cartografÍas revista undav

Upload: keltikos

Post on 28-Feb-2018

241 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    1/241

    Secretara de Investigacin

    e Innovacin Socio-productiva

    Dossier: Ambiente, desarrollo y sociedad

    Cuadro ecolgico

    Adrin Cangi

    Ordenamiento territorial y aspectosgeoambientales en el rea Metropolitana

    Bonaerense (AMBA)

    Fernando X. Pereyra

    Cuencas y metrpolis. Un debate acerca de los

    ecosistemas como unidad de gestin ambiental

    Mximo Lanzetta

    Desarrollo sostenible, complejidad y anticipacin

    del futuro

    Gilberto C. Gallopn

    Nieblas del Riachuelo. Cuencas metropolitanas

    y polticas de adaptacin al cambio climtico en

    Buenos Aires

    Mara Gabriela Merlinsky

    ISSN 2422-6920

    MARZO/2015

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    2/241

    Equipo Editorial

    Directora Acadmica: Cecilia Schneider

    Editor Jefe: Carlos Zelarayn

    Editora Asociada:Julieta BartolettiAsistente de edicin: Florencia Podest

    Comit de Redaccin:

    Alejandro Abaca

    Laura Calvelo

    Marcelo Ferrero

    Lucrecia Piatelli

    Consejo AcadmicoJoan Benach(Universitat Pompeu Fabra)

    Homero Bibiloni (Universidad Nacional de La Plata)

    Guillermo Canale(Universidad Nacional de Lans)

    Paula Cicogna (Universidad de Belgrano, Red Latinoamericana de Cooperacin Universitaria)

    Jos Luis Coraggio(Universidad Nacional de General Sarmiento)

    Cecilia Cornelio (Unidad de Investigacin, Superintendencia de Riesgos del Trabajo)

    Mara de los ngeles De Rueda (Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata)

    Mercedes Di Virgilio(Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires)

    Eduardo Estevez(Fundacin de Estudios Econmicos y Polticas Pblicas)

    Arturo Fernndez (Centro de Estudios e Investigaciones Laborales,

    Consejo Nacional de Investigaciones Cientcas y Tcnicas)

    Julio Frydenberg (Centro de Estudios del Deporte, Universidad Nacional de San Martn)

    Guido Galafassi(Universidad Nacional de Quilmes)

    Oscar Galante(Instituto Nacional de Tecnologa Industrial)

    Liliana Giordano de Doberti(Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires)

    Nora Gluz (Universidad Nacional de General Sarmiento)

    Silvia Guemureman(Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales,

    Universidad de Buenos Aires)

    Ricardo Gutierrez(Escuela de Politica y Gobierno, Universidad Nacional de San Martn)

    Elizabeth Jelin(Instituto de Desarrollo Econmico y Social)

    Gabriela Karasik (Universidad del Salvador)

    Paula Lenguita(Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, Consejo Nacional

    de Investigaciones Cientcas y Tcnicas)

    Silvia Marcomini (Facultad de Ciencias Exactas, Universidad de Buenos Aires)

    Adriana Martnez(Universidad Nacional de Lujn)

    Graciela Morgade (Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires)

    Eduardo Rinesi (Universidad Nacional de General Sarmiento)

    Daniel Jorge Snchez(Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata)

    Mara Sanchez(Universidad Nacional de Misiones)

    Jaime Sorin (Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires)

    Ana Spivak LHoste(Consejo Nacional de Investigaciones Cientcas y Tcnicas,

    Universidad Nacional de San Martn)

    Joan Subirats (Universitat Autnoma de Barcelona)

    Diego Tatin(Consejo Nacional de Investigaciones Cientcas y Tcnicas, Universidad Nacional de Crdoba)

    Pablo Vain (Universidad Nacional de Misiones)

    Yanina Welp(University of Zurich)

    ISSN 2422-6920

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    3/241

    Autoridades

    Ing. Jorge Calzoni - Rector

    Mg. Nancy Ganz - Vicerrectora

    Dra. Patricia Domench - Secretaria General

    Lic. Ricardo Herrera - Secretario Acadmico

    Lic. Liliana Elsegood - Secretaria de Extensin Universitaria

    Dra. Graciela Gidi - Secretaria de Investigacin e Innovacin Socio-productiva

    Dra. Cecilia Schneider - Subsecretaria de Investigacin e Innovacin Socio-productiva

    Dr. Carlos Hermida - Secretario Administrativo

    Prof. Ignacio Garao - Secretario de Bienestar Universitario

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    4/241

    Cartografas del Sur es una Revista de Ciencias, Arte y Tecnologa de la

    Secretara de Investigacin e Innovacin Socio-productiva

    de la Universidad Nacional de Avellaneda.

    Arte, diseo y maquetacin:Julia Aibar - UNDAV Ediciones.

    Ilustracin de tapa y contratapa:Diminishing Returns y Hollow Pursuits

    (respectivamente) de Michael Kerbow - http://michaelkerbow.com/

    Direccin:Mario Bravo e Isleta - Pieyro - Avellaneda - Buenos Aires - Argentina

    Tel.: (54 11) 5436 7505/7506/7507/7508/7509

    e-mail: [email protected]

    Registro de propiedad intelectual en trmite.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    5/241

    Artculos temtica libre

    Florencia Carbajal, Ariel Pennisi, Nicols Fernndez Muriano y Lucrecia PiattelliImgenes del puebloMariana Berdondini, Cintia Pinillos y Gisela SignorelliTerritorio y actores polticos en el proceso de regionalizacin de la provinciade Santa Fe. Una disputa por los caminos de la genteAlejandra Otamendi

    Las reacciones sociales hacia la inseguridad en Amrica Latina: deniciones,indicadores y datos de la ltima dcada

    Dossier: Ambiente, desarrollo y sociedadAdrin CangiCuadro EcolgicoFernando PereyraOrdenamiento territorial y aspectos geoambientales en el rea metropolitanabonarerense (AMBA)

    Mximo LanzettaCuencas hdricas y metrpolis. Un debate acerca de los ecosistemas comounidad de gestin ambientalGilberto GallopnDesarrollo sostenible, complejidad y anticipacin del futuroGabriela MerlinskyNieblas del Riachuelo. Cuencas metropolitanas y polticas de adaptacin alcambio climtico en Buenos Aires

    Avances de InvestigacinCristina Ins Bettanin, Gisele Frattini y Alejandro RodrguezTerritorio marcado: sealizaciones colectivas sobre el terrorismo de Estado enla ciudad de AvellanedaAda Freytes FreyLa incidencia de la participacin en el Programa Envin en las trayectoriaseducativas y laborales de los/as jvenes en situacin de pobreza en Avellaneda

    ReseasAriana Reano, Julia Smola. Palabras polticas. Debates sobre la democracia en laargentina de los ochentaPor Claudio VlizDavid Harvey. Ciudades Rebeldes: Del Derecho a la Ciudad a la RevolucinUrbanaPor Maria Soledad Arqueros Mejica

    ndice

    7

    29

    47

    81

    92

    118

    146

    164

    185

    203

    225

    230

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    6/241

    vila Huidobro, R.; Elsegood, L.; Garao, I.; Harguinteguy, F. Universidad,territorio y transformacin social. Reexiones en torno a procesos de aprendizaje

    en movimientoPor Florencia Podest

    Graciela Gidi, Alicia Iglesias (Compiladoras). Turismo & Universidad. Cultura,economa y sociedad.En prensa Por Alicia Iglesias

    234

    237

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    7/241

    7REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    Imgenes del pueblo*

    Resumen

    La nocin de Pueblo supone para la tradicin de la losofa moderna una tensinconstituyente, ya que reere simultneamente al Pueblo unicado, identitario y re-presentativo, considerado uno e indiviso, depositario de la soberana; y a los puebloscomo multitudes resistentes, autnomas o excluidas, que insisten como creacin demodos de vida, mientras se sustraen de las identidades colectivas estabilizadas.En este trabajo, relevamos una anidad fundamental entre los modos de expresin delas obras de arte y los pueblos que an no existen para la visibilidad.Problematizamos, en un nivel genealgico-poltico, cualquier idea de un trascendentalque separe lo poltico de las prcticas polticas o lo poltico puro de la poltica, como

    poltica de las polticas, que abre el sentido en la historia y en un nivel arqueolgico-es-ttico, cualquier idea de una dogmtica losca que anticipe el encuentro con lasobras capaces de producir sus propias categoras estticas.Entendemos que la imagen no es el doble de una cosa sino un suplemento problem-

    tico de la experiencia sensible y que cuestiona la idea de representacin como imagendogmtica del pensamiento.

    Palabras clave: Pueblo Identidad Representacin Peronismo

    Florencia Carbajal, Ariel Pennisi, Nicols FernndezMuriano y Lucrecia Piattelli (UNDAV)

    * Este texto es un ensayo colectivo emergente del Proyecto de Investigacin 17203005-UNDAVCYT2012 Imgenesdel pueblo en el documental poltico argentino (1956-2006). Indagaciones sobre la iconografa del peronismo comoimagen del pensamiento del siglo XX hasta la contemporaneidad a travs del dispositivo cinematogrco. Director:Prof. Dr. Adrin Cangi y Co-Directora: Prof. Dis. Lucrecia Piattelli.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    8/241

    8 CARTOGRAFAS DEL SUR

    Abstract

    The notion of People suppose to the tradition of modern philosophy a constituenttension as it refers simultaneously to the People, unied, organic, identitarian and rep-

    resentative, considered one and undivided, repository of sovereignty; and peoples,crowds who resist, autonomous, needy or excluded, insisting in the creation of their ownlifestyles, and eluding collective identities stabilized.We seek to problematize, in a genealogical-political level, any idea of a transcendental

    that separates politics from political practices, or pure politics from politics, as politics ofpolicy that opens the sense of history and an archaeological-aesthetic level, any idea of aphilosophical dogma that anticipates the encounter with the works capable of produc-ing their own aesthetic categories.We understand that the image is not the double of one thing but an equivalent or

    problematic supplement of sensory experience, which is presented as a complex rela-tionship between the visible and the invisible, and questions the idea of representationas dogmatic image of thought.

    Key words: People - Identity - Representation - Peronism

    Introduccin a los problemas de una

    hermenutica de la nocin de Pueblocomo imagen del pensamiento

    A modo de presentacin diremos que abordamos nuestro proyecto de investigacinsobre la nocin de Pueblo en el documental poltico argentino con dos estrategias.Una genealgica-poltica que analiza la imagen del pensamiento como lgicas y estruc-

    turas del ser-en-comn (Nancy, 2003) en cuanto tal, y otra arqueolgica-esttica queindaga en los procedimientos de expresin de los regmenes de visibilidad y decibilidad.

    Percibimos con alerta, a la luz de la memoria del siglo de los totalitarismos modo en elque la historiografa crtica ha llamado al siglo XX, que la nocin de Pueblo an seaentendida en la expresin del documental poltico como sustancia orgnica, identitaria yemprica ligada a las lgicas de la cantidad y del sacricio comn por los realismos de algnvalor poltico considerado trascendente. Creemos necesario realizar la crtica y decons-

    truccin del doble sentido de la nocin de Pueblo gestada en el siglo XX que conducea pensar, o bien la vida orgnica y sustantiva de la comunidad como ardor del Pueblo;o bien la verdad de la humanidad trascendente y teleolgica crendose a s misma comohumanidad venidera. Se trata de dos modos en los que el siglo XX experiment la con-

    fusin entre fbula e historia en la conguracin del ser-conjunto. Los modelos polticosconservadores y progresistas han tendido a la organicidad identitaria de la nocin dePueblo. Bajo los modos sustantivo y orgnico, trascendente y teleolgico el Pueblo enlas prcticas polticas de las lenguas occidentales modernas excluye a los pueblos como

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    9/241

    9REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    multitudes autnomas, menesterosas o suplementarias invisibles e inaudibles, aunque porigual congurantes del lazo social o de la lgica en s del ser-en-comn (Agamben, 2010).Las lneas de investigacin del proyecto consideran que la lgica genealgica-poltica esel lugar del en-comn en cuanto tal donde se juegan las disputas por la imagen delpensamiento y las prcticas polticas del ser-conjunto. Entendemos el ser-conjunto

    desde la nocin lgica de transitividad de la sensacin y del sentido y no como sustan-cialidad o formalidad. Es decir, como el lugar del lazo social o de la lgica en s del ser-en-comn (Nancy, 2003). A su vez la lgica arqueolgica-esttica es el dominio polticodel acto de encuadrar, donde cada eleccin de la forma y procedimientos de expresinrecuperan su relacin con el acontecimiento y la historia que abren en lo visible y deci-ble un reparto de lo sensible (Rancire, 2009).Estos senderos de investigacin nos han llevado a problematizar en el nivel genealgi-co-poltico cualquier idea de un trascendental que separe lo poltico de las prcticas polti-cas o lo poltico puro de la poltica, como poltica de las polticas, que abre el sentido en la

    historia y en el nivel arqueolgico-esttico cualquier idea de una dogmtica losca queanticipe el encuentro con las obras capaces de producir sus propias categoras estticas.Por ello creemos que la relacin entre una imagen del pensamiento y la organizacinpoltica se dene por una estructura donde el ser-en-comn es el lugar del litigio estti-co-poltico en la comunidad.Finalmente, la lnea genealgico-poltica de esta investigacin realiza la crtica y decons-

    truccin del ser-comn en sus tradiciones lgicas, metafsicas y polticas, entre lo uni-versal y lo local, para comprender el anudamiento entre imagen del pensamiento yorganizacin poltica. La lnea arqueolgica-esttica de esta investigacin realiza la crtica

    a la nocin de representacin para desmontar las causas y verdades que se cierransobre los organismos sociales con el objetivo de liberar cualidades y potencias sensiblesactuales y por venir que den cuenta de los pueblos invisibles e inaudibles en nuestrocontexto latinoamericano y local.

    A) Enfoque genealgico-poltico:una imagen losca del pensamiento

    de la nocin de Pueblo

    I- La unidad del pueblo: un problema del siglo XX

    Es central a nuestro abordaje genealgico-poltico el interrogante Qu es un pueblo?.ste despliega en s el signicado poltico de la pregunta y descubre en el interior del

    trmino un doblez paradjico: designa simultneamente tanto al sujeto poltico consti-

    tuido (Pueblo) como al poder constituyente o la parte que queda excluida de la poltica(pueblo) (Agamben, 2010). De entrada constatamos que lo poltico categorial no seidentica con las prcticas polticas. O dicho de otro modo, que hay polticas porque haycreacin de modos de vida en el ser-conjunto.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    10/241

    10 CARTOGRAFAS DEL SUR

    Nos preguntamos sobre el problema derivado que la representacin del pueblo supo-ne para una tradicin losca que no cesa de hacer el movimiento entre las tensio-nes irreductibles que toda lgica de conjuntos supone: pensar la poltica en trminosde exclusin-inclusin, identidad-multiplicidades, autonoma-representacin. Es decir, elproblema que surge al comprender la poltica en su sentido de no-pertenencia, siem-

    pre mvil y abierto en la creacin social. Cada vez que intentamos hablar de Pueblose inicia un derrotero de mltiples ramicaciones en torno a lo que podemos llamardoblemente reexin sobre la tradicin de la losofa poltica y reexin sobre unarealidad nacional.En trminos de la losofa poltica occidental reconocemos que en el subsuelo de las ca-

    tegoras polticas insiste una tensin irreductible entre Pueblo y pueblo, y de manerams radical entre Pueblo y multitud que provienen de la losofa clsica. La unidadprogresiva del Pueblo est llamada a constituirse de distintos modos en Maquiavelo,Rousseau y Hegel, recuperando problemas estratgicos, lingsticos y mticos que hacen

    a la tradicin occidental de la nocin de poder. Sin embargo, vale considerar que desdeSpinoza hasta las discusiones contemporneas de Virno y Negri, la nocin de multitudse ha convertido en un antagonista crtico ms all de la ambivalencia del trmino. Enrelacin con una reexinsobre la realidad nacionallos textosMetafsica de la Pampa yTierra y Figura,del lsofo Carlos Astrada, poseen una ubicacin privilegiada para reunirontologa y poltica dentro de nuestro contexto. Los mismos, en su mayor par te, estnfechados sobre nes de la dcada del cuarenta. Es decir, y no de manera poco signica-

    tiva, de cara al peronismo histrico donde se discute la unidad del Pueblo.Que se haya sealado el n de la dcada del cuarenta como fecha a retener tampoco

    es inocente en el sentido de que en 1949 se desarroll en la Argentina el Primer Con-greso Nacional de Filosofa, que tuvo la importancia de ser el primer acontecimientoen el mbito de la reexin losca que se llev adelante despus de concluida laSegunda Guerra Mundial, y marc el triunfo de la vertiente existencialista pura o laica,sobre aquellas de inspiracin religiosa o trascendentalista. Es entonces cuando la gurade Martn Heidegger empieza a cobrar en Occidente un peso denitivo y polmico en

    torno a la pregunta qu es un pueblo?Puede existir una losofa argentina autnoma? sta es la cuestin que hace eco defondo en los pasillos del congreso. Crear una losofa nacional no signica, para Astrada,

    desligarla de las grandes corrientes del pensamiento metafsico moderno occidental, sino, por el contario, encontrar una manera y un acento especcos para reconducir laconsideracin de las particularidades de estas tierras y hombres hacia las preocupacio-nes universales que la losofa europea ha sabido constituir e interrogar.El problema que plantea Astrada es que la vastedad de la pampa casi obliga a postularla a-historicidad de su naturaleza apenas tocada por el hombre y por lo tanto dicultapercibir la encrucijada existencial de sus habitantes. En palabras de Horacio Gonzlez,Astrada, partidario de una nocin de destino para entender el ensayo, piensa la pampacomo fuerza interior, como ntima revelacin de energa (Gonzlez, 1999), en un inten-

    to de alianza con un poder de Estado.Por qu en este momento histrico, y no en otro anterior, aparece el reclamo depensar la identidad ligada al Pueblo y a la representacin del Estado? Existen dos fac-

    tores que no podemos pasar por alto: no es el momento del Pueblo de la resonan-

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    11/241

    11REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    cia catlica sino de los pueblos laicos al que se reere la pregunta, y evidentementelas actas del Primer Congreso Nacional de Filosofa son un llamado o una demandaa postular esa respuesta. Nos preguntamos adems qu relaciones se traman en elinterior del pensamiento de Astrada cuando postula a Heidegger como el geniallosofo para pensar la identidad nacional (Astrada, 1949: 5) y la nocin de Pueblo

    que ste desarrolla en sus obras?En la primer parte de Ser y Tiempo(cap IV, par. 25, 26 y 27) Heidegger se ocupa del estaren el mundo como co-estar en su sentido ontolgico; y en la segunda (Cap. V par.74 y 75) ese estar en el mundo con los otros es comprendido en su historicidad. Alpensar la coexistencia, Heidegger recae en algo llamado ocupacin comn e introducedos formas de la solicitud fuertemente diferenciadas en funcin de la actitud a tomarrespecto de ese comn: por un lado habra algo as como un convivir que deriva dehacer las mismas cosas, y que a la vez se reviste con el modo de la distancia y la reserva.Ese sera el modo de convivir de los que slo se nutren de la desconanza. Y a esa forma

    de convivir cotidiano de la solicitud impropia, Heidegger la va a llamar sustantivo-do-minante. Sin embargo y por otro lado, esa misma solicitud tambin puede tomar laforma propia de un compromiso en comn con una misma causa que se decide desdela existencia [Dasein] expresamente asumida. Para Heidegger esa autntica solidaridadhace posible dejar al otro en libertad para ser l mismo. Y por ese motivo, a tal modode la solicitud la va a llamar anticipativo-liberadora.Heidegger se ocupa de desarrollar el estudio de la primera solicitud (sustantivo-domi-nante) mientras que, y esto es para nosotros un lugar clave de lectura, relega la segundasolicitud (anticipativo-liberadora) debido a que cae fuera de los lmites de su investiga-

    cin (Heidegger, 1926: 127). Y justamente esa solicitud que Heidegger no desarrolla, esefuera de campo de su pensamiento, es aquel que nos interesa en la investigacin. Nues-

    tra lectura es la siguiente: tenemos la intuicin de que la solicitud propiamente dicha (laanticipativo-liberadora) inaugura un modo del ser con los otros que es liberador, en elsentido de liberar rasgos expresivos del ser-conjunto. Dicho en otros trminos, desus-

    tancializa el ser-ah y lo concibe fundamentalmente como poder-ser, en la relacin deuno con otro, como una preocupacin por liberar el ser del otro. Es decir, que permiteuna liberacin autntica de modos inslitos de relacin. En efecto, esta preocupacinanticipativo-liberadora supone un dejar-ser al otro, lo cual es nicamente posible en la

    medida en que, el cum(gnesis de lo comn en s) del estar, pueda ocupar el lugar deuna condicin estilstica. En sentido estricto, de un modo de creacin-relacin que a suvez emancipa y libera.En la segunda par te del texto, como anticipamos, ese estar con los otros es compren-dido en la condicin fundamental de su historicidad, y por lo tanto Heidegger introducenuevos conceptos de anlisis tales como legado, tradicin, patrimonio y destino,1que colaborarn en una relectura del mismo. Dir que el Dasein(ser-en-el-mundo) yano se identica simplemente con elMitsein(ser-con), sino con su existir destinalmente.

    1 La nocin de destino designa el acontecer originario del Dasein() acontecer en el que el Dasein, librepara la muerte, hace entrega de s mismo a s mismo en una posibilidad que ha heredado, pero que tambinha elegido. (Heidegger, 2006: 400).

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    12/241

    12 CARTOGRAFAS DEL SUR

    El destino comn no es el resultado de la suma de los destinos individuales, as como elconvivir tampoco puede ser concebido como un estar-juntos de var ios sujetos. Convi-viendo en el mismo y resueltos a determinadas posibilidades, los destinos individuales yahan sido guiados de antemano. Slo en el compar tir y en la lucha queda libre el poderdel destino comn (Heidegger, 2006: 371). Anticipamos que stos son los problemas

    que Astrada atrae para orientar su losofa hacia la de Heidegger.Ahora bien, qu es para Ser y Tiempo hacer el movimiento entre la ontologa y la his-

    toria? El Pueblo para Heidegger es expresin de una mismidad sin diferencia, sabiendoya que cuando hay destino, no hay voluntad ni decisin? Concretamente, hay identidaddel Pueblo en elMitseinheideggeriano? O en qu medida lo comn se revela comoorganicidad? Entendemos que el concepto de Mitsein en Heidegger resulta limitadopara leer all una nocin acabada de pueblo que piense lo comn ya que describepropiamente el modo de relacin entre dos individuos. Nos resulta necesario comple-mentar estas reexiones con las del Seminario de Lgica donde el autor desarrolla su

    idea de Pueblo. Establecemos una clara solucin de continuidad entre el discurso paraacceder al Rectorado de Friburgo y este curso de verano de 1934. Nuestra posturaes que el curso de 1934 se centra en el concepto de decisin y vemos que no haydecisin desde la nada sino, al contrario, que la decisin poltica es tambin, la decisinde alguien determinado para algo concreto, alguien que es un ser histrico con una tra-dicin y que se interpreta por ella. Creemos entonces que este curso puede ser ledocomo una reexin sobre la lgica del movimiento y que sus dos cuestiones centralesson: el examen del concepto Pueblo y su relacin con el trabajo, siendo la preguntaque subyace la que ubica y descr ibe la identidad colectiva.

    La estructura del curso plantea una incgnita, pues no es evidente la relacin de conti-nuidad que Heidegger establece entre la lgica, el lenguaje, las preguntas por el s-mismo,por el ser de un pueblo y por la temporalidad. El ncleo de su exposicin se dirige ala cuestin del s-mismo, para pasar desde all a la pregunta por el ser de un pueblo. Surespuesta a la pregunta que gua su reexin: quines somos nosotros mismos? (Hei-degger, 2006: 57), es: nosotros somos el Pueblo. () Nosotros queremos la voluntadde un Estado que por s mismo no quiere ser ms que la voluntad de dominio y la formade dominio de un Pueblo sobre s mismo. Nosotros como ser-ah nos comprendemosde manera propia en la per tenencia al pueblo, estamos en el ser del pueblo, somos este

    mismo pueblo [...] nuestro ser-s mismo es el pueblo. (Heidegger, 2006: 57). Hay quedecir que es este pensamiento el que se arraiga en la formacin de Astrada y en sumodo de pensar lo local entre tierra, gura y Estado.Sostiene que la armacin nosotros somos el pueblo slo es posible gracias a la de-cisin. Nuestra pertenencia al pueblo es inmediata, nuestro propio ser es el pueblo.No podemos describirla, slo atestiguarla. Atestiguar como testigos (testis) es el modoexistencial de la descripcin. Describir aqu quiere decir narrar la propia experienciade la pertenencia a una tierra, gura y lgicas del movimiento comn. Y la pertenen-cia al pueblo es la pertenencia a la tradicin, la posibilidad de la consonancia con la

    comunidad. Ello implica la imposibilidad de que la decisin permita pertenecer a otropueblo. () Dijimos que el nosotros es un nosotros que tiene el carcter de ladecisin (Entscheidungsmiges). Ahora bien, en nuestra voluntad de ningn modo estemplazada la posibilidad de que nosotros no per tenezcamos al pueblo; en absoluto ello

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    13/241

    13REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    puede ser decidido por nuestra resolucin (Beschlufassung). Pues ello est siempre yadecidido, ms all de nuestra voluntad, a causa de nuestro origen (Abstammung), sobreel cual nosotros mismos no hemos decidido. Quizs se pueda decidir la pertenencia aun Estado, pero la pertenencia a un pueblo nunca (Heidegger, 2006: 58).Toda vez que nos preguntamos por nosotros mismos, nos encontramos ya existiendo

    en un pueblo. La decisin que hace posible este nosotros que es el pueblo, es, enltima instancia, un reconocimiento, una decisin de todo el pueblo acerca de su pro-pio ser s-mismo. Reconocernos nosotros mismos como aquellos que somos. De estemodo, Heidegger transforma la per tenencia a un pueblo en una cuestin ontolgica.Slo pertenezco a una comunidad en la medida en que los otros miembros de la co-munidad me reconocen como tal. Y cuando no se da este reconocimiento mutuo, nosoy miembro, por ms que pueda argumentar que mi origen es el mismo que el delresto de la comunidad. Es a partir del anlisis de estas categoras heideggerianas quesealamos que las nociones de cualquier lgica que encuentre su basamento en un

    lenguaje de origen, destino, tradicin e historicidad compone la imagen de un Pueblounicado, orgnico e identitario que excepta en su modo de estar-con los otros, a lospueblos como multitudes autnomas, marginadas, exiliadas, excluidas, que resistencomo resto de cualquier conjunto en vas de realizarse. Cada vez que hablamos desubjetividad del Pueblo o imagen del Pueblo, en tanto realidad histrica dotadade identidad, armamos que el Pueblo acta y entonces, que hay un Pueblo. Esaimagen dogmtica del pensamiento asegura que hay un Pueblo unicado, orgnico ysoberano en la representacin, portador de una identidad capaz de integrar-excluirlos excedentes que se expresan bajo el nombre de multitudes o pueblos. Clara-

    mente la unidad lgica de destino excluye a las multiplicidades propias del movimien-to comn o las reduce a la identidad de su pertenencia.Recuperamos la pregunta inicial: cuando Astrada reclama a Heidegger para pensar decara al peronismo histrico la identidad nacional, qu imagen del Pueblo convoca?Creemos que los textos de Astrada citados convocan la imagen del pensamiento delPueblo destinado. Eso nos obliga a preguntarnos hay en el interior del peronismo yen especial en la Comunidad Organizada, entendida como el discurso que ja ladoctrina peronista a nivel losco, una co-escritura en resonancia con los planteosde Heidegger?

    Por una parte leemos en Astrada la herencia del destino comn en Heidegger, por otratambin nos estimula crticamente. En una re-lectura a la luz de los objetivos del pro-yecto, Astrada es aquel que deja entrever una relacin de preocupacin que emancipay libera, es decir, que habilita la aparicin de rasgos expresivos. No nos detenemos en elPueblo de las limitaciones que descr ibe, sino en los pueblos posibles de las invencionesque caen por fuera de sus mrgenes. Y por qu bajo la propuesta de pensar las im-genes del pueblo, trazamos la posibilidad de liberar rasgos expresivos? Porque creemosque la opcin ya dada es la organicidad, el Pueblo entendido como existiendo, y en talsentido, como posible de ser representado. Nos interesan, sin embargo, esos pueblos

    siempre menores, resultado de mezclas y de multitudes que no pueden unicarse sino acostas de ser jadas en una identidad. Esos pueblos son los que nos convocan. Pueblosque para nosotros son una materia a discutir y su representacin no puede asegurarsede antemano, sino reclamarse como dudosa, fortuita o incierta.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    14/241

    14 CARTOGRAFAS DEL SUR

    II- Querellas por la identidad del Pueblo:

    un problema argentino

    En continuidad con el abordaje genealgico-poltico se articula la reexin en torno

    a las imgenes del pueblo en el interior de un problema argentino. Nos preguntamosqu consecuencias conllevan posibles interpretaciones del peronismo en relacin con laconformacin de una imagen del pueblo en nuestro pas. Para ello utilizamos el debateentre dos ensayos capitales de nuestra tradicin: Pern: entre la sangre y el tiempodeLen Rozitchner y Pern. Reejos de una vidade Horacio Gonzlez.Las discusiones sobre el acontecimiento de la movilizacin popular del 17 de octubrede 1945 giran, o bien en torno a su relativa espontaneidad o su completa determi-nacin sindical, poltico-partidaria, o bien en torno a las causas polticas y econmicasque mantenan a importantes sectores de la poblacin en condiciones de marginalidad

    o sometimiento laboral. Ni buena parte de las ancdotas relatadas por protagonistasdirectos (literalidad), ni los informes ociales (documentos), ni los anlisis de los medios(posiciones ideolgicas) dan cuenta de la produccin de sentido propia del 17 de octu-bre y su posible relacin con otras irrupciones populares en nuestro pas.No nos interesa, entonces, una supuesta objetividad de lo ocurrido ni el punto de vistacomo opinin siempre desmarcada a prioridel carcter irreductible de lo que acon-

    tece, nos preguntamos por qu leer de determinada manera esa jornada perpleja?El punto de partida no es un punto suciente, sino una apuesta. As, las dos lecturasactuales que incorporamos inicialmente a la investigacin, la de Len Rozitchner y la

    de Horacio Gonzlez, se internan en el drama singular del peronismo y, por tratarse delecturas que hacen el esfuerzo de pensar desde el corazn mismo de un problema, esdesde la apuesta que nos siguen interpelando acerca de la constitucin de lo comn yde su histrica gura del Pueblo.Horacio Gonzlez en Pern. Reejos de una vidaescribe varios libros en uno, reejosdesparejos de una imagen inabordable: la gura de Pern. La incongruencia entre su-puestas causas y efectos es frecuente y fecunda, casi una clave de lectura del peronismoy del libro mismo. Para Gonzlez, Pern haba intuido la necesidad de sustituir el mandomilitar por la persuasin representativa, ya que el duelo individual imaginario, cuya am-

    plicacin era para Clausewitz la batalla, deba dejar su lugar en poltica a su sucedneoen conceptos como lealtad y renunciamiento. El peronismo como tratado de laspasiones en movimiento, se nutre del enigma principal de cmo dominar las pasiones,cmo someterlas a una realidad organizacional. La poltica no es el arte de lo posible,como podra indicarnos un realismo chato, sino el resultado de artesanas ms frgilesy menos duraderas que una obra ar tstica y en relacin permanente con lo impensable.Y es, justamente, de la sudorosa esfera pulsional que emergen los caldos de cultivo delo impensable sensible. Cuerpos que se movilizan sin un saber exhaustivo sobre su pro-pio motor, cuya suerte se dirime entre el mantenimiento tenso de esa inventiva cuota

    de no saber, y su completamiento por una doctrina incrustada, por un lder llamadonatural mediante. El primer sendero de la encrucijada podra habilitar instancias de ex-perimentacin colectiva (desde los Laboristas hasta los Putos Peronistas, se prestana enumeracin unos cuantos ejemplos), mientras que el segundo y predominante ya

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    15/241

    15REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    que slo es, si es predominante tiende a congurar un cmodo y reformista principiode realidad poltica.Nos preguntamos, es Pern una invencin popular? Es el peronismo invencin y reac-cin en un mismo movimiento? Gonzlez apuesta al mito como dynamisde las orienta-ciones sensibles populares en tanto reencarnaciones de una historia de los vencidos.

    En un texto ms reciente dice que la teora poltica siempre es una encubierta teolo-ga-poltica (Gonzlez, 2011). As, el campo popular, en su relacin con el mito poltico,no deja de moverse entre una domesticacin inevitable y una vitalidad innegable. Peromoverse equivale a hacer el movimiento? Horacio Gonzlez comparte con ChristianFerrer el legado de Martnez Estrada, con ideas y tonos diferentes, aunque no necesa-riamente contrapuestas. Ferrer seala en una entrevista que Martnez Estrada no hacavictimologa, es decir, no buscaba vctimas a las que representar, y que el cambio se dabaante todo en el cosmos de vida de la poblacin, ya que el pueblo mismo se debe a

    transformaciones en el seno de sus prcticas y recorridos existenciales. Sin embargo,

    ms all de la segura simpata de Gonzlez para con esta denicin, el gesto tico deMartnez Estrada, vuelto un moralista antiguo, correra el riesgo de desvitalizar la expe-riencia popular en el acto mismo de su desmiticacin. El movimiento parece com-prender de manera compleja y dramtica tanto el jolgorio festivo inesperado del 17 deoctubre como la potencia de un nombre que, entre la identicacin plena y la catarsis,se vuelve garanta de conquistas parciales y mito de logros venideros. Un nombre, Pe-rn, que alberga una biografa, pero tambin un cmulo de tensiones entre conquistasotorgadas, autonomas negadas y promesas abiertas.Bajo este recorr ido y en torno a la pregunta por el peronismo en relacin con la confor-

    macin de una imagen del pueblo, los dilemas del pueblo atraviesan todos los estados:desde la mansedumbre en la explotacin hasta la incertidumbre callejera autoconvo-cada; pueblo es tanto un molde conveniente al Prncipe y una gura del Leviatn, comouna forma de descollar, y descogotar. Creemos per tinente dejar abier to un debate que,segn Paolo Virno, retorna con vientos del siglo XVII: las idas y vueltas entre pueblo ymultitud. Slo a n de confrontar escenas entre eras histricas distintas, pasamanos deuna movilizacin a otra, del 17 de octubre al 19 y 20 de diciembre del 2001 como sipor un instante no hubiera diferencias entre las patas sucias en la fuente y las manosrotas contra un cajero automtico. El propio Gonzlez se detiene en medio de su anec-

    dotario del 19 y 20 en una publicacin militante y enuncia: multitud y pueblo puedenser pensados para sacarle al pueblo las capas de jeza que tena, y no para contraponerla multitud a un espacio de inmediatez antiestatal. Multitud sera entonces un modo depensar una accin colectiva en presente y que reactiva lo popular () (Gonzlez, 2002:44-45). Gonzlez conceptualiza la relacin entre multitud y pueblo en un mixto dialcti-co destinado a una unidad venidera a favor del pueblo. As se distancia de las posicionesms radicales de un alternativismo europeo laborista como las de Virno y Negri.En Pern: entre la sangre y el tiempo, considerado por Horacio Gonzlez como una piezamayor de la losofa argentina, Len Rozitchner piensa la potencia popular y su aliena-

    cin en la mediacin del lder. Pero, al mismo tiempo, remite esa tensin a una suer te debatalla ancestral de los cuerpos contra todo lmite trascendente, y a una lucha intestinadel nio contra la ley del padre. Es a travs de la teora de la guerra de Clausewitz quevuelve a colocar las fuerzas populares en la escena. Rebelda ontolgica como sordera

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    16/241

    16 CARTOGRAFAS DEL SUR

    corporal, por un lado; cuerpos deseantes en conicto al interior de los dispositivos mo-dernos, por otro. As, su desconanza ante las masas no tiene nada que ver con el me-nosprecio tpico de la moralina argentina, ligado a las miradas y los intereses de las clasesacomodadas o, en el otro extremo, a las izquierdas autmatas. Rozitchner se detieneen la incomodidad misma de la democracia popular, podramos decir, presidencialista o

    personalista. Esta es la paradoja, dice, la masa, en su presencia mltiple, puede ser solouna fuerza y un poder al servicio de lo individual. Y mediante este otro, como modelo,seguir usufructuando el poder colectivo contra s mismo. Y contina su planteo yarerindose de manera directa al peronismo: Doble movimiento donde por una partese creaban estructuras colectivas amplias, multitudinarias, pero por el otro se las volva aencerrar en la dependencia unilateral con el modelo organizador : el conductor (Rozit-chner, 1998, 72-74). Es que la organizacin social puede tender a prolongar la sujecinedpica o actualizar la resistencia contra el padre amenazador.La versin peronista edipizada merece, para Rozitchner, ser desmantelada en favor de

    una mirada poltica del complejo de Edipo, ya no como una estructura con sus posi-ciones vacas y sus pasajes simblicos, sino como un principio de relaciones corporalesdonde lo que se trata de recuperar es el carcter excedentario del cuerpo individualdeseante y su prolongacin en el cuerpo comn. Su apuesta pasa por reencontrar lapotencia inventiva en medio de la maraa subjetiva vuelta mticamente gesta masiva,mediante una poltica orgnica como continuacin de una guerra imaginaria. Le pre-ocupa la dislocacin de los cuerpos de sus propias potencias, operada por el clculomercantil y de gobierno. Sostenemos entonces que el pueblo puede ser punto departida del pensamiento de Rozitchner, porque no puede serlo el Hombre, producto

    de la realidad como fbrica subjetiva que borra la conictividad compleja de la vidacolectiva. El sujeto como verdad nica de la realidad es ya una forma trascendente calca-da del empirismo ms chato, cuya densidad tambin nica o unidimensional provienede una racionalidad que acta como su punto ciego. De modo que en Rozitchner nose trata del valor mtico de un sujeto-pueblo, con sus hroes y sus batallas guiadas, sinode la forma humana, el cuerpo irreductible, como el lugar histrico de un poder devericacin. Pero, qu es lo que se verica? Por un lado, la cooperacin como anuda-miento ontolgico (dimensin productiva), por otro, la sociedad como forma histricacontradictoria (dimensin poltica). Entonces, para nosotros, se trata de interpretar el

    peronismo de otro modo para repensar la nocin de pueblo.Rozitchner expone el desafo del pueblo como colectivo pulsional con su saber irre-ductible de una resistencia inicitica, ontolgicamente anterior a un individuo imaginario

    aunque con efectos reales fabricado desde la corporeidad. Quiere arrebatarle a lasinterpretaciones realistas aquellas que toman como punto de partida el poder demando la relacin inmediata de un Pueblo-nio con su lder-padre, para devolverlas fuerzas populares al terreno del deseo que prolonga el propio cuerpo en el cuerpocomn que reencuentra el cuerpo deseante de los dems, y se hace guerra objetiva() extendiendo un saber y un poder sumergido en el surgimiento primero individual.

    Es la guerra pensada desde una estrategia de los pobres, ya no la guerra despolitizadacomo medio de la poltica, ni la poltica sin guerra como Estado armonioso de clasesfelizmente reguladas. Clausewitz le permiti pensar una imagen de la guerra fundadaen la experiencia de los hombres, hombres del pueblo. Si el pueblo no es el lugar de

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    17/241

    17REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    revitalizacin de una ontolgica capacidad de resistir y crear, corre el riesgo de volversecaritide2del dominio social de la apariencia.En un sentido el pueblo aparece en Clausewitz como un impulso ciego, en su relacincon el jefe militar y el gobierno (entes razonables y capaces del clculo), pero Rozitch-ner rpidamente traduce pueblo en favor de su apuesta como las fuerzas colectivas

    del poder popular. Disuelve la necesidad de la apariencia entre guerra y poltica, cuyadiferencia se volvera cualitativa al no estar separada la potencia del cuerpo popular. Elcuerpo comn, es una inteligencia afectiva que se inventa para s la orientacin de suspulsiones. En este punto Rozitchner no negocia con ningn modelo de comando, conninguna matriz que naturalice la ceguera popular como ingenuidad poltica en contra-posicin al estratega militar o al conductor poltico. El lder aparece como una puradecisin sin cuerpo sobre un pueblo tratado como cuerpo sin decisin. Creemos queese es el lmite terico que Rozitchner seala en Clausewitz y critica encarnizadamenteen Pern como forma de su praxis.

    El 17 de octubre los organizados y los no organizados, el trabajador medio y el plebeyomarcharon y cantaron, no necesariamente en trminos de lucha, sino de manifestacin.Dijeron algo y lo que dijeron hizo algo. Eso que hizo lo dicho fue nada menos queinstalar en la contienda de los protagonismos polticos a una clase trabajadora relegaday renegada, antes que a un sujeto seguro de su condicin de proletariado. El cnticoms provocador y reconocible rezaba: Maana es San Pern, que trabaje el patrn.Sin embargo, Pern no era un santo, ni estrictamente un trabajador, era, hasta entonces,un militar y, segn Rozitchner, un equvoco lector de Clausewitz. Como tal, ofreci ret-ricamente a la temporalidad viva de esos cuerpos inquietos la temporalidad esttica e

    inmutable del cuartel (tal como sostienen Vern y Sigal a par tir de un minucioso anlisisde los discursos de 1944 a 1946). Sald la realidad histrica con una realidad paralela,mezcla de concesiones concretas a los reclamos populares y guerra imaginaria a modode duelo entre su gobierno y la oligarqua. El resultado de esa retrica es el nombrepueblo peronista.De las incertezas que sobrevivan debajo del reclamo por la libertad de Pern al anuda-miento certero entre campo popular y lder : quin iba a dar las rdenes si no lo hacanlas patronales? El primer trabajador no es un trabajador en cuyo cuerpo se elaboranlos ndices de la contradiccin irreductible del capitalismo, fuerza colectiva vuelta contra

    cada trabajador, es, ms bien, la encarnacin de un trabajador individual y abstracto,reformador de la explotacin colectiva y concreta. El pueblo es as tan protagonista en

    trminos de derechos (provenientes de la tradicin europea del derecho social), comoajeno a la posibilidad de gobernar sus propias condiciones de existencia. Nos interesarecuperar una vez ms a Rozitchner quien tambin se mantuvo atento a las intensas

    jornadas de 2001 y en una entrevista en la que se conversaba sobre un posible impassede los movimientos sociales ante cierto restablecimiento de la gobernabilidad, dijo: si elpueblo no se mueve, la losofa no piensa.

    2 Martnez Estrada en Qu es esto? juega con la imagen del pueblo como soporte, cansado de la pesadacivilizacin, de la caritide a la columna, y nosotros agregamos columna vertebral para completar las met-foras que inmovilizan lo colectivo en el acto mismo en que pretenden encauzar lo.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    18/241

    18 CARTOGRAFAS DEL SUR

    En un texto de 1959, Alberto Belloni parece delinear el horizonte de sentido de laizquierda nacional. Del anarquismo al peronismo oscila entre una valoracin pica delas luchas populares, ms cercana a una novela rstica con sus hroes y villanos quea un pensamiento de la historia, y el reconocimiento de las dicultades irreductiblesde la burocracia estatal a la hora de las transformaciones. Por momentos cede ante la

    imagen de un pueblo vctima encauzado en la senda triunfal de un liderazgo cuyo mritoms impor tante es la identicacin de un claro enemigo. La verdad de los explotadosaparece como pilar fundamental de una estrategia que imagina momentnea, como esla del poder centralizado encarnado tanto en la gura del Estado, como en la unidadde los trabajadores. As, la liberacin nacional prioriza a los villanos externos y a susaliados internos ms explcitos, mientras descuida los modos de vida y las relaciones deproduccin que estn en la base de toda instancia de explotacin en condiciones capi-

    talistas. La qumica marxismo-peronismo se produce en la izquierda nacional gracias a laanidad entre una nocin de pueblo entendido como bloque intencional, y las catego-

    ras de clase adecuadas al contexto latinoamericano. El anhelo y la construccin tericay poltica del triunfo de las mayoras se cristaliz primero como triunfo de lo mayoritariocomo lgica de funcionamiento y criterio de legitimidad poltica.La victoria parcial de los trabajadores en 1945 congur la conquista ms duradera deun esquema de cooptacin de los sindicatos por parte del aparato de Estado. De esemodo, con los sectores populares convertidos en una suerte de bloque homogneo, mso menos controlado, podan tomarse medidas que incluso generaban la sensacin deganarle de mano a las demandas de la poblacin siempre y cuando, claro est, los nme-ros macroeconmicos lo permitieran. Belloni plantea que durante el peronismo Todo el

    pueblo viva la euforia del progreso que pareca ilimitado. Las masas trabajadoras habandado su apoyo a la Revolucin Nacional, pero la estructura econmica y la propiedad nohaba sido modicada. () Pareca que la renta nacional daba para todos y para siempre.Y cierra la frase en referencia a su coyuntura: As es como los trabajadores se encuentranhoy plantendose los problemas que tuvieron oportunidad de solucionar en la dcada del40 (Belloni, 2011: 101). Pero era posible bajo las condiciones del modelo de mando pe-ronista solucionar los problemas estructurales que atravesaban a los sectores populares?El propio Belloni, como hombre del 17 de octubre, como reexivo sindicalista el a lasbases, sentencia en el captulo titulado El peronismo en el poder: Todo se realizar sobre

    la marcha y se construir desde arriba. Partido, doctrina, programa, planicacin. Peligrosasenda que impide la participacin de los trabajadores en las determinaciones y resolucio-nes de la conduccin. () Se vuelve todopoderosa una burocracia sindical y poltica queya demostrara lo que vale en 1955 (Belloni, 2011: 99). A pesar de esa marcacin, Bellonino abandona la utopa de un frente nacional que incluya al peronismo como movimiento,incluso ms all de la meritocracia de la lealtad: Aquellos que esperan el avin negro o laltima carta de Pern para saber cmo orientarse en la poltica nacional (). En cambio,se despacha contra anarquistas y socialistas por la intransigencia a sus ojos poco ecaz delos primeros y por las alianzas traicioneras de los segundos. Es decir, que cuando se trata

    de minoras polticas o concepciones que no ofrecieran promesas frentistas, Belloni res-ponde con el tpico realismo aleccionador ya inscripto en el sentido comn. Es la maraade concesiones, alianzas y negociaciones que formaban parte de una necesaria evolucinde la racionalidad revolucionaria en clave nacional.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    19/241

    19REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    Ahora bien, nos preguntamos cul es el punto ciego de ese esbozo de izquierda na-cional? Rozitchner, una vez ms, descarga su ar tillera pesada: La materialidad peronistaera la misma materialidad abstracta del materialismo individualista burgus (Rozitchner,1996: 68). Para Rozitchner la pobreza puede ser el lugar germinal de una r iqueza dife-rente cuando la imagen de lo que signica hacer una experiencia rene lo ntimo y lo

    colectivo en la decisin de dejar de servir. Slo la condicin de pobre mortal, muchoantes que la de vctima ideologizada vuelta personaje poltico de gran escala, puede re-sultar un sustrato material de transformaciones capaces de sostener los actos concretosde emancipacin. Es que la liberacin, cuando responde a una razn ideolgica quela imagina denitiva y la identica con un modelo poltico y un liderazgo, corre el riesgode la sumisin interna, es decir, de la construccin de un tipo de subjetividad ms afn alos lugares asignados por el capitalismo coyuntural, que a la posibilidad de pueblos ve-nideros. El pueblo que viene es una imagen constitutivamente inacabada y est hechode pueblos, antes que de individuos, supone tramas irreductibles de afecto e inteligencia

    colectivos, antes que sentimientos individuales homologables a frmulas de masa.Lo que en Belloni parece ser un doloroso punto de llegada, es decir, el reconocimientode los lmites de la burocracia sindical y peronista por parte de un activo militante del17 de octubre y defensor estratgico del peronismo; en Rozitchner es, como mnimo,un punto de partida. Rozitchner es un frreo oponente del realismo poltico que ex-cluye en su lgica la transformacin de los modos de vida de las clases populares porsus propios medios. En ese sentido, no cree en el favor de personajes mticos ni en eloportunismo como momentos de un camino triunfal; ms bien los considera pasos enfalso, trampas que las multitudes se tienden a s mismas. Su polmica con la izquierda

    nacionalista lo lleva a sustituir la rigidez de las nociones clasistas por un pensamiento dela singularidad, llamada por l, modelo humano. El problema de la diferencia entre unmodelo revolucionario y un modelo burgus est en lo que se solicita de los hombres,en la imagen que se les devuelve de s mismos a travs de los modelos de hombreque los conducen (Rozitchner, 1996: 71). La radicalidad de Rozitchner no se parece ala pureza criticada por Belloni en los anarquistas y en algunos comunistas. Su forma deestar en el pueblo, de pensar desde la condicin de pobre mor tal, al mismo tiempo quede rechazar esa fuerza de la derecha que tiene Pern y le falta a la izquierda, reclamauna imagen del pueblo que debe ser creada. Pero puede emanciparse el trabajador si

    piensa como un burgus y descansa todo su anhelo de cambio en las aspiraciones queotros le prepararon? Qu experiencia de pueblo es posible si el triunfo prometido bajacomo una orden que al mismo tiempo exige mansedumbre? Al cinismo peronista y alhumanismo utpico de la izquierda nacional, Rozitchner le propone otra matriz sensible,la del cuerpo abierto a los otros desde un fracaso constitutivo, para asociarse por en-sayo y error (curiosamente subtitula su libro: Ensayos y errores. Las desventuras del sujetopoltico) en la creacin de modos de vida capaces de armarse autnomamente. Acep-

    tar el fracaso del sujeto no signica resignarse al xito de la mano y rostros invisibles,sino correrse del triunfo racional como modelo humano y pensar desde la falla como

    lugar material de la invencin real de pueblos por venir. Este esfuerzo de creacin nopuede sernos ahorrado, dice, y si pensamos en una salida, esa salida est por ser crea-da entre nosotros. Seremos capaces de aceptar nuestro destino, de animar la densidadde la historia con la fugacidad de una vida? (Rozitchner, 1996: 75).

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    20/241

    20 CARTOGRAFAS DEL SUR

    B) Enfoque arqueolgico-esttico:una imagen cinematogrca delpensamiento de la nocin de Pueblo

    III- La imagen cinematogrca como imagen

    del pensamiento del Pueblo: un problema

    latinoamericano

    En una tercera y complementaria lnea de investigacin, cuestionamos la nocin dePueblo en el documental poltico argentino desde la estrategia que anteriormentedecidimos en llamar arqueolgica-esttica. A la luz de esta perspectiva que indaga en los

    procedimientos de expresin de los regmenes de visibilidad y decibilidad, ampliamoslos lmites de nuestra reexin para hacer una crtica de la nocin de representacin alinterior de la disputa entre las formas clsicas de representacin poltica occidental y lareapropiacin latinoamericana de dichas formas.Partimos del maniesto Esttica del sueo (1971) dondeGlauber Rocha opone lasestrategias narrativas de Borges y Fernando Solanas para pensar la situacin pro-blemtica del cine poltico latinoamericano en el umbral de una nueva dcada. Unenunciado polmico extrema su distanciamiento del cineasta: el pueblo es el mitode la burguesa. Su objecin a La hora de los hornos (1968) puede resumirse as:

    tanto el registro documental de las luchas populares como el montaje de su devenirhistrico, reproducen las formas clsicas de la representacin poltica herederas dela razn revolucionaria burguesa europea, poniendo en escena la abstraccin de unsujeto colectivo (Rocha, 2004: 250). Segn Rancire: el pueblo es, antes que nada, unencuadre. La expresin es ambigua. Un encuadre es tanto un contenido determinado,como un acto de determinacin. Si el pueblo viene a la imagen como sujeto, comodice Eisenstein, es porque el cine poltico es concebido como la reexin del pueblosobre el pueblo, de una conciencia-cmara (cuyo punto de vista es colectivo) sobresus propios contenidos (cuya materia es comn). Rocha discute la forma de la historia,

    es decir, la forma del tiempo entendida como la mediacin que sostiene la identidadde los dos sujetos bajo la forma de un hay: hay pueblo, que es el presupuesto empr ico,o realista, de la subjetivacin cinematogrca. Borges, mientras tanto, superando estarealidad, libera nuestro tiempo por la irrealidad: su esttica es la del sueo. Para mes una iluminacin que contribuye a dilatar mi sensibilidad afro-india en la direccinde los mitos originales de mi raza. Porque esta raza pobre y aparentemente sin des-

    tino, en la misma medida en que carece de identidad histrica o nacional y no se haconstituido como sujeto poltico, se libera por el sueo, es decir, elabora en la msticasu momento de libertad (Rocha, 2004; 251). Pero ese momento de liber tad no es

    histrico o, en otras palabras, la historia no es la forma unvoca del tiempo. Postulamosque hay en Borges una matriz expresiva barroca capaz de ar ticular, por lo menos, dosseries temporales simultneas (mito/historia, sueo/vigilia) como reserva de aconteci-mientos por venir y como memoria de lo ir realizado.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    21/241

    21REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    La polmica no era formulada en trminos de verdad o falsedad, en el sentido de unaadecuacin de la imagen del pueblo al pueblo emprico, sino de fabulacin: el puebloes lo que falta: lo que interesa, en el cine de Glauber, es la posibilidad de una fabulacincomn al pueblo y al arte (Bentes, 1997: 32). En este terreno la iluminacin espi-ritual de Borges se consolida crticamente. Su obra no slo es una mquina incom-

    parable de inventar pueblos que faltan o de elaborar paradjicamente las formas deltiempo, sino porque el problema de par tida borgeano era, precisamente, el de crearun estilo nacional fabulando al mismo tiempo un ser nacional. Si la pregunta de Borgesera cmo escribir literatura en una nacin sin tradicin literaria ni una gran historia?, la deRocha ser cmo crear un cine nacional en una nacin sin una industria cinematogrca

    y sin historia?Condicin latinoamericana que autoriza una apropiacin sin compro-misos de todas las tradiciones culturales disponibles, en provecho de una fabulacinsimultnea del estilo, del ser nacional y del tiempo como forma de la exterioridadrecproca (del pueblo y del cine) segn una inclinacin nominalista. En este sentido

    cabra releer la famosa consigna que abre el ciclo del Cinema Novo: una cmara enla mano y una idea en la cabeza. No por la sntesis de una cmara-conciencia a lamanera de Eisenstein, ni de un cine-ojo segn propona Vertov. La inadecuacin delojo y el espritu, de lo visto y de lo pensado, de la imagen del pueblo y de la concien-cia-cmara, deviene rasgo constructivo, como en el nal de Deus e o diabo na terrado sol(Rocha, 1964), cuando la cmara abandona la carrera del personaje y alcanzael mar por su cuenta, como una bifurcacin crtica entre el punto de vista teleolgicode la cmara y la carrera del personaje, en suma, dos puntos de vista que no admitenninguna sntesis espacio-temporal ni mucho menos el paternalismo de una cmara

    que ilumineal pueblo el camino hacia su propia liberacin. La imagen del pueblo en unpas latinoamericano debe ser unjardn de senderos que se bifurcan:

    Qu lenguaje original usar, una vez rechazado el lenguaje de la imitacin? El cine,inserto en el proceso cultural, deber ser en ltima instancia el lenguaje de unacivilizacin. Pero qu civilizacin? Tierra en trance, Brasil es un pas indianista/ufano, romntico/abolicionista, simblico/naturalista, realista/parnasiano, republi-cano/positivista, anarco/antropofgico, nacional/popular/reformista, concretista/subdesarrollado, revolucionario/conformista, tropical/estructuralista, etc etc

    La informacin de las oscilaciones fecundas de nuestra cultura de superestructu-ra (porque hablamos de un arte producido por elites, muy diferentes del artepopular producido por el pueblo) tampoco basta para saber quines somos.Quines somos? Qu cine es el nuestro? (Rocha, 2004: 131).

    El ser nacional se dice as en muchos sentidos, pero esa multivocidad no remite a unesto que la organice categorialmente. La organicidad, si la hay, es puramente nominal.Abstracta. Ocurre como si Rocha reclamara para el cine latinoamericano una revolu-cin copernicana. El objeto cinematogrco no remite a un pueblo sino a las formas

    de conciencia que lo determinan: Si la pelcula, por ser nacional, no es americana,decepciona. El espectador condicionado le impone a la pelcula nacional una dicta-dura artstica a priori. Hollywood es una suer te de a prioricinematogrco en tantoconstituye la forma de ver, de sentir y de imaginar que absorbe el drama nacional a

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    22/241

    22 CARTOGRAFAS DEL SUR

    travs de la forma americana. Por eso, cualquier conversacin sobre cine fuera deHollywood comienza por Hollywood; porque no hay un afuera de Hollywood. Y sies posible un punto de vista latinoamericano sobre lo latinoamericano, una esttica delsueodiscute que sea por la epojde una conciencia more sovitico iluminada que sepodr descolonizar el inconscientede la cultura nacional queinformaal colonizado

    sobre su propia condicin (Rocha, 2004, 128). Hollywood es la mquina de los sue-os y es en el nivel de los sueos, de la elaboracin de los mitos, de la organizacinde lo visible y del sentido del tiempo, donde se la debe desmontar. As una revisin

    in extensode su lmografa deja la impresin de que en ella no pasa otra cosa: elpueblo est por nacer. Llega demasiado pronto o demasiado tarde para actualizarel mito de su propio nacimiento, que ser objeto de un tratamiento antropofgico.Ya en sus primeros largos esta tendencia se anunciaba de manera esquemtica. Asentre Barravento(Rocha, 1962) y Deus e o diabo na terra do sol(1964), los procedi-mientos del western(mito del nacimiento americano) y de la escuela sovitica (mito

    del nacimiento revolucionario), libran al interior de la puesta en escena una especiede guerra fra que produce un suspensebrbaro de la picanac and pop. Pero labarbariede la imagen no es lo otro de la forma civilizada. Ocupa el intersticio entredos movimientos civilizatorios discordantes, entre dos puntos de vista incomposibles,que coinciden con la colonizacin ptica de las imgenes disponibles del pueblo, cuyacolisin compositiva permite una aproximacin a lo que Rocha llamar una puestaen trance de la conciencia narrativa. Un trance de la cmara a travs de los puntosde vista que es todo lo contrar io de una sntesis histrica o estilstica: cada secuenciaes un bloque aislado, narrado en estilos lo ms diversos posibles, y cada secuencia

    procura analizar un aspecto de este tema complejo (Rocha, 1997: 274).Estilo y aspecto (punto de vista y objeto) son indiscernibles, varan conjuntamentesecuencia a secuencia, como unjardn de senderos que se bifurcan ,que no es otra cosaque un nominalismo radicalizado, en tanto re-inventa su objeto y lo desdobla con cadavariacin del punto de vista. Consecuentemente el tema, en lugar de desenvolverse alo largo del tiempo, se envuelve en su comienzo, recomienza, estilo por estilo, aspectopor aspecto. Postulamos entonces que es un cine de rasgos expresivos liberados y unmaniesto sobre la funcin poltica del cine: liberar rasgos expresivos de los a priorique organizan la representacin.Slo entonces se formula la interrogacin: bajo qu

    condiciones es posible un punto de vista latinoamericano sobre el pueblo latinoameri-cano? De aqu la pregunta que or ientar nuestra posterior indagacin: existen rasgosliberados en el cine poltico argentino, o bien, existen rasgos orgnicos bajo la formade un hayque es el velo dogmtico de una retina colonizada?

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    23/241

    23REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    IV- Dilemas del gesto entre lo visible ylo decible en la identidad del Pueblo:un problema del documental poltico

    argentinoEn la lnea especca de la investigacin que comprende el marco del documental polti-co argentino y en consonancia con el enfoque arqueolgico-esttico hemos seleccio-nado un segmento del corpus que comprende la produccin entre 1956 y 2006. Pararealizar un anlisis de los procedimientos cinematogrcos elegimos una secuencia dellmMe matan si no trabajo y si trabajo me matan de Raymundo Gleyzer(1974) comoun caso singular en el documental poltico argentino. La pelcula testimonia el conictopresentado en la huelga obrera de la fbrica INSUD que releva la dramtica situacin

    que viven los trabajadores enfermos de saturnismo: enfermedad que padecen por elcontenido de plomo en la sangre. Esta enfermedad no slo mata a los trabajadores sino

    tambin a sus familias intoxicndolas a travs de la ropa contaminada en el trabajo. Losobreros se organizan en actos de resistencia para reclamar mejoras en las condicioneslaborales y denunciar la muerte de compaeros a causa de la enfermedad. Son losduros aos de Isabel Martnez de Pern y Lpez Rega. La secuencia seleccionada parael anlisis es la que muestra el momento donde en marzo de 1974 los trabajadoresmarchan al Congreso exigiendo mejoras. Los acompaa el militante y diputado nacionalDr. Rodolfo Ortega Pea que ser asesinado por la organizacin paramilitar Triple A

    en agosto de ese mismo ao. Ortega Pea ofrece la lectura de un documento en lasesin del Congreso organizando su defensa e impulsando al grupo de obreros que loacompaa a mantenerse en la lucha y unirse en la organizacin del reclamo. Un militantede base toma protagonismo a travs de un discurso en la calle despus de que Gleyzernarre, a travs de una escena por montaje que acenta un cambio de tiempo y lenguajevisual, el fatal episodio que cobra la vida del Dr. Ortega Pea. El militante se abisma enun balbuceo al intentar poner en palabras el justo reclamo, interpelando a la cmara quepretende encuadrarlo. En una serie de movimientos gestuales corporales el cuerpo vivode la resistencia desmonta el eje que busca centrarlo en el encuadre.

    Consideramos, bajo el dominio del regimen de la visualidad, que el acto de encuadrarse constituye en un gesto poltico, donde la eleccin formal de los procedimientosexpresivos recuperan su relacin con los acontecimientos y la historia para abrir enlo visible y decible las querellas por el reparto de lo sensible (Rancire, 2009). Enprimer lugar, el pueblo es una manera de encuadrar. Como estructura de la represen-

    tacin el encuadre congura una realidad sensible y material (Rancire, 1991), con-teniendo a su vez, borde y contenido del encuadre , forma y expresin del montaje.El anlisis que realizamos se dispone en el gesto y su par ticular naturaleza cristalina(Deleuze, 2005) que por su condensacin se abre en dos niveles que producen un

    rgimen de lo visible y de lo decible. En este sentido nos interesa analizar el gestocomo el elemento central del relato cinematogrco (imagen-movimiento) y no laimagen en s. La caracterstica de este gesto en palabras de Agamben es que pormedio de l no se produce ni se acta, sino que se asume y soporta abr iendo la esfera

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    24/241

    24 CARTOGRAFAS DEL SUR

    del ethoscomo esfera propia de lo humano(Agamben, 2010: 52). Como forma devida jugada en el acto militante3el cuerpo expresa la condensacin de un emergenteque no puede contenerse en una expresin discursiva sino que se abre y mutila en laliberacin de rasgos gestuales-expresivos.Con voz fuera de sincro vemos en plano medio entrando de espaldas en accin a un

    hombre del INSUD con una voz que desde el comienzo parece dislocada. Una subje-tividad tor turada en una retr ica de movimientos y gestos, donde hombros y brazoscontornean la gura, y donde las palabras no llegan a tiempo porque la fuerza del actode gritar y movilizarse es pr imera (como si la situacin discursiva planteada por la cma-ra necesitara jarlo). El malestar del militante se abre al fuera de campo de encuadre y

    trae a la escena la violencia que lo moviliza sensiblemente. Sin embargo el movimientoparece ciego como de gran inmovilidad, a tirones, convulsivo, como un resorte jo. Deprofusa gestualidad e inabarcable expresin vital, el movimiento del cuerpo excedecualquier lgica de puesta en escena clsica. La singularidad de los movimientos del

    militante expone un resto acerca de aquello que en la expresin se auto-constituyecomo pueblo. Al n esa voz se quiebra, se desmorona. Balbucea un grito de furia que sedeshace en tropiezos y en la sensacin de lo intil como potencia genuina de lucha. Unaintensidad que se abre por su cuenta (Deleuze-Guattari, 2005: 34): la conciencia de noservir para trabajar encarna un otro ser que est imposibilitado de adherir a un cuerpocomn. Mientras el cuerpo gesticula una intensidad que excede a la conciencia, la vozcon conciencia de la lucha se constituye en una gramtica (proceso y signo) quebrada.La voz del militante enuncia:

    Porque nosotros, el trabajador, ah, no lo atajan paredes, ni ametralladoras, ni tanques,porque nosotros estamos para defender, como argentinos y como argentinos vamos a

    hacer todo lo que est a nuestro alcance, compaeros y por lo tanto, es que vamos

    a seguir adelante, la barrera no hay barrera para el trabajador, no hay barrera para

    pedir lo que a nosotro no hace falta nosotro estamo enfermo, no podemos trabajar,

    prcticamente somo hombres intiles, hombres intiles por qu?, porque la empresa, los

    monopolios lo nico que le interesa es hacerse ms rico, ms rico cada vez a costa de

    nuestra vida y nuestra vida vamo a dar, s, vamo a dar nuestra vida pero reclamando lo

    que tenemos que reclamar, haciendo justicia y la justicia cmo la vamo a hacer, movilizando

    y golpeando la puerta, y hacer todo lo que tengo que hacer, y nada ms, gracias.

    Nos interesa sealar en este anlisis cmo el cuerpo del militante se descentra de lacentralidad del registro que la cmara intenta sostener. Con ello emerge la descongu-racin del estatuto identitario, de la relacin entre cuerpo y encuadre. La puesta con c-

    3 Recuperamos de Giorgio Agamben su conceptualizacin del gesto como marca de todo aquello que perma-nece inexpresado en el acto de expresin. Sobre Foucault en La vida de los hombres infames,Agamben realiza

    una precisa observacin que consideramos que puede abrir una nueva consideracin sobre el anlisis de lasecuencia seleccionada: La vida infame no parece pertenecer integralmente ni a unos ni a otros, ni a los nomi-nativos anagrcos que deberan, al nal, responderle, ni a los funcionarios del poder que acaso, al nal, decidirncon respecto a ella. Esa vida est solamente jugada, jams representada, jams dicha: por eso, ella es el lugar posible,pero vaco, de una tica, de una forma-de-vida(La marcacin del texto es nuestra) (Agamben, 2010: 88-89).

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    25/241

    25REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    mara en mano, acomoda y busca una imagen contrapicada, pero el cuerpo se contornea,no responde a la verticalidad sugerida por el registro. En tensin, los gestos del militantese transforman en un nudo de vitalidad por las muertes de sus compaeros que pesanen su gura como potencia de una irritada intensidad:4de un fondo inaprensible donadoa la gura. Imgenes como jirones que actualizan lo que diere de una realidad no to-

    talizante, no organizada, no identitaria. Qu es este cuerpo gesticulante y parlante quetoma la escena sino un resto virtual de multiplicidades? Multiplicidades variables y es-pectrales. Se trata por n de una gura donada a un ritmo de gestos y movimientos deun fondo desenfocado. El pueblo que se hace pueblos excedentes no puede ajustarseni comprimirse a un encuadre en la medida en la que un pueblo no es (como narrala voz del militante afectado por la muerte en su sangre). Pero eso que no es puede darlugar a un visible como gesto desplazado, y a un decible balbuceante que compone enuna constelacin el gesto como acto poltico.La explotacin se evidencia en los cuerpos y en la sensacin de inutilidad pero hay

    potencia en vas de realizacin porque hay cuerpos que no se regimientan (Comolli,2010), que desguran lo previsible deviniendo visibles, cuerpos que exceden las reasde veda. Hay cuerpos, como ste, que abren los lmites del cuadro porque lo fuerzanhacia el fuera de campo, demandan una amplitud que cuestiona los bordes de lo visible,y de lo que est sin ser visto, que fuerza a salirse de la determinacin. Desde el fuerade campo rezuma inquietante el dolor de los ausentes. El registro actualiza ese virtualen potencia en la medida en que niega una centralidad y un eje vertical, tambin en lamedida en que no hay un ojo sino muchos que se encuentran descentrados circundan-do esta locura. El mismo cuerpo se halla descentrado como expresin de vitalidad. No

    se maniesta un desdoblamiento de la cmara sino una apertura hacia lo abierto en lagura. Ojos que exhortan que ver es ver ms, y que ver ms es ver todo lo que semantiene al margen de la posibilidad de ver (Comolli, 2010: 127).Ya no se trata de aquel enunciado de pueblo y antipueblo, aqu no hay esa otra caraen la antinomia de la organicidad. Intentamos en el interior de la reexin sobre la ac-

    tualizacin de una memoria, abrir un intervalo como bloque de movimiento-duracindesde el cual pensar la visualidad de otros pueblos, de otras expresiones que suran laintegridad del conjunto, porque son excluidos, difciles de encuadrar, porque no se tratade cuadros polticos, ni masas sojuzgadas, se trata de los pueblos que no estn, que pro-

    meten un porvenir y que fuerzan espectralmente un darse a la visualidad, una promesade visualidad, un llamado a un pueblo que no existe todava (Deleuze, 2007: 281-291)y de un pueblo excedente que est siendo perseguido y exterminado. Son los que en laexpresin vital del acto de ver parecen andar como si tuvieran visiones5como expre-

    4 Retomamos la idea de Deleuze en su anlisis sobre Bacon, () muy a menudo las marcas involuntariasson mucho ms profundamente sugerentes que las otras, y es en ese momento cuando sientes que cualquiercosa puede ocurrir. () si piensas por ejemplo, en un retrato, has puesto tal vez en cierto momento la boca

    en alguna parte, pero ves de repente a travs de ese diagrama que la boca podra ir de un extremo a otrodel rostro. Y en cierta manera te gustara en un retrato poder hacer de la apariencia un Sahara, hacerlo tansemejante que parezca que contiene las distancias del Sahara (Deleuze, 2002: 102).5 Retomamos el sentido en que Lotte Eisner en La pantalla diablica describe el expresionismo a partir de unpueblo que no ve sino que tiene y se expresa a travs de sus visiones (Eisner, 1955:10).

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    26/241

    26 CARTOGRAFAS DEL SUR

    sin y sntoma de repudio fatigndose en un andar involuntario que no encuentra unmedio pregnante a un modo de vivir sino la tensin por restituir una hospitalidad queno puede ser considerada. Es impensada, por ello, asumida por una subjetividad que sesubsume aterrada en las ruinas de (toda) representacin poltica.Entonces el gesto se propone como la exhibicin de una medianidad, el hacer visible

    un medio como tal. Hacer aparecer el-ser-en-un-medio del hombre para de esta for-ma, abrirle la dimensin tica (Agamben, 2010: 54) en el no poder decir lo indecibley transformarse en gesticulacin visual de esa imposibilidad en acto. En cada gesto elestilo se hace poltica como invencin de relaciones porque hay una exterioridad actualque fuerza una emergencia. Las intensidades exceden la representacin, los signicadosy los signicantes: son inscripciones mviles sobre un cuerpo (Cangi, 2011: 175-178).Planteamos para nalizar una serie de preguntas centrales a nuestra investigacin, en

    torno al gesto y al concepto: de qu manera la expresin cinematogrca latinoame-ricana y argentina, en par ticular, enfrenta la relacin de Pueblo y pueblos? De qu

    modo los procedimientos cinematogrcos dan cuenta en la percepcin de una divisinque es consustancial a la composicin de lo poltico?

    A modo de conclusin provisoria

    Segn una genealoga-poltica deconstruimos la lgica de la nocin de Pueblo queafect a la tradicin de la losofa occidental y al trabajo de invencin de la losofa ar-

    gentina. De este modo, abrimos el problema esttico-poltico a travs del cuerpo comopotencia del deseo de composicin de s y con los otros. De tal forma, nos detuvimosen Rozitchner donde no se trata del valor mtico de un sujeto-pueblo, con sus hroesy sus batallas guiadas, sino de la forma humana del cuerpo irreductible, como el lugarhistrico de un poder de vericacin. Sostenemos que el gesto visible y decible vericauna forma productiva y una dimensin poltica. Deja pasar de este modo la gnesisde lo sensible que est en la base de lo poltico. Para Rozitchner la pobreza puedeser germinal de una riqueza diferente, cuando la imagen de lo que signica hacer unaexperiencia rene lo ntimo y lo colectivo en la decisin de dejar de servir a cualquier

    jerarqua del poder.El pueblo que viene es una imagen constitutivamente inacabada y est hecha de pue-blos antes que de individuos, supone tramas irreductibles de afecto e inteligencia colec-

    tivos antes que sentimientos individuales homologables a frmulas de masa. Pero puedeemanciparse el trabajador si piensa como burgus y descansa todo su anhelo de cambioen las aspiraciones que otros le prepararon? Qu experiencia de pueblo es posible si el

    triunfo prometido baja como una orden que al mismo tiempo exige mansedumbre? Alcinismo peronista y al humanismo utpico de la izquierda nacional Rozitchner le oponeotra matriz sensible, el cuerpo abierto a los otros desde un fracaso constitutivo, para

    asociarse por ensayo y error en la creacin de modos de vida capaces de armarseautnomamente, de autoconstituirse en un movimiento de relacin con lo comn.La pesada memoria del siglo XX no nos permite abordar sin reservas la nocin dePueblo como sustancia orgnica, identitaria y emprica ligada a lgicas de la cantidad

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    27/241

    27REVISTA DE CULTURA, SOCIEDAD Y MEDIO AMBIENTE

    que excluye a los pueblos como multitudes autnomas, menesterosas, e incluso nonumerables, no encuadrables: lo an por anudar de las cualidades sensibles liberadas ylo an por venir de las presencias que escapan a la representacin en el reparto de losensible esttico y poltico. En una arqueologa sensible de las formas de los bloques demovimiento-duracin y desmontando las lgicas de representacin en las concepciones

    de Pueblo y encuandre, la presente investigacin se centra en los problemas de losprocedimientos expresivos esttico-polticos y el gesto corporal-poltico como libera-dor de las potencias del ser-en-comn.

    Bibliografa

    Agamben, G. (2005). Profanaciones. Adriana Hidalgo, Buenos Aires.

    ____________ (2010).Medios sin n. Notas sobre la poltica.Pretextos, Valencia.Astrada, C. (1949). El existencialismo, losofa de nuestro tiempo. Mendoza: Actas del

    Primer Congreso Nacional de Filosofa, UNC, tomo I.___________ (1950). Metafsica de la innitud como resultado de la ilusin trascen-

    dental; Relacin del ser con la ec-sistencia. Mendoza: Actas del Primer CongresoNacional de Filosofa, UNC, tomo II.

    ___________ (2007).Metafsica de la Pampa, Biblioteca Nacional, Buenos Aires.___________ (2007). Tierra y gura y otros escritos, Las cuarenta, Buenos Aires.Belloni, A. (2011). Del anarquismo al peronismo,Punto de Encuentro, Buenos Aires.

    Bentes, I. (1997). O devorador de mitos, en Rocha, G., Cartas ao mundo,Companhiadas Letras, So Paulo.

    Borges, J.L. (1989). Obras completas I.Emec, Barcelona.Cangi, A. (2011).Deleuze. Una losofa de lo ilimitado en la naturaleza singular.Quadrata-

    Biblioteca Nacional, Buenos Aires.Comolli, J.L. (2010). Cine contra espectculo seguido de Tcnica e ideologa. Manantial, Bue-

    nos Aires.Deleuze, G. (2005). La imagen-movimiento. Estudios de cine 1,Paids, Buenos Aires.

    ___________ (2005).La imagen-tiempo. Estudios de cine 2,Paids, Buenos Aires.

    ___________ (2005). Rizoma,Pre-textos, Valencia.___________ (2007). Dos regmenes de locos,Pretextos, Valencia.___________ (2009). Crtica y clnica,Anagrama, Barcelona.___________ (2009). Francis Bacon. Lgica de la sensacin, Arena, Barcelona.Eisenstein, S. (2002). Teora y tcnica cinematogrcas. Rialp, Madrid.Eisner, L. (1955). La pantalla diablica. Panorama del cine alemn, Losange, Buenos Aires.Gonzlez, H. (1999). Restos pampeanos,Colihue, Buenos Aires.

    ____________ (2008). Pern. Reejos de una vida,Colihue, Buenos Aires.____________ (2011).Kirchnerismo: una controversia cultural, Colihue, Buenos Aires.

    Heidegger, M. (1991) Lgica, enLecciones de M. Heidegger,semestre del verano 1934;legado de Helene Weiss, Ministerio de Educacin y Cultura, Anthropos, Madrid.

    ____________ (1996). El or igen de la obra de arte, en Caminos de bosque, Madrid,Alianza.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    28/241

    28 CARTOGRAFAS DEL SUR

    ____________ (1998). Logik als die Frage nach dem Wesen der Sprache, Vittorio Klos-termann, Frankfurt.

    ____________ (2006). Ser y Tiempo,Editorial Universitar ia, Santiago de Chile.Nancy, J-L. (2003). El sentido del mundo, La marca, Buenos Aires.Negri, A. (1994). El poder constituyente. Ensayos sobre las alternativas de la modernidad,

    Libertarias/Prodhu, Madrid.Rancire, J. (1991). Breves viajes al pas del pueblo, Nueva Visin, Buenos Aires.

    __________ (2009). El reparto de lo sensible. Esttica y poltica, LOM, Santiago de Chile.Rocha, G. (1997). Cartas ao mundo, Companhia das letras, So Paulo.

    _________ (2004). Revoluo do Cinema Novo, Cosac Naify, So Paulo._________ (2006). O sculo do cinema, Cosac Naify, So Paulo.Rozitchner, L. (1996). La izquierda sin sujeto, en Las desventuras del sujeto poltico, El

    Cielo por Asalto, Buenos Aires._____________ (2011).Acerca de la derrota y de los vencidos, Quadrata, Biblioteca Na-

    cional, Buenos Aires._____________ (2012). Simn Rodrguez. El triunfo de un fracaso ejemplar, Biblioteca

    Nacional, Buenos Aires._____________ (2012). Pern: entre la sangre y el tiempo,Biblioteca Nacional, Buenos

    Aires.Sar tora, J. y Rival, S. (2007). Imgenes de lo real. La representacin de lo poltico en el docu-

    mental argentino, Libraria, Buenos Aires.Vern, E. y Sigal, S. (1986). Pern o muerte, Legasa, Buenos Aires.Virno, P. (2003). Gramtica de la multitud. Para un anlisis de las formas de vida contempo-

    rneas, Colihue, Buenos Aires.________ (2006).Ambivalencia de la multitud. Entre la invencin y la negatividad. Tinta

    Limn, Buenos Aires.

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    29/241

    29REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    Mariana Berdondini (UNR-CONICET), Cintia Pinillos(UNR-UNER) y Gisela Signorelli (UNR-CONICET)

    * Una primera versin de este trabajo fue presentada en las Jornadas de Investigacin de la Facultad de Trabajo Social,UNER, en agosto de 2012. Una parte importante de la informacin analizada en el presente artculo fue producidaen el marco del Proyecto Participacin ciudadana e instituciones representativas. La experiencia de las regiones san-

    tafesinas en el Plan Estratgico Provincial, nanciado por la SECTEL, dirigido por el Dr. Alberto Ford, y del ProyectoPID-UNR Representacin y participacin en espacios locales, dirigido por Silvia Robin (2010-2013).

    Resumen

    El presente artculo analiza el proceso de regionalizacin y de planicacin estratgicaparticipativa implementado por el gobierno de la provincia de Santa Fe (Argentina) en

    la primera etapa, de 2008 a 2012. Por tratarse de una poltica novedosa para el pas y laregin, en un primer momento se realiza una descripcin de sus objetivos y consecuenciasen trminos de la reorganizacin de los territorios. En un segundo momento, se abor-dan las implicancias de la poltica de regionalizacin desde la perspectiva de los actores

    territoriales interpelados: los senadores provinciales y las autoridades ejecutivas locales(intendentes y presidentes comunales).A lo largo del trabajo se abordan dos tensiones fundamentales que pueden orientarel estudio de procesos semejantes en otros contextos subnacionales. La primera invo-lucra a los senadores departamentales que disponen de la legitimidad otorgada porel proceso electoral y que a causa de la implementacin de la regionalizacin se venobligados a convivir con espacios alternativos para la canalizacin y representacin delas demandas ciudadanas localizadas en sus respectivos territorios polticos. La segundaincluye a las autoridades ejecutivas locales, legitimadas tambin por el voto popular desus municipios y comunas, y las autoridades delegadas por el Poder Ejecutivo provincial,que se instalan en las nuevas jurisdicciones.

    Palabras clave: regionalizacin, representacin, territorio, planicacin estratgica

    participativa

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    30/241

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    31/241

    31REVISTA de CIENCIAS, ARTE y TECNOLOGA

    y Warren (2008) plantearon que representacin y participacin son formas complemen-tarias de ciudadana. Desde esta perspectiva, ni el modelo de democracia representativoarticulado en torno a las elecciones ni el participativo, garantizan la inclusin de la totalidadde los ciudadanos involucrados en las decisiones colectivas. Algunos abordajes muestranque el poder democrtico se somete a pruebas de control y validacin, asumiendo un

    triple desafo de imparcialidad, de reexividad y de proximidad en la construccin de lalegitimidad democrtica (Rosanvallon, 2009; Annunziatta, 2011).A travs del repertorio de polticas participativas desplegadas en diversos contextos locales,los ciudadanos parecen haber encontrado mbitos alternativos a los canales tradicionalesde representacin para canalizar sus demandas y resolver problemas comunes (Ford 2007;Signorelli, 2009). En este camino, los gobiernos encontraron tambin vas alternativas paralegitimar sus gestiones ms all de su signo poltico partidario (Berdondini y Pinillos, 2011).Los actores polticos del territorio principalmente quienes ocupan cargos ejecutivoso legislativos, y los dirigentes partidarios pueden compartir o no el fundamento que

    precede a la introduccin de estas polticas basadas en la ampliacin de la deliberacinen los espacios pblicos. Sin embargo, luego de casi tres dcadas de iniciadas algunasde las experiencias ms emblemticas de polticas participativas en algunas ciudadeslatinoamericanas como parte del declogo de polticas de partidos de orientacin deizquierda o centro izquierda, aunque no ya exclusivamente fueron implementadas porgobiernos de diversas orientaciones polticas.Las polticas participativas desarrolladas en los espacios subnacionales, tambin persiguenla articulacin de instancias de intervencin de los ciudadanos en las decisiones que lesconciernen y en la vigilancia del ejercicio del gobierno (Dagnino, 2006). Cuando de lo que

    se trata es de procesos de planicacin estratgica participativa el desafo es an mayor,pues es el inicio de un tipo de gestin relacional propia de la gobernanza que dota a los

    territorios de una estrategia compartida. Se pone el acento

    en mecanismos de articulacin de actores que apuntan a alcanzar niveles crecientes de cohesin

    social y que hacen posible la construccin de una visin compartida del territorio, basada en

    el reconocimiento y la valorizacin del capital territorial. La gobernanza es entendida as como

    capacidad de construccin colectiva de un proyecto de territorio(Michelini, 2010:178).

    Ahora bien, en aquellos casos en los que la planicacin estratgica par ticipativa incluye,adems, proyectos de reordenamiento terr itorial, entran en juego otras variables asocia-das al espacio como dimensin social y poltica, y por tanto, como constructor de identi-dades y de disputas de poder. El territorio es el escenario de las relaciones sociales, peroesa actividad espacial de los actores es diferencial, por lo que su capacidad real y po-

    tencial de crear, recrear y apropiar territorio es desigual (Montaez Gmez, 1998:123).Y como la realidad social es mutable, la realidad geosocial requiere, permanentemente,de nuevas formas de organizacin territorial que generan nuevas territorialidades.1En

    1 Conjunto de prcticas y sus expresiones materiales y simblicas capaces de garantir la apropiacin y per-manencia de un determinado territorio por u determinado agente social o Estado (Lobato Correa enMontez Gmez, 1998:124).

  • 7/25/2019 CARTOGRAFAS revista UNDAV

    32/241

    32 CARTOGRAFAS DEL SUR

    ese sentido, una regin es un espacio territorial donde las relaciones productivas y so-ciales son procesadas institucionalmente con la intervencin de autoridades polticas yorganizaciones sociales y ciudadanos para mejorar la gestin de los intereses pblicos(Geller, 2004:2).Las reexiones en torno a los lmites y formas que asume la representacin poltica y

    las posibilidades que ofrecen las distintas formas de participacin ciudadana, brindan laoportunidad para preguntarse si las polticas participativas tienen capacidad de modi-car en alguna medida la morfologa del proceso de toma de decisiones pblicas y elmapa poltico en distintos escenarios locales y subnacionales de nuestra regin.Este interrogante orienta la aproximacin analtica a la poltica de regionalizacin impul-sada por el Gobierno de Santa Fe (2007-2011; 2011-2015). Dicha poltica constituye unproceso novedoso por desarrollarse en la escala provincial, cuyo principal antecedente,en Amrica Latina, es el proceso par ticipativo del Estado de Rio Grade do Sul en Brasil.2La regionalizacin impulsada en Santa Fe fue en gran parte posible por el nanciamiento

    del programa URB-AL III durante el perodo 2008-2012.La regionalizacin en Santa Fe interpela a los actores tradicionales del territorio pro-vincial, como ocurre en general en los procesos de incorporacin de polticas quepromueven la participacin ciudadana como canal alternativo a los propuestos porla poltica representativa. En este marco, el artculo aborda el estudio de la poltica deregionalizacin en la provincia de Santa Fe y sus alcances desde la perspectiva de lospropios actores, a partir de un diseo metodolgico cualitativo consistente en el anlisisde documentos ocinales y entrevistas a intendentes y presidentes comunales, senado-res provinciales y representantes y/o funcionarios del gobierno provincial, realizadas en

    el perodo 2010-2013.3En un primer momento se realiza una descripcin del proceso de regionalizacin enSanta Fe junto con una evaluacin de la mirada de los funcionarios provinciales acercade sus alcances y desafos. En segundo lugar, se analiza cmo los senadores provincialesentienden la poltica y los objetivos de la misma; seguida por una tercera par te, donde sehace lo propio con las autoridades ejecutivas locales intendentes y presidentes comu-nales. Finalmente, considerando que se trata de un anlisis de la poltica en su primeraetapa de implementacin, se exponen algunas conclusiones tentativas y se proponenfuturas lneas de investigacin.

    En este sentido, a lo largo del trabajo se abordan dos tensiones fundamentales: una queinvolucra a los senadores departamentales que disponen de la legitimidad otorgadapor el proceso electoral y empiezan a convivir con espacios alternativos para la ca-nalizacin y representacin de las demandas ciudadanas