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CAMINO DE PERFECCIÓN SANTA TERESA DE JESÚS

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Obra de Teresa La Grande.

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CAMINO DE PERFECCIÓN

SANTA TERESA DE JESÚS

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1999 – Copyrigth www.elaleph.com

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Camino de perfección

Teresa de Jesús

(Códice de Valladolid)

JHS

Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa de Jesús a lashermanas religiosas y hijas suyas de los monasterios que, con el favorde nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, Señoranuestra, ha fundado de la Regla primera de Nuestra Señora delCarmen. En especial le dirige a las hermanas del monasterio de SanJosé de Ávila, que fue el primero de donde ella era priora cuando leescribió.

***

Libro llamado CAMINO DE PERFECCIÓN, compuesto por Teresade Jesús, monja de la Orden de Nuestra Señora del Carmen. Vadirigido a las monjas descalzas de Nuestra Señora del Carmen de laprimera Regla.

JHS

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Prólogo

1. Sabiendo las hermanas de este monasterio de San José cómotenía licencia del padre Presentado, fray Domingo Bañes, de la ordendel glorioso Santo Domingo, que al presente es mi confesor, paraescribir algunas cosas de oración, en que parece podré atinar por habertratado con muchas personas espirituales y santas, me han tantoimportunado les diga algo de ella, que me he determinado aobedecerlas, viendo que el amor grande que me tienen puede hacermás acepto lo imperfecto, y por mal estilo que yo les dijere, quealgunos libros que están muy bien escritos de quien sabía lo queescribe. Y confío en sus oraciones, que podrá ser por ellas el Señor sesirva acierte a decir algo de lo que al modo y manera de vivir que selleva en esta casa conviene. Y, si fuere mal acertado, el padrePresentado, que lo ha de ver primero, lo remediará o lo quemará, y yono habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios, y verán loque tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda. 2. Pienso poner algunos remedios para algunas tentaciones menudasque pone el demonio, que, por serlo tanto, por ventura no hacen casode ellas, y otras cosas, como el Señor me diere a entender y se mefueren acordando, que, como no sé lo que he de decir, no puedo decirlocon concierto y creo es lo mejor no llevarle, pues es cosa tandesconcertada hacer yo todo esto. El Señor ponga en todo lo quehiciere sus manos, para que vaya conforme a su santa voluntad, puesson éstos mis deseos siempre, aunque las obras tan faltas como yo soy. 3. Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yopudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en elservicio del Señor; y este amor, junto con los años y experiencia quetengo de algunos monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosasmenudas más que los letrados, que, por tener otras ocupaciones másimportantes y ser varones fuertes, no hacen tanto caso de cosas que, ensí, no parecen nada; y a cosa tan flaca como somos las mujeres todo

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nos puede dañar, porque las sutilezas del demonio son muchas para lasmuy encerradas, que ven son menester armas nuevas para dañar. Yo,como ruin, me he sabido mal defender y, así, querría escarmentasenmis hermanas en mí. No diré cosa que, en mí o por verla en otras, no latenga por experiencia. 4. Pocos días ha, me mandaron escribiese cierta relación de mi vida,adonde también traté algunas cosas de oración. Podrá ser no quiera miconfesor le veáis y, por esto, pondré aquí alguna cosa de lo que allí vadicho y otras que también me parecerán necesarias. El Señor lo pongapor su mano, como le he suplicado, y lo ordene para su mayor gloria,amén.

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Capítulo 1De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura este

monasterio

1. Al principio que se comenzó este monasterio a fundar -por lascausas que en el libro que digo tengo escrito están dichas con algunasgrandezas del Señor, en que dio a entender se había mucho de servir enesta casa-, no era mi intención hubiese tanta aspereza en lo exterior nique fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para que nofaltara nada; en fin, como flaca y ruin; aunque algunos buenos intentosllevaba más que mi regalo. 2. En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y elestrago que habían hecho los luteranos y cuánto iba en crecimiento estadesventurada secta. Me dio gran fatiga y, como si yo pudiera algo ofuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Me parecía que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de lasmuchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin eimposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio delSeñor, y toda mi ansia era, y aún es que, pues tiene tantos enemigos ytan pocos amigos, que esos fuesen buenos, determiné a hacer esopoquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con todala perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que estánaquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nuncafalta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo; y que,siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes notendrían fuerza mis faltas y podría yo contentar en algo al Señor; y que,todas ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia ypredicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo quepudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen a los que hahecho tanto bien, que parece le querrían tomar ahora a la cruz estostraidores y que no hubiese adonde reclinar la cabeza. 3. ¡Oh, Redentor mío, que no puede mi corazón llegar aquí sin

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fatigarse mucho! ¿Qué es esto ahora de los cristianos? ¿Siempre ha deser los que más os deben los que os fatiguen? A los que mejores obrashacéis, a los que escogéis para vuestros amigos, entre los que andáis ycomunicáis por los sacramentos, ¿no están hartos de los tormentos quepor ellos habéis pasado? 4. Por cierto, Señor mío, no hace nada quien ahora se aparta delmundo. Pues a Vos os tienen tan poca ley, ¿qué esperamos nosotros?¿Por ventura merecemos nosotros mejor nos la tengan? ¿Por venturales hemos hecho mejores obras para que nos guarden amistad? ¿Qué esesto? ¿Qué esperamos ya los que por la bondad del Señor estamos sinaquella roña pestilencial? Que ya aquéllos son del demonio. ¡Buencastigo han ganado por sus manos y bien han granjeado con susdeleites fuego eterno! ¡Allá se lo hayan! Aunque no me deja de quebrarel corazón ver tantas almas como se pierden; mas del mal no tanto.Querría no ver perder más cada día. 5. ¡Oh, hermanas mías en Cristo! Ayudadme a suplicar esto alSeñor, que para eso os juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstoshan de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquívuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones. No, hermanas mías, pornegocios del mundo; que yo me río y aun me congojo de las cosas queaquí nos vienen a encargar supliquemos a Dios: de pedir a Su Majestadrentas y dineros, y algunas personas que querría yo suplicasen a Dioslos repisasen todos ellos. Buena intención tienen y, en fin, se hace porver su devoción, aunque tengo para mí que en estas cosas nunca meoye. Se está ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo -como dicen-, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesiapor el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, siDios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanasmías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia. 6. Por cierto que, si no mirase a la flaqueza humana, que seconsuela que las ayuden en todo -y es bien si fuésemos algo-, queholgaría se entendiese no son éstas las cosas que se han de suplicar aDios con tanto cuidado.

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Capítulo 2Que trata cómo se han de descuidar de las necesidades y

del bien que hay en la pobreza

1. No penséis, hermanas mías, que por no andar a contentar a los delmundo os ha de faltar de comer, yo os aseguro. Jamás por artificioshumanos pretendáis sustentaros, que moriréis de hambre, y con razón.Los ojos en vuestro Esposo; Él os ha de sustentar; contento Él, aunqueno quieran, os darán de comer los menos vuestros devotos, como lohemos visto por experiencia. Si, haciendo vosotras esto, muriereis dehambre, ¡bienaventuradas las monjas de San José! Esto no se os olvide,por amor del Señor; pues dejáis la renta, dejad el cuidado de la comida;si no, todo va perdido. Los que quiere el Señor que la tengan, tenganenhorabuena esos cuidados, que es mucha razón pues es sullamamiento; mas nosotras, hermanas, es disparate. 2. Cuidado de rentas ajenas, me parece a mí, sería estar pensando enlo que los otros gozan; sí, que por vuestro cuidado no muda el otro supensamiento, ni se le pone deseo de dar limosna. Dejad ese cuidado aquien los puede mover a todos, que es el Señor de las rentas y de losrenteros. Por su mandamiento venimos aquí; verdaderas son suspalabras, no pueden faltar; antes faltarán los cielos y la tierra. No lefaltemos nosotras, que no hayáis miedo que falte; y, si alguna vez osfaltare, será para mayor bien, como faltaban las vidas a los santos,cuando los mataban para el Señor, y era para aumentarles la gloria porel martirio. Buen trueco sería acabar presto con todo y gozar de lahartura perdurable. 3. Mirad, hermanas, que va mucho en esto, muerta yo, que para estoos lo dejo escrito; que mientras yo viviere os lo acordaré, que porexperiencia veo la gran ganancia: cuando menos hay, más descuidadaestoy; y sabe el Señor que, a mi parecer, me da más pena cuandomucho sobra que cuando nos falta; no sé si lo hace. Como ya tengovisto, nos lo da luego el Señor. Sería engañar el mundo otra cosa:

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hacernos pobres no siéndolo de espíritu, sino en lo exterior. Concienciase me haría -a manera de decir- y me parecería pedir limosna las ricas,y plega a Dios no sea así, que adonde hay estos cuidados demasiadosde que den, una vez u otra se irán por la costumbre, o podrían ir y pedirlo que no han menester, por ventura a quien tiene más necesidad; y,aunque ellos no pueden perder nada, sino ganar más, nosotrasperderíamos. No plega a Dios, mis hijas. Cuando esto hubiera de ser,más quisiera tuvierais renta. 4. En ninguna manera se ocupe en estoel pensamiento, os pido, por amor de Dios, en limosna; y la máschiquita, cuando esto entendiese alguna vez en esta casa, clame a SuMajestad y acuérdelo a la mayor; con humildad le diga que va errada; ylo va tanto, que poco a poco se va perdiendo la verdadera pobreza. Yoespero en el Señor no será así ni dejará a sus siervas; y para esto,aunque no sea para más, aproveche esto que me habéis mandadoescribir por despertador. 5. Y crean, mis hijas, que para vuestro bien me ha dado el Señor unpoquito a entender los bienes que hay en la santa pobreza; y las que loprobaren lo entenderán, quizá no tanto como yo; porque no sólo nohabía sido pobre de espíritu, aunque lo tenía profesado, sino loca deespíritu. Ello es un bien que todos los bienes del mundo encierra en sí;es un señorío grande; digo que es señorear todos los bienes de él otravez a quien no se le da nada de ellos. ¿Qué se me da a mí de los reyes yseñores, si no quiero sus rentas, ni de tenerlos contentos, si un tantitose atraviesa haber de descontentar en algo por ellos a Dios? ¿Ni qué seme da de sus honras, si tengo entendido en lo que está ser muy honradoun pobre, que es en ser verdaderamente pobre? 6. Tengo para mí que honras y dineros casi siempre andan juntos, yque quien quiere honra, no aborrece dineros, y que quien los aborrece,que se le da poco de honra. Entiéndase bien esto, que me parece queesto de honra siempre trae consigo algún interés de rentas o dineros,porque por maravilla hay honrado en el mundo, si es pobre; antes,aunque lo sea en sí, le tienen en poco. La verdadera pobreza trae unahonraza consigo que no hay quien la sufra; la pobreza que es tomadapor solo Dios, digo, no ha menester contentar a nadie sino a Él; y es

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cosa muy cierta, en no habiendo menester a nadie, tener muchosamigos; yo lo tengo bien visto por experiencia. 7. Porque hay tanto escrito de esta virtud, que no lo sabré yoentender, cuanto más decir, y por no agraviarla en loarla yo, no digomás en ella. Sólo he dicho lo que he visto por experiencia, y yoconfieso que he ido tan embebida, que no me he entendido hasta ahora.Mas, pues está dicho, por amor del Señor, pues son nuestras armas lasanta pobreza y lo que al principio de la fundación de nuestra ordentanto se estimaba y guardaba en nuestros santos padres (que me hadicho quien lo sabe, que de un día para otro no guardaban nada), yaque en tanta perfección exterior no se guarde, en lo interior procuremostenerla. Dos horas son de vida, grandísimo el premio; y cuando nohubiera ninguno, sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era grandela paga imitar en algo a Su Majestad. 8. Estas armas han de tener nuestras banderas, que de todas lasmaneras lo queramos guardar: en casa, en vestidos, en palabras, ymucho más en el pensamiento. Y mientras esto hicieren, no hayanmiedo caiga la religión de esta casa, con el favor de Dios; que -comodecía santa Clara- grandes muros son los de la pobreza. De éstos -decíaella- y de humildad quería cercar su monasterio; y a buen seguro, si seguarda de verdad, que esté la honestidad y todo lo demás fortalecidomucho mejor que con muy suntuosos edificios. De esto se guarden, poramor de Dios y por su sangre se lo pido yo; y, si con conciencia puedodecir, que el día que tal hicieren se torne a caer. 9. Muy mal parece, hijas mías, de la hacienda de los pobrecitos sehagan grandes casas. No lo permita Dios, sino pobre en todo y chica.Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en elportal de Belén adonde nació y la cruz adonde murió. Casas eran éstasadonde se podía tener poca recreación. Los que las hacen grandes, ellosse entenderán; llevan otros intentos santos; mas trece pobrecitas,cualquier rincón les basta. Si, porque es menester por el muchoencerramiento, tuvieren campo -y aun ayuda a la oración y devoción-con algunas ermitas para apartarse a orar, enhorabuena; mas edificios ycasa grande ni curioso, nada ¡Dios nos libre! Siempre acordaos se ha

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de caer todo el día del juicio ¿qué sabemos si será presto? 10. Pues hacer mucho ruido al caerse casa de trece pobrecillas no esbien, que los pobres verdaderos no han de hacer ruido; gente sin ruidoha de ser para que los hayan lástima. Y ¡cómo se holgarán si venalguno, por la limosna que les ha hecho, librarse del infierno!; que todoes posible, porque están muy obligadas a rogar por ellas muycontinuamente, pues os dan de comer; que también quiere el Señorque, aunque viene de su parte, lo agradezcamos a las personas por cuyomedio nos lo da; y de esto no haya descuido. 11. No sé lo que había comenzado a decir, que me he divertido;creo lo ha querido el Señor, porque nunca pensé escribir lo que aquí hedicho. Su Majestad nos tenga siempre de su mano para que no se caigade ello, amén.

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Capítulo 3Prosigue lo que en el primero comencé a tratar y persuadea las hermanas a que se ocupen siempre en suplicar a Diosfavorezca a los que trabajan por la Iglesia. Acaba con una

exclamación

1. Tornando a lo principal, para lo que el Señor nos juntó en estacasa y por lo que yo mucho deseo seamos algo para que contentemos aSu Majestad, digo que, viendo tan grandes males, que fuerzas humanasno bastan a atajar este fuego de estos herejes (con que se ha pretendidohacer gente, para si pudieran, a fuerza de armas, remediar tan gran maly que va tan adelante), me ha parecido es menester como cuando losenemigos en tiempo de guerra han corrido toda la tierra y viéndose elSeñor de ella apretado se recoge a una ciudad, que hace muy bienfortalecer, y desde allí acaece algunas veces dar en los contrarios, y sertales los que están en la ciudad, como es gente escogida, que puedenmás ellos a solas que con muchos soldados, si eran cobardes, pudieron;y muchas veces se gana de esta manera victoria; al menos, aunque nose gane, no los vencen; porque como no haya traidor, si no es porhambre, no los pueden ganar. Acá esta hambre no la puede haber quebaste a que se rindan; a morir sí, mas no a quedar vencidos. 2. Mas ¿para qué he dicho esto? Para que entendáis, hermanas mías,que lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que hay ya debuenos cristianos no se nos vaya ya ninguno con los contrarios; y a loscapitanes de este castillo o ciudad los haga muy aventajados en elcamino del Señor, que son los predicadores y teólogos; y pues los másestán en las Religiones, que vayan muy adelante en su perfección yllamamiento que es muy necesario; que ya ya -como tengo dicho- nosha de valer el brazo eclesiástico y no el seglar. Y pues para lo uno ni lootro no valemos nada para ayudar a nuestro Rey, procuremos ser talesque valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, quecon tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajado

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para ayudar ahora al Señor. 3. Podrá ser digáis que para qué encarezco tanto esto y digo hemosde ayudar a los que son mejores que nosotras. Yo os lo diré, porqueaún no creo entendéis bien lo mucho que debéis al Señor en traerosadonde tan quitadas estáis de negocios y ocasiones y tratos; esgrandísima merced ésta; lo que no están los que digo ni es bien queestén, en estos tiempos menos que en otros, porque han de ser los queesfuercen la gente flaca y pongan ánimo a los pequeños. ¡Buenosquedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir entre los hombres yestar en los palacios y aun hacerse algunas veces con ellos en loexterior. ¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para tratar con elmundo y vivir en el mundo y tratar negocios del mundo y hacerse -como he dicho- a la conversación del mundo y ser en lo interiorextraños del mundo y enemigos del mundo y estar como quien está endestierro y, en fin, no ser hombres sino ángeles? Porque, a no ser estoasí, ni merecen nombre de capitanes, ni permita el Señor salgan de susceldas, que más daño hará que provecho; porque no es ahora tiempo dever imperfecciones en los que han de enseñar. 4. Y si en lo interior no están fortalecidos en entender lo mucho queva en tenerlo todo debajo de los pies y estar desasidos de las cosas quese acaban y asidos a las cosas eternas, por mucho que lo quieranencubrir, han de dar señal. Pues ¿con quién lo han, sino con el mundo?No hayan miedo se lo perdone, ni que ninguna imperfección dejen deentender. Cosas buenas, muchas se les pasarán por alto, y aun porventura no las tendrán por tales; mas mala o imperfecta, no hayanmiedo. Ahora yo me espanto quién los muestra la perfección, no paraguardarla (que de esto ninguna obligación les parece tienen; harto lesparece hacen si guardan razonablemente los mandamientos), sino paracondenar, y a las veces lo que es virtud les parece regalo. Así que nopenséis es poco favor de Dios para esta gran batalla adonde se meten,sino grandísimo. 5. Para estas dos cosas os pido yo procuréis ser tales quemerezcamos alcanzarlas de Dios: la una, que haya muchos, de los muymuchos letrados y religiosos que hay, que tengan las partes que son

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menester para esto -como he dicho-, y a los que no están muydispuestos, los disponga el Señor; que más hará uno perfecto quemuchos que no lo estén. La otra, que después de puestos en esta pelea,que -como digo- no es pequeña, los tenga el Señor de su mano para quepuedan librarse de tantos peligros como hay en el mundo y tapar losoídos en este peligroso mar del canto de las sirenas. Y si en estopodemos algo con Dios, estando encerradas peleamos por Él, y daré yopor muy bien empleados los trabajos que he pasado por hacer esterincón, adonde también pretendí se guardase esta regla de nuestraSeñora y Emperadora con la perfección que se comenzó. 6. No os parezca inútil ser continua esta petición, porque hayalgunas personas que les parece recia cosa no rezar mucho por su alma;y ¿qué mejor oración que ésta? Si tenéis pena porque no se osdescontará la pena del purgatorio, también se os quitará por estaoración, y lo que más faltare, falte. ¿Qué va en que esté yo hasta el díadel juicio en el purgatorio si por mi oración se salvase sola un alma?¡Cuanto más el provecho de muchas y la honra del Señor! De penasque se acaban no hagáis caso de ellas cuando interviniere algúnservicio mayor al que tantas pasó por nosotros; siempre informaos loque es más perfecto. Así que os pido, por amor del Señor, pidáis a SuMajestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido a SuMajestad, pues es para gloria suya y bien de su Iglesia, que aquí vanmis deseos. 7. Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte paraalcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquíestán, que veo y sé que no quieren otra cosa ni la pretenden sinocontentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tenermás para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío,desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que os suplican;ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las mujeres,antes las favorecisteis siempre con mucha piedad. Cuando os pidiéremos honras, no nos oigáis, o rentas, o dineros, ocosa que sepa a mundo; mas para honra de vuestro Hijo, ¿por qué nonos habéis de oír, Padre eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas

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por Vos? No por nosotras, Señor, que no lo merecemos, sino por lasangre de vuestro Hijo y sus merecimientos. 8. ¡Oh, Padre eterno! mirad que no son de olvidar tantos azotes einjurias y tan gravísimos tormentos. Pues, Criador mío, ¿cómo puedensufrir unas entrañas, tan amorosas como las vuestras, que lo que sehizo con tan ardiente amor de vuestro Hijo y por más contentaros aVos (que mandasteis nos amase) sea tenido en tan poco como hoy díatienen esos herejes el Santísimo Sacramento, que le quitan sus posadasdeshaciendo las iglesias? ¡Si le faltara algo por hacer para contentaros!Mas todo lo hizo cumplido. ¿No bastaba, Padre eterno, que no tuvoadonde reclinar la cabeza mientras vivió y siempre en tantos trabajos,sino que ahora las que tiene para convidar sus amigos (por vernosflacos y saber que es menester que los que han de trabajar se sustentende tal manjar) se las quiten? ¿Ya no había pagado bastantísimamentepor el pecado de Adán? ¿Siempre que tornamos a pecar lo ha de pagareste amantísimo Cordero? ¡No lo permitáis, Emperador mío!¡Apláquese ya Vuestra Majestad! ¡No miréis a los pecados nuestros,sino a que nos redimió vuestro sacratísimo Hijo, y a los merecimientossuyos y de su Madre gloriosa y de tantos santos y mártires como hanmuerto por Vos! 9. ¡Ay dolor, Señor, y quién se ha atrevido a hacer esta petición ennombre de todas! ¡Qué mala tercera, hijas mías, para ser oídas y queechase por vosotras la petición! ¡Si ha de indignar más a este soberanoJuez verme tan atrevida, y con razón y justicia! Mas mirad, Señor, queya sois Dios de misericordia; habedla de esta pecadorcilla, gusanilloque así se os atreve. Mirad, Dios mío, mis deseos y las lágrimas conque esto os suplico y olvidad mis obras, por quien Vos sois, y habedlástima de tantas almas como se pierden, y favoreced vuestra Iglesia.No permitáis ya más daños en la Cristiandad, Señor; dad ya luz a estastinieblas. 10. Os pido yo, hermanas mías, por amor del Señor, encomendéis aSu Majestad esta pobrecilla y le supliquéis la dé humildad, como cosaa que tenéis obligación. No os encargo particularmente los reyes yprelados de la Iglesia, en especial nuestro obispo; veo a las de ahora

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tan cuidadosas de ello, que así me parece no es menester más. Vean lasque vinieren que teniendo santo prelado, lo serán las súbditas, y comocosa tan importante ponedla siempre delante del Señor; y cuandovuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen poresto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquíos juntó el Señor.

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Capítulo 4En que persuade la guarda de la Regla y de tres cosas

importantes para la vida espiritual. Declara la primera deestas tres cosas, que es amor del prójimo, y lo que dañan

amistades particulares

1. Ya, hijas, habéis visto la gran empresa que pretendemos ganar;¿qué tales habremos de ser para que en los ojos de Dios y del mundono nos tengan por muy atrevidas? Está claro que hemos menestertrabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para que nosesforcemos a que lo sean las obras. Pues con que procuremos guardarcumplidamente nuestra Regla y Constituciones con gran cuidado,espero en el Señor admitirá nuestros ruegos. Que no os pido cosanueva, hijas mías, sino que guardemos nuestra profesión, pues esnuestro llamamiento y a lo que estamos obligadas, aunque de guardar aguardar va mucho. 2. Dice en la primera Regla nuestra que oremos sin cesar. Con quese haga esto con todo el cuidado que pudiéremos, que es lo másimportante, no se dejarán de cumplir los ayunos y disciplinas y silencioque manda la orden; porque ya sabéis que para ser la oración verdaderase ha de ayudar con esto; que regalo y oración no se compadece. 3. En esto de oración es lo que me habéis pedido diga alguna cosa;y lo dicho hasta ahora, para en pago de lo que dijere, os pido yocumpláis y leáis muchas veces de buena gana. Antes que diga de lo interior, que es la oración, diré algunas cosasque son necesarias tener las que pretenden llevar camino de oración, ytan necesarias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muyadelante en el servicio del Señor; y es imposible, si no las tienen, sermuy contemplativas y, cuando pensaren lo son, están muy engañadas.El Señor me dé el favor para ello y me enseñe lo que tengo de decir,porque sea para su gloria, amén. 4. No penséis, amigas y hermanas mías, que serán muchas las cosas

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que os encargaré, porque plega al Señor hagamos las que nuestrossantos padres ordenaron y guardaron, que por este camino merecieroneste nombre. Yerro sería buscar otro ni deprenderle de nadie. Solas tres me extenderé en declarar, que son de la mismaConstitución, porque importa mucho entendamos lo muy mucho quenos va en guardarlas para tener la paz que tanto nos encomendó elSeñor, interior y exteriormente. La una es amor unas con otras; otra,desasimiento de todo lo criado; la otra, verdadera humildad, que,aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas. 5. Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muymucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en losque se aman, y recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este mandamientose guardase en el mundo como se ha de guardar, creo aprovecharíamucho para guardar los demás; mas, más o menos, nunca acabamos deguardarle con perfección. Parece que lo demasiado entre nosotras no puede ser malo, y traetanto mal y tantas imperfecciones consigo, que no creo lo creerá sinoquien ha sido testigo de vista. Aquí hace el demonio muchos enredos,que, en conciencias que tratan groseramente de contentar a Dios, sesienten poco y les parece virtud; y las que tratan de perfección loentienden mucho, porque, poco a poco, quita la fuerza a la voluntadpara que del todo se emplee en amar a Dios. 6. Y en mujeres creo debe ser esto aún más que en hombres, y hacedaños para la comunidad muy notorios; porque de aquí viene el noamarse tanto todas, el sentir el agravio que se hace a la amiga, el deseartener para regalarla, el buscar tiempo para hablarla, y muchas vecesmás para decirle lo que la quiere y otras cosas impertinentes que lo queama a Dios. Porque estas amistades grandes pocas veces van ordenadasa ayudarse a amar más a Dios, antes creo las hace comenzar eldemonio para comenzar bandos en las religiones; que cuando es paraservir a Su Majestad, luego se parece, que no va la voluntad conpasión, sino procurando ayuda para vencer otras pasiones. 7. Y de estas amistades querría yo muchas donde hay granconvento; que en esta casa -que no son más de trece, ni lo han de ser-

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aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han dequerer, todas se han de ayudar; y guárdense de estas particularidades,por amor del Señor, por santas que sean, que aun entre hermanos sueleser ponzoña y ningún provecho en ello veo; y si son deudos, muy peor:es pestilencia. Y créanme, hermanas, que aunque os parezca es éste extremo, en élestá gran perfección y gran paz, y se quitan muchas ocasiones a las queno están muy fuertes; sino que, si la voluntad se inclinare más a unaque a otra -que no podrá ser menos, que es natural y muchas veces noslleva a amar lo más ruin, si tiene más gracias de naturaleza-, que nosvayamos mucho a la mano a no nos dejar enseñorear de aquellaafección. Amemos las virtudes y lo bueno interior, y siempre conestudio traigamos cuidado de apartarnos de hacer caso de esto exterior. 8. No consintamos, ¡oh hermanas!, que sea esclava de nadie nuestravoluntad, sino del que la compró por su sangre; miren que, sin entendercómo, se hallarán asidas, que no se puedan valer. ¡Oh, válgame Dios!,las niñerías que vienen de aquí no tienen cuento. Y porque son tanmenudas -que sólo las que lo ven lo entenderán y creerán- no hay paraqué decirlas aquí, mas de que en cualquiera será malo y en la preladapestilencia. 9. En atajar estas parcialidades es menester gran cuidado desde elprincipio que se comience la amistad; esto más con industria y amorque con rigor. Para remedio de esto es gran cosa no estar juntas sino lashoras señaladas, ni hablarse, conforme a la costumbre que ahorallevamos, que es no estar juntas, como manda la Regla, sino cada unaapartada en su celda. Líbrense en San José de tener casa de laborporque, aunque es loable costumbre, con más facilidad se guarda elsilencio cada una por sí, y acostumbrarse a soledad es gran cosa para laoración; y pues éste ha de ser el cimiento de esta casa, es menestertraer estudio en aficionarnos a lo que a esto más nos ayuda. 10. Tornando a el amarnos unas a otras, parece cosa impertinenteencomendarlo, porque ¿qué gente hay tan bruta que, tratándosesiempre y estando en compañía y no habiendo de tener otrasconversaciones ni otros tratos ni recreaciones con personas de fuera de

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casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a Él, pues por Su Majestad lodejan todo, que no cobre amor? En especial, que la virtud siempreconvida a ser amada; y ésta, con el favor de Dios, espero en SuMajestad siempre la habrá en las de esta casa. Así que en esto no hayque encomendar mucho, a mi parecer. 11. En cómo ha de ser este amarse y qué cosa es amor virtuoso -elque yo deseo haya aquí- y en qué veremos tenemos esta virtud (que esbien grande, pues nuestro Señor tanto nos la encomendó y tanencargadamente a sus Apóstoles), de esto querría yo ahora decir unpoquito conforme a mi rudeza. Y si en otros libros tan menudamente lohallaréis, no toméis nada de mí, que por ventura no sé lo que digo. 12. De dos maneras de amor es lo que trato: una es espiritual,porque ninguna cosa parece toca a la sensualidad ni la ternura denuestra naturaleza, de manera que quite su puridad; otra es espiritual, yjunto con ella nuestra sensualidad y flaqueza o buen amor, que parecelícito, como el de los deudos y amigos; de éste ya queda algo dicho. 13. Del que es espiritual, sin que intervenga pasión ninguna, quieroahora hablar, porque, en habiéndola, va todo desconcertado esteconcierto; y si con templanza y discreción tratamos personas virtuosas,especialmente confesores, es provechoso. Mas si en el confesor seentendiere va encaminado a alguna vanidad, todo lo tengan porsopechoso y, en ninguna manera, aunque sean buenas pláticas, lastengan con él, sino, con brevedad, confesar y concluir. Y lo mejor seríadecir a la prelada que no se halla bien su alma con él y mudarle; esto eslo más acertado, si se puede hacer sin tocarle en la honra. 14. En caso semejante y otros que podría el demonio en cosasdificultosas enredar y no se sabe qué consejo tomar, lo más acertadoserá procurar hablar alguna persona que tenga letras -que, habiendonecesidad, se da libertad para ello- y confesarse con él y hacer lo que ledijere en el caso; porque, ya que no se pueda dejar de dar algún medio,se podía errar mucho; ¡y cuántos yerros pasan en el mundo por nohacer las cosas con consejo, en especial en lo que toca a dañar a nadie!Dejar de dar algún medio no se sufre; porque cuando el demoniocomienza por aquí, no es por poco, si no se ataja con brevedad; y así,

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lo que tengo dicho de procurar hablar con otro confesor es lo másacertado, si hay disposición, y espero en el Señor sí habrá. 15. Miren que va mucho en esto, que es cosa peligrosa y un infiernoy daño para todas. Y digo que no aguarden a entender mucho mal, sinoque al principio lo atajen por todas las vías que pudieren y entendieren;con buena conciencia lo pueden hacer. Mas espero yo en el Señor nopermitirá que personas que han de tratar siempre en oración puedantener voluntad sino a quien sea muy siervo de Dios; que esto es muycierto, o lo es que no tienen oración ni perfección conforme a lo queaquí se pretende; porque, si no ven que entiende su lenguaje y esaficionado a hablar en Dios, no le podrán amar, porque no es susemejante; si lo es, con las poquísimas ocasiones que aquí habrá, o serámuy simple, o no querrá desasosegarse y desasosegar a las siervas deDios. 16. Ya que he comenzado a hablar en esto, que -como he dicho- esgran daño el que el demonio puede hacer, y muy tardío en entenderse,y así se puede ir estragando la perfección sin saber por dónde; porque,si éste quiere dar lugar a vanidad por tenerla él, lo hace todo poco aunpara las otras. Dios nos libre, por quien Su Majestad es, de cosassemejantes: a todas las monjas bastaría a turbar, porque sus concienciasles dice al contrario de lo que el confesor; y si las aprietan en quetengan uno solo, no saben qué hacer ni cómo sosegarse; porque quienlo había de quietar y remediar es quien hace el daño. Hartas afliccionesdebe haber de éstas en algunas partes; me hace gran lástima, y así no osespantéis ponga mucho en daros a entender este peligro.

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Capítulo 5Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean

letrados

1. No dé el Señor a probar a nadie en esta casa el trabajo que quedadicho, por quien Su Majestad es, de verse alma y cuerpo apretadas.¡Oh, que si la prelada está bien con el confesor! ¡Que ni a él de ella, nia ella de él no osan decir nada! Aquí vendrá la tentación de dejar deconfesar pecados muy graves, por miedo de no estar en desasosiego.¡Oh, válgame Dios, qué daño puede hacer aquí el demonio y qué caroles cuesta el apretamiento y honra! Que porque no traten más de unconfesor, piensan granjean gran cosa de religión y honra delmonasterio, y ordena por esta vía el demonio coger las almas, como nopuede por otra. Si piden otro, luego les parece va perdido el conciertode la religión. ¡Oh, que si no es de la Orden!, aunque sea un santo, auntratar con él les parece les hace afrenta. 2. Esta santa libertad pido yo, por amor del Señor, a la que estuvierepor mayor; procure siempre con el obispo o provincial que, sin losconfesores ordinarios, procure algunas veces tratar ella y todas ycomunicar sus almas con personas que tengan letras, en especial si losconfesores no las tienen, por buenos que sean. Son gran cosa letraspara dar en todo luz. Será posible hallar lo uno y lo otro junto enalgunas personas; y mientras más merced el Señor os hiciere en laoración, es menester más ir bien fundadas sus obras y oración. 3. Ya sabéis que la primera piedra ha de ser buena conciencia y contodas vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales y seguir lo másperfecto. Parecerá que esto cualquier confesor lo sabe, y es engaño. Amí me acaeció tratar con uno cosas de conciencia, que había oído todoel curso de Teología, y me hizo harto daño en cosas que me decía noeran nada; y sé que no pretendía engañarme -ni tenía para qué-, sinoque no supo más; y con otros dos o tres, sin éste, me acaeció. 4. Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con

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perfección es todo nuestro bien; sobre ésta asienta bien la oración; sineste cimiento fuerte, todo el edificio va falso, si no les dieren libertadpara confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes alo que he dicho. Y me atrevo más a decir que, aunque el confesor lotenga todo, algunas veces se haga lo que digo; porque ya puede ser élse engañe, y es bien no se engañen todas por él; procurando siempre nosea cosa contra la obediencia -que medios hay para todo y vale muchoa las almas- y así es bien, por las maneras que pudiere, lo procure. 5. Todo esto que he dicho toca a la prelada; y así, la torno a pedirque, pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma,procure en esto su consolación; que hay diferentes caminos por dondelleva Dios y no por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo asegurono les falten personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas,si ellas son las que han de ser, aunque seáis pobres; que el que lassustenta los cuerpos despertará y pondrá voluntad a quien con ella déluz a sus almas, y se remedia este mal, que es el que yo temo; quecuando el demonio tentase al confesor en engañarle en alguna doctrina,como sepa trata con otros, se irá a la mano y mirará mejor en todo loque hace. Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no la tendrá enesta casa; y, así, pido por amor del Señor al obispo que fuere que deje alas hermanas esta libertad y que no se la quite, cuando las personasfueran tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugartan chico como éste. 6. Esto que aquí he dicho lo tengo visto y entendido y tratado conpersonas doctas y santas, que han mirado lo que más convenía a estacasa, para que la perfección de esta casa fuese adelante; y entre lospeligros -que en todo le hay mientras vivimos- éste hallamos ser elmenor. Y que nunca haya vicario que tenga mano de entrar y salir, niconfesor que tenga esta libertad, sino que éstos sean para celar elrecogimiento y honestidad de la casa y aprovechamiento interior yexterior, para decirlo al prelado cuando hubiere falta; mas no que sea élel superior. 7. Y esto es lo que se hace ahora, y no sólo por mi parecer; porque

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el obispo que ahora tenemos, debajo de cuya obediencia estamos (que,por causas muchas que hubo, no se dio la obediencia a la Orden) que espersona amiga de toda religión y santidad y gran siervo de Dios -sellama don Álvaro de Mendoza, de gran nobleza de linaje y muyaficionado a favorecer esta casa de todas maneras-, hizo juntarpersonas de letras y espíritu y experiencia para este punto, y se vino adeterminar esto. Razón será que los prelados que vinieren se lleguen a este parecer,pues por tan buenos está determinado y con hartas oraciones pedido alSeñor alumbrase lo mejor, y, a lo que se entiende hasta ahora, ciertoesto lo es. El Señor sea servido llevarlo siempre adelante como más seapara su gloria, amén.

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Capítulo 6Torna a la materia que comenzó del amor perfecto

1. Harto me he divertido, mas importa tanto lo que queda dicho, quequien lo entendiere no me culpará. Tornemos ahora al amor que es bieny lícito nos tengamos; del que digo es puro espiritual. No sé si sé loque me digo; al menos me parece no es menester mucho hablar en él,porque le tienen pocos. A quien el Señor se le hubiere dado, alábelemucho, porque debe ser de grandísima perfección; en fin, quiero trataralgo de él. Por ventura hará algún provecho, que poniéndonos delantede los ojos la virtud, se aficiona a ella quien la desea y pretende ganar. 2. Plega a Dios yo sepa entenderle, cuanto más decirle, que ni creosé cuál es espiritual, ni cuando se mezcla sensual, ni sé cómo me pongoa hablar en ello. Es como quien oye hablar de lejos, que no entiende loque dicen; así soy yo, que algunas veces no debo entender lo que digoy quiere el Señor sea bien dicho; si otras fuere dislate, es lo más naturala mí no acertar en nada. 3. Me parece ahora a mí que cuando una persona la ha llegado Diosa claro conocimiento de lo que es el mundo, y qué cosa es mundo, yque hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo otro, y quelo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o a lacriatura -esto visto por experiencia, que es otro negocio que sólopensarlo y creerlo-, o ver y probar qué se gana con lo uno y se pierdecon lo otro, y qué cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otrasmuchas cosas que el Señor enseña a quien se quiere dar a ser enseñadode Él en la oración, o a quien Su Majestad quiere, que aman muydiferentemente de los que no hemos llegado aquí. 4. Podrá ser, hermanas, que os parezca tratar en esto impertinente yque digáis que estas cosas que he dicho ya todas las sabéis. Plega alSeñor sea así que lo sepáis de la manera que hace al caso, imprimidoen las entrañas; pues si lo sabéis, veréis que no miento en decir que aquien el Señor llega aquí tiene este amor.

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Son estas personas, que Dios las llega a este estado, almasgenerosas, almas reales; no se contentan con amar cosa tan ruin comoestos cuerpos, por hermosos que sean, por muchas gracias que tengan,bien que place a la vista y alaban al Criador; mas para detenerse enello, no. Digo detenerse, de manera que por estas cosas los tenganamor; les parecería que aman cosa sin tomo y que se ponen a querersombra; se correrían de sí mismos y no tendrían cara, sin gran afrentasuya, para decir a Dios que le aman. 5. Me diréis: «esos tales no sabrán querer ni pagar la voluntad quese les tuviere». Al menos se les da poco de que se la tengan, ya que depresto algunas veces el natural lleva a holgarse de ser amados, entornando sobre sí ven que es disparate, si no son personas que las ha deaprovechar su alma o con doctrina o con oración. Todas las otrasvoluntades les cansan, que entienden ningún provecho les hace y lespodría dañar; no porque las dejan de agradecer y pagar conencomendarlos a Dios. Tómanlo como cosa que echan carga al Señorlos que las aman, que entienden viene de allí, porque en sí no lesparece que hay qué querer, y luego les parece las quieren porque lasquiere Dios, y dejan a Su Majestad lo pague y se lo suplican, y con estoquedan libres, que les parece no les toca. Y, bien mirado, si no es conlas personas que digo que nos pueden hacer bien para ganar bienesperfectos, yo pienso algunas veces cuán gran ceguedad se trae en estequerer que nos quieran. 6. Ahora noten que, como el amor, cuando de alguna persona lequeremos, siempre se pretende algún interés de provecho o contentonuestro, y estas personas perfectas ya todos los tienen debajo de lospies los bienes que en el mundo les pueden hacer y regalos; loscontentos ya están de suerte que, aunque ellos quieran -a manera dedecir-, no le pueden tener que lo sea fuera de con Dios o en tratar deDios. Pues ¿qué provecho les puede venir de ser amados? 7. Como se les representa esta verdad, de sí mismos se ríen de lapena que algún tiempo les ha dado si era pagada o no su voluntad.Aunque sea buena la voluntad, luego nos es muy natural querer serpagada. Venido a cobrar esta paga, es en pajas, que todo es aire y sin

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tomo, que se lo lleva el viento; porque, cuando mucho nos hayanquerido, ¿qué es esto que nos queda? Así que, si no es para provechode su alma con las personas que tengo dichas -porque ven ser talnuestro natural que, si no hay algún amor, luego se cansan- no se les damás ser queridas que no. Os parecerá que estos tales no quieren anadie, ni saben, sino a Dios. 8. También os parecerá que si no aman por las cosas que ven, que¿a qué se aficionan? Verdad es que lo que ven aman y a lo que oyen se aficionan; mas esa cosas que ven son estables. Luego éstos, si aman, pasan por loscuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si nolo hay y ven algún principio o disposición para que, si cavan, hallaránoro en esta mina, si la tienen amor, no les duele el trabajo; ningunacosa se les pone delante que de buena gana no la hiciesen por el biende aquel alma, porque desean durar en amarla, y saben muy bien que sino tiene bienes y ama mucho a Dios, que es imposible. Y digo que esimposible, aunque más la obligue y se muera queriéndola y la hagatodas las buenas obras que pueda y tenga todas las gracias denaturaleza juntas; no tendrá fuerza la voluntad, ni la podrá hacer estarcon asiento. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no leecharán dado falso. Ve que no son para en uno y que es imposibledurar a quererse el uno al otro; porque es amor que se ha de acabar conla vida, si el otro no va guardando la ley de Dios, y entiende que no leama y que han de ir a diferentes partes. 9. Y este amor que sólo acá dura, alma de éstas a quien el Señor yaha infundido verdadera sabiduría, no le estima en más de lo que vale,ni en tanto; porque para los que gustan de gustar de cosas del mundo,deleites y honras y riquezas, algo valdrá, si es rico o tiene partes, paradar pasatiempo y recreación; mas quien todo esto aborrece ya, poco ononada se le dará de aquello. Ahora, pues, aquí -si tiene amor- es lapasión para hacer esta alma ame a Dios para ser amada de Él, porque -como digo- sabe que no ha de durar en quererla. Es amor muy a sucosta; no deja de poner todo lo que puede porque se aproveche;perdería mil vidas por un pequeño bien suyo. ¡Oh, precioso amor, que

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va imitando al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!

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Capítulo 7En que trata de la misma materia de amor espiritual y da

algunos avisos para ganarle

1. Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué de lágrimascuesta, qué de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar atodos los que piensa le han de aprovechar con Dios para que se leencomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no le veaprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algoatrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come, ni duerme, sinocon este cuidado, y siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha deperder y si se han de apartar para siempre; que la muerte de acá no latienen en nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va deentre las manos sin poderla asir. Es -como he dicho- amor sin poco ni mucho de interés propio; todolo que desea y quiere es ver rica aquella alma de bienes del cielo. Estaes voluntad, y no estos quereres de por acá desastrados, aun no digo losmalos, que de esos Dios nos libre. 2. En cosa que es infierno no hay que nos cansar en decir mal, queno se puede encarecer el menor mal de él. Éste no hay para qué tomarlenosotras, hermanas, en la boca, ni pensar le hay en el mundo, en burlasni en veras oírle, ni consentir que delante de vosotras se trate ni cuentede semejantes voluntades -para ninguna cosa es bueno y podría dañaraun oírlo-, sino de estotros lícitos -como he dicho- que nos tenemosunas a otras, o de deudos y amigas. Toda la voluntad es que no se nosmuera; si les duele la cabeza, parece nos duele el alma; si los vemoscon trabajos, no queda -como dicen- paciencia; todo de esta manera. 3. Estotra voluntad no es así. Aunque con la flaqueza natural sesienta algo de presto, luego la razón mira si es bien para aquel alma, sise enriquece más en virtud y cómo lo lleva, el rogar a Dios la dépaciencia y merezca en los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna penasiente, antes se alegra y consuela; bien que lo pasaría de mejor gana

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que vérselo pasar, si el mérito y ganancia que hay en padecer pudiesetodo dársele, mas no para que se inquiete ni desasosiegue. 4. Torno otra vez a decir que se parece y va imitando este amor alque nos tuvo el buen amador Jesús; y así aprovechan tanto, porque no

querrían ellos sino abrazar todos los trabajos, y que los otros, sintrabajar, se aprovechasen de ellos. Así ganan muy mucho los quetienen su amistad; y crean que, o los dejarán de tratar -con particularamistad digo-, o acabarán con nuestro Señor que vayan por su camino,pues van a una tierra, como hizo santa Mónica con san Agustín. No lessufre el corazón tratar con ellos doblez, porque si les ven torcer elcamino, luego se lo dicen, o algunas faltas; no pueden consigo acabarotra cosa. Y como de esto no se enmendarán ni tratan de lisonja conellos ni disimularles nada, o ellos se enmendarán o apartarán de laamistad; porque no podrán sufrirlo, ni es de sufrir; para el uno y para elotro es continua guerra, con andar descuidados de todo el mundo y notrayendo cuenta si sirven a Dios o no, porque sólo consigo mismo latienen; con sus amigos no hay poder hacer esto ni se les encubre cosa;las motitas ven. Digo que traen bien pesada cruz. 5. Esta manera de amar es la que yo querría tuviésemos nosotras;aunque a los principios no sea tan perfecta, el Señor la iráperfeccionando. Comencemos en los medios, que aunque lleve algo deternura, no dañará, como sea en general. Es bueno y necesario algunas veces mostrar ternura en la voluntad,y aun tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades de lashermanas, aunque sean pequeños; que algunas veces acaece dar unacosa muy liviana tan gran pena como a otra daría un gran trabajo, y apersonas que tienen de natural apretarle mucho pocas cosas. Si vos letenéis al contrario, no os dejéis de compadecer; y por ventura quierenuestro Señor reservarnos de esas penas y las tendremos en otras cosas,y de las que para nosotras son graves -aunque de suyo lo sean-, para laotra serán leves. Así que en estas cosas no juzguemos por nosotras, ninos consideremos en el tiempo que, por ventura sin trabajo nuestro, elSeñor nos ha hecho más fuertes, sino considerémonos en el tiempo quehemos estado más flacas.

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6. Mirad que importa este aviso para sabernos condoler de lostrabajos de los prójimos, por pequeños que sean, en especial a almas delas que quedan dichas; que ya éstas, como desean los trabajos, todo seles hace poco, y es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando eraflaca y ver que, si no lo es, no viene de ella; porque podría por aquí eldemonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entenderes perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado y andardespiertas, pues él no duerme, y en los que van en más perfección,más; porque son muy más disimuladas las tentaciones, que no se atrevea otra cosa, que no parece se entiende el daño hasta que está ya hecho,si -como digo- no se trae cuidado. En fin, que es menester siemprevelar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas cosasocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración. 7. Procurar también holgaros con las hermanas cuando tienenrecreación, con necesidad de ella, y el rato que es de costumbre,aunque no sea a vuestro gusto; que, yendo con consideración, todo esamor perfecto. Así que es muy bien las unas se apiaden de lasnecesidades de las otras; miren no sea con falta de discreción en cosasque sea contra obediencia. Aunque le parezca áspero dentro en sí loque mandare la prelada, no lo muestre ni dé a entender a nadie, si no lofuere a la misma priora con humildad, que haréis mucho daño; y sabedentender cuáles son las cosas que se han de sentir y apiadar de lashermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, queveáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor ensabérsela sufrir y no espantarse de ella, que así harán las otras las quevos tuviereis, que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; yencomendarla mucho a Dios y procurar hacer vos con gran perfecciónla virtud contraria de la falta que le parece en la otra. Esforzarse enesto, para que enseñe a aquélla por obra lo que por palabra por venturano lo entenderá, ni aprovechará, ni castigo; y esto de hacer una lo queve resplandecer de virtud en otra se pega mucho. Este es un buen aviso,no se os olvide. 8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana quepuede aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras, ir

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muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección suRegla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se puedendecir -que éstas no se usan ni han de usar en esta casa-, tal como «mivida», «mi alma», «mi bien», y otras cosas semejantes, que a las unasllaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas paracon su Esposo, pues tanto han de estar con Él y tan a solas, que de todose habrán menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muyusadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay paraqué. Es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada,ni lo parecieseis, sino varones fuertes; que si ellas hacen lo que es ensí, el Señor las hará tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y quéfácil es a Su Majestad, pues nos hizo de nonada! 9. Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas detrabajo y tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también deholgarse y alabar mucho al Señor del acrecentamiento que viere en susvirtudes. Todas estas cosas, dejado el bien que traen consigo, ayudanmucho a la paz y conformidad de unas con otras, como ahora lo vemospor experiencia, por la bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo llevesiempre adelante, porque sería cosa terrible ser al contrario, y muyrecio de sufrir: pocas y mal avenidas, no lo permita Dios. 10. Si por dicha alguna palabrilla de presto se atravesare, remédieseluego y hagan grande oración; y en cualquiera de estas cosas que dure,o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra -que parece se mehiela la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algúntiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios-,cuando esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean han echado asu Esposo de casa y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues leechan de su casa propia. Clamen a Su Majestad. Procuren remedio;porque, si no le pone confesar y comulgar tan a menudo, teman si hayalgún Judas. 11. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto,atajando mucho los principios, que aquí está todo el daño o remedio; yla que entendiere lo alborota, procure se vaya a otro monasterio, queDios la dará con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia; corten como

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pudieren las ramas; y si no bastare, arranquen la raíz. Y cuando nopudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas cosas tratare;mucho más vale, antes que pegue a todas tan incurable pestilencia.¡Oh, que es gran mal! ¡Dios nos libre de monasterio donde entra! Yomás querría entrase en éste un fuego que nos abrasase a todas. Porque en otra parte creo diré algo más de esto -como en cosa quenos va tanto-, no me alargo más aquí.

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Capítulo 8Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado

interior y exteriormente

1. Ahora vengamos al desasimiento que hemos de tener, porque enesto está el todo, si va con perfección. Aquí digo está el todo; porque,abrazándonos con solo el Criador y no dándosenos nada por todo locriado, Su Majestad infunde de manera las virtudes, que, trabajandonosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho másque pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contratodo el mundo en nuestra defensa. ¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnostodas al Todo sin hacernos partes? Y pues en Él están todos los bienes,como digo, alabémosle mucho, hermanas, que nos juntó aquí adondeno se trata de otra cosa sino de esto. Y así, no sé para qué lo digo, puestodas las que aquí estáis me podéis enseñar a mí, que confieso en estecaso tan importante no tener la perfección como la deseo y entiendoconviene; y en todas las virtudes y lo que aquí digo, lo mismo; que esmás fácil de escribir que de obrar; y aun esto no atinara, porquealgunas veces consiste en experiencia el saberlo decir, y debo atinarpor el contrario de estas virtudes que he tenido. 2. Cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí detodo. ¡Oh, hermanas! entended, por amor de Dios, la gran merced queel Señor ha hecho a las que trajo aquí, y cada una lo piense bien en sí,pues en solas doce quiso Su Majestad fueseis una. ¡Y qué de ellas,mejores que yo, sé que tomaran este lugar de buena gana, y me le dioel Señor a mí, mereciéndole tan mal! ¡Bendito seáis Vos, mi Dios, yalábeos todo lo criado, que esta merced tampoco se puede servir, comootras muchas que me habéis hecho; que darme estado de monja fuegrandísima! Y como lo he sido tan ruin, no os fiasteis, Señor, de mí,porque adonde había muchas juntas buenas no se echara de ver así miruindad hasta que se me acabara la vida, y me trajisteis adonde -por ser

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tan pocas que parece imposible dejarse entender-, porque ande con máscuidado, me quitáis todas las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí,Señor, yo lo confieso, y así he más menester vuestra misericordia, paraque perdonéis la que tuviere. 3. Lo que os pido mucho es que la que viere en sí no es para llevarlo que aquí se acostumbra, lo diga; otros monasterios hay adonde sesirve también el Señor; no turben estas poquitas que aquí Su Majestadha juntado. En otras partes hay libertad para consolarse con deudos;aquí, si alguno[s] se admiten, es para consuelo de los mismos. Mas lamonja que deseare ver deudos para su consuelo, si no son espirituales,téngase por imperfecta; crea no está desasida, no está sana, no tendrálibertad de espíritu, no tendrá entera paz: menester ha médico. Y digoque si no se le quita y sana, que no es para esta casa. 4. El remedio que veo mejor es no verlos hasta que se vea libre y loalcance del Señor con mucha oración. Cuando se vea de manera que lotome por cruz, véalos enhorabuena, que entonces les hará provecho aellos y no daño a sí.

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Capítulo 9Que trata del gran bien que hay en huir los deudos los que

han dejado el mundo, y cuán más verdaderos amigos hallan

1. ¡Oh, si entendiésemos las religiosas el daño que nos viene detratar mucho con deudos, cómo huiríamos de ellos! Yo no entiendo quéconsolación es ésta que dan, aun dejado lo que toca a Dios, sino parasólo nuestro sosiego y descanso. Que de sus recreaciones no podemos -ni es lícito- gozar, y sentir sus trabajos, sí; ninguno dejan de llorar yalgunas veces más que los mismos. A usadas que si algún regalo hacenal cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De eso estáis aquí quitadas, quecomo todo es en común y ninguna puede tener regalo particular, así lalimosna que las hacen es en general, y queda libre de contentarlos poresto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto. 2. Espantada estoy el daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sinoquien lo tuviere por experiencia. ¡Y qué olvidada parece está el día dehoy en las Religiones esta perfección! No sé yo qué es lo que dejamosdel mundo las que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nosapartamos de lo principal, que son los parientes. Viene ya la cosa aestado, que tienen por falta de virtud no querer y tratar mucho losreligiosos a sus deudos, y como que lo dicen ellos y alegan sus razones. 3. En esta casa, hijas, mucho cuidado de encomendarlos a Dios, quees razón; en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos,porque es cosa natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otraspersonas. Yo he sido querida mucho de ellos -a lo que decían- y yo losquería tanto que no los dejaba olvidarme; y tengo por experiencia, enmí y en otras, que, dejados padres (que por maravilla dejan de hacerpor los hijos, y es razón con ellos, cuando tuvieren necesidad deconsuelo -si viéremos no nos hace daño a lo principal-, no seamosextraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos), en lodemás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quienmenos ha ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí.

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4. Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debéis, que nohallaréis mejores deudos que los que Su Majestad os enviare; yo sé quees así, y puestas en esto -como lo vais- y entendiendo que en hacer otracosa faltáis al verdadero amigo y Esposo vuestro, creed que muy enbreve ganaréis esta libertad; y que de los que por sólo Él os quisieren,podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no os faltarán; yen quien no pensáis hallaréis padres y hermanos. Porque como éstospretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden denosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar,cánsanse presto. Y aunque esto no sea en general, es lo más usadoahora en el mundo; porque, en fin, es mundo. Quien dijere otra cosa yque es virtud hacerla, no los creáis; que si dijese todo el daño que traeconsigo, me había de alargar mucho; y porque otros, que saben lo quedicen mejor, han escrito en esto, baste lo dicho. Me parece que, puescon ser tan imperfecta lo he entendido tanto, ¿qué harán los que sonperfectos? 5. Todo este decirnos que huyamos del mundo, que nos aconsejanlos Santos, claro está que es bueno. Pues creedme que lo que -como hedicho- más se apega de él son los deudos y más malo de desapegar. Poreso, hacen bien los que huyen de sus tierras, si les vale, digo; que nocreo va en huir el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace elalma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como allí lo halla todo, loolvida todo; aunque ayuda es apartamos muy grande, hasta que yatengamos conocida esta verdad, que después podrá ser quiera el Señor,por darnos cruz en lo que solíamos tener gusto, que tratemos con ellos.

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Capítulo 10Trata cómo no basta desasirse de lo dicho, si no nos

desasimos de nosotras mismas, y cómo están juntas estavirtud y la humildad

1. Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí con lascondiciones que están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y queno hay que pelear con nada. ¡Oh, hermanas mías!, no os aseguréis ni osechéis a dormir, que será como el que se acuesta muy sosegadohabiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de ladrones y se losdeja en casa; y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamosnosotras mismas; que si no se anda con gran cuidado y cada una -comoen negocio más importante que todos- no se mira mucho en andarcontradiciendo su voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santalibertad de espíritu, que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada detierra y de plomo. 2. Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamientola vanidad que es todo y cuán presto se acaba, para quitar lasafecciones de las cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nuncase ha de acabar. Y aunque parece flaco medio, viene a fortalecermucho el alma. Y en las muy pequeñas cosas traer gran cuidado: enaficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella yvolverle a Dios, y Su Majestad ayuda. Y nos ha hecho gran merced,que en esta casa lo más está hecho, puesto que este apartarnos denosotras mismas y ser contra nosotras es recia cosa, porque estamosmuy juntas y nos amamos mucho. 3. Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud yestotra me parece andan siempre juntas; son dos hermanas que no haypara qué apartarlas. No son éstos los deudos de que yo aviso seaparten, sino que los abracen, y las amen y nunca se vean sin ellas. ¡Oh, soberanas virtudes, señoras de todo lo criado, emperadoras delmundo, libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio,

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tan amadas de nuestro enseñador Cristo, que nunca un punto se vio sinellas! Quien las tuviere bien puede salir y pelear con todo el infiernojunto y contra todo el mundo y sus ocasiones; no haya miedo de nadie,que suyo es el reino de los cielos; no tiene a quien temer, porque nadano se le da de perderlo todo ni lo tiene por pérdida; sólo temedescontentar a su Dios y suplicarle las sustente en ellas, porque no laspierda por su culpa. 4. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que seesconden de quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba decreer que tiene ninguna, aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto, quesiempre anda procurando tenerlas, y las va perfeccionando en sí más,aunque bien se señalan los que las tienen; luego se da a entender a losque los tratan, sin querer ellos. Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación,estando tan loadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantostrabajos suyos! Pues, hijas mías, aquí es el trabajar por salir de tierra deEgipto, que, en hallándolas, hallaréis el maná; todas las cosas os sabránbien; por mal sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harándulces. 5. Ahora, pues, lo primero que hemos de procurar es quitar denosotras el amor de este cuerpo; que somos algunas tan regaladas denuestro natural, que no hay poco que hacer aquí, y tan amigas denuestra salud, que es cosa para alabar a Dios la guerra que dan, amonjas en especial, y aun a los que no lo son. Mas algunas monjas noparece que venimos a otra cosa al monasterio, sino a procurar nomorirnos; cada una lo procura como puede. Aquí, a la verdad, poco lugar hay de eso con la obra, mas no querríayo hubiese el deseo. Determinaos, hermanas, que venís a morir porCristo y no a regalaros por Cristo; que esto pone el demonio «que [esmenester] para llevar y guardar la Orden»; y tanto, enhorabuena, sequiere guardar la Orden con procurar la salud para guardarla yconservarla, que se muere sin cumplirla enteramente un mes, ni porventura un día. Pues no sé yo a qué venimos. 6. No hayan miedo nos falte discreción en este caso, por maravilla,

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que luego temen los confesores nos hemos de matar con penitencias. Yes tan aborrecido de nosotras esta falta de discreción, que así locumpliésemos todo. Las que lo hicieren al contrario, yo sé que no seles dará nada de que diga esto, ni a mí de que digan juzgo por mí, quedicen verdad. Tengo para mí que así quiere el Señor seamos másenfermas; al menos a mí me hizo en serlo gran misericordia, porquecomo me había de regalar así como así, quiso que fuese con causa. Pues es cosa donosa las que andan con este tormento que ellasmismas se dan; y algunas veces dales un deseo de hacer penitencias sincamino ni concierto, que duran dos días, a manera de decir; despuéspónelas el demonio en la imaginación que las hizo daño; hácelas temerde la penitencia y no osar después la que manda la Orden, que ya loprobaron. No guardamos unas cosas muy bajas de la Regla, como elsilencio -que no nos ha de hacer mal- y no nos ha dolido la cabeza,cuando dejamos de ir al coro -que tampoco nos mata-, y queremosinventar penitencias de nuestra cabeza para que no podamos hacer louno ni lo otro. Y a las veces es poco el mal y nos parece no estamosobligadas a hacer nada, que con pedir licencia cumplimos. 7. Diréis que por qué la da la priora. A saber lo interior, por venturano [lo] haría; mas como le hacéis información de necesidad y no faltaun médico que ayuda por la misma que vos le hacéis, y una amiga quellore al lado, o parienta, ¿qué ha de hacer? Queda con escrúpulo si faltaen la caridad; quiere más faltéis vos que ella. 8. Estas son cosas que puede ser pasen alguna vez, y porque osguardéis de ellas las pongo aquí; porque, si el demonio nos comienza aamedrentar con que nos faltará la salud, nunca haremos nada. El Señornos dé luz para acertar en todo, amén.

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Capítulo 11Prosigue en la mortificación y dice la que se ha de adquirir

en las enfermedades

1. Cosa imperfecta me parece, hermanas mías, este quejarnossiempre con livianos males; si podéis sufrirlo, no lo hagáis. Cuando esgrave el mal, él mismo se queja; es otro quejido y luego se parece.Mirad que sois pocas y, si una tiene esa costumbre, es para traerfatigadas a todas, si os tenéis amor y hay caridad; sino que la queestuviere de mal que sea de veras, lo diga y tome lo necesario; que siperdéis el amor propio, sentiréis tanto cualquier regalo, que no hayáismiedo le toméis sin necesidad ni os quejéis sin causa. Cuando la hay,sería muy peor no decirlo que tomarle sin ella, y muy malo si no osapiadasen. 2. Mas de eso, a buen seguro, que adonde hay caridad y tan pocas,que nunca falte el cuidado de curaros. Mas unas flaquezas y malecillosde mujeres, olvidaos de quejarlas, que algunas veces pone el demonioimaginación de esos dolores; quítanse y pónense. Si no se pierde lacostumbre de decirlo y quejaros de todo, si no fuere a Dios, nuncaacabaréis. Porque este cuerpo tiene una falta: que mientras más leregalan, más necesidades descubre. Es cosa extraña lo que quiere serregalado; y como tiene aquí algún buen color, por poca que sea lanecesidad, engaña a la pobre del alma para que no medre. 3. Acordaos qué de pobres enfermos habrá que no tengan a quiénquejarse; pues pobres y regaladas, no lleva camino. Acordaos tambiénde muchas casadas -yo sé que las hay- y personas de suerte que congraves males, por no dar enfado a sus maridos, no se osan quejar, y congraves trabajos. Pues, ¡pecadora de mí!, sí que no venimos aquí a sermás regaladas que ellas. ¡Oh, que estáis libres de grandes trabajos delmundo, sabed sufrir un poquito, por amor de Dios, sin que lo sepantodos! Pues es una mujer muy mal casada, y porque no [lo] sepa sumarido [no] lo dice y [no] se queja, pasa mucha malaventura sin

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descansar con nadie, ¿y no pasaremos algo entre Dios y nosotras de losmales que nos da por nuestros pecados? ¡Cuanto más que es nonada loque se aplaca el mal! 4. En todo esto que he dicho, no trato de males recios, cuando haycalentura mucha -aunque pido haya moderación y sufrimiento siempre-, sino unos malecillos que se pueden pasar en pie. Mas ¿qué fuera siéste se hubiera de ver fuera de esta casa?, ¿qué dijeran todas las monjasde mí? Y ¡qué de buena gana, si alguna se enmendara, lo sufriera yo!Porque, por una que haya de esta suerte, viene la cosa a términos que,por la mayor parte, no creen a ninguna, por graves males que tenga. Acordémonos de nuestros Padres santos pasados, ermitaños, cuyavida pretendemos imitar: ¡qué pasarían de dolores -y qué a solas- y defríos y hambre y sol y calor, sin tener a quién quejarse sino a Dios!¿Pensáis que eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Ycreed, hijas, que, en comenzando a vencer estos corpezuelos, no noscansan tanto. Hartas habrá que miren lo que es menester; descuidaos devosotras, si no fuere a necesidad conocida. Si no nos determinamos atragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada. 5. Procurad de no temerla y dejaros toda en Dios, venga lo queviniere. ¿Qué va en que muramos? De cuantas veces nos ha burlado elcuerpo, ¿no burlaríamos alguna de él? Y creed que esta determinaciónimporta más de lo que podemos entender; porque de muchas veces quepoco a poco lo va[ya]mos haciendo, con el favor del Señor,quedaremos señoras de él. Pues vencer un tal enemigo es gran negociopara pasar en la batalla de esta vida. Hágalo el Señor como puede. Biencreo no entiende la ganancia sino quien ya goza de la victoria, que estan grande -a lo que creo-, que nadie sentiría pasar trabajo por quedaren este sosiego y señorío.

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Capítulo 12Trata de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero

amador de Dios, y la honra

1. Vamos a otras cosas que también importan harto, aunque parecenmenudas. Trabajo grande parece todo -y con razón-, porque es guerracontra nosotros mismos; mas comenzándose a obrar, obra Dios tantoen el alma y la hace tantas mercedes, que todo le parece poco cuanto sepuede hacer en esta vida. Y pues las monjas hacemos lo más, que esdar la libertad por amor de Dios poniéndola en otro poder, y pasantantos trabajos, ayunos, silencio, encerramiento, servir el coro, que pormucho que nos queramos regalar es alguna vez, y por ventura sola yoen muchos monasterios que he visto, pues ¿por qué nos hemos dedetener en mortificar lo interior, pues en esto está el ir todo estotromuy más meritorio y perfecto y después obrarlo con más suavidad ydescanso? Esto se adquiere con ir -como he dicho- poco a poco, nohaciendo nuestra voluntad y apetito, aun en cosas menudas, hastaacabar de rendir el cuerpo al espíritu. 2. Torno a decir que está el todo o gran parte en perder cuidado denosotros mismos y nuestro regalo; que quien de verdad comienza aservir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida; pues le hadado su voluntad, ¿qué teme? Claro está que si es verdadero religioso overdadero orador, y pretende gozar regalos de Dios, que no ha devolver las espaldas a desear morir por él y pasar martirio. Pues ¿ya nosabéis, hermanas, que la vida del buen religioso, y que quiere ser de losallegados y amigos de Dios, es un largo martirio? Largo, porque paracompararle a los que de presto los degollaban, se puede llamar largo;mas toda es corta la vida y algunas cortísimas. ¿Y qué sabemos siseremos de tan corta, que desde una hora o momento que nosdeterminemos a servir del todo a Dios se acabe? Posible sería; que, enfin, todo lo que tiene fin no hay que hacer caso de ello; y, pensandoque cada hora es la postrera, ¿quién no la trabajará? Pues creedme que

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pensar esto es lo mas seguro. 3. Por eso, mostrémonos a contradecir en todo nuestra voluntad; quesi traéis cuidado -como he dicho-, sin saber cómo, poco a poco oshallaréis en la cumbre. Mas ¡qué gran rigor parece decir no noshagamos placer en nada, como no se dice qué gustos y deleites traeconsigo esta contradicción y lo que se gana con ella! Aun en esta vida,¡qué seguridad! Aquí, como todas lo usáis, estáse lo más hecho; unas aotras se despiertan y ayudan; en esto ha cada una procurar ir adelantede las otras. 4. En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especialsi tocan en mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensarpara detenerse en ello: «si soy más antigua», «si he más años», «si hetrabajado más», «si tratan a la otra mejor». Estos pensamientos, sivinieren, es menester atajarlos con presteza; que si se detienen en elloso lo ponen en plática, es pestilencia y de donde nacen grandes males.Si tuvieren priora que consiente cosas de éstas, por poco que sea, creanpor sus pecados ha permitido Dios la tengan para comenzarse a perder,y hagan gran oración porque dé el remedio, porque están en granpeligro. 5. Podrá ser que digan que «para qué pongo tanto en esto» y «queva con rigor», «que regalos hace Dios a quien no está tan desasido».Yo lo creo, que con su sabiduría infinita ve que conviene para traerlosa que lo dejen todo por Él. No llamo «dejarlo» entrar en Religión, queimpedimentos puede haber, y en cada parte puede el alma perfectaestar desasida y humilde; ello a más trabajo suyo, que gran cosa es elaparejo. Mas créanme una cosa, que si hay punto de honra o dehacienda -y esto también puede haberlo en los monasterios como fuera,aunque más quitadas están las ocasiones y mayor sería la culpa-, que,aunque tengan muchos años de oración -o, por mejor decir,consideración, porque oración perfecta, en fin, quita estos resabios-,que nunca medrarán mucho ni llegarán a gozar el verdadero fruto de laoración. 6. Mirad si os va algo, hermanas, en estas cosas, pues no estáis aquía otra cosa. Vosotras no quedáis más honradas, y el provecho perdido

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para lo que podríais más ganar; así que deshonra y pérdida cabe aquíjunto. Cada una mire en sí lo que tiene de humildad y verá lo que estáaprovechada. Me parece que al verdadero humilde, aun de primermovimiento, no osará el demonio tentarle en cosa de mayorías; porque,como es tan sagaz, teme el golpe. Es imposible, si uno es humilde, queno gane más fortaleza en esa virtud y aprovechamiento, si el demoniole tienta por ahí; porque está claro que ha de dar vuelta sobre su vida, ymirar lo que ha servido con lo que debe al Señor, y las grandezas quehizo en bajarse a sí para dejarnos ejemplo de humildad, y mirar suspecados y adónde merecía estar por ellos. Sale el alma tan gananciosa,que no osa tornar otro día por no ir quebrada la cabeza. 7. Este consejo tomad de mí y no se os olvide; que no sólo en lointerior -que sería gran mal no quedar con ganancia-, mas en lo exteriorprocurad la saquen las hermanas de vuestra tentación; si queréisvengaros del demonio y libraros más presto de la tentación, que asícomo os venga, pidáis a la prelada que os mande hacer algún oficiobajo o, como pudiereis, los hagáis vos y andéis estudiando en estocómo doblar vuestra voluntad en cosas contrarias, que el Señor os lasdescubrirá, y con esto durará poco la tentación. Dios nos libre depersonas que le quieren servir, acordarse de honra. Mirad que es malaganancia, y -como he dicho- la misma honra se pierde con desearla, enespecial en las mayorías, que no hay tóxico en el mundo que así matecomo estas cosas la perfección. 8. Diréis «que son cosillas naturales», «que no hay que hacer caso».No os burléis con eso, que crece como espuma, y no hay cosa pequeñaen tan notable peligro como son estos puntos de honra y mirar si noshicieron agravio. ¿Sabéis por qué, sin otras hartas cosas? Por venturaen una comienza por poco y no es casi nada, y luego mueve el demonioa que al otro le parezca mucho, y aun pensará es carida[d] decirle quecómo consiente aquel agravio, que Dios le dé paciencia, que se loofrezcáis, que no sufriera más un santo. Pone un caramillo en la lenguade la otra, que ya que acabáis con vos de sufrir, quedáis aún tentada devanagloria de lo que no sufristeis con la perfección que se había de

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sufrir. 9. Y es esta nuestra naturaleza tan flaca, que aun diciéndonos queno hay que sufrir, pensamos hemos hecho algo y lo sentimos, ¡cuántomás ver que lo sienten por nosotras! Y así va perdiendo el alma lasocasiones que había tenido para merecer, y queda más flaca y abierta lapuerta al demonio para que otra vez venga con otra cosa peor; y aunpodrá acaecer, aun cuando vos queráis sufrirlo, que vengan a vos y osdirán «que si sois bestia», «que bien es que se sientan las cosas». ¡Oh,por amor de Dios, hermanas mías!, que a ninguna le mueva indiscretacaridad para mostrar lástima de la otra en cosa que toque a estosfingidos agravios, que es como la que tuvieron los amigos del santoJob con él y su mujer.

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Capítulo 13Prosigue en la mortificación, y cómo ha de huir de los

puntos y razones del mundo para llegarse a la verdaderarazón

1. Muchas veces os lo digo, hermanas, y ahora lo quiero dejarescrito aquí, porque no se os olvide, que en esta casa -y aun todapersona que quisiere ser perfecta huya mil leguas de «razón tuve», «mehicieron sinrazón», «no tuvo razón quien esto hizo conmigo»; ¡demalas razones nos libre Dios! ¿Parece que había razón para que nuestrobuen Jesús sufriese tantas injurias y se las hiciesen y tantas sinrazones?La que no quisiere llevar cruz, sino la que le dieren muy puesta enrazón, no sé yo para qué está en el monasterio; tórnese al mundoadonde aun no le guardarán esas razones. ¿Por ventura podéis pasartanto que no debáis más? ¿Qué razón es ésta? Por cierto, yo no laentiendo. 2. Cuando nos hicieren alguna honra o regalo o buen tratamiento,saquemos esas razones, que cierto es contra razón nos le hagan en estavida; mas cuando agravios -que así los nombran sin hacernos agravio-,yo no sé qué hay que hablar. O somos esposas de tan gran Rey, o no. Silo somos, ¿qué mujer honrada hay que no participe de las deshonrasque a su esposo hacen, aunque no lo quiera por su voluntad? En fin, dehonra o deshonra participan entrambos. Pues tener parte en su reino ygozarle, y de las deshonras y trabajos querer quedar sin ninguna parte,es disparate. 3. No nos lo deje Dios querer, sino que la que le pareciere es tenidaentre todas en menos, se tenga por más bienaventurada; y así lo es, silo lleva como lo ha de llevar, que no le faltará honra en esta vida ni enla otra; créanme esto a mí. Mas ¡qué disparate he dicho, que me crean amí, diciéndolo la misma Sabiduría! Parezcámonos, hijas mías, en algoa la gran humildad de la Virgen Sacratísima, cuyo hábito traemos, quees confusión nombrarnos monjas suyas; que por mucho que nos

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parezca nos humillamos, quedamos bien cortas para ser hijas de talMadre y esposas de tal Esposo. Así que, si las cosas dichas no se atajancon diligencia, lo que hoy no parece nada, mañana por ventura serápecado venial; y es de tan mala digestión, que si os dejáis, no quedarásolo; es cosa muy mala para congregaciones. 4. En esto habíamos de mirar mucho las que estamos en ella, por nodañar a las que trabajan por hacernos bien y darnos buen ejemplo. Y sientendiésemos cuán gran daño se hace en que se comience una malacostumbre, más querríamos morir que ser causa de ello; porque esmuerte corporal, y pérdidas en las almas es gran pérdida y que noparece se acaba de perder; porque, muertas unas, vienen otras, y atodas por ventura les cabe más parte de una mala costumbre quepusimos que de muchas virtudes; porque el demonio no la deja caer, ylas virtudes la misma flaqueza natural las hace perder. 5. ¡Oh, qué grandísima caridad haría y que gran servicio a Dios lamonja que en sí viese que no puede llevar las costumbres que hay enesta casa, conocerlo e irse! Y mire que le cumple, si no quiere tener uninfierno acá y plega a Dios no sea otro allá, porque hay muchas causaspara temer esto, y por ventura ella ni las demás no lo entenderán comoyo. 6. Créanme en esto -y si no, el tiempo les doy por testigo-, porque elestilo que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas, sino ermitañas,y así se desasen de todo lo criado, y a quien el Señor ha escogido paraaquí particularmente veo la hace esta merced. Aunque ahora no sea entoda perfección, se ve que va ya a ella por el gran contento que le da yalegría ver que no ha de tornar a tratar con cosa de la vida, y el sabor[en] todas las de la Religión. Torno a decir que si inclina a cosas del mundo, que se vaya, si no seve ir aprovechando; e irse -si todavía quiere ser monja- a otromonasterio; y si no, verá cómo le sucede. No se queje de mí, quecomencé éste, porque no la aviso. 7. Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien secontenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo; setiene muy buena vida; en queriendo algo más, se perderá todo, porque

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no lo puede tener; y alma descontenta es como quien tiene gran hastío,que, por bueno que sea el manjar, la da en rostro, y de lo que los sanostoman gran gusto en comer, le hace asco en el estómago. En otra partese salvará mejor y podrá ser que, poco a poco, llegue a la perfecciónque aquí no pudo sufrir por tomarse por junto. Que aunque en lointerior se aguarde tiempo para del todo desasirse y mortificarse, en loexterior ha de ser luego; y a quien, con ver que todas lo hacen y conandar en tan buena compañía siempre, no le aprovecha en un año, temoque no aprovechará en muchos, más, sino menos. No digo que sea tancumplidamente como en las otras, mas que se entienda va cobrandosalud, que luego se ve cuando el mal es mortal.

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Capítulo 14En que trata lo mucho que importa no dar profesión a

ninguna que vaya contrario su espíritu de las cosas quequedan dichas

1. Bien creo que favorece el Señor mucho a quien bien sedetermina, y, por eso, se ha de mirar qué intento tiene la que entra, nosea sólo por remediarse, como acaecerá a muchas, puesto que el Señorpuede perfeccionar este intento, si es persona de buen entendimiento,que si no, en ninguna manera se tome; porque ni ella se entenderácómo entra, ni después a las que la quisieren poner en lo mejor. Porque-por la mayor parte- quien esta falta tiene siempre les parece atinanmás lo que les conviene que los más sabios; y es mal que le tengo porincurable, porque por maravilla deja de traer consigo malicia. Adondehay muchas se podrá tolerar, y entre tan pocas no se podrá sufrir. 2. Un buen entendimiento, si se comienza a aficionar al bien, se asea él con fortaleza, porque ve es lo más acertado; y cuando noaproveche para mucho espíritu, aprovechará para buen consejo y parahartas cosas, sin cansar a nadie. Cuando éste falta, yo no sé para quépuede aprovechar en comunidad, y podría dañar harto. Esta falta no seve muy en breve, porque muchas hablan bien y entienden mal, y otrashablan corto y no muy cortado, y tienen entendimiento para muchobien. Que hay unas simplicidades santas, que saben poco para negociosy estilo de mundo y mucho para tratar con Dios. Por eso, es menestergran información para tomarlas y larga probación para hacerlasprofesas. Entienda una vez el mundo que tenéis libertad para echarlas,que en monasterio donde hay asperezas, muchas ocasiones hay y,como se use, no lo tendrán por agravio. 3. Digo esto, porque son tan desventurados estos tiempos y tantanuestra flaqueza, que no basta tenerlo por mandamiento de nuestrospasados, para que dejemos de mirar lo que han tomado por honra lospresentes para no agraviar los deudos. Plega a Dios no lo paguemos en

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la otra vida las que las admitimos, que nunca falta un color con que noshacemos entender se sufre hacerlo. 4. Y éste es un negocio que cada una por sí le había de mirar yencomendar a Dios y animar a la prelada, pues es cosa que tantoimporta. Y así suplico a Dios en ello os dé luz, que harto bien tenéis enno recibir dotes, que adonde se toman podría acaecer que, por no tornara dar el dinero -que ya no lo tienen-, dejen el ladrón en casa que lesrobe el tesoro, que no es pequeña lástima. Vosotras, para en este caso,no la tengáis de nadie, porque será dañar a quien pretendéis hacerprovecho.

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Capítulo 15Que trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque

se vean condenar sin culpa

1. Confusión grande me hace lo que os voy a persuadir, porquehabía de haber obrado siquiera algo de lo que os digo en esta virtud; esasí que yo confieso haber aprovechado muy poco. Jamás me parece mefalta una causa para parecerme mayor virtud dar disculpa; comoalgunas veces es lícito y sería mal no hacerlo, no tengo discreción -o,por mejor decir, humildad- para hacerlo cuando conviene. Porque,verdaderamente, es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar,y es gran imitación del Señor que nos quitó todas las culpas. Y así osruego mucho traigáis en esto gran estudio, porque trae consigo grandesganancias; y en procurar nosotras mismas librarnos de culpa, ninguna,ninguna veo, si no es -como digo- en algunos casos que podría causarenojo o escándalo no decir la verdad; esto quien tuviere más discreciónque yo lo entenderá. 2. Creo va mucho en acostumbrarse a esta virtud, o en procuraralcanzar del Señor verdadera humildad, que de aquí debe venir; porqueel verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco yperseguido y condenado sin culpa, aun en cosas graves. Porque, siquiere imitar al Señor, ¿en qué mejor puede que en esto? Que aquí noson menester fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de Dios. 3. Estas virtudes grandes, hermanas mías, querría yo estudiásemosmucho e hiciésemos penitencia, que en demasiadas penitencias yasabéis os voy a la mano, porque pueden hacer daño a la salud, si sonsin discreción. En estotro no hay que temer, porque por grandes quesean las virtudes interiores, no quitan las fuerzas del cuerpo para servirla Religión, sino fortalecen el alma; y de cosas muy pequeñas sepueden -como he dicho otras veces- acostumbrar para salir con victoriaen las grandes. En éstas no he yo podido hacer esta prueba, porquenunca oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque,

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aunque no era en las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otrasmuchas, y me parecía habían hecho harto en dejar aquéllas; y siempreme huelgo yo más que digan de mí lo que no es, que no las verdades. 4. Ayuda mucho traer consideración de lo mucho que se gana portodas vías y cómo nunca -bien mirado- nunca nos culpan sin culpas,que siempre andamos llenas de ellas, pues cae siete veces al día eljusto, y sería mentira decir no tenemos pecado. Así que, aunque no seaen lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como loestaba el buen Jesús. 5. ¡Oh, Señor mío!, cuando pienso por qué de maneras padecisteis ycómo por ninguna lo merecíais, no sé que me diga de mí, ni dónde tuveel seso cuando no deseaba padecer, ni adónde estoy cuando medisculpo. Ya sabéis Vos, Bien mío, que si tengo algún bien, que no esdado por otras manos sino por las vuestras. Pues, ¿qué os va, Señor,más en dar mucho que poco? Si es por no merecerlo yo, tampocomerecía las mercedes que me habéis hecho. ¿Es posible que he yo dequerer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho tantosmales de Vos, que sois bien sobre todos los bienes? No se sufre, no sesufre, Dios mío -ni querría yo lo sufrieseis Vos-, que haya en vuestrasierva cosa que no contente a vuestros ojos. Pues mirad, Señor, que losmíos están ciegos y se contentan de muy poco. Dadme Vos luz y hacedque con verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces os hedejado a Vos, amándome con tanta fidelidad. 6. ¿Qué es esto, mi Dios? ¿Qué pensamos sacar de contentar a lascriaturas? ¿Qué nos va en ser muy culpadas de todas ellas, si delantedel Señor estamos sin culpa? ¡Oh, hermanas mías, que nunca acabamosde entender esta verdad, y así nunca acabaremos de estar perfectas, simucho no la andamos considerando y pensando qué es lo que es y quées lo que no es! Pues cuando no hubiese otra ganancia, sino la confusión que lequedará a la persona que os hubiere culpado de ver que vos sin ella osdejáis condenar, es grandísimo; más levanta una cosa de éstas a lasveces el alma que diez sermones. Pues todas hemos de procurar de serpredicadoras de obras, pues el Apóstol y nuestra inhabilidad nos quita

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que lo seamos en las palabras. 7. Nunca penséis ha de estar secreto el mal o el bien que hiciereis,por encerradas que estéis. ¿Y pensáis que, aunque vos, hija, no osdisculpéis, ha de faltar quien torne de vos? Mirad cómo respondió elSeñor por la Magdalena en casa del Fariseo y cuando su hermana laculpaba. No os llevará por el rigor que a Sí, que ya al tiempo que tuvoun ladrón que tornase por Él, estaba en la cruz; así que Su Majestadmoverá a quien torne por vosotras, y cuando no, no será menester. Estoyo lo he visto y es así, aunque no querría se os acordase, sino que osholgaseis de quedar culpadas, y el provecho que veréis en vuestra alma-el tiempo os doy por testigo-; porque se comienza a ganar libertad yno se da más que digan mal que bien, antes parece es negocio ajeno; yes como cuando están hablando dos personas y, como no es connosotras mismas, estamos descuidadas de la respuesta; así es acá: conla costumbre que está hecha de que no hemos de responder, no parecehablan con nosotras. Parecerá esto imposible a los que somos muy sentidos y pocomortificados. A los principios, dificultoso es; mas yo sé que se puedealcanzar esta libertad y negación y desasimiento de nosotros mismos,con el favor del Señor.

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Capítulo 16De la diferencia que ha de haber en la perfección de la vida

de los contemplativos a los que se contentan con oraciónmental y cómo es posible algunas veces subir Dios un alma

distraída a perfecta contemplación y la causa de ello

1. Así que, hijas, si queréis que os diga el camino para llegar a lacontemplación, sufrid que sea un poco larga en cosas aunque no osparezcan luego tan importantes -aunque, a mi parecer, no lo dejan deser-, y si no las queréis oír ni obrar, quedaos con vuestra oraciónmental toda vuestra vida, que yo os aseguro a vosotras y a todas laspersonas que pretendieren este bien -ya puede ser yo me engañe,porque juzgo por mí que lo procuré veinte años- que no lleguéis averdadera contemplación. 2. Quiero ahora declarar -porque algunas no lo entenderéis- qué esoración mental y plega a Dios que ésta tengamos como se ha de tener;mas también he miedo que se tiene con harto trabajo, si no se procuranlas virtudes, aunque no en tan alto grado como para la contemplaciónson menester. Digo que no vendrá el Rey de la gloria a nuestra alma -digo a estar unido a ella-, si no nos esforzamos a ganar las virtudesgrandes. Lo quiero declarar, porque si en alguna cosa que no seaverdad me tomáis, no creeréis cosa; y tendríais razón si fuese conadvertencia, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber más, o noentenderlo. Quiero, pues, decir que algunas veces querrá Dios apersonas que estén en mal estado hacerles tan gran favor para sacarlaspor este medio de las manos al demonio. 3. ¡Oh, Señor mío, qué de veces os hacemos andar a brazos con eldemonio! ¿No bastara que os dejasteis tomar en ellos cuando os llevóal pináculo, para enseñarnos a vencerle? Mas, ¡qué sería, hijas, verjunto a aquel Sol con las tinieblas y qué temor llevaría aqueldesventurado sin saber de qué, que no permitió Dios lo entendiese!Bendita sea tanta piedad y misericordia, que vergüenza habíamos de

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haber los cristianos de hacerle andar cada día a brazos -como he dicho-con tan sucia bestia. Bien fue menester, Señor, los tuvieseis tan fuertes;mas ¿cómo no os quedaron flacos de tantos tormentos como pasasteisen la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa con amor torna a soldarse! Yasí creo, si quedarais con la vida, el mismo amor que nos tenéis tornaraa soldar vuestras llagas, que no fuera menester otra medicina. ¡Oh,Dios mío, y quién la pusiese tal en todas las cosas que me diesen penay trabajos! Que de buena gana las desearía, si tuviese cierto ser curadacon tal saludable ungüento. 4. Tornando a lo que decía, hay almas que entiende Dios que poreste medio las puede granjear para Sí; ya que las ve del todo perdidas,quiere su Majestad que no quede por Él; y aunque estén en mal estadoy faltas de virtudes, le da gustos y regalos y ternura que la comienza amover los deseos, y aun la pone en contemplación algunas veces,pocas, y dura poco. Y esto -como digo- hace porque las prueba si conaquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces; mas si no sedispone, perdonen -o perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir-, queharto mal es que os lleguéis Vos a un alma de esta suerte y se llegueella después a cosa de la tierra para atarse a ella. 5. Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señorhace esta prueba, y pocos los que se disponen para gozar de estamerced; que cuando el Señor la hace y no queda por nosotros, tengopor cierto que nunca cesa de dar hasta llegar a muy alto grado. Cuandono nos damos a Su Majestad con la determinación que Él se da anosotros, harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos decuando en cuando, como a criados que están en su viña; mas estotrosson hijos regalados, no los querría quitar cabe de sí, ni los quita,porque ya ellos no se quieren quitar; los sienta a su mesa, les da de loque come hasta quitar el bocado de la boca para dársele. 6. ¡Oh, dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh, bienaventurada dejaciónde cosas tan pocas y tan bajas, que llega a tan gran estado! Mirad quése os dará -estando en los brazos de Dios- que os culpe todo el mundo.Poderoso es para libraros de todo, que una vez que mandó hacer elmundo, fue hecho; su querer es obra. Pues no hayáis miedo que, si no

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es para más bien del que le ama, consienta hablar contra vos; no quieretan poco a quien le quiere. Pues ¿por qué, mis hermanas, no lemostraremos nosotras -en cuanto podemos- el amor? Mirad que eshermoso trueco dar nuestro amor por el suyo; mirad que lo puede todoy acá no podemos nada, sino lo que Él nos hace poder. Pues, ¿qué esesto que hacemos por Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es tanto comonada, una determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere SuMajestad que merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas. 7. ¡Oh, Señor! que todo el daño nos viene de no tener puestos losojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa sino al camino, prestollegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos y erramos el camino porno poner los ojos -como digo- en el verdadero camino. Parece quenunca se anduvo, según se nos hace nuevo. Cosa es para lastimar, porcierto, lo que algunas veces pasa. Pues tocar en un puntito de sermenos no se sufre, ni parece se ha de poder sufrir; luego dicen: «¡nosomos santos!» 8. Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfectodecir: «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque nolo somos, es gran bien pensar, si nos esforzamos, lo podríamos ser,dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo que quede por Él, si noqueda por nosotras. Y pues no venimos aquí a otra cosa, manos a [la]labor -como dicen-; no entendamos cosa en que se sirve más el Señorque no presumamos salir con ella, con su favor. Esta presunciónquerría yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener unasanta osadía, que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador depersonas. 9. Mucho me he divertido; quiero tornar a lo que decía, que esdeclarar qué es oración mental y contemplación. Impertinente parece,mas para vosotras todo pasa; podrá ser lo entendáis mejor por migrosero estilo que por otros elegantes. El Señor me dé favor para ello,amén.

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Capítulo 17De cómo no todas las almas son para contemplación ycómo algunas llegan a ella tarde, y que el verdadero

humilde ha de ir contento por el camino que le llevare elSeñor

1. Parece que me voy entrando en la oración y me falta un poco pordecir, que importa mucho, porque es de la humildad y es necesario enesta casa; porque es el ejercicio principal de oración, y -como he dicho-cumple mucho tratéis de entender cómo ejercitaros mucho en lahumildad. Y éste es un gran punto de ella y muy necesario para todaslas personas que se ejercitan en oración: ¿cómo podrá el verdaderohumilde pensar que es él tan bueno como los que llegan a sercontemplativos? Que Dios le puede hacer tal, sí, por su bondad ymisericordia; mas -de mi consejo- siempre se siente en el más bajolugar, que así nos dijo el Señor lo hiciésemos y nos lo enseñó por laobra. Dispóngase para si Dios le quisiere llevar por ese camino; cuandono, para eso es la humildad, para tenerse por dichosa en servir a lassiervas del Señor y alabarle, porque, mereciendo ser sierva de losdemonios en el infierno, la trajo Su Majestad entre ellas. 2. No digo esto sin gran causa, porque -como he dicho- es cosa queimporta mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino; y,por ventura, el que le pareciere va por muy más bajo está más alto a losojos del Señor. Así que, no porque en esta casa todas traten de oraciónhan de ser todas contemplativas; es imposible. Y será grandesconsolación para la que no lo es no entender esta verdad, que estoes cosa que lo da Dios; y pues no es necesario para la salvación, ni noslo pide de premio, no piense que lo pedirá nadie; que por eso no dejaráde ser muy perfecta, si hace lo que queda dicho. Antes podrá ser tengamucho más mérito, porque es a más trabajo suyo y la lleva el Señorcomo a fuerte y la tiene guardado junto todo lo que aquí no goza. Nopor eso desmaye ni deje la oración y de hacer lo que todas, que a las

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veces viene el Señor muy tarde y paga tan bien y tan por junto como enmuchos años ha ido dando a otros. 3. Yo estuve más de catorce que nunca podía tener aun meditaciónsino junto con lección. Habrá muchas personas de este arte, y otrasque, aunque sea con la lección, no puedan tener meditación, sino rezarvocalmente, y aquí se detienen más. Hay pensamientos tan ligeros queno pueden estar en una cosa, sino siempre desasosegados y en tantoextremo que, si quieren detenerle a pensar en Dios, se les va a mildisparates y escrúpulos y dudas. Yo conozco una persona bien vieja, de harto buena vida, penitente ymuy sierva de Dios, y gasta hartas horas -hartos años ha- en oraciónvocal, y en mental no hay remedio; cuando más puede, poco a poco enlas oraciones vocales se va deteniendo. Y otras personas hay hartas deesta manera y, si hay humildad, no creo yo saldrán peor libradas alcabo, sino muy en igual de los que llevan muchos gustos, y con másseguridad en parte; porque no sabemos si los gustos son de Dios o silos pone el demonio. Y si no son de Dios, es más peligro, porque en loque él trabaja aquí es en poner soberbia; que si son de Dios, no hay quetemer; consigo traen la humildad, como escribí muy largo en el otrolibro. 4. Estotros andan con humildad, sospechosos que es por su culpa,siempre con cuidado de ir adelante. No ven a otros llorar una lágrima,que, si ella no las tiene, no le parezca está muy atrás en el servicio deDios, y debe estar por ventura muy más adelante; porque no son laslágrimas, aunque son buenas, todas perfectas; y la humildad ymortificación y desasimiento y otras virtudes, siempre hay másseguridad. No hay que temer, ni hayáis miedo que dejéis de llegar a laperfección como los muy contemplativos. 5. Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa; pues¿qué más queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, quemereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle decomer y servirle y comer a su mesa? Si se estuviera como laMagdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a este divinoHuésped. Pues pensad que es esta Congregación la casa de santa Marta

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y que ha de haber de todo; y las que fueren llevadas por la vida activano murmuren a las que a mucho se embebieren en la contemplación,pues saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que -por lamayor parte- hace descuidar de sí y de todo. 6. Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y téngansepor dichosas en andar sirviendo con Marta; miren que la verdaderahumildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que elSeñor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indignos de llamarsesus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental y vocal y curarenfermos y servir en las cosas de casa y trabajar -sea en lo más bajo-,todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer yrecrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro? 7. No digo yo que quede por nosotras, sino que lo probéis todo,porque no está esto en vuestro escoger, sino en el del Señor; mas sidespués de muchos años quisiere a cada una para su oficio, gentilhumildad será querer vosotras escoger. Dejad hacer al Señor de la casa;sabio es, poderoso es, entiende lo que os conviene y lo que le convienea Él también. Estad seguras que, haciendo lo que es en vosotras y aparejándoospara contemplación con la perfección que queda dicha, que si Él no osla da -lo que creo no dejará de dar, si es de veras el desasimiento yhumildad-, que os tiene guardado este regalo para dároslo junto en elcielo, y que -como otra vez he dicho- os quiere llevar como a fuertes,dándoos acá cruz como siempre Su Majestad la tuvo. ¿Y qué mejoramistad que querer lo que quiso para Sí para vos? Y pudiera ser notuvierais tanto premio en la contemplación. Juicios son suyos, no hayque meternos en ellos; harto bien es que no quede a nuestro escoger,que luego -como nos parece más descanso- fuéramos todos grandescontemplativos. ¡Oh, gran ganancia no querer ganar por nuestroparecer para no temer pérdida, pues nunca permite Dios la tenga elbien mortificado, sino para ganar más!

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Capítulo 18Que prosigue en la misma materia y dice cuánto mayoresson los trabajos de los contemplativos que de los activos.

Es de mucha consolación para ellos

1. Pues yo os digo, hijas, a las que no lleva Dios por este camino,que a lo que he visto y entendido de los que van por él, que no llevan lacruz más liviana y que os espantaríais por las vías y maneras que las daDios. Yo sé de unos y de otros, y sé claro que son intolerables lostrabajos que Dios da a los contemplativos, y son de tal suerte que, si noles diese aquel manjar de gustos, no se podrían sufrir. Y está claro que-pues lo es que a los que Dios mucho quiere lleva por camino detrabajos, y mientras más los ama, mayores- no hay por qué creer quetiene aborrecidos los contemplativos, pues por su boca los alaba y tienepor amigos. 2. Pues creer que admite a su amistad estrecha gente regalada y sintrabajos es disparate. Tengo por muy cierto se los da Dios muchomayores; y así como los lleva por camino barrancoso y áspero -y a lasveces que les parece se pierden y han de comenzar de nuevo a tornarlea andar-, que así ha menester Su Majestad darles mantenimiento, y node agua, sino de vino, para que, emborrachados, no entiendan lo quepasan y lo puedan sufrir. Y así, pocos veo verdaderos contemplativosque no los vea animosos y determinados a padecer; que lo primero quehace el Señor, si son flacos, es ponerles ánimo y hacerlos que no temantrabajos. 3. Creo piensan los de la vida activa, por un poquito que los venregalados, que no hay más que aquello. Pues yo digo que por venturaun día de los que pasan no los pudieseis sufrir. Así que el Señor, comoconoce a todos para lo que son, da a cada uno su oficio, el que más veconviene a su alma y al mismo Señor y al bien de los prójimos; y comono quede por no haberos dispuesto, no hayáis miedo se pierda vuestrotrabajo.

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Mirad que digo que todas lo procuremos, pues no estamos aquí aotra cosa; y no un año, ni dos solos, ni aun diez, porque no parezca lodejemos de cobardes, y es bien que el Señor entienda no queda pornosotras; como los soldados que, aunque mucho hayan servido,siempre han de estar a punto para que el capitán los mande encualquier oficio que quiera ponerlos, pues les ha de dar su sueldo. ¡Ycuán mejor pagado lo paga nuestro Rey que los de tierra! 4. Como los ve presentes y con gana de servir, y tiene ya entendidopara lo que es cada uno, reparte los oficios como ve las fuerzas, y si noestuviesen presentes, no les daría nada ni mandaría en qué sirviesen.Así que, hermanas, oración mental, y quien ésta no pudiere, vocal ylección y coloquios con Dios, como después diré; no se deje las horasde oración que todas; no sabe cuándo llamará al Esposo -no os acaezcacomo a las vírgenes locas- y la querrá dar más trabajo disfrazado congusto; si no, entiendan no son para ello y que les conviene aquello, yaquí entra el merecer con la humildad, creyendo con verdad que aunpara lo que hacen no son. 5. Andar alegres sirviendo en lo que les mandan, como he dicho; ysi es de veras esta humildad, bienaventurada tal sierva de vida activaque no murmurará sino de sí. Deje a las otras con su guerra, que no espequeña. Porque, aunque en las batallas el alférez no pelea, no por esodeja de ir en gran peligro y en lo interior debe de trabajar más quetodos; porque, como lleva la bandera, no se puede defender y, aunquele hagan pedazos, no la ha de dejar de las manos. Así, loscontemplativos han de llevar levantada la bandera de la humildad ysufrir cuantos golpes les dieren sin dar ninguno; porque su oficio espadecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no dejarla de las manos porpeligros en que se vean, ni que vean en él flaqueza en padecer; para esole dan tan honroso oficio. Mire lo que hace, porque si él deja labandera, se perderá la batalla; y así creo que se hace gran daño en losque no están tan adelante, si a los que tienen ya en cuento de capitanesy amigos de Dios les ven no ser sus obras conforme al oficio quetienen. 6 Los demás soldados se van como pueden, y a las veces se apartan

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de donde ven el mayor peligro, y no los echa nadie de ver ni pierdenhonra; estotros llevan todos los ojos en ellos, no se pueden bullir. Asíque bueno es el oficio y honra grande y merced hace el rey a quien leda, mas no se obliga a poco en tomarle. Así que, hermanas, no sabemoslo que pedimos; dejemos hacer al Señor, que hay algunas personas quepor su justicia parece quieren pedir a Dios regalos. ¡Donosa manera dehumildad! Por eso, hace bien el conocedor de todos, que pocas vecescreo lo da a éstos: ve claro que no son para beber el cáliz. 7. Vuestro entender, hijas, si estáis aprovechadas, será en sientendiere cada una es la más ruin de todas (y esto que se entienda ensus obras que lo conoce así, para aprovechamiento y bien de las otras),y no en la que tiene más gustos en la oración y arrobamientos ovisiones o mercedes que hace el Señor de esta suerte, que hemos deaguardar al otro mundo para ver su valor. Estotro es moneda que secorre, es renta que no falta, son juros perpetuos y no censos de al quitar(que estotro se quita y se pone): una virtud grande de humildad ymortificación, de gran obediencia en no ir en un punto contra lo quemanda el prelado, que sabéis verdaderamente que os lo manda Dios,pues está en su lugar. En esto de obediencia es en lo que más había deponer, y por parecerme que, si no la hay, es no ser monjas, no digonada de ello, porque hablo con monjas, y a mi parecer buenas -almenos que lo desean ser-. En cosa tan sabida e importante, no más deuna palabra porque no se olvide. 8. Digo que quien estuviere por voto debajo de obediencia y faltare,no trayendo todo cuidado en cómo cumplirá con mayor perfección estevoto, que no sé para qué está en el monasterio; al menos yo la aseguro,que mientras aquí faltare, que nunca llegue a ser contemplativa, ni aunbuena activa; y esto tengo por muy cierto. Y aunque no sea personaque tiene a esto obligación, si quiere o pretende llegar a contemplación,ha menester, para ir muy acertada, dejar su voluntad con todadeterminación en un confesor que sea tal. Porque esto es ya cosa muysabida, que aprovechan más de esta suerte en un año que sin esto enmuchos, y para vosotras no es menester; no hay que hablar de ello. 9. Concluyo con que estas virtudes son las que yo deseo tengáis,

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hijas mías, y las que procuréis, y las que santamente envidiéis. Esotrasdevociones no curéis de tener pena por no tenerlas; es cosa incierta.Podrá ser en otras personas sean de Dios, y en vos permitirá suMajestad sea ilusión del demonio y que os engañe, como ha hecho aotras personas. En cosa dudosa ¿para qué queréis servir al Señor,teniendo tanto en qué seguro?; ¿quién os mete en esos peligros? 10. Me he alargado tanto en esto porque sé conviene; que estanuestra naturaleza es flaca, y a quien Dios quisiere dar lacontemplación Su Majestad le hará fuerte; a los que no, me he holgadode dar estos avisos, por donde también se humillarán loscontemplativos. El Señor, por quien es, nos dé luz para seguir en todo su voluntad, yno habrá de qué temer.

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Capítulo 19Que comienza a tratar de la oración. Habla con almas que

no pueden discurrir con el entendimiento

1. Ha tantos días que escribí lo pasado sin haber tenido lugar paratornar a ello, que, si no lo tornase a leer, no sé lo que decía. Por noocupar tiempo, habrá de ir como saliere, sin concierto. Para entendimientos concertados y almas que están ejercitadas ypueden estar consigo mismas, hay tantos libros escritos y tan buenos yde personas tales, que sería yerro hicieseis caso de mi dicho en cosa deoración, pues -como digo- tenéis libros tales adonde van por días de lasemana repartidos los misterios de la vida del Señor y de su Pasión ymeditaciones del juicio e infierno y nuestra nonada y lo mucho quedebemos a Dios, con excelente doctrina y concierto para principio y finde la oración. Quien pudiere y tuviere ya costumbre de llevar estemodo de oración, no hay que decir que por tan buencamino el Señor lesacará a puerto de luz y, con tan buenos principios, el fin lo será, ytodos los que pudieren ir por él llevarán descanso y seguridad; porque,atado el entendimiento, se va con descanso. Mas de lo que querríatratar y dar algún remedio, si el Señor quisiese acertase -y si no, almenos que entendáis hay muchas almas que pasan este trabajo, paraque no os fatiguéis las que le tuviereis-, es esto: 2. Hay unas almas y entendimientos tan desbaratados como unoscaballos desbocados, que no hay quien los haga parar; ya van aquí, yavan allí, siempre con desasosiego: es su misma naturaleza, o Dios quelo permite. Les he mucha lástima, porque me parecen como unaspersonas que han mucha sed y ven el agua de muy lejos y, cuandoquieren ir allá, hallan quien las defienda el paso al principio y medio yfin. Acaece que, cuando ya con su trabajo -y con harto trabajo- hanvencido los primeros enemigos, a los segundos se dejan vencer yquieren más morir de sed que beber agua que tanto ha de costar. Se lesacabó el esfuerzo, les faltó ánimo. Y ya que algunos le tienen para

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vencer también los segundos enemigos, a los terceros se les acaba lafuerza, y por ventura no estaban dos pasos de la fuente de agua vivaque dijo el Señor a la Samaritana, que quien la bebiere no tendrá sed. Y¡con cuánta razón y verdad, como dicho de la boca de la mismaVerdad, que no la tendrá de cosa de esta vida, aunque crece muy mayorde lo que acá podemos imaginar de las cosas de la otra por esta sednatural! Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed! Porque entiende elalma su gran valor y, [aunque] es sed penosísima que fatiga, traeconsigo la misma satisfacción con que se mata aquella sed, de maneraque es una sed que no ahoga sino a las cosas terrenas, antes da hartura;de manera que, cuando Dios la satisface, la mayor merced que puedehacer el alma es dejarla con la misma necesidad, y mayor quedasiempre de tornar a beber esta agua. 3. El agua tiene tres propiedades, que ahora se me acuerda que mehacen al caso, que muchas más tendrá. La una es que enfría, que por calor que hayamos, en llegando alagua, se quita; y si hay gran fuego, con ella se mata, salvo si no es dealquitrán, que se enciende más. ¡Oh, válgame Dios, qué maravillas hayen este encenderse más el fuego con el agua, cuando es fuego fuerte,poderoso, no sujeto a los elementos, pues éste, con ser su contrario, nole empece, antes le hace crecer! Mucho valiera aquí poder hablar conquien supiera filosofía, porque, sabiendo las propiedades de las cosas,me supiera declarar, que me voy regalando en ello y no lo sé decir, yaun por ventura no lo sé entender. 4. De que Dios, hermanas, os traiga a beber de esta agua y las queahora lo bebéis, gustaréis de esto y entenderéis cómo el verdaderoamor de Dios -si está en su fuerza, ya libre de cosas de tierra del todo yque vuela sobre ellas- cómo es señor de todos los elementos delmundo. Y como el agua procede de la tierra, no hayáis miedo que mateeste fuego de amor de Dios; no es de su jurisdicción. Aunque soncontrarios, es ya señor absoluto; no le está sujeto. Y así no os espantaréis, hermanas, de lo mucho que he puesto eneste libro para que procuréis esta libertad. ¿No es linda cosa que unapobre monja de San José pueda llegar a señorear toda la tierra y

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elementos? Y ¿qué mucho que los santos hiciesen de ellos lo quequerían, con el favor de Dios? A san Martín, el fuego y las aguas leobedecían; a san Francisco, hasta las aves y los peces; y así a otrosmuchos santos. Se veía claro ser tan señores de todas las cosas delmundo, por haber bien trabajado de tenerle en poco y sujetándose deveras con todas sus fuerzas al Señor de él. Así que -como digo- el aguaque nace en la tierra no tiene poder [contra él]; sus llamas son muyaltas y su nacimiento no comienza en cosa tan baja. Otros fuegos hayde pequeño amor de Dios, que cualquier suceso los matará; mas a ésteno, no. Aunque toda la mar de tentaciones venga, no le harán que dejede arder de manera que no se enseñoree de ellas. 5. Pues si es agua de lo que llueve del cielo, muy menos le matará;no son contrarios, sino de una tierra; no hayáis miedo se hagan mal elun elemento al otro, antes ayuda el uno al otro a su efecto; porque elagua de las lágrimas verdaderas -que son las que proceden enverdadera oración, bien dadas del Rey del cielo- le ayuda a encendermás y hace que dure, y el fuego ayuda al agua a enfriar. ¡Oh, válgame Dios, qué cosa tan hermosa y de tanta maravilla, queel fuego enfría! Sí, y aun hiela todas las afecciones del mundo, cuandose junta con el agua viva del cielo, que es la fuente de donde procedenlas lágrimas que quedan dichas, que son dadas y no adquiridas pornuestra industria. Así que, a buen seguro que no deja calor en ningunacosa del mundo para que se detenga en ellas, si no es para si puedepegar este fuego, que es natural suyo no contentarse con poco, sinoque, si pudiese, abrasaría todo el mundo. 6. Es la otra propiedad limpiar cosas no limpias. Si no hubiese aguapara lavar, ¿qué sería del mundo? ¿Sabéis qué tanto limpia esta aguaviva, esta agua celestial, esta agua clara, cuando no está turbia, cuandono tiene lodo, sino que cae del cielo? Que de una vez que se beba,tengo por cierto deja el alma clara y limpia de todas las culpas; porque-como tengo escrito- no da Dios lugar a que beban de esta agua (que noestá en nuestro querer, por ser cosa muy sobrenatural esta divinaunión), si no es para limpiarla y dejarla limpia y libre del lodo ymiseria en que por las culpas estaba metida.

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Porque otros gustos que vienen por medianería del entendimiento, pormucho que hagan, traen el agua corriendo por la tierra; no lo bebenjunto a la fuente; nunca falta en este camino cosas lodosas en que sedetengan, y no va tan puro ni tan limpio. No llamo yo esta oración -que, como digo, va discurriendo con el entendimiento- «agua viva»,conforme a mi entender, digo. Porque, por mucho que queramos hacer,siempre se pega a nuestra alma, ayudada de este nuestro cuerpo y bajonatural, algo de camino de lo que no querríamos. 7. Me quiero declarar más; estamos pensando qué es el mundo ycómo se acaba todo, para menospreciarlo. Casi sin entendernos, noshallamos metidos en cosas que amamos de él; y deseándolas huir, porlo menos nos estorba un poco pensar cómo fue y cómo será y qué hicey qué haré; y para pensar lo que hace al caso para librarnos, a las vecesnos metemos de nuevo en el peligro. No porque esto se ha de dejar,mas se ha de temer, es menester no ir descuidados. Acá lleva este cuidado el mismo Señor, que no quiere fiarnos denosotros. Tiene en tanto nuestra alma, que no la deja meter en cosasque la puedan dañar por aquel tiempo que quiere favorecerla; sino lapone de presto junto cabe sí y le muestra en un punto más verdades y lada más claro conocimiento de lo que es todo, que acá pudiéramos teneren muchos años. Porque no va libre la vista, nos ciega el polvo, comovamos caminando. Acá nos lleva el Señor al fin de la jornada sinentender cómo. 8. La otra propiedad del agua es que harta y quita la sed; porquesed, me parece a mí, quiere decir deseo de una cosa que nos hace granfalta; que si del todo nos falta, nos mata. Extraña cosa es que si nosfalta, nos mata, y si nos sobra, nos acaba la vida, como se ve morirmuchos ahogados. ¡Oh, Señor mío, y quién se viese tan engolfada enesta agua viva, que se le acabase la vida! Mas ¿no puede ser esto? Sí,que tanto puede crecer el amor y el deseo de Dios, que no lo puedasufrir el sujeto natural, y así ha habido personas que han muerto. Yo séde una que, si no la socorriera Dios presto con esta agua viva tan engran abundancia, que casi la sacaba de sí con arrobamientos. Digo quecasi la sacaban de sí, porque aquí descansa el alma. Parece que,

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ahogada de no poder sufrir el mundo, resucita en Dios y Su Majestad lahabilita para que pueda gozar lo que, estando en sí, no pudiera sinacabarse la vida. 9 Entiéndase de aquí que, como en nuestro Sumo Bien no puedehaber cosa que no sea cabal, todo lo que Él da es para nuestro bien; ypor mucha abundancia de esta agua que dé, no puede haber demasía encosa suya; porque si da mucho, hace -como he dicho- hábil el almapara que sea capaz de beber mucho; como un vidriero que hace lavasija del tamaño que ve es menester, para que quepa lo que quiereechar en ella. En el desearlo -como es de nosotros- nunca va sin falta;si alguna cosa buena lleva, es lo que en él ayuda el Señor. Mas somostan indiscretos que, como es pena suave y gustosa, nunca nospensamos hartar de esta pena; comemos sin tasa, ayudamos como acápodemos a este deseo y, así, algunas veces mata. ¡Dichosa tal muerte!;mas, por ventura, con la vida ayudara a otros para morir por deseo deesta muerte. Y esto creo hace el demonio, porque entiende el daño queha de hacer con vivir; y, así, tienta aquí de indiscretas penitencias paraquitar la salud, y no le va poco en ello. 10. Digo que quien llega a tener esta sed tan impetuosa, que se miremucho, porque crea que tendrá esta tentación; y aunque no muera desed, acabará la salud y dará muestras exteriores -aunque no quiera- quese han de excusar por todas vías. Algunas veces aprovechará poconuestra diligencia, que no podremos todo lo que se quiere encubrir;mas estemos con cuidado, cuando vienen estos ímpetus tan grandes decrecimiento de este deseo, para no añadir en él, sino con suavidadcortar el hilo con otra consideración; que nuestra naturaleza, a veces,podrá ser obre tanto como el amor, que hay personas que cualquiercosa, aunque sea mala, desean con gran vehemencia. Estas no creoserán las muy mortificadas, que para todo aprovecha la mortificación.Parece desatino que cosa tan buena se ataje. Pues no lo es; que yo nodigo se quite el deseo, sino que se ataje, y por ventura será con otro quese merezca tanto. 11. Quiero decir algo para darme mejor a entender. Da un grandeseo de verse ya con Dios y desatado de esta cárcel, como le tenía San

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Pablo: pena por tal causa y que debe en sí ser muy gustosa, no serámenester poca mortificación para atajarla, y del todo no podrá. Mascuando viere aprieta tanto que casi va a quitar el juicio (como yo vi auna persona no ha mucho, y de natural impetuosa, aunque demostradaa quebrar su voluntad -me parece lo ha ya perdido, porque se ve enotras cosas- digo que por un rato, que la vi como desatinada de la granpena y fuerza que se hizo en disimularla), digo que en caso tanexcesivo, aunque fuese espíritu de Dios, tengo por humildad temer,porque no hemos de pensar tenemos tanta caridad que nos pone en tangran aprieto. 12. Y digo que no tendré por malo -si puede, digo, que por venturatodas veces no podrá- que mude el deseo, pensando si vive servirá mása Dios, y podrá ser a alguna alma que se había de perder la dé luz, yque, con servir más, merecerá por donde pueda gozar más de Dios, ytémase lo poco que ha servido. Y son buenos consuelos para tan grantrabajo, y aplacará su pena y ganará mucho, pues, por servir al mismoSeñor, se quiere acá pasar y vivir con su pena. Es como si uno tuvieseun gran trabajo o grave dolor, consolarle con decir «tenga paciencia yse deje en las manos de Dios, y que cumpla en él su voluntad, quedejarnos en ellas es lo más acertado en todo». 13. Y si el demonio ayudó en alguna manera a tan gran deseo, quesería posible, como cuenta -creo- Casiano de un ermitaño deasperísima vida, que le hizo entender se echase en un pozo, porquevería más presto a Dios, yo bien creo que no debía haber servido conhumildad, ni bien; porque fiel es el Señor y no consintiera Su Majestadse cegara en cosa tan manifiesta. Mas está claro; si el deseo fuera deDios, no le hiciera mal: trae consigo la luz y la discreción y la medida.Esto es claro, sino que este adversario, enemigo nuestro, pordondequiera que puede procura dañar; y pues él no anda descuidado,no lo andemos nosotros. Este es punto importante para muchas cosas;así para acortar el tiempo de la oración, por gustosa que sea, cuando seven acabar las fuerzas corporales o hacer daño a la cabeza. En todo esmuy necesario discreción. 14. ¿Para qué pensáis, hijas, que he pretendido declarar el fin y

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mostrar el premio antes de la batalla, con deciros el bien que traeconsigo llegar a beber de esta fuente celestial, de esta agua viva? Paraque no os congojéis del trabajo y contradicción que hay en el camino, yvayáis con ánimo y no os canséis; porque -como he dicho- podrá serque, después de llegadas, que no os falta sino bajaros a beber en lafuente, lo dejéis todo y perdáis este bien, pensando no tendréis fuerzapara llegar a él y que no sois para ello. 15. Mirad que convida el Señor a todos. Pues es la misma Verdad,no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no nos llamara elSeñor a todos y, aunque los llamara, no dijera: «Yo os daré de beber».Pudiera decir: «Venid todos, que, en fin, no perderéis nada; y los que amí me pareciere, yo los daré de beber». Mas como dijo, sin estacondición, «a todos», tengo por cierto que todos los que no se quedarenen el camino, no les faltará esta agua viva. Dénos el Señor, que lapromete, gracia para buscarla como se ha de buscar, por quien SuMajestad es.

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Capítulo 20Trata cómo por diferentes vías nunca falta consolación enel camino de la oración y aconseja a las hermanas de esto

sean sus pláticas siempre

1. Parece que me contradigo en este capítulo pasado de lo que habíadicho; porque, cuando consolaba a los que no llegaban aquí, dije quetenía el Señor diferentes caminos por donde iban a Él, así como habíamuchas moradas. Así lo torno ahora a decir; porque, como entendió SuMajestad nuestra flaqueza, proveyó como quien es. Mas no dijo: «poreste camino vengan unos y por éste otros»; antes fue tan grande sumisericordia, que a nadie quitó procurarse venir a esta fuente de vida abeber. ¡Bendito sea por siempre, y con cuánta razón me lo quitara a mí! 2. Pues no me mandó lo dejase cuando lo comencé e hizo que meechasen en el profundo, a buen seguro que no lo quite a nadie, antespúblicamente nos llama a voces. Mas, como es tan bueno, no nosfuerza; antes da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir,para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed. Porque de estafuente caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros pequeños, yalgunas veces charquitos para niños, que aquello les basta, y más seríaespantarlos ver mucha agua; éstos son los que están a los principios.Así que, hermanas, no hayáis miedo muráis de sed en este camino;nunca falta agua de consolación tan falto que no se pueda sufrir. Y pues esto es así, tomad mi consejo y no os quedéis en el camino,sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estáisaquí a otra cosa, sino a pelear. Y con ir siempre con esta determinaciónde antes morir que dejar de llegar al fin del camino, si os llevare elSeñor con alguna sed en esta vida, en la que es para siempre os darácon toda abundancia de beber y sin temor que os ha de faltar. Plega alSeñor no le faltemos nosotras, amén. 3. Ahora -para comenzar este camino que queda dicho de maneraque no se yerre desde el principio- tratemos un poco de cómo se ha de

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principiar esta jornada, porque es lo que más importa; digo que importael todo para todo. No digo que quien no tuviere la determinación queaquí diré le deje de comenzar, porque el Señor le irá perfeccionando; ycuando no hiciese más de dar un paso, tiene en sí tanta virtud, que nohaya miedo lo pierda ni le deje de ser muy bien pagado. Es -digamos-como quien tiene una cuenta de perdones, que si la reza una vez, gana;y mientras más veces, más; mas si nunca llega a ella, sino que se latiene en el arca, mejor fuera no tenerla. Así que, aunque no vaya después por el mismo camino, lo poco quehubiere andado de él le dará luz para que vaya bien por los otros, y simás andare, más. En fin, tenga cierto que no le hará daño el haberlecomenzado para cosa ninguna, aunque le deje, porque el bien nuncahace mal. Por eso, todas las personas que os trataren, hijas, habiendodisposición y alguna amistad, procurad quitarlas el miedo de comenzartan gran bien; y, por amor de Dios, os pido que vuestro trato seasiempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra oraciónha de ser para provecho de las almas. Y pues esto habéis siempre depedir al Señor, mal parecería, hermanas, no procurarlo de todasmaneras. 4. Si queréis ser buen deudo, ésta es la verdadera amistad; si buenaamiga, entended que no lo podéis ser sino por este camino. Ande laverdad en vuestros corazones, como ha de andar por la meditación, yveréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos. No esya tiempo, hermanas, de juego de niños, que no parece otra cosa estasamistades del mundo, aunque sean buenas; ni haya entre vosotras talplática de «si me queréis», «no me queréis», ni con deudos ni nadie, sino fuere yendo fundadas en un gran fin y provecho de aquel ánima.Que puede acaecer, para que os escuche vuestro deudo o hermano opersona semejante una verdad y la admita, haber de disponerle conestas pláticas y muestras de amor que a la sensualidad siemprecontentan; y acaecerá tener en más una buena palabra -que así lallaman- y disponer más que muchas de Dios, para que después estasquepan. Y, así, yendo con advertencia de aprovechar, no las quito.Mas, si no es para esto, ningún provecho pueden traer y podrán hacer

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daño sin entenderlo vosotras. Ya saben que sois religiosas y quevuestro trato es de oración. No se os ponga delante: «no quiero que metengan por buena», porque es provecho o daño común el que en vosvieren. Y es gran mal a las que tanta obligación tienen de no hablarsino en Dios, como las monjas, les parezca bien disimulación en estecaso, si no fuese alguna vez para más bien. Este es vuestro trato ylenguaje; quien os quisiere tratar, depréndale, y si no, guardaos dedeprender vosotras el suyo: será infierno. 5. Si os tuvieren por groseras, poco va en ello; si por hipócritas,menos. Ganaréis de aquí que no os vea sino quien se entendiere poresta lengua; porque no lleva camino, uno que no sabe algarabía, gustarde hablar mucho con quien no sabe otro lenguaje. Y, así, ni os cansaránni dañarán; que no sería poco daño comenzar a hablar nueva lengua, ytodo el tiempo se os iría en eso. Y no podéis saber, como yo -que lo heexperimentado-, el gran mal que es para el alma; porque, por saber launa, se le olvida la otra y es un perpetuo desasosiego del que en todasmaneras habéis de huir; porque lo que mucho conviene para estecamino que comenzamos a tratar es paz y sosiego en el alma. 6. Si las que os trataren quisieren deprender vuestra lengua, ya queno es vuestro de enseñar, podéis decir las riquezas que se ganan endeprenderla; y de esto no os canséis, sino con piedad y amor y oraciónporque le aproveche, para que, entendiendo la gran ganancia, vaya abuscar maestro que le enseñe; que no sería poca merced que os hicieseel Señor despertar a alguna alma para este bien. Mas ¡qué de cosas se ofrecen en comenzando a tratar de estecamino, aun a quien tan mal ha andado por él como yo! Plega al Señoros lo sepa, hermanas, decir mejor que lo he hecho, amén.

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Capítulo 21Que dice lo mucho que importa comenzar con grandeterminación a tener oración y no hacer caso de los

inconvenientes que el demonio pone

1. No os espantéis, hijas, de las muchas cosas que es menester mirarpara comenzar este viaje divino, que es camino real para el cielo. Segana yendo por él gran tesoro; no es mucho que cueste mucho anuestro parecer. Tiempo vendrá que se entienda cuán nonada es todopara tan gran precio. 2. Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin,que es llegar a beber de esta agua de vida, como han de comenzar, digoque importa mucho, y del todo, una grande y muy determinadadeterminación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere,suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quienmurmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o notenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda elmundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros»,«fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezabamucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que lespodrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menesterestas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría». 3. Esto así lo digo yo, hermanas; y ¡cómo si basta! Siempre es granbien fundar vuestra oración sobre oraciones dichas de tal boca como ladel Señor. En esto tiene razón, que si no estuviese ya nuestra flaquezatan flaca y nuestra devoción tan tibia, no eran menester otrosconciertos de oraciones, ni eran menester otros libros. Y así, me haparecido ahora (pues, como digo, hablo con almas que no puedenrecogerse en otros misterios -que les parece es menester artificio y hayalgunos ingenios tan ingeniosos que nada les contenta-) iré fundandopor aquí unos principios y medios y fines de oración, aunque en cosassubidas no me detendré; y no os podrán quitar libros, que si sois

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estudiosas, y teniendo humildad, no habéis menester otra cosa. 4. Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más laspalabras de los Evangelios que libros muy concertados; en especial, sino era el autor muy aprobado, no los había gana de leer. Allegada,pues, a este Maestro de la Sabiduría, quizá me enseñará algunaconsideración que os contente. No digo que diré declaración de estasoraciones divinas -que no me atrevería y hartas hay escritas; y que nolas hubiera sería disparate-, sino consideración sobre las palabras delPaternóster. Porque algunas veces con muchos libros parece se nospierde la devoción en lo que tanto nos va a tenerla; que está claro queel mismo maestro cuando enseña una cosa toma amor con el discípuloy gusta de que le contente lo que le enseña y le ayuda mucho a que lodeprenda, y así hará este Maestro celestial con nosotras. 5. Por eso, ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni delos peligros que os pintaren. ¡Donosa cosa es que quiera yo ir por uncamino adonde hay tantos ladrones, sin peligros y a ganar un grantesoro! Pues ¡bueno anda el mundo para que os le dejen tomar en paz!;sino que por un maravedí de interés se pondrán a no dormir muchasnoches y a desasosegaros cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a ganar-o a robar, como dice el Señor que le ganan los esforzados-, y porcamino real y por camino seguro, por el que fue nuestro Rey y por elque fueron todos sus escogidos y santos, os dicen hay tantos peligros yos ponen tantos temores, los que van, a su parecer, a ganar este bien sincamino, ¿qué son los peligros que llevarán? 6. ¡Oh, hijas mías!, qué muchos más sin comparación, sino que nolos entienden hasta dar de ojos en el verdadero peligro -cuando no hayquien les dé la mano-, y pierden del todo el agua sin beber poca nimucha, ni de charco ni de arroyo. Pues ya veis, sin gota de esta agua, ¿cómo se pasará camino adondehay tantos con quien pelear? Está claro que al mejor tiempo morirán desed; porque -queramos que no, hijas mías- todos caminamos para estafuente, aunque de diferentes maneras. Pues creedme vosotras y no osengañe nadie en mostraros otro camino sino el de la oración. 7. Yo no hablo ahora en que sea mental o vocal para todos; para

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vosotras digo que lo uno y lo otro habéis menester: este es el oficio delos religiosos. Quien os dijere que esto es peligro, tenedle a él por elmismo peligro y huid de él; y no se os olvide, que por ventura habéismenester este consejo. Peligro será no tener humildad y las otrasvirtudes; mas camino de oración, camino de peligro, nunca Dios talquiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así hasido mañoso a hacer caer a algunos que tenían oración, al parecer. 8. Y mirad qué ceguedad del mundo, que no miran los muchosmillares que han caído en herejías y en grandes males sin tener oración,sino distracción; y entre la multitud de éstos, si el demonio -por hacermejor su negocio- ha hecho caer a algunos que tenían oración, hahecho poner tanto temor a algunos para las cosas de virtud. Estos quetoman este amparo para librarse, guárdense; porque huyen del bienpara librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto: bien parecedel demonio. ¡Oh, Señor mío!, tornad por Vos; mirad que entienden alrevés nuestras palabras. No permitáis semejantes flaquezas en vuestrossiervos. 9. Hay un gran bien: que siempre veréis algunos que os ayuden;porque esto tiene el verdadero siervo de Dios, a quien Su Majestad hadado luz del verdadero camino: que en estos temores le crece más eldeseo de no parar. Entiende claro por dónde va a dar el golpe eldemonio y le hurta el cuerpo y le quiebra la cabeza. Más siente él esto,que cuantos placeres otros le hacen le contentan. Cuando en un tiempode alboroto, en una cizaña que ha puesto -que parece lleva a todos trassí medio ciegos, porque es debajo de buen celo-, levanta Dios uno quelos abra los ojos y diga que miren los ha puesto niebla para no ver elcamino -¡qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombresolo o dos que digan verdad, que muchos juntos!-, tornan poco a pocoa descubrir el camino, les da Dios ánimo. Si dicen que hay peligro enla oración, procura se entienda cuán buena es la oración, si no porpalabras, por obras; si dicen que no es bien a menudo las comuniones,entonces las frecuenta más. Así que, como haya uno o dos que sintemor sigan lo mejor, luego torna el Señor poco a poco a ganar loperdido.

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10. Así que, hermanas, dejaos de estos miedos; nunca hagáis casoen cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiemposde creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida deCristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio detodas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la MadreSanta Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino. Dejaos -como hedicho- de temores adonde no hay que temer. Si alguno os los pusiere,declaradle con humildad el camino. Decid que Regla tenéis que osmanda orar sin cesar -que así nos lo manda- y que la habéis de guardar.Si os dijeren que sea vocalmente, apurad si ha de estar elentendimiento y corazón en lo que decís; si os dijeren que sí -que nopodrán decir otra cosa-, veis adonde confiesan que habéis forzado detener oración mental, y aun contemplación, si os la diere Dios allí.

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Capítulo 22En que declara qué es oración mental

1. Sabed, hijas, que no está la falta, para ser o no ser oración mental,en tener cerrada la boca; si, hablando, estoy enteramente entendiendo yviendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabrasque digo, junto está oración mental y vocal. Salvo si no os dicen queestéis hablando con Dios rezando el Paternóster y pensando en elmundo; aquí callo. Mas si habéis de estar, como es razón se esté,hablando con tan gran Señor, que es bien estéis mirando con quiénhabláis y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza. Porque ¿cómo podéis llamar al rey alteza, ni saber las ceremoniasque se hacen para hablar a un grande, si no entendéis bien qué estadotiene y qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de haceracatamiento, y conforme al uso, porque aun esto es menester tambiénque sepáis; si no, os enviarán para simple y no negociaréis cosa. Pues¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador? ¿Cómo sepuede sufrir? Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado elque tenéis. Cuando en el Credo se dice «vuestro reino no tiene fin»,casi siempre me es particular regalo. Os alabo, Señor, y os bendigopara siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nuncaVos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar conVos, sea sólo con la boca. 2. ¿Qué es esto, cristianos, los que decís no es menester oraciónmental, os entendéis? Cierto que pienso que no os entendéis y, así,queréis desatinemos todos: ni sabéis cuál es oración mental, ni cómo seha de rezar la vocal, ni qué es contemplación; porque, si lo supieseis,no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro. 3. Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal -cuando se me acordare-, porque no os espanten, hijas; que yo sé en quécaen estas cosas; que he pasado algún trabajo en este caso y, así, noquerría que nadie os trajese desasosegadas; que es cosa dañosa ir con

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miedo este camino. Importa mucho entender que vais bien, porque, endiciendo [a] algún caminante que va errado y que ha perdido elcamino, le hacen andar de un cabo a otro, y todo lo que anda buscandopor dónde ha de ir se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde. ¿Quiénpuede decir es mal, si comenzamos a rezar las horas o el rosario, quecomience a pensar con quién va a hablar y quién es el que habla paraver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo muchoque hay que hacer en entender estos dos puntos se hiciese bien, queprimero que comencéis la oración vocal que vais a rezar, ocupéis hartotiempo en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipecon el descuido que a un labrador, o como con una pobre comonosotras, que como quiera que nos hablaren va bien. 4. Razón es que, ya que por la humildad de este Rey, si, comogrosera, no sé hablar con él, no por eso me deja de oír, ni me deja dellegar a sí, ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien losángeles que están allí la condición de su Rey, que gusta más de estasgroserías de un pastorcito humilde -que ve que si más supiera másdijera- que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientosque hagan, si no van con humildad. Así que, no porque Él sea bueno,hemos de ser nosotros descomedidos. Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe síuna como yo, es bien que procuremos conocer su limpieza y quién es.Es verdad que se entiende luego en llegando, como con los señores deacá, que con que nos digan quién fue su padre y los cuentos que tienede renta y el dictado, no hay más que saber; porque acá no se hacecuenta de las personas para hacerlas honra, por mucho que merezcan,sino de las haciendas. 5. ¡Oh, miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que habéisdejado cosa tan ruin, adonde no hacen caso de lo que ellos en sí tienen,sino de lo que tienen sus renteros y vasallos; y si ellos faltan, luegofalta de hacerle honra. Cosa donosa es ésta para que os holguéiscuando hayáis todas de tomar alguna recreación; que éste es buenpasatiempo: entender cuán ciegamente pasan su tiempo los del mundo. 6. ¡Oh, Emperador nuestro, sumo Poder, suma Bondad, la misma

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Sabiduría, sin principio, sin fin, sin haber término en vuestras obras:son infinitas, sin poderse comprender! ¡Un piélago sin suelo demaravillas; una Hermosura que tiene en sí todas las hermosuras; lamisma Fortaleza! ¡Oh, válgame Dios, quién tuviera aquí junta toda laelocuencia de los mortales y sabiduría, para saber bien -como acá sepuede saber, que todo es no saber nada, para este caso- dar a entenderalguna de las muchas cosas que podemos considerar, para conocer algode quién es este Señor y Bien nuestro! 7. Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais ahablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras noacabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que losángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede; suquerer es obrar. Pues razón será, hijas, que procuremos deleitamos enestas grandezas que tiene nuestro Esposo y que entendamos con quiénestamos casadas, qué vida hemos de tener. ¡Oh, válgame Dios!, puesacá, cuando uno se casa, primero sabe con quién es y qué tiene;nosotras, ya desposadas, antes de las bodas, que nos ha de llevar a sucasa -pues acá no quitan estos pensamientos a las que están desposadascon los hombres-, ¿por qué nos han de quitar que procuremos entenderquién es este hombre y quién es su Padre y qué tierra es ésta adondeme ha de llevar y qué bienes con los que promete darme, qué condicióntiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiarcómo haré mi condición que conforme con la suya? Pues, si una mujerha de ser bien casada, no le avisan otra cosa sino que procure esto,aunque sea hombre muy bajo su marido. 8.Pues, Esposo mío, ¿en todo han de hacer menos caso de Vos quede los hombres? Si a ellos no les parece bien esto, dejen os vuestrasesposas, que han de hacer vida con Vos. Es verdad que es buena vida.Si un esposo es tan celoso que quiere no trate con nadie su esposa,¡linda cosa es que no piense en cómo le hará este placer, y la razón quetiene de sufrirle y de no querer que trate con otro, pues en él tiene todolo que puede querer! Esta es oración mental, hijas mías, entender estasverdades. Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muyenhorabuena. No me estéis hablando con Dios y pensando en otras

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cosas, que esto hace no entender qué cosa es oración mental. Creo vadado a entender. Plega el Señor lo sepamos obrar, amén.

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Capítulo 23Trata de lo que importa no tornar atrás quien ha

comenzado camino de oración, y torna a hablar de lomucho que va en que sea con determinación

1. Pues digo que va muy mucho en comenzar con grandeterminación, por tantas causas que sería alargarme mucho si lasdijese. Solas dos o tres os quiero, hermanas, decir. La una es que no es razón que a quien tanto nos ha dado y continuoda, que una cosa que nos queremos determinar a darle, que es estecuidadito -no, cierto, sin interés, sino con tan grandes ganancias-, nodárselo con toda determinación, sino como quien presta una cosa paratornarla a tomar. Esto no me parece a mí dar, antes siempre queda conalgún disgusto a quien han emprestado una cosa cuando se la tornan atomar, en especial si la han menester y la tenía ya como por suya; ¡Oh,que si son amigos y a quien la prestó debe muchas dadas sin ningúninterés! Con razón le parecerá poquedad y muy poco amor, que aununa cosita suya no quiere dejar en su poder, siquiera por señal de amor. 2. ¿Qué esposa hay que, recibiendo muchas joyas de valor de suesposo, no le dé siquiera una sortija, no por lo que vale -que ya todo essuyo-, sino por prenda que será suya hasta que muera? Pues, ¿quémenos merece este Señor, para que burlemos de Él, dando y tomandouna nonada que le damos? Sino que este poquito de tiempo que nosdeterminamos de darle de cuanto gastamos en nosotros mismos y enquien no nos lo agradecerá, ya que aquel rato le queremos dar, démoslelibre el pensamiento y desocupado de otras cosas, y con todadeterminación de nunca jamás se le tornar a tomar, por trabajos que porello nos vengan, ni por contradicciones, ni por sequedades; sino que yacomo cosa no mía tenga aquel tiempo y piense me le pueden pedir porjusticia cuando del todo no se le quisiere dar. 3. Llamo «del todo», porque no se entiende que dejarlo algún día, oalgunos, por ocupaciones justas o por cualquier indisposición, es

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tomársele ya. La intención esté firme, que no es nada delicado mi Dios;no mira en menudencias. Así tendrá qué agradeceros; es dar algo. Lodemás bueno es a quien no es franco, sino tan apretado que no tienecorazón para dar; harto es que preste. En fin, haga algo, que todo lotoma en cuenta este Señor nuestro; a todo hace como lo queremos. Paratomarnos cuenta no es nada menudo, sino generoso; por grande que seael alcance, tiene Él en poco perdonarle. Para pagarnos es tan mirado,que no hayáis miedo que un alzar de ojos con acordarnos de Él deje sinpremio. 4. Otra causa es porque el demonio no tiene tanta mano para tentar.Ha gran miedo a ánimas determinadas; que tiene ya experiencia lehacen gran daño, y cuanto él ordena para dañarlas viene en provechosuyo y de los otros, y que sale él con pérdida. Y ya que no hemosnosotros de estar descuidados, ni confiar en esto -porque lo habemoscon gente traidora y a los apercibidos no osan tanto acometer, porquees muy cobarde-; mas si viese descuido, haría gran daño. Y si conoce auno por mudable y que no está firme en el bien y con grandeterminación de perseverar, no le dejará a sol ni a sombra; miedos lepondrá e inconvenientes que nunca acabe. Yo lo sé esto muy bien porexperiencia, y así lo he sabido decir, y digo que no sabe nadie lomucho que importa. 5. La otra cosa es -y que hace mucho al caso- que pelea con másánimo. Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Escomo uno que está en una batalla, que sabe, si le vencen, no leperdonarán la vida y que, ya que no muere en la batalla, ha de morirdespués; pelea con más determinación y quiere vender bien su vida -como dicen- y no teme tanto los golpes, porque lleva adelante lo que leimporta la victoria y que le va la vida en vencer. Es también necesario comenzar con seguridad de que, si no nosdejamos vencer, saldremos con la empresa; esto sin ninguna duda: quepor poca ganancia que saquen, saldrán muy ricos. No hayáis miedo osdeje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente.Esto queda ya dicho, y querríalo decir muchas veces, porque acobardamucho a personas que aún no conocen del todo la bondad del Señor

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por experiencia, aunque le conocen por fe; mas es gran cosa haberexperimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por estecamino, y cómo casi les hace toda la costa. 6. Los que esto no han probado no me maravillo quieran seguridadde algún interés. Pues ya sabéis que es ciento por uno, aun en esta vida,y que dice el Señor: «Pedid y os darán». Si no creéis a Su Majestad enlas partes de su Evangelio que asegura esto, poco aprovecha, hermanas,que me quiebre yo la cabeza a decirlo. Todavía digo, que a quientuviere alguna duda, que poco se pierde en probarlo; que eso tienebueno este viaje, que se da más de lo que se pide ni acertaremos adesear. Esto es sin falta, yo lo sé; y a las de vosotras que lo sabéis porexperiencia, por la bondad de Dios, puedo presentar por testigos.

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Capítulo 24Trata cómo se ha de rezar oración vocal con perfección y

cuán junta anda con ella la mental

1. Ahora, pues, tornemos a hablar con las almas que he dicho queno se pueden recoger, ni atar los entendimientos en oración mental, nitener consideración. No nombremos aquí estas dos cosas, pues no soispara ellas, que hay muchas personas, en hecho de verdad, que sólo elnombre de oración mental o contemplación las atemoriza. 2. Y porque si alguna viene a esta casa -que también, como hedicho, no van todos por un camino-, pues lo que quiero ahoraaconsejaros, y aun puedo decir enseñaros -porque, como madre, con eloficio de priora que tengo, es lícito-, [es] cómo habéis de rezarvocalmente, porque es razón entendáis lo que decís. Y porque quien no puede pensar en Dios puede ser que oracionesmás largas también le cansen, tampoco me quiero entremeter en ellas,sino en las que forzado habemos a rezar, pues somos cristianos, que esel Paternóster y Avemaría; porque no puedan decir por nosotras quehablamos y no nos entendemos, salvo si no nos parece basta irnos porla costumbre, con sólo pronunciar las palabras, que esto basta. Si bastao no, en eso no me entremeto, los letrados lo dirán. Lo que yo querríahiciésemos nosotras, hijas, es que no nos contentemos con sólo eso;porque cuando digo «Credo», razón me parece será que entienda ysepa lo que creo; y cuando «Padre nuestro», amor será entender quiénes este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó estaoración. 3. Si queréis decir que ya os lo sabéis y que no hay para qué se osacuerde, no tenéis razón: que mucho va de maestro a maestro, pues aunde los que acá nos enseñan es gran desgracia no acordarnos, enespecial, si son santos y son maestros del alma, es imposible, si somosbuenos discípulos. Pues de tal maestro como quien nos enseñó estaoración y con tanto amor y deseo que nos aprovechase, nunca Dios

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quiera que no nos acordemos de Él muchas veces cuando decimos laoración, aunque por ser flacos no sean todas. 4. Pues, cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña Su Majestad quesea a solas; que así lo hacía él siempre que oraba, y no por sunecesidad, sino por nuestro enseñamiento. Ya esto dicho se está que nose sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estarrezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o pensar enlo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunostiempos que, o de malos humores -en especial si es persona que tienemelancolía-, o flaqueza de cabeza, que, aunque más lo procura nopuede, o que permite Dios días de grandes tempestades en sus siervospara más bien suyo, y aunque se afligen y procuran quietarse, nopueden ni estar en lo que dicen, aunque más hagan, ni asienta en nadael entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según andadesbaratado. 5. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa suya,y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien porentonces no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere;y aun no rece, sino, como enferma, procure dar alivio a su alma:entienda en otra obra de virtud. Esto es ya para personas que traen cuidado de sí y tienen entendidono han de hablar a Dios y al mundo junto. Lo que podemos hacernosotros es procurar estar a solas -y plega a Dios que baste, como digo-, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde elSeñor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que se está callando? Aunque nole oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón. Y bienes consideremos somos cada una de nosotras a quien enseñó estaoración y que nos la está mostrando, pues nunca el maestro está tanlejos del discípulo que sea menester dar voces, sino muy junto. Estoquiero yo entendáis vosotras os conviene para rezar bien el Paternóster:no apartarse de cabe el Maestro que os le mostró. 6. Diréis que ya esto es consideración, que no podéis ni aun queréissino rezar vocalmente; porque también hay personas mal sufridas yamigas de no darse pena, que como no lo tienen de costumbre, la es

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recoger el pensamiento al principio; y por no cansarse un poco, dicenque no pueden más, ni lo saben, sino rezar vocalmente. Tenéis razón endecir que ya es oración mental; mas yo os digo cierto que no sé cómolo aparte, si ha de ser bien rezado lo vocal y entendiendo con quiénhablamos. Y aun es obligación que procuremos rezar con advertencia;y aun plega a Dios que con estos remedios vaya bien rezado elPaternóster y no acabemos en otra cosa impertinente. Yo lo he probadoalgunas veces, y el mejor remedio que hallo es procurar tener elpensamiento en quien enderezo las palabras. Por eso, tened paciencia yprocurad hacer costumbre de cosa tan necesaria.

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Capítulo 25En que dice lo mucho que gana un alma que reza con

perfección vocalmente, y cómo acaece levantarla Dios deallí a cosas sobrenaturales

1. Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar vocalmentecon perfección, os digo que es muy posible que estando rezando elPaternóster os ponga el Señor en contemplación perfecta, o rezandootra oración vocal; que por estas vías muestra Su Majestad que oye alque habla, y le habla su grandeza, suspendiéndole el entendimiento yatajándole el pensamiento, y tomándole -como dicen- la palabra de laboca; que aunque quiere, no puede hablar si no es con mucha pena. 2. Entiende que, sin ruido de palabras, le está enseñando esteMaestro divino, suspendiendo las potencias, porque entonces antesdañarían que aprovecharían si obrasen. Gozan sin entender cómogozan; está el alma abrasándose en amor y no entiende cómo ama;conoce que goza de lo que ama y no sabe cómo lo goza. Bien entiendeque no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle; le abraza lavoluntad sin entender cómo; mas en pudiendo entender algo, ve que noes éste bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasenjuntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo, que,en fin, da como quien es. Esta, hijas, es contemplación perfecta. 3. Ahora entenderéis la diferencia que hay de ella a la oraciónmental, que es lo que queda dicho: pensar y entender qué hablamos, ycon quién hablamos, y quién somos los que osamos hablar con tan granSeñor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemosservido y lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental;no penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar elPaternóster y Avemaría o lo que quisiereis, es oración vocal. Puesmirad qué mala música hará sin lo primero; aun las palabras no irán enconcierto todas veces. En estas dos cosas podemos algo nosotros, conel favor de Dios; en la contemplación que ahora dije, ninguna cosa: Su

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Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya sobre nuestro natural. 4. Como está dado a entender esto de contemplación muylargamente -lo mejor que yo lo supe declarar- en la relación que tengodicho escribí para que viesen mis confesores de mi vida, que me lomandaron, no lo digo aquí ni hago más de tocar en ello. Las quehubiereis sido tan dichosas que el Señor os llegue a estado decontemplación, si le pudieseis haber, puntos tiene y avisos que el Señorquiso acertase a decir, que os consolarían mucho y aprovecharían, a miparecer y al de algunos que le han visto, que le tienen para hacer casode él; que vergüenza es deciros yo que hagáis caso del mío, y el Señorsabe la confusión con que escribo mucho de lo que escribo. ¡Benditosea, que así me sufre! Las que -como digo- tuvieren oraciónsobrenatural, procúrenle después de yo muerta; las que no, no hay paraqué, sino esforzarse a hacer lo que en éste va dicho, y deje al Señor,que es quien lo ha de dar, y no os lo negará si no os quedáis en elcamino, sino que os esforzáis hasta llegar a la fin.

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Capítulo 26En que va declarando el modo para recoger el

pensamiento. Pone medios para ello. Es capítulo muyprovechoso para los que comienzan oración

1. Ahora, pues, tornemos a nuestra oración vocal para que se recede manera que, sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, y para -como he dicho- rezar como es razón. La examinación de la conciencia y decir la confesión y santiguaros,ya se sabe ha de ser lo primero. Procurad luego, hija, pues estáis sola,tener compañía. Pues ¿qué mejor que la del mismo Maestro que enseñóla oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto con vosy mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme,mientras pudierais, no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis atraerle cabe vos, y Él ve que lo hacéis con amor y que andáisprocurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de vos; no osfaltará para siempre; os ayudará en todos vuestros trabajos; le tendréisen todas partes: ¿pensáis que es poco un tal amigo al lado? 2. ¡Oh, hermanas, las que no podéis tener mucho discurso delentendimiento, ni podéis tener el pensamiento sin divertiros!,¡acostumbraos, acostumbraos! Mirad que sé yo que podéis hacer esto,porque pasé muchos años por este trabajo de no poder sosegar elpensamiento en una cosa -y lo es muy grande-; mas sé que no nos dejael Señor tan desiertos, que, si llegamos con humildad a pedírselo, nonos acompañe; y si en un año no pudiéremos salir con ello, sea en más.No nos duela el tiempo en cosa que tan bien se gasta. ¿Quién va trasnosotros? Digo que esto, que puede acostumbrarse a ello, y trabajarandar cabe este verdadero Maestro. 3. No os pido ahora que penséis en Él, ni que saquéis muchosconceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones convuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues ¿quién osquita volver los ojos del alma -aunque sea de presto, si no podéis más-

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a este Señor? Pues podéis mirar cosas muy feas, ¿y no podréis mirar lacosa más hermosa que se puede imaginar? Pues nunca, hijas, quitavuestro Esposo los ojos de vosotras; os ha sufrido mil cosas feas yabominaciones contra Él y no ha bastado para que os deje de mirar, ¿yes mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miréisalgunas veces a Él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dicea la esposa, sino que le miremos. Como le quisiereis, le hallaréis. Tieneen tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya. 4. Así como dicen ha de hacer la mujer, para ser bien casada, con sumarido, que si está triste, se ha de mostrar ella triste, y si está alegre,aunque nunca lo esté, alegre -mirad de qué sujeción os habéis librado,hermanas-, esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor connosotros: que Él se hace sujeto, y quiere seáis vos la señora y andar Éla vuestra voluntad. Si estáis alegre, miradle resucitado; que sóloimaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas ¡con qué claridad ycon qué hermosura!; ¡con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!Como quien tan bien salió de la batalla adonde ha ganado un tan granreino, que todo le quiere para vos, y a Sí con él. Pues ¿es mucho que, aquien tanto os da, volváis una vez los ojos a mirarle? 5. Si estáis con trabajos o triste, miradle camino del huerto: ¡quéaflicción tan grande llevaba en su alma!; pues, con ser el mismosufrimiento, la dice y se queja de ella. O miradle atado a la columna,lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que osama; tanto padecer, perseguido de unos, escupido de otros, negado desus amigos, desamparado de ellos, sin nadie que vuelva por Él, heladode frío, puesto en tanta soledad, que el uno con el otro os podéisconsolar. O miradle cargado con la cruz, que aun no le dejaban hartarde huelgo. Os mirará Él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenosde lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, sóloporque os vais vos con Él a consolar y volváis la cabeza a mirarle. 6. «¡Oh, Señor del mundo, verdadero Esposo mío!» -le podéis vosdecir, si se os ha enternecido el corazón de verle tal, que no sóloqueráis mirarle, sino que os holguéis de hablar con Él, no oracionescompuestas, sino de la pena de vuestro corazón, que las tiene Él en

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muy mucho-, ¿tan necesitado estáis, Señor mío y Bien mío, que queréisadmitir una pobre compañía como la mía, y veo en vuestro semblanteque os habéis consolado conmigo? Pues ¿cómo, Señor, es posible queos dejan sólo los ángeles y que aún no os consuela vuestro Padre? Si esasí, Señor, que todo lo queréis pasar por mí, ¿qué es esto que yo pasopor Vos?, ¿de qué me quejo? Que ya he vergüenza de que os he vistotal, que quiero pasar, Señor, todos los trabajos que me vinieren ytenerlos por gran bien por imitaros en algo. Juntos andemos, Señor; pordonde fuereis, tengo de ir; por donde pasaréis, tengo de pasar. 7. Tomad, hija, de aquella cruz; no se os dé nada de que osatropellen los judíos, porque Él no vaya con tanto traba[jo]; no hagáiscaso de lo que os dijeren; haceos sorda a las murmuraciones;tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni ladejéis; mirad mucho el cansancio con que va y las ventajas que hace sutrabajo a los que vos padecéis; por grandes que los queráis pintar y pormucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos, porque veréisson cosa de burla comparados a los del Señor. 8. Diréis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto; que «si le vieraiscon los ojos del cuerpo en el tiempo que Su Majestad andaba en elmundo, que lo hicierais de buena gana y le mirarais siempre». No locreáis, que a quien ahora no se quiere hacer un poquito de fuerza arecoger siquiera la vista para mirar dentro de sí a este Señor -que lopuede hacer sin peligro, sino con tantito cuidado-, muy menos sepusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte al ojo. Mas ¡qué debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita Santa! ¡Quéde amenazas, qué de malas palabras y qué de encontrones, y quédescomedidas! Pues, ¡con qué gente lo habían, tan cortesana! Sí, lo eradel infierno, que eran ministros del demonio. Por cierto que debía serterrible cosa lo que pasaron; sino que, con otro dolor mayor, nosentirían el suyo. Así que, hermanas, no creáis erais para tan grandestrabajos, si no sois para cosas tan pocas; ejercitándoos en ellas, podéisvenir a otras mayores. 9. Lo que podéis hacer para ayuda de esto: procurad traer unaimagen o retrato de este Señor que sea a vuestro gusto; no para traerle

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en el seno y nunca mirarle, sino para hablar muchas veces con Él, queÉl os dará qué decirle. Como habláis con otras personas, ¿por qué oshan más de faltar palabras para hablar con Dios? No lo creáis; almenos, yo no os creeré, si lo usáis; porque, si no, el no tratar con unapersona causa extrañeza y no saber cómo hablarnos con ella, queparece no la conocemos, y aun aunque sea deudo; porque deudo yamistad se pierde con la falta de comunicación. 10. También es gran remedio tomar un libro de romance bueno, aunpara recoger el pensamiento, para venir a rezar bien vocalmente, ypoquito a poquito ir acostumbrando el alma con halagos y artificio parano amedrentarla. Haced cuenta que ha muchos años que se ha ido de con su esposo, yque hasta que quiera tornar a su casa es menester mucho saberlonegociar, que así somos los pecadores: tenemos tan acostumbradanuestra alma y pensamiento a andar a su placer -o pesar, por mejordecir-, que la triste alma no se entiende; que para que torne a tomaramor a estar en su casa es menester mucho artificio; y si no es así ypoco a poco, nunca haremos nada. Y os torno a certificar que si con cuidado os acostumbráis a lo quehe dicho, que sacaréis tan gran ganancia, que aunque yo os la quisieradecir, no sabré. Pues juntaos cabe este buen Maestro, muydeterminadas a deprender lo que os enseña, y Su Majestad hará que nodejéis de salir buenas discípulas, ni os dejará si no le dejáis. Mirad laspalabras que dice aquella boca divina, que en la primera entenderéisluego el amor que os tiene, que no es pequeño bien y regalo deldiscípulo ver que su maestro le ama.

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Capítulo 27En que trata el gran amor que nos mostró el Señor en las

primeras palabras del Paternóster y lo mucho que importano hacer caso ninguno del linaje las que de veras quieren

ser hijas de Dios

1. Padre nuestro que estás en los cielos. ¡Oh, Señor mío, cómoparecéis Padre de tal Hijo y cómo parece vuestro Hijo hijo de talPadre! ¡Bendito seáis por siempre jamás! ¿No fuera al fin de la oraciónesta merced, Señor, tan grande? En comenzando, nos henchís lasmanos y hacéis tan gran merced, que sería harto bien henchirse elentendimiento para ocupar de manera la voluntad que no pudiesehablar palabra. ¡Oh, qué bien venía aquí, hijas, contemplación perfecta! ¡Oh, concuánta razón se entraría el alma en sí para poder mejor subir sobre símisma a que le diese este santo Hijo a entender qué cosa es el lugaradonde dice que está su Padre, que es en los cielos! Salgamos de latierra, hijas mías, que tal merced como ésta no es razón se tenga en tanpoco, que después que entendamos cuán grande es, nos quedemos en latierra. 2. ¡Oh, Hijo de Dios y Señor mío!, ¿cómo dais tanto junto a laprimera palabra? Ya que os humilláis a Vos con extremo tan grande enjuntaros con nosotros al pedir y haceros hermano de cosa tan baja ymiserable, ¿cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que sepuede dar, pues queréis que nos tenga por hijos? Que vuestra palabrano puede faltar. Le obligáis a que la cumpla, que no es pequeña carga,pues en siendo Padre nos ha de sufrir, por graves que sean las ofensas.Si nos tornamos a Él, como al hijo pródigo nos ha de perdonar, nos hade consolar en nuestros trabajos, nos ha de sustentar como lo ha dehacer un tal Padre -que forzado ha de ser mejor que todos los padresdel mundo, porque en Él no puede haber sino todo bien cumplido- ydespués de todo esto hacemos participantes y herederos con Vos.

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3. Mirad, Señor mío, que ya que Vos, con el amor que nos tenéis ycon vuestra humildad, no se os ponga nada delante (en fin, Señor,estáis en la tierra y vestido de ella, pues tenéis nuestra naturaleza,parece tenéis causa alguna para mirar nuestro provecho); mas miradque vuestro Padre está en el cielo -Vos lo decís-; es razón que miréispor su honra. Ya que estáis Vos ofrecido a ser deshonrado pornosotros, dejad a vuestro Padre libre; no le obliguéis a tanto por gentetan ruin como yo, que le ha de dar tan malas gracias. 4. ¡Oh, buen Jesús! ¡qué claro habéis mostrado ser una cosa con Él,y que vuestra voluntad es la suya y la suya vuestra! ¡Qué confesión tanclara, Señor mío! ¡Qué cosa es el amor que nos tenéis! Habéis andadorodeando, encubriendo al demonio que sois Hijo de Dios, y con el grandeseo que tenéis de nuestro bien no se os pone cosa delante porhacernos tan grandísima merced. ¿Quién la podía hacer sino Vos,Señor? Yo no sé cómo en esta palabra no entendió el demonio quiénerais, sin quedarle duda. Al menos bien veo, mi Jesús, que habéishablado, como Hijo regalado, por Vos y por nosotros, y que soispoderoso para que se haga en el cielo lo que Vos decís en la tierra.¡Bendito seáis por siempre, Señor mío, que tan amigo sois de dar, queno se os pone cosa delante! 5. Pues ¿os parece, hijas, que es buen maestro éste, pues, paraaficionamos a que deprendamos lo que nos enseña, comienzahaciéndonos tan gran merced? Pues ¿os parece ahora que será razónque, aunque digamos vocalmente esta palabra, dejemos de entendercon el entendimiento, para que se haga pedazos nuestro corazón conver tal amor? Pues ¿qué hijo hay en el mundo que no procure saberquién es su padre, cuando le tiene bueno y de tanta majestad y señorío?Aun si no lo fuera, no me espantara no nos quisiéramos conocer porsus hijos, porque anda el mundo tal, que si el padre es más bajo delestado en que está el hijo, no se tiene por honrado en conocerle porpadre. 6. Esto no viene aquí, porque en esta casa nunca plega a Dios hayaacuerdo de cosa de éstas: sería infierno; sino que la que fuere más,tome menos a su padre en la boca: todas han de ser iguales. ¡Oh,

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colegio de Cristo! que tenía más mando san Pedro, con ser un pescador-y le quiso así el Señor-, que san Bartolomé, que era hijo de rey. SabíaSu Majestad lo que había de pasar en el mundo sobre cuál era de mejortierra, que no es otra cosa sino debatir si será buena para adobes o paratapias. ¡Válgame Dios, qué gran trabajo traemos! Dios os libre, hermanas, de semejantes contiendas, aunque sean enburlas; yo espero en Su Majestad que sí hará. Cuando algo de esto enalguna hubiese, póngase luego remedio, y ella tema no estar Judasentre los apóstoles; denla penitencias hasta que entienda que aun tierramuy ruin no merecía ser. Buen Padre os tenéis, que os da el buenJesús; no se conozca aquí otro padre para tratar de Él; y procurad, hijasmías, ser tales que merezcáis regalaros con Él y echaros en sus brazos.Ya sabéis que no os echará de sí, si sois buenas hijas; pues ¿quién noprocurará no perder tal Padre? 7. ¡Oh, válgame Dios, y que hay aquí en qué consolaros!, que porno alargarme más lo quiero dejar a vuestros entendimientos; que pordisparatado que ande el pensamiento, entre tal Hijo y tal Padre forzadoha de estar el Espíritu Santo, que enamore vuestra voluntad y os la atetan grandísimo amor, ya que no baste para esto tan gran interés.

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Capítulo 28En que declara qué es oración de recogimiento y pónense

algunos medios para acostumbrarse a ella

1. Ahora, mirad que dice vuestro Maestro: «Que estás en loscielos». ¿Pensáis que importa poco saber qué cosa es cielo y adónde seha de buscar vuestro sacratísimo Padre? Pues yo os digo que, paraentendimientos derramados, que importa mucho no sólo creer esto,sino procurarlo entender por experiencia; porque es una de las cosasque ata mucho el entendimiento y hace recoger el alma. 2. Ya sabéis que Dios está en todas partes. Pues claro está queadonde está el rey, allí dicen está la corte; en fin, que adonde está Dios,es el cielo. Sin duda lo podéis creer que adonde está Su Majestad, estátoda la gloria. Pues mirad que dice san Agustín que le buscaba enmuchas partes y que le vino a hallar dentro de sí mismo. ¿Pensáis queimporta poco para un alma derramada entender esta verdad y ver queno ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo ni pararegalarse con Él, ni ha menester hablar a voces? Por paso que hable,está tan cerca que nos oirá; ni ha menester alas para ir a buscarle, sinoponerse en soledad y mirarle dentro de sí y no extrañarse de tan buenhuésped; sino con gran humildad hablarle como a Padre, pedirle comoa Padre, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos, entendiendoque no es digna de ser su hija. 3. Déjese de unos encogimientos que tienen algunas personas ypiensan es humildad. Sí, que no está la humildad en que si el rey oshace una merced no la toméis, sino tomarla y entender cuán sobrada osviene y holgaros con ella. ¡Donosa humildad que me tenga yo alEmperador del cielo y de la tierra en mi casa, que se viene a ella porhacerme merced y por holgarse conmigo, y que, por humildad, ni lequiera responder, ni estarme con Él, ni tomar lo que me da, sino que ledeje solo; y que, estándome diciendo y rogando le pida, por humildadme quede pobre, y aun le deje ir de que ve que no acabo de

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determinarme! No os curéis, hijas, de estas humildades, sino tratad con Él comocon padre, y como con hermano, y como con señor, y como conesposo; a veces de una manera, a veces de otra; que Él os enseñará loque habéis de hacer para contentarle. Dejaos de ser bobas; pedidle lapalabra, que vuestro Esposo es, que os trate como a tal. 4. Este modo de rezar, aunque sea vocalmente, con mucha másbrevedad se recoge el entendimiento, y es oración que trae consigomuchos bienes. Se llama recogimiento, porque recoge el alma todas laspotencias y se entra dentro de sí con su Dios, y viene con más brevedada enseñarla su divino Maestro y a darla oración de quietud, que deninguna otra manera. Porque allí, metida consigo misma, puede pensaren la Pasión y representar allí al Hijo, y ofrecerle al Padre, y no cansarel entendimiento andándole buscando en el monte Calvario, y al huertoy a la columna. 5. Las que de esta manera se pudieren encerrar en este cielopequeño de nuestra alma -adonde está el que le hizo, y la tierra- yacostumbrar a no mirar ni estar adonde se distraigan estos sentidosexteriores, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar abeber el agua de la fuente, porque camina mucho en poco tiempo. Escomo el que va en una nao, que con un poco de buen viento se pone enel fin de la jornada en pocos días, y los que van por tierra tárdanse más. 6. Éstos están ya -como dicen- puestos en la mar; que, aunque deltodo no han dejado la tierra, por aquel rato hacen lo que pueden porlibrarse de ella, recogiendo sus sentidos a sí mismos. Si es verdadero elrecogimiento, se siente muy claro, porque hace alguna operación; no sécómo lo dé a entender; quien lo tuviere, sí entenderá: es que parece selevanta el alma con el juego, que ya ve lo es las cosas del mundo. Sealza al mejor tiempo y como quien se entra en un castillo fuerte para notemer los contrarios: un retirarse los sentidos de estas cosas exterioresy darles de tal manera de mano que, sin entenderse, se le cierran losojos por no verlas, porque más se despierte la vista a los del alma.Así, quien va por este camino casi siempre que reza tiene cerrados losojos, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un

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hacerse fuerza a no mirar las de acá. Esto al principio, que después noes menester; mayor se la hace cuando en aquel tiempo los abre. Pareceque se entiende un fortalecerse y esforzarse el alma a costa del cuerpoy que le deja solo y desflaquecido, y ella toma allí bastimento paracontra él. 7. Y aunque al principio no se entienda esto -por no ser tanto, quehay más y menos en este recogimiento-, si se acostumbra (aunque alprincipio dé trabajo, porque el cuerpo torna de su derecho, sin entenderque él mismo se corta la cabeza en no darse por vencido), si se usaalgunos días y nos hacemos esta fuerza, se verá claro la ganancia, yentenderán -en comenzando a rezar- que se vienen las abejas a lacolmena y se entran en ella para labrar la miel, y esto sin cuidadonuestro; porque ha querido el Señor que, por el tiempo que le hantenido, se haya merecido estar el alma y voluntad con este señorío, que,en haciendo una seña no más de que se quiere recoger, la obedezcanlos sentidos y se recojan a ella. Y aunque después tornen a salir, esgran cosa haberse ya rendido, porque salen como cautivos y sujetos yno hacen el mal que antes pudieran hacer; y en tornando a llamar lavoluntad, vienen con más presteza, hasta que a muchas entradas deéstas quiere el Señor se queden ya del todo en contemplación perfecta. 8. Entiéndase mucho esto que queda dicho, porque, aunque pareceoscuro, se entenderá a quien quisiere obrarlo. Así que caminan pormar; y pues tanto nos va no ir tan despacio, hablemos un poco de cómonos acostumbraremos a tan buen modo de proceder. Están más segurosde muchas ocasiones; se pega más presto el fuego del amor divino,porque, con poquito que soplen con el entendimiento, como están cercadel mismo fuego, con una centellica que le toque se abrasará todo.Como no hay embarazo de lo exterior -se está sola el alma con suDios-, hay gran aparejo para encenderse. 9. Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio degrandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin,como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal,como a la verdad es así -que no hay edificio de tanta hermosura comouna alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más

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resplandecen las piedras-; y que en este palacio está este gran Rey, queha tenido por bien ser vuestro Padre; y que está en un trono degrandísimo precio, que es vuestro corazón. 10. Parecerá esto al principio cosa impertinente -digo hacer estaficción para darlo a entender- y podrá ser aproveche mucho, a vosotrasen especial; porque, como no tenemos letras las mujeres, todo esto esmenester para que entendamos con verdad que hay otra cosa máspreciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo quevemos por defuera. No nos imaginemos huecas en lo interior. Y plegaa Dios sean solas mujeres las que andan con este descuido; que tengopor imposible, si trajésemos cuidado de acordarnos tenemos talhuésped dentro de nosotras, nos diésemos tanto a las cosas del mundo,porque veríamos cuán bajas son para las que dentro poseemos. Pues¿qué más hace una alimaña que, en viendo lo que le contenta a la vista,harta su hambre en la presa? Sí, que diferencia ha de haber de ellas anosotras. 11. Se reirán de mí, por ventura, y dirán que bien claro se está esto,y tendrán razón; porque para mí fue oscuro algún tiempo. Bienentendía que tenía alma; mas lo que merecía esta alma y quién estabadentro de ella, si yo no me tapara los ojos con las vanidades de la vidapara verlo, no lo entendía. Que, a mi parecer, si como ahora entiendoque en este palacio pequeñito de mi alma cabe tan gran Rey, que no ledejara tantas veces solo; alguna me estuviera con Él, y más procuraraque no estuviera tan sucia. Mas ¡qué cosa de tanta admiración, quienhinchiera mil mundos y muy mucho más con su grandeza, encerrarseen una cosa tan pequeña! A la verdad, como es Señor, consigo trae lalibertad, y como nos ama, se hace a nuestra medida. 12. Cuando un alma comienza, por no alborotarla de verse tanpequeña para tener en sí cosa tan grande, no se da a conocer hasta queva ensanchándola poco a poco, conforme a lo que es menester para loque ha de poner en ella. Por esto digo que trae consigo la libertad, puestiene el poder de hacer grande este palacio. Todo el punto está en quese le demos por suyo con toda determinación, y le desembaracemospara que pueda poner y quitar como en cosa propia. Y tiene razón Su

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Majestad; no se lo neguemos. Y como Él no ha de forzar nuestravoluntad, toma lo que damos, mas no se da a Sí del todo hasta que nosdamos del todo. Esto es cosa cierta y, porque importa tanto, os loacuerdo tantas veces: ni obra en el alma, como cuando del todo, sinembarazo, es suya, ni sé cómo ha de obrar: es amigo de todo concierto.Pues si el palacio henchimos de gente baja y de baratijas, ¿cómo ha decaber el Señor con su corte? Harto hace de estar un poquito entre tantoembarazo. 13. ¿Pensáis, hijas, que viene solo? ¿No veis que dice su Hijo: «queestás en los cielos»? Pues un tal Rey, a osadas que no le dejen solo loscortesanos, sino que están con Él, rogándole por nosotros todos paranuestro provecho, porque están llenos de caridad. No penséis que escomo acá, que si un señor o prelado favorece a alguno por algunosfines, o porque quiere, luego hay las envidias y el ser malquisto aquelpobre sin hacerles nada.

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Capítulo 29Prosigue en dar medios para procurar esta oración de

recogimiento. Dice lo poco que se nos ha de dar de serfavorecidas de los prelados

1. Huid, por amor de Dios, hijas, de dárseos nada de estos favores;procure cada una hacer lo que debe, que si el prelado no se loagradeciere, segura puede estar lo pagará y agradecerá el Señor. Sí, queno venimos aquí a buscar premio en esta vida; siempre el pensamientoen lo que dura, y de lo de acá ningún caso hagamos, que aun para loque se vive no es durable; que hoy está bien con la una; mañana, si veuna virtud más en vos, estará mejor con vos, y si no, poco va en ello.No deis lugar a estos pensamientos, que a las veces comienzan porpoco y os pueden desasosegar mucho, sino atajadlos con que no es acávuestro reino y cuán presto tiene todo fin. 2. Mas aun esto es bajo remedio y no mucha perfección. Lo mejores que dure, y vos desfavorecida y abatida, y lo queráis estar por elSeñor que está con vos. Poned los ojos en vos y miraos interiormente,como queda dicho: hallaréis vuestro Maestro, que no os faltará, antes,mientras menos consolación exterior, más regalo os hará. Es muypiadoso, y a personas afligidas y desfavorecidas jamás falta, si confíanen Él sólo. Así lo dice David, que está el Señor con los afligidos. Ocreéis esto o no; si lo creéis, ¿de qué os matáis? 3. ¡Oh, Señor mío, que si de veras os conociésemos, no se nos daríanada de nada, porque dais mucho a los que de veras se quieren fiar deVos! Creed, amigas, que es gran cosa entender en verdad esto, para verque los favores de acá todos son mentira cuando desvían algo el almade andar dentro de sí. ¡Oh, válgame Dios, quién os hiciese entenderesto! No yo, por cierto; sé que con deber yo más que en ninguno noacabo de entenderlo como se ha de entender. 4. Pues tornando a lo que decía, quisiera yo saber declarar cómoestá esta compañía santa con nuestro acompañador, Santo de los

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Santos, sin impedir a la soledad que ella y su Esposo tienen, cuandoesta alma dentro de sí quiere entrarse en este paraíso con su Dios ycierra la puerta tras sí a todo lo del mundo. Digo quiere, porqueentended que esto no es cosa sobrenatural, sinoque está en nuestroquerer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sinéste no se puede nada, ni podemos de nosotros tener un buenpensamiento. Porque esto no es silencio de las potencias; esencerramiento de ellas en sí misma el alma. 5. Se va ganando esto de muchas maneras, como está escrito enalgunos libros, que nos hemos de desocupar de todo para llegarnosinteriormente a Dios, y aun en las mismas ocupaciones retirarnos anosotros mismos. Aunque sea por un momento solo, aquel acuerdo deque tengo compañía dentro de mí es gran provecho. En fin, irnosacostumbrando a gustar de que no es menester dar voces para hablarle,porque Su Majestad se dará a sentir cómo está allí. 6. De esta suerte rezaremos con mucho sosiego vocalmente y esquitarnos de trabajo; porque, a poco tiempo que forcemos a nosotrosmismos para estarnos cerca de este Señor, nos entenderá por señas; demanera que si habíamos de decir muchas veces el Paternóster, nosentenderá de una. Es muy amigo de quitarnos de trabajo; aunque enuna hora no le digamos más de una vez, como entendamos estamos conÉl y lo que le pedimos y la gana que tiene de darnos y cuán de buenagana se está con nosotros, no es amigo de que nos quebremos lascabezas hablándole mucho. 7. El Señor lo enseñe a las que no lo sabéis, que de mí os confiesoque nunca supe qué cosa era rezar con satisfacción hasta que el Señorme enseñó este modo; y siempre he hallado tantos provechos de estacostumbre de recogimiento dentro de mí, que eso me ha hecho alargartanto. Concluyo que, quien lo quisiere adquirir -pues, como digo, está ennuestra mano-, no se canse de acostumbrarse a lo que queda dicho, quees señorearse poco a poco de sí mismo, no perdiéndose en balde; sinoganarse a sí para sí, que es aprovecharse de sus sentidos para lointerior. Si hablare, procurar acordarse que hay con quien hable dentro

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de sí mismo; si oyere, acordarse que ha de oír a quien más cerca lehabla. En fin, traer cuenta que puede, si quiere, nunca apartarse de tanbuena compañía, y pesarle cuando mucho tiempo ha dejado solo a suPadre, que está necesitada de Él. Si pudiere, muchas veces en el día; sino, sea pocas. Como lo acostumbrare, saldrá con ganancia, o presto, omás tarde. Después que se lo dé el Señor, no lo trocaría por ningúntesoro. 8. Pues nada se deprende sin un poco de trabajo, por amor de Dios,hermanas, que deis por bien empleado el cuidado que en esto gastaréis;y yo sé que, si le tenéis, en un año, y quizá en medio, saldréis con ello,con el favor de Dios. Mirad qué poco tiempo para tan gran ganancia,como es hacer buen fundamento para si quisiere el Señor levantaros agrandes cosas, que halle en vos aparejo, hallándoos cerca de Sí. Plega aSu Majestad no consienta nos apartemos de su presencia, amén.

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Capítulo 30Dice lo que importa entender lo que se pide en la oración.

Trata de estas palabras del Paternóster: «Santificetur

nomen tuum, adveniat regnum tuum». Aplícalas a oraciónde quietud y comiénzala a declarar

1. ¿Quién hay, por disparatado que sea, que, cuando pide a unapersona grave, no lleva pensado cómo pedirla, para contentarle y noserle desabrido, y qué le ha de pedir, y para qué ha menester lo que leha de dar, en especial si pide cosa señalada, como nos enseña quepidamos nuestro buen Jesús? Cosa me parece para notar. ¿Nopudierais, Señor mío, concluir con una palabra y decir: «dadnos, Padre,lo que nos conviene», pues a quien tan bien lo entiende todo, no pareceera menester más? 2. ¡Oh, Sabiduría eterna! Para entre Vos y vuestro Padre estobastaba, que así lo pedisteis en el huerto; mostrasteis vuestra voluntady temor, mas os dejasteis en la suya. Mas a nosotros nos conocéis,Señor mío, que no estamos tan rendidos como lo estabais Vos a lavoluntad de vuestro Padre, y que era menester pedir cosas señaladas,para que nos detuviésemos en mirar si nos está bien lo que pedimos, ysi no, que no lo pidamos. Porque, según somos, si no nos dan lo quequeremos -con este libre albedrío que tenemos-, no admitiremos lo queel Señor nos diere; porque, aunque sea lo mejor, como no vemos luegoel dinero en la mano, nunca nos pensamos ver ricos. 3. ¡Oh, válgame Dios! ¡qué hace tener tan dormida la fe para lo unoy lo otro, que ni acabamos de entender cuán cierto tendremos el castigoni cuán cierto el premio! Por eso, es bien, hijas, que entendáis lo quepedís en el Paternóster, para que, si el Padre Eterno os lo diere, no selo tornéis a los ojos, y penséis muy bien si os está bien; y si no, no lopidáis, sino pedid que os dé Su Majestad luz; porque estamos ciegos ycon hastío para no poder comer los manjares que os han de dar vida,sino los que os han de llevar a la muerte. ¡Y qué muerte tan peligrosa y

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tan para siempre! 4. Pues dice el buen Jesús que digamos estas palabras en quepedimos que venga a nosotros un tal reino: «Santificado sea tu nombre,venga en nosotros tu reino».Ahora mirad, hijas, qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro.Considero yo aquí, y es bien que entendamos, qué pedimos en estereino. Mas como vio Su Majestad que no podíamos santificar ni alabarni engrandecer ni glorificar este nombre santo del Padre Eterno,conforme a lo poquito que podemos nosotros -de manera que se hiciesecomo es razón-, si no nos proveía Su Majestad con darnos acá su reino,y así lo puso el buen Jesús lo uno cabe lo otro. Porque entendamos,hijas, esto que pedimos y lo que nos importa importunar por ello yhacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha de dar, osquiero decir aquí lo que yo entiendo. Si no os contentare, pensadvosotras otras consideraciones, que licencia nos dará nuestro Maestro,como en todo nos sujetemos a lo que tiene la Iglesia, y así lo hago yoaquí. 5. Ahora, pues, el gran bien que me parece a mí hay en el reino delcielo -con otros muchos- es ya no tener cuenta con cosa de la tierra,sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegrentodos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que lesviene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen sunombre y no le ofende nadie. Todos le aman, y la misma alma noentiende en otra cosa sino en amarle ni puede dejarle de amar, porquele conoce. Y así le amaríamos acá, aunque no en esta perfección, ni enun ser; mas muy de otra manera le amaríamos de lo que le amamos, sile conociésemos. 6. Parece que voy a decir que hemos de ser ángeles para pedir estapetición y rezar bien vocalmente. Bien lo quisiera nuestro divinoMaestro, pues tan alta petición nos manda pedir, y a buen seguro queno nos dice pidamos cosas imposibles; que posible sería, con el favorde Dios, venir un alma puesta en este destierro, aunque no en laperfección que están salidas de esta cárcel, porque andamos en mar yvamos este camino; mas hay ratos que, de cansados de andar, los pone

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el Señor en un sosiego de las potencias y quietud del alma, que, comopor señas, les da claro a entender a qué sabe lo que se da a los que elSeñor lleva a su reino; y a los que se les da acá como le pedimos, les daprendas para que por ellas tengan gran esperanza de ir a gozarperpetuamente lo que acá les da a sorbos. 7. Si no dijeseis que trato de contemplación, venía aquí bien en estapetición hablar un poco de principio de pura contemplación, que losque la tienen la llaman oración de quietud; mas, como digo trato deoración vocal, parece no viene lo uno con lo otro a quien no lo supiere,y yo sé que viene. Perdonadme que lo quiero decir, porque sé quemuchas personas, rezando vocalmente -como ya queda dicho- laslevanta Dios, sin entender ellas cómo, a subida contemplación.Conozco una persona que nunca pudo tener sino oración vocal y, asidaa ésta, lo tenía todo; y si no rezaba, se le iba el entendimiento tanperdido que no lo podía sufrir. Mas ¡tal tengamos todas la mental! Enciertos Paternostres que rezaba a las veces que el Señor derramó sangrese estaba -y en poco más rezado- algunas horas. Vino una vez a mímuy congojada, que no sabía tener oración mental ni podía contemplar,sino rezar vocalmente. Le pregunté qué rezaba; y vi que, asida alPaternóster, tenía pura contemplación y la levantaba el Señor ajuntarla consigo en unión; y bien se parecía en sus obras recibir tangrandes mercedes, porque gastaba muy bien su vida. Así, alabé alSeñor y hube envidia [de] su oración vocal. Si esto es verdad -como lo es-, no penséis los que sois enemigos decontemplativos que estáis libres de serlo, si las oraciones vocales rezáiscomo se han de rezar, teniendo limpia la conciencia.

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Capítulo 31Que prosigue en la misma materia. Declara qué es oraciónde quietud. Pone algunos avisos para los que la tienen. Es

mucho de notar

1. Pues todavía quiero, hijas, declarar -como lo he oído platicar o elSeñor ha querido dármelo a entender, por ventura para que os lo diga-esta oración de quietud, adonde a mí me parece comienza el Señor,como he dicho, a dar a entender que oye nuestra petición y comienzaya a darnos su reino aquí, para que de veras le alabemos ysantifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos. 2. Es ya cosa sobrenatural y que no la podemos procurar nosotrospor diligencias que hagamos; porque es un ponerse el alma en paz oponerla el Señor con su presencia, por mejor decir, como hizo el justoSimeón, porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma -poruna manera muy fuera de entender con los sentidos exteriores- que estáya junto cabe su Dios, que con poquito más llegara a estar hecha unamisma cosa con Él por unión. Esto no es porque lo ve con los ojos delcuerpo ni del alma. Tampoco no veía el justo Simeón más del gloriosoNiño pobrecito; que en lo que llevaba envuelto y la poca gente con Élque iban en la procesión, más pudiera juzgarle por hijo de gente pobreque por Hijo del Padre celestial; mas se lo dio el mismo Niño aentender. Y así lo entiende acá el alma, aunque no con esa claridad;porque aun ella no entiende cómo lo entiende, más de que se ve en elreino -al menos cabe el Rey que se le ha de dar-, y parece que la mismaalma está con acatamiento aun para no osar pedir. Es como unamortecimiento interior y exteriormente, que no querría el hombreexterior -digo el cuerpo, porque mejor me entendáis-, que no se querríabullir, sino como quien ha llegado casi al fin del camino descansa parapoder mejor tornar a caminar, que allí se le doblan las fuerzas para ello. 3. Se siente grandísimo deleite en el cuerpo y grande satisfacción enel alma. Está tan contenta de sólo verse cabe la fuente, que aun sin

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beber está ya harta; no le parece hay más que desear; las potencias,sosegadas -que no querrían bullirse-; todo parece le estorba a amar;aunque no tan perdidas, porque pueden pensar en cabe quién están, quelas dos están libres. La voluntad es aquí la cautiva, y si alguna penapuede tener estando así es de ver que ha de tornar a tener libertad. Elentendimiento no querría entender más de una cosa, ni la memoriaocuparse en más; aquí ven que ésta sola es necesaria y todas las demásla turban. El cuerpo no querrían se menease, porque les parece han deperder aquella paz, y así no se osan bullir; les da pena el hablar; endecir «Padre nuestro» una vez, se les pasará una hora. Están tan cerca,que ven que se entienden por señas. Están en el palacio cabe su Rey yven que las comienza a dar aquí su reino; no parece están en el mundo,ni le querrían ver ni oír, sino a su Dios; no les da pena nada, ni parecese la ha de dar. En fin, lo que dura, con la satisfacción y deleite que ensí tienen, están tan embebidas y absortas, que no se acuerdan que haymás que desear, sino que de buena gana dirían con San Pedro: «Señor,hagamos aquí tres moradas.» 4. Algunas veces, en esta oración de quietud, hace Dios otra mercedbien dificultosa de entender, si no hay gran experiencia; mas si hayalguna, luego lo entenderéis la que la tuviere, y os dará muchaconsolación saber qué es, y creo muchas veces hace Dios esta mercedjunto con estotra. Cuando es grande y por mucho tiempo esta quietud,me parece a mí que, si la voluntad no estuviese asida a algo, que nopodría durar tanto en aquella paz; porque acaece andar un día o dos quenos vemos con esta satisfacción y no nos entendemos -digo los que latienen- y verdaderamente ven que no están enteros en lo que hacen,sino que les falta lo mejor, que es la voluntad, que -a mi parecer- estáunida con su Dios y deja las otras potencias libres para que entiendanen cosas de su servicio. Y para esto tienen entonces mucha máshabilidad; mas para tratar cosas del mundo están torpes y comoembobados a veces. 5. Es gran merced ésta a quien el Señor la hace, porque vida activay contemplativa es junta. De todo sirven entonces al Señor juntamente;porque la voluntad estáse en su obra sin saber cómo obra y en su

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contemplación; las otras dos potencias sirven en lo que Marta; así queella y María andan juntas. Yo sé de una persona que la ponía el Señor aquí muchas veces, y nose sabía entender; y lo preguntó a un gran contemplativo, y dijo que eramuy posible, que a él le acaecía. Así que pienso, que pues el alma estátan satisfecha en esta oración de quietud, que lo más continuo debeestar unida la potencia de la voluntad con el que sólo puedesatisfacerla. 6. Me parece será bien dar aquí algunos avisos para las que devosotras, hermanas, el Señor ha llegado aquí por sola su bondad, que séque son algunas. El primero es que, como se ven en aquel contento yno saben cómo les vino -al menos ven que no le pueden ellas por síalcanzar-, les da esta tentación: que les parece podrán detenerle, y aunresolgar no querrían. Y es bobería, que así como no podemos hacer queamanezca, tampoco podemos que deje de anochecer; no es ya obranuestra, que es sobrenatural y cosa muy sin poderla nosotros adquirir.Con lo que más detendremos esta merced es con entender claro que nopodemos quitar ni poner en ella, sino recibirla como indignísimos demerecerla, con hacimiento de gracias, y éstas no con muchas palabras,sino con un alzar los ojos con el publicano. 7. Bien es procurar más soledad para dar lugar al Señor y dejar a SuMajestad que obre como en cosa suya; y cuanto más, una palabra derato en rato, suave, como quien da un soplo en la vela, cuando viereque se ha muerto, para tornarla a encender; mas si está ardiendo, nosirve de más de matarla, a mi parecer. Digo que sea suave el soplo,porque por concertar muchas palabras con el entendimiento no ocupela voluntad. 8. Y notad mucho, amigas, este aviso que ahora quiero decir,porque os veréis muchas veces que no os podáis valer con esotras dospotencias. Que acaece estar el alma con grandísima quietud y andar elentendimiento tan remontado, que no parece es en su casa aquello quepasa; y así lo parece entonces, que no está sino como en casa ajena, porhuésped y buscando otras posadas adonde estar, que aquélla no lecontenta, porque sabe poco estar en un ser. Por ventura es sólo el mío,

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y no deben ser así otros. Conmigo hablo, que algunas veces me deseomorir, de que no puedo remediar esta variedad del entendimiento.Otras, parece hace asiento en su casa y acompaña a la voluntad, quecuando todas tres potencias se conciertan, es una gloria. Como doscasados que, si se aman, que el uno quiere lo que el otro; mas si uno esmalcasado, ya se ve el desasosiego que da a su mujer. Así que lavoluntad, cuando se ve en esta quietud, no haga caso del entendimientomás que de un loco; porque si le quiere traer consigo, forzado se ha deocupar e inquietar algo. Y en este punto de oración todo será trabajar yno ganar más, sino perder lo que le da el Señor sin ningún trabajo suyo. 9. Y advertid mucho a esta comparación, que me parece cuadramucho: está el alma como un niño que aún mama cuando está a lospechos de su madre, y ella, sin que él paladee, échale la leche en laboca por regalarle. Así es acá, que sin trabajo del entendimiento estáamando la voluntad, y quiere el Señor que, sin pensarlo, entienda queestá con Él y que sólo trague la leche que Su Majestad le pone en laboca y goce de aquella suavidad, que conozca le está el Señor haciendoaquella merced y se goce de gozarla; mas no que quiera entender cómola goza y qué es lo que goza, sino descuídese entonces de sí, que quienestá cabe ella no se descuidará de ver lo que le conviene. Porque, si vaa pelear con el entendimiento para darle parte trayéndole consigo, nopuede a todo; forzado dejará caer la leche de la boca y pierde aquelmantenimiento divino. 10. En esto diferencia esta oración de cuando está toda el almaunida con Dios: porque entonces aun sólo este tragar el mantenimientono hace; dentro de sí, sin entender cómo, le pone el Señor. Aquí pareceque quiere trabaje un poquito, aunque es con tanto descanso que casino se siente. Quien la atormenta es el entendimiento; lo que no hacecuando es unión de todas tres potencias, porque las suspende el que lascrió; porque con el gozo que da, todas las ocupa sin saber ellas cómo nipoderlo entender. Así que -como digo-, en sintiendo en sí esta oración, que es uncontento quieto y grande de la voluntad, sin saberse determinar de quées señaladamente, aunque bien se determina que es diferentísimo de los

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contentos de acá y que no bastaría señorear el mundo con todos loscontentos de él para sentir en sí el alma aquella satisfacción, que es enlo interior de la voluntad -que otros contentos de la vida me parece amí que los goza lo exterior de la voluntad, como la corteza de ella,digamos-; pues cuando se viere en este tan subido grado de oración,que es -como he dicho ya- muy conocidamente sobrenatural, si elentendimiento -o pensamiento, por más declararme- a los mayoresdesatinos del mundo se fuere, ríase de él y déjele para necio, y estéseen su quietud, que él irá y vendrá; que aquí es señora y poderosa lavoluntad; ella se le traerá sin que os ocupéis. Y si quiere a fuerza debrazos traerle, pierde la fortaleza que tiene para contra él -que viene decomer y admitir aquel divino sustentamiento- y ni el uno ni el otroganarán nada, sino perderán entrambos. Dicen que quien mucho quiereapretar junto, lo pierde todo; así me parece será aquí. La experienciadará esto a entender, que quien no la tuviere no me espanto le parezcamuy oscuro esto y cosa no necesaria; mas ya he dicho que, con pocaque haya, lo entenderá y se podrá aprovechar de ello y alabará alSeñor, porque fue servido se acertase a decir aquí. 11. Ahora, pues, concluyamos con que, puesta el alma en estaoración, ya parece le ha concedido el Padre Eterno su petición de darleacá su reino. ¡Oh, dichosa demanda, que tanto bien en ella pedimos sinentenderlo! ¡Dichosa manera de pedir! Por eso, quiero yo, hermanas,que miremos cómo rezamos esta oración del Paternóster y todas lasdemás vocales; porque, hecha Dios esta merced, nos descuidaremos delas cosas del mundo, porque llegando el Señor de él, todo lo echafuera. No digo que todos los que la tuvieren por fuerza estén desasidosdel todo del mundo; al menos querría que entiendan lo que les falta yse humillen y procuren irse desasiendo del todo, porque, si no, sequedará aquí. Y alma a quien Dios le da tales prendas es señal que laquiere para mucho: si no es por su culpa, irá muy adelante. Mas si veque, poniéndola el reino del cielo en su casa, se torna a la tierra, nosólo no la mostrará los secretos que hay en su reino, mas serán pocasveces las que le haga este favor, y breve espacio. 12. Ya puede ser yo me engañe en esto, mas lo veo y sé que pasa

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así, y tengo para mí que por eso no hay muchos más espirituales;porque, como no responden en los servicios conforme a tan granmerced, con no tornar a aparejarse a recibirla, sino sacar al Señor de lasmanos la voluntad que ya tiene por suya y ponerla en cosas bajas, se vaa buscar adonde le quieran para dar más, aunque no del todo quita lodado cuando se vive con limpia conciencia. Mas hay personas -y yo he sido una de ellas-, que está el Señorenterneciéndolas y dándolas inspiraciones santas y luz de lo que estodo y, en fin, dándoles este reino y poniéndolos en esta oración dequietud, y ellos haciéndose sordos. Porque son tan amigas de hablar yde decir muchas oraciones vocales muy apriesa, como quien quiereacabar su tarea -como tienen ya por sí de decirlas cada día-, que,aunque -como digo- les ponga el Señor su reino en las manos, no loadmiten; sino que ellos con su rezar piensan que hacen mejor y sedivierten. 13. Esto no hagáis, hermanas, sino estad sobre aviso cuando elSeñor os hiciere esta merced. Mirad que perdéis un gran tesoro y quehacéis mucho más con una palabra, de cuando en cuando, delPaternóster, que con decirle muchas veces apriesa. Está muy junto aquien pedís; no os dejará de oír. Y creed que aquí es el verdaderoalabar y santificar su nombre, porque ya, como cosa de su casa,glorificáis al Señor y le alabáis con más afección y deseo, y parece nopodéis dejarle de servir.

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Capítulo 32Que trata de estas palabras del Paternóster: Fiat voluntas

tua sicut in coelo et in terra, y lo mucho que hace quiendice estas palabras con toda determinación, y cuán bien se

lo paga el Señor

1. Ahora que nuestro buen Maestro nos ha pedido y enseñado apedir cosa de tanto valor, que encierra en sí todas las cosas que acápodamos desear, y nos ha hecho tan gran merced como hacernoshermanos suyos, veamos qué quiere que demos a su Padre, y qué leofrece por nosotros, y qué es lo que nos pide; que razón es le sirvamoscon algo tan grandes mercedes-. ¡Oh, buen Jesús, que tampoco daispoco de nuestra parte! -como pedís para nosotros- dejado que ello en síes nonada para adonde tanto se debe y para tan gran Señor; mas cierto,Señor mío, que no nos dejáis con nada y que damos todo lo quepodemos, si lo damos como lo decimos, digo. 2. Sea hecha tu voluntad; y como es hecha en el cielo, así se haga

en la tierra. Bien hicisteis, nuestro buen Maestro, de pedir la peticiónpasada para que podamos cumplir lo que dais por nosotros; porque,cierto, Señor, si así no fuera, imposible me parece. Mas, haciendovuestro Padre lo que Vos le pedís de darnos acá su reino, yo sé que ossacaremos verdadero en dar lo que dais por nosotros; porque, hecha latierra cielo, será posible hacerse en mí vuestra voluntad. Mas, sin esto,y en tierra tan ruin como la mía y tan sin fruto, yo no sé, Señor, cómosería posible. Es gran cosa lo que ofrecéis. 3. Cuando yo pienso esto, gusto de las personas que no osan pedirtrabajos al Señor, que piensan está en esto el dárselos luego. No habloen los que lo dejan por humildad, pareciéndoles no serán para sufrirlos,aunque tengo para mí que quien les da amor para pedir este medio tanáspero para mostrarle, le dará para sufrirlos. Querría preguntar a losque por temor no los piden de que luego se los han de dar lo que dicen,cuando suplican al Señor cumpla su voluntad en ellos; o es que lo

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dicen por decir lo que todos, mas no para hacerlo; esto, hermanas, nosería bien. Mirad que parece aquí el buen Jesús, nuestro embajador, yque ha querido intervenir entre nosotros y su Padre, y no a poca costasuya; y no sería razón que lo que ofrece por nosotros dejásemos dehacerlo verdad; o no lo digamos. 4. Ahora quiérolo llevar por otra vía. Mirad, hijas; ello se ha decumplir, que queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo yen la tierra; creedme, tomad mi parecer y haced de la necesidad virtud. ¡Oh, Señor mío, qué gran regalo es éste para mí, que no dejaseis, enquerer tan ruin como el mío, el cumplirse vuestra voluntad! Benditoseáis por siempre y os alaben todas las cosas. Sea glorificado vuestronombre por siempre. ¡Buena estuviera yo, Señor, si estuviera en mismanos el cumplirse vuestra voluntad o no! Ahora la mía os doylibremente, aunque ha tiempo que no va libre de interés; porque yatengo probado, y gran experiencia de ello, la ganancia que es dejarlibremente mi voluntad en la vuestra. ¡Oh, amigas, qué gran gananciahay aquí, o qué gran pérdida, de no cumplir lo que decimos al Señor enel Paternóster en esto que le ofrecemos! 5. Antes que os diga lo que se gana, os quiero declarar lo muchoque ofrecéis, no os llaméis después a engaño y digáis que no loentendisteis. No sea como algunas religiosas, que no hacemos sinoprometer y, como no lo cumplimos, hay este reparo de decir que no seentendió lo que se prometía. Y ya puede ser, porque decir quedejaremos nuestra voluntad en otra parece muy fácil, hasta que,probándose, se entiende es la cosa más recia que se puede hacer, si secumple como se ha de cumplir. Mas no todas veces nos llevan conrigor los prelados, de que nos ven flacos; y a las veces flacos y fuertesllevan de una suerte. Acá no es así, que sabe el Señor lo que puedesufrir cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir en élsu voluntad. 6. Pues os quiero avisar y acordar qué es su voluntad. No hayáismiedo sea daros riquezas, ni deleites, ni honras, ni todas estas cosas deacá; no os quiere tan poco y tiene en mucho lo que le dais y os loquiere pagar bien, pues os da su reino aún viviendo. ¿Queréis ver cómo

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se ha con los que de veras le dicen esto? Preguntadlo a su Hijoglorioso, que se lo dijo cuando la oración del Huerto. Como fue dichocon determinación y de toda voluntad, mirad si la cumplió bien en Él,en lo que le dio de trabajos e injurias y persecuciones; en fin, hasta quese le acabó la vida con muerte de cruz. 7. Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba lo que dio, por dónde seentiende cuál es su voluntad. Así que éstos son sus dones en estemundo. Da conforme al amor que nos tiene: a los que ama más, da deestos dones más; a los que menos, menos, y conforme al ánimo que veen cada uno y el amor que tiene a Su Majestad. A quien le amaremucho, verá que puede padecer mucho por él; al que amare poco,poco. Tengo yo para mí que la medida del poder llevar gran cruz opequeña es la del amor. Así que, hermanas, si le tenéis, procurad nosean palabras de cumplimiento las que decís a tan gran Señor, sinoesforzaos a pasar lo que Su Majestad quisiere. Porque, si de otramanera dais la voluntad, es mostrar la joya e irla a dar y rogar que latomen y, cuando extienden la mano para tomarla, tornarla vos aguardar muy bien. 8. No son estas burlas para con quien le hicieron tantas pornosotros. Aunque no hubiera otra cosa, no es razón burlemos ya tantasveces, que no son pocas las que se lo decimos en el Paternóster.

Démosle ya una vez la joya del todo, de cuantas acometemos a dársela.Es verdad que no nos da primero, para que se la demos. Los del mundoharto harán, si tienen de verdad determinación de cumplirlo. Vosotras,hijas, diciendo y haciendo, palabras y obras, como a la verdad parecehacemos los religiosos; sino que, a las veces, no sólo acometemos a darla joya, sino la ponemos en la mano y se la tornamos a tomar. Somosfrancos de presto, y después tan escasos, que valdría en parte más quenos hubiéramos detenido en el dar. 9. Porque todo lo que os he avisado en este libro va dirigido a estepunto de darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en la suyay desasirnos de las criaturas, y tendréis ya entendido lo mucho queimporta, no digo más en ello; sino que diré para lo que pone aquínuestro buen Maestro estas palabras dichas, como quien sabe lo mucho

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que ganaremos de hacer este servicio a su Eterno Padre. Porque nosdisponemos para que, con mucha brevedad, nos veamos acabado deandar el camino y bebiendo del agua viva de la fuente que queda dicha.Porque, sin dar nuestra voluntad del todo al Señor para que haga entodo lo que nos toca conforme a ella, nunca deja de beber en ella. Estoes contemplación perfecta, lo que me dijisteis os escribiese. 10. Y en esto -como ya tengo escrito- ninguna cosa hacemos denuestra parte, ni trabajamos, ni negociamos, ni es menester más,porque todo lo demás estorba e impide de decir fiat voluntas tua:cúmplase, Señor, en mí vuestra voluntad de todos los modos y manerasque Vos, Señor mío, quisiereis. Si queréis con trabajos, dadmeesfuerzo y vengan; si con persecuciones y enfermedades y deshonras ynecesidades, aquí estoy, no volveré el rostro, Padre mío, ni es razónvuelva las espaldas. Pues vuestro Hijo dio, en nombre de todos, esta mivoluntad, no es razón falte por mi parte, sino que me hagáis Vosmerced de darme vuestro reino para que yo lo pueda hacer, pues él mele pidió, y disponed en mí como en cosa vuestra, conforme a vuestravoluntad. 11. ¡Oh, hermanas mías, qué fuerza tiene este don! No puedemenos, si va con la determinación que ha de ir, de traer alTodopoderoso a ser uno con nuestra bajeza y transformarnos en Sí yhacer una unión del Criador con la criatura. Mirad si quedaréis bienpagadas y si tenéis buen Maestro, que, como sabe por dónde ha deganar la voluntad de su Padre, enséñanos a cómo y con qué le hemosde servir. 12. Y mientras más se va entendiendo por las obras que no sonpalabras de cumplimiento, más nos llega el Señor a Sí y la levanta detodas las cosas de acá y de sí misma para habilitarla a recibir grandesmercedes, que no acaba de pagar en esta vida este servicio. En tanto letiene, que ya nosotros no sabemos qué pedirnos, y Su Majestad nuncase cansa de dar; porque, no contento con tener hecha esta alma unacosa consigo -por haberla ya unido a Sí mismo-, comienza a regalarsecon ella, a descubrirle secretos, a holgarse de que entienda lo que haganado y que conozca algo de lo que la tiene por dar. Hácela ir

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perdiendo estos sentidos exteriores, porque no se la ocupe nada: esto esarrobamiento. Y comienza a tratar de tanta amistad, que no sólo latorna a dejar su voluntad, mas le da la suya con ella; porque se huelgael Señor, ya que trata de tanta amistad, que manden a veces -comodicen- y cumplir Él lo que ella le pide, como ella hace lo que Él manda,y mucho mejor, porque es poderoso y puede cuanto quiere y no deja dequerer. 13. La pobre alma, aunque quiera, no puede lo que querría, ni puedenada sin que se lo den; y ésta es su mayor riqueza: quedar mientrasmás sirve, más adeudada, y muchas veces fatigada de verse sujeta atantos inconvenientes y embarazos y atadura como trae el estar en lacárcel de este cuerpo, porque querría pagar algo de lo que debe. Y esharto boba de fatigarse; porque, aunque haga lo que es en sí, ¿quépodemos pagar los que -como digo- no tenemos qué dar si no lorecibimos, sino conocernos, y esto que podemos -que es dar nuestravoluntad- hacerlo cumplidamente? Todo lo demás, para el alma que elSeñor ha llegado aquí, le embaraza y hace daño y no provecho, porquesola humildad es la que puede algo, y ésta no adquirida por elentendimiento, sino con una clara verdad que comprende en unmomento lo que en mucho tiempo no pudiera alcanzar, trabajando laimaginación, de lo muy nonada que somos y lo muy mucho que esDios. 14. Os doy un aviso: que no penséis por fuerza vuestra ni diligenciallegar aquí, que es por demás; antes, si teníais devoción, quedaréisfrías; sino con simplicidad y humildad, que es la que lo acaba todo,decir: fiat voluntas tua.

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Capítulo 33En que trata la gran necesidad que tenemos de que el Señor

nos dé lo que pedimos en estas palabras del Paternóster:

Panem nostrum quotidianum da nobis hodie

1. Pues entendiendo -como he dicho- el buen Jesús cuán dificultosacosa era ésta que ofrece por nosotros, conociendo nuestra flaqueza yque muchas veces hacemos entender que no entendemos cuál es lavoluntad del Señor -como somos flacos y Él tan piadoso- y que eramenester medio, porque dejar de dar lo dado vio que en ningunamanera nos conviene, porque está en ello toda nuestra ganancia. Puescumplirlo vio ser dificultoso, porque decir a un regalado y rico que esla voluntad de Dios que tenga cuenta con moderar su plato para quecoman otros siquiera pan, que mueren de hambre, sacará mil razonespara no entender esto sino a su propósito. Pues decir a un murmuradorque es la voluntad de Dios querer tanto para su prójimo como para sí,no lo puede poner a paciencia ni basta razón para que lo entienda. Puesdecir a un religioso que está mostrado a libertad y regalo que ha detener cuenta con que ha de dar ejemplo, y que mire que ya no son solaslas palabras con las que ha de cumplir cuando dice esta palabra, sinoque lo ha jurado y prometido, y que es voluntad de Dios que cumplasus votos, y mire que si da escándalo que va muy contra ellos, aunqueno del todo los quebrante; que ha prometido pobreza, que la guarde sinrodeos, que esto es lo que el Señor quiere; no hay remedio, aun ahora,de quererlo algunos, ¿qué hiciera, si el Señor no hiciera lo más con elremedio que puso? No hubiera sino muy poquitos que cumplieran estapalabra, que por nosotros dijo al Padre, de fiat voluntas tua.

Pues, visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirableadonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre yen el de sus hermanos pidió esta petición: El pan nuestro de cada día,

dánoslo hoy, Señor. Entendamos, hermanas, por amor de Dios, estoque pide nuestro buen Maestro, que nos va la vida en no pasar de

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corrida por ello, y tened en muy poco lo que habéis dado, pues tantohabéis de recibir. 2. Me parece ahora a mí -debajo de otro mejor parecer- que, visto elbuen Jesús lo que había dado por nosotros y cómo nos importa tantodarlo y la gran dificultad que había -como está dicho-, por ser nosotrostales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, queera menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día,que aquí se debía de determinar de quedarse con nosotros. Y como eracosa tan grave y de tanta importancia, quiso que viniese de la mano delEterno Padre. Porque, aunque son una misma cosa y sabía que lo queÉl hiciese en la tierra lo haría Dios en el cielo y lo tendría por bueno -pues su voluntad y la de su Padre era una-, era tanta la humildad delbuen Jesús que quiso como pedir licencia, porque ya sabía era amadodel Padre y que se deleitaba en Él. Bien entendió que pedía más en estoque ha pedido en lo demás, porque ya sabía la muerte que le habían dedar, y las deshonras y afrentas que había de padecer. 3. Pues ¿qué padre hubiera, Señor, que habiéndonos dado a su hijo -¡y tal hijo!- y parándole tal, quisiera consentir se quedara entrenosotros cada día a padecer? -Por cierto, ninguno, Señor, sino elvuestro: bien sabéis a quién pedís. ¡Oh, válgame Dios, qué gran amor del Hijo, y qué gran amor delPadre! Aun no me espanto tanto del buen Jesús, porque, como había yadicho fiat voluntas tua, habíalo de cumplir como quien es. ¡Sí, que noes como nosotros! Pues como sabe la cumple con amarnos como a Sí,así andaba a buscar cómo cumplir con mayor cumplimiento -aunquefuese a su costa- este mandamiento. Mas Vos, Padre Eterno, ¿cómo loconsentisteis? ¿Por qué queréis cada día ver en tan ruines manos avuestro Hijo? Ya que una vez quisisteis lo estuviese y lo consentisteis,ya veis cómo le pararon. ¿Cómo puede vuestra piedad cada día, cadadía, verle hacer injurias? ¡Y cuántas se deben hoy hacer a esteSantísimo Sacramento! ¡En qué de manos enemigas suyas le debe dever el Padre! ¡Qué de desacatos de estos herejes! 4. ¡Oh, Señor eterno! ¿Cómo aceptáis tal petición? ¿Cómo loconsentís? No miréis su amor, que a trueco de hacer cumplidamente

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vuestra voluntad y de hacer por nosotros, se dejará cada día hacerpedazos. Es vuestro de mirar, Señor mío, ya que a vuestro Hijo no se lepone cosa delante ¿Por qué ha de ser todo nuestro bien a su costa?¿Porque calla a todo y no sabe hablar por sí, sino por nosotros? Pues,¿no ha de haber quien hable por este amantísimo Cordero? He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras,porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna adecir dádnoslo hoy, Señor. Pone también delante a su Padre. Es comodecirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que yanuestro es; que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo;que le deje servir cada día. Esto os enternezca el corazón, hijas mías,para amar a vuestro Esposo, que no hay esclavo que de buena ganadiga que lo es, y que el buen Jesús parece se honra de ello. 5. ¡Oh, Padre eterno! ¡Qué mucho merece esta humildad! ¿Con quétesoro compramos a vuestro Hijo? Venderle, ya sabemos que portreinta dineros; mas para comprarle, no hay precio que baste. Como sehace aquí una cosa con nosotros, por la parte que tiene de nuestranaturaleza, y como señor de su voluntad lo acuerda a su Padre que -pues es suya- que nos la puede dar; y así, dice: pan nuestro. No hacediferencia de Él a nosotros, mas hacémosla nosotros de Él, para no nosdar cada día por Su Majestad.

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Capítulo 34Prosigue en la misma materia. Es muy bueno para después

de haber recibido el Santísimo Sacramento

1. Pues en esta petición, de cada día parece que «para siempre».Estando yo pensando por qué, después de haber dicho el Señor: cada

día, tornó a decir: dánoslo hoy, ser nuestro cada día, me parece a mí,porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en elcielo, si nos aprovechamos bien de su compañía; pues no se queda paraotra cosa con nosotros, sino para ayudarnos y animarnos y sustentarnosa hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en nosotros. 2. El decir hoy me parece es para un día, que es mientras durare elmundo, no más. ¡Y bien un día! Y para los desventurados que secondenan, que no le gozarán en la otra, no es a su culpa si se dejanvencer, que Él no los deja de animar hasta el fin de la batalla. Notendrán con qué disculparse ni quejarse del Padre porque se le tomó almejor tiempo. Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se ledeje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio yenvió al mundo por sola su voluntad, que Él quiere ahora por la suyapropia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para másgloria de sus amigos y pena de sus enemigos. Que no pide más de hoy,

ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo parasiempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio -como he dicho-este mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos comoqueremos, y que, si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre;que, de todas cuantas maneras quisiere comer el alma, hallará en elSantísimo Sacramento sabor y consolación. No hay necesidad, nitrabajo, ni persecución que no sea fácil de pasar, si comenzamos agustar de los suyos. 3. Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje «hoy» avuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin Él; que baste, paratemplar tan gran contento, que quede tan disfrazado en estos accidentes

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de pan y vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa queamar, ni otro consuelo; mas suplicadle que no os falte y que os déaparejo para recibirle dignamente. 4. De otro pan no tengáis cuidado, las que de muy de veras oshabéis dejado en la voluntad de Dios; digo que en estos tiempos deoración que tratáis cosas más importantes, que tiempos hay otros paraque trabajéis y ganéis de comer. Mas con el cuidado no curéis gastar eneso el pensamiento en ningún tiempo; sino trabaje el cuerpo, que esbien procuréis sustentaros, y descanse el alma. Dejad ese cuidado -como largamente queda dicho- a vuestro Esposo, que Él le tendrásiempre. 5. Es como si entra un criado a servir; tiene cuenta con contentar asu señor en todo; mas él está obligado a dar de comer al siervomientras está en su casa y le sirve, salvo si no es tan pobre que no tienepara sí ni para él. Acá cesa esto: siempre es y será rico y poderoso.Pues no sería bien andar el criado pidiendo de comer, pues sabe tienecuidado su amo de dárselo y le ha de tener. Con razón le dirá que seocupe él en servirle y en cómo contentarle, que, por andar ocupado elcuidado en lo que no le ha de tener, no hace cosa a derechas. Así que, hermanas, tenga quien quisiere cuidado de pedir ese pan;nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el nuestro pancelestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se puedendeleitar en mirarle, por estar tan encubierto, se descubra a los del almay se le dé a conocer; que es otro mantenimiento de contentos y regalosy que sustenta la vida. 6. ¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos estesantísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yosé que lo es y conozco una persona de grandes enfermedades que,estando muchas veces con graves dolores, como con la mano se lequitaban y quedaba buena del todo. Esto, muy ordinario, y de malesmuy conocidos, que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de lasmaravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente lereciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de estapersona que he dicho -que lo podía yo saber y sé que no es mentira-.

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Mas ésta la había el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunaspersonas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo,nuestro Bien, en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que,teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento comoentonces, que ¿qué más se les daba? 7. Mas sé de esta persona que muchos años, aunque no era muyperfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojoscorporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe, paraque, como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobreposada, se desocupaba de todas las cosas exteriores cuanto le eraposible y se entraba con Él. Procuraba recoger los sentidos para quetodos entendiesen tan gran bien -digo, no embarazasen al alma paraconocerle-. Se consideraba a sus pies y lloraba con la Magdalena, nimás ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa delfariseo; y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaban bienallí. 8. Porque -si no nos queremos hacer bobos y cegar elentendimiento- no hay que dudar; que esto no es representación de laimaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otrospasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos comopasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué irle abuscar en otra parte más lejos; sino que, pues sabemos que mientras noconsume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotrosel buen Jesús, que nos lleguemos a Él. Pues si, cuando andaba en elmundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay quedudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nosdará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele SuMajestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje. 9. Si os da pena no verle con los ojos corporales, mirad que no nosconviene, que es otra cosa verle glorificado, o cuando andaba por elmundo; no habría sujeto que lo sufriese, de nuestro flaco natural, nihabría mundo, ni quien quisiese parar en él; porque en ver esta Verdadeterna, se vería ser mentira y burlas todas las cosas de que acá hacemoscaso. Y viendo tan gran Majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla,

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como yo -que tanto le ha ofendido- estar tan cerca de Él? Debajo deaquel pan está tratable; porque si el rey se disfraza, no parece se nosdaría nada de conversar sin tantos miramientos y respetos con Él;parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó. ¡Quién osara llegarcon tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones! 10. ¡Oh, cómo no sabemos lo que pedimos, y cómo lo miró mejorsu sabiduría! Porque a los que ve se han de aprovechar de su presencia,Él se les descubre; que aunque no le vean con los ojos corporales,muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientosinteriores y por diferentes vías. Estaos vos con Él de buena gana; noperdáis tan buena sazón de negociar como es la hora después de habercomulgado. Si la obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procuraddejar el alma con el Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra yno hacéis caso ni tenéis cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se osha de dar a conocer? Este, pues, es buen tiempo para que os enseñenuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies, porque nosquiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos. 11. Si esto habéis de pedir mirando una imagen de Cristo queestamos mirando, bobería me parece dejar la misma persona por mirarel dibujo. ¿No lo sería, si tuviésemos un retrato de una persona quequisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar dehablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis paracuándo es muy bueno y cosa en que yo me deleito mucho? Para cuandoestá ausente la misma persona, o quiere darnos a entender lo está conmuchas sequedades, es gran regalo ver una imagen de quien con tantarazón amamos. A cada cabo que volviésemos los ojos, la querría ver.¿En qué mejor cosa, ni más gustosa a la vista, la podemos emplear queen quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes?¡Desventurados estos herejes que han perdido por su culpa estaconsolación, con otras! 12. Mas, acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma personadelante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma ymiraros al corazón; que yo os digo -y otra vez lo digo y muchas loquerría decir- que, si tomáis esta costumbre todas las veces que

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comulgareis -y procurad tener tal conciencia que os sea lícito gozar amenudo de este Bien-, que no viene tan disfrazado, que -como hedicho- de muchas maneras no se dé a conocer conforme al deseo quetenemos de verle; y tanto lo podéis desear que se os descubra del todo. 13. Mas, si no hacemos caso de Él, sino que en recibiéndole nosvamos de con Él a buscar otras cosas más bajas, ¿qué ha de hacer?¿Nos ha de traer por fuerza a que le veamos que se nos quiere dar aconocer? No, que no le trataron tan bien cuando se dejó ver a todos aldescubierto y les decía claro quién era; que muy pocos fueron los quele creyeron. Y, así, harta misericordia nos hace a todos, que quiere Su Majestadentendamos que es Él el que está en el Santísimo Sacramento. Mas quele vean descubiertamente y comunicar sus grandezas y dar de sustesoros, no quiere sino a los que entiende que mucho le desean, porqueéstos son sus verdaderos amigos. Que yo os digo que quien no lo fuerey no llegare a recibirle como tal, habiendo hecho lo que es en sí, quenunca le importune porque se le dé a conocer. No ve la hora de habercumplido con lo que manda la Iglesia, cuando se va de su casa yprocura echarle de sí. Así que este tal, con otros negocios yocupaciones y embarazos del mundo, parece que, lo más presto quepuede, se da prisa a que no le ocupe la casa el Señor de él.

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Capítulo 35Acaba la materia comenzada con una exclamación al Padre

Eterno

1. Me he alargado tanto en esto -aunque había hablado en la oracióndel recogimiento de lo mucho que importa este entrarnos a solas conDios-, por ser cosa tan importante; y cuando no comulgareis, hijas, yoyereis misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimoprovecho, y hacer lo mismo de recogeros después en vos, que esmucho lo que se imprime el amor así de este Señor; porqueaparejándonos a recibir, jamás por muchas maneras deja de dar que noentendemos. Es llegarnos al fuego que, aunque le haya muy grande, siestáis desviadas y escondéis las manos, mal os podéis calentar, aunquetodavía da más calor que no estar adonde no haya fuego. Mas otra cosaes querernos llegar a Él, que si el alma está dispuesta -digo que estécon deseo de perder el frío- y se está allí un rato, para muchas horasqueda con calor. 2. Pues mirad, hermanas, que si a los principios no os hallareis bien-que podrá ser, porque os pondrá el demonio apretamiento de corazóny congoja, porque sabe el daño grande que le viene de aquí-, os haráentender que halláis más devoción en otras cosas y aquí menos. Nodejéis este modo; aquí probará el Señor lo que queréis. Acordaos quehay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos; pasemospor Él algo, que Su Majestad os lo pagará. Y acordaos también qué depersonas habrá que no sólo quieran no estar con Él, sino que condescomedimiento le echen de sí. Pues algo hemos de pasar para queentienda le tenemos deseo de ver. Y pues todo lo sufre y sufrirá porhallar sola un alma que le reciba y tenga en sí con amor, sea ésta lavuestra. Porque, a no haber ninguna, con razón no le consintiera quedarel Padre Eterno con nosotros; sino que es tan amigo de amigos y tanseñor de sus siervos, que, como ve la voluntad de su buen Hijo, no lequiere estorbar obra tan excelente y adonde tan cumplidamente

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muestra el amor que tiene a su Padre. 3. Pues, Padre santo, que estás en los cielos, ya que lo queréis yaceptáis -y claro está no habíais de negar cosa que tan bien nos está anosotros-, alguien ha de haber -como dije al principio- que hable porvuestro Hijo, pues Él nunca tornó de Sí. Seamos nosotras, hijas,aunque es atrevimiento, siendo las que somos. Mas, confiadas en quenos manda el Señor que pidamos, llegadas a esta obediencia, ennombre del buen Jesús supliquemos a Su Majestad que, pues no le haquedado por hacer ninguna cosa haciendo a los pecadores tan granbeneficio como éste, que quiera su piedad y se sirva de poner remediopara que no sea tan maltratado; y que pues su santo Hijo puso tan buenmedio para que en sacrificio le podamos ofrecer muchas veces, quevalga tan precioso don para que no vaya adelante tan grandísimo mal ydesacatos como se hacen en los lugares adonde estaba este SantísimoSacramento entre estos luteranos, deshechas las iglesias, perdidostantos sacerdotes, quitados los sacramentos 4. Pues ¡qué es esto, mi Señor y mi Dios! O dad fin al mundo, oponed remedio en tan gravísimos males; que no hay corazón que losufra, aun de los que somos ruines. Os suplico, Padre Eterno, que no losufráis ya Vos; atajad este fuego, Señor, que si queréis, podéis. Miradque aún está en el mundo vuestro Hijo; por su acatamiento cesen cosastan feas y abominables y sucias; por su hermosura y limpieza nomerece estar en casa adonde hay cosas semejantes. No lo hagáis pornosotros, Señor, que no lo merecemos; hacedlo por vuestro Hijo. Puessuplicaros que no esté con nosotros, no os lo osamos pedir: ¿qué seríade nosotros? Que si algo os aplaca, es tener acá tal prenda. Pues algúnmedio ha de haber, Señor mío, póngale Vuestra Majestad. 5. ¡Oh, mi Dios, quién pudiera importunaros mucho y haberosservido mucho para poderos pedir tan gran merced en pago de misservicios, pues no dejáis ninguno sin paga! Mas no lo he hecho, Señor;antes por ventura soy yo la que os he enojado de manera que por mispecados vengan tantos males. Pues ¿qué he de hacer, Criador mío, sinopresentaros este Pan sacratísimo y, aunque nos le disteis, tornárosle adar y suplicaros, por los méritos de vuestro Hijo, me hagáis esta

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merced, pues por tantas partes lo tiene merecido? Ya, Señor, ya.¡Haced que se sosiegue este mar!; no ande siempre en tanta tempestadesta nave de la Iglesia y ¡salvadnos, Señor mío!, que perecemos.

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Capítulo 36Trata de estas palabras del Paternóster: Dimitte nobis

debita nostra

1. Pues viendo nuestro buen Maestro que con este manjar celestial todonos es fácil -si no es por nuestra culpa-, y que podemos cumplir muybien lo que hemos dicho al Padre de que se cumpla en nosotros suvoluntad, le dice ahora que nos perdone nuestras deudas, puesperdonamos nosotros. Y así, prosiguiendo en la oración que nosenseña, dice estas palabras: Y perdónanos, Señor, nuestras deudas, así

como nosotros las perdonamos a nuestros deudores.

2. Miremos, hermanas, que no dice como perdonaremos, porqueentendamos que quien pide un don tan grande como el pasado y quienya ha puesto su voluntad en la de Dios, que ya esto ha de estar hecho, yasí dice: como nosotros las perdonamos. Así que, quien de verashubiere dicho esta palabra al Señor: fiat voluntas tua, todo lo ha detener hecho, con la determinación al menos. Veis aquí cómo los santosse holgaban de las injurias y persecuciones, porque tenían algo quepresentar al Señor cuando le pedían. ¿Qué hará una tan pobre como yo,que tan poco ha tenido que perdonar y tanto hay que se me perdone?Cosa es ésta, hermanas, para que miremos mucho en ella: que una cosatan grave y de tanta importancia, como que nos perdone nuestro Señornuestras culpas -que merecían fuego eterno-, se nos perdone con tanbaja cosa como es que perdonemos; y aun de esta bajeza tengo tanpocas que ofrecer, que de balde me habéis, Señor, de perdonar. Aquícabe bien vuestra misericordia. Bendito seáis Vos, que tan pobre mesufrís, que lo que vuestro Hijo dice en nombre de todos, por ser yo tal ytan sin caudal, me he de salir de la cuenta. 3. Mas, Señor mío, ¿si habrá algunas personas que me tengancompañía y no hayan entendido esto? Si las hay, en vuestro nombre lespido yo que se les acuerde de esto y no hagan caso de unas cositas quellaman agravios, que parece hacemos casas de pajitas, como los niños,

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con estos puntos de honra. ¡Oh, válgame Dios, hermanas, si entendiésemos qué cosa es honra yen qué está perder la honra! Ahora no hablo con nosotras, que hartomal sería no tener ya entendido esto, sino conmigo, el tiempo que meprecié de honra sin entender qué cosa era; me iba al hilo de la gente.¡Oh, de qué cosas me agraviaba, que yo tengo vergüenza ahora! Y noera, pues, de las que mucho miraban en estos puntos; mas erraba en elpunto principal, porque no miraba yo ni hacía caso de la honra quetiene algún provecho, porque ésta es la que hace provecho al alma. Yqué bien dijo quien dijo que «honra y provecho no podían estarjuntas», aunque no sé si lo dijo a este propósito. Y es al pie de la letra,porque provecho del alma y esto que llama el mundo honra nuncapuede estar junto. ¡Cosa espantosa es qué al revés anda el mundo!Bendito sea el Señor, que nos sacó de él. 4. Mas mirad, hermanas, que no nos tiene olvidadas el demonio;también inventa sus honras en los monasterios y pone sus leyes, quesuben y bajan en dignidades como los del mundo. Los letrados debende ir por sus letras -que esto no lo sé-, que el que ha llegado a leerteología no ha de bajar a leer filosofía que es un punto de honra queestá en que ha de subir y no bajar. Y aun si se lo mandase laobediencia, lo tendría por agravio y habría quien tornase de él, que esafrenta; y luego el demonio descubre razones, que aun en ley de Diosparece lleva razón. Pues, entre nosotras, la que ha sido priora ha de quedar inhabilitadapara otro oficio más bajo; un mirar en la que es más antigua, que estono se nos olvida, y aun a las veces parece merecemos en ello, porque lomanda la Orden. 5. Cosa es para reír, o para llorar, que lleva más razón. Sí, que nomanda la Orden que no tengamos humildad. Manda que hayaconcierto; mas yo no he de estar tan concertada en cosas de mi estima,que tenga tanto cuidado en este punto de Orden como de otras cosas deella, que por ventura guardaremos imperfectamente; no esté todanuestra perfección de guardarla en esto; otras lo mirarán por mí, si yome descuido. Es el caso que, como somos más inclinadas a subir -

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aunque no subiremos por aquí al cielo-, no ha de haber bajar. ¡Oh,Señor, Señor! ¿Sois Vos nuestro dechado y Maestro? Sí, por cierto.¿Pues en qué estuvo vuestra honra, Honrador nuestro? ¿No laperdisteis, por cierto, en ser humillado hasta la muerte? No, Señor, sinoque la ganasteis para todos. 6. ¡Oh, por amor de Dios, hermanas!, que llevamos perdido elcamino, porque va errado desde el principio; y ¡plega a Dios que no sepierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra, sinentender en qué está la honra! Y vendremos después a pensar quehemos hecho mucho, si perdonamos una cosita de éstas, que ni eraagravio ni injuria ni nada; y, muy como quien ha hecho algo,vendremos a que nos perdone el Señor, pues hemos perdonado.Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos y que venimosvacías las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia. Que enverdad, Señor, que no veo cosa -pues todas las cosas se acaban y elcastigo es sin fin- que merezca ponérseos delante para que nos hagáistan gran merced, si no es por quien os lo pide. 7. Mas, ¡qué estimado debe ser este amarnos unos a otros del Señor!Pues pudiera el buen Jesús ponerle delante otras y decir: «perdonadnos,Señor, porque hacemos mucha penitencia», o «porque rezamos muchoy ayunamos y lo hemos dejado todo por Vos, y os amamos mucho»; yno dijo: «porque perderíamos la vida por Vos», y -como digo- otrascosas que pudiera decir, sino sólo «porque perdonamos». Por ventura,como nos conoce tan amigos de esta negra honra y como cosa másdificultosa de alcanzar de nosotros y más agradable a su Padre, la dijoy se la ofrece de nuestra parte. 8. Pues tened mucha cuenta, hermanas, con que dice: como

perdonamos; ya como cosa hecha, como he dicho. Y advertid muchoen esto que, cuando de las cosas que Dios hace merced a un alma, en laoración que he dicho de contemplación perfecta, no sale muydeterminada y, si se le ofrece, lo pone por obra, de perdonar cualquierinjuria por grave que sea -no estas naderías que llaman injurias-, no fíe

mucho de su oración; que al alma que Dios llega a Sí en oración tansubida no llegan, ni se le da más ser estimada que no. No dije bien, que

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sí da, que mucha más pena le da la honra que la deshonra, y el muchoholgar con descanso que los trabajos. Porque, cuando de veras le hadado el Señor aquí su reino, ya no le quiere en este mundo; y para mássubidamente reinar entiende es éste el verdadero camino, y ya ha vistopor experiencia la gran ganancia que le viene y lo que se adelanta unalma en padecer por Dios. Porque por maravilla llega Su Majestad ahacer tan grandes regalos sino a personas que han pasado de buenagana muchos trabajos por Él; porque -como dije en otra parte de estelibro- son grandes los trabajos de los contemplativos, y así los busca elSeñor gente experimentada. 9. Pues entended, hermanas, que como éstos tienen ya entendido loque es todo, en cosa que pasa no se detienen mucho. Si de primermovimiento da pena una gran injuria y trabajo, aún no la ha biensentido cuando acude la razón por otra parte, que parece levanta labandera de por sí, y deja casi aniquilada aquella pena con el gozo quele da ver que le ha puesto el Señor en las manos cosa que en un díapodrá ganar más delante de Su Majestad de mercedes y favoresperpetuos, que pudiera ser ganara él en diez años por trabajos quequisiera tomar por sí. Esto es muy ordinario, a lo que yo entiendo, quehe tratado muchos contemplativos y sé cierto que pasa así; que comootros precian oro y joyas, precian ellos los trabajos y los desean,porque tienen entendido que éstos les han de hacer ricos. 10. De estas personas está muy lejos estima suya de nada; gustanentiendan sus pecados y de decirlos cuando ven que tienen estima deellos. Así les acaece de su linaje, que ya saben que en el reino que nose acaba no han de ganar por aquí. Si gustasen ser de buena casta, escuando para más servir a Dios fuera menester; cuando no, les pesa lostengan por más de lo que son y sin ninguna pena desengañan, sino congusto. Es el caso que debe ser a quien Dios hace merced de tener estahumildad y amor grande a Dios, que en cosa que sea servirle más ya setiene a sí tan olvidado que aun no puede creer que otros sienten algunascosas ni lo tienen por injuria. 11. Estos efectos que he dicho a la postre son de personas ya másllegadas a perfección, y a quien el Señor muy ordinario hace mercedes

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de llegarle a Sí por contemplación perfecta. Mas lo primero, que esestar determinados a sufrir injurias -y sufrirlas aunque sea recibiendopena-, digo que muy en breve lo tiene quien tiene ya esta merced delSeñor de tener oración hasta llegar a unión; y que si no tiene estosefectos y sale muy fuerte en ellos de la oración, crea que no era lamerced de Dios, sino alguna ilusión y regalo del demonio, porque nostengamos por más honrados. 12. Puede ser que al principio, cuando el Señor hace estas mercedes,no luego el alma quede con esta fortaleza; mas digo que si las continúaa hacer, que en breve tiempo se hace con fortaleza y, ya que no la tengaen otras virtudes, en esto de perdonar, sí. No puedo yo creer que almaque tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que esy lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con todafacilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió;porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vioseñales de grande amor, y se alegra se le ofrezca en qué mostrarlealguno. 13. Torno a decir que conozco muchas personas que las ha hecho elSeñor merced de levantarlas a cosas sobrenaturales, dándoles estaoración o contemplación que queda dicha; y aunque las veo con otrasfaltas e imperfecciones, con ésta no he visto ninguna, ni creo la habrá,si las mercedes son de Dios, como he dicho. El que las recibieremayores, mire en sí cómo van creciendo estos efectos y, si no viere ensí ninguno, témase mucho y no crea que esos regalos son de Dios -como he dicho-, que siempre enriquece el alma adonde llega. Esto escierto; que aunque la merced y regalo pase presto, que se entiendedespacio en las ganancias con que queda el alma; y como el buen Jesússabe bien esto, determinadamente dice a su Padre Santo que

perdonamos nuestros deudores.

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Capítulo 37Dice la excelencia de esta oración del Paternóster y cómo

hallaremos de muchas maneras consolación en ella

1. Es cosa para alabar mucho al Señor cuán subida perfección esesta oración evangelical, bien como ordenada de tan buen Maestro; yasí podemos, hijas, cada una tomarla a su propósito. Me espanta verque en tan pocas palabras está toda la contemplación y perfecciónencerrada, que parece no hemos menester otro libro sino estudiar enéste. Porque hasta aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo deoración y de alta contemplación, desde los principiantes a la oraciónmental y de quietud y unión, que, a ser yo para saberlo decir, sepudiera hacer un gran libro de oración sobre tan verdaderofundamento. Ahora ya comienza el Señor a darnos a entender losefectos que deja cuando son mercedes suyas, como habéis visto. 2. He pensado yo cómo no se había Su Majestad declarado más encosas tan subidas y oscuras para que todos lo entendiésemos. Me haparecido que, como había de ser general para todos esta oración, queporque pudiese pedir cada uno a su propósito y se consolase,pareciéndonos le damos buen entendimiento, lo dejó así en confuso,para que los contemplativos que ya no quieren cosas de la tierra ypersonas ya muy dadas a Dios, pidan las mercedes del cielo que sepueden, por la gran bondad de Dios, dar en la tierra; y los que aúnviven en ella y es bien que vivan conforme a sus estados, pidantambién su pan -que se han de sustentar y sustentan sus casas y es muyjusto y santo-, y así las demás cosas, conforme a sus necesidades. 3. Mas miren que estas dos cosas, que es darle nuestra voluntad yperdonar, que es para todos. Verdad es que hay más y menos en ello,como queda dicho: los perfectos darán la voluntad como perfectos yperdonarán con la perfección que queda dicha; nosotras, hermanas,haremos lo que pudiéremos, que todo lo recibe el Señor. Porque pareceuna manera de concierto que de nuestra parte hace con su Eterno

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Padre, como quien dice: «haced Vos esto, Señor, y harán mis hermanosestotro». Pues a buen seguro que no falte por su parte. ¡Oh, oh, que esmuy buen pagador y paga muy sin tasa! 4. De tal manera podemos decir una vez esta oración, que comoentienda no nos queda doblez, sino que haremos lo que decimos, nosdeje ricas. Es muy amigo tratemos verdad con Él; tratando con llanezay claridad, que no digamos una cosa y nos quede otra, siempre da másde lo que le pedimos. Sabiendo esto nuestro buen Maestro, y que los que de veras llegasena perfección en el pedir habían de quedar tan en alto grado, con lasmercedes que les había de hacer el Padre, entendiendo que los yaperfectos o que van camino de ello, que no temen ni deben -comodicen, tienen el mundo debajo de los pies-, contento el Señor de él(como por los efectos que hace en sus almas pueden tener grandísimaesperanza que Su Majestad lo está), embebidos en aquellos regalos, noquerrían acordarse que hay otro mundo ni que tienen contrarios. 5. ¡Oh, Sabiduría eterna! ¡Oh, buen Enseñador! Y qué gran cosa es,hijas, un maestro sabio, temeroso, que previene a los peligros. Es todoel bien que un alma espiritual puede acá desear, porque es granseguridad. No podría encarecer con palabras lo que importa esto. Asíque, viendo el Señor que era menester despertarlos y acordarlos quetienen enemigos, y cuán más peligroso es en ellos ir descuidados, y quemucha más ayuda han menester del Padre Eterno, porque caerán demás alto, y para no andar sin entenderse, engañados, pide estaspeticiones tan necesarias a todos mientras vivimos en este destierro: «Y

no nos traigas, Señor, en tentación; mas líbranos de mal».

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Capítulo 38Que trata de la gran necesidad que tenemos de suplicar al

Padre Eterno nos conceda lo que pedimos en estaspalabras: Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a

malo, y declara algunas tentaciones. Es de notar

1. Grandes cosas tenemos aquí, hermanas, que pensar y queentender, pues lo pedimos. Ahora mirad que tengo por muy cierto losque llegan a la perfección que no piden al Señor los libre de lostrabajos ni de las tentaciones ni persecuciones y peleas; que éste es otroefecto muy cierto y grande de ser espíritu del Señor, y no ilusión, lacontemplación y mercedes que Su Majestad les diere; porque -comopoco ha dije- antes los desean y los piden y los aman. Son como lossoldados, que están más contentos cuando hay más guerra, porqueesperan salir con más ganancia; si no la hay, sirven con su sueldo, masven que no pueden medrar mucho. 2. Creed, hermanas, que los soldados de Cristo, que son los quetienen contemplación y tratan de oración, no ven la hora que pelear;nunca temen mucho enemigos públicos; ya los conocen y saben que,con la fuerza que en ellos pone el Señor, no tienen fuerza, y quesiempre quedan vencedores y con gran ganancia; nunca los vuelven elrostro. Los que temen -y es razón teman y siempre pidan los libre elSeñor de ellos- son unos enemigos que hay traidores, unos demoniosque se transfiguran en ángel de luz; vienen disfrazados. Hasta que hanhecho mucho daño en el alma no se dejan conocer, sino que nos andanbebiendo la sangre y acabando las virtudes, y andamos en la mismatentación y no lo entendemos. De éstos pidamos, hijas, y supliquemosmuchas veces en el Paternóster que nos libre el Señor y que noconsienta andemos en tentación; que no nos traigan engañadas, que sedescubra la ponzoña, que no os escondan la luz y la verdad. ¡Oh, concuánta razón nos enseña nuestro buen Maestro a pedir esto y lo pidepor nosotros!

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3. Mirad, hijas, que de muchas maneras dañan; no penséis que essólo en hacernos entender que los gustos que pueden fingir en nosotrosy regalos son de Dios, que éste me parece el menos daño, en parte, queellos pueden hacer; antes podrá ser que con esto hagan caminar másaprisa, porque, cebados de aquel gusto, están más horas en la oración;y como ellos están ignorantes que es del demonio y como se venindignos de aquellos regalos, no acabarán de dar gracias a Dios,quedarán más obligados a servirle, se esforzarán a disponerse para queles haga más mercedes el Señor, pensando son de su mano. 4. Procurad, hermanas, siempre humildad y ver que no sois dignasde estas mercedes y no las procuréis. Haciendo esto, tengo para mí quemuchas almas pierde el demonio por aquí -pensando hacer que sepierdan- y que saca el Señor, del mal que él pretende hacer, nuestrobien; porque mira Su Majestad nuestra intención, que es contentarle yservirle estándonos con Él en la oración, y fiel es el Señor. Bien esandar con aviso no haga quiebra en la humildad o engendrar algunavanagloria. Suplicando al Señor os libre en esto, no hayáis miedo,hijas, que os deje Su Majestad regalar mucho de nadie, sino de Sí. 5. Adonde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, eshaciéndonos creer que tenemos virtudes no teniéndolas, que esto espestilencia. Porque en los gustos y regalos parece sólo que recibimos yque quedamos más obligados a servir; acá parece que damos yservimos y que está el Señor obligado a pagar, y así poco a poco hacemucho daño. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra nosdescuidamos de adquirir aquella virtud, que nos parece la tenemos yaganada. Pues ¿qué remedio, hermanas? El que a mí me parece mejor eslo que nos enseña nuestro Maestro: oración y suplicar al Padre Eternoque no permita que andemos en tentación. 6. También os quiero decir algún otro: que, si nos parece el Señorya nos la ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le puedetornar a quitar, como, a la verdad, acaece muchas veces y no sin granprovidencia de Dios. ¿Nunca lo habéis visto por vosotras, hermanas?Pues yo sí: unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hechode verdad, venido a la prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan asida, y

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de cosas que por ventura el día de antes burlara yo de ello, que casi nome conozco. Otras veces me parece tengo mucho ánimo y que a cosaque fuese servir a Dios no volvería el rostro; y probado, es así que letengo para algunas; otro día viene que no me hallo con él para mataruna hormiga por Dios, si en ello hallase contradicción. Así, unas vecesme parece que de ninguna cosa que me murmurasen ni dijesen de míno se me da nada; y probado, algunas veces es así, que antes me dacontento; vienen días que sola una palabra me aflige y querría irme delmundo, porque me parece me cansa en todo. Y en esto no soy sola yo,que lo he mirado en muchas personas mejores que yo y sé que pasa así. 7. Pues esto es, ¿quién podrá decir de sí que tiene virtud, ni que estárica, pues al mejor tiempo que haya menester la virtud se halla de ellapobre? -Que no, hermanas, sino pensemos siempre lo estamos, y nonos adeudemos sin tener de qué pagar; porque de otra parte ha de venirel tesoro, y no sabemos cuándo nos querrá dejar en la cárcel de nuestramiseria sin darnos nada. Y si, teniéndonos por buenas, nos hacemerced y honra -que es el emprestar que digo-, se quedarán burladosellos y nosotras. Verdad es que, sirviendo con humildad, en fin nossocorre el Señor en las necesidades; mas si no hay muy de veras estavirtud, a cada paso -como dicen- os dejará el Señor; y es grandísimamerced suya, que es para que la tengáis y entendáis con verdad que notenemos nada que no lo recibimos. 8. Ahora, pues, notad otro aviso: nos hace entender el demonio quetenemos una virtud, digamos de paciencia, porque nos determinamos yhacemos muy continuos actos de pasar mucho por Dios; y nos pareceen hecho de verdad que lo sufriríamos, y así estamos muy contentas,porque ayuda el demonio a que lo creamos. Yo os aviso no hagáis casode estas virtudes, ni pensemos las conocemos sino de nombre, ni quenos las ha dado el Señor hasta que veamos la prueba; porque acaeceráque a una palabra que os digan a vuestro disgusto, vaya la pacienciapor el suelo. Cuando muchas veces sufriereis, alabad a Dios que oscomienza a enseñar esta virtud, y esforzaos a padecer, que es señal queen eso quiere se la paguéis, pues os la da, y no la tengáis sino como endepósito, como ya queda dicho.

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9. Trae otra tentación: que nos parecemos muy pobres de espíritu, ytraemos costumbre de decirlo, que «ni queremos nada ni se nos da nadade nada»; no se ha ofrecido la ocasión de darnos algo -aunque pase delo necesario-, cuando va toda perdida la pobreza de espíritu. Muchoayuda el traer costumbre de decirlo a parecer que se tiene. Mucho haceal caso andar siempre sobre aviso para entender esta tentación, así enlas cosas que he dicho, como en otras muchas; porque, cuando de verasda el Señor una sólida virtud de éstas, todas parece las trae tras sí; esmuy conocida cosa. Mas os torno a avisar que, aunque os parezca latenéis, temáis que os engañáis; porque el verdadero humilde siempreanda dudoso en virtudes propias, y muy ordinariamente le parecen másciertas y de más valor las que ve en sus prójimos.

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Capítulo 39Prosigue la misma materia y da avisos de tentaciones

algunas de diferentes maneras y pone los remedios paraque se puedan librar de ellas

1. Pues guardaos también, hijas de unas humildades que pone eldemonio con gran inquietud de la gravedad de nuestros pecados, quesuele apretar aquí de muchas maneras, hasta apartarse de lascomuniones y de tener oración particular -por no lo merecer, les poneel demonio-; y cuando llegan al Santísimo Sacramento, en si seaparejaron bien o no, se les va el tiempo que habían de recibirmercedes. Llega la cosa a término de hacer parecer a un alma que, porser tal, la tiene Dios tan dejada que casi pone duda en su misericordia.Todo le parece peligro lo que trata y sin fruto lo que sirve, por buenoque sea. Dale una desconfianza, que se le caen los brazos para hacerningún bien, porque le parece que lo que lo es en los otros, en ella esmal. 2. Mirad mucho, hijas en este punto que os diré, porque algunasveces podrá ser humildad y virtud teneros por tan ruin, y otrasgrandísima tentación. Porque yo he pasado por ella, la conozco. La humildad no inquieta, ni desasosiega, ni alborota el alma, porgrande que sea; sino viene con paz y regalo y sosiego. Aunque uno, deverse ruin, entienda claramente merece estar en el infierno y se aflige yle parece con justicia todos le habían de aborrecer, y que no osa casipedir misericordia, si es buena humildad, esta pena viene con unasuavidad en sí y contento, que no querríamos vernos sin ella. Noalborota ni aprieta el alma, antes la dilata y hace hábil para servir más aDios. Estotra pena todo lo turba, todo lo alborota, toda el almarevuelve, es muy penosa. Creo pretende el demonio que pensemostenemos humildad, y si pudiese, a vueltas que desconfiásemos de Dios. 3. Cuando así os hallareis, atajad el pensamiento de vuestra miserialo más que pudiereis, y ponedle en la misericordia de Dios y en lo que

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nos ama y padeció por nosotros. Y si es tentación, aun esto no podréishacer, que no os dejará sosegar el pensamiento, ni ponerle en cosa, sinopara fatigaros más; harto será si conocéis es tentación. Así es en penitencias desconcertadas, para hacer entendernos quesomos más penitentes que las otras y que hacéis algo. Si os andáisescondiendo del confesor o prelada, o si diciéndoos que lo dejéis, no lohacéis, es clara tentación. Procurad -aunque más pena os dé- obedecer,pues en esto está la mayor perfección. 4. Pone otra bien peligrosa, que es una seguridad de parecernos queen ninguna manera tornaríamos a las culpas pasadas y contentos delmundo; «que ya le tengo entendido y sé que acaba todo y que másgusto me dan las cosas de Dios». Esta, si es a los principios, es muymalo, porque con esta seguridad no se les da nada de tornarse a poneren las ocasiones, y nos hace dar de ojos, y ¡plega a Dios que no seamuy peor la recaída! Porque, como el demonio ve que es alma que lepuede dañar y aprovechar a otras, hace todo su poder para que no selevante. Así que, aunque más gustos y prendas de amor el Señor os dé,nunca tanto andéis seguras que dejéis de temer podéis tornar a caer, yguardaros de las ocasiones. 5. Procurad mucho tratar esas mercedes y regalos con quien os déluz, sin tener cosa secreta; y tened este cuidado: que en principio y finde la oración, por subida contemplación que sea, siempre acabéis enpropio conocimiento. Y si es de Dios, aunque no queráis ni tengáis esteaviso, lo haréis aun más veces, porque trae consigo humildad y siempredeja con más luz para que entendamos lo poco que somos. No mequiero detener más, porque muchos libros hallaréis de estos avisos. Loque he dicho es porque he pasado por ello y me he visto en trabajoalgunas veces. Todo cuanto se puede decir no puede dar enteraseguridad. 6. Pues, Padre Eterno, ¿qué hemos de hacer sino acudir a Vos ysuplicaros no nos traigan estos contrarios nuestros en tentación? Cosaspúblicas vengan, que, con vuestro favor, mejor nos libraremos; masesas traiciones ¿quién las entenderá, Dios mío? Siempre hemosmenester pediros remedio. Decidnos, Señor, alguna cosa para que nos

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entendamos y aseguremos; ya sabéis que por este camino no van losmuchos y, si han de ir con tantos miedos, irán muy menos. 7. Cosa extraña es ésta, ¡como si para los que no van por camino deoración no tentase el demonio!, y que se espanten más todos de unoque engaña, de los que van más allegados a perfección, que de cien milque ven en engaños y pecados públicos, que no hay que andar a mirarsi es bueno o malo, porque de mil leguas se entiende es Satanás. A laverdad, tienen razón, porque son tan poquísimos a los que engaña eldemonio de los que rezaren el Paternóster como queda dicho, que,como cosa nueva y no usada, da admiración; que es cosa muy de losmortales pasar fácilmente por lo continuo que ven y espantarse muchode lo que es muy pocas veces o casi ninguna. Y los mismos demonioslos hacen espantar, porque les está a ellos bien, que pierden muchospor uno que se llega a la perfección.

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Capítulo 40Dice cómo procurando siempre andar en amor y temor de

Dios, iremos seguras entre tantas tentaciones

1. Pues, buen Maestro nuestro, dadnos algún remedio cómo vivirsin mucho sobresalto en guerra tan peligrosa. El que podemos tener,hijas, y nos dio Su Majestad es «amor y temor»; que el amor nos haráapresurar los pasos; el temor nos irá ir mirando adónde ponemos lospies, para no caer por camino adonde hay tanto en qué tropezar, comocaminamos todos los que vivimos; y con esto, a buen seguro que noseamos engañadas. 2. Me diréis que en qué veréis que tenéis estas dos virtudes tangrandes; y tenéis razón, porque cosa muy cierta y determinada no lapuede haber; porque siéndolo de que tenemos amor, lo estaremos deque estamos en gracia. Mas, mirad, hermanas, hay unas señales queparece los ciegos las ven; no están secretas; aunque no queráisentenderlas, ellas dan voces que hacen mucho ruido, porque no sonmuchos los que con perfección las tienen, y así se señalan más. ¡Comoquien no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes,desde donde se da guerra al mundo y a los demonios. 3. Quien de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo buenoquieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenosse juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdadesy cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible, quien muy deveras ama a Dios, amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosa delmundo, de deleites, ni honras; ni tiene contiendas ni envidias. Todoporque no pretende otra cosa sino contentar al Amado. Andanmuriendo porque los ame, y así ponen la vida en entender cómo leagradarán más. ¿Esconderse? ¡Oh, que el amor de Dios, si de veras esamor, es imposible! Si no, mirad un San Pablo, una Magdalena: en tresdías el uno comenzó a entenderse que estaba enfermo de amor; éste fueSan Pablo. La Magdalena desde el primer día, ¡y cuán bien entendido!

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Que esto tiene, que hay más o menos; y así se da a entender como lafuerza que tiene el amor: si es poco, se da a entender poco; y si esmucho, mucho; mas, poco o mucho, como haya amor de Dios, siemprese entiende. 4. Mas de lo que ahora tratamos más, que es de los engaños eilusiones que hace el demonio a los contemplativos, no hay poco:siempre es el amor mucho -o ellos no serán contemplativos-, y así seda a entender mucho y de muchas maneras. Es fuego grande: no puedesino dar gran resplandor. Y si esto no hay, anden con gran recelo, creanque tienen bien que temer, procuren entender qué es, hagan oraciones,anden con humildad y supliquen al Señor no los traiga en tentación;que, cierto, a no haber esta señal, yo temo que andamos en ella. Mas,andando con humildad, procurando saber la verdad, sujetas al confesory tratando con él con verdad y llaneza, que, como está dicho, con loque el demonio os pensare dar la muerte, os da la vida, aunque máscocos e ilusiones os quiera hacer. 5. Mas si sentís este amor de Dios que tengo dicho y el temor queahora diré, andad alegres y quietas; que por haceros turbar el alma paraque no goce tan grandes bienes, os pondrá el demonio mil temoresfalsos y hará que otros os los pongan; porque, ya que no puedeganaros, al menos procura hacernos algo perder y que pierdan los quepudieran ganar mucho, creyendo son de Dios las mercedes que hacetan grandes a una criatura tan ruin, y que es posible hacerlas, queparece algunas veces tenemos olvidadas sus misericordias antiguas. 6. ¿Pensáis que le importa poco al demonio poner estos temores?No, sino mucho, porque hace dos daños: el uno, que atemoriza a losque lo oyen de llegarse a la oración, pensando han también de serengañados; el otro, que se llegarían muchos más a Dios, viendo que estan bueno -como he dicho-, que es posible comunicarse ahora tanto conlos pecadores. Les pone codicia, y tienen razón, que yo conozcoalgunas personas que esto los animó y comenzaron oración, y en pocotiempo salieron verdaderos, haciéndolos el Señor grandes mercedes. 7. Así que, hermanas, cuando entre vosotras viereis hay alguna queel Señor las haga, alabad mucho al Señor por ello, y no por eso penséis

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está segura, antes ayudadla con más oración; porque nadie lo puedeestar mientras vive y anda engolfado en los peligros de este martempestuoso. Así que no dejaréis de entender este amor adonde está, ni sé cómose pueda encubrir. Pues si amamos acá a las criaturas, dicen serimposible y que mientras más hacen por encubrirlo más se descubre,siendo cosa tan baja que no merece nombre de amor, porque se fundaen nonada, ¿y se había de poder encubrir un amor tan fuerte, tan justo,que siempre va creciendo, que no ve cosa para dejar de amar, fundadosobre tal cimiento como es ser pagado con otro amor, que ya no puededudar de él por estar mostrado tan al descubierto, con tan grandesdolores y trabajos y derramamiento de sangre, hasta perder la vida,porque no nos quedase ninguna duda de este amor? ¡Oh, válgame Dios,qué cosa tan diferente debe ser el un amor del otro a quien lo haprobado! 8. Plega a Su Majestad nos le dé antes que nos saque de esta vida,porque será gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a serjuzgadas de quien hemos amado sobre todas las cosas. Seguraspodremos ir con el pleito de nuestras deudas; no será ir a tierra extraña,sino propia, pues es a la de quien tanto amamos y nos ama. Acordaos,hijas mías, aquí de la ganancia que trae este amor consigo y de lapérdida en no tenerle, que nos pone en manos del tentador, en manostan crueles, manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal. 9. ¿Qué será de la pobre alma, que, acabada de salir de tales doloresy trabajos, como son los de la muerte, cae luego en ellas? ¡Qué maldescanso le viene!; ¡qué despedazada irá al infierno!; ¡qué multitud deserpientes de diferentes maneras!; ¡qué temeroso lugar!; ¡quédesventurado hospedaje! Pues para una noche una mala posada se sufremal, si es persona regalada -que son los que más deben de ir allá-, puesposada de para siempre, para sin fin, ¿qué pensáis sentirá aquella tristealma? Que no queramos regalos, hijas; bien estamos aquí; todo es unanoche la mala posada. Alabemos a Dios; esforcémonos a hacerpenitencia en esta vida. Mas ¡qué dulce será la muerte de quien detodos sus pecados la tiene hecha y no ha de ir al purgatorio! ¡Cómo

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desde acá aun podrá ser comience a gozar de la gloria! No verá en sítemor, sino toda paz. 10. Ya que no lleguemos a esto, hermanas, supliquemos a Dios, sivamos a recibir luego penas, sea adonde con esperanza de salir de ellaslas llevemos de buena gana, y adonde no perdamos su amistad ygracia, y que nos la dé en esta vida para no andar en tentación sin quelo entendamos.

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Capítulo 41Que habla del temor de Dios y cómo nos hemos de guardar

de pecados veniales

1. ¡Cómo me he alargado! Pues no tanto como quisiera, porque escosa sabrosa hablar en tal amor; ¿qué será tenerle? El Señor me le dépor quien Su Majestad es. Ahora vengamos al temor de Dios. Es cosa también muy conocidade quien le tiene y de los que le tratan. Aunque quiero entendáis que alos principios no está tan crecido, si no es algunas personas, a quien -como he dicho- el Señor hace grandes mercedes, que en breve tiempolas hace ricas de virtudes; y así no se conoce en todos -a los principios,digo-; se va aumentando el valor, creciendo más cada día; aunquedesde luego se entiende, porque luego se apartan de pecados y de lasocasiones y de malas compañías y se ven otras señales. Mas cuando yallega el alma a contemplación -que es de lo que más ahora aquítratamos-, el temor de Dios también anda muy al descubierto, como elamor; no va disimulado aun en lo exterior. Aunque mucho con aviso semiren estas personas, no las verán andar descuidadas, que, por grandeque le tengamos a mirarlas, las tiene el Señor de manera que, si graninterés se le ofreciese, no harán de advertencia un pecado venial; losmortales temen como al fuego. Y estas son las ilusiones que yo querría, hermanas, temiésemosmucho, y supliquemos siempre a Dios no sea tan recia siempre latentación, que le ofendamos, sino que nos la dé conforme a la fortalezaque nos ha de dar para vencerla. Esto es lo que hace al caso; este temores el que yo deseo nunca se quite de nosotras, que es lo que nos ha devaler. 2. ¡Oh, que es gran cosa no tener ofendido al Señor, para que sussiervos y esclavos infernales estén atados! que, en fin, todos le han deservir, mal que les pese, sino que ellos es por fuerza y nosotros de todavoluntad. Así que, teniéndole contento, ellos estarán a raya, no harán

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cosa con que nos puedan dañar, aunque más nos traigan en tentación ynos armen lazos secretos. 3. Tened esta cuenta y aviso -que importa mucho-: que [no osdescuidéis] hasta que os veáis con tan gran determinación de noofender al Señor, que perderíais mil vidas antes que hacer un pecadomortal, y de los veniales estéis con mucho cuidado de no hacerlos; estode advertencia, que de otra suerte, ¿quién estará sin hacer muchos?Mas hay una advertencia muy pensada; otra tan de presto, que casihaciéndose el pecado venial y advirtiendo, es todo uno, que no nospudimos entender. Mas pecado muy de advertencia, por chico que sea,Dios nos libre de él. ¡Cuanto más que no hay poco, siendo contra unatan gran Majestad y viendo que nos está mirando! Que esto me parecea mí es pecado sobrepensado, y como quien dice: «Señor, aunque ospese, haré esto; ya veo que lo veis y sé que no lo queréis y lo entiendo;mas quiero más seguir mi antojo y apetito que no vuestra voluntad». Yque en cosa de esta suerte hay poco, a mí no me lo parece, por leve quesea la culpa, sino mucho y muy mucho. 4. Mirad, por amor de Dios, hermanas, si queréis ganar este temorde Dios, que va mucho entender cuán grave cosa es ofensa de Dios ytratarlo en vuestros pensamientos muy ordinario, que nos va la vida, ymucho más, tener arraigada esta virtud en nuestras almas. Y hasta queentendáis muy de veras que le tenéis, es menester andar siempre conmucho cuidado y apartarnos de todas las ocasiones y compañías que nonos ayuden a llegarnos más a Dios. Tener gran cuenta con todo lo quehacemos, para doblar en ello nuestra voluntad, y cuenta con que lo quehablare vaya con edificación; huir de donde hubiere pláticas que nosean de Dios. Ha menester mucho que en sí quede muy impreso este temor;aunque, si de veras hay amor, presto se cobra; mas en teniendo el almavisto con gran determinación en sí que -como he dicho- por cosa criadano hará una ofensa de Dios, aunque después se caiga alguna vez,porque somos flacos y no hay que fiar de nosotros: cuando másdeterminados, menos confiados de nuestra parte, que de donde ha devenir la confianza ha de ser de Dios. Cuando esto que he dicho

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entendamos de nosotros, no es menester andar tan encogidos niapretados, que el Señor nos favorecerá -y ya la costumbre nos seráayuda para no ofenderle-, sino andar con una santa libertad, tratandocon quien fuere justo, y aunque sean distraídas. Porque las que, antesque tuvieseis este verdadero temor de Dios, os fueran tóxico y ayudapara matar el alma, muchas veces después os la harán para amar más aDios y alabarle, porque os libró de aquello que veis ser notorio peligro;y si antes fuerais parte para ayudar a sus flaquezas, ahora lo seréis paraque se vayan a la mano en ellas, por estar delante de vos, que sinquereros hacer honra, acaece esto. 5. Yo alabo al Señor muchas veces y pensando de dónde vendrá porqué, sin decir palabra, muchas veces un siervo de Dios ataja palabrasque se dicen contra Él. Debe ser que, así como acá, si tenemos unamigo, siempre se tiene respeto -si es en su ausencia- a no hacerleagravio delante del que saben que lo es, y como aquél está en gracia, lamisma gracia debe hacer que, por bajo que éste sea, se le tenga respetoy no le den pena en cosa que tanto entienden ha de sentir como ofendera Dios. El caso es que yo no sé la causa, mas sé que es muy ordinarioesto. Así que no os apretéis, porque si el alma se comienza a encoger, esmuy mala cosa para todo lo bueno, y a las veces dan en serescrupulosas, y veisla aquí inhabilitada para sí y para los otros; y yaque no dé en esto, será buena para sí, mas no llegará muchas almas aDios, como ven tanto encogimiento y apretura. Es tal nuestro natural,que las atemoriza y ahoga, y huyen de llevar el camino que vos lleváis,aunque conocen claro ser de más virtud. 6. Y viene otro daño de aquí, que es juzgar a otros: como no van porvuestro camino, sino con más santidad -por aprovechar el prójimotratan con libertad y sin esos encogimientos-, luego os pareceránimperfectos. Si tienen alegría santa, parecerá disolución, en especial enlas que no tenemos letras ni sabemos en lo que se puede tratar sinpecado. Es muy peligrosa cosa y un andar en tentación continuo y muyde mala digestión, porque es un perjuicio del prójimo; y pensar que sino van todos por el modo que vos, encogidamente, no van tan bien, es

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malísimo. Y hay otro daño: que en algunas cosas que habéis de hablar -y es razón habléis- por miedo de no exceder en algo, no osaréis sinopor ventura decir bien de lo que sería muy bien abominaseis. 7. Así que, hermanas, todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios,procurad ser afables y entender de manera con todas las personas queos trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera devivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. Areligiosas importa mucho esto; mientras más santas, más conversablescon sus hermanas, y que aunque sintáis mucha pena si no van suspláticas todas como vos las querríais hablar, nunca os extrañéis deellas, si queréis aprovechar y ser amada. Que es lo que mucho hemosde procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas quetratamos, en especial a nuestras hermanas. 8. Así que, hijas mías, procurad entender de Dios en verdad que nomira a tantas menudencias como vosotras pensáis, y no dejéis que se osencoja el ánima y el ánimo, que se podrán perder muchos bienes. Laintención recta, la voluntad determinada -como tengo dicho- de noofender a Dios. No dejéis arrinconar vuestra alma, que en lugar deprocurar santidad, sacará muchas imperfecciones que el demonio lepondrá por otras vías, y -como he dicho- no aprovechará a sí y a lasotras tanto como pudiera. 9. Veis aquí como con estas dos cosas -amor y temor de Dios-podemos ir por este camino sosegados y quietos, aunque, como eltemor ha de ir siempre delante, no descuidados, que esta seguridad nola hemos de tener mientras vivimos, porque sería gran peligro. Y así loentendió nuestro Enseñador, cuando en el fin de esta oración dice a suPadre estas palabras, como quien entendió era bien menester.

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Capítulo 42En que trata de estas postreras palabras del Paternóster:

sed libera nos a malo. Amen. «Mas líbranos de mal.Amén»

1. Me parece tiene razón el buen Jesús de pedir esto para Sí, porqueya vemos cuán cansado estaba de esta vida, cuando dijo en la cena asus Apóstoles: «Con deseo he deseado cenar con vosotros», que era lapostrera cena de su vida; adonde se ve cuán cansado debía ya estar devivir, y ahora no se cansarán los que han cien años, sino siempre condeseo de vivir más. A la verdad, no la pasamos tan mal, ni con tantostrabajos como Su Majestad la pasó, ni tan pobremente. ¿Qué fue todasu vida sino una continua muerte, siempre trayendo la que le habían dedar tan cruel delante de los ojos? Y esto era lo menos; mas ¡tantasofensas como se hacían a su Padre y tanta multitud de almas como seperdían! Pues si acá una que tenga caridad le es esto gran tormento,¿qué sería en la caridad sin tasa ni medida de este Señor? Y ¡qué granrazón tenía de suplicar al Padre que le librase ya de tantos males ytrabajos, y le pusiese en descanso para siempre en su reino, pues eraverdadero heredero de él! 2. «Amén». Que el «amén» entiendo yo que, pues con él se acabantodas las cosas, que así pide el Señor seamos librados de todo mal parasiempre. Y así lo suplico yo al Señor me libre de todo mal parasiempre, pues no me desquito de lo que debo, sino que puede ser porventura cada día me adeudo más. Y lo que no se puede sufrir, Señor, esno poder saber cierto que os amo, ni si son aceptos mis deseos delantede Vos. ¡Oh, Señor y Dios mío, libradme ya de todo mal, y sed servidode llevarme adonde están todos los bienes! ¿Qué esperan ya aquí a losque Vos habéis dado algún conocimiento de lo que es el mundo y losque tienen viva fe de lo que el Padre Eterno les tiene guardado? 3. El pedir esto con deseo grande y toda determinación es un granefecto para los contemplativos de que las mercedes que en la oración

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reciben son de Dios; así que los que lo fueren, ténganlo en mucho. Elpedirlo yo no es por esta vía -digo que no se tome por esta vía-, sinoque, como he tan mal vivido, temo ya de más vivir y me cansan tantostrabajos. Los que participan de los regalos de Dios no es mucho deseenestar adonde no los gocen a sorbos, y que no quieran estar en esta vida-que tantos embarazos hay para gozar de tanto bien-, y que deseen estaradonde no se les ponga el sol de justicia. Se les hará todo oscurocuanto después acá ven, y de cómo viven me espanto. No debe ser concontento quien ha comenzado a gozar y le han dado ya acá su reino yno ha de vivir por su voluntad, sino por la del rey. 4. ¡Oh, cuán otra vida debe ser ésta para no desear la muerte! ¡Cuándiferentemente se inclina nuestra voluntad a lo que es la voluntad deDios! Ella quiere queramos la verdad, nosotros queremos la mentira;quiere que queramos lo eterno, acá nos inclinamos a lo que se acaba;quiere queramos cosas grandes y subidas, acá queremos bajas y detierra; querría quisiésemos sólo lo seguro, acá amamos lo dudoso. Quees burla, hijas mías, sino suplicar a Dios nos libre de estos peligrospara siempre y nos saque ya de todo mal. Y aunque no sea nuestrodeseo con perfección, esforcémonos a pedir la petición. ¿Qué noscuesta pedir mucho, pues pedimos a poderoso? Mas, para que másacertemos, dejemos a su voluntad el dar, pues ya le tenemos dada lanuestra; y sea para siempre santificado su nombre en los cielos y en latierra y en mí sea siempre hecha su voluntad, amén. 5. Ahora, mirad, hermanas, cómo el Señor me ha quitado de trabajoenseñando a vosotras y a mí el camino que comencé a deciros,dándome a entender lo mucho que pedimos cuando decimos estaoración evangelical. Sea bendito por siempre, que es cierto que jamásvino a mi pensamiento que había tan grandes secretos en ella, que yahabéis visto encierra en sí todo el camino espiritual, desde el principiohasta engolfar Dios el alma y darla abundosamente a beber de la fuentede agua viva que dije estaba al final del camino. Parece nos ha querido el Señor dar a entender hermanas, la granconsolación que está aquí encerrada, y es gran provecho para laspersonas que no saben leer. Si lo entendiesen, por esta oración podían

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sacar mucha doctrina y consolarse en ella. 6. Pues deprendamos, hermanas, de la humildad con que nos enseñaeste buen Maestro, y suplicadle me perdone, que me he atrevido ahablar en cosas tan altas. Bien sabe Su Majestad que mi entendimientono es capaz para ello, si Él no me enseñara lo que he dicho.Agradecédselo vosotras, hermanas, que debe haberlo hecho por lahumildad con que me lo pedisteis y quisisteis ser enseñadas de cosa tanmiserable. 7. Si el Padre Presentado Fray Domingo Báñez, que es mi confesor,a quien le daré antes que le veáis, viere es para vuestroaprovechamiento y os lo diere, me consolaré que os consoléis. Si noestuviere para que nadie le vea, tomaréis mi voluntad, que con la obrahe obedecido a lo que me mandasteis; que yo me doy por bien pagadadel trabajo que he tenido en escribir, que no por cierto en pensar lo quehe dicho. Bendito sea y alabado el Señor, de donde nos viene todo elbien que hablamos y pensamos y hacemos, amén.