cabrejas, elena - algo habrán hecho

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    ELE NA CABREJA S

    ,ALGO HABRAN HECHO(Monjas francesas desaparecidas)

    Texto de contratapa:

    EI8 de diciembre de 1977 fueron secuestradas doce personas por la represion ilegal: diez de eliaseran familiares de desaparecidos; las otras dos, monjas francesas.

    En esta novel a, basada en hechos reales determinados a traves de una minuciosa lnvestigacionque duro mas de diez afios. Elena Cabrejas reconstruye la vida de esas religiosas y el camino de servicio alprojimo que las llevo a la muerte en medio de la barbarie instaurada por la dictadura militar argentina deesa epoca.

    Elena Cabrejas es poeta, con varios libros publicados (Canilla popular, 1975; Poemas para lamadre, 1981; Tiempo que duele, 1983; Vencer al miedo, 1984; Como un pajaro en llamas, 1986; Herederosdel silencio, 1992). Esta, su primera novela, editada originalmente por Solaris en 1998, ha sido traducida ypublicada en frances por Editions indigo & Cote Femmes, con el apoyo de la Fondation Charles LeopoldMayer (Paris, 2000).

    "Alga habran hecho no es unicamente la historia de Alice Domond, sino la de un pais hundiendoseen su mas horrenda pesadilla; epoca en que presenciamos la cruel dad en la que pueden degenerar losseres humanos. Pero, tam bien, y es un deber decirlo, personas como ella salvan la Humanidad,redirniendola con la nobleza de su martirio."

    ERNESTOSABATO

    ED IC IONES DE LA FLORPrimera edici6n: Solaris, BuenosAires, febrero de 1998Segunda edici6n: Ediciones de la Flor, diciembre de 2000Tapa: Estudio Lima+RocalIustraci6n: Lajeune martyre, de Delaroche2000 by Edicionesde la Flor S.R.L.,Gorriti 3695, 1172 BuenosAires, ArgentinaQueda hecho el dep6sito que establece la ley 11.723Impreso en la ArgentinaPrinted in ArgentinaISBN 950-515-180-2

    www.elortiba.org

    http://www.elortiba.org/http://www.elortiba.org/
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    En homenaje a los dace martiresde 10Santa Cruz:

    Angela Aguad de GenovesEsther Ballestrino de CareagaRemo BerardoRaquel BulitAlice Domon

    Leonie DuquetHoracio Elbert

    Jose Julio FondevillaGabriel Eduardo Horane

    Patricia OviedoMarfa Eugenia Ponce de BiancoAzucena Villaflor de Devicenti

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    A Angel, por su amor

    A mis hijos

    A Mabel Pagano, Laura Favay Eduardo Fernandez

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    Ella

    La distancia 10 trajo en su canoa de saly de agua oscilanteigual a una doncella extasiada.Las estrellas marinas extendfan sus brazoscomo ellaen una ronda Ifquida que atrafa a los peces.Pude verla danzar -0 1 menos eso es 10 que cref-con sus pechos desnudos como dos rosas blancas.Sus labios dormidos se bebfan el marlas algas ponfan anillos verdes en sus tobilloscolla res casi azules en su garganta.Yellacontinuaba su danza sin sentidocon su cabellera abiertaen largos lIamaradas brillantesy 10 misma seducci6n de las ninjasenamoradas de un deifin.Ella vino avanzando desde el Jondo del marcomo una sen 01 .Con el sonido del espanto y sus pezones muertosen una camera de tortura.Ella vino avanzandocon sus pasos de clausurar secretossobre su propia lIagay el coraz6n de amar en otra parte.Entonces comenz6 a dar de comer a los peceslas niiias de sus ojos(algunos preferian sus entraiias)mientras continuaba su danzasurgiendo y resurgiendo asediada de piedrasy ellos se obstinaban en escarbar su ausenciacomo una tinaja gris.Frente 01 estrado del mary 01 oscuro tribunal de 10 nochesu cuerpo era un silencio que credocomo una acusaci6n.

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    La "deslnfeccion", el "traslado" ..., el costoso camino hacia 1 0 enjermerla: era arrastrado, no sepodfa mantener en pie. Debit, exhausta; 1 0 inyectaron para adormecerla, otontarla: perdfa el equllibrio, eldolor de las piernas quebradas por los golpes de torture, y el dolor de 1 0 garganta por su voz quebradadentro del pecho, y el dolor de 1 0 picana hundiendose en sus carnes, Ie habfan marcado 1 0 cora (ahora sincapucha}, los ojos casi cegados miraban sin entender, supllcantes, turbios, desencajados ... flaca, polida, unamascara de 1 0 que habfa sido, una mascara con manchones de quemaduros, con mechones de pelo opacopeqandose a las heridas, a las costras ...

    -iParate, carajo!=tsosteneta. boludo, ayudame que se cae!-iVamos, che, aguantala que falta poco!Arrastrada por largos pasillos desde 1 0 enfermerfa del sotano, las piernas dobladas, el aire que Ie

    pegaba en 1 0 cora despues de tanto tiempo, cayendose. desmoronandose, vomitando, qolpeandose ... Era unpequeiio grupo de sombras dejandose lIevar sin saber hacia don de, se escuchaba aiqun quejido, un sollozo ...1 0 respiracion entrecortada de todos, como muiiecos: bamboieandose, qolpeandose, empujados... lasmonos otadas, el ruido de los grilletes en los pies, el fuerte olor a carne quemado mezclandose 0 1 dedesinfectante ...

    Continua ban hundiendose en 1 0 noche. hasta lIegar 0 1 cam ion, despues abajo otra vez ynuevamente a 1 0 rostra, fueron subidos 0 1 Fokker. Los tiraron sobre una largo fila de asientos; cafan unosencima de los otros, con las ropas deshechas, con las carnes tumefactas y los vomitos ... y una nuevainyeccion mientras ascendian, se qolpeaban, se adormecfan y continuaban ascendiendo ...

    -Che, (_vesa esa mujer? Tiene algo extratio en los ojos, no 1 0 puedo mirar ... ino 1 0 aguanto! (_Yase estara muriendo, che? iSacala a ella primero! No 1 0 aguanto ... ime 1 0 quiero sacar de encima!

    -iNo, no, no! iA esa tirala vos!Le sacan los qrilletes, 1 0 arrastran, son arrastrados... mientras contiruian ascendiendo,

    descendiendo algo ... y el sordo rum rum de los motores y el porion que se abre y uno que es empujado ycae, y otro y otro cuerpo, cierran, vuelven a abrir ... y uno que es empujado y cae, y otro y otro cuerpo yotro ... como piedras inmensas lIegan provocando chasquidos en el aqua, que los traqa, los va devorandopoco a poco hasta desaparecer ...

    -iHuy, Dios! t tvtira, chef Esa do vueltas en el aire ..., no baja como los otros ... gira igual que unapluma ... iAh! iSe hunde, por fin! ... tor, no, no! tsube de nuevol, iflota!

    +iSl! Las 0 1 0 5 1 0 tap an pero vuelve a surgir una y otra vez .-iMira! Ahora el vestido se Ie enciende como un faro (_Esella, no? (_O veo mal? (_Me estara

    fallon do 1 0 vista? .. iY ahora parece una bengala! ... (_quesera? iBasta! iMe impresiona!-iY no se hunde! iSigue con las monos atadas! iEsta toda iluminada! ... iSi es para no creer! ... iYa

    no puedo seguir mirandolal iMe duelen los ojos! ...-iA mf tam bien, viejo! iA mf tambien!

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    Eran los golpes de tambor en el pecho, la mana invisible que Ie estrujaba la garganta, el dolor delas sienes ... aquel dia en el aeropuerto, cuando la hermana Alice Domon se despedfa de los suyos. No habiaquerido mirar a su madre para que no Ie adivinara la tristeza; solo 1 0 hizo furtivamente, cuando ella no sedaba cuenta. La miraba bebiendola con la misma sed del que sabe que no tendra mas agua. Contuvo ellIanto hasta el instante en que sus padres y hermanos fueron solo pequefias figuras; ellos ternan que creerque se iba contenta 0 que al rnenos no estaba despedazandose por dentro. Era la primera vez que losdejaba, porque a pesar de las obligaciones que Ie imponfa su vocacion, pudo verlos muy a menudo.Reprimiendo las lagrirnas, partie sin saber si era ella la que se iba 0 era Francia alejandose de aquel avianque se hundfa como un tajo profundo sobre las nubes.

    Llevaba a su patria apretada en el pecho.Abajo quedaba ese pequefio tumulto de caras queridas en las que se repetfan sus rasgos. Intufa

    que iba a continuar buscandolos durante mucho tiempo dentro de sf misma, detras de la piel, del ultimorincon del pecho. En ese momenta sintio la necesidad de contarselo a su madre, pero 1 0 haria de otromodo, rnenos cruel, sin angustia, y decidio escribirle ni bien lIegase a la Mision.

    Querida mama:

    Lleque finalmente a 10Argentina. Sabes, 10provincia de Buenos Aires, donde vive 10tercera partede 10poblacion de pals, es mas grande que Francia. Y es alli. en esa provincia, en 10ciudad de Moron, dondeestan las Hermanas Misioneras Extranjeras. AI lIegar me sorprendio un conjunto de casas, totalmenteblancas, edificadas en forma circular, en torno a 10 unica que parece distinta, en 10 apacible manera dealzarse hacia el cielo, desde una cruz de madera. La gente bautizo "Villa Blanca" 01lugar, quisiera que 10imaginaras. Nuestra coso es 10 imagen de 10 contemplacion en que se Ie unen las otras, integradas en elmismo blanqufsimo y solitario paisaje, limpio y maqico, semejante a una estampa de una aldea medieval.

    Quise escribirte enseguida pero me fue imposible. Durante los primeros dfas me parecfa muyextra no pisar otra tierra y continuar viva. AI principio me cost o acostumbrarme 01 clima de 10 Coso deCatequesis, a 10 amistad de las otras reliqiosos, 01 afecto de los niiios discapacitados. Pobrecitos, si losvieras; distantes a veces, extraviados, detenidos en el sitio de 10 inocencia del que los demos nos vamosapartando a medida que crecemos. Tal vez son mas felices allf que el resto de los mortales; asf 10parece, 01tnenos, porque generalmente sonrfen y son tan cariiiosos que se desviven por una caricia. Ellos y su universodiafano. Coda tanto nos sorprenden mostrandonos algo de 10 que aprendieron, como por ejemplo unachiquita persiqnandose con 10 mono abierta, como si estuviera abojeteandose 10frente, los hombros, elpecho y todo otra vez. Me causa gracia verla yolo vez mucha ternura.

    Yo me voy acostumbrando a ellos y a su necesidad de cariiio. Soy un poco madre y un pocomaestra a 10 vez. Mamita, estos son mis primeros pasos, me siento bien junto a las otras Hermanas. Aalgunos yo las conoces: 10hermana Montserrat, por ejemplo, somos muy amigas. Como buena espanola, esgraciosa y tiene un dicho para coda coso. Despues del almuerzo y las oraciones podemos converser, y ellanos hace refr a todas con sus ocurrencias.

    Sabes, el Obispo de Moron ideo un plan para lIevar el Evangelio a las barriadas mas pobres.Tranvfas recuperados hacen las veces de "capillas del socorro". Allf ensenan catecismo un grupo deestudiantes y jovenes profesores, a los que se les unieron algunos de las Hermanas que estan bajo 10responsabilidad del Obispo. Montserrat acude a esas closes, pero ella mira mas lejos; convivir con 10miseriade esas capillas 10hizo enfrentar el drama de 10pobreza de los niiios. EI regreso por 10noche 01calor de 10Comunidad, a 10seguridad de esta coso, dejandolos a ellos en ese otro mundo en penumbras, no Ie parececoherente ... "Si vivimos asf no compartimos de verdad 10vida de esa qente", dice, y que se ira a vivir junto aellos. Aqu', como en Francia, hay bidonvilles -que les 110man villas miseria- donde 10gente es muy pobrey sujre injusticias y hasta el desprecio de algunos de los que viven en lug ares mas dignos. Es allf donde

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    Montse quiere quedarse a vivir. Yo estoy pensando en seguirla mas tarde. Por el momenta tengo a mischiquitos incapaces de muchas cosas, pero no de querer.

    Mami, mamina, voy a volver a escribirte pronto para con torte todo 10 que viva junto a misHermanas. Es tarde yo, estan apagando las luces, me voy a dormir.

    Te mando muchos besos y tam bien para papa y mis hermanos.Te quiere Caty

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    Villa Esmeralda solo era real para los otros, para los que vivian mas alia de la General Paz, apenaspor un instante, cuando el tren pasaba a la manera de un estampido, conmoviendo las casas chatas y grisesque quedaban vibrando, chorreando a veces el recto detenido en sus techos de lata 0 de carton,escarchados durante las noches mas frias. Asl era como los pobladores formaban una comunidad defantasmas para los que los veian en los atardeceres, regresando de sus ocupaciones, hasta ir hundiendosecuesta abajo.

    Villa Esmeralda estaba oculta en un recodo de la avenida que lIevaba al aeropuerto. Bajaba poruna pendiente junto a los rieles del tren, bordeada de matorrales y yuyos y algunos cascotes que se ibandeslizando cada tanto, haciendo mas diffcil aun el acceso. Alii permaneda parapetada, agazapada, comoesperando un milagro. La gente y los perros ternan un aspecto gris, que se mezclaba con el color de lascasas cuando el cielo caia aplastandolas bajo sus nubes mas pesadas durante el invierno. Pero luego, con lalIegada de los primeros soles fuertes, las casas comenzaban a tomar un color arnbar que iba tornandoseamarillo fuego a medida que sus rayos ardian sobre los techos, convirtiendolas en pequefios hornos conuna puerta y alguna ventana donde asomarse a respirar.

    Los patos y las gallinas chapoteaban con sus crias en los charcos que aparedan en la zona con laslIuvias y se quedaban hasta mucho despues, porque los terrenos eran bajos y tardaban en secarse.

    EIvecindario estaba formado por familias que venian de las provincias mas pobres y de bolivianosy paraguayos que pasaban hambre en sus paises. Tambien, algunas familias que, acorraladas por lanecesidad, habian lIegado desde el Gran Buenos Aires 0 desde otros barrios de la Capital, y que terminabanrnimetizandose con el resto, hasta formar parte del mismo paisaje. Alii, con el tiempo, todos comprendianque esa era su forma de existir. Y de no existir. No esperaban ayuda de alguien que no perteneciera a lavilla. Por eso se refugiaban en el suefio, donde menan cada noche para vivir de otra forma, 0 10 atizabandurante el tiempo de la vigilia como una forma de no sucumbir en la impotencia.

    Las casas se despertaban lentamente, levantando sus parpados de cortinas movidas por la levebrisa de la manana. Los estrechos pasillos que separaban las casas se iban poblando poco a poco de carassomnolientas entre los tfmidos reflejos del sol. Las mujeres salian apresuradas rumbo a las canillaspopulares; lIegaban con sus cacerolas, tach os y baldes para colocarse una detras de la otra, comocumpliendo un mandato. Era el momenta repetido a diario, de las protestas, las risas, los comentarios ymuchas veces de las peleas. Algunas traian prendido de sus polleras a uno de sus chicos, con el pelo todaviarevuelto entre los restos del sueno. Semejaban hormigas en ese ir con sus recipientes vados y volver con lacarga de agua, por el sendero barroso marcado de huellas donde hundian sus pasos, que paredan sujetos aun mismo destino.

    Mas tarde, se las vela a la entrada de la casa mientras realizaban la ceremonia del aseo. Los chicosvestian los guardapolvos blancos, generalmente gastados y zurcidos hasta la obstinacion. Despues seencaminaban a la escuela, Ilevando a alguno de sus hermanos menores de la mano. Varios vecinos sequedaban rnirandolos apoyados en el barandal; otros retornaban a la experiencia diaria de hurgar en losbasurales.

    Las mujeres que trabajaban en las fabricas acostumbraban a reunirse para viajar juntas. Pasabanen un revuelo de voces y de risas, que acompafiaban con todo el cuerpo y con grititos cortados comocloqueos de gallina. Las que emprendian caminos distintos -Ia mayoria- eran las que estaban empleadaspor hora en casas de familia: se trepaban a los colectivos, en los que, apretujadas, partfan rumbo a losbarrios donde la gente vivia de otra manera. Los hombres que estaban contratados en la misma obra enconstruccion 0 trabajaban en la misma fabrica, tam bien se agrupaban para viajar juntos. Se los vela alejarseentre empujones, palmadas en la espalda y risotadas, que caian como piedras disparadas por la bocaabierta.

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    A pesar del exodo matinal, la villa permanecia abierta como el arca de Nee 0 una gran feria, consus perros deambulando entre los desperdicios y las sogas Ilenas de ropa tendida.

    Las mujeres, aturdidas en sus quehaceres; los muchachos, entregados a la tarea de descubrir algoutil en medio del basural, situado a 10 largo de las calles mas bajas, y los chicos rnezclandose en juegos ypeleas. Los viejos -a los que aun su cuerpo se 10permitfa- se sentaban a contemplar la vida, aquella vida,desde alguna silla instalada en la calle. No obstante, era diffcil, casi imposible, desertar del barrio. S610algunos 10 habfan intentado, pero terminaron regresando finalmente a esa lenta costumbre de irenhebrando sus habitos a la intemperie.

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    Chapaleando barro carita morenazapatillas rotas, ojazos de almendraespiga tu cuerpo que el viento cimbreacon tus pobres ropas cubriendote apenasal verte tan debit mis dientes se aprietanquiero rescatarte de tanta miseriay ttl me sondes carita morenayo soy la que sufro, ttl no te das cuenta.

    Habia pasado mucho tiempo desde la ultima Iluvia. EI vertiginoso paso de los vehiculos queparedan huir levantaba por la avenida grandes nubes de polvo del camino que se metra entre las casas.Bajo ese tul de tierra y cielo nuboso, Villa Esmeralda estaba mas oculta que de costumbre. Era lunes. Y poreso pareda mas triste esa tarde pesada y maloliente, a la hora en que los zanjones lIenos de basura hiervende insectos. En esa tarde extendida a 1 0 largo de la villa, una mujer con vestido gris y toea blanca sublalentamente desde el barranco, hasta detenerse junto a la casa que se encontraba mas proxima. Llama a lapuerta. Nadie respondio. Era alta y flaca, con la cara redonda y la eterna costumbre de morderse el labiainferior cuando la acosaba algun presentimiento.

    Los vecinos la miraron desde lejos con indiferencia. Era alguien mas rnezclandose al sopor quevolvia mas lento el escenario de la villa.

    -lA quien busca, senora? =pregunto Manolito, el nieto de la gallega con su vocecita de seisafios->. lSefiora, sefioral. .. -repitio insistentemente el chico. Ella volvio la cabeza para buscarlo. Lo viasentado en el suelo, chiquito y encogido sobre s f mismo; se refregaba la nariz con el dorso de la mano.Junto a el estaba su perro, dormido.

    -Busco al padre Juan. lSabes donde esta?-No se ... =vacilo Manolito-, pero venga, venga que 1 0 vamos a encontrar =agrego sonriendo y

    poniendose de pie. EI perro, que aplastado contra el suelo semejaba una piel secandose al sol, la miradesde un solo ojo.

    Manolito la torno de la mano. Ella cornenzo a andar; los zapatones negros crujian a cada paso; el,pachorriento, chancleteaba las zapatillas mal calzadas. Pegado a sus talones, el perro los seguia.Recorrieron la villa preguntando por el cura. Los vecinos, al verla de cerca, la observaban con curiosidadmientras Ie respondian: "Lo vi pasar hace un rato", "Fue para alia", "No se donde esta ahora". Y sequedaban conternplandola desde la puerta de sus casas, hasta que fue perdiendose en el fonda de la calle.

    Finalmente, 1 0 encontraron en la casa de don Clementino Manzano, a quien el cura habia ido aconsultar, por considerarlo un hombre inteligente y capaz de dar buenos consejos.

    - iHermana! lUsted por aqui? lComo me encontro? =exclamo sorprendido al verla.-Bueno ... yo tengo mis recursos para encontrar a quien busco =respondio ella sonriendo.-No pense que vendria tan pronto.Con visible alegria y a modo de presentacion, el padre Juan la torno del brazo y, dirigiendose a sus

    vecinos, dijo:-Esta es la hermana Catv, que viene para ayudarme en la catequesis.-Pase, pase, Hermanita -se adelanto Simona Manzano, al tiempo que Ie of red a un mate.

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    -Bienvenida a la villa -don Clementi no Ie tendio la mana aspera y fuerte. Desde un rincondonde se amontonaban trapos y muebles, la madre de dona Simona, acostada en un catre en el que casidesapareda, levanto un brazo para saludarla.

    Mientras todos se sentaban, Manolito y el perro volvieron a acurrucarse en el suelo, muy juntos,como si no pudieran despegarse.

    Conversaron un buen rato entre mate y mate, con la muda participacion de Catv, que, ajenatodavfa a los problemas de la villa, se limitaba a escuchar. La pobreza extrema de algunos era el punto encornun que mas los afligfa. AI padre Juan, la idea de conseguir un empleo se Ie iba haciendo cada vez masclara. Tener un sueldo Ie permitirfa ayudar a la gente, cuya situacion 1 0 preocupaba profundamente. DonClementino, que estuvo de acuerdo, se ofrecio para hablar con el patron de la herrerfa donde trabajaba.Todos coincidfan en la necesidad de solidarizarse con los vecinos mas necesitados. Sus voces sesuperponfan contando toda clase de experiencias, sucedidos y amargas reflexiones. Solo hadan una pausadurante el instante fugaz de cada mate.

    La hermana Catv iba reteniendo en su memoria esa conversacion, presintiendo que Ie serfa muyutil. Mientras tanto, se Ie habia borrado la sonrisa. Estaba pal ida y cornenzo a sentirse ahogada en esaestrecha casilla, abarrotada de gente y de cosas. Instintivamente desprendio el primer boton de su blusa.Notandolo, el padre Juan decidio terminar con la visita.-Vamos saliendo, Hermana -dijo, al tiempo que se levantaba-, asl Ie presento otros vecinos.

    AI despedirse, don Clementi no volvio a su promesa de ocuparse del tema del trabajo.

    Seguidos por Manolito y el perro, caminaron un trecho en silencio; un sabor amargo les detenfalas palabras.

    -Un trabajo para ayudar a la gente no serfa mas que un remiendo -dijo Catv y agrego-: sobreeso, una vez escuche esta frase: "Es un parche cosido a la pobreza, esa vieja vestida de harapos que sealimenta de las esperanzas ajenas". -Por un instante se miraron de soslayo. La profunda solidaridad queambos sentfan acababa de instalar entre ellos una alianza intensa, fantastica.

    -Buenas tardes, Padrecito.Era don Damasio Durazno que, tambaleante, les salio al paso. Como siempre, estaba con unas

    copas de mas y apretado en su traje raido: lIevaba el viejo sombrero metido hasta la frente y el toscanoapagado en un costado de la boca.

    -Buenas tardes. iEste don Damasio! -contesto sonriendo el padre Juan, como perdonandolo,mientras 1 0 vela alejarse.

    -No se como aguanta ese traje con tanto calor. -EI hombre iba sacandose y colocandosealternativamente el sombrero para saludar a la Hermana.

    Asl, caminando pausadamente, recorrieron toda la villa, mientras hadan planes para lacatequesis.

    -Bueno, Padre, como ve, finalmente la Superiora me ha enviado a rn l para atender a los nifios.No vaya a creer que porque soy muy competente; al contra rio, estoy casi convencida de que fue parasacarme de encima -rio guifiandole un ojo-. Tal vez soy un clavo. lAsf dicen ustedes, no? Un clavo ... -yvolvio a refr.

    -No 1 0 parece, Hermana. Creo que tiene un buen caracter para los chicos. Ellos necesitan muchola alegrfa. Y carifio, claro.

    -iChau, Pecoso! -Manolito saluda al otro chico que estaba tirando piedras contra el techo deuna casa. Luego, sefialando a la hermana Catv, dijo:- Esta es la Hermanita del catecismo, lsabes? -Yvolviendo la cabeza mientras se alejaban, agrego.v- i Esmi amiga!

    Catv sonrio al escucharlo, pero al ver las costras en la cabeza del Pecoso no pudo sustraerse alescalofrfo que recorrio su cuerpo y Ie contrajo la boca.-No sufra mas que ellos, Hermana -dijo el cura-, los chicos ya estan acostumbrados a vivir deese modo y, aunque parezca mentira, siempre estan contentos porque no se dan cuenta.

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    Continuaron internandose en la Villa, donde los corredores bajaban hacia el basural. Una oleadade tufo les golpeo la cara. Ella fruncio la nariz, la apreto entre los dedos.

    -EI perfume del pueblo -dijo el Padre. V los dos sonrieron tristemente.Junto a las zanjas, las moscas V mosquitos zumbaban a 1 0 largo del agua estancada. Los ultimos

    restos de luz bajaban desde los tech ados mas altos. Giraron sobre sus pasos. Varios perros subieron conellos Ilevando entre los dientes sobras de comida rescatada del basural. Bordearon algunas canillaspopulares, alrededor de las que se amontonaban mujeres V nifios. Catv mira las piernitas flacas de loschicos; estaban descalzos, mugrientos, algunos con los mocos al borde de los labios. Esa vision, sumada alas de las casas con puertas de arpillera V tech os de laton, fue el resultado atonito de su rebeldia nacientecontra el designio de ese abismo que se hundia de espaldas al resto de la ciudad. Era una cueva que losmantenia sumergidos, convirtiendolos en fantasmas de un exilio involuntario V denigrante. Tal vez esdemasiado para el primer dia, penso, rnordiendose ellabio inferior V mientras las ufias se Ie incrustaban enlas palmas de las manos, al tiempo que formulaba Vse formulaba la pregunta sin respuesta:

    -lPor que?Manolito vel perro aun continua ban detras de sus pisadas. La monja se volvio de pronto v atra]o

    con ternura la cabeza del chico contra su falda.-Eres hermoso ... -dijo, Vse seco una lagrirna.Era denso el clima de aquellunes a punto de expirar. Esatarde que se volvia mas espesa a medida

    que bajaban las sombras para mezclarse con las sombras de los que regresaban del trabajo. Catv debioesforzarse para continuar andando. EI Padre se Ie adelanto abriendole paso, al tiempo que Ie deda:

    -Vamos, Hermana, la vov a acornpafiar hasta la estacion. =Despues continuaron el camino ensilencio, cada uno hundido en sus propias reflexiones. EI cura comprendia cuales eran los sentimientos deella, recordando sus primeros tiempos en villa. Resultaba diffcil luchar contra la tentacion de desandar elcamino. De pronto, Manolito interrumpio:

    -Hermanita ... -V se Ie agrandaron los ojos-, lmi perro tarnbien va a poder ir al catecismo?Catv rio V, revolviendole el pelo, Ie dijo:-Como no, asi el tam bien aprende a rezar. V ahora quisiera saber como se llama.-Pajaro, Hermana -V se agacho para acariciarle ellomo.-lPajaro? lV por que Ie pusiste ese nombre?-Por mi papa. EIdice que como es tan flaco parece que vuela de hambre.Catv V el cura sonrieron.-Bueno, pero va es demasiado tarde, Manuel. Va siendo hora de que te vavas a tu casa.Se quedaron mirando los alejarse, hasta verlos desaparecer. Caminaron hasta la estacion. A ella Ie

    habian bastado esas horas de recorrido por la villa, la charla del Padre con los Manzano V las costras en lacabeza del Pecoso, para comprender cuanto habia que reconstruir.-Creo que deberia quedarme a vivir aca V O tam bien -dijo suspirando.

    -No se, Hermana -contesto el no rnuv convencido-, es distinto venir cada tanto ... pero viviraquf. .. tal vez no es una buena idea ... =agrego con un gesto triste V concluvo moviendo la cabeza-: Votodavia no me acostumbro.

    -Pero, Padre, para rn l no sera tan diffcil. .. en Francia era campesina; adernas pertenezco a unafamilia rnuv numerosa: soy la mayor de los hermanos Vse 1 0 que es cuidar nifios.

    "Los Domon torrnabamos una familia atfpica: nosotros viviamos en la parte de arriba de la casa Vmis tios V primos, en la de abajo. iHabia tantos nifios! V despues nacieron alii tambien varias vocaciones.Ffjese, cuando erarnos pequefios jugabarnos con mi primo Pierre a ser misioneros; para eso V O me ataba unpafiuelo a la cabeza V ambos nos descalzabarnos. Un dia, la madre de mi primo, la tia Mandine, aldescubrirnos descalzos nos ret 0, pero cuando Ie explicamos nuestro juego se ernociono hasta las lagrirnas.Ella fue mi mayor confidente V la primera en conocer mi vocacion V en apovarrne. Por aquel entonces, VO

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    tenia diecinueve afios V Pierre estaba en el seminario de Bievres. HoV ambos formamos parte de lasMisiones Extranjeras."

    -iQue hermoso 1 0 que me cuenta, Hermana! Pero una cosa es vivir en una familia rnuv numerosaVotra es la villa ...

    Acababan de Ilegar a la estacion. Esperaron el tren sentados en un viejo tronco que hada debanco.

    La noche comenzaba a envolver el paisaje uniendo las casas en su desamparo de laton V maderas,que a esa hora exudaban olor a comida entre sus hendijas.

    -Se ha quedado rnuv callada. Mejor no piense tanto, se 1 0 digo por experiencia -dijo el padreJuan-. Las cosas iran sucediendo segun Dios 1 0 disponga; dla a dia nos van Ilegando los problemas Vtam bien las soluciones. Solo alguna vez, clare, pero uno se enferma cuando quiere arreglar de golpe todo 1 0que sucede. Mire, VOvine por primera vez cuando a una familia del barrio de La Pedrera, los Paez, losdesalojaban de su casa. -v aclaro=- Este es un lugar donde siempre se Ie abren los brazos al desesperado.Parece una ironia, pero ellos, los que no tienen nada, son los mas generosos. Lav illa ha ido creciendo con lalIegada de las nuevas familias: es mas simple de 1 0 que nosotros creemos.

    -Si, tal vez uno magnifica las cosas =rnurmuro, no rnuv convencida.-Es que ellos las toman con simpleza, quiza porque son naturalmente simples. Mire, alii donde

    los vuvos forman un marco en torno a la ultima casa, surge otra para el recien lIegado, generalmente apartir de una pregunta: "lPuedo ponerme allado suvo, don?". "Haga nornas ... "

    EI cura siempre habia pensado que tal vez esa era la razon de la fragilidad de las casas, porquetenian las raices debiles V padedan el constante acoso de los vuvales.

    Viendo que ella permaneda en silencio, continuo:-Asi es, Hermanita, las casas surgen sorprendentemente de un dia para otro. Bastan algunas

    latas V unas pocas maderas; incluso pueden no tener ventanas V como puerta, unos cartones V algunaarpillera. Pero hay algo que las constituve en viviendas vies confiere dignidad: el techo, V esto 1 0 explicanalgunos con una sencillez que no deja lugar a duda: "V, un techo siempre es un techo, don ... ".

    -Me ha asesorado bastante respecto ala gente de la villa -dijo ella tratando de sonreir-, pero,respecto de 1 0 que hablabarnos antes, quiero contarle que tam bien he trabajado con nifios pobres. EnFrancia me enviaron a Pau, un castillo que perteneda a la Congregacion: alii me integre a un grupo deAccion Catolica que atendia a los nifios gitanos, donde senti por primera vez que estaba en mi lugar, con losnifios pobres. Adernas, con mi cornpafiera, la hermana Montserrat, va estabarnos considerando la idea devivir en un sitio asl.

    De pronto divisaron el tren. Se levantaron vel cura, estrechandole la mano, dijo:=Pienselo bien, Hermana. Despues resuelvan ...Ella subio decidida la escalerilla del vagon. Luego volvio la cabeza V dijo, mientras sonreia

    picaramente V levantaba la mana para saludarlo:-EI domingo me tiene por aca, Padre. No 1 0 dude ni por un momento.

    Bichette, mi querida hermanita:

    Biche, esta necesidad de colgarme de tu nombre, del nombre de nuestra madre; pronunciar/os esregresar un poco. Se me hace diJfcil resistir, 1 0 reconozco. como si algo oscuro me estuviera reservado.Lucho por sacarme estas ideas de 1 0 cabeza. Yo ves, soy debit a pesar del esfuerzo que me impongo. No Iedigas a mama que 1 0 extraiio tanto.

    En este momenta uno de mis alum nos acaba de entrar y me do un beso humedo y pegajoso con 1 0boca abierta, mientras escribo. Vieras c6mo esta aprendiendo a rezar y muchas otras cosas. Yo tam biencoda dia aprendo algo. Las costumbres y el idioma me cuestan bastante. Las Hermanas de 1 0 Misi6n se rfen

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    porque pronuncio mal y cambio el nombre de las cosas. La hermana Montserrat me esta enseiiando apronunciar el "argentino". Tiene mucha paciencia. Soy una guitarra con las cuerdas flojas que estaaprendiendo la sinfonfa que me acercara a mis hermanos: por eso ella me ajusta, me ofina, me da animos.Voy temptandome para 1 0 que vendra. Desde hace unos dfas comence tam bien a trabajar en un jardfn deinfantes de San Vicente de Paul, asf que debo compartir mi cariiio entre esos pequeiios y los chiquitosdiscapacitados de Villa Blanca.

    (_Sabes?, conocimos a un sacerdote que lleqo a la tvtision. como 1 0 hacen habitualmente otrosreliqiosos, para hablar durante una reunion con los padres de nuestros alumnos.

    Pero 1 0 interesante es que este sacerdote vive en una bidonville 0 villa miseria, como Ie dicen aca.Nos conto sobre las necesidades de esa gente y de todo 1 0 que hay por hacer. Comence a ir allf para darclase de catecismo a los chicos, aunque presiento que terminate quedandome a vivir, junto con la hermanaMontserrat -que es 1 0 que mas deseabamos=. EI sacerdote hace tiempo que esta en Villa Esmeralda y vivesu vocacion de servicio plenamente. iSi vieras como quiere y estimula ala gente y cuanto 1 0 aman! (_Sabes?,me recuerda mucho al padre Paul. (_Te acuerdas de esa mirada que iba mas alia, sin olvidar 1 0 que ocurrfaaquf cerca? Siempre me impresiono. Lo cierto es que si vivimos en la villa, donde hay tanto para hacer,tendre que renunciar a las dos escuelas. Por el momenta todavfa no tenemos nada decidido.

    Bicne, recibf tu ultima carta con noticias de la familia: me aleqre mucho, los tengo siemprepresente en mis oraciones y en mis sueiios.Bueno, debo dejarte. Hasta pronto, mi querida. Besos a la familia y para ti.

    Caty

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    EI vraje de regreso a la Mision recien cornenzo para Catv cuando logro sentarse junto a laventanilla del tren y cerrar los ojos. Estaba inquieta, nerviosa; querria haber lIegado ya para poderconversar con la hermana Montserrat sobre todo 1 0 que habia vivido en su primer dla en la villa; necesitabacompartirlo con ella, que tam bien amaba a los pobres.

    Debajo de los parpados iba recreando las imagenes que la habian sacudido durante esa tarde; lasmoldeaba, las tallaba una a una: los chicos, los viejos, casi todos con la piel morena y la miradatransparente. Los iba vistiendo con ropa mas digna, les daba de comer, de beber. Recorda tam bien a la otragente que habia visto y sonrio al pensar en don Damasio, diferenciandose de los dernas vecinos, tan blancodebido a la ascendencia eslava que el padre Juan Ie cuchicheara al ofdo. Se detuvo un momenta en elretrato del viejo, en su barba rala y algo amarillenta, que Ie cubria las mejillas, dandole el aspecto de undurazno, haciendo honor a su apellido, en especial cuando se Ie encendian. Porque el calor del vino se Ieescapaba por los poros. La imagen del padre Juan fue la mas clara de todas, se Ie antojo casi luminosa,como el dia que 1 0 conociera cuando entre en la sala de la Mision.

    Una semana atras la Superiora les habia informado de su visita para la charla y todas 1 0 esperabanansiosamente. Fue la misma Superiora quien se encargo de presentarlo a las religiosas, las querespondieron a su saludo con un apreton de manos y una leve inclinacion. Esamisma tarde y entre risas, elPadre Ie confesaria su sorpresa con el aspecto de las Hermanas: "Me parecieron todas iguales, con la debilsonrisa calcada y sus caras flacas surgiendo de la toca". EIcomentario del cura acerco a Catv la fisonomia desus cornpafieras mas cercanas: la hermana Bernardette era la mas joven, de pelo rubio y ojos claros; su piellechosa, casi transparente, la volvia mas delgada, dandole un aspecto fragil y vulnerable; la hermanaMontserrat, morena y mejor plantada, de ojos oscuros, hondos, sabios, y la dulce hermana Julienne,menuda y alegre. Solo la hermana Leonie y la Superiora eran algo regordetas, aunque a esta ultima se lavela distinta, por su mirada severa, que a Catv se Ie ocurria como fabricada para sostener su autoridad. Enese momenta abrio los ojos y mira por la ventanilla; faltaba un buen rato para lIegar a Moron. Un vistazo asu alrededor Ie acerco 1 0 previsible a esa hora: poca gente; hombres y mujeres que volvian de sus trabajosdormitaban en los asientos. Hubiera querido saber algo mas sobre ellos, entregados a la rutin a del viaje y elcansancio. Una mujer y sus chicos dormian acurrucados, mezclando su respiracion, el pelo, el sudor y laternura silenciosa donde se mantenian cobijados. Conternplandolos, Catv sonrio y regreso a la tarde en queconociera al sacerdote, cuando se dirigia a los padres de los alumnos. Su palabra, que al principio habiacomenzado algo vacilante, luego se afirrno y se la escuchaba lIegar segura y vibrando mientras contaba delEvangelio a traves de la vida y de los hombres, como templo de Dios, de los hombres de su tiempo, de supais. Tarnbien les conto su experiencia en Villa Esmeralda, aquel mundo casi oculto que ella acababa deconocer. Catv, pensandolo a la distancia, se dio cuenta de hasta que punto las palabras del sacerdote lahabian marcado aquella primera vez, rnostrandole la realidad de una sociedad injusta, hostil, materialista,indiferente, incapacitada. Esa fue la palabra que el mas destaco entonces. Incapacitada. Para ayudar, parabrindarse a los desvalidos de todo tipo, a los impedidos, material, espiritual, culturalmente. Asf les hablabael padre Juan, comprendiendo en profundidad la impotencia de esos padres y tratando de que se sintieranrnenos desdichados; les hada ver que la incapacidad de sus hijos era ffsica. Solamente.

    EIsacerdote, al finalizar la charta, habia dejado flotando las palabras de Cristo: "Es dando que unorecibe" ...

    Cuando entre en la Mision todo era silencio. Las religiosas ya se habian retirado a descansar, laquietud y la penumbra la hicieron actuar con cautela. Camino en puntillas, tratando de abrir y cerrar laspuertas cuidadosamente. AI lIegar a su cuarto, via luz encendida y encontro a Montse -con quien 1 0compartfa- aun despierta, leyendo un libro de meditaciones.

    - Dios este contigo, Hermana, buenas noches -dijo, acercandose, y sin esperar respuestapregunto->: lTe acuerdas de tu proposito de vivir con los pobres? Conod un lugar donde ambas podremos

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    lograrlo =rernato entusiasmada, con la conviccion de que acababa de dar a Montse una gran noticia.Ambas estuvieron conversando hasta bien entrada la noche, haciendo planes y preguntandose si laSuperiora aprobarfa esa decision. Catv era muy optimista; descontaba que la Superiora les permitirfa ir elproximo domingo, en que el padre Juan estarfa esperandola.

    La imagen del padre Juan iba creciendo en su interior; 1 0 admiraba por su entrega y esa manerade restarle importancia a tanta dedicacion. Desde el umbral del suefio, que al fin estaba cerca, penso quetam bien a ella Dios Ie estaba pidiendo algo mas. Por el momento, los acontecimientos que se habfanempezado a suceder ternan el sabor de una gran y bella aventura, que ella necesitaba vivir.

    Querida tfa Mandine:

    Mi querida y tenaz confidente. Se que por medio de mama y mi hermana conoces todos mis pasosdesde que lleque a 10 Argentina. Como sabes, estoy trabajando en 10 tvtisior. dando closes a chicosdiscapacitados, pero tam bien me asignaron para trabajar con los niiios del jardfn de infantes de San Vicentede Paul, donde algunos son huerjanos 0 abandonados, y 10mayorfa muy pequeiios. Ffjate de que manera elSenor nos prepara su camino; recuerdo que en el Concilio, a troves de 10 "Perfecta Carita tis " se instaba a lasordenes religiosas a continuar los pasos de nuestros fundadores. EI padre Nassoy, que fue el nuestro,siempre vivfa su miston evonqelica. Asf fue como las primeras misioneras en 10Argentina trabajaron comoyo ahora, en los mismos jardines de San Vicente de Paul. Yo ves, aquf nuestra vida es muy intensa; tengoque repartir mi tiempo entre los niiios de ambos escuelas y como enfermero, dando inyecciones. Para que tedes una idea de nuestro trabajo yolo vez responder a 10 pregunta que me haces en tu carta sobre sicontinuo siendo tan atolondrada como siempre, voy a contarte una anecdote: un dfa estaba realizandojuegos didacticos con los chiquitos del Iardln, cuando me avisan que tenfa que irme urgentemente paraatender a un enfermo; entonces, salf apurada montando mi bicicleta y a poco de andar oigo que me 110mana los gritos. Entonces, dandome vuelta apenas, les hice setias de que estaba apurada, pero, detras de mi,otros gritos continuaban llamandome. Hasta que finalmente pude entender: "Hermana, Hermana, 10toca ...", me decfan. En el apuro, habfa enganchado mi to co en 10 ramo sobresaliente de un arbol, que 10hacfa ondear en el aire como una bandera. Esto me causa mucha gracia y nervios a 10 vez; reqrese abuscarla y, entre las risas de los vecinos, me cubrf 10 cabeza y recomence aquel viaje. Y ffjate que ahoraestamos junto con 10 hermana Montserrat decididas a quedarnos a vivir en 10 que aquf lIaman una villamiseria, donde hay muchos niiios pobres y no solo de comida. Tal vez yo 10sepas, porque se 10conte a Bicheen mi carta anterior, pero necesitaba comentarte que no es tan simple: si nos quedamos a vivir en 10v illa,tendre seguramente que abandon or a los niiios de ambos escuelas; asf es como el Senor me abre distintoscaminos yolo vez motiva en mf gran des incertidumbres. Es demasiado diJfcil tomar una decision. Yel hechode pertenecer a una Comunidad que nos brinda tanto libertad, nos hace sentir aun mas responsables. iQueDios nos iluminel

    Mi querida Mandine, perdoname que te agobie con mis dilemas; mi deseo es seguir 01Senor, perotengo tantas dudas ... y seguramente tu me ayudaras a descubrir por cual sendero debo optar.

    Te pido edemas que consueles a mi madre; se que me extra no mucho, tella se apoyaba tanto enmil Tal vez por ser 10mayor. Por favor, hazme saber cualquier novedad.

    Te dejo hasta pronto, besos a to dos, los tengo siempre en mi corazon. Un abrazo para ti.Caty

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    Aquella tarde, el padre Juan se encontro con Clementino Manzano; estaba esperandolo bajo elalero de la casa V con una buena noticia. Apenas dos dias despues de que estuviera en su casa con lahermana Catv V hablaran del trabajo que necesitaba, el hombre va estaba diciendole que se 1 0 habiaconseguido V que tenia que empezar a la manana siguiente.

    -Es en la herreria de los vascos, Padre; por ah l no Ie pagan mucho pero ...-Mucho 0 poco, es un trabajo, Clementino, V algo va a avudar. Gracias.-Por favor. Manana a las seis, si Ie parece, paso por aqui V vamos juntos, a s l se 1 0 presento.-De acuerdo, 1 0 espero entonces. Hasta manana.AI quedarse solo, el padre Juan, viendo que va estaba cercana la noche, decidio hacerse algo de

    comer. Estaba contento. La semana habia empezado bien, con la lIegada de la hermana Catv V su promesade volver el domingo, V ahora la noticia del trabajo. lQue mas podia pedir? Solo que Dios siguieraavudandolos para levantar la capilla 1 0 antes posible. Recordaba la tarde en que don Magdaleno Pizarra VBenicio Pereyra se Ie aparecieron en la casa, a los pocos dias de su lIegada.

    -Mire, cura -Ie dijeron entonces sin mucho prearnbulo->, queremos hacer una capilla, va 1 0hemos decidido con la gente; brazos no faltan, para los domingos, se entiende ... -Los invito a sentarse Vlos escucho ernpefiados en demostrarle 1 0 bien que les vend ria tener un templo. Su Dios entre ellos; loschicos acudiendo a la misa, sus santitos adorados alii: la Virgen de Copacabana, el Senor de la Exaltacion, elTata Laguna... Los miraba V los escuchaba, pensando que pronto habia lIegado la respuesta a sus angustiaspor tantas necesidades: lpor donde comenzar? Ellos habian elegido. Partieron entusiasmados con supromesa, dejandolo aliviado, con la sonrisa comenzando a iluminarle los ojos. Enseguida salio para dirigirseal "campito" que estaba detras de su casa V cornenzo a medir al terreno con el largo de sus pasos. EI talondel derecho, delante de la puntera del izquierdo; el talon del izquierdo delante de la puntera de derecho,una V otra vez... Desde lejos, podrian haberlo confundido con un borracho. Y eso... era casi cierto.

    La ansiedad de los vecinos por tener la capilla en el barrio, sumada a su pro pia ansiedad, ernpujola luz de aquel domingo, el sefialado para empezar la obra, haciendo que amaneciera mas temprano. Amedida que pasaban las horas, un sol ardiente se volvia fuego sobre los techos de lata.

    La gente se asomaba a la puerta de sus casas para respirar. Los chicos, cumpliendo la tarea quetenian encomendada, comenzaron a asediar las canillas, cargando los taches, convirtiendo ese mero hechoen una fiesta de agua V de risas con sus chapoteos en las charcas formadas por los desniveles del camino. EIbarro se alzaba sonoro salpicando sus ropas. Despues, partfan con la risa que hada temblar el agua en losrecipientes V las piernitas flacas, embarradas, como patos de laguna.EI padre Juan, que habia partido temprano a cumplir con la misa de nueve en la iglesia de laConcepcion, regresaba a la villa. Lo traia el Tano en su camioneta de la panaderia, en cuva caja iban algunosmuchachos de la parroquia V de vez en cuando Ie hada el ofrecimiento.

    -lQuiere otro pan, cura? -Y sabiendo que el Padre se levantaba al amanecer V se iba siempresin desavunar, insistfa: -Dele, comase otro ...

    EI aceptaba sonriendo V , mientras la camioneta corrla con destino a la villa, volvia a suscavilaciones. Todavia lIevaba en los ojos la imagen de la "panaderia del sol", como la Ilamaban los clientes,debido a que en el local que tenia el frente total mente vidriado V espejadas las paredes V el mostrador-,cuando el sol entraba desde la calle, pareda quedar atrapado, flotando entre los espejos. Y el espiritu delpadre Juan tam bien flotaba en el espacio imaginado de la capilla, en la nube transparente que dibujaba elaltar. Con la mana extendida iba acariciando las cabezas reclinadas de los vecinos, las caritas de los chicos,el opaco lomo de los perros ...

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    Cuando lIegaron al campito, bajaron todos de la camioneta. Los vecinos se asomaron alescucharlos. Fueron saliendo de sus casas tim idamente, asombrados de que algo de 1 0 que esperabansucediera por fin. Algunos necesitaron restregarse los ojos como para sacarse las telarafias de laincredulidad. Los muchachos de la parroquia estaban contentos de poder cooperar; reian y hablaban a losgritos. Enseguida comenzaron a bajar las maderas, las chapas y los latones. La gente se habia ido juntando,convocados por esa rnultiplicacion de sonidos infrecuentes en la villa. EI padre Juan se arrernango. Ato lasotana a la cintura y cornenzo a marcar con algunas piedras los limites de la capilla. EI Tano y los otrosayudaban, median, enderezaban la fila de piedras, hadan planes. Los vecinos, que ya eran muchos,comenzaron a retroceder hasta detenerse detras de la fila de piedras. Nadie se atrevio a pisar mas alia deesos limites. Los murmullos cesaron por un momento; contemplaban al espacio con veneracion.Lentamente otros vecinos fueron acercandose: querian estar junto al Padre, que el los viera. E I . Ese curaque pretendia cambiarles la historia poco a poco, hacerles ver el color escondido de la villa, como si fuera el"Senor de las Puertas" de la "Ciudad Esmeralda", donde reinaba el "Mago de Oz", aquel hombrecito quecolocaba a los visitantes los lentes verdes con cintas doradas, cifiendolos a sus cabezas con un candado.

    Estaban todos. Magdaleno Pizarro, Benicio Pereyra, Amelia y Francisco Paez, Rosenda, Simona ydon Clementino Manzano, don Paco, Pedro Perales; la gorda de cara colorada, observando como siempredesde el trono de su silla de paja; dona Virgiliana, la rezadora; el Manchado con Maruca, el viejo DamasioDurazno, Selva, Pina, Manolito, el Pecoso y todos los otros chicos, y hasta don Lisandro Peralta, el cabo dela Seccional. EI padre Juan los fue descubriendo uno a uno. EI campito se habia convertido en un espaciodonde pareda que se congregaba una bandada de pajaros sedientos alrededor de una fuente a punto debrotar.

    Y paso la manana, el alimento frugal de algunos sandwiches, los mates cebados repetidamentepor las mujeres y los vasos de vino que algunos necesitaban para no romper con el rito del domingo. EI ritoque empujaba hacia algun lugar distante las aflicciones de la semana. A 1 0 lejos, rnusicas disimiles se hadanolr con estridencia desde las casas. La radio tam bien formaba parte del rito de cada domingo; ese dia queestaba hecho para separar las semanas como una antorcha en la oscuridad.

    Cuando pasaron las primeras horas de la tarde, el cansancio se hizo sentir en las espaldas de loshombres; entonces, algunos desertaron, pero otros continua ron, obstinadamente. Era casi de nochecuando dejaron de trabajar.

    A esa hora, muchos de los que habian partido mas temprano regresaron para contemplar losadelantos de la obra. La capilla ya tenia entonces los pies metidos en la tierra.

    -jManana es lunes! -se escucho gritar a don Damasio, que se habia desmedido con el tinto-.jEs lunes y se acabo la joda! =sentencio nuevamente y despues retorno el camino y volvio a hundirse en elmismo pozo de sombras de donde habia salido.

    EI olor de la sopa que hervia sobre el fuego volvio a la realidad al padre Juan, despejando lasimagenes del domingo en que habia comenzado la construccion de la capilla, un par de semanas atras. Sesirvio un plato y cornenzo a tomarla. Manana comenzaba a trabajar en la herreria. EI proximo domingocontinuarian las obras de la capilla y tam bien volveria la hermana Catv. Eran muchas las cosas que Ie estabadando Dios.

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    Pedro Perales habia lIegado a la villa sin mas familia (si es que a eso pudiera llarnarsele familia)que la cara de su madre y de sus dos hermanos menores que Ie sonreian desde un retrato. Estaba solo.Pero no se sentfa solo, 0al rnenos no quena darse cuenta. Se aferraba a ellos con la frecuencia de las cartasy de alguna encomienda que cada tanto les hada lIegar. "Estoy de paso por la villa", dijo Pedro cuandollego. y continuo diciendolo durante mucho tiempo, como tantos otros que 1 0 repetian para convencersede que en algun momenta podrian desertar. Pedro era un muchacho fuerte, decidido. Consiguio emplearsecomo peon en un aserradero. EI olor a madera 1 0 hada dichoso. EI polvillo que levantaba la sierracubriendole las ropas, las pestafias, rnetiendose por su nariz, 1 0 regresaba a los lejanos quebrachales de sutierra. EIcontacto de los troncos rugosos Ie provocaba en la palma de las manos un cosquilleo seco, comolas ufias de una hem bra bajando por su espalda. Era dichoso. Se habia enamorado de Selva, la mujer de donLucio, y ese amor que se Ie escapaba por los ojos se convertia en caricias cuando la miraba. Le Ilenaba lossuefios y ellugar que otros suefios deberian ocupar pero que no ocupaban, porque durante mucho tiempola presencia imaginaria de Selva 1 0 mantenia despierto. Ella y la noche eran una misma cosa. Ambasinvadian su cuarto, bajaban hasta su almohada con igual transparencia y 1 0 cubrian lentamente,ajustandose a su carne afiebrada. Selva. Una sombra liviana que sella pasar con su carga de pelo renegridosobre la espalda y la tristeza ernpafiando el brillo que en un tiempo habian tenido sus ojos. No hablaba connadie. Apenas si levantaba las pupilas cuando la saluda ban. Caminaba ligero, dejando una estela de niebla,que no era otra cosa que el aliento gris que exhalaba su tristeza.

    EI padre Juan sabia que Selva -porque los vecinos se 1 0 habian contado- estaba condenada a larepetida ebriedad de don Lucio y a sus golpes, que Ie provocaban multitud de manchas que extendianramales azules por toda su piel. EI era un hombre mayor, casi viejo, que habia quedado sin trabajo, y lasfrustraciones 1 0 empujaban todas las tardes hasta el boliche; despues regresaba borracho y descargaba subronca sobre la unica que 1 0 esperaba a pesar de todo. EI padre Juan estaba enterado de casas similares enla villa y muchas veces trato de intervenir para proteger a las victimas; sin embargo, casi siempre eran laspropias mujeres golpeadas las que se 1 0 impedian, diciendo: "y si no me golpea a rnl , que soy su mujer, laquien va a golpear?"

    De todos modos trato de conversar con Selva, pensando que esa situacion ya habia duradodemasiado.

    Selva y Pedro se encontraron un dia en la misma calle, la mirada de ella abarco por completo. Ellasintio un golpe de sangre dentro del pecho y temblor en las manos. Desvio los ojos, pero la mirada dePedro la volvio a atrapar. Else quedo detenido frente a la casa. Selva entre y corrio a mirarlo desde unarendija. Esefue el primer encuentro en una larga lista de encuentros que se sucedieron despues como porcasualidad. Aunque los dos sabian. Pedro Ie habia descubierto el querer en los ojos, pero la decision deabordarla se Ie detenia cuando recordaba a don Lucio. Quiso el destino -0la suerte, como Selva lIamaba aciertas cosas que Ie ocurrian en la vida- que una tarde Pedro pasara en el mismo momenta en que ellasalta del trabajo.

    -No se me escape, Selva. No se asuste. Quiero hablarle un momenta nada mas.Ella no contesto. Lo siguio mansamente por una calle del barrio de la Encarnacion, en donde vivia

    su patrona. Sin saber como y casi en silencio, Ilegaron a la plaza. Debajo de la copa del jacaranda estaba unbanco con sus listones de madera, invitandolos a sentarse. Las primeras sombras caian sobre el. Se miraronsin hablar. No hada falta.

    Pedro penso que la mirada de ella estaba hecha con la misma espesura de su nombre, con lamisma frondosidad misteriosa que el necesitaba recorrer a ciegas, como esa fiebre que se acrecentaba porlas noches. EIvestido rosado Ie moldeaba las formas. Le adivino la desnudez debajo de la tela. Pedro sintio

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    la incitacion del cuerpo de Selva latiendo en las sienes, en el pecho, V recorda los galopes del caballo delpatron cuando 1 0 monte por primera vez.

    Contuvo la mana V respire hondo.-Vo queria decirle que a veces escucho como la maltratan V que ... bueno ... que si me precisa, me

    llama nornas.Selva 1 0 mira con cuidado, tenia los ojos hurnedos Vmucho miedo de que Pedro se diera cuenta.-Gracias. Pero nadie puede con el cuando se emborracha.Se quedaron callados otra vez V se miraron de soslavo.Llegaron a la villa con la distancia de algunos metros entre los dos. EI bajo a los saltos con la boca

    apretada V la voz creciendo hacia adentro. Ella iba detras. La tristeza de sus ojos va no estaba.En el barrio de la Encarnacion se repitieron los encuentros. En la villa ni se mira ban. Pedro Perales

    temia que don Lucio les descubriera los sentimientos, porque el fulgor de los ojos es diffcil de ocultar. Entrela casa de Selva V la de Pedro habia un aire distinto. Un aire con olor a manzano, donde flotaba un amorque a ambos se les escapaba a borbotones. Esa noche, don Lucio golpeo como nunca a su mujer. Igual queun poseldo, blasfemaba a los gritos V fue arrastrandola del pelo por toda la casa. Pedro no pudo soportarmas aquellos gritos V llego decidido empujando la puerta. Se quedo paralizado durante un instante; luegosus manos grandotas se cerra ron con fuerza sobre la garganta de don Lucio. Pero basta solo un segundo. EIviejo alcanzo una cuchilla que estaba sobre la mesa e hirio a Pedro en un costado. Despues huvo.

    AI lIegar el domingo, el sacerdote se levanto mas temprano que de costumbre. Queria oficiar laprimera misa en la parroquia para tener tiempo de visitar a Pedro en el hospital, donde se estabareponiendo, V regresar 1 0 antes posible a la villa para recibir a la hermana Catv. Mientras caminaba hacia elbarrio de La Pedrera volvio a pensar, lno se habria arrepentido la Hermanita durante esa semana? Nopodria juzgarla si fuera asi, lacaso a el no Ie habia costado adaptarse a la villa? V aun ahora, despues de losmeses que lIevaba alii, todavia se encontraba con situaciones rnuv diffciles de asumir: la extrema po breza,la promiscuidad, la falta de agua, los dramas cotidianos, una pelea, una enfermedad, un accidente Vtantasotras necesidades del vecindario. Adernas, Ie della el anonimato de la villa, su inexistencia para los del otrolado, el desconocimiento para el resto de la ciudad, que se Ie ocurria como un gran pozo abierto a los piesde la ruta, por la que cruzaban indiferentes los vehiculos V hasta los trenes, que solo bajaban durante unmomenta para volver a perderse alia arriba, con su grito filoso V arrogante. Muchas noches se quedabafumando con los ojos entrecerrados, cuando las oraciones se Ie cansaban en el borde de los labios. Le pediaentonces a Dios que Ie aclarase las ideas, avudandolo a decidir cual de las necesidades de la gente deberiaenfrentar primero. iEran tantas! Las vela pasar una tras otra, agrandandose en el humo de cigarrillo.

    Despues de oficiar V de saludar a los ffeles que se acercaron interesados en saber como Ie iba ensu nueva vida, ernprendio el regreso. A poco de lIegar a su casa, se acercaron Magdaleno Pizarro V BenicioPereyra, diciendole con una sonrisa:

    -Padre, no se olvide que necesitamos continuar con la construccion de la capilla, aver si laterminamos de una buena vez, lno Ie parece? Volvemos despues de comer.

    =Esta bien, los espero -V se los quedo mirando mientras se alejaban. Los pobres, a quienespretendia salvar, continua ban sefialandole el rumbo del camino.

    -Este es el hombre, Senor -se dijo. Alguien capaz de maldecir, de rebelarse V agredir a otro,pero tam bien alguien que se levanta de entre las cenizas Vt iende su mana para edificar tu Casa...

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    EI domingo sefialado para volver a la villa, las hermanas Catv y Montserrat partieron muytemprano desde Villa Blanca. EI cura se sorprendio al ver lIegar a Catv con su cornpafiera y Ie dijo a modode broma que, a pesar de no haber tomado ni una gota de vino, estaba viendo doble desde tan temprano.Despues de las presentaciones conversaron sobre el futuro de la villa. Montserrat se rnostro cautelosa,porque si bien se daba cuenta de que el vecindario necesitaba una ayuda urgente, por muchas razones eliasno deberian precipitarse.

    -Para instalarnos aqui necesitamos una casa, y por mas modesta que sea, requiere su tiempoconseguirla; adernas, deberemos buscar un trabajo para mantenernos ... Lascosas apuradas ...

    AI padre Juan Ie parecio escuchar a su tla Clotilde mientras la Hermana hablaba. Catv no estabade acuerdo con esa postura. Naturalmente impulsiva, si dependiera de ella se hubiera mudado ese mismodia.

    - Tu comienza con las clases de catequesis, eso es razonable; luego iremos viendo cual es elmejor momenta para quedarnos a vivir -Ie habia dicho Montse para frenar su impaciencia.

    Y Catv cornenzo con las clases de catecismo una vez a la semana, reuniendo en la casa del Padre alos pocos chicos que habian aceptado la invitacion del cura.

    La obra de la capilla estaba detenida a causa de las Iluvias, que arreciaron hasta acabar el otofio.EI agua chorreaba sobre el cemento, refugiado bajo las chapas que comenzaban a oxidarse. EI Padre solotenia ojos para mirar el cielo, en busca de algun [iron por donde pudiera aparecer el sol, pero losnubarrones cargados de lIuvia se desplomaban como angeles rebeldes sobre el unico espacio de laesperanza. Francisco Paez se Ie acercaba de tanto en tanto para unirsele en la conternplacion.

    -Digame, Padre, lusted no tiene influencia con Dios acaso? -Ie pregunto una tarde durante lapausa que el mate les concedia. EIcura sonrio a pesar de que la herrumbre que iba deteriorando las chapasIe oscureda la mirada.

    jCuanto deseaba que saliera el sol para volver al trabajo junto a los dernaslPero final mente el invierno parecio estabilizar el clima y, aunque habia que esperar que el sol

    diluyera la escarcha, durante varios fines de semana se pudo trabajar.Y si bien la obra de la capilla habia tardado mucho mas de 1 0 que el cura deseaba, finalmente se la

    vela con sus paredes de madera y los viejos ventanales comprados en un deposito del barrio de La Pedrera.AI frente, dos pilares de material abarcaban la entrada, unidos en una gran cruz de hierro que el sacerdotese habia dado el gusto de hacer con sus propias manos, quedandose despues de hora en su trabajo; eltecho ados aguas era de chapas de fibrocemento, y con los ladrillos rotos que habian conseguido lograron,con la colaboracion de todos, fabricar el escombro necesario para hacer el contrapiso. En el centro estabael altar, una antigua mesa de cedro que habia donado dona Liliana, la esposa del doctor. Por fin, en la partede atras de la capilla -todo un lujo- construyeron una casilla de madera que hada las veces de sacristfa.

    Francisco Paez se ofrecio para fabricar los bancos del templo con los tablones de segunda queconsiguio en el aserradero cercano a la fabrica donde trabajaba, y cada noche se 1 0 vela en el apacibleambito de la capilla sin terminar claveteando las maderas.

    Cuando estaban afirmando las ultirnas chapas del techo, varios vecinos que hasta entonces no sehabian acercado comenzaron a aparecer. Lo hadan lentamente, como obedeciendo a un lIamado. Algunosse ofrecieron para ayudar a Francisco a hacer los bancos; otros, para colocar los vidrios de las ventanas; elresto, para pintar. Varias mujeres se comprometieron a coser las cortinas y conseguir el mantel para elaltar.

    EI cura, viendo que todo ya estaba encaminado, se animo a pensar en el proximo proyecto, unCentro de Salud. Se quedaba mirando el cielo en los atardeceres; la capilla, levantada en la parte mas altadel terreno, habia quedado dando el frente al caserfo, transformada en el primer suefio cumplido. La cruz

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    era la unica que se atrevia a empinarse desde la oculta realidad de Villa Esmeralda. Podia versela desde laavenida cortando el aire, como una sefial, reuniendo en ella los suenos dispersos del vecindario, que sefundian en ese unico y fantastico grito de hierro.

    La hermana Catv, que estaba muy entusiasmada con la capilla, continuaba con sus clases decatecismo, pero los viajes semanales desde Moron cada vez Ie pesaban mas; no sabia si por 1 0 incomododel tren 0 por sus deseos de quedarse en la villa. La angustiaba irse y dejarla con sus miserias ynecesidades; se sentfa como traicionando a sus pobres cuando regresaba a la paz de su Comunidad,aunque la reconfortaba el carifio con que la recibian los chicos, sus alumnos discapacitados. Tironeada porambos lades, Ie provocaba una sensacion de estar celebrando, a su pesar, la constante ceremonia delabandono. Sin embargo, en la puja ganaba la villa; eran mas las necesidades, mas dramaticas, masapremiantes.

    En eso iba pensando aquella tarde en que llego, jadeante, con la boca reseca y el cansancio,despues del trayecto desde la estacion, el camino pedregoso junto a las vias y el barranco. Comenzo arecorrer la villa para observar una vez mas la impotencia en que se debatfan sus habitantes, 1 0 que laobligaba a quedarse mas alia de los reparos de la hermana Montserrat, a quien, a pesar de sus deseos deayudar a los pobres, todavia Ie costaba decidirse. Aun eran demasiadas cosas las que no lograba entender.EI padre Juan ya se 1 0 habia prevenido. Solo viviendo con ellos lIegaria a comprenderlos. Debia mezclarsecon los chicos descalzos, pisar el barre, ahogarse en el hacinamiento, ver las peleas, la falta de trabajo, losborrachos que deambulaban por las noches, a veces hasta caer en el barranco, junto a las vias del tren ...

    Confundida en sus pensamientos, no escucho a Manolito que, viendola aparecer por el atajo, Iegrito:

    - i Hola, Hermanita! iVa pense que hoy no ibas a venir! -y corrio a su encuentro seguido de superro. Estaba radiante. La torno de la mana y Ie dijo-: Hermanita, lsabes que en esa casa vive mi abuela?Cuando mi papa no esta, yo voy a verla.

    -Aja =contesto ella y, obedeciendo a un impulse, detuvo sus pasos mientras Ie preguntaba-:lV ahora no podriamos ir? Me gustaria conocerla.

    EI chico la mira asombrado y despues con entusiasmo. La guio hasta la puerta de arpillera, queantes habia sefialado. Catv golpeo las manos; un perro negro y lanudo salio ladrando y Ie husrneo el ruedodel vestido, en tanto que el de Manolito se quedo muy quieto, esperando junto a la casa.

    Dona Amparo, la gallega -como ella misma aseguraba-, hada tiempo que vivia de prestado,mientras los afios se Ie amontonaban en los huesos y casi Ie impedian caminar. Se habia quedado sola conese perro inquieto y jugueton, el que, segun ella, Ie desvaneda la tristeza, ya que era muy entendido encosas del espiritu y estaba acostumbrado a compartir el hambre, rumiada de a dos, durante largas horas. Lavieja la recibio desde la cama.

    -Es mi abuela -dijo el chico, sefialandola.-Permiso, senora. Soy Catv =sonrio ella, mientras avanzaba tendiendole la mano-, vengo a

    visitarla porque su nieto y yo somos grandes amigos.-lEs usted la monja, no? =pregunto con acento castizo. Sin esperar respuesta continuo-:

    Venga, acerquese para que la vea mejor.Catv acepto la invitacion de sentarse en la cama y asf, conversando las dos durante largo rato,

    pudo enterarse de que Carmen, la madre de Manolito, a pesar de vivir muy cerca, no la visitaba porque sumarido se 1 0 habia prohibido. La mujer bajaba la voz y hablaba entre dientes, para que el nieto no pudieraentenderla.

    -EI me odia, porque dice que Ie lIeno la cabeza a mi hija en su contra, como si hiciera falta ... Ella,pobrecita, al principio se hada algunas escapadas para visitarme, pero ahora hace mucho que no viene. Esun hombre violento, la tiene dominada, siempre grita y hasta Ie pega, lcomprende? -La gallega hablabasin parar. De pronto, el tono de su voz cambia y una sonrisa picara Ie ilumino la cara.- lSabe, Hermanita?Pina, que es la mayor de mis nietas y segura que usted la conoce porque va a hacer la limpieza a su Mision,viene a verme seguido para traerme alguna papa robada y algun hueso con el que me hago un plato desopa. Manolito me trae pan escondido entre la ropa y, a veces, alguna florcita que arranca del yuyal.

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    Sus ojos se humedecieron cuando tendio la mana temblorosa hasta la mejilla del chico, que sehabia sentado del otro lado de la cama.

    Carmen sabia que sus hijos visitaban a la abuela, pero nunca preguntaba; los dejaba hacer y ensecreta complicidad se cruzaban las miradas, sabiendo y consintiendo mutuamente, pero sin pronunciaruna sola palabra que los pudiera delatar.

    Catv se despidio finalmente prometiendo regresar. La anciana Ie agradecio la visita con los ojoshurnedos y se ernpefio en levantarse, cosa que hizo a costa de un gran esfuerzo, para acornpafiarla hasta lapuerta, por donde minutos antes se habfan ido Manolito y su perro.

    EI resto de la tarde transcurrio para Catv en la casa del padre Juan, con los chicos a los queensefiaba el catecismo y despues recibiendo algunos vecinos que acudfan a consultarle problemas de todaclase: domesticos, laborales, de amores y hasta de salud.

    Cuando por fin se quedo sola, ya era de noche. Estaba tan exhausta que decidio aprovechar elpermiso que la Superiora Ie habia dado para quedarse a dormir en la villa si se Ie hacia muy tarde. Asf se 1 0dijo al padre Juan, mientras los dos tomaban una taza de caldo que el cura habia preparado.

    -Sf, Padre, esta noche voy a aceptar su ofrecimiento de dormir en el cuartito del fondo. Leconfieso que estoy demasiado cansada para regresar a Moron. Adernas hace tanto frlo ...

    -Puedo preparar algo mas de comida si quiere ... unos fideos .-No, gracias, con este caldo es suficiente -contesto ella, tendiendole la mano, al tiempo que se

    levantaba, y agrego-: Solo quiero acostarme. Hasta manana, Padre.-Buenas noches, Hermana. Que Dios la acornpafie.

    Catv entre en la pequefia habitacion donde el Padre guardaba varios cachivaches y algunosalimentos para repartir a los vecinos, y acornodo en un cajon las cosas que habia lIevado en el bolso.Despues se acerco a la ventanita y mira la villa a traves del vidrio, que se ernpafio con su aliento. Lo lirnpiocon la palma de la mana y se Ie antojo que la noche era demasiado extensa para contemplarla desde esecuadradito. Rogo a Dios que la luz de un nuevo dla asomara sobre su decision de quedarse. Pero faltabanvarias horas para que amaneciera. Se aparto de la ventana y camino por la estrecha habitacion, repasandolas emociones que la invadfan -angustia, incertidumbre, ansiedad, esperanza- mezcladas en una unicapasion: entrega, vocacion de servicio. "Amor6s 01pr6jimo como a ti mismo", recorda; amar a los que CristoIe habia sefialado ... Y si fuera necesario, dar la vida por ellos ...

    En ese momenta el silbido del tren, atravesandola, desparrarno todos sus pensamientos. Seestrernecio. Si se quedaba, tam bien a eso deberfa acostumbrarse. Suspire. Se sento en el catre. Larnufiequita francesa que siempre lIevaba consigo la miraba desde la repisa donde la pusiera unosmomentos antes. Montmartre aparecio en su memoria con sus callejuelas retorcidas y sus viejas escaleras;la plazoleta Susanne Buisson, el antiguo cafe La Boheme; los pinto res de la Place de Tertre, con sus telasexpuestas a los paseantes. Volaba. Catv volaba hacia atras. De la adolescencia ciudadana paso a la infanciaen la carnpifia, donde recuperaba a su abuelo, el viejo Andre, surgiendo desde el vifiedo. EI no pudodespedirla cuando partie. porque se habia ido antes. Antes del ultimo suefio, de la ultima cosecha, antes deque ella se diera cuenta. Era Alice entonces, y no la hermana Marfa Catalina 0 Catv, como Ie dedancarifiosarnente despues de la consagracion. La Pequefia Lisette, flaca y desgarbada, que durante muchotiempo habia esperado el regreso del abuelo, con los ojos perdidos en el horizonte, preguntando por el alas nubes, que nunca se 1 0 devolvieron. Tendio la mana para acariciar la rnufieca que continuaba rnirandoladesde las cuencas vadas. Despues se acurruco debajo de la manta y la distancia Ie llevo un nuevo silbatodel tren. Pense que estaba hecho de la misma lenta tristeza que la sirena de los barcos. "Mama ... ",rnurrnuro con la boca contra la almohada, un momenta antes de dormirse.

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    Latia Clotilde sella asegurar, con cierta afectacion, que ella era una dama de la alta sociedad, hijade un ingeniero y con estudios, pero Ie fueron necesarios casi cincuenta afios para darse cuenta de que elhombre de sus suefios no habia nacido. Ella era una dama digna. Ella era una mujer sola. Elegfa sus vestidosen una tienda inglesa y no se compraba zapatos que no fueran hechos de medida; usaba pafiuelos de hila yperfume frances, completando 1 0 que ella consideraba su refinamiento, con las tardes de te que compartfacon la unica amiga que conservaba del Liceo, en la muy distinguida confiterfa Las Violetas. Ella y sudignidad. Ella y su soledad. Por todo eso, desde la ordenacion del padre Juan se habia convertido en susombra y tam bien en una costumbre para el. Imposible no encontrarla merodeando el despacho parroquialcuando a su sobrino las preocupaciones 1 0 obligaban a andar dando vueltas en su celda de humo. EI estabahabituado aver su lenta y voluminosa figura poniendo en orden la ropa del oficio, lavando, planchando yrealizando verdaderas maravillas con su habilidad de bordadora. Eran un ritual sus sopas de verdura y sucafe con leche con tostadas. Escucharla pasar desde la iglesia cargada de jarrones con flo res casi marchitas.Y sus sentencias condenatorias respecto de las nefastas consecuencias del cigarrillo sobre sus pulmones.Clotilde estaba orgullosa de su parentesco con el cura y siempre 1 0 demostraba en los comentarios quehada con las vecinas, en los que hablaba de sucesos del pasado que resaltaban el lazo familiar. Tocada porese aire de importancia que Ie estiraba el cuello y hada levantar graciosamente el dedo mefiique de sumana derecha:

    -Juan, cuando nacio, pesaba casi cuatro kilos. iSi 1 0 habre tenido en brazos! Aunque, clare, yoera muy jovencita entonces EI siempre fue brillante en sus estudios y deja arquitectura, y tam bien unanovia, por eillamado de Dios esos misterios ... vaya una a saber ...

    Ella conoda profunda mente a su sobrino, duefio de una voluntad inquebrantable, todo fuerza,todo fuego y a la vez con la ternura, necesidad de afecto e inseguridad de un nino. Le sonrefan los ojoscuando la esperanza Ie pasaba rozando, igual a una borrachera que Ie permitfa sonar, pero a veces lascontradicciones pod fan trocarlo en un torbellino 0 en una larga sombra devorandose a sf mismo. Siempretrataba de protegerlo, y por eso lloro mucho al enterarse de que habia decidido irse a vivir a la villa, y noencontro argumento, rezongo, ni prevencion que fueran suficientes para disuadirlo.

    - IFermlnaras enferrnandote 0 viviendo como un mendigo! -Ie dijo el dla anterior a la mudanzay con los ojos lIenos de lagrirnas, antes de abandonar, enojada, la parroquia de La Pedrera.

    Estuvo dos meses sin verlo. Hasta que no pudo mas, y una tarde se vistio con la camisa que mas Iedisimulaba sus formas, la pollera de pafio, el sacon cruzado; se calzo los zapatos recien lustrados y,colgandose en el brazo su cartera y una bolsa, partie hacia la villa. Baja del colectivo cansada de estar depie y mascullando que ya no habia caballeros. AI lIegar a la cima de Villa Esmeralda se cambia los zapatospor otros mas viejos y los guardo en la bolsa. Se quedo un instante detenida mirando aquel paisaje hosco yseco tendido a sus pies. Suspire y cornenzo a bajar tratando de no tropezar con las piedras. Estudiaba cadapaso, cada tramo que la esperaba mas abajo. A un costado, un perro se restregaba las pulgas contra latierra. Fruncio el cefio e instintivamente se aparto, sujetando los pliegues de su pollera.

    -iDios mfo! =rnurmuro para sf. Y continuo avanzando casi en puntillas entre los cascotes. A 1 0lejos se comenzaba a divisar el rancherfo. Se detuvo. lDeberfa tomar hacia la derecha 0 hacia la izquierda?lEncontrarfa a su sobrino? Le dolfan la cintura y los rffiones, la tierra Ie picaba en la nariz. Volvio la cabeza;habia descendido bastante, 1 0 suficiente como para no arrepentirse. De pronto Ie parecio ver a su sobrinocon un chico de la mano. Apuro el paso y mira con mas atencion: sf, era el, tenia que ser el, penso, pero seestaban alejando demasiado.

    -iCito! -grito, nornbrandolo como cuando era nifio-. iCito! =volvio a gritar pero la distanciase agrandaba. Sintio la garganta anudada y los pies clavados en la tierra. EI paso del tren la sacudiohaciendola tambalear. Hizo un ultimo intento, pero su voz ya no Ie alcanzaba-: iCito!, ivineeee!. .. -Casi

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    sollozo. Ella escucho finalmente y se dio vuelta. Clotilde alzo los brazos como una suplica, mientras 1 0 vefaavanzar hacia ella.

    =Esta ahi, gorda y buenaza como siempre, ibendito sea Dios! =penso emocionado. Subia a lossaltos dejando al chico sorprendido. llego hasta ella con los brazos abiertos y la abrazo.

    Fiel a su genio, Clotilde, pasada la primera ernocion, mira con ojo crftico la casa donde vivfa susobrino y la construccion de la capilla, se quito el saco y cornenzo a acomodar la vivienda, ubicando en elunico armario las cosas que habia lIevado en su bolsa: verba, azucar, un paquete de fideos y dos pares demedias nuevas; despues prepare el te que tomaron juntos, con unos bizcochos amasados por ella. EInotaba como la pobre mujer realizaba enormes esfuerzos para disimular todo 1 0 que Ie disgustaba de sunueva situacion y se 1 0 agradeda profunda mente. De pronto, el cura se acerco a la ventana y, viendo que elsol empezaba a declinar, se volvio a ella para decirle:

    - Tia, ya esta anocheciendo; vamos, tenes que regresar a tu casa.Clotilde no discutio la advertencia que la frase de su sobrino lIevaba implicita y se levanto

    rapidamente, poniendose el saco y recogiendo su cartera. Entonces el, abriendo la puerta, Ie dijo:- Te voy a acornpafiar hasta el colectivo -y salieron los dos seguidos por Lobo.Durante el trayecto, Clotilde no hizo referencias a todo 1 0 que Ie disgustaba en la villa; hablo sin

    parar de las cosas de su parroquia, del ultimo te con la amiga y de las enfermedades de varias vecinas. Ellamiraba silencioso, preguntandose si la tia iba a volver a visitarlo. Pero cuando ella Ie acaricio la mejilla, 1 0beso y Ie dijo "Cuidate mucho", antes de subir al colectivo, estuvo segura de que dentro de pocos dias latendrfa de nuevo por alii.

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    AI dla siguiente, la hermana Catv cornunico a la Superiora su decision de quedarse a vivir en lavilla, puesto que contaba con el ofrecimiento del cura para dormir en aquel cuarto.

    -Va Dios dira, segura mente pronto podre tener mi propia vivienda -deda ella convencida-, silos vecinos son capaces de construir sus casas con tan pocos elementos ... - Tarnbien penso que respecto altrabajo podia hacer como la mayoria de las mujeres de la villa: "Un empleo por horas en casa de algunafamilia me dejara el tiempo necesario para ayudar a la gente".

    La hermana Leonie no podia dejar de admirar la fe de su cornpafiera, pero Montserrat deda queella siempre era una improvisada y que esa ansiedad suva iba a traerle problemas.

    Esa misma tarde y despues de los consejos de la Superiora y la promesa de Montse de que laacornpafiarla muy pronto en la tarea con los pobres, Catv partie con sus pocas cosas y una alegria tangrande que no Ie cabia en el pecho. EI padre Juan la estaba esperando, ya que se imaginaba que cuandoella se proponia algo, 10 conseguia. La avudo a acomodar el catre y la mesita, de modo que tuviera masespacio, y despues la deja sola para que se instalara a su gusto. Arreglo sus cosas 10 mejor posible, luego sesento por un momenta en la unica silla y mira a su alrededor. Atras habian quedado Moron, las hermanasLeonie, Maria, Bernardette, Julienne, Montse y sus otras cornpafieras en la casa de la Mision, dondeacababa de dejar a los chicos discapacitados y el mutuo intercambio de lecciones y amor; tam bien loschiquitos del Jardin de San Vicente de Paul y, mas atras aun , los tiempos de la patria y la familia, elnoviciado y el viaje hacia America. Ahora tenia aquel pequefio cuarto, que desde ese momenta se habiaconvertido en su vivienda, y mucho por hacer. Sin embargo, no pudo imaginar que su presencia en esah abitacio n seria tan breve. Casi al caer la tarde, el padre Juan y algunos vecinos se aparecieron con unacasita prefabricada que habian conseguido y se la armaron en unas pocas horas. Catv se traslado aliirapidarnente. EI Padre Ie dio el catre que ella usara la noche anterior y dona Liliana, la esposa del medicoque la habia contratado para que trabajase en su casa a partir del siguiente lunes, Ie regale un armario, dosbanquetas y una larnpara.

    Esa manana, la primera de su trabajo como mucama por hora, transcurrio para Catv con eloptimismo que siempre Ie imprimia a las cosas que Ie iba presentando la vida. l.impio los pisos, la vajilla,sacudio las alfombras y puso en todo un entusiasmo que sorprendio a la senora Liliana, especialmente alescucharla cantando canciones en frances mientras realizaba su trabajo.

    AI regresar a la villa, decidio ir a visitar a dona Amparo, la gallega, como se 10 habia prometido. Enla calle se encontro con dos hombres que, subidos a una escalera, extend ian algunos cables desde la ramade un arbol.

    -iHola, Hermanita! Va me contaron que se queda a vivir con nosotros -dijo uno v agrego->:[que suerte! Esto es para la luz de la casa, lsabe? Lavamos a "colgar". -En ese momenta aparecio el padreJuan.

    -Si necesitan una ayuda ... -dijo sonriendo.-Bueno, cura, una manito nunca sobra =contesto el hombre, mientras el Padre se sacaba la

    campera, arremangaba la camisa y comenzaba a alcanzarle las herramientas. La hermana Catv, viendolosunidos en la tarea, se despidio y partie rumbo a 10 de dona Amparo.

    Se anuncio con un leve golpe de las manos.-Permiso, dona Amparo, soy Catv -dijo entrando lentamente.La recibio Rosenda, una de las vecinas que la visitaba. Las mujeres estaban conversando sobre la

    soledad de la vieja y la falta de carifio que, segun Rosenda, tenia Carmen por su madre. Despues de laspresentaciones, la mujer, retomando el hila de la conversacion, sentencio:-Carmen va a terminar sola como se 10 merece.

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    -No hables asi, Rosenda, que Dios te va a castigar -Ie rogaba la vieja para que no Ie guardararencor a su hija y la perdonara, porque ella ya la habia perdonado.

    - iEsat iene revuelta el alma! -insistia Rosenda meneando la cabeza.Rosenda, la correntina, era una mujer hermosa, con sus cuarenta afios apenas asomados en

    algunas canas que sobresalian desde la negrura de su pelo. Nunca se habia casado, pero se murmuraba quetenia un hijo en Corrientes y que se 1 0 criaba su madre. Viendo que Catv era una religiosa, la mujer seatrevio a contarle a modo de confesion que, a ella, los hombres Ie gustaban mucho. Demasiado. V quecuando alguno la miraba con la mirada del deseo, se Ie encendia la sangre de tal modo que perdia lacabeza.

    -Claro, aqui casi todos tienen mujer en la casa, que eso es 1 0 que sobra, sabe. Pero ellos no seconforman ... Aunque quiero aclararle que yo no soy una puta, como esas que tienen un menton de hijos yno saben que padre les corresponde. Vo no les saco la plata a los hombres; les doy el carifio que segura lesfalta en la casa.

    Catv suspire, como si las palabras atropelladas de Rosenda no Ie hubieran dejado tiempo pararespirar. Estaba sorprendida, nunca Ie habian hecho una confesion semejante. Sin embargo, Rosenda Ieparecio una mujer sincera y bondadosa, como 1 0 demostraba en su trato con dona Amparo. En esemomento, tal vez porque estaba muy confundida, sintio la necesidad de conversar sobre el tema con elpadre Juan y entonces recorda que 1 0 habia dejado ayudando a los vecinos y penso que tal vez alii laestarian necesitando, asl que se despidio de dona Amparo con un beso. Tarnbien Rosenda se despidio,diciendo que ya era demasiado tarde para ella. Las dos mujeres salieron juntas de la casa, prornetiendosecontinuar aquella conversacion.

    Dona Amparo era la unica espanola en esa vecindad de bolivianos, paraguayos y provincianos.Distinta y respetada por eso y por su manera graciosa de hablar, deslizando refranes y consejos queacompafiaba con los gestos de los brazos y los ojos muy abiertos. V ahora dona Amparo se quedaba sola.Catv salio preocupada, e hizo todo el trayecto pensando en ella. Recordaba, porque se 1 0 habia contado,que el hambre de afectos la consumia, y que a veces se Ie mezclaban los tiempos a fuerza de hurgar en losrecuerdos y observar sobre la cornoda las marcas de tantos adornos que ya no estaban y la )} imagen de laVirgen del Carmen, iluminada con una vel ita de aceite y la constancia de su fe.

    Las primeras sombras de la tarde comenzaban a bajar. A Catv el tiempo se Ie habia voladoconversando con las mujeres. Mientras tanto, el Padre y los vecinos habian continuado trabajando;entremezclaban risas, chistes, gritos y comentarios y el canto desafinado de uno de los hombres.

    Si el gato correntino, mi vida, se apareciese,yo buscarfa otro gato, mi vida, que 1 0 corrieseee ...

    A veces alguna herramienta se les caia desde la escalera y, general mente, lIegaba a la tierra conun golpe blando y la puteada del hombre.EIsacerdote se habia ido integrando en el ritmo intenso de esa nueva obstinacion de la gente. En

    dos oportunidades distintas encendio un cigarrillo, dio algunas pitadas y 1 0 deja consumirse sobre unmenton de polvo y cascotes. Pareda un ojo pequefio penetrando la tierra. Observe a los hombres; acababade conocerlos, pero sentfa como si esa escena ya la hubiese vivido; por momentos, uno se secaba la frentecon la manga de la camisa; en cada pausa, el otro se hurgaba la nariz. Pense que se les habia unido sinpreguntar. Instintivamente. Necesito ayudarlos. Sin embargo, colgarse de los cables de la calle era algoilegal, ltendria que dedrselo, aconsejarlos? iPero el ya los estaba ayudando! Los miraba y los vela felices -mas de 1 0 que hubiese supuesto-, felices y entusiasmados con ese pequefio progreso. Los villeros vivianen terrenos municipales que nadie ocupaba, que nadie queria. Que nadie queria ver. Pense que tampoco Iedarian la luz si la solicitaban; todo era ilegal. lHasta cuando podrian continuar viviendo alii?, se pregunto.Tal vez esa era la unica forma de lograr la luz: tornandola. Era muy diffcil resolver ese dilema. Por elmomenta Ie resultaba imposible.

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    -v, hay que buscarse la cornodida, lno cree? -dijo uno de los hombres, como si adivinara supensamiento.

    -lAsf que va tenemos terminada la iglesia, cura? -interrumpi6 el otro, sin dar tiempo a larespuesta del sacerdote-. V bueno, ava se entienda con las mujeres, que son las que mas la precisan, vea.Nosotros Ie daremos una mano, no vava a creer. Vo tengo cinco changes, pero dos va estan pa'la comuni6n-agreg6.

    - Traernelos cuando puedas, que me gustarfa conocerlos -Ie contest6 el sacerdote.Lentamente, comenzaron a recoger las herramientas. Acababan de terminar el trabajo. EI Padre

    les palme6 las espaldas, agradecido porque 1 0 habfan aceptado. En aquel momenta sentfa que comenzabaa internarse en esa nueva forma de vivir. Las caras sucias, la ropa tiznada, el jadeo, las acidas gotitas desudor sobre las frentes, el cansancio, los tres pares de ojos brillantes como la luz que esperaban ver por finen la casa, 1 0 habfan hecho posible.

    EI gato correntino, mi vida, es diferente,el mozo da la espalda, mi vida, y ella da el f rente ...

    volvi6 a cantar el hombre, acercandose al interruptor. Lo oprimi6 al mismo tiempo que levantabala cabeza. Desde el techo, la bombita encendida abri6 una corola de resplandor amarillo que encandil6 alos hombres. Sonrieron. Sonrieron cansados.

    - iMira, viejo ... cuando venga la Marfa ... ! No 1 0 va a creer.En ese momenta Catv V Marfa se encontraban por el camino. Llegaron juntas hasta el lugar donde

    las sorprendi6 la luz. Rieron mezclando sus risas a las de los hombres V a esa alegrfa nueva que les bullfa enla mirada.

    EI padre Juan, conternplandolos, pens6 que esa era la contestaci6n a su inquietud. Comprendi6final mente que la luz habia sido demasiado necesaria. Indispensable.

    Querida mama:

    Ya no estoy sola en la villa, porque la hermana Montserrat se quedo a vivir conmigo. Se opareciouna tarde con su pequeiia maleta y la bolsa donde siempre traslada su almohada. Me aleqre mucho alverla. Por ahora duerme en un colchon prestado, hasta que nos traigan el otro catre que me han prometido.Finalmente, las dos cumplimos nuestro deseo: vivir juntas en Villa Esmeralda. Si es para no creer, ahora queme estaba acostumbrando a Villa BIanca ...

    Sabes, los vecinos y el cura nos consiguieron una casa prefabricada. Es muy pequeiia: dos consetenta por tres metros. Me rfo pensando que, cuando tengamos el otro catre, vamos a necesitar poner unacama sobre la otra para poder abrir la puerta. Pero no precisamos mas; aquf los vecinos viven de ese modo,en casas muy pequetias, yes importante vivir como ellos.

    Nuestra ayuda es muy valiosa, aunque siempre resulta insuficiente para tantos problemas.Montse y yo decidimos atender a los enfermos hasta que ellos puedan trasladarse al hospital, que esta muylejos. Los medicos no vienen; solo contamos con las curanderas. Tambien es necesario ocuparnos de loschicos que quedan solos, mientras sus madres trabajon, 0 porque se enferman y deben ser internadas.Algunos son muy pequeiios y menudos por falta de alimentos y requieren mucho cariiio. Otro problema esla soledad de los viejos, que sujren necesidades y a veces no tienen que comer, como dona Amparo, donDamasio Durazno, dona Virgiliana, la rezadora, y tantos otros. Esta ultima siempre va a llorar y rezar a losvelorios por unos pocos pesos. Cada tanto Ie pido que me venga a cocinar, porque hace una especie depasteles rellenos de carne picada, que son riqufsimos; aquf los lIaman empanadas; alqun dfa te voy amandar la receta, estoy segura de que te van a gustar. Entonces Ie compro los ingredientes ... y se pone muycontenta de poder ayudarnos a Montse y a mi, yala vez de comer sin sentirse una mendiga.

  • 5/9/2018 Cabrejas, Elena - Algo habrn hecho

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    Tratamos de ser muy prudentes con el trato de los vecinos. No queremos molestarlos diciendoleshay que hacer esto 0 aaueilo, 0hay que hacerlo de esta manera; no, es necesario respetar sus costumbres,porque aquf no vinimos a enseiiar, solo a ayudarlos. Los acompatiamos a sacar sus documentos 0a realizartramites complicados, y tam bien cuando no pueden ir solos 0 1 hospital. Vivimos con ellos y por eso tratamosde vivir como ellos. Ademas, es importante trabajar como 1 0 mayorfa de las mujeres de aqul. de empleadasdomesticas. Cuando lleqo Montse, yo hacfa un par de semanas que atendfa un comercio del centro de 1 0ciudad, donde se venden alfombras, pero yo