ayotzinapa. la autopista del sol, testigo de la impunidad
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CAPÌTULO III: LA AUTOPISTA DEL SOL, TESTIGO DE LA
IMPUNIDAD
¡Vestido de verde olivo, políticamente vivo,
no has muerto, no has muerto, no has muerto camarada,
tu muerte, tu muerte,
tu muerte será vengada, ¿y quién la vengará?,
el pueblo organizado, ¿y cómo?
luchando, entonces
lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar por un gobierno
obrero campesino y popular!
Déjenlo… ya está muerto
“El 12 de diciembre de 2011, cuando salimos de la Normal de
Ayotzinapa, pasamos la primer caseta del libramiento, llegando a la cuidad de
Chilpancingo, nos estaban esperando varias patrullas de los federales y
militares”, recuerda Óscar Nava, alumno de la Normal Rural, mientras relata
su testimonio ante la cámara, con el rostro cubierto por una playera color
morado que sólo deja ver sus ojos color avellana, su mirada refleja
sentimientos encontrados que van desde la incertidumbre a la tristeza. Óscar, al
igual que otros de sus compañeros ha decidido cubrirse el rostro y cambiar su
verdadero nombre para evitar represalias a su persona.
Quinientos manifestantes participaron en el bloqueo de la autopista que
inició alrededor de las 11:30 a.m en el kilómetro 007+500, sobre el tramo
Chilpancingo-Acapulco en dirección norte a sur en las inmediaciones de la
estación de gasolina 4033, conocida como: “Eva” y en el trayecto de sur a
norte de Acapulco- Chilpancingo, frente a la estación de gasolina 4049
conocida como: “Triángulo del Sol”. Los cuatro carriles que comprende esta
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vía fueron cerrados a la circulación por parte del grupo de personas,
atravesando los autobuses en los que se trasportaron al lugar.
Gerónimo Abraján, se encontraba en la manifestación, quién además de
estudiar gusta de montar a caballo, comentó: “cuando bloqueamos la Autopista
del Sol, llevábamos una manta que decía: ‘EXIGIMOS LA FIRMA DEL
PLIEGO PETITORIO’ y otra que decía: ‘EXIGIMOS CLASES’, era lo único
que llevábamos. No llevábamos armas. Nosotros llegamos pacíficamente”. Sin
embrago, lo que había iniciado como una de tantas manifestaciones que
realizan estos estudiantes, minutos después se convertiría en un acto represivo
y violento por parte las fuerzas del Estado.
En la Autopista del Sol, 2011 Foto: Archivo Ayotzinapa
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Diez minutos transcurrieron desde el inicio del bloqueo carretero cuando
los ánimos se empezaron a encender. Los estudiantes querían ser atendidos por
el gobernador y las autoridades querían desalojar, no se ponían de acuerdo, más
de dos veces se les habían cancelado las audiencias para la negociación del
pliego petitorio: “No nos íbamos a quitar de ahí para que nos dijeran después
que no se iba a poder… llegó un comandante de la Policía Federal diciendo
que nos quitáramos porque era un delito federal estar bloqueando la
carretera”, comenta Sebastián Molina quien actualmente funge como
Secretario General de la FECSM, y efectivamente, la postura de los
normalistas era clara: hablar con el gobernador, ser escuchados, negociar para
que las dos partes estuvieran de acuerdo, pero éste no pensaba lo mismo.
Para realizar mayor presión, comenzaron a llegar los cuerpos policiacos,
realizando un cerco en el que los normalistas quedaron atrapados, niños, niñas,
hombres y mujeres jóvenes y de la tercera edad se encontraba en la zona de
conflicto. El abuso de poder empezaba a hacerse presente.
Llegada de los federales a la Autopista, 2011. Foto: Archivo Ayotzinapa.
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Alrededor del medio día, después de las negociaciones fallidas con los
estudiantes, los normalistas expresan fueron las fuerzas armadas las que
iniciaron la agresión, primero lanzando gas lacrimógeno -estrategia usada
como método de control para dispersar a manifestantes en una marcha o
revuelta, ya que “no causa daños graves a la salud”, de ahí la legalidad de la
misma.
“Los policías empezaron a aventar gas lacrimógeno debajo de los
autobuses, eso nos empezó a distraer y cada uno se fue por su lado, fue cuando
empezaron a llegar más patrullas, los policías ministeriales ya estaban
llegando, empezaron a disparar al aire”, dijo Celso Salado, quien cursaba el
cuarto grado en la Normal, y que en ese momento pertenecía al Comité Pro
clausura de dicha institución.
Los alumnos y personas de las distintas organizaciones sociales del
estado de Guerrero que apoyaban la manifestación, corrieron a buscar un
refugio, pues las balas mezcladas con el gas lacrimógeno crearon el escenario
idóneo para infundir pánico entre los paristas.
Los policías empezaron a replegar a los manifestantes, cada uno se
encontraba en un extremo de la autopista, al pasar de los minutos la violencia
se fue incrementando. Los estudiantes comenzaron a buscar palos, piedras o lo
que pudieran encontrar para resguardar su integridad física, pues los policías ya
no sólo echaban tiros al aire, sino que ahora, apuntaban con armas de alto
calibre a quien estuviera dentro de la manifestación, como si fueran cazadores
buscando una presa a la cual asesinar a sangre fría.
Tal fue la irresponsabilidad de los grupos policiacos, que al abusar del
uso irracional de la fuerza no se detuvieron a analizar el riesgo que corrían, no
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sólo el grupo de estudiantes y de las organizaciones sociales, sino los
ciudadanos que se encontraban dentro de sus autos en la autopista, quienes al
hallarse en medio de la balacera se alarmaron al verse sin posibilidades de
hacer nada.
Los estudiantes que estuvieron en el bloqueo, de ese 12 de diciembre de
2011 coinciden en que fueron los policías federales los que dispararon sin
cesar:
Los federales comenzaron a disparar contra nosotros,
posteriormente hirieron a un compañero en la cabeza con una
piedra. Cuando yo estaba atrás de los autobuses, un compañero
cayó enfrente de donde estaban los federales, corrí a ayudarlo,
porque pensé que le habían dado con una piedra en la cabeza,
cuando unos reporteros nos gritaron: “déjenlo, ya está muerto”.
Cuando lo quisimos voltear con los demás compañeros…el
compañero ya estaba muerto, ya no podía moverse, nos contó
Óscar.
Las imágenes capturadas por periodistas demuestran la brutalidad
del desalojo, en las que se observa cómo se les apunta a los normalistas
con armas de fuego de alto calibre.
La cacería, 2011
Foto: Archivo Ayotzinapa.
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El alumno que cayó primero fue Gabriel Echeverría de Jesús, en el tramo
de sur a norte de la carretera, fue herido no por una piedra sino por una bala,
que en un segundo apagó su vida como si fuera un interruptor de luz. Su cuerpo
quedó tirado en el asfalto, bajo los rayos del sol, sus compañeros nada podían
hacer.
Con el rostro cubierto por una playera color azul marino, el pants de la
escuela y tenis, Gabriel se alistó como los demás para estar presente en el
bloqueo de la Autopista del Sol, políticamente activo, el joven fue electo como
Delegado Nacional, lo cual implica representar a la Normal ante la Federación
de Estudiantes Socialistas de México (FECSM), se encargaba también de
politizar a sus demás compañeros pues ocupaba la cartera de Comité de
Orientación Política e Ideológica (COPI), el “Cheve” como le apodaban, nació
en el municipio de Tixtla, tenía 20 años.
Este es el momento más álgido de lo ocurrido dentro de la Autopista del
Sol, los policías disparaban a lo que se moviera, los normalistas no se podían
explicar los hechos. Minutos antes exigían diálogo y lo que recibieron fueron
balas, esto no es algo nuevo en el estado de Guerrero, pues según el Informe
sobre la situación de las y los defensores de derechos humanos en México, de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que Guerrero es uno de
los cinco estados donde más se han registrado agresiones contra luchadores
sociales. Según datos de La Jornada Guerrero, en los últimos años 17
miembros de agrupaciones políticas y sociales han sido asesinados, a la par se
han realizado detenciones forzadas a dirigentes de grupos ecologistas, lo que
demuestra cual es la postura de este gobierno ante el activismo político.
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Lo anterior ratifica los hechos, Guerrero, es sin duda, uno de los estados
más peligrosos para los activistas, pues el uso de la fuerza no se limita sólo a
replegar o dispersar manifestantes, sino que se emplean métodos en los que la
vida humana carece de valor. Se había logrado el objetivo de los federales:
matar a un estudiante que se encontraba obstruyendo el paso en esa vía de gran
circulación dentro del estado de Guerrero. Un estudiante que se manifestaba
porque en su escuela no había clases, y porque quería que al igual que él, otros
estudiantes pudieran prepararse para salir de la marginación. Sin embargo la
muerte de Gabriel no fue suficiente.
Minutos después, las balas alcanzaron a Jorge Alexis Herrera Pino,
también normalista de Ayotzinapa
Nosotros nunca nos imaginábamos que era otro muerto, ya
hasta que regresamos otra vez, fueron la mera verdad a lo
que nosotros nos pudimos dar cuenta… tenían yo creo
francotiradores porque qué casualidad que a los dos
compañeros le dieron en la cabeza, recuerda Gerónimo, la
muerte de su compañero fue inmediata.
Jorge Alexis Herrera Pino, joven originario del municipio de Atoyac,
perteneciente a la región de la Costa Grande de Guerrero, gustaba de los
deportes, estudiaba la licenciatura en educación primaria, el “Güero”, como le
decían, tenía 22 años cuando ocurrió el trágico desalojo, su cuerpo cayó sobre
el carril de norte a sur de la autopista.
Al ver a sus compañeros asesinados, los normalistas corrieron, no para
librarse de ser detenidos o golpeados, sino asesinados. Sus corazones latían con
rapidez, algunos ni siquiera sabían qué hacer, todo ocurrió en cuestión de
minutos. Parecía por momentos que se trataba de una de las batallas que las
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fuerzas armadas han empleado desde la famosa “Guerra contra el narco”, en la
que las calles del país se han visto envueltas en tiroteos a cualquier hora del
día.
Pero… ¿los estudiantes eran delincuentes?, ¿iban armados?, ¿eran
peligrosos?, las respuestas a las preguntas anteriores es “NO”: no eran
delincuentes, no iban armados, y por lo tanto no eran peligrosos, sin embargo
la policía siguió con la represión.
Los alumnos no se podían explicar el porqué del diálogo violento, pues
nunca esperaron esa respuesta, como lo expresa Guillermo Hernández, quien
en ese momento cursaba el primer grado y hoy en día es Secretario General de
la Normal: “en la represión si nos golpean, son los antimotines, eso si nos
golpean… nunca pensamos que nos iban a replegar con balas, fue un fuego
cruzado directamente a disparar a los compañeros”. Podríamos pensar que
después del asesinato de los dos jóvenes, las cosas se tranquilizarían, pero no
fue así.
Pareciera que el asesinato de los normalistas era una “meta” a lograr a
través de represión. Los estudiantes que expresaron su sentir han llegado a
pensar que después de que las cosas se salieron de control, las distintas
corporaciones policiacas, buscaron a toda costa “lavarse las manos”, pues a la
par del doble homicidio se incendió la estación de gasolina “Eva”:
Hubo un incendio de una gasolinera que prácticamente lo
provocaron los policías federales, fueron ellos los que
provocaron eso, antes que pasara eso, hubo un policía que
estaba regando… como agua. Cargaba una cubeta, no
supimos lo que era, pero estaba rociando ahí por la
gasolinera, entonces cuando incendiaron la gasolinera, en
un video sale que el compa que incendió se va directamente a
donde están los policías federales, cosa que gente de la
Normal no hubiera hecho eso, porque prácticamente los
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hubieran detenido”, dijo Sebastián Molina quién también
estuvo presente en la llamada “carretera de la muerte”.
Según el relato de Celso, en la autopista:
Hay cuatro carriles: dos que van para Acapulco y dos para
Chilpancingo, la mayoría estaba del lado que va para
Acapulco, y la minoría estábamos del otro lado enfrente de
la gasolinera que se incendió. Si nosotros estábamos de este
lado de la gasolinera que no incendiaron y la mayoría
rumbo a la federal que va a Acapulco, entonces nos hicimos
la pregunta: ¿quién incendió la gasolinera si nosotros no
estábamos allá?
El lugar se había vuelto intransitable, parecía más un campo de batalla
que una ruta para llegar a casa, en el que los policías perseguían a los que eran
considerados “delincuentes”, tenían evidentemente que buscar a los
“responsables” del asesinato de los dos normalista y del trabajador Rivas
Cámara, quién según de las declaraciones de las autoridades era despachador
de la gasolinera que fue incendiada, mismo que perdió la vida al intentar cerrar
las válvulas que transportan la gasolina.
Cuando ocurrió el desalojo de la Autopista del Sol, las fuerzas del Estado
persiguieron a los normalistas para detenerlos y desaparecerlos, esta es la
visión que tienen los mismos protagonistas que catalogan el suceso como un
acto bien armado del gobierno para debilitar a la Normal de Ayotzinapa.
La persecución siguió a lo largo de varias horas después de la hora en la
que sucedieron los hechos, cada uno de los estudiantes corrió para no ser
alcanzado por las balas de las armas que llevaban consigo los policías. Óscar
recuerda cuando salió del lugar:
Ellos nos fueron siguiendo, seguían disparando para darnos,
yo corrí hacia el cerro con unos compañeros, entonces lo que
hicimos fue dispersarnos para que no nos siguieran a todos,
corrimos al cerro, y nos dijeron que venían los de la
montada, que traían perros y que nos iban a agarrar.
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El miedo paralizaba a los normalistas, balas, patrullas a gran velocidad,
gritos, desesperación, impotencia, se sentían acorralados, no había nadie a
quien pedir ayuda, la única opción era correr entre los cerros, y de ahí regresar
a la Normal.
Uso irracional de la fuerza
Según informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH), 168 servidores públicos participaron en el bloqueo, entre los cuales
se encontraban: 61 pertenecientes a la Policía Federal, 73 a la Ministerial y 34
a la Estatal, 91 de ellos portaban armas de fuego, las cuales fueron usadas
indiscriminadamente.
Tres alumnos resultaron lesionados en el fuego cruzado, uno en el tórax,
el segundo en la pierna y el tercero en la pantorrilla, mismos que fueron
auxiliados por sus propios compañeros, pues a pesar de que en el área de la
manifestación se encontraban ambulancias y equipo médico, estos se negaron a
brindar apoyo a los manifestantes, como menciona Sebastián:
Le dispararon a un compañero que le apodan el 40, casi en
la boca de estómago, el tiro le pasó por los pulmones,
despedazando uno, el compañero casi iba a estar muerto. En
ese momento, el Secretario General lo subió a la Urban y
rápidamente lo llevaron a un hospital, en el hospital donde lo
estaban atendiendo los policías fueron para quitarle los
aparatos para que el pudiera sobrevivir, eso fue algo muy
feo.
Dentro de las investigaciones realizadas por el gobierno del estado, se
llegó a la conclusión de que la responsabilidad era de dos policías
ministeriales. A pesar de esto, siempre se intentó culpar a los normalistas de
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haber sido ellos quiénes dispararon contra sus compañeros, además se les acusó
de portar armas de fuego de alto calibre:
A uno le implantaron un cuerno de chivo, cuando lo
detuvieron, lo embolsaron, le pusieron una bolsa en la
cabeza, lo llevaron a un pueblo. Él se acuerda que más o
menos ubica el lugar, rumbo a Zumpango, como a 10
minutos de Chilpancingo, ahí ellos le hicieron disparar el
cuerno de chivo, para que en la prueba de radizonato saliera
que fue él que disparó, comentó Sebastián.
Ante este hecho el estudiante de 19 años que fue obligado a disparar,
presentó según la CNDH, signos y síntomas de tortura, violando evidentemente
sus derechos humanos, todo lo anterior realizado por parte de los policías
ministeriales, adscritos a la Procuraduría General de Justicia de Guerrero
(PGJE). Las detenciones arbitrarias siguieron:
a los compañeros los estaban sometiendo, les quitaron la
playera, los golpearon, los subieron a un carrito blanco y se
los llevaron, y a los que se llevaron fueron a los que se
metieron a la cárcel, los torturaron, para que se declararan
culpables”, recordó Celso, quien al igual que otros de sus
compañeros, tuvo que huir del lugar.
En testimonio, los estudiantes cuentan que tuvieron que recorrer varios
kilómetros para ponerse a salvo, pasaron horas sin comer y beber agua, pues
“no iban preparados” para tal escenario. Escondiéndose entre los cerros, los
alumnos encontraron un refugio, pues este era el único lugar al que podían
recurrir. La persecución de los “ayotzinapos” siguió por aire, varios
helicópteros sobrevolaban la zona buscando una “presa” que atrapar.
Los jóvenes trataban de protegerse cambiándose de ropa, buscando
apoyo de la gente que estaba en el lugar, o en un centro comercial cercano,
pues cualquier muchacho que se encontrara en la zona era blanco de una
detención, como lo cuenta Salado:
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Yo traía un pants de la normal que decía Ayotzinapa, y yo
pensé: si salgo con este pants me van a agarrar. Lo que yo
hice fue tomar prestado un pantalón de una casa donde me
refugié y dejé una nota y les especifiqué que tomé el pantalón
a consecuencia de que habían matado a unos compañeros…
no nos comunicábamos bien porque hasta la red de teléfono
quitaron.
La detención de jóvenes con características a los estudiantes de la normal
fueron la excusa para “agarrar” a quien pasara por el lugar “sin deberla ni
temerla”, así lo vivió en carne propia el periodista Erick Escobedo, quien
colaboraba en el semanario “Trinchera” y por casualidad pasaba por el lugar. A
último momento no importaba quien fuera, si era un niño o anciano daba igual,
mientras se encontrara en el lugar ya era un culpable más, “había que agarrar
parejo”, el chiste era reprimir.
Veinticuatro fueron las detenciones que se realizaron en el desalojo de la
Autopista del Sol. Algunas de ellas, según el informe de la CNDH, fueron
objeto de lesiones, tratos crueles y conductas indignas. Entre los detenidos se
encontraban cuatro menores de edad y una mujer, estas últimas cinco personas
debieron haber tenido un trato especial; los menores puestos a disposición de
un Ministerio Público especializado en adolescentes y la mujer separada de los
hombres, sin embrago fueron resguardados con el resto de los detenidos.
En el lugar de los hechos, los dos alumnos de la Normal Rural Raúl
Isidro Burgos, se encontraban asesinados en el asfalto, bajo los rayos del sol.
Pasaba del medio día. Elementos de la policía que aún se encontraban en el
lugar, realizaron actos de omisión ante la magnitud del evento y alteraron el
lugar “ocultando y desapareciendo” evidencias de ayuda para el peritaje, ya
que no fueron encontradas las ojivas -parte superior de la bala- que causaron la
muerte y lesiones de los normalistas.
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Al lograr salir de la zona de conflicto, los estudiantes, hicieron lo que
fuera por llegar a sus casas o a la escuela, pues sabían que tenían que empezar
a organizarse para exigir justicia, muchos de ellos no podían creer lo que
habían vivido ese día, los alumnos cuentan que algunos no volvieron a la
escuela porque sus padres se lo prohibieron, se vivía un ambiente de miedo
generalizado.
A cuenta gotas fueron llegando uno a uno, algunos sin zapatos, otros más
con ampollas en los pies de caminar y correr, lo que no esperaban es que
cuando ellos se encontraban en el lugar que creían seguro, policías ya estaban
en los alrededores de la institución, en la entrada hacia Tixtla, parecía que a
donde estuvieran, ser estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa presentaba
un peligro inminente.
Llegando el 12 de diciembre nos reorganizamos y
empezamos a buscar un plan de acción, para empezar el
movimiento, porque no se había visto algo de tal magnitud,
una represión con armamento a disparar como si fuéramos
peor que delincuentes, nos dio coraje, algunos compañeros
lloraron, yo me aguanté las ganas… pero me sobraban,
recordó Celso Salado.
Al enterarse de lo sucedido, padres de familia y organizaciones sociales
se concentraron en la Normal para iniciar un plan de acción. La institución
había sido sometida a diversas represiones del estado, pero nunca había llegado
al extremo tal de asesinar. El ambiente era tenso. Se vivían sentimientos
encontrados, pero tenían algo muy claro, debían exigir castigo a los culpables.
La resistencia después del conflicto
Cuando se concentró casi la totalidad de los alumnos en la Normal, se
hizo una reunión en la que se llegó al acuerdo de que el día siguiente se
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realizaría una rueda de prensa, en la que se explicaría a los medios lo que había
sucedido y la demanda principal: juicio político al gobernador Ángel Aguirre
Rivero. Inició así el movimiento estudiantil.
Al día siguiente, se realizó una marcha pacífica, la marcha del silencio,
en la que los estudiantes exigían la liberación de los presos de la Normal y el
esclarecimiento del doble homicidio de sus compañeros. Sin embargo, la
respuesta del gobernador no se hizo esperar, “el 14 de diciembre, hubo una
marcha por parte de Aguirre en contra de la Normal de Ayotzinapa,
desprestigiando la escuela, sabiendo que él fue el culpable”, dijo Sebastián,
pues a decir del alumno existen pruebas de una entrevista con el Subprocurador
General de Justicia, diciendo que el mandatario le pidió que dejara limpia la
carretera, “él la dejó limpia”, pero nosotros decimos que en ningún momento
la dejó limpia porque “mató a dos compañeros de nosotros”
No existía diálogo entre el gobernador y los estudiantes, se tuvo que crear
una interlocución del Distrito Federal, para que intermediarios como Carlos
Fazio y Miguel Álvarez dialogaran con el gobernador representando a la
Normal Rural de Ayotzinapa. Los normalistas no aceptaron la disculpa del
gobernador. Era indignante.
Las condiciones por las que pasaba el movimiento estudiantil eran
precarias, se les había recortado el presupuesto asignado para las raciones
alimenticias, realizaron actividades de difusión, de volanteo y vívereo, porque
no llegaba la comida. A decir se Celso Salado había un enemigo más fuerte que
el mismo Estado: los medios masivos de comunicación:
Ya estábamos en enero, el movimiento seguía, el movimiento
no fue en contra de Aguirre, sino una guerra contra los
medios de comunicación .Fueron –los medios- los que
principalmente atacaron… aparecía en la televisión nacional
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que nosotros éramos los culpables, que cómo era posible que
nosotros de Ayotzinapa que históricamente es cuna de
guerrilleros justificando a Aguirre.
Sin duda los medios de comunicación jugaron un papel fundamental en la
cobertura del hecho, pues no se informaba a la población sobre el por qué de la
manifestación, sino se responsabilizaba a los estudiantes de haber sido ellos
quienes provocaron a los policías al incendiar la gasolinera. La justificación de
los hechos se dio con la premisa de que los manifestantes eran un grupo
violento al que había que reprimir.
Los medios tienen sus propios intereses. Le dan la palabra a los
empoderados, a los que tienen un cargo público, a los burócratas, pero nunca a
los sin voz. El Estado habla, opina, juzga y critica al movimiento, mientras este
último se queda sólo escuchando lo que se dice de él, aquí empieza el sesgo
informativo, pues al tener solo una cara de la moneda, la población se va
dirigiendo hacia esa “verdad” representada en la televisión que se considera
casi universal, esto es bien conocido por los normalistas, es a partir de este
momento que se empieza a crear la radio Voces Nuestras, que funciona
actualmente.
El desprestigio que se ha venido dando a la Normal de Ayotzinapa y a
otras Normales Rurales en el país, ha sido una de las maneras en las que se
desacredita al movimiento estudiantil. La criminalización de la protesta social
se ha vuelto ya el pan de todos los días, más en el estado de Guerrero, en el que
protestar es casi un acto suicida.
La lucha por los derechos educativos, laborales y de libertad de expresión
se van acortando, es necesario hacer un alto y preguntarnos si es necesario l
uso de la violencia, y la represión, cuando hay problemas como los de la
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Normal de Ayotzinapa que no deben estar sujetos a negociación, ya que son
derechos fundamentales, basados en lo que dice la Constitución Política de
nuestro país, puedo afirmar que, el estado de derecho no existe dentro del
estado de Guerrero, pues no se respeta la vida ni la ley.
El pliego petitorio
Los antecedentes se originan meses antes del 12 de diciembre, “Un 25 de
septiembre se le propone al gobernador Ángel Eladio Aguirre Rivero que
visitara la escuela, hizo muchas promesas, los compañeros firmaron peticiones
y Aguirre dijo que sí, a casi la mayoría de lo que solicitó, pero no dijo
cuándo”, recuerda Celso, quién en esas fechas estaba al pendiente de las
negociaciones que se hacen con el gobernador, pues era alumno y miembro del
Comité Pro-clausura que se encarga de gestionar plazas y materiales para los
alumnos de cuarto grado.
En el movimiento estudiantil de la Normal, una práctica obligada cada
año es la realización de un pliego petitorio, en el que se plasman exigencias de
carácter académico, económico y político. El pliego petitorio se empieza a
hacer a mediados del mes de abril, mayo y junio, se entrega los primeros días
de septiembre.
Dentro de la escuela se vivía un ambiente tenso en esas fechas, pues se
tenía que elegir al nuevo director de la institución, sin embargo no había un
acuerdo entre los alumnos y la secretaría de educación de Guerrero, pues a
decir de los estudiantes la secretaría quería imponer un director que no cumplía
con el perfil para ocupar el puesto, era un docente que daba clases en
Ayotzinapa, mismo que fue propuesto por los mismos profesores de la Normal:
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Para empezar era un ingeniero, no tenía el perfil para ser un
director, ese fue un sustento y que no lo queríamos, cuando
la secretaría se reunía con los alumnos les decía: “vamos a
poner un profesor catedrático que ustedes propongan”, pero
cuando la secretaría se reunía con los docentes les decía: “a
como dé lugar va a ser el director que ustedes proponen”,
ahí surge el dilema, relata Celso.
Los días pasaban y la designación del nuevo director no se había
solucionado. Tanto a los alumnos como a los profesores se les daban largas, la
división entre estos se acrecentaba porque cada uno defendía su postura. Por su
lado, los alumnos el derecho de elegir a su directivo y, por otro, los maestros
veían conveniente que fuera el docente de la Normal el elegido.
Sin duda había un conflicto al interior de la institución. “Siempre ha
existido un fuerte enfrentamiento entre profesores y alumnos, porque ellos
quieren imponer en cuestiones académicas reprimir, porque si vas a una
actividad te reprueban, ellos quieren argumentos para reprimirte y para
ponerte a disposición de ellos”, cuenta Salado. Según expresa, dentro de la
Normal el movimiento estudiantil no es aceptado al cien por ciento por parte de
los docentes, pues los a los maestros “no les interesa si comemos bien o no, si
tenemos uniformes o becas, ellos sólo ven por sus propios intereses”, recalcó
el alumno.
Los profesores al no ser atendidos en su demanda, suspendieron las
clases, los alumnos recuerdan que el paro de labores se extendió al rededor de
dos meses. La organización docente se iba solidificando, pues ahora no bastaba
la suspensión de clases, realizaban marchas en la capital del estado, para exigir
la resolución de la elección del que sería el nuevo director.
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Sin embargo la falta de clases era sólo una de las preocupaciones de los
normalistas, la otra era que no se tenía firma del pliego petitorio, los hechos
más significativos se fueron dando de la siguiente forma: la coyuntura política
en la que el gobernador Aguirre visitó la normal hizo que los estudiantes se
sintieran confiados, pues había dado su palabra de que cumpliría con las
demandas que se le habían expresado. Pasaron los meses y no se tenía una
respuesta clara, las reuniones con los miembros de Comité se cancelaban a
última hora. Era el mes de diciembre.
“Nos daban una fecha, íbamos esa fecha y no nos atendían… ganar
tiempo… esa fue una estrategia del gobierno, la última audiencia se tuvo el 11
de noviembre, donde se dijo que se iba a respetar el nuevo ingreso”, narró
Sebastián. Se estaban agotando los recursos de audiencia, pues la cancelación
de más de un par de ellas empezaba a crear un conflicto entre los normalistas y
el Estado. En la escuela no había clases, los alumnos decidieron irse a sus casas
para ayudar a sus familias en las labores del campo, llamaban de vez en cuando
para informarse si las clases se reanudarían, no había clases porque la
Secretaría no solucionaba el conflicto de la elección del nuevo directivo.
La derogación de las audiencias y por lo tanto del diálogo por parte de las
autoridades, comenzaron a construir un escenario discrepante, en el que los
alumnos no podían ser escuchados, por lo que empezaron a emprender otro
tipo de acciones. La firma del pliego petitorio es fundamental para la
permanencia de la escuela, y aún no se tenía definida la respuesta del
gobernador: “Ya era diciembre y no se tenía nuevo ingreso, cuarto grado por
ser la academia más grande, exigió que se convocara a una reunión de base,
para que se le diera una solución inmediata” recalcó Celso, al contar que les
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preocupaba que no hubiera un pliego petitorio firmado, pues hay antecedentes
que las Normales las han cerrado negando la convocatoria de nuevo ingreso.
La reunión de base, se realizó el 11 de diciembre de 2011, todos los
estudiantes de la Normal estaban presentes, se tenía que emprender alguna
acción para “obligar” al gobernador a negociar, pues se habían agotado las
instancias de diálogo. Se acordó que se realizaría una actividad política. Dentro
la exposición de ideas varias fueron las propuestas que se realizaron como ir al
Palacio de Gobierno, tomar Casa Guerrero, tomar la dependencia central de
educación, a pesar de éstas, hubo una que a consideración de los alumnos era la
más eficaz. Bloquear la Autopista del Sol.
¿Por qué el bloqueo de la autopista?
Celso señala un antecedente de un bloqueo a esta vía federal usado en
2008:
Cuando se combatía contra la ACE la Alianza por la Calidad
de la Educación, se hizo un bloqueo y se sentó en ese
entonces a Zeferino, En ese bloqueo se sentó al gobernador,
pero no fue un movimiento estudiantil sino magisterial,
donde Ayotzinapa participó”, este, pues lo que se necesitaba
era una solución inmediata bloqueo según relata el entonces
estudiante era la opción más viable, pues ya había
funcionado en el movimiento de la Coordinadora Estatal del
Estado de Guerrero (CETEG) y debía funcionar ahora para
Ayotzinapa.
El bloqueo de la autopista se realizaría de inmediato, la actividad se
programó para el siguiente día. La acción rumbo a la manifestación empezó
desde temprano, “a las 9 de la mañana, teníamos alrededor de 6 camiones,
toda la base estudiantil, hasta el Secretario General, nos fuimos a la
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manifestación, sólo se quedaron unos compañeros de guardia”, mencionó
Sebastián.
La marcha se organizó como tantas otras a las que estén acostumbrados
los normalistas. Cargaron sus mantas y se subieron a los autobuses, las
organizaciones sociales apoyaban, sin embargo, esta marcha marcó historia en
la Normal Rural.
Recordando a Gabriel y Alexis
Se han cumplido ya dos años desde el 12 de diciembre de 2011, hay
sentimientos encontrados, en la Normal se realizan diversas actividades en las
que se trata de concientizar a la población acerca de lo sucedido y a la vez,
exigir justicia para este caso que aún sigue impune.
El 10 de diciembre de 201l3, se convoca a una conferencia en la sala
audiovisual de la Normal, que se encuentra en la parte de la terraza, ahí
también está un pequeño bloque de cemento cubierto de azulejo color verde,
con fotografías de los normalistas asesinados el 12 de diciembre de 2011, junto
con un mensaje para Gabriel y Alexis:“Por tu sangre derramada y regada en
estas tierras guerrerenses que harán germinar las semillas y la esperanza de la
lucha inclaudicable, por la continuidad del normalismo rural”.
Sentada en la estructura de “la tortuga”, una mujer y un hombre de unos
cuarenta y cinco años, esperan. La mirada de aquella señora manifiesta tristeza,
lleva un pañuelo en si mano con el que limpia las lágrimas que ruedan por sus
mejillas, el hombre con cara serena observa a su alrededor a los alumnos que
en esos momentos ríen y platican alegremente, son los padres de Jorge Alexis
Herrera Pino, que han venido desde Atoyac. El viaje que hicieron para llegar
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desde la Costa Grande les llevó al menos tres horas. Ellos quieren estar ahí. No
olvidan el asesinato de su hijo.
Exigiendo justicia
Ya en la conferencia, estaban también los padres de Gabriel Echeverría
de Jesús, originarios de Tixtla, quienes al igual que los padres de Alexis
Herrera Pino, cargan con el mismo dolor. Ellos se notan un poco más serenos,
pero tristes. Las emociones se encuentran a flor de piel, la demanda de ambos
es la misma: justicia para sus hijos.
Los padres de los que fueron alumnos de la Normal Rural Raúl Isidro
Burgos, hablan sobre sus hijos, los de Gabriel Echeverría cuentan que su hijo
estudiaba el segundo año, él quería ser maestro y luego convertirse en doctor.
Quería seguir estudiando para sacarnos de la pobreza en la que estamos, él
decía: “Voy a echarle ganas, para salir adelante, tener una plaza y seguir
estudiando” comenta don Gabriel Echeverría padre del joven.
Diversas organizaciones sociales como el Centro de Derechos Humanos
de la Montaña "Tlachinollan", el dirigente de la sección 14 de la CETEG
Minervino Morán Hernández y representantes de la Policía comunitaria,
refrendaron su apoyo a los normalistas, con lo que se consolidan las redes de
alianzas, lo que dará paso a la acción colectiva próxima a celebrarse el 12 de
diciembre.
Una mujer pidió tomar la palabra, nerviosa tomó el micrófono, todos la
observábamos curiosos de saber lo que iba a salir de sus labios, es la hermana
de Gabriel Echeverría de Jesús, con la voz entrecortada, con señales de coraje,
expresó que días antes “personas mandadas por el gobierno”, habían ido a
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buscarlos, dijo no saber para qué, pero se mostró profundamente indignada
ante este hecho, lo que los familiares de los normalistas asesinados piden es
justicia, nada más
Al término de la conferencia, salí a preguntarle a aquella mujer que me
había sonreído antes de entrar a la charla, si podía concederme una entrevista,
ella me miró asombrada y a la vez la expresión de su cara fue de desconfianza,
para mi buena suerte, se acercó Emilio, el Delegado Nacional y le dijo que
podía confiar en mí, que estaba realizando mi trabajo. La señora Elizabeth
Pino, me volvió a mostrar una sonrisa y dijo: “está bien te voy a dar la
entrevista, pero me gustaría que fueras a mi casa, para que sepas en donde vivía
mi hijo”, le devolví la sonrisa, era un trato, no sabía donde era Atoyac, pero me
dijo que me iban a llevar.
“La velada”
Salimos en caravana hacia la Autopista del Sol, era ya tarde-noche, en el
camino, iba platicando con Gerónimo Abraján, estudiante de la Normal que
más tarde me daría su testimonio sobre su experiencia en la Autopista del Sol
el 12 de diciembre de 2011, llegando a la autopista, todos nos bajamos de los
autobuses, al vernos llegar en la gasolinera “Eva” que fue incendiada, los
despachadores dejaron su trabajo, la gasolinera no funcionó más, al menos no
en el tiempo que estuvimos ahí.
Los normalistas cerraron un carril con ayuda de señalamientos, pregunté
que se iba a hacer pero nadie sabía nada, era una desorganización enorme,
estuvimos alrededor de una hora ahí parados, contemplándonos unos a los
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otros, nadie tenía idea de que seguía. Si ellos no sabían, yo menos. Estaba
oscuro, al pasar de los minutos los estudiantes se empezaron a dispersar.
Poco rato después el Secretario General, Guillermo Hernández, comenzó
a hablar a través de un altoparlante, encabezó un mitin, en el que se colocaron
simbólicamente ataúdes de cartón, forrados de color negro con los nombres de
Gabriel Echeverría de Jesús, Alexis Herrera Pino y de diversos activistas que
han sido asesinados o desaparecidos por parte del estado guerrerense.
Esto implica que, no sólo se está buscando justicia por los normalistas,
sino por los muertos que ha cobrado el gobierno en la entidad, eran varios los
ataúdes, las vidas de estos activistas se resumía en esos instantes a una caja
negra que parecía a la vista insignificante pero que conlleva la pérdida de un
ser querido, de un padre, una madre, un amigo, un compañero, un hijo. No
están físicamente, pero hay algo de ellos presente, la lucha que han sembrado,
no la borran las balas.
La intención de la velada, era justamente esa, velar parte de la noche lado
las cajas que simulan los cuerpos sin vidas de personas que han muerto en
lucha de sus ideales, el fuego lento que despide la mecha de las veladoras,
parece encender la luz de la esperanza, nos motiva a reflexionar sobre la
muerte de los luchadores sociales que a pesar de todo siguieron hasta el final.
No hay justicia para ninguno de ellos, nadie sabe hasta cuándo la habrá, lo que
si tienen en claro, es que pugnarán porque el olvido no se lleve el recuerdo de
los hechos que han marcado la historia de impunidad en Guerrero.
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Velada en la Autopista del Sol, 2013. Foto por: Quadratin Guerrero
En contraste con esta escena, pude darme cuenta que a la mayoría de los
estudiantes no les interesaba la actividad, no sé si fue por el tiempo de espera
que se veían aburridos o fueron simplemente a “pasar lista”, en las actividades
se hace un “pase de lista”, si no asistes a las actividades se te sanciona con no
dejarte entrar al comedor, no darte uniforme, entre otras. Durante el evento, se
hizo una breve semblanza de lo ocurrido el 12 de diciembre de 201, al finalizar,
se colocó una manta blanca y un proyector con el que se difundiría el video
documental ¿qué país es éste Guadalupe?, del cineasta Salvador Díaz Sánchez.
La actividad se culminó refrendando la lucha por los derechos de los
normalistas y la exigencia de justicia para los compañeros asesinados en ese
mismo lugar, la Autopista del Sol.
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El sociocultural
El 11 de diciembre se realizó un evento cultural en el municipio de
Tixtla, en la comunidad de “El Santuario”, su función es dar a conocer los
clubes culturales de la escuela a la población y a la vez puede ser usado para
transmitir información política en estos eventos. El escenario en donde se
realizaría el sociocultural era grande, con muchas luces de colores, el programa
fue bueno, participó el Club de Danza y de Rondalla, y otros colectivos, sin
embargo he de mencionar que a mi punto de vista no se cumplió con el
objetivo, no se informó a la población sobre el hecho ocurrido el 12 de
diciembre, es decir que el evento no se politizó, en apariencia parecía que era
una celebración por el aniversario de la Virgen de Guadalupe, ya que dicho
evento siguió hasta parte de la madrugada del 12 de diciembre.
Yo imaginé que a la par del espectáculo se repartirían volantes, panfletos,
algún distintivo, algo alusivo al 12 de diciembre… pero nada, visualmente el
evento fue bueno, políticamente no.
La marcha conmemorativa
Para el día de la marcha conmemorativa del 12 de diciembre de 2011, se
realizó una misa en el área que cayeron los cuerpos sin vida de los normalistas.
En sentido de sur a norte, donde cayó el cuerpo de Jorge Alexis Herrera Pino,
su familia colocó de forma simbólica flores y veladoras en el lugar donde
perdió la vida hace dos años. En el sentido de norte a sur, la madre de Gabriel
Echeverría rezaba una oración en el sitio donde perdió la vida su hijo.
La banda de Guerra “Halcones Dorados” comenzó a tocar para
encabezar la manifestación, atrás se encontraban los padres de Jorge Alexis,
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cargando cartulinas con la leyenda: ¡Alexis vive! y una corona de flores, los
padres de Gabriel Echeverría no asistieron. Seguido de los padres de familia,
los alumnos de Ayotzinapa, de 1º a 4º grado, cargando mantas y gritando
consignas, estos últimos con playera color blanco.
Academia de cuarto grado, en marcha conmemorativa, 2013 Foto por: Any Leninista.
Algunos de los normalistas se cubren el rostro, dicen que es por su
seguridad, para evitar que se les imponga una demanda, caminan despacio,
algunos llevan un moño negro en el lado izquierdo de su brazo, otros playeras
con la cara de Gabriel y Alexis, la manta exigiendo justicia a Ángel Aguirre no
podía faltar. Las principales consignas fueron:
Ayotzi no se vende,
Ayotzi no se da
Porque tiene estudiantes,
Con mucha dignidad.
Aguirre, maldito,
Asesinar es un delito
Aguirre farsante,
Que asesinas estudiantes.
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Cuidado, cuidado
Cuidado con Guerrero
Estado, estado
Estado guerrillero.
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué? Los asesinan
Si son la esperanza
De América Latina,
¡12 de diciembre
no se olvida
Es de lucha combativa!
¡Alexis vive
La lucha sigue,
Gabriel vive
La lucha sigue!
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La FECSM, aunque incompleta también estaba ahí, fueron pocas las
delegaciones que asistieron al evento, según declaraciones del Secretario General,
Guillermo Hernández, “los compañeros normalistas acudieron a sus prácticas
profesionales”, sin embargo, esta es una fecha clave no sólo para el normalismo
rural, sino para los estudiantes del país, pues no se habían asesinado a compañeros
en plena manifestación, desde las épocas represivas del viejo PRI, en 1971 con el
“Halconazo”, de las 16 escuelas que conforman la Federación, se encontraba
apenas la mitad, lo que habla de una división interna dentro de este órgano.
La marcha que inició en la Autopista del Sol, en el punto del Parador del
Marqués, fue dejando a lo largo del camino sorpresas, apoyo y molestias como
toda manifestación, no es nueva la noticia de que los normalistas no son bien
vistos por un sector de la población guerrerense, quienes los tacha de ladrones,
flojos y revoltosos, pero también es cierto que otro sector ha logrado comprender
la magnitud de los hechos ocurridos el 12 de diciembre en este mismo lugar.
Alrededor de 400 personas participaron en esta conmemoración. La manifestación
culminó en el Zócalo de Chilpancingo, en el cual se realizó un mitin.
“Tapándole el ojo al macho”
A dos años de la impunidad de los hechos ocurridos el 12 de diciembre, de
la liberación de los policías que se habían encontrado culpables de este hecho, se
exige justicia. Nada se sabe sobre el futuro de este caso, pues no se ve “claro” el
papel que está jugando el estado en materia de justicia. La Comisión de Derechos
Humanos de la Montaña, Tlachinollan, ha declarado que el caso ha agotado las
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instancias nacionales, por esta razón se canalizará al Sistema Interamericano de
Derechos Humanos.
Las recomendaciones emitidas por la CNDH, son letra muerta, dentro de las
30 recomendaciones que se realizaron al estado de Guerrero, se encuentra el juicio
político a López Rosas y Almonte Borja, ya que según el organismo la violación
grave a los derechos humanos fueron en parte, culpa del funcionario, quien era el
titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) en 2011, mismo
que fue removido de su cargo, pero que, ahora por decisión de Ángel Aguirre, ha
sido nuevamente “acomodado” como secretario de Trabajo y Previsión Social del
gabinete del gobernador perredista.
Entre las recomendaciones se encuentra también una disculpa pública en la
que el estado de Guerrero reconozca la gravedad a las violaciones de los derechos
humanos ejercidas contra los manifestantes, la disculpa se hizo conforme lo
establecido, sin embargo, no es suficiente, pues el papel que ha tomado el poder
Ejecutivo de la entidad deja mucho que desear, la impunidad sigue presente y esas
palabras y promesas, se las he llevado el viento.
Los padres de Gabriel y Alexis
Atoyac, la Costa Grande
Visitando el municipio de Atoyac, como acordé con doña Elizabeth, madre
de Alexis Herrera Pino, acudimos junto con un grupo de normalistas a una misa
en honor al joven, las lágrimas de los familiares salían sin poder contenerse.
Dentro de la pequeña iglesia, la ceremonia se llevó a cabo sin contratiempos,
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cerca de ahí, se encuentra la casa de la familia Herrera Pino. El calor no da tregua,
la zona de la Costa Grande es caliente.
En la casa, pozole verde estilo guerrero, fue lo que nos invitó cordialmente
la madre de Alexis, al terminar de comer, nos invitaron al panteón a visitar la
tumba del normalista. Unos cinco minutos transcurrieron desde que nos subimos
al autobús para llegar al cementerio.
El suelo, cubierto por un pasto amarillo y seco, hacía sonar nuestros pasos,
íbamos en fila, nos dirigía el padre de Jorge Alexis, el señor Jorge Herrera Suárez.
Al llegar, la tumba, que sobresale de las demás por su grandeza y forma, es
limpiada por la madre del muchacho, con un trapo quita el polvo de la loseta
blanca que cubre los restos de su hijo, lo hace con calma, como si estuviera
acariciando la cara de “el güero”, suspira, llora. Arregla las flores blancas que hay
dentro de los floreros.
Nadie sabe qué hacer, mucho menos que decir, el silencio predomina,
mientras siento el aire caliente correr por mis mejillas, doña Elizabeth Pino
enciende una veladora que coloca al pie de la tumba. Con la voz cortada, don
Jorge, agradece a los que una vez fueron amigos y compañeros de su hijo, su
presencia en ese lugar, les pide, nos e olviden de Alexis, los jóvenes asientan con
la cabeza, la tristeza invade su rostro.
Un minuto de aplausos se le ofrecen a Jorge Alexis, el “güero”, el amigo, el
hijo, el compañero, el normalista. Una consigna singular se escucha con voz grave
“¡Alexis vive!”, “¡Alexis vive!”, “¡Alexis vive!”.
De regreso en la casa de la familia, tenía que hacer la entrevista pactada,
pero… ¿qué iba a preguntar yo?, viendo a su madre destrozada por los recuerdos,
a su padre sereno pero con mirada triste, a su pequeño hermano, jugando por el
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patio de la casa sin aparentemente saber nada, pero sí sabe, sólo que su forma de
ver a la muerte aún es diferente. Las cosas estaban claras, son claras, es una
familia, como muchas otras, que vive en la pobreza e injusticia y que ha tenido
una pérdida irreparable, a los que preguntarles acerca de cómo fue su hijo, les
hace llorar. Sólo pude preguntar eso… ¿cómo era Alexis?, su madre contestó:
“era la alegría de la casa”, mientras su vista parece irse a lo lejos invadida en
recuerdos, “a él le gustaba ayudar a su padre en la huerta... era muy
acomedido”, la mujer no pudo contener las lágrimas.
Por su parte, el padre dijo, que lo que exigen es justicia, que no confía en el
gobernador Ángel Aguirre, pues es un mentiroso que lucra con la desgracia ajena.
Agradecida por la confianza brindada, me despedí de los padres del joven,
emprendimos el camino de vuelta a la Normal de Ayotzinapa.
En el mercadito de Tixtla
En la fonda que la madre de Gabriel Echeverría de Jesús atiende dentro el
mercado de Tixtla, recuerda la última vez que platicó con su hijo, él le contó sobre
la manifestación que iban a realizar en la autopista, entre suspiros, doña María de
Jesús, recuerda que su hijo viajaba constantemente debido al cargo que ocupó
dentro del Comité estudiantil. Mientras sirve la pieza de pollo con mole que me ha
ofrecido, me aconseja que me cuide, sentimientos encontrados hacen acto de
presencia, el dolor sigue latente, es un vacío que nunca se podrá llenar.
Me cuenta que Gabriel fue muy trabajador, en el campo, en trabajos de
construcción o en el mercado, siempre buscaba la forma para darle a ella lo poco
que lograba juntar. Los ingresos de la familia son escasos, por esa misma razón
Gabriel estudió en la Normal, por ser pobre. “Él quería terminar su carrera, para
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conseguir una plaza, ganar dinero, ayudarnos con los gastos y luego ser
médico”, comentó don Gabriel Echeverría, a quién le es difícil hablar de su hijo
pues no le gusta recordar lo vivido, las heridas no se han sanado y quizás nunca lo
hagan.
Comentó don Gabriel, que en días pasados mientras se celebraba un rosario
en memoria de su hijo entró un “periodista” a su casa a tomar fotografías, sin
embargo, los jóvenes de la Normal se dieron cuenta que no era algo común, le
pidieron identificarse y salió corriendo del lugar, a decir del padre del normalista
era “gente del gobierno” que fue a investigar haber que sacaba. “Nosotros ya no
queremos saber nada de ellos, sólo queremos que nos dejen en paz”. El acoso por
parte del estado de Guerrero hacia la familia Echeverría de Jesús se hizo presente,
no creen en la justicia y no es para menos, después de todo lo ocurrido.
Un día, cuenta don Gabriel, vinieron a buscarnos de parte del gobernador,
para hacer la disculpa pública, en la que se nos pedía perdón porque mataron a
nuestro hijo, “pero un decir, vinieron hoy en la tarde y al otro día era la disculpa,
eso no es así, si él no era cualquier persona, por eso no fuimos y no aceptamos
las disculpas del gobernador”.
Las historias y la forma de vida de las familias Echeverría de Jesús y
Herrera Pino, parecen diferentes, una con el calor de la Costa y la otra con el ruido
del mercado, pero tienen algo en común a las dos les hace falta un miembro de la
familia, a las dos se les ofreció disculpas por parte del gobernador, las dos no
olvidan lo ocurrido el 12 de diciembre.