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¿Por qué los Estados Unidos son lo que son? Ensayo histórico: sus primeros cien años Miguel Ángel Padilla Fritsche Educación y ética profesional Bernabé López Padilla

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Boletín Oficial de la Escuela de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Panamericana

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• ¿Por qué los Estados Unidos son lo que son?Ensayo histórico: sus primeros cien años

Miguel Ángel Padilla Fritsche

• Educación y ética profesionalBernabé López Padilla

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Directorio ECCEA

Estimados colegas:

Con éste, nuestro primer número, hago llegar a nuestros egresados y al personal académico de laUniversidad Panamericana y del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa, dos trabajos deinvestigación e información diversa relacionada con nuestras profesiones.

En el futuro, se insertarán en las páginas del Boletín ECCEA nuevas tareas, fruto del quehacer conti-nuo que el cuerpo académico de la Escuela de Ciencias Contable-Económico-Administrativas de nuestraUniversidad Panamericana realiza, como un reto de actualización permanente y de inquietud intelectual.

Estos trabajos son, además de una fuente de información de temas muy diversos, relacionados direc-ta o indirectamente con aquello que nos atañe, una invitación y un estímulo para que el personal acadé-mico de la Escuela envíe al área de comunicación de Secretaria Académica de la ECCEA, artículos quejuzgue puedan ser insertados en nuestro Boletín, para diversificarlo e ir sentando las bases de investiga-ciones que contengan –por su propia naturaleza- la gran diversidad y riqueza del conocimiento que ofre-cen nuestras cinco carreras: Administración y Finanzas, Administración y Mercadotecnia, Administracióny Negocios Internacionales, Economía y Contaduría.

Por último, deseo agradecer a Istmo, su generosidad fraterna, al permitirnos participar con la revista,nuestra revista, en este esfuerzo editorial.

Ricardo Murguía Vázquez.

Dirección GeneralRicardo Murguía Vázquez

Direcciones de Carreras:Administración y FinanzasManuel Serdán ÁlvarezAdministración y MercadotecniaRoberto Garza Castillón CantúAdministración y Negocios InternacionalesSergio Garcilazo LagunesContaduría Jorge Huerta BleckEconomía Jaime Velázquez Hernández

Dirección de Coordinación y Registro EscolarGuillermo Arroyo SantistebanSubdireccionesÁrea BásicaFrancisco Loría García de AcevedoÁrea SuperiorGamaliel Téllez Maqueo

Coordinación doctorados y certificados nacionales einternacionalesAlfredo Arrache Vértiz

Secretaría AdministrativaBernabé López PadillaOscar Islas Yepes

Programas EspecialesPedro Salicrup Río de la Loza

Coordinación de PosgradosEulalio González Anta

Secretaría AcadémicaMiguel Ángel Padilla FritscheMarcela Chavarría OlarteMa. Antonieta Romano Esqueda

AcademiasAdministración y Capital Humano Pedro Salicrup Río de la LozaControl e Información Directiva Jorge Huerta BleckEconomía Jaime Velázquez Hernández

FinanzasManuel Serdán ÁlvarezMercadotecnia Roberto Garza Castillón CantúNegocios Sergio Garcilazo LagunesMatemáticasMa. de los Ángeles Contreras Herrero Computación César Herrera CastilloComunicación y Métodos de EstudioMa. Antonieta Romano EsquedaDerecho Juan G. Araque ContrerasDirección de OperacionesPedro Salicrup Río de la LozaEstadísticaManuel Serdán ÁlvarezHumanísticasGuillermo Arroyo Santisteban

PromociónGuillermo Cárdenas Argüelles

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¿Por qué los Estados Unidos son lo que son?Ensayo histórico: sus primeros cien años

Miguel Ángel Padilla FritscheAcadémico de la Escuela de Ciencias Contable-Económico-Administrativas

Ser norteamericano es por sí mismocasi una condición moral, una educación

y una carrera.

George Santayana. Carácter yopinión de los Estados Unidos

Al concluir la independencia de México en 1821, cir-cunstancialmente, el país hace frontera en el noreste conotro país que había conquistado su independencia en1776, y que en un futuro sería una de las naciones másricas del orbe: los Estados Unidos de Norteamérica.

La vecindad entre ambos estados, pertenecientes aIberoamérica y a Angloamérica respectivamente, ofrecedesde ya un marcado contraste y es el resultado de un pro-ceso imitativo de orden cultural de sus metrópolis, Españae Inglaterra. Sus diferencias son profundas, provienen dela apropiación de los rasgos constitutivos del modelo, alque, primero, las nuevas circunstancias de la independen-cia se deben adecuar, y el que, a su vez, se debe adecuara las nuevas circunstancias de la independencia, tal comoseñala con agudeza el historiador Edmundo O’Gorman.1

Aquí, la propuesta religiosa hace las diferencias funda-mentales entre ambos modelos: la hispana, ecuménica,sostenida en la verdad católica, siempre eterna, inmuta-ble, opuesta a las reformas novedosas, respetuosa de lanaturaleza por ser obra de Dios; y la anglosajona, de liber-tad individual, moral inflexible pero elevando al trabajo enesta tierra como fin último del hombre, quien es llamado atransformar la naturaleza en su beneficio. Sus raíces cultu-rales son pues, fundamentalmente, de índole religiosa:católica en un caso y calvinista en el otro.

En tanto y en México las constantes luchas intestinasy las invasiones extranjeras destruyen la posibilidad deformular un país con una estrategia que permitiera por lomenos disminuir las graves diferencias sociales, enEstados Unidos se sigue una política racionalista acompa-

ñada de un modelo económico conocido como capitalismo,en el que todos los componentes sociales engranan comoen una gran máquina, salvo por el grave conflicto de laguerra civil.

Se coexiste también con un sentimiento mexicano derepulsión o temor por el espíritu belicista y expansionistade los Estados Unidos, que se hace primero manifiesto conla anexión de Texas y después con la guerra que mutila amás de la mitad del territorio mexicano.

Para ilustrar brevemente cómo conforma su carácter lanación norteamericana durante dicho período, se segmen-ta esta presentación en cuatro partes: 1) República y reli-gión 2) Ciencia y tecnología 3) Capitalismo 4) Inmigración yemigración; que conformadas en un todo dan lugar a unacultura nacional compleja, fundamentalmente pragmática.

República y religión La independencia de los Estados Unidos la realizan los

ricos.2 Carlos Pereyra afirma que los rebeldes eran “ricosque trafican, que especulan, que abren territorios nuevos ylos saben roturar para incorporarlos y dominarlos; que hacende sus hijos grandes juristas para legitimar sus adquisi-ciones, y que son políticos cuando es necesario organizar ungobierno protector de la riqueza que acumulan”.3

Por lo tanto, su revolución tiene un carácter burgués,fomentada por la necesidad de eliminar los impuestos queel erario británico impone a los productos de origen amer-icano, que de muy diversas formas invaden los mercados“reservados” a Inglaterra; es una independencia económicala que formula la gestación de la revolución norteamericana.

1 O’Gorman, Edmundo, México. El trauma de su historia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, pp. 18-9.2 Rodríguez Casado, Vicente: “Washington...el norteamericano más rico de su tiempo”, Orígenes del capitalismo y del socialismo contemporáneo, Madrid,

Espasa-Calpe, 1979, p. 265. 3 Pereyra, Carlos, El fetiche constitucional americano, 1988, pp. 12-3.

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Su Constitución federal republicana surge del derechocomún inglés, que se combina con una doctrina de virtudrepublicana, forzando la separación de la Iglesia y elEstado. No tiene gran originalidad jurídica, pero da lugar ala estabilidad política fundamentada en dos realidades:procura el futuro desarrollo del capitalismo y propicia lavictoria contra la aristocracia británica y la pequeña clasemedia norteamericana.4 Esto último resulta cuestionable,quizás fuera conveniente denominarla victoria política,puesto que el capitalismo –de alguna manera– busca suexpansión a través de un mercado interno abundante y consuficiente poder adquisitivo para satisfacer las necesida-des de crecimiento de su propia economía; por lo que pro-picia el desarrollo de una clase media con suficiente capa-cidad económica, sin la cual el crecimiento económico nose hubiera podido gestar.

Se enfatiza el hecho de que “no somos constitucional-mente una democracia, sino una república, o sea, una respublica, expresión con que se significa la comunidad, en elsentido de representantes elegidos. La legislatura nacionalno es un parlamento, un rath, una reunión de estados niuna asamblea general, sino un congreso, o congressus; osea: una junta. La cámara superior no es una gerousia, unaboule, un consejo de ancianos, una cámara de lores o dediputados, sino un senado, o senatus, reunión de ancianosy hombres más sabios”.5

Esta circunstancia permite de suyo que un reducidocuerpo de “representantes” gobiernen al país, no constitu-ye una democracia en el sentido literal de la palabra, sinoestá dominado por un grupo que detenta el poder económi-co, esto es, una plutocracia.

En materia de símbolos, el llamado gran sello de losEstados Unidos ostenta un águila calva (bald eagle), queretiene en una garra la rama de olivo y en la otra un haz deflechas, emblemas de la paz y de la guerra, dando sentidoa la bipolaridad de su carácter, aún cuando se inclina mása la guerra que a la paz.

En este régimen, se establece una composición biparti-dista a partir de 1854 en que se forma el partido republicano–nombre adoptado en 1856–, al que se agrupan elementosdiversos: ante todo, los antiesclavistas secesionistas del par-tido demócrata; contando ambos partidos políticos con una

miscelánea de principios,6 en los que de cualquier forma preva-lece siempre el orden jurídico impuesto por la constitución, ads-crito a la soberanía del capitalismo como fuente ideológica.

¿Cómo se asocia la República norteamericana laicacon el concepto divino y la religiosidad? Para responderesto, habrá que buscar en los símbolos visibles de losEstados Unidos y en la formación del espíritu y carácter desus habitantes durante el siglo XIX, la formulación deaquellas hipótesis que permitan determinar su visión de loque era y debía ser su nación. Entre otros signos visibles,encontramos una pirámide truncada, sobre la cual se ve untriángulo en gloria con el ojo de Dios en medio, y sobre él,la leyenda Annuit coeptis, o sea, “ha visto con complacen-cia nuestros orígenes”. Bajo la pirámide se lee: Novus ordoseculorum, “un nuevo orden de los siglos”.7 También en lasmonedas norteamericanas, hasta 1864, se registra la fraseinglesa In God we trust (En Dios confiamos).

Sin guardar la menor relación con Roma, una buenaparte de las monedas de diez centavos exponen en elreverso el fascis, o haz de varas atadas alrededor de unahacha, cuyo extremo sale del medio. En su época, los licto-res romanos los llevaban como símbolo de poder: el hachapara degollar y las varas para azotar. Figuras clásicas grie-gas y romanas son representadas en estatuas que seencuentran en la cúspide de los capitolios estatales y enlos tribunales y comprenden emblemas de la paz, el pro-greso y otros diversos ideales.

La independencia de los Estados Unidos altera unmodo de vida, planteó un último interrogante: ¿qué partede lo tradicional debía retenerse, aunque modificada, ycuánto había que inventar?, afectando tanto las raíces cul-turales como las políticas; sin embargo, la extinción delantiguo régimen aún y cuando –como en todo cambio revo-lucionario- creó un vacío, pronto fue superado.8

Al separarse Iglesia y Estado, los estadounidenses tienenya libertad para inventar nuevas teologías, nuevas iglesias,nuevas religiones. Simplemente, “ajustan” las doctrinas reli-giosas que heredan a aquello que les parece conveniente.9

La capacidad de invención se convierte en una formade vida no expresada necesariamente en la Constitución.10

Hay indiferencia hacia las doctrinas de la fe calvinista, quees la que practican la mayoría de los norteamericanos.11

4 Pouthas, Charles H., Guiral, Pierre, Barral, Pierre y Pierre, Jean Louis, Democracia, reacción, capitalismo (1848-1860), Madrid, Ediciones Akal, 1993, p. 318.5 Jones, Howard Mumford, Este extraño Nuevo Mundo. Años formativos de la cultura norteamericana, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano-

Americana, 1966, pp. 180-181. 6 Véase Rodríguez, “Orígenes...”, 1979, p. 275. 7 Jones, Op. cit., 1966, pp. 181-3.8 Ibídem. p. 248.9 Steele Commager, Henry, Vida y espíritu de Norteamérica (Interpretaciones del carácter y pensamiento americanos desde 1880), Barcelona, Ediciones

Ariel, 1955, citando a Santayana, p. 195.10 Bloom, Harold, La religión en los Estados Unidos, México, Fondo de cultura Económica, 1994, p. 55.11 Véase Steele, op. cit., p. 194.

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Ante la imposibilidad de que continuase la IglesiaAnglicana y al enfriarse el fanatismo calvinista, debeadmitirse que rechazaron su aplicación y conclusiones másque su filosofía, sus premisas o su lógica.

Max Weber, el eminente sociólogo alemán, sostuvoque existía una relación íntima entre lo que él llamaba “laética protestante y el espíritu del capitalismo”, localizó losorígenes de esa ética en los escritos religiosos del teólogofrancés del siglo XVI, Juan Calvino.12

Su religión es una experiencia individual, consideranque Dios los ama, la libertad religiosa significa estar asolas con Dios, democratizan y americanizan el cristianis-mo. Harold Bloom sustenta la tesis de que “la religiónestadounidense, se disfraza de cristianismo protestantepero ha dejado de ser cristiana”.13

La figura de Jesús es la del Cristo resucitado, su cruzesta vacía y los bautistas están ocupados en la resurrec-ción, puesto que su Jesucristo es estadounidense.

A raíz de la Revolución Francesa, como reacción a lamisma hay un resurgimiento religioso en los EstadosUnidos, país en el que se fundan sociedades nacionalesque combinan el utilitarismo, el patriotismo, el fomento ala empresa industrial, la ética protestante, y una teoría enla que la religión constituye una fuerza estabilizadora;así, se crea en Boston en 1815 la SociedadNorteamericana de Educación, basada en la SociedadNorteamericana de la Biblia (American Biblie Society) y enla American Tract Society; las que solían estar organizadaspor gente acomodada y cuyo credo rezaba: “el evangelio esla directriz más económica de la Tierra”. Vienen posterior-mente una serie de obras reeditadas en innumerables oca-siones: Francis Wayland publicó en 1835 The Elements ofMoral Science, y en 1837, The Elements of PoliticalEconomy, en la que en su “Ética Práctica” la felicidad con-siste “en la satisfacción de nuestros deseos dentro de loslímites que les ha puesto nuestro Creador”. ¿Cómo podríaaplicarse esto a los negocios? “Puedo satisfacer mi amor ala riqueza por medio de la laboriosidad y de la parque-dad”.14 Todas sostienen de una u otra forma la mayordomíade las riquezas. A esta trivialidad se habían reducido laselaboradas doctrinas de Calvino.

Henry Ward Beecher,15 el predicador protestante máselocuente de mediados de siglo, publicó en 1844 su impor-

tante obra Lectures to Young Men, en que se afirma que laociosidad es el camino hacia la ruina, y la laboriosidadentusiasta el camino hacia la felicidad. Gilbart, en su obraA Practical Tratise on Banking, en la North AmericanReview, 1851, en su capitulo sobre “los deberes morales yreligiosos de las compañías bancarias”, mostraba “lainfluencia predominante de la moralidad cristiana en todaslas cosas”; y en 1856, Thomas Wentworth Higginsonobservaba, que el comercio es el valor principal y el poderdominante de las “distintas naciones de la cristiandad”.16

Riqueza, laboriosidad, parquedad, comercio, negocios,deberes morales y religiosos de compañías bancarias; todoencuadrado en un ámbito cristiano que vigila el creadorpara el “pueblo elegido”, son los valores predominantesdurante el siglo XIX en los Estados Unidos. BenjamínFranklin los encarna con su ética protestante y de “virtud”egoísta, bondadoso, sagaz, mundano, hipócrita, enérgico,“gran encarnación nueva de energía humana”.17

El egoísmo tiene categoría de virtud puesto que el enteestadounidense es el eje a través del cual gravita todo, enél esta centrado el progreso y su futuro como persona eslo que hará grande a su nación, por lo que nada debe inter-ponerse en su camino hacia su afán de logros personales,mismos que, por supuesto, son considerados valores de lamás alta jerarquía.

Aún cuando la formación se basa en fines religiosos, elcarácter se modelaba para alcanzar el éxito de tipo mate-rial: honestidad, diligencia, fervor, puntualidad, frugalidady regularidad, eran los elementos importantes de la “éticaprotestante”,18 y también lo fueron para las sectas nativasestadounidenses: los mormones, la Ciencia Cristiana, losAdventistas del Séptimo Día, los Testigos de Jehová y lospentecostales.

Estas iglesias –hasta el decenio de 1840, en que seacusó un predominio abrumador del protestantismo–tuvieron que abrirse camino por su propio esfuerzo, basa-das en la verdad bíblica.

Harold Bloom afirma que “ninguna nación occidentalestá tan impregnada de religión como la nuestra, en la quenueve de cada 10 de nosotros afirman amar a Dios y ser asu vez amados por Él”. El Presidente siempre tiene la Bibliaen la mano, todos los presidentes han pertenecido a uncredo religioso. La Biblia se limita siempre a San Pablo

12 Bruchey, Stuart, Raíces del desarrollo económico norteamericano 1607-1861, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, 1966, p. 38.13 Bloom, op. cit., pp. 29 y 39. 14 Jones, “Este...”, 1966, p. 168.15 “Beecher sostenía que era una locura arremeter contra la riqueza, el amor a la cual ha implantado Dios en todo hombre”. Ibídem16 Ibídem. pp. 169-71.17 Ibídem. p. 312. 18 Bruchey, op. cit., pp. 38-9.

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(bautistas del sur) o bien esta impregnada de sustitutosestadounidenses de las escrituras (mormones, Adventistasdel Séptimo Día y otros).19

Individualismo e inconformismo son sus banderas,esgrimidas siempre de manera pragmática: “el norteameri-cano tomaba siempre el camino más corto hacia la libertad,el camino más corto hacia la fortuna, el camino más cortohacia el saber y el camino más corto hacia el cielo”.20

Para Henry Steele, los norteamericanos habían creadoun carácter genuinamente suyo y habían formulado unafilosofía peculiar, producto de un influjo recíproco entreherencia y medio ambiente; en la que una herencia tanheterogénea dio lugar a un carácter tan homogéneo quehace pensar que finalmente el conjunto del medio ambien-te norteamericano determinó el carácter del estadouniden-se: el sentido de la amplitud, la invitación a la movilidad,la atmósfera de independencia y los estímulos al espíritude iniciativa y al optimismo.21

A pesar de lo antes expuesto, se precisa aclarar queesta metamorfosis no se da de manera simultánea en eltiempo y en todas las clases sociales, ya que aún y cuan-do se pudiera afirmar que constitucionalmente y en térmi-nos religiosos se proponen estamentos sociales, en la reali-dad, el sistema esclavista del sur, la dificultad en las comu-nicaciones y las innegables diferencias sociales producenpor sí mismos en el siglo XIX varias culturas, ya que, comocondiciona Le Goff, “la coexistencia de varias mentalidadesen una misma época y en un mismo espíritu es uno de losdatos delicados, pero esenciales”22 del suceso histórico.

Sin embargo, para los que sí se integraron socialmen-te a la filosofía utilitarista, líderes de la nueva nación y rec-tores de su política interna y externa, el dinero pasó a serel objetivo fundamental de su existencia. Dos ejemplosilustran esta actitud: en 1748, Cadwaller Colden pudo afir-mar acerca de la ciudad de Nueva York que el único princi-pio de vida propagado entre la juventud es el de conseguir

dinero, y a los hombres se les estima únicamente de acuer-do con lo que valen: es decir: con la cantidad de dinero queposeen. John William Ward dice que el culto al hombreque triunfa por su propio esfuerzo (el self-made man), eraaceptado universalmente en los Estados Unidos en losaños de 1815 a 1845.23

Ciencia y tecnología Se ha llegado a señalar que la Revolución que se pre-

sentó en la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIXno se limitó a la industria, sino que el cambio de época o“transformación violenta” fue producto de cuatro revolu-ciones: el fenómeno industrial inglés, la independencia delas colonias británicas, los acontecimientos franceses y laemancipación hispanoamericana “de distinta naturalezaen apariencia, los que sumados inducen al cambio de unaera a otra.24 Esta afirmación es correcta en el sentido deque alteraron en su conjunto la composición social y políti-ca de su época de manera determinante; más aún, cabe lapregunta de qué hubiera sido del capitalismo si un EstadosUnidos no independizado, por su condición, no hubierarecogido en ese momento histórico la estafeta de laRevolución Industrial.

Dicha Revolución, que se inicia en la Gran Bretaña enla segunda mitad del siglo XVIII en la industria del algo-dón,25 predominantemente orientada a economizar manode obra, propicia una situación social adversa en virtud deque esto dio lugar a una abundancia de mano de obra–imbricada con un descenso en la tasa de mortalidad-26

que abarató el nivel de los salarios y produjo un progresosubstancial en la acumulación de capital, propiciando elcapitalismo y precipitando además el advenimiento decambios técnicos; soportando así el crecimiento del capi-tal a una tasa más elevada que el incremento en la fuerzade trabajo, para redundar en un nuevo orden económico y

19 Ibídem. pp. 11, 27 y 29. “Si esa religión tuvo un teólogo, según Ahlstrom, ése fue Emerson. Este hizo la siguiente observación acerca de los Estado sUnidos: ‘Gran país, espíritus diminutos. No tiene forma, no tiene una condensación terrible ni bella’. Eso fue en junio de 1847, cuando el sabio estadou-nidense aún estaba airado por nuestra intervención en la Guerra de México”., p. 12.

20 Steele,, “Vida...”,1955, p. 48. 21 Véase Ibídem. pp. 29-30.22 Le Goff, Jacques, Historia de las mentalidades, 1992, p 85.23 Citados por Bruchey, “Raíces...”, 1966, pp. 174-5.24 Rodríguez, op. cit., 1979, pp. 226-9.25 Toynbee Arnold: “cuatro grandes invenciones” revolucionaron la industria del algodón: ¨la jenny* de hilar patentada por Hargreaves en 1770, la water

frame ** inventada por Arkwright el año anterior; la mule *** de Crompton, introducida en 1779, y la mule automática, inventada por primera vez porKelly en 1792¨; sin embargo, ¨ninguno de éstos, por sí solo, hubiera revolucionado la industria¨, Lectures, London, 1887, p. 90, ¨de no haber sido por elplanteamiento de la máquina de vapor hecho por James Watt en 1769, y su aplicación a la manufactura de algodón quince años más tarde.¨, Dobb,Maurice, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, 6ª ed., México, Siglo XXI editores, 1976, p. 311.

*Torno para hilar, **Bastidor con rodillos, ***Una máquina para pintar y enredar fibras de algodón (Webster’s New World Dictionary), 1970. 26 Dobb, op. cit.: ¨en Gran Bretaña hoy se sabe que el incremento de la población se debió a un descenso de la tasa de mortalidad antes que a un incre-

mento de la tasa de nacimientos¨, p. 307.

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social. Dicho orden gradualmente se expansionó a Europaoccidental y se encontró a principios del siglo XIX con laconcepción de que el progreso era una norma de vida,fomentando el espíritu empresario como nunca antes sehabía visto en la historia de la humanidad.

Además del crecimiento de la industria, las grandesnecesidades de capital estimularon también el desenvolvi-miento de la usura y el comercio como un cambio correla-tivo, ya que al bajar sus costos, los precios de los produc-tos también disminuyeron, aumentando la cantidad de pro-ducto, con una ganancia por unidad menor y un mayor con-sumo. Siguiendo a esta circunstancia, se dio un fenómenogeneral en Europa de aumento de precios a una tasa mayorde crecimiento que la de los salarios, beneficiando particu-larmente a banqueros y empresarios.

Paradójicamente, en los Estados Unidos el capitalismose encuentra con escasez de mano de obra para alimen-tarlo, aún y cuando también existe –como en Europa– unadecidida voluntad de ahorro y un firme deseo de invertir einventar. Estos últimos se asocian indisolublemente por-que la llamada “burguesía utilitarista”, con una visiónpragmática y fundamentada en consideraciones cuantitati-vistas de valores materiales, gestiona a través de su accio-nar que se piense en esa dirección, puesto que la inventi-va, en última instancia, va a orientarse hacia logros cientí-ficos de investigación aplicada, base del desarrollo de losnegocios y las empresas.27

La educación pública fue desde la Independencia unaimportante preocupación de los gobernantes, y en 1801,Thomas Jefferson, al tomar posesión de su cargo comopresidente norteamericano consideró que para que lademocracia tuviera éxito –uno de los principales paradig-mas de la nación- sería indispensable la participación deun pueblo con elevado nivel educativo. Debe recordarseque éste político impulsó en 1779 el proyecto de ley paraestablecer un sistema completo de educación en Virginia,que culminó con la universidad del estado, esta educacióntenía que apoyar los principios republicanos: de aquí laimportancia que se dio a la virtud. También aseveró que“Es importante que los jóvenes se formen en los principiosde la moralidad y de la democracia. Sin embargo, la ense-ñanza tiene también que ser útil”.28

A principios del siglo XIX, las universidades de EstadosUnidos estaban regidas por clasicistas y clérigos, enemi-

gos de la enseñanza de la ciencia experimental, por lo quela educación técnica –apoyada firmemente por algunoscientíficos y poderosos industriales– surgió en pugna conlas instituciones de educación superior, apareciendo gra-dualmente los estudios técnicos en algunas universidadesy creándose institutos técnicos. Resulta claro que estascondiciones respondieron a la necesidad creciente deconstrucción de canales, ferrocarriles, fábricas, y al des-ahogo de los retos planteados por las nuevas industrias.

Noble atestigua que para 1816, el número de ingenie-ros en los Estados Unidos no superaba a dos por estado,por lo que todo lo relacionado con esta actividad fue reali-zado por ingenieros europeos.29 El desarrollo y éxito delCanal Eire como vía comercial inició la demanda de traba-jadores calificados que supervisaran las operaciones yaunada al desarrollo de las industrias ferroviaria y demaquinaria, intensificó aún más esa necesidad.

Una sucesión de eventos reconforman y maduran en elperíodo decimonónico para reorientar la filosofía naturalhacia la búsqueda empírica, experimental y científica. Sesustentaron en la creación de institutos de investigación através de instituciones educativas orientadas al desarrolloproductivo mediante la aplicación tecnológica.

El mismo David F. Noble relata los siguientes aconteci-mientos: en 1823 Amos Eaton –químico– junto conStephen Van Rensselaer –rico terrateniente y capitalista–crean la Rensselaer School, reorganizada en 1849 tras unminucioso estudio de la educación técnica europea, en lamisma línea que la École Centrale des Arts etManufactures. Rebautizada con el nombre de RensselaerPolytechnic Institute, supuso el inicio en Estados Unidos dela formación de ingenieros como profesionales. Al mismotiempo la Academia Militar de Estados Unidos (WestPoint) había comenzado a formar ingenieros civiles conpreparación en química, física y matemáticas superiores eingeniería práctica.30

Abbot Lawrence –industrial textil– donó a la Universidadde Harvard recursos financieros para que se introdujeranestudios científicos aplicables a ingeniería, minería, metalur-gia y a la invención y fabricación de maquinaria, y hasta 1854se tituló el primer ingeniero. Su renuencia obligó a que lasintenciones de Lawrence se aplicaran a la fundación porWilliam Barton Rogers –geólogo– del MassachussetsInstitute of Technology (MIT) en 1861. “Es interesante que el

27 Véase Rodríguez, 1979, p. 241.28 Jones, op. cit., 1966, p. 272. 29 Noble, David F., El diseño de los Estados Unidos. La ciencia, la tecnología y la aparición del capitalismo monopolístico, Madrid, Centro de Publicaciones,

Ministerio del trabajo y de Seguridad Social, 1987, p. 54. 30 En ese período, ¨el telégrafo electromagnético patentado por Samuel F. B. Morse en 1837 se había convertido en algo normal.¨, Ibídem. p. 40.

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nombre Tecnología fuera propuesto por Jacob Bigelow, unode los patrocinadores de la nueva escuela, para indicar queen el MIT el estudio de la ciencia no iba a ser un tipo deenseñanza culta, sino que tendría fines prácticos”.31

Junto con dichas instituciones, se desarrollaron parafísica, química, matemáticas o ingeniería: Brown en 1845,Michigan en 1852, Yale en 1860 y otras más. Sin embargo,el gran salto hacia delante de la educación técnica se pro-dujo en 1862 cuando fue aprobada por el Congreso la LeyMorrill que concedía ayuda federal a los estados para asis-tir financieramente a las universidades especializadas enartes mecánicas y agricultura. “En los diez primeros añosposteriores a la aprobación de la Ley, el número de escue-las de ingeniería saltó de seis a setenta. En 1880 había enEstados Unidos ochenta y cinco”.32

Deben agregarse a esta circunstancia innumerablesinventos entre los que destacan los de Alexander GrahamBell, que en 1876, en la Exposición Centenaria de Filadelfia,pudo hacer una demostración de su nueva “máquina parlan-te”, que dio lugar a sus dos patentes para el teléfono; y losde Thomas Alva Edison, entre los que sobresale la lámparaeléctrica incandescente que puso en funcionamiento a laprimera central eléctrica de Pearl Street en Nueva York en1879 y precedió a los primeros programas de ingenieríaeléctrica que comenzaron a impartirse en la década de 1880en universidades como Wisconsin, Cornell y MIT.

Merece resaltarse que la vida de las patentes es dediecisiete años, período a partir del cual el invento es dedominio público, por lo que los inventores tuvieron queasociarse con los capitalistas para explotar sus creacionescomo negocio. Esto no significó necesariamente que losestudios técnicos abandonaran del todo otros aspectosformativos en el área humanística, ya que institucionescomo el MIT y Cornell fueron pioneras al establecer cursosde humanidades para estudiantes de ingeniería.33

A pesar de los cursos de humanidades, el campo deacción de la ciencia y la tecnología, tanto en su desarrollocomo en su aplicación puramente utilitarista, desestimó laparte humanística de manera evidente, ya que no se con-formó a través de una tradición cultural que conllevaravalores sociales, entendiendo como cultura la definiciónexpresada por Reinhald Maurer: “Lo que los hombres

hacen de sí mismos y de su mundo; y lo que ellos piensany hablan al respecto”.34

Para dar un tono axiológico a la ciencia y a la tecnolo-gía en los Estados Unidos, hubiera sido necesario quecubriera cuatro orientaciones, agrupadas en dos dimensio-nes o ejes, en el orden que se presenta a continuación:35

Campo de acción de la cultura

De tal manera que la base o sustentación debió serhumanística, orientada a la ética y filosofía social para diri-girla al campo de la ciencia positiva, que a su vez permiti-ría el desarrollo de la tecnología, que daría a la estructuradel conocimiento un equilibrio estable con profunda visiónhumana y no simplemente tecnológica.

Por su parte, el cambio tecnológico se cubre en trespasos: el primero por medio de inventos mecánicos adap-tados a la industria de bienes de consumo. El segundo,mediante los avances de la química aplicada, especial-mente la orgánica. A la fuerza del vapor se une, por último,la utilización industrial de la electricidad.36

Según Williamson, la elaboración de piezas intercam-biables y el uso de técnicas de producción en serie “cons-tituyó la diferencia entre estados Unidos (producción enmasa) y los demás países”.37

CapitalismoEn su proceso de desarrollo, Estados Unidos había

logrado una distribución de actividades económicas com-

31 Ibídem. p. 56.32 Ibídem. p. 40.33 Véase Noble “El diseño...”, 1987, pp. 41, 55-8, 60-1y 65.34 Citado por Llano Cifuentes, Carlos, Formación de la inteligencia, la voluntad y el carácter, México, 2ª reimpre-

sión, Editorial Trillas, 2000, p. 61.35 Ibídem, p. 62. 36 Veáse Rodríguez, op. cit., 1979, p. 230.37 Bruchey, op. cit., 1966, p. 150.

Subjetiva Objetiva (de sí mismo) (de su mundo)

Teoría (lo que el Humanidades Cienciahombre piensa) positiva

Práctica (lo que el Ética yhombre hace) Filosofía social Técnica

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plementarias, de forma tal que antes de la guerra civil,estaban claramente delimitadas, contando el norte con lasbancarias e industriales, sostenidas a su vez por las univer-sidades más progresistas y la mayor exigencia religiosa;en tanto que en el sur se encontraba la actividad agrícola-comercial, soportada por fuertes lazos políticos y un régi-men aduanero liberal.

Dichas diferencias, desde el punto de vista de los mer-cados resultó muy favorable para Estados Unidos, ya queel crecimiento económico en lo primordial se dio gra-cias al aumento substancial en el comercio con el consi-guiente incremento en la producción. Los informes estadís-ticos muestran cifras sorprendentes: “En 1807, las quinceo veinte fábricas de hilados y tejidos entonces existentesempleaban un total de aproximadamente ocho mil husos.Ya en el segundo decenio del siglo: en 1831 se estabanempleando casi 1.250,000 husos, y las fábricas de hiladosy tejidos se habían convertido en ‘una industria verdadera-mente substancial’. Lo mismo ocurrió en relación con lasiderurgia y con la producción de artículos de lana, alfom-bras, papel, cristal, plomo, azúcar y melaza, sal y máquinasde vapor. Arthur H. Cole calcula que las fábricas hacían unconsumo de lana que aumentó de unos 180,000 kilos en1810 a más de 6 millones en 1830, y que la mitad comple-ta del aumento ocurrió entre 1816 y 1830. La producción dealfombras aumentó de 9,000 metros en 1810 a más de unmillón en 1834”.38

Y hacia 1840, se puede hablar de un mercado internoverdaderamente nacional en sus dimensiones, por lo queel mercado nacional hizo posible una especialización terri-torial que, como ha observado Douglass C. North, “elevó laproductividad de la economía en su totalidad”.39

Al combinarse dichas circunstancias con la contrata-ción de personas con formación técnica, fenómeno quedespués se hizo a gran escala, propiciando una gran renta-bilidad en la medida en que se aplicaba la nueva tecnolo-gía, ésta “se convirtió en un fenómeno de clase, en el cora-zón palpitante del capitalismo monopolístico”.40 Se puededecir que la combinación del investigador-ingeniero y susdesarrollos tecnológicos con el capitalista que buscabamaximizar la producción, fueron el detonante fundamentaldel profundo cambio económico observado en los EstadosUnidos.

Ese detonante requirió, como se ha mencionado, uncambio de mentalidad y reformulación académica para la

orientación y creación de diversas instituciones de educa-ción superior e institutos de investigación científica, supe-rando a su vez las ideas imperantes en el siglo XVIII, basa-das en la economía clásica, que aceptaba la superioridadde las leyes naturales sobre las leyes que desarrollaba elhombre. “La economía clásica era mecanicista; estabaformada a imagen de la mecánica clásica de Newton”.41

Sin embargo, ésta fue una condición necesaria más nosuficiente para explicar el fenómeno en cuestión, hubo fac-tores adicionales, también de gran importancia, los que seseñalan a continuación.

La participación del Estado para propiciar las condicio-nes necesarias del desarrollo de los Estados Unidos no selimitó a la Ley Morrill; esto se observa desde el surgimien-to de la nueva nación al existir un vivo interés por materia-lizar la más estrecha asociación entre el Gobierno y losdueños del capital, fundamentada en la nuevaConstitución que proporcionó las bases legales para unmercado nacional. Morris (secretario del Tesoro de 1789 a1795) y Alexander Hamilton entre 1790 y 1795, en susinformes sobre el crédito público, la creación de un banconacional, así como su correspondencia privada y otrosescritos, enfatizaban la necesidad de una alianza entre elGobierno y los hombres de dinero, para fortalecer la crea-ción de capitales y la unión del país.42

El Congreso, a través de la autoridad conferida por laConstitución, eliminó obstáculos al libre tránsito de perso-nas, facilitó la acuñación de monedas para el mercadonacional reglamentando su valor, autorizó oficinas y rutasde correos y estimuló el progreso de la ciencia por mediode la concesión de derechos de patentes a los inventores;se ha llegado a afirmar que “la Constitución no creó unmercado nacional, pero sí hizo posible su existencia”43 Esclaro que esto estableció una tradición de reglamentación yde apoyo al desarrollo económico por parte del GobiernoFederal, preocupado por el libre comercio y el bienestarcomún.

Esa búsqueda de bienestar “participativo” se refleja conclaridad en el comentario que hace Stuart Bruchey al referirque “tal vez la técnica más ingeniosa sea la de hacer uso deuna sociedad anónima como organismo del Estado con obje-to de realizar algunos propósitos públicos”. El mismo autorseñala que los bancos particulares hacían intermediacióncrediticia y por lo general no emitían billetes, y ya para eldecenio de 1860 existían unos quinientos bancos privados,

38 Ibídem. p. 7739 Citado por Bruchey, 1966, p. 82.40 Veáse Noble, op. cit., 1987, p. 26.41 Bruchey, op. cit., 1966, p. 6.42 Veáse Bruchey, 1966, pp. 87, 97-8.43 Ibídem. pp. 87-8.

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con las características de banqueros de inversión en el mer-cado de valores, fomentando las inversiones a largo plazo.44

Asimismo, se conceden a las sociedades anónimas pri-vilegios exclusivos, tales como el monopolio del derechode vía, exención de impuestos en obras para el bien de lacomunidad, además de observarse la intervención demuchos estados que instituyen a su vez bancos de propie-dad estatal o invirtieron en acciones bancarias para pro-porcionar fondos o fuentes de crédito baratas a las empre-sas públicas. La tasa de los títulos de la deuda, los conso-lidated stocks, los consolidados que estudia Ashton: “enaños no sucesivos, entre 1760 y 1840, fue del 3 por 100durante treinta y cinco años; del 4 durante veinticinco, yúnicamente, del 5 durante veinte”.45

Aparte de esta ayuda directa, “patentizada en bajastasas de interés”, los estados consiguieron dinero a travésde empréstitos, en su mayoría procedentes del extranjero,garantizando también los bonos u obligaciones de las socie-dades anónimas.46

Habrá sin embargo que hacer una salvedad a la afirma-ción de “bajas tasas de interés” que diversos autores, ade-más de Bruchey, estiman como uno de los pilares del creci-miento económico norteamericano; ya que la colocación detítulos de deuda siempre se hacía de acuerdo a las condicio-nes de los mercados financieros, en los que generalmente secotizaban “bajo par”, de manera tal que el costo en “térmi-nos reales” de una determinada emisión era en realidadmayor que la tasa de interés pactada en el título. Aún así, esclaro que no hay dinero más caro que el que no se tiene, yel hecho de que el estado garantizara con su nombre avalan-do las emisiones, permitió a las sociedades anónimas esta-dounidenses recibir recursos pecuniarios que de otra formano hubieran podido percibir; inclusive, llego a ocurrir que amediados del siglo XIX el Estado propició que ciudades ycondados ubicadas en rutas ferroviarias en Missouri, com-praran las acciones ferrocarrileras de las compañías des-arrolladoras de los proyectos.47

En cuanto a las condiciones comerciales con el exte-rior, debe agregarse que entre 1793 y 1839 las condicionesde las exportaciones respecto a las importaciones fueronfavorables a los Estados Unidos, ya que el alza de los pre-cios de productos de exportación fue mayor que la de los

de importación. Así, “las compras que los norteamericanosefectuaban de artículos provenientes del extranjero enlugar de hacerlas de bienes producidos en el país, signifi-caban un ahorro de dinero, y el monto de ese ahorro podíadedicarse a la formación de capital nacional”.48

Elevado precio de mano de obra en el sector industrial,abundancia de tierras e igualdad en su distribución asegu-raban a los grupos de ingreso medio acceso a productosalimenticios baratos y garantizaban una alta demanda porbienes industriales.

La alta productividad per capita en la agricultura seexplica porque el cultivador frecuentemente era propieta-rio, y su familia, generalmente numerosa, proporcionaba lamano de obra, por lo que las ventajas del alto rendimientoredundaban a favor de él.

A su vez, el alto costo de la mano de obra dio a los indus-triales un incentivo para sustituir al trabajador por la máquina,y el uso intensivo de ésta redujo los costos unitarios; circuns-tancia que sustentó el desarrollo de nuevas tecnologías basa-das en pequeñas modificaciones y ajustes para aumentar sueficiencia. La mecanización se facilitó por la homogeneidad.“La demanda estadounidense era de productos de tipo unifor-me, y de mercancías de calidad relativamente baja”.49

En los decenios de 1840 y 1850 se inicia la “era delferrocarril”, actividad nueva que absorbe capital y bienesde capital en proporciones enormes; sólo igualada por lamoderna construcción urbana y superada por los arma-mentos de guerra.50 Significando además el mercado másimportante para la producción de hierro.

En estas condiciones, es claro que se propicia un cam-bio vigoroso en la economía que transformó de maneraradical el contexto bajo el cual se desarrollaba la produc-ción industrial, a tal extremo que como observa AlbertRees: “tratándose de un período (1800 a 1880) en que ocu-rrió la transición completa de las artes mecánicas a laindustria en gran escala”.51

Su propia naturaleza prescribió un mapa diferente derecursos y mercados, modificó las relaciones sociales,políticas y económicas, determinándose un proceso deacumulación de capital muy característico del siglo XIX.52

Según Maurice Dobb, “entre los decenios de 1870 y1890 se produjo un notable abaratamiento de los alimen-

44 Ibídem. pp. 115-135.45 Rodríguez, “Orígenes...”, 1979, p. 23946 Veáse Bruchey, 1966, pp. 116-8.47 Según lo investigado por James Neal Primm, Ibídem. p. 121.48 Ibídem. p. 127.49 Según Habakkuk, citado por Bruchey, 1966, pp. 147-8 y 153-4.50 Ibídem. p. 349.51 Citado por Bruchey, p. 148. 52 Veáse: Roseberry, William, Understanding Capitalism-Historically, Structurally, Spatially, en: Nugen T., David, (comp.), Locating

Capitalism in Time and Space, 1978, pp. 71-79.

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tos con relación a las manufacturas, a consecuencia de laapertura del interior de América por los ferrocarriles y delrápido mejoramiento del transporte oceánico”.53

Esto no es del todo cierto, pues pasa por alto el dete-rioro en la “relación de intercambio”54 de los países pro-ductores de materias primas y bienes de consumo respec-to a los países productores de bienes de capital, como erael caso de los Estados Unidos, en el que el control de losmercados exteriores de bienes primarios fue una parte fun-damental de su política de expansión económica a travésde sus propias empresas transnacionales.

La inmigración y la emigraciónHenry Stelle Commager refiere que “los primeros

colonos americanos eran solitarios, eran hombres que sehabían quedado solos. ¿Solos de qué? –se preguntará–.Solos de su sociedad materna, en general de Inglaterra. Lamayor parte de los colonos del siglo XVII son disidentes,discrepantes, frecuentemente fugitivos; van a hacer unavida nueva, ellos solos”.55

Excedente de mano de obra y pobreza en Europa, fal-tante de mano de obra y un territorio que al paso de losaños se expandió más y más en Estados Unidos, dieronlugar a una inmigración56 esencialmente de la Europa occi-dental y central hacia este último país, el que a su vezalentó la emigración hacia el oeste para colonizarlo. ¿Dequé se trata entonces?. Literalmente de una sociedad, esdecir de una unidad de convivencia histórica, no definidapor un territorio, ni por una población en el sentido de unconjunto determinado de individuos, sino por un sistemade vigencias comunes –usos, creencias, ideas, estimacio-nes, pretensiones que cada individuo encuentra y con lascuales tiene que habérselas-, que componen una ciertafigura, lo que se puede llamar “una estructura social”.57

Cabe aclarar que la inmigración no fue la principalcausa del extraordinario aumento poblacional que se dio

en Estados Unidos a fines del siglo XVIII y hasta mediadosdel XIX; Stuart Bruchey señala que “ya en 1860, la poblaciónera casi ocho veces mayor que los aproximadamente cua-tro millones que aparecían en el primer censo levanta-do en 1790”,58 y en contraste con Inglaterra, “el exceso denacimientos sobre defunciones constituía el motivo princi-pal de aumento de población. La inmigración, por su parte,contribuía mucho menos al aumento natural”.59

Dicho incremento en el número de habitantes correspon-de a una tasa de crecimiento del 3.02 por ciento promedioanual durante 70 años, lo que la convierte, con toda probabili-dad, en una de las tasas de crecimiento poblacional más altasdel mundo durante un período tan prolongado de tiempo.

El aumento en el número de habitantes guardó tam-bién una importante correlación con el incremento de laextensión territorial de los Estados Unidos a través decompras, guerras y la solución pacífica de disputas sobrefronteras. Max Savelle afirma algo irrebatible: “el únicointerés americano en relación con los países exteriores secentraba en torno a la anexión o absorción de territoriosque les pertenecían: la Louisiana respecto de Francia,Florida de España, Texas, California y Nuevo México deMéxico, y Oregon de Inglaterra”.60

En este contexto, la independencia de las antiguascolonias españolas se convirtió para la nación en una obse-sión de dominio tanto territorial como comercial a punto talque en diciembre de 1823, el presidente James Monroedeclaró que en lo sucesivo los Estados Unidos se conside-raban custodios del aislamiento de toda América.61

Así, sumada a los trece primeros estados de la Unión,su urgencia básica de territorios se fue cubriendo con lacontinua colonización del Oeste, la compra que hizoJefferson por propia iniciativa –contando con la aprobacióndel Congreso- a Napoleón de Louisiana en 1803, la ventaque le realizó España –de mala gana– de Florida en 1819,la segregación de Texas de México en 1836 y su incorpora-ción a Estados Unidos en 1845, el territorio de Oregon en

53 Dobb, “Estudios ...”, 1976, p. 359.54 Expresión utilizada normalmente en relación con el comercio internacional, que se refiere a los términos ¨reales¨ en los que un país vende sus produc-

tos de exportación y compra sus productos de importación. Es igual al cociente entre un índice de precios de exportación y un índice de precios deimportación., Veáse Samuelson, Paul A. y Nordhaus, William D. Economía, 13ª ed., Madrid, McGraw-Hill/Interamericana de España, 1990, p. 1148.

55 Stelle, op. cit., 1955, p. 11.56 A lo que Steele llama ¨crecimiento vegetativo¨, Ibídem. p.10. 57 Ibídem. p. 10.58 Bruchey, “Raíces...”, 1966, p. 67. En la Tabla III.- Población calculada de los Estados Unidos, 1790-1860 (en millares), se muestra una población de 3,929

para el año de 1790 y de 31,443 habitantes en 1860. Fuente: Historical Statistics of the United States, Colonial Times to 1957, Washington, D. C., 1960,Pp. 8-9., p. 70. El mismo autor refiere que Simon Kuznets y Ernest Rubin estiman una emigración neta (en millares) de 700 personas entre 1820 y 1840,y de 4,200 durante el decenio de 1846-1855, p. 67.

59 Ibídem. p. 67.60 Savelle, Max, Historia de la civilización norteamericana, Madrid, Editorial Gredos, 1962, p. 426.

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1846, la guerra de Estados Unidos contra México que con-cluyó el 2 de febrero de 1848, gracias a la cual, de 1845 a1848, el territorio había crecido en 2.387,000 kilómetroscuadrados.62 La enormidad de este territorio se puede juzgaral considerar que en 1790 los Estados Unidos contaban con2.239,692 kilómetros cuadrados.63

La compra de Gadsden de La Mesilla a México en 1853y el expansionismo del secretario de Estado Seward quenegoció con Rusia la compra de Alaska en 1867, quien“creía en una idea ampliada del destino manifiesto”,64 y laanexión de las islas Midway en ese mismo año; lo quellevó a que el territorio de Norteamérica se fuera dilatan-do desde sí mismo a más del triple.

El aporte que hizo el crecimiento de la población, siem-pre motivado por su condición de pueblo elegido, fueampliar enormemente el mercado de consumidores, siem-pre en movimiento hacia tierras cada vez más distantes,por lo que la necesidad de poner en práctica nuevosmedios de comunicación fue la condición sine qua nonpara que todo transformara la vida económica y se adecua-ran las continuas expansiones demográficas y territorialesa continuas y nuevas realidades, desarrollando en los habi-tantes un pragmatismo y capacidad de adaptación únicos.

Con esto se provocó que la construcción de carreteras,canales y su corolario: la necesidad de incrementar la velo-cidad de los transportes por tierra y agua, culminaran en lainvención del buque de vapor y su uso comercial por RobertFulton a partir de 1807.65 Éste fue sentenciado por la

aparición de la locomotora de vapor y la vía férrea,habiéndose iniciado “las obras para el primero de los gran-des ferrocarriles este-oeste, en 1828”.66

La expansión de las vías férreas en los Estados Unidostambién –como en el caso de la población– fue exponencial.Max Savelle menciona que en 1840 había 2.800 millas (4,500kilómetros), en tanto que para 1860 había 30,000 millas(48,270 kilómetros).67 Por su parte, Pouthas, Guiral, Barral yPierre, afirman que en 1860 Estados Unidos tenía 51,000

kilómetros de vías férreas.68 En su caso y en el de Savelle nose menciona la fuente siendo discrepantes las cifras.

De cualquier manera, hubo un crecimiento exponen-cial, por lo que resulta indudable que las vías férreasdeterminaron el poblamiento, ya que sin el ferrocarril –queaportaría materiales y daría salida a los productos– lacolonización agrícola no hubiera sido posible.

Como se dijo antes, los estados suscribieron accionesde las compañías privadas propietarias de los ferrocarrilese inclusive las subvencionaron donándoles tierras, comoen el caso de la construcción de canales fluviales.69

Esto es, que el Estado instituido en federación, fue, pormedio de los gobiernos de los estados, el gran promotordel desarrollo material del país; tal y como se mencionóanteriormente en la sección referente al Capitalismo.

Conforme a las cifras obtenidas por Stuart Bruchey, ladistribución de la población de los Estados Unidos era para1860 la siguiente: el 25.6 por ciento en el Sur, el 37.8 porciento en el Oeste y el 36.5% en el Noreste.70 Así, pues, lastres regiones estaban equilibradas numéricamente, aún ycuando unos cuatro millones de los que vivían en el Sur eranesclavos negros; lo que demuestra que la política poblacio-nal de inmigración y emigración tuvo los resultados espera-dos al proporcionar un equilibrio relativo en el enorme terri-torio de los Estados Unidos, sin por esto olvidar que uno delos detonantes más importantes fue la injusta exacción delas tierras a México, producto de la guerra con ese país.71

Debe señalarse que el ejemplo de las institucionesnorteamericanas, su economía, vida social y política fue-ron elementos continuamente presentes en el Méxicodecimonónico. No podía ser de otra manera, pero he aquíque surgen las contradicciones históricas y culturalesmanifiestas en el devenir de ambos países durante la con-formación de sus respectivas nacionalidades, en un sigloque fue particularmente caótico para la nación mexicana ysingularmente progresista para la norteamericana.

61 Veáse Ibídem, p. 180.62 ¨James Polk, que fue presidente entre 1845 y 1849 –el mediocre Polk– había sido uno de los grandes conquistadores de la historia. A partir de ahora,

el desplazamiento de la población hacia el Pacífico va a gobernar, cada vez más, el destino norteamericano.¨ Rodríguez, op. cit., 1979, p. 305. 63 Según Bruchey, 1966, op. cit. p. 67.64 Savelle, op.cit., 1962, p. 427.65 Ibídem. p. 193.66 Ibídem. p. 234.67 Ibídem. p 235.68 Pouthas, “Democracia...”, 1993, p. 309.69 Savelle, “Historia...”, 1962, p. 235.70 Bruchey, “Raíces...”, 1966, p. 70: Tabla VII.- Distribución de población por regiones. Fuente: Douglas C. North, The Economic Growth of the United

States, 1760-1860, N. J., Englewood Cliffs, 1961. 71 ¨El presidente Polk fue a las más extrañas comarcas para dejar patente que la sangre norteamericana había sido derramada sobre el suelo de los

Estados Unidos, antes de recomendar la guerra con México, y fue Lincoln quien le exigió que señalara el lugar. Las generaciones posteriores nuncaperdonaron a Polk las triquiñuelas de su racionalización, y, aunque de todos los Presidentes norteamericanos fue el más uniformemente afortunado,nunca alcanzó la popularidad, sino que pasó a la historia como ¨Polk el mend

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Nohol Ek

Educación y ética profesionalBernabé López Padilla

Académico de la Escuela de Ciencias Contable-Económico-Administrativas

Para comprender la importancia de la ética en el ámbi-to de la educación conviene volver los ojos y el pensamien-to a tiempos remotos para conocer la etimología de lapalabra.

Ética, proviene del griego éthicos y es la parte de lafilosofía que trata de la moral y de las obligaciones delhombre. Conjunto de normas que rigen a la conductahumana. Ética profesional. Conjunto de normas que rigen auna o varias profesiones, según sea el caso.

Cuando se habla de ética o ético, nos referimos por logeneral a la conducta, al comportamiento, al proceder, a laactuación, a la conciencia, a la integridad, a la moral deuna persona o de una organización.

Ética a Nicómaco es una obra de moral que Aristótelesdedicó a su hijo y es una remota referencia a la éticamuchos siglos atrás. Al referirnos a la ética en los tiemposque corren, generalmente estamos manifestando que loque abarca esta palabra es cosa buena para las personashumanas. Si es ético, es bueno, si no lo es, entonces seráalgo que esta fuera de las normas morales.

Al unir las palabras ética y profesional, ligamos la ideade que hablamos de lo que es bueno en de una profesióny que hay valores morales establecidos para cada una.Códigos de ética profesional, que habrá que observar acabalidad y quien no lo haga estará ante una posición con-traria a la ética profesional.

Por ejemplo: si hablamos de negocios, la ética de losnegocios estudiará la naturaleza, el propósito, la función, lajustificación de las reglas de la conducta correcta dentro delcontexto del comercio, y esto podrá ser a nivel regional,

estatal, nacional o internacional; y quien no acate las nor-mas establecidas; estará ante una acción no ética; es decir,amoral y en consecuencia, se hace merecedor a un castigo.

Algunas teorías morales relativas a la ética de losnegocios nos dicen:

Teleología. Un acto se juzga correcto con base en supropensión para producir cierta clase de consecuencias,las cuales se juzgan usando empíricamente la evidenciareunida.

Deontología. Un acto se juzga correcto con base enla intención subjetiva del agente que comete el acto, inde-pendientemente de las consecuencias prospectivas (bue-nas o malas) del acto. Las intenciones del agente son moti-vadas generalmente por alguna norma moral universal.

Relativismo. Todas las normas morales son relati-vas a la persona, el lugar, el tiempo y/o la cultura. No haynorma moral objetiva, inmutable y universal.

Ética de la virtud. Es la opinión de que la basemoral fundamental se encuentra en el carácter de la per-sona; más que las normas de conducta preestablecidas ala que debe apegarse el individuo, la personalidad deéste es la determinante en su diario actuar y para ello esmenester que él se cultive para que por hábito y natura-leza tenga una predisposición para comportarse de unmodo correcto desde el punto de vista moral.

«No os preocupe si por vuestras obras [os conocen] –es el buen olor de Cristo.- Además, trabajando siempreexclusivamente por Él, alegraos de que se cumplan aque-llas palabras de la Escritura: “Que vean vuestra obras bue-

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nas y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”:»nos dice San Josemaría Escrivá en su libro Camino.

Este pensamiento, demuestra que las normas moralesque a lo largo de la historia del mundo los hombres vandictando, tienden hacia una conducta propia, buena, siem-pre buscando el dar, el entregarse a los demás, el pensarpor el porvenir del prójimo, sin dejar de pensar en el pro-pio, para lograr una vida llena de paz, amor, y dicha. Haceresto sería llegar al placer más grande del mundo: la satis-facción personal del haber actuado bien, es decir, apegadoa la ética.

La ética profesional y la educación van de la mano,precisamente el entregarse a los demás y pensar en el por-venir del prójimo radica la ética profesional de quien sededica a la enseñanza, ya que educar, significa: enseñar.

La educación es una tarea humanizadora y humanísti-ca y el producto de cualquier trabajo humano participa enalguna medida de las características del trabajador, y deello no puede escapar la tarea educativa que con mucharazón fue descrita por el filosofo alemán Emmanuel Kantcomo el proceso de humanización del hombre.

Asegurar que la tarea educativa suponga un auténticoservicio al hombre y a la sociedad entera, pasa necesaria-mente por garantizar a los que están empeñados en ella,la posibilidad de reflexionar filosóficamente sobre losmodos mas adecuados de llevarla adelante, evitando latentación de un cómodo atenimiento a los parámetrossociales establecidos y, facilitando que los profesionalesde la educación – especialmente los que se encuentran ensu formación inicial– puedan comprender su trabajo comouna autentica vocación, que reclama un compromiso lúci-do de buscar seriamente lo que mejor contribuya a la ple-nitud propia y de las personas a las que se ayuda.

Es pues menester que el Profesor - Profesora, debaobservar una serie de normas morales íntimamente liga-das a la profesión en que actúa, que por tratarse de la edu-cación, adquieren una dimensión muy especial, toda vezque de esa enseñanza dependerá el futuro de los pueblos.

La educación ha de atender en definitiva las dimensio-nes diversas de lo humano que pueden y deben ser armo-nizadas: el espíritu, la inteligencia, la voluntad, la dimen-sión cultural (los logros del ser humano en la dimensión,conquista de la naturaleza exterior, de su propia naturale-za y libertad interior), la social, motora y afectiva.

En la antropología cristiana la enseñanza sobre la cre-ación tiene una importancia toral para comprender la pre-sencia del hombre en el universo y su religación ontológi-ca con el Supremo Creador, fundamento radical del debermoral y religioso.

Cuando Dios crea, esta llamando al Ser. La creación esuna vocación a la existencia y Dios la llama: con un fin pre-ciso; y como Él hizo al hombre a su imagen y semejanza, esevidente que tuvo en mente la idea de algo maravilloso,algo positivo, y ese algo, consiste en redescubrir –el hom-bre– sus capacidades intelectuales, físicas y sobre todoespirituales para hacer de la naturaleza algo que utilice conmiras positivas, mantener su esencia y convivir con todo loque en ella encuentra, entre otras cosas, con otros seresvivos a los que, tendrá que enseñar –lo que sea posible yen lo posible– amaestrar, adiestrar, entrenar, etc. para suservicio o convivencia pacífica. Ese es el plan de Dios.

De ahí proviene un particular concepto de la dignidadde la persona humana –alter ego de un Dios también per-sonal- que se ha desarrollado en la civilización –religión-cristiana.

El personalismo cristiano de nuestro siglo ha hechohincapié en que el hombre es la única criatura visible que-rida por Dios como un fin en si mismo, no como un mediopara nada. Todo lo que no es persona humana, dentro dela creación visible, es para el hombre. De esa forma lo hadispuesto Dios: Omnia vestra sunt. Dice San Pablo (ICor.3,21). Y añade: Vos autem christi, Christus autem Dei(I Cor. 3,23).

Dentro del plan creador que Dios ha diseñado, en cuyomenoscabo existe el pecado y consiste: lo primero que haquerido es crear seres libres, que el hombre sea libre quetenga libre albedrío, que el ser humano tenga una existen-cia decidida por él, Dios quiere que el hombre ame demanera libre que nada lo presione, por que al amar el hom-bre a su Hacedor, lo hace de manera libre, y eso agrada alTodopoderoso, por que desea amar y ser amado. Esa es lahumildad divina, dejar hacer al hombre, para que en com-pensación a ese designio, el Altísimo se sienta amado. Espues la tarea del educador, cumplir la voluntad de Dios.

De lo anterior se concluye que, la ética profesional y laeducación juegan un papel muy importante en el devenirde la humanidad, ya que van de la mano sus fines, que sonla búsqueda del bien para todos los seres humanos y elmundo que nos rodea.

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En el caso de los Profesores y Profesoras, su misiónestará regida por los códigos de ética profesional quecrean las organizaciones públicas y privadas que seencargan de regular la actuación de las instituciones yde las personas dedicadas a la educación. Así es comoexisten normas para que se cumpla cabalmente con losrequisitos de calidad académica y moral que a cada cualse imponen; y que en muchos casos, principalmente lasfundaciones educativas de carácter privado, se autoimponen a fin de lograr mayor calidad en el desempeñode sus Profesores y ganarse la fama de ser la mejorEscuela o Universidad del lugar, de la república o delmundo, según sea el caso.

Por ello, si nos remontamos a la aparición deJesucristo, conocido en muchas culturas como el granMaestro, podremos entender que fue Él quien nos dio lasprimeras enseñanzas para convivir civilizadamente, poresa razón debemos tener en cuenta que no se puede cre-cer maltratando las propias raíces, que aprender humani-dad en el sentido correcto, significa desarrollarse intelec-tual y moralmente, por cuanto implica también conocermejor a nuestro mundo y esforzarse por mejorarlo, porhacerlo humano, ético.

He aquí que la tarea de educar bien, debe contenerpor fuerza y antes que la técnica, el sentido humano,moral, es decir, tendiente al desarrollo humano, en el queel educando debe recibir y el educador dar, entregarse a sutarea de transmitir conocimientos y hacer crecer comohombre a su dirigido, a su educando.

El educador debe ser ejemplo de su alumno, debe puesllevar una vida dentro de los conceptos de la moral, unrecto proceder ético, para que su discípulo los imite;alguien que no cumpla con esta necesidad no puede serMaestro.

El educador debe ser justo, tratar equitativamente atodos sus alumnos no dando preferencias o beneficios auno o más discípulos en especial, su imparcialidad debeser el faro que guié los ideales de sus alumnos, así y sóloasí su tarea se podrá calificar como ética.

El educador debe ante todo respetar la libertad de suseducandos, así y sólo así, su libertad será respetada. Si eleducador no esta dispuesto a respetar esta libertad deleducando en sus opciones morales, debe dedicarse a otracosa.

“El educador no debe dedicarse tanto a extinguir con-ductas negativas como a promocionar lo positivo, plante-ando tareas enriquecedoras y modelos que estimulenlogros verdaderos” dice José María Barrio, famoso peda-gogo español.

En todas las culturas se advierte al ser humano enrelación con Dios, esta es una verdad indiscutible, portanto, desde que nace escucha de una u otras formas lasreferencias que sus congéneres hacen del Creador, de queel hombre esta hecho a semejanza de Él y por tanto, debetender hacia los hechos buenos, hacia su entrega a losdemás, como el Todopoderoso quiere que sea, y, en elcaso de los educadores, seguir los ejemplos que nos hapuesto en infinidad de veces, de entregarse a sus criatu-ras sin restricción alguna. En este caso el educador a suseducandos.

El hombre por su liga con El Altísimo Hacedor no puedeser educado sin que sienta y constate su presencia; así, loseducadores, enseñaran todo lo que sea bueno para el serhumano y al hacerlo, estarán cumpliendo con Dios, y loseducandos al hacer uso de su libertad de aprendizaje, tam-bién sentirán que cumplen con el Todopoderoso, por quesólo lo que es positivo y bueno por tanto, es lo que lavoluntad del Creador requiere de los educadores y de loseducandos. Sin ello, el ser humano se sentiría mutilado.

Con lo antes dicho, aspiramos a que se comprenda laimperiosa necesidad de que el ser humano y sobre todo elque se dedica a la educación, se apegue a la ética entodas las acciones que en la vida emprenda, ya que elbienestar de él y de sus dependientes, estará íntimamenteligado a la correcta observancia de las normas de cuales-quiera índole que la sociedad va imponiendo a los ciuda-danos y, el bienestar de sus congéneres mucho dependeráde la buena educación que transmita a sus educandos, yaque éstos tarde o temprano la manifestaran con sus pro-pias acciones en beneficio o perjuicio de la sociedad a laque pertenezcan, y el responsable de esas acciones será elMaestro, para él serán las guirnaldas del triunfo o las mal-diciones de los que sufran las consecuencias de una malaeducación.

En el ámbito de la carrera que profeso, la ContaduríaPública todavía se mantienen latentes los daños quecausó en la confianza pública los lamentables hechos quehicieron desaparecer a uno de los Despachos contablesmás famosos del mundo, por haber expresado opiniones

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positivas sobre estados financieros de una o varias empre-sas, las cuales estaban en condiciones económicas preca-rias, pero que dicho Despacho –engañando a sus accionis-tas y protegiendo a los administradores- publicó que lascifras presentadas en unos estados financieros “maquilla-dos” eran correctas, con lo que no sólo se engañó a susaccionistas, sino al público en general, quien se fundamen-ta en la certificación de los Contadores Públicos para hacerinversiones. Fue así como muchos ciudadanos que confia-ron en ellos, perdieron los ahorros de su vida.

He allí, un ejemplo de una posible mala educación querecibieron los que cometieron el gigantesco fraude querequirió de la intervención del Congreso de los EstadosUnidos de Norteamérica para defender a los afectados y,para crear nuevas normas que regulan la actuación delContador Público en aquel país.

Es evidente que como el caso expresado se conocen alo largo de la historia muchos otros, que han afectado a

diversas profesiones, entre las más mencionadas laMedicina que se ha ligado con el aborto.

Para finalizar remarcaré la necesidad de todos los pro-fesionistas de apegarse al código de ética profesional desu actividad a fin de no incurrir en actos que le pueden cos-tar su licencia para ejercer la profesión, amén del descré-dito público que afectará gravemente sobre todo a su fami-lia; célula fundamental de toda sociedad.

Ética es moralidad, y eso es lo que la gente espera detodas las profesiones en que debe confiar para realizar losactos que le permitan obtener sus medios de subsistencia;y concluyo diciendo que ante esta visión: todos necesita-mos de todos y lo mejor para todos, es que todos nos ape-guemos en el desempeño de nuestra profesión, a la moral,a lo justo, a lo ético; pero, es el Maestro, el auténtico sem-brador, quien con su ejemplo y la transmisión de conoci-mientos, trazará el surco de donde debe brotar gracias a sucultivo la simiente del futuro.