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TEXTO 1 : Teeteto, PLATÓN El texto a comentar pertenece a la primera parte de Teeteto. Este diálogo comienza con una conversación llevada a cabo entre Terpsión y Euclides de Megara debido al grave estado de salud de Teeteto, al que habían retirado desde el campamento de batalla de Corinto hasta Atenas tanto por las heridas sufridas como por haber contraído una infección (disentería). Rememorando la vida de Teeteto, estos dos personajes recuerdan aquella conversación memorable que Sócrates (ya muerto) y Teeteto (ahora moribundo) habían tenido, ya hacía tiempo, en Atenas y de la que Euclides posee una copia escrita. Del mismo modo que sobre la Teoría de las Ideas, Platón no escribió ningún diálogo específico en donde se exponga de modo sistemático su teoría del conocimiento. Existen, sin embargo, dos diálogos principales en donde Platón hace mayor hincapié en el tema del conocer, a saber, el Teeteto y la República. En el Teeteto, Sócrates interroga a éste acerca de la naturaleza del conocimiento o ciencia. La respuesta de Teeteto le lleva a confundir la naturaleza de la ciencia con el objeto de la misma 1 . Sócrates pregunta nuevamente sobre la naturaleza del conocimiento o ciencia, a lo que Teeteto responde que «Yo, de hecho, creo que el que sabe algo percibe esto que sabe. En este momento no me parece que el saber sea otra cosa que percepción» 2 . A tenor de esta respuesta, Sócrates realiza un análisis crítico, con los siguientes puntos a destacar: 1) la definición de lo que se entiende por percepción o sensación (152a); 2) consecuencias derivadas, ¿qué sucede con el conocimiento que es fruto de las alucinaciones o la locura? (158ª); 3) si conocer es percibir, ¿qué ocurre con quien haya conocido pero que ahora no percibe lo que ve?, ¿conoce o no? (162b); 4) Los sensibles comunes nos muestran que conocer y percibir no son lo mismo (184c-d). La conclusión final es que el conocimiento o ciencia debería pasar por la investigación del ser (186a). 1 PLATÓN; Teeteto, 146b 2 Ibíd.; 151e

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TEXTO 1 : Teeteto, PLATÓN

El texto a comentar pertenece a la primera parte de Teeteto. Este diálogo comienza con una conversación llevada a cabo entre Terpsión y Euclides de Megara debido al grave estado de salud de Teeteto, al que habían retirado desde el campamento de batalla de Corinto hasta Atenas tanto por las heridas sufridas como por haber contraído una infección (disentería). Rememorando la vida de Teeteto, estos dos personajes recuerdan aquella conversación memorable que Sócrates (ya muerto) y Teeteto (ahora moribundo) habían tenido, ya hacía tiempo, en Atenas y de la que Euclides posee una copia escrita.

Del mismo modo que sobre la Teoría de las Ideas, Platón no escribió ningún diálogo específico en donde se exponga de modo sistemático su teoría del conocimiento. Existen, sin embargo, dos diálogos principales en donde Platón hace mayor hincapié en el tema del conocer, a saber, el Teeteto y la República.

En el Teeteto, Sócrates interroga a éste acerca de la naturaleza del conocimiento o ciencia. La respuesta de Teeteto le lleva a confundir la naturaleza de la ciencia con el objeto de la misma1. Sócrates pregunta nuevamente sobre la naturaleza del conocimiento o ciencia, a lo que Teeteto responde que «Yo, de hecho, creo que el que sabe algo percibe esto que sabe. En este momento no me parece que el saber sea otra cosa que percepción»2. A tenor de esta respuesta, Sócrates realiza un análisis crítico, con los siguientes puntos a destacar: 1) la definición de lo que se entiende por percepción o sensación (152a); 2) consecuencias derivadas, ¿qué sucede con el conocimiento que es fruto de las alucinaciones o la locura? (158ª); 3) si conocer es percibir, ¿qué ocurre con quien haya conocido pero que ahora no percibe lo que ve?, ¿conoce o no? (162b); 4) Los sensibles comunes nos muestran que conocer y percibir no son lo mismo (184c-d). La conclusión final es que el conocimiento o ciencia debería pasar por la investigación del ser (186a).

Como puede observarse en este esbozo general, existe una interrogación acerca de la naturaleza del conocimiento, hay una discusión acerca del significado del conocimiento. Recordemos que Teeteto afirma que el conocimiento es igual a la percepción. Protágoras profesa cierto tipo de relativismo que queda recogido en su famosa frase «el hombre es medida de todas las cosas, tanto del ser de las que son, como del no ser de las que no son»3, esto nos lleva a pensar que cada hombre tiene su propia verdad y esta afirmación suscita lo siguiente, a saber, ¿cómo puede llamarse a Protágoras maestro cuando él mismo afirma que cada persona es fuente de su propio conocimiento?

1 PLATÓN; Teeteto, 146b2 Ibíd.; 151e3 Ibíd.; 152a

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Sócrates trae a colación la relación entre la apariencia y la percepción con respecto a las sensaciones ya que « ¿no es verdad que, cuando sopla el mismo viento, para uno de nosotros es frío y para otro no?»4. Sócrates afirma que la apariencia y la percepción son lo mismo en lo relativo a todas las sensaciones experimentadas a través de los sentidos ya que cada individuo las experimenta de manera individual.

Teeteto admite la imposibilidad de percibir mediante una facultad determinada lo que se percibe por otra facultad (por ejemplo, lo percibido por la vista y por el oído). Es cierto que en un saber cotidiano nos enfrentamos a diario con percepciones, las cuales identificamos gracias a los sentidos pero, « ¿por medio de qué órgano opera la facultad que te da a conocer lo que tienen en común todas las cosas y éstas en particular, como el “es” y el “no es” con el que te refieres a ellas?». Aquí es cuando se cae en la cuenta de que el conocimiento no tiene como medio únicamente a los sentidos, puesto que debería haber alguno que aprehendiera la unidad y pluralidad, semejanza y desemejanza, identidad y diferencia y al ser y al no ser.

En el Teeteto se puede observar cómo la ciencia no se debe tomar como la verdad absoluta sino que, por el contrario, se debe tener en cuenta que se trata de un proceso de búsqueda, de un proceso en movimiento en búsqueda del saber ya que:

«Ciertamente, todo lo que decimos que es, está en proceso de llegar a ser, a consecuencia de la traslación, del movimiento y de la mezcla de unas cosas con otras, por lo cual no las denominamos correctamente. Efectivamente, nada es jamás, sino que está siempre en proceso de llegar a ser»5

La duda debe ser la base de la ciencia, siendo el primer paso a seguir la toma de conciencia de que lo que se creía saber no es más que mera opinión y, debido a ello, se dice que el conocimiento es relativo, falible, circunscrito y conjeturable. Popper también lo indica al señalar que «la ciencia no es la posesión de la verdad sino su búsqueda».

El conocimiento no se debe transmitir como tal, sino que se ha de

incentivar y enseñar a los discípulos el camino para su búsqueda. Para la consecución de ese objetivo, Platón propone la mayéutica como método de aprendizaje ya que éste permite recoger el fruto, examinarlo, considerarlo y criticarlo. La mayéutica de Sócrates viene dada por los siguientes puntos:

1) Estimula al alumno a que ofrezca el punto de su reflexión2) Lo ayuda con preguntas3) Recoge el fruto4) Lo examina5) Considera si ese fruto es viable6) Lo somete a crítica7) Provoca, si es preciso, nuevos esfuerzos con más preguntas.Uno de los puntos desarrollados en el Teeteto, es el asombro como base

para la búsqueda de conocimiento, siendo incluso más importante que los

4 Ibíd.; 152b5 Ibíd.; 152e

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sentidos a la hora de delimitar el papel que juegan en dicha búsqueda. En la medida en que tengamos la capacidad de interesarnos en lo que se quiere saber, se buscará más información y, por consiguiente, se adquirirá mayor cúmulo de conocimientos. Esto es conocido por Descartes como la “moral provisional” desde la cual se toman decisiones mientras se construye y consolida el “palacio del saber”.

Hasta Platón la doctrina gnoseológica o epistemológica dominante era a de Parménides en la que había una dicotomía excluyente entre la ciencia o episteme sobre el ser y la ignorancia absoluta o doxa sobre el no ser.

Platón rompe este rígido dualismo de Parménides e introduce una innovación revolucionaria porque da a la doxa, correcta o verdadera, cierta validez como conocimiento.

La ignorancia se corresponde con lo que no es, con el no-ser, con la nada. La opinión se corresponde con la apariencia, con lo sensible; es un término medio entre la doxa y la episteme. El conocimiento científico se corresponde con lo que es, con lo que existe, con la realidad, con el ser.

Para Platón hay dos fuentes de conocimiento:

CONOCIMIENTO SENSIBLE: cuya fuente son los sentidos. Corresponde a la realidad cambiante, a las cosas particulares sometidas al devenir.

CONOCIMIENTO RACIONAL: cuya fuente es la razón. Se corresponde al mundo de las Ideas o inteligible, a la realidad permanente y universal.

DOXA Y EPISTEME

La doxa u opinión tiene cierto valor cognoscitivo, pero es un tipo de conocimiento inestable. Se caracteriza por ser un conjunto de razonamientos sueltos que proporcionan un conocimiento casual y fugaz. Es importante, no obstante, señalar dos características de la opinión:

1. Es verdadera cuando permite tener conocimiento de algo, aunque sea de forma pasajera.

2. Es perfectible, desde la opinión y por medio de un procedimiento racional de organización de los momentos aislados del conocer, se puede alcanzar la ciencia. Para que ocurra esto es necesario que los razonamientos sueltos adquieran una relación interna que los reúna y organice.

La episteme es una cadena ligada de raciocinios que proporcionan un conocimiento casual. Es importante decir que a cada clase de conocimiento corresponde un tipo de realidad o ser. Así, al conocimiento científico o ciencia

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le corresponde la realidad o el ser ideal: las Ideas; y al conocimiento por doxa le corresponde la realidad o el ser material.

En Platón hay una clara conexión entre su teoría del conocimiento y su metafísica o teoría del ser o de la realidad.

LA EIKASÍA Y LA PISTIS

La doxa se divide en dos grados:

1. La mera imaginación, conjetura o eikasía.2. La creencia o pistis.

Eikasía y pistis se corresponden con dos grados de lo sensible:

1. L EIKASÍA se refiere a las SOMBRAS y a las imágenes sensibles de las cosas; esas imágenes son sombras y fugaces apariciones.

2. La PISTIS se refiere a las COSAS y a los objetos sensibles en sí mismos, o a los vivientes; los vivientes son el mundo empírico que abarca animales, plantas y las cosas hechas por el hombre. Arrojan un tipo de conocimiento acrítico o de sentido común y que equivale a una creencia sobre la existencia misma de ese mundo.

LA DIÁNOIA Y LA NOÉSIS

De las Ideas pueden derivarse dos tipos de conocimiento científico:

1. El conocimiento discursivo, mediato, correspondiente a la reflexión o diánoia.

2. El conocimiento intuitivo, inmediato, identificado con la noésis.

Diánoia y noésis se corresponden con dos grados de lo inteligible o a dos grados del modo de captar lo inteligible:

1. La diánoia está relacionada con los elementos visuales y con hipótesis.

2. La noésis es una captación pura de las Ideas u del principio supremo y absoluto del dependen todas: LA IDEA DE BIEN.

LA DIÁNOIA: Podemos usar las Ideas para relacionarlas con los objetos sensibles. Cuando las Ideas funcionan como medio para conocer a través de ellas lo sensible o algunas propiedades comunes a los cuerpos materiales se usa un tipo de ciencia que es la diánoia. Los matemáticos se elevan hasta la diánoia. Los filósofos llegan a la noésis.

LA NOÉSIS: El conocimiento puede ser aplicado a las Ideas directamente, bien sea que las aprehenda separadamente o, bien sea que apoyándose en ellas, a modo de hipótesis, se llegue a captar una Idea superior que se muestre como principio absoluto. En este caso estamos ante la más alta de las ciencias: LA DIALÉCTICA, que es la filosofía superior porque versa

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sobre principios que son fundamentales de todo lo demás (si bien uno de ellos (la Idea de Bien) es absoluto o sin fundamento).

Teeteto desecha que el conocimiento sea igual a percepción-sensación-apariencia y, por ello, ensaya otra definición que delimitaría la segunda parte de este diálogo:

«SÓC.- Pero nosotros no comenzamos a dialogar para descubrir lo que no es el saber, sino para descubrir lo que es. Sin embargo, hemos adelantado lo suficiente como para no buscarlo de ninguna manera en la percepción, sino en aquella otra actividad que desarrolla el alma cuando se ocupa en sí misma y por sí misma de lo que es.

TEET.- Yo creo, Sócrates, que a esta actividad del alma se le llama opinar. […] No se puede decir que lo que sea toda opinión, Sócrates, porque hay también opiniones falsas. Ahora bien, puede ser que la opinión verdadera sea saber »6

La primera duda que plantea la definición de Teeteto es que la ciencia es esa disciplina que formula juicios verdaderos, entonces estamos aceptando

6 Ibíd.; 187a-b

CONOCIMIENTO

EPISTEME

NOÉSIS DIÁNOIA

DOXA

PISTIS EIKASÍA

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también la existencia de juicios falsos pero, ¿cuál es la naturaleza de esos juicios falsos? Aquí se delimita otra línea de investigación.

Los juicios falsos no pueden tener su base en el saber o en el no saber aunque parecen basarse, sin embargo, en la confusión existente entre el ser y el no-ser, es decir, en la confusión que se produce al tomar lo que “es” por lo que “no-es” o viceversa:

«Y sin embargo, el que conoce algo no puede confundirlo con lo que no conoce, ni lo que no conoce con lo que conoce. […] ¿Cómo podrá uno, entonces, tener opiniones falsas? […] ¿Será, acaso, que no hay que examinar de esta manera lo que estamos investigando y que, en lugar de proceder desde el punto de vista del saber y no saber, hay que hacerlo desde el punto de vista del ser y el no ser?»7

Si tomamos el acto de opinar como algo interno, entonces a través del razonamiento se debe llegar a “ver” si dos cosas son iguales o diferentes. Ahora bien, el que toma una por otra entonces opinará que no se diferencian en nada pero, ¿es posible, después de pensar-saber lo que dos cosas “son”, confundir la una con la otra si no son iguales? Parece que si se sabe lo que las cosas son, no hay lugar para confusiones entre lo que es y lo que no-es,

«Decimos que una opinión falsa es una opinión errónea que se produce cuando alguien confunde en su pensamiento dos cosas, ambas existentes, y dice que la una es la otra»8.

Sócrates lleva a cabo otra tentativa de explicación la naturaleza de las opiniones erróneas centrándose en el hecho de que, lo mismo, podrían estar relacionados con la memoria o recuerdo. Si esto fuese así, ello se debería a lo siguiente:

a) La opinión errónea se podría producir por no tener delante la percepción o sensación pero sí el recuerdo. El análisis de esta hipótesis revela que no es correcta y que no puede ser la causa de estos juicios.

b) Otra hipótesis también falsa sería basar esa opinión errónea en tener conocimiento de una realidad y desconocimiento de otra y no poseer percepción alguna de las dos.

c) El juicio falso sería debido a que no tenemos conocimiento ni sensación de ninguna de las dos realidades descritas anteriormente. El análisis revela que tampoco esta hipótesis puede ser causa de la opinión errónea.

d) El juicio falso podría consistir en confundir percepción con la imagen nemotécnica. El análisis de esta hipótesis nos lleva a la perplejidad socrática.

Rechazada la hipótesis de que se puede definir el conocimiento como juicio verdadero, Teeteto ensaya otra nueva definición, entrando así en la tercera parte del diálogo, afirmando que el conocimiento es un juicio verdadero

7 Ibíd.; 188c-d8 Ibíd.; 189c

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acompañado de una razón o explicación: «al menos, opinar verdaderamente es algo que está libre de error, y lo que se produce en concordancia con esto es siempre9 bello y bueno».

Es aceptado por la filosofía griega que la explicación o razón añadida debe referirse siempre al todo y no a ciertos elementos particulares si se quiere opinar verdaderamente. Esto lleva a Sócrates a plantear otra cuestión en relación con el problema del todo y sus elementos, ¿podrían ser estos elementos algo cognoscible?, ¿no podría consistir el conocimiento en un saber acerca de tales elementos? La respuesta de Sócrates vuelve a ser negativa ya que «[…] si el compuesto no es lo mismo que los elementos, es necesario que aquél no posea los elementos como parte de sí mismo. Ahora bien, si es lo mismo que éstos, tendrá que ser tan cognoscible como ellos»10.

Al final de Teeteto, Sócrates realiza otro análisis acerca del significado de dar una razón o explicación acerca de una opinión afirmando que podría ser sinónimo de indicar las notas características de algo. Esta definición será rechazada nuevamente ya que si a una opinión correcta de algo le añadimos una razón, caemos en un absurdo: «La mayor parte de las personas dirían que consiste en la posibilidad de decir una característica por la que se diferencia el objeto en cuestión de todos los demás»11.

Sócrates parece decir que no podemos aspirar a tener conocimiento si intentamos analizar la realidad a partir del estudio de sus elementos; pero tampoco si consideramos a tal realidad como un todo donde, a su vez, existan partes. No es de extrañar que su filosofía desemboque en la defensa de una ciencia que tenga por objeto una realidad inteligible o totalidad de lo real, sin partes, una y múltiple formalmente.

Sócrates vuelve otra vez a analizar los elementos, aquello que distingue una cosa de las demás, pero esta vez considerándolo como algo cognoscible, por lo tanto, ¿no será conocimiento verdadero aquel que establece juicios dando razón de los mismos a partir del análisis de los elementos cognoscibles? Su conclusión vuelve a ser negativa ya que, de esa manera, sería posible tener conocimiento científico simplemente basándome en la enumeración de elementos. Por ejemplo, si alguien se aprendiese de memoria las diferentes reglas que entran en una argumentación lógica sin detenerse a comprender la necesidad de las premisas y la consecuencia lógica, es evidente que sería capaz de enumerar las diferentes fases de la argumentación, pero de ello no implicaría que sabe lógica.

Si sostenemos que en la recta opinión de, por ejemplo Teeteto, ya estuviesen contenidas las características distintivas, sería absurdo afirmar que para tener conocimiento de él debería añadir la razón de las diferencias:

9 Ibíd.; 200e10 Ibíd.; 205a11 Ibíd.; 208c

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«[…] Sería más justo decir que son indicaciones a ciegas, porque el hecho de mandarnos añadir algo que ya poseemos para poder aprender una cosa de la que tenemos opinión es lo que más se parece a andar en tinieblas. […] si añadir una explicación supone que tenemos que conocer la diferencia, sin incluirla en nuestra opinión, buena cosa sería ésta que pasa por ser la mejor de las explicaciones que hemos dado del saber. Pues conocer de alguna manera es alcanzar el saber»12.

En Teeteto se distinguen dos formas de conocimiento, a saber, el conocimiento de objetos (gnosis) y el saber de carácter proposicional o episteme. Si aplicáramos esta distinción a las Formas como entidades simples, tendríamos de ellas gnosis pero no episteme, que se daría sólo en el caso de existir conocimiento de los principios en virtud de los cuales se constituye un complejo. La episteme, cuya definición busca en el diálogo, no consistiría, por consiguiente, en un conocimiento por familiarización o aprehensión directa.

«Si investigamos qué es el saber, es completamente estúpido decir que es la recta opinión acompañada del saber, ya sea de la diferencia o de cualquier otra cosa. Por tanto, Teeteto, resulta que el saber no sería ni percepción, ni opinión verdadera, ni explicación acompañada de opinión verdadera»13.

La genuina conclusión del diálogo, por lo tanto, es que el conocimiento verdadero de los objetos sensibles está fuera de nuestro alcance. El verdadero conocimiento ha de versar sobre lo universal y permanente. Esto nos lleva a la concepción positiva que Platón tenía de la ciencia y que desarrolla en otro diálogo, a saber, República.

12 Ibíd.; 209e13 Ibíd.; 210a-b