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1 ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA Enrique Alejandro González Cano § 1 El presente escrito tienen como finalidad exponer algunas sugerencias que considero importantes en la in- vestigación filosófica. Lejos estoy de presentar una manual o unas técnicas sobre cómo investigar; menos aún, hacer una reflexión en torno a la índole e importancia de la investigación en la filosofía; más bien pre- tendo resaltar el papel que desempeña la información y ubicación de documentos filosóficos en la investiga- ción filosófica. Estoy consciente de la existencia del vasto número de obras dedicadas tanto al método o métodos empleados en filosofía como a la metodología 1 ; pero esto no es una limitante: considero convenien- te presentar algunas “líneas” o “pautas” generales que suelen ser olvidadas, por obvias, en la investigación. En este sentido, mi intención es resaltar la obviedad en la investigación y el estudio filosófico. De ante mano me disculpo por lo “academicista” que pudi era parecer ante el joven lector estudiante; sin embargo, estoy convencido de lo pertinente que es iniciar un ejercicio filosófico desde una postura académi- ca para, posteriormente, pasar a una postura personal (postura además ideal de todo filósofo). Pese a las diferencias que puedan haber en ambos casos, es indispensable tener en cuenta que existen características comunes que quisiera resaltar en este momento: el rigor investigativo, argumentativo y reflexivo, la originali- dad filosófica y las propuestas y aportaciones a la filosofía. 2 En este ejercicio de obviedad, seguiré las sugerencias que Ignacio Izuzquia señala en Guía para el estudio de la filosofía. Referencias y método (1989). Ciertamente, este autor, de origen español, enfoca, de manera palmaria, su exposición hacia las bibliotecas españolas: su estructura, organización, importancia y servicios, entre otros. Esto lo hace con el fin de marcar una analógica organizativa y disciplinaria entre las bibliotecas y el filósofo. Por otro lado, tiene la intención de resaltar la importancia de la información veraz en el estudio filosófico. En suma, su estudio está dirigido a los estudiantes de filosofía; de ahí la obviedad: cuando se es estudiante, conocemos diversos procesos investigativos; empero, al transcurrir los años, llegan a ser olvida- dos. Para salvar la problemática regional, amplío y relaciono las sugerencias de Izuzquia con las orientaciones que ofrece Rosa Krauze Kolteniuk en Introducción a la investigación filosófica (1986). Esta relación nos per- mitirá analizar como, pese a la distancia territorial y cultura (Europa y América, España y México, españoles y mexicanos) existen criterios comunes en el estudio y la investigación filosófica. 3 Finalmente, quiero apuntar que, si bien el sistema educativo en nuestro país adolece de muchas deficiencias en la investigación, así como la baja calidad de nuestras bibliotecas, todo estudiante de filosofía (en este incluyo a los filósofos en ejercicio docente, investigativo o con estudios de postgrado, justo porque el filosofar se realiza constantemente, y toda nuestra vida será un “estudio constante”) ha de vérselas con la inform a- ción concentrada, por excelencia, en las bibliotecas. Sea pues, este pequeño aporte, una contribución a la preparación constante en el estudio y la investigación filosófica, bajo la premisa de que el mayor aprendizaje y experiencia se da en la investigación misma. 1 Entendiendo aquí la metodología como el estudio filosófico sobre los métodos, al margen de ser incluida o no en la lógica. Considero que este no es el lugar para abrir esta discusión. De momento, es suficiente con señalar que entendien- do como dos ámbitos distintos la metodología y el método, pero conectados uno con el otro. 2 Es claro que también esto ha de llevar a otros ámbitos en donde se desenvuelve el ser humano, de manera directa o indirecta: no nos es ajeno saber que la filosofía repercute en otros ámbitos. En este sentido, y a propósito de la elección de un tema, señala Rosa Krauze que “la elección del tema presupone los alcances de la investigación y el deseo de con- tribuir, en alguna forma, al enriquecimiento de los conocimientos humanos, y nunca deberá ser copia o glosa de lo que han expuesto los demás”. (Introducción a la investigación filosófica, UNAM, México, 1986, p. 17. La cursiva es mía). 3 De manera directa o indirecta, también están incluidos libros sobre instrumentos o herramientas de investigación de otras áreas para corroborar los elementos comunes entre las diversas áreas de investigación. Entre estos están: Guiller- mina Baena, Instrumentos de investigación (14ª reimpresión, 1993) y Ramón Alberto Pérez Martínez Metodología de la investigación científica (1991). En el apartado de la bibliografía señalaré otras fuentes.

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ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA

Enrique Alejandro González Cano

§ 1 El presente escrito tienen como finalidad exponer algunas sugerencias que considero importantes en la in-vestigación filosófica. Lejos estoy de presentar una manual o unas técnicas sobre cómo investigar; menos aún, hacer una reflexión en torno a la índole e importancia de la investigación en la filosofía; más bien pre-tendo resaltar el papel que desempeña la información y ubicación de documentos filosóficos en la investiga-ción filosófica. Estoy consciente de la existencia del vasto número de obras dedicadas tanto al método o métodos empleados en filosofía como a la metodología

1; pero esto no es una limitante: considero convenien-

te presentar algunas “líneas” o “pautas” generales que suelen ser olvidadas, por obvias, en la investigación. En este sentido, mi intención es resaltar la obviedad en la investigación y el estudio filosófico. De ante mano me disculpo por lo “academicista” que pudiera parecer ante el joven lector estudiante; sin embargo, estoy convencido de lo pertinente que es iniciar un ejercicio filosófico desde una postura académi-ca para, posteriormente, pasar a una postura personal (postura además ideal de todo filósofo). Pese a las diferencias que puedan haber en ambos casos, es indispensable tener en cuenta que existen características comunes que quisiera resaltar en este momento: el rigor investigativo, argumentativo y reflexivo, la originali-dad filosófica y las propuestas y aportaciones a la filosofía.

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En este ejercicio de obviedad, seguiré las sugerencias que Ignacio Izuzquia señala en Guía para el estudio de la filosofía. Referencias y método (1989). Ciertamente, este autor, de origen español, enfoca, de manera palmaria, su exposición hacia las bibliotecas españolas: su estructura, organización, importancia y servicios, entre otros. Esto lo hace con el fin de marcar una analógica organizativa y disciplinaria entre las bibliotecas y el filósofo. Por otro lado, tiene la intención de resaltar la importancia de la información veraz en el estudio filosófico. En suma, su estudio está dirigido a los estudiantes de filosofía; de ahí la obviedad: cuando se es estudiante, conocemos diversos procesos investigativos; empero, al transcurrir los años, llegan a ser olvida-dos. Para salvar la problemática regional, amplío y relaciono las sugerencias de Izuzquia con las orientaciones que ofrece Rosa Krauze Kolteniuk en Introducción a la investigación filosófica (1986). Esta relación nos per-mitirá analizar como, pese a la distancia territorial y cultura (Europa y América, España y México, españoles y mexicanos) existen criterios comunes en el estudio y la investigación filosófica.

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Finalmente, quiero apuntar que, si bien el sistema educativo en nuestro país adolece de muchas deficiencias en la investigación, así como la baja calidad de nuestras bibliotecas, todo estudiante de filosofía (en este incluyo a los filósofos en ejercicio docente, investigativo o con estudios de postgrado, justo porque el filosofar se realiza constantemente, y toda nuestra vida será un “estudio constante”) ha de vérselas con la informa-ción concentrada, por excelencia, en las bibliotecas. Sea pues, este pequeño aporte, una contribución a la preparación constante en el estudio y la investigación filosófica, bajo la premisa de que el mayor aprendizaje y experiencia se da en la investigación misma.

1 Entendiendo aquí la metodología como el estudio filosófico sobre los métodos, al margen de ser incluida o no en la

lógica. Considero que este no es el lugar para abrir esta discusión. De momento, es suficiente con señalar que entendien-

do como dos ámbitos distintos la metodología y el método, pero conectados uno con el otro. 2 Es claro que también esto ha de llevar a otros ámbitos en donde se desenvuelve el ser humano, de manera directa o

indirecta: no nos es ajeno saber que la filosofía repercute en otros ámbitos. En este sentido, y a propósito de la elección

de un tema, señala Rosa Krauze que “la elección del tema presupone los alcances de la investigación y el deseo de con-

tribuir, en alguna forma, al enriquecimiento de los conocimientos humanos, y nunca deberá ser copia o glosa de lo que

han expuesto los demás”. (Introducción a la investigación filosófica, UNAM, México, 1986, p. 17. La cursiva es mía). 3 De manera directa o indirecta, también están incluidos libros sobre instrumentos o herramientas de investigación de

otras áreas para corroborar los elementos comunes entre las diversas áreas de investigación. Entre estos están: Guiller-

mina Baena, Instrumentos de investigación (14ª reimpresión, 1993) y Ramón Alberto Pérez Martínez Metodología de la

investigación científica (1991). En el apartado de la bibliografía señalaré otras fuentes.

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§ 2 En este tiempo denominado moderno, y en algunos posmodernos, y algunos otros “sin nombre”, hablar de investigación nos lleva a un cúmulo de interrogantes, de entre ellas y la más reiterativa es “investigar ¿para qué?”. El número de investigadores, haciendo una comparativa en proporciones, ha ido reduciendo en las últimas décadas.

4 El gusto por la investigación se ha difuminado por los paradigmas que predominan en el

mundo contemporáneo, de los cuales, el más evidente es la inmediatez: se desea mayor información con un menor esfuerzo (v.g. Internet).

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Desde tiempos muy remotos, el ser humano tuvo la necesidad de conocer. Aristóteles señala que nuestra actividad primordial es la investigación. El ser humano siempre está indagando, buscando respuestas al cúmulo de preguntas que se hace a lo largo de su vida. Preguntas que van desde un simple “cómo hacer esto” hasta el “porqué de esto”. Así, Aristóteles señala que la facultad primordial del ser humano es el asom-bro. Pero no sólo se queda ahí, busca, hurga, indaga qué motiva aquello (las causas). En este sentido, y ante la pregunta “¿qué es investigar?” nuestra respuesta inmediata es indagar, buscar y dar respuesta a una pregunta determinada y que inquieta al del ser humano. Pero ¿cómo? ¿de qué manera? ¿Existen algunos procedimientos que garanticen unas respuestas precisas y que a su vez no lleven a un trabajo infructuoso, despilfarro de tiempo y gasto innecesario de esfuerzo? Parte del estudio de la filosofía consiste en investigar cuáles son las “mejores” técnicas de aprendizaje para adquirir un mejor aprovechamiento en el campo filosófico y los resultados que obtengamos beneficiarán en gran media la investigación. A este orden sistemático le nombramos método. En investigación, denomina-mos como método a una serie de pasos (falibles y alternos) que permiten al investigador ahorrar tiempo y esfuerzo.

6 Sin embargo debemos ser cuidadosos en considerar que, al aplicar un método con el calificativo

científico, esto ha de suponer que debemos llegar a un «conocimiento cierto» o «saber verdadero» (muy diferente al rumor o la opinión). Por el contrario, no habremos de considerar «la verdad científica» como el fin de la investigación sino como el punto de partida y el acicate para dar continuación a la investigación. En este sentido, en el estudio filosófico la investigación no sólo está en función de comprobar o alcanzar verda-des absolutas: nuestras investigaciones filosóficas son también una búsqueda de fundamentos, una reflexión en torno a la realidad, un diálogo interdisciplinario y una interpretación cultural (entre otros); de esta forma, lejos nos situamos de establecer leyes o principios universales y necesarios.

§ 3 El estudio filosófico es investigación filosófica: uno y otro forman una entidad. No puede haber estudio filosó-fico sin una investigación: filosofar también es investigar, e “investigar supone siempre un procesamiento creativo de información que da lugar, en algunos casos, a nueva información. La información es, de hecho, una verdadera base y, en ocasiones, una condición de toda actividad investigadora”.

7 El estudiante de filo-

sofía constantemente busca información sobre algún tema, sin embargo, sugiere Izuzquia, es conveniente tener en cuenta que la mayoría de la información que se requiere se encuentra vaciada en «documentos», los cuales pueden ser de dos tipos: a) documentos primarios: libros, publicaciones periódicas (e.g. revistas, periódicos y boletines), informes, tesis y tesinas, entre otros; b) documentos secundarios: son los documen-

4 Ciertamente el número de investigadores en la actualidad es mayor a la de principio del siglo XX, pero si tomamos en

cuenta la cantidad de información que poseemos, así como los avances tecno-científicos, y en número de población, nos

percatamos que el tanto por ciento representativo es menor. 5 No estoy desacreditando el empleo de este recurso (y otros más que la tecnología contemporánea nos ofrece), por el

contrario, considero que es una óptima herramienta para obtener información, pero es necesario tener en cuenta que ésta

ha de ser analizada. 6 Recordemos que el término «método» proviene del griego methodos y significa vía, camino. Ya los griegos

(siglo IV a.C.) tenían conocimiento de este concepto y su importancia. Sin embargo, es hasta el siglo XVI cuando se le

da mayor ímpetu y se empieza a usar con mas seriedad y rigor. Rene Descarte se preocupó por encontrar un modo que le

permitiera llegar a una verdad clara, evidente, certera e indubitable. A partir de sus reflexiones e investigaciones, Des-

cartes concluyó que existen cuatro reglas básicas para obtener el mejor método, el cual le llevará a la verdad que él des-

ea. Sobre este tema véase del mismo, El discurso del método (existen varias ediciones en el mercado). 7 Ignacio Izuzquia: Guía para el estudio de la filosofía. Referencias y métodos; Anthropos; Barcelona; 1989, p. 19

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tos que se constituyen a partir de los primarios, por ejemplo, resúmenes o abstracts, bibliografías, anuarios y directorios.

8

Cuando no se tiene o la experiencia o el conocimiento preciso del tema investigado, es conveniente recurrir a las Obras de Referencia.

9 Se denominan así porque ofrecen datos generales para orientar y actualizar

conocimientos. Por ello, es pertinente consultarlos continuamente, justo porque “las obras de referencia sue-len proporcionar un marco adecuado para iniciar determinado trabajo especializado”.

10 Las Obras de Refe-

rencia son, en suma, unos recursos primordiales en el ejercicio de indagación sobre algún tema o autor de-terminado; entre éstas, las más utilizadas son: diccionarios, enciclopedias, historias generales de filosofía, biografías, directorios (generales y de asociaciones) y antologías.

11

§ 4

La inversión de tiempo en el conocimiento y perfeccionamiento de técnicas que faciliten la búsqueda, obten-ción, almacenamiento y registro de la información en el proceso de investigación, siempre será productiva en el ejercicio filosófico. Dentro de estas técnicas podemos incluir métodos de lectura, subrayado de textos, esquematizaciones, resúmenes, pautas para la expresión escrita y fichas. En el presente apartado nos enfo-caremos a dar algunas sugerencias en torno a las fichas, resúmenes y artículos, no sin tomar en cuenta que estas pautas no son fijas sino que están sujetas a la forma personal de cada investigador; sin embargo, su “universalización” radica en que sus resultados son óptimos y son empleadas por un gran número de inves-tigador (ciertamente con su “toque personal”). A. Fichas. El trabajo con fichas es uno de los medios más eficaces para la selección y registro de la información reco-lectada en la investigación. De hecho, Rosa Krauze las contempla como «notas», las cuales están supedita-das al proyecto. Apunta Rosa Krauze: “el proyecto condiciona las notas porque señala los temas generales y el lugar que ocupan en la investigación. Si las tarjetas se ajustan al proyecto, se facilita su distribución y se evita el peligro de extraer notas en forma anárquica”.

12 Para lograr esta eficacia se sugiere lo siguiente:

a. tener un solo tamaño, esto permitirá un mejor manejo; b. escribir por un solo lado para facilitar su lectura; c. ponerles un título y sigla para clasificarlas e identificar su contenido. d. mantener una confrontación constante con el tema y el esquema tentativo de trabajo.

Las fichas suelen ser de tres tipos según su contenido: 1) bibliográficas, 2) de contenido y 3) de trabajo per-sonal. Sólo mencionaré algunas características generales de cada una, pero es necesario tener presente que puede variar según los referentes teóricos que se tenga.

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1. Fichas bibliográficas. La finalidad de éstas es identificar de manera completa la fuente de información. Por ello, es pertinente llenarlas con la mayor precisión.

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2. Ficha de contenido. En ella se registran los datos del contenido del documento consultado y que interesan al investigador. Por ello, sugiere Rosa Krauze, es conveniente colocar una idea por tarjeta; idea que puede

8 Aquí también podemos incluir las monografías sobre los diferentes filósofos o sobre alguna especialidad filosófica. Por

otra parte, Rosa Krauze hace la misma distinción entre primarios y secundarios, pero ella les nombra «bibliografía dire-

cta» y «bibliografía indirecta», respectivamente. “La indirecta está formada por la obras de consulta: diccionarios, enci-

clopedias, historias de la filosofía, monografías, y reseñas de libros. La directa corresponde a las obras de los autores que

serán objeto de investigación”. (op. cit., p. 51) 9 Que, siguiendo la clasificación, pueden ser documentos secundarios (Izuzquia) o bibliografía indirecta (Krauze).

10 Ignacio Izuzquia, op. cit., p. 75

11 Al final de este escrito, como Apéndice 1, señalamos las referencias que sugiere Ignacio Izuzquia y que son comparti-

das por Rosa Krauze de Kolteniuk 12

Rosa Krauze, op. cit., p. 141. La cursiva es mía. 13

Así, Rosa Krauze les llama simplemente “tarjetas”. 14

Si es un libro, revista, artículo, enciclopedia, etcétera; Autor, título, editorial, traducción, país, año de edición o reim-

presión, etcétera; ubicación: biblioteca, pública o personal, etcétera.

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ser del autor o del investigador. También es pertinente registrar de manera clara y precisa la referencia bi-bliográfica, la cual puede ser registrada en la parte superior y es suficiente con colocar el autor y título de a obra (puesto que previamente se ha elaborado la ficha bibliográfica de la misma). Es importante incluir un título en la ficha (clara y precisa) ya que esto facilitará el conocimiento del contenido de la misma; así mismo una clave que nos permita distinguirla del resto. Para ello es pertinente tomar en cuenta que existen diversos tipos de ficha: citas textuales, de temas, de autores, de esquemas, de resúme-nes y sinopsis, y de lectura ―principalmente. Rosa Krauze las encierra en dos grupos: la textual y la glosa. La glosa es un resumen o un primer intento de redacción que busca, primordialmente, detectar las ideas principales de un párrafo o apartado. De hecho, comenta Krauze, estás formarán parte de todo el cuerpo de la investigación. La ejercitación constante de las fichas de contenido o glosa, posibilitarán un mejor uso de las fichas persona-les, las cuales tienen como característica primordial el “sello” personal de cada investigador. Estas son dos ejemplos de fichas de contenido:

CITA TEMA

(Clave) Cita. (Título) Peculiaridad del concepto «enseñanza» en Michel Foucault. (Cita) “Mi papel ―y ésta es una palabra demasiado enfá-tica― consiste en enseñar a la gente que son mu-cho más libres de lo que se sienten, que la gente acepta como verdad, como evidencia algunos te-mas que han sido construidos durante cierto mo-mento de la historia, y que esa pretendida evidencia puede ser criticada y destruida. Cambiar algo en el espíritu de la ente, ése es el papel del intelectual” (Fuente) FOUCAULT, M., Tecnologías del Yo, p. 143

(Clave) Tema. (Título) El concepto de «enseñanza» en la filosofía de la educación.

La enseñanza de los jóvenes atenienses... (Platón, La República p. 351)

Las virtudes y los hábitos son elementos primordiales en la enseñanza... (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica p. 152)

La enseñanza es un elemento primordial en las sociedades... (Rousseau, Emilio p. 96)

Etcétera (en todos los casos han de ser señaladas las fuen-tes)

3. Fichas personales. No existe un registro estandarizado o formal para este tipo de fichas, justo por ser de uso y registro personal; sin embargo, existen elementos que suelen ser comunes entre los investigadores para marcar la finalidad de éstas, las cuales suelen ser: registrar todo tipo de sugerencias, ideas, críticas, etcétera, que se creen convenientes y necesarias anotar para consideraciones posteriores o para un desa-rrollo más amplio. En este sentido, este tipo de fichas constituye un ejercicio de reflexión personal puesto por escrito, que irá adquiriendo forma en los estudios e investigaciones posteriores.

15

B. Resúmenes y abstracts. Uno de los productos que constantemente realizan los filósofos son los resúmenes o abstracts. Estos son unos documentos necesarios para el investigador, además tienen como tarea principal “la difusión de la cul-tura porque proporcionan datos valiosos en la investigación”.

16 La buena elaboración de éstos permite al

investigador comprender la obra consultada y facilita mejor el uso de la información obtenida. Los resúme-nes pueden ser de tres tipos: 1. Descriptivo: consiste en una descripción breve (casi una copia del índice analítico) de la obra que se re-quiere resumir o de los elementos fundamentales de un artículo o capítulo de un libro. 2. Informativo: es más amplio que el descriptivo; respeta siempre la estructura del texto original y describe el contenido del mismo.

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A estas fichas Krauze le denomina «Tarjetas críticas» (cf., p. 147) 16

Rosa Krauze, op. cit., p. 57

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3. Amplio: combina la sinopsis del contenido del texto con citas textuales, comentarios del autor del resumen (algunas críticas y reflexiones en torno a la obra). Rosa Krauze señala sólo un tipo de reseña que vale la pena considerar: la reseña magisterial. Esta reseña comprende: a) un informe general del libro (en el cual se incluyen los datos que lleva una ficha bibliográfica), b) algunas notas sobre el autor y la ubicación del texto en el conjunto de sus obras, c) de qué libro se trata (obra de divulgación, exposición personal, tratado, ensayo, etcétera), y d) un breve resumen sobre el mismo. El calificativo de «magistral» se debe a que son elaboradas por especialistas, ya que ellos tienen la prepara-ción suficiente para saber hasta qué punto el autor ahonda en los problemas que analiza, hasta dónde llega su información, qué ideas novedosas presenta, cuáles son correctas o incorrectas, qué importancia tiene la obra, qué lección ofrece, etcétera. Para ello, la reseña magisterial ha de contemplar los siguientes puntos:

Estructura: en cuántas partes está dividido, cómo expone las ideas y cuáles son los problemas que ana-liza.

Detectar la idea central y cómo se van ligando los problemas o ideas colaterales por orden jerárquico hasta la conclusión.

Crítica: mostrar los aspectos positivos y negativos de la obra reseñada. Esto lo hará oportunamente el investigador que mejor conozca la problemática y esté imbuido en la postura filosófica del autor.

C. Artículos. Al igual que los resúmenes, el artículo representa una de las producciones más importantes y constantes del investigador. Y es que mediante el artículo se puede expresar una argumentación definida, el anticipo es-tructurado de una investigación, un breve estudio que recapitula información en torno a un tema, comenta-rios monográficos acerca de algún aspecto de la obra o pensamiento de un autor importante por algún con-cepto en filosofía, discusión argumentada en torno a un tema de actualidad filosófica (o una personal contri-bución a la discusión del mismo), entre otros. La elaboración de artículos filosóficos presupone una característica primordial. La actualidad y la brevedad son sus rasgos esenciales. Respecto al estilo o la forma estas son algunas sugerencias para su elaboración:

Selección de tema. Por lo general suele ser actual, aunque puede emplearse temas clásicos, pero justifi-cando en qué radica su actualidad.

Elegir la forma y mantenerla: discusión, argumento, estudio de conjunto, etc.

Aparato Crítico.

Ser conciso: esto implica un gran esfuerzo de síntesis y esquematización.

Partes del artículo: introducción, desarrollo y conclusiones (u orientaciones, según sea el caso, para futuras investigaciones).

El artículo ha de ir acompaño de un abstract o resumen del mismo (demasiado breve). Incluir en este resumen tres o cuatro palabras claves que puedan identificar el contenido del artículo de modo elemen-tal (tener en cuenta que tanto el abstract como las palabras claves han de ser lo más exactos posibles).

Es recomendable fecharlo (justo por versar sobre temas de actualidad).

§ 5 En términos muy generales, por argumento puede entenderse “un razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis, convenciendo a alguien de la verdad o falsedad de la misma”. Ahora bien, un ra-zonamiento es un conjunto de afirmaciones que se agrupan como premisas y conclusión; es decir, una afir-mación o proposición o enunciado se sigue (o toma como base) otra u otras afirmaciones o proposiciones o enunciados. Existen algunos autores que marcan una distinción entre «argumento» y «argumentación». José Ferrater Mora ―autor que sigo aquí― considera que esta distinción no es importante; no al menos en su exposición y la mía.

17

Los filósofos mayores de la Grecia Clásica prestaron mucha atención a la validez o invalidez de los argu-mentos, pero lo hacían desde un sesgo lógico-formal. Aristóteles fue el primero en detectar la existencia de

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Cf., José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, Barcelona, Ariel, 1999. Voz de entrada «argumento».

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argumentos que no “encajan” dentro de una lógica formal. En los Tópicos y en la Retórica18

, Aristóteles te-matizó los argumentos probables o aquellos basados en opiniones generalmente aceptados. A este tipo de Argumentos los llamó «Dialécticos». Por su parte, Kant, en concordancia con la distinción que hace Aristóte-les, señala los fundamentos de la prueba y la demostración: el fundamento de la prueba (Beweisgrund) es riguroso, mientras que la demostración (Demostration) no lo es. Es difícil hacer una distinción rigurosa entre demostración y argumento; entre argumento y sofisma; entre argumento fuerte y argumento débil. El establecimiento de notas distintivas ha posibilitado en los últimos años un nuevo interés por los argumentos no estrictamente formales (aunque no carentes en su totalidad de un cierto formalismo lógico).

19

Los argumentos que por su composición resultan probables, también son conocidos como argumentos lícitos o retóricos; estos argumentos pueden agruparse como:

a) argumento mediante analogía; b) argumento basado en la autofagía (lo que se dice acerca de una doctrina, no se aplica a la doctrina); c) argumento de autoridad; d) argumento por consecuencia; e) argumento del dilema; f) argumento etimológico; g) argumento a fortiori; y h) argumento por el ridículo.

§ 6 En este parágrafo sólo apunto algunas orientaciones que facilitan el proceso de investigación; sin embargo, no está de más insistir que, conforme se va adquiriendo experiencia en la investigación, el proceso adquiere un toque personal que facilita dicha labor. En este sentido, estas directrices pueden variar de acuerdo con las habilidades, actitudes, preparación y formación de las personas que se inician en la labor investigativa. Orientaciones para la concreción de la investigación: 1. Precisión de tema o temas que se desea investigar. 2. Búsqueda de información en obras generales de referencia. 3. Búsqueda de información en obras de referencia que se vinculan específicamente con el tema(s) elegi-

do(s). 4. Búsqueda de información bibliográfica (incluso resúmenes). 5. Búsqueda de fuentes primarias o documentos esenciales en que se fundamenta la investigación. 6. Búsqueda de monografías y fuentes secundarias que estudien el tema(s) de investigación elegido(s). 7. Revisión ordenada de la documentación recogida e inicio de análisis crítico de la misma. Sugerencias operativas: 1. Cada una de las etapas de la investigación ha de ir acompañada de la recopilación del material que se

juzgue de interés. 2. Emplear fichas sin un límite específico. En el ficheo no existen mínimos ni máximos. El número de fichas

dependerá de la información requerida. 3. El recoger únicamente el material que habrá de servirnos para el tema a investigar, dependerá de la

precisión de ésta y de nuestra experiencia en la investigación. 4. Recordar que no es suficiente con ubicar los textos «de memoria»; es necesario registrar la mayor in-

formación posible que servirá posteriormente en la investigación. Para ello, es conveniente vaciar la in-formación en fichas.

18

Véase, del mismo, Tratado de Lógica u Organón. Existen varias ediciones, de las cuales, la más popular es de Edito-

rial Porrúa. 19

Entre los diversos autores contemporáneos, merece una particular atención Chaïm Perellman, Tratado de la argumen-

tación: nueva retórica, Madrid, Gredos, 1989.

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5. Unificar las fichas (tamaño, claves, títulos, etc.) para posteriormente concentrarlas en un fichero y utili-zarlas en la investigación. Las fichas, si son correctas, serán útiles para futuras investigaciones o elabo-ración de productos escritos (ensayos y artículos, principalmente).

6. En toda investigación filosófica es importante dilucidar si el tema elegido es una cuestión histórica o, por el contrario, un problema que exige un tratamiento sistemático.

7. Es necesario ejercitarse, al comienzo de una actividad investigadora, en temas que exigen un esfuerzo de investigación académica, antes de elaborar trabajos de reflexión personal o temas que incluyan ésta.

8. Es importante elegir un tema de investigación acorde con nuestra preparación y nuestras posibilidades de trabajo.

9. Es pertinente comenzar la investigación analizando los estudios más recientes sobre el tema, ya que ellos nos informarán de la situación actual en que se encuentra nuestro tema y los avances que ha habi-do; esto no exime la posibilidad de hacer una revisión sobre estudios anteriores.

Orientaciones sobre el tema de investigación:

Elección del tema.

Formulación del tema: o Anotar cuantas ideas sean necesarias, tal que vayan adquiriendo consistencia la información. o La formulación ha de ir acompañada de un esquema o índice provisional. o El esquema o índice del proyecto de investigación debe ser siempre considerado como una

hipótesis de trabajo (así lo sugiere Umberto Eco en Como hacer una tesis doctoral), pero hay que tener en cuenta que esta pude ser reformulada posteriormente.

Existen varias formas para elegir un tema digno de investigación. Entre ellas están: la observación personal, la experiencia profesional y las fuentes documentales. La observación personal de la realidad en al que vivi-mos y nos rodea es una fuente inagotable de temas. Por su parte, la experiencia que se tiene al ejercer una profesión constituye un camino posible para encontrar un tema de investigación de gran interés. En el caso de no existir la inclinación por un tema específico, es conveniente acudir a la lectura de un tratado general sobre la especialidad (en nuestro caso los diccionarios especializados de filosofía y los manuales de historia, son un buen recurso). El resultado de esa primera lectura será la anotación de una serie de temas específicos y referencias bibliográficas que nos hayan sugerido el tratado. El siguiente paso será proceder a la lectura de aquellos libros que se refieren a los temas específicos que nos han interesado. Si aún no hemos encontrado un tema que nos satisfaga, volveremos a repetir el proceso en revistas, perió-dicos, entrevistas, amigos, profesores, etcétera; pero debemos recordar que existen diferentes tipos de te-mas:

a. Temas prácticamente inexplorados; es decir, temas con poca investigación, lo cual implica una es-casa o nula referencia sobre esos temas.

b. Temas explorados parcialmente; esto es, existe algo escrito sobre dicho tema pero que aún se pue-den tratar con otros enfoques.

c. Temas trillados sobre los cuales existe una gran cantidad de material escrito y con múltiples referen-cias y repeticiones.

Los dos primeros (los temas inexplorados y los explorados parcialmente) son los más recomendables ya que permiten una aportación significativa por parte del investigador. El tercer tipo de temas (los temas trillados) deberán ser evitados, a no ser que la investigación refute y cambie drásticamente todo lo que se tenía como aceptado. De cualquier forma, el tema debe elegirse de acuerdo los intereses de quien investigue. La delimitación del tema, es importante señalar que la elección del tema va más allá del simple enunciado. Es necesario marcar sus límites. Un tema puede ser abordado desde diversos puntos de vista –de ahí que trabajos sobre un mismo tema bien enfocados den lugar a un enriquecimiento, en vez de una repetición. Delimitar correctamente el tema, garantizará una investigación profunda, seria y rigurosa. Los grandes temas o los temas generales son propios para ensayos de enciclopedia y será difícil aportar algo más de lo que ya dicen. Los temas concretos, correctamente delimitados y que buscan dar una res-puesta a una pregunta específica son por mucho más provechosos y útiles. Para lograr esto, es conveniente tomar en cuenta que la delimitación del tema habrá de cubrir los siguientes aspectos: características especí-

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ficas del tema, la espacialidad (ubicación local, geográfica, etcétera) y la temporalidad (etapa cronológica que abarca la investigación). APÉNDICE 1: SUGERENCIAS DE OBRAS DE REFERENCIA

1. Diccionarios y enciclopedias generales: a. BALDWIN, James M. (ed): Dictionary of philosophy and psychology. 3 vols. New York: MacMillan, 1901-

1905 (dedica especial atención a la ciencia y a la perspectiva naturalista) b. BESTESMAN, Th.: A world bibliography of bibliographies, Londres c. BRUGGER, Walter: Diccionario de Filosofía, Barcelona, Herder (de orientación neoescolástico) d. EDWARS, Paul (ed): The Encyclopedia of philosophy. 8 vols. New York: MacMillan, 1967; 2ª ed., en 4

vols. En 1972 (De orientación anglosajona. Cada artículo incluye material de referencia bibliográfica y llegan a ser verdaderos ensayos monográficos)

e. Enciclopedia filosófica. 4 vols. Venecia-Roma: Instituto per la Collaborazione Culturale, 1957 (de pers-pectiva continental)

f. FERRATER Mora, J.: Diccionario de filosofía, Arial, 2000 g. GEOGHEGAN, Obras de consulta en Español, México City College, 1966 h. NOIRAY, J. (ed): La filosofía (Diccionario del saber moderno). 4 vols., Bilbao: Mensajeros, 1974 (1ª ed.:

París: Payot, 1969) (Conceptos fundamentales de filosofía desde una perspectiva interdisciplinaria. Insis-tente en términos de filosofía contemporánea)

i. WIERNER, Philip (ed): Dictionary of history of Ideas. 5 vols., New York: Charles Scribner’s Sons, 1968 (sobre la historia de las ideas)

j. WINCHEL, Constance M.: Guide to reference books, 8ª ed. Chicago, 1960

2. Historia de la filosofía: a. ABBAGNANO, Nicola: Historia de la filosofía. 3 vols., Herder, Barcelona (muy recomendable, sobre todo

en relación a la filosofía moderna y contemporánea) b. CASSIRER, Ernst: El problema del conocimiento. México: F.C.E. (sobre la teoría de conocimiento desde

la Edad Moderna hasta la muerte de Hegel) c. COPLESTON, Frederick, Historia de la Filosofía, 9 vols., Barcelona, Ariel, varias ediciones. d. DESCOMBES, Vicent: Lo mismo y lo Otro. 45 años de filosofía francesa, (1933-1978). Cátedra, 1982

(sobre la filosofía en Francia) e. PHOOT, Philippa (ed): Teoría sobre la ética. México: F.C.E., 1974 (interesante revisión sobre la ética

desde un corte anglosajón)