casa casa casa=ciudad

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| MARCELA ÁNGEL | MARÍA CECILIA O`BYRNE |

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Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda / María Cecilia O’Byrne Orozco y Marcela Isabel Ángel Samper, compiladoras. -- Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Arquitectura y Diseño, Departamento de Arquitectura; Ediciones Uniandes, 2012.

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Page 1: Casa casa casa=ciudad

GERMÁN SAMPER GNECCO (1924) es bogotano de nacimiento y arquitecto de profesión, graduado en la Universidad Nacional de Colombia en 1948. En su último año de carrera conoce al célebre arquitecto suizo-francés Le Corbusier, quien viene a la ciudad para ofrecer dos conferencias en el Teatro Colón. Pese al poco conocimiento del francés que para entonces tiene Samper, la presencia del maestro lo motiva a estudiar y a presentarse a una beca que lo lleva a París en 1949, donde toca la puerta del 35 rue de Sèvres para pedir trabajo: una verdadera osadía. Las puertas se abren y por cinco años trabaja en importantes proyectos que marcan esta segunda fase de aprendizaje que, en el caso de Samper, se da en un lugar excepcionalmente rico en experiencias y en proyectos de gran envergadura, reconocidos como la arquitectura y el urbanismo que revolucionan el siglo XX. Con Le Corbusier logra una cercanía generosa en lo profesional y en lo humano, un rasgo que, sin duda, marcará su vida porque, a partir de su regreso a Colombia en 1953, Samper inicia una carrera pródiga, tanto en lo profesional como en lo humano.

Por una parte, su vinculación como socio a la empresa Esguerra Sáenz y Samper, por cuarenta años le permite participar en una serie de propuestas que transformarán la ciudad colombiana, con grandes proyectos institucionales, públicos y privados, que son hoy en día los hitos de las principales capitales del país: Bogotá, Medellín y Cali. Un trabajo donde, como jefe de diseño (o de proyecto, diríamos actualmente), desarrolla toda una investigación en torno al uso del concreto armado en una zona de alto riesgo sísmico como Colombia, en compañía de los mejores ingenieros, incluyendo, claro está, al famosísimo Doménico Parma. Este trabajo de colaboración entre arquitecto e ingeniero deja algunas de las piezas arquitectónicas y de ingeniería más importantes del país, incluyendo las torres Avianca y Coltejer, el Pan American y el Museo del Oro, entre otros muchos.

No contento Samper con el éxito que su trabajo deja en la firma, emprende muy pronto otro proyecto fundamental en la construcción de la ciudad: la vivienda para familias de escasos recursos económicos. De la mano de su mujer, Yolanda Martínez, se embarca en una aventura casi igual de importante a la iniciada años atrás al ser padres, apoyar el primer proyecto de vivienda por autoconstrucción del país: el barrio La Fragua (1958). Es el inicio de un tema que sigue siendo, hasta la fecha, su principal obsesión: cómo ofrecer, desde la arquitectura, un tipo de vivienda que sirva también para resolver problemas de ingresos, es decir, lo que más adelante se conocerá como la «vivienda productiva», expresión que será acuñada por las Naciones Unidas.

Su interés por el tema de la vivienda pronto se verá relacionado con otro asunto: el urbanismo. Proponer barrios es proponer trozos de ciudad. Los trozos de ciudad, dependiendo de la escala, pueden ser, como en el caso de la Ciudadela Colsubsidio, verdaderos tratados sobre cómo enfrentar el problema de construcción de lo urbano. Samper construye su propia teoría, que toma de los discursos que aprende con Le Corbusier

Universidad de los AndesDepartamento de ArquitecturaCarrera 1.a núm. 18 A-70, bloque K, piso 2Tel.: (571) 332 4511 - 339 4949. Ext: 2484Bogotá, D. C. (Colombia)<http://arquitectura.uniandes.edu.co>

Ediciones UniandesCarrera 1.a núm. 19-27, edificio Aulas 6, piso 2Tel.: (571) 339 4949. Ext: 2133Bogotá, D. C. (Colombia)<http://ediciones.uniandes.edu.co>[email protected]

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E | casa+casa+casa=¿ciudad?

GERMÁN SAMPER UNA INVESTIGACIÓN EN VIVIENDA

Marcela Ángel SamperMaster of Science in Architecture Studies, programa Arquitectura y Urbanismo, Massachusetts Institute of Technology (2002); arquitecta por la Universidad de los Andes (1983); profesora de cátedra y miembro del grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes.

María Cecilia O’Byrne OrozcoDoctora por el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, UPC (2008); máster en Historia, Arte Arquitectura y Ciudad, ETSAB, UPC (1993); arquitecta, Universidad de los Andes, Bogotá (1988). Profesora asociada y directora del grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes.

y los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) y de las propuestas que a lo largo y ancho del mundo, durante los años sesenta a ochenta, critican precisamente esa manera de proponer la ciudad. En una de sus publicaciones, El recinto urbano, con sus dibujos de viaje, Samper expone cómo, a través de las experiencias de ciudades alrededor del planeta, ha logrado consolidar una teoría para afrontar el problema de la construcción de la ciudad desde la vivienda, investigación que ha sido ampliamente reconocida tanto nacional como internacionalmente.

En lo urbano, un proyecto importante que busca cómo el Estado puede ofrecer vivienda y servicios de tal manera que se pueda vencer a los urbanizadores ilegales ofreciendo alternativas a la población necesitada, es el trabajo interdisciplinario sobre normas mínimas de 1972. El modelo propuesto se desarrolla en varios proyectos en Ciudad Bolívar, asunto que no se ha logrado resolver hasta la fecha y que muy seguramente los urbanistas de hoy tienen en los estudios y proyectos de Samper un material todavía vigente y con respuestas para la ciudad.

El trabajo en la firma o en los múltiples proyectos de vivienda se acompaña con otras actividades a las que Samper también se entrega con fervor: participa en política, siendo concejal de Bogotá en tres periodos. Dedica una parte importante de su tiempo a la docencia, siendo, entre otros, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes entre 1956 y 1959. Después le resulta difícil combinar la docencia con la práctica profesional; sin embargo, nunca abandona la universidad. Una y otra vez acompaña talleres, clases y conferencias, principalmente sobre el tema de la vivienda en Bogotá. Asiste como jurado en proyectos de grado, asesora investigaciones como la que recientemente ha apoyado para las publicaciones y exposiciones de Le Corbusier en Bogotá, y no solo en los Andes, sino en muchas universidades del país y el exterior, Samper es una y otra vez invitado a explicar su obra y sus teorías sobre vivienda y ciudad. Y, por supuesto, hace algo que no es común en el gremio al que pertenece: Germán Samper escribe. La reflexión constante sobre su quehacer ha quedado impresa en libros, artículos, conferencias y entrevistas.

Con sus casi 88 años Samper es hoy una persona segura de su carrera, interesada en aprender de cada cosa que le llama la atención y dispuesta a compartir su saber con personas de todas las edades y condiciones. Un hombre que tiene el mejor de todos los premios que puede tener un ser humano en la vida: el amor y respeto incondicional de una familia que lo admira con devoción. Con ellos, de tanto en tanto, deja de lado su trabajo y con piano y guitarra dedican también un tiempo a su principal afición: la música. No son comunes, en el mundo de la especialización, personas como Germán Samper, quien donde ha trabajado ha dejado su marca indeleble. Este libro hace parte de los homenajes que durante 2011 y 2012 se le rinden al maestro.

Por María Cecilia O’ByrneAgosto de 2010

Entre el 26 de octubre de 2011 y el 29 de febrero de 2012 se lleva a cabo en el Archivo de Bogotá la exposición «Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda», realizada a partir del trabajo efectuado por tres grupos de investigación de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes. Este libro es el catálogo de dicha muestra, donde se incluyen, a manera de artículos, las investigaciones que dieron base a la exposición, en los cuales se muestra una selección de proyectos de vivienda del arquitecto bogotano Germán Samper Gnecco (1924), aquellos donde estudian y proponen alternativas a la estructura y la conformación del espacio urbano de las áreas residenciales, particularmente las que se desarrollan con vivienda social y de estratos medios. Acompañan los proyectos de Samper un panorama sobre la situación mundial y local de la vivienda y la ciudad en el siglo XX y una reflexión sobre la situación actual de la vivienda social en Bogotá, revisando los problemas relacionados con la ciudad y la dificultad de las familias más pobres para acceder a un hábitat de calidad, tanto en lo privado como en lo urbano, enfocando los esfuerzos en identificar los principales retos que deben enfrentarse, con la convicción de que la realidad puede ser otra si se avanza en la dirección adecuada.

SECRETARÍA GENERAL

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SECRETARÍA GENERAL

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AUTORAS COMPILADORAS © Marcela Ángel Samper y María Cecilia O’Byrne

CORRECCIÓN DE ESTILOSandra Marcela Sepúlveda Ortega

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓNAngélica Ramos Vargas y Adriana Páramo UrreaTaller de Medios de la Facultad de Arquitectura y Diseño

ISBN 978-958-695-751-9

IMPRESIÓNPanamericana formas e impresosCalle 65 n.o 95-28Tel.: (571) 430 2110

Impreso en Colombia - Printed in Colombia

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo, ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

Las ideas y contenidos generados por los diferentes autores de los textos aquí publicados son de responsabilidad absoluta de quien firma cada texto. Las auto-ras compiladoras y ediciones Uniandes no se hacen responsables de las ideas y contenidos desarrollados por los diferentes autores invitados.

La presente edición, abril del 2012

© Universidad de los Andes Departamento de Arquitectura Carrera 1.a núm. 18 A-70, bloque K, piso 2 Tel.: (571) 332 4511 - 339 4949. Ext. 2484 Bogotá, D. C. (Colombia) http://arquitectura.uniandes.edu.co

Ediciones Uniandes Carrera 1.a núm. 19-27, edificio Aulas 6, piso 2 Tel.: (571) 339 4949. Ext. 2133 Bogotá, D. C. (Colombia) http://ediciones.uniandes.edu.co [email protected]

Archivo de Bogotá Calle 5 núm. 5-75, barrio Santa Bárbara Tel.: (571) 381 3000. Ext. 4113 Bogotá, D. C. (Colombia) http://www.bogota.gov.co [email protected]

Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda / María Cecilia O’Byrne Orozco y Marcela Isabel Ángel Samper, compiladoras. -- Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Arquitec-tura y Diseño, Departamento de Arquitectura; Ediciones Uniandes, 2012.

296 pp.; 24.5 x 27.5 cm

ISBN 978-958-695-751-9

1. Samper Gnecco, Germán, 1924 2. Arquitectura doméstica -- Colombia 3. Desarrollo urbano -- Colombia 4. Vivienda -- Investigaciones -- Colom-bia I. O’Byrne Orozco, María Cecilia II. Ángel Samper, Marcela Isabel III. Universidad de los Andes (Colombia). Facultad de Arquitectura y Diseño. Departamento de Arquitectura.

CDD 728.3 SBUA

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Para mí es un orgullo escribir la presentación de este libro, que es ante todo una constancia para el presente y para el futuro de la exposición «Casa + casa + casa = ¿ciudad?». Imágenes y palabras reunidas para mostrar la obra de toda una vida dedicada a la conceptualización, análisis y construcción de ciudad, por parte de Germán Samper. Algo un poco pretencioso, pues la verdadera constancia está en sus casas, conjuntos y urbanizaciones, en sus espacios y en sus volúmenes. Es esa obra arquitectónica, real, actual, viva, vívida y viviente, la que constituye el legado de Germán.

Para la Universidad de los Andes, esta exposición y este libro representan una especie de colofón al doctorado honoris causa que le concedió a Germán el año pasado, «por una vida dedicada al estudio, investigación y enseñanza de la arquitectura y el urbanismo, y a su significativo aporte, desde la práctica profesional, a la transformación de las ciudades colombianas y la calidad de vida de cientos de familias». Además, para la universidad, Germán es de la casa, término muy apropiado en este caso, pues su vinculación con los Andes tiene más de cuarenta años, como decano y profesor invitado a diferentes eventos y actividades académicas. Eso, sin contar la relación que tiene ahora como padre de familia.

Adicionalmente, para la universidad esta exposición refleja los benéficos resultados que brindan el trabajo interdisciplinario y las relaciones interinsti-tucionales. Alrededor de la obra de Germán trabajaron los grupos de inves-tigación: Proyecto, Arquitectura y Ciudad, La Construcción de lo Público y el Grupo de Investigación en Gestión y Diseño de Vivienda (GIV) de la Universi-dad de los Andes. Con ellos estuvieron dos invitados externos, los doctores Adriana Parias, del Centro de Investigaciones Urbanas de la Universidad Na-cional de Colombia, y Fabio Forero, profesor e investigador de las universida-des El Bosque y Gran Colombia. Para el libro fueron invitados, además, Doris Tarchópulos, de la Pontificia Universidad Javeriana, y Mauricio Téllez, docente de las universidades ESAP, Agustiniana y Antonio Nariño.

Bien podría haberse quedado esta investigación en un documento; sin embargo, la socialización del conocimiento ha sido siempre una ganancia para las comunidades. Por eso agradezco muy especialmente a Francisco Osuna, director del Archivo de Bogotá durante la anterior administración, y a Germán Yances, director encargado, quienes generosa e irrestrictamente apoyaron el proyecto. Sin duda alguna, abrir las puertas del Archivo de Bogotá para la ex-posición motivó a los ciudadanos de todas las edades a conocer, en perspec-tiva académica y lúdica, esa ciudad que les pertenece en tanto la habitan. Un llamado a quienes, como la comunidad uniandina, somos vecinos geográfi-

cos, pues siento que estudiantes y profesores tienen una gran oportunidad de acercarse más al archivo, para usarlo y disfrutarlo.

El estudio de la obra en vivienda de Germán se propone a través de las cuatro ideas base que ha trabajado durante los 60 años de su trayectoria como arquitecto: 1. la autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y densidades; 2. vivienda baja de alta densidad y agrupaciones; 3. normas mínimas de ur-banización y redes alternas; y, 4. recinto urbano. Los proyectos seleccionados buscan explicar estas nociones, que son las mismas que se trabajan en el libro. Este, al igual que la exposición, presenta la obra de Germán en vivienda social, contextualizada dentro del panorama de los principales proyectos de vivienda y urbanismo que se dieron a lo largo del siglo XX, tanto local como internacio-nalmente y, por supuesto, con la producción de vivienda que desde el Estado y la empresa privada se ofreció a los sectores con menores ingresos económicos durante las décadas de los años 50 y 60 en Colombia. Hay una mezcla evidente de historia, contexto, actualidad y modelos que nos ofrecen herramientas y perspectivas para revisar las políticas de vivienda actuales. Para esto, tanto la exposición como el libro terminan con una serie de preguntas respecto al estado actual de la vivienda de interés social en el país y con una serie de retos que, desde la academia, se proponen a los diferentes actores que trabajan la resolución de este tipo de proyectos, a lo largo y ancho de todo el país y en muy diferentes escenarios. Son reflexiones dignas de tener en cuenta en un momento en el que, con más frecuencia de lo esperado, nos rehusamos a aprender del pasado, haciéndonos pensar –¿por qué sorprendernos?– que pareciera que se ha perdido el norte.

Antes de terminar, quiero hacer especial mención de agradecimiento a María Cecilia O’Byrne y a Marcela Ángel, quienes aportaron mucho más que su conocimiento, esfuerzo y creatividad. A ellas dos y a todos los colabora-dores liderados por Alberto Miani, mis felicitaciones y mis agradecimientos.

La exposición y este libro son un aporte que debe ser visto como priorita-rio para las políticas públicas y privadas, así como para todos los ciudadanos: cómo lograr construir ciudad con la vivienda social. Es el telón ideal para estu-diar, discutir y reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de la vivienda y la ciudad. Es también un agradecido y merecido homenaje a Germán Samper.

PABLO NAVAS SANZ DE SANTAMARÍARector

Universidad de los Andes

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Pablo Navas Sanz de Santamaría - Rector

FACULTAD DE ARqUITECTURA Y DISEÑO

Alberto Miani Uribe - Decano

DEPARTAMENTO DE ARqUITECTURARafael Villazón Godoy - Director

ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ

Gustavo Petro Urrego - Alcalde

ARCHIVO DE BOGOTÁGermán Yances (e) - DirectorMyriam Loaiza - Conservadora

SECRETARÍA GENERAL

Page 8: Casa casa casa=ciudad

Si algo nos ha enseñado esta exposición y el material recopilado en ella, gra-cias a la extensa investigación que sobre el tema de la vivienda social en Co-lombia han realizado nuestros profesores e investigadores, es que la memoria del Estado, de las instituciones, los arquitectos, planificadores, promotores, constructores e inversionistas directamente responsables de la formulación de la vivienda social en Colombia en los últimos años es muy corta.

Por eso es de celebrar que la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Uni-versidad de los Andes, a través de la obra de ese ejemplo paradigmático que de la arquitectura colombiana es Germán Samper, haya promovido, junto con otras importantes instituciones como la Alcaldía de Bogotá y su Archivo de Bogotá, la investigación sobre el tema y la exposición resultante.

De igual relevancia es que una empresa como Prodesa, con un sentido muy serio de su responsabilidad como actor importante en el medio empre-sarial y social, vea en el apoyo a esta publicación una manera de contribuir a la divulgación de las reflexiones hechas por Germán Samper sobre el tema, desde finales de los años cincuentas y hasta nuestros días.

Las conclusiones son claras, contundentes y sencillas.La primera y más importante es que para lograr una ciudad digna, amable

e incluyente, la solución pasa, sin duda alguna, más que por las unidades mis-mas, por la calidad y eficiencia del trazado urbano, de la inclusión del espacio público en todo proyecto y de una visión del proyecto que propicie la interac-ción y el encuentro entre sus habitantes tanto en la escala doméstica como urbana, para garantizar actividades de todo orden.

La segunda es que a partir de una comprensión de las sutilezas de los trazados urbanos y de apartarse de los esquemas trillados, se pueden lograr densidades importantes, aun con construcciones de baja altura.

Para nuestras ciudades, enfrentadas al dilema y fenómeno de la expansión irracional o sprawl indefinido hacia tierras perimetrales, una reflexión como esta es importantísima y esencial haberla vuelto a poner sobre la mesa.

Naturalmente los tiempos son otros y existe una fuerte tendencia mun-dial a lograr mejores y mayores densidades con edificios de gran altura, como lo manifestaba recientemente el alcalde de Vancouver, Sam Sullivan, cuando explicaba que parte del éxito de esta ciudad y la revitalización de su centro se explicaba por la política de densificación y desarrollo en altura.

A mi modo de ver, una combinación equilibrada de alta densidad en baja altura, por medio de trazados compactos e innovadores y de edificios altos in-tegrados en planes urbanos concertados, nunca predio a predio, como se está empezando a hacer en Bogotá, podría ser una buena combinación.

Como dicen los franceses: «fallait y penser», había que haberlo pensado.

Y eso es algo que quiero destacar, para quienes se interesen en el tema a partir de esta publicación o que lo hicieron a partir de la visita a la exposición: volvamos a analizar juiciosamente las propuestas que se hicieron en algún momento; no todo debe volverse a inventar, hay que reinterpretar las exitosas formulas de Previ en el Perú, de La Fragua en Bogotá y tantos otros proyectos, no solo los de Samper.

Como en mayo de 1968: pongamos la imaginación en el poder.¿qué ha pasado con la imaginación de los diseñadores urbanos, de los

paisajistas, de los arquitectos, de los promotores e inversionistas? ¿Será que el sempiterno mantra de los costos y la rentabilidad esteriliza a tal punto la imaginación que no podemos aspirar a mejores soluciones?

Desde la Facultad de Arquitectura y Diseño, me pregunto siempre por qué de la colaboración entre arquitectos, diseñadores (no solo industriales), in-genieros y gestores de políticas públicas de todo el espectro disciplinar no se producen reflexiones tan interesantes como las surgidas de un proyecto como Previ en el Perú, hace 50 años, o un Weissenhoff en Alemania, en las postrimerías de los 20.

¿Cuál es el papel del Estado y otras instituciones como las cajas de com-pensación, en todo este asunto? ¿Será que estamos condenados a estas hi-leras infinitas de casas mal construidas, mal orientadas, mal iluminadas y sin un asomo de imaginación en su entorno urbano ni en las mismas unidades porque las fuerzas del mercado y de la rentabilidad así lo imponen?

Me resisto a creer que esto sea así y de ahí la importancia de recobrar, por parte de arquitectos, urbanistas y diseñadores –a través del trabajo conjunto con los administradores y los dueños del capital– el liderazgo y las enseñanzas que deja en claro esta investigación sobre como formular la ciudad, y que se resumen en esta publicación y la exposición que la originó.

Es entonces esta una invitación desde la academia a todos aquellos que reflexionan genuinamente sobre la vivienda social y la calidad de vida en las ciudades, para rescatar ese sabio aprendizaje, repensarlo a la luz de las rea-lidades de hoy y ponerlo al servicio de quienes construyen y viven la ciudad.

ALBERTO MIANI URIBEDecano Facultad de Arquitectura y Diseño

Universidad de los Andes

Page 9: Casa casa casa=ciudad

DIRECCIóN GENERAL DEL PROyECTO CASA + CASA + CASA = ¿CIUDAD?Marcela Ángel Samper – Grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura, Universidad de los Andes.María Cecilia O’Byrne Orozco – Directora grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura, Universidad de los Andes.

CURADURÍAMarcela Ángel SamperCarlos Betancourt

MUSEOGRAFÍAMarcela Ángel SamperCarlos Betancourt

ASISTENTE DE CURADURÍA Eugenia Gaviria Cortés – Grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura, Universidad de los Andes, Departamento de Arquitectura

MATERIAL AUDIOVISUALCatalina Samper Martínez

Elaboración del material audiovisualAtaca Films - Carlos Mario Urrea, Nicolás Galeano, Santiago PalauJuan Camilo Hoyos Juan Carlos Arango

Asistentes de realizaciónJuan Carlos Barrios, Camilo Medina, César Devia, Jan David Villabona, Diego Chiquillo, Pablo Durán, Ricardo Rodríguez, David Peraza.Polimedios – Politécnico Grancolombiano

FotografíasDiego Samper, Ataca Films: Carlos Mario Urrea, Nicolás Galeano, Catalina SamperPerspectiva aérea: Juan Manuel Crane

MúsicaSantiago Rodríguez

GRUPOS DE INVESTIGACIÓN PARTICIPANTESGrupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura, Universidad de los Andes, Departamento de Arquitectura

Asistentes de investigaciónLina Arenas Ospina, Pedro Bermúdez Torres, Eugenia Gaviria Cortés, Juana Salcedo Ortiz

MonitoresOljer Cárdenas, Santiago Medina, David Peraza

Grupo de Investigación Construcción de lo PúblicoIsabel Cristina Arteaga ArredondoDiana Ruiz Cendales

Grupo de Investigación Gestión y Diseño de Vivienda (GIV)Stefano Anzellini FajardoClemencia Escallón Gartner Nathalie Herrera Araújo

INVESTIGADORES INVITADOS

Adriana Parias DuránPh.D., profesora del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia y presidenta de la Asociación Colombiana de Investigadores Urbano-Regionales (Aciur)

Fabio Enrique Forero SuárezPh.D., profesor asociado, grupo de investigación Diseño, Imagen y Comunicación de la Universidad El Bosque y grupo de investigación Diseño y Gestión del Hábitat Territorial de la Universidad La Gran Colombia.

AZ ESTUDIODirección de arteRoxana Martínez y Ana Vélez

Asistente de diseñoAlejandra Rodríguez Lozano

CORRECCIÓN DE ESTILOSandra Marcela Sepúlveda Ortega

PRODUCCIÓN MUSEOGRÁFICACoproducción Urbana: Nicolás Herrera Cortés, Sandra Herrera Cortés, Fernando Herrera Arbeláez, Javier Aguilera Rojas, Stevenson Cortés Cantiva, William Vargas Velásquez, Henry González Lara, Aldo Rodríguez Cubillos, Juan Ramírez Sánchez, Bernardo Ramírez Sánchez

MAqUETAS Cristina de Valdenebro et al.

PROFESIONAL ASISTENTE DE PROYECTOSandra Yohanna Corredor

AGRADECIMIENTOS:Germán Samper Gnecco, yolanda Martínez de Samper, Catalina Samper Martínez, Ximena Samper de Neu, Eduardo Samper Martínez, Diego Samper Martínez, yoana Samper Martínez, Nadia Guacaneme, Martín Villegas, Olga Lucía Paulhiac, Julio Luzardo, Andrés Rojas, Jorge Enrique Ramírez, Roberto José Londoño, Luisa Durán, Andrés Téllez, Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.

La FraguaMartiniano Vergara y familia, yolanda Rojas y María Julia Sánchez de Rojas, familia Torres Suárez.

PreviPedro Belaúnde Martínez, Sharif S. Kahatt, Peter Land

EntrevistasFernando Jiménez, Luis Carlos Jiménez, Silvia Arango, Hernando Carvajalino -- Barrio TallerJorge Zapp, Mauricio Téllez

COMUNICACIóN / PRENSA María Fernanda Márquez - Seis Grados Comunicaciones

REGISTRO FOTOGRÁFICO Y AUDIOVISUAL DE LA EXPOSICIÓNNicolás Galeano, Camilo Daza

FORO | HACER CIUDAD EN LA CIUDAD: MÁS ALLÁ DE LOS MACROPROyECTOS

Organización:María Carrizosa Bermúdez y Ximena Samper de Neu. Comisión Hábitat, Sociedad Colombiana de Arquitectos. Seccional Bogotá, Cundinamarca.

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La exposición «Casa + casa + casa = ¿ciudad?», cuya investigación y esencia quedan recogidas para la memoria de Bogotá en este libro-catálogo, es sin duda la más grande y una de las más complejas entre las que se han montado en los últimos años en el Archivo de Bogotá, porque desde su título hasta su énfasis en la vivienda de interés social interrogan científicamente la planea-ción urbana de la ciudad.

La decisión del Archivo de Bogotá de participar en el montaje de una expo-sición que mostrara el resultado de la investigación que un grupo de estudio de la Universidad de los Andes había abordado en torno de la obra del arquitecto bogotano Germán Samper Gnecco estuvo fundada en varias consideraciones. El hecho de que Samper Gnecco hubiera resuelto, tres años atrás, donar a la ciudad, en cabeza del Archivo de Bogotá, gran parte de su colección de planos fue determinante. Esa planoteca constituye hoy por hoy uno de los fondos documentales de mayor consulta de los que tiene en custodia esta dirección.

De igual manera, los equipos de historiadores y conservadores del Archi-vo de Bogotá, cuando valoraron esta donación, encontraron que la obra de Samper formaba parte de la huella dactilar de la ciudad y de la arquitectura bogotana, y que en consecuencia tenía un especial valor documental, históri-co y arquitectónico.

Adicionalmente, para el Archivo de Bogotá esta exposición constituye un recorrido completo por el ciclo vital de un fondo documental privado de valor patrimonial e histórico, desde su identificación, valoración, acopio, conserva-ción y catalogación, hasta su puesta en servicio, en cumplimiento de la función de memoria, transparencia y pedagogía social que le corresponde legalmente.

Esta feliz historia comenzó en el año 2009, cuando el arquitecto Germán Samper Gnecco, respondiendo a una invitación del Archivo de Bogotá, mani-festó su intención de donación de la documentación que a lo largo de los últi-mos sesenta años ha recopilado en el ejercicio de su profesión, con sede prin-cipalmente en Bogotá. Se trata de documentación planimétrica, documentos, publicaciones e imágenes digitales generadas por él mismo y por dos firmas de arquitectos e ingenieros: Esguerra, Sáenz y Samper Ltda., y G. X. Samper.

Ofreció el arquitecto Samper 68.964 planos, tres y medio metros lineales de documentos textuales, cuatro metros de publicaciones, cuarenta y una pu-blicaciones seriadas, 4500 imágenes digitales de los croquis de viajes y 39.561 gigas de información de fotografías de los proyectos y conferencias dictadas por él.

Un equipo interdisciplinario de profesionales del Archivo de Bogotá visitó los tres sitios donde se encontraba guardada la documentación: la vereda El Abra, en Facatativá (Cundinamarca); la residencia del arquitecto Germán Sam-per y la casa del arquitecto Álvaro Sáenz. Se realizó la valoración histórica y se

midió la importancia de los documentos para la investigación sobre la ciudad. La mayor parte de la documentación se encontraba en El Abra y estaba organi-zada en dos contenedores, por proyectos arquitectónicos, en condiciones muy favorables para la conservación.

El equipo de trabajo corroboró la importancia de la donación, que reunía condiciones de originalidad e integridad físicas, y contenía información para comprender el desarrollo y los momentos claves de la planificación urbana de Bogotá, a la vez que testimoniaba los cambios de uso sufridos por el suelo de la ciudad en los últimos sesenta años.

Como profesional, hombre público y socio de dos firmas de arquitectos que aportaron a la formación del fondo documental, Germán Samper es el protagonista de la investigación y de la exposición. Su contribución, desde la esfera privada y desde la vida pública, resulta de sumo interés para la investi-gación de la historia de la ciudad, tanto desde el objeto específico de la obra propuesta, diseñada y construida, como desde el punto de vista conceptual arquitectónico, sociológico, político y artístico.

Durante los años 2010 y 2011, el área técnica de la Dirección Archivo de Bogotá describió, catalogó y sometió la documentación a procesos de con-servación que aún continúan desarrollándose en el 2012, a fin de poner al servicio la totalidad de esta documentación.

El paso siguiente era poner en manos de la comunidad el resultado de la investigación sobre un periodo de cambio acelerado y dinámico en múltiples sentidos, como es la conformación de la malla urbana de Bogotá en la segun-da mitad del siglo XX.

Producto de esa feliz sucesión de eventos y del empeño de la familia Samper, en el que el Archivo de Bogotá fue su principal artífice y asociado, se montó «Casa + casa + casa = ¿ciudad?», exposición que fue visitada por 4277 personas y 95 grupos, y cuyo desmonte debió ser aplazado varias veces, atendiendo solicitudes del público en general y de la comunidad académica.

En este libro-catálogo y en una serie de piezas audiovisuales realizadas por el equipo de investigadores de la Universidad de los Andes sobre esta exposición, futuras generaciones de bogotanos y las nuevas administraciones de la ciudad podrán repasar lo vivido en Bogotá en materia arquitectónica y urbanística para, desde allí, diseñar su futuro.

GERMÁN YANCES PEÑADirector (e)

Archivo de Bogotá

Huella dactilar de la ciudad

Page 11: Casa casa casa=ciudad

LA EXPOSICIÓN, CON EL PATROCINIO DE: EL LIBRO, CON EL PATROCINIO DE:

Page 12: Casa casa casa=ciudad

EL LIBRO, CON EL PATROCINIO DE:

Con motivo de la entrega de la vivienda número 15.000 y con el orgullo de ha-ber aportado proyectos inmobiliarios de excelente calidad urbana y arquitec-tónica, Prodesa apoyó la impresión de este libro. Se trata de resaltar la calidad y de ratificar su compromiso hacia el futuro con la misma.

Germán Samper ha trabajado intensamente durante los últimos sesenta años, creando verdaderas y completas piezas de ciudad en distintos lugares del te-rritorio nacional.

Gracias a la investigación liderada por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes, todo ese conocimiento de Germán queda aquí plas-mado, para facilitar su divulgación entre las nuevas generaciones. Para los pro-fesionales que actualmente trabajan en el diseño de proyectos urbanos, este libro constituye un manual de buenas prácticas de urbanismo y vivienda social.

Al leer los cuatro temas que desarrolla el libro sobre la obra de Germán Samper, pareciera que estos han sido premisas para todos los proyectos de-sarrollados por Prodesa. Con una fuerte convicción de llegar a los sectores populares, en donde el 80 % de las viviendas construidas han sido de interés social, el diseño le ha dado preponderancia al ser humano, definiendo carac-terísticas para sus proyectos que en muchos casos coinciden con la propuesta de Samper.

Los principios de diseño urbano de Prodesa han sido los siguientes: • Darles prioridad al transporte público, a las bicicletas y al peatón sobre los

automóviles. • Que los parques, las plazas y las alamedas sean trazados pensando en con-

formar recintos urbanos y no como simples residuos del lote. • Los parques y las peatonales propuestas en los proyectos constituyen una

red alterna independiente de la malla vial del proyecto. Estas redes verdes y peatonales benefician a la mayor cantidad de viviendas del proyecto.

Para las agrupaciones de vivienda, Prodesa ha tenido en cuenta las siguientes premisas:

• Desarrollar proyectos de baja altura y alta densidad. En promedio, 6 pisos y densidades entre 280 y 400 viv/Ha.

• En sitios donde se ha requerido, se han propuesto viviendas de desarrollo progresivo. Prodesa entrega los dos primeros pisos y los usuarios llegan hasta el tercer piso mediante autoconstrucción. Con las viviendas, entrega un manual técnico de cómo deben crecer, incluyendo el diseño estructu-ral, y presta apoyo técnico y supervisión durante los primeros años.

• Se busca que la mayoría de las viviendas den frente a las calles y al espacio público que las rodea, con el fin de ofrecerle seguridad y vida al espacio público.

• En las agrupaciones, los automóviles deben ubicarse en un costado, de tal forma que lo niños circulen libremente por todas las zonas verdes del con-junto, brindando una circulación y recreación seguras. Para cumplir con este objetivo, en muchos casos se han propuestos edificios de parqueo en tres pisos, los cuales dejan toda el área libre del conjunto como peatonal.

• A las fachadas de una vivienda de interés social construida por Prodesa se les da tal calidad estética que la ciudadanía en general las confunde con las de los estratos altos.

En mi condición de arquitecto y de urbanista de muchos de los proyectos de Prodesa, puedo testificar que esta empresa siempre ha tenido la mente abier-ta a construir todos los proyectos, teniendo en cuenta tanto los postulados arquitectónicos como urbanísticos que Germán Samper tanto ha defendido. Con una gran responsabilidad social, Prodesa le ha mejorado la calidad de vida a más de sesenta mil colombianos. Además del reconocimiento de sus clientes, la empresa ha ganado varios premios y distinciones en la Bienal de Arquitectura de Colombia, en Fiabci, en Cémex y en Anfalit.

CAMILO SANTAMARÍA GAMBOAArquitecto y planificador urbano

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Exposición del problema y contexto histórico

Proyectos de autogestión y autoconstrucción

Vivienda baja de alta densidad

Normas mínimas y redes alternas

Recinto urbano

Preguntas y retos de la vivienda en Colombia

Video: Germán Samper, el camino de un arquitecto

Panorama de la vivienday la ciudad en el siglo XX

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IntroducciónMarcela Ángel Samper y María Cecilia O’Byrne 15

Capítulo 1. GERMÁN SaMpER Y Su tIEMpo

París y Germán Samper: una historia por contar María Cecilia O’Byrne, Ph.D. 24

Los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto Germán Samper Gnecco, Ph.D. 42

Panorama de la vivienda y la ciudad en el siglo XXPedro Bermúdez, Eugenia Gaviria, Juana Salcedo 56

Modernizaciones y hábitat social en Bogotá, 1930-1970 Fabio Forero, Ph.D. 62

Configuración urbana y vivienda popular en Bogotá en la segunda mitad del siglo XXAdriana Parias, Ph.D. 74

Capítulo 2. loS pRoYECtoS DE VIVIENDa DE SaMpER CoMo INVEStIGaCIÓN

El proyecto como investigación: las propuestas urbanas de Germán Samper Gnecco para la conformación de áreas residencialesMarcela Ángel Samper 88

Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios sobre la densidadMaría Cecilia O´Byrne, Juana Salcedo 114 La Fragua 116 Sidauto 122 Urbanización Carimagua 126

La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones 132 Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) 136 La Alhambra 148 Las Brujas 152

Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas 156 Ciudad Guasare 164 Ciudadela El Recreo, Metrovivienda 172 Ciudad Bolívar 176

Recinto urbano 184 Ciudadela Real de Minas 186 Ciudadela Colsubsidio 194

Capítulo 3. otRaS MIRaDaS

La experiencia del barrio La Fragua. Conversaciones sobre su evoluciónDiana Ruiz Cendales 208

El centro comunitario como parte integral de la producción de vivienda económica: una revisión del papel de los equipamientos en las normas mínimas de 1971 Isabel Arteaga, Ph.D. 220

Entre el Plan Piloto y las normas mínimas: inicio y avance de una línea de investigación en vivienda Doris Tarchópolus. Ph.D. 230

Prácticas sociales del espacio en la Ciudadela ColsubsidioMauricio Téllez 240

Capítulo 4.la VIVIENDa DIGNa EN ColoMBIa: uNa DEuDa pENDIENtEStefano Anzellini, Clemencia Escallón, Nathalie Herrera 252

Capítulo 5.FoRo: HaCER CIuDaD EN la CIuDaD, MÁS allÁ DE loS MaCRopRoYECtoS

¿Qué es pensar en grande?: la brecha entre la producción social del hábitat y la vivienda producida por el mercado Jaime Gómez 274

Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectosGermán Samper Gnecco 279

Bibliografía 283

Autores 289

Índice fotográfico 291

Fuentes imágenes «Panorama» (Plegable) 293

Contenido

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Catalina Samper Martínez, la hija menor de Germán Samper, es además,

desde hace muchos años, su memoria. Fue Catalina, motor de un proyecto

más amplio sobre la obra de su padre, quien nos invitó a hacer una expo-

sición sobre la obra de Germán Samper. Con ella concluimos que el tema

sería la investigación en vivienda, como un aporte desde la academia a esa

discusión tan necesaria, y fue ella la que nos abrió el camino en el Archivo

de Bogotá y nos guio en el casi infinito archivo personal de Samper. El pro-

yecto, que incluyó la realización de un documental sobre la vida y obra de

Germán Samper, dirigido por Carlos Mario Jaramillo y producido por ella, y

un libro sobre la obra de Germán Samper, editado por Diego Samper Edi-

ciones, ambos presentados en octubre del 2011, culmina por ahora con la

exposición que se presentó en el Archivo de Bogotá entre el 26 de octubre

del 2011 y 29 de febrero del 2011, el foro y este libro - catálogo.

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| Introducción | Marcela Ángel Samper | María Cecilia O’Byrne Orozco | 15

Germán Samper Gnecco (Bogotá, 1924), arquitecto egresado de la Universidad Nacional de Colombia en 1947, inicia en 1949, en París, una investigación en vivienda que continúa hasta el presente. A tra-vés de numerosos proyectos, Samper estudia y propone alternativas a la estructura y la conformación del espacio urbano de las áreas resi-denciales, particularmente las que se desarrollan con vivienda social y de estratos medios. Su trabajo es la respuesta de un profesional comprometido a un problema endémico de las ciudades latinoame-ricanas, la provisión de vivienda. Es también un ejercicio de respon-sabilidad social con las poblaciones menos favorecidas, que parte de la convicción de que la vivienda es un factor de desarrollo humano.

Este libro es a la vez catálogo y medio para presentar la investiga-ción realizada por el grupo de autores para la exposición Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda. El lector encontrará el trabajo organizado por temas, acompañado por un panorama que pone en contexto lo que está sucediendo en el mundo, en Latinoamérica y en Colombia respecto al tema de la vivienda en serie para familias de escasos recursos, junto a la obra de Samper, a su vez dividida en sus 32 proyectos de vivienda, otros proyectos y datos biográficos. En cinco recintos temáticos presenta-mos la investigación, comenzando con el contexto en el que se inicia la obra en vivienda de Samper, que incluye su experiencia en París, entre 1949 y 1953; la autoconstrucción dirigida y la vivienda produc-tiva; la vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones; normas mínimas y redes alternas, y finalmente, su concepción del espacio público como «recinto urbano». Cada tema está acompañado de una selección de proyectos que enfatizan las ideas que son recogidas en la última sección, donde se plantea una mirada propositiva sobre la vivienda de interés social hoy.

El título de la presente publicación –como el de la exposición que se lleva a cabo en el Archivo de Bogotá entre octubre de 2011 y enero

de 2012, que forma parte del mismo proyecto de investigación– se inicia con una pregunta, que tiene dos respuestas: una positiva y otra negativa. Al formularla, queremos que los espectadores y los lecto-res intenten responderla antes de conocer el contenido, tanto del libro como de la exposición. Sin embargo, consideramos que, como directoras del proyecto, debemos dar a conocer las respuestas que nosotras damos a la pregunta y cómo se encadena esta con la inves-tigación en vivienda de Germán Samper Gnecco.

La ecuación que propone el título dice que la ciudad es el resul-tado de la sumatoria de las casas, es decir, de las viviendas, sean estas casas, apartamentos, edificios bajos, medianos o altos. Y la respuesta podría ser que sí, que en efecto, si la estudiamos con de-tenimiento, la ciudad, en su mayoría, está compuesta por lo que Aldo Rossi llama el «tejido residencial». Las ciudades son, antes que nada, el lugar de habitación de los seres humanos y desde el siglo XIX en Europa y el siglo XX en el resto del mundo, se han converti-do en las principales concentraciones humanas, teniendo en cuenta que hoy el mundo es principalmente urbano, frente al mundo rural que había dominado hasta entonces. De hecho, el gran problema al que se enfrentan los arquitectos de principios del siglo XX en el mundo es la búsqueda de respuesta a este fenómeno, la declaración de que la función del arquitecto es establecer cómo resolver el pro-blema de la vivienda en serie, aprovechando los nuevos materiales que la industrialización da para una cada vez mayor demanda de viviendas en un mundo que mira desconcertado la manera en la que esta crece.

Pero entonces, ¿cuándo es negativa la respuesta? ¿Cuándo se puede establecer que la ciudad no es la sumatoria de casas? Si bien los principales estudios de principios del siglo XX se centran en dar soluciones de diferente índole a la unidad de vivienda, pronto se dan cuenta de que no es posible desligar la respuesta de un pro-blema aún más complejo: la ciudad no se forma de solo vivienda. En los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM),

introducción| Marcela Ángel Samper | María Cecilia O’Byrne Orozco |

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| Introducción | Marcela Ángel Samper | María Cecilia O’Byrne Orozco | 17

la vivienda y la ciudad son los temas centrales de las once versiones que se realizan entre 1928 y 1959.

Uno de los asuntos esclarecidos en los diferentes estudios y pro-puestas que llegan a estos congresos es que la discusión sobre la vivienda tiene que ir acompañada de soluciones y alternativas res-pecto a cómo se relaciona en la ciudad la vivienda con el trabajo, el cultivo del cuerpo y el espíritu y los medios de circulación. Es decir, lo que en 1949, en el congreso que se hace en Bérgamo (Italia), se define como las cuatro funciones del urbanismo CIAM.

Hablar de los CIAM no es algo aleatorio. Germán Samper Gnecco tie-ne acceso, en su juventud, a las discusiones que se dan en Europa a mitad del siglo pasado y participa activamente en los CIAM de Bér-gamo, Hoddesdon y Aix-en-Provence, pues coinciden con los años en los que trabaja en el atelier de Le Corbusier en París, entre 1949 y 1953. Allí conoce de primera mano las principales discusiones que sobre estos dos temas se trabajan mundialmente y, por supuesto, con Le Corbusier participa activamente en diferentes proyectos don-de las soluciones de vivienda colectiva siempre están referidas a una discusión sobre la ciudad, principalmente en el proyecto para el Plan Director para Bogotá, de 1950.

Samper regresa al país en 1953 y empieza a trabajar con el Banco Central Hipotecario (BCH), principalmente en proyectos de vivien-da. Pronto es llamado a formar parte de la firma, como socio, ya por entonces de gran renombre en la ciudad, de Esguerra, Sáenz y Samper, donde se dedica a grandes proyectos de edificios públicos y de oficinas que transforman el perfil no solo de Bogotá, sino de las principales ciudades del país. Entre tanto, en 1957, por intermedio de su esposa, Yolanda, le llega un proyecto inesperado que transfor-ma su manera de relacionarse con la arquitectura: La Fragua. Este proyecto es un campo de experimentación, donde las condiciones económicas y sociales de los futuros propietarios imponen un reto: hacer el primer proyecto de vivienda por autoconstrucción dirigida en el país. Como todo experimento, algunas propuestas son exitosas y otras no. De hecho, es difícil visitar hoy en día el proyecto sin tener la sensación de su fracaso en lo que se refiere a la arquitectura, por la manera drástica en que las casas son transformadas. Pero este es tal vez uno de los asuntos más importantes de La Fragua: evidente-mente Samper transforma en sus proyectos posteriores la manera de concebir las viviendas. Pero con La Fragua aprenden los Samper, los futuros propietarios, el Gobierno local y el nacional. La mane-ra en que la comunidad colabora y se desarrolla a partir de tener su propia casa es un modelo social que luego se intenta replicar en muchos sitios y que es, en su momento, a través de los proyectos de autoconstrucción dirigida llevados a cabo por el Instituto de Crédito Territorial (ICT), uno de los principales medios para dar soluciones de vivienda social frente a un déficit que pareciera nunca disminuir. Esto, en lo social. Pero en lo que se refiere a la disciplina, es también evidente que la alternativa propuesta en términos urbanos para este pequeño grupo de 94 viviendas en una hectárea, con un sistema de pequeños parques, vías vehiculares en la periferia y vías peatonales

en el interior, al final son las huellas más fuertes que todavía perma-necen, dan una indicación clara a Samper de lo que implica trabajar en este tipo de tareas: no es resolver la unidad de vivienda el mayor aporte que hace un arquitecto en este tipo de proyectos; es la mane-ra en que estas se agrupan, la ciudad que se propone con ellas la que va a dar las calidades a sus futuros habitantes. Recorrer hoy en día las calles de este pequeño barrio, antes periférico, hoy central, reco-nociendo los vínculos de afecto que sus habitantes tienen para con Germán Samper y Yolanda Martínez, hacen que todo este proyecto de investigación tenga sustento teórico, académico y humano.

Son 32 proyectos de vivienda en los que Germán Samper trabaja, ya sea en solitario o con sus socios en la firma Esguerra, Sáenz y Sam-per, hasta 1995 y, desde 1996, con su hija Ximena en G. X. Samper Arquitectos. Aparecen todos en el panorama de vivienda y ciudad en el siglo XX, donde la obra en vivienda de Samper está acompa-ñada con la producción mundial, en América Latina y en Colombia, teniendo en cuenta que las referencias y relaciones que se pueden establecer entre unas y otras son fundamentales a la hora de en-tender cómo la obra de un arquitecto como Samper hace parte de un contexto en el cual no solo se aprende sino que, como en el caso de estudio, también se hacen aportes. Por esto es que hablamos de una investigación en vivienda. Esta investigación se hace desde la práctica, desde el oficio, con un sustento teórico serio, ordenado, propositivo, que se nutre de experiencias propias y ajenas, coetá-neas e históricas, que permiten que hoy existan en varios lugares de Bogotá y el país, incluso del exterior, comunidades que, al igual que en La Fragua, reconocen la calidad de vida que se logra en los proyectos trabajados desde la perspectiva propuesta por Samper.

No es nuestro interés mostrar los 32 proyectos de vivienda de-sarrollados por Samper. Es un trabajo que no se alcanza a llevar a cabo en una tarea de estas dimensiones. Hemos agrupado en cua-tro temas principales la investigación en vivienda que está detrás de esta obra, ya sea construida o no: la autoconstrucción dirigida y la vivienda productiva; la vivienda baja de alta densidad y las agru-paciones; normas mínimas y redes alternas; y, finalmente, recinto urbano. Los proyectos elegidos son los que, desde nuestro punto de vista, ejemplifican de manera clara y didáctica cada uno de estos temas principales. El capítulo 2 es el centro en torno al cual pivotan los otros dos capítulos, redactado en su primer gran apartado por el grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad (PAC)1, de la Universidad de los Andes. El segundo apartado del capítulo 2, otras miradas, incluye textos de autores invitados, expertos en los temas que tratan desde diferentes posturas y que complementan lo hecho por el grupo PAC.

1 Estos textos fueron escritos a tres manos, por María Cecilia O’Byrne y Juana Salcedo con el apoyo de Marcela Ángel, miembros del grupo de investigación PAC de Uniandes.

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El capítulo 1 reúne los temas que sirven de antecedente y contex-to de la investigación de Samper, comenzando con los años en París y la relación de los proyectos con los viajes de estudio. El contexto inicia con un artículo que describe los aspectos relacionados con el crecimiento urbano y la vivienda social en el caso colombiano, prin-cipalmente en Bogotá, cuando comienza la investigación de Samper, desde dos perspectivas: desde la propia disciplina del arquitecto ur-banista y desde la economía; en medio de los dos, la línea de tiempo ya anunciada.

El capítulo 3 es la conclusión. El Grupo de Investigación Gestión y Diseño de Vivienda (GIV), de la Universidad de los Andes, muestra los problemas a los que se enfrenta la vivienda social hoy en Colombia y, muy importante, cuatro retos que proponen una reflexión sobre el tema.

La investigación de Samper –y de allí también el título del proyecto– está centrada en tres puntos: en el problema de la estructura urbana como soporte de la vivienda, independientemente de la gestión y el destino de los proyectos; en que existen estrategias que permiten crear ciudades amables y humanas, y en que la vivienda tiene un papel fundamental en el bienestar y el desarrollo de las familias y grupos humanos.

Somos conscientes de que la revisión de estas ideas apenas inicia, de que existe un potencial inmenso de trabajo en los archivos, tanto de Bogotá como el personal de Germán Samper, y de que la exposi-ción y el libro Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda es solo el comienzo.

Por esto, el cuarto y último apartado de este libro es una rese-ña del foro Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyec-tos, realizado el 18 de noviembre de 2011 en el Archivo de Bogotá, y organizado por la comisión Hábitat de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, Regional Bogotá (Cundinamarca) y la Facultad de Arqui-tectura y Diseño de la Universidad de los Andes, cuyo objetivo es lla-mar la atención sobre dos temas marginales en la política de vivienda actual: 1. discutir programas de mejoramiento y políticas nacionales de envergadura para hacer frente al déficit habitacional cualitativo, y 2. analizar el vacío normativo y las carencias en los mecanismos fi-nancieros para potenciar procesos de la producción social del hábitat.

Se trata de temas que han sido ampliamente debatidos, experi-mentados y validados, tanto nacional como internacionalmente, y que aún no tienen un posicionamiento adecuado en el mercado y la agenda pública colombianos. Debatirlos es una manera de recordar que son temas ineludibles para la construcción de una ciudad digna para todos.

La estructura del libro es la misma que la de la exposición e incluye una serie de invitados especiales que, por su experiencia, aportan miradas alternativas a las planteadas por el grupo de docentes, in-vestigadores, asistentes y monitores que participan en el proyecto de investigación cuyos resultados son la exposición y el libro. Cree-mos que es importante compartir esta forma de trabajo. El resultado

aquí presente ha sido llevado a cabo por tres grupos de investigación del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes, expertos en diferentes temas relacionados con la vivienda y la ciu-dad, que se unen para hacer los aportes generados a partir de su experiencia: el grupo Construcción de lo Público, con Isabel Arteaga y Diana Ruiz; el Grupo de Investigación en Vivienda (GIV), con Clemen-cia Escallón, Stefano Anzellini y Nathalie Herrera; y el grupo Proyecto, Arquitectura y Ciudad, con nosotras a la cabeza y Eugenia Gaviria, Pedro Bermúdez, Juana Salcedo y Lina Arenas como asistentes de investigación, y David Peraza y Oljer Cárdenas como monitores. Así mismo, un grupo de invitados especiales: Catalina Samper, cineasta, encargada del manejo audiovisual del proyecto; Carlos Betancourt en la museografía, de la mano de la curaduría de Marcela Ángel; Adria-na Parias, doctora en Economía Urbana, especializada en el tema de la vivienda en Bogotá y profesora de la Universidad Nacional de Co-lombia, y Fabio Forero, doctor en Arquitectura y especializado en la vivienda en los años cincuenta en Bogotá. En el libro, Mauricio Téllez, arquitecto con maestría en Antropología, cuya tesis se centra en los aspectos sociales de Colsubsidio, y Doris Tarchópulos, arquitecta pro-fesora de la Universidad Javeriana, cuya tesis doctoral, titulada Las huellas del plan para Bogotá de Le Corbusier, Sert y Wiener, aportan su visión a los temas estudiados.

El grupo de profesionales y docentes se dedicó por casi un año a reunirse en una serie de seminarios de trabajo en los que cada cual explicaba a los otros lo estudiado y propuesto para la investigación. El espacio de trabajo, la Universidad de los Andes, nos permite re-cordar a todos que la academia puede ser un lugar de encuentro y aprendizaje, no solo para los estudiantes. Con un espíritu participa-tivo, el trabajo realizado es una enseñanza para compartir, en donde la academia, más allá de discusiones teóricas y eruditas –sin duda, fundamentales–, tiene para ofrecer a ese mundo práctico, ejecutivo y que difícilmente tiene tiempo de sentarse a pensar, que es el que se desarrolla día a día en las calles, obras y proyectos que no se que-dan en el papel, sino que van construyendo eso que denominamos la realidad, miradas reflexivas y propositivas para tener en cuenta en el futuro.

Por esto, para finalizar, hemos identificado los principales problemas a los que se enfrenta la vivienda social hoy en Colombia, que expo-nemos como los cuatro retos que requieren soluciones alternativas. Es fundamental entender y proponer un análisis de las condiciones en las que hoy se desarrolla el tema de la vivienda en Bogotá para las comunidades de estratos bajos y medios; de lo contrario, esta exposición sería solo un ejercicio nostálgico. Así pues, el trabajo que aquí presentamos es un homenaje a Samper, un ejercicio histórico de reflexión sobre la vivienda en el siglo XX y un ejercicio propositivo para atender la problemática actual de la vivienda social.

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| Agradecimientos | 21

agradecimientos

Este proyecto fue posible gracias al trabajo generoso de todo el grupo de docentes, profesionales e investigadores que acabamos de nom-brar. Su gestor principal es, sin duda, el propio Germán Samper; sin su obra no tendríamos este trabajo. Todo el proyecto nace cuando Sam-per decide donar al Archivo de Bogotá, en 2009, su archivo personal de planos, incluyendo lo trabajado con Esguerra, Sáenz y Samper y con G. X. Samper Arquitectos, que es, a la fecha, el fondo documental más grande del Archivo de Bogotá. Los documentos donados –planos arquitectónicos pasados a limpio y en borrador, bocetos, anotacio-nes, planos de instalaciones y estructurales, planos urbanos– permi-ten que todos los estudiantes, profesionales e investigadores intere-sados en estos temas tengan a su disposición un legado que, con este libro y otro recientemente publicado por Diego Samper Ediciones, titulado Germán Samper, apenas se empieza a estudiar. De hecho, la idea de hacer la exposición y el presente libro, dedicados al estudio de la vivienda en Samper, se debe a que constituye el tema menos estudiado de la obra y el que puede llegar a tener más trascendencia en el presente y futuro de la arquitectura y el urbanismo.

La donación al Archivo de Bogotá hizo que esta institución, a través de su director, Francisco Osuna (2008-2011), se interesara inmediatamente en la propuesta de la exposición y la publicación, teniendo en cuenta que era una manera de dar a conocer el trabajo de esta institución de la Alcaldía de Bogotá, que tiene dentro de sus funciones la divulgación cultural de la memoria histórica y documen-tal de la ciudad. El apoyo recibido por todo el grupo de profesionales de la institución, desde los puestos de dirección hasta los técnicos, ha sido fundamental para el éxito, tanto de la exposición como de la investigación que se resume en esta publicación.

Agradecemos también el apoyo de la Facultad de Arquitectura y Diseño y del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes, con el decano, Alberto Miani, y el director, Rafael Villazón, quienes aprobaron la primera propuesta de exposición que llegó a la Universidad de manos de Catalina Samper Martínez, a mediados de 2010, ofreciendo al grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad el liderar el proyecto. En especial, agradecemos el apoyo logístico y administrativo que desde la facultad se brinda a los inves-tigadores a través del área de Investigaciones, con Sandra Yohanna Corredor como profesional asistente de proyectos.

Es importante también agradecer por el diseño gráfico de la ex-posición a Roxana Martínez Vergara, Ana Vélez Rodríguez y Alejandra

Rodríguez Lozano, de AZ Estudio, así como a Sandra Herrera, Nicolás Herrera, Javier Aguilera por la producción museográfica, a través de Coproducción Urbana. Al Taller de Medios de la facultad de Arqui-tectura de la Universidad de los Andes, con Adriana Páramo Urrea y Angélica Ramos Vargas por el diseño de las piezas de divulgación de la exposición y del presente libro, y a Camilo Daza por el registro en video de los diferentes eventos que acompañaron la exposición. A Marcela Sepúlveda, por su trabajo meticuloso y paciente en la co-rrección de estilo, tanto de la exposición como del libro.

Fue fundamental el apoyo de la Fundación Patrimonio Fílmico para la consecución del material histórico utilizado en los videos que acompañaron la exposición, así como las fotografías aéreas que sir-vieron para localizar los proyectos, entregadas por el Instituto Geo-gráfico Agustín Codazzi.

Durante el proceso de la investigación nos fueron de gran utili-dad las entrevistas realizadas a Silvia Arango, Fernando Jiménez, Luis Carlos Jiménez, Hernando Carvajalino, de Barrio Taller, Jorge Zapp y Mauricio Téllez, así como a los habitantes de La Fragua que nos abrieron las puertas de sus casas: Martiniano Vergara y familia, Yo-landa Rojas, María Julia Sánchez de Rojas y la familia Torres Suárez, lo mismo que a un grupo de habitantes de Sidauto, de quienes lamen-tablemente no tenemos nombres.

Para completar la información sobre el proyecto de Previ, fueron de gran importancia los contactos hechos con Pedro Belaúnde, Sharif S. Kahatt y Peter Land, y para completar los datos del panorama de la vivienda en América Latina y Colombia, Luisa Durán, Roberto José Londoño, Jorge Enrique Ramírez y Andrés Téllez.

También agradecemos las ayudas de Martín Villegas, Nadia Gua-caneme, Julio Luzardo, Olga Lucía Paulhiac y Andrés Rojas.

Finalmente, las ideas y proyectos de este tipo no serían posibles sin el apoyo económico que, en nuestro caso, vino de tres fuentes prin-cipales: el propio Archivo de Bogotá, la Facultad y el Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes y las Sociedades Bolí-var, a través de Fernando Cortés McAllister, como vicepresidente de Responsabilidad Social. A todos, gracias por la confianza depositada en el proyecto Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda.

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Capítulo 1

GERMÁN SaMpER Y Su tIEMpo

París y Germán Samper: una historia por contar María Cecilia O’Byrne, Ph.D.

Los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto Germán Samper Gnecco, Ph.D.

Panorama de la vivienda y la ciudad en el siglo XXPedro Bermúdez, Eugenia Gaviria, Juana Salcedo

Modernizaciones y hábitat social en Bogotá, 1930-1970 Fabio Forero, Ph.D.

Configuración urbana y vivienda popular en Bogotá en la segunda mitad del siglo XXAdriana Parias, Ph.D.

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parís y germán samper:una historia por contar

| María Cecilia O’Byrne Orozco |

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| París y Germán Samper: una historia por contar | María Cecilia O’Byrne Orozco | 25

Germán Samper, es bien sabido, vive en París entre 1948 y 1953. Los detalles del viaje y sus intenciones, desde un comienzo, de lle-gar a trabajar en el despacho de Le Corbusier han sido descritos en varias oportunidades.1 La noticia es que, además de la famosa copia del informe técnico del Plan Director que tan cuidadosamen-te atesora por 60 años,2 Samper guarda entre su archivo personal una serie de cuadernos de notas que dan fe de lo hecho, apren-dido y trabajado durante sus cinco años de estancia en París. De los cuadernos de notas sorprende que no solo está Le Corbusier entre la información, recogida con pulcritud y detalle; junto con estos se descubre que, además del trabajo realizado en el 35 rue de Sèvres con Le Corbusier y sus colaboradores, Germán Samper asiste a cursos y seminarios que le ayudan a completar la forma-ción universitaria y, por supuesto, la práctica hecha con el maestro.

1 Aunque Germán Samper recuerda en casi todos sus escritos y entrevistas su trabajo con Le Corbusier, se recomiendan principalmente dos textos para entender el contexto de esta colaboración: «Le Corbusier de cerca», en: revista La Torre, Universidad de Puerto Rico, 1966, pp. 53-64, y la entrevista: María Cecilia O’Byrne y Ricardo Daza, «El Plan Piloto visto por Germán Samper», en: Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951. Precisiones en torno al Plan Director. Tomo 2. Universidad de los Andes y Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2010, pp. 138-159.

2 Este documento, gracias a la gentileza de Germán Samper, es ahora pú-blico. Se encuentra en: Le Corbusier en Bogotá: 1947-1951. Elaboración del Plan Regulador de Bogotá. Establecimiento del Plan Director por Le Corbusier en París, 1949-1950 (edición facsimilar), Universidad de los Andes, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2010, que se puede des-cargar de la página web <www.lecorbusierenbogota.com> [consultado en julio de 2011].

3 Pierre Albert Émile Ghislain Francastel (París, 8 de junio de 1900; París, 2 de enero de 1970), historiador y crítico de arte francés, es considerado uno de los fundadores de la sociología del arte y una gran figura de la historia del arte del siglo XX. Entre sus libros más famosos están: L’Im-pressionnisme : les origines de la peinture moderne de Monet à Gauguin,

Entre otros, hay apuntes de las clases de profesores como Pierre Francastel3 y Pierre George.4

Dentro de la historia de la arquitectura en Colombia se ha dado a conocer, por diferentes fuentes, la relación entre Rogelio Salmona y Francastel.5 Sin embargo, nada se ha dicho sobre Samper y Francas-tel. Si bien el tema de Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda es el desarrollo de la investigación de Germán Samper en torno a la manera en la cual se construye ciudad a partir de la vivienda, haciendo énfasis en las soluciones en serie para sectores populares y clase media trabajadora, resulta imposible no aprovechar la oportunidad para dar a conocer este material, que puede ser la base para futuros estudios e investigaciones sobre este tema, que en el presente artículo apenas queda esbozado.

París, Les Belles Lettres, 1937; Peinture et société : naissance et destruc-tion d’un espace plastique de la Renaissance au cubisme, París, Audin, 1951; Histoire de la peinture française : la peinture de chevalet du XIV au XX siècle, París, Elsevier, 1955; Art et technique aux XIX et XX siècles, París, Minuit, 1956; La réalité figurative : éléments structurels de socio-logie de l’art, París, Gonthier, 1965; La figure et le lieu : l’ordre visuel du Quattrocento, París, Gallimard, 1967; Histoire générale de la pein-ture, París, Flammarion, 1968; Le portrait : 50 siècles d’humanisme en peinture, París, Librairie Hachette, 1969; Études de sociologie de l’art : création picturale et société, París, Denoël-Gonthier, 1970.

4 Pierre George (París, 11 de octubre de 1909; Châtenay-Malabry, 11 de septiembre de 2006), geógrafo francés, entre sus muchas actividades, profesor en la Sorbona (1948-1953), obtiene el cargo de profesor en 1953 y continúa su docencia de Geografía Humana hasta 1977. Su pro-ducción es inmensa, con más de sesenta títulos a su nombre.

5 En diferentes conferencias, el propio Salmona lo nombra en varias oca-siones, tema que está siendo estudiado por Cristina Albornoz para su tesis de maestría. Han hecho referencia al asunto: Téllez, Germán: Roge-lio Salmona: obra completa: 1959-2005, Bogotá: Escala, 2006; y Castro, Ricardo y Salmona, Rogelio: Tributo, Bogotá: Villegas, 2008.

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26 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Germán Samper Gnecco, Croquis de viaje, 1949-1955: doce cuadernos. © Archivo Personal Samper (APS)

Le Corbusier, Informe técnico del Plan Director para Bogotá, 1950: copia original perteneciente a Germán Samper. © APS

Los cuadernos de notas

Son doce los cuadernos encontrados en el archivo Samper, sin contar el número 13, el informe técnico del Plan Director. De estos cuader-nos, ocho están en formato de 27,5 x 21 cm, hechos a partir de hojas sueltas que luego son argolladas, según los temas en que Samper los ordena, de acuerdo con una primera página, donde aparece un índice de materias (formato 1). Otros dos son libretas de 21 x 13 cm, cosidas por el lomo con grapas (formato 2). Estos dos formatos pa-recen de ejecución casera. Una libreta argollada y comprada, marca Esquisse, de 22 x 13,5 cm (formato 3). Finalmente, ya de regreso en Bogotá, un cuaderno de 22 x 16,5 cm, sin marca registrada (formato 4). Son ellos, ordenados por fechas, los siguientes:

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Cuaderno 1, febrero de 1949: Apuntes sobre el congreso CIAM en Bérgamo, reuniones preparatorias del Ascoral (F2).

Cuaderno 2, s. f. [¿1949?]: Cuaderno de apuntes sobre el libro «Les trois établissements humains» de Le Corbusier (F2).

Cuaderno 3, diciembre de 1949 a marzo de 1950: Pierre Francastel: Sociología de la Iglesia (F1).

Cuaderno 4, 1950: Borradores durante el estudio del Plan Piloto de Bogotá (F1).

Cuaderno 5, 1951: Apuntes de conferencias, Pierre Francastel (F3).Cuaderno 6, noviembre de 1951: Apuntes de economía política (F1).Cuaderno 7, 1951 a 1952: Conferencias del Centre de Recherches

Sociologiques sobre Arquitectura Moderna (funcionalismo), bajo la dirección de Pierre Francastel (F1).

Cuaderno 8, 1951 a 1953: Apuntes sacados en el curso de los estudios de los planos del Secretariat entre 1951-1953 y que indican algu-nos aspectos de la evolución del proyecto (F1).

Cuaderno 9, 1952: Cuaderno de croquis (F1).Cuaderno 10, 1953: Recopilación de papeles escritos a lo largo del

estudio de la casa de Jaoul (París) que demuestran el camino se-guido en este estudio, que se puede considerar como un fracaso desde el punto de vista de la organización (F1).

Cuaderno 11, septiembre de 1953: Apuntes sobre arquitectura, de artículos leídos y algunos esbozos para proyectos de casas de ha-bitación individual o colectiva (F1).

Cuaderno 12, 1955: Casas BCH (F4).

G. S. G., croquis de viaje, febrero de 1949: apuntes sobre congreso CIAM en Bérgamo. © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1949: apuntes sobre el libro «Les trois établissements humains» de Le Corbusier. © APS

G. S. G., croquis de viaje, diciembre 1949 a marzo 1950: dibujo de un capitel en Corneilla-de-Conflent (Francia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1950: «Borradores durante el estudio del Plan Piloto de Bogotá». © APS

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G. S. G., croquis de viaje, noviembre 1951: «Apuntes de economía política». © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951-1952: «Conferencias del Centre de Recherches Sociologiques sobre arquitectura moderna (funcionalismo), bajo la dirección de Pierre Francastel. © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951-1953: dibujo de la fachada sur del Secretariat en Chadigarh. © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1952: cuaderno de croquis. © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951: «Apuntes de conferencias, Pierre Francastel» © APS

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6 Los datos relatados a continuación fueron tomados de una entrevista que la autora sostuvo con Germán Samper el 15 de junio de 2011, en su casa, en Santa Ana.

7 Sobre el tema, ver: Vargaslugo, Elisa: «Damián Bayón, 1916-1995», en: Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, nro. 66, UNAM, 1995, pp. 195-197. Entre sus libros está el descrito por Samper, Mecenazgo y arquitectura en el dominio castellano: 1475-1621, Diputación Provincial de Granada, 1991.

G. S. G., croquis de viaje, 1953: dibujo de módulo de fachada en las casas Jaoul. © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951: «Apuntes sobre arquitectura, de artículos leídos y algunos esbozos para proyectos de casa de habitación individual o colectiva». © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951: casas BCH. © APS

La experiencia con Francastel6

Samper no recuerda exactamente cómo llega a las clases que Fran-castel ofrece a pequeños grupos de estudiantes, en formato tipo seminario. A ellas lo pudo haber llevado por vez primera el propio Rogelio Salmona, o bien Damián Bayón (1916-1995),7 arquitecto ar-gentino, quien descubre a Francastel y se dedica a la historia de la arquitectura religiosa latinoamericana y su relación con la arquitec-tura española, indagando acerca del aporte de las culturas locales. También comparte mesa de trabajo con Gerardo Molina, rector de la Universidad Nacional de Colombia durante el periodo en el que Germán Samper es estudiante de dicha institución. En París se en-cuentran como iguales, de estudiantes.

Para explicar cómo son las clases con Francastel, Germán cuenta primero la manera en que Pierre George imparte sus clases: cáte-dras magistrales en la Sorbona, para 300 estudiantes, en donde no se establece contacto directo entre el profesor y los estudiantes. En contraste, las clases con Francastel se hacen en una pequeña aula, también en la Sorbona, que se pone a oscuras para poder proyectar

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imágenes con las más modernas técnicas del momento, los sába-dos, alrededor de una mesa de trabajo de la que también hace parte su esposa, Yolanda. La relación entre los estudiantes y el maestro son estrechas, de amistad. De hecho, Germán recuerda que, en una oportunidad él y Yolanda son invitados a cenar en su casa, en donde pueden compartir el disco de música española y colombiana que ha-bían grabado recientemente; Francastel quedó impresionado con la nostalgia de la música andina.

Francastel trabaja estas clases, tipo seminario, a partir de dife-rentes temas que propone en el inicio del curso. Samper recuerda haber tomado clases con Francastel en tres oportunidades; los temas son la construcción del espacio cristiano (cuaderno 3), el origen de la arquitectura del Renacimiento en la pintura (cuaderno 5) e historia de la arquitectura moderna (cuaderno 7). De hecho, en este último curso, a Germán le es dada la tarea de leer el nuevo libro de Bruno Zevi, Storia dell’architettura moderna, publicado en 1950. Se sabe cómo empieza el curso, pero nunca cómo termina.

Samper recuerda que Francastel es sociólogo y que su tema –la sociología del arte– estudia la relación entre arte y sociedad. Consi-dera que los estudiosos del arte y la arquitectura observan el origen de la forma por la misma forma, olvidando que está ligada a los usos y necesidades de la sociedad de la que proviene. Samper lo ejem-plifica así: una pieza del Museo del Oro tiene dos maneras de ser estudiada: como obra de arte, desde la belleza y la técnica con la que fue hecha, o desde el papel que esa pieza tuvo en la sociedad que le dio forma. Francastel mira desde las dos perspectivas para crear una mirada que, en su momento, se presenta como muy poco académi-ca, revolucionaria.

En el curso Arquitectura Moderna, por ejemplo, la posición de Francastel es contraria a la que, supuestamente, da el propio Le Cor-busier respecto al origen de este movimiento. Es decir, mientras Le Corbusier propone que el origen de la arquitectura moderna está en los cambios tecnológicos nacidos de la revolución industrial, empezando por la aparición de nuevos materiales de construcción, para Francastel el origen está en el arte abstracto (Klee, Mondrian y su relación con la Bauhaus y Gropius), de donde nacen las formas con las que se identifica esta arquitectura de la primera mitad del siglo XX. El objetivo del curso es estudiar los orígenes de las teo-rías modernas sobre el funcionalismo, remontándose a las teorías de Violet le Duc sobre el funcionalismo en el gótico, hasta llegar al funcionalismo contemporáneo. Estudian a Gideos con su libro Espa-cio, tiempo y arquitectura, Los tres establecimientos humanos de le Corbusier y a Bruno Zevi. Dentro de los apuntes de Samper, resalto los siguientes:

[…] Francastel critica la manera como hoy se interpreta la historia y se

utiliza para [la] justificación de teorías, etc.

[…] Le Corbusier se sirve de ejemplos del pasado, medidas de justifi-

cación para defender su doctrina, ejemplos que son completamente

errados en su interpretación histórica. Esta es una de las formas más

corrientes de la utilización de la historia, que es errada, y consiste en

establecer una doctrina y encontrarle antecedentes históricos y escudar-

se o defenderse en dicho argumento.

[El] peligro de la «recherche historique» tomando pocos ejemplos tipo.

Es necesario utilizar muchos ejemplos y, además, analizarlos desde di-

ferentes puntos de vista: aspecto social, económico, técnico, local, etc.8

Esta es una teoría similar a la propuesta en el curso donde se habla del origen de la arquitectura del Renacimiento a partir de la pintura; por lo tanto, los cambios en las estéticas del Renacimiento y de la modernidad, para Francastel, se llevan a cabo desde la pintura.

Según Francastel, la pintura se anticipa a la arquitectura. Es decir, los pintores crean en su imaginación la arquitectura del Renacimien-to con el ejemplo de la arquitectura clásica. Francastel sostiene que en la época en que los pintores ya empleaban en sus cuadros la ar-quitectura moderna, los arquitectos construían los grandes palacios fortalezas.9

Sin embargo, Samper recuerda con especial afecto el primer semi-nario tomado con Francastel, donde se estudia la aparición y evo-lución del templo católico. La pregunta con la que inicia el curso es: ¿cómo se forma la arquitectura cristiana en Europa? Es decir, cuándo se puede decir con claridad que un edificio específico se considera una iglesia católica. En nuestro encuentro, Samper recuerda con de-talle los contenidos del primer curso tomado con Francastel en París. Lo increíble de esta descripción es que Germán no recuerda, hasta ese día, que había guardado todos los cuadernos de apuntes de sus aprendizajes parisinos. No los había visto en años.

La importancia para Francastel es hacer evidente, a partir del es-tudio, que las diferentes transformaciones en el espacio y en la forma no se dan de manera aleatoria, es decir, la forma por la forma, sino que cada uno de los cambios se debe a razones sociales y culturales. En esto, Francastel hace una fuerte crítica a los arquitectos, quienes, según su punto de vista, olvidan recurrentemente este hecho e, in-cluso, ni siquiera les llega a interesar. De hecho, uno de los asuntos que para Samper es más fuerte es la distancia entre el pensamiento de Francastel y el de Le Corbusier. La crítica al arquitecto de origen suizo es constante en sus clases, asunto interesante, pues mientras se discute en clase la validez de las propuestas de Le Corbusier, por ejemplo, respecto a la desaparición de la calle corredor por una ciu-dad con edificios elevados sobre pilotes, Samper, en compañía de Salmona y Valencia dibujan a Bogotá según los principios de la Ville Radieuse, en el taller de la rue de Sèvres. Para Francastel esto es un absurdo, puesto que no se puede arrancar de un tajo la existencia de la calle, lugar ideal y culturalmente asentado de encuentro. La diferencia de posiciones entre los dos maestros hacen que Samper y Salmona, por ese entonces los dos 100 % corbuserianos, se sientan atacados personalmente en sus principios.

Ante el despliegue de memoria hecho por Samper en la entrevis-ta, lo único que se me ocurre es indagar por la manera en la que todo

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este conocimiento ha marcado su quehacer profesional. Samper es claro en su respuesta: todo este material se encuentra en el incons-ciente; no sale de manera consciente cuando se necesita, pero está ahí, hace parte del bagaje cultural de la persona.

Puesto que muchas veces tratamos de imaginar o enlazar proyec-tos e ideas y entender cómo se construye el proceso creativo, esta reflexión resulta útil a quienes nos dedicamos al estudio de la arqui-tectura, para que podamos avanzar en la discusión acerca de la ma-nera en la cual estos estudios pueden tener una validez, más allá de la invención, incluso la propia manera en la que Francastel le enseña a mirar a Samper, y por supuesto, en la importancia que tienen estos cuadernos y, en general, el archivo de proyectos que Germán Samper dona al Archivo de Bogotá.10

La forma en la que Germán Samper guarda el material que hoy nos permite estar dando a conocer al público, consciente o inconscien-temente, surge de un aprendizaje que seguramente viene de Le Cor-busier, en el sentido de que es testigo de primera mano de cómo el maestro suizo guarda y archiva cada papel, cada dibujo que sale

G. S. G., Recuerdo del primer curso con Pierre Francastel, 2011: dibujo sobre el método de trabajo de Pierre Francastel. © APS

Le Corbusier, Plan Director para Bogotá, 1951: foto maqueta del centro cívico. © Archivo personal familia Pizano.

8 Cuaderno 7, 1951-1952: Conferencias del Centre de Recherches Sociolo-giques sobre arquitectura moderna (funcionalismo), bajo la dirección de Pierre Francastel, p. 21.

9 Cuaderno 11, septiembre de 1953: Apuntes sobre arquitectura, de ar-tículos leídos y algunos esbozos para proyectos de casas de habitación individual o colectiva, p. 179.

10 Una de las mayores dificultades que enfrenta quien se dedica al estudio de la arquitectura es la falta de material para trabajar de manera objeti-va el proceso del proyecto. En Colombia, en general, la investigación en arquitectura se ha hecho de manera precaria, por la dificultad de acceder a archivos privados o públicos donde se pueda reconstruir y trabajar, a partir de datos objetivos (planos en borrador y pasados a limpio, corres-pondencia, dibujos, notas, fotografías, etc.), la manera en la que se ha construido la arquitectura en el país.

de su despacho, para permitir hoy tener uno de los archivos de ar-quitectura más importantes en el mundo. Esta disciplina aprendida del maestro permite que hoy tengamos en Colombia otro material que permite a los investigadores trabajar con datos objetivos sobre la manera de proyectar de Germán Samper. Este ejercicio es importan-te desde dos puntos de vista: desde la propia práctica del proyecto y desde la enseñanza.

Estamos habituados a estudios de arquitectura con dos tenden-cias marcadas: una, a la manera del libro de Bruno Zevi que estudia Samper en París, que busca trabajar todo un periodo, datarlo y ex-plicarlo a partir del estudio general de propuestas que se ordenan en compartimentos estancos, que dificultan a quien se acerca a es-tudiarlos la posibilidad de crear vínculos o miradas alternativas. Así se escribe la historia de la arquitectura moderna o de cualquier otro periodo, donde se separa a funcionalistas de organicistas, donde lo internacional se opone a lo local y donde, a partir de posturas personales, se decreta qué es lo bueno y qué lo malo. Así lo hacen también Leonardo Benévolo, Kenneth Framton o William Curtis, en-tre tantos personajes que deciden embarcarse en la titánica tarea

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de explicar la arquitectura de la primera mitad del siglo XX en el mundo. A partir de los años ochenta, una nueva manera de estu-diar la arquitectura se convierte en una alternativa a los estudios de periodos tan amplios. Se trata de los estudios monográficos: tomar un solo autor, incluso una sola obra, y tratar de explicar desde la experiencia de una persona la totalidad de su obra o viceversa. La limitación de este tipo de estudios reside en el hecho de que cada autor, cada edificio, cada propuesta, cada dibujo forman parte de una compleja red de relaciones que teje y vincula cada parte con un todo, que no solo abarca la propia producción del autor, sino, y sobre todo, a todas aquellas fuentes y herencias sobre las que cada cual construye su pensamiento.

Desde diferentes escuelas y a través de la obra de Le Corbusier, se ha desarrollado en las últimas décadas un método de estudio que permite trabajar el análisis en dos vías paralelas:11 el análisis del proyecto y el de su arquitectura. En el primero, la labor es compilar y estudiar todos los materiales que existen del proyecto, ordenarlos y, a partir de ellos, explicar y rehacer el proceso por el cual el autor llega a plantear una obra. De este primer análisis salen los diferen-tes temas que permiten hacer el segundo estudio: un recorrido por la arquitectura del autor y de aquella que él vio, conoció y recordó al proyectar una obra específica. Uno y otro análisis se basan en intentar estudiar el proyecto desde su propia condición, desde los materiales que lo forman, objetivamente, dejando que sea él mismo el que dirija el curso de su estudio y no como normalmente estudia-mos la arquitectura, a partir de interrogatorios esquemáticos y mo-nótonos donde terminamos haciendo que el proyecto diga lo que nosotros estamos interesados que cuente. Se trata de tomar una actitud pasiva y atenta frente al conjunto de materiales del proyecto para que sea su propio estudio el que permita hacer las preguntas, construir la reflexión.

La existencia de los cuadernos de apuntes, de los cuadernos de viaje, de los borradores de los proyectos y de los planos originales de la obra de Samper, ya sea en compañía –con sus socios en Esguerra, Sáenz, Urdaneta o con Ximena Samper– o en solitario, permite que la posibilidad de entender la obra que tenemos como legado sea una tarea que apenas comienza.

Unas palabras sobre los cuadernos relacionados con Le Corbusier12

En 1949, cuando Samper llega a París, becado por el Gobierno fran-cés, su objetivo es trabajar con Le Corbusier quien, en 1947, había visitado Bogotá. Su primera labor (sin que Le Corbusier esté enterado de que tiene este nuevo colaborador) es en los trabajos preparato-rios del congreso CIAM de Bérgamo, durante el verano de ese mismo año. No es de extrañar que el primer cuaderno de apuntes de París sea precisamente sobre este primer trabajo, en febrero. Se sabe, por boca del propio Samper, que su quehacer consiste en ayudar en la elaboración de los planos que se presentarían en el congreso, donde

se explica la grilla CIAM, por lo cual el cuaderno comienza con una brevísima definición de la ciudad jardín horizontal y un primer dibujo que muestra los diferentes tipos de construcciones con los que se puede hacer esta ciudad: torre, bloque, edificaciones horizontales. La diferencia entre unos y otros radica en la superficie que toca el suelo. Algunos datos más, unas pocas páginas en blanco y las cuatro funciones del urbanismo moderno: vivienda, trabajo, recrear el cuer-po y el espíritu y circular, temas con los que Samper tendrá que tratar constantemente durante sus años parisinos.

Muy pronto cambia de tema: traduce al castellano el texto de la carta que publica Le Corbusier a la señora Meyer, en la que presenta el primer proyecto, en el tomo 1 de la Obra completa:

[…] hemos soñado [de] hacerle una casa lisa y unida como un cofre de

bella proporción, que no sea ofendida de accidentes múltiples que crean

un conjunto artificial e ilusorio… pensamos que la unidad es más fuerte

que las partes… lo liso no es efecto de la pereza, es, al contrario, el resul-

tado de planos largamente estudiados. Lo simple no es lo fácil.13

Luego, la apuntes sobre el modulor:

Es una escala lineal.

Objeto: encontrar una forma práctica en el dimensionamiento armonio-

so y eficiente de los objetos y espacios que los contienen. Las marcas de

esta escala se usan en la misma forma que el sistema de pulgadas o el

métrico. Difiere de otros sistemas en que las marcas están relacionadas

al principio de la «proporción de oro» […].14

Y una nota suelta:

[…] un día nos dimos cuenta [de] que la casa debía ser como el auto:

una cubierta simple, conteniendo, en estado de libertad, órganos libres

infinitamente múltiples.15

En la siguiente página, una caricatura de Le Corbusier. A partir de la página 23 del cuaderno, Samper empieza una descripción de la grilla CIAM, con listas de los elementos que la componen, con fecha junio 3 de 1949. Comienza juiciosamente a tratar de entender la grilla por su primer elemento en vertical: el medio. Este se refiere al estudio de la situación geográfica, con el cual debe empezar cualquier proyecto urbano: posición del lugar en el globo terrestre, estudiando las co-municaciones en sus cuatro posibilidades (agua, tierra, ferrocarril y aire), en conjunto con la geografía, la economía y la política. Posible-mente el trabajo es arduo y a partir de la página 27, Samper solo lista algunos de los temas que se deben incluir en la grilla: ocupación del territorio; volumen construido y utilización de los espacios ambien-tes; equipamientos; ética y estética; incidencias económicas y socia-les; legislación; financiación y etapas de realización. Luego, muchas hojas en blanco. En las tres últimas páginas de la libreta, dibujos, uno de los cuales reproduce el interior del proyecto de la fábrica verde que Le Corbusier publicará en Les trois établissements humains, es decir, el tema del segundo cuaderno.

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Con menos páginas en blanco y muchas notas respecto al libro que está estudiando, tanto escritas como en gráficos y dibujos, Sam-per tiene un interés especial por este libro. Sin recurrir a las notas de Samper es importante recordar que en este libro Le Corbusier pro-pone un avance dentro de sus propuestas de urbanismo, resalta la importancia de trabajar los planes urbanos teniendo en cuenta el te-rritorio. Para esto, establece que los tres establecimientos humanos son la finca radiante, la ciudad industrial lineal y la ciudad concéntri-ca. En el libro, Le Corbusier explica que no es posible pensar la ciudad como un elemento aislado en el territorio: por el contrario, pensar la ciudad significa pensar el territorio. Una red de ciudades con el campo y la industria planeados permitiría recomponer algo que ya empezaba a causar problemas en el mundo urbano de mediados de siglo: la creciente demanda de la ciudad y el abandono del campo.

Estos asuntos serán trabajados en la grilla CIAM y conformarán la base conceptual de lo que, en la práctica, trabajará Samper en el proyecto para Bogotá, es decir, el cuaderno de apuntes 4. La ma-yor parte de los borradores de los textos que acompañan el informe técnico constituyen este cuaderno, incluyendo una página donde el propio Le Corbusier escribe la nomenclatura para los planos regio-nal, metropolitano y urbano. Las últimas páginas son los borradores en francés de los textos que acompañarán los diferentes planos del informe técnico.

Para quien se sumerja en el estudio de la obra de Germán Samper, una cosa resulta enigmática: ¿por qué Samper menciona una y otra vez que su posición frente a la vivienda se aleja de los postulados de Le Corbusier? Es evidente que no toma de su maestro la idea de solucionar el problema de vivienda económica a partir de las gran-des unidades de habitación. De hecho, es posible que el propio Le Corbusier tampoco lo piense así. La vivienda de baja y media altu-ras hace parte también de sus investigaciones y así lo demuestran los diferentes proyectos en los que trabaja Samper en el atelier.16

11 Referido a los trabajos que sobre Le Corbusier vienen realizando inves-tigadores como Allen Brooks (responsable de la edición del Archivo Le Corbusier), E. F. Sekler y W. Curtis, Tim Benton (profesor de Historia del Arte, The Open University, Milton Keynes, Reino Unido) y Josep Quet-glas (catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluña). Por su parte, Massilia, Anuario de estudios lecorbusieranos, que dirige Josep Quetglas, es un espacio donde investigadores de diferentes países (España, Fran-cia, Reino Unido, Suiza, Colombia, Brasil, Chile, Estados Unidos) difunden investigaciones sobre Le Corbusier del tipo propuesto.

12 Por razones de espacio y temática, me centraré en los cuadernos que se refieren a lo urbano y la vivienda colectiva. Los cuadernos que muestran parte del proceso de las casas Jaoul y el proyecto del secretariado de Chandigarh dan para un estudio aparte de cada uno.

13 Cuaderno 1, febrero de 1949: Apuntes sobre el congreso CIAM en Bérga-mo, reuniones preparatorias del Ascoral (F2), p. 15. Los resaltados son de Samper.

14 Ídem., p. 1715 Ídem., p. 1916 Sobre este tema, ver O’Byrne, M. C.: «35 rue de Sèvres», en: AA. VV.:

Germán Samper, Bogotá: Diego Samper, 2011. G. S. G., Croquis de viaje, cuaderno 1, 1949: caricatura de Le Corbusier. © APS

G. S. G., Croquis de viaje, cuaderno 4, 1951: nomenclatura escrita por Le Corbusier del Plan Director. © APS

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Le Corbusier, Estudio de vivienda «La Citadelle» en Hem, Roubaix (Francia), 1952-1953: planta segunda solución. © APS y FLC

G. S. G., El legado, 1953: ciudad verde horizonal y ciudad verde vertical. © AD – FS

De uno de ellos, el estudio de vivienda La Citadelle, en Hem, Roubaix (Francia, 1952-1953), Samper guarda el plano de una de las casas. Se trata de la casa de una sola planta, segunda solución, F4: una casa con un solar de 188,15 m2, con 81,65 m2 construidos, con salón, comedor, tres habitaciones, cocina, un baño completo, antejardín y jardín posterior. Es una de las cuatro variantes del mismo modelo que se presentan con el proyecto, que a su vez está propuesto con tres modelos diferentes de vivienda, incluyendo una unidad de ha-bitación y el modelo Rochelle. Algo similar sucede en el proyecto para Bogotá, donde las variantes de vivienda desarrolladas durante los dos años durante los que el extiende el proyecto suman 13, in-cluyendo edificios de cinco plantas, nada comunes en las propues-tas de Le Corbusier.

Al estudiar el gráfico donde Samper precisa su propuesta respec-to a por qué descartar la vivienda alta y la ciudad jardín para llegar a un punto medio que toma la alta densidad de la primera y el manejo de la altura de la segunda, y confrontar esta información con las pro-puestas de vivienda trabajadas con Le Corbusier, se encuentra que en esencia se trata de una misma idea.

¿Es posible seguir diciéndose corbuseriano cuando las críticas al maestro llegan incluso desde personajes tan cercanos como Fran-castel? Difícil. Samper asume que sigue los pasos de Le Corbusier en su arquitectura pública y monumental, pero no en la vivienda. Dice Samper:

Yo pensé que en vivienda social me había alejado de las propuestas de

Le Corbusier y ahora me doy cuenta [de] que no lo olvidé. Pero de lo que

no habló Le Corbusier fue de vivienda progresiva. Y esa es la solución.

La única.

Conexiones que crean conocimiento

Al estudiar los proyectos de vivienda de Germán Samper, se encuen-tran varias conexiones entre lo hecho en París y lo proyectado en Colombia. Aunque el propio autor nunca lo haya hecho consciente-mente, una de las cosas que permiten la distancia y el tiempo es mirar y entender con claridad este tipo de relaciones. Primero, una lista y luego, una breve reflexión acerca de lo que significa crear conocimiento.

Es probable que el proyecto más importante de vivienda en el que haya trabajado Germán Samper con Le Corbusier en París haya sido el Plan Director; dentro de este se destacan momentos, inclu-yendo otros proyectos de vivienda en los que ha participado Samper:

• La teoría del sector: en ella, Le Corbusier propone una manera alternativa a sus propias propuestas urbanas de crear una jerar-quización vial a partir de una unidad de medida que agrupa dos barrios de vivienda con lo que requiere para funcionar bien, es decir, comercio, cultura, salud, educación, recreación y deporte, lo que hoy llamamos equipamientos en un área de 800 x 1200 m2.

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Le Corbusier, Plan Director para Bogotá, 1950: teoría del sector. © FLC

G. S. G., Redes alternas, 1971: modelo teórico. © AD – FSLe Corbusier, Plan Regulador para Bogotá, 1951: Vivienda tipos HE y H1 sobre la base de una cuadra española de 100 x 100 m2. © FLC H3-4-414-16

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Le Corbusier, Ville Radieuse, 1935: comparación en planta y alzado entre la ciudad propuesta y la existente. ©FLC

G. S. G., Vivienda baja de alta densidad, 1966: un nuevo patrón. © AD – FS.

G. S. G., La Fragua, 1953: funcionamiento del proyecto. © AD – FS. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá, 1950: una casa, un árbol. ©FLC y grupo PAC.

Cuando Germán Samper propone las redes alternas, lo que hace es ajustar a la realidad local lo propuesto por Le Corbusier, a par-tir de un módulo de 400 x 400 m2. En ambos casos, la pregunta re-sulta de identificar en la presencia del automóvil en la ciudad un problema por resolver, no presente en la ciudad tradicional; pero en la ciudad tradicional se pueden encontrar grandes ejemplos, como lo entienden Le Corbusier y Samper: la cuadra o manzana española sirve, tanto en el Plan Director como en las redes alter-nas, como medida base para la construcción de los dos modelos teóricos.

• La vivienda en altura: buena parte de la teoría de Le Corbusier reside en identificar como una de las alternativas posibles al pro-blema de la vivienda, el crear alta densidad con edificios en altura. Una manera de construir conocimiento es por identificación. Otra, por oposición. Al trabajar Samper una y otra vez con proyectos de

vivienda obrera o clase media trabajadora, identifica la respuesta a las necesidades para estos sectores de la población y empieza a construir su teoría, relacionándola con las soluciones que permi-ten desarrollar alta densidad en baja y medianas alturas.

• La Fragua es el primer proyecto al que debe hacer frente en soli-tario Samper al llegar a Bogotá. Le Corbusier jamás habría soñado las condiciones: es el primer proyecto de la ciudad hecho por au-toconstrucción dirigida; es necesario utilizar materiales económi-cos, fáciles de utilizar por manos inexpertas en la construcción y que permitan hacer el proyecto de manera más o menos expedita; también es claro para Samper que la casa pueda ser construida en dos tiempos, dos espacios autónomos que puedan albergar funciones diferentes: vivienda y trabajo, finalmente, debe tener un trazado urbano que permita crear pequeñas plazoletas y es-pacios de encuentro, separando peatón y vehículo. La referencia

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a poder hacer casas con estructuras más tradicionales la trabaja Samper en el proyecto H. Ro., al dibujar cuatro alternativas de casas, de diferente tamaño, con cubiertas inclinadas, en el atelier del 35 rue de Sèvres. Allí aprende también que dejar un disponi-ble es importante en la vivienda individual de baja altura, con el espacio definido en el primer piso de una casa-un árbol del Plan Director para Bogotá que busca maneras de agrupar los lotes y construir redes de caminos peatonales y pequeñas plazoletas que surgen como alternativa a los trazados donde los lotes se dispo-nen uno tras de otro, creando vías largas y sin caracterización de lo público, utilizadas a lo largo y ancho del planeta.

Muy pronto, Samper entiende que el modelo propuesto para La Fra-gua no es el ideal para estos casos, teniendo en cuenta la forma en que los habitantes del barrio transforman el proyecto. Recurrir a la

G. S. G., Casas BCH, 1954: vista desde el jardín posterior de la casa tipo 3E. © AD – FS.

Le Corbusier, Casa Dom-Inó, 1914: perspectiva de uno de los conjuntos estudiados. ©FLC 30288

Le Corbusier, Plan Director para Bogotá, 1950: una casa, un árbol. © FLC y grupo PAC.

estructura en concreto, a partir de pórticos, que ya había utilizado en los proyectos para el BCH es ineludible. Hacer referencia aquí nuevamente a una casa-un árbol es también necesario o, más ge-néricamente, a la estructura Dom-Inó. No pueden ser explicadas las normas mínimas y Ciudad Bolívar sin recordar que son hermanos de los proyectos citados.

Es también posible imaginar que a Samper no le tiembla la mano al proyectar las angostas vías peatonales para las normas mínimas, teniendo en cuenta que ya había pasado por la experiencia de las vías de accesos a las casas tipo Rochelle, tanto en Bogotá como en R. Ho. y en este mismo sentido, la esbeltez de las casas, con medi-das que todavía hacen estremecer a quien no tiene referentes para comparar lo que se puede lograr con 3,5 m de ancho en una casa e, incluso con menos de 3 m, como son las propuestas para una casa-un árbol y, claro está, con el estudio de las modulaciones a partir del

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38 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., Redes alternas, 1971: descripción de los diferentes tipos de vías. © AD – FS.

G. S. G., Redes alternas, 1971: modelo teórico para 1500 lotes (barrio). © AD – FS.

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| París y Germán Samper: una historia por contar | María Cecilia O’Byrne Orozco | 39

Le Corbusier, Estudio de vivienda «La Citadelle» en Hem, Roubaix (Francia), 1952-1953: modelo de casa La Rochelle en dos verisones: detalles en corte, plantas de 1.er y 2.o pisos y plano general de implantación. Dibujos de Samper. © FLC

modulor que Samper y Salmona deben trabajar en Roc y Rob. Son medidas que seguirá trabajando Samper, pero que encuentran en la realidad un enemigo al que los arquitectos no han sabido todavía dar respuesta: la forma en que, tanto en Bogotá como en tantas otras latitudes, los propietarios de estas viviendas mínimas construyen la mayor parte de los patios o jardines que permiten la iluminación y ventilación de sus casas, para convertir estos proyectos en lugares donde es difícil imaginar cómo es posible que la vida surja.

Incluso, más allá de la forma, las agrupaciones de vivienda de mediana altura, dibujadas en París por Samper, Salmona y Valencia para el Plan Regulador en 1951, buscan lo mismo que las realizadas

por Samper a partir de su teoría del recinto urbano: construir con los edificios recintos que permitan recrear el espacio público a partir de lugares definidos, parecidos a plazas, que permitan al habitante apropiarse del espacio, como manera de evitar que muchos proyec-tos, en nombre de la modernidad, deshumanicen el espacio público, dejando el vacío como residuo y no como parte integral del proyecto. De hecho, un ejemplo así se ve también en el propio Plan Director: las casas tipo Sert.

Finalmente, uno de los muchos referentes que puede estar que-dando por fuera, la casa en planta cuadrada con patio que Samper propone en Previ: el propio autor la relaciona con un referente

Le Corbusier, Plan Director para Bogotá, 1950: plantas una casa, un árbol. ©FLC y APS.

G. S. G., Ciudad Bolívar, 1983: lote Sierra Morena, esquema de densificación, anteproyecto urbanístico. © AD – FS.

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40 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., Previ, 1969: maqueta. © AD – FS.

G. S. G., Recinto urbano, 1977: el espacio público. © AD – FS.

Le Corbusier, Plan Director para Bogotá, 1950: casa tipo Sert. ©FLC y grupo PAC.Le Corbusier, Roc y Rob, 1949: casa L CM 2.26 P ROB, tipo C, nro. 4155 G. Dibujo de Salmona y Samper. ©FLC 18673

Le Corbusier, Plan Regulador para Bogotá, 1951: H3, Redents colectifs, 4 étages. ©FLC 598

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| París y Germán Samper: una historia por contar | María Cecilia O’Byrne Orozco | 41

Le Corbusier, dibujo de una celda de la cartuja de Emma, 1907. ©FLC Le Corbusier, Inmueble Villa, 1922: planta apartamento tipo. ©FLC

fundamental para Le Corbusier: la celda de la cartuja de Emma, cerca de Florencia17, la base sobre la que construye la unidad tipo de los Inmuebles Villa de 1922.

El lector puede sentirse abrumando y preguntar si, entonces, Germán Samper no se inventó nada. Yo le respondo con otra pregunta: ¿alguien inventa algo? Es más, el famosísimo maestro de la arquitectura del siglo XX, con quien Samper tiene la oportunidad de compartir no solo las horas de trabajo, y que revolucionó la arquitectura y el urba-nismo del siglo XX, ¿inventó algo? Yo me atrevería a decir que no. El proceso de construcción del conocimiento, incluso en las artes, es un encadenamiento de ideas y formas preexistentes que al ser ensam-bladas, unidas, rotas o transformadas en pequeños detalles hacen que, en ese proceso creativo que tantos han intentado explicar cómo sucede, se construya de manera inesperada lo nuevo, lo que antes no existía. Quetglas lo explica así, al referirse al proyecto del Pabellón de Barcelona de Mies:

Nadie puede imaginar lo moderno. ¿Con qué lo pensaría, si no con con-

ceptos del pasado? ¿Con qué lo nombraría, si no con lenguajes del pasa-

do? ¿Con qué lo imaginaría, si no con imágenes ya vividas? Hay, incluso,

una contradicción entre los términos «moderno» y «proyecto». Proyec-

tar: lanzar hacia adelante, proponer [...] Porque, para lanzar algo hacia

adelante, lanzador y proyectil deben estar atrás. Todo proyecto viene

de atrás, sale del fondo, es un emisario del pasado. No hay –no puede

haber– proyecto moderno.18

Samper lo sabe. Consciente o inconscientemente, se lo enseña Fran-castel. Solo a través de los siglos se puede construir el discurso que permite entender cómo a lo largo de los años, de las variaciones de las necesidades y de la misma sociedad, el espacio de la basílica

17 Samper, Germán: La evolución de la vivienda, Bogotá: Escala, Colección SomoSur, 2003, p. 36.

18 Quetglas, Josep: Imágenes del pabellón de Alemania: der Gläserne Schrecken, Montreal: Séction b, 1991, p. 32.

19 La mayor parte de proyectos citados en este artículo, en los que Samper participa, en el atelier de Le Corbusier, no son construidos. Son ideas que quedan plasmadas sobre el papel. No solo Samper toma la posta. Lo hacen también Doshi, en la India; Candilis, Josik y Woods, en el norte de África, y Salmona, en Colombia, entre otros muchos. Cada cual le dará su toque muy personal, será un eslabón en una cadena que está ejemplifi-cado en la línea del tiempo que acompaña esta investigación.

cristiana se va definiendo, concretando. Desde la basílica romana hasta el gótico tardío inglés hay 15 siglos y desde entonces, el es-pacio de la iglesia no es estático; sigue siendo espacio de reflexión y transformación y ha sido una escusa para la creación de las arqui-tecturas más sublimes, desde el comienzo del cristianismo hasta la actualidad.

La posta que toma Samper en París está enriquecida con los via-jes, otros proyectos estudiados, las especificaciones de las condi-ciones locales, las de los programas de cada proyecto y la propia experiencia. De hecho, Samper hace lo que Le Corbusier no logra: llevar la teoría a la práctica.19 El propio Corbu construye sus ideas a partir de un proceso similar al de Samper: juntar, unir, ensamblar siempre lo mismo en la diferencia. Así, Le Corbusier revoluciona la arquitectura y el urbanismo en el siglo XX; así, Samper logra con sus proyectos de vivienda dar respuesta a las necesidades locales, creando una revolución todavía no vista, no reconocida. El proyecto Casa + casa + casa = ¿ciudad? es un llamado a la comunidad en ge-neral y al gremio en particular para hacer conciencia de todo lo que podemos aprender de las propuestas de Samper si decidimos, como lo hizo él en su momento, tomar la posta que este maestro nos deja como legado.

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los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto

| Germán Samper Gnecco |

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| Los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto| Germán Samper Gnecco | 43

El presente artículo es un ejercicio que busca establecer la relación entre el croquis de viaje y las decisiones en la mesa de dibujo en el tema de la vivienda, particularmente la vivienda popular.

Un croquis es un trazo que se consigna en una hoja de papel y deja constancia de algún interés de orden arquitectónico. La acumu-lación, con el tiempo, de estos dibujos va constituyendo una ense-ñanza, una experiencia y un acervo que muchas veces incide en las decisiones de diseño. Hablando en términos de la tecnología moder-na, es un disco duro que está archivado y disponible para consulta. Con frecuencia los arquitectos usan referentes para justificar decisio-nes. Qué más referente que un boceto de algo que se está viviendo, porque la arquitectura solo ejerce su enseñanza cuando se la vive, se la recorre; la arquitectura es espacio y este solo es percibido cuando es habitado.

Llevo unos cuantos años de ejercicio profesional y puedo darme cuenta de que esta práctica de dibujar en los viajes tiene, según la época en que se realizan, efectos muy diferentes e interpretaciones muy diversas. En los años de juventud, el croquis tiene el alcance de enseñanza, de formación, de llamado al futuro, pero una vez el ar-quitecto, en su periodo creativo, ha recorrido ya un camino profesio-nal, los croquis son una confirmación con el diseño creativo. Son más bien un diálogo entre lo visitado y lo proyectado, lo de «otros» y lo «propio», pero lo visto afuera no pasa directo a la mesa de dibujo. Lo visto afuera entra a formar parte de la experiencia visual o espacial del arquitecto, para ser digerido y pasar a la obra creativa como un producto ya decantado.

He hecho el ejercicio de repasar mis dibujos realizados a partir de 1949 y he seleccionado los más significativos. El orden cronológico me pareció el más acertado porque va mostrando la evolución no solamente del croquis como expresión, sino la conceptualización, la valoración del mensaje del dibujo que va cambiando con la madurez intelectual del arquitecto. Mis dibujos están siendo catalogados, es-caneados y copiados en un solo formato.

París, 1949-1953

Con una mente abierta al aprendizaje, aplicando el espejo retro-visor, concluyo que ese periodo tuvo dos influencias importantes que me dejarían huella. La primera, cinco años de práctica en el ta-ller de Le Corbusier, un visionario del futuro urbano, la cabeza del movimiento moderno, un revolucionario y un Quijote a la vez, un combatiente, un luchador que intervino en todos los temas, desde la ciudad, la arquitectura y el mobiliario; además pintor, escritor, poeta, un autodidacta, por tanto sus apuntes de viaje y sus propios escritos fueron su biblia. Una personalidad fuerte: quienes éramos sus colaboradores debíamos compartir sus teorías. En el taller, sin embargo, se diseñaron proyectos de escala menor, como fueron las casas abovedadas en pendiente –Roc & Rob– y las propuestas para viviendas económicas en el Plan Piloto de Bogotá. Y segundo, vivía en París, una ciudad maravillosa y llena de enseñanzas, y via-jé por varios países europeos, Francia, Italia, España, Holanda, In-glaterra, museos vivientes para un arquitecto, con unos valores urbanísticos y arquitectónicos que el maestro combatía. Respecto de las viviendas para Bogotá, solo me di cuenta de su valor cuan-do después de varios años de investigación llegué a las mismas conclusiones.

De esta vivencia europea en materia de vivienda selecciono al-gunos croquis de viaje: la Ca’ d’Oro de Venecia como representativa de lo que puede ser una tipología de vivienda: dos entradas, una por agua, otra por tierra, la última a través de un patio que lleva al segundo piso. Los venecianos, mercaderes, traían sus productos de Oriente; en sus casas los vendían. Las viviendas eran residencia de los propietarios y la servidumbre, áreas de venta, en primer piso. Así, como quien dice vivienda productiva y viviendas múltiples.

La Ca’ d’Oro, la calle Rivoli y Bath, para no mencionar sino tres ejemplos, me introdujeron en el concepto de tipología arquitectóni-ca o patrón urbano que en su repetición forman ciudad.

Germán Samper Gnecco, Croquis de viaje, 1949-1953: La Ca’ d’Oro, Venecia (Italia). © APS

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Esta figura urbanística es la que pronto me alejará de los bloques sueltos corbusianos y en mi ejercicio son el origen de diseños como la Ciudadela Real de Minas (su plaza), La Alhambra (multifamiliares) y la Ciudadela Colsubsidio, que en el fondo no es otra cosa que la idea de «planos de masa» que se maneja en diseño urbano.

Entre dibujos de iglesias, de palacios, de grandes plazas, se fue-ron colando observaciones y apuntes de viviendas sencillas. En Ibiza, que recorrí en bicicleta, admiré casas campesinas, con una volumetría clara y en blanco que me impactó. Un ejemplo es la casa Can’ Berri. Pasé un mes de vacaciones en Deyá (Mallorca), en una casa modesta, constatando que la belleza en la pobreza es posible, y en este pueblito descubrí un pequeño conjunto de casas, que con la misma modestia conformaban un bello espacio público, un recinto urbano, diría hoy.

Puedo decir que Ibiza fue para mí el descubrimiento de un esti-lo simple que ligaba las teorías revolucionarias de Le Corbusier con

una estética popular y tradicional. En la casa en que me alojé, de una sencilla campesina, donde había sanitario de hoyo y lavamanos, pero no ducha, y en la pobreza relativa en que vivía, había lecciones de estética arquitectónica. Recuerdo también, por mis dibujos, como recogían el agua de los tejados, se enviaba a un tanque debajo de la casa y la recogíamos con baldes, halados por un cable.

Y en Bath (Inglaterra), visitando las obras de John Wood, constaté que con unidades de vivienda y un sentido de la asociación de estas se pueden crear conjuntos de un gran valor urbano. La experiencia europea, 1000 dibujos, me dejó la convicción de que con pocos pisos se pueden crear ciudades amables y humanas, y que además con es-tas alturas es posible crear espacios urbanos útiles y de gran belleza. Sin los dibujos de John Wood, seguramente la Ciudadela Colsubsidio tendría hoy otra configuración.

G. S. G., croquis de viaje, 1949-1953: la Ca’ d’Oro, Venecia (Italia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1949-1953: la Ca’ d’Oro, Venecia (Italia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1949-1953: Casa Can´ Berry, Ibiza (España). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1952: sistema de agua, Deyá (España). © APS

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G. S. G., croquis de viaje, 1952: casa de Magdalena, Deyá (España). © APS G. S. G., croquis de viaje, 1952: casa de Magdalena, Deyá (España). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1952: conjunto de casas, Deyá (España). © APS G. S. G., croquis de viaje, 1951: mapa de Bath (Inglaterra). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951: unidades de vivienda de John Wood, Bath (Inglaterra). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1951: unidades de vivienda de John Wood, Bath (Inglaterra). © APS

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Regreso a Colombia

El retorno a Bogotá crea en mi espíritu muchas expectativas. En-cuentro un puesto como arquitecto del Banco Central Hipotecario que me ofrece varias oportunidades. Una, viajar por el país, donde la entidad promovía proyectos de vivienda, dos, ver trabajar a mis colegas en proyectos de vivienda que ofrecían un aprendizaje de la tecnología local, y tres, el diseño de viviendas en ciudades donde no había arquitectos. En Bucaramanga y Cúcuta se construyeron vivien-das blancas, con la simplicidad volumétrica que en mis apuntes había consignado de mis viajes de esos años.

Los viajes por Colombia me incitaron a seguir dibujando y pronto descubrí que el patrimonio que poseíamos de la herencia española era inmenso y que valía la pena estudiarlo. De esta época hasta hoy sigo admirando el legado de España. Consigno como muestra una casa en Popayán con patio octogonal, desaparecida en el sismo de hace unos años. Las casas por fuera se confunden con las vecinas para conformar una unidad de cuadra y en cambio, en el interior, los patios permiten crear variantes formales, según el gusto de sus propietarios. En Girón encuentro el mismo esquema: en el exterior, la calle con arquitectura continua que conforma el espacio urbano y en el interior, el patio florido, dador de luz y de vida, protector de la intimidad familiar.

G. S. G., BCH Cúcuta, 1984: vista posterior de la casa tipo E3. © APS

GSG, croquis de viaje, 1976: planta de casa ortogonal, Popayán (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1976: corte de casa ortogonal, Popayán (Colombia). © APS

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| Los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto| Germán Samper Gnecco | 47

G. S. G., croquis de viaje, 1976: perspectiva, Popayán (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1976: perspectiva interior, Popayán (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1976: perspectiva interior, Popayán (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1976: perspectiva exterior, Girón (Colombia). © APS

Cartagena. Es una joya a la que he dedicado muchas horas dibu-jando a lo largo de mi vida sus calles, sus plazas, sus patios interiores. La plaza de San Diego es un espacio ejemplar de mezcla de usos: un hotel 5 estrellas, casas modestas restauradas y recicladas en restau-rantes, un árbol dador de sombra bajo el cual se refugian vendedores ambulantes; al fondo, casas populares, todavía con su uso original. Presento también un espacio de segundo piso, en una casa en la calle de las Damas, y una esquina en la calle de la Factoría, exterior típico cartagenero. La lección de Cartagena, entre otras cualidades, es su escala urbana, su escala humana que deberíamos poder plasmar en conjuntos modernos.

Todos estos ejemplos fueron produciendo en mi mente la idea de que la ciudad se crea por la continuidad de unidades, es decir, con-juntos compactos, que además producen más altas densidades. En el fondo todos estos ejemplos estaban siendo soportes para lo que más tarde llamaría «vivienda baja de alta densidad».

En Chapinero (Bogotá), descubro dos casas aisladas con cubiertas en dos aguas, que individualizan y a la vez permiten continuidad. Me doy cuenta de que esta configuración, la misma de las construccio-nes medievales, será en muchos de mis proyectos la solución a los tejados: Colsubsidio, Las Brujas, Paz de Río.

G. S. G., croquis de viaje, 2004: plaza de San Diego, Cartagena (Colombia). © APS

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Vuelta al mundo

En 1959 hice este recorrido. Rescato en vivienda popular algunos va-lores. La casa japonesa, de una austeridad en sus interiores regulada por el tatami y un alucinante desorden en sus exteriores, plagados de avisos. Me llamó la atención la configuración del patio de estas casas, que son unidades sueltas, unidas con corredores exteriores, esquema que me fue de gran utilidad en el diseño de los laborato-rios en la Universidad del Valle en Cali. Con el número 1415 encuen-tro un balcón en madera que vi y que se caracteriza por la existencia de palos muy cercanos, pero combinando espesores y con remates variables. La influencia de esta configuración fue directa, porque a mi regreso la aplicamos en el hall de la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Al final de este viaje, vi en Mikonos (Grecia) viviendas populares, blancas, y servidas por calles angos-tas, llenas de escaleras exteriores. Nuevamente la escala humana me impactaba en los espacios exteriores que la normatividad de los sectores residenciales no permiten y que no nos permite aplicar a la arquitectura la frase conocida «lo pequeño es hermoso».

G. S. G., croquis de viaje, 1979: segundo piso de casa en la calle de las Damas, Cartagena (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1997: esquina típica, Cartagena (Colombia). © APS G. S. G., croquis de viaje, 1994: casas en Chapinero, Bogotá (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1960: Tolchoji temple, Fujkoka (Japón). © APS

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| Los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto| Germán Samper Gnecco | 49

G. S. G., croquis de viaje, 1960: fachadas, Kyoto (Japón). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1960: agrupación típica de casas, Kyoto, (Japón). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1960: balcón de madera, Kyoto (Japón). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1960: viviendas populares, Mykonos (Grecia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1960: viviendas populares, Mykonos (Grecia). © APS

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50 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Latinoamérica

Hacia 1959 se construye el barrio La Fragua y a partir de ese momen-to inicio una investigación que me lleva a formular un nuevo patrón urbano, denominado vivienda baja de alta densidad, y posterior-mente se convierte en la búsqueda de espacios públicos humaniza-dos denominados recintos urbanos. De allí en adelante los croquis de viaje tienen un objetivo: confirmar que esta hipótesis es posible.

México: en Guanajuato dibujo un callejón. En Oaxaca dibujo una «casa múltiple». Una vía perpendicular al paramento de la manza-na con múltiples viviendas en el interior y una arquitectura popular, pero de un buen nivel estético. En la misma Oaxaca, dibujo los patios del antiguo convento de Santa Catalina, hoy hotel, y la planta del con-vento de Santo Domingo, y llego a la conclusión de que esos espacios tienen la dimensión ideal para unas plazas urbanas en viviendas po-pulares. En Bahía (Brasil), tomo nota de un centro de manzana utili-zado para nuevas actividades que crea un espacio urbano delicioso y valoriza las propiedades que por fuera no se modifican, como una alternativa a la renovación urbana, de tumbar para construir torres. En Lima visito un callejón-vivienda popular y en la quinta Heeren des-cubro una escala de espacios urbanos que aplicaré en el proyecto para el concurso de Previ (Perú).

En un viaje al Portugal, en una carretera descubro un pequeño caserío, cuyo nombre es Calsadinha, muy pocas casas, que están ali-neadas en tal forma que conforman una pequeña plaza constituida por pequeñas y modestas viviendas, y demuestran a pequeña escala que casa + casa + casa sí puede ser igual a ciudad.

En Cambridge (Inglaterra), encuentro una serie de proyectos de conjuntos que parecen agrupaciones bogotanas por su escala, por el uso del ladrillo, por su diseño. Y en la misma zona, un proyecto en L, en estilo de la región un conjunto de casas. Estos hallazgos me incitan a dibujar un esquema teórico, de aplicación en Bogotá. En el Valle de Aran (Cataluña), un grupo de pueblos nos dan ejemplo de arquitec-tura a escala humanizada. Casaril.

G. S. G., croquis de viaje, 1972: ejemplo típico de arquitectura urbana, Guanajuato (México). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1972: conjunto urbano, Guanajuato (México). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1972: casa múltiple, Oaxaca (México). © APS G. S. G., croquis de viaje, 1972: casa múltiple, Oaxaca (México). © APS

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G. S. G., croquis de viaje, 1972: casa múltiple, Oaxaca (México). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1978: convento de Santa Catalina, Oaxaca (México). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1978: convento de Santo Domingo, Oaxaca (México). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1993: centro de manzana, Salvador Bahía (Brasil). © APS

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52 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., croquis de viaje, 1968: callejón-vivienda popular, Lima (Perú). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1968: quinta Heeren, Lima (Perú). © APSG. S. G., croquis de viaje, 1968: quinta Heeren, Lima (Perú). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1970: caserío, Calsadinha (Portugal). © APS

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G. S. G., croquis de viaje, 1970: caserío, Calsadinha (Portugal). © APS G. S. G., croquis de viaje, 1975: conjunto de vivienda, casas tipo B, Cambridge (Inglaterra). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1975: conjunto de vivienda, casas tipo A, Cambridge (Inglaterra). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1975: fachada hacia el jardín interior, Cambridge (Inglaterra). © APS

dan escala y un parque interno, con viejos árboles y más casas que constituyen un recinto urbano de excepción.

Conclusiones

La relación entre dibujos de viaje y diseños de un arquitecto es muy variada. El conjunto de croquis forma un acervo general que está la-tente en la mente del diseñador. Es un «disco duro» a disposición, que puede surgir cuando el profesional está diseñando. Hay ideas que se arraigan más fuertemente. Obviamente, el traslado de una imagen a un proyecto no es literal, son conceptos, son esencias, son fundamentos. El croquis enriquece la experiencia del diseñador y esta llega a la mesa de dibujo inconscientemente.

Este dibujo de casas como «botadas» en el terreno, de un espe-cial valor espacial, me permitieron sin duda aplicar este principio del desorden en el proyecto de Las Brujas, en Medellín.

En Checoslovaquia, dibujo en la ciudad de Telč una plaza alar-gada, conformada por viviendas de diferentes estilos, pero con la unidad de un portal bellísimo. En Nancy (Francia), un conjunto mo-numental muestra un ejemplo de maestría en diseño urbano; uno de sus espacios, la plaza de la Carrière, muestra una fila de casas idénticas, bien proporcionadas, que conforman un espacio urbano de excelencia. En Amberes descubro un proyecto de renovación del centro, con un conjunto de edificios a la escala de la Ciudadela Col-subsidio. Y termino con un béguinage en Holanda, en el centro de Ámsterdam, levantado siglos atrás, con viviendas periféricas que le

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54 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., croquis de viaje, 1975: conjunto en L, Cambridge (Inglaterra). © APS G. S. G., croquis de viaje, 1975: planta esquemática, Valle de Arán (Cataluña). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1975: perspectiva, Valle de Arán (Cataluña). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1975: conjunto de casas, Valle de Arán (Cataluña). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1975: modelo teórico, Bogotá (Colombia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1986: planta, Telč (Checoslovaquia). © APS

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| Los croquis de viaje y su incidencia en las obras de un arquitecto| Germán Samper Gnecco | 55

G. S. G., croquis de viaje, 1986: vista general de la plaza, Telč (Checoslovaquia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 1986: de la plaza de la Carrière, Nancy (Francia). © APS

G. S. G., croquis de viaje, 2000: renovación de la zona centro, Bruselas (Bélgica). © APS

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56 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Panorama de la vivienda y la ciudad en el siglo XX

| Pedro Bermúdez | Eugenia Gaviria | Juana Salcedo |

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| Panorama de la vivienda y la ciudad en el siglo XX | Pedro Bermúdez | Eugenia Gaviria | Juana Salcedo | 57

«El problema de la vivienda moderna es, ante todo, arquitectónico, pese

a sus aspectos técnicos y económicos. Es un complejo problema de pla-

nificación, y solo puede ser resuelto con pensamiento creativo, no con

cálculo ni organización».

Mies van der Rohe: Construcción y vivienda, 1927.

Uno de los temas centrales de las discusiones y propuestas que ca-racterizan el siglo XX desde la arquitectura y el urbanismo es la vi-vienda económica en serie, tanto para la clase media como para los grupos sociales de escasos recursos económicos. Las reflexiones en torno a su carencia y las propuestas para generar soluciones en can-tidad y calidad nacen con la revolución industrial en las principales ciudades de Europa en el siglo XIX y se expanden al resto del mundo en el siglo XX.

Proponemos una selección de los proyectos, teóricos y prácticos, que permiten entender las posturas más relevantes que se dan a lo largo de los últimos cien años, marcados por tres momentos: los dos primeros, las posguerras, y el tercero, tras la crisis del petróleo de 1973. La información está dividida en dos franjas principales: vivien-da (mundo, Latinoamérica y Colombia) y Germán Samper (vivienda, otros proyectos y biografía). Datos históricos, cifras y una selección de documentos ayudan al lector a contextualizar las diferentes pro-puestas.

El panorama de la vivienda y la ciudad en el siglo XX, elaborado para la exposición Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda, constituye un esfuerzo por contextualizar la investigación en vivienda realizada por Germán Samper. Como un bajo continuo, el panorama está construido de forma tal que busca que el espectador pueda establecer relaciones entre la obra de Sam-per y otras reflexiones que se dan sobre la vivienda y la ciudad a lo largo del siglo XX, y evidencia que la investigación de Samper hace

parte de un conjunto más amplio de búsquedas por encontrar mejo-res formas de habitación.

Dos franjas principales estructuran el panorama: proyectos de vi-vienda y Germán Samper. Cada franja, a su vez, dividida en tres apar-tados. La primera, en proyectos teóricos o construidos en el mundo, Latinoamérica y Colombia, acompañados por una serie de textos y documentos, tomados de la biblioteca de Germán Samper, referen-tes fundamentales en la construcción de su investigación. La infor-mación de esta primera franja está complementada con datos de-mográficos que muestran la rápida transformación de las ciudades, así como de algunos hechos históricos fundamentales que permiten contextualizar las reflexiones en torno a la vivienda desde un ámbito

Gustave Doré, vista de un barrio obrero en Londres, 1872 (grabado). © Leonardo Benévolo.

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general. La segunda franja está dividida en los proyectos de vivien-da colectiva –construidos, no construidos y teóricos– en los que ha trabajado Samper, otros proyectos públicos y privados y los datos biográficos, desde tres ámbitos: familiar, experiencia profesional y viajes de estudio.

El panorama inicia en la década de 1910. Sin embargo, es necesario recordar dónde nace el problema de la vivienda obrera. Por esto, la introducción está acompañada de una serie de proyectos y teorías que representan los primeros planteamientos de vivienda colectiva y en serie que surgen antes del siglo XX y que corresponden a ti-pologías e ideas que nacen como respuesta a las transformaciones producidas por la revolución industrial en el siglo XIX. Las primeras

propuestas son teóricas y destacan los planteamientos cooperativis-tas de Charles Fourier y Robert Owen, quienes abogan por la cons-trucción de comunidades rurales autosuficientes como los falanste-rios o el pueblo de armonía y cooperación, como una respuesta a los efectos negativos de la sociedad industrial a mediados del siglo XIX. A finales de siglo nace un nuevo modelo teórico, conocido como la ciudad jardín, propuesto por Ebenezer Howard a partir de la cons-trucción de comunidades autosuficientes, basadas de un urbanismo que permite «vivir y trabajar en el sol», en lugar de tener que hacer cualquiera de estas actividades en medio del humo de las fábricas, como es ya común en los desarrollos industriales del siglo XIX. El pri-mer proyecto de este tipo construido es Letchworth, cerca de Lon-dres, según planos de Parker y Unwin (1902), que se convierte en un

Gustavo Doré, Calle de un barrio obrero en Londres, 1872 (grabado) © Leonardo Benévolo.

Charles Fourier, Falansterio (modelo teórico), 1829. © Leonardo Benévolo.

Robert Owen, esquema de un barrio de armonía y cooperación, 1817. Dibujo (modelo teórico). Ebenezer Howard, proyecto para la ciudad jardín, 1899 (modelo teórico). © Leonardo Benévolo.

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modelo repetido por todo el mundo, como es el caso de la Colonia Krupp (1906), en Essen (Alemania), realizada por empresarios con el objetivo de alojar a los empleados de sus fábricas.

Los antecedentes son la clave para iniciar el recorrido por la vi-vienda obrera del siglo XX hasta hoy. De la primera década del siglo XX destacamos el modelo conocido como la casa Dom-Inó de Le Cor-busier (1915), donde propone una unidad de vivienda prefabricada en concreto armado que permite, por una parte, tener un sistema rápido y económico de construcción en serie y que, a su vez, permite varias formas de agrupación. De los años 20, la Colonia Weissenhof (1925), en Stuttgart (Alemania), es un proyecto concebido por Mies van der Rohe, que representa un importante punto de quiebre en la historia de la vivienda, puesto que el conjunto está compuesto por varios proyectos realizados por algunos de los más importantes arquitectos de la época, que sirven de plataforma para exponer al mundo las formas de habitación modernas. Paralelamente, en la franja de Colombia, aparecen los primeros barrios obreros construi-dos en Bogotá, como el barrio Villa Javier (1913), la Perseverancia

(1910), el barrio Primero de Mayo (1924) y el Buenos Aires (1926), muy a la manera de las colonias que replican el modelo de la ciudad jardín de Howard. Germán Samper nace en Bogotá en 1924 y entra a formar parte del panorama construido para entender y contextua-lizar sus propuestas.

En 1925, Walter Gropius desarrolla un modelo para reflexionar so-bre la incidencia de la altura de las edificaciones de vivienda en la densidad de ocupación del terreno, resumiendo en un diagrama cómo a menor altura, mayor ocupación del suelo y a mayor altura, menor ocupación. Los proyectos que llegan a los Congresos Inter-nacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) muestran de las dife-rentes posibilidades que dan las alternativas planteadas. En este tiempo de experimentación, los arquitectos buscan siempre las altas densidades, como parte de la indagación que preocupa en el momento: lograr la vivienda para el mínimo existencial (Ernst May, 1929), en condiciones óptimas para un hombre tipo ideal, en altu-ras baja, media y alta.

Ebenezer Howard, proyecto para la ciudad jardín, 1899 (modelo teórico). © Leo-nardo Benévolo.

Barry Parker y Raymond Unwin, Letchworth, primera ciudad jardín en Inglaterra, 1902 (construido). © Leonardo Benévolo.

Colonia Krupp, Essen (Alemania), 1906.

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Dentro de la discusión que relaciona tipos edilicios con diferen-tes morfologías urbanas, a mediados del siglo XX surgen algunos de los proyectos de vivienda más emblemáticos, como es el caso de la unidad de habitación de Le Corbusier en Marsella (1947-1952). Este icónico edificio, parecido a un trasatlántico en sus funciones y apariencia, expresa de manera contundente los planteamientos de su autor acerca de cómo liberar el suelo para crear la ciudad jardín vertical, donde cada una de las unidades es un barrio que cuenta con 400 viviendas en diversos tipos de apartamentos (23) y con los servicios necesarios para la comunidad (parvulario, jardín infantil, zo-nas de deporte, comercio, parqueaderos, etcétera). Muchos son los proyectos que de una u otra manera tratan de emular al maestro a lo largo y ancho del mundo. Los logros no son siempre positivos. En la franja de proyectos de América Latina aparecen en ese momento en distintos países de la región bloques de viviendas que evocan de una manera u otra la unidad de Le Corbusier: el Multifamiliar Presidente Alemán, de Mario Pani, en México (1948); el barrio 23 de Enero, de Carlos Raúl Villanueva, en Caracas (1958); el Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN), de Rafael Esguerra, Enrique García Merlano, Daniel Suárez, Juan Meléndez y Néstor Gutiérrez, en Bogotá (1953), y el edi-ficio Pedregulho, de Affonso Eduardo Reidy, en Río de Janeiro (1948), entre otros. Estos ejemplos en América Latina son muestra de la fe que se tiene durante este periodo en esta tipología, como solución al problema de la vivienda.

En la segunda mitad del siglo XX se encuentra la mayor parte de los proyectos de Germán Samper. La Fragua (1958) es el proyecto que el mismo Samper considera como el punto de partida de su vocación investigadora en el campo de la vivienda y es considerado la primera propuesta de autoconstrucción dirigida en Colombia. Los diferentes ejemplos de esta segunda parte del siglo XX muestran cómo apare-cen nuevas aproximaciones al problema de la vivienda. En el caso de América Latina surgen alternativas, como la autoconstrucción dirigi-da mencionada anteriormente, para aliviar la urgencia de viviendas y contrarrestar el desarrollo de barrios informales, tales como el barrio Policarpa (1961), en Bogotá, o La Tablada (1960), en Lima. Proyectos como Ciudad Kennedy (1961), en Bogotá; el Proyecto Experimental de Vivienda (Previ), en Lima (1967), y el Estudio de normas mínimas de urbanización (1971) –en los dos últimos participa Samper– se ins-criben dentro de esta búsqueda. El libro Vivienda: todo el poder para los usuarios (1972) de John Turner, y la exposición Arquitectura sin ar-quitectos (1964) realizada por B. Rufosky en el Museo de Arte Moder-no de Nueva York (MOMA), fueron responsables en una buena medida de generar estas nuevas aproximaciones al problema de la vivienda.

En la Ciudadela Colsubsidio (1985-hoy), Germán Samper aplica los diferentes conceptos que acuña a lo largo su investigación en vi-

vienda, incluyendo la discusión que sobre espacio público se trabaja en el mundo entero a partir de las ideas de Aldo Rossi y los Herma-nos Krier, quienes plantean el valor de la memoria y de la historia en la ciudad. En Colsubsidio hay un encuentro con formas de la histo-ria, criticadas en los periodos anteriores (calle y plaza, en diferentes escalas y situaciones) y un intento por generar planteamientos que recuperen algunas de las formas urbanas de la ciudad decimonónica.

Al final, el número de proyectos destacados disminuye, particu-larmente en Colombia. En la última década hay un desplazamiento del interés en la vivienda hacia temas como el espacio público y otras formas de proyectos urbanos y por parte del Estado, las políticas se limitan a ofrecer subsidios y a ejercer un papel legislador, dejando el desarrollo de este tipo de proyectos en manos del sector priva-do. Con contadas excepciones, los proyectos actuales en Colombia muestran un deterioro considerable, tanto en cantidad como en ca-lidad, respecto a los proyectos estatales presentes en la línea a me-diados del siglo XX.

No pretendemos hacer un análisis exhaustivo de los proyectos pre-sentados en este panorama y nuestra intención en este artículo es recalcar algunos momentos clave de los proyectos seleccionados, sugiriendo algunas ideas y relaciones posibles entre algunos proyec-tos y hechos. Sin embargo, la selección de proyectos busca que sea el lector quien elabore diferentes interpretaciones a partir de unos proyectos y hechos clave en la historia de la vivienda y el mundo. Las diferentes franjas que la componen pueden ser leídas de maneras distintas, de manera independiente o relacionadas unas con otras.

La investigación de Germán Samper en vivienda se nutre de diver-sas fuentes y está permeada por lo que sucede en este campo y en el mundo en general. La biblioteca de este arquitecto, así como los cien-tos de cuadernos de apuntes que reposan en las estanterías del es-tudio de su casa, muestran de la manera constante en que estudia el tema de la vivienda y de la forma como alimenta permanentemente su curiosidad e interés por el tema. Es por ello que elaborar una línea de tiempo sobre la vivienda y la vida y obra de Samper que acompañe sus ideas y proyectos es de gran importancia para contextualizar la in-vestigación. Si bien se corre el peligro de ser arbitrario en la selección de los datos que componen este tipo de productos al dejar por fuera algunos proyectos y hechos relevantes, se busca presentar un pano-rama amplio y diverso de la historia de la vivienda colectiva en el siglo XX. De esta manera, la línea guía al lector para entender el proceso investigativo de Germán Samper dentro de un contexto más amplio y recuerda que la vivienda, además de ser un campo de investigación necesario, puede ser además uno muy fértil.

Fragmento del panorama de la vivienda en el siglo XX, plegable anexo a este libro.

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Modernizaciones y hábitat social en bogotá, 1930-1970

| Fabio Forero | Olga Lucía Arango (colaboración)|

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Introducción

Para entender la vivienda social en Colombia y el trabajo de Germán Samper, hay que conocer sus antecedentes históricos. Con la moder-nidad industrial surge la clase obrera, como una nueva forma de vida que rápidamente adquiere una escala sin precedentes. El movimien-to moderno en arquitectura se consolida en Europa en un periodo de grandes conflictos bélicos, entre las dos guerras mundiales. En este momento histórico se exacerban muchas carencias que venían surgiendo y evidenciándose a partir del desarrollo de la revolución industrial, comprometiéndose con esta nueva realidad social, eco-nómica y productiva, estudiando sus necesidades y características, y acometiendo el reto de proponer un hábitat acorde a esta nueva realidad.

Se ve en la producción industrial la alternativa para suplir el défi-cit cualitativo y cuantitativo en materia de vivienda para la naciente clase obrera y en la colaboración con los Gobiernos, la única posibi-lidad de realizar sus planteamientos de acuerdo con la gran escala requerida. Continúa así la labor incipiente que anteriormente han acometido algunas instituciones laicas y religiosas.

Desde los años 30, el Estado colombiano, en su intención moderni-zadora, da paso a la creación de instituciones para promover la vi-vienda social como respuesta a un problema habitacional evidente y creciente. En Colombia, a diferencia del caso europeo, el problema de la vivienda no está relacionado únicamente con el crecimiento de la clase obrera, sino principalmente con la llegada de inmigrantes provenientes de diversas zonas rurales del país que procuran mejo-rar sus condiciones económicas y sociales. Algunos llegan debido a conflictos políticos internos que generan violencia en áreas general-mente rurales.

Las alternativas gubernamentales son insuficientes debido a que su estrategia no cobija el total de la población. Los lineamientos de las instituciones estatales están dirigidos a sectores poblacionales que cuentan con empleos formales. Para el gran segmento de la po-blación que no puede acceder a estos programas, surgen nuevas mo-dalidades informales que les facilitan el acceso a formas muy básicas de cobijo.

Este texto pretende mostrar, como marco contextual general, no-tables ejemplos de vivienda social por parte del Estado a través de instituciones públicas (algunas ya desaparecidas) del sector privado (Unidad Residencial Colseguros) y de vivienda informal (barrios Juan XXIII y Policarpa Salavarrieta), como parte del ámbito en el cual Ger-mán Samper Gnecco desarrolla sus propuestas y teorías habitaciona-les a través de proyectos con instituciones públicas, privadas o en su aporte al tema del desarrollo progresivo para la vivienda social, tema afín a la vivienda informal.

Modernidad desarrollista

Entre 1930 y 1946, teniendo a Bogotá como punto focal de la moder-nización de la «República liberal», se evidencian cambios en el es-pacio urbano que catapultan la ciudad a un vertiginoso crecimiento alimentado por la difícil situación política y sus secuelas sociales en zonas rurales, obligando a una movilización poblacional que busca alternativas para sobrellevar sus difíciles condiciones sociales y eco-nómicas. En ese periodo aparecen instituciones públicas para el de-sarrollo de urbanizaciones, que dan cabida a arquitectos contratados por el Estado para coordinar proyectos en entidades como el BCH, creado en 1931 en el gobierno de Enrique Olaya Herrera (1930-1934),

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institución que ejecuta proyectos para vivienda social en los años 30, como el Restrepo, Bosque Calderón Tejada, Muequetá, Granjas de Te-cho y Banco Central, entre otros.

Alfonso López Pumarejo, presidente (1934-1938 y 1942-1945), hace del Ministerio de Obras Públicas (MOP, 1888) y su Oficina de Edificios Nacionales (1908) uno de los puntales de su Revolución en Marcha, al contratar al arquitecto Leopoldo Rother y encargarlo del diseño y ejecución de algunas obras en distintas ciudades del país, como el campus de la Universidad Nacional sede Bogotá (con algu-nos de sus edificios), obra que establece nuevas tendencias arquitec-tónicas y urbanas en la capital.

Durante el gobierno de Eduardo Santos (1938-1942), Karl Brun-ner es contratado para encargarse de la «reorganización y dirección del Departamento Municipal de Urbanismo de Bogotá»;1 desde allí propone el barrio obrero Centenario (1938), ocupado por habitantes que salen del Paseo Bolívar, sector residencial informal, retomando ideas de su Manual de urbanismo2 para el desarrollo de esta urbani-zación obrera. Al mismo tiempo, Brunner busca consolidar el valor histórico y monumental del centro de Bogotá, además de «optimi-zar» con ensanches las calles coloniales de «escala desmedida», se-gún principios del urbanismo europeo del siglo XIX.

El Centenario es un ejemplo de barrio «higienista», en un lote irregular con manzaneo ortogonal. Lotes y viviendas se agregan en grupos de cuatro, con casas centradas, conformando unidades-lote tetrafamiliares, dejando hacia el exterior vacíos más amplios que el área de las viviendas, destinados a zonas verdes para cultivos, evo-cando principios de la ciudad-jardín de Howard.

En 1939 nace el ICT, que promueve viviendas rurales a partir de una pesquisa del arquitecto Alberto Wills Ferro y el ingeniero Gustavo Maldonado; en 1946 se publica la Cartilla de construcciones rurales, siendo gerente José Vicente Garcés Navas. Este documento permite conocer algunas viviendas rurales colombianas, pauta para proto-tipos que buscan enseñar sistemas constructivos a los campesinos, bajo el control del ICT.

Fundada en 1942, la Caja de Vivienda Popular de Bogotá (CVP) mantiene una oferta de vivienda para sectores de bajos ingresos. De ella quedan importantes ejemplos urbanizadores para ser tenidos en cuenta, como se observará más adelante.

El Decreto Ley 1579 de 1942 crea la Sección de Vivienda Urba-na del ICT, que asigna préstamos dirigidos al desarrollo de urbani-zaciones populares modelo, con lo cual se favorecen las ciudades importantes y algunos municipios. El Decreto 2363 de 1944 crea las condiciones para «otorgar préstamos a asociaciones de obreros y empleados que tuvieran por objeto construir casas de habitaciones para afiliados».3

López Pumarejo vuelve al poder en medio de una serie de inconve-nientes personales y políticos que lo hacen dimitir en 1945, cuando lo reemplaza Alberto Lleras Camargo, quien concluye este cuatrienio en un tenso ambiente político. Los años cuarenta marcan el inicio de

la violencia en la Colombia «moderna», que rematan con el asesi-nato de Jorge Eliécer Gaitán (1948) y crean un clima de fanatismo e intolerancia político-social extendido a todo el país.

En estos años prosperan postulados urbanísticos provenientes de las vanguardias modernas europeas, dados a conocer con propues-tas urbanas para Bogotá, como el Plan Soto-Bateman, el de la revista Proa, de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, y paralelamente el Estado invita, a través de los alcaldes de turno, a Paul Lester Wiener, Josep Lluís Sert y Le Corbusier, quienes formulan planes para el futu-ro de la ciudad.

La presencia de Wiener y Sert empezaba a sopesar en el contexto urbano latinoamericano, pues «entre 1942 y 1959, los arquitectos Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener, como socios de la firma Town Planning Associates, con sede en Nueva York, realizaron planes ur-banísticos para ciudades latinoamericanas en Brasil, Perú, Colombia, Venezuela y Cuba»4 y dejan su impronta en ciudades colombianas como Tumaco, Cali, Medellín y Bogotá.

Karl Brunner, barrio Centenario, 1938: planta. ©Karl Brunner.

Karl Brunner, barrio Centenario, 1938: casa original. ©Karl Brunner.

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Entre 1947 y 1951, durante los gobiernos de los presidentes Maria-no Ospina Pérez (1946-1950) y Laureano Gómez (1950-1951) –quien tampoco acaba su periodo presidencial, elegido ante la renuncia del Partido Liberal– y los alcaldes Fernando Mazuera y Santiago Trujillo Gómez, Le Corbusier visita a Bogotá cinco veces para sentar las bases del Plan Director, proyecto que sale a la luz en la exposición del Plan Piloto, entre mayo y junio de 1951.

Germán Samper vive en París entre 1948 y 1954. Samper, Rei-naldo Valencia y Rogelio Salmona trabajan para Le Corbusier en el proceso de diseño y dibujo del Plan Piloto de Bogotá. Samper con-sidera5 que si bien estas propuestas son importantes para la ciudad, no se ejecutan como se pensaban, pues implicaba el menoscabo de algunos hechos patrimoniales, grandes esfuerzos económicos, una capacidad operativa y de gestión que no estaban al alcance del Go-bierno municipal.

Estando Samper fuera del país, se evidencian notorios cambios en Bogotá, fundamentalmente en el deteriorado centro histórico (posteriormente participa en su reconstrucción), mientras que en al-gunas zonas periféricas los procesos urbanizadores se dan por efecto de las visitas de Le Corbusier, Wiener y Sert, quienes proponen las unidades vecinales (planteadas por Arthur Clarence Terry en 1929) y las complementan con principios del urbanismo moderno.

Vivienda urbana del ICT

Con Los Alcázares, para empleados oficiales, y la Unidad Vecinal Muzú, para sectores populares, iniciados en 1949, se abre un nuevo capítulo en la historia del urbanismo y la vivienda social del país, por ser importantísimos laboratorios urbanos y arquitectónicos, que im-plementan nuevos sistemas constructivos acordes para la vivienda masiva.

Muzú es el primer proyecto de vivienda social a gran escala. Cuenta con un eje longitudinal del cual se desprenden ramificacio-nes que conducen a calles ciegas, yuxtaponiendo a estas pequeñas agrupaciones habitacionales que se localizan en un amplio lote, acompañadas por irregulares recorridos peatonales que amarran los servicios complementarios, concepto urbanizador aplicado en futu-ros proyectos para vivienda social en el país.

Las casas de esta primera fase de Muzú recuerdan el esquema sugerido para el Existenzminimum, propuesto por Alexander Klein y Walter Gropius, quienes plantean viviendas mínimas y dignas, fun-

Jorge Gaitán Cortés para el Instituto de Crédito Territorial (ICT), Unidad Vecinal Muzú, 1951: fotografía de época con casas y uno de los parques de la urbaniza-ción. © Revista Proa nro. 30.

El tipo de edificación Existenzminimun, discutido en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) de 1929 en Fráncfort. © L. Benévolo.

1 Hofer, Andreas: Karl Brunner y el urbanismo europeo en América Latina, Bogotá: El Áncora, 2003, p. 89.

2 Brunner, Karl: Manual de Urbanismo I y II, Bogotá: Concejo, 1939-1940.3 Saldarriaga Roa, Alberto: Medio siglo de vivienda social en Colombia,

1939-1989, Bogotá: Ministerio de Desarrollo Económico e Inurbe, 1995, p. 14.

4 Schnitter Castellanos, Patricia: «Sert y Wiener en Colombia. La vivienda social en la aplicación del urbanismo moderno». En: <www.ub.esu/geo-crit/sn/sn-218-86.htm> [consultado en mayo de 2011].

Jorge Gaitán Cortés para el ICT, Unidad Vecinal Muzú, 1951: fotografía actual de un conjunto de casas. © Fabio Forero.

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damentadas en teorías sociales que caracterizan las posturas, expe-riencias y reflexiones de arquitectos alemanes racionalistas, quienes respondiendo a la nueva objetividad, consideran pertinentes la op-timización dimensional, la distribución, la sobriedad, el tema social, junto con los desarrollos tecnológicos, aspectos considerados para ser implementados en Muzú y Quiroga.

Hacia 1951, con Jorge Gaitán Cortés aún en la gerencia del ICT, se inicia el Quiroga; en este proyecto participan los arquitectos Álvaro Ortega (alumno de Gropius6 en Harvard), a quien se le encarga el sistema constructivo para estas viviendas, y Gabriel Solano, quienes conforman el equipo técnico de esa institución.

El terreno se orienta para favorecerse del sol, del viento y evitar ser afectado por la contaminación industrial, tal como sugerían los cánones del urbanismo moderno. Con las viviendas aparecen espa-cios verdes que se complementan con actividades educativas, zonas de cesión (duras y verdes), centros deportivos y recreativos, oficinas administrativas, centro de salud e higiene, comercio y correos.

El Quiroga es asignado a la oficina de Wiener y Sert, quienes su-gieren un primer planteamiento que luego es parcialmente tenido en

cuenta. En las primeras casas del Quiroga, de una planta, se advier-ten cubiertas abovedadas prefabricadas, para bajar costos y evitar problemas de humedad causados por las aguas lluvias.

Los conflictos políticos de los cincuenta conducen al golpe militar orquestado por el general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), inge-niero civil que promueve importantes obras civiles como la avenida y el aeropuerto El Dorado, el Centro Administrativo Nacional (CAN), la autopista norte y el Hospital Militar. Igualmente funda el Banco Popular, que aporta capital para el Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN), vivienda destinada para la clase media trabajadora, que luego fue cedido al ICT para que lo continuara y finalizara en 1957.

El CUAN, primer conjunto de vivienda pública multifamiliar en Colombia, proyectado en 1952, con 960 apartamentos para 6400 personas aproximadamente, en un lote de forma pentagonal irregu-lar, ubica sus multifamiliares en los bordes y genera un vacío hacia el centro para recreación, acompañado de equipamientos (colegios y sala de cinema) y con más zonas verdes aledañas a los edificios, que generan un 75 % de áreas libres y un 25 % para edificaciones, procurando una alta densidad, como lo considera Le Corbusier para la Ville Radieuse.

Creado el Frente Nacional (FN), en 1958, Alberto Lleras Camargo (1958-1962) es su primer mandatario. Durante su gobierno recibe aportes de la Alianza para el Progreso y con el apoyo técnico del ICT se inicia Ciudad Techo, gran urbanización hecha en varias etapas, entre 1962-1976, sobre predios del aeropuerto de Techo, que lue-go se llamará Ciudad Kennedy, como homenaje al presidente John F. Kennedy, quien coloca la primera piedra. Kennedy es una importante obra del ICT por su respuesta cuantitativa y por ser un experimento habitacional multi y unifamiliar que genera un polo de crecimien-to hacia el sector suroccidental de Bogotá. La obra es pensada con supermanzanas unifamiliares o multifamiliares y con una oferta de programas de vivienda por autoconstrucción, para familias de bajos recursos económicos.

Cuatro vías periféricas conectadas a las supermanzanas, con ca-lles discontinuas, conforman un sistema de tráfico poco funcional. La proliferación de amarres en T es la causante de su enmarañada movilidad interna. Cada supermanzana tiene accesos internos, zonas verdes y equipamientos que procuran su autonomía.

Guillermo León Valencia (1962-1966) continúa con las obras de Ciu-dad Kennedy, la Unidad Hans Drews y otras más del ICT, y con pro-yectos de vivienda adelantados por otras instituciones que comple-mentan esta avalancha viviendista que caracteriza la acción estatal durante esta década.

El gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) promueve un gran desarrollo urbanizador con obras como Timiza (1966), en donde participan Rogelio Salmona, Pedro Mejía y un grupo de arquitectos que, según Saldarriaga Roa, es resultado de una primera reacción contra la evaluación negativa de Kennedy,7 proyecto notorio por la

Enrique García y Arturo Moreno para el ICT, barrio Urdaneta Arbeláez (Hacienda Quiroga), 1951: plano propuesta urbana. © Revista Proa nro. 71.

Enrique García y Arturo Moreno para el ICT, barrio Urdaneta Arbeláez, 1951: fo-tografía de época de las viviendas de la segunda etapa. © Revista Proa nro. 71.

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5 En entrevista sostenida con el arquitecto Germán Samper Gnecco el 19 de junio de 2002. Documento de Fabio E. Forero Suárez.

6 Sobre Gropius recae parte de las propuestas racionalistas para vivienda junto con las baukasten (kit de viviendas prefabricadas), difundidas en Harvard como una continuidad de lo iniciado en Alemania.

riqueza compositiva de su implantación, la disposición de las manza-nas, las vías peatonales y sus viviendas multi y unifamiliares.

En San Cristóbal, el ICT y la Fundación Cristiana de la Vivienda (1967) invitan a Salmona, Hernán Vieco y Eduardo Zárate a desarro-llar un conjunto residencial recordado por su implantación radial, generada por una tensión creada entre el espacio público central y los pendientes bloques que lo circundan, que es considerado por Ray Smith como la obra suramericana más destacada en materia de vi-vienda social en aquellos años.

En 1968 se celebra el Congreso Eucarístico Internacional, con la pre-sencia del papa Pablo VI; se proyecta una urbanización para aten-

der a los feligreses que vienen de diversas partes del mundo: Pablo VI primera etapa es proyectado por un grupo de arquitectos del ICT que determinan crear un eje vehicular que atraviese sur-norte al conjunto, del que se desprenden vías secundarias que conducen a cada uno de los módulos habitacionales, provistos de zonas verdes y parqueos. Para los edificios sobre las vías principales o plazoletas se determinan usos mixtos: comercio-vivienda y garajes; los demás con viviendas y garajes; casi todas las viviendas son apartamentos dúplex y en los pisos superiores, dúplex con altillo. A las viviendas se acce-de a través de corredores a las zonas privadas o sociales, inferiores, dependiendo la disposición de cada apartamento, distribución que recuerda la Unidad de Habitación de Le Corbusier en Marsella.

7 Saldarriaga Roa, Alberto: Estado, ciudad y vivienda, Bogotá: Proyecto del Inurbe, la Corporación de Villa de Leyva, Cehap Medellín y Citce de Cali, 1995, p. 136.

Rafael Esguerra, Enrique García Merlano, Daniel Suárez, Juan Meléndez y Nestor Gutiérrez para el ICT, Centro Urbano Antonio Nariño, Bogotá, 1952: fotografía aérea del conjunto entre la avenida de las Américas y el recinto de Corferias. © Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC).

Rafael Esguerra, Enrique García Merlano, Daniel Suárez, Juan Meléndez y Nestor Gutiérrez para el ICT, Centro Urbano Antonio Nariño, Bogotá, 1952: fotografía de las barras desde uno de los parques del conjunto. © Fabio Forero.

ICT, Ciudad Kennedy, 1962-1976: plano urbano de la propuesta. ©Revista Escala nro. 4.ICT, Ciudad Kennedy, 1962-1976: fotografía aérea del conjunto. © IGAC.

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Rogelio Salmona para el ICT, Timiza, 1966: vista de un grupo de bloques de apartamentos. © Germán Téllez. Rogelio Salmona para el ICT, Timiza, 1966: fotografía aérea del conjunto. © IGAC.

Rogelio Salmona y Hernán Vieco, Fundación Cris-tiana de Vivienda, Bogotá, 1967: vista frontal de los bloques de apartamentos. © Fundación Ro-gelio Salmona.

Rogelio Salmona y Hernán Vieco, Fundación Cristiana de Vivienda, Bogotá, 1967: planta general de la propuesta. © Germán Téllez.

Fernando Jiménez, Eduardo Londoño y Gabriel Pardo para el ICT, Pablo VI, Bogotá, 1968: aerofotografía. © IGAC.

Fernando Jiménez, Eduardo Londoño y Gabriel Pardo para el ICT, Pablo VI, Bogotá, 1968: vista de la plaza central con los bloques de edificios. © Germán Téllez.

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El BCH años 50 y 60

En la urbanización La Soledad se incorporan algunos principios del Dom-Inó de Le Corbusier, en su agrupación y algunos aspectos téc-nicos, y se introduce el reticular celulado, sistema constructivo im-plementado por el ingeniero Doménico Parma, empleado en futuras construcciones. Esta obra marca el reinicio del BCH, que había hecho urbanizaciones hasta 1939. Sus 141 casas, destinadas para ejecutivos del banco, de dos y tres pisos, es un proyecto de cuatro manzanas, cada una rodeada por vías.

Algunas de estas viviendas presentan un elemento adosado en la fachada a manera de gabinete, que les da un especial toque formal identificable dentro de las viviendas del BCH. Las otras tipologías son de dos pisos, sencillas y de menor metraje que las anteriores.

En 1958 se inicia el Polo Club, con la participación de diversas firmas para adelantar un proyecto de viviendas unifamiliares de excelente factura, que agrupa grupos en torno a calles y parqueos para visitan-tes y conforman una singular red de llenos y vacíos. Hay varias tipolo-gías de casas, pero llaman la atención aquellas de marcadas ventanas corridas y en la parte superior un vano que insinúa la presencia de una terraza, recordatorio de algunos de los cinco principios de la ar-quitectura moderna o elementos formales de las casas de Pessac o Weissenhof de Le Corbusier o las Törten Dessau de Bauhaus.

Los edificios El Polo (1959), de Guillermo Bermúdez y Salmona, de implantación cóncava que desenvuelve los volúmenes en forma de abanico, muestran una agrupación de multifamiliares dúplex ro-deada por árboles que configuran una equilibrada y apacible armo-nía entre el verde, sus zonas duras y lo construido. Los apartamentos

Cuéllar Serrano Gómez para el Banco Central Hipotecario (BCH), barrio La Soledad, Bogotá, 1950-1953: fotografía aérea del conjunto. © IGAC.

Cuéllar Serrano Gómez para el BCH, barrio La Soledad, Bogotá, 1950-1953: foto-grafía de época de las casas de tres plantas. ©Proa.

Cuéllar Serrano Gómez para el BCH, barrio La Soledad, Bogotá, 1950-1953: foto-grafía de época de las casas de dos plantas. ©Proa.

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superiores presentan un juego de niveles que evocan el raumplan loosiano, por la riqueza y variada espacialidad como se van articulan-do y diferenciando sus diversos ambientes.

En 1962 se encarga a Arturo Robledo y Ricardo Velásquez un proyec-to sobre la calle 26. Esta propuesta obtiene mención de honor en la segunda Bienal de Arquitectura. Robledo8 considera que no es su proyecto ideal, pero es acertada su implantación sobre un reducido lote y el marcado contraste de volúmenes, rotados a manera de sie-rra, que persiguen una iluminación equitativa para los apartamentos y generan un vistoso juego de sombras en sus fachadas. Internamen-te hay un amplio vacío para recreación activa y pasiva. Sus aparta-mentos, de pequeños niveles, tienen una riqueza espacial que divide las zonas sala-comedor.

En la urbanización Niza Sur primera etapa (1964) participan varios arquitectos que trabajan con sus firmas para el BCH. Allí se concibe un proyecto de 669 casas, sobre una trama de vías principales y se-cundarias que conforman un intrincado sistema vial. Con excelentes

zonas verdes y amplias calles, es uno de los mejores ejemplos de vivienda unifamiliar promovido por instituciones públicas en Colom-bia. Sus casas de dos pisos con amplias zonas sociales y de servicios, de tres alcobas y un estudio, son complementadas con un amplio patio interno que en algunos casos se propone como una extensión de los parques públicos, que permiten una excelente aireación e ilu-minación para todos los espacios.

Las Torres del Parque (1967-1971), proyecto emblemático del BCH y de Rogelio Salmona, se implanta sobre un globo que circunda la plaza de toros La Santamaría. Salmona determina su osada implan-tación y volumetría, que han hecho de esta obra un parámetro de alta factura en la vivienda social nacional y latinoamericana. Aunque se ha hablado mucho de ella, es importante acotar la forma en que se ha mantenido con el tiempo la fluidez de su espacio público para los transeúntes, permitiendo la articulación de vías a través de un agradable recorrido peatonal que evoca a la Piazza Spagna de Roma, y que la riqueza de sus fachadas, que se funde con los cerros, genera una textura volumétrica que evoca la vivienda popular.

Rogelio Salmona y Guillermo Bermúdez para el BCH, barrio El Polo, Bogotá, 1959: perspectiva del conjunto de vivienda multifamiliar. © Fundación Rogelio Salmona.

Arturo Robledo y Ricardo Velázquez para el BCH, edificios calle 26, Bogotá, 1962: fotografía del interior del conjunto. © Carlos Hernández Llamas.

Arturo Robledo y Ricardo Velázquez para el BCH, edificios calle 26, Bogotá, 1962: planta de la agrupación. © Revista Proa nro. 190.

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| Modernizaciones y hábitat social en Bogotá, 1930-1970 | Fabio Forero | 71

Urbanizaciones de la CVP

Las urbanizaciones Modelo Norte (1942) y Primero de Mayo (1945) son paradigmas de una entidad que siempre ha brindado techo a los sectores populares. De tramas irregulares, pero articuladas al tejido urbano, con manzanas alargadas para dar más cabida a las viviendas, que muestran una vistosa sencillez y de generosas áreas, algunas han permanecido como inmejorables ejemplos de vivienda social.

El barrio Acevedo Tejada se ha mantenido de pie ante los em-bates de la modernización urbana. Sus etapas entre 1929-1961, ini-cialmente proyecto del Instituto de Acción Social y Empresas Unidas

de Energía Eléctrica de Bogotá, hasta cuando fue cedido a la CVP en 1946, en un lote inmediato a la Universidad Nacional, de la antigua hacienda El Salitre, se desarrolla siempre «con los recursos munici-pales, que emprendió algunos conjuntos o, más bien, series de casas, como las 26 que construyó en el Barrio Buenos Aires en 1926 o las 97 del Acevedo Tejada entre 1929-1930 en Bogotá».9

Su trama de manzanas rectangulares y un alargado lote de for-ma trapezoidal, comprado a la Beneficencia de Cundinamarca, es habitado inicialmente por trabajadores de la empresa Bavaria. Las casas de una planta, de eclécticos estilos, propios de arquitecturas de transición, evidencian los diversos periodos de su construcción. Con

8 Entrevista sostenida con el arquitecto Arturo Robledo Ocampo, el 15 de junio de 2001.

9 Arango, Silvia: Historia de la arquitectura en Colombia, Bogotá: Universi-dad Nacional, 1989, p. 203.

Rubio Medina Herrera Ltda. para la CVP, Modelo Norte, Bogotá, 1942: detalle de la planta de primer piso de los edificios de la segunda etapa. © Archivo Caja de Vivienda Popular.

Rubio Medina Herrera Ltda. para la Caja de Vivienda Popular (CVP), Modelo nor-te, Bogotá, 1942: fotografía de época de una casa de esquina. © Archivo Caja de Vivienda Popular.

CVP, Primero de Mayo, 1945: foto desde la calle. © Archivo Caja de Vivienda Popular.CVP, Primero de Mayo, 1945: aerofotografía. © IGAC.

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buen manejo de materiales constructivos y un adecuado programa arquitectónico ha respondido adecuadamente a las necesidades de sus usuarios.

Vivienda social y empresa privada

En 1965, la Empresa Colombiana de Seguros cumple noventa años y empieza la construcción del conjunto residencial Colseguros sobre la actual NQS con calle 22, construido por Arbeláez & Pombo Arqui-tectos y Drews y Gómez Cía. Ltda., quienes emplazan 30 edificios de cuatro pisos y dos torres de 15, para 506 familias. Los edificios, cons-truidos en un amplio lote, son ofrecidos por la empresa privada ante la demanda para vivienda social y con la idea de apoyar la industria de la construcción, con lo cual se da inicio a una importante alterna-tiva de vivienda que mantiene características semejantes a la oferta habitacional que en ese momento lidera el Estado.

Las zonas verdes, apenas necesarias para el área construida, están acompañadas por recorridos y algunas zonas de parqueo. En los bloques de quince pisos hay comercio, oficinas administrativas y

otros equipamientos complementarios. El punto fijo de estas torres es muy llamativo: con escaleras y ascensores, se marca un elemento jerárquico en toda la edificación. Los ascensores (en pisos interme-dios) distribuyen arriba y abajo a los extensos corredores que condu-cen a apartamentos dúplex, a los que se accede por zonas sociales que están en la parte superior o inferior de cada vivienda. Los edi-ficios pequeños, solo para vivienda, tienen puntos fijos que distri-buyen por piso a dos apartamentos amplios, con balcones, que dan sobre el espacio público.

Urbanizaciones informales

Hacia 1954, Rojas Pinilla anexa seis municipios (Usme, Bosa, Fon-tibón, Engativá, Suba y Usaquén) a la capital, lo que conduce a un acelerado crecimiento físico y poblacional de la ciudad, durante años denominado Bogotá, Distrito Especial. Con esta anexión se dispara paralelamente el crecimiento informal, ya que las personas prove-nientes del campo se asientan en sectores periféricos, donde hay menos control por parte de la administración municipal.

Bosa, Usme y Fontibón son los sectores de mayor auge de la in-formalidad urbana; se recuerdan, en los años 50, barrios como La Fiscala, La Despensa, San Pablo (Bosa) y Tunjuelito; en los 70, sobre la vía nacional, aparecen otros asentamientos como Gualoche, La Es-tación; hacia la localidad de Kennedy surgen Class, Roma y Pastrana, entre otros, todos producto de asentamientos espontáneos o de la venta ilegal de lotes, con lo cual surgen las urbanizaciones piratas, la forma más característica del crecimiento informal urbano. Las redes de servicios (agua, luz) para estos barrios se toman clandestinamen-te y con el paso del tiempo se legalizan para mantener mayor control sobre el consumo de los mismos.

De esta informalidad urbana se muestran dos ejemplos represen-tativos de la Bogotá moderna, uno, el Juan XXIII de finales de los 50 y el otro de inicios de los 60, el Policarpa Salavarrieta, promovido por personas provenientes del Tolima y el Valle, apoyados por la Central Nacional Provivienda (Cenaprov).

El Juan XXIII

Hacia 1959 entran a Bogotá diez familias provenientes del Guavio (Cundinamarca), buscando mejores condiciones para vivir y huyendo de la violencia rural. Después de deambular varios días por la ciu-dad, encuentran asiento en predios de la hacienda Bosque Calderón. Hombres, mujeres y niños toman posesión de tierras en pocos días clavando palos, cartones, telas, latas y llantas, que les sirven de cobi-jo. Pasado poco tiempo, su presencia dispara las alarmas entre el ve-cindario y los propietarios de estas tierras; se da cita a los medios y a las autoridades para dar testimonio y desalojar a estos ocupantes del conformado «fortín de revoltosos», llamado el barrio de Los Comu-nistas, con la ayuda de grupos estudiantiles, políticos y del sacerdote

Empresa Colombiana de Seguros, conjunto residencial Colseguros, 1965: foto de maqueta. © Revista Escala.

Empresa Colombiana de Seguros, conjunto residencial Colseguros, 1965: foto de edificios. © Revista Escala.

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Barrio Juan XXIII, Bogotá, 1959: fotografía de época del ba-rrio, perteneciente a la comunidad del barrio Juan XXIII. © Programa Diseñando, Estudio del barrio Juan XXIII, Uniandes.

Barrio Juan XXIII, Bogotá, 1959: fotografía que muestra un detalle de las fachadas del barrio en el año 2003. © Programa Diseñando, Estudio del barrio Juan XXIII, Uniandes, Antonio Manrique y Diego Pérez.

Barrio de invasión Policarpa Salavarrieta, Bogotá, 1961: fotografía de época del primer asentamiento. © JAC Policarpa Salavarrieta.

Barrio de invasión Policarpa Salavarrieta, Bogotá, 1961: fotografía del desalojo por parte de la policía del primer asentamiento. © JAC Policarpa Salavarrieta.

peruano Domingo Effio, quien coloca una cruz y considera pertinente llamarlo Juan XXIII, como estrategia para no ser expulsados de allí.

En la actualidad, el Juan XXIII está legalizado, sus habitantes cuentan con certificados de propiedad, aunque hay una gran presión de las entidades urbanizadoras que han venido comprando lotes a «buenos precios» a sus habitantes para construir edificios en altura sobre una zona apetecida por su estratégica localización y vecindad con barrios de estratos cinco y seis.

El Policarpa Salavarrieta

Es uno de los ejemplos más resonantes en la historia de la informa-lidad en el país; sobre el Poli se ha escrito mucho, hay registros fo-tográficos y fílmicos de una rica experiencia comunitaria que, bien o mal, ha servido como referente para otras experiencias de urbaniza-ción informal.

Para la Semana Santa de 1961, en terrenos de la antigua hacienda La Flor, propiedad del ICT, contiguo al desaparecido hospital San Juan de Dios, se levantan los primeros ranchos; se recuerdan nombres

como Rosa Buenaventura, Pedro Salas, Juan de J. Ramírez y Álvaro Rodríguez, quienes en las noches previas merodearon este baldío lote para asentarse en un espacio para vivir. Se ocupa inicialmente la parte central del lote, con casetas hechas con alambre, palos y cu-biertas con tela asfáltica, construidas de noche, en silencio, para no llamar la atención del vecindario ni de las autoridades, contando con el apoyo de Cenaprov. En la actualidad el barrio está emplazado en manzanas regulares, ordenado por numerosas familias distribuidas dentro de una estructura urbana cuyo entorno obedece a la estruc-tura ortogonal proveniente del cercano centro histórico.

Después de años de luchas, sinsabores y conquistas, el Policarpa está actualmente consolidado. Prevalecen viviendas con generosas áreas, con actividades productivas; las calles son verdaderos puntos de encuentro: equipamientos y espacio público han sido hechos por la misma comunidad, así como las demás zonas colectivas, todos jun-tos, lugares donde se ha consolidado uno de los tejidos sociocultura-les más consistentes y significativos de la ciudad.

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ConfiguraCión urbana y vivienda popular en bogotá

en la segunda mitad del siglo XX| Adriana Parias Durán |

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| Configuración urbana y vivienda popular en Bogotá en la segunda mitad del siglo XX | Adriana Parias Durán | 75

Configuración urbana

Hasta poco antes de comenzar la segunda mitad del siglo XX, Bogotá conserva las características de la ciudad colonial, es una ciudad com-pacta. Entre 1918 y 1938, la población pasa de 145.000 a 330.000 habitantes, lo que corresponde a un ritmo de crecimiento anual de 4,24 % y se traduce principalmente en una densificación del casco central. En efecto, la densidad urbana en Bogotá se incrementa en-tre 1886 –106 habitantes por hectárea– y 1938 –131 habitantes por hectárea–. Los comercios y las actividades más prestigiosas en la época se localizan alrededor de la plaza central, la plaza de Bolívar, y la población se distribuye en círculos concéntricos, alrededor de este primer anillo.

Un segmento de los sectores populares se localiza en el mis-mo casco central, en los primeros pisos de las edificaciones donde habitan los estratos más altos; allí combinan la habitación con sus talleres de artesanos o comercios. Los trabajadores de la incipiente actividad industrial habitan en barrios obreros, algunos construidos cerca de las fábricas, por iniciativa de los empresarios, como los co-nocidos barrios La Perseverancia, fábrica de cerveza Bavaria y Egipto, un asentamiento de origen colonial que crece alrededor de la parro-quia del mismo nombre mediante procesos de autoconstrucción de vivienda. Los grupos más pobres ocupan terrenos circundantes a la ciudad y conforman lo que en la época se denominan cinturones de miseria, considerados una amenaza para la ciudad, focos de infección que atentan contra la salubridad pública que deben ser aislados o removidos. El sector más estigmatizado en este periodo es el Paseo Bolívar, asentamiento sobre los cerros orientales que se intenta erra-dicar por muchos años con el pretexto de la construcción de una vía, pero que solo se logra desalojar en 1936.

En este periodo, en ausencia de una clase media, se presenta una marcada y evidente polarización social: las capas superiores que re-

tienen el poder económico y político, volcadas culturalmente hacia el extranjero, se diferencian radicalmente de la muy empobrecida clase baja, analfabeta y servil. Esto hace que la separación social en el espacio no se imponga de manera tan aguda como en etapas pos-teriores de la dinámica urbana.

Entre 1938 y 1951, se producen en Bogotá 48.458 viviendas, de las cuales el 55,25 %, es decir, 26.773, son de autoconstrucción ilegal. Solo el 4,62 % del total de la producción es vivienda estatal: 2238 viviendas.1

La política de vivienda

La preocupación por el tema habitacional en la segunda década del siglo XX es de orden higienista, de salubridad pública. La Ley 46 de 1918 se expide como una medida para proveer habitaciones higié-nicas a la clase proletaria. La ley dispone el 2 % de los ingresos co-rrientes municipales para la construcción pública de vivienda obrera y crea un sistema de créditos para la adquisición de viviendas, entre otras medidas. Posterior a esta ley hay un prolongado periodo de ausencia de medidas estatales para atender el problema de vivienda; no es sino en 1932 que se crea el BCH, para la financiación de vivien-da, pero no para los sectores más pobres; en 1939 se crea el ICT, orientado inicialmente a la producción y financiación de la vivienda rural; en 1942 se le asigna la producción y financiación de vivienda urbana para los sectores populares. En este periodo la participación del ICT en la producción de vivienda en Bogotá es marginal, como lo muestran las cifras del numeral anterior.

La ciudad compacta de la primera mitad del siglo XX

1 Jaramillo, Samuel, Producción de vivienda y capitalismo dependiente: el caso de Bogotá. Bogotá: CEDE: Facultad de Economía, Universidad de los Andes, 1981.

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Hacia la transformación de la ciudad compacta

En 1938 tiene lugar el cuarto centenario de la fundación de Bogotá; durante más de una década la ciudad se prepara para su celebración. Para que en esta fecha la ciudad sea una gran urbe, se ponen en marcha proyectos modernizadores: alumbrado público, pavimenta-ción de las calles, expansión de los servicios públicos y sobre todo, se emprenden obras de infraestructura vial (avenidas). También se observa la necesidad de construir barrios obreros, en el marco de la orientación higienista, como se señaló anteriormente: «La capital ca-rece hoy de barrios obreros bien dotados, de acuerdo con las reglas del urbanismo moderno […] Unos cuantos sitios donde hay incipien-tes barrios sin plan, sin buenos servicios, sin higiene y sin vigilancia no pueden ser considerados como tales».2

El énfasis en la modernización basada en la ideología higienista se va a ir transformando a partir de la década de 1940 en una noción de desarrollo urbano basado en la adopción de nuevos estilos y con-ceptos arquitectónicos, como los grandes rascacielos, la aparición de nuevas zonas de habitación y la introducción de nuevas formas y téc-nicas de construcción de espacio construido y de espacio público. El proceso se acelera a raíz de los sucesos del 9 de abril de 1948, cuan-do tiene lugar una revuelta popular en el centro de Bogotá, desatada por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el Bogotazo. En el disturbio son incendiados y apedreados edificios y carros del tranvía, entre otros hechos de irrupción en la ciudad central, que no necesariamente aparecen en el discurso como una calamidad insu-perable. Este hecho se señala en algunos discursos como una opor-tunidad para erigir una ciudad más moderna.

Ciudad Kennedy. Foto: Revista Escala nro. 7.

Vivienda ICT. 1949. © Revista Proa nro. 30. Página 19.

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| Configuración urbana y vivienda popular en Bogotá en la segunda mitad del siglo XX | Adriana Parias Durán | 77

La explosión urbana: 1950-1980

en un importante déficit cuantitativo de vivienda. Este indicador es especialmente elevado entre 1951 y 1964, cuando se multiplica casi por cinco con respecto al periodo intercensal anterior, y el saldo as-ciende a una diferencia de 52.775 nuevos hogares en relación con las nuevas viviendas. En el periodo comprendido entre 1964 y 1973 el déficit se contrae, en parte gracias al crecimiento de la autocons-trucción ilegal de vivienda, pero la diferencia entre la formación de nuevos hogares y la producción de nuevas viviendas continúa siendo de una magnitud importante.

Una parte del déficit habitacional es absorbido por la creación de una oferta de alquiler en el stock existente, que no siempre se regis-tra en los datos censales, pues no son nuevas unidades de vivienda, sino subdivisión o adaptación de cuartos en el interior del parque re-sidencial; esto significa entonces un incremento de la vivienda com-partida, especialmente en el parque de autoconstrucción.

Cuadro 2.1. Evolución del déficit de viviendas en el periodo

1938-1951 1951-1964 1964-1973

Viviendas nuevas4

% producción legal

% autoconstrucción ilegal

48.458

44,75

55,25

139.453

57,93

42,07

175.089

50,12

49,88

Nuevos hogares5 59.246 192.228 216.334

Déficit 10.788 52.775 41.245

La vivienda de los distintos grupos sociales

La vivienda de los sectores de mayores ingresosDurante la década de los años 40, de manera gradual se produce un desplazamiento de los sectores de mayores ingresos hacia localiza-ciones al norte del centro, proceso que se acelera a raíz del Bogotazo, hasta convertirse en un verdadero éxodo hacia localizaciones perifé-ricas del norte de la ciudad. La dinámica de la movilidad residencial

Configuración urbana

En la segunda mitad del siglo XX, Bogotá entra en una dinámica de ex-plosión urbana. El proceso de expansión de la ciudad se da mediante un patrón claramente diferenciado de desplazamiento y de ocupa-ción residencial del suelo: las clases altas se movilizan hacia el norte y las clases populares lo hacen en la dirección opuesta. La ciudad va adquiriendo así una marcada bipolaridad norte-sur y los niveles más bajos de densidad en su historia.

Este proceso se presenta en un escenario de acelerado crecimien-to demográfico. Entre 1938 y 1951, la población de Bogotá crece a un ritmo anual del 5,5 % y en el lapso de 1951 a 1964, este crecimiento asciende al 7,4 % anual, que corresponde al ritmo de crecimiento demográfico más alto alcanzado por la ciudad. El incremento soste-nido de la población se explica por la conjunción de dos factores: un fuerte crecimiento natural y una migración intensa proveniente de las zonas rurales del mismo departamento de Cundinamarca y del departamento vecino de Boyacá, entre 1964 y 1973 Bogotá absorbe el 40 % del flujo migratorio del país.3 En 1938 Bogotá cuenta con 330.000 habitantes, trece años más tarde la población urbana as-ciende a 636.924, es decir, casi se duplica y entre 1951 y 1964 Bogotá aumenta su población en más de un millón de personas, pasando a 1.661.935 habitantes en el último año.

No obstante, el proceso de urbanización se da a ritmos aún más elevados que el crecimiento de la población. En 1973, Bogotá es doce veces más extensa que en 1938, mientras que en el mismo lapso de tiempo la población se multiplica por nueve, lo que se traduce en una baja densidad global de la ciudad, que alcanza su nivel mínimo en 1970, a razón de menos de cien habitantes por hectárea.

No sucede lo mismo con el stock habitacional, que crece a un ritmo más moderado que la población. Como se observa en el cua-dro 2.1., durante el periodo hay un desequilibrio entre el número de nuevos hogares y las nuevas unidades de vivienda, que se traduce

2 Sociedad de Mejoras: Las más vívidas necesidades de Bogotá, 1930. 3 Rueda, J. O.: «Migraciones internas en Colombia, 1973: una aproxima-

ción al análisis regional», en: Migraciones Laborales nro. 3, Bogotá: Mi-nisterio de Trabajo y Seguridad Social, Senalde, 1979, pp. 155-196. Cita-do por Dupont y Dureau (1997, p. 23). Sin embargo, es preciso señalar

que, a diferencia de muchos otros países latinoamericanos donde se pre-senta la primacía de un centro urbano, la configuración de la red urbana en Colombia es bastante equilibrada entre las diversas regiones del país.

4 Jaramillo, S., 1992.5 DANE, censos

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de estos grupos se caracteriza por una expansión y suburbanización: conforman aglomeraciones socialmente homogéneas que se van trasladando a zonas cada vez más periféricas. Del casco histórico se desplazan hacia los barrios Teusaquillo y La Soledad, entre las calles 26 y 45, luego pasan a Chapinero y a la calle 72, al barrio Chicó, en la calle 92 y más allá.

Las dos primeras décadas de este periodo son una transición hacia la consolidación definitiva de la lógica capitalista de producción, que va a convertirse en la forma predominante de vivienda para esta capa social en el periodo siguiente. En los años 50 y 60 predomina la pro-ducción de vivienda por encargo para estos sectores de la población, los hogares adquieren el terreno y contratan la construcción de la vi-vienda unifamiliar a un profesional. Son los mismos constructores por encargo que se convertirán en los agentes capitalistas a partir de la década de 1970, cuando las reformas financieras creen las condicio-nes para el desarrollo de esta rama. Los empresarios urbanos operan bajo el esquema de la innovación y la diferenciación de las viviendas que ofrecen a los grupos de clase alta. Están en capacidad de incidir sobre los gustos de las familias, proponen nuevos estilos arquitectóni-cos, de vida y sobre todo nuevas localizaciones para estos segmentos de la población; de esta manera van transformando las convenciones urbanas,6 con la consecuente movilidad de las capas superiores hacia zonas cada vez más alejadas, en la periferia norte de la ciudad.

Entre 1938 y 1951, la producción por encargo construye el 16,86 % del total de las viviendas en Bogotá, proporción que aumenta ligera-mente en el periodo subsiguiente (1951-1964) a 17,34 %, para luego descender a 12,92 %, entre 1964 y 1973.

La vivienda de la clase mediaUn aspecto importante en este segundo periodo es el crecimiento de la clase media, que se da de manera concomitante con el desarrollo de la actividad industrial en el país, promovido por las medidas ma-croeconómicas de apoyo al sector manufacturero a través de la políti-ca de sustitución de importaciones que se pone en marcha en los años 50. Este desarrollo permite el surgimiento de una clase media en las principales ciudades, donde se instala la mayor parte de la industria.

En Bogotá, durante este periodo, los grupos de clase media defi-nen su propia estrategia de localización. Siguiendo la lógica de asen-tamiento de las capas de mayores ingresos, intentan alejarse de la ubicación de los sectores populares y a medida que los primeros se trasladan gradualmente hacia zonas periféricas del norte de la ciu-dad, el stock liberado es ocupado por hogares de clase media. Otras franjas de esta clase conforman la demanda más amplia para la cre-ciente oferta de vivienda de los constructores capitalistas, quienes realizan proyectos en su mayoría de vivienda multifamiliar en loca-lidades del occidente de Bogotá. Si la construcción por encargo es predominante para los estratos altos, la producción capitalista es la oferta más importante de vivienda nueva para la clase media. Esta forma de producción avanza de manera importante, hasta alcanzar una posición dominante en la inversión de vivienda dentro de la «construcción privada legal».7 En 1954, la participación de la inver-

sión en la producción capitalista representa el 38 % de la inversión total, en 1964 alcanza la mitad del monto de la inversión, y en 1978 ya es mayoritaria, con el 58,9 % de la inversión total, desplazando de esta posición a la producción por encargo.8

En el periodo intercensal de 1951 a 1964, la producción capitalista construye el 23,75 % del total de las nuevas viviendas en Bogotá, lo que representa 33.115 unidades de vivienda, y entre 1964 y 1973 su contribución en la producción desciende tanto en términos relativos (16 %) como en el número de viviendas producidas (28.018).

Jaramillo9 explica el auge de la producción capitalista promocio-nal, por una parte, con el crecimiento de esta franja de la población, que ofrece menos resistencia que las clases altas a aceptar viviendas estandarizadas; por otra parte, debido a la transformación de anti-guos adaptadores de terrenos periféricos en promotores de vivienda en serie para estas capas. Estos agentes lanzan grandes proyectos que son aceptados por un grupo creciente de hogares de este sector social, cuyas estrategias residenciales se basan en la búsqueda de un «efecto de aglomeración».

El descenso de la construcción capitalista en el último periodo intercensal obedece en parte al incremento de la oferta estatal del BCH, que se especializa en la producción y financiación para esta franja de la población. Sin embargo, la producción estatal para la cla-se media va a ser más importante en el periodo siguiente.

La vivienda popularLos sectores populares tampoco dejan de crecer en este periodo. Como se verá más adelante, el Estado amplía su participación en la construcción de vivienda mediante el fortalecimiento del ICT. Sin em-bargo, la expansión de los sectores populares se hace fundamental-mente, como en la etapa precedente, a través de la autoconstrucción ilegal en terrenos no urbanizados de la periferia sur de la ciudad. Esta forma de producción tiene un comportamiento peculiar en esta eta-pa: entre 1938 y 1951, experimenta un fuerte crecimiento, participa con el 55,25 % de la producción total de viviendas en Bogotá. En el siguiente periodo intercensal (1951-1964), el autosuministro de vi-vienda conoce un descenso relativo en su participación y se ubica en 42,07 %, aunque el número promedio anual de unidades construidas aumenta. Entre 1964 y 1973, la autoconstrucción vuelve a duplicar su ritmo anual de producción, alcanza una participación en 49,9 % del total de las viviendas construidas.

El comportamiento cíclico de la autoconstrucción tiene relación con la evolución del mercado del alquiler. En el primer subperiodo, cuan-do la población está creciendo a un ritmo acelerado, se satura la re-ducida oferta para el alquiler en el parque central, y la autoconstruc-ción adquiere impulso como solución al problema habitacional. En el segundo periodo, cuando las capas superiores abandonan definitiva-mente sus localidades centrales, el parque liberado se subdivide y se adapta de manera improvisada para crear una oferta masiva que se conoce como inquilinatos10 centrales, que representa una alternativa

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importante de acceso a la vivienda, diferente de la autoconstrucción, para los sectores populares. En la última etapa, la producción legal crece con mayor rapidez que la población; sin embargo, la autocons-trucción se vuelve a acelerar. A partir de la segunda mitad de los años 60, los inquilinatos centrales dan señales de saturación y los secto-res populares acuden a la autoconstrucción ilegal de vivienda. Pero el crecimiento de esta forma de acceso a la vivienda no alcanza los niveles del primer subperiodo, muchas familias se dirigen a una cre-ciente oferta de cuartos o viviendas para alquiler en el parque de au-toconstrucción producido en las décadas anteriores. El surgimiento y la difusión de esta oferta da un nuevo sentido a la autoconstrucción: ya no solo significa para el propietario acceder a la vivienda como solución habitacional exclusivamente, sino también adquiere un sen-tido económico, una fuente de ingresos. De esta manera, la configu-ración de la ciudad se caracteriza por una marcada segregación social en el espacio, los grupos de mayores ingresos se expanden hacia el norte, los sectores medios ocupan el occidente y los sectores popu-lares se expanden hacia el sur.

La política de vivienda: décadas del 50 al 80

La política de vivienda en este periodo –cuando a los planes urbanos se les confiere la responsabilidad de ordenar la ciudad– está basada en la participación directa del Estado a través de la producción y fi-nanciación de la vivienda, fundamentalmente por parte del ICT y del BCH, y el Plan Regulador constituye un importante mecanismo. Así mismo, a la política de vivienda se le asignan dos objetivos, no ne-cesariamente compatibles, uno económico y otro social. El objetivo social está a cargo principalmente del ICT mediante la la producción directa o por encargo a agentes privados de vivienda, la financiación y el apoyo técnico para la autoconstrucción legal. Muchos de los programas no llegan a los sectores más deprimidos de la sociedad, debido a que el ICT trabaja con fondos provenientes del presupuesto nacional; para no convertirse en un gran peso para el Estado, debe garantizar la reposición de la inversión para poder seguir operando.

En el periodo intercensal de 1938 a 1951, la participación de la producción de vivienda del BCH y del ICT en la producción total es tan solo del 4,62 %, construyen 2238 viviendas por año; entre 1951 y 1964 su contribución en la producción total se incrementa de manera apre-ciable, pasan a construir el 16,85 % de las nuevas viviendas en Bogotá, y este auge continúa en el periodo subsiguiente (1964-1973), cuando alcanzan una proporción del 37,16 % del total de la producción.

Durante el gobierno de Laureano Gómez (1951-1953), se autoriza al ICT a emitir bonos de vivienda y ahorro, cuyos recaudos se destinan a la construcción de vivienda popular. En el gobierno del General Rojas Pinilla (1953-1957) el ICT incorpora la construcción de unidades bási-cas, susceptibles de ampliación, con asistencia técnica por parte del instituto. Para el desarrollo de los planes de vivienda social, se dispone la realización de los planes reguladores urbanos. Como política econó-mica, para impulsar la industria de la construcción, se crean créditos blandos para el sector con el propósito de reducir el precio de las vi-viendas. Así mismo, al ICT se le asigna la función de otorgar préstamos hipotecarios con destino a la financiación de viviendas nuevas.11

En la administración de Alberto Lleras Camargo (1957-1962), en el marco de la Alianza para el Progreso, se desarrolla un importante proyecto de vivienda popular en Bogotá, Ciudad Kennedy. Se definen nuevos criterios y modalidades de inversión para orientar los recur-sos del ICT hacia la población en condiciones más precarias. El ICT pone en marcha el plan de terceras partes, P-3, que consiste en la participación económica en partes iguales de tres agentes: las fami-lias, el sector privado (constructor, banco, patrón) y el ICT. Se crean los programas de Construcción por Esfuerzo Propio –en el cual el ICT aporta el lote urbanizado y los materiales, y la familia, con asesoría técnica del ICT, autoconstruye la vivienda–, de Casas Inconclusas –el ICT entrega una vivienda de habitable para que la familia la termine progresivamente, dirigido a familias que carecen de recursos sufi-cientes para cubrir las cuotas de una vivienda totalmente termina-da– y de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio –dirigido a grupos de por lo menos veinte hogares de bajos ingresos, que adquieren los lotes y autoconstruyen la vivienda bajo la supervisión del ICT–.

Entre 1962 y 1966 se incrementan los recursos del ICT y se re-ducen las tasas de interés de los créditos concedidos por este insti-tuto, en lo que contribuye el apoyo del Gobierno norteamericano a través de la Agencia de de Cooperación para el Desarrollo (AID). Se continúan implementando los programas de autoconstrucción con supervisión técnica, se instauran líneas de crédito a largo plazo para compra de materiales y del lote en zonas de vivienda obrera a pro-pietarios con lote (PPL) para la construcción y créditos para el acceso de los trabajadores a la vivienda. También implementa programas de vivienda en los que el instituto compra el terreno y contrata con empresas privadas la construcción del proyecto, bajo dos modalida-des: casas de desarrollo progresivo (se entrega la vivienda habitable, pero incompleta) y casas completamente terminadas, en proyectos de construcción privada, pero diseñados por el ICT, dirigidos a fami-lias de clase media.

6 Las familias buscan vivir cerca de las otras familias de su mismo grupo so-cial, los empresarios urbanos buscan crear esas aglomeraciones despres-tigiando las existentes para atraer a las familias a unas nuevas ofertas, cuando estos movimientos se realizan, es lo que Pedro Abramo (2008) denomina una «convención urbana», un orden urbano nuevo que tiene un carácter convencional.

7 La inversión privada legal está conformada por la producción de los pro-motores capitalistas y la inversión en construcción por encargo.

8 Jaramillo, 1981.

9 S. Jaramillo, 1981.10 Esta modalidad del alquiler tiene ciertas peculiaridades. En realidad se

trata de una oferta de viviendas subdivididas para alquiler de cuartos, con otros usos compartidos como el sitio para cocinar, en muchos casos el baño, la lavandería y otros espacios. Esto se traduce en un alto nivel de hacinamiento, indicador que se mide por el número de personas que comparten el mismo cuarto para dormir; se dice que se presenta hacina-miento cuando tres o más personas comparten el cuarto.

11 Ceballos y Saldarriaga, 2008.

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En el gobierno del presidente Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) se fortalecen los planes y programas, en particular aquellos dirigidos a la clase media. Se implementa el modelo de unidad vecinal, provista con servicios iniciales, que implicaba el impulso del barrio familiar cuyo desarrollo estaba en cabeza del ICT;12 le otorga gran importan-cia a la vivienda multifamiliar. También se plantean programas de le-galización de asentamientos de origen informal. El objetivo económi-co de la política de vivienda se apoya en la tesis de que el sector de la construcción constituye un importante motor de la economía y es un importante creador de empleo, dada la baja tecnificación de la rama.

Durante el periodo presidencial de Misael Pastrana Borrero (1970-1974) se profundiza en el objetivo económico de la política de vi-vienda. En 1972 se realiza una reforma importante del sistema de financiación, se introduce el sistema UPAC (Unidad de Poder Adqui-sitivo Constante), un mecanismo para captar masivamente ahorro hacia la financiación de la construcción, a través de incentivos para los ahorradores: además del interés normal, se introduce la correc-ción monetaria, con lo que los depósitos se multiplican al ritmo de la inflación. Para captar y canalizar estos fondos, se crean las corpo-raciones de ahorro y vivienda (CAV), entidades privadas que se espe-cializan en drenar recursos hacia los constructores y en el crédito a los hogares para el acceso a la propiedad de viviendas nuevas.13 Esta medida fortalece la construcción capitalista y favorece la concentra-ción del capital; los grupos financieros que conforman las CAV tienen conexiones con capitales de promoción de vivienda y orientan sus créditos hacia estos capitales asociados con ellas. Entre 1970 y 1977, esta actividad progresa rápidamente hasta alcanzar una posición do-minante, con el 64,2 % de las viviendas producidas de manera legal en 1977.14 En este periodo, los promotores logran captar definitiva-mente el mercado de las capas superiores de la demanda. El tamaño de estos agentes y sus lógicas implican, como lo veremos, transfor-maciones de las estrategias espaciales.

En el marco del objetivo social de la política de vivienda, en 1977, el ICT adopta el criterio del SMMLV como base para la definición de los precios de las viviendas dirigidas a sectores populares. Se crean pla-nes de regularización urbanística, jurídica y mejoramiento de vivien-da de barrios de origen informal como el plan de «Desarrollo pro-gresivo de zonas subnormales de vivienda» y el plan «Construcción de viviendas para desarrollos progresivos», se orientan a atender el déficit cuantitativo de vivienda urbana con programas de lote urbani-zado, autoconstrucción dirigida, de lote más unidades sanitarias, así como los programas de soluciones mínimas, de soluciones básicas y de soluciones intermedias.15

Durante el gobierno de Turbay Ayala, la vivienda como asunto de política pierde importancia con respecto a los gobiernos anteriores, se contraen los recursos y con ello, los programas desarrollados y promovidos por el ICT.

Belisario Betancur es elegido presidente por su propuesta bandera de construir 400.000 viviendas en las zonas urbanas —las dirigidas a sectores populares se asignarían sin cuota inicial—. En 1982, cuando llega al Gobierno, la economía del país atraviesa un periodo de estan-camiento, el déficit de vivienda es elevado en el país y el mercado de vivienda de los estratos altos está saturado, así que la construcción vuelve a ser el sector líder del desarrollo económico, enfocado a la vi-vienda popular, con participación del sector privado en la producción y promoción de vivienda para esta franja de la población, para lo que se le asignan recursos del UPAC. Esta política tiene dificultades en su ejecución, ya que el sector privado pretende mantener en el sector popular las mismas condiciones de operación que tiene en el merca-do de los sectores de mayores ingresos. El Gobierno Nacional decide entonces fortalecer financiera y administrativamente al BCH, al ICT y a las entidades públicas e instituciones descentralizadas encargadas de la financiación de vivienda: se les dota de nuevos recursos y se incorpora a los Gobiernos municipales en la iniciativa de desarrollar programas de vivienda y de desarrollo urbano. En Bogotá, la Caja de Vivienda Popular asume estas funciones. No obstante los esfuerzos realizados, el ICT afronta una seria crisis financiera.Durante el gobierno de Virgilio Barco se profundiza el proceso de descentralización. Para atender el déficit cuantitativo de vivienda, este gobierno enfatiza en los programas de autoconstrucción, me-joramiento de vivienda, crédito asociativo y asistencia técnica. Se contempla la redensificación como un mecanismo para orientar el crecimiento urbano de manera más racional y se ponen en marcha programas de rehabilitación de barrios de origen informal, con pro-yectos de legalización, distribución de tierras y regularización urba-nística, de mejoramiento de vivienda, y soluciones mínimas, inter-medias y máximas, según el valor de las viviendas.

En este periodo la dinámica urbana se caracteriza entonces por un crecimiento segregado y alargado de la ciudad en dos direcciones: el norte, zona de expansión de los grupos de mayores ingresos y el sur, donde se extienden los sectores populares; los sectores de clase media ocupan las viviendas liberadas por los sectores de mayores ingresos y las nuevas ofertas, en el occidente. Este proceso de urba-nización se caracteriza también por grandes desigualdades urbanas: una sección muy importante de la ciudad se incorpora y se desarrolla mediante procesos informales, lo que significa que carece de infraes-tructura, equipamientos y servicios urbanos.

Para hacer frente a estas carencias de los habitantes de los ba-rrios de origen informal, el Distrito desarrolla programas de regulari-zación, que representan grandes costos para la ciudad y no eliminan las desigualdades, aunque contribuyen a mejorar las condiciones de vida de las familias. En este periodo también se desarrollan diversas modalidades de programas y proyectos de vivienda popular con la participación directa de las entidades públicas y en alianza con cons-tructores privados. Es precisamente en este marco que el arquitecto Germán Samper Gnecco contribuye al desarrollo de proyectos de vi-vienda popular.

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Configuración urbana

La dinámica de la extensión de la ciudad y de polarización socioes-pacial experimenta una serie de transformaciones en las dos últimas décadas del siglo XX. La expansión urbana ocupa ahora los terrenos de otras localidades y se acompaña de un proceso de densificación interna por la urbanización de terrenos que van quedando libres en los anteriores procesos de crecimiento urbano y por la construcción masiva en altura.

La compactación de la ciudad se traduce en una nueva modalidad de segregación: microsegregación; la distancia física entre las clases cede paso a la proliferación de conjuntos cerrados, que reduce la es-cala física de la separación social en el espacio. Varios factores inter-vienen en este proceso. Un factor es la persistencia de un crecimien-to demográfico acelerado. En términos porcentuales, entre 1973 y 1985 el ritmo anual de crecimiento es de 3,27 %, que se mantiene entre 1985 y 1993 (3,23 %). No obstante, el número de personas en Bogotá sigue creciendo de manera importante: en 1985, Bogotá cuenta con 4.236.490 habitantes y en 1993 la población total es de 5.484.244 habitantes. Es decir, en ocho años hay un incremento de más de un millón de personas en la ciudad.

El segundo factor para explicar la implosión urbana es la trans-formación en el sector de la producción de vivienda. Como se men-cionó, en la política de vivienda del periodo anterior el impulso y desarrollo de una banca especializada en la financiación al sector de la construcción y la creación de estímulos al ahorro a través de las CAV fortalece la construcción capitalista y la concentración del capi-tal. En este periodo, los promotores atacan con éxito el mercado de las capas superiores de la demanda con construcciones en altura.

Otro factor que se señala para la compactación de la ciudad es el deterioro de las condiciones de transporte urbano. Hasta los años

80, Bogotá funciona con un modelo dual de transporte, afín con la segregación espacial, el sistema de las clases altas, basado en el carro particular y el sistema de los sectores populares de transporte colec-tivo en buses. Este sistema deja de funcionar en la ciudad de la talla de Bogotá en esta década, los problemas de congestión se agudizan y adquieren una dimensión crítica.

Finalmente, se señala la liberación de los procesos de planifica-ción y de control como factor que incide en la nueva configuración urbana. Hasta los años 70 se siguen orientaciones globales y rígidas para el desarrollo urbano a través de planes generales, luego se re-nuncia a estos proyectos; a partir de la idea de que el mercado es el mejor regulador de estos procesos, se relaja la normatividad gradual-mente. En 1991 se transforma totalmente el esquema de la política de vivienda, lo que se expone más adelante.

Un resultado de la nueva dinámica socioespacial es la densificación de la ciudad. No obstante, la población no se distribuye de manera uni-forme en la ciudad; mientras que los barrios centrales presentan tasas negativas entre los censos de 1973 y 1985, otros sectores periféricos tienen ritmos de crecimiento muy grandes: entre 7,5 y 12,5 %.16 Aho-ra bien, este proceso es caracterizado por Dureau17 como un nuevo modelo de la dinámica socioespacial que es a la vez endógeno y cen-trífugo. La migración se reduce de manera considerable: si en 1979 explica el 49 % del crecimiento demográfico, en 1990 pasa a aportar solo el 22 % de la nueva población; las movilidades urbanas se con-vierten en el principal factor de la dinámica centrípeta de ocupación del espacio urbano de Bogotá, los sectores ya urbanizados experi-mentan importantes procesos de densificación, que contribuyen al incremento de la densidad media que pasa de 130 habitantes/ha en 1985 a 150, en 1993.18

La implosión urbana se presenta de manera concomitante con una expansión discontinua sobre zonas rurales y sobre la periferia

Compactación y difusión urbana: 1980-2000

12 Ceballos, 2008.13 Esta hace parte de la política macroeconómica concebida por el profe-

sor Curie y puesta en marcha en el gobierno del presidente Pastrana, en 1972; se basa en la búsqueda de un incremento del empleo a través del fortalecimiento del sector de la construcción, en un modelo de sustitu-ción de importaciones y estímulo a las exportaciones.

14 Jaramillo, 1994.15 Inurbe, 1996, citado por Ceballos, 2008.16 Dupont y Dureau, 1997.17 F. Dureau, 2003.18 Dureau, 2000, p. 84.

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inmediata de la ciudad, lo que algunos autores coinciden en identifi-car como la metropolización de Bogotá.19 Dos modalidades parecen caracterizar este proceso: por una parte, la proliferación de vivien-das suburbanas de clase alta hacia el norte o los desplazamientos de población bogotana a otros municipios cercanos; por otra parte, la expansión continua del perímetro urbano que sobrepasa los límites administrativos de Bogotá, especialmente hacia el sur, donde se pre-senta la conurbación con el municipio de Soacha.20

Vista del centro de Bogotá, entre las carreras 7.a y 8.a y calles 7.a y 9.a, antes de su demolición para la construcción del Palacio de Nariño. En medio de las edificaciones resalta el Observatorio Astronómico de Bogotá. © Bogotá, vuelo al pasado. Alcaldía Mayor de Bogotá, IGAC., Villegas Editores, 2010.

En el periodo intercensal de 1951 a 1964, el stock de vivienda crece de 75.559 unidades de viviendas particulares a 207.055, lo que representa un crecimiento anual del 8,06 %; en 1973 estas cifras son 371.457 viviendas particulares y su crecimiento anual es de 6,7 %; ya en 1985 el número de viviendas asciende a 678.421 unidades y el crecimiento del stock entre 1973 y 1985 es de 5,14 %; en el censo de 1993, el stock de es de 1.002.435 viviendas y su crecimiento anual, de 5 %.21

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La vivienda de los distintos grupos sociales

La vivienda de los grupos de mayores ingresos

Una parte de estos grupos continúa su desplazamiento hacia zonas cada vez más alejadas del norte, bajo el mismo patrón de localización del periodo anterior, pero en esta etapa ocupan terrenos de muni-cipios contiguos, como Chía y Cota. Como en el pasado, algunos de estos hogares adquieren los terrenos y contratan la construcción de viviendas individuales, bajo la modalidad de producción por encargo. Cabe anotar, sin embargo, que en las dos últimas décadas del siglo XX se amplía una oferta de viviendas de lujo en conjuntos cerrados cam-pestres, tipo countries, por parte de grandes promotores urbanos. Otra fracción creciente de estos grupos transforma el itinerario resi-dencial convencional: retorna, si no al centro, al menos a localidades del pericentro-norte. Este proceso comienza a desarrollarse frente a las dificultades de la congestión evocadas más arriba y responde a una ofensiva de los promotores capitalistas para capturar esta franja de la demanda, en el pasado atraída por la producción estandariza-da de estos constructores. De esta manera, un número importante de familias decide regresar a la localidad de Chapinero, abandonada por estos mismos grupos varios años atrás, a habitar en las nuevas ofertas de los agentes urbanos en edificios multifamiliares, algunos en conjuntos cerrados, lo que se traduce en una densificación impor-tante de esta zona. La localidad de Chapinero es receptora también de las actividades terciarias más importantes que, en su proceso de desplazamiento paulatino desde el centro tradicional hacia localiza-ciones cada vez más al norte, conforman allí el nuevo centro de ne-gocios de Bogotá. El 88 % de los jefes de hogar que se trasladaron en 1993 trabajaban en la zona de Chapinero, mientras esa proporción es de 47 % para los hogares que llevan entre 5 y 10 años en esa localiza-ción y apenas del 24 % para quienes hace más de diez años habitan el sector. Es evidente, entonces, que la disminución de los desplaza-mientos cotidianos se convierte en un objetivo para la elección del lugar de residencia para estos grupos.22

Del lado de la oferta, se constata que desde los años 80 los pro-motores capitalistas orientan una parte importante de su inversión

hacia la producción de vivienda de lujo en esta zona, a partir de 1986 el volumen de la construcción, particularmente de vivienda, aumenta de manera apreciable y la mayor parte de las viviendas nuevas (60 %) son apartamentos en inmuebles de 5 a 9 pisos,23 aceptadas por los grupos de mayores ingresos que se acogen a la idea de acceder a una mayor seguridad y la ventaja de acercarse a los sitios de trabajo que subrayaban los constructores en sus campañas publicitarias.

Entre 1973 y 1985, los promotores privados en Bogotá producen anualmente 8800 viviendas, y entre 1985 y 1993, las viviendas pro-ducidas por este sector son 38.000,24 lo cual muestra la ampliación del mercado para los promotores a los sectores de mayores ingresos.

La vivienda de la clase mediaEn el seno de la clase media también se dan procesos similares de ex-pansión hacia zonas periféricas y de localización en ubicaciones rela-tivamente centrales de la ciudad. Los promotores privados continúan creando una oferta importante de vivienda para las clases medias. En las décadas de 1980 y 1990, se desarrolla un vasto proyecto de vivien-da de grandes inmuebles colectivos, bajo la modalidad del conjunto cerrado, para Ciudad Salitre, sector en el pericentro occidental. La obra se realiza en un gran terreno de la Gobernación de Cundinamar-ca, con participación de capital público y privado. Cedritos, en la pe-riferia norte de la ciudad, es otro proyecto de gran magnitud de pro-motores privados, que comienza a construirse en los años 70 y diez años más tarde constituye uno de los sectores periféricos de mayor densidad de la ciudad. De esta manera, estos sectores del occidente y el norte experimentan también un fuerte proceso de densificación.

Así mismo, frente a las dificultades crecientes del transporte y la escasa disponibilidad de terrenos libres para estos grupos sociales, los promotores capitalistas lanzan proyectos de gran magnitud para este sector, en zonas hasta entonces ocupadas casi exclusivamente por grupos populares y en otros municipios de la Sabana de Bogotá. Por una parte, el gran tamaño de estos proyectos, con dotaciones de infraestructura y servicios, hasta entonces concentrados en las áreas residenciales de los grupos de clase alta, permite que esta población

19 Dureau, Flórez, 1993 y Cuervo, 1997.20 Barco, 1998.21 DANE, censos de población y vivienda.

22 Dureau, Lulle, Parias, 1997.23 Licencias de construcción, DANE.24 Cuervo y Jaramillo, 2010.

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acepte la nueva connotación social de estos sitios. Por otra parte, las modalidades de microsegregación (conjuntos cerrados) dan con-fianza a las clases medias para insertarse en áreas tradicionalmente populares.

La vivienda popularLas capas populares continúan el proceso de expansión hacia el sur a través de la autoconstrucción, solo que en este periodo sobrepasan el límite del Distrito Capital y ocupan terrenos del municipio vecino de Soacha. A lo largo de este periodo, la autoconstrucción ilegal ex-perimenta cambios internos; el más significativo es la consolidación de grandes promotores ilegales, que adquieren dimensiones apre-ciables y una capacidad de acción espacial más amplia que los pro-motores legales.

Al igual que los otros dos sectores de la población, los antiguos barrios de autoconstrucción, ya consolidados y en una posición rela-tivamente central en la ciudad, se densifican intensamente a partir de la creación de una oferta de viviendas en alquiler. La densificación con estas características también se da en barrios periféricos e inclu-so en municipios contiguos a Bogotá.

Entre 1985 y 1993, la autoconstrucción de vivienda desciende de ma-nera importante con respecto al periodo anterior, de 1973 a 1985. En este último, el número de viviendas autoconstruidas asciende a 112.347, lo que corresponde al 33,7 % de la producción total de vi-viendas, entre 1985 y 1993 se autoconstruyen 56.684 viviendas, el 11,9 % de la producción total,25 es decir, se contrae en más de la mi-tad de la producción del periodo anterior. Por su parte, la producción estatal en estos dos periodos también disminuye, entre 1973 y 1985 produce 64.904 viviendas (19,4 % del total de viviendas nuevas) y en el segundo periodo el número de viviendas de producción estatal se contrae a 44.699 (9,4 % de la producción total). Sin embargo, los sectores populares no dejan de crecer, por tanto la densificación del parque construido en los barrios de origen informal es una vía impor-tante de contrarrestar el déficit habitacional.

Entre 1993 y el 2005 el número de viviendas autoconstruidas en Bogotá se calcula en 298.602, que corresponde al 44,2 % del total de viviendas producidas en el periodo.26 Los autores señalan que estas cifras pueden expresar una distorsión proveniente de un cambio en la metodología del censo; sin embargo, el crecimiento de la auto-construcción es muy alto. En este último periodo no hay producción estatal de vivienda, como se expone en el siguiente apartado.

La política de vivienda

En 1990 se sustituyen en el sector financiero las bancas especializa-das por la multibanca, con el fin de que todas compitan, y se eliminan los privilegios y restricciones de las CAV para financiar al sector de la construcción. En 1991 es reformada la política de vivienda; el cambio más importante es que el Estado se retira definitivamente de la pro-

ducción y financiación de vivienda y estas funciones se le confieren al sector privado. La mayor dificultad para que el mercado opere en las capas de menores ingresos es la debilidad de sus recursos, que les impide convertirse en demanda solvente. Para superar esta tra-ba, la política introduce el subsidio directo a la demanda, se crea el Sistema Nacional de Vivienda de Interés Social y se liquida el ICT, que pasa a ser el Instituto Nacional de la Vivienda Social y la Reforma Ur-bana (Inurbe), entidad que, entre otras funciones, debe administrar los subsidios. Las responsabilidades de comprar terrenos, urbanizar y asignar créditos se trasladan parcialmente a entidades estatales descentralizadas, del orden municipal o distrital, por ejemplo, Me-trovivienda en Bogotá, que cumple un papel similar al de los bancos de tierra, adquiere los terrenos sin urbanizar, los urbaniza y los vende a los constructores privados para proyectos de vivienda social, que selecciona y supervisa la entidad distrital.

A comienzos de los años 90 el sector de la construcción se enfren-ta al hecho de que la demanda de los grupos de mayores ingresos se satura. Por tanto, los esfuerzos del Estado por solventar la demanda de los grupos populares es un alivio para los constructores privados. Sin embargo, este mercado es muy diferente al que están acostum-brados estos productores las ganancias se logran más por volumen que por precio, tienen que introducir nuevas técnicas y para lograr el margen de ganancias esperado, reducen al máximo el tamaño de las viviendas.

Las familias que pueden acceder al subsidio son las que ganan hasta 4 SMMLV y el monto es mayor para las familias de menores in-gresos. Además del subsidio, que corresponde al 40 % del precio de vivienda para los más pobres, la familia debe realizar un ahorro pro-gramado del 10 % del precio de la vivienda y el otro 50 % lo obtiene a través de un crédito en la banca comercial. A este sistema se vinculan las cajas de compensación familiar, de los aportes de las empresas una parte la deben destinar a subsidio de vivienda para sus afiliados y además desarrollan proyectos inmobiliarios.

Junto con estas transformaciones de la política de vivienda se intro-ducen otras medidas con respecto al ordenamiento territorial; la Ley 388 de 1997 establece que corresponde a las unidades territoriales locales garantizar el derecho al hábitat, mediante la promulgación y adopción de los planes de ordenamiento territorial municipales y dis-tritales. Sin embargo, los márgenes de acción a nivel local son restrin-gidos y solo las grandes ciudades han logrado contar con algo de au-tonomía para este fin. En Bogotá, además de Metrovivienda existe el subsidio distrital y la CVP sigue operando, aunque con un presupues-to muy estrecho, para desarrollar algunos programas de mejoramien-to integral de barrios, mejoramiento de viviendas y reasentamiento. Lo cierto es que la política de vivienda vigente en los últimos 20 años en Colombia se basa fundamentalmente el subsidio a la demanda y la producción y financiación privada de la vivienda, que impone condi-ciones de acceso que muchas familias no pueden cumplir.

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Avenida Chile, 1985. © Bogotá, vuelo al pasado. Alcaldía Mayor de Bogotá, IGAC, Villegas Editores, 2010.

Aerofotografía de Bosa, 2008. © Departamento de Arquitectura, Universidad de los Andes, 2008.

Viviendas unifamiliares en Metrovivienda El Recreo, 2011. © Nathalie Herrera.

25 Cuervo y Jaramillo, 2010.26 Íd., 2010.

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capÍtulo 2

los proyectos de vivienda de samper como investigación

El proyecto como investigación: las propuestas urbanas de Germán Samper Gnecco para la conformación de áreas residenciales

Marcela Ángel Samper

Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios sobre la densidadMaría Cecilia O´Byrne, Juana Salcedo

La Fragua Sidauto Carimagua

La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) La Alhambra Las Brujas

Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas Ciudad Guasare Ciudadela El Recreo, Metrovivienda Ciudad Bolívar

Recinto urbano Ciudadela Real de Minas Ciudadela Colsubsidio

El siguiente capítulo reúne y resume el trabajo sobre la investigación en vivienda de Germán Samper realizada por el grupo PCA durante más de año y medio. La selección de los proyectos y del material: planos originales, fotografías y documentos provenientes del Archivo de Bogotá y del archivo personal de Germán Samper, así como la información adicional preparada especialmente para la exposición como aerofotografías y los videos y datos de los proyectos, busca ilustrar los momentos importantes de la investigación y es una invitación a profundizar en esta. La estructura temática escogida para presen-tarlos es la misma de la exposición. Esta información debe complementarse con los videos preparados por Catalina Samper especialmente para la muestra. En la selección, dirigidos por Marcela Ángel y María Cecilia O´Byrne, participaron como asistentes Eugenia Gaviria, Pedro Bermúdez, Juana Salcedo y Lina Fernanda Arenas. Los proyectos están además organizados en dos apartados: en el primero, Marcela Ángel propone una lectura de la investigación desde las propuestas urbanas y en el segundo María Cecilia O´Byrne y Juana Salcedo (con excepción del texto sobre La Fragua que fue escrito a dos manos por Diana Ruiz y Juana Salcedo) hacen una breve descripción de los proyectos y revisan algunas de las ideas.

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El proyEcto como invEstigación: las propuEstas urbanas dE gErmán sampEr gnEcco

para la conformación dE árEas rEsidEncialEs

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La estructura y la conformación del espacio urbano de las áreas resi-denciales, particularmente las que se desarrollan con vivienda social y para estratos medios, son los temas centrales de la investigación en vivienda del arquitecto Germán Samper. Estos no son los únicos aspectos abordados, pero sí los que predominan en sus reflexiones y propuestas. Su trabajo es la respuesta de un profesional compro-metido con la solución de un problema endémico de las ciudades latinoamericanas: la provisión de vivienda.

A la vez es una indagación acerca del papel que la vivienda juega en la construcción de la ciudad, y se podría agregar de la ciudadanía, porque Samper considera que ésta cumple un papel fundamental en el desarrollo y el bienestar de las personas, como seres individuales y como integrantes de comunidades urbanas. A lo anterior hay que añadir que Samper ha hecho parte de equipos interdisciplinarios en importantes estudios y consultorías sobre temas urbanos y de vivien-da, se desenvuelve en escenarios académicos y también ha tenido papeles destacados en organizaciones gremiales y en la política. Esto le permite tener una visión amplia e informada sobre el tema y con-frontar permanentemente sus ideas con las que provienen de otras disciplinas y puntos de vista.

Muchas de sus propuestas se han desarrollado inicialmente como ejercicios teóricos de diseño, es decir, en ausencia de encargos y lu-gares determinados. Sin embargo, es a través de los proyectos espe-cíficos, generalmente de escala intermedia1 -más cercana al diseño urbano que al urbanismo-, donde se establece una gran variedad de relaciones espaciales entre la arquitectura y lo urbano, así como entre los espacios públicos, privados y comunales, donde avanza su investi-gación. Con esta, Samper ofrece alternativas a la ciudad informal que resulta tanto de procesos de invasión como de la gestión de urbani-zadores piratas y de la construcción de vivienda por los propios habi-tantes. Al mismo tiempo desarrolla, de manera rigurosa y a través de proyectos, una reflexión sobre el papel de la arquitectura residencial

en la definición de los espacios colectivos de las áreas donde predo-mina la vivienda, reflexión que incluye también los equipamientos. La manera de hacer ciudad que propone Samper se puede entender a la luz de la noción de proyecto urbano de Manuel de Solà-Morales: «Proyecto urbano es partir de la ciudad dada, de sus solicitaciones y sugerencias, e introducir con la arquitectura elementos de lenguaje que den forma al sitio. Proyecto urbano es confiar más en la com-plejidad de la obra por hacer que en la simplificación racional de la estructura urbana»2. Dicha visión se aleja del proyecto de vivienda moderno y es más cercana a la revisión de esta concepción, esbo-zada a partir de los años sesenta3 por arquitectos europeos a través de un trabajo sobre los elementos que conforman el espacio urbano de los barrios residenciales, donde la calle, como los espacios abier-tos paramentados, son protagonistas. De manera reiterativa, Samper explora, a través de sus proyectos, temas como la ciudad compacta de densidades altas -logradas con viviendas unifamiliares y multifa-miliares de altura media- al tiempo que busca establecer relaciones apropiadas y amables entre lo construido y los espacios abiertos, y trabajar de manera integral los diferentes elementos de la estruc- tura urbana.

1 Los proyectos de vivienda de Germán Samper a los que se refiere este texto abarcan extensiones que van desde menos de una hectárea, como en el caso de la Fragua, hasta 130 hectáreas, como en el caso de Colsubsidio.

2 Manuel de Solà-Morales, «La segunda historia del proyecto urbano, el proyecto urbano», revista UR no. 5, 1987.

3 En los cuadernos de apuntes se pueden leer observaciones en el sentido de la necesidad de hacer una revisión de los postulados del CIAM. Las propuestas de Samper están más relacionadas con la visión culturalista de la ciudad de los italianos en los años sesenta y con las propuestas de los hermanos Krier en los años ochenta.

Nota: Para mayor ilustración del presente artículo, referirse también a las imágenes de los proyectos en las páginas siguientes, las cuales, en su gran mayoría corresponden a la selección presentada en la exposición Casa + casa + casa = ¿ciudad?

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El inicio: la búsqueda de mayores densidades y un nuevo orden urbano

La Fragua (Bogotá, 1958), el primer proyecto de autoconstrucción dirigida en el país y en el que se acuña por primera vez en nuestro medio la noción de vivienda productiva, también marca el comienzo de la investigación para Samper. Cuando Samper y Yolanda Martínez de Samper4 -quien se encargó de la gestión y la organización del gru-po de personas- le proponen el proyecto al ICT, las ciudades latinoa-mericanas reflejan ya la incapacidad del Estado para dar solución al problema de alojamiento de una población urbana cada vez mayor, como consecuencia de los fenómenos migratorios de la mitad del siglo XX; por esto la propuesta reconoce y se apoya en la capacidad que tiene la gente para solucionar su problema de vivienda.

Germán Samper, arquitecto graduado de la Universidad Nacional, ha pasado cinco años (1949-1953) trabajando con Le Corbusier en París en proyectos tales como el Plan Director para Bogotá, la ciu-dad de Chandigarh en la India y ha vivido un verano en la Unidad de Habitación en Marsella; asiste a congresos del CIAM y realiza viajes de estudio que deja consignados en sus cuadernos de croquis. Las propuestas urbanas, las tipologías residenciales y el planteamiento de espacios de servicios comunitarios en los bloques residenciales desarrollados en los proyectos del taller de Le Corbusier, así como la metodología de dicho taller serán decisivos en la investigación y el trabajo de Samper. De igual manera, son influyentes las clases de Historia de la Arquitectura, con Pierre Francastel, y de Economía Ur-bana, con Pierre George, como deja constancia en sus cuadernos.5

La investigación de Samper se inicia en el contexto de una polí-tica estatal de vivienda en Colombia, que tiene su punto máximo en la década de los setenta. Al final de la década los cincuenta, el Ban-co Central Hipotecario (BCH), el Instituto de Crédito Territorial (ICT) y la Caja de Vivienda Popular, tres de las principales instituciones estatales dedicadas a esta cuestión tenían, en algunos casos, más de veinte años de estar en funcionamiento. Estas entidades habían construido ya grandes áreas residenciales que en muchos casos, son ejemplo de una gran calidad arquitectónica y urbana.6 Samper tiene la oportunidad de trabajar en proyectos del BCH en Cúcuta, en Bucaramanga y en Bogotá a su regreso de París. A lo que habría que añadir, que Samper a lo largo de su carrera ha sido participe de momentos importantes del desarrollo de la política estatal de vivienda: como parte del equipo de urbanismo y vivienda en los es-tudios para Normas mínimas (1971) y Fase II (1972), en el proyecto para Ciudad Bolívar de la Caja de Vivienda Popular (1983) y como asesor del concurso ganador para la Ciudadela El Recreo (1998-2000) -el proyecto piloto de Metrovivienda-, un nuevo modelo de gestión que en su momento redefinió las funciones del Estado y los particulares para desarrollar proyectos de vivienda social, por citar algunos.

Es importante notar que, a su regreso al país, en uno de sus prime-ros escritos,7 Samper menciona la necesidad de trabajar en el tema urbano en Colombia. No es una casualidad que el interés primordial

de Germán Samper sea la estructura urbana; ello tiene que ver, por un lado, con su formación y por otro es también su respuesta a las condiciones particulares de las ciudades latinoamericanas. Para Ger-mán Samper la ciudad debe ser densa y compacta; comparte, ya al fi-nal de la década de los cincuenta, la idea actual de que el suelo es un bien escaso al que se debe tener acceso de una manera justa, parti-cularmente en nuestras ciudades, en las que los costos derivados de la expansión indiscriminada en el territorio hacen todavía más difícil proveer de vivienda y equipamientos a la población de menores re-cursos. Para ese momento, en la mayoría de estas ciudades coexisten dos formas de crecimiento urbano: uno sin control e informal, gene-ralmente hacia la periferia, y otro en las áreas centrales, a través de procesos de densificación. También se han propuesto ya edificios en altura para lograr grandes densidades siguiendo ejemplos europeos y norteamericanos. Para Samper, las alternativas de vivienda baja de alta densidad8 que se estudian en Inglaterra y en Estados Unidos en esos años son un modelo más apropiado, dado que la vivienda unifa-miliar permite un desarrollo al ritmo de las posibilidades económicas y los recursos técnicos de sus propietarios. Se requieren entonces entornos más densos para moderar la expansión de las ciudades y la pregunta que Samper se plantea es cómo garantizar la calidad del espacio en estos entornos urbanos densos. Para Samper la respuesta está en la estructura urbana.

Una estructura urbana en la que el espacio peatonal prevalece sobre las vías vehiculares es el principio que Samper descubre cuan-do desarrolla el proyecto del barrio La Fragua. Para aumentar la densidad, logrando duplicar el número de viviendas que se pueden localizar en la misma área, elimina una de las vías y agrupa las vivien-das alrededor de espacios abiertos de carácter peatonal; la idea de agrupar las viviendas está presente desde los primeros esquemas. Con esta operación logra establecer un nuevo orden urbano que, con variaciones y a otras escalas, aparece de manera constante en sus proyectos y que consiste en la separación de la circulación ve-hicular y peatonal, la cercanía de los paramentos y la conformación de espacios abiertos con la vivienda. El espacio vacío es el nuevo protagonista.

Germán Samper Gnecco. Proyecto para el BCH. Cúcuta, 1954. © Archivo personal de Germán Samper.

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4 Yolanda Martínez de Samper es la esposa de Germán Samper.

5 Archivo particular de Germán Samper. Croquis de viajes, el documento final del Plan Piloto de Bogotá y cuadernos de apuntes de las clases de Historia del Arte y la Arquitectura, de Pierre Francastel, y de Economía Urbana, de Pierre George.

6 «Entre 1932 y 1968 se fundaron las principales instituciones, específica-mente dedicadas a esa finalidad: la Caja de Crédito Agrario (1931-1956), el Banco Central Hipotecario (1932), el instituto de Crédito Territorial (1939-1942), la Caja de la Vivienda Popular (1942), la Caja de la Vivienda

Los habitantes de la Fragua han seguido modificando sus casas hasta el día de hoy, de manera que las originales son prácticamente irreconocibles. Aunque algunos han construido sobre los antejardi-nes, el barrio goza todavía de las calidades urbanas definidas en la estructura urbana inicial. Hay que resaltar que las casas de La Fragua no estaban pensadas originalmente para tener desarrollo progresivo en altura. Inicialmente se construía un pequeño espacio para vivir en la parte posterior de la futura vivienda, el cual, más adelante ser-viría como espacio productivo. En una visita reciente al barrio con Germán Samper, este hizo la observación de que, en su concepto, las casas hacia la calle vehicular habrían podido aprovechar mejor la localización sobre una vía principal. La pareja Samper ha visto el progreso económico y social de las familias de La Fragua hasta hoy y el papel que ha jugado para estas su casa.

Militar (1947) y el Fondo Nacional del Ahorro (1968)». Alberto Saldarria-ga et al. en Estado, ciudad y vivienda. Urbanismo 1918-1990. Inurbe, Bo-gotá, D. C, 1996.

7 «[ ] en mi concepto, la arquitectura actual está desligada del fenómeno urbano, pues la noción de conjunto urbano propiamente dicho, es algo más que una aglomeración de elementos aislados y dispares [..]». Ger-mán Samper. Escrito con motivo de la presentación de los esquemas para el centro cívico de la unidad vecinal de Muzú. Bogotá, 1954.

8 Germán Samper cita los estudios de sir Leslie Martin en la Universidad de Cambridge y las propuestas de Horacio Caminos en el MIT, entre otras.

G. S. G., Fortalezas y debilidades, 1986. ©Archivo personal de Germán Samper.

G. S. G., La Fragua, planta general, anteproyecto, 1958 © AB-FS 125.173.220.01

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G. S. G., La Fragua, planta general, 1960. © AB-FS 122549.140.01

G. S.G., La Fragua planta general, s. f. © AB-FS 122.630.140.11

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| El proyecto como investigación: las propuestas urbanas de Germán Samper Gnecco para la conformación de áreas residenciales | Marcela Ángel Samper | 93

G. S. G., La Fragua, 1968. Espacio abierto. © Archivo personal de Germán Samper.

G. S. G., La Fragua: Plano localización, 1986. © Archivo personal de Germán Samper.

G. S. G., La Fragua. © Archivo personal de Germán Samper.

En Sidauto (Bogotá, 1968), un proyecto 191 casas de en un área de aproximadamente tres hectáreas, también resultado de un proceso de autoconstrucción y autogestión realizado por la SACC (Sociedad de Autoconstrucción de Conductores de Colombia) en un terreno ofreci-do por el ICT, Samper (otra vez con el apoyo en de Yolanda Martínez en los aspectos de gestión) explora por primera vez las posibilidades de agrupación del lote cuadrado, en este caso de 9 x 9 metros, un tema que lo ocupa hasta hoy.9 Propone una vivienda con patio, dise-ñada para ser desarrollada progresivamente, la cual es escogida por los futuros habitantes como mejor alternativa a la vivienda termina-da, más pequeña, sin posibilidades de modificación y de costo similar,

que ofrecía el ICT. En Sidauto, Samper introduce un nuevo espacio destinado a los automóviles, concebido como un espacio colectivo delimitado por viviendas. El barrio está hoy en mejor estado de con-servación que La Fragua. Tanto las viviendas como la agrupación, que se cierra por la noche para garantizar la seguridad, han resistido mejor las transformaciones.

9 Para citar unos pocos ejemplos, el lote cuadrado fue propuesto en los proyectos Vivienda en Sopó, 2002-2003 (sin construir) y el año pasado (2011) en el concurso organizado por la Fundación Santo Domingo para desarrollar un proyecto de vivienda en Barranquilla, los dos realizados con su hija Ximena a través de la firma G. X. Samper Arquitectos.

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Esguerra, Saénz, Urdaneta, Samper, GSG, Sidauto, planta de espacios comunales, s. f. © Archivo personal de Germán Samper.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Sidauto, estudio placa segundo piso, 1970. © AB-FS 1379.15

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Sidauto. © Archivo personal de Germán Samper.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Sidauto. © Diego Samper.

A partir del proyecto La Fragua, Samper desarrolla una serie de ejercicios teóricos o modelaciones en los cuales estudia sistemática-mente alternativas de agrupación de lotes de diversas dimensiones y formas calificando el espacio resultante y midiendo las densida-des correspondientes. En estos ejercicios, Samper verifica que las proporciones y dimensiones de la manzana tradicional española de nuestras ciudades, en relación con la manzana alargada de los desa-rrollos residenciales de la época, son mejores para generar espacios de carácter peatonal, al tiempo que permiten reducir el número de vías vehiculares. Tanto la metodología de estudio como la estructura urbana resultante, basada en la separación de la circulación vehicu-lar y la peatonal, en la que desarrolla diversas maneras de agrupar las viviendas, son una constante en las propuestas y proyectos que seguirán a estos primeros ejercicios.

En Carimagua (Bogotá, 1966), un proyecto para 458 viviendas en agrupaciones y algunos multifamiliares, Samper aplica por primera

Esguerra , Saénz, Urdaneta, Samper, GSG, Sidauto, planta general, 1970. © AB-FS 220.11

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Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Estudio teórico de agrupaciones de vivienda. Manzana colonial, la cuadra moderna, s. f. © AB-FS 1273.02

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, GSG, Estudio teórico de agrupaciones de vi-vienda, vecindarios hexagonales y alargados, 1966. © AB- 1273.04

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Estudio teórico de agrupaciones de vivienda, vecindarios en forma de Media Luna, 1966. © AB-FS 1273.08

vez el resultado de sus hallazgos. Propone un tejido urbano de agru-paciones en manzanas de forma hexagonal, cuadrada y multifamilia-res en baja altura. Adicionalmente, y como un aporte a los proyectos descritos antes, establece un sistema racional y jerarquizado de es-pacios abiertos con carácter definido: uno que podría denominarse de vecindad y que reúne un cierto número de viviendas; otro, un par-que que sirve a un grupo mayor de viviendas agrupadas y finalmente un parque a escala de barrio, con esto logra reducir el número de vías vehiculares y aumenta la densidad. Esta propuesta, que se cons-truyó parcialmente, fue escogida por los gestores del proyecto como alternativa al trazado urbano de manzanas rectangulares con un ma-yor número de vías vehiculares y en el que los espacios abiertos o parques resultaban de la ausencia de viviendas y no de un sistema diferenciado de espacios, como el propuesto por Samper. Las casas tuvieron mucho éxito en su momento y también han sufrido cambios considerables.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Urbanización Carimagua, 1966. © AB-FS 2227.04

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Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Carimagua, loteo esquema básico, 1966. © AB-FS 174356.2214.14

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Carimagua, loteo esquema básico, 1966. © AB-FS 174351.2214.13

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defendía Samper en ese momento, las cuales habían sido publicadas en el número del 17 de la revista Escala y conocidas por Peter Land través del arquitecto colombiano Álvaro Ortega. Samper es uno de los invitados internacionales a participar en el concurso con, entre otros, James Stirling, Christopher Alexander, Charles Correa y Aldo Van Eyck, conocidos por su interés en el problema de la vivienda social11, además de algunos arquitectos peruanos.

En los cuadernos de croquis y apuntes de su visita a Lima, previa al concurso,12 se encuentran observaciones y dibujos relacionados con las quintas,13 un tipo de agrupación de vivienda de los años trein-ta, así como esquemas de tejidos urbanos de manzanas ortogonales. En ellos es evidente que Samper confirma las bondades del tejido de manzanas de los centros fundacionales de las ciudades latinoameri-canas, al cual reconoce como un tejido urbano eficiente y abierto, en el que los equipamientos cumplen el papel de centro urbano.

En la memoria del concurso para Previ, Samper manifiesta que su propuesta, más que un proyecto específico, es un sistema urba-no replicable, cuyos elementos principales son una red jerarquizada de vías vehiculares y peatonales, supermanzanas conformadas por agrupaciones y una zona destinada a los equipamientos localizada La consolidación de una idea: la vivienda baja de alta

densidad y las agrupaciones de vivienda.

Como se mencionó anteriormente, los estudios de manzanas y agru-paciones densas con vivienda de baja altura son el origen de un nue-vo patrón urbano, cuyos elementos principales son la separación de las vías peatonales y vehiculares y la conformación de espacios abiertos comunales con la vivienda. Para Samper, las agrupaciones de vivienda deben estar localizadas en tejidos urbanos abiertos que no interrumpen la malla vial principal. Samper convierte la propuesta en decreto cuando es nombrado concejal de Bogotá (1962-1968). La mayoría de los proyectos y estudios que desarrolla a partir de ese momento están relacionados con la aplicación este principio urbano.

El concurso internacional de vivienda Previ,10 convocado en 1969 con el objeto de desarrollar un barrio experimental de vivienda social en la periferia de Lima (Perú), organizado por el Gobierno del presi-dente Fernando Belaúnde (quien además era arquitecto) y a cargo del arquitecto inglés Peter Land, es un momento crucial en la investi-gación de Samper. En las bases del concurso los organizadores propo-nían que el barrio se desarrollara con vivienda baja de alta densidad, con casas con patio que pudieran tener un crecimiento progresivo y que estuvieran organizadas en forma de clusters o agrupaciones, en un entorno primordialmente peatonal y a escala humana, en-tre otros aspectos. Lo anterior coincidía en todo con las ideas que

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Carimagua, © Archivo personal de Germán Samper.

11 La vivienda social es un tema que generalmente no recibe la suficiente atención por parte de los arquitectos de la tendencia predominante. Gar-cía-Huidobro, Fernando, Torres Torriti, Diego, Tugas Nicolás. El tiempo construye. El Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) de Lima: génesis y desenlace. Barcelona: Gustavo Gili, SL, 2008.

12 Proyecto PREVI, cuadernos de apuntes, Germán Samper.13 En su visita a la Quinta Heeren, en Lima, Samper confirma que las agru-

paciones proporcionan una escala urbana deseable para las áreas resi-denciales destinadas a la vivienda social.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Concurso Previ, extensión a los secto-res vecinos, 1969. © AB-FS 058.03

10 El Proyecto Experimental de Vivienda PREVI, propuesto por el Gobierno del presidente Fernando Belaúnde Terry a través del Banco de la vivienda de Perú como organismo representante del Gobierno peruano, con el apoyo del Pro-grama de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y las Naciones Uni-das (ONU) para la cooperación técnica, comprende en su versión inicial tres proyectos: un nuevo barrio de casas económicas basado en nuevos conceptos de diseño y técnicas constructivas, producto de un concurso internacional; un programa de mejoramiento de viviendas y un proyecto de viviendas por autoconstrucción. Las tres versiones ejemplificaban los aspectos más relevan-tes de la vivienda social y se convertían en proyectos piloto.

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Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Concurso Previ, estructura urbana, 1969. © AB-FS 059.10

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., concurso Previ, la ciudad un como organismo dinámico, 1969. © AB-FS 059.11

G. S. G., concurso Previ, la agrupación, 1969. © Archivo personal de Germán Samper. G. S. G., concurso Previ, las posibilidades teóricas. © Archivo personal de Germán Samper.

a lo largo del espacio central del proyecto. En el interior de las su-permanzanas, destinadas a 50 familias aproximadamente, las vi-viendas en lotes de 9 x 9 metros cuadrados permiten lograr diversas configuraciones del espacio abierto. Cada agrupación tiene un espa-cio colectivo de parqueo, pensado también como un lugar de juego mientras no lo ocupan los vehículos. En el lote cuadrado, la loca-lización de la escalera es un aspecto definitivo, tanto para lograr distintas maneras de acceder como distribuciones del espacio inte-rior. Un eje de actividad comercial de tiendas y talleres aparecería

espontáneamente a lo largo de las vías peatonales en el interior de las supermanzanas14. En el proyecto para Previ, Samper continúa desarrollando las ideas aplicadas en La Fragua, Sidauto y Carimagua; es una oportunidad de estudio15 y está cerca de encontrar un mo-delo urbano, como lo expresa en la memoria del concurso: «[…] no-sotros pretendemos proponer no una solución concreta para Previ, sino un principio de amplia aplicabilidad […]».16 Hoy el barrio Previ es un muestrario parcial de muchas de las propuestas presentadas en el concurso, desarrolladas con los criterios urbanísticos y arqui-

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G. S. G., concurso Previ, posibilidades básicas (el lote cuadrado), 1969. © AB-FS 060.04. Archivo personal de Germán Samper.

14 En el dibujo en el que Samper compara la manzana colonial y la manzana propuesta para Previ a la misma escala, se puede constatar esta última tiene una mayor dimensión.

15 Samper analiza de manera rigurosa las propuestas de muchos de los par-ticipantes del concurso.

16 Memoria del concurso para Previ. Archivo de Bogotá.

17 García- Huidobro, Fernando, Torres Torriti, Diego, Tugas Nicolás. El tiem-po construye. El Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) de Lima: gé-nesis y desenlace. Barcelona: Gustavo Gili, SL, 2008.

tectónicos expresadas en las bases, fundamentalmente la separación de la circulación vehicular y peatonal y las agrupaciones de vivienda. Previ se ha seguido construyendo con el tiempo17 al punto de que es difícil reconocer a simple vista las propuestas de los distintos arqui-tectos. El número de pisos adicionales construidos hace que algunas de las calles peatonales sean muy estrechas, desmejorando la cali-dad urbana inicial y el número de automóviles desborda la capacidad de las zonas colectivas destinadas a ellos. Sin embargo, es un barrio vital, en general bien mantenido, en el que la gente considera que es

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G. S. G., concusrso Previ. Estudio de las áreas verdes de algunos de los proyectos presentados al concurso. © Archivo personal de Germán Samper.

Previ, © Marcela Ángel Previ, © Marcela Ángel

un privilegio vivir y que se destaca por su calidad espacial en el entor-no.18 Es un hecho destacable que la estructura urbana propuesta en Previ fue replicada y mejorada en algunos de los barrios adyacentes, cuya calidad los hace destacables en una zona donde predominan en general desarrollos muy precarios. Este hecho muestra la pertinencia de las ideas propuestas tanto en el concurso como en el proyecto de Samper. Los proyectos para La Alhambra (Bogotá, 1970) y Las Brujas (Envigado, 1983) son otra oportunidad para aplicar las agrupaciones y desarrollar otras ideas. En La Alhambra, Samper propone un diseño urbano con agrupaciones en el interior de una estructura abierta, como una alternativa al tejido tradicional y un plan de masas para desarrollar los edificios del la avenida Pepe Sierra. Las Brujas es una agrupación de 69 viviendas en un lote de 13 hectáreas para un gru-po de personas con intereses afines, localizada en una antigua ha-cienda, propiedad de la familia Villa Evans, una familia de ingenieros, agrónomos y artistas, dedicada al servicio de los más necesitados. En el diseño, que parte de conservar la casa de la antigua hacienda, Samper dispone un lugar para estacionar los vehículos y una serie de viviendas a las que se llega por caminos peatonales entre zonas verdes. Samper diseña las casas de dos y tres pisos como un volumen básico que se puede ir terminando de acuerdo con las posibilidades económicas de los propietarios, muchos de los cuales tenían pocos ingresos. Las casas de Las Brujas se han transformado manteniendo la armonía del conjunto inicial, gracias a que tanto los propietarios originales como los nuevos consideran que es un privilegio vivir allí y conservan además el espíritu de los Villa Evans.

El desarrollo de un modelo y el avance de las ideas iniciales: las redes alternas y el proyecto para Ciudad Bolívar

Al inicio de los años setenta, Germán Samper es invitado a participar como arquitecto asesor en el equipo de profesionales integrado para hacer el estudio de las normas mínimas de urbanización, cuyo propó-sito era «reducir los costos de urbanización al mínimo compatible con un nivel decoroso de subsistencia, de manera que se ofrezca a las fa-milias de menores recursos económicos una alternativa realista, den-tro de la ley, a las soluciones espontáneas tales como urbanizaciones clandestinas, invasión de terrenos y otros similares».19 En resumen, la propuesta de Samper es un modelo teórico como alternativa a la manzana rectangular y el lote alargado (el tipo residencial R7),20 con los que se construían en ese momento los barrios de vivienda social. Este modelo teórico es una recomposición de los elementos de la es-tructura urbana, en la misma línea del sistema propuesto para Previ, con una mayor definición y precisión de los componentes urbanos: una estructura abierta, conformada por un sistema de vías vehicu-lares jerarquizadas, separado de una red de circulación peatonal

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Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., La Alhambra, propuesta urbana. © Archivo personal de Germán Samper.

18 Percepción de una visita realizada a Previ recientemente, en la que ade-más se tuvo la oportunidad de intercambiar impresiones con algunos de los residentes del barrio.

19 Instituto de Crédito Territorial (ICT), Departamento Administrativo de Planeación Distrital (DAPD), Departamento Nacional de Planeación (DPN). Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos

y servicios comunitarios. Primera parte. Normas físicas y aspectos gene-rales, informe básico. Consultécnicos, Ltda. Bogotá, agosto de 1971.

20 La norma vigente asignaba tamaños de lotes y densidades dependien-do de la localización y de los estratos sociales a los que se dirigían los proyectos.

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G. S. G., Las Brujas. © Archivo personal de Germán Samper.

Germán Samper, Felipe Muñoz y Tomás Neu ar-quitectos, Las Brujas, planta de conjunto, 1984. © AB-FS 144222.1051.01

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Las Brujas, plantas, cortes, s. f. © AB-FS 195998.2985.10

Germán Samper, Felipe Muñoz y Tomás Neu ar-quitectos, Urdaneta, Samper, G. S. G., Las Brujas, 1987. © Diego Samper.

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-que en general no existía en los trazados del momento- en la que los lotes de diversas proporciones y tamaños se organizan en agru-paciones alrededor de espacios abiertos que conforman superlotes. Estos últimos conforman manzanas (de 100 x 100 metros cuadrados) y estas a su vez, supermanzanas (de 200 x 200 metros). El modelo teórico introduce un hecho novedoso, un centro comunitario como parte de esta estructura, no solamente como un área de cesión, sino como un espacio en el que se concentran las actividades y usos co-munitarios, que además puede desarrollarse en etapas. Este modelo, que Samper denominará posteriormente las redes alternas, requie-re un mínimo de 20 hectáreas para ser desarrollado y para que la construcción del centro comunitario se justifique en términos eco-nómicos. Con el modelo de las redes alternas, Samper hace una cla-sificación de los elementos principales de la estructura urbana de las áreas residenciales, propone tanto un sistema de dimensiones y proporciones como de relaciones entre los elementos e incluye los equipamientos como parte integral de la estructura. Con este mo-delo racional y de fácil aplicación, afirma su idea de la importancia primordial de la estructura urbana. Samper aplica las redes alternas en muchos de los proyectos que siguen al desarrollo del modelo -para mencionar algunos, en el proyecto para Ciudad Guasare en Maracaibo (Venezuela, 1982), una nueva ciudad como centro de la exploración minera, que no se construyó, en la que Samper partici-pa como asesor internacional con personas de la talla Kevin Lynch y Christopher Alexander. Treinta años más tarde, Samper aplica las redes alternas en el concurso para el barrio El Recreo, propuesto por

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Redes alternas, modelo téorico, estructura urbana existente, 1971. © Grupo de investigación PAC.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Redes alternas, elementos del modelo, 1971. © Archivo personal de Germán Samper.

Trazado urbano para vivenda social Modelo redes alternas

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m64 superlotes de 40 m x 40 m aprox.Lotes (varios tamaños)

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 mNo existe la idea de superloteLotes (varios tamaños)

??

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Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudad Guasare, el núcleo central, 1982. © AB-1230.12.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudad Guasare, tipologías de vivienda, 1982. © AB 1228.12

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Metrovivienda21 cuando es llamado a participar como asesor del equipo de arquitectos del proyecto que resultó ganador.22 Si bien la estructura urbana del barrio obedece a la aplicación de las redes al-ternas, la distribución de las viviendas y los espacios abiertos en el interior de las manzanas no sigue la lógica de la ocupación propuesta por Samper en el modelo teórico y por el equipo en el proyecto.

Ciudad Bolívar, un proyecto de la Caja de Vivienda Popular con financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, localizado en el occidente de Bogotá e iniciado en 1983, es una nueva oportunidad que se le presenta a Samper, llamado a participar con la firma Esgue-rra, Sáenz y Samper como arquitectos y urbanistas. Es importante mencionar que, durante la fase inicial del proyecto, Samper hace un diagnóstico de un número considerable de barrios de vivienda de interés social para conocer de primera mano el estado del arte de la vivienda social y como un estudio de la oferta y la demanda para

estratos 1, 2 y 3.23 Dadas las complejidades del lote y del proceso de gestión del proyecto, Samper considera que su papel debe ser la identificación de unos principios de diseño que se pueden resumir en un trazado urbano de vías vehiculares que se adaptan a la topografía del terreno, de donde se desprenden vías peatonales y lotes para viviendas de desarrollo progresivo localizadas perpendicularmente a las curvas de nivel. Adicionalmente -y este es de los aspectos más interesantes del proyecto- Samper hace una propuesta para las áreas de cesión, tanto para los servicios comunales o equipamientos como para las áreas verdes. Estos usualmente se limitaban al cumplimiento de porcentajes establecidos en la norma y requerimientos mínimos sin ningún criterio que las calificara como espacio. Para Samper, el di-seño urbano y el desarrollo espontáneo no son irreconciliables;24 por lo tanto propone zonas con edificios terminados destinados a usos comunales, comercio y vivienda, con la idea de que estos garanticen

21 Metrovivienda es una empresa de carácter industrial y comercial crea-da mediante el Acuerdo 15 de 1998, encaminada a «promover la oferta masiva de suelo urbano para facilitar la ejecución de proyectos de vi-vienda de interés social y desarrollar las funciones propias de los bancos de tierra o bancos inmobiliarios», creada dentro del Plan de Desarrollo durante administración del alcalde Enrique Peñalosa.

22 El equipo conformado por los arquitectos Konrad Brunner, Gustavo Perry y Eduardo Samper Martínez.

23 En uno de los cuadernos de apuntes y croquis del proceso de elabora-ción del proyecto de Ciudad Bolívar, está documentado este estudio que incluye análisis de plantas y cortes de las viviendas, de los aspectos ur-banos y un registro fotográfico de los barrios Guacamayas, La Manuelita, Los Laches y Las Lomas, entre muchos otros.

24 Germán Samper, Ciudadela Real de Minas, cuaderno de apuntes no 1. Archivo 222, 1975-1976.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudad Bolívar, proyecto general, Arborizadora Baja, 1988. © AB-FS 773.08

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de manera parcial y Samper no participa en la totalidad del proceso. Solo dos centros urbanos fueron parcialmente construidos, como se puede constatar superponiendo el plano de Samper con una aerofo-tografía de la zona; algunas de las vías propuestas originalmente en el proyecto, que sí fueron construidas, ofrecen hoy en alguna medida la calidad urbana imaginada por Samper.

Más allá del modelo, una forma de construir la ciudad: el recinto urbano

En relación con las propuestas desarrolladas por Samper para secto-res residenciales destinados a familias de ingresos medios y bajos, son destacables los proyectos para las ciudadelas Real de Minas, en Bucaramanga, y Colsubsidio, en Bogotá.

La Empresa de Desarrollo Urbano de Bucaramanga emprende, en 1975, el estudio de desarrollo urbano integrado para la Ciudadela Real de Minas como parte de la política de desarrollo urbano del Go-bierno Nacional,27 el primero de este tipo de proyectos que se ade-lanta en el país. El objeto del contrato del grupo interdisciplinario es el desarrollo de un barrio localizado en el predio de las antiguas ins-talaciones del aeropuerto Gómez Niño, de cerca de noventa y cinco hectáreas útiles, situado a aproximadamente 9 kilómetros del centro de Bucaramanga. El programa incluye la construcción de un barrio de alta densidad de alrededor de siete mil viviendas unifamiliares y multifamiliares para familias de ingresos bajos y medios -con el fin de promover la integración social-, así como la provisión de servicios comunales y equipamientos de escala zonal, barrial y metropolitana. También plantea un grado relativo de autosuficiencia en la genera-ción de empleo mediante la localización de áreas de servicios, zonas comerciales e industriales, tanto en el área del antiguo aeropuerto como en su zona de influencia.28 Germán Samper es contratado ini-cialmente como asesor de la unidad de diseño urbano y arquitectó-nico y posteriormente se le encarga el diseño arquitectónico de una parte del proyecto.

En la primera de una serie de etapas que se previeron para el desarrollo del proyecto, Germán Samper, ETA, una firma de Buca-ramanga, el equipo de Consultécnicos y el arquitecto y urbanista Patricio Samper, define la estructura urbana, a manera de un plan maestro, a partir de un espacio público central, localizado en el cruce de las antiguas pistas del aeropuerto, como un gesto a la vez simbó-lico y de carácter fundacional, haciendo un trazado de calles vehi-culares y peatonales que confluyen dicho espacio. Samper propone que, en vez de hacer planos de loteo y fijar normas de ocupación y construcción, como era lo usual, se haga un plan de masas, una práctica novedosa en el país, que privilegie el conjunto por encima de las intervenciones individuales. Adicionalmente, divide el proyec-to en unidades de diseño que deben ser adjudicadas a diferentes arquitectos, garantizando la coherencia de las partes y el conjunto urbano propuesto.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Sierra Morena, esquema básico preli-minar, 1984. © AB-FS 871.02

la generación de actividad urbana y provean de un sentido de iden-tidad a un grupo de vecinos, una manera de construir ciudadanía: «[…] así cada ciudadano posee su vivienda en construcción, que re-presenta su vida privada, y su centro de vecindario, que representa su vida urbana, su vida pública […]»25. También establece un sistema diferenciado y jerarquizado de parques con nombre propio, tamaño y localización definidos, que comprenden zonas de reserva forestal al cuidado de la ciudad, plazas y parques conformados por arquitectura en las zonas centrales, áreas deportivas en las zonas de erosión, es-pecialmente adecuadas para desarrollar dichas actividades, y peque-ños espacios abiertos localizados en las zonas residenciales, de fácil mantenimiento por parte de los vecinos.26 El proyecto se lleva a cabo

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25 Germán Samper, Ciudad Bolívar Bogotá, cuaderno de apuntes no. 2, mayo de 1983.

26 Germán Samper, Ciudad Bolívar Bogotá, cuaderno de apuntes no. 1, abril de 1983.

27 Elestudioyelproyectohacenpartedelapolíticadedesarrolloregionaly urbano del Plan de Desarrollo Social, Económico y Regional 1975-1978, denominado «Para cerrar la brecha», del presidente Alfonso López Mi-chelsen.Comopartede lapolíticaurbanapara lasciudadesgrandeseintermedias, se buscaba realizar desarrollos urbanos integrados en su concepción,financiaciónyconstrucción,conelfindelograrunarelativa

autosuficienciade losserviciosyactividadespara lacomunidad, redu-cir la segregación en la prestación de servicios comunales y de vivienda, otorgando subsidios (cuando fuera necesario, aunque se considera in-conveniente)ymanteniendodensidadesrelativamentealtasquepermi-tiránmayoresáreas libres,entreotrosaspectos.Ediciónabreviadadelinforme final de los consultores ETA, Consultécnicos, Patricio Samper.Empresa de Desarrollo Urbano de Bucaramanga. Ciudadela Real de Mi-nas.ServigráficasMedellín:s.f.

28 Ídem. Carta de Jorge Reyes Puyana, gerente de EDUB, al presidente Al-fonso López Michelsen.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudad Bolívar,esquemaurbanístico,1984.© AB-FS 1108.12

G. S. G., Ciudad Bolívar,plazadevecindario,1984.© Archivo personal de Germán Samper.

G. S. G., Ciudad Bolívar,plazadevecindario,1984.© Archivo personal de Germán Samper.

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En etapas posteriores a Samper, le son adjudicadas cuatro unida-des de diseño,29 que incluyen el diseño arquitectónico del conjunto de la plaza mayor, de la vía principal que remata en dicho espacio y de uno de los barrios de vivienda. Samper expresa claramente en los cuadernos de apuntes del proyecto su intención de dar prioridad a lo urbano y de recuperar para el ciudadano la noción de espacio urbano cívico en el núcleo central y en la vía principal que remata en la plaza.30 Esta idea se materializa en la conformación de una plaza

G. S. G., Ciudad Bolívar, 2007. © Diego Samper.

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, la ciudad, su estructura y la plaza octogonal, s. f. © AB-FS 2373.22

octogonal de 100 x 100 metros y una calle principal con edificios en barra de cinco pisos de tipología continua, con los que además cumple con las altas densidades previstas en el plan maestro. Para los sectores de vivienda, propone un módulo de 6,80 x 6,80 metros cuadrados, a partir del cual desarrolla agrupaciones y recintos peato-nales, jardines comunales y garajes colectivos. Cabe mencionar que Samper registra en los cuadernos su desacuerdo con la palabra ciu-dadela, pues considera que lo que se está proponiendo es un barrio.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudad Bolívar, centro de vecindario, 1984. © AB-FS 551.06

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| El proyecto como investigación: las propuestas urbanas de Germán Samper Gnecco para la conformación de áreas residenciales | Marcela Ángel Samper | 109

Esguerra Sáenz, Urdaneta Samper, GSG, Ciudadela Real de Minas, plaza mayor, calle real, según plan de masas de ETA, Consultécnicos y Patricio Samper. © AB-FS 1203.04

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, definición de los perfiles según su uso, 1977. © AB-FS 1388.24

29 Unidades de diseño 3, 4, 5 y 22, que constan de 800 viviendas, las cuales son objeto de un segundo contrato.

30 Cuaderno de apuntes proyecto Ciudadela Real de Minas.

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Ciudadela Real de Minas, plaza mayor. © Diego Samper.

También expresa su preocupación en relación con la capacidad del barrio de garantizar un cierto nivel de autosuficiencia en términos de generación de empleo, basada en la localización de equipamientos de diversa escala y zonas comerciales y de servicios. Del proyecto de Germán Samper se construyen los edificios que conforman la plaza y, de manera parcial, los sectores de vivienda. Hoy la ciudadela está completamente desarrollada con proyectos hechos en diversas épo-cas y por arquitectos diferentes.

El proyecto de la Ciudadela Colsubsidio, desarrollado por dicha caja de compensación, una de las principales del país, representa la síntesis de las propuestas adelantadas por Samper durante los años anteriores y la oportunidad de hacer un análisis crítico de las ciu-dades del momento.31 Desde 1983, Germán Samper participa en el proyecto, que comienza con la búsqueda del lote, y registra en los cuadernos de apuntes correspondientes sus indagaciones sobre el modelo urbano por desarrollar, a la vez que hace un profundo estu-dio de las normas vigentes.32 A los modelos de suburbio o de ciudad

jardín vertical, contrapone el sistema abierto de redes alternas ya descrito, la mezcla de usos y una arquitectura caracterizada por la altura media, así como la continuidad en los paramentos. Siguiendo una metodología constante en su manera de abordar los proyectos, construye un modelo teórico que

«[…] establece una estructura vial (redes alternas), unas jerarquías, una

política de ocupación espacial, en función de los edificios multifamilia-

res y unifamiliares, etc., pero no es una forma […] que desde luego es

una alternativa a las miles que existen. El diseño del modelo teórico

toma como hipótesis básica un partido, que consiste en destinar un

área para comercios y servicios concentrados, tales como supermer-

cados, salones de usos múltiples, escuelas primarias y secundarias, si

fuera del caso, servicios de salud, bibliotecas, etc. Crear un sistema vial

jerarquizado dentro de la red alterna y sobre las vías vehiculares dise-

ñar edificios multifamiliares conformando espacios urbanos de intensa

vida pública. Utilizar los centros de manzana para el diseño de lotes

pequeños de alta densidad con destino a viviendas individuales de tipo

vivienda urbana […]».33

Esta es, a grandes rasgos, la base de la estructura urbana del pro-yecto final, pero no es la única alternativa que explora. Quedan re-gistrados en los cuadernos de apuntes muchos de los esquemas previos que muestran, por ejemplo, el dibujo de un espacio o vía central bordeado por edificios que se contraponen a otros tipos de ocupación; otro sugiere una serie de hechos urbanos distribuidos libremente en parques, dentro de una retícula, a manera de redes alternas. Los esquemas también muestran una gran variedad de posibilidades para la localizar las zonas verdes en las manzanas. El proyecto, que se ha desarrollado en el transcurso de más de veinte años, ocupa un predio de 130 hectáreas aproximadamente, al oc-cidente de Bogotá, entre la calle 80 y el humedal de Juan Amarillo; y estaba previsto para cerca de 14.000 viviendas distribuidas en su gran mayoría en multifamiliares de cinco pisos. La estructura urbana inicial consiste en tres supermanzanas circulares, conformadas por edificios de tipología continua que definen el límite de estos espa-cios, bordeadas por vías vehiculares a manera de par vial, las cuales a su vez, están conectadas por un gran eje peatonal que comienza en la plaza de acceso al proyecto, pasa por una zona comercial y de equipamientos, y remata en una amplia zona verde que bordea el humedal de Juan Amarillo. La estructura urbana, que además rela-ciona la el barrio con la urbanización contigua, reinterpreta la nor-mativa urbana dictada por el DAPD34 en su momento. Posteriormen-te Colsubsidio compra un terreno adyacente en el que se repite la estructura urbana de las rotondas. La propuesta incluye una mezcla de estratos, por lo que se construyen agrupaciones de vivienda uni-familiar que pueden ampliarse. La estructura urbana propuesta por Germán Samper se ha ocupado con edificios diseñados por su equi-po, así como por otros arquitectos, siguiendo los principios urbanos mencionados.

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| El proyecto como investigación: las propuestas urbanas de Germán Samper Gnecco para la conformación de áreas residenciales | Marcela Ángel Samper | 111

31 G. S., cuaderno de apuntes proyecto Ciudadela Colsubsidio nro. 1.32 El acuerdo 7 es la norma con la que se hace el proyecto Ciudadela Col-

subsidio. 33 G. S., cuaderno de apuntes proyecto Ciudadela Colsubsiodio nro. 1.34 En ese momento, Departamento Administrativo de Planeación Distrital;

Secretaría de Planeación.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, 1983. © Archivo personal de Germán Samper.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, 1983. © Archivo personal de Germán Samper.

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, lotes urbaniza-ciones El Cortijo, Colsubsidio, Bolivia, s. f. © AB-FS R919.05

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, Plano de tipo-logías urbanísticas, residenciales y su localización, s. f. © AB-FS 298.13

Coda: la investigación está abierta

Una de las tantas preguntas que resultan al repasar los temas de la investigación de Samper está relacionada con la pertinencia de sus ideas y la vigencia de sus propuestas. Por un lado, la estructura ur-bana de las áreas residenciales sigue requiriendo estudios y nuevas soluciones. Salvo contadas excepciones, no se hacen mejores barrios y urbanizaciones hoy, y son pocos los que se destacan por la calidad de sus espacios urbanos, tanto desde la perspectiva de la gente que los habita como para el conjunto de la ciudad. Es más fácil hallar bue-

nos ejemplos en los barrios residenciales promovidos por el Estado entre los años cincuenta y sesenta, como se ha mencionado antes. Es posible afirmar que la investigación de Samper sugiere alternativas sobre las cuales se puede trabajar.

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Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, diciembre de 1984. © AB-FS 2329.22

Esguerra Sáenz, Urdaneta, Samper, G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, 1986. © AB-FS R919.01

proyectos de Samper y sujetos a mayor estudio se encuentran as-pectos relacionados con el manejo de los bordes de áreas residen-ciales en contacto con las vías de carácter metropolitano y estas entendidas como espacio público, la manera en la que las agrupa-ciones conforman la calle, el papel de las agrupaciones en las áreas construidas, sus dimensiones, su relación con la malla vial, para mencionar solo algunos. Así mismo, en relación con los elementos de la estructura urbana, la aplicación de la supermanzana, o la uti-lidad de separar o no vías vehiculares y peatonales.

Como lo afirma Samper, el trabajo sobre la estructura urbana y los equipamientos requiere la atención del sector público y juega un papel muy importante en el mejoramiento de la calidad de vida y en la construcción de una identidad ciudadana en los sectores que se han desarrollado informalmente, o a través de lo también que se denomina producción social del hábitat, los cuales además represen-tan más de la mitad del área construida en muchas de las grandes ciudades de nuestro país. No solo los proyectos de este tipo desarro-llados particularmente en Bogotá y Medellín en las última décadas lo confirman, también lo demuestran propuestas desarrolladas en otros países35 con condiciones similares a las nuestras.

Como lo manifiesta Samper desde el inicio de su investigación, el trabajo en el espacio urbano es solo uno de los muchos aspectos que se deben integrar en este tipo de intervenciones. Adicionalmente, la investigación de Samper representa una oportunidad para pregun-tarse nuevamente sobre el desarrollo urbano incompleto y sobre cuáles serían las condiciones y circunstancias que lo harían posible y deseable actualmente.

Para mencionar algunas, sería interesante revisar la propuesta de Samper para la ciudadela Real de Minas. Esta representa una manera de abordar proyectos urbanos de gran envergadura, a tra-vés de un plan maestro y un plan de masas que, contando con la participación de distintos arquitectos y urbanistas, resulte en una estrategia eficaz para lograr entornos urbanos que se parezcan más a las ciudades construidas en el tiempo (con la riqueza y la diversi-dad que las caracteriza) y no a aquellas áreas residenciales de apa-rición casi instantánea en las que solo se repiten un mismo tipo de espacios urbanos y una misma arquitectura. Es posible también preguntarse con Samper sobre la manera como la arquitectura re-sidencial (también cuál arquitectura y qué tipologías residenciales) define y conforma espacios urbanos amables, apropiados y a escala humana, en los que se establezcan jerarquías y relaciones adecua-das entre lo público, lo privado y lo colectivo; a su vez, confirmar, como lo propone Samper, la necesidad de nombrarlos y caracte-rizarlos y no suponer que quedan definidos con la aplicación de los índices y los porcentajes las normas urbanas. Esbozados en los

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| El proyecto como investigación: las propuestas urbanas de Germán Samper Gnecco para la conformación de áreas residenciales | Marcela Ángel Samper | 113

G. S. G., Ciudadela Cosubsidio, aspectos del diseño urbano, 1983. © Archivo personal de Germán Samper.

36 Los edificios en altura requieren ascensores y equipos técnicos que son costosos de mantener.

37 Nueve proyectos para el futuro de Madrid EMV projects, los programas de renovación de urbana de Barcelona y las nuevas propuestas de vivien-da en Viena, entre muchas otras.

Ciudadela Cosubsidio. © Archivo personal de Germán Samper.

35 Por ejemplo, el proyecto Paraisópolis. Plan de Desarrollo Urbano 2010-2025, São Paulo (Brasil). Amorim, Otero, Pirondi, en revista dearq. nro. 6. Calidad del hábitat urbano. Facultad de Arquitectura y Diseño, Universi-dad de los Andes, julio de 2010.

La densidad, una de las preocupaciones permanentes de Sam-per, sigue siendo un tema de reflexión, tanto en la ciudad construida como en las áreas metropolitanas en las que se están transformando las grandes urbes de nuestro país. Es necesario preguntarse cómo lo hace Samper si las densidades logradas con edificios en altura pro-ducen espacios urbanos amables para la vida, si son sostenibles en el tiempo, es decir, si las comunidades los pueden mantener,36 y si el avance de sistemas constructivos y nuevas tecnologías garantizan hoy una menor inversión, al compararla con la que se requiere para construir los de mediana altura. En las áreas metropolitanas, es pre-ciso pensar en soluciones que garanticen núcleos urbanos compac-tos y densos, que eviten la suburbanización con todos sus proble-mas. No sobra mencionar que, como se puede constatar a través de ejemplos conocidos, en algunas ciudades europeas la vivienda baja de alta densidad es actualmente tema de estudio y reflexión, y exis-ten ejemplos exitosos de proyectos desarrollados bajo esa premisa.37

Finalmente, se puede concluir que la investigación de Germán Samper ofrece muchas ideas que vale la pena estudiar y en las cuales se puede profundizar. Es posible y deseable revisar y actualizar algu-

nas de sus reflexiones, con mayor razón en este momento, cuando en el país se están proponiendo nuevos y extensos desarrollos de áreas residenciales como parte de políticas de Estado.

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autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios

sobre la densidad

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| Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios sobre la densidad | 115

En 1957, Germán Samper desarrolla el barrio La Fragua, apoyado en lo social por su esposa, Yolanda. Las condiciones económicas y sociales precarias de los futuros propietarios imponen un reto que genera tres respuestas: es un proyecto de vivienda por autoconstruc-ción dirigida, las casas son productivas y de desarrollo progresivo, y mejora la densidad lograda por el esquema tradicional de barras de lotes paralelos a las vías vehiculares con un sistema de lotes mezcla-do con peatonales. Un experimento con éxitos y fracasos de los que aprenden los Samper, los futuros propietarios, el Gobierno local y el nacional. El trabajo comunitario de La Fragua se convierte en modelo social replicado por el Instituto de Crédito Territorial (ICT) y llega a ser uno de los principales medios para dar soluciones de vivienda social frente a un déficit que parece nunca disminuir. En lo disciplinar, Sam-per entiende que en este tipo de proyectos el principal problema no solo está en resolver la unidad de vivienda, sino en la manera en que ellas se agrupan, es decir, la ciudad resultante, que es la que perdura en el tiempo y la que permite dar calidad de vida a sus habitantes. Recorrer hoy en día las calles de este pequeño barrio, antes periféri-co, hoy central, reconociendo los vínculos de afecto que sus habitan-tes tienen para con Germán Samper y Yolanda Martínez de Samper, corazón del proyecto, hace que todo el trabajo aquí presentado ten-ga un sustento no solo teórico y disciplinar, sino también humano.

Los barrios de La Fragua y Sidauto son realizados con diez años de diferencia, con el objetivo de construir una comunidad de viviendas asequibles a las familias de bajos ingresos, a partir del método de autoconstrucción dirigida. Con la reunión de un grupo de familias

interesadas en adquirir una vivienda propia y en utilizar su fuerza de trabajo para este fin y con la asesoría permanente del arquitecto, la construcción se lleva a cabo inicialmente los fines de semana y pos-teriormente todas las noches. La propuesta de reducir el área de los lotes individuales, así como algunas vías vehiculares, permite a Sam-per aumentar el número de viviendas por hectárea y al mismo tiem-po plantear espacios públicos, como pequeños parques o plazoletas, hace que los proyectos sean económicamente viables. Mientras La Fragua inicia los proyectos de autoconstrucción dirigida que el ICT promueve en los años siguientes, Sidauto permite a Samper abordar con profundidad y mayor experiencia el tema de la vivienda de creci-miento progresivo y la vivienda baja de alta densidad.

Los proyectos se enmarcan en un contexto de nuevas formas de participación ciudadana, promovidas a través de las juntas de acción comunal (Ley 19 de 1958) y concebidas por el arquitecto Jorge Gai-tán Cortés, concejal de la ciudad durante el gobierno de Alberto Lle-ras Camargo. Las juntas de acción comunal adquieren una relevancia fundamental para la ejecución de proyectos de «esfuerzo propio y ayuda mutua», reinterpretando el modelo de las tradicionales min-gas, en las que los vecinos se reúnen para ayudar a construir una vivienda.

En Sidauto, Samper trabaja una unidad de vivienda susceptible de tener desarrollo progresivo sin alterar el contexto de una manera tan radical, como sucede en La Fragua; en Carimagua aplica varias de las alternativas exploradas en los ejercicios de formas de agrupación y tamaños de lotes que permiten lograr mayores densidades.

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Barrio La Fragua| Diana Ruiz | Juana Salcedo |

Fecha: 1958-1962

Lugar: Bogotá

Autores: Germán Samper, Yolanda Martínez de Samper

Cliente: Sociedad Mutuaria de Autoconstrucción, La Fragua

Área del lote: 1,5 ha

Número de viviendas: 94

Áreas de vivienda (inicial): 43.50 m2 en el primer piso y 25 m2 en el altillo y 20 m2 en espacio productivo

● Plano de localización de La Fragua en Bogotá, en la carrera 31 con calle 17 sur.

Aerofotografía de Bogotá con el proyecto de La Fragua resaltado, 1970.

El barrio La Fragua constituye una de las primeras experiencias de autoconstrucción en Colombia. El proyecto, diseñado por el arquitecto Germán Samper y gestionado por su esposa, Yolanda Martínez de Samper, es concebido como una «unidad residencial comunitaria»1 que permite aumentar la calidad de vida de un gru-po de trabajadores. Se inicia durante una época de intenso creci-miento demográfico de Bogotá y se desarrolla en una zona en ese entonces periférica, pero hoy central de la ciudad.

Los retos y temas abordados en este proyecto dan inicio a la in-vestigación sobre el tema de la vivienda que Samper ha venido desa-rrollando de manera constante a lo largo de su ejercicio profesional. Además, La Fragua se convierte en un caso ejemplar de las oportuni-dades que ofrecen los proyectos de esfuerzo propio y ayuda mutua para una población de escasos recursos económicos.

El proyecto parte de redistribuir el trazado propuesto inicialmente por el Estado y explora una nueva forma de agrupación de la vivienda que busca alta densidad en baja altura. Sin romper con la continuidad del tejido urbano circundante, el arquitecto elimina la vía vehicular central entre las dos manzanas alargadas, adjudicadas por el ICT y las convierte en una manzana de mayor tamaño, cuya red interna de cir-culaciones peatonales y espacios públicos ofrecen lugares de encuen-tro para los habitantes y de juego para los niños. Además, al disminuir el área del loteo tradicional propuesto por el ICT, Samper logra au-mentar la cantidad de viviendas disponibles: los 76 lotes previstos en el trazado inicial se transforman en 94 lotes, tres parques y un salón comunal.

El arquitecto explora una tipología de vivienda flexible que pueda crecer progresivamente, según la capacidad financiera de sus habi-tantes, y que ofrezca posibilidades de ser productiva. La casa comien-za a construirse por el llamado cuarto de atrás, un espacio adjunto y con acceso independiente, utilizado de distintas maneras durante la evolución del barrio. Estos cuartos sirven de residencia provisional mientras se construyen las viviendas, con el fin de evitar las largas jornadas de transporte que las familias realizan diariamente. Con el tiempo, muchas de estas habitaciones se convierten en espacios

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| Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios sobre la densidad | Barrio La Fragua | 117

productivos: talleres, tiendas o apartamentos de alquiler. Además, durante los primeros años del barrio, algunos de estos espacios son tomados en arriendo por el Distrito para que funcionen como aulas para una escuela al servicio de 650 niños de la comunidad. Así, la vivienda, además de cumplir con su función de alojamiento, sirve de espacio productivo, siendo un soporte económico para las familias.

En el diseño de las unidades de vivienda, Samper busca que las actividades del hogar puedan estar separadas en espacios diferen-tes, con áreas para una cocina y un baño. El diseño permite que las alcobas de los padres y de los hijos sean independientes y plantea también la posibilidad de construir un altillo para una habitación

1 «Quisimos diseñar un conjunto que fuera una unidad residencial comu-nitaria y no una aglomeración de viviendas»: tomado de la cartilla Ca-sas por esfuerzo propio y ayuda mutua en el barrio La Fragua, Bogotá

Germán Samper Gnecco, La Fragua, s. f.: planta general. © AD - FS 122.630.140.11

adicional. Los espacios no se rotulan con el nombre de alcoba, sala, comedor, etc., con el propósito de que cada familia decida cómo dis-tribuir y usar el espacio, de acuerdo con sus propias necesidades. Por otra parte, se buscan técnicas de construcción sencillas y ma-teriales económicos; se utilizan muros portantes en bloques de ce-mento, pisos en cemento para terminar posteriormente y cubierta en teja de asbesto cemento.

El barrio La Fragua se propone bajo el modelo de autoconstrucción dirigida e involucra desde el inicio la participación de distintos ac-tores. El trabajo del arquitecto Samper es complementado por las asesorías técnicas del Centro Interamericano de Vivienda (Cinva),

(Colombia). Informe de la señora Yolanda Martínez de Samper, presenta-do en la reunión del comité ejecutivo del Consejo Internacional de Muje-res (Cidem), en Interlaken (Suiza), en julio de 1964.

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118 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., La Fragua, abril de 1959: perspectivas interiores y exteriores y planta de casa. © AD - FS 122.611.140.08

G. S. G., La Fragua, s. f.: perspectiva general. © AD - FS 122.606.140.07

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| Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios sobre la densidad | Barrio La Fragua | 119

G. S. G., La Fragua, noviembre de 1960: perspectivas interiores. © AD - FS 122.624.140.10

G. S. G., La Fragua, noviembre de 1960: detalles construcción de cama alcoba de padres, cuna alcoba de padres. Bancos largos. Dibujo y diseño: J. Vélez. © AD – FS 122.190.225.09

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Organigrama y plan de acción de Yolanda Martínez de Samper (Bogotá, 1959). © GS - AP

Cuadernillo Casas por esfuerzo propio y ayuda mutua en el barrio La Fragua (Bogotá, 1964). © GS - AP

Folio de recortes de prensa del diario El Espectador (Bogotá, febrero de 1961). © GS - AP

así como por la participación de gestores y trabajadores sociales. El papel de Yolanda Martínez de Samper es fundamental a lo largo de todo el proceso, pues como organizadora de la iniciativa, está en permanente contacto con las familias, resolviendo los pormenores y problemas que surgen en un proyecto que involucra a más de cuatro-cientas cincuenta personas. El Estado ofrece apoyo financiero y técni-co por medio del ICT y la comunidad participa activamente con mano de obra. Bajo este modelo de gestión se logra, además de la edifica-ción del barrio, la construcción de la comunidad que lo caracteriza.

Este proyecto ofrece enseñanzas en términos urbanísticos, ar-quitectónicos y de gestión. La reinterpretación de la manzana, la

flexibilidad del tipo edificatorio y las relaciones establecidas a través de la autoconstrucción son valores rescatables hoy para construir ar-quitectura con sentido de comunidad.

Las viviendas originales, en la mayor parte de los casos, son transformadas siguiendo las necesidades de sus propietarios y en la actualidad el barrio se mimetiza en el entorno urbano inmediato. Las casas reflejan hoy el desarrollo de las familias que las habitan. Infortunadamente, el crecimiento desmedido de algunas de ellas ha generado problemas técnicos de resistencia sísmica o ha desmejo-rado la calidad urbana de las calles interiores, tras cerrarse los ante-jardines. Sin embargo y más allá de los juicios estéticos, el barrio La

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| Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y ejercicios sobre la densidad | Barrio La Fragua | 121

Mosaico de imágenes del barrio La Fragua, desde su construcción hasta la actualidad. © GS - AP, Diego Samper y Catalina Samper.

Fragua posee valor tanto por la experimentación urbanística y arqui-tectónica como por los procesos sociales que involucra durante su construcción. En palabras de Germán Samper:

Puedo decir que, en el ejercicio de mi profesión, esta obra representó

para mí un viraje radical. Fue un aterrizaje forzado, al entrar de lleno en

la realidad del país. Conocer la pobreza de muchos compatriotas y tam-

bién conocer su coraje para enfrentar una vida dura, que se supera sólo

con esfuerzo y perseverancia.

Germán Samper: La evolución de la vivienda, p. 58.

De la experiencia con el barrio La Fragua, Samper saca dos conclusio-nes fundamentales para continuar con su trabajo en vivienda. Res-pecto a lo urbano, entiende que es el asunto principal por resolver en este tipo de proyectos. La estructura urbana es lo que perdura, no la casa. El planteamiento original estaba lleno de buenas intenciones., pero la realidad fue más fuerte que la decorosa concepción de las casas. De hecho, siempre quedará la duda de por qué Samper no usa en La Fragua el modelo de «una casa – un árbol» (que a su vez es una variación del modelo de la casa Dom-Inó) en el desarrollo de las vi-viendas. Ya lo había hecho en las casas del BCH y estará latente en los proyectos posteriores, desde Sidauto y, en especial, en Ciudad Bolívar.

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● Plano de localización de Sidauto en Bogotá, proyecto localizado entre las carreras 91 y 90 y las calles 90 y 96.

Aerofotografía (1984) de Bogotá con el proyecto de Sidauto resaltado. © IGAC

Sidauto

Fecha: 1968

Lugar: Bogotá

Autores: Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper

Cliente: Sociedad de Autoconstrucción de Conductores de Colombia

Área lote: 3 ha (aprox)

Número de viviendas: 191

Áreas de vivienda (inicial): 40.50 m2 en primer piso y 40.50 m2 en segundo piso

Diez años después del proyecto de La Fragua, Gerardo Beltrán, con-ductor de buses municipales y quien había conocido el proyecto de La Fragua, propone a los esposos Samper iniciar un nuevo proyecto de autoconstrucción dirigida. Acuerdan que Beltrán se encargue de la organización del grupo, de hacer las convocatorias, administrar los fondos, liderar el trabajo comunal y formar la junta de acción comunal; Germán Samper es el arquitecto y Yolanda Martínez, el enlace entre el ICT y la junta. La convocatoria para este proyecto co-lectivo tiene un resultado exitoso, pues 200 familias deciden partici-par en la construcción de vivienda propia. El ICT otorga en préstamo un lote de 1600 m2 en el Quirigua y el proceso de construcción toma cuatro años.

Samper presenta una propuesta de viviendas que crecen por eta-pas, en un lote cuadrado que deja la mitad del terreno sin construir, con miras a tener un patio interior, y proyecta cuatro variantes, se-gún la localización de la escalera. En la primera etapa se construirían una habitación grande, baño y cocina, con cubierta de canaleta, con muros y cimientos para levantar un segundo piso que en el futuro tendría tres alcobas. Paralelamente, el ICT ofrece un modelo de vi-vienda con un presupuesto menor y de mayor área, pero con mate-riales precarios y sin posibilidad de ampliación. Germán Samper y su esposa, Yolanda, proponen que la decisión sea tomada por los futu-ros habitantes, razón por la cual en el terreno se instala una casa mo-delo del ICT y una maqueta de la propuesta de Samper, y se presenta cada uno de los proyectos. Allí, el 95 % de los habitantes elige la pro-puesta de Samper, debido a la posibilidad de lograr un crecimiento en el futuro. Más adelante se consigue un préstamo adicional y las casas se construyen completas. Las casas se diferencian, además del color, por los muros medianeros que sobresalen del paramento de fachada. En muchos casos, las casas tienen ahora tres plantas y su transformación incluye la construcción del patio interior.

Esta realidad es un problema que aqueja a la ciudad: los propie-tarios de las viviendas, con tal de construir hasta el último metro cuadrado posible con el fin de tener espacios para alquilar, tener un taller o alojar a la familia que crece, produce un deterioro de la cali-dad de vida al desarrollar buena parte de la vivienda con unas con-diciones de luz y ventilación que no son las correctas. De hecho, es posible que Samper haya estado pensando, tras los cambios sufridos

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Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía., Sidauto, febrero de 1970: planta de casas, alternativa 3. 199 casas. Plancha A-7. © Archivo de Bogotá Fondo Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper. 125.397.220.11.

Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía., Sidauto: perspectiva general. Plancha A-20. Noviembre de 1970. © AB - FESUS 125.409.220.12.

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en las casas de La Fragua, en cómo prevenir este asunto al construir Sidauto. Por esto, los lotes cuadrados con patio interior son la alter-nativa al lote de formato rectangular con antejardín y jardín poste-rior, que son usualmente ocupados con construcciones y generan el problema descrito. Las viviendas ubicadas sobre las vías comerciales han tenido fuertes transformaciones, y la mayoría de los patios han sido ocupados aunque, para el propio Samper, Sidauto ha tenido me-jor suerte que La Fragua.

Respecto al proyecto urbano, al igual que en el caso de La Fragua, las viviendas de Sidauto se agrupan alrededor de pequeños parques y plazoletas de carácter estrictamente peatonal. En este caso aparecen los vehículos privados y el planteamiento de dos zonas de parquea-deros colectivos rodeados por vivienda y controlados por una puerta,

para mayor seguridad. El espacio público es el único equipamiento propuesto en este proyecto de autogestión.

Este barrio sirvió de ejemplo ante las Naciones Unidas cuando, en una de

sus asambleas, Jorge Zapp y Hugo Rubial, funcionarios de Naciones Uni-

das en Colombia, plantearon el concepto de vivienda productiva –que

relaciona el problema de vivienda y de empleo–, el cual fue adoptado

por esta asamblea.

Germán Samper, La evolución de la vivienda.

En un artículo publicado por El Tiempo, titulado «Viviendas para 2939 familias», con motivo de la inauguración del barrio El Tejar del ICT, en marzo de 1962 y que Germán Samper guarda entre su archivo per-sonal, se define lo que significa la modalidad de gestión emprendida

Germán Samper, esquemas para la soluciòn del modelo de casa en planta cuadrada con patio en planta y alzado, 8 de septiembre de 1969. © AD-FESUS 191456.2866.46

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Mosaico de imágenes del barrio Sidauto, desde su construcción hasta la actualidad. © Rafael Garzón Dueñas, Diego Samper y Catalina Samper.

para vivienda obrera por el instituto, conocido como «ayuda mutua y esfuerzo mutuo» con el cual fue realizado también Sidauto:

El sistema funciona como sigue: se les vende a los interesados el lote

con los servicios públicos a domicilio y se les hace un préstamo para

materiales. Además, se les da ayuda técnica, planos, dirección durante la

construcción y servicio social.

Con las anteriores condiciones las familias construyen sus propias casas,

es decir, aportan la mano de obra. El sistema ha dado un éxito extraordi-

nario: se hacen un promedio de 1000 casas en dos meses.

En Sidauto, Samper logra depurar algunos de los asuntos apren-didos en La Fragua. El cambio en el modelo de vivienda utilizado fue efectivo. Programar las trasformaciones posibles de los diferentes ti-pos y darlo a los futuros usuarios sirvió para que en efecto, muchas casas hayan continuado hasta la fecha, siguiendo los lineamientos del proyecto. Es decir, las transformaciones no son tan agudas como se sucedieron en La Fragua. El modelo de casa de Sidauto es también el comienzo de la experimentación con el lote de planta cuadrada con patio que va a continuar trabajando Samper en Previ, entre mu-chos otros proyectos.

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Fecha: 1968

Lugar: Bogotá

Autores: Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper

Cliente: Atuesta, Guarín y Pombo

Área lote: 20 ha (aprox.)

Número de viviendas: 458 viviendas en agrupaciónEn multifamiliares no hay dato

Urbanización Carimagua

● Localización de Proyecto en Bogotá, entre las carreras 72 H y 72 I y las calles 38 A sur y 40 sur.

Aerofotografía de Bogotá con el proyecto de Carimagua resaltado, 1995. © IGAC

Este proyecto es una aplicación de los ejercicios de agrupación y densificación desarrollados por Samper. Aunque solo se construye una parte de la propuesta, Samper demuestra a los constructores la posibilidad de aumentar el número de viviendas estimadas en el loteo convencional propuesto por un ingeniero que buscaba ofrecer el plan al ICT. A partir de la utilización de lotes de menor área, de una manera similar a los proyectos de La Fragua y Sidauto, Samper propone reducir las vías vehiculares y formar agrupaciones con pe-queñas plazoletas y parques en lotes rectangulares, agrupados en cuatro tipos de morfologías urbanas:

• Sobre las vías principales (V3), Samper propone multifamiliares. Son edificios de cinco plantas, formados por tres apartamentos por piso, cada edificio exento sobre un espacio ajardinado.

• Los conjuntos que más sobresalen son los 20 de planta hexago-nal, formados cada uno por 20 casas, en cuyo interior se diferen-cia un espacio público común al grupo de casas, mientras que en el exterior los antejardines son apropiados por cada unidad de vivienda por separado. Un experimento en el que Samper ya trabaja una idea de agrupación, que por esos mismos días estará presentando como reglamentación para la ciudad, como se verá más adelante. Sobre las vías vehiculares internas, las viviendas tienen previsto desarrollar un espacio adicional para comercio o taller. Las casas tienen 4,5 m de frente, pero como los lotes tienen diferente longitud por la forma de la agrupación, las áreas de los terrenos varían entre 59,59 y 91,51 m2.

• Otra de las agrupaciones está inscrita en un cuadrado de 36 m de lado y está formada por 16 casas de 4,5 m de frente, que giran en torno a un pequeño espacio central abierto y comunal. Son 20 agrupaciones.

• El cuarto tipo de agrupación está organizado en una planta de 50 x 53 m2, con lotes de 4,5 m de frente también. La solución es análoga a las agrupaciones anteriores y de este tipo, propone cuatro en total.

En una y otra, Samper estudia las densidades posibles con lotes de 4,5 o 5 m y en todos propone, en medio del trazado de peatona-les, espacios públicos que, a manera de plazas, dan aire y holgura al proyecto urbano. De hecho, propone tres tipos de espacios públicos abiertos: parques, plazas y plazoletas; los dos primeros, de carácter público y el último, de carácter colectivo.

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Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía., Carimagua, s. f.: estudio teórico de agrupaciones de viviendas. Plancha nro. 10. Trazado urbano tradicional. © AB - FESUS.

Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía., Carimagua, s. f.: estudio teórico agrupaciones de agrupaciones de viviendas. Plancha nro. 11. trazado urbano con agrupaciones de vivienda. © AB - FESUS.

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Así mismo, en el proyecto se tiene en cuenta la necesidad de los equipamientos públicos necesarios para la población –una concen-tración escolar, una guardería, un salón comunal, consultorios, cen-tro comercial, talleres, locales comerciales y parqueaderos–. Uno de los principales problemas de este tipo de proyectos es que, al cons-truirse parcialmente, normalmente se dejan sin construir los equipa-mientos, tan necesarios a la vivienda como la vivienda misma.

Como es común a este tipo de proyectos, las viviendas son trans-formadas por medio de rejas, nuevos pisos y apropiación del espacio urbano. Sin embargo, el cambio no es tan radical como en La Fragua. Las casas, resueltas en dos plantas de 4,5 x 6,5 m2, están formadas por un programa básico de espacio social, cocina, baño, antejardín y jardín posterior en el primer piso y tres habitaciones, previstas para cinco habitantes, con su respectivo baño, en el segundo. Los muros medianeros sobresalen de la línea de paramento y hacen evidente el cambio de una casa a otra, resaltado también por el cambio de color de las fachadas, que se ha mantenido en buena medida hasta la fecha. De hecho, cuenta Samper que las casas tienen mucho éxito entre los propietarios.

Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía., Carimagua, 1966: heligrafía planta verde. © AB – FESUS, Urdaneta, Samper y Cía. 174.356.2214.14.

Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía., Carimagua, 1968: planta vecindad. © AB – FESUS 172.474.2227.05.

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| Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y densidades | Urbanización Carimagua | 129

Germán Samper, perspectiva de uno de los espacios comunales del proyecto de Carimagua, s. f. © GS - AP

Mosaico de imágenes del barrio Carimagua, con fotografías de la época en blanco y negro y color. © GS - AP

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Ejercicios de densidades

Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper, estudio teórico de agrupaciones: agrupación tradicional y agrupación en tablero de ajedrez, julio de 1966, nro. 137.858.1273.22. © AB - FESUS

Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper, estudio teórico de agrupaciones, vecindarios cruciformes, julio de 1966, nro. 134.858.1273.05. © AB - FESUS

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| Autoconstrucción dirigida, vivienda productiva y densidades | Ejercicios de densidades | 131

Germán Samper Gnecco, estudio de transporte de Bogotá: el lote cuadrado, julio de 1969, nro. 137.858.1272.10. © AB - FESUS

Germán Samper Gnecco, estudio de transporte de Bogotá, tipo de alta densidad, julio de 1969, nro. 137.302.1272.06. © AB - FESUS

Para Samper, la ciudad debe ser densa y compacta, idealmente. Al final de la década de los 50, entiende que el suelo es un bien escaso, que debe ser protegido y consumido por todos en su justa medida, particularmente en las ciudades latinoamericanas, donde los costos de la extensión de la ciudad hacen todavía más difícil proveer de vi-vienda y equipamientos a la población de menores recursos. A partir de esta reflexión, Samper elabora numerosos ejercicios con miras a verificar qué tipo de loteo resulta mejor, en términos de aumentar densidades (número de habitantes por hectárea) a partir de agrupa-ciones; estos son publicados en la revista Escala 17, en 1966, con el título «Síntesis de una doctrina».

Con La Fragua, Samper hace conciencia sobre la importancia de desarrollar proyectos de baja altura y alta densidad, como un medio

para mejorar la calidad de la vida urbana en los sectores populares de menores ingresos, teniendo en cuenta que los costos son meno-res y permiten el desarrollo progresivo; estas ventajas no las tienen los edificios en altura. A partir de numerosos ejercicios teóricos, Samper plantea distintas alternativas de implantación de viviendas individuales a partir de la formación de agrupaciones en lotes cua-drados, rectangulares, hexagonales o de formas libres. Al compactar y localizar varias viviendas en un lote, se crean vías peatonales inte-riores y se reducen las vehiculares: menores costos y densidades más altas. Un primer resultado de esta aproximación es el barrio Carima-gua (1968). La síntesis es Previ (1969).

Se publican aquí una serie de bocetos originales de estos ejercicios.

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la vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones

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A mediados del siglo XX, las ciudades latinoamericanas tienen dos formas de crecimiento urbano, paralelas y antagónicas: uno descon-trolado hacia la periferia y uno reglamentado, que busca la densifica-ción de las áreas centrales, principalmente con el uso de edificios en altura. En sus estudios de vivienda para familias de escasos recursos, Germán Samper entiende que las propuestas de vivienda baja de alta densidad que se estudian en Inglaterra y Norteamérica son las alternativas más cercanas a la realidad de los barrios de desarrollo progresivo.

La declaración de principios que propugna Samper es contunden-te: romper el trazado de la manzana alargada, abandonar el concep-to de la calle tradicional, separar peatón y automóvil, reducir el área de los lotes y proyectar viviendas compactas que ayuden a mejorar la densidad, entendiendo que no hay separación posible entre urba-nismo y arquitectura. Solo entonces será posible ser un arquitecto completo, encontrando la economía básica de la vivienda que permi-ta superar el déficit y ofrecer un ambiente propicio para el desarrollo de las comunidades y por ende, de las ciudades.

Como resultado de Previ y de los ejercicios de densidades, Samper formula las agrupaciones residenciales, durante su segundo pe-riodo como concejal de Bogotá (Acuerdo 82 de 1967): se fomen-ta la vivienda baja de alta densidad, se busca frenar la expansión de Bogotá al permitir que uno, dos o más lotes puedan unirse para construir agrupaciones de vivienda en serie. Para Samper, una agru-pación debe tener un área no mayor a una hectárea, para no in-terrumpir la malla vial de la ciudad, con parqueaderos comunales, con menos vías vehiculares y con un lugar comunal de encuentro entre los vecinos, como espacio de transición, antes de entrar a las viviendas. Con reglamentos, los habitantes pueden ejercer control sobre las ampliaciones de cada vivienda, para mantener una calidad espacial adecuada. Dos ejemplos de escalas muy diferentes sirven

para entender las agrupaciones desde la perspectiva de Samper: La Alhambra y Las Brujas. En el Acuerdo 82 de 1967, la definición de agrupación es la siguiente:

Obra diseñada y ejecutada bajo un mismo concepto urbanístico y ar-

quitectónico, compuesta por tres o más unidades habitacionales, uni-

familiares o multifamiliares, en la cual la existencia y localización de los

bienes de propiedad y uso privado están subordinados a la existencia y

localización de áreas y bienes de propiedad comunal.

Germán Samper, Acuerdo 82 de 1967.

La experiencia con el modelo de una casa-un árbol trabajado con Le Corbusier para el Plan Director de Bogotá, así como el proyecto de La Fragua, sirven para introducir a Samper en la investigación sobre la densificación en baja altura, como un medio para mejorar la ca-lidad de la vida urbana. A partir de numerosos ejercicios teóricos, Samper plantea distintas alternativas de implantación de viviendas individuales a partir de la formación de agrupaciones en lotes cua-drados, rectangulares, hexagonales o de formas libres. Al compactar y localizar varias viviendas en un terreno, a partir de vías peatonales interiores y reducción de vías vehiculares, se logra un aumento de la densidad y una significativa disminución de los costos de la vivienda. Samper argumenta la necesidad de construir vivienda baja por los altos costos de los edificios multifamiliares y la dificultad de un cre-cimiento progresivo individual, que impiden que sea una alternativa viable para la población de menores recursos.

La alta densidad es creadora de espacios urbanos colectivos, que más

adelante llamaría recintos. Era una opción más económica y que tenía

en cuenta que la vivienda individual es un sueño de las familias latinoa-

mericanas.

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Vivienda individual de alta densidad o alta densidad en baja altura es

un paradigma realizable y puede ser el camino para todos los países de

América Latina. Es una fórmula que surge de manera espontánea en

todas partes donde es necesario intensificar el uso de la tierra, hacer

economías urbanas, pero a la vez, para darle a cada cual un techo propio

donde vivir y también mejorar sus ingresos.

Germán Samper, La evolución de la vivienda, p. 77.

Con el Acuerdo 82 de 1967, Samper busca frenar la expansión de Bogotá por medio del aumento de la densidad de las áreas residen-ciales, teniendo en cuenta que se estimaba que en los diez años si-guientes Bogotá duplicaría su población. Con su propuesta, Samper plantea que el área de expansión urbana llegaría a ser un 50 % menor si se creaban viviendas compactas que permiten un mayor número de lotes de menor área por hectárea:

La ciudad más compacta requerirá menos vías, reducción de longitud de

redes de acueducto, de alcantarillado, de electricidad, de teléfonos; por

consiguiente, habrá una fuerte economía en obras urbanas. En cuanto

a los lotes más pequeños dentro de una misma área, hará que baje el

costo de ellos y se pongan al alcance de un mayor número de personas.

Germán Samper, Acuerdo 82 de 1967.

Samper elabora numerosos ejercicios de densificación a partir de agrupaciones, y estos son publicados en la revista Escala, en 1966; el primer resultado de esta aproximación es el barrio Carimagua (1968). Además, proyecta el barrio La Alhambra en Bogotá, que aplica el con-cepto de agrupaciones, así como la agrupación Las Brujas, construida y localizada a las afueras de Envigado (Antioquia). La normativa de agrupaciones de vivienda permite que durante las décadas de 1960 y 1970 surjan excelentes ejemplos arquitectónicos, destacados inter-nacionalmente por conciliar el espacio público y privado mediante el fortalecimiento de los espacios colectivos.

Sin embargo, dentro de la ciudad, pronto las agrupaciones trans-forman la escala y pasan a ser grandes áreas de terreno encerradas en medio de rejas, que construyen lo que conocemos como los «con-juntos cerrados», que transforman radicalmente la estructura de una ciudad, de abierta a cerrada, donde la vida ciudadana poco a poco se va perdiendo en nombre de la seguridad; un círculo vicioso, en don-de a mayor cerramiento, mayor inseguridad, puesto que las grandes extensiones de rejas convierten a la calle en un lugar sin apropiación por falta de actividad, entre otros.

Dejemos que sea el propio Samper quien describa la diferencia entre su propuesta de agrupaciones y los conjuntos cerrados:

La ciudadanía se acostumbró a ver este tipo de patrón urbano, cuyo

nombre oficial es agrupaciones de vivienda, y que la gente empezó a

llamar conjuntos cerrados, apelativo que siempre me ha parecido ina-

decuado y me molesta. Se empiezan a cerrar calles ciegas, privatizan-

do calles que deben ser de uso público y se hacen grandes conjuntos

cercados que abarcaban porciones de ciudad rompiendo la continuidad

de la red vial. Este tipo de anomalías y abusos degeneraron en una polé-

mica profesional sobre las ventajas de las agrupaciones, que no se centró

en la escala adecuada.

Una cosa es una pequeña agrupación de viviendas que pueden ocupar

un lote, con construcciones horizontales o verticales y que en nada mo-

difican el trazado vial y otra, los conjuntos de grandes proporciones que

destruyen el tejido público. Las normas de la ciudad siempre han dicta-

minado que no debe haber más de cuatro hectáreas sin que estén rodea-

das de vías públicas. Yo creo, además que la porción ideal sigue siendo la

manzana de 100 x 100 m2.

Germán Samper, La evolución de la vivienda, p. 101.

G. S. G., «Síntesis de una doctrina», en revista Escala nro. 17: «3. Separación del auto y el peatón. 4. Cambio de escala; 5. Búsqueda de un orden urbano».

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Esguerra, Sáenz, Urdaneta y Samper, estudio teórico de las agrupaciones de vivienda: detalle del plano: «La manzana colonial – la cuadra moderna», plancha nro. 5, julio de 1964. © FESUS. AB.

E. S. U. S., estudio teórico de las agrupaciones de vivienda: detalle del plano: «Vecindarios cruciformes», plancha nro. 9B, julio de 1964. © FESUS. AB.

E. S. U. S., estudio teórico de las agrupaciones de vivienda: detalle del plano: «Vecinda-rios con lotes cuadrados», plancha nro. 9C, esc. 1:1000, julio de 1964. © FESUS. AB.

E. S. U. S., estudio teórico de las agrupaciones de vivienda: detalle del plano: «Vecinda-rios en forma de medialuna», plancha nro. 9E, julio de 1964, esc. 1:1000. © FESUS. AB.

E. S. U. S., estudio teórico de las agrupaciones de vivienda: detalle del plano de propuesta de casas de 5 m de frente, plancha nro. 12. © FESUS. AB.

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Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ)

Fecha: 1969

Lugar: Lima (Perú)

Autores: Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper

Clientes: Municipio de Lima, ONU y PNUD

Área del lote: 40 ha

Número de viviendas: 1750 viviendas en agrupación

Áreas de vivienda (inicial): 84, 75, 90 m2 en primero y segundo piso con posibilidad de ampliación

En Perú (1967), el presidente y arquitecto Fernando Belaúnde Terry gestiona el Programa Experimental de Vivienda (Previ) en Lima, con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el PNUD. Uno de los apartados del proyecto consiste en diseñar y construir una comunidad de viviendas de bajo costo, a partir de un concur-so internacional. El arquitecto inglés Peter Land es encargado por la ONU de escoger a los 26 participantes, 13 internacionales (Herbert Ohl, de Alemania; Stirling, de Inglaterra; Svenssons, de Dinamarca; Esguerra, Sáenz, Urdaneta y Samper, de Colombia; Atelier 5, de Suiza; Korhonen, de Finlandia; Correa, de India; Kikutake, Maki y Kurokawa, de Japón; Íñiguez de Onzoño y Vásquez de Castro, de España; Han-sen y Hatloy, de Polonia; Aldo van Eyck, de Holanda; Candilis, Josic y Woods, de Francia, y Christopher Alexander, de EE. UU.) y 13 pe-ruanos (Miguel Alvariño; Ernesto Paredes; Miró, Quesada, Williams y Núñez; Gunter y Seminario; Morales y Montagne; Juan Reiser; Eduardo Orrego; Vier y Zanelli; Vella, Bentín, Quiñones y Takahashi; Mazzarri y Llanos; Cooper, García-Bryce, Graña y Nicolini; Chaparro, Ramírez, Smirnoff, Wiskowsky, y Crousse, Páez y Pérez-León) en el diseño y construcción de un sector de 1500 viviendas en un terreno

de 36 hectáreas. Land plantea que cada proyecto debe promover y desarrollar técnicas en arquitectura y construcción dentro del cri-terio de vivienda baja de alta densidad utilizando conceptos como racionalización, modulación, tipificación, crecimiento progresivo, fle-xibilidad y función.

El jurado, compuesto por José Antonio Coderch, de España; Hall-dor Gunnlogsson, de Dinamarca, Peter Land y Ernest Weissmann, por la ONU; Carl Koch, por EE. UU. y la UIA, Manuel Valega, Ricardo Malachowski y Eduardo Barclay, de Perú, y los asesores Darío Gon-zález, por Perú y Álvaro Ortega, por la ONU, define tres premios del mismo nivel para cada categoría. Los internacionales son Atelier 5, Herbert Ohl y Kikutake, Maki, Kurokawa. Los peruanos son Mazarri y Llanos; Chaparro, Ramírez, Smirnoff y Wiskowsky, y Crousse, Páez y Pérez León.

A pesar de tener ganadores, la decisión final de los organizado-res es construir 500 viviendas, donde se deben incluir todas las pro-puestas presentadas, y cada firma se encarga de un proyecto de 50 unidades de vivienda.

Haber sido seleccionado por Naciones Unidas al concurso PREVI de Lima

es un privilegio. No fueron escogidos arquitectos estrellas. En cambio,

fueron tenidos en cuenta el haber realizado ya trabajos en una vía co-

mún […] Todo estaba planeado para profundizar en la tendencia ya co-

rriente en algunos profesionales de buscar nuevos caminos en el campo

de la vivienda individual de alta densidad. Es una alternativa realista,

pero nueva.

Germán Samper, Escala 52.

Este programa abre una discusión referente a la vivienda económica y la construcción de nuevos sectores residenciales en la ciudad. Previ se estructura a partir de tres aspectos aplicados paralelamente, cuyo objetivo es desarrollar nuevos conceptos y técnicas constructivas uti-lizando experiencias peruanas y extranjeras: diseño y construcción de una comunidad de viviendas de bajo costo a partir de un concurso internacional; desarrollo de procedimientos y técnicas para rehabili-tar viviendas antiguas, y desarrollo de métodos de planificación del crecimiento de viviendas espontáneas.

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E. S. S., Previ, 1968: M. 4, Lección de la quinta Heeren. © AB - FS 122.239.138.02.

Fotografía de Germán Samper visitando la quinta Heeren en Lima, cuando se presentó en el concurso de Previ. © GS - AP

E. S. S., Previ, 1968: fotografía de la plazoleta comunal. © Peter Land.

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El Concurso Internacional Land plantea que cada proyecto debe promover y desarrollar técnicas en arquitectura y construcción dentro del criterio de vivienda baja de alta densidad. Entre los seleccionados internacionales para participar en el concurso, Land invita a la firma Esguerra, Saénz y Samper, a quienes había conocido por referencia del arquitecto Álvaro Ortega. Land visita a Samper y después de co-nocer el proyecto de La Fragua y las investigaciones publicadas en la revista Escala, invita a la firma a participar. Los intereses de Land coin-ciden con la investigación que Samper había iniciado hacía diez años.

La propuesta para el concurso de la firma representa una síntesis de la investigación en vivienda de Samper. El diseño urbano se es-tructura a partir de la creación de tres supermanzanas rodeadas por vías vehiculares y unidas a partir de caminos peatonales que

integran los servicios comunales en pequeños subcentros; cada supermanzana, dividida en varias agrupaciones residenciales de 80 x 80 metros2, aproximadamente. Al igual que en los proyectos desarrollados en Colombia, las agrupaciones conforman pequeñas plazoletas y tienen un carácter estrictamente peatonal. Este esque-ma representa un sistema abierto, replicable en futuros desarro-llos, que configura un tejido de ciudad. Dentro de la memoria del proyecto, Samper hace referencia a la visita realizada en Lima a la quinta Heeren, que define como «espacios urbanos diseñados para el hombre y no para la máquina», haciendo gran énfasis en que su propuesta mantiene el espíritu comunitario tradicional de algunos sectores de Lima.

Retomar elementos tradicionales de la cultura es algo que en este periodo es común en el discurso arquitectónico que intenta superar

E. S. S., Previ, 1968: M. 8, Formación agrupación residencial. © AB - FS 118.557.59.12.

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) | 139

e incluso poner en tela de juicio los planteamientos urbanísticos identificados con los CIAM y la modernidad en arquitectura. Cuenta Leonardo Benévolo que el proyecto de Previ que ha sido más divulga-do es el del norteamericano Christopher Alexander, quien desarrolla su propuesta a partir de la idea de patterns, que se basa en el respeto por la cultura autóctona del uso del espacio. Un poco más de cuaren-ta años después de construido Previ, Samper reconoce que cuando planteaba estas ideas, creía estar contradiciendo a Le Corbusier y sus propuestas sobre la ciudad y la vivienda. Revisando el material tra-bajado por Samper en el taller de Le Corbusier, es evidente que en proyectos como una casa-un árbol se trabaja una escala de espacio público análoga a las trabajadas en Previ, así como la textura que producen sobre el terreno el tamaño de los lotes y el área construi-da. Las discusiones de los años 70 y 80 sobre los supuestos errores

cometidos por una modernidad mal entendida han llevado a grandes desencuentros y malestares que no han ayudado a crear un terreno de reflexión y aprendizaje. Samper encuentra un punto medio, en donde puede seguir reconociendo a Le Corbusier como su maestro y trabajar incluyendo en sus proyectos reflexiones coetáneas a su quehacer que lo enriquecen y ponen a la orden del día, como es el proyecto de Previ.

Para la vivienda, Samper propone un módulo cuadrado de nueve me-tros de lado para desarrollar una casa con patio, donde cada parte –lo construido y lo vacío– ocupan cada uno la mitad del terreno. El lote cuadrado permite cuatro posibilidades distintas de implantación a partir de la variación de la posición de la escalera, creando «diver-sidad dentro de la unidad»:

E. S. S., Previ, 1968: M.25, Aprovechamiento del terreno. © AB - FS 118.865.59.13.

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140 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

E. S. S., Previ, 1968: M.10, Estructura urbana. © AB - FS 118.818.59.08.

E. S. S., Previ, 1968: M.11, La ciudad como organismo. © AB - FS 119.053.60.03.

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) | 141

E. S. S., Previ, 1968: M.20, Planta verde agrupación. © AB - FS 119.041.60.02.

E. S. S., Previ, 1968: M.16, La casa que crece. © AB - FS 118.557.59.12.

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142 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

E. S. S., Previ, 1968: M31. Equipamientos. © AB - FS 118.832.59.09.

Como un juego de fichas que se mueven dentro de unos límites preci-

sos, el diseño buscaba no la relación de unos volúmenes con otros –las

viviendas-, sino las variantes a los espacios entre viviendas, es decir, el

juego de los espacios externos.

Germán Samper, Escala 52.

Este modelo de vivienda, explorado en Sidauto, permite flexibilidad para que sus habitantes puedan tener una vivienda productiva y un crecimiento progresivo. Como sucede en los diferentes proyectos, la calle y la plaza son los elementos urbanos que constituyen el tejido sobre el cual se encuentran las diferentes alternativas de vivienda construidas. En las dos agrupaciones construidas según las propues-tas de la firma colombiana, es fácil descubrir como las casas se vuel-can sobre el espacio público, en especial sobre las pequeñas plazole-tas que diferencian lo comunal de lo público.

En los estudios actuales de los diferentes proyectos realizados, se evidencia que una vivienda inicial de 53 m2 ha llegado a tener un área de 184 m2. ¿Es esto una falla del arquitecto? ¿Una falla del proyecto? En el estudio realizado por el Equipo de Arquitectura de la Universidad Católica de Chile se evidencia que a pesar de haber tenido en cuenta en todos los proyectos una o varias posibilidades de desarrollo progresivo de las unidades de vivienda, todas las casas han sufrido tantas transformaciones que es difícil hoy en día recono-cer los rasgos de los proyectos originales. Entre otras, porque lo pri-mero que hace una familia al llegar a este tipo de proyectos es poner un toque que diferencie su casa de la de los otros. Esto Samper ya lo sabe por sus experiencias bogotanas y propone el uso de colores para diferenciar las casas. Pero no es suficiente. Además, aún pen-sando en que la casa puede albergar varias unidades familiares en su proceso de crecimiento, el proyecto pensado por el arquitecto nunca coincide con lo que luego desarrollan las familias. Esto conlleva dos

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) | 143

E. S. S., Previ, 1968: perspectiva 1. © AB - FS 143.034.091.11.

E. S. S., Previ, 1968: perspectiva 2. © AB - FS 143.037.991.12.

E. S. S., Previ, 1968: perspectiva 3. © AB - FS 143.039.991.13.

Page 145: Casa casa casa=ciudad

144 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Peter Land, Previ, Proyecto Experimental de Vivienda, Lima: dibujo del proyecto construido a partir de los diseños realizados por los 26 equipos de arquitectos internacionales y peruanos invitados al concurso original. © Peter Land.

G. S. G., Previ, 1968: aerofotografía del conjunto de proyectos construidos en Previ (Lima). © Peter Land.

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) | 145

tipos de problemas que son radicalmente diferentes. Uno es estético y otro, de calidad espacial. Desde La Fragua, Samper no se preocupa más por el problema estético. El que no se reconozca su proyecto es algo que no le aflige, en la medida en que entiende que es una lucha infructuosa y que lo que se mantiene de estos proyectos, al final, son las cualidades de lo público. Dicen los miembros del Equipo Arquitectura: «Es preciso entender un barrio no como un conjunto de casas, sino como una asociación de equipamientos y casas, donde la estructura urbana y la arquitectura son vitales para detonar una exitosa evolución del barrio y las viviendas.»

Sin embargo, queremos dejar aquí una duda. Es posible mirar las transformaciones de este tipo de barrios de manera positiva, por los aprendizajes y complejidades que evidencian, tal y como lo describe

el Equipo de Arquitectura: «La ciudad, entendida como collage –no solo compuesta de diferentes intervenciones macro, sino también de un sinnúmero de microtransformaciones– aporta a la complejización del tejido social y la integración urbana de los barrios populares. En-tonces, la ciudad collage es una ciudad viva, una ciudad compleja». El asunto vital para seguir reflexionando, de la manera en que lo ha hecho Samper, todavía sin respuesta clara, es en cuanto a la calidad de vida que se da en estas unidades de vivienda, donde los propieta-rios construyen el 100 % del predio adjudicado, por lo que obtienen lugares sin iluminación ni ventilación natural. Un problema que pare-ce menor frente a las grades complejidades de la vivienda social en el mundo, pero mayor frente a las condiciones de vida que esto puede estar generando en las familias que las habitan.

G. S. G., boceto de estudio de los proyectos participantes en el concurso de Previ: 12 esquemas en planta, algunos identificados con el país de origen de los arquitectos. © GS. AP.

G. S. G., boceto de estudio de los proyectos participantes en el concurso de Previ: estudio en plantas y cortes del proyecto de Herbert Ohl, Alemania. © GS - AP.

G. S. G., boceto de estudio de los proyectos participantes en el concurso de Previ: estudio en plantas y anotaciones del proyecto Atelier 5, Suiza. © GS - AP.

G. S. G., boceto de estudio de los proyectos participantes en el concurso de Previ: estudio en plantas y anotaciones del proyecto Kikutake, Japón. © GS - AP.

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146 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Maqueta de la agrupación (plano Previ, AT 20), realizada por Cristina de Valdenebro et. al. © Nicolás Galeano.

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | Concurso Proyecto Experimental de Vivienda (Previ) | 147

Mosaico de imágenes de los dos conjuntos de Esguerra, Sáenz y Samper en Previ, desde su construcción hasta la actualidad. © Peter Land, Diego Samper y Yoana Samper.

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148 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

La Alhambra

Fecha: 1970

Lugar: Bogotá

Autores: Esguerra, Sáenz y Samper Ltda.

Cliente: Caja de Vivienda Popular Distrital

Área lote: 196 ha

Número de viviendas: 1768 viviendas en agrupación

En el desarrollo de este proyecto, la firma Esguerra, Sáenz y Samper es la encargada del diseño urbano y posteriormente, del desarro-llo arquitectónico de dos de las manzanas. El diseño de la primera manzana se modifica drásticamente y la segunda se cancela. Los constructores consideran que ofrecer al público las agrupaciones es riesgoso, aunque con el paso del tiempo no solo se generalizan, sino que transforman dramáticamente su escala y convierten la idea de la agrupación en la realidad de los conjuntos cerrados.

La propuesta urbana de Samper contempla que el barrio sea una urbanización con un mínimo de vías vehiculares, con superlotes de aproximadamente 8000 m2 y la mezcla de vivienda multifamiliar sobre las vías de tráfico rápido, con comercio en los primeros pisos y unifamiliar sobre las vías secundarias, organizadas en pequeñas agrupaciones en las que se privilegian los espacios peatonales sobre los vehiculares, en lotes de planta cuadrada, donde también se estu-dia la posibilidad de cuatro variaciones de casa de patio.

La vida del siglo XX en las ciudades ha llevado a diferentes formas de

vida comunal en las que respetando la unidad familiar se tienen algunos

servicios en común. Si funcionan correctamente estas formas de vida en

edificios multifamiliares, deben también [de] funcionar cuando se desa-

rrollen no verticalmente, sino horizontalmente.

Germán Samper, Escala 53.

● Proyecto localizado en la calle 115 con carrera 50. Se construyó parcialmente el urbanismo y el plan de masas.

Por otra parte, sobre la calle 116, vía principal de la propuesta, Sam-per proyecta una plaza circular, distintiva del barrio, y propone la construcción de una iglesia, un supermercado y un cine sobre un eje peatonal paralelo a la autopista norte. Este eje estaría compuesto por pasos cubiertos, plazoletas y plazas, con el objetivo de conformar un centro de barrio.

La irrupción del automóvil ha modificado las especificaciones de las vías. La

mayor anchura de ellas ha separado los paramentos de las construcciones.

Este fenómeno ha hecho desaparecer lo que podemos llamar el espacio

urbano, es decir, aquellos espacios donde se desarrolla la vida pública.

Se diseña para el automóvil y no para el hombre. La ciudad es un con-

junto de construcciones en que se supone se debe preservar la vida pri-

vada, pero en la que también se lleva la vida comunitaria. Esta última ha

desaparecido de la ciudad moderna. El individualismo es cada vez más

acentuado y tiene el peligro de provocar el egoísmo. La gente colabora

cada vez menos en la vida comunitaria, se compromete cada vez menos,

se aísla. En ninguna parte el ser se siente más solo que en una metrópoli

moderna. La ciudad debe tener ciertos lugares donde poder acercarse a

ellos, pero no invadirlos. Allí se debe crear la escala adecuada al hombre.

Es necesario crear ciertos sectores en que se regrese al espacio urbano

perdido. El diseño debe condicionarse a esta urgente necesidad urbana

y humana.

Germán Samper, Escala 53.

Como elemento complementario al conjunto, Samper plantea la construcción de una torre de vivienda en altura (20 pisos) que daría a La Alhambra un elemento de identificación a escala urbana.

Para las agrupaciones de viviendas unifamiliares, Samper re-toma el lote cuadrado utilizado en Sidauto y Previ, y propone que cada unidad tenga una franja reservada a un patio privado. Samper plantea la construcción de garajes colectivos subterráneos con en-tradas cercanas a cada vivienda. Esto permite hacer de los espacios comunales lugares de encuentro y reunión de carácter exclusiva-mente peatonal, resaltando la necesidad de crear una conciencia comunitaria.

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | La Alhambra | 149

Casi todos los proyectos escogidos para enseñar la investigación en vivienda de Germán Samper son para clases obreras o con un marca-do interés por la VIS. No es este el caso. Sin embargo, es importante incluirlo porque las ideas no tienen nivel social y lo propuesto por Samper en La Alhambra son variaciones de los mismos conceptos e ideas que viene trabajando para sectores populares, en un sector donde los pobladores tienen recursos económicos holgados. El que no se hable de ellos no significa que sus problemas estén soluciona-dos; todo lo contrario. Un buen ejemplo es precisamente La Alham-bra: la propuesta no se lleva a cabo de acuerdo con los conceptos de agrupación planteados por Samper. Solo se utilizan el plano de masas, es decir, la disposición general de las edificaciones y la locali-zación de algunos de los equipamientos del barrio. Cuenta Samper:

Intempestivamente se dio la orden de parar la obra y además de diseñar

un proyecto urbanístico convencional. Tuvieron miedo de lanzar al mer-

cado una tipología de vivienda no experimentada. Se conservaron las

obras de urbanismo con el diseño de loteo tradicional y se construyeron

casas en serie, en largas filas a lo largo de las calles. Mientras tanto, las

agrupaciones empezaron a tener éxito en otras zonas de la ciudad. En

la última etapa de La Alhambra, se construyeron agrupaciones, pero ce-

rrando calles públicas de manera incorrecta.

Con este proyecto se perdió una oportunidad histórica de una urbani-

zación diseñada integralmente con una nueva política de ocupación del

espacio urbano.

Germán Samper, La evolución de la vivienda, p. 105.

E. S. S., La Alhambra (Bogotá, 1970): estudio comparativo entre un sistema tradicional y la propuesta que incluye un plan de masas con multifamiliares de diferentes alturas, equipamientos comunitarios y agrupaciones de vivienda unifamiliar. © GS - AP.

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150 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., La Alhambra: la agrupación residencial, 1970: volumen construido. © AB – FS 130.704.667.01.

G. S. G., La Alhambra: la agrupación residencial, 1970: el espacio urbano. © AB – FS 130.684.667.02.

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | La Alhambra | 151

G. S. G., La Alhambra: la agrupación residencial,1970: espacio urbano y cortes. © AB – FS 130.684.667.03.

G. S. G., La Alhambra: la agrupación residencial,1970: variantes de fachadas. © AB – FS 130.684.667.04.

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152 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Las Brujas tampoco es VIS. Es un proyecto donde Samper explora lo aprendido en su investigación en vivienda para familias de escasos recursos en otro contexto económico y social, en un terreno a las afueras de la ciudad en el que, por los altos costos de las viviendas, se llega a la solución de hacer un tipo de vivienda de desarrollo pro-gresivo en donde se logre mantener el orden volumétrico y de ma-teriales de las casas: se construye el cascarón completo de las casas y los propietarios tienen la posibilidad de completarlas, según sus necesidades familiares y sus posibilidades económicas: casas de de-sarrollo progresivo dentro de una agrupación.

En el predio ubicado a las afueras de Envigado, perteneciente a una antigua casa, es posible desarrollar una agrupación de 62 vivien-das en un hermoso paisaje de leve pendiente con grandes árboles de mango. El proyecto –cuyos destinatarios son profesionales, entre los que se cuentan músicos, escritores, pintores y arquitectos con un presupuesto austero– es construido con dos modalidades de casas, de dos o tres plantas, con diferentes posibilidades de ampliación. Cada vivienda se entrega con las fachadas completamente termina-das. El interior, de planta libre y en obra gris, para ser transforma-do por los futuros habitantes. Caminos peatonales rodeados de una exuberante vegetación es la manera de solucionar la llegada a cada casa, desde dos zonas de parqueaderos comunes, así que la agru-pación carece de vías vehiculares. Posteriormente se construye una segunda etapa, con viviendas muy similares. De acuerdo con algu-nos residentes, Las Brujas siempre ha tenido una vida comunitaria de gran vitalidad.

En su libro La evolución de la vivienda, Samper relata la manera en que unos años más tarde encuentra en Brujas (Bélgica) un conjun-to de viviendas de 1244, llamado beaterios o béguinages, construi-dos para mujeres que llevan una vida de contemplación viviendo en comunidad. Años más tarde, encuentra un lugar similar en Ámster-dam. Las similitudes con el proyecto en Envigado, tanto en el espacio urbano como en la configuración de las unidades de vivienda, son una coincidencia que marca una nueva faceta estilística en la obra de vivienda de Samper, donde, tal y como lo describe Juan Pablo Aschner, «las casas procuran un conjunto homogéneo en el que al-gunos volúmenes se adelantan y otros retroceden, unos ascienden y otros descienden. Evocando el lenguaje primigenio y más elemental ● Proyecto localizado en Envigado (Medellín),

en la calle 37B sur # 28C – 01.

Aerofotografía de Las Brujas (2007).

Las Brujas

Fecha: 1970

Lugar: Envigado (Antioquia)

Autores: Esguerrra, Sáenz y Samper Ltda.

Cliente: Familia Villa Evans

Área del lote: 13 ha

Número de viviendas: 60 viviendas en la primera etapa y 9 en la segunda etapa.70 viviendas en total y la casa de la antigua hacienda

Áreas de vivienda (inicial): 102 y 152 m2

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| La vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones | Las Brujas | 153

del hogar, las viviendas manejan cubiertas a dos aguas y un mismo formato cuadrado para sus ventanas, dispuestas unas sobre otras al centro de las fachadas que enfatizan la verticalidad». Una descrip-ción que, con pequeñas variantes, se encontrará de nuevo en Colsub-sidio, donde el ladrillo a la vista también será una determinante en la imagen del proyecto.

Germán Samper Gnecco y Muñoz, Neu arquitectos, Las Brujas, 1986: proyecto urbanístico. © AB – FS 147.050.1323.10.

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154 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., bocetos preliminares del proyecto de Las Brujas: estudio de las viviendas en 1.ª y 2.ª plantas, planta de cubiertas y alzados, 16 agosto de 1983. © GS - AP.

G. S. G., bocetos preliminares del proyecto de Las Brujas: estudio de las viviendas en planta, áreas y alzados. © GS - AP.

G. S. G., perspectivas de Las Brujas (Medellín), enero de 1987. © GS. AP.

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Mosaico de imágenes de la agrupación Las Brujas desde su construcción a la actualidad © Familia Gast, Tomás Neu y Diego Samper.

G. S. G., perspectivas de Las Brujas (Medellín), enero de 1987. © GS. AP.

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normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | 157

Normas mínimas, redes alternas y Ciudad Bolívar

En las décadas de los 70 y los 80, Samper tiene la oportunidad de pro-fundizar en el tema de la vivienda social a partir de un estudio teórico y un proyecto de gran magnitud: las normas mínimas de urbanización y Ciudad Bolívar.

El primero se trata de un estudio interdisciplinario contratado a la empresa Consultécnicos Ltda., encargado por el ICT, el Departamen-to Administrativo de Planeación Distrital (DAPD) y el Departamento Nacional de Planeación (DNP), en el que Germán Samper es invitado a participar como arquitecto asesor. El ingeniero y economista Aní-bal López Trujillo es la persona que lidera el estudio, cuyo objetivo es «reducir los costos de urbanización al mínimo compatible con un nivel decoroso de subsistencia, de manera que se ofrezca a las fami-lias de menores recursos económicos una alternativa realista, dentro de la ley, a las soluciones espontáneas tales como urbanizaciones clandestinas, invasión de terrenos y otros similares». Cuenta Samper que, en relación con lo urbano, la opción consiste en establecer un modelo teórico con la simulación de un sistema vial y unos patrones de vivienda acordes con las condiciones económicas de las familias de escasos recursos, que se ha dado a conocer con el nombre de redes alternas. El modelo hace explícito que no es posible resolver

las soluciones de la vivienda (normas mínimas) sin resolver al mis-mo tiempo la infraestructura de servicios, vías de comunicación y los equipamientos. Así mismo, que se debe aceptar como un hecho la producción de la vivienda de desarrollo progresivo y entregar solu-ciones incompletas que tiendan a mejorar, hasta convertirse en so-luciones de vivienda completas en el tiempo, según la realidad eco-nómica de cada propietario. La conclusión es que esta modalidad de construcción es la única alternativa viable para solucionar el déficit de vivienda. Para vivienda nueva es la principal opción también en la actualidad.

Samper no aplica el modelo en su totalidad, sino variantes de las ideas generatrices, en proyectos construidos; uno especialmen-te importante es la Caja de Vivienda Popular, en Ciudad Bolívar. El modelo sirve de base para establecer los criterios de ordenación de un terreno extremadamente difícil por su topografía erosionada y en pendiente. El proyecto, iniciado en 1984 por la administración de Bogotá con financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, busca rehabilitar un amplio sector del sureste de la ciudad e implica tanto vivienda (lotes con servicios) como equipamientos y servicios. Tres barrios son construidos utilizando parcialmente las propuestas de Samper: Sierra Morena, Arborizadora Alta y Arborizadora Baja.

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158 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

En 1971, ante la proliferación de barrios informales en el país, el ICT, el DPN y el DAPD contratan un grupo interdisciplinario para la rea-lización del Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios. La propuesta brinda a la población de menores recursos soluciones de vivienda económica, como una alternativa viable a los desarrollos informales, además de una políti-ca correctiva para los barrios piratas y de invasión. El equipo propone la implementación del desarrollo progresivo, tanto en lo urbano (en la prestación de servicios públicos y comunitarios) como en la vivien-da y entrega el cascarón incompleto con las indicaciones para crecer adecuadamente y llegar a tener, con el tiempo, barrios y casas dota-dos de servicios y equipamientos adecuados. Todo, dentro de una finalidad económica clara: reducir al mínimo los costos manteniendo un nivel decoroso en las condiciones de vida de los habitantes. El proyecto tiene grandes detractores que dicen que estas condiciones mínimas no se logran con la propuesta. Sin embargo, hoy existen en Bogotá dos barrios creados a partir de las normas propuestas por el estudio, ejemplos que vale la pena estudiar para sacar conclusiones objetivas de los resultados: La Manuelita y La Alegría.

Es interesante recalcar que la vivienda progresiva constituye una modalidad conocida tanto para el ICT como para Samper quien, en su condición asesor urbanístico, realiza un extenso trabajo de campo en barrios de origen informal y otros construidos por el ICT y empre-sas privadas, incluyendo La Fragua y Sidauto, que busca entender los procesos de cambio de las viviendas, así como las necesidades bási-cas de la población objeto del estudio, con el fin de dar las soluciones más realistas posibles.

Con estas investigaciones, Samper propone lo que se da a cono-cer como las redes alternas, un modelo teórico de desarrollo urbano, basado en una jerarquización de la retícula tradicional de damero, donde un módulo base de 400 x 400 m2 es dividido en cuatro super-manzanas de 200 m de lado, separadas entre sí por vías vehiculares, desde las cuales se tiene acceso a zonas de parqueadero que llevan a las cuatro manzanas de 100 x 100 m2 en las que se subdivide cada una. Muchas de las viviendas tienen fachada sobre las vías vehicu- lares, mientras que dentro de cada manzana la división se hace a tra-vés de vías peatonales que llevan a las viviendas del interior y a pla-zoletas de diferente forma y tamaño que caracterizan cada manzana.

Es decir, cada supermanzana está subdividida en cuatro manzanas; estas a su vez se dividen en superlotes, donde se propone la posibili-dad de construir tres o cuatro agrupaciones, en las que cada una de las viviendas tiene la posibilidad de crecer con el paso del tiempo. El modelo se presenta en varios planos que destacan cada una de es-tas redes de espacio público, donde se divide al vehículo y al peatón con los espacios destinados a cada uno: red vehicular, aparcaderos y garajes para el primero y red peatonal y plazas y plazoletas para el segundo.

En el modelo teórico, Samper propone varias alterativas de lotes, de agrupaciones y de casas que reflejan varios asuntos; el modelo permite crear alternativas de lotes y agrupaciones, como respuesta a la necesidad de una ciudad diversa. Utiliza desde la subdivisión de la manzana en franjas rectangulares, con lotes de aproximadamente 80 m2 para viviendas bifamiliares, típica de los barrios populares, has-ta estructuras donde los bloques de lotes forman una esvástica o con pequeñas agrupaciones de lotes de planta cuadrada. En cada uno, pequeños ajustes o ensamblajes permiten crear retranqueos que dan anchos diferentes a las vías peatonales interiores. Otro de los aportes de Samper en el estudio para normas mínimas es la búsque-da de la manera en que se pueden trabajar lotes de áreas similares, pero que cambian en la relación frente ancho, mostrando cómo re-solver unidades de vivienda óptimas en cada alternativa: desde lotes de planta cuadrada de 9 m de lado, hasta la versión más estrecha, de 4 m de frente por 20 m de fondo, todos con la posibilidad de albergar a dos familias cuando el desarrollo de la vivienda esté completo. Para cada tipo de lote propuesto, muestra también las posibles agrupacio-nes que se formarían con ellos o con mezclas de dos tipos de lotes.

Otro aporte importante del estudio es el establecimiento de un área reservada en cada grupo de cuatro supermanzanas para un centro con servicios comunitarios, que incluye parque, plaza, centro escolar, centro de salud, mercado, comercio, tiendas, casa comunal, sala múltiple e iglesia; esta propuesta parte del entendimiento de que uno de los mayores problemas de la ciudad informal es la fal-ta de servicios públicos para los habitantes, de que la sumatoria de casas, en efecto, no hace ciudad. El centro comunitario completo se forma, dentro del modelo, por la unión de cuatro grupos de cuatro supermanzanas (16 ha), es decir que para 16 supermanzanas (64 ha)

Normas mínimas de urbanización y redes alternas

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | 159

4 supermanzanas de 200 x 200 m2.16 manzanas de 100 x 100 m2.

en total, se deben proveer servicios urbanos públicos que formen con el tiempo una plaza principal con su marco, una zona de reserva y la propuesta de los diferentes servicios por construir, también por desarrollo progresivo, si el estimativo es que se tendría un promedio de cien lotes por hectárea predial.

Recurrir a la medida de la manzana colonial es algo que Samper trabaja en la definición del modelo teórico para el sector en el Plan Director de Le Corbusier para Bogotá. Si se juntan dos grupos de los propuestos en las redes alternas, se tiene una unidad de dos barrios, con todos los servicios, de 1600 x 800 m2. La propuesta del sector era

de 1200 x 800 m2. La gran diferencia entre una y otra es que en el modelo de Samper los vehículos permean el terreno de manera más frecuente que en el modelo de Le Corbusier. Sin embargo, cuando se estudia la manera en la que el modelo del sector se implementa en Chandigarh, impresiona porque a lo lejos, el maestro y el discípulo llegan a conclusiones análogas. De hecho, Samper considera difícil llegar a implementar el modelo porque se requieren grandes áreas libres para poderlo desarrollar. Dos ejemplos de proyectos no realiza-dos sirven para entender cómo un modelo debe variar para conver-tirse en una realidad: Ciudad Guasare y Metrovivienda.

Trazado urbano para vivenda social Modelo redes alternas

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

No existe la idea de supermanzana.Manzanas de 60 x 24 m2.

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160 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Vías peatonalesVías vehiculares

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 m

Trazado urbano para vivenda social

Trazado urbano para vivenda social

Modelo redes alternas

Modelo redes alternas

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales y vehiculares, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2, con vías peatonales y vehiculares. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes y equipamientos, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes y equipamientos. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

Vía peatonal y de bicicletasVías vehículares

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientos

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientos

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 m

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | 161

Trazado urbano para vivenda social

Trazado urbano para vivenda social

Modelo redes alternas

Modelo redes alternas

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2 y 64 superlotes de 40 x 40 m2, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivos

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivos

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 m

?

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivos

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivos

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m64 superlotes de 40 m x 40 m aprox.

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 mNo existe la idea de superlote

?

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162 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Trazado urbano para vivenda social

Trazado urbano para vivenda social

Modelo redes alternas

Modelo redes alternas

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2 y 64 superlotes de 40 x 40 m2, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos y vías peatonales en el interior de las manzanas. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2, 16 manzanas de 100 x 100 m2, 64 superlotes de 40 x 40 m2 y lotes de distintos tamaños, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos y vías peatonales en el interior de las manzanas. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m64 superlotes de 40 m x 40 m aprox.

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 mNo existe la idea de superlote

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Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m64 superlotes de 40 m x 40 m aprox.Lotes (varios tamaños)

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 mNo existe la idea de superloteLotes (varios tamaños)

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | 163

Trazado urbano para vivenda social

Trazado urbano para vivenda social

Modelo redes alternas

Modelo redes alternas

G. S. G., esquemas de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes, equipamientos, parqueaderos lotes de distintos tamaños y viviendas de distintos tamaños, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2 y 16 manzanas de 100 x 100 m2 y 64 superlotes de 40 x 40 m2 y lotes de distintos tamaños y viviendas de distintos tamaños, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos y vías peatonales en el interior de las manzanas. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

G. S. G., esquemas en 3D de comparación entre el trazado urbano para vivienda social (manzana de 60 x 24 m2) con vías peatonales, vehiculares, zonas verdes, equipamientos, parqueaderos lotes de distintos tamaños y viviendas de distintos tamaños, y el modelo de redes alternas, modelo de supermanzanas de 200 x 200 m2, 16 manzanas de 100 x 100 m2 y 64 superlotes de 40 x 40 m2 y lotes de distintos tamaños y viviendas de distintos tamaños, con vías peatonales y vehiculares, zonas verdes, equipamientos y parqueaderos y vías peatonales en el interior de las manzanas. © Grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad.

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m64 superlotes de 40 m x 40 m aprox.Lotes (varios tamaños)Viviendas (varios tamaños)

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 mNo existe la idea de superloteLotes (varios tamaños)Viviendas (varios tamaños)?

?

Vías peatonalesVías vehicularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

Vía peatonal y de bicicletasVías vehícularesZonas verdesEquipamientosParqueaderos colectivosVías peatonales interior manzanas

4 supermanzanas de 200 m x 200 m16 manzanas de 100 m x 100 m64 superlotes de 40 m x 40 m aprox.Lotes (varios tamaños)Viviendas (varios tamaños)Densidad: 106 viviendas x hectárea

No existe la idea de supermanzanaManzanas de 60 m x 24 mNo existe la idea de superloteLotes (varios tamaños)Viviendas (varios tamaños)Densidad: 66 viviendas x hectárea

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164 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Ciudad Guasare (1981)

campamento proyectado, con capacidad para 3200 obreros, repar-tidos en 1800 habitaciones de 3 x 3 m2. Una vez terminada la cons-trucción de la ciudad, la manzana se divide en 295 lotes de 6 x 15 m2

con capacidad para 1475 habitantes, utilizando las construcciones realizadas para el campamento.

En el plano 14, Samper estudia variantes a la manzana para la alternativa 2: reduce el fondo de los lotes para tener un interior más amplio, densifica el interior de las manzanas con el uso de peatona-les y parqueos comunales, y propone recintos urbanos en los cruces de las vías.

En el plano 16 se estudian las etapas de construcción de la zona central, alternativa 2, donde además de localizar los diferentes ser-vicios necesarios como la plaza central, el mercado, el colegio, la administración de la ciudad, hotel e iglesia entre otros, se propone vivienda multifamiliar y unifamiliar. Un germen de ciudad, indispen-sable frente al proyecto de una ciudad de planta nueva. Es impor-tante recordar el trabajo de Samper en el proyecto para Chandigarh en el taller de Le Corbusier: precisamente uno de los planos que tuvo que dibujar es el del corazón de la ciudad para el VIII CIAM, donde Le Corbusier resalta la importancia de lo que después será denominado los equipamientos. En el plano 17, Samper explica los elementos constitutivos de la estructura urbana, a partir del modelo de las redes alternas, haciendo énfasis en los perfiles de las vías, la manzana de 100 x 100 m2 que a su vez se subdivide en 9 módulos de 36 m de lado. Estos módulos pueden dividirse en 8, 20, 36, 44, 52 y 56 lotes, ya sea para actividades rurales o urbanas. En cada manza-na se separan dos módulos de 36 x 36 y se proponen variantes que pueden ser el uso agrícola exclusivo, dos variantes de uso agrícola con parqueaderos u otras tres variantes con usos recreativos o ins-titucionales, con y sin parqueadero. En el plano 18, el tema central son los diferentes tipos de recintos urbanos propuestos en los tres cruces viales existentes en la propuesta: entre dos vías vehiculares, entre vehicular y peatonal y entre dos peatonales. Así, la calle que-da conformada con paramentos que se retranquean en los diferen- tes cruces.

En el plano 19, Samper propone variaciones de la manzana a par-tir de estudios de diferentes formas de ocupación del suelo, según los niveles de ingreso de la población, estableciendo tres tipos básicos:

Germán Samper utiliza una variación del modelo teórico de las re-des alternas en Ciudad Guasare, proyecto que realiza con un grupo de asesores extranjeros –entre quienes se encuentran Kevin Lynch, Christopher Alexander y Marcial Echenique– que contrata el Gobier-no venezolano para construir una nueva ciudad minera cerca de Ma-racaibo. La crisis económica y la falta de acuerdo en los enfoques detienen su realización.

Samper utiliza para la presentación del proyecto una metodolo-gía que ya ha utilizado en otros proyectos como Previ o Ciudad Bolí-var: 40 planos que son a la vez memoria y proyecto. En cada una de las planchas, Samper acompaña los dibujos con una serie de comen-tarios que se dividen en dos tipos: aquellos que explican de manera general lo que se presenta, a nivel teórico, que están colocados en la cenefa del plano, y una serie de textos que acompañan cada dibujo con las explicaciones que ayudan a su mejor comprensión. Casi todos los planos de Ciudad Guasare se encuentran hoy en el Archivo de Bogotá. Es interesante mirar cómo ordena Samper el material.

Los primeros cuatro planos son la explicación general del problema: construir una ciudad de nueva planta para 15.000 habitantes. El pri-mer plano se titula «Ponerse en escala», en donde Samper hace tres ejercicios que le permiten definir el área y densidad requeridas para la población definida, a escala 1:10.000. En el plano 2 y a la misma es-cala, Samper trabaja tres alternativas de implantación a partir de tres densidades (17, 28 y 34 viviendas/ha). Luego, en el plano 3, plantea tres tipologías de manzana a escala 1:2000, de acuerdo con las den-sidades propuestas en las alternativas del plano 2. En el plano 4 hace una comparación, a través de un cuadro de áreas, que le permite sa-car conclusiones acerca de las hectáreas necesarias para la vivienda en cada una de las tres alternativas, el área total urbanizable, el área vendible para vivienda y los kilómetros de vías urbanizables. Los pla-nos 5 a 9 son los de Maracaibo, Bogotá, Cartagena, Manizales y Cali, a escala 1:2000, con el fin de comparar la propuesta con trazados de los centros ciudades existentes.

Los planos 10 y 11 no se encuentran en el archivo, pero es fácil imaginar que en ellos Samper establece lineamientos generales del proyecto. El plano 12 presenta las etapas de construcción del núcleo central y comentarios a la alternativa 1 y el 13, una propuesta de

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Guasare (1981) | 165

Proyecto Ciudad Guasare, elementos constitutivos de la estructura urbana. Las redes alternas, la red peatonal, la manzana, el lote módulo y los módulos centrales. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 17. © AB - FS.

Proyecto Ciudad Guasare, cuantificación de tres tipos de manzanas. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 3. © AB - FS.

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166 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

la manzana predominantemente rural (36 lotes de 9 x 36 m2), la pre-dominantemente urbana (47 lotes de 7,20 x 36 m2, con parqueadero colectivo y sector comercial) y la urbana (62 lotes de 6 m de ancho y diferentes largos). Finalmente, en un plano a escala 1:5000, se es-tablece la zonificación de la ciudad según los niveles de ingreso (alto, medio y bajo) planteando una mezcla que no genera segregación social, sino una convivencia adecuada. En el plano 20, Samper ex-pone la teoría del crecimiento de la ciudad por anillos: empieza con el núcleo central, a partir del cual se desarrolla la primera etapa de una supermanzana de 300 x 300 m2. A partir de entonces, por anillos de 100 m de ancho se establecen las etapas 2, 3 y 4 hasta construir una malla compuesta por nueve supermanzanas. La primera etapa estaría conformada por seis manzanas urbanas y el núcleo central, con servicios y multifamiliares. En el plano 21, Samper desarrolla las variaciones de los centros de manzana, encargadas de construir sentido de comunidad entre la población; ofrece cuatro alternati-vas: parque, mezcla de parque y parqueaderos comunales, mezcla de parqueaderos comunales, comercio y parque, y uso institucional (escuela y deportes) con parqueaderos comunes.

A partir de todo lo explicado hasta aquí, el plano 23 es un resu-men de la primera etapa de construcción de la ciudad, es decir, de una supermanzana de 300 x 300 m2, dividida en tres manzanas que forman el núcleo central y las seis manzanas urbanas. De hecho, la figura que forman los lotes en las manzanas urbanas es la imagen que caracteriza este proyecto, pues sobre el cuadrado se forman una cruz que une las cuatro esquinas en diagonal con cuatro vías que permiten el ingreso de los vehículos al interior de la manzana, hacia donde dan los patios posteriores de las viviendas. Sobre las vías pea-tonales y vehiculares, caracterizadas por los recintos que forman los retranqueos de las casas según el tipo de cruce, están localizadas las entradas peatonales a las casas.

En el plano 24, Samper complementa la descripción del núcleo central, formado por la primera supermanzana, con el manejo de la ar-borización propuesta según los diferentes tipos de espacio público que conforman el proyecto: plaza central, parque, recintos urbanos, etc.

El plano 26 es la variante 3 del campamento, esta vez con ca-pacidad para 1808 trabajadores y que se convierte en una man-zana de 106 lotes para 539 habitantes, una vez concluida la obra.

Proyecto Ciudad Guasare, el campamento. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 13. © AB - FS.

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Guasare (1981) | 167

Proyecto Ciudad Guasare, elementos constitutivos de la estructura urbana. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 17. © AB - FS.

Proyecto Ciudad Guasare, ocupación del suelo urbano según los niveles de ingreso de la población o estratos económicos. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 19. © AB - FS.

Page 169: Casa casa casa=ciudad

168 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

En este caso se incluyen adicionalmente los servicios comunitarios y parqueaderos. En el plano 27 se destacan los diferentes tipos de es-pacios públicos que caracterizan la manzana, considerada la unidad básica de la propuesta. Además de la planta, se incluye una pequeña perspectiva que permite imaginar una de las plazas que se forman en el cruce de las vías vehiculares. Cada manzana cuenta con una puerta de ingreso al interior de la manzana que puede tener una vivienda encima, que sirva a la vez de portería. Los diferentes re-cintos urbanos están tipificados por los paramentos retranqueados de las edificaciones y por la arborización y el mobiliario urbano. En el centro del espacio comunal interior se propone la siembra de un árbol de gran diámetro con ramaje, como un samán, mango o ceiba, así como la presencia de bancas, cobertizos, cercas vivas y muros que lo caracterizan. Todos los planos que explican la manzana están desarrollados a escala 1:500.

A escala 1:250, Samper dibuja un detalle de la manzana en el plano 28, donde se incluye por primera vez la planta de las siete casas proyectadas, que están resueltas a escala 1:200 en los planos 29 y 30. Las alternativas 1 a 4 son casas con 9 m de frente, de dos pisos de altura. Las alternativas 5 y 6 tienen 7 m de frente, mientras que la 7 tiene 6 m. Hay una última alternativa para las casas que forman esquina, es decir, para aquellas que ayudan a conformar un recinto.

En el plano 31, Samper desarrolla tres alternativas para la zona central: se presentan tres esquemas de implantación que se diferen-cian en el área ocupada y el tipo de construcciones utilizadas; la al-ternativa 1 se basa en el usos de edificaciones sueltas, mientras que las alternativas 2 y 3 se basan en el uso de edificios continuos que forman recintos cerrados y que se diferencian en el paso de una vía principal, que en la 2 atraviesa núcleo por la mitad, mientras en la 3 lo delimita a los costados.

En los planos 32 y 33, Samper discute tres alternativas de manza-na en planta y en las secciones por las vías. La alternativa 1 consiste una supermanzana, también de 300 m de lado, en donde propone dos bandas de lotes en los extremos, para construcción de vivienda formal, mientras que el interior de la manzana está propuesto para desarrollo de vivienda informal. Es posible que esta alternativa sea el planteamiento de alguno de los asesores internacionales invitados a participar en el proyecto. En la cenefa del plano, Samper analiza los pros y los contras de las alternativas. En el plano 33, Samper dice, respecto a la calle, que no puede ser vista únicamente como un pro-blema de tráfico vehicular por solucionar:

La calle es también el espacio de la ciudad, el espacio público. La ima-

gen de la ciudad está sobre todo en sus calles. Hay tantas imágenes de

la ciudad como personas que habiten en ella. La imagen personal gira

entre dos polos: su lugar de residencia y su lugar de trabajo (espacio de

uso cotidiano) y los espacios o canales públicos que lo llevan de uno a

otro sitio. De estos espacios, los públicos están en la mente de todos.

Son las calles las que se convierten en los puntos de referencia de to-

dos los ciudadanos […].

El reto de la ciudad moderna es el de volver a acercar paramentos en

algunos lugares para reconquistar el valor espacial de las áreas públicas.

Esto lleva automáticamente a la peatonalización y a la humanización.

Pero peatonalización, no en el sentido de senderos ocasionales entre

vías mayores o caminos entre verdes prados. Es peatonalización de las

calles residenciales donde dan el frente las fachadas de las viviendas y

hay intensa animación urbana.

Acercando paramentos, la arquitectura retorna a su papel de confor-madora del espacio urbano; en las calles la gente volverá a encontrar-se, se verán de nuevo las caras, los rostros de los vecinos, y el saludo, el diálogo corto y hasta la tertulia callejera se restablecen en el espacio público, en el que se podrán sacar de nuevo las mecedoras para recibir el fresco y practicar lo que los italianos llaman «el dolce far niente».

En el plano 35, Samper compara las alternativas 1 y 3 respecto a la forma en que en cada una se propone solucionar la esquina de las manzanas de vivienda. En el plano 36, propone «compatibilizar» las alternativas, buscando un punto medio entre las dos. Hay que recor-dar que la alternativa 1 propone un sistema formado por viviendas formales en la periferia de la supermanzana de 300 m de lado con desarrollos informales en su interior. La alternativa 3 parte de la crea-ción de una red ortogonal peatonal que irriga toda la ciudad, que a su vez está organizada a partir de un sistema vial abierto. Los dibujos 3 y 4 del plano son las soluciones intermedias.

Finalmente, los planos 37 A, B, C y D presentan una serie de pla-zas a lo largo de la historia de la humanidad, a escala 1:2000, inclu-yendo los espacios públicos de la propuesta.

Describir una presentación como la hecha por Samper para Ciudad Guasare es entender la manera sistemática, ordenada y flexible de un proceso de pensamiento que se hace consciente en la misma manera de presentar el proyecto, la cual nace de los ejercicios que Samper realiza en el taller de Le Corbusier con la grilla CIAM, pero que com-plejiza y hace suya, incluyendo las diferentes escalas de trabajo y ol-vidando las cuatro funciones que ordenaban el método de presenta-ción diseñado por el maestro suizo. Incluye también las alternativas, a nivel urbano y de la vivienda, haciendo explícita, con los textos que los acompañan, la teoría que va detrás de cada dibujo. Esta manera de argumentar también incluye los referentes estudiados y conoci-dos que sirven para entender maneras diferentes de abordar una misma problemática, tanto en la historia universal como local. Las memorias de los proyectos de Samper son un ejercicio de proyección arquitectónica y urbana y a la vez, documentos altamente didácticos. Tenerlos hoy a disposición del público en el Archivo de Bogotá es el comienzo de estudios exhaustivos que permiten seguir aprendiendo sobre esta manera reflexiva e instrumental de proyectar.

Page 170: Casa casa casa=ciudad

| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Guasare (1981) | 169

Proyecto Ciudad Guasare, teoría de crecimiento. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 20. © AB - FS.

Proyecto Ciudad Guasare, Desarrollo del sentido de comunidad. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 21. © AB - FS.

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170 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Proyecto Ciudad Guasare, La manzana, unidad urbanística. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 27. © AB - FS.

Proyecto Ciudad Guasare, alternativas de vivienda. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 30. © AB - FS.

Page 172: Casa casa casa=ciudad

| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Guasare (1981) | 171

Proyecto Ciudad Guasare, alternativas viales - perfiles. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 33. © AB - FS.

Proyecto Ciudad Guasare, plano de plazas. Memoria Ciudad Guasare, plano no. 37A. © AB - FS.

Page 173: Casa casa casa=ciudad

172 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Ciudadela El Recreo, Metrovivienda

1. Continuidad con la malla vial y urbana existente.

2. Garantía de la movilidad peatonal y en bicicleta, especialmente hacia la futura estación y terminal de la estación de metro El Porvenir.

3. Cualificación de lo público (mayor jerarquía y accesibilidad).

4. Zonas educativas que colinden con zonas para parques.

5. Distribución lógica de volúmenes (edificaciones y arborización).

6. Comercio: utilización económica de las casas, regulación espacial del comercio.

7. Poca variedad de diseños de supermanzana para promover la competencia de futuros edificadores de vivienda.

En la propuesta de El Recreo, que comprende un terreno de 115,8 hectáreas, Samper rescata el concepto de redes alternas, cuyo mo-delo teórico coincide con los lineamientos generales del concurso, pero no lo utiliza literalmente: lo ajusta al terreno, a las preexisten-cias. El resultado, tanto por el tamaño como por algunos elementos que forman el conjunto, recuerda algunos aspectos del sector pro-puesto por Le Corbusier para el Plan Director de 1950. En su libro La evolución de la vivienda, Samper, al explicar el urbanismo del pro-yecto, dice:

Un hecho de trascendencia ocurre en el diseño de la ciudadela El Recreo:

es el retorno consciente a la retícula regular que los españoles trajeron

a América. Después de muchas décadas en el que el urbanismo buscó

estructuras innovadoras, más bien de corte orgánico y cerradas, se ofre-

ce una estructura en damero, abierta, flexible, de geometría pura. Es la

aplicación de un principio universal.

Le Corbusier explica la teoría del sector a Luis Vera, en entrevista que le hace durante su último viaje a Bogotá, cuando ya está iniciado el proyecto para Chandigarh, así:

Yo creo que existe efectivamente una «unidad» en las ciudades suda-

mericanas: la cuadra española. Unidad humana excelente para cons-

trucciones de pequeña altura hasta que llegara la velocidad mecánica.

El segundo proyecto para destacar, donde Samper utiliza una varia-ción del modelo de las redes alternas, es Metrovivienda en Bogotá, en 1998, casi treinta años después de su formulación. En este año, la Alcaldía de Bogotá crea un nuevo modelo de gestión distrital, basán-dose en la política estatal del subsidio a la demanda de vivienda y en la desaparición de los entes estatales que anteriormente se encarga-ban de la vivienda social, como el ICT y el BCH. Metrovivienda es una empresa estatal encargada de promover la construcción de vivienda social, como una alternativa viable frente al sector informal, a partir de dos tipos de estrategias: mediante la creación de bancos de tie-rra, facilitando procesos de negociación para adquirir grandes áreas de terreno, logrando áreas libres generosas que facilitan el diseño urbano; y mediante la urbanización y construcción de la infraestruc-tura necesaria, ofreciendo a las empresas privadas tierra urbanizada para la construcción de proyectos de vivienda de aproximadamente una hectárea. Este es un proceso de gestión mixto para la construc-ción de vivienda económica a una escala urbana: el Estado provee la tierra urbanizada, la empresa privada desarrolla los proyectos de vivienda. En este caso, Samper es el asesor del concurso ganador del primer proyecto de Metrovivienda: la ciudadela El Recreo en Bosa, ganado por la unión temporal Gustavo Perry Arquitectos Aasociados Ltda., Konrad Brunner Arquitectos Ltda. y Eduardo Samper Martínez. Dice Germán Samper:

Si se analizan las debilidades y fortalezas del sector informal, se concluye

que una política eficaz para combatir el desarrollo de barrios informales

es la de intervenir en la urbanización y aprovechar el potencial de desa-

rrollo individual que tienen las familiar. Metrovivienda ha comprendido

a cabalidad estos procesos.

Metrovivienda es la respuesta que desde la administración de la ca-pital se da a la Ley 388 de 1997, de ordenamiento territorial, por la cual se obliga a las alcaldías, dentro de sus planes de ordenamiento territorial obligatorios, a seleccionar terrenos para la construcción de vivienda popular, construir la infraestructura y vender terrenos urbanizados a promotores de vivienda, ejerciendo el control.

Samper resume de la siguiente manera las líneas generales del concurso y su respuesta en el proyecto:

Page 174: Casa casa casa=ciudad

| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudadela El Recreo, Metrovivienda | 173

Aerofotografía de la Ciudadela El Recreo, proyecto de Metrovivienda, empresa industrial y comercial del Distrito Capital. Foto Rudolf, 2002. © GS-AP.

El automóvil necesita de un cruce escalonado y el agrupamiento de va-

rias cuadras españolas puede llegar a constituir la unidad de circulación

mecánica que le es apropiada. En consecuencia, sostengo que la cuadra

debe subsistir por transparencia, bajo las nuevas disposiciones urbanís-

ticas. Como la cúpula y el capitel, como la medida musical, la cuadra es-

pañola es una concepción esencialmente diferente del destino humano.

Revista Pórtico, 1951

En Le Corbusier, la manzana de 100 m de lado está de manera implí-cita ordenando las 96 hectáreas de terreno que conforman un sec-tor. En el modelo propuesto por Samper, la manzana de 100 m de lado ordena de manera explícita las 116 hectáreas del proyecto. Hay dos vías principales que delimitan por el oriente y el sur la ciudadela

(las avenidas longitudinal de occidente y Bosa); el parque lineal que atraviesa el proyecto está confinado entre dos vías vehiculares y una carrera preexistente (la avenida Santafé), atraviesa el terreno en el costado occidental. A partir de estas vías principales, que dividen el terreno en dos franjas mayores en el oriente y dos menores en el oc-cidente, una malla de vías de penetración divide todo el proyecto en seis zonas: cuatro de ellas de 300 x 200 m2 y dos de 200 x 200 m2. Cada supermanzana de 200 x 200 m2 debe ser atravesada por una red de vías peatonales que forman unos superlotes de 50 x 50 m2 para construir pequeñas agrupaciones. Al vender los terrenos a las cons-tructoras, se entregan las manzanas de 100 x 100, desarrolladas como una unidad completa, por lo cual se pierde parte de la escala que se quiere dar a este trozo de ciudad, donde finalmente se construyen 12.513 viviendas.

Page 175: Casa casa casa=ciudad

174 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

El sector teórico propuesto para Bogotá en 1950 está desarrolla-do en un terreno de 1200 x 800 m2 y dividido a su vez en dos barrios, a los cuales se tiene acceso vehicular por las denominadas V4. Al resolver en la práctica el sector en Chandigarh, Le Corbusier incluye las V6 y V5, que permiten llegar en vehículo automotor al pie de cada casa. Esta medida es explorada en Bogotá proponiendo una red pea-tonal con parqueaderos colectivos, intentando reducir la incidencia del carro sobre la vida urbana.

Una alternativa, al comparar los dos modelos, podría sostener que Samper está criticando el modelo de su maestro. Por supuesto que lo hace, pero desde una mirada propositiva, rescatando valores

que siguen siendo válidos y cambiando aquellos que se pueden ade-cuar a las condiciones locales y a las dinámicas urbanas del momen-to. Dice Samper:

Le Corbusier, en su primera visita a Bogotá, con su mentalidad cartesiana

alabó el trazado del centro colonial y criticó el trazado de los nuevos ba-

rrios. No fuimos capaces de entender esta recomendación fundamental

y este principio de trazado en retícula.

La evolución de la vivienda

Las redes alternas de Samper son el resultado de continuar traba-jando con la recomendación del maestro y el principio del trazado

Aerofotografía de la Ciudadela El Recreo, proyecto de Metrovivienda, empresa industrial y comercial del Distrito Capital, Foto Rudolf, 2002. © GS-AP.

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudadela El Recreo, Metrovivienda | 175

Consorcio Gustavo Perry, Conrad Brunner y Eduardo Samper, Ciudadela El Recreo, Metrovivienda, Bogotá; planos de las diferentes capas del proyecto urbano, del cual fue asesor urbanístico Germán Samper.

en retícula. Hay más asuntos para comparar entre los modelos. En el sector, un parque lineal atraviesa longitudinalmente la propuesta, con el fin de llevar la recreación del cuerpo y el espíritu lo más cerca posible de las viviendas, intercalando servicios de comercio, comu-nales, educativos y de deporte en medio de la gran franja verde. En El Recreo, cuenta Samper:

Se construye un canal enchapado en piedra que se convierte en un

espacio urbano atractivo; es el comienzo de los diferentes parques li-

neales que se diseñan en diferentes sectores de la ciudad y ofrecen a

los ciudadanos una perspectiva urbana desconocida hasta hoy.

La evolución de la vivienda

Uno de los aportes del Plan Director de Le Corbusier que ha sido destacado por aquellos que lo han estudiado es la manera de resca-tar los ríos y quebradas de la ciudad en un sistema de parques que, afortunadamente, desde 1998, con el proyecto de la ciudadela, se han recuperando para la ciudad los trozos que no habían sido ya urbanizados.

Finalmente, el proyecto de Le Corbusier y el de Samper compar-ten una estrategia que permite hacer vivienda baja de alta densidad con unifamiliares de hasta tres pisos con frentes muy reducidos. En el caso del Plan Director, las viviendas llamadas una casa-un árbol tie-nen dos frentes posibles: 3,66 y 2,96 m, en un lote de 15 m de largo. En los dos casos, el primer piso es disponible para usar a voluntad (local, taller, vivienda de alquiler, etc.) y en las dos plantas superiores se propone la vivienda para familias conformadas por 5 a 7 habitan-tes, con lo cual se crea una comunidad de aproximadamente 524 ha-bitantes/ha. Los lotes de El Recreo están entre los 3 y 4 m de frente por 7 y 8 m de fondo, para áreas de 37 y 44 m2, que dan una media de 240 viviendas/ha, es decir, una media de 1440 habitantes/ha.

Las razones para haber disminuido al mínimo los lotes por vivienda son principalmente económicas. Para Samper, la razón también está en la crítica que reciben los lotes de 6 x 12 m2 propuestos en las normas mínimas. Lo cierto es que independiente de las razones eco-nómicas o de espacio, pareciera que en las discusiones entre Estado, arquitecto y promotor, siempre termina primando la cantidad frente a la calidad. Dice Samper:

No se puede decir que con este juego salga favorecido el usuario. Los

espacios quedan reducidos a su mínima expresión: patios de 2 x 2 m,

alcobas muy pequeñas, ausencia de clósets, cocinas reducidas, escaleras

estrechas y peligrosas. Las condiciones mejoran con la ampliación de las

viviendas a terceros pisos […].

A pesar de todo, estas casas son una solución salvadora para miles de

familias que viven pagando arriendo en condiciones muy inferiores. Aquí

serán propietarios, formarán un patrimonio y la estabilidad creará las

condiciones para que puedan superar la situación de pobreza que vivie-

ron los padres.

La evolución de la vivienda

Toda la teoría de los diferentes tipos de lotes para hacer variedad de posibilidades en cuanto a manejo del espacio público interior en la manzana de 100 x 100 que se propone tanto en teoría como en los proyectos para Ciudad Guasare o Ciudad Meléndez en Cali y por supuesto, en los proyectos para vivienda no se puede llevar a cabo en una situación tan reducida y tendiente a la densificación, como lo establecido por las normas de Metrovivienda. El principal reto de los gobiernos sigue siendo la consecución de cantidad y calidad al mis-mo tiempo. Las críticas a la teoría de las normas mínimas y las redes alternas se basan en que quienes las han llevado a la práctica buscan reducir aún más los criterios de lo «mínimo».

CONTINUIDAD DE LA MALLA VIAL

MOVILIZACIÓNPEATONAL

CUALIFICARLO PÚBLICO

ESCUELAS COLINDANDOCON ZONAS VERDES

DISTRIBUCIÓN LÓGICA Y SUSTENDANDO LOS VOLÚMENES

SOLUCIÓN INTEGRALAL COMERCIO

POCA VARIEDAD DE DISEÑO DE SUPERMANZANA

UNA GEOMETRÍA

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176 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Ciudad Bolívar

Fecha: 1983-1989 (proyecto)

Lugar: Bogotá

Autores: Esguerra, Sáenz y Samper Ltda.

Cliente: Caja de Vivienda Popular, BID

Área del lote: 126 ha, Arborizadora Alta94 ha, Sierra MorenaN/D, Arborizadora Baja

Número de viviendas: 10.000 (estimadas en el proyecto inicial)

● Proyecto de Sierra Morena, localizado en la diagonal 70 sur con transversal 73 F.● Proyecto de Arborizadora Alta, localizado en calle 48 G sur con carrera 44 A.● Proyecto Arborizadora Baja, localizado en la carrera 45 con calle 59 A sur.

Aerofotografía de Ciudad Bolívar con superposición del proyecto de Germán Samper © IGAC y grupo PAC.

Hacia finales de la década de 1970, el sector urbano conocido como Ciudad Bolívar adquiere una importancia fundamental en los deba-tes sobre el desarrollo urbano de Bogotá. El Acuerdo 7 de 1979 de-fine el área como no apta para actividades agropecuarias y de poco valor comercial. Debido al bajo precio de la tierra, desde la década de 1950 este sector actúa como amortiguador urbano para gran parte de la población de bajos recursos. Ante el crecimiento del sector, el Gobierno de Belisario Betancur encarga al alcalde de Bogotá, Augus-to Ramírez Ocampo, la elaboración de un estudio detallado del área, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, que produzca un diagnóstico para fundamentar cualquier tipo de intervención es-tatal, centrándose en una posible inversión en VIS.

El Distrito entrega el resultado final del estudio en 1983, el Pro-grama Integrado de Desarrollo Urbano (Piduzob II). Este documento presenta una propuesta de asistencia estatal que atiende con urgen-cia el mejor desarrollo y el incremento de la cobertura de servicios en la zona. El proyecto sería desarrollado por el Distrito Especial y por sus empresas descentralizadas en los siguientes subprogramas: pavimentos locales y vías, salud, bienestar social, vivienda, acueduc-tos y alcantarillados, y acciones concurrentes. El programa de Ciu-dad Bolívar abarca 11.000 hectáreas, con una población estimada de 1.500.000 habitantes, el 25 % de los habitantes de la ciudad.

Ese mismo año el Distrito elige el proyecto de Esguerra, Sáenz y Samper entre distintas propuestas realizadas por empresas pri-vadas convocadas. La firma de arquitectos rápidamente entrega el proyecto urbanístico, incluyendo estimativos de viviendas con nor-mas mínimas en lotes con servicios. En el primer proyecto, dirigido por la Caja de Vivienda Popular, Samper propone lotes con servi-cios, un sistema vial y una estructura de servicios comunitarios. En el desarrollo del proyecto la firma debe enfrentarse con un terreno supremamente problemático: graves problemas de suelos, topogra-fía abrupta, canteras antiguas, fuertes deslizamientos por erosión y gran cantidad de cárcavas. Además, no existe un plano topográfico adecuado que garantice una realización urbana seria para la zona. La propuesta de 10.600 lotes para 75.000 habitantes aproximada-mente es rechazada inicialmente en el aspecto de factibilidad eco-nómica y por esta razón los frentes de las casas son reducidos de 4 a 3 y 3,50 metros.

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Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: Sierra Morena. © AB - ESS 136.384.551.04

Paralelamente con el proceso de diseño y gestión, nuevos asenta-mientos informales aparecen en la zona. Uno de ellos es el barrio pirata Jerusalén, que hacia 1983 surge en un terreno propiedad de la familia Gaviria, pero vendido por terceras personas. Para la fe-cha de la elaboración de los diseños de la Caja de Vivienda Popular ya habían sido ocupados 200 lotes sin infraestructura alguna. Los estudios hechos por el Distrito calculan que al finalizar la venta, habría en total 13.000 lotes. Ante este hecho y considerando que el barrio informal era «una bomba de tiempo», se plantea que el pro-yecto de Samper debe contribuir a mitigar sus efectos, brindando una estructura vial adecuada, así como los equipamientos y servi-cios comunitarios necesarios. De esta manera, la intervención se divide en tres terrenos que rodeaban la invasión: Sierra Morena, Arborizadora Alta y Arborizadora Baja.

Aunque para Samper este fue un proyecto difícil y problemático, la contribución de esta propuesta a las discusiones sobre la relación entre la vivienda social y la configuración de la ciudad resulta fundamental.

La arquitectura popular, por sus lotes angostos, casas codo a codo y en muchos casos por una persistencia histórica en su forma, mantiene ras-gos de arquitectura urbana, por la formación de paramentos continuos y un cierto lenguaje común en sus elementos constitutivos; sin embargo, su lento e irregular crecimiento no permite la consolidación de dichos espacios y por tanto la madurez de una ciudad nunca se alcanza.

Fue nuestro propósito forzar la creación en sitios claves de algunos es-pacios «finitos» en que la arquitectura nuevamente sirva, con sus para-mentos, de borde del espacio público y en el que se diseñaran y equipa-ran las superficies exteriores para fomentar la actividad ciudadana. Son

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: Arborizadora Alta. © AB - ESS 136.407.551.07

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178 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

espacios que vienen a ser como «embriones de ciudad» que contribuyan al desarrollo comunal. De hecho toda gran ciudad está formada en un alto porcentaje de sectores anónimos, con unos pocos espacios signifi-cativos que le dan identidad.

Germán Samper, «Ciudades dentro de la ciudad», Escala.

El proyecto de lotes con servicios, de crecimiento progresivo y vi-vienda productiva, prevé que los usuarios participarían en el proceso de construcción. Además, tiene como eje el planteamiento de una estructura urbana que significaba, además de un sistema de lotes, un sistema vial y una estructura de servicios comunitarios que Samper estudia en una serie de bocetos donde dibujo y texto se van enca-denando, como un método de trabajo que permite hacer conciencia de cada trazo, de cada idea y de la relación que hay entre los dos. Se trasluce la manera en la que Samper llega a dos propuestas que son

significativas de este proyecto: por una parte, en la creación de «cen-tros de construcción», que oficializarían y estimularían los procesos de autoconstrucción popular; por otra, la construcción de algunos «espacios públicos terminados», que se convertirían en núcleos de desarrollo urbano. Estos «embriones de ciudad» serían de tres tipos: los que se conformarían con los edificios públicos (escuelas, centros de salud, centros comunitarios); los que se conformarían con vivien-das multifamiliares o unifamiliares, y los que se crearían con usos comerciales y talleres.

En aquellos que estaban formados por vivienda unifamiliar, Sam-per trabaja el recinto urbano a una escala que está definida por las pequeñas casas de 4 metros de frente y caracterizado por la repeti-ción y el ritmo que estas crean, con la idea de crear espacios urbanos adecuados para la vida pública, un lugar de encuentro ciudadano que ayude a «crean ciudad». En el plano 40, titulado «Centro de ve-cindario circular», fechado el 15 de septiembre de 1983, Samper y el grupo de arquitectos que participa en el proyecto establecen:

En el pasado se crearon los más hermosos conjuntos con la repetición de

unidades anónimas. En otros términos: una sencilla vivienda, dependien-

do del diseño, puede ser un componente típico que se agrupe formando

un conjunto unitario de interés general o puede ser una porción desarti-

culada de un conglomerado amorfo y anárquico. Las plazas propuestas

para Ciudad Bolívar, formadas por casas de 4 metros de frente, al resolver

el problema de una sencilla casa popular crean a la vez un espacio público

identificador, una sala urbana, un recinto adecuado para la vida pública,

un marco «finito» concluido, lugar de encuentro ciudadano […].

La propuesta consiste en que las plazas sean construidas en su totali-dad, con casas terminadas que se proyectan con el fin de constituirse en ejemplo y referente para los vecinos que compran su lote con servicios para desarrollar su vivienda por desarrollo progresivo. Dice en el mismo plano:

Las unidades terminadas o prototipos realizados por la entidad promoto-

ra serán, además, los modelos que tendrán los propietarios de las vivien-

das autoconstruidas, como meta para su desarrollo final. En la medida

que el prototipo se identifique con las necesidades físicas de los usuarios,

con su concepción cultural, tal vez inconsciente, y al alcance de sus pre-

supuestos y tecnologías constructivas, se podrían ir formando ambientes

urbanos coherentes. La labor del arquitecto se convierte así, no en un

creador de formas surgidas fuera del contexto sociocultural, sino más en

un identificador de prototipos, en un interpretador del lenguaje popular.

De los muchos temas por rescatar de este proyecto está la mane-ra en la que Samper propone resolver la implantación de las casas en ladera, teniendo en cuenta que uno de los principales problemas que deben afrontar es precisamente el de desarrollar un proyecto de vivienda de las dimensiones solicitadas en un terreno con grandes dificultades de erosión, pendiente y manejo de aguas. Dice Samper:

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: Sierra Morena. © AB - ESS 234042.3478.04

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Bolivar | 179

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: localización. © AB - ESS 133.663.871.04

Germán Samper, croquis de estudio de la manera de abordar la construcción de vías en pendiente. © GS-AP.

Germán Samper, croquis de estudio de la manera de abordar la construcción de es- pacios públicos en zonas de erosión y canteras. © GS-AP.

Page 181: Casa casa casa=ciudad

180 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: tipología de manzana. © AD - ESS 136.368.551.02

Las viviendas en pendiente se diseñaron con base en las siguientes reglas:

las vías vehiculares seguirán las curvas topográficas, las vías peatonales

serán perpendiculares a éstas. Los lotes serán escalonados siguiendo las

mencionadas curvas. Así se asegura: a. que todos los lotes desagüen ha-

cia las vías peatonales, b. que el movimiento de tierras sea mínimo y se

vaya adaptando a las pendientes que oscilan entre 5% y un 40%.

Germán Samper, «Ciudades dentro de la ciudad», Escala.

Ciudad Bolívar, tal y como la proyecta Samper, no fue construida y lo hecho en Sierra Morena, Arborizadora Alta y Arborizadora Baja no contó con su seguimiento. Un estudio sistemático que analice y compruebe hasta qué punto la teoría propuesta permite construir una mejor ciudad es inaplazable. Quienes visitan estos barrios con frecuencia dicen, a partir de la simple observación, que aquellos re-cintos que fueron construidos son hoy los principales puntos de en-cuentro, reunión y vida cívica en la Ciudad Bolívar de hoy.

Page 182: Casa casa casa=ciudad

| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Bolivar | 181

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: fachada principal. © AD - ESS 132.085.816.15

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: planta apartamentos. © AD - ESS 132.077.816.12

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Maqueta de la plaza de vecindario del proyecto para Ciudad Bolívar de E. S. S., realizada por Cristina de Valdenebro et al. © Nicolás Galeano.

Esguerra, Sáenz, Samper Ltda., Ciudad Bolívar, 1986: centro de vecindario. © AB - ESS 136.400.551.06

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| Normas mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas | Ciudad Bolivar | 183

Vivienda progresiva en Ciudad Bolívar (2003). © Diego Samper. Vivienda progresiva en ladera en Ciudad Bolívar. © Diego Samper.

Germán Samper, dibujo de gaviones de atención en Ciudad Bolívar, 2003. © AP-GS. Fotografía del mismo gavión. © Diego Samper.

Page 185: Casa casa casa=ciudad

recinto urbano

Page 186: Casa casa casa=ciudad

| Recinto urbano | 185

La idea de recinto urbano implica la capacidad de delimitar y carac-terizar el espacio urbano a partir de la arquitectura. Para Germán Samper es necesario devolver al espacio público de la ciudad la es-cala humana, por lo cual propone en sus proyectos que los edificios construyan no solo el espacio interior, sino también el exterior, que tiene como techo la bóveda celeste. Es una respuesta a la deshu-manización de la ciudad que se da con los grandes proyectos, de edificaciones aisladas, donde el vacío resultante deja de tener una escala apropiable por los habitantes. El recito urbano retoma la pla-za y la calle habitables, y ofrece espacios y recorridos peatonales separados de la malla vehicular, dentro del modelo urbano de las redes alternas.

El primer proyecto en el que Samper utiliza este concepto de ma-nera contundente es en Ciudad Bolívar. Los diferentes tipos de plazo-letas propuestas (de los cuales fueron construidos algunos ejemplos en los tres barrios proyectados) son un claro ejemplo de esta manera de concebir el espacio público, asunto que ya se venía presentando a nivel teórico en la manera de retranquear y establecer edificios espe-ciales para los cruces y las vías, tanto vehiculares como peatonales.

Samper está haciendo parte de una discusión mundial sobre la manera en que se construyen la ciudad y los proyectos, en especial de vivienda, durante lo que se conoce como el movimiento moder-no. Dice:

Cuando, saliéndose del principio de implantación volumétrica de los

CIAM, de organizar edificios autónomos, se busca compactar los volú-

menes, se produce un cambio radical. Lo que cuentan son las relaciones

entre edificios y no los volúmenes de estos. El espacio público se vuelve

el protagonista.

Germán Samper, Recinto urbano. La humanización de la ciudad.

Samper se adhiere así a discusiones como las planteadas por Rob Krier en su libro El espacio urbano (1975), para quien los elementos fundamentales del espacio urbano son la calle y la plaza, y estable-ce que las fachadas de edificios que conforman el espacio público influyen definitivamente sobre la calidad espacial de la ciudad. Su hermano, Léon Krier, en su crítica a la modernidad en urbanismo, establece que la zonificación es la manera más eficaz de destruir la enorme complejidad del tejido y la estructuración social y física de las comunidades urbanas. Es decir, en la década de los 70 Samper se encuentra inmerso en un ambiente que critica de manera radical las bases de su aprendizaje con Le Corbusier. En su mente surge un distanciamiento con el maestro. Cuando propone las redes alternas y el recinto urbano, piensa que está proponiendo formas de construc-ción de ciudad que son radicalmente opuestas a las planteadas por Le Corbusier; sin embargo, con motivo de la exposición y publicación del proyecto del Plan Director realizados en 2010, Samper vuelve y estudia el trabajo que hizo en el atelier del 35 rue de Sèvres en París y, tras contar y reflexionar sobre su obra en vivienda, desde La Fragua a Colsubsidio, concluye:

El curioso epílogo de estas reflexiones es que este tipo de viviendas fue

propuesto por Le Corbusier en su Plan Piloto para Bogotá, pero sus pro-

puestas se habían enterrado con los planos urbanísticos. Reconocer la

importancia de estos prototipos planteados hace sesenta años y que hoy

tienen plena vigencia representa un acto de justicia con quien fuera mi

maestro.

Germán Samper, Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951.

Precisiones en torno al Plan Director.

De una manera análoga a lo propuesto en el modelo de vivienda BOG 4301 – H3, Redents Collectifs Quatre Étages (edificios denta-dos colectivos de 4 pisos), Samper trabaja los recintos urbanos en los proyectos para la Ciudadela Real de Minas en Bucaramanga, y la Ciudadela Colsubsidio en Bogotá. En lo trabajado con Le Corbusier, la figura que forman los edificios es de planta ortogonal; en los pro-yectados por Samper, la planta es circular y/o sinuosa. En especial, en aquellos puntos donde se busca construir espacios de reunión, frente a la calle que se concibe como espacio de paso, cuando prima el uso vehicular, y de encuentro, cuando prima el uso peatonal.

La propuesta radica en crear los medios para rescatar estos espacios en

la ciudad porque son humanos y adecuados para la vida colectiva, para la

vida pública, para la vida urbana. La clave está en inventar nuevas formas

de agrupar los objetos sueltos que forman la ciudad de hoy. También

está en buscar espacios urbanos pequeños, donde el hombre se sienta a

gusto, donde pueda encontrar a sus semejantes.

Germán Samper, Recinto urbano. La humanización de la ciudad.

Los proyectos de las ciudadelas Real de Minas en Bucaramanga y Col-subsidio en Bogotá son un cambio importante en la obra de Samper en la medida en que está trabajando vivienda de mediana altura de alta densidad (5 o 6 pisos), partiendo del principio de la necesidad de concebir el espacio público y los equipamientos como parámetro de proyecto de vivienda con calidad. Estos proyectos han sido consi-derados usualmente como parte de la política de Lauchlin Currie de «ciudades dentro de la ciudad» de la década de 1970. Pero para Sam-per estas propuestas representan la idea de un desarrollo integral, puesto que la propuesta de Currie está concebida para una población de 400.000 habitantes en un área mucho mayor. El desarrollo inte-gral propuesto por Samper implica un área y una población meno-res y sugiere la construcción de un número importante de viviendas acompañadas de los servicios complementarios y equipamientos úti-les, tanto para la población del nuevo desarrollo como para comple-mentar los desequilibrios del sector del proyecto, generar empleos y suministrar servicios para el resto de la ciudad.

Page 187: Casa casa casa=ciudad

186 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

● Proyecto de Ciudadela Real de Minas, localizado en la comuna 7.

Aerofotografía de Ciudadela Real de Minas con las áreas del proyecto de Germán Samper resaltadas en color amarillo. © IGAC

Ciudadela Real de Minas

Fecha: 1977

Lugar: Bucaramanga (Santander)

Autores: ETA, Consultécnicos, Patricio Samper y Esguerra, Sáenz y Samper Ltda., Proyecto Urbano. Esguerra, Sáenz y Samper Ltda. Conjunto de la Plaza Mayor y la Calle Real y la agrupación de vivienda Los Naranjos

Cliente: Empresa de Desarrollo Urbano de Bucaramanga

Área del lote: 120 ha

Número de viviendas: 7.000 (estimadas en el proyecto urbano)

Áreas de vivienda: Viviendas unifamiliares y multifamiliares 50, 70, 90 y 110 m2

En el terreno del antiguo aeropuerto Gómez Niño, situado a tan solo dos kilómetros del centro la ciudad, la Empresa de Renovación Urba-na de Bucaramanga promueve un proyecto para 60.000 habitantes con la construcción de viviendas y usos múltiples (comercio, servi-cios educativos, recreativos e industria) por etapas, a partir de una propuesta urbana con 26 agrupaciones o zonas para ser realizadas por distintos arquitectos. Este proyecto hizo parte de las políticas de vivienda del presidente Alfonso López Michelsen (1974-1978), con las que se pretendía disminuir el alto déficit de vivienda en las prin-cipales capitales del país.

¿Es Ciudadela Real de Minas una ciudad dentro de la ciudad?, ¿un nue-

vo desarrollo dentro de la ciudad? ¿Es el único ejemplo que existe en

Colombia?

En su sentido teórico para lo que fue creado el concepto de ciudad den-

tro de la ciudad o desarrollos urbanos integrados, no lo es porque se

presupone cierto grado de autosuficiencia: vivienda, servicios, trabajo.

Bucaramanga, por su dimensión, no permite ni requiere este tipo de

idea. Ciudadela Real de Minas es simplemente un nuevo barrio de la ciu-

dad en la cual se aplican otros conceptos sobre el uso del espacio urbano

y se han logrado algunos aspectos interesantes como la mezcla de clases,

autosuficiencia en servicios, planeación integral de zonas recreativas y la

aplicación de nuevas normas arquitectónicas.

Creo que, hasta el presente, es el único ejemplo en Colombia en proceso

de realización.

Germán Samper, «Ciudades dentro de la ciudad», Escala nro. 100.

Samper participa en dos etapas del proyecto. La primera, como con-sultor de urbanismo de Consultécnicos ETA y Patricio Samper, para el proyecto urbano general, que no se lleva a cabo en su totalidad, donde se proponen viviendas multifamiliares de cinco pisos sobre las vías principales y, en las vías secundarias, agrupaciones vivienda unifamiliar. La segunda, como proyectista de la plaza central y sus multifamiliares y una agrupación.

Los principios generales del proyecto urbano, del cual se despren-de un plan general de masas, son: crear espacios abiertos y comunales

Page 188: Casa casa casa=ciudad

| Recinto urbano | Ciudadela Real de Minas | 187

integrados; aumentar las densidades, con el fin de lograr ahorros en servicios, transporte vehicular y terrenos, y generar un equilibrio con la estructura de la ciudad existente complementando los desarrollos de servicios necesarios. Dice Samper respecto a qué significan los desarrollos integrados:

El programa para la Ciudadela Real de Minas, como los demás en ciu-

dades con menos de dos millones de habitantes, deberá responder

mejor al concepto de desarrollos integrados, es decir, que contenga no

solamente las facilidades y servicios sociales necesarios para satisfacer

las exigencias de su población futura, sino que complementen también

los desequilibrios existentes en la zona de influencia del nuevo desarro-

llo para elevar al nivel de los servicios en zonas amplias de las ciudades

donde se promueven estos programas, en lugar de colaborar en el des-

equilibrio urbano de dichas zonas. Además, en desarrollo de este mismo

concepto, es indispensable que ofrezca oportunidades de residencia y

empleo a un número máximo de personas de los grupos socioeconómi-

cos más bajos compatiblemente con el valor comercial de un terreno se-

gún su ubicación.

Germán Samper, «Ciudades dentro de la ciudad», Escala nro. 100.

Las antiguas pistas del aeropuerto que se cruzan 90 grados son pro-yectadas como avenidas o parques urbanos, en cuya intersección se conforma una plaza octogonal de 100 metros de diámetro, con uso principal de vivienda (edificios multifamiliares de cinco pisos, con co-mercio en los pórticos del primer piso), a la manera de algunas plazas parisinas como la Vendôme o los Vosgos. El proyecto de la plaza le es contratado a Samper, quien conociendo su papel dentro de la pro-puesta general, la concibe como el espacio principal de encuentro y

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: la ciudad y su estructura. © AB – FS 120.021.132.14

Page 189: Casa casa casa=ciudad

188 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: localización de la unidad 22. © AB – FS 120.679.

reunión de la población, útil para actos públicos, fresca gracias a la sombra de los árboles y en donde desembocarían cuatro vías peato-nales y cuatro vehiculares.

Son muchos los dibujos a mano alzada de Samper que definen la geometría del tratamiento de los pavimentos de la plaza, así como la localización de árboles, bancas, faroles y demás elementos del mo-biliario urbano. Puesta a escala local, la plaza de la Ciudadela Real de Minas tiene un área similar a la plaza de Bolívar en Bogotá. Son varios los recursos que Samper utiliza para dar escala y confort a la plaza. Es importante anotar que se trata de una plaza dura, es decir, está pavimentada con piedra en las superficies más amplias y en la-drillo en los senderos, que dibujan una geometría radial que parte de un círculo descentrado dentro de un doble anillo, donde Samper rompe la continuidad del nivel del terreno con una leve excavación y construye una banca continua para el encuentro de los vecinos. Las

entradas a la plaza se hacen por debajo de portales que interrumpen la continuidad de los edificios residenciales de cinco plantas, caracte-rizados con balcones que miran hacia ella. Acacias, mangos y sama-nes crean la sombra suficiente para que los peatones puedan perma-necer en el lugar. Los carros pueden entrar a la plaza, bordeándola. Llegar a esta plaza hoy en día muestra que se trata de un espacio ricamente apropiado por los habitantes del sector, lleno de vitalidad y actividad, con calidades ambientales y de escala que son difíciles de encontrar en proyectos de vivienda de este tipo.

De hecho, la idea de generar espacio público caracterizado por la arquitectura es un tema que se debate ampliamente en esta épo-ca en Colombia y el mundo, como una forma de criticar las gran-des intervenciones de vivienda obrera que, en nombre de una mal denominada modernidad, habían poblado el planeta de lugares anodinos y fuera de escala que habían generado todo tipo de pro-

Page 190: Casa casa casa=ciudad

| Recinto urbano | Ciudadela Real de Minas | 189

blemáticas socioculturales en sus habitantes. De hecho, la posmo-dernidad nace con el anuncio de la demolición del premiado con-junto de viviendas Pruitt-Igoe, en San Luis (Misuri), del arquitecto Minoru Yamasaki, en 1972. En Colombia, en los años ochenta, hay otro gran proyecto del BCH que intenta hacer lo mismo que Samper en Bucaramanga, pero sin el éxito descrito. Se trata del proyecto para la Nueva Santa Fe de Arturo Robledo, Rogelio Salmona, Pedro Mejía y Julián Guerrero (1984-1986). En este caso, los proyectistas plantean las entonces denominadas «cesiones tipo A», es decir, el área pública del proyecto, en los interiores de manzana, idea no pre-vista, como en Bucaramanga, con un planteamiento de usos mixtos y que lleva a los propietarios a cerrar estos espacios, dejando un área tan importante del centro de la ciudad sin más espacio público que el ya existente de las vías. Intentando hacer ciudad abierta se termina consolidando una ciudad cerrada.

El otro proyecto desarrollado por Samper en la ciudadela es la agru-pación Los Naranjos. Mientras que en la zona destinada a multifami-liares, Samper propone una densidad media de 161 a 176 viv/ha, con apartamentos de 70 a 110 m2, en la agrupación logra una densidad media de 140 a 120 viv/ha, con casas de 53 a 70 m2. El terreno es contiguo a la plaza mayor, con forma triangular. En uno de los planos publicados, Samper hace énfasis en el método de trabajo para lle-gar a la definición del área del lote (46 m2, para construir 70 m2 am-pliables, con 38,25 m2 para zonas comunales). El segundo paso es la definición de la forma del lote, estudiando alternativas que cambian la relación ancho-largo, definiendo la planta cuadrada como la me-jor para los intereses del proyecto urbanístico. Finalmente, el tercer paso es la definición de la forma de la agrupación:

Se realizó un dibujo gráfico de una hectárea que permitiera visualizar la ocupación del loteo privado para una densidad de 118 viv/ha y las zonas

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: políticas de uso del primer piso. © AB – FS 178.129.2419.44.

Page 191: Casa casa casa=ciudad

190 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: estructura urbana. © AB – FS 120.729.135.06

disponibles. Gráficamente también se dibujó lo que en las tipologías se

pudiera llamar el lote teórico, 84 m2, y el lote real, 46 m2, considerándose

el aporte de 38 m2 para áreas comunales.

Finalmente, la última etapa consistió en la selección de una forma de

agrupación. Se estableció como principio una cuadrícula de 6,80 x 6,80.

A partir de un loteo convencional, con el ritmo dos lotes calle, se demos-

tró cómo era posible una agrupación de gran variedad, rompiendo la

monotonía de la primera, sin reducir densidad. Se aplicó en esta agrupa-

ción el principio de los garajes rodeados por casas.

Plano U2, escala 1:500, 17 de octubre de 1978. Archivo de Bogotá

119741.133.08

Cuenta Fernando Jiménez que el proyecto es terminado en 2006, es decir, 27 años después de su inicio. El resultado es óptimo, pues se logra completar la estructura urbana con la mayor parte de las propuestas, tanto urbanas como arquitectónicas, aunque en el ca-mino se cambian las densidades y alturas, aumentándolas. También se logra un muy buen nivel de servicios comunales y desarrollo del espacio público.

El mayor logro de Samper en Bucaramanga es la capacidad de construir un nuevo barrio combinando de manera armónica una ciu-dad abierta y una cerrada, creando unas dinámicas sociales donde los habitantes han logrado apropiarse del lugar, integrando a los ve-cinos preexistentes, consolidando un modelo que lamentablemente no se ha repetido.

Page 192: Casa casa casa=ciudad

| Recinto urbano | Ciudadela Real de Minas | 191

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: perspectiva de la plaza. © AD - FS 1199.63.132.08

Esguerra, Sáenz y Samper, Ciudadela Real de Minas (Bucaramanga): fotografía panorámica de la plaza mayor, 2003. © Diego Samper.

Page 193: Casa casa casa=ciudad

192 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: planta apartamentos, bloques B11 y B17. © AB – FS 176.015.2373.22

G. S. G., Ciudadela Real de Minas, 1977: planta apartamentos bloques B15 y B9. © AB – FS 177.105.2373.45

Page 194: Casa casa casa=ciudad

| Recinto urbano | Ciudadela Real de Minas | 193

Maqueta del proyecto para la plaza mayor de Ciudadela Real de Minas, realizada por Cristina de Valdenebro et. al. © Nicolás Galeano.

E. S. S., Ciudadela Real de Minas (Bucaramanga): fotografía de una peatonal de la agrupación Los Naranjos y su relación con el primer piso de las viviendas, 2003 © Diego Samper.

E. S. S., Ciudadela Real de Minas (Bucaramanga): fotografía panorámica de la plaza mayor donde, por la luz del atardecer, resaltan las masas oscuras de los árboles sobre las fachadas iluminadas de los multifamiliares, 2003. © Diego Samper.

E. S. S., Ciudadela Real de Minas (Bucaramanga): fotografía de la plaza mayor del proyecto desde un apartamento, 2010. © Catalina Samper.

Page 195: Casa casa casa=ciudad

194 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Ciudadela Colsubsidio

Fecha: 1983 - presente

Lugar: Bogotá

Autores: Esguerra, Saénz y Samper Ltda., GX. Samper Ltda.

Cliente: Colsubsidio

Área lote: 130 ha (ANU)

Número de viviendas: 14.000 (estimadas en el proyecto urbano)

Áreas de vivienda (inicial): Unifamiliares: 6 tipos, entre 75 y 89 m2.

● Proyecto ciudadela localizado entre las calles 80 y 90 y las carreras 110 y 119.

Aerofotografía Ciudadela Colsubsidio, 1991. © IGAC Aerofotografía Ciudadela Colsubsidio, 2007. © IGAC

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La Ciudadela Colsubsidio está ubicada en el costado norte de la auto- pista Medellín en un terreno de aproximadamente 130 hectáreas, en su momento incorporadas a la ciudad, con el fin de desarrollar un proyecto para doce mil viviendas. La iniciativa se enmarca dentro de las políticas de construcción de vivienda para afiliados con ingresos de hasta 4 salarios mínimos mensuales, promovida con la Ley 21 de 1982. La labor de la firma Esguerra, Sáenz y Samper incluye la bús-queda del terreno, la elaboración de los parámetros paisajísticos de diseño, el diseño urbano de la ciudadela, así como el desarrollo de una parte importante de las agrupaciones de vivienda y la iglesia del barrio: 22 manzanas, de las cuales 7 son resueltas con vivienda uni-familiar y 15 con vivienda multifamiliar. El Departamento de Planea-ción Distrital (DPD) interviene en la elaboración de un plan vial para

el sector y en la definición de normas sobre zonas verdes, densidades y los demás reglamentos necesarios.

Siguiendo los parámetros del DPD y buscando integrar dos urba-nizaciones separadas que habían sido planeadas sin una idea de con-tinuidad (Quintas de Santa Bárbara, al occidente, y Bolivia, al orien-te), Samper plantea una vía de carácter comercial para conectar los dos sectores con el nuevo barrio. Además, propone la creación de un par vial y una vía central peatonal que permiten la entrada y salida de la ciudadela desde la autopista Medellín y que remata en el gran espacio deportivo frente al río Juan Amarillo. Este paseo constituye el esqueleto principal del barrio y, acompañado por numerosos es-pacios públicos, plantea un recorrido urbano en sentido sur-norte de intensa actividad y gran movimiento. Samper resume así las inten-ciones del proyecto:

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, diciembre de 1984: dibujo nro. 2: «1) Se crea un eje principal, la avenida Colsubsidio, que enlaza hitos urbanos. Una plaza de armas, una alameda, una raqueta de servicios comunitarios. […] 2) Se crean unas rotondas residenciales que abrazan parques circulares, centros de sector.»

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, enero de 1985, dibujo nro. 16. Se describen y caracterizan los elementos del esquema urbano: el frente y el ingreso al barrio, los edificios y plazas residenciales y el paseo o alameda.

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Objetivos de diseño:

Humanizar la ciudad: barrio grato que dignifique la vida familiar y

comunitaria.

Un barrio integrado: dotado de servicios complementarios a la vivienda

(educación, salud, recreación, capacitación).

Un barrio con identidad.

Premisas del diseño:

Alternar las vías vehiculares y peatonales. Crear un gran eje peatonal

(paseo Colsubsidio) que conecte las diferentes actividades comunitarias.

A lo largo del eje peatonal, localizar diferentes actividades (usos diferen-

tes, espacios abiertos y cerrados).

Ofrecer al ciudadano todos los servicios que requiere para una vida indi-

vidual y comunitaria integrada.

Intercomunicar el barrio con la ciudad y favorecer vida comunitaria

(equilibrio entre un sistema abierto –red vial– y los recintos urbanos pe-

queños, a nivel de manzana, que ofrezcan seguridad y comunidad).

Dar a la arquitectura un nivel protagónico de conformadora del espacio

público, que cumpla un discreto papel escenográfico.

Como responsable del diseño, este proyecto me ofrecía la oportunidad

de aplicar las teorías y principios que podrían crear rumbos en el dise-

ño de conjuntos de vivienda. La experiencia en estudios anteriores me

había dado una madurez conceptual. Se aplicarían, por lo tanto, los prin-

cipios de la vivienda de alta densidad en baja altura, las agrupaciones

de vivienda, el retorno a la manzana con arquitectura paramentada, las

redes alternas y la convivencia del peatón y el automóvil, el recinto urba-

no y la búsqueda de espacios públicos, la humanización de la ciudad y el

principio de los planos de masas.

Germán Samper, La evolución de la vivienda, p. 175.

Fotografía aérea general de Ciudadela Colsubsidio vista desde la calle 80 hacia el norte, 2011. © Ataca Films.

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| Recinto urbano | Ciudadela Colsubsidio | 197

Ciudadela Colsubsidio es un proyecto urbano, diseñado para ser realizado de manera progresiva a lo largo de más de veinte años, donde desde un principio se prevé la participación de varios equipos de arquitectos. Es el proyecto más ambicioso emprendido por Col-subsidio, una de las cajas de compensación familiar más importantes del país. Al igual que la Ciudadela Real de Minas, en este proyecto el terreno se proyecta como un barrio de uso mixto residencial, con servicios y actividades que generan empleo, creando de esta manera dos tipos de ciudades: la abierta y la cerrada (plano general de la propuesta, Archivo de Bogotá, 129112.298.13).

La tipología T3 es la que conforma ciudad abierta y corresponde a casas unifamiliares de desarrollo progresivo, proyectadas con el cas-carón completo y destinadas para los grupos de menores ingresos en las manzanas 19 a 21 y 27 a 29, en el sector norte de la ciudadela. Samper explica que las casas están ordenadas a partir de un sistema de ajedrez que permite distribuir las unidades de vivienda en tor-no a pequeñas plazas que están irrigadas por calles ciegas y pasajes que permiten la conexión de los diferentes conjuntos, logrando a su vez que peatón y vehículo convivan en el mismo espacio. Las casas

han sido transformadas, en especial con la aparición de comercio, en el caso de aquellas que se encuentran sobre vías vehículares princi-pales y con la apropiación del antejardín para diversos fines. En las primeras versiones del proyecto aparece que todo el sector norte de la ciudadela tiene previsto estar desarrollado con este tipo de vivien-da, a excepción de la rotonda del sector 3 con las manzanas que la rodean.

La ciudad cerrada está resuelta a partir de las agrupaciones de viviendas multifamilares; en las primeras versiones se tiene en con-sideración la mezcla de usos con tres modelos de vivienda: viviendas mixtas, multifamiliares y unifamiliares, en donde las zonas de par-queadero quedan dentro de cada agrupación, en las áreas comuna-les. Respecto a los multifamiliares, Samper explica:

La preocupación desde un principio fue la de evitar monotonía de edifi-

cios continuos idénticos y construidos en series grandes. Se adoptó un

principio arquitectónico: hacer énfasis en el tratamiento vertical de las

fachadas. Las fachadas no son lisas. Tienen fuertes entrantes o salien-

tes que articulan el sentido horizontal de la construcción. Estos bloques

Fotografía aérea general de la Ciudadela Colsubsidio desde el humedal Juan Amarillo hacia el suroriente, 2011. © Ataca Films.

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verticales se trataron estéticamente como tales, es decir, un poco como

edificios independientes adosados. El tratamiento vertical condujo a re-

mates de cubiertas en dos aguas perpendiculares a la fachada.

Germán Samper, Recinto urbano.

La humanización de la ciudad, p. 280.

Con los edificios multifamiliares, Samper busca crear paramentos que delimitan lo público de lo privado, dejando en el primer piso un asunto que está todavía por resolver en la mayor parte de proyectos que dejan vivienda conviviendo con lo público en este nivel; la res-puesta inmediata de los moradores es colocar rejas, tal y como ha sucedido en Colsubsidio. En un momento de la propuesta los mul-tifamiliares están divididos en cuatro modelos diferenciados, con el fin de formar diferentes tipos de agrupaciones: las T1, agru-paciones que forman el espacio receptor o plaza de ingreso con

multifamiliares y comercio tipo A; las T2, agrupaciones con uso exclusivo de vivienda; las T4, agrupaciones de vivienda mixta so-bre las vías locales principales y viviendas unifamiliares en el fon-do de los lotes; y, las T5, vivienda multifamiliar en fila, de acuerdo con el Decreto 0105 de enero de 1985. Todo parecería indicar que la división entre ciudad abierta y cerrada no estaba proyectada de manera radical, como en efecto se ha ido desarrollando a través de los años, teniendo en cuenta que, a partir de la primera etapa, todas las manzanas previstas para vivienda se desarrollaron en su totalidad con el modelo de las agrupaciones de multifamiliares de 5 pisos del modelo T2.

Con la vivienda como uso principal, en el proyecto inicial se deja previstas 6 localizaciones para equipamientos:

1. Puerta de ingreso al barrio, edificios administrativos, salones co-munales y puesto de policía (manzana 2, no construido).

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, enero de 1985, dibujo nro. 18. Componentes urbanos de la entrada al barrio: entrada simbólica, plaza residencial, como inicio del paseo del barrio, calle comercial, plaza de la iglesia y centro cultural.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, enero de 1985, dibujo nro. 20. Modelo teórico.

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2. Plaza Colsubsidio o el gran salón público con comercio –de forma circular–, lugar de actividades cívicas, sitio de encuentro y perma-nencia (rotonda pequeña sector 1).

3. Educación, religioso, guardería, salud (manzanas 8 y 9).

4. Comercio (rotonda sector 2, manzana 14).

5. Centro de la construcción (no construido, fuera del par vial, en el sector occidental).

6. Recreativo (ronda del río Juan Amarillo).

Falta indicar en el plano los parques que forman parte del par vial que como columna vertebral de la propuesta organiza en el sentido norte-sur un recorrido peatonal que atraviesa las tres rotondas. En el plano de la estructura urbana fechado, el 14 de abril de 1985 en El Abra, Samper identifica el parque entre las rotondas 1 y 2 como «paseo Park-way, de 100 m de paramento a paramento, es decir,

la avenida El Dorado. El paseo al centro es una gran zona verde. Recreación, cívico, cultural, paisajístico. Ciclovía, peatonal. Bancas, faroles, kioscos, restaurantes de parque, ventas de flores, miniga- lerías, etc.». En este plano (2331.31), la numeración de las activida-des del eje son 7, donde Samper incluye los dos parques y las activi-dades dentro de las rotondas como plazoletas de carácter domésti-co. Estos parques no se han construido todavía. Uno está en proceso. Ojalá que los encargados del diseño construyan espacios que den fuerza al par vial que todavía no se termina de consolidar, menos aún con la presencia del centro comercial que, a pesar de ser formulado como una continuidad del eje peatonal, lo rompe.

La Ciudadela Colsubsidio, al igual que la propuesta de Previ, repre-senta una síntesis de la investigación de Samper en tanto conden-san los conceptos desarrollados en una reflexión de varias décadas. En el material que se encuentra en el Archivo de Bogotá sobre el

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, abril de 1985. Plan de estructura urbana. G. S. G., Ciudadela Colsubsidio. Plano general, indicativo de tipologías residenciales y su localización, s. f.

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proyecto y que se reproduce parcialmente aquí, se destaca una serie de planos del proceso sobre el cual Samper desarrolla el proyecto que se lleva a cabo. La primera idea que aparece al estudiarlos es que Samper, a pesar de todo lo estudiado, trabajado y propuesto hasta aquí, ensaya varias alternativas para resolver este trozo de ciudad, que van desde edificios en bloques alargados hasta las rotondas que identifican el proyecto realizado. Estos planos son una demostración de una manera de proyectar donde las respuestas nunca aparecen a priori. Siempre se duda, siempre se investiga, siempre se podrá en-contrar una respuesta mejor: una actitud que acepta y reconoce que cada proyecto es un mundo diferente. La rotonda de Ciudadela Real de Minas no se utiliza de manera literal en Colsulsidio, sino que se transforma para crear diferentes tipos, que con variaciones han crea-do excelentes espacios públicos y comunales, como la plaza Colsub-sidio y las manzanas 3 y 32. Público, comunal y privado, a pesar de

las transformaciones, también conviven de manera armónica en las manzanas con vivienda unifamiliar. Samper entiende que las necesi-dades y las realidades cambian, una actitud que difiere de manera radical con la del mercado y las leyes que implanta. En Colsubsidio, como en toda la ciudad, el mercado ofrece como única alternativa el edificio encerrado entre rejas, donde se erradica el uso mixto y donde no hay posibilidad de convivencia entre la ciudad abierta y cerrada. Solo la cerrada es rentable.

Cuando las leyes del mercado son las que dictan las decisiones de los proyectos, en general, la calidad del espacio urbano y de la arqui-tectura que allí se propone se impacta de manera negativa. Volver a las primeras ideas de Colsubsidio es recordar que sí es posible lograr la convivencia de los dos tipos de ciudades. Y, sobre todo, que la bue-na arquitectura y el buen urbanismo también pueden ser rentables, en su justa medida.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, agosto de 1985: «1. El diseño urbano de Colsubsidio se estructura con base en un eje central de penetración […] 2. Recintos urbanos […] 3. Circulaciones […]».

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, s. f. Vivienda productiva. Proyecto urbanístico. Segundo esquema.

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G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, marzo de 1986. Localización de los edificios comunitarios.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, enero de 1985, dibujo nro. 21: «En este dibujo se pretende mostrar de una manera más gráfica la estructura de los espacios públicos principales. En amarillo se destaca lo que será visible […]»

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, octubre de 1985. «Aspectos del diseño urbano. 1. El espacio público urbano. Papel de los multifamiliares […] 2. Las agrupaciones mixtas (papel de la vivienda individual agrupada) […] 3. Rescate de una jerarquía de valores urbanos […]».

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G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, octubre de 1985. «Diseño de los espacios públicos de la agrupación […]».

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, octubre de 1985. «La manzana […]».

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G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, s. f. Vivienda productiva. Proyecto urbanístico. Segundo esquema.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, abril de 1988. Proyecto general. Plano definitivo de volúmenes. Nomenclatura. Escala 1:100.

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Maqueta de Colsubisido, manzana 32 sector 4, realizada por Cristina de Valdenebro et al.

E. S. S., primera etapa de construcción de Ciudadela Colsubsidio, manzana 28 del sector 3: fotografía aérea de una de las calles conformadas por casas unifamiliares que forman los diferentes conjuntos que en el norte del proyecto se construyeron como «ciudad abierta», 2011. © Perspectiva aérea.

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G. X. Samper Arquitectos, manzana 32 del sector 4: fotografía aérea de la rotonda, conformada por cuatro agrupaciones con comercio en el espacio central donde coinciden las vías peatonales del conjunto, 2011. © Ataca Films.

E. S. S., primera etapa de construcción de la Ciudadela Colsubsidio, manzana 3 del sector 1: fotografía aérea de la plaza Colsubsidio, puerta de entrada al proyecto, con actividades múltiples, 2011. © Perspectiva aérea.

E. S. S., primera etapa de construcción de la Ciudadela Colsubsidio, manzana 7 del sector 1: fotografía aérea de una agrupación que mezcla multifamiliares en el perímetro con unifamiliares en el interior, donde se destaca el equilibrio entre zonas de recreo y espacios para el vehículo, 2011. © Perspectiva aérea.

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Capítulo 3

otras miradas

La experiencia del barrio La Fragua. Conversatorio sobre su evoluciónDiana Ruiz Cendales

El centro comunitario como parte integral de la producción de vivienda económica: una revisión del papel de los equipamientos en las normas mínimas de 1971 Isabel Arteaga, Ph.D.

Entre el Plan Piloto y las normas mínimas: inicio y avance de una línea de investigación en vivienda Doris Tarchópolus. Ph.D.

Prácticas sociales del espacio en la Ciudadela ColsubsidioMauricio Téllez

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La experiencia deL barrio La Fragua.conversaciones sobre su evoLución1

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El proyecto del barrio La Fragua surge en 1958 del interés por tener vivienda propia por parte de una familia que busca asesoría en el arquitecto Germán Samper y en su esposa, la señora Yolanda Mar-tínez de Samper. Su desarrollo abre un camino hacia la exploración alrededor de la vivienda progresiva, flexible y productiva, como un eje esencial en la evolución de la familia. Los actores involucrados comprenden que la ayuda mutua y el esfuerzo propio conforman los cimientos de la construcción de comunidad.

Con este proyecto, el arquitecto Germán Samper parte hacia una investigación permanente a lo largo de su vida profesional sobre aquello que más adelante llamaría «alta densidad en baja altura» en las agrupaciones de vivienda.

Tanto la experimentación con la manzana, la agrupación y la tipo-logía edilicia, así como la organización de una comunidad alrededor de la autoconstrucción dirigida y la participación de distintas instan-cias en la formulación, financiación y ejecución del barrio, han hecho de La Fragua un referente importante al tratarse de construcción de vivienda económica con sentido de comunidad. Este proyecto ofrece enseñanzas valiosas para considerar aún hoy.

El conversatorio sobre el barrio La Fragua, que se presenta a conti-nuación, reúne a tres de los actores desde el inicio involucrados en la gestión y construcción del barrio y a partir de entonces, vinculados con su desarrollo. Los invitados dialogan acerca de cómo comenzó esta experiencia de autoconstrucción dirigida y lo que ha sucedido con el barrio hasta la actualidad.

El conversatorio, realizado en la Universidad de los Andes el 15 de abril de 2009, contó con la participación del arquitecto Germán Sam-per Gnecco, diseñador del proyecto, la señora Yolanda Martínez de Samper, quien realizó la gestión social, y el señor Martiniano Vergara, habitante del barrio desde su fundación. Estas son las reflexiones de los invitados frente a lo que ha sido para cada uno el barrio La Fragua.

¿De dónde surge la idea de construir un barrio de vivienda económica en Bogotá hacia finales de los años cincuenta?

R/ Sra. Yolanda Martínez de Samper: El barrio La Fragua es una ex-periencia que me ha producido siempre un optimismo total y una fe absoluta en la gente. Todo inició cuando el conductor de mi mamá le pidió ayuda a Germán con la elaboración de los planos de la vivienda que quería construir. Para esta casa él no tenía lote ni dinero, pero su entusiasmo era tan grande que pensé que debíamos hacer algo. Em-pezamos a contactar personas y entidades que podían asesorarnos y apoyarnos. Todo surgió fácilmente, todos ayudaron y se entusias-maron, nunca encontramos alguien que nos dijera que no. Iniciamos así una labor sorprendente que ni nosotros mismos sabíamos hasta dónde llegaría.

Germán tenía un grupo de jazz con René Eyheralde, arquitecto chileno experto en temas de vivienda en su país. Le consulté a René sobre la posibilidad de realizar un proyecto de vivienda con una co-munidad, a pesar de no tener aún lote ni dinero ni proyecto. Él me asesoró basándose en su experiencia de más de quince años con pro-yectos similares en Chile. Me sugirió que lo primero que debía hacer era conformar el grupo de participantes y me dio indicaciones para elaborar el formulario con el que yo entrevistaría a los interesados. Entrevisté muchísima gente en el proceso, por lo menos cinco mil personas.

1 Conversatorio barrio La Fragua. Organización: Grupo de Investigación Construcción de lo Público, De-

partamento de Arquitectura, Universidad de los Andes. Isabel Arteaga, Diana Ruiz.

Colaboración de los estudiantes: Carlos Salas, Angélica Gómez, Simón Hampton.

Transcripción: Laura Fajardo Edición: Diana Ruiz

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Además del apoyo de René, contamos con apoyo del Instituto de Crédito Territorial (ICT). Igualmente estuvo involucrado Jorge Gaitán Cortés, en ese entonces alcalde de Bogotá, quien visitaba frecuente-mente el barrio durante su etapa de construcción y veía la gente tra-bajando de noche. Fue él quien impulsó en el país el primer acuerdo de la acción comunal y La Fragua ofreció lecciones valiosas en este campo. Podría decirse que la acción comunal es el espíritu de trabajo en comunidad y la unión de distintos estamentos de la sociedad para llevar a cabo una obra.

Desarrollar proyectos como este no es complicado, es cuestión de determinación y organización. Lo importante es creer en la gente, estimularla y ponerle las posibilidades al alcance; todo lo demás sale por añadidura. La experiencia del barrio La Fragua ha sido para mí una demostración absoluta de que la gente es capaz. Si las personas tienen la oportunidad de organizarse, pueden hacer lo demás.

Lo que yo trabajaba con los futuros habitantes del barrio era la noción de ser capaces. Esto era lo que me nacía en el alma y se lo transmitía. Y, aunque algunas veces durante la construcción se pre-sentaban problemas, mi trabajo siempre fue estimularlos y mante-nerles el espíritu en pie. De repente, las personas empezaban a darse cuenta de que sí lo podían hacer. La gente es muy capaz, de eso tene-mos que convencernos. La prueba es el barrio. Muchas veces no nos damos cuenta de la capacidad que tienen todas las personas. No es cuestión de dinero, es cuestión de determinación y de organización.

Así, todo salió adelante y se multiplicó por muchos lugares. El ba-rrio La Fragua sirvió como referente para otros proyectos de vivienda económica en el país y en el exterior. Casi de manera simultánea con La Fragua, el ICT utilizó el modelo que estábamos empleando para construir el barrio Aguas Blancas de Cali. Igualmente sucedió en Car-tagena, Ibagué y Cúcuta. También en El Tejar, un barrio en Bogotá con 200 familias, promovido por la Caja de Vivienda Popular. En el año 1964 me invitaron a la reunión del comité ejecutivo del Consejo Internacional de Mujeres (Cidem) en Interlaken (Suiza). Yo preparé un material en el que describí brevemente el proceso seguido en La Fragua. Tras este encuentro, supe de proyectos similares que se ade-lantaron en Tailandia, Uganda y África, liderados por un grupo de personas de Suecia.

¿Cómo se buscaban y seleccionaban las familias para el proyecto?

R/ Sra. Yolanda Martínez de Samper: Mi criterio para seleccionar a los posibles habitantes del barrio se basaba en dos cosas: qué tanta necesidad tenían y su personalidad. Yo entrevistaba a los maridos, a las esposas y conocía a los hijos; con esto me daba una idea del grupo. Para evaluar la necesidad, tenía en cuenta la cantidad de hijos; había bastantes familias con muchos hijos. Además, al entrevistarlos, estima-ba el espíritu colaborativo que podrían tener con los posibles vecinos.

Al iniciar el proceso, teníamos 24 familias, luego pasaron a ser 42, después 56 y terminaron siendo 94 familias en el barrio La Fragua.

¿Cómo se hizo realidad el proyecto desde la organización de una comunidad?

R/ Sra. Yolanda Martínez de Samper: La organización de una comu-nidad necesita de conocimiento. No fue sencillo organizar una co-munidad tan variada y conformada por personas de distintas partes de Colombia. Afortunadamente contamos con el apoyo del departa-mento de Trabajo Social del ICT y con la ayuda y experiencia de las trabajadoras sociales Lola Rocha y Lina Chávez de Santacruz y del arquitecto Alfredo García.

Además, el ICT nos apoyó en la organización de los documentos que se exigían a los habitantes con, entre otros, información de sa-

Amelia de Gafaro, Todos construyen para todos. Dignificación de la persona huma-na, fragmento de periódico local de fecha 25 de mayo de 1960, Bogotá, presentan-do el proyecto de La Fragua. © GS-AP.

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lud, de la familia y del trabajo. Se conformaron varios grupos de per-sonas y, con apoyo del Cinva (Centro Interamericano de Vivienda), se hicieron capacitaciones en el trabajo de la autoconstrucción. La comunidad también colaboró. Nos apoyamos en un líder del grupo que tenía excelentes cualidades de orador y cuya labor fue funda-mental. Una premisa del trabajo social es que, para organizar a una comunidad se requiere de un líder.

¿Cómo se hizo realidad el proyecto desde la autoconstrucción de la vivienda con ayuda mutua?

R/ Sr. fundador Martiniano Vergara: Esto que sucedió hace más de cincuenta años fue algo extraordinario. Gracias al apoyo del arqui-tecto Germán Samper y la señora Yolanda de Samper, pudimos rea-lizar el proyecto. Con la dirección del maestro Garzón empezamos a trabajar. Los que no sabían de construcción comenzaron abriendo

Germán Samper Gnecco, La Fragua, 1968: fotografía de época del descapote del terreno, s. f. © GS - AP.

G. S. G., La Fragua, 1958: fotografía de época de la cimentación, s. f. © GS - AP.

G. S. G., La Fragua, 1958: fotografía de época de la comunidad frente a un grupo de casas terminadas, s. f. © GS - AP.

G. S. G., La Fragua: fotografía de época, en color, de una casa vista desde la parte posterior del terreno, que se denominó el cuarto de atrás y que estaba pensado para que la vivienda fuera productiva, s. f. © GS - AP.

G. S. G., La Fragua, 1958: fotografía de época en una de las plazoletas peatonales del barrio con niños del barrio jugando. © GS - AP.

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G. S. G., La Fragua , 1962: planta de La Fragua como aparecía en el plano de la ciu-dad hacia 2003, resaltando la red de circulaciones peatonales y espacios públicos en el interior de la manzana y evidenciando la ocupación de los lotes. Son pocas las casas originales. © AD - GS.

G. S. G., La Fragua: perspectiva general de la propuesta que no incluye todavía el cuarto de atrás en el patio posterior de cada casa. © AD - GS.

«42 familias inauguran el 20 sus propias casas»: encabezado de un artículo del pe-riódico El Espectador, publicado el 14 de mayo de 1962, Bogotá. © El Espectador.

G. S. G., La Fragua,1962: corte por entrepiso en escala 1:20. © AD - GS.

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chambas, los que sabían un poco hacían cosas más técnicas, otros mezclaban cemento, otros sacaban tierra. Todos construimos las ca-sas sin saber cuál sería asignada a cada uno para que todas fueran construidas de la misma manera y quedaran iguales.

La Asociación Mutuaria de Autoconstrucción La Fragua, fundada por la señora Yolanda de Samper, fue fundamental en el proceso. Desafortunadamente, después de terminadas la casas, no todos qui-sieron seguir vinculados con la asociación. Algunos se retiraron, pero otros seguimos adelante, sirviéndonos y trabajando mutuamente.

¿Cómo se abordó técnicamente el proyecto para el barrio La Fragua?

R/ Arq. Germán Samper: La Fragua fue una de aquellas acciones que se inician sin saber con certeza en qué pueden terminar: sabíamos que estábamos comenzando algo, pero no sabíamos adónde íbamos a llegar. Como la canción de Serrat, Caminante no hay camino, se hace el camino al andar. Todo fue apareciendo poco a poco.

Con un grupo de profesionales tocábamos jazz los sábados en mi casa. Dentro de este grupo estaba René Eyheralde que, además de ser el director del grupo, era nuestro asesor en vivienda. Él nos expli-có que La Fragua era un proyecto perfectamente factible, entonces iniciamos una serie de indagaciones y reuniones. Para iniciar el pro-yecto de autoconstrucción necesitábamos doce familias; tras una se-mana, Yolanda tenía las doce familias en lista. Requeríamos también de personería jurídica, entonces formamos la Sociedad Mutuaria de Autoconstrucción, que debía tener mínimo 21 personas, por lo que aumentamos el grupo inicial a 24 familias.

Poco a poco nos vinculamos con el Cinva, que nos asesoró sobre las etapas del proceso y, con el tiempo, se convirtió en el padrino del experimento. La cercanía del Cinva con el ICT nos favoreció para conseguir el terreno que necesitábamos. Cuando el ICT nos dio los terrenos, yo empecé con el proyecto arquitectónico.

G. S. G., Casas económicas para la Sociedad Mutuaria en Bogotá, anteproyecto: perspectiva interior del comedor, agosto de 1958. © AD - GS.

G. S. G., Casas económicas para la Sociedad Mutuaria en Bogotá, anteproyecto: perspectiva interior del salón, agosto de 1958. © AD - GS.

G. S. G., La Fragua: fotografía de la habitación de los padres con la cuna diseñada por Samper, s. f. © GS - AP.

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El ICT nos dio dos manzanas. Yo resolví unirlas quitando la vía cen-tral y proponer una agrupación con lotes pequeños, buscando una mayor cantidad de viviendas. De acuerdo con la población que bus-caba atender el proyecto y según las casas que habíamos pensado construir, los lotes iniciales entregados por el ICT eran muy grandes (160 m2). En La Fragua reduje el área del lote a 101 m2. Al final resul-taron 94 lotes, cuya construcción se llevó a cabo en dos etapas. Así, el proyecto creció de 12 a 24, de 24 a 42, luego 56 y al final alcanzó casi cien familias.

En nuestras ciudades se pasó de la manzana española a la manzana moderna larga. En el proyecto de La Fragua, el proceso fue al re-vés: se sumaron dos manzanas para tener una manzana grande. Es un proceso que resultó urbanísticamente interesante, por lo menos desde el punto de vista formal. Con la idea de redistribuir la manzana para crear vías peatonales, planteé una organización interna de las viviendas y del loteo con base en pequeñas plazuelas y calles peato-nales de máximo 5 metros de ancho. La mayor preocupación fue el tema de la densidad: obtener la mayor cantidad de viviendas posi-bles para beneficiar a más gente. Posteriormente nos dimos cuenta de que el resultado de eso fue un nuevo patrón de vivienda.

La parte técnica y de diseño de las casas de La Fragua tiene as-pectos interesantes. En el Cinva nos recomendaron que, para agilizar la construcción de las casas y evitarles a las familias el gran esfuerzo –de tiempo y dinero– que implica transportarse al lugar de la obra que ellos mismos iban a construir, se trabajara de noche, los sába-dos y los domingos. Por esto, era importante tener un espacio en el que las familias pudieran vivir mientras construían sus casas. De

allí surgió la idea de lo que llamamos el cuarto de atrás de la casa, un espacio con una doble función: la primera, albergar a los futuros habitantes durante la construcción del barrio y la segunda, ser un espacio productivo en el futuro. Se pensó este como un espacio adi-cional de la casa donde los habitantes podrían tener cualquier tipo de actividad que les produjera un ingreso. En ese entonces la idea de la vivienda productiva no la teníamos tan clara como la tenemos hoy en día. Esta se convirtió en una premisa importante para el diseño de las casas, es decir, teníamos que hacer algo más que una vivienda; necesitábamos un espacio para que la vivienda pudiera ser fuente de ingreso. En la primera fase de la edificación del barrio La Fragua se construyeron los cuartos de atrás.

La casa era muy sencilla. La parte delantera consistía en dos al-cobas de un costado y un salón comedor y una cocina, en el otro. La cubierta de esta parte tenía dos aguas, ligeramente más altas que lo usual, para permitir hacer un mezzanine sobre las alcobas, es decir, para que los habitantes pudieran desarrollar la casa al interior –en la actualidad, muchas de las casas tienen aún su mezzanine–. En la par-te posterior, se encontraba el cuarto de atrás cuya cubierta tenía una media agua. Los muros de carga eran en bloque, lo más económico. La construcción debía ser muy sencilla porque se iba hacer con mano de obra no experta.

Uno de los retos de La Fragua fue dirigir un proyecto de autocons-trucción con personas que no tenían experiencia en construcción. Los seleccionados eran, entre otros, conductores, peluqueros o mú-sicos. Algunos incluso pagaron varias veces honorarios con serena-tas. ¿Cómo hacer para que esas personas pudieran hacer algo efecti-vo desde el punto de vista constructivo: abrir chambas, mover tierra,

G. S. G., La Fragua: fotografía de la habitación de niños con los camarotes diseñados por Samper, s. f. © GS - AP. G. S. G., La Fragua: fotografía del comedor, con los nichos, banca y demás elementos diseñados como muebles fijos, s. f. © GS - AP.

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fabricar ladrillos? Se necesitaba que una persona dirigiera las opera-ciones muy de cerca. Decidí proponerle al señor Daniel Garzón, uno de los maestros de obra que teníamos en nuestra firma (Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Samper y Cía.), que nos dirigiera la construcción de La Fragua, con la condición de no cobrarnos y a cambio recibir una casa en el barrio. El maestro Garzón, quien resultó ser un magnífico jefe, al principio dirigía a sus compañeros como lo hacen los maes-tros con los obreros: con gritos y groserías. Luego entendió que estas personas iban a ser sus vecinos, por lo que debía «mandarlos con guante blanco». Él jugó un papel realmente útil.

Adicionalmente, contamos con ayuda desde muchas partes: las fir-mas de arquitectos y constructores amigos nuestros nos enviaban un obrero durante la semana, así se pudieron adelantar ciertas obras con mayor tecnología. Un colega ingeniero que tenía equipos nos prestó un buldócer para mover la tierra que se requería al iniciar la construcción, pagando únicamente la gasolina y el operario. En otra ocasión, cuando estábamos en la etapa de cimentación, supimos que

la fábrica de Cementos Samper tenía un tipo de cemento que llama-ban de barredura, que se hacía con los sacos que se habían roto; ese cemento lo vendían barato, con ciertas restricciones, o lo regalaban. Logramos que la cimentación de La Fragua se hiciera con ese tipo de cemento. Recibimos el apoyo de muchísimos colegas que nos ayuda-ron durante las distintas fases del proyecto.

¿Cómo ha sido la evolución del cuarto de atrás?

R/ Arq. Germán Samper: El cuarto de atrás no es otra cosa que la consolidación de la tipología de una vivienda típica de los países del tercer mundo. Así de importante es. Ya lo hemos dicho, la vivienda en los sectores populares es residencia y fuente de trabajo.

Este espacio ha sido un elemento formidable para la evolución de las familias. La transformación de las casas, algo con lo que podemos estar o no de acuerdo, no es un problema. Lo que es fundamental en La Fragua es que las familias se desarrollaron de una manera extraor-

G. S. G., La Fragua: fotografía de uno de los cuartos de atrás cuando se utilizó como primera escuela para los niños del barrio. © GS - AP.

G. S. G., La Fragua: fotografía de uno de los cuartos de atrás utilizado por su pro-pietario como taller, s. f. © GS - AP.

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dinaria, por ejemplo, a nivel educativo. En una serie de encuestas que hicimos a quienes llaman los fundadores –los habitantes que vi-ven en el barrio desde su inicio hasta hoy–, hemos encontrado que al principio las familias estaban conformadas por personas que tenían estudios de primaria y que no habían llegado al bachillerato; al con-trario, la característica de las familias de las nuevas generaciones es que todos han culminado su bachillerato y muchos han ingresado a la universidad. Esto representa el mayor aporte que la vivienda pue-da hacer en las familias, la educación es lo más importante, porque es lo que les viene a dar libertad para superarse y mejorar.

R/ Sra. Yolanda Martínez de Samper: El diseño de algunas casas per-mite tener calle por ambos costados: una por el cuarto de atrás y otra por la parte delantera de la casa. Esto le da una condición espe-cial a las casas, porque permite tener entradas opuestas.

En un momento dado, una profesora que vivía en un barrio ve-cino, también llamado La Fragua, pero que no es de autoconstruc-ción, me buscó para proponerme que hiciéramos una escuela en los cuartos de atrás. Ella había notado la existencia de estos espacios

que tenían entrada independiente y separada de la casa. Hicimos la gestión ante el Distrito y la Alcaldía y antes de un mes teníamos el colegio. Muchas personas estaban dispuestas a ceder el este espacio para aulas. La primera escuela se hizo con 11 aulas que los habitan-tes ofrecieron gratuitamente. Inmediatamente después se empezó a construir la escuela grande del barrio. La Fragua se convirtió en un verdadero enjambre de estudiantes. El 16 de febrero de 1961, día en que el doctor Alberto Lleras Camargo inauguró las primeras 52 casas de la Sociedad Mutuaria de Autoconstrucción, en el barrio ya había escuela, salón comunal y centro de salud; todo esto, en los cuartos de atrás. Eso fue maravilloso.

¿Cómo ha evolucionado el barrio?

R/ Arq. Germán Samper: El barrio La Fragua y sus alrededores han cambiado mucho. Lo podemos comparar con lo que ocurre con un barco hundido: al principio, el barco está pintado de blanco y fácil-mente se puede reconocer su forma. Con el tiempo, el agua y el am-

G. S. G., La Fragua: fotografía de época de una de las plazoletas interiores del barrio, s. f. © GS - AP.

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biente marítimo lo transforman. Los peces crean cavernas y se for-man algas. Puede suceder que quien busque el barco lo encuentre con dificultades porque este se ha incorporado completamente al mar y forma parte de las distintas formas de la vida marina. Algo así es lo que ha sucedido con La Fragua.

La acción de los sectores populares ha producido en Bogotá, en el país y de manera similar en otros países latinoamericanos, un tipo de arquitectura característico. Es fundamental que el arquitecto com-prenda este entorno, para que sus diseños involucren las necesida-des de los habitantes. El barrio La Fragua se identifica cada vez más con los barrios vecinos y con los barrios populares de Bogotá que con el proyecto que yo hice hace 50 años. Al principio el arquitecto puede sentir que ha fracasado con sus diseños porque las personas han cambiado completamente las construcciones que se les han en-tregado. Yo he llegado a la conclusión de que eso tiene que ser así. El sector informal tiene una cultura y una manera de proceder que son absolutamente características.

Es muy importante que las casas no sean solamente para vivir, sino que también sean productivas. También es fundamental que

permitan la transformación por parte de sus habitantes. Las casas que dirigimos nosotros se edificaron hasta estar completas, pero esta fue apenas la primera parte del proceso. Inmediatamente des-pués de instalarse allí, las familias continuaron la construcción. Por ejemplo, un carpintero que era auxiliar en una carpintería usó su casa como garantía para comprar equipos e instalar allí su propio ne-gocio; el espacio de habitación delantero lo transformó en carpinte-ría y utilizó el mezzanine para las habitaciones. De la misma manera, un alto porcentaje de las casas de La Fragua se han transformado según las necesidades particulares de sus habitantes. Quitando las cubiertas de dos aguas, haciendo una plancha y después 2 o hasta 3 pisos, tenemos ahora familias que tienen desde una hasta tres tien-das en los primeros pisos y viven en segundos o terceros pisos. Hoy en día La Fragua ya no se distingue de sus vecinos. Tiene unas pocas casas que evocan el diseño que les entregamos nosotros y otras que no tienen nada que ver con el proyecto inicial.

Sin embargo, la transformación que se ha dado en el barrio pre-senta, en algunas construcciones, problemas y peligros en términos de resistencia sísmica. Hoy en día hay más conciencia sobre este

G. S. G., La Fragua: fotografía de una plazoleta del barrio en 2003. © Diego Samper.

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tema y ya los ingenieros han dado la voz de alarma. Esto es algo que debemos tener presente. Esta es una situación común en los secto-res populares de Bogotá, que resulta de la manera como la gente construye sus casas.

R/ Sra. Yolanda Martínez de Samper: Lo que a mí más me ha impre-sionado de La Fragua y de otros proyectos semejantes es la transfor-mación en la vida de las familias. Algunas de ellas se consolidaron. Hubo familias que, cuando las entrevisté, estaban en plan de desba-ratarse y que, a raíz de la vivienda, se organizaron. Además, el 80 % de los hijos de los fundadores llegó a tener títulos profesionales, cuando en muchos casos sus padres no tenían un nivel educativo superior a la primaria. La casa brindó a esos hijos unas condiciones culturales distintas a las que tuvieron sus padres cuando eran jóvenes. Es abso-lutamente emocionante que eso haya sido el producto de tener casa propia. El progreso de una familia con una casa es algo inimaginable. Para mí, la vivienda y la familia son una sola cosa, van juntas. Con-sidero que es fundamental promover vivienda para las familias: así se estabilizan los hogares, se estabiliza la sociedad y se promueve la educación de todas las generaciones.

R/ Sr. fundador Martiniano Vergara: El barrio ha mejorado bastante; incluso en un lote vecino al barrio construimos una iglesia que hace poco fue inaugurada. Sin embargo, con el paso del tiempo algunos de los habitantes originales han vendido y se han ido, otros han falle-cido. Ahora solo quedamos 19 de los fundadores originales. Esto ha cambiado las condiciones de la comunidad porque ya no nos cono-cemos tanto como antes.

Cada uno ha transformado su casa de acuerdo con sus posibilidades y gustos propios. Yo he podido modificar mi casa en la medida en que he tenido recursos para esto. Ahora es más cómoda. Ampliamos las ha-

bitaciones construyendo en el pasillo que anteriormente daba entrada independiente al cuarto de atrás. En el segundo piso, encima de este cuarto que tiene frente a la calle, construimos un apartamento para alquilar. Además abrimos un garaje, a pesar de que no tengo carro.

¿Qué influencia ha tenido el proyecto del barrio La Fragua en su ejercicio profesional?

R/ Arq. Germán Samper: La Fragua ha tenido repercusiones impor-tantes en mi formación como arquitecto. Lo que ha sucedido des-pués de este proyecto lo considero lo más importante profesional-mente. A partir del proyecto experimental de La Fragua, inicié una investigación en vivienda que he venido desarrollando durante 50 años y que, ahora considero un patrón propio de los países latinoa-mericanos. La Fragua cambió la forma de mi ejercicio profesional. Terminé teniendo una especie de carrera paralela guiada por el inte-rés en la vivienda popular, un tema cada vez es más difícil de tratar.

Un hecho indudablemente importante para mi profesión antes del proyecto de La Fragua fue mi experiencia trabajando en el ta-ller de Le Corbusier, en París. Durante la realización, hace más de 50 años, del Plan Piloto para Bogotá –un plan en su momento muy criticado, pero que planteaba aspectos positivos para la ciudad–, a Le Corbusier le solicitaron diseñar unas viviendas para personas de bajos ingresos económicos. Quienes estábamos en París adelantan-do ese proyecto recibimos las instrucciones de aplicar una tipología de vivienda que se había utilizado especialmente para Bogotá y otras tomadas de proyectos distintos. Si se analizan las viviendas que este ilustre maestro planteó, se puede encontrar que son muy parecidas, desde un punto de vista de tipología urbanística, a los proyectos que en la actualidad los constructores o diseñadores de vivienda popular estamos haciendo. Podríamos decir que Le Corbusier se adelantó 50 años en plantear las soluciones. Estas son viviendas en lotes relati-vamente pequeños y de alta densidad. Responden a una tipología distinta a la de Ciudad Jardín, que maneja muy bajas densidades y que es inconveniente para países en desarrollo, y a la tipología de edificios altos, que son demasiado costosos y que no permiten fá-cilmente la vivienda evolutiva y productiva. El tipo de vivienda que se está haciendo ahora corresponde a la tipología de vivienda baja de alta densidad. Curiosamente, el barrio La Fragua resultó ser un proyecto que estaba planteado en esos términos.

Reflexiones finales

R/ Arq. Germán Samper: En La Fragua trabajamos la autoconstruc-ción dirigida, que es diferente de la autoconstrucción que se ha dado en los barrios de origen informal. No es lo mismo tomar cien casas enmarcadas en un proyecto, con maestros que dirigen la construc-ción y donde todas las familias participan en la construcción de las

G. S. G., La Fragua: fotografía que evidencia los cambios realizados por los propie-tarios a las casas, que han duplicado y hasta triplicado el área construida original. © Catalina Samper.

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casas sin saber cuál será la suya, de manera que se trabaje con el mismo cuidado y empeño en todas las casas, y que, posteriormente, cuando estén terminadas, se rifen. Este proceso crea comunidad.

A pesar de que la Asociación Mutuaria de Autoconstrucción está menguada, porque a ella han ingresado familias que no tienen la mística de la autoconstrucción, esta subsiste después de 50 años. Con las visitas que hemos hecho al barrio hemos visto que la socie-dad se mantiene y que los habitantes se conocen entre ellos. Desde luego, ya no son los mismos. A los viejos, que son pocos, los llaman los fundadores. En muchos casos, sus hijos viven allí o los visitan de vez en cuando. En el barrio todavía existe un sentido de comunidad.

Para terminar, cierro esta conversación con una anécdota. Como les mencioné anteriormente, Daniel Garzón fue el maestro que diri-gió la construcción de La Fragua. Hace aproximadamente seis años me llamó un amigo para contactarme con la Gobernación de Cundi-namarca para el desarrollo de una universidad en Girardot. Para este proyecto, mi amigo recomendó a un ingeniero como constructor y a mí como arquitecto. Este era un proyecto que había que empezar dos meses después y para el que solo había un lote. No había aún un programa claramente definido. Yo quería hablar con el constructor, entonces fui a visitarlo a su oficina –que era más importante que la mía–. Estuvimos conversando y organizándonos para entregar los es-quemas y el presupuesto. Cuando terminó todo eso y el plan estraté-gico ya estaba definido, el ingeniero me dijo: «Usted no me ha reco-nocido». Yo, apenado le pregunté por qué tenía que reconocerlo, a lo que él respondió: «Yo soy el hijo de Daniel Garzón». Él fue quien hizo el contrato con la Gobernación y trabajamos juntos este proyecto.

Durante el tiempo de construcción de esta universidad en Girar-dot, el hijo de Daniel Garzón me comentó un día que debía ausentar-se durante un mes porque tenía que viajar a Europa en viaje de tu-rismo. Me pidió que le recomendara sitios para visitar y le dije: «Vas a ser muy popular en Francia; sobre todo, te van a llamar mucho, porque todas las personas que terminan de almorzar dicen garçon! para llamar al mesero».

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El cEntro comunitario como partE intEgral dE la producción dE viviEnda Económica:

una rEvisión dEl papEl dE los EquipamiEntos En las

normas mínimas dE 1971| Isabel Arteaga Arredondo |

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Resumen

El Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios (1971) es un documento de carácter técnico cuyo propósito, hace cuarenta años, es generar alternativas reales a la urbanización ilegal en el país a través de la reducción de los costos de urbanización de nuevos barrios populares, con unas re-glas urbanísticas mínimas, pero a la vez aceptables. Si bien es cierto que durante las décadas posteriores se critica negativamente esta apuesta, recientemente se han comenzado a reconocer los aportes que desde aquí se hacen a la reflexión sobre el avance en soluciones a la urbanización informal en el país y a la construcción de una cultu-ra urbanística. El artículo se centra en destacar los aportes urbanís-ticos de este estudio, específicamente en lo referente a los centros comunitarios, a propósito del reciente proceso de formulación del Sistema Distrital de Equipamientos (SDE) para Bogotá (2009-2011).

Recientemente en Bogotá, los equipamientos han resurgido como aspectos centrales del debate sobre la construcción de una ciudad equitativa e incluyente, como elementos protagónicos de la calidad de vida urbana. Desde el Plan de Ordenamiento Territorial (2000) hasta la formulación del Sistema Distrital de Equipamientos (2011), el papel de los mismos en el planeamiento ha sido revalorado, pues hoy constituyen parte integral de los sistemas generales y, en conse-cuencia, se consideran una condición inherente a la construcción de lo público en esta ciudad.

Ante el resurgimiento del papel de los equipamientos en el pla-neamiento urbanístico en Bogotá, este artículo surge como una re-

flexión sobre la forma en que se aborda el equipamiento durante los años de predominio del planeamiento económico sobre el planea-miento físico, pues la hipótesis (aún por demostrar) es que a partir de la puesta en práctica de dicho planeamiento se asiste a una desbor-dada desregulación urbanística que, entre otros aspectos, conduce en gran parte al importante déficit de equipamientos que sostiene la ciudad actualmente.1

Es de especial interés revisar desde el punto de vista urbanístico el Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios (1971), ya que a través de una propuesta de normas para el desarrollo progresivo con las cuales combatir la urba-nización informal se evidencia la necesaria relación entre la produc-ción de vivienda económica y la construcción de equipamientos para garantizar el desarrollo comunitario y el bienestar de sus habitantes. Desafortunadamente, las normas aquí propuestas no se consignan fielmente en el decreto que las avala2 y en consecuencia, muchas de las reflexiones sobre los equipamientos que aquí se recuperan no son puestas en práctica. Por ello, este artículo busca rescatar los aportes de este estudio, pertinentes para repensar el papel de los equipamientos en la estructura urbana y especialmente en la pro-ducción de la vivienda económica.

Las normas mínimas en contexto

El Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios3 es un documento de carácter técnico cuyo

1 Para revisar datos sobre el déficit actual de equipamientos para Bogo-tá, ver «Formulación del Sistema Distrital de Equipamientos», convenio 300-2009, entre la Secretaría Distrital de Planeación y la Universidad de los Andes, Facultad de Arquitectura y Diseño. Resultados sin publicar.

2 Decreto 1259 de 1973.

3 Este estudio fue encargado por el ICT, el DAPN y el Departamento Admi-nistrativo Distrital a la firma Consultécnicos, cuyo equipo técnico estaba compuesto por Aníbal López Trujillo (director del estudio y encargado del aspecto económico), Germán Samper Gnecco (urbanismo), Jorge Forero Vélez (acueducto y alcantarillado), Alfonso Galvis Gaitán (electricidad) y Guillermo Charry Lara (pavimentos).

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propósito, hace cuarenta años, es generar alternativas reales a la ur-banización ilegal en el país a través de la reducción de los costos de urbanización de nuevos barrios para los estratos socioeconómicos más bajos, teniendo como base unas reglas urbanísticas mínimas, pero a la vez aceptables. Se formula en un momento de cambio con-ceptual en el planeamiento. De acuerdo con Salazar y Cortés (1992), este cambio se caracteriza porque el planeamiento físico, entendido como un instrumento científico y técnico derivado de los postulados modernos, cede ante un planeamiento del desarrollo que promueva el crecimiento económico a través de la industria de la construcción y en consecuencia acelere el proceso de urbanización del país.

Por otra parte, la realidad de la población más pobre de un país como Colombia, en cuanto su acceso a la vivienda, conduce a repen-sar o innovar en soluciones que disminuyan el déficit cuantitativo de la vivienda económica, pero que también constituyan alternativas reales a la urbanización ilegal. En este sentido es determinante re-pensar la aplicación de estándares de otros países más avanzados, en cuanto a su desproporción o falta de realidad en su aplicación, así como asumir que debe ser un aspecto por superar el alto costo que tiene mejorar la urbanización informal o «soluciones espontáneas», por su falta de planeamiento.

El estudio tiene como objeto asumir estos aspectos como retos, es decir, inclinarse por establecer normas realistas que permitan el desa-rrollo de una política correctiva para la urbanización incompleta, pero también una política preventiva que solucione desde el inicio posibles deficiencias de un proceso de urbanización espontáneo de vivienda económica. Para su definición son determinantes dos conceptos:

- El concepto de mínimo busca asegurar soluciones urbanísticas completas con los requerimientos más modestos, estableciendo un estándar más adaptado a la realidad, previendo que la evolu-ción futura esté asegurada en cuanto alcanzar un nivel normal, a medida que vayan mejorando las condiciones económicas de los habitantes.

- El concepto desarrollo progresivo en el proceso de urbanización tiene como propósito promover la construcción por etapas, de acuerdo con la capacidad económica de los habitantes, teniendo en cuenta que el resultado final es una solución completa. A este proceso se le denomina «soluciones de mejoramiento progresivo».

Con ello, el estudio se inclina por tomar una posición realista sobre la vivienda económica en el país y establecer reglas de juego para un crecimiento por etapas, con una solución final con estándares mínimos cualificados. Con estos conceptos como punto de partida, se estructura con seis aspectos: urbanismo y servicios comunitarios, aspectos sociales, suministro de agua potable y desagües, pavimen-tos, energía eléctrica y teléfonos, aspectos económicos y generales. Para este artículo interesa la revisión del apartado sobre urbanismo y servicios comunitarios, pues en este se soporta gran parte de la definición de las normas mínimas.4 Este apartado, dirigido por Ger-mán Samper, está basado en las conclusiones obtenidas de una re-

visión bibliográfica entre teoría y práctica, el análisis de las normas urbanísticas vigentes5 y en la definición de un modelo teórico para el desarrollo de nuevos barrios de vivienda económica.

Los análisis de documentos y de normas vigentes6 buscan ob-tener conclusiones con dos enfoques: por una parte, los conceptos teóricos que resultan de la observación de la realidad urbana; por otra parte, las relaciones numéricas (o estándares), utilizadas por técnicos como instrumentos científicos y sistemáticos para analizar, comparar y/o proyectar el espacio urbano. El modelo teórico, por su parte, cumple el papel de instrumento para poner en práctica unas hipótesis de trabajo y unos principios teóricos y de organización ur-banística en la configuración de una nueva pieza residencial econó-mica. Según Samper, la definición de este modelo permite «realizar cálculos y cuantificar las soluciones propuestas, a fin de encontrar elementos de juicio ciertos para definir unas posibles normas míni-mas urbanísticas».7 Es así como este modelo asume un papel prota-gónico en la definición de dichas normas, al punto de convertirse en el capítulo primero de estas.

Las pautas dadas por un modelo teórico

El modelo teórico se asume como un diseño abstracto de una pie-za de ciudad (denominada sector), con el objetivo de cuantificar y localizar aquellos elementos urbanísticos que deben convertirse en elementos regulados por la norma. Para determinar el modelo se adoptan de partida, entre otros, los siguientes principios:

- Establecer como condición básica el aumento de densidad de vi-viendas.

- Crear un principio sencillo de fácil aplicación que permita el cre-cimiento urbano en cualquier dirección. Es decir, apostar por un sistema abierto.

- Concebir una estructura urbana que permita la convivencia entre movilidades rápidas y lentas (automóvil y peatón).

- Implantar una malla vial racional y al tiempo económica, que per-mita la diversidad del uso del suelo.

- Definir una estrategia relacionada con la localización de equipa-mientos concentrados y desarrollados por etapas, que organice el desarrollo espontáneo de servicios comunales privados.

- Conformar una estructura urbana que pueda desarrollarse pro-gresivamente, de manera integral: vivienda, infraestructura y ser-vicios comunales al tiempo.

En términos de dimensiones, el modelo se determina con una capa-cidad poblacional fija –a manera de masa crítica– para configurar un barrio: una comunidad de 1500 viviendas, es decir, aproximadamen-te diez mil habitantes.8 Este barrio se desarrolla en 20 hectáreas, de las cuales 10,8 hectáreas (54,8 %) se ocupa con viviendas; 3,6 hectá-reas (18,4 %), con el centro comunitario y las zonas verdes, plazas y

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plazuelas que lo integran, y 5,2 hectáreas (26,6 %), destinadas para la red viaria vehicular y peatonal. Se calcula que tendría una densidad de 76 viviendas por hectárea.

El desarrollo del modelo parte de una posición tan sencilla como racional: una solución urbanística mínima completa se debe compo-ner de tres aspectos: la estructura urbana, los servicios públicos y el desarrollo por etapas. La acertada definición de la estructura urbana condiciona la forma de proveer eficientemente los servicios públicos y establecer las pautas del desarrollo progresivo.

El modelo se concreta a través de la estructura urbana, es decir, a partir de la forma como se trazan y se disponen los componentes ur-banos básicos: los espacios privados, los espacios públicos y los espa-cios comunitarios. Según el estudio, los espacios privados se compo-nen de dos elementos: la vivienda y la agrupación de viviendas, pero a partir de un módulo básico: la manzana (la cual reemplaza al predio individual); los espacios públicos se componen de tres elementos: la red viaria o de circulación, la red de espacios peatonales (plazas, plazuelas) y los estacionamientos; y los espacios comunitarios se de-

4 Concretadas en el título quinto, «Aspectos urbanísticos, concepciones y normas propuestas». ICT, DNP, DAPD (1971: 77 a 87).

5 Se toman como casos de estudio la norma vigente para Bogotá (Acuerdo 65 de 1967) y estudio de proyectos residenciales del ICT en el país.

6 Consignados en el documento explicativo nro. 2 del título quinto. ICT, DNP, DAPD (1971: 277 a 281).

Germán Samper Gnecco, Normas mínimas, 1971: el modelo teórico. G. S. G., Normas mínimas, 1971: desarrollo de un principio para el modelo teó-rico.

7 ICT, DNP, DAPD (1971: 77).8 Este cálculo es producto de aplicar un estándar de siste personas por

familia, en promedio, dato expresado en el documento explicativo 3. ICT, DNP, DAPD (1971: 284).

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finen como espacios destinados a todos los servicios necesarios por una comunidad y complementarios a la vivienda, como educación, salud, centros sociales, centros deportivos, culto y comercio.

El desarrollo progresivo del modelo parte de los componentes de la estructura urbana y la intención de que estas nuevas piezas re-sidenciales alcancen a completarse con el tiempo. Se inicia con la definición de la trama ortogonal de base, a manera de coordenadas, continúa con la jerarquización de la red viaria: la red vehicular y la red peatonal; en una tercera fase se definen las vías de acceso al interior de las manzanas y se localiza el centro comunitario a manera de corazón de la comunidad; por último, se concreta la ocupación (flexible) de las manzanas de viviendas. De esta manera, «la ciudad así va creciendo a medida de las posibilidades económicas de sus habitantes».9

Es evidente que, en el modelo teórico, los equipamientos tienen un papel determinante. Primero, porque se les asigna un nivel de prioridad igual al de la vivienda, la red viaria y el espacio público, es decir, se entiende como una parte integral de una nueva pieza re-sidencial, especialmente aquellas de vivienda económica. Segundo, porque se destaca su valor como foco de atracción, como espacio urbano vital para la configuración de una comunidad y su futuro de-sarrollo, al denominarse el corazón del barrio y al establecer su con-centración antes que una dispersión de equipamientos individuales. Tercero, porque se define como componente de la estructura urbana y en consecuencia, se supera el simple hecho de ceder un suelo para su construcción, y se definen criterios precisos para su localización y su ejecución por etapas.

De la reserva de suelo al centro comunitario

Tradicionalmente, los equipamientos han sido definidos como aque-llos espacios construidos de uso colectivo, distintos de la vivienda, del espacio productivo, del espacio de transporte y comunicación, considerados imprescindibles para el funcionamiento de cualquier estructura social, pues prestan servicios que satisfacen necesidades cotidianas de la colectividad y aumentan la calidad de vida urbana. A ello se suma que, en el estudio, los equipamientos constituyen uno de los elementos urbanos determinantes de la estructura urbana; en consecuencia, su papel en la conformación de nuevos desarrollos de vivienda se equipara con el de los espacios privados y los espacios libres públicos. Se supera así la comprensión de los equipamientos como un simple complemento secundario de las piezas residenciales.

Hasta el momento de la formulación de las normas mínimas, tan-to las normas vigentes como las acciones pública y privada se cen-tran en una política de reserva de suelo (o áreas de cesión pública) como apuesta única y en consecuencia, la ausencia de políticas para construir efectivamente equipamientos.10 La experiencia indica que se exige suelo, pero nunca se concreta la edificación, por lo que que-dan subequipados, tanto la urbanización llevada a cabo por el sector

privado como las agrupaciones desarrolladas por el Estado. En este sentido, también se destaca que no se han definido criterios de loca-lización de estas áreas de cesión, por lo tanto la conveniencia técnica ha dado paso a la localización que determine el mercado de la cons-trucción: en lotes residuales, dispersos, fragmentados y con los más bajos niveles de accesibilidad.

A partir de ello, las normas mínimas sobre equipamientos asu-men un papel determinante en la regulación de nuevos desarrollos de vivienda económica, complementando la norma sobre cesiones públicas con otras más que aseguren en conjunto la efectiva reali-zación del equipamiento progresivamente. El capítulo denominado «De las áreas de uso comunal»,11 destinado a la regulación de los equipamientos a través de criterios como las cesiones, la clasifica-ción y jerarquía de los servicios prestados, la localización y la ejecu-ción por etapas, tiene como principal estrategia la concentración de estos en lo que se denomina centro comunitario.12

El centro comunitario se define en la norma como un «[…] sector conformado por una superficie al aire libre y los edificios que lo rodean. El espacio libre se denominará plaza principal del barrio y servirá para reuniones y actos al exterior de la comunidad. Deberá estar equipado del mobiliario urbano necesario. En dicho sector se concentrarán, debidamente zonificados, los diferentes edificios de la comunidad y se dejarán las áreas para su expansión».13 Así pues, el equipamiento no se asume como un elemento urbano individual, sino al contrario: la primera regla implícita en las normas es la con-centración de equipamientos en torno a un espacio libre público, con el fin de generar el centro de barrio, el foco de atracción y espacio vital del nuevo barrio.

De esta definición se desprenden cinco parámetros normativos com-plementarios. El primero, el establecimiento de la dimensión de aquella pieza residencial a partir de la cual es necesario implantar un centro comunitario, para lo que se determinan unas «escalas de comunidades», de acuerdo con la cantidad de viviendas. A partir de estas últimas, se determina que la escala mínima para justificar el desarrollo de un centro comunitario es la de cuarto grado, cuyo pa-rámetro se fija entre 800 y 1500 viviendas (entre 5000 y 10.000 habi-tantes, aproximadamente). Así, este parámetro cuantitativo determi-na en las normas mínimas el umbral de aparición de dichos centros.

El segundo parámetro establece una clasificación de los servicios comunitarios necesarios para esta dimensión, en función de lo que se considera entonces como preferencias de una comunidad para su desarrollo y bienestar: la educación, las actividades socioculturales, el comercio y la industria local, la salubridad, los servicios adminis-trativos y el deporte. Es preciso señalar que aquí se establece una diferenciación entre los denominados servicios institucionales y los servicios locales. Los primeros son aquellos, públicos o privados, pro-movidos por fuera de la comunidad; los segundos surgen espontá-neamente en el interior de la comunidad por demanda de sus habi-

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| El centro comunitario como pieza integral de la producción de vivienda económica | Isabel Arteaga Arredondo | 225

Cuadro 1. Escalas de comunidades – grupos urbanos. Fuente: ICT, DNP, DAPD (1971)

ESCALAS DENOMINACIÓN DIMENSIÓN

Primer grado Agrupación residencial Hasta 50 viviendas

Segundo grado Grupo residencial Entre 50 y 100 viviendas

Tercer grado Núcleo vecinal Entre 200 y 400 viviendas

Cuarto grado Barrio (unidad vecinal) Entre 800 y 1500 viviendas

Quinto grado Distrito Entre 3500 y 6500 viviendas

Sexto grado Sector Entre 15.000 y 25.000 viviendas

Séptimo grado Circuito urbano Entre 50.000 y 100.000 viviendas

G. S. G., Normas mínimas, 1971: el centro comunitario

G. S. G., Normas mínimas, 1971: escalas de comunidades.

9 ICT, DNP, DAPD (1971: 283).10 Esto se analiza en el documento explicativo nro. 9 del estudio, que abor-

da los espacios de uso comunal (ICT, DAPD, DNP, 1971: 290) a partir de la revisión de aspectos teóricos sobre equipamientos, las normas actuales para el momento (Acuerdo 65 de 1967 de Bogotá y el procedimiento del ICT en la construcción de barrios de vivienda económica) y la realidad de la ciudad colombiana.

11 Capítulo quinto del título quinto. ICT, DNP, DAPD (1971: 85 a 87).12 En los documentos explicativos nro. 9 se argumenta la apuesta por la

concentración de equipamientos en centros comunitarios.13 ICT, DNP, DAPD (1971: 80).

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tantes y en consecuencia, son producto de la iniciativa local. A pesar de las diferencias, se señala igualmente la necesaria complementa-riedad de estos servicios en el centro comunitario, los cuales deben prestarse de forma coordinada.

El tercer parámetro consiste en establecer cuantitativamente las áreas de suelo para reservar, diferenciando solamente los requeri-mientos por área de urbanización, así:

Es evidente la importancia dada a los servicios complementarios a la vivienda, como comercio, abastecimiento, instalaciones de trabajo menores, siempre y cuando sean compatibles. Así, los centros comu-nitarios, como polos de desarrollo del barrio, pueden destinar un 2% del suelo para vender y/o alquilar a servicios rentables, como merca-dos, talleres y locales comerciales.

A partir de la definición de un área mínima en relación con el área urbanizable, se establecen parámetros para la distribución espacial

G. S. G., Normas mínimas, 1971: concentración de los equipamientos para evitar su atomización.

Cuadro 2. Porcentaje de cesión para servicios comunitarios. Fuente: ICT, DNP, DAPD (1971).

ÁREA DE LA URBANIZACIÓN PORCENTAJE DE CESIÓN SERVICIOS COMUNITARIOS DESTINO

Más de 18 ha 18 % del área

urbanizable

12 % en un globo de terreno Centro comunitario de barrio

6 %, distribuido en el área residencial Servicios locales

Menos de 18 ha y de 800

viviendas

12 % del área

urbanizable*

6 % en un globo de terreno Centro comunitario menor

6 %, distribuido en el área residencial Servicios locales

* A esta área se suma un 6 % adicional que no se cede en suelo, sino que está destinado a un fondo rotatorio de servicios comunales, para construir en otras áreas de la ciudad donde sean necesarios nuevos centros comunitarios.

del área del centro comunitario. Inicialmente está determinada por la conformación de la plaza comunitaria, un espacio libre pero con-tenido, de 25 x 25 m2 como dimensión mínima, a partir del cual se define un marco construido que alberga usos adaptables a las necesi-dades de la comunidad en su primera etapa de desarrollo. Posterior-mente, el suelo se ocupa por edificios anexos a esta plaza y su marco, de manera gradual y a medida que las circunstancias económicas lo permitan, está destinado a los servicios institucionales.

El cuarto parámetro es la localización del centro comunitario. Se exi-ge la entrega de la cesión de suelo para este en un único globo de te-rreno, sobre una vía V-4 de acceso al barrio que esté en contacto con la red viaria general, con el objeto de asegurar su uso y su desarrollo.

Por último, en cuanto a los parámetros para determinar los servicios a la comunidad y su evolución en el marco del desarrollo progresivo, se establece que al empezar el proceso se deben tener en cuenta la

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| El centro comunitario como pieza integral de la producción de vivienda económica | Isabel Arteaga Arredondo | 227

G. S. G., Normas mínimas, 1971: el centro comunitario en el modelo teórico.

flexibilidad y adaptabilidad de los espacios para albergar las activida-des más apremiantes de la comunidad. Una vez iniciado el proceso, en la primera etapa se da prioridad a la educación y a aquellas ac-tividades que promuevan el desarrollo, como un centro social y un centro de capacitación y mejoramiento de la vivienda. A medida que la comunidad va creciendo se construyen otros servicios, dando prio-ridad a los centros de salud, a los centros de comercio y a los centros sociales (casa comunal y sala múltiple), hasta finalizar con el espacio de culto. Se destaca que poco a poco los espacios más flexibles de-ben adquirir un uso específico, reflejo del «proceso permanente de cambio y adaptabilidad al grado de desarrollo de la comunidad».14

En síntesis, las normas mínimas para equipamientos superan el único criterio –la reserva de suelo– y a partir de comprender los centros comunitarios como una apuesta concentrada e integral de suelo, de-sarrollo y evolución flexible, articulada con el desarrollo de las áreas de vivienda, las normas se amplían hacia disposiciones sobre grupos de población, clasificación de los servicios comunitarios, áreas de suelo para reservar y distribución de esta área espacialmente, locali-zación del centro en la nueva pieza residencial y por último, fases del desarrollo por etapas. Esto indica la intención de superar las simples cesiones de suelo y avanzar en pautas para su concreción espacial en el tiempo, a través de un crecimiento organizado.

14 ICT, DNP, DAPD (1971: 87).

G. S. G., Normas mínimas, 1971: el centro comunitario y el marco de la plaza.

G. S. G., Normas mínimas, 1971: desarrollo del centro comunitario en siete etapas.

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228 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

en la escogencia de los programas para su desarrollo comunal».15 Con ello se destaca su capacidad estructurante en la producción de las nuevas piezas residenciales, así como la idea de concebir-los de una manera integral.

- La pertinencia de establecer «escalas de comunidad»,16 como herramienta para determinar sistemáticamente grupos de pobla-ción objeto de construcción de equipamientos. En consecuencia, la definición de una jerarquía de grupos urbanos de acuerdo con el número de viviendas (y de habitantes) para exigir reserva de suelo y construcción de equipamientos en las normas mínimas.

Desde un punto de vista metodológico, los equipamientos forman parte integral de una apuesta práctica para concretar desarrollos de vivienda económica completos. Por una parte, su rol central en el modelo teórico, al constituirse en parte inseparable de la estructura urbana, supera el concepto de cesión de suelo y promueve su com-prensión como un espacio necesario para el desarrollo comunitario. Ello se evidencia tanto en la definición de un centro comunitario que conceptual y pragmáticamente reemplace al área comunal, como en el establecimiento de criterios de localización, la mezcla de servicios e inserción del comercio, en la flexibilidad de los equipamientos de acuerdo con las preferencias sociales y al crecimiento progresivo, de acuerdo con la capacidad económica de los habitantes. Estos impor-tantes avances en la comprensión del rol del equipamiento en el es-pacio urbano son desconocidos en las normas siguientes al estudio, lo que justifica en parte la desaparición paulatina del equipamiento comunitario como elemento estructurante de la ciudad, hasta su re-cuperación, en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) vigente.

Por otra parte, y de acuerdo con la evolución en las cesiones para zonas comunales entre el Acuerdo 65 de 1967 y el POT del año 2000, se observa que otros aportes del Estudio de normas mínimas están en la estandarización de cesiones para zonas comunales. Si se com-paran con aquellas determinadas en la norma entonces vigente para Bogotá (Acuerdo 65 de 1967), se encuentra que las normas mínimas buscan estandarizar para todos los nuevos desarrollos de vivienda un porcentaje de cesión de suelo unificado, equivalente al 12 %, desti-nado al centro comunitario. Ello se entiende como un avance, frente a lo establecido en la norma anterior, que diferencia el porcentaje de cesiones públicas (y en estas, el de zonas comunales), de acuerdo con la densidad de lotes por hectárea.17

Recuperar hoy algunos aportes

Entre las críticas de las que es objeto el Estudio de normas mínimas en los años posteriores a su formulación, se destacan dos líneas: la primera –tal vez la de mayor eco– se da en torno a su papel en la disminución de la calidad de la vivienda social en Colombia, debido a la reducción del área del predio mínimo a 3 metros de frente y en consecuencia, la disminución del espacio habitable en la pobla-ción más pobre (Saldarriaga, 2005). La segunda –menos difundida, quizás– asume que el estudio se centra realmente en la construc-ción de nuevos barrios para estratos bajos y no necesariamente en el mejoramiento de los asentamientos existentes (Molina, Salazar, Salguero, 1983). Sin embargo, hasta hoy no se han evidenciado los aportes que puede haber hecho la aplicación de los criterios norma-tivos sobre equipamientos en la producción de vivienda económica en Colombia y en consecuencia, el aumento de la calidad de vida urbana en el país.

Es preciso reconocer, cuarenta años después de su formulación, que el Estudio de normas mínimas revela la trascendencia de los equipamientos en la construcción de la vivienda económica. Desde un punto de vista conceptual, esto se refleja en:

- La importancia de los equipamientos como espacios que contri-buyen al desarrollo de la vida en comunidad. No pueden ser con-siderados como un elemento accesorio del proceso de urbaniza-ción; son indispensables en cualquier nuevo desarrollo urbano y en consecuencia, debe dársele la misma prioridad al equipamien-to que se le asigna a la vivienda. Es pertinente revisar cómo lograr su construcción superando la tradicional política de reserva de suelo que en el futuro permita construir los equipamientos. En síntesis, se establece de partida una diferencia entre reservar el suelo y construir el equipamiento, que debe ser superada desde el planeamiento.

- La necesidad de adaptación de los equipamientos a las diversas etapas del crecimiento de un barrio y a la evolución de las pre-ferencias de una comunidad. Por ello se reconocen como «orga-nismos eminentemente flexibles y adaptables a la condición de cada comunidad y a su estado de desarrollo». Así las cosas, es tan relevante pensar en flexibilidad y adaptabilidad de equipamien-tos, como pertinente promover su desarrollo por etapas.

- La validez dada a la concentración de equipamientos diversos an-tes que su atomización. La agrupación de estos permite desde el punto de vista económico reducir costos (al aprovechar espacios comunes y asignarles usos múltiples a espacios que pueden ser costosos si tienen un uso único), economizar terreno y construir-los por etapas; desde el punto de vista social, conduce a su confi-guración como elementos de referencia del espacio urbano: «Se-rían sitios donde, ante todo, la comunidad tiene oportunidad de expresarse y de participar en la toma de decisiones y el planea-miento y la construcción de sus propias viviendas, lo mismo que

Cuadro 3. Porcentaje de cesión para zonas comunales entre 1967 y 2000.

Fuente: Tarchópulos y Ceballos (2005).

INSTRUMENTO NORMATIVO PORCENTAJE CESIÓN ZONAS COMUNALES

Acuerdo 65 de 1967 Mínimo: 2,4 %. Máximo: 11,9 %.

Estudio de normas mínimas, 1971 12 % (centro comunitario)

Acuerdo 7 de 1979 10 %

Acuerdo 6 de 1990 Mínimo: 6,8 %. Máximo: 10 %.

POT 2000 8 %

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| El centro comunitario como pieza integral de la producción de vivienda económica | Isabel Arteaga Arredondo | 229

Sin embargo, es preciso recordar que la mayor parte de los apor-tes que se destacan en la regulación de los equipamientos desde las normas mínimas no es adoptada normativamente. Desafortuna-damente, en el caso de Bogotá, la norma que se concreta a partir del estudio cambia varios aspectos e ignora otros más, entre ellos lo referente a las cesiones públicas, en las que se cuentan los equipa-mientos. De acuerdo con Tarchópulos y Ceballos (2005: 88), «el mo-delo propuesto en normas mínimas no fue adoptado en su totalidad, salvo lo pertinente al diseño y dotación progresiva de los servicios públicos, los cuales eran responsabilidad estatal». Si se considera que los equipamientos no han sido una obligación o responsabilidad estatal, ello argumenta en parte el abandono en su construcción o su poca regulación, pues pareciera que basta con la cesión del suelo. Las normas mínimas demuestran que ello no es suficiente para promo-ver el desarrollo comunitario y la calidad de vida urbana.

A lo anterior se agrega que en las primeras experiencias en las que se ponen en práctica las normas mínimas en Bogotá, el papel que juegan los equipamientos no es el mismo que aquel propuesto en el estudio. Ejemplos como La Manuelita (Suba) y Sierra Morena (Ciudad Bolívar) muestran que allí no se ejecutan los equipamientos, solamente se dejan las cesiones de suelo correspondientes. Así las cosas, el aspecto económico continúa determinando la construcción de nuestras ciudades, donde los equipamientos son vistos en la vi-vienda económica como un costo más y no como un beneficio social, su principio.

15 ICT, DAPD, DNP (1971: 290).16 De acuerdo con lo propuesto en Sert, Tyrwhitt, Rogers: El corazón de la

ciudad, Barcelona: Hoepli, 1955.17 El área residencial se zonifica entre RO y R8, diferenciados por el tamaño

de los lotes y la densidad de lotes por hectárea.

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230 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

EntrE El Plan Piloto y las normas mínimas:

inicio y avancE dE una línEa dE

invEstigación En viviEnda1

| Doris Tarchópulos |

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| Entre el plan piloto y las normas mínimas: inicio y avance de una línea de investigación en vivienda | Doris Tarchópulos | 231

La investigación sobre los patrones urbanísticos y arquitectónicos en la vivienda dirigida a los sectores de bajos ingresos en Bogotá2 arroja resultados sobre la forma urbana y los tipos de vivienda pro-ducida mediante procesos planificados y clandestinos,3 asociados con la producción del alojamiento de gestión estatal y privada. Sus conclusiones cuestionan la procedencia de la manzana alargada, compuesta por parcelas alargadas pareadas de proporción 1:2 y 1:4, y viviendas adosadas de uno o dos pisos y patio posterior, con o sin opción de construcción progresiva, dominantes en la construcción de la periferia durante la segunda mitad del siglo XX.

En la búsqueda de la génesis de dichos patrones, aparecen varias cuestiones que podrían explicar su implantación en la ciudad. En pri-mer lugar están los modelos de vivienda racional, producida durante la entreguerra europea y sobre todo, los propuestos por Le Corbu-sier, Sert y Wiener en el plan para Bogotá. Estos modelos han sido parcialmente conocidos y poco estudiados, a pesar de ser introduci-

dos en el modelo de ciudad simultáneamente con los primeros pro-yectos de vivienda pública que proyecta y construye en la ciudad el ICT. Se trata de la vivienda estandarizada, de dimensiones mínimas, baja altura, alta ocupación y densidad media, en cuyos proyectos in-terviene Town Planning Associates (TPA). En segundo lugar están las Normas mínimas de urbanización y servicios públicos comunitarios (Samper, 1971), cuyo componente urbanístico y arquitectónico es desarrollado por Germán Samper.4

Tanto la influencia del trabajo de Le Corbusier, Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener, como el de Germán Samper trascienden en la implantación y arraigo de paradigmas urbanísticos y arquitectónicos vinculados con la vivienda social en la cultura bogotana. Le Corbusier y sus socios aportan un conjunto de conocimientos, producto de su larga y persistente investigación sobre la vivienda, en general, y los modelos de vivienda transitoria o provisional, en particular.

1 Las reflexiones expresadas en este artículo hacen parte del trabajo de mi tesis doctoral, iniciada en 2004 y leída en 2010. Tarchópulos, D. (2010): «Las huellas del plan para Bogotá de Le Corbusier, Sert y Wiener», en edición: Urbanismo y ordenación del territorio. Barcelona, Universidad Politécnica de Cataluña, Ph.D.: 600.

2 Los objetivos de este estudio fueron, en un primer momento, caracteri-zar los patrones presentes en la vivienda producida mediante procesos urbanos planificados y no planificados, durante las dos últimas décadas del siglo XX, determinando su relación con los instrumentos de planea-miento que los propiciaron y legitimaron, mediante la aproximación des-de la teoría y metodología desarrolladas por el Laboratorio de Urbanis-mo de Barcelona (LUB). En un segundo momento, definir pautas para la normativa y el diseño que aseguraran unas condiciones de habitabilidad a escala urbanística y arquitectónica, a partir de medidas que recono-cieran las cuestiones positivas o corrigieran las patologías y mutaciones expresadas en los patrones. Tarchópulos, D., et al.: Patrones urbanísticos y arquitectónicos en la vivienda dirigida a los sectores de bajos ingresos en Bogotá, Bogotá: CEJA, Instituto Colombiano para la Ciencia y la Tecno-logía, Banco Interamericano de Desarrollo, 2003.

3 Los barrios de origen clandestino son los aparecidos espontáneamente, por medio de procesos urbanos no planificados, en terrenos no urbani-zables y aislados. Su consolidación está sujeta a las inversiones paulati-nas de sus habitantes en la autoconstrucción progresiva de sus viviendas, con lo cual el logro de una relativa habitabilidad urbana y arquitectónica se obtiene a largo plazo. También está supeditada a la capacidad de au-togestión de la comunidad, en la medida en que de ella dependen la regularización y dotación de infraestructura y de servicios públicos do-miciliarios. La modalidad de vivienda típica es la unifamiliar en hilera, de dos a tres pisos de altura, con o sin patio. Tarchópulos, D.: «Formas de crecimiento urbano en Bogotá: patrones urbanísticos y arquitectónicos en la vivienda dirigida a sectores de bajos ingresos», en: Scripta Nova, revista electrónica de geografía y ciencias sociales, 2003, VII (146 077). <http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-218-86.htm> [consultado en 15 de noviembre de 2007].

4 Samper trabaja en el taller de Le Corbusier entre 1948 y 1954. Durante ese periodo hace parte del equipo encargado del Plan Piloto, junto con Rogelio Salmona y Reinaldo Valencia. También trabaja en el plan para Chandigarh y en el proyecto para el palacio de los ministerios, entre otros.

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232 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

1. Town Planning Associates (TPA), Plan Chimbote, 1946: ejemplo en el que se grafica la diferencia entre el parcelario de la manzana colonial y el de la hilera pro-puesta. © L’Architecture d’Aujourd’hui, nro. 33, 1951, 32-56.

2. TPA, Plan Chimbote, 1946: trazado de la agrupación de vivienda del Plan de Chimbote. © L’Architecture d’Aujourd’hui, nro. 33, 1951, 32-56.

3. TPA, Plan Chimbote, 1946: tipo de vivienda C de patio interior. © L’Architecture d’Aujourd’hui, nro. 33, 1951, 32-56.

4. TPA, Plan de Tumaco, 1948: vivienda productiva tipo A. «Reconstrucciön de Tu-maco», en: © Revista Proa nro. 15, septiembre de 1948.

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| Entre el plan piloto y las normas mínimas: inicio y avance de una línea de investigación en vivienda | Doris Tarchópulos | 233

En el caso de Sert, en asocio con Paul Lester Wiener, están los conjun-tos y tipos de vivienda desarrollados por la TPA en los planes latinoa-mericanos. Entre ellos, los del plan de Chimbote (1946-1948), que contribuye a la precisión conceptual y operativa de la unidad vecinal, expresada en la transformación del parcelario de la manzana espa-ñola en un parcelario en hilera que configura barras. Estas permiten la combinación de 16 tipos de vivienda de uno o dos pisos, cuyas formas de agrupación incluyen servicios y equipamiento comunitario (ver imágenes 1 y 2). Este plan introduce por primera vez la unidad de habitación temporal, el cual consiste en un sistema modular de vivienda económica de cubierta de bóveda en cáscara prefabricada, que permite diferentes formas de agrupación (ver imagen 3).

Igualmente, está la unidad vecinal del plan de Tumaco (1948) que aporta variaciones tipológicas, debido a los materiales y al sistema constructivo del lugar, pero sobre todo, a la adaptación a las costum-bres habitacionales, ya que incluye un taller o tienda, se permite la mezcla funcional entre el habitar y el trabajar para ayudar a la econo-mía familiar (ver imagen 4). En este caso, la agrupación de las vivien-das logra economizar en la extensión de redes eléctricas y sanitarias.

Las variantes de la unidad vecinal en el plan de Medellín (1949-1950) incluyen una o dos vías principales sobre una de las cuales se implanta el comercio y a partir de la cual se deriva una vialidad jerar-quizada. Integra un parque con equipamientos públicos, alrededor del cual se emplazan los bloques de apartamentos y la vivienda de patio (ver imagen 5). Un ejemplo de la aplicación del modelo de la unidad vecinal de vivienda unifamiliar en Medellín es el barrio Los Alcázares, construido por el ICT (1951-1957). En este proyecto se in-troduce el concepto de vivienda modular y la construcción en serie, utilizando la cubierta de bóveda en cáscara prefabricada, desarrolla-da por Sert y propuesta por primera vez en el plan de Chimbote (ver imagen 6).

En el plan para Bogotá (1949-1953), la interacción intelectual y pro-fesional entre Le Corbusier, Sert y Wiener produce cuestiones intere-santes. En primer lugar se plantea la proyección de la ciudad a partir de la unidad de composición, denominada sector, dentro de la cual se insertan las unidades vecinales, como otra unidad compositiva de menor escala, funcionalmente autónoma (ver imagen 7). En esta, a su vez, se circunscribía un trazado menor, a partir del sistema de agrupación de los modelos de vivienda: una casa, un árbol; tipo Ro-chelle, y tipo Sert y Wiener.

El modelo de agrupación de vivienda una casa - un árbol ya había sido trabajado por Le Corbusier y Josep Lluís Sert en el plan Macià para Barcelona (1932-1934), concebido como viviendas educativas, dirigidas a enseñar a los campesinos que en aquel entonces llegaban masivamente a vivir modernamente en la ciudad antes de pasarlos a habitar los bloques tipo unidad de habitación. Posteriormente está el modelo de la unidad de viviendas transitorias en adobe (ver imá-genes 10 y 11), desarrolladas por Le Corbusier en 1944 durante la ocupación y pensando en la reconstrucción de posguerra. Este es

5. Plano urbanístico, plantas y alzados de las viviendas del barrio Alcázares, en Medellín, propuesto por TPA. Fuente: Sert Collection, Francis Loeb Library, Har-vard School of Design, fólder B074b.

propuesto para el proyecto de urbanización de La Rochelle (1945), en el plan piloto de Bogotá y promovido por el Atelier des Bâtisseurs (Atbat) en el norte de África (FLC 19265 - 19305G).

Estos modelos, definidos por el plan como transitorios, son planteados como una solución universal de bajo costo, dimensio-nes mínimas, espacios flexibles, servicios colectivos, alta densidad y alto grado de ocupación del suelo, sobre todo asociada a la idea de provisionalidad. Son concebidos para satisfacer la necesidad de alojamiento de los trabajadores, ya que por sus dimensiones modu-lares facilitan la construcción en serie y logran espacios adaptables. En efecto, constituyen una fórmula rápida para atender la demanda de la población que aumenta rápidamente.

A partir de lo anterior, el plan regulador de Sert y Wiener proyecta de forma detallada las unidades vecinales correspondientes a dichos tipos de vivienda, acompañados de diagramas de la relación entre las diferentes proporciones de área destinada para vialidad, espacios libres, equipamiento y senderos peatonales, además de cálculos de

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población total y densidad. Estos ejemplos son complementados con los diseños de los núcleos de sector, donde se sitúa el equipamiento público, como el mercado, el club vecinal, la iglesia, la casa cural, la unidad sanitaria, la biblioteca, etcétera (ver imágenes 14 y 15).

Al igual que en Medellín, entre Le Corbusier, Sert, Wiener, los profesionales vinculados a la Oficina del Plan Regulador de Bogotá (OPRB) y los arquitectos colombianos que colaboran en el Plan Piloto en París, se produce una simbiosis que trasciende la noción de la vivienda social y popular en Bogotá. Uno de los ejemplos en este sentido se lleva a cabo en 1948, cuando la TPA realiza una asesoría sobre un sistema prefabricado de vivienda para el barrio Alcázares, proyecto promovido por el ICT, donde Jorge Gaitán Cortés5 se estrena como director del departamento Técnico; otro ocurre entre 1951 y 1952, cuando la TPA, con Le Corbusier como consultor, trabaja en los diseños urbanísticos de la unidad vecinal modelo del sector Quiro-ga de Bogotá, así como en los arquitectónicos de las viviendas tipo bóveda o tipo Eternit (ver imágenes 12 y 13). Los arquitectos del ICT modifican el trazado original buscando un mayor aprovechamiento del terreno y, por tanto, el aumento de la densidad. Sin embargo, se conservan tanto la forma de agrupación como el tipo de vivienda, cuya cubierta también es de bóveda en cáscara prefabricada.

Por otra parte, tanto el Plan Piloto como el Regulador recono-cen el grave problema de la urbanización clandestina en condiciones insalubres sin infraestructura, transporte y por fuera del perímetro

de la red de servicios públicos6. Al respecto, el Plan Regulador reco-mienda:

[...] estudiar los sistemas para urbanizar económicamente para estas

poblaciones necesitadas. Los urbanizadores únicamente interesados

en la especulación prometen lo que no pueden dar. El Municipio con la

Oficina del Plan Regulador deben imponer estándares precisos para las

urbanizaciones que variarán proporcionalmente. Deben proponerse es-

tándares de loteo, calles, servicios, zonas verdes, comunicaciones, servi-

cios sociales, jardines, limpieza, conservación, etc. Con estos estándares

debe ponerse en marcha un programa de rehabilitación urbana, demoli-

ción de barrios insalubres, etc.7 (Sert y Wiener, 1953).

Simultáneamente con las sugerencias del Plan Regulador, se pone en marcha en Centro Interamericano de Vivienda (Cinva).8 En esencia, el centro forma profesionales de distintas disciplinas, de toda Amé-rica Latina, en cuestiones técnicas vinculadas al planeamiento y a la vivienda por autoayuda para atender las necesidades de los secto-res más pobres de la población. El trabajo comunitario y las técnicas para la construcción o mejoramiento de vivienda de forma individual o asociativa son las bases para hacer llegar el desarrollo a la pobla-ción marginal que migra del campo a la ciudad y encuentra en la ur-banización clandestina su solución habitacional.9 El Cinva trabaja de la mano del ICT y algunas de las experiencias en Bogotá tienen lugar en los barrios Los Laches y Bello Horizonte.

6. Plan para Medellín, modelo de unidad vecinal propuesto por la TPA. Fuente: Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard School of Design, fólder B074g.

7. Plan Piloto, teoría del sector, 1950: Barrios A. y B. Vialidad, vivien-da, actividades, equipamiento, áreas verdes. Le Corbusier (1950). Elaboration du Plan Regulateur de Bogotá. Etablissement du Plan Directeur. París, Josep Lluís Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Graduate School of Design, fólder B08100. BOG 4222.

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| Entre el plan piloto y las normas mínimas: inicio y avance de una línea de investigación en vivienda | Doris Tarchópulos | 235

5 Jorge Gaitán Cortés nace en Nueva York en 1920. Realiza sus estudios de Arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia (1942) y de posgrado en la Universidad de Yale, en Nueva York. Representa al grupo colombiano de los CIAM. Entre 1947 y 1948 es codirector de la sección de Edificios Nacionales del Ministerio de Obras Públicas de Colombia, donde promueve la contratación de la TPA para el plan de reconstrucción de Tu-maco. En 1948 es nombrado jefe del departamento Técnico del ICT. En su actividad docente, ejerce como profesor de la Universidad Nacional de Colombia y decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes. Ocupa varios cargos públicos: concejal de Bogotá, presiden-te de la Sociedad Colombiana de Arquitectos y alcalde de Bogotá, entre

1961 y 1966. Muere en Bogotá a la edad de 48 años, en un accidente, siendo director de El Espectador, uno de los principales periódicos de Colombia. Dávila, J.: Planificación y política en Bogotá: la vida de Jorge Gaitán Cortés, Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, IDCT, 2000.

6 Según cálculos de la OPRB, entre 8000 y 10.000 familias vivían en estas condiciones. Drástico control de urbanizaciones. El Siglo (1951), Bogotá.

7 Traducción del inglés por la autora.8 A comienzos de los años setenta, Germán Samper forma parte del cuer-

po docente del Cinva.9 En esta misma línea trabajan casi dos décadas después Horacio Caminos,

John Turner y John Stefian.

9. Tipos de vivienda «una casa-un árbol». Plantas 1, 2 y 3. Le Corbusier (1950). Elaboration du Plan Regulateur de Bogotá. Etablissement du Plan Directeur. Pa-rís, Josep Lluís Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Graduate School of Design, fólder B08100. BOG 4237.

10. Plan Macià para Barcelona (1932-1934). Plantas del 1.o, 2. o y 3.er. pisos del modelo de vivienda «una casa-un árbol». Fuente: FLC 13258.

8. Axonometría de la urbanización tipo «una casa-un árbol». Le Corbusier (1950). Elaboration du Plan Regulateur de Bogotá. Etablissement du Plan Directeur. Pa-rís, Josep Lluís Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Graduate School of Design, fólder B08100. BOG 4239.

11. Plan Macià para Barcelona (1932-1934). Axonometría del trazado y agrupa-ción, según la aplicación del modelo «una casa - un árbol». Fuente: FLC 13264.

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Las Normas mínimas de urbanización, servicios públicos y comu-nitarios (Samper, 1971) representan la continuación y avance signifi-cativo de una línea de investigación abierta a finales de los años 40, con el inicio de operación de las instituciones del Estado encargadas de producir vivienda social, como también durante los 4 años de for-mulación del Plan para Bogotá, a cargo de Le Corbusier, Sert y Wie-ner. Este estudio establece un modelo teórico a partir del cual define un conjunto de normas urbanísticas para orientar una política correc-tiva sobre los barrios de origen clandestino, y otra preventiva, que haga posible su eliminación en el futuro. Para ello, define estándares

mínimos para la ordenación urbanística, arquitectónica, de servicios públicos y equipamiento comunitarios para los nuevos proyectos de vivienda por autoconstrucción que se emprendan por iniciativa o con el apoyo de la administración, como también para la solución de las necesidades básicas en las actuaciones de regularización o mejora-miento de barrios clandestinos.

El modelo busca el aumento de la densidad, la eficiencia en el trazado para disminuir los costos de urbanismo y el desarrollo pro-gresivo de la infraestructura, pero con una dotación inicial básica de servicios públicos. Todo ello, fundamentado en un estudio de costos

13. Planta y alzado del modelo de vivienda tipo Bóveda 5 Metros, propues-to por la TPA, con Le Corbusier como consultor, para la unidad vecinal Mo-delo Quiroga. Fuente: Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Gra-duate School of Design. Fólder B081e.

14. Plan Regulador. Unidad vecinal con trazado según el modelo «una casa - un árbol», con estudio de dimensiones y proporciones aéreas. Fuente: Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Graduate School of Design. Fólder B081jj_1.

15. Unidad vecinal con variación del trazado, según el modelo «una casa - un árbol», con estudio de dimensiones y proporciones de áreas. Fuente: Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Graduate School of Design. Fólder B081jj_2.

12. Vista parcial del plano urbanístico de la unidad vecinal Modelo Quiroga, que indica el trazado, los tipos de vivienda, el cuadro de áreas y la densidad. Elaborado por la TPA, con Le Corbusier como consultor. Fuente: Sert Collection, Francis Loeb Library, Harvard Graduate School of Design, fólder B081e

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que demuestra la importancia de reducir las cantidades de las obras de infraestructura y urbanismo, con el fin de lograr una parcelación adecuada para que con la construcción progresiva de viviendas, por autoayuda individual o comunitaria, se logre un estándar de 10 m2 por habitante, con lo cual se supera el hacinamiento típico de la vi-vienda marginal. De esta forma, la cualificación del espacio público se construye mediante un proceso postergado, pero con estándares de cantidad y disposición establecidas desde el inicio del proyecto. Con el tiempo, se consiguen las condiciones cualitativas de los pro-yectos construidos en un solo proceso unificado.

El modelo urbanístico, cuya unidad proyectual en su escala mí-nima comprende 20 ha, consiste en una doble retícula principal de

vialidad vehicular de 200 x 200 m2, en cuyo interior se inserta otra, peatonal, de 100 x 100 m2, vinculada a una red de espacios públicos. Las áreas para vivienda se clasifican en varias unidades geométricas: la supermanzana se compone de 4 manzanas, que a su vez se com-ponen de 6 superlotes, donde se circunscriben los lotes individuales o agrupaciones de vivienda. Ello configura áreas diferenciadas de vi-vienda, cuya unidad de composición es la barra, con la que se logran distintas formas de agrupación del espacio privado y configuración del público. Los espacios para servicios comunitarios mínimos, tales como escuela, centros sociales, sanitarios y deportivos, plaza y jardi-nes, se localizan concentrados sobre la vía principal y conectados a la red peatonal (ver imágenes 16, 17, 18 y 19).

16, 17 y 18. Modelo teórico de normas mínimas. Cálculos de densidad, áreas, ocupación, espacio privado y público. Fuente: Germán Samper, Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios. Aspectos físicos: urbanismo. Primera parte: «Normas físicas y aspectos generales». ICT, DAPD, DAPN, Bogotá, 1971.

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19. Comparación entre el modelo teórico y el existente. Fuente: Germán Samper, Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios. Aspectos físicos: urbanismo. Primera parte: «Normas físicas y aspectos generales». ICT, DAPD, DAPN, Bogotá, 1971.

20. G. S. G. Modelo teórico de normas mínimas, 1971: estudio de las posibilidades de tipos de vivienda, según diferentes clases de lotes. © AD-FS.

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La estrategias de diseño están orientadas a la definición de la red vial y de la zonificación de las áreas privadas, las de uso público y la de uso comunitario. En cuanto a la red vial, se propone el trazado de sistema abierto y tres categorías: una para el tránsito rápido que conecta la unidad proyectual o sector con el resto de la ciudad, otra para el tráfico lento que permite su penetración y la convivencia en-tre el peatón y el automóvil, y otra para las vías peatonales de escala vecinal dentro de la unidad proyectual o sector.

También se encarga de determinar la proporción del área neta ur-banizable destinada para espacio público (18 %), al igual que su locali-zación y distribución espacial. El mayor porcentaje (66,66 %), para ser localizado en un solo globo de terreno, con el propósito de configurar un gran centro comunitario y el resto debe distribuirse dentro de la unidad proyectual. Este centro es pensado como una edificación ins-titucional de marco porticado que conforma un área de plaza cívica.

Entre otras cuestiones, el modelo define densidades mínimas y máximas, entre neta (70 y 100 viviendas/ha) e inmobiliaria (70 a 150 viviendas/ha) y consecuentemente, las áreas máximas y mínimas de los lotes (82 y 60 m2), al igual que un conjunto de opciones de loteo, cuyo frente varía entre 4 y 9 m. Además, establece la combinación entre los índices de construcción y de ocupación, según el tipo de lote, con lo cual se evita el riesgo de disminuir las cualidades espacia-les del espacio público y del privado.

En definitiva, el modelo conceptual y operativo de las normas míni-mas introduce la noción de «urbanización por desarrollo progresivo» en el planeamiento bogotano y en su normativa, con lo cual se le-gitima el proceso urbano postergado, inherente al fenómeno de la urbanización clandestina, tan arraigado en Bogotá. Esto significa una cualificación importante de la única opción de vivienda posible para un gran sector de la población y por lo tanto, para la construcción de la periferia de la ciudad.

Así combina dos cuestiones esenciales, que en ocasiones han sido vistas como antagónicas, en la cultura urbanística bogotana. Por un lado, la racionalidad de la estandarización y normalización a par-tir de estudios técnicos y económicos y por otro lado, el urbanismo llamado «alternativo», fundamentado en la autogestión, autoayuda para la producción de vivienda.

Desde la década de los años 70 el modelo de normas mínimas ha servido tanto para atraer a la legalidad las iniciativas de desarrollos clandestinos como para guiar el diseño de los proyectos de vivienda pública y privada, dirigidos a los sectores de la población con bajos ingresos. Sus huellas, como las del plan para Bogotá de Le Corbusier, Sert y Wiener, están presentes en los patrones urbanísticos y arqui-tectónicos con los que se ha construido Bogotá desde entonces.

21. Estudio de las posibilidades de tipos de vivienda, según diferentes clases de lotes. Fuente: Germán Samper, Estudio de normas mínimas de urbanización, servicios públicos y servicios comunitarios. Aspectos físicos: urbanismo. Primera parte: «Normas físicas y aspectos generales». ICT, DAPD, DAPN, Bogotá, 1971.

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Prácticas sociales del esPacio en la ciudadela colsubsidio1

| Mauricio Téllez |

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La Ciudadela Colsubsidio puede ser entendida como proyecto imagi-nado o como proyecto habitado. Los dos hacen referencia a prácticas diferentes: el primero, a las surgidas por las perspectivas de los pro-fesionales de las diferentes entidades que toman parte en su con-cepción, gestión, diseño y construcción, y a las circunstancias parti-culares en que se desarrolla; el segundo, a las producidas en la vida cotidiana de sus habitantes, su apropiación, las relaciones sociales y las significaciones que conforman a través del tiempo. Entre ambos conjuntos de prácticas existe una relación de interdependencia: a las primeras se les asocia con el barrio, entendido como un producto terminado, y a las segundas, con la vida barrial en proceso de cons-trucción social permanente.

Las prácticas sociales del espacio son el centro de este escrito y están vinculadas con el lugar antropológico planteado por Augé, en el que los habitantes construyen un universo de reconocimiento, y se concretan en procesos de apropiación y significación. Allí ellos resuelven su participación en el mundo y pertenencia a una comuni-dad. Las dinámicas contemporáneas pueden generar en los habitan-tes efectos contradictorios, producir no-lugares,2 pero consideramos que ellos buscan humanizar los espacios y romper el anonimato, dar sentido a sus vidas, recuperar de alguna forma la comunidad, res-catar, a pesar de las disputas y conflictos, las relaciones sociales de solidaridad e identidad en dicha vida barrial3 creando con sus expe-riencias un nosotros en diferentes niveles.

Para ello nos valemos de la etnografía, entendida como método y enfoque. Se combinan estrategias como las entrevistas abiertas, la observación participante y otras técnicas individuales y grupales. Estas suministran perspectivas diferentes y complementarias que se articularon en el examen crítico de los conceptos teóricos.

Narrativamente, el escrito se elabora a nivel a partir de múlti-ples voces, como una carrera de relevos entre diferentes entrevistas y observaciones. Consta de cuatro apartes: el primero es la matriz temporal referencial de los otros tres, relaciona las etapas de cons-trucción y entrega de las manzanas, los sectores y los momentos de contratación. El momento subjetivista, vinculado con el capital simbólico, asociado aquí con las formas de diferenciación de clases sociales. El momento objetivista, relacionado con el capital econó-mico, ligado con las formas de propiedad. Y en el cuarto aparte, los servicios que han construido físicamente el barrio y la manera en que ellos son producto de las dinámicas sociales de los habitantes y parte del proceso de la vida barrial.

Etapas de construcción barrial

La construcción del barrio y de la vida barrial se inicia a finales de la década de 1980 y aún hoy no ha terminado.4 Durante este tiem-po se han entregado poco a poco de parte de la caja, las viviendas

1 Este escrito es parte de la tesis de la maestría de Antropología de la Uni-versidad Nacional de Colombia, titulada Arquitectura y vida barrial en la Ciudadela Colsubsidio: el proyecto imaginado y el proyecto habitado. La interpretación de la propuesta urbana y arquitectónica de Germán Samper se puede consultar allí o en la extensa reflexión del arquitecto alrededor de la vivienda.

2 Augé (1998). Inicialmente se refiere a ellos en relación con la sobremo-dernidad, pero después lo extiende a otros ámbitos. Recordemos su

advertencia con respecto a que los espacios cotidianos de la vivienda se pueden convertir en no-lugares debido a la influencia en ella de los medios de comunicación, el internet y la televisión.

3 García Canclini (1989) asocia la recuperación de las relaciones comunita-rias y familiares con las tradiciones y funda en ellas una esperanza y una particularidad latinoamericana en la modernización.

4 El trabajo de investigación comprende desde su inicio hasta el año 2006.

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G. S. G., Ciudadela Colsubsidio. 1989: manzanas, conjuntos y agrupaciones. © Mauricio Téllez, elaborado a partir de los planos del AD - FS.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio. 1989: etapas y sectores. © Mauricio Téllez, elaborado a partir de los planos del AD – FS.

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G. S. G., Ciudadela Colsubsidio. 1989: momentos de contratación. © Mauricio Téllez, elaborado a partir de los planos del AD – FS.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio. 1989: usos de suelo. © Mauricio Téllez, elabora-do a partir de los planos del AD – FS.

y apartamentos de las manzanas incluidas en las distintas etapas y sectores. Las etapas son tres y los sectores, cuatro; solamente en la primera se desarrollan agrupaciones de vivienda. En los dos casos se habla de manzanas. Las etapas corresponden a manzanas de vi-vienda, a su construcción y entrega, sean estas uni o multifamiliares. Los sectores son grupos de manzanas diferenciados según su ubica-ción en el barrio y organizados alrededor de cinco rotondas, cada una compuesta por cuatro manzanas, que conforman a nivel general una L invertida: tres de sur a norte, 3, 14 y 24, y dos más, girando a partir de esta última hacia el occidente, 32 y 37. La etapa 1 abarca todo el sector 1, las manzanas 1 a 7, 19 a 21 y 27 a 30 del sector 3; la etapa 2 concierne a las manzanas de vivienda multifamiliar del sector 3, manzanas 22 a 26, así como 11, 16, 18 del sector 2, y la etapa 3 coincide con el sector 4.5 El sector 2 corresponde a las manzanas de servicios, construidas paralelamente a las etapas de las de vivienda.

Por otra parte, se pueden distinguir, según la contratación, cuatro momentos: el primero está asociado con la contratación directa y ex-clusiva con Esguerra, Sáenz y Samper, entre 1989-1992, corresponde a la primera etapa; en el segundo momento se amplían los partici-pantes mediante convocatorias a concursos de diseño, 1993-1999, se diseñan las manzanas 11, 18, 22 y 26, todas de la segunda etapa, la firma participa en ellos, pero no gana ninguno; y en el tercer mo-mento, 2000-2001, Esguerra, Sáenz y Samper gana algunos de esos concursos, las tres rotondas: la primera, correspondiente a la man-zana 24, las aledañas 16, 23 y 25 de la segunda etapa, la segunda

y la tercera, manzanas 32 y 37, y su colindante 38 pertenecientes a la tercera etapa;6 finalmente, en el cuarto momento, 2001-2006, Colsubsidio realiza ajustes al diseño de la manzana 38, adelanta las propias manzanas 31 y 33, y abre la posibilidad de que participen constructoras, realmente solo una realiza las manzanas 34 y 35,7 las manzanas restantes de la tercera etapa.

Esta estructura histórica inicial se guarda en la memoria de los habitantes. En ella están interrelacionados tres aspectos: el registro en la ciudadela de la crisis de la construcción y del sistema financiero de finales del siglo pasado e inicios del presente; la lenta llegada de nuevos vecinos y la partida de otros; los ritmos de crecimiento del barrio vinculados con la ocupación paulatina de las manzanas vacías. El eje temporal, la comparación ahora-antes incide en las prácticas y las vivencias, con él la vida barrial logra sentido y valoración.

Las obras de urbanismo son lo primero. Ernesto llega como auxi-liar de almacén de Esguerra, Sáenz y Samper, y luego es vinculado a la caja como celador residente. Vive en una casita que había, cercana a lo que hoy es el puente peatonal que comunica con Bolivia, detrás del colegio: «[…] llegamos a la ciudadela a las once y media de la noche, nos bajamos en la 80. Esto era pasto y barro por todos lados, la casa no tenía ni luz, ni agua».8 Toda el área es un solo potrero: «el pasto le daba a uno hasta la cintura», no había sino una sola cerca por el borde. Él cuenta que las casas y apartamentos modelo estaban a un costado de la vía peatonal sobre la calle 80.

5 El colegio se realiza entre 1991 y 1998; el centro comercial Unicentro de Occidente y la iglesia Nuestra Señora de la Reconciliación se terminan en el 2004.

6 La Ley 675 de 2001 define el régimen de propiedad horizontal.7 Amarilo es dicha constructora; a esta se le permiten algunos cambios

relevantes en el diseño, las ocupaciones de la manzana los edificios mul-tifamiliares no tienen en cuenta los paramentos a nivel urbano, y los

apartamentos son dúplex. Esta misma constructora, durante la parte fi-nal de este trabajo de investigación, es la que desarrolla la manzana 17, y Samper, en asocio con el ingeniero Francisco de Valdenebro, la manzana 10. A ambos proyectos se les conoce como Arces.

8 Los nombres reales son omitidos en todos los casos, por criterios de ca-rácter ético; solamente se mantiene la fecha de la entrevista.

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Ciudadela Colsubsidio. 1994: segunda etapa. © Archivo Colsubsidio.

Durante el desarrollo de todo el proyecto se mantiene la exclusi-vidad para los afiliados de Colsubsidio.9 Se hacen a sus viviendas de manera individual, el trámite empieza con un formulario. Tanto las viviendas como los apartamentos son asignados por sorteo. Una vez favorecidos, pagan la cuota inicial, la gran mayoría de créditos son a 15 años. Aunque agotador, saben que el esfuerzo los acerca a ese sueño. Se comprometen con la caja a vivir allí durante los primeros cinco años, periodo en el cual logran los niveles de mayor integra-ción, pertenencia y organización.

Identidades y diferencias en la vida barrial

Con la etapa 1 llegan los primeros habitantes, diferenciados según el tipo de ocupación del suelo: los de las agrupaciones de vivienda de desarrollo progresivo de dos pisos y los de los conjuntos cerrados, constituidos por edificios multifamiliares de apartamentos, regidos por el régimen de propiedad horizontal.10 Para esos años, el sector occidental de la ciudad se percibe incomunicado y distante: su única vía de acceso, la calle 80, es muy estrecha, por tanto los recorridos y los tiempos para dirigirse a otras partes de Bogotá son muy largos.

Los habitantes de las agrupaciones son reconocidos como co-lonizadores o pioneros. Ellos argumentan que desde el principio se da una diferenciación en el interior y en relación con las otras man-zanas: «La división física generó división social, eran tres barrios en uno, las manzanas de alrededor de la 28, las manzanas de junto de la 19, y las de la calle 80».11

Sus viviendas les son adjudicadas por ser familias en las condi-ciones económicas más difíciles, la mayor prioridad para la caja,12 dentro del marco de un subsidio interno que permite «vender esas viviendas por debajo del costo, gracias a la compensación de los be-neficios de las manzanas de multifamiliares que se estaban haciendo sobre la calle 80».13 Estas viviendas son distinguidas como de interés social y eso marca la diferenciación y la valoración de sus habitantes con respecto, inicialmente, a las manzanas de la calle 80 y después a los del barrio en general. La adquisición de la vivienda es un sueño que se concreta, les permite vivir unas mejores condiciones y satis-facer sus necesidades básicas, lograr una forma de vida más acorde con sus aspiraciones de convivencia, de aseo y de orden.

Todo es alegría al llegar las familias favorecidas con sus trasteos y cosas. Ellos recuerdan: «[…] era un regalo de Dios, era una emoción muy grande porque ellos jamás habían pasado un formulario y era la primera vez que pasaban uno y salieron favorecidos, ¡con esas casas tan baratas!».14 Consideran ese momento como uno de los más felices de sus vidas: «[…] siempre lo soñábamos con mi esposa, tanto que lo luchamos y lo vinimos a lograr aquí. Eso es una inmensa a alegría».15 Las prácticas están marcadas por la fortuna de tener una vivienda dig-na, un baño en mejores condiciones, alcoba para los hijos, y por ser una meta que se esperaba lograr después de una extensa espera. La casa «[…] la entregaban con sala comedor, dos alcobas. Nos tocaba

echar plancha para las otras dos alcobas […] entonces mandamos a hacer la plancha para que cada muchacho tuviera su alcoba […]».16

En las dinámicas de construcción de comunidad se distinguen dos instancias de participación: las formales, orientadas a la solución de los problemas prioritarios, y las informales, relacionadas con nece-sidades específicas.17 Entre ellos inicialmente operan estas últimas en cosas tan sencillas como el cuidado de la casa, el encargo de las llaves o la organización de actividades comunes recreativas y festivas en fechas especiales. «[…] vivíamos en una época de camaradería, de unión, porque los primeros años, nosotros, el 24 y el 31 de diciembre era un jolgorio, se colocaba un equipo en cada esquina y nos ponía-mos de acuerdo, no se presentaban problemas».18

Ciudadela Colsubsidio. 1989: primera etapa. © Archivo Colsubsidio.

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Ciudadela Colsubsidio, 2004: tercera etapa. © Archivo Colsubsidio.

9 Esa exclusividad solo sucede en la ciudadela, a diferencia de proyectos como Tierra Grata o Chicalá, en los que la posibilidad se abre a los afilia-dos de otras cajas y al mercado en general.

10 Las primeras manzanas son nombradas por números, mientras que estas últimas son designadas por el nombre de una especie nativa. Algunas de ellas, además de apartamentos, incluyen viviendas de dos y tres pisos.

11 Carlota, enero de 2007.12 Antes de llegar, estas familias hicieron un recorrido habitacional por ba-

rrios caracterizados por el hacinamiento y la precariedad: «Venían de si-tios marginales de diferentes partes de la ciudad, de barrios populares, se sabe que la gente no tenía techo propio, vivía en arriendo». Diomedes, diciembre de 2006 y enero de 2007.

13 Ángela Álvarez, marzo de 2007.14 Ernesto, junio de 2006.15 Lorenzo, junio de 2006, febrero de 2007.16 Lorenzo, junio de 2006, febrero de 2007.17 Pérez de Arce, Rodrigo, Villanueva, los pasos cubiertos y la idea de ciu-

dad. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2004, p. 79. De acuerdo con esta clasificación, las cooperativas de transporte, las juntas de acción comunal de las agrupaciones y los consejos de administración de los con-juntos cerrados se inscriben en las formales. Y los diferentes grupos de trabajo que desarrollan actividades alrededor temas como el ambiental o el deportivo, entre otros, y los grupos espontáneos pertenecen a las informales.

18 Lorenzo, junio de 2006, febrero de 2007.

La vida barrial se dinamiza en los encuentros con los otros en par-ques, tiendas cercanas y en el espacio público en general. Los niños y los jóvenes desarrollan allí sus vínculos y amistades; estos espacios

de socialización son muy importantes. Sus juegos operan como deto-nadores de esas relaciones, rompen el hielo y la formalidad. En estos espacios se dan los intercambios de amistad y los de conflicto. Los

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encuentros entre vecinos adquieren una relativa frecuencia y conti-nuidad y se dan a la par de las emociones y los entusiasmos familia-res. En ellos se conocen e integran entre sí, la vida de barrio se ela-bora y reelabora y este sirve de referencia espacial, social e histórica.

Los habitantes de las agrupaciones empiezan a construir un no-sotros muy reducido, que tiene como base el espacio inmediato y cotidiano, la calle, la cuadra, y paulatinamente se amplía al ritmo de la misma dinámica de crecimiento y consolidación del barrio. En ese espacio se dan las relaciones más cercanas, las redes de apoyo más estrechas, construidas a partir de la confianza. A la par de estas acti-vidades se va conformando la comunidad, que con su participación se va fortaleciendo: «[…] ¿qué pasó? Que con el tiempo hay un aco-ple y esa familia empieza a entrar en el ritmo que se está llevando. Esa comunicación hace que se empiece a formar una familia más am-plia».19 Con ellos se organizan el levantamiento de diferentes imáge-nes religiosas en los parques o los frentes de seguridad.

Habitar una vivienda de desarrollo progresivo o una de apartamen-tos es compartir una serie de apreciaciones subjetivas, sobre tales condiciones, de la vida que se desarrolla en esos ámbitos. Ellos reali-zan valoraciones y juicios que definen ese nosotros, diferenciado de los habitantes de las otras manzanas, eso refuerza la coexistencia de diversas identidades, pertenencias a distintos habitus.20 Para ellos, el paso de vivir en arriendo en un barrio popular a habitar en lo propio marca un ascenso social. Pero a la vez, en el interior de la ciudadela se diferencian de los residentes en los conjuntos cerrados, caracteri-zados por ser una categoría más elevada, en donde hay unas regla-mentaciones que normalizan el orden, las formas de organización y sobre todo, dan seguridad.

En las referencias temporales y espaciales de estos últimos, aque-llos son tenidos en cuenta y viceversa. Estas los integran como una unidad física y social, e ilustra la heterogeneidad socioeconómica en-tre los de aquí y los de allá. Cuando se entregan las manzanas mul-tifamiliares del sector 3, el colegio, el centro de salud y la salacuna

Ciudadela Colsubsidio. 2006: espacio público de la manza-na 19. © Mauricio Téllez.

Ciudadela Colsubsidio. 2006: zo-nas comunes de la manzana 16. © Mauricio Téllez.

Ciudadela Colsubsidio. 2004: zonas comunes, manzana 22. © Archivo Colsubsidio.

se consolidan como elementos de orientación y se incluyen varias de ellas por su ubicación,21 así como el supermercado, la cancha de fútbol central y el parque Samuel Vieco. Estas manzanas, áreas va-cías, se percibían como espacios públicos y como tal eran tenidos en cuenta en las referencias.

Los habitantes de las manzanas de la calle 80 reactualizan los pro-cesos vividos por los pioneros: la expectativa generada por la entrega de los formularios y los sorteos,22 la celebración por haber logrado la meta;23 las transformaciones internas, mínimas en relación con las viviendas de desarrollo progresivo, pero posibles, sobre todo en los quintos pisos.24

Con su arribo, la diferenciación vuelve y juega entre sectores, dentro de cada conjunto y con otros conjuntos. Una ilustración de esto es lo sucedido en la manzana 6, subdividida en dos conjuntos cerrados, una habitante de uno de ellos dice: «Ellos no se organizan alrededor de la administración, ellos son calle. Así como las casas le dan la espalda a lo que sucede aquí adentro, nosotros lo hacemos con ellos. Eso es independiente, como los del conjunto del lado, son cuento aparte».25 A su llegada son recibidos por unas comunidades que han logrado lentamente un nivel de organización y son integra-dos a un esquema de relaciones ya construidas que es reestructu-rada con su presencia. A la manera del habitus de Bourdieu estas relaciones entran a constituir parte de una «estructura estructurada y estructurante» que organiza las prácticas y las representaciones y define las «prácticas enclasadas y enclasantes».26 Hay una identifi-cación de las manzanas de los dos sectores con sus habitantes. Las representaciones físicas se extienden a las sociales y viceversa. Los nuevos habitantes son vistos con la lente que se veía a los residentes de los apartamentos de las manzanas del primer sector y los que llegan identifican a los que ya están con lo tradicional, con lo ya exis-tente. Es decir, se reproduce la diferenciación entre los habitantes y se le agregan también nuevos ingredientes.

Simultáneamente con la entrega de las manzanas restantes del sector 3, se adquiere todo el sector 4, se construyen sus respecti-

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Ciudadela Colsubsidio. 1992: revista La Ciudadela. © Cortesía Henry Canizales.

Ciudadela Colsubsidio. 2003. © Diego Samper.

vos conjuntos. Se genera un recorrido peatonal occidente–oriente que une las tres rotondas del costado norte, usado habitualmente en busca del comercio de las viviendas de desarrollo progresivo, que se consolida e impacta significativamente el interior y los antejardi-nes; las referencias de los residentes de las manzanas ya habitadas se alteran con la aparición de nuevos parques.27 Paradójicamente, las áreas comerciales de la parte central de las rotondas 4 y 5 son poco utilizadas, su importancia está asociada más a la orientación y su encuentro está más asociado con su ubicación que como punto de encuentro.28

Los habitantes de estos conjuntos cerrados dicen que el trabajo más difícil allí es construir relaciones sociales: «[…] La mayoría de gente venía de barrio popular, aprender a vivir en comunidad, vi-vir en propiedad horizontal […] implicó acordar normas, aprender a manejar espacios colectivamente […]. Eso no fue fácil y todavía continúa […]».29

Ciudadela Colsubsidio. 1989: prime-ras generaciones del colegio CEIC. © Cortesía Elvira Gutiérrez.

En los conjuntos cerrados, la vida barrial se va construyendo a partir de los encuentros y relaciones que tienen como marco las zo-nas comunes y los espacios públicos. El aislamiento inicial de las fa-milias se da alrededor de la organización de diferentes actividades, en las asambleas, en la búsqueda de dinero para el cerramiento, en el camino también se forjaron rencillas y conflictos.30

Con la construcción de las manzanas del sector 4, el barrio se am-plía y define sus límites. Pero a la vez se fragmenta más porque las rutas alimentadoras de TransMilenio excluyen este sector del resto del barrio y porque la zona verde correspondiente a la no realización de la vía El Cortijo constituye una barrera que marca una distancia y una diferencia con los ya establecidos. Con estos dos fenómenos se extiende otra vez la percepción de quienes llegan como diferentes: «Los nuevos apartamentos son de los ricos» o «[…] hay una diferen-cia social con ellos, son de un estrato social más alto […]» .31

19 Lorenzo, junio de 2006, febrero de 2007.20 Definido como sistema de disposiciones, es el principio generativo de

las prácticas sociales y de sus representaciones, produce y diferencia los diversos grupos de acuerdo con sus condiciones materiales. Bourdieu, citado por Depaule, 1983, pp. 183-184.

21 La manzana 16 se convirtió en referente para indicar el camino de las agrupaciones nororientales. Las manzanas 11 y 18 cumplen el mismo pa-pel, pero para las agrupaciones noroccidentales.

22 Muchos han preferido la vivienda: «Yo apenas conocí el proyecto […] quise aplicar a las casas, lo intenté varias veces, las cosas no se dieron». Anamaría, noviembre y diciembre de 2006.

23 «Porque ese era el sueño, desde el que nosotros podíamos arrancar como familia, y no había nada más, y esas eran las condiciones que no-sotros teníamos, en ningún momento pensamos echar para atrás». Ana-maría, noviembre y diciembre de 2006.

24 Estas transformaciones incluyen la instalación de las chapas de las puer-tas, las rejas en las ventanas para la seguridad de los niños, la instalación de la alfombra y de los clósets «[…] se fueron pañetando los muros, pu-sieron pisos de madera en las habitaciones, quedaron así tres habitacio-nes, cuarto de huéspedes y estudio». Estanislao, febrero de 2007.

25 Martha, enero de 2006. Los habitantes de las casas que no hacen parte de ninguno de estos conjuntos y los de sus similares de Frailejones fue-

ron convocados y pertenecen a la primera junta de acción comunal. En el interior de los conjuntos cerrados los problemas y las necesidades se asumen de acuerdo con unas condiciones diferentes de las agrupaciones de vivienda, se resuelven en el marco del régimen de propiedad hori-zontal. Este consiste en una serie de normas que regulan los derechos y obligaciones específicas de los copropietarios y rigen en todos y cada uno de ellos. El proceso de las juntas de acción comunal y el de los consejos de administración lo veremos, como ya dijimos, en el siguiente aparte.

26 Bourdieu, citado por Pérez, 2004, p. 34.27 Buscando la calle 80 se da otro recorrido que impacta también con co-

mercio los barrios aledaños.28 Las señoras manifiestan que allí es muy poca la variedad de productos y

más costoso, pero principalmente que les incomoda «no poder entrar a escoger lo que se va a comprar».

29 Anamaría, noviembre y diciembre de 2006.30 Esos conflictos, principalmente por la pérdida de dineros recolectados,

por el desacuerdo en torno al cerramiento y por problemas relacionados con la elección del consejo y la administración. Varios de esos conjuntos logran superar esas situaciones, otros no, no todo es color de rosa, allí también tiene cabida la apatía e indiferencia de muchos habitantes.

31 Estudiantes del CEIC, junio de 2007.

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Ciudadela Colsubsidio, 2010: el colegio CEIC. © Mauricio Téllez. Ciudadela Colsubsidio, 2010: Unicentro de Occidente. © Mauricio Téllez.

De manera contradictoria, la mayoría de los habitantes de la vi-vienda de desarrollo progresivo anhelan la seguridad de la propiedad horizontal, y los habitantes de los apartamentos sueñan con la ampli-tud y el jardín de la vivienda. Cuando llegaron estos últimos plantea-ban: «Llegar al conjunto, al apartamento significó reducirnos mucho, implicó venderlo casi todo […], la espacialidad de los apartamentos es terrible, son muy reducidos».32

Esa condición de estrechez es compensada en dos sentidos: con las inversiones simbólicas, afectivas, con el tiempo de trabajo con que levantaron cada puerta, cada detalle y llenaron de vida cada rincón.33 Además, los espacios públicos, los servicios y la posibilidad de cons-truir en ellos relaciones sociales. El apartamento se extiende más allá de la construcción propiamente dicha y contempla las instalaciones físicas y las posibilidades sociales que se facilitan con ellas: «La gente ve la vivienda como parte de su barrio y a su barrio como parte de su

vivienda».34 «La ciudadela es un buen vividero, uno encuentra todo, supermercados, colegio, centro de salud, las zonas verdes […] Y los vecinos es lo que yo más rescato, […] cada uno llegó igual que noso-tros con muchos sueños […] con los que aprendimos convivir».35

En los conjuntos, las unidades socioespaciales a partir de las cua-les se tejen las relaciones entre vecinos son los interiores. «Las rela-ciones se dan básicamente por afinidad espacial, o sea, si el espacio donde vive una persona es de diaria utilización, por ahí puede haber una posible relación o cercanía con otra».36 Con ellos es con los que se tienen las relaciones más estrechas y de mayor confianza. Allí «es donde están los vecinos inmediatos, a ellos es que acudes, vas y les dices, mire, vecino, se me acabó el azúcar».37 Esto no quiere decir que las relaciones sociales se reduzcan a esa dimensión, pero es des-de allí donde se pasa de lo privado a lo público, del interior al exterior y viceversa, donde empiezan esas relaciones. La puerta de la vivienda

Ciudadela Colsubsidio, 1989: el comercio en los inicios del barrio. © Mauricio Téllez.

Ciudadela Colsubsidio, 2010: el comercio actualmente, man-zana 20. © Mauricio Téllez.

Ciudadela Colsubsidio, 2010: el comercio actualmente, manzana 6. © Mauricio Téllez.

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| Prácticas sociales del espacio en la Ciudadela Colsubsidio | Mauricio Téllez | 249

32 Anamaría, noviembre y diciembre de 2006.33 Esos procesos están asociados con los momentos de contratación, como

con el cambio de la actitud paternalista a una marcadamente mercanti-lista. Varios de los aspectos del diseño también cambian, como el caso del número de parqueaderos, el número de apartamentos por piso, las áreas de cada apartamento y la decisión de desarrollar las manzanas con solo multifamiliares y en conjuntos cerrados. «Para nosotros, llegar fue muy impactante […] fue al papá al que le impacto más, era renuente a venirse a un lugar tan lejos y tan pequeño. Pero pudo más el sueño logra-do […] Me dijo: nosotros no estamos acostumbrados a vivir así […] Final-mente se acostumbró, curiosamente él fue el que le hizo al apartamento todos los arreglos, con sus propias manos, él sabe trabajar la madera, cambió los pisos, las puertas, los clósets. Con el tiempo nos encargamos de convertirlo, eso sí poco a poco, con lo que podíamos, en lo que con-siderábamos nos merecíamos». Anamaría, noviembre y diciembre de 2006.

G. S. G., Ciudadela Colsubsidio, 1989: iglesia Nuestra Señora de la Reconciliación. © Revista Terracota 27.

no es la única puerta por atravesar, también está la del interior y la del conjunto: cada una de ellas es una transición, un umbral donde se pasa de lo familiar a lo social y viceversa.

Basados en lo anterior se diferencian varias dimensiones sociales y espaciales, según el tipo de propiedad. Se presenta una secuencia entre la vida familiar o privada de la vivienda, la vida colectiva o ba-rrial, que se da en la cuadra, la manzana o las áreas comunes de la agrupación, y la vida urbana o pública.38 A cada una le corresponde un nivel de identidad: alrededor de la vivienda, la identidad particu-lar; en torno al conjunto o a la agrupación, la identidad singular, y alrededor del barrio, la compartida.39 Cada uno de esos niveles im-plica unas relaciones y unas fronteras de diferenciación, espaciales y simbólicas, una relación nosotros-otros específica. Las relaciones familiares se dan principal –pero no exclusivamente–, en la vivienda, las relaciones sociales con vecinos, amigos y compadres se dan en esos otros niveles y se extienden dentro de la vivienda. La ciudadela es una especie de laboratorio, una pequeña ciudad, en donde toda la diversidad y complejidad tiene cabida.

La búsqueda de solución al problema del transporte es el fenó-meno que activa la identidad compartida o barrial. La colaboración mutua entre los vecinos es la primera alternativa: «hasta que alguien dijo: ¡hombre usted me está haciendo un favor, está gastando gaso-lina, cóbreme! Entonces ya vino a tener valor el transporte colectivo dentro de la ciudadela».40 Así se forman, no exentas de conflictos, las cooperativas que aún hoy, con parque automotor renovado, si-guen prestando el servicio.41 Esta forma de transporte ha sido la más permanente, pero no la única. El trencito prestó sus servicios por los tres primeros sectores del barrio42 y unos buses de Colsubsidio fun-cionaron por un tiempo. Estas formas de transporte propias han sido una reivindicación de la comunidad barrial interesada en no permitir el ingreso de transporte masivo como estrategia para mantener en buen estado las vías, propender por la seguridad y el orden.

34 Estudiantes del CEIC, junio de 2007.35 Anamaría, noviembre y diciembre de 2006.36 Estudiantes del CEIC, junio de 2007.37 Anamaría, noviembre y diciembre de 2006.38 Esto es cercano a lo planteado por autores como Pérez, 2004, p. 33, y

Salazar, 2004, p. 107.39 Habría una identidad más amplia, la de la ciudad, que sería más difusa.

El recorrido espacial por cada uno de los ámbitos de estas identidades es perceptible en los ritmos y los movimientos de los habitantes de la ciudadela.

40 Lorenzo, junio de 2006, febrero de 2007.41 Los colectivos realizan su recorrido por el barrio, siguiendo casi que exac-

tamente el trazado de la L invertida referida.42 Su mención depara un sabor de nostalgia, asociado con los pioneros y sus

vivencias. Se suspendió por un accidente que ocasionó la muerte de un niño del colegio, en 1991.

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capítulo 4

la vivienda digna en colombia: una deuda pendiente

Stefano Anzellini, Clemencia Escallón y Nathalie Herrera

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la vivienda digna en colombia: una deuda pendiente

| Stefano Anzellini | Clemencia Escallón | Nathalie Herrera |

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Colombia no ha sido ajena a la dinámica de las políticas de vivienda en los países de la región. Con la Ley 3 de 1991, por la cual se crea el Sistema Nacional de Vivienda, se establece el subsidio familiar de vivienda, se reforma el ICT y se dictan otras disposiciones, se adoptan decisiones en relación con la institucionalidad pública sectorial, los instrumentos de financiamiento vinculados con el ahorro familiar y el crédito, que cambian el cuestionado rumbo de la política de vivienda existente hasta ese momento en el país. Entidades como la Cepal (Centro de Estudios para América Latina), en informes sobre política de vivienda en algunos países latinoamericanos, califican el caso de Colombia como política orientada al mercado, resaltando la crecien-te dimensión de la política de vivienda de interés social en el país y reconociendo igualmente que esta no ha jugado un papel importan-te en la reducción del déficit. En ese momento vincula en su análisis a esta situación la insuficiencia de recursos aplicada al instrumento de subsidio familiar de vivienda.1

Iniciando la segunda década del siglo XXI y haciendo una revisión de las cifras y comportamientos, en este artículo interesa avanzar desde las siguientes preguntas: ¿qué pasa hoy con la vivienda de in-terés social (VIS) y con la vivienda de interés prioritario (VIP)?, ¿qué pasa con la ciudad para la VIS?, ¿cómo se adquiere la VIS?, ¿quién se queda por fuera de la VIS? y ¿qué hacen los que se quedan por fuera de la VIS?, para desde allí abrir un espacio propositivo de reco-nocimiento de principios por seguir y de sugerencia de las acciones por adelantar, que permita asumir los denominados retos en relación con la vivienda de interés social y prioritaria en el país.2

La década de los noventa fue una etapa de aprendizajes, de ade-cuación de prioridades e instrumentos, incentivada además por el mandato constitucional de derecho de los colombianos a una vi-vienda digna. Por el contrario, la década pasada constituye un pe-riodo asombrosamente reduccionista en relación con la política de vivienda, dedicada desde el nivel nacional a múltiples ajustes en la administración del subsidio familiar y salvo excepciones como los ca-sos de Bogotá y Medellín, no se profundiza en los demás aspectos necesarios para una integralidad en la política que seguramente se relacionan directamente con las preocupantes condiciones que hoy se tienen para la vivienda.

Iniciando con la primera pregunta, ¿qué pasa hoy con la vivienda de interés social (VIS) y con la vivienda de interés prioritario (VIP)?, es interesante destacar el gran cambio que se da en relación con la com-prensión de la solución de vivienda. En la Ley 3 de 1991 se contem-plan diversidad de modalidades: construcción o adquisición de vivien-da, adquisición de lotes (urbanizable y urbanizado), construcción de unidad básica y vivienda progresiva, adquisición de materiales para mejoramiento de vivienda y entorno, vivienda usada y legalización de títulos, que como se observa en la primera década de aplicación de la política, con mayor o menor desarrollo constituyen un panorama am-plio de opciones para la aplicación del recurso subsidio. Sin embargo, como lo refiere Chiappe en el informe de 1999, ya para ese entonces el 80 % del subsidio se canaliza a vivienda nueva y mejoramiento y se relaciona con preocupación este comportamiento con el crecimien-to de los asentamientos urbanos de origen informal.3 El llamado de

1 Held, Gunter, Políticas de vivienda de interés social orientada al mercado. Experiencias recientes con subsidio a la demanda en de Chile, Costa Rica y Colombia. Santiago de Chile: Cepal, 2000.

2 En la ley del Plan de Desarrollo Nacional –1450 de 2011– se retoma la definición anterior de VIS y VIP, respectivamente así: VIS es la unidad ha-bitacional que cumple con estándares de calidad, de diseño urbanístico,

arquitectónico y de construcción, cuyo valor no exceda 135 SMMLV. VIP es la unidad habitacional que cumple con estándares de calidad, de diseño urbanístico, arquitectónico y de construcción cuyo valor no excede 70 SMMLV.

3 Chiappe, M., La política de vivienda de interés social en Colombia en la década de los noventa. Santiago de Chile: Cepal, 1999.

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atención se hace en ese momento por parte de las entidades inter-nacionales del sector en no descuidar la atención al déficit cualitati-vo, que por la dinámica urbana antes mencionada constituye parte importante del problema de vivienda.

Sin embargo, lo que se observa en el 2011 es que los esfuerzos se centran en la promoción y puesta en marcha de proyectos de vivien-da nueva de gran escala, denominados macroproyectos de interés social nacional, formulados legislativamente como:

«el conjunto de decisiones administrativas y actuaciones urbanísticas

adoptadas por el Gobierno Nacional, en los que se vinculan instrumentos

de planeación, financiación y gestión del suelo para ejecutar una opera-

ción de gran escala que contribuya al desarrollo territorial de determi-

nados municipios, distritos, áreas metropolitanas o regiones del país».4

Si bien los macroproyectos se refieren a la ejecución de operaciones urbanísticas integrales de gestión y provisión de suelo para vivienda, con especial énfasis en vivienda de interés social y vivienda de interés prioritario, seguramente atenderán de forma eficiente segmentos

de demanda con condiciones socioeconómicas menos restringidas, pues al soportarse en esquemas netamente de mercado la preocu-pación es que no sea factible atender los segmentos de demanda de capacidades menores, donde se concentra el déficit.5

Para dimensionar los impactos de esta tendencia, es importan-te revisar cifras relevantes del déficit, como las suministradas por el DANE 2005, que permiten observar el déficit habitacional en Colom-bia comparado 1993-2005, en las que se presenta una reducción de 12,8 puntos porcentuales de déficit cualitativo y solo 4,6 puntos de déficit cuantitativo. De continuar con esta misma tendencia, se re-quiere un término de 25 años para resolver el déficit en su dimensión actual, acrecentada en el año 2011 por la fuerte ola invernal que azota al país, puesto que aún no se contabilizan en su totalidad las familias afectadas en su vivienda.

La paradoja de centrar el programa en la vivienda nueva y obte-ner una reducción tan baja del déficit cuantitativo, en contraposición con el comportamiento del déficit cualitativo, es sin duda un llamado fuerte de atención en relación con los retos por seguir.

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Ahora bien, el componente institucional es también objeto de aten-ción. A los significativos ajustes en el año 1991, con la creación del Sistema Nacional de Vivienda, que buscaba la coordinación, planea-ción, ejecución seguimiento y evaluación de las actividades de las entidades participantes, el propósito establecido en ese momento de lograr una mayor racionalidad y eficiencia para el desarrollo de la política de vivienda surtió el efecto deseado. La desaparición del ICT, la fugaz existencia del Inurbe y su reemplazo por el Fondo Na-cional de Vivienda (Fonvivienda) llevan a centrar los esfuerzos en la adjudicación de subsidios de vivienda, particularmente para vi-vienda nueva, con la visión única de dinamización del sector de la construcción. A esta situación se suma la fusión de los Ministerios de Ambiente y Desarrollo que hoy, unos pocos años después de su creación, demuestra debilidades estructurales, por lo cual el actual Gobierno propone nuevamente la separación para crear un ministe-rio que atienda de forma prioritaria los temas de territorio, ciudad y vivienda. Es destacable en el sector vivienda el papel desempeñado por el sistema de cajas de compensación, que de forma diferenciada acompaña procesos en todo el territorio nacional, proponiendo es-quemas de formulación de proyectos que suman de forma adecuada con la gestión local.

En relación con la ciudad y la vivienda, la dinámica observada tam-bién presenta dificultades. Puede decirse que estas dos décadas constituyen un periodo de metropolización y compactación; es decir, el área urbana de las ciudades crece y se densifica, con lo cual la gestión de vivienda debería estar igualmente diversificada. A pesar de contar con los lineamientos para el ordenamiento e instrumen-tos de gestión para la generación de suelo para VIS e instrumentos

4 Ley 1450 de 2011 y Ley 1469 de 2011, de promoción de la oferta de suelo urbanizable.

5 Estos planteamientos se han debatido en las sesiones de la Mesa VIS Die-go Echeverry Campos de la Universidad de los Andes, particularmente en las sesiones de los meses de febrero y mayo de 2011.

6 Los planes parciales, en el artículo 19 de la Ley 388 de 1997, se definen como «los instrumentos mediante los cuales se desarrollan y comple-mentan las disposiciones de los planes de ordenamiento, para áreas de-terminadas del suelo urbano y para las áreas incluidas en el suelo de

Déficit de vivienda en ColombiaEn 1993, de 7.160.000 hogares en total, 3.840.000 estaban en déficit.En 2005, de 10.570.000 hogares, había 3.830.000 hogares en déficit.

Censo 1993 - 2005, DANE

de financiación para la infraestructura urbana como la plusvalía, la disponibilidad de suelo urbanizable se convierte en el cuello de bo-tella del programa de vivienda. Los planes parciales se perfilan como instrumentos de gestión urbana, interesantes para la generación de suelo de condiciones adecuadas para la VIS, en términos de locali-zación y relaciones urbanas, pero aún no se generaliza su aplicación eficiente en el país.6 Será necesario hacer seguimiento a las nuevas disposiciones de la Ley 1469 de 2011, que busca viabilizar la oferta de suelo urbanizado para VIS, apoyándose en la figura ya menciona-da de los macroproyectos.7

expansión urbana, además de las que deban desarrollarse mediante uni-dades de actuación urbanística, macroproyectos u otras operaciones y urbanas especiales».

7 Según el documento técnico de soporte del Plan de Desarrollo y reiterado en la presentación del viceministro de Vivienda en la sesión del mes de febrero en la Mesa VIS Diego Echeverry Campos, se requieren 7000 ha de suelo para atender la meta de 1000 viviendas en el cuatrieno 2010-2014.

8 Departamento Nacional de Planeación (DNP), 2006.

Gráfico de los diferentes procesos de crecimiento de las ciudades colombianas: metropolización y compactación.

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Las cifras también muestran la urgencia de atender adecuada-mente el tema. Durante cinco años (1999-2003) el crecimiento anual del déficit cuantitativo de vivienda urbana a nivel nacional se esti-ma en 91.000 unidades, que representa el 49 % de los 185.000 nue-vos hogares que se forman anualmente. En las cinco ciudades más grandes el crecimiento del déficit de vivienda asciende a algo más de 47.000 unidades,8 la ola migratoria se dirige hacia las zonas urba-nas en Colombia; esta se caracteriza en gran parte por la pobreza y el desempleo, por lo cual es generadora de grandes asentamientos informales, donde los niveles de precariedad en las condiciones ur-banas y particularmente el hacinamiento en la vivienda acrecientan el déficit cualitativo. En Colombia hoy viven en asentamientos preca-rios 1,3 millones de hogares urbanos, que corresponden al 15 % del total9 y los niveles de pobreza bordean el 50 % de la población, pues a pesar del crecimiento económico moderado y sostenible alcanzado en los últimos años, se han aumentado los niveles de concentración de riqueza e inequidad.10

A la pregunta de cómo se adquiere la VIS, es importante comentar que el énfasis de la actuación pública nacional en el instrumento del subsidio familiar de vivienda, la relación poco sinérgica entre

el ahorro familiar y el crédito y la baja oferta de vivienda de bajo costo han generado otro cuello de botella, insalvable para las fami-lias colombianas demandantes de vivienda.11 En el panorama de los países latinoamericanos y entre ellos Colombia, dadas sus condicio-nes socioeconómicas, se han identificado tres razones básicas que han impedido que la población de más bajos ingresos acceda a las oportunidades de financiamiento existentes y por ende, a la vivien-da: una insuficiente capacidad adquisitiva, la carencia de garantías satisfactorias para acceder a los créditos hipotecarios disponibles y la imposibilidad de los sectores informales para acreditar ingresos permanentes.12 Es evidente la dificultad para lograr el denominado cierre financiero, con lo cual en Colombia el represamiento en rela-ción con la aplicación real de los subsidios es muy alto.

El problema no es solo la insuficiencia del recurso nacional des-tinado a subsidios, sino la imposibilidad de aplicarlo en una solución de vivienda. Como lo comenta el director del Cenac en las entrevis-tas cruzadas desde la mesa de vivienda, Mesa VIS Diego Echeverry Campos, «la estructura del gasto de los hogares y la participación del gasto en vivienda [compra] respecto del ingreso muestran que en Colombia hay una menor capacidad de pago para adquirir servi-cios habitacionales que en otras economías. Por esta razón puede

Parcelación El Silencio, Ciudad Bolívar, Bogotá: fotografía tomada en 2011 de los asentamientos informales en zonas rurales de la ciudad. © Clemencia Escallón.

Esquema del comportamiento de la oferta y la demanda de la vivienda en Colombia.

Gráfico de los componentes del denominado cierra financiero para 1 y 4 salarios mínimos mensuales legal vigente (SMMLV).

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plantearse que los esfuerzos de la oferta, si no se acompañan con esfuerzos de la demanda, serían insuficientes y se podría compro-meter la viabilidad de la meta planteada».13 Los ajustes legislativos recientes en relación con la tríada subsidio-crédito-ahorro segura-mente mejorarán la condición de los demandantes de vivienda, pero es necesario enfatizar el esfuerzo en relación con la oferta adecuada y suficiente.14

La estrategia de producción masiva de vivienda nueva, alejada de los centros urbanos y con una oferta de vivienda homogénea, sin hacer variaciones de fondo en el enfoque neoliberal de mercado de

las últimas décadas y contando con el sector privado como agente único para su financiación y provisión, no garantiza la atención a la diversidad de hogares con limitaciones económicas. En Colombia, de 3.828.055 hogares en déficit, 1.307.757 tienen déficit cuantitativo de vivienda, mientras que 2.520.298 tienen déficit cualitativo. Y en Bo-gotá, de 369.874 hogares de Bogotá en déficit, 282.678 tienen déficit cuantitativo de vivienda y 87.197 tienen déficit cualitativo.15

De no corregir esta aproximación, las familias más pobres de nuestra sociedad seguirán excluidas y tendrán que recurrir a la ocu-pación informal de las periferias de las ciudades, normalmente en zonas de riesgo y desprovistas de infraestructura y conectividad. Las cifras del diagnóstico y las conclusiones de los estudios recientes de-muestran el impacto de los asentamientos precarios en la calidad de las ciudades colombianas; sin embargo, las estrategias –hasta ahora encaminadas a atender este problema urbano– no han sido eficientes y la situación continúa presentándose en la mayoría de las ciudades. De acuerdo con la información del IGAC (Instituto Geográfico Agustín Codazzi) y catastral de las principales ciudades, la proporción del área neta de uso residencial de origen informal, en las principales ciudades del país, está en el 24 % para el total nacional y en las cuatro ciudades principales varía entre el 7 % para Bucaramanga, el 15 % para Bogotá, el 21 % para Medellín y el 28 % para Barranquilla. Se destaca la situa-ción más aguda en las ciudades con menos de cien mil habitantes, con el 26 % de su área residencial.16

Los principios generales y los retos en relación con la vivienda de interés social

El anterior panorama permite identificar problemas de inflexibi-lidad, poca pertinencia, insuficiencia y baja calidad en la vivienda, desaciertos y desencuentros en los actores vinculados a la gestión de la vivienda, que impactan negativamente la construcción de un hábitat de calidad; pero la realidad puede ser otra, si se avanza en la dirección adecuada: hay esfuerzos, iniciativas y propósitos que, de comprenderse y adoptarse de forma masiva, cambiarían significati-vamente el rumbo y condición de la dinámica de vivienda en el país. Es evidente que el reto es grande y el momento es propicio para re-visar acciones y generar innovaciones, enmarcadas en los siguientes principios generales:

9 DNP, 2011.10 «Respecto a la desigualdad del ingreso, la situación es más preocupante.

Colombia es uno de los países con mayor disparidad en el ingreso en América Latina y el mundo. Esta se ha incrementado en las últimas dos décadas, debido en parte al aumento relativo del ingreso de los trabaja-dores calificados», reconoce el diagnóstico del plan 2019, Visión Colom-bia II Centenario. DNP, 2005.

11 El monto del subsidio en el 2011 está entre $ 11.783.200, para familias con ingresos de un salario mínimo, y en forma gradual descendente hasta $ 2.142.400, para familias con cuatro salarios mínimos de ingreso mensual.

12 Cepal, 2002.13 Mesa VIS Diego Echeverry Campos, 2011.14 Artículo 128, Ley 1450 de 2011: Plan Nacional de Desarrollo. Parágrafo

1. En los programas de vivienda de interés social no se exigirá la cuota de ahorro programado para los hogares que tengan ingresos iguales o inferiores a 2 salarios mínimos legales vigentes, que no tengan capaci-dad de ahorro y no estén vinculados al mercado formal. En todo caso, el Gobierno Nacional definirá incentivos al ahorro programado para estos hogares.

15 DANE, 2005.16 DNP, 2006.

Asentamiento en ladera, Medellín: fotografía de 2009 de un asentamiento popu-lar en zona de alto riego. © Nathalie Herrera.

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1. Vivienda diversa y flexible: la política de hábitat debe propiciar respuestas adecuadas a la diversidad de hogares y a las necesida-des cambiantes de su trayectoria de vida. Con innovaciones tec-nológicas y progresividad en el urbanismo y la vivienda se puede responder a esta heterogeneidad.

2. Vivienda suficiente y con calidad: la satisfacción del déficit a más de tres millones de hogares no se logra solo con vivienda nueva completa. Se requiere innovación, tanto en el diseño de desarro-llos progresivos, a partir de núcleos básicos de habitación, como en el acompañamiento técnico para el mejoramiento de entor-nos urbanos precarios.

3. Vivienda que construye ciudad: la integralidad de las intervencio-nes, las mezclas de usos comerciales y residenciales y la buena ubicación en la ciudad, es decir, un urbanismo enfocado en la pro-ductividad, son garantes de sostenibilidad.

4. Gestión integral, articulada y diversa: el Estado, los sectores pú-blico y privado y las comunidades de usuarios deben ser partíci-pes de los procesos, actuando en forma articulada en la búsque-da de diversidad de opciones.

Glosario

SMMLV. Salario mínimo mensual legal vigente, que para el año 2011 corresponde a $535.600.

VIVIENDA DE INTERÉS SOCIAL (VIS). Es la unidad habitacional que cum-ple con estandares de calidad, de diseño urbanístico, arquitectónico y de construcción, cuyo valor no exceda 135 SMMLV ($72.306.000)Definición retomada por la Ley 1450 de 2011. Plan Nacional de Desarrollo 2011-2014. Prosperidad para todos. El precio tope de la VIS y la VIP es calculado a partir del salario

mínimo mensual legal vigente (SMMLV) en el año 2011.

VIVIENDA DE INTERÉS PRIORITARIO. Es la unidad habitacional que cum-ple con estándares de calidad, de diseño urbanístico, arquitectónico y de construcción, cuyo valor no sobrepasa 70 SMMLV ($37.492.000).Definición retomada por la Ley 1450 de 2011. Plan Nacional de Desarrollo 2011-2014. Prosperidad para todos. El precio tope de la Vis y la VIP es calculado a partir del salario mínimo mensual legal vigente SMMLV) en el año 2011.

SUBSIDIO FAMILIAR DE VIVIENDA. Es un aporte estatal, en dinero o en especie, otorgado por una sola vez al beneficiario, con el objetivo de facilitar el acceso a una solución de vivienda de interés social o inte-rés prioritario, sin cargo de restitución, siempre que el beneficiario cumpla con las condiciones que establece la ley.

Articulo 6, Ley 3 de 1991.

DÉFICIT CUANTITATIVO DE VIVIENDA. Es la cantidad estimada de vivien-das que la sociedad debe construirpara que la proporción entre las viviendas adecuadas y los hogares existentes sea de 1 a 1. Se consi-dera déficit cuantitativo:

• Habitar en zonas de alto riesgo natural, sin posibilidad de solu-ción y dentro de edificios de alto deterioro por antigüedad.

• Habitar en viviendas hechas de materiales transitorios como lata, cartón, textiles, madera en mal estado.

• Vivier dentro de espacios hacinados sin posibilidad de ampliación (menos de 4 metros cuadrados por persona)

• Habitar en lugares no aptos para el ser humano (refugios natura-les, debajo de puentes...).

Definición de ficha metodológica Déficit de vivienda DANE actualización 2009.

DÉFICIT CUALITATIVO DE VIVIENDA. Hay déficit cualitativo cuando las viviendas presentan deficiencias en algún aspecto fundamental para su funcionamiento. Se considera déficit cualitativo:

• Al hacinamiento con posibilidad de solución (ampliación) o pro-blemas asociados a sismo resistencia con alternativa de mejora-miento.

• Viviendas sin piso y/o carencia de espacios claves para la salubri-dad, como cocina o baño.

• Falta de al menos un servicio público básico, como agua, energía o alcantarillado.

• Viviendas asociadas a zonas de alto riesgo mitigable. Es decir, con posibilidades de solución.

Definición de ficha metodológica Déficit de vivienda DANE actualización 2009.

HOGAR. Conjunto de personas, familiares o no, vinculadas a través de la vivienda en la que habitan.Carmén E. Flórez, «La transformación de los hogares: una visión a largo plazo». Facul-tad de Economía. Universidad de los Andes. 2003.

ICT. Instituto de Crédito Territorial.

INURBE. Instituto Nacional para la Vivienda de Interés Social y Refor-ma Urbana.

METROVIVIENDA. Empresa industrial y comercial del Distrito Capital, vinculada con la Alcaldía Mayor de Bogotá, que se dedica a promover la oferta de suelo urbano para desarrollar proyectos integrales de vivienda de interés social y prioritaria y promueve la organización comunitaria de familias de bajos ingresos para facilitar su acceso a los proyectos.

Artículos 1 y 2 de Acuerdo 15 de 1998.

AUTOGESTIÓN DE VIVIENDA. Se refiere a la construcción de vivienda, por un individuo o una colectividad, en el que se opera sin fines de lucro y se desarrolla la vivienda en fases sucesivas, según los recursos disponibles.Florián Alejandro, «La vivienda, ¿proceso o producto?». Tucumán. 2003.

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Las decisiones en relación con la oferta de vivienda en Colombia deben partir de reconocer las importantes diferencias que hay en las características de los hogares colombianos.17 Estudios recientes, como los de Carmen Elisa Flórez, muestran que, independientemen-te del número de miembros, se han clasificado seis grandes grupos de hogares: hogar unipersonal, entendido como un hogar conforma-do por una sola persona; hogar múltiple, conformado por personas no familiares entre sí; hogar biparental nuclear, el hogar conformado por pareja e hijos; hogar biparental amplio, encabezado por la pareja e hijos, pero además con otros miembros de la misma familia, como abuelos o nietos; hogar monoparental nuclear, cuando solo hay una cabeza de familia, por ejemplo, madres solteras con sus hijos, y por último, el hogar monoparental amplio, cuando de una sola cabeza de familia dependen otros miembros, además de los hijos.18 Lo que también demuestra el estudio es que a lo largo de los últimos treinta años, cada vez hay menos hogares tradicionales (biparental nuclear) y cada vez más hogares monoparentales y que los hogares amplios, ya sean biparentales, monoparentales o múltiples, son una estrate-gia de organización propia de los hogares de bajos ingresos, por mo-tivos de supervivencia.

Ante esta gran complejidad y diversidad que enfrenta el país, es claro que el reto está en responder de manera flexible a muchos ti-pos de hogares, con programas arquitectónicos diferentes para las

viviendas y esquemas progresivos que atiendan las necesidades y posibilidades específicas de cada familia. No parece adecuado que el programa de vivienda nacional privilegie la estrategia de viviendas terminadas para familias tradicionales, ni basta con el manejo simplis-ta y tímido que se ha hecho hasta ahora, desde el sector formal, que supone la progresividad con una expansión espacial muy limitada que restringe la iniciativa del propietario, aduciendo ineptitud para tomar decisiones individuales e impactos negativos para su entorno.19

Por otro lado, la consideración de dinámicas urbanas eficientes su-pone la organización física y social en conjuntos multifamiliares, para lo cual se ha acumulado experiencia suficiente sobre reglamentación de la copropiedad y de la vida en comunidad. No obstante, esta tipo-logía debe reconocer de los asentamientos populares la complejidad de los patrones urbanísticos y arquitectónicos para soportar sus redes sociales y productivas: la relación estrecha con la calle, la valoración del espacio privado, los espacios de escala vecinal, el alto potencial de progresividad y la vivienda como unidad de producción y receptora del ahorro de la familia. Todo ello plantea la necesidad de retomar esque-mas de urbanismo progresivo, como el propuesto en las normas mí-nimas, y desarrollar esquemas de vivienda multifamiliar de desarrollo

17 Para ello, es importante aclarar las diferencias entre hogar y familia. La familia es el conjunto de personas relacionadas entre sí por un vínculo sanguíneo o de adopción, independientemente de la distancia geográfi-ca o afectiva entre sus miembros, mientras que el hogar es el conjunto de personas enlazadas, consanguíneamente o no, que ocupan una vivienda,

Vivienda diversa y flexibleLa política de hábitat debe responder adecuadamente a la variedad de hogares y a las necesidades cambiantes de

su trayectoria de vida. Con innovaciones en el urbanismo y la vivienda se puede responder a esta diversidad.A diferentes hogares, diferentes soluciones de vivienda.

comparten la comida y consideran a una persona específica como princi-pal autoridad.

18 Flórez, 2004.19 Anzellini, 2003.

Concurso Convive 1. Renders de una propuesta de Julián Restrepo, Pablo Forero, Paula Feged, Manuela Mosquera, Paola Franco, Erick Ferris, Natalia Montoya, Melisa Restrepo comparando el proyecto en construcción y ocupado para el con-curso CONVIVE. © Escala.

Gráfico de la distribución y evolución en el tiempo de los hogares por tipo en Colombia. Fuente: Cálcolo de Flórez, Carmen Elisa, con base en la Encuesta Na-cional de Hogares, DANE.

60

50

40

30

20

10

0Persona

solaHogar

tradicionalUna cabeza de

familia

1978 1983

1988 1993

1998 2003

2008

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progresivo. Supone el diseño riguroso que atienda adecuadamente tanto la vulnerabilidad física de las construcciones inacabadas, como la vulnerabilidad social de los pobladores. En este sentido son úti-les los planteamientos de autores como Habraken, que bajo el con-cepto de estructura de soporte buscan la estabilidad estructural de la construcción inicial y futura, sugieren intervenciones al usuario y ordenan el «relleno» futuro de una manera adecuada, entendiendo y soportando las fases de la vivienda denominadas de «embrión», «maduración» y «consolidación».20

Aquí vale la pena retomar las discusiones sobre el tema del área de la vivienda, que es significativo en relación con las modalidades de gestión: mientras una familia, en un lote de origen informal, por desa-rrollo progresivo pasa de 5 m2 por persona en la «vivienda embrión» (refugio inicial), a 15 m2 construidos por habitante en la vivienda ya consolidada (en un lapso de tiempo de aproximadamente diez años), en los proyectos ofrecidos en el sector formal se encuentra un prome-dio de 7 m2 construidos por habitante en la vivienda «embrión», que se expanden a 10 m2 construidos por habitante en la vivienda ya con-solidada. Claramente la posibilidad de «espacio vital» es mucho más amplio para las familias residentes en los barrios informales que para las residentes en los barrios promovidos desde el sector formal.21

La discusión que queda sobre la mesa es el tema de la densidad y la calidad de vida urbanas, particularmente de las periferias de la ciudad, en proceso de consolidación. En los barrios populares, la den-sidad de hogares llega a ser el triple de la densidad de viviendas. Este panorama indica que las consideraciones sobre densidad y las impli-caciones en términos de espacio libre y equipamientos deben plan-tearse desde la población (habitantes por hectárea) más que desde lo físico (viviendas por hectárea). Mientras la Secretaría Distrital de Pla-neación, para el caso de Bogotá, propone densidades tope del orden de 100 viviendas por hectárea «bruta», los promotores privados argu-mentan la necesidad de densidades un 50 % más alta o incluso más.

Alternativas de actuación

Son muchas las lecciones que debemos recoger sobre experimen-tos, algunos realizados y otros académicos, apoyados en sus plantea-mientos en la dinámica incuestionable de los barrios populares. Pro-ponemos aquí revisar propuestas como la adelantada por un grupo de estudiantes del departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes para el concurso Convive 1, en el año 2006, denomina-da Unidad Mínima de Vivienda (UMI).

A partir del estudio y la implementación de experiencias positivas de la vivienda formal y autogestionada, se desarrolla para un lote de la ciudadela Usme, de propiedad de Metrovivienda, esta propuesta, como alternativa de solución a la problemática del déficit habitacional en Bogotá. El proyecto consiste en que a partir de un sistema en altu-ra, conformado por una estructura sencilla de placas y pantallas es-tructurales y un núcleo básico de servicios, punto fijo y circulaciones cuidadosamente estudiadas, se desarrollen las unidades de vivienda bajo un sistema flexible, pero controlado, que permita adaptabilidad según el tipo de hogar. El diseño de la unidad permite conexiones, verticales y horizontales, logrando que las transformaciones a través del tiempo sean posibles de acuerdo con las posibilidades económi-cas de cada hogar. La flexibilidad permite a los usuarios el diseño de sus propios espacios, fachadas y la elección de sus propios materiales, con lo que logra un interesante mosaico de posibilidades.

Lo importante de la propuesta es que vincula las opciones de di-seño de las unidades con opciones de gestión para la aplicación de los recursos de financiación para acceder a una vivienda. La UMI es una unidad cuyo valor es equivalente al monto del subsidio familiar de vivienda, con lo cual la familia puede acceder a una o más UMI, lo que se traduce en un mayor o menor espacio de vivienda, según la capacidad económica y características de su hogar, en cada momen-to de su vida familiar.

En conclusión, el facilismo de diseñar viviendas «inflexibles» es poco pertinente y en lugar de brindar solución, puede crear grandes obs-táculos para el programa de vivienda nueva que pretenda atender eficientemente el déficit cuantitativo. Aunque no es un reto fácil, es posible. Lo indispensable es que exista una voluntad por parte de los diversos actores (público, privado, comunidad, usuario, academia) para que por medio de la constante experimentación, ensayo y error, se consigan alternativas que sean pertinentes ante la complejidad que se enfrenta.

Esquema de ocupación de una vivienda en función de la conformación familiar. Unidad Mínima Inmobiliaria (UMI).

Catarsis, Universidad de los Andes. Fotografía y montaje de un prototipo de vivienda en el barrio Patio Bonito, según el programa de vivienda Catarsis, desarrollada por un grupo de investigación de la Unibversidad de los Andes.

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El mandato constitucional y las orientaciones legislativas de 1991 tienen, sin duda, un componente descentralizador importante en la búsqueda de este principio fundamental de vivienda suficiente y de calidad. Como lo expresan algunos expertos, en su momento se tiene una gran oportunidad al pasar de un régimen centralista, donde el Gobierno Nacional determina metas cuantitativas para cumplir sin considerar los problemas ni las normativas locales, a un proceso de descentralización en la política de vivienda, con la expedición de la Ley 9 de 1989, la Ley 2 de 1991 y la Ley 3 de 1991, donde «el ente local es el que decide autónomamente el volumen de inversión que se debe realizar».22 Se privilegia igualmente la transferencia al nivel local del qué, el cómo y el dónde, evitando el pernicioso centralismo. Las cifras del déficit, como se menciona, son preocupantes, pero se reconoce, por lo menos para el caso de Bogotá, una oferta amplia de vivienda de bajo costo,23 con el 17 % del total de la oferta, que a par-tir de los 90 inicia un descenso importante hasta llegar a representar únicamente el 1 % del total. Se evidencia desde ese momento que si el mercado legal y formal no se amplía, la atención a la demanda corre a cargo de los urbanizadores informales y de los procesos de autoconstrucción.24

En el enfoque de las decisiones de política pública definen dos grandes rasgos: el primero, con la definición de la VIS por un tope de precio (135 SMMLV), los esfuerzos de los constructores se dirigieron hacia el rango de precio tope, hoy cubren ampliamente este seg-mento de demanda y dejan totalmente al descubierto los rangos de menor precio, y el segundo, por la incapacidad local de generación pública de oferta de vivienda, esta se convierte en un problema aten-dido únicamente por el sector privado, a partir de reglas de mercado en las que la estructura de costos de la vivienda y las condiciones de acceso a la financiación dejan por fuera a las familias demandantes con menores condiciones socioeconómicas. La ausencia de la gestión institucional pública en la mayoría de los municipios colombianos pa-rece mantener aún las preocupantes cifras del déficit. Este plantea-

20 Habraken, 1972.21 Observaciones de la Secretaría de Hábitat, que se detallan en el reto 2 de

este documento, muestran que en un lapso de 25 años un alto porcenta-je de unidades llegan a tener tres pisos y por lo tanto, entre 150 y 200 m2 de construcción.

La vivienda suficiente y con calidadSuperar el déficit de vivienda de más de tres millones de hogares no se logra con vivienda nueva únicamente.

Se requiere acompañamiento técnico para el mejoramiento de entornos urbanos en consolidación, innovación en el urbanismo y en la vivienda.

Es necesario suplir el déficit cualitativo con vivienda nueva flexible y diversa, y con el mejoarmiento de la vivienda existente.

miento se reitera por varios autores: Luis Fique, en su artículo sobre la habitabilidad en la vivienda de interés social en Colombia, comen-ta que a partir de la Ley 3 de 1991 la acción del Estado se enfocó en la administración de los recursos del subsidio familiar de vivienda para apalancar la adquisición de vivienda en el mercado en el cual se privilegió a la oferta privada, constatando un proceso sostenido de deterioro de la calidad ambiental, urbana y arquitectónica de los desarrollos […] agregando nuevos y serios problemas a los cascos urbanos y a las finanzas públicas y muy pocas soluciones a la calidad del hábitat de los pobladores urbanos.25

Sin desconocer la importancia de atender la vivienda rural, se debe tener en cuenta que la tendencia a aumentar la población urbana en Colombia es ascendente; en el documento Visión Colombia II Centena-rio 2019, en las estrategias para crear ciudades más amables, se hace referencia al estado crítico de la situación. Del 2004 al 2019 la pobla-ción urbana pasará de ser el 72 % a ser el 77 % de la población total, aumentando en 10 millones; es decir, habrá cada vez más demanda de vivienda urbana, teniendo que resolver el problema del acumulado actual del déficit y la demanda futura.26

Actualmente, desde el Plan de Desarrollo 20011-2014: prosperi-dad para todos (Ley 1450 de 2011, 2011), el enfoque del programa de vivienda está dirigido a la construcción de unidades nuevas, don-de se privilegian estrategias de intervención en grandes escalas, que exigen grandes inversiones y particulares condiciones empresariales. Con esta estrategia se espera pasar de 560.000 unidades de vivienda, cifra alcanzada en el periodo 2006-2010, a un millón de viviendas entre 2010 y 2014. Lo observado en los meses recientes en los ma-croproyectos es la generación de una oferta homogénea, es decir, grandes proyectos de vivienda, por lo general de una sola tipología de vivienda, multifamiliar o unifamiliar, de la misma área y programa, lo que propicia condiciones de ubicación y precio que no privilegian a los más pobres en el acceso a una solución de vivienda.

22 Misión Bogotá Siglo XXI, 1993, pág. 22.23 Entre 1500 y 3000 UPAC (Unidad de Poder Adquisitivo Constante)24 Misión Bogotá Siglo XXI, 1993, pág. 26.25 Fique Pinto, 2005.26 DNP, 2006.

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Alternativas de actuación

El reto de vivienda suficiente y de calidad empieza por reconocer las características particulares de la demanda, en cada región y muni-cipio, en la condición particular de cada familia en relación con sus expectativas y su capacidad económica, para desde allí generar un abanico amplio de oportunidades que contemplen y apoyen de for-ma decidida esa heterogeneidad: varios programas, varios gestores y más opciones de recursos, además del actual subsidio a la demanda. El reto está en generar vivienda nueva y, en simultánea y de forma equilibrada, apoyar los procesos de mejoramiento de barrios y de vivienda, con actuaciones decididas que mejoren la calidad de la ciu-dad construida.

Se deben acompañar los esfuerzos que muchas familias han he-cho en sus lotes individuales, en asentamientos de urbanismo pro-gresivo, en los que, con actuaciones desde programas de mejora-miento y reestructuración urbana, permitirá acercarse a estándares urbanos adecuados. Ejemplos significativos de buenas prácticas se desarrollan en años anteriores en ciudades como Bogotá y, con ma-yor complejidad y buenos resultados, en casos como los Programas Urbanos Integrales (PUI) en Medellín, experiencias que deben ser do-cumentadas y puestas a disposición de los demás municipios para su adaptación y guía de actuación. Se requiere, sin duda, del liderazgo local, que permitirá intervenciones integrales, asesorado técnica-mente por instancias superiores del nivel nacional o departamental cuando se requiera, y apoyado para la gestión de recursos externos a los de inversión local. Prácticas novedosas en gestión urbana en sectores en consolidación generarían escenarios altamente propo-sitivos, en el panorama que hoy se considera uno de los mayores problemas de los habitantes de las ciudades colombianas: 1.370.000 hogares en asentamientos precarios.27

Intervenciones estratégicas en mejoramiento integral, esquemas innovadores de mejoramiento de unidades de vivienda existente, con tecnologías ampliamente probadas en otras latitudes, como pañetes estructurales, que potencien el esfuerzo de cada familia e intervengan positivamente las condiciones de vulnerabilidad y riesgo y en los lotes aún vacíos, producto de asentamientos de desarrollo progresivo, el apoyo con procesos técnicos eficientes como el Catá-logo de Arquitectura Sistematizada (Catarsis)28 para nuevas construc-ciones con tipologías de vivienda múltiple, son sin duda opciones de calidad espacial y estructural que aumentan la oferta de espa-cio construido en vivienda para el propietario y otros espacios para arrendar en usos de vivienda o comercio. Estas zonas urbanas de la ciudad, debidamente intervenidas con espacio público, equipamien-tos y condiciones de accesibilidad, son altamente receptoras de nue-vas familias que buscan espacio para vivir en arriendo en ubicaciones urbanas que les ofrezcan mejores conexiones y servicios urbanos. Hoy las estadísticas nos muestran que en Colombia, el 36,8 % de las familias utiliza el alquiler como modalidad de acceso a la vivienda.29 Una política de hábitat que contemple el alquiler como una opción,

más que como una carencia, puede potenciar los recursos públicos e impactar de forma directa la calidad de vida de las familias más po-bres para quienes la vivienda en propiedad no es una opción viable, por circunstancias particulares.30

En cumplimiento del principio de vivienda suficiente, abordar el tema de la calidad es un reto de grandes proporciones. La agencia UN-Hábitat ha desarrollado metodologías para actuar informada-mente, desarrollando la denominada dimensión positiva del hábitat, en la que se proponen los atributos y componentes para la vivien-da y el entorno, a partir de los cuales se obtiene una visión integral del hábitat, su parametrización y seguimiento. Para la vivienda, hace referencia a la estructura, servicios públicos, equipamiento básico y espacio; para el entorno, se refiere a la localización, infraestructu-ra de servicios públicos y ámbitos de participación y comunicación. También se mencionan algunos aspectos intangibles que no son sus-ceptibles de ser medidos con la información disponible, pero igual-mente importantes, como el derecho a la intimidad, al descanso, a la tranquilidad, a la colectivización y al ambiente sano.31

A partir de las recientes reflexiones investigativas adelantadas en la Universidad de los Andes y publicadas en la revista del departa-mento de Arquitectura, se hace un llamado a asumir la calidad del hábitat como tema prioritario en una sociedad. Las buenas condi-ciones y relaciones de la ciudad en su conjunto, las del entorno más inmediato, el barrio y la vivienda y las del espacio privado, deben ser del cuidado y preocupación de todos los miembros de una comu-nidad. No parece factible que la producción de vivienda de interés social, estando inmersa en un escenario de mercado que incorpo-ra de forma prioritaria condiciones estructurales de gestión y valor del suelo, genere productos de vivienda terminada de calidad. Los reclamos permanentes tienen que ver con que los mínimos se con-virtieron en máximos32 y que las normas urbanas actuales no regulan adecuadamente la obtención de condiciones adecuadas en lo urba-no, la agrupación o entorno y la misma unidad de vivienda, es decir, un hábitat de calidad. Y profundizando en análisis sistemáticos de calidad de los proyectos de vivienda, en casos como los de Bogotá y los municipios vecinos, se observa que ni las percepciones de calidad desde los demandantes ni el control técnico de la oferta han incidido positivamente en la calidad del hábitat. Las viviendas, producto de la actividad de las constructoras privadas, parecen privilegiar la máxi-ma rentabilidad frente a la búsqueda de escenarios de innovación que permitan simultáneamente buscar calidad.33

Por otro lado, ejercicios académicos de reestructuración en sec-tores urbanos en consolidación muestran escenarios viables de ac-tuación en este sentido. Intervenciones estratégicas en relación con la dinámica urbana del sector permiten generar nuevo espacio pú-blico, más servicios urbanos y sociales y densificar reguladamente con vivienda, aprovechando de manera importante el recurso de suelo urbanizado e implementando recursos tecnológicos de baja complejidad, pero de alto impacto en relación con las nuevas opcio-nes de edificabilidad. La intervención denominada por la arquitecta Ana María Bustamante en su proyecto de grado, «Construir sobre lo

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27 En el documento de soporte del Plan de Desarrollo se menciona este dato de fuente UN-Hábitat del Informe mundial de ciudades 2010-2011; sin embargo, datos del DANE 2005 mencionan 2.520.298 hogares con dé-ficit cuantitativo.

28 Catarsis es una propuesta adelantada por la Universidad de los Andes, en la facultad de Arquitectura, para sistematizar procesos de asistencia técnica a propietarios de lotes en asentamiento en consolidación.

29 Encuesta de calidad de vida, DANE, 2008.30 Jaramillo, 2010, pág. 222.31 Giraldo, García, Ferrari, Bateman, 2009.32 La norma permite lotes de 35 m2, pero en desarrollo de conjuntos de

vivienda, en algunas ocasiones se encuentran viviendas que ocupan ape-nas 17 m2 de lote.

33 Escallón, Quiñones, 2010.

Gráfico comparativo del sistema de gestión trandicional y Catarsis, como alternativa para la construcción de vivienda.

SISTEMA DE GESTIÓN TRADICIONAL

Consulta de normas Cantidades ypresupuestos Trámite de subsidio

Validación del lote Selección y contrataciónde profesionales

Planos estructuralesy arquitectónicos

Trámite convencionalde la licencia Inicio de la obra

SISTEMA DE GESTIÓN CATARSIS

Validación del lote Catálogo arquitectónicosistematizado

Selección y contratación del constructor

Trámite especialde la licencia

Inicio de la obra

Subsidio

CONVENCIONES

Actor público Actor usuario

Actor privado Acción conjunta

Ana María Bustamante, Construir sobre lo construido. Bogotá, 2009: imagen de un proyecto de grado comparando las fachadas de la situación existente de las viviendas y la propuesta presentada de ampliación de las viviendas. © Universidad de los Andes.

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construido», es una alternativa para la disminución del déficit cuanti-tativo y cualitativo de vivienda, en una zona urbana en consolidación en Patio Bonito en la localidad de Kennedy, que reconoce la forma de habitar de las personas del lugar, valora lo existente e inserta una nuevos espacios construidos (exoesqueleto), mezclando vivienda con nuevos servicios urbanos que dinamizan de forma importante el asentamiento y generan condiciones de estabilidad estructural a las existentes.En la dinámica urbana de estos sectores, donde el sector público adelantó acciones vinculadas con programas de mejoramiento in-tegral de barrios, la respuesta individual de los propietarios no se deja esperar. La unidad de planeamiento zonal de Patio Bonito, zona urbana de estrato 2 con 25 años de ocupación, modificó de forma importante el número de pisos en cada edificación e incrementó sustancialmente la oferta de espacio para vivienda y comercio. Es evidente que las dinámicas urbanas tan potentes deben ser acompa-ñadas de innovaciones en gestión, que canalicen adecuadamente los esfuerzos de todos los actores.34

Por último, en la promoción de vivienda nueva también hay mucho por hacer para responder pertinentemente al déficit de vivienda.

Aquí interesa resaltar las opciones que generan procesos con la par-ticipación de las familias de usuarios, quienes en forma organizada pueden convertirse en agentes reales y efectivos en la búsqueda de la solución a su problema de vivienda. La vinculación de las familias al proyecto permitiría, con seguridad, valorar más el proceso para la generación de un hábitat digno, que la obtención simple de una vi-vienda como producto terminado y desde allí, apoyar en forma par-ticular la obtención de la solución de vivienda más pertinente, según las posibilidades económicas de acceso a crédito y aplicación de dis-tintas modalidades de subsidio (compra de suelo, infraestructura de servicios básicos, mejoramiento, vivienda embrión, etcétera) como se mencionó en el reto de vivienda diversa y flexible.

Las ideas anteriores buscan ejemplificar las alternativas para atender el enorme reto que tiene el país entre manos y se resume en una simple, pero compleja estrategia, ya comentada en relación con el primer reto: reconocimiento de la diversidad de la demanda para hacer pertinente la oferta.

A. Oferta formal Aislado de la ciudad, lejos de

los servicios generales

B. Autogestión Autogestión: dificulta las condiciones

urbanas de calidad.

Ana María Bustamante, Construir sobre lo construido, Bogotá, 2009: renderiza-dos de la propuesta. © Universidad de los Andes.

Patio Bonito, Bogotá, 2011: Fotografías de dos sectores comparando el tipo de ciudad que se construye en cada uno de los esquemas de gestión; por un lado, la formal y por el otro, la autogestión. © Clemencia Escallón.

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Vivienda que construye ciudad

34 Datos recientes de la Secretaría de Hábitat muestran que en el 2006 la UPZ de Patio Bonito pasó de tener el 32,2 % de las edificaciones en un piso, al 23,7 % en el 2010; y del 16,2 % en tres pisos en 2006, al 25,5 % en 2010.

35 Ortiz, 2003.36 Iracheta, 2010.

Las preguntas que nos hacemos hoy en relación con la calidad de vida de nuestras ciudades se relacionan con procesos avasalladores de crecimiento urbano, con grandes cantidades de poblaciones po-bres ubicadas en periferias urbanas, sin servicios urbanos básicos y sociales, muchas de ellas en riesgo por las condiciones del suelo que ocupan o por carencias en las estructuras de las construcciones. Y con reflexiones más profundas, el derecho humano de todos a un lugar seguro donde vivir en paz y con dignidad, como lo menciona Enrique Ortiz desde organismos internacionales del hábitat,35 sobre las razones para no poder resolver el desarrollo desigual y como se-gregación territorial, las preguntas se mantienen a pesar de más de veinte años de preocupación teórica en nuestra región: ¿cómo ter-minar con la desigualdad?, ¿cómo generar oportunidades para una ciudad sustentable? Parece, como lo reitera Alfonso Iracheta, desde el caso mexicano, que la respuesta es negativa: no hay posibilidad. También parece que no es solo porque los sistemas económicos y políticos no lo permitan, «sino también porque estamos lejos de ela-borar las preguntas adecuadas para encontrar las respuestas a las cuestiones que nos afectan en las ciudades, particularmente en las condiciones socioespaciales».36

El caso es similar en la mayoría de las ciudades latinoamericanas, cuando al empezar el nuevo milenio se inicia la aplicación de nuevas políticas habitacionales, con el objetivo principal de ofrecer tantas casas como fuese posible, sin considerar sus impactos territoriales y ambientales. Las consecuencias son que, después de casi una década, la mayoría de las urbanizaciones donde se localizan no ha contribui-do a un crecimiento urbano ordenado. Al contrario, muchas ciudades se están expandiendo físicamente mucho más aceleradamente que su crecimiento poblacional, caracterizándose por urbanizaciones for-males de vivienda en la periferia inmediata, conformando un patrón de urbanización disperso con una reducción acelerada de la densi-dad, que pone en riesgo a muchas de ellas al no tener perspectivas

de reordenamiento urbano. Si a esto añadimos la creciente cantidad de asentamientos humanos de mala calidad, irregulares y precarios, en la mayoría de las ciudades, el problema de sustentabilidad urbana y desorden espacial alcanza una enorme dimensión.37

En Colombia, el artículo 51 de la Constitución expresa el derecho a la vivienda digna y obliga al Estado a fijar condiciones necesarias para que esto se logre; desde hace cinco años, en el documento Vi-sión Colombia II centenario 2019, en las estrategias para crear ciuda-des más amables se hace referencia al estado crítico de la situación. Se identifica como prioritaria la generación de vivienda formal para prevenir los asentamientos precarios y el mejoramiento de los exis-tentes, expresando no solo un problema cuantitativo, sino también cualitativo. Se resalta como problema la alta incidencia de los asen-tamientos precarios en la calidad de las ciudades colombianas, con 1,3 millones de hogares viviendo en ellos, cantidad que representa el 15 % del total, y se describe la siguiente situación: del 2004 al 2019 la población urbana pasará de ser el 72 % a ser el 77 % de la pobla-ción total y aumentará en 10 millones; es decir, habrá cada vez más demanda de vivienda urbana, se tendrá que resolver el problema del acumulado actual del déficit y la demanda futura.38

Sumado a este contexto, parece pertinente referir la definición de hábitat emitida por las Naciones Unidas como el lugar espacial que habita el ser humano; el hábitat no solo hace referencia al lugar físico de habitación, sino que también abarca lo que para él representa un lugar de reconocimiento e identidad, tanto individual como colecti-vo, y que se encuentra socialmente sancionado o instituido,39 para enmarcar adecuadamente el reto que tiene el país en relación con el hábitat. Tiene que ver con la comprensión de todos los procesos de producción de este, tanto desde el de producción formal, como des-de el que aquí llamaremos de producción por autogestión,40 y desde allí aproximarnos a reconocer las condiciones que se generan en re-lación con los componentes de ciudad, para identificar las acciones

37 Iracheta, 2010, pág. 512.38 DNP, 2006.39 Cuadernos PNUD - UN-Hábitat (2004), Hábitat y desarrollo humano.40 Con la adopción de este término se propone reconocer prioritariamente

el esfuerzo colectivo e individual que se adelanta en las zonas urbanas denominadas de origen informal o ilegal.

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pocos atributos urbanos y en algunos casos se obtienen solo los mí-nimos requeridos. Los procesos son inversos, de ciudad a vivienda y de vivienda a ciudad, y ambos presentan condiciones deficitarias en relación con la calidad del hábitat que se ofrece a las familias. El reto está en hacer vivienda que construya ciudad y cómo, con la vivienda construida, hacer buena ciudad. Es decir, se deben atender y redirec-cionar los dos procesos.

Ambos procesos están mediados por las condiciones de acce-so al suelo urbano y el valor del mismo; es recurrente la expresión de escasez de suelo urbano para vivienda de bajo costo y con ese argumento se esconden, por un lado, procesos especulativos y por otro, se evidencia la incapacidad de tomar decisiones, en términos de gestión, que permitan contar con suelo disponible, seguro y bien localizado, en el que puedan desarrollarse los proyectos de vivienda con calidad. El resultado evidente es que la oferta de proyectos de vivienda nueva de bajo costo se lleva a cabo en zonas urbanas de periferia, alejadas de los centros urbanos, que generan asentamien-tos de vivienda monofuncionales, que si bien cumplen las normas en relación con el espacio público y los equipamientos, no contribuyen ni a la construcción de ciudad ni acompañan adecuadamente la cons-trucción de redes sociales y buenas condiciones de convivencia. No es suficiente la cantidad de unidades de vivienda que se produzcan, es importante el aporte a la construcción de ciudad de calidad. Por su lado, los procesos iniciados desde la informalidad presentan mayores carencias: se ubican en periferias, algunas veces de alto riesgo, y con enormes esfuerzos, tanto públicos como colectivos e individuales, avanzan progresivamente en la consecución de los servicios públicos y en la medida de lo posible, de los equipamientos. Son procesos que generan enormes sinergias en relación con la construcción de redes sociales y lazos de solidaridad entre los vecinos de un entorno inmediato que aportan, sin duda, altos niveles de identidad y arraigo.

En escenarios de transformación urbana vinculados a renova-ción, la vivienda, tanto en propiedad como en arriendo, tiene impac-

A. Oferta formalLas agrupaciones y la vivienda se dotan desde el principio con infraestructura vial y redes de servicios.

B. AutogestiónEn las urbanizaciones ilegales, las vivien-das se contruyen sin contar con infraes-tructura vial ni redes de servicios. Estos se proveen según la capacidad econó-mica de los usuarios o la presión que puedan ejercer sobre las autoridades.

Bogotá, 2011: fotografías de dos sectores comparando la prestación de servicios públicos e infraestructura en cada uno de los esquemas de gestión; por un lado la formal y por el otro la autogestión. © Nathalie Herrera y Clemencia Escallón.

A y B. Oferta formalCon el buen diseño se puede generar espacio público de calidad.

C y D. Autogestión Con la buena gestión y la participación comunitaria se pueden generar espacios públicos apropiados, en zonas en proce-so de consolidación.

Bogotá, 2011: fotografías de distintos sectores de la ciudad comparando la cali-dad del espacio público en cada uno de los esquemas de gestión; por un lado la formal y por el otro la autogestión. © Clemencia Escallón.

A. Oferta formal El cumplimiento de las normas de espa-cio público no siempre contribuye a la construcción de buena ciudad ni acom-paña adecuadamente la construcción de redes sociales.

B. Autogestión Las dinámicas sociales desde la auto-gestión generan espacios urbanos que apoyan la construcción de sólidas redes sociales y lazos de solidaridad entre los vecinos.

Bogotá, 2011: Fotografías de distintos sectores de la ciudad comparando las re-des sociales y las relaciones interpersonales en cada uno de los esquemas de gestión; por un lado la formal y por el otro la autogestión. © Nathalie Herrera y Clemencia Escallón.

que se deben adelantar, que en su conjunto generan condiciones po-sitivas de sostenibilidad en el hábitat: la localización en relación con las facilidades urbanas generales y su accesibilidad, la condición de vulnerabilidad y riesgo, las condiciones de la infraestructura de servi-cios, el espacio público disponible, los equipamientos y los servicios urbanos para apoyar la construcción de redes sociales y condiciones mejores de convivencia son, en buena disposición, garantes de lo que denominaremos urbanismo productivo.

Desde los esquemas formales, bajo reglas de mercado también formales, se produce vivienda, pero no siempre ciudad de calidad; desde los esquemas informales, acompañado de forma ineludible por procesos de autogestión colectiva e individual, se accede a unos

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41 Universidad de los Andes. Grupo GIV. Programa de asentamientos huma-nos precarios. Documento final. Bogotá, julio de 2007.

tos positivos en la sostenibilidad de la ciudad, no solo por el efecto importante en la calidad de vida de la familia al responder de forma más adecuada, en cuanto a la ubicación en la ciudad, a las necesi-dades de desplazamiento urbano por trabajo o estudio, sino por el efecto de escala urbana en relación con la eficiencia en la movilidad y el equilibrio en relación con la prestación de servicios sociales y acceso equitativo a las facilidades urbanas existentes.

Alternativas de actuación

Las acciones en la búsqueda de un urbanismo productivo son nece-sarias para consolidar ciudades de calidad, para lo cual es pertinente revisar las estrategias de actuación e innovar en la gestión en rela-ción con la construcción de la ciudad misma.

Bajo un enfoque de sostenibilidad territorial, la Universidad de los Andes, desde el Grupo de investigación en Vivienda (GIV), de Ar-quitectura e Ingeniería Civil y Ambiental, desarrolló una propuesta para el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, de-nominada Programa de asentamientos en proceso de consolidación, desde la cual las situaciones de vulnerabilidad y las condiciones de pobreza se enfoquen en conjunto: «Se entiende entonces que los asentamientos objeto del programa son partes integrales de la ciu-dad, organismos vivos autogestionados y autoconstruidos, que tie-nen dinámicas propias (estrechamente ligadas a las tradiciones y ca-racterísticas culturales de cada población), con fuertes redes sociales que son la base del desarrollo progresivo del asentamiento».41 Estos asentamientos presentan evidentes rupturas con el mundo «formal» y «legal». El reto es lograr lo más pronto posible ese punto de en-

cuentro y de articulación entre las dinámicas de los asentamientos y las normas que los reglamentan, especialmente a través de la ges-tión de los entes territoriales. Hay que acercar de forma inmediata a los pobladores a una comprensión amplia de los efectos y conse-cuencias, tanto colectivos como individuales, de una acción ilegal, que se aparta de las normas urbanas y que en algunos casos hasta desconoce las condiciones mínimas de seguridad de la vida de sus habitantes. El programa se encamina en esencia a la gestión partici-pativa interinstitucional e intersectorial, de manera que se posibilite la integralidad y sostenibilidad de las intervenciones, hacia el logro de la seguridad territorial.

Ejemplos académicos de proyectos de grado realizados en la Uni-versidad de los Andes, en el Departamento de Arquitectura, inician la reflexión en este sentido como lo propone, aplicado a un caso de nuevo desarrollo en la ciudad de Honda (Tolima), la arquitecta Mariana Giraldo. Partiendo del principio de aldea como sistema de accesos, nodos y tejidos y reconocimiento de las condiciones socio-culturales locales, la actividad económica principal de los futuros ocupantes y las condiciones físicas del territorio, plantea un asenta-miento donde la estructura principal soporta el desarrollo progresivo de los servicios urbanos y equipamientos y se definen reglas de juego (normas urbanas) para guiar la intervención, también progresiva con la vivienda, respondiendo de manera ágil, con flexibilidad y pertinen-cia, a las demandas de los habitantes. El resultado del planteamiento es el de una zona urbana que puede transformarse con el tiempo, garantizando los requerimientos tanto del planificador como del ha-bitante, a partir de la implementación de parámetros claros sobre la forma en que el asentamiento debe desarrollarse.

Mariana Giraldo, La aldea, Bogotá, 2008: imagen de un proyecto de grado de las 5 fases de construcción en el tiempo. © Universidad de los Andes.

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268 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Si se entiende la vivienda como un proceso complejo y diverso, que incluye desde las dimensiones financieras hasta las técnicas, cultura-les y ambientales, vale la pena revisar quiénes están asumiendo, en efecto, la gestión de los procesos. En el sector formal, los gestores de vivienda no parecen estar desempeñando un papel integrador de todos los factores que inciden en el proceso de decisión, propuesta y producción del hábitat. Y en el sector informal, los promotores, mal denominados urbanizadores piratas, sacan provecho de la margina-lidad de sus clientes. La iniciativa de la producción legal de vivienda ha quedado hoy en día en manos de promotores inmobiliarios, con una visión y comprensión del problema fuertemente marcadas por la dimensión del rendimiento financiero de los proyectos, más que por la pertinencia en otros aspectos como el social, el urbano o el ambiental; puesto que los indicadores de estas gestiones se miden más por los logros de asignación de subsidios y créditos a determi-nados proyectos que por la rotación, la eficiencia o la satisfacción del usuario con su entorno, las decisiones que se toman en temas tan sensibles y definitivos como la densidad, las dimensiones de los espacios, los programas de las unidades y de los conjuntos, las esca-las de intervención, etcétera, se están alejando cada vez más de la preocupación por un entorno armónico y sostenible.

El reto de lograr una gestión integrada, articulada y diversa impli-ca la comprensión y actuación en cuatro grandes componentes: un nuevo gestor de VIS, la gestión del suelo urbano, la segmentación de la demanda y la atención integral a la población más desprotegida, y la identificación de los actores clave y sus relaciones.

El primero de ellos está en darse la oportunidad de comprender y estructurar las características de un nuevo gestor de VIS, que debe estar en capacidad de propiciar, coordinar y articular los procesos de producción del hábitat y los distintos «dominios», en el sentido en que los describe Habraken: el dominio de lo público, de lo comunita-rio y de lo privado.42 Para nuestro caso, lo público debe ser responsa-bilidad de la entidad gestora municipal,43 aplicando instrumentos de la Ley 388 y las decisiones de los planes de ordenamiento territorial, para la provisión de la infraestructura urbana, con énfasis especial en la provisión de espacio público y equipamientos.44 El dominio de lo privado, de promoción, diseño, construcción y entrega deben ser responsabilidad de los empresarios privados y mezclándose desde

estas responsabilidades, el dominio de los comunitario (y de la fa-milia), con la responsabilidad desde la ocupación, el desarrollo pro-gresivo, la consolidación y transformación en toda la vida útil de la vivienda y el entorno.45 El papel que se propone del gestor sería el de facilitar la transferencia de responsabilidades entre los actores en las distintas fases del proceso (factibilidad, propuesta, construcción, mantenimiento, disposición final).

Instituciones multilaterales como el Banco Mundial, dentro de sus programas de apoyo a la inversión para la infraestructura sugie-ren también, para apoyar políticas habitacionales en países como Colombia, revisar el esquema hacia un «nuevo modelo de negocio», donde debe reenfocarse el debate del dominio público frente al pri-vado para medir resultados de eficiencia, equidad y transparencia y con base en resultados se asignan roles y prioridades a cada dominio (público y privado) en los diferentes sectores y proyectos, por ejem-plo, la telefonía, más privado que público; agua, más pública que pri-vada; vivienda, más pública que privada.46

El segundo componente tiene que ver con el suelo urbano y se asocia con el problema anterior en cuanto a que si no hay una apro-piación del dominio público lo suficientemente rigurosa en el proce-so de gestión de la VIS, el impacto de la incidencia del valor del suelo urbano constituye un obstáculo para la oferta de VIS desde el sector formal. A este respecto, la respuesta de los promotores de vivienda ha sido la de incrementar las densidades (viviendas/ha) hasta los lí-mites de saturación. En proyectos de vivienda de estratos medios y altos, el avalúo del suelo depende estrictamente del valor total de venta del proyecto y se debe esperar el mismo comportamiento para los proyectos VIS y VIP; sin embargo, esto no es lo que sucede y el ele-vado costo del suelo apto para construir VIS implica serios impactos sobre la calidad de la vivienda y su entorno. Experiencias recientes de vivienda popular en suelo urbano, compartidas durante el debate del Gobierno urbano ¿Es posible construir vivienda de interés priori-tario en proyectos de renovación urbana? del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, develan que entre el 2002 y el 2003 se logra hacer vivienda de 50 SMMLV en terrenos vendidos por Metrovivenda o terrenos urbanizados producto de la crisis. Durante el 2010, el panorama cambia y se llega a una participación del lote en la estructura de costos del 18 %. En el presente año, en proyectos

Gestión integral, articulada y diversaEl estado, los sectores público y privado y las comunidades de usuarios deben ser partícipes de los procesos, actuando en forma articulada en la búsqueda de diversidad de opciones.

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| La vivienda digna en Colombia: una deuda pendiente | Stefano Anzellini | Clemencia Escallón | Nathalie Herrera | 269

gresos, debe ser objeto, al menos por un tiempo razonable, de una política asistencial. El problema de la vivienda de los más pobres no es un problema de vivienda, sino de pobreza y por tanto de empleo y de ingresos, y se debe entonces integrar la oferta de servicios socia-les alrededor de la familia.51

Por último, la identificación de los actores clave y sus relaciones. Retomando la propuesta de la importancia de segmentar la deman-da, consideramos pertinente expresarlo desde la figura utilizada en la mesa redonda de vivienda de interés social,52 que agrega a la ante-rior reflexión la imperativa necesidad de un trabajo articulado de tres actores clave: 1. el sector privado, que finalmente es el que produce la vivienda y su hábitat y que reúne a todos los actores que participan en la cadena de producción de la misma (diseñadores, constructores, proveedores, banca, etcétera) y a sus gremios; 2. el sector público, con sus instancias de Gobierno Nacional y Gobiernos territoriales, quienes deben proveer a nivel nacional y local la gestión necesaria para que se pueda desarrollar suelo urbanizado y VIS. 3. La comu-nidad y las familias responsables de la ocupación, transformación y consolidación de su hábitat. La academia debe ser facilitadora en el proceso de mejoramiento continuo del sector a través de innovacio-nes y de trabajo mancomunado con los otros dos sectores.

En síntesis, lo que se plantea es una gestión integral de vivienda que incluya decididamente al usuario, en la que se integren las experien-cias y conocimientos. Es un desafío que deben asumir las institucio-nes responsables del tema de la vivienda, para incidir en la solución de los asentamientos humanos de los más pobres.

de gran tamaño, se negocia el suelo para tope VIS en el 24 % de los costos totales47 del proyecto.48 Esta situación demuestra que, de no intervenir el precio del suelo en Bogotá y su área de influencia en la sabana, no hay posibilidad de encontrar precios de suelo asequi-bles que favorezcan la realización de proyectos VIP. Varios autores comentan esta condición: desde la Cepal, Held afirma que cuando el sector público construye redes de servicios en zonas de frontera ur-bana, se producen considerables alzas de precio e importantes utili-dades para los dueños de los terrenos. Durante los primeros años del programa de subsidios a la demanda por vivienda, cuando el número de subsidios es todavía limitado, el aumento de la demanda efectiva por lotes de terreno se traduce en incrementos en el precio del suelo que llegan hasta un 40 %.49 Samuel Jaramillo comenta al respecto:

El Estado también es débil en su capacidad reguladora y coercitiva, lo

que da al mercado de tierras una dinámica particularmente espontánea,

no solo en los sectores de menores ingresos, donde prolifera la ilegali-

dad, sino incluso en los circuitos solventes formales. Nosotros [Colom-

bia] tenemos instrumentos para desestimular la especulación, hay que

tener voluntad política para implementarlos, pero eso es plausible.50

El tercer componente tiene que ver con la segmentación de la de-manda y la atención integral a la población más desprotegida y fo-calizar los recursos hacia aquellos sectores de población más vulne-rables, de escaso o ningún ingreso. Las propuestas de segmentación que resultan más acordes con este esquema se expresan UN-Hábitat y First Initiative, en el documento de hábitat y financiación, «Hacia la configuración de un nuevo sistema habitacional», en donde se plan-tean los siguientes segmentos: 1. población atendida por el mercado y que no requiere subsidio: familias de 4 salarios mínimos y hogares demandantes de vivienda entre 70 y 135 SMMLV, beneficiarios de in-centivos como cuentas AFC y con el incentivo adicional para los cons-tructores de la devolución del IVA. 2. Población objeto de la política habitacional: demandantes de viviendas hasta 70 SMMLV. Su nivel de ingreso les permite acceder al crédito hipotecario y debe asegurarse la promoción de oferta de este tipo de vivienda regulando suelo y mercado. 3. Población objeto de la política habitacional que puede acceder a crédito complementario, para lo cual se deben habilitar esquemas de microcrédito. 4. Población excluida de la política ha-bitacional que, debido a su estructura socioeconómica y nivel de in-

42 Habraken, 1998.43 Igualmente se debe retomar la participación, anteriormente muy activa,

de instituciones de capacitación, como el SENA, que han avanzado en la comprensión del problema de la construcción del hábitat popular y la gestión comunitaria.

44 En Bogotá es importante destacar el caso de Metrovivienda, con la apli-cación de instrumentos de gestión de suelo y planeamiento en los planes parciales de la ciudadela Usme, en el sur de la ciudad, que permite el control del valor del suelo urbano incorporado para desarrollar progra-mas de vivienda de interés prioritario.

45 Las Organizaciones Populares de Vivienda (OPV) y las ONG viviendistas han tenido históricamente un papel clave en la prestación de asistencia técnica a las comunidades para la producción social de vivienda.

46 World Bank. Persaud, Takoore, 2003.47 Instituto de Estudios Urbanos, 2011.48 Se hace referencia aquí a las intervenciones de Álvaro Villota, gerente

de la empresa constructora Norco, y de Samuel Jaramillo, economista experto en el tema.

49 Held, Gunter: Bogotá: Cepal, 2000.50 Jaramillo, 1999, p. 107.51 UN-Hábitat, First Initiative, DNP, 2007.52 Mesa VIS Diego Echeverry Campos, de la Universidad de los Andes.

Gráfico de los factores que intervienen en el esquema de gestión para la cons-trucción de vivienda.

Planeamiento Soporte técnico

Construcción

Gestor que integra

PÚBLICOInfraestructura urbana

espacio público equipamientos

PRIVADOPromoción, diseño,

construcción y entrega

FAMILIASCOMUNIDAD

Ocupación, desarrollo, consolidación y transformación

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capítulo 5

foro: hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos

¿Qué es pensar en grande?: la brecha entre la producción social del hábitaty la vivienda producida por el mercado

Jaime Gómez

Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectosGermán Samper Gnecco

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Foro: hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos

| Foro en el Archivo de Bogotá | Noviembre 18 de 2011 |

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| Foro: hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos | 273

En el marco de la exposición casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda, la comisión Hábitat de la So-ciedad Colombiana de Arquitectos, regional Bogotá (Cundinamarca) y la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes organizaron el foro Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los ma-croproyectos, que contó con invitados nacionales e internacionales, el 18 de noviembre de 2011 en el auditorio del Archivo de Bogotá.

La exposición sobre la investigación en vivienda de Germán Sam-per busca recordar al público un trabajo que es una enseñanza viva y actual, en el que se funden el ejercicio profesional y la teoría, dando sustento a una obra que ofrece propuestas y alternativas vigentes a la problemática actual de vivienda obrera.

En este marco, el foro Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos tiene como objetivo llamar la atención sobre tres temas marginales en la política de vivienda actual:

1. Programas de mejoramiento y políticas nacionales de envergadu-ra para hacer frente el déficit habitacional cualitativo.

2. Vacío normativo y carencias en los mecanismos financieros para potenciar procesos de producción social del hábitat.

Se trata de temas que han sido ampliamente debatidos, experimen-tados y validados, tanto nacional como internacionalmente, y que aún no tienen un posicionamiento adecuado en el mercado y la agenda pública colombianos. Debatirlos es una manera de recordar que son temas ineludibles para la construcción de una ciudad digna para todos.

Agenda del foro

Bienvenida a cargo de la secretaria de Hábitat, Juliana Álvarez, y de Marcela Ángel Samper, codirectora y curadora de la exposición, gru-po de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad, Uniandes.

Conferencistas:

Germán Samper Gnecco, arquitecto, urbanista e investigador.

Enrique Ortiz, Coalición Internacional de Hábitat (México).

Ricardo Ramírez, Comisión Hábitat SCA.

Panelistas:

Sandra Forero, presidenta nacional Camacol.

Álvaro Villota, gerente de la Constructora Norco.

Alejandro Florián, director para Latinoamérica Cohre.

Adriana Parias, Instituto de Estudios Urbanos, Universidad Nacio-nal de Colombia (Bogotá).

Moderadora:

Clemencia Escallón, grupo de investigación en Gestión y Diseño de Vivienda (GIV), Uniandes.

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274 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

¿QUÉ ES PENSAR EN GRANDE?: LA BRECHA ENTRE LA PRODUCCIÓN SOCIAL DEL HÁBITAT

Y LA VIVIENDA PRODUCIDA POR EL MERCADO | Jaime Enrique Gómez M. |

Foro: Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos, Bogotá, Archivo Distrital, noviembre de 2011: Germán Samper. © María Cecilia O’Byrne.

En momentos en que la academia y distintos sectores involucrados en la producción de vivienda discuten sobre la conveniencia o no de los llamados macroproyectos para la provisión de VIS, el foro «Hacer ciudad en la ciudad: más allá de los macroproyectos», desarrollado en el marco de la exposición «Casa + casa + casa = ¿ciudad?» se cen-tra en la exploración de otras alternativas que representen formas de producción del hábitat más coherentes con las necesidades reales y las formas de vida y desarrollo de la población más pobre, poniendo siempre sobre la mesa el problema de la escasez de suelo en las gran-des ciudades colombianas.

En la apertura del evento –a cargo de las arquitectas Juliana Ál-varez, secretaria de Hábitat del Distrito (Bogotá), y Marcela Ángel, directora de la exposición– quedan planteados los retos y reflexiones que tanto el foro como la exposición abordan. Queda claro, tomando a Bogotá como ejemplo, que a pesar de que en los últimos cuatro años se ha avanzado en el tema de la vivienda de interés social con la construcción de 62.000 nuevas viviendas, el déficit cuantitativo y cualitativo es enorme. Los avances no dan testimonio de decisiones firmes, creativas, que exploten el potencial de la población a la cual está dirigida este tipo de vivienda y que sean alternativas reales a la provisión de vivienda informal.

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| Foro: hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos | ¿Qué es pensar en grande?: la brecha entre la producción social del hábitat y la vivienda producida por el mercado | Jaime Enrique Gómez | 275

A pesar de esto, ha habido esfuerzos individuales que demues-tran que es posible abordar el problema considerando los factores que el Estado y el mercado no han logrado tener en cuenta. La obra de Germán Samper, según lo sugerido por la arquitecta Marcela Ángel, ejemplifica reflexiones que, de ser tenidas en cuenta, proba-blemente abrirían un camino hacia la identificación de soluciones reales, reflexiones que sirven de motivación al foro y que tienen im-plícitos temas como el alcance del rol del arquitecto en el tema VIS, la importancia de trasladar la discusión sobre el tema a escenarios distintos a los acostumbrados y el papel de la academia en la bús-queda de soluciones.

Tres propuestas viables

Germán Samper, en su intervención, hace una crítica directa a la escala macro de los proyectos destinados a resolver el problema de acceso a la vivienda. Según su opinión, esta escala solo puede ser abordada por las grandes empresas del sector privado que, en su afán por obtener rentabilidad, no dan alternativas a los más pobres. Por otro lado, basado en su trayectoria en el tema de vivienda, sobre el cual ha explorado distintos conceptos y alternativas, plantea tres propuestas que de ser aplicadas podrían contribuir enormemente

a la solución del problema de acceso a una vivienda digna para la población más necesitada.

La primera propuesta busca reconocer al sector informal como una realidad que no puede ser ignorada y cuya autoproducción de vivienda muestra un entendimiento de sus verdaderas necesidades –para las cuales los programas tradicionales de vivienda no funcio-nan– y de formas ingeniosas para resolver problemas técnicos y ar-quitectónicos a partir de una aproximación intuitiva. Si a este sector de la población se le facilitara el acceso al crédito y a la capacitación técnica en la construcción de vivienda y se apoyara la titularización de propiedades, se sacaría ventaja de su potencial, ya ampliamen-te demostrado en la producción de la mayor parte de viviendas de nuestras ciudades.

La segunda propuesta se centra en la humanización de la ciudad. Buena parte del territorio ocupado hoy en día por el automóvil po-dría ser reconquistado para las personas, a partir de la generación de redes alternas en las cuales vehículos y peatones están separados, sin mayor necesidad de alterar el trazado en damero típico de nues-tras ciudades. Los espacios reclamados al automóvil podrían conver-tirse así en verdaderos recintos urbanos, en los cuales la arquitectura conforma lugares abiertos ajustados a la escala del hombre.

La tercera propuesta aboga por la producción de vivienda a partir de intervenciones de renovación por manzanas y no a gran escala,

Foro: Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos, Bogotá, Archivo Distrital, noviembre de 2011: Enrique Ortiz Flórez, Coalición Internacional del Hábitat, México. © María Cecilia O’Byrne.

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276 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

evitando el desplazamiento de población, los altos costos y tiempos de desarrollo, que permiten la participación únicamente de los gran-des constructores. Algunas ciudades latinoamericanas como Mede-llín, a partir de los proyectos promovidos por la Empresa de Desarro-llo Urbano, y São Paulo, con los proyectos desarrollados en el sector de Paraisópolis, demuestran, entre otras cosas, los beneficios que trae la intervención a pequeña escala involucrando a los pobladores desde las etapas iniciales del proyecto.

La ciudad que queremos

Enrique Ortiz, arquitecto mexicano, critica enfáticamente la manera como en las últimas décadas muchos Estados latinoamericanos se desentendieron de la producción directa de vivienda para dejarla en manos del mercado, con resultados desastrosos. Sus observaciones muestran la manera como la vivienda se convierte en un producto, cuya existencia formal e institucionalizada estigmatiza la producción de vivienda informal, cuando en realidad es esta última la que, a pe-sar de no recibir ningún apoyo, está generando ciudad, formando ciudadanos y produciendo vivienda «suficiente», en contraste con la vivienda «mínima» ofrecida por el mercado.

A partir de sus observaciones, deja claro en tres puntos lo que, según su criterio, sueña América Latina en materia de vivienda: el derecho a la ciudad, que permite el acceso igualitario a servicios, infraestructura y en general, a todo espacio que permita al habi-tante ejercer su ciudadanía; la producción social del hábitat, que se aproxime al problema desde una perspectiva cuyo objetivo se centre en la vivienda como oportunidad de desarrollo social y no como me-dio para generar rentabilidad inmobiliaria; y la gestión participativa del hábitat, que permita el desarrollo de proyectos de vivienda to-mando ventaja de las dinámicas de gestión y tiempos de sus futuros habitantes.

Oportunidades en la ciudad «incompleta»

Ricardo Ramírez, arquitecto de la Secretaría Distrital de Hábitat (Bogo-tá), centra su presentación en resaltar las oportunidades que para dis-tintos sectores podrían surgir a partir de empezar a reconocer el valor de los procesos de mejoramiento de lo construido, que tienen lugar en los sectores de la ciudad considerados «incompletos». Inicialmen-te, para que esto sea posible, la ciudad transformada informalmente debería ser entendida como algo más complejo y rico que lo sugerido por la palabra «informal», utilizada simplemente como etiqueta de todo aquello que se contrapone a lo aceptado como normal.

A pesar de que el tema de mejoramiento parece no ser priori-dad para las nuevas administraciones locales y regionales (alcaldías y gobernaciones) que en Colombia inician sus periodos en el 2012, expresa la importancia de insistir en el desarrollo de normativas ur-banas específicamente concebidas para impulsar procesos de este

tipo en sectores actualmente en transformación. El trabajo conjun-to adelantado por entidades distritales y educativas en Bogotá de-muestra que existe el interés por parte de la población y la capacidad de formación de profesionales por parte de las universidades para acompañar futuros procesos formales de mejoramiento, soportados en una normativa clara. En una economía de mercado, dichos proce-sos podrían ser rentables si se tiene en cuenta que, al menos en el caso colombiano, los territorios en los cuales se llevarían a cabo re-presentan más del 60 % de la producción total de vivienda en el país.

Panel de discusión

Las opiniones manifestadas en el panel dejan ver claramente dos po-siciones: la del sector privado, representado por el ingeniero Álvaro Villota, gerente de la constructora Norco, y por la arquitecta Sandra

Foro: Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos, Bogotá, Archivo Distrital, noviembre de 2011: Ricardo Ramírez B., Comisión Hábitat de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. © María Cecilia O’Byrne.

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| Foro: hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos | ¿Qué es pensar en grande?: la brecha entre la producción social del hábitat y la vivienda producida por el mercado | Jaime Enrique Gómez | 277

Forero, presidenta nacional de Camacol, y la de la academia, repre-sentada por la economista Adriana Parias, del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, y Alejandro Florián, exdirector de Fedevivienda y profesor universitario. El panel fue moderado por la arquitecta Clemencia Escallón, en representación de la Mesa de Vivienda de Interés Social Diego Echeverry Campos de la Universidad de los Andes, y la discusión se centró en la búsqueda de alternativas distintas a los macroproyectos para dar respuesta al déficit de vivien-da, reconociendo los procesos de producción empleados actualmen-te por el sector informal.

Para el sector privado, los macroproyectos son una forma cohe-rente de responder a una política diseñada fundamentalmente para la producción de vivienda nueva. Sin embargo, según lo manifesta-ron, esta alternativa también enfrenta grandes retos. Por un lado, la falta de suelo en las grandes ciudades hace imposible pensar que el problema de déficit pueda ser resuelto dentro de su propio territo-

rio, obligando a buscar la solución al problema de manera regional y no local. Por otro lado el acceso a suelo de calidad, en cuanto a su vinculación con los servicios que la ciudad ofrece, obliga a depen-der de grandes obras de infraestructura cuyo desarrollo, dado que le compete principalmente del sector público, nunca está garantizado al ciento por ciento.

A esto se suma el hecho de que las exigencias normativas estable-cidas por las distintas entidades públicas elevan los costos de manera tal que dichas intervenciones se alejan cada vez más de la posibilidad de ofrecer viviendas para la población más pobre (vivienda de inte-rés prioritario), especialmente en las grandes ciudades. No obstante, según el sector privado, el problema de costos generados por exigen-cias normativas también afecta la alternativa del mejoramiento de vivienda, probablemente de manera más crítica. La inversión nece-saria para que en una operación de mejoramiento se llegue a cumplir con las exigencias técnicas y normativas podría costar tanto como las

Foro: Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos, Bogotá, Archivo Distrital, noviembre de 2011. De izquierda a derecha: Álvaro Villota (Constructora Norco), Sandra Forero (presidente nacional Camacol), Clemencia Escallón (moderadora por parte de grupo de investigación en Gestión y Diseño de Vivienda, de la Universidad de los Andes), Alejandro Florián (director para Latinoamérica Cohre), Adriana Parias (Instituto de Estudios Urbanos, Universidad Nacional). © María Cecilia O’Byrne.

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278 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

viviendas mismas y aún así no garantizar su total cumplimiento.Aunque el sector privado considera importante tener en cuenta

la opción del mejoramiento como alternativa y no la descarta, ad-vierte también que esta excluiría a una parte de la población que, por sus características, no estaría en capacidad de participar direc-tamente en la producción de su propia vivienda. De igual forma, el direccionar la política de vivienda hacia el mejoramiento haría más difícil el suplir la demanda existente y probablemente generaría el descuido de la producción de vivienda nueva que pudiera prevenir el surgimiento de vivienda de origen informal que en algún momento deba ser objeto de mejoramiento.

Para la academia, por el contrario, es un error plantear la solución al problema de vivienda desde el mercado, pues de esta forma se ha hecho en los últimos años, lo que genera una serie de problemas económicos y sociales que demuestran, entre otras cosas, que des-de allí es imposible alcanzar una producción social del hábitat. Sin embargo, considera que un camino viable para afrontar el problema podría incluir mecanismos que permitan articular el trabajo de los sectores público, privado, académico y la comunidad.

Adicionalmente, de acuerdo con lo manifestado, los esfuerzos de los ciudadanos por solucionar directamente su problema de vivienda podrían estar apoyados por mecanismos entre los que se incluyen la asistencia técnica, por medio de la cual la inversión que en un mo-mento dado estaría destinada al mejoramiento se utilizaría al inicio de la construcción; subsidios tempranos, con los cuales se apoyaría la compra de terrenos legales, y el apoyo del sector financiero, como

contraprestación por las grandes utilidades que ganan anualmente los bancos gracias al manejo del dinero que el Gobierno hace a través de estos.

A manera de cierre

El tema de los macroproyectos debe seguir generando discusiones en las que los distintos actores manifiesten sus posiciones sobre esta alternativa. Ante el gran déficit de vivienda en el país, es claro que en estos proyectos de quinientas hectáreas o más, el Gobierno ve una opción viable para generar oferta. Sin embargo otras alter-nativas no deben ser descartadas, pues una política centrada en una sola opción no solo excluye a una parte de la población que hoy en día no tiene acceso a vivienda, sino que no genera, dentro de la lógica de la economía de mercado en la cual el país se encuentra, la suficiente competencia que pueda llegar a garantizar un nivel ade-cuado de calidad.

Futuras discusiones acerca del tema podrían encontrar sustento en algo que quizás aún no se ha hecho con el suficiente cuidado: entender que dentro de la población que hoy en día busca acceso a vivienda económica y que está etiquetada de manera generalizado-ra como «la demanda», existe una cantidad de matices que, de ser entendidos con detenimiento, podrían dar verdaderas pistas sobre cuáles y cuántas deberían ser las alternativas de oferta de vivienda que una política pública debería promover.

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Introducción

El tema de este foro, hacer ciudad en la ciudad, resulta apasionante, y la observación «más allá de los macroproyectos» es una invitación a reflexionar sobre esta escala en los temas del desarrollo urbano. La escala macro solo puede ser acometida por el sector privado en libre competencia por empresas de magnitud capitales grandes, que ponen en movimiento al sector financiero y requieren además de la colaboración eficaz de las entidades de Gobierno.

Además, las familias con ingresos que no alcanzan para adquirir las viviendas del mercado no tienen otra alternativa, si quieren ser

propietarios, que ingresar al sector informal. Así, sector formal e in-formal están estrechamente interrelacionados. Este es el marco en que se moverá el foro.

Además en este foro sobre el hábitat, donde hay varias profesiones: urbanistas, arquitectos, economistas, constructores y promotores, investigadores veteranos, representantes de gremios, gente del Go-bierno, académicos, defensores del sector informal, entre estas es-pecialidades me permito situarme para evitar equívocos: soy arqui-tecto diseñador. Es con la disciplina del diseño que he realizado mis propuestas. Comencé con una vivienda para llegar a la ciudad. No soy urbanista profesional, que trabaja de lo general a lo particular. Mi universo es la vivienda y su entorno. Si acaso, me muevo en la disciplina del diseño urbano. El urbanista es el médico general que requiere de pruebas de laboratorio para un diagnóstico final; yo lo he dicho varias veces, me considero un laboratorista urbano. Me muevo en la filosofía de que lo pequeño es hermoso.

En 50 años de dedicación constante se han definido algunos prin-cipios que resaltan en la magnífica exposición del equipo de los An-des. Una lista de los aspectos más interesantes de mis hallazgos son:

1. Alta densidad en baja altura. Un patrón urbano propio para los países del tercer mundo.

2. Agrupaciones de vivienda, que generan un sentido de comunidad en el entorno inmediato combatiendo la soledad y el individualis-mo de la vivienda aislada.

3. Creación de recintos urbanos; llamo así a los espacios públicos para el hombre. Puntos de encuentro ciudadano en las ciudades donde el automóvil es rey.

4. Redes alternas, una malla continua que combina calles vehicula-res y peatonales diferenciadas.

5. Normas de control de edificaciones, no por índices de construc-ción que son indicadores de rendimiento económico, sino por planos de masas, que son conformadores de buenos espacios urbanos.

6. La vivienda de bajo costo autoconstruida de desarrollo pro-gresivo y productiva que se puede realizar, tanto en el sector

hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macroproyectos

| Germán Samper Gnecco |

Germán Samper Gnecco, texto en cuaderno de apuntes, noviembre de 2011: la calle es la cuadra de los vecinos. © APS.

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informal como en el formal, y constituye la fórmula mágica que los sectores populares de muy bajos ingresos han encontrado para resolver el problema de su hábitat al no tener el suficiente apoyo de los gobiernos y los sectores financieros.

La vivienda en casas y la vivienda en apartamentos, dos tipologías de vivienda que se dirigen a sectores de familias muy diferentes. Si hay un salario bajo, pero constante, la familia puede comprometerse con una vivienda en apartamento. Si el salario es esporádico, la única posibilidad es la vivienda de desarrollo progresivo y productiva.

Esta última característica es la que tiene el sector informal. Por estadísticas que escuchamos frecuentemente, este sector ha realiza-do el 50 % de lo construido en Bogotá.

Actualmente el sector privado, a través de los promotores de vi-vienda está construyendo edificios altos de apartamentos para VIS.

Personalmente, me parece un riesgo, pues en apartamentos no hay el recurso de mejorar ingresos dentro de la vivienda, salvo excep-ciones, y habrá usuarios que no puedan cumplir con sus obligaciones hipotecarias y deban entregar su bien al prestador. Ya Colombia, en la última crisis, pasó por este calvario.

Qué propuestas podemos hacer que sean viables

Una mano eficaz al sector informalMedidas de justicia y de alta prioridad

Estos sectores son una realidad en ciudades del tercer mundo. No los podemos ignorar. Debemos aceptar su existencia y reconocer el esfuerzo gigantesco que miles de familias han hecho para construir-se un hábitat. Muchas, inadecuadas para la vida humana, otras que alcanzan un nivel sorprendente de calidad. Pero a la hora de analizar, descubrimos que hay miles de recursos de vida en el interior de esos hogares que desconocemos y por tanto debemos empezar por en-tenderlos. El programa de la casa oficial —salón, comedor, cocina, 2 y 3 alcobas y baño— no aplica en estas comunidades. Estamos en presencia de otra cultura diferente. Más saben nuestros antropólo-gos de las comunidades indígenas, que nosotros los viviendistas de nuestros conciudadanos, con los cuales convivimos.

Las ayudas para darles a estos barrios son de varios tipos:

1. Las oficiales, escuelas y colegios, centros comunitarios, centros recreativos, vías públicas buenas, parques deportivos, ciclovías, etc. En otros términos, todo lo que signifique mejoramiento de áreas exteriores y edificios públicos: labor de las Alcaldías.

2. Los privados, titularización de propiedades, préstamos individua-les para mejoramiento de vivienda, grupos de estudio para de-tectar los problemas críticos, campañas educativas asesoramien-to en temas de estabilidad. El problema es complejo y requiere, desde luego, más tiempo para explicarlo.

En el interior de cada una de las casas, de las millones que hay en la ciudad, hay una familia. Cada miembro de esa familia es un universo, que tiene problemas comunes e individuales. El padre, muchas veces con trabajos esporádicos e ingresos irregulares; la madre que puede colaborar, debe tomar un bus a las cinco de la mañana, para trabajos domésticos y similares; los hijos que luchan por estudiar, aspirando a un bachillerato, que no es suficiente calificación para obtener un empleo, y ven como inalcanzables los estudios superiores. Cada uno vive su vida. El hogar, aún con sus deficiencias, es el refugio insusti-tuible. Intervenir para mejorar estos santuarios familiares es labor delicada y de alta responsabilidad social.

Pero lo que es sorprendente es que estas familias nos dan lec-ciones de muy diversa índole. Sobrevivir con ingresos exiguos, me-jorar sus viviendas con dineros extras que obtienen de ellas mismas, ampliar sus viviendas sin conocimientos de construcción. Inventarse modos de ganarse la vida inimaginables, como el que paga todos los meses los servicios públicos de sus vecinos, por unas monedas, o el que vende puntillas por unidades.

En fin, son miles de oficios ingeniosos que no nos podemos ima-ginar. Es lo que llaman el rebusque.

G. S. G., esquema en cuaderno de apuntes, esquema de la calle, s. f.: la calle es la cuadra de los vecinos. © APS.

G. S. G., esquema en cuaderno de apuntes, calle cerrada con bolardos, s. f.: la calle es la cuadra de los vecinos. © APS.

G. S. G., dibujo en cuaderno de apuntes, calle cerrada con bolardos, s. f.: la calle es la cuadra de los vecinos. © APS.

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El término sector informal solo tiene sentido si penetramos en esos universos familiares, con un potencial de desarrollo que debe-mos aprovechar.

Conquista paulatina de espacios peatonales

El automóvil invadió todas las calles de la ciudad. La idea es iniciar la reconquista de espacios para la gente. Humanizar la ciudad. Esto es el sentido de hacer ciudad dentro de la ciudad.

Las redes alternas se pueden aplicar en el tejido actual. No es necesario intervenir grandes sectores de ciudad. Bastan dos manza-nas seguidas para que la vía que las une se pueda peatonalizar. Estas vías pueden dejarse para un tráfico lento de vehículos de residentes. Serían vías experimentales que permitirían adquirir una experiencia en el manejo de nuevos espacios públicos.

Estos ejercicios de humanización de la ciudad son temas ideales para trabajos de campo de las universidades, y se pueden realizar con costos muy bajos. Es convertir calles vehiculares en recintos ur-banos, lugares de socialización de convivencia, de solidaridad. Los planos de la ciudad tienen lecturas muy diferentes.

Los profesionales y los municipios leen manzanas. Los usuarios leen cuadras, lugar de encuentro con los vecinos.

G. S. G., esquema de la cuadra en cuaderno de apuntes, s. f.: la calle es la cuadra de los vecinos. © APS.

G. S. G., texto en cuaderno de apuntes, noviembre de 2011: Renovación por manzanas. © APS.

G. S. G., esquema de la manzana en cuaderno de apuntes, s. f. © APS. G. S. G., esquema en cuaderno de apuntes, s. f.: planta de la manzana. © APS.

Renovación por manzanas

Yo he sido un poco escéptico con el tema de la renovación urbana, por diversos motivos, difíciles de explicar en corto tiempo.

Son difíciles cuando se toman amplios sectores urbanos. El papel resiste y se pueden realizar proyectos de gran interés. Sin embargo, la magnitud hace que los costos sean altísimos, los plazos, muy largos y los gestores, si son proyectos oficiales, cambian de ejecutores y de criterios y terminan por no realizarse o realizarse a medias. Ejemplos hay muchísimos. Fuera de eso, el desplazamiento de los residentes de esos sectores, quedan a la deriva…

Renovación por manzanas es una escala ideal, se mantienen las calles, por tanto no hay problemas jurídicos con ellos, el volumen construido es pequeño, relativamente, los costos son abordables, el desalojo es menor. Hay un problema de escala que resulta intere-sante. Las ciudades del pasado crecieron por manzanas, podemos renovarlas con la misma escala.

Mis propuestas quedan en resumen así:

• Una mano a los sectores informales.• Humanización por calles a través del principio de redes alternas.• Renovación por manzanas.

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Archivo Privado Germán Samper Gnecco: AP. GSG.

Instituto Geográfico Agustín Codazzi: IGAC.

Fondation Le Corbusier, París: FLC.

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| Autores | 289

AUTORES

Stefano AnzelliniArquitecto, especialista en vivienda y planeación urbana. Profe-sor asociado y director del grupo de investigación Gestión y di-seño de Vivienda (GIV) del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los [email protected]

Isabel Cristina Arteaga ArredondoDoctora arquitecta. Profesora asociada y directora del grupo de investigación Construcción de lo Público, del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los [email protected]

Pedro Bermúdez TorreArquitecto, estudiante de magíster en Diseño Urbano. Asistente de investigación del grupo de investigación Proyecto, Arquitectu-ra y Ciudad, del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los [email protected]

Clemencia EscallónArquitecta, especialista en Diseño Urbano y en Gobierno y Polí-ticas Públicas. Profesora asociada, miembro del grupo de investi-gación Gestión y diseño de Vivienda (GIV), del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes, y coordinadora de la Mesa VIS. [email protected]

Fabio Enrique ForeroDoctor arquitecto. Profesor asociado, grupo de investigación Di-seño, Imagen y Comunicación, de la Universidad El Bosque, y gru-po de investigación Diseño y Gestión del Hábitat Territorial, de la Universidad Gran Colombia. [email protected]

Eugenia Gaviria CortésArquitecta. Asistente de investigación del grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad del Departamento de Arquitec-tura de la Universidad de los [email protected]

Jaime GómezMagíster arquitecto. Profesor asistente y miembre del grupo de investigación y Gestión y diseño de Vivienda (GIV) del Departa-mento de Arquitectura de la Universidad de los [email protected]

Adriana Parias DuránEconomista y doctora en Urbanismo. Profesora de la Universidad Nacional de Colombia, seccional Bogotá. Investigadora invitada del grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad, del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los [email protected]

Diana Ruiz CendalesMagíster arquitecta. Profesora instructora e investigadora del grupo de investigación Construcción de lo Público, del Departa-mento de Arquitectura de la Universidad de los [email protected]

Juana Salcedo O.Arquitecta, estudiante de magíster en Diseño Ambiental. Asisten-te de investigación del grupo de investigación Proyecto, Arquitec-tura y Ciudad del Departamento de Arquitectura de la Universi-dad de los [email protected]

Doris TarchópulosDoctora arquitecta. Profesora de la Pontificia Universidad Jave-riana de Bogotá[email protected]

Mauricio TéllezArquitecto magíster en Antropología. [email protected]

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| Índice de imágenes | 291

ÍndIcE dE ImáGEnES

Pág.10 Axonometría del espacio de la exposición en el Archivo de Bogotá,

indicando la organización de las salas. Realizado por Andrés Rojas y

Santiago Medina.

12 Germán Samper estudia la exposición «Casa + casa + casa = ¿ciu-

dad?» el 18 de noviembre de 2011. © Catalina Samper.

14 Mosaico de fotografías tomadas durante el proceso de realización de

la exposición, desde la investigación hasta el montaje.

© Marcela Ángel, María Cecilia O´Byrne y otros.

16 Mosaico de fotografías de la exposición «Casa + casa + casa =

¿ciudad?» siguiendo el recorrido propuesto en la muestra.

© Nicolás Galeano.

18 Mosaico de fotografías de la exposición «Casa + casa + casa =

¿ciudad?» el día de la inauguración y durante visitas ocacionales.

© Marcela Ángel, María Cecilia O´Byrne y otros.

20 Dibujo de Germán Samper tomado de sus cuadernos personales; en

el dibujo, naturaleza muerta sobre una mesa. © Germán Samper.

22 Vista del espacio en la exposición destinado a mostrar el material

original y facsimilar de Germán Samper en su archivo privado de su

estancia en París entre 1949 y 1953. © Nicolás Galeano

40 Vista de la sala de exposición de la segunda planta del Archivo de

Bogotá, donde se realiza la muestra de una selección de dibujos ori-

ginales de Germán Samper hechos durante diferentes viajes, desde

1949. © Nicolás Galeano.

54 Vista del panorama construido en la sala de exposición de la tercera

planta del Archivo de Bogotá, con 35 metros de longitud, donde se

muestra la historia de la vivienda y la ciudad del siglo XX contextuali-

zando la obra de Germán Samper. © Nicolás Galeano.

60 Fotografía del espacio de entrada a la exposición «Casa + casa

+ casa = ¿ciudad?». Al fondo, detalle del video de Ramiro Cardona

sobre la toma del barrio Policarpa Salavarrieta, titulado «Migración,

urbanización y marginalidad», s. f. © Nicolás Galeano.

72 Fotografía del espacio de entrada a la exposición «Casa + casa

+ casa = ¿ciudad?». Al fondo, detalle del video de Julio Luzardo,

«Asentamientos espontáneos», donde se muestra el uso de la cinva-

ram (máquina manual para la producción de ladrillos de adobe) en

un barrio de Bogotá en los años 50. © Nicolás Galeano.

84 Dibujo de Germán Samper tomado de sus cuadernos personales; en

el dibujo, perspectiva del Secretariado de Chandigarh. © Germán

Samper.

86 Fotografía general de la exposición con las distintas salas, que tratan

cada uno de los temas. © Nicolás Galeano.

112 Tres fotografías que muestran el espacio destinado en la exposición

para el tema «Autocontrucción dirigida, vivienda productiva y ejerci-

cios sobre la densidad». © Nicolás Galeano.

130 Dos fotografías que muestran el espacio destinado en la exposición

para el tema «Vivienda baja de alta densidad y las agrupaciones». ©

Nicolás Galeano.

154 Tres fotografías que muestran el espacio destinado en la exposición

para el tema «Normas mínimas de urbanización y el modelo de las

redes alternas». © Nicolás Galeano.

182 Tres fotografías que muestran el espacio destinado en la exposición

para el tema «Recinto urbano». © Nicolás Galeano.

204 Dibujo de Germán Samper tomado del cuaderno 9, Cuaderno de cro-

quis, 1950-1953. © Germán Samper.

206 Fotografía del espacio de entrada a la exposición «Casa + casa

+ casa = ¿ciudad?». Al fondo, detalle del video del acto de inaugura-

ción del barrio La Fragua, perteneciente a la Fundación Patrimonio

Fílmico Colombiano. © Nicolás Galeano.

218 Fotografía de la exposición; en primer plano, el espacio destinado al

proyecto Las Brujas, en Envigado, y de fondo el destinado a «Normas

mínimas de urbanización y el modelo de las redes alternas». © Nico-

lás Galeano.

228 Fotografía de la exposición; en primer plano, el espacio destinado al

proyecto Ciudadela Real de Minas, en Bucaramanga, y de fondo el

destinado a «Normas mínimas de urbanización y el modelo de las

redes alternas». © Nicolás Galeano.

238 Fotografía de la exposición; en primer plano, maqueta de la Ciuda-

dela Colsubsidio en el espacio destinado al tema de Recinto Urbano

y Colsubsidio. © Nicolás Galeano.

248 Dibujo de Germán Samper tomado de sus cuadernos personales; en

el dibujo, interior de su habitación durante su estancia en Paris, julio

de 1952. © Germán Samper.

250 Fotografía de la sala de «Preguntas y retos de la vivienda en Colom-

bia». © Nicolás Galeano.

269 Dibujo de Germán Samper tomado del cuaderno 11, Cuadernos so-

bre arquitectura, 1952. © Germán Samper.

270 Afiche del foro: «Hacer ciudad en la ciudad, más allá de los macro-

proyectos» llevado a cabo el 18 de noviembre de 2011 en el Archivo

de Bogotá.

Page 293: Casa casa casa=ciudad

292 | Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda |

Nota:La mayor parte de las imágenes publicadas pertenecen a tres de los archivos consultados y están reseñadas al lado de cada imágen. Hay un breve número de imágenes que han sido extraídas de documentos, libros y revistas que también están reseñados. Se han hecho todas las gestiones posibles para identificar a sus propietarios de los derechos de autor; cualquier error u omisión accidental será corregido en las siguientes ediciones.

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| Fuentes de las imágenes incluidas en el «Panorama» (plegable) | 293

Las imágenes del panorama de la arquitectura de la vivienda del siglo XX fueron tomadas de:

Adrià, Miquel. Mario Pani: la construcción de la modernidad. México D. F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2005.

Amorin, Anália. «Paraisópolis: plan de desarrollo urbano 2010-2025 São Paulo, Brasil» en: Dearquitectura nro. 6. Bogotá: Universidad de los Andes, julio 2010.

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Archivos

Archivo Personal Samper

Archivo de Bogotá

FLC

Revistas

Architectural Review

Art Journal

Revista 2G

Revista Casabella

Revista Dearquitectura

Revista El croquis

Revista Escala

Revista Proa

Páginas web consultadas entre junio y noviembre de 2010

<http://laformamodernaenlatinoamerica.blogspot.com/2008/09/unidad-vecinal-miraflores-1950.html>

<http://laformamodernaenlatinoamerica.blogspot.com/2008/10/unidad-vecinal-matute-1952-1953.html>

<http://www.neavebrown.com/>

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Este libro se imprimió enBogotá (Colombia).

Mayo de 2012.

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GERMÁN SAMPER GNECCO (1924) es bogotano de nacimiento y arquitecto de profesión, graduado en la Universidad Nacional de Colombia en 1948. En su último año de carrera conoce al célebre arquitecto suizo-francés Le Corbusier, quien viene a la ciudad para ofrecer dos conferencias en el Teatro Colón. Pese al poco conocimiento del francés que para entonces tiene Samper, la presencia del maestro lo motiva a estudiar y a presentarse a una beca que lo lleva a París en 1949, donde toca la puerta del 35 rue de Sèvres para pedir trabajo: una verdadera osadía. Las puertas se abren y por cinco años trabaja en importantes proyectos que marcan esta segunda fase de aprendizaje que, en el caso de Samper, se da en un lugar excepcionalmente rico en experiencias y en proyectos de gran envergadura, reconocidos como la arquitectura y el urbanismo que revolucionan el siglo XX. Con Le Corbusier logra una cercanía generosa en lo profesional y en lo humano, un rasgo que, sin duda, marcará su vida porque, a partir de su regreso a Colombia en 1953, Samper inicia una carrera pródiga, tanto en lo profesional como en lo humano.

Por una parte, su vinculación como socio a la empresa Esguerra Sáenz y Samper, por cuarenta años le permite participar en una serie de propuestas que transformarán la ciudad colombiana, con grandes proyectos institucionales, públicos y privados, que son hoy en día los hitos de las principales capitales del país: Bogotá, Medellín y Cali. Un trabajo donde, como jefe de diseño (o de proyecto, diríamos actualmente), desarrolla toda una investigación en torno al uso del concreto armado en una zona de alto riesgo sísmico como Colombia, en compañía de los mejores ingenieros, incluyendo, claro está, al famosísimo Doménico Parma. Este trabajo de colaboración entre arquitecto e ingeniero deja algunas de las piezas arquitectónicas y de ingeniería más importantes del país, incluyendo las torres Avianca y Coltejer, el Pan American y el Museo del Oro, entre otros muchos.

No contento Samper con el éxito que su trabajo deja en la firma, emprende muy pronto otro proyecto fundamental en la construcción de la ciudad: la vivienda para familias de escasos recursos económicos. De la mano de su mujer, Yolanda Martínez, se embarca en una aventura casi igual de importante a la iniciada años atrás al ser padres, apoyar el primer proyecto de vivienda por autoconstrucción del país: el barrio La Fragua (1958). Es el inicio de un tema que sigue siendo, hasta la fecha, su principal obsesión: cómo ofrecer, desde la arquitectura, un tipo de vivienda que sirva también para resolver problemas de ingresos, es decir, lo que más adelante se conocerá como la «vivienda productiva», expresión que será acuñada por las Naciones Unidas.

Su interés por el tema de la vivienda pronto se verá relacionado con otro asunto: el urbanismo. Proponer barrios es proponer trozos de ciudad. Los trozos de ciudad, dependiendo de la escala, pueden ser, como en el caso de la Ciudadela Colsubsidio, verdaderos tratados sobre cómo enfrentar el problema de construcción de lo urbano. Samper construye su propia teoría, que toma de los discursos que aprende con Le Corbusier

Universidad de los AndesDepartamento de ArquitecturaCarrera 1.a núm. 18 A-70, bloque K, piso 2Tel.: (571) 332 4511 - 339 4949. Ext: 2484Bogotá, D. C. (Colombia)<http://arquitectura.uniandes.edu.co>

Ediciones UniandesCarrera 1.a núm. 19-27, edificio Aulas 6, piso 2Tel.: (571) 339 4949. Ext: 2133Bogotá, D. C. (Colombia)<http://ediciones.uniandes.edu.co>[email protected]

| MARCELA ÁNGEL | MARÍA CECILIA O`BYRNE | ca

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| casa+casa+casa=¿ciudad? GERMÁN SAMPER UNA INVESTIGACIÓN EN VIVIENDA

Marcela Ángel SamperMaster of Science in Architecture Studies, programa Arquitectura y Urbanismo, Massachusetts Institute of Technology (2002); arquitecta por la Universidad de los Andes (1983); profesora de cátedra y miembro del grupo de investigación Proyecto, Arquitectura y Ciudad del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes.

María Cecilia O’Byrne OrozcoDoctora por el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, UPC (2008); máster en Historia, Arte Arquitectura y Ciudad, ETSAB, UPC (1993); arquitecta, Universidad de los Andes, Bogotá (1988). Profesora asociada y directora del grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes.

y los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) y de las propuestas que a lo largo y ancho del mundo, durante los años sesenta a ochenta, critican precisamente esa manera de proponer la ciudad. En una de sus publicaciones, El recinto urbano, con sus dibujos de viaje, Samper expone cómo, a través de las experiencias de ciudades alrededor del planeta, ha logrado consolidar una teoría para afrontar el problema de la construcción de la ciudad desde la vivienda, investigación que ha sido ampliamente reconocida tanto nacional como internacionalmente.

En lo urbano, un proyecto importante que busca cómo el Estado puede ofrecer vivienda y servicios de tal manera que se pueda vencer a los urbanizadores ilegales ofreciendo alternativas a la población necesitada, es el trabajo interdisciplinario sobre normas mínimas de 1972. El modelo propuesto se desarrolla en varios proyectos en Ciudad Bolívar, asunto que no se ha logrado resolver hasta la fecha y que muy seguramente los urbanistas de hoy tienen en los estudios y proyectos de Samper un material todavía vigente y con respuestas para la ciudad.

El trabajo en la firma o en los múltiples proyectos de vivienda se acompaña con otras actividades a las que Samper también se entrega con fervor: participa en política, siendo concejal de Bogotá en tres periodos. Dedica una parte importante de su tiempo a la docencia, siendo, entre otros, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes entre 1956 y 1959. Después le resulta difícil combinar la docencia con la práctica profesional; sin embargo, nunca abandona la universidad. Una y otra vez acompaña talleres, clases y conferencias, principalmente sobre el tema de la vivienda en Bogotá. Asiste como jurado en proyectos de grado, asesora investigaciones como la que recientemente ha apoyado para las publicaciones y exposiciones de Le Corbusier en Bogotá, y no solo en los Andes, sino en muchas universidades del país y el exterior, Samper es una y otra vez invitado a explicar su obra y sus teorías sobre vivienda y ciudad. Y, por supuesto, hace algo que no es común en el gremio al que pertenece: Germán Samper escribe. La reflexión constante sobre su quehacer ha quedado impresa en libros, artículos, conferencias y entrevistas.

Con sus casi 88 años Samper es hoy una persona segura de su carrera, interesada en aprender de cada cosa que le llama la atención y dispuesta a compartir su saber con personas de todas las edades y condiciones. Un hombre que tiene el mejor de todos los premios que puede tener un ser humano en la vida: el amor y respeto incondicional de una familia que lo admira con devoción. Con ellos, de tanto en tanto, deja de lado su trabajo y con piano y guitarra dedican también un tiempo a su principal afición: la música. No son comunes, en el mundo de la especialización, personas como Germán Samper, quien donde ha trabajado ha dejado su marca indeleble. Este libro hace parte de los homenajes que durante 2011 y 2012 se le rinden al maestro.

Por María Cecilia O’ByrneAgosto de 2010

Entre el 26 de octubre de 2011 y el 29 de febrero de 2012 se lleva a cabo en el Archivo de Bogotá la exposición «Casa + casa + casa = ¿ciudad? Germán Samper: una investigación en vivienda», realizada a partir del trabajo efectuado por tres grupos de investigación de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes. Este libro es el catálogo de dicha muestra, donde se incluyen, a manera de artículos, las investigaciones que dieron base a la exposición, en los cuales se muestra una selección de proyectos de vivienda del arquitecto bogotano Germán Samper Gnecco (1924), aquellos donde estudian y proponen alternativas a la estructura y la conformación del espacio urbano de las áreas residenciales, particularmente las que se desarrollan con vivienda social y de estratos medios. Acompañan los proyectos de Samper un panorama sobre la situación mundial y local de la vivienda y la ciudad en el siglo XX y una reflexión sobre la situación actual de la vivienda social en Bogotá, revisando los problemas relacionados con la ciudad y la dificultad de las familias más pobres para acceder a un hábitat de calidad, tanto en lo privado como en lo urbano, enfocando los esfuerzos en identificar los principales retos que deben enfrentarse, con la convicción de que la realidad puede ser otra si se avanza en la dirección adecuada.

SECRETARÍA GENERAL