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Teoría y Práctica de la Democracia. Reflexiones sobre Nuevos Aportes para su Estudio | 20
Tabla de contenido CAPÍTULO I. LA MECÁNICA DEL CAMBIO POLÍTICO..................................................................................... 20
1.1. El concepto de sistema político y de cambio político ...................................................................... 32
1.2. Institucionalización de los sistemas políticos................................................................................... 44
1.3. Modernización de los sistemas políticos.......................................................................................... 49
1.4. Utilidad de los conceptos para el análisis de los sistemas políticos................................................. 51
CAPÍTULO I. LA MECÁNICA DEL CAMBIO POLÍTICO
La observación y el estudio de los sistemas políticos que han adoptado los países de todas las
regiones y de todo el mundo, han encontrado un basto campo de investigación que de manera
general se ha dividido en tres disciplinas: la Filosofía Política, la Ciencia Política y la Sociología
Política1.
Sin el ánimo de profundizar en los orígenes y fundamentos de cada una de estas disciplinas
teóricas, dado que no es objetivo de nuestra investigación, es importante diferenciar los puntos de
partida que adoptan para la explicación de lo que sucede y cómo sucede en los sistemas políticos.
El tener claridad sobre la perspectiva teórica que se adopta para su estudio y sobre las categorías
de análisis más adecuadas, nos será de utilidad para sustentar lo que aquí proponemos como
nuevos enfoques, nuevas relaciones y nuevos conceptos para su aplicación en los sistemas
1 Bobbio, N. (1996). Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política. México. Fondo de Cultura Económica.
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políticos actuales y hacia el final de la investigación, para el estudio del sistema político
mexicano.
La Filosofía Política por ejemplo, se concentra para su estudio en los principios que
determinarían cuál sería la mejor forma de gobierno para las distintas sociedades, a partir de
descifrar cuál ha sido o debería ser el fundamento del Estado2 o del poder político, así como en
analizar las diferencias o acercamientos entre la ética y la política. Atiende los problemas del
entendimiento humano y sus circunstancias, tales como la conformación de intereses comunes, la
justicia, la igualdad, la libertad, el poder, la seguridad y/o el bienestar.
La Ciencia Política por su parte, se enfoca hacia el principio de verificación o de falsificación
como criterio de aceptabilidad de sus estudios y por lo tanto de sus resultados; se basa en la razón
para poder explicar los acontecimientos en el sistema político y descarta toda existencia de
juicios de valor en sus explicaciones. La ciencia política se convirtió por tradición, en fuente de
estudios científicos sobre los sistemas políticos a través de referencias empíricas observables y
comprobables en los procedimientos o funciones del sistema político en su conjunto.
2 El origen del Estado tiene como base el proceso de concentración del poder de mandar en un territorio determinado, mediante el monopolio de algunos servicios esenciales para el mantenimiento del orden interno y externo, tales como la producción del derecho mediante la ley, que a diferencia de la costumbre proviene de la voluntad del soberano y del aparato coactivo, así como el reordenamiento de la imposición y de la exención fiscal, necesarios para el ejercicio efectivo de los poderes. En términos weberianos y bajo una concepción moderna, el concepto de Estado se define mediante la existencia de dos elementos que lo constituyen: un aparato administrativo que tiene la función de ocuparse de la prestación de los servicios públicos, así como el monopolio legítimo de la fuerza. El estado se identifica con el poder, porque tiene como fin supremo el mantenimiento de la paz y el ejercicio de la justicia, dos funciones que no se pueden realizar excepto por quien posee un poder coactivo superior y legítimo. En Bobbio, N. (1996). Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política. México. Fondo de Cultura Económica. p. 91.
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La Sociología Política, como perspectiva teórica relativamente nueva en comparación con la
filosofía o la ciencia política, tiene por objeto principal, al estado como una forma compleja de
organización social, compuesta por elementos constitutivos como lo son el derecho o el ámbito
jurídico, las instituciones, la sociedad, las funciones y los procedimientos, entre otros. Se
concibe al estado como sistema político que a su vez, se compone de subsistemas; a partir de su
análisis, se pude conocer y explicar la relación que sostienen con el sistema social. La sociología
política asume que todo cambio en el sistema o en sus partes, depende del orden social
establecido y de cómo los hombres estén organizados; parte del sistema social como base de toda
organización.
La diferencia básica entre las tres disciplinas, radica en la ubicación que cada una de ellas otorga
al origen y al funcionamiento del sistema político, de entre las cuáles ha sobresalido la sociología
política, porque parte de la interrelación entre las instituciones y la sociedad como una relación
entre demandas y respuestas.
En este sentido y bajo esta disciplina, la función principal de las instituciones es responder a las
demandas sociales; en la medida en que las instituciones no den respuesta satisfactoria, existe
siempre la posibilidad de que cambien en alguna medida. En suma, la sociología política
establece entre otras cosas, un cuadro analítico para identificar las funciones de las instituciones,
si cumplen o no con sus objetivos y si son aceptadas o rechazadas por la sociedad.
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Por otra parte, los estudios sobre la relación entre sociedad y sistema político, entre gobernantes y
gobernados, paulatinamente se han dividido en aquellos que tienen como origen al sistema
político y en consecuencia a la sociedad; y en aquellos que encuentran su origen en la sociedad y
como consecuencia al sistema político. Esta última gama de estudios, parte del análisis sobre el
arte de gobernar bien, sobre las virtudes, habilidades o capacidades que se piden al buen
gobernante; sobre las diversas formas de gobierno y sobre la distinción entre buen gobierno y
mal gobierno3. Es por ello que la sociología política ha tomado relevancia en el campo de la
investigación social, dado que conlleva una diferencia importante con el método ya tradicional de
estudio y análisis de los sistemas políticos que se circunscriben al ámbito de las instituciones, sin
ponderar en su justa dimensión al ámbito de lo social.
Este cambio de perspectiva sobre la relación entre sistema político y sociedad, tiene sus orígenes
en la doctrina de los derechos naturales del hombre o del individuo. Como lo veremos en el
Capítulo III, esta doctrina postula que los derechos individuales son anteriores a la formulación
de cualquier estructura de gobierno y de poder. La sociedad política comienza a entenderse
fundamentalmente como producto voluntario de los individuos que deciden con un acuerdo
recíproco, vivir en sociedad e instituir un gobierno.
3 Bobbio, N. (1996). Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política. México. Fondo de Cultura Económica. p. 81.
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Otra de las implicaciones fundamentales de este cambio de perspectiva sobre la relación sistema
político-sociedad, al tipo de relación entre sociedad-sistema político, es la importancia y el orden
de prioridad que se le da a los problemas: la libertad de los ciudadanos y no el poder del
gobierno; el bienestar, la prosperidad, la felicidad de los individuos y no el poderío del sistema; el
derecho a la oposición respecto a las leyes injustas y no la obligación de la obediencia; la
concepción de una sociedad articulada, y no como una unidad compacta; la división del poder y
no su concentración4.
De esta manera, el establecer algunas diferencias entre lo que la filosofía política, la ciencia
política y la sociología política encuentran como principal objeto de estudio, es útil porque nos
aporta claridad sobre tres objetivos en el análisis de los sistemas políticos:
1. Señalar que el estudio de los sistemas políticos ha tenido un lugar preponderante en el
campo de la investigación social, a través de ramas específicas de la filosofía, la ciencia
política y la sociología, con una diferencia metodológica que estriba en la ubicación que
se le otorga a la sociedad: ya sea como origen o como resultado del sistema político, así
como la importancia que se le otorga a la estructura institucional, ya sea en términos de
sus procedimientos, objetivos o de sus resultados.
4 Bobbio, N. (1996). Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política. México. Fondo de Cultura Económica. p. 84.
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2. Establecer algunos antecedentes del cambio de perspectiva teórica para el estudio de los
sistemas políticos actuales, la cual atiende con mayor énfasis a los objetivos de las
instituciones, a sus funciones, a sus procedimientos y a sus resultados, con respecto a las
demandas de la sociedad, así como a los criterios que determinan cómo es que se puede
gobernar bien y por lo tanto cómo se identifican aquellos sistemas con malos gobiernos.
En este punto, la sociología política ha tomado ventaja en esta perspectiva, dado que en
ella se considera a la sociedad como origen de lo político y en consecuencia, como
objetivo principal del sistema.
3. Con base en el punto anterior, señalar que el cambio de perspectiva teórica utilizada
para el estudio de los sistemas políticos, puede obedecer a que los problemas y retos que
se presentan hoy, han rebasado por mucho al ámbito de los procedimientos y de las leyes.
Los retos más sobresalientes que ahora se plantean, como lo abordaremos en el Capítulo
VI, tienen que ver con los principios de libertad y de bienestar de las personas, con un
trato igualitario ante la ley y con una distribución equitativa del poder frente a las
decisiones de gobierno, entre otros; es decir, ahora los problemas ya no se refieren a las
formalidades que determinan el tipo de sistema político, sino al contenido que determina a
sus acciones.
Ahora bien, en el marco de la sociología política, tenemos que la categoría fundamental para el
análisis de los sistemas políticos, es la que se denomina como cambio. El cambio como objeto de
estudio observable y medible, con la aplicación adecuada de un conjunto de instrumentos teóricos
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complementarios, puede indicar de qué manera, cómo y hacia dónde se están modificando los
sistemas políticos.
El cambio como categoría de análisis, encierra todo un marco conceptual que si se dirige y se
aplica bajo la perspectiva de que el fin de la política es servir a la sociedad, nos ofrece una nueva
forma de observar y de entender lo que sucede en los sistemas políticos actuales. Nos ofrece un
método distinto para pasar del estudio tradicional sobre el origen, el funcionamiento y los
procedimientos de las instituciones, al estudio de sus objetivos y de sus resultados, en torno a la
sociedad, a sus derechos y a sus demandas como eje fundamental.
De esta manera, cuando se analizan las distintas realidades en las que se desenvuelven diferentes
sociedades, se pueden identificar fácilmente cambios que marcan diferencias tanto en las formas
de organización social, como en las formas de interrelación cultural, económica y/o política.
Si enfocamos la atención específicamente al tipo de relación que se da entre personas e
instituciones, entre sociedad y gobierno; nos encontramos que los cambios que se perciben se dan
en un ámbito particular que se denomina como político. Así, cuando nos referimos al cambio
político, nos circunscribimos al análisis de lo que acontece dentro del sistema político y/o en las
partes que lo conforman.
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Por otra parte, es importante considerar que tanto los sistemas políticos vigentes como sus
cambios, tienen en la actualidad como contexto, una tendencia generalizada hacia su
democratización o hacia la mejora de sus condiciones democráticas.
Actualmente, de ciento noventa y dos países del mundo, ciento veinte se rigen bajo el modelo
democrático; en el Continente Americano, de treinta y cinco países, treinta y uno de ellos tienen
regímenes democráticos; en Europa Occidental, de veinticuatro países que la conforman, todos
son democráticos. Los casos que disminuyen el porcentaje de democracias en el mundo, son
representados por las regiones de Europa del Este, el Oriente Medio, África y Asia; pero sin
embargo, se presentan como excepciones de esta tendencia democratizadora, ya sea por razones
culturales, religiosas, geográficas o políticas5.
El tema sobre la tendencia generalizada hacia la democratización de los sistemas políticos en el
mundo, ha sido tratado desde 1994 por Samuel P. Huntington, y lo sintetizó en su obra: “La
Tercera Ola: la democratización a finales del siglo XX”6, las cuales, según el autor, consistieron
básicamente, en un conjunto de transiciones de un régimen no democrático, a uno que sí lo es.
Cabe mencionar que bajo una perspectiva dinámica de los sistemas políticos, el autor también
analiza que para cada ola de democratización en el mundo, ha correspondido una contra ola; es
decir, la transición de regímenes democráticos hacia regímenes no democráticos, o dicho de otra
manera, la existencia de transiciones de dirección opuesta a la democratización, tales como
5 Cayuela Gally, R. (2006). La democracia en el Mundo. Informes 1998-1999: Freedom in the World: Press Freedom Survey. www.fredomhouse.org. 6 Huntington, S. (1994). La Tercera Ola: la democratización a finales del siglo XX. Buenos Aires. Paidós.
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golpes militares, guerras civiles o guerras entre naciones que pueden tener como resultado, el
establecimiento de regímenes dictatoriales o totalitarios.
El motivo de que dichas transiciones se denominen como democratizaciones de la tercera ola, se
basa esencialmente, en la delimitación física y temporal que el autor realizó sobre los procesos de
cambio de los sistemas políticos.
Así, de acuerdo con Huntington, la primera ola de democratización tuvo lugar en Estados Unidos,
Francia, Argentina, Chile, Suiza y Gran Bretaña; durante los años de 1828 a 1926. La contra ola
que corresponde a éste periodo se dio entre 1922 y 1942, en Italia, Alemania, Lituania, Letonia,
Polonia y Estonia. La segunda ola se dio de 1943 a 1962, con la descolonización de la India por
parte del gobierno inglés y la ocupación aliada de Alemania, Italia y Austria. La contra ola
respectiva fue de 1958 a 1975, con una serie de golpes militares en países de América Latina,
como Perú, Chile y Uruguay. Y finalmente, la tercera ola de democratizaciones se dio a partir de
1976, en el Sur de Europa, América Latina, Sudáfrica, Europa del Este, Rusia y Rumania.
Algunos de los criterios utilizados por Huntington para diferenciar los cambios en los sistemas
políticos que los llevaron hacia la democracia, de aquellos que lograron lo contrario, se pueden
resumir en cinco puntos:
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1. Definir la democracia en términos de elecciones es una definición mínima. La democracia
real implica un efectivo control ciudadano sobre las políticas, un gobierno responsable,
honestidad y apertura política, deliberación informada y racional, distribución equitativa
del poder y de la participación.
2. Es posible que una sociedad pueda elegir a sus gobernantes a través de mecanismos
democráticos, pero si esos gobernantes electos no son en realidad los que detentan el
poder, y en realidad es un grupo más poderoso que ellos el que los maneja y los controla,
entonces se trata de un sistema no democrático.
3. La existencia o no de la democracia, depende también del grado de fragilidad o
estabilidad del sistema político. Es decir, la fuente de consolidación y permanente
estabilidad de los sistemas, determinan si tiene lugar o no la democracia.
4. A partir del punto anterior, se puede saber si un sistema es democrático o no, mediante el
estudio de la democracia ya sea como una dicotomía o como una variable continua: como
dicotomía, el estudio de la democracia es un método descriptivo, que toma en cuenta lo
que hay y lo que no hay en los sistemas políticos, para determinar si son democráticos o
no. Mientras que como variable continua, se pueden observar medidas o grados en los
que un sistema es antidemocrático; se pueden observar gradualmente indicadores de
imparcialidad en las elecciones, de restricciones a los partidos políticos, de libertad de
expresión y de igualdad de trato, entre otros.
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5. Los sistemas no democráticos no contienen competencia electoral, ni amplia participación
de la sociedad. La participación tiene que ver con el derecho a elegir y la competencia por
su parte, con el derecho a contender por el poder mediante las reglas y leyes establecidas
para ello.
De esta manera, Samuel P. Huntington utilizó un conjunto de instrumentos teóricos para
observar, entender y explicar los cambios que tuvieron lugar en los sistemas políticos del mundo
durante el periodo de 1828 hasta inicio del siglo XX (para abarcar en su conjunto las tres olas de
democratización), y a los cuáles, según los cinco criterios anteriores, corresponde una directriz: 1.
La utilización de una definición de democracia; 2. La ubicación real de donde se ejerce la
representatividad de la democracia, ya sea en las personas electas para gobernar, o en grupos
alternos de poder; 3. La definición del tipo de sistema político en donde tiene lugar la
democracia, ya sea frágil o estable; 4. La definición de variables o de indicadores para determinar
la existencia o no de la democracia; y 5. El establecimiento de principios que determinan el
carácter democrático o no democrático a los sistemas políticos, que en el caso de Huntington, son
representados por la competencia electoral y la participación social.
En lo que respecta a nuestra investigación, consideramos la necesidad de revalorar la relación
conceptual entre cambio y democratización de los sistemas; lo cual nos obliga a discutir bajo una
nueva perspectiva analítica, la definición democracia que se requiere, la descripción del modelo
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democrático que más se ajustaría a las demandas de las sociedades actuales y el establecimiento
de los principios y/o valores que deben dirigir los objetivos de los sistemas políticos
democráticos.
Para ello, utilizamos el esquema que a continuación se describe. En este capítulo y en el primer
apartado, se atiende la definición de sistema político, con referencias específicas que se dirigen
hacia la identificación de sus componentes y a señalar cómo y bajo qué modalidades pueden
sufrir cambios. Se explica la mecánica del cambio mediante los distintos tipos de
transformaciones que se pueden originar en el sistema conforme a su magnitud, ya sea bajo la
forma de desarrollo, de modernización, de crecimiento o de decadencia, en términos de lo que
Leonardo Morlino aporta en esta materia.
En el segundo apartado, como forma de vinculación entre el plano teórico de los cambios y sus
efectos en los sistemas políticos, se introducen algunos elementos de discusión de Samuel P.
Huntington respecto a las instituciones políticas de los sistemas como mediadoras de los
procedimientos y mecanismos de organización, conforme a criterios tales como la adaptabilidad
de las instituciones, su complejidad, su autonomía, así como la coherencia entres sus métodos y
sus resultados. Lo anterior es lo que Huntington llama como la institucionalización de los
sistemas políticos.
En el apartado número tres, se introduce el concepto de modernización de los sistemas políticos,
con el objetivo de diferenciarlo del de institucionalización. La idea de modernización no se
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refiere de manera genérica al sistema político, sino específicamente al carácter de las
instituciones del sistema, que de una u otra manera, es en ellas en donde se reflejan los cambios.
Por último, en el cuarto apartado, se puntualiza de manera concreta la utilidad de cada uno de los
conceptos explicados para el análisis de los sistemas políticos. Como guía temática, podemos
mencionar que en el Capítulo II abordamos precisamente el tema de la definición de democracia
y sus distintos modelos, y en el Capítulo III, lo que se refiere a los principios y/o valores que
deben dirigir los objetivos de los sistemas políticos democráticos; todo ello, bajo el criterio que
tomaremos en cuenta de manera permanente: la sociedad como referente directo de las acciones y
objetivos de los sistemas democráticos.
1.1. El concepto de sistema político y de cambio político
Un sistema político se puede definir como el conjunto de interacciones que se da entre distintos
componentes que son: la comunidad política, el régimen y las autoridades, que en general norman
criterios y asignan valores en una sociedad determinada7. No obstante que esencialmente la
prioridad de Leonardo Morlino se centra en definir qué es lo que conforma a un sistema político y
cómo es que éste cambia, el autor retoma las aportaciones de David Easton para la definición de
sistema político.
7 Morlino, L. (1985). Como cambian los regímenes políticos. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.
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Específicamente, David Easton define al sistema político como “un conjunto de interacciones,
abstraídas de la totalidad del comportamiento social, a través de las cuales son asignados
autoritariamente valores para una sociedad. Las personas que están en el proceso de entablar
tales interacciones, es decir, que están actuando en roles políticos, serán referidas
genéricamente como miembros del sistema”8.
En segundo lugar y sobre la base de esta definición, Leonardo Morlino define al cambio político,
como cualquier transformación que acontezca en el sistema político y/o en sus componentes.
Cambio, desarrollo, modernización y todos los demás conceptos que conllevan alguna
transformación, son categorías de relación, es decir, que sólo son observables en la relación entre
un antes y un después9.
En este sentido, tenemos por un lado a un conjunto de interacciones que tienen lugar en la
realidad social, que buscan la asignación de valores y de principios que rijan su organización, y
las cuales configuran a un sistema político; y por otro, la susceptibilidad permanente de que tal
sistema pueda ser modificado en la totalidad o en parte de los componentes que lo conforman, en
esa misma búsqueda de valores y de principios que regulen la organización, convivencia e
interacción ya sea entre personas, o entre personas y el sistema.
8 Easton, D. (1979). Esquema para el análisis político. Buenos Aires: Amorrortu. 9 Morlino, L. (1985). Como cambian los regímenes políticos. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. p: 47.
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Ambas definiciones, tanto del sistema político como del cambio político, son útiles si se desea
conocer cuál ha sido el antes y el después de los sistemas, su situación actual, o en su caso, hacia
qué tipo de sistema se quiere llegar, con relación al establecimiento y/o al avance de ciertos
principios o valores que como lo veremos en el Capítulo III, tienen estrecha vinculación con la
democracia.
Para ello, es indispensable primero, identificar las partes del sistema, señalar qué tipo de cambios
y en donde han tenido lugar, y por último, identificar cómo y bajo que modalidades han tenido
lugar dichos cambios.
Identificar cuáles son los componentes del sistema nos permite conocer de manera específica y en
primer lugar, en dónde tienen lugar los cambios. Es útil para conocer qué es lo que cambia en los
sistemas políticos y en segundo lugar, para saber a quiénes, ya sean instituciones o autoridades, la
sociedad deberá exigir resultados conforma a las funciones y objetivos asignados. Es decir, en
tanto que se tenga claridad sobre quienes recae la responsabilidad y la obligación de ciertos
objetivos y funciones, se podrá exigir mediante los mecanismos establecidos, la atención y la
solución a las demandas que se planteen. Por otra parte, también se podrá conocer qué parte o
componente del sistema no está respondiendo u ofreciendo resultados favorables y en ese sentido,
se contará con la posibilidad de determinar qué es lo que se debe cambiar de manera parcial o
total.
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De esta manera, siguiendo el esquema de Leonardo Morlino10, tenemos que los sistemas políticos
se componen por:
A) La Comunidad Política.- conformada por las personas o los grupos que son activos y que
pueden llegar a incidir en el sistema.
1. Las doctrinas, las ideologías o las creencias dominantes (incluidas las
religiosas).
2. Estructuras intermedias que tienen como función la conversión o la
canalización de demandas, tales como los partidos políticos, los sindicatos y
más recientemente, nos atreveríamos a incluir a las organizaciones no
gubernamentales y a la sociedad civil.
B) El Régimen.- que también incluye las doctrinas, las ideologías o las creencias, pero que
afectan específicamente a las reglas del juego o a las estructuras de autoridad. Existe
también la diferencia entre las normas y procedimientos como las reglas del juego
formalizadas y las reglas del juego, como las reglas no formales y admitidas tácitamente.
1. Las estructuras de decisión, que pueden incidir en cuanto a los costos y
beneficios dentro de la sociedad.
10 Morlino, L. (1985). Como cambian los regímenes políticos. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. p: 45.
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2. Estructuras impositivas, orientadas a la ejecución de las decisiones, las que
fuerzan a la obediencia y las que extraen recursos de la sociedad.
C) Autoridades.- personas encargadas de ejercer los roles.
En el Capítulo VIII, veremos la aplicación y la incidencia que cada uno de estos componentes
tiene para la explicación del cambio político, así como el impacto que determinó las condiciones
y características particulares del sistema político mexicano.
La segunda parte del esquema que se propone para el estudio integral de los sistemas políticos, es
señalar qué tipo de cambios y en dónde han tenido lugar. Una vez que se describió su estructura e
identificamos a sus componentes, podemos señalar que las modificaciones o cambios en el
sistema político se pueden dar en el conjunto o en cada uno de sus componentes, sin que ello
implique una modificación automática en el resto.
Es decir, que el cambio en alguno de sus componentes no significa un cambio del sistema; por el
contrario, el sistema puede sufrir cambios en cualquiera de sus partes, ya sea en la comunidad
política, en el régimen o en sus autoridades, sin que ello implique un cambio del sistema.
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En este caso, hay que diferenciar entre el cambio en el sistema y cambio del sistema; cuestión
importante porque así se puede identificar si el sistema en realidad cambia, o si sólo se adecua de
cierta manera para garantizar su continuidad.
Al respecto, Leonardo Morlino explica que un cambio de régimen es precedido o antecedido por
un cambio en la comunidad política. Pueden cambiar tanto los valores, las creencias o las
ideologías, como los líderes y/o los grupos activos que antes no podían generar cambios. Puede
cambiar también su consistencia numérica o la capacidad de influencia de los mismos grupos
políticos o las estructuras intermedias como los partidos, los sindicatos o las organizaciones
sociales.
La tercera parte del esquema, consiste en identificar cómo y bajo qué modalidades han tenido
lugar dichos cambios. Para ello, existen indicadores ya definidos que determinan la magnitud y el
alcance de los cambios que pueden sufrir los sistemas políticos. De modo que una vez explicado
qué es lo que cambia ya sea en o el sistema político, el paso siguiente es identificar cómo es que
han tenido lugar los cambios. Al respecto, se cuenta con varias modalidades bajo las cuales se
pueden dar cambios, y con base en ellas, distintas variaciones en sus implicaciones.
La mecánica del cambio de los sistemas políticos se puede dar a partir de categorías como el tipo
de cambio fundamental o marginal; ambos se refieren a la profundidad del cambio, y pueden
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afectar a cualquier componente o elemento del sistema11. Cuando hablamos de profundidad del
cambio, nos referimos al impacto que éste tiene sobre las respuestas del sistema a las demandas
de la sociedad, y por lo tanto, sobre el mejoramiento de sus condiciones.
De modo que el cambio marginal es una transformación limitada pero apreciable del sistema, o
de cualquiera de sus partes.
El cambio fundamental por el contrario, implica una transformación profunda; cambia el carácter
del sistema e incluye de manera previsible el paso a un sistema distinto al precedente.
A nivel de comunidad política, los cambios fundamentales pueden originar la afirmación de
ideologías contrarias a las preexistentes y modificaciones en las reglas del juego y en las
estructuras de decisión, como por ejemplo, un cambio relevante en la extensión del derecho a
voto, la formación o surgimiento de grupos sociales que adquieren papel protagónico y decisivo
en el sistema político, o el surgimiento de nuevos partidos.
A nivel de régimen, los cambios fundamentales pueden afirmar nuevos ideales de distribución de
los recursos; motivar el cambio de un sistema no competitivo a uno competitivo; modificar las
relaciones y las atribuciones de poder entre las instancias legislativas y/o ejecutivas; propiciar la
11 Morlino, L. (1985). Como cambian los regímenes políticos. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. p: 53.
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transformación de la forma del Estado, de un sistema federal, descentralizado o viceversa; así
como cambiar las competencias del gobierno respecto a la actividad socioeconómica, se puede
pasar de estructuras que se inclinen por la administración de justicia, de estructuras que
monopolizan las actividades económicas, o estructuras que también ejercen control sobre las
actividades sociales12.
De esta manera, la relación que se puede encontrar entre los componentes del sistema, conforme
al esquema de Morlino, y las categorías que indican la profundidad de sus cambios, ya sea de
carácter fundamental o marginal, nos puede señalar algunas prioridades sobre las funciones del
sistema, como por ejemplo, la preferencia a mejorar la competitividad electoral, ampliar el
derecho al voto, delimitar la relación entre poderes o mejorar el despeño de la economía por
encima de la atención a problemas como la impartición y administración de justicia, el trato
igualitario ante la ley o la libertad de expresión, entre otros.
Como ya lo hemos mencionado, el cambio fundamental o marginal indica la profundidad o
ligereza de los cambios en los componentes del sistema. A continuación explicaremos algunos
conceptos cuya diferencia principal, es que no indican la magnitud, sino el tipo de los cambios.
12 Morlino, L. (1985). Como cambian los regímenes políticos. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. p: 54.
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Cuando hablamos sobre los tipos de cambio en el sistema político, podemos aplicar conceptos
como los de desarrollo, modernización, crecimiento o decadencia, cuya utilidad específica es
determinar el carácter del cambio que se genera en los sistemas.
Se puede afirmar que un sistema político se desarrolla cuando cambia de manera fundamental, y
por lo tanto, cuando responde con éxito a desafíos y demandas sociales y/o políticas. El reto del
desarrollo implica precisamente, atender, canalizar y solucionar de manera total o parcial los
problemas que se le presenten. Por el contrario, en el marco de esta conceptualización, un
sistema no desarrollado, es aquel que no puede superar ni solucionar de manera satisfactoria el
conjunto de demandas que se la plantean, y que por lo tanto carece de estabilidad.
El hecho de que un sistema político se desarrolle, implica la superación exitosa de los retos y de
los desafíos que la sociedad le presenta; su desarrollo depende de que el sistema pueda ser capaz
de originar soluciones y de satisfacer en alguna medida las demandas de la sociedad.
Por otra parte, la modernización se refiere a un tipo de desarrollo, pero con transformaciones
temporalmente definidas y de menor alcance en ámbitos precisos, como por ejemplo, en cada uno
de los componentes del sistema. De manera que se pueda hablar de la modernización de los
mecanismos y de los instrumentos electorales del sistema; de la modernización del sistema de
partidos; de una estructura administrativa modernizada; o de la aplicación de un marco jurídico
moderno, pero sin impactos sustantivos en el conjunto del sistema. Por ello, con diferencia al
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desarrollo, el concepto de modernización se puede utilizar en espacios, ámbitos o componentes
específicos del sistema. Tal es el caso de este concepto en particular, que también se puede
utilizar para señalar cambios en regímenes no democráticos, como por ejemplo, cuando se afirma
que los sistemas autoritarios y/o totalitarios, cuentan con mecanismos modernos o que se han
modernizado, para mantener su control y permanencia en el poder.
El crecimiento político, por su parte, supone un tipo de cambio marginal del sistema. El
crecimiento es un tipo de cambio continuo que se desarrolla dentro de las reglas y las estructuras
del sistema político existente, y puede expresarse en formas violentas y puede ser desequilibrado
o irregular. La marginalidad del cambio supone la ausencia de innovaciones apreciables en las
modificaciones sufridas por el sistema13.
Es decir, este es un tipo de cambio mínimo, que puede ser imperceptible, y que tiende más hacia
la continuidad del sistema que hacia su transformación. Se podría considerar como un tipo de
cambio no deseable o en su caso, un tipo de cambio innecesario para los efectos de una
transformación real del sistema político.
Por último, la decadencia de un sistema político se refiere siempre a la incapacidad absoluta o
relativa para dirigir las transformaciones dentro del sistema. Se origina cuando existe una
saturación total de demandas imposibles de atender, o cuando la parálisis del sistema obstaculiza
13 Morlino, L. (1985). Como cambian los regímenes políticos. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. p: 73.
Teoría y Práctica de la Democracia. Reflexiones sobre Nuevos Aportes para su Estudio | 42
la generación de nuevas estructuras o impide la articulación de las ya existentes. Este cambio
tiene que ver con la relación que se da entre las demandas de la sociedad y las respuestas que el
sistema da a tales demandas; cuando el sistema es incapaz de atenderlas o de darles respuesta,
existe una saturación o inmovilidad que permiten hablar de la decadencia del sistema o de
problemas de gobernabilidad14 en el sistema.
Es así como los indicadores que señalan la magnitud y alcance de los cambios en los sistemas
políticos, se determinan bajo definiciones como las de cambio fundamental o marginal, con tipos
de cambio que implican desarrollo, modernización, crecimiento o decadencia de los sistemas.
Pero una vez que estas definiciones y dado que ya establecimos que gran parte de los cambios
que han sufrido los sistemas políticos actuales se han tendido hacia su democratización, ¿qué es
en realidad lo que aportan tales conceptos en el contexto de esa tendencia generalizada hacia la
democratización?
La respuesta consiste, si observamos con detenimiento, que cada uno de ellos se relaciona en
algún sentido y de alguna manera, con el establecimiento o con la ampliación de mejoras en las
condiciones democráticas, que abarcan desde la defensa de derechos políticos o electorales, hasta
la relación entre las demandas sociales y las respuestas que los sistemas les generan. Si
mantenemos presente que la perspectiva teórica que se hace necesaria para el estudio de los
14 El concepto de “Gobernabilidad”, se refiere a la relación entre gobernantes y gobernados, a la capacidad del gobierno frente a las demandas políticas de la sociedad. Hace referencia a la tensión que existe entre las dos partes y pone en cuestión el sistema de gobierno como productor de decisiones políticas y encargado de su ejecución, y su capacidad para estar a la altura de los problemas a resolver. Definición de Nohlen, D. (1992). Sistemas electorales y gobernabilidad. Barcelona. Universität Heidelberg. Working Paper, no. 63.
Teoría y Práctica de la Democracia. Reflexiones sobre Nuevos Aportes para su Estudio | 43
sistemas y de sus nuevos retos, consiste precisamente en colocar a la sociedad, a sus derechos y a
sus demandas como eje fundamental, tenemos que estos indicadores, son los que hay que tomar
en cuenta para ese tipo de análisis.
Y no sólo eso, el criterio que se puede utilizar para la aplicación o no de tales indicadores, se
puede definir a partir de la superación que los sistemas políticos tienen sobre las demandas de la
sociedad. Es decir, que para determinar si un sistema ha cambiado, se tendría que tomar en cuenta
primero si ha superado con éxito los retos que se le plantean; lo que a continuación vamos a
explicar, se refiere al ámbito institucional de los sistemas políticos frente a las demandas
expresadas por las sociedades actuales.
Es decir, una vez determinada la magnitud y el tipo de cambios políticos en los sistemas,
estaremos en posibilidad de conocer en su conjunto, si un sistema político ha logrado cierto grado
de institucionalización o de modernización, a partir del análisis específico sobre el carácter de sus
instituciones.
Los dos apartados siguientes, se presentan como un segundo nivel de análisis de los cambios en
los sistemas, puesto que pasamos a un terreno mucho más específico en el que tienen lugar las
instituciones. La idea de institucionalización o de modernización de los sistemas, se presenta
como parte complementaria del marco conceptual sobre la magnitud y los tipos de cambio que
son posibles.
Teoría y Práctica de la Democracia. Reflexiones sobre Nuevos Aportes para su Estudio | 44
1.2. Institucionalización de los sistemas políticos
Cuando hablamos de los cambios y de sus modalidades en el sistema político, Samuel P.
Huntington aporta algunas ideas sobre el proceso de institucionalización o de la modernización
del sistema político, con algunas especificaciones respecto a lo propuesto por Leonardo Morlino.
Aquí cabe señalar que la relación entre el sistema político y sus respectivos cambios, encuentran
con las aportaciones de Huntington, un terreno mucho más especificado. Ahora podemos
referirnos al sistema político, al tipo de cambios que pueden sufrir, en dónde tienen lugar, cómo
se dan y bajo qué modalidades; con la idea de institucionalización, podemos ampliar el nivel de
análisis con elementos mucho más concretos como son las instituciones de los sistema políticos.
De esta manera, presentamos las aportaciones de Huntington como complementarias a las de
Leonardo Morlino, con el objetivo de mostrar de manera más detallada, en donde repercuten y de
qué manera afectan los cambios en los sistemas políticos, o en su caso, en donde se podrían
iniciar y hacia dónde encaminarlos.
También es importante señalar que dentro de ese marco conceptual que hemos abordado, Samuel
P. Huntington introduce como factor importante, la fuerza que representa la organización social
en el funcionamiento de los sistemas políticos, así como su relación con las instituciones. Hecho
que es fundamental para nuestra discusión, porque nos presenta los antecedentes de las
interacciones entre el sistema, las instituciones y la sociedad, en lo que ya mencionábamos como
una búsqueda de principios y de valores rectores.
Teoría y Práctica de la Democracia. Reflexiones sobre Nuevos Aportes para su Estudio | 45
En primer lugar, Huntington reconoce que en un plano histórico, las instituciones políticas del
sistema surgieron de la interacción y del desacuerdo entre las fuerzas sociales y el gradual
desarrollo de los procedimientos y dispositivos de organización para resolver esos desacuerdos15.
Del conflicto entre las demandas de las fuerzas sociales y las respuestas del sistema, surgen las
instituciones para mediar los procedimientos y los mecanismos de organización. De esta manera,
Huntington define que la institucionalización del sistema político es el “proceso por el cual
adquieren valor y estabilidad las organizaciones y procedimientos. Se podría definir el nivel de
institucionalización de cualquier sistema político por la adaptabilidad, complejidad, autonomía y
coherencia de sus organizaciones y procedimientos”16.
La adaptabilidad es una característica organizacional adquirida, y en un sentido general, es una
función de la antigüedad y de los desafíos que se presentan. En tanto que una organización se
adapta a los retos, su nivel de institucionalización es mayor y viceversa. La adaptabilidad tiene
tres modalidades: 1. Cuanto más prolongada ha sido la existencia de una organización o
procedimiento, mayor es su nivel de institucionalización (durabilidad); 2. Mientras más pronto se
resuelva la sucesión política y se reemplaza a un grupo de líderes por otro, mayor es el nivel de
institucionalización (sucesión, reemplazo); y 3. Una organización capaz de adaptarse a los
cambios con respecto a sus funciones, está más institucionalizada (adaptabilidad funcional)17.
15 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 20. 16 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 23. 17 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. pp. 22-24.
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Aquí debemos recordar que el conjunto de instituciones de los sistemas políticos es un referente
directo de la relación con la sociedad y por lo tanto, un referente directo sobre su desempeño,
puesto que el origen de las instituciones se debe precisamente, al conflicto entre las demandas
sociales y las respuestas del sistema.
Por lo que el análisis de las instituciones, a partir de su adaptabilidad en términos de su
durabilidad, de su reemplazo o de sus funciones, nos puede señalar cuál o cuáles de ellas pueden
ser susceptibles de cambio, en tanto que dejen de dar respuesta satisfactoria a las demandas.
Podemos decir que en esta parte del desempeño institucional de los sistemas, se encuentra gran
parte del problema que se refiere al desfase entre la asignación teórica de las funciones del
sistema y las consecuencias concretas que éste genera en la sociedad. Cuando abordemos el tema
de la democracia ideal y la democracia real en el siguiente capítulo, quedará claro a qué se refiere
este desfase entre la teoría y la realidad.
En cuanto a la complejidad, cuanto más compleja es una organización, más elevado es su nivel de
institucional. La complejidad puede significar tanto la multiplicación de subunidades
organizativas, en el plano jerárquico y funcional, como la diferenciación de varios tipos de esas
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subunidades. Cuanto mayor es el número y variedad de éstas, más capacitada está la organización
para obtener y conservar la fidelidad de sus integrantes18.
En cuanto a la autonomía, Huntington explica que la institucionalización puede ser evaluada
también por la medida en que las organizaciones y los procedimientos políticos existen con
independencia de otros agrupamientos y métodos de conducta sociales. En un sistema político
con un alto grado de desarrollo, las organizaciones tienen una integridad de la que carecen en
otros menos desarrollados. La institucionalización política, en el sentido de la autonomía,
significa el desarrollo de organizaciones y procedimientos políticos que no sean simples
expresiones de los intereses de determinados grupos sociales19.
Respecto a la coherencia, una organización está más o menos institucionalizada en proporción
directa con su grado de unificación y coherencia. Una organización efectiva requiere por lo
menos un consenso sustancial en cuanto a los límites funcionales del grupo y acerca de los
procedimientos para resolver las disputas que se suscitan dentro de ellos. El consenso debe
extenderse a todos los que desarrollan actividad en el sistema. Quienes no participan o sólo lo
hacen en forma esporádica y marginal, no necesitan compartir ese consenso, y por lo general no
lo comparten en la misma medida que los participantes20.
18 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 27. 19 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 29. 20 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 31.
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En este sentido, la adaptabilidad, complejidad, autonomía y coherencia de las instituciones, son
indicadores que Huntington utiliza para determinar el nivel de institucionalización de un sistema
político, pero en términos de su relación con las demandas de las organizaciones sociales. Esto es
de la mayor importancia porque se complementa el marco teórico que sobre el cambio en los
sistemas políticos abordamos. Si dentro de un sistema se plantea la necesidad de generar cambios
y que además respondan a una tendencia hacia su democratización o hacia la mejora de sus
condiciones democráticas, los indicadores sobre el nivel de institucionalización propuestos por
Huntington, son los que se deberían utilizar. De aquí la idea que mencionamos al inicio sobre la
complementariedad de las ideas y de los aportes tanto de Leonardo Morlino como de Huntington.
El primero nos describe todo el marco teórico que encierra a los sistemas y a sus cambios, y el
segundo nos indica hacia dónde habría que dirigirlos para lograr su estabilidad, tomando siempre
en cuenta, la correlación con la sociedad y sus demandas.
La aportación fundamental del marco teórico que en éste capítulo se presenta, consiste
básicamente, en la posibilidad de hacer congruente la definición de democracia como sistema
político, con los resultados y consecuencias que generan en las sociedades que los conforman. En
los capítulos II y III, comenzamos a tratar la problemática que gira en torno al concepto de
democracia, sus distintos modelos y los valores políticos que deberían darle contenido.
No obstante, es necesario explicar un concepto más, el de la modernización de los sistemas
políticos.
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Cuando nos referimos a la modernización del sistema político, como lo haremos a continuación,
entramos ya al terreno del ejercicio práctico de tales indicadores y de sus efectos, es decir, en
términos de los resultados o de las respuestas que el sistema otorga a las demandas. Por
institucionalización entendemos la estabilidad de los procedimientos y de las formas de
organización entre el sistema y las fuerzas sociales; por modernización entendemos la forma en
que el sistema responde o se adapta a las demandas sociales.
1.3. Modernización de los sistemas políticos
Cuando Huntington habla de la modernización del sistema político, se refiere a un proceso
multifacético que implica una serie de cambios en todas las zonas de pensamiento y la actividad
humanas21. Los aspectos que más atañen a la política, según el teórico, se agrupan en dos
categorías: la movilización social y el desarrollo económico.
En estos términos la modernización política también se agrupa en tres amplios rubros:
1. La modernización implica la racionalización de la autoridad, el reemplazo de un gran número
de autoridades políticas tradicionales, religiosas, familiares y étnicas por una única autoridad
política, secular, nacional. Significa la integración nacional y la centralización o acumulación del
poder en instituciones legislativas nacionales debidamente reconocidas;
21 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 40.
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2. La modernización implica la diferenciación de nuevas funciones políticas y el desarrollo de
estructuras especializadas para ejecutarlas. Ciertas zonas de competencia particular –legal,
militar, administrativa, científica- quedan separadas del terreno político, y para desempeñar esas
tareas surgen nuevos organismos autónomos y especializados;
3. La modernización política significa una creciente participación en política de los grupos
sociales de toda la comunidad22.
Por otra parte, es necesario advertir la diferencia entre modernización política definida como
transición de un Estado tradicional a uno moderno, y la que se define como los aspectos y efectos
políticos de la modernización social, cultural y económica.
El primer enfoque propone la dirección en que debe moverse teóricamente el cambio político, el
segundo, describe los cambios políticos que ocurren en realidad en los países en modernización.
En la práctica, la modernización siempre lleva implícito un cambio en un sistema político
tradicional, y por lo general su desintegración, pero no necesariamente un avance significativo
hacia un sistema político moderno. Es decir, puede darse el caso de la existencia de un Estado
22 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 42.
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moderno hablando de sus instituciones, pero con carácter de tradicional si nos referimos a las
prácticas y relaciones sociales.
Más que cualquier otra cosa, el Estado moderno se distingue del tradicional por la amplitud con
que el pueblo participa en política. El aspecto fundamental de la modernización política es la
participación en esta actividad de grupos sociales de toda la comunidad, y el desarrollo de nuevas
instituciones políticas para organizar dicha participación23.
1.4. Utilidad de los conceptos para el análisis de los sistemas políticos
En un contexto en el que la democracia impera en gran parte del mundo como sistema político, la
utilidad que ofrecen conceptos como los de sistema político, componentes del sistema, cambio
político, institucionalización del sistema político o modernización del sistema político, radica en
primer lugar, en que se pueden aplicar para el estudio de los sistemas políticos actuales que se
propongan mejorar o ampliar sus condiciones democráticas, y en segundo lugar, en que permite
diferenciar el tipo de democracia que se requiere, como sistema político y como forma de
organización social, la democracia siempre es susceptible de mejorar y de redefinir conforme a
los intereses o necesidades que se estipulen como prioridad.
Para ello, debe tenerse claro lo siguiente:
23 Huntington, S. (1991). El orden político en las sociedades de cambio. Paidos. p: 43.
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1. Como parte sustancial de la definición de sistema político, se encuentra no solo la
búsqueda, sino la asignación de valores y/o principios que norman al conjunto de
interacciones sociales; en este sentido, dicha búsqueda y asignación, tienen que ver con la
instrumentación de cualquier tipo o modalidad de cambio.
2. Cuando nos referimos al cambio, se debe ubicar en dónde es que tiene lugar. Si se trata de
un cambio que transforma en su totalidad al sistema político o que afecta sólo a alguno de
sus componentes. Si se trata de un cambio del sistema o de un cambio en el sistema.
3. Es necesario diferenciar el tipo de cambio en términos de si es fundamental o marginal.
Es decir, si en realidad impacta en la modificación del sistema político, o si el cambio es
sólo para permitir continuidad con el sistema político existente y determinado.
4. También es importante definir la modalidad del cambio al que nos referimos, si se trata de
un proceso de desarrollo, de modernización, de crecimiento o de decadencia. En este
punto es importante saber que no cualquier cambio logrado es en positivo o para mejorar
las condiciones del sistema político.
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5. Con relación a las instituciones que forman parte del sistema político, es importante
señalar que no todas las instituciones del sistema proporcionan estabilidad al sistema. Es
importante conocer el origen y las características de éstas para determinar si abonan o no
al funcionamiento efectivo del sistema.
6. Antes de hablar sobre la modernidad o modernización de cualquier sistema político, es
necesario contemplar los indicadores que proporcionan Leonardo Morlino y Samuel
Huntington para determinar primero, si nos enfrentamos a un proceso de modernización
del sistema en términos de la participación social, o a un proceso de modernidad de los
componentes del sistema. En este sentido, ambos autores coinciden en que los cambios
que sufren los sistemas políticos no siempre son a favor de la democracia o del avance de
las condiciones democráticas.
7. La democracia, como tipo de sistema político, lleva implícita la inclusión de ciertos
valores y/o principios que la diferencian de otros sistemas políticos, y que la hacen
preferible sobre otros.
8. Si tomamos como objeto de análisis a la democracia como un tipo de sistema político,
cualquier tipo de cambio que se intente o que se logre, deberá estar relacionado con los
valores y/o principios que la democracia establece como fundamentales, ya sea para
mejorarlos o ampliarlos.
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9. En los análisis que se puedan realizar sobre los cambios en la democracia como sistema
político, debe considerarse también, si éstos realmente atienden y superan los retos
planteados por las fuerzas sociales, o es necesario transformar tanto sus objetivos, como
funciones, para lograr una mejor vinculación entre demandas y resultados.
La base teórica que se describe en este capítulo es aplicable como ya lo hemos visto, al estudio de
los sistemas políticos y sus respectivos cambios. Los tres últimos puntos que se enlistaron, tienen
la función de enlazar nuestro marco conceptual al análisis de la democracia como un tipo de
sistema político, ya sea para identificar si es necesario aplicar cambios que obedezcan al conjunto
de valores y/o principios que la rigen, o para conocer si algunos de sus componentes o elementos
son susceptibles de mejorar, en torno a la ampliación o perfeccionamiento de las condiciones
democráticas.
Conceptos como los de desarrollo o modernización entre otros, nos pueden ser útiles para en
capítulos subsecuentes, conocer el carácter de los cambios que han tenido lugar en el sistema
político mexicano; si han sido útiles para transformarlo o para darle continuidad, si se han
instrumentado para hacer crecer nuestras instituciones o modernizarlas, o solo para adecuarlas a
las nuevas exigencias sin necesidad de una transformación de fondo; o en general, para
determinar cuál ha sido la tendencia y objetivos de los cambios, y hasta dónde han llevado a
nuestro sistema político.
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Sin embargo, antes de pasar a esa discusión, es importante comentar el marco conceptual sobre el
cual entenderemos a la democracia, a sus variantes, y a su relación tanto con las instituciones,
como con una sociedad cada vez más conocedora y exigente de toda una gama de derechos.
Cuando hablamos de democracia, si bien nos referimos a un tipo de sistema político, podemos
encontrar diversas connotaciones y maneras de entenderla. La definición genérica de democracia,
se ha vinculado a través de la historia, con el ofrecimiento de diversos derechos y con la
predominancia de ciertos valores, pero concepto como tal, no existe sólo uno, y en consecuencia,
tampoco sólo un tipo de democracia.
Esta discusión es la que precisamente, abordamos en el capítulo siguiente.