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    Seccin de Obras de Filosofa

    TEORA DEL MUNDO DE LA VIDA

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    Traduccin de

    Griselda Mrsicocon la colaboracin de

    Uwe Schoor

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    HANS BLUMENBERG

    TEORA DEL MUNDODE LA VIDA

    Edicin deManfred Sommer

    FONDO DE CULTURA ECONMICAMxico - Argentina - Brasil - Colombia - Chile - Espaa

    Estados Unidos de Amrica - Guatemala - Per - Venezuela

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    Primera edicin en alemn, 2010Primera edicin en espaol, 2013

    Blumenberg, HansTeora del mundo de la vida / Hans Blumenberg ; edicin

    literaria a cargo de Manfred Sommer. - 1a ed. - Buenos Aires :Fondo de Cultura Econmica, 2013.

    280 p. ; 21x14 cm. - (Filosofa)

    Traducido por: Griselda MrsicoISBN 978-950-557-972-3

    1. Filosofa. I. Sommer, Manfred, ed. lit. II. Mrsico, Griselda,trad. III. Ttulo

    CDD 190

    Armado de tapa: Juan BalaguerFoto de solapa: Suhrkamp Verlag

    Ttulo original: Theorie der LebensweltISBN de la edicin original: 978-3-518-58540-5 2010, Suhrkamp Verlag, BerlnTodos los derechos reservados

    D.R. 2013, Fondo de Cultura Econmica de Argentina, S.A.

    El Salvador 5665; C1414BQE Buenos Aires, [email protected] / www.fce.com.arCarr. Picacho Ajusco 227; 14738 Mxico D.F.

    ISBN: 978-950-557-972-3

    Comentarios y sugerencias: [email protected]

    Fotocopiar libros est penado por la ley.

    Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier

    medio de impresin o digital, en forma idntica, extractadao modificada, en espaol o en cualquier otro idioma,sin autorizacin expresa de la editorial.

    Impreso en Argentina PRINTEDINARGENTINAHecho el depsito que marca la ley 11.723

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    NDICE

    I. Teora del mundo de la vida.................................................... 91. La vida: un concepto indeterminado ...................... 11

    2. Descripcin constructiva de lo no comprensible....... 283. La bsqueda del origen y la cuestin del sentido ..... 424. Integracin de lo desconocido ..................................... 585. El hecho primigenio irracional de Husserl ................ 726. Un estado anterior a toda teora .................................. 857. La racionalidad de la ausencia

    de fundamentacin ........................................................ 988. Entender lo sobreentendido ......................................... 109

    II. El mundo de la vida como tema de la fenomenologa ............. 119III. Lo sobreentendido, la posicin vertical,

    la autocomparacin ................................................................ 145IV. La delegacin como salida de la caverna................................. 163V. Mundo de la vida y concepto de realidad ............................... 171VI. Mundo de la vida y tecnificacin bajo aspectos

    de la fenomenologa ................................................................ 197

    VII. Apndice. Permanencia en el mundo de la viday progreso histrico ................................................................ 245

    Posfacio del editor ............................................................................ 265Nota sobre la edicin ........................................................................ 271ndice de nombres ............................................................................ 275

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    I. TEORA DEL MUNDO DE LA VIDA

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    1. LA VIDA: UN CONCEPTOINDETERMINADO

    Teoradel mundo de la vida? Ya con el nmero la cosa se pone

    crtica. Si cada uno tiene y vive su vida, por qu razn no deberatener tambin cada uno su mundo de la vida? Todo parece indi-carlo, en especial porque la descripcin de una vida, para alcanzarel estndar terico que ya ha adquirido sin duda hace muchotiempo, tiene que satisfacer justamente el requisito de hacer ver,en esa vida puesta de relieve por la biografa, su mundo como elhorizonte de sus posibilidades y direcciones. La presuncin deque cada uno tiene su mundo de la vida hace deseable su exposi-

    cin slo en la medida en que tambin una vida resulte digna deexposicin, ms all de las pautas que se tomen en cuenta. Bajoqu presupuestos es posible hablar, entonces, de una teora delmundo de la vida, postularla?

    El que le dio el nombre al mundo de la vida desde la feno-menologa no ha usado el singular en el sentido de una reduccineidtica a la esencia de los mundos de la vida fcticos, aunque

    su mtodo lo habra obligado a hacerlo. No parece dudar muchoen cuanto a que se puede hablar de un solo mundo de la vida con elmismo derecho con que se puede hablar de un solo mundo, cuyaunidad se basa en que es el ltimo horizonte externo de todos losobjetos y de todos los sujetos intersubjetivamente dependientes.Entonces, el mundo de la vida no sera sino un nivel de articulacindel mundo en todo sentido, es decir, tambin del mundo en tantounidad ltima de los objetos tericos. Pero la totalidad de los obje-tos tericos es desde un principio una totalidad producto de la ob-jetivacin, es decir, de la afirmacin de la existencia que surge de laintersubjetividad, que est fundada en ella; a eso obedece la prohi-bicin de hablar de una pluralidad de mundos terico objetivos.

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    Para el mundo de la vida eso no vale. El mundo de la vida tiene

    que tener un rasgo de unidad. Aun a riesgo de perder lo preciosode aquella multiplicidad de mundos de la vida biogrficos y deobtener a cambio una rida abstraccin, hay que buscar ese rasgo.Lo que nos puede orientar all es que el mundo de la vida nopuede ser un algo general de orden superior como el mundo,sino un algo precedente de orden gentico, del que se puede espe-rar que tenga capacidad de explicar lo que surge de l mismo.

    Habr que comenzar entonces por el esfuerzo de una defini-cin? Que Husserl no lo haya hecho puede deberse a una negli-gencia bastante tpica de quienes acuan conceptos nuevos. Eso ens no exige especial cautela. Lo que s exige cautela es la experien-cia con los requisitos de la teora dialgica para introducir concep-tos. Hacer depender la calidad de las teoras sencillamente delgrado de definicin de los conceptos que introducen y empleansiempre termina siendo una de las ilusiones del uso de teoras de

    cualquier clase. Pero, a diferencia de la exposicin de las normas,la observacin de los hechos histricos y actuales en las cienciasmuestra que el rigor en la formacin o admisin de conceptos fa-vorece ms la esterilidad que el progreso preciso. Hasta ahoranadie ha comenzado seriamente a hablar los lenguajes que hanofrecido o incluso prescripto, no sin despliegue de sagacidad, es-forzados reguladores del lenguaje. En eso la disciplina escolar

    empieza a intervenir tan temprano y con tanta dureza que las re-beliones de por s naturales de los alumnos se convierten en elplacer de autonomizarse. Husserl, a quien tambin le hubieragustado pensar dentro de los carriles de la disciplina escolar, noslo ha ahorrado en el caso del mundo de la vida. En trminosgenerales, me parece, para bien.

    No por eso dejarn de ser condenables la falta de claridad o laindeterminacin. Si existiera una virtud de la rigurosidad atenuada,siempre implicara tambin el riesgo del fracaso, de la difusin deincompetencia. En el mejor de los casos hay algo como la admisincalculada de lo ilcito, cuya licencia obedece a que de lo contrario nohabra absolutamente nada, no habra un comienzo o la inmediata

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    suspensin de lo comenzado. Si ya no se puede seguir usando la

    expresin autoridad cientfica, tal vez se pueda designar meta-fricamente como una suerte de crdito si existe o si surge la dis-posicin a dejarle pasar ciertos grados de indeterminacin a unautor o al cmplice en lo que hoy se da en llamar discurso.Quiz se considere atroz la falta de definicin de los conceptos enKierkegaard, pero de qu otro modo habran podido desarro-llarse entonces la objecin y la resistencia a tanto exceso de sis-

    tema? En el captulo sobre la disciplina de la razn pura de la pri-mera Crtica, Kant rechaza la exigencia de que en filosofa primerose definan los conceptos que se van a introducir. Antes bien, comodice Kant, en esta disciplina la definicin, como distincin pre-cisa, debe concluir la obra, ms bien que iniciarla.* Para Kant, enla filosofa la definicin no pertenece, como en la matemtica, adesse, sino ad melius esse.**

    A pesar de toda la fascinacin que las reglas procedimentales

    matemticas y formales han ejercido desde siempre sobre los fil-sofos, de aquello se sigue, segn Kant, que en la filosofa no sedebe imitar a la matemtica anteponiendo las definiciones, ex-cepto slo a manera de mero ensayo.*** Si nos atenemos a esto,en la filosofa hay una suerte de estadio experimental del uso delos conceptos, en el que lo que importa es acreditar la productivi-dad de los conceptos, no verificar o falsar hiptesis.

    En las ciencias jurdicas est afianzado el concepto de con-cepto jurdico indeterminado. Se trata, segn la descripcin delclsico diccionario jurdico de Creifelds,1 de aquellos conceptoscuyo contenido no est cubierto por un hecho de contornos biendefinidos, sino que requiere, al aplicar el derecho a un tipo delic-tivo, que se lo fije en cada caso concreto. La fijacin se produce enel mbito de los hechos efectivos (por ejemplo, cuando se trata de

    * Emmanuel Kant, Crtica de la razn pura, trad. de Mario Caimi, BuenosAires, Colihue, 2007, p. 759. [N. de la T.]

    ** Ibid., nota 1.375. [N. de la T.]*** Ibid., p. 759. [N. de la T.]1 [Carl Creifelds (ed.), Rechtswrterbuch,] 4a ed., Mnich, 1976, p. 1133.

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    circunscribir la oscuridad existente en una disposicin legal), o

    consiste en precisar la propia definicin jurdica (por ejemplo, qudebe considerarse intereses legtimos de una de las partes en unlitigio o en la salvaguarda de derechos). Tambin en el caso de con-ceptos normativos, por ejemplo el de las buenas costumbres le-sionables o preservables en el derecho contractual, la precisin debeefectuarse caso por caso mediante lo que se denomina asignacinde valor. Sin lugar a dudas, el concepto indeterminado se modi-

    fica con cada acto de inclusin de un hecho hasta entonces no ac-tualizado. En la regulacin de obligaciones, por encima de la prohi-bicin de atentar contra las buenas costumbres en los contratos estel principio de la buena fe, que se refiere tanto a la interpretacindel contrato como a la exigibilidad del cumplimiento del pago res-petando la costumbre (art. 242 del Cdigo Civil Alemn). El deudordebe satisfacer el pago, pero no a deshora, con lo que empalma-ramos con otra indeterminacin, la del concepto de oscuridad.

    No se sobreentiende que vivamos en un mundo en el queexista algo como la deshora. A nadie se le ocurrira empleareste concepto en una ciencia exacta. No forma parte del tiempodel mundo. Que la hora del descanso sea deshora si el Estadocomo institucin se hace responsable, entre otras muchas cosas,del buen descanso del ciudadano, quiz resulte ms entendibleque la extemporaneidad de acciones que se ejecutan en das feria-

    dos o en vsperas de feriados. Si incluso una vez al ao la Direc-cin Impositiva considera extempornea la notificacin de re-soluciones, siendo que est en juego el ms brutal de los reclamos,el reclamo pblico al individuo, la deshora debe tener un peso in-soslayable en el plano del mundo de la vida. Pero nadie se arries-gara a decir que en la construccin deshora se cifra un conceptode tiempo que si bien no es de las ciencias exactas, es de la filosofa.Tiempo y deshora: no sera ms que un ttulo chic para una tesisdoctoral en Munster. No obstante, que hay y puede haber deshorases un indicio filosfico en la medida en que all encuentra resisten-cia la adopcin de la universalidad de los conceptos cientficos enla filosofa para su sistematizacin y se muestra que hay otra reali-

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    dad, adems de la que es susceptible de ser medida tericamente.

    La funcin y el ttulo legal de los conceptos indeterminados es ais-larla. Aislarla no significa decidir a qu forma de tratamiento se lapuede someter despus.

    Dar un ejemplo ms de la funcin de los conceptos indeter-minados, esta vez del derecho romano: el venire contra factum pro-

    prium, el ejercicio de un derecho legtimo que va contra un com-portamiento propio anterior. El precepto lgico de evitar la

    contradiccin no alcanza para que se lo considere concluyente. Encierto modo, es demasiado estricto, demasiado global, porque yapor el factor temporal no se puede hablar de contradicciones ensentido estricto en el caso de la coherencia del comportamiento.Se trata ms bien de algo del mundo de la vida, que se podra de-signar como transgresin de la coherencia, como disonancia delcomportamiento: por ejemplo, en una relacin jurdica crearle a laotra parte la ilusin de que uno no va a hacer uso de un determi-

    nado instituto jurdico, por ejemplo la prescripcin, para evitar deesa manera que persiga su derecho.

    El concepto jurdico indeterminado le pone un lmite a la ex-plotacin de las precisiones formales. En el derecho romano, unavez ms, rige el siguiente principio: Dolo agit, qui petit, quod statimredditurus est. No se puede reclamar un pago en s adeudado si porotra razn jurdica lo reclamado debera ser restituido de inme-

    diato. No se puede decir que los conceptos jurdicos indetermina-dos tienen gran importancia en casi todas las reas del derecho a

    pesar de su indeterminacin, sinopor esa indeterminacin. No essimplemente la imprecisin que sera inadmisible en otras cienciaso que en todo caso exige una reduccin constante de su tolerancia.Nicols de Cusa pretenda definir la imprecisin como atributofundamental del mundo, y deduca de all la necesidad de adoptarun comportamiento emprico frente a l. Tras el xito de este princi-pio por una exactitud al menos en aumento se podr decir que enla funcin de los conceptos indeterminados lo central es el mundode la vida como una reserva de imprecisin. Si quisiramos profun-dizar esto en el mbito de la filosofa prctica, habra que remitirse

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    a la distincin establecida por Aristteles entre justicia y equidad

    (epiikeia, lat. aequitas).2 No es casual que fuera Aristteles quien,teniendo a la vista el rigorismo platnico, estableci esa distinciny la consolid para la tradicin. Como platnico no sera muy fcilimaginarse que pudiera haber una idea de la equidad como hayuna idea de la justicia. Pero as como la materia era el sustrato ne-cesario para reproducir el cosmos de los arquetiposy a la vez unaresistencia distorsionante a la consumacin de la mmesis prefigu-

    rada resistencia que slo se poda vencer trabajosamente, per-suadiendo a laAnanke del mito del demiurgo platnico, pero ja-ms eliminar, para la idea de la justicia en el sentido amplio delbien por excelencia que tiene en la Repblica es la vida misma,justamente, el material necesario para la realizacin y a la vez laresistencia que la impide, en tanto lo que no es de tal manera quefuera posible imponer en ella arquetipos, ideales, normas con slollevarlos a su evidencia, siguiendo la ecuacin socrtica virtud-sa-

    ber. No se trata slo de obtener un principio de transformacin quepermitiera traer lo que ha sido cargado de expectativas a los bajosde la normalidad, como si fuera estandarizando en lugar deidealizando. Equidad, precisamente, no quiere decir un nuevocatlogo de normas atenuadas, con el solo agregado de la plenitudvital, sino un principio de tratamiento de la propia norma. Las cir-cunstancias atenuantes definidas como tales slo existen, justa-

    mente, donde no est permitido el margen de creatividad del juez:en el derecho penal, donde por otra parte tambin ellas varan en eltiempo con relacin a la vida, como los famosos delitos por celos enlos pases ms calientes o la assassination mildered by point of honor enel derecho anglosajn. La vida no atena en absoluto, ms bienagudiza la sensibilidad de la norma en cuanto tal, porque la normano tolera sus contornos indefinidos, el flujo de la vida, tampococomo moderacin, y menos an como va de indulto.

    La indeterminacin del concepto de vida tambin permitedecir otra cosa con cautela respecto del poder explicativo de las

    2 Aristteles, tica nicomaquea,V, 14; Retrica, I, 13.

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    teoras, siendo necesario partir a la vez de que el ltimo enunciado

    del Tractatus de Wittgenstein donde no se puede hablar hay quecallar no siempre se puede sostener. En lugar de lo que se imaginael terico, que siempre haya que buscar las explicaciones y esperara tener los mtodos para hacerlo, resulta ms bien que las explica-ciones siempre ya estn, y que slo son captables en su forma de-venida doctrinaria, como prejuicios. El mundo de la vida es unaesfera donde est ausente el desconcierto. El desconcierto es direc-

    tamente un sntoma de prdida del mundo de la vida, de que lacontingencia se filtra al comportamiento. No se tiene una explica-cin, pero se sabe qu pas y cmo es el asunto. Explicar con unaancdota de Clemenceau, que relata su secretario Jean Martet, qusignifica cautela en ese contexto.3 Preguntado por la RevolucinFrancesa y su carcter cruento, Clemenceau respondi: Y ququiere? La revolucin... Los principios son excelentes, pero lagente, la gente!. Es pura retrica, no una explicacin, y no obs-

    tante da que pensar porque aquel qu pas y cmo es no resultlo bastante indeterminado. Si los principios de la revolucin eranexcelentes, entonces es la gente esencialmente de tal manera que esincompatible con ellos por naturaleza? Un mundo de la vida es unmedio turbio para principios excelentes. Eso es algo que tiene quepoder explicar la teora del mundo de la vida sin que jams se lohaya explicado o comprendido en el propio mundo de la vida. Su

    inercia no es la de la hyle antigua, sino la del sucedneo posbiol-gico del ambiente, la del xito de las actividades de adaptacin ylas docilidades, tambin de las imaginarias, mgico chamnicas.

    Donde lo general no slo parece poder formularse sino ademsimponerse, la vida, en tanto su adversaria, adquiere la nota nega-tiva de la indocilidad. Pero la indocilidad es tambin potencial-mente la resistencia a la opresin de lo particular por parte de logeneral, a la fosilizacin por y en lo general. Eso es lo que ha cele-brado como triunfo la filosofa de la vida; no sin signos del temor de

    3 Jean Martet, Clemenceau spricht, Berln, 1930, p. 102 [trad. esp.: Confesionesde Clemenceau, Madrid, Editorial Espaa, 1930].

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    disolverse tambin ella en la corriente de la vida. En la paradoja

    de la ley individual de Georg Simmel, que a partir del cambio desiglo seala su pasaje de la temtica de los valores a la temtica de lavida, el problema tambin queda formulado con total precisinpara la teora del mundo de la vida. Tambin la vida es, como laindividualidad, lo indeterminado que encuentra su propia determi-nacin, slo que la ley individual se refiere a la coherencia en laestructura temporal de la identidad subjetiva de una vida, mien-

    tras que el mundo de la vida tiene que defenderse de la posibili-dad de la experiencia y la influencia exticas, pero tambin de laracionalidad endgena. El mundo de la vida hace aparecer comosobreentendido lo que slo para el observador externo y posteriorno puede haber estado integrado en l o no puede integrarse a l.

    La filosofa de la vida vea la vida no slo como sujeto de latendencia del flujo a la forma, sino adems como principio de des-truccin de sus propios logros; tambin el mundo de la vida

    debe ser descripto como suma de los logros de estabilizacin de lavida en la realidad y bajo sus condiciones, que a medida que seconsolidan inmanentemente van aumentando el riesgo de ser re-futados. Esta peculiaridad de la autoestabilizacin es algo que elmundo de la vida comparte con cada uno de los sistemas de visio-nes del mundo y de teoras salidos de l hace tiempo, que por cadapaso de autoafirmacin conseguido mediante refinamiento y dife-

    renciacin de sus instrumentos pagan el precio de su vulnerabili-dad al prximo refinamiento y diferenciacin de las preguntas quese les formulan y que se han vuelto formulables en ellos mismos.Esto es algo que hemos aprendido, como ante un preparado, de lahistoria de la ciencia, porque tampoco ella es slo una sucesin deteoremas, sino vida en todos los estadios de autoconservacin.

    Tambin se puede decir de otra manera: la tendencia destruc-tiva de la vida es la aplicacin iterativa de su principio a sus resulta-dos, de su idea a sus conceptos. Para ilustrarlo una vez ms con elconcepto de equidad: la equidad es la aplicacin iterada del ideal dejusticia al concepto de justicia, es decir, de aquello que ya ha sidoderivado del ideal en forma de normas a la quintaesencia de las mis-

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    mas. En tal sentido, la autodestruccin del mundo de la vida tam-

    poco es ms que la aplicacin de su principio de autoafirmacin,en la premodalidad de lo sobreentendido, a su propia existencia: sila vida no puede defenderse mediante el sobreentendido de unsubrogado del ambiente, tiene que ser defendida en la misma fun-cin mediante la negacin y la modalizacin, mediante la exigenciade fundamentacin y la racionalidad, mediante explicaciones y teo-remas, mediante sistemas y hasta escolsticas, como nuevas formas

    finales de la fosilizacin misma de esa estructura de afirmacin.De esta manera estoy intentando tratar el equvoco del con-cepto de vida en la biologa por una parte, en la filosofa de la viday en la teora del mundo de la vida por la otra, no como merobrete del uso del lenguaje; estoy intentando usarlo como hilo con-ductor. Creo que ese hilo lleva de un principio biolgico psicol-gico a uno racional: el de la autoconservacin. De paso: no a unprincipio racional, sino al principio de la racionalidad misma. Eso

    no significa como se malinterpreta con frecuencia legitimar loconservado como lo racional eso queda totalmente abierto, sinoslo legitimar la racionalidad de considerar una cosa o a un sujetocomo lo que solamente puede ser problematizado, desestabili-zado, amenazado o destruido desde afuera, y quepor eso insiste, eslcito que insista, en la justificacin. No puede haber deber de au-toaniquilacin o de autoamenaza como no puede haber deber de

    autocrtica, que siempre ser sospechosa de masoquismo mien-tras no est al servicio de la autoconservacin, en caso extremotambin como astucia de la docilidad frente al mayor poder de lascircunstancias o las perspectivas.

    Si leo como ttulo de un libro Qu es la vida?, como What islife? (1944), del fsico Erwin Schrdinger,* no tendr duda sobre eltema del libro y su pertenencia a una disciplina cientfica, auncuando no conozca o ni siquiera pueda conjeturar ninguna de las

    * Erwin Schrdinger, What is Life? The Physical Aspect of the Living Cell, Cam-bridge, Cambridge University Press, 1944 [trad. esp.: Qu es la vida? El aspectofsico de la clula viva, Barcelona, Tusquets, 1988]. [N. de la T.]

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    posibles respuestas. Si en cambio leo como ttulo de otro libro

    Cul es el sentido de la vida?, no supondr respecto del conte-nido que bajo el concepto de vida se tratar algo que se aproxi-me siquiera al primer ttulo. Esta ambigedad en el uso de la pala-bra vida no es un equvoco casual o arbitrario, porque la vidaque se vive, entre el nacimiento y la muerte, marcada por la nata-lidad y la mortalidad, realiza no slo como sustrato y margen deaccin sino tambin como manifestacin y realidad precisamente

    aquella vida que tambin es objeto de interrogacin en el uso dellenguaje disciplinado por la biologa. Pero cul es el sentido de lavida por realizar o realizada es algo para lo cual todos quisierantener una respuesta, y la pretenden de instancias que suponen conla funcin de administrar el sentido. Cualquiera se aflige si en elcurso de un estudio de filosofa, o incluso en el curso de la vida, seentera de que al menos la filosofa no administra respuestas con-vincentes. Pero casi nadie podr decir con claridad qu era lo que

    quera saber con esa pregunta que parece tan legtima, es decir, nisiquiera podr decir de qu tipo podra ser la respuesta preten-dida. En el otro caso de la pregunta Qu es la vida?, con unpoco de entrenamiento no resulta tan difcil indicar el tipo de res-puesta, aun desconociendo la respuesta que tal vez ya tenga ladisciplina. La frmula podr ser: metabolismo reproductivo,equilibrio inestable o la vida es la vida que produce vida; en

    cualquier caso, la respuesta sera de ese tipo aun cuando las fr-mulas citadas fueran absolutamente falsas.

    Esta ambigedad se filtra en los compuestos de vida. Porqu razn la formacin con experiencia modifica de tal manera elconcepto que experiencia de vida ya no puede aparecer, por ejem-plo, en un contexto de teora del conocimiento o epistemologa?Por qu razn el arte de la vida es precisamente lo que no se ne-cesita en un mundo de la vida? En cambio expectativa de vidaes un concepto tan disciplinado y cuantificable que nadie supondraen l ni una pizca de posibilidades de sentido o de felicidad.

    Las historias de los conceptos se pueden caracterizar como labsqueda de las reglas de uso de las expresiones verbales. Para

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    qu se realiza esa bsqueda? Dejando de lado que en la ciencia es

    difcil omitir lo que se puede hacer, la historia de los conceptostiene una suerte de funcin benfica respecto de la permanentetensin terica de las terminologas hacia la univocidad. Esa fun-cin fue sealada por Lichtenberg en 1776, en contra del esprituescolar de la poca, en la siguiente frmula: Rebajar otra vez aclaros los conceptos distintos.4 Captar connotaciones que acom-paan o que se ligan episdicamente a los conceptos, captar un

    nimo implicativo, unpathos contrastivo, va en el mismo sentidode esa rebaja. As, decir que en Wilhelm Dilthey, uno de los fun-dadores de la variante alemana de la filosofa de la vida, la expre-sin vida no hace ms que traducir la expresin praxis enAristteles es tan condescendiente con la moda como presunta-mente acertado; pero cuando vida toc el espritu de la poca ylo puso pertinazmente en movimiento, praxis no habra tenidoel beneplcito ni siquiera de los conocedores; y a la inversa, la ca-

    rrera reciente de la expresin praxis no se habra podido alcan-zar con elpathos de vida, extinto a ms tardar en 1924. Si Diltheyya en 1864, en un intento de anlisis de la conciencia moral, tra-duce la tesis inicial de la tica nicomaquea de Aristteles como in-fluencia del conocimiento sobre la vida, esta referencia no daningn tipo de informacin sobre lo que la consigna vida toda-va tena por delante: su capacidad de afectar e incluso de infectar,

    tras la experiencia de extenuacin y decadencia delfin de sicle: elnuevo siglo deba empezar de otra manera, no como haba termi-nado el anterior.

    Despus de eso ya no se registra cun al pasar haba sido po-sible usar la palabra mayor vida. El 16 de diciembre de 1808Goethe le escribe al fundador de la investigacin homrica, Frie-drich August Wolf, sobre una estada en Jena: Me haba pro-puesto trabajar algunas cosas que quedaron en la nada, e hiceotras que no haba pensado; eso es lo que significa en rigor de ver-

    4 Georg Christoph Lichtenberg, Sudelbcher F 77, Schriften und Briefe, ed. dePromies, vol. i, p. 472.

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    dad vivir la vida.5 Comprese con la definicin, justo a una d-

    cada de distancia, que est al comienzo de laMetafsica de las cos-tumbres de Kant: la vida es la facultad de un ser de actuar segnsus representaciones.6 Por ltimo, en cuanto alpathos legitimadorque tiene el concepto de la vida, que puede aparecer como instan-cia que exige y que genera demandas, recordemos la conclusindel breve tratado de Heinrich Heine sobre las Distintas concep-ciones de la historia, de septiembre de 1833, donde hacia el final,

    casi inesperadamente, se dice sobre las dos concepciones antag-nicas de la historia, la fatalista y la optimista: La vida no es fin nimedio; la vida es un derecho. La vida quiere hacer valer ese dere-cho contra la rigidez de la muerte, contra el pasado, y ese hacervaler es la revolucin.7 Casi un siglo despus se puede verter laquintaesencia de una crtica literaria a un rival que escribe en estasola frase: Me pregunto si esto es lo mximo que T. H. puedeacercarse a la vida.8

    Como funciones que implican el uso de la expresin vida sepueden sealar: autenticidad de la autorrealizacin, tenacidad delos hechos de la vida con los que se chocan el sentido y el curso de lavida deseados, suma de las demandas a la realidad misma y al rea-lismo ante la realidad, legitimacin de las acciones que abren ca-mino a tales demandas. Claro que con estos factores no alcanzapara hacer una filosofa. Las filosofas se forman en los posibles

    antagonismos. El concepto de vida se puede constituir en ener-ga antpoda por excelencia: contra los sistemas como carcasas in-telectuales fosilizadas, contra las teoras como reservas acadmicas

    5 Johann Wolfgang von Goethe, Gedenkausgabe, ed. de Beutler, vol. xix, p. 533.6 Emmanuel Kant, [Gesammelte Schriften,] Akademie-Ausgabe, vol. vi, p. 211

    [trad. esp.: La metafsica de las costumbres, trad. y notas de Adela Cortina Orts yJess Conill Sancho, 2a ed., Madrid, Tecnos, 1994, p. 13].

    7

    Heinrich Heine, Smtliche Schriften, ed. de K. Briegleb, vol. iii, p. 23.8 James Joyce a su hermano Stanislaus desde Roma, el 3 de diciembre de1906; en James Joyce, Briefe, vol. i, p. 368 [trad. esp.: Cartas escogidas, ed. e in-trod. de Richard Ellmann, trad. de Carlos Manzano, Barcelona, Lumen, 1982,vol. 1, p. 262]; T. H. = Thomas Hardy, como aparece en la cita de Blumenberg enalemn. N. de la T.].

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    inaccesibles desde afuera, contra la exclusividad de las terminolo-

    gas, contra la negativa a satisfacer la demanda de utilidad prcticacotidiana; en realidad, slo se puede constituir en referencia a cues-tiones de sentido, tambin en lo que puede llamarse espritu de lapoca y visin del mundo. Todo esto desemboca en unpathosque adquiere la expresin vida a comienzos del siglo xx y que si-gue teniendo algo de la arremetida genuina del romanticismo con-tra la Ilustracin.

    Dentro del uso que la filosofa de la vida hace del concepto devida hay una nueva ambigedad. Por una parte, la vida es loque fractura y destruye lo rgido, el poder lquido contra las carca-sas de todo tipo; pero por otra parte la vida es tambin lo quesiempre vuelve a expresarse en formas, que no son ms que lasposteriores carcasas fosilizadas que en cierto modo sobreviven ala vida. Esta doble tendencia de la vida hacia la forma y contra laforma conduce forzosamente a un concepto de orden superior,

    que no participa de estos antagonismos sino que los realiza ycomprende como un movimiento absoluto. Slo este movimientopermite medir cundo la forma de la expresin adecuada de lavida ha quedado obsoleta, volvindose rigidez perimida. Es fcilver que este concepto superior de vida tiene algo que ver con eltiempo, la historia, el anacronicidad.

    En la filosofa de la vida, este concepto de orden superior se

    denomina no slo tambin sino sobre todo vida, en un sentidoque ya no es metafrico sino metafsico. All, sin embargo, parecebastante obvio realizar no slo un cambio de nombre, sino con luna reocupacin que d cuenta de la implicacin de la historia.La lgica del pasaje de la filosofa de la vida a la filosofa del ser enla sola dcada que va de la muerte de Simmel en 1918 a la publica-cin de El ser y el tiempo en 1927 se perfila tempranamente en lo quesurge de la historia conceptual del propio concepto central de la fi-losofa de la vida. Encuentro ese resultado ya en el final del libro deSimmel sobre Rembrandt, cuando respecto de la diferencia entre elcarcter de creador y el de configurador el primero concedidoslo a Shakespeare y a Rembrandt, el segundo tambin a Goethe

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    escribe que en aqul habla la vida en el sentido absoluto en que ya

    no est en algn tipo de oposicin a la forma, sino que emana comosu s mismo, con su forma ligada slo a este s mismo, inescindiblede l.9 La historia del ser ser la repeticin de los problemas quehaba planteado la historia de la vida; con unpathos incomparable-mente mayor, como resulta perceptible a la distancia temporal.

    La filosofa de la vida alemana tuvo su apogeo en la ltimadcada de vida de Georg Simmel, entre 1908 y 1918. A la vez est,

    un poco adelantada, la historia conceptual de vivencia. En 1905Dilthey publica Das Erlebnis und die Dichtung;* una dcada despus,en su libro sobre Goethe, aparecido en plena guerra, Friedrich Gun-dolf sube a vivencia primordial. En 1921 Eduard Spranger es-cribe las Formas de vida.** La filosofa de la vida est ya declinando;con su libro Die Philosophie des Lebens [La filosofa de la vida], cuyasegunda edicin es de 1924, Heinrich Rickert pronuncia la oposi-cin categrica del sistemtico terico a la corriente de la filosofa

    de la vida, en favor de la vida de la filosofa, como dice en la dedi-catoria. Ese mismo ao de 1924, ao de una importante reanima-cin del inters histrico por Kant hacia el final del neokantismo,se produce la trascendente acuacin del concepto de espacio vi-tal en Zeitschrift fr Geopolitik, la publicacin de Karl Haushofer.Al ao siguiente Friedrich von Gottl-Ottlilienfeld, economista deKiel, publica su libro Wirtschaft als Leben [La economa como vida],

    notado, curiosamente, por Heidegger. En este umbral de datos ob-servamos un fenmeno que se registra con mucha frecuencia: lairradiacin hacia otras disciplinas de carreras conceptuales que yaestn declinando en su campo de origen. Que Ernst Cassirer anun-

    9 Georg Simmel, Rembrandt, Leipzig, 1916; 2a ed.: 1919; 3a ed.: Mnich, 1925,p. 200 [trad. esp.: Rembrandt. Ensayo de filosofa del arte, Buenos Aires, Nova, 1950].

    * La vivencia y la poesa es la traduccin literal del ttulo de Dilthey, quefue traducido al espaol como Vida y poesa (Mxico, Fondo de Cultura Econ-mica, 1953). [N. de la T.]

    ** Eduard Spranger, Lebensformen. Geisteswissenschaftliche Psychologie und Ethikder Persnlichkeit, Halle, Max Niemeyer, 1921 [trad. esp.: Formas de vida. Psicologa

    y tica de la personalidad, Madrid, Revista de Occidente, 1972]. [N. de la T.]

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    cie en 1929, el ao de su espectacular derrota en la disputa con

    Heidegger en Davos, un libro con el ttulo de Vida y espritu, yaes casi anacrnico, o al menos demasiado espiritual como para ha-cerse verdad. Jams fue escrito.

    En este entramado de todas las combinaciones posibles convida parece casi inevitable que alguien encuentre el camino ha-cia la expresin mundo de la vida.10

    Husserl no llega a este concepto directamente desde la filoso-

    fa de la vida, aunque no sin su afeccin, sino desde el positivismode Richard Avenarius y Ernst Mach, con su programa de describirla visin natural del mundo y de constituirla en el punto de par-tida de una filosofa de las fundamentaciones elementales de todateora. De lo que se trataba era sobre todo de precipitar las impure-zas metafsicas no slo y en primer lugar en la teora de la expe-riencia, sino ya en la propia experiencia. El rgano escolar del em-piriocriticismo liderado por Mach y Avenarius, la Vierteljahrsschrift

    fr wissenschaftliche Philosophie, haba desaparecido en 1916, des-pus de cuatro dcadas de existencia; por causa del neokantismotodava existente, pero tambin por el supuesto triunfo de la feno-menologa sobre el psicologismo.

    Para el lujo de las intuiciones que se cumplen, lujo que la fe-nomenologa quiso permitirse desde sus comienzos para generarclaridad y justificacin absoluta, lo que haba escandalizado del

    positivismo procedente de Praga era sobre todo el principio de laeconoma, como se muestra ya en las polmicas de las Investigacio-nes lgicas. Por supuesto que esa economa no deba consistir enahorrarse lo necesario sino slo lo superfluo, y el hecho de recu-rrir al nivel elemental del concepto humano del mundo,11 de la

    10 Max Scheler haba hablado ya en 1913 de mundo de vida [Lebewelt] (Zur

    Phnomenologie und Theorie der Sympathiegefhle, Halle, 1913, p. 27), pero en el sen-tido de mundo orgnico: Atravesando el mundo de vida ntegro, es decir, sinninguna pertinencia, de manera que Manfred Frings se equivoca al mencionarlocomo precursor en su posfacio a Max Scheler, Werke, vol. 9, p. 353.

    11 Richard Avenarius, Der menschliche Weltbegriff, 1a ed.: 1891; 2a ed.: 1905; 3aed.: 1918.

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    visin natural del mundo, serva a esa seleccin. En ese sentido,

    la proclama fenomenolgica del retorno a las cosas no est lejosde la idea crtica de Mach. Si se ve la situacin de la filosofa ale-mana a comienzos de los aos veinte determinada por la constela-cin de cuatro miembros que constituyen el neokantismo, la feno-menologa, la filosofa de la vida y el positivismo de Praga, elmundo de la vida de Husserl significa, el ao en que muerePaul Natorp, el abandono de la coalicin con Marburgo y el acer-

    camiento a una conjuncin, cubierta por la nueva palabra progra-mtica, con la filosofa de la vida y el positivismo, que slo se di-sociara cinco aos despus bajo el shock que signific El ser y eltiempo. En Husserl es casi improbable que se haya tratado de unapoltica consciente de heredar como escuela las tres formacionesen decadencia; pero si hubiera un espritu universal, no podrahaber tramado nada ms astuto que el mundo de la vida paraasegurarle ese beneficio hereditario a la corriente de pensamiento

    favorecida por l para el futuro.No debemos considerar esta conjuncin desde el escrito tar-

    do sobre la Crisis y evaluar todo lo condenable de la economadel pensamiento en el sentido de Mach desde la crtica de la cien-cia economizada que se ha salteado la intuicin, crtica con la queHusserl apuntar a Galileo. De hecho, la concepcin del mundode la vida no slo es una aproximacin en lo verbal a lo que

    Mach haba llamado la vida vulgar; tambin es absolutamenteequivalente a su economa del pensamiento, en tanto el mundo dela vida es un ahorro de teora por antonomasia (mediante adapta-cin exitosa) que adopta la premodalidad de lo sobreentendido. Yprecisamente esto ltimo tambin podra ser una pieza de la he-rencia que proceda del beliefde Hume y que haba provocado elentusiasmo filosfico de toda Bohemia.

    Claro que el modo en que se ve la transicin de esta esfera dela naturalidad a la actitud terica y por ltimo a la ciencia no sepuede hacer converger en el positivismo y la fenomenologa. EnHusserl, la teora tiende siempre a su consecuencia inmanente, sincontemplacin de las necesidades energticas de la vida vulgar,

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    y slo se ejecuta, por consiguiente, en formas de vida profesionales.

    Pero estas formas son ajenas a toda tica de la exclusin de la acti-vidad gratuita. De la forma precientfica y antepredicativa de do-minar la vida Husserl no pretenda obtener deducciones de carc-ter normativo, sino aprender a entender cmo era que precisamenteno poda quedar all y limitarse a eso. El rdito crtico slo podaestar en recobrar la transicin y la direccin tomada a partir de all,lo que Husserl llam el sentido de la fundacin originaria, no en

    legitimar valores o mximas del mundo de la vida en tanto con-firmados originalmente por la vida.Lo que tena en comn, entonces, la nueva alianza que se

    apartaba del neokantismo era la rebelin contra la ciencia comohecho primigenio: no contra su ideal, sino contra la ineluctabili-dad de su dinmica terica, su motivacin, su historia, sus condi-ciones de posibilidad. La filosofa, desarraigada dentro de lasciencias o convertida en retaguardia que recoge sus prdidas, ha-

    ll en el mundo de la vida un rea reservada de singular explo-rabilidad, no accesible por su propia naturaleza a ninguna formacientfica. No por casualidad la fenomenologa se haba vueltogentica en la breve dcada en que no temi al psicologismo: ensu autoconcepcin trascendental como teora de la gnesis decualquier conciencia posible y sus operaciones. El mundo de lavida pudo convertirse en un tema de la fenomenologa gentica

    porque converga con la determinacin de las constituciones yoperaciones antepredicativas de la conciencia que Husserl habadescripto a partir de 1920 en sus cursos de Lgica gentica.Tambin l era una aproximacin a la posicin que el empiriocriti-cismo de Praga haba dejado vacante: el componente desnaturali-zado de su evolucionismo.