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Sofía Barat. Ana du Religiosas del Sagrado Corazón 160 años en Chile CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER carta 174 París, 4 de agosto de 1854 S.C.J.M. No puedo ponerte más que algunas líneas, querida Madre e hija, las que parten te dirán la razón. Estas serán para expresarte, querida Ana, mi tierno y profundo afecto ¡ah sí! hija mía, mientras más estás alejada de nosotras, más estrecha y sólida llega a ser nuestra mutua unión en Jesús ¡qué pruebas de cariño y abnegación le das a la Sociedad exiliándote a Chile, de entre todas las casas actuales! ¿ No debemos tener también un Sagrado Corazón en esta parte de América? ¡Ah sí! Si somos fieles esperemos que el Divino Corazón se dilatará también en esos hermoso países del universo en que la fe y la piedad aún se mantienen, pero donde tal vez la educación, como en todas partes, deja que desear. Hemos hecho un sacrificio inmenso al arrancar a la Madre du Lac de Alemania para enviártela; he comprendido, hija mía las necesidades de América del Norte y la necesidad inmensa de tu retorno. Sin embargo permanece en Santiago tanto tiempo como tu presencia sea necesaria, siempre conservando la dirección de esta casa; luego vuelve a tu puesto, las necesidades son tan grandes y urgentes. La Madre du Lac me suplirá en lo que se refiere a Chile y las personas que tú conduces. Tu sobrina va bien, pero aún no se decide a partir, desea hacer su noviciado; tiene razón y será muy útil a la misión. Cómo vamos a rezar, hija mía, por esa misión de la que tú estás encargada ¡ah, cuánto trabajo y solicitud exige! Pero Jesús es centro de todo y nuestra fuerza y apoyo. Adiós, hija mía, mi brazo está fatigado. 1 Cree en mi materno y profundo cariño in CJM. Tu Madre Barat 1 Toda esta carta da pruebas de una inmensa fatiga, la escritura está apenas formada. 1

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Cartas de Magdalena Sofía a Ana Du Rousier

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Sofía Barat. Ana du Rousier Religiosas del Sagrado Corazón 160 años en Chile

CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

carta 174 París, 4 de agosto de 1854

S.C.J.M.

No puedo ponerte más que algunas líneas, querida Madre e hija, las que parten te dirán la razón. Estas serán para expresarte, querida Ana, mi tierno y profundo afecto ¡ah sí! hija mía, mientras más estás alejada de nosotras, más estrecha y sólida llega a ser nuestra mutua unión en Jesús ¡qué pruebas de cariño y abnegación le das a la Sociedad exiliándote a Chile, de entre todas las casas actuales!

¿ No debemos tener también un Sagrado Corazón en esta parte de América?

¡Ah sí! Si somos fieles esperemos que el Divino Corazón se dilatará también en esos hermoso países del universo en que la fe y la piedad aún se mantienen, pero donde tal vez la educación, como en todas partes, deja que desear.

Hemos hecho un sacrificio inmenso al arrancar a la Madre du Lac de Alemania para enviártela; he comprendido, hija mía las necesidades de América del Norte y la necesidad inmensa de tu retorno. Sin embargo permanece en Santiago tanto tiempo como tu presencia sea necesaria, siempre conservando la dirección de esta casa; luego vuelve a tu puesto, las necesidades son tan grandes y urgentes. La Madre du Lac me suplirá en lo que se refiere a Chile y las personas que tú conduces.

Tu sobrina va bien, pero aún no se decide a partir, desea hacer su noviciado; tiene razón y será muy útil a la misión.

Cómo vamos a rezar, hija mía, por esa misión de la que tú estás encargada ¡ah, cuánto trabajo y solicitud exige! Pero Jesús es centro de todo y nuestra fuerza y apoyo.

Adiós, hija mía, mi brazo está fatigado.1 Cree en mi materno y profundo cariño in CJM.

Tu Madre Barat

1 Toda esta carta da pruebas de una inmensa fatiga, la escritura está apenas formada.

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Sofía Barat. Ana du Rousier Religiosas del Sagrado Corazón 160 años en Chile

CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Carta 175 París, 14 de febrero de 1855

S.C.J.M.

Hemos recibido tus noticias, tan queridas y deseadas, querida Madre e hija, a comienzos de este mes ¡Si supieras con qué ansia y consuelo las leemos, aprovecharías a menudo ocasiones cuando las encuentres, para renovar esta satisfacción!

Pero es preciso que la cruz sea la bendición de nuestras casas y, según lo que nos cuentas, también de las tuyas ¡Oh querida y buena madre! qué fáciles son de llevar cuando lo que se establece y se funda es la obra del buena maestro; no son verdaderamente amargas sino cuando se destruyen por la malicia de los malvados. Por lo que has pasado, tu alma avezada será fuerte para sostener la Sociedad en todas partes donde el Divino Corazón la conduzca,

Tú sabes que en Turín las dos reinas y el duque de Génova han muerto en quince días. Es un duelo general en este país. Estas calamidades no detienen el mal, no hace sino dilatarse. También tememos por Chambery. Ayúdanos, hija mía, con tus oraciones y sufrimientos.

Según lo que he podido comprender de acuerdo a los detalles de tu carta, pienso que sería muy provechoso a esa pequeña fundación que te pudieras quedar: primeramente, uno o dos años, para afirmar el bien comenzado; segundo, para fundar allí un noviciado, que estuviera formándose, en el caso que el Señor Eyzaguirre quisiera edificar la casa para ese fin, y para las huérfanas. Estas dos obras se unirán muy bien.

Tercero, te ocuparás también de la fundación de Guatemala, no hay que negarse: ahí nos dan todo. Los jesuitas están allí, las condiciones y, si da lugar, la época de la toma de posesión... Por supuesto, tienes todo el poder para actuar en nuestro nombre, si ves que ese puesto puede convenir a las obras de la Sociedad.

Sin duda, querida y buena madre, será un enorme sacrificio para nuestras casas de América del Norte perderte por algunos años aún, pero según un pequeño plan de organización que les hemos enviado, urgidas por los Obispos de ese país, ellas podrán pasar así dos o tres años, y en caso que tu presencia sea necesaria antes, te escribiremos para que partas. Puedes comprender pues, hija mía, que si recibes a tiempo esta carta en Santiago, debes renunciar, por el momento a volver a América del Norte.

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Chile, Guatemala2, un noviciado que establecer, serán tu misión por el momento. Si hubieras partido pensaríamos que el Divino Corazón te quiere en otro puesto y, aún con la cruz hija mía, harás bien. Entonces te ayudaremos con todo nuestro poder, en la hipótesis que hayas arreglado todo. Tendrás la posibilidad de volver cerca de nosotros ¡qué alegría volver a verte!

Nuestras madres te habrán puesto al corriente de nuestros consuelos, así es que no te hablaré de ellos, pero es un bien muy apreciado encontrarnos con una Casa Madre3 que cobijará el árbol de la Sociedad, tal vez contra muchos vientos del norte. La Madre Prevost me ha reemplazado en Rue de Varennes. Tienen ciento veinte alumnas, ya no se sabe dónde ponerlas, y sin embargo se rehúsa y escoge.

La cruz es siempre la bendición de nuestro trabajo, porque nosotras, querida Madre, también hemos sufrido. Digamos con el Apóstol de las Indias: “¡más Señor!”. Si a ese precio salvo almas, no puedo olvidar aquéllas que son precio de tu amor y de tu sangre. He compartido tu viva pena por la muerte de tu madre y hemos rezado por ella.

Celeste continúa haciendo muy bien su noviciado, hasta después de sus votos no decidiremos sobre su destino.

Adiós, hija mía, toda tuya in CJM

Tu Madre Barat

Muchos recuerdos a mi sobrino,4 si él quiere dejarlas, encontrará una ocasión.

2 Escrito para Guatemala – Chile3 Faubourg St. Jacques: les Feuillantines4 Abbé Oscar Dussaussoy

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Carta 176 París, 31 de marzo de 1855

S.C.J.M.

Al fin puedo escribirte por una ocasión segura, querida madre e hija, nuestras Madres y hermanas españolas les entregarán en propia mano estas líneas que estoy dichosa de dirigirte directamente: ellas serán nuestras cartas vivientes para muchos detalles que podrían interesarte y que no pueden contener los límites de una carta.

Hubiéramos deseado enviar una o dos francesas para tu pensionado pero ha sido imposible encontrarlas; las buscaremos y prepararemos para el retorno de M.E... Al menos las que recibirás esta vez son buenas religiosas que te serán útiles para las clases externas, y aún maestras de la escuela. Varias saben trabajar muy bien. Una vez que te haya llegado este refuerzo, sería urgente abrir casas para el pueblo. El señor Eyzaguirre y su familia lo desean mucho, y si tú pudieras ganarte a esta familia, ella te ayudaría poderosamente. Con esta esperanza, este sacerdote paga aún una parte del pasaje de las cuatro que van. Y él espera edificar en el lugar un noviciado y un orfanato, los que marcharían juntos: entonces tendrás una fundación completa.

Sólo, querida y buena madre, que será necesario poner a la cabeza a una de las tuyas, de la cual estés segura. Este digno señor no quisiera en principio en esa casa sino españolas; tiene una gran confianza en la madre Serra y debes dársela, pero ella no conviene de superiora, porque no tiene salud ni el espíritu de gobierno. Sería diferente si ese buen señor consintiera en que esa casa de orfanato esté bajo tu dirección. La Madre Serra estaría bien como asistenta, bajo tu autoridad.

Pero no estamos aún en ese punto, puesto que el señor Eyzaguirre no partirá de vuelta sino hacia agosto o septiembre, hay pues un año antes de comenzar el edificio; tendrás tiempo, hasta esa época para conocer más a fondo a las personas y las cosas. Solamente, no puedo recomendare bastante, ganar la confianza de ese santo sacerdote, no combatiendo de frente sus ideas, sino mostrándole agradecimiento y confianza cuando esté de acuerdo con nuestra posición.

No podrás creer los gastos que él ya ha hecho para la capilla de esta casa, aún por construir, debe ser rico porque los gastos son enormes. Creo muy equivocado, como lo has hecho allí en pequeño, querer abastecer la Capilla de esta casa, aún por construir. ¡Cómo he sufrido viendo esos 16.000 francos enviados al principio a nuestra ecónoma que, para emplearlos no ha seguido sino las indicaciones enviadas por ti!. Estaba segura de antemano, viendo esos objetos de catedral, que no te servirían. Y aún, si todo hubiera sido conveniente, te lo habría reprochado, porque luego te hubieran faltado cosas más necesarias para la vida: muebles, ropa y tantos otros objetos de necesidad... Lo que

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

está hecho no tiene remedio ¡Ahora que conocemos tus necesidades te proporcionaremos todo lo que podamos. Pero estamos agotadas por las fundaciones, sobre todo por la nuestra de la Casa Madre. Nosotras mismas recibimos de la generosidad de toda la Sociedad, los dones que quieren destinarnos. Más adelante nos apresuraremos a dar de lo que abundamos a las fundaciones. Pero en este momento nos faltan aún tantos objetos, que lamento, hija mía, darte tan poco.

He comprendido tu confusión, querida Ana, respeto de tu vuelta a USA y a Louisiana, ya que has escrito acerca de retardar tu retorno a esas tierras. Después de la penosa pérdida de la Madre Cutts, he debido enviar una visitadora por un tiempo a esa parte de América que quedó sin recursos, para gobernar Louisiana. Los señores Obispos de ese país nos han urgido a darles un centro. No teniendo ningún medio para dar desde Europa, hemos nombrado a la Madre Jouve que nos ha parecido ser la única que llenaba las condiciones que veíamos para ello. Debe de estar ya allí. Al menos estarás tranquila, hasta que encontremos otra solución, al saber que la madre Cutts ha sido reemplazada ¡Dios mío! si puede serlo por las virtudes religiosas y esa amenidad y olvido de sí que vivió hasta el extremo. Hemos sufrido una pérdida irreparable que he sentido vivamente. Pero Dios es el Dueño y ha querido afectarnos de ese modo.

Tengamos confianza hija mía, que esta cruz tan amarga, como tantas otras a las cuales se añade, atraerán las bendiciones del Divino Corazón sobre su pequeña Sociedad, tan probada en todas partes, y sobre todo por acá. Aún joven la madre Corbie, en San José, en Marsella.

No olvido las peticiones que contenía tu última carta respecto de personal. La madre Sordéval que estaba en Autum, como sabes, ha sido reclamada por la madre de Limminghe para Padua. Debo verla el mes próximo y la pediré para ti. Su salud está un poco quebrantada: no se si estará en condiciones de recorrer medio mundo; yo lo querría, porque sus talentos te serían muy útiles. ¡Haremos todo lo que podamos, querida y buena Madre para venir en tu ayuda!. Estamos presionadas por todas partes para tener una respuesta definitiva, y no la daremos, hija mía, hasta que tengamos el resultado de tu visita a esos dos países: Guatemala y república Argentina. Aún esta mañana me escribía un señor de este país para tener una decisión. Parece que ha sido encargado por el gobierno para pedirnos ese establecimiento. No sé si es prevención: me parece que sería preferible Guatemala, al no poder hacer ambas cosas. Te lo repito, hija mía: nos atendremos a los datos que nos des, antes de aceptar o rehusar,

Me urgen de terminar, teniendo aún muchísimas cosas que ver, referentes a la partida. Vamos a rezar con todas nuestras fuerzas para que el Divino Corazón las bendiga y que esas cuatro buenas almas les lleguen sanas y salvas, para procurarles algún alivio.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

La madre Villeaubert te dará toda su abnegación, su celo , su espíritu religioso y su habilidad para el trabajo. Bajo este punto de vista las otras, aunque de buena voluntad, están muy por debajo, pero la ventaja de la lengua es de tener en cuenta.

Adiós, mi querida y buena Madre, reza también por quien es tan profundamente tuya in CJM

Tu Madre Barat

Carta 177 París, 5 de abril de 1855

S.C.J.M.

Aún algunas líneas, querida y buena madre, para decirte una palabrita acerca del pequeño cambio que hemos hecho de las que parten. Mantenemos la decisión de darte cuatro de las nuestras para procurarte un poco de ayuda, pero de esas cuatro, ninguna es francesa y, como debemos encargarnos de pagar pasaje y medio, o más bien, tú, puesto que hay 1.500 francos de una de las que parte: entonces, en lugar de hacer esos gastos por la Hermana Coadjutora llamada Dolores, la retenemos y sustituimos por una profesa de nuestra nación, excelente religiosa, que sólo sueña con las misiones: está feliz de ir a reunirse contigo y de consagrar el resto de su vida a la salvación de las almas. Se llama Villeaubert: podrá serte útil para tu pensionado y tus escuelas externas, asistenta cuando la necesites. Puede hacer instrucción religiosa...abnegada, olvidada de sí misma, puedes confiar en ella. Pero mientras no sepa español te será de poca ayuda; sin embargo, con una vigilante podrá enseñar algo. Creo que sabe trabajar bien y, como además está llena de valor, va a estudiar en el barco, si no está demasiado enferma, porque hay que cuidar su salud.

Esta partida, o más bien, este socorro, no nos impedirá el confiar al señor Eyzaguirre otra colonia en octubre próximo; sólo que si tienes tiempo, escríbenos acerca de Guatemala, en la hipótesis de que esta fundación podría hacerse, o bien la de República Argentina; entonces trataríamos, querida Ana, de que puedas contar con una o dos francesas más, porque habrá aún dos o tres españolas, según el deseo que nos expresaste.

Como debes permanecer aún en ese país, querida madre e hija, para vigilar esa fundación y las otras si hay que hacerlas, cuento con enviarte a tu sobrina Celeste, que será apta para muchas cosas, pero sobre todo persona segura; ha hecho bien su noviciado. Se hace muy incierto que pueda darte a la Madre Sordeval, ya que la madre de Limminghe la necesita, que ha comenzado Milán y la Duquesa de Parma nos la pide con instancia, pero haré lo posible: las dos no serían demasiado.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Ahora, hija mía, una palabra aún sobre el señor Eyzaguirre, ese excelente sacerdote que no quisiera más que personal español en la fundación que va a edificar: tiene un confianza total en la Madre Serra que me parece adicta a la Sociedad y me ha prometido formalmente obedecerte en todo. Ella te comunicará todo y tú podrás obrar entonces con seguridad respecto al fundador de esa casa. Es más de tener en cuenta, puesto que la madre Serra tiene una prima que entrará con nosotras si estamos de acuerdo con el Padre Eyzaguirre. Ella es rica, pero todos esos fundadores y fundadoras lo quieren todo para los pobres y la gente del país. Ahora, lo esencial es que todo sea en unión con la Sociedad y contigo, pero en país extranjero hay que hacerse a sus costumbres, siempre que no ataquen al Instituto. Nuestro espíritu se impone, como en los jesuitas,

Adiós, hija mía Tu Madre Barat

Carta 178 París, 6 de abril de 1855

S.C.J.M.

Avisos1. Madre Villeaubert será la encargada de la pequeña colonia, sea para los cuidados exteriores, sobre todo la salud, sea para la conducta religiosa de todas. Así cada una será sumisa y obediente, al menos para todo lo que concierne la disciplina religiosa hacia fuera.

2. Así será la madre Villeaubert quien reglamentará el día en lo que se pueda observar la regla en el barco, fijará la hora de levantarse, de acostarse, trabajo, estudio, recreos y silencio, entendiendo que si alguna sufre, se le deben prodigar los cuidados en todo tiempo y a toda hora: todo debe ceder a la caridad.

3. En las dudas o casos difíciles la madre Villeaubert debe consultar al padre Superior por intermedio de la madre Serra.

4. Se confesarán con este mismo Padre, quien reglamentará las confesiones y comuniones pero diciendo todo a la madre de Villeaubert.

5. Ésta última tendrá el dinero y estará encargada de los pequeños gastos que se deberán hacer para las necesidades de todas. Se tomarán medios si la alimentación del barco es insuficiente. Se entiende que si los Reverendos Padres tuvieran necesidad de lo que sea, estará todo a su servicio, sobre todo en caso de enfermedad.

6. Si se encontraran otras personas laicas en el barco que tuvieran necesidad de cuidados por estar enfermas, habría que ayudarlas: todos somos familia de nuestro Padre celestial, pero me refiero a mujeres y no a hombres, los cuales se dejarán a la caridad de los Padres.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

7. Se evitará buscar la relación con laicos, pero si algunos las abordan, serán amables, aún graciosas, pero con reserva y modestia como lo recomiendan las Santas Reglas.

8. Sobre todo, que no se pueda percibir en el exterior nada que aparezca como impaciencia o contrariedad; que cada una ceda ante las otras y ayude en el sufrimiento, con igualdad de trato y de humor, porque si debemos edificar en nuestras comunidades a todos aquellos con los cuales nos relacionamos, con mayor razón debemos ser para las personas del mundo modelos de caridad cristiana y religiosa, tanto más que todos saben que debemos ser más perfectas que el mundo y, en consecuencia, sería escandaloso si se nos encontrara también imperfectas.

Rezaremos por Uds., mis buenas Hermanas: muéstrense pues en todas partes como dignas religiosas de la Sociedad del Divino Corazón, a quien conjuro bendecirlas.

Su Madre Barat.

Carta 182 París, 25 de junio de 1855

Ahora, hija mía, una palabra para responder a tu página de dirección que no he podido leer sin emocionarme, no tengo nada que perdonarte. ¡Qué más puedes hacer por Jesús, por la Sociedad, que arriesgar tu vida como lo has hecho durante el viaje y en una misión por encima de tus fuerzas para probar tu unión y tu amor! ¿Quién no tiene que reprocharse ciertas negligencias? Es casi imposible a nuestra naturaleza, sobre todo cuando se sufre. Así pues, he estado muy consolada de tu confianza en nuestro dulce Maestro, y de tu redoblamiento de celo, de valor para continuar, querida Ana, con más perfección que nunca la misión que el Divino Corazón te ha confiado en esa parte del mundo tan alejada de nosotras. ¡Qué noble, qué divina, si la divinizamos en esa hoguera de amor que nos está abierta y donde Jesús quiere que entremos!, como lo dijo a su fiel sierva y apóstol. A nosotros nos corresponde, hija mía, continuar su apostolado, pero con los mismos medios que su Maestro y Esposo le enseñó: el trabajo a menudo ingrato, las humillaciones, las injusticias tal vez, no importan con tal que Jesús sea amado y glorificado. No temamos nada, como San Pablo. Consintamos en ser anatema por las almas que Jesús ha rescatado con su sangre. Si nos entregamos por la salvación de nuestros hermanos ¡ah! Jesús no nos dejará perecer, porque será su amor el que guiará nuestros trabajos.

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Sabes que Milán se ha abierto para un pensionado y para el noviciado de ese país. La Duquesa de Parma hace lo imposible para volvernos a ver, hasta vendería sus diamantes. Nos falta personal.

Esperemos en Jesús. Pídele tú por tu Madre que te tiene tanto afecto

Barat.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Carta 184 París, 13 de octubre de 1855

¡Qué consuelo, querida madre e hija, cuando recibimos el correo de Santiago! Tu carta de septiembre nos llegó la semana anterior. ¡Con qué apresuramiento la leemos! Con ansiedad, temiendo que alguna esté sufriendo. Cuesta aclimatarse, tú has hecho la experiencia, hija mía y no puedo sino bendecir al Buen Dios que nos concede que estés mejor en ese aire tan diferente al nuestro. Jesús te sostiene: es por él que estás exiliada. Esta visión de fe dulcifica todos los males.

En este momento, hija mía, el Señor nos envía duras pruebas, tal vez ya las conoces. La fiebre amarilla acaba de quitarnos a las Madre Pratz en Saint Michel, al capellán y varias también en Bâton Rouge. ¡Es una desolación! El flagelo se ensañaba aún cuando nos trasmitieron esos penosos detalles. ¡Tiemblo que haya nuevas víctimas, Dios mío!.

Habiendo interrumpido esta carta por ocho horas, las publicaciones nos hacen saber que trece víctimas de las nuestras han sucumbido en Saint Michel y entre ellas, la Madre Barbarin y nueve hermanas; con las primeras me parece que son 16. Esa pobre casa se ha vaciado ¿de dónde tomar para remontarla? También Bâton Rouge ha tenido pérdidas. ¡Qué profundo dolor, hija mía! ¡Ah! en mi aflicción, como he bendecido al Divino Corazón por haberme inspirado detener tu marcha para ese desgraciado país: tenías que desembarcar en Nueva Orleans y detenerte en Saint Michel, ¡qué peligro has corrido! Es éste el único consuelo que suaviza mis penas: pensar que te hemos conservado, impidiéndote partir.

Comprenderás, querida Ana, nuestra confusión para volver a levantar esa casa de Saint Michel: la guardaremos. En ese caso había que sacrificar Bâton Rouge, Natchitoches y todas reunidas será aún insuficiente. No tenemos ningún sujeto disponible en Europa. Por otra parte ¿nos atreveríamos a mandarlas a morir? Se ha hecho notar que esta fiebre ataca a los extranjeros y particularmente a los franceses. Los jesuitas también han perdido a varios de los suyos, pero lo peor ha caído sobre nosotras. Reza, hija mía, para que el Buen Maestro repare nuestras pérdidas. Desgraciadamente tenemos pocas vocaciones en ese país: el noviciado de Grand Coteau está reducido a nada. La Madre Levêque también sucumbió por otra enfermedad. Desde la muerte de la Madre Cutts todos los males han caído sobre esas familias que, sin embargo, se entregan con gran valor. No tenemos más que humillarnos y someternos a la Voluntad de Dios, porque hemos pecado.

En este instante aún se nos echa de Saboya; Chambery se cerró. Lo hemos preferido antes que someternos a la Universidad, soportar exámenes, recibir diplomas. Es un hecho consumado

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en este momento, es una gran pérdida, esa casa hacía mucho bien y nos había costado bajo todo punto de vista.

Ahora vengo a tu familia, que también sufre en varios sentidos. Al menos guarda tu libertad y tu unión con tu venerable Pastor que quiere tener confianza en nosotras y sostener nuestros derechos y Constituciones. De modo que no puedo comprometerte bastante a mantenerte y no ceder a todos aquellos que quisieran o pretendieran actuar en sentido inverso, ya me comprendes. La Madre Serra se me ha impuesto por la seguridad de obediencia y unión a la Sociedad; su deseo no es sino estar sumisa a sus Superioras…

¿Podrías darme noticias del Abate Dussaussoy, cuando me des las tuyas? Las espero con ansias, puedes comprenderlo. También tengo que bendecir a Dios que no hayas emprendido el viaje tan áspero a Guatemala. Hubiera sido tanto más de lamentar, ya que las pérdidas que no cesamos de tener, sobre todo este año, nos quita por el momento todo medio de hacer nuevas fundaciones, sobre todo en esas regiones lejanas. Lo que me había conmovido era todo el bien que se podía hacer ¡Se nos ofrece una hermosa casa, jardines de un antiguo monasterio, y sus entradas; los jesuitas muy cerca y pudiendo tener todos los recursos. He rehusado, deberíamos esperar años, lo que no se desea. Por la misma razón no pensaremos más en Río de Janeiro, no creo que encontraríamos ahí las mismas ventajas que en Guatemala.

Habiendo olvidado la geografía, así como todo lo que se relaciona con las ciencias, había imaginado que esa ciudad no estaba tan lejos, porque no habría aconsejado un viaje sólo para ver, de modo que estoy muy contenta que no lo hayas emprendido. Por el momento, Santiago es bastante y su hubiéramos podido prever los pocos recursos que ibas a encontrar para trabajar por el bien de las almas, una casa tan reducida y que no nos pertenece, jamás te hubiera enviado tan lejos ¡El Buen Jesús lo ha permitido: él tiene sus designios. Él quería que sufrieras, lo mismo que tu madre, porque yo comparto vivamente tus problemas!

Mueren personas por todos lados: Marie de Castellingo, sobrina de la Madre Cortenza, educada en su casa, acaba de ser arrebatada por el cólera. Las fiebres tifoideas se llevan mucha gente, sobre todo jóvenes de ambos, háganlo por nosotras: este año ha estado marcado por la cruz. ¡Que podamos aprovecharlo! Cree, así como todas las que te rodean, en mis inalterables sentimientos in CJM.

Tu Madre Barat.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Carta 185 París, marzo de 1856

SCJM.

Aprovecho con apresuramiento, querida Madre e hija, un momento de tranquilidad para contestar tu carta del 12 de enero que recibí en estos días. ¡Cómo te la agradezco! Si supieras con qué interés y afecto leemos los detalles que nos das acerca de lo que te concierne, así como tus pequeños éxitos en la misión que te está confiada en ese país tan lejano, desde todo punto de vista, no resumas lo que nos cuentas y cuando extraordinariamente encuentres ocasiones, estaremos felices de que las aproveches.

Pero abordo prontamente, querida Ana, el asunto importante expresado en tu carta, de la necesidad de refuerzo, y lo comprendemos demasiado bien. Pero buscamos en vano refuerzos que hasta el momento no se presentan. Sin embargo, vamos a hacer esfuerzos y a darnos trabajo, pero durante un año no podemos disponer de una sola española. Sarriá no recibe personal y no puede ceder a nadie, faltándole para ella misma ¡qué hacer en esta penuria! Dolores es la única, Celeste sería la segunda, pero vamos a continuar nuestra búsqueda de modo de enviarte cuatro. Es todo lo que me sería posible ante la necesidad de venir también en ayuda de St. Michel que, como el que te proporcionamos será mínimo y muy desproporcionado a sus necesidades.

En efecto, estamos en una situación distinta de las Órdenes que tú nombras, que tienen tantas personas. Es que en este siglo las obras de celo y caridad que no exigen como en las nuestras un trabajo continuo y cuyos frutos son más visibles, tienen más atractivo para nuestra juventud, que teme la molestia de esta vida de abnegación sin alivio; una Hermana de la Caridad tiene muchas. Luego, el clero empuja hacia ese lado y esto alejaría a las nuestras.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Si supieras, hija mía, todo lo que tenemos que sufrir bajo este punto de vista. ¡El Buen Maestro lo permite y a nosotras nos corresponde humillarnos por no merecer más simpatía de parte de una muchedumbre de personas que están contra nosotras!

Ahora, querida Ana, tenemos otra dificultad para enviarte cuatro de las nuestras, ¿encontraremos misioneros para Chile? Vamos a buscarlos, porque enviar uno expresamente es arruinarnos, pedirían más que el Abate Dussayssoy. Ayúdanos con tus oraciones, hija mía, a fin que el Corazón de Jesús venga en ayuda para resolver esta otra dificultad. Porque ya no somos ayudadas por el sr. Eyzaguirre, como te dije en la carta última: no ha dado más signos de vida desde que la Madre Serra desapareció de nuestros lugares; era la única que tuvo su confianza. Esta clase de conflictos no huele bien.

Mi sobrino me ha escrito que había gastado 1.400 francos para volver a América, donde Uds. No me dijo que tú le habías dado para sus gastos. Es verdad que no me pide, sin embargo, querida y buena Madre, como no estoy en situación de hacerle un regalo, dime que suma le entregaste y le daré lo que falta; y no te inquietes por tu hermana, que lo que no recibe de ti se los daré con gusto.

Tal vez tendrás tiempo de responder esta carta antes que podamos hacer partir la pequeña colonia. Pídenos entonces lo que ellas deben llevar como ajuar u otros objetos necesarios, tal vez libros. Preferiríamos saberlo para evitar gastos superfluos, porque enviaríamos cosas inútiles y, como somos limitadas, más vale que sea lo que Uds. desean.

Chambery aún está en pie, tal vez mañana no lo esté, llevamos cinco meses de agonía, hasta ahora nuestras amistades han luchado.

Adiós, querida madre e hija, recibe la seguridad de mis inalterables sentimientos en CJM.

Tu Madre Barat.

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Carta 186 París, 28 de junio de 1856

SCJM

Hace semanas., diría, casi meses, querida Madre e hija, que deseábamos escribirte y responder a tus últimas cartas, siempre recibidas con un placer tan vivo. ¡Dios mío! el trabajo, las solicitudes de toda clase fuerzan a despachar lo más urgente, y sin embargo no te pierdo de vista, pienso sin cesar en mi buena y antigua hija y en su pequeña familia, casi exiliada, tan considerable es la distancia que nos separa. Si lo hubiera calculado naturalmente, jamás habríamos tenido el valor de favorecer tu alejamiento, sobre todo, si hubiera podido sospechar las dificultades que te esperaban para instalarte convenientemente, si hubiéramos podido ayudarte en las obras de nuestra Sociedad, proporcionándote lo necesario, como se ofrece por ejemplo en Guatemala: una casa inmensa, de la cual se nos envió el plan, recursos junto con el local, jesuitas numerosos en la ciudad. Tenemos que rehusar, a falta de las personas que se nos ofrecen que, sin embargo, tú no encontrarías ahí, y sin embargo había contado con ellos ya que en América del Norte encontramos: de otro modo, hija mía, cómo podríamos en nuestra penuria y tan lejos de Uds. enviarte los refuerzos necesarios, a medida que aumentan el trabajo y las necesidades. Así, en este momento y desde hace meses, buscamos en vano uno o dos sacerdotes destinados para ese país para confiarles la pequeña colonia que les destinamos.

Nuestra Celeste, que tú nos has pedido, la Madre Jendroly de Blumenthal, una española y una excelente Hermana de este país que espera en Rue de Varenne, será la primera partida. Aún no prevemos cuando tendremos una ocasión este año, no se presenta ningún misionero para ese país al cabo del mundo; y no tengo valor, te lo confieso hija mía, de mandarlas sin socorro espiritual y, a menudo a las tempestades de un mar que traga, en todo tiempo, tan gran número de víctimas.

Vamos a buscar fuera de Francia, porque tomar un sacerdote para ello, como lo he hecho con mi sobrino, es demasiado costoso…

¡Qué feliz sería, querida Ana, si puedo venir en ayuda de tu construcción! Estamos más apretadas que nunca; las inundaciones nos han ocasionado grandes pérdidas y ya esas casas estaban endeudadas. Al menos reza por nosotras. La Madre Cahier te dirá lo que el poco tiempo no me permite agregar a esta página.

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Sofía Barat. Ana du Rousier Religiosas del Sagrado Corazón 160 años en Chile

CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Recibe, querida y buena Madre, la seguridad de mi tierno e inalterable afecto in CJM

Tu Madre Barat

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CARTAS DE SANTA MAGDALENA SOFÍA A ANA DE ROUSIER

Carta 187 París, 2 de agosto de 1856

SCJM.

Las que parten, querida Madre e hija, te entregarán estas líneas en tus propias manos, y trazando estas palabras mi corazón concibe el deseo de volver a verte también; si él me deja en la tierra, puedo esperarlo para más adelante. Lamento no haber podido enviarte el doble, aún quedan tres vacíos que no he podido llenar, tan escasas estamos. No he podido impedir imponerte esta molestia y, pensando en ella, no tengo sino disgusto de enviarte tan poco.

Si la travesía no afecta demasiado la salud de la Madre de Gubernatis, te será muy útil para muchos empleos, me parece podría llenar el cargo de asistenta cuando lo necesites, y cuando sepa la lengua, estar encargada de la Escuela Normal: esta persona tiene mucha energía, abnegación y sus progresos en las virtudes religiosas son sensibles. La segunda, Madre Jendroly, no lo es tanto; si yo hubiera podido escoger no te la habría enviado. Sin embargo es buena, recta, un corazón excelente, apegada a su vocación y con un raro talento para enseñar música. Su vivacidad se calmará con la edad y la dirección tan religiosa que tú le inculcarás. Tiene celo y abnegación, creo te ayudará en muchos aspectos.

Nuestra Celeste es un sujeto de esperanzas para casi todo: si es bien seguida para la práctica del espíritu y las virtudes religiosas, podrá, más tarde, cumplir en todos los empleos. Puede ya ejercerlos en el pensionado, sólo que a su edad hay que tener consideraciones: su salud empeoraría rápidamente si tiene demasiado trabajo, y ella hace esfuerzos. Siendo verdaderamente religiosa, su vocación es segura.

Tengo que confesarlo, hija mía, no he podido hacer el sacrificio sino por ti. Tenemos verdadera necesidad en Rue de Varenne, pero cómo resistir el consuelo de dártela y dulcificar, en cuanto podamos, los penosos sacrificios que la Sociedad te ha impuesto al encargarte de esa pesada y difícil misión. Cuando pienso en tu estrechez económica, tu falta de local, en lo poco que las autoridades de ese país hacen para ayudarte, aumenta mi disgusto de haber aceptado, tanto más que estoy obligada a rehusar a Guatemala que nos ofrece un local inmenso, todo preparado, entradas considerables: 15 a 18 mil para pagar los viajes y otros objetos; jesuitas que atenderían a la comunidad. ¡Muchas postulantes ofrecidas! Y nosotras, a quienes nos falta personal, rehusamos. Monseñor, al negarnos nosotras, ha llamado a las Hijas de Nuestra Señora. Es una pérdida muy grande, sobre todo cuando comparo las ventajas con los inconvenientes y las molestias que tienes en tu posición.

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Mi pena profunda, hija mía, está aumentada por la imposibilidad en que se encuentra le Ecónoma General de venir en tu ayuda. Nuestra buena Gubernatis te dirá de viva voz algo que le confiaré para no alargar esta carta; juzgarás de nuestra extrema dificultad económica y que nosotras mismas necesitaremos que vengan en ayuda nuestra... La buena Providencia nos ayudará. Nosotras le damos todo lo que somos y tenemos.

No te hablo ahora de todas las pérdidas tan penosos y multiplicadas que hemos tenido este año ¡Dios mío! varias se preparan aún y literalmente no podemos reemplazarlas. Jamás, desde la fundación de la Sociedad, me había encontrado en esta posición; para darte los detalles tendría que escribirte un volumen. Al menos, querida y buena Madre, esto basta para comprometerte a rezar por tu Madre y la Sociedad tan probada en este momento.

Una reflexión aún sobre tu situación ¿No podrías, con el consentimiento de tu digno Arzobispo, hacer una petición al gobierno para que venga en tu ayuda para edificar? Al menos una parte; porque nos toca a nosotras alojar a las de las escuelas, y no me parece bien. Para que no te hundas en deudas… Si edificas sin ayuda, con tus solos recursos, no podrás mantenerte. ¡Por favor! ve cómo tomar medidas de atraer algunos recursos. ¡Ah, si Guatemala no estuviera tan alejado de Santiago! sino a 200 0 300 leguas, te habría aconsejado trasladarte, si no te ayudan casi nada.

Adiós, estoy tan apurada y con tanto retraso de trabajo, por haber sido detenida algunas semanas por mis catarros y un viaje al Tirol. Tengo, pues, que terminar rogándote me perdones la negligencia de esta carta escrita a la carrera.

Recibe, querida y buena Madre, la seguridad de mis tiernos e inalterables sentimientos in CJM.

Tu Madre Barat.

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Carta 190 París, 30 de enero de 1859

SC JM.

Me ha impuesto un verdadero sacrificio, querida madre e hija, al haber estado tanto tiempo sin escribirte. ¡Créeme que mi corazón ha sufrido! Ha sido imposibilidad: enfermedades, trabajo incesante, nuestro cambio de casa etc.

En fin, hija mía, henos aquí fijas, pidamos a Jesús que sea hasta el fin de los tiempos y gracias a la Providencia nos encontramos convenientemente establecidas desde todo punto de vista. Tenemos confianza que el buen Maestro nos ayudará igualmente a cubrir los gastos enormes que cuestan estas construcciones en París.

Pero si he guardado, querida y buena madre, un silencio tan largo contigo, créeme que lo he roto a menudo con nuestro buen Maestro, hablándole largamente de ti, hija mía, y de tu pequeña familia. Decirte que sufro por las molestias de tu trabajo, por tus dificultades, no podría expresártelo, y mi pena crece cada día porque cada día aumenta la impotencia de venir en tu ayuda por la penuria de personas. Las muertes, las enfermedades de todo género, continúan haciendo estragos. Muchas envejecen y llegan… Además, el espíritu del siglo teme mucho el trabajo y una vida de abnegación y sacrificio continuo, esto aleja muchas almas. Se prefiere una vida tranquila aunque austera; por lo tanto, créeme que ha habido imposibilidad hasta el presente.

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Nos faltan personas españolas y para atraerlas vamos a hacer una fundación en Toledo, si se puede. Se trabaja en ello en este momento. Esperando busco italianas, en Nueva York habaneras. A fuerza de buscar, querida Ana, espero encontraremos al fin algo. No somos sino esto, créelo bien, y sin embargo el Divino Corazón se sirve de estos débiles instrumentos: si no llegamos a ser más humildes ¡qué culpables seríamos! Es por la práctica de esta virtud como podemos esperar la bendición de Aquél que es manso y humilde de corazón. Apliquémonos más y más a esta virtud fundamental de todo bien; de otro modo nuestras obras serán como polvo que se lleva el viento, o como hoja seca que no hace sino humear.

No podemos aún en esta carta precisar la época de nuestro Consejo General que llamaremos, sin embargo, con todos nuestros deseos. El trabajo de preparación exigirá aún una parte de este año, aún tal vez, el año entero. Entonces sería en 1860 cuando nos volveríamos a ver, si le place al Divino Maestro conservarnos hasta entonces.

Quisiera, querida Madre e hija, encontrar el medio de enviarte tres de las nuestras antes que dejes tu puesto para el Consejo General; al menos tendrías ese socorro que te tranquilizaría durante tu ausencia. ¡Dios mío! no puedo prometértelo, pero voy a redoblar el celo para buscar. ¡Ayúdame¡ con tus oraciones, querida Ana, a fin de que el Corazón de Jesús nos favorezca inspirando él mismo esta vocación de celo a algunas de nuestros buenos sujetos. Estamos amenazadas de perder a varias de nuestras Madres Superioras, tres están en peligro. ¡Pide que se aleje este cáliz! ¡qué haríamos! En medio de tantas cruces Jesús bendice nuestros trabajos, se salvan las almas. Pero el demonio trabaja por su parte y –digámoslo– por la confusión es más perseverante para perder que nosotras para salvar. Pero no será así: el amor producirá más que el odio; es por su divina pasión que Jesús nos ha salvado.

Este correo te llevará, hija mía, un anuncio de muerte que nos causa una pena profunda: esta santa religiosa, la Madre de Castel, gobernaba su casa5 con tanta sabiduría y virtud, no podremos reemplazarla según el modo como era apreciada adentro y afuera; las personas de este temple se hacen raras. Pide, pues, al Dueño de la viña que nos envíe ayuda, pero almas según su Corazón ¡qué raras son! Se quiere ser de Dios con tal de poder seguir el propio gusto en devoción, como te decía antes. Pero son aún nuestras francesas las que más comprenden la abnegación.

Una palabra, hija mía, antes de terminar: mi corazón tiene necesidad de decírtelo: veo con consuelo la época, aún no cercana, pero ya menos alejada de nuestra reunión tan deseada. Un año entero nos es necesario para terminar el interior de la Casa Madre, la Capilla en que hay mucho que hacer; pero sobre todo el trabajo para preparar los temas tan extensos que deberán ser tratados en

5 Casa de Quimper

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este Consejo que debería ser el último presidido por tu Madre.6 Aún si Jesús la conserva hasta entonces, ella lo espera de su bondad, su alma tiene necesidad de esta última expansión en la de Uds. ¡Ah!, todo será para gloria de su Divino Corazón, estos son sus deseos.

Esperando, recemos por esta intención. Pensamos, pues, que hacia la primavera de 1860, en un año, será convocado nuestro Consejo General.

No teniendo tiempo de escribirte todo hoy día, te enviaré un suplemento en cuanto pueda.

Cree en mis tiernos sentimientos in CJM

Barat.

.

Carta 191 París, 15 de marzo de 1859

SCJM.

No puedo, querida Madre e hija, sino dirigirte unas líneas. He encargado a la Madre de L’ Epine darte detalles sobre nuestra situación. Es penosa, si la consideramos naturalmente, pero preciosa a los ojos de la fe, porque sufrimos y tenemos una parte en el cáliz tan amargo que Jesús aceptó por salvarnos. ¡Perdemos varios de nuestros mejores sujetos! Apenas se reemplaza en número, pero no por las cualidades y experiencia.

Ha sido necesaria esta imposibilidad, hija mía, para parecer sorda a tus súplicas, a tus necesidades, sobre todo, habiendo comenzado la fundación de Talca, y no he enviado a nadie. De lo que más sufro es que es imposible. Voy a escribir a la madre Hardey, para comprometerla a cederte una española; pero esta demanda es una indiscreción, puesto que a ella misma le faltan para Cuba, donde estamos, como sabes desde hace 18 meses, y están muy necesitadas. No oso, pues insistir. Busco, sin embargo, hija mía, pero no hay una francesa disponible, sino mediocridades, y aún

6 No se reunió ningún Consejo General entre 1851 y 1864. Este fue el último presidido por nuestra Santa madre. Ofreció entonces su dimisión – no aceptada – y la madre Goetz pasó a ser su Vicaria General

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menos. Tendría 2 alemanas, que tienen algunas condiciones, pero temo no sean de ningún socorro a causa de la lengua. Sin embargo, hija mía, me dirás en tu respuesta si no rechazarías esta ayuda, antes que no tener a nadie ¡Dios mío! no lo veo, pero el buen Jesús que ve tus necesidades, nos lo dará; voy a rezar y buscar.

Pero me ha venido el pensamiento, querida y buena Madre, que tal vez sería razonable esperar la época del Consejo General en 1860, para mayo; tú juzgarás desde el lugar mismo lo que te puede convenir y al menos tendríamos todas las garantías para la elección como para el número. No me atrevería a enviar a dos solas, no previendo por largo tiempo la ocasión favorable; tendría necesidad de tu consejo, querida Ana, al respecto: lo tendría aún a tiempo si encontramos una ocasión, quien quisiera hacerse cargo de una alemana y una francesa.

Ahora dame otro consejo: necesariamente requerirías una acompañante cuando debas venir al Consejo General el año próximo. Cuando se alejó la Madre du Lac, sus padres pidieron con insistencia volver a verla después de algunos años de ausencia. Yo lo prometí, hija mía, no habiendo sabido la enorme distancia que tenía que recorrer para mantener lo que deseábamos para esta respetable familia. ¿Puedes tomarla contigo?… pero ¿que sería de Talca? ; la pobre Madre es todo en esa fundación, según los detalles que acaban de darnos. Te comparto mi escrúpulo: tú pensarás en ello y obrarás según prudencia y necesidad.

No puedo repetirte bastante, hija mía, mi pobre corazón sufre cruelmente de esta falta de personas y, sin embargo, el buen Maestro nos las envía, pero siempre es demasiado poco, y débiles de salud. Luego se necesitan 10 años para formarlas, y antes de ese período de tiempo, la muerte cosecha: hay tan poca salud actualmente.

Voy a esperar la respuesta a esta carta con ansiedad; no perderé de vista mi búsqueda en caso que insistas, para que hagamos partir 3 francesas alemanas antes de tu partida en la primavera de 1860.

Recibirás entonces en algunos meses la carta de convocación que te dirá la época determinada para la apertura de este Consejo, que será el último para tu Madre, en caso que llegue a él.

Confío en que volverás a encontrar a tu Madres Demarquest y otras. Esta se sostiene gracias al Divino Corazón. Te habrán escrito su duda acerca del penoso estado de la madre Josephine de Coriolis: ha perdido la razón, sin estar loca; nos queda un resto de esperanza, pero muy débil.

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Ya basta para ojos fatigados; ruega por tu Madre, quien lo hace por ti, y cree, mi buena madre e hija, en mis inalterables sentimientos in CJM

Barat.

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Carta 192 París, 1º de julio de 1860

SCJM.

Esta tarde, querida Madre e hija, las tres que hemos podido encontrar, con dificultad, para ir a llevarte alguna ayuda, deben dejarnos para embarcarse en un velero que estará meses en el mar, antes de llegar: tendrás en estas tres todos los grados de la Sociedad. Una novicia, Mariana: un alma excelente; una aspirante: Margarita, alma ardiente, valerosa y apegada a su vocación con todas sus fuerzas, llena de recursos, de celo, de corazón, tiene los defectos de esa hermosa naturaleza, que yo paso en silencio, tú la conocerás, es un alma recta y franca que se abrirá sin vacilar, y estarás muy pronto al corriente de su interior. La tercera, profesa Madre Caroline de Lommessem, alemana, es muy diferente: calmada en su exterior, ardiente por Dios, por las almas, no le faltan recursos. Su atractivo por la educación viene de lejos y tiene práctica en ello. Es sobre todo excelente religiosa; su atractivo por las misiones lejanas no se ha debilitado ni un instante desde su entrada en la Sociedad. Parte con una alegría sensible, así como las otras. Puedo, pues, esperar con motivo, que no te darán sino consuelos. Sólo te voy a confiar un secreto: que esta hermana Caroline, habiendo trabajado en Blumenthal después de la partida de la Madre du Lac, ha visto y oído algunas quejas sobre el gobierno largo e irregular de aquélla. Tal vez tendrás que luchar con ella si se la das; su virtud triunfará, no te inquietes, pero era bueno que lo supieras.

Teniendo aún asuntos que resolver, hija mía, antes de esta partida tan próxima, he encargado a mi buena secretaria Madre Cahier suplirme y extenderse en otros detalles que conciernen a las que parten. Estarás, pues, al corriente. Ahora vamos a rezar con fervor a fin que ellas te lleguen lo más pronto y seguro que sea posible. ¡Con qué apresuramiento querríamos saber que ya están contigo.!

…Estoy, pues, llena de esperanza que esta reunión será toda para gloria del Sagrado Corazón, entonces, mi buena y querida Hermana, si me da vivir hasta esa época podré decir enseguida con agradecimiento hacia el Divino Corazón y hacia todas las Vicarias, mi “ Nunc dimittis”.

Me veo obligada a terminar, cuando tendría tanto que decirte, y lo que me es más penoso, verme obligada a tratar este asunto de los gastos de viaje, que hubiera querida dejar pasar desapercibido, si me hubiera sido posible. He buscado en vano los medio, lo repito, conociendo los apuros en que se encuentran tus casas; sufro extremadamente de haber sido forzada de permitir que nuestra Ecónoma General te presentara un memorandum de cerca de 5.000 francos que exige este largo viaje, y que ella acaba de desembolsar imponiéndose una estrechez porque, como tú, tenemos aún grandes deudas: tú misma lo verás.

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¡Dios mío! las tres que te hemos enviado no tienen nada por el momento, lo esperan para más adelante. Al menos, si hemos podido descargarte de una parte de los gastos ¡qué feliz estaría! Precisamente el pequeño fondo de las fundaciones que me ha sido confiado este año está a 0, tan urgentes son las necesidades que se han presentado, sobre todo en Irlanda, pero un bien real es su fruto…

Adiós, querida Madre e hija. Reza y haz rezar por tu madre que tiene tanta necesidad en estos años tan difíciles en que se presentan tantos obstáculos para impedir el pequeño bien que se querría hacer. Las vocaciones sobre todo, se hacen raras, las buenas, porque hay aún demasiado de personas mediocres o sin recursos; los padres no son razonables y, a medida que disminuye la fe de muchos, las oposiciones llegan a ser insoportables. Recemos sin cesar y santificaremos las almas que nos son confiadas. ¡Y esperemos!

Cree en mis tiernos sentimientos in CJM tu Madre Barat.

Una palabra sobre una fundación que se presenta y de la cual te hablará nuestra Margarita: está en Florida y todo parece ventajoso para la Sociedad y para las almas. Solamente no podremos aceptarla sino dentro de 2 años o 18 meses, lo más pronto. Si quieren esperarnos, aceptaremos, pero no antes que hayas estado en el lugar y hayas juzgado si nos conviene. Se harán todos los gastos y nosotras tendremos entonces algunas personas que darte. Al encontrarse este lugar en el sur esta fundación será naturalmente cosa tuya. Voy a prevenir a la madre Hardey a quien se dirigieron. Nuestra…7 te dirá los detalles

Tu Madre Barat.

7 nombre tachado en el autógrafo

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Carta 193 París, 14 de julio de 1860

SCJM.

Se me hacía largo encontrar un momento, querida y buena madre, para escribirte y suplir los detalles que en mi carta anterior no he podido sino trazarte imperfectamente, no estando totalmente al corriente de este asunto de Pensacola, que se me había presentado de modo falso. Ya volveré sobre ello.

Me apresuro a decirte que el 1º de julio partieron para Santiago de Chile, tres de las nuestras que tú conoces al menos de nombre.8 La Madre Cahier ha debido prevenirte. Desgraciadamente estarán mucho tiempo en el mar, habiendo sido obligada a aceptar un barco a vela, equipado por un solo sacerdote9 que hacía la misma travesía; y ti sabes, querida y buena Madre, que jamás

8 Caroline Kruthoffer, Marguerite Blount, aspirante y Marianne Conway, novicia. Caroline de Lommessem llegó en 1863

9 El sentido parece ser: un solo edificio levantado por un sacerdote

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consentiría que las nuestras se expusieran a un viaje tan largo y peligroso sin ese socorro. Ellas no llegarán, pues, sino hacia fines de octubre. Es muy largo y esta carta las precederá por varias semanas probablemente.

Habiéndote ya escrito sobre estas personas en una larga epístola que nuestra hermana Catalina, la única profesa te entregará, no te diré sino pocas cosas. Comienzo por esta última: la creo capaz de ser empleada cerca de las niñas cuando sepa la lengua, como Maestra General; ha estado años a la cabeza de un establecimiento de educación que ha sido bien dirigido; es piadosa, tiene atractivo por los caminos de interioridad, entiende en religión: podrá dar una dirección sólida a las jóvenes si se encarga de ellas, tal vez con los años aún más: tú juzgarás lo que se debe hacer.

La aspirante, que creo conoces por una de las tuyas, Madre Margarita, tiene recursos, espíritu, abnegación, trabaja mucho: lo necesita porque es de la vivacidad misma, pero habiendo entrado con nosotras aún protestante, no conoce sino muy imperfectamente nuestra santa religión, aún menos la vida religiosa; las superioras, al no tener las personas necesarias, la lanzaron a la cabeza de un pensionado floreciente, la pobre casi se mató sin quererlo y a falta de haber sido dirigida, lo ha hecho mal. Fue entonces expulsada por orden mía de la Sociedad, pero ella hubiera preferido la muerte antes que perder su vocación. Se procuró el dinero para al travesía y nos llegó suplicante, pidiendo una última prueba; ha sido cálidamente recomendada y se lo hemos concedido, se ha conducido muy bien en todas partes y , como tiene atractivo por las misiones y puede hacer mucho, te la hemos enviado, pero hay que seguirla y formarla, es recta, franca, generosa para los sacrificios. Seguida y dirigida con sabiduría podría ser de mucho servicio; creo que, teniendo un celo emprendedor, hay que vigilar su correspondencia.

La tercera es un ángel de virtud, de pocos medios y ella lo sabe demasiado bien, porque su humildad es emocionante: puede estar con las pequeñas, por otra parte se la puede poner en todo sin que manifieste jamás repugnancia a lo que tendrá que hacer. Se llama Marianne Conway, es irlandesa, ha trabajado en Cuba, sabe bien el español.

Ahora, mi buena y antigua hija, me queda hablarte de la fundación de la cual te hablo largamente en la carta que te entregará la Madre Caroline, la profesa, a su llegada. Te he hecho copiar el resultado de una visita que hizo a ese país de Pensacola, nuestra Superiora de St. Michel, de la cual hemos recibido estos datos, después de la partida de las nuestras cerca de Uds.. Yo creía que esta fundación estaba en los alrededores de Uds., no hemos leído su verdadero nombre y, de acuerdo al conocimiento que tengo ahora, vuelvo a lo que te he escrito y te ruego pensarlo. Su situación, las proposiciones no nos convienen para nada. Acaba de hacer escribir que rehusamos

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absolutamente. Por otra parte no tenemos personal y tenemos muchos otros ofrecimientos para lugares más convenientes que éste último. No pienses más, hija mía, y dile a nuestra Margarita que renuncie a esta fundación y que escriba en este sentido a su madre y al Mayor. Parece que sería la madre de N… quien habría tomado la iniciativa para tener a su hija en ese lugar. Cuando he sabido la explicación, veo que es bien lejos e impracticable para ti.

Mi buena secretaria ha debido escribirte, hija mía, que Su Excelencia, nuestro Cardenal Protector nos había aconsejado retrasar nuestro Consejo General a causa de asuntos de cuyo origen yo ignoro. Hay alguna mejoría en este momento, si no sobreviene nada contrario, lo cual sabríamos a tiempo, lo prepararemos para el mes de mayo o junio de 1861.

Reza, hija mía, por esta intención: yo envejezco, es tiempo de prepararme a comparecer delante de Dios. Estaría feliz de volver a verte una vez más antes de este último paso. ¡Con qué apresuramiento volveré a poner mis cuentas en las manos de Uds.! No tendría más que obtener el perdón de tantas faltas. Y Uds. me lo obtendrían del Divino Corazón de Jesús.

Toda tuya, mi buena y antigua hija

Tu Madre Barat

A la Madre du Rousier en viaje París, 15 de octubre de 1864

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No sé cuando podrán llegarte estas líneas, querida y buena Madre; apenas acabas de dejarnos cuando nos llegó una carta bastante voluminosa de España, conteniendo una larga epístola a su hija Inés; la hemos hecho traducir…te envío el contenido… que haremos partir después de haber calculado tu llegada a Santiago.

Con qué apresuramiento vamos a esperar tus primeras noticias desde Panamá. ¡Será largo aun!, al menos rezaremos que Jesús y su Santa Madre, la Estrella del Mar, te proteja y aleje de ti todo peligro ¡ah! lo espero de su bondad.

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Me detengo en estas pocas líneas, porque estamos siempre bajo el yugo del trabajo. Y luego obligada a esperar, tal vez semanas, antes de hacer partir esta carta, entonces agregaremos noticias y detalles más recientes para ti y que podrán interesarte.

( sin firma).

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