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JUDY MAYS Calor de Solsticio 4° de la Serie Heat Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 1

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Serie Heat 04

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JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 1

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

JUDY MAYSJUDY MAYSCalor de SolsticioCalor de Solsticio

Solstice Heat (2009)Solstice Heat (2009)

4° de la Serie Heat 4° de la Serie Heat

ARGUMENTO: ARGUMENTO:

Eileen, Eileen, Eileen. Su nombre golpeaba en las venas de Garth cuando el corrió hacia su cabaña. Años atrás, los padres de ella la habían arrancado de sus brazos llevándosela en la callada noche y habían desaparecido. Ahora él la encontraba de nuevo. En todos estos años nunca había olvidado que tenía la certeza de encontrarla nuevamente. Pronto volvería a estar en sus brazos.

Eileen enmudeció. Garth estaba frente a ella. El hombre lobo que ella había amado hacía tantos años la había encontrado. ¡Ella debería estar en éxtasis! Sin embargo sus padres la habían coaccionado a otro emparejamiento. La verdad, después de que él hubiera abusado de ella, lo había repudiado y dejado, pero en su mente había traicionado el amor de Garth. Él no la querría ahora.

El amor triunfará sobre los malentendidos y sentimientos de traición. Después de emparejarse, la unión entre hombres lobo machos y hembras era inquebrantable. Garth y Eileen podrían ser felices nuevamente. Pero el violento compañero de Eileen la quiere de vuelta. Y la CIA está cazando a Garth.

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 2

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

SOBRE LA AUTORA: SOBRE LA AUTORA:

Judy Mays vive en Pennsylvania con su marido y sus tres hijos, además de un gato y un perro.

Profesora de inglés con dulces modales en un pequeño instituto de Pennsylvania, después de escribir numerosos libros durante seis años, publicó Celtic Rendezvous con el seudónimo de Sara Powell.

Sus personajes son de lo más variopinto: salvajes hombres lobos, adorables alienígenas, viciosos vampiros, cazadores históricos, duros guerreros, intrigantes hombres contemporáneos...

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 3

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

CAPÍTULO 01CAPÍTULO 01

—¡Desafío!

Cuando la puerta golpeó contra la pared, los tres hombres miraron por encima de las fotocopias azules que estaban estudiando.

—¿Quién? —la voz de Alex era baja y mortal.

—No lo he visto nunca antes —Dave movió la cabeza— un bastardo grande y negro. Acaba de salir del bosque como si fuese el amo del lugar.

—No en mi territorio —gruñó Alex cuando se levantó— Josh, Richard.

Richard arqueó una ceja.

Richard miró de refilón al Beta igual a él.

—¿Por qué necesita emitir una orden?

—Testigos — dijo Josh —Dave vendrá como Omega.

—¿Por qué el Omega? — Richard arqueó una ceja — Él debería calmar al alfa, no alentarlo.

—Dave tiene una mejor oportunidad de evitar que Alex mate al bastardo — encogiéndose de hombros, Josh avanzó — yo no le importó. Dave está más acostumbrado con la política del grupo. No es una buena idea matar a un extraño sin saber quién es o de que manada viene. Si tiene una posición alta, otra manada puede enfadarse mucho.

Cuando Alex pasó a su lado, Dave lo agarró por el brazo.

—No es de ninguno de los grupos con los hemos mantenido contactos. Él es el mayor hombre lobo que he visto.

Alex soltó su brazo.

—No importa lo grande que sea. Esta es mi manada y va a continuar siéndolo.

Sus tres subordinados lo siguieron fuera de la puerta.

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 4

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

Alex inhaló profundamente, cuando salió hacia el largo porche que bordeaba tres lados de su gran cabaña. Los numerosos caminos que llevaban a otros alojamientos y cabañas donde vivían los miembros de su grupo, desaparecían con la rígida vegetación que cercaba el gran claro.

Esta era su tierra, su manada. Dedicaba su vida a atenderlos y cuidarlos.

Un gruñido salió de sus labios.

Ningún otro hombre lobo iba a sacarle eso.

Una brisa fresca rodó a través del claro e inhaló nuevamente.

El viento de la primavera llevó los olores frescos de pino lavado por la lluvia, del verde bosque y de las flores de pino. A su derecha, un colibrí cantaba entre las petunias rojas que crecían en una de las macetas que rodeaban el porche. En un roble enorme próximo al porche, un encolerizado Jay azul reñía con una ardilla.

Entonces una segunda ráfaga trajo otro olor, uno almizclado, mitad lupino, mitad humano.

Un gruñido resonó en el pecho de Alex cuando centró su mirada en un lobo enorme, negro, sentado calmadamente en el centro del claro.

Mientras los cuatro hombres salían del porche, el lobo movió la cola y bostezó.

El sol mostró los dientes largos y blancos.

Las reacciones de Josh y Richard no inspiraban confianza.

—Cristo, Alex, he visto ponis más pequeños que este.

—¡Diablos! ¿Tienes que luchar solo? ¿No puede ayudarte uno de nosotros?

Alex miró al hombre que había promovido recientemente para ser un segundo Beta y movió la cabeza.

—Es mi manada, mi lucha.

Richard pasó los dedos por el pelo.

El Omega de Alex apretó su hombro y se apartó.

—Si yo fuese tú iría directamente a sus bolas.

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El lobo negro continuó mirando fijamente hacia ellos.

Alex no desvió la mirada del otro lobo.

—¿Dónde está Belle? —la última cosa que quería era que ella viese la pelea. Daría todo lo que tenía para ganar.

Sus tres subordinados se miraron.

—¿Dónde está Belle? —su voz se volvió más exigente.

—En la cabaña de Alexandra. Están preparando una nueva fragancia para los jabones.

—Asegúrate que continúa allí, Dave —Alex movió la cabeza. — No quiero que ella se entere de esto hasta que esté terminado. Y… si pierdo, asegúrate que no intenta vengarme. No tendría ninguna oportunidad con un lobo así.

—La hembra del Alfa puede unirse a una pelea si su compañero es herido gravemente.

Con el puño cerrado Alex atacó a su primer Beta. Tenía que recordarle esa cláusula en particular de la ley de la manada.

—No, ¡Maldición! No dejaré que ella se haga daño de ninguna manera. ¿Has entendido?

Dando la vuelta, Josh miró fijamente al Alfa y movió la cabeza una vez.

—Si mueres, ella me va a matar.

Ignorando el comentario de Josh, Alex se volvió hacia el enorme hombre lobo sentado calmadamente en medio de su patio trasero. Dave estaba en lo cierto. Nunca, en toda su vida había visto uno tan grande. Tendría que usar toda su habilidad y todos los trucos que había aprendido para derrotarlo y mantener el control de su manada.

Alex maldijo por lo bajo. ¡Diablos! ¿Quién era ese… monstruo? ¿Y por qué tenía que aparecer ahora… justo cuando finalmente había encontrado a su compañera?

Secándose el sudor de la frente con la manga, cerró los ojos. Imágenes del rostro de Belle aparecieron en su mente, Belle riendo con él, discutiendo, amándolo. Cerró los puños con firmeza. No perdería esa batalla. No iba a perderla, no ahora, no después de encontrarla.

Arrancándose la camisa de franela, avanzó.

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Mientras caminaba hacia su oponente, una loba blanca salió del bosque, miró fijamente hacia ellos y corrió en dirección a la cabaña de Alexandra.

—¡Mierda! — Gruñendo sobre su hombro, Alex estalló — Diablos Josh. ¿No puedes controlar a esa perra?

—Lo mismo que tú puedes controlar a la tuya — murmuró por lo bajo su Beta.

—Esta combinación de olores es realmente interesante Alexandra. Yo no habría pensado en mezclarlos.

La mujer más vieja rió, pero antes de que pudiese responder, una loba blanca apareció por la puerta.

La niebla plateada rodó y una mujer rubia desnuda apareció ante ellas, con una mano detrás de una cadera mientras jadeaba para respirar.

—Alex… desafió… a un enorme hombre lobo… ahora.

Belle no esperó oír más. Sin molestarse siquiera en transformarse salió por la puerta y corrió a la cabaña que compartía con su compañero hacía apenas tres semanas. ¡Nadie pondría marcas en su piel excepto ella!

Minutos más tarde se dirigió como un rayo fuera del bosque, a la derecha del camino del claro, evitando fácilmente a los hombres que estaban parados allí para interceptarla y corrió al lado de Alex.

Él la cogió cuando lo alcanzó.

—Sal de aquí, Belle, este no es lugar para ti.

—¡Escúchame! — jadeó ella mientras luchaba por recuperar el aliento. — Te amo y no voy a dejarte hacer una estupidez.

—¡Maldición! — la rabia sustituyó a la determinación en su rostro. — Esta es mi manada. Soy el Alfa. Tengo que aceptar este desafío.

Belle paró de luchar. Girando para encararlo, le cogió el rostro entre sus manos.

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—Nunca esperaría que hicieses otra cosa —ella contuvo una lágrima— pero no puedes esperar que me quede quieta y te vea morir. Puedo ayudarte. La ley de la manada lo permite.

Cerrando los ojos, envolvió los brazos a su alrededor y descansó su cabeza en la de ella.

—Lo sé, pero el pensamiento de mordiscos y golpes en tu cuerpo, Belle, no puedo soportarlo, ni verte seriamente herida. Y mira hacia él. No tienes ni una oportunidad contra algo así.

Después de besar su frente, se giró para enfrentarse a su oponente.

Por un momento Belle permaneció congelada en sus brazos.

Entonces ella jadeó.

Y maldijo.

Y maldijo de nuevo… ruidosamente.

Poniendo el tacón de su bota en el pie de Alex, ahora desnudo, se liberó de su abrazo y fue en dirección al lobo negro que la miró fijamente, con la lengua fuera de la boca.

—¡Tú, desconsiderado, imprudente, inoportuno, imbécil, babosa idiota! ¿Cómo puedes ser tan canalla? ¿Sabes lo que acabas de hacer conmigo, no es cierto? — Parándose a pocas pulgadas frente a él, golpeó con el dedo su nariz —¡Serás burro! Espera, voy a desollarte vivo por esto.

Después del agudo dolor en su pie y del choque por el comportamiento de Belle, Alex saltó a su lado.

—¡Diablos Belle! Podría matarte.

Apretando los dientes, ella gruñó primero a Alex y después al lobo negro.

—¡No lo hará! No me ha derrotado en una lucha en los últimos ocho años, ¿no es cierto ingrato?

Al principio Alex se quedó con el mentón caído.

—Entonces, ¿tú lo conoces?

Belle ignoró a Alex y, antes que el lobo pudiese reaccionar, lo golpeó en las mandíbulas.

Abriendo la boca para mostrarle los mortales caninos, el lobo gruñó ferozmente.

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Alex la agarró por el brazo.

Ella se liberó.

—Claro que lo conozco. Este es Garth — mirando al lobo continuó — Mírame. Intenta morderme y verás lo que pasa.

—¿Garth? ¿Quién es Garth? — Alex movió la cabeza.

Levantando las manos en el aire, Belle se giró para mirar a su compañero.

—Garth. Mi hermano. ¿Quién pensaste que era? ¿El Dalai Lama?

Alex miró fijamente, primero a Belle, después al lobo.

El lobo sonrió.

Moviendo las manos en el aire, Alex maldijo… alto y claro.

—¿Hermano? ¿Cuántos hermanos tienes?

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CAPÍTULO 02CAPÍTULO 02

Con el gruñido golpeando su pecho, Garth miró a su hermana. Belle no había cambiado... quería mandar a todo el mundo. No podía comprender como su padre y Brendan la habían tolerado todos estos años. Tampoco podía entender por qué ellos pasaban la mayor parte de su tiempo en Nueva York cuando el bosque salvaje y la tundra les hacían guiños. Incluso ahora Melody vivía en una ciudad, aunque era más pequeña que Nueva York. Solo Kearnan se había liberado de los lazos de la civilización… de cualquier manera, la mayor parte de ellos.

Bostezando, Garth cerró los ojos y se estiró poniendo la cabeza en sus patas. Cuando Belle se sentía herida podía regañarle durante horas.

—Diablos, Garth, no oses dormirte. Te golpearé si lo haces.

Garth abrió un ojo. Te morderé el pié si lo intentas.

Eso hizo que el hombre a su lado soltase un gruñido y Garth sonrió para sí mismo.

Según Kearnan, este Alex Whitehorse se había emparejado con su hermana pequeña… después de saber la verdad sobre su ascendencia. Esto era un punto a su favor. También había tomado la iniciativa de luchar cuando pensó que existía un desafío por su posición, como haría cualquier buen Alfa… segundo punto. Finalmente su gruñido acabó por dejar claro que defendería a su compañera contra su propio hermano. Tres puntos para él. Ahora que Garth sabía que Whitehorse era merecedor de Belle, una hermana con el temperamento de un gato mojado, una hermana que aún le estaba riñendo, le daba la bienvenida.

—Mentira, tú no herirías a una mosca — le dio un pisotón.

Garth abrió su otro ojo para ver a su compañero, que la miraba fijamente, como si tuviese dos cabezas.

Él se rió para sí mismo. Whitehorse podía haberse emparejado con ella, pero obviamente no creía todo lo que le decía. Subió otro punto en la estima de Garth.

—¡Garth!

Detesto las moscas.

Belle le pisó el pie nuevamente.

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—¿Puedes por favor, dejar de ser tan obstinado y cambiar a la forma humana?

Dos pisotones. Ella estaba realmente furiosa. Empujándose hasta sus muslos, Garth sonrió enseñando los dientes. No tengo ropa.

—¡Oh, por el amor de Dios! — Levantó las manos en el aire —¿Dónde crees que puedo encontrar ropa que te sirva?

—¿George? — dijo uno de los hombre, ahora en pie al lado de su compañero.

Quedándose quieto, ella miró fijamente a Garth y movió la cabeza.

—Eso puede funcionar. Mia — se volvió hacia la loba blanca sentada no muy lejos —¿Podrías decirle a Alexandra lo que necesitamos?

Con un pequeño ladrido, ella salió corriendo.

Garth la vio marchar.

—Saca tus ojos del trasero de mi compañera.

Garth pasó su mirada por uno de los otros hombres del compañero de su hermana. La rabia y la posesión irradiaban de su figura tensa. Interesante, aquella loba era mucho más loba que humana. Tal vez existiese la esperanza para los hombres lobo, por lo menos en este grupo en particular.

—Maldición, Garth —Belle empezó a golpear con el pie —¿Por qué no me dijiste que venías? ¿Por qué no le dijiste a nadie dónde estabas? —Antes de poder responder, los brazos de Belle estaban alrededor de su cuello y lo abrazaba con fuerza. — He sentido tu falta, monstruo.

Me estás asfixiando.

—Bueno, lo mereces — gruñó ella en su cuello. — Debería haber dejado que Alex te golpease el trasero.

¿Por qué no me presentas?

—Después de que te transformes, idiota — enderezándose plantó las manos en las caderas —¿Cuánto tiempo has estado así salvaje? ¿No recuerdas tus modales?

No he estado salvaje. He viajado.

—Viajando — ella bufó — mi culo.

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—Ya que lo tienes todo bajo control, Alex, me marcharé y ayudaré a Jill con las órdenes finales y las reservas. — el hombre del otro lado rió. — El teléfono ha estado sonando. Hasta luego Belle.

—Ese era Dave, nuestro Omega — le dijo a Garth — Y si te hubieses transformado, podría habértelo presentado. ¿Por qué tienes que ser tan tímido?

Un murmullo detrás de Belle y sus compañeros llamó su atención. Andando hacia su hermana, vio a una mujer mayor, escoltada de cerca por un hombre enorme. La mujer emitía un olor fuerte, de autoridad y poder… una hembra Alfa, aunque nunca hubiese visto una, y el hombre…

Garth contrajo la nariz, movió la cabeza hacia arriba y dio un paso atrás. ¿Oso? ¿Un hombre oso… aquí? Miró al compañero de Belle.

Whitehorse no desvió la mirada. Ahora estaba allí, con los brazos cruzados sobre el pecho, sonriendo, con una sonrisa sórdida.

Garth movió la cabeza otra vez. Un Alfa aliado con un hombre oso. Whitehorse y su manada se estaban volviendo más interesantes a cada minuto.

—¿Has pedido esto? — dijo la mujer.

—Gracias Alexandra — su hermana le pasó un par de vaqueros y una camisa.

—Esto puede servirte. ¿Ahora te transformarás? ¿Por favor?

Garth volvió a enseñarle los dientes. Sí, porque me lo has pedido educadamente.

La niebla negra lo rodeó. En unos momentos, apareció, mostrándose una cabeza más alta que todo el mundo excepto el hombre oso. Curvándose cogió los vaqueros y se los puso.

Cuando cerró la cremallera, Belle le golpeó con el puño en el estómago.

Tragando un grito y conteniendo las lágrimas, apartó la mano agitando y estirando los dedos.

Garth sonrió cuando metió los hombros en la camisa de franela suave y la abrochó.

—Tendrías que conocerme mejor y no haber intentado eso.

—Siempre ha funcionado con Melody — estalló ella mientras contenía las lágrimas.

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—Melody levanta pesas. Tú levantas un lápiz — cogiéndola en sus brazos la abrazó hasta que ella gritó y entonces la puso otra vez en el suelo — Es bueno verte también. Ahora preséntame a todo el mundo.

Cogiéndolo por la camisa se puso de puntillas y besó su mejilla. Entonces se volvió hacia los otros.

—El alto de en medio es Alex Whitehorse, mi compañero. A su lado están Josh y Richard, sus Betas.

¿Dos Betas? ¿Cómo de grande era la manada? Después de un movimiento de cabeza, Garth extendió la mano, contento cuando los tres hombres la estrecharon sin vacilar.

—Esta es Alexandra — continuó — Y George.

Nuevamente Garth apretó sus manos.

—¿Y la loba blanca? ¿No va a transformarse para ser presentada?

El Beta llamado Josh gruñó.

—Esta es Mia — respondió Belle con una risotada — A Josh no le gusta que ande por ahí desnuda. Ella ha aprendido a transformarse hace aproximadamente un mes y aún no siente la necesidad de ropa.

—Una vez que termine el verano la sentirá — dijo Alexandra mientras avanzaba — Entonces eres el tercer hijo de Artemis Gray. Veo poco de él en ti excepto tu altura y ciertamente no te pareces a tu madre.

Garth movió la cabeza otra vez. La mujer mayor era curiosa, y obviamente conocía a su padre pero ella… merecía su respeto. Era bueno que Belle fuera tan terca y mandona como ella o esta mujer la dominaría. Alexandra sería un Alfa hasta el final de sus días. Aún así, él no tenía que hablar sobre su familia si no quería. Y no quiso.

—Si quiere saber sobre mi familia, hable con Belle. Yo no tengo tiempo. Sin embargo, es bueno encontrarla — ignorando la ceja levantada, miró de nuevo a Whitehorse — Dos Betas, uno con una compañera incluso más loba que Belle y aliado con un hombre oso. Tienes aquí una interesante manada.

—Somos lo que somos — el compañero de su hermana no paró de reír.

—He encontrado antes hombres oso —rió Garth.

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—¿Dónde? — Preguntó George cuando extendió la mano — Pocos de la raza de los lobos son amistosos con nosotros hoy en día.

—En Canadá, en el territorio del Noroeste. Existe allí un pequeño clan que me acogió unos meses — Garth agarró la mano del hombre.

—Probablemente porque ellos nunca habían visto un lobo tan grande como tú —¿Cuántas luchas ganaste? — George apretó su mano con más fuerza.

—Tres — Garth apretó también.

—¿Cuántas perdiste?

—Diez.

La risa de George se oyó en todo el claro mientras soltaba la mano de Garth.

—Ganar una lucha es notable. Ellos contarán la historia durante generaciones.

Fue el momento de Garth para traer la sangre de nuevo a su mano y estirar los dedos.

Belle agarró su brazo.

—Cierto. Basta de quedarse de pie aquí fuera hablando. Ven dentro y explícame por qué has tardado tanto tiempo en contactar con alguien de la familia. ¿Sabías que papá se casó nuevamente con una humana? Tienen gemelas, Myste y Raven. Y Kearnan ahora también tiene una compañera, Serena, la nieta de Alexandra. Tienen una hija, Morgan.

—Volveré al molino ya que no me necesitas aquí — dijo Richard.

—Yo terminaré de mirar de nuevo los planos — continuó Josh.

Ambos hombres se giraron y se fueron, con la loba Mía al lado de Josh.

Alexandra puso la mano en el brazo de George e hizo una señal con la cabeza a Belle.

—Volveré a la fórmula en la que estábamos trabajando.

—Tal vez más tarde me contarás tus vivencias en Canadá — dijo George a Garth. Después movió la cabeza y escoltó a Alexandra por el camino por el que habían venido.

—No puedo quedarme mucho tiempo — suspiró mirando de Belle a Alex.

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—¿Por qué no? — El gesto de Belle asustaba —¡Acabas de llegar!

—Me están dando caza.

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CAPÍTULO 03CAPÍTULO 03

—¿Cuánto tiempo te quedaste con Kearnan? — preguntó Belle mientras ponía un vaso de limonada frente a su hermano.

—Dos días. No pensé que fuese seguro quedarme más tiempo. Le estoy mandando sin embargo algunas de mis posesiones como si fuesen remesas médicas.

—¿Entonces sabes todo lo que ha pasado en la familia?

—Serena y el bebé son buenos para Kearnan — Garth movió la cabeza — nunca lo he visto más feliz. Él me contó sobre papá y Moira y sus hijas. Tenía algunas fotografías. Hermosas niñas. Cuando me dijo que estabas aquí decidí que Wyoming del norte era lo suficientemente lejos para hacer una visita.

Reclinándose contra la silla, Garth estiró las piernas debajo de la mesa y suspiró contento. Era tan bueno poder solamente sentarse y relajarse. Mientras bebía la limonada observó la espaciosa habitación de la cabaña que servía de sala de estar y comedor, además de despacho que olía a aire fresco y rayos de sol. El toque de Belle estaba en todos los sitios, el amarillo claro de las cortinas y los cojines diseminados en el sofá delante de la chimenea de piedra con plantas aromáticas y flores silvestres multicolores en vasos de barro colorido en los bordes y en el centro de la mesa dónde se sentaban.

Garth sonrió para sí mismo. Quien habría pensado que una chica de ciudad como Belle podría ser feliz en un lugar tan rústico. Sin embargo ellos habían nacido en el bosque. La miró. Parecía feliz. Obviamente Whitehorse era bueno para ella.

Sentándose en la silla próxima a la de su compañero, su hermana le sonrió.

—Es tan bueno verte. He sentido tu falta. Todos la hemos sentido.

—Basta Belle — Alex cogió sus dedos juntos y fijó una dura mirada en Garth.

—¿Quién te está cazando? — antes de que Belle replicase levantó la mano — No. Él no está hablando sobre un humano, un gran cazador blanco que pensó haber visto un gran lobo. Es mucho más que eso, ¿no es cierto?

Moviendo la cabeza, Garth se inclinó hacia delante en la silla y cruzó los brazos en la mesa.

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—Hace cinco años estaba desesperado buscando algo excitante para hacer algo con mi vida. Papá me dio un contacto con un agente de la CIA que conocía, Ken Cover, un ser como nosotros, para ayudar a combatir terroristas y extremistas… tanto extranjeros…como en los estados Occidentales y junto a la frontera canadiense. Era un programa totalmente secreto. Solo algunas personas de la CIA lo sabían, pero todo salió bien. Desgraciadamente, Cover fue herido con un arma de fuego en la batalla, hace dos años, así que ellos nombraron un nuevo supervisor — levantando el cuerpo, Garth tragó — el sujeto es un cretino que mete la nariz en todo.

—Él vio esto como la promesa para un gran ascenso — Alex movió la cabeza.

—Exactamente. Mi trabajo era moverme furtivamente por cualquier campamento que encontrase y oír las conversaciones. Era realmente bueno en eso.

—Como un lobo, ¿cierto?

—Me equipé con una cámara fotográfica en miniatura en un collar y podía usarla alrededor del cuello — Asintió Garth con la cabeza mientras bebía más limonada — Simple. Colocaba el collar, me transformaba e iba a los campamentos. Si alguno de los sospechosos me hubiese visto, cosa que pocas veces pasaba, ellos veían a un lobo.

— ¡Podrían haberte disparado!— estalló Belle.

—Era parte del servicio — Garth se encogió de hombros.

—¿Cómo fuiste descubierto?

—El cretino de mi jefe quería saber qué tipo de perro estaba usando y donde estaba.

—¿Perro? —Alex levantó una ceja.

—Él encontró el collar y cogió algunos de sus pelos. Entré sin que se diera cuenta en su despacho y se los robé. Pensé que los había cogido todos, pero él ya había enviado algunos al laboratorio — Garth movió la cabeza — Conseguí echarle una mirada a los resultados que llegaron. Declaraba que los resultados de ADN no eran fiables por contaminación. Los pelos eran de lobo, pero había mezclado ADN humano. — Garth sonrió — Se ganó una reprimenda sobre la manera adecuada para recoger y guardar las pruebas.

Cuando Belle se sentó con las manos juntas, Alex bebió su propia limonada.

—Entonces, ¿por qué no se acabó todo ahí?

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 17

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

—Con cualquier otra persona se habría terminado — levantándose, Garth se apartó el pelo de la frente — Debía haber tenido un perro conmigo, entonces nunca habría robado aquellos pelos. Emil Sorescu es hijo de emigrantes rumanos de los Cárpatos — se volvió para mirar a su hermana y a su compañero — tenía ocho años cuando su familia vino a EE. UU. Creció con las viejas historias. Contrariamente a la mayoría de las personas de este país, él cree en hombres lobo, vampiros, y que tales criaturas existen, y ahora quiere probarlo. Si me coge, me va a encerrar y me sacará muestras de sangre hasta que todo el mundo lo crea.

—Garth, esto es muy forzado — su hermana movió la cabeza — los americanos no creen en hombres lobo, por lo menos no la mayoría de ellos. Además, papá es ahora un miembro de la jerarquía. Esa noticia jamás sería conocida por el público.

Garth sonrió a su hermana.

—No, estoy seguro que no lo sería. Pero estamos hablando de la CIA, Belle. Ellos no querían que esta información se filtrase. Pero empezarían a localizar y capturar a todos los hombres lobo que pudiesen… y a sus familias. Entonces los obligarían a trabajar para el gobierno.

Inclinándose contra el respaldo de su silla, Alex miró fijamente a su cuñado.

—¿Cuántos hombres te persiguen?

—En este momento solo uno. Sorescu no podía decir exactamente a sus superiores la verdadera razón para querer cogerme. Y Cover se está recuperando y ha sido ascendido. Está trabajando para frenar a Sorescu.

—Si vuelve Cover, ¿por qué no le manda a Sorescu simplemente dejar esta historia?

—Sorescu me acusó de ser un agente doble. Puso algunas pruebas para cubrir su persecución. Entonces, hasta que Cover pueda probar que Sorescu está mintiendo y soy inocente, estoy huyendo.

—¿Sólo uno te persigue? — La tensión dejó el cuerpo de Alex — No existe un ser en el mundo que no pueda desaparecer si quiere. Mejor aún. Espera por él y mátalo. Atráelo aquí si quieres. Te ayudaré a libarte de él y su cuerpo nunca será encontrado.

—Si él no da señales de vida, Sorescu asumirá que está muerto — Garth negó con la cabeza — entonces habrá una investigación sobre dónde y cómo murió. Ellos no encontrarían el cuerpo, pero tendrían una idea general de dónde ha desaparecido. Enviarán más agentes. Prefiero lidiar con uno solo.

—Entonces líbrate de él.

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 18

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

Suspirando, Garth tragó más limonada.

—He pasado los últimos dos años viajando entre Canadá y los EE. UU. Pero cada vez que me mudo, el aparece. Puede llevarle algunos meses, pero siempre sabe dónde estoy. Es muy bueno.

El puño de Alex movió el vaso de la mesa cuando la golpeó.

—¿Por qué diablos estás aquí entonces? Belle es tu hermana. Este es uno de los primeros lugares en que buscaría.

—La única cosa que él no sabe — Garth agitó la cabeza nuevamente — es mi verdadero nombre. Tenía una identidad falsa, una que ni siquiera la CIA sabía que no era real. Una que Cover creo personalmente en el banco de datos de la agencia. Para ese tipo Garth Gray ni siquiera existe. Él está cazando a otra persona, por lo que la familia está segura.

—¿A quién está buscando?

—Es mejor que no lo sepas. De esa manera, si aparece por aquí, puedes honestamente decir que nunca has oído hablar de mi — tragando el último sorbo de limonada, Garth apreció el gusto del frío líquido que fluía a través de su lengua hacia abajo, en su garganta. Cuando se marchase, volvería a comer carne cruda y beber agua. — Ahora ya sabes porque no puedo quedarme. Hasta que Cover me diga que el hombre de Sorescu ha sido retirado del caso, lo mejor es que me transforme y vuelva al Canadá. Volveré aquí cada seis meses e informaré de lo que estoy haciendo. Cover está en contacto con papá. Una vez que todo vuelva a la normalidad, papá te lo contará. ¿Alguna pregunta?

Whitehorse estaba moviendo la cabeza. Parecía relajado, pero existía una tensión alrededor de sus hombros.

Garth podía entender el porqué. Si el hermano de su compañera hubiese aparecido diciendo que un espía del gobierno podía venir a su manada en busca de hombres lobos, estaría tenso también. Aún así, Whitehorse parecía estar bajo control y no tenía problema en manejar la situación. Además, Garth había pasado varios días en la zona. Allí había varios humanos, algunos empleados como madereros. Y por las conversaciones que había oído, ninguno de ellos sabía quiénes eran sus vecinos.

Volvió su pensamiento a su hermana.

Ella estaba mirando fijamente para él con una expresión pensativa en el rostro.

Sonriente, Garth movió la cabeza. Conocía aquella mirada. Estaba conspirando.

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 19

JUDY MAYSCalor de Solsticio4° de la Serie Heat

—No, no voy a irme a Nueva York. No estoy interesado en entrar en los negocios de la familia. Ya te lo dije hace seis años y no he cambiado de idea.

—No — movió la cabeza — No es eso.

Garth rió — Belle siempre tenía algún tipo de planes.

—¿Qué es entonces?

Ella se mojó los labios, abrió la boca y la cerró nuevamente.

—Esa idea, — le sonrió — debe ser totalmente nueva si tardas tanto en hablar.

Dando un largo suspiro, juntó los dedos y lo miró fijamente.

—Garth, Eileen está aquí.

El hombre lobo en su alma rugió. Mi compañera.

El vaso en su mano se rompió. Fragmentos centelleantes saltaron en la mesa.

Garth miró fijamente a su hermana. ¿Eileen estaba aquí? ¿Ahora? ¿Después de tantos años?

—¿Dónde?

—En una cabaña pequeña — una sonrisa curvó sus labios — a cinco millas al norte, en la cima.

La niebla negra lo rodeó y la ropa que Garth había vestido cayó al suelo. Mientras la niebla danzaba, se transformó en lobo negro y saltó hacia la puerta.

— ¡Garth!

La silla de Belle cayó al suelo cuando ella se levantó.

Él se fue antes de que ella terminase su nombre.

Moviendo la cabeza, ella miró fijamente la ropa descartada.

—No pensé que nadie de la familia, además de papá, podía transformarse mientras usaba ropa.

Yendo a su lado, Alex le apretó el brazo.

—¿Qué está pasando? ¿Quién es Eileen para él?

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Belle sonrió.

—Su compañera.

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CAPÍTULO 04CAPÍTULO 04

Mientras saltaba por el denso bosque, helechos sedosos y otras plantas pequeñas acertaban en el cuerpo y el rostro de Garth. Los atrayentes olores de ciervo y alce provocaban a sus sensibles fosas nasales.

Cuando saltó sobre un árbol caído, un lamento bajo explotó bajo sus pies.

Lo ignoró todo.

El hombre lobo en su alma le decía, más rápido, más rápido.

Eileen, Eileen, Eileen.

Su nombre golpeaba en las venas mientras corría por el mar de robles, pinos y hayas.

Eileen, Eileen, Eileen.

La alegría explotó en su corazón. Su primer amor. Su único amor. ¡Estaba aquí¡

Eileen, Eileen, Eileen.

La vieja rabia surgió. Su familia, padres, dos hermanos… los cuatro la habían intimidado cuando se rebajó al mostrar interés por una abominación, un ser que tenía por madre a una loba. Ellos se la llevaron en medio de la noche y desaparecieron.

La rabia se disipó casi tan deprisa como había surgido. El pasado no era importante. El presente lo era.

Eileen, Eileen, Eileen.

La felicidad lo envolvió. La mujer con la que había compartido la alegría del primer amor sexual, la mujer con la que se había emparejado un verano caliente por la noche, bajo el solsticio de la luna llena. Finalmente la había encontrado.

Eileen, dulce, dulce Eileen.

Mientras corría, Garth cedió el control de su cuerpo a la mitad lobo de su alma. Su mente, su lado humano, recordó aquella caliente noche de solsticio casi diez años atrás.

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Ella lo provocó sin piedad a lo largo del día, apareciendo de la nada para tocar, acariciar, besar. Entonces escapaba, con su risa prometiendo y negando al mismo tiempo, de forma que él no podía concentrarse en las pequeñas estatúas que estaba esculpiendo para su abuela. Una vez, cuando ella besó la parte de atrás de su cuello al pasar, el cuchillo se deslizó y él se cortó.

Mientras maldecía, ella se rió y desapareció.

Incapaz de concentrarse, Garth dejó la escultura al lado. La mayor parte de los miembros del grupo estaba casi en la misma condición que él. En noches de solsticio, los deseos de las hembras eran constantes, ellas provocaban a sus hombres sin misericordia.

Cuando chupó la sangre de su dedo pulgar, Garth contempló la noche que estaba por llegar.

Eileen y él eran vírgenes la primera vez que habían hecho el amor, pero eso había sido dos meses atrás. Esta noche, mientras la luna subía a lo alto, el instinto lo controlaría y el sexo sería más caliente, más fuerte, más intenso. Por la tarde, casi no era capaz de combatir la dureza de su pene.

Muchos hombres ni siquiera se tomaban el trabajo de esconder las protuberancias largas y gruesas que empujaban en el frente de sus pantalones, especialmente aquellos con compañeras en celo. Ellos caminaban, se movían, se transformaban de humanos a lobo y cambiaban nuevamente… oliendo y mordiéndose el uno al otro.

Las mujeres, divertidas con su poder, los provocaban y tentaban. Cuando saliese la luna los hombres estarían al límite. Una vez que las mujeres se transformasen y corriesen, los hombres no se podrían controlar.

Pero su anticipación no era más fuerte que la de Garth.

Eileen había aceptado emparejarse con él. Esta noche, bajo la luna llena, verdaderamente iba a volverse suya para siempre.

De algún modo, había conseguido controlarse a lo largo del día. Aquella noche, en cuanto la luna ascendió y los lobos aullaron, Eileen escapó de la casa de sus padres y lo encontró. Juntos corrieron millas por el bosque, hasta alcanzar un claro apartado. Allí, Eileen se transformó y quedó frente a él en toda su desnuda belleza.

Incluso entonces, con la luz de la luna envolviéndola y persuadiéndolo de tomarla, dominarla, intentó ser suave con ella, pero Eileen no aceptó. Lanzándose sobre él lo tiró al suelo.

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Antes de que pudiese poner los brazos a su alrededor, ella cayó de rodillas y chupó su dolorido pene, pasó la lengua tibia, mojada, de arriba abajo y alrededor, pellizcando la cabeza, mordisqueando su grosor. Enterrando la mano en su cabello, abrió las piernas y ella chupó sus bolas con la boca, una después de la otra, hasta que estuvieron tan duras y rojas que no pudo soportarlo.

Cuando los músculos de sus muslos se tensionaron y arqueó las caderas, se sentó y se rio, con una risa baja, deliciosa, que envió escalofríos de arriba abajo en su columna.

Levantando la mano, la envolvió alrededor de su pene y bombeó… dos veces.

Cuando puso las manos en el suelo al lado de él, un poco de líquido salió de la cabeza de su pene y ella rió nuevamente.

—Tú estás muy… muy duro — susurró ella — te sentirás tan bien enterrado profundamente en mi.

Liberándolo, ella agarró sus pechos, comprimiendo sus pezones ya duros. Lanzando la cabeza hacia atrás, ella tembló y gimió. Después de una respiración profunda, miró hacia él nuevamente.

—Amo cuando los chupas, cuando mordisqueas mis pezones — su mirada hambrienta lo perforó — pero no esta noche, no aún. Habrá tiempo de eso más tarde — ella tembló nuevamente y deslizó la mano por las costillas, sobre su abdomen, descendiendo por los suaves trozos de miel entre sus muslos — Estoy mojada Garth. Estoy preparada para ti. Emparéjate conmigo.

Entonces Eileen se giró y se curvó, descansando sus antebrazos en el suelo. Ella estaba con el culo al aire, las piernas abiertas. Entre ellas estaba mojada, ligeramente hinchada, con los labios de un color rojo profundo.

Cuando él rodó de lado y se puso de rodillas, el olor de ella lo cercó. Un olor almizclado, de mujer caliente, ansiosa, necesitada.

— ¡Ahora Garth! ¡Te necesito!

El hombre lobo en su alma aulló y su propia voz se apagó, solo un gruñido feroz cuando se posicionó tras ella y frotó su pene a lo largo del trasero de ella. ¡Era suya!

El gemido de ella se emparejó con su gruñido.

Sus bolas estaban apretadas contra su cuerpo y su pene dolía con una rigidez que nunca antes había experimentado.

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Deslizó la mano entre los muslos de ella, enfiló primero un dedo y después un segundo entre sus labios resbaladizos y los enterró profundamente, empujando, sacando y empujándolos de nuevo.

—Sí Garth, más duro, más duro, más profundo — ella movió las caderas contra su mano.

Cuando el cuerpo de Eileen se retorció bajo sus manos, el hombre lobo en su alma asumió el control. Tocarla no era suficiente. Tenía que enterrar su pene en ella, sumergirse dentro y fuera hasta reconocer que le pertenecía.

Separando sus labios hinchados, rojos, de su clítoris, abrió más sus piernas y frotó la cabeza de su pene contra ella, cubriéndolo con la humedad almizclada.

— ¡Mía! — Gruñó — Eres mía

—Por favorrr… — Eileen se frotó contra él.

Curvándose sobre la espalda de ella, le pellizcó el hombro.

—Sométete. ¡Eres mía! — mordió la parte de atrás de su cuello.

Ella se frotó una vez más.

El sudor apareció inesperadamente en su frente mientras se contenía. Él no lo haría, no podía satisfacerla hasta que lo reconociese. Deslizó el pene entre las piernas, frotando de un lado a otro contra el clítoris de ella.

Eileen se estremeció bajo él.

—Tuya — gimió finalmente — tuya.

Dejando su control a un lado, Garth se sumergió en ella, empujándola hacia delante en el proceso. Después de un mordisco final en su hombro, Garth se enderezó. Cuando colocó la palma en su espalda, ella se arqueó contra él. Gruñó con satisfacción cuando se deslizó más profundamente en ella.

—Eso mismo. Aprieta tus músculos a mi alrededor. Aprieta mi pene.

—Maldición Garth, ¡muévete! — ella giró sus caderas.

Él se movió, sacó su pene y lo enfiló de nuevo con fuerza.

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Ella empujó el trasero contra sus caderas para encontrar su embestida.

—¡Sí! ¡Más duro! ¡Más profundo!

—¿Quieres esto más duro? — agarrando sus caderas para asegurarla en el lugar, Garth aceptó entrando y saliendo, moviéndose hacia la izquierda y la derecha, gimiendo cuando los músculos calientes, mojados, apretaron su polla, la chuparon, hicieron que sus bolas quemasen, apretándolas más incluso. Él apretó las caderas contra su trasero.

—Dios, ¡Estás tan caliente, tan apretada!

Dentro y fuera, dentro y fuera, a la izquierda, a la derecha, Garth empujó y la poseyó, más rápido, más duro.

Finalmente, cuando pensó que no podía contenerse más, Eileen se estremeció y gritó, mitad aullido de alegría, mitad grito de éxtasis.

Al mismo tiempo, el fuego explotó en sus bolas y estalló por su polla. Con las caderas empujando, el movió la cabeza hacia atrás y estalló en su triunfo.

Perdido en sus recuerdos, Garth gozaba. En algún lugar en su cabeza estaba la mujer que nunca había dejado de amar.

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CAPÍTULO 05CAPÍTULO 05

Una brisa suave sopló en medio de los árboles, agitando las verdes y frescas hojas en zambullidas y bailes. Las sombras se prolongaban, mientras el sol, lentamente, se ponía detrás de las montañas. En el fondo del bosque, un búho pió. Las hojas susurraban como dos ardillas jóvenes persiguiéndose la una a la otra.

En el claro, delante de la pequeña cabaña, Eileen se inclinó contra un haya, con un lobo a cada lado.

Inhaló, sonrió e inhaló nuevamente. Millares de olores fluctuaban en la brisa fresca, limpia, saludable. Nada de gasolina, ninguna contaminación, ningún… humano. Nada más que la naturaleza. El dejar Luisiana y venir a esta cabaña era la cosa más inteligente que había hecho en mucho tiempo.

Ella miró al cielo. Solo unos días más y sería el Solsticio. Suspiró, sus recuerdos la llevaban a una noche de Solsticio mucho tiempo atrás.

El búho pió nuevamente y Eileen llevó su mente al presente. Recordar no le haría ningún bien. Era mejor vivir el presente y planear el futuro con su nuevo grupo. El pasado era pasado y mejor que estuviese enterrado.

Un ronquido suave se deslizó en su cabeza desde el lobo que llevaba en sus brazos.

Eileen se rió cuando el viejo lobo blanco a su lado bufó. Los humanos no son los únicos que roncan.

Eileen pasó la mano por la cabeza de Silver.

Él suspiró en su sueño.

—¿Cómo es que has desistido de ser humana, Willow? ¿Vivir solo como lobo?

El lobo ceniza giró la cabeza y miró fijamente el rostro de Eileen. Es una elección que no debe ser tomada sin estar bien pensada. Todos los hombres lobo que he encontrado e hicieron esa elección tenían un compañero. ¿Quieres emparejarte con un lobo de verdad? ¿O deseas huir de tus problemas humanos?

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Suspirando, Eileen movió la cabeza. Tal vez no debería haberle contado a la vieja loba su historia cuando vino a la cabaña, pero pensó que era lo correcto. Willow era una mujer lobo que había dejado su lado humano atrás y había vuelto al bosque para vivir su vida con el lobo con el que se había emparejado. Además de eso, conversar sobre como Bill había abusado de ella, el hecho más difícil para ella, le ayudaba a curarse.

La vieja loba se levantó sobre sus patas. Volver al bosque por algunos días o una estación es un buen camino para dejar limpia la cabeza. Volver al bosque para esconderse de los problemas no es una solución.

Inclinado la cabeza contra el árbol a su espalda Eileen cerró los ojos. Willow tenía razón. Ella realmente no quería pasar el resto de su vida en el bosque como una loba. No es que ella no amase esta parte suya. Nada se podía comparar con la alegría de correr por el bosque salvaje, con la alegría simple de correr. Muy pocas cosas se podían comparar a la subida de adrenalina que golpeaba sus venas cuando mataba o el gusto de la sangre resbalando por su boca. Eileen bufó para sí misma. Nada se podía comparar tampoco a la sedosa suavidad de bañarse en una bañera caliente, con agua perfumada, una casa con cuatro paredes y un tejado sólido cuando la lluvia estaba caliente o la nieve se estaba derritiendo, o el gusto de un pastel de manzana.

Nada

Excepto…

Nuevamente su pasado se entrometió en su presente, y el rostro de un hombre apareció en su mente. No Bill, el arrogante que sus padres habían empujado hacia ella hasta que aceptó emparejarse con él, el bastardo que le había pegado solamente porque ella había perdido a su hijo. No, no él. El único momento que pensaba en aquel cretino era cuando se movía muy deprisa y sus costillas casi curadas dolían. Si ella no volviese a verlo no le importaría.

Si lo viese nuevamente, estaré preparada — se prometió a sí misma. El será el que tenga cortes y contusiones, no yo.

No, el hombre cuyo rostro veía era el de Garth, su primer amor, el hombre lobo con el que había pensado que pasaría el resto de su vida.

Eileen sonrió cuando se acordó de él. Alto, desgarbado, con un rostro abierto y honrado, la cabeza cubierta por un espeso pelo negro; había sido tan serio, tan seguro de sí mismo… y de ella.

Ella realmente no le había prestado tanta atención cuando la familia de él fue a vivir con su manada, la mayoría de los miembros no lo había hecho.

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Los susurros habían seguido a todos los Gray. Después que su compañera lobo había muerto, su padre, Artemis, hizo lo inconcebible… volvió del bosque con cinco niños mitad lobos, mitad hombres lobo. Muchos en la manada había quedado escandalizados, pero la madre de Artemis era una mujer poderosa, Alfa cuando era más joven, madrina del actual Alfa. El grupo reticente aceptó permitir que los Gray se quedasen después que Artemis les dijo que solo se quedarían el tiempo suficiente para que sus hijos dominasen su lado humano. Después se irían.

Sus padres no se pusieron de un lado ni del otro, le habían dicho. Cuando Eileen se volvió amiga de las dos hijas de Artemis, Belle y Melody, ellos aceptaron su amistad. Su familia no tenía una condición particularmente alta y, para Eileen, pasar tiempo en casa de la vieja Alfa era un golpe de suerte.

—Te habría gustado Garth — Eileen abrió los ojos y corrió hacia Willow.

¿Garth? La loba se sentó con las orejas erguidas, mirando, esperando.

Eileen movió la cabeza.

—Lo encontré en la casa de su abuela. Estaba sentado en el porche esculpiendo una zorra. Sus manos eran grandes y la escultura pequeña, pero muy bonita y realista.

Empujando a Silver de su regazo, Eileen movió las piernas, pasó los brazos a su alrededor y descansó el mentón en las rodillas.

—Él me dio aquella escultura. Aún la conservo.

—¿Por qué?

—Me enamoré de él — Eileen suspiró mientras miraba el cielo que se oscurecía.

¿La otra mitad de tu alma?

—No tuve ninguna duda — Eileen movió la cabeza — Ni él. Nos emparejamos en el solsticio de verano dos años después. Entonces descubrí que mis padres pensaban en Garth como en una abominación — ella pestañeó dejando caer una lágrima — nos fuimos antes de terminar la semana. Ellos nunca me dijeron que nos marchábamos. Todo lo que recuerdo es que me dormí y desperté en un coche a medio camino de Louisiana. Intenté irme, pero ellos me observaban todo el tiempo, mis padres y mis hermanos. Y mi madre me dio una carta que debería ser del padre de Garth, una en la que decía que no era lo suficientemente buena para su hijo. Era una mentira, pero era joven e ingenua. — Suspirando fuertemente dejó que las lágrimas cayesen — Me pregunto lo que pensó él de mi después de esto, dejándolo sin una palabra después de emparejarnos. Probablemente me odió. Hice de él un bobo.

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A su lado Silver movió la cabeza y se levantó con dificultad. Alguien venía. Un hombre lobo.

La nariz de Willow tembló.

Eileen levantó la cabeza e inhaló, pero la brisa cambió de dirección llevando el nuevo olor con ella.

Una explosión de azul estalló al otro extremo del claro, cuando un pájaro voló lejos.

Las ardillas juguetonas corrieron a la cima de un roble grueso.

Un ciervo con cuernos aterciopelados entró repentinamente en el claro, se paró cuando vio a los dos lobos frente a él y saltó hacia la izquierda para huir de ellos.

El hombre lobo en el alma de Eileen despertó, se transformó y levantó la cabeza.

La brisa cambió de nuevo, los envolvió y giró a su alrededor.

Cuando el hombre lobo en el interior de su alma aulló de alegría. Eileen se congeló. El viento traía un olor que ella nunca había olvidado. El olor de Garth.

Cuando se levantó, un lobo negro enorme saltó en el claro. Casi inmediatamente la niebla lo envolvió. En segundos, el hombre con el que estaba soñando estaba andando con pasos largos hacia ella.

Cuando se levantó, la alegría explotó en el corazón de Garth. Era ella. Era verdad que estaba más vieja, más madura. Era aún pequeña y esbelta, pero su figura estaba ligeramente más voluptuosa, curvilínea en todos los lugares precisos, con las caderas redondeadas, la cintura esbelta y los pechos altos. Ni siquiera su rostro había cambiado mucho. La habría reconocido en cualquier lugar. El pelo marrón de color miel caía alrededor de sus hombros. Su boca aún era grande, su labio inferior lleno, hacia arriba. La nariz pequeña y empinada, los pómulos y la frente alta.

Garth se paró delante de ella.

Sus ojos, sus ojos dorados adorables estaban abiertos por la sorpresa.

Antes de ella poder articular una palabra, la envolvió con sus brazos y la abrazó.

El lobo en su alma aulló de triunfo. Mi compañera. He encontrado a mi compañera.

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CAPÍTULO 06CAPÍTULO 06

—¿Necesitas algo Belle? Me dijo Dave que querías hablar conmigo.

Belle se apartó de la ventana.

Jill estaba sacando el polvo de sus pantalones.

—Disculpa por el serrín, pero los carpinteros están acabando la cubierta detrás de B&B.

—No importa — Belle se paró — Jill, mi hermano Garth está aquí.

—Estoy contenta por ti — Jill se encogió de hombros, —¿Pero qué tiene que ver eso conmigo? — Entonces frunció el ceño —¿Quieres que me interese por él? Ya he aceptado ser la compañera de Dave en el Solsticio.

—No, no lo espero — sonriente Belle movió la cabeza — todo el mundo sabe que vas a emparejarte con Dave y estamos felices con eso. Vosotros sois perfectos juntos. No, el estar aquí Garth afectará a Eileen.

Belle esperó, pero su nueva amiga aún parecía confusa.

Entontes la comprensión surgió en el rostro de Jill. Sus ojos se alargaron.

—¿Garth? ¿El Garth con el que Eileen se emparejó antes de irse a Louisiana? ¿El mismo que hizo que los padres de ella se la llevaran?

Belle movió la cabeza.

—¿Dónde está?

—Considerando que puede correr muy rápido cuando quiere, — Belle miró por la ventana nuevamente — probablemente en la cabaña de ella.

Una mirada preocupada apareció en el rostro de la otra mujer.

—¿Le has dicho donde estaba? ¿Crees que ha sido buena idea?

Caminado a través de la habitación, Belle cayó sobre el sofá, puso una almohada en el pecho y se encogió de hombros.

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—No lo sé, pero tenía que contárselo. Él estuvo destrozado cuando la perdió. Para él aún están emparejados. Nunca me habría perdonado si hubiese descubierto que estaba aquí y yo no se lo hubiese dicho — ella miró a Jill.—¿Cómo crees que se sentirá Eileen? Nosotras estábamos muy unidas cuando éramos más jóvenes, pero hace ya muchos años de eso. ¿Cómo va a reaccionar al verlo tan cerca? Estoy totalmente perdida en esta situación, Jill. Las mujeres humanas que son golpeadas por sus maridos, frecuentemente tienen dificultad en confiar nuevamente en los hombres, y tu hermano la golpeó duramente. ¿Cómo reaccionará si se aproxima a ella o intenta tocarla? Garth lo intentará, lo sabes, ella es su compañera. ¿Se apartará?

Deslizándose en una silla de cuero confortable, Jill extendió las piernas, las cruzó y se sentó sobre sus tobillos.

—No tengo la certeza total, pero no lo creo. El ataque de Bill la tomó completamente por sorpresa, y ella estaba aún agotada por la pérdida del bebé — miró hacia Belle — Sabes que nosotras somos hembras. No somos como las mujeres humanas, alguien que soporta el abuso durante años y años. Nosotras luchamos. Eileen solamente no tuvo oportunidad, él le pegó rápidamente. Su primer puñetazo prácticamente la dejó inconsciente. Una de las pocas cosas que lamenta ella fue dejar Louisiana demasiado rápido y no poder devolverle algunos golpes.

—Es lo que había imaginado — Belle movió la cabeza — Quiero decir, si me lo hubiese hecho a mi me habría transformado y hecho lo posible por rasgarle la garganta — se inclinó en el respaldo de la silla — ella dice que fue la primera vez que le pegó.

Moviendo la cabeza, Jill se sentó recta, poniendo los pies en el suelo.

—Bill siempre gritó mucho, pero nunca le había pegado antes. No sé lo que le pasó, porque incluso me golpeó a mí, cuando intenté evitar que la encerrara en el armario. Encontré eso terrorífico, la forma en que reaccionó, porque huyó de la casa como si todos los demonios estuviesen tras él.

—¿Por qué no luchaste?

—Cuando me golpeó — suspirando Jill hizo una mueca — perdí el equilibrio y me caí. Mi cabeza golpeó el canto de la mesa. Cuando aún estaba viendo estrellas, él ya había salido. Entonces cogí un martillo y un destornillador y saqué las bisagras del armario. Eileen estaba rota, entonces cogí algunas ropas en una maleta, las llevé al coche de mis padres y me fui. Tú sabes el resto.

—¿Piensas que Eileen estará bien?

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—Pienso que sí —Jill se tocó el mentón — No es como si hubiesen abusado de ella durante años — sonrió — dejó una nota en la mesa diciéndole a Bill que se jodiese. También le escribió que si lo veía nuevamente le arrancaría las bolas.

—Parece que no está rota — Belle sonrió — Esa es la Eileen que yo conozco.

—Sí, es mucho más dura de lo que aparenta.

Antes de que Belle pudiese responder, el sonido de una gatita se deslizó por la puerta.

—Miiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuu

Lanzando la almohada sobre el sofá, Belle se levantó.

—¿Por qué no puedes aprender a abrir la puerta por ti misma? — dijo mientras cruzaba la habitación y abría la puerta.

Una gata flaca, manchada entró con un ratón luchando entre sus mandíbulas.

—¿Por qué sigues trayéndolos vivos? — continuó cuando el gato soltó al ratón y lo persiguió a través de la habitación.

Son más divertidos jugando de esta manera.

—Una gata que vive con una mujer lobo —Jill se rió — no lo hubiese creído si no lo hubiese visto personalmente.

No tenéis ni idea de lo afortunadas que sois porque haya decidido quedarme. La gata se lanzó sobre el ratón y lo cogió entre sus patas, miró sobre el hombro a Belle. ¿Cuál es el lugar en el que menos le gustaría encontrarlo a tu compañero?

Ambas mujeres se rieron.

Poniendo la mano detrás del sofá, Belle sonrió y luchó por respirar.

—Yo… —se rio — juro, Callie… un día de estos —volvió a reírse — Alex te prohibirá entrar… en la casa.

La gata sonrió, con una sonrisa de gato. Me tendrá que coger primero, ¿no es cierto?

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Eileen se meneó y se retorció hasta conseguir poner los brazos en el frente y plantar las manos en el pecho de él.

Los músculos se doblaron bajo la piel lisa, desnuda bajo sus manos. Suaves cabellos rizados provocaban sus dedos. Su pecho estaba más peludo y era más alto. Su cabeza casi no alcanzaba la clavícula de él, y también estaba más ancho, mucho más ancho.

Su olor la cercó, la llenó.

Ella lo empujó.

—Garth, suéltame — dijo en voz baja — no puedo respirar.

Inmediatamente él aflojó el abrazo, pero no la soltó.

—¿Eres tú realmente? ¿De verdad estás aquí?

Ella sintió su mirada en lo alto de la cabeza.

Otra respiración profunda. Podía saborearlo ahora. Caliente, masculino, Garth.

Estremeciéndose mentalmente, ella le miró fijamente el pecho. ¿Dónde había conseguido estos músculos? Su mirada vagó sobre él. Los hombros y el cuello parecían lo suficientemente fuertes para cargar con todos los pesares del mundo. Inclinando la cabeza hacia atrás, Eileen volvió a mirar fijamente hacia él. El mentón aún era firme, aunque ahora existía una barba de verdad y no los pelos finos que recordaba. Cierto, tenía dientes blancos que brillaron cuando sonrió. Paró el examen en su nariz. Existía una protuberancia que no había antes y estaba ligeramente torcida. En algún momento, durante los largos años de separación, él se había roto la nariz.

Ella parecía más alta. Su pelo aún era oscuro, como la noche, y más largo de lo que acostumbraba a usar. Algunos mechones caían sobre sus hombros. Entonces, finalmente, ella lo miró a los ojos.

Eran del mismo color ceniza plateado que recordaba, ceniza que se transformaba en duro acero cuando estaba enfadado y del color suave de la niebla de las montañas con la pasión.

Los ojos de Garth estaban fijos en ella mientras miraba su rostro con intensidad. La niebla plateada rodeaba sus ojos.

Eileen se estremeció. Nadie la había mirado así, como si ella fuese la mujer más deseable del mundo. Ella tembló nuevamente cuando deslizó sus grandes manos en lo alto de sus brazos.

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 34

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—¿Eileen?

Su voz profunda contenía la promesa de la pasión.

Tragó. El aún la quería. Sus caderas y muslos duros se apretaban contra su estómago, así como su polla endurecida.

Garth. Su Garth. Tan simple, tan honrado. Ellos habían prometido que se adorarían siempre el uno al otro y nadie los separaría.

Cerrando los ojos, Eileen puso el mentón en el pecho de él. Ella era tan joven, tan inocente. Debía haber sabido que sus padres nunca los dejarían seguir juntos. Ahora había cambiado. Ella no era la misma chica que él había conocido.

—Garth — reconoció con un susurro mientas luchaba para escapar del suave abrazo.

—Dioses, he sentido tanto tu falta — después de un momentáneo apretón de sus manos sobe los hombros de ella, la soltó.

Ella no respondió. Sintió como si su corazón fuese a estallar.

—¿Eileen? — la confusión estaba mezclada con la pasión en su voz.

—Garth, ¿Cómo estás? — ella dio otro paso atrás.

—Eileen ¿Qué es lo que está mal? — él avanzó. — Soy Garth, tu compañero.

Las lágrimas rodaron. Oh dioses. Ella movió la cabeza.

—Garth, yo… oh mierda.

—¿Qué es lo que está mal? — La frente de él se arrugó y una mueca se deslizó en su rostro.

Parando de llorar, ella se apartó. Abrazándose se frotó los brazos.

—Sabes que yo no te dejé, ¿no es cierto?

Ella sintió, en lugar de ver, que se ponía tras ella.

—Lo sé. Tus padres te llevaron. Mi padre y yo intentamos encontrarte. ¿Dónde te fuiste?

Traducido por Isabel y Juani – Corregido por Ana y Bárbara Página 35

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—Louisiana, una ciudad pequeña en el Golfo. Existe allí una manada que trabaja con barcos de camarones. Ellos pescan principalmente para sí mismos. Era el lugar perfecto para que mis padres me escondieran.

—Pero ahora te he encontrado — su respiración cálida le acarició la parte de atrás del cuello. Sus labios siguieron a su respiración.

—No, no puedo — ella se apartó. Girándose, plantó la palma de su mano en el pecho de él — Era miserable sin ti, pero a mis padres no les importaba. Quise irme para volver contigo, pero ellos me vigilaban. Entonces me dieron una carta, que dijeron era de tu padre. En ella me decía que no era lo suficientemente buena para ti.

—Mi padre nunca…— sus fosas nasales llamearon.

—Lo sé… ahora — Eileen movió la cabeza — Pero era muy joven y muy inocente. Les creí. Mi familia tenía un estatus bajo en la manada. Y tu padre… aunque hubiese permanecido salvaje todos aquellos años, tenía una posición mucho más alta que la de mi familia.

—Te dije que eso no importaba — un gruñido salió de su pecho.

—Déjame terminar — ella movió la cabeza. Mirando fijamente los ojos de él, continuó — Mis padres me empujaron para emparejarme con uno de los machos sin compañera de la manada de Luisiana. Hacía tiempo que no te veía, un año o dos. Estaba tan sola que cedí. — Ignoró su gruñido más alto — el alfa tenía un hermano sin compañera. Cuando mostró interés por mí, mis padres se quedaron extasiados. Me empujaron hacia él. Y mis hermanos también. Y él tenía una hermana que se volvió mi amiga — Eileen continuó mirándolo fijamente. —Por favor, tienes que entenderlo. Estaba sola entonces. Necesitaba…

—¿Qué? — la rabia surgió en la voz de él.

—Sentir que alguien me amaba — ella tragó.

— ¡Yo te amé! ¡Siempre te he amado! — su voz hizo eco en las montañas.

— ¡Tu no estabas allí!

—¿Qué has hecho? — la miró fijamente.

Ella desvió la mirada y se concentró en la mano que aún apretaba contra su pecho.

—Me emparejé con él cuando cumplí los veinte años.

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— ¡No! ¡Ya estabas emparejada! ¡Conmigo!

Las lágrimas bajaron por las mejillas de ella mientras movía la cabeza.

—Hacía cuatro años desde la última vez que te había visto. Creía que tu padre no nos quería juntos. ¿Qué debía hacer? Creí que no volvería a verte.

El dolor en la voz de él le rompió el corazón.

—Podrías haber esperado. ¡Yo esperé! — él anduvo hacia atrás y la niebla rodó cuando se apartó. El lobo negro corrió por el bosque sin mirar hacia atrás.

Con las lágrimas fluyendo por sus mejillas, Eileen volvió sobre sus pasos y se sentó en el porche de la cabaña. No había pensado que pudiese sentirse peor que cuando Bill le había pegado. Estaba equivocada. Él había herido su cuerpo. Ella acababa de partir su corazón.

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CAPÍTULO 07CAPÍTULO 07

Belle miró hacia arriba cuando la puerta se abrió con un estruendo.

Garth oyó las virutas de madera caer al suelo. No le importó.

Saltando sobre la parte de atrás del sofá, Callie se estiró. ¿Por qué los medio humanos sois tan ruidosos?

Parándose en el medio, Garth miró fijamente hacia ella.

—¿Qué diablos estás haciendo con una gata? ¿Y que además habla?

—Es una larga historia — dijo su hermana mientras se levantaba —¿Encontraste a Eileen?

— ¡Se emparejó con otro! — El gruñido de Garth sacudió las ventanas — ¡Se emparejó con otra persona! ¡Ella estaba emparejada conmigo! La amaba. ¿Qué tipo de persona es?

Cuando su puño se estampó en la mesa, se estremeció y entonces se desmoronó.

La gata silbó, su pelo se puso de punta y saltó del sofá para desaparecer por otra puerta.

Garth gruñó después que la gata saliera. Bien. No le gustaban los gatos de todas maneras.

— ¡Maldición Garth! ¡Es mi mesa!

—Me importa un carajo tu maldita mesa. ¡Eileen se ha emparejado con otro!

Posando los puños en las caderas, Belle estalló.

—¿Y eso te sorprende? Sabes lo manipuladores y controladores que eran sus padres y su hermano mayor y lo joven que era ella. ¿Cómo podría haberse resistido?

—No lo sé, pero debía hacerlo — Garth se paró frente a ella.

—¿Por qué? — Belle lo miró.

—Porque aún la amo — se aproximó a ella para intimidarla con su altura.

—¿Y cómo podría saber eso si no te ha visto durante años? — Belle no estaba nada intimidada.

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Mientras cerraba y abría los puños, el cuerpo entero de Garth se agitó. Maldita Belle y su sentido común.

— ¡Jódete!

Por un momento ella se quedó con la boca abierta. Entonces los ojos, de un suave color ceniza, se endurecieron como el acero.

—¿Cómo osas hablarme así?

Una parte minúscula en la mente de Garth le dijo que podía haberse pasado con el último comentario, especialmente cuando Belle empezó a rasgar su ropa, pero no le importó.

Cerrando los ojos, luchó por controlar su respiración. Sentía como si su pecho estuviese entre placas de acero. Su corazón nunca le había dolido tanto como ahora.

Un dolor agudo en su pantorrilla lo sacó de su miseria.

La sangre goteó hacia abajo en su pierna.

Belle se había transformado y lo había mordido.

—Perra.

Cuando Belle saltó por la puerta, él se transformó y la siguió.

En medio del claro, ella se giró y lo enfrentó gruñendo.

Garth la atacó directamente.

Ella saltó primorosamente hacia un lado y le mordió la rodilla cuando pasaba.

Girando sobre sus patas traseras, el saltó sobre ella nuevamente.

Rodando bajo él, Belle le mordió la cola.

Aullando con ira, Garth se giró para enfrentar a su hermana nuevamente.

Belle permanecía sobre sus cuatro patas, firmemente plantadas, los labios hacia atrás y lanzando un maligno gruñido.

Se lanzaron a la vez el uno sobre el otro.

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—¿Qué diablos está pasando? — estalló Alex cuando llegó al claro.

—Belle y su hermano tienen un desencuentro — le respondió Dave. Agarró el brazo de Alex cuando el Alfa empezó a avanzar — No te preocupes. Ella no está herida. La verdad es que está acabando con él.

—¿Qué? ¿Cómo?

—Míralo tu mismo — Dave movió el mentón hacia los lobos que estaban luchando.

Mientras Alex miraba, Belle mordió la oreja a su hermano.

Bajando los puños, permitió que su cuerpo se relajase. De todos modos, hoy no iba a tener que defender a su compañera.

—Su hermano se está conteniendo.

—Sí — Dave movió la cabeza — Aún así, ella es más rápida que cualquiera que haya visto y hace unos movimientos que no pensé que pudiesen hacerse.

Alex gruñó mientras miraba como los dos lobos hacían una finta y se evitaban el uno al otro. El grande estaba sangrando. Gruñó nuevamente. Él sabía lo rápida que podía ser su compañera en una riña.

El sonido de un rugido a la izquierda hizo que Alex y Dave avanzasen al mismo tiempo.

Los dos lobos pararon la lucha y giraron para enfrentarse al nuevo peligro que los acechaba, un oso pardo plateado saliendo del bosque.

Con un aullido de triunfo, Garth se dirigió al oso.

Cambiando inmediatamente, Belle corrió hacia su marido.

—Terco, idiota, cretino. Es imposible cuando se pone así.

Después de cogerle el brazo para tener la seguridad que no existía ningún arañazo, Alex se sacó la camisa y envolvió en ella a su compañera desnuda.

—¿Te quedas?

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—Cuando Garth se enfada, necesita liberar su rabia — metiendo los brazos en las mangas de la camisa, se la puso y se abotonó — Estaba distrayéndolo.

—Podrías haberte herido — Alex escondió la rabia en su voz.

—Si él hace el mínimo arañazo en mi piel — bufó ella — tendría que lidiar con papá. Además, soy muy rápida para él — poniendo las manos en las caderas, miró a los dos luchadores — Mi hermano es un dolor en el culo. Ahora tendré que pasar el resto de la noche cuidándole. Los cortes que le hice no eran nada. Tengo la sensación que George no será tan suave.

—Tengo la sensación que tu hermano no quiere que lo sea — Bufó Dave.

En el claro, el lobo atacó.

Elevándose sobre sus patas traseras, el oso movió su pesada pata, conectando con las costillas del lobo.

Garth voló algunos metros y saltó cuando batió en el suelo. Inmediatamente se levantó y saltó hacia el oso. Moviéndose a la izquierda, se desvió y abrió un corte en el flanco del desprotegido oso.

Rugiendo con ira, el oso giró mucho más rápido de lo que nadie podía imaginarse y cortó con sus garras las costillas del oso.

El aullido de Garth era una mezcla de dolor, frustración y rabia. Atacó nuevamente, moviéndose primero a la izquierda y después a la derecha.

Poco impresionado, el oso soltó un sonoro rugido y se giró para enfrentarlo.

Con los brazos cruzados sobre el pecho, Alex asistió a la batalla. No le importada si uno de los hermanos de Belle quería recibir una paliza bien dada. Deseó que fuese Brendan en vez de Garth?

—¿Qué ha pasado?

—Garth descubrió que Eileen se emparejó nuevamente — respondió Belle en tono irritado — para ser sincera, él sabía cómo eran los padres de ella. No sé por qué se quedó tan sorprendido.

—Ella repudió a su compañero.

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—Sí, pero apuesto — aceptó con la cabeza — que mi hermano cabeza dura no esperó el tiempo suficiente para que pudiera decírselo.

—Tal vez ella no quiso decírselo — siguió Dave — Jill me contó que Eileen le dijo que no quería nada con ningún hombre u hombre lobo de nuevo.

—Eso fue antes de que Garth llegase aquí. Apuesto que cambiará de idea muy rápido. — Murmuró Belle — Pero ella es tan terca como él. Diablos, como si no tuviese hada que hacer ahora. ¿No crees que es el momento de parar esto antes de que uno de los dos se hiera?

—Él es un buen luchador — Alex le sonrió — diría que están empatados, ¿no estás de acuerdo Dave?

El omega de la manada, miró a Alex y Belle, movió la cabeza, se giró sin una palabra y desapareció en el bosque.

—Hombre despierto este Dave — Riendo Alex miró a su compañera.

—A veces más despierto que su alfa. — Ella lo estaba mirando —¿Quieres dormir en el sofá con Callie esta noche?

—Bien — dijo con un gruñido — si quieres que los pare, los pararé.

No tuvo la oportunidad. Cuando los dos llegaron al claro, ambos, el oso y el lobo, permanecían uno frente al otro jadeando fuertemente. Ambos cambiaron al mismo tiempo.

—¿Empate? — gruñó George

—Empate — Garth gruñó la respuesta.

La sangre goteaba de ambos en numerosos cortes. George tenía una mordedura seria en su muslo.

Garth tenía tres cortes paralelos en sus costillas.

—Buena pelea, gracias — George sonrió.

—No lo menciones — Garth no lo agradeció, estalló.

Gruñendo, George se giró y se marchó lejos.

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—Es un hombre valiente yendo a enfrentarse a Alexandra de esta manera — murmuró Alex cuando Belle y él no estaban lejos de su hermano.

—¿Te sientes mejor ahora, estúpido? — su compañera lo escarneció.

—Basta Belle, no estoy de humor —gruñó su hermano.

Alex sonrió.

—Garth, ¿cómo puedes ser tan estúpido? —Belle no paró, estallando mientras tocaba sus cortes —¿Qué piensas que está haciendo Eileen aquí si está emparejada con un hombre lobo de Louisiana?

—De visita.

—¿A quién? Ella no conoce a nadie aquí.

—Te conoce a ti.

—¿Y cómo sabía que yo estaba aquí? — La voz de Belle mostraba disgusto — No hemos estado en contacto los últimos diez años. Ninguna sabía dónde estaba la otra.

Alex sonrió. El hermano de Belle aún estaba furioso. Belle y él eran muy parecidos.

—¿Qué tiene que ver eso? — rugió Garth

—Como has sobrevivido todos estos años es un milagro — la voz de Belle estaba llena de disgusto — Eileen repudió a su compañero, idiota. Ella y su cuñada pidieron asilo. El cretino con el que sus padres la empujaron a emparejarse, le pegó después de que perdiera su hijo. Ese es su motivo para estar aquí.

Alex rio cuando el hermano y la hermana se miraron fijamente. Belle estaba furiosa y su hermano mudo, en shock.

—¿Le pegó? — finalmente estalló. Su cuerpo entero se estremeció.

Una furia mortal como Alex nunca había visto apareció en el rostro de Garth, con la furia suficiente para hacer que el Alfa diese un paso atrás.

La niebla negra rodó una vez más cuando Garth se transformó nuevamente. El saltó hacia el bosque, hacia la cabaña de Eileen.

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Cuando Belle quiso seguir a su hermano, Alex le enrolló los brazos alrededor de la cintura.

—No. Deja que se vaya. Tienen que entenderse solos — deslizó la mano bajo la camisa de ella y la tocó entre las piernas — hay cosas mejores que hacer, ¿O aún quieres que duerma con esa maldita gata?

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CAPÍTULO 08CAPÍTULO 08

—Hoo. Hoo. Hooooooo.

—Soy yo. ¿Quién pensaste que era? — Haciendo una mueca en la oscuridad, Eileen se sentó en el extremo del porche, con los pies descansando en el escalón de abajo, los codos en las rodillas y el mentón apoyado sobre sus manos.

Los sonidos y los olores de la noche la cercaron mientras contemplaba su vida. Su cuerpo estaba casi curado y había puesto claras las ideas en su cabeza. No tenía miedo a los hombres. No los odiaba, ni siquiera a Bill. Sin embargo, de vez en cuando, sentía el deseo de verlo nuevamente para darle un par de buenas mordidas antes de que se diera cuenta de que la había golpeado. Sí, una buena mordida en su pene, una en las bolas y estaría dispuesta a considerar el caso terminado.

Suspirando, Eileen observó el claro bajo la luz de la luna. Le gustaba estar allí porque en esta pequeña cabaña no había nadie que la molestara. Además, tenía dos lobos para hacerle compañía y no se sentía sola. Si quisiera humanos, bien, compañía medio humana, solo había una pequeña caminata de cinco millas hasta Belle. La vida era buena, mejor de lo que había sido durante más tiempo del que quería recordar.

Moviéndose, suspiró nuevamente. La dificultad era… no estaba más feliz y esto era culpa de Garth. Maldición, por su causa estaba sentada allí, en la oscuridad, sintiéndose miserable. Miró de nuevo el claro. Infierno, no estaba tan oscuro. La estúpida luna estaba casi llena. Era prácticamente tan brillante como de día, en el pequeño claro frente a la cabaña.

Hubiera preferido oscuridad absoluta. Se ajustaría mejor a su humor.

El búho ululó de nuevo.

Estúpido búho. ¿Por qué tenía que cazar aquí? ¿Por qué todos aquellos insectos felices tenían que gorjear, zumbar y zumbar? ¿Por qué la luna estaba brillando tanto? El tiempo debiera estar nublado y húmedo, lluvioso y con niebla… miserable, para ajustarse a la manera en que ella se sentía.

Los arbustos susurraban.

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Willow y Silver habían trotado por el claro. Silver traía un conejo gorga. Cuando pasaron junto a Eileen, Willow se lamió las mandíbulas. Un estúpido. Corrió directamente a la boca de Silver. Ambos lobos desaparecieron en el borde de la cabaña.

—¿Conejo estúpido? Humph — murmuró ella a la luna — yo soy estúpida, estúpida, estúpida, estúpida. Me marché y ahuyenté al único hombre lobo que realmente podía amar. Mentira. Yo siempre lo he amado.

Pestañeando, miró fijamente hacia la nada. ¿Por qué le había hablado sobre Bill? Suspiró y movió la cabeza. Porque merecía saberlo. No decírselo habría sido una mentira.

Eileen frotó los brazos. Estaba haciendo frío. Contempló el rayo de luna perdido fluctuando entre las hojas del árbol de la siguiente cabaña. Incluso aunque nunca viera nuevamente a Garth, hablarle sobre Bill había sido acertado.

Friccionó nuevamente los brazos, miró las estrellas. Garth. Ella probablemente nunca iba a verlo nuevamente.

La brisa de la noche rodó.

Los olores de lobo y sangre llegaron a sus fosas nasales. Con ellas dilatándose, Eileen se puso tensa e inhaló. ¿Qué…?

La brisa cambió de dirección.

Después de algunos minutos se relajó. Lobo y sangre. Willow, Silver y el conejo que ellos compartían.

La única nube flotó a través de la luna, hundiendo al claro en la oscuridad.

Cerró los ojos; Eileen inhaló el aire de la fresca sombra nuevamente. Una carrera al final de la noche. Eso era lo que necesitaba. Correr la había relajado siempre. Ella podía sumergirse en su alma-lobo, correr, correr y correr hasta que estuviese exhausta para sentir algo. Sí, esto es lo que haría.

Se levantó, desató su cola de caballo, soltó el cabello, y empezó a desabrochar su camisa.

La nube se deslizó lejos de la luna y la luz suave iluminó el claro nuevamente.

Garth estaba corriendo en dirección al claro.

Con un botón desabrochado, Eileen se congeló.

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Él se paró unos pasos alejado.

—¿Cuánto te hirió?

Cuando Eileen miró fijamente el rostro de Garth, mentalmente maldijo a su hermana.

—Dime dónde está y lo mataré — la rabia irradiaba del tenso cuerpo.

Las lágrimas brotaron de sus ojos. ¿Por qué tenía que ser tan malditamente noble? Pestañeando, movió la cabeza.

—No, él no vale la pena.

Un gruñido profundo salió de su pecho.

—Cualquier hombre lobo que trata a su compañera de esa manera merece morir. Ese hombre lobo merece morir por lo que te ha hecho.

—¡Oh Garth! — ella levantó la mano.

Nunca lo había visto tan enfadado.

Entonces olió su sangre y miró sus costillas.

A pesar de estar empezando a sanar, tres cortes paralelos aún tenían sangre.

Había más sangre seca en su abdomen y su cadera.

—¿Qué te ha pasado? — se aproximó más.

Los daños no se limitaban al horrible corte de las costillas. El lóbulo de la oreja tenía una costra de sangre seca y había mordeduras en sus hombros y pantorrillas. El ojo derecho parecía hinchado. La mayor parte de su cuerpo estaba cubierto por una mezcla de suciedad, sangre y barro.

—¿Cómo ha pasado esto? — dijo recorriendo rápidamente su cuerpo y mirando.

—El oso y yo luchamos — los ojos parecían tan claros como el acero.

—¡Lucharon! Mentira. ¡Eso no es luchar! Parece que George ha intentado comerte. ¿Por qué? Y esas mordeduras no son de un oso. Son de otro lobo.

Encogiéndose de hombros frotó su muñeca.

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—Belle se puso loca conmigo. — su mirada no dejó el rostro de ella.

Mientras se mordía el labio, Eileen sintió que su rabia aumentaba. Bill nunca había respondido a ninguna pregunta. Siempre que ella le pedía explicaciones, le decía que no era de su incumbencia o que no se preocupase por eso. Bien, ningún hombre iba a ignorar sus preguntas nuevamente. No iba a ser tratada como si sus pensamientos y opiniones no importasen.

—Diablos, Garth. Has escogido luchar, ¿no es cierto? Dos peleas. Una con Belle y otra con George. No estabas peleando con ellos, estabas batallando contigo mismo. Me acuerdo como tú y tus hermanos acostumbraban a reñir.

—¿Te importa? — estrechó los ojos.

Enrollando las manos en forma de puño, Eileen lo miró.

—¿Qué si me importa? ¡Burro! ¿Creíste que no me importaría?

El arqueó una ceja. Su mirada se volvió más intensa.

—Te emparejaste con otra persona.

Clavando las uñas en las palmas de las manos, Eileen golpeó el pie. Maldito. ¿Cómo podía no entender que ser apartada de él había sido la experiencia más traumática de su vida?

—Fui secuestrada por mis propios padres… arrastrada a una manada en la que no conocía a nadie, en un lugar del que no tenía oportunidad de irme. ¡Me mintieron, me manipularon y me hicieron creer que era inaceptable para tu familia! Casi fui obligada a casarme con otro hombre lobo.

Él se sacó un poco de suciedad del brazo.

—¿Y qué?

Ella bostezó. Retuvo las lágrimas que amenazaban brotar.

—¿Y qué? ¿Y qué? Eres un completo idiota. — levantando el puño, lo golpeó en los cortes que aún sangraban.

La sangre fresca manó, comenzó a fluir más.

El shock y la sorpresa aparecieron en su rostro.

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Eileen no intentó siquiera esconder su sonrisa satisfecha.

—Diablos, esto duele — él hizo una mueca, gruñó y respiró profundamente.

Ella limpió la mano en la camisa estirando los dedos para que dejaran de estar entumecidos.

Golpearlo era como golpear a una pared.

—Bien. Esto iba a pasar de todos modos. Ahora deja que te dé unos puntos antes de que sangres hasta morir o se infecten los cortes.

—¿Por qué debería dejarte?

—Porque, estúpido, yo te amo.

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CAPÍTULO 09CAPÍTULO 09

Garth cerró los ojos, toda su incertidumbre y la mayor parte de su rabia abandonaron su cuerpo.

Eileen lo amaba. De momento era todo lo que necesitaba. Descubriría el nombre del hombre lobo que la había herido en otro momento. Entonces se vengaría por los dos.

—Vamos.

Abrió los ojos y Garth la miró. Estaba extendiendo la mano sobre la barandilla, cogiendo una pequeña cesta de mimbre en su brazo. Algunas toallas colgaban de su hombro.

—¿Adónde vamos?

La irritación relampagueó en los ojos de ella, que bufó.

—¿Crees honestamente que te dejaré entrar en mi casa, limpia, con ese aspecto? Me llevó una semana dejar este lugar inmaculado y no voy a dejarte esparcir el barro y la sangre por todas partes. Detrás de la cabaña tienes una piscina natural de buen tamaño, a más o menos cinco minutos de aquí. Ve a tomar un baño y sacarte esa suciedad de tus cortes y mordeduras.

Bajó los escalones y pasó frente a él.

Él inhaló.

Ella olía a flores y a mujer sensual.

—Vamos, no tengo toda la noche — estalló ella.

La risa se volvió un gemido cuando se dio la vuelta y la siguió. Luchar con Belle no había sido nada en comparación con la lucha con el oso… Garth gimió nuevamente. George lo había tirado al suelo más de una vez. Por dos veces él había saltado. Le dolía todo el cuerpo y aquellos cortes horribles en sus costillas estaban empezando a quemar. Mientras seguía a Eileen apretó los dientes. Ella obviamente no sentía compasión. Su paso era prácticamente un trote.

Garth apretó su brazo contra el costado. Diablos, aquel lado de las costillas también le dolía. Pero por lo menos no lo suficiente para estar rotas.

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La rama de un pino se movió frente a él y le acertó en el rostro.

—No vaguees.

Su rabia empezó a aumentar nuevamente.

—No estoy vagueando — gruñó mientras apartaba la rama de la cara.

—Y no digas palabrotas cuando estés conmigo o tendrás que curar tus propios cortes.

Él se tragó una réplica afilada. Enfadarla más no le ayudaría y necesitaba atender sus heridas. Aunque los hombres lobo curasen más rápido que los humanos, los tajos podían infectarse si no eran debidamente cuidados.

Gruñó suavemente cuando ella desapareció entre dos pinos.

—No sería la primera vez — evitó otra rama y anduvo debajo de los árboles hasta el lado de un arroyo. Más o menos a treinta yardas de la cima de la montaña el agua caía en cascada hasta una laguna.

De espaldas a él, Eileen caminaba sobre el empinado sendero.

—El agua tiene más o menos dos pies de profundidad y el suelo es de piedra lisa. Es como sentarse en una bañera.

El dolor ardiente estaba llegando ahora a la parte externa de sus cortes. Garth gruñó y la siguió.

Cuando alcanzó la corona de la elevación anduvo a pasos largos, pasó delante de ella, fue al agua y se sentó.

Las llamas del dolor fueron sustituidas por un dolor glacial.

—¡Cristo, mujer! ¡El agua está fría! — empezó a levantarse.

—¿Qué esperabas de un regato de montaña? — le lanzó una sonrisa maliciosa — y no oses salir del agua. Te acostumbrarás en uno o dos minutos. Aquí — le lanzó una esponja al rostro — frótate — una barra de jabón se estrelló entre sus piernas.

Con los dientes apretados, Garth la miró mientras se ocupaba de la cesta que había traído. Un escalofrío recorrió su columna y cogió el jabón. Cuanto más temprano se limpiase, más temprano saldría del agua helada.

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Se inclinó hacia atrás respiró profundamente y puso la cabeza bajo el agua que caía en el charco. Después de sentarse enjabonó las manos y empezó a lavarse el pelo.

—He traído champú — dijo Eileen en tono exasperado.

—Está lo suficientemente bueno — se inclinó hacia atrás y se estremeció cuando el agua glacial le golpeó la cabeza y la enjabonó. Entonces, cogió la esponja que flotaba en sus rodillas, se frotó y se volvió a frotar siendo muy cuidadoso cuando finalmente llegó a las costillas.

Su suspiro llamó la atención de Eileen.

—¿Has terminado? Quiero mirar más de cerca esas heridas.

Garth esperó hasta que el dolor en su costado disminuyese… no debía haber frotado los cortes con tanta fuerza, entonces se levantó y salió con dificultad del charco.

—Siéntate aquí, — le ordenó.

Lo hizo y estiró la espalda. Pasando el brazo sobre sus ojos, dijo:

—Haz lo que tengas que hacer.

—No me tientes — estalló ella.

Garth la sintió arrodillarse a su lado.

—Honestamente, hombres hechos y derechos luchando como críos. ¿Qué es lo que te pasa?

Garth suspiró. ¿Iba a estar enfadada toda la noche?

Su toque lo sorprendió. Había esperado que todo fuese dolor y picor. No lo fue. Sus dedos eran suaves.

—¿Qué es esto? — él oyó un clic.

—Una linterna. La luna está muy brillante, pero, ¿esperas que te dé puntos a la luz de la luna?

Se estremeció. El pensamiento de una aguja en su carne…

—¿Tienes que hacer eso? quiero decir, ¿sabes qué hacer con la aguja y el hilo? — bajó el brazo y la miró fijamente.

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Su cabeza estaba curvada y usaba la linterna para examinar las heridas. Su suspiro era más exasperación que otra cosa.

—Escucha, estos son cortes profundos. Tendrás cicatrices, no importa lo que haga. Y solo colocando vendajes sobre ellos no se va a adelantar nada, incluso con tu velocidad de curación. La infección puede aparecer si se reabren y no logro imaginarte quieto durante una semana o más, que es el tiempo que tardarán en curarse.

—Cóselas, — bufó — pero espero que sepas lo que estás haciendo.

—He cuidado heridas poco importantes mientras estaba en Louisiana — su toque permaneció suave y su voz baja y en calma. ¿Te acuerdas que estudié con el curandero de la manada antes de partir con mi familia? La nueva manada no tenía curandero y mamá dijo que yo era una. Mintió, pero a ellos no les importó. No tenían a nadie más. Yo aprendí mientras trabajaba.

Garth gruñó y jadeó cuando ella atravesó la aguja por su carne. Era cuidadosa pero aún así hacía daño.

—Lo siento mucho, realmente, pero esto es lo mejor que puedo hacer.

El sudor hacía aparecer líneas en su cara.

—Lo sé. Solo hazlo lo más rápido posible — hizo una mueca y continuó — por favor.

—No voy a tardar mucho.

Finalmente, después de lo que parecía una eternidad, cuando no hubo más picadas de agujas, sintió que ella frotaba y secaba los cortes.

—Ahora voy a ponerles algo de agua oxigenada.

—¡Agua oxigenada!

Un líquido que silbaba y burbujeaba lo atacó.

Ella lo mantuvo quieto apoyando la mano en su pecho.

—Lo siento mucho pero al menos no es alcohol. Ahora voy a secarlo y poner un poco de ungüento para después ajustar la venda ¿verdad?

Garth le respondió con un gruñido.

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Cuando ella limpió el corte, el fuego amainó. El ungüento que esparció en sus heridas era fresco, calmante y el último fuego disminuyó.

—Si te sientas podré enrollar una venda a tu alrededor para mantener los puntos en su lugar.

Él aceptó.

Cuando terminó examinó su rostro.

—Tengo que limpiar las mordeduras que te dio Belle. El agua oxigenada funcionará mejor.

Movió la cabeza, cerró los ojos y sufrió en silencio, pues después de sus costillas, el leve dolor que soportaba mientras ella limpiaba las mordeduras no era nada.

—Pronto — dijo ella finalmente — creo que vivirás.

Abriendo los ojos, Garth miró fijamente a la mujer arrodillada a su lado.

—Bien.

Ignoró el dolor aguzado en su costado, envolvió los brazos alrededor de ella, la empujó contra su pecho y, mientras se acostaba, rodó encima y la mantuvo debajo.

Con los ojos abiertos ella lo miró fijamente a la cara.

—¿Qué piensas que estás haciendo?

—Besándote — Garth sonrió.

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CAPÍTULO 10CAPÍTULO 10

Los labios de Garth encontraron los de Eileen antes de que pudiera decir nada. Suave y dulce su beso fue más reconfortante que apasionado.

Ella suspiró contra su boca.

Cuando él levantó la cabeza, su cabello mojado le cayó por la frente acariciándole la mejilla.

—Belle dime lo que te pasa. ¿Te estoy haciendo daño, me tienes miedo?

Con el rostro a unos centímetros, Eileen podía ver el ardiente deseo en sus cálidos ojos grises, un deseo mezclado con incertidumbre. Una palabra de ella, y la soltaría. Todo lo que tenía que hacer era decírselo para que la liberara.

Su cuerpo entero se rebeló contra el pensamiento, incluida su alma de lobo. El duro cuerpo se apoyaba en un costado. Su calor penetraba en todo su cuerpo. Ella se sentía segura y más deseable de lo que se había sentido en años. La última cosa que quería era liberarse.

Levantando la cabeza, le mordisqueó el labio inferior, lo lamió y saboreó en su boca. Cuando le soltó el labio le sonrió.

El cuerpo de él se estremeció contra ella cuando deslizó el brazo bajo sus hombros y la acercó más.

Tocándole levemente la mejilla con la mano izquierda sonrió.

—Te quiero.

—No tanto como yo a ti —susurró en respuesta Eileen — Hazme el amor Garth. Hazme el amor hasta que no pueda pensar más.

La respuesta de él fue otro beso. Pero este no fue suave… este tentaba, excitaba, exigía. Enredando los dedos en el cabello de ella, le sujetó la cabeza inclinándose contra su boca. Cuando pellizcó su labio, metiendo la lengua en su boca, deslizándola por los dientes y enredándola con la de ella se quedó sin aliento.

Chupando la lengua de él, Eileen la acarició con la suya. Ella lo succionó con más fuerza.

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Sus dientes se entrechocaron.

Garth separó la mano del pelo de ella, tocó el botón de su blusa, y entonces simplemente la rasgó.

Los botones rebotaron contra su pecho cayendo por el suelo.

El aire fresco acarició los pechos desnudos de Eileen haciéndola temblar.

La gran mano de él cubrió un seno, y ella volvió a temblar, esta vez de anticipación.

Cuando su boca sustituyó a la mano, Eileen arqueó la espalda y empujó el pecho más cerca.

—Sí, oh sí.

Él giró la lengua alrededor de su tenso y dolorido pezón lamiéndolo, mordisqueándolo y chupándolo en su cálida boca. Cuando levantó la cabeza, el pezón se contrajo al contacto con el aire fresco. Él comenzó a jugar con ambos pezones.

Eileen se quedó rígida y le golpeó en la espalda.

—¡Ay! — jadeó.

Inmediatamente él levantó la cabeza.

—¿Te he hecho daño?

Apartándose Eileen se levantó.

—No tú no, esta piedra sí — dijo intentando sacar una piedra medio enterrada en el suelo. Estaba enterrada muy profundamente.

Riéndose, ocultó el rostro en el cuello de ella y se lo besó.

—Cambia de posición, entonces.

Con un suspiró ella asintió apoyándose en los codos.

—Mmmmm.

Él cubrió de besos su hombro, los pechos, su estómago, empujando hacia atrás el cuerpo de Eileen mientras lo hacía.

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Enderezándose Garth exclamó:

—¡Joder!

Eileen abrió los ojos.

—¿Qué pasa?

—Una rama me ha pinchado en el culo.

La risa de ella se convirtió en una carcajada.

Gruñendo, él se levantó, tiró de ella y la cogió en brazos.

—¡Garth! Se te soltaran los puntos.

—Entonces puedes cosérmelos de nuevo. En aquella cabaña hay una cama ¿verdad?

—Sí, pero…

—No hay peros — con ella abrazada contra su pecho regresó a la cabaña.

—¡La cesta!

—La puedes coger mañana.

Descendían por el camino mucho más deprisa que cuando lo subieron, y Garth estaba abriendo la puerta de la cabaña y entrando en ella antes de que tuviera tiempo para pensar.

—¿Dónde está la cama?

Mordiéndose los labios para no reírse, ella hizo un gesto con la cabeza a la derecha.

—Por allí, al otro lado de la estufa.

En tres pasos estuvo frente a la pequeña cama individual.

Su gemido resonó en la pequeña habitación.

Sus risas se mezclaron con el gemido de Garth.

—Intenté decírtelo…

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Colocándola en el suelo la sujetó por la cintura de los vaqueros.

—Estate quieta y quítatelos antes de que te los arranque.

Escalofríos de anticipación le recorrieron la columna, su voz, la mirada en su cara, él la quería. Ahora.

Y ella lo quería.

Su alma de lobo aulló de anticipación.

Con los dedos temblando de excitación, se quitó los pantalones, las braguitas y se deshizo de la camisa abierta quedándose desnuda ante él.

La cabaña estaba oscura, pero él la colocó en un rayo de luna que entraba por una de las pequeñas ventanas.

Su voz susurró.

—Eres tan hermosa.

Con una respiración rápida, Eileen parpadeó conteniendo una lágrima. ¿Cómo había podido vivir todos estos años sin él?

—Tú me haces sentir hermosa.

Sentándose en el camastro extendió la mano.

—Acércate a mí.

Ella no dudó en poner su mano en la de él.

—La cama es muy pequeña.

Cuando él la empujo en sus brazos, sus dientes brillaron en la oscuridad.

—Nos las arreglaremos.

Él permaneció sentado con las manos alrededor de su cintura y la puso en su regazo.

—Rodéame con las piernas.

Su pene le rozó la cara interna del muslo.

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—Oh, sí.

Él la beso, le lamió la lengua y entonces levantó la cabeza mirándola fijamente a los ojos.

—¿Estás preparada para mí? — dijo bajando una mano entre sus piernas, deslizando los dedos por su feminidad. Seguidamente se rió y deslizó un dedo dentro de ella.

—Más que preparada. Estás tan mojada.

—Ahhhhh — Eileen movió las caderas contra su mano introduciendo el dedo más profundamente.

—Te necesito dentro de mi — dijo arqueando la espalda.

Inclinando la cabeza él se metió un pezón en la boca.

Eileen le abrazó por el cuello e inhaló. Olía a hombre limpio, sano, caliente y a lobo en celo, a almizcle.

—Oh, sí.

Con la mano libre, la sujetó por la cintura levantándola, y la deslizó sobre su grueso pene.

La estiró, llenándola por completo, profundamente.

—¡Oh, dioses! — ella movió las caderas haciendo que él se introdujera todavía más en ella.

—¡Sí!

—Eso es amor, tómame más profundamente.

La levantó, sumergiéndose en su interior nuevamente.

Gimiendo, Eileen cerró las piernas alrededor de su cintura y comenzó a moverse de un lado a otro.

—¡Estás tan duro! — ella sacudió la cabeza, besándole en el hombro y después mordiéndole.

Un excitado gruñido fue la respuesta.

—Más rápido amor. Estás tan húmeda, tan apretada. Muévete más rápido.

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Con las manos de él guiándola y sincronizándola con su ritmo, Eileen obedeció. De un lado a otro, de un lado a otro se deslizó moviendo las caderas contra él, montando su polla, ordeñándola tan profundamente como podía.

Su respiración se volvió jadeante.

—Así es amor. Cabálgame. Cabálgame más fuerte.

Él empujó las caderas. Su polla se hundió todavía más.

El calor llegó hasta su entrepierna. Sus músculos vaginales se estremecieron. Ella enterró los dedos en sus hombros.

—¡Garth! No puedo…

—Córrete para mí, nena. Goza.

El calor ardió en su sexo, subiéndole por el vientre hasta sus pechos.

—Ahhhhhh — echando la cabeza hacia atrás, ella se estremeció gritando.

Garth giró las caderas enterrando la polla aun más en ella.

Su cuerpo entero vibró. Entonces con un estremecimiento se desmoronó sobre los hombros de él.

Lentamente los sentidos de Eileen regresaron. Escuchó como las cuerdas que sujetaban el colchón protestaban, saboreó el sudor de él cuando le lamió el cuello, levantó la cabeza y vio la pasión no satisfecha en sus ojos. El olor de su pasión los envolvía, sintió los brazos fuertes de él que todavía la abrazaban, y su polla larga, gruesa todavía enterrada en su interior.

Se estremeció, balanceándose, aliviando la leve tensión en la parte interna de sus piernas que estaban todavía rodeándole la cintura.

Su polla latía dentro de ella. Empujó las caderas hacía adelante.

Cuando Eileen respiró profundamente y gimió sintiendo el maravilloso placer, él dijo:

—Todavía no hemos terminado, amor. Sujétate bien. Antes de que esta noche termine, el pasado dejará de existir. Te voy a amar hasta que no recuerdes ni tu propio nombre.

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CAPÍTULO 11CAPÍTULO 11

En sus brazos Eileen gimió y se estremeció de nuevo. Contrajo los músculos vaginales alrededor de su polla, y Garth se obligó a calmar el deseo de disfrutar derramando su semen en ella, No, todavía no. Esperaría, la haría correrse otra vez antes de que lo hiciera él. Era suya otra vez, y tenía la intención de conservarla.

Otra vez los músculos internos de ella le acariciaron la polla, apretándola y soltándola.

Ella le mordió el hombro.

El lobo en su alma aulló de alegría, persuadiéndole, instigándole a ponerla en el suelo rodar encima de ella montándola y reclamándola como suya. Contuvo ese deseo. En otro momento la reclamaría, disfrutaría del placer de golpear sus caderas contra su trasero mientras su polla se deslizaba dentro…pero no esta noche. Esta noche era de Eileen. Su placer era lo primero. Además, era demasiado bueno sentirla sentada encima de él, quería tenerla en su regazo.

Deslizó las manos en su trasero apretándole las nalgas. Él meneó las caderas.

Eileen gimió contra su hombro.

La besó en la unión entre el cuello y el hombro, pellizcándole la piel, inhaló el caliente olor de ella. Olor del sexo, del clímax femenino que les rodeaba.

La polla latió entre sus piernas.

La lujuria le recorrió las venas. Su mujer, su compañera. Todavía no había acabado con ella. Un pinchazo agudo siguió a su tierno beso.

—Estás tan caliente y mojada amor. Me duele la polla y las bolas me arden. No te detengas.

Estremeciéndose ella levantó la cabeza y lo miró fijamente a la cara. Sus dorados ojos entornados estaban desenfocados, con las pupilas dilatadas. Las fosas nasales se le dilataron cuando ella inhaló. Inclinándose hacia adelante, capturó su labio, empujó su lengua en la boca para encontrarse con la de él. Tras un largo gemido, contrajo y seguidamente relajó los músculos internos alrededor de su verga. Ella comenzó a moverse de un lado a otro nuevamente.

El sudor cubría el cuerpo de Garth cuando puso las manos sobre los perfectos pechos de ella y se los chupó con fuerza.

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El algodón suave de la colcha se frotaba contra sus bolas, el suave roce hizo que se le endurecieran más. Nuevamente su polla pulsó, cuando los músculos mojados de ella lo apretaron. La humedad se le deslizaba y caía en la cama bajo él.

El olor del sexo invadió la habitación.

Su alma de hombre lobo estaba aullando por correrse.

Gimiendo, deslizó las manos por su espalda hasta las nalgas sacudiéndolas y apretándoselas, acercándola más a él. ¿Cuándo había estado tan profundamente enterrado en una mujer?

—Cabálgame amor, no se te ocurra pararte ahora.

Apartándose de su boca, Eileen le agarró por los hombros arqueando la espalda.

—Oh, dioses. Estás tan duro, eres tan grande.

Garth impulsó sus caderas.

Ella apretó las piernas en su cintura sollozando y se inclinó hacia adelante estremeciéndose. Los duros pechos tocaban su tórax. Los músculos vaginales pulsaban contra su polla.

Gotas de sudor aparecieron inesperadamente en la frente de él.

Temblando, ella gritó, desmoronándose contra su pecho. Se había corrido de nuevo.

¿Cuánto tiempo podía resistir él? ¿Cuántas veces podría hacerla gozar?

Una vez que la tensión abandonó el cuerpo de ella, Garth comenzó a moverse lentamente.

Latiendo y vibrando profundamente dentro de ella, su polla estaba atrapada en el calor pulsante y mojado. No podía aguantar mucho más.

—Una vez más, amor. Móntame. Me pones tan duro. Llévame tan hondo como puedas— dijo sujetándole el trasero, guiándola, ayudándola.

Ella le mordió una tetilla, y un dolor delicado vibró en sus ingles.

Más y más rápido, Eileen se movió adelante y atrás en su polla. Ella sollozó y gimió.

—¡Garth! Necesito…

Sus músculos le atraparon de nuevo.

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Él apretó los dientes.

—Todavía no amor. No pares. Fóllame. Estoy a punto de correrme. Y quiero hacerlo bien dentro de ti.

—Garth, oh Garth, oh Garth — ella cantó su nombre echando la cabeza hacia atrás.

Él miró los pechos que se balanceaban.

El olor de celo sexual y liberación inundó el cuarto.

—Eso es amor. Un poco más, solo un poco más — su polla estaba completamente enterrada dentro de ella. Sus sedosos cabellos púbicos le acariciaban el estómago.

Un sollozo escapó de su garganta, seguido de otro y de otro.

—¡Garth! No puedo… aguantar… más.

Él se enterró en ella una última vez.

—¡Ahora, amor, ahora!

Cuando se fundió en torno a él, el fuego estalló en sus testículos, atravesó toda la longitud de su polla y explotó dentro de ella.

Las lágrimas corrieron por su hombro hasta el pecho cuando ella sollozó contra su cuello.

Cuando se recostó contra la pared, Garth tenía el cuerpo estremecido. Pequeñas y brillantes luces bailaban ante sus ojos. Nunca había experimentado una cosa así.

Eileen le había llevado además de al reino del sexo agradable, al del fuego brillante y de eterna pasión. Dios cuanto la amaba.

—Garth, no puedo parar… — ella sollozó contra su hombro — no puedo controlar…

La abrazó fuertemente.

—Shhh, llora. Puedes llorar cuanto quieras. Te mantendré segura. Te amo.

—Yo también te amo — sollozó ella — lo siento mucho… yo no quería… te hice daño.

Respirando profundamente, Garth la levantó de su pene acunándola en su regazo. Le apartó el cabello del rostro con los dedos.

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—Shhh. Ya ha pasado. Has vuelto a mí, y nunca te dejaré marchar de nuevo.

Ella suspiró contra su pecho.

—Estoy…tan…cansada. No consigo estar despierta.

Él sonrió contra su cabeza.

—Duerme. Estaré aquí. No voy a marcharme a ningún sitio.

Ella restregó la mejilla contra su pecho, se acurrucó contra él besándole la piel que encontró.

—Te amo — suspiró.

Cuando Eileen se durmió en sus brazos, Garth se movió para encontrar una posición más confortable apoyándose en la pared sonrió. Nunca pensó en volver a ver a Eileen de nuevo, pero la había encontrado, había vuelto a tomarla como su compañera, y en el proceso, había tenido el mejor sexo de su vida.

Todo lo que tenía que hacer ahora era buscar al ser que la había dañado y matarlo.

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CAPÍTULO 12CAPÍTULO 12

Garth se despertó con un calambre en el cuello y los pies fríos colgando del borde de la litera. En algún momento durante la noche se había estirado. Definitivamente necesitaban una cama más grande

Eileen estaba encima de él.

Cuidando de no despertarla, salió de la cama, soltó un gemido cuando sus músculos duros y doloridos protestaron. Una vez de pie, cogió la colcha que en algún momento había caído al suelo y la tapó.

Ella murmuró algo en sueños y se dio la vuelta.

Después de mirarla fijamente un momento, Garth se dirigió a la puerta y salió.

El frio aire matutino le dio escalofríos mientras caminaba hacia el borde del balcón. Tras una respiración profunda… nada olía tan bien como la vegetación de la montaña por la mañana. Levantó los brazos por encima de la cabeza y se estiró, lanzando un gemido al sentir una punzada de dolor en los cortes de ayer. Bajando los brazos, miró el vendaje. No había sangre. Los puntos estaban bien.

—¿Quién eres?

Endureciéndose, Garth se giró.

Dos lobos de avanzada edad estaban sentados al otro lado del porche.

—El compañero de Eileen.

—¿El nuevo o el antiguo?

—El primero.

La anciana hembra asintió con la cabeza una vez.

—Ya era hora de que vinieras a por ella. Ha estado muy triste.

El macho echó hacia atrás los bordes de la boca.

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—No vuelvas a entristecerla de nuevo.

Sonriendo ligeramente, Garth movió la cabeza.

—No. No lo haré.

La hembra continuó mirándolo fijamente.

—Soy Willow, este es mi compañero Silver. El Alfa de este territorio nos dio permiso para cazar aquí cuando queramos. Él recuerda las viejas costumbres que los lobos le enseñaron.

Ella se irguió aproximándose a él, su nariz se contrajo.

—Hay mucho lobo en ti… es un olor, familiar — olisqueó nuevamente —Eres pariente de la compañera del Alfa.

Garth asintió.

—Belle es mi hermana. Mi madre era Myste de una manada de alta montaña, mi padre es un hombre lobo.

Ella lo miró sin parpadear con los ojos amarillos.

—Tu hermana nos contó la historia.

El viejo macho se puso al lado de su compañera.

—Ella no se irá contigo.

Frunciendo el ceño, Garth miró fijamente a Silver.

—¿De qué está hablando?

—El olor de la vegetación, de la Naturaleza salvaje, es fuerte en ti. El alma de tu lobo es fuerte. Eileen no es tan fuerte. Ella no se volverá salvaje ni siquiera por ti.

Garth negó con la cabeza. Se había apartado de los lobos salvajes cuando huía de la CIA. Se había olvidado de ser salvaje, término que se usaba cuando un hombre lobo se volvía completamente lobo.

—Nunca me planteé pedírselo.

Willow miró su cara con detenimiento, sosteniendo su mirada.

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—Huyes del peligro. Un humano quiere cazarte, por eso buscas la seguridad en tu alma salvaje. Si te quedas, te encontrará a ti y a Eileen. ¿Qué eliges?

Maldiciendo interiormente, Garth desvió la mirada del lobo. La mente que todos los lobos compartían les permitía no solo comunicarse, sino leer los pensamientos de los otros. Para los lobos, no importaba. No escondían nada uno a otro. La parte humana del alma de Garth, sin embargo estaba desconcertada. No solo Willow sabía lo que estaba pensando, tenía razón. Quedándose estaba poniendo a Eileen en peligro.

Frotó una mano con la otra.

¡No dejaría a Eileen! No ahora que la había encontrado de nuevo. Si lo intensase su alma se partiría en dos. No. Ella era suya, se quedase aquí o en otro lugar, Eileen estaría con él. No la perdería otra vez.

—Veo que encontraste a Willow y Silver.

Garth se volvió para observar a la mujer que amaba diciendo:

—Me están persiguiendo.

Eso hizo que se aproximara un poco.

—¿Quién?

—La CIA

Ella abrió y cerró la boca.

—¿Qué diablos quieren de ti?

Él suspiró.

—Para no alargar la historia, mi jefe cree en los hombres lobo y piensa que soy uno. Ha mandado un hombre tras de mí. Quiere capturarme para probar que existimos. Entonces la CIA cogería a nuestras familias como rehenes para hacernos trabajar para ellos.

Con las fosas nasales dilatadas, Eileen se puso las manos en las caderas.

—Si ese hijo de perra piensa que te va a apartar de mí, después de que has vuelto… Bueno, le cortaré la garganta yo misma.

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Apartando la incertidumbre de su mente, Garth sonrió a su compañera.

—¿Te he dicho cuánto te amo?

Relajándose ella le devolvió la sonrisa.

—Vale, ya lidiaremos con ese hombre si te encuentra. ¿Cómo está tu costado? ¿Tienes hambre?

—Ah, sí, especialmente de ti.

Su sonrisa se amplió hasta convertirse en una carcajada.

—Te haré el desayuno. En cuanto al otro apetito, bueno, ya veremos — parpadeó girándose para entrar en la cabaña.

La mirada de Garth estaba atrapada en las caderas que se balanceaban.

El resoplido mental de ambos lobos le hizo volver la atención a ellos.

—¿No tienen que cazar?

La risa de los lobos hizo que sus colmillos brillaran a la luz matutina, cuando cuidadosamente saltaron al suelo.

Silver corrió hacia la vegetación.

Willow miró por encima de su hombro.

—Recuérdalo, un lobo solitario no es tan fuerte como la Manada.

Tras un movimiento de cabeza corrió en pos de su compañero.

Frotando distraídamente su costado, Garth miró detenidamente a los lobos. Siempre había cuidado de sí mismo, era muy bueno en eso. Pero ese hombre que le perseguía también era muy bueno. Además ahora debía tener en cuenta a Eileen. Dándose la vuelta entró en la cabaña. Tal vez vivir la vida no sería tan malo.

—¿A ver si he entendido bien, quieres quedarte aquí y unirte a mi Manada?

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Garth se dejó caer en una silla mirando a su cuñado.

Alex permaneció tras su escritorio con las manos extendidas contra la superficie de roble claro y se inclinó para adelante.

—¿Por qué debería dejar que te quedes, cuando eres un potencial peligro?

—Has aceptado a Eileen en la Manada, ella es mi compañera. Supongo que eso hace de mí un miembro de ella.

La ira llameó en los ojos de Alex.

—Conozco a tus hermanos. Ambos son Alfas, tú eres tan arrogante como ellos. ¿Cuánto tiempo vas a tardar en desafiarme?

Moviendo la cabeza Garth se inclinó apoyando los codos en las rodillas. La pregunta de Alex era legítima, sobre todo desde que conoció a Kearnan y Brendan. Sin embargo, de todos los hijos de Artemis Gray, él era el único sin pretensiones de ser Alfa. Pero el compañero de su hermana no lo sabía.

—Nunca. Belle te lo afirmará. Soy un solitario, Alex. No me gusta mucho la compañía. Solo deja que Eileen y yo nos quedemos en la cabaña que ella utiliza y seré el hombre lobo más feliz de la tierra. Tengo algunas habilidades con la carpintería y la escultura. Puedo ganarme el pan. Te doy mi palabra que nunca te desafiaré por el liderazgo de la Manada.

Alex se recostó en la silla.

—Belle dice que le debes una mesa nueva.

Al principio sonrió, después rió. Garth sintió que parte de la tensión abandonaba su cuerpo.

—No me va a dejar salir de aquí hasta que le haga una nueva.

—¿Qué pasa con el peligro que hay para la Manada? ¿Eres un hombre lobo perseguido?

Pasándose la mano por el pelo Garth asintió.

—Lo sé. No tengo dudas de que aparecerá por aquí, pero creo que tardará. Tal vez tengas razón sobre lo de matarlo. Los accidentes ocurren en el desierto.

—¿Y qué pasa con los hombres que vendrían a buscarlo?

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La silla cayó al suelo cuando Garth se levantó.

—Maldita sea. ¿Qué quieres que diga? Me emparejé con Eileen hace diez años, se la llevaron en secreto, la he encontrado de nuevo. Ella está aquí es un miembro de tu Manada, y se quiere quedar ¿Tu qué harías? ¿Cuánto significa Belle para ti? ¿Qué estarías dispuesto a hacer por ella?

Como el otro hombre lo miraba fijamente, el lobo en el alma de Garth se agitó nerviosamente, gruñendo primero una vez, luego dos. Cogería a Eileen y dejaría este lugar si era necesario. Podía encontrar un sitio para ellos en lo profundo del bosque, nadie los encontraría. Pero, Eileen no sería feliz, y su felicidad era más importante que cualquier cosa.

Garth se puso rígido cuando Alex se levantó.

El Alfa tendió su mano.

—Bienvenido a mi grupo.

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CAPÍTULO 13CAPÍTULO 13

Un brillante rayo de sol entró por la ventana de la cocina de la nueva posada Bed & Breakfast, mientras Eileen veía a Jill comprobar los nuevos cubiertos, platos, sartenes y ollas. Inclinándose olió las bolitas que estaban dentro de un vaso en el mostrador. Cuando el olor llegó a su nariz, se abrazó mentalmente. ¡Qué día tan fantástico!

La tetera silbó suavemente.

—Nunca te he visto tan feliz, ni siquiera cuando descubriste que estabas embarazada — dijo Jill colocando dos tazas en la mesa.

Sentada en una silla, Eileen tomó la taza entre las manos con los codos apoyados en la mesa, y sopló el vapor del té.

—No me sentía bien, desde que mi familia me arrastró a Louisiana. Nunca pensé que volvería a ver a Garth de nuevo, así como a Belle. Cuando éramos jóvenes, era más solitario, obviamente estaba más feliz cuando trabajaba la madera con sus manos — se rió— excepto cuando estaba conmigo.

Jill le sonrió.

—¿Quién hubiera pensado cuando dejamos Louisiana, que íbamos a ser tan felices?

—¿Dave te trata bien?

—Mejor que nadie. Nos acoplaremos oficialmente en el Solsticio.

—Dos días más. ¿Le vas a hacer sudar por esto, verdad?

La risa de Jill llenó el cuarto.

—Créeme. Nunca va a correr tanto como cuando me persiga.

—Bien — la risa de Eileen se unió con la de su amiga.

—¿Qué os hace tanta gracia? — preguntó Dave al entrar en la cocina.

Ambas mujeres sonrieron.

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—Nada.

Una vez controló la respiración, Eileen sonrió a su amiga.

—Nunca antes conocí un Omega. No es lo que esperaba.

Jill asintió.

—Lo sé. La Manada de Louisiana hace dos generaciones que no tiene uno, porque nadie quiere hacer el trabajo. Todo el mundo pensaba que era muy humillante. Pero Alex y los otros aquí tratan a Dave como uno de ellos. Lo respetan, los otros miembros de la Manada vienen a él con problemas menores, en vez de molestar a Alex.

—Así es como se debe trabajar, pienso —respondió Eileen mientras se servía el té.

—En una manada de lobos, el Omega tiene la categoría más baja, y los otros miembros lo desprecian. Pero a pesar de las frustraciones hace que los temperamentos no se vuelvan muy volátiles. Creo que la humanidad nos da la oportunidad de dar a los Omegas respeto y responsabilidad. Por lo menos Alex se lo da. Los demás siguen su liderazgo. Es un buen Alfa. Estoy contenta de que hayamos venido aquí.

Jill bebió un poco de té, entonces dejó caer la taza.

—¿Estás escuchando?

Eileen asintió con la cabeza.

—Garth está con Alex ahora. Quiere que nos quedemos en la cabaña del bosque. Allí estaremos cerca de la Manada, así como lo suficientemente lejos para que estemos solos.

—¿No te importa?

Negando Eileen sonrió.

—En absoluto. Tenía miedo que quisiera regresar a Nueva York para participar en los negocios familiares. ¿Me puedes imaginar viviendo en una gran ciudad? Siempre me perdería o haría otras muchas cosas que me harían parecer una tonta. No, vamos a estar muy bien en esa pequeña cabaña. Además, ¿qué son cinco millas para un lobo? — Agregó sonriendo — Dejaré un poco de ropa aquí y te visitaré siempre que quieras.

Jill le devolvió la sonrisa.

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—Siempre serás bienvenida, bueno, al menos la mayor parte del tiempo.

Su risa era deliciosamente sensual.

—Entonces, ¿Qué vas a hacer todo el día? No podéis estar haciendo el amor siempre, vuestros cuerpos no lo aguantarán.

El té se derramó en la mesa cuando Eileen intentó sofocar la risa. Cuando la tos pasó, dijo:

—Garth va a hacer esculturas y muebles nuevamente. Piensa crear una página Web para vender las piezas por internet. Eso significa que usaremos un generador de electricidad, ya que está planeando ampliar la cabaña. Yo voy a seguir estudiando medicina. No podre hacer lo que un médico, pero podré tratar dolores de estómago, golpes, contusiones etc.

Jill miro su muñeca.

—Solo han pasado dos horas. ¿Habéis tomado todas esas decisiones hoy? Eso es lo que yo llamo un trabajo rápido.

—Teníamos esos planes hace años — respondió Eileen después de un sorbo de té — Solo se pospusieron.

Tomó otro trago mirando al reloj de la pared.

—Si quieres enseñarme el resto de B & B tenemos que irnos. Le dije a Garth que nos veríamos en casa de Belle sobre las dos y media.

Antes de abandonar la cocina, Eileen abrazó a su amiga.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por traerme aquí.

Inspirando, Jill se apartó de Eileen.

—Ahora vas a hacerme llorar. Vamos a ver el resto de este lugar antes de que empiece — dijo cogiendo del brazo a Eileen la guió hacia el B & B.

—Es realmente bueno que Dave y tú os ocupéis de este lugar. ¿Están reservadas todas las habitaciones?

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Mientras entraban en el pequeño vestíbulo Jill negó con la cabeza.

—Ocho de las diez hasta mediados del próximo mes. No están llamando de la estación de esquí. Estamos bastante cerca de los resorts como para ser una opción para las personas que tardan en hacer las reservas para una fecha determinada y se alegraran de que estemos nosotros.

Comprar este viejo chalet y convertirlo en el albergue B & B ha sido una idea brillante. Alex también compró la ferretería de la ciudad. Con el aserradero y el contrato con el padre de Bella, la Manada no va tener que preocuparse por cuidar de nadie en mucho tiempo. Dave me dijo que Alex está pensando en dar un par de becas de estudio para la universidad el próximo año, si las cosas continúan así. Le encantaría tener a unos de nuestros miembros más jóvenes en la facultad de medicina.

—Pensé que el doctor de la ciudad era hombre lobo.

Jill asintió.

—Lo es, pero también se ocupa de todos los humanos. También hay muchos nativos americanos que acuden a él en Cheyenne. Además el grupo está creciendo. Necesita un ayudante — se detuvo ante Eileen diciendo — Esta es la recepción.

Mirando alrededor Eileen sonrió. Los toques de Jill eran evidentes en todos los lugares, desde los suaves cojines en tonos tierra en los sofás, la enorme chimenea a un lado del cuarto hasta la cerámica nativa americana en el mostrador de recepción.

—Esta sala va de un lado al otro del chalet, en vez de dividirlo en dos habitaciones pequeñas, Alex y Dave decidieron mantenerlo así. Los invitados se pueden sentar frente al fuego o usar las pequeñas mesas alrededor de la sala para jugar a las cartas o juegos de tablero. Ya has visto la cocina. El comedor está cerca de ella. Vamos te enseñaré las habitaciones.

Cogiendo a Eileen de la mano la llevó por las escaleras tras el escritorio.

Apenas habían dado dos pasos, cuando la puerta de entrada se abrió con fuerza y una mujer entró.

—Lo siento mucho — dijo Jill girándose hacia ella — Todavía no hemos abierto — de pronto se detuvo — Espere un minuto, no es…

La mujer se rió mirando por encima de su hombro a los dos hombres que la seguían.

—Bill querido — dijo — Aquí está tu fugitiva compañera.

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CAPÍTULO 14CAPÍTULO 14

Con el estómago revuelto, Eileen miró al despreciable compañero que había repudiado.

¿Bill… aquí?

¿Cómo la había encontrado?

—Te dije que se alegraría de verte. Se ha quedado sin palabras de la alegría — dijo la mujer esbozando una sonrisa.

Eileen desvió la mirada de Bill hacia la mujer. ¿La conocía?

—Tabitha — gritó Jill —¿Qué has hecho?

Eileen comprendió. Tabitha era la hermana de Josh. No conocía a la mujer que intentó poner a la Manada contra Belle. La noche en que ella y Jill obtuvieron el refugio, volvieron a casa tras mostrar sus contusiones a la Manada.

Dave les contó más tarde a ella y a Jill todo lo que había pasado después, incluida la aceptación de Belle en la Manada, a pesar de su herencia de lobo. Tabitha se marchó al día siguiente jurando que nunca volvería a una Manada que aceptaba a las “abominaciones”.

Pasando frente a Tabitha, Bill la agarró del brazo empujándola hacia adelante.

—Recoge tus cosas. Nos marchamos. Tu también Jill. Las dos regresáis a casa, donde pertenecéis.

Eileen intentó soltarse.

—No voy a ningún sitio contigo.

Un fiero gruñido salió de la garganta de él al tiempo que la acercaba.

—Soy tu compañero, harás lo que yo te diga.

Mirando a su hermana dijo:

—Así que regresemos, te aparearás con Frank. Una vez que te haya jodido toda la noche, no tendrás tiempo de entrometerte en la vida de las personas.

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—Ni lo sueñes — dijo Jill — me acoplaré en esta Manada en dos días.

—Que se joda la Manada. Tú regresas a casa.

Riéndose, Tabitha se acercó andando entre Bill y Frank.

Los hombres se estremecieron poniéndose rígidos. Sus fosas nasales se dilataron. El frente de sus vaqueros mostró un abultamiento.

Cuando el olor de la otra mujer la alcanzó, Eileen entendió.

Tabitha estaba entrando en su celo de loba. Pasó el dedo por el brazo de Bill.

—Gracias por el viaje hasta casa querido — sonriéndole a Frank dijo: — A ti también.

Frank la agarró de la muñeca.

—Fóllame.

Riendo, Tabitha le agarró la entrepierna.

—¿Ahora o más tarde? ¿Tú también quieres Bill?

Jill se puso las manos en las caderas.

—¿Y tú quieres que me aparee con él? Se la comería frente a mi si aparta sus bragas. ¡Fuera de aquí, Bill! ¡Vete a casa!

Con la atención de él fija en Tabitha, Eileen pudo liberarse la muñeca y dar un paso atrás.

—Vete con esta perra. Es más de tu tipo.

Volviendo la mirada hacia Eileen, Bill gruñó:

—Puedo follaros a las dos al mismo tiempo, si quiero. Soy tu compañero. Tienes que obedecerme.

Cruzando los brazos sobre el pecho, Eileen lo observó. ¿Cómo había dejado que sus padres la convencieran para que se acoplara con él? Era peor que un cerdo. Y a juzgar por su olor y su apariencia, estaba empezando a vivir como uno.

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—Deja de hacerte ilusiones, Jill y yo obtuvimos asilo aquí. Te repudié ante toda la Manada. Teniendo en cuenta los golpes que me diste, no fue difícil. ¿No te lo dijo tu nueva enamorada? — preguntó haciendo un gesto con la cabeza hacia Tabitha.

Tabitha estaba de pie apoyada en un lado del sofá metida entre las piernas extendidas de Frank, frotando el trasero contra su erección. Él tenía los brazos alrededor de ella, con una mano le tocaba un pecho y con la otra desabotonaba los pantalones.

—No te preocupes, querida. Le perteneces a él.

—Es hora de enseñarte otra lección. Esta vez te enseñaré cuál es tu lugar.

Levantando el puño Bill se acercó a ella nuevamente.

Garth estaba de pie cuan el Beta Richard entró con pasos largos en la cabaña de Alex.

—Tabitha ha vuelto.

El Alfa frunció el ceño.

—Esta puta da más problemas de lo que vale.

Luego agitó la mano.

—Es la hermana de Josh, por lo tanto es su problema.

Entonces Alex sonrió.

—Tengo la impresión de que Mia la va a poner en su lugar.

—Trajo a dos hombres con ella — añadió Richard — Estuvieron preguntando en la ciudad por dos mujeres, Eileen y Jill. El mayor de ellos dijo que Eileen es su esposa fugitiva.

Garth saltó, el lobo en su alma regresó a la vida aullando.

—Eileen está en el albergue B & B con Jill. ¿Dónde están esos hombres?

Richard dio un paso atrás.

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—Probablemente están allí ahora.

—Lo mataré.

La niebla oscura apareció, la ropa que Garth vestía cayó al suelo cuando cambió a su forma de lobo. La mosquitera se rasgó en trozos y astillas cuando atravesó la puerta.

Suspirando Alex movió la cabeza.

—No sé porque me empeño en poner puertas.

—¿Qué fue eso? — dijo Bell al entrar.

—Tu hermano no se molestó en abrir la puerta antes de salir.

—¿Por qué?

—El otro compañero de Eileen apareció.

—Oh mierda. Vamos. Será mejor que vayamos allí antes de que Garth lo mate— dijo comenzando a desabotonarse la blusa.

—He traído el Jeep — dijo Richard con una sonrisa.

Cogiendo del suelo la ropa de Garth, Belle se dirigió a la puerta.

—No te quedes ahí parado, Alex. Eres el Alfa. Tu trabajo es hacer frente a este desastre — dijo saliendo por la puerta rota.

Moviendo la cabeza Alex miró a su Beta.

—Búscate una compañera sin hermanos. La vida será mucho menos complicada.

Riendo, Richard siguió a su Alfa afuera.

Al mismo tiempo que Bill avanzaba, Eileen daba pasos hacia atrás. Cuando se topó contra el escritorio tuvo que detenerse. Un estremecimiento sacudió su cuerpo. Recordó el dolor cuando los puños de Bill la golpearon. No se contuvo cuando la golpeó. Si no hubiera sido una mujer lobo, seguramente no habría sobrevivido.

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Ella parpadeó.

¿Por qué le estaba pasando esto a ella? ¿Por qué ahora, que había vuelto a encontrar de nuevo a Garth?

—Maldita perra. Te voy a enseñar a no huir de mí.

—¡Bill! ¡No! — Jill saltó ante su hermano agarrándolo del brazo.

Como estaba desequilibrada, Bill no tuvo ninguna dificultad para empujar a su hermana.

—Cuando termine con ella, te enseñaré a no ayudar a la compañera de un hombre a huir.

Jill voló aterrizando sobre una mesita que se rompió cayendo al suelo.

—¡Jill! — Eileen corrió hacia ella.

—Vuelve aquí — dijo consiguiendo agarrarla de la muñeca.

Sin pensarlo un segundo, Eileen se inclinó mordiéndole la mano hasta hacerle sangre.

—Dios del cielo — Bill separó la mano. Mirando la sangre y luego a Eileen. La furia irradiaba de él.

—Pagarás por esto.

Arrodillándose al lado de Jill, Eileen apretó los dientes gruñendo.

—Tócame de nuevo y te corto el cuello.

Él caminó hacia ella.

—Adelante, inténtalo perra.

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CAPÍTULO 15CAPÍTULO 15

Cuando Bill la alcanzó levantándola, un vendaval oscuro sopló en la entrada. Aullando de rabia, el lobo golpeó a Bill lanzándolo a través de la sala. Garth se transformó surgiendo frente a Eileen con los puños cerrados, y los músculos tensos.

—¡Ella es mía!

El eco del agresivo gruñido rebotó por las paredes, cuando saltó hasta Bill, lo cogió con ambas manos y lo lanzó por el aire estrellándose contra otra pared. El yeso se agrietó cayendo del boquete que la parte trasera de la cabeza de Bill había dejado en la pared. El cristal se rompió en dos saliendo disparado del marco en el que estaba. Una barra de cortina fue arrancada cayendo con la tela que colgaba.

Bill se deslizó lentamente por la pared al suelo. No se levantó.

Eileen saltó abrazando a Garth por la cintura cuando este se acercaba a su enemigo.

—¡Detente! Lo vas a matar.

Congelándose en el lugar, no desvió la mirada del hombre caído.

—Merece morir.

Poniéndose de rodillas, Eileen enterró el rostro en su cadera.

—Garth, por favor.

—¡Jesús! ¡Maldita sea!— Frank jadeó apartándose de Tabitha —¿Quién diablos es usted?

Eileen apretó los brazos alrededor de la cintura de Garth que gruñó girándose hacia él.

—Su compañero.

—Pero ella está acoplada con Bill.

Eileen aumentó el agarre, cuando Garth se agitó con furia. ¿Por qué era Frank tan estúpido?

Su aullido sacudió las estanterías y los ladrillos.

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—¡Antes fue mía! ¡Y es mía ahora! Si quieres que tu amigo siga con vida, cógelo y llévatelo de aquí y no regreséis nunca.

—Bien, hola guapo — Tabitha ronroneó cuando se acercó a Garth extendiendo la mano para acariciarle el brazo.

—No nos han presentado. Soy Tabitha.

Con los dientes apretados, él gruñó:

—Tócame puta y te arranco el brazo.

Retirando la mano como si la hubiesen mordido, Tabitha dio un paso atrás al mismo tiempo que su hermano entraba por la puerta de la cocina. Con rabia y rencor en su rostro ella se apresuró a ir a su lado.

—Josh, ¿has oído lo que me ha llamado? ¡Desafíalo!

Tras un rápido vistazo por la sala, Josh la miró.

—¿Quieres que lo desafíe? ¿Estás loca? De ninguna manera. Quiero vivir mucho tiempo.

Murmurando se giró.

—¡Cobarde! Soy tu hermana, me ha llamado puta.

—Te sientes aludida — dijo Belle desde la entrada.

Girándose, Tabitha la miró.

—¡Tu! Te voy a….

—¿Qué? — Preguntó Josh tras ella —¿Dejar que Belle te dé una patada en el culo de nuevo? Ya lo hizo una vez, lo sabes.

—¿Qué diablos está pasando aquí? — exigió saber Alex cuando entró en la sala.

Richard permaneció tras él, tenso, preparado para luchar si era necesario.

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Relajándose ligeramente Eileen cerró los ojos. Los Alfas de la Manada estaban aquí.

—Él fue quien pegó a Eileen — dijo Garth apuntando a Bill — Voy a matarlo.

Al otro lado de la sala, Bill gimió al intentar levantarse, desmoronándose nuevamente y quedándose quieto.

Belle atravesó la sala hasta situarse frente a su hermano.

Gruñéndole le miró fijamente.

—Ni lo sueñes Garth Grey. No vas a matar a nadie en nuestro nuevo albergue B & B, si lo intentas, Eileen tendrá que curarte muchos golpes y cortes.

Una vena pulsó en la frente de Garth.

—Quítate de mi camino, Belle antes de que te aparte yo.

Gruñendo Alex avanzó.

—¡Jesús! ¡Maldita sea! — dijo Frank de nuevo.

Nadie respondió.

Soltando a Garth, Eileen se levantó poniéndose entre él y Belle.

—Garth deja las cosas como están. Él ha aprendido la lección.

Con las fosas nasales dilatadas, Garth echó la cabeza hacia atrás y aulló. Entonces cogió a Eileen en brazos.

—¡Eres mía! — dijo poniéndola sobre su hombro y girándose.

—Hay diez habitaciones arriba — dijo Belle mientras colocaba su ropa sobre una silla — Escoge la que quieras.

—Cállate, cachorra — murmuró Garth. Aunque atravesó la sala y subió las escaleras.

—¿Que está mal contigo Alex, dejando que alguien así entre en la Manada? — Tabitha habló mientras se restregaba los brazos. Se había alejado de su hermano y estaba recostada en su sofá. Su labio inferior estaba estirado.

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—Cállate — Alex se giró hacia Frank.

—Levanta a tu amigo, salid de aquí y no volváis nunca. Si lo haces, no detendré a Garth la próxima vez. ¿Entendido?

Con la nuez de Adán subiendo y bajando al tragar, Frank asintió con la cabeza, entonces corrió por la sala, cogió al hombre inconsciente por las axilas y lo arrastró afuera. El sonido de la puerta de una camioneta y el encendido del motor anunciaron su partida.

Tabitha golpeó el suelo con el pie.

—¡Alex! No puedes dejar que alguien como Garth esté en la Manada.

Un músculo en la mejilla de Alex comenzó a latir.

—¿Alguien como quién, Tabitha? ¿Cómo un hombre lobo que lucha por su compañera? Él es mejor miembro de la Manada de lo que tú serás nunca.

—¡Cómo te atreves!

Atravesando la sala, Alex se detuvo ante ella.

—No has hecho nada más que causar tensiones dentro de la Manada desde tu pubertad, enfrentando a un macho contra otro. Te vas durante meses y cuando vuelves esperas que te arreglemos todos los problemas que has causado. Ahora has vuelto trayendo a un compañero repudiado de una hembra lobo a la que fue concedido asilo a causa del maltrato que recibió a manos de él. ¿Quién diablos te crees que eres?

Con las manos cerradas en puños, estiró los brazos a lo largo del cuerpo.

—¿Qué quién soy? Soy la hermana de tu Beta. Yo debía haber sido tu compañera. Tenía que haber sido la hembra Alfa, no esta perra vagabunda de Nueva York — tras tomar una respiración profunda, tomó aliento y se estremeció. Entonces con un tono de voz más tranquilo dijo — Vamos Alex, tú me conoces. Sabes lo buena que soy — ella se acercó más a él —¿Puedes olerme, Alex? Mi celo está apareciendo. Recuerdas dos años atrás cuando nosotros…

—Hasta donde recuerdo, hueles a basura. Y como Alfa tengo que determinar tu castigo.

Ella se detuvo y retrocedió.

—¿Castigo? ¿Pero, por qué?

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—Por poner en peligro la vida de un miembro de la Manada — Alex miró a Josh — Eres de su familia. ¿Tienes algo que decir en su defensa?

Después de mirar a su hermana un momento, Josh negó con la cabeza.

—No. Ella solo causa problemas siempre que está aquí. Castígala como debas — girándose se marchó de la misma manera que entró.

—Josh, hijo de puta, regresa aquí.

Ella lo iba a seguir, pero Richard la detuvo. La nariz se le dilató ante su olor, el sudor cubrió su frente, pero él se mantuvo inmóvil.

Alex la observó y cruzó los brazos sobre el pecho.

—Tres días en la jaula.

Tabitha palideció.

—¡No! ¡Alex, no puedes hacerme esto, no ahora, que estoy en celo! ¡Por favor! No puedes encerrarme sola.

—Puedo y lo haré.

Con el rostro blanco, Belle puso la mano en su brazo.

—Alex…

Él negó con la cabeza.

—Sé que sufrirá, pero Eileen podría haber resultado gravemente herida o muerta. Tabitha no se merece menos.

Las lágrimas corrían por las mejillas de Tabitha.

—Alex, no puedes encerrarme sola en esta condición.

—Deberías de haberlo pensado antes de traer a esos hombres aquí.

—Una perra en celo causando problemas. ¿Quieres que me encargue de ella por ti? — dijo una voz en la entrada.

Todo el mundo se giró.

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Sonriendo con los brazos cruzados, Brendan Gray estaba apoyado contra el marco de la puerta.

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CAPÍTULO 16CAPÍTULO 16

Cuando llegó al final de la escalera, Garth abrió la primera puerta que encontró. Una vez dentro cerró la puerta de una patada, lanzó a Eileen sobre la cama y saltó a su lado atrapándola con su cuerpo.

—¡Eres mía!

Debajo de él, Eileen se estremeció. El lobo en el alma de Garth estaba luchando por el control de su cuerpo.

—¡Eres mía! — gruñó nuevamente. Apretándose más contra ella cuando intentó salir de debajo de él.

—Quítate de encima. No puedo respirar.

El ronco gruñido que resonó en su pecho, hubiera hecho que cualquier hombre se apartara.

Pero Eileen no era un hombre. Era la compañera de Garth, y él estaba a punto de olvidar su parte humana.

Ella se estremeció de nuevo. Casi. Él estaba casi en el punto donde la mitad lobo lo controlaría completamente. La anticipación llegó hasta su estómago haciendo que sus músculos se contrajeran, los pezones se le endurecieron, la humedad se filtraba por su entrepierna. Solo un poco más, y su deseo de aparearse, dominarla, hacerla sumisa a él lo dominaría.

Ella no podía dejar que ocurriera.

Colocando las palmas contra su pecho, empujó. Era como intentar mover una pared de ladrillos.

Inclinándose sobre ella la mordisqueó el hombro.

—Sométete a mí.

—Suéltame — empujó contra su tórax nuevamente.

Con la nariz dilatada, la miró fijamente.

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Feroces, manchas amarillas bailaban en medio de una niebla gris en sus ojos.

—Sométete.

—Oblígame.

Aullando con frustración se levantó, rasgó la blusa y el sujetador y posteriormente le rompió los pantalones por las costuras, las braguitas se desintegraron en su puño. Entonces la cogió por la cintura y la giró. Levantándola las caderas, metió los peludos muslos entre las piernas desnudas de ella.

Ella se empujó contra él. Oh, cabalgar los duros músculos de aquellos muslos.

Eileen jadeó cuando deslizó su grueso pene de un lado a otro entre sus piernas. Dios, lo quería dentro de ella.

Inclinándose sobre su espalda, empujó sus hombros, pellizcándole un lado del cuello.

La necesidad estaba mezclada con la orden en su voz.

—Dilo. Di que eres mía.

Enterrando el rostro en ella, raspó con los dientes en la línea de su hombro.

—¡Eileen! ¡Por favor! Entonces le besó la parte trasera del cuello.

Bajo él, Eileen se relajó. Ahora. Él estaba preparado para tomarla ahora.

—Tuya Garth. Siempre tuya. Te amo.

—Eileen, mi Eileen — le susurró sobre el pelo.

Levantándose pasó las manos suavemente por los costados, la agarró por las nalgas y las apretó.

Los escalofríos la recorrieron haciéndola estremecer.

—Por favor Garth, te necesito dentro de mi — dijo empujando el trasero contra sus caderas.

Él gimió y se agarró a sus caderas, separando más las piernas de ella. Girando las caderas, frotó el pene contra su clítoris.

—Maldición, Garth. ¡Fóllame ya!

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—¿Ahora?

Ella dio un puñetazo a la almohada.

—¡Sí! ¡Ahora!

Con un hondo gemido, enterró el pene en ella.

Inmediatamente apretó los músculos internos y lo introdujo más profundo.

La respiración silbó en sus pulmones.

Eileen movió las caderas dejándose caer al frente cuando él deslizó el pene.

Ella se empujó hacia atrás, cuando la penetró nuevamente.

—Sí, oh, sí. Más, más duro.

El vello púbico plateado tocó el trasero de ella. El aliento de Garth era caliente contra su cuello.

—¿Más duro? ¿Lo quieres más duro? — dijo moviendo las caderas.

—Sí, y profundo, tanto como puedas — ella apretó los músculos cuando retiró el pene.

—¡Cristo, estás mojada! — empujó nuevamente.

Eileen gimió en la almohada bajo ella.

Una penetración más profunda.

—¿Más?

—¡Más!

Otro giro de caderas.

—¿Eres mía?

—Siempre.

Garth dejó de conversar y comenzó a joderla en serio. Dentro y fuera, dentro y fuera, su pene se deslizaba construyendo fricción y calor.

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Enterrando la cara en la almohada, Eileen gritó. El pene estaba estirándola y llenándola completamente. Le levantaba las rodillas de la cama con cada fuerte empuje. Los músculos de su estómago se tensaron. El roce de los pezones contra la colcha, los ponía cada vez más duros, hasta convertirlos en dos puntos delicados de dolor y placer. Su clítoris dolía. El deseo por el éxtasis final crecía dentro de ella.

Él empujaba duro, introduciéndose más profundamente.

Eileen gritó nuevamente.

Tras ella Garth, empujaba el pene más y más rápido. Los dedos de él sujetaban sus caderas manteniéndola inmóvil. Un gruñido salió de su garganta.

—¡Mía! ¡Eres mía!

El rugido tronó en sus oídos, puntos de luz danzaron tras sus párpados, cuando el calor explotó en su entrepierna y la envolvió. Sus músculos internos se contraían y relajaban involuntariamente, su cuerpo entero se convulsionó haciéndola sollozar contra la almohada.

Lanzando la cabeza hacia atrás, Garth soltó un aullido largo y fuerte. Entonces con un profundo gemido salió fuera de ella y cayó de espaldas en la cama.

Ella se puso a su lado y se acurrucó contra él.

Pasándole un dedo por la barbilla, Garth levantó la cabeza hasta mirarla a los ojos.

—Por todos los dioses, Eileen, te amo.

Alex miró a su cuñado, el único que realmente no le gustaba.

—¿Qué diablos quieres?

Riéndose, Brendan entró en la sala.

—Le traigo algunas cosas a Garth. Principalmente ropa.

—¿Cómo demonios te enteraste que estaba aquí?

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—Papá siempre sabe donde estamos — Brendan le guiñó un ojo a Belle — Bueno casi siempre. Tardó casi una semana en descubrir donde estaba Belle cuando desapareció — dijo mirando alrededor de la sala —¿Dónde está Garth?

Sonriendo Belle abrazó a su hermano.

—Arriba.

Brendan arqueó una ceja.

—Garth normalmente no es tan impulsivo. ¿Quién es?

—Eileen. Acaba de luchar por ella.

Una verdadera felicidad apareció en su cara.

—¿Eileen está aquí? ¿De verdad? ¿Y quién ha sido lo suficientemente estúpido como para luchar con Garth?

Cogiendo a Brendan por el brazo, Belle se rió y lo llevó hacia la puerta.

—Es una larga historia. Vamos, te lo contaré todo de camino a casa. Deja que Alex haga su trabajo de Alfa.

Brendan miró sobre su hombro.

—Como ya te he dicho, sería un placer cuidar de aquella perra por ti.

—Por favor Alex — Tabitha lloriqueó — Entrégame a él — ella dejó de luchar y cayó en los brazos de Richard. Aunque la mirada que ella le lanzó a Brendan era calculada.

Brendan le sonrió.

—Oh, escuché lo que llamaste a mi hermana… ¿Perra vagabunda de Nueva York? Créeme lo que te digo, lo que yo te haría me satisfaría… pero a ti no.

Inclinando la cabeza, Tabitha sollozó cuando un espasmo de celo la golpeó.

Alex miró a Brendan.

—Puedo ocuparme de mi propia manada. Así que fuera de aquí.

Belle cruzó la habitación agarrada del brazo de su hermano.

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—Vamos. Por hoy ya he tenido suficientes peleas.

La risa de Brendan resonó a través de la puerta cuando salieron.

Lanzando una maldición Alex se giró hacia Richard.

—¿Necesitas ayuda para ponerla en la jaula?

Richard agarró el cuerpo sin resistencia de Tabitha.

—No creo que le quede espíritu de lucha ahora. Te llamaré si necesito ayuda — cogiéndola por la cintura la sacó de la sala.

Alex se acercó a Jill y la ayudó a levantarse del suelo.

—¿Te encuentras bien?

Cuidadosamente ella se tocó la cadera.

—Lo estaré, pero explicar mis contusiones a Dave va a ser interesante.

Finalmente Alex, tuvo algo por lo que reír.

—Menos mal que ese imbécil se ha ido. Dave es mucho más duro de lo que parece.

Alex siguió la mirada de Jill mientras recorría la sala. Una pata de la mesa sobre la que la había lanzado estaba rota, dos sillas tendrían que ser reemplazadas. El suelo de madera tenía profundos arañazos. El cristal roto estaba tirado, y la cortina estaba llena de suciedad.

Jill se apartó el pelo de la cara.

—¡Qué desastre!

Pasándole un brazo alrededor del hombro Alex la abrazó.

—No se tardará mucho en limpiar esto. Los invitados comenzarán a llegar, y estarás más ocupada de lo que te gustaría. El día de hoy solo será un mal recuerdo.

Después de un largo suspiro ella le miró.

—Eres un Alfa maravilloso, Alex. La Manada prosperará contigo y con Belle como líderes. Gracias por aceptarnos a Eileen y a mí.

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Alex sonrió.

Como si Belle le hubiese dado elección.

—Me parece que no le gusto a tu pareja — dijo Brendan con una sonrisa, mientras seguía a Belle hasta la cocina.

Le había entretenido la hora que había pasado enterándose de todo lo de Garth y Eileen y las novedades de la Manada, hasta que Alex y sus Betas se les unieron. Sin embargo, ahora tenía hambre, y cuando Belle quería era una buena cocinera. Ella no quiso que él se quedara en la sala con los otros hombres. Brendan sonrió para sí mismo. Era tan fácil fastidiarlos.

Bufando, ella echó una mirada sobre su hombre cuando ponía la cafetera.

—No tienes por qué ser tan antagónico.

Sin dejar de reír se encogió de hombros.

—Espera a que se encuentre con Papá, si piensas que soy malo.

—Puedo lidiar con Papá. Hay zumo de melocotón en el frigorífico. Ponme uno a mí.

—Que historia la de Eileen. Me alegro que Garth y ella finalmente se encontraran. Papá estuvo buscándola, pero era como si a su familia se ha hubiera tragado la tierra — le puso el zumo en la encimera—¿Qué le pasó a la mesa?

Riendo puso café en la taza.

—Garth.

Moviendo la cabeza, Brendan miró los dos trozos de la mesa.

—Nunca se ha percatado de su fuerza. ¿Qué planes tiene?

El sonido de voces y pasos llegó desde la sala de estar.

—Garth y Eileen se quedan aquí. Los vasos están en ese armario en el segundo estante. Cógelos por favor.

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—¿Qué haces cuando no tienes a tu hermano para darle órdenes?

— Manda a su compañero a buscar lo que necesita, naturalmente. ¿Qué otra cosa haría?

Agitando la cabeza Brendan miró al gato sentado en medio del suelo de la cocina.

—Papá y Moira no me creerán cuando les diga que tienes una gata.

—Ella no me tiene. Me gusta vivir aquí.

— Deja de discutir con Callie. Yo llevaré el zumo. Tú trae la bandeja con el café y las tazas. ¡Y que no se te caigan!

Después de coger la bandeja, Brendan siguió a su hermana hasta la sala de estar.

—¿Qué va a hacer Garth ahora?

—Se quedará aquí con Eileen. Están acoplados, sabes.

—¿Qué pasa con ese agente de la CIA que lo quiere cazar?

—Puedes preguntármelo a mí — dijo Garth acercándose a la chimenea.

Poniendo la bandeja sobre la mesa Brendan ignoró a su hermano, para sonreír a la mujer que tenia al lado.

—Hola Eileen. Es bueno volverte a ver. ¿Estás segura de que quieres quedarte con un tonto descerebrado como Garth? Yo todavía estoy disponible.

Bufando Eileen atravesó la sala se puso de puntillas y besó a Brendan en la mejilla.

—Prefiero un tonto, a uno que rompe los corazones de las mujeres.

Brendan soltó una carcajada.

—Bueno, entonces bienvenida a la familia — dijo cogiéndola, levantándola del suelo, abrasándola fuertemente y plantándole un largo y profundo beso en la boca.

Josh miró a Brendan y luego a Garth.

—¿Le vas a dejar hacer eso?

Garth se echó a reír.

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—Tú espera.

En cuanto Brendan puso a Eileen en el suelo, ella le dio una bofetada ladeándole la cabeza a la izquierda.

—Eso no ha sido un beso fraternal. La próxima vez dejaré que Garth se encargue de ti. Y luego veremos lo guapo que le parecerás a las mujeres.

Moviendo la cabeza, Brendan estalló en risas.

—Las contusiones que me provocaría, haría que todas quisieran venir a consolarme.

Bajando las manos, Eileen miró a Brendan.

—Algún día, en algún lugar, una mujer sacudirá tu mundo y te hará correr tras tu propia cola. Solo espero poder verlo — dijo poniéndose al lado de su compañero.

Brendan sopló un beso hacía ella.

—Eso es lo que todo el mundo me dice.

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EPÍLOGOEPÍLOGO

Vestido con pantalones de camuflaje y una apretada camisa negra, entró en el despacho como si fuera el dueño.

Intentando enfocar su vacio cerebro en el hombre que le sonreía, Melody luchó para evitar que su labio superior se curvara. La arrogancia en un humano era dura de digerir. Ninguno era tan fuerte, aunque pensaran que lo eran. ¿Por qué John no había regresado de almorzar para mantener a idiotas como éste fuera de su despacho? Ella necesitaba dormir, pero tenía que ser amable con los potenciales clientes aunque estos no le gustasen. Parpadeó nuevamente. Estaba segura que éste no le gustaba.

Levantándose extendió la mano.

—¿Qué puedo hacer por usted, señor…?

Él ignoró el saludo.

—Nick Price. CIA. Parece enferma.

La rabia la llenó cuando Melody observó fijamente el moreno rostro de él. Este tipo no era solo un idiota arrogante. Era un autentico imbécil.

—Escuche, Nick Price mierda de la CIA, si es que me está diciendo la verdad… llevo las últimas cuarenta y ocho horas sin dormir buscando a una menor de doce años que ha huido, que pensaba que podría sobrevivir en un bosque de Nevada. Así que váyase a la mierda, pedazo de cretino y no deje que la puerta le golpeé el culo cuando salga.

—¿Besas a tu madre con esa boca? — él le mostró el distintivo y después lanzó una foto sobre el escritorio — Estoy buscando a este hombre.

Parpadeando para intentar enfocar la mirada, ¿eso era una verdadera y jodida acreditación de la CIA lo que le acababa de enseñar? Melody cogió la fotografía, miró un poco más y dijo:

—Sí, lo he visto ¿Por qué lo busca?

Ella entrecerró los ojos a tiempo de ver el destello de sorpresa en los ojos de él.

Sonriendo para sí misma dejó la foto encima del escritorio.

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Él no esperaba que ella lo admitiese.

—Dijo que su nombre era Jack Fields. Nos quiso contratar para encontrar a su esposa que había desaparecido con un montón de dinero.

El agente de la CIA puso las manos sobre el escritorio y se inclinó hacia delante.

—Su verdadero nombre es Jake Hurley, y el dinero pertenecía al gobierno. ¿Tiene idea de dónde puede estar ahora?

El olor de él era completamente masculino. No usaba colonia.

El lobo interior de ella se agitó por un momento.

Melody parpadeó nuevamente. El agotamiento le estaba pasando factura, dejándola cada vez más fatigada.

Su alma de lobo suspiró y cayó en un profundo sueño.

—¿Me va a ayudar o no? — la voz de él era contundente y no se molestó en ocultar su irritación.

Buscando la penetrante mirada de él, Melody empujó la fotografía hacia él.

—Mi asistente trabajó con él. Cuando regrese de almorzar veré si lo recuerda. Vuelva mañana, le diremos todo lo que tengamos.

Después de que duerma y pueda pensar nuevamente.

Price cogió la fotografía, la miró fijamente durante un momento y asintió con la cabeza.

—Volveré.

Girándose salió del despacho.

Melody no se movió hasta que salió y desapareció por la puerta de la calle.

Dejándose caer en la silla observó la pared opuesta, sin embargo no miró los retratos colgados de ella. En cuanto pudiera pensar con claridad se pondría en contacto con su padre. El fantasma que perseguía a Garth había aparecido ante ella.

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FINFIN

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