aspectos criollos - aspectos criollos

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Page 1: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos
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© Primera Edición: Lima, 1937

© Biblioteca Nacional del Perú

para esta edición. Lima, 1988

Edición publicada bajo el auspicio

del Consejo Nacional de Ciencia y

Tecnología (Concytcc), en apoyo a la

Biblioteca Nacional del Perú.

Carátula: Carlos González

Producción: Índice Editores Asociados S.A.

Grimaldo del Solar 113-A

Miraflores

Page 3: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

2

No te inquietes por el verbo, por

las investigaciones sutiles en que

se enerva la fuerza de los artistas

de hoy día. Hablar todos, debes,

pues, usar el lenguaje de todos

Romain Rolland «Juan Cristóbal».

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3

Dedico este libro:

A ese grupo de hombres de buena voluntad,

que, desde la Comuna de Chiclayo, luchan

tesoneramente por un futuro mejor.

Page 5: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Contenido PRESENTACIÓN ....................................................................................................................... 5

ADVERTENCIA ......................................................................................................................... 8

LA VILLA DE ETEN Y SU CRONICA INTIMA ................................................................. 11

LAS FIESTAS RELIGIOSAS EN LA VILLA DE ETEN ....................................................... 19

EL MUELLE DEL PUERTO .................................................................................................... 26

LA CALETA DE SANTA ROSA Y SU CRONICA SENCILLA ......................................... 32

GENESIS E INMORTALIDAD DE «LA CHONGOYAPANA» ........................................ 41

SEMBLANZA CHOLA ............................................................................................................ 51

EL MITO DEL ARROZAL ...................................................................................................... 57

LOS AGUADORES .................................................................................................................. 62

REQUE Y SU CRONICA INGENUA .................................................................................... 67

Page 6: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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PRESENTACIÓN

A dos años de su muerte, rendimos homenaje a don José Mejía Baca, gran

escritor, artista de pura cepa y amigo de coraje, con la reedición de este libro,

que publicado en 1937, descubrió con gracia y sentido el paisaje norteño del

Perú, cuyo folklore fermentaba con sabiduría de centurias el alma del cholo,

que como una realidad casi desconocida fue tan bien interpretada a través de

este conjunto de crónicas escritas con firme trazo descriptivo, con sobriedad

ágil y fresca, y sobre todo, como lo destacara don Raúl Porras Barrenechea,

"con el don difícil de la naturalidad".

Al recorrer estas páginas de "Aspectos Criollos", con varias relecturas que

nos obligaban con honor la solicitud y la dedicación siempre entrañables de

don Juan Mejía Baca, para escribir esta presentación, nos encontramos con

esas pinceladas finas que trazan sugestivos escorzos, o con aquellos vigorosos

brochazos de fondo que diferencian con sentimiento sutil un gran paisaje de

variados y complejos matices, donde el hombre se reedita permanentemente

en su ambiente, a veces grato y otras veces hostil, pero que en suma provocan

la reflexión, el descubrimiento y ¿por qué no, también, la iluminación?.

En el interregno de las dos grandes guerras mundiales la investigación

intelectual peruana, en sus más fundamentales líneas, principalmente en la

que se desarrolla en Lima (comprendiendo en ella a brillantes provincianos),

se dirige a variados frentes y a cubrir urgentes vacíos culturales; hay cubrir

muchos espacios, a veces no sospechados, pues hay que crear y reformar la

imagen de una patria que tarda en reconocerse en la búsqueda de ------ que

dignifique la esperanza y recobre el sentido vital de su auténtica------.

En ese gran marco, escribiendo la crónica más que la historia, don José Mejía

Baca testimonia la costa norteña, tomando como su eje el antiguo y no menos

apacible puerto de Eten, donde naciera en 1914 y desde donde va a tratar de

"interpretar, penetrar... la inmensa belleza próxima a hundirse en el pasado",

junto a algunos solitarios esfuerzos, como los de Brünning con sus estudios

Page 7: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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etnológicos sobre los descendientes de muchiks, o los de López Albújar con

sus recios cuentos, como el de los "Caballeros del delito".

Por ello no hay tiempo que perder. No podía haberlo tampoco. Llegado a Lima

en 1931 se dedicó con pasión a la investigación folklórica, como un

observador de adentro, participativo, buscando el soplo de vida interior, no

de la periferie sí del centro; tampoco con la soberbia académica del

provinciano o del exquisito estudioso que maneja con pinzas el humor

popular, sino con ese eterno frágil encanto del alma sensible al calor y el color

del ambiente, enraizando las experiencias de una vida intensa al lado de ese

singular pueblo norteño; no es casual que este libro fuera dedicado a los

"quincheros" aquella "falange anónima" de cholos "juertones" que le

"tendieron los brazos cuando niño y le estrecharon las manos cuando

hombre".

Trabajando en el Instituto Superior de Lingüística y Filología de la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, colaborando allí con don

Hipólito Galante y dirigiendo la revista Sphinx, se dio el tiempo para editar

estos "aspectos" donde entrelaza la nota etnológica y la pincelada histórica

con la más aguda observación social, alentada por una angustia de registro

de lo que queda aún y lo que se va, inexorablemente. Ese es el motor que

alienta toda su vida y lo impulso, a ¡a creación, a la obra fecunda que realizó

como director del suplemento radial de la revista Peruanidad que dirigiera

don Esteban Pavletich, o en numerosos artículos que escribiera en el

Comercio y la Prensa, además otras revistas, o en sus libros como "El

Hombre del Marañón", "El Cholo Ambrosio" y "Cuatro Generaciones",

entre publicados e inéditos.

Su perspicacia va hacia las estructuras mentales que cambian más

lentamente que las económicas y las sociales -recordamos a Soboul- y por ello

complace la reedición de esta obra que bien puede alentar investigaciones de

más fondo -que gozarían del beneplácito del investigador desde la eternidad-

para tratar con urgencia la necesidad de reconstruir nuestra historia,

comprendiendo el valor, la trascendencia y el impacto del significado de las

mentalidades, en un país como el nuestro, pluricultural, pero con unas

ansias de plasmar su identidad integrador a nacional.

Don José Mejía Baca al llevarnos, entre el polvo y la brisa del tiempo, a través

de Eten {"guardián celoso de un emporio de tradiciones, mitos y

Page 8: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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costumbres"), de su puerto ("a quien los buques temen y fondean lejos"), de

la Caleta Santa Rosa ("donde el pescador combate continuamente contra el

mar para evitar que este tome su propia vida"), de los campos de Reque

(donde la "toma" de agua fue abierta al golpe de campanas y "que jamás se

atrevió volver a cerrarla"), o cuando nos cuenta de las fiestas religiosas o del

mito del arrozal, de la Chongoyapana o los aguadores, entre otros increíbles

personajes o escenarios de ese gran paisaje que es la costa del norte del Perú,

nos señala un camino que recorrer, una historia que hacer, para que el

ingenio del hombre, como en los versos de la marinera, surja "libre y sin

trabas".

Una nota final; importante por su proyección: la familia de don José Mejía

Baca y quienes nos honramos por su amistad, agradecemos profundamente

al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC), que con su

valioso programa de apoyo a publicaciones ha hecho posible esta obra escrita

con amor y lealtad al Perú.

Lima, julio de 1988

Félix A. Nakamura H.

Page 9: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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ADVERTENCIA

"Aspectos Criollos" aparece como una sencilla contribución al

folklore nacional. La mayoría de nuestros escritores miraron siempre

al otro lado del Ande. La pureza racial, el crecido número de

indígenas, el rico pasado pleno de leyendas y saturado de grandeza

y la existencia de problemas aún insolutos, fueron causas

determinantes para que la atención de nuestros artistas se

concentrara en la vasta región andina. Sin embargo, la costa, la

llamada "costa zamba" no careció, en lo absoluto, de bien logrados

intentos en pro de su interpretación. Hacia una labor interpretativa

han de convergir en lo futuro los esfuerzos de nuestros literatos,

porque hay que tener bien presente que la narración escueta y fría

puede ser el camino más cómodo, pero no el mejor. Hay que

interpretar, penetrar, bucear en el alma criolla y entonces se

vislumbrará la inmensa belleza próxima a hundirse en el pasado. Es

indiscutible que, en esta labor interpretativa, si en cuanto a cantidad,

el mestizo y en general el producto híbrido, ocupan lugar preferente,

en cambio en calidad, como hecho real, como personaje cuajado y

completo, como exponente de tipismo, como pureza conservada a

través de los tiempos y como hecho vital, el personaje auténtico es el

CHOLO.

Primitivamente "cholo" fue el muchacho indígena que habitaba en la

costa. Luego "cholo" se le llamó a todo producto híbrido en general y,

más tarde, "cholo" se convierte, para una considerable mayoría, en

vocablo despectivo, empleando al pronunciarlo un ridículo y seudo-

aristocrático desdén. Fundidos algún tiempo después, -cholos,

mestizos y mulatos -, caen bajo el término genérico de "criollos".

Y el criollismo aparece a través de manifestaciones no sólo de carácter

literario, sino también político-social, recorriendo en este último

campo todos los planos en él contenidos.

De esta manera el criollismo eclipsa las manifestaciones pardales de

sus componentes y Lima, con su "viveza criolla" monopoliza en cierta

forma el vocablo, escapando de este monopolio, por ser factor de

sólida consistencia, el zambo y mulato de Malambo. De este modo el

Page 10: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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cholo como exponente de pureza queda relegado. Tal vez si su sede

hubiera sido la Capital no hubiera tenido tan triste suerte, pero como

quedó en provincias corrió el fatal destino del aislamiento.

El cholo es tímido y nada comunicativo. En cambio, el criollo es

audaz. Dotado de singular viveza, - muy criolla por cierto se

encumbra, penetra en todos los campos y por último, en su carrera

triunfal, llega hasta la alcoba del Virrey Amat y erige su Palacio. De

hecho, pues, adquiere carta de ciudadanía. Motivo de libros enteros

sería la Antología del Criollo en nuestra vida Colonial y republicana.

El resto de la Costa, "la costa zamba", continúa ignorada. No hay nada

que valga la pena de mencionar en la parte norte, salvo estudios

etnológicos de Brunning en la Villa de Eten y la última y valiosa

contribución de Enrique López Albujar en sus famosos "Caballeros

del Delito" pese a que su principal objetivo fue el punto de vista

criminológico.

En la Costa Sur, Abraham Valdelomar, cuya desaparición nunca

dejará de lamentarse, al descender del Ande en "El Camino hacia el

Sol", - cuento maravilloso donde al ir tras el padre de los Incas

desaparece "el último quechua" -, al llegar a la Costa descubre las

excelencias de "El Caballero Carmelo”.

Y hoy, en la hora undécima, aparecen "padres del cholismo",

recargando despiadadamente la ya recargada literatura peruana con

un "ismo" más.

El cholismo no es una escuela literaria ni puede serlo tampoco. El

cholismo es una realidad; es una actitud y una aptitud, con contenido

vital y que tan sólo espera su interpretación; la reivindicación de sus

fueros, de sus fueros en cuanto al punto de vista artístico, porque está

latente, y, en víspera de ser definitivamente pasado, reclama el

derecho a la posteridad. Cualquiera que se titule "padre del cholismo"

se arroga una paternidad imposible. En el campo artístico es padre el

Page 11: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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que crea y la adopción no cabe cuando el adoptado es un elemento

vital y con caracteres de perennidad, pese a su cercana desaparición.

El aspecto cholista presenta el mismo caso que el aspecto gaucho.

Ricardo Güira Id es fué, sin duda alguna, el mejor interpretador del

gauchaje y esto no a fuerza de observar y narrar la vida del gaucho

sino a fuerza de vivir la "vida gaucha". Sin embargo, al celebrado

autor de "Don Segundo Sombra" nunca se le ocurrió llamarse, ni

tampoco lo llamaron, "padre del gauchaje".

El cholo, lo mismo que el gaucho, existe como realidad y no están

siquiera comprendidos entre incógnitas de problemas cuyas

soluciones darían derecho de paternidad al que las hallare. No existe

un problema cholo como no existe un problema gaucho. Existe el

cholo como existe el gaucho. Ambos fundidos en el "no-tiempo",

según feliz expresión de Luis Alberto Sánchez.

El cholo, pues, no espera más que la hora decisiva en que será

incorporado al plano a que tiene derecho. Si "Aspectos Criollos"

contribuye a la obra definitiva, habré logrado mi intento.

J.M.B.

(1937)

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LA VILLA DE ETEN Y SU CRONICA

INTIMA

Al Dr. Aurelio Miró Quesada Sosa, ─gran viajero que captó la emoción

vital del mundo─,

le ofrezco este trozo ignorado de tierra chola.

A pocos minutos de un puerto cuya importancia comercial es notoria,

existe un pueblo que ofrece ardua resistencia al empuje de la

civilización. Pueblo casi desconocido; guardián celoso de un emporio

de tradiciones, mitos y costumbres, que hablan a la curiosidad de

unos al sentimiento de otros. Tal es la Villa de Eten. Nada le faltó para

ser grande y moderna. Sobre ella la naturaleza volcó toda la bondad

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de su clima; la Divinidad le dignó con un milagro y la vida le dio

ambiciones dio ambiciones con tanta restricción que no sufrió la

tortura del que algo anhela. No pretendo hacer historia. Historia es

cambio incesante, evolución continua. La Villa de Eten, más que una

historia, tiene un cliché único, invariable. Tuvo oportunidades de

ponerse a tono con la época como cuando en 1925 el desborde del río

destruyó la población, pero el cliché perduró y lejos de levantarse de

las ruinas de la inundación, -que parecía una voz de alerta del siglo-,

una villa fresca y lozana, resurgió, lenta y pausadamente, la misma

Villa de antaño, como si cambiar de forma hubiera sido una

inconsecuencia con un pasado cuyo valor siempre ignoraron. Y esta

vez, como en muchas otras, la falta de grandes ambiciones y de

gigantes anhelos, fue suicida. Y el cliché fatal, producto de la

indolencia y la apatía, subsistió. Y el siglo fue vencido.

Muchos años ha, el pueblo se hallaba ubicado cerca de la orilla del

mar. Una fuerte braveza consumó su obra destructora. Sólo

permaneció en pie la Capilla del Milagro, donde según testimonios

de la época, apareció el Hijo de Dios en la Hostia consagrada. Donde

se levantaron frágiles casas, se amontonó la arena; pero la Capilla con

cimientos de voluminosa piedra, permaneció firme. El milagro estaba

hecho. La furia del mar se estrelló contra la casa de Dios y el fanatismo

arrojó sus cimientos más firmes aún que los del Templo invicto. Había

que reconstruir el pueblo fuera del alcance del poderoso elemento,

pero, todos los años, mientras quede un habitante en la Villa de Eten,

piadosa peregrinación visitará la milagrosa Capilla, reviviendo el

hecho y reiterando su admiración a esa fuerza divina que permite que

la sencilla Iglesia desafíe el poder del mar y de la arena.

Hace más de media centuria, un nuevo acontecimiento conmueve a

los sencillos habitantes de la Villa. Sobre unos rieles pasa, -según

expresión de ellos-, un montón de "jierros" grandes que se llaman

"trencite", echando humo por la chimenea. Lo miran con temor. El

"piajeno" es más seguro; se detiene donde uno quiere y va por todas

partes. La máquina disminuye distancias y ahorra tiempo, pero ¿qué

puede importar esto a quien vive al margen del siglo, fuera del

tiempo y del espacio? La estación y la línea férrea están situadas a un

costado del pueblo. Con el tiempo la población se extenderá al otro

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lado de la vía y el ferrocarril pasará por el centro de la ciudad. Cálculo

erróneo. La población crece al lado opuesto de la línea, hacia el

interior. Se diría que huyen del ruido si tuvieran noción del silencio.

Pero no; la Villa no quiere que la máquina le parta el corazón y se

aleja... se aleja como quien huye. La utilización de los servicios de la

máquina está pronta a conseguirse. Inauditos esfuerzos y multitud de

medios puestos en juego a ello convergen. La victoria parece que

llega. A la salida del pueblo un "piajeno" cruza la línea. La máquina

no puede detenerse; el animal queda dividido en cuatro partes. La

victoria se aleja. El recelo aumenta. La máquina es la culpable.

Encontrar nuevos medios de conciliación es empresa vana. Todo

queda confiado al Tiempo.

Y la población crece. La industria de tejidos, de sombreros de paja es

abundante. Los sembríos difíciles. Las tierras rebeldes. Los métodos

de la técnica moderna para hacerlas productivas, son ignorados. En

cambio, en el vecino puerto, se necesitan brazos. El cholo es fuerte.

Los barcos aumentan y la carga lo mismo. El puerto progresa. El cholo

va en busca de trabajo. Hace cuatro viajes diarios. ¿Por qué no se va

a vivir al puerto?; ¡La Villa también tiene su embrujo! En el cabotaje

el cholo trabaja. En la puerta de la casa, sentadas sobre una estera, la

chola y las hijas tejen; el hermano mayor carga leña y en los trenes (el

miedo ha desaparecido; lo que no obtuvo el hombre lo consiguió el

tiempo), los menores irrumpen entre los coches de pasajeros con el

tradicional grito de "que le llevo". Llegadas las seis de la tarde la

máquina trae a los trabajadores. Schumann les hubiera escrito una

Sinfonía. El tejido queda abandonado. El último tren ya pasó y el "que

le llevo" ha terminado. La familia se sienta a comer. Si el marido trajo

del puerto una "sarta de cachemas" que pescó en un momento de ocio,

la comida se retrasa. Pocos momentos después, sobre rústica mesa de

madero, luce un plato criollo: "cachemitas a la brasa". El "poto" de

chicha pasa de mano en mano. El menor de edad también bebe. La

chicha los hace "juertones". La conversación es fofa y cansada para

nosotros, ¡pero ¡qué amena e interesante para ellos!

Oigámosla:

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"La Ambrosia fue donde el señor "gobierno"y consiguió que la

Teodora le pagara la docena de "chalaquites" que le mandó hacer.

Ella no es una "calabascho". Lo que pasó es que murió su "hijite" y

tuvo que atender a las ceremonias. (Tomar chicha, llorar por el

"dijunto" que era bien "güenito"; pagar el nicho; las "medecinas" que

le recetó el "dotor" y los responsos que por su "almite" hizo el señor

"cure"). Ha quedao en pagar y de lo que la han demandao le dio

"chucaque".

El marido que ha escuchado en silencio, interrumpe de pronto:

¿Y de qué murió?

"Diz que lo ojearon, -responde la chola-, y le hicieron la brujería.

Pobrecite, ya por fin lo enterraron. Bastante gente jué al entierro.

Habían contratao varias "lloronas".

El cholo bebe en silencio. El "poto" de chicha vuelve a circular hasta

quedar vacío, para luego ser vuelto a llenar. La conversación ha

terminado.

Son cerca de las ocho de la noche. Las puertas empiezan a cerrarse.

La luz eléctrica sólo existe en contadas casas. El lamparín de kerosene

aún reina. La mayoría de las casas tienen una o dos piezas:

un callejón al que se entra por la sala y lleva a un corral. El "piajeno",

hasta hace poco parado en la puerta, entra al corral. Para llegar a él

hay que pasar por la sala. El "piajeno" entra majestuosamente. Un

tercio de alfalfa tirado en el corralón, desaparece entre los dientes del

animal. Trabajó todo el día. Las astillas de la leña que cargó sobre su

lomo lo han lastimado. No importa. Mañana, a primeras horas,

volverá a llevar leña. En la primera pieza de la vivienda la familia se

acuesta. La habitación con suelo de barro desempeña una triple

función: sala, comedor y dormitorio. Sobre la tosca y primitiva cama,

Page 16: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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- la "barbacoa", - el matrimonio duerme. El niño en la hamaca y el

resto en el suelo sobre sucias y rotas esteras. La noche avanza y la

familia duerme. Es allí, en esta triste y miserable pieza donde los

cholitos, pese a la oscuridad, atisban el acto sexual de sus

progenitores. Es allí donde prematuramente despierta el instinto que

sin el freno de una voluntad fuerte, y más bien ayudado por los

efectos de la chicha, ha de inclinarlo a la rama delictuosa. Es por eso

que en la Villa de Eten, los delitos característicos, están constituidos

por el estupro y la violación. Allí en la pobreza de la habitación no

sólo la familia duerme: también el delito germina.

Al día siguiente el pito de la fábrica del cercano puerto los despierta.

Es hora de levantarse. Todos están en pie. El marido se encamina a la

estación a esperar "la máquina de los trabajadores"; la mujer al

mercado para antes de preparar el almuerzo "yapar" el sombrero; el

hijo mayor a cabalgar sobre el piajeno para después vender la leña y

los menores al tren para llenar los coches con su pregón de "que le

llevo". Después durante el día, la vida transcurre lo mismo: monótona

y cansada.

Hoy la noche se presenta distinta. El gesto de cansancio que

caracteriza al cholo ha desaparecido. Son más de las nueve y las

puertas permanecen abiertas. ¿Qué sucede? Es el santo del marido de

la "chiroca" y los compadres y amigos se preparan a "serenatearlo".

Son cerca de las doce. Los músicos y la comitiva se reúnen y

rompiendo el silencio de las quietas calles, caminan… caminan hasta

detenerse en una casa. Ya están en la puerta de la vivienda del marido

de la "chiroca". La música irrumpe estruendosamente y un coro de

voces destempladas canta versos alusivos al acto. Es la serenata. La

letra es disparatada, pero tal vez sincera. La música y el coro cesan.

La puerta se abre y la gente entra. Principian las felicitaciones y

brindis por los "cumples" que el homenajeado en compañía de su

familia recibe sonriente. Es el pueril, cansado y fatal introito de la

jarana.

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Si observamos la habitación en busca de un indicio revelador de la

próxima fiesta, no lo encontramos. Parece que no hubieran habido

preparativos. En las paredes, sobre tosca repisa, el clásico lamparín

de kerosene. Sujetas con tachuelas algunas imágenes de santos y un

calendario festivo cuya presencia es rigurosa en casi todas las casas.

En un marco de lata que perteneciera a un espejo, se encuentra

colocada la imagen del Señor del Cautivo. Un cabo de ordinaria vela,

ardiendo, cumple el rito de la velación y un ramo huachafoso de

flores de papel o ce-ra, adorna la milagrosa imagen. Sin embargo, el

marido de la "chiroca" fue avisado con la "anticipación de antes" y los

preparativos consistieron en abundante provisión de caballa o carne

salada, mote, pellejito de chancho, etc., elementos éstos

indispensables para el buen "piqueo". En un ángulo de la habitación,

enterrada hasta su parte media, una botija de chicha espera ser

vaciada. El "poto" principia la primera de las mil vueltas que tendrá

que dar mientras dure la jarana. Como con su cruz a cuestas, sin ruido

y sin ceremonias, van directamente a estacionarse en un rincón

oscuro: arpista y arpa.

Las libaciones de estilo han terminado. Casi quiere imponerse el

silencio y una atmósfera pesada invade la habitación. De pronto los

cuerpos se estremecen, los ojos brillan, las manos se mueven

nerviosamente y los rostros reflejan ansiedad. Un tamboreo iniciado

casi imperceptiblemente se hace cada vez más fuerte y entonces un

solo pensamiento se apodera de la concurrencia: ¡LA MARINERA! Sí.

La marinera: expresión genuina del alma del criollaje, refugio único

de penas y alegrías, dolores y placeres. Marinera dueña y señora de

miles de almas que la veneran, porque ella es su vida, su religión, su

reliquia no profanada por la invasión de lo moderno. Quien haya

visto el efecto que la sola introducción de la marinera produce en el

criollo; quien identificándose con él encuentre en la marinera y sólo

en ella, el motivo central de una vida vegetativa, oscura y rutinaria,

cansada y triste, sólo podrá comprender el embrujo de esa música que

propicia la inspiración a seres incapaces de sentir algo fuera de su

marinera. Yo también me he dejado llevar por la emoción. Volvamos.

El tamboreo dura unos segundos y es un tamboreo distinto del de las

Page 18: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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demás introducciones de las marineras de la costa. Constituye la

característica especial de la marinera etana. Son escalas cortadas que

parecen expresar un imperio-so mandato pues las parejas ya están de

pie. El entusiasmo crece y se lanzan frenéticamente al centro de la

sala, luciendo almidona-dos pañuelos y rostros delirantes. Un coro de

palmas acompaña el maravilloso baile en cada postura, cada paso,

cada gesto, quedan grabados en el espacio como visión soñada, para

luego perderse ante la realidad, dejando un recuerdo de dulce

somnolencia. Requiebros, zapateos, giros veloces, subidas, encogidas,

roces, alejamientos, contorneos. Todo con precisión y ritmo. Ya ahora

el cholo es movimiento y velocidad. El mayor milagro está hecho. Es

el encanto de la marinera. Parejas de veinte años confundidas con las

de ochenta.

La misma elasticidad; la misma resistencia. La misma fiebre los

devora, idéntico entusiasmo los consume. Y es que poseen alma de

bailarines: de bailarines de marinera!

Los de la banda han dejado de tocar. Más que el esfuerzo de manejar

el instrumento, los agotó la emoción. Ellos también han puesto su

alma en la marinera. Pero no importa: la chicha reparará sus fuerzas.

Beben. Y la jarana entra en una nueva faz. Se diría que, en una

categoría superior, si toda ella no fuera sublime. Penosamente, como

quien cumple pesada obligación, en su oscuro rincón, el arpista se

mueve. Se prepara en silencio. Hay que templar una cuerda. Nadie

ha percibido sus movimientos, pero suena una nota y es suficiente.

Todas las miradas se dirigen al rincón y se pasean interrogantes entre

el arpista y el arpa. Miran el frágil instrumento como con sentimiento

religioso y es que el arpa es el símbolo de la marinera. Ambas reflejan

el alma del cholo: son símbolo y expresión. El artista la acaricia antes

de arrancarle sus sentidas notas. Se yergue. Mira a la concurrencia.

Sonríe. Y al movimiento de una mano que rápida se desliza, brotan

melodiosos sonidos que hablan en lenguaje de almas y que como

saetas certeras van a herir lo más hondo del cholo sencillo y

sentimental.

El baile continúa. La fiebre crece. Ya es el delirio!

Page 19: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Una voz que sale cerca del arpista, canta:

Yo soy el huaquero viejo

que vengo de sacar huacos

de la huaca más arriba

de la huaca más abajo.

Yo tenía una mujer

que se llamaba Teodora

que no dormía con ella

y sonaba la barbacoa.

Una carcajada estalla y un coro de voces canta:

Huaquero, huaquero,

huaquero, al amanecer,

huaquero, huaquero,

huaquero al anochecer.

Coba, coba y coba al amanecer

coba, coba y coba al anochecer.

Coba, coba y coba al amanecer

y a dormir para mañana.

Es el ingenio criollo que principia a manifestarse a través del verso de

la marinera. Verso que surge libre y sin trabas, hablando de esta-dos

de ánimo e impresiones mil que nosotros no llegamos a comprender

en todo su sentido, en toda su belleza, en toda su lisura, en toda su

picardía, porque carecemos de alma de criollo y sólo nos queda

Page 20: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

19

pensar que estamos en presencia de un pueblo incomprendido y

sentimental.

Y la jarana, con pequeñas variantes, continúa uno, dos, tres y más

días, porque para el cholo la vida es una sola: invariable y constante,

despreocupada y tranquila. En un rincón de la pieza de suelo de

barro, sobre una estera, envuelto en sucios pañales y junto a un perro

sarnoso y pulguiento, un niño duerme. También en sueños, él baila la

marinera !

Y la hora de partir ha llegado. A la mente acuden multitud de cuadros

que incompletamente pretendo aquí pintar en esta crónica íntima, en

esta crónica sentida que me lleva al convencimiento que ni siendo

todo antenas, se podrán captar las mil y una emociones de este pueblo

ignorado y sencillo.

Estamos en la estación. La máquina sólo se detiene cinco minutos. Lo

último que escucho es el típico pregón de "que le llevo". Nada,

absolutamente nada tienen que llevarme. Esta vez soy yo el que llevo

en lo más íntimo de mi ser, una emoción infinita y dejo allí, en la Villa

de Eten, un pedazo de alma entre esa gente tal vez feliz, dentro de su

infelicidad.

LAS FIESTAS RELIGIOSAS EN LA VILLA

DE ETEN

Page 21: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

20

Las festividades religiosas en algunos pueblos del Departamento de

Lambayeque constituyen la síntesis del tipismo. No nos ocuparemos

de la Feria, donde la nota mercantilista de los de afuera resalta

grotescamente y oculta en parte, la manifestación popular de los de

adentro. Es en la simple fiesta religiosa donde se revela en todos sus

aspectos el sentimiento cholo. Y es por eso que lo buscamos en la Villa

de Eten, entre sus sencillos habitantes, sinceramente devotos e

ingenuamente creyentes.

La evolución religiosa en la Villa de Eten ha seguido el compás de su

vida integral, es decir, un ritmo lento y pausado. Es indiscutible que,

en la época colonial, esta región mochica sufre una brusca

transformación religiosa. Ello débase, entre otros motivos, al milagro

que se admite se realizó en la Capilla de la antigua Villa. Otro motivo

fundamental ha sido, con toda evidencia, que al pasar de la religión

indígena a la católica, el cholo no pierde ninguno de los ritos de su

culto anterior. En las fiestas religiosas de ayer, como en las de hoy, la

jarana y sus derivados, forman parte integrante del complicado

mecanismo del culto. Los términos sustanciales de las religiones no

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21

han llegado jamás a ellos. Poco importa el sentido metafísico y el

contenido espiritual de tal o cual religión. Es el culto, la forma, la

liturgia, lo que seduce al cholo. Cualquiera religión en la Villa de Eten

hubiera tenido porvenir, siempre y cuando no hubiera alterado

los usos y costumbres. La confirmación de lo aquí expresado la

tenemos en Monsefú, pueblo vecino a la Villa y de similares

costumbres, donde los protestantes han ganado considerable número

de prosélitos.

La religión para el cholo no es un problema espiritual, pero en el culto

religioso, sí hay manifestaciones espirituales; manifestaciones libres

de todo contenido místico, pero sí plenas de aquel innato instinto

fiestero, cuyo más elevado vehículo de realización es la jarana.

La religión en el cholo es pues meramente objetiva. El problema del

más allá le preocupa muy poco. Para el mejor destino del alma de sus

deudos, bastan una misa y un responso. Y he aquí que el cholo al

adoptar la religión cristiana, encuentra un tupido calendario festivo.

Cada fiesta será para él un principio de jarana y como la mayoría, la

inmensa mayoría de los que figuran en el calendario, son santos,

necesariamente el tipo religioso que prosperará en la Villa, será el

devoto.

Es el santo pues el que ocupa lugar preferente en el plano religioso.

Hay algo más. El grado de susceptibilidad del cholo es llevado a

mundos verdaderamente imaginarios. El desaire origina el

"chucaque". Como el cholo con el santo guarda relaciones cordiales,

el hecho de ser Santo no lo pone a salvo de sufrir el "chucaque" si

alguna ofensa se le infiere. De allí que todos los Santos tienen sus

devotos; a todos se les celebra una fiesta y si así no se hiciera el Santo

tendría "chucaque" y tal cosa no puede permitir el primitivo

sentimiento del cholo. Queda así justificada, con un razonamiento,

sui géneris, la abundancia de fiestas religiosas, las crecidas entradas

de la parroquia y el gran consumo de ceras y chicha.

En la conmemoración de la Cena de los Apóstoles se prepara una gran

mesa. En torno de ella se colocan las estatuas de los doce discípulos y

Page 23: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

22

en la mano de cada uno se deja una fruta. Sobre la mesa, doce vasos

con agua coloreada, simulan vino. Queda así objetivizado el pasaje de

la Cena.

En casi todas las fiestas, la procesión es parte indispensable.

Desde los preparativos del "anda" que se comienza a engalanar, antes

que principien las novenas, la lata de chicha tiene su lugar en el

Templo y se renueva con constancia y cuidado dignos de mejor

empleo.

En las "vísperas" multitud de gente acude al Templo. Las mujeres

llevan a sus hijos y sentadas en el suelo, lo mismo que los cholos, están

como dormidas. Los mayordomos se sitúan en los alrededores del

"anda" y a la luz mortecina de las velas, se pueden ver rostros que

están muy lejos de expresar el fervor que puede despertar la imagen

sencillamente ataviada. Pero sin embargo tienen que estar presentes,

personajes importantes de una ceremonia cándidamente sincera. La

palabra del sacerdote no llega a ellos. Su lenguaje es diferente; la

oración es íntima y su fe ingenua. Por eso no se traduce en plegaria y

así como el cholo ama a su manera, también es creyente a su modo. Y

allí están en el Templo, sobre el húmedo suelo, con los labios

apretados, los ojos semicerrados, en una atmósfera pesada de cera y

chicha, mientras el sacerdote habla, fustiga, trata de conmover, en

medio de un silencio tan sólo interrumpido por el ladrido de un perro

o el llanto de una criatura. Y así permanecen en una dulce

inconciencia todo el

tiempo que el sacerdote emplea en su práctica religiosa. Antes de

abandonar el Templo se encaminan al sitio donde se encuentra

colocada el "anda" y a la vez que adoran la imagen, le dejan una vela.

Luego salen del Templo con la misma pesadez que entraron, sin

ninguna emoción que los conturbe. Nada, absolutamente nada de lo

que sus ojos vieron, ha alterado esa tranquilidad cholista. De allí se

dirigen a sus casas o a la casa del mayordomo de la fiesta, y es allí

donde la verdadera transformación se opera, donde el alma del cholo

se revela en los compases de la marinera y en el delirio de la jarana.

Esa jarana es en honor del Santo y el santo ha de mirar complacido la

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alegría de sus devotos, porque la fiesta religiosa no es un pretexto

para la jarana sino que ésta es parte integrante de la fiesta religiosa.

La banda de músicos ha sido contratada. En las calles por donde

pasará la procesión, - generalmente en las esquinas o delante de las

casas de los mayordomos -, se levantan las típicas "posas" o altares

portátiles. Son casetas que ocupan todo el ancho de la calle y llegan a

la altura de los techos. Su área es cuadrada; no tienen puerta y en el

arco que sirve de entrada, se colocan extravagantes y huachafosos

adornos, predominando una gran variedad de colores chillones.

La caseta está hecha de madera y de crudo algunas veces. En el fondo,

sobre una mesa que sirve de improvisado altar, cubierta con un

mantel donde todavía puede verse revelador vestigio de alguna

mancha de chicha, se coloca la imagen del santo venerado por el

dueño de la "posa". Porque es de advertir que en cada fiesta

participan una gran cantidad de santos. Delante de la imagen, en el

suelo o en el altar, algunos rústicos candelabros cuyas velas siempre

se renuevan y un platillo para las limosnas.

En el resto de la calle, entre posa y posa, multitud de arcos de carrizos,

cubiertos con papeles de colores y ramas de árboles. Colgadas del

arco, diversas clases de frutas y en la parte céntrica superior, una nube

toscamente confeccionada, en cuyo punto medio se encuentran

escritas con rudos caracteres las más disparatadas "décimas" y que

según creencia, el santo leerá al pasar por ellos. Estos arcos

interrumpen el tráfico y sólo la vereda queda libre. Por ella pasa el

"piajeno".

La víspera, la banda de músicos recorre las calles. Junto con ellas se

hace la exhibición del "castillo" que será quemado esa misma noche.

Terminada la práctica religiosa, el anda es extraída del Templo y

colocada en el atrio. Es imprescindible que "vea" el castillo que en su

honor se quemará esa noche, porque según propia declaración del

cholo, el santo "gusta de los fuegos".

El día de la misa solemne, de la "misa de fiesta", la chola se ha

engalanado. Con las mantas de seda, medallones de oro colgados del

cuello y sujetos por negra y gruesa cinta, inmensos aretes y alguna

que otra con botas negras de charol que aunque no están lustradas,

Page 25: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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contrasta su brillo con el sucio del rededor del capúz que

arrastrándolo por el suelo, forma una cinta de tierra y suciedad. Los

cholos también se han puesto su pantalón azul, sus camisas blancas y

su pañuelo negro a modo de corbata. Gruesos y ordinarios zapatos

amarillo subido sin lustre de ninguna clase y que parecen más bien

silicios, por el modo raro que emplean al caminar.

Al principiar la misa, a cada uno de los concurrentes se le entrega una

cera que la conservan encendida durante todo el tiempo que dura la

misa. Y es cosa de advertir que al terminar el oficio religioso, los

monaguillos se encargan de recoger la parte de la cera que aún no se

ha consumido y que reunidas tienen un apreciable equivalente en

metálico.

En el momento de la elevación de la Hostia, una rueda de cohetes

atruena en la puerta de la Iglesia. Ni los niños lloran ni los perros

ladran. Están familiarizados con el estampido del cohete.

Al terminar la Misa, la procesión sale lentamente del Templo.

Delante de ella y como guiando el recorrido, irrumpe la "danza de los

diablicos". Esta danza interesante y de la que se ha ocupado con

bastante acuciosidad López Albujar en los "Caballeros del Delito" en

la parte referente a Piura, ha perdido aquí, en la Villa de Eten, todo

aquello que tuvo de genuina y pura manifestación del sentimiento

artístico popular. Disfrazados de animales, más que de diablicos,

ofrecen un aspecto de degeneración completa. A golpe de cajón y al

son de la chirimía, ejecutan movimientos toscos y vulgares, sin ritmo

de ninguna clase. Aquellos saltos y brincos no son más que

consecuencia de la natural pérdida del equilibrio originada por la

embriaguez. Algo más. Penetran en cualquier casa y en las talegas

que llevan consigo guardan todo lo que encuentran a la mano; sin

moderación de ninguna clase sino al contrario, dando pábulo a ese

instinto rateril, bastante desarrollado en una gran cantidad de cholos.

Desde la salida de la procesión los cohetes son ininterrumpidos. Es

un tipo curioso el quemador de cohetes. En estado de completa

embriaguez, con un trozo de leña encendido y el atado de cohetes

Page 26: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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debajo del brazo, va lanzándolos con una frialdad mecánica, rodeado

de cholitos que están pendientes del sitio donde va a caer el carrizo a

su regreso del espacio. Los de la banda acompañan con una música

monótona que sigue más que su ritmo propio, el tambaleo de los

músicos ya en estado de embriaguez.

En cada "posa" se detiene la procesión. Allí no sólo se cumple el rito

religioso, sino que también se bebe y se baila la marinera. Así pa-san

todo el día visitando "posas" hasta entradas horas de la noche en que

la procesión ingresa el Templo. Luego la comitiva se dirige a casa de

los mayordomos y la jarana entra en todo su apogeo. Al día siguiente

la fiesta no ha terminado. El anda no ha sido "desvestida", pero ya

nadie acude al Templo. En las "posas" y en las casas la fiesta continúa.

Dentro de ocho días volverán al Templo y asistirán a la fiesta de "la

octava".

Nuevo motivo es "la octava" para que se repitan algunos cuadros del

día de fiesta, aunque ya en menor grado porque hace ocho días que

la chicha atrofia los sentidos de esa gente y les origina un cansancio

singular y un agotamiento marcado del que se repondrán... ¿cuán-

do? Cuando tengan que celebrar una nueva festividad !

Page 27: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

26

EL MUELLE DEL PUERTO

ENVIO

A la memoria de Don Manuel el «guinchero».

A esa falange anónima de cholos fuertes,

que me tendieron los brazos cuando niño

y me estrecharon las manos cuando hombre.

A todos ellos envío este pedazo de mi alma,

desde un Puerto cualquiera de la Vida.

J.M.B.

Page 28: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Como un brazo largo, muy largo, salido rabiosamente de las entrañas

de la tierra misma como para realizar una unión imposible, así es el

muelle de mi puerto. Pudo ser el castillo de la fachada monumental

Page 29: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

28

rascacielo con sus grandes compuertas que serían ventanas, pero se

cansó y quiso tenderse. Pudo ser inmensa escalera para ascender al

infinito, pero prefirió incrustarse en el abismo de las aguas verdes. Y

fue muelle. Un muelle muy largo y muy ancho, como para que se

cansen los viajeros y correteen los cholitos. Porque el muelle de mi

puerto es muy cholista. Carece de la vanidosa comodidad de los

terminales y los barcos no guardan con él esa familiaridad

momentánea, como en los grandes puertos. Los buques le temen y

fondean lejos. Nada de cercanías. Todo a la distancia. Nada de

contactos pegajosos. Aislamiento y soledad.

Hace muchos años, poderosa Empresa capitalista rompió la quietud

de los barrancos, partió el corazón de la tierra y por la herida recién

abierta, rauda pasó la locomotora. Grandes fierros; simétricos y

numerosos durmientes; vías paralelas y el muelle quedó hecho.

De vez en cuando el mar se embravecía, - furioso tal vez por la

usurpación de sus dominios -, y entonces el muelle abría sus grandes

compuertas y las olas encrespadas, lo bañaban sin hacerle daño. Y el

muelle solo, completamente solo con sus compuertas abiertas, que

parecían grandes bocas en estruendosas y eternas carcajadas, apenas

si tenía leves estremecimientos. Se hubiera dicho que de tanto reírse

de la inútil furia de las aguas.

Sobre el muelle se instalaron todos los implementos propios para las

tareas del cabotaje; pero nada de esto le dio prestancia ni le restó

brillo. Todo aquello es extraño a la belleza del muelle. Ni los carros

abandonados, ni las grúas, ni la carga amontonada, ni su misma

glorieta. - tosca y oportunista -, lo han embellecido. Los viajeros son

fugaces visitantes que nunca lo pasean, porque por el muelle de mi

puerto no todos saben caminar. Allí el calzado no cumple su función:

no facilita, sino que dificulta el andar. De la glorieta-oficina suben a

los coches y después de breve recorrido llegan al puerto. El muelle

quedó bajo las ruedas de convoy y nadie ha reparado en él, porque el

viajero de hoy lleva mucha prisa, y, cuando no, los efectos del mareo

en un mar agitado, le impiden reparar en la belleza de mi muelle. Pero

en cambio hay alguien que es del muelle y para el muelle: es el cholo

Page 30: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

29

lanchero, cargador y pescador. También es de los cholitos. Después

de sacar lombrices en las peñas que utilizan como "carnada" y las

depositan en tarritos de lata, es de ver, después del mediodía, una

caravana de cholitos descalzos, con sus sombreros de paja, sin saco,

que se encaminan al muelle por los barrancos, o burlando la

vigilancia del cobrador del tren, encaramados en los carros de carga.

Llevan al brazo su canastita y en él su cordelillo prolijamente

enrollado y en cuya extremidad se encuentra un par de anzuelos

expertamente adheridos. Luego en un costado del muelle,

desenvuelven una cantidad de cordelillo matemáticamente

calculada; colocan la canasta a su lado, se sientan con medio cuerpo

hacia el vacío y con un movimiento de brazo, muy peculiar y muy

diestro, arrojan el anzuelo que al caer al mar, con el plomo que lleva,

va hasta cierta profundidad. Allí están sin barandas que protejan ni

muros que resguarden, hasta que un débil tirón del cordelillo les

anuncia que el pez ya es suyo. Inmediatamente y con rapidez

asombrosa recogen el cordel, en cuyo extremo, definitivamente

aprisionado, un pez hace inútiles piruetas para recuperar su libertad.

Al llegar a sus manos con experta maniobra le trozan la boca y lo

depositan en la canastilla. Y así permanecen dos y tres horas, hasta

que a eso de las cinco, utilizando los mismos medios que emplearon

al venir, regresan al puerto y en las calles se escucha típico pregón:

"mojarillas a veinte la sarta". Y cuando terminan la venta, se dirigen a

su casa con el fruto de su trabajo y pericia. Cuando esté más crecido

entrará de "canchador" y luego... señor del muelle: lanchero y

cargador.

En el muelle de mi puerto, hay algo del cholo que no puede entrar.

Sobre el árido y elevado barranco, atado a un poste de la línea

telefónica contemplando maravilloso panorama que no comprende,

está el piajeno esperando la vuelta del pescador, para transportar las

redes cargadas hasta la misma ciudad. Al muelle del puerto el piajeno

no puede ir, porque lo mismo que el "señor", sobre los durmientes

separados no sabe caminar.

Muy temprano, al sonar el "pito de las siete", las cuadrillas se

encaminan al trabajo. Con su costalillo al hombro, donde

Page 31: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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resguardada de los rigores del invierno, va preciada botella de chicha,

con un andar confiado y gracioso, los lancheros se dirigen al muelle

y en la mañana fresca y entre los elevados barrancos, aquel desfile

parece procesión de sacerdotes del trabajo y la alegría, porque en

medio de aquella caravana, gruesa y socarrona voz que vibra en el

"cañón del muelle", entona con esa picardía tan cholista:

Catalina tiene un gallo

amarrado en su corral...

Y sin mirar atrás, como avisados por señales invisibles, se apartan de

la vía del tren, replegándose a las sinuosas paredes del barranco. Pero

no es el tren el que viene. ¿Sabéis qué es?... Es el "carrito de los

trabajadores", el carrito de la cuadrilla de reparaciones que por más

que haga varios viajes no se cansa de rodar. Y cuando tal sucede, se

prende como cholito palomilla de la parte trasera de algún vagón y

con andar acelerado, muy poco usual, llega en cinco minutos al lugar

donde sus hombres lo abandonan, para al día siguiente volverlo a

utilizar.

A poco de llegar al muelle principian las faenas del rudo trabajar. Los

lancheros descienden rápidos al remolcador que raudo parte en busca

de los lanchones, y al llegar a ellos los abordan con gestos de galantes

piratas. Luego son remolcados hasta el costado del muelle y la carga

empieza a llenar su vientre. "Vira", "Aguanta", "Arrea", lenguaje

lacónico que interpreta los combinados movimientos del guinchero y

del patrón de la lancha. El mar agitado contadas veces interrumpe

esta hermosa tarea y cuando la braveza imprime a la lancha

movimientos alterados, entonces parece coquetuela e indecisa dama

que vacila en recibir y abrir los brazos a los sacos de carga, que como

galanes constantes, tambaleándose en el espacio, esperan el momento

preciso para caer de sorpresa en su seno, burlando el quimboso ritmo

de la lancha.

Así pasan los días cargando y descargando con singular pericia que

les ha creado la fama de ser "los mejores lancheros del litoral".

Page 32: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

31

A la puesta del sol se dirigen al fondeadero a dejar los lanchones;

lanchones que en la noche servirán de hogar a los pájaros marinos

que ya principian a llegar y dejarán al día siguiente, cuando partan,

muy temprano, como pajarera señal de gratitud, alcalinas substancias

en los bordes del lanchón.

Después, en el muelle de mi puerto, todo es único y familiar.

Don Manuel, - el "guincheno" -, ya difunto y que de tanto ver partir

se fue definitivamente; el "cholo Vivanco" con su inmenso cuerpo y

su hercúlea fortaleza; el "chivo" el del remolcador, siempre riendo,

aunque lo amenace el mar y todo ese conjunto de héroes

desconocidos, forjadores anónimos de un puerto de verdadera

importancia comercial y que allí mueren y envejecen sintiendo la

injusticia de los hombres y las acechanzas del mar.

Hoy no regresan silbando. No resuena su carcajada fuerte y franca,

en los barrancos del camino. La alegría de la vida y del trabajo ha sido

empañada por esa nota trágica, tan vulgar y tan celosa de la felicidad

ajena. Un cable se rompió y dejó caer la carga homicida sobre los

hombros de quien se disponía a llevarla suavemente. Todo se ha

convertido en tristeza. Sus movimientos son vacilantes y dudosos. La

carga es una traidora. Se sentía importante por su peso y al ver que

los brazos de los cholos la levantaban sin esfuerzo, los hirió a

mansalva. Con la inconsciencia de las cosas muertas!

Uno menos! Uno menos de la heroica cuadrilla de lancheros. Ahora

los patrones confeccionarán de cuatro tablas viejas un cajón para el

cadáver, y a sus deudos les entregarán unas cuantas monedas; ni la

milésima parte de las monedas que el esfuerzo de ese cholo, les

rindió. Y es que el cadáver de ese cholo ya no levantará cargas;

preferible es que haya muerto porque lisiado o inválido, hubiera sido

una carga para ellos.

jTriste destino el de los cholos del muelle de mi puerto! Sólo el muelle

ha temblado levemente y en los rostros de los compañeros se percibe

claramente un rictus de amargura mal disimulado. Al día siguiente

Page 33: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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no escucharán la voz camaraderil y el muelle tampoco sentirá las

pisadas amigas.

Algunos días más tarde nuevas mañanas vendrán y el muelle seguirá

tranquilo, siempre muy largo y ancho, como para que se cansen los

viajeros y correteen los cholitos.

LA CALETA DE SANTA ROSA Y SU

CRONICA SENCILLA

Page 34: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

33

Un pesado camino de arena que parece interminable. Y cuando nada

anuncia la proximidad de la llegada, surgen, como escondidas detrás

de una loma, tres o cuatro manzanas de casas. De caña y totora unas;

de madera pintada de colores chillones, otras. Es la Caleta de Santa

Rosa. Averiguar cómo y cuándo se formó y por qué lleva el nombre

de la mística limeña, corresponde al acucioso buscador del dato

histórico. Esa labor pesada del urgador de papeles, está reñida con

nuestro propósito. No pretendemos restarle su importancia; es sólo

cuestión de actitudes. Nosotros buscamos a través del habitante

santarroseño, la emoción vital del cholo; del cholo como exponente

de tipismo; del cholo que antes que pescador es cholo, es decir,

personificación del alma criolla.

El cholo de Santa Rosa es de una capacidad emocional en mucho

superior al de Eten y Monsefú. El tejido de sombreros es un trabajo

mecánico y, cuando la calidad de éste sobrepasa al corriente, exige

solamente un mayor cuidado, una mayor atención. En cuanto al cholo

Page 35: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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campesino, en la chacra no interviene más que la bondad de la tierra

y un porcentaje de trabajo muscular. No está sujeto, en forma

terminante, a las alternativas de la abundancia o escasez del agua,

porque sus sembríos de ínfima categoría le han evitado esas

inquietudes.

El cholo pescador se presenta diferente. Siente la emoción de las

empresas arriesgadas. En pequeños botes, en "caballitos de totora" y

entre inmensidades de agua, vive tanto los peligros de las bravezas,

cuanto la bonanza de las mansedumbres. Esta lucha diaria, constante,

ininterrumpida, ha contribuido a darle, además de una mayor

fortaleza física, un sólido temple.

El cholo campesino no ama la tierra con la intensidad que el

santarroseño ama el mar. Y esto es exacto, porque para arrancarle los

frutos a la tierra no es menester la lucha; en cambio para obtener la

pesca, hay que combatir. La una es entrega; la otra es conquista.

Rutina y pasividad la primera; la segunda cambio continuo, actividad

febril, combate decisivo, no sólo para arrancar el pescado al mar, sino

para evitar que el mar tome la vida del pescador. Además, las

cosechas del campesino son en casi su totalidad, destinadas a la venta:

constituyen su negocio. La pesca, en su mayor cantidad, es para

subsistir: constituye su vida. De allí que el espíritu mercantilista en el

santarroseño aparece en casos aislados.

El santarroseño ha conservado su primitiva pureza, sólo que algunos

elementos que forman parte integrante de la vida del cholo, han

sufrido variaciones debido a su diferente actividad cotidiana.

Así, la botija de chicha no toma el carácter de necesaria; está sustituida

por la chicha embotellada. La guitarra y el arpa han conservado toda

su prestancia y dignidad. El "piajeno" no ha perdido su condición de

imprescindible. La "carne salada" y el "pellejito de chancho" han sido

relegados a segundo término, ante la primacía del "toyo", el "robalo",

la "cachema", la "chita", etc., que constituyen los elementos

primordiales del "piqueo" santarroseño. Sobre estos platos criollos

destácase en forma relevante el famoso "chilcano" cuyas benéficas

propiedades han sido llevadas hasta el máximun de la exageración.

Page 36: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

35

"Levanta muertos" es el calificativo mayor que habla de la bondad del

alimento.

Entramos a las angostas callejas de arena y después de breve

recorrido, llegamos a una bajada que conduce a la playa. Todas las

playas son hermosas. La de Santa Rosa es típica. Dos palos verticales

incrustados en la arena y un travesaño, sirven de soporte al clásico

"caballito". El remo está en la vivienda. ¿Por qué? ¿Desconfianza,

temor a que se pierda? Posiblemente no. Es tan pequeña la población

y de tanta importancia el remo, que cualquiera lo reconocería si fuese

hurtado. Como el carpintero no deja el martillo en la obra, sabiendo

que en el depósito segura llave cuidará del él, así el pescador no

abandona el remo. Allí en la vivienda, tirado en el suelo, aunque sirva

de estorbo, el remo tiene cabida.

Hacia el lado de Eten, alineados, los botes esperan ser lanzados al

mar. Allí, varados en la playa, desempeñan singular papel. Las

cholitas lo utilizan como cuarto de baño. Un par de negros ojos

asoman al nivel del costado del bote y al observar nuestra presencia

un instintivo pudor las hace esconderse. Parece que estuvieran

jugando y sin embargo están desvistiéndose. Rápidas y siempre

avizoras, intranquilas siempre de que ojos indiscretos se posen en

ellas. Algunos cholitos hacen acrobacias en las amarras, mientras que

otros se entretienen en la persecución del "carretero". Este animalillo,

con celeridad asombrosa, abre profundas cavidades en la arena

húmeda y en ellas se defiende del desnudo pie del perseguidor, ávido

de aplastarlo. Esta tenaz persecución no sólo es una de las grandes

distracciones del pequeño sino vivo y valioso ejemplo que sabrá

utilizar más tarde: defensa y rapidez.

Luego de un rato de juego, semi-desnudos, se lanzan al mar. Las

faculta-des del nadador han nacido con ellos. Ya poseen diminutos

caballitos de totora. Estos continuos ejercicios de remo y natación han

Page 37: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

36

de constituir, muy pronto, preciadas condiciones para el buen

pescador.

Es realmente admirable cómo esa gente sencilla no se cansa de un

monótono paisaje marino, cuyas dos únicas formas cambiantes son la

marea "alta" y la marea "baja". Después, un mar de agua en la par-te

delantera y un mar de arena en la parte posterior. Y sin embargo esos

ojos velados, somnolientos, allá lejos, muy lejos, en un horizonte

infinito, parece que descubrieran siempre cosas nuevas, mundos de

lejanías y quién sabe qué otras cosas inexpresables, que más bien que

mirarlas, las intuyen. No ven en el mar un motivo romántico, ni una

variada y rica policromía en las puestas del sol. Hay una íntima unión

entre el espíritu del cholo y esa inmensidad fría. ¡Quién sabe qué

contemplarán! Tal vez alguna voz ancestral los hace meditar en la

cuna verde donde se acuesta el sol.

¡Miste-rio! Uno de los tantos misterios del alma hermética e

insondable del cholo, que se trasmite a través de generaciones

enteras, sin que disminuya su intensidad y sin que se atisbe alguna

claridad reveladora.

La vida de esta buena gente es una epopeya a la naturaleza; es un

canto a la vida, un canto muy dulce y muy puro, del que nuestras

almas acostumbradas al ruido de la época mecánica y materialista, no

llegan a percibir ni siquiera el eco perdido de una sola nota que brotó

con mayor intensidad. Santa Rosa, limitada por mar y arena en sus

cuatro puntos cardinales, es un mundo hermoso y pintoresco.

Y subiendo la loma, estamos nuevamente en las arenosas callejuelas.

Tropezamos con una simpática y modesta maestra de escuela.

Conversamos un momento y luego nos pregunta:

- Han venido a divertirse, ¿verdad?

Ya vamos a contestar, cuando de súbito recordamos la frase de López

Albujar: "el sentimiento de la estimación artística no es cosa que ha

llegado todavía al alma de las buenas gentes de provincia".

Nuestra respuesta es afirmativa.

Page 38: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

37

Lo único que buscan los visitantes de Santa Rosa es una buena jarana

como remate de alguna fiesta que tuvieron en el lugar de su

procedencia. A continuarla llegan para terminar con el famoso

"chilcano" que restablecerá, en parte, sus energías. El "levanta

muertos" reafirma su prestigio.

La simpática maestra, antes de retirarse, nos habla del proyecto de un

parque para Santa Rosa y con tal objeto nos coloca en la solapa un

pequeño y ovalado cartón, en cuyo centro se lee: "Obolo pro-parque

de Santa Rosa". Le entregamos algunas monedas. Hemos contribuido

al progreso. No lleva alcancía y sin embargo hoy el parque es

una realidad.

Son las cinco de la tarde. Nuevamente en la playa, nos acercamos a

un pescador que examina las amarras de un bote y en rápida ojeada,

efectúa la inspección. A la pregunta que le dirigimos responde que

saldrán a la una o dos de la mañana para aprovechar la marea.

Atraído por el deseo de experimentar la emoción de la pesca, solicito

se acepte nuestra compañía. El cholo no se inmuta; voltea ligeramente

la cabeza y nos mira. No sabemos si esa mirada fue de conmiseración

o desprecio. Lo cierto es que ya íbamos a reiterar nuestro pedido,

cuando entre seco y amable, nos contesta:

- En la pesca, todos trabajan.

La respuesta nos ha sorprendido: "en la pesca todos trabajan", es

decir, no queremos brazos inútiles, no deseamos estorbos,

rechazamos el elemento pasivo. La pesca es acción donde cada uno

tiene su papel: un papel de vida o muerte. El ávido de aventuras

folletinescas, está demás. Y la frase, para nosotros, va adquiriendo

cada vez mayor grandeza, mayor significación: "EN LA PESCA

TODOS TRABAJAN".

Estas rápidas reflexiones no nos han dado tiempo para reparar en que

el cholo ya se ha ido.

Al buscarlo con la mirada sólo divisamos unas fornidas espaldas

desapareciendo entre las calles. No sé porque nos parece la silueta de

un gigante, de un coloso: coloso y gigante hasta en sus respuestas!

Page 39: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

38

Con las características de obsesión, un nuevo deseo se apodera de mí:

contemplar el momento emocional de la partida. Manifiesto a mi

amigo las firmes intenciones de quedarme. Alega en contra de ellas

la incomodidad de la estada. Yo le respondo con la frase del

Emperador: "Bien vale París una misa".

Tomamos un ligero piqueo que anteladamente mandamos preparar

en casa de uno de los tripulantes del bote. Esta noche saldrá, por

primera vez, un mocetón de unos 18 años. Lo observamos

detenidamente. Es todo un pescador: sus brazos han adquirido la

dureza del remo y sus nervios la tensión de las amarras. Por más que

nos esforzamos en querer descubrir síntomas de intranquilidad en él

o en sus familiares, no lo conseguimos. Esperamos también alguna

pequeña fiesta; algo así como celebrando el "debut" del joven

pescador. Todo en vano. Para ellos la próxima salida no tiene ninguna

trascendencia. El cholo no demuestra ni temor ni alegría. Grandes

emociones lo agitan, pero las vive íntimamente. De allí esa

impasibilidad, esa calma cholista, que nosotros inútilmente tratamos

de sondear; y es también en ese momento que adquirimos claro

sentido de que si nuestro mundo es creador, el de ellos es puro.

Y la hora se acerca. Estamos en la playa.

Las siluetas de los cholos parecen sombras familiarizadas con la

noche, pues sus movimientos son precisos y nada vacilantes. En la

despedida ni lloros ni abrazos. Rostros serenos, impasibles,

imperturbables. A nosotros nos sorprende; quisiéramos gritarles:

"¡Imbéciles! ¡Desnaturalizados! ¿Acaso no dejan hijos,

madres, mujeres, hermanas, novias? ¿Saben si podrán regresar con

vida?"

Pero luego reflexionamos y nos damos cuenta, clara cuenta, que todos

esos adjetivos deben revocarse en nosotros mismos; en los eternos

devotos de la mascarada, en los fieles esclavos de la forma y del

aspaviento, en los hombres civilizados pero sin fe, en los siempre

desconfiados, en los siempre vacilantes, en los indecisos y en los

amantes voluptuosos y corrompidos de esa comodidad muelle, de

esa superflua seguridad de que nos rodeamos, no en hechos heroicos,

sino en los actos más pueriles de la vida.

Page 40: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

39

Ellos no han entrado al mar con la incertidumbre y vacilación del que

va a la lucha. Van con la seguridad del que ya es vencedor. Esa

confianza en sí mismo, esa fe, esa alma de cholo pescador, es la que

ha hecho desaparecer las dramáticas despedidas que preceden a la

pesca. Esa fortaleza de ánimo ha sido transmitida a la chola. De allí

que ella no viva las prolongadas angustias que sólo terminarían con

el regreso. Ella no se pregunta: ¿volverá? Sabe demasiado que vendrá.

Con pobre o abundante pesca, pero vendrá! Que por peligros mil

atravesará en las horas de su ruda tarea, que la pesca puede ser poco

fructífera, que el bote puede averiarse y los remos romperse, tampoco

lo ignora. Pero cuando tal cosa suceda, piernas y brazos serán dos

pares de potentes remos que unidos a invencible voluntad lo

conducirán a segura playa.

El bote empujado hasta la orilla del mar, al ser tocado por las primeras

olas parece que quisiera abalanzarse sobre ellas. Ya el agua cubre

medio cuerpo del cholo. Los remos y el timón han entrado en

funciones. Un movimiento rápido y todos están en el bote. Aunque el

mar no está sereno el bote se desliza y cada vez que fuerte ola lo

levanta, parece un coloso no dirigido por timón y remos, sino por un

alma que es fuerza, que es energía: es el alma del cholo, alma de

pescador; "alma de proa" diría el poeta.

El hombre casi primitivo, en frágiles botes e insignificantes caballitos,

venciendo al elemento. Mientras que a cien metros de la playa un

trozo de casco del "Limari" desde hace cerca de un cuarto de siglo

vive una agonía que parece ser eterna. Con su insolencia férrea se

acercó a los dominios donde el caballito es rey y sobre un banco de

arena, fuertemente aprisionado, proclama su derrota. En tanto que en

la seca arena, recostado sobre unos palos y como de pie, la pequeña

cavidad del "caballito" parece una carcajada compasiva y retadora a

la vez.

Son las ocho de la mañana.

Hemos amanecido tirados sobre la arena, adormecidos por el rumor

del mar, tratando con impaciencia de adivinar, lo que la distancia, las

sombras de la noche y la respuesta del cholo, nos ha privado de ver.

Creemos distinguir, allá mar afuera, olas gigantescas que en estrecho

Page 41: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

40

abrazo pretenden ahogar esas vidas fuertes. Redes tendidas

aprisionando miles de peces y el gesto del pescador que al lanzarlas

parece que quisiera encerrar el infinito. Pero inútil. Por más esfuerzo

que hacemos por identificarnos con el cholo, no podemos. Nosotros

somos los peces aprisionados por miles de redes y que al sacarnos

fuera de nuestro elemento, hacemos la postrer pirueta, aun sabiendo

que innecesaria. Ellos sí son los verdaderamente libres. Ellos en sus

caballitos y en sus botes, los verdaderos triunfadores. Nosotros

¡pobres náufragos del "Limari" de la civilización!

Imposible seguir meditando. Las ideas en nuestro cerebro están más

agitadas que el mar. Cuánto diéramos por poseer un momento, uno

sólo, la impasibilidad del cholo, la serenidad del pescador. No

esperamos el regreso. ¡Será el regreso de los Conquistadores! Ya no

pensamos en la posibilidad de un accidente. Respirando una

atmósfera de fe y confianza, nos repetimos maquinalmente: "ELLOS

VOLVERAN CON POBRE O ABUNDANTE PESCA, PERO

VOLVERAN".

A pie, nos dirigimos por la playa camino a Pimentel. Como a una

cuadra las olas majestuosas y bellas se levantan. Cada vez que

revientan dando muestra de su poder, una voz desconocida nos dice

al oído: "Esas son el cholo"; y cuando llegan a la playa sin fuerzas,

arrastrándose, moribundas, escuchamos la misma voz desconocida

que exclama: "Esas son ustedes". Aceleramos el paso. Tenemos

necesidad de huir, pero ellas nos persiguen. A veces juguetonas, a

veces amenazadoras, hermosas siempre.

Antes de doblar una saliente roca, volvemos la mirada. Lo último que

divisamos es el "Limarí" que en su eterna agonía, parece que no

implora: "Sálvenme; soy de vosotros".

Ya tenemos a la vista los modernos chalets de Pimentel. La escolta

interminable de las olas nos ha acompañado hasta dejarnos en la

civilización: en las redes que aprisionan!

Page 42: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

41

GENESIS E INMORTALIDAD DE «LA

CHONGOYAPANA»

«Crea es dar muerte a la Muerte»

Romain Rolland. «Juan Cristóbal»

ACLARACION NECESARIA

Page 43: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

42

Los personajes de "La Chongoyapana" no son ficticios. Uno de ellos

aún vive. A poco de haber publicado en "El Comercio" el elogio de

"La Chongoyapana", su autor y personaje central, Dn. Arturo Schutt

y Saco, hizo algunas aclaraciones en "El País" de Chiclayo, respecto al

origen de este canto que él llama "fiero, pero bello en su pasión".

Hoy la evocamos tal como la sentimos, tal como la queremos. El

escenario no ha variado; el fondo tampoco. Hemos procurado

permanecer fieles a los pocos datos que el autor nos proporciona;

pero en el detalle, en la anécdota, la imaginación y la fantasía,

pudieron más que la verdad histórica. Y que es que "La

Chongoyapana" no pertenece al tiempo. Canto que expresa un

sentimiento íntimo y hermoso, que se renueva diariamente desde

hace cerca de media centuria.

El autor de "La Chongoyapana" lamenta en su crónica, la alteración

de la letra original. Lamento vano, Dn. Arturo. En "La

Chongoyapana" que nació inmortal, no sólo expresó Ud. su propio

dolor. Interpretó, tal vez sin saberlo, el dolor de miles de amantes, el

dolor del pueblo sentimental, de ese pueblo tan nuestro, que no sabe

de las palabras, pero que sí se estremece y tiembla de emoción con los

acordes de una melodía. Por eso la inmensa multitud de corazones

angustiados, encontró la más perfecta expresión de su sentimiento

puro, en los acordes de "La Chongoyapana". Desde entonces fue

expresión del alma criolla. Por eso alteraron la letra, pero la música

permaneció invariable, porque nuestro pueblo no sabe de las

palabras, pero sí del sentimiento hecho música. "La Chongoyapana"

ya no pertenece al autor; pertenece al pueblo, a la posteridad.

J.M.B.

(1937)

INVITACION

¡Hagamos alto, canelita fina!

Page 44: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Descansemos un rato sobre las piedras del "Racarumi" y

refugiémonos en el recuerdo, que en el peregrinar del sentimiento, a

veces sirve de pascana.

Cuando la noche aclare, asistiremos al idilio de noctivaga y romántica

pareja, que aquí vive hace treinta años.

¿Escuchas esa música tan triste y tan lejana?

- Es el rasgueo de nostálgica guitarra que canta los amores de "La

Chongoyapana".

1900. Son las seis de la tarde. Cansados, sudorosos, con la cabeza

inclinada, los pies descalzos y sus palanas al hombro, los campesinos

regresan de la chacra. Al morir el día, aquel silencioso desfile parece

procesión de sombras que dejaron el alma en el surco. Nada altera

aquella quietud pueblerina donde los cuadros se repiten con una

monotonía desesperante. De vez en cuando el grito de algún resero o

el galope de brioso corcel, rompe estrepitosamente el silencio. Las

Page 45: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

44

sombras caen pesadamente sobre el pueblo. Hacia el interior, se

divisa interminable cadena de cerros, entre los que se yergue altivo

en su negra arrogancia, el cerro del "Racarumi".

Los faroles han sido encendidos y en la tosca ventana de una vieja

casa, donde trepadora planta oculta la herrumbre de los hierros, ojos

femeninos se embriagan de soledad.

Son cerca de la siete. Firmes y seguros pasos resuenan en las solitarias

calles. Joven y sentimental maestro se dirige a la ventana donde la

amada espera desde hace algunos instantes. Pocos momentos

después, los labios se juntan, los cuerpos se estrechan y las almas

hablan. Algún transeúnte que va camino de la pulpería, pone corlo y

desagradable intervalo al idilio ventanero. Por lo demás, el

enrejado no es un obstáculo y las plantas trepadoras ¿que podrán

decir si en sus ramas también la savia corre? Minutos supremos en

que el alma está suspendida y una atmósfera de amor invade

lentamente la quietud del poblado.

Así pasan los días con sus tardes ansiadas y sus noches de ensueño

sin que nada turbe la felicidad de los jóvenes amantes. Sin embargo,

hay un peligro, muy cercano y muy temido, del que aún no tienen

clara conciencia, pero sí lo intuyen, lo presienten; ella lo lleva en lo

íntimo de su ser, en la nostalgia andina; él lo lleva en su sangre, sangre

costeña, sangre del trópico convencida de lo precaria de la dicha.

Ambos saben que un día no lejano chocará el Ande con el llano, saben

demasiado bien que hay frío en las punas y fuego en las llanuras. Y a

medida que sienten cercano el momento fatal, más estrechan, más se

juntan, más se abrazan.

Hoy la ventana está cerrada. El espera. Pasan los minutos, pasan las

horas y... ¡la ventana no se abre! Siente de cerca la hora temida y le

parece recordar, aunque muy vagamente, que hace pocas noches su

amada iba a decirle algo, pero como estaba tan hermosa él no quiso

oír. Ahora le pesaba y resuelto a saberlo se encaminó a la puerta de la

casa. Al llegar a ella se detuvo y pensó qué disculpa daría. Conforme

Page 46: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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las iba encontrando le parecían pueriles, torpes, tontas, y buscaba una

nueva para arrojarla en seguida. Así transcurrieron varios minutos

hasta que se convenció que al entrar a la casa de la amada lo único

que podría decir era: "¿Por qué no has abierto la ventana?" Y seguro

de la debilidad de sus fuerzas se dirigió a su casa. Los pasos cansados

e inciertos resonaban tristemente en la soledad de la noche. Las luces

se apagaron; los gallos cantaron. Era la una.

Al llegar a su modesto dormitorio, tirándose sobre la cama, exclamó:

- Mañana lo sabré.

Y así, sin desvestirse, pasó toda la noche. No dormía: soñaba!

Alegres y fuertes los campesinos se dirigen a la chacra. El Sol ha

estado durmiendo detrás del "Racarumi".

Agotado, casi sin fuerzas, el joven maestro va camino de la Escuela.

Hoy no ha castigado a nadie. Los recreos se prolongaron más del

tiempo reglamentario. Las explicaciones fueron vagas y difusas.

En la tarde, antes de abandonar la Escuela, maquinalmente, como era

su costumbre, cerró las ventanas y al hacerlo sintió que el corazón se

le rompía. Pero fue sólo un instante y engañándose a sí mismo,

exclamó en voz alta: "La de mi amada estará hoy abierta". Y salió a la

calle.

Ni apuró el paso ni sentía gran prisa por llegar. Miró su reloj: eran

cerca de las siete. Esperó unos minutos mirando la ventana con

infinita tristeza, le dijo como reprochándola: "Ya sabía que hoy

tampoco te abrirían".

Al llegar a su habitación encontró debajo de la puerta una esquela.

Reconoció la letra y leyó: "No puedo verte en la ventana. Mis padres

me llevarán pronto a Lima. Nos veremos el domingo en el

"Racarumi".

Dejó caer el papel sobre la mesa y se tendió en la cama. Aquel hombre

vigoroso y fuerte, lloraba!

Page 47: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

46

Y llegó el domingo. A las cuatro de la tarde en el cerro del "Racarumi"

y entre las grietas de la "piedra rajada", los amantes se miran. No

hablan. ¿Para qué? Lo que hace pocos días ansiaba que su amada le

dijera, ya hoy no lo ignoraba, y se daba perfecta cuenta que desde

hacía mucho tiempo lo sabía; desde que pensando en el futuro, veía

que lo único que podía ofrecer era amor y sueños; y era esto

casualmente lo único que los padres de su amada no deseaban, ni

solicitaban. ¡Amor y sueños! ¡Bien poca cosa para aquellos que no

saben amar ni soñar!

Fuertemente abrazados los amantes se han sumido en una dulce

somnolencia, esperando que la realidad los despierte.

De pronto se estremecen. No están solos. Una música viene de muy

lejos; un rasgueo de guitarra en que parece que las notas van rodando

de piedra en piedra, por la cuesta del "Racarumi". Una voz varonil,

canta:

Acaso para quererte

te llevé a un lugar estrecho

qué puñal te puse al pecho

qué amenaza te hice yo.

Luego el rasgueo de la guitarra sigue quebrando la soledad. La

voz está más cerca:

A veces quiero arrojarme

a los filos de un cuchillo

porque el cuchillo es alivio

para el hombre en su martirio.

¿Qué canto es ese? interrogó ella.

- Es el triste norteño, es el gemido de la costa; es la pasión cholista que

es río que se desborda.

- Y hacia dónde va?

- A estrellarse contra la frialdad serrana que es roca que detiene.

Page 48: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

47

La música interrumpe el diálogo y el cantor continúa:

Me quisiste, yo te quise;

me olvidaste y te olvidé;

tú buscaste otro dueño,

yo sin buscar lo encontré.

Ella, que está de pie mirando hacia la cumbre del "Racarumi", divisa

a adolescente cantor, que está completamente solo, con su guitarra en

la mano.

- No hay nadie con él -, exclama ella. ¿Quién será la dueña que

encontró?

- Su misma imaginación -, responde el amante. Es el dulce engaño; es

la tristeza hecha música; es el sentimiento cholo; es el orgullo de

varón herido.

- ¿Y por qué viene al "Racarumi" a cantar su pena?

- Porque tal vez ella era del Ande; tal vez aquí su idilio floreció y el

frío andino le dio muerte, lo marchitó. Por eso el trata de revivirlo y

viene a cantarlo a este cerro, sin saber que a él nada le importa; no le

interesa todo aquello que tendrá su fin: ¡es inclemente y eterno!

- Vámonos exclamó ella. El camino es pesado y las piedras son duras.

- Son las piedras del "Racarumi" -, respondió el.

Y juntos, cogidos del brazo, emprendieron el camino de regreso.

Antes de separarse, él le preguntó:

- ¿Nos volveremos a ver?

- Sí. El domingo próximo.

- ¿Dónde?

- En el cerro del "Racarumi".

A mitad de semana, al entrar en su habitación, el joven maestro

encontró debajo de su puerta, una esquela que decía: "No nos

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48

volveremos a ver. Mis padres han adelantado el viaje. Nos vamos

mañana".

El día del viaje, oculto detrás de un árbol, la vio partir. ¡Cuan hermosa

estaba! Y vio que aquella belleza se perdía entre el polvo del camino.

Y caminando lentamente hacia su casa, exclamó: "Esto es el final".

A las siete de la noche pasó por la ventana. Estaba abierta, pero ella,

la bien amada, estaba lejos. Después todo permanecía idéntico: las

mismas plantas trepadoras, ocultando la herrumbre de los hierros. La

contempló un instante y lloró.

Es domingo. Hace un mes que la amada partió. Un hombre se

encamina hacia el "Racarumi". Va solo, completamente solo,

apresurado, mirando a todos los lados, como quien acude a

misteriosa cita. Al llegar a la "piedra rajada", se detiene bruscamente.

Luego sonríe y se tiende sobre las piedras. Allí está ella, la visión

amada: el "Racarumi" la ha conservado. Oye la misma voz del joven

adolescente que canta el triste norteño y entonces comprende la

crueldad del "Racarumi", cómo este cerro gris, indiferente, atrae a los

amantes abandonados y se deleita escuchando esas melodías que

cantan las horas del ayer; horas en que la amada estaba allí, entre sus

brazos, horas en que la sentía, la tocaba, la oía respirar, y no las de

hoy en que la imagen amada apenas es una visión de aquelarre, una

sombra que se esfuma, y que la mente afiebrada del amante la va

formando poco a poco y quiere tocarla, sentirla, palparla.

Así en sus sueños, el joven maestro tendió los brazos al ser invisible

con que soñaba y se abrazó a una piedra. Al despertar sintió frío;

sintió la dureza de la piedra y recordó sus palabras; "Son las piedras

del "Racarumi". Y levantándose pesadamente, emprendió el regreso.

En la penumbra de su habitación, se torturaba la mente. Hablaba en

voz alta; increpaba a alguien que sólo él veía. Hoy te he llamado, -

gritaba -; te he llamado y no has venido. No podrás vivir solamente

del recuerdo como lo hago yo. Tú eres débil. Entregarás tu belleza a

alguien que la cuide; no la vas a dejar marchitarse. Ni te importa

tampoco que yo sufra. Allá reirás con otros sin acordarte de mí.

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Y excitado, fuera de sí, se precipita hacia el retrato de ella y al ver que

está sonriente, le grita con todas las fuerzas de que es capaz: "COMO

LAS PIEDRAS DEL "RACARUMI" ES DURA TU ALMA".

Se deja caer sobre la cama y una pena infinita y pura, se infiltra en su

ser. Se levanta, abre la ventana y una ráfaga creadora invade la

habitación. Maquinalmente se dirige hacia una silla. Se sienta.

Delante de él hay una mesa y en la mesa, blanca cuartilla de papel,

invita a la mano del hombre, a la mano del creador. Toma una pluma

y con firmes caracteres, escribe en la parte superior: "LA

CHONGOYAPANA".

La noche está callada.

El creador se estremece. ¿Qué son las palabras?, -exclama.

¿Qué se han hecho las palabras de ella? Volaron... volaron con ella.

Yo te haré eterna; te haré música; llorarás cuando oigas este canto

"fiero" y cuando te sienta llorar, cuando sienta que tu pecho va a

estallar en mil pedazos, me diré: ¡NO IMPORTA!

Y sin conocer los secretos del pentagrama, entre un maremagnum de

notas nerviosas y viriles, va sacando una a una, hasta que suena el

rasgueo y luego ese canto inmortal, ese canto inmenso, feliz

amalgama de la insolencia costeña y de la tristeza andina: "LA

CHONCOYAPANA"

Hace algún tiempo que te enamoro,

Chongoyapaña;

pero mi llanto, ni mis suspiros

tu pecho ablandan.

Como las piedras del RACARUMI

es dura tu alma,

para este pobre que te ha venido

siguiendo, ingrata....

Page 51: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

50

Sé que tus ojos abrasadores

miran con ansias,

al venturoso que te desdeña

y a quien tú amas.

Pero ¡no importa! Yo también tengo

quien me idolatre,

quien por mí pena, por mí suspira

y aún vierte lágrimas....

Tiene ojos verdes, cabellos rubios

y tez de nácar.

Y sonrisas son las canciones

de la Esperanza.

Con que así mira no me desdeñes,

niña simpática;

porque aburrido tal vez me ahorque

de tu ventana.

Y entonces el vulgo diría al verte,

cuando pasares;

Ahí va la niña de faz de cielo

cuyo amor mata.

Dolor que busca salida en el poema; alma atormentada que busca

refugio en la música; ruego que se convierte en queja; queja que se

troca en orgullo; orgullo de macho que encuentra seguro asilo en su

misma imaginación, en su mismo terruño.

Así nació "La Chongoyapana": canto hermoso y viril que expresa el

sentimiento de todo un pueblo; orgulloso reto lanzado a la eternidad

del "Racarumi".

Page 52: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Canto inmenso; canto fuerte; angustia infinita; sentimiento íntimo, yo

te he evocado en las mismas piedras del "Racarumi" y he visto en las

grietas de la piedra rajada, jirones de almas que aún viven, sombras

que se levantan en la noche solitaria, cuando invisible guitarra, deja

oír los inmortales acordes de "LA CHONGOYAPANA".

SEMBLANZA CHOLA

Page 53: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

52

La gran variedad de figuras criollas; las diversas formas de

manifestación del sentimiento popular y la multitud de intérpretes,

que con marcados relieves han surgido en determinadas épocas, ha

dado lugar a que prevalezca un grave error: la diferencia que se

establece entre los cholos de los pueblos del departamento de

Lambayeque. Así han tratado de hacer distingos entre el etano y el

santarroseño; entre el monsefuano y el chiclayano y recano. Es

evidente que ciertas características hacen pensar en diferencias, pero

no es menos evidente que éstas provienen y están rigurosamente

condicionadas por sus actividades en la lucha por la vida.

El cholo de Eten, tejedor de sombreros y sembrador de verduras.

Page 54: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

53

El de Monsefú, si bien campesino, presenta mayor analogía con el

recano; sembrador de caña y fabricante de miel en el clásico trapiche;

además es frutero y florista. El santarroseño esencialmente pescador.

La zona de Lambayeque corresponde al mestizaje y el valle de Zaña

al zambo. El de Ferreñafe, chacarero, pendenciero, aguardientoso, lo

mismo que el de las Haciendas donde ya el serrano alcanza un fuerte

porcentaje.

Casi todos ellos poseen ciertas características del indígena, aunque en

grado menor: desconfiados, mentirosos e incumplidos. Este proceso

evolutivo constituido por el relajamiento de ciertas virtudes morales,

posiblemente tenga la misma causa que en el indio. El profesor Luis

E. Valcárcel, que los conoce bien, dice que "el indio en sus relaciones

con blancos y mestizos, como mimetismo, presentase mendaz e

hipócrita". Y añade: es su sola defensa. La durísima vida sobrellevada

le enseñó con qué armas combatir a sus opresores".

Si miramos al cholo a través de sus manifestaciones criollas, pese a las

diferencias que hemos anotado, veremos que todos ellos son EL

CHOLO: personaje típico, único y auténtico, real y verdadero.

Indolente y poco trabajador en la Villa; hosco y receloso en Santa

Rosa; mercantilista y jugador de "maraca" y "pinta" en Monsefú;

arriero y borriquero en Mórrope; chacarero en los pueblos del norte,

especialmente en Lambayeque; bebedor de yonque, pirotécnico,

pendenciero y gallero en Ferreñafe. Pero todo esto no importa. Todos

son EL CHOLO: chichero, jaranista, bailarín de marineras y tonderos;

cantor, arpista y guitarrero; fiestero, devoto, mayordomo, politiquero

y capitulero algunas veces.

Es de advertir que el cholo en estado de pureza ya no existe; pero,

entre todos ellos, puede hacerse el intento de elaborar el cholo-tipo,

tal como fue hasta ayer, tal como pasará a la leyenda, cuando se

convierta en pasado de una manera definitiva. Vamos a tratar de

seguir los pasos del cholo desde que nace. Y esto tenemos que hacerlo

en la Villa de Eten, el pueblo más completo y menos contaminado.

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54

En una casa cualquiera cuyas comodidades hemos visto al tratar de

la Villa de Eten, una chola va a tener un hijo. No se ha tomado

ninguna medida ni preparativo alguno hubo, para recibir al niño. En

la "barbacoa", - entre mantas mugrientas y sábanas sucias, el niño

acaba de nacer. Ninguna mano experta ayudó a la madre. El niño ha

nacido como nace un animal cualquiera. No recibe ninguna clase de

atenciones ni cuidados. A los dos o tres días, el niño ya está tendido

en la hamaca. Cuando succiona el seno materno, la madre está

muchas veces embriagada. Así ha sido recibido el nuevo niño. En un

desamparo y descuido tal, que perdurará en todas las fases de su

crecimiento.

El niño tiene cuatro años. La madre tiene que salir a la calle.

No hay con quien dejarlo y es demasiado pesado para que lo carguen

sobre las espaldas. El niño se queda solo. En casos mejores al cuidado

de sus hermanitos que cuando más le llevan dos años de edad; o la

madre se acerca donde la vecina y le dice: "Comadrite, a ver si de

momentites que pueda le echa una ojeada a mi hijite". Y el niño quedó

solo llevándose a la boca cuanta inmundicia encuentra a su paso y

revolcándose en el suelo con algún perro sarnoso y pulguiento. La

soledad, el abandono, el aislamiento, la entrega a su propia suerte,

van instalándose en lo íntimo del pequeño.

De cinco o seis años el niño da los primeros pasos de la marinera, bebe

los primeros sorbos de chicha, contempla a sus padres embriagados,

escucha un lenguaje rudo y soez, va adquiriendo conciencia delo poco

que él significa para los suyos; ya sabe musitar el Avemaría y sus

manos, imperfectamente, hacen el signo de la cruz. Ya el niño desde

esa edad empieza a servir: es el recadero, el de los mandados. Cuando

el niño dio perfecta cuenta de algún recado que se le confió, los padres

se sienten orgullosos.

El niño llega a los diez años sin haber tenido infancia. Un cholo a los

diez años ya es un hombre. Perfectamente dibujados están en él todos

los rasgos del cholo. Sucio, con la mirada baja, serio, instintivamente

mañoso y pícaro. Y esto es exacto porque la picardía del cholo no sólo

se manifiesta en el verso de la marinera: llevan en sí un instinto rateril:

adquirir lo que desean con el menor esfuerzo posible. Hay algo más:

Page 56: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

55

ya el cholo ha adquirido una relativa independencia. Desde el

momento en que gana algún dinero llevando recados o cargando

paquetes, se despierta en él la codicia de ganar más; pero como todo

lo que sabe hacer es llevar recados y cargar paquetes y como en esto

último no le pagan más y el bulto pesa, opta por los recados que le

rinden más utilidad: de este modo el pequeño alcahuete está

formado. En esta triste profesión, el cholo pone su precio, porque

como los que lo utilizan no saben escribir, el encargo tiene que ser

verbal y confían en que el cholito ponga todo su ingenio y toda su

gracia en sustitución de lo que, en el papel escrito, pudo ser frase

galante y apasionada.

Pasados los diez años la vida del cholo ya se define. O se dedica al

tejido de sombreros; a la chacra si sus padres tienen un terrenito, o al

carguío de leña o de bultos.

Durante la adolescencia no tiene distracciones de ninguna clase y en

lo que a la parte instructiva se refiere, apenas si ha aprendido a

dibujar su firma. Ya toma chicha como un mayor de edad; ya es galán

enamorado y experto; ya es bailarín de marinera; ya es un CHOLO.

Desde que tenía ocho años, la madre le enseñó a mentir. Cuando

llegaban a cobrar los arriendos de la casa o a reclamar la entrega de

sombreros que le habían mandado hacer, ella se escondió en su

propia casa o en la de alguna comadre y el cholito fue el encargado

de dar la disculpa; porque el cholo antes que nada posee un inmenso

bagaje de disculpas; las inventa con facilidad asombrosa y no vacila

en dar por muerto a alguno de sus familiares, cuando para conseguir

algo cree necesario explotar la piedad de los demás.

Como todos duermen en la misma habitación, el cholito, desde

temprana edad, se da cuenta del acto sexual y el instinto se despierta

en él prematuramente. A este despertar contribuye en no pequeña

parte, su constitución robusta, los efectos estimulantes de la chicha;

su misma vida que les hace ver que ya desde que trabajan son unos

hombres; la facilidad de la chola para la entrega y el placer bestial,

animal, que experimentan en el contacto de los cuerpos.

El cholo también ha visto algo más: ha visto como su madre ha

burlado más de una vez la acechanza de los cobradores; ha visto como

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el cumplimiento de una obligación le preocupa muy poco. Todas

estas cosas van forjando al futuro incumplido, al futuro mentiroso,

máximo si a ello se agrega que el pequeño siente su superioridad de

ingenio, su facilidad para buscar la excusa su viveza para tramar el

engaño.

Generalmente en las chacras o en los caminos, el encuentro con

alguna cholita que va sola, desborda el instinto sexual y allí donde

todo convida a la creación, el delito de la violación se consuma.

Guiado por su instinto salvaje, por su sangre fuerte, por la

voluptuosidad del placer, por su orgullo de macho, el cholo, después

de breve lucha, vence a la chola y en el borde del camino o en el surco

de la chacra, la naturaleza crea; ella guardará el secreto y él la más

dulce sensación de su vida.

Otro aspecto del cholo es su gran pasión por el litigio judicial. Hay en

este afán de litigar un placer morboso fácilmente explicable. Es muy

posible que el cholo en ciertas épocas, sienta secreto deseos de vivir

la vida de los que ellos llaman "los blancos". En lo íntimo de su ser y

quizás por un temor inconfeso, queda como manifestación

subconsciente, un hecho real: su posición en el plano social. Esto los

lleva a pensar que no son ciudadanos, porque no son iguales a los

demás. Por eso cuando litigian su afán no consiste en el hecho en sí

de que la cosa discutida les pertenezca. Todo su orgullo lo cifran en

que la LEY les ha reconocido sus derechos; en que la LEY los ampara;

hay además el gran placer de GANAR. Y esto es cierto porque no de

otra manera habría casos en que el honorario del abogado es cuatro

veces más del valor de la cosa en litigio. No les importa gastar. Cueste

lo que cueste, empeñando el alma y el cuerpo, haciendo promesas que

no se cumplen, ellos consiguen el dinero, porque ya vendrá el gran

placer: GANAR EL PLEITO. De aquí también que el rabulerismo

encuentre un campo fértil y productivo.

Y hecha esta semblanza bastante incompleta, cabe preguntar ¿cómo

es posible que el cholo, si desde que nace vive en condiciones

desfavorables, al llegar a su madurez, tanga manifestaciones tan

grandes como la marinera? Instinto y nada más que instinto. Nacen

Page 58: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

57

bailarines de marinera, nacen arpistas y bebedores de chicha. La

picardía, la lisura, el ingenio criollo, lo llevan en la sangre. Viene

trasmitiéndose desde muchas generaciones atrás y por eso en la

marinera expresan todo aquello que son capaces de sentir: placer o

dolor; vida o muerte.

EL MITO DEL ARROZAL

A mis tíos Víctor F. y Adriano J. Baca, forjados en el surco, y a quienes, en

estrecho abrazo con sus peones, he visto luchar heroicamente contra la

inclemencia del tiempo y la veleidad de la suerte.

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Al despuntar el alba, silenciosa cuadrilla de campesinos al mando de

su capataz, se dirige al trabajo, sobre bien enfrenado corcel, el patrón

va pensativo. Todavía se percibe el olor a tierra mojada y sin embargo

hace un año que la tierra descansa. Se va a principiar la nueva chacra.

Inmensa cantidad de hierbas serán arrancadas y la tierra quedará

limpia para que la nueva semilla fructifique. Los campesinos se

colocan en los extremos de la chacra y van avanzando hacia el centro,

hasta encontrarse. El "chaleo" ha empezado y desde este momento el

alma del patrón queda suspendida. Ha tirado los dados al azar,

representado por la caprichosa voluntad de los elementos, le dirá

dentro de algunos meses si la suerte le ha sido fiel. El chacarero juega

su vida en una sementera donde todo tendrá que ser preciso y

matemático; donde los adelantos del agua, como los atrasos, son

igualmente perjudiciales, y donde la atmósfera, la tierra, todas,

absolutamente todas esas fuerzas ciegas que se mueven al azar sin

importarles el destino de los hombres, serán las que decidan la vida

de quien en esos momentos emprende un combate desigual con la

naturaleza.

Sin embargo, allí envejecen, allí mueren. Y es que la tierra tiene su

embrujo. Cuando no haya semilla; cuando los esfuerzos estén

agotados, las esperanzas frustradas, el alma rota, el surco les servirá

de fosa y la palana de piadoso caminante, los cubrirá de tierra. Allí

dormirán eternamente, en la tierra que en la vida tanto amaron.

¿Por qué no abandonan una sementera tan ingrata y despiadada?

Basta contemplar ese mar verde que es la chacra y ese monumento

que es la Era, para vislumbrar un mito: el mito del arrozal.

Por ese mito se aventuran a contingencias mil; arriesgan el alma y el

cuerpo; sufren angustias horrendas, viven dudas atormentadoras. Y,

sin embargo: Miradlo! Allí está el patrón sobre bien enfrenado corcel,

contemplando en mudo éxtasis la espiga ingrata. Y es que la espiga

despierta voluptuosidad de fémina. Es tan frágil, tan mimosa;

necesita tantos cuidados y tantas ternuras: cuidados y ternuras de

chacarero. Sí, de chacarero. Porque éste no es otra cosa que el

representante perfecto de la armonía entre el corazón zozobrante ante

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59

los peligros de la sequía y el cerebro dirigente en las faenas de la

tierra. Naturaleza virgen, tal vez salvaje, pero al fin naturaleza,

hermosa y viril, pura y creadora.

La primera fase de la nueva chacra ha comenzado. Están "chaleando".

El patrón eleva hacia el cielo su tez bronceada. ¿Le implora? Tal vez.

Pero más seguro es que busque un cauce al caudaloso río de

pensamientos que se agitan en su cerebro y oscilan, como pesados y

lacerantes péndulos, entre la bonanza del tiempo y el negro horizonte

de las sequías.

Desde este instante la angustia ha tomado posesión de su ser y no lo

abandonará hasta que no le paguen el justo precio de su sangre, es

decir, de su arroz.

Las aceradas púas del arado hieren las entrañas de la tierra y a la vez

que abren profundos surcos, van sacando a la superficie las riquezas

que la tierra, con bastante avaricia, ha guardado en su seno. La clásica

yunta sometida al yugo, ha sido sustituida por el tractor. Se nota el

cambio. El olor a kerosene vicia la atmósfera de pureza de la

naturaleza fecunda. Los surcos están hechos y las bordeaduras

principian. La tierra vencida, en las frescas heridas abiertas por el

arado, recibe la semilla de manos de robustos campesinos. Luego la

van cubriendo con el respeto religioso con que se entierra a un muerto

que se sabe resucitará más tarde. Después viene el riego. Al abrirse

las compuertas el agua escapa por los canales en desesperada carrera

hacia su libertad. A medida que avanza menos cantidad de agua es la

que escapa. La tierra la bebe con avidez y cuando el líquido elemento

llega al otro extremo de la chacra, encuentra el dique de la

bordeadura. Entonces comprende lo inútil de su fuga y queda

tranquila, en apacible quietud. La tierra sigue haciendo bajar el nivel

del agua que se ha estancado. Pequeñas hierbas que han crecido como

buscando protección en la naciente espiga del arroz, perecen bajo la

fuerza del agua. Sin embargo, hay algunas insolentes, atrevidas,

náufragas de aquel riachuelo. Pero no vivirán mucho tiempo. Ya

viene el deshierbo, una nueva defensa de la chacra. Aquella espiga

principesca del arroz no permite que nadie germine a su lado. Ella

sola ha de ser la que luzca su belleza. Vasallos tiene en demasía: todos

los que la sembraron. Y allí está, miradla: recta, esbelta, cuajada.

Page 61: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Hermosa y arrogante; pero también bastante efímera esa hermosura

y esa arrogancia. Ya viene la hoz. Las manos que contribuyeron a su

vida tienen derecho a quitársela. La trozan y forman con ella un

monumento: la Era. Es allí donde se columbra el mito: el mito del

arrozal.

Más tarde los fríos dientes de la trilladora la triturarán. La faena ha

terminado. ¡La tierra descansa! ¡La Naturaleza duerme! ¡El cuadro es

perfecto!

Ha comenzado la nueva chacra. Pero este año todo anuncia que la

lucha será titánica, que esta vez el duelo es a muerte.

Las primeras tareas se han desarrollado normalmente. Una nube de

tristeza vela el bronceado rostro del patrón. En cambio, en el cielo, ni

una nube. Todo es calma. El patrón dirige la mirada hacia los Andes.

La respuesta no llega. Los días pasan. En la noche, negros

presentimientos torturan la mente. Algún rayo de esperanza se

desvanece rápidamente. Por la hacienda han pasado algunos

caminantes que vienen de la Sierra. El patrón les interroga:

- ¿Está lloviendo en el interior?

- Nada, señor, responden los viajeros. No hay agua ni para el "ganao".

No pregunta nada más. Aquella respuesta es la confirmación de lo

que su instinto le avisó.

A las nueve de la noche no hay una sola luz en el caserío de la

hacienda. Todo es tinieblas. ¿Duermen? No. Todos comprenden la

tragedia. Detrás de la ventana de la casa-hacienda los ojos del patrón

contemplan el cielo estrellado.

¡Cielo estrellado! Calma en la tierra. Sólo en el alma del patrón rugen

tempestades.

A las doce de la noche un corcel se detiene en la puerta de la casa.

- Patrón -, grita el jinete. Acaba de aumentar un poco el agua.

- Toca la campana, responde el patrón. Que salgan todos los

regadores.

La campana suena lúgubremente en el silencio de la noche.

Page 62: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

61

En el interior de las casas, levantándose a toda prisa, los peones

exclaman:

- Ya está viniendo el agua.

Pocos momentos después, procesión nocturna, con débiles linternas

en la mano, se dirige a la chacra. Encabezando aquel desfile el patrón

va pensativo.

Envueltos en la sombra de la noche, cuerpos encorvados trabajan

febrilmente en la tarea del riego. Esta vez la tarea no es en silencio.

Voces de reconocimiento suplen a la claridad del día.

- Tú, Tomás, grita el patrón. Corre donde el guardián del rastrojo del

lado del cerro y ve si pueden desviar un poco de agua.

- Patrón, exclama un peón. Se ha roto la bordeadura y la chacra se

inunda.

El patrón corre sorteando los peligros del camino y con la palana en

la mano. A la vez que da órdenes, arroja cantidades de tierra para

reforzar la bordeadura rota.

A la luz de las linternas, los rostros sudorosos y los cuerpos

encorvados, parecen fantasmas de mundos desconocidos.

Al despuntar el alba, cansados, tristes, contrastando con la belleza del

despertar del día, los campesinos regresan a sus casas.

¿El patrón regresa con ellos? No. Allí quedó en el mar verde

esperando ansiosamente que venga más agua.

Y el agua que vino anoche, ¿no bastó para saciar la sed de la tierra?

No. Agua se necesita para calmar el ardor de su vientre fecundado.

La tierra principia a agitarse. Las entrañas le arden. Las semillas son

de fuego. La superficie principia a cuartearse. El ganado huye. Los

cauces están secos y los abrevaderos también. Los pastos no crecen.

Las peonadas están inquietas; ellos también sufren; también aman la

espiga. Todos tienen sed y el agua no llega.

Todos claman: AGUA. Una nube pasa velozmente, como avanzada

de un ejército que no llega.

Page 63: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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En el colmo de la desesperación, el patrón increpa a la tierra:

- ¡DAME FRUTOS!

La tierra le muestra su faz destrozada, las espigas débiles,

encorvadas, y suplicante, sin alientos, responde con la frase del

Calvario: "SED TENGO".

Todo es inútil. Aquellos campesinos se mueven como sombras:

sombras del arrozal. El alma del patrón queda rota. Las espigas no

han cuajado. Toda una vida de tesón, trabajo y energía, destruida por

el azar. Todo es tristeza. Tristeza en la tierra y tristeza en el alma. Las

cosechas se han perdido y sin embargo oíd a los que están lejos: "los

chacareros se enriquecen".

Y el año siguiente, ¿Qué harán? Ya viene el paludismo; la ruina

económica; las fiebres. Los jinetes del Apocalipsis cabalgan muy

cercanos. Las peonadas siempre necesitarán comer. ¿Sembrarán

nuevamente arroz? Sí. Volverán a sembrar arroz hasta que su vida

caiga trozada como la espiga por la hoz. ¿Y por qué luchar contra el

Destino? Porque jamás rehúyen la lucha y cuando su voluntad

flaquea y va a caer vencida, no tienen más que contemplar la Era, el

mito: el mito del arrozal.

LOS AGUADORES

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Rodando por las adoquinadas calles y sorteando los baches del

camino, viene la carreta del aguador.

- ¿Qué hacen las gentes estacionadas en las puertas de sus casas?

¿Acaso esperan a algún hemofílico príncipe que en lujoso automóvil

pasea por las calles?

No es nada de eso. Es simplemente que allí viene la carreta de los

aguadores. Y allí está en la parte delantera, en incómoda postura, con

las riendas en la mano, el esperado, el ansiado, el "aguador".

La carreta está quieta. Echándose un costal al hombro, la pequeña

pipa es levantada y con la cabeza inclinada, el aguador la lleva hasta

el interior de una casa. Allí las grandes vasijas están listas para recibir

el agua. Como pequeña y fugaz cascada el agua sale de pipa y cuando

nada queda en su interior, el aguador la levanta nuevamente y la

deposita en la carreta. Antes de salir recibió unas monedas que las

guardó en una bolsa de cuero que lleva adherida al grueso cinturón

que ciñe su cintura. Y así repite esta operación hasta que la carreta ha

quedado vacía y la bolsa llena. Luego de un salto se encarama sobre

la carreta; coloca las piernas sobre los tiradores y levantando el látigo

que no llega a caer, pues el macho ya ha emprendido la marcha, el

aguador silbando y muy alegre se dirige a los tanques donde volverá

a llenar las pipas. Y en esta tarea lo han encontrado las seis de la tarde.

Page 65: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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Terminada su faena diaria, la carreta descansa en la puerta de su casa

o en el "Corralón de las Carretas". El macho o muía, fiel compañero

de trabajo, recibe por todo salario, unos tercios de alfalfa y es llevado

a un corral donde queda en libertad hasta el día siguiente a las seis de

la mañana.

El aguador ha entrado en una chichería y no bebe solamente chicha.

Como buen mestizo, aunque con alma de cholo, alterna el

aguardiente con la chicha, tratando quizás de demostrar cierta

imparcialidad en la lucha que estas dos bebidas sostienen por el

predominio.

Hoy, que negras sombras envuelven al criollaje, la figura del aguador

adquiere marcados relieves, pues, dentro de poco, desaparecerá

definitivamente. Y es una figura importantísima.

El aguador impuso la ley de su fuerza al gendarme, a la autoridad y

al público. Conocedores de lo trascendental de su misión, más de una

vez fue menester el ruego, para obtener una o dos pipas de agua. Es

cosa corriente ver en Chiclayo, que las familias, sin distinción social,

aposten a uno de sus miembros en la puerta de su casa, para que sirva

de perspicaz vigía y dé la voz de alerta cuando divise al aguador.

Entonces saldrá alguna dama e implorará, rogará, y cuando vea que

sus esperanzas se van frustrando, concluirá por decir: "Por favor,

aunque sea una sola pipa". Pero ni esto surte efecto muchas veces. El

aguador sonríe y se siente orgulloso de verse rogado, pues sabe

perfectamente bien, que fuera de ese momento preciso, la dama que

ahora ruega, más tarde lo despreciará. Y satisfecho de su poder, se

encarama sobre la carreta y con simbólico silbido, le anuncia a la

bestia mular, que ha llegado la hora de proseguir su camino y los

ruegos y las súplicas, a él, hombre macho, no lo convencen.

El vigía volverá a su puesto de observación y esperará que pase otro,

que sea quizás más asequible y no tan "antipático" como el anterior.

Page 66: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

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No hay nadie que escape a la voluntad insolente y caprichosa de los

aguadores. Son tan necesarios, tan útiles, que no queda otra cosa que

someterse a su tiranía.

Motivo de toda clase de preocupaciones ha sido el aguador. El

ingenio criollo dijo su palabra. Cuando triunfó la moda de usar el pelo

corto y encontraban alguna mujer que todavía llevaba "moño", la

gente decía: "Ve esa mujer con una tapa de pipa en la cabeza". Y es

muy posible que esto animara a muchas conservadoras damas, a

ceder a la nueva moda, porque había que tener presente, que la tapa

de pipa pertenece a los aguadores.

El ingenio criollo no se detuvo allí. Era necesario que aquellos

personajes pasaran a la posteridad. El vehículo no es ahora una

carreta. Es el tondero. El ruido de la carreta sería sustituido por el

bordoneo de la guitarra y en la figura del aguador, el costal al

hombro, se trocaría en capa dieciochesca. La figura romántica se iba

formando. Faltaba solamente sustituir la brusquedad e insolencia

natural del aguador, con la fina atención, la frase galante. Y como

muchas veces hasta varios días se hacían esperar, se hacían rogar,

ahora ellos llegarían a sentar guardia en la casa de la amada,

dispuestos a que cualquier palabra fuera una orden. Y así nació el

tondero: el tondero de los Aguadores:

Cuatro son los aguadores

si mamita, si señora,

que madrugan muy temprano,

si mamita, si señora,

sabiendo que el agua dulce,

si mamita, si señora,

en ayunas hace daño,

si mamita, si señora,

en ayunas hace daño.

Page 67: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

66

Y con la desaparición de los aguadores se pierde lo único de típico

que conservaba Chiclayo, pues hoy, hasta la mejor picantería se llama

"Luces de Buenos Aires". Y en cambio la figura del aguador

desaparece entre las tuberías. El agua vendrá a los hogares

silenciosamente. Ya no habrán inquietudes de espera y dócil y sumisa

acudirá al simple movimiento de una llave. El agua de ayer obedecía

a su dueño y señor: el aguador, que también era su romance y su

cantor. Se le llamaba suplicante, como a niña mimada, y la pipa con

el líquido elemento, se sentía sobre los hombros del aguador,

enamorada criatura en brazos del amante.

Page 68: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

67

REQUE Y SU CRONICA INGENUA

Al Dr. Jorge Basadre, quien posiblemente le sonreirá ante la lisura y

picardía de estos cholos que son tan nuestros.

En un ángulo solitario y entre dos hoscos y huraños caminos que

desaniman al viajero, se halla ubicado el distrito de Reque: el pueblo

típicamente ahistórico. Hubo época en que pretendieron integrarlo al

plano de la Historia y brindáronle brillante oportunidad para que

escribiera su página definitiva. Pero Reque sonrió, y, con suma

modestia, ofreció singular tributo: sus cañaverales y sus alfalfares, sus

frutas y sus verduras, sus yuntas y sus trapiches. Como el obsequio

fue tan insignificante y la contribución tan pequeña, la página quedó

en blanco, y, más tarde, la mano del Tiempo se encargó de

desglosarla. En esta ocasión, como en muchas otras, Reque también

sonrió y contempló, tierna y dulcemente, su vida tranquila y

Page 69: Aspectos Criollos - Aspectos Criollos

68

reposada, sus campos cultivados, sus arroyuelos silenciosos y su ciclo

eternamente despejado.

Hace muchos años, numerosos caminantes buscan un lugar donde

hacer un alto definitivo a su ya largo peregrinar. Y aunque saben que

la llanura está cercana, muchos van quedando en el camino,

seducidos por una tierra feraz y agotados por el cansancio de tanto y

tanto caminar. Y así fueron levantando una choza aquí y una choza

más allá, de modo que los que llegaron a la llanura fueron muy pocos;

tal vez un grupo de valientes decididos a llegar hasta el final. Y al

mismo tiempo que los primeros surcos se abrían y las primeras

semillas se desparramaban, surgía, como nacido de noble semilla un

pueblo de sencillos campesinos que trabajaban con esfuerzo y con

tesón para transformar la inmensa llanura en un mar de sementeras

que les proporcionara una existencia mejor.

A poco de haberse establecido, el agua principia a escasear. Un cholo

que viene de muy lejos, sudoroso, cansado, trae la fatal noticia: "Allá

arriba, los señores han cerrado la "toma" y no dejan pasar el agua". Se

efectúan reuniones, se eligen delegados, se destacan comisiones.

Todo inútil. Los señores que han perdido las esperanzas de establecer

el latifundismo en el naciente valle, han resuelto quitarle el agua.

Vencer con el derecho de los poderosos. El grito del pueblo no llegó

a los oídos de los "sin piedad".

Pero en las noches más lóbregas hay relámpagos que iluminan.

Camino del pueblo, jinete en hermosa cabalgadura, envuelto en fino

poncho y defendido de los rigores del sol por inmenso sombrero de

paja, va don Manongo Baca. Antes de llegar al pueblo ha salido un

campesino a su encuentro y le ha dicho: "Don Manongo: los de arriba

han cerrado la "toma" y nuestras cosechas se pierden".

Apenas se ha detenido, y, casi sin escuchar la frase, Dn. Manongo

continúa su camino.

Más adelante otro campesino le sale al encuentro y le dice:

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- Don Manongo: nos ha quitado el agua y nuestros animales se

mueren.

Don Manongo, casi sin hacerle caso, continúa su camino.

Ha entrado al pueblo y observa inusitado movimiento. Varios se

acercan para hablarle, pero él ya tiene una resolución y sin

escucharlos les da una orden: 'Toquen las campanas". Y continúa su

camino.

Las campanas tocan angustiosamente e inmensa multitud se

encuentra en la puerta de una casa. De pie, en el corredor, con la

carabina en la mano, don Manongo exclama: "HAN CERRADO LA

"TOMA". VAMOS A ABRIRLA".

Y sin perder un instante, monta en su brioso corcel, y sale del pueblo

seguido de una multitud llena de fe en la figura de aquel hombre.

Después de dos horas de camino han llegado a la "Toma". Un capataz

con veinte hombres armados, son los guardianes.

Don Manongo se separa del grupo y avanza, sin desmontarse, donde

el capataz. Sin mediar palabra, de labios de don Manongo ha salido

una orden:

- "ABRA ESA TOMA".

- Señor, responde el capataz, la ley ampara nuestros derechos.

Don Manongo le contesta:

- "ABRA ESA TOMA O LA ABRO YO".

El capataz voltea a ver a su gente. Todos a su vez vuelven la mirada

hacia don Manongo y tropiezan con dos ojos firmes e imperiosos. El

capataz hace una seña a su gente y se retiran de la "toma".

Antes de que partan, don Manongo, grita:

- Eh, tú, capataz, dile a tu patrón que para nosotros el agua es ley de

vida y que cuidado con que se atrevan a cerrar la "toma".

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Don Manongo se desmonta y asestando fuertes culatazos a los

candados, los rompe en mil pedazos. Luego abre la "toma" y el agua

frenética se precipita a calmar el ardor del valle sediento.

Un grito sale de los corazones de esa gente que en silencio ha

contemplado el lacónico cambio de palabras de don Manongo con el

capataz; grito de gratitud eterna hacia aquel hombre que ya se ha

separado de ellos y se encamina a otro pueblo. Y desde entonces, la

"toma" que abrió don Manongo Baca, nadie se ha atrevido a cerrarla.

Y la silueta robusta de aquel caballero andante, adquiere mayores

relieves hoy que ha penetrado, heroicamente, en el mundo de la

leyenda.

Esto nos ha relatado un viejo recano, y, al hablarnos, gruesas lágrimas

asomaron a sus ojos. ¡Cómo no será de grande el cariño y vivo el

recuerdo, cuando en los ojos de un cholo, han asomado indiscretas

lágrimas!

Como para aliviar su emoción y aumentar su nostalgia, el viejo

recano, sigue hablándonos de los tiempo idos. Y nos cuenta:

"Antes habían unas huertas bonitas; nuestros hijos son más flojos que

nosotros y hoy las tienen algo abandonadas. En esas huertas se

"armaban" las grandes jaranas. Aún recuerdo el baile del

"Algarrobito" en que las parejas se decían ¡qué de cosas!"

Y la faz del cholo se ilumina y continúa:

"Con guitarra, con arpa y con cajón, principiaba el baile. Y nosotros le

decíamos a unas cholitas de buenas caderas:

Qué de pericotitos

tiene tu cuarto.

Deja la puerta abierta

- chinita –

yo seré el gato.

Tienes unos ojitos

de picaporte

que cada vez que me miran

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- chinita –

me das un golpe.

Y a otros cholos "cobardones", continúa el viejo, de esos que no eran

gallos de "tapada", les decíamos para que le "entraran" a la chola:

Arrímate cobarde

donde esa niña.

Y hazla una guiñadita

con la rodilla.

Y cuando la chola se nos ponía un poco "chúcara" y trabajo nos

costaba "amansarla", le decíamos, ya bien "mamaditos":

Dame un besito china,

pero con lengua.

Lo que si te encargo:

no me la muerdas,

no me la muerdas.

Y el cholo nos contaba, feliz y contento, de aquellos tiempos pretéritos

en que la vida era hermosa y nada turbaba aquella tranquilidad

recana, aquel ritmo lento y pausado, como el andar de sus yuntas y el

girar de sus trapiches. Aquellos tiempos puros en que la vida florecía

y la naturaleza era madre pródiga para sus bien amados hijos. Esa

naturaleza recana, tan fecunda y tan hermosa, que tal vez no fue

mucha exageración cuando le cantaron:

Veinte y cinco limones

carga una rama;

y amanece con cincuenta

por la mañana.

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“Aspectos Criollos”

De Don José Mejía Baca

se terminó de imprimir en los talleres

de la imprenta DESA S.A. en

el mes de Agosto de 1988.

La composición del texto

estuvo a cargo de SEPSA

y los montajes de Alberto Vicente Nívin.

Este libro fue producido y supervisado por

INDICE EDITORES ASOCIADOS S.A.

Grimaldo del Solar 113-A, Miraflores

Teléfono 467475

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