carta a un recien convertido

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Convertido Carta a Un Recién Cuéntale tu pecado y abandónalo. Él te perdonará y te res- taurará. Pídele la gracia de tener menos confianza en ti y más en Él, a fin de que puedas sostenerte en el futuro. Lee: 1 Juan 5:8-10; 1 Juan 5:1; Juan 13:1; Romanos 8:31-39; 2 Corintios 12:9; Hechos 2:16-18; Hebreos 4:14-16. 8. Acostúmbrate a asistir a alguna iglesia evangélica, tal vez la que está más cerca de tu casa. Necesitas la comunión con los demás redimidos por la sangre de Cristo. En la iglesia podrás leer la Palabra de Dios y orar conjuntamente con tus hermanos en Cristo. También podrás crecer espiritualmente y tomar parte en las actividades de la iglesia. Lee: Hechos 1:13, 14; 2:1; Hebreos 10:25; Salmo 133:1; Juan 20:19. “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la pala- bra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.” (Hechos 20:32). Convertido Carta a Un Recién Cuéntale tu pecado y abandónalo. Él te perdonará y te res- taurará. Pídele la gracia de tener menos confianza en ti y más en Él, a fin de que puedas sostenerte en el futuro. Lee: 1 Juan 5:8-10; 1 Juan 5:1; Juan 13:1; Romanos 8:31-39; 2 Corintios 12:9; Hechos 2:16-18; Hebreos 4:14-16. 8. Acostúmbrate a asistir a alguna iglesia evangélica, tal vez la que está más cerca de tu casa. Necesitas la comunión con los demás redimidos por la sangre de Cristo. En la iglesia podrás leer la Palabra de Dios y orar conjuntamente con tus hermanos en Cristo. También podrás crecer espiritualmente y tomar parte en las actividades de la iglesia. Lee: Hechos 1:13, 14; 2:1; Hebreos 10:25; Salmo 133:1; Juan 20:19. “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la pala- bra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.” (Hechos 20:32).

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Page 1: Carta a Un Recien Convertido

Convertido

Carta a

Un Recién

Cuéntale tu pecado y abandónalo. Él te perdonará y te res-taurará. Pídele la gracia de tener menos confianza en ti y más en Él, a fin de que puedas sostenerte en el futuro.

Lee: 1 Juan 5:8-10; 1 Juan 5:1; Juan 13:1; Romanos 8:31-39; 2 Corintios 12:9; Hechos 2:16-18; Hebreos 4:14-16.

8. Acostúmbrate a asistir a alguna iglesia evangélica, tal vez la que está más cerca de tu casa. Necesitas la comunión con los demás redimidos por la sangre de Cristo. En la iglesia podrás leer la Palabra de Dios y orar conjuntamente con tus hermanos en Cristo. También podrás crecer espiritualmente y tomar parte en las actividades de la iglesia.

Lee: Hechos 1:13, 14; 2:1; Hebreos 10:25; Salmo 133:1; Juan 20:19.

“Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la pala-

bra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros y daros

herencia con todos los santificados.” (Hechos 20:32).

Convertido

Carta a

Un Recién

Cuéntale tu pecado y abandónalo. Él te perdonará y te res-taurará. Pídele la gracia de tener menos confianza en ti y más en Él, a fin de que puedas sostenerte en el futuro.

Lee: 1 Juan 5:8-10; 1 Juan 5:1; Juan 13:1; Romanos 8:31-39; 2 Corintios 12:9; Hechos 2:16-18; Hebreos 4:14-16.

8. Acostúmbrate a asistir a alguna iglesia evangélica, tal vez la que está más cerca de tu casa. Necesitas la comunión con los demás redimidos por la sangre de Cristo. En la iglesia podrás leer la Palabra de Dios y orar conjuntamente con tus hermanos en Cristo. También podrás crecer espiritualmente y tomar parte en las actividades de la iglesia.

Lee: Hechos 1:13, 14; 2:1; Hebreos 10:25; Salmo 133:1; Juan 20:19.

“Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la pala-

bra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros y daros

herencia con todos los santificados.” (Hechos 20:32).

Page 2: Carta a Un Recien Convertido

Estimado Amigo: Por haber creído que Cristo murió por tus pecados y que resucitó de los muertos para tu justificación, según las Sagradas Escrituras, has acudido a Él, con todas tus flaquezas e imperfec-ciones y Él no te ha echado fuera. Tú lo has aceptado y has puesto tu confianza y esperanza de salvación en Él. Él es tu Salvador personal. Eso es creer en el Señor Jesucristo para ser salvo. (Hechos 16:31). Permíteme hacerte las siguientes sugestiones en cuanto a la vida que tienes por delante: 1. Deja completamente todo pecado conocido y toda cuestión

dudosa. Para obtener la fuerza necesaria para hacer eso, mira al Señor Jesús.

Lee: Romanos 12:1-3; 2 Corintios 7:1; Gálatas 5:13-16; Efesios 4:1,2,22-32; Hebreos 12:1-3.

2. No dejes pasar ni un día sin leer la Biblia y orar. Tener un versículo en tu corazón es mejor que leer diez capítulos descui-dadamente. Mientras que piensas en lo que lees, habla con el Señor sobre el mismo asunto. Puedes acudir a Él en cualquier tiempo y lugar, y elevarle tu corazón silenciosamente, mien-tras trabajas, en horas de estudio, en la calle, en cualquier parte. Recuerda que la lectura bíblica y la oración son para el alma lo que el alimento y el aire son para el cuerpo.

Lee: Juan 5:39; Filipenses 4:4-7; Santiago 1:5, 4:6-8; 1 Pedro 2:1, 2; 2 Pedro 3:18.

3. No dejes pasar ninguna oportunidad de confesar a Cristo como tu Salvador y Señor ante los hombres. Permite que la gente que te rodea comprenda lo que el Señor es para tu vida. Lee: Romanos 10:9; Mateo 10:32, 33; Marcos 8:38.

La caída espiritual , por lo general, principia cuando uno

empieza a tener miedo de confesar al Señor y cuando deja de orar y de leer la Biblia.

4. Obedece lo que te dice la Biblia. Recuerda que Dios nunca te da mandatos sin darte también el poder para ejecutarlos; y la fe salvadora se manifiesta en la obediencia a la Palabra de Dios.

Lee: Hechos 5:32; Juan 15:14; Juan 8:12; Juan 7:17.

5. Nunca olvides que la autoridad de tu salvación es la Palabra de Dios. El Espíritu Santo da testimonio de la Palabra, y no de nuestras emociones. A medida que tú crees estas promesas y descansas en esa confianza y no en tus emociones, tendrás la certeza de tu salvación. Confía, pues, en las promesas de Dios. El cumplirá su Palabra. Permite que tus emociones sean dirigidas por Dios.

Lee: Juan 5:9-13; 1 Juan 4:9, 10-19; Juan 5:24; Juan 1:12, 3:14-18; Hechos 13:38, 39; 2 Corintios 5:18-21; 1 Corintios 15:1-4; Ro-manos 5:18; 8:1; 10:8-10; Juan 10:27-29.

6. Recuerda que has sido comprado por la sangre de Cristo y

que ya no te perteneces, sino que perteneces a Él. Por tanto debes vivir para Él. La aspiración suprema de tu vida debe ser agradarle a Él.

Lee: 1 Corintios 6:19, 20; 2 Corintios 5:9. 7. Recuerda siempre que el Señor te ama, que te tiene compa-

sión en tus flaquezas, te tiene compasión en tu fracasos y que ofrece perdonar tus pecados en cualquier circunstancia. No es preciso que peques, pero si tropiezas y caes, si eres derrota-do y pecas, acude a Él en el mismo momento.

Estimado Amigo: Por haber creído que Cristo murió por tus pecados y que resucitó de los muertos para tu justificación, según las Sagradas Escrituras, has acudido a Él, con todas tus flaquezas e imperfec-ciones y Él no te ha echado fuera. Tú lo has aceptado y has puesto tu confianza y esperanza de salvación en Él. Él es tu Salvador personal. Eso es creer en el Señor Jesucristo para ser salvo. (Hechos 16:31). Permíteme hacerte las siguientes sugestiones en cuanto a la vida que tienes por delante: 1. Deja completamente todo pecado conocido y toda cuestión

dudosa. Para obtener la fuerza necesaria para hacer eso, mira al Señor Jesús.

Lee: Romanos 12:1-3; 2 Corintios 7:1; Gálatas 5:13-16; Efesios 4:1,2,22-32; Hebreos 12:1-3.

2. No dejes pasar ni un día sin leer la Biblia y orar. Tener un versículo en tu corazón es mejor que leer diez capítulos descui-dadamente. Mientras que piensas en lo que lees, habla con el Señor sobre el mismo asunto. Puedes acudir a Él en cualquier tiempo y lugar, y elevarle tu corazón silenciosamente, mien-tras trabajas, en horas de estudio, en la calle, en cualquier parte. Recuerda que la lectura bíblica y la oración son para el alma lo que el alimento y el aire son para el cuerpo.

Lee: Juan 5:39; Filipenses 4:4-7; Santiago 1:5, 4:6-8; 1 Pedro 2:1, 2; 2 Pedro 3:18.

3. No dejes pasar ninguna oportunidad de confesar a Cristo como tu Salvador y Señor ante los hombres. Permite que la gente que te rodea comprenda lo que el Señor es para tu vida. Lee: Romanos 10:9; Mateo 10:32, 33; Marcos 8:38.

La caída espiritual , por lo general, principia cuando uno

empieza a tener miedo de confesar al Señor y cuando deja de orar y de leer la Biblia.

4. Obedece lo que te dice la Biblia. Recuerda que Dios nunca te da mandatos sin darte también el poder para ejecutarlos; y la fe salvadora se manifiesta en la obediencia a la Palabra de Dios.

Lee: Hechos 5:32; Juan 15:14; Juan 8:12; Juan 7:17.

5. Nunca olvides que la autoridad de tu salvación es la Palabra de Dios. El Espíritu Santo da testimonio de la Palabra, y no de nuestras emociones. A medida que tú crees estas promesas y descansas en esa confianza y no en tus emociones, tendrás la certeza de tu salvación. Confía, pues, en las promesas de Dios. El cumplirá su Palabra. Permite que tus emociones sean dirigidas por Dios.

Lee: Juan 5:9-13; 1 Juan 4:9, 10-19; Juan 5:24; Juan 1:12, 3:14-18; Hechos 13:38, 39; 2 Corintios 5:18-21; 1 Corintios 15:1-4; Ro-manos 5:18; 8:1; 10:8-10; Juan 10:27-29.

6. Recuerda que has sido comprado por la sangre de Cristo y

que ya no te perteneces, sino que perteneces a Él. Por tanto debes vivir para Él. La aspiración suprema de tu vida debe ser agradarle a Él.

Lee: 1 Corintios 6:19, 20; 2 Corintios 5:9. 7. Recuerda siempre que el Señor te ama, que te tiene compa-

sión en tus flaquezas, te tiene compasión en tu fracasos y que ofrece perdonar tus pecados en cualquier circunstancia. No es preciso que peques, pero si tropiezas y caes, si eres derrota-do y pecas, acude a Él en el mismo momento.