c m y cm my cy cmy k - :: editorial verbo divino :: · 3 no, que se desvive por lo nuestro, que...

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C M Y CM MY CY CMY K

EDITORIAL .................................................... Pág. 2

SECCIÓN MONOGRÁFICA

1. Lectura de la Biblia desdelas condiciones epistemológicasde las sociedades desarrolladas.................. Pág. 5Mariá CORBÍ

2. La espiritualidad viva de la profecía ......... Pág. 13José Luis ELORZA UGARTE

3. La espiritualidad del Reino de Dios.Algunas perspectivas en el evangeliode Mateo .................................................... Pág. 21José Antonio BADIOLA

4. Una historia habitada: el culmende la espiritualidad joánica........................ Pág. 27Fidel AIZPURÚA DONÁZAR

5. Cantando en tiempos oscuros.El Apocalipsis, un contrapunto de luz ..... Pág. 35Xabier PIKAZA IBARRONDO

6. Luz que sigue brillando:la espiritualidad de la Cábala.................... Pág. 45Elisa MARTÍN ORTEGA

SECCIÓN ABIERTA

1. Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia .... Pág. 55José Luis BARRIOCANAL

SECCIÓN DIDÁCTICA

1. Delante de tus ojos ................................. Pág. 64Juan Carlos GARCIA DOMENE

SECCIÓN INFORMATIVA

1. Boletín bibliográfico ............................... Pág. 702. Noticias ................................................... Pág. 70

PRIMAVERA 2011 • Nº 69

LA ESPIRITUALIDAD BIBLICACoordinador: Fidel Aizpurúa Donázar

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No son los nuestros malos tiempos para la espiritualidad. En medio del ruidode las ciudades, del vértigo de las comunicaciones, de lo cambiante de unasociedad que considera pasado de moda lo vivido ayer, cuando creemos que

no tenemos sosiego para engendrar nada, resulta que las búsquedas espirituales bro-tan, aquí y allá, con una sorprendente abundancia y una no menos pasmosa varie-dad. No, los nuestros no son malos tiempos para la espiritualidad. Quizá haya quemirar en otros lugares, abrir otras alacenas, asimilar otros paradigmas que los vividosen épocas pasadas. Tal vez haya que transitar por otras sendas y aventurarse porotros caminos que los trillados por la costumbre. Pero quien se anime a ello puedeverse sorprendido por la evidencia de que en el jardín de la existencia crece, impara-ble, el árbol frondoso –y puede que equívoco– de la espiritualidad.

La espiritualidad en general, la bíblica en particular, es una materia dúctil, hastaimprecisa. Sus contornos no pueden ser bien definidos. No se trata de una cienciaexacta, porque se entrevera con las pulsiones del alma. Y desde antiguo se sabe que elsoplo del Espíritu es libre como el viento. De ahí que pretender atrapar en el marcofijo de la ciencia algo tan volátil como la espiritualidad sea imposible. Pero sí sabe-mos que, en el caso de la espiritualidad bíblica, estamos hablando de una realidadque se encuentra más allá de la simple narración. Depende de ella, pero está en otrohorizonte. Por eso es preciso habituarse a releer los textos en sus raíces, en sus tras-fondos, en su capacidad de sugerencia, en ese terreno de la libertad en el que se ex-presan sin las estrecheces del mero análisis literario. Y todo ello hasta llegar a la playade la propia intimidad, del propio misterio. Porque hablar de espiritualidad es tratardel misterio, ya que toda lectura es resultado, no lo dudemos, de unos prejuicios, ca-pacidades intelectuales, misterioso juego neuronal que apenas conocemos. Cosificarla lectura sería impedir el aleteo del Espíritu, y con ello se bloquearía eso inasible,pero hermoso, de la espiritualidad. No habría que temer esta intangibilidad de lo es-piritual. En ello se halla su riesgo y su hermosura.

Tal vez el secreto último y la misma finalidad general de la espiritualidad bíblicapuedan formularse como el increíble afán del amor del Padre/Madre por acompañarel camino humano. El Dios de la revelación que Jesús nos ha mostrado con perfilesbien determinados no es el Dios lejano al que tiende el mecanismo religioso. Es, másbien, el Padre/Madre cercano que comparte y anda nuestros caminos, que hace denuestro éxito el suyo, que recoge nuestras lágrimas mezclándolas con su llanto eter-

EDITORIAL

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no, que se desvive por lo nuestro, que anhela el calor de nuestros abrazos. Acompa-ñar es, más allá de su aparente banalidad, la obra divina en nosotros. Y este afán, ver-dadero trabajo, toma su rostro, además de en Jesús, en la Palabra. Ella es signo evi-dente del acompañamiento de Dios a la historia humana. Y, si es así, de esa maneraha de ser leída. Valorar la Palabra como un corpus religioso despojándola de ese háli-to de amor que hay en ella es empobrecerla incluso textualmente. Por el contrario,captar el acompañamiento arropador del Padre a la existencia histórica, ver que en laPalabra se hace camino en nuestra propia senda, es intuir el corazón que late más alláde sus letras y párrafos.

Para lograr este propósito hemos querido abrir este número de la revista con unavisión general sobre las condiciones epistemológicas para leer hoy los relatos bíblicos enlas sociedades desarrolladas. Un cambio de perspectiva se hace necesario justamentepara preservar la verdad del texto, su fondo espiritual. No hemos querido dejar delado, como es lógico, la espiritualidad del Antiguo Testamento. Y para ello hemospuesto de relieve la espiritualidad viva de la profecía, cumbre señera de la espirituali-dad de la primera alianza, que coloca en primer plano las grandes preocupacionesespirituales de las personas de todos los tiempos. No podía faltar un trabajosobre la espiritualidad del reinado de Dios, que es el núcleo del mensaje evangélico, luzpara todo seguidor de Jesús y referencia esencial de la espiritualidad cristiana. En esemismo afán se ha querido presentar el texto de Jn 14,23 como cénit de la místicaevangélica y de la espiritualidad bíblica que quiere hacernos ver que la nuestra es unahistoria habitada. Nos hemos propuesto también acercarnos a la espiritualidad de unlibro difícil, como es el Apocalipsis, para descubrir en sus crípticas páginas el canto dela noche oscura que puede ayudar a iluminar las noches sociales que siempre acompa-ñan el caminar humano. Y, finalmente, hemos querido que la espiritualidad judía tu-viera también un lugar en esta visión general de la espiritualidad bíblica. Hemos con-siderado que la suya es una luz que sigue brillando, no un mero y desconocidoarcaísmo. Por ello hemos abierto con renovado interés las páginas de la Cábala.

De esta manera pensamos que el abanico está abierto y completo, aunque, lógica-mente, se podrían haber tomado otros textos señeros de la Escritura, como por ejem-plo los textos paulinos. El lector, sin duda, podrá hacerse una idea más cercana de lasgrandes posibilidades que encierra la Biblia para el buscador de espiritualidad, paratoda persona anhelante de mística y de profundidad.

Fidel Aizpurúa Donázar

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LECTURADE LA BIBLIA DESDELAS CONDICIONESEPISTEMOLÓGICASDE LAS SOCIEDADESDESARROLLADAS

Mariá Corbí

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La tecnociencia y la caída delas sociedades preindustrialesempujan a la comprensión delas Escrituras desde una epis-temología no mítica. Solamenteasí se podrá entender su Ver-dad como la plena realizaciónhumana.

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Las nuevas condiciones culturales nos han conduci-do de una epistemología mítica a una epistemolo-gía no mítica. Expondremos brevemente una y otra

y las consecuencias de esa transformación para la lecturade las Escrituras.

La epistemología mítica sostiene que lo que dicennuestras construcciones lingüísticas, tales comosímbolos, mitos y rituales, incluidas las formacionesconceptuales, es como es la realidad. La epistemologíamítica es, pues, una interpretación de la lengua y unaontología.

Este supuesto epistemológico viene avalado por lacreencia de que las narraciones míticas son el legadosagrado de los antepasados o la revelación inviolable deDios. La garantía de la epistemología mítica es, pues,heterónoma y absoluta. Y vale tanto respecto a lo quedicen las narraciones con relación a la vida cotidianacomo a lo que dicen de la dimensión absoluta de larealidad.

La genética de todos los vivientes hace una acotación yvaloración de la realidad que todos toman como real.Nuestra base genética también procede igual, pero debeser completada por nuestra autoprogramación culturalmediante mitos, símbolos y rituales en las sociedadespreindustriales, cuando nacieron y se desarrollaron lasreligiones. La epistemología mítica prolonga lainterpretación propia de nuestra condición de vivientesnecesitados a nuestra condición lingüística. Como laprogramación genética da por reales las acotaciones yvaloraciones que hace del medio el viviente, así laepistemología mítica da por reales las interpretaciones yvaloraciones míticas del medio.

Cuando la filosofía y la ciencia intentaron hacerse unlugar en el sistema de interpretación y valoración,tuvieron que hacerlo desde la epistemología mítica,dando por reales sus interpretaciones de la realidad.Solo la desaparición de las sociedades preindustriales, laplena industrialización y las sociedades del conocimientoliberaron a las ciencias de su sumisión a la epistemologíamítica.

Durante el largo período preindustrial no se fueconsciente de que lo que se daba por revelación de losdioses eran construcciones de las generaciones pasadasa lo largo de milenios. Esa ignorancia cumplía unafunción: los mitos y símbolos, que programaban a loscolectivos de sociedades que vivían haciendo siemprefundamentalmente lo mismo, y que debían excluir loscambios de importancia, eran vividos como revelacióndivina; por tanto, intocables. Consiguientemente, nopodían ser tomados como constructos. La creencia en

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Figuras antropomorfas de la isla de Pascua.

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la revelación divina como proyecto colectivo bajadode lo alto era causa y efecto de la epistemología mítica.Recibe este nombre porque procede delos mitos.

El hundimiento de las sociedadespreindustriales, la generalización dela industria, el asentamiento de lassociedades del conocimiento e inno -vación continua y la globalización noshan forzado a abandonar la epis -temología mítica.

La realidad no es como la describennuestros mitos ni nuestros conceptos.Nuestras formaciones lingüísticas nodescriben la realidad, sino que lamodelan a nuestra frágil medida enunas condiciones de vida determinadas.Tanto las narraciones míticas como los sistemasconceptuales son modelaciones de lo real. Lo que distinguea unos de otros es que los paradigmas míticos estáncargados axiológicamente y crean mundos axiológicos, ylos paradigmas científicos abstraen lo más que pueden lascargas axiológicas y crean mundos no axiológicos.

La ontología de la epistemología no mítica es solo unaontología de «supuestos». En las ciencias estánexplícitos, y en los mitos, símbolos y rituales están soloimplícitos y son inconscientes, aunque existentes yoperantes. Si no fuera así no habríamos podido cambiarde modos de vida cuando las circunstancias lo exigían, yestaríamos presos de nuestros sistemas de programacióncolectiva, como los restantes animales.

La pretensión primaria de los mitos, símbolos y ritualesera práctica: proporcionar una programación individual ycolectiva adecuada a un modo de vida y fijarla parabloquear todo posible cambio y alternativa. Las creenciasformulan conceptualmente las pretensiones del mito. Lascreencias son fenómenos culturales ligados directamentea los sistemas de programación colectiva propios de lassociedades preindustriales estáticas. Tanto los mitos

como las creencias solo derivadamente son vehículos deexpresión religiosa. Mitos y creencias forman el software

colectivo desde el que se da cuenta delas dos dimensiones de lo real, larelativa y la absoluta. Las creencias noson, pues, hechos primariamentereligiosos, sino culturales, propios desociedades preindustriales estáticas.

Sin epistemología mítica, la pro -gramación a través de mitos y símboloses imposible, y por tanto son impo siblestambién las religiones. Sin epistemologíamítica, los mitos, símbolos y ritualesson puros sistemas expresivos de ladimensión absoluta de la realidad.Cuando se reconoce su condición deconstructo, la epistemología mítica y la

religión, tal como se han vivido milenariamente, sehunden.

1. Fin de la analogia entis

Si todas nuestras construcciones lingüísticas no sondescripciones de la realidad, sino solo modelacionesque se mantienen mientras resultan operativas, no

se puede hablar de la analogia entis. La analogia entissupone que lo que se dice del ser y de los entes describeaquello a lo que se refiere con algún grado de adecuación.En ese caso, la predicación que se hace de los entes puedeextenderse a la dimensión absoluta, aunque de formaanalógica. La posibilidad de la analogia entis está basada enel supuesto de que los conceptos o los mitos y símbolosson descripciones de la realidad; si se trata solo demodelaciones, no se puede hacer esa transferenciaanalógica a la dimensión absoluta. Tampoco losconceptos dan pie a la analogia entis.

Sin epistemología mítica y, como consecuencia, sinanalogia entis estamos realmente desnudos frente a la

El hundimientode las sociedadespreindustriales y la

globalización nos hanforzado a abandonar

la epistemología mítica.

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realidad. Consiguientemente, no se podrá distinguirentre un hablar catafático y otro apofático de loabsoluto; tanto el lenguaje catafático como el apofáticoterminan, de hecho, por ser lenguajes apofáticos.

La plena comprensión de estas argumentaciones noslibera de toda creencia que verse sobre la dimensiónabsoluta. No hay ningún hablar ligado necesariamente ala dimensión absoluta; todo hablar es libre, aunque notodo sea adecuado. El innombrable es inconcebible, ypor ello no está ligado a ninguna forma de lenguajehumano.

2. Desde una epistemología no mítica,¿qué es la Verdad?, ¿qué es

la revelación?, ¿de qué Verdadhablan las Escrituras?

La Verdad de la que hablan las Escrituras no esninguna de nuestras modelaciones, ni míticas niconceptuales. No es ninguna formulación. Es la

noticia de la dimensión absoluta de loreal, no de algo situado en otro mundo.Una noticia inobjetivable, inacotable,pero noticia clara para la mente y elcorazón. Noticia real y verificable,siempre presente, aunque no siempre deforma consciente. Esa noticia es uncono cimiento «no conocimiento»,porque es un cono cimiento en el seno dela «no dualidad»; es un sentir «no sentir»por la misma razón. Se asemeja a unapresencia, aunque sea una presencia-ausencia. No se la puede objetivar, perose puede hablar de ella.

La Verdad está más allá de los contenidos deconciencia. Hay verdades que son contenidos deconciencia, pero la Verdad nunca lo es. No hay pruebade la Verdad que preceda a la Verdad. Está más allá de

la dualidad que genera la necesidad. La Verdad solopuede serla, solo siéndola se la conoce; pero es unconocimiento muy peculiar, porque es sin dualidaddesde el seno mismo de la unidad. La Verdad no es unarealidad frente a nadie. Se la conoce cuando se despiertaa la unidad; por esa razón, la Verdad es amor, porque elamor es unidad.

Para descubrir la Verdad hay que discernir lo que noes y lo que no somos. Cada uno de nosotros es laVerdad, porque en la Verdad no hay dualidad ninguna,no hay conocedor y conocido. Permanecer en la Verdades permanecer en nuestra naturaleza esencial. Ocuparsede las verdades formuladas no es ocuparse de la Verdad.Desde el punto de vista de nuestra mente dual, la Verdadno es una entidad, ni una forma, ni una representación,ni unos conceptos; no es nada, pero nuestra mente quedainundada de luz. La Verdad es simple y está al alcance decualquiera; lo incluye todo, lo acepta todo, lo purificatodo. ¿Cómo no va a ser así si está más allá de todadualidad? Cuando nos desprendemos de todo, incluido elsentimiento de ego, lo que queda es la Verdad. Eso es lo

que somos, y no las individuaciones yrepresentaciones que hacemos denosotros mismos.

La Verdad no da ninguna ventaja,ningún poder. Quien desea formular laVerdad, la niega, porque las palabras nopueden contenerla. Quien separa, juzgay condena en su nombre, la oculta, y,aun sin saberlo, pretende destruirla.Está más allá de todo límite. No puedemerecerse. Si la Verdad fuera unaentidad o unas formulaciones quetuvieran que creerse, la duda sería un

obstáculo; pero la Verdad no es nada que creer, sino algoque verificar, algo que realizar. Por ello, la duda sincera noes un obstáculo para la comprensión de la Verdad, sino uninstrumento imprescindible y una ayuda inapreciable. LaVerdad no se puede señalar diciendo: ¡mírala, ahí está! Ni

La Verdad de la que hablan las Escrituras

no es ninguna de nuestras modelaciones.

No es ninguna formulación. Es la noticia de la

dimensión absoluta de lo real.

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es nada que se pueda señalar, ni nada sobre lo que sepuedan establecer garantías. Las garantías sobre laVerdad, ¿sobre qué se fundamentarían? ¿Qué autoridadhay sobre la Verdad? ¿Qué hay anterior a la Verdad? LaVerdad se prueba y se garantiza por sí misma; nonecesita ninguna garantía externa a ella misma nininguna protección.

Hay que indagar hasta reconocer qué puede ser esaausencia de saber que es un saber. Quien ignore sufundamento, que es falta de fundamento, todo lo quepiense y sienta sobre la Verdad será falso, porque lasituará como externa a uno mismo y enel ámbito de la dualidad. Ahí noestá la Verdad. La mente quepretenda ser el árbitro de la Verdadharía de la Verdad un objeto entrelos objetos, o un sujeto entre lossujetos, o una formulación entre lasformulaciones.

La mente, desde sí misma, nodispone de cánones para convertirse enárbitro de la Verdad. La Verdad es univer -sal, está más allá de los límites de todacreencia, de toda secta; más allá de dogmas,costumbres y religiones.

Tal como es la Verdad es la revelación. Larevelación no es revelación de verdades, deproyectos de vida, de sistemas de comportamiento,de sistemas de socialización y programacióncolectiva. La revelación es la Verdad. La revelaciónestá en la «no dualidad»; por tanto, en la Unidad. Yla Unidad completa es el Amor. El Amor no sonsentimientos, sino Unidad.

Cuando entramos en el conocer y sentir desde elcompleto silenciamiento del ego y de todos susmecanismos, porque nos situamos en la dimensiónsilenciosa y absoluta de lo real, la Verdad es laUnidad y la Unidad es el Amor. ¿No es eso lasalvación?

Quien ya no reside en el ego, que dualiza y separa,que tiene una estructura egocentrada, sino que reside enla Verdad, en la Unidad y el Amor sin condiciones, ¿noreside en la profunda calidad humana? Esa es la calidadhumana profunda que necesitamos en las sociedades delconocimiento globalizadas.

En la nueva situación, sin epistemología mítica, laVerdad no está ligada a ninguna formulación, porsagrada que se considere. Las palabras pueden bordear suabismo, pero no pueden entrar en él. Esta libertad de laspalabras con respecto a la Verdad, que es el resul tado dela crisis profunda de la epistemología

mítica, es la completa y realglobalización de la Verdad.

Cuando la Verdad

está libre delas palabras,

las palabras es -tán también libres

en relación con laVerdad. Esta es la gran

transformación en línea conla globalización. En su intento

por apuntar, simbolizar, expresarla dimensión absoluta de la realidad,

las palabras no están sometidas acreencias, dogmas, expresiones sagra -

das intocables. Las palabras son libres,como el arte es libre para hablar de labelleza. Pero, al igual que no todo lo quese dice arte lo es, no todo hablar libre dela dimensión absoluta de la realidad es

adecuado.

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Somos libres para hablar de la dimensión absoluta de larealidad, pero nuestra libertad no parte de la nada, sinoque arranca de la herencia de un gran legado de deciressobre esa dimensión que proviene de los tesoros reunidospor miles de generaciones que nos han precedido y que lostenemos reunidos en cofres venerables. Esos cofres deltesoro son las grandes tradiciones religiosas y espiritualesde la historia de nuestra estirpe.

3. La Verdad como pura intemperie

En las nuevas condiciones culturales, la Verdad espura intemperie. No es una casa donde morar,porque ninguna expresión o formulación construye

las paredes que cobijan. Quien la quiera poseer amu -rallándola es tan necio como el que quisiera levantarmuros en medio del océano. La Verdad, como el océano,ignora las fronteras, deshace las tapias,es incontrolable. No es un techo bajo elque protegerse, porque como un hu -racán levanta y se lleva por delantetodas las protecciones. La certeza quegenera la Verdad no se apoya en laprotección que proporciona ni en lodelimitado de sus contornos, sino en supura e inevitable intemperie, en susfronteras indefinibles, en su capacidadde invadir, como una inundación,todos los cercados. La Verdad convence porque estádesnuda.

La Verdad confirma sin decir una palabra y sin hacerun solo gesto; guía sin señalar caminos; pacifica sin darsoluciones; da respuestas sin proponer fórmulas; es aco -gedora sin ofrecer un hogar; es un suelo sólido para lospies sin ser un cercado; viste su desnudez con milatuendos, pero, cuando volvemos nuestros ojos haciaella, se despoja de adornos y ropas y vuelve a quedarirremediablemente desnuda.

La Verdad es implacable, no tiene piedad con loscobardes; deja expuestos a todos los vientos a los quequieren protegerse detrás de ella; aborrece y condena aquienes quieren utilizarla como instrumento de poder;vuelve la espalda a quienes solo piensan en sí mismos;endurece el corazón y la mirada de aquellos que labuscan solo para tener en ella una garantía que les salvede su falta de calidad interna.

Solo cuando se aprende a tener el valor de quedarse enla total intemperie, cuando se ha aprendido, por fin, a nointentar, de mil maneras, salvarse, solo entonces laVerdad es inhóspita, pero profundamente hospitalaria;despiadada como la inmensidad, pero acogedora comouna amante; vacía como un abismo, pero haciéndosesentir con una presencia plena y cálida.

La implacable y desnuda Verdad sin forma, que nadiepuede apropiarse, la que desmantela, como un tornado,toda cerca, la que es silenciosa y, por ello, indomable,

esa misma es tierna, cálida, piadosa,acogedora, protectora y guía. Solo ellaes como una presencia íntima queengendra una certeza libre de formas,pero recia y fuerte como ninguna otray capaz de reunirlo todo. Ese es el únicofundamento de la calidad humanahonda.

Estamos sin una epistemologíamítica que sostenga que lo que dicenlas Escrituras Sagradas es como son las

realidades de este mundo y del otro. Estamos en unaepistemología ya no mítica que sabe que todo lo quedicen las palabras humanas, incluso las más sagradas,son solo modelaciones nuestras de la inmensidad quenos rodea y que nos incluye; que sabe que son aco -taciones de lo real a nuestra pobre medida de vivientesfrágiles y necesitados; que sabe que todas esasformaciones son solo objetivaciones, límites añadidos alo que es; son solo constructos como objetos y sujetos,como individuaciones.

La Verdad confirma sindecir una palabra

y sin hacer un solo gesto;guía sin señalar caminos,

pacifica sin dar soluciones.

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Con esta epistemología, la Verdad a la que se refierenlas Escrituras Sagradas de todos los pueblos y todas laspalabras de los grandes maestros del espíritu esinabarcable, vacía de todo lo que nosotros entendemoscomo realidad y ser, pero presente, inmediata,inconcebiblemente cierta, visible en toda realidad visible,aunque jamás como una entidad entre las entidades. EsaVerdad inasible es la revelación, es la salvación, es laplena e inconcebible realización humana, es la calidadhumana profunda, raíz y fundamento de toda calidad,tanto individual como social.

Desde esa Verdad vacía tenemos que construir, en lasnuevas sociedades industriales de innovación y cambio,

nuestros postulados axiológicos, que como matricesvacías orientarán y darán a luz los proyectos colectivosen todo nivel, base de todas nuestras éticas formuladasy vividas. Desde esas matrices axiológicas, esosproyectos y esos sistemas de comportamiento, quetendrán que cambiarse y modificarse al paso delcrecimiento de nuestras tecnociencias y de lastransformaciones que continuamente provocan,tendremos que regir y gobernar nuestro poder científicoy técnico, la globalidad, nuestras propias vidas y lasalud del planeta.

Sin esa calidad humana profunda, que debe existir ennuestra humanidad en un número crítico de individuos

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Boca de la verdad, Iglesia de Santa Maria in Cosmedin, Roma.

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suficiente, nos convertiríamos en unos superpredadores,con unas garras científicas y tecnológicas terribles,capaces de destrozar todo lo que estuviera a nuestroalcance.

En esta situación estamos, ese es nuestro riesgo yareal y presente. No hay otra solución para las nuevassociedades que hacer una lectura y comprensión de lasSagradas Escrituras que ya no sea desde la epistemologíamítica, porque se nos está deshaciendo en las manos,sino desde una epistemología no mítica, desde la quepodamos recoger la herencia de nuestros antepasados,dicha en formas, pero libre de ellas. No parece haber otraposibilidad de heredar el inmenso legado de sabiduríaatesorado por la humanidad a lo largo de casi tres milaños de historia. No podemos prescindir de esa herenciacuando más la necesitamos, ya no solo para nuestra vidainterior, sino para la supervivencia de la vida y delplaneta.

Las Escrituras y los sabios hablan de lo que han visto;para hacerlo han de hablar de lo que no se puede hablar,dar forma a lo que no tiene forma, para así incitar aldespertar. Sus discípulos fijan y sacralizan esas formas,las comentan complicándolas, hacen de ellas sistemas decreencias, teorías, algo conceptual y complejo, algo quecon el tiempo dará origen a mil disputas, controversias yenfrentamientos.

Conclusión

En los inicios del siglo XXI, las grandes tradicionesreligiosas resultar ser, leídas desde una epistemologíamítica, largos y solemnes discursos, pronunciados en

una lengua que, para la mayoría de la población, es ya

lengua muerta, que habla a seres humanos de una culturaya desaparecida. Leídas y vividas desde una episte -mología no mítica son como profundos y largos poemasque expresan y hacen presente la Verdad sutil, sin quenadie pueda poseerla, apoderarse de ella o encerrarla enun depósito protegido.

Hay que poder poner en las manos de nuestroscontemporáneos la gran fecundidad de las SagradasEscrituras y de los grandes maestros del espíritu, paraque entren en contacto directo con esas inagotablesfuentes de sabiduría y calidad humana. Para que esto seaposible hay que aprender y enseñar a leer y vivir esasEscrituras desde una nueva actitud epistemológica.Durante milenios se han interpretado las Escriturasdesde una epistemología que pretendía que lo que dicenlos textos sagrados describe la realidad. La desaparicióndel humus cultural de las sociedades preindustriales, lageneralización de la industria, el asentamiento de lassociedades de innovación y cambio continuo, laglobalización, nos han imposibilitado el acceso a lasEscrituras desde la epistemología mítica. La raíz de todasestas transformaciones es el desarrollo cada vez másacelerado de nuestras tecnociencias, con todas lastransformaciones continuas que provocan en nuestrasmaneras de pensar, sentir, actuar, organizarnos,comunicarnos y vivir. No creemos que esta situacióntenga marcha atrás. Nos queda una inmensa tarea quehacer con respecto a la comprensión de las Escrituras, nosolo de las de nuestra tradición, sino las de todas lastradiciones de la humanidad. En una sociedadglobalizada, todas las tradiciones son ya nuestras.Ignorarlas es peligroso, es una injusticia y menosprecio, yes, sobre todo, el despilfarro de una inmensa riqueza.�

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