brañas - antonio larrazabal
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CESAR BRANAS
Antonio Larrazábal
Universidad de San Carlos
27
Guatemala, 1953.
Colección Luis Lujan MuñozUniversidad Francisco Marroquin
www.ufm.edu - Guatemala
Un Documento sobre Larrazábal
El Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, enCabildo de 1? de agosto de 1810, decidió man-dar noticia a su Maiestad Fernando VII, delnombramiento de su Diputado a Cortes, Doc-tor y Canónigo Antonio de Larrazábal yArrivillaga. Esta representación del Ayun-tamiento de Guatemala, que se encuentraen los libros de correspondencia del ArchivoGeneral del Gobierno, tiene en el mismo las
siguientes cifras de clasificación. AGG. Al.2.8-2835-25943-1810.
(Nota de Héctor Samayoa Guevara)
Señor
:
Guatemala Capital del Reino de este nombre repre-
sentada en su Cabildo da cuenta a V.M. de haber proce-
dido el día 24 del próximo pasado julio al nombramiento de
Diputado para las próximas Cortes, conforme a lo preve-
nido en Real Orden de 14 del último Febrero: y habiendo
resultado electos para la terna el Doctor Don Antonio La-
rrazábal Canónigo Penitenciario de esta Santa Iglesia
Metropolitana, Provisor Vicario Capitular y Gobernadordel Arzobispado Sede Vacante, el Doctor Don José de Ayzí-
nena Coronel del Batallón de Milicias de Infantería de ella,
y Don Antonio Juarros Teniente Coronel de Dragones yRegidor de esta Ciudad, recayó la suerte en el primero.
Es natural de esta Capital, de cuarenta años de edad,
hijo legítimo de Don Simón de Larrazábal y Galvez Regi-
dor perpetuo que fue de este Ayuntamiento y de Doña Ma-riana de Arrivillaga y Montufar, ambos de noble y escla-
recido linage. Instruido desde sus tiernos años en el te-
mor Santo del Señor y educado en el estudio de las ciencias
con que cultivó sus sobresalientes talentos se dispuso para
6 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ser un Sacerdote ejemplar, y un Doctor en las Sagradas Fa-
cultades de Teología y Cánones, virtuoso con ilustración, ysabio con humildad, que haciendo se admiró grande en esta
Iglesia por el desempeño del Curato del Sagrario que sirvió
muchos años con utilidad y beneficio de sus feligreses,
quienes así en lo espiritual, como en lo temporal lo recibie-
ron sin medida de la Caridad de Dios que residía en su
Párroco. Su distinguido mérito proclamado por todos, le
dio título de Justicia para que fuese promovido hace poco
tiempo a Canónigo Penitenciario, Provisor, Vicario Capi-
tular; y Gobernador del Arzobispado de cuya vasta exten-
sión se ha formado el Teatro, en que puesto sobre el Can-delero luce hoy para todos los que habitan esta Casa del
Señor, como antes para los del recinto de su Parroquia.
En estas circunstancias le ha recaído la elección de
Diputado para las Cortes que ha sido celebrada por todo
el Pueblo, con muy particulares demostraciones de aplauso
y regocijo, a él que para mayor realce solamente han dadosombra las muchas lágrimas vertidas por su ausencia al
nuevo destino, con la justa consideración de la falta que
hace a todos; y la de que él mismo solo puede admitirlo
impelido de su virtud y patriotismo. Estos son los únicos
y exclusivos agentes capaces de inspirarle que sin aliciente
de interés alguno particular, se resuelve a emprehender unviaje tan dilatado con desprecio de los peligros y trabajos
a que se expone, con abandono de las comodidades que le
proporciona la tranquilidad de su casa en unión de su
Parentela, y con renuncia de los honores que aquí disfruta
por la alta Dignidad de Gobernador Eclesiástico.
El Cabildo tiene por tanto la satisfacción de haber
llenado sus obligaciones al constituirlo su Diputado, comode poderlo manifestar a V. M. cuando da cuenta del cum-plimiento de la citada Real Orden.
Dios Nuestro Señor Guarde a V. M. muchos años.
Sala Capitular de Guatemala, Agosto 3 de 1810.
CÉSAR BRAÑAS
Doctor Antonio Larrazábal
Un nativo de Antigua que presidió las Cortes deCádiz, representó a Centroamérica en el CongresoAmericano de Panamá y gobernó el Arzobispado
de Guatemala.
NOTA DEL AUTOR
La Universidad de San Carlos de Guatemalaró ya, señaladamente, la ilustre memoria del
doctor Antonio Larrazábal, hijo distinguido de
sus aulas, miembro conspicuo de su claustro y su
rector en dos lapsos, la segunda vez elegido en
aclamación al patriota que se había sacrificado
por Guatemala en las Cortes de Cádiz y por su
brillayitísima actuación, liberal y americanista,
sufrido seis años de duras penalidades e inme-
recido encarcelamiento, vuelto glorioso al triunfo
de la libertad.
Ha querido también la Universidad recoger
en las páginas de su ameritada revista, en ho-
menaje a Larrazábal, el trabajo que el autor le
dedicara a tan alta y sin embargo obscurecida
figura histórica, en ediciones sucesivas de El Im-
REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
parcial, del 10 de octubre al 1 de diciembre de
1953. Profundamente obligado de gratitud, el
autor expresa aquí su reconocimiento a la Uni-
versidad y su Revista por el honor que le alcanza
y en todo su valor aprecia.
La Índole y destino original de este trabajo,
para urgentes y efímeras páginas de periódico, ex-
plican al buen lector repeticiones y otros defectos
patentes con que tropezará, y que la bibliografía
consultada vaya diluida en el texto y no puntua-
lizada en su sitio como el rigor del método lo
demanda y aconseja. Todo se disculpará —así
lo espera— en gracia a la intención cumplida:
enaltecer la memoria de un hispanoamericano
eximio a quien olvidaban un tanto su patria,
Guatemala, y su terruño, Antigua.
Gracias sean dadas a la Universidad de San
Carlos de Guatemala, por el entusiasmo eficiente
con que a ese fin contribuye: ha dado el nombrede Antonio Larrazábal a una de las calles de su
naciente Ciudad Universitaria y ha de recordar-
lo en alguna forma en la sala de lectura con que
dota a Antigua junto al hermoso monumento que
su celo construyó para que reposen las cenizas
de otro excelso americano de Antigua, Rafael
Landívar, cenizas por ella memorablemente re-
patriadas, y aun agrega la presente publicación,
con que abruma de gratitud a este devoto de las
tradiciones universitarias de su país.
CÉSAR BRAÑAS.
DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL
A LA MUNICIPALIDAD DE ANTIGUA:
porque un día recogerá como tu-
yo el honor que dio al país unhijo ilustre de la ciudad.
"El señor Larrazábal era de color moreno y su
mirada muy viva y penetrante: corté* en sus modales ysumamente sencillo en su habitación y su persona. Suexactitud y puntualidad habían venido a hacerse pro-
verbiales; así no toleraba la informalidad. Su virtud era
real y sin ostentación, y sus costumbres siempre puras
y ejemplares; no obstante lo cual, si en el gobierno fué
rígido, no por esto fué áspero ni intratable. Su conver
sación, amenizada frecuentemente con los recuerdos yobservaciones de sus v ; ajes, era instructiva y agradable;
íunque, como anciano, era tenaz en sus juicios, y con
dificultad admitía réplica o contradicción. El señor
Larrazábal era de constitución vigorosa y conservó hasta
su muerte toda lucidez de su razón".
Gaceta de Guatemala, 16 de diciembre de 1853
Palabras de introducción 1/ fuentes de referencia
En todos los escritos guatemaltecos en que se men-ciona al ilustrísimo señor doctor don Antonio Larrazábal,
con la excepción explicable de los inflamados papeles del
doctor don Lorenzo Montúfar, se .habla de él con invariable
respeto, y comúnmente en concepto de una de las más cons-
picuas figuras de la Iglesia y procer de la nacionalidad yla política de los caóticos lustros iniciales de la república.
Lo primero, por su larga y eficaz actuación y sobre-
salientes méritos en el orden de su ministerio, habiéndole
10 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
correspondido dirigir por varios años, con todos los incon-
venientes de la interinidad y más en época política en ex-
tremo tormentosa, la entonces tan combatida, pero no poco
combatiente Iglesia guatemalteca. Lo segundo, por haber
representado con máximo honor a Guatemala en las Cortes
de Cádiz y en el congreso bolivariano de Panamá, "mo-
mentos estelares", para repetir consagrada frase, de la
génesis constitucional de América; otro tanto por haber
acudido con su consejo, con su prestigio, y a tiempos con
su actividad ejecutoria a la solución de graves crisis por
que atravesó el país en los primeros decenios de su vida
independiente: prácticamente, en los turbulentos años que
precedieron al definitivo encumbramiento y consolidación
del régimen conservador del General Rafael Carrera, ré-
gimen con razón tan discutido y vituperado quizá con exce-
so, que constituyó indispensable tregua en las incesantes yaniquiladoras contiendas civiles que arruinaron a Guate-
mala, y en las que tanto fuego echó el propio Carrera en
sus revoltosas correrías de guerrillero y caudillo.
Sin embargo de ese general respeto que le rodeó en
vida y persiste en cien años de su mortal desaparición a
pesar del mismo transcurso del tiempo y de las mudanzasideológicas y de todo orden que apareja, no ha existido
hasta ahora una biografía completa ni trabajos más pro-
fundos sobre sus actos e ideas y los consiguientes más fun-
dados juicios históricos acerca de su persona. Lo mismosucede, es verdad —y es lamentable— con tantos otros
hombres significados de su época. Las nuevas generacio-
nes se ven privadas, en consecuencia de esta falta, de ele-
mentos tal vez preciosos para un conocimiento cabal de la
verdadera historia del país, que no es ni debe ser la histo-
ria de las banderías y los sectarismos que han dividido yempobrecido al pueblo y cuyo apasionamiento ha desfigu-
rado y llenado de oscuridades y contradicciones la historia
que corre como válida y es enseñada en las escuelas, varían-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 11
do de color, simplemente, según cambien de signo las pa-
siones que triunfan e imperan en cada tiempo.
La ausencia, o si se prefiere, la escasez de ese linaje de
trabajos biográficos y estudios —con la más acusada ca-
rencia de memorias y autobiografías, aún de colecciones
epistolares y otros documentos íntimos— hace incierto el
conocimiento de los proceres del país y determina una
injusta devaloración de sus actos a diferencia de la con-
tinua exaltación de que son objeto los prohombres de otros
países hasta sublimar en éstos el sentimiento nacionalista.
Se llega acá a ignorar los hechos y significación de valores
ilustres guatemaltecos y centroamericanos en tanto se co-
nocen y ensalzan hasta fruslerías no sólo de los grandes
valores humanos universales, lo que es natural y corriente,
sino de otros situados no muy alto en la escala del mérito
I veces, de mérito inferior a por lo menos algunos de los
grandes centroamericanos mal dibujados en la conciencia
popular.
Larrazábal es de éstos, y muchas circunstancias con-
tribuyen a su oscurecimiento y preterición. Sin enumerarfactores políticos adversos, baste recordar que una figura
eclesiástica, que no se empina a las cumbres de la santidad
o de otras formas de sublimidad, por muchos respetos de
que en vida disfrute, con el tiempo tiende a desvanecerse
en la memoria general y más en tiempos en que la irreli-
giosidad se ha extendido. A Larrazábal le perjudica la
falta o pérdida de una copiosa correspondencia o de escri-
tos en que la posteridad pudiera ahondar en su espíritu
y descubrir los resortes secretos de su actuar en distintas
contingencias que le tocó vivir y decidir. Le perjudica la
falta, o desvanecimiento, de una familia numerosa que
hubiera mantenido con calor su recuerdo viviente. Leperjudica, en su biografía, porque la torna muy severa,
concentrada e isleña, la ausencia, por su carácter de célibe
virtuoso, del animador elemento femenino que de algún
12 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
modo influyera simpatía o pasión en torno de él : la misma
figura blanca de las dos hermanas monjas se disuelve en
el tiempo con algo de intangibilidad, casi de inexistencia.
Le perjudica la carencia de aventuras, de cualquier tipo,
pues la fácil popularidad exige algo de tortuoso y sólo se
satisface y crece y perdura con el alimento del escándalo.
Le perjudica, en fin, la dura gracia que le fue dada de una
longevidad que sólo se calentaría de memorias en su largo
crepúsculo, mientras amigos y contemporáneos se rendían
a la muerte y el recuerdo de sus hechos se marchitaba en
manos de generaciones surgientes que se interesaban en
hacer su propia historia y no habían sido impresionadas
por la conmoción o el comentario que provocaran los su-
cesos del anciano tembloroso que rehuyó, además, el esplen-
dor arzobispal . . .
Biografías breves y juicios consagradores pero par-
ciales de Larrazábal apenas hay, como los apuntes necro-
lógicos publicados a raíz de la muerte, en diciembre de
1853, por la Gaceta de Guatemala (reproducidos por El
Imparcial en 1940) atribuidos por algunos a la pluma de
don José Milla; un folleto de 1859: Un recuerdo a la me-
moria del ilustrísimo señor doctor don Antonio Larrazábal,
por el presbítero bachiller D. José Antonio Urrutia y Jáure-
gui; los artículos que se le dedican en la sección intitulada
El Clero Católico, en la Revista La Fe, de 1895; dos en la
Revista El Ideal por don Pedro Arce y Rubio en 1912, yalgunos ocasionales como el de don Manuel Valladares —El
Doctor Fences Redish— en discusión con el Diario de Cen-
troamérica a propósito de cierta pifia de éste al publicar
un retrato del canónigo Castilla como del canónigo Larra-
zábal. En casi todos éstos y en otros trabajos semejantes
se sigue poco menos que a la letra el escrito de la Gaceta.
En la torrencial y perdida labor de don Víctor Miguel
Díaz se encuentran diversas referencias a Larrazábal, lo
mismo que las obligadas en los textos de historia general
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 13
que tratan de su época, debiendo hablarse aparte de la Re-
seña Histórica del doctor Lorenzo Montúfar. Francisco
Fernández Hall (Haroldo) sustentó en septiembre de 1928
una conferencia bajo el título de : Las Cortes de Cádiz y la
actuación de diputado por Guatemala en ellas, publicada en
diciembre del mismo año en Anales de la Sociedad de Geo-
grafía e Historia. El Libro de las Efemérides, de Federico
Hernández de León, dedica, por supuesto, cálido y debido
capítulo al procer (1929). Sofonías Salvatierra, de Nicara-
gua, habla abundante y encomiásticamente de Larrazábal
en el capítulo sobre las Cortes de Cádiz de su meritoria
obra: Contribución a la Historia de Centroamérica —mo-
nografías documentales, dos tomos— , Managua, 1939, que
agregó para el conocimiento de la participación de Larra-
zábal, y de toda Centroamérica en dicho congreso, valiosos
datos que estaban acá en olvido y él los obtuvo en el Archivo
de Indias. David Vela consagra a Larrazábal, comprensi-
vo y entusiasta capítulo en su Literatura Guatemalteca,
1943.
Y antes de hablar con más extensión de dos diferentes
aportaciones nacionales sobre el tema, precisa decir que
de referencias extranjeras poco cabe apuntar, porque o no
se conocen bien, o nunca fueron destacadas en la patria,
donde sólo se alude a ellas a bulto. Fernández Hall lo hizo,
por ejemplo, con las del Conde de Toreno —de cuya Histo-
ria habrán de hacerse copiosas citas en los presentes apun-
tamientos— . Del diario de las sesiones de las Cortes poco
se ha investigado en Guatemala hasta la fecha, y si en
España es sobremanera difícil encontrar colecciones com-
pletas de los años 11 a 14, lo es más aún en Guatemala
desde luego, donde sólo parecen quedar, dispersos tomos
aislados. Y no se diga nada de los periódicos peninsulares
de aquellos días, desaparecidos los más de sus ejemplares,
por suerte común a todos los impresos de ese género, pero
14 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
también por obra de la enconada persecución de que fueron
objeto durante las reacciones fernandinas.
De época más reciente, debe señalarse cuando menos
el capítulo caluroso que corresponde a Larrazábal en los
presidentes americanos de las Cortes de Cádiz, trabajo de
Rafael María de Labra premiado en el certamen de la Real
Academia hispanoamericana, en 1912. Es excusado con-
fesar que saqueamos minuciosamente tan meritorio libro,
como las noticias atañederas a Larrazábal contenidas en,
La Imprenta en Guatemala, de José Toribio Medina, pu-
blicado en Chile en 1910.
En las desbordantes bibliografías española y europea
sobre los sucesos de España en la década en que se sitúan
las Cortes de Cádiz, podrían localizarse algunas alusiones
al diputado guatemalteco, pero es de presumir no se le con-
ceda sino reducida importancia: el localismo europeo fue
siempre, es, y sigue siendo, miope para apreciar figuras yhechos americanos aún los más salientes. Qué mucho si el
localismo americano también excluye o ignora, disminuyeo tergiversa datos sobre hechos y figuras de Guatemala.
Acerca de esto hay una larga experiencia, que no debe
decepcionarnos.
Pero es más. Papeles del propio Larrazábal no qu3-
dan muchos que se conozcan : algunos folletos y otros im-
presos de su época de gobernador del arzobispado, y, accs-
sibles, poquísimas cartas, y para eso de circunstancias u
oficiales. Su intimidad se escapa, pez inaprehensible. Muyvalioso fue el hallazgo de la documentación del congreso de
Panamá de 1826, dado a conocer en 1938, por cuanto hace
a la actuación de los diputados guatemaltecos doctores An-tonio Larrazábal y Pedro Molina, acervo publicado por
José Rodríguez Cerna en su importantísima obra: Centro-
américa en el Congreso de Bolívar —contribución docu-
mental, inédita, para la historia de la primera asambleaamericana— . Este libro del gran escritor guatemalteco
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 15
enriqueció de verdad la cuantiosa pero por lo regular par-
cial bibliografía del congreso, cuya historia a pesar de
dicha abundancia estaba incompleta antes de tan capital
aportación.
Del mismo año de 1938 es otra aportación guatemal-
teca que tiene que ser aprovechada intensivamente por
cuantos estudien los sucesos de la independencia de la
América Central, enraizada naturalmente con los sucesos
de la liberación de España de la invasión napoleónica, epi-
sodio trascendental de los cuales fueron las Cortes de Cádiz
<iue tan distinguidamente figuró el diputado guatemal-
teco Larrazábal.
En abril de 1933, en efecto, inició el profesor J. Joa-
quín Pardo, Director del Archivo General del Gobierno, en
el Boletín que por entonces editaba con regularidad, AñoIII. N9 8, la publicación de una serie de documentos, muycopiosa, acerca de la "cooperación" de Guatemala en la
independencia de Centroamérica, con el objeto de que los
estudiosos de la historia patria pudieran tener a la manola fuente para escribir sobre aquel acontecimiento y acerca
de los hombres que desde 1808 trabajaron por la libertad.
Con lo cual se conseguiría desvanecer errores transmitidos
de continuo, honrar a quienes lo merezcan, poner a luz
hechos y figuras opacados u omitidos en la historia parti-
dista o superficial que se nos ha enseñado, y en el caso par-
ticular desechar la idea errónea de que la independencia
nada costó a Guatemala y se obtuvo sencillamente con la
firma del acta del 15 de Septiembre, olvidando y menospre-
ciando sacrificios anteriores y posteriores a esa fecha car-
dinal.
La mayor parte de los documentos en referencia eran
generalmente poco conocidos, si no del todo desconocidos,
e inéditos muchos. Su publicación ordenada constituyó
recomendable servicio a la historiografía guatemalteca,
centroamericana, continental. Como era de rigor, figuran
16 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
en esa documentación numerosos escritos alusivos a la
elección y trabajos del señor Larrazábal como diputado a
Cortes. Aportan grandes luces al conocimiento de las cir-
cunstancias en que fue designado, de las instrucciones de
toda especie que le fueron dadas por sus comitentes, y de
la manera como se desempeñó en el elevado cargo, con
honor para Guatemala y pública utilidad para España yAmérica.
En la colección mencionada se incluyen las reales ór-
denes sobre la abdicación de Carlos IV, la asunción de
Fernando, la doble abdicación de Bayona, etcétera, y las
actas y puntos de actas sobre la gallarda postura asumidapor el Ayuntamiento y demás autoridades coloniales en re-
lación a esos sucesos: Guatemala y sus provincias se com-portaron con entereza y uniformidad en tales trances comopor desgracia no lo hicieron ya independientes, salvo en
la magnífica gesta contra el filibustero, al promediar el
siglo XIX.
Inclúyense también en la indicada colección las pro-
videncias tomadas ante los problemas derivados de la anó-
mala situación creada, oficios de las juntas de gobierno de
España, medidas de guerra, y muchos documentos másque sería prolijo cuanto innecesario enumerar, y menosextractar aquí. Para el objeto de señalar la figuración
de Larrazábal, nos reduciremos a las más escuetas men-ciones que sea posible, remitiendo para su ampliación ypormenor a los lectores interesados, a esa rica fuente: no
se agradecerá bastante el haberla puesto a tan fácil alcance.
La nota discrepante, pero hay que confesar que nece-
saria en los juicios y apreciaciones sobre el canónigo La-
rrazábal la da, era de esperarse, el doctor don Lorenzo
Montúfar en su, por tantos conceptos, valiosísima Reseña
Histórica pero inaudita explosión de pasiones.
Los juicios del doctor Montúfar tienen que ser puestos
inevitablemente, en todos los casos, en cuarentena. Es
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 17
imprescindible decantarlos cuidadosamente, para que dejen
fuera sus densos sedimentos de partidismo y sectarismo:
el que tanto condena la pasión de partido, es el historiador
más apasionado y partidista, uno de los más violentos de
América del siglo pasado, que ya es decir. Entregó las
dotes de su soberbio talento, su erudición y su facundia
al quebrantamiento implacable, sin cuartel, de sus adversa-
rios, sus enemigos, la sombra que le perseguía en el día yen la noche: los "serviles" —conservadores, retrógrados,
reaccionarios . . . feudales— y a la de cuanto de algún mo-
do estuviese tocado o contaminado de "servil", y a la deifi-
cación de sus caudillos, Morazán, Barrios, los liberales sal-
vadoreños y los liberales guatemaltecos, más a éstos con
estrecha deducción de sus errores.
Su temible verbo de fuego, anticipo dialéctico de los
lanzallamas de las modernas guerras, hizo estragos irrepa-
rables en las filas y reputación de los hombres de "los
treinta años". Es verdad que nunca se detuvo a tratar de
comprenderlos: su misión histórica era destruirlos, y lle-
vaba prisa. La injusticia, hija bastarda de la pasión, acom-paña a sus aciertos, y, a menudo, les gana toda delantera
y señorea el mundo de su historia.
Al señor Montúfar hay que leerle situándose en su
hora y en su línea de combate : comprender —comprender
:
¡cuan difícil cosa!— su enardecimiento. Y no hay que
olvidar que hizo mucho bien, si bastante mal, a la juven-
tud a la que se le dio por maestro incontrovertible de la
historia nacional de una época, justamente la época que él
combatía, los protagonistas, los actos, las instituciones, que
él aniquilaba. Ni regatearle méritos ni excusarle injusti-
cias. El no estar de acuerdo con él, no debe cegar para
no reconocer su razón y su verdad y sus cualidades; pero
concederle el crédito absoluto y la infalibilidad que le hanconcedido historiadores políticos y repetidores de ligera
pluma, es no querer ver cómo la pasión que lo inflama
18 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
contornea los acontecimientos que narra y deforma los jui-
cios, fogosos, rotundos, inapelables, que emite, así sobre los
ángeles de las tinieblas, los "serviles" sus enemigos, como
sobre los ángeles de la luz, los liberales, sus amigos, cuyos
lejanos epígonos lo designarán patriarca del liberalismo
guatemalteco.
Si no ha sido muy fecunda la exégesis del patricio
Antonio Larrazábal, la ocasión del primer centenario de
su muerte y el surgimiento de activos investigadores e his-
toriógrafos más metódicos que los del pasado y más des-
nudos de prejuicios, en lo posible, permiten hacer esperar
que se harán ahora y en lo venidero indagaciones ahonda-doras encaminadas a revivir y a revalorar esa figura his-
tórica, alumbrando con nuevas luces su tiempo, tan sumidoen convencional tiniebla, y saldrán a la estampa trabajos
valiosos, dignos de su tema.
El modesto ensayo que aquí se emprende sólo aspira
a reunir provisionalmente y señalar numerosos datos ais-
lados, sueltos, a veces inconexos del todo, de la vida de La-
rrazábal, menudencias tal vez, con la forzosa reproducción
o indicación de otros datos y documentos más conocidos, ypasajes de ajenas obras, de forma que puedan ser de algu-
na utilidad a quienes, capacitados, deban escribir sobre la
materia. Por esto no se apetece originalidad, galanura li-
teraria ni ningún otro mérito adjetivo: deliberadamente
se hace uso y abuso de las comillas, casi exclusivo trabajo
que, con hilvanes necesarios y breves intermedios de refle-
xiones acaso impertinentes, acusará la mano del autor.
No aspira tampoco a sublimar el pasado y menos a
presentarlo de modelo para el futuro. Harto sabe el autor
que los guatemaltecos de ayer no fueron en todo mejores
que los de ahora, ni podría esperar que la lección de los
errores de aquéllos sirviera de mucho a los nuevos ciuda-
danos para ahorrarse y ahorrar a la patria funestas repe-
ticiones. Pero cree que precisa y conviene conocer más al
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL lt
por menor el pasado, y de él, la acción de los hombres
selectos. Y debe declarar que no desea ni se propone hacer
apología alguna, por el carácter religioso del protagonista,
de la Iglesia católica: sería el menos indicado y el másinepto para ello.
Ambiciona sí, puede confesarlo, que este sea un home-naje más, cuan humilde resulte, al antigüeño ilustre quecon su saber, su discreción característica y múltiples otras
prendas de su carácter y virtudes de su espíritu, ambasreconocidas justicieramente de sus contemporáneos, enal-
teció el nombre de Guatemala en la madre patria en unode los más trascendentales momentos de su dramático siglo
XIX, penetrando de lleno en su historia, que es historia
nuestra alcanzando el honor de presidir sus cortes e in-
fundir en los votos de éstas con notable acierto, y no dice
desinterés, porque impulsábalo un alto interés patriótico
y americano, cuando no, sencillamente un noble interés hu-
manitario, de hombre de bien, de eclesiástico rectilíneo yde español americano educado bajo indudables influencias
de la Ilustración: con todo lo bueno y progresivo y todo lo
aventurado y discutido de la Ilustración.
Discúlpese que en esta parte de la inspiración del ho-
menaje se mezcle un tanto cuanto al tributo nacional ynacionalista del centenario y predomine un poco tambiénel impulso "terronista", del mínimo escritor antigüeño al
máximo antigüeño conmemorado. Lo que bien sabe que
no podrá disculparse es el tedio que provoque la forzosa
y desmañada prolijidad y redundancia de estas notas, ysus demás notorias deficiencias.
Y, en fin, una advertencia indispensable. Las más de
ias fuentes que aquí se citan y aprovechan con usura, y son
muchas, originarán lo que de apreciable pueda tener este
trabajo: débense a generosa solicitud y colaboración inva-
luable que nunca podrá agradecer bastante el glosador quede ellas se beneficia. Y más cuando a la gratitud impa-
20 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
cíente de cumplir con el deber de expresarse, siquiera en
voz baja, se le sellan amistosamente —habría de decir:
despóticamente— los labios . . .
Primeros años. Genealogía de estudios y de honores
Se le recordaba, todavía muchos años después de su
muerte, recorriendo una y otra vez, grave y pausado, las
naves procesionales de la Catedral, solemne y uncioso, abs-
traído en inacabables meditaciones que interrumpirían tí-
midos los saludos reverentes y las sonrisas afectuosas de
los fieles que entraban a orar al templo, habituados a aque-
lla presencia tutelar.
El señor Larrazábal, en las horas tranquilas y doradas
de su ancianidad dilatada, dejaría discurrir su pensamiento
bajo el encanto arquitectónico de su iglesia amada e im-
ponente, y el tumulto de sus recuerdos se le apaciguaría
en la luz tamizada que se derramaba sobre los grandes
lienzos y sobre el oro de los altares, el gris aplacador de
la piedra del tercio bajo de las pilastras y las losas del
pavimento. Grata tonalidad aquella de la piedra y la pintu-
ra que hacían vibrar la inmaculada blancura de cal. Blan-
co, gris, oro. Nada desentonaba en algazara de colores
mundanos. La plata y el oro apagaban sus resplandores
benignamente, y en los días de fastuosas festividades en
que la noble cera de Castilla ardía en profusión, los cortina-
jes de Damasco guarnecidos también de oro, no detonaban
de suntuosidad sino comunicaban al conjunto una cálida
nota de severidad. El ambiente se llenaba de fragancias,
de flores e inciensos, sobre todo en los mayos estremecidos
de cánticos a María, en el fausto del Corpus, el día de San-
tiago, el 15 de septiembre, y sólo las ricas arañas tintinean-
tes de almendrones de cristal en que se multiplicaban los
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 21
reflejos de concentrados iris ponían, tal vez, una ráfaga
lidad encantadora.
El señor Obispo de Comana que inalterable en su hu-
mildad no aspiró a ser el Arzobispo de Guatemala, se sen-
tiría en sus glorias, en los lentos años de su ocaso, respi-
rando la pacífica gracia de aquel recinto, al abrigo de las
pasiones y asechanzas del mundo que tan de cerca había
conocido y tan de hondo le habían herido. "Moreno" (¿mo-
reno?), "de pupilas oscuras y pelo corto, boca contraída
de carnosos labios, reveladora de firme carácter; cejas ymirada que denotaban la seriedad del ánimo y lo incon-
trastable de las resoluciones", lo pintaba, prestando los por-
menores fisonómicos a referencias tradicionales, a las de
la vieja Gaceta, a las sugestiones de los retratos subsisten-
y un tanto también a la paleta de la imaginación, don
Manuel Valladares, ya en este siglo. Sí. Los datos de esa
semblanza sin duda podían verificarse, o deducirse., frente
a los dos retratos conservados del canónigo penitenciario,
no limpios tampoco de sospechas de infidelidad: el másconocido y repetidamente publicado, el que grabó en cobre
la pericia artística de José Casildo España para la tarja
de graduación en Derecho Civil de don Juan Fermín de
Ayzinena (19 de octubre de 1810, con dedicatoria del gra-
duando a Larrazábal) —la mano aferrada al breviario al
pecho: caballero de la mano al pecho— ,prolija leyenda de
títulos y cargos, armas nobiliarias —¿suyas?— , y sendas
ramas envolventes, aún más alusivas que los blasones: de
laurel la una, de olivo la otra; el segundo, aquel que prefe-
ría Valladares, como mejor efigie, un lienzo que se encuen-
tra en la sala capitular de la Catedral de Guatemala, tam-
bién con escudo muy decorado, libro en la diestra y en la
siniestra tarja que declara su nombre recargado de apelli-
dos, la fecha de su nacimiento y la de su salida para Espa-
ña, lo cual permite colegir su época.
22 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Hubo cuando menos otras dos figuras de Larrazábal:
el retrato que se mandó reponer en la sala del Ayuntamientoen 1820 (si tuvo efecto la disposición, que cuántas seme-
jantes no lo tienen nunca, quedando de ellas sólo el recuer-
do en una pasajera efusión pública u oficial), y el meda-
llón de relieve con que lo honró la Sociedad de Amantes de
la Patria, de la cual fuera designado socio honorario. Este
medallón, según memoria de 1861 de la entidad, ya por en-
tonces denominada "Sociedad Económica de Amigos del
País" y con ilustre aunque interrumpida tradición, hallábase
en la fachada del edificio social terminado poco antes, yera uno de los seis que la condecoraban: con ellos se hon-
raba a tres fundadores: Villaurrutia, Dighero y Liendo y
Goicoechea, y a tres directores eminentes que fueron de
la sociedad: Larrazábal, Castilla y Valle.
Si el paradero del retrato municipal se ignora, es fácil
suponer la destrucción de estos medallones "reaccionarios"
al modificarse para otros usos el edificio, del cual se apro-
pió el Estado durante la reforma liberal. La dicha refor-
ma gustaba de los edificios, tanto mejor si eran de conven-
tos, pero no de sus edificadores: no transigía en esto con
vestigios del pasado, así se tratase de eximios guatemalte-
cos benefactores del país. Una condena más para Larrazá-bal. Y no ha de extrañar que don Lorenzo Montúfar viese
en la Sociedad Económica de Amigos del País, como en el
Consulado de Comercio y otras instituciones del caído ré-
gimen, simplemente una estantigua, un anacronismo, cosas
así. Con otras gafas, las ultramontanas, el magno donMarcelino Menéndez y Pelayo miraría en esas sociedades
baluartes del enciclopedismo nefando asentados en mediode la tradición española por galicanistas y utopistas entre-
gados a Voltaire, D'Alembert y Rousseau . . .
Nació Antonio Larrazábal el 8 de agosto de 1769 enla capital del reino, hoy Antigua: es decir, cuatro añosantes de la ruina de 1773 que decidió el traslado de la ciu-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 23
dad al Valle de la Ermita, donde se fundó la Nueva Guate-
mala de la Asunción en 1776.
Venía emparentado con las más prominentes familias
del país, así por raíz paterna como por línea materna. El
padre, don Simón Larrazábal y Gálvez había nacido en An-
tequera, Oaxaca, hijo del Capitán don Simón de Larrazá-
bal, oriundo de San Milán de la Cogulla, Logroño, y doña
Francisca Gálvez Corral, hija de Bartolomé de Gálvez Co-
rral Carmona y Paniagua, nacido en Málaga el 20 de marzo
de 1659, y muerto el 16 de mayo de 1715, y doña Francisca
Barón de Berrieza y López Ramales nacida en 29 de mayode 1673, que casaron en el Sagrario el 29 de junio de 1688.
Don Simón se avecindó en Guatemala y fue alcalde en 1762,
regidor perpetuo de la ciudad y correo mayor del reino,
empleo en aquel tiempo muy conceptuado K
La madre fue doña María Ana Arrivillaga y Montúfar,
nacida el 11 de mayo de 1739 y muerta el l9 de septiembre
de 1801, hija de don José Manuel Arrivillaga Roa y de doña
Luciana Montúfar y González Batres, casados el 8 de di-
ciembre de 1733.
El matrimonio tuvo 9 hijos, en este orden: Francis-
co José Larrazábal y Arrivillaga (19 de octubre de 1762)
María de las Mercedes Clara (5 de septiembre de 1764)
María Josefa (10 de junio de 1766), profesó de clarisa
José Ignacio (21 de abril de 1768), teniente de milicias
Antonio (8 de agosto de 1769 y murió 2 de diciembre de
1853), canónigo penitenciario; María del Pilar Micaela
(6 de mayo de 1771) ; Mariano (26 de julio de 1772) ; Ger-
trudis (3 de febrero de 1776 y murió 12 de mayo de 1802) ;
1 Otro diputado americano a Cortes y primer ministro del Perúal Congreso de Panamá, don Manuel Pando, fue también hijo deun correo mayor, y él mismo lo fue a su vez tras haber servido
otros distinguidos cargos, entre ellos el de ministro de relaciones
de su país.
24 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
y Mariana (19 de julio de 1777), quien también entró en la
religión como clarisa.
Únicamente Gertrudis tomó estado matrimonial, ca-
sando el 8 de diciembre de 1795 con don José del Barrio
González, originario de Málaga, abogado y oidor de la
Audiencia, hijo de Juan del Barrio y Cotes y Teresa Gonzá-
lez y Sáenz: procrearon cuatro hijos, de los cuales tres
varones actuaron en la diplomacia : José María del Barrio
y Larrazábal, quien casó en México y dejó descendencia;
Felipe Neri (30 de mayo de 1797 y murió 2 de abril de 1864
en México), se graduó de abogado en 1818 y en 1824 se
desposó con doña Rafaela Rangel y Fagoaga, segunda con-
desa de Alcaraz y tercera marquesa del Apartado; Rafael
(1798 y muerto en México el 27 de abril de 1854). Se
graduó también de abogado en 1818 y fue el secretario de
Larrazábal en el Congreso de Panamá; Concepción, esposa
del Coronel José Francisco Valdés y Lacunza, uno de los
emigrados de 1829; no dejó sucesión.
Tanto en los retratos mencionados como en la tumbade Larrazábal en las bóvedas de la Catedral Metropolitana,
debajo de la Capilla de Nuestra Señora del Socorro, éste
podría decirse una bella miniatura a colores, se ostentan
escudos de armas. A solicitud nuestra, sobre datos de los
apellidos Larrazábal y Arrivillaga, el distinguido heral-
dista español don Antonio Nieto de León, que ha popula-
rizado en diversas naciones americanas, y desde luego en
España, el seudónimo de Antonio de la Rábida en trabajos
muy meritorios de recopilación y divulgación genealógico-
heráldica de apellidos de España —vale decir de América
—
y de investigación en archivos, bibliotecas, hemerotecas ymuseos, tuvo la gentileza de proporcionarnos los siguientes
datos
:
Las armas corresponden al apellido Larrazábal, "o
sean, en campo de plata, dos fajas de sable (negras). Bor-dura de gules (roja) con ocho rosas de plata" no viéndose
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 25
las armas de los Arribillaga en los demás cuarteles, en las
copias defectuosas que de los retratos pudimos enviarle,
señor de la Rábida se sirve indicarnos que el apellido
Arribillaga se encuentra escrito con b, a diferencia denuestra costumbre americana que sustituye esa letra porla v dental. A ,< regaremos que en todos los papeles consul-
tados, hasta de muy adelantada la segunda mitad del siglo
pasado, y en las firmas autógrafas del doctor Larrazábal,
este apellido nunca aparece con tilde. He aquí las notasdel culto genealogista y heraldista:
«Larrazábal.—El linaje Larrazábal es vasco y muynoble y antiguo. Es apellido compuesto, pues Larra en
vasco significa lirio del campo, yerba medicinal y también
pasto, y zabal, anchuroso y de gran dimensión.
Tuvo casa solar infanzona en la anteiglesia de Guecho
de la antigua merindad de Busturia del partido judicial de
Bilbao, en Vizcaya.
El año 1393, en la lucha de la Atalaya en Bilbao, lu-
chas que sostenían las banderías de las familias de Zurba-
rán y Leguizamón, murió el caballero don Juan de Larra-
zábal.
El apellido se extendió primeramente por el norte de
España, pasando más tarde a América.
Doña Juana de Larrazábal, nacida en Buenos Aires yoriginaria de la casa de Guecho, fue esposa del Marquésde Sobremonte y Virrey del Río de la Plata y de las perso-
nalidades más ilustres que ostentó apellido en América fue
el ilustre procer guatemalteco don Antonio Larrazábal yArribillaga».
«Arrivillaga.—Según los tratadistas Juan Baños de
Velasco, en su "Nobiliario General"; Juan Carlos de Gue-
26 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
rra en "Estudios de Heráldica Vasca" y también en el
"Nobiliario Vascongado" manuscrito que se conserva en
la Biblioteca Nacional de Madrid, el apellido de Arribillaga
es vasco y tuvo su primera casa solar en Irún Iranzu, en
Guipúzcoa.
Todos los tratadistas señalan a este apellido las si-
guientes armas: en campo azul, una banda de oro, engo-
lada en cabezas de dragones del mismo metal y acompa-
ñada de dos flores de lis, una en lo alto y otra en la parte
inferior de la banda».
Primer acto público y social de Antonio Larrazábal es,
naturalmente, en familias y tiempos tan catolicísimos, el de
su bautismo.
"Cual correspondía a la elevada posición de los padres
del recién nacido —dice don Pedro Arce y Rubio—, el
bautizo de éste se efectuó con gran pompa en la Santa
Iglesia Catedral Metropolitana, el día 17 del mismo mes(del de su nacimiento), oficiando como bautizante, con
beneplácito del cura semanero, el señor chantre doctor don
Miguel de Montúfar, ilustre tío abuelo de aquel niño que
recibió los nombres de Antonio Justo José de las Mercedes,
y a quien apadrinó en aquel solemne acto el muy ilustre
señor deán de la S. I. M., doctor don Francisco José de
Patencia".
Hacen notar los biógrafos que Larrazábal, como su
familia más inmediata, no tuvo grandes bienes de fortuna,
pero que supo vivir como si los tuviera, y sí protectores
eficaces y relaciones preciosas, tal el Obispo de Honduras,
Monseñor Cardiñanos, y luego el de León, don Juan Félix
de Villegas, más tarde Arzobispo de Guatemala. Indican
asimismo que se advirtieron tempranamente las inclinacio-
nes del niño al estudio, y la firmeza de su carácter. No
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL
sonría el incrédulo. Es suerte de los buenos biógrafos
que la infancia de los grandes hombres descubra siempre
indicadoras precocidades.
Afírmase que fue alumno del Colegio de San Francisco
de Borja, de dilatada memoria en los anales de la instruc-
ción guatemalteca, fundado por los jesuítas en 1700, dícese
que figuró en él entre los sobresalientes.
(En trabajo posterior a la publicación de estas notas,
el Presbítero Carmelo Sáenz de Santa María, S. J., escri-
bió: "Tal vez inició sus estudios entre los belemitas o en
el edificio, casi intacto, del Seminario Tridentino; no es
posible los hiciera en San Borja porque éste había quedado
completamente deshecho". ¿El Colegio de San Borja sub-
sistió a la expulsión de los jesuítas? Es de lamentar que
los biógrafos más cercanos no hayan puntualizado estos
hechos. El autor citado añade que Larrazábal comenzó
sus estudios de Filosofía a los trece años y a los diez y seis
presentó su examen y ganó su Bachillerato en Artes; que
sus tesis de examen fueron aprobadas por el franciscano
Fray Félix Castro, O. F. M. El Imparcial, 7 de diciembre
de 1953).
Graduado de Bachiller en Filosofía en 1785 y en Teolo-
gía en 1789, siguió la carrera sacerdotal a que se sintió
atraído para siempre, recibiendo el orden del subdiaconado
en 1790 de manos del Arzobispo (1779-1792) don Cayetano
Francos y Monroy, prelado de insignes méritos a quien
mucho debió Guatemala en materia de enseñanza, de bene-
ficencia, y en la construción de sus principales primeros
templos: Larrazábal, joven, veía crecer con él la ciudad,
que apenas tendría unos veinte mil habitantes (el padrón
28 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de 1795 le atribuía 24,434, cifra que Valle hará subir esti-
mativamente a treinta mil por los años 20), y como a tocia
la juventud de su época, llamada a vida tan agitada, el
esfuerzo constructor le animaría energías y le despertaría
ideas y esperanzas. El sino de esa joven generación, según
ocurre con todas aquéllas que en la etapa de su formación
espiritual atraviesan por una catástrofe o una gran crisis
colectivas, la empujaría a la inquietud, a la apetencia de
las grandes acciones y al peligro de los grandes fracasos:
fue la generación de la independencia y de las tormentas
y el desastre de la república federal.
En agosto de 1791 se ordenó de diácono, y, terminados
sus estudios eclesiásticos y Licenciado en Teología en 1792,
en Cánones en 8 de febrero de 1793 en la Real y Pontificia
Universidad de San Carlos Borromeo, se graduó en Leyes
el 15 de abril de ese último año y hubo de marchar a León,
Nicaragua para recibir allí el presbiteriado, del Obispo
Villegas, por muerte del prelado guatemalteco en julio an-
terior y hallarse en consecuencia vacante la sede.
El señor don Juan Félix de Villegas, promovido en 22
de septiembre de 1793 al arzobispado metropolitano (1794,
hasta su muerte el 3 de febrero de 1800), supo apreciar el
talento y las dotes de Larrazábal y trájolo consigo de fa-
miliar; poco más tarde lo designó su secretario de cámara
y gobierno, cargo que desempeñó con lucimiento durante
toda la prelacia del señor Villegas, abriéndose con ello bri-
llante camino y haciendo honor al honor recibido.
Pondera el señor Urrutia y Jáuregui en su opúsculo
biográfico el reconocimiento del sacerdote al pastor: la
gratitud fue siempre rasgo característico en Larrazábal,
que mucho le enaltece; tendrá otras oportunidades de de-
mostrarlo particularmente en el escabroso caso del señor
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 29
Casaus y Torres. ' Vivió siempre reconocido al ilustrí-
-imo señor Villegas, escribe el autor citado, y cuando ha-
blaba de este benemérito prelado, se gloriaba en llamarle
amo y señor, trasluciéndose en su semblante el amor y
peto que profesaba a su memoria". En las exequias que
t le hicieron en 18 de noviembre de 1800, el doctor Anto-
nio Larrazábal, cura rector del Sagrario de la S. I. C, pre-
dicó el sermón fúnebre, que se imprimió en 1804 por Aré-
valo con grabado en cobre de Villegas en la portada.
(En diciembre del año 1796, el señor Villegas hizo la
;i ion de los desposados don Joseph del Barrio y doña
Gertrudis Larrazábal y Arrivillaga en su oratorio, asociado
de los doctores y maestros don Juan José González Batres,
deán de la metropolitana, y don Juan de Dios Juarros,
chantre de la misma: el joven secretario recibiría en esa
oportunidad una doble emoción, eclesiástica y familiar. Aél mismo le correspondería, el 31 de mayo de 1797, con
beneplácito del cura semanero, hacer los exorcismos, poner
óleo y bautizar solemnemente y poner crisma a un infante
pacido el día anterior, hijo de aquellos esposos, Felipe Neri
Fernando, a quien andando el tiempo vería ministro de
Guatemala y encumbrado a distinguida posición social en
México).
Continuó Larrazábal sus estudios y se doctoró en Teo-
logía y Derecho Pontificio (12 de febrero de 1797), "Aman-
te de las ciencias, y especialmente de las que pertenecían a
su carrera, comenta Urrutia y Jáuregui, procuraba culti-
varlas en sí por medio de un asiduo estudio, de cuya ma-
nera logró adquirirse el renombre de sabio y ser condeco-
rado con la borla de doctor en sagrados cánones, y tan
luego como entró a formar parte del ilustre claustro de
SO REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
doctores, conociendo éstos su distinguido mérito y relevan-
tes prendas, fue nombrado rector de la Real Universidad
de San Carlos", (para el año de 1805). "Grandes fueron
las mejoras que durante su época rectoral introdujo en
este asilo de las ciencias, dedicando en su favor todo el
tiempo que le dejaban libre las ocupaciones de su apostó-
lico ministerio".
Había obtenido, por oposición en 1797, el curato rec-
toral de la Parroquia de los Remedios, y en 1803 la rectoría
del Sagrario de la Catedral 2. En 1810 obtuvo la elevada
dignidad de canónigo penitenciario en el cabildo eclesiás-
tico metropolitano. "Publicados los edictos para los exá-
menes de oposición —dice Sofonías Salvatierra, documen-
tado en el Archivo General de Indias, Audiencia de Gua-temala, 489—, concurrieron los presbíteros Buenaventura
Rojas, Antonio Larrazábal, José Valdés, Crisanto Tejada
y Antonio Cróquer. Larrazábal sostuvo su tesis el 16 de
junio de 1809, a las siete de la mañana, en presencia del
arzobispo elector, del Cabildo eclesiástico y muchas per-
sonas distinguidas particulares y eclesiásticas. La mate-
ria que desarrollaban los opositores, era tomada del Libro
de las Decretales, en los lugares en que un niño picaba
tres veces con un cuchillo. Larrazábal venció en la justa,
2 El Presbítero Doctor José Mariano Méndez —de grata recor-
dación en El Salvador—, asumió el cargo de cura rector más anti-
guo de la Parroquia del Sagrario. En lo proveído consta que con-
forme a la última relación de beneficio más antiguo del Sagrario,
que libre de todo gasto producía setecientos treinta pesos, se le
reguló de mesada sesenta pesos con seis y medio reales, que con
once pesos correspondientes al diez y ocho por ciento de conducción
hacía setenta y uno y seis y medio reales, cantidad que de noenterarla desde luego, debía afianzarla dentro de cuatro meses.
Cifras y requisitos impositivos que debieron corresponder en su
turno al señor Larrazábal.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 31
y fue electo canónigo penitenciario de la Catedral Metro-
politana de Guatemala".
Al trámite que se cumple para la colación del alto cargo
capitular, después de la presentación real hecha de acuerdo
con preceptos del concordato de 1753 en vigor, pertenece el
siguiente documento:
"El Dr. D. Antonio Larrazábal cura más antiguo del
Sagrario de esta Sta. Yglesia Metropolitana, como más
haya lugar ante V. S. digo: que como parece del Rl. Des-
pacho qe. manifiesto, se ha servido el Rey Ntro. Sor. de
presentarme para la Canongía Penitenciaria de esta misma
Sta. Yglesia; y adeudando por esta gracia la media annata
de su renta, para asegurarla en competente forma, propon-
go por fiador al Sor. Márquez de Ayzinena, de notorio
abono y facultades qe. firma con migo. Y por tanto —A V.S.
suplico se sirva admitir esta fianza, y mandar que puesta
la razón necesaria en el Rl. Despacho, se me devuelva para
el uso de mi Derecho, qe. en todo reciviré merced &a.—An-tonio Larrazábal—El Marques de Ayzinena".
"Por presentado el Real título que acompaña : admíta-
se la fianza que propone para el seguro pago de la media
annata que corresponde a la canongía penitenciaria, que
deberá satisfacer dentro del término de dos años sobre que
se ratificará a continuación, y puesta razón en el mismoReal Despacho, devuélvase al interesado para que ocurra
por la colación, poniéndose en noticia de los Sres. Ministros
Generales de la Real Hacienda.—Carbonell".
"Al decreto que antecede, lo proveyó y firmó el Sr. Dr.
Dn. Antonio Carbonell, Chantre de esta Sta. Yglesia Me-
tropolitana, y sub-colector de medias annatas y mesadas
eclesiásticas de este Arzobispado, en la Nva. Guatemala
32 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
a quince de junio de mil ochocientos diez, de qe. doy fe.
—
J osé Franco. Gavarrete" 3.
El año de 1810, será para Larrazábal un gran año de
su vida sacerdotal, a la puerta de una nueva vida, inespe-
rada, la política. El 31 de diciembre de 1809 ha muertoel Arzobispo, Doctor don Rafael de la Vara de la Madrid,
a los dos años justos de su apostolado. El canónigo peni-
tenciario es elevado a provisor, vicario capitular y gober-
nador de la arquidiócesis. Con tan respetables títulos ecle-
siásticos y uno civil que por primera vez lo usa un guate-
malteco y un eclesiástico, encabeza el 11 de septiembre
de 1810 un edicto sobre dispensas matrimoniales: "Nos el
Dr. D. Antonio Larrazábal Canónigo Penitenciario de esta
Santa Yglesia Metropolitana de Guatemala, Provisor, Vi-
cario Capitular, Gobernador del Arzobispado, y Diputadoa Cortes por el Muy Noble y Leal Ayuntamiento de esta
Capital, por quanto . .. ".
3 En enero de 1813 se dirige una comunicación al subcolector
de mesadas y medias anatas en cumplimiento de lo asentado enReal Cédula de 1777 "y con la justa mira de proveer a la falta
de caudales que, aun para sus más precisas atenciones, hay en esta
tesorería general del erario público" haciéndole presente habervencido el plazo para satisfacer la mesada del Arzobispo, señor
Casaus, y las medias anatas del maestrescuela Doctor BernardoPavón, del penitenciario Doctor Larrazábal, la del señor Carbonell,arcediano, y del Doctor Isidro Sicilia, por el deanato. Se muevetoda la maquinaria de la contaduría real de diezmos para presentarlos estados del quinquenio a efecto de sacar la renta anual de la
mitra y dignidades y canonjía en la gruesa decimal del arzobis-pado deducida de los repartimientos formados, etcétera. De las
complicadas cifras se tenía que a la del penitenciario tocaban al
año tres mil cuarenta y tres pesos siete y tres cuartillos reales yque había tomado posesión el canónigo señor Larrazábal el 24 dejunio de 1810, debiendo como todos cubrir la media anata, quese le reguló en mil quinientos veintiún pesos siete y tres cuartillos
reales. Esta y otras cantidades de los dignatarios parece que aunestaban pendientes por agosto del año referido. Por lo que toca a
Larrazábal, ausente, tuvo que hacerse saber el caso a su apoderadoel marqués de Aycinena para efecto de su cubierta. (La mediaanata, como se sabe, era el descuento de la mitad de la renta enel primer año de un beneficio, a favor del fisco).
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 33
Llegaba con todo esto a la cumbre de su nombradla
local y honores sacerdotales. Pero propiamente entonces,
a los cuarenta y un años de su edad, comenzaba su gran
carrera y notable figuración, su deslumbrante paréntesis
de vida política como diputado a las Cortes españolas, ydiplomática, como ministro luego en el Congreso Americanode Panamá. Altos honores le esperaban, pero también
amarguras de un largo vía crucis: como siempre, bajo la
rama de laurel, la corona de espinas. Los hados sonrien-
tes que se complacían en agasajarlo, le harían conocer toda
su hiél y toda su crueldad. Pero, mientras tanto. . .
La España de Fernando VIL Repercusiones en Guatemala
Es insoslayable dar para fondo del cuadro de la actua-
ción del diputado por Guatemala, siquiera concentrado
resumen de la situación de España y sus dramáticas vicisi-
tudes de los años que determinaron la reunión de las Cortes
extraordinarias de Cádiz. Por muy sabido que todo esto
sea de las historias generales.
Gobernaba España y sus Indias desde 1788 a la muerte
de Carlos III su hijo Carlos IV (1748-1819), Rey bonda-
doso e inepto, subyugado a la voluntad y designios de su
esposa, la Reina María Luisa, y del favorito don Manuel
Godoy, un día guarda de corps, al otro Príncipe de la Paz
y Arbitro del Imperio.
La política de alianzas funestas con Francia —mo-
nárquica o republicana— contra Portugal, cuya división
y reparto convinieran secretamente por el Tratado de
Fontainebleau en octubre de 1807, y contra Inglaterra, másun cúmulo de otros desaciertos, llevaron a España bajo ese
reinado a desastrosa situación, hasta producirse la cons-
piración del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII,
contra su padre, y el motín de Aranjuez (17 de marzo de
1808), episodio de aquélla, contra Godoy.
34 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
El descontento general y el ansia de salir de la en-
crucijada, hacían suponer en esos hechos la aurora de una
etapa mejor, y en la persona de Fernando —foco ya de
activo proselitismo— , un salvador. De donde el epíteto
de El deseado con que se le apellidó y que él sabría infamar
y encenagar tan cuidadosamente.
Para salvar a Godoy de los subditos amotinados, Carlos
IV abdica en Fernando el 19 de marzo de 1808 (se dirá
un día en Guatemala, en la tribuna de la Sociedad Económi-
ca de Amantes de la Patria, cuando fué restablecida, e hiper-
bolizando la bondad borbónica (bien típica debilidad, de
consecuencias trágicas) que Carlos de tan bueno que era,
no había sabido gobernar, y su mejor acto de gobierno
había sido adelantar el reinado de Fernando . . . para fe-
licidad de sus vasallos: la Sociedad tenía buena cuenta de
agravios que cobrar al soberano que la había clausurado).
Sin embargo, el 21 Carlos se retracta, aconsejado por
los franceses que, a pretexto de su alianza e ir a batir a los
portugueses, habían ocupado prácticamente la península
burlando la buena fe real, o la real inepcia. Fernando por
su parte, había aceptado la corona y nombrado ministerio
y trataba de granjearse la aquiescencia de los invasores yla amistad de Napoleón. En esto llegará al colmo de la
ignominia: andando los días pediríale en matrimonio, con
penosa vehemencia y repugnante insistencia, una princesa
de su familia para esposa, llamándose su sobrino, y mere-
cedor, por su acatamiento y fidelidad, de ese honor, con lo
cual probaría al mundo su respeto y sumisión, contraria-
mente a la rebeldía de un pueblo, el español, ofuscado e
indigno . . .¡que se desangraba por su indepandencia y por
la libertad de su rey! Fastidiaríase el emperador de esos
repetidos testimonios de miseria, y sólo reconocía a Fer-
nando el título de Alteza; en cambio, quería que le llamara
Sire, señor. Ordenaba a sus emisarios que siguieran con-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 35
siderando rey al desdichado Carlos, y dábale a éste la ilu-
sión de apoyarlo en su contienda con el hijo.
Páginas tristísimas de la historia de la monarquía son
los incidentes de esa familia en que padres e hijos se odian,
se recelan y se acusan frente al enemigo que juega con ellos
y los desprecia. Por el camino del temor y la ambición toda
la familia real y Godoy marchan camino de Bayona, don-
de la calculadamente traidora invitación imperial se con-
vertirá en cautiverio : para Fernando, un hermano y un cío,
primero en Bayona y luego en el Castillo de Valencey;para
Carlos, María Luisa y Godoy, en destierro dorado en Roma.
Fernando ha dejado en Madrid una junta de gobierno
para mientras dura su ausencia. Los franceses insistían
en que la junta reconociese como rey a Carlos IV, y éste
por su lado reclama la corona, a su protector: Napoleón.
En eso están, acorralados por la intriga y la coacción del
todopoderoso Bonaparte y por sus propias querellas y te-
rrores, cuando ocurre el levantamiento popular del 2 de
mayo, gloria inmarcesible de España, y afrenta de los fran-
ceses, que ejercen inicuas represalias. Goya inmortaliza
con sus pinceles trágicos las escenas de ese día que tiene
dos héroes renombrados, Daoiz y Velarde, y uno innomi-
nado, titánico, el pueblo de Madrid, los manólos, los chis-
peros, las obreras, los empleadillos.
En Bayona continúa el sombrío melodrama, desprovis-
to de toda grandeza. Renuncia Fernando a la corona, el 6
de mayo, y la retoma de su padre para cederla el día 8 a
Napoleón, que así, más fácilmente que en sus planes, se
apodera de un inmenso imperio cuyo valor —material y
moral— él mismo ignora y desestima.
Napoleón designa a José Bonaparte Rey de España,
con una Constitución otorgada, la de Bayona, bastante
liberal pero repudiada por los españoles a consecuencia de
su origen, como odian y denigran y hasta calumnian a José
36 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
por lo mismo: el suyo será un reinado intruso, precario ydesventurado.
Desde el primer momento, el país está contra el fran-
cés, aunque haya un grupo de hombres, incluso ilustres,
que colaboren con él: los afrancesados, se llamarán y no
para su bien. El humilde alcalde de un humildísimo pueblo,
el de Móstoles, declara la guerra nada menos que al do-
minador de Europa. A lo cual seguirá una guerra de seis
años, con múltiples reveses para los españoles, y para sus
tan activos cuanto interesados aliados los ingleses, pero
mucho mayores y, en definitiva desastrosos, para los fran-
ceses, que no logran sofocar el espíritu rebelde de aquel
pueblo ni el celo de sus autoridades confinadas en unaisla, que improvisan ejércitos de la nada gracias al patrio-
tismo español y al oro que América le envía.
España se convierte en el campo de batalla de Europa,
y allí se sella irremediablemente la suerte del emperador
que gasta a sus mejores mariscales y ve caer a millares de
sus mejores soldados. El nombre de Wellington, el general
inglés a quien al cabo las Cortes harán generalísimo de
las tropas aliadas angloespañolas, se cubre de gloria, y haybatallas y capitulaciones honrosas que se vuelven clásicas
en cuanto ocurren: Bailen, Zaragoza, Gerona, Tarragona,
Salamanca . .
.
España se desangra y lucha con increíble heroísmo pa-
ra recobrar su independencia —dando así la más viva ymejor aprovechada lección a sus colonias para su propia
independencia, como ya la había dado, equivocadamente
para ella, al ayudar a la emancipación de los Estados Uni-
dos— , y por recobrar a su rey a quien con pasmosa y repe-
tida equivocación ama y lo llama El Deseado, atribuyéndole
virtudes de que en absoluto carecía, e ignorando extraña-
mente su perfidia y bajeza. Cautivo en Valencey con su
hermano y tío, y rodeado de tortuosos consejeros, Fernan-
do congratula a Napoleón por sus triunfos, en cuenta los
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 37
obtenidos en España misma, decora e ilumina su residen-
cia para festejarlos, hace repugnantes alardes de sumisión
y trama, lentamente, su conspiración que ha de tomar cuer-
po en 1814.
Los acontecimientos de España tenían natural pero
tardía resonancia en Guatemala, por dificultad en las co-
municaciones. En 30 de junio de 1808, en junta de las
autoridades representativas del reino se conoció de la ab-
dicación de Carlos IV en Aranjuez y el 3 de julio, con la
misa solemne y Te Deum de rigor, fue reconocido FernandoVII como rey. En la noche del 13 de agosto se reunió el
presidente gobernador y capitán general, don Antonio Gon-
zález Mollinedo y Saravia, con la Real Audiencia para tra-
tar de las renuncias de Bayona, de que tuvieron conocimien-
to por oficio reservadísimo del virrey de la Nueva España
y deciden convocar para el día siguiente una junta en que
participan además de las autoridades civiles, el arzobispo
y el cabildo eclesiástico, cuerpos, prelados y jefes de nota,
y tras un examen del texto de la abdicación y las considera-
ciones pertinentes, acuerdan unánimemente no reconocer por
válida ninguna de las dos renuncias, renovando su jura-
mento de fidelidad al soberano y a las leyes y disponiendo
medios para guardar el orden y evitar la infiltración de
emisarios del invasor.
Poco después se acordó levantar suscripciones en ayu-
da de la madre patria, teniéndose por sagrado e intocable
lo que para ese fin se colectase. Distinguiéndose por la
liberalidad en su óbolo no sólo personas de viso sino indí-
genas y comunidades apartadas. Estas recaudaciones con-
tinuaron durante el curso de la guerra, en dinero y en
especie, y fueron muy importantes bajo el mando de Busta-
mante, cuya esposa las dirigía. En la Gaceta del 7 de mayode 1811 figura el canónigo penitenciario don Antonio La-
rrazábal con un donativo de cien pesos. Y en la de 18 de
diciembre de 1812 se da cuenta de haberse concedido una
3H REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
medalla al indígena Jorge Sepan de Patzún, por el suyo de
mil quinientos, más uno menor de su esposa. . .
Más adelante se acordó reconocer a la Junta Central
gubernativa. El 19 de septiembre, de 1808, se celebró con
ceremonia religiosa en la Catedral la noticia de la rendición
del General Dupont, en Sevilla. . Y el 12 de diciembre el
ayuntamiento con la venia de la audiencia hizo la procla-
mación solemne de Fernando VII, que dio* oportunidad a
que se publicase un libro admirable ornado de numerosas
ilustraciones por los grabadores más preclaros que ha te-
nido Guatemala, crónica de los festejos que comprendieron
iluminaciones, fuegos artificiales, desfiles, paseo del pen-
dón, carroza con una efigie del rey, en cedro y lujosamen-
te ataviada; tiraron de la carroza diez y seis adolescentes
de las familias de la nobleza, que después descollarían en
la política y en otras actividades : fué tal el entusiasmo, que
el paseo de la carroza hubo de repetirse y en dos ocasiones
los religiosos de Santo Domingo y San Francisco disputa-
ron a los jovenzuelos el honor de tirar de aquel simbólico
artefacto. . .
Tanto la jura como los demás actos del gobierno cen-
tral repercutían en las provincias, repitiéndose a su turno
las ceremonias correspondientes. Como en otras partes de
América, a la vista de lo que ocurría en España, en Gua-temala quisieron los criollos más inquietos y despejados
formar una junta de gobierno, pero el presidente se opuso.
Refiere el historiador Sofonías Salvatierra, por documento
del archivo de Indias, que esto y otros manejos de Gonzá-
lez Mollinedo y Saravia le valieron una denuncia ante la
junta central, por uno de los oidores sospechándolo de infi-
delidad "en carta del 3 de enero de 1809; el mismo oidor,
sospechando también de otro, acusaba de contrabandistas
a los Pavones y a los Irisarris . .. ", dos de las más ricas
familias del país.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 39
En esos turbulentos años guatemaltecos medraron a
maravilla las intrigas: lo dejan entender así los señores
historiadores. Pero ¿cuándo no?
Elección de Diputado por Guatemala, y sus Poderes
El 25 de septiembre de 1808 y cuando han surgido nu-
merosas juntas locales que obran inspiradas por el patrio-
tismo y la lealtad al rey, pero sin cohesión, lo mismo en la
península que en América, se organiza la Junta Central de
Gobierno, con voto de fidelidad a Fernando también, en,
Aranjuez, y que luego pasa a Sevilla, donde dicta la real
orden del 22 de enero de 1809 por la cual se convoca por
primera vez a los pueblos de América para elegir repre-
sentantes que se integren a ese cuerpo. Este acuerdo no
llega a realización, porque luego es sustituida la Junta —29
de enero de 1810— por un Consejo provisional de regencia
compuesto de cinco individuos, que funciona desde el 2 de
febrero. La Junta en la primera fecha indicada, y en se-
guida su sucesora en 14 de febrero, convocan a los ameri-
canos a elegir diputados, por primera vez en la historia de
España, a las cortes que se reunirán el 24 de septiembre,
en la Isla de León.
En la elección de diputado vocal por el muy noble y
leal Ayuntamiento de esta ciudad de Santiago de los Ca-
balleros a la suprema Junta central gubernativa, el 11 de
noviembre de 1809, los capitulares votaron por tres candi-
datos de sus simpatías cada uno, según las papeletas que
firmaron ; dos proceres, el marqués de Aycinena y don Mi-
guel Alvarez de las Asturias, incluyeron en las suyas el
nombre de Larrazábal: comenzaba a sonar su nombre en
asunto público. La elección final por el reino se hizo el 3
de marzo del año siguiente, y fue designado el señor don
Manuel Pavón, cuyo nombramiento no tuvo efecto, como se
40 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ha dicho, pero dio lugar a ciertos reclamos del electo, más
adelante.
Mientras se efectuaban en América y Filipinas las elec-
ciones para diputados a Cortes, se acordó que en Cádiz se
escogieran suplentes. Por el reino de Guatemala corres-
pondieron dos, y lo fueron los señores Andrés y Manuel de
Llano.
Los diputados propietarios eran seis. Chiapas eligió
primero al licenciado Sebastián de Esponda, elección que
fue objetada y no surtió efecto por haber fallecido el titu-
lar, camino a España; lo sustituyó el presbítero Mariano
Robles, secretario del obispado de Ciudad Real, electo el 4
de noviembre de 1811 ;partió en 1812, y sus credenciales
fueron aprobadas por las cortes en octubre.
El Salvador eligió a don Ignacio Avila.
Honduras a don Francisco Morejón, quien salió para
Cádiz el 7 de febrero de 1811. (Entre otros asuntos, se
ocupó con especialidad de las minas, de trasladar de Gua-
temala a Honduras la casa de moneda, de la fundación de
un banco mercantil).
Nicaragua a don José Antonio López de la Plata.
Por Costa Rica, renuncia del electo antes don Nicolás
Carrillo, nombróse al presbítero don Florencio Castillo,
quien se hallaba en León y salió para La Habana, de Tru-
jillo, el 3 de abril; llegado a Cádiz el 29 de junio, tomó
asiento en cortes el 11 de julio. (Fue diputado distingui-
dísimo, sobresalió en la defensa de los indios, y figuró tam-
bién en las cortes de la restauración liberal en 1829).
La elección por Guatemala se describe en el acta res-
pectiva del Ayuntamiento que figura entre los papeles pu-
blicados en el Boletín del Archivo General del Gobierno
(año II, número 4, de julio de 1938). En el mencionado
Boletín, tras una nota en que se lamenta no poder repro-
ducir las Instrucciones que llevaría Larrazábal, por no
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 41
existir ejemplar de ellas en el archivo ni en el país, se in-
sertan, alusivos a las Cortes, el acuerdo de 23 de mayo de
1810 en que se manda promulgar la real cédula por la cual
se estableció la junta de regencia, el decreto convocando a
elecciones para las Cortes extraordinarias fechado en la
Real Isla de León el 22 de febrero de 1810 y mandado cum-
plir en Guatemala el 22 de mayo, un significativo expedien-
te en que se reclamaba el nombramiento de americanos en
igual número que europeos en el tribunal de vigilancia es-
tablecido para contrarrestar la acción de emisarios fran-
ceses, etcétera. Y luego, el acta memorable.
En la junta de 24 de julio de 1810, "los señores del
Cabildo, justicia y regimiento de esta M. N. y L. Ciudad
de Santiago de los Caballeros congregados en la sala capi-
tular presididos del Excmo. Sr. Don Antonio González,
Teniente General de los Reales Ejércitos, Gobernador y Ca-
pitán General, en concurrencia del señor Regidor Alguacil
Mayor de Quezaltenango don Francisco Gregorio Pinillos,
con el objeto de dar cumplimiento al Real Decreto de veinte
y nueve de enero próximo que previene se remitan de las
Américas Diputados en Cortes, que se ha convocado para
la Isla de Mallorca, y estando impregnados de la gravedad
del caso, bajaron los referidos SS. a mi mesa y externaron
sus votos de esta manera", reza el acta de aquel día en que
aparecen votando por el señor Larrazábal —siempre en la
forma de terna— los señores Lorenzo Moreno, segundo al-
calde; marqués de Aycinena, Miguel Ignacio Alvarez As-
turias, José de Isasi, Sebastián Melón y Juan Antonio
Aqueche, regidores.
(Los otros capitulares que participaron en la votación
fueron el alcalde Josef Antonio Batres, el regidor decano
depositario general de penas de cámara don José MaríaPeinado, el alguacil mayor de Quezaltenango, don Francis-
co Pinillos, "a quien de ejemplar y de gracia se concedió
venir a votar por su Cabildo, como consta de expediente";
42 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
y los regidores don Luis Francisco Barrutia, don Antonio
de Juarros y Lacunza y don Miguel González).
El resultado, regulados de nuevo los votos, fue el si-
guiente: "El Sr. Regidor don Antonio de Juarros con 010;
el Sr. Dr. Coronel don José Aycinena 010; el Sr. Regidor
aon José María Peinado, 004 el Sr. don Antonio Larrazá-
bal y Arrivillaga, Canónigo Penitenciario de esta Sta. Igle-
sia 006; el Sr. Dr. don Bernardo Pavón, Tesorero de esta
Sta. Iglesia, 001; el Excemo. Sr. don Manuel José Pavón,
Diputado electo que fue a la Junta Central, 002; el Dr.
don José Bernardo Dighero, Catedrático de Escritura de
esta Real Universidad, 006.— 0.36".
Y concluye el acta:
"En cuya forma aparecen los treinta y seis sufragios
de los doce SS. Capitulares; en esta virtud, habiendo en-
trado al Cántaro los SS. Juarros, Aycinena y Larrazábal
en tres Cédulas con sus respectivos nombres introducidos
en otros tantos globilóteros por el Excemo, señor Presiden-
te y sacudido varias veces por mí el Secretario, sacó de
la jarra el niño don Manuel González de edad de seis años
que estaba preparado para el caso, uno de dichos globitos
entregándolo a S. E. que extrajo la Cédula y se encontró
el nombre del Sr. DR. DON ANTONIO DE LARRAZÁ-BAL, Canónigo Penitenciario y Gobernador del Arzobis-
pado. Extraídas las otras dos, se vieron los nombres de
los SS. Juarros y Aycinena, mediante lo cual quedó el
sorteo en favor del primero manifestándose al pueblo de
que se hallaba gran parte en la puerta de la Sala Capitular,
por haberse hecho éste a puerta abierta; y concluido salie-
ron los SS. Regidor Decano y Síndico Procurador a traer
al Sr. Electo quien dio gracias al Cuerpo por la distinción
que le merecía, con lo que salieron para la Santa Iglesia
Catedral a darlas a Su Divina Magestad y a su Santísima
Madre en su advocación del Socorro y vueltos los señores
a esta Sala Capitular, el Sr. Larrazábal repitió sus espre-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 43
siones de reconocimiento y firmaron disolviéndose el Con-
greso de que certifico".
En el ínterin ocurre una demanda del celoso ayunta-
miento, a que se refiere el historiador Salvatierra, y aun-
que sus consecuencias se producen bastante más adelante
haciendo llegar a España como consejero real a promi-
nente guatemalteco amigo y familiar de Larrazábal, cabe
dejar aquí el hecho: disuelto por las Cortes el antiguo
Consejo de Indias y sustituido por un Consejo de Estado,
se acordó que la Regencia admitiera como representante
por Guatemala al de México, don Miguel López Lardizábal
;
con este motivo el ayuntamiento de la capital envió con
fecha 10 de julio de 1810 un memorial reclamando la
representación directa. Decía en apoyo de su justa y dig-
na pretensión que "este Reino de Guatemala, aunque situa-
do en la américa Setentrional, muy diverso del de Nueva Es-
paña, es independiente de éste en lo eclesiástico, político ymilitar y compuesto de muchas y dilatadas provincias".
La firma del marqués de Aycinena es una de las que cubren
esta representación. Fue atendido el ayuntamiento, y se
nombró por consejero de Estado a don José Aycinena, en
1812.
(Don José Aycinena, grande amigo en verdad de
Larrazábal, fue hijo del primer matrimonio de don JuanFermín de Aycinena, con doña Ana Carrillo y Gálvez;
casó con doña María Ana Micheo. Doctor en leyes y hom-bre muy ilustrado, en 1811 fue enviado por el Ayuntamientoen compañía del regidor Peinado a San Salvador a ejercer
el gobierno de la provincia y pacificarla después de los
disturbios de noviembre, que fueron el primer grito de
libertad en la América Central.
Se comportó con celo y prudencia encomiables según
dan fe sus cartas y otros documentos. Al marchar a Es-
paña dejó al señor Peinado al frente del gobierno salvado-
reño pero conservó el título. Pedía a los subalternos que
44 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
las tropas sólo se usasen para infundir respeto, y no para
hostilizar a los pueblos, y se procediera con sigilo en la
conducción de presos a fin de no ocasionar alarma. Enun gran cuadro suyo que le fue dedicado por el Ayunta-miento se lee esta inscripción honorífica: "El Exmo. Sor.
Dr. Don José de Aycinena Consejero de S. M. en el Real
y Supremo de Indias, Caballero Gran Cruz de la Real Or-
den Americana & de Isabel la Católica & Sirvió al Rey ya la Patria y se hizo digno de que el Ayuntamiento de
Guatemala eternice su memoria en este Monumento". Hayotro retrato de Aycinena, pintado por Rosales en 1812,
en cuya leyenda se alude a su nombramiento de consejero
por las Cortes y a sus servicios de muchos años en la
Audiencia. Se encuentra en el museo colonial de Antigua,
donde un día deberá haber también un retrato del anti-
güeño Larrazábal).
En el cabildo ordinario número 86 del viernes 28 de
septiembre de 1810 se confirió el "poder con que ha de
caminar el señor Diputado a Cortes". Es un documentoque precisa transcribir íntegro:
"Nos el Cabildo, Justicia y Regimiento de la M. N. yL. Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala Ca-
pital del Reino &.
Habiendo procedido este Cabildo en el día veinte y
cuatro de Julio del presente año a elegir Diputado para las
próximas Cortes Generales de la Nación por esta M. N. yL. Ciudad en la forma prescrita en la Real Orden de 14
del último Febrero entre los tres sugetos que resultaron
electos, recayó la suerte en el señor Doctor en Sagrada
Teología y Cánones Don Antonio de Larrazábal y Arrivi-
llaga, natural de esta ciudad, Canónigo Penitenciario de
esta Santa Iglesia Metropolitana, Provisor Vicario Capi-
tular, y Gobernador, como consta de la acta de elección.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 45
En su consecuencia le otorgamos y conferimos poderes am-
plios y generales, e ilimitados, para que ejerciendo en las
Cortes las augustas funciones de su nombramiento con los
demás señores Diputados, pueda acordar, y resolver todo
cuanto en ellas se proponga y trate para el bien del citado
y utilidad pública bajo los principios fundamentales de
que en toda la España así Europea como Americana se ha
de conservar inviolablemente por única la verdadera reli-
gión de Jesucristo crucificado, católica, apostólica, romanacomo hasta ahora por la misericordia de Dios N. S. se ha
conservado : que ha de manifestarse constantemente la mo-
narquía reconociendo en ella por Rey y Soberano al señor
don Fernando de Borbón 7? de este nombre (a quien Dios
guarde) y por su falta a sus legítimos sucesores: que para
evitar que el despotismo deshonre en tiempo alguno la
Magestad, y oprima a los pueblos, se instituya y excija
constitución formal, en que restableciéndose los derechos
de estos, tenga siempre la nación parte activa en las deli-
beraciones y materias de estado, en la formación de las
leyes, y en los demás asuntos del Gobierno, y que en esto
y en todo lo demás sin la menor limitación sean las Amé-ricas consideradas y tratadas como partes esenciales de
la Monarquía, guardándoles sus derechos y libertad civil
como a la Península, sin diferencia alguna y con toda la
extensión que corresponde, y confiere le compete por de-
recho natural, y le está justamente declarado por cuyas
reglas también al establecimiento del Gobierno que haya
de fijarse y permanecer durante el cautiverio de nuestro
deseado Soberano : y finalmente que en ningún evento pue-
da separarse este Reino de Guatemala de la Monarquía
Española y entregarse a otro Soberano extranjero, sobre
cuyos puntos se trata y habla en las instrucciones que for-
madas por este Cabildo se entregarán a nuestro Diputado
el señor don Antonio de Larrazabal, de las cuales no podrá
separarse en lo que toca a la soberanía de los principios
46 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
fundamentales expresados, pero sí en lo que respecta al mo-
do en las materias que son susceptibles de esta variación,
pudiendo en ellas adoptar el que va puesto en las mismas
instrucciones, o el que S. S. estime más conveniente y opor-
tuno en las circunstancias y nos obligamos por nosotros
mismos y por el vecindario de N. Ciudad y su distrito que
representamos en tener por válido y obedecer y cumplir
lo que el referido señor Diputado hiciere y resolviere a
virtud de este poder que le damos por triplicado (quedan-
do testimonio en el acta capitular del día) firmado de
nuestras manos, sellado con el sello de nuestras armas, yrefrendado por el infrascrito Secretario Escribano Mayorinterino de Cabildo quien en "todo testifica, como de la elec-
ción que va citada, teniendo testigos al señor Dr. don José
Aycinena Coronel de Milicias de esta Capital, el señor don
Juan Payés y Font, Prior del Real Consulado, y don Gre-
gorio de Urrutia de este Vecindario —Sala Capitular de
Guatemala y Septiembre veinte y ocho de mil ochocientos
diez.—Antonio González.—José Antonio Batres.—Lorenzo
Moreno.—José María Peynado.—Antonio Isidro Palomo.
—
El Marqués de Aycinena.— Luis Francisco de Barrutia.
—Miguel Ignacio Alvarez de Asturias.—Antonio de Jua-
rros y Lacunza.—José de Isasi.—Sebastián Melón.—Mi-
guel González.—Juan Antonio de Aqueche.—Francisco de
Arrivillaga.— José García de Zelaya, Secretario y Escri-
bano Mayor de Cabildo".
El pensamiento de los concejales guatemaltecos y los
derechos que en su nombre iba el señor Larrazábal su co-
misionado a sostener y reclamar, respecto a la igualdad
de América, prueba patente de su justificación y opor-
tunidad, tuvieron, por cierto, primera expresión formal
en las Cortes, ya reunidas, a pocos días de esa fecha, el
15 de octubre de 1810 en esta declaración —orden al Con-
sejo de Regencia— que llegaría a Guatemala tres meses
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 47
después y que, a pesar de su latitud, para cumplirse y con-
solidarse necesitó de empeñadas luchas en aquel congreso:
"Las Cortes generales y extraordinarias confirman ysancionan el inconcuso concepto de que los dominios espa-
ñoles de ambos hemisferios forman una sola y misma mo-
narquía, una misma y sola nación y una sola familia: y
que por lo mismo los naturales que sean originarios de
dichos dominios, europeos o ultramarinos, son iguales en
derechos a los de esta península; quedando a cargo de
las Cortes tratar con oportunidad y con un particular in-
terés de todo cuanto pueda contribuir a la felicidad de los
de ultramar, como también sobre el número y forma que
deba tener para lo sucesivo para la representación nacional
de ambos hemisferios". A continuación se decretaba olvi-
do de cuanto hubiese ocurrido en los países en que se pro-
dujeron movimientos insurgentes, al reconocer la legítima
autoridad establecida en España.
oxidados del Ayuntamiento. Sociedad Económica. Grana
Si bien las instrucciones formales del diputado Larra-
zábal están fechadas a 16 de octubre de 1810, (y de ellas
se hablará en otros capítulos de estos apuntamientos), con
la misma fecha, en reunión capitular, se suscribieron con
carácter de por ahora unas más concisas que luego se am-pliarían o refundirán en el texto mayor: estas compren-
dían:
Procurar por todos los medios posibles la continua-
ción de la guerra hasta la vuelta "de nuestro amado So-
berano" y real familia, y si el enemigo estuviese anuente
a hacer paces, siempre devolviendo a las augustas perso-
nas, se accedería a dar cualquier cantidad de dinero que
se pidiese, dichosos de libertar a los reyes y a la patria
de los males de la guerra.
48 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Contra la venta de empleos —oficios— y con ella los
aranceles, desorden que debería abolirse; que la justicia
se administrara gratuitamente en toda la monarquía, con
otros pormenores sobre organización judicial.
Arreglo de la renta del papel sellado, que debía hacerse
extensivo a todo documento fehaciente, como obligaciones,
cédulas de crédito, fees de bautizo, confirmación u otras,
pero reformando a pequeña monta su valor y evitando des-
perdicio de papel, con gravamen de los vasallos.
"Pero si la recta Administración de Justicia, es un
bien de la Sociedad, no es menor que la Educación de los
ciudadanos, y su razón ilustrada evite las desavenencias,
para lo cual ha sido notable en América la falta que ha
hecho la Compañía de Jesús, cuyos ejemplares individuos
dedicados con el más santo celo a la educación de la juven-
tud, y a la dirección de las almas, dejaron en su extinción
un vacío en estas Repúblicas, que no ha sido posible se
llene y que las obliga a suspirar por su restablecimiento ya este Cabildo a suplicar se resuelva".
"Porque en este vasto Reino de Guatemala no hay
más que una Universidad, y los Colegios Tridentinos mal
dotados, y hace pocos años que en tan grande extensión,
no había otra Escuela de primeras letras, que la que esta-
bleció la piedad del Venerable Hermano Pedro de San José
de Bethancourt. Este Venerable Varón fundó en esta Ca-
pital la Religión Betlemítica, cuyo instituto todo de caridad
ferviente, comprende la asistencia de los enfermos conva-
lecientes, y la enseñanza de primeras letras. La utilidad
que ha traído a estos Reinos, particularmente en los Puer-
tos mal sanos, y a los Europeos que arriban a ellos, es tan
notoria, que cualquiera discusión sería impertinente. Baste
que el reconocimiento de tales beneficios: el haber tenido
origen una Religión tan útil y abundante de personas ejem-
plares, y el haber florecido el Patriarca en Guatemala, hamovido a esta Ciudad a solicitar de la Santa Sede su ca-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 49
nonización, y esto la mueve a representarlo a las Cortes,
para que la Nación le recomiende al Gobierno para cuando
las circunstancias lo permitan, por ser Gloria de Españacontar entre sus hijos a este Patriarca Bien aventurado".
(Los intereses piadosos se entremezclaban inextrica-
blemente a los materiales y políticos. Si en la cuestión
— ¡ tan controvertida !— de los jesuítas había una nostalgia
de la grandeza perdida de la capital trasladada, en la de-
manda en favor del Hermano Pedro palpitaba una másconmovedora nostalgia y un deseo patriótico incumplido
hasta hoy).
Otro punto que se tocaba y sólo mencionaremos a la
ligera, concernía a la elección y frustrado viaje del señordon Manuel José Pavón y Muñoz, regidor a quien desdeentonces se llamaba excelencia, como miembro de la juntacentral de gobierno : se había pedido que su elección sirvie-
se para integrarlo a la junta de regencia y ahora se opi-
naba que al erigirse un Consejo Supremo Nacional com-puesto por individuos de todos los reinos, quedara en él.
En cabildo del 16 de octubre (1810) los regidores Ay-cinena y Juarros solicitaron añadir a las Instrucciones del
Ayuntamiento a su diputado cuatro puntos sobre materiade religión, de que aquí se hablará en capítulo indepen-
diente, al tratar del discutido copatronato de Santa Teresa,
obra ya de las Cortes.
También se acordó en esa sesión que el 19 prestara
juramento el señor Larrazábal, y para ello se proveyó enel auto que dice: "Viva la constitución fundamental de la
Monarquía", o sean las Instrucciones compuestas por el
regidor Peinado, indicándose que después de ser cuidado-
samente examinadas individualmente por los capitulares
y en cabildos de 13, 15 y 16 de octubre según se hizo cons-
tar en las actas respectivas, "considerados y controvertidos
cada uno de sus capítulos con la madurez que exige C3ta
materia, dijeron: se aprueba el voto de Constitución: '¿¿n-
50 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
gase por parte de las instrucciones que deben darse al se-
ñor Diputado: y entregúesele desde luego", y con acuerdo
de su Señoría se fijó la fecha del juramento.
Este fue prestado solemnemente por Larrazábal ante
el Ayuntamiento reunido en la fecha expresada, en su sala
capitular; juró in verbo sacerdotis tacto pectore, "defen-
der exterior e interiormente el Misterio de la Purísima
Concepción de María Santísima nuestra señora, y cumplir
el cargo de Diputado a Cortes, que tiene aceptado, y des-
empeñar el poder que al efecto le ha conferido este M. N.
Ayuntamiento. Y los señores respondieron Amén, y man-daron que de este acto se ponga testimonio en el Cabildo
del día, y se agregue otro al de elección para entregar a
dicho señor Diputado, y lo firmaron con su Señoría".
El acta suscrita por el señor Melón, agrega este por-
menor: "Concluido el juramento expuso el señor Diputado
que con el favor de Dios partirá a su destino el miércoles
veinte y cuatro del corriente, y en consecuencia se despidió
entre los tiernos afectos que mutuamente inspiraba su au-
sencia, y el señor Peynado contestó en los términos conve-
nientes: le entregó el voto de Constitución que se ha san-
cionado; y saliendo de la Sala, le acompañó el Cuerpo hasta
las escaleras".
Conforme a los datos de la Gaceta de Guatemala —un
tanto alterados en otras fuentes— , el 24 de octubre de 1810
partió el señor Larrazábal con rumbo a España, en viaje
azaroso por lo extenso del trayecto y las dificultades que
a ese tiempo habían de sortearse en el transporte maríti-
mo. Si siempre fueron difíciles las comunicaciones con la
metrópoli, el estado de guerra las tornaba más precarias.
Apenas tocaban barcos en Trujillo o en Veracruz, para La
Habana, y el mar estaba plagado de corsarios que los in-
terceptaban.
Larrazábal tomó el camino de Veracruz. Al pasar por
Tuxtla, en territorio de Chiapas, que pertenecía al reino de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 51
Guatemala, pudo observar el notable desarrollo de la grana
o cochinilla obtenido gracias al celo del cura del lugar yrecomendó a la Sociedad Económica de Amantes de la Patria
extender esa industria a Guatemala, ligando así, gracias a
tan plausible preocupación patriótica, su nombre al prin-
cipio mismo de la historia de esa riqueza que por muchosaños fue tan principal en el país. La Sociedad Económica
relata con fervor este hecho en la memoria de la Octava
junta pública, primera después de su reestablecimiento,
celebrada el 12 de agosto de 1811.
"Cuando nuestro Diputado en Cortes pasó por Tuxtla
—escribe— quedó altamente penetrado del celo de su CuraDon Manuel Antonio Figueroa, que deseando proveer a sus
feligreses de un ramo de industria tan lucrativo se dedicó al
plantío de nopales y a la cría de la grana. Recomendó el Sr.
Larrazábal tan distinguido servicio a la Sociedad, y cuando
esta especie recalentaba los deseos que abrigó en otro tiempo
de hacer a la capital partícipe de su riqueza, recibió el
Exmo. Sr. V. Protector —el capitán general— un expedien-
te que comprueba que aquel benemérito párroco tenía ya
logrados 25 C. nopaleras y calificada su grana de clase supe-
rior a la de Oajaca". Se le pidieron y mandó semilla e ins-
trucciones ; no lográndose la primera se repitió el envío con
un práctico, y pronto comenzó a cultivarse en Guatemala,
Antigua y Amatitlán. No hay que olvidar, pues, en la histo-
ria de la grana guatemalteca, la feliz y oportuna interven-
ción del Sr. Larrazábal que, como tantos otros ilustrados
eclesiásticos de su tiempo, se interesaba por el desarrollo de
las ciencias, las artes y la agricultura, bajo el influjo máso menos directo de las ideas de progreso y del utilitarismo
que venían de Europa y eran rectoras de las sociedades
económicas, entre cuyos miembros descollantes contábanse
tales eclesiásticos, que allí se codeaban con los laicos un
si es no es descreídos y volterianizantes . . .
52 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
De paso, intercalamos aquí, adelantando un tanto he-
chos en la narración a fin de completar los pocos datos que
de este aspecto se nos alcanzan de los empeños de Larrazá-
bal, otro servicio eminente suyo a la Sociedad que tanto
prestó al adelanto de Guatemala. Al levantarse la suspen-
sión que pesaba sobre dicha entidad desde 1799, y reorga-
nizada en días de entusiasmo constitucionalista, el 3 de
febrero de 1811 celebró con una función religiosa esa gra-
cia concedida, y, dice la memoria: "Cumplida esta obliga-
ción religiosa, ocurrió al Supremo Gobierno nacional por
medio de nuestro Diputado en Cortes, el Sr. Socio honora-
rio Dr. Don Antonio Larrazábal, a implorar la confirma-
ción de su restablecimiento, y la espera con. canta mayorconfianza, cuanto son más frecuentes y luminosos los tes-
timonios, que cada día recibimos de la sabiduría y patrio-
tismo de la mano bienhechora que nos gobierna".
La gratitud de la ilustre corporación tuvo otras ex-
presiones muy honrosas para la actividad y celo con que
el señor Larrazábal procuró su restablecimiento, que can
beneficioso habría de ser para Guatemala. Así, en la
relación impresa de la novena junta pública —segunda de
la nueva época— celebrada el 5 de abril de 1812, se inclu-
yeron estos conceptos:
"Restablecida la Sociedad Económica de Guatemala
en los términos que manifiesta su primera acta de 19 de
enero de 1811, número 102, que corre impresa, el primer
cuidado que la ocupó fue implorar del Supremo Gobierno
su confirmación. —En la junta general de 24 de agosto,
que asimismo publicó, dimos cuenta de haberse dirigido el
ocurso con muy expresivo apoyo de esta superioridad, yparticular encargo a nuestro socio honorario el señor doc-
tor don Antonio Larrazábal, para que promoviese en el
Consejo de Regencia la apetecida sanción del instituto.
Todo ha correspondido felizmente al colmo del deseo. El
Supremo Gobierno oyó benigno nuestros votos, y se expidió
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 53
la Real orden de 23 de noviembre del mismo, aprobando
y confirmando con nuevas gracias el restablecimiento de
la Sociedad. El señor diputado, aunque a la sazón tenía
en las manos las riendas del gobierno, y se hallaba ocupando
el sublime y primer cargo de presidente del augusto Con-
greso nacional, no perdió momento en darnos un consuelo
lan dulce e inefable. Usurpó un instante al cuidado de la
nación que gobernaba, y en la propia fecha se sirvió di-
rigirnos el diploma".
En el extracto de las actas del semestre que leyó don
Antonio de Juarros, se agregaba: "La gestión ha tenido el
suceso más feliz y más glorioso, y sus resultas colmando
la satisfacción de los patriotas han dado a todo el mundoun testimonio irrefragable de la sabiduría y cordura del
gobierno nacional: instruido por esta superioridad de la
importancia y necesidad del instituto y cerciorado por
nuestro Diputado en Cortes el señor socio honorario don
Antonio Larrazábal de los ardientes votos de su patria,
ha dispensado la real aprobación que demandábamos, y el
digno presidente del congreso soberano aprovechando los
momentos con aquel zelo que sólo es privativo del verdade-
ro y acendrado patriotismo, el mismo día 23 de noviembre
de 1811, en que el supremo consejo de regencia selló a nom-bre del Rey nuestro diploma, se sirvió hacerlo volar a nues-
tras manos".
El Viaje a España. Gastes. Preocupaciones Económicas
Volvamos al viaje —no menos moroso que lo es y lo
será esta relación perdida en grato e inhábil vagar por las
ramas. . .— Larrazábal pasó por Oaxaca, estuvo en Méxi-
co, donde dio a conocer las Instrucciones que llevaba del
Ayuntamiento y fueron muy alabadas, y se le localiza en
Jalapa el 21 de marzo.
Una fragata inglesa lo condujo a la neblinosa Ports-
mouth, y hubo de esperar varios meses para salir hacia
54 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Cádiz en el navio de guerra español San Jerónimo del Asia,
desde Londres, en compañía de los señores don Andrés de
la Vega, diputado por Asturias y don Francisco Salazar y
Carrillo, diputado por la Ciudad de los Reyes del Perú
(Gaceta de Guatemala, número 249, tomo XVI, del 3 de
diciembre de 1811). Agrega el periódico que "en conse-
cuencia los señores don Andrés y don Manuel de Llano,
diputados suplentes por Guatemala, hicieron presente ha-
ber llegado el quinto representante de los seis señalados
a estas provincias . . . para que se verificase la salida de
uno de dichos dos suplentes ..."
En Londres, centro de nutrida inmigración de españo-
les y americanos a consecuencia de la guerra, debió rela-
cionarse con muchas personalidades, de las cuales algunas
figuraron luego intensamente en los sucesos de la penín-
sula. Allí se firmó por esos días un famoso manifiesto
sobre la representación y problemas de América. La pro-
pia personalidad de Larrazábal no debía pasar inadvertida.
El comandante del navio que lo condujo a Cádiz, escribía,
por ejemplo, desde Veracruz al capitán general de Gua-
temala (dato de La Gaceta): "...la feliz casualidad de
haber conducido desde Inglaterra a Cádiz a bordo de este
navio Asia al recomendable diputado don Antonio Larra-
zábal, el haber sido inmediato a mi arribo, elegido por la
reunión de sus bellas circunstancias para Presidente de
las Cortes; y haber verificado en el tiempo de su gobierno
la salida de las expediciones de tropas para las posesionss
de nuestro amado Fernando VII . 1.
"
En la documentación publicada por el Boletín del Ar-
chivo General del Gobierno se dan algunas otras noticias
más concretas del viaje. Las glosamos aquí a sabiendas
de incurrir en repeticiones, y de romper el buen orden cro-
nológico.
Recoge en primer término una carta del diputado, en
marcha a su destino, fechada el 7 de diciembre de 1810 en
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 55
Oaxaca, adonde indica haber llegado el 4 ; acusa recibo de
papeles oficiales y se desborda en agradecimientos: "Re-
pito a VS. las más respetuosas gracias, por el honor que a
cada paso me dispensa, y suplico al Cuerpo de Ayunta-
miento, y de cada uno de sus Beneméritos Capitulares, que
unidos sus votos con los míos pidan al cielo me dé acierto
en el desempeño de la comisión que está a mi cuidado, para
la que continuaré adelante el día 13 o 14 del presente mes".
La gratitud era su debilidad y la modestia su fuerte . . .
En otra carta, el 21 de febrero de 1811 en Jalapa (Ve-
racruz) avisaba recibo de las tres partes últimas de las Ins-
trucciones, aprobadas el 12 de enero. Y explica la causa
de su demora: "Entretanto, no omito manifestar a VV.SS. que me hallo detenido en esta Villa de Jalapa, por no
haberse proporcionado Buque de Guerra español o inglés
para embarcarme, siendo todo mi anhelo dar principio al
desempeño del cargo, que ese Muy Ilustre Cabildo por unefecto de su bondad se dignó confiarme".
Los señores Andrés y Manuel de Llano, diputados su-
plentes, participan en 5 de septiembre (1811) la incorpo-
ración del propietario, señor Larrazábal, en el congreso,
"con tanta más satisfacción cuanto vemos reunidas en su
digno diputado todas aquellas calidades que pueden de-
searse para el completo desempeño de su encargo". No-ticiaban de que aunque ya estaban en sus puestos los otros
diputados, las cortes habían dispuesto que los suplentes
permanecieran aún en su seno.
A fecha de 20 de septiembre y desde Cádiz, el señor
Larrazábal informa de su feliz llegada a esa ciudad el 17
de agosto y su posesión el 25, desde cuyo día había asis-
tido sin interrupción. Pero venían las siempre graves
cuestiones de dinero, que debían apurar sus escrúpulos.
Manifestaba que a más de los cinco mil pesos que para su
viaje se le habían asignado, había gastado otros dos mil,
y pedía que se diese providencia para que se le reintegra-
56 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ran, "sin que esta cantidad total parezca exorbitante me-
diante las siguientes consideraciones:
"En México, Jalapa y Veracruz tuve que estar dete-
nido cuatro meses por falta de buque de guerra para em-
barcarme.
"La Fragata de guerra en que me embarqué en el
puerto de Veracruz era Inglesa y venía destinada a Porst-
mouth, puerto de Londres. En esa ciudad permanecí mes
y medio aguardando de día en día que saliera para este
puerto de Cádiz el navio de guerra Español "San Jeró-
nimo del Asia", pues su comandante don Anselmo Gomen-día me había asegurado que entre diez o doce días se haría
a la vela. Londres, en dictamen de muchos viajeros es la
Corte más cara para sostenerse, y sea de esto lo que fuere,
sin embargo que procuré conducirme con economía, gasté
mucho.
"Agravaría la justificación de V. S. M. I. si preten-
diera apoyar mi solicitud comparando la cantidad que a
mí se me asignó con la que México y otras ciudades asig-
naron a sus Diputados, cuando casi a la lengua el agua,
mi intento no es otro que satisfacer la deuda que con este
motivo he contraído, pues a V. S. M. I. consta cuál es la
situación de mi familia y que carezco de facultades (re-
cursos) asegurando desde luego que si tuviera otros arbi-
trios, excusaría este que me es vergonzoso y a él me obliga
la necesidad solamente".
(Rara vez, y no siempre adecuadamente, la liberalidad
ha sido distintivo de las autoridades guatemaltecas para
con sus representantes en el exterior).
El 29 de octubre escribe de nuevo al Ayuntamiento yreitera la afirmación de que desde el 25 de agosto ha asis-
tido puntualmente a las sesiones así públicas como secre-
tas. Enviaba números de El Redactor General con artícu-
los aprobados de la Constitución, y otros impresos. "Enesto verá V. S. M. I. que con la declaratoria de no gozar
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 57
las castas de derechos ciudadanos se ha rebajado en gran
parte el número de diputados de América. Yo a más de lo
que expuse en la sesión pública y consta en el diario de las
Cortes, pasé a informar verbalmente a los señores de la
comisión; pero el artículo 22 aunque se mudó en los térmi-
nos quedó lo mismo en la sustancia. Este artículo concuer-
da con el 29. También quedó sancionado el 91. Sobre que
solicité en contra de él, que los diputados debían ser no
sólo vecinos sino también originarios por parecerle másconforme y conveniente a los intereses de América".
(Esta carta se interrumpe, por mutilación del origi-
nal y falta de los impresos mencionados, en un punto en
que se refiere a la falta de . . . ¿ dinero ? El profesor Pardo
sólo apunta el hecho de la falta de la continuación del
original . ..
)
El celo del Ayuntamiento, que seguía tan de cerca
como entonces era posible los debates de las Cortes, no se
dormía en la seguridad de la buena gestión de su diputado
;
quería que tuviese todos los informes accesibles para su
mayor ilustración en los puntos económicos que hubiere detratar en relación con los intereses del reino, y así le envió
en 13 de agosto de 1811 compendioso pliego de instruccio-
nes de ese orden, que hoy mismo son de sumo interés para
conocer los problemas que aquejaban a la colonia y a los
cuales se deseaba remedio.
Al efecto le remitía estados de un quinquenio —reuni-
dos con grande dificultad y, en casos, incompletos algunos
datos— de los valores y rentas del tabaco, de las cosechas
de añil, de alcabalas y derechos de añil, de tributos, de la
renta decimal del arzobispado y otros, inclusive un estado
general de la Real Hacienda, que manifestaba un déficit
de 418,912 pesos siete y medio reales, "sin haberse reci-
bido este año ni en el anterior el situado de cien mil pesos
de la tesorería de México, con que se aliviaba la precaria
58 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
situación guatemalteca, por las ocurrencias de esa sección
de la monarquía" —el levantamiento de Hidalgo—
.
"Los referidos documentos suministran bastantes lu-
ces —le decía el diputado— para que la perspicaz pene-
tración de V. S. en su sublime ilustración pueda deducir
de ellos los conocimientos necesarios a fin de promover en
las Cortes todo lo concerniente a beneficio de este Reino",
añadiendo consideraciones que estimaba oportunas sobre
cada ramo. Insistía en condenar la existencia de estancos
como el del tabaco —que debía abolirse— y contra el cual
clamaban los economistas. Sus daños eran enormes para
Guatemala no se cultivaba sino en una pequeña región por
temor al contrabando, y se quemaban las sementeras he-
chas fuera de ella; sus gastos en administración, por el
cuantioso personal que exigían, eran dispendiosos, al gra-
do que más del cincuenta por ciento del producto de la
renta se empleaba en hacerla efectiva, etcétera.
El derecho de alcabalas había sido aumentado del tres
al cuatro por ciento con la promesa de suprimirlo en las
reventas, pero el mal persistía y contra él protestaban co-
mercio y autoridades por el gravamen oneroso que oca-
sionaba. El derecho de alcabala era mayor "en este pobre
Reino que en el opulento de México" y en todo le eran apli-
cables las reflexiones hechas sobre el tabaco. En general,
apoyábase esperanzadamente la tendencia al comercio li-
bre, como desiderátum de tantos daños. Idea que seguiría
enérgicamente en marcha.
El sistema de tributos era objeto de especiales preo-
cupaciones, y se hacía su historia; la erección de cuatro
intendencias en el Reino, antes dos gobiernos militares
—León y Comayagua— y dos alcaldías mayores —SanSalvador y Ciudad Real— había creado nuevos problemaseconómicos por sus crecidos gastos se aconsejaba ser pre-
ferible volverlas alcaldías mayores las cuatro dichas sec-
ciones.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 59
Al reseñar el déficit anual, los capitulares defendían
al reino de la tacha posible de gravoso, por el situado de
fondos que debía hacerse, y de que no produjera utilidad
alguna : "pero debe reflexionarse, decían, que esto proviene
de que como la mayor parte de su riqueza consiste en los
preciosos frutos que de él se extraen, especialmente el añil,
estos van a pagar sus derechos a su introducción en la
península, y siendo para el Real Erario indiferente que los
paguen en estas o en las otras tesorerías, es visto que este
Reino no le es gravoso sino que le produce muchas utilida-
des al estado o Real Hacienda sin embargo de dicho défi-
cit". "Por otra parte, añadían más adelante, las Cajas
Reales de este Reino se denominaban antiguamente las
"Ricas de América" por los cuantiosos sobrantes que en
ellas resultaban para despacharse a España, sin embargode que sus ingresos en aquel feliz tiempo no tenían com-
paración con los actuales, pues eran mucho menores y así
es visto que el mencionado déficit proviene de los excesivos
gastos que posteriormente se han causado".
Concluía el oficio después de otros pormenores sub-
rayando la lealtad del reino a la metrópoli a pesar de las
oscilaciones del gobierno "y de las insurrecciones de los
Reinos nuestros vecinos", para que, en vista de todo, el
diputado practicara "las diligencias que estime oportunas
en beneficio de este Reino".
Cualesquiera que sean los puntos de vista con que se
juzgue la actuación de aquellos hombres, hay que poner
en su abono honda preocupación patriótica y deseo —aún
por interesado que fuese— de mejorar la situación apura-
da por que pasaba el país, dentro del marco de la lealtad
al régimen metropolitano. Al decir de varios historiado-
res, Guatemala atravesaba por una profunda crisis eco-
nómica desde principios de siglo; los capitulares no lo de-
cían desnudamente, pero harto lo dejaban comprender al
puntualizar los problemas económicos principales que se
60 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
confrontaban. La crisis por otra parte era natural, sin
necesidad de atribuirla a desaciertos del gobierno : pesaban
duramente sobre el país los efectos de la ruina de la anti-
gua capital y los más onerosos de la traslación y construc-
ción desde sus cimientos, de una nueva ciudad; las trabas
al comercio todavía vigentes a pesar de lo que se suaviza-
ran en la época de Carlos III, el derrumbamiento de la
producción de cacao, los sistemas centralizadores de la ri-
queza, el aislamiento de Guatemala por la falta de barcos
durante largos años de guerras con el consiguiente auge
del corso, y tantos otros elementos de pobreza y depresión,
que tenían que influir, al estímulo de la agitación política
de España y América, y de las primeras, tímidas interven-
ciones del pueblo en asuntos públicos que hacia entonces
comienzan a producirse, en el proceso evolutivo del pensa-
miento emancipador y revolucionario. Los años de ab-
solutismo, que en Guatemala se caracterizan por la acción
rigurosa de don José de Bustamante sólo apresurarían la
maduración de este proceso.
Los aspectos económicos de las Instrucciones dadas al
señor Larrazábal revelan al vivo la situación y las ideas
y actitudes de los hombres responsables ante ella. El mis-
mo gobernante expresaría al Ayuntamiento deseos de que
se pusieran remedios a los males existentes al pedirle su
cooperación ilustrada, haciendo hincapié precisamente en
los capítulos económicos de esas Instrucciones, que en los
políticos tanta desazón y agrura le ocasionarían. En ofi-
cio del 24 de marzo (1811), a menos de un mes de su ins-
talación en el gobierno (29 de abril) y después de afirmar
sus buenos propósitos, escribía a los ayuntamientos del
reino :
"En este concepto y el de que V. S. con motivo de las
instrucciones que acaba de formar para el diputado en
Cortes por esta provincia, tendrá hecho un examen puntual
de su estado político, habrá inquirido las causas de su deca-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 61
dencia y pensando los medios adaptables para la mejora y
perfección de todos los ramos públicos ; espero que sobre ca-
da uno de estos puntos me informe cuanto se le ofreciere y
pareciere contrayéndose especialmente a la agricultura, in-
dustria y comercio, las minas o a los artículos que puedan
hacer la riqueza de estos pueblos, a la policía de estos, admi-
nistración de justicia, y generalmente a todo lo que influya
en su riqueza y pobreza respectiva; proponiendo con la
decorosa liberalidad que es permitida y conveniente, cuan-
to V. S. alcance y le dicte su celo a beneficio público; en
inteligencia de que me anima el más fervoroso deseo de pro-
moverlo y ejecutarlo en toda la extensión de mis facultades,
y de que estoy bien persuadido y convencido de que tal es
igualmente el anhelo paternal de los que rigen el estado en
nombre del Rey N. S. don Fernando VII, de quienes espe-
ramos su rescate y la futura dicha del Imperio español".
Tan buenas disposiciones pronto se desviarán de esa
línea por desacuerdos o animadversión, posiblemente mu-tua : la del gobernante se precisará en sus acotaciones ren-
corosas a las Instrucciones, al regreso y golpe de estado del
Rey. Mientras Cortes y Constitución funcionan, el gober-
nante tiene que avenirse a ellas y, lo que es más, aplaudir-
las: para su futuro mal.
Cortes Extraordinarias. Diputados Americanos
Hay que recordar que las Cortes habían sido convo-
cadas el 28 de octubre de 1809 y que el decreto respectivo
se publicó en noviembre, pero la convocatoria definitiva
hasta el l9 de enero de 1810 por la Junta Suprema Guber-
nativa (que después se mudó en regencia), para reunirse
"si la de defensa del reino ... lo permitiere", el l9 de mar-
zo de 1810. La regencia no se hallaba bien prevenida a
cumplir este decreto, hasta que a instancias directas y cla-
mor general que ya se levantaba en reclamo de la convoca-
62 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
toria, hubo de hacerla, promulgándose el 18 de junio de 1810
disposición para que se formalizaran las elecciones que no
se hubiesen efectuado aún conforme al decreto de 29 de
enero, y para reunirse en la Isla de León, en agosto (ha-
biéndolo hecho en 24 de septiembre).
Se incurrió a . última hora en omisiones que tendrían
serias consecuencias aprovechadas por los tradicionalistas
adversos a las Cortes y las influencias innovadoras que en
ellas prevalecerían, como al no convocar segunda cámarao estamento de nobles y del brazo eclesiástico, aunque de
unos y otros entraron en abundancia en la cámara única
como resultado de las elecciones. Los opositores tomaronpie en esa omisión, desde un principio, para alegar nulidad
o ilegalidad de los actos de las cortes, aduciendo la tradi-
ción seguida de antiguo sobre la reunión de estos congre-
sos en España; pero, por el momento, la opinión general
se manifestó favorable al nuevo sistema, después de nume-rosas consultas, cabildeos y vacilaciones.
La forma de elección, aparte de otros pormenores, es-
tablecía que fuera de tercer grado —juntas sucesivas de
parroquia, de partido y de provincia— , haciéndose por sor-
teo la última entre los candidatos que hubiesen obtenido
mayoría de sufragios. Para ser electores, se requería que
fuesen vecinos, con casa abierta, mayores de veinticinco
años, etcétera, nombrándose un diputado por cada veinti-
cinco mil habitantes, o "almas" como en aquellos benditos
tiempos se decía. . .
Las facultades de los diputados comprendían, además
de restablecer y mejorar la constitución de la monarquía,
poder acordar y resolver cuanto se propusiese en las cortes
conforme a la convocatoria y a otros cualesquiera asuntos
"con plena, franca, libre y general facultad, sin que por
falta de poder dejasen de hacer cosa alguna, pues todo el
que necesitasen les conferían, los electores, sin excepción
alguna".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 63
A tal amplitud de poderes sumábase el hecho históri-
co de que por primera vez concurrían diputados a los terri-
torios hispánicos de América y Asia, que por este paso
cambiaban sustancialmente su status, sin contar con la
influencia que tal modificación tendría como catalizador de
los sentimientos y personalidad de estos pueblos —sobre
todo en el caso de los americanos— que se hallaban ya en
decidida maduración y trabajados por corrientes de ideas
—y no menos de intereses— extrañas, y que ante ese reco-
nocimiento, y frente a la decadencia y ruina ostensibles de
la metrópoli que se hacía incapaz para gobernarlos, y aún
para regirse ella misma, se verían justificados para hacer
más impositivos y perentorios sus legítimos reclamos.
La concurrencia de esos diputados era, por otra parte,
imprescindible para España. "Requeríalo así —reflexio-
na el Conde de Toreno en libro en extremo interesante,
que tendremos de citar muchas veces— la justicia, reque-
ríalo el interés bien entendido de los habitantes de ambosmundos, y la situación de la península, que para defender
la causa de su propia independencia debía granjear las
voluntades de los que residían en aquellos .países, y de cuya
ayuda había reportado colmados frutos. Lo dificultoso era
arreglar en la práctica la declaración de la igualdad. Re-
giones extendidas como las de América, con variedad de
castas, con desvío entre éstas y preocupaciones, ofrecían en
el asunto problemas de no fácil solución. Agregábase la
falta de estadísticas, la diferencia y confusa división de
provincias y distritos, y el tiempo que se necesitaba para
desenmarañar tal laberinto, cuando la pronta convocatoria
de Cortes no daba vagar, ni para pedir noticias a América
ni para sacar de entre el polvo de los archivos las mancas
y parciales que pudieran averiguarse en Europa".
En verdad, todo lo excusaba la situación de emergen-
cia por que se cruzaba pero detrás de todo estaba el cuadro
sombrío del atraso y abandono de América por obra de
64 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
dinastías antiespañolas que sólo pensaban en sus guerras
de Europa y en extraer para derrocharlas en ellas las ina-
gotables riquezas de este continente, sin darse cuenta de
que, contra viento y marea, en América surgían promocio-
nes de hombres ilustrados y ya imbuidos de un patriotismo
americano por esencia, que habría de enfrentarse fatal-
mente al egoísmo y a la incomprensión de los gobernantes,
y a la indiferencia de los propios españoles.
El primer decreto sobre Cortes dejaba a la comisión
preparatoria el menester de resolver la participación ame-ricana. No se previo que éste sería uno de los puntos que
más largamente embargarían la atención del congreso ymás acalorados debates ocasionaría dentro y fuera de él.
El decreto siguiente, de enero de 1810, según instrucciones
de febrero y septiembre del mismo año, daba a América yAsia sólo una representanción supletoria de 28 individuos
—dos a Filipinas— escogidos entre naturales de esos paí-
ses, residentes en Europa, debiendo ser electos por los
ayuntamientos los propietarios, a diferencia de lo hecho
en la península. Luego se quiso elegir un representante
por cada capitanía o virreinato, pero al fin se decidió que
cada provincia eligiera un diputado, resultando así ya bas-
tante numerosa la delegación americana, lo cual, sin em-
bargo, no satisfizo enteramente a los americanos, mientras
los peninsulares veían con sobrado temor el aumento de tal
delegación que podría prevalecer con sus votos y de hecho
gobernar a España. Las controversias subirían de punto
cuando se tratara no sólo de la representación de los indí-
genas que no parecía tan grave aunque se reconociera la
diferencia de educación, sino de los negros, y los pardos
que darían predominante influencia a ciertas regiones.
La elección de suplentes hecha en Cádiz fue movidísi-
ma y manifestó al vivo la corriente revolucionaria que ya
se ensanchaba, y ello inspiró temores nuevos a la regencia
del reino y medidas, poco afortunadas, para revalidar an-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 65
tiguas instituciones, de carácter conservador. La juven-
tud entró a participar de lleno en la política. Tras inci-
dentes y agitaciones, fijóse el 24 de septiembre para la
apertura de las Cortes, "origen de grandiosas mudanzas,
verdadero comienzo de la revolución española" (Toreno).
De acuerdo con lo establecido por la junta central, la
regencia trasladóse a la Isla de León, el 22 y en la mañanadel 24 se reunieron los diputados en las casas consistoria-
les, pasaron a la iglesia mayor, donde después de la misa
del Espíritu Santo se tomó juramento por el Cardenal Ar-zobispo de Toledo, a los diputados, muchos de los cuales se
habían opuesto al texto de dicho juramento hasta que se
les convenció de que sus términos finales ( . . . "Juráis de-
sempeñar fiel y legalmente el encargo que la nación ha
puesto a vuestro cuidado guardando las leyes de España,
sin perjuicio de alterar, moderar y variar aquellas que exi-
giese el bien de la nación?") "dejaban ancho campo a las
novedades que quisieran introducirse".
Entre aplausos y espontáneas manifestaciones de albo-
rozo se dirigieron luego al coliseo, sin que faltaran las sal-
vas de los cañones españoles y los tiros de los franceses
sitiadores, que en ningún momento lograron abatir el áni-
mo alegre de los gaditanos. La solemnidad de la instala-
ción fué imponente y desde el primer día se acordó que las
sesiones fueran públicas y poco después, en diciembre, se
dispuso el empleo de taquígrafos.
Consideróse que la Regencia estaba empeñada en que
fuesen públicas dichas sesiones, "con la intención aviesa
de desacreditar a las Cortes el mismo día de su congrega-
ción", plan que se frustró por entero lo mismo que otras
maniobras que no es el caso referir aquí. Don Miguel de
Lardizábal y Uribe, en ocasión ulterior diputado suplente
por Guatemala y entonces miembro de la Regencia y co-
rifeo declarado del absolutismo, hubo de confesar en ma-
nifiesto público provocador de intenso revuelo, que nada
66 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
pudieron hacer para modificar la situación que se creaba,
por no contar con el pueblo ni con las armas. El Obispo
de Orense, Presidente de la Regencia, no quiso prestar ju-
ramento al principio, prevaliéndose de enfermedad, y este
incidente originó grandes complicaciones, y tanto más la
resolución de asumir las Cortes, con valentía y eficacia, la
soberanía de la nación, lo cual se tuvo por atentatorio con-
tra la potestad del rey.
A la primera junta, concurrieron unos cien diputados,
de ellos dos terceras partes propietarios y la otra suplen-
tes : por esto se motejó también de ilegítimas a las Cortes.
Pronto llegaron nuevos representantes y el entusiasmo cun-
día dondequiera.
El peso de las tradiciones obraba sobre los diputados:
siguiendo una añeja, se dio el título de majestad, y trata-
miento en tercera persona, a las cortes, y el de alteza a los
regentes hasta en las de 1820 se desecharía esta costumbre.
Los presidentes debían renovarse cada mes. El total de
diputados llegó a ser de 303.
La importancia que en las cortes generales y extraor-
dinarias de Cádiz tuvieron los americanos la subraya Ra-
fael María de Labra en expresivo recuento, al reseñar que
63 de sus diputados fueron americanos de 37 presidentes
hubo diez americanos —Antonio Larrazábal por Guatemalauno de ellos, Florencio Castillo por Costa Rica, es decir el
Reino de Guatemala, otro. . .— . De 35 vicepresidentes que
tuvieron, 12 fueron americanos; de 38 secretarios, 11 ame-
ricanos. La comisión para el proyecto de Constitución es-
tuvo formada por 9 españoles y 5 americanos. La diputa-
ción permanente compuesta de 9 individuos, tuvo cuatro
americanos: Antonio Larrazábal, Mariano Mendiola, José
Olmedo y José Antonio Navarrete. La actuación de estos
diputados, por otra parte, fue brillante lo mismo en asun-
tos puramente americanos que en los relativos a toda la
monarquía. " . . . en las primeras cortes españolas del
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 67
siglo XIX no sólo fueron los Presidentes americanos con-
siderables por su número, sino por las deferencias y res-
petos de que fueron objeto de parte de todos los demás di-
putados peninsulares". (Labra).
Por esa vez, Guatemala eligió con acierto a su repre-
sentante . .
.
Entre los primeros grandes decretos de las Cortes,
figura el de la libertad de imprenta, que comenzó a discu-
tirse el día del cumpleaños del Rey, 14 de octubre: se bus-
caba la coincidencia de las fechas reales con cierto fetichis-
mo, o acaso con el propósito de dar la impresión de mayorfidelidad, pero resultó que muchas de las leyes nacidas bajo
esa advocación fueron justamente las más tachadas de
atentatorias a la soberanía del Rey, y de consiguiente las
que peor suerte correrían al reasumir éste la absoluta po-
testad.
La discusión se prolongó hasta el 10 de noviembre en
que, electa la junta suprema de censura que se creó para
el conocimiento y la represión de los delitos de imprenta,
en virtud de acusación formal, no para la censura previa,
y en defecto de los jurados, que no se consideró oportuno
instituir todavía, promulgóse el decreto famoso que "dejan-
do al margen las cuestiones de dogma, permitió el giro de
las ideas y el desarrollo de la revolución". Las consecuen-
cias de esta ley en América —tal el caso particular de Gua-
temala— tuvieron que ser de mucha mayor repercusión
que en España misma, a pesar del eclipse que sufriría su
vigencia de 1814 a 1820. O por eso mismo, pues conocida
una vez la libertad de expresar el pensamiento, se aspirará
siempre a ella. La historia enseña que toda represión vio-
lenta y sistemática de la libertad lleva en sí el germen de
futuras explosiones.
68 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Trataban las Cortes de sancionar lo existente —escri-
be Salvador Cánovas Cervantes en Episodios políticos del
siglo XIX, Las Cortes de Cádiz, Constitución de 1812—
.
Fué don Agustín Arguelles el hombre a quien cupo el honor
de promover el debate, exponiendo la necesidad de legali-
zar el problema en la reunión celebrada el 27 de septiem-
bre de 1810. Pidió Arguelles el nombramiento de unacomisión que redactase el proyecto de ley regularizando
el uso de la libertad de imprenta, diciendo:
«Va siempre la libertad de imprenta unida a la liber-
tad política y civil, como indispensables consecuencias. Pormucho que se declame contra los abusos, contra los excesos
de esta libertad, es inevitable su promulgación, entre otras
muchas razones por la sencillísima de que es inaceptable,
imposible, la censura previa; de que es imposible, decimos,
que un hombre, por recto e ilustrado que sea, trace una línea
divisoria entre el uso y el abuso, entre lo bueno y lo malo,
entre lo útil y lo que puede ser funesto . .
.
«Hay errores que todos perciben, escenas que para to-
dos resultan escandalosas; mas cuando se trata de corre-
gir abusos, y, sobre todo, de emitir ideas en que los par-
tidos se dividen ¿qué individuo, qué corporación puede eri-
girse en juez infalible de lo que debe y no debe ser per-
mitido ?
«El debate producido con motivo de la aprobación de
esta ley fué en extremo interesante, con discursos llenos
de saber y de ciencia. El discurso cumbre lo pronunció
Muñoz Toreno, defendiendo la libertad de pensamiento yconcluyendo su notable oración con esta frase lapidaria:
"La previa censura, es el último asidero de la tiranía".
«El 5 de diciembre de 1810 quedó aprobada la ley de
imprenta, que garantizaba a los españoles su libre expre-
sión de ideas, arrancando a la Inquisición la facultad de
ejercer la censura eclesiástica, que entregaba por completo
a los tribunales ordinarios eclesiásticos».
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 69
Curioso es recordar al paso que en en esos días na-
cieron las denominaciones de los partidos contrarios, que
también en América iban a florecer con tanta fuerza. Es-
cribe el Conde de Toreno: «Durante esta discusión y la
anterior sobre América —igualdad de derechos y amnistía
ilimitada—, manifestáronse abiertamente los partidos que
encerraban las cortes, los cuales como en todo cuerpo deli-
berativo principalmente se dividían en amigos de las refor-
mas, y en los que les eran opuestos. El público insensible-
mente distinguió con el apellido de liberales a los que per-
tenecían al primero de los dos partidos, quizá porque em-
pleaban a menudo en sus discursos la frase de principios
o ideas liberales, y de las cosas, según acontece, pasó el
nombre a las personas. Tardó más tiempo el partido con-
trario en recibir especial epíteto, hasta que al fin un autor
de despejado ingenio calificóle con el de servil». (DonEugenio Tapia en una composición poética bastante nota-
ble, y separando maliciosamente con una rayita dicha pa-
labra, escribióla de este modo: "Ser - vil" —llamada de
Toreno— . En los periódicos "reaccionarios" se ridiculi-
zaba el origen de la palabra liberal, encontrando su origen
en documentos franceses ingratos a España).
Hay aquí un juicio de Toreno interesante a nuestro
objeto, al destacar las principales figuras del naciente libe-
ralismo: "Existía aun en las Cortes un tercer partido de
vacilante conducta, y que inclinaba la balanza de las reso-
luciones al lado adonde se arrimaba. Era este el de los
americanos : unido por lo común con los liberales, desam-
parábalos en algunas cuestiones de ultramar, y siempre
que se quería dar vigor y fuerza al gobierno peninsular".
Toreno, por supuesto, se contaba entre los liberales, aun-
que ocupó su puesto hasta marzo de 1811 ; era "todavía
tan mozo que tuvieron las Cortes que dispensarle la edad".
Los juicios de este apasionado mozo, que tanto figuraría
70 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
después en la política española, son valiosos y muy afilados.
"Entre los americanos divisábanse igualmente diputados
sabios, elocuentes, y de lucido y ameno decir". Subraya la
flexibilidad pasmosa de uno de ellos, don José Mejía, en
lo político; cita a los que le seguían de seglares, y de ecle-
siásticos a Alcocer, Arispe, Larrazábal, Gordoa —mexica-
no ilustre— y Castillo —el costarricense— diciendo de es-
tos dos que eran "a cual más digno". Y agrega: "Apenas
puede afirmarse que hubiera entre los americanos dipu-
tado que ladease del todo al partido antirreformador. Unía-
se a él en ciertos casos, pero casi nunca en los de inno-
vaciones".
Las discusiones sobre igualdad de representación de
América y la península en las Cortes, establecida en prin-
cipio pero que se quería aplicar a las ya reunidas, lo cual
aparejaba un cúmulo de problemas que amedrentaba a unos
diputados y a otros irritaba, se resolvió por fin que lo
fuera para las próximas, tras largos y encendidos debates
aue duraron varias semanas y sirvieron para sacar a luz
y poner en circulación los juicios más enconados contra
la dominación ejercida por la metrópoli, y sus errores,
exacerbando las tendencias, de día en día mayores y ya
manifiestas hacia la emancipación. Como que a ese tiem-
po ya en diversos puntos de la América española se desa-
rrollaban movimientos cívicos y armados por la libertad.
Entre tanto, se dieron decretos beneficiosos para Amé-rica, como la libertad de siembras, la eliminación de mitas
y otras favorables a los indios y al comercio : "Así que las
Cortes decretaron sucesivamente para la América todo lo
que establecía igualdad perfecta con Europa —escribía el
Conde de Toreno en su Historia, no sin cierto reconcomio
y dejo de español que se sentía lastimado, prenotando ya
la creciente influencia del separatismo— : pero no decre-
tando la independencia poco adelantaron, pues los promo-
vedores de las desavenencias nunca en realidad se conten-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 71
taron con menos, ni aspiraban a otra cosa". Y porque los
mediadores exigían la parte del león, tampoco podía pro-
gresar la mediación inglesa, ofrecida más adelante y novista de buena gana por los españoles por intransigente
punto de decoro.
El primer período de sesiones terminó el 20 de febre-
ro de 1811 en la Isla de León, reanudándolas en Cádiz el
24, en la Iglesia de San Felipe Neri, arreglada al efecto
(y donde al cabo del tiempo estableceríase un museo de las
Cortes, en que figura distinguidamente el nombre de La-
rrazábal). La iglesia, transformada, con tribunas para el
público, fué teatro de los más acalorados debates y conmo-ciones. La participación del público era una novedad ydio color y agitación a toda la vida de las cortes constitu-
cionales. Escritores adversos dirían y dicen aún que ese
público formábanlo turbas pagadas y azuzadas . . . Recogela versión, con su conocida hostilidad y vehemencia, Me-néndez y Pelayo por ejemplo al referir un caso de arbitra-
riedad y confusión de las Cortes en asunto de prensa que se
debió haber entregado al organismo que para tal materia
se creara : ... dejáronse "intimidar las Cortes por unaminoría facciosa y por los descompuestos gritos y vocife-
raciones de la muchedumbre de las galerías, pagada yamaestrada ad hoc por las logias y círculos patrióticos de
Cádiz"... (Heterodoxos, VII, II).
De las numerosas discusiones y actos sobresalientes de
ese período vale recordar, fuera desde luego de la emisión
de la Constitución y las leyes de libertad de prensa y de
igualdad de españoles y americanos, junto a otros siguien-
tes pasos legislativos que enlazados a éstos tuvieron natu-
rales y las más animadoras repercusiones en Centroamé-
rica, debiendo influir sobremanera en la modelación del
pensamiento de los proceres que no tardarían en tener co-
yunturas propicias, imperativas, para actuar: la abolición
de la tortura, de los señoríos jurisdiccionales y de los dic-
72 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
tados de vasallo y vasallaje, de la pena de azotes, de las
bartolinas para los reos, del paseo de estandarte o pendónreal —7 de enero de 1812—, de apremios, prestaciones per-
sonales y otros residuos del feudalismo aún vigentes en
alguna forma a ese tiempo, de la información de sangre
para el sacerdocio y para el ingreso en cuerpos estatales
—1813— y los debates y negociaciones sobre discordias ylevantamientos de América.
Ha olvidado Guatemala, o no lo puntualizan bastante
y bien sus historiadores por lo general, lo que la indepen-
dencia debió a la conmoción política y espiritual de Cádiz.
De otra suerte, exaltaría mucho más a Larrazábal en fun-
ción de procer.
Por lo que hace a nuestro representante, en la sesión
del 15 de febrero "se aprobó el nombramiento del diputado
en Cortes, hecho por la ciudad de Goatemala, por lo res-
pectivo a aquel reyno en la persona de D. Antonio Larra-
zábal y Arrivillaga", dice el Diario de las discusiones y
actas de las Cortes, tomo III, de 1811.
En la del 24 de agosto fueron aprobadas sus creden-
ciales y el 25 tomó asiento entre los diputados. Los de El
Salvador, Nicaragua y Costa Rica lo habían hecho el 11
de julio.
Aquel día debió ser de indelebles impresiones para
Larrazábal. Examinaría a sus colegas ilustres ya foguea-
dos en las batallas parlamentarias, tantearía el terreno,
indagaría afinidades y diferencias. A buen seguro, iba ya
preparado con lecturas y referencias precisas de cuanto
en las Cortes bullía. Su cultura general no desaprovecha-
ría el paso por México y Londres para ahondar en porme-
nores de la vida política que le serían de utilidad inmedia-
ta en su cargo. Se empaparía de las ideas, y los inacaba-
bles pleitos ya en sazón, de los profusos periódicos o "pa-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 73
peles", que proliferaban en Cádiz e insensiblemente iría
tomando partido, es decir, consolidando simpatías, forta-
leciendo diferencias ... Su primera docena de días gadi-
tanos, entre saludos, presentaciones, conocimientos, debió
aprovecharlos también sagazmente, y la tarea de reimpri-
mir las Instrucciones de su Ayuntamiento para difundirlas
entre los diputados y personajes que en la abarrotada Cá-
diz se agitaban en torno de la cosa política, coadyuvaría en
buena parte a familiarizarlo con el ambiente.
Luego, su despierta inteligencia, su recia voluntad, la
conciencia de su personalidad ya madura, en los días si-
guientes en el seno del congreso, donde halló numerosos
eclesiásticos como él, le afirmarían el hecho grato e incon-
trastable: podía sentirse entre iguales, por encima de cual-
quier resabio de provinciana cortedad. El nombre de don
Antonio de Larrazábal y Arrivillaga podía sonar, y sona-
ría a fe, sin matiz de desdoro al lado de los más sonoros
de aquel mundillo hirviente de grandes, de mitrados, de
famosos jurisconsultos, de audaces revolvedores, de poetas
ya consagrados, de jóvenes hombres de letras arrebatados
de inquietud. Si algo pudiera detenerlo, su sentido de la
responsabilidad y su rectitud lo empujarían a primeros
planos de figuración. Para eso ostentaba la representa-
ción del Reino de Guatemala, de un Ayuntamiento ilustre
que lo había munido de un vigoroso repertorio de ideas
avanzadas, que despertaban admiración simpática, y era,
en fin, un americano.
El ser americano en esas Cortes parecía dotar de
privilegios especiales al afecto. Para las numerosas ca-
bezas calientes de Cádiz detrás de cada americano palpi-
taba, con toda su magia, la inmensidad de una cierra que
se descubría entonces mismo, que mandaba a la patria des-
venturada cuantiosos contingentes de oro para sostener
la guerra contra el invasor, y por si fuera poco, y lo que
parecía más inusitado y sorprendente, legiones de hombres
74 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de pensamiento libre, despiertos, atrevidos, ganosos de dar
batallas decisivas a las fuerzas de la opresión. ¡Qué esti-
mulo encontraban en ellos los Quintana, los Toreno, los
Martínez de la Rosa y tantos más ! Su moda era bien ga-
nada. Y si en el fondo se les reprochaba un poco de jac-
tancia (como en otra ocasión histórica el "¡Aquí estamos,
Laffayette !" de los norteamericanos en trance de acudir a
salvar a Francia), y se hacía un poco de broma (que en
Andalucía estaban) a sus reales o supuestas ingenuidades,
no es menos cierto que se les envidiaba un algo y se les
veía con su gota de sorpresa encantada.
Cuando Larrazábal llegó a las Cortes, por culpa de las
demoras de viaje, ya se habían librado muy serios comba-tes en favor de la causa americana, en aspectos esenciales;
eso que le mortificaría, favorecería empero su pronta aco-
modación en aquel caldeado ambiente. Habíase concedido
ya libertad de siembras, cultivos, industrias, a los ameri-
canos; se había debatido en sesiones incluso tormentosas,
en las que se oyeron todos los agravios de América, la es-
pinosa cuestión de la igualdad en su representación con la
de los europeos, saliendo a colación todos los problemas
que, más o menos suavizados o encubiertos, siguen en pie
en el continente a la hora de las revoluciones democráticas
para los efectos de comicios : si universales, si restringidos,
si el indio, si el analfabeto . . . Habíase tratado de la igual-
dad con los europeos en la opción a todos los empleos y des-
tinos. De la exención de tributo a los indios. Y se habían
también tomado provisiones que señalaban la ruta de los
vientos que de más en más orientarían la labor de las dis-
cutidas Cortes, como, por ejemplo, al desechar casi unáni-
mente una proposición encaminada a la restitución de los
jesuítas en América (expulsados de España y sus domi-
nios por Carlos III el 27 de febrero de 1767), asunto tra-
tado con insistencia, reputándolos —la dicha proposición
derrotada— "de la mayor importancia para el cultivo de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 75
las ciencias, y para el progreso de las misiones que intro-
ducen y propagan la fe entre los indios infieles . .. ". ¡ Con
los señores liberales —enciclopedistas, volterianos, sin fal-
tar eclesiásticos, también—, que se tenían entre ceja y
ceja a los señores jesuitas!
Instiiicciones divulgadas más de un siglo después
El historiador nicaragüense Sofonías Salvatierra en
su ya citada Contribución a la Historia de Centroamérica
monografías documentales, prestó meritorio servicio, entre
otros muchos, al conocimiento de la actuación de Larrazá-
bal en las Cortes de Cádiz, de la que casi ya no se recorda-
ba, propiamente, entre nosotros, sino el hecho en sí de haber
sido el diputado de Guatemala y haber sufrido prisión al
término violento de su mandato. Ese mismo servicio al-
canzó en parte a los demás diputados centroamericanos,
también víctimas de olvido, con excepción parcial del cos-
tarricense ilustre Francisco de Castillo a quien entre sus
compatriotas, el historiador Ricardo Fernández Guardia
lo había recordado con merecida exaltación.
Al publicar, en 1939, sustancioso extracto de las Ins-
trucciones del Ayuntamiento para Larrazábal, fruto de su
laboriosa y fructífera investigación en el Archivo gene-
ral de Indias, donde tuvo la fortuna de encontrar un ejem-
plar único de ese impreso, entre los papeles de la Audiencia
de Guatemala (número 495), despertó mayor atención so-
bre dicho documento y sobre la personalidad del diputado
guatemalteco. El señor Salvatierra amplió más ¿arde ese
distinguido servicio al facilitar el texto íntegro por él ob-
tenido en fotocopia, para su publicación en Anales de la
Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala por el Li-
cenciado J. Antonio Villacorta C, (tomo XVII; I, marzode 1941; II, junio del mismo año, y V, de marzo de 1942).
76 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
El conocimiento de esas Instrucciones, llamadas por
antonomasia de Peinado, era imprescindible para conocer
a la vez la forma en que Larrazábal se condujo en el con-
greso, pues es sabido que se ciñó estrictamente al espíritu
y en muchos puntos a la letra de esas Instrucciones, lo cual
fue de modo grande parte de su fuerza y de su debilidad
en el éxito vario de su gestión, tratando de cumplir con
buen éxito su difícil encargo, lográndolo a menudo, y ga-
nándose en consecuencia no poca hostilidad cuando sus
puntos de vista e insistencia chocaban con las ideas o los
intereses del absolutismo recalcitrante, y en casos con las
ideas y los intereses del liberalismo, al que, en consenso ge-
neral, se le tuvo por simpatizante, si no por adscrito, pues
en medio de las tormentas supo conservar una digna inde-
pendencia, bastantemente respetada por los extremismos
de los partidos batallantes, línea ésta que fue regla de oro
de su vida.
El doctor Ramón A. Salazar, uno de los hombres másfogosos del liberalismo del 71, había dado a publicidad al-
gunos de los puntos de la declaración contenida en las Ins-
trucciones con ligera referencia y más de un elevado juicio
acerca de ellas, en medio de sus acritudes, en la biografía
de don Mariano de Aycinena incluida en su obra : Los Hom-bres de la Independencia (1899). De Larrazábal decía que
"dio muestras de energía y de inteligencia, figurando al
lado de los liberales y haciéndose notar por sus ideas que
no eran otras que las contenidas en las instrucciones", aun-
que también: «Larrazábal era miembro de "las fami-
lias. .." ¡y había sido electo por el influjo de ellas». Y es
sabido el concepto tan enconoso de Salazar sobre "las fa-
milias".
Por mucho que su liberalismo violento lo ofuscara, re-
conoce dicho notable escritor no haberse equivocado en
doctor Antonio larrazábal 77
que en el Ayuntamiento de Guatemala se inició nuestra li-
bertad. "Allí en sus salones resonó por vez primera el
sacrosanto nombre de libertad —dice— ; allí algunos de
aquellos aristócratas de quienes tanto hemos tenido que
quejarnos después, iluminados por la luz del siglo tuvieron
por un instante las visiones de una patria regenerada por
las nuevas ideas" . . . "Por supuesto, aquellos señores con-
cejales, no eran republicanos, ni mucho menos. No eran
ni siquiera demócratas . .. " "Eran monárquicos, mas no
absolutistas ..." Hay reticencia en el parecer, pero, proce-
diendo de parte tan contraria, el reconocimiento se avalora.
Y en cuanto a las Instrucciones —que habían de serle
simpáticas en tanto seguían huellas de la revolución fran-
cesa, del pensamiento de los enciclopedistas—, escribía:
"Hemos consultado varios historiadores de América, y en
ninguno de ellos encontramos que se haga relación a las
instrucciones comunicadas por los cabildos a sus diputados
a Cortes". "Creemos que debe ser motivo de legítimo or-
gullo para los guatemaltecos el poder mostrar que nues-
tros municipales de principios del siglo, profesasen prin-
cipios tan avanzados de derecho público; y si es verdad que
seguían siendo monárquicos, también lo es que no podía
exigirse más de ellos, dada la educación que habían reci-
bido y las preocupaciones de que no habían podido des-
prenderse".
Volvamos a Salvatierra. En su citada obra, expresa:
"La convocatoria incluía, el mandato de que las Provin-
cias por medio de sus Ayuntamientos, dieran instrucciones
a sus diputados. Cada una aprobó las suyas, de orden pu-
ramente administrativo, excepto Guatemala, cuyo Ayun-tamiento, elevándose a una altura extraordinaria, propo-
nía en sus instrucciones las normas de una Constitución
avanzada, sobre las bases de los Derechos del Hombre de-
cretados el 4 de agosto de 1789 por la Asamblea Nacional
78 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
francesa. Como no fue uniforme el parecer del Ayunta-miento, se formaron dos grupos: uno menor, de cuatro de
sus miembros, y otro mayor, del resto. Aquél elaboró las
suyas, que no fueron adoptadas y que hicieron imprimir
sus autores en la imprenta de don Manuel Arévalo, en unfolleto de 67 páginas, más doce de prólogo, en pequeño for-
mato. El proyecto de la mayoría, que es el oficial, fue
elaborado por don José María Peinado, regidor perpetuo
del Ayuntamiento, con la cooperación de don Antonio Jua-
rros y bajo la revisión del Licenciado don Miguel Larrei-
naga. Esto último se sabe, por la denuncia que Busta-
mante y Guerra elevó al Rey contra el revisor algún tiem-
po después. Fue escrito en casa de don Manuel José Pa-
vón, revisado también por el provisor de la Arquidiócesis,
don Bernardo Pavón, y aprobado y firmado por el Ayun-tamiento, del cual formaba parte el marqués de Aycinena".
Fue uno de los cuidados del canónigo Larrazábal en
Cádiz hacer la reimpresión en referencia. Es, según Sal-
vatierra, un folleto de 65 páginas, formato grande, con
este rótulo: INSTRUCCIONES/para/la Constitución fun-
damental/de la/Monarquía Española/y su gobierno/De la
que ha de tratarse en las próximas Cortes Generales/de la
Nación/Dadas por el M. I. Ayuntamiento/de la M. N. y L.
ciudad de Guatemala/A su Diputado el Sr. Dr. D. Antonio
de Larrazábal,/Canónigo Penitenciario de esta Sta. Iglesia
Metropolitana./Formadas/Por el Sr. D. José María Pei-
nado, Regidor/perpetuo, y Decano del mismo Ayuntamien-
to./Las da a luz en la ciudad de Cádiz/el referido diputa-
do/en la Imprenta de la Junta Superior. Año de/1811.
Van precedidas, en esta edición, por la siguiente dedi-
catoria: "M. I. Ayuntamiento de la M. N. y L. ciudad de
Guatemala.—Las presentes instrucciones que divididas en
quatro partes formó el Sr. Regidor D. José María Peinado
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 79
para la constitución de la monarquía y su gobierno, y adop-
tó ese M. I. C. han merecido la aprobación de muchos sa-
bios de una y otra España.
Convencido yo de su mérito, de justicia ofrecer este
pequeño obsequio a ese M. I. C. que tanto se distingue por-
que con un corazón verdaderamente noble, y leal voluntad
pospone sus propios intereses al bien de esa ciudad velan-
do de continuo entre los afanes y fatigas para su mejor
conservación.
Espero se servirá V. S. M. I. admitir esta insinuación
de mi verdadera gratitud, y reconocimiento.
Cádiz, Agosto 21 de 1811.
M. I. A.
Antonio Larrazábal"
En el original aparecen notas de puño y letra del
capitán general de Guatemala, señor Bustamante y Gue-
rra, y forma parte del cuerpo de su denuncia contra el di-
putado y los autores del documento. Esas llamadas son
muy instructivas de las ideas y prevención con que fue
analizado y vienen a realzar la importancia de dicho docu-
mento, el cual, de haber sido escrito en otra sección de
América, sería a estas horas no sólo divulgadísimo sino
consagrado con máximos honores como pieza de alto valor
histórico del pensamiento político de nuestro hemisferio.
Pero fue escrito en Guatemala y presentado por un guate-
malteco. . . y no tuvo posteriormente más eco que alguna
referencia de haber sido quemado por mano de verdugo
como libelo sedicioso... La primera llamada de Busta-
80 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
mante incrimina a Larrazábal en estos términos: "a) Esta
carta cuando no existiesen los Diarios de Cortes sería do-
cumento auténtico de las opiniones del Diputado Larrazá-
bal y de sus deseos de circularlas por ambos mundos. Con
ella se preparó la opinión antes de instalarse las cortes;
y la América viéndolas publicadas a la faz del Gobierno
supremo debía adoptarlas sin embozo, y marchar rápida-
mente al término que se había propuesto en sus ' movi-
mientos".
Aun restando un poco de exageración y temor que
puedan contenerse en las apreciaciones del gobernante gua-
temalteco, y harto de enojo y resentimiento, en los alcan-
ces que les da, es indudable que aquellas Instrucciones de-
bieron ejercer influencia en la mente preparada de buen
número de los diputados americanos y peninsulares anti-
absolutistas : parte muy significativa de la avalancha de
literatura liberal que inundaba al mundo culto de la época
y que en Cádiz hacía furor. Y no debió dejar de parecer
un tanto sorprendente que desde rincón tan apartado de
América, llegaran y se hiciesen oir, con tanta autoridad,
voces tan libres y sensatas, apoyadas por la acción inme-
diata y el talento eficaz de diputados como Larrazábal yFlorencio Castillo.
El diligente bibliógrafo chileno, de justa fama univer-
sal, José Toribio Medina, gran arrebañador de impresos
antiguos, pudo consignar en su importantísima obra "La
Imprenta en Guatemala" (1910), el folleto de las Instruc-
ciones, su reimpresión en España por Larrazábal, y los
de los otros concejales. El primero se encuentra en la Bi-
blioteca Medina en Santiago de Chile, y tiene el pie de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 81
imprenta siguiente: En la Imprenta de D. Ignacio Beteta.
Año de 1811 4.
Los otros folletos son : Instrucciones del Ilustre Ayun-
tamiento de Guatemala a su diputado en Cortes, por don
Antonio García Redondo, impreso por Arévalo, 1811, Apun-
tes Instructivos . . . que le dieron los regidores don José de
Isasi, don Sebastián Melón, don Miguel González y don
Juan Antonio de Aqueche; impreso "en la oficina de don
Manuel de Arévalo", 1811; Apuntamientos sobre la agri-
cultura y comercio del Reyno de Guatemala, que el señor
Larrazábal pidió al Real Consulado de Comercio, por Aré-
valo el mismo año.
Los apuntes instructivos, fechados el 20 de diciembre
de 1810. o de la minoría, son bastante apreciables, pero
de un carácter conservador que tiende a lo extremoso en
muchos puntos, particularmente en cuanto alude a la sobe-
ranía, a la persona real y sus prerrogativas absolutas, a la
religión, a la nobleza, y manifiestan en otros grande temor
a las innovaciones. Sin embargo de todo eso, hay cuestio-
nes como la de la libertad de imprenta, tratadas con am-
plitud, síntoma evidente de la necesidad por todos sentida
y de un avance incontenible de las ideas, que se apoderaba
4 En diciembre de 1953 y con ocasión del centenario de la muer-te del canónigo Larrazábal, el Ministerio de Educación Pública dio
a luz las Instrucciones en un bello y decoroso volumen que honraa su Editorial. (86 páginas más XX de advertencia y prólogo,
éste del autor del presente trabajo). En la Advertencia se lee
entre otras cosas: "La presente edición de las Instrucciones se
hace con el propósito de pagar parte del tributo debido a su glo-
riosa memoria, y para que la presente generación de sus compa-triotas conozca la noble conducta de uno de sus mayores y las
altas ideas políticas que dinamizaron su conducta cívica. Que nues-tro pueblo y sus directores actuales, emulen y superen como es sudeber, a los hombres que como Larrazábal dieron armonía a r>u
vida, unificando el pensamiento con la acción". Toda esa Adver-tencia tiene la particular importancia de haber sido, como delMinisterio, la voz oficial que se dejó oir en elogio de Larrazábalen su centenario.
82 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de los mismos que parecían los más llamados a conjurarlo,
o, cuando menos, a moderarlo.
Representante de todos, el señor Larrazábal como di-
putado de Guatemala debió estudiar, sin duda, así las másliberales como las más "retrógradas" o morigeradas ins-
trucciones, para desempeñarse equilibradamente en su
cargo.
(Los Apuntes Instructivos fueron reproducidos en
1939 en una sección de divulgaciones históricas, servida
por el profesor J. J. Pardo, de la Revista de la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de Guatemala, época III, tomo
II, 1. Insértase allí también copia del retrato de Larrazá-
bal existente en la curia, el cual por cierto había sido pu-
blicado en 1925 por Víctor Miguel Díaz en su libro sobre
el doctor Mariano Gálvez).
Iba, pues, el señor Larrazábal, como lo quiso, aseso-
rado por el consejo de los hombres más entendidos y de
mayores conocimientos, no fiado exclusivamente de sus
luces, y apoyado por una entereza extraordinaria que no
desmayó nunca. A todo ello precisa agregar la influencia
y el estímulo que recibiría en su viaje y en España en ma-teria de ideas, en contacto con tantos y tan importantes
cuanto variados acontecimientos y personalidades en ac-
ción, en circunstancias de todo excepcionales.
El fondo político: húrgalo Bustamante con animosidad
Las Instrucciones dadas por el Ayuntamiento de Gua-
temala a su representante en Cortes, señor Larrazábal, tu-
vieron que llamar poderosamente la atención de los hom-
bres públicos que actuaron en Cádiz y en las emergencias
americanas de la emancipación, así disintieran en algunos
puntos de vista y proposiciones en ellas expresados porque
a los espíritus conservadores pareciesen aventuradamente
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 83
liberales, y a liberales más avanzados o radicales muy te-
ñidas de resabios aristocráticos.
Su interés histórico de ahora, era a su tiempo viva
actualidad filosófica, política, sociológica, económica (por
supuesto, calificada con los términos de la hora). Losmunicipales guatemaltecos tuvieron sobrada ambición demiras y no se concretaron a emitir un grupo de recomen-daciones protocolarias con que su diputado o procuradorpudiese desenvolverse más o menos airosamente. Se dabanplena cuenta del momento que vivía la nación y, lúcidos,
quisieron proponer todo un esquema de la Constitución quedebería adoptar la monarquía, a su leal saber y entender,
y las más diversas consideraciones sociales y de otros ór-
denes para poner en evidencia el atraso y necesidades deestos pueblos, al mismo tiempo que la clara visión de sus
hombres ilustrados, que en nada resultaban inferiores aios de la península o de los demás reinos hispánicos, dicho
sea en justo honor de Guatemala.
(Que en las Instrucciones se mezclaran sutilmente los
intereses del conspicuo grupo de familias predominantes
no era sino algo natural y lógico que había de suceder, en
cualquier parte, en cualquier tiempo: es conveniente repe-
tirlo. La política más idealista alberga siempre alguna
simiente de intereses egoístas. Y los guatemaltecos eran
bien realistas, y por cierto, en el doble sentido del vocablo.
Quedaba, de todos modos, en sus cuidadosas recomendacio-
nes, el fondo de dramática realidad que se presentaba y de
nobles aspiraciones y levantadas miras).
Pintaron, en efecto, un cuadro —bastante sombrío, nocabe discutirlo— de las realidades americanas, y españolas,
a la par que establecían sugestiones avanzadas para resol-
ver los problemas de la situación y remedios a los inve-
terados males. Esa labor tenía que agradar, y aún admi-
rar, a los hombres progresistas, y que desconcertar y alar-
mar a los españoles apegados a añejos prejuicios y pre-
84 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
rrogativas, y desde luego a los agentes de la opresión. El
hecho de que (al producirse el real golpe de estado de 1814)
el impreso que contenía tales Instrucciones llegara a ser
perseguido y quemado, pretendiéndose borrar todo rastro de
ellas, que se ordenara recogerlo y retirarlo de documentos yarchivos donde se hallara, y la persecución que le valió a
Larrazábal, su adalid, habla suficientemente del resenti-
miento y los recelos que despertaron.
En Guatemala fueron prácticamente desconocidas o
más bien injustamente olvidadas con posterioridad a la in-
dependencia, y aparte de Salazar, sólo se las menciona de
paso como las "Instrucciones de Peinado ,
', por el nombrede su autor principal. Fue benéfico azar que la mismapersecución suscitada hiciera conservar un ejemplar, en
los archivos de Sevilla, y que ese ejemplar fuera precisa-
mente el que marginó con llamadas explicativas, harto
expresivas, como se ha apuntado, el capitán general o jefe
político, señor Bustamante y Guerra, notas que le dan unnuevo y muy distinto valor, permitiendo apreciar el efecto
producido en la mentalidad de los gobernantes.
No hay que asombrarse de la intención, acritud yanimosidad de Bustamante en sus comentarios; él era unespañol, realista, militar de temperamento despótico, y que
había sufrido quebrantos en su amor propio y presumía
males futuros por lo menos para su persona, con las alte-
raciones traídas por las Cortes, si bien a estas mismas de-
bió al principio de su nuevo encumbramiento, al reconocer
la Regencia sus servicios y la inquebrantable lealtad al rey
manifestada en los peores días de la invasión francesa yal no aceptar destinos del rey intruso, circunstancias que
le fueran aplaudidas en Guatemala y no sólo por sus secua-
ces y aduladores.
Era regular que hombre como don José de Bustaman-te no pudiera ver con buenos ojos las tendencias del docu-
mento que condenaba y en cuya condena fiaba mucho del
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 85
afianzamiento de su poder y situación futura, que lo in-
quietaba con razón. El que había tratado con mano dura
los incipientes movimientos de rebelión en sus dominios, nopodía ser benigno con la expresión de las ideas que a su
entender conspiraban contra la dominación española y ha-
bían llevado fuego a las hogueras libertarias en Españamisma y en otras secciones de América, cuyos movimientosde rebelión miraba con alarma. Hasta el insistir en el
origen francés de muchas de aquellas ideas era parte obli-
gada de su juego, de su estrategia política. Y en el señalar
al ayuntamiento compuesto por americanos como falange de
detentadores de la soberanía española y ahincados en man-tener sus privilegios, vengaba agravios y resentimientos.
Bueno es reparar en que más atacaba a esos america-
nos en conjunto, que al señor Peinado, el ilustre regidor
perpetuo y decano del Ayuntamiento, a quien se le atribuye
la paternidad íntegra de las Instrucciones y quien junto
con Aycinena, tuvo en los días del levantamiento de SanSalvador una actuación conciliatoria, apaciguadora, que le
fue muy reconocida, pero que, sin embargo, no le valió
tampoco gracia para llegar a ejercer la representación en
cortes ordinarias para que fue electo solemnemente y con
indudable acierto, pues en 12 de noviembre de 1813 tra-
taron las extraordinarias de la renuncia presentada por
dicho señor Peinado, basándose en imposibilidades "físi-
cas y políticas", apoyado por el jefe político Bustamante—lo cual no dejó de parecer sospechoso y aún lo parece a
estas fechas—
.
El señor Fernández Hall achacaba a esa renuncia, o
forzosa renuencia, el que Larrazábal hubiera tenido que
continuar como diputado en las Cortes ordinarias en vez de
regresar a su pacífica canonjía, y por ello mismo haber pa-
decido los rigores que padeció. De todas maneras, Busta-
mante debió considerar a Peinado tan "peligroso" comoLarrazábal si no más, y que llegaría de refresco, más pre-
86 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
parado para pelear por los intereses "americanos' ' que en
los años de libertad y experiencia política habían encontra-
do una oportunidad de afirmar y desenvolver aspiraciones
cada día más claras y absolutas hacia la independencia.
Las Instrucciones se dividen en cuatro partes, suscri-
tas en dos fechas y por personas distintas, como que entre
unas y otras han mediado cambios edilicios, y acaso por
otras circunstancias que escapan al investigador somero.
La primera parte, después de una Introducción —que Bus-
tamante marginó con esta acotación elocuente: "Los ex-
tranjeros que más han deprimido la gloria de la Península
:
Rainal y Maison no han hecho de España un cuadro tan
negro"— trae una Declaración de los derechos del ciudada-
no: "Es copia literal de la Declaración de los derechos ydeberes del hombre y del ciudadano formada por la Asam-blea Nacional de Francia y puesta al frente de la Constitu-
ción", comenta la reticente inquina del gobernante, que a
continuación puntualiza nueve o diez artículos de tal de-
claración en las treinta proposiciones que contiene. Sobra
decir que estas proposiciones forman en el día la base de
las constituciones de casi todos los países democráticos yaún de no pocos totalitarios . . . cuyos gobernantes hacen
caso omiso de sus mandatos, y también están incluidos yampliados sus conceptos en la Declaración universal de los
derechos del hombre, de la Organización de las Naciones
Unidas. En fin, una serie de ciento doce artículos o pre-
ceptos de Constitución.
Esta primera parte está fechada: "Guatemala en su
cabildo a diez y seis de Octubre de mil ochocientos diez" yla suscriben: "José Antonio Batres, José María Peinado,
Luis Francisco de Barrutia, Antonio de Juarros y Lacunza,
Sebastián Melón, Juan Antonio de Aqueche, Lorenzo More-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 87
no, El Marqués de Aycinena, Miguel Ignacio Alvares de As-
turias, José de Ysasi, Miguel González, Francisco Arribilla-
ga. Por mandato de Guatemala, José Francisco de Córdo-
ba, su secretario".
Los hombres de Guatemala querían —según reza la
Introducción de las Instrucciones— "una constitución, pues,
que prevenga el despotismo del jefe de la nación; que señale
los límites de su autoridad : que haga del Rey un padre y un
ciudadano : que forme del magistrado un simple executor de
la lei: que establezca unas leyes consultadas con el derecho
natural, que contiene en sí todas las reglas de lo equitativo
y de lo justo, y que se hallen revestidas de todos los carac-
teres de bondad absoluta, y de bondad relativa a los objetos
primarios de la sociedad: que enseñen a los pueblos sus
deberes: que circunscriban sus obligaciones; y que a estas
y a sus derechos señalen límites fixos e inalterables, que
establezcan una administración clara, sencilla y cimentada
en los principios de propiedad, libertad y seguridad: que
baxo tales principios, e ilustrada con la filosofía guarden
proporción entre los delitos, y las penas, y no establezcan
otras que las absolutamente necesarias y útiles a la socie-
dad. Un sistema económico y político, que auxilie los tres
sagrados principios de propiedad, libertad y seguridad. Unainstrucción pública y metódica que disipe la ignorancia de
los pueblos, y que difundiendo las luces promueva la utilidad
general. Este es el único medio que a juicio del Ayunta-
miento de Guatemala debe adoptarse para lo futuro si se
ha de establecer la felicidad nacional . .
.
"
Era un lenguaje nuevo para estas materias en España
y más en boca de subditos de la casi ignorada colonia, el
de los hombres de Guatemala, y al desenvolver las pres-
cripciones constitucionales que deseaban se advertía que,
como en general los grupos ilustrados y progresistas de
toda América de aquella década, no pretendían la separa-
ción, sino la unidad, mas bajo pie de igualdad, lo que sig-
88 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
nificaba una atención que nunca antes habían tenido de
lleno, a pesar de las Leyes de Indias, los asuntos de Amé-rica, y de ahí que sugirieran tanta y tan cuerda restricción
a la potestad real. Para el absolutismo triunfante en mayode 1814, esto era, sencillamente, un crimen.
La soberanía devuelta a la nación, el poder real sujeto
más que asesorado por un consejo nacional, las garantías
sociales, las libertades de comercio y de expresión, etcétera,
eran atentados contra la tradición y los intereses del ab-
solutismo. Por eso los señala con ensañamiento Busta-
mante y el mejor medio de hacerlos odiosos resultaba el
acusarles su origen francés a estas ideas, tal como hacían
todos los opositores a los actos de las Cortes, pues era na-
tural que cuando se luchaba a muerte, con tanto heroísmo,
en los campos de batalla contra el invasor francés y se
denunciaban sus atrocidades, nada indispusiera tanto la
voluntad pública, y sobre todo la voluntad del rey y su ca-
marilla —que poco antes se humillaran hasta lo inverosí-
mil ante el corso emperador de los franceses— contra leyes
y sistemas, que proclamarlos nacidos de la revolución fran-
cesa.
De intento no queremos esforzarnos en hacer un pálido
extracto de las Instrucciones, ya que han sido publicadas ín-
tegras, pero conviene a nuestro propósito recoger las acota-
ciones del jefe de Guatemala, acotaciones de un poder ilus-
trativo y sugestivo eminente. Ellas reflejan con netitud
el contenido de las Instrucciones y el alcance real que se le
dio.
Sobre el artículo 24 que trata de que todo extranjero
que quiera radicarse en territorio español, y fuese católico,
será gratamente admitido y auxiliado para su estableci-
miento de fondos públicos, siendo labrador, fabricante o
artesano, y el siguiente, sobre que los individuos de la na-
ción española, residentes en Europa como en América, en
uso de sus derechos naturales, pueden tratar y contratar,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 89
sembrar y comerciar activa o pasivamente con todas las
naciones del universo, amigas o neutrales —principios de
la inmigración y libre comercio que favorecidos más tarde
por gobiernos lúcidos harían la prosperidad de varias na-
ciones del continente— , Bustamante dice: "El mismo pen-
samiento fue presentado después como proyecto de lei a
la Asamblea revolucionaria de Buenos Aires. Las leyes
de Indias expedidas sobre esto son sabias y dignas de
observancia", y "también este pensamiento —el del segun-
do artículo citado— fue presentado del mismo modo en la
misma asamblea. Abriéndose las puertas de América atodas las naciones del Universo, su independencia será efec-
to necesario".
Como contera del artículo 30 de esta primera parte
hay esta expresión: "La lei no puede ordenar sino lo que
es justo y útil a la sociedad ni prohibir sino lo que la es
perjudicial", que merecía a Bustamante fina reticencia:
"El Art. 4 de los deberes del hombre de la Declaración de
la Asamblea francesa dice, que ninguno es buen ciudadano,
si no es buen hijo, buen padre, buen hermano, buen amigo,
buen esposo: y el 5 añade que ninguno es hombre de bien
si no observa religiosamente las leyes. Estos artículos nofueron copiados en la Instrucción de Guatemala".
Veamos ahora las apostillas, aún más sustanciosas,
desde su punto de vista, que Bustamante dedica a los pre-
ceptos constitucionales sugeridos por Guatemala; comienza
con enfática y alarmante afirmación: "Esta constitución
es contraria a la Declaración precedente de los derechos
del Ciudadano, porque la una es democrática, y la otra
aristocrática". Va por buen camino a lo que desea demos-
trar . . .
Insiste en su pensamiento: "Este artículo es destruí-
do por la misma constitución que se publica", con mayorsuspicacia: se refiere al 7 sobre la forma de gobierno mo-nárquico establecido, que subsistirá en la dinastía de Bor-
9U REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
bón. Más grave a su reflexión resulta el 13, sobre vacan-
tes regias, en que asumiría el poder, en la forma que se
determinaba, un regente anual designado por el consejo
supremo nacional y que sería irreelegible : "Según este
artículo, expresa Bustamante, y el 67 el gobierno de la
monarquía durante la ausencia del Sor. Ferdo. 79 debía que-
dar en el Consejo supremo nacional: y siendo este Consejo
compuesto en su mayor parte de los Americanos electos a
la época en que la opinión estaba viciada, resulta que en el
período más delicado el Consejo de Americanos resumía los
dos poderes legislativo y executivo". Y más aún, en comen-
tario al artículo siguiente: "Decir que el Consejo de Ame-ricanos debía nombrar un Inter-Rex para que exerciese
todo el poder soberano es hablar idioma muy claro". ¿Há-
bil el tiro? ¡A moro muerto, gran lanzada, señor!
Atando corto la potestad real. Miras Americanistas
Los municipales guatemaltecos estatuían la forma y
requisitos con que se harían la coronación y el juramento
del rey, y en el artículo 18 el juramento del consejo nacio-
nal ante el rey. "De este acto se remitirá testimonio au-
téntico firmado por los consejeros del consejo supremo na-
cional, y refrendado por los secretarios de él a todas las
juntas y ayuntamientos del reino, y hasta que se reciban
no se procederá al reconocimiento y juramento del nuevo
rei", establecían en el artículo 19: "Este artículo, glosa
Bustamante, es sin duda el que las Cortes tuvieron pre-
sente para decir en el decreto de 2 de febrero (1814) que
no se obedecería al Rey mientras no jurase la Constitu-
ción". Larrazábal hizo valer en las Cortes como se ha
dicho en otro lugar, rituales que sus Instrucciones le man-
daban pedir: la comunión del rey antes del juramento, que
no demandaría relajación de él al papa, y que si éste se la
diere de motu proprio no la admitiría sino la repulsaría
(artículo 17).
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 91
En el artículo 25 fijaban que "aunque todos los empleos,
u oficios y dignidades eclesiásticas, políticos y militares
sean de provisión real, no podrá S. M. proveer alguno, sin
propuesta del consejo supremo nacional, que tendrá una
cámara donde se examinarán los méritos y servicios de los
pretendientes, y se formará la terna que se ha de presentar
a S. M. para su soberana elección". Como se ve, y son
numerosos los casos similares, se estrechaba al extremo la
potestad real, en procura de una monarquía moderada,
ciñéndola a un constitucionalismo riguroso, por más que
en la apariencia quedaran incólumes las facultades del so-
berano. "Este artículo, comenta Bustamante, es contrario
a la misma base de esta Constitución: anonada las facul-
tades del Rey menguadas por los anteriores; y tiende a
que los Virreynatos, Gobiernos y Capitanías generales se
provean en los hijos favoritos de cada Capital de América".
Para elegir a los miembros del consejo nacional "todos
los ayuntamientos, decía el artículo 34, de una provincia
reunidos al de su capital por medio de dos diputados, nom-brarán dos regidores para que en la capital del reino con
los electos por ésta que serán dos regidores y dos vecinos
principales, por su mayor extensión y con los electos de
las mismas provincias del reino, y presididos portel presi-
dente Gobernador de él, que no tendrá voto, procedan en
la sala capitular a la elección, que harán canónicamente".
"Por este artículo queda realmente la elección de los legis-
ladores y regentes de la monarquía no en el pueblo comoprometía el lenguaje democrático de la Declaración de los
derechos del hombre, argumenta Bustamante, sino en los
Ayuntamientos". Pero iban más lejos los municipales gua-
temaltecos y más de cerca persigue su pensamiento Busta-
mante : Artículo 53 —Los miembros de este supremo conse-
jo dependerán solamente de los reinos y provincias que los
hayan nombrado: ellos solos los podrán juzgar y remover,
y substituir otros quando no hayan correspondido a la
92 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
alta confianza de esta misma comisión ,
\ Y Bustamante:
"Sabiendo los Consejeros que sólo dependen de sus paisa-
nos, ¿quál sería la libertad de sus opiniones y acuerdos?La misma constitución francesa no era tan libre y abso-
luta en este punto".
Como el artículo 55 establecería los cuidados del con-
sejo en materia económica, Bustamante indica que "este yotros artículos evidencian el influjo que esta Constitución
ha tenido en la que sancionaron las Cortes". Lo dice comoculpa para los guatemaltecos; el tiempo lo transforma en
su elogio más cumplido.
El artículo 59 creaba una comisión de "personas sa-
bias, cristianas, y que gocen del concepto público, dedicada
a examinar nuestras leyes y formar de ellas un cuerpo
breve, claro y sencillo, capaz de la común inteligencia",
comisión que entre otras funciones tendría la de formar
"un catecismo en que metódicamente se contenga breve,
clara y sencillamente las virtudes sociales: las obligaciones
de un ciudadano para con el rei, para con la patria, para
con sus conciudadanos, y para consigo mismo: los princi-
pios fundamentales de la constitución y el código criminal,
y aprobado por los censores se mandará pasar a las juntas
provinciales, y ayuntamientos para que los niños lo den de
memoria, y se les explique en las escuelas de primeras le-
tras un día a la semana". Tal cartilla cívica no podía me-
nos que desplacer a Bustamante: "También este artículo,
dice, fue adoptado en España para que hasta los niños de
escuela supiesen de memoria todo lo que era depresivo de
las regalías del trono".
68: "Para que la máquina del gobierno no salga com-
plicada y tenga en todas sus partes los resortes y muelles
convenientes a fin de que por la suma distancia no pierdan
las provincias su vigor y elasticidad, habrá en cada capital
del reino una junta cuya formación y objetos, a que deba
atender serán los siguientes:
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 93
69: 'Todos los ayuntamientos de cada provincia reu-
nidos al de su capital por medio de diputados, nombrarándos personas de su confianza el uno capitular, y el otro
capitular o vecino para miembros de la junta superior
residente en la capital del reino, cuyo ayuntamiento eligirá
por sí sus dos capitulares, o un capitular y un vecino ..."
Comentarios de Bustamante: "La creación de estas
juntas es el sello de la obra grande de la independencia.
Residiendo en ellas el gobierno, quedarían anonadadas )as
relaciones de América con España". Y "los ayuntamien-
tos son siempre los agentes originarios de todo; y el centro
de donde se deriva la Autoridad".
73: "El presidente y gobernador del reino lo será de
esta junta sin gozar por ello aumento alguno de sueldo".
"Pero este Gobernador, insiste Bustamante, ha de ser nom-brado a propuesta del Consejo de Americanos".
Después de señalar otras atribuciones de la junta pro-
yectada, el artículo 83 expresa: "Aunque la obligación de
promover la felicidad general incluye la de todas las cía-
ees del estado, sin embargo, a la piedad española debe me-recer una mención particular la de los indios. Será puesuna de las primeras atenciones de las juntas en Américapromover por todos los medios posibles la instrucción yfomento de estos naturales", artículo que con los preceden-
tes merece esta consideración del gobernador: "Las atri-
buciones de estas juntas manifiestan que las diputaciones
provinciales creadas por la Constitución son estas mismasjuntas con diverso nombre y alguna modificación en la
autoridad".
Y como pidieran que dos terceras partes de sus regi-
dores fueran vitalicias por elección del Ayuntamiento y la
otra tercera parte bienales, que eligiría el cabildo . . . , Bus-tamante sutiliza su pensamiento: "Meditando este artículodice, se descubre más espíritu del que manifiesta su letra.
04 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Han de ser vitalicios los regidores para que no se varíe el
sistema del Ayuntamiento, tan claro en esta institución".
Coinciden, ciertamente, con el gobernante, antiguos ymodernos comentaristas de nuestros hechos históricos ysociales en reconocer la importancia y predominio de los
criollos, de las grandes familias aristocráticas, en el Ayun-tamiento guatemalteco, que de tanta autoridad se hiciera.
Y asimismo, del papel trascendente que tuvieron en la pre-
paración de la independencia. Virgilio Rodríguez Beteta
entre otros, hace hincapié en ello en sus libros sobre LaMentalidad Colonial. En Ideologías de la independencia
(París, 1926) dice, por ejemplo: ".. .La revolución iba a
tener por armas las ideas que se agitaron en el seno del
Ayuntamiento cuando dictó sus instrucciones a sus repre-
sentantes en las Cortes de Cádiz, y que cristalizaron en las
páginas de los periódicos de la independencia. Era unanhelo general en el grupo de criollos ilustrados, por dis-
putarle sus privilegios a los funcionarios y empleados es-
pañoles;por remover los obstáculos que se oponían al bien-
estar del país.; por alinearse con los principios más avan-
zados de libertad que se proclamaban en Europa. Los pe-
riódicos de la independencia encarnaron ese anhelo y lo
difundieron . .. " Tal vez Bustamante no necesitó de mu-
cha sagacidad lo cierto es que sabía hacia dónde soplaban
los vientos y se encaminaban los pasos . . .
Cada diez años se celebrarían Cortes, convocadas por
ministerio de la propia constitución; el rey podría prorro-
gar su término de cuatro meses a seis en caso necesario,
pero no podrían ser disueltas antes de los cuatro. "Otras
Constituciones dexan a los reyes el derecho de convocar a
Cortes, Estados, o Parlamentos. En la de Guatemala se
les niega aún esto, y se mengua el de disolverlos". Y unachinita: en América los diputados serían nombrados por
"los cabildos de españoles" (artículo 108) "en número res-
pectivo a población e igual en proporción al de la Penín-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 95
sula". "Si se ha dicho que todos son iguales, ¿por qué se
excluye a los indios?", pregunta intencionadamente el in-
tencionado comentador.
Y como el proyecto concluye con estas palabras : "Es-
ta constitución se declarará sólida, firme, permanente o
inviolable", el señor Bustamante se explaya en su acota-
ción final, en ruda crítica muy a propósito para encance-
rar la prevención e inquina y fomentar más la violencia del
rey y de los grupos absolutistas que lo rodeaban e instiga-
ban contra los diputados americanos : en el caso particular,
contra el diputado guatemalteco y las Instrucciones que
no habían dejado de ejercer influencia en decisiones capi-
tales de las Cortes:
"Esta es la Constitución del Ayuntamiento de Guate-mala que de tiempo inmemorial ha estado estancado en las
familias de los Americanos que la firman. De ella resulta
que en sus artículos se deprime la autoridad del Rey, se
exalta la de los Ayuntamientos : que los Ayuntamientos son
los que debían nombrar a los individuos de las Juntas
serenísimas en quienes debía residir el gobierno de cada
provincia en todos sus ramos; y el derecho de informar
para la provisión de empleos: que los Ayuntamientos de-
bían hacer la elección de los individuos del Consejo supre-
mo nacional en el que debía estar el poder legislativo, exe-
cutivo, y el de dar todos los empleos políticos, militares yeclesiásticos: que los Ayuntamientos de América, mayoresen número que los de España, eran por consecuencia el
centro de las autoridades que habían de dictar leyes, pro-
veer los empleos, gobernar la monarquía, y administrar las
provincias: que a este respecto la Soberanía quedaba real-
mente en la América quando su situación era tan crítica
:
que disponiendo de todas las autoridades, abriendo sus cos-
tas a todas las naciones del Universo, teniendo relaciones
con el Extrangero, y siendo libre la imprenta, su indepen-
dencia era efecto necesario de semejante plan: que este
96 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
sistema se publicó en Guatemala antes de instalarse las
Cortes: que su Diputado Larrazábal lo circuló en España
y América y preparó con él la opinión : que en la CONSTI-TUCIÓN DE LAS CORTES influyeron malignamente las
ideas de Guatemala : y que si el Rey Nuestro Señor, no hu-
biera regresado dichosamente antes que se hubiesen difun-
dido y radicado más en ambos continentes, la ruina de la
Monarquía habría sido el resultado triste de todo" . .
.
Aunque respira áspera malquerencia el análisis acusa-
torio de don José de Bustamante y Guerra, precisa reco-
nocer honradamente, que es en gran modo razonable desde
su personal punto de vista de español y de gobernante por
España de un reino en que germinaban ideas tan contra-
rias a las suyas y se manifestaban intereses que herían de
muerte los intereses por él representados. Por interesados
que, humanamente, fueran los hombres del Ayuntamiento,
las familias dirigentes vinculadas al poder local, ambicio-
sas de conservarlo y fortalecerlo, tenían razón también, y
sus puntos de vista son para su posteridad patrióticos, no
importe que a esa hora —pero esto sucedía en toda Amé-rica, urge repetirlo— aún no pudieran librarse de la magiade la monarquía y no vislumbraran, tan cercana como es-
taba, la hora de la independencia absoluta, y lo que es peor,
encandilados los pueblos por el prestigio de un rey modelo
:
modelo de perfidia. .
.
Pero, a pesar del derrumbamiento de las Cortes en
que las ideas de Guatemala, con las de las otras secciones
de América, habían influido tan poderosamente, como lo
denunciaba español tan capacitado para ver así las cosas,
y a pesar del éxito fulminante, más pasajero, de la reac-
ción fernandina y restauración del absolutismo en 1814,
los acontecimientos se precitaban y las ideas evolucionaban
de manera incontenible a favor de los triunfos de las ar-
mas americanas ya en abierta contienda en el sur, ilumi-
nadas por el rayo de la guerra de Bolívar, y a favor tam-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 97
bien de las irresistibles corrientes, para entonces, del in
teresado apoyo británico y de la influencia masónica —ya
tan señalada durante el ejercicio de las cortes doceañistas—
.
A todo lo cual daría vuelo inusitado bien pronto, la restau-
ración, también pasajera, pero para América decisiva, de
la Constitución deturpada y de la libertad de imprenta por
el tornadizo rey estrechado a jurarlas bajo la presión del
pueblo liberalizado y del ejército que se pronuncia en 820.
(Rey, pueblo y ejército que recaerían en 823 en una nueva
y mayor vesania absolutista, por fortuna ya sin alcances
directos ni avería para las antiguas colonias, proclamadas
repúblicas y en vísperas de ver sellada su independencia
en los campos de Junín y de Ayacucho).
Quedaban muy atrás las previsiones y sagacidades in-
quisitoriales de Bustamante, y quedaban atrás también mu-chas de las ideas y fórmulas de gobierno de las Instruccio-
nes que tan avanzadas y peligrosas parecieron: se habla
ya otro lenguaje, el de la emancipación, que era el hecho
inminente, inmediato. De la Gaceta de Guatemala del 814
a El Editor Constitucional, de 820, hay una distancia abis-
mal. Y no menos de don José de Bustamante y Guerra
que jura y denuncia la Constitución de 1812, y don Gabino
Gaínza, que jura la independencia y se pliega también a un
imperio advenedizo y precario como el de Iturbide, arras-
trados por pasiones atropelladas, que los cegaban a la rea-
lidad naciente ante ellos» pero ya no de "su tiempo".
Lúcidamente contemplados los intereses económicos
La segunda parte de las Instrucciones formadas por
el regidor perpetuo don José María Peinado para la procu-
ración que como diputado ejercería en Cádiz el canónigo
penitenciario don Antonio Larrazábal lleva por título Sis-
tema económico o segunda parte, etcétera, (repite en lo
general la leyenda de la primera portada) y comienza con
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un epígrafe de Demóstenes, de palabras dirigidas a los ate-
nienses, y la proposición siguiente: "Decía Confucio que el
arte de gobernar a los hombres es en el fondo lo mismoque el arte de sustentarlos", sobre la cual giran y se de-
senvuelven con derroche de erudición, elocuencia y serie-
dad las ideas que sobre materias de economía política y lo
más adelante llamado sociología, sustentaba el cabildo gua-
temalteco.
Pueden parecer un algo pedantes y un algo anticuadas
muchas de las páginas de esa exposición y los economistas
de hoy día les meterían buenas dentelladas ; mas es notorio
que prevalece un criterio liberal, para su tiempo, avanzado,
y que los hombres de la remota Guatemala hacen alarde de
mostrarse informados y comprender los múltiples proble-
mas de la monarquía vastísima que era España, procuran-
do aportar conforme sus luces, soluciones racionales, con
la ingenua creencia de que podrían ser escuchados sus con-
sejos, atendida su crítica constructiva, útiles sus pareceres,
en un tiempo devorado por la política y la incertidumbre.
Obvio es que tuviera más resonancia la parte política que
la económica, en tales circuntancias, pero aún así es de
notar que alguna porción de los pensamientos allí resumi-
dos logró interesar e influir de alguna manera. Es claro
que a estas fechas sería imposible precisar hasta qué punto
pudo ocurrir eso y en qué medida las ideas de los guate-
maltecos pertenecían también a conspicuos españoles, que
las hicieron operar unívocamente, o estaban en el ambiente
y por eso pudieron dejar cierta huella en debates y decisio-
nes, y en la polémica constante que rodeó la agitada vida
de las Cortes : apoyo fuerte, en todo caso, a las tendencias
y los intentos reformistas.
Basta reseñar unas cuantas de las materias tocadas en
ese documento para reconocer el empeño de los capitulares
:
la población como la mayor riqueza del estado y medios de
aumentarla; cultivo de primeras materias indígenas y pro-
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tección a la agricultura e industrias, con muchos estímulos
pero evitando el proteccionismo que cerraba puertos y fron-
teras para beneficio de unos pocos y perjuicio de las gran-
des mayorías; preocupación sincera por la libertad sobre
todo, productos capitales, dinero; particularismos de las
provincias ; salarios e impuestos ; dignificación del comercio
y la agricultura;graduación de los consumos, etcétera.
Interesantes sugestiones, no poco arriesgadas para el
momento, se referían a la necesidad de limitar los ejércitos
con arreglo a estrictas necesidades y no arrebatar al tra-
bajo los brazos más juveniles, procurando que mediante la
ocupación en la construcción de obras castrenses, caminos
y otras, los soldados no se habituasen a disimulada holgan-
za ni se separaran por demasiado tiempo de su misión de
incrementar la población. Otro lote de reformas respecto
a los religiosos, en cuyos conventos, de uno y otro sexo
—y esto pasó a realidad haciéndose hincapié en que la su-
gestión procedía de Guatemala— debería difundirse la ense-
ñanza : "Deberían ponerse en todos los conventos y monas-terios de varones escuelas de primeras letras, latinidad, fi-
losofía, matemáticas, historia y política; y en las de mu-geres de leer, escribir y contar, coser, bordar, hilar, iiexer,
y algunas otras habilidades, como encages, blondas, etcéte-
ra. La educación es la base de la felicidad pública. El go-
bierno debe proporcionarla, y debe velar no sólo por que
la haya, sino sobre el método de ella". (En lo cual barrun-
tábase el estatismo actual, que era el regalismo pugnaz de
esa época).
Si estas preocupaciones parecen de ahora, no era me-
nos importante para el progreso de estos países la suges-
tión de ensanchar la flota mercante y dotar de astilleros
a las costas de Campeche y norte de Guatemala donde ha-
bía preciosas maderas y planteando astilleros las obras
navales resultarían más durables y menos dispendiosas.
Junto a ellas, el desarrollo de la pesca, hasta recomendar
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más rigor en el sistema de comida de vigilia en las cuares-
mas, con el fin de que fomentase el consumo de los produc-
tos marítimos insistiendo sobre la abolición de impuestos
de aduanas interiores, y en especial de estancos, predomi-
nantemente el de la sal.
Firmaban esta parte del documento, de tan sucinto
modo aquí condensada, a doce de enero de 1811 los señores
José María Peinado, Antonio Isidro Palomo, Pedro José
Beltranena, José Aycinena, José Antonio Arrivillaga, Do-
mingo Josef Pavón, Gregorio de Urruela, Juan Bautista
de Marticorena, Juan Francisco de Taboada, y "por man-dato de Guatemala, José Francisco de Córdoba su secre-
tario".
Una reflexión incidental asalta al desprevenido co-
mentarista. Si se considera la abundancia de sanos razo-
namientos, de experiencia, de buenos consejos, de informa-
ción cuidadosa y sólidos principios de que hacían gala los
exponentes, y se hace cuenta que muchos de ellos, si no to-
dos, tuvieron posteriormente movida figuración política
y social, y que a semejanza de ellos, muchos participando
por entero de esas ideas, había en Guatemala un amplio
y vigoroso núcleo de personalidades ilustradas, inteligen-
tes, con clara comprensión de los problemas y las tenden-
cias de su época, no puede menos que causar extrañeza en
el observador situado a más de un siglo de distancia, que
en la marcha económica y política del país formado de un
fragmento de la monarquía en 1821, no se impusieran en
su medio y para su beneficio esas ideas de cordura, esos
empeños constructores, esas generosas aspiraciones de rec-
tificación de los sistemas funestos de tres siglos y se apli-
caran, en pequeño, con más facilidad en unos casos, con
más dificultad en otros indudablemente, las soluciones que
parecían acertadas y que con tanto ardor como sincero con-
vencimiento, y no importe que con un poco de interés loca-
lista por debajo de todo, se recomendaban a la nación de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 101
que procedemos, reunida en las memorables cortes de Cá-
diz, donde Guatemala, Centroamérica, tuvo tan eficaces
voceros como el señor Larrazábal.
Los mismos individuos que la anterior, firmaron la ter-
cera y cuarta partes de las Instrucciones, en igual fecha.
La primera de estas últimas trata de un Proyecto de con-
tribución, con reflexiones sobre los principios generales
de las contribuciones, establecimiento de única contribu-
ción, método de recaudación y rentas provinciales.
Hay que confesar que aunque bien intencionada, esta
exposición y las sugestiones en ella contenidas dan la im-
presión de que sus autores pecaban de idealistas, de inge-
nuos, a despecho de la bambolla científica con que cubrían
su docto empirismo, para decirlo paradójicamente. El sis-
tema simplista de la contribución única tenía por entonces
numerosos partidarios, y en las Cortes se discutió el asun-
to con calor: hubo también folletos sobre la materia, pero
es evidente que las excelencias que en la teoría se le atri-
buían resultaban poco menos que inaccesibles en la prác-
tica, en un pueblo tan heterogéneo y dilatado en tan inmen-
sos territorios como el de la monarquía española. En es-
tados donde luego se aplicó bien pronto evidenció su fraca-
so y bien pronto hubo de retornarse a los antiguos sistemas.
Acaso no era tiempo.
Los municipales guatemaltecos preveían la disminu-
ción de gastos, y esto no pasa de ser un sueño en las nacio-
nes. Carecían de datos presupuéstales recientes y acomo-
daban sus cálculos a los de más de cincuenta años antes.
Suponían la eficacia de los más dudosos arbitrios. Y a
todo ello entremezclaban principios filosóficos y divagacio-
nes interesantes, sí, pero de una debilidad manifiesta ante
la fuerza de las costumbres y los intereses inveterados. Y
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ante las fuerzas ciegas de la política y los apremios de la
guerra.
"Limitando la nación sus necesidades, decían, por
ejemplo, y la satisfacción de ellas en términos que no sólo
no dañen a su conservación, sino que se le aseguren, son
infinitamente menores los gastos anuales que impenderá,
comparados con los de los tres siglos anteriores, y quanto
economize del exército, marina y administración, es otro
tanto fondo con que puede extender los límites de las facul-
tades de su territorio, ya aumentando sus fortificaciones, yarsenales, ya facilitando sus comunicaciones, ya fertilizan-
do sus campos; y ya por último fomentando con maestros,
con la introducción e invención de máquinas, con suple-
mentos y con premios, la agricultura, la pesca, las artes,
las fábricas y las ciencias, a cuyos interesantes objetos
deberán destinarse anualmente algunas sumas considera-
bles de las rentas del estado, fuera de lo que se destine para
ellas de las rentas provinciales; pues como decía el empe-
rador Constantino: "Las haciendas están mejor en manos
de los vasallos, porque fructifican, que en las arcas de los
príncipes porque están ociosas". Pero en los pasos del go-
bierno es necesario conciliar el lleno de las necesidades, sin
exceder las facultades, no como quiera, sino las de la gene-
ración presente, pues esta no tiene derecho a gravar las
futuras, ni a consumir las rentas que no le pertenecen ypor ello es necesario en materia de tan grave entidad, con-
servar religiosamente la más sabia y prudente economía \
"Por no haber considerado esto, decían, los anteriores
gobiernos gravaron a la nación con deudas, de las que ha-
bía que libertar al estado, sugiriendo algunos remedios
al caso. En el capítulo de las rentas provinciales venían a
reafirmar las facultades de gobierno propio concedidas a
las provincias en el proyecto de constitución, y apuntaban,
reserva hecha de ser absolutamente necesaria la manu-tención de los párrocos dignamente, que no debían estar fin-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL * 103
cadas sobre administración de sacramentos, hacia la supre-
sión de derechos sobre matrimonios, nacimientos y entie-
rros, e iban más lejos al propugnar la abolición de los diez-
mos —una cuestión en que años adelante el señor Larrazá-
bal tendrá que participar decididamente, y en contra, por
cierto, como cabeza de la iglesia, al reordenar los que en
Guatemala habían sido restablecidos—
".
"No es menos justa, útil y conveniente la existencia
de los cabildos eclesiásticos, para que se celebren los divi-
nos oficios de las catedrales con el decoro y explendor co-
rrespondiente al soberano señor que se sirve y alaba en
ellos, pero de ningún modo lo es la multitud de dignidades,
canónigos, prebendados, etcétera, que se mantiene en ellas.
Su número debe reducirse a lo justo y decoroso con respec-
to al rango de las catedrales y aumentar el número de obis-
pados particularmente en América, satisfaciéndoles de fon-
dos públicos la misma dotación que hoi alcanzan en los
diezmos, y aboliendo estos cuya exacción sobre ser su-
mamente gravosa al labrador es perjudicial a la nación,
porque alzando el valor real de todos los productos un dé-
cimo sobre su costo natural, les hace perder las ventajas,
que podrían alcanzar en los mercados nacionales y extran-
geros".
En otro higar de las Instrucciones se había dicho que
las primicias, o diezmos, dejando de ser voluntarios, quita-
ban a la ofrenda piadosa su virtualidad religiosa. En esto
como en otros puntos que rozaban de algún modo delicadas
cuestiones de intereses y aún de jurisdicción, eclesiásticas,
los municipales se mostraban a la vez muy católicos (¿un
tanto jansenistas, se diría?), muy prudentes, pero enérgi-
cos y decididos en el camino de la innovación; así, en ma-
teria de superabundancia de feriados, en su inmensa mayo-
ría de origen religioso, que debían disminuirse, con miras
al progreso material de la nación. En el fondo, ellos co-
nocían, como hombres prácticos que eran en su siglo, esos
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problemas, que venían de tan lejos y sobre muchos de los
cuales sus antecesores y otras autoridades civiles de la co-
lonia lucharon incluso con gran vehemencia en diversas
épocas, como en España particularmente bajo los gobier-
nos "ilustrados" de los Carlos III y IV, sino que en este
caso —el de la península— , bajo influjos muy diferentes
y que orillaban lo cismático. Lo difícil era darles solución
a tales problemas, que no lastimase intereses y sentimien-
tos respetables desafiándolos a reaccionar peligrosamente
(que fue lo que en última instancia ocurrió con las Cortes).
No era la hora, que llegaría, de los espadones cortadores
de nudos gordianos. . . y de cabezas.
Proponían en seguida una reorganización y depuración
administrativas que redujesen las frondosas dependencias
a lo racionalmente necesario, aboliendo los derechos de ad-
ministración de justicia y otros, empleando en cambio el
papel sellado, cuyo precio debía modificarse y llevar el sello
y brevete de su bienio al margen y no en la cabecera: junto
a las grandes líneas de los principios, las minucias de orden.
Concluían en la siguiente forma:
"De este modo el sumo alivio que recibe el ciudadano
en sus contribuciones, al mismo tiempo que el gobierno le
facilita los medios de subsistencia, y de mejorar su fortuna
aumentará la población de la monarquía, y le dará el ex-
plendor correspondiente a su dignidad, a su riqueza, y a la
vasta extensión de sus dominios. La dulzura del gobierno,
la sabiduría de las leyes, la pronta, recta y fácil adminis-
tración de justicia, y la moderación de los impuestos, son
el manantial de la población. Esta produce la abundancia
;
la abundancia produce la población; y de este círculo de
causas y efectos, y de efectos que se tornan en causas es
centro el gobierno de que deben salir continuos impulsos
que aumenten su esfera, la cual constituye la felicidad, el
rango, la consideración de un estado".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 105
La última parte, Discurso sobre la reforma de algu-
nas leyes, es la más concisa y concentrada de las Instruc-
ciones. Comienza con la premisa de que "Entre codos los
males a que ha estado sujeta la humanidad, no hai alguno
comparable con los que le ha causado la arbitrariedad de
las leyes sociales.
... el abuso del poder minó la libertad de los pueblos,
reduciendo a la más vergonzosa esclavitud a aquellos mis-
mos hombres libres que para su conservación lo habían
creado". Bajo el influjo de aduladores partícipes momen-táneos del despotismo, se erigieron los señores de vidas yhaciendas y se perpetuaron errores que se aceptan como
verdades o como fatalidades, sumergiéndose la razón hu-
mana en tenebroso caos: "en tal estado no es extraño se
conserven aún entre nosotros, algunas leyes bárbaras, con-
cebidas en el seno de la usurpación, establecidas en el
furor del despotismo, dictadas en las tinieblas de la másgrosera ignorancia, en medio de las más vergonzosas cos-
tumbres, a estímulos de la más vil adulación, y de la másdepravada malicia'\
"Tales son, y tal fué el origen del tormento, de la infa-
mia, de la confiscación de bienes, de las delaciones, de los
estancos, de las aduanas y de la ampliación de la pena de
muerte. Aún se ven en los códigos y en la historia ins-
tituciones más horribles y depravadas; pero no hace el
Ayuntamiento mención más que de aquellas que deshonran
nuestros códigos, y el digno buen nombre de nuestros sobe-
ranos, conservándose en ellos". (¿Apuntaban a la Inqui-
sición?).
"... La filosofía ha declamado contra unas institu-
ciones tan contrarias al bien de los hombres, como desnu-
das de razón y de justicia pero ha sido acallada y perse-
guida por la preocupación y el interés. Dichoso el momento
106 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
en que ella puede obrar unida al poder. Dichoso una y
mil veces el siglo a cuyas luces estaba reservado por la
providencia examinar los códigos y purgarlos de las heces
de veinte y tres siglos de usurpaciones, ignorancia y bar-
barie . .. ".
El síndico del Ayuntamiento de Quezaltenango, señor
Domingo Antonio Estrada, pidió a su cabildo que se ad-
hiriera a las Instrucciones dadas por Guatemala a Larra-
zábal, haciendo un examen somero de ellas y particulari-
zando su interés en las cuestiones económicas, de instruc-
ción y eclesiásticas y en el punto de que se repudiase cual-
quier enajenación que del reino pudieran hacer los sobe-
ranos españoles. Su proposición tiene fecha 29 de no-
viembre de 1811 y constituye una prueba más de la unidad
de ideas reinante y de lo bien vistas que fueron entonces
las Instrucciones, además de sólido apoyo al diputado gua-
temalteco.
Larrazábal diputado por Guatemala, vocero de estos
hombres ilustrados, uno de ellos él mismo y de los másilustrados, y con él una pléyade de ilustres americanos,
contribuirían resueltamente a la supresión radical o re-
forma de leyes anticuadas y monstruosas, y de ignominio-
sas instituciones, preparando el difícil advenimiento de la
democracia en que han de ser finalmente realidades incon-
trastables la libertad y la dignidad del hombre y el uni-
versal respeto que les es debido.
En aquellos principios, estas demandas y esas suges-
tiones del cabildo de Guatemala del 811 alboreaba en sus
primeras luces la emancipación de la patria y su ideal de
una patria mejor, tan acariciado siempre como arduo de
realizar. . . Pero el pensamiento avanzado de los hombres
que lo concretaron en el texto y el espíritu de las Instruc-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 107
ciones no podía escapar al postulado del epígrafe de su Dis-
curso, tomado de El espíritu de las leyes, de Montesquieu
(significativa advocación a que se ampararan) : "Todas
las instituciones humanas tienen el sello del siglo en que se
hicieron". Este pensamiento, en lo que alentaba de pro-
gresivo, y en lo que aún veneraba como resabio del pasado,
tenía el sello de aquellos años revueltos que continuaban yesparcían por el mundo la revolución francesa, pero en que
se alzaban también, harto poderosas, las fuerzas sombrías
de la restauración. Elementos contrapuestos, que, bajo
nuevas y diversas formas, bajo nuevos y diversos nomores
y disfraces, siguen combatiendo hasta hoy.
Constitución de 1812. Su promulgación en Guatemala
Desde diciembre de 1810 quedó electa en las Cortes la
comisión redactora de la Constitución; la primera parte
del anteproyecto, o minuta como se decía entonces, fue leída
el 18 de agosto de 1811, el 6 de noviembre la segunda y el
26 de diciembre la última; durante las discusiones se le
introdujeron algunas reformas y el proyecto definitivo se
leyó en enero y febrero de 1812 : el 18 de marzo fue firma-
da por los diputados, en dos ejemplares. La promulgación
se hizo el 19.
El entusiasmo prevaleció en esas jornadas. Un en-
tusiasmo cuasi bélico, a fe. Cuando se dieron las primeras
lecturas era presidente de las cortes un americano, JuanJosé Güereña, por la Nueva Vizcaya, y "aunque desafecto
a reformas, dice el conde de Toreno, arrastrado como los
demás por el torrente de opinión, señaló para principiar los
debates el 25 del propio agosto, plazo sobradamente corto.
Duró la discusión por espacio de cinco meses . . . fue grave
y solemne, y de suerte que afianzando la autoridad de las
cortes, ensalzó al mismo tiempo la fama de los individuos
de esta corporación". No faltaron obstrucciones, sin em-
108 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
bargo, pero fueron vencidas fácilmente por la voz pública
y el vivo común deseo de gozar pronto de una constitución
libre, dice el mencionado autor, y refiere que uno de los
diputados que había asistido a la aprobación de las princi-
pales bases, no quiso firmar el proyecto. Los contrarios a
dicho proyecto —continúa— "frustradas las esperanzas que
habían fundado en el presidente Güereña, reemplazaron a
éste el 24, día de la remoción de aquel cargo, con don RamónJiraldo, a quien tenían por enemigo de novedades, y no me-
nos resuelto para suscitar embarazos en la discusión, que
fecundo, a fuer de togado antiguo, en ardides propios del
foro. Mas también en eso se equivocaron. Jiraldo, luego que
se sentó en la silla de la presidencia, mostróse muy adicto a
la nueva constitución, y empleó su firmeza en llevar a cabo
y sostener con tesón las deliberaciones". La táctica de la
oposición se desarrolló entonces en una serie de discusio-
nes sobre artículos y frases, pero no tuvo mejor fortuna:"
. . . sábese —comenta el conde de Toreno— que éñ uncongreso, como en un ejército, si se malogran los ímpetus
de una embestida, cuanto más fogosos fueren estos :n unprincipio, tanto más aflojan después y del todo cesan".
Los diputados americanos participaron con ardor en
los trabajos de elaboración de la constitución. Ya se hadicho cómo Larrazábal, diputado puntualísimo, además de
intervenir en los debates, según su propia confesión se
acercaba a las comisiones continuamente a defender o su-
gerir puntos de sus instrucciones. "En comisiones tan
importantes como fue la comisión constitucional, de vein-
tiún miembros, cinco eran diputados americanos", recal-
caba el profesor de la Universidad de Valladolid, historia-
dor y sociólogo Vicente Gay en estudio suyo La EspañaModerna (tomo 287, Madrid, 1? de noviembre de 1912).
No es esta la historia (¡cuan mal podría serlo!) de las
Cortes ni examen de la Constitución, acerca de las cuales
abundan juicios encontrados: son asuntos que estas notas
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 109
tratan incidentalmente, en lo que más se relacionan a actos
de Larrazábal, y eso sin fuentes esenciales d? consulta;
pero hay que referirse por lo menos a los principales he-
chos y casos, aunque sea en forma superficial, para cono-
cer, y a veces sólo presumir, los pasos y conflictos del di-
putado guatemalteco, que, por sacerdote y por americano,
tuvo, sin duda, sobrados motivos de inquietud y de acción
en el bullente y bullicioso congreso gaditano.
Uno de los mayores problemas de la constitución con-
sistía en la declaratoria sobre la religión del país. El
pueblo era inquebrantablemente católico, tradicionalmente
educado en la doctrina y prácticas del catolicismo, y la
Iglesia española poderosa e imponente a despecho de in-
ternas debilidades y principios de escisión, contaba con la
adhesión sumisa de las almas. Había en la península,
reflejo del movimiento antirreligioso, y especialmente an-
ticatólico, que se personificó en la Francia de los enciclo-
pedistas y de la revolución, grupos bastante activos, in-
fluyentes y con descollantes personalidades, de escépticos,
übre-pensadores, revolucionarios bien intencionados que
pensaban en la necesidad de cambios profundos en la es-
tructura espiritual y marcha de la monarquía, descon-
tentos con el atraso y la corrupción política, con las "preo-
cupaciones", como se decía, del pueblo, y con instituciones
como la Inquisición, a que achacaban el origen global de
los males de España . . . Había también, por supuesto,
muchísimos indiferentes y no menos despreocupados y am-biciosos; pero el número de unos y otros realmente debió
ser reducido en proporción a la mayoría: lograron, sin
embargo, con audacia y resolución, victorias sorprenden-
tes; pero cometieron imprudencias y excesos que determi-
naron la mortal irritación que los abatió repetidas veces
e hicieron que no prosperasen sino dificultosa y parcial-
mente, a io largo de más de un siglo, las reformas e ins-
tituciones nuevas que propugnaron.
110 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
En la América española ocurría y ocurrió otro canto.
Los grupos de hombres ilustrados de los últimos cuarenta
años de la colonia —años de doble vertiente : al siglo XVIII
y al XIX— fueron los hombres de la gran revolución y la
independencia. Las semejanzas con los españoles son pro-
fundas y, naturalmente, no casuales ; mas no se ha agotado
ni con mucho su estudio, mejor se diría que apenas se mero-dea en él. Las semejanzas son de todo orden : de ideas, deerrores, de impaciencias, de extremismos, de caídas. PeroHispanoamérica ganó a la madre patria en algunos adelan-
tos que en ella han sido más obstaculizados, si también en la
mayor acentuación de los caudillos producidos por el mili-
tarismo y la anarquía conjugados: España los ha tenido en
abundancia y los tiene; pero los americanos lograron ser
más truculentos, más pintorescos y más crueles . . .
En las Cortes se salvó el tropiezo con sacrificio de las
aspiraciones más radicales del liberalismo, forzados todos
por las realidades. Si la Constitución comenzaba con unafórmula piadosa e invocatoria ("En el nombre de Dios
todopoderoso, Padre, hijo, y Espíritu Santo, autor y su-
premo legislador de la sociedad") que era en sí una defi-
nición de la fe española, el capítulo de religión hubo de
escribirse todavía con más rigurosa y ceñida forma de com-
prometimiento : "Artículo 12.—La religión de la Nación es-
pañola es y será perpetuamente la católiea, apostólica, ro-
mana, única verdadera. La Nación la protege por leyes
sabias y justas, y prohibe el ejercicio de cualquiera otra".
Mas si la primera fórmula podía ser vaga en su generali-
dad de respetuoso cumplimiento, y la segunda era termi-
nantemente y obligatoria, la misma tendencia a fortifi-
carla, si no la habilidad contraria, alcanzó a dejar en el
texto un portillo, una debilidad, que sería sagazmente apro-
vechada por los liberales al correr de sus proyectos refor-
madores. ¿Qué Constitución, por rigurosa y habilidosa
que se la conciba, no se presta a las argucias y a las desvir-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 111
tuaciones, a las sutilezas y a las violencias más escanda-
losas de los audaces? Por ser aquélla como la primera
Constitución de España y América, y asunto aquel de la
religión tan grave siempre pero entonces particularmente,
sus vicisitudes tenían que producir tantos asombros, lu-
chas, polémicas ... e indelebles enseñanzas para bien ypara mal.
El historiador a quien venimos citando, Toreno, y pa-
rece superfluo recordar que se trate de uno de los más fo-
gosos elementos de la juventud liberal que campó en las
cortes doceañistas, comenta muy sustanciosamente el caso
del precepto sobre religión, como se verá: "Ha excitado
entre los extranjeros ley de intolerancia tan insigne un
clamor general, no haciéndose el suficiente cargo de las
circunstancias peculiares que la ocasionaron. En otras na-
ciones en donde prevalecen muchas y varias creencias, hu-
biera acarreado semejante providencia gravísimo mal;pero
no era este el caso de España. Durante tres siglos había
disfrutado el catolicismo en aquel suelo de dominación ex-
clusiva y absoluta, acabando por extirpar todo otro culto.
Así no hería la determinación de las cortes, ni los intere-
ses, ni la opinión de la generalidad, antes bien la seguía yaún la halagaba. Pensaron sin embargo, varios diputados,
afectos a la tolerancia, en oponerse al artículo, o por lo me-
nos en procurar modificarle. Mas, pesadas todas las razo-
nes les pareció por entonces prudente no hurgar el asunto,
pues necesario es conllevar a veces ciertas preocupacione3
para destruir otras que allanen el camino, y conduzcan al
aniquilamiento de las más arraigadas".
El historiador, que más claro no podía hablar, se ex-
tiende en explicaciones sobre este punto, y después de in-
dicar que quedaba abierto el camino a la abolición de la
Inquisición, paso próximo y de momento el más delicado
a que se tendía en aquella contienda de las Cortes, y de
indicar también que con libertad de imprenta y asegura-
112 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
dos los derechos políticos y civiles de los ciudadanos (se
pregunta) : "¿podrá nunca el fanatismo ahondar sus raí-
ces, ni menos incomodar las opiniones que le sean opues-
tas? Cuerdo, pues, parecía no provocar una discusión en
la que hubieran sido vencidos los partidarios de la tole-
rancia religiosa. Con el tiempo y fácilmente creciendo la
ilustración, y naciendo intereses nuevos, hubiéranse pro-
pagado ideas más moderadas en la materia, y el español
hubiera entonces permitido sin obstáculo que, junto a los
altares católicos, se alzasen los templos protestantes, al
modo que muchos de sus antepasados habían visto durante
siglos no lejanos de sus iglesias mezquitas y sinagogas".
Si el pueblo estaba aferrado a su religión católica,
bueno es recordar también que el número de grandes ecle-
siásticos en las cortes era muy considerable y hasta hom-bres tan liberales como Larrazábal y otros americanos,
como tales eclesiásticos a buen seguro no iban a aprobar
ciegamente leyes vejatorias o disminuidoras de su religión,
aún cuando no pocos de ellos manifestaban transigencia en
cuestiones de disciplina y reconocían la ingente necesidad
de determinadas reformas. De los clérigos intolerantes ni
qué hablar. De todas suertes, debió plantearse, como en
otros casos, gravísimo conflicto de conciencia a prelados,
sacerdotes y seglares de muy cimentado catolicismo, al
llegar a ese punto. Larrazábal debió experimentarlo muygrande : lástima es no poseer sus impresiones que nos pres-
tarían luz preciosa en esta tiniebla en que nos movemos al
rondar por su biografía.
Interesa transcribir las referencias de Toreno sobre
los debates suscitados en torno al concepto de ciudadanos
y calidades necesarias para el uso de los derechos políticos.
Aunque prolija la cita, pareciera tener aún actualidad y a
nuestro propósito la tiene especial porque en ella va im-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 113
plícito un elogio suyo a Larrazábal, por un voto que cierta-
mente hoy no le sería aplaudido:
"Con este motivo se promovieron largos debates res-
pecto de los originarios de África, cuestión que interesaba
a la América, pues por aquella denominación entendíase
sólo los descendientes de esclavos trasladados a aquellas
regiones del continente africano, a quienes no se declaraba
desde luego ciudadanos como a los demás españoles, sino
que se les dejaba abierta la puerta para conseguir la gracia
según fuese su conducta y merecimientos. En un princi-
pio los diputados americanos no manifestaron anhelo por-
que se concediese el derecho de ciudadanía a aquellos in-
dividuos, y húbolos, como el señor Morales Duárez, que
se indignaban al oír sólo que tal se intentase. En el de-
creto de 15 de octubre de 1810, cimiento de todas las de-
claraciones hechas en favor de América, no se extendió
la igualdad de derechos a los originarios de África, y en
las proposiciones sucesivas que formalizaron los diputados
americanos, tampoco esforzaron éstos aquella pretensión.
No así ahora, queriendo algunos que se concediese en las
elecciones a los mencionados originarios voz activa y pa-
siva, aunque los más no pidieron sino que se otorgase la pri-
mera, motivo por el que se sospechó que en ello se trataba
más bien que del interés de las castas, de aumentar el núme-ro de los diputados de América; pues debiendo ser la base
de las elecciones la población, claro era que incluyéndose
entre los ciudadanos a los descendientes de África, crecería
el censo en favor de las posesiones americanas.
"No tenían los españoles contra dichas castas odio ni
oposición alguna, lo cual no sucedía a los naturales de
Ultramar, en cuyos países eran tan grandes la enemistad
y el desvío que, según dijo el señor Salazar diputado porel Perú, se advertía hasta en los libros parroquiales, ha-
biendo de estos unos en que se sentaban los nombres de los
españoles y de los reputados por tales, y otro en que sólo
114 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
los de las castas. Lo mismo confirmaron varios diputados
también de América, y entre ellos el señor Larrazábal por
Goatemala, y de los más distinguidos, quien, a pesar de que
abogaba por los originarios, decía : '.'Déjese a aquellas cas-
tas en el estado en que se hallan, sin privarlas de la voz
activa. . . ni quererlas elevar a más alta jerarquía, puesconocen que su esfera no las ha colocado en el estado deaspirar a los puestos distinguidos ,, 5
.
"Era espinosísima la situación de los diputados euro-
peos en los asuntos de América, en los que caminaban siem-
pre como por el filo de una cortante espada. Negar a los
originarios de África los derechos de ciudadano era irritar
ios ánimos de estos; concedérselos ofendía sobremanera las
opiniones y preocupaciones de los demás habitantes de Ul-
tramar. Al contrario la de los diputados americanos, quie-
nes ganaban en cualquiera de ambos casos, inclinándose el
mayor número de ellos a excitar disturbios que abreviasen
la llegada de su independencia".
Aunque reconociendo que muchos de los argumentosde los americanos eran de grave peso, Toreno elogia los
razonamientos de otro diputado, que se impusieron, y que
hacían ver que "los principios abstractos no pueden tener
una aplicación rigurosa en la política", tomando ejemplos
vivos de la situación de las castas en territorios ingleses,
y por fin se aprobó el artículo en una forma que eludía
"escudriñamientos de origen, y de no asustar a los muchos
que por allá derivan de esclavos, y se cuentan entre los
libres y de sangre más limpia".
Respecto a los analfabetos, dice Toreno: «Honró a las
Cortes también exigir aquí que "desde el año 1830 debieran
5 Aunque de fecha posterior, traemos a cuento esta curiosa
cita de El Procurador, punzante periódico gaditano, reveladora delas preocupaciones raciales: "Dicen los americanos en América,con mucha suavidad y lisura, "Llámale mulato, que aunque se
cure la herida, le quedará la cicatriz".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 115
saber leer y escribir los que de nuevo entrasen en el ejer-
cicio de los derechos de ciudadano", señalando de este modocomo principal norte de la sociedad la instrucción y buena
enseñanza», como lo tenían establecido en Guipúzcoa yNavarra que prohibían la obtención de empleos y cargos
municipales a quienes no supiesen leer y escribir.
La cuestión de división política fue también muy de-
batida y especialmente por los americanos. El conde de
Toreno les echa una fisga, diciendo que a veces no podían
ni entenderse entre sí: "cada uno presentaba una división
distinta de territorio, y quería que se multiplicasen sin
fin ni término las provincias y sus denominaciones. Pro-
venía esto del deseo de agasajar vanidades de la tierra
nativa, y también la confusión y alteraciones que habían
habido en la repartición de regiones tan vastas, soliendo
llevar el nombre de provincia lo que apenas se diferenciaba
de un desierto o paramera". En efecto, estos errores eran
notorios y lo han seguido siendo después de la independen-
cia. Pero nos interesa más señalar, al sesgo, por el caso
centroamericano, la existencia de los localismos, que aquí
encendieron su lucha tenaz contra la metrópoli apenas
ganada la libertad.
Si las Cortes con su intensa agitación de ideas y con
el conocimiento que de las realidades de España permitie-
ron a los americanos, merced principalmente al uso de la
libertad de imprenta, robustecieron, si no crearon, las ten-
dencias emancipadoras, las pequeñas provincias istmeñas
pudieron sentir magnificada su importancia respecto a
España misma, pero sobre todo respecto a la metrópoli
colonial, Guatemala, contra la cual tenían reclamos de
agravios y descuido, y cuya capital había sufrido la mermatremenda en respetabilidad y riqueza que le impuso el tras-
lado de su asiento.
La ciudad de Guatemala, corte del reino de Guatema-la, entre los años 10 y 20 —y más tarde aun. . .— del siglo
116 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
pasado, es decir, en los años críticos de la gestación de la
campaña emancipadora, la libertad, la anexión a México
y la larga y sangrienta, desastrosa guerra civil que acabó
con la unidad colonial que en mala hora se quiso mantener
con una federación artificiosa cuando acaso sólo se habría
mantenido mediante una república unitaria, había descen-
dido enormemente en poder y prestigio desde la antigua a
la nueva Guatemala: esta es una de las consecuencias más
graves y que menos se ha querido advertir, de la equivoca-
da traslación.
Guatemala, abismada en endémica crisis económica,
distraídos sus recursos en la construcción de una ciudad to-
talmente nueva, para su capacidad, era en esos días una ciu-
dad mezquina, precaria, apenas naciente, pueblo más que
ciudad, dispersos muchos de los elementos humanos de su
grandeza, suspensas o sólo trabajosamente restauradas de
sus instituciones, y mal podía aglutinar a la nación en torno
suyo. Esto debió ser evidente a ojos de los otros centroame-
ricanos desde un principio, como lo fue para todos la inca-
pacidad en que cayó España para imperar sobre el mundocreciente que era la América de Bolívar y los demás cau-
dillos libertadores.
Las provincias tomaron arrogante cuerpo frente a la
disminuida capital, y sus más prominentes hijos se deja-
ban arrastrar del localismo y sus estímulos pretendiendo
curar los males y problemas del antiguo sistema con las
quiméricas virtudes de la droga mágica, de tanta bogaen América y que bien pronto revelaría su falacia e inefi-
cacia, del federalismo de importación anglosajona : una sor-
prendentemente contienda de ideas entre el grupo de menta-lidades cultivadas, tan por encima de la negativa condición
cultural del pueblo, el cual sólo participó en ella cuandose le reclamó su sangre y sus míseros recursos para hacer
triunfar alternativamente a los dos bandos con un ardor
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 117
y una furia que removió hasta los más bajos fondos de los
instintos humanos.
Tal sucedió en toda América; pero cupo al Centro la
desventura de no poder mantener su cohesión a diferencia
de los otros pueblos que, unitarios o federales —de un
federalismo por demás discutible, aparente^— la conserva-
ron con sólo menor deterioro. Como si el destino geográ-
fico y la debilidad congénita del istmo y su pueblo hubieran
obrado de consuno contra la unidad y contra los intentos
de unificación —hasta hoy— . Proceres y dirigentes, altas
cabezas tempestuosas, con Francisco Morazán en primera
línea, amontonaron errores y combustibles de pasiones a
ese fin, dramáticamente convencidos de seguir cada uno
la única línea de razón y salvación.
La promulgación de la Constitución provocó un des-
bordamiento de entusiasmo en Cádiz —no amenguado por
el bombardeo enardecido de los sitiadores franceses— , en
las provincias liberadas, y en América. Hubo medallas y
versos, misas y actos académicos en profusión. Acordóse
dar, y se reconoció tardíamente que era un error, a las
plazas principales de las poblaciones el nombre de Plaza
de la Constitución, colocándose las respectivas lápidas, que
serían arrastradas y rotas por las turbas al regreso de Fer-
nando. Los juramentos de ahora se trocarían también en
denigraciones y vejámenes para los diputados y su obra.
Es lección constante de la historia.
En Guatemala ocurría lo mismo. El acto de la jura
fue preparado con entusiasmo oficial aparatoso: el de los
criollos sería más íntimo y esperanzado. Circuló invita-
ción impresa con estos conceptos: "El Presidente y Capi-
tán General de Guatemala, de acuerdo con el M. N. y L.
Ayuntamiento de esta ciudad, ha señalado el día 24 del
118 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
corriente para la solemne publicación de la Constitución
política de la Monarquía Española. Y deseando que este
acto tan augusto se execute con todo el esplendor y luci-
miento mandado por las Cortes generales y extraordina-
rias, y que requiere tan digno e importante objeto; espera
concurra V. a las 8 de la mañana de dicho día al acompa-
ñamiento que saldrá del Real Palacio, para aumentar el
decoro de esta plausible función".
(No sólo en esos momentos tenía Bustamante tan
buena opinión de la Constitución. En bando publicado el
7 de enero de 813 relativo a elecciones de diputados a las
cortes ordinarias, expresaba al menos oficialmente: "LaConstitución política de la Monarquía Española, diversa de
las de otros Reynos que propenden al bien de individuos,
o clases, sólo mira a establecer sobre bases firmes el uni-
versal de todos los pueblos. . .").
Se batieron medallas conmemorativas, como era cos-
tumbre en los grandes acontecimientos: en una cara os-
tentaban el escudo de la ciudad de Santiago, con corona, yla leyenda: La ciu. de Guatemala. 24 de Sept. de 1812.
Al reverso, un libro abierto entre resplandores; en una pá-
gina la palabra Justicia en la del frente, Equidad; circun-
dándolo, esta otra leyenda: Por la Constitución política
de las Españas 6.
6 En ese año de 1813, en folleto sin foliación, se reimprimió
en Guatemala, en la Imprenta de Arévalo, el Catecismo político
arreglado a la Constitución de la Monarquía Española: para ilus-
tración del pueblo, instrucción de la juventud, y uso de las escuelas
de primeras letras. Por D. J. C, verdadero manual de enseñanzacívica, de los más adelantados y liberales principios, cuya in-
fluencia en el desarrollo de las ideas emancipadoras e igualitarias
parece no haber sido estimada aún. Consecuencia obligada de la
Constitución y nuevas leyes dadas por las Cortes, se reimprimieronen Guatemala también, con otros documentos, la ley sobre arreglode tribunales y juzgados, la Instrucción para el gobierno econó-mico-político de las provincias, etcétera.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 119
Bien efímero habría de ser aquel primer júbilo consti-
tucional de Guatemala. Y acaso no más duraderos y jus-
tificados tantos de los posteriores.
Presidente de las Cortes. Sus discursos. Opiniones
Se ha sostenido la idea de que Larrazábal no descolló,
ni en Cádiz ni en Guatemala, como orador, exceptuada la
opinión de don Antonio Batres Jáuregui. En Cádiz los
hubo arrebatadores. No era en modo alguno culpa suya
el no haber sido un gran orador, y su esfuerzo era merito-
rio en todo caso. Se dice que Larrazábal padecía de cierto
impedimento que hacía un tanto difícil su dicción. La
Gaceta, discretamente hablaba de "su voz temblorosa",
aunque aludía ya al anciano. De todos modos, cuando de-
bía hablar en público, lo hacía con brevedad, cargando de
razones juiciosas su discurso: a lo persuasivo de éstas se
unía para reforzarlas la gravedad natural del orador y su
ostensible sinceridad, de acuerdo con opiniones que no pue-
den ser tachadas de parciales.
Débese al ahincado americanista José María de Labra
y Martínez la recordación centenaria y divulgación de tres
discursos de Larrazábal dichos en señaladas ocasiones de los
debates de las Cortes, incluidos en la semblanza que de él
traza en Los presidentes americanos de las Cortes de Cádiz
(Cádiz, 1912), y no sin señalar su corta extensión. El pri-
mero de ellos fue pronunciado al tomar posesión de la presi-
dencia del congreso, el 24 de octubre de 1811". (". . .Fueelegido presidente del mismo sublime Congreso por 79 vo-
tos. .." informaba la buena Gaceta de Guatemala). Pocos
diputados hablaron en casos semejantes, las palabras de
Larrazábal están impregnadas de emoción y gratitud; de
digna sencillez y de legítimo temor ante la magnitud del
cargo con que se le honraba tan pronto
:
120 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"Hoy 24 de octubre, día para mí de perpetua memoria,
salí de mi patria bajo la protección y guía del Arcángel
San Rafael, a ejercer en este soberano Congreso la dipu-
tación por Guatemala. Al momento que por aquella elec-
ción me vi elevado hasta la cumbre del honor, adoré los
designios de la divina Providencia con el Real Profeta,
cuando dijo: Suscitans a térra inopem, et de stercore eri-
gens pauperem: ut collocet eum cum principibus populi sui.
Sí, señor, porque los resplandores de la dignidad no medeslumbran para perder de vista mi pequenez, falta de
luces y circunstancias, que forman los sujetos para los en-
cargos. ¿Cuáles, pues, deberán ser ahora las expresiones
de mi lengua balbuciente? ¿Cuáles los sentimientos de micorazón? Diré sin detenerme que mi reconocimiento a V.
M. por esta elección, con mejor acierto lo manifiesta un
profundo silencio que retórica más sublime. Callo, señor,
confuso y avergonzado, al verme ocupando el primer lugar
en este supremo Congreso.
"Mas ya que V. M. así me honra, a fin de que mis
desaciertos no se atribuyan a lo pródigo de su bondad, es-
pero los contenga, dándome la dirección necesaria par;;
obrar en todo conforme a los derechos que son debidos a
Dios, a la Nación y al Rey. Estas son las leyes invariables
que deseo observar para el desempeño de la alta confianza
que he merecido y por la que con todo respeto y sumisión
tributo a Vuestra Majestad el más vivo reconocimiento".
Hasta aquí la corta oración, sincero voto de gracias
y humildad.
"Su labor como parlamentario fue muy considerable
—añade el señor Labra—, ocupándose principalmente de!
proyecto de Constitución, respecto del cual pronunció vein-
tiséis discursos, y además intervino en las discusiones ha-
bidas sobre el reglamento del poder ejecutivo, función del
estandarte real, facultades de las diputaciones provincia-
les de Ultramar, reemplazo de un Consejo de Estado, re-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 121
partimiento de baldíos, diputaciones provinciales, convo-
catoria de Cortes, derrota de Castalia, abolición de mitas,
la representación del Consulado de México, libertad de im-
prenta, abolición de la Inquisición, reformas de Filipinas,
expedición de reales cédulas, elección de Guatemala, pas-
torales de varios obispos al gobierno canónico de la pro-
vincia, de recurso de nulidad, traslación de las Cortes a
Madrid, de las responsabilidades de los infractores de la
Constitución, sobre reglamento de las Cortes y sobre tras-
lación de las Cortes fuera de Cádiz".
Y este juicio elevador: "La intervención de Larrazá-
bal fue la de discutir la política de principios, separándose
de la política menuda. Se asemejaba mucho en los proble-
mas que trataba, a Muñoz Toreno y Pachón". La sola
mención de estos nombres y sobre todo la del primero, másconocido y universalmente enaltecido, es superior elogio
para el guatemalteco.
De Labra y Martínez reproduce más adelante el dis-
curso de Larrazábal pronunciado el 10 de enero de 1812,
al aprobar las Cortes por unanimidad un decreto del go-
bernador de Guatemala en que adelantó la libertad de 600
esclavos negros que obsequiaron de sus ahorros, 1,280 pesos
para la guerra de España. (Esta es, dice el autor, unahermosa nota de la historia de Guatemala, que registra
también el honor de ser el país del continente americano
que primero abolió la esclavitud de los negros).
"Señor: en favor de los negros esclavos residentes en
Omoa, a que se dirige la consulta de la Regencia, en apoyode la pretensión del Presidente de Guatemala, debo hacer
presente a V. M. que aquellos miserables negros han contri-
buido de donativo voluntario a la Península con 1,280
pesos fuertes, que constan por menor en suplemento a la
Gaceta de Guatemala de 6 de abril de 1811. Y ¿qué cosa
más justa que V. M. en remuneración de tan distinguida
liberalidad, les conceda lo que clama y pide por ellos el
122 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
derecho natural? Pido a V. M. les conceda la preciosa
joya de la libertad.
"No es menester más para desterrar la esclavitud de
una Nación libre y generosa como la española, que atender
a que ella es un efecto vergonzoso de las leyes dictadas
contra la humanidad y que siempre que se oiga entre nos-
otros que la esclavitud es constitutio juris gentium qua
quis dominio alieno contra naturam subjicitud, debemos
aborrecer tan detestable marca de los que son nuestros
hermanos. Las leyes más sabias y activas son las del
ejemplo; por eso dijo Séneca: Difficilis via proecepta mag-
na et efficax per exempla. Dando V. M. el ejemplo en esta
ocasión, acredita que la piedad es inseparable del corazón
español, y con esta dádiva generosa fincará mayor ganan-
cia. Así lo pido y suplico a todos los señores del Congreso,
se verifique por aclamación universar\
(El sentimiento adverso a la esclavitud, y eso que en
Guatemala fue relativamente reducido el número de los
esclavos, honra a ilustres patricios del reino, que lucharon
por la abolición y lograron tan levantado propósito desde
los comienzos del primer congreso nacional. Se olvida que
el trato y gobierno de los negros bajo el régimen español
fueron pronunciadamente más benignos que bajo otras
naciones. Pero la esclavitud era oprobio de la civilización,
que urgía hacer desaparecer. Ya en 1820, al restablecerse
la constitucionalidad bajo el dominio español todavía DonMariano de Aycinena incluye la de la libertad de esclavos
en un grupo de proposiciones presentadas como miembrodel Ayuntamiento guatemalteco).
Otro discurso de Larrazábal fue pronunciado el 14 de
febrero de 1812, sobre establecimiento de escuelas para in-
dios en América y su moción mereció favorable acogida en
dictamen del 24 de junio, que turnó el asunto a la Regen-
cia. Se recordará que para Guatemala se proveyó espe-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 123
cialmente que en los conventos se estableciesen escuelas.
Dijo
:
«La adjunta Memoria a favor de los indios es un apo-
yo de las siguientes proposiciones que presento a Vuestra
Majestad, para que, en el caso que merezcan la aprobación
soberana, se sirva expedir el correspondiente Decreto:
Primera. Que sean abolidas las gracias, pensiones,
salarios y cualesquiera otros impuestos hechos en el go-
bierno anterior y que nuevamente se hubieren concedido en
el presente sobre el ramo de comunidad de indios, sin que
se pueda jamás aplicar a otro destino que el inmediato a
la utilidad y socorro de sus necesidades, como está preve-
nido por las leyes.
Segunda. Que para el debido cumplimiento del ar-
tículo 25, número 69 de la Constitución española, con los
fondos de este ramo, incluyendo los que se han introducido
en Caja de Consolidación, se construyan en todos los pue-
blos de indios a que pertenezcan, seminarios o casas dondese les enseñe el idioma castellano, leer, escribir y contar, yel catecismo de la Religión Católica, con los demás que dis-
pone el artículo 364 de la Constitución.
Tercera. Que sea a cargo de las diputaciones provin-
ciales formar los reglamentos y estatutos que deban obser-
varse en estos seminarios, así en orden a los maestros yalumnos, método el más sencillo para la enseñanza y go-
bierno interior de los seminarios con arreglo a dicha Me-moria, caso que V. M. adopte la idea.
Cuarta. Que no siendo los fondos suficientes para
la perfección de estos establecimientos, se autorice a las
mismas diputaciones para valerse de aquellos arbitrios quesean proporcionados con las circunstancias de los pueblos,
como para que puedan establecerse también por medio de
otros arbitrios en los demás pueblos que carezcan de estos
fondos.
124 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Señor: por el N9 6? del citado artículo 21 se manda que
desde el año 1830 deberán saber leer y escribir los que de
nuevo entren en el ejercicio de los derechos de ciudadanos
y conociendo V. M. que el que manda el fin debe propor-
cionar los medios conducentes al mismo fin, por el artículo
364 ha dispuesto que en todos los pueblos de la monarquíase establezcan escuelas de primeras letras, etcétera. Laeducación es la primera base de las virtudes y de la pública
felicidad de los pueblos; y el gobierno, no sólo debe pro-
porcionarla y velar sobre ella, sino conciliar el menor gra-
vamen posible de los individuos del Estado con el socorro
de sus necesidades. La ignorancia, que particularmente en
los indios se halla tan radicada, necesita para desterrarla
de los medios más prontos, activos y eficaces, después de
trescientos años que no han salido de un estado infeliz,
justo es que V. M. llevando al cabo de la perfección sus
paternales providencias, las conduzca a la verdadera feli-
cidad: a esto se dirigen las proposiciones expuestas.
Mas como quiera que en las Américas hay otra nume-rosa clase del Estado que pide el pan de la instrucción ycarece de maestros y arbitrios para conseguirla, guiado de
los antecedentes principios, concluyo con esta proposición.
Quinta. Que en todos los conventos de regulares se
pongan escuelas de primeras letras y cátedras de gramá-
tica castellana y latina, y en los Monasterios de religiosos,
conforme al breve expedido por el Sumo Pontífice Pío VI,
a instancias del Rey Carlos IV, se añada al establecimiento
de dichas Escuelas la enseñanza de las labores propias del
sexo mujeril, siendo a cargo de las diputaciones velar su
cumplimiento y dar cuenta a las Cortes por medio de la
Diputación permanente de los progresos de estos estable-
cimientos».
Por lo regular, las intervenciones de Larrazábal fue-
ron breves, comedidas, sensatas y oportunas, tendientes a
encauzar las discusiones, a recordar los caminos legales, a
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 125
aconsejar cordura, o bien discursos tácticos encaminados a
desviar tormentas o ganar minutos preciosos que podían de-
volver la serenidad a los atumultuados e impacientes, como
ya en vísperas de la catástrofe, el más moroso discurso en
que recomendaba las buenas disposiciones del nuevo salón
de Cortes de Madrid, mientras estaba por descargarse una
tempestad de violencia en el propio seno del congreso, y que
el reaccionarísimo diario El Procurador General de la Na-
ción y del Rey ya francamente hostil a Larrazábal, subrayó
con lápiz rojo de gruesa ironía.
No resistimos a la tentación de exprimir el capítulo
de Labra y Martínez sobre el diputado guatemalteco y re-
producir a nuestra vez una reproducción suya para traer
otra cita y otro juicio de distinta procedencia: «El duro ymordaz Le Brun dice de Larrazábal en su libro Retratos
políticos de la Revolución de España : "Sacerdote y diputado
americano en las Cortes constituyentes. Todo sinceridad
y amor a la libertad de España que creía él entonces que
era la libertad de su país. Era acaso el diputado que sos-
tenía de más buena fe sus opiniones en el congreso. Sus
instrucciones eran la pauta de que nunca salía y fué por
ellas el primero que propuso a las Cortes el Patronato de
Santa Teresa; medida que sin duda hubiera podido salvar
y hacer felices a los españoles. En las discusiones borras-
cosas en que los partidos se acaloraban y hacía la parcia-
lidad las veces de la razón, Larrazábal era el sólo a quien no
se le conocía el calor, porque no tenía partido, y por esa
razón el más apto para disipar la tempestad, como sucedía
las más de las veces, a lo que concurría la prevención de
honradez y de indiferente con que se le oía. Su continente,
hablando, abonaba su buena intención, y su expresión ymaneras no dexaban dudas de que era su corazón y su
126 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
deseo del bien los que le inspiraban. Convencido, cedía
con una sinceridad admirable: y se vio alguna vez en la
materia que había sostenido con más calor y ayre de con-
vencimiento después de votada contra él en el congreso,
apurar todos los resortes de su eloquencia y buena fe, para
probar ya su utilidad y que se debía estar a lo decidido por
las Cortes, aunque contra su opinión ,,>>.
Aconsejado por respetables consideraciones, el señor
Labra corta la cita ahí donde su veneno de impiedad se
acendra . . . Completémosla para lectores inmunizados con-
tra la impiedad y porque es útil conocer el juicio entero:
así pueden estimarse más equilibradamente sus extremos.
Sigue diciendo, pues el autor, Le Brun, en Retratos polí-
ticos de la Revolución de España, publicados en castellano
en Filadelfia, año de 1826, con esta elocuente dedicatoria
:
"Patriae Libertatem vindicat armis. Manuel José Arce dux
et civis. Dedica con el más alto respeto esta obra al vir-
tuoso ciudadano don Manuel José Arce presidente de la
República de Guatemala su apasionado y admirador Carlos
Le Brum".
"Si tenía algunas surrapas su liberalismo, no era sin
duda por parte de su entendimiento que era despejado yclaro. Sus instrucciones pudieron tener alguna parte en
alguna de las opiniones vulgares que sostuvo en el congreso.
El entendimiento más privilegiado se preocupa también,
cuando la situación no favorece a su razón para discutir,
o la educación le ha confundido con tiempo el camino dal
bien".
"Este hombre, así como lo hemos descrito, que es
como es, ha sido también el objeto del odio de Fernando
y de sus sayones, y fué encarcelado, juzgado y sentenciado
a reclusión en un convento a aprender religión (¡qué ata-
que a la religión misma!) y fidelidad al monarca" (este
párrafo lo cita Labra hasta aquí, pero continúa en la en-
conada pluma de Le Brun) : "como si en los conventos se
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 127
pudiera aprender más que ignorancia, envilecimiento, su-
perstición que se equivoca con la piedad ..." etcétera : la
andanada antifrailesca es de las gordas, y muy del gusto
de la época. Concluye: "Podía haberlo enviado Fernando
a un convento para enseñar virtudes y caridad cristiana a
aquellos frailes díscolos y groseros, que viven y mueren
en los odios, y aún en la ignorancia de sus obligaciones de
honradez, e ir también allá mismo Fernando a tomar lec-
ciones de honradez y de temor de Dios, del criminal a sus
ojos Larrazábal, que podía poner cátedra de estas ciencias
dentro de su mismo palacio".
Discúlpese la demasía en apurar las reproducciones en
gracia al deseo de recoger todas las voces que dibujen la
figura del diputado guatemalteco, y su actuación, y lo hon-
ren —incluso en esto las denigrantes o depresivas—,ya
que tanto olvido acumuló su patria sobre su memoria, des-
pués de haberla reconocido justicieramente digna de per-
petuación, y ya que documentos y testimonios de sus días
se han dispersado o desvanecido y quedan tan fuera del
alcance de la escasa curiosidad del buen lector guatemal-
teco de estos tiempos . .
.
El mismo deseo se complace en poder reproducir otra
referencia al corto período presidencial de Larrazábal en
las Cortes, gracias a feliz casualidad y a la amistosa soli-
citud que pone a su mano el tomo 285 de la España Mo-derna, famosa revista que dirigió por más de un cuarto de
siglo José Lázaro en Madrid. En ese número, del primero
de septiembre de 1912 hay un interesante ensayo de Juan
Pérez de Guzmán y Gallo, de la Real Academia de la His-
toria, sobre las sesiones secretas de las Cortes de Cádiz,
trabajo en medio de su objetividad de fondo poco afectuoso
hacia el congreso cuyo centenario se conmemoraba, pero
128 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
cuajado de inestimables datos, el primero de ellos, que du-
rante su funcionamiento celebraron 891 sesiones secretas,
muchas turbulentas, no pocas graves, y otras perdidas en
dialécticos derroches. El secreto de lo en ellas tratado se
prometía guardarlo bajo el más estricto juramento.
Topamos allí con el nombre de Larrazábal, y copiamos
:
"Sobre los desórdenes del público de las galerías, en la se-
sión del 26 de octubre, presidiendo don Antonio Larrazá-
bal, se dio cuenta de que el oficial de la guardia había avi-
sado que se observaba algún bullicio en la calle, dimanado
de haberse levantado la sesión pública, porque el presidente
notó el murmullo que en la galería se hacía contra algunos
oradores. El Artículo 10 del Capítulo I del Reglamento,
preceptuaba lo que en tales casos había que hacer, y a esta
regla se ajustó la resolución tomada; pero como se promo-
viese discusión sobre el asunto, pues había diputados de-
fensores del derecho del pueblo hasta el tumulto, se acordó
fijar en las esquinas una especie de justificación y de con-
minación juntamente, concebida en estos términos:
«Al Publico.—Su Majestad ha visto con sentimiento
que en la sesión de hoy no haya guardado el público su
acostumbrada y justa moderación; pero espera que no fal-
tará a ella en las demás sesiones, en la inteligencia de que
en la pública de mañana se continuará la discusión pen-
diente».
La publicación de este papel, lejos de calmar el albo-
roto, lo excitó más, dándose vivas y mueras, y estos últimos
contra el diputado señor Valiente. La mayoría de la Cá-
mara clamaba porque se tomasen las determinaciones opor-
tunas para garantizar la independencia, la seguridad y el
honor de cada uno de sus individuos. En vista de esto, las
Cortes acordaron quedar constituidas en sesión secreta
permanente, mientras delegaba en el Obispo de Mallorca,
el cura de Algecilas y el Marqués de Villafranca, el salir
a la calle a persuadir a las gentes que se hallaban reunidas
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 129
y alborotando que se retirasen a sus casas "valiéndose dela austeridad de sus personas y del talento y energía quelos caracterizaba". En efecto, sus discretas amonestacio-nes bastaron para apaciguar el motín, y al entrar de nuevoen la Cámara a dar noticia de su cometido, hallaron al
gobernador militar de la plaza, que previa la venia de las
Cortes, desde una tribuna explicaba las voces que habíaoído. A pesar de la protesta de todos de que el sosiego
público estaba restablecido, los diputados se negaron a salir
del salón hasta que estuviese completamente asegurada la
inmunidad del señor Valiente, y el gobernador tomó sobre
sí el garantirla de una manera inviolable".
Mal rato debió ser aquel para Larrazábal. . . Otros
muchos tendría, aunque ya no como presidente. El mismoautor citado, después de narrar varias escenas y medidasde seguridad que se produjeron más adelante, añade que
sería candido creer que bastasen a asegurar la inviolabi-
lidad de los diputados "de las agresiones de la plebe". Ymás cuanto mayormente fué trabajada "la plebe" por la
demagogia —¡de uno y otro bando!— por el fanatismo ypor la interesada pasión de los absolutistas y conforme las
Cortes veían mermar su prestigio por culpa de errores
grandes de que no estuvo exenta su larga actuación, y de
la violencia en el fragoso camino de las reformas, como es
de rigor en toda revolución en marcha. .\
Actuación honrosa al País. Una revolución frustrada
Espigando en el Diario de las discusiones de las Cor-
tes, el historiador Salvatierra señaló de brillante la labor
de Larrazábal en ese ilustre congreso, con sólo insinuar
algunas de sus intervenciones. Copiemos sus concisos yjusticieros apuntamientos, tanto más útiles cuanto está porhacer, desde el punto de vista guatemalteco, el examen de
ios numerosos volúmenes de aquel Diario y documentosconexos.
130 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"Cuando en las Cortes se trató de la soberanía del Rey,
Larrazábal sostuvo que la soberanía residía en la nación,
y apoyó con toda energía la limitación de las facultades
reales.
El Artículo 172 del proyecto de Constitución prevenía
que el Rey para casarse debía dar parte y obtener el con-
sentimiento previo de las Cortes. Larrazábal propuso en
la sesión del 15 de octubre la adición de que el Rey no sólo
debía jurar la Constitución, sino también comulgar el día
del juramento, y prestarlo de que no pediría relajación al
Papa ni la admitía aunque su Santidad se la diese motuproprio. (Obsérvese cómo cumplía aún en el por menorexpresos mandatos de sus Instrucciones. La proposición
sabría agridulce por igual a liberales y absolutistas).
Cuando se discutieron los artículos por los cuales que-
daban los reyes sujetos a la voluntad de las Cortes, Larra-
zábal pidió que eso se tratara en sesión secreta.
Lo mismo pidió Miguel Ramos Arispe, uno de los di-
putados por el Virreinato de México, que había sido su-
plente por el Reino de Guatemala antes de la llegada de los
electos y que compartió con Larrazábal las responsabilida-
des de una reforma política necesaria y de una Constitución
avanzada. Y así los vemos a los dos, a Larrazábal y a
Arispe, denunciar con brillante generosidad ante las Cor-
tes la opresión que sufría el indio, y pidieron que los mu-latos fuesen declarados ciudadanos con voto activo para
elegir en las juntas electorales y para ser electos regidores,
alcaldes y diputados.
En la sesión del 14 de diciembre, Arispe dijo, que las
castas, como parte de la nación "tienen necesariamente
una parte de la soberanía y el derecho de formar sus leyes",
y en la del primero de febrero de 1812, el mismo Arispe
expresó que "los mexicanos debían gozar el derecho de la
libertad de imprenta y el de criticar en papeles públicos
la conducta política del congreso, de la regencia y de todo
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 131
funcionario público, sosteniendo sus derechos y contra-
pesando la autoridad de estos"; en la del 10 de junio,
que América ya no podía ser engañada, porque ya sabía
hacer valer sus derechos; en la del 19 de diciembre "que
no había sido ni sería jamás la América una cosa subal-
terna de la península, y que ya no era tiempo de las pala-
brotas hinchadas ni de los títulos de virreyes"; y en la del
7 de Abril de 1813, que "los pueblos de América tenían
derecho de exigir con las bayonetas en la mano la obser-
vancia de la Constitución contra la tiranía de cualquiera
sin excepción".
(Esta referencia de Salvatierra que parece alejarse
del tema de la actuación del diputado guatemalteco, resalta
el clima ideológico de las Cortes y la calidad de compañe-ros con quienes solía compartir su voto el señor Larrazá-
bal, si bien sin arranques tribunicios de gran efecto como
los de Ramos Arispe o Mejía y de tantos otros insignes
americanos, entre ellos otro centroamericano, Castillo, que
por lo menos en un momento alcanzó, en la defensa de los
indios, altura y fulgencia oratorias de primera categoría).
(La proposición del diputado Florencio del Castillo
—como Larrazábal eclesiástico— , defendida en brillantes
discursos, comprendía seis puntos: abolición de mitas o
mandamientos ; exención para los indios del servicio a curas
o funcionarios públicos, obligándose a satisfacer derechos
parroquiales : repartición proporcional entre todos los veci-
nos de las cargas públicas, como reedificación de iglesias, ca-
sas parroquiales o municipales, caminos, etcétera; reparti-
ción de tierras a los indios casados o mayores de veinticinco
años, para hacerlos propietarios y estimularlos al trabajo:
se les daría de la mitad de tierras de la comunidad y donde
no alcanzaren, de realengas o baldías; que jefes políticos ycuras cuidaran de que en cofradías y sacristías no se invir-
tieran más que los indispensables indios, para evitar la cre-
cida pérdida de jornales que eso significaba; que los semina-
132 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
rios conciliares de América se proveyera indispensablemen-
te en indios la cuarta parte de las becas de merced. Fue pre-
sentada el 4 de abril de 1912 y el 21 de octubre propugna-
da con los informes de las comisiones. El gran discurso
del diputado costarricense terminaba con estas palabras:
"Ha visto V. M. que las mitas son contrarias a los princi-
pios de la sociedad; que destruyen la libertad civil, la
propiedad y la seguridad individual; que causan la pobreza,
la destrucción y la degradación de los indios; en una pala-
bra, que son una verdadera servidumbre personal. Decre-
te, pues, V. M. su abolición y restituirá a los indios los
derechos de hombres libres de que tan injustamente han sido
despojados". El canónigo Larrazábal apoyó tan humani-
taria moción, contribuyendo a su triunfo: otra gran vic-
toria de los americanos).
Prosigue Salvatierra:
«Larrazábal en la sesión del 6 de septiembre de 1811,
dijo: "Que Guatemala se oponía formalmente a que se
dictaran leyes sin su concurso, y que no se debía seguir
manteniendo a las infelices Américas en la ignorancia,
\
En la del 26 del mismo septiembre, el propio Larra-
zábal apoyó la moción de que se multiplicasen los ayun-
tamientos y se ampliasen sus atribuciones, aún más de lo
que prevenía el proyecto de Constitución;que se privase de
voz y voto en las diputaciones provinciales a los jefes po-
líticos e intendentes; que se aumentara el número de estas
diputaciones, las cuales debían actuar como cámaras para
proponer al consejo de Estado las personas aptas para los
empleos, presentar a las Cortes lo que juzgasen conducente
para la legislación civil, criminal, mercantil y fiscal, con
derecho a intervenir en todos los ramos de hacienda y gue-
rra, el de nombrar jefe político superior interino, caso de
que falleciese el propietario, y la de pedir la derogación
de las leyes que considerase dañosas.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 133
En la sesión del 10 de enero de 1812, al tratarse de
la venta de los llamados oficios de república, o de los oficios
vendibles, Larrazábal elevó hasta el cielo la protesta con-
tra este tráfico absurdo y corruptor, diciendo: "Arbitrio
escandaloso, que de no haberlo visto, jamás lo creeríamos".
Todas estas opiniones se hacía circular en toda la
América y encendían los entusiasmos libertadores. De
Arispe decía el Capitán General Bustamante y Guerra "que
hablaba como Graco en Roma", y Larrazábal, en una de
las sesiones de enero de 1814 fué insultado por un dipu-
tado de apellido Gil, llamándolo "mordaz y reo de Estado"».
Hasta aquí Salvatierra. Séanos permitido un ligero
comentario a la inclinación de estos pareceres de Larra-
zábal, que no fueron, por supuesto, los únicos por él verti-
dos en las Cortes.
Para nosotros, americanos de hoy, educados en una
ya larga tradición republicana y dados sobremanera a la
frivolidad que todo lo disminuye, todo lo atinente a reyes,
realeza y nobleza nos parece cosa de leyenda y antigua-
llas, aunque hayamos tenido los dos efímeros imperios me-
xicanos y el más duradero del Brasil y se homologuen en
la historia y en ciertos fantaseos indigenistas a reinos e
imperios los cacicazgos, estados y sistemas político-sociales
de los indígenas precolombinos, ajustándolos, casen o no
casen, a las formas europeas, porque por comodidad lo
hicieran a su tiempo conquistadores e historiadores, que
hacían lo propio con frutos y animales de las tierras ame-
ricanas, extremando y admitiendo el parecido por idéntica
razón.
Si para nosotros, nietos del liberalismo, reyes y aris-
tocracia tienen a lo sumo un prestigio romántico, novelesco,
para los hombres de aquellos días, europeos y americanos,
las cuestiones que a esos particulares tocaban eran proble-
mas vivos y candentes, tanto más a tan corta distancia de
la revolución francesa y bajo su influjo, extendido para-
134 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
dójicamente, por el absolutismo imperial de Napoleón. Lacuestión de soberanía era capital y originaba las luchas
más tempestuosas, y las más sordas. La juventud y los
hombres de ideas avanzadas de las Cortes pugnaban en
todo momento por imponer la soberanía de la nación con-
tra la soberanía de la persona real. Fueron adelantando
dificultosamente en ese camino, teniendo que escudarse en
la adoración universal al rey cautivo, al Deseado, que ten-
dría que ser restituido a su trono, suponiendo que se le
podría hacer acatar la voluntad nacional para ejercer sus
facultades en el marco de una constitución liberal: rey, en
lo sucesivo, de una monarquía moderada.
La revolución de España y América, de 1812, se frus-
tró trágicamente por esa duplicidad, por esa incompatibi-
lidad. Aun con un rey de otra pasta, hubiera sido de
esperar la reacción por el recobro de la soberanía absoluta
:
estaba dentro de lo humano que así aconteciera, pero acon-
teció en forma peor por la calidad del soberano desacon-
sejado y perjuro. No fue, pues, sólo un error de circuns-
tancias de los constituyentes el no llegar o no poder llegar
al fondo de la cuestión, rompiendo el nudo gordiano en
sagaz aprovechamiento de la crítica coyuntura en que se
encontraban España y Europa entera: fue un error radi-
cal, pero irremediable, que apresuró para España el afian-
zamiento de la tiranía y el derrumbamiento de su imperio
colonial y de su categoría de potencia mundial. España—y América— no tenían en aquel momento ni el pueblo ni
la burguesía que hubieran sido menester para la gran
empresa, y los grupos liberales e innovadores, aunque vi-
vaces, no pudieron dominar por entero a la clase gober-
nante, llena de lacras pero todavía demasiado poderosa ycarecieron de la unidad que habría multiplicado su fuerza:
todo lo cual se ha visto después, al estudiar su fracaso.
Con más arrojo, decisión, clarividencia ¿habrían po-
dido las Cortes desplazar al rey, llevar a su extremo cabo
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 135
la revolución que estaban haciendo, transformar la mo-
narquía secular en lo único posible en que no se pensaba, la
república? Fuera del próximo pero efímero y desastroso
ejemplo de la república francesa, pues del erudito de Romasólo cabía hablar como tema académico, el otro gran ejem-
plo de república lo tenían de este lado del Atlántico, los
Estados Unidos, y aunque considerable ya, era mal cono-
cido y tal vez en el fondo poco estimado por los españoles,
por los europeos, y por los mismos americanos españoles,
gran número de ellos verdaderos aristócratas. Por lo de-
más, en efecto, hasta ese momento diputados y políticos
liberales o serviles, estaban imbuidos de la idea de monar-
quía, hacia la cual mantenían un respeto que podría ser
supersticioso, pero no convencional: ansiaban, sí un poder
moderado y progresista. Acaso subconscientemente sa-
bían que sólo estaban en los comienzos de su revolución yque el camino sería largo y azaroso.
Frente a esos diputados y políticos "progresivos", mu-chos de ellos sacerdotes como el mismo Larrazábal, alzá-
banse, sin embargo, las moles enormes de la tradición, los
fueros, las instituciones que se resistían a transmutarse ya morir aunque caducas; los intereses y las ambiciones yprerrogativas de nobleza, clero, ejército, quebrantados en
mucho, sí, pero harto poderosos y sutiles en sus métodos
de lucha hasta imponer su predominio con el auxilio de
un pueblo generoso pero ignorante y fanatizado,» que era
el primero en sufrir ese predominio.
Ahora nos parece estupenda, increíble, la manera con
que aquel pueblo coadyuvaba a su opresión, cuando, azu-
zado, enronquecía en aclamaciones a Fernando, a la Inqui-
sición, y quemaba la Constitución y vitoreaba o reclamaba
la ejecución de patriotas o caudillos la víspera populares,
ebrio de insana alegría en las plazas de las ciudades, lle-
gando al límite insuperable de infamarse gritando el pa-
voroso grito, como de delirio de "¡Vivan las cadenas!"
136 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Apenas hacia 1823 se escucharán en España, y pronto aho-
gados en sangre, gritos por la república.
Las Cortes restringieron, como se sabe y se ha recor-
dado aquí, la soberanía del rey. A esto se le apellidó usur-
pación. Los diputados no ignoraban que así ocurriría. Enel extenso, copioso Discurso preliminar de la comisión al
presentar el proyecto constitucional, se salía al paso de
esa acusación, por el contado en vano: "La ignorancia, el
error y la malicia alzarán el grito contra este proyecto
—se decía allí— . Le calificarán de novador, de peligroso,
de contrario a los intereses de la nación y derechos del
Rey. Mas sus esfuerzos serán inútiles, y sus impostores
argumentos se desvanecerán como el humo al ver demos-
trado hasta la evidencia que las bases de este proyecto hansido para nuestros mayores verdades prácticas, axiomas
reconocidos y santificados por la costumbre de muchossiglos. Si Señor, de muchos siglos, por espacio de ios cua-
les la nación elegía sus reyes, otorgaba libremente contri-
buciones, sancionaba leyes, levantaba tropas, hacía la paz
y declaraba la guerra, residenciaba a los magistrados y em-pleados públicos, era en fin soberana, y ejercía sus derechos
sin contradicción ni embarazo. Pues estos y no otros son
los principios constitutivos del sistema, que presenta la
comisión en su proyecto. Todo lo demás es accesorio, su-
bordinado a máximas tan fundamentales, correspondientes
sólo al método y orden que se tiene que seguir para preca-
ver con el tiempo vuelvan a ofuscarse verdades tan santas,
tan sencillas y tan necesarias a la gloria y felicidad de la
nación y del rey, cuyos derechos nadie compromete másque los que aparentan sostenerlos, oponiéndose a las salu-
dables limitaciones que le harán siempre padre de sus
pueblos y objeto de las bendiciones de sus subditos".
Los diputados que en ello participaron más visible-
mente, habían de sufrir la inquina de las clases que soste-
nían la absoluta soberanía del rey como desiderátum de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 137
su propia situación y privilegios, y luego los efectos del
rencor y la venganza del monarca dos veces restaurado:
en esa encrucijada se vio cogido el canónigo guatemalteco
y no es extraño que le señalase con tanto furor en España,
como acá en Guatemala por el Capitán General apremiado
de hacer méritos y cobrar agravios.
Si los absolutistas, del rey abajo, tenían que ver entre
ojos a Larrazábal y a los diputados americanos más des-
collantes por su liberalismo, en él de ideas, no de partido,
no estaban menos resentidos contra ellos los que por pa-
triotismo auténtico de españoles o por logrería política,
repugnaban las ideas libertarias de América y veían avan-
zar en la actuación de los representantes americanos, la
hora de la disolución del imperio, fuente de su grandeza yriquezas, ya marcada, pero todavía no unísona ni lograda,
en los levantamientos de Santa Fe y Caracas, de Chile yMéxico, en las insurgencias de San Salvador, Nicaragua
y Guatemala misma.
En fin, otra causa de odio tenía que sumarse y confa-
bularse contra los reformadores: los tiros asestados en la
Constitución, en otras leyes y sobre todo en el curso de
los debates parlamentarios, a las preeminencias y preocu-
paciones eclesiásticas y religiosas, por religiosos y ecle-
siásticos que fueran muchos de los diputados, Larrazábal
el primero, y muy buenos cristianos.
Reclamo del Ayuntamiento por dignidad. Pendón Real
Si el Ayuntamiento de Guatemala vigilaba con cuida-
do los intereses cívicos y económicos del país, no era menosintransigente en defender honores y prerrogativas que le
competían o a que se consideraba con derecho, y Larrazá-
bal, su eficaz procurador en Cortes, debió entender en
asuntos de esa índole, que hoy parecen futilidades poco
menos que sin sentido pero que en su hora representaban
138 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
problemas de calidad dentro una organización política ysocial de signo aristocrático. Las cuestiones de tratamien-
to dieron origen a continuas controversias y reclamos
—¡cuándo no se ha lastimado por naderías la vanidad hu-
mana!— a lo largo de toda la época colonial, lo que ha
servido de pasto a muchos cronistas para urdir los másregocijados, y a menudo malignos comentarios, sin cuenta
de la razón que asistía a los no tan candorosos de nuestros
abuelos . . .
Así, no causa extrañeza el memorial presentado al Su-
premo Consejo de Regencia —Cádiz, 17 de diciembre de
1811— por el apoderado del Ayuntamiento don Tomás Ca-
sado en reclamo de honores y tratamiento de Grande de
España, y el de Señoría a sus individuos, en igualdad con
los de la ciudades de México y Lima, cuando el rey había
condecorado con los títulos de Capitán General a éstas y a
Montevideo y Santiago de Chile, y el Consejo de Regencia
en abril del año. anterior, a las ciudades de Panamá, Popa-
yán, Cuenca, Guayaquil y Loja con el tratamiento de exce-
lencia y más recientemente al de La Habana.
En su representación el señor Casado recordaba y re-
saltaba la exquisita y constante fidelidad de Guatemala,
desde su fundación; hacía mérito de dos exposiciones en
que ratificaba su lealtad y encarecía que no sólo estaba
pronta a cumplir todos sus deberes sino a continuar sus
esfuerzos y agotar sus recursos por la defensa de la penín-
sula y el soberano "sin reservar ni aún la sangre que corre
por las venas de sus ciudadanos".
Y por si todo ello pareciere poco, recordaba que aménde sus viejos títulos, y su continua adhesión, y de las ins-
tituciones que la ilustraban, tenía el más reciente de los
auxilios incesantes que enviaba a la madre patria en su
"santa insurrección,,
, viéndose por el Diario de Cortes de
26 de octubre "que en sólo este año ha remitido ciento
treinta y cinco mil pesos, ciento ochenta y cinco por fondos,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 139
diez y seis sobornales de añil, y cincuenta tercios de cacao,
a más de cincuenta y dos mil quinientos noventa y tres
pesos, fondos que aquella ciudad remitió para ésta regis-
trados en Veracruz que todo consta", etcétera. Tocaba in-
cluso la fibra de la generosidad del Consejo, y advertía
que el honor reclamado era "para perpetua memoria y cons-
tancia de haber sido agradable a V. A. su fidelísima con-
ducta y particulares servicios; y como una recompensa de
que ha desempeñado los títulos que le distinguen de MuyNoble y Muy Leal Ciudad".
Es posible —ha de incurrirse en la conjetura— que
alguna sombra de reclamo a la gestión del señor Larrazá-
bal le alcanzara por la preterición que Guatemala sufría
en materia de honores, pues el 10 de febrero (1812) escribe
al Ayuntamiento una carta muy protocolaria y ceñida en
que después de acusar recibo de oficio para que solicitara
la suspensión de un decreto sobre exacción de plata labra-
da de las iglesias y particulares, y de otro oficio y repre-
sentación —de 11 de octubre— sobre su solicitud el tra-
tamiento de Excelencia para el Ayuntamiento, y del curso
que había dado a la primera, escribía, declarándose así au-
tor del memorial aludido del apoderado.
"Por lo que respecta a la segunda solicitud la tengo
entablada desde el 17 de diciembre del año inmediato pa-
sado como verá V. S. M. I. por la copia N? 2 que lo es del
escrito que yo formé e hice que lo presentara Casado comoapoderado de ese Ayuntamiento: yo desearía que la con-
testación de este oficio fuese la remisión de la gracia; pero
aún no se ha concluido el expediente que pende en la Re-
gencia: el Fiscal ha hecho un pedimento muy favorable yno dudo sea conforme la resolución de la Regencia. Meha parecido que hacer uso de la representación citada en
el estado que tiene el expediente sería demorarlo más ycausar nuevos gastos, por lo que solamente haré uso de
ella en el caso de que se negara la gracia, lo que no espero".
140 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Frenaba la impaciencia y el orgullo herido y ambi-
ciosillo de los ilustres municipales con su acostumbrada
característica discreción. Trataba también en ese oficio
de unas peticiones sin efecto sobre juntas provinciales, que
habían sido abolidas, y subrogadas por las diputaciones
de provincia se refería a envíos de impresos "en paquete
separado a fin de que su porte cueste menos" (los portes
eran, en efecto muy costosos aún bastantes años después),
y da idea de la frialdad con que escribía en esos momentos
al hablar con extraño laconismo para el caso, de la elección
del señor Aycinena, conocidos los antecedentes de sus es-
trechas relaciones y vínculos con la distinguida familia:
"Ha sido electo Consejero de Estado el señor Dr. Dn. José
Aycinena y no dudo que V. S. M. I. hará cuanto fuere de
su parte a fin de que no renuncie y que cuanto más antes
se ponga en camino".
Reclamos debían de haber de por medio cuando una
carta anterior, de 31 de enero, acusando recibo de oficios
que llegaban con extrema tardanza —los suyos los hacía
por triplicado—, a menudo primero el duplicado que el ori-
ginal, en que se le pedía instar se estableciesen las juntas
provinciales conforme a lo sugerido e:i las Instrucciones,
no era menos escueta. Indicaba las gestiones hechas en
común con otros diputados de América y la decisión de las
Cortes de suprimir las juntas en la península. Recordaba
que en anteriores comunicaciones había manifestado que la
primera diligencia que hizo luego de llegar a Cádiz fue im-
primir las Instrucciones y distribuirlas a todos los dipu-
tados : "Los señores de la comisión del proyecto de la Cons-
titución las tuvieron presentes al formar la segunda y ter-
cera y yo hablé en particular a algunos de ellos, todo lo que
me pareció conveniente en orden a las facultades en dichas
juntas que se establecen en la Constitución con el título de
Diputación provincial", pero que ni esas ni otras proposi-
ciones americanas al efecto habían sido admitidas.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 141
Y se disculpaba, con su buen dejo de susceptibilidad
lastimada tal vez : "No obstante siendo todo mi deseo satis-
facer el encargo y la confianza que V. S. M. Y. ha depositado
en mí sin el mérito correspondiente, daré cuenta en las
Cortes con el citado oficio; esperando no dudará de que
cuanto he omitido en las discusiones públicas sobre los
artículos de la Constitución ha sido por carecer de luces y
conocimiento en estas materias, siendo por lo tanto cual-
quiera omisión que en mí pueda advertirse hija de la igno-
rancia mas no de la indiferencia: y puedo asegurar que
desde el día que me posesione hasta el presente no he fal-
tado ni uno al Congreso". (Exactamente. . . lo contrario
que los diputados de otros tiempos).
En la misma carta hablaba del asunto de Casado, de
remesas de periódicos y colecciones de decretos de las Cor-
tes, y de una petición de armamento para el reino que esta-
ba pendiente y en la que entendía que nada se conseguiría,
"sin informe en que apoye la solicitud ese Excmo. señor
Presidente" ; de la memoria que sobre extinción de estancos
pronunció el Ministro de Hacienda señor José Canga Ar-guelles —una de las grandes figuras de la época— "cuyaimpresión deseosos de sacar el fruto de que es digna la
hemos costeado entre cuatro americanos", y finalmente
una cuestión personal: un disentimiento respetable, pero
que no le favorecería ni en el momento ante los exaltados
ni históricamente después . . . : en explicable contradicción
de sentimientos religiosos del sacerdote e ideas del patriota.
Decía
:
"Con motivo del adjunto decreto de 7 del corriente
sobre abolición del paseo del Estandarte Real a que siem-
pre me opuse por que esta función más la considero como
una acción de gracias por el establecimiento de la fé (pues
ningún país ha nacido junto con el catolicismo) que como
símbolo colonial; no habiendo prevalecido mi dictamen al
contrario que casi fué universal y recelando, por otra par-
142 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
te, algún mal efecto con los indios de la Ciudad Vieja, hablé
por última vez lo que consta a su continuación y no omito
comunicar a V. S. M. I. para que lo tenga presente cuando
se le pida informe para la ejecución del decreto por ese
Excmo. señor Presidente".
El decreto de abolición del paseo del estandarte real
fue dado por las Cortes el 7 de enero de 1812, comunicado
por real orden a Guatemala el 5 de julio y mandado cum-
plir el 23 del mismo. Era una medida conveniente pero
estaba caldeada de ardor demagógico para atraer a los
americanos, resaltando que existía ya la perpetua igualdad
entre los pueblos españoles de la península y de ultramar
y que aquel paseo, instituido ley en la Recopilación "como
un testimonio de lealtad y monumento de la conquista de
aquellos países" era superfluo cuando tantas muestras ds
esa lealtad daban espontáneamente estos pueblos en favor
de la nación y de Fernando. Se suprimía, pues, el paseo,
y sólo quedaba su memoria en una función religiosa que
!o acompañaba, pero sí se haría con oportunidad de pro-
clamación de nuevo monarca. En Guatemala tomaban par-
te en él y principal los indios de Ciudad Vieja de Sacate-
péquez, descendientes de los tlaxcaltecas que acompañaron
a don Pedro de Alvarado en la conquista de estas tierras.
En su tiempo, Bernal Díaz del Castillo fué por varios áftoj
el portaestandarte. La solemnidad, por cierto, había veni-
do muy a menos, y es curioso recordar que en una forma
simbólica, y un si es no es incongruente, fue repetida en
marzo de 1943, en ceremonia conmemorativa del cuarto
centenario de la fundación de Antigua, la Guatemala des-
truida en 1773.
Del mismo estilo, pero acaso más decisiva en sus efec-
tos por la época en que se emitió fue una disposición ulte-
rior. En efecto, una real orden, de 29 de abril de 1820,
magnífica lección para los americanos empeñados ya en
su lucha de independencia, mandaba que conforme el decre-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 143
to de las Cortes, de 26 de mayo de 1813 y al espíritu de la
Constitución, y más aún, en obediencia a deseos manifes-
tados por los pueblos, se procediese a quitar y demoler
"todos los signos del vasallaje que hubiesen en las entra-
das, casas capitulares o cualesquiera sitios, puesto que los
Pueblos de la Nación Española, no reconocen ni reconoce-
rán jamás otra Soberanía que la de la Nación misma, y que
su noble orgullo no sufrirá tener a la vista un recuerdo
continuo de su humillación".|Que tuviera que escribir estas
palabras el bueno de Fernando, rubricándolas "de su real
mano"
!
Ebullición de periódicos políticos de todo linaje
El establecimiento del gobierno y las cortes en Cádiz,
bajo el asedio de los franceses, toda España en lo másenconado de la guerra contra el invasor, y también bajo el
insidioso asedio del cólera —que obligó a que las sesiones
del congreso comenzaran durante mucho tiempo con la
fúnebre relación del número de los enterramientos de la
víspera según el parte de sanidad, y que también alcanzó
al propio congreso atacando el mal a varios de sus indivi-
duos, algunos de quienes murieron de sus terribles resul-
tas—, y a favor de la libertad de prensa recién decretada
y que por primera vez daba ocasión y amplitud a los bullan-
gueros españoles para expresar por ese medio a gusto y
entero su pensamiento, la fuerza expansiva de su espíritu
polémico, su afición perenne a la crítica (¡fuego iban a
necesitar los españoles!), y por si todo ello fuera poco,
cuando repuntaban movimientos ideológicos tan comba-tivos como los que darían fisonomía tan peculiar al siglo
XIX, determinó en la ciudad andaluza una verdadera pulu-
lación de periódicos de todos los matices y de folletos ymanifiestos comúnmente llamados "papeles", de carácter
político los más, incluso los sacrilegos, que abundaron:
144 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
desde las farragosas parloterías de sacristía hasta las másdesparpajadas lucubraciones y los más injuriosos libelos.
Periodismo en el que se mezclaban la erudición de buena
y de mala ley, y en que la filosofía y los latines servían con
denuedo a la pasión.
Este y otros aspectos de Ja vida e influencia de las
Cortes tienen que ser traídos a estas páginas siquiera en
alusiones, y con todo el desorden que se quiera, porque
son ineludibles elementos del ambiente, más que telón de
fondo, del medio y momento en que actuó el canónigo La-
rrazábal como diputado por Guatemala, y explican muchas
de las circunstancias y de los motivos y limitaciones de su
actuación. Y bien podrían rastrearse allí los orígenes de
futuras manifestaciones de su vida pública y de jerarca
eclesiástico, que de otro modo desconciertan más de un
tanto el juicio sobre sus ideas.
Los periódicos en referencia, como era natural, traba-
ron entre sí, y con los diputados —muchos de éstos a su
vez periodistas o animadores subterráneos de algunos de
esos periódicos— enardecidas campañas. Galdós da una
imagen de esa proliferación periodística en su libro ¡Cádiz!,
de los Episodios Nacionales, así como de otras facetas de
la vida gaditana de aquellos días, ridiculizándola por cierto
sin piedad. Los varapalos de Menéndez y Pelayo a aque-
llos periodistas, con excepciones, por supuesto, hijas de su
justicia y de sus simpatías, como la que comprende a El
Filósofo Rancio, traducen no sólo su ojeriza a las Cortes
sino su habitual malquerencia a todo periodista, pues para
todos tiene los más despectivos epítetos, al envolverlos en
un desprecio digno de él, es decir, olímpico. Veamos, a
título de intermedio, y por interesante y para morigerar
un tanto (si ello fuere posible. . . ) los fuegos de mis amigos
los periodistas, siquiera unas muestras del desabrimiento
del admirado polígrafo:
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 145
Hablaba, y no del todo bien, de Feijóo, y decía quefué "más que filósofo, pensador, más que pensador, escri-
tor de revistas o de ensayos a la inglesa". Y acentuaba:
"No quiero hacerle la afrenta de llamarle periodista, aun-
que algo tiene de eso en sus peores momentos, sobre todo
por el abandono del estilo y la copia de galicismos".
En otro lugar :"Desfacedores de supersticiones co-
menzaban a ser, en tiempo de Montegón" —el autor de
Eusebio, novela pedagógica, nacido en 1745, muerto en
1821— "los periodistas, mala y diabólica ralea, nacida pa-
ra extender por el mundo la ligereza, la vanidad y el falso
saber, para agitar estérilmente y consumir y entontecer
a los pueblos, para halagar la pereza y privar a las gentes
del racional y libre uso de sus facultades discursivas, para
levantar el polvo y servir de escabel a osadas medianías yespíritus de fango, dignos de remover tal . .
. " vaya | etcé-
tera! Con lo cual prueba don Marcelino que los extremos
se tocan, ofuscados de pasión contra el periodista, que sue-
le servirlos: idéntica a la suya, pero por motivos diversos,
y menos dignos, es cierta fraseología demagógica tan cara
al nazismo y tendencias congéneres, que hoy se hace circu-
lar en diatribas y denigraciones contra la prensa y los
periodistas ... de la ribera opuesta.
De pequeño formato y sobrios de tipografía, tales pe-
riódicos doceañistas fueron de cierto el modelo de los gua-
temaltecos de la época de la independencia, trasuntado ycon el mismo aire de familia un siglo después, por El Unio-
nista y sus filiales y secuaces en la lucha de liberación de
1920. Por el estilo fueron la mayoría en el resto de Amé-rica, porque gustaba su tamaño manuable y por lo caro
y escaso del papel, que todavía no era "papel periódico". .
.
Los de Cádiz dedicaban sus páginas principales a "ar-
tículos comunicados", de discusión política, y a las noticias
de la guerra, llegadas, aún en la propia península, con re-
gular retraso, no se diga las de Europa, también relacio-
146 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
nadas con la guerra y la política internacionales que a Es-
paña interesaban y con razón de modo preferente. Dos o
tres planas aparecían consagradas a la crónica compendia-
da de las prolijas sesiones de las Cortes. Los nombres de
varios de esos órganos de publicidad, El Conciso, El Con-
cisin, El Robespierre Español, por ejemplo, suenan ahora
a extravagantes, como suena a extraordinario su apasiona-
miento; que salieran incluso los domingos y días de tan
señaladas fiestas como el de Navidad, da clara idea de la
urgencia y el denuedo con que se vivía, y se peleaba, en
esos años.
Y que en las reducidas crónicas legislativas figurase
a menudo entre los nombres más descollantes de los dipu-
tados, el de Larrazábal, diputado por Goatemala —comose escribía generalmente el nombre de este país hasta 1814,
y, ocasionalmente aún bastante después de esa fecha— , es
indicio de que se reconocía especial valimiento a sus inter-
venciones, breves y certeras por punto general, y por lo
demás, casi siempre encaminadas a llevar orden y claridad
a las discusiones y a los textos legales que emanaban de
las Cortes.
Por otra parte, se le trataba a Larrazábal con respe-
tuosa consideración, a pesar de que se sintiera palpitar el
desacuerdo: lo cual sólo llegó a manifestarse a las claras
y con zahiriente forma, para señalarlo y desconceptuarlo,
ya en las postrimerías de las Cortes ordinarias, cuando es-
taba sellado el destino de éstas y, aparentemente para siem-
pre, el de la constitucionalidad en España. Así se deduce
al menos de la lectura de tomos de alguno de esos periódi-
cos, El Procurador General de la Nación y del Rey, justa-
mente un adalid del absolutismo, acaso el más caracterizado.
Se nos ocurre que nada puede ofrecer mejor semblan-
za de las actuaciones de Larrazábal, que transcribir las
notas de tal periódico alusivas a él, aún a riesgo de caer
en insondable monotonía y prolijidad mayor: lo descono-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 147
cido que es hoy un periódico de esa índole y época, da algún
valor adicional de curiosidad a esas referencias. Y es de
advertir, además, que Toreno, al dolerse de los excesos en
que incurrió en materia de libertad de prensa, acusa a El
Procurador de haber llegado a "los límites de la procacidad
y las personalidades".
Del interés con que en su hora se leían esas páginas
—siquiera en los medios clericales y de mayor oposición
en la península y en los dominios— nos permite juzgar unpárrafo de carta de Guatemala, fechada el 18 de diciembre
de 1813, que publicó El Procurador el 27 de mayo de 1814,
ya canceladas las Cortes por el zarpazo real, regodeándose
de lo lindo: los medios monacales españoles y guatemalte-
cos estaban cargados de la misma electricidad. Decía ese
párrafo apologético, tan significativo y que no embozabasu procedencia conventual:
"Los libros que V. envió del Procurador General de
la Nación y del Rey, y el Filósofo Rancio, únicos que hanllegado a esta ciudad, han hecho una rara conmoción en
los ánimos: desde que se recibieron hasta la fecha no hanparado en el convento, y cada día se leen con más gusto,
andando de mano en mano por toda la ciudad. Debía el
gobierno a toda costa repartirlos por todos los rincones de
los quatro ángulos de la tierra; pues me parece que son el
único antídoto contra la presente irreligión, que es uni-
versal, y que atacan a nuestra santa fe, no por las ramas,
como las heregías que ha habido hasta ahora, sino por el
tronco".
Triunfante la reacción, El Procurador se solazará enrevisar condenatoriamente la obra de las Cortes, en decla-
mar sobre su ilegitimidad, en revalorar las persecuciones
de que ciertamente fueron objeto los editores del periódi-
co por aquellos "hombres vomitados por el infierno", do-
noso epíteto para los liberales constitucionalistas y sus
simpatizantes. Es triste pero necesario confesarlo y re-
148 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
petirlo: éstos, ofuscados cometieron graves inconsecuen-
cias con los principios proclamados, particularmente al
tratar de reprimir o castigar o investigar desafueros, rea-
les o supuestos de la prensa, por medios inconstitucionales yen dúplice función de jueces y partes. Es sino de la liber-
tad de prensa en todos los tiempos irritar a sus mismos ymás denodados sostenedores. Y que haya periódicos ad-
versos a la libertad de prensa . . .
En un balance que aquel periódico hace de la situación,
pintada de pavorosa, que crearon las Cortes recién caídas,
se leen entre otros los conceptos que se trasladan aquí, por
expresar vividamente el pensamiento adverso y rencoroso
del conservatismo realista ante la obra y suerte de los libe-
rales derrotados. No faltaban, por supuesto, las crónicas
encendidas de los delirios populares con que se restauraba
la Inquisición, se quemaba la Constitución, se anatemati-
zaba a los diputados "intrusos" y se vivaba al angélico
Fernando, a quien como salvador, cantaban todas las liras
oficiales y anónimas de la reacción. (Ya se verá, a su turno,
cómo dio ese periódico redactado por clérigos en su mayorparte la noticia del arresto de Larrazábal y otros diputa-
dos y funcionarios non gratos).
He aquí, pues, parte del editorial de dicho periódico
al iniciar su tercera época el l9 de junio de 1814; se titu-
laba Alocución del Procurador a los españoles . . . etcétera,
y es vivo reflejo del estado de virulencia que siguió a la
caída de las Cortes: al anticipar aquí estos conceptos se
define sobradamente al periódico monárquico que no ocul-
taba su respeto hacia el diputado Larrazábal, aunque ter-
minó incriminándolo acerbamente con los demás reforma-
dores.
"Ha llegado el feliz término, en que, El Procurador
General del Rey y de la Nación, os pueda hablar con toda
la grandeza que corresponde a vuestras heroicas virtudes
y sacrificios. En su primera y segunda época se ha em-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 149
pleado en descubrirnos los lazos y duras cadenas a que nos
conducían unos hombres, sin «otro sistema, que la impiedad,
la subversión del Trono, la dilapidación, de las fortunas,
la proscripción de la nobleza, el aniquilamiento de los Mi-
nistros de Dios, y por último el establecimiento del reyno
del despotismo. Vuestros mismos ojos veían ya verificados
nuestros anticipados anuncios, y los pueblos enteros derra-
maban lágrimas sobre su suerte, y la desgraciada que es-
peraba a su posteridad; pero el terror y el espanto recon-
centraban en vuestros pechos los más tiernos afectos hacia
nuestro Rey y Religión, que indelebles habéis conservado,
como grabados por el mismo Dios. La libertad decretada
en los conventículos de la iniquidad estaba reducida a una
pequeña porción de hombres criminales, y el destino de
todos nosotros no era otro, que sufrir los rayos y destellos
de una porción de hombres pervertidos".
"Desde el aciago día 24 de septiembre de 810, que-
damos ya marcados para la esclavitud, para la ignominia
y vilipendio. Entonces se echaron los cimientos de quan-
tos trastornos han presenciado nuestros ojos, y que desen-
vueltos después progresivamente, habían puesto fin a nues-
tra existencia política. Nada se le ocultó al Procurador
General, el que hallándose a la sazón en un puerto con
treinta Diputados (se refiere a los suplentes primeramente
elegidos) en un escrito los hizo ver, que la celebración de
las Cortes en la forma que se habían establecido, eran a su
juicio unos funerales de la Patria. "¿Qué Gobierno se
puede consolidar (les decía) con la licencia de censurarlo?
¿Qué libertad en los Diputados, con el desenfreno, que ha
cíe introducir el tiempo en las galerías? ¿Y qué impulso
concertado a la máquina desconcertada del Estado en una
plaza sitiada por el mismo enemigo, el que al par que el
estruendo del cañón sugerirá los medios de seducción yengaño? Así habló el Procurador...", etcétera. Y másadelante
:
•
150 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"Desde Cádiz se encendió la tea de la discordia, entre
las Américas, se les provocó a la sedición, al desprecio de
la Metrópoli, al degüello de los españoles europeos, y a pri-
varnos de los únicos recursos que nos quedaban para sos-
tener los más sagrados de la nación más heroica de todo
el mundo. En Cádiz se prostituyeron varios Ministros de
la Religión, y formando alianza con los filósofos de Napo-león, juraron no perdonar medio para hacer desaparecer
nuestras leyes, nuestros magistrados, nuestros tribunales
y todo lo que fuimos, subrogando en su lugar los planes
mismos infernales con que Napoleón había derribado los
Tronos del Norte de la Europa, y nos amenazaba a noso-
tros . .
.
". Etcétera.
El copatronato de Santa Teresa: anverso y reverso
En busca de referencias a Larrazábal en tomos sueltos
de El Procurador General de la Nación y del Rey, que nos
ha sido dado a conocer, topamos con dos que, si no lo men-
cionan explícitamente como otras, aluden a un empeñotriunfante del diputado guatemalteco en cumplimiento de
expreso mandato de sus comitentes: la institución del co-
patronato de Santa Teresa de Jesús, que tanto revuelo oca-
sionaría entre tirios y troyanos. La primera es una cró-
nica piadosa y efusiva en el primer aniversario de esa
consagración, y apareció en Cádiz el 16 de octubre de 1812.
Luego irá el reverso de la medalla, y algo más sobre la
historia del pedimento guatemalteco por el cual Larrazábal
trabajó con redoblado entusiasmo de diputado y de sacer-
dote de su religión, empeño que le valió más de alguna
afilada crítica.
En El Procurador, del viernes 16 de octubre, se lee
esta crónica del día anterior en Cádiz: era el^ primer ani-
versario de la proclamación y hablaba sólo el sentimiento
piadoso de los católicos redactores:
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 151
"La Regencia del Reino ha asistido a la Iglesia de los
Padres Carmelitas a celebrar la fiesta de Santa Teresa,
Compatrona de las Españas. Esta función ha sido tanto
más augusta, cuanto más lucido y numeroso el acompaña-
miento de los señores Embajadores, Ministros. Los tiernos
recuerdos que han hecho con esta ocasión los piadosos co-
razones de la felicidad que se ha notado en nuestra Españadesde los momentos que fue declarada por nuestro augusto
congreso Compatrona, han contribuido sobremanera a ha-
cer más sensible su devoción en todos los concurrentes, y no
dudamos sean comunes en todos los españoles tan señalados
ejemplos de religión, y reconocimiento, empeñando con rue-
gos desde la tierra a una Santa Española que tan alta pro-
tección nos puede alcanzar del Cielo para acabar de exter-
minar las hordas de vándalos, que han manchado con sus
crímenes el mismo suelo edificado con sus virtudes" (las
de la Santa, desde luego).
Bajo otros aires, los reaccionarios, en cambio, en el
mismo Procurador, número 124, segunda época, del viernes
20 de mayo de 1814, en un artículo comunicado de primera
plana, se recuerda el haber sido extrañado el obispo de
Santander "porque además de no haber permitido publicar
el manifiesto de las Cortes sobre la extinción de la Inqui-
sición, en el ofertorio del santo sacrificio, prohibió el pa-
tronato de Santa Teresa de Jesús, decretado por las Cortes
extraordinarias en 28 de junio de 1812. La conducta de
este venerable pastor en ambos puntos ha sido examinada,
y se ha encontrado digna de este procedimiento". Y el
comunicante advertía que no era su ánimo defenderlo, sino
presentar lo que acerca del patronato había ocurrido en las
Cortes de 1617 y 1626.
En el primero de dichos años a propuesta de Felipe
IV y muy encarecida, la eligieron por patrona "pero con
la mayor circunspección y miramiento a la autoridad ecle-
siástica y pontificia, que debería intervenir en tan grave
152 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
«negocio», y hasta tanto, quedó sin efecto un acuerdo tan
religioso" ; repetida la elección nueve años después, se man-
daron procuradores ante el pontífice para pedir su confir-
mación, pero como hubo opositores, se dejó que la causa
siguiese en la curia romana.
"Ahora bien: supuesto que en el decreto de 28 de junio
de 1812 las Cortes extraordinarias tuvieron por objeto
llevar a efecto el patronato de santa Teresa, citándose en
el mismo lo resuelto en las celebradas en 1617 y 1626, comoejemplar, ¿se ha contado como en aquéllas con la aproba-
ción de la autoridad espiritual de la Iglesia? ¿Se ha con-
servado aquel justo respeto y consideración que exige la
materia? ¡Ah! entonces aquellos célebres españoles se
contentaron con elegirla: aquí terminaron sus votos, y el
piadoso desahogo de su devoción los llevó a la Santa Sede
a exponer la justicia de sus ruegos, o a pedir un concilio.
Pero en estas todo se ha suplido, y se manda con un poder,
que no conocieron aquellos, el que tenga todo su efecto.
Tan lejos de apreciar el juicio de los Obispos, que se per-
siguen, se extrañan, se les impide la comunicación con sus
objetos, y de un golpe de mano se decide lo que entonces no
se atrevieron aquellos pobres hombres".
Los tiempos habían cambiado. Lo que se recibió con
plácemes era ahora condenado: exaltados los disidentes de
ayer, vituperados los ayer exaltados por ese rasgo de
religioso celo. A Larrazábal, canónigo penitenciario, le
alcanzaban bien de cerca, por su voto, los reproches. El
conde de Toreno, en su escepticismo liberal, sonreiría en
su destierro.
Vale la pena de citar completa la página que el Condede Toreno dedica en su Historia, tomo V, a la declaratoria
del patronato de España a la santa de Avila:
"Tres meses antes (del decreto de extinción del voto
de Santiago, a que más adelante nos referiremos también)habían adoptado las Cortes una resolución muy diversa,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 153
de índole extraña, ajena al parecer de los tiempos actuales
y de las tareas que incumben a los cuerpos representativos,
declarando solemnemente por un decreto patrona de Es-
paña a Santa Teresa de Jesús. Pidiéronlo los carmelitas
descalzos de Cádiz en conmemoración de haberse celebrado
en su templo las festividades eclesiásticas de la jura de la
Constitución, y también otras con motivo de acontecimien-
tos plausibles. Apoyaron su solicitud en dos acuerdos de
las Cortes de 1617 y 1626, aunque no llevados a efecto, porla oposición que hizo el cabildo de Santiago en defensa del
patronato de su apóstol, cuyo origen, según asentaban aque-
llos capitulares, se perdía en la oscuridad de los tiempos.
Abogaba no menos por Santa Teresa el señor Larrazábal,
diputado por Guatemala, conforme a especial encargo de su
provincia; pues es de notar y curioso para la historia quelas regiones españolas de Ultramar, que tan ansiosa y des-
venturadamente se han lanzado por el despeñadero de las
revueltas, mezclaron entre instrucciones prudentes dadasentonces a sus representantes, otras sólo propias de la ig- «
norancia y atraso del siglo onceno. La comisión eclesiásti-
ca en un largo y erudito informe se inclinó a que se apro-
base la propuesta, y así lo decidieron las Cortes el 27 dejunio sin deliberación alguna, declarando patrona de las
Españas, después del apóstol Santiago, a Santa Teresa deJesús. El silencio guardado probó en unos el respeto con
que acataban el nombre de una religiosa esclarecida, a quien
por sus virtudes había canonizado la iglesia, y en otros la
persuación en que estaban de cuanto convenía no empeñardiscusión acerca de un decreto que, sin perjudicar al bien
público, halagaba las aficiones de la nación por una santa
hija de su suelo, y en cuyos suavísimos escritos (como dice
el obispo Palafox) "primero nos hallamos cautivos que ven-
cidos, y aprisionados que presos".
La moción guatemalteca había partido de los señores
regidores marqués de Aycinena y don Antonio de Juarros
154 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
en cabildo del martes 16 de octubre de 1810 en que propu-
sieron se añadiesen a las instrucciones que llevaría el dipu-
tado la referente a trabajar por que se declarase misterio
de fe el de la Concepción en Gracia de María Santísima,
la del copatronato de Santa Teresa haciéndola en especial
patrona de la nueva Constitución que se dictaría, y otras
dos también de orden religioso, que encaja recoger aquí:
"3?—Que se solicite también que en las Cortes se re-
suelva, que se pida a la Silla Apostólica la restitución en
España y América de la Sagrada Religión de la Compañíade Jesús, como el medio más obvio y oportuno para la edu-
cación y enseñanza pública. 4?—y que finalmente se en-
cargue al señor Diputado a Cortes que procure se pro-
mueva con toda eficacia cuando sea posible la canonización
pendiente del venerable Siervo de Dios, Pedro de San José
Bethancourt, fundador de la religión Betlemítica, que flo-
reció en esta ciudad. Se acordó : que así se hiciere en todos
los cuatro puntos, poniendo los dos primeros en la instruc-
ción para la Constitución, y los dos últimos en otra por
separado".
En su carácter de eclesiástico, estos pedimentos com-placerían la religiosidad del diputado y le llenaría de satis-
facción la buena acogida que tuvo por lo menos la moción
teresiana; pero si en las Cortes, y en Cádiz toda, había
numerosísimos elementos eclesiásticos y general fervor ca-
tólico, no dejaría por eso de sentir de refilón las reacciones
escépticas, y algo más, de los abundantes liberales avanza-
dos o exaltados, de los volterianos impenitentes y de los
mismos fríos católicos más interesados en las apasionantes
cuestiones políticas del momento que en las de piedad.
Aunque éstas solían caldearse también de pasión política.
El texto de las Instrucciones que llevaba Larrazábal
era preciso al respecto. Los seis primeros artículos de plan
de Constitución de esas instrucciones estaban consagrados
a cuestiones religiosas, que tanto preocupaban a los es-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 155
pañoles en aquellos tiempos. Guatemala ha tenido antigua
devoción por el dogma, al fin proclamado en 1854, de la
Inmaculada Concepción. El segundo artículo de las cita-
das instrucciones lo recomendaba explícitamente: "La na-
ción, decía, alcanzará la felicidad que apetece y afianzará
su permanencia acogiéndose al sagrado patrocinio de Ma-ría Santísima Madre de Dios y Señora nuestra, y continuan-
do su devoción al misterio de su Inmaculada Concepción
acia el qual debe encargar el gobierno haga en la Santa
Sede quanto las presentes amargas circunstancias lo per-
mitan la instancia que el Sr. D. Carlos II dejó encargada
en su testamento a sus sucesores hiciesen sobre que se de-
clare misterio de fe católica".
Y respecto a la doctora de Avila:
"3.—El mismo señor Don Carlos II a los tres días de
otorgado aquel testamento por un condicilio entre otras co-
sas, y en la clásula 6^ se expresó así: "Habiendo deseado
toda mi vida el compatronato de mis reinos de España la
gloriosa Santa Teresa de Jesús, por la especial devoción que
la tengo, encargo a mi sucesor, y a mis reinos lo dispongan
como tan importante para sus mayores beneficios que debe
esperar por la intercesión de esta santa , .
. " En ninguna
ocasión mejor que en la presente pueden, y deben cumplir
este encargo los reinos congregados en sus cortes, enten-
diéndose sin perjuicio del patronato del Apóstol San-Tiago,
como manifestó el Sr. D. Carlos II, y teniendo presente
este Cabildo que Santa Teresa nació y floreció en Castilla,
y que dotada de ciencia divina y de mui particulares prerro-
gativas fue enviada por Dios nuestro Sr. al mundo para
reformadora, desearía que se la eligiese, y nombrase, tam-
bién por patrona de la nueva constitución que ha de esta-
blecerse en las cortes para bien y felicidad de la monar-quía". . .
156 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"i Preocupaciones del siglo onceno !", señor conde de
Toreno... por encima y por debajo de la lectura de los
señores enciclopedistas.
El voto de Santiago. Otros conatos antieclesiásticos
En las sesiones del 12 al 14 de octubre (1812) se
discutió encarnizadamente la abolición del voto de Santia-
go, pedida por varios diputados. El voto consistía en una
concesión atribuida al rey Ramiro por un sueño que tuvo,
al cabildo metropolitano de Santiago de Compostela para
cobrar un tributo de sus frutos a los compesinos de varias
provincias, exacción que producía cuantiosa suma de dinero
y que se prestaba a crueldades e iniquidades de quienes
efectuaban el cobro. Sin embargo de datar de siglos, sólo
desde el mil quinientos se hacía efectivo, pero con general
protesta de los tributarios y habiendo motivado largos yenojosos litigios, uno de los cuales, de la época de Carlos
III aún estaba pendiente. Los diputados liberales alegaban
que el voto era falso en su origen y no debía pagarse más
;
combatiendo de paso la superstición y los beneficios ecle-
siásticos. Los que llamaríamos ahora reaccionarios ha-
cían elocuentes y eruditos discursos reclamando que las
Cortes no interviniesen en materia que competía a los altos
tribunales de justicia. Trinfaron aquéllos, en la sesión
del 14 de octubre en que precisamente se habían celebrado
los días del "amado Fernando", con asistencia de la Re-
gencia. Votaron por la extinción 85 diputados y 26 en
contra. Larrazábal votó entre los primeros: buen cargo
a su cuenta, que no le perdonaron.
Como nota curiosa y significativa de la actitud "reac-
cionaria", trasladamos unos conceptos del artículo publicado
en El Procurador, de fecha 26 de octubre (1812), en an-
danada violenta contra los periodistas . . . liberales : "Estoy
aburrido con la imprudencia de la mayor parte de los pe-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 157
riodistas de Cádiz —escribía el articulista— , y si no en-
treviera que obran con un plan concertado, para conseguir
fines más distantes, creería que trabajan para abolir la
libertad de la imprenta". Habla de comentarios burlescos
e impíos, si no sacrilegos, hechos con motivo de la abroga-
ción del voto de Santiago:
"Por eso vemos cuánto deliran algunos de los periodis-
tas de Cádiz, ridiculizando lo que veneraban nuestros pro-
genitores, y atacando con chocarrerías lo que establece o
tolera la Iglesia. Con el pretexto de corregir abusos, que
suponen en la disciplina eclesiástica, quieren sujetar a su
miserable juicio la tradición y la revelación. Predicando
al pueblo una libertad sin límites, intentan precipitarle en
un horrible caos moral. Lisonjean con estas ideas el amorpropio de sus conciudadanos, para que desatendiendo ia
voz dejos que Jesucristo hizo maestros y directores de su
Iglesia, sólo oigan los roncos bramidos del filosofismo, que
se propone extirpar la religión, aparentando deseos de pur-
garla de la superstición".
"Así vemos que en sus discursos faltan a la caridad
cristiana, a la compasión, y hasta a la urbanidad, que sua-
viza las costumbres, y hace tolerables los males que sufre
la sociedad política. Las Cortes creyeron conveniente la
abolición del voto de Santiago, y su decreto es preciso que
fuese muy sensible a los que sufrieron una pérdida tamaña.
Entre los caribes no se hallaría una conducta tan inhu-
mana como la de los periodistas de Cádiz, pues, en vez de
compadecerse del arzobispo y cabildo de Santiago, forma-
ron competencia sobre quien más había de insultarlos . .. ".
Es de suponer el sentimiento adverso que se fomen-
taba hacia las Cortes cuando como en éste y otros casos,
por ejemplo, en un asunto en que se vieron envueltos los
canónigos de Cádiz, se avanzaban a soluciones que herían
la general piedad media del pueblo y los combativos inte-
reses del alto clero.
158 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Pero las Cortes trataron de otros muchos problemas
y cuestiones, algunos de gran trascendencia para América
y de fondo humanitario, como el de la supresión de las
mitas; otros de menor monta y aún fruslerías. Evidente-
mente, los diputados se ejercitaban con provecho en las
luchas parlamentarias y profundizaban en el conocimiento
y manejo de los negocios públicos, experiencia útilísima yprimera de Larrazábal y los otros diputados americanos.
Pero las Cortes extraordinarias, como todos los congresos
constitucionales que se prolongan más allá de su objeto
preciso, al tratar de pequeneces y hechos circunstanciales,
invadiendo a cada momento, aún reconocida la amplitud
de sus facultades, jurisdicciones de otros poderes y lasti-
mando seriamente sus propios reglamentos, y leyes por
ellas emitidas, se disminuían y desacreditaban, ganábanse
odiosidades y daban a sus adversos magníficos puntos de
apoyo a sus enconados ataques: el uso ilimitado del poder
inducíales a convertirse, ineludiblemente, en oligarquía.
Peligro que acecha a todo congreso, y más en las jornadas
de caldeada pasión en que las voces de la ponderación ape-
nas se escuchan en medio del tumulto : peligro que no siem-
pre se quiere ver y menos aún prevenir. . .
De la sesión del 21 de octubre (1812) dice El Pro-
curador :
"Se leyó el dictamen de la comisión ultramarina respec-
to a la abolición de las Mitas, especie de tributo impuesto
a los indios: hablaron varios señores diputados, entre ellos
los señores Castillo, Larrazábal y Ostolaza, y declarado el
asunto suficientemente discutido, se aprobó el dictamen de
la comisión, quedando abolido el citado derecho, y apro-
bándose las cinco proposiciones que en bien de las castas
había propuesto el señor Castillo.
El 24 se presentó una proposición, que pasó a la co-
misión referida, para que se extendiese al tributo de mita
de faltriquera la abolición hecha de las mitas en general,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 159
para obviar cualquier duda que pudiese sobrevenir. Días
después, con modificaciones introducidas con anuencia de
los interesados, se aprobó el decreto, para gloria de las
Cortes y del diputado por Costa Rica, su iniciador.
En sesión del 19 de octubre "se dio cuenta de las pro-
puestas que la Junta suprema de censura había hecho para
las provinciales de Asturias, Granada y Puerto Rico: con
este motivo y el de venir propuestos dos oidores, uno de
Asturias, y otro de Granada, se opusieron varios señores
a su aprobación, entre los cuales se hallaban los señores
Larrazábal, Castillo, Martínez (don Josef) y la apoyaban
los señores Torrero, Vásquez, Canga y otros; después de
haber leído el señor Ogabán la ley que lo prohibía absolu-
tamente, no se aprobó la propuesta hecha por la Junta
suprema, y lo fué una proposición del señor Arguelles, que
decía, que atendiendo a la ley que lo prohibe se les confie-
ran a los magistrados otros empleos más que los de su ma-gistratura, que pase a la comisión y ésta proponga lo que
fuere más conveniente.
En sesión del 3 dé noviembre: —El señor Larrazá-
bal leyó una carta de gracias dirigida por un consejero de
Estado al congreso, desde la ciudad de San Salvador por
haber recibido la noticia de que S. M. se había servido dis-
pensarle la gracia de consejo de Estado: se mandó que se
inserte en el Diario. El mismo señor diputado presentó
un exemplar de las honras que se hicieron en Guatemala
por las víctimas del 2 de mayo, las que se habían hecho
con la mayor suntuosidad y aparato : se mandó archivar en
la secretaría, e insertar en el Diario" (de las sesiones).
En sesión del lunes 9 de noviembre se pide votación
nominal para aprobar artículos de una ley sobre rehabili-
tación y reposición de empleados que hubieren servido bajo
el gobierno intruso. Tras serios debates pasó por mayoría
de 87 contra 22 votos el primer artículo. Larrazábal figu-
160 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ra en la mayoría. El decreto era muy espinoso en las cir-
cunstancias por que atravesaba España.
En sesión del 25 de noviembre interviene en un rui-
doso conflicto que llevaba más de quince meses pendiente:
el castigo a unos empleados del hospital militar de la Isla
de León. Después del debate el asunto paso al Tribunal
especial de guerra y marina.
Otro asunto borrascoso en que le tocó intervenir a La-
rrazábal, llenó de escándalo varias sesiones de noviembre
(1812) y como hería de lleno sentimientos religiosos, se
prestó a maravilla para la agitación contra las Cortes. El
bibliotecario de éstas, vehemente liberal, ingenio agudo ypeligroso, de tormentosa y pintoresca vida, publicó cierto
Diccionario crítico burlesco, respuesta personal envenenada
a otro tendencioso opúsculo. Al tal diccionario lo denun-
ciaron y condenaron sucesiva y tumultuosamente numero-
sos obispos, cabildos y otras autoridades de la Iglesia. Los
periodistas de la oposición clamaron de continuo contra la
obreja, pidiendo todos a una se castigase al autor, don
Bartolomé Gallardo, como sacrilego infractor de la Cons-
titución, la cual reconocía como única y protegía la religión
católica de España. La campaña duró meses y persiguió
toda la vida de las Cortes. Era un flaco propicio a los
ataques. En las ideas del desdichado libro se simbolizaban
Jas de los diputados "novadores". Poco se necesitaba para
encender hogueras.
Las Cortes quisieron soslayar el conflicto, pero fueron
cercadas y las discusiones promovieron alborotos a cada
sesión. En la del 20 de noviembre, al cabo de encendidas
controversias y reyertas en que tomó parte activa la barra,
se acordó finalmente no haber lugar a deliberar sobre una
proposición admitida de un enérgico diputado opositor: 64
votos contra 40, levantándose la sesión.
En la siguiente, "se leyeron los votos de los señores
Larrazábal, obispo de Calahorra, señor presidente Mo-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 161
rros . . . marqués de Tamarit . . . Inguanzo, etcétera, con-
trarios a lo resuelto en el congreso ayer sobre no tratar de
la proposición del señor López, admitida a discusión, paraque se le apartase de la biblioteca (al señor Gallardo) en
razón del libelo herético que había publicado, y se manda-ron agregar a las actas". La brasa siguió quemando las
manos de las Cortes . . .
El 30 de noviembre se ocupó casi toda la sesión en el
mismo tema. El diputado Zumalacárregui acusó al editor
de El Procurador por una carta impresa a los diputados,
que juzgaba injuriosa, y que había sido ordenada por uno
de ellos para poner en conocimiento de todos lo que sucedía
en el asunto dicho. No sólo se consideraba injuriosa para
Zumalacárregui tal carta sino como una incitación a los
pueblos para que sacrificaran a los diputados teniéndolos
por herejes. Que las Cortes y no las juntas de censura en-
tendiesen en el proceso. "El presidente dijo que era cierto
que su voto habría sido contrario a lo acordado, pero que
nadie le había hablado para este fin, que lo había hecho
estimulado por su conciencia. El señor Larrazábal dijo lo
mismo, aumentando que se oponía a que entendiese en este
asunto el congreso, porque pertenecía al tribunal competen-
te conforme a las leyes".
Era manifiesta la ecuanimidad del diputado guatemal-
teco en tan embrollada, enojosa y al parecer fútil cuestión,
que, sin embargo, tenía demasiado fondo . . . Todos lo sa-
bían, y eso acrecentaba su enardecimiento.
Otro paso trascendental: Abolición de la Inquisición
Muchas páginas consagra, y con razón, el conde de
Toreno en su tantas veces citada Historia al paso trascen-
dental que dieron las Cortes en 22 de febrero de 1813 al abo-
lir la Inquisición, Vocero del liberalismo romántico —o prc?-
romántico— de la época, no puede sino hablar en un tono
162 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
exaltado de ese acontecimiento, del que fue uno de los másardientes protagonistas: acontecimiento, por lo demás, de
una importancia que no es posible imaginarla hoy, a pesar
de cuanto a través de los tiempos se ha escrito en contra
—y algo a favor— de aquella institución. Relativamente,
Guatemala había sabido muy poco de los rigores del teme-
roso tribunal y sus sistemas, pero sus hombres cultos no
podrían abrigar simpatía hacia él, más cuando en los añosrecientes actuaba sobre todo como instrumento de persecu-
ción política: había además de por medio otros hechos queinspirarían el deseo de su desaparición, entre los mismosaltos eclesiásticos. Larrazábal tenía motivos para saberlo
bien.
Si Bonaparte había suprimido la Inquisición, ésta comootras medidas saludables por él dictadas para España, no
era considerada válida y estable por su vicioso y repugnado
origen: pero era indispensable, y nadie la podría detener.
La Inquisición estaba condenada, en efecto, por la filosofía
y las tendencias del siglo, a desaparecer. La habían minado
profundamente las doctrinas extranjeras del XVIII, que ga-
naron a la más activa parte de la clase gobernante. El
pueblo español y su clero tradicionalista la defendían, es
verdad, y así se acumularon en las Cortes y el gobierno mu-chedumbre de ardorosas protestas y luego reclamos de su
restablecimiento, que, logrado en la restauración monárqui-
ca, apenas duró y mal pudo actuar de nuevo el tribunal,
embrollado en su reorganización; el 9 de marzo de 820 se
decretó su definitiva muerte para España y las colonias
que ya estaban escapándosele para siempre.
Se disolvía el imperio y se quebraba la unidad de la fe
española que principalmente lo mantuvo, al desbordarse las
corrientes atumultuadas de la "herética pravedad". El do-
ble hecho histórico era irremisible: nadie en España ni en
América podía conjurarlo, todo conspiraba a precipitarlo.
Y, a la distancia, los juicios liberales y los juicios conserva-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 163
dores que dictaminaron sobre él, sobre sus múltiples face-
tas, aparecen contagiados del mismo apasionamiento que lo
rodeó a la hora de producirse la catástrofe, a la que tan
empeñadamente colaboraron los intereses extranjeros, an-
tiespañoles, falaces amigos de América, el promisorio y en-
vidiable continente donde no veían sino un inmenso campo
de explotación que les había estado cerrado e iba a entre-
gárseles gozoso y desprevenido —no sin disputas entre ellos
por primacía o predominio. . .
—
Había sido ya eliminada la Inquisición en otros países,
y España, país al que se la supone como consubstancial, yal sólo que se escarnece por haberla prohijado, no podría
mantenerla en pie contra todas las fuerzas confabuladas.
Para ello no eran necesarias siquiera las calumnias de quefue y sigue siendo objeto; tenía sobrados motivos para
desplomarse. Pero su destrucción se reputó como uno de
los mayores triunfos de la revolución liberal. O, más bien,
de la doble revolución que en España se operaba, la política
—contra el absolutismo— y la religiosa —contra Roma—
:
si aquélla se frustraba, ésta adelantaba. Los retrocesos de
la política en las luchas subsiguientes, de la península, ya
no lograron reanimar al antiguo tribunal, como, a pesar del
penetrante catolicismo español, subsistieron y aún prospera-
ron otras conquistas del siglo (que llevarían a las más de
las repúblicas hispanoamericanas al laicismo materialista)
.
Dejemos, sin embargo, este orden de reflexiones que nos
conducen peligrosamente lejos, y oigamos la voz del procer
liberal, sin olvidar que es una voz liberal. Y sin olvidar
que los juicios liberales han prevalecido, difundiendo un
concepto de la Inquisición que parece inmodificable, acep-
tado por comodidad sin examen ninguno, y rechazados ape-
nas nacidos los escabrosos intentos de rehabilitación del
"sombrío tribunal".
"Anunciar debemos ahora con altos pregones —co-
mienza diciendo Toreno— la caída del Santo Oficio de la
164 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Inquisición que decretaron las Cortes después de una dis-
cusión prolongada y sabia, derramadora de puras y vivifi-
cantes lumbres, muy otras de las mortíferas y abrasadoras
que durante siglos había encendido aquel tribunal tan inexo-
rable y duro. Leyó en 8 de diciembre la comisión de consti-
tución el dictamen que sobre la materia se le había mandadoextender ; y si bien sus individuos no habían estado del todo
acordes, decidióse la mayoría por la abolición, pero de modoque no se asustasen las almas piadosas que creían perdida
la religión no habiendo tribunales especiales protectores de
ella que tan hondas raíces había echado en España el im-
perio de la intolerancia y de erradas y abusivas doctrinas.
Así no mostraba querer desmoronar del todo o derribar a
la vez aquel antiguo alcázar sólido todavía, de construcción
severa y sillares ennegrecidos, sino edificaba en su lugar
otro que, aunque guardián de la fe, se cimentase sobre bases
verdaderas e incontrastables, y cuyas dimensiones y formasse acomodasen a la regularidad y galanura de tiempos mo-
dernos y más cultos.
"La comisión . . . queriendo probar que el Santo Oficio
era una novedad reciente en la iglesia introducida en el
reino contra la voluntad de sus naturales, descendía a un
examen prolijo y erudito de la materia desentrañándola,
y poniendo de manifiesto la legislación española antigua
en causas de fe; según la cual expeditas las facultades de
los obispos para exhortar y convertir a los extraviados,
encomendábase a jueces civiles el castigo de los empeder-
nidos, graduándolos de infractores de las leyes, de que era
una y fundamental la religión del estado".
(Sigue compendiosamente el texto del laborioso y eru-
dito dictamen en su parte histórica y jurídica y por fin
asienta el voto de la comisión, que hallando en contradic-
ción la nueva ley constitucional con las pautas que servían
al Santo Oficio en sus procedimientos y en las causas de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 165
su competencia, opinaba se resolviesen las Cortes por estas
dos proposiciones) :
"La religión católica, apostólica romana será prote-
gida por leyes conformes a la Constitución". "El Tribu-
nal de la Inquisición es incompatible con la Constitución".
"Modo muy diestro —comenta entusiasmado de lo que
acá llamaríamos güizachada . . .— de presentar el asunto
a la deliberación de las Cortes, porque nadie podía resis-
tirse fundadamente a votar la primera proposición, ni na-
die tampoco negar después la incompatibilidad de la Consti -
tución con el Santo Oficio, como se encontraba establecido
en España. Siguiendo este rumbo los hombres timoratos,
pero de buena fe, arreglaban fácilmente con su conciencia
asentir el dictamen de la comisión: aquietábanse también
los tímidos que, si no escrupulosos, recelábanse del porvenir,
y ansiaban dar su voto de una manera indirecta y más em-
bozada. Tampoco ponían reparo los ilustrados y de for-
taleza, siempre que lograsen su objeto, fuese a las claras
o tapadamente. Precauciones tales podían mirarse comonimias y aún sobrado ridiculas, quedando ya tan atrás los
tiempos en que se ventiló semejante materia. Pero refle-
xiónese cuáles eran aquéllos, de dónde se salía y cómo se
habían criado los españoles, hasta los de influencia enton-
ces, y que manejaban los negocios públicos. La comisión
procediendo así dio pruebas de gran tino y circunspección,
debiéndose a su andar pausado y firme el triunfo de la
razón y de la humanidad afligida.
"De la decisión de ambas cuestiones, y en especial de
la segunda, pendía verdaderamente abolirse o no el Santo
Oficio. Así fué que al tratarla se empeñaron los debates,
no siendo las que vinieron después más que una secuela yde inferior importancia.
"Habíase señalado el 5 de enero para abrir la discu-
sión y dar así plausible comienzo al año 1813. Escaramuzó-
se no poco primero que se entrase plenamente en el asunto,
166 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
según acontece en materias graves, procurando los que
se consideran vencidos interponer de antemano incidentes
que alejen la final derrota, o la suavicen y conviertan en
más llevadera.
"Burlados los ardides y desvanecidas las estratagemas,
entabláronse los debates con detenimiento y mucha solem-
nidad . . . Duraron hasta el 23 de enero, sólo por lo querespecta a las dos proposiciones insinuadas. Todos los
oradores y hombres de cuenta tomaron parte.
"Al fin votáronse y se aprobaron las dos proposicio-
nes de la comisión; ganándose la segunda que realmente
envolvía la destrucción de la Inquisición por 90 votos con-
tra 60 en el día 22 de enero. Desplomóse así aquel tribu-
nal, cuyo nombre sólo asombraba y ponía aún espanto. Se
pasó en seguida a tratar de lo restante del dictamen de la
comisión, que debía adoptarse, según ésta, después de apro-
badas las dos proposiciones de que acabamos de hablar. Re-
ducíase lo propuesto a un proyecto de decreto sobre tribu-
nales protectores de la religión; manera de cobertizo que
buscaba la comisión para guarecerse de la nota de irreli-
giosa y de las censuras que le preparaban los hombres inte-
resados y de mala fe, o los fanáticos y de menguado seso".
"... Concluyóse la discusión de tan importante asun-
to el 5 de febrero; mas no se promulgó el decreto hasta el
22 del propio mes, ya con el objeto de extenderle conforme
a lo aprobado, y ya también con el de escribir un manifies-
to exponiendo los fundamentos y razones que habían teni-
do las Cortes para abolir la Inquisición y sustituir a ella
los tribunales protectores de la fe: el cual juntamente con
el decreto debía leerse por tres domingos consecutivos en
las parroquias de todos los pueblos de la monarquía antes
del ofertorio de la misa mayor. Así lo había propuesto el
señor Terán con el mejor deseo, y así lo habían determinado
las Cortes sin prever las malas consecuencias que pudiera
acarrear semejante resolución como en efecto acarreó. . .
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 167
El decreto aprobado llevó el título o epígrafe de Decreto de
abolición de Inquisición, y establecimiento de tribunales
protectores de la fe: estampándose como primeros artícu-
los las dos proposiciones que habían sido discutidas y apro-
badas con antelación y separadamente, y eran el tiro máscierto de destrucción y ruina despedido contra el SantoOficio.
"Inmarcesible gloria adquirieron por haber derribadoa éste las Cortes extraordinarias congregadas en Cádiz.
Paso previo era su abolición a toda reforma fundamentalen España; resultando si no infructuosos cuantos esfuer-
zos se hiciesen para difundir las luces y adelantar en la ci-
vilización moderna. No consistía el principal daño de la
Inquisición en sus calabozos y en sus hogueras : obraba así
tiempos atrás cuando también se quemaba y perseguía en
Alemania, en Inglaterra, en Francia, y lo mismo entre ca-
tólicos que entre protestantes. Consistía sí en ser unamagistratura clerical, uniforme, sola, omnipotente, armadade la excomunión y los tormentos ; cuyas inalterables máxi-mas pugnaban por cerrar la puerta al saber, y cortar los
vuelos al entendimiento en todas las épocas, del mismo mo-do y en cualesquiera ángulos del reino, sin variación sen-
sible ni por la serie progresiva de los años, ni por la mu-danza de los individuos ; debiendo aquella institución, segúnsu índole, mantenerse perpetuamente, y continuar siendo
opresora tenaz de la razón, y tirana del hombre hasta enel retirado asilo del pensamiento".
Referencias a Larrazábal en un diario monarquista
Volvemos a las pálidas páginas de tomos aislados de
El Procurador General de la Nación y del Rey, de 1813,
que pudimos consultar. Extraemos de ellas este nuevo ma-nojo de referencias, sobre asuntos heterogéneos, relativas
a Larrazábal y alguna de más generalidad sobre Guatema-
168 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
la. Son o parecerán minucias de jornadas de trabajo,
pero, tan mal y tan poco se conocen en su país los trabajos
del diputado guatemalteco, que siquiera en las orillas de su
centenario conviene hablar de ellos, reunir menudos datos
dispersos, que una buena biografía que le es debida cerni-
rá y aprovechará adecuadamente para reconstruir la fi-
gura y la obra del procer antigüeño . . . Mas no faltan,
entre esos insignificantes, datos de mayor cuenta. Y su-
cede también que cuando uno —americano— se introduce
en la historia de las Cortes doceañistas, se contagia de la
pasión entusiasta que las animó tan ardientemente y hasta
puerilidades cívicas y traspiés de derecho y garrulerías de-
magógicas que en ellas ocurrieron se antojan teñidos de
grandeza y de aleccionamiento histórico ...¡ puerilidades
de hoy!
En sesión del 10 de julio se discutió otro ruidoso asun-
to, o más bien trató de discutirse, pues se acordó, tras gra-
neado fuego oratorio, que no se admitiese votación nomi-
nal ni discusión: pedíanse a la Regencia los antecedentes
del extrañamiento decretado contra el nuncio de su santi-
dad, Monseñor Gravina (quien como víctima de las Cortes,
tendría más tarde mayor influjo en la corte de Fernando:
su asueto, de larga y enojosa historia, y las cuestiones de
reforma y disminución de las órdenes de regulares acalo-
raban sobremanera la opinión, sagazmente atizado el fuego
que llevaba a total incendio . . . ) . Al acta de la sesión del
día 10 se mandaron agregar votos de diputados contrarios
a lo resuelto. Sumaban cuarenta. Uno de ellos, por cierto
el devLarrazábal. (El Procurador, Número 292).
En la sesión del 18 de julio "se nombraron a propuesta
de la Junta Suprema de Censura para individuos de las
Juntas provinciales de Guadalaxara, Guatemala, en Ultra-
mar, y de Valladolid y Asturias en la Península, a los si-
guientes . . . Para Guatemala a D. Diego Batres y a D.
José Bernardo Diquero (Dighero), eclesiásticos: a D. Luis
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 169
Aguirre, a D. Miguel Larreinaga y a D. Antonio Robles,
seglares: para suplentes a D. Juan José Batres, eclesiásti-
co, a D. Manuel Talavera y a D. Manuel Beltranena, se-
glares".
"El señor presidente nombró para la comisión que
examine las proposiciones del señor Gordillo respecto al
seminario conciliar de Canarias a los señores Gordillo, Keit,
Larrazábal, Silves y Sierra". (El Procurador, Número 294,
del 21 de julio de 1813).
"El señor presidente nombró (miembros para diversas
comisiones) y para la de justicia, a los señores Larrazábal,
Ruiz Lorenzo y Antillón". En esa misma sesión, el 24 de
julio, al elegirse la nueva junta directiva de las Cortes, el
señor Ruiz Lorenzo fué designado secretario. La comisión
de justicia hubo de conocer durante la vida de las Cortes
de muchos asuntos que cobraron gravedad, entre otros, el
de agravios a un batallón de gallegos en Cádiz, atropellos
a un cierto marqués, a un fiscal en Menorca, enajenación
de fincas vinculadas, cartas de naturaleza, dispensas de
tiempo a abogados, etcétera. El tiempo de los diputados
vocales de esa junta debió, en consecuencia, resultar ago-
biado de trabajo.
Sesión del 26 de julio. Un diputado de la comisión de
agricultura introduce juiciosas observaciones, que se acuer-
da pasar a la Regencia, sobre requisitos para el traslado
de pertenencias y papeles de la contaduría general de de-
pósitos existentes en Madrid a las diputaciones provincia-
les. El espíritu de orden y previsión del señor Larrazábal
halla una brecha que cubrir : se aprobó el dictamen, apuntaEl Procurador, "con la adición del señor Larrazábal, quedecía : "Se hará la entrega de los papeles a las citadas cor-
poraciones por inventario".
Enconaba a las Cortes la cuestión del traslado a Ma-drid, que venía proponiéndose. Había demasiados intere-
ses en pugna y se advierte de las crónicas el embarazo en4
170 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
que se hallaban los diputados liberales para acceder. Lasesión del 3 de agosto se dedicó casi enteramente a ese tema,
posponiéndose la discusión. Setenta y nueve diputados vo-
taron, a favor de una proposición conducente a ese fin, ynoventa en contrario. Larrazábal está entre los primeros.
La oposición estaba segura de que el ambiente de Madridsería más propicio a su triunfo. Cádiz era una plaza do-
minada por exaltados liberales. Como se ve, el señor La-
rrazábal se inclinaba en este particular a aquéllos sin dudapor las sólidas razones aducidas por los oradores favora-
bles al traslado: votó en pro de que no era ocasión de se-
ñalar la fecha de la mudanza, pero en contra de una segun-
da proposición del gobierno.
El 9 de agosto la Regencia presentó un grupo de pro-
posiciones contra el traslado inmediato a Madrid, que con-
sideraba impolítico. La primera decía que no era ocasión
aún de fijar el día de la mudanza: Larrazábal votó apoyán-
dola, con la mayoría, pero con la minoría la segunda, que
cuando se pudiera verificar el traslado, fuese precisamente
a Madrid y no a Sevilla; las otras eran cuestiones orde-
nativas.
Interesante por demás debió ser la sesión del 13 de
agosto, en que los americanos lograron otro triunfo signi-
ficativo: la supresión del sistema de la degradante pena de
azotes, a petición de los indios del Perú ; se discutió ardoro-
samente la cuestión, saliendo a lucir nuevas inculpaciones
contra el coloniaje; se habló de lo infamante que era esa
pena, máxime cuando últimamente para hacer befa de los
derechos conquistados con la Constitución de Cádiz, se
añadían al tormento de los azotes burlas crueles: un di-
putado dijo que algunos encargados de azotar recibían esta
orden insolente en su maligna ironía: "apriétele usted la
mano a estos nuevos ciudadanos", y que parecida cosa se
hacía con los niños en las escuelas. De Guatemala se refi-
Vió que aunque la Audiencia había prohibido los azotes, no
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 171
se la obedecía. Se dictó la prohibición en los más severos
términos.
En esa misma sesión "El señor Larrazábal propusoque las comisiones de hacienda y de arreglo de tribunales
presenten a la brevedad posible la minuta de decreto de los
tribunales que debían entender en los negocios contencio-
sos de la hacienda del reyno así se acordó", decía El Pro-curador, del 16 de agosto.
Y el 24 de agosto : "Se leyó una exposición del Excemo.Sr. D. José Aycinena, Consejero de Estado, en que da parte
a las Cortes de su llegada, y presenta doce medallas de oro
y 250 de plata a nombre de los MM. RR. arzobispos de
México y Goatemala, las cuales las mandaron grabar con
motivo de la publicación de la Constitución. Las Cortes
aceptaron con agrado este testimonio del zelo de aquellos
RR. Prelados, y a propuesta del señor Larrazábal se acor-
dó que las 12 medallas de oro se repartieran entre el señor
presidente y secretarios, 2 para el archivo, y las de plata
se distribuyesen entre los demás señores diputados: se
mandó insertar la exposición en el diario, habiéndose oído
con agrado".
"En virtud del dictamen de la comisión de hacienda
sobre dos proposiciones que hicieron los señores diputados
de Goatemala sobre que se erigiese la canongía lectoral quefalta en las catedrales de Goatemala, León de Nicaragua yCiudad Real, destinándose la renta de la que estaba seña-
lada a la Inquisición de México: fueron aprobadas, man-dándose que enseñen la escritura en la universidad y en
ios colegios seminarios". El Procurador, 330, 26 de agos-
to de 1813.
"El ayuntamiento de Goatemala daba cuenta de la
solemnidad con que se había publicado la Constitución en
aquella ciudad, remitiendo una porción de medallas que se
acuñaron al intento: se oyó con agrado y se mandó inser-
tar en el diario. A la (comisión) de Constitución pasó una
172 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
exposición de D. José María Peynado Corregidor de SanSalvador en la misma provincia, solicitando se le exonere
de diputado a cortes por sus achaques", etcétera. Sesión
del 25 de agosto —El Procurador, 321— 27 de agosto, 1813.
Se dio cuenta en sesión del 27 de agosto de una soli-
citud de don Vicente José Vásquez, en que pedía dispensa
de pruebas por línea materna para oponerse al hábito de
Carlos III con que se le había agraciado por hallarse su
país ocupado por los enemigos: la Regencia apoyaba esta
solicitud y el interesado pedía se le dispensase por ahora
este requisito: se accedió a su solicitud. El señor Larra-
zábal con este motivo hizo proposición para que a los tres
eclesiásticos de Guatemala agraciados por la Regencia con
la Cruz de Carlos III se les dispensasen todos los requisi-
tos de información: se mandó pasar a la (comisión) de
premios.
(Para el día siguiente, 28, había sido fijado el acto
de prestar juramento por el consejero de Estado, señor
Aycinena, por Guatemala, de cuya llegada a Cádiz había
informado la Regencia el 23).
En la sesión del l9 de septiembre de 1813, Larrazábal
propuso a las Cortes la emisión de las leyes siguientes (el
dato es de Fernández-Hall, en citado estudio) : Primera:
"Para ser ciudadano y para el ejercicio de sus derechos no
se opone el defecto de nacimiento adulterino, sacrilego, in-
cestuoso, ni el de dañado y punible ayuntamiento". Se-
gunda: "Previamente a las Juntas electorales de parroquia
no debe sujetarse a los ciudadanos a que comparezcan ante
sus respectivos Curas y comisionados de los Jefes Políticos,
para la calificación de si tienen las calidades necesarias
para votar". Tercera: "Se declara que en las elecciones
constitucionales no es necesaria ni debe haber confirma-
ción". La comisión de legislación a que pasó la propuesta
emitió dictamen favorable en 15 de marzo de 1814 en cuya
sesión fué leído y se repitió la lectura el 11 de abril, entran-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 173
dose a discusión del primer punto. Cree Fernández Hall
que este asunto quedó sin solución al disolverse las Cortes,
en mayo siguiente. ¡Y cuántos más!
En la comisión permanente y vísperas de la tragedia
El 8 de septiembre de 1813 fue nombrada por las Cor-
tes la diputación permanente, en cuyo seno figuró el señor
Larrazábal. Las extraordinarias cerrarían sus sesiones
el 14 y las ordinarias se instalarían el 15; pero había que
cumplir con el precepto constitucional, y existía el peligro
de que las segundas no pudiesen reunirse; en todo caso, se
retardaron algunos días.
La situación en Cádiz era de violencia por el desaso-
siego producido por nuevo y fortísimo brote de fiebre ama-
rilla, que atacó también a algunos diputados; con todo, la
agitación política era mayor, y tenía por centro la deman-
da, tan insistente como tendenciosa y que obligaba a tan-
tas vacilaciones, de la traslación de la sede del gobierno
—la Regencia— y de las Cortes a Madrid, bajo la presión
de intereses y sentimientos razonables cuando ya la mayorparte de la península quedaba libre de invasores, pero tam-
bién a influjo de visibles maquinaciones de la política, que
ya en el mismo congreso prosperaban ganando diputados
plegadizos y oportunistas, a más de los hostiles a las refor-
mas, al bando que daría muerte a las libertades tan ardua-
mente conquistadas y apenas afianzadas: ese bando cobra-
ría la más triste celebridad al hacer patente su traición en
documento que pasaría a la historia con el nombre de ma-nifiesto "de los persas".
Sin embargo del pesado ambiente, la clausura, sencilla
ceremonia en que presidió un diputado americano, después
del Te Deum de rigor, fue solemne, y vivo el entusiasmode los gaditanos en celebrar con vítores, fiestas e ilumina-
ciones aquel acontecimiento.
174 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Las Cortes extraordinarias, que a pesar de errores
abultados por la oposición, dejaban un balance muy favo-
rable de leyes, actos y gestos patrióticos, avanzados y hu-
manitarios; que funcionaron en una época de tremendas
dificultades y peligros y tuvieron momentos y actuaciones
de sus diputados que hacían evocar los mejores tiempos del
senado romano a hombres que por su formación clásica ypor la todavía reciente impresión de la asamblea francesa
vivían la exaltación y la emulación de tales tiempos, habían
durado del 24 de septiembre de 1810 al 14 de septiembre
de 1813 y cerraban su ciclo en medio de nuevos motivos de
desasosiego, frente a nuevos peligros e incertidumbres.
Fue así como, a pesar de la clausura, tuvieron que reu-
nirse del 16 al 18 del mismo mes, para tratar de la cuestión
del traslado, que no pudieron resolver, dejándolo al fin a
acuerdo de las ordinarias, que se reunieron el l9 de octubre
en Cádiz y por la fiebre amarilla pasaron a la Isla de León,
el 14, celebrando sus sesiones en un convento carmelitano
arreglado al efecto. Clausuraron el 29 de noviembre y obe-
deciendo a clamor general, marcharon a Madrid, donde se
abrieron de nuevo las sesiones el 15 de enero de 1814.
Como no llegaban todos los diputados de la península
y América, se obró conforme a un recurso paliatorio dejado
por la constitución: ejercerían su cargo en carácter de su-
plentes por las provincias de que faltaran procuradores, los
diputados propietarios de las extraordinarias, con lo cual
no se abandonaba enteramente lo hecho —sobre todo en
materia de reformas— a los recién llegados, muchos de los
cuales pertenecían a la más cerrada oposición, ni se deja-
ba sin representación a muchos pueblos. El señor Larra-
zábal actuó por eso en calidad de suplente por Guatemala,
mientras no llegaba el nombrado.
A ese período, de vísperas de la tragedia, pertenecen
las siguientes menciones espigadas del célebre periódico
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 175
que hemos glosado en parte y el cual seguiría a las Cortes
como una sombra de Cádiz a Madrid.
Sesión del 31 de marzo, El Procurador, 1? de abril de
1814.
"Varios vecinos de Chinchilla se quejaban por medio
de una representación de algunos poderosos, que los opri-
mían, con desprecio del decreto dado por las Cortes en 8 de
junio. El señor Larrazábal propuso que se pasase orden a
la Regencia, a fin de que haga executar sin excusa los de-
cretos del 14 de noviembre y 8 de junio, dando aviso de los
obstáculos, en su execución, si los hubiese".
Sesión del 4 de abril — Procurador 80, 5 de abril.
Acalorada y prolija discusión sobre la demanda de una
dama que pedía entrar en el goce de los mayorazgos de su
padre, expatriado. Se la consideraba digna de esa gracia
por su amor a la causa y por servicios de su esposo, briga-
dier, además de que lo mismo se había concedido ya a otras
altas damas. Pero algunos diputados cuestionaban que los
bienes confiscados estaban asignados a cargas de la hacien-
da y debía respetarse el tenor de la ley de las propias
Cortes. Se opinó que los mayorazgos como bienes vincula-
dos no sufrían los efectos de confiscación de los libres, lo
que al fin se aprobó en el caso. Pero —"El señor Larra-
zábal habló sobre la fuerza y consistencia de un decreto de
Cortes''.
Según El Procurador, del 12 de abril de 1814, la se-
sión del día anterior fue absorbida por la discusión acerca
de no haberse tratado el asunto del "papel Ballesteros"
—cierto manifiesto subversivo que dio lugar, como otros
de su índole, a que las Cortes fluctuaran demasiado entre
la aplicación rígida de la ley de libertad de imprenta y las
medidas de intolerancia y represión violenta, aguijados los
ánimos por el general apasionamiento y por el temor, que
flotaba en el ambiente, a perderlo todo: fluctuación que
176 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
debilitaba la autoridad de las Cortes y la fuerza de la ley,
dando preciosas armas a los opositores contra ellas.
Se había fijado fecha de 28 para esa discusión, y se
aducía que en la imprenta del diario no tiraban aún el quecontenía la reproducción ordenada "porque alguna manooculta impedía el suceso".
—"El señor Larrazábal ocupó la tribuna y en una lar-
ga exposición dio a entender, que no tenía interés en que se
viese y discutiese el dictamen de la comisión sobre el papel
Ballesteros; pero que habiéndose acordado la impresión del
diario de Cortes para que los señores diputados se pudie-
sen instruir mejor, era de parecer que se dilatase hasta ve-
rificar la impresión, pues no deseaba otra cosa que el Con-
greso pudiese juzgar con las debidas luces. El señor Sán-
chez: que estaba claro, que algunos no amaban la luz, sino
las tinieblas y obscuridad: y que si se esperaba la edición
del Diario de Cortes podría recurrir en lo subcesivo lo que
había sucedido hasta aquí y bajo de este supuesto hizo unasúplica al señor presidente, de que señalase día y término
lo más breve que se pudiese para esta discusión. El señor
presidente en uso de sus facultades se asignó al tercero día.
El señor Larrazábal indicó que no estaba en las facultades
del señor presidente el consignar el día, y por lo mismocreía debía consultar al Congreso. El señor Abella dixo, que
supuesto que esta controversia nacía de la falta del Diario
de Cortes, su señoría ofrecía no abandonar la imprenta has-
ta que la impresión estuviese hecha: accedió el Congreso
a que se diese la comisión de impresión del Diario a dicho
señor, verificando cuanto había ofrecido, e inquiriendo al
mismo tiempo las causas de esta morosidad y descuido
y se levantó la sesión".
Sesión ordinaria de la noche del día 17 abril — P. 94,
del 19. El señor Martínez de la Rosa presentó 6 ejempla-
res de la relación de las fiestas de la provincia de Granada
en el aniversario de la Constitución. "El presidente ma-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 177
nifestó el agrado con que se veía esta demostración y man-
dó se insertase en el Diario. Igual aprecio se hizo de unas
conclusiones, que un individuo de la Universidad de Va-lencia dedicó a las Cortes, y que presentó el señor Larra-
zábal".
(Puede haber error aquí. El señor Fernández-Hall,
que leyó tomos del Diario de las sesiones, decía que el 18
de abril de ese año, Larrazábal presentó a nombre de don
Ignacio Aycinena la tarja de su examen en la universidad,
del 2 de diciembre de 1813, sobre la Constitución, y, de
acuerdo con el acta "recordó con este motivo que dicha
universidad fué la primera que hizo igual dedicación a las
Cortes en 21 de febrero de 1811, sosteniendo la antigüedad
y facultad de las Cortes de España, la indispensable necesi-
dad de las anuales para que en ambos hemisferios reinase
la estrecha unión sólida y verdadera y que así lo manifes-
taban los símbolos y emblemas de la lámina que presentó
en este acto, y que es la misma que en el día se ha colocado
por el Director del nuevo salón de Cortes en la parte supe-
rior de su portada"). El testimonio de Aycinena fue acep-
tado con aprecio y se dispuso hacerlo constar en el acta.
Sesión del 28 de abril., P. 204, del 19.
Un oficial de la antigua Consolidación de vales pedía
la rehabilitación (por haber servido bajo el gobierno in-
truso). La comisión informaba que era digno de ella. "El
señor Larrazábal echó de menos el informe del gobierno,
según exige la ley. El señor Norzagaray después de haberelogiado el patriotismo de este oficial Somoza, alegó que la
comisión obraba en esta ocasión según había procedido en
otras muchas, en las cuales el informe del gobierno había
prevalecido y aprobado su dictamen. — El señor Larrazábal
leyó el decreto del año 12, y convino el Congreso en que se
pidiese informe al gobierno. — El señor secretario leyó uninforme de la comisión relativo a la apertura de un canal
que desde el mar pacífico atraviese todo el istmo de Gualte-
178 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
peque, hasta el Atlántico. El señor Vargas recomendó al
Congreso la grandeza y utilidad de este vasto proyecto. —El señor Dolarea pidió que se declarase si había caudalespara una obra tan vasta. — El señor Robles contestó : que el
Consulado de Panamá había ofrecido caudales para con-
cluirla, y que no se negaría a cumplir, lo que hace cuatroaños ofrecía. — El señor Larrazábal recomendó el méritodel señor Regente Ciscar para emprender, y llevar a debidoefecto esta grandiosa obra, y se aprobó el dictamen de la
Comisión . .
.
".
Serios conatos de borrasca hubo en la sesión del 2 de
mayo, aniversario del levantamiento de Madrid, que se
conmemoró con misas, ceremonia pública y la inauguración
del nuevo salón de las Cortes, donde se oiría el juramentodel rey. .
.
Se trató ese día entre otros el espinoso caso de los
frailes y sus bienes, que venía promoviendo dificultades yalboroto del cotarro; era cuestión política tensa. El pe-
riódico realista ya dedica alguna puya a Larrazábal en su
crónica, publicada el día 3.
Se pide que a los regulares se les ponga en posesión
de sus bienes y conventos, aunque la nación siga por ahora
tomando cuentas del sobrante y de aquello que no les cabe
en la pensión acordada. Se empeña la discusión. Los ex-
pedientes al gobierno, que se despachen a la mayor breve-
dad, en día tan señalado . . .
«—El señor Larrazábal: que no le parecía muy opor-
tuna ni conducente esa urgencia que se encargaba al go-
bierno sobre el expediente de regulares (escuchad que ya
truena); porque no es fácil, prosiguió S. S., poder graduar
los negocios que piden más actividad y urgencia en la esti-
mación del gobierno». (Subrayado): "¡Pobres frayles!
bien podéis revestiros de paciencia, y descuidar sobre la
actividad de vuestros agentes ;pues aunque como pobres no
los paguéis, suplirá por todo su generosidad".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 179
Se tratan otros asuntos, pero:
"—El señor Gómez volvió a insistir sobre la indicación
hecha con respecto a Regulares, añadiendo que no desisti-
ría hasta que el Congreso tomase resolución. — El señor
Calderón : que la Regencia dé informe a la mayor brevedad
sobre el estado del expediente general de Regulares: erre
que erre. — El señor Galbán que se omita eso, y se pase a
otras cosas. — El señor Larrazábal hizo la indicación de
que siguiesen las sesiones en el nuevo salón: a fin de apo-
yarla formó un discurso S. S. en que nos hizo ver la belleza
y elegancia con que estaba construido: los símbolos y pin-
turas alegóricas que tenían los señores Diputados a la vista
y con cuya iniciativa podían moverse al exercicio y prác-
tica de las virtudes propias de su misión y destino. Nodexó de hacernos reparar en la fortaleza y generosidad
con que los héroes Daoiz y Velarde habían despreciado sus
vidas por el honor y salud de la Patria, las pinturas de
baxo relieve que representan la ferocidad y barbarie fran-
cesa, y hasta la hermosura y comodidad de este nuevo saló»
con respecto al salón de los Canos que acababan de abando-
nar: todo, todo nos lo demostró S. S. con el dedo; pero no
pudieron menos algunos de reparar, que en su larga descrip-
ción no hiciese mención alguna de dos bellas estatuas que
dándose recíprocamente la mano, ocupan el frontis del sa-
lón : Justicia et pax osculatae sunt. — El señor Dolarea hizo
presente que no convenía a las Cortes acceder a esta indica-
ción contra el dictamen de los comisionados para informar
sobre este punto. — El señor Cepero, disipó con elegancia
el dictamen de los médicos, que expusieron a las Cortes, no
ser sana la dilatada estancia en el nuevo salón, por la exce-
siva humedad en que todavía abunda. Este señor Diputado
no se paró en razones, sino que hizo presente al Congreso,
que los placeres de los médicos son empíricos y académicos,
sin atenerse a otra cosa en ellos que hacer ostentación desus conocimientos meteorológicos, que por lo mismo apo-
180 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
yaba la indicación del señor Larrazábal: se pasó a votar, yquedó aprobada por 94 votos contra 65". ¡Opuesto, pues,
a los técnicos!
"Se leyó después una solicitud de dos militares, que pi-
den se les dispense por las Cortes de las diligencias y gasto
que deben hacer para ponerse la Cruz de Calatraba. — El
señor Larrazábal preguntó, si esta pretensión venía infor-
mada por la Regencia : quedó en estado la solicitud; y nom-
brando el señor presidente al señor Larrazábal para que
asistiese a la función (en la iglesia de San Isidro, donde se
había dispuesto que los diputados ocupasen sitio cómodo)
en lugar del señor Abella, se levantó la sesión".
Sesión del 3 de mayo, Procurador, 110, del 4.
"Se dio cuenta también de una representación de la
junta provincial de Guatemala, en la que se querella del
Gobernador, y Capitán General de aquella Provincia, por
haberse resistido al establecimiento de dicha Junta, y ha-
ber pasado orden a las Imprentas, que sin su consentimien-
to no imprimiesen papel alguno. — La comisión de infrac-
ción de Constitución informa sobre algunos puntos que se
intentan probar, desechando todo lo demás que carece de
toda prueba; sin embargo es de parecer, que todos los car-
gos hechos contra el Capitán General no son fundados; ni
le juzgan haber incurrido en algunos de los cargos que lo
acusan; y se aprobó. El señor Larrazábal propuso la idea,
de que el expediente vuelva a la comisión, y dé ésta su dic-
tamen sobre si hay lugar a formación de causa contra el
Capitán General don Josef de Bustamante. — El señor Díaz
del Moral leyó el Artículo 372 de la Constitución, en que
se dice tengan el primer lugar las infracciones de Consti-
tución. Se aprobó la indicación".
Sesión del 6 de mayo de 1814, Procurador, 112, 2^ épo-
ca, sábado 7 de mayo.
"El señor Yandiola hizo una indicación a fin de que
las Cortes declaren si los que gozan de carta de natura-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 181
leza español deberán comerciar libremente en los dominios
de España: la comisión informaba favorablemente, p2ro
después de varias discusiones que hicieron los señores La-
rrazábal, Echeverría y Plandolit, hubo lugar a votar por
78 votos contra 58, y se aprobó".
Todavía en la postrera junta de las Cortes ordinarias
se trató un asunto de Guatemala. En la crónica de El Pro-
curador del domingo 8 de mayo sobre la sesión del día an-
terior se lee: "Se dio cuenta de una querella de los indivi-
duos de la Junta Provincial de Guatemala, contra el Gefe
Político de aquella provincia, por querer obligar a la Junta
a que en su Palacio celebrase su sesiones". ¡ A mucho másobligaría el bueno del señor Bustamante, paladín y aventa-
jado discípulo del amado Fernando!
Tragedia política de 18Ib. Prendimiento de Larrazábal
A todo lo largo de la vida de las Cortes se había ido
desarrollando, con variable fortuna, la guerra contra las
fuerzas francesas y el gobierno intruso, pero, en los últimos
meses y nombrado por las Cortes el General Wellington
jefe de todas las tropas aliadas, se obtuvieron triunfos de-
cisivos que fueron despejando la situación y limpiando de
enemigos la península, hasta el punto de llevar la guerra
a territorio francés.
A Napoleón se le había cambiado radicalmente la suer-
te de sus armas siempre victoriosas. Tras los humillan-
tes desastres sufridos en España y los costosísimos fraca-
sos en la desatentada campaña de invierno en Rusia, roto
el mito de su invencibilidad, enfrentaba una formidable fer-
mentación adversa en Francia que, con un cúmulo de sa-
bidos hechos, llevaría a los Borbones nuevamente al trono
y al emperador a su primer ostracismo.
Todos estos acontecimientos se mezclaban como es na-
tural a la suerte del cautivo Fernando, sin que el pueblo
182 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de España diera crédito a las bajezas inconcebibles a que
había descendido para congraciarse la voluntad imperial,
sin conseguirlo, hasta que, estrechado por las circunstan-
cias y con ulteriores miras de utilizarlo contra Inglaterra,
Napoleón dejó en libertad, y en Valencey, munido de pasa-
portes pudo salir a mediados de marzo camino de España.
El entusiasmo de los españoles por la próxima resti-
tución de su amado rey se desbordó en todas las formas
imaginables, y aún en los no imaginables hogaño. Se colum-
bró, desde luego, que la vuelta del rey determinaría cambios
sustanciales en la política del reino, y las intrigas crecieron
al punto. La guerra contra las Cortes se hizo ya a las cla-
ras, y conforme aumentaban el delirio popular bien alimen-
tado y los manejos de realeza, clero y ejército, y avanzaba
Fernando hacia la capital, tomando cuidadosamente todas
sus medidas de asalto y represión, así parecía aumentar la
confianza de las Cortes que, suponían candorosamente que
Fernando se inclinaría ante la majestad de la ley y la so-
beranía del pueblo ...
El rey esquivó a los delegados de las Cortes enviados
a darle la bienvenida y lo mismo desairó a otros altos per-
sonajes del régimen constitucional, incluso prelados de gran
significación. Y con esas muestras del real desabrimiento
se volvía todo contra las dichosas Cortes : apenas tres meses
hacía, todo era agasajos públicos a la Regencia y a las
Cortes : cuando el 19 de febrero cerraron éstas su primer
año de legislatura para abrir al día siguiente el segundo,
su prestigio había sido hábilmente minado y el desfavor del
público resultaba manifiesto en su clásica veleidad.
El 19 de abril se celebró un armisticio entre lord Wel-
lington y los mariscales Soult y Suchet por los franceses,
que ponía fin, victorioso para España y sus aliados, a la
larga y terrible contienda; pero esos laureles irían a caer
a los pies de Fernando, no del pueblo y gobierno que los ha-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 183
bían conquistado en tantos años de arrojo y sacrificios sin
cuento.
El paso del monarca por Valencia marcó la decisión
de arrasar con todo. Allí se fraguó la muerte de las Cor-
tes y del régimen, confabulado el rey con los generales, co-
mo don Francisco Javier Elío, con los representantes más
recalcitrantes del pasado y con un grupo mismo de diputa-
dos opositores. A todo eso las Cortes no pudieron o no
supieron oponer nada: inocentemente se preparaban a re-
cibir al rey y su juramento, pensando con candor en que
entrarían en acción todos los legalismos y trabas previstos
contra cualquier avance de tiranía.
A esos momentos, en la noche del 10 al 11 de mayo,
fueron arrestados de real orden —según la versión del Con-
de de Toreno— "los dos regentes don Pedro Agar y don
Gabriel Ciscar, los ministros don Juan Alvarez Guerra ydon Manuel García Herreros, y los diputados de ambasCortes don Diego Muñoz Torrero, don Agustín Arguelles,
don Francisco Martínez de la Rosa, don Antonio Oliveros,
don Manuel López Cepero, don José Canga Arguelles, don
Antonio Larrazábal, don Joaquín Lorenzo Villanueva, don
Miguel Ramos Arispe, don José Calatrava, don Francisco
Gutiérrez de Terán y don Dionisio Capaz. Estuvieron en
igual caso el literato ilustre don Manuel José Quintana, yel Conde, hoy Duque de Noblejas, con su hermano y otros
varios".
4
'Procedió a ejecutar estas y otras disposiciones don
Francisco Eguía nombrado al propósito, de antemano ycalladamente por el Rey, Capitán General de Castilla la
Nueva; obrando bajo sus órdenes asistidos de mucha tropa
y estruendo con el título de jueces de policía don Ignacio
Martínez de Villela, don Antonio Alcalá Galiano, don Fran-
cisco Leiva y don Jaime Alvarez de Mendieta, diputados a
Cortes en las extraordinarias, y colega por tanto de varios
de los perseguidos. Negóse a desempeñar encargo tan cri-
184 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
minal y odioso don José María Puig, magistrado antiguo,
a quien ensalzó mucho ahora proceder tan noble como poco
imitado. Fueron encerrados los presos en el cuartel de
guardias de corps y en otras cárceles de Madrid, metiendo
a algunos en calabozos estrechos y fétidos, sin luz ni ven-
tilación, a manera de lo que se usa con forajidos o delin-
cuentes atroces. Continuaron los arrestos en los días su-
cesivos y estendiéronse a las provincias de donde fueron
traídos a Madrid varios sujetos y diputados esclarecidos,
entre ellos don Juan Nicasio Gallego, acabando por hen-
chirse de hombres inocentes y dignísimos todas las cárceles,
en las que de día y noche, sigilosamente y sin guardar for-
malidad alguna, vaciaban encarnizados enemigos la flor ygloria de España. No pudieron ser habidos a dicha suya
los señores Caneja, Díaz del Moral, don Tomás Istúriz yConde de Toreno, que pasaron a otras naciones.
"En la misma noche del 10 al 11 de mayo presentóse
el General Eguía a don Antonio Joaquín Pérez, diputado
americano por la Puebla de los Angeles y actual presiden-
te de las Cortes, intimándole de orden del Rey quedar éstas
disueltas y acabadas del todo. No opuso Pérez a ello óbice
ni reparo alguno, y antes bien créese que obedeció de buena
voluntad, estando en el número de los que firmaron la re-
presentación de los 69, y en secreto, según se presumió, de
todo lo que ocurría entonces. Una mitra con que le galar-
donearon después, dio fuerza a la sospecha concebida de
haber procedido de conveniencia con los destruidores de
las Cortes, y por lo tanto indigna y culpablemente". (Los
69, llamados "los persas" por la expresión con que comen-zaba su escrito, habían sido diputados de tendencia oposi-
tora en su mayoría, firmantes de un manifiesto al Rey—que les valió gracias y honores— informándole del pro-
ceso seguido por la revolución e instándolo a no jurar la
constitución, y a nombrar Cortes a la antigua usanza, ala-
bando la sabiduría de la monarquía absoluta).
DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL 185
"Soltáronse en la mañana del 11 los diques a la licen-
cia de la plebe más baja, arrancando ésta brutalmente la
lápida de la Constitución que arrastró por las calles, lo mis-
mo que varias estatuas simbólicas y ornatos del salón de
Cortes (—los que había elogiado Larrazábal en la memo-rable sesión del 2 de mayo— ) . Lanzaban también los amo-tinados gritos de venganza y muerte contra los liberales yen especial contra los que estaban presos: llevando porobjeto los promovedores encrespar las olas populares apunto de que se derramasen dentro de las cárceles, y sofo-
casen allí, en medio de la confusión y ruido a los encerra-
dos en aquellas paredes. Pero malogróseles su feroz in-
tento, que muy somera y no de fondo era la tempestad le-
vantada, como impelida sólo por la iniquidad de unos pocos
y muy contados".
Esa misma mañana amaneció en las esquinas el ma-nifiesto del Rey, fechado en Valencia el 4 de mayo y man-tenido oculto de propósito, en que se negaba a jurar la
Constitución, reprobaba lo hecho en su ausencia y prome-tía un gobierno de libertades y moderación. "Mas hacer
promesas tan solemnes y de semejante naturaleza a la faz
de la nación y del mundo, al propio tiempo que se decreta-
ba subrepticiamente la disolución de las cortes y que se
atropellaban sin miramiento alguno las personas de tantos
diputados y hombres ilustres, no parecía sino que era aña-
dir a proceder tan injusto y desapoderado befa descara-
da y dura", comenta Toreno, cuyo relato, de primera mano,y a ratos de mano maestra, vale la pena seguir.
"Atropéllanse a la mente reflexiones muchas al con-
templar semejantes acontecimientos y sus resultas. Poruna parte muy de lamentar es, ver convertido al Rey eninstrumento ciego de un bando implacable e interesado,
haciendo suyas las ofensas y agravios ajenos, y forzado portanto a entrar en una carrera enmarañada de reacciones ypersecución en daño propio y grave perjuicio del estado, y
186 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
por otra admira la imprevisión y abandono de las Cortes
que dejándose coger como en una red, no tomaron medidaalguna para el golpe que las amenazaba, madrugando pri-
mero y anticipándose a sus enemigos. Nacía en el Rey se-
mejante conducta de su total ignorancia de las cosas actua-
les de España, y de aquella inclinación a escuchar errados
consejos que se había advertido ya desde el principio de
su reinado ; y en las Cortes de inexperiencia y de la buenafe que reinaba entonces entre los reformadores, no imagi-
nándose cabría nunca a su causa ni caería tampoco sobre
ellos la suerte y trato que experimentaron, no menos inicuo
que poco merecido.
"Dudamos también contra el dictamen de muchos que
hubieran podido las Cortes, aún permaneciendo muy uni-
das, resistir al raudal arrebatado que de Valencia vino so-
bre ellas. El nombre de Fernando obraba por aquel tiem-
po en la nación mágicamente; y al sonido suyo y a la vo-
luntad expresa del Rey hubiera cedido todo y hubiéranse
abatido y humillado hasta los mayores obstáculos. Tam-poco era dable contar con los ejércitos. Mantúvose el lla-
mado primero fiel a las Cortes, pero tibio; y declaróse en
contra el segundo ..." etcétera . .
.
El Rey entró en Madrid el 13 . . . "Arcos de triunfo
y otros festejos embellecían la carrera y le daban realce;
no escaseando en ella el clamor, alabanzas y vítores, si bien
no con aquel desahogo y universal contentamiento que era
de esperar en ocasión tan plausible; lastimando el oído
de muchas y quebrantado su corazón con los sollozos y lá-
grimas de las familias de tantos inocentes, sepultados aho-
ra en oscuros encierros y calabozos".
Desocupadas las plazas españolas por los franceses ylas francesas por españoles y aliados, regresado Wellington
a su patria y firmado el tratado de paz de las potencias,
España se reorganizaba, pero, para su mal, bajo los signos
del despotismo y el error. Los dos primeros ministerios
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 187
siguieron la política iniciada en Valencia "creciendo cada
día más las persecuciones y la intolerancia contra todos los
hombres y todos los partidos que no desamaban la luz ybuscaban el progreso de la razón: siendo en verdad muydificultoso, ya que no de todo punto imposible a los minis-
tros salir del cenagal en que se metieran los primeros ymalhadados consejeros que tuvo el Rey. Error fatal y cul-
pable, del que todavía nos sentimos y nos sentiremos por
largo espacio; pudiendo aplicarse desde entonces a la in-
feliz España lo que decía un antiguo de los atenienses:
"Desorden y torbellino los gobierna, expulsada ha sido to-
da providencia conservadora".
"Otro rumbo hubiera convenido tomarse el Rey a su
vuelta a España, desoyendo dictámenes apasionados, yadoptando un justo medio entre opiniones extremas. Éralo
todo hacedero entonces, y hubiérase Fernando colocado con
tal proceder junto a los monarcas más gloriosos e insignes
que han ocupado el solio español", concluye melacólicamen-
te el Conde de Toreno.
Si Fernando con su camarilla mereció entonces exe-
cración, los hechos posteriores de su gobierno en alterna-
tivas de despotismo y constitucionalismo fijaron para la
posteridad el juicio adverso que contra él y su sistema se
ha mantenido. Sin embargo, cabe decir que a últimos tiem-
pos no han faltado tímidos o encubiertos defensores que
pretendan exculparlo, sublimando buenas prendas perso-
nales que pudieron haberle adornado. Todos los tiranos
encuentran algún glorificador. La historia tiene el deber
de ejercer con severidad su ministerio de justicia distribu-
tiva y no dejarse ilusionar por encontrados apasionamien-
tos. Es lamentable que el último gobernante del imperio
español, el último Rey de Guatemala . . . haya sido lo que
188 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
fue. Su papel, con todo, fue necesario a la independencia
de América: la prisión y los vejámenes que infligió su
crueldad al guatemalteco don Antonio Larrazábal, fueron
así parte valiosa y necesaria de los grandes sacrificios que
América tuvo que pagar por su libertad.
En el periódico reaccionario que tanto hemos citado
—y sería curioso ver en cuántos más de esos días y del
mismo diapasón— todavía alcanzan a Larrazábal, ya re-
cluido en prisión, salpicaduras del odio reconcentrado. Enun artículo comunicado, del viernes 13 de mayo, donde se
dice que "el código de nuestra libertad contiene atentados
contra la dignidad de un pueblo libre,,
y se da libre salida
a demagógicos desahogos, se escribían cosas como estas:
«que el señor Lardizábal —exregente y luego ministro uni-
versal de Indias, bajo Fernando— había dicho: "llegó el
tiempo de hablar claro" y había que aprovecharlo, para
tratar de la legalidad de las Cortes y sus disposiciones. Que
un periódico había dicho : Las Cortes de España están com-
puestas arbitrariamente sin más plan o más leyes que las
que permitían las circunstancias. Sólo la aprobación pos-
terior de los pueblos que no han podido mandar a ellas sus
diputados legítimos y libremente elegidos puede darles au-
toridad sobre ellos (todo subrayado). Los ilustres Dipu-
tados de las Cortes de Cádiz previeron la fuerza de estas
objeciones y aquellos inconvenientes, y desde luego que hu-
bo ocasión trataron de salvarlos, y de corregir los defectos
de convocación y organización de las Cortes llamando a
ellas a todos los pueblos libres. Sí llamaron; pero ¿y el
examen de lo anteriormente decretado? Ciudadano: de
netuo tae judico, y te juzgaron inexorablemente los señores
constituyentes y constitucionales, porque no contento con
barrenar la obra divina y a los operarios, dixiste ... ¡O
blasfemia! ¡O sacrilegio inaudito! dixiste que en ella se
hallan artículos que atacan la libertad natural de los pue-
blos. Óiganlo, léanlo, rumíenlo los señores Cepero, Martí-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 189
nez de la Rosa, Istúriz, Larrazábal y también Valdés con
su Ayuntamiento y Diputación de Cádiz . . . ».
¡Salpicaduras del odio bastardo de la política, que el
tiempo desvanece y olvida, haciendo que brille en toda su
pureza el fino metal del patriotismo, la entereza y la virtud
con un alto resplandor de gloria!
A toda página, en tipos desplegados, El Procurador
dio la noticia de los arrestos del 10 de mayo del 14, en
que se incluye el prendimiento de Larrazábal. Esta página,
que dice así, tiene el más señalado interés histórico para
nosotros, guatemaltecos en insoluble deuda de honor con
el procer diputado héroe civil de Guatemala:
«PERSONAS QUE HAN SIDO ARRESTADAS ENLA NOCHE DEL 10 DE MAYO, Y DÍAS SIGUIENTESEN ESTA CORTE: Los dos señores Regentes Ciscar yAgar.
Señores Diputados de las Cortes extraordinarias:
Muños Torrero, Presidente de la Comisión de Cons-
titución.
Arguelles y Oliveros, miembros de la misma.
Villanueva.
Calatrava.
Zumalacárregui.
Señores Diputados de las Cortes ordinarias:
Cepero, García, Page, Capaz, Martínez de la Rosa,
Canga Arguelles.
Señores Diputados de ambas:
Terán, Ramos de Arispe, LARRAZÁBAL, Feliu.
190 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Secretarios del Despacho que habían sido, y lo eran en la
actualidad
:
García Herreros, Alvarez Guerra, Odonojú, CanoManuel.
Particulares
:
El Conde de Noblejas y su hermano, Quintana el Poe-
ta, Domenech, Gefe Político; los Pereiras, los có-
micos Gil y Máiquez, Manrique, editor del Redac-tor General, Ramago, editor del Conciso.
Imprenta Davila, calle de Barrionuevo. Con licencia
del Excemo. Sr. Capitán General».
Consternación en Guatemala por la prisión del Procer
Casi al mismo tiempo habían sido designadas las dos
autoridades supremas, civil y religiosa, de Guatemala, nom-brados sus titulares por el Supremo Consejo de Regencia:
el Capitán General don José de Bustamante Guerra de la
Vega, Rueda, Cobo, Estrada y Zorlando, y el Arzobispo
Doctor Fray Ramón Casaus y Torres. Ambos tendrían
sonada actuación en las vísperas de la independencia cen-
troamericana, y el segundo por muchos años más. El se-
ñor Bustamante, que sumaba ya cuarenta años de servicios
al reino, confirmado por las Cortes asumió el gobierno el
14 de marzo de 1811. El señor Casaus y Torres fue exalta-
do en 30 de marzo de 1811 y confirmado por el Rey en
agosto del 14, tomó posesión de su cargo el 28 de sep-
tiembre de 1815, con bulas pontificias de 15 de marzo.
Ambos —grave coincidencia— eran de carácter enérgico,
autoritario, y se vieron comprometidos por igual en serios
conflictos. Si acataron a las Cortes y contemporizaron con
sus leyes, como no podían menos, sus tendencias eran clara-
mente absolutistas.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 191
El Ayuntamiento constitucional pronto tuvo algunos
rozamientos con Bustamante, como uno provocado por la
negativa de los impresores de la ciudad a tirar cierta pro-
clama municipal relativa a la Constitución sin que antes
conociera de su texto el gobernante, ya titulado jefe políti-
co, según órdenes que al efecto había impartido.
En Madrid y La Habana se hicieron publicaciones con-
tra Bustamante, eco de una querella presentada en las Cor-
tes porque demoraba con pretextos frivolos la instalación
de la Diputación provincial, por su oposición a la plena li-
bertad de imprenta y por otros motivos.
"Esta proposición, decía un periódico, se mandó pasar
con urgencia a la Comisión referida (la de infracciones a
la Constitución, muy activa) a propuesta de los señores
Arizpe y Larrazábal, quienes con la energía de su ardiente
amor a la humanidad y a las sabias instituciones que con
tanto júbilo han proclamado ambas Españas, declamaron
contra el despotismo de gran parte de mandones de Amé-rica, hechura muchos de ellos del execrable Godoy", y se
desahogaba en cargos contra Bustamante.
Nada lerdo en asunto que lo lastimaba, y a tan buenahora, hizo sacar copia certificada del impreso y procedió
a pedir al arzobispo Casaus, a 25 de agosto de 1814, es
decir, ya bien seguro del apoyo que tendría en el régimen
reinstaurado del absolutismo, hiciera a cuatro diputados
provinciales, que eran eclesiásticos, ya reunidos, ya indi-
vidualmente, mediante juramento, varias apremiantes pre-
guntas sobre su conducta, sin temor —aseguraba— a que
emplease su autoridad contra ellos: sólo ansiaba vindicar-
se de las calumnias que se habían vertido en su mengua.Interesa recoger las duras frases del alzado gobernante
contra Larrazábal, prisionero ya en Madrid.
"Me ofenden cinco individuos de esta Diputación pro-
vincial, los exdiputados Arizpe y Larrazábal, que sin cono-
cerme aún de cara son eco ofensivo de sus voces". "Arizpe
192 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
y Larrazábal, presos de orden del Rey, se anuncia en pape-
les públicos, el editor probablemente condenado también a
prisión, no existen en esta Provincia sino en las cárceles
o arrestos de España. Cuando regrese a la Península (yo
lo protesto seriamente) haré lo que exige mi honor".
Y más adelante, con mayor coraje: "Ignoro quiénes
son los cinco que firmaron la exposición o libelo en que se
me ha calumniado. Sean los que fuesen ; el honor, ídolo de
todo español pundonoroso; el honor, objeto de mi larga ydilatada carrera, no permite que guarde silencio; y si La-
rrazábal llamado mordaz y reo de Estado por el señor Gil,
en la sesión pública de enero último, dijo que no se daba
por ofendido, y no quiso entrar en materia, yo, "guiado por
muy diversos principios, no callaré jamás cuando se meofenda porque mi conducta, pura en el concepto de cuantos
me conocen y hablan de buena fe no teme ser vista ni pes-
quisada en ninguno de sus aspectos".
Palabras que explican la particular inquina con que
Bustamante, como ya vimos, acusaría a Larrazábal por sus
ideas "subversivas" al marginar las Instrucciones, en que
también desfogaba su enojo contra los miembros del Ayun-
tamiento. Quisquillas de rivalidad y amor propio ajado:
los altibajos de la situación política hacían mermar la au-
toridad del jefe político a favor de la de los orgullosos
municipales, que crecía en el constitucionalismo. Al hun-
dirse éste, subía la del jefe. El fenómeno tendría que re-
petirse en los mismos términos en menos de una década . . .
Refiere Ramón A. Salazar (Historia de veintiún años
— la independencia de Guatemala) el entusiasmo que se
promovió en la capital al saberse en 24 de junio lo ocurrido
en Madrid el 4 de mayo, según crónicas de la Gaceta. En-
tusiasmo oficial, por supuesto, inducido a repiques de cam-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 193
panas, estallido de cohetes y fragor de salvas a un pueblo
sencillo y novelero. Pondera la actividad de Bustamente
para celebrar el acontecimiento de la reposición del Rey
y el regocijo personal de que estaba poseído, así como, másadelante, las medidas de rigor que tomó contra los presos
políticos, si bien no se manchó de sangre inocente.
Habla también Salazar de la actuación del arzobispo
y sus manifestaciones de júbilo por el mismo motivo, ofi-
ciando de pontifical el 31 de julio, y como a ese tiempo se
recibiera la noticia de haber sido abolida la Constitución,
añade Salazar, entrecomillando frases de la Gaceta "se mos-
tró colmado de gozo y esperanza, viendo destruida la de-
mocracia". En la iglesia de San Agustín "atacó con cató-
lica vehemencia a los filósofo-políticos Rousseau, Voltaire,
Diderot, Montesquieu y sus secuaces, en las impías obras
que en estos tiempos han abortado, y presentándolos a la
consideración del auditorio como unos insectos inflados de
orgullo y vanidad".
El temperamento del señor Casaus lo arrastraba a esas
explosiones. Ya en México había atacado con violencia ex-
tremada a Hidalgo en su insurgencia, y a Larrazábal le
tocó presentar a las Cortes una colección de sus publica-
ciones de ese orden. Su patriotismo de español se mani-
festó asimismo en oración fúnebre a las víctimas del 2 de
mayo pronunciada en el templo de Santo Domingo en esa
fecha de 1812 conforme a orden del congreso y que impri-
mió dedicándoselo a la regencia; también hizo publicar a
sus expensas un sermón del doctor Blas Ostolaza, diputado
famoso por su cerrado tradicionalismo. Tuvo otros muchospronunciamientos semejantes.
Si el entusiasmo realista de las autoridades civiles yeclesiásticas y de las distintas corporaciones fue extremoso,
es de suponer que detrás de sus demostraciones públicas
latía la inquietud de los que temían efectos de sus pasadas
actuaciones, y de los que, como patriotas y ansiosos de la
194 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
libertad, veían ensombrecido, acaso para siempre, el ho-
rizonte de su país. ¡Todo estaba perdido!
El Ayuntamiento tuvo que escribir una penosa página
de su historia el 26 de agosto de 1814 al felicitar al Rey yrecomendarle su fidelidad con expresiones propias de la
época: no por esto mismo, sino por la necesidad, en que
se vio de estampar frases que no dejarían de ruborizar a
más de alguno de los signantes, y que son comprensibles
si se consideran la inquietud y el temor que embargaría el
ánimo de subditos que habían contribuido de algún modoa los actos y leyes que el monarca y sus corifeos condenaban
y eran objeto de tiránica represión.
"El Cabildo, Señor —se exculpaban o intentaban excul-
parse con medrosidad que perdura hasta hoy— ,que en ob-
sequio de la unión y de la paz ha reconocido y obedecido
sumisamente a todos los Gobiernos que durante el cautiverio
de V. M. se han sucedido en la Península : lleno hoy de gloria
y complacencia por ver asegurada la administración del Es-
tado en las Reales manos de V. M. oyó con regocijo (!) su
manifiesto y Real Decreto dado en Valencia el 4 de mayoúltimo que el Capitán General de la Provincia hizo publicar
en esta ciudad: y aunque el Cuerpo carece de noticias ofi-
ciales por no habérsele aún comunicado alguna sobre tan
gratos acontecimientos, queriendo mejor acreditar su amor
y lealtad a su amado Rey, prestó inmediatamente su obe-
diencia al indicado Decreto de V. M. y en su virtud hizo
quitar de la Plaza principal del Pueblo la lápida que confor-
me a un Decreto de las Cortes estaba consagrado a la Cons-
titución : haciendo poner en su lugar esta dedicación : "PLA-ZA REAL FERNANDO 7<?" (A esa fecha no habría llega-
do a Guatemala la real cédula de 30 de julio de 1814, que
disolvía los ayuntamientos llamados constitucionales. LaAudiencia no hizo papel más lucido: ¡hay un abismo entre
sus felicitaciones a las Cortes y sus felicitaciones al Rey
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 195
que las disolvió! Había que acomodarse a las circuns-
tancias . . . )
.
Tres días después, sin embargo, y a pesar de incluir
forzosamente en su demanda frases lastimosas, llevado de
nobles sentimientos y del peso de sus deberes y gratitud
hacia el hijo ilustre de Guatemala que había sido su dipu-
tado y soportaba injusta prisión en España, el Ayunta-
miento eleva al Rey estas voces:
"Señor —Guatemala en su Cabildo que en cartas de
1? de julio próximo y 26 del que rige ha tenido el honor
de tributar a V. M. sus homenajes y felicitarse por su res-
titución al Trono de las Españas, que ha colmado los deseos
y votos de los pueblos todos de la Monarquía: puesta hoy
ante el Trono de V. M. con el más profundo rendimiento y
confiada en la clemencia y paternal amor de su Soberano,
se atreve a implorar la gracia a que se contrae la presente
solicitud.
"Obligado, Señor, este Cabildo por virtud de las órde-
nes de la Junta Central y del Primer Consejo de Regencia
a nombrar un Diputado que representara a esta Ciudad ysu partido en las Cortes Generales y Extraordinarias de la
Nación, puso la mira en el Dr. Dn. Antonio Larrazábal,
Canónigo Penitenciario de esta Santa Iglesia Metropolitana
y elegido efectivamente en la terna recayó la suerte en su
persona y fué hecho Diputado con general aplauso y acep-
tación;porque este individuo de una familia antigua e ilus-
tre del país, adornado de las mejores prendas se había
captado las estimaciones y conceptos de las gentes ; razones
que unidas a su mérito y servicio, a su convencida opinión,
entereza y justificación, y más que nada a su decidido pa-
triotismo, adhesión y lealtad acreditada hacia V. M. y a sus
fervientes deseos por el feliz éxito de la guerra que la Na-ción hacía al Tirano de la Europa: movieron al Ayunta-miento a elegirlo para tan importantes destinos.
196 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"Cuando su patria creía que concluido el término de ¡iu
misión, le volvería a ver en su seno; la voz pública ha he-
cho entender a este Cuerpo que es uno de los Diputados
que se hallan presos en esa Corte, aunque no alcanza los
motivos ni estos han llegado a su noticia. El Ayuntamien-
to, Señor, está muy lejos de atreverse a juzgar de las cau-
sas que habrán motivado la prisión del Diputado Larrazá-
bal, no dudando que si ésta es cierta, aquéllas habrán sido
muy justas. Este Cuerpo, respetando como debe las dis-
posiciones Soberanas de V. M., sólo se limita a pedirle hu-
mildemente: que si el referido Diputado ha tenido la des-
gracia de merecer el desagrado de V. M. se digne verlo con
la conmiseración y piedad propias de su Real Animo y de
la benignidad y amor que V. M. profesa a sus vasallos, dis-
pensándole toda la gracia que sea compatible con la justicia.
"Repite el Cabildo, Señor, que está persuadido que la
prisión de su Diputado habrá sido efecto de muy poderosas
causas; pero ni puede por un lado desentenderse de im-
plorar en su favor la Real Clemencia de V. M. ni descon-
fiar del logro de sus peticiones, que está seguro de alcanzar
mediante su Augusta Benignidad.4
'Las circunstancias mismas del regreso al Trono de
V. M., que debe ser manantial de gracias y beneficios que
se derramen sobre los vasallos todos, claman en favor de
aquel individuo, pidiendo se vean con conmiseración sus
faltas y acaso habrán sido de aquellos yerros de opinión,
que ocasionan los tiempos y los accidentes de que no está
libre el hombre más sensato y juicioso.
"Además, Señor, si la lealtad acendrada de Guatemala
es acreedora a que V. M. se digne otorgarle alguna merced,
ésta es la que su Cabildo, a nombre del público de esta
Capital implora, de V. M. ; suplicándole también que en
atención a la hermana del referido Larrazábal, que es hija
de un fiel servidor de los augustos predecesores de V. M.,
y que no cuenta con otro apoyo para su subsistencia, que
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 197
el de su caritativo hermano el Diputado, quien la ha soste-
nido siempre con los emolumentos de sus destinos por notener otro patrimonio ni caudal: tenga la bondad de im-
partirle la gracia que como se ha dicho arriva este Cuerpo,
sea conciliable con la justicia; haciéndola extensiva, si
pudiese ser, a la restitución de aquel ciudadano a sus em-pleos de esta Ciudad.
"Confiado el Ayuntamiento en la clemencia y ternura
de V. M., no duda que se dignará dar su favorable éxito
de estas respetuosas insinuaciones.
"Dios guarde las Reales Personas de V. M., muchos
años para bien de la Monarquía. Guatemala, en su Ca-
bildo a 29 de agosto de 1814".
El profesor Pardo aclara que esta exposición fué re-
mitida por conducto del señor don José de Aycinena, con
un oficio de esa fecha. Por su parte, el señor Aycinena
especifica las gestiones hechas por él en favor del señor
Larrazábal, en comunicación dirigida al Ayuntamiento fe-
chada cuatro meses más tarde y cuyo texto es también
valioso de recoger en estos apuntes y recopilaciones.
La nota del consejero don José de Aycinena al Ayun-
tamiento de Guatemala habla de otras súplicas que le fue-
ron enviadas para interceder en favor del prisionero polí-
tico. Gozoso de haber besado las reales manos, dice así:
"Excmo. señor. Como siempre consideré la impresión
que había de causar en los ánimos de los nobles y honrados
habitantes de esa capital, y aun de todos los de ese fidelísi-
mo reyno la inesperada noticia de la prisión del señor don
Antonio de Larrazábal, desde los principios esperaba que
V. E. no pudiéndose desentender de las obligaciones en que
para con él está la patria por los sacrificios que hizo para
venirla a representar, ni debiendo minorar por este des-
graciado accidente la estimación general que justamente
se merece por sus virtudes cristianas, y patriotismo había
de dirigir por estas razones sus súplicas a nuestro suspi-
198 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
rado monarca a beneficio de dicho señor. No me engañe
en mi esperanza, y así con el oficio de V. E. de 26 del últi-
mo agosto, que llegó a mis manos el 13 del corriente recibí
la representación que me acompaña.
"Al día siguiente hablé al Excmo. señor ministro uni-
versal de Indias don Miguel de Lardizábal, y al Excmo. se-
ñor ministro de Estado don Pedro Ceballos, manifestán-
doles el justo y honroso encargo que V. E. me hace, y em-
peñándolos para el buen éxito de la solicitud: luego pedí
por el conducto ordinario que S. M. me concediera unaaudiencia señalándome día y hora para ello: se me asignó
para el día de hoy a las 12, en cuya hora tuve la honorífica
satisfacción de besar de su majestad la mano y represen-
tarle que V. E., el limo. Cabildo Eclesiástico de esta Me-
tropolitana Iglesia, los curas párrocos de la misma, y la
Real y Pontificia Universidad me habían conferido la hon-
rosa comisión de protestar a los reales pies de su Majes-
tad su profunda obediencia como homenaje de su lealtad,
y le hice presente que esta virtud en ese fidelísimo reyno
ha sido a toda prueba constante en las diversas vicisitudes
de los gobiernos pasados, sirviendo de motivo de admira-
ción a la Europa, y de ejemplo e imitación a la América;
pero que cuando estos fieles habitantes desahogaban sus
corazones en las más tiernas opiniones de su amor por la
prodigiosa restitución de S. M. al augusto trono de sus
gloriosos progenitores, y tributaban al todo poderoso ren-
didas gracias por tan incomparable beneficio, se hallaban
penetrados del más vivo dolor por la noticia de haberse
puesto preso su diputado a Cortes, eclesiástico de ejemplar
virtud, y que había dado pruebas de su declarada adhe-
sión a la sagrada persona de S. M., añadiéndole que no por
esto dudaba de la justicia de la causa, sino que imploraba
V. E. y los limos., y respetables Cuerpos, la clemencia de
S. M. a favor de un hijo, y hermano, desgraciado, en los
pliegos que me encargaban elevar a sus reales manos, las
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 199
que besé por segunda vez en el acto de entregárselos, supli-
cándole por tres ocasiones a su innata bondad se dignase
leerlos por sí mismo.
"S. M. se dignó oírme despacio y benignamente y por
muchas ocasiones me contestó con su acostumbrada afabi-
lidad que estaba bien.
"Fundado en esto, en su natural clemencia, y en su
paternal corazón, espero que la representación de V. E.
producirá el efecto que se desea, pues aunque Dios suele
hacer padecer a los justos es para purificarlos y que salgan
con mayor limpieza.
"Inmediatamente di aviso al señor Lardizábal de las
resultas de la audiencia que había logrado de nuestro Reyy señor y a V. E. cuidaré de comunicar las sucesivas.
"En esta semana está dando su confesión el señor
Larrazábal, y es regular que en la siguiente, se ponga en
comunicación, y así oportunamente ha llegado la represen-
tación de V. E.
"Nuestro señor guarde a V. E. muchos años. Madrid,
17 de Febrero de 1815.
"Excmo. señor.
(f) José Aycinena.
"Excmo. y M. N. Ayuntamiento de Guatemala".
El señor Lardizábal, en gran encumbramiento oficial,
en esos momentos delicados, era un nexo valiosísimo para
Guatemala, de la que había sido diputado suplente. En31 de julio de 1815 se dirigía al Ayuntamiento agradecién-
dole en nombre del Rey sus demostraciones de júbilo yfidelidad, y es de suponer no sería indiferente, a despecho
de diferencias políticas, a la causa de Larrazábal en la
que por obra de su cargo y de sus relaciones con el señor
Aycinena tenía que intervenir.
200 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
La solicitud de los señores Aycinena por Larrazábal
iue constante y hubo de documentarse en reclamo hecho
al Ayuntamiento por don José Ignacio Larrazábal, her-
mano del canónigo, quien con el deseo de arreglar las cuen-
tas pendientes con esa casa, propiamente con la mortual
de don Vicente de Aycinena, hace en 1815 pedimento ds
que se le cancelen los adeudos por concepto de dietas el
diputado, de las cuales sólo había recibido una parte, su-
pliendo lo demás de sus gastos mediante anticipos de un
familiar de los señores Aycinena, por instrucciones de
éstos.
El momento para tal reclamo no sería el más propicio
y la cosa debió parecer una brasa, en manos de la muni-
cipalidad, tal vez con ribetes de cuestión política. Se for-
mó, como era natural, el expediente de rigor, que se halla
muy deteriorado y borroso, pero de su contenido da clara
idea, aun faltando el fallo del fiscal a quien pasó, y otros
documentos o trámites, la siguiente carta de don JuanFermín de Aycinena incluida en dicho expediente, así co-
mo un pasaje del propio reclamo por don Ignacio Larra-
zábal. Dicen
:
«Sor. Dn. José Ignacio Larrazábal. —N. GuatemalaSepte. 23 de 1815.
Muy Sr. mío: En virtud de Real Orden expedida a
instancias de los SS. representantes de este reyno se comi-sionó a mi hermano el Marqués de Aycinena para que re-
caudase las dietas respectivas a cada uno mandadas pagarprincipalmente de la renta de tabaco de este reyno.
Luego que se recibió otra Real Orden se hicieron ante
el Supremo Gobierno las gestiones oportunas quien en vista
de no haber caudales en el tabaco interpeló al Real Consu-lado para que entregase de sus fondos doce mil pesos.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 201
Después de varias contestaciones se allanó este cuer-
po a la entrega acordada se librasen los doce mil pesos a
favor de mi hermano: percibí el libramiento y a cuenta se
me entregaron 5,152 pesos en dos partidas, la primera en
un libramiento de 3,152 pesos contra el receptor de Villa
de Sonsonate que cobré y la 2^ de dos mil pesos que meentregó el Tesorero Dn. Rafael Trullén en tres de julio del
año ppdo.
En dicha fecha hice el prorrateo de 5,152 pesos entre
los SS. Diputados y aboné en su cuenta al Padre Larrazábal,
hermano de usted 858 pesos 5 1/3 rs. y es la única cantidad
que se me ha entregado por cuenta de sus dietas pues no
ha llegado a cubrir el libramiento de los doce mil pesos.
Por lo que toca a nuestro Padre Antonio no ha tenido
necesidad de percibir en España de la Real Tesorería nin-
guna cantidad pues desde que llegó a Cádiz se le ha sumi-
nistrado todo lo necesario por mi primo Dn. Fermín de
Elizalde según nuestras órdenes y particular encargo.
Creo que la cuenta de su gasto conforme avisos de miprimo debe ascender a más de cinco mil pesos.
Cuando salió de esta ciudad se le dieron para el viaje
cinco mil pesos y aunque gastó en él como siete ; sin embar-go de las ofertas que se le hicieron por este Ayuntamientode que avisase lo más que gastase no quiso que mi hermanosolicitase el reintegro del exceso.
Es cuanto sobre el particular ha ocurrido y puede de-
cir a usted su affmo. —Q. B. S. M.— Juan Fermín A\j-
cinena».
El escrito de don Ygnacio copia en parte la carta an-
terior y termina: "Yo retardaría esta gestión hasta otra
oportunidad pero me impele a hacerlo así" —el reclamo
—
"el deseo de reintegrar a la casa del Sor. Marqués los suple-
mentos que por disposición de V. E. tiene hechos a mi des-
graciado hermano como que cortara los premios que le
están corriendo y agravan más su lamentable situación.
202 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Espero pues de la consideración de V. E. se sirva dis-
pensar a este negocio que por su entidad y justicia es digno
de la mayor atención. —Dios guarde a V. E. muchos años.
—Guatemala 7 de octubre de 1815. —José Ignacio Larra-
zábal".
Las dietas del canónigo Larrazábal comenzaron desde
el 20 de agosto de 1811 en que dio principio a sus funcio-
nes, hasta el 11 de mayo de 1814 en que cesó su represen-
tación por la disolución del congreso : 995 días que a razón
de 6 pesos son 5,970 a cuenta de los cuales recibió 853 pe-
sos 5 1/3 reales.
Juzgúese cuánto acibararían la de suyo amarga si-
tuación del prisionero real y la inquietud de sus deudos,
la incertidumbre y preocupaciones económicas, con el marde por medio y un encarcelamiento que, en rigor, era de
término indefinido . . .
Persecución que acaba mal para el gobernador
Los miembros del Ayuntamiento constitucional tuvie-
ron que ser sustituidos para 1815, al recibirse la real or-
den de reposición de los de 1808, de quienes sólo quedaban
dos en Guatemala. A don José de Isasi, como alcalde, le
correspondió recibir esta orden de Bustamante, el 22 de
agosto
:
«Excelentísimo Señor: Habiéndose enterado el Rey
nuestro Señor, de dos impresos, titulados, el uno "Instruc-
ciones para la constitución fundamental de la Monarquía
española y su gobierno, dadas por el Ayuntamiento de la
ciudad de Guatemala a su Diputado, el Doctor don Anto-
nio Larrazábal, formadas por don José María Peynado,
Regidor Decano del mismo Ayuntamiento ,,
; y el otro:
"Apuntes instructivos que al señor don Antonio Larrazá-
bal, Diputado a las cortes extraordinarias de la nación es-
pañola, dieron sus Regidores don José de Isasi, don Sebas-
DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL 203
tián Melón, don Miguel González y don Juan Antonio
Aqueche" ; y convencido S. M. de que la expresada instruc-
ción, en la que se ven copiadas a la letra muchas proposi-
ciones de la Asamblea Nacional de Francia, ha sido la que
ha encendido en estas Provincias, por los principios sedi-
ciosos que contiene, la tea de la discordia y ocasionado la
revolución, ha resuelto, entre otras cosas, que se expida
circular mandando recoger la expresada Instrucción como
sediciosa y trastornadora del orden: que todos los que fir-
maron en el Ayuntamiento la primera parte de la mencio-
nada Instrucción donde está comprendido su mayor veneno
exceptuando a los señores Isasi, Melón, González y Aqueche
(que aunque firmaron fueron de voto contrario), queden
incapaces de obtener en América empleo alguno de nin-
guna clase, aún los concejiles de Alcalde, Regidor y Síndico;
cuya real disposición me comunica el Excelentísimo señor
Secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias,
con fecha 31 de marzo último, orden de S. M.; y la traslado
a V. E. para su inteligencia y cumplimiento. Dios gue. a
V. E. ms. as.— Real Palacio, etcétera. José de Bustamante».
El propio 22 —y no deja de sorprender cuánta cele-
ridad en la ejecución del mandato— el cabildo ordena sacar
"de los archivos del Ayuntamiento, si es que hay algunos,
cuantos ejemplares se encuentren de las Instrucciones...
exgregándose del Libro de Actas de ochocientos diez el que
se halla cosido al fin, y que lo mismo se haga con los ejem-
plares de Constitución que están agregados a las Actas yen los Archivos, sacándose también de estos todos los pa-
peles que tengan relación con ella, y se remitan con oficio
al Superior Gobierno", y mandar la lista de los concurrentes
a la sesión del 13 de octubre de 1810, cuya acta sólo estaba
firmada por dos concejales y no por el secretario, don José
Francisco de Córdova, que se había posesionado en el cabil-
do anterior. De los antiguos municipales sólo figuraba aho-
ra Ysasi, los otros —no "constitucionales"— eran nuevos.
204 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Termina el acta dichosa : "Y últimamente que se borren
de los retratos de los señores Aycinena, Larrazábal y Pavón
todas las inscripciones y geroglíficos de sus representacio-
nes, quedando sólo sus cuerpos, escudos de armas y demás
que no se oponga a este Acuerdo ; a cuyo efecto se comisionó
al señor Trullé (don Rafael, regidor) sacándose dichos re-
tratos de la Sala Capitular y trasladándose a la antesala del
Despacho de la Secretaría".
No paran ahí las tristezas. En oficio del l9 de sep-
tiembre el Ayuntamiento remite a Bustamante los papeles
incriminados : "obedeciendo ciegamente la real disposición",
y "las insinuaciones que personalmente oyó de V. E. en
sesión del mismo día (22 de agosto), acordó no sólo regis-
trar escrupulosamente sus archivos en solicitud de las re-
feridas Instrucciones, sino también de los ejemplares que
hubiere de la Constitución sancionada por las llamadas Cor-
tes, y demás papeles alusivos a ella, como son el Catecismo
que la explica, los Diarios de Cortes, que la precedieron, yotros cuadernos sueltos que se toma este Cuerpo la libertad
de dirigir a V. E. con el único ejemplar que existía de las
primeras, agregando al Libro de Acuerdos de 1810", man-dando el título, copia literal del párrafo del acta del día
en que se leyeron las Instrucciones, y. las firmas, creyendo
"haber dado exacto cumplimiento a la citada Real Orden
y superiores conceptos de V. E.".
¡Ni en los mejores días de la santa Inquisición!
Habiéndose cumplido y ejecutado (¡con cuánto rego-
cijo del señor Capitán General!) la real ordenanza del 31
de marzo, y comunicado a todas las autoridades del reino
que recogiesen la sediciosa Instrucción, informaba, o con-
minaba al Ayuntamiento el 22 de diciembre para su inte-
ligencia y conocimiento que "mandando S. M. entre otras
cosas, que para escarnio en lo sucesivo se queme la indicada
Instrucción por mano de ejecutor público en la plaza de
esta capital; he resuelto que.se verifique en la mañana de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 205
hoy por el Pregonero, respecto a no haber Ejecutor Público;
comisionando al efecto al Ayudante don Francisco Cascara,
debiendo presenciar dicho acto el Escribano de Cámara de
este Superior Gobierno de que pondrá la debida constancia
a continuación de esta Providencia".
No deja de ser pintoresca la relación que de la quemade las Instrucciones hiciera El Viejo Repórter (Víctor
Miguel Díaz), concediendo como a menudo lo hacía hartos
poderes a la imaginación, en un, por otra parte, meritorio
trabajo, lleno de datos, intitulado Un varón pacífico, or-
denado y sereno.—Postrimerías de la colonia, sobre los
gobiernos de Bustamante y Urrutia y Montoya, publicado
en el Diario de Centro América en septiembre de 1933
:
"El 23 de diciembre de 1815, enorme muchedumbreinvadía la plaza real de Guatemala, atraída por un acto
anunciado por el pregonero: entre el vulgo de los barrios
había circulado la noticia de que se iba a verificar un auto
de fe: se decía de hechiceros sentenciados a ser quemadosvivos, de criminales, blasfemos y pasquineros a quienes se
daría tormento en público y abundaban los más absurdos
comentarios ... La plaza mayor a las diez del día llenóse
de gente, ávida de presenciar un espectáculo inquisitorial
nunca visto" . . . Pero son las Instrucciones de Peynado a
Larrazábal las que se van a la hoguera. "El público se
contrarió; creía ver achicharrarse a un hechicero o brujo,
y encontróse frente a la incineración de unos cuantos pape-
íes. Los "patojos", con actitud picaresca propia de su
edad" (y pudo agregar que nunca falta muchedumbre de
ellos en el centro de todas las agitaciones populares y mo-vimientos cívicos de Guatemala) "lanzaron silbidos ensor-
decedores, de burla al terminar el auto de fe. . . Francisco
Cascara, lívido de rabia al oír los silbidos, trató de niguas
asquerosas a los muchachos que a todo correr se encami-
naban a sus casas . .. ".
¡ Profundamente guatemalteco ! Así debió ser . .
.
206 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Las maquinaciones de don José de Bustamante, que
tan bien iban prosperando, tuvieron un fin desastrado para
él. Las personas agraviadas ocurrieron a la Audiencia yésta dio curso a sus querellas y debieron moverse conocidas
influencias en la Corte, de forma que el 13 de junio de 1817
el Rey expedía una nueva real orden que derogaba la de
31 de marzo de 1815, devolviendo su honor a los lastimados
concejales y hasta reintegrándoles los sueldos que hubiesen
dejado de devengar en públicos empleos. Hacíase historia
detallada de los manejos del Capitán General en el asunto
que indujo al Rey a dar aquella orden; pero resultaba que
Bustamante no había procedido rectamente sino con doblez
;
se revelaba que las opiniones de Bustamante al marginar
las Instrucciones eran contrarias a las que había sostenido
y publicado durante el constitucionalismo; que había par-
cialidad en la exclusión que aconsejó de los regidores Ysasi,
Melón, González y Aqueche, etcétera.
En cambio, los recurrentes habían acreditado con do-
cumentos sus servicios en la pacificación de las provincias
—especialmente la Casa de Aycinena y el regidor Peynado
en San Salvador— y el alto concepto de que gozaban en
el país. Notificado de todo Bustamante, había reiterado
sus acusaciones e insinuado que se quería sorprender el real
ánimo, lo que él evitaba, y pedía en fin que el monarca
niciese entender a su Audiencia su soberano desagrado
"porque se atrevía a elevar, y apoyar semejantes recursos
fundados en atestados capciosos y de falsa narración con-
seguidos con intriga y mañosidades ,
\
Sometida la cuestión al fiscal, dio éste un dictamen
—9 de agosto de 1816— si en cierto modo benigno para
Bustamante, en alto grado favorable a los acusados : ¡ lásti-
ma grave que no se comprendiese a Larazábal, hundido
en prisión! El fiscal opinaba porque en tales y tan crí-
ticas circunstancias se volviesen las cosas al ser y estado
que tenían antes del 31 de marzo de 1815, con declaración
de que la real orden de esa fecha no produjera efecto al-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 207
guno ni sirviese de nota "ahora ni en otro tiempo a los
comprendidos en ella, ni de estorbo para las gracias a que
S. M. les considere acreedores, quedando las Instrucciones
con sólo la nota de mandadas a recoger, e imponiendo la
misma, al voto particular de los cuatro Regidores, y por
consecuencia de esto mismo acrisolada como se halla más,
y más con este motivo la lealtad de los Regidores castigados,
se les recompensen las amarguras que han sufrido ellos, ysus honradas familias con las demostraciones que serán
del real agrado especialmente a Dn. José María Peynadoque habiendo probado más servicios en la pacificación do
aquellas provincias y adeción al rl. servicio de S. M. ha
sido el más ofendido concediéndole ademas de la reposición
en el corregimiento de Intenda. de Sn. Salvador, con los
sueldos que ha dejado de percibir y debe pagar Bustamante,
y en los demás oficios Consejiles de la capital de Guatemalaque tenía, y le corresponde, la distinción que sea del rl.
agrado de S. M. reservándole también a los demás su dere-
cho por los daños y perjuicios que se les hayan irogado
contra el mismo Bustamante. Que el manifiesto de este
jefe de 13 de abril de 1811, y oficio que dirigió al R.
Obispo de Nicaragua en 3 de febrero de 1812, se recojan,
y cualesquiera otros papeles de esta clase de que haya sido
autor, o permitido insertar en las Gazets. del Govno. de
Guata, advirtiéndole la equidad y consideración con que
se procede en no determinar que los dos primeros sufran
la misma pena que a propuesta suya, tuvieron las instruc-
ciones del Ayuntamiento. Que estando como se halla tiem-
po hace relevado Bustamante de aquel mando, se le mandecesar en él inmediatamente nombrándole juez de residen-
cia, y que a vista de las inconsecuencias, e inconsideracio-
nes en que ha incurrido en este negocio para perder a los
mismos que había recomendado, y la facilidad con que se-
gún estos y otros papeles, acusa y recomienda, omitiendo
en el primer caso, los servicios y méritos, y en el segundo
los defectos, se tengan por ningún valor, cualesquiera in-
208 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
forme en esta materia, y los comprendidos en ellos, en el
mismo estado que se hallarían, si no hubiera habido alguno
de dicho jefe en pro, ni en contra suya, atendiéndose úni-
camente a las pruebas que hayan dado, o den de otra clase".
A lo cual el Rey, con buen consejo, como ojalá lo hubie-
ra tenido para el caso de Larrazábal que estaba en sus
manos, decidió: "Visto todo esto en el mi Consejo de las
Indias en pleno de tres Salas, con lo que expuso mi Fiscal,
me consultó su parecer, haciéndome sólidas reflexiones so-
bre la extraña conducta del Presidente, sobre las contradic-
ciones que se observaban en ella, sobre la parcialidad con
que excluyó a los cuatro Regidores autores del voto parti-
cular, en que se ven expresiones más subversivas, sobre
la identidad de las opiniones del mismo Presidente en que
las censuraba en las instrucciones del Ayuntamiento, des-
pués de haberlas elogiado en circulares impresas, sobre las
verdaderas causas de la sublevación de San Salvador yNicaragua, sobre la justicia con que el Tribunal de la Au-diencia obró conforme a las leyes en admitir y dirigirme
con sus informes las reclamaciones de los interesados, sobre
los antiguos y relevantes méritos que habían contraído
los Regidores comprendidos en mi Real Orden, sobre la
actual conducta de los mismos, con que han desmentido ydesmienten constantemente las especies que contenían las
instrucciones, sobre el especial servicio que me hicieron la
Casa del Marqués de Aycinena, y don José María Peynadoen la pacificación de la Provincia de San Salvador, y final-
mente sobre el modo imprudente e impolítico con que ejecu-
tó la orden el expresado Presidente; y conformándose con
el dictamen de mi Consejo en todas sus partes, he tenido a
bien resolver, entre otras cosas relativas a la inmediata
separación de Bustamante, y al juicio de su residencia, que
quede sin efecto mi Real Orden de 31 de marzo de mil ocho-
cientos quince: que se desaprueba la conducta que observó
el Presidente don José Bustamante explicándole mi Real
Desagrado acerca de ella . .. ".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 209
Disponía además que se dejase constancia de la revo-
cación en las instrucciones, y la nota de recogidas, comotambién en el manifiesto de 13 de abril de 1811 y demáspapeles de Bustamante "en que publicó ideas y preceptos
semejantes a los que contienen las instrucciones", y que
todo ello se comunicara por cédula y se publicara en todas
las capitales de provincia del reino.
El enredador presidente había caído en sus propios
lazos: es de juzgar cómo quedaría de apabullado con aquel
bofetón real, cuando tanto alardeaba de su pundonor. Perocontinuó atribuyéndolo todo a intrigas de sus enemigos yse resistió a publicar el documento de su escarnio, debién-
dolo hacer "con gran júbilo de este vecindario", dice sen-
cillamente el historiador, contemporáneo de los sucesos ba-
chiller Domingo Juarros, el nuevo capitán general y gober-
nador, don Carlos Urrutia y Montoya-Matos HernándezJames, quien tomó posesión del cargo el 28 de marzo de
1818 ; lo hizo el 8 de abril, y Bustamante pudo darse cuenta
del revuelo que causaría, pues se hallaba aún en Guatemala.
Otros historiadores afirman que aún más tarde y lejos de
Guatemala, Bustamante procuró vengarse de algún modode sus malquerientes. Lo cual también puede tomarse a
malquerencia ... de los historiadores.
Sin embargo del cambio, la persecución contra las Ins-
truciones siguió. El 17 de junio el señor Montoya se diri-
gió reclamando su envío y el de los demás papeles concer-
nientes, al comunicar la real orden del 13 de junio del añoanterior, para sus efectos, a la Real Audiencia, al rector yclaustro de la Universidad, a los Ayuntamientos, a las In-
tendencias de San Salvador, León, Ciudad Real y Comaya-gua, a los Corregidores y Alcaldes Mayores de todo el reino.
En la pesquisa y condenación tácita de ahora, sonaba de
nuevo el nombre de Larrazábal unido al de su perseguidor
Bustamante.
No dejaba de haber su punto de ironía en que maestrotan avezado en triquiñuelas y felonías, como lo era Fer-
210 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
nando, tuviese que desautorizar y castigar así al adelantadodiscípulo de América, Bustamante. La política es ruedade la suerte que proporciona las más curiosas contradiccio-
nes y sorpresas.
Pero si Bustamante quedaba ya para siempre —por lo
visto: hasta hoy no ha sido completada ninguna vindica-
ción formal de sus pasos— calificado de tirano cruel y men-daz, en la historia centroamericana, a Larrazábal le espera-ban días mejores: quizá en su prisión presentía el alborearde la justicia, que le depararía nuevos honores para dulci-
ficar su largo padecimiento, y la promesa de una más dila-
tada posteridad de respeto y simpatía, esclarecedora de sunombre.
Vuelve al país. Opiniones. Roces con la Inquisición
Ante las explicables vacilaciones y renuencia de los
tribunales españoles para acelerar el juicio incoado a los
diputados y políticos liberales presos en mayo de 1814, el
propio Fernando intervino para dictar condenas. Al señor
Larrazábal le correspondieron seis años de prisión. Porreal orden del 15 de diciembre de 1815 fue trasladado al
Castillo de San Sebastián en Cádiz, para de allí ser enviado
a purgar la pena en un convento de Guatemala. Hizo el
viaje de Cádiz a La Habana, dice don Pedro Arce y Rubio,
en la fragata de guerra Savina, desembarcando a mediados
de 1819, recluyéndose en el convento de belemitas, hasta
que un barco de guerra inglés que venía a Belice, se prestó
a traerlo al Puerto de Santo Tomás, con otras personas.
"La insalubridad de las comarcas en la travesía de
aquel penoso viaje hizo que enfermaran los viajeros que
llegaron al pueblo de Zacapa sufriendo la enfermedad en-
démica de aquellas inhospitalarias regiones ; con tal motivo
viéronse precisados a permanecer en aquel pueblo a donde
fué a prestarles los auxilios de la ciencia el sabio doctor
don Quirino Flores. Convalecientes los viajeros, tan pron-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 211
to como pudieron emprendieron la marcha a esta capital;
pero el Doctor Larrazábal al llegar a la Hacienda El Chato,
distante cuatro leguas de esta ciudad, suspendió su marchay envió una comunicación al Arzobispo don Fray RamónCasaus y Torres participándole su llegada, el motivo de
la tardanza y rogándole se sirviera indicarle a qué convento
debía dirigirse para cumplir lo ordenado por Su Majestad.
El día siguiente, 15 de abril de 1819, el Arzobispo ordenó
que pasara a Belén bajo la inmediata vigilancia y respon-
sabilidad del prior Fray José de San Martín. Según la
orden real "se podía pasear por todo el recinto del convento,
sin salir de las tapias, no le visitaría ninguno de sus amigos,
no se le permitiría escribir, ni se le entregaría ninguna
carta, y sería responsable el prior de su conducta y avisaría
de lo que en ella notara".
El Arzobispo, sigue diciendo el señor Arce, trató de
que se le entregara a él la correspondencia de Larrazábal
por haber venido a su custodia el reo, pero el administrador
de Correos en 28 de abril se negó a obedecer orden del
Capitán General al respecto, alegando texto de ley que lo
establecía de otra manera, y a pesar del empeño del señor
Casaus no se logró nada en este particular. "Mientras
tanto el señor Larrazábal, inficionado su organismo con la
malaria en las mortíferas costas ; exacerbadas sus dolencias
por la estrecha prisión que sufría se hallaba a punto de
perecer —continúa el señor Arce y Rubio— , sin que se
aligeraran los rigores que sufría con el estoicismo propio
del que ve en su amarga existencia que estos son debidos
a la rectitud de sus procederes", hasta que el 4 de mayo de
1820 se acordó ponerlo en libertad para que pudiera recibir
asistencia médica en su casa.
(Las secuencias de estas enfermedades determinarían
más tarde sus repetidas renuncias a elevados cargos políti-
cos con que se le quería honrar aprovechando sus luces yexperiencias. Aún la más alta jerarquía de la Iglesia hubo
de rehusarla en parte por ello —padecía de un temblor que
212 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
dificultaba sus movimientos y en especial el escribir— y enalta parte por humildad. Después de la Independencia"tuvo la cordura de sustraerse de las luchas de partido quese desencadenaron, dice justamente el autor antes citado,
pero no pudo dejar de figurar lucidamente en el clero,,
).
Cuando se restableció la Constitución española en 1820,
el mismo señor Casaus, acompañado de muchas personas,
fue a sacar al señor Larrazábal de Belén, y le llevó comoen triunfo a sentarle en su silla canonical, restituyéndole
en el libre uso de su prebenda y en todos sus honores, decía
el quincenal católico La Fe en 1895, en un artículo en dondese escribían también estos asertos : "Pocos habrá entre no-
sotros que no hayan oído hablar de tan ilustre prelado
(Larrazábal), de tan esclarecido ciudadano. Pero muypocos también, de la generación presente" (y casi otro tan-
to diríamos de la actual) "estarán al cabo de cuanto hizo
el señor Larrazábal en beneficio público".
Al mismo periódico pertenecen estas otras expresiones
que transcribimos porque encierran un juicio significativo
por su procedencia : "Que el señor Larrazábal profesara en
aquel entonces de la mejor buena fe, los más avanzados
principios de gobierno democrático-representativo, nada tie-
ne de extraño, cuando como a todos los hombres más nota-
bles de España y de América, los seducía el ejemplo de la
prosperidad y grandeza de los Estados Unidos de la Amé-rica del Norte, y no les había enseñado la experiencia que
era muy difícil implantarlo en los pueblos españoles y ame-ricanos, sin que antes recibieran la conveniente educación
para comprender siquiera el valor y modo de aplicar ese
sistema político".
De la misma índole es la curiosa salvedad hecha por
la pía redacción de la revista católica El Ideal (1912) al
publicar los artículos del señor Arce y Rubio sobre "el
virtuoso sacerdote y acendrado patriota", diciendo que no
era el ánimo de la revista "aprobar sin reservas todos los
actos de las famosas Cortes de Cádiz, a las cuales asistió
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 213
como diputado el señor Larrazábal: aplaudimos, sí, las
disposiciones justas y genuinamente demócratas que de
esa memorable asamblea emanaron, no sus yerros".
La reserva se mantiene a través de los años en la uni-
versalidad de los comentaristas de extracción católica, a
veces muy acentuadamente, y otras adoptando la forma de
un silencio más reticente aún. En un estudio sobre La
Iglesia y las Constituciones políticas de México, por el
canónigo de ese país Jesús García Gutiérrez, profesor de
historia en el seminario mexicano (Todo 13 de agosto de
1953) se dan conceptos corroborantes y se menciona en
particular al diputado Ramón Arizpe, junto al cual sonó
tantas veces el nombre de Larrazábal en luchas, éxitos e
infortunio: de modo que el lector justificará la extensa cita
canonical que sigue:
"En las Cortes de Cádiz —habla el señor García Gu-tiérrez— , figuraron como diputados por México, cerca de
veinte individuos, la mayor parte de ellos sacerdotes y no
se ha hecho y sería de mucho provecho un estudio de sus
antecedentes y del papel que hicieron en las Cortes. Deallá trajeron ideas regalistas los que no las llevaron de
aquí, porque los que de aquí las llevaron, regresaron corre-
gidos y aumentados y, cuando menos uno. Ramos Arizpe,
volvió de allá masón y como aquí figuraron, en la política
después de la independencia y algunos fueron secretarios
de Estado, sería muy conveniente estudiar su actuación en-
tre nosotros, relacionándola con sus actividades en Cádiz . . .
"Las Cortes de Cádiz fueron convocadas por la Junta
Central para constituir políticamente el reino de España
y ciertamente que no tenían autoridad para ello, porque
habían declarado, y así era la verdad, que trataban de
impedir que, cautivo Fernando VII, quedara el Reino sin
autoridad ninguna, pero sí es un principio de derecho ca-
nónico, que no es sino la expresión del sentido común : Sede
vacante nihil innovetur, que nada nuevo se introduzca mien-
214 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
tras una sede está vacante, es claro que, al querer haceruna Constitución política se excedían en sus atribuciones
y esa fué la primera razón por la cual Fernando VII des-
conoció y declaró de ningún valor cuanto las Cortes hicie-
ron en su ausencia y sin tener autoridad ninguna para ello.
"De los diputados que formaron las dichas Cortes, dice
Menéndez y Pelayo con toda justicia: «¿Qué educación ha-bían recibido aquellos prohombres sino la educación del
siglo XVIII? ¿Qué doctrina social habían mamado en la
leche del Contrato Social de Rousseau o (a lo sumo) la del
Espíritu de las leyes?. . . ». Las ideas dominantes en el nue-
vo congreso tenían que ser, por ley histórica ineludible, las
ideas del siglo XVIII, que allí encontraron su última ex-
presión y se tradujeron en leyes".
La objeción, como se ve, aunque tácita, es patente.
Pero abandonando este espinoso campo de polémica,
por ahora, pues volveremos sobre opiniones de Menéndez
y Pelayo, veamos, antes de entrar en una nueva fase de
la vida de Larrazábal, dos alusiones también curiosas quedejaron dos de las plumas —ya de acero por su filo y por
su brillo— más prominentes del conservadurismo guatemal-
teco del siglo pasado lanzados al exilio. Esta incidental en el
diario de viaje de Manuel Montúfar y Coronado (Papeles del
Ochocientos publicados por José Arzú en folletín de El
Imparcial, 1933) camino de México, a una lejana hacienda,
en 1833. El coche en que marchaba con sus acompañantes
se había roto. Un hermano del autor, José "se fué a la
herrería a hacer un eslabón, cuidó las bestias, vio los caba-
llos del huésped, que son buenos, trabó conversación con él,
a pesar de su mal gesto, y las tuvo más largas con unpobre muy vivo y de muy buena memoria, que fué a Españade criado de un diputado a las cortes extraordinarias, y que
daba noticias exactas y muy detalladas del señor Larrazá-
bal y su prisión en la cárcel de la Corona. Sus noticias no
se limitaron a España y los diputados ... " (¡Cómo se
hablaría de sucesos tales! ¿Pues y en Guatemala?).
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 215
Memorable es también la cita de Larrazábal en la fa-
mosa "novela que tiene mucho de historia", o autobiografía
novelada, El Cristiano Errante, del admirable y mordací-
simo don José Antonio de Irisarri, publicación hecha en
Bogotá en 1847 conocida sólo gracias a la reimpresión de-
bida al doctor Guillermo Feliú Cruz (Santiago de Chile,
Imprenta Universitaria, 1929. Reproducción en Anales de
la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala).
Romualdo (o don José Antonio, el protagonista) va
camino de México. "Por eso siguió El Cristiano Errante
su camino derecho hasta Oajaca, por otro nombre Ante-
quera, y llegó a esta hermosa ciudad acompañado del buen
señor Parrazar, que era el más complaciente servicial suje-
to de este mundo. A una legua de la ciudad encontró a su
paisano y amigo D. Francisco de Larrazábal, que era inter-
ventor de los correos de Oajaca, y venía a llevarle a su casa;
es decir, a la casa de D. Andrés de Larrazábal, primo de
D. Francisco con quien éste vivía. D. Andrés era el pri-
mer magnate de Oajaca, rico hacendado, excelente caba-
llero, que gozaba de las consideraciones de toda clase de
personas, tanto por sus prendas estimables, como por el
influjo que le daba su título de alcalde provincial, que tenía
por juro de heredad. El D. Francisco era hermano de
aquel D. Antonio de Larrazábal, que fué enviado de Gua-temala a las Cortes de España, en la primera época de
éstas, y las presidió, dando a su patria aquella gloria que
sólo dan los hombres de gran mérito, de aquel liberal ver-
dadero, ilustrado, impertérrito, que mostró la más heroica
energía, oponiéndose al despotismo de Fernando VII, cuan-
do este Rey volvió a Francia a castigar a los que le conser-
varon la corona; y debemos decir en honor de esta familia
de Larrazábal, que en ella, tanto los hombres como las
mujeres, fueron personas sin excepción ninguna, de muchomérito, aunque puede decirse lo mismo de las familias de
los Aicinenas, de los Pavones, de los Nájeras, de los Batres,
de los Arrivillagas, de los Beltranenas, de los Montúfares,
216 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de los Juarros, de los Llanos, de los Coronados, de los
Manríquez y de los Laras . .. ". Es lástima, aunque muy
grato lo que sigue, que Irisarri no hubiera hablado másde su gran homónimo : El Cristiano Errante, joven que era,
ha encontrado a las Tres Gracias junto a don Francisco de
Larrazábal y entra —o se pierde— en enamoramiento de
una de ellas . . .
No podía faltar en la historia del señor Larrazábal
algún roce, por ligero que fuera, con la Santa Inquisición:
por fortuna, sin que le alcanzaran consecuencias de sospe-
chas o de enconos.
La política seguida por España después de la Revolu-
ción Francesa vivificó al languideciente tribunal, para uti-
lizarlo, como instrumento político (por lo común, enseñaMenéndez y Pelayo, en manos de Jansenistas regalistas . . . )
.
"El resultado de este fortalecimiento es principalmente la
persecución sistemática de todos los libros e ideas que con-
tengan visos de enciclopedismo, y se plasma en el índice
expurgatorio de 1790 —escribe Ernesto Chinchilla Agui-
jar en su valioso libro: La Inquisición en Guatemala (1952),
que, con el del P. Martín Mérida, son las dos únicas historias
publicadas aquí hasta ahora sobre una institución que en to-
das partes cuenta con bibliografía superabundante; pero
ambas historias son de sobra interesantes para suplir la
ausencia de otros estudios guatemaltecos sobre el tema—
;
prolongándose en una serie de edictos para prohibir las
obras que salen después de ese índice. En ellos, se exclu-
yen principalmente: las obras anónimas, las que contienen
doctrina política contraria a las ideas monárquicas, las
lascivas, las ediciones en lengua vulgar del Nuevo Testa-
mento, etcétera''.
Chinchilla Aguilar señala entre las personas denuncia-
das por tener libros prohibidos, entre otras, al padre An-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 217
tonio Liendo y Goicoechea, al oidor Jacobo de Villaurrutia
—que poseía licencia para leerlos y retenerlos en su po-
der—, el canónigo Larrazábal . . . Domingo Estrada, José
del Valle, José María Castilla, José Domingo Diéguez, los
Montúfar . . . , es decir, las más salientes inteligencias de
las postrimerías del XVIII y comienzos del XIX, profun-
damente influidos por las ideas de la Ilustración. Aquellos
y otros —Flores, Esparragosa, Molina, Cañas, Larreina-
ga. . .— "que son casi todos discípulos del movimiento Ilus-
trado, y que están empeñados ya en la reforma renovadora,
para lo cual tienen el ancho campo que les brinda la cons-
trucción material y espiritual de la ciudad nueva, continúan
todos públicamente interesados en las mismas cuestiones
científicas y artísticas, y secretamente informados de las
ideas y sucesos políticos de Europa", a pesar del cambio
operado en España contra las ideas francesas, escribe el
mencionado historiador de la Inquisición, añadiendo que
las obras más perseguidas eran de Voltaire, Rousseau, Mon-tesquieu, Condillac, Volney, Filanguieri, Barruel, Caba-
rrús, Moratín, Cadalso, Iglesias . . . , como se ve, preferen-
temente autores franceses, aunque no faltaran españoles
y de otras nacionalidades.
Al abolirse definitivamente la Inquisición el 9 de mayode 1820 en cumplimiento del célebre decreto de las Cortes
de 22 de. febrero de 1813, es decir, poco después de haberjurado Fernando VII la Constitución que no quiso jurar
en 1814, y reconociendo que aquel tribunal era incompati-
ble con dicha Constitución, tal como las Cortes de Cádiz
lo habían establecido como fundamento de su resolución,
y antes de pasar los expedientes y papeles que estaban en
poder de la rama del Santo Oficio en Guatemala al arzo-
bispado, según se hallaba dispuesto, se levantaron inven-
tarios de rigor, y en ellos en efecto aparecen numerososlibros prohibidos, o sospechosos, franceses en su mayoría,
periódicos, estampas, etcétera, recogidos en diversas épo-
cas y circunstancias, y cuyas listas más semejan el cátalo-
218 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
go de la biblioteca de los ilustrados y no pocos sospechosos
inquisidores . . .
Figuran en dicho catálogo —insertado por Mérida
—
49 ejemplares del Catecismo explicativo de la Constitución
(que tanto irritara a Bustamante), el famoso Diccionario
crítico burlesco de Gallardo, y numerosos ejemplares de
diversos periódicos de Cádiz: El Conciso, El Redactor Ge-
neral, El Robespierre, El Censor General, El Patriota en
las Cortes, El Duende, y otros condenados explícitamente
en 1816 y muchos de los cuales se sabe que fueron enviados
por Larrazábal. ("Muchos de esos ejemplares tienen el
nombre de Larrazábal", afirma Chinchilla Aguilar).
Pero hay una mención particular en el inventario : "Untomo en 4? pasta, titulado : Semanario Patriótico, que com-prende el prospecto de dicho semanario, desde el número 1
hasta el 32, inclusive y tiene en su primera hoja, el siguien-
te letrero : "Antonio Larrazábal". En edicto de febrero de
1816 se prohibió el periódico Semanario Patriótico, desde
el número 16 en adelante, por el Padre Cura de la Cande-
laria, don Enrique Loma Osorio, Notario revisor y Expur-gadores del Santo Oficio de la Inquisición, se ha requerido
a don José Ignacio Larrazábal, que presentó la lista, en
que entre otros, venían estos libros".
Pues no era ese solo sino algunos más. Por lo menos,
este más : Causas de la Revolución de Francia en el año de
1789 por el abate Erbas y Panduro, reimpreso en Madridsin nombre del impresor (lo que por sí ya calificaba esta
obra como prohibida) y que contenía proposiciones grave-
mente heréticas, algunas de las cuales se copiaban en el
catálogo demostrativamente. También tenía esta obra, re-
petido e indudable, el nombre del propietario o remitente,
Antonio Larrazábal : de modo que tanto por el lado político
—a que se desviaba el celo de la Inquisición—, como por el
religioso —que la Inquisición por tibia que anduviese no
descuidaba—, llegábale al canónigo guatemalteco en su
país una sombra dé amenaza, de que ciertamente nadie
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 219
estaba exento. Como que se cernía también sobre el pro-
pio arzobispo, el celosísimo y fidelísimo fernandino Fray
Ramón Casaus y Torres, mezclado en ruidoso asunto de
milagros monjiles, sospechándose fuertemente que medió
interés muy activo, así episcopal como de encumbrados par-
ticulares, en ver y proveer que se cumpliese sin tardanza la
entrega de los temibles papeles del extinto tribunal al ordi-
nario, a quien en lo sucesivo correspondían, dulcificándose,
las tareas inquisitoriales, tal como la prohibición sobre
libros que no debían leer los guatemaltecos, lo cual no sería,
en el más secreto fondo del espíritu del señor Larrazábal,
hombre ilustrado a quien llegó a tocarle atender tal espi-
noso cuidado, enteramente de su agrado: ¡a él, tan amantede los libros!
El señor Larrazábal gustaba de poner su nombre en
los libros que adquiría como se ve en los datos de esa
denuncia y en muchos volúmenes que andan sueltos después
de la disolución de la magnífica biblioteca que poseyó, gran
parte de la cual perteneció un tiempo al historiador Fran-
cisco Fernández-Hall (Haroldo), quien justamente se ufa-
naba de su posesión. Bastantes de esos libros sólo tienen,
en firme caligrafía, el apellido: Larrazábal. En un ejem-
plar de la Constitución se lee, de su puño y letra : Lo mandóel señor Larrazábal. El estampar el nombre del dueño en
los libros no era sólo una costumbre general sino una ne-
cesidad en tiempos en que los libros resultaban relativa-
mente raros y ciertamente costosos. Además, habría su
poquillo de presunción de bibliófilos. Gracias a todo ello
pueden conservarse hoy obras que son verdaderamente re-
liquias, principalmente por los nombres de sus poseedores
originales: lástima grande no se hayan conservado sus bi-
bliotecas enteras. En la de Larrazábal los ojos de Argosde la Santa Inquisición hubieran encontrado posiblemente
más que reliquias: evidencias contra el sacerdote y el sub-
dito . . . para penitenciarlo a gusto. En todos los tiempos, la
220 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
curiosidad intelectual, el afán de ilustración, marchan a la
orilla del peligro.
Altos y adversos juicios. Fernando VII vuelve atrás
Ciérrase el capítulo de Larrazábal diputado a Cortes,
defensor de la libertad y del derecho, mártir de la constitu-
cionalidad. Cabe intercalar aquí los altos y adversos jui-
cios del doctísimo y apasionado don Marcelino Menéndez yPelayo a propósito de las dichas Cortes y sus figuras des-
collantes y su obra. Su extremismo negador puede servir-
nos para equilibrar los extremismos del entusiasmo: pero
no más, que sería caer en injusticia, en ceguedad de intran-
sigencia ...
Insigne fue don Marcelino Menéndez y Pelayo, vasta,
profunda, insigne, su obra: es de todos sabido. Quien, sin
precisos antecedentes de la línea del pensamiento de aquel
maestro se interne en los capítulos consagrados en su His-
toria de los heterodoxos españoles a las Cortes de Cádiz, su
época y sus hombres, llevárase agudas sorpresas, que en
ciertos puntos lo aproximarán a la consternación. La oje-
riza del joven ultramontano que escribió esa impresionante
obra —cuya violencia no pudo humanizarla el sabio en su
larga madurez— es implacable hacia los liberales de las
Cortes, y por parejo a todas las consecuencias legislativas
de sus "mal llamados años". A Larrazábal apenas con-
sagra dos menciones, una equivocada, porque otros gananla preferencia de su irritación
;pero el guatemalteco cae sin
remedio, nos parece, en la colada de jansenistas, enciclo-
pedistas, liberales y otros términos que en la gloriosa plumadel santanderino españolísimo en todo, se tiñen de dog-
mática imprecación.
Las Cortes dichas fueron para él "aquella llamada Re-
presentación nacional" (en bastardilla), "cuyos individuos
sólo a sí mismos se representaban, sin que la nación enten-
diera ni participase nada de su algarabía regeneradora";
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 221
"aquellas pedantes Cortes, tan tiránicas, impertinentes yarbitrarias como el antiguo Consejo de Castilla". Y si con-
dena la era fernandina del 14 al 20, con tácita atenuación,
no es precisamente para revalidar el constitucionalismo de
los tiempos de las Cortes, todo lo contrario : "Perversa fué
aquella administración, y no tanto por absoluta, cuanto por
rastrera y miserable, sin ideas, propósito ni grandeza, ymezclada de debilidad y de violencia. Y tanto lo fué, que
sólo pudo hacerla buena la ridicula mascarada constitucio-
nal de los tres años".
El tono polémico irascible que preside en esos y otros
capítulos de la historia de los heterodoxos españoles, se ma-
nifiesta por doquiera. Véasele en este enjuiciamiento ge-
neral de la obra de aquellas Cortes: "ensalzadas hasta hoy
con pasión harta, y aun más dignas de acre censura que
por lo que hicieron y consintieron, por los efectos próximos
y remotos de lo uno y de lo otro. Fruto de todas las ten-
dencias desorganizadoras del siglo XVIII, en ellas fermen-
tó, reduciéndose a leyes, el espíritu de la Enciclopedia y
del Contrato Social. Herederas de todas las tradiciones
del antiguo regalismo jansenista, acabado de corromper ymalear por la levadura volteriana, llevaron hasta el másciego furor y ensañamiento la hostilidad contra la Iglesia,
persiguiéndola en sus ministros y atropellándola en su in-
munidad. Vuelta la espalda a las antiguas leyes españolas,
y desconociendo en absoluto el valor del elemento histórico
y tradicional, fantasearon, quizá con generosas intenciones,
una Constitución abstracta e inaplicable, que el más leve
viento había de derribar. Ciegos y sordos al sentir y al
querer del pueblo que debían representar, tuvieron por
mejor, en su soberbia de utopistas e ideólogos solitarios,
entronizar el ídolo de sus vagas lecturas y quiméricas me-
ditaciones, que insistir en los vestigios de los pasados, ytomar luz y guía en la conciencia nacional. Huyeronsistemáticamente de lo antiguo, fabricaron alcázares en el
viento, y si algo de su obra quedó, no fue ciertamente la
222 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
parte positiva y constituyente, sino las ruinas que en torno
de ella amontonaron. Gracias a aquellas reformas, quedó
España dividida en dos bandos iracundos e irreconciliables
;
llegó en alas de la imprenta libre, hasta los últimos confines
de la península, la voz de la sedición contra el orden sobre-
natural, lanzada por los enciclopedistas franceses; dieron
calor y fomento el periodismo y las sociedades secretas a
todo linaje de ruines ambiciones y osado charlatanismo de
histriones y sofistas; fuese anublando por días el criterio
moral y creciendo el indiferentismo religioso, y a la larga,
perdido en la lucha el prestigio del trono, socavado de mil
maneras el orden religioso, constituidas y fundadas las
agrupaciones políticas, no en principios, que generalmente
no tenían, sino en odios y venganzas, o intereses y miedos,
llenas las cabezas de viento y los corazones de saña, comen-
zó esa interminable tela de acciones y reacciones, de anar-
quías y dictaduras, que llena la torpe y miserable historia
de España en el siglo XIX".
Aun más: "Ahora, sólo resta consignar que todavía
en 1812 nada había más impopular en España que las ten-
dencias y opiniones liberales, encerradas casi en los murosde Cádiz, y limitadas a las Cortes, a sus empleados, a los
periodistas y oradores de café y a una parte de los jefes
militares. Cómo, a pesar de eso, lograban en el congreso
mayoría los reformadores, no lo preguntará ciertamente
quien conozca el mecanismo del sistema parlamentario
;
pues sabido es, y muy candido será quien lo niegue, que mil
veces se ha visto en el mundo ir por un lado la voluntad na-
cional y por otro la de sus procuradores . .. ".
En fin, la Constitución era para don Marcelino, absur-
da y deleznable por todos costados: "Que la Constitución
del año 12 era tan impopular como quimérica, han de con-
fesarlo hoy cuantos de buena fe estudien aquel período.
Que el pueblo recibió con palmas su abolición, es asimismo
indudable . .. ". "Del abstracto y metafísico fárrago de la
Constitución, pocos se daban cuenta ni razón clara, pero
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 223
todos veían que, con sancionar la libertad de imprenta yabatir el Santo Oficio, habían derribado los más poderosos
antemurales contra el desenfreno de las tormentas irreli-
giosas que, hacía más de un siglo, bramaban en Francia . .. ".
"La Constitución, pues, y toda la obra de las Cortes, cayó
sin estruendo ni resistencia, y aún puede decirse que fué
legislación non nata" ... "¡ Si estarían satisfechos de su
librejo —la Constitución— , al cual daban ya más autoridad
que al Evangelio". . . (Obra citada, pássim).
Bien, bien. Pero da pena disentir de juicios, tan ab-
solutos y tan absolutistas, de mentor tan egregio. Queno admitía la verdad de la historia de que no hay pueblo
ni época que se exima de la revolución: que puede retar-
dársela y tratarse de desviar su curso, a costo de usura,
sólo para sucumbir a ella más ruidosamente. Casi siempre,
más sangrientamente. Volvamos la hoja : volvamos al texto.
En procura de las incidentales menciones larrazabalianas
que nos interesan.
Secuela de la controversia sobre el Diccionario crítico-
burlesco, de Gallardo "salvado de las garras del fanatismo",
se procedió en las Cortes contra el autor de una misiva de
protesta, el diputado Ros. doctoral de Santiago. "Hablaron
con vigor Ostolaza y D. Bernardo Martínez, llegando a
decir, el segundo, que sólo había intolerancia para los que
defendían la religión; palabras que se negó a retirar o a
explicar, por mucho que el presidente se empeñase en ello,
instigado por Calatrava y Golfí. Quejóse Larrazábal de
aquella verdadera infracción de la ley de imprenta y de la
majestad del diputado; pero la mayoría decidió, como de-
cide en todo, y Ros fué condenado, arrestado cerca de unaño, y arrojado, al fin, del congreso como indigno de per-
tenecer a la representación nacional. Júntese esta nueva
tropelía a las muchas que afean la historia de aquellas
Cortes regeneradoras".
Que las susodichas Cortes cometieron errores y gran-
des; que tuvieron debilidades e inexplicables; que usaron
224 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de violencias e impropias de la constitucionalidad, es unhecho. Pero nos gusta ver a Larrazábal —en tantas oca-
siones— procurando ajustar a vías de lógica y ley los arro-
jos del apasionamiento y la ofuscación. Apasionado y ofus-
cado, a su vez, el gran don Marcelino lo encuentra y lo
confunde, en las discusiones de los "tribunales de la fe"
que substituirían al derribado, con tanto dolor del historia-
dor de los heterodoxos, del Santo Oficio de la Inquisición.
Tras desmenuzar, a la ligera, a los oradores y sus argumen-tos, escribe: "Un americano llamado Larrazábal (después
insurrecto en Panamá) " —pasaje este en donde se da aque-
llo de oir campanas y no saber dónde, achaque humanísimo
que hasta a los sabios puede aquejar. . .— "recordó con
enternecimiento del decreto de Urquijo". Personaje a quien
en otro libro de los Heterodoxos había sacudido de lo lindo,
Menéndez y Pelayo, por actos y proyectos regalistas y jan-
senistas, pero muy en particular por el decreto que inspi-
rara a Carlos IV, en 1799, a la muerte del papa prisionero
de los franceses, Pío VI, "decreto increíble", de pura cepa
cismática. . .
Pero dejemos ya la magnífica y terrible, no poco alu-
cinante, selva de Menéndez y Pelayo.
Fernando VII se decidió a jurar la Constitución de
1812, que había sido proclamada por el General Rafael del
Riego al sublevarse con el ejército que el monarca enviaba
a América con designios de reconquista en Cabezas de San
Juan, el l9 de enero de 1820. Fernando juró, provisional-
mente, el 7 de marzo, mientras se reunían las Cortes con-
vocadas, en una junta de notables en la cual figuraba don
Miguel de Lardizábal. El Rey daba vuelta atrás, atrope-
llando con todo : ya no era el que mandaba "se quitasen de
en medio del tiempo como si nunca hubiesen existido" los
nefandos años del constitucionalismo: un nuevo ejercicio
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 225
de sus veleidades, forzado por incontrastables corrientes de
opinión. Y porque habrá de conservar el trono, así se
hundiese España.
Fue entonces cuando expidió otro manifiesto que se
hizo famoso por su desenfado, manifiesto en que se con-
tenía la frase que tanto se usó de burlesco estribillo : "Mar-
chemos francamente, y yo el primero, por la senda consti-
tucional ... ". En uno subsiguiente, destinado al consumo
de ultramar, empleando siempre la empalagosa fraseología
de aquel período lamentable, y con derroche, nada costoso
para él, de su "celo paternal", prometía a los americanosmil felicidades: ningún sacrificio le había costado adoptar
y jurar la constitución, porque "el honor de la magestadnunca se empaña con lo que se hace por el bien público" ynada acibaraba su satisfacción sino el haber retardado
aquel acto, del cual esperaba incluso que provocara la de-
posición de las armas libertadoras . . .
En Guatemala hiciéronse en mayo los preparativos
para la nueva jura de la Constitución, no sin ocasionarse
ciertos rozamientos con el Capitán General, que tomabamedidas exageradas para guardar el orden, que al Ayun-tamiento —vuelto en sí— le parecían innecesarias y morti-
ficantes para el fidelísimo pueblo guatemalteco.
Los señores Aycinena daban en esos días otra muestra
de su rendido aprecio al canónigo Larrazábal : don Mariano,
síndico municipal, mocionó en cabildo del lunes 12 de junio
haciendo presente que creía un deber del Ayuntamiento
tributar al Doctor Antonio Larrazábal una manifestación
de su gratitud y reconocimiento por el desempeño de la co-
misión que le confió la ciudad en las Cortes "pues son pú-
blicos los sacrificios y trabajos que ha sufrido desde que
se disolvió el Congreso de las Cortes, supuesto que las cir-
cunstancias que nos han precedido no han dado lugar a
hacerle ninguna demostración" y se acordó de conformidad
que pasara el Ayuntamiento en cuerpo a la casa del señor
226 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Larrazábal, bajo de mazas, al día siguiente, fecha de sucumpleaños, a rendirle la manifestación dispuesta. Y to-
davía a propuesta del mismo síndico en vista de haber ce-
sado los motivos porque fueron retirados del salón muni-cipal en 1814 los retratos de los señores Larrazábal y Pavón(no mencionó por razones obvias el del Doctor Aycinena)éstos debían restituirse a su sitio, lo que se acordó. Pero
el prudentísimo Alcalde primero salvó su voto en contra,
respecto a las tres disposiciones dichas, por creer que toda-
vía no era oportuno.
En la misma semana, el viernes 16, el Alcalde, señor
Pavón, al leerse el acta de la junta anterior manifestó que
en ella había declarado su modo de pensar y añadía ahora
"que si se han de continuar haciendo novedades análogas
al sistema Constitucional, desde luego renuncia a la vara
para que se elija otro en su lugar". No veía aún bastante
claro y en el fondo no estaría muy convencido de la since-
ridad de su amado soberano marchando el primero per la
senda constitucional . . . hasta el próximo tropiezo y cambio
de decoración, que por cierto ocurriría de presto, en 1823,
para desgracia de los españoles y felizmente para los gua-
temaltecos cuando ya libre el fidelísimo reino buscaba por
sí mismo, sin hallarla tampoco, la felicidad que tantas ve-
ces le prometiera el Deseado.
El propio Capitán General vaciló mucho tiempo antes
de decidirse a ordenar la jura de la Constitución, en vista
de que no llegaban órdenes directas, aunque sí muchos pa-
peles de España, La Habana y México en que se informaba
del juramento allí prestado, y por fin se dispuso que fuera
el 9 de julio. Curándose en salud, en lo posible, el señor
Urrutia se agenció el modo de que todas las autoridades
participaran en la expresión del deseo unánime de rendir
el juramento, y entre los preparativos del caso sugirió al
Ayuntamiento la demolición de los restos del poste donde
se daban azotes en la plaza pública y la restitución de la
lápida que la designaba Plaza de la Constitución. Por su
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 227
parte, el síndico procurador, señor Mariano Aycinena, en
voto muy expresivo proponía entre otras cosas la elección
de nuevo Concejo ya constitucional, el restablecimiento de
la libertad de prensa y de la junta de censura, la reposición
de la lápida de la plaza y la cesación del tribunal supremo
(de la Inquisición) pasando al Arzobispado sus expedientes,
y que se celebraran las fiestas públicas del caso, excitando
a los gremios a que cada uno manifestase su regocijo por
"el momento dichoso de nuestra regeneración política", a
todo lo cual se accedió, por supuesto.
Sería prolijo y fuera del caso detenerse en pormenores
e incidentes de esos días, días de tanta emoción, sin duda,
hasta llegar a una manifestación de justicia, en honor del
señor Larrazábal, que levanta el ánimo. Los síndicos Ma-riano de Aycinena, cuyo fervor por la causa de Larrazábal
ya es conocida, y José Venancio López, que dejaría un nom-
bre esclarecido, presentan la siguiente exposición el 18 de
agosto de 1820, que fué publicada en un suplemento de
El Editor Constitucional, del Doctor Molina, en septiembre
:
"En los países libres, o cultos ha sido máxima de con-
veniencia política la de apreciar siempre el mérito, y virtud
de los ciudadanos. En nosotros que por misericordia del
cielo disfrutamos de una Constitución objeto del aplauso
universal, es un deber sagrado, y una obligación muy es-
trecha la de hacer justicia a los Patriotas que a costas de
tantos peligros, y fatigas trabajaron en su formación yestablecimiento. Si por desgracia hubieron entre sus au-
tores hombres indignos y egoístas que mancharon vilmente
su reputación, hubieron también no pocos héroes que ha-
ciéndose superiores a la fatalidad de seis años crueles, viven
por fortuna en el dichoso tiempo del triunfo, queridos yaclamados de los pueblos, colocados muchos en los primeros
puestos de la nación, y todos respetados aún de los Reinos
extranjeros que supieron proporcionarles en la persecución
seguro asilo. A las Cortes E. S. toca el hacer una decía-
228 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ración formal que ilustre con el honroso título de Benemé-rito de la Patria a los Diputados que por su firmeza yacían
sepultados en injusta reclusión; pero las Provincias que
tengan la gloria de ser madres de algunos de ellos, deben
con mucha razón demostrar su júbilo, y hacerles una mani-
festación de gratitud. En este caso nos hallamos. Vive
entre nosotros el Honorable señor don Antonio Larrazábal,
Canónigo penitenciario de esta Santa Iglesia Metropolitana.
Su historia es bien sabida. Sus virtudes morales y patrió-
ticas son bien acreditadas. Firmeza y Resolución apoya-
das sobre la base de una conducta cristiana forman su ca-
rácter. En los días aciagos sostuvo ese Código fundamen-
tal que hoy es el júbilo de la Nación. Tan distinguido ser-
vicio atrajo al señor Larrazábal las adversidades que son
notorias, y que sólo deben recordarse para recompensarlas.
La Antigua Grecia erigía soberbias estatuas de mármol a
los oradores que con firmeza sostenían los derechos de la
Patria : Roma ceñía sus sienes con frescas ramas de laurel
;
y ahora mismo los pueblos de la Península han hecho
demostraciones semejantes, distinguiendo así el valor de
los famosos Militares y la entereza de los virtuosos y sabios
Diputados. ¿Y nosotros seremos indiferentes, o dejaremos
de agradecer los esfuerzos y sacrificios del nuestro? ¡De-
lirio, que sólo puede afrentar al hombre ignorante o envi-
dioso! ¡Las distinciones justas estimulan el honor y pa-
triotismo de los otros ciudadanos ! "Una estatua levantada
a uno, hace gloriosos a muchos que trabajaron por mere-
cerla" —dice un político antiguo— . Guatemala, pues, de-
be conservar para siempre su amor y lealtad a tan memora-ble Diputado: debe también hacer más duradero su digno
nombre; y los Síndicos en representación pública conclu-
yen con esta proposición : "Que el inmortal nombre del señor
Larrazábal se inscriba con letras de oro en una tabla, que
se colocará desde ahora para siempre en esta sala capitu-
lar, en memoria eterna de su heroica firmeza en defender
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 229
la Constitución y nuestros imprescriptibles derechos; soli-
citándose la aprobación del Excmo. señor Jefe Político".
El 22 de agosto se acordó: "Visto, y tenida considera-
ción del mérito recomendable que el señor don Antonio de
Larrazábal contrajo como Diputado por esta Capital a
las Cortes Generales y Extraordinarias, su firmeza en sos-
tener nuestros derechos y la que tuvo en la persecución
que padeció, cuyas circunstancias sobre sus demás virtu-
des, lo hacen acreedor a cualquier demostración de gratitud
por parte del Cabildo: procédase desde luego a erigirle la
correspondiente inscripción que eternice su memoria comolo piden los SS. Síndicos; poniéndose el oficio del caso al
Excmo. señor Jefe Político". Firmaron los concejales Man-rique Larrave y Español, y el secretario García Zelaya.
Con las firmas de los anteriores y las de los alcaldes,
el propio 22 aprobó el cabildo completo la moción, dispo-
niendo que la placa conmemorativa se colocase sobre la
puerta interior de la sala capitular (asistieron además de
los antes mencionados los alcaldes Ramírez y Arrivillaga,
los regidores Azmitia, Barrundia y Górriz y los síndicos
Aycinena y López), y el 16 de septiembre lo comunicaronen estos términos al jefe político supremo, señor de Urrutia.
"Deseando el Ayuntamiento significar de todas ma-neras su amor y gratitud al señor don Antonio de Larra-
zábal, en quien tiene la gloria de admirar un ciudadano
venturoso y un representante singular que con pocos máshéroes supo reclamar los particulares de esta provincia sos-
teniendo después con la mayor firmeza el sabio código de
una constitución, ha creído de su deber distinguir a tan
recomendable patriota proponiendo por ahora tan sólo
admirar su memoria. Al efecto pues, y de conformidad con
lo pedido por los síndicos en moción particular del 18 del
mes próximo pasado, acordó este cuerpo, que el inmortal
nombre del señor Larrazábal se inscriba con letras de oro
en una tabla, que se colocará desde ahora para siempre en
230 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
esta sala Capitular en memoria eterna de su heroica fir-
meza en defender la Constitución y sus imprescriptibles
derechos:
"El Ayuntamiento se complace en la ejecución de una
medida remuneratoria que al mismo tiempo estimula el
patriotismo de los demás ciudadanos y tiene el honor de
elevarlo a la consideración superior de V. E.
"Dios g(uar)de a V. E. muchos años".
A lo cual respondió el jefe político superior: "Excmo.
señor. Es muy justa la manifestación de gratitud que ha
acordado hacer V. E. al señor don Antonio Larrazábal, co-
locando su nombre en la Sala Capitular para eterna memo-ria de su firmeza en defender la Constitución, y de los ser-
vicios particulares que prestó a esta Provincia cuando la
representó en el Congreso.
"Siendo tan merecido el premio, apruebo con muchasatisfacción el acuerdo de V. E., de que daré cuenta a S. M.,
que me comunica en oficio del 16 del pasado a que contesto.
Dios guarde a V. E. muchos años. Palacio de Gua-
temala, octubre 5 de 1820.
—
Carlos Urrutia.
Rector de la Universidad. Independencia y Anexión
Aunque resulte penosillo, es menester mostrar el re-
verso de la medalla de tanto entusiasmo por Larrazábal.
Lo dibujó la pasión política desatada con motivo de las
elecciones de partido efectuadas conforme a la .restaurada
Constitución. Los electores, tres distinguidas personali-
dades: Doctor Mariano Larrave, Licenciado José Venancio
López y don José Ignacio Foronda, responden a un "anóni-
mo calumniador" de El Editor Constitucional ocupando
todo el número 3 de El Amigo de la Patria, de 3 de noviem-
bre de 1820 y todavía con el aditamento de una hoja des-
plegada, para demostrar cómo ha operado el "espíritu de
familia". A Larrazábal le alcanzan alusiones un si es no
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 231
es mortificantes y no menos a las Instrucciones de Peinado,
sacadas a plaza a colación.
Como dijera "el anónimo" que "el que difama las Ins-
trucciones ... es del partido servil bustamantino ... Si en
algunos puntos eran aristocráticas las Instrucciones eran
propias de aquel tiempo. Sus errores no adoptados por
las Cortes, no debieron ser el instrumento del oprobio de
muchos guatemaltecos . ..
", los agraviados después de co-
piar la dedicatoria de Larrazábal en la edición de Cádiz,
y de confirmar lo dicho por Bustamante de que la declara-
ción de derechos de ciudadano es casi traducción de la
declaración de la asamblea de Francia en la Constitución
del 22 de agosto de 1794, y de asegurar que ellos no han
difamado sino criticado, puntualizan el espíritu aristocrá-
tico del proyecto de constitución guatemalteco en los pre-
ceptos que establecían la elección de alcaldes, síndicos yregidores, etcétera, por regidores elegidos no por el pueble,
sino por los ayuntamientos, mientras la Constitución de
Cádiz fijó lo contrario. Que en las elecciones no debía
triunfar el espíritu de familia . . .
El señor Licenciado López trae a cuento, con razona-
mientos jurídicos, los casos de la prisión de Larrazábal yde su propia prisión, para decir que se le hacía justicia, a
López, en su inocencia y honradez. El señor Foronda saca
a lucir los motivos porque, según el anónimo, padeció
arresto, insultos y persecuciones: el culpable, don José
Ignacio Larrazábal, por un incidente ocurrido en la plaza
de toros en 1814. Pero esto es incidental. Lo serio viene
ahora.
"El señor López llamó héroe al Sr. Larrazábal en su
pedimento síndico de 18 de agosto" (palabras de El Editor
impugnado).
"Permítaseme indicar (Hablo yo José Venancio Ló-
pez) lo que ha ocurrido con protesta de no haber voluntad
de ofender a ninguno. Es la poca prudencia del anónimo
la que compromete a publicar lo que no se habría dicho.
232 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"El mes anterior a la elección de diputado provincial
propuso D. Mariano Ayzinena en el Ayuntamiento que se
inscribiera con letras de oro el nombre del Sr. Larrazábal.
Ayzinena es su pariente: también lo es otro individuo del
mismo cuerpo y otros son amigos de los dos. No quiero
decir que el parentesco y la amistad les hizo proponer yaceptar la proposición. Indico uno y otro para manifestar,
que mi oposición a lo que no me parecía perjudicial al
público a más de inútil hubiera sido sensible a la familia
y amigos del Sr. Larrazábal. Se me dijo que hiciera yo el
pedimento: lo hice más sencillo y lacónico que el dado a
luz: Ayzinena trabajó el que corre impreso y me dixo que
lo firmara.
"La persona del Sr. Larrazábal es estimable para mí.
Pero en el pedimento que firmé lo que se dixo fué en gene-
ral que era obligación de hacer justicia a los patriotas que
a costa de peligros trabajaron en la formación de la Cons-
titución: que si hubo entre sus autores hombres egoístas,
hubo también no pocos héroes . . . , y esta expresión no es
contraria a lo que estampamos en nuestra contestación
anterior. . .", etcétera.
El sutil abogado que era don Venancio se movía en su
elemento. Como siempre, las discusiones provocadas por
asuntos políticos venían a desaguar en los personalismos,
los regateos y los dije y no dije. . . ¡Como siempre, Gua-temala: hasta los más grandes hombres, arrastrados a las
grandes pequeneces, por culpa e influjo de la política!
Todo lo demás ocurría en torno a la designación hecha
por la junta electoral y otros pormenores ajenos a nuestro
asunto; no así la hoja de apéndice: "Estado de los emplea-
dos provistos en individuos que por sus enlaces forman una
familia", un cuadro que debió levantar ampolla y cuya
publicación sólo se explica como fruto del apasionamiento
político. Sesenta y cuatro personas figuran allí con nom-bres y títulos, a quienes se les buscó y perquirió en habili-
dosa obra de non sancta inquisición hasta los más lejanos
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 233
parentescos para señalar qué empleos desempeñaban, des-
de consejero de Estado en Madrid hasta cura de tal pueblo
o portero de tal institución, y los pesos duros que por emo-
lumentos devengaban. En ese . . . padrón de ignominia
(al menos esa parecía la mira de su publicación) figura el
señor don Antonio Larrazábal y Arrivillaga como primo de
don Pedro Arrivillaga y Coronado, primo éste de los Mon-túfares, y pariente de Ayzinena, con el empleo de peniten-
ciario de esta Santa Iglesia, con 2,400. Don José Ignacio,
hermano del anterior, aparece como sargento mayor de esta
plaza, con 1,000; don Francisco, hermano también, comointerventor de correos ¡de Oaxaca!, con 600; en fin, doñaMicaela y doña Clara, hermanas de los arteriores, con pen-
sión de correos, de 500. En la lista de esa lotería burocrá-
tica, les corresponden los puestos 42 y siguientes. Concuánto regodeo la reprodujo el ardoroso Doctor Salazar:
¡duro, a "las familias"!
(Una lista semejante pudo hacerse en cualquier tiem-
po, con mayores sorpresas. La lista de nuestros días, tan-
to ha crecido la burocracia y tanto ha florecido la demo-
cracia, casi comprendería medio censo de la población . . .
En medio de todo, tal vez sea un progreso moral que no
se formule una lista de esa naturaleza).
En ese mismo año de 1820 se imprime un oficio del
señor Aycinena —don José— ,que lleva un valioso testi-
monio de la alta consideración en que la Universidad te-
nía al firmante, y a Larrazábal. "El Rector y Claustro
pleno de la Universidad de Goatemala —decía el encabe-
zamiento— haciendo una pequeña insinuación del aprecio
que le merecen las significaciones de afecto y gratitud dt
su dignísimo individuo el Excmo. Sr. Dr. D. José Ayzinena,
y queriendo también publicar por su parte el honorífico
234 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
concepto de la nación respecto del.Sr. Dr. D. Antonio La-
rrazábal benemérito de la Patria, y honra del Claustro,
acordó la impresión del oficio siguiente . .. ".
Es más: la Universidad patentiza su independencia,
y su adhesión a la persona del canónigo Larrazábal, eligién-
dolo otra vez rector, para el año de 1821. Es un paso muyrelevante de la Universidad. Y como hay también un pe-
riódico libre, El Editor Constitucional, en él se da esta
nota en edición del lunes 13 de noviembre (número 20) :
"El 10 del corriente fué electo Rector de la Universidad
con plenitud de votos el Sr. Don Antonio Larrazábal.—Su
antecesor el Dr. D. Pedro Ruiz de Bustamante al darle
posesión dijo:
"M. I. S. — Esta Universidad eligió a U. S. por su
Rector el año de 805. En 810 dedicó a U. S. un acto lite-
rario en testimonio de su satisfacción por haber sido elegido
diputado para Cortes, y en testimonio de su confianza le
confirió sus poderes. En el de 12 decoró su sala de claus-
tros con el retrato de U. S. (a) y en las vicisitudes de los
tiempos posteriores no temió conservar aquel monumento, ni
representar al Rey los merecimientos de U. S. (b).
Ahora que la Universidad ha resumido el derecho de
explicar más libremente sus sentimientos, ya que no puede
otra cosa, tiene la satisfacción de colocar a U. S. por se-
gunda vez en la silla de su rectorado. Sírvase U. S. ad-
mitir esta sencilla expresión del reconocimiento de este
cuerpo.
(a) Lo costeó y colocó con el del Excmo. señor Ayci-
nena el señor Dr. don Bernardo Pavón.— (b) Acta de l9
de septiembre de 1814".
(¿Conserva la Universidad, por ventura, ese cuadro?
¿Ha renovado nunca a la memoria de su procer hijo y
antiguo rector el honor que otrora le rindiera, enaltecién-
dose?).
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 235
Todavía en las nuevas Instrucciones, suscritas en 16
de diciembre de 1820, que el Ayuntamiento confirió al nue-
vo diputado a las nuevas cortes españolas y americanas,
don Julián Urruela —quien ya no pudo ejercer su cargo
primero por enfermedad y luego por la declaratoria de
independencia en 15 de septiembre de 1821— se contienen
dos menciones honoríficas al señor Larrazábal. Se le te-
nía y se le seguiría teniendo, hasta su muerte, como una
gran figura nacional.* * *
Los sucesos se agolpan. En Guatemala se ha pro-
ducido el hecho magno de la independencia, despertada la
conciencia, si no del pueblo, de los grupos de hombres ilus-
trados a favor de la libertad de imprenta y por las tertu-
lias en que se reunían para cambiar inquietudes y noticias
:
fruto lejano, en sazón, de los empeños de Cádiz...
El canónigo penitenciario don Antonio Larrazábal ha
recibido el año de 1821 nuevamente el honor de la rectoría
universitaria: no puede hallarse en mejor puesto para tal
tiempo, y en calidad de rector y a su convocatoria en obe-
diencia a lo dispuesto en el acta de 15 de septiembre y oficio
respectivo del jefe político, en unión del claustro pleno de
doctores jura la independencia nacional. Están allí y ju-
ran con él entre otras personalidades, don Pedro Molina
y don Mariano Gálvez. Es el 21 de septiembre.
Conforme a la fórmula establecida para el caso "por
Dios y Nuestro Señor y los Santos Evangelios", dice el acta
que levantó el prosecretario "el señor rector juró la indepen-
dencia de esta nuestra Patria: juró derramar la última
gota de su sangre por sostenerla; y juró defender la Re-
ligión Católica, Apostólica y Romana, y las personas y pro-
piedades de todos los ciudadanos sin diferencia de origen
y clases, respetando las autoridades constituidas".
Tan compresivos términos serían bien del agrado del
señor Larrazábal, preocupado siempre de la precisión de
236 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
los conceptos y la cabal visión de los alcances de los actos.
Prestaron el juramento en la misma forma los catedráti-
cos y consiliarios, con igual solemnidad.
Y por haber hecho allí el juramento como rector nolo hizo como canónigo en el venerable cabildo eclesiástico,
que ese mismo día lo dio "habiendo invocado al Espíritu
Santo con la oración acostumbrada", según el acta corres-
pondiente.
En la lista de los primeros vecinos que se adhirieron
a la independencia —ay, el primero fue don Gabino Gaín-
za . . .— después de los miembros de la diputación provin-
cial y el Ayuntamiento, está de las primeras la firma de don
Antonio Larrazábal, con la del canónigo don José María de
Castilla y otros altos elementos del clero guatemalteco.
El propio viernes 21 de septiembre en que prestó ju-
ramento, como celebrara su quinta sesión la Junta consul-
tiva provisional establecida con la independencia, el M. I.
Claustro de la Universidad pasó a felicitarla por su insta-
lación con un discurso que pronunció el Rector Larrazábal,
a que contestó el presidente. El martes 25 estuvo a lo mis-
mo con los estudiantes.
Cuando ya se barruntaba la separación de Guatemala
del imperio mexicano —con cuya unión Larrazábal no es-
tuvo de acuerdo, emitiendo parecer en contra— , y se debían
hacer los trabajos preparatorios para el congreso nacional
llamado a declarar la independencia absoluta de España,
México y cualquier otra nación 7 el l9 de julio de 1823, el
3 de abril nombróse una comisión de notables para el efecto
que tuvieran experiencia parlamentaria, con un grupo de
patriotas de conocidas ideas separatistas. El primero de
7 El espíritu de la Constitución de Cádiz, en sus mejores esen-
cias, el espíritu de Larrazábal, se infundía en el primer, gran Con-greso Nacional de Centroamérica. En aquella carta fundamental—por él suscrita— se había asentado (Artículo 2?): "La Naciónespañola es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimoniode ninguna familia ni persona".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 237
la lista fue el señor Larrazábal, naturalmente. El segun-
do, el Presbítero Fernando Antonio Dávila: un antigüeño
de nacimiento y el que sería vicepresidente y luego presi-
dente del congreso, siendo diputado por Sacatepéquez . .
.
El General Filísola, jefe de la tropa auxiliar del imperio,
tuvo para todos ellos, en su aprobación del nombramiento,las más conceptuosas frases. Pero el señor Larrazábal se
excusó de asistir, por enfermedad, a las juntas referidas.
Por la misma razón de enfermedad se excusó de acep-
tar el cargo, honroso aunque interino, de miembro del Su-
premo Poder Ejecutivo, en ausencia del titular don ManuelJosé de Arce, con don Pedro Molina y don Juan Vicente
Villacorta, designados en decreto de la Asamblea Constitu-
yente el 9 de julio, aunque se dice también que por consi-
derar incompatible el cargo con sus deberes y funciones
en la iglesia y en la rectoría universitaria.
Estas menciones de su nombre y actos suyos van indi-
cando el elevado concepto en que se tenía a Larrazábal por
los hombres de la emancipación. Es notoria su amistad,
y la frecuencia con que se enlazan sus nombres en destinos
y postulaciones, con el doctor Pedro Molina. Toda una eta-
pa siguiente de su vida, la del congreso americano de Pa-
namá, se verá ligado a la de este otro procer insigne: jun-
tos y en inalterable acuerdo, iba Larrazábal a actuar en
uno de los momentos más preclaros de la historia que co-
menzaba a hacer la América libre, y en que dignamente
servida por ellos, Guatemala jugó un papel honroso.
Las Naciones Americanas aspiran a Confederarse
La idea de formar una confederación, liga o sociedad
de naciones entre las nacientes repúblicas que estaban sa-
liendo de la dominación española era una generosa aspira-
ción que flotaba en el ambiente entre los políticos, guerre-
ros, escritores y hombres cultos de América. La acentúa-
238 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ba la emoción del esfuerzo común en las luchas por la
independencia y la noción confusa de peligro que acechaba
la difícil vida de estos pueblos en trance de organización
democrática, desprovistos de experiencia y encendidos de
ideales.
Múltiples antecedentes de la gestión de Bolívar hansido señalados y buscados con fervor interesado hasta en
ios recodos más remotos de la historia, conviniéndose en
hallarlos en casi todos los países americanos a partir de
la década final del setecientos. En medio de los azares
de la guerra de emancipación, la voz profética de Bolívar
insiste desde 1815 en el llamamiento a la unidad, fijando
en el de Panamá, nuevo istmo de Corinto, el sitio ideal en
que ese sueño podría concretarse.
La América Central no es ajena a la utopía. En Gua-
temala tiene alta expresión por la pluma de José Cecilio
del Valle el 22 de febrero de 1822 en El Amigo de la Patria,
y la gloriosa Asamblea Constituyente el 13 de noviembre de
1823 lanza formal convocatoria para una conferencia ge-
neral americana. Tenía que ser, sin embargo, el llama-
miento de Bolívar el de mayor resonancia y de efectividad,
siquiera pasajera. Héroe continental respetado, admirado
y adulado, gobernante del Perú y Colombia, dio forma a
aquella aspiración, tocándole también la desdicha de verla
fracasar por los recelos y suspicacias, por la incompren-
sión e intereses particularistas de varias de las nuevas
nacionalidades.
Suceso de tanta trascendencia como el Congreso de
Panamá en 1826, el primero en América, y anticipo como
se ha demostrado de la creación de sociedades de naciones
que en este siglo hemos conocido, cuenta con una cuantiosa
bibliografía como es natural, y casi todos los países parti-
cipantes han hecho alguna aportación valiosa de sus pro-
pios datos, sin exclusión del interés patriótico de reclamar
alguna gloria o de alejar alguna sombra...
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 239
Por Guatemala cumplió con todo lucimiento esa tarea
el Licenciado José Rodríguez Cerna en 1938, al publicar
la documentación, inédita en la parte mayor, que hasta
entonces pudo encontrarse. Su libro, Centroamérica en
el Congreso Bolivariano de Panamá, será indispensable en
todo estudio de la época en los países centroamericanos, ylo mismo para el más cabal conocimiento de lo que fue dicho
congreso. Como antecedente de esa publicación aquí acaso
apenas pueda mencionarse una serie de cuatro artículos de
Francisco Fernández-Hall: Las Asambleas Centroameri-
canas y el Congreso de Panamá convocado a iniciativa de
Bolívar, en el Diario de Centro América (18, 19, 23 y 25
de septiembre de 1931), con algunas de las disposiciones
oficiales sobre el nombramiento de los ministros y algunos
datos más. Aquel generoso historiógrafo no perdía oca-
sión de expresar su afecto a la memoria de Larrazábal yde hacerla resaltar noblemente.
Como el doctor Antonio Larrazábal fué uno de los dos
plenipotenciarios enviados por la República Federal de
Centro-América —el otro el Doctor Pedro Molina—, su
biografía y los estudios que sobre su actuación se hagan
tienen que recurrir fructíferamente a la obra de Rodríguez
Cerna: es innecesario ponderar su utilidad y mérito, así
como confesar que estos apuntes la aprovechan con usura,
junto a otras fuentes y textos oficiales, que se citan, siendo
de lamentarse —una vez más— que no existan o se desco-
nozcan de Larrazábal cartas y otros papeles íntimos que
echaran luz sobre inevitables lagunas de toda documenta-
ción oficial.
No faltan, por fortuna, papeles de don Pedro Molina,
con esclarecedores puntos de vista e informaciones de pri-
mera mano sobre lo que en Colombia se pensaba y se tra-
maba más o menos a las claras. No pudo buscarse tampo-co en Guatemala mejor pareja de plenipotenciarios, queconjugaban al servicio de Centroamérica, fuera de sus per-
sonales aptitudes, la experiencia parlamentaria de Larra-
240 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
zábal y su trato de hombres de gobierno y de acción, y la
experiencia diplomática adquirida por Molina en Colombia,
donde para ser admitida su legación se le sometió a un ex-
tenso cuestionario al que respondió con brillantez, en exten-
sa comunicación, defendiendo particularmente la soberanía
de Centróamérica contra la ilegalidad de la anexión a Mé-xico, el sistema federal implantado y otros muchos puntos
de interés, habiéndose dado clarísima cuenta y comunicán-
doselo así a su gobierno, de los peligros que acechaban a la
débil república entre dos vecinos poderosos tempranamente•'imperialistas", al punto de propugnar con gran celo la
necesidad de ganar la amistad de los Estados Unidos comoelemento equilibrador y respetable frente a aquellos peli-
gros s. La ponderación de Larrazábal y la lucidez de Mo-
lina, a ese tiempo, y en negocio de tanta consideración yresponsabilidad no podían ser mejor aprovechadas. .
El 15 de marzo de 1825 se había firmado en Bogotá
"en el nombre de Dios autor y legislador del universo" por
ei ministro guatemalteco Pedro Molina y el ministro co-
lombiano Pedro Gual, un tratado o convención de liga yconfederación perpetua, ratificado en septiembre y el pri-
mero que realizaba Guatemala, entre Centróamérica y Co-
lombia, semejante a otros suscritos por esa nación: con el
Perú el 6 de julio de 1822; con Chile el 21 de octubre del
mismo año, no ratificado por Chile; con la Argentina, que
sólo aceptó un pacto de amistad, el 8 de mayo de 1823, ycon los Estados Unidos Mexicanos el 3 de octubre también
de 1823. Esos tratados incluían el compromiso de convo-
car a la dieta de Panamá y fueron la base de los convenios
que allí se formularon.
* Cartas del Doctor Molina publicadas en 1876: respuesta al
Ministro de Estado y Relaciones de Colombia, señor Gual, Bogotá,
6 de enero de 1825; al Ministro de Relaciones de Guatemala, Bo-gotá, 28 de febrero y Cartagena, 10 de junio, del mismo año, másuna posterior, sin fecha en la reproducción, ya de regreso en el
país. Todas, de un gran valor histórico.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 241
Los países recién emancipados temían agresiones in-
minentes de Europa por la Santa Alianza en apoyo de la
soñada reconquista española de las ya perdidas colonias ypor interés de Francia en cobrar a España enormes adeu-
dos, aunque ya Inglatera se desviaba de esos proyectos y
bajo el gobierno de Canning afirmaba una amistad tan in-
teresada como en cierto modo protectora de América. Eracomprensible que se intentara oponer un frente unido yfuerte a tales agresiones, además de generalizar y afianzar
los principios democráticos y establecer un cuerpo consul-
tivo y deliberante que mantuviera la unidad americana,
ayudara a independizar a las colonias antillanas y fomen-tara el comercio y las fuentes de riqueza de estos países,
en un trasunto de anfictionía a que eran propensos a soñar
los ideólogos de la época, encandilados por la historia gre-
corromana.
Al decir .de ministros e historiadores peruanos, Co-
lombia perseguía otras miras más inmediatas y limitadas.
Y por eso habría procurado la inclusión de Inglaterra en
Ja alianza, como México propició la invitación de los Esta-
dos Unidos y se hizo lo mismo con el imperio del Brasil.
Bolívar concedía suma importancia a la presencia de los
ingleses, por lo que significaría como reconocimiento de
la capacidad de las nuevas naciones ante las europeas. Pa-
ra fortuna del congreso, el ministro enviado por Inglate-
rra fue sólo un observador y un amable consejero de exqui-
sita discreción. La regateadísima asistencia norteameri-
cana no tuvo prácticamente efecto, y la de los Países Bajos
se contrajo a una visita de cortesía extraoficial. La Ar-gentina eludió todo acercamiento, Brasil no estuvo presente
y Chile se escabulló también.
En Guatemala, la preparación del nombramiento de
ministros fue laboriosa por la inexperiencia natural de las
altas autoridades centroamericanas y por el cuidado que
se puso en el acto, dada la gravedad de la materia, porque
podía comprometerse parte de la soberanía —lo que al cabo
242 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
se desechó por completo en el congreso panameño— y porcircunstancias tales como la extrema deficiencia de las co-
municaciones. El Congreso Federal quiso asumir todo el
negocio de la misión y su decreto de 28 de septiembre de
1825 fue objetado por el Senado y por el Ejecutivo. Aten-
diendo razones, se limitó a la elección de los ministros,
dejando al ejecutivo el nombramiento de secretarios, la
entrega de instrucciones y otros pormenores.
Por decreto del 28 de octubre, se decidió que la elec-
ción se hiciera por votación del Congreso: "para obtener
tan honroso y delicado cargo, se requiere ser natural de
esta República, tener la edad de treinta años cumplidos:
haber sido siete ciudadano: hallarse en el ejercicio de los
derechos de tal; y ser de reconocida aptitud", se establece-
ría como requisitos.
El ejecutivo había recomendado se dieran extensas fa-
cultades a los delegados, y reconociendo que siempre suce-
dería que "mucho ha de quedar reservado al patriotismo yluces de los Ministros, pues la naturaleza de la comisión
exige poderes muy amplios, y esto debe tenerse presente
para que el nombramiento de las personas se haga con mu-cho examen y delicadeza" (7 de octubre, al Senado).
Por orden 280 del Congreso de fecha 23 de noviembre
pe dio a conocer la elección recaída en los Doctores Larra-
zábal y Molina, y se comunicaba al ejecutivo para que la
publicara, expidiera los correspondientes despachos y dis-
pusiera informarlo a los nombrados y se les guardara los
honores y consideraciones debidos a su carácter, Al ha-
cerlo al Doctor Larrazábal, el 24, se le manifestaba la ne-
cesidad apremiante de apresurar el viaje, por estar ya en
Panamá la delegación peruana —que pasó allí muchos me-
ses en inactividad— y para llegar la colombiana, y urgir
en todo concepto la apertura de la asamblea.
. A lo cual contestó Larazábal tras la introdución pro-
tocolaria : "El Congreso, que tanto me honra con sus votos,
y el mayor interés que de mí exige el servicio de la Patria,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 243
ambas cosas me han decidido a aceptar un destino que so-
brepuja a la pequenez de mis talentos y que va a pesar
mucho sobre la totalidad de mis circunstancias. He forma-
do ya esta resolución. Emprenderé mi marcha tan luego
como acabe de arreglar mis asuntos domésticos y los en-
cargos eclesiásticos que tengo. Para esto puedo necesitar
fletar un buque en Sonsonate y constituirme a la mayorbrevedad en Panamá, consultando así los deseos del Su-
premo Gobierno, a quien protesto mis respetos, como a usted
los sentimientos", etcétera.
(En la respuesta del Doctor Molina hay una referen-
cia significativa a la escasez de personas elegibles paraun cargo semejante o que quisieran servir fuera de susueldo, embargadas las más por ser elementos del congreso).
Se nombró secretario de la misión a don Rafael del
Barrio, sobrino de Larrazábal, que antes había sido desig-
nado para el mismo cargo en la Legación en Londres, nohabiendo podido aceptarlo, pero ahora estaba resuelto "de
cualquier manera" a acompañar a su tío, según expresaba
con demostraciones de agradecimientos en su respuesta.
Apunta el compilador que Larrazábal agradeció también
ese nombramiento y que Molina dijo al canciller: "Quedoentendido de ello, y celebro que la elección haya recaído en
un joven de tan bellas disposiciones para el servicio de la
patria", palabras que al lector suspicaz desvanecerán la
posible creencia en un mero caso de nepotismo . . . Lascualidades del secretario ameritaban el nombramiento. Labreve nota de Larrazábal remarca lejos de disimular el
parentesco y rebosa sinceridad: "Siendo el sujeto nombra-
do deudo mío inmediato, espero tendrá V. —decía al minis-
tro Sosa— la bondad de manifestar al Supremo poder mi
debido reconocimiento por el honor con que le ha distin-
guido". (30 de noviembre de 1825). (Rafael José Felipe
Neri Nemesio del Barrio y Larrazábal había sido bauti-
zado el 19 de diciembre de 1798 por don Bernardo Martí-
244 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
nez, cura rector más antiguo del Sagrario. Su padrino
:
Antonio Larrazábal . . . )
.
El sueldo asignado fue de ocho mil pesos anuales n
cada ministro, mil quinientos al secretario incluso viático
y mil pesos para gastos extraordinarios y de escritorio "con
el cargo de rendir cuenta de su inversión". El dinero, ay,
se tomaba del empréstito conseguido con Inglaterra, la
famosa deuda inglesa que pesó sólo sobre Guatemala, hasta
junio de 1944... Por disposición de febrero de 1826 el
gobierno acordó que los sueldos se abonaran desde el día
de la aceptación y que se les suministrara el monto de
un año para hacer los gastos de marcha y subsistencia en
Panamá.Una comisión especial del Congreso rindió dictamen
sobre las instrucciones que debían darse a los plenipoten-
ciarios y fueron éstas discutidas en varias sesiones, tenien-
do en cuenta todos los antecedentes que existían respecto al
congreso y asuntos que en él podrían tratarse ; fueron apro-
badas, y suscritas por los representantes José Francisco
de Córdova y Mariano Gálvez, comunicadas al Ministro de
Relaciones, Juan Francisco de Sosa. Esas instrucciones
son muy importantes y contienen anticipaciones a normasdel derecho internacional americano así como decisiones
muy honrosas para Centroamérica y sus primeros esta-
distas y políticos, coincidentes en muchos casos con aspi-
raciones y disposiciones de los más eminentes americanos
que también participaron en el Congreso de Panamá, y,
en otras, más avanzados aún.
Entre otras muchas cosas, se facultaba e instaba a
los diputados guatemaltecos a trabajar por la traslación
del congreso a Guatemala, donde se le alojaría con coda
hospitalidad y comodidad —como se reiteró en ulterior
instrucción sobre la materia exaltando las ventajas de es'
a
capital sobre las condiciones entonces, y por mucho tiempo,
inadecuadas de Panamá— ; se daban normas previsoras
de conducta para asegurar la independencia sin atraer com-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 245
plicaciones innecesarias con las naciones europeas, y para
impedir cualquier intento de colonización extranjera—
,
refirmando la declaración de la doctrina norteamericana
de Monroe (1823), así como la intervención extranjera en
Ja política de los países confederados y la de éstos entre
sí ; que se decretara en todas las repúblicas "la abolición del
injusto tráfico de esclavos, prohibiéndolo bajo las penas
más severas, así en su territorio como en sus costas y en
sus buques". (Centroamérica había sido la primera en
declarar tal abolición, en abril de 1824).
Es lástima que el texto de esas instrucciones aparezca
mutilado, como lo advierte Rodríguez Cerna; pero lo cono-
cido hasta hoy es bastante para apreciar su valor indis-
cutible.
En las instrucciones del Ministro de Relaciones de
Colombia a sus plenipotenciarios señores Gual y Briceño,
en 22 de septiembre de 1825 se decía a este respecto: "69
A la abolición del tráfico de esclavos de África, y declarar
a los perpetradores de tan horrible comercio incursos en
el crimen de piratería universar. El asunto afectaba se-
riamente al Perú, por su abundante población de esclavos,
y mucho más a los Estados Unidos, que hasta pasado el
medio siglo pudieron dar solución al problema.
El 12 de febrero del 26 firmaron el presidente ManuelJosé Arce y el canciller Sosa los poderes de los plenipoten-
ciarios. El 20 embarcaron éstos a Acajutla con rumbo a
Panamá, habiendo sido saludados en ese momento con tre-
ce cañonazos ... Al saberse en Guatemala, el 19 de sep-
tiembre, la noticia de la instalación del congreso, efectuada
el 26 de junio, el gobierno dispuso celebrar con misa en
la Catedral —con asistencia de funcionarios, diplomáticos,
etcétera— , salvas de artillería, colgaduras e iluminaciones
tan fausto suceso.
El presidente, por su parte, lanzó una encendida pro-
clama a los pueblos. Y es curiosa, por su tono enfático, la
contestación del representante de Colombia a la invitación
246 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
gubernativa: la instalación dicha "es el complemento de
los bienes de la América. Su hora ha sonado ya. El nuevo
mundo se presenta hoy delante del antiguo, magestuoso yterrible. El antiguo la contempla absorto, y los enemigos
de la libertad embravecidos braman de impotencia.—El
Dios de los bienes bendecirá las deliberaciones de aquella
augusta asamblea, y los pueblos verán derramar sobre sí
la copa de la unión, de la amistad, de la fuerza y de la
prosperidad". ¡Románticos que éramos!
Don Mariano de Aycinena, con excelente acuerdo, pu-
blica un folleto con el Ensayo sobre la necesidad de una
federación general entre los Estados hispanoamericanos,
y plan de su organización, obra postuma del H. Coronel
D. Bernardo Monteagudo, que había sido su amigo en Gua-
temala y acababa de morir: uno, como se sabe, de los gran-
des precursores del hispanoamericanismo orgánico. "Por
la dieta americana, en que este personaje histórico habría
representado un papel tan útil como distinguido —decía
el señor Aycinena— ;por la literatura y el buen gusto, séa-
me permitido sentir profundamente su desgracia, y con-
sagrar a su memoria este monumento de mi respeto". Ho-
menaje digno y oportuno a fe. (Pero, como siempre, la
gota de sombra: la murmuración histórica llegará hasta
nosotros con la especie de que Monteagudo vino a Guate-
mala, donde tanto entusiasmo había por Bolívar que la
Constituyente mandó poner su retrato en el salón de se-
siones, a hacer propaganda en favor de la corona que pre-
tendería el Libertador: el Congreso de Panamá sería la
dieta, no de América, sino de la monarquía bolivariana . . . )
.
Tratados que se firmaron. Decepción del Libertador
Larrazábal y Molina llegaron a Panamá el 18 de marzo
a las cinco de la tarde, después de veintiséis días de nave-
gación. Su arribo debió constituir una alegría para los
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 247
plenipotenciarios del Perú y Colombia: los primeros te-
nían ya varios meses de esperar y aburrirse en la cálida,
enfermiza y desolada Panamá. Los de Colombia al parti-
ciparlo a su gobierno expresaron acerca de los delegados
guatemaltecos
:
— . . . Son éstos el señor don Pedro Molina, Ministro
que fué de aquella República cerca de nuestro gobierno, yel señor don Antonio Larrazábal, antiguo miembro de las
primeras Cortes españolas. El primero, bien considerado
en Colombia, y el segundo se dice que es un sujeto de mu-cha ilustración, de mucha probidad y de un carácter firme
y sostenido ... El señor Larrazábal nos aseguró con refe-
rencia a cartas del señor Ramos Arizpe, que muy pronto
ilegarán aquí los ministros mexicanos General Michelena
y el señor Domínguez, nombrado ministro por renuncia del
señor Alamán . . .
La correspondencia de los ministros va firmada por
ambos cuando estuvieron juntos. Una de las primeras no-
tas, del 27 de marzo, contiene este pasaje que revela unmalestar pasado por ellos en cuestión de decoro nacional:
"Copiamos a U. —dicen al Ministro Federal de Relaciones
—
por no poder enviar el original, el párrafo siguiente que
se halla en la Gazeta de Colombia de 5 de marzo, en donde
dice así: «Es cosa extraordinaria que el gobernador espa-
ñol que hizo la capitulación de Ulúa haya ido a Españacon la noticia en una goleta de las Provincias unidas del
Centro, llamada Paquete Goatemala». Este anuncio nos
ha sido sumamente vergonzoso. No sería fuera del caso
que nuestro Gobierno hiciese una explicación de lo que
haya ocurrido en el particular, para evitar consecuencias
depresivas que pudieran inferirse". (San Juan de Ulúa,
último baluarte español en México, se había rendido el 17
de noviembre de 1825).
Tardaron los delegados de México y las noticias sobre
ios de otros países, que al fin no llegarían, eran confusas.
La correspondencia tardaba demasiado. Había ciertas di-
248 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ficultades en materia de instrucciones por el carácter de
reservadas que tenían algunas y era motivo de cavilaciones
ia actitud que se asumiría con el ministro de Inglaterra,
inquietud que se desvaneció cuando éste mostró sus cre-
denciales, más adelante: y su personal carácter. Tambiéninquietaban los rumores sobre que para el reconocimiento
de la independencia por España se daría a la madre patria
:
¡al enemigo! una indemnización de varios millones y que
México seguía ese camino, dejándola en posesión de SanJuan de Ulúa, rumores que sublevaron los ánimos.
Al fin el 22 de junio se inauguró el congreso en la
sala de la municipalidad, con sólo los ministros y secre-
tarios de Colombia, Centroamérica, Perú y México: en este
orden resultó la distribución de turnos para presidir, que
se hizo la suerte en la sesión inaugural. Ya a la noche si-
guiente se leyó el proyecto de tratado de confederación ypor varios días no hubo juntas, por enfermedad de un dele-
gado. El clima era malsano y casi todos padecieron sus rigo-
res ; en cuenta, murieron dos secretarios del ministro inglés.
No hubo mayor simpatía para la traslación del Congreso a
Guatemala —salvo México, los otros se inclinaron por este
país— . Un navio, cuatro fragatas y dos buques menores
de guerra españoles rondaban por aguas de Panamá y esto
hacía parecer inseguro el curso de la Conferencia y recor-
daría al antiguo diputado en Cortes el cerco de Cádiz por
los franceses, dentro del cual se celebraron aquéllas . . .
Los ministros sostuvieron pláticas previas para la
elaboración de los planes objeto de su reunión, y diez con-
ferencias que se celebraron entre el 22 de junio y el 15 de
julio —con un intervalo por enfermedad de algunos repre-
sentantes— , en las cuales discutieron los convenios que iban
a suscribirse, ya por artículos.
Los peruanos habían presentado un proyecto de tra-
tado que sobrepasaba las intenciones de otros países. Los
colombianos diplomáticamente lograron soslayarlo, propo-
niendo que se efectuaran juntas entre los demás ministros
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 249
para presentar un contraproyecto, y a su moción esas jun-
tas se celebraron en casa de Larrazábal "proposición queacabó de ganarnos la benevolencia de la legación central
(la de Guatemala) y confirmó superabundantemente el
espíritu de moderación y fraternidad que nos conducía",
informaba el ministro Briceño Méndez a su gobierno, ycon toda habilidad lograron que se aprobase el proyecto
elaborado por ellos, sin darle ese nombre, y al cual sólo se
le introdujeron algunas reformas en los debates: dos, asolicitud de la delegación guatemalteca, una referente ala situación de tropas para auxilio de las otras partes, porlas dificultades que se pulsaban dada la extensión del te-
rritorio y la carencia de embarcaciones principalmente enel lado del Atlántico, y la segunda, que ha sido calificada
de desafortunada, por la cual se establecería en el pacto
oue "las partes contratantes se garantizan mutuamente la
integridad de sus territorios luego que en virtud de las
convenciones particulares que celebrasen entre sí, se ha-
van demarcado y fijado sus límites respectivos, cuya con-
servación se pondrá entonces bajo la protección de la Con-
federación".
La sola mención de cuestiones de límites provocaba en
las reuniones de los ministros sentimientos muy diferentes
a la cordialidad que en lo demás reinaba ; apenas la cuestión
del tráfico de esclavos suscitaba parecida inquietud. El
Doctor Raúl Porras Barrenechea escribe: "La delegación
centroamericana solicitó una cláusula sobre límites y en
la discusión que surgió alrededor de este punto se revela-
ron las hondas separaciones nacionalistas que existían yaentre los países reunidos en Panamá, y la utopía de los
planes federativos". "A la sola voz de límites —dice Brice-
ño Méndez— variaban de aspecto todas las discusiones",
bastando esta palabra, "para convertir en serias y acalo-
radas las conferencias en que regularmente reinaba la
sangre fría, la moderación, la fraternidad y la franqueza
más admirables". "Podría decirse que ella ejercía sobre
250 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
la asamblea una influencia mágica irresistible". Y sigue
copiando expresiones del colombiano:
"La legación del Centro aducía al instante sus dere-
chos sobre la provincia de Chiapas contra México y las
costas de Mosquitos contra Colombia. La del Perú protes-
taba que ella no podía pasar ni una sola sílaba sobre la
materia, porque su gobierno se lo había expresamente re-
servado. La de México sostenía viva y firmemente la
incorporación de Chiapas y aún llegó a anunciar que tal
vez el Congreso habría decretado ya la posesión por la
fuerza del cantón de aquella provincia, que había permane-
cido en la unión del Centro'' (Soconusco). Perú presentó
su reclamo sobre Guayaquil, que Bolívar había adjudicado
a Colombia y que lo estaba a Perú desde el 7 de julio de
1803. Rumorábase abiertamente de encontradas ambicio-
nes de México y Colombia sobre Cuba, isla que pretende-
rían libertar, para sí.
Las cuestiones de límites habrían de encender bien
pronto la guerra entre Perú y Colombia, y Guatemala se-
ría víctima de México, que le arrebató una enorme porción
de su territorio y aún bastantes años después le cercenaría
otras partes, mientras Colombia trataba de ensanchar su
territorio al sur de Costa Rica. La sola existencia de
aquel problema basta para explicar la ninguna diligencia
de México para hacer efectivos los tratados suscritos en
Panamá y la continuación del congreso, aún bajo su tutela.
En Panamá mismo, México quería que la liga no fuera per-
petua sino concluyese con la guerra contra España.
Los tratados y convenios que se firmaron fueron: el
tratado de unión, liga y confederación perpetua, "en el
nombre de Dios Todopoderoso, Autor y Legislador del
Universo. .." (treinta artículos y uno adicional) ; la con-
vención sobre contingentes (veinticuatro artículos) ; un
convenio sobre el traslado a Tacubaya y futuras organiza-
ción y operaciones del congreso, y un concierto reservado
sobre la convención de contingentes, con veintidós artículos.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 251
El ejército federal constaría de sesenta mil hombresde infantería y caballería, de los que México aportaría
32,750 ; Colombia 15,250 ; Centroamérica 6,650 y Perú 5,250.
La décima parte de caballería. Para sostener las fuerzas
navales que se formarían, se consignaba desde luego la
suma de 7.720,000 pesos fuertes, distribuidos así: México4.558,475; Colombia 2.205,714 y Centroamérica 955,811. Laparticipación naval del Perú sería sólo en el Pacífico. Hom-bres y cuotas en dinero correspondían proporcionalmente ala población de los países confederados.
El primero de julio participan los plenipotenciarios
guatemaltecos que, por mayoridad, el congreso acordó tras-
ladarse al pueblo de Tacubaya, inmediato una legua a Mé-xico, debiendo partir allá uno de los ministros de cadadelegación y el otro retornar a su país con los tratados yconvenios celebrados, para dar las explicaciones pertinen-
tes a sus respectivos gobiernos y acelerar su ratificación
por los congresos. A ese tiempo se cruza una iniciativa
práctica, tanto como romántica, pero inoperante, que Gua-temala somete al congreso por iniciativa del sabio Valle,
que la había propuesto al congreso federal en abril de 1826
:
que se organizara una expedición científica compuesta por
geógrafos, astrónomos y naturalistas; el congreso ameri-
cano no pudo tomarla en cuenta por haber decidido que nose tratara ningún otro asunto antes de la ratificación ycanje de los tratados originales. Otra brasa que tenían
nuestros ministros entre manos era la cuestión de la ane-
xión de Chiapas y las amenazas mexicanas sobre Soconus-
co, de que se ha hablado: México se negaba a tratar esa
cuestión y nuestros ministros veían que su arreglo sólo
podría hacerse a base de "algún doloroso sacrificio". ¡Yfue inmenso el zarpazo de México al territorio de Guate-
mala! Esto no cabía dentro de la confederación perpetua.
El 17 de julio escribe Larrazábal, solo, una extensa
comunicación en que da cuenta del desempeño de su misión
cumplida, "acordes todo lo mejor que nos ha sido posible
252 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
en cuanto ha estado en nuestro alcance", y que habiendo
convenido en dividirse como las otras misiones "a mí, que
marcho a aquel destino (a Tacubaya), corresponde dar
una idea clara sobre lo que nos ha movido a convenir en
los tratados según van a conocimiento y ratificación del
gobierno", y se explica extensamente acerca de la necesaria
participación aceptada en nombre de Centroamérica —con-
forme a las instrucciones —para la formación de un ejér-
cito confederado.
Larrazábal hace verdaderos prodigios de razonamien-
to para demostrar la necesidad del contingente que hayque prestar y de lo poco que significará para el país la
ayuda ocasional que se le pida, a cambio de las grandes
ventajas que* tendrá para la seguridad y reconocimiento
de la independencia, el tratado respectivo. "La España en
su estado miserable es imposible que pueda hacer por su
parte un esfuerzo cualquiera para venir a reconquistar aunel punto más débil de la América" —se ilusiona— y recu-
rre a los números y a toda suerte de argumentos, con em-
peño que deja entender muy por debajo su temor de que
el compromiso adquirido pareciera excesivo a la anémica
nación que representaba. Una nota que lleva la comu-nicación en referencia denuncia lo insignificante que pa-
reció al Libertador lo resuelto sobre ese punto que tanto
importaba al Perú y a Colombia por los grandes sacrificios
hechos por esos países en la guerra y en el sostenimiento de
un ejército en pie de más de treinta mil hombres: "La
convención de contingentes fué calificada por Bolívar de
inútil e ineficaz «Puede el enemigo obrar sobre principios
ciertos e invadir con el doble de sus fuerzas». El Liber-
tador hubiera querido que el ejército confederado se com-
pusiera de cien mil hombres".
En realidad, Bolívar se contentaba con menos, pero
con algo firme. Sabía que la liga federal sería nominal,
"pues un pacto con un mundo entero viene a ser nulo en
realidad". (Carta de Lima, 11 de agosto de 1826 a los
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 253
plenipotenciarios colombianos, en que daba su opinión so-
bre que se formara la liga militar sólo con los países quetemían un ataque del norte: México, Guatemala y Colom-bia, cuyo tratado debería contener las siguientes estipu-
laciones :
"l9 ) Que se le dé a España un término de tres o cuatro
meses para que decida si prefiere la continuación de la
guerra o la paz.
29 ) En estos cuatro meses ha de verificarse el arma-mento y reunión del Ejército y Escuadra federales o de
la Liga, como los quieran llamar.
39 ) El ejército no bajará de veinticinco mil hombres
y la escuadra de treinta buques de guerra. Estos serán
cuatro navios de línea, ocho grandes fragatas, ocho fraga-
tas menores y el resto entre corbetas, bergantines y goletas.
49 ) Cada gobierno debe mandar su contingente, pero
de acuerdo con los demás y con la mira de un plan dado.
59 ) Cada Estado pagará lo que se estipule para man-tención de su contingente, tomando para ello los arbitrios
que juzgue convenientes.
69 ) Este plan se fundará: l9—En defender cualquier
parte de nuestras costas que sea atacada por los españoles
o nuestros enemigos; 29—Expedicionar contra La Habana
y Puerto Rico; 39—Marchar a España con mayores fuer-
zas si para entonces no quieren la paz los españoles.
79 ) En el caso de reunirse fuerzas marítimas o terres-
tres, puede estipularse la condición de que el oficial másantiguo mande en jefe; pero si los confederados de México
y Guatemala no quieren aceptar esta condición, Colombia
puede ofrecerles, por generosidad, el mando, sea en tierra
o en mar.
Si los mejicanos y los de Guatemala quieren entrar
en esta Liga, creo que ustedes deben concluirla inmediata-
mente, aún cuando no tengan instrucciones del ejército, pues
yo estoy resuelto a aprobarla luego que llegue a Colombiae influiré para que el Congreso la ratifique. Digo más : si
254 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Méjico y Guatemala prefieren otras condiciones a las que
yo he indicado, deben también admitirse, con tal que haganuna liga marítima y terrestre con las miras de defender
el territorio de los aliados. También creo que el ejército
no debe bajar de veinte mil hombres y la Escuadra debe
ser igual, lo menos, a la de los Españoles en América, siem-
pre con la idea ostensible de tomar La Habana y Puerto
Rico.
Me extenderé aún: si en el tratado salimos perjudi-
cados por la desproporción del contingente, debemos sufrirlo
para no encontrarnos solos en la lucha, pues al cabo Co-
lombia sola tendrá que combatir. Colombia y Guatemalapueden contribuir con la mitad del Ejército, de la Marina
y de los gastos, y la otra mitad toque a Méjico, que tiene
doble riqueza y doble población que Colombia; y como Gua-
temala de ningún modo equivale a Colombia, la ventaja
por consiguiente es para Méjico, que tiene un millón de
habitantes más que las otras dos repúblicas contratantes".
Pero es lo cierto que la estrella de Bolívar venía a
menos. A la hostilidad de la Argentina y la desconfianza
e indecisión de Chile se unía la sorda fermentación del Perú
contra su Libertador, y de parte de Colombia misma. Eraya el tiempo en que se denunciaba como un peligro para
la libertad el monarquismo que se le atribuía, maniobra a
que dio alas bien pronto la Constitución dictada para los
bolivianos y aclamada por los peruanos al principio y que
fue instrumento de su descrédito: el Libertador pasaba a
ser, para los impacientes y los apasionados,, el tirano.
(Hasta en Inglatera se veía con malos ojos, para fines de
empréstitos, la dictadura de Bolívar . . . )
.
Dos cartas siguientes de Bolívar de pasajes muy di-
vulgados y harto expresivos, revelan mejor la desilusión
del iniciador, que veía con lucidez la inanidad de lo pacta-
do, las dificultades para su aleatoria ejecución, la oposición
de unos, la debilidad de otros, las segundas miras de algu-
nos, y los nuevos proyectos que ya tenía en su hirviente ima-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 255
ginación. Desde Guayaquil a 14 de septiembre de 1826
escribía al General Pedro Briceño Méndez: "He leído aquí
ios tratados celebrados en Panamá y voy a darle franca-
mente mi opinión. El convenio de contingentes de tropas
principalmente sobre el modo, casos y cantidades en que
aeben prestarse es inútil e ineficaz ... La traslación de
ia Asamblea a México va a ponerla bajo el inmediato
influjo de aquella Potencia ya demasiado preponderante, ytambién bajo el de los Estados Unidos del Norte. Estas y
otras muchas causas que comunicaré a usted de palabra meobligan a decir que no se proceda a la ratificación de los
tratados antes de que yo llegue a Bogotá, y antes de que
los haya examinado detenida y profundamente con usted ycon otros. El de unión, liga y confederación contiene ar-
tículos cuya admisión puede embarazar la ejecución de
proyectos, que he concebido, en mi concepto muy útiles yde gran magnitud . .
. ".
Al General Páez: "El Congreso de Panamá que debie-
ra ser institución admirable, si tuviera más eficacia, se
asemeja a aquel loco griego que pretendía dirigir desde una
roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra
y sus decretos serán meros consejos".
Uno y otros fueron mucho menos aún. Desdichada-
mente para América.
El Congreso en Tacubaya. Inquietudes. Guerra Civil
En la referida carta de 17 de julio toca a Larrazábal
otros asuntos. Del traslado, que "el gran México llenó de
entusiasmo sus cabezas —las de los otros ministros— , lo
mismo que la seguridad, la facilidad de las comunicaciones,
etcétera, y comodidad de los extranjeros que tuvieran que
residir cerca del Congreso. . . hubiera sido inútil insistir
e impolítico contrariar abiertamente a la mayoría, que con-
tando con los mismos mexicanos, estaban por Méjico, pues-
256 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
to que ellos no lo habían de resistir". Si esto significó unaderrota para Guatemala, lo fue mucho mayor para Colom-
bia. Y los acontecimientos demostrarían que para el por-
venir del Congreso.
Respecto a la cuestión territorial, que en Tacubaya se
continuaría tratando el punto, aunque el congreso sólo po-
dría ser conciliador, y "siempre bajo el supuesto de que
la potencia más grande no se sujeta al arbitramento...,
!q que creemos poder lograr será asegurar la paz y el orden
de nuestro territorio a costa de un sacrificio".
Y como ha hablado de las dificultades experimentadas
en Panamá, dedica un párrafo a las propias: "Yo, a pesar
de los males que he padecido y del estado de extenuación
en que me encuentro, he resuelto hacer el viaje a México
para que no falte la representación como ministro de la
República. Pero juzgo, sí, que en consideración a mi edad
v el estado en que me tienen mis enfermedades habituales
y accidentales que ahora he sufrido, se sirva U. proponer
al Congreso que se nombre a otro ministro que me sustituya
para poder regresar con alguna comodidad en el verano
entrante a mi casa.
"El ciudadano Doctor Molina, mi compañero, infor-
mará con veracidad acerca del estado de mi salud, que meimpide fungir como debiera en estas cosas, lo cual me causa
ansiedades inexplicables . .. ".
En carta del 18 insiste con más vehemencia en la sú-
plica de que se le substituya en el cargo :
"El estado tan quebrantado en que me hallo de salud,
me impide absolutamente por más tiempo continuar desem-
peñando las funciones de ministro plenipotenciario, porque
estoy reducido a tal debilidad, que no puedo entregarme ni
por un cuarto de hora a trabajo alguno intelectual. Hagoesta sincera relación, porque conozco que continuando en
este encargo habría agravio a ese Congreso y al Gobierno,
pues se me nombró en concepto de que sería apto y capaz
para él.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 257
"La experiencia me ha convencido hasta la evidencia
de que no tengo esos requisitos indispensables, ni aún cuan-
do los tuviera puedo dedicarme por la indicada falta de
salud, que no me es posible recuperar para continuar en
estos trabajos. Si ahora he resuelto pasar hasta Méjico,
os haciendo un verdadero sacrificio, tan sólo porque no
ialte ministro por esa República en la continuación del
Congreso; pero tan luego como se reciba allá la ratificación
de los tratados, me es necesario regresar a mi casa, por
io que suplico al Congreso con el debido respeto y el mayorencarecimiento se sirva nombrar mi sucesor. En apoyode mi solicitud y si se cree necesario, acudo al testimonio
de mi digno compañero el Doctor Molina sobre el miserable
estado de mi salud. Tampoco debo omitir que los señores
Briceño y Vidaurre (los ministros don Pedro Briceño Mén-dez, de Colombia, don Manuel de Vidaurre del Perú) hansolicitado de sus gobiernos que se nombren otros en su
lugar. El primero lo ha conseguido, y el segundo lo duda,
fundado en sus achaques, que están muy distantes de ser
tan graves como los míos. El gobierno, interesado en tener
ministros capaces de desempeñar sus destinos, aprobarásin duda mi dimisión y espero que coopere con su aproba-
ción a la del Congreso".
Don Pedro Molina informaba, el 20 de agosto de 1826,
<ie la terminación de las sesiones del congreso de Panamáel 15 de julio y del acuerdo de división de las misiones:
"Yo fui encomendado de llevar a Guatemala los tratados,
y el ciudadano Antonio Larrazábal se hizo a la vela con los
ministros mejicanos desde el 20 del pasado, dejando aquí
al ciudadano secretario Rafael del Barrio que debía seguir-
lo a Acapulco con el señor Pérez Tudela (del Perú) y su
secretario, dejándome a mí en Acajutla. . . Con este obje-
to se fletó el bergantín Tres Hermanas, único que se ha-
llaba en el puerto, en la cantidad de cuatro mil pesos, dando
la legación del Perú mil doscientos y la de Centroamérica
dos mil cuatrocientos, en razón de que si los mejicanos lie-
258 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
vaban a bordo de su buque al ministro Larrazábal, se ha-
bía convenido en que nosotros llevaríamos a uno de los
oficiales de su secretaría, varios cajones de la pertenencia
de los ministros y la mayor parte del equipaje del citado
ministro Larrazábal".
Es imposible seguir aquí, las andanzas y malandanzasdel Doctor Molina y dé los otros ministros y secretarios.
Don Pedro se quedó por fin en San Miguel, de El Salvador
—presto enredado en la agitación política— y desde allí
fecha su correspondencia a partir de noviembre instando al
gobierno y al congreso a conocer de los pactos y hasta, por
último, pidiendo su pasaporte, sin llegar a la capital. Laguerra civil ardía en lo más violento de sus pasiones en esos
días. En Panamá se había estrechado entrañablemente
la amistad que ya unía a los proceres. Larrazábal, desde
México, en todas sus cartas habla de Molina con la enco-
miástica frase de "mi digno compañero". Si ahora se han
separado, la Academia de estudios los encontrará juntos
de nuevo unos años más tarde. A Larrazábal le inquieta la
falta de noticias del Doctor Molina. Más le hubiera inquie-
tado el saber en qué aventuras se había embarcado.
Larrazábal informa al señor Sosa en carta fechada en
Acapulco a 15 de agosto, haber salido de Panamá el 21 de
julio con los ministros mexicanos y estar llegando ese día
al puerto indicado. "Mi digno y honorable compañero don
Pedro Molina se dirigió a esa con los tratados celebrados,
para su ratificación; y entonces dije a U. cuanto me pare-
ció conveniente, sin que me reste qué agregar . .. ". Ya en
México, escribe el 13 de septiembre, preocupado por el
viaje de su "digno compañero el señor Molina": "Creo que
nuestro señor Molina habrá llegado con felicidad . .. ". El
23, nueva carta sobre la llegada del ministro de los Países
Bajos, quien había estado en Panamá, con el objeto de
felicitar al congreso pero sin carácter oficial porque "el
Rey, su amo, había querido conducirse con delicadeza por
respeto al de Francia, que acaso miraría ese acto con des-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 259
agrado". "Mas este Enviado me ha expresado ante el ciu-
dadano Mayorga (Encargado por la República cerca de
esta) que el Rey su amo tenía los más vivos deseos de es-
trechar de una manera indisoluble los vínculos de amistad
y confianza con la República del Centro, y que solicitaba de
mí que se lo escribiera así a ese señor Presidente; y comoquiera que en esto no se me ofreció embarazo, lo hago para
que U. se sirva elevarlo al conocimiento del mismo señor
Presidente, no omitiendo encargarle que esta especie se
reserve porque a su alcance no pueden ocultarse los incon-
venientes que traería su publicación".
Otras cartas sobre asuntos diversos; cuidados por nosaber nada del viaje del señor Molina ni del secretario, yenvío de gacetas: buen lector de periódicos, Larrazábal lo
mismo en España que en Panamá y en México se intere-
saba siempre en remitir las gacetas que podrían ser útiles
en el país: cumplía con este menester como una parte de
sus obligaciones, más bien, a pesar de lo retrasadas que a
él mismo le llegaban y lo dificultoso y caro del transporte.
Escrupuloso en todo, tenía que serlo más en el envío
de los protocolos de los asuntos tratados por los plenipoten-
ciarios en Panamá. Lo hace el 10 de noviembre con esta
insistencia de su celo: "Ya indiqué a U. (nota particular)
el gran sigilo y reserva con que es necesario manejar esta
materia, hasta que por ese Congreso se verifique la ratifi-
cación, y U. me dispensará la inoportunidad con que le hago
este encargo, por razones de su importancia y resultados".
Y más adelante este significativo subrayado:
"Por todo ello verá U. que nunca se pensó ni propuso
por alguno de los plenipotenciarios punto que pudiera to-
car en lo más mínimo en orden a intervenir en el gobierno
respectivo de cada uno de los Estados, caminando sobre el
principio inalterable de que éstos son del todo soberanos e
independientes. Así, los anuncios esparcidos de que se es-
tipuló alguna generalización de los gobiernos de esta Repú-
blica y esa, son absolutamente falsos, y repito que ninguno
260 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
lo propuso, ni se pensó en ello, considerándose los plenipo-
tenciarios como meros negociadores".
En carta siguiente avisa de la llegada del nuevo minis-
tro de Centroamérica en México, don José del Barrio —su
sobrino también, hermano de Rafael el secretario— ; en
otra, de que Chiapas y Yucatán no apoyarían peticiones
de auxilios de ningún estado de Centroamérica, ni directa
ni indirectamente —respuesta a una pregunta reservadísi-
ma del gobierno— . El 29 de noviembre acusa recibo de
oficio del secretario de relaciones en que habla de las pro-
videncias tomadas por el gobierno "para restablecer la
tranquilidad, como también las que se refieren a la des-
trucción de la fuerza que mandaba el extranjero José Pier-
zon". "Dios Nuestro Señor, como se lo pido con toda el
alma, concedía el acierto necesario para la restitución de
la paz, firmeza del gobierno y tranquilidad de esa desgra-
ciada República". (Van expresados así, condensadamente,
sus ideas y sentimientos respecto a las cosas públicas ysituación de su país, en la misma línea en que se manifes-
tarían en otras ocasiones. Es de suponer la inquietud que
lo embargaría a la distancia al conocer los penosos sucesos
que se desarrollaban en Guatemala y los sobresaltos que las
mismas ocurrencias de México le proporcionarían. No os
temerario pensar que la meditación sobre estos casos que
de tan cerca le tocaban, y los de los demás países de Amé-rica y España que andaban igualmente revueltos y ensan-
grentados por las ambiciones, el desconcierto y la anarquía,
trabajaran su pensamiento inclinándolo más y más a las
formas de gobiernos moderados, que, por desgracia, en
pugna de extremismos, se precipitarían enteramente en
casi todos estos países a la reacción, lo que a su vez daba
origen a nuevas turbulencias . . . )
.
Sin embargo, el antiguo liberal de principios que había
en el fondo de Larrazábal está de pie y se revela al cabo
de una carta reservadísima que envía el 6 de diciembre.
Se trata de la situación de Costa Rica, que tiende a sepa-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 261
rarse de la federación y donde hay veleidades por unirse a
Colombia, según se rumora; su experiencia y su patriotis-
mo aconsejan el modo de atraer y retener a aquella fracción
de la república, y entre otras cosas dice :"
. . . Cuarto : a
Costa Rica ha de haber llegado el proyecto de la Constitu-
ción de Bolivia y la hojeada correspondiente; y la lectura
halagüeña y seductora de estos dos impresos producirían
sus frutos en un terreno dispuesto". (Recuérdese que esa
Constitución fue severamente juzgada por su carácter con-
servador, como una vuelta atrás de Bolívar prenda del
monarquismo reptante y no de su experiencia, la trágica
experiencia de América, y de su desilusión). "Ya he indi-
cado a U. los muchos pueblos que han aceptado el nuevosistema propuesto a la República de Bolivia, dando apro-
bación con su presencia al campeón de la libertad a estos
actos que desmienten la Constitución que él mismo ha jura-
do. El prestigio de que goza es tan inmenso como puedeverse en el acta de Magdalena que inserta El Sol, en el
número 5 del corriente, que acompaño. Quinto: Los nue-
vos planes, aún cuando están a la vista, son tan poderosos
que será difícil resistirlos si no se apuran los medios para
exterminarlos.
"A esas reflexiones son consiguientes las que no se
ocultan a la penetración de U., y merecen la atención de
ese Gobierno para el pulso y buen discernimiento con que
desea manejarse en las tristes circunstancias de nuestra
República".
México, 16 de diciembre :"
. . . Al mismo tiempo, me co-
munica U. la llegada a San Miguel de mi digno compañero
el ciudadano Pedro Molina, que me ha causado la mayorcomplacencia, así por saber de su existencia que tanto desea-
ba, como porque considero que habrá entregado al Gobierno
los Tratados y demás obrado en Panamá". (No llegó el
procer a la capital. Los mandó por medio de su hijo el
Teniente Pedro Esteban Molina). "Los de esta República
todavía están pendientes en el Congreso Federal . .
.
". | Có-
262 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
mo marchaban de despacio las cosas! Y que no se viera
que se dirigían sino al fracaso irremediable . . .
De la misma fecha: "Quedo enterado de haberse esta-
blecido el orden y la paz que habían trastornado las con-
mociones que suscitaron en el departamento de Los Altos de
ese Estado los extranjeros Pierzon, Saget, Faucounnier
y Gordon. Quiera Dios, como todos los días se lo pido, con-
ceder a ese gobierno las luces para el acierto en todas sus
operaciones y que desterrando de nuestros corazones las
pasiones que nos ciegan, vivamos en perpetua unión y so-
metidos a la ley, sin lo que jamás podremos constituir unverdadero Estado, ni seremos considerados por las repú-
blicas hermanas, ni menos por los países extranjeros".
Noble voto del patriota y del sacerdote, que tardaría
mucho en cumplirse.
Y luego, un aliento generoso a oficial mayor de la se-
cretaría, señor Beteta, que ha actuado al frente del minis-
terio en ausencia del titular:
"... Yo he tenido mucha complacencia con esta comu-nicación, y más la tendré si continúa U. de Oficial Mayor,
pues me ha sido tan satisfactorio que su buen nombre yprivilegiado talento se hayan dado a conocer".
Pequeños rasgos, incidentales, que perfilan al nombra.
Luego, diversas cartas de menor monta, y una másextensa y grave : ha llegado el ministro de los Estados Uni-
dos de América, John Sergeant ante el Congreso y desea
saber las causas de la demora de la reunión y cuándo se
hará. Larrazábal —10 de enero de 1827— manda copia
de las comunicaciones cruzadas y expresa el aprieto en que
se siente y que puede agravarse si llegan los ministros de
las otras repúblicas, por la falta de ratificación de los
tratados de parte de Centroamérica recordando que fue es-
ta una de las invitantes y más dispuestas al pacto de liga
y unión perpetua. Hasta sugiere un camino de excusas
para el momento dado. . .
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 263
La situación apremiaba. Había llegado un ministro
colombiano con noticias de la próxima ratificación del tra-
tado por su país y por el Perú se conjeturaba muy probable,
y aún por México;pero el congreso federal centroamericano
no se reunía y aumentaba el riesgo de que al reanudarse
en Tacubaya el congreso o consejo americano, Larrazábal
no fuese aceptado como miembro, por falta de la ratifica-
ción. "Con esto continúa aquí bastante avergonzado y sin
saber cómo pueda presentarme reunido que sea el General
Americano", decía el 31 de enero suplicando ponerlo en
conocimiento del gobierno.
¡Buena situación para un ministro plenipotenciario!
Pero no era eso todo; la situación de la república em-peoraba por las disensiones políticas. El 7 de febrero, po-
seído de un dolor de muelas que deja huella en la corres-
pondencia diplomática, contesta de haber recibido nota del
ministro referente al restablecimiento de la paz, aunque al
mismo tiempo noticia de haber estallado "las discordias ylos envejecidos odios contrapuestos a la falta de recursos"
en las otras secciones: "No habiendo unión en los Estados
—reflexiona— es imposible que haya aquella fortaleza fí-
sica y moral, que es el alma y cimiento sólido de los gobier-
nos federales". Veía en los sucesos y en las declaraciones
del vicejefe de San Salvador, "una declaratoria de guerra
de Estados contra Estados y contra el Presidente de la
República: mis alcances son muy limitados y mi espíritu
se consterna demasiado para pintar los terribles males con-
siguientes a los medios indicados; y U., que está en medio
de los negocios y tiene a la vista todos los acontecimientos,
penetrará la realidad de mis temores". (Que no eran, en
manera alguna, infundados, aunque tal vez pudiera creerse
que la distancia los desmesuraba. No dudaba de los buenos
sentimientos del presidente federal, pero sí de los recursos
tomados, y creía en la casi imposibilidad de sofocar la tea
de la discordia una vez inflamada y llegar a restablecer el
orden constitucional). Prosigue:
264 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"Acaso erré en este modo de pensar; pero después de
meditar hasta donde lo permiten mis escasas luces, no debo
ocultar a U. lo que alcanzo. Me explico así por la expre-
sión con que concluye la nota de U. que tengo a la vista,
diciéndome de que enterado yo por ella del verdadero as-
pecto político de esa nación, estaré yo en aptitud de defen-
der el bien merecido concepto de la República. Nunca másque ahora desearía hallarme con un talento capaz para el
desempeño de este intento: amo en verdad como el que
más la Patria, respeto no menos a nuestro Presidente y doy
a la opinión de U. el lugar que merece su ilustración; pero
sabe U. que la persuación es hija del convencimiento y que
aunque yo poseyera la elocuencia suficiente de que estoy
muy distante, jamás podría prevalecer para manifestar el
éxito y reputación de una República cuyos Estados pugnanentre sí y en donde el choque de las pasiones y venganzas,
lejos de extinguirse, se aumenta más.
"Espero que U. se servirá mirar lo expuesto como una
sincera expresión de los verdaderos sentimientos que meaniman para no disfrazar mi concepto cuando juzgo deber
hablar con el corazón en las manos, y que en la ingenua
confesión de mi ineptitud conozco que no ofrezco lo que
veo no soy capaz de cumplir . .. ".
(Escrita la carta el 31 de enero, la despachó hasta el
7 de febrero, no sólo por el susodicho dolor de muelas, sino
porque quiso "tomarme más tiempo para reflexionar, por
no dejarme llevar de la primera impresión que causan los
sucesos desagradables". No se la darían mejor los impre-
sos que circulaban con noticias y juicios sobre la revolución
en Centroamérica y la agitación en Colombia, más las di-
vergencias con el Perú, que desembocarían en guerra fra-
tricida) .
Se cumplirán los ocho meses acordados para la ratifi-
cación de los pactos y no hay noticia de ellos, supone que
México va a hacerla y Colombia ya lo hizo, por expresiones
del ministro Gual, pero como éste nada sabe del nombra-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 265
miento de segundo ministro colombiano, eso "le hace fuer-
za". Y concluye donosamente : "Bien que a veces los diplo-
máticos dejarían de serlo si en las cosas al parecer másllanas no observaran misterios". Joel R. Poinsset, minis-
tro de los Estados Unidos en México, ha sido nombradopara participar con Sergeant en la representación nortea-
mericana al congreso y como más tarde este último se reti-
ra, queda sólo como ministro. En los últimos tiempos mu-cho se ha hablado y traído a la luz de la actuación de ese
ministro en México, pero sólo cabe conjeturar sobre sus
manejos respecto al desdichado congreso, y más aún sobre
lo finamente que habría hilado en él. Otro ministro que
se retira, y para el cual tiene Larrazábal expresiones muycordiales de amistad, es Van Veerder, de los Países Bajos,
con quien ha tenido correspondencia sobre un posible em-préstito que el Rey favorecería indirectamente "para es-
trechar más las relaciones" . . . Larrazábal y Molina de-
bieron ir instruidos sobre este negocio a Panamá y el
primero lo supone favorable aunque las condiciones de
guerra civil lo harían improbable. Por fortuna: que Gua-
temala habría cargado con otra "deuda inglesa" de la Fe-
deración.
Mal sino de los tratados y malestar del delegado
México demoraba sospechosa y sistemáticamente la
aprobación de los tratados de Panamá y dábanle magní-
fico pretexto las convulsiones de Centroamérica y Colom-
bia y la incertidumbre de la situación del Perú, de cuyos
ministros no volvía a saber nada Larrazábal en México.
El 11 de abril de 1827 escribe una nota extensa y razonada,
que es interesante reproducir en sus pasajes principales : el
pesimismo que en ella revela se mantendrá en más lacóni-
cas notas ulteriores, con algún raro relámpago de esperan-
za. Es notorio el escrúpulo por el qué dirán las naciones
266 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
extranjeras —pensando siempre en Europa y los EstadosUnidos—,
preocupación de que participaban todos los hom-bres lúcidos y patriotas de América en aquel tiempo, dolo-
ridos por los trastumbos de sus países y por el anhelo frus-
trado de hombrearse con sus modelos, de los cuales no
advertían los defectos o los pasaban por alto, aspirantes
nada más a la grandeza romántica de la obra en que anda-
ban empeñados, con tan pocos recursos de pueblos.
"... Existe la incertidumbre sobre la ratificación de
los tratados por estas Cámaras. Unos tienen esperanzas
de que se verifique, otros la han perdido enteramente ypor ambas partes se alegan razones. Por la mía, las obser-
vaciones que he hecho, las demoras que este asunto hasufrido, las que está sufriendo y sufrirá todavía, pues aúnno se ha dado cuenta con el dictamen de la comisión, que
según me han asegurado individuos de ella hace mes y me-dio que está extendido; la ninguna franqueza y el misterio
que se nota en este punto; la poca importancia que se da
a la alianza con unas repúblicas que suponen debilitadas ydespedazadas por los partidos ; el resfrío o indiferencia que
generalmente se advierte; la ninguna noticia que se tiene
de los ministros del Perú . . . todo me hace desconfiar de
nuestra unión en términos que no llegaré a creerla hasta
no verla efectuada.
"Deseo vivamente equivocarme en este juicio tanto
porque estoy persuadido de que esa República era acaso la
que iba a sacar mayor utilidad de la liga, como porque undesenlace tan inesperado acabaría de poner a la Américaen ridículo. Justificaría en parte la desconfianza que al-
gunos gabinetes tienen de la consolidación de sus gobier-
nos, daría materia para que formasen argumentos plausi-
bles a los que nos acusan de frivolidad e inconsistencia yque haría por fin que se formase la idea más desventajosa
de la solidez de nuestros planes y procedimientos.
"Este gobierno, alucinado tal vez por una idea dema-siado exajerada del poder y recursos de esta República,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 267
no teme el juicio de las naciones y desprecia la alianza conlas demás repúblicas. Pero cómo negarse a ratificar los
tratados sin alegar causa, en vez de ser decente y decoroso
sería dar una prueba pública y manifiesta de mala :cé, sólo
desea, en mi concepto, hallar pretexto para disfrazar su
intención y dorar su conducta. Es muy sensible conocer
esta verdad y continuar haciendo el papel feo y desairado
que hacemos; pero por otra parte es necesario evitar todo
lo que pudiera favorecer las miras indicadas de este go-
bierno. Sírvase manifestar lo expuesto al Supremo Go-bierno".
Suenan un poco a despecho, más que a desencanto, es-
tas palabras, pero son profundamente realistas. Pudieraser que escaparan al ministro los motivos más recónditos
de la actitud del gobierno mexicano de entonces, incluso la
posible —en vista de otros hechos de la historia de esa
nación en esos días— influencia de ocultos poderes, pero
la visión era exacta, y para serlo más sólo faltó vaticinar
que no se escaparía México a tan graves convulsiones co-
mo las de los otros países, y a desmembración de su terri-
torio por una potencia más fuerte, a pesar de su orgullosa
superioridad de que hacía gala en tal conyuntura de su
historia. Como que a ese mismo tiempo comenzaba su
largo calvario de "revoluciones", cuarteladas, revueltas,
guerras con el extranjero y pérdida de cuantiosa parte de
su patrimonio territorial y tradicional.
Vuelta, de lejos, a participar en las agonías de la pa-
tria, 28 de abril: "Siento en el alma la sangre de nuestros
hermanos que se ha derramado; pero Guatemala tendrá
siempre el honor y la satisfacción de que su intento no hasido otro que rechazar una fuerza tan cruel y hostil, quesin haberle dado motivo intentaba la destrucción de sus
inocentes habitantes y del Gobierno. Dios, como todos los
días se lo pido, arranque odios y venganzas de todos los
corazones, para que así consigamos una sólida y verdaderaunión, sin la cual la República no podrá existir. He pro-
268 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
curado dar publicidad del resultado de la acción en que las
tropas al mando del ciudadano Presidente (Arce, en Arra-
zola en 13 de marzo, 1827) se empeñaron con los agre-
sores ; igualmente a todas las noticias que he creído podrían
contribuir a dar una idea muy favorable del estado de
nuestros negocios públicos. Algunas han comenzado a in-
sertarse, como verá Ud. en los papeles públicos que se le
remiten".
En otra carta, del 16 de mayo, insiste sobre estos tó-
picos y expresa su creencia de que "en medio de los malesque bajo todo aspecto nos han de producir las conmociones,
queda al menos el consuelo de que los pueblos habrán te-
nido ocasión de distinguir a los falsos y a los verdaderos
patriotas". Ingenua ilusión y parvo consuelo: nuestros
pueblos no se curan de estos males, y menos aún se cura-
ron en aquellos tiempos revueltos. Insiste asimismo en que
se ha dado publicidad a las buenas nuevas "porque a lo me-
nos producirán el efecto de privar de un pretexto a los
que alegan nuestras discusiones como una razón para de-
morar la ratificación de los tratados de Panamá". Pronto
le llega la noticia del revés de las tropas del gobierno en
Milingo. . . (18 de mayo). Y no habría sido menos dura
la noticia del decreto de proscripción —el primero expe-
dido contra hijos del país, se dolerá Alejandro Marure en
sus Efemérides, que comprendía entre otros a don PedroMolina. . ., enfrentando, junto a los salvadoreños, liberales,
al Gobierno del Estado de Guatemala y al Presidente de
la Federación, el salvadoreño don Manuel José de Arce . . .
("Mientras que Molina, el Licenciado Rivera Cabezas yotros muchos proscritos fomentaban la revolución en El
Salvador; Gálvez y otros caudillos del bando liberal, que
habían logrado permanecer en Guatemala, daban impulso
desde allí a las reacciones que se preparaban en los demásEstados de la República. Estas maniobras liberales produ-
jeron efectos rápidos: por todas partes se multiplicaban
ios enemigos del nombre servil, el descontento era general
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 269
en las provincias y el antiguo odio de éstas contra la capi-
tal se avivaba más y más" —Marure, bosquejo histórico de
las revoluciones de Centroamérica, tomo segundo).
Por aquellos meses que debieron ser tristes y desaso-
segados para Larrazábal, se cruzan las gestiones —todo
era dilatado— de una libranza de dos mil pesos endosada
a su favor y que descuentan por mil novecientos veinte,
de los cuales alcanzan Larrazábal 960 y el ministro y el
secretario el resto por mitades. También hay un movimien-
to de los diplomáticos para ver de mediar y poner término
a las disidencias en Centroamérica; al dar noticia a su
gobierno de tales gestiones, cita por ahí sus clásicos en apo-
yo de la resolución que mantendrá al efecto: fuera de las
instrucciones oficiales, su Vattel y su Martens —capítu-
los, secciones, párrafos ¡afán de minuciosidad y exacti-
tud !— del Resumen del derecho de gentes . . . Todo se
reduce a proyectos y no falta alguna inconsecuencia y la
conferencia proyectada parecía destinada a la inanidad.
Estamos en octubre y hay noticia de la muerte de
Canning, el ministro inglés, que tanto influyó en las cues-
tiones de América y en el desarrollo del librecambismo.
Opina Larrazábal con harto fundamento: "Esta desagra-
dable ocurrencia hace variar considerablemente el aspecto
de nuestros negocios en Europa. La América ha perdido
su más celoso y decidido protector". El 27 de octubre, no-
ticia sobre rumores de posible agresión española y la gran
oportunidad de reunirse el congreso de Tacubaya. 'Tero
este Gobierno —el mexicano, comenta— piensa sin duda
tener en sí mismo sobrada fuerza". La cámara cerrará
sesiones en noviembre y se desvanecen las últimas esperan-
zas de ratificación de los tratados. Hay que tomar una
decisión. ¿Qué diabólico o maquiavélico juego se libraba
por bajo?
El 10 de noviembre Larrazábal escribe: "Sacrificando
mi opinión a hombres de mayor talento y previsión, con-
servaba alguna esperanza de la reunión del Congreso de
270 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Tacubaya. Como por otra parte, ese Gobierno ha mani-festado deseos de que la legación permaneciese aquí, nocreí que me correspondiese anticiparme oficialmente a pe-
dir permiso para regresar a Guatemala, o hacer dimisión
de un destino que en mi concepto era una carga que gra-
vitaba inútilmente sobre la República. Ahora que todos
piensan con unanimidad que la asamblea no llegará a reu-
nirse, no dudo que el Gobierno me mandará retirar. Nome resta, pues, sino suplicar que de cualquier manera se
me facilite la suma que se crea suficiente para emprendermi viaje, pues no teniendo, como Ud. sabe, medios de per-
manecer aquí, menos debo tenerlos para emprender gastos
que exije un camino tan dilatado".
En la misma fecha, nueva y razonada dimisión. Ex-plica que desde el 19 de julio del año anterior, desde Pana-má, había renunciado y que repitió la renuncia al llegar
a México: "Las causas en que la apoyé no han dejado de
subsistir, y principalmente las que dicen relación a mi sa-
lud se han aumentado porque cada vez experimento mayorquebranto con la continuación de ataques de nervios a que
este clima es tan propenso, y de que yo he padecido desde
mucho tiempo atrás ; así, no he cesado de reiterar a Ud. en
cartas particulares se sirviera manifestar al Gobierno el
referido estado de imposibilidad a que estaba reducido a
fin de que se me concediera permiso de regresar a esa ca-
pital. Los desgraciados acontecimientos de nuestra Repú-blica, me ha manifestado Ud. que no han permitido la reu-
nión del Congreso Federal, y que ni el Vicepresidente se
consideraba autorizado para deliberar acerca de esta ins-
tancia. La esperanza de que este Congreso de la Unión
(el de México) en las tres épocas de sus sesiones ordina-
rias y extraordinarias tratara sobre los convenios celebra-
dos en el Istmo por la asamblea general; la continuación
de ésta en Tacubaya, que era de creer; lan indicaciones
posteriores, que comuniqué a Ud. en notas de 25, 29 y 31
de agosto, 8 y 15 de septiembre; y el decoro de esa Repú-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 271
blica, que exijía se le dijese que la ausencia de su Plenipo-
tenciario habría de contribuir a que no tuviese efecto dicha
continuación en Tacubaya, han sido motivos irresistibles
para que yo sufriera el sacrificio del aumento de mis pade-
cimientos.
"Al presente, como Ud. habrá visto por mis últimas
notas, ha desaparecido la esperanza de que en las actuales
sesiones se tomen en consideración aquellos tratados y de
que el Gobierno conteste a sus ministros . . . sobre las ins-
trucciones de que le hablé en 19 del mismo septiembre. Aesto se agrega que el Excelentísimo señor Gual (el minis-
tro de Colombia) me ha dicho expresa y terminantementeque aún en el caso de que se ratifique el de Unión, Liga yConfederación, quedando suspensos los otros, regresa a
Colombia a últimos del mes que entra o cuanto más tarde
en enero. En tal caso, no es posible tenga lugar la reunión
en Tacubaya, pues ya no quedan más ministros que los de
estos Estados Unidos Mejicanos, y yo por Centroamérica
;
ni hay noticia de que se dispongan a venir los del Perú yChile como antes se decía, pues si así fuese, era regular
que después de tanto tiempo que les consta nuestra perma-nencia en México hubiesen hecho aquellos Gobiernos algu-
na comunicación oficial.
"Cuando no se presentaran más consideraciones que
la ausencia de la mitad de los ministros que nos reunimos
en Panamá, cuyo caso llegará retirándose el señor Gual,
pienso que estoy autorizado para insistir en suplicar a Ud.
de nuevo, como lo hago, se sirva elevar ésta al conocimien-
to del Gobierno para que me permita el regreso solicitado".
Porfía en otra carta de la misma fecha, entrando en
pormenores e intimidades. Para verificar su regreso ne-
cesitará de mil quinientos pesos "que sin traspasar los lí-
mites de la más rigurosa economía me costará el viaje,
según los conocimientos que tengo del camino y otros que
he procurado adquirir.
272 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"No ignoro la suma escasez del erario, pero absoluta-
mente no tengo arbitrio de qué valerme. Ud. sabe que al
salir de esa República se me entregaron 8,000 pesos, que
era el sueldo de un año. Con ellos tuve que proveer a la
subsistencia de mi familia en Guatemala durante mi ausen-
cia. Otra parte muy considerable ha sido invertida en
gastos extraordinarios de viajes, y aunque según la equi-
dad y la práctica de las naciones se me han de abonar,
hasta ahora los he hecho de mi bolsa, y por sí solos basta-
ban para haberme reducido a la mayor penuria. Sin em-bargo, he tenido que ocurrir a los comunes e indispensables,
puesto que en año y tres meses de permanencia en esta
República no se me ha suministrado más cantidad por esa
que la de 960 pesos, de que tuve que echar mano en muchaparte para cubrir deudas contraídas; pero la consideración
que me merecía el estado de esa República me ha obligado
a sufrir en silencio toda clase de sacrificios antes que im-
portunar al Gobierno. Mas ya los arbitrios todos se mehan agotado, y no me parece decente que ausentándome
quede mi crédito pendiente con deuda particular, ni tam-
poco es decoroso al Gobierno que yo mendigue para el
viaje. Ud. debe persuadirse que si mis facultades iguala-
sen a mis deseos, habría servido sin gravar a la patria.
"Espero, pues, que Ud. tendrá la bondad de comuni-
carlo así al Supremo Gobierno para que se sirva mandarque, sea a cuenta de mis sueldos devengados o de cualquie-
ra otra manera, se ponga a mi disposición la expresada
suma a la mayor brevedad, ya porque avanzándose la esta-
ción se me aumentarán las penalidades y molestias del via-
je, ya por que no tengo recursos para permanecer aquí".
El tono ascendente de su queja, da bastante idea de
las mortificaciones que padecería el ministro, frustrado el
objeto de su misión: víctima indudable, con los colombia-
nos, de un juego desleal: preocupado y entristecido por la
situación caótica de su país en guerra ; atediado y enfermo
en su forzosa e inútil permanencia en México; afligido por
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 273
los escrúpulos de sostener dignamente la representación
que ostentaba, y estrechado de recursos al grado que se ve
por la pintura que hace: no era la suya una envidiable
posición, y todavía no dejaría de pensar en que sus paisa-
nos acaso supusieran a esas fechas que el canónigo se
estaba dando en realidad —o como se imagina que es enrealidad— una vida de canónigo, holgada y placentera, enJa gran ciudad de México . .
.
En febrero anda despidiéndose ya del presidente y mi-
nistros: ha recibido dos libramientos a su favor, pronto
liquidados, por un total de dos mil pesos : ya puede regresar.
Pero el ministro colombiano por diversos motivos posterga
su salida, y tiene que analizar un poco sombríamente susituación (21 de mayo) como bien difícil: "Por una parte,
veo que aún existen en vigor las razones que hasta ahorase han tenido presentes para que yo permanezca aquí, ypor otra se aumenta la fuerza de las que yo he tenido para
suplicar que se me permita regresar. Mi salud se dete-
riora cada día, y mientras más tiempo pase se me hará máspenoso el viaje, cuando no me halle en imposibilidad de
emprenderlo. Tampoco puedo contar con otros recursos
para permanecer que los que pueda proporcionarme el go-
bierno, y atendiendo al estado de la República es preciso
que sean bien escasos, o quizá ningunos. Y si gasto, comoes cierto que sucederá, en mí y en dar algunos auxilios ne-
cesarios al secretario (que ya le he dado) la cantidad que
se me dio para el viaje ¿con qué lo haré después?".
Puesto en la encrucijada, sugiere algunos medios de
resolver su salida, incluso renunciando a la compañía del
sobrino secretario en el viaje, si hace falta que él se quede,
impuesto como está de los asuntos del congreso. Y ruega
presentar al vicepresidente "estas respetuosas observacio-
nes, asegurándole al mismo tiempo que resuelto a hacer
cualquier sacrificio en favor de mi Patria, me someteré
gustoso a su determinación, cualquiera que sea".
274 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
El 2 de agosto ya tiene el permiso de regresar, conce-
dido a 3 de julio; pero ahora es el tiempo el que lo detiene:
"Desde luego haría uso del permiso que el gobierno ha te-
nido la bondad de concederme, si lo permitiese la actual
estación; pero no parece prudente moverse antes de fines
de octubre o principios de noviembre ; así, permaneceremosaquí los tres meses que faltan".
Hay que evocar lo que eran durante todo el siglo pa-
sado y aún a principios del actual, los viajes de México aGuatemala por tierra, a lomos de bestias y con séquito de
arrieros y recuas para el equipaje, por caminos fragosos ydesolados, que los temporales cortaban semanas enteras,
sin apenas, distanciadísimos, albergues y mínimas como-
didades en los pueblos de tránsito, amén del peligro siem-
pre inminente de asaltos de grupos de bandoleros, y de las
demás incidencias e inclemencias de tales viajes que hoy nos
parecen novelescos, para comprender la poco halagüeña
perspectiva que ante sí columbraba entonces Larrazábal,
sintiéndose viejo y enfermo, después de sus andanzas y pe-
nalidades por diversas tierras, combatiendo el ánimo de con-
trariedades, tristezas y decepciones . .
.
Capítulo de inculpaciones. Los protocolos del Istmo
Al despedirse del ministro colombiano señor Gual, yexpresarle la efusión de su gratitud por sus deseos de in-
tervenir en favor de la paz de Centroamérica, anuncia que
no saldrá sino hasta octubre "levantadas las aguas". El
señor Gual se manifiesta sincero al deplorar la separación,
que le es demasiado sensible, dice, y que quisiera olvidar
lo pasado eternamente. A iniciativa de este señor Gual, ycomo remate del baldío trabajo de las misiones diplomáti-
cas, tendrán una junta formal, el 9 de octubre, en Tacu-
baya : parece la única del Congreso y tiene algo de funeral.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 275
"En ella, dice Larrazábal a su canciller en 11 de octu-
bre, dio extensión (el ministro colombiano) a las ideas ysentimientos que contienen sus citadas notas (de invita-
ción) : manifestó el grande interés que Colombia había
tomado siempre y aún tomaba por la Liga Americana; que
su gobierno se había poseído del más profundo dolor al
contemplar las dificultades que Méjico había opuesto a la
realización de aquel hermoso plan; y que convencido al fin
por una serie de sucesos adversos y de hecho incontrover-
tibles, de que Méjico no tomaba todo el interés que era de
esperarse, y de que la inacción de los plenipotenciarios nopodía producir otros resultados que ridiculizar una idea
que en más felices circunstancias podría renovarse con me-jor éxito, le había permitido regresar; y que estando re-
suelto a usar muy pronto de este permiso, había querido
cumplir con el deber que le imponían sus instrucciones de
manifestar los sentimientos de su gobierno, que siempre
eran los benéficos y fraternales para con las demás Repú-blicas; que siempre eran los mismos con respecto a la Con-
federación, y en prueba de ello se hallaba autorizado para
asegurar que tan luego como Méjico indicase sus deseos de
que se reuniese la Asamblea, Colombia enviaría sus pleni-
potenciarios, exigiendo solamente más fuertes garantías de
que no vendrían en vano. Los plenipotenciarios de Méjico,
aseguraron que los sentimientos de su gobierno eran idén-
ticos; que todo había sido obra de las circunstancias; que
éstas iban cambiando favorablemente, en términos que te-
nían esperanza de que pronto se despachasen los tratados;
con lo que se concluyó". (Por fortuna no inculparon del
fracaso a Colombia y a Guatemala . ..)
.
.
El compilador de los documentos guatemaltecos del
congreso bolivariano, José Rodríguez Cerna pone una nota
justiciera y sustanciosa al llegar a este punto de su obra,
que contiene además el protocolo de la última junta refe-
rida, los tratados de Panamá y algunas referencias valiosas
del extranjero, en épocas distintas, al congreso su signi-
276 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ficación y su trascendencia histórica. Unas comillas más,
para citar íntegra la nota de Rodríguez Cerna:
"Termina así la correspondencia de Larrazábal, llena
de interés histórico en muchos puntos y reducida a asuntos
de rutina burocrática, como era natural, en otros. En toda
ella resplandecen las condiciones de patriotismo, ecuanimi-
dad, buen juicio y celo que formaban la psicología del ilus-
tre patriota. Esa colección epistolar, valiosa por la firma
que la cubre y por el conocimiento íntimo a que nos lleva
del fracaso de la Asamblea Americana de Tacubaya, que
jamás llegó a reunirse siquiera, demuestra, además, las
oscilaciones de amargura y esperanza en que vivió durante
dos largos años nuestro procer en la capital mexicana, im-
potente para luchar contra la suerte adversa de la fracasa-
da confederación. Con toda reverencia la publicamos —tal
y como lo hemos hecho con las suscritas por los dos patri-
cios desde Panamá— creyendo salvar así para la posteridad
lo que es digno de ella y de la patria".
Más de dos años largos de la vida de Larrazábal, que
como los seis de cautiverio fernandino y los dos y pico de
Cortes españolas, tienen que serle computados como tiempo
doble al servicio de la patria y de América. Con menossustancia se han formado héroes y mártires para la his-
toria.
Veamos todavía otras referencias y repercusiones, de
distintas fuentes.
En el mensaje presentado al Congreso Federal al abrir
sus sesiones ordinarias el 12 de abril del año de 1830, por
el senador Presidente de la República don José Barrundia
se contiene esta mención exaltadora del Congreso ameri-
cano y de los diputados guatemaltecos en él: se advierte la
fe del gobernante liberal en la supuesta eficacia de aquella
asamblea, y la ya dicha, constante y generalizada preo-
cupación por la emulación de Europa:
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 277
"El primer objeto exterior que se presenta desde lue-
go por su importancia, es el de la gran dieta americana,
instalada en Panamá, con el designio incomparablementeventajoso de sostener la independencia general de América,
de transigir en sus desavenencias interiores, y mantenera sus gobiernos en una paz y libertad inalterables. Tenía-
mos en ella dos ministros dignos del alto encargo que les
confió la república y que mostraron la mayor aptitud e
interés en promover los grandes objetos de su misión. Pordesgracia esta liga colosal de pueblos libres se disolvió ha-
biendo decretado su residencia y salida para Tacubaya en
la república mejicana; y es uno de los deseos más vivos
del gobierno, que toméis interés en que se reinstaure de
nuevo esta célebre confederación. Si ella hubiera conti-
nuado, el rompimiento universal de la América en discor-
dias domésticas y guerras civiles se habría acaso evitado,
y la progresión y desarrollo de todos los elementos de su
prosperidad, la solidez de sus gobiernos, y perfección de
todos sus ramos administrativos, fuera en el día un espec-
táculo envidiable para la Europa. Yo os encargo deis a
este proyecto la consideración que demanda, y lo contem-
pléis como de una particular utilidad a nuestra república
por su situación y circunstancias".
Y se toca ya a las últimas consecuencias de aquella
grande y fallida aventura de América.
Al Congreso de la República se presentó el 2 de julio
una proposición en el sentido de que tomara en su cono-
cimiento los tratados que celebró en Panamá la dieta ge-
neral, pues de ellos pendía la consistencia de los que celebró
la República con la de Colombia "y pueden además facili-
tarnos el tener relaciones amistosas con las demás repúbli-
cas". Se pedía que el gobierno enviara a la mayor breve-
dad copia de los tratados, y el Congreso acordó que fueran
los originales. Firmaban la orden del Congreso los señores
J. M. Orellana, E. Lorenzana y Doroteo Vasconcelos.
278 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
El Ministro de Estado y de Relaciones Interiores yExteriores, señor don Juan Francisco Sosa, respondió en-
viando el protocolo con las diez conferencias verbales de los
ocho plenipotenciarios reunidos en Panamá y tres cuadernos
que contenían el tratado de confederación y liga, el concierto
de contingentes y el convenio de traslación a Tacubaya:estaban a 16 de julio. Ya a fines del mes y en vísperas
casi de cerrar sus sesiones, el Congreso pide al ejecutivo
que se oiga a los ministros —Larrazábal y Molina— acerca
de las ventajas e inconvenientes que pudiera tener la rati-
ficación de los tratados, cuando ha pasado el término de
hacerlo y México y Colombia hierven en revolución. Parapoder dar cumplimiento a la nueva orden de "los señores
del Congreso Federal", de fecha 27, el gobierno invita muyceremoniosamente a los diputados a darle los informes ver-
bales el día que tuviesen por conveniente (nota del 31 de
julio).
Larrazábal y Molina evacúan el informe pedido, el 12
de agosto. Un breve resumen de la historia y resultados
del Congreso, y una sugestión que es aceptada, sin conse-
cuencias: "Con todo —dicen— este negocio no parece ur-
gente ahora, y la ratificación de los tratados se graduará
acaso ya de extemporánea por las demás Repúblicas; y el
gobierno quizá se expondría a ser desairado por alguno o
algunos de los otros en su tardía ratificación, si antes no
se consulta su juicio acerca de la necesidad o conveniencia
de confirmarlos o revocarlos en todo o en parte". Que se
explorase, pues, la opinión de los interesados "sobre la reu-
nión de un nuevo Congreso aquí o en Tacubaya ..." y otros
consejos juiciosos. . . al viento. Por fin, se ofrecían a asis-
tir al Congreso Nacional cuando se les citara, para dar cuan-
tas explicaciones y noticias fueren necesarias sobre el par-
ticular. Al gobierno le pareció prudente y decorosa la me-
dida que se proponía. Pero la idea de la confederación
americana estaba muerta y enterrada y América se dividía
más y más.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 279
* * *
Los juicios de historiadores y compiladores de docu-
mentos sobre el congreso bolivariano, como O'Leary, De la
Peña y Reyes, Porras Barranechea, Barrenechea y Rayga-da, y otros, reflejan particular interés sobre los hombresy los actos de su país respectivo —de las otras naciones
que participaron en el congreso—, y procuran desde luego,
alejar de los suyos, tan celosa o hábilmente según les resul-
tó posible, cualquier motivo de acusación categórica sobre
el fracaso final; sin embargo la inculpación más constante
tiende a recaer sobre los mexicanos; pero habría que atri-
buir la culpa a muchas circunstancias y examinar éstas, yno poca a los recelos y suspicacias de algunos de los pro-
pios representantes, si no también a subterráneas influen-
cias, que casi sólo pueden sospecharse, y que se habrían
servido como de eficacísimo instrumento de aspiraciones
o intereses de un país, o de las condiciones creadas en todos
los países participantes, a esa hora crucial . . .
No deja de ser curioso y entristecedor que casi siem-
pre se deje un poco en la penumbra, mencionados apenas,
a los guatemaltecos, que fueron por cierto de los más sin-
ceros y rectilíneos. La pobreza del país, el no haber figu-
rado como los otros en la guerra contra España pues logró
su independencia en forma distinta, y la revolución que lo
destrozó en seguida, contribuyeron sin duda a que se olvi-
dase un poco y otro poco se menospreciase la labor de los
guatemaltecos y el espíritu con que concurrió Centroamé-
rica a los acuerdos de Panamá y a la penosa historia de
Tacubaya.
Es sensible también que los juicios sobre estos dipu-
tados sean insuficientes y vagos en tales obras. Florencio
O'Leary tras citar a los de Centroamérica y México, expre-
sa, global, si justicieramente: "No conocí entonces perso-
nalmente a los distinguidos individuos que acabo de nom-
brar; pero sí puedo asegurar que por sus luces, su patrio-
280 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
tismo, su posición social, y por los importantes servicios
que habían prestado no sólo a sus respectivos países sino
a la causa americana, más acertada elección, no pudo ha-
berse hecho en Méjico y Guatemala".
Raúl Porras Barrenechea, con apoyo en Byrne Lockey
y Velarde y Escobar, da este sintético pero exaltador jui-
cio de Larrazábal: "había figurado en las Cortes españo-
las y se le consideraba hombre de mucha instrucción, de
gran probidad y de carácter firme y leal".
Palabras que comprueban, una vez más, la idea que
continuamente se tuvo de él.
Larrazábal, con Molina, en nombre de Centroamérica,
fue un colaborador eficaz, pero sobre todo leal, del sueño
de Bolívar. Si tan hermoso sueño no hubiese estado con-
denado, por los dioses adversos a los grandes destinos de
América, a un fracaso tan ingrato, cuál no sería la gloria
actual de los ministros guatemaltecos. Mas hoy suenan
con trágica ironía las inflamadas palabras del Libertador
cuando, en nuevo delirio sobre el Chimborazo, convocaba
a las naciones al Amor :"
. . . Si el mundo hubiera de elegir
su capital, el Istmo de Panamá parece el punto indicado
para este augusto destino, colocado como está en el centro
del globo, viendo por una parte el Asia y por la otra el
África y la Europa . .. ", "... El día que nuestros pleni-
potenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la
historia de América una época inmortal. Cuando, después
de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro de-
recho público y recuerde los pactos que consolidaron su des-
tino, registrará con respeto los protocolos del Istmo. Enellos se encontrará el plan de las primeras alianzas, que
trazará la marcha de nuestras relaciones con el Universo.
¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el
de Panamá?".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 281
Regresa de México. Belice. Tempestades eclesiásticas
Abril de 1830. Regresa Larrazábal de su odisea del
congreso bolivariano en Panamá y Tacubaya. ¿Desencan-
tado? ¿Para qué decirlo? Un largo y fatigoso viaje desde
México a Chiapas —ya perdida para Guatemala— , demo-rado sin duda en tierras de Oaxaca, donde residían fami-
liares suyos, y luego otro largo y fatigoso viaje hasta su
ciudad, que hallará, si no transformada, entristecida, em-pobrecida por los inacabables disturbios, por la obstinada
guerra civil, despoblada de muchísimos de los más brillantes
elementos de su sociedad, de su intelectualidad, lanzados ala expatriación.
La guerra civil ha concluido, pero la revolución sigue,
ha de seguir por muchos años aún, con alternativas, desas-
tres, triunfos, terrores y miserias. Los hombres parecerán
girar a impulso de vientos irresistibles. Los principios
claudicarán y se levantarán a cada poco. La confusión es-
tará en las almas y en los cerebros. La República babeli-
zada, que se destroza y no acierta con su destino es poseída
por el vértigo y por el cansancio de las luchas, por las am-biciones desatadas y las venganzas que no acaban : se siente
ia necesidad de ordenadores, y surgen caudillos antípodas
y un militarismo improvisado y vehemente, en que partici-
pan extranjeros desaprensivos y violentos. Demasiado in-
telectuales, en un pueblo ineducado y apático, los ideólogos
de la independencia y la federación trastumban entre doc-
trinas extrañas y fanatismos empecinados. Se está hoy con
un caudillo y al día siguiente en contra de él.
Es la edad de oro de los localismos y la metrópoli purga
todos sus antiguos pecados en el odio que se le declara, en
el patente anhelo de disminuirla y humillarla, empresa en
que por paradoja apenas concebible, se mezclan con ardor
muchos de sus hijos descollantes, arrebatados por la pasión
combatiente. No tendrá esta época tumultuosa un historia-
dor entero, una historia verdadera. Ni Alejandro Marure,
282 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ni Manuel Montúfar, ni Lorenzo Montúfar, ni más tarde
Agustín Meneos Franco ni Ramón A. Salazar podrán serlo
cumplidamente, porque la tinta en que mojan sus plumascontiene demasiados ingredientes de pasión: hasta en los
más ponderados, que son los menos. Éste deprime, aquél
exalta; uno ataca, otro defiende; aquí la intolerancia de unsigno, allá la del opuesto. Todas las voces se alzan preten-
diendo que prevalezca en el coro de la propia razón. Y no fal-
ta quien deforme los hechos para abultar las culpas, y quien
olvide los hechos para borrarlas. El partido que triunfe
tendrá, por fin, la razón. Mientras prolongue sus dictadu-
ras en el poder y enseñe su historia en las escuelas. El
alma del país, envenenada de esa historia parcial, partidista,
heredando y transmitiendo interminablemente resentimien-
tos y frustraciones, no acierta a ver con limpios ojos su
pasado, y lo vitupera. Con lo que envenena su porvenir.
La guerra civil había terminado el año de 1829, deca-
pitando, por el ostracismo, a toda una generación : los com-
ponentes de la más florida promoción de hombres de letras,
de ciencia, de política, habían sido enviados fuera de la
patria por el decreto de 22 de agosto —réplica de otro del
"gobierno intruso,,
, que había comprendido al Doctor Mo-lina— ; sólo algunos retornarían, los demás morirían en el
destierro, habiendo dado sus luces, su energía, a otra patria,
hospitalaria o no.
El propio arzobispo metropolitano, doctor y maestro
Fray Ramón Casaus y Torres, había sido objeto de pros-
cripción en la noche del 10 de julio, y expulsadas las órde-
nes religiosas, incautándose el Estado sus bienes y rentas.
Para un país que no olvidaba el extrañamiento de los jesuí-
tas, esa sucesión de golpes tendría significado efecto ytrascendencia que a la luz de nuestros días, tras tantas
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 283
décadas de liberalismo y de otras experiencias, es bien im-
posible imaginar.
Pero, en medio de todo, se logra un poco de sosiego yse columbra un poco de progreso, y el país necesita reco-
brarse. El gobierno liberal que se ha establecido no será
sin duda del todo querido, pero gana colaboraciones y cuen-
ta para su obra de reformas con inteligencias apreciables.
Lo rodean, sin embargo, muchos elementos de perturbación,
que no puede dominar a lo largo de ocho años y que reen-
cenderán la guerra, diseminando en la montaña la zozobra de
las guerrillas que parangonará Marure a las de la Vandée,
pero que tienen enseñanza y espejo más inmediatos, en las
de España. Los mayores elementos de perturbación serán
la acefalía temporal de la Iglesia y la vehemencia de im-
plantar reformas en alud.
Larrazábal llega a buen tiempo. Y a mal tiempo. Ami-gos suyos : Aycinena, Sosa, se han derrumbado ; amigos su-
yos: Molina Gálvez, brillan en el poder. Siguiendo su in-
nato desapego a las luchas de los partidos, y sin dudareafirmado en él por la experiencia adquirida, la reflexión
madurada y las desilusiones sufridas, se irá entregando
cada vez más a sus deberes e inclinaciones religiosas, deseo-
so de no figurar en los primeros planos pero imposibili-
tado por su prestigio, por su temperamento, sabiduría yparticulares aptitudes, de replegarse a la sombra como unoscuro sacerdote de provincia. Y no podrá ser neutral, si
la neutralidad es posible y no convencional ficción. Un acto,
una relación, una crítica, un parecer, ocuparse de esto yno de aquéllo, aceptar una invitación, y cien menudencias
forzosas de la vida diaria, resultan definiciones y hasta se
toman por afiliación sobre todo en las aldeas, sobre todo en
circunstancias de Hervor político. Larrazábal tiene que
figurar, tiene que luchar, y se le reclama, le reclama el
público, y le reclaman los conflictos de su Iglesia, a luchas
empeñadas, de las que saldrá tan bien como quepa, pero,
sin duda, con cuántos desgarrones en el alma.
284 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
* * *
La anarquía que ha visto destrozar su patria y México
y España y la América española del sur, lo orientarán, comoa tantos de los prohombres con quienes se codeó en Cádiz
y Madrid, en Panamá y en México, a buscar y favorecer
el restablecimiento del orden por medio de un sistema mo-derado de gobierno, y a ello contribuye en sus funciones de
dirigente eclesiástico y en las intervenciones ineludibles de
ciudadano.
El respeto que le rodea y aureola por sus virtudes, me-recimientos y padecimientos, impedirá, seguramente, que
los juicios acerca de su conducta en estos años de pasiones
exaltadas, y aún más adelante en las décadas de liberalismo
al rojo, sean más adversas e hirientes para el viejo procer,
a pesar de las destemplanzas de la Reseña Histórica, quin-
ce años después de su muerte. En el fondo, se le irá olvi-
dando, y a no larga distancia de su tránsito el olvido se
cerrará densamente sobre él. Aunque esto constituya evi-
dente injusticia, sería lo más agradable para su modestia ytemperamento y se le antojaría providencial bien: sólo de
cuando en cuando, referencias inusitadas de historiadores
aportillarán el muro del olvido para dejarnos entrever que
Larrazábal fue —incluso con debilidades y errores, los
propios y los de su tiempo y su país, que lo moldearon—
,
señera figura nacional.
Mas ahora, cuando regresa el canónigo penitenciario
a su silla capitular, faltan muchos años por llenar a esta
vida que se dilatará hasta el promedio del siglo y verá una
evolución completa de Guatemala, a la cual su acción no
es extraña. La experiencia que se le reconocía y el libe-
ralismo que se le atribuía, por sus ideas liberales lo llama-
rán nuevamente a acercarse a la Universidad, que se con-
vierte en Academia de Estudios, y a emitir su opinión y
su consejo sobre asuntos arduos como el de la penetración
y depredaciones de los ingleses en territorio nacional de Be-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 28T5
lice, amén de conducirlo a tratar de dar solución al deli-
cado, quemante problema de la jefatura de la Iglesia.
Hay una extensa respuesta de Larrazábal —27 de
noviembre de 1830— al secretario de Estado y del despacho
de relaciones que comienza precisando que en nota de 8 de
julio se le dijo que "siendo de la mayor necesidad cortar
el abuso que los ingleses establecidos en Belize hacían con
el corte de maderas que les fué concedido por el tratado
de paz celebrado en Versalles en 3 de septiembre de 1783"
deseaba el gobierno oir su voto "sobre las medidas que se
deben adoptar para reducirlos dentro los límites del refe-
rido tratado".
Con su habitual modestia agradece el honor que se le
dispensa "en una confianza tan superior a mis limitadas
luces y escasos conocimientos", pasando a expresar "cuan-
to he alcanzado en las continuas reflexiones que he hecho
sobre este negocio". Al final de sus razonamientos sugiere
:
"Hágasele. ver —a Inglaterra— con la energía y dignidad
que corresponde a la soberanía e independencia de la Repú-
blica que reclama por la última vez la trasgresión del tra-
tado de la parte que se han traspasado los límites señala-
dos en él y que de no observarse su cumplimiento proce-
derá a cerrarle estos puertos para el comercio que hasta
aquí había permitido a aquel establecimiento y de hecho
no satisfaciendo a nuestro Gobierno cumplidamente den-
tro del término que le prefijase hora en que sus puertos
queden cerrados. —Este es en mi concepto el único medio
con que se conseguirá el intento".
(Fuera de cualquier otra objeción, hoy, largamente
a posteriori, podría objetarse de trivial el recurso sugerido
ante la consulta gubernativa. Pero entonces el interés de
los ingleses en absorber el comercio de América, substitu-
yéndose a España, propósito cardinal de su ayuda a la
emancipación de Sudamérica y de la simpatía y onerosos
empréstitos con que apoyaron generalmente la de todos es-
tos países, era un interés predominante, y Belice, decíase,
286 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
era "el almacén de Centroamérica". Más imposible de
tomar aquel remedio lo fue en adelante por el interés del
general Morazán y sus secuaces en negocios que tenían por
centro la costa norte de Honduras y Belice . . . )
.
Cerrando por incidental este breve capítulo, veamosen dónde tiene que actuar Larrazábal con más diligencia
y variada fortuna. El campo de batalla que primero le
espera a su regreso, es, forzosamente, el del propio go-
bierno de la iglesia guatemalteca, que ha estado turbada yagitada desde los días de la independencia por la cuestión
—sustancialmente política— del obispado de San Salvador,
erigido de manera canónicamente anómala (1822-1824) yque da lugar a interminables polémicas que agrian los áni-
mos, crean y ahondan divisiones localistas y fomentan el
hábito de combatir implacablemente, aún o principalmente,
entre sacerdotes. Más notoria en ellos la violencia, sin re-
medio.
Despojada de pastor, la iglesia guatemalteca queda al
cuidado de un vicario general, el Doctor en Teología don
Diego José Batres: lo ha designado como tercero de unaterna al marchar el expulso arzobispo, para gobernar en su
nombre, en defecto de los que le preceden, el Doctor J. An-tonio Alcayaga y el Doctor Pedro Ruiz de Bustamante.
Alcayaga ha presentado al gobierno —refiere la Doctora
Mary P. Holleran en su libro Church and State in Gua-
temala, 1949, ampliamente documentada y de modo prin-
cipal en papeles del Archivo Nacional del Gobierno y en el
del gobierno eclesiástico— carta del Arzobispo Casaus, el
l9 de abril, en la cual le retira las facultades de vicario que
le otorgara al partir a La Habana, sustituyéndole con el
Presbítero José Ignacio Ávila : Alcayaga se había mostrado
ardorosamente entusiasta del Doctor Delgado —el discuti-
do obispo salvadoreño— , y Casaus no podría verlo con bue-
nos ojos, además de haberlo dejado en el cargo bajo presión
del General Morazán: tenía dadas y daría otras muchas
pruebas de liberalismo morazanista. El gobierno tomó por
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 287
cierto estas y otras comunicaciones del arzobispo como par-
te de un complot contra la independencia nacional : es decir,
contra sí. . .
El Doctor Alcayaga, coincidencialmente elegido dipu-
tado por Sacatepéquez al Congreso Federal, avisa al go-
bierno que hallando incompatibles las funciones del cargo
religioso con las de la diputación, resigna aquél y lo deja
en manos del Doctor Batres, en ausencia de Bustamante.
El gobierno presiona al cabildo para que elija vicario ge-
neral en veinticuatro horas y dé aviso en cuarenta y ocho,
reprochándole la tardanza en hacerlo, en comunicación or-
den del 31 de julio: la situación no puede ser más tirante.
Después de varios escrutinios y discusiones se elige a Busta-
mante, pero el jefe del Estado, Doctor Antonio Rivera Ca-
bezas, no lo acepta; en nueva elección se escoge a Batres,
es decir el mismo nombrado por el arzobispo, y el ejecutivo
lo tiene por bueno : "la elección del capítulo no ha cambiado
la persona, pero ha cambiado la fuente de su jurisdicción",
dice la señora Holeran (como lo ha dicho a su turno y gozoso
don Lorenzo Montúfar). Que era esencialmente lo que se
quería, mientras se gestionaba en Roma la venida de unnuevo arzobispo, según planes del liberalismo gobernante,
que entonces, y más tarde también pretendía haber here-
dado los derechos y prerrogativas del patronato que en
cuestiones eclesiásticas ejercían los monarcas españoles, se-
millero de conflictos enojosísimos.
Si el gobierno estaba empecinado en su propósito yfines ulteriores, el señor Casaus no era menos intransigen-
te por temperamento y en defensa de sus derechos : desau-
toriza el nombramiento del señor Batres declarando por
nulas y sin valor sus actuaciones, y nombra vicarios que en
secreto traen disposiciones suyas. Todo esto trasciende al
ejecutivo y su partido en irritación y al público en desaso-
siego. Se necesita un arreglo de la situación, y el camino
hallado suscita críticas y hostilidad que adquirirán, expre-
288 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
sión violenta en un panfleto publicado en El Salvador quese hace célebre, por mortificante y por impugnado.
Es el tal impreso, anónimo, terrible. Su autor debió
haber sido harto sospechado, detrás del incógnito, y no cier-
tamente un lego cualquiera. Llamábase el dichoso folleto
El Monstruo de Dos Cabezas, y ya su título contenía equí-
voco sarcástico, que anunciaba su virulencia y dejaba en-
cender su maliciosa intención. Ponía más que en tela de
juicio la elección de provisor y vicario, hecho en la persona
del propio Doctor Batres el día 5 de agosto por el cabildo
eclesiástico, a consecuencia y en observancia del decreto
de 13 de junio de 1830.
El decreto de la asamblea del Estado de Guatemala,
era corolario del de Morazán declarando perpetuo y de
todo el territorio de la República —Centroamérica— el
extrañamiento del arzobispo y que este extrañamiento pro-
duciría los efectos de la muerte civil conforme a derecho.
El ejecutivo del Estado, después de considerar al señor
Casaus uno de los principales autores de la revolución, yque había tenido en su destierro un comportamiento ines-
perado y reprehensible que no daba esperanzas de su me-
jora (es entendido que estos conceptos pertenecen al texto
del decreto, y la advertencia es obvia ante otros casos simi-
lares para ahorrar la transcripción completa), y de endil-
garle cargos graves, lo declaraba traidor a la patria y que
había perdido los derechos de ciudadano, confirmaba la
perpetuidad del extrañamiento, ordenaba la incautación de
sus rentas y bienes, prohibía toda comunicación con él, con-
siderándolo enemigo público, y por el artículo 5? establecía
que el gobierno eclesiástico nombraría vicario y goberna-
dor general del arzobispado arreglándose a lo dispuesto en
el derecho canónico; pero el que así fuere nombrado, no
entraría a ejercer su cargo sin aprobación previa del go-
bierno. El gobierno, como se ve, pretendía que el cabildo
sancionara sus actos, reconociendo la existencia de sede va-
cante.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 289
Reducido a cuatro dignidades y dos ausentes, el ca-
bildo eclesiástico se dividió en dos opuestos pareceres para
dar cumplimiento al decreto, de tan aventurada interven-
ción oficial : unánimes en no declarar la sede vacante, opta-
ron los capitulares por la elección sobredicha, presentando
cada uno su voto extenso y razonado, con apoyo en segura-
mente sólida doctrina y abundante erudición de múltiples
autoridades. Con examen de los hechos y sus secuencias,
dos canónigos opinaron que no procedía nuevo nombra-
miento, y dos que sí: estos fueron el maestrescuela Doc-
tor Bernardo Martínez y el canónigo penitenciario Doctor
Antonio Larrazábal, y los disidentes, el Doctor José Valdés
y el canónigo José María de Castilla : mueve a reparar que
el señor Castilla, tan liberal, no fuera en este delicado asunto
del parecer del señor Larrazábal, con quien en tantos pun-
tos coincidía. Los ausentes, a su regreso, firmaron la
decisión final a que se llegó, sin expresar voto propio.
Para defender la sinceridad y rectitud de los proce-
dimientos del cabildo, aunque se estimaba que bastaba con
un decoroso silencio, temiendo los efectos de la calumnia
—y porque en esos tiempos estas cosas apasionaban sobre-
manera y eran objeto de controversias y especulaciones,
tanto más cuando mediaba el fuego de la política— , los
referidos capitulares y el sacerdote que fue designado ter-
cero en discordia para decidir con su voto la cuestión, pu-
blicaron un denso folleto, de 73 páginas, como Impugnación
a El Monstruo de Dos Cabezas, dirigido a demostrar que
la elección fue canónica y de consiguiente era legítima la
jurisdicción del vicario y no había lugar a temidas nuli-
dades de lo actuado, que se insinuaban.
En todo el folleto, aún cuando él no lo hubiere escrito,
se advierte la huella del cuidado, incluso tipográfico, de
Larrazábal, su preocupación del rigor y la minucia no ;3U-
perflua. De paso hay que decir que se cita allí alguna
290 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
actuación suya en casos, que no faltaron, de conflictos ecle-
siásticos en que hubieron de intervenir las Cortes de Cádiz,
como cuando el vicario de esa ciudad fue destituido y los
capitulares objeto de duras medidas punitivas.
Sin embargo, esa cuestión, semillero de habladurías y
que dio quebrantos y sinsabores a Larrazábal, según es
tradición, no quedó resuelta, definitivamente sino en 1836,
cuando el Papa Gregorio XVI expidió un decreto y carta
al cabildo, confirmando al vicario capitular, decreto sana-
tivo que tras todas las formalidades y el maduro examen
exigidos en tales casos, aprobaba por bueno y acertado lo
hecho en las circunstancias y aún ampliaba las facultades
del cabildo para proceder en posibles faltas de vicario que
ocurriesen. Debió ser un alivio inmenso para la concien-
cia del señor Larrazábal. Y estos sucesos no dejarían de
influir, para lo venidero, en su pensamiento y actuaciones.
La ausencia del Arzobispo explotada por la política
Un incidente curioso, llamémosle así, se produce hacia
finales de 1831, en los principios de esta crisis que vamoshistoriando a grandes rasgos, incidente cuya relación llena
tres páginas del Boletín Oficial del 12 de noviembre de ese
año: el robo de las alhajas de la Virgen del Socorro, de
cuya capilla mayor era sacristán el canónigo penitenciario,
de muy conocida y acreditada devoción a esa imagen. El
iector paciente encontrará en seguida la denuncia que pre-
sentó el señor Larrazábal y las órdenes que dictó el jefe del
Estado, que lo era el Doctor Mariano Gálvez. El Doctor
Gálvez había tomado posesión del gobierno el 28 de agosto
después de larga resistencia al voto de los congresistas.
Las relaciones entre Iglesia y Estado seguían tensas, y aún
empeorarían en algunos aspectos. El mismo Boletín Oficial
anunciaba pocos días después el encuentro de porción de
fusiles en el osario de Santo Domingo ; haríanse al respecto
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 291
los comentarios que es de suponer. El 26 de junio del año
siguiente se acepta para el Estado de Guatemala la refor-
ma del artículo 11 de la constitución federal en decreto del
congreso de la federación expedido el 2 de mayo de 1832 que
establece la libertad de cultos, golpe durísimo, en ese tiem-
po, para el catolicismo. Y poco después se continúa la ocu-
pación de propiedades de la iglesia, principalmente de las
comunidades exclaustradas. Pero ante el robo sacrilego el
Doctor Gálvez cumple oficialmente sus deberes con toda
diligencia y celo ... He aquí el documento
:
Boletín Oficial
Num? 12 — Segunda Parte — Pág. 154.
Noviembre 15 de 1831.
La libertad no puede marchar sin prudencia,
ni vivir sin virtudes. Segur.
Robo de las alhajas que adornaban la imagen de la
Virgen del Socorro de esta santa Iglesia Catedral.
Supremo Gobierno del Estado.
Antonio Larrazábal, sacristán mayor de la Capilla de
Nuestra Señora del Socorro, con el respeto debido, hagopresente: que en la mañana de hoy se observó faltaban a
esta imagen (puesta a la pública veneración con motivodel jubileo de su fiesta que es mañana) las alhajas queconstan en la adjunta nota. Estas seguramente fueron ro-
badas en esta noche, pues el día de ayer las tenía completas.
Se están practicando varias diligencias para su descubri-
miento; pero no habiendo en mí arbitrio para todas las
que pudieran convenir, ocurro al piadoso y acreditado celo
292 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
del Gobierno para que por su parte se digne dictar las me-didas que juzgue más oportunas y convenientes.
Guatemala noviembre 12 de 1831.
Supremo Gobierno del Estado.
Antonio Larrazábal.
Nota de las alhajas robadas a la imagen de nuestra
Señora del Socorro en la noche del 11 de noviembre de 1831.
A saber:
Un cintillo con sus pendientes de tres pinjantes y plu-
ma, de diamantes, montado todo en plata.
Un par de aritos pequeños, id. montados en oro.
Un hilo de perlas gruesas, con su calabozo.
Uno. . . id. más pequeñas, con calabozo.
Dos bobillos de mué encarnado, bordados de perlas.
Guatemala, Noviembre 12 de 1831.
Antonio Larrazábal.
El Gefe del Estado vista la anterior exposición se ha
servido disponer:
19—
Q
Ue se haga una comunicación urjente al Poder
Judicial para que se proceda inmediatamente a hacer los
reconocimientos y pesquisas que corresponde sobre el hurto
sacrilego que se ha verificado, persiguiendo los rastros e
indicios que se presenten.
2<?—Que a todos los funcionarios políticos se haga un
estrecho y singular encargo, de procurar indagar el para-
dero de las alhajas hurtadas.
39—Que al público se anuncie que la persona que diere
avisos o noticias por las cuales se descubra el ladrón o el
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 293
paradero de las alhajas, será gratificado con quinientos
pesos aun cuando sea cómplice. (Hay una rúbrica).
Este hurto según los indicios que se han hallado pa-
rece que se ejecutó quedándose el ladrón oculto bajo la
escalera del órgano. Como éste tiene una puerta para salir
al cuerpo del templo, procuró, a lo que se ve, el que se
quedó así oculto falsear la llave con una ganzúa que allí se
encontró tirada, y no habiéndolo conseguido subió a lo alto
del mismo órgano de donde debe haber bajado por un lazo
que se encontró dispuesto para ese fin. En las gradas del
trono de la virgen no se encontró otro rastro que unos pe-
dazos de limeta destinados como para cortar las pitas con-
que estaban prendidas las alhajas, y la huella de un pie,
al parecer descalzo.
El ladrón debe haberse ocultado desde la tarde del 11
y salido en la madrugada del 12. La falta de las alhajas
se advirtió hasta las 10 del día porque a la Virgen se dejó
todo lo más visible. Las averiguaciones se están activando.
Imprenta de La Unión.—Casa del extinguido Consu-
lado.
El señor Larrazábal, en el cabildo metropolitano pri-
mero y más adelante en la vicaría y gobernación del Arzo-
bispado, pone a contribución talento, experiencia, dotes
administrativas y relaciones sociales para encauzar por
mejores rumbos hasta donde es posible en críticas circuns-
tancias la marcha de la Iglesia, banco de hostilidades gu-
bernamentales y partidistas, e íntimamente insegura en su
gobierno por las mismas dificultades creadas.
Sagazmente se va saliendo de los atolladeros y orillan-
do peligros más funestos, no sin sacrificios: sacrificios
que los católicos fervientes y más apegados a la Iglesia
verán con disgusto y los tendrán por excesivos, inculpan-
do en parte de ellos a los eclesiásticos que tienen el duro
294 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
deber de mediar en los arreglos y querellas. Pero ha de re-
cordarse que es la década de violencias en que en Españase desamortizan y consolidan los bienes de la Iglesia paramalbaratarlos de la peor manera, se persigue y extraña a
prelados ocupándoseles sus temporalidades, se queman ymaquean conventos y templos y se asesina a legiones de
frailes, acusados de envenenar las aguas para producir el
cólera. . . Hay que recordar todo esto para apreciar lo que
significa salvar lo más, y con ello el empeño de reconstruc-
ción a que se entregará el señor Larrazábal.
Esos años de reconstrucción no estaban exentos, sin
embargo, de otras inquietudes. Aunque el correr del üem-po aplacaba un tanto las preocupaciones por la vuelta del
prelado titular, en el pueblo humilde de los departamentos
se fomentaba la idea de esa vuelta como un elemento de agi-
tación política, y a pesar de las precauciones gubernativas
no dejarían de deslizarse cartas y recades de su ilustrísima,
que en los primeros años causaron la mayor desazón. Lahistoria es larga y compleja; recordaremos sus principales
incidentes, los más relacionados con la actuación del señor
Larrazábal.
A fines de 1831, la Gaceta tiene que editorializar so-
bre una demanda de los salvadoreños que han pedido al
Arzobispo en La Habana nombre un vicario para aquel Es-
tado "como si éste en lo eclesiástico debiese reconocer otra
autoridad que la del cabildo metropolitano, en sede vacante",
dice de mal humor, resquemorosa. Repárese: "en sede
vacante". Que no la había.
• En mayo de 1832, el plenipotenciario de Centroamé-
rica en México, don José María del Barrio, pide y sin gran
demora obtiene de aquel gobierno que prevenga, y más que
prevenir ordena, al Obispo de Chiapas, no tener comunica-
ciones con el señor Casaus, de quien dependía por estar la
cruz obispal de Chiapas bajo la arzobispal de Guatemala.
El referido obispo era un religioso mercedario que por estar
ausente se salvó de la expulsión el año 1829, y sus reía-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 295
ciones con el "ex-arzobispo" causaban inquietud, porque
hacían ilusoria la mente de la ley que las prohibía.
"El Cabildo Eclesiástico de Guatemala, compuesto de
sujetos respetables por su saber; recomendables por sus
relevantes virtudes, se ha hecho cargo del gobierno de la
iglesia —decía el ministro—. Antes de nombrar vicario
general, examinó con ilustrada escrupulosidad, cuál era la
extensión de sus facultades, y después de una discusión de-
tenida, declaró estar en el caso de proceder a la provisión
de un gobierno para la iglesia. Acompaño a V. S. el escrito
que el Venerable Cabildo publicó sobre tan delicada materia.
Escrito sabio, erudito, y que hará honor eterno a sus piado-
sos autores. Toda esta obra de la reflexión, de la justicia yde la salud pública, intenta trastornarse, y para evitar que
la espantosa tea del fanatismo, encienda una guerra religio-
sa, el gobierno que tengo la honra de representar espera que
el de V. S. se sirva prevenir al Reverendo Obispo de las
Chiapas, que enteramente se abstenga de entrar en comuni-
caciones con el señor ex-Arzobispo de Guatemala, prohibi-
ción que el señor Obispo no debía haber dado lugar a que
se le hiciera, porque las leyes de esta República no permiten
ningunas relaciones con funcionarios de un país enemigo,
y más en puntos de tanta trascendencia".
(El país enemigo era España, distante todavía el re-
conocimiento de la independencia de estas repúblicas. Lacarta del Ministro Del Barrio Larrazábal se encuentra en
el Bosquejo Histórico de la agregación a México de Chiapas
y Soconusco, etcétera, por Andrés Clemente Vásquez, Pu-
blicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores de
México, 1932. No es necesario insistir en que México, para
acceder a esa extraña demanda de Guatemala, como a algu-
nas otras de su ministro, tenía un doble interés, y bien
capitalizaba el servicio . . . )
.
296 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Prueba evidente de la inquietud que promovían la falta
de prelado y los escrúpulos y críticas a los suplentes es la
comunicación expedida por el cabildo metropolitano —Mar-tínez, Larrazábal, Castilla y Cróquer— el 23 de septiembre
de 1836, y dirigida a párrocos, clero y fieles, respondiendo
a una representación "de mucha parte del clero" en que
se solicitaba se facilitaran los medios de proveer a la dió-
cesis de un pastor que la gobernara con arreglo a los sagra-
dos cánones "dándole ministros que confieran los sacramen-
tos, distribuyan el pasto espiritual, y practiquen las demásfunciones propias de su ministerio, por hallarse impedido
de ejercer las suyas nuestro legítimo Prelado, a causa del
extrañamiento perpetuo que sufre ... y que ni a él mismo,
ni al Cabildo es dado remover".
Penetrado de la justicia de la petición y de la urgente
necesidad que la motivaba, y animado por la eficaz reco-
mendación que hizo de ella el Vicario Capitular Gobernador
del Arzobispado, seguía diciendo el documento, el cabildo
nombró comisión de su seno "para que pasando a tratar
con el Gobierno del Estado, pudiera allanarse todo lo con-
veniente a la consecución de tan justo objeto".
"La comisión manifestó la benevolencia, y honor que
mereció al Jefe del Estado; y expresó: que el Gobierno,
con arreglo a la Constitución y leyes vigentes, reconoce los
derechos que corresponden a la Iglesia; la posesión en que
está de ellos, y la absoluta libertad que tiene para proceder
en el asunto conforme a los Cánones".
"El Cabildo consideró el estado y circunstancias, de la
Diócesis, y ha reflexionado: que aunque tiene un Prelado
legítimo, pero de hecho está enteramente impedido en el
ejercicio de su jurisdicción: que por lo tanto las providen-
cias de este Cuerpo, para que alcancen al remedio de la ne-
cesidad, deben surtir los mismos efectos que si hubiese
vacante, ajustarse a lo que, para el caso de haberla pre-
viene el Santo Concilio de Trento, renovando los antiguos
Cánones de la materia . .. ".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 297
Nótase bien en este documento la firmeza que por am-bos gobiernos se manifiesta : no en vano ha pasado el tiem-
po, pues hay marcada diferencia en el tono y en lo resuelto,
con las consideraciones de 1831, y las respectivas circuns-
tancias. Paso aventurado aunque no insólito, que habría
tenido insospechables consecuencias.
Con arreglo a las disposiciones canónicas tridentinas
que transcribía el acuerdo capitular, se ordenaba a todas
las parroquias y demás iglesias del arzobispado "para im-
plorar del Espíritu Santo las luces necesarias para el acier-
to en asunto de tanta gravedad", hacer nueve días de ro-
gativas y cumplir con otras preces de ritual, y excitar a
todos los curas por medio de los vicarios provinciales a una
especie de votación: que mandaran a la mayor brevedad
en cédulas cerradas el nombre o nombres que su piedad yconocimientos les sugiriesen de personas indicadas para
el cargo que se deseaba llenar, debiendo tener reunidas to-
das las cédulas para el 30 de noviembre, fecha en que serían
abiertas.
Se esperaba en esa forma elegir con acierto "un Pre-
lado, en quien reviva la virtud y el zelo fervoroso de los
tiempos apostólicos, cual se necesita al presente para el
bien y felicidad de esta Iglesia".
El decreto sanativo confirmando al vicario capitular,
señor Batres, de que se ha hecho mención, extendido el
24 de febrero, con carta de 5 de marzo, y que llegó el 15 de
octubre y fue publicado el 20 del mismo mes, de 1836, dejó
sin efecto la elección a que se acudía como recurso de emer-
gencia ante las dificultades pulsadas y por no haberse teni-
do respuesta a repetidas instancias del cabildo a la corte
pontificia, hasta esa fecha. La gran crisis del arzobispado
guatemalteco parecía resolverse favorablemente: el cabildo
recibía la solución "con la debida veneración y gratitud":
sin duda, con la mayor complacencia. Empero, la crisis
seguiría latente.
298 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Con todo, había de presentarse, en 1841-42, una nueva
oportunidad para sobreseer cualquier cuestión sobre ese
asunto, y la dio la publicación del decreto pontificio de mar-
zo de 1840 acerca de facultades concedidas para dispensas
matrimoniales a los vicarios capitulares, con una carta del
secretario de la congregación de negocios eclesiásticos en
respuesta a vehementes peticiones de los canónigos de que
se examinara el "papel" de 1831 por si hubiere error en
él para retractarse. El secretario hacía ver que la con-
firmación en el cargo y las facultades concedidas ulterior-
mente eran más que lo que pudiera desearse "para cerrar
del todo los labios de los murmuradores, y aquietaros en-
teramente vos (Larrazábal, vicario entonces), y vuestros
colegas en el particular". A lo que rendidos de agradeci-
miento a la corte romana, replicaban los. únicos dos capi-
tulares supervivientes, de los cinco del conflicto, el propio
Larrazábal y Castilla, que ningún otro interés que el de
manifestar la rectitud de sus intenciones y la pureza de
sus sentimientos les había guiado en la consulta. (Edicto
y carta publicados el 3 de enero de 1842).
Pero ya antes mayores facultades le habían sido con-
cedidas al señor Larrazábal, que las de 1836, por el mismopontífice, al confirmar la elección de provisor, vicario ca-
pitular y gobernador de la Iglesia metropolitana, con que
fue honrado hacia fines de enero de 1838: a la muerte del
señor Batres (23 de enero de 1838), en atención a las
cuales podía administrar por sí o por otros presbíteros el
sacramento de la confirmación. Era, pues, en la ausencia
irremediable del señor Casaus y Torres —con quien el go-
bierno liberal no transigiría nunca ni el prelado transigiría
en regresar aún levantado el decreto de proscripción y que
prolongaba su ancianidad y su destierro como administra-
dor del arzobispo de La Habana y en buenas relaciones con
la monarquía española— , el señor Larrazábal el jefe de la
Iglesia de Guatemala.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 299
Largas y vanas gestiones entre agitación política
El "problema Casaus" se mantendrá a lo largo de la
administración del Doctor Mariano Gálvez, como se ha di-
cho, y aún después, latente y a punto de volverse explosivo
en cualquier momento. El interponerse la prudencia de
Larrazábal y su vieja amistad con el gobernador y su pa-
rentesco y afectuosas relaciones con los señores Aycinena
y otras familias influyentes debió servir para suavizar as-
perezas y ganar treguas. Pero amigos y adversarios com-prendían que era preciso resolver aquel problema, y tira-
ban a ello con intenciones dispares.
Larrazábal se empeña afanosamente en conseguir el
retorno del arzobispo, cuando cambia la situación de Gua-temala hacia el 38. Lo gestiona con ardimiento y se logra
que la asamblea constituyente en particular decreto del 21
de junio de 1839, tomando en cuenta lo acordado por el
gobierno en ese orden y el decreto de la asamblea legisla-
tiva del Estado, de 25 de junio de 1838, (que declaraba
insubsistentes todos los decretos de proscripción expedidos
hasta entonces), así como las múltiples instancias públicas
declare por su parte nulo y de ningún valor el decreto de
13 de junio de 1830 contra la persona, carácter y dignidad
del arzobispo, que así quedaba expedito para el ejercicio
de sus derechos como prelado y como ciudadano, ordenando
que el presidente de la asamblea le presentara los votos
de sus diputados y de los pueblos por su más pronto regreso
a la arquidiócesis : una satisfacción de extraordinaria am-plitud por los ultrajes que se le habían inferido, y la cual
dio origen a conceptuosa correspondencia entre el Doctor
Fernando Antonio Dávila, Presidente del Congreso, y el
viejo obstinado pastor.
Entre tanto, en el cargo de vicario capitular por la
segunda vez y provisor y gobernador del Arzobispado (en
300 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
1838), en 1839 recibe el señor Larrazábal los honores episco-
pales, al ser designado obispo de Comana (Comana Áurea,
en el Asia Menor), in partibus infidelium. Humilde siem-
pre, y aquejado de una afección nerviosa que le impedía
consagrarse, rehusó con vehemencia aquella alta dignidad,
mas en reconocimiento de sus méritos no se le aceptó en
Roma la renuncia, y se le concedió aún más, la facultad de
consagrarse en cualquier época, según se expresó en las
primeras biografías y ha pasado en igual forma a todas
las referencias a su carrera sacerdotal, como a esta misma,
que las sigue necesariamente, y tan objetivamente como sea
dable a un profano.
Por lo expresivas y por revelar el carácter de la época
entonces recién inaugurada, abatido el liberalismo de los
diez años, se copian a continuación las felicitaciones que el
señor Larrazábal recibió de las autoridades del Estado yde la ciudad. La primera tiene fecha 12 de noviembre de
1839 y dice al electo obispo:
"El Gefe interino del Estado se congratula con el mis-
mo Estado y con U. por el feliz suceso de su ascensión al
episcopado con que la Santidad del señor Gregorio 16° se
ha servido honrarle por sus bulas que sabe ha recibido el
día 9 del corriente. El carácter de Pastor de la Iglesia de
que U. debe investirse, aunque no sea con jurisdicción en
el Estado, en circunstancias como las presentes, va a influir
mucho en el restablecimiento del orden social por que tanto
anhelan los pueblos, y a aliviar sin duda la extraordinaria
carga que pesa sobre el gobierno. La dignidad con que su
Santidad ha honrado a U., es sin duda, un justo premio yretribución a la virtud que, con esta prueba, sabrán imitar
otros hijos de Guatemala y hacer así feliz a su país, ahorran-
do esfuerzos al Gobierno. Estos son los votos del Gefe inte-
rino (don Mariano Rivera Paz), estos sus sentimientos que
me manda trasmitir a U. Al hacerlo, me cabe la satisfac-
ción de ser el órgano de ellos para secundarlos y ofrecerle
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 301
los respetos y consideración con que soy su atento servidor
— Duran".
La congratulación municipal estaba concebido en estos
términos
:
"La Municipalidad de esta corte, ha sabido con sumo
placer el nombramiento del Obispo de Comana, en Asia,
con que S. S. se ha servido premiar los méritos y virtudes
de U.
U. asciende al episcopado lleno de merecimientos des-
pués de una larga vida consagrada al servicio público y de}a Iglesia. A ella debe U. y no al favor, ni al empeño de
un privado, la honra con que el Soberano del mundo cató-
lico ha coronado sus trabajos, y la Municipalidad se con-
gratula por este acto de justicia en favor de U.
Dígnese Sr. aceptar los sentimientos de esta Munici-
palidad por tan grato motivo, y la felicitación que por sí
y a nombre del vecindario que representa le dirigen sus
individuos. — Manuel Rubio, Ramón de Bengoechea, Juan
F. Urruela, Faustino Padilla, Desiderio Alvarez, Felipe
Prado, José Nájera, Alejo Vaca, Manuel Taboada, Juan
Pavón, José María Palomo, Joaquín Calvo, Secretario".
Tan cálidas expresiones no eran las de un cumplimiento
protocolario. Autoridades gubernativa y municipal par-
ticipaban, además de su creencia católica, de la necesidad
de una estrecha unión y colaboración con el gobierno ecle-
siástico que tanto influjo ejercía en el pueblo, influjo que
en vez de amenguarse, había crecido como sucede siempre,
en casos análogos, al calor de las persecuciones y los que-
brantos que se le habían inflingido a religión y clero. El
camino para llegar al gobierno "teocrático" que se ha lla-
mado al de la época del General Rafael Carrera, estaba ya
trazado y se afirmaba. En la prelacia del señor Larrazábal
veían los hombres públicos un poderoso refuerzo al presti-
gio de la Iglesia guatemalteca en ausencia del pastor y un
302 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
alivio a las dificultades políticas que suscitaban esta ausen-
cia, unánimes, por otra parte, en el reconocimiento de los
méritos personales del obispo electo.
Pero todas las gestiones de autoridades civiles y reli-
giosas, de particulares y corporaciones, ni el viaje de una
misión suplicatoria confiada al canónigo Castilla (1840),
y otras demandas a cual más fervientes, incluía una de
Carrera en que le ofrecía custodiarlo con sus tropas en el
viaje hasta la capital, no alcanzaron a modificar la decisión
del arzobispo de no volver, sino después de muerto, adu-
ciendo su ancianidad y enfermedades, más los cuidados
pastorales que tenía encomendados en La Habana. Pero
sin duda también, como se presumía, por el justo lemor
a la inseguridad del país, y por otras causas que se reser-
varía en su pensamiento: el señor Castilla hizo saber que
retraíalo "la existencia política de Morazán". Pero algo
más habría. Y en torno de la negativa arzobispal bordán-
ronse, por supuesto, conjeturas desfavorables para el go-
bierno eclesiástico y en especial con respecto al canónigo
Castilla, murmuraciones que tomarían estado público en
cierta proclama nada menos que del armipotente General
Carrera, lanzada en una hora de malhumor . . .
En el informe del señor Rivera Paz a la asamblea el
14 de julio del 40 se hablaba del viaje del señor Castilla yde las gestiones que la Constituyente puso a cargo del go-
bierno para lograr la vuelta del arzobispo: encarécense en
tal documento las dificultades creadas con su ausencia. "Lafalta de eclesiásticos para el servicio de las parroquias es
además un motivo urgente que tiene relación estrecha con
el buen orden, la paz y felicidad de los mismos pueblos, yaunque el Gobernador eclesiástico (Larrazábal), con su
ejemplo y extraordinario celo y esfuerzos, ha procurado re-
mediar los males que experimentaba la sociedad en esta
parte, hay graves necesidades a que no ha podido ocurrir".
La preocupación del gobernante era sincera, harto compren-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 303
sible en su época, y tocaba un punto neurálgico del sistema
político en proceso de implantación.
La necesidad de prelados que en aquella situación y en
el orden de ideas que normaba la política gubernamental yla conducta particular de los hombres públicos se hacía
sentir era por demás apremiante. Vocero de estos hombres,
el periódico El Tiempo escribía en diciembre de 1840 : "Enlos negocios eclesiásticos también se avanza, aunque es la-
mentable la falta de prelados consagrados, que hay en todo
Centroamérica : se ha llamado de nuevo por este Gobierno
y por el de El Salvador, al señor Arzobispo Casaus, y sería
de desearse se empeñasen todas las autoridades en la pron-
ta consagración del señor Larrazábal, pues así se llena-
rían en mucha parte de las necesidades de la Diócesis".
En estos y otros conceptos del editorial del periódico
en que figuraban, se respondía indirectamente, apoyando
la respuesta del jefe del gobierno, a carta del General Ca-
rrera, en que, después de una visita "al departamento de
Mita", informaba, se dolía y reclamaba por sí y por los
pueblos, de las necesidades y abandono de aquella reg'ón,
diciendo cosas como estas: "También es una consecuencia
legítima del progreso de la incivilidad de algunos pueblos,
la falta de Curas que han sido y son los instructores y mo-ralizadores de los pueblos, pues algunos a quienes les ha
faltado el Párroco, se nota, que no sólo se han embrutecido
y embotado en los vicios, sino que los templos y conventos
han desaparecido completamente; y creo que es otra de las
importantes urgencias que el Supremo Gobierno procurará
proveer, poniéndolo en conocimiento del Prelado (Larra-
zábal) para que de acuerdo llenen las faltas indicadas, por-
que olvidando este negocio, es claro que sobrevendrán ma-les, que no puedo analizar".
Esta carta del comandante general era el preludio de
una crisis política que culminaría el año siguiente. El
Ministro Doctor Basilio Zeceña la respondió con muy bue-
nas palabras, abundancia de razones, y dignidad, que deja-
304 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
ban traslucir, empero, el temor, o inquietud, del gobierno, nosólo ante los problemas expuestos realísticamente por Ca-
rrera, sino de los visibles avances de éste, cuyo brazo era
indispensable al gobierno . . . Contrayéndonos al tema aquí
tocado, recogemos este pasaje de la contestación: el pre-
sidente sentía el mayor pesar de que no estuviera en su
mano remediar el asunto de la adecuada provisión de cu-
ratos, punto que consideraba esencialísimo para el bien de
los pueblos. . . "Desde que el Prelado Metropolitano (Ca-
saus y Torres) fué arrancado violentamente de su rebaño
por el furor revolucionario, ha desaparecido una parte con-
siderable del Clero, y no se ha repuesto porque no hay quien
ordene Sacerdotes : así es que son vanos los desvelos e infa-
tigable celo del actual Prelado para proveer de curas dignos
a todas las Parroquias", y continuaba hablando de los tra-
bajos por la vuelta del arzobispo, y anunciando que, de no
lograrse tal cosa, el gobierno emplearía otros medios "para
remediar males de tanta trascendencia". Como que por
efecto de ellos, o aprovechándolos turbiamente, se encen-
dería de nuevo la guerra de la montaña . . .
Y, en efecto, la asamblea y el ejecutivo habían excitado
al cabildo eclesiástico a procurar otra vez por la venida
del arzobispo y la municipalidad dirigió nueva comunica-
ción de apremio ya al reacio prelado, en el mes del septiem-
bre de ese año de 40. La comunicación del cabildo eclesiás-
tico, firmada sólo por Larrazábal, Castilla y Cróquer, tenía
ya un tono de subido reclamo al jerarca. Se le indicaban
las esperanzas que había hecho concebir al pueblo en sus
cartas de respuesta a anteriores instancias, y la decepción
sufrida con la que envió al retornar el señor Castilla; se
le indicaban los males del país, la viruela y la peste que lo
asolaban y que se habían llevado incluso a varios sacerdo-
tes, siendo más de ciento treinta los muertos desde la expul-
sión del arzobispo, que no habían podido ser repuestos por
no haber quien ordenase a los que seguían estudios ecle-
siásticos ni tampoco éstos podían hacer costoso viaje a La
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 305
Habana o a México para recibir la ordenación, mientras los
más de los sacerdotes existentes eran ancianos y enfermos,
entre ellos los mismos miembros del cabildo, y que los pue-
blos todos, que ansiaban por ministros y por religión, esta-
ban "tocando casi en el punto de la desesperación".
La carta contenía esta referencia al propio Larrazá-
bal: "El Gobernador eclesiástico ha repetido varias veces
a este cabildo su renuncia acosado de los pedidos continuos
y justos de los pueblos, y no se le ha podido admitir, porque
tanto el cabildo, como los demás eclesiásticos que pudieran
ser nombrados, se hallan enfermos actualmente, y con ocu-
paciones indispensables".
Y en fin, decíasele al pastor nada menos que esto:
"El cabildo por su parte se atreve a recordar a U.E.I. el
deber en que se haya de restituirse al seno de su grey, por-
que no le cree exento de responsabilidad en los males que
actualmente sufre la Iglesia: y en cualquier trastorno que
pueda haber en sus pueblos desesperados ya, de tanto sufrir
y sin que se les proporcionen los medios capaces de calmar
sus inquietudes. ..".
La cuestión del obispado salvadoreño que de nuevo se
trataba en aquel tiempo, había motivado una nota del se-
cretario de gobernación que Larrazábal contestó a 2 de
septiembre de 1840. El gobierno salvadoreño había apo-
derado al Licenciado Joaquín Duran para arreglar el asun-
to con el Gobierno de Guatemala, que lo recomendaba al
cabildo. Tendría éste particular satisfacción en auxiliarlo,
"pues los votos de este Venerable Cabildo y los míos, canto
en calidad de individuo suyo, como en la de actual Vicario
Capitular Gobernador, nunca han sido contrarios a la idea
de tal erección, cuya utilidad y necesidad son manifiestas,
sino sólo dirigidos a que en ella se proceda con entero arre-
glo a los Cánones y leyes de la materia. Prueba de esta
306 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
verdad por lo tocante al Cabildo, es el informe que pocoantes de que se proclamase nuestra independencia, elevóa la Corte de España sobre el particular, y por lo respec-tivo a mí, el oficio que en 23 de junio del corriente año,pasé al señor secretario del gobierno de El Salvador, y enque tratando de varios puntos interesantes al bien espiri-
tual de aquellos pueblos, le dije entre otras cosas: —«la
erección de nueva diócesis en este Estado, sería lo que me-jor remediaría estos males: y si se pensase en solicitarla
por los medios canónicos, este Cabildo está dispuesto acoadyuvar con su informe como lo tiene manifestado»".(Sutilmente, su Ilustrísima se sacaba una vieja, enconadaespina . . . )
.
El gobierno del Estado consideraba esa cuestión de
suma importancia : en la nota a Larrazábal se había dicho
:
"Una solicitud tan antigua, tan justa y conveniente, que
tanto puede influir en el establecimiento de la paz, mejorade las costumbres de los pueblos de aquel Estado, y que
debe estrechar más la armonía y concordia con los de éste
no puede dejar de ser recomendada por el Gobierno de
Guatemala que no omite medios que puedan conducir a
objetos de tanto interés".
En cuanto al arzobispado en vista de la imposibilidad
del suspirado regreso del señor Casaus, con acuerdo del
dicho arzobispo, el señor Larrazábal dirigió sus conatos
a procurar el nombramiento de un obispo auxiliar y otros
remedios para los problemas de la Iglesia en Centroamérica.
Roma respondió a la misión que llevó el señor Jorge de
Viteri y Ungo erigiendo obispados en San Salvador —al
propio señor Viteri se le consagró primer obispo de esa
diócesis— y de San José de Costa Rica, y nombrando obispo
de Honduras, que no lo había de tiempo atrás : para la me-
tropolitana, en consistorio de 27 de enero de 1843 se pro-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 307
movió a arzobispo titular de Bostra—en tierra de infieles
—
y coadjutor de Guatemala, al presbítero Doctor Francisco
de Paula García Peláez, a perpetuidad y con derecho de su-
cesión.
¿Por qué no habría sido nombrado para tan alta je-
rarquía el señor Larrazábal, en quien todas las miradasverían al legítimo sucesor? Sería imposible desentrañarlo
a estas fechas. Pero sin duda predominantemente por su
propia voluntad de renunciamiento, que apoyaba su edad
y enfermedades constantes. Queda noticia de haber sido
el primero en complacerse de la elección que había pro-
vocado, y en obedecer y servir al nuevo prelado, de quien
fue colaborador asiduo e insustituible.
El Doctor García Peláez, que ilustró primero su nom-bre como estudioso de la ciencia económica y luego comohistoriador meritísimo, fue generalmente querido, aunqueno debieron faltar quienes suspirasen por candidatos demayor prestancia, y tuvo la suerte de gobernar la Iglesia
en una época de paz y de recobrado esplendor en su mayorparte. A sus empeños y éxitos nunca fue ajena la parti-
cipación de Larrazábal, satisfecho en su puesto, eminente
en sí, de subalterno, que no opacaba el brillo de su acusada
personalidad, antes bien lo hacía sobresalir; que no amen-guaba el respeto y la simpatía con que se le honraba unáni-
memente, antes bien las acrecentaba, por reconocimiento
universal de sus prendas y servicios.
Todavía se esforzó más Larrazábal en lograr que fue-
sen excepcionales las honras que el país tributara al arzo-
bispo desterrado, a la hora de su muerte, ocurrida el 10 de
noviembre de 1845, cuando fue sabida la noticia en Guate-
mala, hallándose el auxiliar en visita pastoral y Larrazábal
al frente del cabildo, así como la traída e inhumación de los
restos, en junio de 1846. Todos sus afanes en este caso se
documentan cumplida y minuciosamente en el inevitable
folleto de la relación de las exequias. En la portada del
cual se lee que el ilustrísimo señor Doctor don Antonio
308 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Larrazábal obispo electo de Comana, como decano y pre-
sidente del venerable Cabildo dispuso todo lo conducente aestas solemnes funciones, cuya relación se publica poracuerdo del mismo Cabildo: todo con la aprobación del
ilustrísimo señor Doctor don Francisco García Peláez —son
palabras textuales— digno sucesor del difunto prelado.
Tales exequias y honores y manifestaciones de dolor
rendidas desde Izabal hasta el templo del Monasterio de
Santa Teresa donde debían reposar las ilustres cenizas,
fueron acontecimientos extraordinarios de aquel piadoso
tiempo, que debió acendrar la fe de los tibios y fortalecer
la paulatinamente recobrada importancia de la Iglesia, ha-
ciendo vacilar el juicio adverso que el liberalismo de aque-
llos días dejara (y el ulterior repusiera en circulación con
mayores enconos), acerca de la figura tan interesante cuan-
to discutida del arzobispo de la independencia, el doctor
Fray Ramón Casaus y Torres. Sería inoficioso insinuar
qué dosis de ingredientes políticos se deslizó por debajo de
la pompa de aquellos largos y suntuosos funerales.
Lo que es indudable es que en ellos hubo acción de la
gratitud y el respeto de Larrazábal hacia el arzobispo fa-
llecido, quien lo elevara a la dignidad de deán, jerarquía
que le fue confirmada en octubre de 1848 por decreto de su
sucesor, no habiendo tenido efecto sin duda aquélla comootras medidas del prelado expulso. En ese año de 1848 el
cabildo metropolitano se integró como sigue : tesorero, Doc-
tor Antonio González ; maestrescuela, Doctor Juan José Ay-cinena; chantre, Doctor José María Barrutia; arcediano,
don Ignacio Figueroa, y deán el Doctor Larrazábal: en
nóminas capitulares anteriores parece ser no se menciona
el deanato del señor Larrazábal.
En el folleto que se ha citado hay un especial testimo-
nio del celo del ilustrísimo decano. Se dice allí : "... no
obstante su avanzada edad, y más que todo quebrantada
salud, dispuso y ordenó todas las cosas, dando personalmente
los pasos que eran necesarios para el complemento de can
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL ¿09
justo como debido y piadoso objeto". Sobraba con esas
palabras para su satisfacción. No menos íntimo goce daría
a su corazón la voz del prelado que desde La Habana en
sus negativas al gobierno para regresar a Guatemala ex-
presara singular complacencia "de que el régimen eclesiás-
tico de toda mi idolatrada grey esté en las manos de codo
un señor Larrazábal". (Comunicación del 31 de julio de
1839 desde La Habana, al jefe interino Rivera Paz).
Otro folleto ilustrado con su nombre y de indiscutible
valor documental, ofrece idea de la actividad minuciosa,
atenta a todo, desplegada por Larrazábal en el manejo delos complejos negocios eclesiásticos puestos a su cuidado
y permite adivinar el trabajo que en ello se tomaría. Inti-
túlase Memoria documentada que al Illmo. Sr. Arzobispo
coadjutor de esta Santa Iglesia, Dr. Francisco García Pe-
!áez, presenta al Dr. Antonio Larrazábal, canónigo peni-
tenciario, al cesar en el cargo de vicario capitular goberna-
dor de este Arzobispado. — Año de 1844 (Imprenta del
Exército) . Es muy interesante por los datos que reúne ymanifiesta la situación del país en forma compendiosa por
aquella época, con ojeadas a la historia reciente.
Principia por una carta introductoria al arzobispo
coadjutor y contiene un bosquejo histórico-estadístico del
arzobispado y sillas sufragáneas, escrito por Larrazábal
poco antes de la erección del obispado de San Salvador ; uníndice de decretos, pastorales y providencias de los ordina-
rios precedentes, colección por él formada con sacrificio de
sus propios ejemplares, de que se desprendió por que no
los había en la curia "y puestos en serie con alguno otros
documentos apreciables, forman ya dos tomos voluminosos,
en que se salvan preciosos materiales históricos, y se en-
saya, por decirlo así, una recopilación de nuestro derecho
eclesiástico diocesano"; lista de sacerdotes fallecidos en los
310 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
tres últimos lustros; tabla de las parroquias y catálogo de
sacerdotes, y finalmente, una relación del estado de los
archivos, del trabajo impedido en ellos y del arreglo que se
procuró hacer de los papeles de su tiempo menesteres de
cumplimiento fatigoso y utilidad trascendente, en los cua-
les encontró la invaluable cooperación del Licenciado José
Mariano González, secretario meritísimo.
Las palabras de Larrazábal al arzobispo son todo unespejo que refleja su imagen espiritual. "Elegido vicario
capitular en enero de 1838, dice, cuando por desgracia toda
la República se hallaba agitada, el Estado en guerra y esta
ciudad en uno de los mayores conflictos; yo, anciano, en-
fermo, y penetrado del convencimiento de mi insuficiencia,
hice luego de aquel cargo la renuncia que debía. Pero ni
entonces, ni en las muchas veces que la repetí, logré que
me fuese admitida; y hasta ahora que consagrado U. I. S.
Arzobispo Coadjutor de esta S. I. acaba de tomar el go-
bierno de ella, llegó para mí el día que tan ardientemente
había deseado".
Después de catorce años sin la presencia del Pastor,
seguía diciéndole "el Cielo apiadado de nuestros males" lo
destinaba para su remedio y nada más oportuno que infor-
marle del estado de la administración eclesiástica en sus
distintos ramos: "Pero este informe requiere un plan de-
lineado con maestría; y mis alcances son muy cortos. Su-
pone un caudal de datos ; y no todos están a mano. Exige
tiempo para reunirlos, y sosiego para meditar, y uno yotro faltan en un despacho diario, vasto y ejecutivo. Enfin, es obra para un espíritu despejado, y una salud vigo-
rosa ; y no para mi edad avanzada, y mi ánimo abatido". Yal final, estas otras expresiones ejemplares:
"En todo se hallarán, no lo dudo, muchas imperfeccio-
nes; y en el curso de mi administración faltas y errores,
que ojalá yo pudiera reparar, aunque fuese a costa de mi
vida. Pero dése algo a mi incapacidad, muclio a las cir-
cunstancias, nacía a mis intenciones. Dios que las ve, sabe
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 311
la pureza de ellas; y concediéndome ahora resignar el go-
bierno en las sagradas manos de un Ungido del Señor, remu-
nera colmadamente mis trabajos". (4 de marzo de 1844).
intervención en cuestiones públicas y eclesiásticas
Coinciden biografías y referencias, hasta en los tér-
minos, en recordar intervenciones del señor Larrazábalen las agitaciones políticas de aquellos tiempos revueltos,
siempre encaminadas a llevar la voz de la prudencia, dela moderación y la conveniencia pública en la atribulada
ciudad, objeto de asedios y de victorias contrarias de los
bandos en pugna, a punto de ser víctima de saqueos másde una vez, en inseguridad y peligro a menudo. Natural-mente, no debieron faltar desacuerdos con aquellas actua-
ciones: de esos desacuerdos se hará vocero el autor dela Reseña Histórica, no lo olvidemos. En tales coyuntu-ras, ¿se equivocaba Larrazábal? Es posible. En codo
caso, es difícil suponer que no obrase de buena fe sino
seducido por intereses partidistas. Es igualmente difícil
esclarecer hasta dónde se sitúan los límites de la influencia
partidista en el hombre más neutral, más apolítico, si porventura este hombre existe.
Es tradición que Larrazábal, por carácter y méritos,
ejercía poderoso influjo en el cabildo metropolitano aúnantes de ser exaltado a la vicaría, y que su presencia en
él durante la dominación de Morazán en Centroamérica yel gobierno del Doctor Mariano Gálvez en el Estado de
Guatemala, es decir, en la época de violento liberalismo
anticlerical, fue útilísima para suavizar, en lo posible,
asperezas, y hallar soluciones, parciales y precarias pero
aliviadoras, a los candentes problemas que se planteaban
a la Iglesia en una época que revivía, más complicados,
los conflictos entre la potestad civil y la religiosa con que
se inició el traslado y la primera etapa de la vida de la
capital, conflictos que dejaron divisiones duraderas y pro-
312 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
fundas, lo mismo que éstos a cuyo desarrollo asistía La-rrazábal, procurándoles arreglo.
Si sus dotes y experiencia de mucho servirían a ese
objetivo como se comprobaría en tantas ocasiones futuras,
junto al gobierno de Gálvez tenía el otro secreto, pode-
roso ascendiente capaz de explicar a la posteridad la bue-
na armonía en que se mantuvieron gobernante y prelado
en medio de esos conflictos. Larrazábal no era sólo unamigo y compañero mayor de cátedra y dé luchas del
Doctor Gálvez, de tan adelantadas ideas liberales: unaefusión como paternal del canónigo al gobernante colorea-
ba sus relaciones, dando pábulo a la leyenda o realidad de
su parentesco directo, leyenda recogida y en cierto modoacreditada por Víctor Miguel Díaz en su libro sobre el
Doctor Gálvez.
El Doctor Gálvez había sido un niño expósito entre-
gado en una canasta de flores a la puerta de la casa del
Coronel Manuel Fadrique y Goyena y su esposa doñaGertrudis Gálvez, en mayo de 1794; matrimonio sin hijos
y emparentado con la familia Larrazábal, cuidaron de
él y su educación con cariño aunque sin recursos y a la
muerte de la señora como albaceas testamentarios el -ca-
nónigo y don José de Aycinena gestionaron y obtuvieron
para el niño que quedaba desamparado una beca en el
Colegio de Infantes en el año de 1807: es constante que
tan conspicuos protectores, pero principalmente el pri-
mero se interesaron en la carrera del que llegaría a ser
jefe del Estado y primer reformador liberal de Guatemala.
Si se mantuvo la incógnita de la paternidad de aquel
niño, no faltaron alusiones zahirientes —¡en Guatemala
habría de ser!— que trataban de desvelar el secreto y por
fin pasó a la historia, aunque sin confirmación, y para
muchos como una leyenda hija de la malignidad, que los
padres del doctor Gálvez habían sido prominentes perso-
nas, una de ellas familiar de Larrazábal. Y afirma esa
versión que Gálvez, que había ignorado quiénes fueron
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 313
sus padres, tuvo la revelación de labios del Doctor Larra-zábal en la aciaga noche del 13 de abril de 1839, en que,
con su voz temblorosa de natural y de emoción, se lo
habría dicho, inquieto y temeroso de la suerte que espe-
raba al mandatario recién caído del poder, cercado deodios, para persuadirlo de la necesidad de abandonar el
país, como lo había anunciado en su renuncia de 28 defebrero, y como en efecto lo hizo.
(Sea de ello lo que fuere, el autor de estas líneas nopuede ver sin alguna emoción también cierto libro de la
biblioteca de Larrazábal, con su apellido autógrafo, quetrata de problemas de los niños expósitos, problemas in-
quietantes de aquella época, difuminados ya por obra de
leyes y costumbres nuevas. Es indudable que Larrazábal
como sacerdote se preocupó de ellos, y más debió ser si
de tan cerca le hería un caso tan importante. El viejo
libro se llama Causas prácticas de la muerte de los niños
expósitos en sus primeros años: remedio en su origen de
un tan grave mal: y modo de formarlos útiles a la religión,
y al Estado, con notable aumento de la Población, fuerzas,
y riqueza de España, por D. Joaquín Xavier de Uriz,
Arcediano de Tabla de la Catedral de Pamplona, impreso
en el 1801...).
* * *
El decreto de 5 de abril de 1838 expedido en el cuar-
tel general de Mataquescuintla por el Presidente de la Re-pública, Francisco Morazán, General en Jefe del Ejército
Federal llamado por el Vicejefe Doctor Pedro Valenzuela
para pacificar al país decreto que tendía a facilitar la
rendición y entrega de armas de secuaces del "traidor Ca-rrera", estableciendo sanciones drásticas para los que noacudieran a esa nueva oportunidad que se les daba, men-ciónase el nombre de Larrazábal como uno de los miem-bros de comisión enviada a tratar con los facciosos "acuya cabeza se hallaba el perverso Rafael Carrera", ha-
biendo tenido el presidente "pruebas de hallarse todos enuna verdadera rebelión". Se dice en ese documento:
S14 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"4?. Que sin embargo de no haber dado ningún re-
sultado feliz mis jenerosos ensayos, y del decreto del Ciu-
dadano Vice Gefe del Estado del 14 del próximo mes pa-
sado en que se declara traidor al mismo Carrera y a los
que lo acompañaban, quise hacer el último, nombrandouna comisión compuesta de los CC. Diputado José Fran-cisco Barrundia, Dr. y Vicario Capitular Antonio Larra-zábal, Canónigo José María Castilla, Doctores José Ma-tías Quiñones y Basilio Zeceña y Presbítero Francisco
Ortiz, personas respetables en todos conceptos, para que
patentizasen al jefe de los facciosos, y aún a estos mismos,la temeridad de su empresa, el funesto éxito que tendría,
y lo ventajosos que eran los términos, bajo que debían
someterse, aún considerados con respicencia a su interés
personal.
"59. Que dicha comisión en vez de ser atendida por
los facciosos, estuvieron los individuos que la componíanen inminente riesgo de ser asesinados, informándome los
mismos, que no quedan ni remotas esperanzas de que
Carrera y los suyos volvieran a la obediencia, sino era
obligados por la fuerza; y que a la necedad de sus preten-
siones, unían el insulto a las autoridades lejítimas y la
amenaza a toda propiedad . .. ".
Don Lorenzo Montúfar critica el envío de esa segun-
da comisión: "Morazán no escarmentaba". En el infor-
me rendido sobre el resultado de las conferencias sólo
aparecen los nombres de Barrundia, Castilla, Quiñónez
y Zeceña, en el texto que da la Reseña Histórica. Es pro-
bable que Larrazábal no haya acudido al nombramiento.
De todos modos, es significativo ese nombramiento: de
quién a quién, y para qué. . .
Entre las intervenciones públicas de Larrazábal de
que se cuenta después de la caída de Gálvez, refiérese
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 315
que el 22 de julio de 1838, alarmado el vecindario de la
capital por el avance de la sublevación de oriente y el des-
concierto de las autoridades del Estado, se reunieron en el
Ayuntamiento las personas más notables y acordaron tras
movida deliberación solicitar la renuncia de esas autori-
dades y la convocatoria a una constituyente. "Entonces
el señor Larrazábal, que había asistido a la junta, a la
cabeza del numeroso concurso se dirigió al palacio episco-
pal, donde estaba reunido el cuerpo legislativo, y puso ensus manos el acta referida. Se obtuvo el resultado apete-
cido, cambiándose el personal del gobierno, por renuncia
de los funcionarios que lo ejercían; y el pueblo se retiró
en el mejor orden, sin que hubiese este acontecimiento alte-
rado la tranquilidad pública". (Marure, Efemérides).
El azar, personificado en algún bibliógrafo paciente
del pasado, conserva, celoso guardián por paradójico des-
tino de su veleidad, para solaz de engolosinados lectores e
historiógrafos futuros una huella de aquella andanza polí-
tica de Larrazábal en 1838: un pequeño volante ilustrado
por otras dos firmas ilustres. Dice así:
"Aviso. — En la junta popular, que se reunió ayer enlas casas municipales, se acordó citar de nuevo a los vecinos
de esta ciudad para que se sirviesen concurrir hoy, a las
11 de la mañana, al mismo edificio municipal, con el objeto
de que expongan su parecer sobre los graves asuntos, cuya
resolución quedó pendiente.
"Se suplica a los honrados guatemaltecos, que no de-
jen de concurrir al local señalado y hora indicada. No se
van a ventilar intereses de personas ni de partidos : se va a
tratar de la gran causa de salvación del Estado.
"Guatemala, julio 23 de 1838. — Antonio Larrazábal,
Presidente. — Manuel González, Secretario. — Alejandro
Marure, Secretario".
El país estaba en ruina y al borde del caos. Los Altos
se habían separado. La undécima legislatura, que trabajó
en las más aciagas circunstancias durante cuarenta días,
316 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
clausuraba sus sesiones el 5 de agosto, dejando el poderejecutivo en manos del señor Mariano Rivera Paz, convo-cada una constituyente que organizara el Estado, liquida-
dos los decretos de proscripción del 29, canceladas leyes
liberales que por avanzadas pugnaron contra toda costum-bre de un pueblo atrasado y dominado por una reducidapero compacta clase dueña de recursos económicos y grancultura; admitidas reformas a la constitución, vigorizada
la defensa y lucha contra las facciones, grandemente alivia-
da la tensión religiosa, calmadas un tanto, por la esperanza,
las pasiones voraginosas de los partidos y del fanatismo des-
encadenado en los pueblos. "Los sucesos todos de la Repú-blica y el giro de esta revolución social nos anuncian queestamos próximos a una nueva regeneración", decía el di-
putado Ignacio Gómez en la clausura de la asamblea, convoz profética que quizá no sabía bien el signo que traería
en su cumplimiento esa profecía, y menos aún el juicio tan
adverso que merecía la época que entonces se iniciaba, a los
hombres y corifeos de una nueva futura revolución . . .
Aunque Larrazábal hubo de excusarse de la represen-
tación y presidencia en la Asamblea Constituyente, que se
le otorgaba en esos días, no sólo por sus dolencias sino por
considerarlo incompatible con los cargos religiosos que des-
empeñaba, pudo dejar constancia de su puntualidad en el
cumplimiento de los deberes que se le imponían: hay una
hoja suelta con una nota de la secretaría de la Junta pre-
paratoria de la Asamblea Constituyente, fecha 19 de mayode 1839, en que el ministro Arriaga, avisa al público que
ese día había sido fijado para la apertura de la asamblea,
y que si la instalación no había tenido efecto, se había de-
bido a falta de concurrencia de los diputados, llamados por
el gobierno y por las juntas preparatorias, no habiendo
"visto con el interés que debieran un objeto de tanta im-
portancia para la savación del Estado". En ese tono con-
tumelioso se insertaban sendas listas de diputados concu-
rrentes y de diputados faltistas. El primero de la pri-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 317
mera nómina es el Doctor Antonio Larrazábal y le siguen
el Licenciado Miguel Larreynaga y los Doctores Juan J.
Aycinena y José María Castilla, no faltando don Basilio
Porras, figura que tanto sonaba en todos los actos públicos
de la época. El primero de la segunda lista era nada me-nos que el presbítero Fernando Antonio Dávila, luego pre-
sidente de ese Congreso. Cómo andarían las cosas en esos
momentos. (La presencia de Larreynaga en el Congreso,
recientísima su actuación en el Sexto Estado, es bien de
notar)
.
Del aprecio con que lo veía la asamblea y del senti-
miento que experimentaba por su renuncia dan fe los con-
ceptos de la comunicación que le fuera dirigida el 28 de
junio, suscrita por el presidente José Mariano Vidaurre yel secretario Manuel Francisco Pavón. La asamblea se
sirvió admitir dicha renuncia, expresaban, "en considera-
ción a que las graves atenciones que son a su cargo comovicario capitular y gobernador del arzobispado, son incom-
patibles con el desempeño de las funciones de diputado.
Tenemos el honor de decirlo a U., para su conocimiento, ma-nifestándole lo sensible que es a la Asamblea, el verse obli-
gada a privarse de un miembro, que por sus luces, crédito
y demás circunstancias, contribuiría en mucho al acierto
de sus trabajos".
El gobierno decretó que el 26 y 27 de marzo (1840)
se celebrasen ceremonias de acción de gracias por el triun-
fo obtenido en la plaza de Guatemala contra las tropas del
General Morazán, el 18 y 19 de ese mes. El señor Larrazá-
bal se manifestó entonces abierto sostenedor de la causa
victoriosa y acaso se excedió en sus demostraciones de en-
tusiasmo por lo que conceptuaba la salvación del país : ya se
verá más adelante lo que en lo personal hizo y lo caro que
se cobró la Historia: queremos decir, don Lorenzo Mon-túfar. Habría que conocer mejor la inquietud que sufrió
318 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Guatemala en aquellos días y lo que pasó por el espíritu
de Larrazábal, para comprender su actitud a partir de esos
momentos. El sacerdote y el hombre supieron en él de unindecible conflicto. Conflicto decisivo del camino subsi-
guiente.
En la crónica del periódico El Tiempo se hablaba, en-
tre otras cosas, de la generosidad con que los extranjeros
ayudaron con dinero y servicios personales a los heridos yotras víctimas en las jornadas trágicas de aquel marzo. Yluego de describir concisamente los actos piadosos que se
celebraron después, tiene estas palabras significativas : "Alllegar aquí no nos es permitido dejar de hacer una honrosa
mención del señor Obispo electo doctor Antonio Larrazá-
bal, quien ya como Gobernador del Arzobispado, ya comoministro de la Iglesia ha manifestado el más ardiente celo
en favor de' la humanidad afligida, socorriendo a los he-
ridos y prisioneros, visitando los hospitales y cárceles, pre-
dicando en el pulpito, y coadyuvando con el Gobierno, la
Municipalidad y la Comandancia General a todas aquellas
medidas que su ejemplar beneficencia y su caridad apostó-
lica le sugerían como necesarias para alivio y consuelo de
la población".
Al informar al Ministro de Gobernación y Negocios
Eclesiásticos de cómo por su parte cumplió con lo dispuesto
en el decreto de la conmemoración, explicaba menudamentela colaboración de todos los participantes, que no tomaronestipendio alguno: clérigos, Colegio de Infantes, etcétera,
a pesar de su pobreza : "Lo manifiesto al Gobierno para ha-
cer a todos y a cada uno el honor a que son acreedores por
su mérito; teniéndolo también en su línea los respectivos
artistas y menestrales de los tres ramos de música, pintu-
ra y carpintería, que después de acreditar su puntualidad
y esmero, han mostrado su patriotismo con la moderación
de sus correspondientes pagas y honorarios". Los demásgastos, corrieron por su cuenta en las dos funciones ecle-
siásticas —acción de gracias un día y funeral por las vícti-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 319
mas el otro— , y enviaba el detalle sólo para conocimiento
del gobierno "no para que se me cubra esta cantidad, pues
aún desearía poder contribuir con alguna mayor al alivio
de las necesidades públicas; y ya que mis cortas facultades
no me lo permiten, me limito a dar este pequeño testimonio
de mi buena voluntad".
El gobierno en su respuesta a esa comunicación cele-
braba la generosidad del prelado que no quiso gravar "el
exausto tesoro público ni a los fondos municipales", ponde-
raba la solemnidad de las funciones religiosas, y le dabalas gracias "por sus eficaces disposiciones y por el celo
pastoral y caritativo que ha mostrado en favor de esta po-
blación y de la humanidad aflijida en los días de conflicto",
etcétera. Firmaba el Licenciado Joaquín Duran.
Otra carta de Larrazábal responde a la solicitud oficial
hecha antes del asedio, de una rogativa en todas las igle-
sias de la ciudad "que con tanta piedad y justicia deseaba
el Gobierno en aquellos críticos instantes. Igualmente se
han celebrado ya en esta Santa Iglesia Catedral por espacio
de 9 días la que después del sitio de la plaza se sirvió encar-
garme el Gobierno, esponiéndose a la veneración pública
la Imagen de Nuestra Señora del Socorro, con misas solem-
nes, novena a mañana y tarde, pláticas respectivas diarias
y con todo cuanto ha sido posible para excitar el fervor yla devoción de los fieles". Elogiaba el concurso del clero,
y mandaba la cuenta, sufragada por él, también sólo "para
conocimiento del Gobierno y que le sirva de satisfacción,
pues yo la disfruto muy singular en haber cubierto de mi. bolsa el importe de ella y en haber procurado corresponder
a las piadosas intenciones del Gobierno, a quien concluyo
reiterando mi más profundo respeto. D. U. L.".
La respuesta gubernativa no podía ser sino conceptuo-
sa. Don Joaquín Duran escribía: "El Gobierno que profesa
los mismos sentimientos religiosos de los pueblos que repre-
senta, se congratula de haber pedido la protección divina en
favor de la justa causa del Estado, y de haber manifestado
320 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
su profundo reconocimiento por la bondad con que nos hapreservado de una total ruina y esterminio.
"Está asimismo reconocido muy particularmente a U.
que como prelado de la Iglesia ha dirijido sus fervientes
oraciones y mostrado de todos modos su celo pastoral en
favor de su piadosa grey, y también debe gratitud al Ca-
bildo eclesiástico e individuos del Clero por su prestación a
todos estos actos religiosos".
Así se hablaba en la nueva Guatemala de 1840 . . .
Quedan y podrían buscarse más testimonios de su so-
licitud y eficacia. "En otras varias ocasiones, con su pa-
triótico celo y su presencia de ánimo, diciendo la verdad a
los mandatarios con palabra sencilla pero enérgica logró
evitar sucesos de desagradables consecuencias, decía La Fe(el 95). Prueba de ello, y de la autoridad moral indiscu-
tible de que gozaba es otro hecho posterior, que la Gaceta
narraba de este modo en la necrología tantas veces men-cionada :
"... en 1848, la república se encontraba en una ver-
dadera crisis, a causa del giro que habían tomado los acon-
tecimientos políticos: el General Carrera había dejado el
gobierno y retirándose a su casa: la ciudad estaba conmo-vida y parecía próxima o inevitable una revolución. El
señor Larrazábal entonces, de propia inspiración, pasó él
sólo a ver al General Carrera a quien dijo en aquella oca-
sión estas precisas palabras : "Señor, la ciudad está inquie-
ta, y cada uno de nosotros debe estar en su puesto. Tomevuestra excelencia su sombrero y vaya a ocupar el suyo".
El General, que antes se había negado a todos, no pudo
resistir a aquel anciano venerable, y acompañado de él, se
dirigió inmediatamente al palacio del gobierno, a donde
le siguieron otras muchas personas. Después llegaron las
corporaciones, y en presencia de todos, el General Carrera
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 321
volvió a tomar el mando, evitándose así las desgracias que
justamente se temían, y dándose a las cosas un giro másconveniente". Y concluye :
". . . así, aún cuando no se mez-
claba en asuntos políticos, ajenos a su ministerio, acudía
siempre donde podía hacer el bien o evitar el mal, siendo
en todas ocasiones acatada y respetada su persona".
Pero baste ya de tangencias políticas. Éstas, si bien
decisivas en sus resultados, eran incidentales. Otoño e
invierno de su señoría más que la púrpura pasional de la
política, aman y se invisten de la púrpura encendida del
fervor eclesiástico, entregada la invencible energía que lo
animó siempre a la reorganización de la Iglesia, a la restau-
ración del esplendor tan venido a menos del culto, que fue
suntuosísimo en la Guatemala colonial; a cien tareas im-
prescindibles, en que no faltaban las rutinas menores y las
atenciones a negocios materiales, que importaban a la vida
de su grey y parecían no fatigar la suya: que para todo
daban su talento administrativo y su rigor disciplinario,
aún en la más avanzada edad.
Reorganiza el cabildo eclesiástico nombrando canóni-
gos honorarios; reforma el seminario; exige a los sacer-
dotes, disminuidos en número hasta el extremo y desalen-
tados o algo más en disciplina, el cumplimiento de sus estric-
tos deberes y en especial los de la predicación y la catequi-
zación ; trae sacerdotes de fuera, contra la oposición de den-
tro, recobra por su influjo el palacio arzobispal, utilizado
desde hacía años por el gobierno civil (en 21 de agosto de
1840 el Doctor Zeceña, Ministro de Gobernación le comuni-
ca que ha sido desocupado "con el objeto de que sirva en
los destinos eclesiásticos para que fue construido, y tanto
por este motivo, como porque, estando abandonado, puede
padecer algún detrimento su fábrica, desea el Presidente
del Estado que ese gobierno eclesiástico ponga en él su des-
pacho, con todas sus oficinas correspondientes");restau-
ra la Catedral y la dota de decorosos ornamentos; fomen-
ta la instrucción moral y religiosa de la niñez; si ya en
322 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
1809, en colaboración con la histórica Archicofradía del
Santísimo logra exornar la capilla del Sagrario de la cual
era cura, con el hermoso tabernáculo de plata que ha lucido
y en cuyo arreglo se aprovecharon piezas traídas de la an-
tigua capital, dejará entre otras tantas mandas piadosas,
cuantioso donativo para el altar de mármol que será lujo yorgullo de la iglesia metropolitana hasta el terremoto de
1917, que lo destruye al desplomarse la ponderosa cúpula
del crucero del templo: de ese altar habla largamente unfolleto editado en 1860 cuando se le estrena, en la consa-
gración de la Catedral, folleto al que dedicaremos unas
líneas, y en el cual, por cierto, apenas se habla para nada
del ilustre donante . . .
Escritos y publicaciones. Un benemérito secretario
Sentido profundo de piedad y del deber sacerdotal re-
velan muchos de los escritos aparecidos con el nombre del
señor Larrazábal y que eran parte y fruto de su ministerio
como gobernador del arzobispado. La cita de algunos de
ellos va deslizada en el texto de estas notas ; de unos cuantos
más se hablará aquí, siendo obvio que de tan largos años de
fructífera acción sólo habrán podido pasar por nuestras
manos algunos de esos documentos, que tampoco cabe ana-
üzar despaciosamente en un trabajo como este, ya harto
dilatado, más allá del propósito que lo inspiró, ni menos
dilucidar, a larga distancia, por inferencias, en qué medida
sus ideas, sus conocimientos y dedicación personal los la-
braron habida cuenta de la digna y trascendente contribu-
ción de un secretario de la calidad del que tuvo la suerte y
el don de retener a su lado.
En febrero de 1841 dirige una circular de siete páginas
a párrocos, vicarios y coadjutores recomendándoles cumplir
con preceptos del Concilio de Trento sobre predicación ycatequización, que a todos los sacerdotes que nombraba en-
cargábaselos con instancia. Quería que se comunicaran
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 323
con el pueblo y lo instruyeran y le hicieran conocer las
doctrinas; no pedía que fueran oradores extraordinarios,
pero salía al paso de los que excusaran su silencio por insu-
ficiencia, por el endurecimiento del pecador o alegando ocu-
paciones,, señalándoles áu obligación, mandada y repetida
de Cristo a los papas, los doctores, los concilios. Y se
piensa en que él predicaba con el ejemplo, venciendo difi-
cultades naturales y siempre con tiempo y voluntad en
medio de sus quehaceres y preocupaciones.
En los años de 1839, 40 y 41 —seguramente en otros
más— dirigió cálidas exhortaciones para la celebración del
Corpus, poniendo de relieve la significación de la festividad
y procurando que se moralizara al pueblo que se contami-
naba de malas costumbres y aprovechaba tan eminente so-
lemnidad católica para pagar tributo al vicio y la concu-
piscencia ... a pesar de su celoso catolicismo tan dado a
manifestaciones externas ... En el edicto de mayo de 1840
con ese motivo, la prosa se le eleva a poesía sin quererlo,
como si la primavera, una primavera de misticismo suave,
lo arrebatara. Bien valdrá la pena dar una muestra. Hadicho que la Iglesia destinó el día de Corpus para celebrar
la institución del sacramento de la Eucaristía, y se en-
ciende :
"Ya entonces la naturaleza ha resucitado con el Cria-
dor; y todo es luz, y armonía y belleza en la estación y júbilo
esplendor en el Santuario. Acababa la misa solemne, el
Divinísimo sale procesionalmente por las calles con unapompa majestuosa: el estandarte de la Cruz es la insignia
de su triunfo: los coros entonan himnos de alegría: los
ojos se llenan de lágrimas; y el corazón se siente tocado con
un harpón de fuego. Brillante acompañamiento: reveren-
tes homenajes : cánticos gozosos : adornos exquisitos : repi-
ques generales : salvas de cañón, entre un inmenso concurso
y en una vistosa y dilatada carrera; todo a un tiempo [in-
flama y embelesa: de cerca inspira dulces sentimientos: a
lo lejos lleva profunda admiración. Pero nada más digno
324 R2VISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de ello, que ese Cordero místico, sacrificado por la salud
universal. ¡Tierno espectáculo, ceremonia augusta, fiesta
sagrada! i Jamás se desconozca en vuestros encantos aque-
lla divina hermosura, a quien deben elevarse los suspiros
de nuestra alma!".
Tras este rapto y después de excitar a prepararse espi-
ritualmente para la fiesta y ponderar que ni tibieza, menos
olvido cabría en su pueblo para ella, un nuevo arranque an-
te el triunfo del Señor : "... Pero triunfó del infierno, de
la culpa y de la muerte; y ahora ciñe una diadema gloriosa
de que participan todos los santos. Ahora, pues, debemos
regocijarnos en su gozo, y triunfar en sus honores. Pueblo
suyo y ovejas de su dehesa, entremos con loores en su corte,
y con himnos en sus atrios. Cante la fe, salte la esperanza,
alégrese la caridad, muéstrese la gratitud. Bendigan todos
su exaltación y celestial ventura. Y descienda sobre noso-
tros la lluvia de dones y gracias de su espíritu . .. ".
En la hoja de 1841 —con Antonio Letona, notario pú-
blico, como secretario— apostrofa a los sacerdotes: "¡Mi-
nistros evangélicos! Nosotros cuyas manos consagradas
visita todos los días el Eterno, correspondamos a nuestra
vocación. Arbitros de la palabra prediquemos la fe al
siglo incrédulo: prediquemos virtud en los días del liberti-
naje; y modelos profundos para la obra, no deshonremos el
monte de la mirra, ni el collado del incienso".
(La festividad del Corpus fue suntuosísima en Gua-
temala. Viajeros extranjeros venidos a principios de la
independencia (y durante el gobierno de Carrera) se ma-
ravillaban de aquel esplendor y dejaron testimonios elo-
cuentes. Es explicable, doblemente, el entusiasmo del pre-
lado que al cabo de unos años difíciles trataba de restaurar
y sobrepasar aquellos esplendores).
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 325
Lleva su nombre y si no de él sí su espíritu inconfun-
dible, un folleto de 1839 llamado Noticia de las facultades
concedidas por N. S. Padre Gregorio Papa XVI al Vicario
capitular de Guatemala, etcétera, e Instrucción . . . paralos sacerdotes que por delegación apostólica administren
la confirmación. Principia diciendo cómo el Pontífice res-
pondió a las súplicas que le dirigió en vista de las necesi-
dades de su Iglesia, y muy ordenadamente va enumerandolas causas de la delegación y subdelegación de esas faculta-
des, que son propias de los obispos, para terminar con todoslos pormenores que deberán guardarse en la ceremonia.
En enero de 1840 —casi en los mismos días en que el
General Carrera con la fuerza expedicionaria de Guatema-la sometía al Estado de Los Altos, reducto de los liberales
y morazanistas—, el provisor y gobernador del arzobispado,
a excitativa del gobierno civil, renueva en un edicto —fe-
chado el 21— y amplía las exhortaciones que desde diciem-bre hiciera a los párrocos y fieles, al tener conocimiento deque la peste de viruela maligna se había desatado en la ca-
pital y en otros lugares del país.
Guatemala había sido de los primeros pueblos en acep-
tar y propagar las virtudes de la vacunación antivariolosa,
cuando aún era novedad en Europa, pero en la masa indí-
gena quedaba resistencia. Larrazábal se muestra ardiente
partidario de esa vacunación y hace remitir a los curas
ejemplares de la antigua Cartilla de Vacunar, reimpresa
por el gobierno en 1826, y agujas; les recuerda que estaba
vigente y debía observarse en lo adaptable el reglamento
de 1805, renovado en 1824, a efecto de que ayudara a la
operación de la vacuna, inculcaran su eficacia maravillosa,
combatieran "las perniciosas preocupaciones vulgares, que
suele tener contra sí este preservativo; y opusieran a la
rusticidad de los indígenas, todo el ascendiente del sagrado
ministerio: bajo el concepto de que en las testimoniales de
méritos de los párrocos, se hará especial mención del
326 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
que así contrajeren, y se tendrá presente en la provisión de
curatos".
Entre otras muchas recomendaciones plausibes, exci-
taba a que se difundieran preceptos higiénicos elementales
saludables, incluyendo la vigilancia sobre el abuso de los
indígenas en los baños de temascal, con otras prevenciones
y ruegos a los mismos sacerdotes para los casos de crecer
la mortandad, a propósito de servicios personales que de-
bían prestar. Y acompañaba al edicto "ejemplares de 'los
que el protomédico Doctor señor Quirino Flores dio a luz
en 2 de julio de 1829, con el título de Breve descripción ycuración de las viruelas pestilentes".
Por edicto de marzo de 1841 anuncia haber excitado al
clero y excita al pueblo a celebrar el 19 de ese mes, en que
la Iglesia cumpliría con el decreto de la constituyente que
dispuso "sea perpetuamente de fiesta cívica; y para que
ahora y siempre se celebre con la debida religiosidad ..."
Ja fecha en que "esta ciudad iba a perecer en una guerra
desastrosa. Pero Dios la salvó por su infinita misericordia
;
y la eficacia del Patrocinio de Señor San José, fue visible
en el mismo día dedicado a sus cultos . .. ".
(Hay que recordar el júbilo con que se festejó esa
fecha, que movió a los poetas a cantarla, como que lo hizo
el propio autor de Las Tradiciones de Guatemala en casi
increíble, en tamaño humorista, in promptu cívico . . . Por
supuesto, como todas las cosas que se declaran "perpetuas
y para siempre" en Guatemala, dicha conmemoración no
pasaría de unos años, ni se cumplió por mucho tiempo el
voto del prelado que pedía fe con obras, porque sin ellas
es muerta, y que "sólo así seremos libres y felices: la paz
unirá nuestras voluntades e intereses y su olivo venturoso
hará las delicias y las glorias de este suelo" . . . )
.
El ya eterno problema de la superabundancia de días
festivos —que ocupó también a los liberales de las Cortes
de Cádiz— preocupó a Larrazábal desde los comienzos de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 327
su gobierno eclesiástico. En junio de 1839 se dirigió al
Pontífice suplicándole extendiera a Guatemala el indulto
de que gozaban otros pueblos disminuyendo esos feriados.
Gregorio XVI accedió "afectuosamente" en un breve que
se hizo circular en 1840, original y con traducción del Li-
cenciado Mariano González, por el cual quedaban de obser-
vancia, fuera de los domingos catorce fiestas solamente. Lapublicación se completa con indicaciones y consideraciones
del prelado, que incluyen un comprimido de tratado de mo-ral: acerba lamentación contra los que emplean domingos
y fiestas en rendir culto al juego, a la embriaguez, a la
sensualidad.
"... El jugador, que en toda la semana abandonó el
trabajo, a que le obliga la ley natural y divina, continúa en-
tonces con más desahogo en el vicio, perdiendo él y sus' cóm-plices hasta lo que no es suyo, y lo que siempre deberán en
conciencia restituir, sin que jamás llegue el día de verifi-
carlo. El ebrio no se sacia, sino renovando el sacrilegio
del impío Baltasar, que en los vasos sagrados bebía y hacía
beber a otros, celebrando sus falsos dioses. El lascivo se
entrega a la disolución, y casi convertido de racional en
bruto, vive en los desórdenes para morir tal vez en la im-
penitencia final . .. ". Una cita ad hoc de Jeremías, y luego
:
"Ved aquí un abuso, que convierte la triaca en veneno, yen enfermedad la medicina . .
. ". Y otra buena cita. Yrecomendaciones a los párrocos.
(¿Qué diría en estos tiempos de selvas de feriados ecle-
siásticos, civiles, sociales, escolares y de todo linaje? ¿De
sus desórdenes sin cuento? ¿Y de las costumbres de ogaño?)
.
Debe recordarse que el gobierno civil en precedente
época liberal había querido resolver a su manera el proble-
ma de los feriados excesivos, no sin el propósito de asentar
un golpe más a la Iglesia y que, por curioso contraste, co-
rriendo los años, tantísimo feriado instituyera, instituye y
prohija, el dicho gobierno civil. Recuérdese asimismo Ja
violenta oposición del General Carrera a la disminución de
328 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
tales feriados, señalada al hablar de su manifiesto contra
diezmos y otras cuestiones eclesiásticas. Y, casi de los mis-
mos días, una disposición oficial también restrictiva de los
feriados; problema de siempre.
Como es natural, muchos de los escritos que aparecen
firmados por el provisor y gobernador del arzobispado o
por el cabildo en pleno —y esto sucede en todos los tiempos
y es usual en todas las corporaciones— no debieron ser o
ciertamente no fueron hijos de la pluma del signante o sig-
nantes, mas sin duda sí la inspiración y el carácter que el
redactor les imprimía al elaborarse el texto. El señor La-
rrazábal —y con él los canónigos del cabildo en su época
—
tuvo un colaborador de excepcionales méritos, el Licenciado
José Mariano González, ilustre como abogado, como maes-
tro y como organizador, de una laboriosidad infatigable yde conocimientos vastísimos, autor del plan de estudios de
la Academia con que el Doctor Gálvez reemplazó por un
tiempo a la decrépita Universidad, y de la cual el señor
González fue también presidente. Hablando del plan decía
el Licenciado José Antonio Ortiz Urruela, lumbrera de las
letras y de la Iglesia : "Los hombres más notables de aquel
tiempo, lejos de ver la renovación del primer estableci-
miento literario del país, con ceño ni antipatía, debieron
reconocer en el plan concebido por el señor González y de-
cretado por el Doctor Gálvez, un principio de adelanto yde reforma, a cuya implantación convenía contribuir. Nose explica de otro modo por qué algunos personajes tan
distinguidos como el ilustrísimo señor Doctor don Antonio
Larrazábal, el Licenciado don José Cecilio del Valle, el
Doctor don Alejandro Díaz Cabeza de Vaca y el Licenciado
don Luis Pedro Aguirre, se prestaban a asistir, como exa-
minadores, a los actos literarios de la Academia . .. ".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 329
Este señor Licenciado González, de quien se referían
sus contemporáneos, entre ellos el ilustre Doctor MarianoPadilla, con la más respetuosa admiración, y cuyo elogio
necrológico hace el señor Ortiz Urruela en extenso folleto °
publicado a raíz de la desaparición del procer, a quien asis-
tió en sus últimos momentos y que murió víctima de segun-
do ataque del cólera en 1857 "abrumado de quehaceres por
la ayuda que prestaba al limo. Sr. Larrazábal en el gobier-
no eclesiástico", era íntimo amigo y abogado del prelado,
a quien ya había servido antes, así como a la Iglesia de
Guatemala "en el gravísimo negocio de elección del vicario
capitular", en el asunto de días festivos, de diezmos y otros,
etcétera, compartiendo los trabajos y el éxito del pastor.
"Rodeado de ruinas el señor Larrazábal, al encargarse
del gobierno del arzobispado, su primero y casi su único re-
curso, fué volver los ojos al señor González, en quien en-
contró la cooperación más activa e ilustrada, como lo de-
muestran todos los actos de su administración, que forma-
rá época en los anales de esta Iglesia. La primera y mayorventaja que se consiguió entonces, fue sustraer a la auto-
ridad eclesiástica, de la degradante y ruinosa sujeción en
que la tenía el poder civil", sigue diciendo, y tras enumerar
los actos salientes de ese gobierno eclesiástico, se detiene
en lo referente a la reducción de días festivos, para señalar
y ensalzar en grado superlativo —el juicio favorable de un
literato como el autor de las Lecciones de elocuencia lo era
por sí mismo en favor de quien lo obtenía— las publicacio-
nes a que dio cuerpo, escribe:
6 Apuntes biográficos sobre el señor Licenciado don José Ma-
riano González. Antiguo catedrático de Cánones y Leyes en la
extinguida Academia de Estudios de Guatemala — Abogado de
los tribunales de la República, individuo de la Sociedad Económi-
ca de Amigos del País, etcétera. Por el señor Licenciado D. José
Antonio Ortiz Urruela. — Imprenta de Luna, calle de la Provi-
dencia N? 2. — Guatemala, 1857.
330 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
"Con ese motivo se expidió por el señor Larrazábal unedicto, notable por su estilo y sus conceptos. Bien que,
consideradas como producciones literarias, puede decirse
que jamás la Mitra de Guatemala había hecho publicaciones
de tanto mérito, como las del período del señor Larrazábal,
debidas a la sabia y piadosa pluma de don José MarianoGonzález". Y añade aún otros altos elogios a esas ydiversas producciones en las cuales se comunicaba a "obras
de circunstancias, un interés duradero".
No se demerita en nada la parte de honor que corres-
ponde en esas publicaciones a Larrazábal y los otros pre-
lados con el esclarecimiento de la paternidad inmediata, ni
seguramente —es de esperarlo: aunque parezca materia
conjeturable— fue tal la intención del señor Ortiz Urruela
al puntualizar y ponderar el especial mérito del gran se-
cretario que supo tener Larrazábal con quien se retiró del
gobierno de la Iglesia sin dejar de servirla y a quien con-
tinuó prestando servicios inestimables, en lo personal, liga-
dos estrechamente por afinidades de temperamento, incli-
naciones y virtudes morales e intelectuales semejantes.
"Cuando Dios llamó para sí" al señor Larrazábal, el
señor González —dice el biógrafo citado— "como el prime-
ro de sus albaceas testamentarios, tuvo que tomarse el ím-
probo trabajo de hacer el inventario, clasificando todos los
papeles del difunto, que pertenecían a muchos diferentes
ramos y eran por lo mismo de muy difícil arreglo. Dióles
don José Mariano el que convenía, así como a los intereses
del difunto, de los cuales llevaba con el día una exactísima
cuenta; y entendiendo aun en la mejor manera de llenar las
benéficas intenciones de su causante en favor de la Iglesia
Metropolitana, sucumbió él mismo al golpe de la muerte".
Hombre de tan preclara inteligencia no se equivocaría
en tan leal adhesión.
Una de las veces que se trató el asunto de los días
festivos, al dictarse el decreto de 20 de febrero de 1834 que
suprimió algunos, el Doctor González escribió y fue publi-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 331
cada en folleto una respuesta a un real o ficticio párroco
amigo suyo, eclesiástico bastante recomendable, se decía,
que desde fuera de la capital le preguntara su opinión.
El escrito, enjundioso, lleno de historia y doctrina,
hace bueno el juicio de Ortiz Urruela sobre el notable ju-
risconsulto y escritor que era González: es un escrito que
se lee hoy con agrado y provecho. Uno de sus pasajes
—cuarenta, numerados— echa luz sobre sus ideas genera-
les y permite situarlo muy bien junto a Larrazábal y Cal-
vez, es decir, en una línea —ligeramente ondulada. . .— de
liberalismo. Era la postura correcta de los hombres pro-
gresistas de su tiempo, no una defensa semioficial de dis-
posiciones gubernamentales, en plan de regalismo puro.
"Ni se oponga que la potestad civil ha innovado en
materia de fuero eclesiástico y diezmo —decía— , porque
no hay término de comparación. El fuero en causas noespirituales, fue pura concesión de los príncipes, como no
lo ignoran hasta los rábulas: la cuestión del diezmo no
es de religión, sino de economía política, como lo demostra-
ron hasta la evidencia en el Censor español (noviembre de
1820), sus sabios editores; y en estos y otros puntos seme-
jantes soy con los constitucionales de 1812, y seré contra
los ultras que sólo quisieran poder papal sin contraste".
No era de opinión que se cortasen días populares de
fiestas religiosas; pero entendía que no se debía protestar
contra una medida gubernativa de ese orden, sino repre-
sentar ante ella, aunque descontando que la representación
no tendría éxito; que no debían olvidarse las lecciones de
la Revolución Francesa, cuando atacaba costumbres tradi-
cionales como la de la cuenta del tiempo, y apuntaba contra
el aumento de días de trabajo: "Lo que en mi concepto se
necesita más bien, es inspirar, es inspirar amor al mismotrabajo proporcionarlo a todas las clases; y perfeccionarlo
en todos los ramos: que haya garantías efectivas para la
propiedad; y que haya premio para la virtud y el mérito,
332 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
y castigo indefectible para el vicio. Tómese desde ahoraestas medidas; y el bien estará hecho".
En una defensa obligada que se vio precisado a haceren asunto judicial que pasó por sus manos, el señor Gon-zález dejó, de paso, constancia de sus sentimientos respecto
a su trabajo con el vicario, al decir que podía pero no que-
ría presentar documentos, como de otras, de secretaría "nopretendida por mí, cual fue la del gobierno eclesiástico, que
más tarde serví largos tres años, y me son más caros por
circunstancias que yo expresaría a impulsos de un noble
orgullo, y de un dulce agradecimiento".
Relaciones con el Estado. Diezmos: Problema Crítico
Respecto a la sujeción a que el Estado sometió a la
Iglesia hasta los años de cuarenta, dan idea las constancias
que se deslizan en publicaciones del gobierno eclesiástico.
Así todavía en 1836, en el impreso del breve de Gregorio
XVI se lee :"
. . . el Cabildo ocurrió inmediatamente al Go-
bierno del Estado, para poder hacer su publicación: y la
verifica con su anuencia".
Ya tres años después se modifica la fórmula; en otro
documento impreso se lee, en efecto: "Habiendo obtenido
del supremo gobierno el correspondiente pase, conforme lo
prevenido por la asamblea constituyente en 29 de noviem-
bre de 1839 . .. ". Pero esto era lo ostensible : la lucha
había sido a fondo, duraba ya varios años con cortas inte-
rrupciones, y tenía manifestaciones mucho más violentas,
en que el vicario y gobernador Larrazábal y sus colabo-
radores más cercanos debieron desempeñarse con sumotino para lograr salvar lo más. Y sin duda al ardor de
esas luchas arreciaría en su espíritu la fe y la decisión de
salir adelante con su empresa delicadísima. Y no resulta
extraño que a poco tiempo de modificarse la situación po-
lítica, se opere una reacción profunda y la Iglesia llegue
a tener un predominio indiscutible, si bien nunca se orilla-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 333
ran del todo los conflictos con la potestad civil : en los mis-
mos días en que el mandatario concurría la gala y reve-
rente a las funciones religiosas, el Estado pugnaba, una vez
y otra, por sus fueros, vestigio de la disputada herencia del
"patronato real".
Varias publicaciones hubo de hacer el señor Larrazá-
bal durante su vicaría sobre una materia a todas luces es-
pinosa, cuya gravedad no podría ocultársele: los diezmos,
renta principal asignada a las catedrales de América porsus erecciones y por Leyes de Indias, con que se sostenían
la iglesia matriz y sus ministros y servidores . . . Despuésde los años de abolición de ese tributo y de las agitaciones
políticas incesantes, de las guerras que aparejaban expo-
liaciones a la Iglesia, al entrar el país empobrecido en unanueva era, y estatuirse nuevo orden fiscal en régimen de
restauración, fue restablecido el diezmo por ley del 4 dediciembre de 1839, revocatoria del decreto de 15 de julio
de 1832 y que entraría en vigor el primero de enero siguien-
te, año que se pasó en la reorganización del ramo.
El ministro don Luis Batres presentó a la Asambleaen octubre 17 de 1839 una exposición sobre la deuda del
Estado a la Iglesia, a solicitud de aquel cuerpo hecha en
agosto: la complejidad del asunto requirió demasiado tiem-
po; el adeudo por diferentes conceptos ascendía a 48,196
pesos y cinco y medio reales, cantidad entonces muy con-
siderable y que en las condiciones en que el gobierno se ha-
llaba —después de la guerra y de años de exacciones al
Estado y a los particulares por el gobierno de la federa-
ción— le era muy difícil comenzar a pagar siquiera.
El expediente de reanudar el cobro de diezmos era el
único posible en las circunstancias para atender al soste-
nimiento del culto, y el ministro indicaba que el jefe inte-
rino había tenido oportunidad de conocer la opinión de l:s
334 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
pueblos que acababa de visitar, favorable a satisfacerlos.
En apoyo de esa tesis, argüía, no sin insinuar por lo bajo
los defectos del impuesto:
"En concepto del Gobierno, la cuestión de si se debe
o no pagar diezmos, no debe ser considerada solamente en
su aspecto económico, sino también como una medida po-
lítica. Se hacen objeciones muy fuertes y fundadas por
ios economistas contra este género de contribución; pero
nuestros pueblos responden a todas ellas, manifestando su
voluntad de pagarla; y ninguna contribución puede ser más
conveniente que aquella que los mismos contribuyentes so-
licitan que se imponga. El Gobierno cree, que la misión
de los legisladores, en una forma democrática, no os darlas leyes que a ellos les parezcan mejores, sino representar
y expresar la voluntad de la mayoría del pueblo. Aplican-
do este principio al restabecimiento del diezmo, no es duda-ble que la Asamblea Constituyente está en el caso de decre-
tarlo porque la opinión pública puede considerarse comode uno a mil en favor de la medida". Y sugería que en la
exacción podrían hacerse reformas, y que el gobierno re-
nunciaría al noveno que tomaba de esa contribución, en
alivio de los contribuyentes.
"Los diezmos en las Américas —explicó en las Cortes
de Cádiz en 1811 un diputado mexicano— tienen esta divi-
sión: de toda la masa común se hacen cuatro partes, unapara los obispos, otra para los cabildos eclesiásticos, y de
las dos restantes se hacen nueve partes ; noveno y medio
se da a la fábrica de las respectivas iglesias, otro noveno
y medio para los hospitales, otros dos novenos para V. M.
(el Rey, el Gobierno) en reconocimiento del real patronato,
jos cuatro novenos que restan se llaman beneficíales por el
Concilio III Mexicano, porque los destina para pagar (li-
mosna), a los curas y ministros, en remuneración de la
administración de sacramentos"; como los cuatro novenos
fueran cantidad poca para su servicio se mandó tolerarse
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 335
la existencia de aranceles, aunque los concilios ordenasen
que la administración de sacramentos fuera gratuita.
El diezmo en sí era la décima parte de los frutos quelos productores debían entregar para ese objeto, frutos
que eran recogidos por colecturías o arrendatarios ; los pue-
blos o comarcas donde se percibían, se llamaban diezmato-
rios; en Guatemala, después de segregada la diócesis de ElSalvador, había cuarenta más un grupo de fincas y par-
ticulares que lo pagaban directamente a la Iglesia. En la
práctica era muy complicada la percepción, y no menos la
distribución. La primera se hacía por años decimales, del
l9 de marzo al 28, ó 29 de febrero del año inmediato si-
guiente ; el colector o arrendatario tenía cuatro meses parala cuenta con pago, que debía quedar rendida el 30 de
junio; pero para formar el cuadrante —la división prima-
ria que se ha dicho— se atendía a lo ingresado de l9 de
enero a 31 de diciembre, o año civil: "pero que siempre es
decimal, porque si el ingreso corresponde al últimamente
vencido, se reputa por gruesa, y si a los anteriores, rezago
;
y este cómputo también se hace de marzo a marzo", se ex-
plicaba en Guatemala.
En diciembre de 1843 Larrazábal envió impreso unpliego de explicaciones a los párrocos y fieles para resol-
ver dudas planteadas sobre la paga de primicias. En pun-
tos concretos expuso, con su concisión acostumbrada y su
abundancia de citas precisas, desde los orígenes y funda-
mentos —divinos, eclesiásticos y jurídicos, advertía— del
tributo, hasta los pormenores oscuros y los casos de con-
flicto, con la debida exhortación a los obligados a satisfacer
dicho tributo, y a los sacerdotes a alejarse de todo espíritu
de avaricia —recordando al apóstol que aunque corintios ytesalonisenses "tenían obligación de darle los precisos ali-
mentos, no los exigió para que no creyesen que les predi-
caba con interés; sino que prefirió ser socorrido por la
caridad de otros fieles: redobló sus fatigas, para vivir de
la labor de sus manos; y les mostró siempre el amor de
336 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
un tierno padre" . . . También les recordaba el deber de
hacer lo más tolerable la tributación, como el propio go-
bierno civil lo recomendara al reestablecerla, dejando el
apremio para los extremos casos, no sin recomendar a los
jueces la ayuda necesaria contra los reacios, a pagar el
diezmo, que abundaban, cuando más urgente era ese in-
greso para el sostenimiento de la iglesia, pues los curatos
habían decaído y los había totalmente incongruos, por mo-tivos notorios : "cesaron los sínodos y doctrinas : han pere-
cido en su mayor parte los fondos de cofradías: se hanminorado las obvenciones; y el arancel que rige ha rebajado
notablemente los derechos parroquiales". Y hacía compa-raciones —lo mismo que en otros casos— respecto a lo
que se obtenía en un año de un quinquenio anterior a la
independencia y subrayaba lo adecuado por el Estado hasta
suprimir los sínodos y doctrinas.
En 1844 otro impreso a los párrocos advierte la mayornecesidad de cobro de diezmos cuando hay ya prelado ydebe proveerse a su congrua decorosa: "mas al paso que
se ha hecho indispensable y urgente la contribución del
diezmo, sus productos son mezquinos en extremo, e insu-
ficientes para los importantes objetos a que están desti-
nados; porque hay personas que contrarían con empeño el
cobro, de lo que han resultado los clamores de los arren-
datarios, y la necesidad de concederles rebajas considera-
bles", y encargaba, recomendaba y suplicaba exhortar a
los fieles a pagar cumplida y religiosamente . . .
Un tercer impreso, 1848, es una Resolución modifican-
do el cobro del diezmo : "Memoria sobre el destino de sus
productos, y sobre la situación de esta Santa Iglesia Me-tropolitana
; y manifiesto del venerable cabildo de la misma,
y del señor vicario capitular gobernador, publicando estos
documentos", reimpresión del folleto aparecido en 1841 al
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 337
que se agrega un resumen de la Instrucción de 1785 en
la cual después de un preámbulo se especifican las perso-
nas o tierras obligadas a diezmar, tiempo y lugar de ha-
cerlo, igualas, composiciones, arreglo de cuentas, etcétera,
a todo lo cual el diligente secretario señor González añadió
notas aclaratorias e históricas de gran utilidad, entonces
para los efectos de la Instrucción, ahora para darse cuenta
el factor moderno de aquellas marañas tributarias del pa-
sado. . .
En la Resolución de 1841, para alivio de las personas
pobres, en acatamiento de las recomendaciones oficiales yaún cuando muchos frutos no estaban afectos al diezmo, se
decía, se declaraba no haber pagado ni en lo venidero se le
cobraría diezmo, a los siguientes artículos: achiote, ajon-
jolí, alberjón, alquitrán, anís, aves domésticas de toda es-
pecie, bálsamo, brea y generalmente todas las gomas y re-
sinas, caña dulce en fruta, cebada en grano ni en berza,
cera de colmena, chian, frutas no especificadas, ganadocabrio, habas, hortaliza, huevos, leche en líquido, lechema-
ría, lentejas, liquidámbar, madera cortada, maíz en elote,
mantequilla, miel de colmena, pepitas, vainilla.
Los frutos obligados a pagar uno de cada diez eran:
ganados : becerros, o terneros, borregos, o corderos, cerdos,
muletos, pollinos, potrillos; producciones agrícolas: algo-
dón, arroz, cacao, chile de toda clase, garbanzo, lana basta
y fina, tabaco (todos estos frutos por arrobas) y frijol,
maíz y trigo, por cajas ; frutas : melón y sandía, por cargas
;
plátano: "pero cuando el cosechero quiere, da un corte al
año, de lo sazón de una luna, según costumbre de algunos
lugares".
Había frutos sujetos a pagar cuota extraordinaria, es
decir, no diezmo, en razón del trabajo industrial que exi-
gían : uno de catorce, el queso, y uno de cada veinticinco, o
sea el cuatro por ciento, azúcar y pescado salado, por arro-
bas; mieles de ingenio y trapiches, por cántaros; panelas,
por atados; sal, por pasacos.
338 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Menos los ganados, en que se hacía un arreglo en ese
caso, ciertos productos al no llegar a diez, no eran diez-
mables.
En la memoria sobre los objetos del diezmo —en Gua-temala desde su establecimiento: fábrica espiritual, ilustrí-
simo prelado, estipendio de misas, renta de prebendados,
seminario conciliar, hospital general—, se hacía una aflic-
tiva historia de la situación de la iglesia guatemalteca yde las variantes que se habían introducido en la aplicación
de la renta, con el dato de que al abolirse el diezmo en 1832
se le sustituyó por una renta de cuatro reales sobre caba-
llería de tierra, pero a representación del cabildo eclesiás-
tico todavía ese año se cobró el antiguo tributo: la ma-trícula no progresó apreciablemente en cuatro años y su
producto resultaba exiguo. Todos los datos de esa memo-ria son no sólo curiosos, sino importantes para conocer la
situación de la Iglesia y sus relaciones difíciles con el Esta-
do, así el federal como el guatemalteco, que le adeudaban
cuantiosas sumas. Por supuesto, el tema pertenece a otra
clase de estudios; si aquí se han recogido algunas referen-
cias, débese a la conveniencia de aludir a los trabajos, que
debieron ser ímprobos, del señor Larrazábal, como parte
de su vida, en tal orden de cuestiones económicas.
Con ardimiento defendía los derechos de la Iglesia apo-
yado en toda suerte de citas de Evangelios y autoridades
eclesiásticas, de leyes —Fuero juzgo, de Partida, Recopila-
ción de Indias ...— y consideraciones, incluso de premio-
sos latines, de que solía ser pródigo, no sin notar, con entu-
siasmo, las riquezas naturales del país, privilegiado en
esto, contra los renuentes y descuidados, como lo hiciera en
otro documento, el Manifiesto del decano y cabildo de esta
S. I. M. en unión del vicario, etcétera, a los párrocos y de-
más individuos del clero y a todos los fieles "así de este
Estado, como del territorio de Los Altos", de 30 de junio
de 1841, excelentemente servido por su erudición y por la
de insustituibles secretarios.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 339
Pero es lo cierto que a pesar del catolicismo tradicional
del guatemalteco, los renuentes eran muchos. Por piadoso
que fuera el destino de los diezmos, su forma resultaba mor-tificante y siempre había modo de evadir su cumplimiento.
Además, habían sido ya muy desacreditados por la hábil yfogosa propaganda liberal, y el mundo marchaba hacia otros
rumbos, aunque Guatemala a ese tiempo se hubiera devuelto
a práctica del pasado y a leyes que pesaban por siglos. Porsi fuera poco, existía pobreza muy grande y atraso tristísi-
mo, consecuencias no sólo de la dominación española tan
vituperada y para algunos exclusiva causa de todas las mi-
serias del país, sino de más de veinte años de convulsiones
y guerras desastrosas y del estacionarismo en que se man-tenía, poco menos que como aún ahora, la población indíge-
na atendida por necesidad (forzosa) y voluntad obcecada
a un precario mínimun vital.
Como si esto fuera poco, y era mucho, un manifiesto
del teniente general y general en jefe del Ejército del Es-
tado, Rafael Carrera, a sus conciudadanos, fechado el 12
de diciembre de 1840, que recogía propias y ajenas quere-
llas contra las autoridades eclesiásticas se hacía eco del
descontento de los obligados a satisfacer diezmos y venían
a darles refuerzo considerable a su renuncia.
El General Carrera desfoga en ese documento, el cual
circuló en hoja volante, quejas y recelos contra el alto clero,
sin excluir al señor Larrazábal —no nombrado—. Decía
que los pueblos y él como su caudillo, habían luchado ince-
santemente desde 37 a 39 por traer al señor Casaus, pero
que quienes debían auxiliarlo, obrando con falsedad, habían
hecho lo contrario, tratando de concentrar "la propiedad
de todos los poderes en un sólo círculo de personas, dirigien-
do las solicitudes precisamente al fin de colocar sujetos del
mismo gremio; porque es claro que al señor Casaus no lo
podrían dirigir a su antojo, y les parecía mejor que se le
sustituyese la mitra de esta diócesis en el señor Provisor
actual", impidiendo la venida de aquél ya por medio de
340 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
cartas alarmantes que le pintaban peligrosas la situación
y gentes de Guatemala, ya disuadiéndolo de otro modo porel propio señor Castilla que al fin fue comisionado a pasara convencerlo de venir. . .
Son muy duras las expresiones del caudillo, con protesta
de su profunda y harto sabida catolicidad y su respeto a
todo lo concerniente a religión. Revelan el malestar que
debió existir por la prolongada interinidad del cargo des-
empeñado por el señor Larrazábal y la imposibilidad del
regreso de titular, aún después de removidos todos los obs-
táculos aparentes. Hay más. Hay en sus palabras acusa-
ción de debilidad, de ser dominado por un grupo de perso-
nas e intereses el prelado en ejercicio de la autoridad ar-
quidiocesana. Y una demanda al gobierno de informarse
y al cabildo de "que haga sus ternas, y encarezca a la curia
romana la exigencia de nombrar un auxiliar o interino que
sea según sus méritos y aptitudes, y a quien no lo dominenni el capricho ni la prevención como se ha notado en estos
días...".
Y aquí su excelencia el teniente general enseña el mo-
tivo ostensible de su resentimiento: lejos de considerarse
los servicios prestados "al restablecimiento del orden" por
varios sacerdotes, éstos fueron promovidos a curatos tan
pobres que sus proventos no alcanzaban siquiera para su
subsistencia, en lo que veía un despojo y peligro de que
nadie quisiera después colaborar si iba a ser castigado y no
gratificado. Bueno es decir, que también recaía, y recaería
más rigurosamente en lo por venir, el cargo de debilidad
sobre Larrazábal, en otros sectores, y claro que desde dis-
tinto ángulo del que contemplaba Carrera, por no haber
podido sofocar la acción de curas revoltosos, que habían
servido en las facciones, violentos indudablemente, aunque
muy por debajo de sus colegas que intervenían en las gue-
rras civiles de España. Que no recompensara a los que
ayudaron a Carrera posiblemente fuera un mérito que
atribuir a su espíritu de rectitud, bien que se tratara de
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 341
desvirtuarlo por Carrera, o por los propios curas de su
facción, indudables o posibles inspiradores de esas resen-
tidas reclamaciones.
Pero el resentimiento dicho iba a atacar, en otras di-
lecciones y en forma que exhibía problemas existentes, em-puñando la bandera del pueblo. Si las finalidades inme-
diatas, interesadas y demagógicas, no eran recomendables,
el celo manifestado no carecía de fundamento. La cobranza
de diezmos, por terceros, nunca debió estar exenta de abu-
sos y peor en trance de crisis. Por eso tienen valor las
inusitadas palabras del caudillo:
"Las demandas de los pueblos por el cobro de los diez-
mos, son muchas y fundan la resistencia de pagarios en que
no habiendo arzobispo, vuelve a suceder como antes, que
aquellas cantidades entren en poder extraño a su objeto,
y creo que no carecen de razón para rehusarlo, porque en-
medio de la sencillez de los hombres a quienes se pretende
engañar, se ve que ya no es el tiempo de atrás, porque no
hay quien ignore la inversión de las contribuciones, y cada
uno está sobre sí para impedir que se realicen los abusos
del régimen antiguo. Yo respeto como el primero, las dis-
posiciones y leyes que hay de contribuciones que son para
sostener el culto y sus ministros; pero nunca podré estar
porque estas se dirijan hasta el rancho o choza más infeliz
quitándole al pobre dos mazorcas de veinte que tiene, unagallina, un cerdo, etcétera, de los pocos animales con que
cuenta para su subsistencia; porque mientras las dichas
contribuciones no se dirijan a los que pueden cómodamentedarlas, sin que causen novedad a sus familias, no creo pru-
dente se continúen haciendo como antes, porque siempre
habrá resistencia contra la dureza de los colectores;por eso
mismo debe ponerse un dique contra estos abusos, para
que los pueblos en donde reine la pobretería, no se resien-
tan con las exacciones, ni menos que se engrosen con estas
pequeneces, de que no dan cuenta los depositarios de estos
ramos, porque estamos cansados de ver que en descargo
342 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
sólo dan gastos de papel y recaudaciones, después de haber
consumido infinitas familias".
Carrera en el referido manifiesto atacaba también la
prisa con que había sido publicado por la curia el decreto
pontificio, suprimiendo días festivos contra las costum-
bres del pueblo, y previniendo que si esta medida promo-vía alguna conmoción pública, él no la combatiría, antes
bien la secundaría, como lo hiciera antes y estaba dispuesto
a hacerlo con todas las que creyera razonables. Y hacía
una última profesión de su celo:
"Si me dirijo al público con esta manifestación que es
hija de los sentimientos cristianos que me animan, no es
con el objeto de disminuir el poder eclesiástico, ni de nin-
guna manera interrumpir el ejercicio y las funciones que
le competen; pero sí es para que se penetren todos de lo
que pasa y los extravíos que he indicado, para que si se
quieren corregir, sea con una enmienda formal, y que los
pueblos vean que se obra con justicia y no se haga aborre-
cible ni pierda el prestigio que debe tener".
El Manifiesto no debió ser, ciertamente, un regalo pa-
ra el señor Larrazábal y las demás autoridades eclesiás-
ticas.
En la Memoria documentada que como gobernador del
arzobispado rindió al señor García Peláez y de la cual ya
«e hizo mérito, se encuentran algunos datos particulares
sobre el Doctor Larrazábal, relativos a diezmos, a sus ren-
tas personales y sus fatigas, datos llevados allí de maneraincidental, pero oportuna y feliz para conocer algo más de
su vida. La aprobación de cuadrantes le hacía el cabildo
conforme a la ley de 1839 ;pero el del último año, de 1847,
el gobierno eclesiástico sin perjuicio de la facultad del
cabildo, porque esta vez se hallaba de único capitular el
señor Larrazábal: "por justas razones de delicadeza, se
abstuvo del uso de aquella atribución, y pasó el asunto a
examen y resolución del señor ordinario".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 343
De los indicados cuadrantes, cuyo monto en siete años
fue de sólo 48,568 pesos y tres reales, de cinco a seis mil
en los primeros seis, y diez mil seiscientos catorce en el
último, se ve que el estipendio de "misas de erección,,alcan-
zaba una mínima suma y que en algún año se quedó a deber
cantidades a Larrazábal y a otros canónigos; la tasa de
ellas era de 17 reales, salvo unas pocas de 22. De la renta
como prebendado le correspondieron 43 pesos 6 reales en
1841; 95.3 y tercio en 42; 331 y medio el 43; 432.5 y eres
cuartos en los años siguientes, 160 el 46 y 524.4 el 47, pero
el pago era bien difícil y había multitud de transferencias
y complicaciones en la distribución de ésta como de otras
de las rentas a que el diezmo se aplicaba. Los compromisos
eran muchos y aunque se habían rebajado salarios y gas-
tos, y muchas plazas no se llenaban, los ingresos apenas
alcanzaban a mal cubrirlos . . .
Al frente de la relación de inventario hecho de los
archivos, el secretario indicaba que el señor Larrazábal,
presidente del Cabildo, y deán ya en 1848, estuvo funcio-
nando como único capitular, desde la ausencia y muerte
del canónigo Castilla y otros fallecidos antes, "sin interrum-
pirse el despacho ordinario, ni extraordinario ocurrente,
como lo acredita el libro de actas . .. ". Siempre su habi-
tual puntualidad, con el mérito de adehala a ese entonces,
de andar ya por los ochenta años de su edad. No dejaba
de decirlo por su parte, en el informe que cierra el folleto
en referencia, explicando ia abrumadora tarea que recaía
sobre el cabildo desde la reorganización de los diezmos, fal-
to de personal, de arbitrios, de todo, atendiendo la juris-
dicción directiva, económica y dispositiva del intrincado
ramo: "todo eso ha sido y es a cargo del Cabildo; y preci-
samente cuando en los últimos siete años, han fallecido otros
tantos prebendados, cinco propietarios y dos honorarios,
hasta llegar el caso de que, ausente, y después finado, el
señor Castilla, fuese yo, como he sido cerca de dos años,
el único capitular en ejercicio".
344 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Después de considerar la conveniencia y necesidad de
la publicación que hacía para conocimiento de los nuevoscanónigos electos, pasaba una ligera revista a estados de
la contaduría para comprobar la cortedad de los fondos
de entonces con las sumas de que se disponía años antes.
En el último decenio del siglo 18 el diezmo sólo de añil
—las tintas—, en año común, produjo 42,201 pesos; el
cacao producía asimismo pingües entradas, que se cobra-
ban en especie, mas había desaparecido a la fecha el pri-
mer ramo, y el segundo ya no contaba; se habían segre-
gado 2,040 leguas cuadradas y 300,000 habitantes (de El
Salvador), y aunque la extensión de Guatemala era másque triple y doble su población "la mayoría es de indígenas,
que por regla general, y salvas excepciones, están exentos
del pago", "han decaído las fortunas, nos hallamos en re-
volución; y mientras que en sólo el año de 1812, y de sólo
el territorio actual de la Arquidiócesis, los esquilmos im-
portaron 48,720 pesos tres reales y cuatro octavos, según
el estado de la contaduría de 8 de febrero de 1821, compren-
sivo de cinco años, hasta 1816 ¡ahora han sido necesarios
siete años para obtener 48,318 ps. 3 reales, y al año comúnapenas han cabido así, 6,902 ps. 5 reales! ¡Gracias a que
en la Iglesia hay toda la economía, que conviene a su po-
breza!", se lamentaba.
Y tras la lamentación, la enseñanza, el consejo, en una
loa de la aritmética y en una exhortación a formar cuanto
antes la estadística, ya recomendada desde 1806 por don
Alejandro Ramírez "aquel funcionario de tan grata memo-ria en Guatemala".
Vuelta de los Jesuítas y Prohibición de Libros
Cumple hablar de otro empeño sostenido del señor
Larrazábal en que se mezclaban el propio deseo y las ins-
tancias calurosas de un grupo de hombres notables, que
tuvieron a la cabeza al marqués de Aycinena : las gestiones
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 345
por el restablecimiento de la Compañía de Jesús en Gua-temala. Aquí, como en el caso del Arzobispo Casaus yTorres, se está, necesaria, ineludiblemente, ante una cues-
tión harto controvertida, que fué objeto de apasionadas
violencias por aüspiciadores y por opositores y cuyo fue-
go se ha reencendido en distintas ocasiones y quedan de él
brasas bajo la ceniza de los recuerdos. . .
Los padres jesuítas fueron expulsados de las posesio-
nes americanas en 1767, como principio o parte de la re-
volución tácita de la Ilustración. Tan arraigados estaban
y tanto habían hecho, especialmente en materia de instruc-
ción de la juventud, dentro de sus normas y tendencias
—que aquí no se juzgan— ,que su ausencia significó un
desgarramiento: la Compañía contaba, tanto en Guatema-la como en México, según es tan sabido, con varones pro-
minentísimos en ciencias y letras y baste citar un nombreexcelso, el de Rafael Landívar.
En Guatemala catolicísima, y asendereada por las re-
vueltas, se añoraba a los jesuítas y se creyó que las Cortes
de Cádiz podrían devolverlos. Por eso los diputados su-
plentes, señores Del Llano, gestionaron en ese sentido, con
otros diputados americanos, y por eso en las Instrucciones
que llevó Larrazábal figuró muy recomendado el punto
de jesuítas. Pero las Cortes no comulgaban con ellos, yfue Fernando VII tras su golpe de Estado quien los resta-
bleció en 1815, llegando a Guatemala la cédula correspon-
diente en enero de 1817, pero los preparativos y las espe-
ranzas se fueron al pozo, cuando en 1820 vino, en vez de
jesuítas, la nueva orden de supresión.
Pasados los años de discordias civiles y tras la caída
de Morazán, que había llevado en Centroamérica muchomás lejos que los hombres de Carlos III en España la guerra
contra las órdenes religiosas, pudo pensarse nuevamente
en Guatemala en aquel asunto, a lo que dio calor la llegada
de dos capellanes jesuítas con las gentes de la colonización
belga de Santo Tomás, capellanes que debieron ser tan
346 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
activos como avisados. Tras muchas idas y venidas, el
gobierno decretó en 1843 el llamamiento a la Compañía de
Jesús para trabajar en el país, accediendo a una exposi-
ción firmada por autoridades, congregaciones, vecinos prin-
cipales, municipales, etcétera: la primera firma, la de La-
rrazábal.
Pero el triunfo del liberalismo en el nuevo congreso,
incluso con la cooperación del general Carrera en ese tiem-
po, echó por tierra el decreto del anterior, y los jesuítas no
pudieron entrar a despecho de todo, ante el decreto de 8
de mayo de 1845, que les cerraba las puertas, lo cual por
supuesto provocó una tempestad, hasta que tras otras vi-
cisitudes, la rectificación de criterio del general Carrera
y su triunfo en La Arada, en abril de 1851, y siendo presi-
dente don Mariano Paredes, se firmó el decreto de 7 de
junio de ese año en que se les autorizaba a establecerse
"perpetuamente en esta capital y demás poblaciones de la
república", etcétera.
Los señores jesuítas ya estaban por Las Tapias, a
inmediaciones de la capital, el primero de ese junio, y allí
fueron a recibirlos personajes de viso, sus amigos. Al caer
la tarde —cuenta el historiador de la Compañía de Jesús en
Colombia y Centroamérica después de su restauración (T.
II, Valladolid, 1897)—, el guatemalteco P. Rafael Pérez
(fallecido en Barcelona en 1901) les encuentran a las puer-
tas de la ciudad, y en medio de aquel corto pero escogidí-
simo acompañamiento llegan al palacio donde el limo, se-
ñor arzobispo, el señor deán Larrazábal, el señor canónigo
Alfaro y muchos señores de las principales familias les
aguardaban ansiosos de conocerlos y abrazarlos ... Y co-
dos los días siguientes fueron de agasajos y regocijo, que
culminaron con el decreto referido.
La primera misión se dio en Catedral. "El señor
Larrazábal, por el gran conocimiento que tenía del estado
de la población, temía mucho la falta de concurso, la cual
se haría notar mucho más en un templo tan espacioso".
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 347
Se había trabajado por 29 años en destruir la religión,
reinaba la corrupción de costumbres, una gran frialdad
se apoderaba de los corazones . . . ; "muchos había que se
avergonzaban no sólo de tratar con los sacerdotes, sino
aún de entrar en las iglesias. Este estado de indiferencia
era lo que hacía inclinarse al prudente deán a comenzar aatraer la gente poco a poco y sin el aparato que sólo el
templo llevaba consigo". No hay que decir que la misión
fue un éxito rotundo : estaban en Guatemala . . .
El arzobispo en cumplimiento del decreto sobre jesuí-
tas organiza la junta para tratar del establecimiento defi-
nitivo; el deán Larrazábal es su primer miembro. Todose allana, y la Compañía florece con extraordinario esplen-
dor. No es esta su historia sino los trabajos de Larrazábal
y sus contactos con ella. Por navidad, viendo los padres
las felices disposiciones de los niños sus alumnos para la
aclamación "se atrevieron a invitar al señor arzobispo, al
señor Larrazábal y algunas personas de la mayor intimi-
dad". Van de triunfo en triunfo. La predicación del pa-
dre Gil el viernes santo en la Catedral "excitó mucho la
atención, especialmente entre la aristocracia". "Pero lo
que atrajo mayores concursos fueron las flores de mayo,
devoción hasta entonces desconocida en Guatemala y que
encontró tan feliz acogida, que algunos años más tarde no
había apenas templo de los muchos que hay en aquella ciu-
dad donde no se celebraran con singular esplendor. Pro-
púsose la idea al señor arzobispo y al deán señor Larrazá-
bal y como tan celosos y tan satisfechos de los felices resul-
tados que hasta entonces habían tenido todas las empresas
de los padres, desde luego la admitieron gustosos . .. ". Ma-
yo vuelca sus jardines sobre la Catedral y sobre la narra-
ción del historiador nostálgico, a quien no se le dejan esca-
par, aquí y allá dardos virulentos, como cuando llama a
don Rafael Carrera "el gran domador de liberales" . . . Pero
estas son cosas que no tienen lugar aquí. Sí, sólo las refe-
rencias al viejo sacerdote que se va acercando a su fin.
348 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
El viejo deán sigue con cariño todos los pasos de los
jesuítas. Va a sus fiestas y ceremonias; con don Marianode Aycinena les advierte el peligro de omitir una costum-bre tradicional, de echar a vuelo las campanas y quemarporción de cohetes a la media noche víspera de la fiesta
de La Merced, templo que les había sido cedido por res-
cripto del pontífice, no sin alboroto de párroco y vecin-
dario . . . "el éxito acreditó la prudente previsión de aque-
llos dos personajes" ... Y así todo. Y el Presidente Ca-rrera y su Ministro Pavón eran los primeros en las proce-
siones que organizaban los señores jesuítas... El señor
Pavón fue, indudablemente, el gran protector de la orden
ignaciana en esa época.
El padre Pérez tiene que consagrar pronto unas pa-
labras de duelo: 1853 les arrebata a Larrazábal y Ayci-
nena, amigos y protectores. "Hacia el fin de este año la
muerte arrebató a la Iglesia de Guatemala una de sus ma-yores lumbreras, y a la Compañía un cariñoso Padre y pro-
tector decidido, en la persona del limo. Sr. Deán D. Anto-
nio Larrazábal" . . . "Después de su vuelta de las malha-
dadas Cortes de Cádiz, siguió en su prebenda de canónigo
penitenciario hasta que el año de 38 volvió a hacerse cargo
del gobierno de la Arquidiócesis, y durante esta época fue
cuando tanto trabajó por el restablecimiento de los jesuí-
tas en Guatemala. . . Todavía sobrevivió cuatro años a
la llegada de éstos en 1851, y entonces era de ver lo que
gozaba el venerable anciano viendo por fin cumplidos sus
antiguos deseos, y lo que trabajaba para que todo tuviera
un éxito feliz: su protección y sus consejos fueron sobre
todo en los principios un firme apoyo para los fundadores
de la misión que en su prudencia, encontraban acertada di-
rección, en su amor paternal un sólido consuelo".
La venerable Gaceta y los primeros biógrafos de La-
rrazábal comentan acordes la complacencia de que daba
muestras en la venida y funciones de los jesuítas, particu-
larmente en las del seminario tridentino puesto bajo la
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 349
dirección de aquellos sacerdotes, y de donde, por cierto,
como sucede con tanta regularidad, habrían de salir, do-
tados de magnífica preparación académica, descollantes in-
teligencias, muchos de los principales y más decisivos co-
rifeos de la revolución de 1871, a la que darían servicio yprestigio intelectuales sin los que no habría pasado de
ser una cuartelada más de América esa histórica revolu-
ción. Uno de cuyos primeros pasos fue exactamente, extra-
ñar del país a la Compañía de Jesús. . . Volvían más tem-
pestuosos, los tiempos de Morazán.
La jefatura de la Iglesia supone deberes insoslayables,
en conflicto a veces, posiblemente, con principios de liber-
tad. El deber pastoral de guardar el orden y moralizar,
llevan al gobernador eclesiástico a realizar ante el poder
civil una gestión contra la circulación de libros obscenos,
inmorales. El Estado, que buena gana siente entonces de
moralidad, le presta apoyo casi incondicional.
El Presidente del Estado, señor Rivera Paz, hace cir-
cular con íntimo agrado el decreto número 135 de la Asam-blea Constituyente, de fecha 2 de octubre de 1841, suscrito
por los señores José Venancio López como presidente yManuel Francisco Pavón y José Domingo Estrada comosecretarios, en el cual se dice que "habiendo tomado on
consideración la consulta dirigida por el gobierno con fe-
cha 11 de julio, a consecuencia de la representación que le
hizo el señor gobernador eclesiástico del arzobispado, ma-nifestando los funestos efectos de la libre circulación de
algunos libros impíos y contrarios a la buena moral, siendo
un deber de las autoridades proteger la religión del Estado,
y cuidar de la educación y de las buenas costumbres de que
depende la conservación de la paz, y el bienestar y pros-
peridad general, oído el dictamen de las comisiones unidas
350 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de gobernación e instrucción pública, y de conformidad con
él, ha decretado:
"l9 .—Están expeditas las facultades que correspon-
den a la autoridad eclesiástica por su propia institución,
para prohibir bajo penas espirituales la lectura de aque-
llos libros que examinados según las reglas canónicas, sean
calificados de impíos, inmorales u obscenos".
Los que se creyesen agraviados por la prohibición de
algún libro, podían recurrir en su caso conforme a la ley;
no podría sacarse de las aduanas ninguno de los libros que
fueren prohibidos, a menos sin orden del gobierno. Porotro articuló se exigía de los jueces seculares a quienes se
denunciara la venta pública o clandestina, o la maliciosa
circulación de libros prohibidos, o de pinturas o figuras
obscenas, o de objetos de que no puede hacerse un uso
honesto, proceder bajo su estrecha responsabilidad a la
averiguación del hecho, y, establecido, ordenar la ocupa-
ción de tales efectos, multar a los contraventores y con
multa duplicada a los reincidentes. A los dueños se les
concedía también recurso ante la autoridad, que decidiría,
con audiencia del ordinario. La multa sería mucho máselevada para la infracción —de quinientos pesos—,
pasados
seis meses de la publicación del decreto, el cual contenía
algunas otras disposiciones.
Como se ve, los gobernantes de entonces estaban deci-
didos a moralizar con el máximo rigor. Por saludable que
fuera la intención de una medida tal, es fácil concebir que
no sería recibida sin comentarios adversos. No dejaría
de verse en ella un principio de restauración del tribunal
inquisitorial, de ingrata memoria. Un aletazo de sombra
hacia el gobernador eclesiástico.
Con posterioridad, habrá de tocar otra cuestión em-
barazosa: la circulación de biblias protestantes o en ver-
siones dudosas. Bien informado de que en varios lugares
de la diócesis se habían introducido del extranjero y públi-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 351
camente se expendían, ejemplares en castellano de la Biblia
o parte de ella, de texto más o menos viciado, para prevenir
el mal fijaba su atención en dos decretos de Concilio de
Trento, mandado guardar por cédula de 12 de julio de
1564.
Declarada en uno de esos decretos auténtica la Vulgata
y, señalados pormenores de la corrección con que debían
publicarse las Santas Escrituras, había que cumplir con
los respectivos mandamientos. "La Iglesia ... no prohibe
a los autores católicos traducir los Libros Santos de las
lenguas vivas, ni a los fieles leerlos en ellas. Si el trans-
portar con acierto de una a otra lengua las producciones
felices del entendimiento humano, es gran servicio a la
literatura; trasladar bien de uno a otro idioma la palabra
divina, es presente precioso del cristianismo. Y si las
buenas viandas son alimento del cuerpo; los buenos libros,
y en especial los sagrados, deben ser sustento del alma.
Pero se han tomado aquellas prudentes precauciones para
evitar a los traductores el abuso y a los lectores todo peligro
de mala inteligencia". Y la Iglesia es el"tribunal estable-
cido para determinar el verdadero sentido de las Escrituras
Santas ... Y un ordenado desfile de citas y proposiciones
y escrúpulos, estos denunciadores del hombre formado en
la cultura del XVIII, para acercarse al final:
"Entiéndase, pues, lo que digo. Yo no hablo indistin-
tamente de las Biblias castellanas, sino de las viciadas ycorrompidas. Yo no doy las reglas de propia invención,
sino las mismas de la Iglesia; porque a ellas estoy sujeto.
y he jurado guardarlas, y hacerlas cumplir exactamente".
(Serla excesivo hacer reparar en el valor personalisísimo
de esta declaración intercalada). La religión católica es
la del Estado según ley de 1839 —y de la independencia,
pudo agregar el documento— , y la protege como respeta
a sus establecimientos y ministros;pero si así no fuera, el
cristiano como tal está obligado a obediencia y amor. El
352 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
cristianismo está lejos de ser enemigo de las luces. . . pero
debe luchar contra los errores. "Por desgracia, no sólo
circulan hoy Biblias adulteradas. Sin salir de las materias
de Religión, únicas a que me contraigo, (adviértase esta
otra interesante salvedad) circulan también doctrinas o
heréticas, o impías, o inmorales; y con particularidad las
que propagan el protestantismo teórico y práctico . . . —
Y
no se diga, que el mal que causan los malos libros, será
corregido por los buenos. Podría tal vez suceder así en
un pueblo de filósofos. Pero mientras haya unos países
menos civilizados que otros, y en un mismo país tanta des-
igualdad de luces : lo más cierto es, que el bien que debiera
resultar de los buenos libros, se frustrará por efecto de los
malos . .. ".
En consecuencia de esos y más principios, se limitaba
a declarar: cuáles textos considerábanse viciados y de los
que debían abstenerse los fieles de leerlos . . . "Que las
liturgias, oraciones, exercicios y demás libros de autores
protestantes, han estado, están y continúan enteramente
prohibidos: los comprende con generalidad el Edicto del
Excmo. e limo. Sr. Arzobispo de esta Santa Iglesia, de 8 de
mayo de 1828; se incluye también la lista de que es adjunta
copia: todos bajo pena de excomunión".
(La copia de la lista de libros prohibidos por el señor
Casaus y Torres —bien conocido por sus rigores— sólo in-
cluye obras publicadas en el extranjero entre los años de
1813 y 1824, años de intensa actividad anticatólica y anti-
clerical dirigida desde Francia e Inglaterra, principalmente,
a las colonias y nacientes repúblicas americanas. Salvo Las
Ruinas de Palmira, y el Emilio, que en parte se prohibía,
y los Cuentos y Sátiras de Voltaire ¡traducidos en verso
castellano! y algunos otros, tales libros parecen hoy, desde
sus mismos títulos, desteñidas reliquias arqueológicas, pero
en aquellos días producían el efecto que un siglo adelante
Fe les ha visto producir, sobre todo entre la juventud, en
todas partes, a los libros del comunismo militante y a los
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 353
folletos de propaganda totalitaria ... La parte referente
a la sostenida lucha de la Iglesia católica contra el protes-
tantismo no tiene por qué causar extrañeza y mayormenteen ese tiempo de restauración
¡lo que sí debe llamar la aten-
ción es la delicadeza, hasta casi un tanto elusiva, se dijera,
en comparación con las vehemencias de un Casaus, con
que el prelado la sitúa).
Y manda, siempre con sobrados apoyos de textos, que
se observe la necesidad de la licencia del ordinario para
imprimir escritos sobre cosas sagradas, y, más que un man-dato, un ruego: "De la piedad de los fieles de la Diócesis
yo espero, que los que tengan tales Biblias, u obras prohi-
bidas, se prestarán dóciles a ponerlas en manos de los res-
pectivos párrocos; y de cada uno de estos, que sabrá con-
ciliar el celo con la prudencia, procurando siempre que
obre el convencimiento, pues en una causa llena de razón,
lo que importa, es evidenciarla". (No, pues, el fanatismo
ciego, no la cerrada intolerancia . ..)
.
Si la forma y la erudición pertenecen, de este docu-
mento, al secretario que por mandato del señor provisor
gobernador la suscribe con él, don José Mariano González,
lo que importa aquí, de fijo, es cómo se evidencia el espíritu
del señor Larrazábal, quien extiende este edicto en 12 de
diciembre de 1843, ya muy avanzado su gobierno y por
edad y arduas experiencias, muy maduradas sus ideas y mu/consolidada su posición indeclinable, su ardua responsabi-
lidad pastoral. El rescoldo de antiguo liberalismo que
pudo quedar en la ilustre persona del gobernador eclesiás-
tico podría sorprenderse en el escrúpulo manifiesto y reite-
rado del intelectual que por inexorable deber tiene que las-
timar y constreñir los fueros de la tolerancia . . .
La Reseña Histórica juzga con acritud a Larrazábal
Ha quedado dicho al principio de estas notas que el
Doctor Lorenzo Montúfar es la excepción más visible del
354 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
número de panegiristas del Doctor Antonio Larrazábal.
Las demostraciones de respeto de sus contemporáneos yotros testimonios de sus trabajos, afanes y sinsabores, nocuentan para el historiador que, por el 1878, está empeñadoen guerra a muerte contra cualquier sombra del pasado.
Podría ser en este caso aval de su sinceridad el rigor im-
placable que usa para con un muerto ilustre cuyo paren-
tesco podía agregar, por lejano que fuera, timbres de orgu-
llo a su propio valimiento. Pero es más fuerte su pas'ón
y la pasión de su partido, que lo anima y enfebrece. Enrealidad, al atacar de firme a Larrazábal, Montúfar reco-
noce y en cierto modo exalta los servicios de aquél al
partido "del orden", desentendiéndose de las razones ínti-
mas que tuvo para ello, de las tremendas experiencias del
"liberal" de Cádiz que optó por el orden y sus mantenedo-res, contra la anarquía desquiciadora del país.
Pero no intentamos vana y extemporánea defensa de
Larrazábal. Sus hechos han sido expuestos. Quien pro-
fundice en las intimidades de su tiempo difícilmente se
explicaría una actuación diferente en él. Sus errores :ao
fueron excepcionales ni aún mayores que los de los demáshombres salientes de su contemporaneidad, vale decir, la
legión de los proceres de la independencia y la repúb.ica.
Cumplió altas y nobles misiones con limpieza y rectitud.
Pecadores más grandes que él los hubo en sus días, y cuan-
to más después.
Veamos, con esas premisas, asertos del Doctor Mon-túfar: no urge repetir el tan sabido hecho de que en los
desfiles de cesares y guerreros victoriosos se acostumbraba
agregar al vituperador que iba recordando al héroe en su
triunfo, las caídas o miserias de su carrera, para rebajar
ia efervescencia de la vanidad. El modesto héroe decimo-
nónico de este relato ya no puede sufrir mareos de vanidad,
y no ha de tenerse a irreverencia a su nombre repasar los
cargos que la historia liberal le lanzó. Aún el ultraje a
su nombre, a los móviles de sus acciones, tiene la virtud
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 355
de servir a destacarlo, y, en todo caso, equilibra la abun-
dancia de los votos admirativos, lo cual siempre es útil para
conocer mejor más humanamente a una figura histórica y
al medio en que actuó.
Al referir el incidente de la elección de vicario, recaída
en el señor Batres, en que la actitud y voto del señor Larra-
zábal favorecieron indirectamente las miras del gobierno,
pues si no se mudaba persona sí se mudaba el origen de la
jurisdicción: "ya no procedía del arzobispo: procedía del
Capítulo como en sede vacante", el Doctor Montúfar, dequien son las anteriores palabras, no exonera al canónigo
penitenciario de adversa y peyorativa apreciación:
"El señor Larrazábal gozaba, dice, de una reputación
superior a su mérito. No era profundo en ciencias, comoel señor Martínez, ni tenía la cultura del señor Castilla.
Su carácter era dominante y sus maneras bruscas. Se le
creyó liberal, porque en las Cortes de España, auxiliado por
algunos políticos y literatos que al poder legislativo no
pertenecían, hizo oposición a las tendencias absolutistas
de Fernando VII. La creencia de que el canónigo Larrazá-
bal era liberal, se hallaba tan extendida, que el año de
1823 fue nombrado por la Asamblea Nacional Contituyente,
individuo del Poder Ejecutivo Federal, y si Larrazábal no
gobernó a Centroamérica en ese concepto, fue por haber
renunciado alegando incompatibilidad entre el sacerdocio
y el poder civil. Indudablemente hace honor al señor La-
rrazábal el haber visto esa incompatibilidad que los SumosPontífices no ven
;pero él sirvió de firme al partido servil,
y murió siendo una de sus columnas. El único acto de li-
beralismo que se le vio después de la renuncia del año 1823,
fue el voto en el Cabildo, que hizo vicario al padre Batres;
pero si por ese voto debiéramos declarar liberal al señor
Larrazábal era preciso hacer la misma declaratoria en fa-
vor del señor Martínez, y es imposible que sea liberal un
inquisidor".
356 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
(De este último decía que era un sabio, pero que ponía
su saber al servicio de su capricho, y que era grato a los
"serviles" por inquisidor. Sólo de otro canónigo, el Doctor
José María de Castilla, se expresaba con alguna simpatía,
tampoco incondicionada. El Doctor Bernardo Martínez
Dighero fue el postrer comisario de la Inquisición en Gua-temala, en 1813 tanto como en 1820 en el pasajero restable-
cimiento de ese tribunal. Por formación, ideas y ambiente
no pudo ser un Torquemada ni mucho menos; pero el título
de inquisidor era tremebundo . . . )
.
Respondiendo a críticas a los primeros volúmenes de
la Reseña, el Doctor Montúfar incluye en el prólogo del
tercer tomo, en una serie de preguntas que se hace a sí
mismo para demostrar que no ha presentado "todo lo malo,
ocultando pérfidamente lo bueno que el partido servil hahecho", ésta, al enumerar actos legislativos y gubernativos
en relación con la Iglesia: "¿Será haber prohibido los
libros que no fueran del agrado del canónigo Larrazábal?".
En julio de 1838 los facciosos se acercan a la capital;
reina el pánico; el General Presidente de la República hanombrado a José Antonio Carballo General en Jefe del
Ejército de operaciones, encargado de restaurar la tran-
quilidad pública y asegurar las vidas, propiedades y reposo
de los habitantes. En ese concepto se dirige al gobernador
del arzobispado exponiéndole las falsas doctrinas religiosas
y supersticiones con que se levanta a los pueblos contra el
gobierno y demandándole cooperación: que lance un edicto
circular contra esas doctrinas y los crímenes que se come-
ten a su sombra. La comunicación se inserta en la Reseña
;
en ella se menciona al famoso padre Lobo (Francisco G.),
que acompaña a los facciosos. El señor Larrazábal res-
ponde concretamente el 16 de julio:
"Acabo de recibir la muy apreciable nota de usted de
14 del corriente, en la que después de hacerme una relación
circunstanciada de la perversa doctrina que el cabecilla
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 357
Rafael Carrera ha introducido en muchos de los habitantes
de los pueblos del Estado, y de las iniquidades que en con-sorcio de sus secuaces comete diariamente, se sirve usted
excitarme para que tomando en consideración estos acon-tecimientos expida un edicto circular manifestando los erro-
res de las perversas máximas introducidas y la abierta
oposición a la religión santa que profesamos, para que los
mismos pueblos se persuadan de la conducta que de bocaconfiesan y con sus obras atacan ferozmente.
"Por lo que a mí toca, no sólo procuraré secundar los
justos deseos de usted, sino que me prestaré con placer yprontitud a cuanto pareciere a usted conveniente al mismofin; dando a usted las más expresivas gracias y quedandomuy reconocido a los sentimientos de su piedad. —D. U. L.
— Antonio Larrazábal"'.
Veinte páginas más adelante, Montúfar tiene las másdeprimentes frases contra Larrazábal y hasta las refuerza
con una grave acusación por haber, según él, persuadido
a dos mujeres valiéndose de todos los recursos de la teolo-
gía, a que tuvieran por válida una disposición testamenta-
ria que las perjudicaba. Hace mofa de los trabajos yfiguración de Larrazábal y llega a poner en tela de juicio,
de sospecha al menos, la prisión que se le inflingió. Hayque escucharle con inalterable serenidad: estas sombrasson necesarias para perfilar mejor la imagen. Y paraconocer o recordar de paso el método del historiador:
"... Larrazábal gozaba de reputación, porque había
ido a España cuando nadie de Guatemala viajaba, y cuando
se creía un arrojo asombroso atravesar el Océano Atlántico.
Larrazábal en las Cortes de España había sido constitu-
cionista, y la idea de que hubiera figurado entre los hom-
bres que osaban hacer oposición a un monarca absoluto lo
deificaba. ¿Qué hubieran hecho los admiradores del ca-
nónigo Larrazábal con su héroe si en las Cortes, enfrente
del banco azul se hubiera atrevido a decir como Donoso
358 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Cortés: "Ministro de doña Isabel II, yo os pido que liber-
téis, si es posible, a vuestra reina y a mi reina del anatema
que pesa sobre su raza"? Sin embargo, Donoso Cortés era
monárquico, era conservador y sus últimas publicaciones
parecen dé un beato. (Don Lorenzo olvidaba voluntaria-
mente que esa libertad de palabra había nacido de los tra-
bajos y luego de los sufrimientos de los "constitucionistas"
de 1812, entre otras cosas). "¿Qué hubieran hecho los
admiradores del canónigo Larrazábal con su héroe, si en-
frente de los ministros de Alfonso XII hubiera hablado
como Castelar tres horas contra los poderes permanentes yhereditarios?". (Don Lorenzo olvida voluntariamente que
el progreso del liberalismo, del mundo y de España misma,
había hecho posible esa proeza castelariana, inconcebible en
1811 ó 1814, y es extraño que el gran liberal no capitali-
zara para su partido esa gloria ... en que alguna partici-
pación habría tenido que reconocer, siquiera tácitamente,
a los "constitucionistas" de Cádiz). "Ei canónigo Larra-
zábal con la aureola de haber pasado el mar, de haber
visto España, de conocer a Madrid, de haberse sentado en
las Cortes, de haber votado en favor de la constitución,
cuando Fernando VII no quería constitución, era visto co-
mo un ser extraordinario. Se decía que había estado preso
y aunque no fue a Ceuta como Arguelles y Martínez de la
Rosa, esa prisión lo elevaba a mártir. El canónigo Larra-
zábal había sido diputado de la gran Dieta de Panamá,
donde conoció a hombres notables del nuevo mundo y pudo
departir con ellos; pero esto no le daba reputación; lo que
le daba gran nombradía, era haber visto a un rei y opinado
porque ese rei no fuera un monarca absoluto. El señor
Larrazábal se creía noble, y estaba íntimamente ligado con
las familias que en Guatemala se dice forman la aristocra-
cia. Su liga con esas familias fue siempre muy útil a la
pretendida nobleza del país. El señor Larrazábal servía a
los nobles con perjuicio de los plebeyos, y a los ricos con
perjuicio de los pobres. Era el hombre designado por la
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 359
aristocracia para favorecer sus planes en el cambio político
que necesitaba; él se jactaba de haber hecho oposición a
Fernando VII pero esa oposición no llegó hasta oponerse
a Fernando VII derogando la pragmática de Carlos III
contra la Compañía de Jesús. El señor Larrazábal era
amigo de los jesuítas y la venida de éstos a Guatemalase debe en mucha parte a la influencia de aquel prelado.
El año de 1838, la situación era difícil para los nobles,
porque Carrera, caudillo de éstos, algunas veces no se-
guía sus inspiraciones, y eran tantas las atrocidades que
se cometían en los pueblos, que la aristocracia no se atrevía
a asumir públicamente la responsabilidad. Entonces a los
nobles les ocurrió convertir en un servil al General Mora-zán y mandar por medio de él, destruyendo a Carrera. Ellos
no conocían al héroe de Gualcho, y su audaz pensamiento
lo creyeron realizable. Desde entonces comenzaron a adu-
lar a Morazán. El canónigo Larrazábal figuraba en pri-
mera línea en esa intriga. El llevó a la municipalidad gru-
pos de gente y bajo sus auspicios se suscribió esta acta:
"En Guatemala a veintidós de julio de mil ochocientos
treinta y ocho, reunido el vecindario en las casas munici-
pales, a virtud de citación del General en Jefe, que manifes-
tó hallarse de acuerdo con el encargado del P. E. : habiendo
el mismo General en Jefe hecho la pintura más triste yalarmante del estado de la tranquilidad pública, del espan-
toso incremento que toma la insurrección de Carrera ; de la
absoluta falta de recursos para mantener el ejército, por
haberle manifestado el mismo encargado del P. E. que
no tiene ningunos medios de auxiliarlo ; después de haberse
organizado dicho vecindario en junta, nombrado presi-
dente y secretarios a los que suscriben, y de haber tomado
la palabra muchos ciudadanos para proponer medidas de
salvación, acordaron por aclamación:
"1<?—El pueblo de Guatemala se considera en el caso
del Artículo 3? de la declaración de los derechos del ciuda-
360 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
daño, y por consiguiente en el de proveer por sí mismo a
su salvación.
"29—Que antes de adoptar los medios de salvarse, que
la imperiosa necesidad demanda, se dirija a la Asambleala siguiente petición:
"El vecindario de Guatemala, amenazado de una total
destrucción por los bárbaros, y hallándose sin seguridad ni
protección, pide a la Asamblea: que deposite en manos del
Presidente de la República, el gobierno de los cuatro Depar-tamentos que han quedado unidos, autorizándolo amplia-
mente para emplear en la defensa común todos los recursos
de dichos Departamentos. Que durante la ausencia del
Presidente, ejerza el poder público el General en Jefe,
asociado de un representante por cada Departamento, que
compondrán una junta consultiva y que mientras los De-
partamentos instruidos de esta medida por correos extra-
ordinarios, nombran sus representantes, se asocie provi-
soriamente el General en Jefe de los ciudadanos General
Carlos Salazar, y Teniente Coronel Manuel González. Queadoptado este pronto medio de salvación, el C. L. dé unaconvocatoria para Asamblea Constituyente, a los cuatro
Departamentos. Que los anteriores artículos se declaren
al momento, deliberando sobre ellos y tomando las resolu-
ciones convenientes en sesión permanente, y en términos
que, al levantarse la sesión, queden en receso la Asamblea,
el Consejo y todas las demás autoridades, y bajo un sólo
poder los cuatro Departamentos; cuyo poder revestido de
toda la energía y unidad que exigen las circunstancias, ase-
gure las vidas y propiedades de sus habitantes.
"39—Que el presidente y secretarios de la junta haganpublicar por la prensa esta acta, con un manifiesto en que
se expongan todas las razones que la han motivado. — An-tonio Larrazábal — M. González — Alejandro Marure".
La municipalidad hizo una excitativa semejante; re-
nunció de nuevo al vicejefe Valenzuela encargado del poder
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 361
y la asamblea designó a don Mariano Rivera Paz, una de
cuyas primeras medidas de gobierno fue pedir el levanta-
miento de las proscripciones existentes, a lo que se unió con
entusiasmo Barrundia, por lo que a este gran liberal le
caen reproches de Montúfar. La "reacción" se había en-
tronizado.
¿No sería lo cierto, cabe pensar a distancia de un siglo,
que Guatemala reducida a la miseria, cercenado su terri-
torio por todas partes, ensangrentada en inacabables gue-
rras, aterrorizada, buscaba por cualquier camino un sal-
vador, y si la palabra suena a excesiva, un apaciguador?
Este tendría, que ser forzosamente, un hombre fuerte. Falló
radicalmente Morazán, llamado a serlo, se hizo a Carrera,
se "cultivó" a Carrera, aceptando el fraccionamiento y la
pérdida de hegemonía en Centroamérica —que de cuando
en cuando intentaríase recobrarla, hasta 1885. . .—, reple-
gándose a la República "fundada" en 1848, cuando ya los
demás Estados campeaban independientes, en busca tam-
bién, de su camino. La historia de todos los pueblos tiene
de estas terribles desventuras.
Otras partidas de cargos en la Reseña Histórica
El triunfo de Morazán en Espíritu Santo, 5 de abril
de 1839, llenó de pavor a los "serviles", según don Lorenzo
Montúfar, y se apresuraron a llamar a Carrera "y sus
hordas salvajes sobre Guatemala. El canónigo Larrazábal,
penitenciario de la santa Iglesia Metropolitana y vicario
capitular del arzobispado, de acuerdo con don Luis Batres
y con los otros tres individuos del gran consejo servil, lla-
mó al preste de la congregación de San Felipe, don Nicolás
Arellano, y le confió la honorífica misión de ir a traer a
Carrera. El padre Arellano no deseaba otra cosa, y cumplió
fielmente las órdenes del prelado. Carrera exigió que se
deshicieran unos restos de fortificaciones que había en la
plaza de Guatemala y el padre Arellano convino. ..". El
362 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
jefe provisional don Carlos Salazar, no sale mejor parado,
por su confianza o lo que fuera, en el relato de Montúfar
en esta parte de los hechos de aquel año decisivo.
No cae mal un poco de inexactitud histórica en la
historia partidista. "El 29 de mayo se instaló con gran
pompa la Asamblea Constituyente de Guatemala. Fuéelecto presidente el canónigo Larrazábal, y no habiendo
aceptado se eligió al presbítero Fernando Antonio Dávi-
la...". (Reseña, III, 312).
"La Asamblea tenía en su seno un considerable númerode eclesiásticos. Había sido presidente el canónigo Larra-
zábal, penitenciario etcétera... (Reseña, el mismo tomoIII, 370). En aquellos días el canónigo Larrazábal recibió
bulas pontificales de obispo de Comana en Asia, aconteci-
miento que fue celebrado en Guatemala con estrepitosos re-
piques de campanas. Se cantó el Te Deum en la Catedral
y en todas las iglesias del Estado donde había clérigos que
pudieran entonarlo. Mucha jente del pueblo, aturdida con
este alboroto, se dirijía a la casa del señor Larrazábal, cre-
yendo que las bulas lo habían transformado, y las personas
que conseguían mirarlo, lo encontraban lo mismo que antes
de recibirlas, y algunas se retiraban muy disgustadas, di-
ciendo que aquel padre no era un verdadero obispo. Si
el señor Larrazábal hubiera recibido a la jente con una
gran mitra en la cabeza, con báculo en la mano y cubierto
con capa magna, algunas personas hubieran pensado de
otro modo, y no hubiera faltado quien creyera que cada
pliegue de la capa, cada labor del báculo, y cada bordado
de la mitra encerraba milagros y extraordinarias mara-
villas. El señor Larrazábal fue subrogado en la presiden-
cia de la Asamblea por el presbítero Fernando Antonio
Dávila..." (!).
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 363
La irritación del historiador sube de punto conforme
avanzan las leyes de la asamblea conservadora, que desba-
rataba a su antojo todas las leyes liberales, en abierta
reacción
:
"El cabildo eclesiástico no era entonces una autoridad
independiente en el régimen que se denominaba espiritual:
era una rueda en la máquina política, era un elemento de
gobierno. El señor Larrazábal, vicario capitular, canónigo
penitenciario y obispo de Comana, manejaba a los curas,
los curas manejaban a los indios, los indios sostenían a
Carrera, Carrera sostenía a la aristocracia. Era preciso
pues, halagar al cabildo eclesiástico, proveerlo de fondos
y resolver en favor suyo cuantas solicitudes hiciera. Así
y sólo así marcha la autoridad civil de acuerdo con la ecle-
siástica. Sólo en estos casos puede encontrarse esa unión
fraternal entre la iglesia y el Estado. . .". (Se refiere a
un decreto por el cual el cabildo cobraría la renta territo-
rial que le estaba acordada en subrogación de los diezmos,
en tiempos de Gálvez).
"En tiempos de Gálvez el canónigo penitenciario Larra-
zábal, el canónigo exinquisidor y a la sazón maestre-escuela,
Bernardo Martínez, y los canónigos Castilla y Cróquer, pi-
dieron a la Asamblea que restableciera los diezmos, porque
los diezmos, según aquellos cuatro prebendados, son una
institución divina, y es preciso que el Gobierno la sostenga
con la punta de la espada, arremetiendo contra todo aquel
que no quiera pagar diezmos, ya sea protestante, moro o
judío. En tiempo de Gálvez el cabildo fue desairado; pero
en tiempo de Carrera no lo fue. Carrera venía a proteger
la religión y por eso mataba gente. Desde los rincones de
Mataquescuintla, había oído los clamores del señor Larra-
zábal, que pedía plata, y venía a darle plata. . .". (Sobre
la restauración del cobro de los diezmos, y derogatoria del
decreto de 15 de julio de 1832, que los suprimía).
364 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Respecto a la petición anterior la Reseña (tomo II,
286-287) ya había dicho estas amabilidades:
"El canónigo penitenciario, señor Doctor Larrazábal,
el diputado que se llamó liberal en las Cortes de España, yque algunos centroamericanos creyeron progresista, era
uno de los eclesiásticos que más se indignaban contra las
nuevas leyes sobre diezmos. Larrazábal se propuso que
el cabildo eclesiástico hiciera una exposición a la Asamblea,pidiendo que con la fuerza armada se obligara, como antes,
al pago de los diezmos. Los canónigos se oponían al pen-
samiento del penitenciario, no porque creyeran muy confor-
me a sus intereses pecuniarios la medida, sino porque juz-
gaban enteramente inaceptable la solicitud. El señor Cas-
tilla presentaba listas de los diputados y consejeros; hacía
reflexiones sobre la opinión de cada uno de ellos; exhibía
una mayoría adversa y terminaba diciendo que el cabildo
iba a ser desairado y que no debía exponerse a ese desaire.
El liberal de las Cortes de España, que algún tiempo des-
pués nos trajo a los jesuítas, quizá en opinión de muchospara defender las ideas luminosas que enunció en Castilla,
insistía en su pedimento anhelado, y al fin obtuvo la coope-
ración de otro liberal, el inquisidor dor Bernardo Martínez.
Larrazábal y Martínez se propusieron convencer al canó-
nigo don Antonio Cróquer, hombre sencillo y de carácter
bondadoso, y tuvieron mayoría para su exposición. For-
mulada esta la presentaron al canónigo de Castilla quien
tuvo la debilidad de suscribirla".
. . . "la reverendísima solicitud del cabildo fue dese-
chada como había previsto el señor Castilla".
"El canónigo Larrazábal no podía dejar de comprender
que su pedimento, en tiempo de Gálvez, no sería atendido;
pero el penitenciario se proponía otro fin que obtuvo.
El quería exhibir al clero en la indigencia y como una
víctima de los liberales: quería que hubiera un escándalo
entre los devotos: quería poner en agitación la ignorancia
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 365
y aglomerar combustibles para el triunfo de una revolución
recalcitrante".
Así las gastaba, a porrillo, don Lorenzo.
Tras una fácil victoria, que será la última y más pasa-
jera, Morazán ha tomado la plaza de Guatemala. PeroCarrera llega con sus hordas salvajes cantando la Salve,
etcétera, y se produce la contravictoria del 19 de marzo de
1840 y Morazán huye para no volver más triunfante al
Estado. Sería inacabable hablar de estas tristezas del
pasado. Pero es indispensable conocer la actitud del ca-
nónigo Larrazábal, ante aquel acontecimiento que cambia-
ba la situación de Guatemala.
El Doctor Montúfar con ánimo ostensible de presentar
a Larrazábal a la luz más desfavorable, transcribe íntegra
una laboriosa acta labrada a 19 de abril de aquel año por
el escribano Joseph Francisco Gavarrete con todas las
formalidades del caso, por la cual instituye gravamen sobre
casa de su propiedad por quinientos pesos de principal, cuyo
rédito de seis por ciento se aplicaría a costear anualmente
diversas funciones de iglesia en la Catedral y Colegio de
Infantes en honor del señor San José, porque:
"... deseo, decía el acta, se perpetúe entre nosotros, yque sea indeleble en nuestros corazones, la gratitud y re-
conocimiento al Señor Dios de los Ejércitos, Padre de las
misericordias, y Dios de todo consuelo por el portentoso
beneficio con que nos salvó la vida el 19 de marzo de este
año. Ninguno ignora que tomada la plaza el día anterior
por nuestros contrarios en la desgraciada guerra fratricida,
veíamos de cerca amenazada nuestra existencia, y ya sen-
tíamos los males que son consiguientes a la más cruel tira-
nía, que no son de recordar, sino sólo para dar gracias al
mismo Dios Salvador del mundo. Al efecto, y estando de-
dicado aquel día al sustituto del Eterno Padre, Esposo ver-
366 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
dadero de María Santísima y Padre putativo de Nuestro
Señor Jesucristo, el Santísimo Patriarca José, suplico al
venerable Cabildo se sirva admitirme el pequeñísimo obse-
quio perpetuo para el "día del Patrocinio Dom., tercera post
Pascua.—Primero de que perpetuamente en el día del Pa-
trocinio de este Patrón y abogado nuestro, haya sermónen la misa solemne que doto con doce pesos ..." y siguen
otras fundaciones dotadas en total de treinta pesos.
Se corrieron todos los trámites y se cumplieron todos
los requisitos correspondientes en mayo quedando formali-
zada hipoteca sobre la casa del otorgante "sita en la calle
de Catedral a la Iglesia del Carmen, de bastante valor y sin
ningún gravamen". Un documento precioso para el señor
Montúfar: el señor Larrazábal se excedía en su piedad, o,
más bien, en las manifestaciones de su adhesión a la causa
"servil", tras haber querido, en otro momento de apurodurante la larga revolución, que Morazán asumiese la dic-
tadura plena para salvar al país. Estos vuelcos de opinión
fueron usuales en los principales hombres de "derecha" e
"izquierda" de entonces, por otra parte. Se prejuzga de-
masiado de su sinceridad, sin reparar en otras circunstan-
cias ni el temor en que vivían, deseando ardientemente el
establecimiento del orden después de veinte años de ince-
santes luchas políticas y de guerras intestinas que habían
llevado a Centroamérica, pero particularmente a Guate-
mala, sobre la cual pesaban las mayores cargas, los mayores
estragos y la acumulación de los odios, a la ruina y la
miseria, contiendas de que aún se padecerían nuevos ydramáticos episodios, si bien más espaciados y tal vez me-
nos rigurosos.
No perderá don Lorenzo la ocasión de zaherir de nuevo
a Larrazábal al mencionar cómo "los serviles celebraron
las matanzas de Quezaltenango" en la expedición de Carre-
ra : "sólo faltó, dice, que el canónigo Larrazábal perpetuara
ia memoria del 2 de abril de 1840, como el 19 de marzo,
con una fundación piadosa". Antes había escrito: "El
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 367
canónigo Larrazábal, no sólo celebró las matanzas (del 19
de marzo) ; perpetuó su memoria". . .
A propósito de la exaltación al arzobispado y su en-
trada a Guatemala, del señor García Peláez, la Reseña no
perdona a Larrazábal motivos de mortificación:
"El Doctor García Peláez era un eclesiástico sencillo.
Su carácter suave formaba contraste con el carácter del
Marqués de Aycinena, y su moderación con el iracundo del
canónigo Larrazábal, quien pretendía dominarlo, y muchasveces lo reñía". (Reseña, IV, 176).
La crónica "pintoresca" a su manera que el Doctor
Montúfar hace de la entrada del Arzobispo García Pelász
después de su consagración en El Salvador, está cargada
de pimienta, o de vitriolo, para todos los que tomaron parte
en el desfile y funciones religiosas y agasajos; pero la ma-yor porción corresponde a Larrazábal a quien presenta co-
mo imperioso y despótico, de gran habilidad para disponer
todo lo que debía hacerse o no hacerse e imponer su volun-
tad, aunque fuera más que su voluntad su experiencia.
Véase este botón: "Allí hubo quien quisiera ponerle mitra
(al prelado) y conducirlo bajo de palio; pero el canónigo
Larrazábal se opuso diciendo que no le correspondían esos
honores estando vivo Fray Ramón, a lo cual el señor Peláez
contestó suavemente: «pues llévenme como les parezca»,
y se hizo lo que quería Larrazábal". Y así sucesivamente . . .
Y no lo olvida ni de noche ni de día: hablando de
haber sido preconizado, en 1848, obispo in partibus infi-
delium de Antígona y gobernador de la iglesia salvadoreña
el presbítero Tomás Miguel Zaldaña, que coincidía con los
conservadores guatemaltecos que con el presidente Doroteo
Vasconcelos, dice por ahí: "¿Cómo podía imaginarse Vas-
concelos que el padre Zaldaña tendría más consideraciones
368 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
por él y por su partido que el Arzobispo García Peláez a
quien dominaba el canónigo Larrazábal, órganos de la
aristocracia guatemalteca ?". (Reseña, V, 649).
De 1845 queda este recuerdo de Montúfar (Reseña,
V, 4) : se trata de las solemnidades de la bendición del
templo de los recoletos. "El primer día —de las festivi-
dades— celebró de pontifical el arzobispo coadjutor, y pre-
dicó el canónigo Larrazábal obispo de Comana. El liberal
de las Cortes de España lanzó en el pulpito terribles diatri-
bas contra los liberales por haber expulsado al arzobispo
Fray Ramón y a los frailes". El 11 de febrero salió el
Obispo Viteri "a continuar su carrera revolucionaria" a
El Salvador. "Lo acompañaron en coche hasta la garita,
el arzobispo coadjutor y el canónigo Larrazábal...".
El Doctor Montúfar refiere que "los canónigos habían
tenido cuestiones y disputas acaloradas porque todos que-
rían estar en primer lugar, y ninguno de ellos se confor-
maba con el segundo ni con el tercer puesto" y que tanto
el Gobierno de Carrera como el transitorio de don JuanAntonio Martínez (1848) "contemplaba al clero como parte
esencial o integrante de la máquina política" y para pro-
barlo copia una nota muy interesante dirigida al Gobierno
por el Arzobispo García Peláez en la cual éste pormenoriza
vicisitudes ocurridas en la designación y posesión, no efec-
tuada, de canónigos y dignidades y los acuerdos tomados
para establecer "la concordia que debe haber, principalmen-
te entre personas eclesiásticas" y llenar las plazas vacantes
con facultades que le han sido concedidas repetidamente.
En el documento hay estas referencias para el señor La-
rrazábal :
"Cuarto: que bajo este concepto, el de no quedar ya
en el cabildo otro prebendado, que su limo, actual Presi-
dente, por fallecimiento de los demás; y el de que, para
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 369
servicio del altar, del coro y de la iglesia en todos conceptos,
es necesario el aumento del número de individuos, ya quesu total complemento no es posible, por las difíciles circuns-
tancias del día; no rehusa este cuerpo que surta efecto, en
cuanto puede tenerlo, la provisión hecha por el Excmo. Sr.
Casaus . . . Artículo primero : confirmamos el nombramien-to, que para Deán de esta Santa Iglesia Metropolitana ve-
rificó el Sr. Casaus, como tal delegado Apostólico en la
persona del limo. Sr. Dr. Don Antonio Larrazábal, Obispoelecto de Comana in partibus, actual Canónigo penitencia-
rio, y Presidente de nuestro muy ilustre y venerable Ca-
bildo, sin admitirle la renuncia que de esta dignidad hizo
desde luego ante S. E. lima., quien la dejó sin resolución;
y declaramos, que para el Deanato quede vigente a favor
suyo, como hasta hoy lo está para la prebenda de Peniten-
ciario, el auto que en expediente por separado proveímos
en cinco de septiembre de mil ochocientos cuarenta y cinco,
sobre no obligarle la asistencia a las funciones ceremonia-
les, y poder sin este requisito percibir su renta, por razón
de su avanzada edad, y en justa consideración a sus dis-
tinguidos méritos y servicios. ..". (6 de octubre de 1848,
suscrito por el Arzobispo y por el notario público Antonio
Letona).
Cuando el Doctor Montúfar llega al año de 1853 en
su Reseña, no puede dejar de consagrar una nota necroló-
gica a Larrazábal, como lo ha ido haciendo con los princi-
pales personajes de figuración histórica, militantes en
cualquiera de los dos bandos en que tan encarnizadamente
estaba dividida Centroamérica en el tiempo que historia a
su encendida y personalísima manera, cuya muerte ocurre
y que en cada caso tiene natural significación histórica.
Por cierto esas notas —biografía, retrato y juicio sintéti-
cos— son de bastante precio y contribuyen a dar idea de
aquellos hombres y aquellos tiempos vistos por el fogoso
370 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
temperamento del más insigne combatiente del liberalismo
reformista contra todos los vestigios del pasado . . . Marure
y Montúfar (don Manuel) habían dejado las más estima-
bles muestras de ese género de etopeyas en sus historias.
De Larrazábal hace una biografía si lacónica bastante
completa, pero trasciende la falta de simpatía al personaje.
Tal resumen se cierra con estos párrafos clave de la ani-
mosidad demostrada y sostenida en todo momento en que
ha debido mencionarlo en su relato, aún cuando ha dicho
que los acontecimientos de España "lo hicieron figurar en
las filas del partido liberal":
"Larrazábal figuró entre los opositores del Doctor
Gálvez y, olvidándose de sus antecedentes en España, en
Panamá y en el Cabildo eclesiástico cuando se trataba del
destierro de Casaus" (del nombramiento de vicario) "sim-
patizó con los montañeses acaudillados por Carrera".
• "Se unió a Pavón, Batres, Aycinena, a todo el partido
servil aristocrático. Empleó todo su influjo en el resta-
blecimiento de los jesuítas y de los frailes de todos los
colores".
Es todo su responso ... Si al menos hubiera repetido
—con toda oportunidad— la reflexión que le inspiró la
caída del jefe salvadoreño y caudillo liberal Doctor Vascon-
celos después del triunfo guatemalteco de La Arada en
1851, más justiciero parecería: "Es muy difícil encontrar
en la Historia un hombre enteramente perfecto. Los que
más grandes parecen son los que menos sombras tienen".
Celoso del orden cuidadoso del detalle, el señor Larra-
zábal no podía prescindir del arreglo de sus asuntos espi-
rituales y materiales en previsión de peligros en los aza-
rosos viajes que le tocó realizar y cuando, por su edad y
afecciones, sintió aproximarse —todavía lentamente— los
pasos de la chaba a Cádiz en 1810 y cuando inexorable vi-
sitadora.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 371
Hizo testamento cuando se marchaba a Panamá y Mé-xico en 1826; el definitivo se labró en 13 de noviembre de1847, seis años antes de su fallecimiento y cuando el país
entraba en otra etapa de violentas perturbaciones. En él
se documentan sobremanera su piedad y el escrúpulo yadicho del orden y el pormenor, si bien quedan fuera dispo-
siciones que sólo comunicaría a sus amigos albaceas, enespecial las referentes a donativos de su caridad y algunasotras, como el legado para dotar a la Catedral de un so-
berbio altar mayor de mármol, de que habló la Gaceta yde que en estos apuntamientos se hablará también, ademásde haberse aludido ya a él.
Si no encontramos en el testamento datos que secre-
tamente quisiéramos, su lectura es edificante por la bon-dad, rectitud y humildad del testador que allí se manifies-tan esculpidas como estatuas vigilantes de su memoria: noes la sola rutina legalista de documentos de esa índole la
que allí se expone; se expone al vivo el espíritu del viejo
patriarca ahora sí en la vecindad de su fin. Leámoslo ínte-
gro, en respetuoso silencio . . .
En el nombre de Dios Todopoderoso. Amén.—Yo el
Doctor Antonio Larrazábal, natural de la Antigua y veci-
no de esta ciudad; hijo legítimo de don Simón Larrazábal ydoña Mariana Arrivillaga ya difuntos; Penitenciario de
esta Santa Yglesia Metropolitana; creyendo y confesandocomo firmemente creo y confieso el misterio de la Santísi-
ma Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personasdistintas y un sólo Dios verdadero; el de la Encarnacióndel Divino Verbo
; y todo lo demás que contiene la profesión
de fe ortodoxa, hecha con entero arreglo a la Bula de la
Santidad del Pío Quarto Papa, de trece de Noviembre demil quinientos sesenta y cuatro, con protesta de que en esta
verdadera fe y creencia nací, he vivido, vivo y quiero vivir
y morir como católico fiel cristiano y Sacerdote, aunqueindigno : tomando por mis intercesores a la siempre VirgenMaría Santísima, Madre de Dios y Señora Nuestra; al
372 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
Ángel de mi Guarda, a los Santos de mi nombre y devoción,
y a los demás de la Corte Celestial, para que impetren de
Nuestro Señor y Redentor JesuCristo que por los infinitos
méritos de su preciosísima Vida, Pasión y Muerte me per-
done todas mis culpas y lleve mi alma a gozar de su presen-
cia temeroso de la muerte, que es tan natural y necesaria
a toda criatura humana, como incierta su hora para estar
prevenido con última disposición ; hacerla con maduro acuer-
do, ahora que por la Divina Misericordia estoy en mi entero
juicio; y no tener entonces cuidados temporales, que medistraigan de los conducentes a mi felicidad eterna, otorgo
mi testamento en la forma siguiente : primero.—Encomien-do mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió de la nada,
y la redimió con el infinito precio de su Santísima Sangre,
mando el cuerpo a la tierra de que fue formado y prevengo
a mis albaceas que luego que yo fallezca, mi cadáver sea
conducido sin ostentación ni convite por ocho individuos de
la Tercera Orden del Carmen a la Yglesia de San Juande Dios, a cada uno de los cuales se dará dos pesos. Enella se me dirá una misa rezada y se hará también rezado
el oficio de sepultura por el Padre Capellán del propio Hos-
pital a quien se darán doce pesos, a más de las cuatro velas
del cuerpo que le corresponden; sin perjuicio de los dere-
chos parroquiales conforme al arancel; y el entierro se
verificará en nicho de los comunes del Cementerio General.
SEGUNDO.—Después de él mis compañeros los Señores pre-
bendados, tendrán la bondad de hacerme en la Catedral
los sufragios fúnebres el día que corresponda al de mi fa-
llecimiento sin que para ello proceda convite; ni haya mú-
sica sino solamente el canto llano ;que al Sochantre y alum-
nos vequistas del Colegio de Infantes a más de la pitanza
que se les da en los entierros llamados de Cabildo, se den
dos pesos a cada uno, y a los colegiales no vequistas un peso.
tercero.—Pasado el término señalado por reglamento, pa-
ra las exhumaciones de los cadáveres del expresado Cemen-
terio General, se verificará de mis restos, y se trasladarán
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 373
a la Santa Yglesia Catedral para que o bien en la bóveda
de los prebendados o bien en la Capilla de Nuestra Señora
del Socorro, se le dé perpetua sepultura pero sin el menoraparato; y sin arbitrio en mis albaceas para variar lo dis-
puesto en estas tres cláusulas, cuarto.—Es mi voluntad
que luego después de mi fallecimiento se celebren por mialma, y las de mi obligación e intención, un mil misas, de
las cuales se celebraran quinientas setenta y cinco en la
Santa Yglesia Catedral, y cuatrocientas veinticinco en los
conventos de Religiosos en la conformidad que tengo ex-
plicada a mis albaceas. quinto.—Declaro que fui albacea
testamentario de mi Señora Madre y demás hermanas Mi-
caela y María Clara y dativo de mi hermano José Ignacio
que están concluidos los asuntos de sus respectivas testa-
mentarías: que por aquellos cargos no me queda respon-
sabilidad; y consta por documentos, sesto.—Declaro ser
albacea de la finada doña Serapia Rivas: que he cumplido
todas sus mandas y últimas disposiciones que tengo muyadelantada la cuenta general de cargo y data de esta testa-
mentaria; y que la habría rendido ya documentada para
obtener la aprobación judicial como deseo, si no me lo
hubiesen impedido mis continuas ocupaciones, así ordina-
rias como extraordinarias en los negocios de la Yglesia, en
circunstancias las más difíciles, principalmente para mi,
por mis años, y mis enfermedades como es público y noto-
rio. Por lo que si a pesar de mi anhelo y mis esfuerzos,
no lograre yo finalizar esta cuenta; lo verificarán mis
albaceas, a quienes para tal caso la recomiendo vivamente.
séptimo.—Declaro por bienes de mi pertenencia la casa de
mi morada con el sitio que le es contiguo por el lado del
norte, y la que enfrente de ella me ha quedado por muertede mi hermana María Clara, de quien soy heredero escrito,
y cuyos inquilinos me han satisfecho mensual y cumplida-
mente veinte pesos de alquiler; —mis libros, ajuar, y al-
gunas deudas activas, de que hay constancia en mis pa-
peles; y que a excepción del capital de quinientos pesos,
374 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
con que por escritura pública, otorgada ante el escribano
ya finado don José Francisco Gavarrete, en diez y nuevede abril de mil ochocientos cuarenta y uno, he dotado per-
petuamente la festividad del Patrocinio del glorioso Pa-
triarca Señor San José, que por el colegio de su advocación
se celebra en esta Santa Yglesia Catedral, reconociéndolo
sobre la casa de mi habitación con el seis por ciento al año,
que tengo satisfecho puntualmente; se hallan estas fincas
libres de todo otro gravamen, octavo.—A mis dos sir-
vientes Juana Arrivillaga y Rufina Aguirre, a quien les
dejo satisfechos como es justo sus correspondientes sala-
rios, lego en remuneración de sus buenos servicios un mil
pesos que disfrutarán por mitad, noveno.—Declaro no
tener heredero forzoso, y en esta virtud cumplido y pagado
rodo lo dispuesto y la manda forzosa establecida para ia
Universidad del remanente de todos mis bienes, derechos
y acciones, instituyo por mi única y universal heredera a
esta Santa Yglesia Catedral; en cuyo beneficio harán mis
albaceas las inversiones de la manera que les tengo comu-
nicado, décimo.—Nombro por albaceas a los señores Li-
cenciados José Mariano González, Juan de la Cruz y José
Antonio Ortiz Urruela, a todos tres de mancomún y a cada
uno insolidum, de manera que a los tres juntos se entiendan
conferidas iguales facultades, y las mismas a cada cual de
ellos, para que en el caso de no poder los tres ejercerlos
simultáneamente alguna vez, por ausencia, enfermedad u
otro impedimento, las ejerzan los dos o el uno que queda-
ren espeditos, todas y siempre cuantas se requieran por
derecho sin limitación alguna; los relevo de inventarios yformas judiciales; y les prorrogo el año fatal o todo el
tiempo que necesiten, hasta dejar evacuado este encargo
en todas sus partes, undécimo.—A los mismos mis al-
baceas he comunicado y según fuere necesario, les segui-
ré comunicando todo lo conveniente acerca de mis asuntos,
para el cumplimiento de esta mi final disposición, bajo
cuyo concepto es mi voluntad que en todo caso se esté a
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 375
lo que declaren como comunicado mío, y se cumpla y eje-
cute como si aquí estuviera inserto, duodécimo.—Y por
el presente revoco y anulo cualquiera testamento mío an-
terior, señaladamente el que hice ante el escribano don
José Francisco Gavarrete, en diez y seis de Octubre de mil
ochocientos diez y el que otorgué ante el escribano Licen-
ciado don José Domingo Estrada, en seis de Febrero de
mil ochocientos veinte y seis, que ambos a dos son finados,
para que ninguno valga, ni haga fe, judicial ni extrajudi-
cialmente, sino sólo éste, que quiero se guarde, cumpla yejecute, como mi última deliberada voluntad, o en la vía
y forma que mejor lugar haya en derecho. Y lo firmoen Guatemala a trece de Noviembre de mil ochocientos
cuarenta y siete. Y yo el Escribano doy fe de conocer al
Señor testador de que se halla achacoso, pero andando yen su sano juicio y entero acuerdo; y de que así lo dijo,
otorgó y firmó con dos testigos llamados y rogados que lo
fueron los Señores Presbítero Licenciado don José MaríaBarrutia y don Manuel Cecilio Espinoza y don Antonio Le-
tona de este vecindario, a quienes también conozco y de
todo ello doy fe.— (ff).
—
Antonio Larrazábal. — José Ma.Barrutia. — Manuel C. Espinoza. — Antonio Letona. —ante Mi: Francisco Quirós D.
La firma en el texto de estas últimas voluntades apa-
rece clara y firme : se ve por su trazo que el anciano Obispode Comana dominó enérgicamente la enérgica mano, hacía
tiempo tan temblorosa, que había firmado decretos en Cá-diz, tratados en Panamá y edictos en la gobernación del ar-
zobispado: era, otra vez, la misma escritura del hombrede recio carácter que se sobrepuso a las turbulencias de las
crisis políticas, pero ahora sólo pensaba en Dios, en su
Catedral y en la humildad con que quería apagar el rumor
376 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
de su tránsito, acaso, también, el rumor de sus remotas
tempestades.
Dilatada hora crepuscular. Muerte y postumos honores
El ocaso vital del antiguo diputado en Cortes se dilató
largamente, permitiéndole contemplar una multitud de acon-
tecimientos desdichados y felices de la patria, a no pocos
de los cuales prestó una intervención equilibradora. Lalógica evolución de la edad y su condición sacerdotal forti-
ficada con las responsabilidades y los honores de los másaltos cargos de la Iglesia guatemalteca, acendraban sus
ideas y la inclinación de su temperamento hacia lo que sig-
nificase orden y armonía: lo que amaba en la vida privada
y en los hechos cotidianos y las rutinas de oficio, con unpeculiar sentido patriótico lo llevaba a la vida pública,
y como en todo propendía al bien, y lo aspiraba mayorpara su país, no es extraño que se le vea alejarse del
liberalismo con el que tuvo lejanas tangencias, para aus-
piciar el régimen de paz que al fin se impuso en Gua-
temala al promediar el siglo y las instituciones y corpora-
ciones que, así la de los jesuítas, con su penetrante acción
misionera y sus sistemas de enseñanza, eran como inheren-
tes a tal régimen.
Es innecesario desmesurar la estrechez de ese régimen,
juzgado con tan implacable severidad por la historia; pero
es conveniente no juzgarlo sólo con el criterio del liberalis-
mo ni olvidar que el liberalismo guatemalteco, y aún el
que soplaba activo y tremendo por el mundo, ya no era
el mismo en 1829 que en 1812, como el del 1848 ya no
fue el mismo del 1829 ni aquél igual al que triunfó al
fin para más de setenta años en 1871. Y aún en ese
largo período de su predominio, de cuyo rescoldo ha bro-
tado el socialismo que con exóticas influencias informa la
política de los partidos gobernantes de ogaño, cuántas mu-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 377
taciones, evolutivas e involutivas, a través de las dictaduras
hereditarias en que se prostituyó.
A su sagacidad, a su ilustración, a su experiencia, nodebieron escapársele los defectos y errores de la situación
creada, las limitaciones de los hombres dirigentes, pero
tampoco la imposibilidad de gobernar el liberalismo eficaz-
mente sin herir y destrozar sentimientos e intereses arrai-
gados en el pueblo en aquella época, convicción que se le
fortalecería con vista de la inmensa tragedia que padecían
casi sin excepción los demás pueblos de América y la
desventurada España, donde, por cierto, tantos de sus ami-gos de las cortes doceañistas evolucionaban, rápidamenteunos, lentamente otros, hacia un conservadurismo realista,
que apoyaba la monarquía y solía sucumbir a cada vuelta
de acontecimiento a las fogosidades y excesos del roman-ticismo político. ¿Qué era mejor para la patria ya redu-
cida a una pequeña república desamparada: la aventura
constante y sangrienta o el orden edificador? se pregunta-
ría, parangonando el coste en sacrificios y el rendimiento
en bienes inmediatos de ambos. La respuesta, para su
tiempo, para su vocación, no se haría esperar ni sería
opuesta a la manera en que obraba. Comprender sus ra-
zones es lo que corresponde a su posteridad, y ello no es
difícil si no se olvida que a diferencia de tanta gran figura
política o social, Larrazábal fue por encima de todo, unhombre de sinceridad.
Pero ya se dijo que habían quedado atrás las activi-
dades políticas, entregado a los cuidados del gobierno ecle-
siástico y a las personales devociones de sacerdote, si bien
actos puramente religiosos contribuían entonces de unasuerte u otra a la política adoptada, que no tendría solución
de continuidad sino hasta el tajo violento de la revolución
liberal el año de 1871.
Don Antonio Batres Jáuregui (1847-1929) decía haber
conocido al señor Larrazábal en sus postreros años: másbien debió reconstruir su imagen en las reminiscencias fa-
378 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
miliares, que serían copiosas : "En los dulces recuerdos de
mi niñez aparece como un patriarca venerable" este "crio-
llo gentil'' —asentaba— , tembloroso en su senilidad, a
quien llamaban "tata Larrazábal": triste y cariñoso y untanto empequeñecedor guatemaltequismo de aquellos tiem-
pos, que por sí solo reconstruye, a su vez, un ambiente, unaépoca, un mundo. Larrazábal sería, al cabo de su vida ycuando Guatemala, parecía entrar en la madurez de la suya
un poco abuelo : el Abuelo de Guatemala . . . Batres Jáure-
gui elogiábalo altamente. Datos de sus Memorias son que
en cierta lista de procedencia inglesa, de 1821, se le citaba
entre los pudientes del país, con expresión de los respec-
tivos capitales: él y los Montúfar, los más modestos "pu-
dientes", con un capital que hoy parecería insignificante,
casi diríamos indigno de cualquier funcionario de menorcuantía ... Y que hacia el año de 1823 lo hirió detestable
calumnia, dignísima de ser enterrada en perpetuo olvido.
Y para qué recordarla cuando nos hallamos ante el fin de
una existencia tan trabajada por los cuidados como escla-
recida por las virtudes.
Los últimos años de Larrazábal transcurren entre sus
queridas preocupaciones eclesiásticas y sus viejas dolencias.
Las palabras del presbítero Urrutia y Jáuregui, trasunto
ampliado de los de la Gaceta, servirán aquí mejor que las
inadecuadas de un profano, ay, tan lejos de esa emoción
piadosa que las colora, para ir cerrando estos apuntamien-
tos al hablar del carácter, enérgico siempre, pero que en la
vejez y declinación se trocó en obstinado según ocurre con
tantos ancianos de recia personalidad, y de las virtudes
morales del sacerdote, expresa aquel biógrafo:
"Desde luego todos habrán podido ver en el señor
Larrazábal al hombre firme y constante en el desempeño de
sus deberes. Si se encomendaba de alguna cosa, si se le
confiaba alguna comisión, seguro era que no descansaría
hasta darle cima, hallándose además dotado de una rara
habilidad para obviar toda clase de dificultades. Su ener-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 379
gía, decisión y firmeza de carácter jamás palidecieron ni
experimentaron aquella decadencia que sobre los genios
más ardientes arroja el transcurso de los años. Desde el
principio de su gloriosa carrera, siendo cura de la parroquia
del Sagrario de esta S. I. M., hasta los últimos días de su
vida, siendo deán, a los 84 años de edad, su celo, constancia
y puntualidad fueron los mismos. Subía al pulpito con
frecuencia, y con especialidad en las pláticas de la solemne
octava de la fiesta del Corpus, y de la Santísima Virgen del
Patrocinio, de quien fue gran devoto, y se expresaba en
sus discursos lleno de ternura y devoción, aún cuando pa-
recía que apenas podría explicarse por su trémula voz yavanzada edad; mas estas circunstancias unidas a la gra-
vedad de su presencia y a las venerandas canas que cubrían
su cabeza, lejos de menoscabar la fuerza y unción de sus
discursos, añadían a los encantos de la religión la hermosaimagen de la ancianidad y la virtud.
"Concurría a las principales festividades de los con-
ventos de religiosos, y pasaba el día jovialmente en su
compañía. Esta costumbre jamás la interrumpió el día
de San Felipe Neri con los padres de la Congregación del
Oratorio, a los que profesaba un particular aprecio, lo
mismo que a los religiosos de la Orden de predicadores ypadres de la Compañía de Jesús. En estas festividades pre-
sidía las vísperas y maitines lo mismo que en los conventos
y beateríos de religiosas, sin faltar jamás a la asistencia
del coro a la Catedral, sobre lo cual fue tan observante ypuntual, que aún en la estación de las lluvias se le veía
atravesando por las calles los arroyos de agua para obe-
decer la voz de la campana que llamaba a los canónigos a
la oración.
"No pudiendo celebrar el santo sacrificio de la misa
por el trémulo movimiento de sus manos que padecía, la
oía al amanecer, asistiendo a ella de rodillas y con unacompostura edificante, recibiendo diariamente la Divina
Eucaristía. En las funciones de Catedral cuando se ha-
380 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
liaba manifiesta la Majestad se veía a este respetable an-ciano, que doblaba las rodillas al pie del altar, permane-ciendo horas enteras en devota oración, causando con suejemplo recogimiento y compostura en todos los concu-rrentes.
"A los 84 años de su edad se le veía día y noche atra-
vesar las calles haciendo sus visitas en aquellas casas dondehabía alguna desgracia, o donde su influencia había sido
requerida para el restablecimiento de la paz en las do-
mésticas disenciones. Visitaba a los eclesiásticos enfermos,
y fue fiel amigo para sus contemporáneos.
"En sus vestidos y muebles era sencillo y propio, sin
que jamás se pudiese notar en él ni vanidad ni desaliño.
En su trato cortés y fino, a la par que rígido y modesto,
reñía con frecuencia a sus amigos como por una especie
de cariño sobre la menor falta de puntualidad, y para todos
humano y comprensivo".
La enfermedad que lo condujo a la tumba, una afec-
ción catarral que se agravó rápidamente, fue corta, y a
media noche del primero de diciembre de 1853 moría con-
solado por la absolución sacramental y las preces del Ar-
zobispo García Peláez, que llegó sin tardanza a su cabe-
cera para prestarle al insigne amigo los auxilios espi-
rituales.
"Pronto la fúnebre campana de Catedral anunció la
vacante a toda la ciudad —añade el señor Urrutia y Jáu-
regui—, y a la triste noticia : El señor Larrazábal ha muer-
to, la Iglesia y la república experimentaron la horrible
sensación del desplomamiento de una de sus más brillantes
columnas, que sostenían su ornamento y su decoro; su
muerte fue sentida de todos, dejando un gran vacío en la
sociedad y en la familia".
Aunque había dejado pedido en su testamento que no
se le hiciesen honores, la Iglesia y la ciudad no pudieron
menos que contrariar esta vez su voluntad, haciéndoselos
cual merecía. Fue inhumado en las bóvedas de la Catedral,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 381
y en la lápida de mármol coronada de sus armas se ve
esta leyenda: "El limo. Dr. D. Antonio Larrazábal, Obispo
electo de Comana, Vicario capitular, Gobernador del Ar-
zobispado de Guatemala y Deán de esta S. I. M. Pasó a
mejor vida el 2 de Dic. de 1853".
La partida de defunción, dentro de su obligado laco-
nismo, se hace expresiva de datos:
"En dos de diciembre de mil ochocientos cincuenta ytres, a las cinco de la mañana falleció el limo. Sor. Dr.
Don Antonio Larrazábal Deán de esta S. M. I. y electo
Obispo de Comana, después de haber recibido la Santa
extrema-unción, y no el viático por no haber dado lugar
el ataque de gravedad de que murió. Era hijo legítimo
de Don Simón Larrazábal y de Da. Mariana Arrivillaga:
nació en la Antigua Guatemala, antes de la ruina y con-
taba ochenta y tres años de edad. Su cadáver fue sepul-
tado en el Panteón que está bajo la Capilla del Socorro en
la Catedral, hoy tres de Diciembre. Hizo las exequias el
limo. Sr. Arzobispo a las que asistieron todas las autorida-
des deseosas de honrar la memoria de un Eclesiástico tan
recomendable, así por sus virtudes, como por los impor-
tantes servicios que en la época más aciaga prestó a la
Iglesia y al Estado.
Francisco Espinoza".
Hay subterránea emoción de reconocimiento en esas
palabras, seguridad de que un día las consultaría la histo-
ria, y sensación del duelo de la hora. Pero Antonio La-
rrazábal estaría ya tranquilo, gozoso de reposar para siem-
pre en las silenciosas bóvedas de su gran templo Catedral,
a los pies de la Virgen por él tan amada y reverenciada
del Socorro. Del socorro que tantas veces imploró para
282 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
su patria atribulada, y para su propio vigoroso pero tan
combatido corazón.
Se conservan dos documentos oficiales relacionados
con el fallecimiento del canónigo Larrazábal: el aviso dado
por el Ministro de Relaciones Exteriores, que lo era el del
interior licenciado don Pedro de Aycinena, al Ministro de
Guatemala ante la Santa Sede, don Fernando de Lorenzana,
y la respuesta de este diplomático que, como otros de aque-
lla época, fueron hombres de gran prestancia y que sir-
vieron a Guatemala, notablemente, no obstante no ser gua-
temaltecos varios de ellos.
Como esas comunicaciones contienen valioso enjui-
ciamiento de la personalidad de Larrazábal, se copian ínte-
gras. No dejan tampoco de ser curiosas para los tiempos
presentes.
"A S. E. el Sr. Don Fernando de Lorenzana, Marquésde Belmonte y Ministro Plenipotenciario de la República
de Guatemala, Roma. — Guatemala, Dic. 31 de 1853.
Señor: Debo informar a V. E. de que el día 2 del que
rige, siguiente al de la salida del correo que condujo al
Puerto de Izabal la correspondencia pa. ultramar, falleció
en esta capital, casi repentinamente el limo, y Venerable
Sr. Dn. Antonio Larrazábal, Obispo electo de Comana yDeán de esta Santa Iglesia Catedral.
Este suceso causó el mayor sentimiento al Gob. y
pueblo de esta República, siendo el Sr. Larrazábal una de
las personas más distinguidas en el país por sus méritos
personales y por los importantes servicios que prestó a la
Iglesia y al Estado.
He creído conveniente dar a V. E. esta nota oficial
una vez que por el fallecimiento del Sr. Larrazábal, queda
vacante el Deanato de esta S. I. M., cuya provición corres-
ponde al Sumo Pontífice conforme al Concordato.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 383
Soy de V. E. con toda consideración muy atento yseguro servr."
Y la respuesta:
"Legación de la República de Guatemala cerca de la
Santa Sede. — Roma 3 de marzo de 1854. (Al Exmo. Sr,,
etcétera).
"Con bastante pena he leído la triste noticia que V. E.
se ha servido participarme del casi repentino fallecimiento
del limo, y venerable Sr. Doctor D. Antonio Larrazábal
Obispo de Comana y Deán de esa Sta. Iglesia Catedral.
Los grandes méritos y raras virtudes de tan distin-
guido personaje eclesiástico, que si bien no me eran desco-
nocidos he visto con interés descritos en las indicaciones
biográficas que de él ha publicado la Gaceta de Guatemala,
hace sentir más vivamente su pérdida: yo la lamento mu-chísimo, porque además del verdadero aprecio que con la
generalidad experimentaba hacia el ilustre difunto, no pue-
do olvidar la correspondencia buena, afectuosa y útil a
las cosas religiosas de Guatemala que él mantuvo conmigodesde 1838 para adelante
; y mayormente celebro haber sido
el afortunado agente de su elevación a la Dignidad epis-
copal
Considerando que el principal motivo que ha movidoa V. E. anunciarme dicho sensible fallecimiento ha sido
el de la vacante del Deanato que resulta en esa Catedral
Metropolitana, y cuya provisión corresponde al Sumo Pon-
tífice según lo convenido en el Concordato he creído opor-
tuno comunicarlo formalmente al Excmo. Cardenal Secre-
tario de Estado de Su Santidad y al Prelado Secretario de
la Congregación de negocios eclesiásticos extraordinarios,
a fin de que el Santo Padre con su alta sabiduría puedadeterminar lo que juzgue conveniente.
A su debido tiempo informaré a V. E. de la determi-
nación de Su Santidad, agregando en esta ocasión única-
mente las reiteradas protestas de la más rendida conside-
ración", etcétera.
384 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
En el primer aniversario de la muerte de Larrazábal,
el arzobispo en unión "de su venerable cabildo teniendo en
consideración los relevantes servicios que prestó a esta
misma Iglesia el finado" dispuso que el 2 de diciembre,
aniversario de su fallecimiento, se celebraran honras solem-
nes por el descanso de su alma, en la Catedral, a las nueve
de la mañana, participándolo así en esquela circulada con
fecha 28 de noviembre de 1854.
Más adelante, el lento y denso olvido. Alguna vez
frente a aquella tumba ilustre para Guatemala, se vio al-
guna flor.
Los viejos guatemaltecos que asistieron a las fastuosas
ceremonias de la consagración de la Catedral el 23 de julio
de 1860, festividad que empalmó con la solemnísima de
Santiago el 25, —ésta, particular devoción del Arzobispo
García Peláez— , recordarán con afecto una figura insigne
del clero que, si estuviera allí habría desbordado de júbilo
piadoso.
Hacía cuarenta y cinco años que el templo estaba en
uso, sin la dedicación que por múltiples circunstancias nun-
ca antes pudo hacerse : se aprovechó la del estreno del altar
mayor, que había sido instalado. Pronto se levantarían
las torres, que costarían cuarenta mil pesos, y con todo
ello la basílica guatemalteca sería una de las mejores de
América.
Como crónica y recuerdo de la solemnidad se imprimió
el folleto del caso: es precioso para la historia del templo.
A más de la descripción y de una nota sobre las mejoras
en la Catedral en que se historia y detalla el altar mayor,
reproducidas de la Gaceta de Guatemala, del 12 de agosto
de 1860, contiene el discurso pronunciado por el arcediano,
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 385
Doctor don Juan José de Aycinena, Obispo de Trajanópolis.
Para la historia del arte hay además la noticia de que en
esa oportunidad se entonó el Te Deum que compuso el maes-tro de capilla don Benedicto Sáenz, "y que es una de sus
mejores producciones".
El altar era todo de mármol blanco y acaso causó me-nos impresión porque su belleza y severidad sólo podía
apreciarse de cerca y el público —dígase feligreses— esta-
ba habituado a la belleza aparente de un altar sobredorado
que había antes. El diseño lo hicieron los señores Miguel
y Julián Rivera y fue tallado, con algunas modificaciones,
en París por un célebre marmolista, bajo la dirección de
Mr. Plament, arquitecto inspector de los trabajos de la
ciudad de París. Este detalle no es grano de anís: por
aquellos años ia Ciudad Luz imponía los cánones de la
belleza artística y hacía en su área obras magníficas.
La descripción es al menudo: la traída se había re-
tardado mucho; hubo dificultades en el transporte, de El
Havre a San José y de allí a la capital, teniendo en cuenta
lo delicado de la piedra y que había piezas muy pesadas;
una de ellas, 2,600 kilogramos, o sean 208 arrobas ... El
frontal cubría los cuerpos de los santos Víctor y Victoriano
mártires, colocados en un sepulcro de mármol negro abierto
bajo la mesa del altar. Había cuatro pequeños sarcófagos
con reliquias de diferentes santos, en urnas de metal dora-
do. Sobre la cornisa coronando el tabernáculo y aplomosobre las respectivas columnas, las imágenes de San José
y Santiago el Mayor, patronos de la iglesia y de Guatemala,
al frente; al lado opuesto, las de Santa Teresa y SantaRosa de Lima . . .
El costo del altar fue de diez y seis mil doscientos
cincuenta pesos, del buen oro de los tiempos de Carrera . . .
Vino a armarlo un marmolista de París. (Lo destruyeron
los terremotos de 1917-18 y no ha sido substituido).
Aquel magnífico altar fue costeado con fondos que
dejó don Antonio Larrazábal para ello en sus disposiciones
386 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
testamentarias. Si nada se habló en la ocasión de ben-
decirlo acerca del ilustre donante, y apenas una ligera
mención en el folleto conmemorativo lo recuerda, cuántos
corazones emocionados no evocarían la figura del procer
canónigo penitenciario y su magnanimidad y su munificen-
cia que ahora (entonces) resplandecería, para setenta años
—lo perpetuo, en Guatemala, es una quimera, y no sola-
mente en la política. . .—, en el sitio más precioso de su
Catedral. De su Catedral, a la que tanto amó.
En 1930 la Sociedad de Geografía e Historia de Gua-temala tenía dispuesto conmemorar el centenario de la
muerte de Simón Bolívar, el 17 de diciembre, con la colo-
cación de lápidas exaltadoras de la memoria de un grupode centroamericanos esclarecidos que compartieron el mag-no sueño del Libertador, de la unión de los pueblos ameri-
canos y se anticiparon o cooperaron al intento de su rea-
lización que fue el memorable Congreso de Panamá en 1826.
Guatemala iba a honrar al precursor, don José del Valle,
a la ilustre Asamblea Nacional Constituyente que convocó
en 1823, a la Confederación de las Naciones de América,
y a los dos ministros que envió a Panamá y que tan hon-
rosamente representaron a las Provincias Unidas: el canó-
nigo Doctor Antonio Larrazábal y el Doctor Pedro Molina.
En esos días, una cuartelada —¡una más!— echó por
tierra al incierto gobierno y los proyectos de conmemora-ción bolivariana. Las lápidas esperaron al 14 de septiem-
bre de 1931 para ser descubiertas, con los respectivos dis-
cursos glorificantes. Correspondió el de la casa de Larra-
zábal —8^ Avenida Sur N<? 9— al Profesor Santiago W.Barberena, y desvelarla a una hija de Francisco Fernán-
dez-Hall: él, gran larrazabaliano ; ella, futura ingeniera.
Los méritos del olvidado patricio fueron allí redescubiertos,
en ligera oración de circunstancias, a un público tan bené-
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 387
voló como olvidadizo, u olvidador. El mismo, perennemen-
te renovado, que pasa a diario frente a la lápida (casi sin
verla ni mirarla), que enriquece de Historia la trivial his-
toria de ese edificio que en los últimos sesenta o setenta
años ha sido sede de club social, de un liquidado Banco de
Guatemala, del Ministerio de Educación, de otras oficinas
transeúntes, y, por fin, del Banco de Guatemala, el ahora
único emisor.
La leyenda inscrita en el mármol, antepuesto un José
que nunca usó, dice : Casa del Dr. José Antonio Larrazábal
Fervoroso patriota/Representante en las Cortes de Cádiz
y en el Congreso Bolivariano/de Panamá en 1826./Padeció
por la causa de la libertad/y los derechos de los americanos.
/Homenaje de la/Sociedad de Geografía e Historia/17 de
diciembre de 1930.
Con acierto recordó el orador de la ocasión que se
cumplía noble anhelo de Fernández-Hall, citando sus pa-
labras: "Ni un monumento, ni una lápida, ni la menorinscripción recuerdan al ilustre patriota. La juventud ig-
nora su nombre y no se le menciona nunca a la niñez entre
los proceres de nuestra libertad. Hora es ya de reaccionar
contra tamaña injusticia, y es de la Sociedad de Geografía
e Historia la que debe hacer resonar esa hora solemne de
la reparación y de la verdad. Hemos hecho ya un home-naje a Gálvez, el ilustre protegido de Larrazábal, pero es-
tamos en deuda aún con el protector no menos ilustre. Porlabor nuestra llegó un día en que las cenizas de Gálvez el
proscrito, fueron sepultadas en el suelo de la patria, por
labor nuestra también debe llegar el día en que el nombrede Larrazábal quede escrito con caracteres de luz en el libro
de la historia". (Pertenecen a su conferencia sustentada
en la entidad a que se refiere, el 17 de septiembre de 1928
— Anales V-2).
Se cumplía, sí, el anhelo, parcialmente. Falta muchopara que Guatemala reconozca por entero a sus proceres
del pasado. Pruébalo en este caso el no haberse cumplido
388 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
todavía el voto de J. Joaquín Pardo, historiador y maestro
que consagrara a Larrazábal tanto entusiasmo reivindicador
allá por 1936 a 1939, cuando pedía que una escuela de
Antigua fuese honrada con el nombre de Antonio Larra-
zábal : homenaje hermoso y mínimo que le es debido 10.
Y ahora, al recordar que han transcurrido cien años
desde su muerte, no sin temor de desentonar entre las voces
que se alcen o deberían alzarse en su loor, y no sin mástemor de que se las juzgue una empresa "reaccionaria",
nostalgia de un pasado ingrato —tan vituperado comodefectuosamente conocido, de historia tan deformada por
la pasión partidista y que tuvo horas tan vibrantes, luchas
tan enardecidas, grandezas y miserias—,yo, que he traba-
jado treinta años en la contigüidad de la casa del procer
y tantas veces, en la penumbra crepuscular me ha parecido
como verlo cruzar, pausado y solemne, abismado no se sabe
si en recuerdos o en oraciones, camino de su Catedral cer-
cana, saludado por dioses y respetuosos fervores de otro
tiempo —de su tiempo echado como una alfombra mágica
sobre la calle para aplacar los estridores de hoy y revivir
un momento, el de su paso, la vida y el ambiente del remoto
Ochocientos— , he amontonado estas páginas que hubieran
querido decir a Guatemala el elogio de uno de sus grandes
hijos, y sólo se han quedado, precarias y, nacidas apenas,
ya marchitas, virtuales flores de periódico, en insatisfac-
toria tentativa de divulgación.
CESAR BRAÑAS.
io Por acuerdo gubernativo, en los días del centenario de la
muerte de Larrazábal se dio su nombre al principal establecimiento
público de enseñanza en Antigua, el Instituto Normal para Varones:
se ha pagado, pues, este tributo de justicia.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 389
Canónigo Penitenciario Doctor Antonio Larrazábal.
(Conocido retrato que grabó el artista José Casildo España).
390 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
MONARQUÍA IMANÓLA,
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Portada del folleto hallado por el historiador Sofonías Salvatie-rra en España, con las anotaciones de la acusación de don Joséde Bustamante, y publicado por el Licenciado J. Antonio Villa-
corta C, en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 391
r
.
: ~. :•
Don José María Peinado
Autor principal de las Instruc-ciones que llevó a Cádiz el
Canónigo Larrazábal como di-
putado por Guatemala.
Nüm. 1.°
DIARIO DE LAS CORTES.
SESIÓN DEL DÍA 18 DE ENERO DE 1811
Comenzó la sesión por la lectura de dos partes del general Ba-llesteros , comunicados por la Regencia , en que refiere al-
gunas acciones gloriosas de su división en los dias 2 y 4
del corriente.
Se dio cuenta de haber prestado el juramento á las Cor-
tes los gobernadores de la diócesi, y la curia eclesiástica
de Sigiienza , la junta superior de Cuenca, los comandan-tes de Mallorca con el ayuntamiento
, y el de la plaza de
Alburquérque con su guarnición.
Leídos otros varios memoriales y oficios de poca enti-
dad , díxo
El Sr. Pérez de Castro : "Pido á V. M. que se vuelva
á leer la proposición presentada por mis dignos compañerosde América , y que se pregunte si está discutida
, y que se
vote."
Se leyó la proposición ( véase U sesión del día 9)El Sr. Llano : "Señor , después de todo lo que se ha di-
cho ya , me parece que no queda nada que añadir , y queestá todo bien sutilizado. Sin embargo , como diputado quesoy de Goatemala no puedo menos de anunciar mi opinión^
pues de no hacerlo seria gravar mi conciencia. Señor , todos
convienen en que se deba declarar la igualdad de la represen-
tación;pero algunos señores quieren que sea. para las Cortes
futuras , y los americanos queremos que sea de hecho paralas presentes. Se ha dicho por algunos señores diputados queesto podría traer iguales reclamaciones por parte de las provin-
cias de la España europea ; mas yo no veo en esto una razón.
Supongamos que solo se hubiese nombrado un diputado por
Una página del Diario de las Cortes en que se ve el principio
de una larga peroración del diputado suplente por Guatemala,
señor De Llano, cuando no había llegado aún a Cádiz el pro-
pietario, señor Larrazábal, tratando del candente problema de
la representación de los territorios americanos, en igualdad con
España, asunto que consumió numerosas sesiones y cuya dis-
cusión alentó grandemente las primeras tendencias hacia la
emancipación.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL
[25]en defecto de estas, ó pasando á segundas nupcias,
Jas bijas ó hijos hasta la edad de diezr y ocho años,
ó las madres viudas ó padres pobres de los mismosindividuos en falta de sus viudas é hijos.
vji. Serán atendidos con loS Tetiros de inválidos,
señalados á los militares, los patriotas que,por ha-
ber quedado inútiles y estropeados de resultas deheridas recibidas en función de guerra, no puedancontinuar trabajando en sus respectivos oficios, siem-
pre que no tengan bienes con que subsistir y man-tener á sus familias , debiendo considerarse para el
goce como oficiales los que sirvan en la clase de ta-
les en las partidas, y como sargentos y cabos los
que en ellas exerzan estas funciones , justificándolo
en debida forma.
Lo tendrá entendido el Consejo de Regencia , ydispondrá lo necesario á su cumplimiento , hacie'n-
dolo imprimir, publicar y circular. — Dado en Cá-
diz á 28 de Octubre de 181 1.—Antonio Larrazabalf
Presidente.— Juan de Baile , Diputado Secretario. —Josef Antonia Sombiela , Diputado Secretario.— AlConsejo de Regencia.— Reg. fol 163^ sig.
Entre las publicaciones de las Cortes de Cádiz figura una Colec-
ción de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes
Generales y Extraordinarias. Al volumen segundo —desde 24
de mayo de 1811 hasta 24 de mayo de 1812— pertenece este
final del decreto CVI sobre pensiones a viudas y familiares de
los que perecen en defensa de la patria: el guatemalteco: Anto-
nio Larrazábal lo firma como presidente.
394 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
CONSTITUCIÓN POLÍTICA
DE L4
MONARQUÍA española
PROMULGADA EN CÁDIZ
A 19 DE MARZO DE 1813.
CÁDIZ : IMPRENTA REAL
&] o
JU> rem&u> elJ1* J*arra¿ual>i
Portada de la Constitución de 1812, con nota autógrafa delremitente del ejemplar: el diputado por Guatemala don
Antonio Larrazábal.
DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 395
Anverso y reverso de la medalla con que Guatemala conmemoróla promulgación de la Constitución emitida por las Cortes de Cádiz,
al jurarla solemnemente el 24 de septiembre de 1812.
\JlfyTO?ia> mlazZaK
•fá*£^0?fóZ^a*¡& <¿4Hrtn¿J ^aztc^iakal.
Firmas del procer en diversas épocas.
396 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
PUNO TGPÍJÍffiAre© BE LA ClUEtAQ BE GUATEMALA,
Este plano fue levantado en 1844: una imagen del escenario en que actuó el
Doctor Antonio Larrazábal, vicario, provisor y gobernador del Arzobispado deGuatemala.
Hecha la traza desde la fundación de la nueva capital (1776), comprendíafuera de la parte irregular habitada durante el traslado, un cuadrilátero tendidode norte a sur —dividido en doce avenidas— y de oriente a poniente —diez y ochocalles y algunos callejones— . Hasta más allá del segundo tercio del siglo pasadoen esa área había grandes espacios no edificados, principalmente de la Concordiaal Calvario.
En el plano se señalaban los edificios principales de esa época: 1.—Plaza Mayor;2.—Catedral; 3.—Portal del Palacio del Gobierno, de la Corte Suprema de Justicia;4.—Id. del Comercio; 5.—Id. de la Municipalidad y Teatro Provisional; 6.—Monaste-rio de la Concepción; 7.—Plaza y Parroquia de San Sebastián; 8.—Monasterio deSanta Teresa; 9.—Convento de La Merced; 10.—Beaterío de Santa Rosa; 11.—Bea-terío de Indias; 12.—Convento de Santo Domingo; 13.—Monasterio de Capuchinas;14.—Convento y Hospital de Belén; 15.—Universidad y Colegio Tridentino; 16.—Igle-
sia del Carmen; 17.—Beatas de Belén; 18.—Convento de San Francisco; 19.—Mo-nasterio de Santa Clara; 20.—Convento de San Agustín; 21.—Congregación de SanFelipe Neri; 22.—Monasterio de Santa Catarina; 23.—Convento de Recoletos; 24.
—
Plaza e Iglesia de Guadalupe; 25.—Colegio de Educandas, arruinado; 26.—Hospitalde San Juan de Dios; 27.—Iglesia en el Cerro del Carmen; 28.—Iglesia del SeñorSan José; 29.—Parroquia de Candelaria; 30.—Plaza y Ermita antigua, arruinada;31.—Otro Colegio de Educandas, arruinado; 32.—Iglesia del Calvario; 33.—Poblaciónde San Gaspar, arruinada; 34.—Laguna de San Francisco; 36.—Pueblo de Jocote-nango; 46.—Guarda de la Barranquilla.
Por medio de letras se señalaba: a) acequia del agua de Pinula; b) acequia del
agua de Mixco; c) fuentes y tanques públicos; d) estanque antiguo reformado porla municipalidad; e) estanques nuevos hechos por la municipalidad; f) plaza detoros; g) rastro o matadero de ganado. Otros signos indicaban caminos, zanjas yagua corriente.
DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL 397
Octava Avenida Sur: casa donde vivió y murió el Doctor An-
tonio Larrazábal y donde en la actualidad funciona el Banco
de Guatemala. Modesta lápida de mármol recuerda allí la
memoria de su primer ilustre ocupante . .
.
(Fotografía tomada a principios de este siglo).
398 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS
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j|pa$o iAP.í; vi-.
18 53,:
Lápida y escudo de armas que señalan la sepultura del Doctor
Antonio Larrazábal en las bóvedas de la Catedral Metropoli-
tana, debajo de la Capilla de Nuestra Señora del Socorrov
DOCTOR ANTONIO LARRAZABAI, 399
v;- -
Canónigo Penitenciario Doctor Antonio Larrazábal.
(Óleo que se encuentra en la sala del Cabildo Eclesiástico).
.
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