bacantes de eurípides y la representación de la alteridad

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Bacantes de Eurípides y la representación de la alteridad Johanna Carolina Ramírez Guerrero En Bacantes de Eurípides, el carácter doble, ambivalente, de Dioniso aparece como hilo conductor de las acciones de la tragedia 1 . Es la ambivalencia la que sostiene el conflicto: el rito dionisíaco es ambiguo, liberación y castigo para las tebanas; la representación es doble y se mueve en un juego permanente de ocultamiento y descubrimiento, por ejemplo, la epifanía de Dioniso implica aparecer como extranjero lidio y ocultarse como dios Baco, y del modo inverso, se manifiesta como dios, por ejemplo cuando se dirige a las tebanas o en la escena del terremoto, mientras se oculta como extranjero. El disfraz y la máscara, representan esa dualidad que da sentido a la tragedia. Afirma Dodds: "ponerse una máscara es el modo más sencillo de dejar de ser uno mismo" (p. 97), sin embargo, en la tragedia, la transformación de Penteo en mujer, en lo otro, no representa una posibilidad de salvación o liberación del héroe sino al contrario, ese deseo de invadir el espacio misterioso y vedado de lo femenino, esa "ansiedad por ver lo que no se debe" (v.913), termina por desatar la peripecia del personaje. El conflicto con la alteridad, expresado principalmente en el personaje de Penteo, como una oposición contra el extranjero -el desconocido- y contra las mujeres, -incluida Ágave- a las que desea detener, "cazar", para suspender el rito perverso, no tiene posibilidad de reconciliación en la tragedia, sino al contrario, el desconocimiento de Penteo del castigo 1 Ya desde el prólogo Dioniso presenta su carácter doble: Dios, hijo de Zeús y trocado en figura humana que viene a Tebas a instaurar su culto y defender a la madre Sémele, castigando a las mujeres tebanas. El nacido dos veces, hijo de Zeús y de Sémele. La epifanía es también doble, se transmuta en forma humana como extranjero lidio, es decir, que para mostrarse como dios (para demostrarle a Penteo y a los tebanos que es un dios, v. 45) se ocultará bajo una figura humana. A la vez cercano a los hombres -dios del pueblo, que lo miran a los ojos-, es inasible y distante. Es también el dios liberador a través de la vid y del éxtasis, liberador de las pulsiones, así como de las cadenas reales y el dios castigador. Los símbolos de Baco, la vid y la hiedra son dobles de acuerdo con Walter Otto. Dios de las múltiples metamorfosis, "el más terrible y el más amable para los humanos" (v. 862). Quedan también expresados en el prólogo los dos grupos de mujeres que actuarán en la tragedia: el coro o tiaso de mujeres lidias y las bacantes o tebanas del Citerón. Al respecto del coro, también se presenta con carácter oximorónico en el párodo: "corro en pos de Baco, dulce esfuerzo, fatiga placentera" (v. 65), instando al pueblo a participar en el rito a salir de las casas, "lejos de telares y ruecas" (v. 116) y dirigirse al monte.

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Ensayo crítico sobre la representación de la alteridad en "Bacantes" de Eurípides.

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  • Bacantes de Eurpides y la representacin de la alteridad

    Johanna Carolina Ramrez Guerrero

    En Bacantes de Eurpides, el carcter doble, ambivalente, de Dioniso aparece como hilo

    conductor de las acciones de la tragedia1. Es la ambivalencia la que sostiene el conflicto: el

    rito dionisaco es ambiguo, liberacin y castigo para las tebanas; la representacin es doble

    y se mueve en un juego permanente de ocultamiento y descubrimiento, por ejemplo, la

    epifana de Dioniso implica aparecer como extranjero lidio y ocultarse como dios Baco, y

    del modo inverso, se manifiesta como dios, por ejemplo cuando se dirige a las tebanas o en

    la escena del terremoto, mientras se oculta como extranjero. El disfraz y la mscara,

    representan esa dualidad que da sentido a la tragedia. Afirma Dodds: "ponerse una mscara

    es el modo ms sencillo de dejar de ser uno mismo" (p. 97), sin embargo, en la tragedia, la

    transformacin de Penteo en mujer, en lo otro, no representa una posibilidad de salvacin o

    liberacin del hroe sino al contrario, ese deseo de invadir el espacio misterioso y vedado

    de lo femenino, esa "ansiedad por ver lo que no se debe" (v.913), termina por desatar la

    peripecia del personaje.

    El conflicto con la alteridad, expresado principalmente en el personaje de Penteo, como una

    oposicin contra el extranjero -el desconocido- y contra las mujeres, -incluida gave- a las

    que desea detener, "cazar", para suspender el rito perverso, no tiene posibilidad de

    reconciliacin en la tragedia, sino al contrario, el desconocimiento de Penteo del castigo

    1 Ya desde el prlogo Dioniso presenta su carcter doble: Dios, hijo de Zes y trocado en figura humana que viene a Tebas a instaurar su culto y defender a la madre Smele, castigando a las mujeres tebanas. El nacido

    dos veces, hijo de Zes y de Smele. La epifana es tambin doble, se transmuta en forma humana como

    extranjero lidio, es decir, que para mostrarse como dios (para demostrarle a Penteo y a los tebanos que es un

    dios, v. 45) se ocultar bajo una figura humana. A la vez cercano a los hombres -dios del pueblo, que lo miran

    a los ojos-, es inasible y distante. Es tambin el dios liberador a travs de la vid y del xtasis, liberador de las

    pulsiones, as como de las cadenas reales y el dios castigador. Los smbolos de Baco, la vid y la hiedra son

    dobles de acuerdo con Walter Otto. Dios de las mltiples metamorfosis, "el ms terrible y el ms amable para

    los humanos" (v. 862). Quedan tambin expresados en el prlogo los dos grupos de mujeres que actuarn en

    la tragedia: el coro o tiaso de mujeres lidias y las bacantes o tebanas del Citern. Al respecto del coro,

    tambin se presenta con carcter oximornico en el prodo: "corro en pos de Baco, dulce esfuerzo, fatiga

    placentera" (v. 65), instando al pueblo a participar en el rito a salir de las casas, "lejos de telares y ruecas" (v.

    116) y dirigirse al monte.

  • que pesa sobre las tebanas, ahora convertidas en bacantes, aguijoneadas con la locura

    divina, "telstica o ritual", segn Dodds (p.71), el error trgico, determinan la peripecia

    tanto del hijo como de la madre. La terrible escena de reconocimiento de Penteo, disfrazado

    de mujer y subido en un rbol, que quiere "ver sin ser visto" (v.1050), evoca el

    reconocimiento de Edipo, que al descubrir la verdad, al ver, se aguijonea los ojos. De

    acuerdo con Vernant, Penteo como representante de la identidad y superioridad griega cae

    en la "alteridad absoluta, en el horror, en lo monstruoso" (p.171). Sin embargo, podra

    plantearse que la peripecia de Penteo inicia en la escena de su transformacin, cuando

    trasgrede sus propias normas y pierde su identidad, estando en ese lmite entre la identidad

    y la alteridad, es que se produce su cada definitiva y horrorosa en brazos y a manos de su

    madre.

    La escena de reconocimiento de gave, en la que recobra su lucidez, sin la que no habra

    catarsis (v.1260), da cuenta nuevamente del error trgico, de la fatalidad que implica el

    castigo de locura impuesto por Dioniso. El dilogo estructurado a partir de las preguntas de

    Cadmo y las respuestas de gave, que lentamente va descubriendo su crimen, se puede

    comparar con el crimen de Medea, que por oposicin es un crimen lcido, consciente, un

    crimen de venganza. En todo caso, existe un aspecto a desvelar en esta comparacin, si el

    crimen de Medea representaba el sacrificio del arquetipo de madre para afirmarse como

    hroe, en el regreso de gave, hay un eco de esta idea: cuando regresa, si bien an est

    tocada por la locura, gave expresa: "tras abandonar el telar de mi rueca he llegado a ms

    noble empeo: cazar fieras con mis manos; y traigo en mis brazos, como ves, estos trofeos,

    de mi captura, para que en tu palacio se expongan colgados" (v. 238). Cabe preguntarse

    entonces, si el rito dionisiaco, que aleja a las mujeres de la rueca, las afirma como

    cazadoras, como guerreras, por encima de su arquetipo de madre y mujer, y que esa

    afirmacin las pone en el lmite de lo masculino, de su alteridad.

    De acuerdo con lo anterior, las bacantes representan un desafo al orden de la ciudad y a las

    leyes masculinas: han dejado el hogar, el oikos2, se internan en el bosque a practicar ritos

    2 En la tradicin homrica aparece protegido por la eterna fiel, Penlope, quien representara lo opuesto al delirio bquico femenino.

  • que generan suspicacias en los hombres, adoran al dios ms ambiguo de los dioses, un dios

    liminal entre lo masculino y lo femenino, abandonan a los hijos, al marido, y de forma

    colectiva se entregan a la locura xtatica o ritual, a la danza y al vino; producen milagros o

    magia al hacer surgir agua, leche y miel de la tierra; son cazadoras y guerreras que

    empuan un arma diferente, el tirso, con el que hacen huir ejrcitos, y como lo expresa

    Dioniso advirtiendo a Penteo: "Y ser vergonzoso eso de que los escudos recubiertos de

    bronce retrocedan ante los tirsos de las bacantes" (v.799). Son inapresables, ingobernables,

    salvajes, mientras estn en su delirio, capaces incluso de asesinar a sus propios hijos. En el

    relato del mensajero sobre la escena del monte queda en evidencia ese carcter doble del

    rito dionisiaco, en el que las mujeres dan de mamar a las cras de ciervo y de lobo, pero que

    tambin son capaces de descuartizar a sus presas y comer de su carne cruda.

    La figura de Dioniso est asociada con el universo femenino: se presenta siempre rodeado

    por un cortejo de mujeres, mnades y bacantes, su aspecto afeminado evoca el aspecto

    femenino, asimismo se la asocia con la figura de la madre, es en ltimas reconocido como

    el representante de la alteridad (Vernant, p.168). En la tragedia, es posible observar un

    desequilibrio entre los aspectos femeninos y masculinos, representados en el personaje de

    Penteo que rechaza el rito bquico por considerar que incita a la desmesura sexual a las

    mujeres. Hay en Penteo un rechazo a lo femenino, y a la alteridad en general, el extranjero,

    el otro, expresado en su constante desconfianza hacia la "escandalosa bacanal". Penteo se

    opone a Dioniso, pero sobre todo se opone a las mujeres a quienes juzga de forma suspicaz:

    Llenas de vino estn en medio de sus reuniones msticas las jarras; y cada una por su lado

    se desliza en la soledad para servir a sus amantes en el lecho, con el pretexto de que son, s

    mnades dedicadas a su culto! Pero anteponen Afrodita a Baco. (v. 225).

    Las palabras de Penteo expresan una desconfianza por lo desconocido, las mujeres3, a

    quienes condena y quiere castigar pero al mismo tiempo desea espiar. Rechaza en Dioniso

    su figura afeminada (pero al mismo tiempo le fascina), que ha introducido una "nueva

    epidemia entre las mujeres y que mancilla sus lechos" (v. 353). Las mujeres al huir al

    monte, abandonando las casas, escapan al control de Penteo, adentrndose en lo

    3 Ese "desordenado mundo femenino" al decir de Vernant, p. 167

  • desconocido. En un intento por recuperar el control, ordena que apresen a todas las

    bacantes, incluida su madre, e incluso amenaza con convertirlas en botn de guerra (v.512).

    El coro teme a Perseo, a su clera sanguinaria. El desfase entre la imaginacin de Penteo y

    las actividades de las bacantes, queda en evidencia cuando el mensajero relata la escena de

    la bacanal (versos 678 al 773): "Reclinadas al azar en actitud decorosa, y no, como t dices,

    embriagadas por el vino y el bullicio de la flauta de loto, retiradas a la soledad para

    perseguir en el bosque el placer de Cipris". En el relato se puede entrever que aquello que

    altera la tranquilidad de las bacantes es justamente la intrusin de los hombres, -que desean

    cazar a gave-. Sin embargo, y quizs debido a su hibris las palabras del mensajero no

    logran disuadir a Penteo.

    El acceso al misterio del rito est vedado para el no iniciado Penteo que lo rechaza pero al

    mismo tiempo se siente ansioso por conocerlo. Es el irrespeto hacia el rito y su curiosidad

    lo que determinarn su peripecia. Tiresias y el mensajero, le piden a Penteo detener sus

    averiguaciones y acatar el poder del dios, sin embargo, Penteo no atiende a razonamientos,

    pese a las evidencias, declara la guerra contra las bacantes, decide sacrificarlas (v. 797).

    Dioniso-el extranjero ser quien lo disuada de la guerra, tendindole una trampa, tentando

    su curiosidad. El giro en la decisin de Penteo, su cada en la red de Dioniso se dar de

    forma magistral a partir del verso 810, en el que aprovechando el punto dbil de Penteo su

    rechazo y curiosidad -su deseo-, "ver lo que no se debe y emprender lo que no debera

    emprender" (v.913) , Dioniso dirija a Penteo a su propio sacrificio:

    Dioniso. Entonces vas a verter sangre, al entablar combate con las bacantes.

    Penteo. De acuerdo! hay que ir primero a espiarlas. (v. 838)

    El disfraz le permitir a Penteo ser otro, as como la mscara le permite a Dioniso

    encubrirse y desatar el juego cruel. Penteo reemplaza el ataque por el voyerismo, pero los

    dos actos pueden considerarse igual de equivocados. Penteo siempre se ha querido imponer

    desde la fuerza, desde la hibris, pero su transformacin en mujer, tiene implicaciones ms

    profundas que Penteo no alcanza a prever. Adems de ir en contra de s mismo al

    disfrazarse de mujer, Dioniso lo hace perderse an ms "insuflndole una ligera locura" (v.

    850). El castigo es doble en tanto el personaje no solo encontrar la muerte sino tambin la

  • humillacin de las bacantes y de los tebanos, y la vergenza tambin genera terror en

    Penteo. Al respecto del carcter de Penteo expresa Vernant: "Penteo encarna uno de los

    aspectos fundamentales del mundo griego, convencido de que lo que importa es cierta

    forma aristocrtica de comportamiento, de control de s mismo, de capacidad de razonar. Y

    tambin la entereza de carcter que consiste en no hacer jams lo que es bajo, saberse

    dominar, no ser esclavo de los propios deseos ni las propias pasiones, actitud que supone,

    como contrapartida, cierto desprecio hacia las mujeres, vistas, por el contrario, como presas

    fciles de las emociones" (p. 166). Dioniso conduce al joven a un combate desigual,

    disfrazado de mujer y aguijoneado de locura, se enfrentar con su propia madre que est a

    su vez en trance, que no es ella misma y por lo tanto no podr reconocerlo.

    Bibliografa

    Dodds, E.R., Los griegos y lo irracional, Madrid, Alianza, 1983.

    Eurpides, Bacantes, Madrid, Gredos, 1979.

    Otto, Walter F., Dioniso, mito y culto, Madrid, Siruela, 1997.

    Vernant, Jean-Pierre, El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos,

    Barcelona, Anagrama, 2000.