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CARLOS MARX - FEDERICO ENGELS LA IDEOLOGIA ALEMANA Crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes FeuerbachI B. Bauer y Stirner y del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas QUINTA EDICION Coedición EDICIONES PUEBLOS UNIDOS MONTEVIDEO EDICIONES GRIJALBO, S. A. BARCELONA ... nn •. 1974

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CARLOS MARX - FEDERICO ENGELS

LA IDEOLOGIAALEMANA

Crítica de la novísima filosofíaalemana en las personas de sus representantes

FeuerbachI B. Bauer y Stirnery del socialismo alemán en las de sus diferentes

profetas

QUINTA EDICION

Coedición

EDICIONES PUEBLOS UNIDOSMONTEVIDEO

EDICIONES GRIJALBO, S. A.BARCELONA ... nn•.

1974

Traducido del alemán por

WENCESLAO ROCES

© 1968, EDICIONES PUEBLOS UNIDOS

Montevideo (Uruguay)

Concedidos derechos exclusivos parala presente edición, para su publicación y venta en España

© 1970, EDICIONES GRIJALnO, S. A.

Barcelona (España)

Qllillto cdicián

Reservados todos los derechos

PRINTED IN SPAIN

IMPRESO EN ESPAÑA

ISBN: 84-253-0128-9

Depósito Legal. B. 13.687-1974

Impreso por GRAFlCAS ROMÁN S.A., - Casa Oliva 82-88 Barcelona-S

íNDICE GENERAL

N ota eLe La edición alemana

Prólogo

1. FEUERBACH. CONTRAPOSICIÓN ENTRE LACONCEPCIóN MATERIALISTA y LA IDEALISTA(INTRODUCCIóN) .

A. La ideología en general, y la ideología alemanaen particular . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .1. Historia .2. Sobre la producción de la conciencia .

B. La base real de la ideología .1. Intercambio y fuerza productiva .2. La relación entre el Estado y el derecho y

la propiedad .3. Instrumentos de producción y formas de pro-

piedad naturales y civilizados .C. El comunismo. Producción de la forma misma

de intercambio .

El Concilio de Leipzig

n. SAN BRUNO .

1. "Campaña" contra Feuerbach .2. Consideraciones de San Bruno sobre la lucha

entre Feuerbach y Stirner ., .3. San Bruno contra los autores de la' "Sagrada

Familia" .4. Necrología de "M. Hess" .

1Il. SAN MAX .

1. El único y su propiedad .

El Antiguo Testamento: el hombre .1. El Génesis; es decir, la vida del hombre .2. La economía del Antiguo Testamento .3. Los antiguos .4. Los modernos .

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11

13

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71

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A. El Espíritu (una historia pura de espí-ritus) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 165

B. Los posesos (una historia impura deespíritus) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 171

C. Historia impura no pura de espíritus .,. 185a) NEgros y mongoles . . . . . . . . . . . . . . . .. 185b ) Catolicismo y protestantismo 194

D. La jerarquía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 1975. El "Stirner" complacido en su propia cons-

trucción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 2136. Los Libres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 223

A. El liberalismo político 223B. El comunismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 236C. El liberalismo humano 268

El Nuevo Testamento: el "Yo" 278

1. La Economía del Nuevo Testamento 2782. Fenomrnologia d21 Egoísta uno consigo mis-

mo, o teoría de la justificación 2813. El Apocalipsis de Juan el Teólogo" o "La

lógica de la nueva sabiduría" 3134. La propia individualidad 3515. El propietario , .. , , , . . . .. 368

A) Mi poder " "........ 368I. El derecho , , . , " . , . . .. . . . . . . . . . .. 369

A. Canonización en general 369B, Apropiación por antítesis simple .. 374C. Apropiación por antítesis compuesta 377

n. La ley , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 385

nI. El delito ,., ... , .. , .. ,........... 395

A. Simple canonización del crimen yy del castigo , ,............ 396

B. Apropiación del crimen y el castigopor antítesis , , 400

C. El delito, en sentido ordinario yensentido extraordinario ..... , .... , 404

5. La sociedad, como sociedad burguesa 411

n, La sublevación , . . . . . .. . , 447

In. La asociación . , , . . . . . . . . . . . .. 4621. La propiedad sobre la tierra ..... 4622. Organización del trabajo ".",... 4653. El dinero , '."., , , 471

4. El Estado 47/l5. La sublevación 4BO6. Religión y filosofia de la Asociación 481

A. La propiedad 481B. El patrimonio . . . . . . . . . . . . . . .. 48(;C. Moral, comercio, teoría de la

explotación . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 487D. La religión . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 495E. Indicaciones adictcnales sobre la

asociación . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 496

C. Mi autodisfrutz . . . . . . . . . . . . . . . .. 4996. El Cantar dé lo:; Cantares, o el

único 511

2. Comentario apologético

FinaL del Concilio de Leipzig

531

540

EL VERDADERO SOCIALISMO 543

lo LOS "ANALES RENANOS" O LA FILOSOFíADEL VERDADERO SOCIALISMO 547

A. "Comunismo, socialismo, humanismo" 549Bo "Sillares socialistas" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 566

Primer sillar oo.. ooo.. o. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 570Segundo sillar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 574Tercer sillar . o. o. o o o. . . . . .. 580

IV. KARL GRüN: "EL MOVIMIENTO SOCIAL ENFRANCIA Y BÉLGICA" (DARMSTADT, 1845) OLA HISTORIOGRAFíA DEL VERDADERO SOCIA-LISMO .. o.. o o o .

Sansimonismo

585

597

1. "Lettres d'un habitant de Geneve a ses con-temporains" oo. oo. o.. oo.. o. oo.... o... o. . . . .. 603

2 o "Catéchisme politique des industriels" . o. . . .. 6063. "Nouvs au christianisma" o............... 6104 o La escuela sansimoniana 611

Furierismo o oo.. o o.. o o o 619El "limitado papá Cabet" y el señor Grün 630Proudhon . o o o. .. 644

V. "EL DOCTOR GEORG KUHLMANN DE HOL5TEIN"O LA PROFECíA DEL VERDADERO SOCIA-LISMO oo. oo. oo. o' ooo. o'' o.. ooo o. o. o. o.' o.. 647

689691706727

bibliográfico .de nombres o" o ••••••• o •••••• o ••••••••

de conceptos o o •••••••••••••••••••••••••

Ap~ndice

Carlos Marx. La construcción hegeliana de la feno­menología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 663

Carlos Marx. La sociedad burguesa y la revolucióncomunista o •••••••••• o • • • • • • • • • • • • • • • •• 664

Carlos Marx. Tesis sobre Feuerbach 665Carlos Marx. De 1. Feuerbach ., o •• o" • o •• o • • • • • • •• 669Federico Engels. Feuerbach o •••• o' 671Textos suprimidos por Marx y Engels o o 675

Índices

NotasÍndiceÍndiceÍndice

NOTA DE LA EDICIóN ALEMANA

En su trabajo "Contribución a la historia de la Liga delos Comunistas", dice Federico Engels: "En Mánchester, mehabía dado yo de bruces contra el hecho de que los [enome­nos economicos, que hasta ahora no desempeñan ningúnpapel o solamente un papel desdeñable en la historiografía,constituyen una potencia histórica decisiva, por lo menos enla historia moderna; de que forman la base sobre la que sur­gen las actuales contradicciones de clase; y de que estas con­tradicciones de clase, en aquellos países en que han llegado adesarrollarse plenamente gracias a la gran industria, ... sirven,a su vez, de fundamento a la formación de los partidos polí­ticos, a las luchas entre los partidos y, por consiguiente, atoda la historia política. Marx no sólo había llegado a la mis­ma concepción, sino que ya para entonces ... (en 1844) lahabía generalizado en el sentido de que, en términos generales,no es el Estado el que condiciona y regula la sociedad civil,sino ésta la que condiciona y regula el Estado; de que, portanto, la política y su historia deben explicarse partiendo delas relaciones económicas y de su desarrollo, y no a la inversa.Cuando, en el verano de 1844, visité a Marx en París, se pusode manifiesto nuestra total coincidencia en todos los camposteóricos, y de entonces data nuestra colaboración. Al reunirnosde nuevo en Bruselas en la primavera de 1845, ya Marx habíadesarrollado en sus lineamientos fundamentales, partiendo delos fundamentos más arriba señalados, su concepción materia­lista de la historia, y nos pusimos a elaborar en detalle y enlas más diversas direcciones la nueva concepción que acababade ser descubierta".

El gran trabajo que Marx y Engels abordaron en colabo­ración, sobre estas bases, fue el que lleva por título La Ideo-

7

logía alemana. Como Marx expone en el prólogo a la·Críticade la Economía política, la finalidad que ambos autores peroseguían al escribir esta obra era "desentrañar conjuntamenteel antagonismo entre nuestra concepción y la concepción ideo­lógica de la filosofía alemana en realidad, ajustar cuentas connuestra conciencia filosófica anterior. Y el propósito se llevóa cabo bajo la forma de una crítica de la filosofía posthege­liana". En carta al editor Leske, explica Marx: "Pareciamemuy importante, en efecto, hacer preceder la exposición po­sitiva de un estudio polémico contra la filosofía alemana ycontra el socialismo alemán anterior. Era necesario hacerloasí, con el fin de preparar al público para el punto de vistade mi Economía, punto de vista diametralmente opuesto al dela ciencia alemana tal como hasta aquí se viene desarrollando".

Circunstancias adversas impidieron la terminación e im­presión de la obra. "Confiamos el manuscrito", dice Marx,"a la crítica roedora de los ratones, de tanto mejor gradocuanto que habíamos conseguido ya nuestro propósito fun­damental, el cual no era otro que esclarecer las cosas ante

. "nosotros mzsmos .La socialdemocracia alemana no consideró nunca nece­

sario proceder a publicar la importante obra de que aquí sehabla; el manuscrito permaneció inédito en sus archivosdurante largos años. La Ideología alemana no vio la luz dela publicidad en su texto íntegro hasta que se publicó en1932, formando parte del volumen V de la Primera Secciónde la edición histórico-crítica de las Obras completas, escri­tos y cartas de Marx y Engels (MEGA = Marx-Engels Ge­samtausgabe}, Esta edición crítica constituye hoy una rarezabibliográfica.

La presente edición permitirá, por fin, que un ampliocírculo de lectores se familiarice con esta obra fundamentalde Marx y Engels. En ella se toma como base la edición de~a MEGA; reproduce, por tanto, el texto íntegro de ésta yrecoge, además, en el Apéndice, algunos apuntes tomados de(os libros de notas de los autores correspondientes a la épocaen. que la obra fue redactada, entre ellos la primera versiónde las "Tesis sobre Feuerboch" de Marx. Se prescinde aquí¡en cambio, 'como-corresponde a la finalidad indicada de estaedición, del aparato crítico del texto y de las fuentes que

8

II

acompaña a la edición de la MEGA. Nos limitaremos a se­ñalar, por lo que se refiere al manuscrito utilizado, que laparte V, que lleva por epígrafe "El Dr. Georg Kuhlmann deHolstein o la profecía del Verdadero Socialismo" (págs.647·660 de la presente edición) (1) fue compuesta probable.mente por Moses Hess, copiada por Joseph Weydemeyer yredactada en su versión definitiva por Marx.

Las lagunas del manuscrito aparecen señaladas en nuestrotexto por puntos suspensivos entre corchetes ([]); entre corochetes se hace figurar también la presunta lectura cuando setrata de lagunas breves. Las frases y citas en lenguas extran­jeras figuran traducidas en notas de pie de página, con laindicación (N. del ed.}, para ayudar a la comprensión dellector. En cambio, las notas que proceden directamente deMarx y Engels se indican con el nombre de éstos. Hemosmodernizado, para mayor claridad, la ortografía y la puntua­ción. A las notas explicativas de la Red: (pág. 636) (2) se lui­ce referencia en el texto mediante números índices entre pa.réntesis cuadrados. Para [ocilitar el manejo del libro, hemosañadido, al final, un índice bibliográfico e índices alfabéticosde nombres de autores y de conceptos.

LA EDITORIAL

(1) Ver págs. 649-660 de la presente edición española.(2) ídem, pág. 689.

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11

PRóLOGO

Hasta ahora, los hombres se han formado siempre ideasfalsas acerca de sí mismos, acerca de lo que son o debieranser. Han ajustado sus relaciones a sus ideas acerca de Dios,del hombre normal, etc. Los frutos de su cabeza han aca­bado por imponerse a su cabeza. Ellos, los creadores, se hanrendido ante sus criaturas. Liherémoslos de los fantamas ce­rebrales, de las ideas, de los dogmas, de los seres imaginariosbajo cuyo yugo degeneran. Rebelémonos contra esta tiranía delos pensamientos. Enseñémoslos a sustituir estas quimeras porpensamientos que correspondan a la esencia del hombre, diceuno, a adoptar ante ellos una actitud crítica, dice otro, a qui­társelos de la cabeza, dice el tercero, y la realidad existentese derrumbará.

Estas inocentes y pueriles fantasías forman el meollo dela filosofía neohegeliana en boga, que en Alemania no sólo esacogida con espanto y veneración por el público, sino quees proclamada por los mismos héroes filosóficos con la solem­ne conciencia de su revolucionaria peligrosidad y de su cri­minal inexorabilidad. El primer volumen de la presente pu­blicación se propone desenmascarar a estas ovejas que sehacen pasar por lobos y son tenidas por tales, poner de mani­fiesto cómo no hacen otra cosa que balar filosóficamente, cómolas jactancias de estos intérpretes filosóficos reflejan simple.mente el estado lastimoso de la realidad alemana. Se proponeponer en evidencia y desacreditar esa lucha filosófica con lassombras de la realidad a que el soñador y soñoliento puebloalemán es tan aficionado.

Un hombre listo dio una vez en pensar que los hombresse hundían en el agua y se ahogaban simplemente porque se

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dejaban llevar de la idea de la gravedad. Tan pronto comose quitasen esta idea de la cabeza, considerándola por ejem­plo como una idea nacida de la superstición, como una ideareligiosa, quedarían sustraídos al peligro de ahogarse. Esehombre se pasó la vida luchando contra la ilusión de la gra­vedad, de cuyas nocivas consecuencias le aportaban nuevas yabundantes pruebas todas las estadísticas. Este hombre listoera el prototipo de los nuevos filósofos revolucionariosalemanes. (1)

12

JJ

FEUERBACH

CONTRAPOSICIóN ENTRE LA CONCEPCIóN

MATERIALISTA y LA IDEALISTA

[INTRODUCCIóN]

1

FEUERBACH

Según anuncian los ideólogos alemanes, Alemania hapasado en estos últimos años por una revolución sin igual.El proceso de descomposición del sistema hegeliano, quecomenzó con Strauss, se ha desarrollado hasta convertirse enuna fermentación universal, que ha arrastrado consigo a todaslas "potencias del pasado". En medio del caos general, hansurgido poderosos reinos, para derrumbarse de nuevo enseguida, han brillado momentáneamente héroes, sepultadosnuevamente en las tinieblas por otros rivales más audacesy más poderosos. Fue ésta una revolución junto a la cual lafrancesa es un juego de chicos, una lucha ecuménica al ladode la cual palidecen y resultan ridículas las luchas de los diá­docos. Los principios se desplazaban, los héroes del pensa­miento se derribaban los unos a los otros con inaudita celeri­dad, y en los tres años que transcurrieron de 1842 a 1845 seremovió el suelo de Alemania más que antes en tres siglos.

y todo esto ocurrió, al parecer, en los dominios del pen­samiento puro.

Trátase, en verdad, de un acontecimiento interesante: delproceso de putrefacción del Espíritu absoluto. Al apagarse laúltima chispa de vida, entraron en descomposición las diver­sas partes integrantes de este caput mortuum,* dieron pasoa nuevas combinaciones y se formaron nuevas sustancias. l ..osindustriales de la filosofía, que hasta aquí habían vivido dela explotación del Espíritu absoluto, arrojáronse ahora

* Cabeza muerta (N. de la ed.).

15

sohre las nuevas combinaciones. Cada uno se dedicabaafanosamente a explotar el negocio de la parcela que lehabía tocado en suerte. No podía: por menos de surgir lacompetencia. Al principio, ésta manteníase dentro de loslímites de la buena administración burguesa. Más tarde,cuando ya el mercado alemán se hallaba abarrotado y lamercancía, a pesar de todos los esfuerzos, no encontrabasalida en el mercado mundial, los negocios empezaron aecharse a perder a la manera alemana acostumbrada, me­diante la producción fabril y adulterada, el empeoramientode la calidad de los productos y la adulteración de la materiaprima, la falsificación de los rótulos, las compras simuladas.los cheques girados en descubierto y un sistema de créditoscarente de toda base real. Y la competencia se convirtió enuna enconada lucha, que hoy se nos ensalza y presenta comoun viraje de la historia universal, como el creador de los re­sultados y conquistas más formidables.

Para apreciar en sus debidos términos toda esta charla­tanería de tenderos filosóficos que despierta un saludable sen­timiento nacional hasta en el pecho del honrado burguésalemán; para poner plásticamente de relieve la mezquindad,la pequeñez provinciana de todo este movimiento neohege­liano y, sobre todo, el contraste tragicómico entre las verda­deras hazañas de estos héroes y las ilusiones suscitadas entorno a ellas, necesitamos contemplar siquiera una vez todoel espectáculo desde un punto de vista situado fuera de losámbitos de Alemania. (2)

1I

A. - LA IDEOLOGiA EN GENERAL,Y LA IDEOLOGiA ALEMANA EN PARTICULAR

La crítica alemana no se ha salido, hasta en estos esfuer­ZOs suyos de última hora, del terreno de la filosofía. Y, muylejos de entrar a investigar sus premisas filosóficas generales,todos sus problemas brotan, incluso, sobre el terreno de un

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determinado sistema filosófico, del sistema hegeliano. No sólosus respuestas, sino también los problemas mismos,. llevanconsigo un engaño. La sumisión a Hegel es la razón depor qué ninguno de estos modernos críticos ha intentadosiquiera una amplia crítica del sistema hegeliano, por muchoque cada uno de ellos afirme haberse remontado sobre Hegel.Su polémica contra Hegel y la de los unos contra los otrosse limita a que cada uno de ellos destaque un aspecto delsistema hegeliano, tratando de enfrentarlo, a la par contracl sistema en su conjunto y contra los aspectos destacados porlos demás. Al principio, tomábanse ciertas categorías hegelia­nas puras y auténticas, tales como las de substancia y auto­conciencia, para profanarlas más tarde con nombres más vul­gares, como los de género, el Único, el hombre; etc.

Toda la crítica filosófica alemana desde Strauss hastaStirnersc limita a la crítica de las ideas religiosas.w) Se partíade la religión real y de la verdadera teología. Qué fuera laconciencia religiosa, la idea religiosa, se determinaba de dis­tinto modo en el curso ulterior. El progreso consistía en englo­bar las ideas metafísicas, políticas, jurídicas, morales y deotro tipo supuestamente imperantes, bajo la esfera de lasideas religiosas o teológicas, explicando asimismo la concien­cia política, jurídica o moral como conciencia religiosa oteológica y presentando al hombre político, jurídico o moraly, en última instancia, "al hombre", como el hombre religio­so. Partíase como premisa del imperio de la religión. Poco apoco, . toda relación dominante se explicaba como una rela­ción religiosa y se convertía en culto, en cuIto del derecho,culto del Estado, etc. Por todas partes se veían dogmas, nadamás que dogmas, y la fe en ellos. El mundo era canonizadoen proporciones cada vez mayores, hasta que, por último, elvenerable San Max pudo santificarlo en bloque y darlo porliquidado de una vez por todas.

Los viejos hegelianos lo comprendían todo una vez quelo reducían a una de las categorías lógicas de Hegel. Los neo­hegelianos lo criticaban todo sin más que deslizar por debajode ello ideas religiosas o declararlo como algo teológico. Losneohegelianos coincidían con los viejos hegelianos en la feen el imperio de la religión, de los conceptos, de lo general,

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dentro del mundo existente. La única diferencia era que losunos combatían como usurpación el poder que los otros reco­nocían y aclamaban como legítimo.

Y, como entre estos ncohegelianos las ideas, los pensa­mientos, los conceptos y, en general, los productos de la con­ciencia por ellos independizada eran considerados como lasverdaderas ataduras del hombre, exactamente lo mismo quelos viejos hegelianos veían en ellos los auténticos nexos de lasociedad humana, era lógico que también los neohege1ianoslucharan y se creyeran obligados a luchar solamente contra es­tas ilusiones de la conciencia. En vista de que, según su fanta­sía, las relaciones entre los hombres, todos sus actos y su modode conducirse, sus trabas y sus barreras, son otros tantos pro­ductos de su conciencia, los neohegelianos formulan conse­cuentemente ante ellos el postulado moral de que deben tro­car su conciencia actual por la conciencia humana, crítica oegoísta, derribando con ello sus barreras. Este postulado decambiar de conciencia viene a ser lo mismo que el de inter­pretar de otro modo lo existente, es decir, de reconocerlo pormedio de otra interpretación. Pese a su fraseología supues­tamente "revolucionaria", los ideólogos neohegelianos son, enrealidad, los perfectos conservadores. Los más jóvenes cntreellos han descubierto la expresión adecuada para designar suactividad cuando afirman que sólo luchan contra "frases".Pero se olvidan de añadir que a estas frases por ellos comba­tidas no saben oponer más que otras frases y que, al combatirsolamente las frases de este mundo, no combaten en modoalguno el mundo real existente. Los únicos resultados a quepodía llegar esta crítica filosófica fueron algunos esclareci­mientos histórico-religiosos, harto unilaterales por lo demás,'sobre el cristianismo; todas sus demás afirmaciones se redu­cen a otras tantas maneras más de adornar su pretensión deentregarnos, con estos esclarecimientos insignificantes, descu­brimientos de alcance histórico-mundial.

A ninguno de estos filósofos se le ha ocurrido siquierapreguntar por el entronque de la filosofía alemana con larealidad de Alemania, por el entronque de su crítica con elpropio mundo material que la rodea.

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Las premisas de que partimos no tienen nada arbitra­rio, no son ninguna clase de dogmas, sino premisas reales, delas que sólo es posible abstraerse en la imaginación. Son losindividuos reales, su acción y sus condiciones materiales devida, tanto aquellas con que se han encontrado como lasengendradas por su propia acción. Estas premisas puedencomprobarse, consiguientemente, por la vía puramente em­pírica.

La primera premisa de toda historia humana es, natu­ralmente, la existencia de individuos humanos vivientes.O? Elprimer estado de hecho comprobable es, por tanto, la orga­nización corpórea de estos individuos y, como consecuenciade ello, su comportamiento hacia el resto de la naturaleza.No podemos entrar a examinar aquí, naturalmente, ni la con­textura física de Jos hombres mismos ni las condiciones natu­rales con que los hombres se encucntran: las geológicas, lasoro-hidrográfioas, las climáticas y las de otro tipo. (5) Toda his­toriografía tiene necesariamente que partir de estos funda­mentos naturales y de la modificación que experimentan enel curso de la historia por la acción de los hombres.

Podemos distinguir al hombre de los animales por laconciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero elhombre mismo se diferencia de los animales a partir del mo­mento en que comienza a producir sus medios de vida, pasoéste que se halla condicionado por su organización corporal.Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirec­tamente su propia vida material.

El modo como los hombres producen sus medios de vidadepende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios devida con que se encuentran y que se trata de reproducir. Estemodo de producción no debe considerarse solamente en cuan­to es la reproducción de la existencia física de los individuos.Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estosindividuos, un determinado modo de manifestar su vida, undeterminado modo de vida de los mismos. Tal y como losindividuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide,por consiguiente, con su producción, tanto con lo que produ­cen como con el modo cómo producen. Lo que los individuos

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son depende, por tanto, de las condiciones materiales de suproducción.

Esta producción sólo aparece al multiplicarse la pobla­ción. Y presupone, a su vez, un intercambio entre los indioviduos. La forma de este intercambio se halla condicionada,a su vez, por la producción.

Las relaciones entre unas naciones y otras dependen dela extensión en que cada una de ellas haya desarrollado susfuerzas productivas, la división del trabajo y el intercambiointerior. Es éste un hecho generalmente reconocido, Pero, nosólo las relaciones entre una nación y otra, sino tambiéntoda la estructura interna de cada nación depende del gradode desarrollo de su producción y de su intercambio interiory exterior. Hasta dónde se han desarrollado las fuerzas pro­ductivas de una nación lo indica del modo más palpable elgrado hasta el cual se ha desarrollado en ella la división deltrabajo. Toda nueva fuerza productiva, cuando no se trata deuna simple extensión cuantitativa de fuerzas productivas yaconocidas con anterioridad (como ocurre, por ejemplo, con laroturación de tierras) trae como consecuencia un nuevo des­arrollo de la división del trabajo.

La división del trabajo dentro de una nación se traduce,ante todo, en la separación del trabajo industrial y comercialcon respecto al trabajo agrícola y, con ello, en la separaciónde la ciudad y el campo y en la contradicción de los interesesentre una y otro. Su desarrollo ulterior conduce a la separa­ción del trabajo comercial del industrial. Al mismo tiempo,la división del trabajo dentro de estas diferentes ramas aca­rrea, a su vez, la formación de diversos sectores entre los in­dividuos que cooperan en determinados trabajos. La posiciónque ocupan entre sí estos diferentes sectores se halla condi­cionada por el modo de explotar el trabajo agrícola, indus­trial y comercial (patriarcalismo, esclavitud, estamentos, cla­ses). y las mismas relaciones se muestran, al desarrollarse elcomercio, en las relaciones entre diferentes naciones.

Las diferentes fases de desarrollo de la división del tra­hajo son otras tantas formas distintas de la propiedad; o,dicho en otros términos, cada etapa de la división del trabajodetermina también las relaciones de los individuos entre sí,

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en lo tocante al material, el instrumento y el producto deltruhajo,

La primera forma de la propiedad es la propiedad dela tribu. Esta forma de propiedad corresponde a la fase inci­piente de la producción en que un pueblo se nutre de lacaza y la pesca, de la ganadería o, a lo sumo, de la agricul­tura. En este último caso, la propiedad tribual presupone laexistencia de una gran masa de tierras sin cultivar. En estafase, la división del trabajo se halla todavía muy poco des­arrollada y no es más que la extensión de la división natura)del trabajo existente en el seno de Ia familia. La organizaciónsocial, en esta etapa, se reduce también, por tanto, a una am­pliación de la organización familiar: a Ia cabeza de Ia tribuse hallan sus patriarcas, por debajo de ellos Jos miembrosde la tribu y en el lugar más bajo de todos, los esclavos. Laesclavitud latente en la familia va desarrollándose poco apoco al crecer la población y las necesidades, al extenderseel comercio exterior y al aumentar las guerras y el comerciode trueque.

La segunda forma está representada por la antigua pro­piedad comunal y estatal, que brota como resultado de lafusión de diversas tribus para formar una ciudad, medianteacuerdo voluntario o por conquista, y en la que sigue exis­tiendo la esclavitud. Junto a la propiedad comunal, va des­arrollándose ya, ahora, la propiedad privada mobiliaria, ymás tarde la inmobiliaria, pero como forma anormal, supe­ditada a aquélla. Los ciudadanos del Estado sólo en cuantocomunidad pueden ejercer su poder sobre los esclavos que.rahajan para ellos, lo que ya de por sí los vincula a la formade la propiedad comunal. Es la propiedad privada en comúnde los ciudadanos activos del Estado, obligados con respectoa los esclavos a permanecer unidos en este tipo natural deasociación. Esto explica por qué toda la organización de lasociedad asentada sobre estas bases, y con ella el poder delpueblo, decaen a medida que va desarrollándose la propiedadprivada inmobiliaria. La división del trabajo aparece ya. aquí,más desarrollada. Nos encontramos ya con la contradicciónentre la ciudad y el campo y, más tarde, con la contradicciónentre estados que representan, de una y otra parte, los inte-

21

-

reses de la vida urbana y los de la vida rural, y, dentro delas mismas ciudades, con la contradicción entre la inllustriay el comercio marítimo. La relación de clases entre ciudada­nos y esclavos ha adquirido ya su p lcno desarrollo.

A toda esta concepción de la historia parece contradecirel hecho de la conquista. Hasta ahora, venía considerándosela violencia, la guerra, el saqueo, el asesinato para robar, etc.,como la fuerza propulsora de la historia. Aquí, tenemos quelimitarnos necesariamcnte a los puntos capitales, razón porla cual tomaremos el ejemplo palmario de la destrucción deuna vieja civilización por obra de un pueblo bárbaro y, comoconsecuencia de ello, la creación de una nueva estructura dela sociedad, volviendo a comenzar por el principio. (Roma ylos bárbaros, el feudalismo y las Galias, el Impcrio Romanode Oriente y los turcos). Por parte del pueblo bárbaro con­quistador, la guerra sigue siendo, como ya apuntábamos másarriba, una forma normal de comercio, explotada tanto máscelosamente cuanto que, dentro del tosco modo de pro­ducción tradicional y único posible para estos pueblos, elincremento de la población crea más apremiantemente lanecesidad de nuevos medios de producción. En Italia, por elcontrario, por virtud de la concentración de la propicdadterritorial (determinada, además de la compra de tierras yel recargo de deudas de sus cultivadores, por la herencia, yaque, a consecuencia de la gran ociosidad y de la escasez dematrimonios, los viejos linajes iban extinguiéndose poco apoco y sus bienes quedaban reunidos en pocas manos) y dela transformación de las tierras de labor en terrenos de pasotos (provocada, aparte de las causas económicas normales to­davía en la actualidad vigentes, por la importación de cerea­les robados y arrancados en concepto de tributos y de laconsiguiente escasez de consumidores para el grano de Ita­lia), casi desapareció la población libre y los mismos esclavosmorían en masa por inanición, y tenían que ser reemplazadosconstantemente por otros nuevos. La esclavitud seguía siendola base de toda la producción. Los plebeyos, que ocupaban unaposición intermedia entre los libres y los esclavos, no llegarona ser nunca más que una especie de lnmpenproletariado.Por otra parte y en general, Roma nunca fue más que una

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ciudad, que mantenía con las provincias una relación casi ex­rlusivamcnte política, la cual, como es natural, podía verserota o quebrantada de nuevo por acontecimientos de ordenpolítico.

Con el desarrollo de la propiedad privada, surgen aquíÍus mismas relaciones con que nos encontraremos en la pro­piedad privada de los tiempos modernos, aunque en propor­ciones más extensas. De una parte, aparece la concentraciónde la propiedad privada, que en Roma comienza desde muypronto (una prueba de eIlo la tenemos en la ley agraria Ji­einia [lJ) y que, desde las guerras civiles y sobre todo bajolos emperadores, avanza muy rápidamente; de otra parte, yen correlación con esto, la transformación de los pequeñoscampesinos plebeyos en un proletariado, que, sin embargo,dada su posición intermedia entre los ciudadanos po­seedores y los esclavos, no llega a adquirir un desarrollo in­dependiente.

La tercera forma es la de la propiedad feudal o porestamentos. Así como la Antigüedad partía de la ciudad yde su pequeña demarcación, la Edad Media tenía como pun­to de partida el campo. Este punto de arranque distinto ha­llábase condicionado por la población con que se encontró laEdad Media: una población escasa, diseminada en grandesáreas y a la que los conquistadores no aportaron gran incre­mento. De aquí que, al contrario de lo que había ocurridoen Grecia y en Roma, el desarrollo feudal se iniciara en unterreno mucho más extenso, preparado por las conquistasromanas y por la difusión de la agricultura, al comienzo rela­cionado con ellas. Los últimos siglos del Imperio Romanodecadente y la conquista por los propios bárbaros destruye­ron una gran cantidad de fuerzas productivas; la agriculturaveíase postrada, la industria languideció por la falta de mer­cados, el comercio cayó en el sopor o se vio violentamenteinterrumpido y la población rural y urbana decreció. Estosfactores preexistentes y el modo de organización de la con­quista por ellos condicionado hicieron que se desarrollara,bajo la influencia de la estructura del ejército germánico, lapropiedad feudal. También ésta se basa, como la propiedad dela tribu y la comunal, en una comunidad, pero a ésta no se

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enfrentan ahora, en cuanto clase directamente productora, losesclavos, como ocurría en la sociedad antigua, sino los peque­ños campesinos siervos de la gleba. Y, a la par con el des­arrollo completo del feudalismo, aparece la contraposicióndel campo con respecto a la ciudad. La organización jerár­quica de la propiedad territorial y, en relación con ello, lasmesnadas armadas, daban a la nobleza el poder sobre lossiervos. Esta organización feudal era, lo mismo que lo habíasido la propiedad comunal antigua, una asociación frente ala clase productora dominada; lo que variaba era la formade la asociación y la relación con los productores directos,ya que las condiciones de producción habían cambiado.

A esta organización feudal de la propiedad territorialcorrespondía en las ciudades la propiedad corporativa, laorganización feudal del artesanado. Aquí, la propiedad estri­baba, fundamentalmente, en el trabajo de cada uno. La neceosidad de asociarse para hacer frente a la nobleza rapaz aso­ciada; la exigencia de disponer de lugares de venta comunesen una época cuando el industrial era al propio tiempo co­merciante: la creciente competencia de los siervos que huíande la gleba y afluían en tropel a las ciudades prósperas y flo­recientes, y la organización feudal de todo el país hicieronsurgir los gremios; los pequeños capitales de los artesanossueltos, reunidos poco a poco por el ahorro, y la estabilidaddel número de éstos en medio de una creciente población,hicieron que se desarrollara. la relación entre oficiales yaprendices, engendrando en las ciudades una jerarquía seme­jante a la que imperaba en el campo.

Por tanto, durante la época feudal, la forma fundamentalde la propiedad era la de la propiedad territorial con eltrabajo de los siervos a ella vinculados, de una parte, y deotra el trabajo propio con un pequeño capital que dominabael trabajo de los oficiales de los gremios. La estructuraciónde ambos factores hallábase determinada por las condicioneslimitadas de la producción, por el escaso y rudimentario culotivo de la tierra y por la industria artesanal. La división deltrabajo se desarrolló muy poco, en el período floreciente delfeudalismo, Todo país llevaba en su entraña la contradicciónentre la ciudad y el campo; es cierto que la estructuración

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(le los estamentos se hallaba muy ramificada y patente, perofuera de la separación entre príncipes, nobleza, clero y cam­pesinos, en el campo, y maestros, oficiales y aprendices, ymuy pronto la plebe de los jornaleros, en la ciudad, noencontramos ninguna otra división importante. En la agricul­tura, la división del trabajo veíase entorpecida por el cultivoparcelado, junto al que surgió después la industria a domi­cilio de los propios campesinos; en la industria, no existíadivisión del trabajo dentro de cada oficio, y mey poca entreunos oficios y otros. La división entre la industria y el co­mercio se encontró ya establecida de antes en las viejas ciu­dades, mientras que en las nuevas sólo se desarrolló más tar­de, al entablarse entre las ciudades contactos y relaciones.

La agrupación de territorios importantes en reinos feu­dales era una necesidad, tanto para la nobleza territorial comopara las ciudades. De aquí que a la cabeza de la organizaciónde la clase dominante, de la nobleza, figurara en todas partesun monarca.

Nos encontramos, pues, con el hecho de que dctermina­dos individuos, que, como productores, actúan de un deter­minado modo, contraen entre sí estas relaciones sociales ypolíticas determinadas. La observación empírica tiene necesa­riamente que poner de relieve en cada caso concreto, empí­ricamente y sin ninguna clase de falsificación, la trabazónexistente entre la organización social y política y la produc­ción. La organización social y el Estado brotan constantemen­te del proceso de vida de determinados individuos; pero deestos individuos, no como puedan presentarse ante la imagi­nación propia o ajena, sino tal y como realmente son; esdecir, tal y como actúan y como producen materialmente y,por tanto, tal y como desarrollan sus actividades bajo deter­minados límites, premisas y condiciones materiales, indepen­dientes de su voluntad. (6)

La producción de las ideas y representaciones, de la con­ciencia, aparece al principio directamente entrelazada con laactividad material y el comercio material de los hombres,como el Ienguaje de la vida real. Las representaciones, los pen­samientos, el comercio espiritual de los hombres se presentantodavía, aquí, como emanación directa de su comportamiento

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material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, taly como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las le­yes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de unpueblo. Los hombres son los productores de sus representa­ciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales yac­tuantes, tal y como se hallan condicionados por un determi­nado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercam­bio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones másamplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que elser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vidareal. Y si en toda la ideología los hombres y sus relacionesaparecen invertidos como en una cámara oscura, este fenóme­no responde a su proceso histórico de vida, como la inversiónde los objetos al proyectarse sobre la retina responde a suproceso de vida directamente físico.

Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofíaalemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se as­ciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de 10 quelos hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampocodel hombre predicado, pensado, representado ° imaginado,para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso;se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando desu proeeso de vida real, se expone también el desarrollo delos reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida.También las formaciones nebulosas que se condensan en elcerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de suproceso material de vida, proceso empíricamente registrable ysujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la me­tafísica y cualquier otra ideología y las formas de concienciaque a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su pro­pia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propiodesarrollo, sino que los hombres que desarrollan su produc­ción material y su intercambio material cambian también, alcambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de supensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sinola vida la que determina la conciencia. Desde el primer puntode vista, se parte de la conciencia como del individuo vivien­te; desde el segundo punto de vista, que es el que correspon-

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de a la vida real, se parte del mismo individuo real vivientey se considera la conciencia solamente como su conciencia.

y este modo de considerar las cosas no es algo incondi­cional. Parte de las condiciones reales y no las pierde devista ni por un momento. Sus condiciones son los hombres,pero no vistos y plasmados a través de la fantasía, sino en suproceso de dcsarrollo real y empíricamente registrable, bajola acción de determinadas condiciones. Tan pronto como secxpone este proceso activo de vida, la historia deja de seruna colección de hechos muertos, como lo es para los empi­ristas, todavía abstractos, o una acción imaginaria de sujetosimaginarios, como para los idealistas.

Allí donde termina la especulación, en la vida real, co­mienza también la ciencia real y_p'Ósitiva, la exposición de laacción práctica, del proceso práctico de desarrollo de loshombres. Terminan allí las frases sobre la conciencia y pasa11 ocupar su sitio el saber real. La filosofía independiente pier­de, con la exposición de la realidad, el medio en que puedeexistir. En lugar de ella, puede aparecer, a lo sumo, un comopendio de los resultados más generales, abstraído de la consi­deración del desarrollo histórico de los hombres. Estas abs­tracciones de por sí, separadas de la historia real, carecende todo valor. Sólo pueden servir para facilitar la ordenacióndel material histórico, para indicar la sucesión en serie de susdiferentes estratos. Pero no ofrecen en modo alguno, como lafilosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual puedanaderezarse las épocas históricas. Por el contrario, la dificul­tad comienza allí donde se aborda la consideración y orde­nación del material, sea el de una época pasada o el delpresente, la exposición real de las cosas. La eliminación deestas dificultades hállase condicionada por premisas que enmodo alguno pueden exponerse aquí, pues se derivan siem­pre del estudio del proceso de vida real y de la acción delos individuos en cada época. Destacaremos aquí algunas deestas abstracciones, para oponerlas a la ideología, Ilustrán­dolas con algunos ejemplos históricos.

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HISTORIA

Tratándose de los alemanes, situados al margen de todapremisa, debemos comenzar señalando que la primera pre­misa de toda existencia humana y también, por tanto, detoda historia, es que los hombres se hallen, para "hacer his­toria", en condiciones de poder vivir*. Ahora bien, para vivirhace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse yalgunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consi­guiente, la producción de los medios indispensables para litsatisfacción de estas necesidades, es decir, la producción dela vida material misma, y no cabe duda de que es éste unhecho histórico, una condición fundamental de toda historia,que lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirsetodos los días y a todas horas, simplemente para asegurar lavida de los hombres. Y aun cuando la vida de los sentidosse reduzca al mínimo, a lo más elemental, como en SanBruno, este mínimo presupondrá siempre, necesariamente, laactividad de la producción. Por consiguiente, lo primero, entoda concepción histórica, es observar este hecho fundamen­tal en toda su significación y en todo su alcance y colocarloen el lugar que le corresponde. Cosa que los alemanes, comoes sabido, no han hecho nunca, razón por la cual la historiajamás ha tenido en Alemania una base terrenal ni, consiguien­temente, ha existido nunca aquí un historiador. Los francesesy los ingleses, aun cuando concibieron de un modo extraor­dinariamente unilateral el entronque de este hecho con lallamada historia, ante todo mientras estaban prisioneros dela ideología política, hicieron, sin embargo, los primeros in­tentos en, aminados a dar a la historiografía una base mate­rialista, al escribir las primeras historias de la sociedadcivil, del comercio y de la industria.

Lo segundo e~ que la satisfacción de esta primera nece­sidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instru­mento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y

* Hegel. Condiciones geológicas, hidrográficas, etc. Loscuerpos humanos. Necesidad, trabajo. (Glosa marginal de Marx).

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esta creacion de necesidades nuevas constituye el primerhecho histórico. Y ello demuestra inmediatamente de quiénes hija espiritual la gran sabiduría histórica de los alemanes,{fUC, cuando les falta el material positivo y no vale chalanearcon necedades políticas ni literarias, no nos ofrecen ningunaclase de historia, sino que hacen desfilar ante nosotros los"tiempos prehistóricos", pero sin detenerse a explicarnoscómo se pasa de este absurdo de la "prehistoria" a la historiaen sentido propio, aunque es evidente, por otra parte, que susespeculaciones históricas se lanzan con especial fruición a esta"prehistoria" porque en ese terreno creen hallarse a salvo dela ingerencia de los "toscos hechos" y, al mismo tiempo,porque aquí pueden dar rienda suelta a sus impulsos especu­lativos y proponer y echar por tierra miles de hipótesis.

El tercer factor que aquí interviene de antemano en eldesarrollo histórico es el de que los hombres que renuevandiariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo acrear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hom­bre y mujer, entre padres e hijos, la familia. Esta familia,quc al principio constituye la única relación social, más tar­de, cuando las necesidades, al multiplicarse, crean nuevasrelaciones sociales y, a su vez, al aumentar el censo humano,l.rot an nuevas necesidades, pasa a ser (salvo en Alemania) unarelación secundaria y tiene, por tanto, que tratarse y desarro­llarse con arreglo a los datos empíricos existentes, y no ajus­I ándose al "concepto de la familia" misma, como se suelehacer en Alemania. *

Por lo demás, estos tres aspectos de la actividad social110 deben considerarse como tres fases distintas, sino sencilla-

* Construcción de viviendas. De suyo se comprende que,entre los salvajes, cada familia tiene su propia caverna o choza,corno entre los nómades ocupa cada una su tienda aparte. Y eldesarrollo ulterior de la propiedad privada viene a hacer aunmás necesaria esta economía doméstica separada. Entre los pue­blos agrícolas, la economía doméstica .común es tan imposiblecomo el cultivo en común de la tierra. La construcción de -ciu­dades representó UD gran progreso. Sin embargo, en todos losperíodos anteriores, la supresión de la economía aparte, inse­parable de la abolición de la propiedad privada, resultaba impo­sible, entre otras cosas, porque no se daban las condiciones ma-

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mente como eso, como tres aspectos o, para U<lcirlo a la ma­nera alemana, como tres "momentos" que han existido desdeel principio de la historia y desde el primer homhre y quetodavía hoy siguen rigiendo en la historia.

La producción de la vida, tanto de la propia en el tra­bajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inme­diatamente como una dohle relación -de una parte, comouna relación natural, y de otra como una relación social-;social, en el sentido de que por ella se entiende la coopera­ción de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condi­ciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde sedesprende que un determinado modo de producción o unadeterminada fase industrial lleva siempre aparejado un deter­minado modo de cooperación o una determinada fase social,modo de cooperación que es, a su vez, una "fuerza produc­tiva"; que la suma de las fuerzas productivas accesihles alhombre condiciona el estado social y que, por tanto, la "his­toria de la humanidad" dehe estudiarse y elahorarse siempreen conexión con la historia dc la industria y del intercambio.

Pero, asimismo es evidente que en Alemania no se puedcescribir este tipo de historia, ya que los alemanes carecen, nosólo de la capacidad de concepción y del material necesarios,sino también de la "certeza" adquirida a través de los sen­tidos, y que de aquel lado del Rin no es posible reunirexperiencias, por la sencilla razón de que allí no ocurre ya

teriales para ello. La implantación de una economía domésticacolectiva presupone el desarrollo de la maquinaria, de la explo­tación de las fuerzas naturales y de muchas otras fuerzas pro­ductivas, por ejemplo de las conducciones de aguas, de la ilu­minación por gas, de la calefacción a vapor, etc., así como lasupresión [de la contradicción] de la ciudad y el campo. Sinestas condiciones, la economía colectiva no representaría de porsí a su vez una nueva fuerza de producción, carecería de todabase material, descansaría sobre un fundamento puramente teó ­ríco; es, decir, sería una pura quimera y se reduciría, en lapráctica, a una economía de tipo conventual. Lo que podía lle­gar a conseguirse se revela en la agrupación en ciudades yen la construcción de casas comunes para determinados finesconcretos (prisiones, cuarteles, etc.), Que la supresión de laeconomía aparte no puede separarse de la supresión de la fa­milia, es algo evidente por sí mismo. (Nota de Marx y Engels).

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historia alguna. Se manifiesta, por tanto, ya de antemano,una conexión materialista de los hombres entre sí, condicio­nada por las necesidades y el modo de producción y que estan vieja como los hombres mismos; conexión que adoptaconetantemente nuevas formas y que ofrece, por consiguiente,una "historia", aun sin que exista cualquier absurdo políticoo religioso que también mantenga unidos a los hombres.

Solamente ahora, después de haber considerado ya cuatromomentos, cuatro aspectos de las relaciones históricas origi­nurias, caemos en la cuenta de que el hombre tiene también"conciencia".* Pero, tampoco ésta es de antemano una con­ciencia "pura". El "espíritu" nace ya tarado con la maldiciónde estar "prefiado" de materia, que aquí se manifiesta bajola forma de capas de aire en movimiento, de sonidos, en unapalabra, bajo la forma del lenguaje. El lenguaje es tan viejocomo la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, laconciencia real, que existe también para los otros hombres yque, por tanto, comienza a existir también para mí mismo;y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, delos apremios del intercambio con los demás hombres. (7) Dondeexiste una relación, existe para mí, pues el animal no se"comporta" ante nada ni, en general, podemos decir que ten­~a "comportamiento" alguno. Para el animal, sus relacionescon otros no existen como tales relaciones. La conciencia, portanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirásiendo mientras existan seres humanos. La conciencia es, antetodo, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sen­sible que nos rodea y conciencia de los nexos limitados conotras personas y cosas, fuera del individuo consciente de símismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza,'lile al principio se enfrenta al hombre como un poder abso­lutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el quelos hombres se comportan de un modo puramente animal yque los amedrenta como al ganado; es, por tanto, una con­ciencia puramente animal de la naturaleza (religión natural).

* Los hombres tienen historia porque se ven obligados aproducir su vida y deben, además, producirla de un determinadomodo: esta necesidad está impuesta por su organización fisica,y otro tanto ocurre con su conciencia. (Glosa marginal de Marx),

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Inmediatamente, vemos aquí que esta religión natural oeste determinado comportamiento hacia la naturaleza se ha­llan determinados por la forma social, y a la inversa. En estecaso. como en todos, la identidad entre la naturaleza y elhombre se manifiesta también de tal modo que el compor­tamiento limitado de los hombres hacia la naturaleza condi­ciona el limitado comportamiento de unos hombres para conotros, y éste, a su vez, su comportamiento limitado hacia lanaturaleza, precisamente porque la naturaleza apenas ha su­frido aún ninguna modificación histórica. Y, de otra parte,la conciencia de la necesidad de entablar relaciones con losindividuos circundantes es el comienzo de la conciencia deque el hombre vive, en general, dentro de una sociedad. Estecomienzo es algo tan animal como la propia vida social enesta fase: es, simplemente, una conciencia gregaria y, en estepunto, el hombre sólo se distingue del carnero por cuantosu conciencia sustituye al instinto o es el suyo un instintoconsciente. Esta conciencia gregaria o trihual se desarrolla yperfecciona después, al aumentar la producción, al acrecen­tarse las necesidades y al multiplicarse la población, que esel factor sobre que descansan los dos anteriores. De este modose desarrolla la división del trabajo, que originariamente nopasaba de la división del trabajo en el acto sexual y, mástarde, de una división del trabajo introducida de un modo"natural" en atención a las dotes físicas (por ejemplo, lafuerza corporal), a las necesidades, las coincidencias forrui­tas, etc., etc. La división del trabajo sólo se convierte en ver­dadera división a partir del momento en que se separan eltrabajo físico y el intelectual", Desde este instante, puede yala ·conciencia imaginarse realmente que es algo más y algodistinto que la conciencia de la práctica existente, que repre­senta realmente algo. sin representar algo real; desde esteinstante, se halla la conciencia en condiciones de emanciparsedel mundo y entregarse a la creación de la teoría "pura",de la teología "pura", la filosofía y la moral "puras", etc.Pero, aun cuando esta teoría, esta teología, esta filosofía, estamoral, etc., se hallen en contradicción con las relaciones exis-

* La primera forma de los ideólogos, los sacerdotes, decae.(Glosa marginal de Marx).

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tentes, esto sólo podrá explicarse porque las relaciones socia­Ics existentes se hallan, a su vez, en contradicción con la fuer­zu productiva existente; cosa que, por lo demás, dentro de undetcrminado círculo nacional de relaciones, podrá sucederlumbién a pesar de quc la contradicción no se dé en elI«'no de esta órbita nacional, sino entre esta conciencia na­cional y la práctica de otras naciones; es decir, entre la con­cie-ncia nacional y general de una nación.* Por lo demás,I'I! de IOdo punto indiferente lo que la conciencia por síHola haga o emprenda, pucs de toda esta escoria sólo ob­rr-ndremos un resultado, a saber: que estos tres momentos,la fuerza productora, el estado social y la conciencia, pue­'/.'n y deben necesariamente entrar en contradicción entreHí, ya que, con la división del trabajo, se da la posibili­dad, más aun, la realidad de que las actividades espiri­tuales y materiales, el disfrute y el trabajo, la produccióny -el consumo, se asignen a diferentes individuos, y la posi­bilidad de que no caigan en contradicción reside solamenteen que vuelva a abandonarse la división del trabajo. Por lodemás, de suyo se comprende que los "espectros", los "nexos",los "entes superiores", los "conceptos", los "reparoe", no sonmás que la' expresión espiritual puramente idealista, la ideaaparte del individuo aislado, la representación de trabas ylimitaciones muy empíricas dentro de las cuales se mueveel modo de producción de la vida y la forma de intercambiocongruente con él.

Con la división del trabajo, que lleva implícitas todasestas centradieciones y que descansa, a su vez, sobre la divi­sión natural del trabajo en el seno de la familia y en ladivisión de la sociedad en diversas familias contrapuestas,se da, al mismo tiempo, la distribución y, concretamente, ladistribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamen­te, del trabajo y de sus productos; es decir, la propiedad, cuyoprimer germen, cuya forma inicial se contiene ya en la fami­lia, donde la mujer y los hijos son los esclavos del ma..ido.La esclavitud, todavía muy rudimentaria, ciertamente, Iatenteen la familia, es la primera forma de propiedad, que, por lo

* [Religión]. Los alemanes con la ideología en cuanto tal(Glosa marginal de Marx).

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demás, ya aquí corresponde perfectamente a la definición delos modernos economistas, según la cual es el derecho a dis­poner de la fuerza de trahajo de otros. Por lo demás, divisióndel trabajo y propiedad privada son términos idénticos: unode ellos dice, referido a la esclavitud, lo mismo que el otro,referido al producto de ésta.

La división del trabajo lleva aparejada, además, la con­tradicción entre el interés del individuo concreto o de unadeterminada familia y el interés común de todos los indioviduos relacionados entre sí, interés común que no existe, cier­tamente, tan sólo en la idea, como algo "general", sino quese presenta en la realidad, ante todo, como una relación demutua dependencia de los individuos entre quienes aparecedividido el trabajo. Finalmente, la división del trabajo nosbrinda ya el primer ejemplo de cómo, mientras los hombresviven en una sociedad natural, mientras se da, por tanto,una separación entre el interés particular y el interés co­mún, mientras las actividades, por consiguiente, no aparecendivididas voluntariamente, sino por modo natural, los actospropios del hombre se erigen ante él en un poder ajeno yhostil, que le sojuzga, en vez de ser él quien los domine. Enefecto, a partir del momento en que comienza a dividirse eltrabajo, cada cual se mueve en un determinado círculo exclu­sivo de actividades, que le es impuesto y del que no pue­de salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor. o críticocrítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo, si noquiere verse privado de los medios de vida; al paso que enll! sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotadoun círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarro­llar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la socie­dad se encarga de regular la producción general, con lo quehace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a estoy mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por latarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y despuésde comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad deser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, segúnlos casos. Esta plasmación de las actividades sociales, estaconsolidación de nuestros propios productos en un podermaterial erigido sobre nosotros, sustraído a nuestro control,

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'IIIP levanta una barrera ante nuestra expectativa y destruye1IIII'/lIros cálculos, es uno de los momentos fundamentales queM' /k~lacan en todo el desarrollo histórico anterior, y preci­MllllWlIle por virtud de esta contradicción entre el interéspurt iculur y el interés común, cobra el interés común, en/'11111110 Estado, una forma propia e independiente, separada'/(1 los reales Intereses particulares y colectivos y, al mismo1j('1IJ po, como una comunidad ilusoria, pero siempre sobrela hasc real de los vínculos existentes, dentro de cada con­"'1 .. 1I u-r ado familiar y tribual, tales como la carne y la sangre,la Icngua, la división del trabajo en mayor escala y otrosintereses y, sobre todo, como más tardc habremos de desarro­lla r, a base de las clases, ya condicionadas por la división del' rahajo, que se forman y diferencian en cada uno de estos1'''lIg10merados humanos y entre las cuales hay una que do­mina sobre todas las demás.

De donde se desprende que todas las luchas que se libran,1"lItro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocra­cia y la monarquía, la lucha por el de~echo de sufragio, etc.,110 son sino las formas ilusorias bajo las que se ventilan lasluchas reales entre las diversas clases (de lo que los histo­rinflores alemanes no tienen ni la más remota idea, a pesar(le habérseles facilitado las orientaciones necesarias acerca.Ie cllo en los Anales Franco-Alemanes y en La SagradaFamilia). Y se desprende, "asimismo, que toda clase queaspire a' implantar su 'dominación, aunque ésta, como ocurre.'11 el caso dcl proletariado, condicione en absoluto la abo­lición de toda la forma de la sociedad anterior y de todadominación en general, tiene que empezar conquistando elpoder político, para poder presentar su interés como el in­I crés general, cosa a que en el primer momento se ve obligada.

Precisamente porque los individuos sólo buscan su interésparticular, que para ellos no coincide con su interés común,y porque lo general es siempre la forma ilusoria de la comu­nidad, se hace valer esto ante su representación como algo"ajeno" a ellos e "independiente" de ellos, como un interés"general" a su vez especial y peculiar, o ellos mismos tienennecesariamente que enfrentarse en esta escisión, como en lademocracia. Por otra parte, la lucha práctica de estos Intere-

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ses· particulares que constantemente y de un modo real seenfrentan a los intereses comunes o que ilusoriamente secreen tales, impone como algo necesario la interposiciónpráctica y el refrenamiento por el interés "general" ilusoriobajo la forma del Estado. El poder social, es decir, la fuerzade producción multiplicada, que nace por obra de la coape.ración de los diferentes individuos bajo la acción de la di­visión del trabajo, se les aparece a estos individuos, por notratarse de una cooperación voluIÍtaria, sino natural, no comoun poder propio, asociado, sino como un poder ajeno, si­tuado al margen' de ellos, que no saben. de dónde procede nia dónde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar,sino que recorre, por el contrario, una serie de fases y etapasde d,esarroIlo peculiar e independiente de la voluntad y de losactos de los hombres y que incluso dirige esta voluntad yestos actos. Con esta "enajenación", para expresarnos en tér­minos comprenaihles para los filósofos, sólo puede acabarsepartiendo de dos premisas prácticas. Para que se convierta enun poder "insoportable", es decir, en un poder contra el quehay que sublevarse, es necesario que engendre a una masade la humanidad como absolutamente "desposeída" y, a la'par con ello, en contradicción con un mundo existente deriquezas y de cultura, lo que presupone, en ambos casos, ungran incremento de 'la fuerza productiva, un alto grado dest~desarrollo; y, de otra parte, este desarrollo de las fuerzasproductivas (que entraña ya, al mismo tiempo, una existenciaempírica dada en un plano histórico-universal, y no en lavida puramente local de los hombres) constituye también unapremisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ellasólo se generalizaría la escasez y, por tanto, con la pobreza,comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensabley se recaería necesariamente en toda la inmundicia anterior;y, además, porque sólo este desarrollo universal de las fuerzasproductivas lleva consigo un intercambio universal de loshombres, en virtud de 10 cual, por una parte, el fenómenode la masa "desposeída" se produce simultáneamente en toodos los pueblos (competencia general), haciendo que cadauno de ellos dependa de las conmociones de los otros y, porúltimo, instituye a individuos histórico-universales, empírica.

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nu-rrte mundiales, en vcz de individuos locales. Sin esto,l." el comunismo sólo llcgarÍa a existir como fenómeno local;:!." las misnias potencias del intercambio no podr-ían desarro­llnrse corno potencias universales y, por tanto, insoportables,"ino que seguirían siendo simples "circunstancias" supcrsti­viosns de puertas adentro, y 3.° toda ampliación del ínter­<'lUlIhio acaharía con el comunismo local.

El comunismo, empíricamente, sólo puede darse como lalll'(~iún "coincidente" o simultánea de los pueblos dominantes,lo (lile presupone el desarro]lo universal de Ias fuerzas pro­dile! ivas y el intercambio universal que lleva aparejado.;,(:úmo, si no, podría la propiedad, por ejemplo, tener unah istoria, revestir diferentes formas, y la propiedad territorial,supongamos, según las diferentes premisas existentes, presio­nur en Francia para pasar de la parcelación a la centraliza­t'iún en pocos manos y en Inglaterra, a la inversa, de la con­('('nI ración en pocas manos a la parcelación, como hoy real­mente estarnos viendo? ¿ O cómo explicarse que el comercio,tille no es sino el intercambio de los productos de diversosindividuos y países, llegue a dominar el mundo entero me­diante la relación entre la oferta y la demanda -relación«¡lIe, como dice un economista inglés, gravita sobre la tierra('OIlJO el destino de los antiguos, repartiendo con mano invi­sihlc la felicidad y la desgracia entre los hombres, creando ydestruyendo imperios, alumbrando pueblos y haciéndolos des.uparecer-s--, mientras que, con la destrucción de la base, dela propiedad privada, con la regulación comunista de la pro­ducción y la abolición de la actitud en que los hombres secomporran ante sus propios productos como ante algo extra­ño a ellos, el poder de la relación de la oferta y la demandaMe rcduce a la nada y los hombres vuelven a hacerse dueñosdel intercambio, de la producción y del modo de su mutuocomportamiento?

Para nosotros, el comunismo no es un estado que debeimplantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad.Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anulay supera al estado de cosas actual. Las condiciones de estenrovirnierito se desprenden de la premisa actualmente exis­u-nte. Por lo demás, la masa de los simples obreros -de la

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fuerza de trabajo excluida en masa del capital o de cualquiersatisfacción, por limitada que ella sea- y, por tanto, la pér­

.dida .no puramente temporal de este mismo trabajo comofuente segura de vida, presupone, a través de la competencia,el mercado mundial. Por tanto, el proletariado sólo puedeexistir en un plano histórico-mundial, lo mismo que el co­munismo, su acción, sólo puede llegar a cobrar realidad comoexistencia histórico-universal. Existencia histórico-universal delos individuos, es decir, existencia de los individuos directa­mente vinculada a la historia universal.

La forma de intercambio condicionada por las fuerzas deproducción existentes en todas las fases históricas anterioresy que, a su vez, las condiciona es la sociedad civil, que, comose desprende de lo anteriormente expuesto, tiene como pre­misa y como fundamento la familia simple y la familia com­.puesta, lo que suele llamarse la tribu, y cuya naturaleza quedaprecisada en páginas anteriores. Ya ello revela que esta so­ciedad civil es el verdadero hogar y escenario de toda lahistoria y cuán absurda resulta la concepción histórica ante­rior que, haciendo caso omiso 'de las relaciones reales, sólomira, con su limitación, a las acciones resonantes de los jefesy del Estado. (8) La sociedad civil abarca todo el intercambiomaterial de los individuos, en una determinada fase de des­arrollo de las fuerzas productivas. Abarca toda la vida co­mercial e industrial de una fase y, en este sentido, trasciendede los límites del Estado y de la nación, si bien, por otraparte, tiene necesariamente que hacerse valer al exterior comonacionalidad y, vista hacia el interior, como Estado. El tér­mino de sociedad civil apareció en el siglo XVIII, cuando yalas relaciones de propiedad se habían desprendido de los mar­cos de la comunidad antigua y medieval. La sociedad civilen cuanto tal sólo se desarrolla con la burguesía; sin embar­go, la organización social que se desarrolla directamente ba­sándose en la producción y el intercambio, y que forma entodas las épocas la base del Estado y de toda otra supra­estructura idealista, se ha designado siempre, invariablemen­te, con el mismo nombre;

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[2]

SOBRE LA PRODUCCIóN DE LA CONCIENCIA

En la historia anterior es, evidentemente, un hecho em­pírico el que los individuos concretos, al extenderse sus acti­vidades hasta un plano histórico-universal, se ven cada vezmás sojuzgados bajo un poder extraño a ellos (cuya opresiónllegan luego a considerar como una perfidia del llamado es­píritu universal, etc.), poder que adquiere un carácter cadavcz más de masa y se revela en última instancia como elmercado mundial. Pero, asimismo, se demuestra empírieamen­k que, con el derrocamiento del orden social existente porobra de la revolución comunista (de lo que hablaremos másadelante) y la abolición de la propiedad privada, idénticaa dicha revolución, se disuelve ese poder tan misterioso paralos teóricos alemanes y, entonces, la liberación de cada indioviduo se impone en la misma medida en que la historia seconvierte totalmente en una. historia universal. Es evidente,por lo que dejamos expuesto más arriba, que la verdaderariqueza espiritual del individuo depende totalmente de la rí­queza de sus .relaciones reales. Sólo así se liberan los mdivi­duos concretos de las diferentes trabas nacionales y locales,se ponen en contacto práctico con la producción (incluyendola espiritual) del mundo entero y se colocan en condicionesde adquirir la capacidad necesaria para poder disfrutar estamultiforme y completa producción de toda la tierra (las crea­ciones de los hombres). La dependencia total, forma naturalde la cooperación histórico-universal de los individuos, seconvierte, gracias a la revolución comunista, en el control yla .dominación consciente sobre estos poderes, que, nacidosde la' acción de unos hombres sobre otros, hasta ahora hanvenido imponiéndose a ellos, aterrándolos y dominándolos,como potencias absolutamente extrañas. Ahora bien, esta con­cepción puede interpretarse, a su vez, de un modo especula­tivo-idealista, es decir, fantástico, como la "autocreación del;!;énero" (la "sociedad como sujeto"), representándose lascrre sucesiva de los individuos relacionados entre sí como unsolo individuo que realiza el misterio de engendrarse a sí

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mismo. Aquí, habremos de ver cómo los individuos se hacenlos unos a los otros, tanto física como espiritualmente, perono se hacen a sí mismos, ni en la disparatada concepción deSan Bruno ni en el sentido del "Único", del hombre "hecho".

Esta concepción de la historia consiste, pues, en exponerel proceso real de producción, partiendo para ello de la pro­ducción material de la vida inmediata, y en concebir la forma'de intercambio correspondiente a este modo de produccióny engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus dife­rentes fases, como el fundamento de toda la historia, presen­tándola en su acción en cuanto Estado y explicando en basea ella todos los diversos productos teóricos y formas de laconciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc., así comoestudiando a partir de esas premisas su proceso de nacimien­to, lo que, naturalmente, permitirá exponer las cosas en sutotalidad (y también, por ello mismo, la acción recíprocaentre estos diversos aspectos). No se trata de buscar unacategoría en cada período, como hace la concepción idealistade la historia, sino de mantenerse siempre sobro el terrenohistórico real, de no explicar la práctica partiendo de la idea,de explicar las formaciones ideológicas sobre la base de lapráctica material, por donde se llega, consecuentemente, alresultado de que todas las formas y todos los productos de laconciencia no brotan por obra de la crítica espiritual, me­diante la reducción a la "autoconciencia" o la transformaciónen "fantasmas", "espectros", "visiones", etc., sino que sólopueden disolverse por el derrocamiento práctico de las rela­ciones sociales reales, de que emanan estas quimeras idealis­tas; de que la fuerza propulsora de la historia, incluso la dela religión, la filosofía, y toda otra teoría, no es la crítica, sinola revolución. Esta concepción revela que la historia no ter­mina disolviéndose en la "autoconciencia", como el "espíritudel espíritu", sino que en cada una de sus fases se encuentraun resultado material, una suma de fuerzas de producción,una relación históricamente creada con la naturaleza yen­tre unos y otros individuos, que cada generación transfierea la que le sigue, una masa de fuerzas productivas, capitalesy circunstancias, que, aunque de una parte sean modificadospor la nueva generación, dictan a ésta, de otra parte, sus 1'1'0-

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piaR condiciones de vida y le imprimen un determinado des­a rrollo, un carácter especial; de que, por tanto, la~ circuns­I uncias hacen al hombre en la misma medida en que éste hacea las circunstancias. Esta suma de fuerzas de producción,cupitales y formas de intercambio social con que cada indioviduo y cada generación se encuentran como con algo dado"R el fundamento real de lo que los filósofos se representanC'II11l0 la "substancia" y la "esencia del hombre", elevándolo anpotcosis y combatiéndolo; un fundamento real que no se verucnoscabado en lo más mínimo en cuanto a su acción y a susinl'luencias sobre el desarrollo de los hombres por el hechodc~ que estos filósofos se rebelen contra él como "autoconcien­riu" y como el "Único". Y estas condiciones de vida con quelas diferentes generaciones se encuentran al nacer decidentumhién si las conmociones revolucionarias que periódica­mente se repiten en la historia serán o no lo suficientementeí uertes para derrocar la base de todo lo existente. Si no sedau estos elementos materiales de una conmoción total, o sea,el(: una parte, las fuerzas productivas existentes y, de otra,la formación de una masa revolucionaria que se levante, noI'lIílo en contra de ciertas condiciones de la sociedad anterior,sino en contra de la misma "producción de la vida" vigentehasta ahora, contra la "actividad de conjunto" sobre que des."ansa, en nada contribuirá a hacer cambiar la marcha prác­I i'~a de las cosas el que la idea de esta conmoción haya sidoprodamada ya cien veces, como lo demuestra la historia del"lIll1unlsnlO.

Toda la concepción histórica, hasta ahora, ha hecho caso11miso de esta base real de la historia, o la ha considerado»implemente como algo accesorio, que nada tiene que ver conel desarrollo histórico. Esto hace que la historia deba escri­hi rse siempre con arreglo a una pauta situada fuera de ella;la producción real de la vida se revela como algo protohis.•úrico, mientras que la historicidad se manifiesta como algoH"parado de la vida usual, como algo extra y supraterrenal.l lo este modo, se excluye de la historia el comportamientodl~ los hombres hacia la naturaleza, lo que engendra la antí­"'His de naturaleza e historia. Por eso, esta concepción sóloucicrta a ver en la historia las acciones políticas de los cau-

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dillos y del Estado, las luchas religiosas y las luchas teóricasen general, y se ve obligada a compartir, especialmente, encada época histórica, las ilusiones de esta época. Por ejem­plo, una época se imagina que se mueve por motivos pura­mente "políticos" o "religiosos", a pesar de que la "religión"o la "política" son simplemente las formas de sus motivosreales: pues bien, el historiador de la época de que se trataacepta sin más tales opiniones. Lo que estos determinadoshombres se "figuraron", se "imaginaron" acerca de su prác­tica real se convierte en la única potencia determinante yactiva que dominaba y determinaba la práctica de estos hom­bres. Y así, cuando la forma tosca con que se presenta la di­visión del trabajo entre los hindúes y los egipcios provocaen estos pueblos el régimen de .castas propio de su Estadoy de su religión, el historiador cree que el régimen de castasfue la potencia que engendró aquella tosca forma social. Y,mientras que los franceses y los ingleses se aferran, por lomenos, a la ilusión política, que es, ciertamente la más cer­cana a la realidad, los alemanes se mueven en la esfera del"espíritu puro" y hacen de la ilusión religiosa la fuerza mo­triz de la historia.

La .filosofía hegeliana de la historia es la última con­secuencia, llevada a su "expresión más pura" de toda estahistoriografía alemana, que no gira en torno a· los interesesreales, ni siquiera a los intereses políticos, sino en torno apensamientos puros, que más tarde San Bruno se represen­tará necesariamente como una serie de "pensamientos" quese devoran los unos a los otros, hasta que, por último, en~ste entredevorarse, perece la "auioconciencia", y por estemismo camino marcha de un modo todavía más consecuente'San Max Stirner, quien, volviéndose totalmente de espaldasa la historia real, tiene necesariamente que presentar todo elproceso histórico como una simple historia de "caballeros",bandidos y espectros, de cuyas visiones sólo acierta a salvarseél, naturalmente, por la "no santidad".* Esta concepción

• La llamada historiografía objetiva consistía, cabalmente,en concebir las relaciones históricas como algo aparte de la ac­tividad. Carácter reaccionario. (Gl.osa marginaL de Marx).

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I'H realmente religiosa; presenta al hombre religioso como elprorohombre de quien arranca toda la historia y, dejándosellevar de su imaginación, suplanta la producción real de losmedios de vida y de la vida misma por la producción de qui­meras religiosas. Toda esta concepción de la historia, unida11 su disolución y a los escrúpulos y reparos nacidos de ella,I~K una incumbencia puramente nacional de los alemanes yKúJO tiene un interés local para Alemania, como por ejemplola importante cuestión, repetidas veces planteada en estosúlt.imos tiempos, de cómo puede llegarse, en rigor, "del reinode Dios al reino del hombre", como si este "reino de Dios"hubiera existido nunca más que en la imaginación y los eru­ditos señores no hubieran 'vivido siempre, sin saberlo, en el"reino del hombre", hacia el que ahora buscan los caminos,y como si el entretenimiento científico, pues no otra cosa es,de explicar lo que hay de curioso en estas formaciones teóri­cas perdidas en las nubes no residiese cabalmente, por elcontrario, en demostrar cómo nacen de las relaciones realessobre la tierra. Para estos alemanes, se trata siempre, en ge­ncral, de explicar los absurdos con que nos encontramos porcualesquiera otras quimeras; es decir, de presuponer que to­dos estos absurdos tienen un sentido propio, el que sea, quees necesario desentrañar, cuando de lo que Se trata es, sim­plemente, de explicar estas frases teóricas en función de lasrelaciones reales existentes. Como ya hemos dicho, la evapora­ción real y práctica de estas frases, la eliminación de estasideas de la conciencia de los hombres, es obra del cambio delas circunstancias, y no de las deducciones teóricas. Para lamasa de los hombres, es decir, para el proletariado, estasideas teóricas no existen y no necesitan, por tanto, ser elimi­nadas, y aunque esta masa haya podido profesar algunavez ideas teóricas de este tipo, por ejemplo ideas religiosas,hace ya mucho tiempo que las circunstancias se han encar-gado de eliminarlas. .

El carácter puramente nacional de tales problemas y desus soluciones se revela, además, en el hecho de que estos teó­ricos crean seriamente que fantasmas cerebrales como los del"Hombre-Dios", "el Hombre", etc., han presidido en verdaddeterminadas épocas de la historia -San Bruno llega, inclu-

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so, a afirmar que sólo "la crítica y los crrticos han hecho lahistoria"- y, cuando se aventuran por sí mismos a las cons­trucciones históricas, saltan con la mayor premura sobre todolo anterior y de los "mongoles" pasan inmediatamente a lahistoria verdaderamente "plena de sentido", es decir, a la his­toria de los Hallische y los Deutsche [ahrbiicher * y a ladisolución de la escuela hegeliana en una gresca general. Serelega al olvido todas las demás naciones y -todos los aconte­cimientos reales y se limita el theatruni mundi*'" a la Feriadel Libro de Leipzig y a las mutuas disputas entre la "Crí­tica", el "Hombre" y el "Único". Y cuando la teoría se de­cide siquiera por una vez a tratar temas realmente históricos,por ejemplo el siglo XVIII, se limita a ofrecernos la historiade las ideas, desconectada de los hechos y los dcsarrollosprácticos que les sirven de base, y también en esto los mueveel exclusivo propósito de presentar esta época como el preám­bulo imperfecto, como el antecesor todavía incipiente de laverdadera época histórica, es decir, del período de la luchaentre filósofos alemanes (1840.44). A esta finalidad de escri­bir una historia anterior para hacer que brille con mayoresdestellos la fama de una persona no histórica y de sus Ian­tasias, responde el hecho dc que se pasen por alto todos losacontecimientos realmente históricos, incluso las ingerenciasrealmente históricas de la política en la historia, ofreciendoa cambio de ello un relato no basado precisamente en estu­dios, sino en especulaciones y en chismes litcrarios, comohubo de hacer San Bruno en su Historia del Siglo XVIII, dela que ya no se acuerda nadie. Estos arrogantes y grandilo­cuentes tenderos de ideas, que se consideran tan infinita­mente por encima de todos los prejuicios nacionales, son,pues, en la realidad, mucho más nacionales todavía que esosfilisteos de las cervecerías que sueñan cou la unidad deAlemania. No .reconocen como históricos los hechos de losdemás pueblos, viven en Alemania, con Alemania y para Ale­mania, convierten el canto del Rin en un cántico litúrgico yconquistan la Alsaeia-Lorena despojando a la filosofía fran.

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"Anales de Halle" y "Anales Alemanes" (N. de la ed.).Teatro del mundo (N. de !a ed.).

oesa cn vez de despojar al Estado francés, germanizando, envez de las provincias de Francia, las ideas francesas. El señorVr-ncdey es todo un cosmopolita alIado de San Bruno y Sani\lax, quienes proclaman en la hegemonía universal de la teo­ría la hegemonía universal de Alemania.

De estas consideraciones se desprende, asimismo, cuánl~fJllivocado está Feuerbach cuando (en la Wigands Vierte]­;11hrsschrift,* 1845, vol. 2) se declara comunista al calificarsecomo "hombre común", convirtiendo esta cualidad en un pre­dicado "del" hombre y creyendo, por tanto, reducir de nuevoa una mera categoría 10 que en el mundo existente designa alos secuaces de un determinado partido revolucionario, Todala deducción de Feuerbach en lo tocante a las relaciones entrelos hombres tiende simplemente a demostrar que los hombresse necesitan los unos a los otros y siempre se han necesitado.De lo que trata es de establecer la conciencia en torno aeste hecho; Feuerbach aspira, pues, como los demás teóricos,a crear una conciencia exacta acerca de un hecho existente,mientras que lo que al verdadero comunista le importa esderrocar 10 que existe. Reconocemos plenamente, por lo de­más, que Feuerbach, al esforzarse por crear precisamente laconciencia de este hecho, llega todo lo lejos a que puedellegar un teórico sin dejar de ser un teórico y un filósofo. Escaracterístico, sin embargo, que San Bruno y San Max colo­quen inmediatamente la idea que Feuerbach se forma delcomunista en lugar del comunista real, lo que hacen, en parte,para que también ellos puedan, como adversarios igualesen rango, combatir al comunismo como "espíritu del espíri­111", como una categoría filosófica; y, por parte de San Bru­no, respondiendo, además, a intereses de carácter pragmático.

Como ejemplo del reconocimiento, y a la vez descono­cimiento, de 10 existente, que Feuerbach sigue compartiendocon nuestros adversarios, recordemos el pasaje de su Filosofíadel Futuro en que sostiene y desarrolla que el ser de unar-osa o del hombre es, al mismo tiempo, su esencia, que lasdeterminadas relaciones que forman la existencia, el modode vida y la actividad de un individuo animal o humano cons-

* Revista trimestral de Wigand (N. de la ed.).

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tituyen aquello en que su "esencia" se siente satisfecha. Todaexcepción se considera expresamente, aquí, como un accidentedesgraciado, como una anomalía que no puede hacerse cam­hiar. Por tanto, cuando millones de proletarios no se sientensatisfechos, ni mucho menos, con sus condiciones de vida,cuando su "ser" [ ... ],* cuando de lo que Se trata, en rea­lidad y para el materialista práctico, es decir, para elcomunista, es de revolucionar el mundo existente, de atacarprácticamente y de hacer cambiar las cosas con que nos encon­tramos. Allí donde encontramos en Feuerbach semejantesconcepciones, no pasan nunca de intuiciones sueltas, queinfluyen demasiado poco en su modo general de concebir paraque podamos considerarlas más que como simples gérmenes,susceptibles de desarrollo. La "concepción" feuerbachiana delmundo sensible se limita, de una parte, a su mera contempla­ción y, de otra parte, a la mera sensación: dice "el hombre"en vez de los "hombres históricos reales". "El hombre" esreolitert " "el alemán". En el primer caso, en la contempla­ción del mundo sensible, tropieza necesariamente con cosasque contradicen a su conciencia y a su sentimiento, que tras­tornan la armonía por él presupuesta de todas las partesdel mundo sensible y, principalmente, del hombre con la na­turaleza.* *.,. Para eliminar esta contradicción, Feuerbach seve obligado a recurrir a una doble concepción, oscilandoentre una concepción profana, que sólo ve "lo que aparece

* El sentido de la frase que falta, era, aproximadamente, elsiguiente: cuando su "ser" [contradice a su "esencia", se trata.rá,indudablemente, de una anomalía, pero no de un accidente des­graciado. Un hecho histórico que descansa sobre relaciones socia­les totalmente determinadas. Eeuerbacñ se contenta con regis­trar este hecho; no hace más que interpretar el mundo sensibleexistente, se comporta hacia él soLamente como teórico] cuandode lo que se trata, en realidad ... (N. de la ed.).

** En realidad (N. de la ed.).*** El error de Feuerbach consiste no en subordinar lo que

aparece sobre la tierra, la apariencia sensible de la realidad sen­sible comprobada mediante la indagación más exacta de los he­chos percibidos por los sentidos, sino en que no acierte a enjui­ciar en última instancia los datos de los sentidos sin verlos conlos "ojos", es decir, a través de las "gafas", del filósofo. (Notade Marx y Engels).

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_"hre la tierra", y otra superior, filosófica, que contempla la"verdadera esencia" de las cosas. No ve que el mundo sen­_illle que le rodea no es algo directamente dado desde todallIlB eternidad y constantemente igual a sí mismo, sino el pro­.lu"'" de la industria y del estado social, en el sentido de quemi 1111 producto histórico, el resultado de la actividad de todaUIIU 1I,~rie de generaciones, cada una de las cuales se encarama'lllIJre los hombros de la anterior, sigue desarrollando su in­.lulllria y su intercambio y modifica su organización socialenn arreglo a las nuevas necesidades. Hasta los objetos de la"certeza sensorial" más simple le vienen dados solamente por,,1 desarrollo social, la industria y el intercambio comercial.A~í es sabido que el cerezo, como casi todos los árboles fru­lul'~8, fue transplantado a nuestra zona hace pocos siglos por..hru del comercio y, tan sólo por medio de esta acción deU 1111 determinada sociedad y de una determinada época, fue"IIlrq~ado a la "certeza sensorial" de Feuerbach,

Por lo demás, en esta concepción de las cosas tal y comorealmente son y han acaecido, todo profundo problema filo·.Mico se reduce a un hecho empírico puro y simple. Así, porejemplo, el importante problema de las relaciones entre elhombre y la naturaleza (o, incluso, como dice Bruno -pág.110~-, las "antítesis de naturaleza e historia", como si se tra­tusc de dos "cosas" distintas y el hombre no tuviera siempreunte sí una naturaleza histórica y una historia natural), del'JIU: han brotado todas las "obras inescrutablemente altas"Jluhrc la "substancia" y la "autoconciencia", desaparece pOlO símismo ante la convicción de que la famosísima "unidad delhombre con la naturaleza" ha consistido siempre en la indus­tria, siendo de uno u otro modo según el mayor o menor des­nrrol]o de la industria en cada época, lo mismo que la "lucha"del hombre con la naturaleza, hasta el desarrollo de sus fuer­r.lIR productivas sobre la base correspondiente. La industriay el comercio, la producción y el intercambio de las necesi­dudes de la vida se condicionan por su parte y se hallan, a.u vez, condicionadas en cuanto al modo de funcionar por ladistribucién, por la organización de las diversas clases socia­1"11; y así se explica por qué Feuerbaeh, en Manchester porejemplo, sólo encuentra fábricas y máquinas, donde hace unos

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cien años no hahía más que ruedas de hilar y telares movidosa mano, o que en la Campagna di Roma, donde en la épocade Augusto no habría encontrado más que viñedos y villas decapitalistas romanos, sólo haya hoy pastizales y pantanos.Feuerbach habla de la concepción de la ciencia de la natu­raleza, cita misterios que sólo se revelan a los ojos del físicoy del químico, ¿pero qué sería de la ciencia natural, a noser por la industria y el comercio? Incluso esta ciencia natural"pura" adquiere tanto su fin como su material solamentegracias al comercio y a la industria, gracias a la actividadsensible de los hombres. Y hasta tal punto es esta actividad,este continuo laborar y crear sensibles, esta producción, labase de todo el mundo sensible tal y como ahora existe, quesi se interrumpiera aunque sólo fuese durante un año, Feuer­bach no sólo se encontraría con enormes cambios en el mundonatural, sino que pronto echaría de menos todo el mundohumano y su propia capacidad de concepción y hasta -su pro­pia existencia. Es cierto que queda en pie, en ello, la priori­dad de la naturaleza exterior y que todo esto no es aplicableal hombre originario, creado por generado (Equivoca, * peroesta diferencia sólo tiene sentido siempre y cuando se consi­dere al hombre como algo distinto de la naturaleza. Por lodemás, esta naturaleza anterior a la historia humana no esla naturaleza en que vive Feuerbach, sino una naturaleza que,fuera tal vez de unas cuantas islas coralíferas australianas dereciente formación, no existe ya hoy en parte alguna, niexiste tampoco, por tanto, para Feuerbach.

Es cierto que Feuerbach les lleva a los materialistas "pu­ros" la gran ventaja de que ve cómo también el hombre esun "objeto sensible"; pero, aun aparte de que sólo lo vecomo "objeto sensible" y no como "actividad sensible", man­teniéndose también en esto dentro de la teoría, sin concebirlos hombres dentro de su trabazón social dada, bajo las con­diciones de vida existentes que han hecho de ellos lo queson, no llega nunca, por ello mismo, hasta el hombre real-

.. Generación espontánea; el nacimiento de los seres orgáni­cos a partir de materias inorgánicas (N. de la, ed.).

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urente existente, hasta el hombre activo, sino que se detiene0'11 el concepto abstracto "el hombre", y sólo consigue recono­ncr en la sensación el "hombre real, individual, corpóreo";,'8 decir, no conoce más "relaciones humanas" "entre el hom­JIre y el hombre" que las del amor y la amistad, y además,¡d,~ulizadas. No nos ofrece crítica alguna de las condiciones,It~ vida actuales. No consigue nunca, por tanto, concebir eluiundo sensible como la actividad sensible y viva total de losindividuos que lo forman, razón por la cual se ve obligado,al ver, por ejemplo, en vez de hombres sanos, un tropel de'"res hambrientos, escrofulosos, agotados por la fatiga y tu­I..-rculosos, a recurrir a una "concepción más alta" y a laid"ul "compensación dentro del género"; es decir, a reincidir"1/ el idealismo precisamente allí donde el materialista comu­lIiKta ve la necesidad y, al mismo tiempo, la condición de unatransformación radical tanto de la industria como de la 01'­

¡',au ización social.En la medida eD: que Feuerbach es materialista, no apa­

nTe en él la historia, y en la medida en que toma la historia"U consideración, no es materialista. Materialismo e historiaaparecen completamente divorciados en él, cosa que, por lodo'más, se explica por lo que dejamos expuesto. (9)

La historia no es sino la sucesión de las diferentes ge­m-raciones, cada una de las cuales explota los materiales,capitales y fuerzas productivas transmitidas por cuantas lahun precedido; es decir, que, por una parte, prosigue en eon­d iriones completamente distintas la actividad precedente,111ii-ntrus que, por otra parte, modifica las circunstancias an­I .... iores mediante una actividad totalmente diversa, lo que po­dría tergiversarse especulativamente, diciendo que la historia1"1~I"rior es la finalidad de la que la precede, como sidijéscmos, por ejemplo, que el descubrimiento de América111 vo como finalidad ayudar a que se expandiera la Revoluciónlrunccea, interpretación mediante la cual la historia adquiereHII~ fines propios e independientes y se convierte en una "per­HOIIU junto a otras personas" (junto a la "autoconciencia", la"( :rílica", el "Único", etc.}, mientras que lo que designamos"011 las palabras "determinación", "fin", "germen", "idea",d,~ la historia anterior no es otra cosa que una abstracción de

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la historia posterior, de la influencia activa que la anteriorejerce sobre ésta.

Cuanto más vayan extendiéndose, en el curso de estaevolución, los círculos concretos que influyen los unos en losotros, cuanto más vaya viéndose el primitivo aislamiento delas diferentes nacionalidades destruido por el desarrollo delmodo de producción, del intercambio y de la división deltrabajo que ello hace surgir por vía natural entre las diver­sas naciones, tanto más va la historia convirtiéndose en his­toria universal, y así vemos que cuando, por ejemplo, se i~­

venta hoy una máquina en Inglaterra, son lanzados a la calleincontables obreros en la India y en China y se estremecetoda la forma de existencia de estos países, lo que quieredecir que aquella invención constituye un hecho histórico­universal; y vemos también cómo el azúcar y el café demues­tran en el siglo XIX su significación histórico-universal porcuanto la escasez de estos productos, provocada por elsistema continental napoleónico, incitó a los alemanes asublevarse contra Napoleón, estableciéndose con ello labase real para las gloriosas guerras de independencia de 1813.De donde se desprende que esta transformación de la historiaen historia universal no constituye, ni mucho menos, un sim­ple hecho abstracto de la "autoconciencia", 3el espíritu uni­versal o de cualquier otro espectro metafísico, sino un hechoperfectamente material y empíricamente comprobable, delque puede ofrecernos un testimonio probatorio cualquier in­dividuo, con sólo marchar por la calle y detenerse, comer,beber y vestirse.

Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantesen cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerceel poder material dominante en la sociedad es, al mismotiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tienea su disposición los medios para la producción material dis­pone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la pro­duecién espiritual, lo que hace que se le sometan, al propiotiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen delos medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideasdominantes no son otra cosa que la expresión ideal de lasrelaciones materiales dominantes, las mismas relaciones ma-

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rerialce dominantes concebidas como ideas; por tanto, las re­luciones que hacen de una determinada clase la clase domi­nanto son también las que confieren el papel dominante aHIlS ideas. Los individuos que forman la clase dominante rie­1l"U también, entre otras cosas, la conciencia' de ello y piensan11 1ono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y"H cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica,H'~ comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión y,I'm: tanto, entre otras cosas, también como pensadores, comoproductores de ideas, que regulen la producción y distribu­ciún de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por/·110 mismo" las ideas dominantes de la época. Por ejemplo,/'11 una época y en un país en que se disputan el poder lacorona, la aristocracia y la burguesía, en que, por tanto, sehalla dividida la dominación, se impone como idea domi­nante la doctrina de la división, de poderes, proclamada ahoracomo "ley eterna".

La división del trabajo, con que nos encontrábamos yaIII¡í", arriba (págs. [32.35J) como una de las potencias fun­dumcntales de la historia anterior, se manifiesta también en/,1 seno de la clase dominante como división del trabajo físico,~ intelectual, de tal modo que una parte de esta clase se re­vela como la que da sus pensadores (1os ideólogos concep­I ivos activos de dicha clase, que hacen del crear la ilusión,/I(~ esta clase acerca de sí misma su rama de alimentación fun­durnenta'[}, mientras que los demás adoptan ante estas ideaE,. ilusiones una actitud más bien pasiva y receptiva, ya queMlIl en realidad los miembros activos de esta clase y disponen,le poco tiempo para formarse ilusiones e ideas acerca de símismos. Puede incluso ocurrir que, en el seno de esta clase,,,1 desdoblamiento a que nos referimos llegue a desarrollarse"11 términos de cierta hostilidad y de cierto encono entrenmhas partes, pero esta hostilidad desaparece por sí mismarun pronto como surge cualquier colisión práctica suscepti­I"/~ de poner en peligro a la clase misma, ocasión en que des­aparece, asimismo, la apariencia d~ que las ideas dominantes110 son las de la clase dominante, sino que están dotadas de1111 poder propio, distinto de esta clase. La existencia de ideas...-vo lucionarias en una determinada época presupone ya la

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existencia de una clase revolucionaria, acerca de cuyas pre.misas ya hemos dicho más arriba (págs. [34-37]) lo necesario.

Ahora bien, si, en la concepción del proceso histórico, seseparan las ideas de la clase dominante de esta clase misma;si se las convierte en algo aparte e independiente; si nos Ii­mitamos a afirmar que en una época han dominado tales ocuales ideas, sin preocuparnos ni en lo mínimo de las con­diciones de producción ni de los productores de estas ideas;si, por tanto, damos de lado a los individuos y a las situacio­nes universales que sirven de base a las ideas, podemos afir­mar, por ejemplo, que en la época en que dominó la aristo­cracia imperaron las ideas, del honor, la lealtad, etc., mientrasque la dominación de la burguesía representó el imperio delas ideas de la libertad, la igualdad, etcYOl Así se imagina Iascosas, por regla general, la propia clase dominante. Esta con­cepción de la historia, que prevalece entre todos los historia­dores desde el siglo XVIII, tropezará necesariamente con elfenómeno de que imperan ideas cada vez más abstractas, esdecir, que se revisten cada vez más de la forma de lo general.En efecto, cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto delaque dominó antes de ella se ve obligada, para poder sacaradelante los fines que persigue, a presentar su propio interéscomo el interés común de todos los miembros de la sociedad,es decir, expresando esto mismo en términos ideales, a im­primir a sus ideas la forma de lo general, a presentar estasideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia abso­luta. La clase revolucionaria aparece de antemano, ya por elsolo hecho de contraponerse a una clase, no como clase, sinocomo representante de toda la sociedad, como toda la masade la sociedad, frente a la clase única, a la clase dominante.y puede hacerlo así, porque en los comienzos su interés searmoniza realmente todavía más con el interés común detodas las demás clases no dominantes y, bajo la opresión delas relaciones existentes, no ha podido desarrollarse aún comoel interés específico de una clase especial.* Su triunfo apro-

* La generalidad corresponde: 1) a la clase contra el es­tamento; 2) a la competencia, al intercambio mundial, etc.; 3) algran contingente numérico de la clase dominante; 4) a la ilusión

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vechn también, por tanto, a muchos individuos de las demásdll8ClI que no llegan a dominar, pero sólo en la medida en'1111~ estos individuos se hallen ahora en condiciones de ele­\ 111"141: hasta la clase dominante. Cuando la burguesía francesaoI ....rocó el poder de la aristocracia, hizo posible con ello queIIIIIdlOS proletarios se elevasen por encima del proletariado,IIf'J"O E510 los que pudieron llegar a convertirse en burgueses.I'lIr eso, cada nueva clase instaura su dominación siempreIIIIIIrc una base más extensa que la dominante con anteriori­.llId a ella, lo que, a su vez, hace que, más tarde, se ahondey lI~udice todavía más la contradicción de la clase no po­"l'c'llora contra la ahora dotada de riqueza. Y ambos factoreshuccn que la lucha que ha de librarse contra esta nueva clase,Iolllinante tienda, a su vez, a una negación más resuelta, másI"lIo1il'UI de los estados sociales anteriores que la que pudieron'-XI,,-c'Har todas las clases que anteriormente habían aspirado111 poder.

'roda esta apariencia segun la cual la dominación de una.1C'lcrminada clase no es más que la dominación de ciertasioleaH, se esfuma, naturalmente, de por sí, tan pronto como111 dominación de clases en general deja de ser la forma deoruanización de la sociedad; tan pronto como, por consi­glliente, ya no es necesario presentar un interés particular('01110 general o hacer ver que es "lo general" lo dominante.

Una vez que las ideas dominantes se desglosan de losindividuos dominantes y, sobre todo, de las relaciones quehrotan de una fase dada del modo de producción, lo que,111 como resultado que el factor dominante en la historia141'1111 siempre las ideas, resulta ya muy fácil abstraer de estas,Iirerentes ideas "la idea" por antonomasia, el principio, etc.,,'omo lo que impera en la historia, concibiendo así todos estosI-ollceptos e ideas concretos como "autodeterminaciones" delprincipio que se desarrolla por sí mismo en la historia. Así('ollsideradas las cosas, es perfectamente natural también querodas las relaciones existentes entre los hombres se deriven

de los intereses comunes (ilusión en un pzíncipío verdadera);tí) a la ilusión de los ideólogos y a la división del trabajo. (GlosatrlClrginal de Marx).

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del concepto del hombre, del hombre .imaginario, de la esen­cia del hombre, del hombre por antonomasia. Así lo ha he.cho, en efecto, la filosofía especulativa. El propio Hegel con­fiesa, al final de su Filosofía de la Historia, que "sólo consi­dera el desarrollo ulterior del concepto" y que ve y exponeen la historia la "verdadera teodicea" (pág. 446). Pero, caberemontarse, a su vez, a los productores "del concepto", a losteóricos, ideólogos y filósofos, y se llegará entonces al resul­tado de que los filósofos, los pensadores como tales, han do­minado siempre en la historia; resultado que, en efecto,según veremos, ha sido proclamado ya por Hegel. Por tanto,todo el truco que consiste en demostrar el alto imperio delespíritu en la historia (de la jerarquía, en Stirner) se reducea los tres esfuerzos siguientes:

1.o Desglosar las ideas de los individuos dominantes,que dominan por razones empíricas, bajo condiciones empí­ricas y como individuos materiales, de estos individuos domi­nantes, reconociendo con ello el imperio de las ideas o lasilusiones en la historia.

2.o Introducir en este imperio de las ideas un orden,demostrar la existencia de una trabazón mística entre las ideassucesivamente dominan les, lo que se logra concibiéndolascomo "autodeterminaciones del concepto" (lo que es posibleporque estas ideas, por medio del fundamento empírico sobreque descansan, forman realmente una trabazón y porque, con­cebidas como meras ideas, se convierten en autodistinciones,en distinciones establecidas por el propio pensamiento).

3.0 Para eliminar la apariencia mística de este "conceptoque se determina a sí mismo", se lo convierte en una persona-"la autoconciencia"- o, si se quiere aparecer como muymaterialista, en una serie de personas representantes "del con­cepto" en la historia, en "los pensadores", los "filósofos", losideólogos, concebidos a su vez como los fabricantes de lahistoria, como el "Consejo de los Guardianes", como las po·tencias dominantes.* Con lo cual habremos eliminado de la

* El hombre = el "espíritu humano pensante." (Glosa mar­ginal de, Marx).

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historia todos los elementos materialistas y podremos soltartranquilamente las riendas al potro especulativo.

Mientras que en la vida vulgar y corriente todo shop­keeper * sahe perfeetamente distinguir entre lo que alguiendice ser y lo que realmente es, nuestra historiografía no halogrado todavía penetrar en un conocimiento tan trivial comoéste, Cree a cada época por su palahra, por lo que ella diceacerca de sí misma y lo que se figura ser.

Este método histórico, que en Alemania ha llegado aimperar y a florecer, dehe desarrollarse en relación con lasilusiones de los ideólogos en general, por ejemplo, con las ihi­«iones de los juristas y los políticos (incluyendo entre éstoslos estadistas prácticos), en relación con las ensoñaciones ytergiversaciones románticas de estos individuos, las cuales se«xphcan de un modo muy sencillo por su posición prácticaNI la vida, por sus negocios y por la división del trabajo.

[B. - LA BASE REAL DE LA IDEOLOGiA]

[1]

INTERCAMBIO Y FUERZA PRODUCTIVA

La más importante división del trahajo físico y espiritual"S la separación de la ciudad y el campo. La contradicciónentre el campo y la ciudad comienza con el tránsito de laharharie a la civilización, del régimen trihual al Estado, dela localidad a la nación, y se mantiene a lo largo de toda lahistoria de la civilización hasta llegar a nuestros días (Anti­'eorn.Law.League(21) •

Con la ciudad aparece, al mismo tiempo, la necesidad dela administración, de la policía, de los impuestos, ete., en unapalabra, del régimen colectivo y, por tanto, de la política engeneral. Se manifiesta aquí por vez primera la separación de

• Tendero (N. de La ed.).

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