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LE ("HAT NOIR

Para “ L e Chat H o ir”

La arción decisiva de ltuzaingó, una de las batallas más ementas délas luchas de la independencia, y la toma triunfal de las Misiones, esa algarada, atrevida y trascendental que registran los anales rioplatenses, fueron sin duda alguna causales determinantes de la Convención del año 28, donde se declaró, porpartc del Brasil y de las Provincias Unidas, la necesidad ineludible, improrrogable de dejar libre á la que entonces se llamaba. «Provincia Cisplatina», con los derechos bien inalienables por cierto, de adoptar la forma de gobier­no «que juzgue conveniente á sus intereses y recursos».

¡Tiempo era ya! Esfuerzos titánicos contra la domina­ción española, crueles incertidumbres, desvelos, un valor puesto á prueba en Cuayabos— valla insalvable para la pre­potencia porteña, un gran lapso de tiempo de continuo batallar en pro de un ideal concebido y acariciado en la larga noche del despotismo, eran méritos más que suficientes, para que aquellos luchadores medioevales aparecieran como hombres conscientes de su personalidad y la tierra que los amamantara con sangre charrúa naciera á la vida de las naciones civilizadas, como un país libre, marcador de rum­bos, manejándose á su arbitrio sin amos ni tutelajes que decrimen y envilecen.

Una Asamblea Legislativa, constituida con antelación en el Durazno, se encargó de estudiar la forma de r e g irá aquel pueblo que nacía con ansias de libertad, de igualdad y de justicia, con anhelos de v iv ir democrática, porque no es v iv ir la vida del oprimido, porque los hombres y los pueblos solo viven y son felices cuando gozan de libérrimos pensa­mientos y de una acción soberana. Esta Asamblea, deliberó en sus comienzos en San José, pasando á actuar más tarde á ('andones y poco tiempo después en el barrio de la Aguada de Montevideo, donde se apresuraron los trabajos para dar­nos un Código que~ r igu»w'rTfu <'alaos dé'Stm«^. El 6 de Mayo de 182!), ciudadanos ilustres como don JosiS^Ellauri, don Jaime Zudañez, don FélixZubillaga y otros no Timónos pro­bos y patriotas, presentaron un proyecto de Constir^ión, el (pie después de discutirse cuatro meses,- pues los coSgfitu- ventos se agarraron en buen discernimiento de las eosaS^r- se aprobó con algunas modificaciones el 10 de Setiembre d V mismo año; y forzoso es confesarlo, para no tener, comoV díce el doctor Ellauri, «ni libros ni personas» en quien aseso­rarse, instituyeron bien nuestros mayores, consignando en ese texto sagrado que se1 llama carta fundamental, preceptos»

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LE CHAT ‘NOTTí

que son exponentos do los doi-ochos imprescriptibles dol ciudadano.

Alguien insinuó ponerle ¡d nuevo pais República do Montevideo, pero triunfó la denominación dada por Articas: República Oriental del Uruguay: se discutió también si se­rian uno ó dos los cuerpos oolegisladores, triunlando, como es natural, el sistema bi-earnnval actual: pero lo (pie no se discutió, por nuestra manera de ser, porque ora un axioma, l'ué la forma de gobierno. La República era un ideal. Ar­tigas lo había sostenido con la mente y con la espada, fiel mantenedor de los principios de Mayo, no concibió otra for­ma, de gobierno, que el republicano, que equipara á los hombres ante el derecho y la razón. La República era una aspiración, porque la democracia existía en esta Rauda ■desdo el abo IR.

¿Acaso no l'ué una institución republicana el Congreso ■del Peón rol y Las célebres intruociones son más que nada ■de la genuina aspiración de un repúblico y un demócrata: noble, generoso, previsor, que depone su poder inmenso ante los representantes de la nación y dice con sinceridad que su mando cesa con la presencia soberana, del pueblo. Siguiendo el orden cronológico de los procedimientos segui­dos por los proceres (píenos legaron las leyes del civismo uruguayo, diremos <pie una vez visada la Constitución pol­los gobiernos de los países limítrofes, se juró de una manera solemne en la Plaza Matriz, primero por las autoridades eclesiásticas, civiles y militares y después por el pueblo, el 18 de .lidio de 18R0. Hoy hace ochenta y dos artos de ese importante acontecimiento histórico, y mi ese interregno muchas veces se han violado las leyes sacratísimas del Có­digo fundamental: gobernantes y gobernados se han excedido en algunos casos en atribuciones ó derechos; aquellos, asu­miendo el poder dictatorial, y algunos de éstos con excesos de demagogia rayanos en licencia y corrupción; y unos v otros, impulsados casi siempre por el mal latente de nuestra agitada democracia, donde sarjen pasiones políticas que ali­mentan la hoguera de las turbulencias fratricidas.

¡Ojalá que pronto nos comprendamos y acátennos las leyes escritas que amparan y mandan!

Amíuwo O. V ii.a

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LE CHAT NOIK

Ca Vuelta dolorosai

Se llamaba Pimpinela.Era triste y romántica.De los diez y ocho años de su vida, la mayor parte los

había pasado llorando.Tenía odio al bullicio.Le agradaba la monotonía del silencio, las casas aban­

donadas, los parajes solitarios y, sobre todas las cosas, la pintura y la música.

Estaba tísica.Sabía que su enfermedad era incurable y contagiosa.Quizás tenía en mí su mejor amigo.(luando, abandonando mis estudios en la capital, re

gresaba á la aldea, la primer visita era para ella.Me amaba con amor de hermana.Guardo cariñosamente muchas confidencias que me

confió en momentos de desesperanzas crueles.Ella también guardó algunas mías.Adoraba con pasión los versos, sobre todo si decían do

historias de almas desoladas como la suya.Todos mis libros de poesías los había, leído.Le encantaban, porque mi dolor ersi su dolor y mi me­

lancolía la suya.

II

Recuerdo de una vez que le ofrendé «Trisiitior rerum» de Villaespesa, con esta dedicatoria:

Para mi hermana Pimpinela.Ella sonrió.Y nada dijo.

II I

Leído que hubo el libro dedicado, me contó loque le ha­bía sucedido.

Me lo narró todo con minuciosidad de detalles.Mientras gustaba la ambrosía, de aquellas exquisiteses,

un sentimiento vago al principio, y preciso luego, le aprisio­nó el espíritu.

Sus manos, paliduchasy largas, fueron dibujando mi nombre sobre el cristal empañado de la ventana, junto á la cual acostumbraba leer.

Recordándome, se había enamorado de mí, románti­camente.

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LE CHAT NOTH

Juntos reimos, festejando la influencia original de aquella lectura.

IVInsensiblemente desde aquel entonces no fué la misma

de antes para mi.Esquivaba quedar sola conmigo.Mi presencia, sin molestarla, la impresionaba.En su febriciencia de enferma temía que el instinto

galopase furiosamente por sobre las praderas de sus carnes en flor.

Comprendiendo todo lo que le sucedía, le comuniqué, con la confianza de los días lejanos, que debíamos separar­nos para que aquel amor brotado inconscientemente se di­luyese en el olvido.

Ella se puso triste.Yo me volví taciturno.Y nos quedamos en silencio, con religiosidad, como te­

miendo profanar con nuestras palabras el infinito cariño que habíamos desbaratado quizás para siempre...

VEl huracán de la existencia me llevó h París.En una boharda solitaria de una calleja casi abando­

nada instalé mi vivienda.V iví exagerado y febril.Tres meses bastaron para hacerme pensar en el desgas­

tamiento insensato de mi energía vital.Volviendo los ojos al pasado, recordé á mi confidente.Tal vez habría muerto.Quizás esperase mi llegada para confiarme nuevas

penas.VI

Después de una ausencia prolongada, retorné al lar.Los cohetes llenaban de colores la alegría do la aldea.Era la tiesta del patrono.Mis padres habían muerto.Mis hermanos también.Sólo yo, dueño de un castillejo musgoso, quedaba de la

familia.Cuando fui á casa de Pimpinela para decirle que era

yo ahora quien la adoraba, era ya tarde.El mutismo de las puertas entornadas me indicó que

alguien se había ido para siempre.Y ese alguien era Pimpinela.

V IIDesde entonces me torné romántico y melancólico

para v iv ir con la ilusión de una ilusión perdida.

José Pekeira Rodríguez

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lp: c h a t Norn

l iu ls C om «z V illa g a sP 'XtrCTUX ARTISTICO

Este quo vos. lector, Bello on gorduras.Es ol autor Do Ins caricaturas.

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LE CHAT NOTR

E L í 18 D E J U D I O

pmtim Chat JíoiK*’

Al conmemorar In gloriosa fecha del aniversario de la Jura de la Constitución del Estado, debemos también evocar en nuestra imaginación el recuerdo de todos los proceres de nuestra independencia que, con su sangre unos y con su in­teligencia, preparación y prestigios otros, sacudieron el yugo que pretendieron imponemos el espaftol, el argentino, el portugués y el brasilero, dándonos vida libre é indepen­diente consagrada en nuestra carta fundamental, en la que se registra una avanzada organización social y política que nos ha regido y nos rige en el amplio plan de progresos que cada día va realizando el pueblo uruguayo y que desde estos momentos hacen que se destaque con perfiles característicos en el concierto do las naciones civilizadas.

Los nombres de Artigas. Rivera y Livalleja, de don Santiago Vasquez y de don .José Ellauri,—el quinteto que sintetiza y pei-soniflca todo el esfuerzo y todas las glorias de nuestra emancipación, como los de las Piedras, (íuaya- bos, Rincón, Snrandi y Misiones, los triunfos genuinamente orientales que consolidaron nuestra libertad y nuestra auto­nomía, deberían estar escritos con letras de oro en el pabe­llón de la patria que, al Harnearen las victorias y al hender el aire de las alturas como símbolo de nuestra soberanía, simboliza también el ejemplo de desinterés y altruismo, de honradez y de grandes virtudes ciudadanas. V hoy que se traba de la reforma de nuestra constitución, seria de de­sear que los nuevos constituyentes dieran ii nuestra Repúbli­ca una organización social y política inspirada en el ulto patriotismo de aquellos proceres que al discutir las disposi­ciones de nuestro documento constitucional.no tuvieron otro norte y otro ideal que el engrandecimiento del país (pie re­cién surgía á la vida autónoma é independiente, v las «pie han tenido forzosamente (pie ser pisoteadas por todos los ambiciosos y mandones que desgraciadamente han diri­gido nuestros destinos, en ciertas horas negras de nuestra evolución histórica---para poder tener amplio campo y ver realizadas todas sus ideas tiránicas y arbitrarias. Tenemos muy buena ( ’(institución, no hay (pie entusiasmarse en exa­gerarla. Las prácticas viciosas la lian hecho mala. Pero antes de criticarla y ('(‘usurarla léase bien su letra y reHexió- nose detenidamente sobre su espíritu. Sin embargo, la re­forma es necesaria. No se discute. Pero mediante un estu­dio muy serio y obrando sin egoísmo y con mucha nobleza y sinceridad.

Orgulloso, pues, puede estar el Salto al serla única

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LE CHAT NOIR

ciudad do la .República, que por iniciativa de su juventud, rememora en una forma tan difilla y elocuente esta efemóri- de uruguaya, que es sin duda laque más filoria. representa, y la que no ha podido ni podrá ser discutida en los anales de la historia nacional.

W enceslao Sii,va

k : :____ :

f ’a í a © ! ©

Pat»Q LiE CH AT HOIH

Era buena, era blanca, era suave, era ingenua. Ama­ba los poetas y hacía de ellos trovadores idealizados. Sabía de las estrellas, los poemas del camino; y del caramillo le­jano, los paisajes de la siesta bajo el sol; las sonatas prima­verales; la paz de los idilios; los misterios de la sombra: la música del agua: los suspiros del viento.

Era blanco su palacio de mármol, niveas las fuentes del jardín, blanco el cisne de sus lagos, blanco su soñar en prín­cipes románticos, venidos de Thule, en las barcas azules del Ensueño.

Florecían á su paso las flores maravillosas como los versos musicales; y era como una Diosa de Phidias, por la mn- gestad de la Graciado Grecia, y el alma que le llevaba en sí, de las cosas tocadas divinamente por el arte revelador.

Llorados fueron para ella aquellos rítmicos díceres de Verlaine:

Est— elle bruñe, blonde ou rousse? je l’ignoro.Son ñora? jcm esouviensqu’ilestdoux ct sonoro Comme oeux des aúnes que la vic exila.

Son regard est pareil au regard des statucs,Et, poursavoix, lointaine, et grave, et calme, elle a L ’inflexión des voix dieres qui se sont tues.

Y aquel lirio murió cu una mañanado oro y azul, una mañana suave y lánguida como el gesto de sus manecitas ducales; una gloriosa mañana de oros refulgentes y de azules diáfanos, azuies de mares tranquilos, oros de miel y de co­llares antiguos.

Desde entonces el buen Sátiro del surtidor se ha puesto grave, grave como un ermitaño alejado de las cosas y de los ruidos profanos........

¡Era buena, era blanca, era suave, era ingenua!

Eih'audo Ricklixg PekeyuaDurazno.

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LE CHAT NOW

pava “ Lia Chat

Yo tengo una burgucsita tan frágil y tan bonita, como lina figurita de Boticelli ó Doré.Burguesita á quien brindé la flor de mi corazón;— flor que es el rojo florón de mi lírico blasón.

Tiene unos ojos serranos, suave tez y blancas manos que más parecen galanos piropos de un madrigal.Es joven y espiritual y es tan jovial y graciosa, que más parece una rosa fresca, pura y olorosa.

Cuando camina, su pié más que andar, parece que diera pasos de minué por lo levo y lo sutil.Su voz, es voz de marfil, y completando el encanto su palabra es como un canto que arrullara mi quebranto.

Es la gatita mirrina — ó más bien—la figulina de la novela hialina demi aventurado Amor.La que brinda, al soltador Rey Mago de mi lirismo; la mirra de su eretismo y el clavel de su idealismo.

¡Mi burgucsita! Mi buena., mi ensoñadora sirena que en el jardín de mi Pena pasea su ensoñación.Burgucsita que ee canción, que es flor, es ave y estrella, y en cuya frente destella el Ensueño, su luz bella !

Alcidks Milaxs

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LE CHAT NOIR

p a r a u j ,Q ( ^ a í ^ i o i r "

El engrandecimiento y felicidad do los pueblos sólo so consigue por lo acción conjunta y patriótica do gobernantes v gobernados. Los gobernantes. que desdo su alto repre­sentación. olvidan ó desoyen los dictados de la conciencia, popular, violan y traicionan las aspiraciones desús mandan­tes y degradan la dignidad de su investidura. Los goberna • dos que. abandonando á sus mandatarios, les hacen oposición sistemática por su obra buena ó mala, pervierten su conducta cívica y contribuyen por el estravío de aquellos, al aniquilamiento del patriotismo y al derrumbe de la enti­dad nacional.

Salto, .lulio de 1912.Juan Carlos A rambukí*

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^ara “ J.2 Chat /^oir”

La consagración de nuestras fiestas nacionales carecía, hasta hace poco tiempo, de las formas amplias que suelen condensar los movimientos cívicos populares en las organi­zaciones más definidas. Escasas en número, sin fibras de consistencia, parecía faltarles un alma que las hiciese latir al compás exacto de la vibración patriótica.

El molde partidario se había fundido antes que el na­cional y al amparo del cosmopolitismo inevitable que nos ha nutrido con tanto vigor, la complicidad fue siempre colec­tiva á favor déla indiferencia.

La reacción se ha operado felizmente. Ha bastado para ello que la iniciase, con todo el empuje que da de sí la primavera de la vida, la eterna creadora de las cosas mag­nificas: la juventud.

Y en este despliegue de alas hecho por la fuerza, y el arte, combinados tan armoniosamente por la multiplicidad de sus facultades, halaga al espíritu que la que brinda el ejemplo, se inspire con hermoso acierto, revelador de un es­tudio histórico, al rememorar la jura de la Constitución, pues, á pesar del olvido con que se la ha mirado, constituye ésta la verdadera fiesta cívifa, la única indiscutible y que sólo por tal título debiera estar consagrada con preferencia unificadora en las leyes y en las costumbres.

San Eugenio, Julio 9/912.Anuo C. IluiGNOLE

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LE CHAT NOTR

ASDRÙBAL E. DELGADOPre!«i(k>iite del Ateneo ilei Salto

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I,K CHAT NOIR

Pat*B u h c h a t N o ip

El regimiento poso.('orno pupilos ávidos é inquietos Los gallardos y místenos bayonetas Brillan ol líos solorque los abrasa.

El son de los clarines Dejo en el olma un sueño de laureles Y ó sus guerreras notos los corceles Alzan oí viento sus salvajes crines.

Con ojos extosiodos Lo muchedumbre signo pocha senda Esa pálida bruma de leyendo,Que doto ol rededor de los soldados.

Al son de lo diana Poso, el solemne pabellón que odoro, Mientras el sol derrama en mieles de oro Su caricia estival como unhosana. . .

Y el gran himno sonoro, Desparramando el triunfo de su noto, Hoce volar el corazón patriota Como en alas de un águila de oro.

Despiértate, almo, mía,Y aspira largo,mente la fragancia,Que esos viejos recuerdos de la info.nc.io. Esparcen en tu lecho de agonía.

Escucha, pecho herido,Lo voz amada que en tu seno ha muerto,Y vuelve á resonar sobre tu huerto Como lo voz de un pájaro perdido.

En tiempos sepultados,También seguiste, ¡oh, corazón!, la senda Que envuelta en vagas brumas de leyenda Deja, tras sí, el clarín de los soldados.

Y el gran himno sonoro, Desparramando el triunfo de su noto, Hizo volar tu corazón patriota ('orno en alas de un águila de oro.

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LE CHAT NOIR

Y hoy los mismos tambores Que resonaron en tu pedio herido, Tocan, ¡alma!, las dianas del olvido Eu la noche espectral de tus dolores.

Bajo la luz solar que el cielo abrasa, Cae en el alma un silencioso estío,Abre el párpado al sol, corazón mío,El regimiento pasa. ..

José María Dkiaiado

(Ç 2

•'a"H l.r CHAT Ni HH

El alma ciudadana se siente joven al leer las gloriosas tradiciones, que forman el legado de la patria; y al rememorar con entusiastas aplausos una de las fechas homéricas de nues­tros antepasados se apodera de todos inexplicable é inusitada alegría.

Para no hundirse en la profunda sima de una lamenta­ble decadencia, es preciso traer á la memoria á menudo las acciones ilustres de aquellos héroes, que escribieron la prime­ra página de libertad para nuestro pueblo, aproximar á noso­tros aquellos instantes de valor sin ejemplo y evocar del sepul­cro con la imaginación las sombras venerandas de esos hé­roes, á fin de oir sus lecciones, vivir de su vida y hacernos me­recedores de llamarlos compatriotas.

¿CI templo de Delfos constituía para la Grecia como lo corazón de las repúblicas y en él se celebraban las asambleas de la lega anflcciónica, representación del espíritu nacional, en Roma el escudo de Marte, dios de la guerra, andaba custodiado por los sacerdotes sabios, los donidas componían los cantos Triunfales de los hijos de los bosques y marchaban al frente de los guerreros, excitándolos * la pelea.

Hagamos nosotros de los recuerdos, que viven con las cenizas de nuestros mayores el templo de la patria, y seamos sus sacerdotes para custodiar los hermosos derechos, que nos conquistaron con su sangre nuestros padres. Sea nuestra alma una continuación de las almas de aquellos varones fuertes, y fíeles asi á las enseñanzas recibidas de la hora presente será un paso más en la carrera de la civilización y progreso nacional.

Rafakl Filtro.

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LE ri!AT NOIR

ENKlyi'UTA Martha WIMilAMS

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LE CHAT NOIR

O p E l i i f í

p a va l iH C H H T N O IR (Da t itán HPthuP Rlmbaud)

I

So sienten los ¡alalís! que llegan desdo los bosques lejanos.

Sobre la negra onda tranquila en que duermen las es­trellas, la blanca Ofelia Hola como un gran lirio, flota muy lentamente, acostada en sus largos y vaporosos velos.

He aquí que hace más de mil años que la triste Ofelia pas i como un fantasma blanco por sobre el negro y largo río; he aquí que hace más de mil julos que su dulce locura murmura jí la brisa de la tarde la historia vieja de su vida.

Besa sus senos el viento, y despliega como en corola sus grandes velos, que bis agíais mecen suavemente. Los temblorosos ramajes de los sauces lloran sobre sus hombros. Y se inclinan los rosales sobre su frente soñadora.

Los nenúfares marchitados suspiran al rededor de ella, que despierta, de vez en vez, al escuchar entre las plantas ver, I i liosas que dormitan .i la orilla del agua, ese ansioso batir de alas, que se escapa de todos los nidos donde hay pichones.

Un canto misterioso cae de los ¡istros de oro.

II

¡Oh, pálida Ofelia, bella como la nieve, si tú has muerto en un río desbordado, es que los vientos, cayendo de las grandes montañas de Noruega, te hablaron al oído de l;i libertad!

Es que un soplo desconocido, azotando tu cabellera, llevó extraños ruidos ¡i tu espíritu soñador.

Es que tu corazón sintió la queja de la Naturaleza en los murmullos de los árboles y en los suspiros de his noches.

Es que la voz de los mares, como'un inmenso crispa­miento, recorrió tu seno de niña, demasiado humano y de­masiado tranquilo.

Es que en una mañana de Abril, un bello y pálido ca­ballero, un pobre loco, se abrazó, mudo de amor á tus rodillas!

Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh, pobre Loca! Tú te fundiste en él como en el fuego l«i nieve. Tus grandes visiones te ahog.iron la palabra.

Y el Infinito terrible llenó de espanto tus ojos azules.

III

Y el Poeta dice que en la noche, bajo los rayos di* las estrellas, vienes á buscar his flores que arrancaste.

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LK CHAT NOIR

Y dico queòl ha visto flotar, conio un gran lirio, ñ la bianca Ofelia acostada en largos y vaporosos velos.

D iego i>k Macara

ic - • ^

La población del Salto ha festejado la jubilación de la señorita Adela Chousa con una. velada que fue todo un fiel ex­ponente de la simpatía á laque por sus buenas y excelentes cualidades se había hecho acreedo­ra la distinguida educa­cionista. El premio es merecido. Treinta años de continua labor lo jus­tifican. Tras la recia batalla el guerrero, por más fuerte que sea, nece-

un descanso. Adela Chousa bien se lo merece. Más no lo ha querido así. Continuará dirigiendo su escuela.

El arraigamiento del cariño hacia toda esa juventud que rie en la inconsciencia de la vida, ha podido más que el peso de toda la fecunda labor realizada.

La contemplación del desarrollo progresivo de las in­teligencias le atrae más que los paréntesis de monotonía en una vida sin variantes.

Esos disgustillos que ocasionara, sin quererlo, la niñez bulliciosa, esas risas súbitas ante ingenuos errores, dichos sin pensar, ó pensando en los juegos; toda esa. multiformi- dad emotiva de la existencia escolar, no ha podido despren­derse de su alma, hecha para ello por quien sabe que recto destino ó que oculta y tenaz inclinación.

Inteligente, buena y cariñosa, la triple condición super­lativa de toda maestra, muy pocas veces ha tenido más fiel encarnación que la directora del colegio de 2" grado N-» 2.

Le Chat Noir también se adhiere á las merecidas de­mostraciones realizadas y lleva hasta el corazón de la seño­rita Adela Chousa una de sus más sinceras felicitaciones.

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LE CHAT NOIR

pava lie CHAT CíOlfl Á B. W-, agvaglamante

Se extremeeieron todos los albos jazminares, Creyendo en un fastuoso peregrinaje real;Y la fontana misma sus rítmicos cantares Cambió en un dulce y lírico acorde musical;

Era que tú pasabas, soberbia en tus andares,Bajo el ópalo ambiguo de aquel cielo autumnal,Y presentaban armas mis locos ensoñares Ante la pompa única de tu hermosura ideal.

Y te alejaste.. .y raudos, alados y dispersos,Como palomas blancas fueron tras tí mis versos Como palomas blancas nostálgicas de azur;

Y de una luna blanca, cabe su luz de anemia,Y o fui el trovero errante de almaalocaday bohemia.¡Tú fuiste una soberbia Madame Pompadour!

Juan Anoel Vikua

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G K U ñ f L Y E

3

Pin a CHAT HO IB

Aquesta flor humilde y perfumada eon aliento sutil de poesía, fué para tí, noble señora mía, de mi jardín galante desgajada.

Desde el día que hirióme tu mirada con el puñal de su galantería, llevo de tu mirada la alegría dentro del corazón bien reflejada.

Por eso, y como ofrenda á tu hermosura fuente del bien, divinamente pura, compuse este soneto. En buena hora

llegue hasta tus manos cariñosas como la más humilde de las rosas que te ofrenda el Amor, noble señora!

Paulo Aguirkkzáhal

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LE I HAT NOI li

Dr. MARCELINO L E A LIntendente Municipal del Salto

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LE CHAT NOIR

Tierra-agua-sol y aire

UH CHAT HOIH

Dicen que nuestra vida es algo así como la síntesis constituida por todos los elementos y leyes naturales que en­cierran esos cuatro términos, y digo yo, que ella sería insí­pida y que no valdría la pena de ser vivida, sin la divina claridad de unos ojos que sonríen.

Divina claridad, que fecundiza la tierra, que domina la cólera de los mares, que hace palidecer la luz del sol, que embalsama—como «búcaro fresco lleno de aromas»—el aire, V que mantiene siempre latentes los más grandes ideales del alma!. . .

Juan Ambrosoni

■r< , = a

Pava “ Lie Chat H °iv"

La República Oriental del Uruguay, es una nacionali­dad, sin duda alguna incomparablemente hermosa y rica; con un suelo variado, de exuberante feracidad y, en cuyo seno se «atesoran riquezas minerales, muchas de ellas, aun, inexploradas. Con un clima suave, medio, delicioso, sólo equiparable á su riente y brillante cielo. Está exeepcio- nalmentc favorecida por especial situación geográfica en el gran Estuario del blata.

Es, también, hermosa y rica... .es grande, por el cúmu­lo de progresos morales y materiales que, de manera sor­prendente, ha incorporado á su joven organismo social, así como por sus nobilísimos antecedentes históricos y el valor insuperable, heroico, de sus patricios, que, desde el soberbio y gran caudillo Artigas, echaron las bases, inconmovibles, de su independencia y libertad. Solo le falta para Ilegal- á la cumbre, para triunfar y coronar la generosa obra de la. naturaleza y la gigantesca labor de sus prohombres, el ver­dadero, abnegado y desinteresado concurso de todos sus hi­jos; de todos los ciudadados que, inspirándose y haciéndose dignos de la .preciosa- herencia recibida, —levanten su espíri tu por sobre todos los egoísmos y presten, fraternalmente unidos,— sin ciegos antagonismos de divisas, ni partidos, y sin más ideal que el del porvenir de la patria!, su decidido, entusiasta y vigoroso esfuerzo, para impulsarlo por el lumi­noso y amplio sendero del progreso y de la libertad, de su verdadero engrandecimiento y felicidad!. . .

Salto, Julio lf» de 1912.Manuel .José Devixckxzi

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LE TH AT NOTH

Í 11Í P a l a i s © ¿ íe l a C m S a ^ l

pBKa l iB CH U T NOIR

Aquí, domic ol «lire es más puro y calla cl alboroto insóleme de vehículos lanzados á la carrera., de gritos hu­manos. de máquinas ruidosas, en este silencio propicio al estudio y al descanso, en estos lugares felices, excéntricos, embellecidos de casas que son nidos de amor, hallamos la alegría de vivir.

** *

Las villas elegantes como los jardines de Armida se levantan esbeltas, vestid«as de hiedra.

Alrededor despiden aromas sutiles los cuadros floridos y plantas hermosas extienden sus hojas verdes con mágico encantamiento.

** *

Te despiertan al amanecer gorjeos y trinos ele pájaros que saludan la aurora naciente.

Sube un perfume intenso del circunstante jardín, mien­tras con estremecimiento de vida nueva conmueve todas las plantas.

Si abres la ventana, verás el cielo color de rosa y el Sol divino que sale iluminando la tierra.

Ese cut'idro magnífico que se renueva desde tiempo inmemorable, vale más que los lienzos caducos.

Y aquella divina sonrisa de la «Gioconda» florece res­plandeciente en el cielo azul, en el mar plácido, en las coro- rolas de las flores y en las bocas fragantes de las vírgenes, corolas rosadas de carne, fuentes inagotables de dulces sonrisas.

** *

La brisa te roza la cara, suave como una caricia y en el corazón sientes la vida que fluye con más alegría, teñida de los halagüeños colores de la esperanza.

Del profundo de tu alma encantada se eleva un himno á la naturaleza eterna, al amor que vivifica y á la vida que triunfa.

Entonces, embelesados, abres los poemas queridos y lees de pié, extática como un poeta, á V irgilio ó á Swinburne, ¡i D ’Annunzio ó á Vcríame-, A hiperesteta: y sueñas con ellos una trama de acontecimientos que no vió ningún ojo mortal y cruzas por el mar extraño de las visiones fantásticas, cuando ese encanto es roto por otro encanto aún más divino.

De la estancia contigua llega á tu oído una deliciosa melodía que desciende al fondo de tu espíritu y, rebuscando

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LE CHAT N01R

las más secretas fibras de tu ser, tiende los nervios en placer intenso.

Tú escuchas y te estremeeosda melodía se desarrolla en ondas de arrebatamiento: circonfusa estás de belleza impalpable.

Vibra al rededor un eco lejano del alma abitada de Beethovcn: sus notas son los reflejos de las tempestades de amorque lo atormentaron.

¿ Qué te sugiere esa música extrafin VGoza y ama hasta que Hebe flexuosa cifie tu frente de

lau re l...** *

Ocaso maravilloso. Cielo sin nubes. Los últimos rayos del Sol se van apagando al horizonte. Es la hora sacra al amor y al deseo de cuanto es ó parece inaccesible.

En el kiosco de tu jardín se desarrolla una fiesta ga­lante, silenciosa fiesta: abrazados dos amantes se besan en la boca; tienen sed de besos, de besos, de besos...........

MontevideoLeón Sai.ekxo

PHOYECTO DE PALACIO MUNICIPAL

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LE CHAT NOIK

f V © A s i I© «Ü© J i iü © s

Nuestra adhasión

Convencidos que somos de la santa bondad de la máR noble de las religiones, encarnada en la aspira­ción altruista del bien por el bien mismo, entendemos que la feliz iniciativa de la creación de una Casa para los niños desamparados, merece el aplauso y el concurso de todos, cada uno, por cierto, en la medida de sus fuerzas y dentro de su esfera de acción. Poroso, nos adherimos con cariño y con entusiasmo á la idea propuesta por «Ecos del Progreso» para la realización de una velada periodística en beneficio de di­cho Asilo; ácuyos efectos nos ponemos incondicionalmente á las órdenes de los iniciadores, dispuestos ó prestar así, en todo lo posible,—nuestra coadyuvación modesta, pero sincera.

Cuente con nuestro grano de arena el colega salteño, que hemos sido siempre fervientes admiradores de la obra buena que viene haciendo la digna Comisión de Damas encargada de los trabajos pro Asilo de Huérfanos.

r y,

Quand l'am ouv m aaft...

Sollozaba en el jardin Perfumado de Ninón,El alma de aquel violín Enfermo del corazón!

Era un crepúsculo sin Nubes blancas de algodón En que moría de splin El cisne de mi canción.

Y mientras su retintín Siguió gimiendo el violín, Yo busqué por el jardin

Para galante oblación El intacado jazmín Que hube de darle á Ninón!

TKLMO MANAOOKDA.

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LE CHAT NOIR

fu i un conminativo, no otra co^a

Pat<a UB CHAT |40 Ip

Fui un eonmiserativo con ella, no otra cosa. Sabía la his­toria do su pasa do sin origen, la soledad de sus veinte anos transcurridos sin un galanteo ni una conquista que le hubie­ra. brindado ásu corazón un día de júbilo, y me propuse dis­traerla., como se distrae á una pobre alinita enferma de cs- ]>eranzas y de ilusiones, poblando su cerebro de fantasías y colmando su horfandad con los misterios de un perfume de vida, desconocido.

La conocí en medio al bullicio de un baile egio. Agazapa­ba su diminuta, figura en un rincón déla vasta sala, al am­paro de una gran maceta que lucía las veteadas hojas de una cretona. En su rostro insignificante se engarzaban dos vulga­res ojos dormilones, de mirar de súplicas. Nada en ella incita­ba al agasajo. Nada tampoco prometía la frivolidad galante ó el pasatiempo cursi. Parecía predestinada desde su asiento, á contemplar, como una figulina sin vida, desde el rincón donde la depositara su primer acompañante, la a gen a ale­gría., el jadear de las parejas en el vértigo de un vals todo sensualismo y abandono. Medió lástima. Indiferente y nue­vo en el ambiente de la tertulia regia, fui hacia ella. La li­bertaba del sufrimiento de su abandono y tenía un pretexto admisible para participar del bullicio de las parejas en dan­za. Hice temporada, y escuché sus quejas. Después no me sentí con valor para abandonarla nuevamente en el rincón oculto de la sala, bajo la enorme maceta donde las veteadas hojas de la cretona parecían, en el resplandor de las luces, extraños ojos que observaban azorados el desbordar de la alegría despertada al conjuro de la orquesta. Y la paseé prendida y gozosa de mi brazo, en id abandono de una feli­cidad jocunda, que no trataba de disimular.

Hablamos de amor. Experto en galanteos, sondeé el fondo de sus sentimientos y escudriñé en el misterio de sus aspiraciones remotas. Todo lo permitido, en la ingenuidad del alma de la mujer, me fué concedido. Indefensa por su can­didez, quizá por la misma seguridad de la escasez de sus fuerzas para las luchas en las conquistas del corazón, desea­ba solamente una ilusión para preocuparse en los dias suce­sivos de su vida: una esperanza fie cariño para ser feliz, pa­ra sentirse mujer como las otras, para sepultar en el olvido, con el pensamiento del mañana, sus tristezas de mujer «pie asiste al lento marchitar, sin esperanzas, de todos sus en­cantos y de todos sus deseos.

El cambio de unas dores ya marchitas, la firma de un carnet, una protesta á tiempo ante una duda insinuada por co-

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LE CHAT NOIK

queteria ingénita, fué para rila toda una revelación do vida m iova.todool poema hecho carne con que soñara en sus no­ches huérfanas de cariño. ¿Desengañarla-' ¿I huirla- (h‘ muer­to en su ilusión más pura, en el risueño castillo que se forja­ra á través de todas mis promesas de futuro: destruir ( i rayo de luz que iluminara la noche eterna en (pie viviera? Era hu­mano prolongar una esperanza de vida, brindar como un elixir de ensoñaciones. =eu una promesa, una ilusión hermosa, y preferí ser humano y lo fui. dejando el desengaño librado á mis actitudes posteriores, para otra ocasión más frívola, cuando la influencia do aquel momento no ejerciera tan sobe­rano imperio en su naturaleza de mujer hecha para las dul­zuras de las promesas pasionales.

Después, en los encuentros sucesivos, no quise ser in­humano, fui extremadamente galante, fomenté, sin perver­sidades. cometiendo quizás ineoneientemente un delito, aquel sentimiento cariñoso que jamás podía condensarse en una situación real, en las tibiezas de un hogar feliz. Era tan­ta la alegría que demostrara al estar junto á mi, tanto el desbordamiento de su ingenuidad infantil en mis tristezas y en mis alegrías, que preferí dejar librado el desengaño á una causa fortuita, aun hecho casual que estableciera, sin violencias, la roptura definitiva de todos nuestros vínculos sentimentales. Lamentaba, es cierto, que la causa ocasional que anhelara, en el derrumbe de una ilusión que había echa­do hondas raíces en su corazón, sepultara también nuestra amistad sin intereses recíprocos, pero era ley de vida, infle­xible, inevitable que tal cosa sucediera. La naturaleza huma­na no admite esas transiciones que reducen la fuerza de un ideal superior y absorvente, y aunque el mío no era otroque un sentimiento casi filial para su horfandad de amor, donde no vibraba la carne; como así no lo insinuara al principio por lógica consecuencia de la finalidad perseguida y se desarro­llara en sentido opuesto al que me propusiera, el derrumbe de aquella ilusión arrastraría también, con el fatal desenga­ño, los últimos vestigios de una armonía puramente amis­tosa.

Me reconocía culpable, solamente á medias, de todas las consecuencias de una ilusión cuya muerte no podía dilatarse por mucho tiempo, pero en cambio había sabido animar con la alegría de la vida un corazón que se había mantenido en la horfandad de un cariño dichoso hasta el momento en que la conociera. Por conmiseración había avivado con fuego una ilusiónen un ser que languidecía con tristezas de muerte y por conmiseración hubiera continuado alimentándola dentro de lo humanamente posible en mis situaciones posteriores.

No pudo ser: era necesario que regularizara mi situa­ción anormal con arreglo á una determinación futura y tuve que iniciar la lenta obra del desengaño, como anteriormen­te había iniciado la obra fomentadora del cariño: ocultar en

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LE CHAT NOIR

sombras la luz »¡u«* proyectura sobre un corazón abrazado en ansins do amor. Y ruó entóneos el porqué de mi carrera ga­lante. Aquí y ncullá so ine creyó comprometido. De aquí y <lc acullá .le fueron portadoras do noticias eontraditorias ;í la pobre enfermita. do amor que aún soñara con l;i promesa de otrora.

Me alejé lentamente de su lado. Dilaté por meses enteros la ocasión de vernos y hablarnos á fin de (pie, sin arribará las determinaciones violentas, la vuelta al pasado, cuando aun no me conociera, se hiciera sin esfuerzos, ya que impo­sible era mantener el idead del amor dentro de los límites de las meras abstracciones ideológicas, por caridad de mi parte, con fuego y alma por la suya. Y la catástrofe sobrevino. La crítica sé que desgarró mi reputación personal. Los que igualan en una. sola, normado conducta, las actitudes huma­nas dentro del a,mor, que nivelan todos los sentimientos y to­das las ideas, incapaces de concebir lo ageno sin la sanción délo propio, solían encarnizado conmigo. Mi obra fue la de un truhán merecedor de una. horca en una. plaza de aldea. Losados que ella viviera con la ilusión de un amor muy grande, no me disculpan. . . Es la fatal sanción de los ac­tos colectivos á las acciones cuyo significado no llega á com­prenderse. . . .

En esta forma narró Ricardo (Uirméndez, ante un gru­po de viejos camaradas, á su regreso de su largo viaje por las principales capitales europeas, una de sus aventuras amo­rosas (pie había sido muy comentada, allá en sus mocedades.

Pkukkcto Lói’kz ('ampaKa.

Salto, dulio li;12.

(?■ 3

P E Í i S M p i E ^ T O S

Para “ Le Chat Noli*’1

Todas las tradiciones nacionales, empapadas en las claridades que han dado á la personalidad de nuestros héroes un relieve extraordinario en el frontispicio del pasado, for­man, á través del tiempo, un evangelio de democracia y li­bertad, cuyos versículos inspiran el espíritu, sensibilizan el corazón, educan la mente, nos llenan de enseñanzas, como la bíblica leyend i de la fé, y en un anhelo patriótico de grande- zay de honor, nos imponen el deber do atraer pura la l'atria los favores de la deidad apocalíptica que en las alas intan-

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I,K CH AT NOIR

tibios do! destino, conduceá los pueblos hacíala motil ideal del porvenir.

l.*a patria es tan di^nn do respeto. que hablar de olla sin motivo fundado, os inferirlo una ofensa.

El humilde agricultor, sin más capital que una yunta do bueyes, el arado y sus robustos brazos, sirvo bien á la pa­tria porque su trabajo orea la riqueza nacional.

Prefiero las fiestas cívicas sencillas á las rumbosas, porque la patria debe más sacrificios «i los soldados que á los jefes. Quiero decir, el pueblo no se paga de ostentacio­nes.

Juan Paiva.

S

• • • •

Pur« Ulí ('HAT NOIK

3

¡Quién pudiera mirarte a esta hora dorm ida.. . .

Es la hora más quieta de toda la noche,La hora tranquila.

¡Quien pudiera ser sombra y en sueños mirarte!¡Quien pudiera mirarte á ésta hora, dormida!

El cabello en desorden; el blondo cabello Que orla tu frente,

Y tu frente serena, nidada de ensueños Amables y rientes.

Es la hora en que todo se envuelve en las ondas Del triste silencio:

En la alcoba, insomne, escucho del péndulo El tic tac grave y lento.

Es la hora más quieta de todas las horas,La que en tí yo sueño.

¡Quien pudiera mirarte á estas horas dormida!¡Quien pudiera ser sombra y besar tus cabellos!. .

Otelo Fernández.Montevideo, 14 Julio 1912. •

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I-K CHAT N01U

£

(S anaaa iòn em o tiva ) pava li e C(4AT (SOI*

Sin luna la noche apacible, es toda un encanto sereno sóbrela Tierra silenciosa.

Parece que la vida, toda, se hubiera detenido, ocultando su palpitar cotidiano para contemplar admirada su belleza excelsa.

Las estrellas tomando la revancha A la vieja Luna, bri­llan radiantes cual luciérnagas envidiosas de algún sol her­moso.

Y la soberbia Alejandría dormida, como una cortesana hastiada, se extiende, entre las sombras de la noche plácida.

Allá á lo lejos el Paro, como una visión extraña, eleva al cielo su pedestal inmenso y sus llamas parecen ondulantes len­guas de oro que pérfidas quisieran en movimientos lascivos, em­pañar con sus humos espesos la nitidez de las estrellas.

Y sobre la belleza escultórica déla ciudad populosa, so­bre sus jardines dormidos de sicómoros y granadas, la noche, pura, esparce sus misterios: ¡la noche, encubridora de amores!

En la ventana ancha de un palacio suntuoso una mujer con un tul cubierta, dice adiós.

Recostada en una columna cual una liana ondulosa, su mano en alto se posa sobre el al marmol frió y así, en posición de languidez, dice adiós á un mancebo que ligero se aleja envuel­to en un manto oscuro.

Sus brazos caen; fija su mirada queda un instante, y lue­go se aprieta el tul contra el rostro: ¡quizás llora!

La noche resplandece inmutable. La mujer del rostro cu­bierto se aleja de la ventana.

Entra en la sala fastuosa de columnas de marmol de Pa ros, y con lentitud se despoja del tul ligero.

Como en las noches de luna una nube atrevida sus res­plandores oculta, y luego se aleja confusa, apareciendo el astro en todo su esplendor de plata; así el rostro de aquella mujer cubierta, aparece divino de éntrelos pliegues del tul.

Oh! su rostro es una flor delicada; es su tez de seda cual pétalos de rosas; sus ojos de mirar que acaricia, coim> el canto de las Pegásidas, y su boca jugosa cual una granada partida que se ofrece exquisita á la sed del caminante!

Con paso lento y fatigado se acerca á un lecho de cedro oloroso, y se recuesta, cerrando voluntaria los ojos negros, con reflejos de carbúnculos.

Allá en el fondo del ventanal, como una decoración soña­da, las estrellas cual facetas de diamantes, parecen alentar en sus parpadeos de luces, vigilar el sueño de aquellos ojos.

Despiértase luego, y de su boca aún cálida, quizás de ca­

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LE ('HAT NOIR

ricias recientes. surge su voz y llama A la esclava que’ de pie parece una níntíoa escultura.

— Hliis!. dice con voz apagada.Se acerca la esclava y en ademán humilde se arrodilla.— Reina mía?— dice con el rostro hacia la tierra.— Trae, esclava, la copa de mis libaciones con el licor

que procura descanso a mi cuerpo. Aquel dulce como las mieles claras, que luce soñar con amores. Siento fatigado mi cuerpo, lthis fiel, quiero esta noche beber, quiero sentir correr por mis venas languideces extrañas.

La esclava, de un ánfora finamente cincelada, vuelca, en movimiento ágil el líquido ambarino que, como una cascada de mil topacios fundidos, cae en el fondo de la copa de oro, to­mando sumiso su forma ovalada.

lthis, la esclava, ofrece la copa á su ama.Y la mujer hermosa con sus manos de marfil, abandona,

delicada, la copa de oro, que, al llegar á los labios, se inclina suavemente.

La panacea, dulce cual las mieles claras, correentre las perlas de sus dientes!

Un canto se oye en una calle lejana, la canción erótica de algún ebri<>, quizás.

Én el lecho cubierto de pieles sedosas la mujer duer­me ya.

Sobre las pieles oscuras, su cuerpo de perfección rara se destaca ondulante.

Bajo la gasa rosada que apenas cubre su piel de nacar, palpitan los senos nuevos cual dos tentaciones, y un collar de paranitas escasas irradia reflejos marinos, mientras perlas pu­lidas escondidas entre los bucles negros, parecen pequeñas go* tas de alguna soñada lluvia de ópalos.

En un rincón, unas rosas asoman sus colores en la boca de uu jarrón de plata y desprenden aromas que lentas se diluyen en la noche tranquila.

Y en medio del silencio un abanico de plumas que agita la fiel lthis, deja oir sus murmullos.

La mujer duerme bajo el abanico de plumas y por sus la­bios vagan sonrisas imperceptibles.

Duerme tranquila en la estancia suntuosa la mujer de los ojos negros, que se creyera Afrodita en todas sus galas divinas, y entre sueños sus labios húmedos aún del licor ambarino, mur­muran un nombre que se confunde armonioso en el murmullo del abanico de plumas!...

Camilo R. W illiams.

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LE ( ’HAT NOIR

T r í 'r :

Dell godamente

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En el endecasílabo de otrora Quiero deciros todos mis pesares. Quiero deciros todos mis soñares, Quiero deciros todo, mi señora.

Tal vez cu rimas bellas cual collares De perlas orientales que decora El sol; tal vez con lo que llora En el murmullo inmenso de los mares.

Un ritmo nuevo ba detener, sin duda. i 'orno lo que se cambia ó que se muda En las indecisiones vesperales;

Será como una música de seda.O quizá melodiosa nota leda Augurando mis cantos pasionales.

11

Saavttnsntg

Os amo con pasión, señora mia.Como los trovadores castellanos,He forjado mis ritmos soberanos En el yunque de la melancolía,

Para decir en cánticos profanos.Los madrigales de mi fantasía,Para besar las llores de alegría De vuestros labios y de vuestras manos.

No sé por que, señora, la presencia De vos humilla y vence á mi insolencia Que jamás por humano fué vencida.

Me sueño tan feliz á vuestro lado, Quedaría el presente y lo esperado Por unir mi existencia á vuestra vida.

.José Pkkeika Rodkuu'kz.

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LE CHAT NOTH

AMÉRICO 0. V IL APresidenta del -Club Juventud Sulteñn"

Conmemorando la jura do la constitución, y como un homenaje al precursor, tiene lugar esta tarde, la peregrina­ción patriótica que el Club .Juventud Salteña organiza anual­mente hasta la meseta del «héroe de los ojos azules». Y nada más justo que al adherirnos entusiastamente á los festejos de nuestra juventud, dediquemos esta página á quien con sus esfuerzos y sus actividades es el alma verdadera de su orga­nización. Porque si «en medio al mar de nuestros olvidos», volvemos en este dia hacia el pasado, para honrar la. me­moria de los que fueron, en las edades romancescas de Amé­rica. nuestros heroicos emancipadores, á nadie más que al Club Juventud Salteña le corresponde la honra de esa con­memoración, que tanto dignifica al Salto, la úniea ciudad de la República, que viene anualmente rememorando dicha grandiosa efeméride nacional.

Ensalzar la obra bella y justiciera de nuestra juventud no cabe, acaso, en estos momentos. Por eso es que omitimos todo elogio, para felicitar, en cambio, á los iniciadores por el éxito social que estas fiestas significan, al tiempo mismo que nos honramos en publicar el retrato del señor Ainérioo (í. Vila, alma y nervio de todo el Club, como presidente de su directiva y como organizador de los festejos que culminan esta tarde con la peregrinación á la Meseta.

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LE ('HAT NOTR

Soñaban desmayados los jazmines amarillentos en los chinescos jarrones pensativos Un puñado de sol viejo, en­traba con desgano por el balcón abierto. La tarde de otoño, se despedía de nosotros, con una honda tristeza añorativa. Un extraño paisaje simbolista.de luces y de sombras, nos hablaba en silencio desde las lejanías medio violetas, medio rojas, del horizonte. Aquella avenida enarenada, donde los álamos enhiestos, alzándose en «triángulos verdi-negros» hacia el plafón del cielo, le hacían guardia de honor, tenía secretas atracciones para nuestras pupilas madorosas. Mi­rábamos hacia el fondo del crepúsculo sin saber por qué. extasiados en íntimas delectaciones. Dolorosos de ponas no sabidas, dejábamos pasar el lento destile de las horas, sin preocuparnos ni remotamente de la acentuante* oscuridad do la antesala. Hila y yo, visitábamos acaso, gomlolieros de nuestras propias vidas, - ciudades encantadas de palacios maravillosos, donde las alas negras y blancas de las golon­drinas y de las palomas, simulaban en cielos do solferino alocados dibujos de ensueño.

Desiiacio, como temiendo que nos oyeran, beba me dijo quedamente:

— Y, ¿acaso puedes creer en un olvido?. .. ('ómo quie­res que olvide mí poema si vivo únicamente del recuerdo?... El pasado forma el alma de mi v id a .. . y . . .después, tú co­noces los versos del poeta. . . «cualquiera tiempo pasado fue mejor» . . .

Volviendo á la. realidad, escuché la voz suave como de terciopelo de mi ensoñadora, que continuaba susurrándome, casi junto á mí mismo, el canto de sirena de un amor eterno, todo sentimental, todo romántico.

- Amarnos en el idealismo que comprendo, sería amarnos toda la vida . . .más allá de la v ida .. .Tú me habla­bas de la gloria de los corazones que se quisieron un día. una mañana solamente.. .Pobres rosas de Malhería*.. .Des­graciados de ellos que no pudieron llevar la antorcha de un amor en el camino de sus años.. .Desgraciados de ellos . . Tú no entiendes, querido, en la divina embriaguez de un éxtasis sin fin, donde tú y yo, nos quisiéramos siempre...

No me hables así,Beba. El amor escomo la vida. Si hoy me quieres así, toda en delirio, mañana no me querrás qu izás...

—Eso no, hermano. Mi cariño es ardiente y es sincero. Serán perjuras las demás mujeres, te engañaron ayer y te engañarán mañana algunas otras, pero yo nunca!. . . Mi amor es ideal y el ideal no muere, ¿ no lo sabes, acaso?...

— Sí, Beba. El ideal no muere en los hombres superio­res, donde la esperanza es perenne como una. luz de fuego

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LE CHAT NOIR

que ilumina los tiempos. No todos alimentan en sus almas el resurgimiento incesante de esa luz de fuego. ¿Te acuer­das del cuento de (luyan que leimos tantas veces en las tar­des de las vacaciones?. . .Si todas fueran como aquella pobre loca, divina iluminada del amor, que tras del desencanto de hoy formulaba siempre la idea de una esperanza para nia- iiana. . . Si tú fueras así, si yo tuviera la convicción de que no sientes allá dentro el mariposeo de tus caprichos, te querría entonces porque te sabría amándome de verdad ... y ade­más, ¿ para qué fingir un carino que no se tiene?... A pesar de que blasones de tu sinceridad vo te seré inconstante, fu­gaz, alegre como una golondrina volandera, que nunca so detendrá en un nido más que las lloras rápidas de un encanto peregrino. . .Dónelocon el alma, Beba, si es cierto que co­nozco ó no tu psiquis de mujer. . .

Pequeñas lágrimas furtivas humedecieron el rosa nieve desús mejillas, mientras sus manos nerviosas estrujaban un pañuelo de seda. Beba sufría el reproche de su inconse­cuencia, que mis labios estaban á punto de delatar. Yo co­nocía desde niño, con la ingenua psicología de la intuición, muchas de las coqueterías y antojos femeninos, que ator­mentaron tristemente á sus amantes de otrora. Después de un silencio embarazador, en que por dos veces me mordí los labios, Beba estalla na en sollozos, semi escondida en las som­bras de la tarde muriente.

— Tú no me quieres. Tú no me quieres. . .Por eso dices tantas maldades.

— No. No admito que me culpes de maligno. Yo lie sido demasiado bueno, Beba, demasiadobueno.. ..

— Y yo, que te quería como nadie te quiso, como nadie te quiere. . .Si en los días de mi juventud gusté de las frivo­lidades de los ensueños, siendo como tú dices, ¿no hablan ahora cinco años de espera, queriéndote con locura, soñán­dote todas las horas, escribiéndote todos los corrous, besán­dote todas las voces?. . . Cómo eres de ingrato y de cruel!.Si son así los hombres, te juro que son bien malos. . Pero yo te perdono, no hablemos de eso, y deja que mis besos te besen ... ¿Tú me querrás siempre, verdad?... Yo soy buena, no soy como las o tras.. .te quiero de corazón, Pablo...

— Beba, te quiero demasiado. . .Sin embargo, al amor lo comprendo el sentimiento de dos almas volcadas en un mismo corazón, que es como un ánfora.. .Y á pesar del pa­sado que nos ata, tengo la firm eza.. .perdóname adorada, pero estoy bien seguro . . que me abandonarás después, como lo has hecho con tus amigos de a y e r ... Por eso, no quería hablarte.. . Dejaba que el suspiro tan leve de las lio ras de felicidad, siguiera pasando... De esta misma tarde soy un convencido de mi psicología personal... Tú lo ha s querido. . .

Beba estalló en sollozos, en todos los sollozos que mu ó bien había venido reprimiendo hasta el momento. Es

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LE CHAT NOIR

eondidn la. oaboza entre las manos largas y finas que eran romo manos diienles, Beba lloraba...

La tarde había muerto. En la abismal melancolía cre­pusculina, yo sentí el vuelo de una bandada de ilusiones que se marchaba Inicia, el confín lejano, rumbo al so l...

T klmo ManaoordaDan “ Le Chat Noir” -912

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C O N M O T I V O B E L 14 D E J U L I O

Pnm I.K CHAT NOIR

Si los héroes que derribaron la Bastilla, proclamando los derechos del Hombre, significan un ejemplo que traspone las fronteras para llevar vibraciones de rebeldía á todos los espíritus; si ellos son como girones de gloria para Francia y para el Universo; si todas las gerarquias sociales les rinden el homenaje de su admiración, y levantan en la república de sus entusiasmos un monumento á los Danton, á los Marat, a los Robespicrre, ¿porqué en la actualidad, que también tiene su Bastilla y es época de civilización, so apostrofa y se persigue á los nuevos luchadores, floración de aquel acto grandioso que si enrojeció las calles de sangre enrojeció, tam­bién, de amor las almas, y puso á la Dignidad en su trono y á la Humanidad en su verdadero nivel?

Porqué no se admite la Protesta y la Violencia, si a esas dos magostados reivindicadoras se les saluda con triunfales Marsellesas? ¿Porqué existen dos criterios para juzgar una misma tendencia renovadora, evolutiva, destructora en si y en sí creadora?

Croo firmemente que, si la revolución social del 70 es gloriosa porque niveló á los hombres, en su época, la revolu­ción también social, que fermenta en nuestros días, busca d nivel que la actualidad impone; que sien los tiempos que se fueron ya no cabía la Aristocracia, en los nuestros, hasta la misma Democracia se va pasando de moda.

Josk Pinkyro.Salto, Julio 14 de 1912.

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LE CHAT NOTH

JOSE l'EKKl:<A RODRIGUEZ

(?'■ 2)

p i B O ü O i ^

p a ra “ Da C h a t H o i r "

En los amaneceres de mi espíritu,cubiertos de nublados,fui del dolor el único cautivo. .. .

Pero el dolor ha puesto energía, en mis músculos floridos; en mi conciencia desnudeces blancas; fuego en mi numen, y en mis odios frío.

Soy un rebelde,más no un rebelde que sustentad vicio de la amistad, con súplicas humildes, doblando el cuello y cosechando adictos.

Soy un artista,más no un artista cortesano, indigno del adorable corazón del arte y el trofeo apolíneo.

Por encima del arteresplandece el instinto;las luces de ambos mi dolor alumbran,y al ritmo de ambos acompaña el mío.

¡Que en las últimas horas de mi espíritu' alguien elogie mi dolor, loando el rebelde evangelio de mis hijos!

Pérez y Curik-

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LE H I AT N01R

II

* ' X

El sileneio

Yo soy una enamorada del silencio. Me agradan las salas vacías donde vaga «el alma de Houbigant». He sentido <el rnid> del sileneio: es como un abojeo, como un batir de alas, para las amorosas, debe ser como un aleteo do cantári­das. Maeterlinck nos dijo poemas líennosos sobre la mono­tonía de los parajes solitarios. San .Juan de la (Yaz nos habló de la «soledad sonora». Verlaine, dicen que sintió el mido qno producíala brisa al atravesar una tela de araba, Y hasta. Poo lamentaba no vivir en un bosque pleno de harmo­nías silenciosas.

No es una paradoja escuchar el son del silencio. En­cerraos en una hab taeión. Atended al murmullo vago y sentiréis un tenue zumbido, como si fuese un silbido muy lejano. Claro que no podréis precisar cómo, por qué, ni de donde llega: pero lo esencial es que no podéis negar su existencia.

El «corazón delator» os espanta,á veces, con la precipi­tación ruidosa de sus latidos.

Sin embargo, lo que para vosotras es un estrépito, para los demás es imperceptible.

Es raro, es original, pero por sobre todas las cosas, es una gran verdad que el rudo del silencio es innegable.

C'lIKLA

episto'Qi*ioI

Esth-r.—Nos ha agradado muchísimo tu carta. Y átra- vez de ella, te hemos adivinado de espíritu refinadamente exquisito. Por todo lo cual, tienes «carta blanca» con L k C i ia t Noiu. Puedes mandar lo que quieras. Sin embargo, te agradeceríamos,—esto va poruucstra curiosidad nos dijeras tu nombre confidencialmente, que hemos di* guardarte el secreto para «¡n eternum». No imaginas acaso, el interés que has despertado en nos, una intelectual saltona de tus condi­ciones. Así es que contamos con tu colaboración.

Yep 'tta.--Tu página, muy sentimental y muy romántica, está bien guardada. Figúrate que un canasto de mimbre

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LK CHAT NO IR

con lazos do cin tas rosadas y celestes, lo guarda cariñoso. Si m an d aras o tra c o s a . . .

Mar. Hotncrci, nionsicur.Xent. Diego do Maña va os un íntimo amigo nuestro.

Quizás adivines sabiondo (pie es español.Lisrttr.- Nos extraña que esta semana, no escribieras,

nada, (''hela nos preguntó tres veces por tí.

Ghumbitos

Me dijo Chela:Que el joven rubio que usa lentes y v ive en la calle

Daymán. en la noche del jueves dirigía la mirada, muy se­guido. Inicia un paleo que ocupalvi una. distinguida familia de la ca lle Larra daga.

— Que aquel Alejandro de* la vez pasada, mariposea ahora entorno de una bella morocha á la que el gato más grande le hizo un cliché lírico.

- Que conversaron largamente para resarcirse de la ausencia prolongada , un gordo rubio que vino en el expre­so. con una bonita niña de la calle Brasil.

--Que todas las noches un César marcha rumbo á la calle Uruguay, inútilmente. . . .

— Que un empleado de una fuerte casado modas se «produjo» á una señorita de la calle Daymán.

— Que para muy pronto se formaliza rán con las «forma­lidades» del caso las relaciones de un joven rubio de una calle transversal con la bella hermana de un profesional.

Que el doctor Kiosco se declaró literariamente á la (pie lo tenia más «abollado» que tarro de lechero.

— Que tal vez en la peregrinación á la Meseta manifes­tará un joven rubio sus amores á la dueña de su corazón, que v ive en una calle principal.

Que no tiene importancia, el contratiempo amoroso de un joven de la calle Sarandí con una bella de la calle Treinta y Tres.

— Q u e ... lamenta mucho la clausura del bazar, tan propicio á «chumbear».

Bkkta.

Importante tienda

Para dentro de breve se abrirá una importante casa, que se especializará en la sección modas, bajo la razón social de Vicente Pierri é hijos.

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C II \T NOIR

líos tt»ajc3 de moda

Los de falda drapeada recogida en tres botones, diaqueta Luis XV, semi larga, con botones y vivos de terciopelo, así misino como los de chnrineuse azul, drapeados adelante, con paño suelto atrás, solapa de Venecia. costeados de taffetasy boina de terciopelo negro con penadlo blanco, |¡ian hecho verdadero furor. Bien dicho está que la moda es exigentemente capri­chosa. Hay trajes que son en­cantadores y cuyos estilos no prosperan, sin embargo. De ellos hablaré otro día.

Antes de despedirme de mis lectoras, les ofrezco un último modelo, quizás aceptable.

Son los trajes de terciopelo flexible, n e g r o s , ligeramente drapeados adelante y sujetos, por ejemplo, con dos rosas oscuras.

Kl taffetas, la muselina de seda, el foulard, el 1 iberty, la charmeuse, el voile Ninón el raso, son los géneros qiJe tienen más aceptación para los trajes de vestir, para los bailes y las comidas y los teatros. Kl «erépe de China» y todala serie de tules y de gasas bordadas de sedas, oro y cristales, forman elsprit lujoso de los nuevos trajes. Debemos agregar también los lampas, los damascos y los bro- cat"S. Las muselinas de algodón pintadas ó impresas, y el tussor, hacen deliciosos modelos senci­llos. Nunca com ■ hoy la seda tiene tanta aceptación. Kl tai Ileur de sarga de seda ó de raso negro, es adoptado por numerosas señoras. De tnffeiwt negro ó azul se hacen también trajes prácticos para señoritas.

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LF. ( 'llA T NOW

Los som breros elegantes

K1 chic de los som­breros const tuyo on todo tiempo ol más giamle éxito quo tu­vieron los modistos tU' Paris. Su her a1- uioniAar con arto un

sombrero n i oso con un tra^G jIer-

Wnier cri», hiL^silTife'siempre gala de^bsa espíritus femeninos mas refinados. Y no sólo es un arte las variantes que el in­genio lia introducido poco á poco en las mil y una formas de

los sombreros de moda, sino tamb'én que es un arte la mane­ra de llevarlos. No todas las mnjeres saben hacerlo con la distinción y la elegancia necesarias. Hay veces, en que só­lo una peqcefla modificación en el peinado de la dama que lo lleva.óen la posición misma que se coloca, bastan para que un sombrero artístico, nos resulte hermoso, digno de elo- g :o y de admiración. El invierno actual ha imprimido un giro nuevoála diversidad de sombreros femeninos. Los hay grandes y chicos, de todas las formas y estilos. Las revistas francesas -que suelo leer asiduamente traen enorm cantidad de fotograbados de sombreros de última moda, de los que en las grandes reuniones sociales de París, han obte­nido verdaderos “ sucesos” .