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el boletín nº62

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Domingo 31 de Julio de 2011

Queda mucho por hacerNo te quedes afuera!!

2° Crónicas 7:11

Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y todo lo que Salomón se propuso hacer

en la casa de Jehová,y en su propia casa,fue prosperado.

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por ESTEBAN BORGHETTI

A lo largo de mi tarea pastoral y profesional he encontrado muchas teorías sobre la familia y su funcionamiento. Pero el hallazgo más útil que he realizado para describir de una forma simple y directa el funcionamiento de una familia, lo aportó el Dr. Eric Berne al elaborar su teoría sobre el “Argumento de vida”. Al desarrollar este escrito me gustaría reutilizar las ideas del Dr. Berne y encontrar algunas verdades para aquellas familias cristianas que desean crecer. LA FAMILIA COMO EDUCADORA La Familia es la primera educadora para el niño. La familia tiene el poder de educar, formar y orientar a cada miembro del grupo en lo que considera sano, justo y valioso. Este proceso de educación podríamos pensarlo como un plan o programa, que – a través de la convivencia con sus padres - el niño incorpora durante su infancia, plan que tenderá a dirigir las decisiones más importantes de su vida. Los niños a lo largo de su desarro llo graban dentro de sus cabecitas un “libreto” o “argumento de vida”, como si fuera el guión de una obra de teatro titulada: “Mi vida, qué y cómo hacerlo”. El argumento es un marco de referencia, que sirve para tomar decisiones, proporcionarnos una identidad, cómo pensar, qué sentir, la orientación hacia alguna vocación, el significado de la pareja, una guía en la elección de los amigos, saber dónde se está parado ante una situación, etc. LA INFLUENCIA Este proceso de aprender un “guión de vida” se produce en todo ind ividuo que crezca dentro de un contexto familiar o grupal. Cada miembro lleva dentro de sí un programa que incluye su propio papel a cumplir, y el papel que cumplen todos los demás, incluyendo a Dios. Esta posibilidad de influenciar a nuestras generaciones siguientes es un regalo que Dios nos dejó para ser utilizado en forma adecuada. Lamentablemente el diablo, que conoce esta influencia tan grande que toda familia tiene, se ha empeñado en contaminarla y destruirla… Hoy escucho a muchos oradores hablar sobre influenciar a su Nación, a lo cual adhiero, pero no nos damos cuenta que por delante de nuestras narices, se nos pasa el más potente y grandioso espacio para hacerlo: Nuestros hijos !! Al pensar en esto, toman más fuerza varias verdades de la Palabra. Por ejemplo: Dios hizo que Moisés escribiera un cántico que el pueblo de Israel o iría por generaciones. Su Palabra debía ser transmitida de boca en boca y de generación en generación. Es que no existe otro lugar más poderoso para “marcar” –tanto para bien como para mal- a un niño, que el núcleo familiar. SUPLIR NECESIDADES Una de las funciones primordiales de la familia es darle a cada miembro lo que necesita para avanzar: educación, amor y seguridad en las áreas física, intelectual, social y espi ritual. Ahora bien, cuando existen necesidades insatisfechas en la historia de uno o varios integrantes, la familia tratará de satisfacerla. En una familia donde faltaron

bienes materiales, hubo hambre o no completaron sus sueños, podría ser que todo el “guión” esté basado en reparar esta vivencia, desarrollar un ojo crítico muy especial sobre las posibles si tuaciones de pérdida o frustración. Para suplir las insatisfacciones de esa historia se crean roles disfuncionales en relación con las necesidades o deseos actuales de los miembros de la familia. Entonces, los padres miran a sus hijos como aquellos que harán lo que ellos no pudieron hacer; ven en sus hijos la satisfacción de sus frustraciones. A través de su descendencia tratarán de imitar o complementar sus aciertos o sus errores. Es así que se crían: “mi hijo el doctor”, “yo no pude pero mi hijo sí lo hará”, “vos no tenés que repetir la historia”, “a mi no me pasará lo mismo”, “yo no voy a hacer como hicieron conmigo”; no porque sea lo que Dios planeó para ellos, sino porque suplen o complementan la necesidad de otros. LA MADUREZ Hay argumentos potencialmente útiles, y los hay destructivos. Hay aspectos de nuestros argumentos familiares muy buenos y dignos de ser transmitidos a nuestros hijos, y otros que deben ser cortados en nuestra generación. Sólo aquel que toma conciencia de su argumento familiar y lo lleva a los pies de Cristo, podrá reformularlo en función del propósito por el cual Dios lo creó, y así influir a sus hijos en libertad. Todos vivimos inmersos en un argumento familiar; así hemos sido criados. Pero al entrar en la madurez emocional, será nuestra responsabilidad chequear dicho argumento. El conflicto que se plantea a esta altura es saber qué parte de nuestro argumento es útil y qué parte no lo es. ROLES En el argumento existen roles. Estos serán como los personajes de una obra de teatro - la vida -. Los perseguidores, salvadores, víctimas; los buenos y los malos; los honestos y deshonestos; genios y estúpidos; los exitosos y los fracasados; los responsables e irresponsables. Normalmente están polarizados, como en el pensamiento de un niño dicotómico, en: todo o nada, blanco o negro, bueno o malo. Por eso digo que estar en el argumento sin reformularlo, es estar en una etapa previa a la madurez emocional, en donde se comienza a convivir con lo gris, donde no es todo bueno o malo, sino que puede ser bueno con cosas malas y blanco con aspectos negros. Es así que antes de los ocho años los niños asimilan, por imitación o complementación de las figuras parentales, los roles que luego tenderán a actuar. Se aprenden en la infancia, se ensayan en la adolescencia y se actúan en la adultez. La potencia del argumento es que pueden cambiar los actores, pero los roles se mantienen y se reproducen. MANDATOS. Cada personaje tiene “mandatos” que cumplir, un guión que seguir. Este fue grabado por imitación de los que nuestros padres hacían, o complementación de los que ellos no hacían. Estos mandatos tienden a influenciar los diferentes aspectos de la vida

como vivir, crecer, pensar, sentir, disfru tar, ser uno mismo, hacer, tener éxito, elegir su trabajo y pareja, etc. El argumento de vida está sostenido por “mandatos parentales”, mensajes generalmente no verbales y no coincidentes de los familiares u otras figuras parentales tempranas. Mandatos como “no vivas”, “no crezcas”, “no pienses”, “no sientas”, “no disfrutes”, “no seas tú mismo”, “no hagas”, “no me superes”, “no logres”, etc. Estos fueron a su vez “programados” por sus padres o sustitutos. Debido a esto el argumento debe estudiarse por lo menos en tres generaciones. Como dije, el argumento es una cuestión familiar, grupal. Cuando alguien sale de su argumento, el grupo familiar de origen o su nueva fami lia buscará por todos los medios inducirlo a volver al argumento grupal. Cuando nos decidimos a sali r de nuestro argumento nos encontraremos con dos grandes “gigantes” a vencer: por un lado nuestra propia resistencia al cambio, y por otro lado la resistencia de la familia. LA FAMILIA COMO SISTEMA Para entender esto un poco mejor, me gustaría ver a la familia como un sistema y así decir alguna de sus propiedades. En la segunda parte de la definición de la teoría general de los sistemas dice: “La variación en uno de los elementos del sistema, produce la variación en el resto”. Existe una tendencia en los sistemas a mantener el equilibrio o homeostasis. Un ejemplo típico en la física es el del termostato de la caldera. El mismo está regulado para cierta temperatura, y las fluctuaciones por debajo de ella activan la caldera hasta corregir la desviación en el retorno de la temperatura al rango calibrado. Las familias en general, como otros sistemas, tienden a mantener el equilibrio, lo cual no siempre significa que esto sea saludable. Hay miembros de familias que pagan un precio muy alto por mantener el “orden” o evitar la “ruptura” fami liar. Existen momentos donde cambia la estructura de la familia ; por ejemplo en la entrada o salida de miembros, hijos que se casan, familiares que fallecen, quiebras económicas, divorcios... que implican ciertos grados de transformación, la ruptura del equilibrio preexistente. Cuando al menos uno de los miembros de la familia cambia, obliga al resto de la familia a hacerlo. Esto produce mucha incomodidad y a veces hasta la expulsión del grupo, ya sea en forma visible o en forma tácita. LA FAMILIA SANA Una familia sana alternará entre etapas de equilibrio y de transformación, de acuerdo con sus necesidades evolutivas y lo que el Señor planeó. Mi anhelo es animarlo a usted al cambio. Las cosas no tienen por qué ser como siempre fueron; si lo aprendió así en su casa, piense que tal vez, no necesariamente era una conducta sana, y menos verse en el deber de reenseñarlo a sus hijos. Pase tiempo pensando en su propio argumento y examínelo a la luz de la Palabra y del sueño que Dios le ha dado. Conserve y enseñe aquello que entiende que es útil y productivo. Y con lo que no lo es, procure cambiarlo, por su propio bien y por el de sus hijos.

Tomado de “El Expositor Bautista” - Serie “Familia Sana”

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