calígula, convseraciones con la luna

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Calígula, conversaciones con la luna Texto y dirección de Juan Cristóbal Castillo. Paráfrasis teatral inspirada en la vida y obra del personaje histórico según el libro de investigación histórica y arqueológica de María Grazia Siliato “Calígula. Il mistero di due navi sepolte in un lago. Il sogno perduto di un imperatore” y la obra teatral “Calígula” de Albert Camus. Personajes: Calígula Cesonia Escipión Quereas Helikon Senecto Lugar: 1

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Adaptación del texto de Calígula para una reinterpetación escénica del mito de Calígula

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Page 1: Calígula, Convseraciones Con La Luna

Calígula, conversaciones con la luna Texto y dirección de Juan Cristóbal Castillo.

Paráfrasis teatral inspirada en la vida y obra del personaje histórico según el libro de investigación histórica y arqueológica de María Grazia Siliato “Calígula. Il mistero di due navi sepolte in un lago. Il sogno perduto di un imperatore” y la obra teatral “Calígula” de Albert Camus.

Personajes:

Calígula

Cesonia

Escipión

Quereas

Helikon

Senecto

Lugar:

Un espacio vacío donde existe una mesa, sillas y un espejo. Al fondo, en medio del ciclorama, una antorcha romana.

Tiempo:

Indefinido

1

Page 2: Calígula, Convseraciones Con La Luna

Acto único

—1—

La Luna

LA ESCENA PERMANECE VACÍA1 UNOS INSTANTES. CALÍGULA ENTRA. TIENE EXPRESIÓN TRISTE Y MELANCÓLICA, ESTÁ SUCIO, CON EL

PELO EMPAPADO Y LAS PIERNAS MANCHADAS. SE LLEVA VARIAS VECES

LA MANO A LA BOCA. SE ACERCA AL ESPEJO, DETENIÉNDOSE EN CUANTO

VE SU PROPIA IMAGEN. BALBUCEA PALABRAS CONFUSAS, PAUSA.

HELIKON ENTRA POR LA IZQUIERDA. AL VER A CALÍGULA SE DETIENE EN

EL EXTREMO DEL ESCENARIO Y LO OBSERVA. CALÍGULA SE VUELVE.

AMBOS SE MIRAN POR UN INSTANTE EN SILENCIO.

HELIKON: ¿Nada?

CALÍGULA: ¡Nada!

SILENCIO.

HELIKON: Te ves cansado.

CALÍGULA: He caminado mucho.

HELIKON: Tu ausencia duró largo tiempo.

SILENCIO.

CALÍGULA: Era difícil de encontrar.

1 La obra también puede empezar de otras dos formas: a) Al encenderse las luces, Calígula está ya en el escenario realizando alguna acción. b) La acción empieza con Calígula y Helikon observándose, como si la plática ya hubiera iniciado. El texto se retomaría desde que Helikon dice: Te ves cansado.

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Page 3: Calígula, Convseraciones Con La Luna

HELIKON: ¿Qué cosa?

CALÍGULA: La luna.

HELIKON: ¿Qué?

CALÍGULA: (NATURAL) La luna.

HELIKON: ¿De qué hablas?

CALÍGULA: ¡La luna! ¡Quería la luna!

SILENCIO.

HELIKON: ¿Para qué?

CALÍGULA: Bueno, es una de las cosas que no tengo.

HELIKON: Claro. (PAUSA) ¿Y qué pasó?

CALÍGULA: No pude conseguirla. (PAUSA) Por eso estoy cansado.

(PAUSA LARGA) ¡Helikon!

HELIKON: ¿Sí, Cayo?

CALÍGULA: Piensas que estoy loco.

HELIKON: Sabes que nunca pienso.

CALÍGULA: Pero no estoy loco. ¿Y sabes qué? Nunca he estado más

cuerdo. Simplemente sentí, de pronto, una necesidad de lo imposible. (PAUSA)

Las cosas tal como son, no me parecen satisfactorias.

HELIKON: Es una idea bastante popular.

CALÍGULA: ¡Es cierto! Pero antes no lo sabía. Ahora lo sé. El mundo tal

como está, resulta insoportable. Por eso necesito la luna, o la dicha o la

inmortalidad, o cualquier cosa absurda pero que no sea de este mundo.

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Page 4: Calígula, Convseraciones Con La Luna

HELIKON: Es un razonamiento con buenas bases, pero creo que no es

posible sostenerlo hasta el fin.

UN SILENCIO.

CALÍGULA: Sé lo que piensas. Pero no es eso. (PAUSA) Recuerdo que

hace unos días murió una mujer a quien yo amaba. ¿Pero qué es el amor? ¡Poca

cosa! Esa muerte no significa nada, te lo juro: sólo es señal de una verdad que me

hace necesaria la luna. Es una verdad muy simple y muy clara, un poco tonta,

pero difícil de revelarse y pesada de llevar.

HELIKON: ¿Y cuál es esa verdad?

CALÍGULA: Los hombres mueren y no son felices.

HELIKON: Vamos, Cayo, es una verdad a la que nos acomodamos muy

bien. ¡Mira a tu alrededor! No es eso lo que les impide almorzar.

CALÍGULA: (ESTALLANDO) ¡Entonces todo a mi alrededor es mentira! Y

yo quiero que vivamos en la verdad. Y justamente tengo los medios para hacerlos

vivir en la verdad. Porque sé lo que les falta, Helikon. Están privados de

conocimiento y les falta un profesor que sepa lo que dice.

HELIKON: No te ofendas, Cayo, por lo que voy a decirte. Pero deberías

descansar primero.

CALÍGULA: (CON DULZURA). No es posible, Helikon, ya nunca será

posible.

HELIKON: ¿Y por qué no?

SE ESCUCHAN RUIDOS DE PERSONAS QUE SE ACERCAN.

CALÍGULA: ¡Escucha!, guarda silencio y olvida que acabas de verme.

HELIKON: Comprendo.

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Page 5: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA SE DIRIGE HACIA LA SALIDA. SE VUELVE.

CALÍGULA: Y te lo ruego: a partir de ahora, ayúdame.

HELIKON: No tengo razones para no hacerlo, Cayo. Pero sé pocas

cosas y pocas cosas me interesan. ¿En qué puedo ayudarte?

CALÍGULA: En lo imposible.

HELIKON: Haré lo que pueda.

CALÍGULA SALE.

—2—

Cayo, un idealista

ENTRAN RÁPIDAMENTE ESCIPIÓN Y CESONIA.

ESCIPIÓN: No hay nadie. ¿No le viste, Helikon?

HELIKON: No.

CESONIA: (A HELIKON) ¿De verdad no te dijo nada antes de escapar?

HELIKON: No soy su confidente. Soy su espectador. Es más prudente.

CESONIA: (EN SÚPLICA) ¡Por favor!

HELIKON: Querida Cesonia, Cayo es un idealista, todo el mundo lo

sabe. Sigue su idea, eso es todo. Y nadie puede saber a dónde lo llevará. ¡Y si me

lo permites, el almuerzo!

HELIKON SALE. PAUSA. CESONIA CAE EN UNA SILLA.

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Page 6: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: Un guardia lo vio pasar. Pero Roma entera ve a Calígula por

todas partes. Y Calígula sólo ve su idea.

ESCIPIÓN: ¿Qué idea?

CESONIA: ¿Cómo puedo saberlo yo, Escipión?

ESCIPIÓN: ¿Drusila?

CESONIA: ¿Quién puede decirlo? Pero en verdad la quería. (PAUSA)

Es duro ver morir hoy lo que ayer estrechábamos en los brazos.

ESCIPIÓN: (PAUSA. TÍMIDO) ¿Y tú?

CESONIA: Soy agua pasada.

ESCIPIÓN: ¡Cesonia, hay que salvarlo!

CESONIA: ¿Así que lo amas?

ESCIPIÓN: Lo amo. Era bueno conmigo. Me alentaba y sé de memoria

ciertas palabras suyas. Me decía que la vida no es fácil, pero que están la religión,

el arte… ¡y el amor que inspiramos! (PAUSA) Repetía a menudo que hacer sufrir

es la única manera de equivocarse. Quería ser un hombre justo.

CESONIA SE LEVANTA Y SE DIRIGE HACIA EL ESPEJO. SE MIRA.

CESONIA: Era un niño. Nunca tuvo otro dios que mi cuerpo y a este dios

quisiera rezar hoy para que Cayo me fuese devuelto.

—3—

El Tesoro

ENTRA CALÍGULA. AL VER A CESONIA Y A ESCIPIÓN, TITUBEA Y

RETROCEDE. CESONIA SE VUELVE. ELLA Y ESCIPIÓN CORREN HACIA

CALÍGULA. EL LOS DETIENE CON UN GESTO. UN SILENCIO. CALÍGULA

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Page 7: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CAMINA LENTAMENTE HACIA UNA SILLA Y SE SIENTA PENSATIVO.

APARECE SENECTO. SU PRESENCIA IMPONE RESPETO A CESONIA Y

ESCIPIÓN.

SENECTO: (INSEGURO) Te… te buscábamos, César.

CALÍGULA: (SECO) Ya lo veo.

SENECTO: Nosotros… es decir…

CALÍGULA: (BRUTAL) ¿Qué quieres?

SENECTO: Estábamos preocupados, César.

CALÍGULA: ¿Con qué derecho?

UN SILENCIO LARGO.

SENECTO: ¡En fin!, de cualquier forma, bien sabes que debes arreglar

algunas cuestiones concernientes al Tesoro Público.

CALÍGULA: (CON UNA CARCAJADA ABIERTA) ¿El Tesoro? ¡Pero es

cierto! ¡Claro! El Tesoro. Es fundamental.

SENECTO: Cierto, César.

CALÍGULA: (SIEMPRE RIENDO, A CESONIA) ¿No es verdad, querida,

que es muy importante el Tesoro?

CESONIA: No, Calígula, es una cuestión secundaria.

CALÍGULA: No entiendes nada. El Tesoro tiene un poderoso interés.

Todo es importante; ¡las finanzas, la moral pública, la política exterior, el

abastecimiento del ejército y las leyes agrarias! Todo es fundamental. Todo está

en el mismo plano: la grandeza de Roma y tus crisis de artritismo. ¡Ah! Me

ocuparé de todo. Escúchame, Senecto.

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Page 8: Calígula, Convseraciones Con La Luna

SENECTO: Te escucho.

CALÍGULA: Me eres fiel, ¿verdad?

SENECTO: (REPROCHANDO) ¡César!

CALÍGULA: Bueno, pues tengo un plan que proponerte. Vamos a

revolucionar la economía política en dos tiempos. Escúchame bien. Primer tiempo.

Todos los patricios, todas las personas del Imperio que dispongan de cierta

fortuna —pequeña o grande, es exactamente lo mismo— están obligados a

desheredar a sus hijos y ceder todo su patrimonio al Estado.

SENECTO: Pero César…

CALÍGULA: No te he concedido aún la palabra. Conforme a nuestras

necesidades, haremos morir a esas personalidades políticas siguiendo el orden de

una lista establecida arbitrariamente. Llegado el momento podremos modificar ese

orden, siempre arbitrariamente. ¡Y heredaremos! El orden de las ejecuciones no

tiene ninguna importancia. O más bien, esas ejecuciones tienen, todas, la misma

importancia; lo que demuestra que no la tienen. Son tan culpables unos como

otros. (CON RUDEZA.) Ejecutarás esas órdenes sin tardanza. Todos los

habitantes de Roma firmarán los testamentos esta noche. En un mes, a más

tardar, los de provincias. ¡Envía correos!

SENECTO DIRIGE LA MIRADA A ESCIPIÓN Y LUEGO A CESONIA,

ALTERNATIVAMENTE TRATANDO DE ENCONTRAR UNA EXPLICACIÓN. EL

PRIMERO, IMPRESIONADO, NO DA CRÉDITO A LO QUE HA ESCUCHADO. LA

SEGUNDA, DEJÁNDOSE CAER EN UNA SILLA, TRATA DE DOMINARSE EN

UNA ACTITUD NEUTRA QUE OCULTA EL DOLOR Y LA CRECIENTE

ANGUSTIA QUE LE PROVOCAN LAS PALABRAS DE CALÍGULA.

SENECTO: Cesar, no te das cuenta…

CALÍGULA: (AGRESIVO) ¡Escúchame bien, imbécil! Si el Tesoro tiene

importancia, la vida humana no la tiene. Está claro. Todos los que piensan como

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Page 9: Calígula, Convseraciones Con La Luna

tú deben admitir este razonamiento y considerar que la vida no vale nada, ya que

el dinero lo es todo. Mientras tanto, yo he decidido ser lógico, y como tengo el

poder, verán lo que les costará esa lógica. Exterminaré a los opositores y la

oposición. Si es necesario, empezaré por ti.

SENECTO: (OBEDIENTE) César, mi buena voluntad no admite duda, te

lo juro.

CALÍGULA: Ni la mía, puedes creerme. La prueba es que consiente en

adoptar tu punto de vista y considerar el Tesoro público como un objeto de

meditación. En suma, agradéceme, pues intervengo en tu juego y utilizo tus

cartas. (PAUSA, LUEGO, CON CALMA.) Además, mi plan, por su sencillez, es

genial, lo cual cierra el debate.

CALÍGULA SE LEVANTA Y CAMINA HACIA SENECTO AMENAZANTE.

CALÍGULA: (TONO CARIÑOSO BURLÓN) Tienes tres segundos para

desaparecer, preciosa. Cuento: uno...

SENECTO SALE RÁPIDAMENTE HACIENDO UNA REVERENCIA.

—4—

La Libertad

CESONIA ENFRENTA CON LA MIRADA A CALÍGULA.

CESONIA: (ESTALLANDO) ¡No te reconozco! Es una broma,

¿verdad?

CALÍGULA: No exactamente, Cesonia. Es pedagogía.

ESCIPIÓN: ¡No es posible, Cayo!

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Page 10: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: ¡Justamente!

UN SILENCIO. ESCIPIÓN, DERROTADO, SE SIENTA EN UNA SILLA

CERCA DE CESONIA. HABLA A CALÍGULA SIN VERLO DIRECTAMENTE.

ESCIPIÓN: No te comprendo.

CALÍGULA: Es muy simple. Se trata de lo que no es posible. O más bien,

de hacer posible lo que no lo es.

ESCIPIÓN: Pero ese juego no tiene límites. Es la diversión de un loco.

CALÍGULA: (SONRIENDO) No, Escipión, es la virtud de un emperador.

CALÍGULA SE COLOCA ATRÁS DE LOS OTROS QUE HUYEN SU

MIRADA. SE INCLINA UN POCO Y LOS RODEA POR LOS HOMBROS EN

ACTITUD PATERNALISTA.

CALÍGULA: ¡Hijos míos! Acabo de comprender por fin la utilidad del

poder. Da oportunidades a lo imposible.De ahora en adelante, mi libertad no

tendrá fronteras.

CESONIA: (TRISTEMENTE). No sé si hay que alegrarse, Cayo.

CALÍGULA SE APARTA DE LOS OTROS. SILENCIO.

CALÍGULA: Yo tampoco lo sé.

ENTRA QUEREAS. CALÍGULA LO MIRA CON EXPRESIÓN NEUTRA.

QUEREAS: Supe de tu regreso. Ruego encarecidamente por tu salud.

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Page 11: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: Mi salud te lo agradece. (PAUSA) Vete, Quereas, no quiero

verte.

QUEREAS: Me sorprendes, Cayo.

CALÍGULA: No te sorprendas. No me gustan los de tu calaña y no puedo

soportar la mentira.

QUEREAS: Si mentimos, es sin saberlo muchas veces. No me considero

culpable.

CALÍGULA: La mentira nunca es inocente. Y la de ustedes le da

importancia a los seres y a las cosas. Eso es lo que no puedo perdonarles.

QUEREAS: Sin embargo, no hay más remedio que hablar a favor de este

mundo, si queremos vivir en él.

CALÍGULA: No es necesario, la causa está juzgada. Este mundo no tiene

importancia, y quien así lo entienda conquista su libertad. Y en verdad les digo:

¡los detesto porque no son libres! En todo el Imperio romano soy el único libre.

(PAUSA. SONRIENDO) ¡Alégrense!, por fin ha llegado un emperador que les

mostrará la libertad.

CALÍGULA SE DEJA CAER EN UNA SILLA. PAUSA. LLORA

SILENCIOSAMENTE.

CALÍGULA: ¡Vete, Quereas, y tú también, Escipión! ¡Informar a Roma

que le ha sido restituida la libertad y que con ella empieza una gran prueba!

SALEN QUEREAS Y ESCIPIÓN INCÓMODOS HACIENDO UNA

REVERENCIA. CESONIA OBSERVA A CALÍGULA POR UN MOMENTO CON

EXPRESIÓN NEUTRA.

CESONIA: ¿Lloras?

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Page 12: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: Sí, Cesonia.

CESONIA: ¿Por qué?, ¿qué ha cambiado? (PAUSA. REFLEXIVA) Es

cierto que amabas a Drusila, la amabas al mismo tiempo que a mí y a muchas

otras. Pero no creo que su muerte te arroje tres días y tres noches al campo y te

devuelva con ese rostro enemigo.

CALÍGULA: (APASIONADO) ¡¿Y quién habla de Drusila?! ¡¿No puedes

imaginar que un hombre llore por algo que no sea amor?!

CESONIA: Perdón, Cayo. Trato de comprender.

CALÍGULA: Los hombres lloran porque las cosas no son lo que deberían

ser.

UN SILENCIO. ELLA SE LE ACERCA, PERO CALÍGULA LA DETIENE

CON UN MOVIMIENTO DE MANO. CESONIA SE DISPONE A IRSE.

CALÍGULA: ¡No te vayas! Quédate cerca.

CESONIA: Haré lo que quieras. A mi edad se sabe que la vida no es

buena. Pero si existe maldad en la tierra, ¿cuál es el motivo de aumentarla?

CALÍGULA: No comprendes. (PAUSA. APASIONADO) Cesonia, yo

sabía que era posible estar desesperado, pero ignoraba el significado de esta

palabra. Creía, como todo el mundo, que era una enfermedad del alma. Pero no,

el cuerpo es el que sufre. Me duele la piel, el pecho, los brazos, las piernas. Tengo

la cabeza vacía y el estómago revuelto. Y lo más terrible es este gusto en la boca.

Ni de sangre, ni de muerte, ni de fiebre, sino de todo a la vez. Basta que mueva la

lengua para que todo se ponga negro y todo me de asco. ¡Qué duro, qué amargo

es hacerse hombre!

CESONIA: Hay que dormir, dormir mucho, dejarse llevar y no pensar.

Velaré tu sueño. Al despertar, el mundo recobrará su sabor para ti. Que tu poder

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Page 13: Calígula, Convseraciones Con La Luna

sirva entonces para amar lo que aún puede ser amado. Lo posible también

merece una oportunidad.

CALÍGULA: Pero para eso se necesita la despreocupación, la

indiferencia.

CESONIA: Es lo que uno cree cuando está rendido de fatiga. ¡Por favor!

¡Descansa! ¡Busca el sueño!

CALÍGULA: ¡Dime! ¿De qué me sirve todo mi poder si no puedo cambiar

el orden de las cosas, si no puedo hacer que el sol se ponga por el este, que el

sufrimiento se extinga y que los que nacen no mueran? No, Cesonia, me da igual

dormir o permanecer despierto si no tengo influencia sobre el orden de este

mundo.

CESONIA: Pero eso es querer igualarse a los dioses. ¡No conozco

locura peor!

CALÍGULA: (CON DESPRECIO) ¿Qué es un dios para que yo desee

igualarme a él? Lo que deseo hoy con todas mis fuerzas está por encima de los

dioses. Tomo a mi cargo un reino donde lo imposible es rey.

CESONIA: No podrás hacer que el cielo no sea cielo, que un rostro

hermoso se vuelva feo, un corazón humano, insensible.

CALÍGULA: (CON EXALTACIÓN CRECIENTE) Quiero mezclar el cielo

con el mar, confundir fealdad y belleza, hacer brotar la risa del sufrimiento.

CESONIA: (SUPLICANTE) Hay lo bueno y lo malo, lo grande y lo bajo,

lo justo y lo injusto. Te aseguro que todo esto no cambiará.

CALÍGULA: Mi voluntad es cambiarlo. Daré a este siglo el don de la

igualdad. Y cuando todo esté nivelado, lo imposible al fin en la tierra, la luna en

mis manos, entonces quizá yo mismo esté transformado y el mundo conmigo;

entonces, al fin, los hombres no morirán y serán dichosos.

CESONIA: (GRITANDO) No podrás negar el amor.

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Page 14: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: (ESTALLANDO Y CON VOZ LLENA DE RABIA). ¡El amor,

Cesonia! He aprendido que no es nada. Senecto tiene razón: ¡el Tesoro público!

Lo oíste, ¿verdad? Todo empieza con eso. ¡Dinero, dinero y más dinero! ¡Por fin

voy a vivir ahora! Vivir, Cesonia, vivir es lo contrario de amar. Te lo digo yo y te

invito a una fiesta sin medida, a un proceso gradual de descomposición, al más

bello de los espectáculos. Y necesito gente, espectadores, víctimas y culpables. ¡Sí! ¡Necesito culpables! ¡Y todos lo son! (RIENDO) ¡Les mostraré lo que nunca

han visto, el único hombre libre de este imperio! (CON EUFORIA) Y tú, Cesonia,

me obedecerás. Me ayudarás siempre. Será maravilloso. Jura que me ayudarás,

Cesonia.

CESONIA: (ENAJENADA). No necesito jurar, porque te amo.

CALÍGULA: Harás todo lo que te diga.

CESONIA: Todo, Calígula, pero detente.

CALÍGULA: Serás cruel.

CESONIA: (LLORANDO). Cruel.

CESONIA: Fría e despiadada.

CESONIA: Despiadada.

CALÍGULA: También sufrirás.

CESONIA: Sí, Calígula, pero enloquezco.

UN SILENCIO LARGO. CALÍGULA SE VA ACERCANDO LENTAMENTE

AL ESPEJO. SE OBSERVA DETENIDAMENTE CON TRISTEZA.

CALÍGULA: ¡Ven! ¡Acércate!

CESONIA PERMANECE EN SU SITIO PARALIZADA DE TEMOR.

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Page 15: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: ¡Te ordeno que te acerques! (GRITA DESAFORADAMENTE)

¡Un emperador exige que te acerques!

CESONIA SE ACERCA LENTAMENTE A ÉL Y SE DETIENE A SUS

ESPALDAS.

CALÍGULA: (DESPUÉS DE UNA PAUSA. RÍE) ¡Nada! ¿Ya ves? Ni un

recuerdo. (PAUSA) Todos los rostros han huido. ¡Nada, nada más! Pero algo

queda. ¿Sabes qué? ¡Acércate un poco más! ¡Mira!

CESONIA SE ACERCA UN POCO MÁS. VIOLENTAMENTE, SIN

VOLVERSE, CALÍGULA LA TOMA DEL CUELLO Y LA OBLIGA A PEGARSE A

SU CUERPO PARA QUE OBSERVE EL ESPEJO.

CALÍGULA: ¿Qué ves?

CESONIA: (CON ESPANTO) ¡Calígula!

CALÍGULA LA SUELTA Y SE ALEJA. CESONIA SIGUE OBSERVANDO

SU REFLEJO CON TERROR. CALÍGULA SE DETIENE. AMBOS SE MIRAN

FIJAMENTE EN EL ESPEJO.

CALÍGULA: (NATURAL) Calígula.

Oscuro.

—5—

Los hombres mueren y no son felices

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Page 16: Calígula, Convseraciones Con La Luna

AL REGRESAR DEL OSCURO. VEMOS, EN TERCER TÉRMINO, A

SENECTO QUE, DE PIE, FRENTE A UNA SILLA, LANZA UNA MIRADA FÚRICA.

EN PRIMER TÉRMINO, APARECE QUEREAS Y HABLA AL PÚBLICO.

QUEREAS:2 Pasaron tres años en los que Calígula se entregó a la tarea

de demostrarnos su filosofía. Según íbamos comprendiendo, lo que quería

transmitirnos a través de sus actos, aquella visión no era nada sencilla de ver.

(PAUSA) Por otro lado, se debe apuntalar, Calígula había perdido a su amante.

¡Su hermana-amante Drusila! Trágicamente hablando, la muerte de una sola

persona… una persona querida…. es el lugar desde donde se hace visible la

presencia universal del horror en el mundo. Porque las cosas tal como son, no nos

parecen satisfactorias. (PAUSA) Porque los hombres mueren y no son felices.

Calígula entonces tomo conciencia de que la vida humana posee para la realidad

un significado muy concreto: nada. (PAUSA) Comenzó por insultar la dignidad de

todos los patricios. Los hizo correr todas las noches alrededor de su litera mientras

salíamos juntos a pasear por el campo. (BURLÓN) ¿La justificación? El ejercicio

es bueno para salud, de manera que, en su mandato, no había nada que los

perjudicara. (PAUSA) ¡Yo lo apoyé!

APARECE ESCIPIÓN EN OTRO PUNTO DEL ESPACIO.

ESCIPIÓN: Confiscó los bienes de Patricio. Raptó a la mujer de Octavio

y ahora la hace trabajar en su prostíbulo. Mató al hijo de Lépido y… asesinó a mi

padre. (PAUSA) Al hacerlo, eligió por mí.

—6—

El verdadero enemigo

2 Este monólogo se puede ampliar para dar más datos de la existencia trágica de Calígula.

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Page 17: Calígula, Convseraciones Con La Luna

LA ESCENA ENTRE QUEREAS Y SENECTO SE DESCONGELA, ESTE

ÚLTIMO, ENFURECIDO, ARROJA UNA SILLA Y GOLPEA LA MESA. ESCIPIÓN

SE ACERCA LENTAMENTE A ELLOS.

SENECTO: ¡Me llama mujercita! ¡Me pone en ridículo! Es un cobarde, un

cínico, un comediante, impotente. Yo y los demás patricios estamos dispuestos a

lo que sea. ¡Muera!

QUEREAS: (TRANQUILO) Comprendo. Pero, ¿crees que los dejará

entrar?

SENECTO: No es cuestión de pedir permiso.

UN SILENCIO. ESCIPIÓN LLEGA CERCA DE LOS OTROS. QUEREAS

SE LEVANTA Y SE ALEJA UN POCO DANDO LA ESPALDA.

QUEREAS: No es tan fácil como creen, amigos míos. El miedo que

sienten no les sirve para alimentar su coraje y la sangre fría que se necesita. Todo

esto es prematuro.

SENECTO: Si no estás con nosotros, está bien. Pero cierra la boca.

QUEREAS: Sin embargo, creo que estoy con ustedes. Pero no por las

mismas razones.

ESCIPIÓN: (INSEGURO) ¡Basta de plática!

QUEREAS SE LEVANTA DECIDIDO.

QUEREAS: ¡Sí, basta de plática, quiero las cosas claras! Porque, aunque

estoy con ustedes, no estoy por ustedes. Su método no parece bueno. No han

podido reconocer al verdadero enemigo ya que creen que sus motivos son

pequeños. Pero, en realidad, sus motivos son grandes y los está llevando a la

perdición. Hay que verlo ante todo como es y podremos combatirlo mejor.

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Page 18: Calígula, Convseraciones Con La Luna

SENECTO: Lo vemos como es: ¡el más desquiciado de los tiranos!

QUEREAS: ¡No! ¡Ya conocimos emperadores locos! ¡Pero este no es tan

loco! Y lo detesto, pues sabe lo que quiere.

SENECTO: Quiere la muerte de todos nosotros.

QUEREAS: No, porque eso es secundario. Pone su poder al servicio de

una pasión más elevada y mortal, nos amenaza en lo más profundo que tenemos.

Y sin duda no es la primera vez que entre nosotros un hombre dispone de poder

sin límites, pero por primera vez lo utiliza sin límites, hasta negar el hombre y el

mundo. Eso es lo que me aterra en él y lo que quiero combatir. Perder la vida es

poca cosa, y no me faltará valor cuando sea necesario. Pero ver cómo desaparece

el sentido de esta vida, la razón de nuestra existencia es insoportable. No se

puede vivir sin razones.

SENECTO: La venganza es una razón.

QUEREAS: Sí, y la compartiré con ustedes. Pero sepan que no lo hago

para ponerme de parte de sus pequeñas humillaciones. Lo hago para luchar

contra una gran idea cuya victoria significaría el fin del mundo. Puedo admitir que

los pongan en ridículo; pero no puedo aceptar que Calígula haga lo que sueña y

todo lo que sueña. Transforma su filosofía en cadáveres, y para desgracia nuestra,

es una filosofía sin objeciones. No queda otro remedio que golpear cuando la

refutación no es posible.

SENECTO: Entonces, hay que obrar.

QUEREAS: Hay que obrar. Pero no destruirán esa potencia injusta tan

sólo afrontándola mientras está en pleno vigor. Se puede combatir la tiranía, pero

hay que emplear astucia con la maldad desinteresada. Es preciso seguirle la

corriente, esperar que la lógica se convierta en demencia. Pero se los repito una, y

le soy muy honesto, estoy con ustedes sólo en esto. No serviré después ninguno

de sus intereses, nada más deseo recobrar la paz en un mundo de nuevo

coherente. No me mueve la ambición, sino un miedo razonable; el miedo a esa

exaltación inhumana ante el cual mi vida no es nada.

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Page 19: Calígula, Convseraciones Con La Luna

SENECTO: Creo haber comprendido, más o menos. Pero lo esencial es

que, en tu opinión, como en la nuestra, las bases de la sociedad están minadas.

Para nosotros, ¿verdad?, la cuestión es ante todo moral. La familia tiembla, el

respeto al trabajo se pierde, la patria entera está entregada a la blasfemia. La

virtud nos pide socorro: ¿nos negaremos a escucharla? (PAUSA) Has hablado

bien. Es demasiado pronto para obrar, el pueblo aún estaría contra nosotros.

UN SILENCIO.

QUEREAS: Dejemos que Calígula continúe. Es más, ¡alentémoslo!

Edifiquemos su locura. Llegará el día en que esté solo frente a un imperio de

muertos y parientes de muertos.

ENTRAN CALÍGULA Y CESONIA, SEGUIDOS POR HELIKON. ESCENA

MUDA. CALÍGULA SE DETIENE Y MIRA A LOS TRES CONJURADOS. VA DE

UNO A OTRO EN SILENCIO, A UNO LE ARREGLA UN BUCLE, RETROCEDE

PARA CONTEMPLAR A OTRO, LOS MIRA UNA VEZ MÁS, SE PASA LA MANO

POR LOS OJOS Y SALE SIN DECIR UNA PALABRA.

—7—

El Festín

CESONIA CAMINA POR EL ESPACIO. OBSERVA LA SILLA VOLCADA.

CESONIA: (IRÓNICA) ¿Peleaban?

QUEREAS: Peleábamos.

CESONIA: ¿Y por qué peleaban?

QUEREAS: Por nada.

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Page 20: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: ¿Entonces no es cierto?

QUEREAS: ¿Qué es lo que no es cierto?

CESONIA: No peleaban.

QUEREAS: Entonces no peleábamos.

CESONIA: Será mejor que ordenen la habitación. Calígula no soporta el

desorden.

HELIKON: (A SENECTO). ¡Acabarán por sacar de sus casillas a ese

hombre!

SENECTO: ¿Qué le hemos hecho?

HELIKON: Nada, justamente. Es inaudito ser insignificantes hasta tal

punto. Termina siendo insoportable. Pónganse en el lugar de Calígula. (PAUSA.)

Conque conspirando un poquito, ¿no?

SENECTO: Eso es falso. ¿Él lo cree así?

HELIKON: ¡No lo cree, lo sabe! Pero supongo que, en el fondo, lo desea

un poco.

ENTRA CALÍGULA Y LOS OBSERVA POR UN INSTANTE. SILENCIO.

CALÍGULA: (A SENECTO) Buenos días, querida. (A LOS OTROS.)

Señores, me espera una ejecución. Pero he decidido cobrar fuerzas en tu casa

antes, Quereas. Espero que en tu recamara encuentre lo que me prometiste.

QUEREAS BAJA EL ROSTRO QUE SIGUE IMPERTURBABLE.

CALÍGULA: (A SENECTO) Podríamos traer algo para saciar nuestro

apetito, ¿no es cierto, preciosa?

SENECTO SALE RÁPIDAMENTE.

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Page 21: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: Rufio tiene la suerte de que yo siempre esté tan dispuesto a

sentir hambre. (CONFIDENCIAL) Rufio es el caballero que ha de morir. (PAUSA.)

¿No me preguntan por qué tiene que morir?

SILENCIO GENERAL. ENTRETANTO, SENECTO HA ARREGLADO LA

MESA Y TRAÍDO COMIDA. CALÍGULA TOMA Y MORDISQUEA UNA

ACEITUNA.

CALÍGULA: (DE BUEN HUMOR) Vaya, se están convirtiendo en

inteligentes. Acabaron por comprender que no es necesario haber hecho algo para

morir.

DEJA DE MORDISQUEAR Y LE ESCUPE EL HUESO EN LA CARA A

SENECTO.

CALÍGULA: (CON AIRE BURLÓN) ¡Preciosa, estoy muy contento

contigo! Haces muy bien el papel de esclava. ¿Acaso la existencia no se habrá

equivocado con tu verdadera naturaleza? Vamos, sentémonos. Al azar. No quiero

formalidades.

TODOS SE SIENTAN.

CALÍGULA: Con todo, ese Rufio tiene suerte. Y estoy seguro de que no

aprecia esta pequeña pausa. Sin embargo, unas horas ganadas a la muerte son

inestimables.

COME, LOS OTROS TAMBIÉN. ES EVIDENTE QUE CALÍGULA SE

COMPORTA MAL EN LA MESA. ARROJA LOS HUESOS DE LAS ACEITUNAS

EN EL PLATO DE SUS VECINOS INMEDIATOS, ESCUPE LOS RESTOS DE

CARNE EN EL PLATO, SE LIMPIA LOS DIENTES CON LAS UÑAS, SE RASCA

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Page 22: Calígula, Convseraciones Con La Luna

LA CABEZA FRENÉTICAMENTE. SON HAZAÑAS QUE HACE, SIN EMBARGO,

DURANTE LA COMIDA, CON SENCILLEZ. BRUSCAMENTE DEJA DE COMER Y

MIRA A ESCIPIÓN CON INSISTENCIA. ESTE ÚLTIMO ESTÁ ABATIDO.

CALÍGULA: Tu rostro está triste, Escipión. Pero no hables, le diré algo a

tu corazón, no a tu rostro. (RECITANDO) Había una vez un pobre emperador a

quien nadie quería. Él, que amaba Escipión, hizo matar a su padre, para

arrancarse ese amor del corazón. (CAMBIANDO DE TONO.) Naturalmente, no es

cierto. Gracioso, ¿verdad? No te ríes. (PAUSA) ¿Nadie ríe? Escuchen, entonces.

(CON VIOLENTA CÓLERA.) ¡Quiero que todo el mundo ría! Tú, Escipión, y todos

los demás. Levántense, rían.

GOLPEA EN LA MESA.

CALÍGULA: Lo ordeno, ¿escucharon? ¡Los quiero ver reír!

TODOS, SALVO CALÍGULA Y CESONIA, SE LEVANTAN Y RÍEN LO

MEJOR QUE PUEDEN HACERLO.

CALÍGULA: (imperativo) ¡Silencio!

TODOS CALLAN SÚBITAMENTE. UNA PAUSA. CALÍGULA RÍE

ABIERTAMENTE.

CALÍGULA: Míralos, Cesonia. Nada. Nada. La honestidad, la

respetabilidad, el qué dirán, la sabiduría de las naciones, nada significa ya nada.

Todo desaparece ante el miedo. El miedo, ¿eh Cesonia?, ese hermoso

sentimiento, sin mezcla, puro y desinteresado, uno de los pocos que obtienen su

nobleza del vientre.

SE PASA LA MANO POR LA FRENTE Y BEBE. EN TONO AMISTOSO.

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Page 23: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: Ahora hablemos de otra cosa. Quereas, estás muy

silencioso.

QUEREAS: Estoy dispuesto a hablar, Cayo. En cuanto lo permitas.

CALÍGULA: Bueno, pues háblanos de tu mujer. Sé que en estos

momentos me espera en tu recamara, ¿no es así? (PAUSA) Quereas, te estamos

esperando. ¿Qué piensas de tu mujer?

QUEREAS FIJA LA MIRADA A UN PUNTO CON ROSTRO IMPÁVIDO

CONTENIENDO EL DOLOR QUE EXPERIMENTA.

QUEREAS: Yo quiero a mi mujer.

CALÍGULA: Claro, amigo, por supuesto. (PAUSA. TRANS.) Por cierto,

cuando entré estaban conspirando, ¿no es así? (PAUSA) ¿Y qué? ¿Marchaba la

pequeña intriga?

SENECTO: Cayo, ¿cómo puedes…?

CALÍGULA: No tiene importancia, preciosa. La vejez es así. No tiene

importancia, de veras. Son incapaces de un acto valiente. Ahora recuerdo que

debo resolver algunas cuestiones de Estado. (SONRIENDO MIRA A QUEREAS)

Pero antes demos satisfacción a los deseos imperiosos que nos crea la

naturaleza.

CALÍGULA SE LEVANTA Y SALE SIN DEJAR DE OBSERVAR A

QUEREAS. AL SALIR, QUEREAS SE LEVANTA IMPULSIVAMENTE

DISPUESTO A IR SOBRE CALÍGULA. PERO ESCIPIÓN LO DETIENE CON

UNA MANO SOBRE SU BRAZO.

CESONIA: (AMABLEMENTE) Quereas, sería un placer para mí volver a

probar de ese excelente vino.

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Page 24: Calígula, Convseraciones Con La Luna

UN SILENCIO. QUEREAS, DOMINADO, LE SIRVE Y LENTAMENTE CAE

EN SU SILLA.

CESONIA: (A QUEREAS) Ahora sí, ¡dime! ¿Por qué discutían antes de

que llegáramos?

QUEREAS: Era sólo un debate sobre si la poesía debe ser asesina o no.

CESONIA: ¡Interesante! (IRÓNICA) Creo que mi condición de mujer no

me permite comprenderlo. (RIENDO) Pero admiro que su pasión por el arte los

lleve casi a los golpes.

QUEREAS: ¡Cierto! Pero Calígula dice que no hay pasión profunda sin

cierta crueldad.

CESONIA: Hay cierta verdad en esa opinión. ¿No les parece?

SENECTO: Calígula es un fino psicólogo.

ESCIPIÓN: Habló con elocuencia del coraje.

QUEREAS: Debería resumir todas sus ideas. Sería muy valioso.

(PAUSA) Además, le proporcionaría una distracción. Es evidente que la necesita.

CESONIA RÍE ABIERTAMENTE.

CESONIA: Les dará un enorme gusto saber que ya lo pensó y se

encuentra escribiendo un gran tratado

ENTRA CALÍGULA.

CALÍGULA: Quereas, tu mujer te espera en la recamara. Les ruego me

perdonen, pero tengo que dar unas instrucciones.

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Page 25: Calígula, Convseraciones Con La Luna

QUEREAS, SE LEVANTA, SIN PODER VER AL ROSTRO A CALÍGULA,

CONTIENE EL CORAJE. CALÍGULA SALE RÁPIDAMENTE.

CESONIA: (A QUEREAS) Ese gran tratado igualará a los más célebres,

Quereas; no lo dudamos.

QUEREAS: ¿Y de qué trata, Cesonia?

CESONIA: (CON IRÓNICA INDIFERENCIA) Es superior a mi capacidad

intelectual.

SENECTO: (CON JOVIALIDAD). Bueno, eso lo distraerá, como decía

Quereas.

CESONIA: ¡Sí, preciosa! Pero lo que sin duda les molestará un poco es

el título de la obra.

QUEREAS: ¿Cuál es?

CESONIA: “La Espada”.

ENTRA CALÍGULA RÁPIDAMENTE.

CALÍGULA: Les debo una disculpa, pero los asuntos de Estado son

urgentes. (TRANS.) Senecto, quiero que cierres los graneros públicos. Acabo de

firmar el decreto. Lo encontrarás en la cámara.

SENECTO: Pero…

CALÍGULA: Mañana habrá hambre.

SENECTO: El pueblo va a protestar.

CALÍGULA: (CON FUERZA Y PRECISIÓN) ¡He dicho que mañana habrá

hambre! Todo el mundo conoce el hambre, es una desgracia. Mañana habrá una

desgracia... ¡y detendré la desgracia cuando se me dé la gana! Después de todo,

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Page 26: Calígula, Convseraciones Con La Luna

no tengo tantas formas de probar que soy libre. Siempre se es libre a costa de

alguien. Es fastidioso, pero normal. (A QUEREAS) Aplica este pensamiento a los

celos y sabrás a qué me refiero. (PENSATIVO) Con todo, ¡qué feo es ser celoso!

¡Sufrir por vanidad y por imaginación! Ver a la mujer que amamos... (RÍE)

QUEREAS APRIETA LOS PUÑOS. ESTÁ A PUNTO DE EXCLAMAR

ALGO, PERO CALÍGULA SE ADELANTA.

CALÍGULA: ¡Comamos, señores!

QUEREAS SE SIENTA Y, AL IGUAL QUE LOS OTROS, TRATA DE

VOLVER A LA COMIDA.

CALÍGULA: ¡¿Saben que trabajó duro con Helikon?! Estamos

perfeccionando un pequeño tratado sobre la ejecución; ya me dirán qué opinan.

HELIKON: Suponiendo, por supuesto, que Calígula les pida la palabra.

CALÍGULA: (CON AMABILIDAD BURLONA) ¡Hay que ser generosos,

Helikon! Vamos, revelemos algunos de nuestros secretitos. Por ejemplo: sección

III, parágrafo primero.

HELIKON SE PONE DE PIE Y RECITA MECÁNICAMENTE.

HELIKON: "La ejecución alivia y libera. Es tan universal, fortalecedora y

justa en sus aplicaciones como en su intención. Muere el que es culpable. Se es

culpable por ser súbdito de Calígula. Ahora bien, todo el mundo es súbdito de

Calígula. Luego todo el mundo es culpable. De donde resulta que todo el mundo

muere. Es cuestión de tiempo y paciencia."

CALÍGULA: (RIENDO). ¿Qué les parece? Paciencia, ¿eh?, qué hallazgo.

¿Quieren que se los diga?: ¡es lo que más admiro de ustedes! (TRANS.) Ahora,

señores, se pueden retirar. Quereas ya no los necesita.

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Page 27: Calígula, Convseraciones Con La Luna

QUEREAS SE LEVANTA Y MIRA CON SUTIL DESAFÍO A CALÍGULA.

ESTE ÚLTIMO SE LEVANTA Y LE DEVUELVE LA MIRADA ACERCÁNDOSELE.

CALÍGULA: Ni yo tampoco lo necesito a él. (PAUSA) ¡Sin embargo, que

se quede Escipión!

—8—

El Desprecio

TODOS SALEN LENTAMENTE A EXCEPCIÓN DE ESCIPIÓN QUE

REHÚYE LA MIRADA DE CALÍGULA. UN SILENCIO GRANDE.

CALÍGULA: (CON SINCERO CARIÑO) Hace tiempo que no platicamos.

¿Qué haces? ¿Sigues escribiendo? ¿Puedo ver tus últimas obras?

ESCIPIÓN: (INCÓMODO) He escrito poemas, Cesar.

CALÍGULA: ¿Sobre qué?

ESCIPIÓN: No sé. Sobre la naturaleza, supongo.

CALÍGULA: Hermoso tema. ¡Y da para mucho! ¿Qué es lo que te dice la

naturaleza?

ESCIPIÓN: (CON SUTIL IRONÍA) Que es un consuelo no ser Cesar.

CALÍGULA: (CON SONRISA CÁLIDA Y PATERNALISTA) ¿Y si yo le

hablara, me diría que es un consuelo serlo?

ESCIPIÓN: Encontraría la forma de curarte. La naturaleza ha curado

heridas más graves.

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Page 28: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: ¿Curarme? ¿Heridas? (PAUSA) Percibo un ligero reproche

en tu voz. ¿Es porque he matado a tu padre? (TRANS. JOVIAL) ¡Bueno! No hay

como el odio para que las personas se vuelvan inteligentes.

ESCIPIÓN: He contestado a tu pregunta.

CALÍGULA TOMA EL ROSTRO DE ESCIPIÓN ENTRE SUS MANOS.

CALÍGULA: Recítame un poema tuyo. El que mejor consideres.

ESCIPIÓN: ¡Por favor, Cesar! ¡No!

CALÍGULA: ¿Por qué no?

ESCIPIÓN: No lo he traído.

CALÍGULA: ¿No lo recuerdas?

ESCIPIÓN: No.

CALÍGULA: Dime al menos de qué trata.

ESCIPIÓN: (DESPUÉS DE UNA PAUSA) Hablaba de…

CALÍGULA: ¿Sí?

ESCIPIÓN: ¡No! ¡No puedo!

CALÍGULA: ¡Inténtalo!

ESCIPIÓN: Hablaba de… cierta armonía…

CALÍGULA: (ABSORTO)… entre un píe y la tierra.

ESCIPIÓN: (SORPRENDIDO) ¡Sí! Eso más o menos.

CALÍGULA: ¡Sigue!

ESCIPIÓN: De la línea de las colinas romanas y de ese sosiego fugitivo y

turbador que a ellas lleva la noche...

CALÍGULA: ...Del grito de las aves en el cielo verde.

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Page 29: Calígula, Convseraciones Con La Luna

ESCIPIÓN: (DEJÁNDOSE LLEVAR POR LA EMOCIÓN) Sí, también. Y

de ese momento sutil en que el cielo aún lleno de oro, bruscamente gira y nos

muestra un instante la otra faz, colmado de estrellas resplandecientes.

CALÍGULA: De ese olor a humo, árboles y agua que sube entonces de la

tierra hacia la noche.

ESCIPIÓN: ...El grito de las cigarras y las consecuencias del calor; los

perros, el rodar de los últimos carros, las voces de los granjeros...

CALÍGULA: ... Y los caminos inundados de sombra entre los arbustos y

los olivares...

ESCIPIÓN: (EMOCIONADO) Sí, sí. ¡Todo eso! ¿Pero cómo te has

enterado?

CALÍGULA SE ACERCA AL OTRO, POR LA ESPALDA, CON AIRE

HUMILDE Y VULNERABLE.

CALÍGULA: No sé. Quizá porque nos gustan las mismas verdades.

ESCIPIÓN SE VUELVE. OBSERVA POR UN MOMENTO A CALÍGULA E,

IMPULSIVAMENTE LO ABRAZA.

ESCIPIÓN: (CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS) ¡Qué importa! ¡Qué

importa! Si todo adopta en mí el rostro del amor.

CALÍGULA: Es la virtud de los grandes corazones, Escipión. ¡Si por lo

menos pudiera conocer tu pureza! Pero conozco demasiado la fuerza de mi pasión

por la vida; no se conforma con la naturaleza. Tú no puedes comprenderlo. Eres

de otro mundo. Eres puro en el bien, así como yo soy puro en el mal.

ESCIPIÓN: Puedo comprender.

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Page 30: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA SE SEPARA UN POCO, PERO SIGUE HABLANDO EN EL

MISMO TONO CONMOVIDO.

CALÍGULA: No. Me refiero eso que hay en mí, ese lago de silencio, esas

hierbas podridas... (CAMBIANDO BRUSCAMENTE DE TONO.) Tu poema debe

ser hermoso. Pero si quieres mi opinión...

ESCIPIÓN: Sí.

CALÍGULA: (CON DESCARADA SONRISA) A todo eso le falta sangre.

ESCIPIÓN, COMO PICADO POR UNA VÍBORA, SE ECHA

BRUSCAMENTE HACIA ATRÁS Y MIRA A CALÍGULA CON HORROR. HABLA

CON VOZ SORDA FRENTE A CALÍGULA, A QUIEN MIRA CON INTENSIDAD.

ESCIPIÓN: ¡Desgraciado animal! Otra vez has estado fingiendo.

Acabas de representar una comedia, ¿no es cierto? ¿Ya estarás satisfecho

contento?

CALÍGULA: (CON TRISTEZA) Hay algo de verdad en lo que dices. Hice

teatro.

ESCIPIÓN: ¡Tienes un corazón podrido y sangriento! ¡Cómo deben de

torturarte tanto mal y tanto odio!

CALÍGULA: (SUAVEMENTE) Guarda silencio.

ESCIPIÓN: Te compadezco y te odio.

CALÍGULA: (IMPERATIVO) ¡Cállate!

ESCIPIÓN: ¡Qué soledad inmunda debe ser la tuya!

CALÍGULA ESTALLA Y SE ARROJA SOBRE ESCIPIÓN. LO SACUDE

SUJETÁNDOLE DEL CUELLO.

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Page 31: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: ¿Soledad? ¿Acaso tú conoces la soledad? La de los poetas

y la de los impotentes. ¿Soledad? ¿Pero cuál? Acaso no sabes que nunca se

está solo. Y que a todas partes nos acompaña el mismo peso de porvenir y

pasado. Los seres que hemos matado están con nosotros. Y con ésos el asunto

sería sencillo. ¡Pero no! Están también los que hemos querido, los que no hemos

querido y que nos quisieron, los pesares, el deseo, la amargura y la dulzura, las

prostitutas y la pandilla de los dioses.

CALÍGULA LO SUELTA Y SE ALEJA DANDO LA ESPALDA AL OTRO.

UN SILENCIO.

CALÍGULA: (CON SINCERO Y PROFUNDO DOLOR) ¡Solo! ¡Si por lo

menos en lugar de esta soledad envenenada de presencias que es la mía, pudiera

saborear la verdadera: el silencio y el temblor de un árbol!

CALÍGULA CAE SENTADO SIEMPRE DÁNDOLE LA ESPALDA AL

OTRO. SU ROSTRO REFLEJA UN SÚBITO CANSANCIO.

CALÍGULA: ¡La soledad! No, Escipión. Ella misma está poblada de un

crujir de dientes, así como de la resonancia de ruidos y clamores perdidos. Y junto

a las mujeres que acaricio, cuando la noche se cierra sobre nosotros y, lejos por

fin de mi carne satisfecha, creo asir un poco de mí mismo entre la vida y la muerte;

mi soledad entera se llena del agrio olor del placer en las axilas de la mujer que

aún naufraga a mi lado.

LARGO SILENCIO. ESCIPIÓN PASA DETRÁS DE CALÍGULA Y SE

ACERCA, INDECISO. TIENDE UNA MANO HACIA CALÍGULA Y LA APOYA EN

SU HOMBRO. CALÍGULA, SIN VOLVERSE, LA CUBRE CON UNA DE LAS

SUYAS.

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Page 32: Calígula, Convseraciones Con La Luna

ESCIPIÓN: Todos los hombres tienen una dulzura en la vida. Eso les

ayuda a continuar. A ella recurren cuando se sienten demasiado gastados.

CALÍGULA: Es verdad.

ESCIPIÓN: ¿No hay, pues, en la tuya, nada semejante? ¿La proximidad

de las lágrimas? ¿Un refugio silencioso?

CALÍGULA: Sí, a pesar de todo.

ESCIPIÓN: ¿Y cuál es?

CALÍGULA: (LENTAMENTE. CON INFINITA TRISTEZA) El desprecio.

—9—

Germánico

CALÍGULA Y ESCIPIÓN QUEDAN CONGELADOS EN SU POSICIONES.

EN PRIMER TÉRMINO, APARECE HELICÓN. DURANTE EL SIGUIENTE

MONÓLOGO, LA ESCENA SE IRÁ OSCURECIENDO LENTAMENTE,

QUEDANDO SÓLO HELIKON.

HELIKON: (AL PÚBLICO) Algunas veces pude observar a Cayo en el

silencio de su soledad adivinando sus pensamientos. Posiblemente el recuerdo de

su padre cuando él era apenas un niño. De aquellos días en Alejandría donde,

Germánico disfrazado de mercader griego, olvidó por completo la prudencia y,

obedeciendo a un impulso fuera de toda lógica, reveló su grado y su nombre. Se

jugó el futuro ordenando a los magistrados de la ciudad que abrieran a la gente de

Alejandría los inmensos almacenes de grano. Y Calígula fue arrastrado por

aquella emoción revolucionaria. (PAUSA. EMOCIONADO) La población de

Alejandría aclamó a Germánico por las calles, las autoridades locales se alinearon

a su alrededor con entusiasmo, le regalaron un pesado anillo sigillarius de oro que

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Page 33: Calígula, Convseraciones Con La Luna

había pertenecido a un antiguo faraón y llevaba grabado, en una cara de la

incrustación móvil, el escarabajo sagrado, y en la otra, el ojo de Horus. (PAUSA)

Sin embargo, al representante de Tiberio, no le sorprendió en absoluto la llegada

inesperada de Germánico; ni siquiera reaccionó ante el clamoroso reparto del

grano. Y alguno de los compañeros de Germánico sintió un miedo anticipado por

aquella extraña indiferencia. Solo mucho tiempo después se sabría que los

speculatores, los informadores de Calpurnio Pisón habían seguido a prudente

distancia a Germánico en aquel viaje prohibido. Y la noticia había llegado hasta

Tiberio por mar; de Alejandría a las costas de Italia y desde allí, mediante señales

ópticas, hasta Roma. La atenta mente de Livia Drusila, madre del emperador y

abuela del mismo Germánico, vio inmediatamente que el viaje prohibido y el

clamoroso reparto del grano eran el pretexto esperado para destruir, al peligroso

rival de Tiberio. (RECITA CON INTRIGA) Germánico está preparando un plan de

insurrección —advirtió—. Esto es el comienzo de una guerra. E inspiró en la

mente del hijo emperador una idea que no concedía tregua: Quien ha tomado en

sus manos los graneros de Egipto, tiene en su mano Roma. Los nobles más

poderosos estuvieron de acuerdo. No hacen falta muchas armas para dirigir un

ataque contra el imperio que parta de Egipto. Para inmovilizar las naves

mercantes en el puerto de Alejandría, bastan doscientos legionarios. E Italia,

privada del grano egipcio, se sometería sin luchar. (PAUSA) Uno a quien le

convenía recordarlo denunció que Germánico llevaba la peligrosa sangre de

Marco Antonio. Otro gritó: ¡Está resurgiendo el proyecto de trasladar la capital a

Alejandría! Una acusación que desencadenaba un terremoto, que podía sacar

visceralmente a la calle a todo el pueblo de Roma, y que ya le había costado la

vida a Julio César.

UN SILENCIO. HELIKON CAMBIA DE POSICIÓN EN EL ESPACIO. LA

ESCENA SE ILUMINA LENTAMENTE Y VEMOS A SENECTO, QUEREAS Y

ESCIPIÓN FORMADOS EN PRIMER TÉRMINO MIRANDO AL PÚBLICO EN

ACTITUD SUMISA. EN SEGUNDO TÉRMINO, IZQUIERDA Y DERECHA

VEMOS, RESPECTIVAMENTE, DOS PODIOS.

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Page 34: Calígula, Convseraciones Con La Luna

HELIKON: (AL PÚBLICO) Tiberio no habló en público. Pero, con su

madre, se felicitó por la previsión de haber enviado a tiempo a Antioquía al hombre

que podía sostener aquel juego feroz mejor que nadie: Calpurnio Pisón. Y un

implacable mensaje imperial viajó de Roma a Antioquía, adonde Germánico, tras

haber embarcado en Pelusio, estaba regresando sin perder tiempo.

HELIKON VA Y SE COLOCA EN EL PODIO IZQUIERDO. APARECE

CESONIA EN PRIMER TÉRMINO.

CESONIA: (AL PÚBLICO, DIVERTIDA) Los emperadores de la dinastía

Julio-Claudiana tuvieron la cautela de escribir solo documentos y oraciones

oficiales, solemnes autobiografías, obras en cierto modo literarias. El olímpico

Octaviano Augusto, por ejemplo, además de las obras políticas, apenas había

compuesto algún ejercicio literario y poemillas pornográficos que sus severos

descendientes se apresuraron a destruir.

UN SILENCIO. CESONIA VA HACIA EL PODIO DERECHO. ANTES DE

SUBIR SE VUELVE AL PÚBLICO.

CESONIA: (EN TONO SERIO) Pero la orden de matar a Germánico,

secretamente enviada por Tiberio al senador Calpurnio Pisón, fue una clamorosa

excepción.

—10—

Venus

CESONIA SUBE AL PODIO. LOS SIGUIENTES TEXTOS LOS DIRÁN

RECITANDO EN TONO CHARLATÁN DE FERIA.

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Page 35: Calígula, Convseraciones Con La Luna

HELIKON: ¡Acérquense! ¡Acérquense! Una vez más, los dioses han

bajado a la tierra. Cayo, Cesar y dios, llamado Calígula, les ha prestado su forma

humana. Acérquense, burdos y vulgares mortales, el milagro sagrado se

encuentra ante sus ojos. Por un favor especial al reino puro de Calígula, los

secretos divinos se ofrecen a todas las miradas.

CESONIA: ¡Acérquense, señores! Adoren y denos su retribución. ¡El

misterio celestial hoy está al alcance de todos los bolsillos!

HELIKON: El Olimpo y sus entretelones, sus intrigas, sus calzones y sus

lágrimas. ¡Acérquense! ¡Acérquense! ¡Toda la verdad sobre los dioses!

CESONIA: Adoren y denos su retribución. ¡Acérquense, señores! La

función va a comenzar.

HELIKON: Una reconstrucción de impresionante veracidad, una

realización sin precedentes. ¡Acérquense y contemplen el rostro de la verdad!

AL FONDO, TERCER TÉRMINO APARECE CALÍGULA, DISFRAZADO

DE VENUS GROTESCA. SUBE A UNA SILLA. HELIKON BAJA DE SU SILLA Y

SE COLOCA DONDE LOS DE PRIMER TÉRMINO EN ACTITUD SUMISA.

CALÍGULA: (AMABLE) Hoy soy Venus.

CESONIA: La adoración comienza. ¡Hincados!

TODOS, SALVO ESCIPIÓN SE ARRODILLAN. SILENCIO.

CALÍGULA: Ahora, repitan conmigo la oración sagrada a Calígula-Venus:

“Diosa de los dolores y la danza…”

TODOS REPITEN, MENOS ESCIPIÓN QUE MIRA AL FRENTE CON

DIGNIDAD.

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Page 36: Calígula, Convseraciones Con La Luna

PATRICIOS: “Diosa de los dolores y la danza…”

CESONIA: "Nacida de las olas, toda viscosa y amarga entre la sal y la

espuma..."

PATRICIOS: "Nacida de las olas, toda viscosa y amarga entre la sal y la

espuma..."

CESONIA: "Tú, que eres como la risa y el pesar..."

PATRICIOS: "Tú, que eres como la risa y el pesar..."

CESONIA: "El rencor y la fuerza vital…"

PATRICIOS: "El rencor y la fuerza vital…"

CESONIA: "Enséñanos la indiferencia que hace renacer los amores..."

PATRICIOS: "Enséñanos la indiferencia que hace renacer los amores..."

CESONIA: "Instrúyenos sobre la verdad de este mundo, que consiste en

no tenerla..."

PATRICIOS: "Instrúyenos sobre la verdad de este mundo, que consiste en

no tenerla..."

CESONIA: "Y concédenos fuerzas para vivir a la altura de esta verdad

sin igual..."

PATRICIOS: "Y concédenos fuerzas para vivir a la altura de esta verdad

sin igual..."

CESONIA: “Pausa”

PATRICIOS: “Pausa”

UN SILENCIO.

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Page 37: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: "Cólmanos de tus dones, extiende sobre nuestros rostros tu

crueldad imparcial, tu odio objetivo; abre por encima de nuestros ojos tus manos

llenas de flores y de crímenes".

LOS PATRICIOS REPITEN.

CESONIA: "Acoge a tus hijos extraviados. Recíbelos en el desnudo asilo

de tu amor indiferente y doloroso. Danos tus pasiones sin objeto, tus dolores

privados de razón y tus alegrías sin porvenir..."

LOS PATRICIOS REPITEN.

CESONIA: "Tú, tan vacía y tan ardiente, inhumana pero tan terrenal,

embriáganos con el vino de tu equivalencia y sácianos para siempre en tu corazón

agrio y negro".

CUANDO LOS PATRICIO ESTÁN POR EXCLAMAR LA ÚLTIMA FRASE

CALÍGULA RESOPLA INDIFERENTE E INTERRUMPE.

CALÍGULA: Concedido, hijos míos; sus ruegos serán cumplidos.

CALÍGULA TOMA UNA SILLA Y SE SIENTA. CESONIA BAJA DE SU

PEDESTAL Y SE COLOCA A LADO DERECHO DE CALÍGULA. HELIKON SE

COLOCA DEL LADO IZQUIERDO. LOS TRES PATRICIOS SE VUELVEN Y (A

EXCEPCIÓN DE ESCIPIÓN QUE SIGUE EN EL FRENTE DANDO LA ESPALDA

A CALÍGULA) SE PROSTERNAN ANTE EL EMPERADOR. DEPOSITAN EL

DONATIVO. UNA PAUSA.

CALÍGULA: Y ahora, señores, se pueden marchar y divulgar por la ciudad

el asombroso milagro que han presenciado: contemplar a Venus, lo que se dice

ver, con sus propios ojos, y Venus les ha hablado. ¡Vayan, señores!

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Page 38: Calígula, Convseraciones Con La Luna

SENECTO Y QUEREAS ESTÁN A PUNTO DE SALIR POR LA

DERECHA, PERO CALÍGULA LOS DETIENE.

CALÍGULA: ¡Un momento! Será mejor que vayan por el pasillo de la

izquierda. En el de la derecha me tome la molestia de poner guardias para que los

asesinen.

SENECTO Y QUEREAS SALEN POR LA DERECHA.

—11—

El Rostro de los Dioses

HELIKON VA HACIA ESCIPIÓN Y LO AMENAZA POR LA ESPALDA

CON EL DEDO.

HELIKON: ¡Escipión, otra vez haciéndote el anarquista!

ESCIPIÓN SE VUELVE, PERO ENFRENTA DIRECTAMENTE A

CALÍGULA.

ESCIPIÓN: Has blasfemado, Cayo.

CALÍGULA: (BURLÓN) ¿Qué quieres decir?

ESCIPIÓN: Te burlas del cielo después de ensangrentar la tierra.

HELIKON: Este muchacho está enamorado de las grandes palabras.

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Page 39: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: Hay en este momento, en Roma, hombres que mueren por

discursos menos elocuentes.

ESCIPIÓN: (GRITA, CON DESAFÍO) ¡Le diré la verdad a Calígula! No

me importa lo que me suceda.

CESONIA: (CON UNA RISITA) Bueno, Calígula, era lo que faltaba a tu

reinado; ¡una bella figura moral!

CALÍGULA: (INTERESADO). ¿Así que crees en los dioses, Escipión?

ESCIPIÓN: No.

CALÍGULA: ¿Y por qué tan preocupado por las blasfemias, entonces?

ESCIPIÓN: Puedo negar una cosa sin creerme obligado a mancharla o a

quitar a los demás el derecho de creer en ella.

CALÍGULA: (RIENDO ABIERTAMENTE) ¡Eso es ser humilde! ¡Humilde,

en verdad! Querido Escipión, estoy muy contento contigo. ¡Y envidioso también! Y

te lo agradezco, porque este último es, acaso, el único sentimiento que no había

experimentado hasta ahorita.

ESCIPIÓN: No me envidias a mí, sino a los dioses.

CALÍGULA: Si lo permites, eso será el gran secreto de mi reinado. Todo

lo que se me puede reprochar hoy es haber hecho otro pequeño progreso en la

vía del poder y de la libertad. Para un hombre que ama el poder, hay en la

rivalidad de los dioses algo irritante. La he suprimido. He demostrado que un

hombre, si se lo propone, puede ejercer, sin aprendizaje, el ridículo oficio que ellos

desempeñan.

ESCIPIÓN: Esa es la blasfemia, Cayo.

CALÍGULA: No, Escipión, es percepción. ¡Claridad de pensamiento!

Simplemente he comprendido que hay una sola manera de igualarse a los dioses:

basta ser tan cruel como ellos.

ESCIPIÓN: Convertirse en tirano.

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Page 40: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: ¿Qué es un tirano?

ESCIPIÓN: Un espíritu ciego.

CALÍGULA: No estoy muy seguro de eso. Pero sí te puedo asegurar que

una de las cualidades de un tirano es la de sacrificar pueblos enteros a sus ideales

o a su ambición. (PAUSA) Yo no tengo ideales. Y no puedo pedirle más al honor y

al poder. (RÍE) ¡No, no y no! Sí practico este último es sólo para compensar.

ESCIPIÓN: ¿Qué?

CALÍGULA: La estupidez y el odio de los dioses.

ESCIPIÓN: El odio no compensa el odio. El poder no es una solución. Y

conozco una manera de contrabalancear la hostilidad del mundo.

CALÍGULA: ¿Cuál?

ESCIPIÓN: La pobreza.

CALÍGULA: Algún día tendré que probarla.

ESCIPIÓN: Mientras tanto, muchos hombres mueren a tu alrededor.

CALÍGULA: En realidad, muy pocos. ¿Sabes cuántas guerras he

rechazado?

ESCIPIÓN: No.

CALÍGULA: Tres. ¿Y sabes por qué?

ESCIPIÓN: Porque te importa un bledo la grandeza de Roma.

CALÍGULA: (SOLTANDO UNA CARCAJADA. MUY EMOCIONADO) ¡No!

¡Por supuesto que no! Es sólo que respeto la vida humana. (PAUSA) O por lo

menos la respeto más que a un ideal de conquista. Pero es cierto que no la

respeto más que a mi propia vida. Y si me resulta tan fácil matar, es porque no me

resultaría difícil morir. (PAUSA) ¡No!, cuanto más lo pienso más me convenzo de

que no soy un tirano.

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Page 41: Calígula, Convseraciones Con La Luna

ESCIPIÓN: ¡Qué importa que no lo seas! ¡Resultas muy caro!

CALÍGULA: Si supieras contar sabrías que la menor guerra emprendida

por un tirano razonable les costaría mil veces más cara que los caprichos de mi

fantasía.

ESCIPIÓN: Pero por lo menos sería razonable y lo esencial es

comprender.

CALÍGULA: Nadie comprende el destino y por eso he decidido

convertirme en destino. He adoptado el rostro estúpido e incomprensible de los

dioses. Eso es los hombres han aprendido a adorar.

ESCIPIÓN: Y esa es la blasfemia, Cayo.

CALÍGULA: ¡No, Escipión, es arte dramático! El error de los hombres

reside en no creer en el teatro. Si no fuera por eso, sabrían que a todo hombre le

está permitido representar las tragedias celestiales y convertirse en dios. Basta

con endurecer el corazón.

ESCIPIÓN: Tal vez. Pero si eso es cierto, creo que has hecho lo

necesario para que un día, a tu alrededor, legiones de dioses humanos se

levanten, implacables también, y ahoguen en sangre tu divinidad.

CESONIA: ¡Escipión!

CALÍGULA: (PRECISO Y DURO) No, Cesonia. ¡Déjalo! (PAUSA) No

sabes cuánta verdad dices, Escipión: he hecho lo necesario. Apenas imagino el

día de que hablas. Pero lo sueño a veces. Y en todos los rostros que avanzan

entonces desde el fondo de la noche amarga, en sus facciones torcidas por el odio

y la angustia, reconozco el único dios que adoré en este mundo: miserable y

cobarde como el corazón humano. (IRRITADO.) Y ahora, vete. Y tú también

Cesonia. (CAMBIANDO DE TONO.) Todavía tengo que pintarme los dedos de los

pies. Tengo prisa.

CESONIA Y ESCIPIÓN SALEN.

41

Page 42: Calígula, Convseraciones Con La Luna

—12—

El Dios Salvaje

CALÍGULA Y HELIKON PERMANECEN UN INSTANTE SÓLO EN

SILENCIO. CALÍGULA COMIENZA A PINTARSE LAS UÑAS.

CALÍGULA: (SIN MIRARLO) ¡Helikon!

HELIKON: ¡Cesar!

CALÍGULA: ¿Y bien?

HELIKON: ¿Qué cosa?

CALÍGULA: La luna.

HELIKON: Hay que tener paciencia. (PAUSA) Cayo, ¿me permites una

palabra?

CALÍGULA: Puede ser que tenga paciencia, pero no dispongo de mucho

tiempo. ¡Hay que darse prisa, Helikon!

HELIKON: Ya te lo dije, haré lo que pueda. Pero antes tengo cosas

graves que anunciarte.

CALÍGULA: Ha sido mía.

HELIKON: ¿Quién?

CALÍGULA: La luna.

HELIKON: ¡Sí, por supuesto! ¿Pero comprendes que conspiran en tu

contra? ¡Claman por tu sangre!

CALÍGULA: ¡Ha sido para mí! Completamente. Es verdad que, tan sólo,

unas dos o tres veces. ¡Pero ha sido mía!

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Page 43: Calígula, Convseraciones Con La Luna

HELIKON: ¡Tienes que escucharme!

CALÍGULA: Fue el verano pasado. Después de mirarla y acariciarla

mucho sobre las columnas del jardín, acabó por comprender.

HELIKON: Terminemos con ese juego, Cayo. Mi obligación es hablar,

aunque no quieras escucharme. Peor para ti si no oyes.

CALÍGULA SIGUE PINTÁNDOSE LAS UÑAS.

CALÍGULA: Este barniz no vale nada. (PAUSA) Pero volviendo a la luna,

fue una hermosa noche de agosto.

HELIKON SE APARTA CON DESPECHO Y CALLA INMÓVIL.

CALÍGULA: Yo ya me había acostado. Al principio, ella estaba

ensangrentada, sobre el horizonte. Luego empezó a subir, cada vez más ligera,

con rapidez creciente. Cuanto más subía, más clara iba haciéndose. Llegó a ser

un lago de agua lechosa en medio de aquella noche llena de estrellas apretadas.

Llegó entonces con el calor, dulce, ligera y desnuda. Cruzó el umbral del aposento

y con segura lentitud llegó hasta mi cama. (TRANS.) ¡Decididamente, este barniz

no vale nada! Pero ya ves, Helicón, puedo decir, sin ninguna presunción, que la he

poseído.

HELIKON: (DESESPERADO) ¡¿Quieres escucharme y enterarte de lo

que te amenaza?!

CALÍGULA TERMINA SU LABOR. POR UN MOMENTO, MIRA

FIJAMENTE A HELIKON. VA HACIA ÉL.

CALÍGULA: Sólo quiero la luna, Helikon. Sé de antemano quién me

matará. Todavía no he agotado todo lo que me permite vivir. (PAUSA) Por eso

quiero la luna.

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Page 44: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA Y HELIKON SE MIRAN UN INSTANTE EN SILENCIO.

DESPUÉS, CALÍGULA LE DA LA ESPALDA.

CALÍGULA: ¡Y no vuelvas antes de habérmela conseguido!

HELIKON: Cumpliré con mi deber y diré lo que tengo que decir. Han

organizado una conspiración contra ti. Quereas es el jefe. Encontré esta tablilla

que puede enterarte de lo esencial.

HELIKON DEJA LA TABLILLA EN UNO DE LOS ASIENTOS Y SE

RETIRA.

CALÍGULA: ¿A dónde vas?

HELIKON: (DESDE FUERA) A buscarte la luna.

CALÍGULA: Muy bien, pero antes solicito la presencia de Quereas.

¡Inmediatamente!

UNA PAUSA. SENECTO APARECE EN EL FONDO.

SENECTO: (TÍMIDO) ¿Me permites, Cayo?

CALÍGULA SE VUELVE CON BRUSQUEDAD Y VE AL OTRO. HACE UN

GESTO DE IRRITACIÓN. LUEGO, SONRÍE DIVERTIDO.

CALÍGULA: (CON GALANTERÍA BURLONA) ¡Preciosa! ¿Quieres

contemplar de nuevo a Venus?

SENECTO: No, no es eso. (PAUSA) Perdón, Cayo... Quiero decir... Tú

sabes que te quiero mucho... y además lo único que deseo es terminar tranquilo

mis últimos días...

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Page 45: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: ¡Date prisa! Dime qué quieres.

SENECTO: En fin... (HABLANDO MUY RÁPIDO) Es muy grave, eso es

todo.

CALÍGULA: No, no es grave.

SENECTO: (NERVIOSO) ¿A qué te refieres, Cayo?

CALÍGULA: No sé… ¿de qué hablamos, amor mío?

SENECTO: Existe una… una… conspiración contra ti.

CALÍGULA: (BURLONAMENTE TRANQUILIZADOR) Ya lo ves, es lo que

yo decía, nada grave.

SENECTO: Quieren matarte, Cayo.

CALÍGULA SE ACERCA Y LO TOMA DE LOS HOMBROS.

CALÍGULA: ¿Sabes por qué no puedo creerte?

SENECTO: ¡Te lo juro por todos los dioses!

CALÍGULA LO RODEA EN AMISTOSA BURLA Y CAMINAN

LENTAMENTE HACIA LA SALIDA.

CALÍGULA: ¡No jures! Más bien, escucha. (PAUSA) Si lo que dices fuera

cierto, tendría que suponer que traicionas a tus amigos, ¿no es así?

SENECTO: Cayo, mi amor por ti…

CALÍGULA: Me es imposible creerlo. Desprecio tanto la cobardía que

nunca podría evitar la muerte de un traidor. Bien sé lo que vales. ¿Y seguramente

no querrás traicionar ni morir?

UNA PAUSA. CALÍGULA Y SENECTO SE MIRAN POR UN MOMENTO.

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Page 46: Calígula, Convseraciones Con La Luna

SENECTO: Sí, Cayo. Seguramente.

CALÍGULA: ¡Ya ves! Tenía razón al no creerte. No eres un cobarde,

¿verdad?

SENECTO: (DUDOSO) No…

CALÍGULA: Ni un traidor.

SENECTO: Ni qué decirlo, Cayo.

CALÍGULA: Por lo tanto, si no existe conspiración, dime, ¿sólo era una

broma?

SENECTO: (DERROTADO) Una broma. Una simple broma.

CALÍGULA: Nadie quiere matarme. ¿No es evidente?

SENECTO: Nadie, claro está. (PAUSA) Nadie.

CALÍGULA MIRA FIJAMENTE A SENECTO. INHALA

PROFUNDAMENTE.

CALÍGULA: (VIOLENTO) ¡Entonces lárgate, preciosa! Un hombre

honorable es un animal tan raro en este mundo que no podría soportar su vista

demasiado tiempo. Necesito quedarme solo para saborear este gran momento.

SENECTO SALE. UNA PAUSA. CALÍGULA CONTEMPLA UN INSTANTE

LA TABLILLA DESDE SU SITIO. LA TOMA, SE SIENTA Y LA LEE. AL

ESCUCHAR QUE ALGUIEN SE ACERCA, LA OCULTA BAJO SU MANTO.

ENTRA QUEREAS.

QUEREAS: Me has llamado.

CALÍGULA: Sí.

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Page 47: Calígula, Convseraciones Con La Luna

QUEREAS: ¿Tienes algo especial que decirme?

CALÍGULA: No.

QUEREAS: ¿Estás seguro que mi presencia es necesaria?

CALÍGULA: Absolutamente seguro.

SILENCIO.

CALÍGULA: (SÚBITAMENTE SOLÍCITO). Pero discúlpame. Estoy

distraído y te recibo muy mal. Siéntate y conversemos como amigos. Necesito

hablar un poco con alguien inteligente.

QUEREAS SE SIENTA.

CALÍGULA: (NATURAL). Quereas, ¿crees que dos hombres de alma y

orgullo semejantes pueden hablarse, por lo menos una vez en la vida, con el

corazón en la mano, como si estuvieran desnudos uno frente al otro, liberados de

los prejuicios, de los intereses particulares y de las mentiras de que viven?

QUEREAS: Pienso que es posible, Cayo. Pero creo que tú eres incapaz.

CALÍGULA: Tienes razón. Sólo quería saber si pensabas como yo.

Regresemos a las máscaras. Utilicemos las mentiras. Hablemos como se

combate, cubiertos de pies a cabeza. (PAUSA) Quereas, ¿por qué no me quieres?

QUEREAS: Porque no hay nada amable en ti. Porque estas cosas no se

decretan. Y, además, porque te comprendo demasiado bien y no se puede querer

ese rostro que tratamos de enmascarar en nosotros mismos.

CALÍGULA: ¿Por qué me odias?

QUEREAS: En eso te equivocas. No te odio. Te juzgo nocivo y cruel,

egoísta y vanidoso. Pero no puedo odiarte porque no te creo feliz. Y no puedo

despreciarte porque sé que no eres cobarde.

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Page 48: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: Entonces, ¿por qué quieres matarme?

QUEREAS: Ya te lo dije: te juzgo nocivo. Me gusta la seguridad y la

necesito. La mayoría de los hombres son como yo. Son incapaces de vivir en un

universo donde el pensamiento más descabellado puede en un segundo entrar en

la realidad; donde, la mayoría de las veces, entra en ella como el cuchillo en el

corazón. Tampoco yo quiero vivir en semejante universo. Prefiero la seguridad.

CALÍGULA: ¿La seguridad y la lógica no marchan juntas?

QUEREAS: Es cierto. No es lógico, pero es sano.

CALÍGULA: Continúa.

QUEREAS: No tengo nada más que decirte. No quiero entrar en tus

razonamientos. Tengo otra idea de mis deberes de hombre. Sé que la mayoría de

tus súbditos piensa como yo. Eres molesto para todos. Es natural que

desaparezcas.

CALÍGULA: Todo eso es muy claro y muy legítimo. Para la mayoría de

los hombres hasta sería evidente. No para ti, sin embargo. Eres inteligente y la

inteligencia se paga caro o se niega. Yo pago, pero tú, ¿por qué no la niegas y no

quieres pagar?

QUEREAS: Porque tengo ganas de vivir y de ser feliz. Creo que no es

posible ni lo uno ni lo otro llevando lo absurdo hasta sus últimas consecuencias.

Soy como todo el mundo. Para sentirme liberado de ello, deseo a veces la muerte

de aquellos a quienes amo, codicio mujeres que las leyes de la familia o de la

amistad me prohíben. Para ser lógico, debería entonces matar o poseer. Pero

juzgo que esas ideas vagas no tienen importancia. Si todo el mundo se metiera a

realizarlas, no podríamos vivir ni ser felices. Una vez más lo digo: eso es lo que

me importa.

CALÍGULA: Así que necesitas creer en una idea superior.

QUEREAS: Creo que unas acciones son más bellas que otras.

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Page 49: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: Yo creo que todas son equivalentes.

QUEREAS: Lo sé, Cayo, y por eso no te odio. Pero te convierte en un

gran problema y tienes que desaparecer.

CALÍGULA: Es justo. No obstante, ¿cuál es el motivo de revelármelo? Tu

vida corre peligro.

QUEREAS: Porque, de todas formas, otros actuarán por mí. Además, no

me gusta mentir.

UN SILENCIO. QUEREAS SE LEVANTA DISPUESTO A IRSE.

CALÍGULA: ¡Quereas!

QUEREAS: Sí, Cayo.

CALÍGULA: ¿Crees que dos hombres de alma y orgullo semejantes

pueden hablarse, por lo menos una vez en la vida, con el corazón en la mano?

QUEREAS: Creo que es lo que acabamos de hacer.

CALÍGULA: Sin embargo, tú me juzgabas incapaz de aquello.

QUEREAS: Me equivocaba, lo reconozco y te doy las gracias. Ahora

espero tu sentencia.

CALÍGULA: ¿Mi sentencia? (PAUSA) ¡Ah! Ya entiendo.

CALÍGULA SACA DE SU MANTO LA TABLILLA. SE PONE EN PIE Y SE

LA EXTIENDE AL OTRO. QUEREAS LA TOMA.

QUEREAS: Sabía que estaba en tus manos.

CALÍGULA: Sí, Quereas, y tu franqueza era falsa. Los dos hombres no se

han hablado con el corazón en la mano. Pero no importa. Ahora vamos a

interrumpir el juego de la sinceridad y reanudaremos la vida del pasado. Aún

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Page 50: Calígula, Convseraciones Con La Luna

debes tratar de comprender lo que voy a decirte, aún debes soportar mis ofensas

y mi mal humor. (PAUSA. SONRIENDO EMOCIONADO) ¡Mira bien, Quereas!

Esta tablilla es la única prueba, ¿no es cierto?

QUEREAS: Me voy, Cayo. Estoy cansado de todo este juego grotesco.

Lo conozco demasiado y no quiero verlo más. Después de todo, no creo que

necesites pruebas para hacer morir a un hombre.

CALÍGULA: Es cierto. Pero por una vez quiero contradecirme. A nadie le

molesta. Y es tan placentero contradecirse de vez en cuando. Es un descanso.

Necesito descanso.

QUEREAS: No comprendo y no me gusta complicarme la vida.

CALÍGULA: Por supuesto. Tú eres un hombre sano. ¡No deseas nada

extraordinario! (RÍE A CARCAJADAS) ¡Quieres vivir y ser feliz! ¡Sólo eso!

QUEREAS: Es preferible que me vaya.

CALÍGULA: Todavía no. Un poco de paciencia, ¿quieres? Tengo esta

prueba, mírala. Quiero pensar que me será imposible condenarte sin ella. Es lo

que liberará mi mente de cualquier remordimiento. Bueno, ¡mira cómo terminan las

pruebas en manos de un emperador!

CALÍGULA ACERCA LA TABLILLA A LA ANTORCHA. QUEREAS SE LE

ACERCA. LA ANTORCHA LOS SEPARA. LA TABLILLA SE DERRITE.

CALÍGULA: ¡Ya lo ves, conspirador! Se derrite, y a medida que

desaparece esta prueba, un amanecer de inocencia se levanta sobre tu rostro.

¡Qué admirable frente pura tienes, Quereas! ¡Qué hermoso, qué hermoso es un

inocente! Admira mi poder. Ni los mismos dioses pueden restituir la inocencia sin

castigar antes. Y a tu emperador le basta una llama para absolverte y alentarte.

CALÍGULA LE LANZA UNA MIRADA PENETRANTE A QUEREAS. DEJA

LA TABLILLA EN LA ANTORCHA QUE TERMINA CONSUMIÉNDOLA,

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Page 51: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA CAMINA UNOS PASOS AL FRENTE DANDO LA ESPALDA A

QUEREAS.

CALÍGULA: ¡Continúa, Quereas! Prosigue hasta el fin el magnífico

razonamiento que expusiste. Tu emperador aguarda el descanso. Es su manera

de vivir y de ser feliz.

―13―

¡Las uñas en la palma de la mano!

LA ESCENA SE OSCURECE Y SÓLO QUEDA EN PENUMBRA DEBIDO

AL FUEGO DE LA ANTORCHA. CALÍGULA SALE Y QUEREAS SE CONGELA.

DESDE OTRO PUNTO, DIRIGIÉNDOSE A PRIMER TÉRMINO, APARECE

ESCIPIÓN.

ESCIPIÓN: (AL PÚBLICO) Sólo un pensamiento obsesiona: ¡Vivir! ¡Vivir

a toda costa! (PAUSA) ¿Alguien conoce la verdadera vida de Livia Drusila, la

Noverca? Noverca en latín significa madrastra. Aunque Livia, en realidad, era

madre de Tiberio, así como abuela de Germánico y bisabuela de Calígula.

(PAUSA) Bueno, volviendo a los hechos: cuando la Noverca, que terminó por

destruir a la familia juliana, entró en la vida de Augusto, tenía diecisiete años, otro

marido y un hijo pequeño. Se llamaba Tiberio y en esos momentos nadie

pronosticaba que sería el futuro emperador. Pero, además de eso, ella estaba

embarazada. Y de ese futuro hijo nadie se atrevía a aventurar quién era el padre.

El escándalo fue mayúsculo, porque el primer marido de la Noverca pertenecía a

la histórica línea Claudiana y había sido un enemigo declarado de Augusto

durante el brutal asedio de Perusa. La amnistía le había permitido volver a Roma,

pero los vencedores no le habían dispensado una buena acogida y se había visto

relegado a un rincón y sin dinero. En tales condiciones, cuando Augusto intentó

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Page 52: Calígula, Convseraciones Con La Luna

quitarle también a la mujer, solo pudo decir, con la tradicional soberbia de la

familia Claudia, que se la llevara porque él no sabía qué hacer con ella, y es que

sólo un pensamiento obsesiona: ¡Vivir! ¡Vivir a toda costa! (PAUSA) Claudio tenía

razón. Porque la hermosa y jovencísima Livia, había pasado rápidamente de los

débiles brazos del exiliado derrotado a los fuertes del amo de Roma.

Afortunadamente para él y para Livia, aún no había escrito la ley contra el

adulterio. Es más, había pedido una opinión oficial a las máximas autoridades

religiosas: ¿era legítimo el tempestuoso divorcio de una mujer embarazada y su

posterior e inmediato matrimonio? Y el niño que iba a nacer, y del que, como he

dicho, nadie se atrevía a decir quién era el padre, ¿qué status tendría? Tratándose

en cierto modo de un tema teológico, la respuesta de los sabios religiosos había

sido cauta y abierta a varias interpretaciones. (PAUSA) En cualquier caso,

insatisfactoria para todos. Como el caso de Escribonio Libo, joven de veintidós

años. Y para quien me comprenda dentro de un siglo o veinte, añado que es el

nieto de Escribonia, la primera mujer de Augusto, la madre de la pobre Julia, la

que acompañó a esta en su exilio. El infeliz muchacho fue acusado de complot

contra la República. El juicio fue proclamado con pasión, pero era anónimo,

además de débil y confuso. Estaban a punto de absolverlo, pero entonces

aparecieron nuevos testigos que hablaron de ritos mágicos y encantamientos

contra el emperador. Un juego fácil, en vista de la cantidad de supersticiones sirias

y caldeas que Tiberio trajo de sus viajes. Parecía una acusación estúpida. Sin

embargo, fundamentada, porque los ritos mágicos son, evidentemente,

operaciones secretas. ¿Cómo puedes encontrar a alguien que garantice que no

los has realizado nunca? (PAUSA) El proceso de Escribonio fue horrible:

declaraciones de esclavos arrancadas bajo tortura, denuncias de falsos amigos,

aterrorizadas asambleas de senadores. Y Tiberio, con su despiadada presencia en

la sala, inspiró tal miedo que el acusado, pese a haber suplicado de puerta en

puerta entre sus poderosos amigos de antes, no encontró un solo abogado que lo

defendiera. Desesperado y aterrado, una noche, primera de la sentencia, se cortó

el cuello. (PAUSA) El joven Calígula comprendió, que el poder que había matado

a su padre y a varios parientes a los que no había conocido, era una bestia negra,

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Page 53: Calígula, Convseraciones Con La Luna

agazapada en no se sabía qué rincón. Ser joven e inocente, estar indefenso no

tenía ningún valor; solo cuenta la calidad de la sangre que corre por tus venas.

(PAUSA) Sólo un pensamiento obsesiona, mientras se clava las uñas en la palma

de la mano: ¡Vivir! ¡Vivir a toda costa!

―14―

Identidad

ESCIPIÓN SE VUELVE A QUEREAS Y VA HACIA ÉL. QUEREAS SE

MUEVE DE IZQUIERDA A DERECHA CON ACTITUD DE INTRIGA.

FINALMENTE REGRESA CON ESCIPIÓN.

ESCIPIÓN: (HERMÉTICO) ¿Qué quieres de mí?

QUEREAS: No tenemos tiempo. Debemos estar seguros de lo que

haremos.

ESCIPIÓN: ¿Quién te dijo que no estoy seguro?

QUEREAS: No viniste a nuestra reunión de ayer.

UN SILENCIO. ESCIPIÓN EVITA LA MIRADA DE QUEREAS.

QUEREAS: Escipión, tengo más años que tú y no acostumbro pedir

ayuda. Pero lo cierto es que te necesito. Este asesinato exige de gente sensata.

En medio de tanta vanidad herida y temor, los únicos juicios razonables son el

tuyo y el mío. Sé que, si nos abandonas, no traicionarás nada. Pero eso es

indiferente. Lo que deseo es que te quedes con nosotros.

ESCIPIÓN: Comprendo. Pero te juro que no puedo.

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Page 54: Calígula, Convseraciones Con La Luna

QUEREAS: ¿Entonces estás con él?

ESCIPIÓN: No. Pero no puedo estar contra él. (UNA PAUSA) Si lo

matara, mi corazón estaría con él.

QUEREAS: ¡Mató a tu padre!

ESCIPIÓN: Sí, ahí empieza todo. Pero también ahí todo termina.

QUEREAS: Niega lo que tú crees. Insulta lo que veneras.

ESCIPIÓN: Es cierto. Pero hay algo en mí idéntico a él. La misma llama

nos quema el corazón.

QUEREAS: Hay momentos en que es preciso elegir. He ahogado en mí

todo lo que se le parece.

ESCIPIÓN: No puedo elegir porque, aparte de mi sufrimiento, sufro

porque el sufre. Mi desgracia es comprenderlo todo.

QUEREAS: (INDIGNADO) Eliges darle la razón

ESCIPIÓN: (LO MIRA DIRECTAMENTE A LOS OJOS) Para mí, ya nadie

tendrá razón.

QUEREAS: (CON PASIÓN) ¡Entonces quiero que sepas que lo odio

mucho más por lo que ha hecho de ti!

ESCIPIÓN: Me enseñó a ser exigente en todo.

QUEREAS: No, Escipión, te ha enloquecido. Y volver loca a un alma

joven es un crimen que supera todos los que ha cometido hasta ahora. ¡Para mí

es suficiente para rebanarle el cuello con saña!

QUEREAS SE DISPONE A SALIR, PERO SE TOPA CON HELIKON. UN

SILENCIO. SE MIRAN DE FORMA RETADORA.

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Page 55: Calígula, Convseraciones Con La Luna

HELIKON: Te buscaba, Quereas. Calígula organiza aquí una pequeña

reunión amistosa. Debes esperarlo. (A ESCIPIÓN.) A ti nadie te necesita,

muchacho. Puedes marcharte.

ESCIPIÓN SE DIRIGE A UNA SALIDA. ANTES DE SALIR, SE DETIENE

Y SE VUELVE A QUEREAS.

ESCIPIÓN: ¡Quereas!

QUEREAS: (CARIÑOSO) ¿Sí?

ESCIPIÓN: Trata de comprender.

QUEREAS: No, Escipión.

HELIKON Y ESCIPIÓN SALEN. QUEREAS SE SIENTA PENSATIVO EN

ALGÚN LUGAR DEL TERCER TÉRMINO.

―15―

El Tercer día del Triumphus de Augusto

APARECE CESONIA EN PRIMER TÉRMINO3.

CESONIA: (AL PÚBLICO) Antonia le contó una vez esta historia a su

nieto en aquello días en que Tiberio, despiadadamente, había hecho desaparecer

a toda su familia. Fue el día, decía, en que cambió su vida, llamado también el día

más grande en toda la historia de Roma: el tercer día del triumphus de Augusto

tras la conquista de Egipto.

SILENCIO. CESONIA PARECE TRANSFORMARSE EN ANTONIA

3 Al final del monólogo de Cesonia sobre Antonia, poco antes de que termine, en tercer término, aparecerá Senecto como si lo arrojaran a escena, se colocara sentado a un lado de Quereas. Sobre el ciclorama se tenderá una cortina en donde se reflejará la sombra de Calígula bailando.

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Page 56: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: (CON EMOCIÓN) Atados con finas cadenas de oro en el

cuello y en las muñecas, vestidos con largas túnicas de seda que rozaban el

polvo…, yo no había visto nunca túnicas de seda…, los dos adolescentes

prisioneros caminaban inseguros en la cabeza del cortejo. Eran mis hermanos, y

era la primera vez que los veía. Eran los hijos de mi padre, Marco Antonio, que se

había suicidado, y de su amiga, muerta con él, Cleopatra, la reina por cuya causa

él había repudiado a mi madre. Éramos contemporáneos. Mi padre había

conseguido dejar rastro de sí mismo en las dos mujeres de su vida casi al mismo

tiempo. Mi madre lloró mientras yo nacía. Después nos contaron que la otra, allí,

también había llorado mucho. (PAUSA) ¿No crees que para mí todo eso fue

insoportable? ¿Quizá tanto como lo que tú estás viviendo ahora? Las esclavas

egipcias me dijeron que, en los últimos tiempos, Marco Antonio, cuando la

angustia aumentaba, le pedía a su reina que lo acariciara.

CESONIA SE ACERCA A ALGUIEN DEL PÚBLICO Y, LIGERAMENTE,

LE TOCA LA MEJILLA.

CESONIA: Así. (PAUSA. TRANS.) Mi padre tenía treinta años cuando

habló por primera vez con la reina Cleopatra y fue el día que mataron a Julio

César. Cleopatra vivía entonces en Roma los días de su clamoroso amor con él y

del hijo de ambos, el pequeño Tolomeo César, el heredero que, por el simple

hecho de existir, había aterrorizado políticamente a casi todos los senadores. Así

pues, aquella mañana de marzo, Marco Antonio, fiel partidario de Julio César, se

había presentado en la residencia y había tenido que decirle sin rodeos que su

jefe había sido asesinado en plena Curia y que ella también corría un gran peligro.

El carácter trágico de aquel momento no había permitido enmascaramientos de

tipo psicológico o seductor a ninguno de los dos: se habían conocido como si

llevaran tratándose toda una vida. Él la había visto tan bella que daba vértigo,

increíblemente valiente, sin lágrimas, de mente rápida; ella había visto en él al

único hombre de Roma que se había preocupado de salvarla, de hacerla huir con

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Page 57: Calígula, Convseraciones Con La Luna

su hijo, al que toda Roma odiaba. (PAUSA) Era inevitable que volvieran a

encontrarse. Poco después la vio en Oriente y nada pudo separarlos, nada, ni

siquiera el matrimonio con mi madre, la hermana de Augusto. Toda Roma sabía

que Marco Antonio había llevado aquel insoportable matrimonio con Octavia como

una cadena de esclavo. De hecho, la había dejado en Roma para regresar

inmediatamente con su reina. La estrategia de los matrimonios inventada por

Augusto había sufrido la más hiriente humillación. Pero los senadores habían

recordado que, unos años antes, aquella egipcia incluso había logrado nublar el

juicio de un hombre experto y duro como Julio César, hasta el punto de que

matarlo, y en pleno Senado, había parecido el único remedio. Y ahora también

Marco Antonio cedía a Cleopatra, en un pacto de alianza, la isla de Chipre y una

parte de Siria y de la provincia de África, alrededor de Cirene. Al igual que para

Julio César, además de un amor inevitable era un proyecto de imperio a escala

planetaria. En Roma se habían enfurecido. Está regalando ciudades y provincias

romanas como si fueran objetos personales, gritaban los senadores. Mi madre lo

quería. Él lo tenía todo para ser amado por una mujer tan sumisa: celebridad

guerrera, inquietud, fama de libertino. Y mi madre esperó hasta el último día que

volviese. Pero, a pesar de las intimaciones de Augusto, a pesar de las lágrimas y

los convulsos viajes en vano de mi madre, él no aguantó lejos de la egipcia, como

la llamaban los senadores más viejos. Algunos incluso fueron a visitarlo allí y

volvieron indignados, contaron que estaba irreconocible, que ya no tenía nada de

romano. E hicieron llorar mucho a mi madre… Y al final él le mandó aquella carta

de repudio para casarse con Cleopatra, una carta tan cruel que mi madre dijo que

no podía haberla escrito él. Pero Augusto le ordenó que no llorara. «Esa carta

pensada en la ebriedad del vino no hiere a una mujer, insulta a Roma», dijo. Y así

empezó la guerra en la que Marco Antonio moriría. Así llegó el día que me

aterraba, el día del triumphus de Augusto. Vi el cortejo desde lo alto de la tribuna

imperial. Vi los carros y las fercula donde iba expuesto el resplandeciente botín de

oro. Era un río de oro: estatuas de dioses, leones, esfinges y esparavanes,

candelabros, vasos. La muchedumbre se embriagaba viéndolo. Y de repente, la

enorme pintura de la reina de Egipto en su cama, casi desnuda, ofreciendo el

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Page 58: Calígula, Convseraciones Con La Luna

pecho a la mordedura de la cobra. Al verla avanzar, los gritos del pueblo se

interrumpieron. Pero después de la imagen de la reina muerta llegaron los

prisioneros vivos, los hijos de ella y de mi padre. A lo largo de toda la calle, la

multitud había gritado sin parar insultos contra aquellos chiquillos, y pese a los

guardias algunos intentaban agarrarlos. El varón no veía a nadie; ella, como una

gacela, saltaba si la tocaban. Iban con las manos colgando entre las cadenas,

pero mantenían la cabeza alta. Los seguía, desorientado, un niño más pequeño,

debía de tener siete años, y también lo habían encadenado. Yo miraba desde lo

alto de la tribuna, al lado de mi madre, porque, aunque el derrotado era mi padre,

era la sobrina del vencedor. Alguien consiguió asir a la niña por el vestido de seda

y se lo rasgó a la altura del delgado hombro. Los guardias lo obligaron a

retroceder. Vi la piel de ella; era más oscura que la nuestra, de color miel. Le

corrían pequeñas lágrimas por las mejillas. El cortejo se detuvo bajo nuestra

tribuna. Vi los toros blancos destinados al sacrificio, a los músicos, a los lictores.

Augusto, desde la cuadriga, levantó el brazo para saludarnos y la multitud lo

aclamó. Porque mi madre, abandonada y humillada, era su hermana. Y esa era la

venganza. Pero el vencido, la víctima, para mí seguía siendo mi padre. Los niños,

los hijos de la otra, también tuvieron que detenerse delante de nosotros, pero no

levantaron la vista. Los gritos eran ensordecedores. “¿Y para esto se ha hecho la

guerra?”, dijo mi madre. El cortejo se puso de nuevo en marcha. ¡Qué

combinación de nombres grandiosos había puesto Marco Antonio a aquellos

preciosos niños, los hijos de la otra, en comparación con el simple y republicano

nombre de Antonia que me habían puesto a mí! Él, Alejandro Helios, llevaba el

nombre del conquistador de Babilonia y el nombre divino del Sol; ella, Cleopatra

Selene, el nombre de la reina de Egipto y el de la divinidad lunar. Eran gemelos.

Los astrólogos habían encontrado signos maravillosos en su nacimiento, en el

semen del padre y en el vientre de la madre, y en todos los astros del zodíaco.

Pero resultó que todos eran signos de desgracia. Detrás de ellos iba, encadenado

y aterrorizado, el cortejo más deslumbrante que Roma hubiese visto nunca:

cientos de artistas, médicos, arquitectos, poetas, sacerdotes, músicos, siervos,

cocineros, acróbatas…, la corte entera de la reina de Egipto con sus vestiduras de

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Page 59: Calígula, Convseraciones Con La Luna

todos los colores. Augusto los había traído como si fueran animales exóticos, para

echarlos como pasto a la gente de Roma. Mi madre miraba, atónita, y en ese

momento, me contó más tarde, empezó a comprender por qué su amado Marco

Antonio había quedado atrapado por aquella tierra y aquella mujer, hasta el

extremo de tener que morir allí. Y empezó a sentir un dolor más leve. Augusto

había hecho lo que había querido de la vida de mi madre, como con todas las

mujeres de la familia, y ella nunca le había pedido nada. Pero, después del

espeluznante cortejo de aquel triumphus, le pidió que dejara en sus manos a los

tres hijos de Marco Antonio y de la reina de Egipto. Augusto se los entregó de

inmediato, con todos sus esclavos; pensó que quería concederse el placer de la

venganza. Recuerdo que, cuando estábamos esperándolos, yo temblaba. Y

mientras aquellos chiquillos aterrorizados y aquel enjambre de esclavos sin

esperanza se acercaban, escoltados por los pretorianos, mi madre me susurró:

«Quiero entender». Estábamos en el atrio. Los prisioneros avanzaban despacio,

en silencio, seguros de encontrar en el palacio de la mujer traicionada la más cruel

de las muertes. Y mi madre me dijo: «Mira cuánto sufren». El primer paso lo dio

hacia la niña, mi hermana, desconocida hasta el día anterior, la llamada Cleopatra

Selene. Era alta, espigada, permanecía inmóvil, con los brazos colgando a ambos

lados del cuerpo, tenía unos grandes ojos oscuros. Mi madre abrió un poco los

brazos, puso las manos sobre sus hombros, la atrajo hacia sí. De pronto, al

unísono, sin mediar palabra, las dos se abrazaron. En ese momento miré a

aquellos esclavos que deberían haber muerto y vi lo que significa decirle a alguien:

puedes vivir. Se precipitaron sobre mí, que era casi una niña, me cubrieron las

manos de besos, hombres y mujeres lloraban y besaban el vestido de mi madre, y

también yo lloré, más que ellos, y todos sonreíamos, con las mejillas húmedas,

hablando distintas lenguas, diciéndonos palabras que no comprendíamos.

Después, mi madre hizo el primer gesto autoritario de su vida, llamó al

comandante de los pretorianos y le dijo que se fuera. Y Egipto entró en nuestra

casa.

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Page 60: Calígula, Convseraciones Con La Luna

―16―

La Danza

CESONIA SALE DE ESCENA.

QUEREAS: (EN VOZ BAJA) ¿Qué ha sucedido?

SENECTO: Nos han descubierto.

QUEREAS: ¿Y qué?

SENECTO: Nos van a torturar.

QUEREAS: (NEUTRO) Recuerdo que Calígula dio una enorme cantidad

de dinero a un esclavo ladrón que no confesó, a pesar de la tortura.

SENECTO: ¿Qué ganamos con eso?

QUEREAS: No mucho, pero es prueba de su valor. Deberían tomarlo en

cuenta. (PAUSA) ¡Quieres dejar de hacer ese ruido con las manos, me pone

nervioso!

SENECTO: ¿Conoces la frase favorita de Calígula? (PAUSA) Se la dice

al verdugo: Hiérelo lentamente para que experimente la muerte.

QUEREAS: (BURLÓN) ¡Mejor aún! Después de una ejecución bosteza y

dice: Lo que más admiro es mi insensibilidad.

SE ESCUCHAN RUIDOS DE ARMAS.

SENECTO: (INQUIETO) ¿Escuchas?

QUEREAS: Esa frase revela una debilidad.

SENECTO: (NERVIOSO) ¡¿Quieres dejar de filosofar?!

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Page 61: Calígula, Convseraciones Con La Luna

QUEREAS: Hay que reconocer que este hombre, por lo menos, ejerce

una influencia innegable. Obliga a pensar. Obliga a todo mundo a pensar. La

inseguridad hace pensar. ¡Por eso lo persiguen tantos odios!

SE ESCUCHA UNA EXTRAÑA MÚSICA, AGRIA, SALTARINA, DE

SISTROS Y CÍMBALOS, IRRUMPE EN EL FONDO. LOS DOS PATRICIOS

GUARDAN SE LEVANTAN Y MIRAN AL FONDO. CALÍGULA, CON VESTIDO

COMO DE BAILARINA Y FLORES EN LA CABEZA, APARECE COMO SOMBRA

CHINESCA DETRÁS DE LA CORTINA DEL FONDO, REMEDA ALGUNOS

RIDÍCULOS MOVIMIENTOS DE LA DANZA Y DESAPARECE. POCO DESPUÉS

UN GUARDIA DICE DESDE AFUERA CON VOZ SOLEMNE: EL ESPECTÁCULO

HA TERMINADO" ENTRETANTO, CESONIA ENTRA SILENCIOSAMENTE POR

PRIMER TÉRMINO.

CESONIA: Calígula me ha encargado decirles que los citaba por

asuntos de Estado, pero primero están invitados a participar en una actividad

artística

LOS PATRICIOS SE VUELVEN SOBRESALTADOS HACIA ELLA.

SILENCIO.

CESONIA: (SONRIENDO) Agregó, además, que a quien no hubiera

participado, se le cortaría la cabeza.

UN SILENCIO.

CESONIA: Discúlpenme si insisto. Pero debo preguntarles si les ha

parecido hermosa esta danza.

SENECTO: Fue… hermosa, Cesonia.

CESONIA: ¿Y tú, Quereas? ¿Qué piensas?

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Page 62: Calígula, Convseraciones Con La Luna

QUEREAS: Arte elevado, indudablemente.

CESONIA: ¡Perfecto! Ahora podré informar a Calígula.

CESONIA SALE.

QUEREAS: (EN VOZ BAJA, RÁPIDAMENTE) Hay que darse prisa.

¡Quédate aquí! Esta noche seremos un centenar.

QUEREAS SALE POR OTRO LADO.

SENECTO: (REMEDANDO) ¡Quédate aquí! ¡Quédate aquí! Lo que

quiero es irme y no volver. (PAUSA) Este lugar huele a muerte. (PAUSA) O por lo

menos, a mentira. (PAUSA. CON TRISTEZA) Dije que la danza era hermosa.

(PAUSA) ¡Y lo era! En cierto sentido, lo era.

CESONIA REGRESA CON EL ROSTRO ABATIDO.

CESONIA: He mandado traer a todos los Patricios. (PAUSA. CON

LÁGRIMAS EN LOS OJOS) Calígula ha muerto.

CESONIA SE TAPA LA CARA Y FINGE, DE FORMA MUY NATURAL,

QUE LLORA. SENECTO PARECE CONSTERNADO.

SENECTO: ¿Estás segura de esa desgracia? No es posible, acaba de

danzar.

CESONIA: Justamente. El esfuerzo acabó con él.

QUEREAS Y ESCIPIÓN ENTRAN APRESURADOS. LOS SIGUE, MÁS

DESPACIO, HELIKON, QUE GUARDA LA CALMA Y LIGERAMENTE SONRÍE.

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Page 63: Calígula, Convseraciones Con La Luna

ESCIPIÓN: (PREOCUPADO) ¿Qué sucede?

SENECTO: Cesar… ha muerto.

UN SILENCIO LARGO.

CESONIA: ¿No dices nada, Quereas?

QUEREAS: (INVADIDO POR LA ATMÓSFERA DE PESADUMBRE. CON

DOLOR) Es una gran desgracia, Cesonia.

SORPRESIVAMENTE, SE ARRANCA LA CORTINA DEL FONDO Y NOS

DAMOS CUENTA QUE ES CALÍGULA HACIENDO UNA ENTRADA TRIUNFAL.

SE PONE LA CORTINA DE CAPA Y SE ACERCA A QUEREAS EN ACTITUD

BROMISTA.

CALÍGULA: ¡Muy bien! ¡Muy bien, Quereas! ¡Estuviste excelente!

CALÍGULA APLAUDE Y RÍE ABIERTAMENTE. SE DIRIGE A UNA

SALIDA.

SE DETIENE Y SE VUELVE A CESONIA.

CALÍGULA: ¡No olvides lo que te dije!

CALÍGULA SALE. CESONIA LO OBSERVA MARCHARSE.

SENECTO: (CON SINCERA PREOCUPACIÓN. A CESONIA) ¿Acaso

está enfermo?

CESONIA: No preciosa. Lo que ignoras es que este hombre duerme dos

horas todas las noches; y el resto del tiempo, incapaz de descansar, deambula por

las galerías del palacio. (PAUSA) Lo que ignoras, lo que nunca te has preguntado

es en qué piensa este hombre durante las horas mortales que van desde la

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Page 64: Calígula, Convseraciones Con La Luna

medianoche hasta la salida del sol. ¿Enfermo? ¡No, no lo está! A menos que

inventes un nombre para las úlceras que cubren su alma.

QUEREAS: (CONMOVIDO) Tienes razón, Cesonia. No ignoramos que…

CESONIA: (VIOLENTA) No, no lo ignoras. Pero como todos los que no

aman, no puedes soportar a los que lo hacen demasiado. (PAUSA) ¡Demasiado!

(PAUSA) Eso es lo que molesta, ¿verdad? Entonces se le llama enfermedad; los

imbéciles quedan justificados y contentos. (EN OTRO TONO) ¿Alguna vez has

amado, Quereas?

QUEREAS: (EN TONO OBJETIVO) Ya somos demasiado viejos para

eso, Cesonia. Y, además, no es seguro que Calígula nos dé tiempo.

CESONIA: ¡Es cierto! Casi olvido las recomendaciones de Calígula.

(TRANS.) Todos ya saben que hoy es un día consagrado al arte.

SENECTO: ¿Según el calendario?

CESONIA: No, según Calígula. (PAUSA) Les propondrá una

composición improvisada sobre un tema determinado. (SENTENCIOSA) Todos

deberemos… participar.

UN SILENCIO EN QUE TOMAN CONCIENCIA DE LAS PALABRAS DE

CESONIA.

CESONIA: (TRANS. JOVIAL) Espera mucho del joven Escipión y de ti,

preciosa.

SENECTO: Pero no estamos preparados…

CESONIA: Naturalmente, habrá recompensas. (PAUSA) También habrá

castigos. Pero les diré, en confianza, que no son tan graves, siempre y cuando…

participen.

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Page 65: Calígula, Convseraciones Con La Luna

―17―

La Muerte

CALÍGULA, EN ACTITUD SOMBRÍA, ENTRA LENTAMENTE Y SE

SIENTA A FORO EN UNA SILLA SOBRE UN PODIO QUE LE HA PREPARADO

CESONIA, Y ESTA SE COLOCA AL FRENTE, HINCADA CON UNA TABLILLA.

LOS OTROS, A EXCEPCIÓN DE ESCIPIÓN, TOMAN DE UN RINCÓN UNAS

TABLILLAS Y LÁPICES. SE COLOCAN HINCADOS, A LADO DE CESONIA, EN

FILA EN PRIMER TÉRMINO FRENTE AL PÚBLICO.

CALÍGULA: ¿Está todo listo?

CESONIA: Todo.

CALÍGULA: Tema: la muerte. Plazo: un minuto.

TODOS ESCRIBEN PRECIPITADAMENTE EN LAS TABLILLAS.

CALÍGULA LOS OBSERVA CON UNA LIGERA SONRISA. DESPUÉS DE UN

SILENCIO LARGO, CALÍGULA HACE SONAR UN SILBATO.

CALÍGULA: ¿Listos?

TODOS: (CADA UNO A SU TIEMPO) ¡Sí!

CALÍGULA: ¡Bueno, presten atención! Se levantarán por turnos. Yo

tocaré el silbato. El primero empezará la lectura. Al oír el silbato se detendrá y

empezará el segundo. Y así sucesivamente. El vencedor, naturalmente, será

aquel cuya composición no haya interrumpido el silbato. ¡Prepárense!

CALÍGULA PITA EL SILBATO. CESONIA SE LEVANTA.

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Page 66: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: Muerte, cuando más allá de las negras orillas...

CALÍGULA PITA EL SILBATO. CESONIA SE AGACHA. QUEREAS SE

LEVANTA.

QUEREAS: Las tres parcas en su antro. (PAUSA) Te llamo, oh muerte...

CALÍGULA PITA EL SILBATO RABIOSO. QUEREAS SE SIENTA.

HELIKON SE LEVANTA Y ADOPTA UNA ACTITUD DECLAMATORIA. EL

SILBATO RESUENA ANTES DE QUE HAYA HABLADO. HELIKON SE SIENTA.

SENECTO SE LEVANTA.

SENECTO: Cuando era un niñito...

CALÍGULA: (GRITANDO). ¡No! ¿Qué relación puede tener con el tema la

infancia de un imbécil? ¿Quieres decirme dónde está la relación?

SENECTO: Pero, Cayo, no he terminado...

CALÍGULA PITA EL SILBATO ESTRIDENTEMENTE. SENECTO SE

SIENTA. ESCIPIÓN SE LEVANTA.

CALÍGULA: ¿No tienes tablillas?

ESCIPIÓN: No las necesito.

CALÍGULA SOPLA EL SILBATO.

ESCIPIÓN: ¡Caza de la dicha que purifica a los seres, cielo en que el sol

chorrea, fiestas únicas y salvajes, delirio mío sin esperanza!...

CALÍGULA: (SUAVEMENTE). ¡Basta! (PAUSA) Eres muy joven para

conocer las verdaderas lecciones de la muerte.

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Page 67: Calígula, Convseraciones Con La Luna

ESCIPIÓN: (MIRANDO FIJO A CALÍGULA). Era muy joven para perder

a mi padre.

CALÍGULA: (EN VOZ MUY BAJA). Salgan todos.

TODOS COMIENZAN A SALIR LENTAMENTE A EXCEPCIÓN DE

SENECTO QUE SE DESPLAZA, UNOS PASOS, HACIA EL PÚBLICO.

CALÍGULA: (A CESONIA) No te vayas.

CESONIA SE COLOCA A CIERTA DISTANCIA. ESCIPIÓN SE DETIENE

ANTES DE SALIR. QUEREAS, AL PASAR JUNTO A ÉL, LO MIRA DE FORMA

SIGNIFICATIVA, EL OTRO LE REHÚYE LA MIRADA. TODOS HAN SALIDO HA

EXCEPCIÓN DE LOS MENCIONADOS. UN SILENCIO. ESCIPIÓN DA UNOS

PASOS HACIA CALÍGULA.

CALÍGULA: ¿No puedes dejarme en paz, como lo hace ahora tu padre?

ESCIPIÓN: Todo es inútil ya. Has elegido.

CALÍGULA: ¡Déjame!

ESCIPIÓN: Te dejaré porque creo haberte comprendido. Ni para ti ni

para mí hay ya salida. Voy a marcharme muy lejos a buscar las razones de todo

esto. (PAUSA) Adiós, querido Cayo. Cuando todo haya terminado, no olvides que

te he admirado y querido.

—18—

Las feroces divinidades de la muerte

CALÍGULA LO MIRA. TODOS SE CONGELAN A EXCEPCIÓN DE

SENECTO.

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Page 68: Calígula, Convseraciones Con La Luna

SENECTO: (AL PÚBLICO) A todo esto, creo que no está mal contar aquí

esta anécdota. Calígula había crecido en medio de la guerra, con hombres

despiadadamente divididos entre amigos de confianza y enemigos traidores; había

visto cómo mataban y eran matados racionalmente. (PAUSA) Los animales no.

Los animales recibían la muerte dominados por un puro terror psíquico, sin

entender nada. Le había resultado insoportable mirarlos durante los clamorosos

sacrificios de los cultos imperiales. De pequeño, su madre le tapaba la cara con el

manto porque si no vomitaba. (PAUSA) Los animales notaban el olor de la

violencia. La violencia huele, decía Germánico. El insoportable pero embriagador

olor acre de una legión cuando avanzaba, dirigida por los centuriones, contra el

enemigo, bajo el sol, sin una voz, sólo el aterrador ruido metálico de las placas de

las armaduras, el golpeteo de las armas contra los escudos. El horrible olor de los

prisioneros germanos encadenados a montones por el suelo, que te miraban —a

ti, general romano— con un mudo y peligrosísimo odio. (PAUSA) El olor de la

violencia, olor de la sangre que sale de las venas y mancha la tierra, aterrorizaba a

los animales. Él lo había visto muchas veces de pequeño. Uno de los ejercicios

más difíciles de la poderosa caballería romana consistía en acostumbrar a las

monturas a soportar, con total impasibilidad, el olor de la sangre, y peor aún, el de

la sangre que va descomponiéndose bajo el sol. (PAUSA) Los animales solo

percibían eso de la muerte. Su olor. Se acercaba con sus feroces divinidades de la

muerte, los hombres. (PAUSA) El animal te miraban con ojos dóciles. Incluso un

tigre lo había mirado con las pupilas inmóviles, desesperadamente dóciles, cuando

él, en Augusta Treverorum, se había acercado a su jaula. Aquel tigre había llegado

de Sarmacia y tenía un tupido pelaje casi blanco, muy distinto de los rojizos tigres

indios; había viajado semanas en la jaula montada en un carro a través de

interminables llanuras, bordeando inmensos ríos, hasta llegar por fin a Augusta

Treverorum para los espectaculares y sanguinarios juegos en el anfiteatro. Cayo,

que era pequeño, había metido una mano entre los barrotes sin conseguir tocarlo.

El tigre, desde su rincón, había gemido desesperado mirando al cachorro de

hombre; él le había susurrado que era precioso y el animal había comenzado a

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Page 69: Calígula, Convseraciones Con La Luna

levantar lentamente sobre las patas, cuyas zarpas habían crecido mucho durante

el cautiverio, su poderoso cuerpo apoltronado. Cayo había esperado

ansiosamente que se acercara para acariciarle el hocico, y el tigre estaba

aproximándose sin dejar de emitir aquel gemido ronco y doliente. Estaba a punto

de tocarlo cuando alguien, sin hacer ruido y sin decir una sola palabra, se le había

echado encima y en un abrir y cerrar de ojos lo había apartado de allí levantándolo

del suelo. Había sido un tribuno de su padre. Él se había rebelado llorando de

rabia y pataleando contra el fortísimo torso del oficial. Lo habían llevado con su

madre, que había reído. Y entre las legiones se había extendido la leyenda del

niño que jugaba con el tigre. Pero el gran tigre había seguido allí, en su reducida

jaula, tambaleándose, humillado, sobre las patas debilitadas, con los ojos dorados

clavados en él. Le habían dicho que lo llevarían a los juegos del anfiteatro al día

siguiente.

—19—

La soledad eterna

SENECTO SALE DE ESCENA. LOS OTROS SE DESCONGELAN.

ESCIPIÓN SALE. CESONIA SE ACERCA A CALÍGULA

CESONIA: ¿Qué dijo?

CALÍGULA: No está a tu alcance.

CESONIA: ¿En qué piensas?

CALÍGULA: En aquél. Y en ti también. Pero es lo mismo.

CESONIA: ¿Qué pasa?

CALÍGULA: (MIRÁNDOLA). Escipión se ha marchado. He terminado con

la amistad. Pero me pregunto por qué estás tú todavía....

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Page 70: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CESONIA: Porque te gusto.

CALÍGULA: No. Si te hiciera matar, creo que comprendería.

CESONIA: Sería una solución. Hazlo, pues. ¿Pero no puedes, siquiera

por un minuto, despreocuparte y vivir libremente?

CALÍGULA: Hace ya varios años que me entreno en vivir libremente.

CESONIA: No es así como lo entiendo. Compréndeme. Puede ser tan

bueno vivir y amar en la pureza del propio corazón.

CALÍGULA: Cada uno se gana la pureza como puede. Yo, persiguiendo

lo esencial. Nada de eso me impide, por lo demás, hacerte matar. (RÍE) Sería la

coronación de mi carrera. (PAUSA) Es curioso. Cuando no mato, me siento solo.

Los vivos no bastan para poblar el universo y alejar el tedio. Cuando están todos

aquí, me hacen sentir un vacío sin medida donde no puedo fijar la mirada. Sólo

estoy bien entre mis muertos. Ellos son verdaderos. Son como yo. Me esperan

ansiosos. (PAUSA) Tengo largos diálogos con este y aquel que me gritó pidiendo

clemencia y a quien hice cortar la lengua.

CESONIA: Ven. Acuéstate a mi lado. Apoya la cabeza en mis rodillas.

CALÍGULA OBEDECE.

CESONIA: Estás bien. Todo está en silencio.

CALÍGULA: ¡En silencio! Exageras. ¿No oyes ese ruido a hierros? ¿No

percibes esos mil ligeros rumores que revelan el odio en acecho?

CESONIA: Nadie se atrevería...

CALÍGULA: Sí: la estupidez.

CESONIA: La estupidez no mata. Da cordura.

CALÍGULA: Es asesina, Cesonia. Es asesina cuando se considera

ofendida. (RÍE. CON LUCIDEZ) No me asesinarán aquellos a los cuales he

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Page 71: Calígula, Convseraciones Con La Luna

matado a sus padres, o a sus hijos. Ellos han comprendido. Están conmigo, tienen

el mismo gusto en la boca. Pero estoy indefenso contra la vanidad de los otros:

aquellos de quienes me he burlado, a quienes he puesto en ridículo.

CESONIA: (CON VEHEMENCIA). Te defenderemos nosotros; todavía

somos muchos los que te queremos.

CALÍGULA: Cada vez son menos. Hice todo lo posible para que así fuera.

Y, además, seamos justos, no sólo está contra mí la estupidez; también lo están la

lealtad y el coraje de los que quieren ser felices.

CESONIA: (SIEMPRE VEHEMENTE) ¡No, no te matarán! Porque

entonces algo venido del cielo los aniquilará antes de que te hayan tocado.

CALÍGULA: ¡Del cielo! No hay cielo, hermosa mujer. (PAUSA) ¿Pero por

qué tanto amor, de pronto? No estaba en nuestras convenciones.

CESONIA: ¿No basta entonces verte matar a los demás; hay que saber

también que te matarán? ¿No basta recibirte cruel y desgarrado, sentir tu olor a

crimen cuando te apoyas en mi vientre? Cada día veo morir un poco más en ti la

apariencia humana. (PAUSA) Pero tanto me preocupas, que a mi alma no le

importa ya que no me ames. Sólo quisiera verte sano, a ti que aún eres un niño en

tu corazón.

UN SILENCIO.

CALÍGULA: Hace ya mucho que estás aquí.

CESONIA: Es cierto. Pero me conservarás a tu lado, ¿verdad?

CALÍGULA: No lo sé. Sólo sé por qué estás aquí: por todas aquellas

noches en que el placer era agudo y sin alegría, y por todo lo que conoces de mí.

LA TOMA EN SUS BRAZOS Y CON LA MANO LE ECHA LA CABEZA UN

POCO HACIA ATRÁS.

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Page 72: Calígula, Convseraciones Con La Luna

CALÍGULA: En esta hora en que mi vida me parece tan larga, tan

cargada de despojos, en fin, tan correcta, eres el último testigo. Y no puedo evitar

cierta ternura vergonzante por la vieja que serás dentro de unos años.

CESONIA: ¡Dime que quieres conservarme a tu lado!

CALÍGULA: No lo sé. Sólo tengo conciencia, y esto es lo más terrible, de

que esta ternura vergonzante es el único sentimiento puro que la vida me haya

dado hasta ahora.

CESONIA SE DESPRENDE DE SUS BRAZOS, CALÍGULA LA SIGUE. ELLA

PEGA LA ESPALDA CONTRA ÉL, QUE LA ABRAZA.

CALÍGULA: ¿No sería mejor que el último testigo desapareciera?

CESONIA: Eso no tiene importancia. Me hace feliz lo que me has dicho.

¿Pero por qué no puedo compartir esta felicidad contigo?

CALÍGULA: ¿Quién te dijo que no soy feliz?

CESONIA: La dicha es generosa. No vive de destrucciones.

CALÍGULA: Entonces hay dos clases de dicha y yo elegí la de los

asesinos. Porque soy feliz. Hace tiempo creí alcanzar el límite del dolor. Pero me

doy cuenta que es posible ir más lejos. En el confín de esta comarca hay una

felicidad estéril y magnífica. Mírame.

CESONIA SE VUELVE HACIA ÉL.

CALÍGULA: Me río, Cesonia, cuando pienso que durante varios años

Roma entera evitó pronunciar el nombre de Drusila. Porque Roma se equivocó

durante esos años. El amor no me basta: eso es lo que comprendí entonces. Es lo

que comprendo también hoy, al mirarte. Porque amar a una persona es aceptar

envejecer con ella. (PAUSA) No soy capaz de este amor. Drusila vieja habría sido

algo mucho peor que Drusila muerta. Es habitual la creencia de que un hombre

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Page 73: Calígula, Convseraciones Con La Luna

sufre porque la persona a quien amaba muere un día. Pero su verdadero

sufrimiento es más profundo: es advertir que tampoco la pena dura. Hasta el dolor

carece de sentido. Ya ves, no tenía excusas; ni siquiera la sombra de un amor, ni

la amargura de la melancolía. No tengo coartada. Pero hoy soy más libre que hace

años, libre del recuerdo y de la ilusión. (RÍE APASIONADAMENTE) ¡Sé que nada

dura! ¡Saber esto! Sólo dos o tres en la historia hemos hecho esta experiencia,

hemos realizado esta felicidad demente. Cesonia, has seguido hasta el fin una

tragedia muy curiosa. Es hora de que caiga el telón para ti.

PASA DE NUEVO TRAS ELLA Y DESLIZA EL ANTEBRAZO EN TORNO

AL CUELLO DE CESONIA.

CESONIA: (CON ESPANTO). ¿La felicidad esa libertad espantosa?

CALÍGULA: Tenlo por seguro, Cesonia. Sin ella hubiera sido un hombre

satisfecho. Gracias a ella, he conquistado la divina clarividencia del solitario.

CALÍGULA SE EXALTA CADA VEZ MÁS, ESTRANGULANDO POCO A

POCO A CESONIA, QUIEN SE ENTREGA SIN RESISTENCIA, CON LAS

MANOS UN POCO TENDIDAS HACIA ADELANTE.

CALÍGULA: (LE HABLA AL OÍDO) Vivo, mato, practico el poder delirante

del destructor, comparado con el cual el del creador parece una parodia. Eso es

ser feliz. Esa es la felicidad: esta insoportable liberación, este universal desprecio,

la sangre, el odio a mi alrededor; este aislamiento sin igual del hombre que tiene

toda su vida bajo la mirada, la alegría desmedida del asesino impune; esta lógica

implacable que tritura vidas humanas (Ríe) Que te tritura, Cesonia, para lograr por

fin la soledad eterna que deseo.

CESONIA AGONIZA, CALÍGULA LA ARRASTRA HASTA EL LECHO

DONDE LA DEJA CAER.

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Page 74: Calígula, Convseraciones Con La Luna

—20—

¡Todavía estoy vivo!

CALÍGULA MIRA CON OJOS EXTRAVIADOS EL CADÁVER DE

CESONIA.

CALÍGULA: Y tú también eras culpable. Pero matar no es la solución.

SE ACERCA AL ESPEJO.

CALÍGULA: ¡Calígula! Tú también, tú también eres culpable ¡Entonces,

¿no es verdad?, ¡un poco más, un poco menos! ¿Pero quién se atrevería a

condenarme en este mundo sin juez, donde nadie es inocente? (CON ANGUSTIA)

Ya lo ves, Helicón no ha venido. No tendré la luna. Pero qué amargo es estar en lo

cierto y llegar sin remedio a la consumación. Porque temo la consumación.

(PARANOICO) ¡Ruido de armas! La inocencia prepara su triunfo. ¡Por qué no

estaré en su lugar! Tengo miedo. (PAUSA) Qué asco, después de haber

despreciado a los demás, sentir la misma cobardía en el alma. Pero no importa.

Tampoco el miedo dura. Encontraré ese gran vacío donde el corazón encuentra su

tranquilidad. Todo parece tan complicado. Sin embargo, todo es tan sencillo. Si yo

hubiera conseguido la luna, si el amor bastara, todo habría cambiado. ¿Pero

dónde apagar esta sed? ¿Qué corazón, qué dios tendría para mí la profundidad de

un lago? (LLORA) Nada hay, en este mundo ni en el otro, que esté a mi altura. Sin

embargo, sé, y tú también lo sabes, que bastaría que lo imposible fuera. ¡Lo

imposible! Lo busqué en los límites del mundo, en los confines de mí mismo.

Tendí mis manos (GRITANDO), tiendo mis manos y te encuentro, siempre frente a

mí, y por ti estoy lleno de odio. No tomé el camino verdadero, no llego a nada. Mi

libertad no es la buena. ¡Nada! Siempre nada. ¡Ah, cómo pesa esta noche! Helicón

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Page 75: Calígula, Convseraciones Con La Luna

no ha venido; ¡seremos culpables para siempre! Esta noche pesa como el dolor

humano.

UN SILENCIO. CALÍGULA SE ALEJA DEL ESPEJO Y PARECIERA

ENFRENTAR AL PÚBLICO CON UNA MIRADA DULCE Y MELANCÓLICA. POR

DIFERENTES ENTRADAS APARECEN SENECTO Y QUEREAS CARGADOS

CON ESPADAS. AVANZAN LENTAMENTE HACIA CALÍGULA MIENTRAS LA

ESCENA SE VA OSCURECIENDO. CALÍGULA SONRÍE INTUYENDO LA

PRESENCIA DE LOS OTROS QUE SE ACERCAN CON LA INTENCIÓN DE

HERIRLO.

CALÍGULA: (RIENDO, EN UN SUSURRO, AL PÚBLICO): ¡Todavía estoy

vivo!

OSCURO. FINAL

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