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La Alhóndiga pide al Ayuntamiento de Arévalo que se cuide la Iluminación Monumental. Fin de semana en Arévalo Boletín mensual de cultura y patrimonio de Arévalo ENERO -2009 AÑO III—NÚMERO XIV La asociación de cultura y patrimonio La Alhóndiga de Arévalo en su labor constante de analizar los pormenores referidos al patrimonio de Arévalo ha remitido una carta al Ayuntamiento de Arévalo en la que solicita que se cui- de la iluminación de los monumentos de la ciudad, con el objeto de poner sobre aviso a los responsables munici- pales para que sean conscientes que esta iluminación forma parte importante del conjunto patrimonial de Aréva- lo, por lo que no se debe permitir dejar que se degrade hasta límites en los que después sea mucho mas difícil y costoso volver a recuperar lo que se va perdiendo. Hay que recordar que Arévalo obtuvo el premio “C” de turismo, concedido por la Junta de Castilla y León debido al esfuerzo y el logro de los rectores la ciudad por haber iluminado sus monumentos de forma que aprovechando su privilegiada situación geográfica y los amplios puntos de visión que desde la línea férrea, desde la autovía A- VI, o de la CL-605, para sacar beneficio turístico, haciendo resaltar su conjunto histórico-artístico con la ilumina- ción de los principales edificios, siendo un reclamo para los que pasan por estas vías, invitándoles a poder visitar- los. Desde la asociación La Alhóndiga de Arévalo, no se entiende como a lo largo del año que ahora termina, se ha estado fomentando en las ferias turísticas de Madrid, Cáceres, Valladolid y Barcelona, así como en las comarca- les de Cuellar y Arévalo, la promoción de Arévalo en el stand del la asociación “No te pases Siete Pueblos” con el lema “Luces y Sombras”, en el que se pretendía destacar la iluminación monumental, a la vez que se han ido apagando poco a poco los focos que daban luz a los diferentes edificios. La Alhóndiga de Arévalo adjuntaba un reportaje fotográfico, efectuado por un grupo de trabajo de la asociación, y que como conclusión viene a mostrar una progresiva minoración del efecto lumínico que llegó a lograrse con las infraestructuras que favorecieron el premio “C” indicado. Se considera llamativo el hecho que en años anteriores la vista nocturna de Arévalo, desde la autovía A-6, o des- de las carreteras a Martín Muñoz de la Dehesa o a Montuenga era verdaderamente espectacular, con la vista ilu- minada de las torres de las iglesias y el castillo, siendo la vista actual muy pobre, no destacando ninguna de las torres sobre la iluminación general de la ciudad. El reportaje muestra un recorrido que se inicia en la ermita de la Caminanta, con las vista generales del puente de Medina y el castillo, siguiendo por la Iglesia de San Miguel, San Juan, Santo Domingo, plazas de la Villa y del Re- al, para terminar de nuevo en el arco del puente de Medina. (NOTA DE PRENSA)

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Boletín FDArevalo, nº 14

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La Alhóndiga pide al Ayuntamiento de Arévalo que se cuide la Iluminación Monumental.

Fin de semana en Arévalo Boletín mensual de cultura y patrimonio de Arévalo

E N E R O - 2 0 0 9 A Ñ O I I I — N Ú M E R O X I V

La asociación de cultura y patrimonio La Alhóndiga de Arévalo en su labor constante de analizar los pormenores referidos al patrimonio de Arévalo ha remitido una carta al Ayuntamiento de Arévalo en la que solicita que se cui-de la iluminación de los monumentos de la ciudad, con el objeto de poner sobre aviso a los responsables munici-pales para que sean conscientes que esta iluminación forma parte importante del conjunto patrimonial de Aréva-lo, por lo que no se debe permitir dejar que se degrade hasta límites en los que después sea mucho mas difícil y costoso volver a recuperar lo que se va perdiendo.

Hay que recordar que Arévalo obtuvo el premio “C” de turismo, concedido por la Junta de Castilla y León debido al esfuerzo y el logro de los rectores la ciudad por haber iluminado sus monumentos de forma que aprovechando su privilegiada situación geográfica y los amplios puntos de visión que desde la línea férrea, desde la autovía A-VI, o de la CL-605, para sacar beneficio turístico, haciendo resaltar su conjunto histórico-artístico con la ilumina-ción de los principales edificios, siendo un reclamo para los que pasan por estas vías, invitándoles a poder visitar-los.

Desde la asociación La Alhóndiga de Arévalo, no se entiende como a lo largo del año que ahora termina, se ha estado fomentando en las ferias turísticas de Madrid, Cáceres, Valladolid y Barcelona, así como en las comarca-les de Cuellar y Arévalo, la promoción de Arévalo en el stand del la asociación “No te pases Siete Pueblos” con el lema “Luces y Sombras”, en el que se pretendía destacar la iluminación monumental, a la vez que se han ido apagando poco a poco los focos que daban luz a los diferentes edificios.

La Alhóndiga de Arévalo adjuntaba un reportaje fotográfico, efectuado por un grupo de trabajo de la asociación, y que como conclusión viene a mostrar una progresiva minoración del efecto lumínico que llegó a lograrse con las infraestructuras que favorecieron el premio “C” indicado.

Se considera llamativo el hecho que en años anteriores la vista nocturna de Arévalo, desde la autovía A-6, o des-de las carreteras a Martín Muñoz de la Dehesa o a Montuenga era verdaderamente espectacular, con la vista ilu-minada de las torres de las iglesias y el castillo, siendo la vista actual muy pobre, no destacando ninguna de las torres sobre la iluminación general de la ciudad.

El reportaje muestra un recorrido que se inicia en la ermita de la Caminanta, con las vista generales del puente de Medina y el castillo, siguiendo por la Iglesia de San Miguel, San Juan, Santo Domingo, plazas de la Villa y del Re-al, para terminar de nuevo en el arco del puente de Medina. (NOTA DE PRENSA)

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LAS OBRAS DEL CASTILLO

En lo que respecta a las obras del castillo, seguimos en las mismas. El asunto de la limpieza y adecentamiento de toda la ex-planada sigue sin hacerse y, que sepamos, no se ha presentado una digna solución a fin de terminar de una vez las inacabables obras.

Noticias de cultura y patrimonio.

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AMADIS DE GAULA 500 AÑOS DE LIBROS DE CABALLERÍAS

En 2008 se cumplen 500 años de la publicación compilada del Amadis de Gaula. Su autor Garci Rodríguez de Montalvo, fue seguramente de origen judeoconverso y regidor de Medina del Campo en la última década del siglo XV. Adaptó y renovó los tres primeros libros del pri-mitivo Amadís, un texto posiblemente escrito en portugués entre los siglos XIII y XIV, duran-te el reinado de Sancho IV, que se considera hoy perdido o conservado apenas en fragmentos, y añadió un cuarto libro, para dar a luz a la única versión de la historia del libro de caballerías Amadís de Gaula que hoy se conoce completa, impresa en Zaragoza en 1508. Escribió además una continuación, Las sergas de Esplandián (1510) , que constituye el quinto libro del ciclo amadisiano y en la que se relatan los hechos del hijo primogénito de Amadís. (...la detallada lista genealógica del linaje de Montalvo que Juan José de Montalvo presenta en su Histo-ria de Arévalo y sus sexmos, menciona dos nombres: uno que se refiere a Rodríguez de Montalvo, el

regidor de Medina del Campo, y el otro, igualmente regidor, que se refiere a un tal Ordóñez de Montalvo. El mismo historiador se equivoca cuando dice que el último Montalvo mencionado es el que escribió los cinco libros del Amadís . -de Notas preliminares para unos textos subversivos de Garci Rodríguez de Montalvo, ¿converso?- pagina 6)

La asociación “No te pases siete pue-blos” convoca el primer concurso foto-gráfico del mismo nombre, cuyas bases se pueden consultar en las oficinas de turismo de las poblaciones que forman la asociación o bien en la pagina Web de la misma en:

www.notepasessietepueblos.es

breves.

- En acto celebrado el pasado 28 de noviembre en la Casa del Concejo de Arévalo, se presentó el libro “La Causa Conversa”, que trata sobre la vida y obra del jurista Alonso Díaz de Montal-vo. -Se celebró entre los días 17 a 20 de diciembre la XV Semana Polifónica de Arévalo, que organiza la Caja de Aho-rros, en el Centro Cultural de San Mar-tin y en la que se dieron cita “Camerata Cantabile”, “Coro Valdeluz”, “Coral Stellarum” y “Coral La Moraña”. - El Club de Arévalo, organiza estas navidades campeonato de Golf por parejas, en modalidad “Copa Canadá 10” el dia 28 de diciembre a las 9,00 horas y en el campo “Prado Avelasco”. -Galerida Ornitólogos organiza la III muestra de Eco-documentales, en las fechas 29 y 30 de diciembre y en la Casa del Concejo de Arévalo.

- David Sánchez Sáez, autor del trabajo “Historia Económica, Social y Cultural del Vino en la Ribera del Duero Valli-soletana”, ha sido galardonado con el premio ARGAYA 2008 que otorga la Excma. Diputación Provincial de Va-lladolid. Se trata de un trabajo que pretende conocer el papel que el vino ha desempeñado en las distintas facetas de la vida, en el territorio que actual-mente comprende la Denominación de Origen de Ribera del Duero, en la pro-vincia vallisoletana. -Se iniciaron, a lo largo del mes de diciembre, las obras de consolidación de la casa de Hernández Luquero, en las que según informaciones publicadas en la prensa provincial se quiere ubicar un Centro de Música y otras Artes, además de un Centro de Interpretación del Mudéjar. También se ha publicado en la prensa que se sigue adelante con el proyecto del Museo de la Historia de Arévalo, que se ubicará en la antigua casa de los Sexmos, en la plaza de la Villa.

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E n octubre de 2008 se efectuaron las corres-pondientes notifica-ciones tanto a Iber-

drola, Telefónica España y al propio Ayuntamiento de Aré-valo, con el fin de que pusieran los medios necesarios para so-terrar las líneas de distribución de energía eléctrica y de telefo-nía que corren por multitud de muros y fachadas de nuestros monumentos mas importantes. A fecha de diciembre de 2008 en uno de nuestros habituales paseos de fin de semana, esta vez por la calle de Santa Ma-ria, el espectáculo visual que se ofrece a nuestros ojos es fran-camente desolador. Los cables cuelgan como jirones de las fachadas de esta calle, atravie-san por encima, las cajas de conexiones atadas con corda-jos. Es, simple y llanamente indescriptible.

duenderojo

Rincones en fin de semana.

Memoria Fotográfica de Arévalo.

Y a está en Internet la segunda publicación digital de la Memoria Fotográfica de Aré-

valo. El acceso lo tenéis en el apartado Memoria Fotográfica de la bitá-cora de la Alhóndiga.

www.la-alhondiga.blogspot.com

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DE Arévalo y Ramón carnicer.

En el libro Gracia y desgra-cias de Castilla la Vieja de Ramón Carnicer, se narra un viaje por estas tierras realiza-do entre febrero y noviembre de 1973. Su paso por Arévalo lo detalla en las páginas 449 a 453 de la siguiente forma:

E l Hostal del Comercio, de Arévalo, a pesar de su expulsión del Olim-po de los hoteles, es un

establecimiento con numerosa clientela. Se come muy bien en él y tiene el camarero más dinámico que he visto en mi vida. Ocupa el hostal una casa antigua, con to-rreón en uno de los ángulos. Arévalo, rodeado de tierra llana, antigua cabeza de una comunidad de seis sexmos y setenta y siete pueblos, se halla en una altura hecha casi isla por el Adaja y su afluente el Arevalillo, que se le une al norte. Aún queda en pie bastante de sus murallas. En al-gún sector, el de San Miguel, la han rehecho, pero muy liviana y chapuceramente; por ello y a pe-sar de lo reciente de la chapuza, una parte se ha venido a tierra, y la otra, agrietada, no tardará en seguir la misma suerte. La bonita posición de Arévalo está envileci-da por los vertederos de basuras que a un lado y a otro descienden hacia los ríos. En el mencionado sector de San Miguel, hay un au-téntico vivero de ratas; un mozo se entretenía en matarlas a tiros cuando pasé por allí. En su tiempo, sobre todo en la Edad Media y en el siglo XVI, Arévalo fue villa de mucho em-puje, profano y divino. El primero le venía de ser cabecera de la co-munidad, del cultivo cereal y de

sus telares y tenerías. Son testi-monio, amén de las murallas y el castillo, sus tres plazas. A la lla-mada del Real, se puede entrar por el Arco de la Cárcel, antes hospital de la Villa y Tierra. El nombre de la plaza procede del gran convento de San Bernardo, antiguo palacio real. Vivieron en él, con otros personajes, las dos esposas de Juan II, así como Isa-bel la Católica, Carlos I y la em-peratriz Isabel y los Felipes II, III y IV. Hoy está clausurado y pues-to a la venta por sus dueñas, mon-jas cistercienses trasladadas a otra parte de la villa. En esta plaza, cuadrangular y en parte porticada, con árboles y un quiosco de hie-rro, está la casa del consistorio y, frente a él, el rotulado «Depósito Municipal», es decir, la Preven-ción, de ventanas enrejadas y con acceso por los dos ramales de una tosca escalinata exterior. Los úni-cos detenidos de la Prevención, entregados a un canto frenético, eran unos pájaros encerrados en siete jaulas, pendientes a la puerta y en el portal. En el centro de la plaza, en medio de un jardincillo, se ve el busto del escritor decimo-nónico Eulogio Florentino Sanz, autor teatral y poeta imitador de Heine. Nació en un edificio de la propia plaza. La segunda de las tres plazas es la de la Villa, conjunto porticado, con edificaciones de dos plantas. Llena de vida antaño, atestada de feriantes y copleros y hoy solita-ria y melancólica, ha sido res-taurada con destreza y discreción. Asoman a ella las enormes, fuer-tes y a la vez graciosas torres de la iglesia de San Martín, así como la de Santa María y su ábside. La otra plaza, antes del Arrabal por 'hallarse extramuros, centro hoy de la vida de Arévalo, tiene forma de peonza. La punta se abre a otra plaza menor, en uno de cuyos

lados está el ya dicho Arco de la Cárcel. La parte más ancha la ocupa la iglesia de Santo Domin-go de Silos. Al entrar en esta igle-sia vi un cura y un grupo de mu-chachos ensayando canciones. En un descanso pregunté al cura: —Diga usted, ¿conservan todavía aquí la quijada de San Blas, antes en el convento de San Francisco? El cura no tenía noticia de la exis-tencia de tal quijada, un día imán de lugareños y almas piadosas. Ha decaído mucho el interés por las reliquias. Por cierto que en San Francisco, cuyas ruinas me pareció ver, estu-dió Alonso de Madrigal y reunió Cortes Enrique IV. Debió de estar también, pues franciscano fue, fray Antonio de Guevara, fraile un tiempo en Arévalo. Por este lado de lo divino, las iglesias y conventos de Arévalo (he mencionado cuatro ya) son incontables, pero sólo debe de haber culto en dos: la de Santo Domingo y la de San Juan. Las demás están hundidas o abando-nadas, y menos mal que los res-tauradores oficiales han acudido a la salvación de una parte de lo salvable. Labradas en ladrillo, solo o alternando con piedra, lle-van a menudo la impronta mudé-jar. A Arévalo le calculan los exper-tos una población de 6.000 habi-tantes. La emigración se compen-sa con la venida de gente de la comarca, para quienes no paran de fabricar pisos los promotores de la llamada propiedad horizon-tal. Los radicados aquí se ocupan en la labranza cereal y en la de la remolacha con riego artesiano o en la tímida manufactura de mue-bles. Distraen sus ocios en la «Discoteca Snoopy»; yantan, si les acomoda, en el restaurante «Desirée»; y tienen un buen par-

(Sigue..)

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que, con piscina al fondo. El due-ño de una tienda, devoto sin duda de la televisión y de las publica-ciones de barbería, tiene a la vis-ta, para solaz de la clientela, unas perdices enjauladas. Cada jaula contiene una perdiz y un rótulo con estos y otros nombres: Don Cicuta, Gento, Amancio, Rap-hael, El Lute. El presupuesto municipal se ali-via con la propiedad de unos pi-nares. El coche de la basura os-tenta en torno al escudo de la villa esta leyenda: «Muy ilustre, muy noble, muy humanitaria, muy leal», lo cual no deja de ser una garantía para quien decida resi-denciarse en Arévalo. Llovía a ratos. En una pausa con trazas de prolongarse, me acerqué al castillo, al norte, sobre la con-fluencia de los dos ríos. Residen-cia un tiempo de Isabel, luego reina, es airoso y fuerte, de pie-dra, con almenas y otros elemen-tos de ladrillo. En la fortaleza funciona hoy el Servicio de Ce-reales. El cielo, puesto ya el sol, era im-presionante. El castillo se perfila-

ba sobre un discontinuo telón car-mesí. A la izquierda, el cielo pa-recía de plata, contrastada con dos nubes negras, densísimas. A la derecha estaba absolutamente negro. Cuando giré para volver al pueblo, vi las torres de San Mar-tín rompiendo contra un cielo verdeazulado. (………)

Llovió de noche en Arévalo y llovizna por la mañana. A la hora del desayuno, me da cierto reparo preguntárselo al camarero, tan amable y dinámico, pero es preci-samente su dinamismo, innecesa-rio a esta tranquila hora, lo que me tienta. Al fin, en una de sus innumerables pasadas, le pregun-to: —Diga usted; tal vez no sea cier-to, pero leí que en Arévalo, hace muchos años ya, había alguna gente loca. —No lo sé— responde escueto, aunque amable. Y tras breve re-flexión, añade—: Lo que sí hay en Arévalo es un sanatorio psi-quiátrico, de mujeres, pero no todas son de aquí; vienen de todas partes. Las mujeres, ya se sabe...

—y salió disparado. El autobús de Madrigal sale de las proximidades del Arco de la Cárcel. Hace frío. Cuando estoy a la espera, junto a un bar, se aproxima un ciego, vendedor de lotería, y al tropezar con las sillas situadas ante la puerta, dice al-zando la voz y olvidando su ce-guera: —¡Cómo está esto! En la vida he visto desarreglo más grande de terrazas.

La Alhóndiga de Arévalo asociación de cultura y patrimonio.

ACTIVIDADES:

• Búsqueda y compilación de prensa antigua arevalense. • Recuperación de la Memoria Fotográfica de Arévalo. • Búsqueda de libros y escritos de autores arevalenses. • Elaboración de un catalogo de escudos y otras piezas pétreas. • Confección de un estudio heráldico referido a los escudos y linajes arevalenses. • Propuesta y preparación de un callejero arevalense historiado. • Estudio y desarrollo de un mapa toponímico del término municipal de Arévalo. • Jornadas poéticas de y por autores y temática arevalense. • Museo virtual.

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Estampas de Arévalo.

Nochebuena de Mendigos

«Gaudete et exáltate, quonian merces vestra copiosa est in Coelis.»

Nvo. Tesmto. C V. San Matheo.

E n las pesadas penum-bras de la noche decem-brina, se destaca la bár-bara grandeza del casti-

llo. Unas nubes, mansas, proce-sionales, parsimoniosas, desfilan levemente untadas de plata y azul. Abajo, en los tajos profun-dos corren precipitados el Adaja y el Arevalillo, arrasando sembra-dos para unirse en lazo eterno de afluencia al pie de la fortaleza ruinosa. Es noche de alegría y juerga en el poblado, en el reino de Herodes, «en la ciudad que está puesta so-bre un monte y no se puede es-conder». Ya han saciado su ham-bre y su glotonería las familias buenas y honradas sentadas en torno de la santa mesa, bajo las flores luminosas de la lámpara. Canta la gente. Corre el vino. Bri-lla la locura embriagadora del en-tusiasmo. Fuera del poblado, co-bijados en el bombo del castillo, hay una pandilla de mendigos sentados en torno de una hogue-ra: dos viejos de barbas bíblicas, Samuel y Jacob; una anciana can-cerosa, María; una joven misera-ble, Marta, y dos niños anémicos, Jesús y Manuel. JACOB.— (Suspi rando) Se aproxima la hora del nacimiento de Cristo, ¿No oís las voces de la ciudad? Ya cenaron y ríen llenos de bienaventuranza. Son los mer-caderes del templo, los fariseos, los filisteos, los escribas, MARTA.— (Arrullando al niño Jesús entre sus brazos) Duerme,

hijito, hijito desgraciado que na-ciste de madre pobre y serás po-bre y mal mirado siempre. MANUEL. —(A Samuel) Abue-lo, ¿cuando cenamos? Tengo hambre... SAMUEL.—No hay más que pan en el fondo de las alforjas, pan duro, pan de limosna. MANUEL.—No quiero pan... ¿Cómo esta noche canta tanto la gente? MARÍA.—Porque es noche bue-na y comieron todos hasta no querer más. M A N U E L . — ¿ Q u e e s n o -chebuena, abuelita? JACOB,-—Nochebuena es noche en que nació Jesús el Cristo, el hijo de Dios nacido de María, en noche como esta la Virgen «concibió» al Redentor en un po-bre lugar, mas pobre que este. La gente no sabe rezar, no sabe sen-tir, y cuando el espíritu es rastrero y alicorto, echan al vuelo las cam-panas, cantan y ríen, comen y be-ben. A veces rezan oraciones de otros ausentes de Dios MARTA.— Duérmete, Jesús. MARÍA.— ¿Por que llegaremos a viejos los pobres? SAMUEL.— (Sale a la puerta del castillo y mira ávido el campo en soledad, el cielo nuboso, el po-blado orlado de luces. Luego en-frenta con la tapada puerta del camposanto) ¿Como será la no-

chebuena de los nuestros? ¿Habrá alegría en la nochebuena del más allá? Las eternidades no tendrán tasa; todo será conmemoración, fiesta de igualdad y de amor. Hace frío, entraré con la gente. (Internase en el fondo de la forta-leza. Ladra un perro a la silente inmensidad.) MARÍA.—Muérese el niño… MARTA.—Mi hijo se muere.... JACOB.—Callad no gritéis, no lloréis… ¿No oís el toque alegre y revoltoso de las campanas? Na-ce Jesús, el hijo de Dios. SAMUEL.—Y muere Jesús, el hijo de María la pobre… MARIA.—Muere el niño... MARTA.—Mi hijo se muere... JACOB.—Callad… SAMUEL.—Ya se mur ió… «Gaudete et exúltate, quoniam merces vestra copiosa est in coe-lis» En la desierta soledad de la mese-ta, sobre el altar de la loma por cuyos profundos tajos deslizanse el Adaja y el Arevalillo, Arévalo enciende su antorcha sobre el ce-lemín y no sobre el candelero a que Jeremías se refiere. Es la vi-da, la vida debatiéndose en el po-blado, consumiéndose incesante bajo la mirada de los cielos sin límites, llenos de eternas sereni-dades.

Julio Escobar Semanario La Llanura

Navidades de 1926

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El olvidado arevalense

Juan Sedeño.

Por N. Hernández Luquero

Del Instituto de Cultura Hispánica

L os pueblos olvidan los nombres de sus emi-nentes figuras con gran facilidad. En nuestra

tierra, el recuerdo del pasado cuenta poco. ¿Quién sabe o quién pregunta, por ejemplo, en Aréva-lo por Gómez Tello a pesar de nombrarse una plaza de la ciudad, en sitio céntrico, con su preclaro nombre? El insigne Juan Sedeño, que rotu-la también una calle del barrio castizo y popular de San Pedro, para los arevalenses de hoy es un desconocido. Y no me refiero só-lo a su personalidad literaria. El nombre, precisamente el nombre que titula la calle situada entre Santa María al Picote y Gar-banza es adulterado por los veci-nos de ellas que en impresos y facturas de los artesanos que habitan en ella escriben calle de Sedeños, como si se tratara de una denominación gremial de tan arraigada tradición española. Las nominaciones gremiales son bella tradición, en efecto, de los callejeros españoles —zapateros, caldereros, trajineros, bordado-res, latoneros, cabestreros...— y a tal grupo o sección de la toponi-mia de las calles y plazas parece que se inclinan los que dicen «Sedeños», sin considerar que a los elaboradores de las prendas de seda no convendría el precitado adjetivo, sino el nombre de «se-deros». Nada de «sedeños», con minúscula, queridos paisanos. Juan Sedeño, arevalense olvida-do, tuvo en su haber glorioso de escritor y poeta, aparte su labor propia, la gesta preclara de verter

al castellano «La Jerusalén liber-tada», de Torcuato Tasso (1587), su riguroso coetáneo. Escribió también en verso «La Celestina», bella transformación poética de la obra genial de Fernando de Rojas, el toledano. «La Jerusalén libertada» fue tra-ducida también, ya en nuestros días, por el Conde de Cheste, don Juan de la Pezuela y Ceballos, en monótonos endecasílabos equiva-lentes a mil ochocientas noventa y cuatro octavas reales, que el ingenioso cronista Luís de Otey-za, ya fallecido, se leyó, asegu-rando que tal esfuerzo de atención serían bien «a liquidar los sesos a la más gorda y a la más dura de las bolas del puente de Segovia dé la ex corte de las Españas». De «La Jerusalén libertada» es protagonista Godofredo de Bu-llón, que por inspiración angélica toma el mando del ejército liber-tador y ordena la marcha en este episodio relevante de las Cruza-das. «Son ya más de seis años que de Oriente el cruzado a las lides ha venido y ha expurgado a Nicea y a la ardiente Antioquia con artes ha vencido. Después contra persiana inmensa gente en batalla campal la ha defendido, ganada ora Tortosa está salvada de la cruda estación la furia brava.» Esta nota semiinformativa y se-mibiográfica, en lo que a lo urba-no se refiere, puede ampliar-s e — ¿y p o r qué no?— di-c i e n d o q u e para llegar a la calle de Juan S e d e ñ o , v i -niendo del ex-tremo meridio-nal del Picote, se deja a dies-t r a ma n o l a p l a z u e l a d e

San Pedro, donde, según viejas noticias, calculo que bien funda-das, vivió la madre de San Juan de la Cruz, ¿soltera, casada, ya madre del mirífico poeta? Juan Sedeño nació en Arévalo, según el historiador de escritores y poetas Nicolás Antonio, bucea-dor en antiguas calendas (el sevi-llano erudito y bibliógrafo, autor de la «Biblioteca vetus et nova», resumen de la historia literaria desde Augusto a 1684), a media-dos del XVI y además de escritor y poeta, fue hombre de armas, sirvió a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdova y vivió largos años en Italia. A Fernández de Córdova, gober-nador de Milán y capitán general de los Ejércitos que guerreaban en la nación antecitada, dedicó la traducción de la «Arcadia», de Sannazaro. También tradujo «Las lágrimas de San Pedro», de Luis Tánsilo, y es autor de la «Suma de varones ilustres», editada en Medina del Campo en el año 1551. J u a n S e d e ñ o f i g u r a e n e l «Catálogo de Autoridades de la Lengua», publicado por la Real Academia Española. No se halla en ningún documento de los fue he podido tener a mi alcance la fecha de su muerte. No así la de Tasso, que vivió de 1544 a 1595.

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La calle de los Descalzos.

invasión francesa, que tantos perjui-cios produjo en nuestro pueblo, se adueñó de los esca-sos efectos que poseían los frailes, e hicieron desapa-recer imágenes, altares y objetos de algún valor.

Huelga decir que la benéfica Her-mandad dio el nombre a la calle, escena-rio el pasado siglo de las encarnizadas pedreas domingueras promovidas por zapateros, hortelanos y cabreros, que provistos de artísticas hondas desafiaban a los mozos de otros barrios. Las peleas duraban hasta conseguir echar a pedrada limpia a sus enemigos, no sin haber re-sultado del cerril combate seis o siete heridos y contusos. También el convento dio el nombre al Arco y al Caño que estaban situados dentro de lo que fue la huerta de la Co-munidad. El Arco todavía subsiste. Descuidada la conservación de la fuente, después del actual abastecimiento de agua, se cegó la rampa y la pileta; se desmoronaron las paredes y se convirtió en un inmundo vertedero lo que en tiem-pos pasados fue sala de espera de apren-dices, maritornes, vecindonas y fogosos enamorados. El caño desapareció totalmente en febre-ro de 1944, y las bolas que le rodeaban están colocadas en la fachada norte del ex convento de las MontaIvas, hoy pro-piedad de don Melquíades Hidalgo, y en el cercado del mercadillo de abastos, adosado a la torre del Salvador. En el solar de las casas que en 1961 mandó construir don Germán Herráz Juárez, y que también perteneció a la huerta del convento, estuvo enclavado el espléndido jardín de don Rubén Varadé, aprovechado el 1888 por don Miguel Tartas García para instalar los famosos “Baños de Tartas”. Don Miguel era médico, de fresca ima-ginación y perspicacia indescriptible; montó en aquel lugar un vistoso balnea-rio; pero las malas lenguas propalaron que no había duchas ni manantial sulfu-roso, y que las aguas ni eran preservado-ras ni medicinales, sino que estaban pre-paradas con caldereta y droga. Ante esta rastrera "propaganda", el señor Tartas no pudo dar cima a sus particula-res pensamientos, y el 1893 se fueron por la borda las bañeras, el gabinete de consultas y el hidroclorato del líquido; entonces, don Claudio Revilla tomó el

local en arriendo, y en él funcionó un alegre merendero, con pisto de escabe-che, blanquillo de Medina y clásico bai-loteo. De aquellas profanas y sucesivas reunio-nes brotó un inesperado teatro, represen-tando graciosas comedias un grupo de aficionados al arte de Talía, que dieron en llamar "La Inesperada", precursora de la Sociedad "La Esperanza". En el número 2 de esta calle nació Ángel Macías Rodríguez, y en el 34 se hallaba el Parador de Canora, acogedor en el pasado siglo de arrieros de recua corta, buhoneros de manga ancha, afiladores mugrientos y cómicos de la legua. Nos dice la tradición que los que más animaban el amigable aposento por su asiduidad y fraseología eran los panade-ros de Moraleja de Coca, aldea segovia-na , conocida aqu í por la de los "panaderos", precisamente por venir a diario seis o siete individuos de boina empolvada, blusa corta rayada, pantalo-nes de pana, faja negra y borceguíes, a vender, a veinte céntimos la pieza de segunda clase y a veinticinco las media-nas de a kilo de primera calidad. Muchos vecinos de Arévalo de la parte opuesta, para ganar tiempo y acortar distancia, van por esta vía a la estación ferroviaria y dan a la calle cierta anima-ción con el desfile de viajeros cargados, con maletas, pero lo que más la anima, lo que más la regocija y emociona son las canciones mañaneras de los primeros días de Junio, canciones ingenuas y ge-niales que ponen una nota desta-cadísima en la alegría del encierro de los novillos.

Marolo Perotas

Cosas de mi pueblo

E s una calle recta, larga, labra-dora y de tristes recuerdos. Comienza en la plaza de Do-ña Ángela Muñoz y termina

en el Depósito de las Aguas. Lo primero que se edificó en ella fue el Hospital de San Lázaro, fundado en el siglo XI por el Rey Alfonso VI para asistir a enfermos que padecían lepra y viruela negra, los cuales eran atendidos por facultativos mahometanos y judíos. Todo era campo, humildad y silencio en derredor del primer hospital areva-lense. La gente de entonces reparaba en los peligros de contagio, y solamente visi-taba el vejestorio casurón los viernes de Cuaresma y el 17 de diciembre, festivi-dad de San Lázaro, día en que el Santo Patrón aumentaba las indulgencias. La acción del tiempo desmoronó el edificio y parte de la iglesia, reedificán-dolo todo Felipe II, a instancia de nues-tro paisano el inquisidor Meléndez de Ungría. Este juez eclesiástico, a mediados del 1588, trajo unos frailes Franciscanos Descalzos y los alojó en unas casas que mandó construir próximas al Hospital de San Lázaro creemos que donde vive hoy el notable pintor Pedro Donis, ce-diendo el Rey "Prudente" a la Co-munidad, y sólo por dieciséis pri-maveras, todas las rentas, reliquias y trofeos del hospital; pero con la condi-ción de que los frailes tenían que aten-der la conservación de los edificios, y q u e e l c o n v e n t o s e l l a m a r í a "Franciscanos Descalzos de San Láza-ro". El dominante y habilidoso duque de Lerma, siendo ministro del indolente Felipe III, mostró predilección por la casa que estamos describiendo, y el 1612 ordenó labrar una magnífica ermi-ta, en la que se veneraban las imágenes de San Pedro de Alcántara y San Pas-cual Bailón. El convento tenía dos claustros, un hor-no, huerta, tejares y otras dependencias; pero era tan pobre, que los Padres se mantenían solamente de las limosnas que les daban los vecinos y de las espe-cies que percibían en los pueblos del contorno por instruir y propagar la reli-gión cristiana. Muchos años vivieron sin más re-cursos que los de la caridad pública, y por si eran pocas sus vicisitudes, la

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