cardoso, fernando henrique. las relaciones norte-sur en el contexto actual

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  • '22/00 00'666

    LAS RELACIONESNORTE-SUREN EL CONTEXTO ACTUAL:i.,UNA NUEVADEPENDENCIA?Fernando Henrique Cardoso

    ..Si el viejo pro)'ccto socialista de las izquierdas no da ms frutos,es que ha negado ya la hora de construir uno nucvo -uno queno s610 viva de la protesta, sino uno que esl animado por la ulO-pa de un arden social ms justo.

    Oskar Lafontaine

    Cito en el epgrafe la frase de Lafontaine, con-tenida en su artculo dei nmero inaugural de larevista EI Socialismo dei Futuro, porque sta re-sume el desafo poltico con el que se enfrenta la

  • Fernando Henrique Cardoso

    en la Certeza), hace que cualquier ideologa (doc-trina o ciencia) sea necesariamente ms humil-de, ms posibilista, que duena de certezas.

    En este sentido, el socialismo dei futuro tendrque ajustarse a una especie de utopa de alcancemedio, parafraseando a Robert Merton en susMiddle Range Tlleories. Pero, a pesar de ello, si-gue siendo vlida la observacin de Oskar Lafon-taine: si el socialismo no es capaz de representaruna Esperanza y si es meramente protesta (ecol-gica o antiinstitucional), incluso si es movimien-to y abarca a olros movimientos. dejar de pavi-mentar los caminos para uo cambio que no seatenga a las mentalidades y a las ideologas, sinoque represente un instrumento poltico para dasmejores.

    Est bien que se acepte en esta vcrsin dbilde la utopa eI cambio contemporneo: que la jus-ticia social y la libertad son los pilares dei nuevosocialismo, que todos nos rendimos ai predominiodei mercado. Pero no aceptaremos su lgica; laMano Invisible (e incluso Popper acepta CSIO) noes la Perfeccin. Esta distorsiona y acumula in-justicias.

    Para que la Esperallza sobreviva cs necesarioanadir a la Justicia Social y a la Libertad el ins-trumento poltico. Este no ser ya la fusin entreEstado y Partido, ni siquiera ambos reformados,incluso porque las sociedades posindustriales (so-ciedades de la informacin) estn descentraliza-das: ni la poltica es el centro de todos los cam-bios, ni el Estado y los partidos constituyen los ins-trumentos nicos para las reformas. La poliarqui-zacin de las sociedades contemporneas, comodeca Robert Dahl, es un hecho. Pero, o se cons-truyen mecanismos e insf;tuciones para que cl ciu-dadano se relacione, en los diversos mbitos de lasociedad, con la cosa pblica, o no se estable-cero los caminos para construir la nueva soeic-dado Se puede y se debe discutir el lugar dei p-blico, los Imites que la sociedad de masas y la so-ciedad organizacional imponen a la formacin dela opinin pblica. Se puede incluso sonar conun discurso pblico racional a lo Habermas o sepuede destruir el mito dei hombre pblico. Perono se puede dejar de redefinir eI mbilO de la po-ltica, extendindolo ms ali dei Estado y deipartido.

    Finalmente, co esta breve introduccin quepuede no parecer dirigida ai tema propuesto, peroque, como se ver ms adelante, es necesaria paraclarificario, el olro pilar dei socialismo, la teorade la explotacin (de las c1ases y de las naciones)sufre hoy da un temblor ssmico de intensidad 8en la escala de Richter: la revolucin tecnolgica

    y cientfica ha reducido enormemente la masa delos explotados necesaria para la salud dei sistemacapitalista, tanto dentro de casa como entre lasnaciones.

    Ante esto, i,qu hacer?

    EL MUNDO AcruAL

    Fue Gorbachov quicn con ms vigor ayud apasar la pgina de la historia, reduciendo eI sal-vacionismo marxista a 5U dimensin actua!. l.Conqu argumentos?

    Bsicamente, coo el reconocimiento de las dosgrandes dimensiones quc forman la textura de laEsperanza en el mundo contemporneo: la guerraatmica ya no representa, en la Inea de C/aLlse-wilZ, la continuacin de la poltica por otros me-dias, sino ms bico el extermnio de la humani-dad, y el centralismo, sea el que fuere, rnarchi-ta la creatividad e impide el progreso tcnico.

    A partir de ah, las consecuencias son claras:los sistemas de seguridad deben ser colectivos, noporque sc tema la amenaza de un bloque contrael olro, sino porque se teme el fin dei mundo.De ah a dar preeminencia a las cuestiones glo-bales y, por tanto, a la ccologia slo hay un pe-queno paso. Y, en el otro polo, ai destruirsc laidea dcl Estado centralizador, dei Plan Econmi-co Global, etc., en beneficio de las instancias 10-cales de decisin y de la democratizacin de la so-ciedad. se reabre no slo la cuestin dei mercadocorno instrumento regulador de la economa, sinotambin la dei pluralismo poltico como instru-mento para asegurar ms justicia.

    Sobre la cuestin de la igualdad, es obvio queaunque co uo primer momento, frente a la crisisde los estantes vacos, incluso la cuesti6n de la li-bertad, como ha dicho Yeltsin recientemente,cede el paso a la cuestin dei abastecimiento, in-mediatamente despus, democratizada la sociedadsovitica, reaparecer la cuestin de la igualdad.Reaparecer, pero no en trminos de un valor ab-soluto quc la Revolucin, el Partido y la Burocra-cia deban asegurar, sino en trminos relativos, dems igualdad_ Ya no se tratar, como hoy, demenos Estado (01a neoliberal, quiz en declivea partir de ahora, en tiempos posThatcher y Rea-gan), ni de ms Estado), como el sovietismo es-talinista, sino de mejor Estado, intentandocorregir las desigualdades provocadas por el mer-cado.

    i,EI Estado de Bieneslar una vez ms?i Y por qu no? A condicin de que venga im-

    buido de los signos de los tiempos actuales: ms

    136 N' 3, 1991 EL SOCIALISMO DEL FUTURO

  • Las relaciones Norte-Sur en el contexto aclual: iuna nueva dependendo?

    como movimiento, como creacin de nuevos es-pacios pblicos para que el ciudadano y las orga-nizaciones de la sociedad civil tengan participacininstitucionalizada en las decisiones, que como me-ras polticas sociales, sostenidas por las burocra-cias estatales animadas por la doctrina dei partidoen el poder.

    De alguna forma, distinta de lo que pensaronlos tericos de la sociedad, que vean en la mo-dernizacin producida por el capitalismo la crea-cin de 6rdenes institucionales que se diferen-ciaban unos de otros funcionalmente (Ia econo-ma, la cultura, las religiones, la sociedad, la tc-nica y la produccin, etc.) y se integrarian ms Omenos de forma jerrquica, con la economa su-bordinada a la sociedad y ambas teniendo comoeslabn ordenador la politica y el Estado, apare-ci otro modelo de organizaci6n social, descen-trado, como he escrito, menos integrado funcio-nalmente, ms sistemtico, en el que las deci-siones a todos los niveles se ajustan por feedbackscontinuos. Estos ajustes se producen con conmc-tos y su integracin sc cfccta por la ncccsidad dela libertad y por el temor ai caos (Ia guerra at-mica, los desequilibrios ecolgicos, etc.).

    En el plano, digamos, dei elhos de esc nuevomundo, que tambin alcanz a la sociedad sovi-tica, se produjo un extraiio triunfo dc la Razn.Cuando muchos pensaban quc se iniciaba la era(posmoderna) dc la fragmentacin dc todo, de laimposibilidad de cualquier visin global, la fusinentre ciberntica y totalitarismo

  • Fernando Henrique Cardoso

    la ciberntica fue catalogada como ciencia bur-guesa. Pera tuvieron que pasar trcinta afios paraque Gorbachov pudiera decir eso. Adems, la re-volucin organizacional no ha lIegado nunca apreocupar a los dogmticos dei Grossplan. Eliasan vean el mundo desde la ptica de la infraes-tructura como base, produccin, productividad,s610 con el aumento de la inversi6n en las indus-trias duras. Nada de soft, nada de capital hu-mano, nada de telemtica.

    EI mundo actual, por tanto, registra el triunfode la nueva racionalidad, de las revolucionestecnolgicas sumadas a nuevas formas -descen-tralizadas- de gestin y de decisin. Avanza ha-cia la pluralidad de instancias decisorias haciendoviable la utopa de la poliarqua.

    i,Y EL SUR?

    Sin embargo, esta revolucin contempor-nea, que ha derribado el autoritarismo centrali-zador, ha transformado enteramente los procesosproductivos y creado las sociedades informacio-(lales, dotando a las clases de caractersticas nue-vas, con nuevos pesos relativos, no !la /legado aIconjunto deI planeta.

    Peor an, mientras que la globalizacin de lacconoma lIev a la formacin de nuevos bloqueseconmicos, destruyendo la antigua polaridad Es-te-Oeste, y con ella la hegemona de los EstadosUnidos y de la Uni6n Sovitica, sus consecuenciashan sido negativas y desintegradoras para el Ter-cer Mundo.

    En otras palabras: la nueva revolucin demo-crtico-tecnolgica ha integrado no solamente laeconoma mundial, sino que ha posibilitado laemergencia de realidades poltico-eeonmicas msamplias y poderosas (Estados Unidos + Cana-d + i,quin sabe? Mxieo, Mercado Comn Eu-ropeo, el Este queriendo compartir la experienciaeuropea; el Japn y partes dei Sudeste asi{ltico).Pero, ai mismo tiempo, cl antiguo Tercer Mun-do se ha fragmentado alrededor de dos o tres l-neas principales: se ha produeido la ampliaein delo que antes era un apndice y que actualmenteforma un enorme Cuarto Mundo dei desamparo,dei hambre, y, sobre todo, de la falta de Esperan-za. Partes dei antiguo Tercer Mundo han conse-guido incorporarse a la economa global: los anti-guos NICs (pases recientemente industrializa-dos), sobre todo los de Asia, y los pases que, in-cluso sin industrializarse, han encontrado huecoscn la economa mundial, como Chile, y hasta losproductores de drogas, como Colombia, y, sobre

    todo, los pases productores de petrleo; final-mente, algunos pases de proporcin continental,como la India, Brasil, hasta cierto punto Indone-sia, y, con otras caractersticas, China, no lograndar el salto integrador, pera disponen de recursosinternos para escapar a la cuaternizacim> quelIeva a la miseria sin esperanza.

    No se trata ya, por tanto, de un Sur que era laperiferia dei centro capitalista y que se vinculabaa l mediante las relaciones c1sicas de dependen-cia. Ni siquiera dei fenmeno, descrito hace vein-ticineo anos por Enzo Paletlo y por m mismo enel libro sobre Dependencia y Desarro/lo en Am-rica Latina, de transferencia de partes dei sistemaproductivo va empresas multinacionales y de laasociacin de los productores locales con ci capi-tal extranjero para formar el estilo de desarrollodependiente-asociado.

    Se trata, en realidad, de otro fenmeno mscruel: o eI Sur (o partes de l) entran en la carre-ra democrtico-tecnolgico-cientfica, inviertemasivamente en I + O (investigacin y desarro-lia), sufre las transmutaciones informacionales,o se vuelve desimportante, inexplotado e inex-plotable.

    EI Sur est sometido, por tanto, a un dobleriesgo: cl de no conseguir integrarse o el de serintegrado. Los pases (o parte de ellos) que nologren rehacer la revolucin dei mundo contem-porneo y, ai mismo tiempo, encontrar un hue-co cn el mercado internacional se quedarn eoel peor de los mundos, no sern ni tan siquieraexplotados (como en la antigua situacin de de-pendencia colonial o en las relaciones de depen-dencia dei tipo desarrollo-asociado). Carecern deinters, de importancia para el desarrollo de laeconoma globalizada.

    Por otra parte, los pases dei Sur que consigan,aunque parcialmente, encontrar medios para par-ticipar cn la revoluci6n contempornea se enfren-tarn a otro dilema: definir los medias por los eua-les se integran (es decir, una poltiea scieetiva de

    ~

  • Las relaciones Norte-Sur en el contexto actual: iuna nueva dependencia?

    camente, en la abundancia de tierras cultivables,de recursos minerales y de mano de obra barata.La cuaternizacin se ha convertido eo el hori-zonte ms probable para los pases que contabansolamente con estos recursos.

    Ha habido, por consiguiente, una transforma-cin sustanciol en las relaciones de dependenciaentre el Sur y el Norte', transformacin que yodira doble: la prdida sustanciai de importaneiade amplias reas dei globo para la economa mun-dial (incluso en la condiein de explotadas y de-pendientes) y, por otro lado, el desafio, que ha de-jado de ser meramente econmico para implicara toda la sociedad, en otras partes dei SUL

    Me explico. Si a las antiguas relaciones de de-pendeneia era posible contestar politicamente pi-diendo autonomia nacional de decisi6n, ms in-versiones industriales (para escapar ai deteriorode los trminos de intereambio) y ampliaein deimercado interno para romper la eadena de depen-dencia de tipo enclave y para forzar la redistri-bucin interna de renta, hoy da la respuesta po-ltica requiere la construccin de la nueva socie-dad tambin en el SUL

    Slo podr haber un destino digno para los pa-ses dei Sur con ms educacin, mejor Estado, ma-yor productividad dei capital humano, con elsalto tecnolgico (informtica, nuevos materiales,respeto ecolgico, nuevas actividades organizacio-nales) y, ai mismo tiempo, eon la democratizacinde la sociedad y dei Estado (que se han converti-do, como ya he dieho, en condiciones para launin entre la produeein, la universidad y la so-ciedad, en un clima de libertad propicio a la inno-vacin organizacional y tecnolgica).

    CONCLUSIONES

    Vuelvo, por tanto, ai punto de partida. Para-djicamente, en un mundo en el que la tenica pa-recia generar el control de todo, es sta la que pre-supone, hoy da, la libertad. En los pases de ea-pitalismo avanzado y en las sociedades socialistas,como hemos visto en el comienzo de este trabajo,sin Esperanza (y por tanto, sin una utopia, aun-que sea de alcance media), no habr continui-dad en el Progreso (aunque ste deba redefinir-se por el necesario reconocimiento de que no esinevitable, ya que tanto la hecatombe eomo el fra-caso son posibles). En los pases dei Sur, o se daprimada a la reforma de la sociedad, o no habr

    condiciones para su inscrci6n positiva en la eco-noma global.

    Tambin en este caso, eI progreso (Ia Esperan-za, el Estado dei Bienestar, el soeialismo demo-crtico, la socialdemocracia) no es ni consecuen-cia necesaria dei reto actual, ni el nico modo deobtener la democratizacin de la sociedad y deiEstado. Pero stos siguen siendo opeiones vlidasy contemporneas, siempre que sean debidamen-te aggiornadas.

    Conviene sefialar que ante el reto de la Moder-nidad y ante la aparieneia de que la Razn se con-funde con el Mercado, la preocupacin poltica enamplias reas dei Sur es la de que la reaccin a ladesigualdad slo pueda realizarse por la terque-dad de la voluntad naeional eneastillada en el Es-tado. Cuando esta creencia encuentra bases parasu propagacin a travs de la Fe (como en el ls-Iam), la regresin cultural puede presentarse or-gullosamente como si fuera instrumento para elprogreso. Y en no poeas reas dei Sur busea el de-saliento sublimaci6n en nuevas tcsis salvacionistasque sustituycn la crecncia ciega cn la inevitabili-dad de la revolucin (que fue caracterstica deimundo industrial hasta eI advenimiento de las so-ciedades informaeionales) a travs de la eohesinde la nacin contra el Imperialismo (o el nombreque tenga ahora el capitalismo avanzado).

    Esta respuesta regresiva, si no es capaz de sa-cudir las estructuras dei mundo moderno (y bienque las puede poner en jaque, eomo en el easo delrak, obligndolas a reaccioncs tambin irraciona-les, incluida la guerra para lograr el exterminiodei Mal>.), desvia las energas y paraliza ampliossectores dei Sur que, co vez de buscar la respues-ta adeeuada a sus aflieeiones (ms feilmente anen el caso dei Cuarto Mundo, que no las tiene) de-sarrollan ideologas regresivas. Desencantados decualquier utopa (aun de alcance medio) estos 010-vimientos slo producen las matrices para la con-tra-cultura local, con repercusiones aisladas cnlos polos hegemnicos.

    Se impone, por tanto, una redefinicin deitema de la dependeneia. Esta redefiniein, mien-Iras tanto, para no generar slo deseneanto y el re-conocimiento de quc cl Sur o ya no importa o esintegrablc)), requiere una revoluci6n copernica-na dei tipo de la que propuso Gorbachov: aseomo el muro de Berln se desmoron a partir deimomento en eI que el lder sovitico reconoci lainutilidad de la guerra entre los dos bloques y laimposibilidad de que el centralismo econmieo

    Dejo de ofrecer la fundamentacin emprica que demuestra las transformaciones ocurridas porque Manuel Castells, en eltrabajo The /"formaliOll1lal Ecotlomy. The new /lIIernatiotla/ Division of Labor, a"d lhe Socialist Proyect, ya lo ha hecho.

    EL SOCIALISMO DEL FUTURO N' 3, 1991 139

  • Fernando Henrique Cardoso

    venciera ai capitalismo, el Sur~ por lo menoslos sectores en los que habita la mera desesperan-za- s610 saldr dei aislamiento perverso actual sise considera su problemtica en el nivel de lascuestiones globales.

    El nuevo humanismo, el reconocimiento dela aldea global y de la nave Tierra, acaban siendoafirmaciones cnicas si las cuestiones de la misc-ria, dei atraso, dei analfabetismo, en fin, dei an-tiguo Tercer Mundo, no se enfrentan a nivelglobal.

    Esa globalizaci6n de las cuestiones dei Surno puede hacerse co bloquc porque, como sa-bemos, el Sur no es homogneo. EI trmino nue-vo humanismo puede perfectamente significar,para muchos pases, negociaci6n de la deuda ex-terna en trminos compatibles con el desarrollo,unido a la transferencia de tecnologia y ai accesoa los mercados mundiales. Para olros ser, sin ta-pujos, transferencias de alimentos, de hospitalesy de escuelas.

    Lo que no puede ocurrir es lo que se ha pro-ducido hasta ahora: en la crisis dei socialismo yen la revoluci6n de los efectos de la economiaglobal el Sur sigue siendo solamente el estorboai que se paga un lip service.

    Si el socialismo dei futuro ha de reencontrarsecon la Esperanza, ser necesario adoptar un en-

    foque global y tratar como cuestiones comunes,junto con la ecologia, los problemas de la pobre-za y la reconstrucci6n de las sociedades y no s610de las economias dei Tercer Mundo. Si falta estadimensi6n tica, la ideologia que est siendo re-diseriada ahora para la renovada socialdemocra-cia tendr el sabor amargo de la hipocresa.

    Por ltimo, no se trata 5610 de una dimensintica. La miseria dei Tercer Mundo, la regresi6ncultural de partes de l y la desesperanza que estoacarrea, penetrarn co el Primer Mundo, coo va-riadas y amenazadoras formas, migraciones, au-mento demogrfico desproporcionado entre laspoblaciones no intcrnacionalizables, terroris-mo, Estados nacionales autoritarios con capacidadde desafio, aunque limitado, etctera.

    Por tanto, ya sea por la vertiente generosa dela Utopia, ya sea por eI inters de preservar el bie-nestar ya alcanzado, el nuevo socialismo necc-sita enfrentar las relaciones Norte-Sue co trmi-nos renovados. AI igual que ha habido quien acer-cara el Este ai Oeste, queda el espacio vacio paraque, en elnuevo orden internacional de la econo-mia globalizada, se lancen los puentes de un di-logo fundado en el realismo y, ai mismo tiempo,en la solidaridad, sin los cuales, por lo menos laspoblaciones dei Cuarto Mundo, se amargarn anms en la miseria y el olvido.

    140 N' 3, 1991 EL SOCIALISMO DEL FUTURO