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  • 7/27/2019 Auxilio Parala Santidad

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    AUXILIOS

    PARALA SANTIDAD

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    INTRODUCCION

    El 9 de enero de 1885, a eso de las nueve de la maana, Dios santific mi alma. En esemomento estaba en mi habitacin, pero minutos despus sal a la calle y me encontr con unhombre a quien le dije lo que Dios haba hecho conmigo. A la maana siguiente me encontr conotro amigo en la calle y le hice la bendita relacin. Este dio una exclamacin de gozo y alab aDios, y al mismo tiempo me inst a que predicara la plena salvacin y a que la anunciara en todaspartes. Dios emple a ese amigo para que me sirviera de estmulo y ayuda. De modo que al dasiguiente prediqu sobre el tema con tanta claridad y fuerza como me fue posible y termin mialocucin con mi testimonio.

    Dios hizo que mis palabras fuesen de bendicin a los que me oyeron, pero fui yo quienrecibi la mayor bendicin. Esa confesin sirvi para derribar los puentes tras de m. Tres mundosme miraban y vean en m a un hombre que profesaba que Dios le haba dado un corazn limpio.Ya no poda retroceder. Tena que avanzar. Dios vio que yo tena la determinacin de serle fielhasta la muerte. Dos maanas despus de eso, acababa de levantarme de mi lecho, y lea algunasde las palabras de Jess, cuando l me dio tal bendicin de la cual yo jams haba soado siquieraque fuese posible a un hombre recibir mientras se hallare de este lado del cielo. Fue un cielo deamor el que descendi a mi corazn. Antes de desayunarme sal a dar una vuelta por uno de losparques de Boston, y tal era el gozo que embargaba mi alma que no pude contener las lgrimasmientras alababa a Dios. Oh, cunto le am! Aquella hora conoc a Jess, y le am hasta que mepareci que mi corazn iba a partirse henchido de amor. Am a los gorriones, a los perros, a loscaballos, a los chiquillos vagabundos que vea por las calles, am a las personas desconocidas

    que pasaban presurosas a mi lado, am a los paganos: am a todo el mundo.

    Quieren saber qu es la santidad? Es amorpuro. Quieren saber qu es el bautismo delEspritu Santo? No es nicamente un mero sentimiento, no es una feliz sensacin que desapareceen una noche. Es un bautismo de amor que cautiva todos los pensamientos y los sujeta al SeorJesucristo (2 Cor. 10:5); que echa fuera todo temor (1 Juan 4:18); que consume toda duda eincredulidad, as como el fuego consume la estopa; que lo hace a uno manso y humilde de corazn(Mateo 11:20); que nos hace odiar al impuro, la mentira y lo engaoso, la lengua lisonjera y todo lomalo; que hace que el Cielo y el infierno sean realidades eternas; que hace que uno sea paciente yamable con los descarriados y pecadores; que nos hace puros, apacibles, fciles de aconsejar,llenos de compasin y de buenos frutos, imparciales y sin hipocresa; que hace que tengamosininterrumpida simpata con el Seor Jesucristo en sus trabajos y dolores con objeto de restituir aDios el mundo perdido y rebelde.

    Dios hizo todo eso en m. Alabado sea su santo nombre!

    Oh,cunto haba anhelado ser puro! Cmo haba tenido hambre y sed de Dios, del Diosvivo! Y l me concedi los anhelos de mi corazn. El me satisfizo peso bien mis palabras lme satisfizo! El me satisfizo!

    Estos diez aos han sido maravillosos. Dios ha llegado a ser mi Maestro, mi Gua, miConsejero, mi todo en todo.

    El ha permitido que me viese perplejo y tentado, pero ello ha sido para mi bien. No tengoqueja alguna contra l Algunas veces me ha parecido como si me hubiese dejado solo, pero elloslo ha sido como cuando la mam se aleja de su criatura con objeto de ensearle a andar. El nome ha dejado caer.

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    El ha estado en mi boca y me ha ayudado a hablar acerca de Jess y su gran salvacin demanera tal que he podido ensear, consolar y servir a otras almas. El me ha sido la luz en mistinieblas, fortaleza en mi debilidad, sabidura en mi imprudencia, conocimiento en mi ignorancia.

    Cuando me he visto cercado en el camino, y cuando no vea modo alguno de salir de mistentaciones y dificultades, l me ha abierto paso, as como abri el mar Rojo para que pasaran porl los israelitas.

    Cuando me ha dolido el corazn, l me ha consolado; cuando mis pies han estado a puntode resbalar, l me ha sostenido; cuando ha temblado mi fe, l me ha animado; cuando he estado

    muy necesitado, l me ha dado lo necesario; cuando he tenido hambre, l me ha alimentado;cuando he tenido sed, l me ha dado agua viva.

    Oh, gloria a Dios! Qu no ha hecho l por m? Qu no ha sido l para m?

    Recomiendo a mi Dios al mundo entero.

    El me ha enseado que el pecado es lo nico que puede causarme dao y que lo nico quepuede beneficiarme en este mundo es la fe que obra por amor (Glatas 5:6). El me ha enseadoa aferrarme a Jess por la fe y de ese modo salvarme de todos mis pecados, temores y vergenza,y a que demuestre mi amor obedecindole en todo y procurando, de todas las maneras posibles,que otros tambin lleguen a obedecerle.

    Yo le alabo! Yo le adoro! Yo le amo! Todo mi ser le pertenece en esta vida y en laeternidad. Yo no me pertenezco. El puede hacer conmigo lo que le plazca, pues soy suyo. Yo s

    que lo que l escoja para m ha de resultar en mi eterno bien. El es muy sabio y no puedeequivocarse, ni hacerme algn mal. Yo confo en l, yo confo en l, yo confo en l. De l es miesperanza (Salmo 62:5),no de ningn hombre, ni de m mismo, sino de l. El ha estado conmigodurante diez aos, y s que l jams me fallar.

    En el curso de estos diez aos, Dios me ha dado las fuerzas para que pudiese mantener elpropsito ininterrumpido de servirle con todo mi corazn. Ninguna tentacin ha torcido esa firmedeterminacin. Ninguna ambicin mundana o eclesistica ha tenido ni el peso de un tomo paraatraerme.

    Toda mi alma clama dentro de m, como clamaba la de Efran cuando dijo: Qu tengo yoya que ver con los dolos? Yo le he respondido, y le observar (Oseas 14:8 V.M.).

    Santidad a Jehov (xodo 28:36) ha sido mi lema. En realidad, de verdad ha sido el nico

    lema que poda expresar los hondos deseos y aspiraciones de mi alma.Durante ao y medio, consecutivo, me he visto imposibilitado de trabajar a causa de

    debilidad fsica. Hubo tiempo cuando me habra parecido que sta era una cruz por dems pesadapara m; pero en esto, como en todo lo dems, bastme su gracia.

    ltimamente Dios ha estado bendicindome de manera muy especial. Mi corazn corre trasl, y al buscarle, por medio de la oracin paciente, fervorosa y creyente, y al escudriar condiligencia su Palabra, el ahonda la obra de su gracia en mi corazn.

    S. L. BRENGLE

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    PREFACIO DE LA PRIMERA EDICION

    Este libro tiene por objeto ayudar a todo lector de sus pginas a que disfrute inmediatamentede la santidad, segn se ensea en la Biblia. Su autor es un oficial del Ejrcito de Salvacin, quien,teniendo l mismo una grata y clara experiencia de las cosas de las cuales escribe, ha sidograndemente utilizado por Dios, tanto por medio de su vida como por su testimonio, para lasantificacin del pueblo del Seor, como tambin para la salvacin de pecadores. Lo recomiendo al y lo que aqu ha escrito, a todos aquellos que aman a Dios y su reino sobre la tierra. Deseoagregar, con mucho placer, que la lectura de algunos de los captulos siguientes, ha sido de muchabendicin a mi propio corazn y que no tengo duda alguna de que el Espritu Santo habr instruidoal autor e influido sobre l.

    En ninguna de sus enseanzas se ha reprochado tanto al Ejrcito de Salvacin como ensta, de la santidad a Jehov. De hecho, sus enseanzas, aparte de sus mtodos, exceptuandonicamente la de la santidad, han sido bien recibidas por todas las ramas de la Iglesia. Es una de

    las extraas contradicciones del moderno cristianismo, que cada una de las iglesias parece tenertan en poco su propio credo, que extiende su diestra y bendice a todas las dems; hay aqu, hoyen da, una especie de tcito entendimiento de que no importa mucho lo que uno cree, con tal deque uno profese creer algo. Gracias a Dios porque, hasta cierto punto, nosotros nos hemos vistolibres de esa falsa caridad, as como tambin del caos, inseguridad y confusin que de ella sedesprenden; y nuestro testimonio acerca de la completa santificacin ha contribuido mucho apreservarnos en ese sentido, pues ha suscitado la oposicin, no slo de los apologistasintelectuales de sistemas existentes, sino tambin de parte de los miles cuyo servicio a Dios hechoa medias y cuya involuntaria consagracin ha condenado.

    Por cuanto la santidad que nosotros defendemos es una santidad luchadora, santidadsufrida, santidad salvadora de almas, en una palabra, santidad de JESUCRISTO, cualquier goce

    de religin, cualquier esperar en Dios, o cualquier plenitud de la bendicin, que no estinmediatamente unida de manera indisoluble, en toda la extensin de la palabra, con la pasinactiva y desprovista de todo egosmo, por ir inmediatamente al rescate de los pecadores ylibertarlos de sus pecados, es, a nuestro juicio, una mera caricatura de la vida ms elevada, deunin entera con Cristo, la cual, segn nos dice la Palabra de Dios, es la vida ms elevada detodas.

    Este hecho hace que nos sea imposible publicar un libro como ste, sin dejar de decir unapalabra de precaucin a cada lector. Hay multitud de personas a quienes les agrada leer y orhablar cualquier cosa acerca de la santidad, que frecuentan reuniones de santidad y convencionesde la vida ms elevada y, no obstante esto, en el curso de los aos (no importa lo que profesen sercon los labios) no ven que sea necesaria la separacin del mundo en pequeeces tales como el

    usar los vestidos mundanos de los que visten a la moda; los hbitos de la vida cmoda, adquiridosen los hogares de gente acaudalada, o las asociaciones mundanas de sus familias y sus crculos.

    Por vuestro propio bien, no leis este libro ni ningn otro que verse sobre la santidad, si esque no estis dispuestos a or en l a la voz de Dios dicindoos qu es lo que debis dejar, y qudebis hacer para l. Una vez que lo hayis ledo, id al instante, y sin consultar a nadie, obedeced.Dios os ayudar!

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    W. BRAMWELL BOOTH

    CUARTEL GENERAL INTERNACIONAL

    LONDRES, E. C. 7 de febrero de 1896

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    CAPITULO 1QUE ES LA SANTIDAD?

    No todo el que me dice: Seor. Seor, entrar en el reino de los cielos: sino el que

    hace la voluntad de mi Padre que est en los cielos (Mateo 7:21).Pues la voluntad de Dios es vuestra santificacin..., porque no nos ha llamado Dios a

    inmundicia sino a santificacin (1 Tesal. 4:3,7). Sin santidad nadie ver al Seor(Hebreos 12:14). Por lo tanto, Sed santos (l Pedro 1:16).

    Cualquiera que lea la Biblia sinceramente, no adulterando la palabra de Dios (2Cor. 4:2), ver que ensea claramente que Dios espera que su pueblo sea santo, y quedebemos ser santos para poder ser felices y tiles aqu en la tierra y entrar ms tarde en elreino de los cielos.

    Una vez que el hombre sincero est convencido de que la Biblia ensea estasverdades, y que tal es la voluntad de Dios, preguntar: Qu es esta santidad, cundopuedo obtenerla y cmo?

    Hay diversidad de opiniones sobre estos puntos, aunque la Biblia es sencilla y clararespecto a cada uno de ellos para todo aquel que busca la verdad sinceramente.

    La Biblia nos dice que la santidad es liberacin completa del pecado. La sangre deJesucristo..., nos limpia de todo pecado (1 Juan 1: 7). No queda, entonces, nada de pecado,porque el viejo hombre ha sido crucificado juntamente con l, para que el cuerpo delpecado sea destruido, a fin de que no sirvamos ms al pecado (Romanos 6: 6), pues somoslibertados del pecado (Romanos 6: 18).

    Y de aqu en adelante, debemos considerarnos como muertos en verdad al pecado,pero vivos para Dios, en Cristo Jess (Rom. 6:11).

    Tambin nos dice la Biblia que es amor perfecto, lo que, segn la propia naturalezade las cosas, debe expeler del corazn todo odio y todo mal genio contrario al amor, deigual modo como es necesario vaciar por completo una vasija de aceite antes de poderllenarla de agua.

    La santidad es, pues, un estado en el cual no existen en el corazn ira, malicia,blasfemia, hipocresa, envidia, aficin a la holganza, deseo egosta del aplauso y buenaopinin de los hombres, vergenza de confesar la cruz, mundanalidad, engao, contienda,codicia, ni ningn deseo o tendencia mala.

    Es un estado en el cual ya no existen ms dudas ni temores. Es un estado en el cual se ama a Dios y se confa en l con corazn perfecto. Pero aunque el corazn fuere perfecto, la cabeza podr ser muy imperfecta, y debido

    a las imperfecciones de la cabeza de la memoria, del criterio o de la razn el hombresanto podr incurrir en muchos errores. No obstante, Dios mira la sinceridad de suspropsitos y el amor y la fe del corazn no a las imperfecciones de su cabeza y lellama santo.

    La santidad no es la perfeccin absoluta, que slo pertenece a Dios; ni es laperfeccin angelical, ni la perfeccin admica, porque indudablemente Adn tendra unmodo de pensar perfecto, tanto como un corazn perfecto, antes que pecara contra Dios

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    sino que es perfeccin cristiana: aquella perfeccin y obediencia del corazn que llega aserle posible a una criatura cada a la cual auxilian el poder supremo y la gracia sin lmites.

    Es ese estado del corazn y vida que consiste en ser y hacer, todo el tiempo, y node vez en cuando y a saltos, sino de manera permanente exactamente aquello que Diosquiere que seamos y hagamos.

    Jess dijo: Haced el rbol bueno, y su fruto bueno (Mateo 2:33). El manzano esmanzano todo el tiempo y no puede dar otro fruto que no fuere manzanas. As la santidad es

    aquella renovacin perfecta de nuestra naturaleza que nos hace esencialmente buenos, demodo que continuamente demos fruto para Dios: el fruto del Espritu que es amor, gozo,paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre, templanza (Glatas 5:22,23),sin que jamsninguna de las obras de la carne se injerten en este fruto celestial.

    Gloria a Dios! Es posible aqu mismo en la tierra, donde el pecado y Satans nos haarruinado, que el Hijo de Dios nos transforme de tal modo, que nos d poder para dejar a unlado al viejo hombre y sus obras y vestir el nuevo que es creado conforme a Dios enjusticia y en santidad de verdad (Efesios 4:22, 24), siendo renovados conforme a laimagen del que los cre (Col. 3:10).

    Pero alguien objeta y dice: S, todo lo que dice es verdad, slo que yo no creo que

    podamos ser santos hasta la hora de la muerte. La vida cristiana es una guerra y debemospelear la buena batalla de la fe hasta la muerte, y entonces, creo que Dios nos dar graciapara morir.

    Muchos sinceros cristianos piensan as, y por eso no hacen ningn verdadero esfuerzopor estar firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere (Col. 4:12) para ello enel momento presente. Y aunque oran diariamente diciendo: Venga tu reino, sea hecha tuvoluntad, como en el cielo, as tambin en la tierra (Mateo 6:10), no creen, sin embargo,que sea posible que puedan hacer la voluntad de Dios. Por lo tanto, en realidad hacen aJess autor de una vana oracin, que es slo una intil burla repetir.

    Pero es tan fcil para m ser y hacer lo que Dios quiere que sea y haga en esta vida,todos los das, como lo es para el ngel Gabriel ser y hacer lo que Dios quiere de l, De noser esto as, Dios no sera ni bueno ni justo en lo que requiere de m.

    Dios quiere que yo le ame y sirva de todo corazn, y el ngel Gabriel no puede hacerms. Y mediante la gracia de Dios es tan fcil para m hacerlo, como lo es para el arcngel.

    Adems Dios me promete que si yo retorno al Seor y obedezco su voz con todomi corazn y con toda mi alma, l circuncidar mi corazn... para que le ame con todo elcorazn y toda el alma (Deut. 30:2,6). Tambin promete ayudarnos a que, librados denuestros enemigos, sin temor le sirvamos en santidad y en justicia delante de l, todosnuestros das (Lucas 1:74,75).

    Esta promesa, por s sola, debera convencer a toda alma sincera de que Dios quiere

    que seamos santos en esta vida.La buena batalla de la fe es la lucha por retener esta bendicin en contra de las

    acometidas de Satans, las nieblas de la duda y los ataques de una iglesia y mundoignorantes e incrdulos.

    No es una lucha en contra de nosotros mismos despus de haber sido santificados,pues Pablo dice con toda claridad: Porqu no tenemos lucha contra sangre y carne, sinocontra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6: 12).

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    Adems, en toda la Palabra de Dios no hay ni una sola frase que pruebe que estabendicin no se recibe antes de la muerte, y seguramente que slo aceptando de las manosde Dios la gracia que nos ofrece, para vivir, es como podemos esperar que se nos concedagracia para morir.

    Pero la Biblia declara (2 Cor. 9:8) que poderoso es Dios para hacer que abunde envosotros toda gracia; a fin de que teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,abundis para toda buena obra, no a la hora de la muerte, sino en esta vida, cuando senecesita la gracia y donde debemos hacer nuestras buenas obras.CAPITULO 2COMO OBTENER LA SANTIDAD

    Mi pueblo fue destruido, porque le falt conocimiento (Oseas 4:6).Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el nico Dios verdadero, y a

    Jesucristo, a quien has enviado (Juan 17: 3).Un anciano profesor que contaba ms de ochenta aos de edad, dijo en cierta reunin

    de santidad: Creo en la santidad, pero no creo que sta se adquiera por completo, de unavez, como dicen ustedes. Creo que la adquirimos creciendo en ella.Este es un error muy comn, que slo ocupa segundo lugar a aqul que hace de la

    muerte el salvador del pecado y el dador de la santidad; este error ha sido el causante deque miles no entren a disfrutar de la bendita experiencia. No reconoce la enorme maldaddel pecado (Rom. 7:13), ni sabe cul es el camino sencillo de la fe,por el cual nicamentepuede destruirse el pecado.

    La completa santificacin es a la vez un proceso de resta y suma. Primeramente se deja a un lado toda malicia, todo engao, hipocresa, envidias, y

    todas las detracciones (1 Pedro 2: 1); en realidad, se deja toda mala disposicin y todo

    deseo egosta que no es segn Cristo, y el alma es limpia. La naturaleza de este estado ocondicin evidencia que no puede tratarse de un crecimiento, pues esta limpieza quita algodel alma, y el crecimiento siempre aade algo. Dice la Biblia: Pero ahora dejad tambinvosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestraboca (Colosenses 3: 8). El apstol habla como si una persona fuera a dejar estas cosas enforma muy parecida a lo que ocurre cuando se quita el saco, y lo deja a un lado. No es porcrecimiento que el hombre se quita el saco, sino por una accin activa y voluntaria, y por elesfuerzo de todo su cuerpo. Esta es sustraccin.

    Mas aade el apstol: Vestos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, deentraable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia(Colosenses 3: 12). Tampoco uno se pone el saco por crecimiento, sino por un esfuerzo detodo el cuerpo, esfuerzo similar al que debi hacer para quitrselo.

    Un hombre podr crecer dentro de su saco, pero no podr ponrselo por medio delcrecimiento. Primero, antes de que pueda crecer dentro del saco deber ponrselo. Deigual modo una persona podr crecer en la gracia, pero eso no quiere decir que podradquirirla, creciendo, Un hombre podr nadar dentro del agua, pero no le sera posiblenunca nadar primero, para as entrar en el agua.

    No es por crecimiento como se sacan las hierbas malas del jardn, sino arrancndolas,y usando vigorosamente la azada y el rastrillo.

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    No es por crecimiento como se puede limpiar al niito que ha estado jugando con elperro y el gato, y est todo sucio. Podra seguir creciendo hasta llegar a ser hombre, yensucindose ms cada da. Es lavndole en abundante agua limpia como pueden esperartenerlo algo presentable. As dice la Biblia: Al que nos am, y nos lav de nuestrospecados con su sangre (Apoc. 1:5). La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todopecado (1 Juan 1:7). Y es cabalmente como cantamos:

    T, nvea blancura a mi alma has de dar.Por esa limpieza todo he de dejar.Hay una fuente carmesQue mi Jess abri.Muriendo en la cruz por m,Do limpio quedo yo.

    Estas verdades le fueron dichas al anciano hermano arriba mencionado, y se le

    pregunt si despus de sesenta aos de experiencia cristiana, se senta algo ms cerca delinapreciable don de un corazn limpio, de lo que era el caso cuando comenz a servir alSeor Jesucristo por vez primera. Confes con toda franqueza que no.

    Se le pregunt si no consideraba que sesenta aos era tiempo suficiente para probar sila teora del crecimiento era correcta o no. El dijo que s, y por lo tanto se le invit a quepasara adelante y buscara, al momento, la bendicin de un corazn limpio.

    As lo hizo, pero aquella noche no obtuvo lo que buscaba, y la noche siguiente pasotra vez al banco de consagracin en busca de la pureza de corazn. No haba estado derodillas ni cinco minutos, antes que se pusiera de pie y, abriendo los brazos, mientras laslgrimas corran por sus mejillas y su rostro irradiaba con luz celestial, exclam: Cuanto

    est lejos el oriente del occidente, hizo alejar (Dios) de m mis rebeliones (Salmo 103:12).Vivi algn tiempo despus, y pudo testificar acerca de la maravillosa gracia de Dios enCristo, y luego se fue triunfante al seno de Dios, a quien, sin santidad, nadie podr ver.

    Pero, me dijo un hombre a quien yo exhortaba a que buscase la santidad almomento, yo obtuve la santidad cuando me convert. Dios no hizo obra a medias en m,cuando me salv. El hizo una obra acabada.

    Es verdad, Dios hizo una obra acabada, hermano. Cuando l lo convirti a usted, leperdon todos sus pecados, cada uno de ellos. El no dej la mitad sin perdonar, sino que losborr todos, como una nube espesa, para nunca ms volver a acordarse de ellos. El tambinle adopt a usted en su familia, y envi su Santo Espritu al corazn de usted, para que lediera esa preciosa y feliz nueva, y sa informacin hizo que usted se sintiese ms feliz quesi le hubiesen dado la noticia de que haba heredado millones de pesos, o que le habanelegido gobernador de una provincia, pues haba sido usted hecho heredero de Dios ycoheredero de todas las cosas con nuestro Seor y Salvador Jesucristo. Gloria a Dios! Esalgo grandioso ser convertido. Pero, hermano, est usted salvo de toda impaciencia, ira ypecados semejantes que emanan del corazn? Vive usted una vida santa?

    Yo no veo estas cosas lo mismo que usted, dijo el hombre. No creo quepodamos ser salvos, en esta vida, de toda impaciencia e ira. Y as cuando le hicimospresin, esquiv la cuestin y en realidad contradijo su propio aserto de que haba obtenidola santidad en el momento de su conversin. Como lo expresa un amigo, prefera negar laenfermedad, antes que probar el remedio.

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    El hecho es que ni la Biblia ni la experiencia prueban que una persona obtenga lasantidad en el momento de la conversin, sino todo lo contrario. Es verdad que le sonperdonados los pecados; recibe el testimonio de haber sido adoptado en la familia de Dios;cambian sus afectos. Mas, antes de haber avanzado mucho, hallar que su paciencia estaentremezclada con impaciencia, su bondad con ira, su mansedumbre con enojo (que es delcorazn y tal vez no lo vea el mundo, pero de locual l est penosamente consciente); suhumildad, entremezclada con orgullo, su lealtad a Jess, con cierto temor y vergenza de lacruz, y, de hecho, el fruto del Espritu y las obras de la carne, estn completamente

    entremezclados, en mayor o menor grado.Pero todo esto desaparecer cuando obtenga un corazn limpio, para lo cual requerir

    una segunda obra de la gracia, precedida de una consagracin hecha de todo corazn, y unacto de fe tan definido como el que precedi a su conversin.

    Despus de la conversin, hallar que su naturaleza es muy semejante a un rbol queha sido cortado, pero del cual quedan an el tocn y la raz. El rbol no molesta ms, perola raz hace que sigan saliendo los retoos, si no se tiene cuidado para que no crezcan. Lamanera ms rpida y mejor es poner un poco de dinamita debajo del tocn y hacerlo volar.

    De igual modo, Dios quiere poner en cada alma convertida la dinamita del EsprituSanto (la palabra dinamita, viene de la palabra griega poder, en Hechos 1:8, Versin

    Hispanoamericana), y destruir para siempre esa naturaleza antigua, molesta y pecaminosa,de modo que pueda decir con verdad: Las cosas viejas pasaron, he aqu todas son hechasnuevas (2 Cor. 5: 17).

    Eso es cabalmente lo que hizo Dios con los apstoles, el da de Pentecosts. Nadienegar que los apstoles eran convertidos antes de Pentecosts, pues Jess mismo les habadicho: Regocijaos de que vuestros nombres estn escritos en los cielos (Lucas 10: 20), yuna persona debe ser convertida antes que su nombre est escrito en los cielos.

    Tambin dijo: No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Juan 17: 16),y esto no podra decirse de hombres inconversos. Por consiguiente debemos llegar a laconclusin de que eran convertidos y, sin embargo, no disfrutaron de la bendicin de un

    corazn limpio hasta el da de Pentecosts.Que lo recibieron en dicha ocasin, lo declara Pedro tan llanamente como es posible

    hacerlo, en Hechos 15:8,9,donde dice: Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio,dndoles el Espritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entrenosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.

    Antes que Pedro recibiera esta gran bendicin, un da estaba lleno de presunciones yal otro, de temores. Un da declar: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca meescandalizar... Aunque me sea necesario morir contigo, no te negar (Mateo 26: 33, 35).Y poco despus, cuando fue la turba a tomar preso a su Maestro, osadamente la atacespada en mano; pero dentro de unas horas, cuando la sangre se le haba enfriado un

    poquito y le haba pasado la excitacin, le tuvo tal miedo a una muchacha que jur ymaldijo, y neg a su Seor tres veces.Pedro se parece a muchos soldados, que son muy valientes cuando hay algo grande

    y todo es favorable, o que pueden soportar hasta un ataque de los perseguidores, para locual es necesario poner en juego las facultades fsicas; pero que no tienen valor moral paravestir el uniforme cuando estn solos en el negocio o en el taller de trabajo, donde tendranque sufrir las burlas de sus compaeros de trabajo y las risas de los chiquilines de la calle.Estos son soldados a quienes les gustan las paradas de uniforme, pero que no quieren lalucha difcil en el frente de batalla.

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    Pero Pedro venci todo eso el da de Pentecosts. Recibi el poder del Espritu Santo,que penetr en l. Obtuvo un corazn limpio, del cual el amor perfecto ech fuera todo eltemor. Ms tarde, cuando lo encarcelaron por predicar en las calles, y cuando al comparecerante los tribunales se le orden que no volviese a hacerlo, contest: Juzgad si es justodelante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios: porque no podemos dejar de decir loque hemos visto y odo (Hechos 4: 19,20). Y luego, no bien lo pusieron en libertad, saliotra vez a las calles a predicar las benditas nuevas de la salvacin.

    Despus de eso no se poda espantar a Pedro ni tampoco se le poda exaltar conorgullo espiritual. Por eso, un da, despus de haber sido empleado por Dios para sanar a uncojo, y cuando la gente, maravillada corri para ver, Pedro les dijo: Varones israelitas,por qu os maravillis de esto? o por qu ponis los ojos en nosotros, como si por nuestropoder o piedad hubisemos hecho andar a ste? ... El Dios de nuestros padres ha glorificadoa su Hijo Jess... y por la fe de su nombre, a ste, que vosotros veis y conocis, le haconfirmado su nombre; y la fe que es por l ha dado a ste esta completa sanidad (Hechos3: 12,13,16).

    Tampoco el viejo y querido apstol tena ya nada de aquel mal genio que demostr enla ocasin cuando le cort la oreja al infeliz hombre, la noche en que Jess fue arrestado,sino que estaba revestido del mismo pensamiento que tuvo el Seor Jesucristo (1 Pedro 4:

    1), y segua a aquel que nos ha dejado ejemplo, para que le sigamos en sus pasos.Pero nosotros no podemos obtener lo que Pedro recibi el da de Pentecosts, me

    escribi alguien no hace mucho. Mas el propio Pedro, en el gran sermn que predic aquelda, declara que podemos obtenerlo, pues dice: Recibiris el don del Espritu Santo.Porque para vosotros judos, a quienes ahora me dirijo es la promesa, y para vuestroshijos, y no slo para vosotros sino para todos los que estn lejos de aqu a milnovecientos aos para cuantos el Seor nuestro Dios llamare (Hechos 2: 38,39).

    Cualquier hijo o hija de Dios puede obtener esto, si tan slo se entrega a Dios sinreserva alguna y se lo pide con fe. Pedid y se os dar; buscad y hallaris... Pues si vosotrossiendo malos, sabis dar buenas ddivas a vuestros hijos, cunto ms vuestro Padre

    celestial dar el Espritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas 11: 9,13).

    Bsquenle de todo corazn y le hallarn; no hay duda de que le hallarn, porque Dioslo ha dicho, y l est esperando para darse l mismo a ustedes.

    Un joven candidato para la obra del Ejrcito de Salvacin se dio cuenta de quenecesitaba tener un corazn limpio. Sali de la reunin de santidad y se dirigi a su casa.Una vez en su habitacin, abri la Biblia, se postr de rodillas al lado de su cama, ley elsegundo captulo de Los Hechos, y le dijo al Seor que no se levantara de sobre susrodillas hasta recibir un corazn limpio, lleno del Espritu Santo. No haba estado orandomucho tiempo antes que el Seor descendi sobre l y lo llen de la gloria de Dios. A partirde ese momento, su rostro resplandeca en verdad, y su testimonio haca arder los corazonesde quienes lo escuchaban.

    Ustedes pueden obtener el don, siempre que acudan al Seor con el espritu y la fe deaquel hermano, y el Seor har por ustedes mucho ms abundantemente de lo quepedimos o entendemos segn el poder que acta en nosotros (Efesios 3:20).

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    CAPITULO 3COSAS QUE IMPIDEN OBTENER LA SANTIDAD

    La santidad no tiene piernas, y no anda de un lado para otro visitando a la genteociosa, como pareca imaginrselo cierto cristiano perezoso, que me dijo que l crea que laexperiencia de la santidad le vendra algn da. Una hermana replic con justeza: Podraesperar igualmente que el saln del culto viniese a encontrarle en el sitio donde l seencuentra.

    El hecho es que la mayora de las personas encuentran tropiezos para entrar en elcamino de la santidad; mas aquellos de ustedes que desean obtenerla, deben disipar una vezpor siempre todo pensamiento que les sugiera que esos impedimentos yacen en Dios o enlas circunstancias que los rodean; los impedimentos estn slo en ustedes mismos. Siendoesto as, es el colmo de la insensatez el sentarse con indiferencia, y esperar tranquilamente,con los brazos cruzados, que descienda la bendita experiencia de la santidad. Pueden estarseguros de esto: no vendr, como no vendr una cosecha de papas al sujeto haragn que sesienta a la sombra y jams levanta su azada, ni trabaja durante los meses de la primavera yel verano. La regla del mundo espiritual es sta: Si alguno no quiere trabajar, tampoco

    coma (2 Tesalonicenses 3: 10) y Todo lo que el hombre sembrare, eso tambin segar(Glatas 6: 7).Por lo tanto, mediante un aplicado estudio de la Palabra de Dios, mucha oracin

    secreta, un decidido y completo examen de conciencia, rgida abnegacin, sinceraobediencia a toda luz que se tuviere actualmente, y la concurrencia fiel y constante a lasreuniones de creyentes, lo que indica la prudencia es comenzar sin prdida de tiempo adescubrir cules son esos impedimentos y, por la gracia de Dios, hacerlos a un lado, aunqueello cause tanto dolor como cortarse la mano derecha o sacarse el ojo derecho.

    Pues bien, la Biblia nos dice y el testimonio y la experiencia de todos lossantificados est de acuerdo con la Biblia que los dos grandes impedimentos a la santidadson: Primero, la consagracin imperfecta, y segundo, la fe imperfecta.

    Antes que un relojero pueda limpiar y arreglar mi reloj, yo debo entregrselo en susmanos, sin reserva de ninguna especie. Antes que un mdico pueda curarme, debo tomarlos medicamentos que me recete, de la manera que l lo ordene y a las horas que l seale.Antes que el capitn de un buque pueda conducirme en su barco a travs del ocano, deboembarcarme en su nave y quedarme all. De igual modo, si quiero que Dios limpie y arreglemi corazn con todos sus afectos; si es que quiero que cure mi alma enferma del pecado; sies que quiero que me conduzca en salvo a travs del ocano de la vida hasta entrar en aquelotro ocano, ms grande an, de la eternidad, debo entregarme por completo en sus manosy quedarme all. En otras palabras, debo hacer lo que l me ordenare. Debo estarperfectamente consagrado a l.

    Una capitana se arrodill con sus soldados y cant: Donde quiera ir con Jess,pero aadi: S, a cualquier parte, menos a H..., Seor. Su consagracin era imperfecta, yhoy da se encuentra fuera de la obra. Haba algunas cosas que ella no quera hacer paraJess, y, por consiguiente, Jess no poda purificarla ni guardarla.

    El otro da, un infeliz retrgrado me dijo que, en determinada poca, comprendi quedeba dejar de fumar. Dios quera que lo hiciera, pero l se aferr al hbito y fumaba ensecreto. Su imperfecta consagracin impidi que obtuviese la santidad, y lo arrastr a laruina, de manera que hoy anda por las calles borracho, y sigue el camino ancho queconduce al infierno.

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    Dentro de su corazn haba deslealtad secreta, y Dios no poda purificarle niresguardarle. Dios quiere que seamos perfectamente leales en lo ms ntimo de nuestrocorazn, y lo exige, no slo para gloria suya, sino para nuestro propio bien; por cuanto, sipodemos comprenderlo, la mayor gloria de Dios y nuestro mayor bien, son una mismacosa.

    Esta consagracin consiste en que nos deshagamos completamente de nuestra propiavoluntad, de nuestra disposicin, de nuestro mal genio y de nuestros deseos, gustos yaversiones, y nos revistamos por completo de la voluntad, disposicin, genio, deseos,gustos y aversiones de Cristo. En una palabra, la perfecta consagracin consiste endeshacerse del yo y el revestirse de Cristo; el abandonar nuestra propia voluntad en todo y,en su lugar, aceptar la voluntad de Jess. Esto podr parecer casi imposible de realizarse, ymuy desagradable a nuestro corazn no santificado; mas si queremos prepararnos para laeternidad, y si miramos de manera inteligente y sin vacilaciones esta puerta estrecha por lacual entran tan pocos, y le decimos al Seor que deseamos seguir por ese camino, aunquenos cueste la vida, el Espritu Santo no tardar en hacernos ver que el entregarnos de esemodo a Dios no slo es posible, sino fcil y agradable.

    El segundo impedimento que encuentra aquel que quiere ser santificado es la feimperfecta. Cuando Pablo escribi a su cuerpo de salvacionistas en Tesalnica, los encomi

    porque eran de ejemplo a todos los que han credo en Macedonia y en Acaya, y aadi: Entodo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido (1 Tesalonicenses 1: 7,8). Aquel era elcuerpo de ms fe en toda Europa, y su fe era tan real y tan valiente, que pudieron soportarmuchas persecuciones, segn vemos en los captulos 1:6; 2:14; 3:2-5; de manera que Pablodice: En medio de toda nuestra necesidad y afliccin fuimos consolados de vosotros pormedio de vuestra fe (3:7). Fe robusta era aqulla, mas no perfecta, pues Pablo aade:Orando de noche y de da con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, ycompletemos lo que falte a vuestra fe (3:10). Y por razn de su fe imperfecta, no eransantificados; por eso vemos que el apstol ora: Y el mismo Dios de paz os santifique porcompleto (5:23).

    Todos aquellos que son nacidos de Dios y que tienen el testimonio de su Espritu,

    acerca de su justificacin, saben muy bien que no ha sido por las buenas obras que hanhecho, ni por haber crecido en ella que han obtenido la salvacin, sino que fue por gracia...por la fe (Efesios 2:8). Pero muchsimas de estas personas parecen pensar que mediante elcrecimiento llegaremos a la santificacin, o que la vamos a adquirir por nuestras propiasobras. Mas el Seor resolvi esa cuestin y la hizo tan clara como es posible hacerlo enpalabras, cuando le dijo a Pablo que lo enviaba entre los gentiles para que abras sus ojos,para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satans a Dios; para quereciban, por la fe que es en m, perdn de pecados y herencia entre los santificados(Hechos 26:18). No por obras, ni por crecimiento, sino por la fe, haban de ser santificados.

    Si quieren ser santos, deben acudir a Dios con corazn sincero, en plena certidumbre

    de fe (Hebreos 10:22), y luego, si esperan pacientes delante de l, se har la maravillosaobra.La consagracin y la fe son cosas del corazn, y ah es donde yace la dificultad para

    la mayora de las personas; pero no hay duda de que en algunos casos la dificultad que venalgunas personas es cuestin mental. No logran obtener la bendicin porque andan en buscade algo demasiado pequeo.

    La santidad es una gran bendicin. Es la renovacin del hombre completo, a laimagen de Jess. Es la completa destruccin de todo odio, envidia, malicia, impaciencia,codicia, orgullo, lujuria, temor del qu dirn, amor a las comodidades, amor a la admiraciny aplauso mundanos, amor al lujo, vergenza de la cruz, voluntariedad y cosas por el estilo.

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    Hace que el que la posee sea manso y humilde de corazn (Mateo 11:29), como lo eraJess; paciente, bondadoso, longnime, misericordioso, lleno de compasin y amor; llenode fe, benvolo y celoso en toda buena palabra y obra.

    He odo a algunas personas afirmar que eran santificadas porque haban dejado defumar, porque ya no usaban plumas en el sombrero, o cosas por el estilo; pero seguansiendo impacientes, no eran bondadosas y estaban completamente embebidas en las cosasde esta vida. El resultado de esto fue que no tardaban en desanimarse, y concluan por creerque no exista tal bendicin, llegando a hacerse enemigos acrrimos de la doctrina de lasantidad. La dificultad consista en que buscaban una bendicin muy pequea.Abandonaron ciertas cosas externas, pero la vida ntima segua sin crucificar. El minerolava la suciedad del mineral, pero no puede, lavando, quitarle la escoria. Eso lo tiene quehacer el fuego, y slo entonces quedar el oro puro. De igual modo es necesario dejar a unlado cosas externas, pero slo el bautismo del Espritu Santo y del fuego, puede purificarlos deseos secretos y afectos del corazn, y hacerlo santo. Y esto es menester buscarloferviente y sinceramente, por medio de la completa consagracin y de la fe perfecta.

    Hay otras personas que no logran recibir la bendicin porque buscan algocompletamente distinto de la santidad. Quieren tener una visin del cielo, de lenguas defuego, de algn ngel; o quieren adquirir una experiencia que les mantenga exentas de las

    pruebas, tentaciones y de toda suerte de errores y debilidades; o quieren tener tal poder quehaga caer a los pecadores como muertos, cuando ellos hablan.Pasan por alto el versculo que declara que el propsito de este mandamiento es el

    amor nacido del corazn limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida (1 Timoteo1:5); lo cual nos ensea que la santidad no es otra cosa que un corazn puro, lleno deperfecto amor, y una conciencia limpia hacia Dios y los hombres, resultado delcumplimiento fiel del deber, y de la fe sencilla y sin hipocresa. Olvidan el hecho de que lapureza y el amor perfecto son tan de la naturaleza de Cristo y tan escasos en el mundo, quepor s solos son una gran bendicin. Pasan por alto el hecho de que si bien Jess era un granhombre, Rey de reyes y Seor de seores, era tambin un humilde Carpintero que sedespoj a s mismo, tomando forma de siervo ((Filip. 2:7). Pasan por alto el hecho de que

    deben ser como fue Jess, en este mismo mundo en que viven, y que este mundo es ellugar de su humillacin, donde es despreciado y desechado de los hombres, varn dedolores experimentado en quebranto; sin atractivo para que le deseemos (Isaas 53:2,3).En este mundo, su nica belleza es la del alma, la hermosura de su santidad (1 Crn.16:29), aquel espritu humilde de mansedumbre y amor, ese incorruptible ornato de unespritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios (1 Pedro 3:4).

    Tiene su alma hambre y sed de la justicia del amor perfecto? Desea ser semejante aJess? Est dispuesto a padecer con l y a ser odiado de los hombres, por su nombre?(Mateo 10:22). Si es as, veamos lo que nos dice la Biblia: Despojmonos de todo peso delpecado que nos asedia (Hebreos 12:1), presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo,

    santo, agradable a Dios, que es nuestro culto racional (Romanos 12:1), corramos conpaciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jess, el autor yconsumador de la fe (Hebreos 12:1,2). Acuda al Seor con aquella misma fe sencilla queejerci el da en que fue salvado; ponga su caso ante l; pdale a l que lo limpie de todaimpureza y que lo perfeccione en el amor, y luego crea que l lo puede hacer. Si despus deeso usted resiste todas las tentaciones de Satans a dudar, pronto ver que han desaparecidolos impedimentos que antes tena y estar regocijndose con gozo inefable y glorioso (1Pedro 1:8).

    Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espritu,alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Seor Jesucristo. Fieles el que os llama, el cual tambin lo har (1 Tesalonicenses 5:23,24).

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    CAPITULO 4LAS TENTACIONES DEL HOMBRE SANTIFICADO

    Cmo puede ser tentado el hombre que est muerto al pecado? me pregunthace algn tiempo un cristiano sincero pero no santificado. Si hasta las mismastendencias e inclinaciones al pecado han sido destruidas, qu hay en el hombre queresponda a las instancias del mal?

    Esta es una pregunta que todo hombre hace tarde o temprano, y cuando Dios meense la respuesta, ella ilumin mi senda y me ayud a derrotar a Satans en muyencarnizadas luchas.

    El hecho es que el hombre verdaderamente santificado, el que est muerto alpecado, no tiene ninguna inclinacin en s que responda a las tentaciones comunes a todoser humano. Tal como lo declara Pablo: No tenemos lucha contra sangre y carne esdecir, contra las tentaciones sensuales, carnales y mundanas que tanto lo dominabanantes sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblasde este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12),es decir en su cuarto, en la oracin secreta.

    Si una vez fue borracho, ya no ser tentado a embriagarse, por cuanto est muerto ysu vida est escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:3).

    Si antes fue orgulloso y vanidoso, una persona cuyo mayor deleite era vestir a lamoda y cubrirse de alhajas, ahora no se siente deslumbrado por los destellos, pompas yvana gloria de este mundo, porque ha puesto la mira en las cosas de arriba, no en las de latierra (Colosenses 3:2). Esas cosas ya no tienen para l ms atraccin que la que tendranlos adornos de bronce, las plumas de guila y la pintura de guerra de los indios.

    Si antes codiciaba los honores y elogios de los hombres, ahora considera todo esocomo estircol y escoria, para poder ganar a Cristo, y tener el honor que viene nicamentede Dios.

    Si antes dese adquirir riquezas y vivir una vida holgada y cmoda, ahora desecha,gustosamente, todos los bienes y comodidades terrenales, con tal de acumular tesoro en elcielo, y no estar envuelto en los negocios de la vida; a fin de agradar a aquel que lo tompor soldado (2 Timoteo 2:4).

    No quiero decir con esto que Satn no presentar nunca ante el alma ninguno de estosplaceres y honores mundanos y carnales, con objeto de inducirla a que se aleje de Cristo,pues lo har. Pero lo que quiero decir es que, estando el alma muerta al pecado, habiendosido destruidas hasta las races del pecado, sta no responde a las sugerencias que le haceSatans, sino que instantneamente las rechaza. Satans podr enviarle una bellsimaadltera, como lo hizo en el caso de Jos en Egipto; pero este hombre santificado huir de

    ella, y exclamar, como lo hizo Jos: Cmo... hara yo este grande mal, y pecara contraDios? (Gnesis 39:9).

    O podr suceder que Satans le ofrezca gran podero, honores y riquezas, como lohizo con Moiss en Egipto, mas al comparar todo esto con el poder infinito y plenitud degloria que ha encontrado en Jesucristo, el hombre santificado instantneamente rehsa laoferta que le hace el Diablo, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, quegozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio deCristo que los tesoros de los egipcios (Hebreos 11:25,26).

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    O bien, Satans podra tentar su paladar con los sabrosos vinos y ricas viandas delpalacio de un rey, como lo hizo con Daniel en Babilonia; pero, como Daniel, este hombresantificado habr propuesto en seguida en su corazn de no contaminarse con la porcinde la comida del rey, ni en el vino que l beba (Daniel 1:8).

    Todas estas atracciones mundanales le fueron ofrecidas a Jess (Mateo 4:1. 11; yLucas 4:2.13), pero vemos, en el relato que nos hacen los apstoles, de qu modo tanglorioso triunf sobre cada una de las sugerencias que le hizo el tentador. Y as como lrechaz las tentaciones de Satans y obtuvo la victoria, as tambin lo har el hombresantificado, pues tiene a Cristo mismo, que ha entrado a morar en su corazn y a librar susbatallas, y por lo tanto puede decir como su Seor y Maestro: Viene el prncipe de estemundo, y el nada tiene en m (Juan 14:30).

    En realidad, tal es la satisfaccin que ha encontrado, tal la paz y el gozo de quedisfruta, tal el consuelo, pureza y poder que ha recibido de Cristo, que el poder de lasantiguas tentaciones ha sido quebrantado por completo, y ahora disfruta de la libertad de loshijos de Dios; es libre como cualquier arcngel, porque si el Hijo os libertare, serisverdaderamente libres (Juan 8:34), con la libertad con que Cristo nos hizo libres(Glatas 5:1).

    Pero si bien es cierto que Cristo ha libertado al hombre santificado, y que ste no

    tiene que contender con las antiguas pasiones mundanas y deseos carnales, tiene, sinembargo, que sostener una lucha continua con Satans para conservar su libertad. Estalucha es la que Pablo llama la buena batalla de la fe (1 Timoteo 6:12).

    Debe luchar para mantener firme su fe en el amor del Padre. Debe luchar para mantener firme su fe en la sangre purificada del Salvador.Debe luchar para mantener firme su fe en el poder santificador y guardador del

    Espritu Santo.Aunque no la ve el mundo, esta lucha es tan real como la de las batallas de Waterloo

    o Gettysburg, y sus trascendentes consecuencias, ora para bien o para mal, son

    infinitamente mayores.Por la fe el hombre santificado es hecho heredero de Dios y coheredero de Cristo

    (Rom. 8:17), de todas las cosas, y su fe hace que sean tan reales su Padre celestial y suherencia celestial, que la influencia de estas cosas invisibles sobrepuja por mucho a lascosas que ve con los ojos materiales, las cosas que oye con sus odos y toca con sus manos.

    El hombre santificado dice como deca Pablo, y lo siente dentro de su corazn aldecirlo, que las cosas que se ven son temporales, y pronto perecern, pero las que no seven no se ven con los ojos naturales pero s con los ojos de la fe son eternas (2 Cor.4:18), y permanecern cuando los elementos ardiendo sern desechos (2 Pedro 3:10), yse enrollarn los cielos como un libro(Isaas 34:4).

    Fcil es comprender que estas cosas slo se pueden retener por medio de la fe, ymientras el hombre santificado las retenga de ese modo, el poder de Satans sobre l estcompletamente quebrantado. Esto lo sabe muy bien el diablo, y por eso comienza susataques sistemticos en contra de la fe de tal hombre.

    Lo acusar de haber pecado, cuando la conciencia del hombre est tan libre de haberquebrantado intencionalmente las leyes de Dios, como la de un ngel. Pero Satans sabeque si logra conseguir que le escuche est acusacin, y pierda la fe en la sangre purificadorade Jess, lo tendr en sus garras y podr hacer lo que quiera con l. Satans acusa, pues, deeste modo al alma santificada, y luego se torna y dice que es el Espritu Santo el que

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    condena al hombre! El es el acusador de nuestros hermanos (Apoc. 12:10). He aqu ladiferencia que debemos observar:

    El diablo nos acusa depecado.El Espritu Santo nos condenaporel pecado.Si digo una mentira, si me enorgullezco, o si quebranto cualesquiera de los

    mandamientos de Dios, el Espritu Santo me condenar al momento por ello. Satans meacusar de haber pecado cuando no lo he hecho, y no puede probarlo.

    Por ejemplo: Un hombre santificado le habla a un pecador acerca de su alma, leexhorta huir de la ira venidera, y a que d su corazn a Dios, pero el pecador no quierehacerlo. Entonces Satans comienza a acusar al cristiano, dicindole: No dijiste a esepecador lo que debiste decirle; si le hubieras hablado con acierto, se habra entregado aDios.

    De nada sirve ponerse a discutir con el diablo. La nica cosa que el hombre puedehacer es no mirar al acusador sino poner los ojos en el Salvador y decir: Amado Seor, tsabes que hice lo mejor que pude en esos momentos, y si hice algo malo, o si dej algo sindecir que deb haber dicho, confo en que tu sangre me limpiar en este mismo instante.

    Si a Satans se le hace frente de ese modo cuando comienza sus acusaciones, la fe dela persona santificada obtendr una victoria y sta se regocijar en la sangre purificadoradel Salvador y en el poder del Espritu para guardar; pero si presta odos al diablo hasta quesu conciencia y su fe se hallan heridas, podr necesitarse mucho tiempo para que su ferecupere otra vez las fuerzas, que la capaciten para dar voces de jubilo y triunfar en todoslos ataques que le hiciere el enemigo.

    Una vez que Satans ha herido y lastimado la fe del hombre santificado, prosigueluego a degradar el carcter de Dios. Le sugiere al hombre que el Padre no le ama ms, conaquel paternal amor que tuvo a su Hijo Jess; no obstante, Jess declar que s le ama.Luego le sugiere que tal vez la sangre no le limpie de todo pecado y que el Espritu Santono puede guardar a nadie inmaculado, o, al menos, que aunque pudiera hacerlo, no lo hace;

    y que, despus de todo, aqu en el mundo no existe, tal como se estima, una vida santa. Otro resultado de las heridas recibidas por la fe, es que las oraciones secretas del

    hombre pierden mucho de la bendicin que antes le producan; el deseo intenso que tenade hablar a las almas acerca de la salvacin disminuye; el gozo que antes tena en testificaracerca de su Seor y Salvador Jesucristo es menor, y plticas heladas reemplazarn a losentusiastas testimonios; la Biblia cesar de ser constante fuente de bendicin y fortaleza.Conseguido esto, el diablo le tentar a que peque de hecho, a causa del descuido de algunosde estos deberes.

    Pues bien, si el hombre escucha a Satans y comienza a dudar, ay de su fe! Si noclama con todas sus fuerzas a Dios, si no escudria las Escrituras para enterarse de cul sea

    la voluntad de Dios, y habiendo visto cules son sus promesas, apropindose de ellas;reclamndolas diariamente, como lo hizo Jess, quien en los das de su carne, ofreciruegos y splicas con gran clamor y lgrimas al que le poda librar de la muerte (Hebreos5:7);si l no le echa en cara a Satans estas promesas, y de manera resoluta cierra sus ojosa todas las sugerencias que le hiciere el Diablo a que dude de Dios, ser slo cuestin detiempo para que figure entre aquellos que tienen nombre de estar vivos, pero estnmuertos (Apoc. 3:1); tienen apariencia de piedad mas niegan la eficacia de ella (2 Tim.3:5); cuyas oraciones y testimonios estn muertos; cuyo estudio de la Biblia, exhortacionesy obras estn muertas, por cuanto no tienen fe viva; finalmente llegar a ser un retrgradodeclarado.

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    Qu debe hacer el hombre santificado para vencer el mal?Escuchen lo que dice Pedro: Sed sobrios, y velad (es decir, mantened vuestros ojos

    abiertos), porque vuestro adversario el diablo, como len rugiente, anda alrededorbuscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe (1 Pedro 5:8,9).

    Escuchen a Santiago: Resistid al diablo, y huir de vosotros (4:7).Oigan a Pablo: Pelea la buena batalla de la fe (l Timoteo 6:12). El justo por la fe

    vivir (Romanos 1:1 7). Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podis apagartodos los dardos de fuego del maligno (Efesios 6:16).

    Y Juan dice: Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe (1 Juan 5:4). Yellos le han vencido (al Diablo, el acusador de los hermanos) por medio de la sangre delCordero (en cuya sangre tenan una fe como de nios) y de la palabra del testimonio deellos (porque si un hombre no testifica, su fe no tardar en morir),y menospreciaron susvidas hasta la muerte (Apoc. 12:11); obedecieron a Dios a todo costo, y se abnegaronhasta el ltimo extremo.Pablo atribuye igual importancia al testimonio cuando dice: Mantengamos firme, sin fluctuar, laprofesin de nuestra esperanza (Hebreos 10:23). Mirad hermanos, que no haya en ninguno devosotros corazn malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo (Hebreos 3:12). No perdis,pues, vuestra confianza, que tiene grande galardn (Hebreos 10:35).

    CAPITULO 5DESPUES DE LA REUNION DE SANTIDAD

    Estuvo usted en la reunin de santidad?Pas usted al banco de penitentes?Purific Jess su corazn?Recibi usted el Espritu Santo?Si usted se entreg a Dios del mejor modo, segn sus conocimientos, pero no recibi

    el Espritu Santo, no se desaliente por eso. No d un paso atrs. Detngase donde est, ymantenga firme su fe. El Seor quiere bendecirle. Siga usted mirando a Jess, y creafirmemente que l satisfar los deseos de su corazn. Dgale que usted espera que l as lohar, y reclmeselo de acuerdo con las promesas que l mismo ha hecho, cuando dice:Porque yo s los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehov, pensamientos depaz, y no de mal, para daros el fin que esperis. Entonces me invocaris, y vendris yoraris a m, y yo os oir; y me buscaris y hallaris porque me buscaris de todo vuestro

    corazn; y ser hallado por vosotros, dice Jehov (Jeremas 29:11-14). Esta es unamaravillosa promesa, y es para usted.

    Le ha tentado a usted el Diablo, ms que nunca, desde aquella fecha? Pues bien, aqutiene usted otra promesa para su alma: Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; heaqu yo cimentar tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundar. Tus ventanaspondr de piedras preciosas, tus puertas de piedra de carbunclo, y toda tu muralla depiedras preciosas... Con justicia sers adornada (Isaas 54:11, 12, 14). Dios va a hacercosas maravillosas para usted, si mantiene usted firme su fe y su entereza.

    Indudablemente algunos de ustedes no slo se han entregado a Dios, sino que Diostambin se ha entregado a ustedes. Han recibido el Espritu Santo. Cuando l entr, sali

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    todo egosmo. Sintieron horror, desprecio de ustedes mismos, y se consideraron como nada;al mismo tiempo Jess lleg a ser para ustedes todo en todo. Eso es lo primero que hace elEspritu Santo cuando entra al corazn en toda plenitud: glorifica al Seor Jesucristo; levemos de manera que jams le hemos visto antes; le amamos; le adoramos, y le damos todohonor, gloria y poder; y comprendemos, como nunca lo hicimos antes, que por medio de supreciosa sangre, somos salvados y santificados. El Espritu Santo no atraer la atencinsobre s, sino que sealar a Jess. El no hablar por su propia cuenta... El me glorificar;porque tomar de lo mo, y os lo har saber dijo Jess. Y tambin dijo: El dar

    testimonio acerca de m (Juan 16:13,14; 15:26).El Espritu Santo no viene tampoco a revelarnos ninguna nueva verdad, sino ms bien

    para hacernos comprender las antiguas verdades dichas por Jess, y tambin las que dijeronlos profetas por l inspirados: El os ensear todas las cosas, y os recordar todo lo que oshe dicho (Juan 14:26). El har que la Biblia sea un nuevo libro para ustedes; l les harrecordar lo que lean; l les ensear cmo aprovechar sus enseanzas y cmo aplicarlas a lavida diaria, de modo que sean guiados por sus enseanzas.

    La razn por qu hay quienes se confunden con lo que dice la Biblia, es porque notienen el Espritu Santo, y por lo tanto no tienen quin les ensee su significado. Un cadeteo un humilde soldado, lleno del Espritu Santo, puede decir ms acerca del real y profundo

    significado de la Biblia, que todos los doctores y profesores de teologa que no estnbautizados por el Espritu Santo. El Espritu Santo les har amar la Biblia, y dirn comoJob: Guard las palabras de su boca ms que mi comida (Job 23:12), y como el Salmista,exclamarn diciendo que sus palabras son dulces ms que miel, y que la que destila delpanal (Salino 19:10). Ningn libro ni peridico puede reemplazarla, y como el hombrebienaventurado meditarn en ella de da y de noche (Salmo 1:2; Josu 1:8). El les hartemblar con las amonestaciones de la palabra de Dios (Isaas 66:2), se regocijarn en suspromesas y se deleitarn en sus mandamientos. No quedarn satisfechos con nada que nosea la Biblia ntegra, y dirn con Jess: No slo de pan vivir el hombre, sino de toda lapalabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4); y comprendern lo que quiso decir Jesscuando dijo: Las palabras que yo os he hablado son espritu y son vida (Juan 6:63).

    Mientras ustedes obedecen humildemente y andan con espritu humilde como el deuna criaturita, confiando en que la sangre de Jess les limpia de todo pecado, el Consoladormorar con ustedes, y la experiencia mnima de su espritu ser perfecta paz. ComoPablo, tal vez sern trasladados al paraso y escucharn palabras inefables que no le esdado al hombre expresar (2 Corintios 12:4). Oh, hay indescriptibles anchuras y larguras, yprofundidades y alturas del amor de Dios, en el cual ustedes se pueden regocijar, y quepueden descubrir con el telescopio y microscopio de la fe! Gloria a Dios! No deben temerque dicha experiencia se desgaste o pierda su vigor. Dios es infinito y la limitada mente ycorazn de ustedes no pueden agotar las maravillas de su sabidura, de su bondad, de sugracia y de su gloria, en el breve lapso de tiempo de una vida. Loado sea Dios, aleluya!

    No piensen por eso que cuando baja la marea es seal de que el Consolador les hadejado. Bien recuerdo cmo yo, despus de haber recibido el Espritu Santo, anduvedurante semanas bajo el peso del gozo y gloria divinos, a tal punto que me pareca que micuerpo no podra soportarlo. Despus de eso el gozo comenz a mermar, y se alternaban losdas de gozo y paz; y aquellos das en que no disfrutaba de ninguna experiencia especial, elDiablo me tentaba hacindome pensar que de algn modo yo haba ofendido al EsprituSanto, y que, por consiguiente, ste me iba a dejar. Pero Dios me hizo ver que esa es unamentira del Diablo, y que yo deba mantener la profesin de mi esperanza (fe) firme, sinfluctuar (Hebreos 10:23). As pues, yo les puedo decir: No crean que l les ha dejado, sloporque no se sienten henchidos de emocin. Mantengan firme su fe. El est con ustedes yno les dejar, despus de todas las dificultades que debi vencer para poder entrar a sus

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    corazones, sin antes decirles el por qu. El Espritu Santo no es caprichoso ni veleidoso. Eltiene que luchar mucho antes de poder penetrar a un corazn, y luchar mucho antes dedejarlo, a menos que uno, voluntariamente, endurezca el corazn y lo despida.

    Pero yo no escribo esto para aquellos que son descuidados, y a quienes no les da nadaofender al Espritu Santo, sino que me dirijo a aquellos que son de corazn tierno, que leaman y que preferiran morir antes que verle fuera de sus corazones. A ustedes les digo:Confen en l. Cuando yo estuve casi a punto de aceptar la mentira del Diablo que me decaque el Seor me haba dejado, Dios me dio este texto:Los hijos de Israel... tentaron aJehov, diciendo: Est, pues, Jehov entre nosotros o no? (xodo 17:7).

    Comprend que dudar de que Dios estaba conmigo, aun cuando yo no percibiese demanera especial su presencia en m, era tentarle; le promet, por consiguiente, al Seor nodudar ms, sino que creera en l con verdadera fe. Loores a Dios para siempre! El no meha dejado an, y estoy seguro de que nunca me dejar. Yo puedo confiar en mi esposa auncuando no la vea, y de igual modo he aprendido a confiar en mi Seor, aun cuando nosiempre sienta dentro de m las vivas sensaciones de su poder. Yo le digo que confo en l,y creo que est conmigo, y no quiero complacer al Diablo dudando.

    Cabalmente en este punto, despus de haber recibido el Espritu Santo, muchaspersonas sufren confusiones. En los momentos de tentacin creen que l les ha dejado; y en

    vez de confiar en l, reconocer su presencia y agradecerle por haber condescendido a entraren tan humilde morada, como es la de sus corazones, comienzan a buscarle como si l nohubiese entrado an, o como si se hubiese retirado. Debieran, inmediatamente, cesar debuscarle y comenzar a combatir al Diablo, por la fe, dicindole que se aparte de ellos,alabando, al mismo tiempo al Seor por acompaarles con su presencia. Si buscan luzcuando la tienen, ustedes hallarn oscuridad y confusin; de igual modo, si comienzan abuscar el Espritu Santo, cuando ya lo tienen, lo ofendern. Lo que l quiere es que ustedestengan fe. Por lo tanto, habindole recibido en sus corazones, reconozcan continuamente supresencia, obedzcanle, glorense en l, y l estar con ustedes para siempre (Juan 14:16).Su presencia les dar fortaleza.

    No sigan buscando y pidiendo ms poder, sino busquen ms bien, por medio de laoracin, la vigilancia, el estudio de la Biblia y el aprovechamiento sincero de cadaoportunidad que se les presente, ser utilizados como conductores del poder del EsprituSanto que est en ustedes. Crean en Dios y no obstruyan el camino al Espritu Santo a finde que l pueda obrar por intermedio de ustedes. Pdanle que les ensee y dirija, para queno le sean estorbo en su obra. Traten de pensar sus pensamientos, hablar sus palabras, sentirsu amor, y ejercer su fe. Procuren que l les gue, de tal modo que oren cuando l quiereque as lo hagan; que canten, cuando l quiera que canten, y por ltimo, aunque no esesto lo menos importante, que guarden silencio cuando l quiera que estn en silencio.Vivan en el Espritu. Anden en el Espritu (Glatas 5:25). Sean llenos del Espritu (Efesios5:18).

    Finalmente, les dir que no debe causarles sorpresa si sufren tentaciones muyinusuales. Recordarn que fue despus que Jess hubo sido bautizado con el Espritu Santo,cuando fue llevado al desierto para ser tentado del Diablo durante cuarenta das y cuarentanoches. (Vean Mateo 3:16,17 y 4:1-3). El discpulo no es ms que su maestro (Mateo10:24). As, pues, tened por sumo gozo cuando os hallis en diversas pruebas (Santiago1:2). Las mismas tribulaciones y tentaciones los pondrn a ustedes en ms ntima relacincon Jess; por cuanto ustedes deben ser como l fue. Recuerden que l dijo: Bstate migracia, y est escrito de l: Pues en cuanto l mismo padeci siendo tentado, es poderosopara socorrer a los que son tentados (Hebreos 2:18); y dice en otro lugar: Porque notenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades sino unoque fue tentado en todo segn nuestra semejanza, pero sin pecado (Hebreos 4:15).Mas

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    qu, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros. quin contra nosotros? (Romanos8:3 1).

    Sean fieles, llenos de fe y podrn decir como dijo Pablo: En todas estas cosas somosms que vencedores por medio de aquel que nos am. Por lo cual estoy seguro de que ni lamuerte, ni la vida, ni ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, nilo alto, nilo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podr separar del amor de Dios, quees en Cristo Jess Seor nuestro (Romanos 8:37.39).CAPITULO 6

    PELEA LA BUENA BATALLA DE LA FE

    (1 Timoteo 6:12)

    Un amigo, en cuya casa me hosped una vez, me dijo que haba obtenido la bendicin de uncorazn limpio, y testific este hecho a la maana siguiente, mientras nos hallbamos a la mesa ala hora del desayuno. Dijo que haba dudado acerca de que hubiese realmente experiencia tal;pero desde que haba comenzado a concurrir al Ejrcito de Salvacin haba estudiado la Biblia conms detenimiento y observado las vidas de aquellos que la profesaban, y desde entonces haba

    arribado a la conclusin de que no poda servir a Dios sin que su corazn fuese santificado. Pero ladificultad yaca en llegar al punto en que tomase el don de la santidad, para s, por medio de la fe.Dijo que haba esperado recibirla algn da. Haba anhelado que llegase el da cuando sera puro;mas lleg el momento cuando comprendi que deba reclamar el precio o don en el instante, yall, en ese instante y en ese momento, comenz su lucha de fe. El ech mano a un lado de lapromesa y el Diablo empu el otro extremo, y lucharon para conseguir la victoria.

    El Diablo haba logrado obtener la victoria muchas veces antes; pero esta vez el hombre noquiso desprenderse de su confianza, sino que se allego confiadamente al trono de la gracia, yobtuvo misericordia y hall gracia que le ayud en el momento oportuno (Heb. 4:16); el Diablo fuevencido por la fe, el hermano sali de all disfrutando de la bendicin de un corazn limpio, y esamaana pudo decir: Anoche Dios me llen de su Espritu, y el tono alegre de su voz y la alegraque se reflejaba en su rostro confirmaban la veracidad de sus palabras.

    La ltima cosa que tiene que dejar el alma, al buscar la salvacin o la santificacin es elcorazn malo de incredulidad (Hebreos 3:12). Esta es la fortaleza de Satans. Tal vez logrendesalojarle de todas sus avanzadas, y l no se sentir muy preocupado, mas si asaltan estaciudadela, les resistir con todas las mentiras y toda la astucia de que es capaz. A l no leincomoda mucho que la gente deje de cometer pecados abiertamente. Un pecador decente lesatisface tanto como uno que haya perdido la reputacin. En realidad me parece que hay algunaspersonas que son peores de lo que el Diablo quiere que sean, pues sirven para darle mala fama al. Tampoco le incomoda que la gente abrigue algunas esperanzas de salvacin y pureza; enrealidad, sospecho que l prefiere que vivan as siempre de esperanzas, con tal de que sedetengan ah no ms. Pero inmediatamente que un alma dice: Quiero saber si soy realmentesalvada, ahora; quiero recibir la bendicin ahora; no puedo seguir viviendo sin el testimonio delEspritu que me diga que Jess me salva ahora y que me purifica ahora , el Diablo comienza arugir, a mentir y a emplear todo su ingenio a fin de engaar al alma y apartarla a algn otro camino,

    o la arrulla hasta que se duerma, prometindole que obtendr la victoria algn otro da.

    Aqu es donde comienza realmente el Diablo. Hay muchas personas que dicen que estnluchando contra el Diablo, pero que de hecho no saben lo que es luchar con l. Esa lucha es unalucha de fe, en la cual el alma se apodera de las promesas de Dios, y se aferra a ellas,creyndolas fieles, y declara que ellas son ciertas, a pesar de las mentiras que diga el Diablo, y apesar de las circunstancias y los sentimientos contrarios que tuviere, y obedece a Dios, ya sea quevea que Dios est cumpliendo sus promesas o no. Cuando el alma llega al punto en que hace esto,y retiene firme la profesin de fe sin fluctuar, muy pronto saldr de las tinieblas y del crepsculo dela duda, y entrar al pleno da de la perfecta certidumbre de que Dios le ha salvado y santificado.Alabado sea Dios! Sabr que Jess salva y santifica, y ser lleno de gozo que, aunque al mismotiempo le humilla, le hace sentir el amor y favor eternos de Dios.

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    Un camarada, a quien amo como a mi propia alma, busc la bendicin de un corazn limpio,y dej todo, menos su corazn malo de incredulidad. Pero l no se dio cuenta que seguaaferrndose a eso. Esperaba que Dios le diera la bendicin. El Diablo le dijo al odo: Dices queests sobre el altar de Dios, pero no sientes ninguna diferencia de lo que sentas antes. Elcorazn malo de incredulidad tom la parte del Diablo dentro del alma del pobre hombre y le dijoque as era en realidad. El pobre hombre se desalent y el Diablo obtuvo la victoria.

    Volvi a entregarse a Dios nuevamente, despus de una ruda lucha: entreg todo menos elcorazn malo de incredulidad. De nuevo le susurr el Diablo: Dices que te has entregado porcompleto a Dios, pero no sientes nada de lo que dicen otras personas que sintieron en la ocasin

    cuando rindieron todo a Dios. El corazn malo de incredulidad volvi a decir: Es verdad, Y elhombre cay otra vez, vctima de su incredulidad.

    Por tercera vez, despus de mucho esfuerzo, volvi a buscar la bendicin, y le dio a Diostodo, menos el corazn malo de incredulidad. El Diablo le dijo por tercera vez: T dices que erescompletamente de Dios, pero mira el mal genio que tienes; cmo sabes t si la semana entranteno te sobrevendr una tentacin inesperada que te haga caer? Por tercera vez volvi a decirle alDiablo: Es verdad, y por tercera vez nuestro hermano fue derrotado, sin lograr conseguir elanhelado triunfo.

    Pero al fin se sinti tan desesperado buscando a Dios y en sus ansias de obtener la santidady el testimonio del Espritu, que en seguida estuvo dispuesto que Dios le hiciera ver toda la maldadde su alma, y Dios le demostr que su corazn malo de incredulidad haba estado escuchando la

    voz del Diablo y tomando su parte todo el tiempo. Las personas buenas, aquellos que profesan sercristianos, no quieren admitir que queda en ellos algn resto de incredulidad; pero mientras noreconozcan todo el mal que hay en ellos, y tomen la parte de Dios, aunque tal actitud sea en contrade ellos mismos, l no puede santificarles.

    Volvi a poner todo sobre el altar y le dijo a Dios que confiara en l. El Diablo volvi asusurrarle al odo: No sientes nada nuevo; pero esta vez el hombre hizo callar al espritu malignode incredulidad, y replic: No me importa, aunque no sienta nada diferente, yo soy del Seor.

    Pero no sientes lo que dicen que sienten otras personas, susurr el Diablo.

    No me importa eso, soy del Seor, y l puede bendecirme o no, segn le plazca.

    Pero, qu acerca de tu mal genio?

    Eso a m no me importa nada; yo soy del Seor y voy a confiar en que el me ayudar alibrarme de mi mal genio; soy del Seor.

    Y ah se qued, resistiendo al Diablo, firme en la fe y rehus prestar odo al corazn malode incredulidad, durante todo ese da y noche, y el da siguiente. Despus de eso hubotranquilidad en su alma, y se hizo la firme determinacin de quedarse siempre inmovible en laspromesas, de Dios, ora le bendijese Dios o no. La noche siguiente, a eso de las diez, mientras sepreparaba para retirarse a dormir, sin pensar en que iba a suceder algo extraordinario, Dioscumpli su antigua promesa: Vendr sbitamente a su templo el Seor a quien vosotros buscis(Malaquas 3:1). Jess, el hijo de Dios, el que vive y fue muerto, pero ahora vive por los siglosde siglos (Apoc. 1:18) le fue revelado y manifestado a su alma, a tal punto que se sintimaravillado, fuera de s, y prorrumpi en amor y preces a Aquel que le haba bendecido de esemodo. Oh, cmo alab a Dios su Salvador! Cunto se regocij por haber mantenido firme su fe ypor haber resistido al Diablo!

    A este punto es al que debe llegar toda alma que entra al reino de Dios. El alma debe moriral pecado, debe renunciar y dejar a un lado toda duda. Debe consentir a ser crucificada con Cristo(Gl. 2:20) ahora; y al hacer eso, tocar a Dios, sentir el fuego de su amor y ser lleno de supoder, tan ciertamente como el tranva elctrico recibe la electricidad y poder cuando se halladebidamente conectado con el cable, conductor de la corriente.

    Dios les bendiga, hermanos mos y hermanas mas, y que l les ayude a ver que ahora esel tiempo aceptable (2 Corintios 6:2). Recuerden que si se han entregado por completo a Dios,todo lo que les inspire dudas es de Satans, y no de Dios. Dios les ordena resistir al Diablo,permaneciendo firmes en la fe. No perdis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardn(Hebreos 10:35)

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    CAPITULO 7EL CORAZON DE JESUS

    Oh dame un coraznIgual a ti, Seor,Con tu sacro poderYo podr siempre serIgual a ti, Seor.

    Una maana cantamos esta estrofa con toda nuestra fuerza en una de esas horas decontricin y recogimiento, cuando yo estaba en nuestra escuela de cadetes, y por lo menosuno de mis compaeros de estudio comprendi las palabras, y el espritu del canto seapoder de l.

    Al final de la reunin se acerc a m con mirada grave y, con acento sincero, mepregunt: Cree usted que realmente somos sinceros al decir que podemos tener uncorazn como el de Jess? Yo le repliqu que estaba seguro de ello y que el Seor Jessquiere darnos corazones como el suyo:

    Un nuevo y puro corazn,Henchido de tu amor;Sin mcula o condenacin,Igual a ti, Seor.Contrito y manso corazn,Creyente, limpio y fiel.

    Ciertamente, Jess fue el primognito entre muchos hermanos (Rom. 8:29). El esnuestro hermano mayor, ynosotros debemos ser semejantes a el. Como l es, as somosnosotros en este mundo (1 Juan 4.17), y "el que dice que permanece en l, debe andarcomo l anduvo (1 Juan 2:6). Pero es imposible que andemos con l o que vivamos comol, si no tenemos un corazn semejante al suyo.

    No podemos dar la misma especie de fruto a menos que seamos la misma clase derbol. Por eso l quiere hacer que seamos semejantes a l. Juzgamos a los rboles por losfrutos que dan; de igual modo juzgamos a Jess, y as vemos qu clase de corazn tuvo.

    En l hallamos amor; deducimos, por consiguiente, que Jess tuvo un corazn

    amoroso. El dio el preciado fruto del amor perfecto. En su amor no haba lugar para el odio,no haba rencor, ningn deseo de venganza, ningn egosmo; l amaba a sus enemigos, yor por sus asesinos. No fue un amor variable, que cambiaba cada nueva luna, sino que fueun amor invariable y eterno. El dijo: Con amor eterno te he amado (Jeremas 31:3). Oh,loado sea Dios! Cun maravilloso es eso!

    Esa es la clase de amor que l quiere que tengamos. Escuchen: Un nuevomandamiento os doy: que os amis unos a otros, como yo os he amado (Juan 13:34). Esaes una cosa tremenda: ordenarme que yo ame a mi hermano con el mismo amor con queJess me ama a m; pero eso es realmente lo que dice; para poder hacerlo debo tener uncorazn semejante al de Jess.

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    S que si examinamos el amor, ste incluye todas las dems gracias; pero echemosuna mirada al corazn de Jess para ver algunas de esas gracias:

    Jess tena un corazn humilde.El dijo, refirindose a s mismo: Soy manso y humilde de corazn (Mateo 11:29); y

    Pablo nos dice: Se despoj a s mismo, tomando forma de siervo y se humill a smismo.

    Alabado sea su amado nombre! El se humill, pues, aunque era el Seor de la vida yde la gloria; l condescendi a nacer de una humilde virgen en un mesn, y durante treintaaos vivi como un carpintero desconocido; despus escogi vivir entre los pobres, losignorantes y los vilipendiados, en vez de buscar la compaa de los ricos, los nobles y losentendidos. Si bien vemos que Jess jams se sinti incmodo en presencia de aquellos queeran favorecidos con las grandezas de este mundo, ni con los sabios y eruditos, no obstante,su corazn sencillo y humilde haca que encontrase a sus amistades entre la gente humilde,obrera y del pueblo. El se apeg a ellos; l no consinti en que lo elevasen; ellos quisieronhacerlo, pero l se alej, y se retir a orar entre los cerros, despus de lo cual regres ypredic un sermn tan franco y directo, que casi todos sus discpulos le abandonaron.

    Poco antes de su muerte, tom el lugar humilde del esclavo y lav los pies de sus

    discpulos; despus dijo: Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho,vosotros tambin hagis (Juan 13: 1 5).De cunta ayuda fue para m eso, durante el perodo que pas en la escuela de

    cadetes! Al segundo da de mi llegada a dicho instituto de preparacin de oficiales, memandaron a un oscuro stano y me ordenaron que lustrase una carrada de zapatos suciospara los cadetes. El Diablo se me acerc y me record que pocos das antes yo habarecibido mis ttulos universitarios, que haba pasado dos aos en un importante colegioteolgico, haba sido pastor de una iglesia metropolitana, acababa de dejar la obra deevangelista, en el desempeo de la cual haba visto a centenares de personas acudir enbusca del Salvador, y que ahora estaba lustrando zapatos para una partida de muchachosignorantes. El Diablo es mi viejo enemigo! Pero yo le record el ejemplo que me haba

    dejado mi Seor, y me dej. Jess dijo: Si sabis estas cosas, bienaventurados seris, si lashacis (Juan 13: 17). Yo las estaba haciendo, el Diablo lo saba y me dej. Yo me sentfeliz. Ese pequeo stano se convirti en una de las antesalas del cielo, y mi Seor mevisit all.

    Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes (Santiago 4:6). Si quierentener un corazn semejante al de Jess, tendr que ser un corazn lleno de humildad, queno se ensancha, que no busca lo suyo (l Cor. 13:4,5).Revestos de humildad (1 Pedro5:5).

    Jess era manso de corazn.Pablo se refiere a la mansedumbre y modestia de Cristo (2 Cor. 10:1), y Pedro nos

    dice que cuando le maldecan, no responda con maldicin; cuando padeca, noamenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga rectamente (1 Pedro 2:23). Cuando lehirieron l no retorno el castigo; no hizo nada para justificarse, sino que se encomend a suPadre celestial y esper. Angustiado l, y afligido, no abri su boca: como cordero fuellevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeci y no abri suboca (Isaas 53:7)

    Esa fue la perfeccin de su humildad. No slo dejaba de responder cuando decanmentiras acerca de l, sino que soport los ms crueles y vergonzosos vejmenes. De laabundancia del corazn habla la boca (Mateo 12:34), y por cunto su bendito coraznestaba henchido de humildad, l no contestaba con aspereza a sus enemigos.

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    Esa es la clase de corazn que l quiere que tengamos cuando nos dice: No resistisal que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vulvele tambin laotra;... y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con l dos (Mateo5:39,41).

    Conozco a un hermano de color de una estatura de cosa de seis pies; de ancho pechoy musculosos brazos, a quien le hicieron bajar de un tranva de manera indecente y brutal,pero donde tena tanto derecho de estar como el propio conductor. Alguien que saba lafama que haba tenido como pugilista, le dijo: Por qu no le das una trompada, Jorge?.

    No puedo pelear con l, porque Dios me ha quitado todo espritu de contienda,replic Jorge. Cuando se mete un cuchillo al fuego y se le destempla, pierde el filo y nocorta, aadi, lleno de regocijo.Bienaventurados los mansos (Mateo 5:5), porque l hermosear a los humildes con la salvacin(Salmo 149:4).

    CAPITULO 8EL SECRETO DEL PODER

    Los que esperan a Jehov tendrn nuevas fuerzas (Isaas 40:31).Si yo estuviese moribundo, y tuviese el privilegio de dar la ltima exhortacin a todos

    los cristianos de la tierra, les dira: Esperad en DiosDondequiera que voy encuentro retrgrados retrgrados metodistas, bautistas,

    salvacionistas, toda suerte de retrgrados, por millares, a tal punto que duele el coraznal pensar en el gran ejrcito de almas desalentadas, de la manera cmo han ofendido al

    Espritu Santo, y de la manera cmo han tratado al Seor Jess. Si se preguntase a estos retrgrados la causa de su condicin presente, daran diez mil

    razones diversas; pero, despus de todo, slo hay una, y es la siguiente: No esperaron enDios. Si hubiesen esperado en l, cuando ocurri el feroz ataque que ech por tierra su fe,les priv de su valor y aniquil su amor, habran renovado sus fuerzas, y se habransobrepuesto a los obstculos, como si hubiesen tenido alas de guilas. Habran corrido poren medio de sus enemigos, sin cansarse; habran andado por entre medio de lastribulaciones, sin desmayar.

    Esperar en Dios significa algo ms que el invocar una oracin de treinta segundos, allevantarse por la maana y al irse a dormir por la noche. Podr ser una oracin que se aferre

    a Dios y salga con la bendicin, o podrn ser una docena de oraciones que llaman ypersisten, Sin cejar, mientras que Dios no levante su brazo poderoso, en auxilio del almaque le implora.

    Hay un acercarse a Dios; un golpear a las puertas del cielo; un suplicar por laspromesas; un razonar con Jess; un olvido de uno mismo; un desprendimiento de todo loterrenal; un asirse a Dios, con la determinacin de no cejar nunca, que pone todas lasriquezas de la sabidura, poder y amor del cielo a disposicin de un hombre pequeito, demodo que grita y triunfa, cuando todos los dems tiemblan, flaquean y huyen, y llega a servencedor frente a la misma muerte y del infierno.

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    Es, cabalmente, en la tensin de sazones de espera en Dios, cuando toda gran almarecibe la sabidura y fuerza que asombra a otras personas. Ellos podran ser tambingrandes en los ojos de Dios si esperasen en l y fuesen fieles, en lugar de ponerseinquietos y correr de un hombre a otro en busca de ayuda, cuando llega el momento deprueba.

    El Salmista haba pasado por gran tribulacin, y he aqu lo que dice respecto a suliberacin: Pacientemente esper a Jehov, y se inclin a m, y oy mi clamor. Y me hizosacar del pozo de la desesperacin, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre pea, yenderez mis pasos. Puso luego en mi boca cntico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Vernesto muchos, y temern, y confiarn en Jehov (Salmo 40:1-3).

    El otro da fui a un cuerpo chico y pobre, donde casi todo haba ido mal. Muchosestaban fros y desalentados, pero encontr a una hermana cuyo rostro irradiaba con unaalegra admirable y de sus labios emanaban dulces y gratas preces a Dios. Ella me contcmo haba visto caer a los dems a su alrededor, cmo haba contemplado la maneradescuidada de tantos de ellos, y cmo haba visto declinar la piedad en el cuerpo, a talpunto que le haba dolido el corazn; y cmo se sinti desalentada y a punto de resbalar ycaer. Pero acudi a Dios, y se postr ante l, y or y esper, hasta que l se alleg a ella y lehizo ver el terrible precipicio delante del cual se encontraba; le hizo ver que lo que ella

    deba hacer era seguir a Jess, andar delante de l con corazn perfecto, y que ella debaaferrarse a l aunque todo el cuerpo retrogradase. Entonces ella confes todo lo que Dios lehaba revelado: confes cun cerca haba estado de unirse al gran ejrcito de retrgrados,por haberse ocupado de contemplar a otros, en vez de mirar a Jess. Se humill delante del, y renov su pacto, hasta que un gozo indecible inund su corazn. Dios llen su alma desacro amor y con la gloria de su divina presencia.

    Me dijo, adems, que al da siguiente temblaba de miedo, al pensar en el terriblepeligro en que haba estado y me asegur que ese tiempo de espera en Dios, en el silenciode la noche, la salv, y ahora su corazn estaba lleno de segura esperanza con respecto a loque ella concerna, y no slo con respecto a ella, sino tambin con respecto al porvenir delcuerpo. Ojal tuvisemos diez mil soldados como ella!

    David dijo: Alma ma, en Dios solamente reposa, porque l es mi esperanza (Salmo62:5). Y en otro lugar declara: Esper yo a Jehov, esper mi alma; en su palabra heesperado (Salmo 130:5); y luego da su sonora exhortacin y nota de estmulo para ustedesy para m: Aguarda a Jehov; esfurzate, y alintese tu corazn; s, espera a Jehov(Salmo 27:14).

    El secreto de todos los fracasos, y de todo verdadero xito, se halla oculto en laactitud del alma en su relacin privada con Dios. El hombre que valientemente espera enDios, forzosamente tendr xito. No puede fracasar. Tal vez parezca a los dems, por elmomento, que ha fracasado, pero al fin y al cabo, los dems vern lo que l vio todo eltiempo; es decir, que Dios era con l, haciendo que fuese un hombre prspero, a pesar de

    todas las apariencias.Jess explic cul era el secreto de esto cuando dijo: Mas t, cuando ores, entra en

    tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que est en secreto; y tu Padre que ve en losecreto te recompensar en pblico (Mateo 6:6).

    Sepan, pues, que todo fracaso tiene origen en el aposento privado; en el descuido deesperar en Dios, hasta que estemos llenos de sabidura, revestidos de poder y ardiendo conel fuego del amor.

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    CAPITULO 9PERDIDA DEL PODER ESPIRITUAL

    Aquel hombre de Dios y gran amante de las almas, llamado James Caughey, cuenta,en uno de sus libros, cmo una tarde le invitaron a tomar t, y aunque no se dijo nada malo

    en el curso de la conversacin, que dur cosa de una hora, no obstante al ir a la reunin,aquella noche, se sinti como un arco flojo. No pudo lanzar la flecha del Rey a loscorazones de los enemigos del Rey, pues no tena poder para ello. Lo haba perdido a lamesa, mientras se serva el t.

    Conoc a un oficial que dej escurrir todo su poder, hasta que se qued seco como unhueso cuando entr a la reunin. Sucedi lo siguiente: Tuvimos que hacer un viaje de cincokilmetros en tranva, en camino al saln de reuniones y en todo el viaje convers de cosasque no tenan nada que ver con la reunin. No dijo nada malo ni trivial, pero el caso era queno trataba del asunto importante que debi haber embargado su espritu; apart su mente deDios y de las almas ante las cuales deba presentarse poco despus, con objeto de

    amonestarlas a que se reconciliasen con Dios. Esto dio por resultado que en vez depresentarse ante el pblico revestido de poder, lo hizo completamente desprovisto de l.Bien recuerdo la reunin. Su oracin fue buena, pero sin poder. No eran ms que palabras,palabras, palabras. La lectura de la Biblia y la peroracin fueron buenas. Dijo muchas cosasexcelentes y verdaderas, pero no haba poder en ellas. Los soldados parecan indiferentes,los pecadores parecan descuidados y somnolientos, y. en conjunto, la reunin fue muytriste.

    El oficial no era retrgrado; tena una buena experiencia. Tampoco era un oficial aquien le faltara capacidad: por el contrario, era uno de los oficiales ms hbiles einteligentes que conozco. La dificultad yaca en que en vez de quedarse quieto y encomunin con Dios durante el viaje en el tranva, hasta que su alma se hubiese inflamado

    con la fe, esperanza, amor y sagrada expectativa, haba desperdiciado su poder en intilcharla.Dios dice: Si entresacares lo precioso de lo vil, sers como mi boca (Jerem. 15:19).

    Piensen en eso. Ese oficial pudo haber ido a esa reunin lleno de poder, y su boca pudohaber sido para esa gente como la boca de Dios, y sus palabras habran sido vivas y mspenetrantes que toda espada de dos filos..., que penetra hasta partir el alma y el espritu, ylas coyunturas y los tutanos (Heb. 4:12), y habra probado que discernan lospensamientos y las intenciones del corazn. Pero en vez de eso, fue como Sansn despusque Dalila le hubo cortado el cabello: perdi todas sus fuerzas y fue igual a los demshombres.

    Hay muchas maneras de dejar escapar el poder. Conoc a un soldado que sola ir muytemprano al local de reuniones, pero en vez de templar su alma hasta que alcanzase unaelevada nota de fe y amor, se pasaba el tiempo tocando, suavemente, msica soadora en suvioln, y aunque se le amonest varias veces del peligro que corra, no hizo caso.Eventualmente lleg a ser retrgrado.

    He conocido a personas que han perdido el poder a causa de una broma. Les gustabaver que las cosas marchasen alegremente, y para conseguir dar vivacidad a la reunindecan chistes y hacan payasadas. Las cosas realmente se avivaban, pero no con vidadivina. Era la viveza del espritu animal y no del Espritu Santo. No quiero decir con estoque un hombre henchido del Espritu no har jams que los hombres se ran. Lo har. Podr

  • 7/27/2019 Auxilio Parala Santidad

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    decir cosas muy chistosas, pero no lo har con el solo objeto de divertir. Ser algo naturalen l, algo dicho y hecho con el temor de Dios, y no con liviandad o mofa.

    El que quiera tener una reunin llena de vida y poder, debe tener presente que no ha