boletín ad valorem n° 004

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Agradecimientos especiales a la Red de Productores Ecológicos de la Sierra Nevada (Red Ecolsierra), a su gerente Víctor Cordero y a los asociados Walter Guevara, Julio Arango y demás que amablemente colaboraron con información y entrevistas. Además, a la comunidad de Palmor (Ciénaga, Magdalena) por su hospitalidad.

Los cultivos de café en la Sierra Nevada tienen la particularidad de crecer bajo sombra. En la foto se aprecia un cafetal renovado.

Las fincas productoras tienen un sistema de tratamiento de aguas residuales provenientes de los beneficiaderos del grano de café para minimizar el impacto sobre las fuentes de agua.

En este sitio crecen 4000 plántulas de café. El proceso dura tres meses, donde luego son trasladadas al sitio de cultivo.

La Red de Productores Ecológicos de la Sierra Nevada de Santa Marta es una iniciativa exitosa de Comercio Justo en la región Caribe. Sus inicios se remontan a 1997; gracias a la ayuda de la cooperación internacional, un grupo de productores de café (principalmente) se capacitaron en prácticas agrícolas orgánicas y amigables con el medio ambiente y viajaron a otras regiones del país para conocer la experiencia de organizaciones sociales representativas del Comercio Justo para replicar esos modelos a la realidad de la Sierra Nevada. En sus inicios la Red fue subsidiada totalmente por aportes de diferentes entidades gubernamentales y no gubernamentales, con el propósito de consolidar un nuevo modelo de producción sustentado en principios acordes con el desarrollo integral de la comunidad. Hacia 2002 la Red Ecolsierra se constituyó en persona jurídica. Lo que seguía era la certificación en Comercio Justo; un primer intento se hizo a través de la Certificación Max Havelaar, sin embargo, las condiciones de tenencia de la tierra no les permitieron lograr dicho objetivo. No obstante, con la creación de “Café Equidad”, y obedeciendo las recomendaciones de la Certificadora, obtuvieron la certificación en Comercio Justo (Fairtrade). En la actualidad la Red Ecolsierra devenga sus ingresos en gran parte producto de las exportaciones de café. Los principales mercados consumidores son Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Japón. En contraste con sus inicios, hoy la Red Ecolsierra es autosostenible, con un 80 % de ingresos propios.

Un modelo para replicarEl éxito de la Red Ecolsierra está basado en el profundo convencimiento que tienen sus asociados sobre las bondades del modelo de Comercio Justo y la producción orgánica. Lo más importante es que el proceso de organización proviene de la misma comunidad, a sabiendas de las dificultades iniciales que con el tiempo son superadas.

El Comercio Justo tiene la particularidad de aportar al desarrollo de las comunidades. Los recursos de prima social tienen destinación exclusiva para la solución de problemas de los asociados relacionados con desarrollo productivo, medio ambiente, salud, educación e infraestructura productiva.

Para los integrantes de la Red Ecolsierra, la certificación no es una carga adicional, sino una nueva forma de hacer las cosas. Si bien es cierto que los ingresos de los productores son dependientes de la producción de café, en la Red Ecolsierra se están dando pasos importantes hacia la diversificación.

Cooperación Universidad-EmpresaEn el marco de la iniciativa de la Red de Universidades Latinoamericanas por el Comercio Justo, la Universidad del Norte ha suscrito un convenio de cooperación con la Red Ecolsierra para apoyar las iniciativas de Comercio Justo en la región.

Red Ecolsierra: Un caso ejemplar de desarrollo rural y esquemas alternativos de comercio1

BOLETÍN AD VALOREM Boletín del Observatorio del Comercio Internacional de la Universidad del Norte 3

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Por: Aquiles Arrieta Barcasnegras2

Sin lugar a dudas, dos fenómenos que han marcado el desarrollo del mundo desde mediados del siglo XX son el creciente intercambio de bienes y servicios entre países y los efectos negativos del cambio climático. A partir de 1950 las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) comenzaron a crecer como nunca antes se había registrado en la historia; en respuesta, entre otros, al avance de la tecnología industrial y de transporte, que exige mayor uso de energías fósiles para su sostenimiento. De forma similar, la entrada de los países latinoamericanos y asiáticos en la escena del comercio internacional produjo un incremento sostenido del tráfico de mercancías, principalmente entre fronteras. Por ello, resulta trascendental dar una mirada a la relación entre los dos fenómenos, y los retos y oportunidades que plantean para América Latina, en medio de un entorno geopolítico que se debate entre la sostenibilidad ambiental y un modelo económico que privilegia el crecimiento basado en actividades generadoras de emisiones.

El vínculo entre comercio exterior y cambio climático es de doble vía. En un primer plano, el cambio climático influye en la estructura de ventajas comparativas de los países a través de las modificaciones en los ciclos del clima que afectan en especial a las naciones cuya actividad comercial se sustenta en los bienes agrícolas y de pesca, así como en su posición geográfica. Fenómenos como el calentamiento global también inciden en toda la estructura logística relacionada con el transporte de mercancías cuando se presentan manifestaciones naturales que transforman la infraestructura y destruyen o crean nuevas rutas marítimas, por ejemplo.

De otra parte, el comercio incide en el cambio climático a través de tres efectos. Un efecto de escala que lleva al alza las emisiones de GEI al aumentar la actividad económica; un efecto de composición, relacionado con cambios en la canasta exportable de los países debido al traslado de la actividad comercial hacia sectores más intensivos en energía; y un efecto tecnológico que reduce la persistencia de emisiones como consecuencia de la mejoría en los métodos de producción.

En este contexto, los datos del World Resources Institute dan cuenta que las actividades asociadas al comercio entre países representan alrededor del 25 % del total de emisiones del planeta. América Latina constituye el 6 % del grueso de esa proporción, siendo Brasil y México los mayores contaminantes.

A pesar de ser una contribución marginal, América Latina tiene la necesidad de emprender acciones para reducir sus emisiones teniendo en cuenta el panorama internacional. Los países desarrollados e industrializados, los mayores responsables históricos del daño ambiental, afrontan el tema del cambio climático con una postura que da cabida a una mayor sensibilidad ambiental y una visión hacia el fomento de industrias con tecnologías más limpias y que apuestan a la denominada “innovación verde”. En la otra arista, los países en desarrollo priorizan el crecimiento económico basado en

Comercio Exterior y Cambio Climático: Retos y oportunidades para América Latina

la producción de bienes con alto impacto sobre la atmósfera terrestre y la trasferencia de técnicas y recursos para la mitigación del cambio climático. Con base en estas premisas, naciones como Estados Unidos y las que hacen parte de la Unión Europea comienzan a implementar medidas que tienden a penalizar con el pago del impuesto al carbón del país importador a los productos importados, tomando como referencia la huella de carbono de los mismos. Asimismo se ha establecido una serie de exigencias y normas de carácter técnico, como la de suministrar información sobre el impacto de determinado producto sobre el medio ambiente o requerimientos específicos sobre eficiencia energética en los procesos de producción de los bienes comercializados.Estas nuevas condiciones plantean retos para los países de esta parte del mundo. En especial se hace necesario que haya una mayor articulación entre todos los entes institucionales relacionados con la competitividad de cada país, de forma que se constituyan los elementos claves que las conviertan en economías bajas en carbono en la producción de bienes destinados al mercado extranjero. Brasil ya empezó con su liderazgo en biocombustibles y Costa Rica planea convertirse en un país carbono neutral. Los países del Cono Sur también canalizan esfuerzos en reducir la huella de carbono de sus exportaciones lácteas y cárnicas.

Este gran reto debe entenderse como un desafío que genera oportunidades para transformar la competitividad y productividad de las economías latinas a través de programas en sectores claves como agricultura (mediante el manejo sostenible de bosques y la eficiencia energética en procesos agroindustriales), industria (por intermedio de la captura de carbono, por ejemplo) y transporte (entrando en la tecnología de captura y reutilización de emisiones fugitivas).Es así como la configuración actual de la relación comercio-cambio climático exige por parte de los países latinos un compromiso que más que un reto constituye una oportunidad. Si bien esta zona geográfica no es uno de los mayores contaminantes vía exportaciones, las exigencias del mundo globalizado hacen que se plantee una estrategia sólida en pro de la disminución de los GEI. Las decisiones en torno al tema, y sobre todo la visión de barrera al crecimiento o posibilidad de ascenso competitivo y estratégico, definirán el futuro de las relaciones comerciales de nuestro continente con el mundo, en un entorno cada vez más preocupado por la estabilidad ambiental del planeta.

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2 Economista Universidad del Norte (Barranquilla, Colombia). [email protected]

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Por: Álvaro Alfonso Gómez Pacheco3

Iván Andrés Verbel Montes4

El mercado internacional del petróleo no pasa por un buen momento. Los precios internacionales del petróleo en sus referencias Brent (de referencia para Colombia) y WTI (West Texas Intermediate) han caído en los inicios de 2015 a valores entre 40 y 50 dólares por barril. Mientras que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) insiste en que su producción no va a disminuir a pesar de los bajos precios, en países como Venezuela y Rusia se sienten efectos adversos, principalmente por la afectación de los ingresos de sus respectivos Estados.

La producción de petróleo crudo en Colombia, con cifras a octubre de 2014, indica que el país ha llegado a sobrepasar el millón de barriles diarios, tendencia creciente que viene desde 2008. Sin embargo, los antecedentes de este punto de inflexión se remontan a la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), que asumió las labores de regulación del sector para que Ecopetrol “únicamente se dedicara a explorar, producir, transportar, refinar y comercializar hidrocarburos, es decir, trabajar exclusivamente en el negocio petrolero en todas las fases de la cadena, compitiendo en igualdad de condiciones con otras compañías del sector”. (ANH, 2014). Ecopetrol dejó de ser juez y parte y la ANH a través de las llamadas Ronda Colombia ha adjudicado áreas de exploración en todo el territorio nacional, lo cual ha dado como resultado el aumento en la producción de crudo, acompañada además de nuevas condiciones e incentivos para las empresas. Este modelo ha sido destacado como uno de los modelos más estables en América Latina.

Una de las consecuencias del cambio de modelo en la política petrolera del país ha sido el aumento de la proporción de las exportaciones de petróleo y sus derivados en la canasta exportadora. Mientras que en 2008 el porcentaje era inferior al 30 %, en cuestión de cinco años representan más del 50 % del valor de las exportaciones colombianas. Hasta noviembre de 2014 las exportaciones de petróleo y derivados representan el 53,7 %. Sin duda alguna, este fenómeno constituye un síntoma claro de la reprimarización de las economías latinoamericanas, propiciada por los altos precios de los bienes básicos −commodities− en los mercados internacionales (Ocampo, 2011).

A pesar de lo anterior, la caída en los precios del petróleo tiene en aprietos al Gobierno nacional. De acuerdo con el Plan Financiero de 2015, el Estado dejaría de recibir 9 billones de pesos provenientes de renta petrolera, lo que implica realizar ajustes presupuestales, debido a que el precio proyectado del petróleo Brent fue de 48 dólares por barril y la cotización en el mercado se encuentra por debajo de esa meta. Así, los ingresos por Regalías giradas a las regiones se van a ver comprometidos, y el panorama que se prevé en los mercados internacionales no es nada alentador, puesto que los precios internacionales del petróleo tardarán años en subir hasta los niveles de mediados del año anterior.

Sin embargo, los efectos no paran allí. Según la Cámara Colombiana de Bienes y Servicios Petroleros (Campetrol), la actual coyuntura petrolera puede poner en riesgo alrededor de 25 mil empleos en el sector, del total de 162 mil de la rama de explotación de minas y canteras . De igual forma, algunas empresas del sector han tenido que realizar recortes de presupuesto, e incluso cesar operaciones en determinados campos, lo cual impacta negativamente las inversiones en infraestructura y exploración.

¿Fin de la luna de miel?

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3 Candidato a Maestría en Economía de la Universidad del Norte (Barranquilla, Colombia). Miembro del Observatorio del Comercio Internacional de la misma universidad. [email protected]

4 Economista de la Universidad del Norte. Miembro del Observatorio del Comercio Internacional. [email protected]

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Gráfico 1. Producción de crudo (en miles de barriles diarios-KBPD)Nota: 2014 corresponde al dato del mes de octubre. Fuente: U.S. Energy Information Administration, Agencia Nacional de Hidrocarburos.

Gráfico 2. Proporción de petróleo y derivados en la canasta exportadora colombiana (en porcentajes)Nota: 2014 corresponde al acumulado entre enero y noviembre.Fuente: DANE, cálculos propios.

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Y es que los departamentos productores de petróleo sí tienen motivos para preocuparse. Además de la previsible baja por giros de regalías, el valor de las exportaciones se reducirá, a pesar de que el Gobierno nacional contempla que la producción en este año sea similar a la de 2014, es decir, del orden del millón de barriles diarios. Sin petróleo y derivados, las exportaciones de los departamentos de Casanare, Meta y Putumayo caen en un 99 %, en Arauca 98 % y en Santander 83 %. Aun en Bolívar, donde se encuentra la Refinería de Cartagena (Reficar), la disminución es solo del 21 %, debido a la diversificación de su canasta exportadora. Los departamentos de Meta y Casanare, al incluir petróleo y sus derivados, se encuentran entre los primeros lugares (tercero y séptimo, respectivamente) y caen a los puestos 26 y 25, respectivamente, al no tomar sus exportaciones de hidrocarburos. Mientras tanto, Antioquia y Cesar lideran el “ranking” con y sin petróleo y derivados.

Reflexiones finalesQueda claro que el Estado colombiano es altamente dependiente de los ingresos petroleros. Ante esta situación, que se prevé durará mucho más tiempo, las alternativas planteadas por el Gobierno nacional se remontan al endeudamiento y consecuente aumento del déficit fiscal; el Gobierno ya realizó una reforma tributaria que al momento de ser discutida contemplaba un faltante de 12 billones de pesos. Ahora, con los precios del petróleo bajos, y el eventual esfuerzo fiscal de un posconflicto, el escenario en materia fiscal indica que tendría que hacerse otra reforma tributaria. En lo posible, el Gobierno nacional central y los entes territoriales deben ejecutar de la mejor manera los recursos de Regalías en aspectos claves como Infraestructura, Ciencia, Tecnología e Innovación, además de los esenciales de Salud, Educación y Vivienda. Aprovechar todavía un buen flujo de recursos, antes que las señales de alarma se hagan más sonoras.

Diversificar. Esa debe ser la meta de los departamentos productores de petróleo. Con la diversificación de la canasta exportadora no solo evitan la fluctuación de los ingresos de regalías en momentos como el actual, sino que disminuyen la incertidumbre sobre nuevas fuentes de ingresos y la generación de empleos y encadenamientos en las economías locales. En la coyuntura actual muchos empleos corren peligro y algunos proyectos están suspendidos o en riesgo de no ser rentables, porque se desacelerará la llamada “locomotora minera”.

ReferenciasOcampo, J. (2011). Crecimiento Económico, cambio estructural y políticas de desarrollo productivo. En Martínez, A. & Ocampo, J. (2011). Hacia una política industrial de nueva generación en Colombia (pp. 15-39). Bogotá: Coalición para la promoción de la industria colombiana.

Mapa 1. Exportaciones totales incluyendo petróleo y derivados.Nota: las cifras están en millones de dólares FOB. Fuente: DIAN, cálculos propios. Mapa realizado en el software GeoDaTM.

Mapa 2. Exportaciones totales sin petróleo y derivadosNota: las cifras están en millones de dólares FOB. Fuente: DIAN, cálculos propios. Mapa realizado en el software GeoDaTM.

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Según el DANE, más de 162 mil empleados estaban en la rama de explotación de minas y canteras en el trimestre octubre-diciembre del año anterior. No obstante, si se sustrae el componente de exportaciones mineroenergéticas, Cesar y La Guajira tendrían valores de exportación sumamente bajos.

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Tabla 1. Valor de las exportaciones por departamentos (en millones de dólares FOB)Fuente: elaboración propia con base en DIAN, DANE, datos de enero a noviembre, cálculos propios.

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De vuelta a la filosofía original de Comercio Justo

El movimiento mundial de “Comercio Justo” es definido por Barratt (1993) como una forma de comercio alternativa promovida por organizaciones no gubernamentales y agentes estatales que busca una distribución más equitativa de ingresos entre los diferentes actores del comercio mundial, principalmente los pequeños productores de países en vías de desarrollo y pobres a través de mayor acceso a mercados internacionales y mayor cuota de utilidades por unidad de venta que permita mejorar su calidad de vida y promover el desarrollo social.

Los lineamientos característicos del comercio justo son la producción cooperativa con articulación democrática, rechazo a los subsidios que distorsionan los precios finales, la no utilización del trabajo infantil, respeto por los derechos laborales según las directrices de la OIT, valoración por productos sostenibles y amigables al medio ambiente, la disminución de intermediarios en el proceso comercial, información al consumidor sobre el origen del producto y sus fabricantes, fomento del consumo responsable alejado del consumismo suntuario excesivo. Según esta visión, el comercio justo es una nueva forma de intercambio comercial que se caracteriza por dar espacios a nuevos actores en el sistema comercial internacional.

Este movimiento se creó en los años ochenta como respuesta a la solicitud e países en desarrollo y pobres de lograr igualdad de condiciones en los términos de comercio con países desarrollados y acceder a mayor financiación para fines exportadores. En ese sentido, a finales de los ochenta se crean fundaciones que promueven el comercio alternativo o justo a partir de la constitución de sellos que avalan un producto como “justo” luego que se certifique que este cumple con las condiciones de comercio alternativo-inclusivo.

En los años recientes, el comercio justo ha tomado gran importancia en países desarrollados debido a la introducción de nuevos actores, como los supermercados mayoristas, que a través de la creación de sus propias marcas que resaltan la procedencia de sus productos y apoyo a pequeños productores han incrementado el número de consumidores que adquieren bienes “justos” a partir de la búsqueda de conciencia del último. Sin embargo, la búsqueda continua de reducción de costes por parte de las cadenas mayoristas y la presión hacia sus distribuidores está distorsionando la finalidad última de comercio justo, que es la inclusión de pequeños productores en la cadena productiva y mayores cuotas de utilidades que permita mejorar sus condiciones de vida. Debido a la imposibilidad de los pequeños productores de cumplir siempre con grandes pedidos (el incumplimiento puede deberse a condiciones climáticas adversas, ausencia de capacidad instalada, ausencia del componente tecnológico, dificultad de transporte de mercancías, falta de mano de obra, el no acceso al mercado de capitales que dificulta el aumento de producción), estos tienden a ser marginados por cooperativas de mayor tamaño, que los excluyen de la cadena productiva. Cabe mencionar que para que un producto sea denominado “justo” debe solicitar la certificación de denominación justa que proveen las fundaciones independientes de comercio justo a partir del cumplimiento de los principios de la no utilización de mano de obra infantil, pago de prima anticipada a pequeños productores de insumos en países en desarrollo con el fin de asegurar sus ingresos frente a fluctuaciones de mercado, respeto por los derechos laborales, respeto por el medio ambiente durante el proceso de producción y distribución, e información al consumidor final sobre el origen y filosofía del producto justo.

Por: Mario De La Puente Pacheco7

7 Candidato a doctor en Análisis Económico Internacional de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Máster en Relaciones Econó-micas Internacionales de la misma universidad. Profesional en Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte (Barranquilla, Colombia).

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Gráfico 1. Variación porcentual de comercio de bienes justos (derecha) y la facturación durante el periodo 1990-2000 (izquierda)Fuente: Banco Mundial, EFTA, UNCTAD, 2015.

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En ese sentido es necesario un mayor acompañamiento estatal que permita el acceso a capital de riesgo para la tecnificación de la producción y alcanzar economías de escala, la asesoría técnica en la enseñanza administrativa y logística que aumente la eficiencia productiva, la garantía de conexión de los centros rurales de producción hacia los principales puertos que incentive acuerdos de mayor monto monetario y de mercancías entre los distribuidores internacionales y los productores rurales locales. En la actualidad los Estados se encuentran en constante debate internacional para acceder a mercados de bienes tradicionales sobresaturados sin darle tanta relevancia al mercado de productos justos donde existe un gran atractivo de carácter social que puede ser utilizado para incrementar el volumen de ventas hacia países desarrollados. En últimas, el movimiento de comercio justo debe volver a cumplir su finalidad de aumentar los ingresos de los pequeños productores de países en vías de desarrollo a partir de una mayor inserción de sus productos en los mercados internacional con base en una política comercial equitativa.

ReferenciasBarratt, M. (1993). Fair Trade: Reform and Realities in the International Trading System. Londres: Zed. P. 78-81

Sin embargo, el movimiento de comercio justo presenta diversas situaciones que fomentan una distorsión de su finalidad última, que es la inclusión pequeños productores en la cadena de suministro a las tiendas mayoristas y minoristas. La primera es la búsqueda de menores costos de adquisición de materia prima que disminuye los márgenes de ingresos de familias campesinas de países en desarrollo. Al ser las tiendas mayoristas las principales oferentes de bienes justos, estas presionan a sus proveedores a vender el producto final al menor precio posible, lo cual fomenta una disminución forzada de costos que termina por disminuir el margen de ingresos de cooperativas agrícolas. La segunda es la monopolización del proceso de producción, comercialización y mercadeo de productos justos por parte de las grandes superficies. Las grandes superficies aprovechan los beneficios del mercadeo de comercio de bienes denominados justos con la creación de sus propias “marcas blancas justas” o la producción de sus propios bienes con sellos de comercio justo que buscan acaparar el mercado por medio del establecimiento de precios más bajos que le quitan cuota de mercado a la competencia. Al vender productos justos a menor precio, las superficies obligan a sus proveedores a recibir menores márgenes de ganancias, y estos, a su vez, presionan a los pequeños productores en países en desarrollo a renegociar contratos, debido a lo cual disminuyen sus ingresos totales. La tercera situación es la falta de organización del pequeño campesino en cooperativas verdaderamente participativas.

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