunos párrafos a través de los cuales Cañada desliza una vez más sus ideas antitransformistas; aunque ahora lo hace casi de puntillas, con unos términos desde luego mucho más suaves que los usados en El Álbum. Así, tras un pronunciamiento inequívoco sobre que “la organización y desarrollo intelectual del hombre, fue siempre más superior, más uniforme y más inmutable” que la de los animales, intentará hacer ver que también en lo físico se reproduce dicho fenómeno.

Para ello, mediante un breve estudio comparativo-cronológico de fósiles animales y humanos, señala que las variaciones de los primeros han sido mucho mayores y espectaculares, en tanto que los segundos muestran una clara tónica de mantenimiento. A este tenor, dirá:

“Comparemos pues algunos animales de la segunda época en que aparecen ya los seres sensibles, y serán muy notables las pautas que los separan; pero si hacemos paralelo con los restos fosilizados del hombre, hallados en las cavernas calcáreas, fémures y demás piezas que forman nuestros esqueletos, se hallarán grandes analogías y semejanzas con los más recientes que oculta la tierra movediza de nuestros sepulcros”24

Cañada sigue así fiel a su postura de separar radicalmente los reinos humano y animal, pero rebajando sus tonos virulentos del pasado inmediato. Quizá la circunstancia de que este trabajo fuese leído como conferencia, y ante la posibilidad de que en el coloquio surgiesen “in vivo” fuertes posturas encontradas, actuó como freno respecto a eventuales excesos verbales. Posturas que en efecto se dieron con otros oradores, siendo el caso más destacado el del médico Tomás Maestre, quien tras defender en otra conferencia la posible eternidad de la materia, provocó una viva polémica que trascendió a la prensa y dio incluso lugar a otras conferencias de contestación25.

23 Ver MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1878): Progresos del hombre. El Semanario Murciano, núm. 9 y 10.24 Op. cit. nota anterior, núm. 9, p.225 La reseña de dicha conferencia puede verse en El Semanario Murciano (1878) núm. 14, y las réplicas y contrarréplicas en ese mismo número y en los dos posteriores. Por su parte, la conferencia de contestación fue obra de G. Baleriola; quedando reseñada en el núm 15 de El Semanario.

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4. Otros trabajos científicos

Aparte de los trabajos dedicados al estudio sistemático del medio natural murciano y al tema del evolucionismo, Martínez Cañada realizó otras varias aportaciones, ya más dispersas pero no por eso (al menos algunas de ellas) menos importantes. Nos referimos a tres nuevas colaboraciones en El Semanario Murciano y a un libro dedicado a la Exposición celebrada en Murcia durante el año 1900.

De las colaboraciones del Semanario hay una, titulada “Rasgos humanitarios”26, que carece de contenido científico; es un mero alegato (bastante sentido por cierto) contra la costumbre de maltratar o ejecutar perros, por desgracia muy extendida en la huerta murciana. Pero las restantes colaboraciones, aunque bajo perspectivas diferentes, sí que aluden a temas de ciencia, siendo interesante el comentarlas con cierto detenimiento.

La primera de ellas, publicada justo en el número inicial de El Semanario Murciano (febrero de 1879) trata sobre los abonos de tipo mineral, los cuales defiende Cañada han de ser un complemento imprescindible de los naturales. En dicho trabajo, comienza criticando con fuerza la escasa iniciativa de la clase propietaria ante todo lo que suponga (como el mismo recurso a estos abonos) una renovación de los métodos de cultivo basada en los principios de la ciencia; postura ésta compartida por otros muchos científicos y técnicos regionales,27 y que en el caso de Cañada se concreta en los siguientes términos:

“Y, sin embargo, la escesiva apatía de ciertos propietarios que desoyen amistosos consejos y sinceras advertencias, y el carácter refractario de otros que desconocen (y no quieren conocer) la historia de la agricultura, su desenvolvimiento y hasta su gran importancia para la vida individual y colectiva, es verídico que todos se cruzan de brazos, y no hay un solo hombre que se apresure a efectuarlas ventajas que la ciencia moderna nos exige y que son tan utilitarios para el reyno vegetal”28

A continuación destaca la gran riqueza de yacimientos en nuestra región sobre abonos minerales, especialmente en los terrenos terciarios, donde abundan, según la propia terminología de Cañada, las masas calcáreas numilíticas, eolíticas endurecidas, friables y conquíferas (de origen orgánico), arenas plásticas y figulinas, todas ellas aptas para mezclarse con tierras inconsistentes y aligeradas; así como arenas silíceas, graníticas, marinas y volcánicas, idóneas para tierras pastosas y de excesiva impermeabilidad. También abundan las sales útiles para mejorar campos de labor ya esterilizados, como talquitas, dolemias, conglomerados calizos magnesiados, yesos seleníferos y fosfato-carbonatos cálcicos, productos encontrados por él en la zona de Caravaca.

Finalmente, se centra en el tema de la especial utilidad de las magras para los cultivos de trigo, cuya acción benéfica contempla Cañada bajo una doble vertiente. De una parte, como

26 Ver MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1878) Rasgos humanitarios. El Semanario Murciano, nº 29.27 Ver LÓPEZ FERNÁNDEZ, C.; MARSET, P.(1997). La agricultura científica en la prensa murciana del s. XIX a través de los autores autóctonos, Dynamis (en prensa).28 Ver MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1878): Abonos químicos. Su utilidad y ventajas. El Semanario Murciano, núm. 1, p.3.

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favorecedoras de la absorción de carbono por la planta, al neutralizar ésta el bicarbonato de cal surgido en la magra (por la acción atmosférica) y liberarse oxígeno en el proceso, el cual capta el carbono del medio. Y por otra, la acción directa de la magra como fijador de determinados productos volátiles desprendidos por los abonos naturales (lo que él llama la parte gaseosa y amoniacal de estos) que de otra forma se perderían; la magra tiende a formar con tales productos nitratos de cal y potasio, apoderándose este último del nitrógeno del aire, elemento éste, como el carbono, también constitutivo del grano.

Por su parte, la otra comunicación de interés fue publicada justo dos años después (febrero de 1881), estando dedicada al tema de la cría del gusano de la seda29; en ella aborda Cañada dos cuestiones, una de tipo general y otra bastante más específica. En la parte genérica, aporta una serie de consejos higiénicos relativos a malas costumbres que él ha detectado en los colonos y grandes propietarios dedicados a la actividad sedera; habla de la necesidad de encalar las paredes, airear y lavar con agua de cal los zarzos, desechar los que hayan contenidos camadas enfermas y cuestiones similares.

Pero la parte más interesante es la de tipo específico, en la que defiende la enorme importancia que tiene una adecuada selección de las simientes, sobre todo a fin de evitar el desarrollo de ulteriores enfermedades. Para ello propugna la generalización del uso del microscopio, del que pide la comercialización de modelos baratos a través de los cuales los seleccionadores de simientes o los propios colonos pudieran, con una formación práctica mínima, detectar y rechazar las que fueran nocivas.

En realidad Cañada no venía con ello sino a aludir a una “asignatura pendiente” en la industria sedera murciana. Y es que hay constancia de que al menos doce años antes, en 1869, ya fueron demandados desde la huerta murciana análisis microscópicos de simientes del gusano. Así, en el diario La Paz 30 se reproduce el contenido de un amplio informe remitido por la Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia a su homónima murciana, conteniendo los resultados de los análisis de 45 muestras de gusanos y de varias mariposas enviadas a raíz de la deficiente última cosecha.

Tras la observación microscópica pertinente, la sociedad valenciana comunica que en 42 muestras se han hallado síntomas de enfermedad, y que al ocurrir lo propio con la práctica totalidad de las mariposas, quedaba garantizada la futura propagación del mal sino se desechaban las partidas de gusanos correspondientes31. Así pues, con su propuesta Cañada no pretendía sino generalizar una benéfica herramienta científica que era precisada ya en nuestro entorno desde bastante tiempo atrás.

Y finalmente hablaremos sobre el libro dedicado a la Exposición celebrada en Murcia en 190032, que supera en algo el centenar de páginas. El año de edición no quedó recogido en la obra, pero por la temática de ésta hubo de aparecer a principios del siglo XX. En realidad dicho libro merecería un

29 MARTÍNEZ CAÑADA, A. (1881): Apuntes sobre los gusanos de la seda. El Semanario Murciano, núm.156.30 Ver diario La Paz, 26 de febrero de 1869.31 El artículo de La Paz antes citado, ofrece también el porcentaje de muestras infectadas sobre el total de envíos realizados a la Económica valenciana desde distintas localidades de esta región y resto de España; en cada caso se especifica la raza del gusano y la identidad del propietario, siempre a fin de orientar a los agricultores murcianos a la hora de comprar sus simientes.32 Ver MARTÍNEZ CAÑADA, A. (s.a.): Nuestra Exposición. Murcia 1900. Murcia.

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estudio monográfico, el cual sería objeto de un futuro trabajo (al que no renunciamos) centrado en el propio análisis de la Exposición. Pero de momento no es eso lo que nos interesa, sino glosar el papel de esta publicación en el conjunto de la obra de Cañada. A tal fin, por ahora nos limitaremos a reseñar las que fueron sus principales líneas.

Al igual que la propia Exposición, el libro incluye 5 secciones, dedicadas a la Minería, Agricultura, Industria, Maquinaria y Bellas Artes. A su vez, cada sección queda dividida en varios apartados temáticos que Cañada llama “visitas”. La sección de Minería es con diferencia la más amplia, ocupando 12 de ellas. La de Agricultura abarca 8, aunque al estar ahora tituladas, son muy ilustrativas respecto al propio contenido de la sección33. Por su parte, la de Industria ocupa 5 “visitas” y las de Maquinaria y Bellas Artes, respectivamente, 1 y 2. Asimismo, junto a la sección agrícola, aparece una amplia reseña del concurso de ganados realizado con motivo de la muestra.

En cada caso, Cañada realiza una breve descripción de todos los objetos expuestos, indicando su propietario o autor, origen (cuando procede) y clase de objeto; información ésta que repite a menudo de forma muy visual en unos cuadros esquemáticos que acompañan al texto. También recoge en otras tablas, al completo, la relación de diplomas, medallas y menciones honoríficas concedidas en cada sección, e identifica a los miembros de los diferentes jurados.

Suele acompañar las descripciones de unos pequeños comentarios, los cuales la más de las veces son de mera cortesía, pero en ocasiones tienen cierta entidad científica. Así, a modo de entradilla de cada “visita”, aparecen siempre unos párrafos que glosan la importancia del apartado. En algunos casos, como los dedicados a “cereales, granos y legumbres” o “guanos y abonos químicos”, Cañada aprovecha la ocasión para difundir una vez más sus ideas sobre la necesidad de recurrir a estudios geológicos y químicos a fin de optimizar nuestros cultivos. Sin embargo, no hace lo propio en otros casos también propicios a ello, como las “visitas” dedicadas a la industria sedera y maquinaria agrícola. La obra es por tanto interesante desde el punto de vista documental, pero algo descompensada en cuanto a su parte temática.

Dos aportaciones más completan la obra de Cañada. Primero, un breve suelto de apenas 12 líneas en el famoso Murcia-París, número de periódico extraordinario editado por toda la prensa murciana para agradecer la colaboración francesa tras la riada de Santa Teresa (1879). En el mismo, se alude a la gran historia y presente de Francia, y se exalta el gran sentido de la caridad del pueblo francés; todo ello en términos muy retóricos. Y segundo, un nuevo trabajo publicado (según indica el propio Cañada) en una revista llamada La Camelia que no hemos podido localizar.

5. Semblanza final

Dijimos al principio que Andrés Martínez Cañada era un científico desconocido, pero a la vez interesante; pues bien, tras el contenido del presente artículo, creemos haber dado sobradas razones

33 Tales títulos son: hijuelas y sedas, pimiento molido y en cáscara, cereales, granos y legumbres, guanos y abonos químicos, vinos y alcoholes, aceites de oliva y de ricino, varios artículos y harinas.

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para avalar nuestras primeras impresiones. Pocas dudas pueden quedar sobre la solidez de sus conocimientos de Historia Natural (geológicos y biológicos), y sobre su gran preocupación por estar científicamente al día; siempre al tanto de las teorías que en ese momento más se debatían dentro su disciplina. Y además, también ha quedado claro que no se detuvo en la mera erudición teórica, pues fue un ferviente naturalista de campo que intentó, las más de las veces, avalar con sus propias observaciones los principios teóricos que defendía. Parece innegable que la labor de Cañada fue especialmente meritoria en cuanto al conocimiento del medio natural murciano, en tanto que la minuciosidad y amplitud de sus investigaciones entomológicas, ornitológicas, paleontológicas y mineralógicas referidas al ámbito regional son sin duda de gran interés. No parece exagerado afirmar que a raíz de ellas, Cañada se convirtió en un referente inexcusable para cualquier naturalista que quisiera centrar sus estudios en la Región de Murcia.

Por otra parte, nunca fue ajeno a la dimensión social de la ciencia, como pusieron de manifiesto sus opiniones sobre la necesidad de recurrir a los métodos de ésta para mejorar las condiciones de vida humanas: sus posicionamientos ante cuestiones como el uso de abonos minerales y la detección precoz de enfermedades en los gusanos de seda, parecen buenos avales en este terreno. Fue también, qué duda cabe, un hombre con gran capacidad de trabajo, aunque con excesiva tendencia a perderse en cuestiones eruditas y una cierta falta de capacidad para rematar sus estudios parciales en un trabajo global. A este tenor, no olvidemos que la que podría haber sido su obra más importante (la dedicada a fauna y geología regionales) nunca vio la luz. Quizá la ausencia de la misma, y el hecho de que no consiguiera nunca acceder a puestos académicos oficiales, desde los que su proyección en una sociedad como la murciana del s. XIX habría sido mucho más fuerte, fueron los factores determinantes para que Cañada no llegara a ser un personaje de primera línea en el ámbito regional.

Por otra parte, es especialmente significativa su postura ante el evolucionismo, la cual merece comentario aparte. En este terreno, hemos tenido ocasión de ver cómo defendió enfoques erróneos, y aunque por un lado lo hizo de forma científicamente honesta, intentando argumentar experimentalmente lo que decía, no por ello dejó también de recurrir con fuerza a razones extracientíficas, en su caso religiosas. Esto nos autoriza a situarlo en una posición intermedia entre los dos bandos que formaban los opositores al evolucionismo en nuestro país34: el de los científicos serios conciliadores con el mensaje bíblico y el de los integristas irreductibles, dentro de los cuales abundaron por cierto los no profesionales de la ciencia.

En definitiva, como en su momento dijimos y sin que ello implique el menor ánimo despectivo, podemos concluir que Martínez Cañada fue un científico de segunda línea dentro del ámbito murciano. No llegó nunca a alcanzar el prestigio (dentro y fuera de la región) de los consagrados, como Angel Guirao Navarro, Francisco Cánovas Cobeño u Olayo Díaz Giménez, pero desempeñó un significado papel en cuanto a la difusión y desarrollo en Murcia de la ciencia de su época; cosa que hizo de forma sin duda limitada, pero a la vez eficaz y honesta. Ello, al menos a nosotros, nos pareció motivo suficiente para intentar rescatarlo de su injusto olvido.

34 Ver GLICK, T. (1982) Darwin en España, Barcelona, Península; o bien PELAYO, F. (1981) Catastrofismo y actualismo en España. Llull, 7, 47-68.

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Anexo final: Publicaciones de Andrés Martínez Cañada

La obra conocida de Cañada incluye varios artículos aparecidos en revistas de tipo científico-cultural y dos libros, pudiendo ser consultada en su totalidad en el Archivo Municipal de Murcia, excepto el libro no datado titulado “Harmonías de la Naturaleza” y el artículo aludido en el texto publicado en La Camelia, a los que no hemos podido acceder.

1876 Utilidad del estudio de la Historia Natural. El Album, núm. 12: 20-24.1877 Origen de la anatomía animal y utilidad de la taxidermia. El Album, núm. 15: 116-

118.1877 Á Cervantes. Un tributo a su méritos. El Album, núm. 17: 138-139.1877 Animales fósiles y perdidos. Memoria sobre los encontrados en nuestra provincia,

con espresion de los terrenos y masas minerales. El Album, núm. 22: 181-184.1877 Animales fósiles y perdidos. Memoria sobre los encontrados en nuestra provincia,

con espresion de los terrenos y masas minerales (continuación). El Album, núm. 23: 189-191.

1877 A la memoria de la Excma. Señora Doña Leonor Guerra y Albaladejo, de Pagán. El Album, num. 34: 178-179.

1878 Abonos químicos. Utilidad y ventajas sobre los normales. El Semanario Murciano, núm. 1: 2-4.

1878 Progresos del hombre (1). El Semanario Murciano, núm. 9: 1-3.1878 Progresos del hombre (continuación). El Semanario Murciano, núm. 10: 1-2.1878 Memoria sobre las aves observadas en nuestra provincia, su utilidad y perjuicios en la

agricultura. El Semanario Murciano, núm. 22: 1-3.1878 Memoria sobre las aves observadas en nuestra provincia, su utilidad y perjuicios en la

agricultura (continuación). El Semanario Murciano, núm. 24: 1-3.1878 Memoria de las aves observadas en nuestra provincia, su utilidad y perjuicios en la

agricultura (conclusión). El Semanario Murciano, núm. 27: 5-7.1878 Rasgos humanitarios. El Semanario Murciano, núm. 29: 4-6.1878 La mineralógia en nuestra provincia. El Semanario Murciano, núm. 40: 3-6.1878 La mineralógia en nuestra provincia (continuación). El Semanario Murciano, núm.

42: 1-3.1878 La mineralógia en nuestra provincia (continuación). El Semanario Murciano, núm.

45: 3-5.18791879

La mineralógia en nuestra provincia (continuación). El Semanario Murciano, núm. 48: 4-6.La mineralógia en nuestra provincia (continuación). El Semanario Murciano, núm 50: 5-6.

1879 La mineralógia en nuestra provincia (continuación). El Semanario Murciano, núm 53: 2-4.

1879 Apéndice a la mineralógia en nuestra provincia. Geología agrícola. El Semanario Murciano, núm. 55: 2-4.

1879 Apéndice a la mineralógia en nuestra provincia. Geología agrícola (conclusión). El Semanario Murciano, núm. 57: 4-5.

1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica. El Semanario Murciano, núm. 60: 2-3.

1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 62: 4-5.

1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

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(continuación). El Semanario Murciano, núm. 66: 5-6.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 69: 3-4.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 71: 2-4.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 73: 2-3.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 75: 3-4.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 78: 2-3.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 82: 1-2.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 84: 3-4.1879 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica

(continuación). El Semanario Murciano, núm. 89: 5-7.1879

1879

Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 95: 4-5.Á Francia, en: Murcia-París. A la Prensa de París, testimonio de admiración y agradecimiento. La Prensa de Murcia (1879), Murcia, Tip. Hijos de Nogués, p.6.

1880 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 99: 5-6.

1880 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 102: 27-28.

1880 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 106: 58-60.

1880 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 112: 108-109.

1880 Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 124: 202-205.

1880

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Insectos útiles y perjudiciales. Apuntes para nuestra fáuna entomológica (continuación). El Semanario Murciano, núm. 133: 275-276.????? La Camelia, núm. 1: ?-?

1880 Consideraciones generales sobre las aves de nuestra provincia (I). El Semanario Murciano, núm. 143: 353-354.

1880 Consideraciones generales sobre las aves de nuestra provincia (II). El Semanario Murciano, núm. 147: 386-388.

1881 Consideraciones generales sobre las aves de nuestra provincia (III). El Semanario Murciano, núm. 153: 18-20.

1881 Apuntes sobre nuestros gusanos de seda. El Semanario Murciano, núm. 156: 45-46.1881 Consideraciones generales sobre las aves de nuestra provincia (IV y último). El

Semanario Murciano, núm. 158: 59-60.1881 Fósiles de la provincia. El Semanario Murciano, núm. 166: 121-122.1881 Fósiles de la provincia (continuación). El Semanario Murciano, núm. 191: 321-322.s.a. Nuestra exposición. Murcia 1900, Murcia, Imprenta Viuda de Perelló. Murcia. 123

pp.?e.p.

Harmonías de la Naturaleza.Faunas de la provencia.

e.p. Prácticas de Industrias Agrícolas Murcianas.

Page 20: ARTÍCULO:CDNEZCA%D1A… · Web viewLa disección de aves que el autor menciona en varias ocasiones, no es en Cañada un mero trabajo de coleccionismo animal, sino un método de investigación