astarita economia

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“Una dosis de vinagre y bilis” En una nota anterior he planteado que los marxistas deberían poner un alert frente a los entusiasmos fáciles asociados a “victorias de papel”, que son por la izquierda y el progresismo en general (ver aquí! Es que muchos mili creen que cantando victoria a cada momento (o, eventualmente, disimulando l derrotas se mantiene el entusiasmo, y por lo tanto la movilizaci"n de las traba#adoras$ que a su vez permitiría avanzar en conciencia socialista y organizaci"n! En contra de este criterio, he sostenido que esta política lleva a calle#on y a la frustraci"n! Es que no hay nada más desmoralizante que ver c"mo se derrumba, de un día para el otro, lo que se había asegurado que era un triu sobre el enemigo, sea este caracterizado como el capital financiero, la bur imperialismo, etc%tera! Es lo que acaba de ocurrir en &recia, y ha sucedido lugares! 'or esta raz"n he planteado que los marxistas deben basar su polít análisis materialistas, esto es, poner el foco en las relaciones sociales o subyacen a la formación social, por sobre la verborragia vacía de contenido En ltima instancia, se trata de mantener el mensa#e crítico) en tanto no se con la propiedad privada del capital, todo triunfo será parcial y precario! particular, hay que alertar cuando los ide"logos del populismo, o del socia burgu%s, y similares, ensalzan las “victorias del pueblo”, y dan lugar a un característico clima “festivo y dulz"n”, que disimula los antagonismos de c marxistas deben aguar la fiesta, porque por deba#o de ella siempre “vuelve pobre a su pobreza y el rico a su riqueza”. +n enfoque este que encontramos arx y Engels, y de manera más acentuada, si se quiere, en -enin, ante las “primaveras revolucionarias”! .omo tambi%n ante las luchas cotidianas de la obrera, en arx! /ale la pena recordarlo! Marx y Engels

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Astarita

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Una dosis de vinagre y bilis

En una nota anterior he planteado que los marxistas deberan poner un alerta frente a los entusiasmos fciles asociados a victorias de papel, que son ensalzadas por la izquierda y el progresismo en general (ver aqu). Es que muchos militantes creen que cantando victoria a cada momento (o, eventualmente, disimulando las derrotas) se mantiene el entusiasmo, y por lo tanto la movilizacin de las masas trabajadoras; que a su vez permitira avanzar en conciencia socialista y organizacin.

En contra de este criterio, he sostenido que esta poltica lleva a callejones sin salida y a la frustracin. Es que no hay nada ms desmoralizante que ver cmo se derrumba, de un da para el otro, lo que se haba asegurado que era un triunfo sobre el enemigo, sea este caracterizado como el capital financiero, la burguesa, el imperialismo, etctera. Es lo que acaba de ocurrir en Grecia, y ha sucedido en otros lugares. Por esta razn he planteado que los marxistas deben basar su poltica en anlisis materialistas, esto es, poner el foco en las relaciones sociales objetivas que subyacen a la formacin social, por sobre la verborragia vaca de contenido.

En ltima instancia, se trata de mantener el mensaje crtico: en tanto no se acabe con la propiedad privada del capital, todo triunfo ser parcial y precario. Y en particular, hay que alertar cuando los idelogos del populismo, o del socialismo burgus, y similares, ensalzan las victorias del pueblo, y dan lugar a un caracterstico clima festivo y dulzn, que disimula los antagonismos de clase. Los marxistas deben aguar la fiesta, porque por debajo de ella siempre vuelve el pobre a su pobreza y el rico a su riqueza. Un enfoque este que encontramos en Marx y Engels, y de manera ms acentuada, si se quiere, en Lenin, ante las primaveras revolucionarias. Como tambin ante las luchas cotidianas de la clase obrera, en Marx. Vale la pena recordarlo.

Marx y Engels

En Marx y Engels el criterio mencionado se presenta claramente en la famosa Circular de marzo de 1850 (aunque ya haba aparecido durante la revolucin francesa de febrero de 1848). En ese documento los autores del Manifiesto Comunista esbozaron la orientacin poltica para intervenir en una prxima revolucin en Alemania, que consideraban inminente. Marx y Engels prevean que esa revolucin estara liderada por la pequea burguesa democrtica, y despertara el entusiasmo general de los triunfadores. La recomendacin de la Circular era que la clase obrera no deba apoyar al gobierno de la pequea burguesa y refrenar el entusiasmo:

Los obreros deben contener por lo general y en la medida de lo posible la embriaguez del triunfo y el entusiasmo provocado por la nueva situacin que sigue a toda lucha callejera victoriosa, oponiendo a todo esto una apreciacin fra y serena de los acontecimientos y manifestando abiertamente su desconfianza hacia el nuevo Gobierno. () En una palabra, desde el primer momento de la victoria es preciso encauzar la desconfianza no ya contra el partido reaccionario derrotado, sino contra los antiguos aliados, contra el partido que quiera explotar la victoria comn en su exclusivo beneficio (nfasis aadidos).

Una orientacin que se enmarca en la idea de no caer en el triunfalismo fcil, ni ocultar la situacin real en que se encuentra la clase trabajadora. Este enfoque tambin qued registrado en las minutas del Comit Central de Londres de la Liga de los Comunistas, del 15 de septiembre de 1850, cuando Marx critica a la fraccin izquierdista:

La minora [la fraccin de izquierda] reemplaza el punto de vista de la crtica por el dogmatismo y el materialismo por el idealismo. Considera a la voluntad pura como la fuerza motriz de la revolucin, en lugar de las condiciones reales. En tanto nosotros les decimos a los obreros: Vosotros tendris que pasar por quince, veinte, cincuenta aos de guerras civiles y guerras nacionales, no meramente para cambiar vuestras condiciones, sino a fin de cambiaros a vosotros mismos y volveros aptos para el poder poltico; ustedes, en cambio, les dicen: Debemos obtener el poder de inmediato, de lo contrario podemos acostarnos e irnos a dormir. En tanto nosotros les sealamos a los obreros alemanes especialmente la naturaleza poco desarrollada del proletariado alemn, ustedes adulan en la forma ms cruda los sentimientos nacionales y los prejuicios artesanales de los obreros alemanes, lo que desde luego es ms popular. Del mismo modo que los demcratas tornaran la palabra pueblo en un ser sagrado, ustedes lo han hecho con la palabra proletariado. Igual que los demcratas, ustedes sustituyen el proceso revolucionario por frases revolucionarias.

Luchas econmicas: tampoco exagerar los triunfos

La sustancia de ese enfoque de las intervenciones en la Liga de los Comunistas aparece asimismo en relacin al combate cotidiano del trabajo por sus reivindicaciones. En el conocido folleto Salario, precio y ganancia, y luego de afirmar la importancia de las luchas de la clase obrera por el nivel de salarios, Marx aconseja: la clase obrera no debe exagerar ante sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No debe olvidar que lucha contra los defectos, pero no contra las causas de esos defectos; que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su direccin; que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad (punto 14).

Lenin en 1917: una dosis de vinagre y bilis

Una postura similar a la Circular de 1850 encontramos en Lenin, pero esta vez ante una situacin real y concreta, la coyuntura post Revolucin de Febrero, en Rusia de 1917. Al calor del triunfo, por todas partes sonaban frases revolucionarias con las que se instaba a los obreros y campesinos a apoyar al Gobierno provisional, conformado mayoritariamente por burgueses demcratas. Pero nadando contra la corriente (incluso contra la opinin de parte de la dirigencia bolchevique), Lenin dice la amarga verdad, incluso si ello relativizaba el cambio operado por el levantamiento de febrero. En las Tesis de abril, escriba: Tras la cortina de humo de una fraseologa revolucionaria, este gobierno entrega los puestos de direccin a los partidarios del antiguo rgimen. Debido a que las masas confiaban en los capitalistas, se trataba del escenario favorito para el apoyos crticos al nuevo gobierno. Por eso era necesario que a la dulzona limonada de las frases revolucionario-democrticas se mezcle una dosis de vinagre y bilis. Haba que encarar entonces una labor de liberacin del proletariado de la embriaguez pequeo burguesa general. Agregaba que en apariencia esto no era ms que labor de mera propaganda, pero era la tarea fundamental para impulsar una revolucin que se ahoga entre frases y se dedica a marcar el paso.

Encontramos en este texto lo mismo ocurre en otros de este perodo- una aguda conciencia de que la burguesa, o sus representantes, no solo dominan mediante la coercin, sino tambin con el engao y la adulacin: La burguesa engaa al pueblo especulando con el noble orgullo de este por la revolucin. As, por ejemplo, frente a la fraseologa pacifista frente a la guerra, haba que explicar a las masas que el carcter poltico-social de la guerra no se determina por la buena voluntad de personas, de grupos o aun de pueblos enteros, sino por la situacin de la clase que hace la guerra; por la poltica de esta clase, de la cual la guerra es la continuacin; por los vnculos con el capital, como potencia econmica dominante de la sociedad moderna; por el carcter imperialista del capital internacional; por el vasallaje financiero, bancario y diplomtico de Rusia con respecto a Francia e Inglaterra, etctera. Y el mismo enfoque deba tenerse frente a otras cuestiones candentes, como la tierra y la Asamblea Constituyente.

Se puede aprender de un criterio

Por supuesto, no estoy diciendo que haya que copiar mecnicamente estas formulaciones y tctica. Simplemente quiero poner en evidencia un abordaje tctico-poltico completamente opuesto al que ha pasado a ser de sentido comn en sectores muy amplios de la izquierda, incluso en muchos que se reclaman marxistas. Cuando en la nota anterior deca, refirindome al resultado del referndum griego, que no hay que subirse al carro de las victorias de papel, que era necesario explicar la cruda verdad, tena presente esta tradicin del marxismo. Y cuando leo que gente de izquierda lleg a caracterizar el referndum como nueva etapa histrica para toda Europa (sic), no puedo menos que asombrarme de hasta qu punto se ha perdido la brjula del anlisis materialista.

O, para variar el ejemplo, recordemos el palabrero triunfalista de buena parte de la izquierda cuando Lula da Silva triunf en las presidenciales de 2002: Su triunfo es un triunfo de la lucha por transformar la sociedad y en contra de la barbarie capitalista que estamos viviendo (Luis Zamora). Es un triunfo histrico del movimiento obrero, de un partido que se form a lo largo de 20 aos y que llevar a la presidencia a un obrero. Termina con aos de gobiernos directos del FMI y las multinacionales (Vilma Ripoll). La llegada al gobierno del PT en Brasil abre una nueva etapa histrica en Amrica Latina (Julio Godio).

Y as podramos multiplicar los ejemplos. En todo esto ha desaparecido el anlisis basado en las relaciones objetivas de clase, reemplazado por el idealismo. Se han olvidado que la clase dominante domina no solo mediante la represin, sino tambin con la generacin de expectativas, mediante la frase sin contenido, el fomento de ilusiones a cualquier precio, y la posterior frustracin. Estos idelogos de izquierda (son infaltables los marxistas nacionales) tiran humo con su grandilocuencia y llevan agua al molino de la confusin y la desmoralizacin que inevitablemente le sigue. Por eso jams hacen balance de lo que dijeron en su momento. Y por eso, ese triunfalismo vaco conviene a los burcratas y polticos nacionales y populares, y al amplio espectro del progresismo bienpensante izquierdista.

Frente a esto, y aunque haya que nadar contra la corriente, hay que echar vinagre y bilis en los falsos goznes de las nuevas etapas histricas. Hace falta refrenar el entusiasmo (pero usted quera amargar la fiesta del domingo del referndum?); mantener una fra y desapasionada concepcin de las condiciones existentes (agarre la pala y djese de teora, me rezongan desde el oportunismo); y manifestar abiertamente la desconfianza respecto de los nuevos Syrizas y Podemos que andan ofreciendo sus buenos oficios para remendar el capitalismo.