c.- el estanque de las horas muertas · 1 c.- el estanque de las horas muertas (serie relativista)...

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1 C.- EL ESTANQUE DE LAS HORAS MUERTAS (Serie relativista) INVOCACIÓN A LALÍN, LA BIEN HABLADA ¿Hola, Lalín, estás ahí, por fin, junto a Lecheimiel a quien tantas veces, cuando estabas aquí, junto a mí, conmigo le invocaste ? – Aquí estoy, José, ¡por fin ! Te escucho perfectamente. Lecheimiel no es como tú te figuras, sino muchísimo mejor. ¡Tendrías que ver su sonrisa maravillosa, cómo me está sonriendo a mí y guiñándome maliciosamente los ojos ! ¡Es graciosísimo ! ¡Ya era hora de que te pusieras al habla conmigo ! Me tenías olvidada completamente. ¿A que sí ? Tú sólo te acuerdas cuando te interesa. Y a los pobres, ¡que les parta un rayo ! Todos los curas sois iguales... Mucho bla, bla, bla, y a la hora de la verdad... – Pero Lalín, ¿por qué te pones así conmigo ya tan de mañana y sin motivo alguno ? ¿Sabes qué hora es aquí en esta Tierra Física donde madrugamos, incluso aunque no hayamos dormido bien ? – ¡Y yo qué sé de vuestras horas ! Me he olvidado de esa Tierra que apenas fue mía, bueno, que sólo usé de pasada... Bueno, Lalín, y aparte de tu mal humor habitual, tú qué tal estás ? – Perdona, padre, que me ponga así... No es nada contra ti, y tú lo sabes perfectamente. Al contrario. Pero es que cuando me acuerdo de los curas, me pongo frenética. Bueno, ¿cómo estáis todos por ahí ? ¿Cómo está el Prior ? ¿Se llama mmm , verdad ? Ya casi no me acuerdo. Poco a poco parece que me van viniendo los recuerdos. Y tú, ¿qué querías a estas horas ? – Pero ¿no decías que a ti no te importan un carajo nuestras horas ? – ¡Oye, no sabía que dijeras esas palabrotas ! Pues dime qué querías, antes de que se me acabe la audiencia, porque aquí no te creas que nos dedicamos a hablar todo el día... Tenemos los minutos contados para hablar con vosotros, los de ahí abajo... Eso de “las horas muertas” no lo habrás dicho por mí, ¿verdad ? Pues has de saber que aquí no hay ningún muerto que valga. Aquí todos estamos vivos y coleando. ¡Perdona, hijo, que sea tan mal hablada... ! – Pero..., si yo te había llamado precisamente por ser la “Bien- Hablada”... ¿No significa eso tu nombre, “Eulalia” ? Bueno, cariño, ya parece que me voy tranquilizando un poquito. Es que esto de hablar con la Tierra, a larga distancia, es muy nuevo para mí... ¿Sabes ? Si no fuera porque me ha venido a buscar Lecheimiel en persona... ¡qué guapo es ! Estaba yo bien entretenida en la escuela de idiomas...

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C.- EL ESTANQUE DE LAS HORAS MUERTAS

(Serie relativista)

INVOCACIÓN A LALÍN, LA BIEN HABLADA ¿Hola, Lalín, estás ahí, por fin, junto a Lecheimiel a quien tantas

veces, cuando estabas aquí, junto a mí, conmigo le invocaste ? – Aquí estoy, José, ¡por fin ! Te escucho perfectamente. Lecheimiel no es como tú te figuras, sino

muchísimo mejor. ¡Tendrías que ver su sonrisa maravillosa, cómo me está sonriendo a mí y guiñándome maliciosamente los ojos !

¡Es graciosísimo ! ¡Ya era hora de que te pusieras al habla conmigo ! Me tenías

olvidada completamente. ¿A que sí ? Tú sólo te acuerdas cuando te interesa. Y a los pobres, ¡que les parta un rayo ! Todos los curas sois iguales... Mucho bla, bla, bla, y a la hora de la verdad...

– Pero Lalín, ¿por qué te pones así conmigo ya tan de mañana y sin motivo alguno ? ¿Sabes qué hora es aquí en esta Tierra Física donde madrugamos, incluso aunque no hayamos dormido bien ?

– ¡Y yo qué sé de vuestras horas ! Me he olvidado de esa Tierra que apenas fue mía, bueno, que sólo usé de pasada...

– Bueno, Lalín, y aparte de tu mal humor habitual, tú qué tal estás ? – Perdona, padre, que me ponga así... No es nada contra ti, y tú lo

sabes perfectamente. Al contrario. Pero es que cuando me acuerdo de los curas, me pongo frenética. Bueno, ¿cómo estáis todos por ahí ? ¿Cómo está el Prior ? ¿Se llama mmm , verdad ? Ya casi no me acuerdo. Poco a poco parece que me van viniendo los recuerdos.

Y tú, ¿qué querías a estas horas ? – Pero ¿no decías que a ti no te importan un carajo nuestras horas ? – ¡Oye, no sabía que dijeras esas palabrotas ! Pues dime qué querías,

antes de que se me acabe la audiencia, porque aquí no te creas que nos dedicamos a hablar todo el día... Tenemos los minutos contados para hablar con vosotros, los de ahí abajo... Eso de “las horas muertas” no lo habrás dicho por mí, ¿verdad ? Pues has de saber que aquí no hay ningún muerto que valga. Aquí todos estamos vivos y coleando. ¡Perdona, hijo, que sea tan mal hablada... !

– Pero..., si yo te había llamado precisamente por ser la “Bien-Hablada”... ¿No significa eso tu nombre, “Eulalia” ?

Bueno, cariño, ya parece que me voy tranquilizando un poquito. Es que esto de hablar con la Tierra, a larga distancia, es muy nuevo para mí... ¿Sabes ? Si no fuera porque me ha venido a buscar Lecheimiel en persona... ¡qué guapo es ! Estaba yo bien entretenida en la escuela de idiomas...

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Cuando me reencarne, –sabes–, quiero bajar a la Tierra con varios idiomas aprendidos..., si no...

– Si no, ¿qué ? – Pues que bajas como una inútil y luego nadie te hace caso..., y te

toca otra vez hacer de fregona de los frailes... ¡Y ellos, hala, a tocarse la barriga ! ¡Ya les haría yo pasar por el aro ! Oye, majo, que una cosa es predicar y otra bien diferente, pero que bien diferente, es dejarse las carnes por ahí, colgando, como si fueras yo qué sé qué... Y encima, si eres mujer, no te hacen ni caso.

– Pues no te tratamos tan mal. A ti, todos te querían. ¡Y no digamos las monjas ! Todas te echan de menos...

– Claro, para que vaya a fregar los platos en la cocina, y a limpiar cristales como una loca. Pues diles que eso se acabó. La próxima vez, si acaso, me haré de priora para arriba. Las de arriba sí que están bien. Sobre todo los frailes. De esos mejor ni hablemos...

– Pues tienes, tal vez, la opción de hacerte fraile... – ¡Ni soñando, majo ! Eso te lo dejo para ti, que tienes madera de

santo. Lo mío es ser mujer muchísimo tiempo... Oye, ¿cómo están mis amigas ?

– ¿Quienes, las monjas o las otras ? – Pues todas. ¿Quién te has creído que soy ? ¿Una segregacionista ?

Yo amo a todas por igual... – Es verdad. Ya te he dicho que aquí todas –y todos– te echamos

mucho de menos... – ¿Es verdad ? – ¡Pues claro que es verdad ! Si no, no te lo diría... Ya sabes que

nunca te mentí. – ¡Eso sí que es verdad ! Eras hasta demasiado bueno conmigo que a

veces te trataba tan mal. Pero no es porque no reconociera tus valores y tu paciencia conmigo. Era simplemente que a veces me pillabas en un mal momento... con una bajada o con una subida de azúcar... ¡Tú no sabes lo que es eso !

– Bueno. Eso sí que se acabó. Me refiero a tu diabetes. ¿Lo has oído, hermana ? Te he llamado para que pusieras tu dulzura femenina, que la exhibes cuando quieres, en este prólogo... para que vinieras a demostrar a los oyentes, –pues parece que el que esto lea te estará escuchando–, que vuestra habitación en el Astral no está tan lejos ni tan separada de la nuestra. Si acaso, no más que lo están las habitaciones de una hospedería donde se oye a través de las pareces...

– ¡Es verdad ! Si hubieras conocido mi casa, la de mi madre, te hubiese encantado. Aquella casa sí que tenía paredes gruesas, casi como las del Desierto. Aunque tú te debías referir a los tabiquillos que separaban unas celdas de otras, claro. Allí sí que no podías respirar sin que se molestasen las demás. Si yo hubiera tenido unos cuantos millones, de los de antes, me hubiera comprado una casita frente al mar. Pero a pie

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de playa, y con un gran coche a la puerta, para desplazarme al médico cuando quisiera sin tener que depender de los demás.

– Ahora ya, ¿para qué quieres coche, ni casa, ni todas esas cosas ? ¿Todavía no te has acostumbrado a desplazarte a la velocidad del pensamiento ?

– No tanto, majo. ¿tú qué te has creído ? ¿Te crees que dices, aquí estoy yo. ¡Que me traigan el desayuno !, y vienen todos los ángeles a servirte ?

Y ahora, date prisa, hermano, que aunque estoy muy bien contigo, me dice Lecheimiel, –que es el que me ha traído de la mano hasta aquí, (¡Y qué mano tan suave y aterciopelada tiene ! ¡Si supieras !)...

– ¡Bien ! ¿Qué es lo que dice ? – ¡No dice nada ! ¡Te lo dice todo con los ojos, que los tiene de color

de miel, como el Richi, oye, ¿y cómo está el Richi ? Ya sabes que yo no puedo tocarlo porque me da alergia, pero tú me enseñaste a quererlo... ¿Y cómo están los del Bar ? Dales recuerdos míos. Diles que Silvia y yo nos cruzamos casi todos los días cuando vamos a la escuela de idiomas, aunque no vamos a la misma clase. Creo que ella está más adelantada que yo, pero no por nada, sino por haber tenido hijos. Eso le ha hecho adelantar muchísimo. La próxima vez yo voy a tener familia numerosa. A lo mejor me voy al Africa, pero no de monja, sino de seglar, a enseñar a esos pobres huérfanos que se mueren de Sida. Me estoy preparando para ser médico. Bueno..., ya te explicaré la próxima vez, que ahora tengo que irme, que ya es hora de la clase y no me la puedo perder. Adiós...

Hasta aquí la prologuista, Eulalia, la bien hablada, para los amigos

Lalín, la que tan pronto me llamaba “padre” como “hijo”, raramente “hermano”. Quizás su deseo reprimido de ser madre de familia numerosa explique algo de esto. La que nos dejó de repente y la encontraron sentada a la mesa, con la comida autoservida, más sola que una ermitaña, en su pueblo, en una de sus idas y venidas, cuando quería vender la casa como casa y a mí me consultó por teléfono unos días antes y yo le había dicho que no tuviera prisa por vender, que se hiciera de rogar..., lo que pasa es que no tenía compradores a su gusto ni que le ofrecieran otra cosa que un pisito de mala muerte a cambio de obra, y una estrecha plaza de garage, a entregar todo para cuando ella fuera ya demasiado vieja y ella estaba tan angustiada por esos problemas que se le creaban precisamente por tener casa aunque no tenía dónde caerse muerta... pues, así se ha quedado de repente callada, pero no os preocupéis, lectores, que de la mano de Lecheimiel, el de las ardillas, la volveremos a llamar cuando hablemos del encantado bosque y del lago donde él se miraba..., que tal vez sea mañana mismo.

Yo la había invocado para que pusiera un digno prólogo a nuestra obra, EL ESTANQUE DE LAS HORAS MUERTAS, precisamente para hacer una cierta referencia a ese lago maravilloso donde nuestro Angel Lecheimiel se miraba cuando no sabía que era el más bello narciso del mundo, y nos

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contara, –Lalín–, el día en que leíamos nuestros diálogos, –los de Lecheimiel y míos–, junto a un bosquecillo donde una ardilla se nos quedó mirando largo rato a los dos, y literalmente a dos pasos de nosotros, y entonces yo le instruí a Lalín del significado sentimental que las ardillas tenían para mí, pues fue de ellas, (degli scoiattoli, si es que se escribe así, que ya no me acuerdo), que venían a posarse a sus pies atraídas por la paz de su alma.

Por la quietud del que contemplaba la vida con la paz con que uno goza de sus horas muertas...

RELATIVIDAD Cuando el bosque salía, amor, a recrearse en tu hermosura, su aliento contenía… Y, en viendo tu figura, ¡el sol se demoraba en la espesura ! Renacía la flora que adoptaba el color de tu mirada. Y, oteando tu hora, la ardilla encaramada bajaba hasta tus pies alborozada. Junto al lago posabas y el lago te miraba enamorado. Incluso si rezabas a Dios, ensimismado, El era quien quedaba en ti prendado. Tus poemas hacían que naciesen las flores a mi vera, y, a su tiempo, traían olor de primavera al frío sequedal de mi ribera. Luego tu me escribías, contándome las cosas de tu lado, y al revés lo decías de como lo he contado ahora, que en tu tiempo me he aquietado.

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Jueves, 6 de Julio de 2006 MI PADRE TRABAJA PARA QUE VOSOTROS HOLGUÉIS Este es el mes de la holganza y de las horas muertas. Para otros, será el mes que viene. Para los pobres no hay vacaciones, porque tampoco hay trabajo. Los aprovechados hacen su agosto precisamente en agosto. El Sol hace horas extras, en estas latitudes, naturalmente, para que la

Tierra en sus dos vertientes, (que no son precisamente, como a primera vista pudiera pensarse, Norte y Sur, si bien hablamos desde nuestra mitad vacacional veraniega), sino Tierra Física, y Tierra de Esmeralda o astral, es decir, para que los vivos y los muertos aprendan por igual a holgarse en su generosidad sin límites.

Así que, para que yo siga escribiendo de parte de los muertos, alguien tiene que guardar la casa de “los vivos” que gustarían en secuestrar mis escritos.

Para guardar a los vivos de “los vivos”..., y para salvaguardarlos más aún del dolor de su ignorancia de que “PARA DIOS TODOS ESTÁN VIVOS”, está el Evangelio, sin más añadiduras filosóficas.

Para la tarea menor de que los que aún se creen vivos y seguros en este planeta que hace aguas, se lo sigan creyendo por un tiempo prudencial, todavía, para eso...

Sí, para eso están las alarmas y los porteros automáticos. ¡Y, naturalmente, los Bancos !

Oigo : “– Ha dicho usted para “eso”... ¿Para qué ?”... Para aguzar el ingenio de los cacos, y de los policías. ¡Alguien tiene que trabajar para que alguien pueda holgar ! En ambos casos, ¡ESE ALGUIEN, –el que trabaja y el que holga–, ES

SIEMPRE MI PADRE ! Los Seguros de Vida, los de Accidentes, los de Robos (también, sí, con

mayúscula que son aquéllos de los que vale la pena hablar), trabajan todo lo que pueden para no pagar. Es su trabajo.

Cuando volvamos de las vacaciones, alguien se quedará tiempo extra en vela para ajustar las cuentas y sanear los posibles desfalcos. Es su trabajo.

Cuando el Papa vuelva al Vaticano, después de haber animado a las familias a tener los hijos que vengan, los de la píldora pondrán su grito en el

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cielo. Seguro. Quizás no les falte razón para gritar que el Mundo se acaba por consumición e inflación excesivas. Gritarán porque tienen que gritar. Es eso a lo que les han enseñado, sin contar con la Providencia y otras zarandajas en que creen los que creen. Todos y cada uno de los bandos hará su trabajo bien hecho.

Y SE HOLGARÁN de haber alzado la voz un poco más que los demás, porque, al fin y al cabo a todos les asiste la razón, pero un poco más a los que más gritan. Desde luego.

¡Es su trabajo creerlo así ! Y con esta voz que grita en el Desierto, el Profeta ha cumplido su misión

ingrata de no acertar jamás. Al menos de no acertar a carta cabal. A pleno rendimiento. ¡Pobre Profeta ! ¡Es su trabajo !

Mientras tanto los dioses, aunque escondidos tras las bambalinas que

teje la ignorancia humana a su más dócil servicio, se refocilan y felicitan de que el Cristo Redivivo tarde todavía un poquito más en venir..., para “GANANCIA DE PESCADORES”.

Ellos no piensan en parámetros humanos. No les importa que sea Julio o Agosto. Tienen aire acondicionado y todas las demás comodidades que se traen desde sus planetas de origen. No les falta de nada. Si les faltase, no vendrían a disputarse el dominio de este “planeta lisiado”.

Y diréis : ¿”Lisiado”, por qué ? Pues precisamente por eso, porque ellos con sus naves antiguas, bien

camufladas en los pliegues del Tiempo y de la Prehistoria desconocida, por tanto de la Historia que no ha sucedido nunca, pero que, a pesar de todo ha dejado sus huellas por todo el planeta, lo lisiaron con o sin conocimiento de causa y de efecto. Torcieron su eje a posta, para que jamás la Humanidad se pusiera de acuerdo entre sí, entre sus mitades y cuartos de final de campeonato competitivo,

Para que mientras unos se helaran de frío, otros se achicharraran de calor, y así, nunca lloviera a gusto de todos.

Esta es nuestra casa de las techumbres podridas. Incluso los artesonados de oro y maderas preciosas de los Templos están

amenazadas de polilla y de ruina imprevista..., por cualquier terremoto, por cualquier incendio, por cualquier huracán, por cualquier erupción imprevista como la que acabó con Pompeya.

Porque la Tierra, haciendo lo que puede, hace bien su trabajo.

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Y mientras todos se afanan para trabajar lo menos posible, y cobrar lo

que otros sudaron bajo sus órdenes despóticas, bajo las condiciones de los que no sueltan jamás el mango de la sartén, en realidad están haciendo, cada cual, el trabajo que por la Vida les fue asignado...

Es siempre mi Padre el que trabaja por todos, para que ellos, los

pequeños y los que se creen grandes, y son verdaderamente diminutos en el espíritu, aprendieran a holgarse en su confianza.

En su Fe. No tengo ni la menor idea de lo que acabo de escribir. Alguien, o

alguiénes, desde el Mas Allá, que está aquí, dentro de mi propio corazón de profeta visitado y herido por el amor, ha hablado lo que quería decir. Amén.

FLORECILLAS Mirad a los lirios cuán quietos se están, sorbiendo la savia que la tierra da. Mirad a los pájaros, inquietos volar : poco más trabajan por ganarse el pan. La hormiga y la abeja luego contemplad : no pierden el tiempo, en continuo afán. Las bestias del campo, los peces del mar, todos a su modo han de trabajar. El sol y la luna, con trazado plan, nunca se detienen en su caminar … Sólo el hombre piensa, con negro pesar, que lo que es más suyo le haya de faltar. Y por lamentarse, encorvado va,

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sin mirar al cielo, que es su propio hogar. Y, aunque al cielo quiera, a veces, mirar, mira a las estrellas que lejos están. Sin saber siquiera que el cielo allí está donde está su centro, ¡su AMOR, nada más ! LA EXTRAÑA CONCIENCIA DEL AMOR La música callada, la soledad sonora, la nube que no llueve un tiempo sin relojes, o un reloj sin sus horas, son signos de un Dios que se enamora. Garganta que se ahoga, –poeta que no gime, o esposa sin alcoba–, el ave que no vuela, la luna que no gira, son un Dios que sin saberlo se enamora. El sueño sin sus sueños, el día sin trabajos, la vejez sin achaques, la muerte sin sollozos, son un Dios que sin querer aún se enamora. La fe que en nada cree la espera que no espera, el río que no fluye, o la tierra que tiembla, el mar que se desborda, la noche que se alarga, el día que se acorta, tormenta que amenaza o sol que no se asoma, siguen siendo un Dios que se enamora. La virgen desflorada, y el feto que no nace,

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la encinta y sus antojos, marido que maltrata, o niño que no juega o soldado que sangra, o madre que lo llora, y amor que no retorna, todavía son Dios que se enamora. Pues no es más el infierno que otro cielo a deshora : amor a contrapelo de un Dios que ignora serlo, mientras llega la hora de creerse todo un Dios que se enamora.

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7 DE JULIO SAN FERMÍN Para aprender el duro oficio de la holganza, o, mejor, para practicar

pacientemente su arte, el arte de no hacer nada de que hablan algunos místicos y poetas, puede ser de gran ayuda tenderse sobre la arena, bajo un tendido de sombra, bajo el sol.

Arenas, tendidos de sombra, tendidos de sol, y la mismísima fecha en que hoy nos encontramos con el pretexto de honrar a San Fermín, –el Obispo aquél del que no sé nada excepto de que ha sobrevivido al encierro del olvido, pero a costa de encerrar a otros inocentes...–, todo puede conducirnos a la meditación sobre el trato inhumano que damos a los pobres animalitos, toros u otros de diversas especies, poniendo en peligro de extinción si no la raza de los animales que malcriamos para nuestra diversión, sí a la nuestra propia : la raza de la humanidad insensible y bruta.

Quizás pueda ayudaros en vuestra meditación de “las horas muertas”, la lectura de un par de poemitas, del género semijocoso con miga, que me he encontrado en un viejo cuaderno que guardo en mi rincón :

Primero : (Un banderillero murió el 1 de Mayo de 1992 en la Real Maestranza, de Sevilla). RIESGO DE LA PROFECÍA Uno mira al tendido y espera, mientras cae la lluvia en goteo de gracia, que penetre a mi sitio en el alma un chorreo de luz, revestida en verdor primavera. Unos pájaros rompen la calma : ateridos de frío me dan la noticia de que traen el amor en deriva que de un pecho escindido encontraron ayer en la plaza. Era el uno del mes de las flores. Su trabajo cumplía el torero inconsciente. Hoy es dos del de Mayo rebelde, y del cuadro goyesco descienden los negros fulgores. Nunca quiso escribir el poeta que la vida vendiese tan cara su sangre. Hoy me nutre en conciencia mi madre,

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pues que sabe del riesgo que corre el que pisa la arena. Dadme, musas, sereno el sentido de decir lo que vale la pena arriesgar..., que a la muerte se expone el juglar, por meter entre el toro y la espada al poder constituido. Segundo : (Un toro se libró de la muerte el 4 del mismo Mayo y del mismo año 1992, a los tres días, pues, en la misma plaza : ¡Todo un “aviso” !) EL TORO PRÓDIGO En la noche de luces infinitas, cuando velan los poetas en las frondas, sale el toro a lidiar entre las sombras, y regresa cansado de sus cuitas. Ya le llaman los mansos a sus prados. Recupera su sangre poco a poco, derramada en el ruedo con arrojo, y le dan a pacer su propio rastro. No han de faltarle hierbas en su casa, mejor que los compuestos al criado de otros suelos, sin sol y sin sembrado, que engordan por ajena idiosincrasia. Mas no vuelve ya a solas al cobijo, ni tiene el corazón ya tan entero, que a un mundo se ganó, y al del torero tendido lo dejó, en el escondrijo. Sacadle al mejor pasto soleado, marcadle luego el lomo con donaire, tocad el pasodoble. ¡Que lo baile

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para él su verdugo avergonzado ! Pues este hermano tuyo bruto era, y abandonó su casa con engaños. Mas a ella regresó por muchos años, y morirá, buey manso, en la pradera. Y tú ¿no deberías, hombre hermano, arredrarte y llorar por la natura, que siempre era tan suya como tuya, queriendo recobrar su rostro humano ? No quiere mi YO SOY que nadie muera, sino que cada especie piense y viva, pues alma hay para todos en la vida, ¡Y sólo irresponsable es mi montera ! ¿Os han gustado ? ¿Sí ? ¡Pues me alegro ! ¿No os han gustado ? ¿No ? ¡Pues lo siento ! Aquí no ha pasado nada. Adiós, hasta mañana, si Dios quiere. – Oye, oye, ermitaño, José de mi corazón herido, no cierres tan pronto,

que no puedes encerrarte en tus soliloquios tan fácilmente, diciendo que aquí no ha pasado nada. “O casi nada” como dice tu amigo el catalán.

Pues tengo que decirte algo muy hermoso, para que no te vayas triste después de habernos alegrado a todos en el cielo.

¿Tú crees, hermano, que es posible mentar a alguien en el cielo o en la tierra, sin que ésta alma aunque sea tenuemente aludida o invocada se entere y de alguna forma reaccione ?

Lo único que suele ocurrir es que vuestros pensamientos son inconsistentes e inconstantes. Como no insistís con la fuerza necesaria, y pasáis inadvertidamente a una dispersión de ideas que corren como las nubes de verano, vuestros sentimientos no se afianzan, y vuestras invocaciones resultan, la mayor parte de las veces, estériles.

Aquí has hablado de cosas muy serias, de la vida y de la muerte. Del maltrato de los animales y de la verdad sublime de que éstos tienen alma, tan inmortal como la vuestra. Son temas profundos, como para no pasarlos por alto.

La forma humorística que has adoptado, –y que te aseguro que nos ha hecho reír y sonreír a todos los que te prestamos constante atención porque te amamos–, no quita seriedad e importancia al asunto. Al contrario : lo realza.

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En primer lugar he de decirte que aquí, conmigo, y con Jesús el Castellano, y con Lalín, la Bien-hablada que se ha dejado caer otra vez por aquí, siguiendo su propio rastro energético, se ha presentado... ¿a que no sabes quién ?

¡Esta sí que es una sorpresa ! Adivina... – Ya lo sé, hermano. No es preciso adivinar, pues la siento intuitivamente

en mi corazón... ¡Es mi madre, Benita ! –¡Hola, hola, mamá, ¿cómo estás ? ! – ¡Buenos días, hijo ! ¿Cómo estás ? Aquí está también tu padre

Marcelino. Lo he traído conmigo o atraído hacia mí. Salúdalo. – ¡Hola, papá, ¿cómo estás ? ! ¿Estáis siempre juntos en el cielo ? – No siempre, hijo, pero estamos bastante cerca el uno del otro como

para atraernos con un dulce amor, teñido de agradecimiento mutuo, que nos hace vibrar cercanamente y atraernos y saludarnos en muchas ocasiones, aunque pertenecemos a grupos familiares de almas distintos, integrados sin embargo en –¿cómo te diríamos ?– en una misma escuela. Es como si fuéramos compañeros de recreo, pero acudimos a aulas distintas según el adelanto y las necesidades espirituales de cada quien.

Aquí en el cielo todos somos parientes, ¿sabes ? Ayer, Lalín, la bien hablada y grande habladora que es, también,

cuando se pone, hizo correr por estos pagos del Medio Astral la noticia de que te había visto y había conversado contigo.

Y, para completar la atracción hoy has mencionado a San Fermín, y a los toros y al encierro y todas esas tauromaquias. Y, como sabes, puesto que fuimos navarricos, nos has hecho vibrar de lo lindo.

Los dos a una te estamos mirando y hablando. Estamos orgullosos de ti, hijo.

Ahora que, en cuanto a la nueva mentalidad que promueves acerca de los toros no todos vibramos de la misma manera que tú.

No queremos, hijo, decepcionarte, pero nos cuesta asimilar algunos conceptos y desasimilar algunos prejuicios, sin duda.

Ahora –soy yo, Marcelino (tu padre, recuerdas, el que os llevaba a ti y a tus hermanos a los toros gratuitamente, aprovechando mi oficio de guardia, y os compraba cacahuetes...), el que te hablo–, para decirte que la Benita me dice (telepáticamente, por lo bajinis)... Bueno todos esos recuerdos entrañables no se pueden borrar del alma así como así, hijo.

– No me has dicho, papá, qué es lo que te decía por lo bajinis la mamá Benita a quien he nombrado muchas veces en estos escritos, la que se llama prácticamente igual que la mamá de Lecheimiel, Benedicta...

– Pues mira, hijo, ya te lo digo yo. Te iba a pedir que por qué no pones aquí aquellos versos tan graciosos de los caracoles, parientes de los toros, que te escribí para recordarlos antes de morir... Así acabaríamos todos con muy buen humor esta sesión, y contribuiríamos a que los turistas (y también

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los “toristas”) acabáramos de aprovechar las horas muertas de que antes hablabas. ¿No te parece ?

– Sí, madre. Hélos aquí : LA VIDA DEL CARACOL La vida del caracol es una vida mortal, si me prestáis atención, señores, voy a empezar. Se cría en la tierra como las patatas, no tiene narices, ni orejas, ni patas. Son parientes de los toros, no les tiene que extrañar, que de cuernos en la frente tienen plantados un par. Con la diferencia que, si tienen roce, los del caracol se estiran y se encogen. Les gusta la calabaza y también el tomatico, Y, si son de mala raza, les suele entrar “colico”. Pasan en la vida su santo calvario sin llamar a médico ni a boticario.

Si algún día cuando llueve salen los rayos del sol, sale a pacer en breve nuestro humilde caracol. Como esto lo saben jóvenes y viejos, salen a buscarles y los hacen presos. Los meten en una cesta, en un cajón o puchero, y allí duermen la siesta hasta su día postrero. Si alguno se sale de dentro sus redes, se amuela y se seca entre las paredes. Los echan en la sartén, los caracoles se fríen, y mientras están llorando, los jugadores se ríen. Y aquí se acabó, señores, del caracol esta copla y así, para terminar echaremos una copa. Y, si les parece poco traeremos la botella, que aquí tengo yo un amigo que, apuesto, que da con ella.

Ya ves, amor mío Lecheimiel, el buen humor que tenía mi madre, y

también mi padre, a su manera, hasta que se pusieron tristes por los avatares de la vida y a los dos les entró cáncer, muy parecido. No creo que fuera por comer cáscaras de caracoles... ¿Hemos de pensar que el cáncer siempre es consecuencia de la tristeza anímica ?

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– Si no es exclusivamente la tristeza, ciertamente, hermano, son otros desequilibrios psíquicos los que están presentes en las enfermedades terminales que no se deban exclusivamente al amor desbordante que desee la liberación.

Pero, aprendiste, hermano, a no juzgar para no ser juzgado. Y no sólamente para no ser juzgado, sino para sobrepasar el juicio con la misericordia.

Ahora, hermanito de mi corazón, despídete de tus amigos porque quizás no a todos los podrás saludar en mucho tiempo. Ellos han de seguir su propio camino sin mirar atrás, ni distraerse excesivamente mirando a los lados de su vereda. Así manifiestan precisamente ellos su deseo de avanzar por la senda particular que ha de conducirles lo más presto posible, al común punto de destino.

– Para terninar, pues, fray amore, me gustaría preguntar a Lalín, qué es lo que ha hecho. De qué mañas se ha valido para organizar esta convocatoria. La voy a nombrar primera ministra de mis asuntos exteriores.

¿Aceptas, Lalín ? – Mira, padre, hoy estoy de muy buen humor, y muy contenta de

haber conocido a tus padres, especialmente a tu madre. Algún día puede que te presente a la mía.

Yo no he hecho absolutamente nada. Simplemente han notado algo en la luz de mi cara, y han leído mis pensamientos.

Tu padre y yo coincidimos en algunas clases. El estudia árabe, pues dice que le atrae mucho, y que me conoció a mí por aquellas tierras moras en una de sus vidas.

En cuanto a tu madre, es muy simpática y ella dice que con el castellano le basta y le sobra..., y que porqué no hablan todos en esa lengua, como Dios manda. ¡Es muy salada ! Te lo digo yo, hermano.

– ¡Vaya, por fin me has llamado “hermano” ! Y eso es que debes haber leído las conclusiones de nuestra conversación primera que escribí cuando ya te habías ido, hermana !

– Bueno, padre, digo, hermano, yo también me despido por algún tiempo de ti. No sé hasta cuando. Que yo sé que los “padres” tenéis cosas más importantes de qué hablar. Y a mí me queda mucho por aprender. De todos modos ya estabas acostumbrado mientras yo vivía en la Tierra, a mis apariciones y desapariciones repentinas. Lo he pasado muy bien contigo y sobre todo con Lecheimiel. El me dice ahora, que vendrá a esta escuela con frecuencia, sin que le llamemos, pues se siente atraído por nuestra simplicidad de corazón. Adiós.

– Nueva despedida, –¿a la francesa ?–, de la estudiante de idiomas Lalín... ¿Qué te parece, Jesús Castellano ?

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– ¡Oh, estoy anonadado. Me parece simplemente fantástico ! Y me atrevo a decirte, –¡que Dios me perdone !–, que es incluso más divertido y estimulante que pasarse toda la eternidad intentando ver a Dios Cara a Cara, sin ver en realidad gran cosa del despliegue de Sí Mismo que su Hijo ha hecho en sus criaturas.

– Sí. Así es. Por eso San Juan de la Cruz, sin saber exactamente lo que significaban las criaturas como espejo de la Belleza divina, decía así :

“¡Y déjame muriendo... un no sé qué que quedan balbuciendo !”.

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8 de Julio de 2006 HUELLAS DIGITALES Buenos días, mi bien. SOY YO, TU ÁNGEL DEL AMOR HERIDO. Te he llamado al sagrado Templo de las canalizaciones de los santos, –tu

ordenador digital–, para instruirte de un asunto importante en el que quizás hasta ahora no has reflexionado suficientemente.

Se trata de una advertencia que debes tener en cuenta de aquí en adelante, y que también conviene transmitas a los lectores, sobre la importancia y los riesgos de la CANALIZACIÓN.

Invocaste a Lalín en tu prólogo dialogado con ella. Ella respondió al instante y se sintió feliz del protagonismo que le ofrecías con ese primer contacto afectivo contigo, a quien también echaba de menos, sin duda, desde que se levantó de vuestro plano para venir a seguir su aprendizaje en estos planos ligeramente más elevados de la Tierra Astral Media, donde las almas se reciclan y se preparan para una nueva inmersión en la materia.

Digo, que con ese primer diálogo trazó, aun sin proponérselo, una banda magnética que le hizo posible presentarse de nuevo, antes de ser llamada, y no solamente se presentó ella, sino que arrastró consigo a tus padres, y todo esto estuvo en todo momento vigilado y protegido por altas Entidades o Guardianes de la Comunicación, y todo fue permitido y aun planificado para bien e instrucción de las almas que han de leer estas efusiones nuestras.

¿Te das cuenta ahora, hermano, de lo prometedor, pero también de lo expuesto que es también el fenómeno de la canalización cuando se practica por simple curiosidad o juego ?

– Pero, cariño, ¿no me has dicho que todo este fenómeno, (por llamarlo de alguna manera) estuvo en todo momento vigilado y protegido por altas Entidades responsables ?

– Sí, amor. Y además te he dicho que todo es ordenado al mayor provecho y edificación de las almas.

Pero tengo que advertirte, también, de que “vigilar”, “proteger” e incluso si hubiera usado el verbo “controlar”, no quiere decir ni “imponer” ni “impedir”. Eso es simplemente ayudar al que se ayuda a sí mismo con una recta intención, para evitarle caer en peligros a los que inocentemente se expone de buena fe.

Has de tener en cuenta que tanto los que provocan el diálogo con los espíritus desencarnados, por malsana curiosidad, (mediante la UIJA, por ejemplo), como los espíritus del bajo Astral tan deseosos de intervenir, aunque

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sólo sea porque no tienen otra cosa mejor que hacer para entretener sus “horas muertas”, (y nunca mejor aplicado el calificativo de “muertas”, pues ellos en su baja y no evolucionada conciencia están todavía “muertos”, aun cuando no se lo acaben de creer...), digo, que unos y otros, lo mismo que por otra parte los altos Guardianes de la Comunicación juegan con fuerzas enteramente naturales. Aquí no se da milagro alguno, en el sentido de “supresión o suspensión de las leyes de la Naturaleza”.

Añádase a esto que en los bajos fondos del Astral, donde “se hospedan” o “se instalan temporalmente” los espíritus menos evolucionados que concuerdan con los de su misma vibración que desde la Tierra Física les provocan, también se hallan menos protegidos por las Altas Entidades que de forma paralela inconsciente son rechazadas. Así que algunas veces, la ayuda ofrecida queda totalmente anulada.

Como por otra parte nadie puede arrebatar a unos y otros la capacidad que toda criatura posee del uso de su libre albedrío, pues, tenemos, como resultado final, el que muchas veces nadie puede controlar ni proteger al que no se deja controlar ni proteger...

Las consecuencias pueden ser catastróficas tanto para el equilibrio psíquico de “los vivos”, como para remorar la evolución de las almas desencarnadas.

Tenlo muy presente, hermano, para que tu caridad y tu prudencia estén siempre por medio, y aun por delante de todo intento vano de canalización con otros seres que con los que tus Guías te autoricen, para bien de todos.

La huella magnética de que te hablaba, no es un camino que deba sentar precedentes obligantes, ni que te impida, si así lo crees prudente, incluso negarte a recibir comunicaciones que tú consideres dañinas, o por lo menos, ambiguas.

Ten en cuenta, también, que quizás sea motivo de sufrimiento para ciertas almas sensibles, el haber sido primeramente llamadas a dialogar, y más tarde sentirse olvidadas o postergadas.

Gracias a Dios, no ha sido éste tu caso hasta ahora, en estos maravillosos diálogos, “triálogos”, –como tú los llamas un poco humorísticamente, jugando con las etimologías–, o multilógicos discursos que aquí, en este sagrado altar han tenido lugar.

Y no ha sido éste el caso, porque tu intención es impecable y pura, y mi protección eficaz. En una palabra, porque todo ha sido promovido por el amor. Advierte que tanto Jesús Castellano, como Lalín, como tus padres, –cada uno según el status espiritual de que al presente gozan–, han sido todos ellos

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conscientes de que no adquirían ningún derecho respecto a ti, y en consecuencia, voluntariamente te advertían que no iban a interferir en tu camino.

La huella digital sin duda establecida y reforzada por estas sesiones, (aunque ya antes estaba establecida entre todas las partes por alguna invocación previa habida en el pasado entre vosotros, vivos o muertos, no importa), al ser una huella fundada en el amor más puro y desinteresado, no representa peligro alguno de ser pervertida en chantaje.

Sin embargo esta instrucción que te doy esta mañana, repito, para ti y para tus posibles lectores, no ha sido dada de más.

A su vez, rectamente entendida, te puede servir para ilustrar a las desconsoladas almas que sufren el dolor excesivo de la “pérdida” de sus seres queridos, de la posibilidad y aun de la facilidad con que ellos mismos, purificando su intención, podrían ponerse al habla, los unos con los otros...

...A través de esos “tabiquillos” de los que hablabais Lalín y tú, en el prólogo.

Como dice EL LIBRO DE EMMANUEL que has citado alguna vez y el cual también en alguna ocasión te ha hablado, cuando queráis canalizar a cualquier alma, incluso si está reencarnada en esos momentos, el alma en cuestión responderá.

Es tan sencillo como poneros ante el papel, con la mente relajada y receptiva y el corazón con un sentimiento ardiente pero pacífico de amor. Planteáis por escrito un saludo o una invocación. Escribís vuestra primera pregunta y después de unos instantes de quietud, escribís lo primero que os venga a la mente, lo que imagináis que vuestro ser amado os respondería... Y seguís, y seguís escribiendo vuestro diálogo (o tal vez monólogo, no importa la forma literaria que adopte), y al final de la página (o páginas) que acabáis de rellenar con espontaneidad, cerráis los ojos un momento. Dais las gracias, y comenzáis a leer el producto de vuestra “imaginación”. Pronto os daréis cuenta de que ahí hay algo más que quizás no había pasado por vuestra cabeza previamente.

En cualquier caso, y bajo estas condiciones de intención pura y mente abierta, y corazón ardiente, os sentiréis contentos y aquietados. Sumamente consolados.

Vuestro dolor se habrá conmutado en plena aceptación y alegría. La PAZ, FRUTO DEL ESPIRITU SANTO, estará con vosotros, y no os

abandonará jamás.

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– Gracias, amor, Lecheimiel. Sólo quiero poner aquí aquella estrofita de nuestra aria que dice :

“Así de nuevo tu llama refulgía en mi profunda noche : pedías expectante mi consenso cuando, como Samuel, te oí mi nombre”.

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APÉNDICE PARA ENTRETENER VUESTRAS HORAS MUERTAS Me parece a mí, el ermitaño, tan importante y graciosa, –“llena de

gracia”–, la comunicación que antecede, enteramente dictada por Lecheimiel, así como todo cuanto me ha sido dado a escribir en este librito, que no quisiera enturbiar más el estanque susodicho de las horas muertas, con más material estrictamente canalizado que el que precede.

Por tanto, y para llenar el cupo que solemos llenar de 25 o 26 páginas, símbolo de nuestra perenne juventud, quiero hacerlo entreteniéndome y entreteniéndoos con un par de poemas (cuentos) que creo no conocéis, del género semijocoso del estilo del panadero (que confecciona el pan con gracia y con miga), para que lo disfrutéis en las playas del hemisferio Norte donde os encontréis o al lado de las estufas del Hemisferio Sur, los que dispongáis de ellas y de suficiente frío para disfrutarlas.

Este apéndice quiere ser también, un homenaje, a mi estilo y manera, para quitar hierro a los que lloran a las víctimas, –también víctimas ellos, los que quedan–, de los grandes accidentes, (como el del Metro de Valencia estos días, uniéndome así a las condolencias del Pontífice), o a las de los actos terroristas que han sacudido y siguen sacudiendo al mundo éste en transición en el que provisionalmente moramos. Inclusive a los que en Israel, o en Palestina, o en cualquier otra parte del mundo. también estos días de “rabiosa” actualidad, se pelean entre sí con suerte desigual y siempre injusta.

Deseando que todos ellos, los que pasan de improviso a la Tierra de Esmeralda aunque no crean en ella, y los que aquí ignoran la suerte de los que parten, hallen el consuelo, la ayuda fraterna y la paz.

Primero : MARCOS, EL EVANGELISTA (Cuento) Marcos, el evangelista, era niño, como yo. Y, aunque no le conocía, hoy me dicta mi canción.

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¿Quién sabe si ha entrado en mí, vestido en paños menores ? ¿Quieren decir los señores que no puede ser así ? Cuando a mi Señor seguía, más cerca que el mismo Pedro, ¿No saben que lo cubría sólo una sábana, en cueros ? Porque temía ser uno más de aquellos malhechores que al Maestro, de consuno, lo metían en prisiones. Quiso espantarlos a todos, disfrazado de fantasma... Y, si no le ven los moros, ¡seguro que los espanta ! Más espantados quedaron de aquella simplicidad... ¡Y qué a gusto se mofaron de su desnuda beldad ! Y el pobre chico escapaba como alma que lleva el diablo... Y a escribir se dedicaba, luego, el Marcos de que os hablo. Ahora que su vena siento, también yo quiero asustar al Inquisidor que el cuento me quisiere censurar. Y que a risa se lo tome prefiero, a que captar pueda la seriedad del epítome que en estos versos se encierra. Segundo : (Este es autobiográfico, hasta cierto punto) PEPITO Y EL ORDENADOR (Cuento) Pepito quería

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un ordenador para hacer las cuentas aprisa y mejor y evitar la risa de su profesor. Disquettes de juego tendría en la clase, siempre que al estudio tiempo no robase, y no sin recreo se le castigase. Quería que fuera portátil, chiquito, y que así pasase desapercibido y en clase abultase lo que el bocadillo. Que a la vez sirviera de televisor. Quería, por tanto, pantalla en color. Tal vez algo grande sería mejor... Costaba a sus padres el sueldo de un mes, (sin muchos más megas que un simple ciempiés). ¡No quería, el pobre, causarles estrés ! Como veis, Pepito pedía imposibles, y cogía el niño rabietas terribles, causando en su casa penas indecibles. Una buena zurra le hiciera mejor, pues estaba claro

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que un educador le había más falta que un ordenador. Hasta que un buen día murióse la madre, y aquel huerfanito le dijo a su padre : “Papá, yo no lloro porque soy ya grande.” Pareció algún tiempo que hacía bondad y otras fantasías tuvieron lugar. Y el padre entendía que eso era normal. Unos pocos años más, creció Pepito y chantaje hacía a su buen papito : “¡Que el irse de casa le importaba un pito !” Con tal perspectiva, su padre, el buenazo, para evitar esto y el escandalazo, regalóle un coche a Pepito en Marzo. Diciéndole : “Mira, diviértete, hijo, pero no lo cambies ni por un alijo. ¡Y que no te vayas, a cambio, te exijo !” Así que se vió con auto el buen Pepe, de amigas y amigos tuvo más que Lepe... Y se dio a la droga

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y le dio al julepe. *** *** *** Al cabo de un cierto tiempo, enchironado, Pepito sin poder hablar con nadie en la celda de castigo, se volvía sosegado, moderado y reflexivo, hasta tal punto cambiado que se decía a sí mismo : “¡Mira qué falta me hacía un ordenador, de crío !... Ahora, ya de mayor, en buen lío me he metido !” “Mas..., a mí mismo me tengo y reciclo mi mal sino. Ni más quiero ordenador que el diario en el que escribo : “Que no existe ya prisión para el que halló su Camino Interior. Ni más pasión que el tener un buen amigo. Y no hay amigo mejor que procese mi destino y me ordene el corazón que el YO SOY QUE SOY CONMIGO.”