bonsái, número 5

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Bonsái Literatura mínima cinco

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Literatura mínima

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Page 1: Bonsái, número 5

BonsáiLiteratura mínima

cinco

Page 2: Bonsái, número 5

Directorio

EditorEs

Miréia AnievaHerson Barona

ConsEjo Editorial

Belinda OrtizGraciela RomeroJezreel SalazarRafael Zamudio

asEsorEs

Alberto ChimalCristina Rivera GarzaBlanca Rodríguez GaonaLiliana Weinberg

ContaCto

@[email protected]

Bonsái. Literatura mínima. Año 1.

Número 5. Noviembre 2011. México.

Bonsái es una publicación electrónica independiente

de periodicidad mensual sin fines de lucro.

El contenido de esta publicación puede ser dis-

tribuido y compartido libremente siempre que se

reconozcan los créditos del autor y de la revista.

Las opiniones expresadas en los textos publicados

en esta revista son responsabilidad exclusiva de

sus autores y no representan necesariamente el

criterio de Bonsái y sus editores.

Page 3: Bonsái, número 5

Hay palabras que tienensombra de árbol.

Vicente Huidobro

Page 4: Bonsái, número 5

TUITS

El tiEmpo y sus lugarEs gEométricos, 12Iraí G. Hernández

yo soy, 23Hilda Acevedo

Nada, 34Aleida Belem Salazar

CUENTO

a puNto, 7Ana Barrera

idENtidad, 14líNEas, 15Antonio Sonora

tú lo quE quiErEs Es quE rEcuErdE al tigrE, 27Marcos Jávega

la vENgaNza dE uN coro, 38Gabriel Rodríguez Liceaga

EscalEras abajo, 46Eleazar Martínez

Contenido

Page 5: Bonsái, número 5

POESÍA

éstE Es El primEr libro Escrito dEsdE El Futuro, 31utopía, 32mEgatEmplo, 33Alan Mills

sEré los coyotEs quE irrumpEN dE NochE, 40acá doNdE lluEvE, acá abajo, EN la corriENtE dE EstE riachuElo FiNo, 42dEspErtamos taN lEjos, 44Bernardo Gamboa Sánchez

guErra, 52Michel Yammine

ENSAYO

microENsayos ii, 19Jezreel Salazar

POESÍA

visióN, 10rEFlExióN, 11Pedro Poitevin

la máquiNa autobiográFica (FragmENtos), 16googlEarla años dEspués (new spleen), 17Daniel Saldaña París

Page 6: Bonsái, número 5
Page 7: Bonsái, número 5

Ana Barrera

a puNto

Quien dijo que no, nos había mentido: el ombligo era el cen-

tro del mundo. No sólo el centro sino el inicio. Después de

él, estaba tu cuerpo expandiéndose sin cuidado alguno hasta

formarte. En un primer momento parecías eso —pregún-

taselo a tu padre— un ombligo; pronto te convertiste en otra

cosa, algo no muy reconocible, un desacato que provocaba

mantener los puños cerrados y el pecho a punto de estallar.

A punto. Nunca pasaba nada. La vida era la espera de que

tomaras alguna decisión, alguna apuesta, algún sentido, re-

ligión, dios, alguna forma.

Había veces que te encendías terriblemente y tu padre

se acobardaba y corría pero antes de esconderse ya te habías

colapsado, desaparecido, cual agujero negro, y volvías a ser

un ombligo flotante, muy callado, pueril, agradable. El mejor

adorno de la casa, porque en torno a ti se olvidaba uno de

cualquier cosa, hasta de sí mismo, y así, alrededor tuyo uno

podía bailar, dormirse; al despertar tú ya te habías movido

de sitio. Nos fuimos acostumbrando a esa mediocridad, luego

resultaste imprescindible, pero tomaste el mal hábito de irte

haciendo pequeño como los niños, luego callado y por último

7

CUENTO

Page 8: Bonsái, número 5

invisible.

Olía a ti. Siempre. Toda la casa era tu olor y por eso

sabíamos si estabas en la cocina, en la sala, si regresabas de

clases. Por momentos a tu padre y a mí nos encendía la an-

gustia, temblábamos, nos mirábamos. Entonces, sin haber

dicho una palabra, nos dábamos cuenta que estabas ahí, olo-

roso, vuelto hacia ti, y nos apresurábamos a echarnos al piso

y dormir para hacer lo propio. Pero nunca pudimos volver a

la calma de tu desidia y ahí estaba tu peste, sin movimiento

e insignificante. Nosotros olíamos, ensanchábamos nuestros

pulmones de tu negligencia y por primera vez te odiamos.

Con el odio aún empuñado y fresco incendiamos la

casa y no saliste, te esperamos afuera mientras veíamos cru-

zar remolinos de fuego en las habitaciones de la casa. Ni el

calor te hizo hablar. Supimos de ti por el humo, era tu olor

limen, como de ninguna cosa. Tu padre dijo que la casa así,

quemándose, se parecía mucho a ti cuando te encendías para

luego abstraerte en un movimiento pequeño que él y yo nunca

entendimos. Seguro pensó que era el mejor momento para

bailar sin acordarse de ti, ni de nosotros; yo lo pensé. Pero

8

CUENTO

Page 9: Bonsái, número 5

ninguno lo intentó. Había calma: te habíamos perdonado. En

lo que a nosotros respectaba, eras un santo, aunque sabíamos

que significarte era la mejor manera de matarte.

9

CUENTO

Page 10: Bonsái, número 5

Pedro Poitevin

visióN

Una navaja, un sobre y una carta,

un aguijón y un óvalo en el pecho,

la convulsión de un pez fuera del agua,

un hombre derrumbado sobre el lecho.

Una ventana, una mujer morena,

el filo de sus ojos tras el vidrio,

un tren a punto de partir, la escena

efímera de un rayo entre los lirios.

Una sonrisa, un sable entre las nubes,

la luna verdadera en la montaña,

la ráfaga que viene de la cumbre,

la hierba y el fulgor de la guadaña.

10

POESÍA

Page 11: Bonsái, número 5

rEFlExióN

Un espejo de tiempo es la membrana

que siempre nos separa y nos congrega:

es una simetría en que el abismo

se dobla contemplándose a sí mismo,

y un plano en que la luz que no nos llega

se escapa cual cruzando una ventana.

11

POESÍA

Page 12: Bonsái, número 5

Iraí G. Hernández @_manchas_

El tiEmpo y sus lugarEs gEométricos

1. A estas alturas me pregunto, ¿a qué distancia estará el abismo?

2. Tocar fondo para tener los pies bien puestos sobre la tierra.

3. Perdí mi tiempo y lo encontré en un libro.

4. Contar historias para matar las horas que no cuentan.

5. Tan lejos estás que si huyera de ti, nos acercaríamos.

6. En las pupilas no, porque me dilato.

7. Combinar mis palabras en como sonidos. Sonidos que son

ondas. Ondas que interfieren. Interferencia destructiva. Pa-

labras anuladas. Silencio.

8. Sostengo un silencio con la punta de la lengua.

9. Voy a hablar mucho para que nadie sospeche lo que callo.

10. Las palabras son los nombres de las cosas.

11. Los sonidos son silencios que se visten.

12. Dudar de todo: ser frontera de certezas.

13. Mis dudas son un simulacro de deseos.

14. Aspirar a estar a pesar de ser. Ser, muy a mi pesar.

15. Conozco a la que buscas. Me gustaría hablarle de ti mien-

tras me peina en su reflejo y nos ignora.

16. Abrir y cerrar los ojos para hacer a la vida intermitente.

17. Caminar al azar para nunca perder el rumbo.

12

TUITS

Page 13: Bonsái, número 5

18. Haré hasta lo imposible, pero nada más.

19. No lloro porque ya llovió y sería redundante.

20. Quemar las naves, estando abordo.

21. Quiero escribir, pero me salen sumas.

22. El problema de los triángulos amorosos es que no son

equiláteros.

23. Descubrir con la métrica de una sonrisa, otra geometría

del espacio.

24. Vista desde el pasado, la línea parece punto.

25. Tanta física por todos lados y con un poco de química nos

conformamos.

26. La luz no se crea ni se destruye, solamente se hace

sombra.

27. Culposiénteme, placerízame, afirmámame, gozamíname,

pervertirízame, ámame.

28. ¿Qué pueden saber ustedes de energía si se crean, se

destruyen y nunca se transforman?

29. Sé lo que piensa el espejo cuando veo sus reflexiones.

30. Vine a callarme y todos escucharon.

13

TUITS

Page 14: Bonsái, número 5

Antonio Sonora

idENtidad

Ninguna ciudad cuenta con un mapa de sí misma. No hay

tiendas, ayuntamientos, oficinas de turismo que ofrezcan una

publicación donde los ciudadanos puedan ver la fiel lo-

calización de sus plazas, calles, jardines y cementerios. En

cambio, proliferan detallados mapas de otras ciudades lejanas,

las más de las veces inalcanzables.

Una interpretación de esta regla dice que el verdadero

mapa de la ciudad se lleva en el corazón de cada hombre que

la habita, por ello para todos es única y distinta: la ciudad se

transforma en los ojos de quien la mira y la recorre. El mapa

de la ciudad debe ser una hoja en blanco o, al menos, una

página lista para escribir sobre ella y hacer que los lugares

aparezcan.

14

CUENTO

Page 15: Bonsái, número 5

líNEas

Las líneas de una mano pensaron que sería maravilloso

escapar de la palma y confundirse en el mundo. Una de las

más profundas brincó en la playa y se convirtió en un trazo

del agua, en la marca de un barco, en la cicatriz de un pesca-

dor. Otra, larga y casi invisible, gustó de cubrir los cristales

desde donde la gente mira caer la lluvia, las sábanas de los

dormitorios, las arrugas que deja el insomnio.

Algunas más, innumerables y pequeñas, salieron a las

calles y cubrieron las aceras, los parquímetros durmientes,

los puentes donde camina la tarde. Algunas, crueles y violen-

tas, fueron una línea de sangre, la frase final de una nota

suicida, la sombra en el rostro de un asesino.

Cuando el hombre abrió sus manos, vio que en ellas

no había marcas. Antes de que pudiera gritar de espanto,

una línea furtiva le cubrió los labios con un hilo de silencio.

15

CUENTO

Page 16: Bonsái, número 5

Daniel Saldaña París

la máquiNa autobiográFica (FragmENtos)

Guardo en mi escritorio las velitas de un cumpleaños fallido.

No fallido en el sentido de que la festejada haya escapado al

paso inexorable de los días, sino en otro sentido, que de pronto

me da pereza precisar. No hay por qué llevar las cosas hasta

el final en un poema. A veces basta con dejar caer las frases

como quien filtra un rumor incómodo en un universo

cerrado. Unas velitas manchadas de pastel al fondo de un

cajón. Una risa de mujer enfrentándose a otra risa de mujer

durante un paso de baile. Alguien que mira desde una ven-

tana en un cuarto piso. Y nada más eso, de momento.

§

A veces me da miedo pensar que todo lo que nos queda en

común son unas cuantas palabras y el consumo paralelo de

benzodiazepinas. Y sin embargo, por esas pocas palabras val-

dría la pena aprender a hablar otra vez desde el principio.

Larva, pupa y ninfa son estados del desarrollo de una plaga.

16

POESÍA

Page 17: Bonsái, número 5

googlEarla años dEspués (new spleen)

Ella en una animación de stop motion, fumando con una

boquilla que más que elegancia le confiere perversidad.

Ella, nuevamente animada, sobre un suelo de baldosas que

podría ser el suelo de baldosas del departamento donde mi

abuelo conoció el prurito del sexo, y de hecho es ese mismo

suelo de baldosas, ahora lo sé. Su pelo tiene basura y resplandor

a partes iguales, como sucede con todas las cosas que en

un primer momento parecen llamadas a estar siempre al

alcance de la mano. Un texto de ella en donde aboga por la

educación no formal, de carácter filosófico, y propone un

campamento de verano en el que se anime a los niños a:

1) grabar sus experiencias en audio mediante el uso de una

“cassette”, 2) emprender recorridos por el campo y jugar

con mapas, 3) convertirse en “expertos del cuerpo”. El úl-

timo punto me parece el menos claro, pero en todos detecto,

o quiero detectar, huellas o indicios de la persona con la que

viví durante dos años (nada me asegura que efectivamente

se trate de la misma). Ella en lo que parece ser un concierto

de rock, pero vestida a la usanza folclórica y dando alaridos

por el escenario; se cae. Su nombre en listas aleatorias: de

17

CUENTO

Page 18: Bonsái, número 5

estudiantes, de participantes en una asamblea popular, de

firmantes de una carta en contra de la reubicación de una

librería que alguna vez visitamos juntos y que a mí ha deja-

do de importarme hace ya tiempo. Su nombre con el orden

erróneo en los apellidos. Su nombre en las listas electorales

de un distrito de Texas. Su nombre entre las concursantes

de un certamen hípico en Pomona. Su nombre con modifi-

caciones o en contextos imposibles conforme pasan y pasan

más páginas de resultados. Finalmente, otros nombres.

18

POESÍA

Page 19: Bonsái, número 5

Jezreel Salazar

microENsayos ii

tímpanos sin músiCa

Las megalópolis cancelan la regeneración de ciertos mitos.

Por ejemplo, en la Ciudad de México. Cada vez que llueve

demasiado y el DF recupera su origen lacustre y los autos

semejan navíos atascados en medio de su frenesí, ellas, desde

sus islotes hogareños, recobran las escamas, desvarían, liberan

sus cuerpos voluptuosos y entonan cantos de reminiscencias

marinas (que se confunden con el bullicio del estruendoso

aguacero), mientras ellos se sientan tras el volante, con sus

oídos aturdidos, en espera de que escampe para poder meter

primera y llegar a casa, donde no hay un solo ser mitológico

que aún los haga delirar.

Contra los rEzos

Creemos tomar decisiones en función de nuestros anhelos y

19

ENSAYO

Page 20: Bonsái, número 5

de los límites que el mundo les impone, en función de nuestras

convicciones y el contexto que las hace posibles. No obstante,

rara vez esto ocurre realmente, pues no consideramos que

el mundo todo el tiempo se agiganta o se estrecha, como si

fuese un mapa cuyas fronteras estuviesen en constante dis-

puta. Esto, por supuesto, reduce o amplía la posibilidad de

cada uno de nuestros actos —¿para bien o para mal?— pero

eso es algo que no tomamos en cuenta: cuando hemos se-

ñalado una meta, no hay excusa que detenga nuestro afán de

alcanzarla. Así, resulta contradictorio que cada vez que los

límites de la realidad se reducen, sigamos sosteniendo los

propios deseos en contra de su realización posible. Se trata de

un velo minúsculo que se expande hasta tapiarnos los ojos.

Este mecanismo, que algunos han llamado ‘negación’, con-

siste en multiplicar las ambiciones de manera inversamente

proporcional a la efectividad de sus resultados. Por ello Óscar

Wilde escribió que “cuando los dioses desean castigarnos,

responden a nuestras oraciones”. En esta paradoja se enfren-

tan la esperanza y la impotencia cotidianas, es ahí donde se

juegan las frustraciones y las utopías que la vida nos prepara

20

ENSAYO

Page 21: Bonsái, número 5

a diario. Todo esto, por supuesto, no lo explica ningún manual

de autoayuda.

no haCEmos lo quE amamos

Me la he pasado fuera todo el día, pero he llamado a casa

múltiples veces, pensando en cómo me encantan los espacios

interiores. En mi mente, los recuerdos de mi cuarto se multi-

plican. La calidez de las sábanas, el pulso del control remoto,

aquella mancha que habita un rincón de la pared. También

he pensado mucho en mis gatos: sus juegos solitarios con la

nada, las horas que pasan en estado hipnótico, los sueños

que tienen cuando no duermen. Al encontrarme a otros, les

he preguntado por sus casas, sus vergüenzas, sus íntimas

convicciones. Sentado al volante, he pensado en el resguardo

que trae consigo el automóvil, el aislamiento que nos otorga

frente a los otros, la cápsula de acero que nos retiene dentro y

21

ENSAYO

Page 22: Bonsái, número 5

nos defiende del peligroso exterior. Así, me ha atacado un an-

sia súbita por llegar al espacio más espiritual que poseo: mi

diario, con todas esas palabras que me resguardan y ocultan,

todo ese material de la memoria que, acumulado, ya no me

dice quien soy. Me encanta mi hogar. Tengo mucho tiempo

sin habitarlo.

22

ENSAYO

Page 23: Bonsái, número 5

Hilda Acevedo @MerlinaAcevedo

yo soy

1

Como la lluvia escribe en la hierba

y el viento erosiona la piedra;

tu voz me sabe.

Soy hoja suelta ondulando en el aire.

2

Lo que late en mi pecho es tu voz.

Es el viento que lleva la hojarasca,

el agua que se sale de su cauce,

la seda de mis pétalos abiertos.

3

Quiero cantar con las piedras del río,

hacer nidos con el eco del agua

y dejarme crecer las aves.

4

Soy este viento y su rumor de río

agitado contra las piedras:

23

TUITS

Page 24: Bonsái, número 5

agua que ondula y se desborda,

y tierna calma.

5

Estoy parada frente a mí en la orilla.

El agua corre sobre mi reflejo.

Soy un puente que flota en el río.

6

Yo solo existo

cuando ella me mira

en el espejo.

7

Los árboles más viejos

han visto nacer al viento

de las alas de un pájaro.

8

Árboles verdes

24

TUITS

Page 25: Bonsái, número 5

los vasos capilares

del azul hondo.

9

Late la piedra

bajo la piel del río.

Corren los peces.

10

Un tren cruza la noche

por la orilla del aire,

llenando de sueños

los insomnios.

11

El silencio está lleno de pequeñas voces que aún no alcanzan

el timbre.

12

No sé si yo pongo palabras en tu boca o tú en mi cabeza.

25

TUITS

Page 26: Bonsái, número 5

13

Un día voy a cerrar los ojos y te voy a dejar afuera.

14

Me cuesta mucho esconderte de mí.

15

Una hoja en blanco es el espejo de la voz.

16

Necesito que me mires para salir del espejo.

17

Necesito un sueño del que no te caigas cuando me levanto.

18

Un poema es la medida de las posibilidades.

26

TUITS

Page 27: Bonsái, número 5

Marcos Jávega

tú lo quE quiErEs Es quE rEcuErdE al tigrE

Que ya esté en marcha el acto y que yo llegue apresurado y

tenga que abrir la puerta del auditorio con cierto miedo a

entrar de cara al público me resulta algo tan habitual que

hace tiempo aprendí a reírme de esa angustia, de ahí que

entre mi risa absurda y mi miedo auténtico me estuviera

columpiando como cuando de niño daba toques a una pelota

de papel de plata convencido de que no había tanta diferen-

cia entre el envoltorio de mi bocadillo y el balón oficial del

Barça, sin pensar ni un segundo en lo desconocido ni en la

miseria, ni en la miseria de lo desconocido ni en lo descono-

cido de la miseria, en el momento en que abrí la puerta del

auditorio, si bien es cierto que al público no alcancé a verlo

por culpa de la ducha de luces blancas, rojas y azules con la

que me rociaron los focos, era consciente de su presencia, in-

capaz de determinar su número pero sí su expectación ante

la escena, un antiguo jefe o profesor de una vieja asignatura

totalmente borrada de mis recuerdos me pasó su mano de

lija por el sudor de mi nuca, yo sentí una grima eléctrica y

él me formuló una pregunta a través de un micrófono que

llevaba sujeto de la oreja a la boca: «¿Recuerdas cuando te

27

CUENTO

Page 28: Bonsái, número 5

llevaron a ver el tigre?», yo no recordaba haber visto nunca

un tigre, ni siquiera sentir el más mínimo interés por los

safaris, la zoología de fieras en cautiverio, ni nada parecido

a los tigres reales, de ahí que enseguida pensara en los tigres

de la literatura, así fue, tigres de libro que en principio me

llevaron a descartar a los tigres de cine que también venían

a mí tamborileando sus garras en el parquet del auditorio

pero que desaparecían justo al atravesar el campo de luces

azules, rojas y blancas, supongo que porque llegaban arrastran-

do tras ellos su mundo-circo, y la verdad es que desde la

infancia ya desconfiaba de las gentes del circo, de sus pieles

agrietadas al sol cuando los veías fuera de la carpa, sí, era

ese tipo de niño, siempre excediéndome en los límites de

la percepción, sospechando incluso que aquella vieja expre-

sión lingüística, tan horrenda, que viene a evocar la mala

suerte a través de un empresario circense cuyos enanos asala-

riados cometieron la osadía de crecer, no era más que una

prosaica metáfora sobre una hinchazón en los testículos del

maldito emprendedor al que se le hundió el negocio así que

sí, pensé en los tigres de la literatura, que si el tigre domésti-

28

CUENTO

Page 29: Bonsái, número 5

co de Cortázar, que si los tigres azules de Borges, que si los

tigres de Malasia de Salgari, que si Crouching Tiger, Hidden

Dragon, sí, sí, sí, debo insistir en que los tigres de celuloide

también venían a mí aunque nunca llegaran a rebasar el

negativo fotográfico, «Recuerdo que me llevaron al cine»,

le dije al presentador de la mano de lija, que se apresuró a

replicarme: «Pequeño desalmado», «Pero oiga...», intenté

reprenderle sin éxito pues yo carecía del poder del micro,

«Pequeño desalmado –subió el volumen, pero no se cómo,

tal vez aquel rufián era de los que saben mover las orejas–,

¿tú dónde encuentras consuelo, en la ficción, que es menti-

ra, O EN LA VIDA?», el tipo casi quema los altavoces con

el grito que dio y yo aproveché el estruendo para echar la

vista atrás, no simbólicamente sino literalmente mirando lo

que había a mi espalda y comprobé que había dejado entrea-

bierta la puerta de la entrada, que bien podía ser de salida,

de modo que corrí, corrí igual que una liebre y otra vez la

risa y el miedo bailando en mi cerebro su vals de bodorrio,

de cogorza y de pánico imaginando en plena escapada la

fábula de la liebre y el tigre, que no sé si existe pero yo la

29

CUENTO

Page 30: Bonsái, número 5

veía posible, y así fue como pude escapar de tanta pregunta

incómoda, microfonada y áspera y luego ya en pleno confort

la encargada de la biblioteca me susurró que la conferencia

que yo buscaba no se impartía en el auditorio sino en una

sala pequeña, al fondo, a la izquierda, «entre, entre, si apenas

vinieron asistentes».

30

CUENTO

Page 31: Bonsái, número 5

Alan Mills

éstE Es El primEr libro Escrito

dEsdE El Futuro

Va reventar como las olas adentro de tus sueños,

No será el mar sino apenas la memoria

De lo que ya no vendrá más.

Y menciono a las olas porque Estas Páginas

Se mueven ahora entre tus manos:

Son como peces anunciando el final de una enfermedad

Que jamás sufriste.

El Futuro es parecido al mar pero con hojas,

Toda nuestra materia corresponde al símbolo negro

Que ahora toca tus dedos,

Una letra besando a otra letra que besa a la otra,

Hasta formar la idea de lo que va a venir.

Nos da miedo, pero ha llegado el momento

De leer este Libro Primero.

31

POESÍA

Page 32: Bonsái, número 5

utopía

Éste es el poema que me pediste que no te escribiera:

Es verdad que habría sido más fácil

Dejar a la perfección actuando como un espejo

Frente a tu rostro,

Pero ahora lo estoy escribiendo,

Y sólo me queda pedirte que lo olvides

Cuando llegues al punto final,

Es más hermoso lo que no se podrá ver,

A esto algunos le dicen Utopía,

Una palabra altisonante cuando no se sabe usar,

O cuando se aparece como una estrella apagada,

En medio de otros versos que desearían brillar

Como la luz del sueño donde estamos juntos,

Leyendo un poema invisible.

32

POESÍA

Page 33: Bonsái, número 5

mEgatEmplo

Una iglesia es una tumba del cielo.

Nuestros vínculos, un accidente,

La historia de lo que vemos,

¿Qué es ahora o qué fue?,

Repetidas redes del hallazgo,

Se desdibujan al iluminarnos,

Que es lo mismo que mirarse

Y ser de frente un ser sin velos,

O con la cera de una vela interior,

Esplendiendo desde la pantalla

Donde se escriben restos de historia,

El deseo del recuerdo no vivido.

El cielo es un jardín que se evapora.

33

POESÍA

Page 34: Bonsái, número 5

Aleida Belem Salazar @aleida_belem

Nada

1. Para escribir nada se necesitan sólo unas cuanta palabras.

Que digan nada. De nada. De ti.

2. Escribir nada sería un asunto de abismos que se alzan en

un cuarto sin ventanas y de puertas abiertas.

3. Pensar en las posibilidades que no van a ocurrir porque

de nada sirve que en estas manos se escriba si no las van a

sostener.

4. Un lugar en ningún sitio. Quedarse inmóvil. Decir: nada.

Y el viento amortiguando el vuelo del ave.

5. Esperar todo cuando terminamos siempre con las manos

atascadas de nada.

6. No saber qué se va a escribir desde el inicio. No saber

nada: un puñado de letras que están por significar. Quizás

todo, quizás nada.

7. Y entonces, cuando por fin ocurra lo que está por ocurrir,

se abrirá un espacio entre la palabra ajena y la propia, le

llamarán: La Nada.

8. Abrir la palabra nada: destriparla, despellejarla, hacer-

la nada. Que sea un eco conteniendo lo que siempre quiso

decir.

34

TUITS

Page 35: Bonsái, número 5

9. Aun cuando no seamos capaces de pronunciar palabra,

eso, lo que no está, hablará por nosotros. De cuerpo a cuerpo.

De nada a nada.

10. Una vez encontrado qué decir nos quedaremos con la

nada haciéndonos mella en la boca.

11. Esa palabra de cuerpo entero que rasga y que al mismo

tiempo cava profundo; de ropas viejas, de modales discre-

tos, de nada.

12. Hasta este punto no se ha dicho todavía ni parte de lo

que nada se quiere decir.

13. Incluso podríamos escribir que no hay nada que escribir

porque se nos han vaciado las manos. Porque la lengua nos

la han castrado.

14. Guardar en una caja la voz. Enterrarla para que no hable

recuerdos. Hacer de cuenta que se ha marchado siguiendo a

aquél que nos dejó nada.

15. Llegar a punto, estar a casi, y aquí exactamente descu-

brir lo que no hay y no habrá: nada.

16. Pero para entonces ya habríamos recorrido kilómetros,

recortado puentes, desgastado el tiempo, y sin nada…

35

TUITS

Page 36: Bonsái, número 5

17. …nos miraríamos asustados al espejo. Acobardados.

Llenos del miedo que se siente por uno mismo. Ensuciados

por nada.

18. El hastío que simula ser nada todo el tiempo.

19. Es este instante donde empezamos por escribirle a la

trágica Nada.

20. Usted va a terminar de darse cuenta que las palabras

que lee hasta ahora no tienen ningún sentido. Que no hay

nada.

21. Al morir, cuántos no desearán que su epitafio diga: “Aquí

yace lo que nada existió”.

22. La noche está poblada de lo que nada pasó por el día.

Por eso el insomne no duerme, porque intenta construir los

hubiera.

23. Y si quisiéramos inventar una palabra que exprese la

quietud del árbol mientras duerme, escribiríamos “nada” en

el tronco.

24. No porque no haya nada significa que no existan las pa-

labras para desperdiciar ciento cuarenta caracteres.

25. Del mudo hay que aprender que nada está dicho.

36

TUITS

Page 37: Bonsái, número 5

26. La espera es sentarse a ver cómo nada aparentemente

transcurre. Las horas líquidas absorbidas por el tiempo. Así

como si nada.

27. Para viajar sólo necesitamos de la existencia, de una

maleta vacía y de un libro que no tenga nada escrito.

28. El desierto es una enorme hoja polvorienta donde la

Nada es siempre el inicio de la historia.

29. Estas palabras dirán: “Aquí no ocurrió absolutamente

nada”. Y se van a ir como dejando partecitas de ellas.

30. Como dejando piedras para regresar por donde vinieron.

De la nada.37

TUITS

Page 38: Bonsái, número 5

Gabriel Rodríguez Liceaga

la vENgaNza dE uN coro

El Rey es un estrafalario. Ordenó que sembraran árboles en

cada una de las naves de su flota para que las raíces beban

mar y en las ramas les nazcan frutos de agua. También ha

decretado que cualquier alma con la mano ducha para el

dibujo debe enfocar el total de sus esfuerzos en reproducir al

papel cada una de las formas que adoptan las nubes. Mandó

castrar —no sólo de los testículos, como es costumbre, sino

del miembro en su totalidad— a los varones nacidos en día

de Saturno. Yo formo parte de ese experimental coro de cas-

trados. Mi voz es la de un bendito. Mi condena es cantar

para un monarca insatisfecho y despiadado. Su majestad

utiliza los perfumes más dulces y perdurables para aroma-

tizar los ataúdes de sus amantes, por él asesinadas. Su secta

de soñadores pierde integrantes cada vez que es amenazado

por la pesadilla en que se le caen las muelas. La lista de

excentricidades es extensa y vigente.

Hace poco llegaron dos sastres al imperio. Le han

confeccionado un traje hecho con tela invisible. Conten-

to, se pasea por todo el castillo exhibiendo sus grotescas

e hinchadas carnes. Los castrados apretamos los dientes y

38

CUENTO

Page 39: Bonsái, número 5

conspiramos en su contra mientras observamos su miembro;

siempre erecto, poderoso y saciado. Aparece el emperador

y lloramos amargas lágrimas tan invisibles como el paño

mágico.

Nunca perderá los dientes el Rey. Nunca. Sonriendo

será recordado. No existen los frutos de agua ni tampoco

hay en el firmamento una nube con la forma de su rostro y la

naturaleza de los cadáveres es heder. ¡Demonios! Tampoco

existe tela invisible alguna.

Los castrados jamás tendremos nuestra venganza. 39

CUENTO

Page 40: Bonsái, número 5

Bernardo Gamboa Sánchez

sEré los coyotEs quE irrumpEN dE NochE

me dejaré llevar por el silencio

me dejaré arrastrar por el viento y en pleno torbellino

iniciaré una batalla

me afirmaré en la negación

me dejaré seducir por los irracionales

y me pegaré un tiro

me cabalgaré el corazón en pleno incendio

y dejaré de podarme las hierbas

convertiré en vaciadero mi cuerpo

confundiré a propósito las intermitencias

galoparé y tiraré de mis ojos

camuflaré al sol con estos destellos

y decididamente

desterraré al pánico de mis lagunas

seré el cadáver que siempre has buscado

seré los coyotes que irrumpen de noche y en medio del terremoto

te plantaré un beso

me dejaré vencer por los jardines

y cuando pase la oscuridad

y todo amanezca regado por los pasillos

40

POESÍA

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y las paredes se llenen de grietas

y no quede rastro de sangre

y nadie se acuerde de nada

me dejaré arrastrar por el viento

seré el nómada que siempre he sido

41

POESÍA

Page 42: Bonsái, número 5

acá doNdE lluEvE, acá abajo, EN la corriENtE dE EstE riachuElo FiNo

moriremos de una forma terrible

lo sé

lo vislumbré la otra noche

moriremos de ausencia

y eso nos embeberá como un falso fondo

quiero decir

nos chupará la sangre

habrá un derrumbe súbito

y un desamor insoportable

los libros no sabrán explicarlo

abriremos los ojos

y enseguida nos acosará la rabia

nos hallaremos imbéciles

los caminos se llenarán de animales que guardarán cierto

[parecido con los venados

nos guiaremos sin instrumentos

brillará el plancton sobre la superficie

y no quedará otra cosa que el grito

el grito de un gallo quieto

desesperantemente quieto

42

POESÍA

Page 43: Bonsái, número 5

atado por la pata derecha a uno de esos postes que son sólo postes

y que no sostienen absolutamente nada

43

POESÍA

Page 44: Bonsái, número 5

dEspErtamos taN lEjos

despertamos tan lejos

insoportablemente indolentes

ávidos de hundimientos

y con poquísimas ganas de que nos quieran

que no nos quieran

no nos gusta nada

no queda nada

de donde sujetarse

despertamos de milagro

en estado salvaje

solitarios en las cavernas

rugiendo

escupiendo un poquito de un algo

sangrando por todas partes

en la podredumbre

putrefactos

mandíbulas apretadas

y el corazón endurecido

despertamos donde se pueda

con quien se pueda

44

POESÍA

Page 45: Bonsái, número 5

abismados

profundamente abismados

despertamos apenas

tan de a poquito

que casi

ni lo notamos

despertamos enfurecidos

sin referentes

de cómo ha sido

díos mío

que hemos llegado

hasta aquí

despertamos malditos

claro

con las heridas abiertas

directamente

en la pesadilla

45

POESÍA

Page 46: Bonsái, número 5

Eleazar Martínez

EscalEras abajo

Manuel pasó a la barra y pidió una cerveza, luego se instaló

a la mitad del pasillo principal. A pesar del denso humo que

había, se podían observar, también por el pasillo, las escaleras

que subían hacia la entrada y la iluminación amarillenta del

exterior.

El antro se llamaba El Sótano. Había llegado ahí de la

misma forma en que semanas antes había llegado a la ciudad:

solo y preguntando. Venía de Matehuala a San Luis Potosí

exclusivamente a trabajar. Ésta había sido su primera sema-

na como obrero en una construcción. Era viernes y recién le

habían pagado, por lo que decidió salir un rato.

Lanzó una mirada a la pista, las mesas y sus bancos de

madera desgastados. Todo ocupado. No esperaba a nadie,

así que sin demorar llevó el líquido directo a la garganta.

Una gota oscura le recorrió la comisura del labio y la recogió

con el dorso de la mano.

Gente había mucha. Mujeres, sobre todo. En la pista

había parejas moviéndose y bailando. Las luces de colores

trepidaban y los reflectores apuntaban a un lado y a otro.

La muchacha de la barra que lo había atendido lucía

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CUENTO

Page 47: Bonsái, número 5

despeinada y con sudor. La miró de lejos. Le estaba pasando

un par de caguamas a una chica de jeans, tacones muy al-

tos y una blusa de tirantes que dejaba notar lo que apenas

eran sus senos: un par de prominencias mínimas, escasas.

Más abajo, el bulto del estómago se escurría por encima del

botón del pantalón.

La chica pagó las cervezas y cruzó frente a Manuel sin

mirarlo. Se detuvo a dos mesas con un grupo de amigas que

rondaban la misma edad de él, 23, 25 años. A excepción de

una que se veía mayor; rubia, cabello chino y de 40 años

cuando menos. La chica con blusa de tirantes le pasó una

botella a una compañera y la otra la conservó, sólo para dar-

le un trago y dársela a otra muchacha. La compañera hizo lo

mismo.

La música pasó de norteñas a boleros y algunas parejas

dejaron la pista para sentarse en la mesa que estaba entre el

grupo de muchachas y él. Miró alrededor y luego se colocó

en una mesa a la derecha. Puso la cerveza sobre una servilleta

y se sentó en un banco de madera que temblaba. Tenía una

pata más corta que las otras.

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CUENTO

Page 48: Bonsái, número 5

Al fondo del pasillo no llegaban del todo las luces de

colores. Entre penumbras, dos chicos delgados con playeras

muy ajustadas se acariciaban, luego parecían discutir, alzaban

la voz y gesticulaban. Después se volvían a acariciar. Uno de

ellos derramó la cerveza. Ambos rieron y se besaron. Tam-

baleantes, dejaron la mesa y se perdieron entre el gentío.

Un hombre se le acercó, y con aliento alcohólico y

mirada lenta le puso una mano en el hombro.

—Te gusta mi amiguita, ¿verdad?

Manuel no supo qué responder. El hombre vestía una

camisa de cuadros rojos con grises a medio abotonar. En el

hueco que se dilucidaba del pecho, entre vellos retorcidos y

la piel oscura, le escurría una delgada gota de sudor. Se le

aproximó aún más.

—Te la voy a presentar. Nomás para que la conozcas,

te la voy a presentar. ‘Ira, ven.

El desconocido enfiló al baño, al fondo del pasillo, tras

la mesa donde había estado la pareja de chicos. Al abrir la

puerta, una luz color rojo se asomó y le iluminó brevemente

el rostro descompuesto y arrugado.

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CUENTO

Page 49: Bonsái, número 5

Manuel dio otro largo trago y dejó en la mesa la botella

vacía. Jugaba con la servilleta húmeda y con la etiqueta de

la botella hecha trizas sobre la madera barata y raída de la

mesa. Miró alrededor. Movía el pie derecho en el aire. El

banco seguía temblando.

Se puso de pie para ir a la barra. Esquivaba a quienes

bailaban en la pista cuando se encontró de frente con la

muchacha de cabello chino, la mayor de su grupo, quien

traía dos caguamas. A lo lejos parecía más alta y más rubia.

En el fondo del cabello se empezaba a notar la raíz negra.

La chica entrecerró los ojos y habló arrastrando las

palabras.

—Estoy a una chela de que me la metas en el baño.

Manuel siguió de largo y en la barra pidió una Indio

que bebió apenas se la dieron. Había rozado el cuerpo de la

muchacha. Sus senos eran grandes y caídos. También suda-

ba. Parte del brazo de él estaba húmedo.

Levantó la mirada. En la pista, parejas de hombres y

mujeres bailoteaban estrellándose entre ellos. Ya no sonaban

boleros, sino cumbias. Una canción hablaba de parques

49

CUENTO

Page 50: Bonsái, número 5

llenos de niños y de viajes en veleros; cosas buenas, decía.

Manuel notó que la chica ya no estaba entre la gente, y des-

de la barra no podía ver la mesa de sus amigas.

Cuando regresó a su mesa, ya había dos parejas

ocupándola. Parecían bromear, se reían y manoteaban. Uno

de los hombres puso su botella a altura de la entrepierna y

le hizo una señal al otro. Las mujeres rieron otra vez, unas

risas largas y chillantes.

Se recargó en el muro del pasillo y bebió. En la mesa

de al lado, la mujer estaba sentada en el banco, con las ma-

nos en el aire y moviendo los hombros a la par de la música.

El hombre, frente a ella, le acariciaba los muslos.

A mesas de distancia, la muchacha de cabello chino los

miraba. Cuando los reflectores de colores le daban en la cara,

su frente y sus pómulos salientes brillaban con el sudor. Sus

hombros, trémulos, subían y bajaban con la música, aunque

de vez en cuando se detenía para beber. Luego desviaba los

ojos a otro lugar, al suelo, a la mesa o a la pista, donde sus

cuatro amigas bailaban en brazos de cuatro hombres que se

apuntaban y reían entre sí. La muchacha los veía. Tomaba

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CUENTO

Page 51: Bonsái, número 5

de su cerveza y los volvía a mirar. Luego se movía al ritmo

de la cumbia.

Manuel los observó y también miró a la de cabello

chino. Ella lo vio. Sus miradas chocaron un segundo. Ella

le dijo algo a un mesero y le señaló la mesa y las botellas.

El mesero se sentó en uno de los bancos y cruzó los brazos.

Manuel apuró la cerveza y dejó la botella en el piso.

La muchacha, entre el pasillo lleno de humo y luces

trémulas, caminó hasta el fondo, rumbo al baño de mujeres.

Cuando llegó, sintió la mano de Manuel en la ancha y flácida

cintura. La mano se abrió por completo y la apretó. Al abrir

la puerta del baño, una brillante luz carmín les iluminó las

caras descompuestas y sudadas.

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CUENTO

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Michel Yammine

guErra

Parques a medias con niños visibles;

echados.

Hora de dormir imprevista,

inapelable.

Al columpio sólo le queda el viento manco para volver a las

oscilaciones.

Los recreos nunca fueron tan inmóviles.

Se pensaría que están todos dormidos

sino fuese por las calles con pegotes,

es helado de mora derretido,

todos llevamos cuatro litros dentro.

Insensibilidad que trasciende patrias e invade cuerpos tran-

quilos

para dejarlos más tranquilos que nunca

con ataques que son magia.

Qué habilidad la de volver a madres que corren por miedo

en cuerpos inanimados.

52

POESÍA

Page 53: Bonsái, número 5

Las balas fueron los pinceles que pintaron el pavimento.

Cuando el lienzo es gris la obra es funesta,

el rojo nunca resaltó tanto.

Pintura de rencor,

enemiga de la tinta.

La revolución pálida en entrañas,

la de las hojas en blanco;

no sirvió.

53

POESÍA

Page 54: Bonsái, número 5

Hilda AcevedoMéxico, DF, 1970. Su obra es un collage de las actividades que ha desarrollado a lo largo de su vida: música , ajedrez, pintura y obra gráfica. Ha participado en numerosas exposiciones en México, Nueva York, Miami, Boston, Munich, etc. En 2008 representó a México en Bei-jing, en el Primer Campeonato Mundial de deportes mentales. En 2010 estudió un semestre en SMFA (School of the Mu-seum of Fine Arts) en Boston, MA, con exposiciones colec-tivas. Asistió a la olimpiada de Ajedrez en noviembre de 2010, como capitán del equipo feme-nil en Khanty Mansyisk, Rusia. Actualmente se encuentra estudiando y trabajando prin-cipalmente en obra gráfica, combinando fotografía, im-presión digital y grabado en la Ciudad de México.Ana BarreraGuadalajara, México, 1988. Es egresada de la U. de G. de la licenciatura en Sociología, actualmente trabaja como in-vestigadora. Su trabajo literario puede visitarse en: labernardina.blogspot.comBernardo GamboaSánchezMéxico, DF, 1981. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana

y cursó un posgrado en Estu-dios Literarios en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid. Dirigió el proyecto digital Can-tártica, revista de creación. Ha realizado ponencias, lecturas e intervenciones literarias en diferentes centros culturales. Actualmente trabaja en el Con-sejo Nacional para la Cultura y las Artes.Iraí G. HernándezPuebla, México, 1984. Estudió Física en la tres veces heroica Facultad de Ciencias de la UNAM. Da clases y a veces tuitea. Busca el sentido de la vida mientras estudia cómo crecen las películas delgadas de silicio en los fullerenos. Ama a los ga-tos. No se enamora fácilmente. Algún día será filósofa.Marcos JávegaMallorca, España, 1980. Escri-tor y periodista. Ha publicado relatos en revistas literarias como Bonsái (México) y La Bolsa de Pipas (España), así como en varios fanzines un-derground de Barcelona. Es el autor de Escribidor, blog de narración breve (marcos-javega.blogspot.com). Como periodista, dirigió y presentó el programa cultural “Radio-cassette”, en IB3 Radio. Como diletante, creó la banda de collage musical Rayuela dj’s.

Reside en Barcelona donde, tras licenciarse en Filología y Periodismo, cursa un Máster de creación literaria en la Uni-versidad Pompeu Fabra y escribe su primera novela.Eleazar MartínezMonterrey, México, 1983. Publicista e hiperrealista pop. Cursi de clóset. Rockstar de regadera. Actualmente reside en la Ciudad de México, donde cursa el Diplomado en Creación Literaria Xavier Villaurrutia, del INBA. A veces escribe en comoquierano.tumblr.com. A veces no.Alan MillsGuatemala, 1979. Ha publi-cado 5 libros de poesía y su micronovela lírica, Síncopes, fue lanzada por la editorial francesa Rouge Inside, en el 2010. Parte de su obra ha sido traducida al francés, inglés, portugués, alemán, checo; y aparece en antologías como Cuerpo plural, de la edito-rial Pre-textos, España. Textos suyos pueden leerse en revistas como Humboldt, o Letras Li-bres y en antologías de ensayo como Konfliktkulturen. Texte zu Politik, Gesellschaft, All-tag und Kunst, de la editorial Steidl, en Alemania.Pedro PoitevinFreiburg, Alemania, 1973. Guatemalteco en tránsito.

Colaboradores

Page 55: Bonsái, número 5

Doctor en lógica matemática y profesor universitario en Salem State University, Mas-sachusetts. Sus poemas en inglés han aparecido en Bos-ton Literary Magazine y The Shit Creek Review, entre otras publicaciones, y su libro de palíndromos Eco Da Eco De Doce A Doce fue publicado por Ediciones La Galera en México, D.F. Su cuenta de Twitter es @poitevinGabriel RodríguezLiceagaTepito, México, 1980. Ha es-crito el libro de cuentos El De-monio Perfecto (BUAP, 2008) y la novela Balas en los Ojos (Ediciones B, 2011).Aleida Belem SalazarTorreón, México, 1989. Es-tudió un diplomado de Creación Literaria en la Escuela de Escritores de la Laguna y a la vez está por terminar la Lic. en Administración. Ha publicado en revistas locales, una colom-biana y recientemente en una Antología compartida. Es parte del equipo de la revista/fan-zine literario Palabracadabra. Es muchas mujeres; una de ellas con ojos de mar que nació en el desierto. Aún no sabe qué hacer con su vida pero tal parece que nunca lo sabrá. Jezreel SalazarMéxico, DF, 1976. Es ensayista

y cronista. Su último libro, titu-lado Sentido de fuga, obtuvo el Premio Nacional de Crónica Urbana “Manuel Gutiérrez Nájera”. Mantiene el blog http://jezsalazar.blogspot.com y la cuenta de Twitter @jezsalazarDaniel Saldaña ParísMéxico DF, 1984. Es autor del libro de poemas Esa pura materia (UACM, 2008). Ha colaborado en revistas como Galleta china, Tierra Aden-tro, Luvina, Nerivela, Literal: Latin American Voices y Ga-topardo, entre otras. Participó en el Primer Encuentro Inter-nacional de Poesía de Trinidad y Tobago y en el 6º Foro de Arte Público organizado por la Sala de Arte Público Siqueiros. Ha sido becario del Fondo Na-cional para la Cultura y las Artes y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Poemas suyos han aparecido en Di-vino tesoro. Muestra de nueva poesía mexicana (Casa Vecina, 2008), antologado por Luis Felipe Fabre; Anuario de poesía mexicana 2007 (FCE), y Los más lindos poemas (Mantarraya, 2011). Un ensayo suyo sobre la obra de Gerardo Deniz fue compliado en Deniz a mansalva (FETA, 2008). Ac-tualmente tiene una columna virtual en la página de Letras Libres.

Antonio SonoraMonclova, México, 1979. Autor de los libros de cuentos El dia-rio de los lienzos (ICOCULT, 1999), Piezas para un anticuario (ICOCULT, 2003), Adiós a Ro-camadour (Atemporia/MBP, 2011) y Souvenirs (UA de C, 2011). Premio nacional de cuento corto 2011 de la DGEST. Textos suyos han aparecido en diversos medios entre los que destacan El Norte, La Jornada Semanal, la revista Punto de Partida y el periódico cultural La Manzana. Divide su tiempo entre el trabajo universitario, la lectura, su familia y la es-critura de una novela sobre orquídeas.Michel YammineValencia, Venezuela, 1989. Se considera de boca callada y de tinta habladora. Por fuera es empresario y abogado egresado de la Universidad de Carabo-bo. Ha estado en 7 cursos de idiomas, pero siente que to-davía no domina el castellano. Por dentro es escritor de en-sayos, poemas y narraciones. No abandona la psicología ni la filosofía. Ve a través de la literatura. Se manifiesta con sus letras de vez en cuando en: lucubremos.blogspot.com y asiduamente en su cuenta de Twitter: @micheldice.

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BonsáiLiteratura mínima

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