boom latinoamericano

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Narrativa del Siglo XX. Boom Latinoamericano Cambios en la narrativa del Siglo XX Las rupturas. El boom latinoamericano. Trabajo extraído del texto: "Literatura del siglo XX" Jorge Albistur. Ed. Banda Oriental. 1986 Como cualquier otra manifestación literaria o artística del siglo, la narrativa refleja esa crisis del concepto de “realidad” que se ha visto como común denominador de las nuevas formas creadoras. Naturalmente, subsisten todavía hoy las novelas que procuran ser un reflejo lo más fiel posible del mundo circundante, pero lo corriente es que el narrador busque objetivos muy distintos de los que se agotan en describir lo que puede verse cotidianamente. Cortázar decía: “Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al género llamado fantástico por falta de mejor nombre, y se oponen a ese falso realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y explicarse como lo daba por sentado el optimismo filosófico y científico del siglo XVIII, es decir, dentro de un mundo regido más o menos armoniosamente por un sistema de leyes de principios, de relaciones de causa y efecto, de psicologías bien definidas, de geografías bien cartografiadas. En mi caso, la sospecha de otro orden más secreto y menos comunicable y el fecundo conocimiento de Alfred Jarry, para quien el verdadero estudio de la realidad no residía en las leyes sino en las excepciones de esas leyes, han sido los principios orientadores de mi búsqueda personal en una literatura al margen de todo realismo demasiado ingenuo”. Cortázar da por sentado que hay un seudorrealismo – “falso realismo”, “realismo demasiado ingenuo” – en el cual se ha caído por exceso de simplificación. El escritor desconfía de las leyes claramente formulables y le parece candor aceptar a pie de juntillas las relaciones de causa- efecto. La confianza del hombre del siglo anterior en que la realidad es tal como aparece queda encerrada en una famosa frase de Stendhal: “una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino”. Cortázar considera al realismo del siglo pasado como una consecuencia del racionalismo filosófico de la centuria anterior, tenida por “el siglo de las luces” La narrativa actual ha operado el pasaje de lo mimético a lo simbólico. Nada de imitación, copia o representación siquiera de la realidad objetiva. La nueva postura supone la sustitución de los escenario familiares por los espacios imaginario. Ocurre, también, que el narrador se instale resueltamente y desde el principio en una atmósfera inverosímil y absurda, sin que se sienta obligado a rendir explicación alguna.

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Narrativa del Siglo XX. Boom LatinoamericanoCambios en la narrativa del Siglo XXLas rupturas. El boom latinoamericano.Trabajo extrado del texto: "Literatura del siglo XX"Jorge Albistur. Ed. Banda Oriental. 1986Como cualquier otra manifestacin literaria o artstica del siglo, la narrativa refleja esa crisis del concepto de realidad que se ha visto como comn denominador de las nuevas formas creadoras. Naturalmente, subsisten todava hoy las novelas que procuran ser un reflejo lo ms fiel posible del mundo circundante, pero lo corriente es que el narrador busque objetivos muy distintos de los que se agotan en describir lo que puede verse cotidianamente. Cortzar deca: Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al gnero llamado fantstico por falta de mejor nombre, y se oponen a ese falso realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y explicarse como lo daba por sentado el optimismo filosfico y cientfico del siglo XVIII, es decir, dentro de un mundo regido ms o menos armoniosamente por un sistema de leyes de principios, de relaciones de causa y efecto, de psicologas bien definidas, de geografas bien cartografiadas. En mi caso, la sospecha de otro orden ms secreto y menos comunicable y el fecundo conocimiento de Alfred Jarry, para quien el verdadero estudio de la realidad no resida en las leyes sino en las excepciones de esas leyes, han sido los principios orientadores de mi bsqueda personal en una literatura al margen de todo realismo demasiado ingenuo.

Cortzar da por sentado que hay un seudorrealismo falso realismo, realismo demasiado ingenuo en el cual se ha cado por exceso de simplificacin. El escritor desconfa de las leyes claramente formulables y le parece candor aceptar a pie de juntillas las relaciones de causa-efecto. La confianza del hombre del siglo anterior en que la realidad es tal como aparece queda encerrada en una famosa frase de Stendhal: una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino. Cortzar considera al realismo del siglo pasado como una consecuencia del racionalismo filosfico de la centuria anterior, tenida por el siglo de las luces

La narrativa actual ha operado el pasaje de lo mimtico a lo simblico. Nada de imitacin, copia o representacin siquiera de la realidad objetiva. La nueva postura supone la sustitucin de los escenario familiares por los espacios imaginario. Ocurre, tambin, que el narrador se instale resueltamente y desde el principio en una atmsfera inverosmil y absurda, sin que se sienta obligado a rendir explicacin alguna.

El novelista tpico del siglo XIX era un narrador omnisciente, alguien que lo saba todo: vale decir, que el personaje se defina a s mismo a travs de sus actos y sus palabras, pero si resultaba necesario el escritor acceda a su interior, escudriaba sus pensamientos, traduca en palabras claras sus emociones ms personales y escondidas y en todo proceda como si el alma de su criatura no tuviese secretos para l.

En la nueva novela no es el escritor quien narra sino el propio personaje, son lo cual todo se organiza desde los ojos de un yo. La ms revolucionaria e influyente forma de esta modalidad es lo que, a partir de Ulises (1922) de James Joyce, se ha dado a llamar monlogo interior.

Dujardin dice lo siguiente respecto al monlogo interior: es en el orden potico, ese lenguaje no odo y no pronunciado, por medio del cual un personaje expresa sus pensamientos ms ntimos (los que estn ms cerca de la subconsciencia) anteriores a toda organizacin lgica, es decir, en su estado original, por medio de frases directas reducidas a un mnimo sintctico y de manera que den la impresin de reproducir los pensamientos conforme van llegando a la mente. Se trata de acercar la palabra todo ms posible a esa fluencia algica que se ha llamado corriente o torrente de la conciencia: una catarata indivisa que tolera mal las codificaciones establecidas por las formas tradicionales de la puntuacin y hasta la habitual distribucin en prrafos. Separar es aqu, casi, desvirtuar. El mtodo reduce al mnimo imprescindible para la comunicacin la racionalidad del lenguaje: ste casi por definicin es de todos, pero aqu se vuelve peligrosamente privativo de uno solo. Al lector le corresponde el esfuerzo de recibir, de aquella privacidad, lo que puede ser compartido. Levin dice que el narrador escribi para s mismo, con desprecio paranoico de cualquier lector. Joyce estara en una posicin equivalente a la de los surrealistas con respecto a la escritura automtica.

Otra caracterstica est marcada por las citas de Finneganswake que consigna que el lenguaje literario se ha aniquilado voluntariamente, hasta acoger formas expresivas esencialmente alejadas de lo artstico: todas las manifestaciones coloquiales imaginables, sin excluir la cinta grabada del dilogo ms informal hasta la siempre conversacin lacnica por telfono, llena de sobreentendidos.

La narrativa de los ltimos aos ha visto tambin a la novela organizada como un collage de varias versiones de los acontecimientos narrados: de modo que hay vario narradores, cada uno de los cuales presenta los hechos desde su punto de vista. Si la estructura de la novela es clara y coherente con el sistema elegido como ocurre con la Crnica de una muerte anunciada de Garca Mrquez el lector estar seguro de cul es la perspectiva desde la que se est observando lo sucedido. Suele ocurrir, sin embargo que los narradores no omniscientes, por aadidura, pues cada uno conoce slo una arista o una cara del todo que se persigue se constituyan como voces de procedencia incierta o ambigua.

Agrguese a todo esto la sostenida tendencia a no seguir el orden cronolgico normal de los hechos. Contar seguido, hilvanado, slo siendo cosas de rasa importancia dice Guimaraes Rosa. En lugar de la estructura lineal, lgica y previsible de la accin presentada en el relato, el escritor propone, un orden fundado en lo que acaece dentro del espritu o la conciencia del protagonista: por ejemplo, la organizacin de sus recuerdos, que pueden privilegiar a alguna escena que no fue la primera en la secuencia de los hechos, aunque s la ms intensa y memorable. Si el lector no se dispone a dejarse conducir por el juego que as se postula, el efecto de este tipo de organizacin puede resultar desconcertante y parecer arbitrario.

En los temas se ha enfatizado en los aspectos ambiguos, irracionales y misteriosos de la realidad y la personalidad: la incomunicacin y la soledad, y con tal intensidad que la nueva narrativa quita valor a la muerte, porque considera que la vida misma es una forma de muerte y de infierno.

Por todas partes ha sido un hecho la emergencia de una novela metafsica, como se la ha llamado en la imposibilidad de hallar un trmino ms preciso. Y en ella, se volvern presente los elementos simblicos. Uno de esos elementos simblicos es el omnipresente burdel, escenario en amplios desarrollos de La casa Verde de Vargas Llosa, o Juntacadaveres de Onetti. Hay aqu, sin duda, un diagnstico bien sombro sobre el continente y la poca que nos ha tocado vivir.

Un tema se ha vuelto obsesivo en la narrativa del siglo XX: el de la general rebelin contra todos los tabes, que ha terminado por aparejar una verdadera explosin de lo ertico. En general, se ha explicado este aspecto como una de las tantas formas de agredir a la moral burguesa. Sbato deca: El derrumbe del orden establecido y la consecuencia crisis del optimismo () agudiza este problema y convierte el tema de la sociedad en el ms supremo y desgarrado intento de comunin, que se lleva a cabo mediante la carne y as () [ella] asume ahora un carcter sagrado

Bien puede ocurrir que el lector ya no encuentre, al enfrentarse a una novela, el viejo placer de leer, y todo le resulte arduo y trabajoso. Esto no deja de ser normal y comprensible, desde que el escritor ya no conduce a quien lee hacia certidumbres indiscutibles, de modo que el receptor del mensaje descanse confiado y dcilmente. Umberto Eco habla de obra abierta. Desde el punto de vista del significado, ella supone una multiplicacin de los sentidos posibles, lo que obliga al lector a conquistar alguno que lo satisfaga, en un esfuerzo que lo transforma tambin a l en un creador o, por lo menos, en alguien capaz de actos de invencin. En general, no es incomprensible que Eco relacione el mundo multipolar que es la obra moderna y el amplio sistema de relaciones sin puntos de vista privilegiados en el cual queda instalado el lector, con el universo espacio-temporal imaginado por Einstein. Desde luego, el lector est en su derecho de rehusar a entrar en el juego que le solicita el aporte de una perspectiva, pero el gozo artstico implica una vacacin para nuestras convicciones, que es decir para nuestra individualidad.