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    Gonzlez Casanova, Pablo. La construccin de alternativas.En publicacin: Cuadernosdel Pensamiento Crtico Latinoamericano no. 6. Buenos Aires : CLACSO, ConsejoLatinoamericano de Ciencias Sociales. Marzo 2008

    Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/casanova/casano.pdf

    Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de Amrica Latina y el Caribe de la Red CLACSOhttp://www.biblioteca.clacso.edu.ar/

    [email protected]

    http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/casanova/casano.pdfhttp://www.clacso.org.ar/bibliotecamailto:[email protected]://www.clacso.org.ar/bibliotecahttp://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/casanova/casano.pdfmailto:[email protected]
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    LA CONSTRUCCIN DE ALTERNATIVAS*

    PABLO GONZLEZ CASANOVA

    Socilogo mexicano. Doctor de la Universidad de Pars con estudios de especializacin en sociologa. Director delCentro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades (UNAM). Fue rector de la UNAM y presidente en dos

    perodos de la Asociacin Latinoamericana de Sociologa (ALAS). Conjug su desarrollo acadmico con un activocompromiso poltico junto a los movimientos sociales y otros sectores de la izquierda latinoamericana. Autor, entre otras

    obras, de: Sociologa de la explotacin (1969); Imperialismo y liberacin en Amrica Latina (1978); La democracia enMxico (1984); y Las Nuevas ciencias y las Humanidades. De la Academia a la Poltica (2005).

    Las creencias del pensamiento conservador ms culto en ningn caso han dejado de dialogar y coexistir con

    las nuevas ciencias. Es ms, en los proyectos de justicia social que no pretenden cambiar sino conservar alsistema capitalista, la unin del pensamiento neoconsevador y de las nuevas ciencias es indiscutible. En lasmedidas de justicia social reconoce formas de adaptacin del sistema y de sus mediaciones. Lo importante esque de esa unin de pensamiento conservador y las nuevas ciencias se desprenden tambin experiencias tiles

    para la bsqueda y construccin de alternativas.La construccin de alternativas por objetivos no slo supone comprender, incluir o intuir los paradigmas

    de las tecnociencias y las nuevas ciencias sino considera a stas como parte de la actual lgica del poder contrael que se lucha y en que se lucha. La vinculacin de las tecnociencias y la lgica del poder encierran vetas

    riqusimas, sobre todo cuando se piensa que cualquier proyecto alternativo tiene como prioridad un proyecto de justicia social y que tambin el sistema dominante posee importantes experiencias en la construccin de losproyectos alternativos para polticas de desestabilizacin contra los gobiernos que las emplean.

    Las experiencias de los proyectos de justicia social plantean algunas dificultades que afrontan las fuerzas

    alternativas cuando buscan construir un sistema en que las inequidades sociales disminuyan o se desvanezcan lomximo posible. Las dificultades aparecen en la historia de las polticas laboristas, de las polticas del EstadoBenefactor o socialdemcratas, en las del socialismo de Estado, o comunistas, y en las populistas o delnacionalismo revolucionario. Se dan en formas que varan de unos pases a otros y que son significativamente

    distintas en los pases del centro y la periferia del mundo, pues en sta sus caractersticas ms adversas tienden aacentuarse.

    En todo caso, los proyectos de justicia social plantean dos tipos de contradicciones que los modelos dedesestabilizacin registran con las categoras de las nuevas ciencias: uno es la amenaza a la acumulacin de

    excedente y al orden establecido del poder, esto es al sistema, que debe adaptarse al contexto y reestructurarse,o adaptarse y reestructurar al contexto. Ese primer tipo de contradiccin (que en el lenguaje sistmicocorresponde a un desequilibrio, o desajuste o conflicto) en el pensamiento crtico marxista se redescubre hoyen los intereses comunes de clase que unen a los empresarios, a los propietarios y a sus fuerzas poltico-militaresde apoyo contra las fuerzas y polticas que amenazan su propiedad y su poder, a las que tienen que mediatizar,cooptar, corromper, desarticular, debilitar o destruir. Ese primer tipo de contradiccin corresponde a lo que en el

    capitalismo clsico se perfil como una lucha entre los trabajadores y los propietarios. En pocas recientes aderivado en una lucha compleja que articula y redefine al conjunto del poder y la economa, a la produccin de

    valor y a la distribucin y transferencia del excedente en las empresas y las regiones, entre los complejos, lasclases, los estratos, y stos con elementos marginados o excluidos. De todos modos, los intereses de clase

    aparecen con gran claridad cuando un movimiento social amenaza la apropiacin del excedente, la acumulacin

    * El texto completo de la edicin publicada en este Cuaderno es parte de la antologa de Pablo Gonzlez Casanova, De la sociologadel Poder a la sociologa de la explotacin, Antologa y estudio preliminar de Marcos Roitman Rosenmann, Coleccin delPensamiento Crtico Latinoamericano editada por CLACSO Coediciones con PROMETEO editores de prxima aparicin. Las

    notas fueron renumeradas respecto de la versin original para facilitar su lectura en el marco de este suplemento.

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    de la propiedad y el dominio de los medios de produccin e insumo, de comercializacin y especulacin; o el

    poder de sus beneficiarios.El segundo tipo de contradicciones, de desajustes, desequilibrios o conflictos es el que se da en el interiorde las fuerzas alternativas y que los modelos de desestabilizacin utilizan de un manera mucho ms sistemtica yeficiente que el pensamiento conservador tradicional y su arte de emplear provocadores, o de dividir para vencercon una notable variedad de tcnicas de manipulacin y debilitamiento y destruccin, que aparecen en las

    doctrinas, guas y memorias de los polticos y los militares conservadores, particularmente cuando afrontanrebeliones e insurgencias; pero tambin cuando acometen procesos de expansin, conquista, anexin eintegracin1. El problema ha sido abordado a lo largo del pensamiento revolucionario y su expresin ms famosaes la de las contradicciones en el seno del pueblo. Aparece tambin en las reflexiones sobre la formacin defrentes y bloques histricos que unen fuerzas para luchar y construir un sistema alternativo o una poltica detransicin. Para el pensamiento conservador y para el alternativo, los modelos de desestabilizacin y guerra debaja intensidad, que provienen de las nuevas ciencias, son fundamentales para el pensar-hacer de los actores

    sociales. Estos pueden acercarse a las nuevas ciencias a travs de los modelos de desestabilizacin y de guerra,del conocimiento terico y prctico de los mismos. A un nivel de comprensin ms concreto o abstractonecesitan conocer el papel que juega su propio comportamiento en las computadoras, y las formas en que estprevista la redefinicin de cada uno de los actores en las pantallas. La posibilidad de nuevas creaciones histricas

    no previstas en los modelos es parte fundamental de la posibilidad terico-prctica del cambio histrico y de lacontinuidad de la historia. Pero esa creacin de una historia nueva se hace con una imaginacin-accin que

    parte de la historia acostumbrada y de las narrativas de la imaginacin-accin.En un libro notable Marcur Olson, de la Universidad de Harvard, registra las condiciones objetivas que

    dificultan el que se imponga la racionalidad colectiva del inters general y el bien comn. En su opinin esasdificultades convalidan la opcin racional que lleva a los individuos o grupos de individuos a apoyar sus interesesparticulares. El libro de Olson se inscribe dentro de la ideologa conservadora; pero no es slo ideologa.Corresponde tambin a la racionalidad con que las fuerzas dominantes aseguran y fortalecen sus dominios e

    intereses, y al imperio que alcanzan sobre las clases subalternas, sobre las naciones, los estados, las empresas,los mercados y los recursos naturales. El libro de Olson se titula La lgica de la accin colectiva. Bienes pblicos yteora de los grupos2. En l no aparece la lgica de las ciencias de la complejidad, sino la lgica conservadora quelas usa.

    El sistema dominante segn Olson distingue tres actores principales a los que jerarquiza por su mayor omenor inclusin y clasifica como: grupos privilegiados, grupos intermedios, y grupos latentes, o marginados

    y excluidos. Las tesis principales de Olson son dos: 1) que cualquier bien pblico o inters general requiere unatriple poltica de incentivos, de coercin y de represin; 2) que son de criticar, por idealistas, los proyectos

    alternativos de carcter pluralista o anarquista, pues es imposible que los grupos latentes (o las vctimas, losmarginados y excluidos del sistema) por s solos, o asociados a los grupos intermedios de trabajadoresorganizados manuales e intelectuales, o a las vanguardias radicales, se organicen para una accin coordinada... tan slo porque tienen una razn para hacerlo3.

    La posicin de Olson es conservadora; pero es exacta en la expresin de su realismo, del materialismo sinalternativa propio de los conservadores. Est equivocada como los conservadores al suponer que no hay

    alternativa; que otro mundo no es posible. Jrgen Habermas4 propone, en cambio, un camino acertado perotrunco para luchar por la solucin a los problemas humanos: junto a la visin liberal y conservadora de la

    democracia, sostiene la que llama democracia procesal, o democracia de los procedimientos, mediante la cual

    1 Harry Howe Ramson, Covert intervention, Peter J. Schraeder, 1992. Intervention intro the 1990s. U.S. Foreing Policy in the ThirdWorld, Boulder, Lynne Rienner, pp. 113-129. Schraeder (ed.), pp.131-151, 1992.2 Marcur Oslon, The Logic of Collective Action: Public Groups and the Theory of Groups, Cambridge Mass, Harvard University Press,1971.3Ibd., p.65.4Jrgen Habermas, Three normative models of democracy: liberal, republican, procedural, en R. Kearney y M. Dolley ediciones:Questioning Ethics: Debates in Contemporary Philosophy, Routledge, Londres, pp. 135-144, 1999.

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    los pueblos toman y hacen efectivas las decisiones que superan el particularismo, y encuentran los intereses que

    los unen en medio de la diversidad. Pero si Habermas tiene razn al privilegiar el dilogo y los procedimientosintercomunicativos para la toma de decisiones, y al enfrentar la lgica de los procedimientos a la razninstrumental, o a la sobrecarga tica de las elites que representan el bien, o a la sobrecarga estatista de lasposiciones liberales y sus demandas de eficiencia administrativa en la solucin de los problemas sociales, y podramos aadir a las posiciones revolucionarias que piensan en trminos de reforma o de toma del poder, en

    cambio sigue acordando una sobrecarga a la poltica dialogal y al poder generado por la comunicacin, sin incluirlos problemas ineludibles de la lgica de la seguridadde las comunidades y los pueblos frente a la guerra internay de baja intensidad, ni los problemas de la lucha por la moral pblica y con ellafrente a las acciones cvicas ohumanitarias de los ejrcitos y las oligarquas que cooptan y corrompen, y frente a las polticas clientelistas delos lderes y grupos que rompen la unidad de clases y de comunidades con concesiones especiales, paternalistas,humanitarias, tambin corruptoras. En todo caso el camino que propone Habermas es explorado con las prcticasque resuelven la ms amplia problemtica de resolver los conflictos internos a travs de los presupuestos

    participativos brasileos y los municipios autnomos zapatistas. Pero Olson nos interesa porque descubre comoconservador las mismas contradicciones ineludibles que los nuevos movimientos sociales descubren desde suliberacin, desde su autonoma, como rebeldes e insurgentes en busca de una alternativa democrtica y social osocialista.

    Olson refuerza y comprueba su tesis sobre la necesidad de la violencia en cualquier poltica redistributiva.Invoca la historia del movimiento obrero, particularmente en Estados Unidos. Podra confirmarla tambin con la

    historia de la Unin Sovitica y de su sociedad informal, como lo ha hecho Larissa Lomnitz5, o con la historia delos regmenes socialdemcratas, nacionalistas-revolucionarios, populistas y con la inmensa mayora de los

    comunistas. Es ms. La tesis de Olson se confirma viendo la forma en que la triple poltica de incentivos,coercin y represin es aprovechada por las fuerzas conservadoras para debilitar y destruir a las fuerzasdemocrticas, de liberacin y socialistas. Las fuerzas conservadoras estudian las contribuciones de los pueblospara manejarlos. El clientelismo tiende a surgir en cualquier gobierno popular, democrtico, socialista que busque

    disear y construir una poltica equitativa en una sociedad de recursos escasos. El radicalismo superior a lasfuerzas que se dispone tiende a surgir en cualquier movimiento contestatario e insurgente.

    El oportunismo y la negociacin o alianza con concesiones de principio y que debilitan a las fuerzas paraalcanzar los objetivos que se propone un movimiento democrtico, liberador o socialista causan tan graves

    estragos como la cooptacin y la corrupcin de individuos y grupos del movimiento. Al impulso que las fuerzasconservadoras dan a ese fenmeno se aaden los que inducen a los representantes y gobiernos a usar y abusar

    de los incentivos econmicos que el Che critica y de la coercin y represin que derivan en dictaduraspopulistas o proletarias, de nuevas oligarquas con sus jefes y burocracias. Impedir estas contradicciones al

    mximo posible implica una poltica de conjunto en que destaca Cuba. La necesidad de estudiar la experienciacubana en materia de contradicciones internas y externas, de intraclase o de interclase, va mucho ms all decualquier idealismo o ejercicio retrico. A partir de un planteamiento terico en que se reconozca que todas lassoluciones son contradictorias y que todas las contradicciones entran en proceso de negociacin es fundamentalcomo ha logrado Cuba, en ambos fenmenos, soluciones y negociaciones que mantienen y renuevan la lucha porla democracia, la liberacin y el socialismo.

    En cualquier movimiento liberador, democrtico y socialista aparecen coincidencias y rupturas dialcticasentre el pensamiento ms o menos radical de los participantes. La solucin a las luchas internas se an en medio

    de conflictos y negociaciones, de enfrentamientos y acuerdos, de agresiones y dilogos.Las coincidencias dialcticas se activan cuando los movimientos empiezan a construir un rgimen, una

    sociedad, una cultura o una poltica alternativa, democrtica, redistributiva, descolonizadora. En ese momento, los

    5 Larissa Adler Lomnitz, Informal exchange netwoks in formal systems: a theoretical mode, American Anthropologist, vol. 90, N11988, pp. 42-55. Edicin en espaol Redes informales de intercambio en sistemas formales: un modelo terico, Comercio Exterior, vol. 40, N 3, Mxico, marzo de 1990, pp. 212-220; Redes sociales, cultura y poder: Ensayos de antropologa latinoamericana ,

    Mxico, Miguel Angel Porra-FLACSO (1994), pp.135-166.

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    movimientos se topan con problemas parecidos a los que se enfrentan los gobiernos conservadores y liberales en

    las reformas sociales que les imponen los laboristas, los socialdemcratas, y que en la historia llamada post-colonial les impusieron los gobiernos nacionalistas, populistas, desarrollistas. Sindicatos o gobiernos reformistaso revolucionarios descubren la necesidad implcita de la coercin en los intentos de proveer bienes colectivos agrandes grupos6.

    La violencia represiva acompaa a los movimientos alternativos incluso cuando stos reconocen derechos

    como el de asociacin y el de huelga. La lgica de la resistencia y de la supervivencia los lleva a organizarse paraafrontar la violencia externa e interna, contra el pueblo y dentro del pueblo. No ven alternativa. El problema secomplica en muchos estados socialdemcratas o populistas porque a los sindicatos de trabajadores les enfrentansindicatos blancos, y para mantener la unidad sindical los lderes y sus grupos de apoyo recurren a coaccionescomo la clusula de exclusin. Los grupos de apoyo forman clientelas, y stas gozan de beneficios especialescon prestaciones y empleos. Los disidentes son excluidos de la comunidad y del empleo.

    Los problemas se agravan cuando la pobreza es mayor y es ms numerosa la poblacin de los pobres. Hay

    menos que repartir y ms a quienes repartir. Los sistemas de clientelas operan con grupos reducidosencabezados por sus respectivos lderes. Unos y otros se ven ms expuestos a la represin o a la cooptacin y ala corrupcin compartida.

    Las bases de lo informal y de lo inequitativo resurgen en la propia alternativa junto con racionalizaciones que

    dan pie a la autodestruccin de los movimientos laboristas, libertarios o justicieros de los pases de acumulaciny de los pases perifricos. Todos los miembros de las organizaciones obreras, campesinas o populares se

    convencen de que no se obtienen concesiones mayores o salarios ms altos, a base de pura persuasin moral ojurdica. Los pronunciamientos en ese sentido son abundantsimos.

    Los problemas de la cooptacin y la represin, de la corrupcin y el autoritarismo, del ultraizquierdismo y eloportunismo, requieren ms que la censura y el castigo, esfuerzos combinados de contencin y regulacin quedependen de la disciplina y la autodisciplina, del sentido de la vida y de los valores y de la pedagoga de esosvalores y ese sentido, con un reforzamiento sistemtico de la relacin o igualacin de las palabras con los actos.

    Todos los movimientos y gobiernos que luchan por los trabajadores, por una democracia universal, por elsocialismo y el comunismo, por la liberacin de las colonias formales e informales, se topan con el problema de laformacin de grupos de apoyo que exigen concesiones especiales, y son susceptibles de cooptaciones ycorrupciones. Esas polmicas y experiencias se dan en las organizaciones de los trabajadores, en las

    organizaciones de los pueblos y las naciones, y en las organizaciones de los ciudadanos. Los ciudadanos seinsertan en sistemas de mediacin y cooptacin individual y clientelar que operan en las elecciones, en los

    partidos y en los puestos de representacin popular, como en los parlamentos o los gobiernos locales,provinciales y nacionales dirigidos en formas unipartidistas o pluripartidistas. En todos esos casos, individuos y

    grupos hegemnicos fijan las normas de la seleccin de representantes y de concesionarios privilegiados. Laexperiencia se vuelve tanto ms dramtica cuanto la proporcin de poblacin no organizada es mayor, y cuantoms grande es su pobreza, su exclusin, su marginacin, su explotacin y desposesin.

    El problema no slo se da con los incentivos sino con la coercin y la represin. A los incentivoslegales y que se asignan segn reglas universales, se aaden los incentivos clientelistas y populistas que caenen el marco de las leyes con aplicaciones a grupos privilegiados en funcin de parentescos, vecindades, grupos

    tnicos, etc., o que quedan en el campo de lo ilegal con compaas colectivas e individuales. Con la coercin yla represin ocurre algo semejante: hay una que se da con reglas universales, y en ese caso su legitimidad

    depende de que la inmensa mayora de la poblacin las haga suyas en la legislacin y aplicacin, y hay formasde coercin y represin que no por ser legales pierden su carcter autoritario, y en que la ilegalidad

    acenta el problema en formas crticas. En uno y otro caso, a la legitimidad que les da a esas medias el apoyouniversal de la comunidad en que se aplican se aade otro problema relacionado con la pedagoga universalde los derechos humanos y sus contradicciones en la historia del capitalismo, del colonialismo, delimperialismo y del socialismo de Estado. La posibilidad de manejar estos derechos como propaganda

    6Ibd., p. 71.

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    descalificadora del enemigo slo se enfrenta a la de una pedagoga que se comprometa con esos derechos

    expresando su valor y que luche por ejercerlos en formas concretas y en situaciones especficas a sabiendasde que la solucin siempre ser contradictoria y de que en ella se tendr que tomar posicin responsable porcada actor colectivo o individual.

    El problema puede derivar en procesos contra-revolucionarios, particularistas, en que el discurso de laaccin colectiva y el inters general-democrtico, socialista, patritico se vuelva cada vez ms incoherente,

    aadiendo a la violencia lgica las contradicciones de lo formal y lo informal, de la tica solidaria que sepregona y de la que se practica, paternalista o populista; de la representacin social que acta y manda sinobedecer a los representados en los actos de concesin, de coercin y represin que se ejerce. En esosprocesos pueblos y gobiernos parecen regresar a los puntos de partida, slo que luchando ahora contra susexplotadores y opresores tradicionales y tambin contra los que se les sumaron y salieron de las propias filasde las vctimas, de las organizaciones de ciudadanos pobres, de trabajadores superexplotados y excluidos,de condenados de la tierra, de movimientos de pueblos colonizados. A los antiguos opresores se suman los

    liberadores cooptados y corrompidos, que no toman las decisiones con consulta y apoyo de las bases y queresuelven las contradicciones internas sin que las bases hagan suyas las soluciones por contradictorias quesean. Los procesos regresivos llevan a la formacin de grupos y lderes privilegiados que se insertan en lossectores medios y en las mafias, elites y oligarquas ampliadas. En nuestro tiempo esos procesos llevan a la

    recolonizacin transnacional y globalizadora en que se combinan las deudas adquiridas con el Banco Mundial yel Fondo Monetario Internacional, con los golpes militares y de cuerpos de elite entrenados en las escuelas

    especiales de la guerra sucia, o con los polticos modernos de las universidades de excelencia que realizan latransicin a una democracia de las minoras, con la libertad de comercio considerada como esencia de la

    libertad humana, y con las corporaciones y complejos militares-industriales-financieros reconocidos como losverdaderos soberanos.

    El problema adquiere nuevas caractersticas para los movimientos alternativos que se hallan en proceso deformacin desde fines del siglo XX, y a los que se aplican en forma creciente la guerra de baja intensidad y

    sus tcticas de reestructuracin del Estado global tanto en la periferia como en el centro del mundo. Lascoincidencias y diferencias entre el sistema dominante y el sistema alternativo se plantean de una maneradistinta con una guerra que incluye la negociacin y con un neoliberalismo que incluye la guerra. El debatesobre las alternativas se ve obligado a superar las propuestas maniqueas como reforma o revolucin, lucha

    pacfica o lucha violenta, participacin en el poder del Estado o toma del poder del Estado, estatismo osociedad civil. El proyecto alternativo plantea en todo momento, de una manera an incipiente, las simpatas y

    diferencias de un movimiento hecho de muchos movimientos. Las que parecen coincidencias con el proyectodemocrtico y con el proyecto reformista, son diferencias con el nuevo proyecto de democracia. Ninguna

    negociacin debe negociar los principios. Ninguna debe renunciar o restar fuerza a la autonoma de lasorganizaciones y las personas. El proyecto busca construir espacios con reformas que aumenten la autonomay satisfagan las demandas de grupos que no son particularistas ni discriminatorios o excluyentes. Frente a lasreformas y las revoluciones o con ellas postula la construccin de fuerzas autnomas en todos los territoriosy los sectores, en las organizaciones y las redes. Al mismo tiempo que la lucha contra el autoritarismo, contrala represin y contra la cooptacin de los movimientos alternativos y de sus dirigentes, plantea la organizacin

    desde la base de mdulos y redes, de pueblos, trabajadores, ciudadanos organizados que sean capaces decontribuir a la resistencia y construccin de las alternativas, con una poltica-moral articulada a los procedi-

    mientos para la toma de decisiones y para el monitoreo y auditora pblica de las acciones de los gobiernosciudadanos. Esa organizacin redefine las relaciones de los dirigentes y sus grupos de apoyo con base en el

    dilogo que encuentra los puntos de consenso y de inters general en el debate regulado. La lucha de clasesno aparece slo como una lucha entre propietarios de los medios de produccin y trabajadores, sino en lamedida en que las demandas de los ciudadanos, los pueblos y los trabajadores afectan los intereses de lasclases y complejos dominantes.

    Las contradicciones necesarias en que incurren los movimientos son objeto de una pedagoga-poltica-

    moral que en el caso de Amrica Latina tiene su mxima expresin en Cuba, en los movimientos populares de

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    los Sin Tierra y del Partido de los Trabajadores de Brasil, y en la insurgencia de los pueblos indgenas de

    Ecuador y de Mxico.Tras el perodo especial, a la cada del bloque sovitico, Cuba redefini el sentido de sus luchas y pasde ser la ltima revolucin del perodo anterior, a ser la primera del nuevo perodo: sus contribuciones terico-prcticas al triunfo del proyecto democrtico, liberador y socialista se enriquecieroncon el nfasis creciente enla democracia procesal y participativa y con el control de las nuevas contradicciones a que dio lugar el impulso

    del turismo en una amplia zona dolarizada que requiere una poltica muy difcil y original contra los peligros derestauracin psicolgica, cultural consumista que esa zona representa.

    Brasil contribuye al proceso con la redefinicin del partido de los trabajadores, que no es slo un partidoelectoral y parte del sistema poltico y del Estado, sino un partido sociocultural, capaz de organizar, desde labase, nuevos gobiernos colectivos que tomen decisiones en la distribucin del excedente presupuestal. Lascontradicciones de ese partido, de los gobiernos que encabeza, y de las soluciones que aporta, son de intersuniversal7.

    Los zapatistas y los pueblos indios replantean la redefinicin del mundo y de la sociedad desde suscomunidades, su cultura y su exclusin para construir alternativas que ni en el corto o en el medio plazo seproponen la toma del poder del Estado, o la participacin en los aparatos gubernamentales, sino presionarsobre ellos mientras construyen las comunidades y redes de comunidades sus autonomas, indgenas y no

    indgenas, potencialmente nacionales, regionales, globales, dispuestos tambin a enfrentarse con el mundoa la resistencia frente a las nuevas empresas colonizadoras del imperialismo asociado. La contribucin de los

    zapatistas a los nuevos movimientos sociales tiene una influencia y un reconocimiento universal7.A la radicalizacin y expansin de los nuevos movimientos alternativos se aaden reformulaciones cada

    vez ms agresivas del neoliberalismo de guerra. La nueva guerra, decretada por Estados Unidos enseptiembre del 2001, implica en escala mundial los modelos de la guerra de baja intensidad. Los movimientosalternativos cobran conciencia creciente y tienen cada vez ms informacin oficial al respecto y unpensamiento crtico que radicaliza sus planteamientos alternativos8. Saben que la guerra de baja intensidad

    no slo incluye las acciones militares sino las de dilogo y negociacin, no slo las de represin sino las deaccin cvica no slo las de terrorismo estatal o paraestatal, sino las de cooptacin, negociacin y corrupcinde lderes y grupos de base; no slo las de guerra con desalojos y masacres colectivas, sino las de guerrapsicolgica y viral, bioqumica y humanitaria, que acabe con la salud, la conciencia y la voluntad de individuos

    y colectividades, con su coherencia y su perseverancia, e incluso con su existencia. El problema del genocidioy del ecocidio se plantean con creciente agudeza en el campo de los hechos y en el campo del derecho.

    En medio de un cuadro mundial de intimidacin y terror, en que las fuerzas dominantes se niegan apreguntarse sobre la verdadera forma de acabar con el terrorismo, que no es otra que el cambio poltico

    negociado del capitalismo al socialismo democrtico respetuoso de la soberana y la autonoma de todos los pueblos ypersonas, las tecnociencias de la propaganda y de la guerra psicolgica anuncian un Imperio del Terror en elmundo, encabezado por el complejo militar-empresarial de los Estados Unidos. Invocan a Dios en forma ame-nazadora, y se presentan como representantes del Bien contra el Mal apoyados en los ms avanzadosaparatos de guerra. Olvidan todo lo que las nuevas ciencias tienen de positivo y creador, y se enrocan en laretrica falsamente newtoniana de que el libre mercado es una ley natural de la economa, y el Dios que ellos

    invocan la base de una nueva guerra de conquista patolgica que puede acabar con la humanidad sin acabarcon ellos (!). Su comportamiento es idntico al de todos los imperios decadentes que estn a punto de morir.

    Lo que los diferencia es el peligro obvio de que ellos mismos desaparezcan destruidos por las armas queconstruyeron para destruir a los dems9.

    7Ubiratan De Souza, L Budget participatif: lexprience du Rio Grande do Sul, Alternatives Sud, vol. VIII, N 2, 2001.Boaventura de Sousa Santos, Oramento participativo em Porto Alegre: para uma democracia redistributiva, en Boaventurade Sousa Santos (comp): Democratizar a Democracia. Os caminhos da democracia participativa, Ro de Janeiro, CivilizaoBrasileira, pp. 455559, 2002.8 Giovanni Arrighi, T.K. Hopkins y I. Wallerstein :Antisystemic Movements, Londres, Verso, 1989.9 Rmy Herrera, Georges Labica et al.: LEmpire em Guerre. Le Monde aprs le 11 septembre , Paris Temps des Cerises-EPO, 2001.

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    Las fuerzas alternativas buscan redefinir la inteligencia humana como una inteligencia capaz de superar a

    la inteligencia artificial y a la bestial. Al hacerlo por donde quiera que incursionan, encuentran a la democracia,al socialismo y a la liberacin como el nico camino para dar un sentido realmente humanista a las nuevasciencias y a las tecnociencias. La solucin va ms all de lo ideolgico y de las posiciones particulares.Corresponde a una posicin en que el humanismo slo puede realizarse como democracia, como liberacin ycomo socialismo. En ese compuesto o complejo, la autopoiesis o creacin de nuevas relaciones sociales tiene

    un atractor general: una democracia organizada en que la moral pblica triunfe frente a todos los intentos deintimidacin, corrupcin y cooptacin del neoliberalismo y de la accin cvica que manipula la guerra de bajaintensidad como nueva tirana, como nuevo imperialismo y como un nuevo capitalismo autodestructivo.

    La creacin de las relaciones sociales de una democracia organizada, con el poder de los pueblos paradecidir en materia de polticas econmicas, modos de dominacin y apropiacin, modelos de solucin deconflictos y logro de consensos, nuevos modelos de produccin y consumo, es un problema complejo deredefinicin de las relaciones de dominacin y acumulacin. Exige la organizacin del poder y los

    procedimientos intercomunicativos para la toma de decisiones por los pueblos, los trabajadores, los ciudadanosen una economa que elimine la obtencin y maximizacin de utilidades para la inversin y el gasto. Exige elrespeto a las autonomas del pensar, el creer y el hacer dentro del respeto general que en la prctica define yredefine los intereses universales. En esa prctica, el conocimiento de las nuevas ciencias y las tecnociencias,

    el de las grandes luchas por la liberacin de los pueblos, los trabajadores y los individuos, y el de la narrativa yel dilogo de cada pueblo, trabajador y persona, pueden sentar las bases de una meta principal: negociar con

    el capitalismo para que se desestructure sin destruir a la humanidad a sabiendas de que su nica alternativa aesa propuesta es que el capitalismo se destruya destruyendo a la humanidad.

    La victoria de los seres humanos es posible como lo es luchar por ella con toda la herencia delpensamiento crtico y del pensamiento tecnocientfico, a sabiendas de que no habr soluciones sincontradicciones, ni contradicciones sin negociaciones, ni luchas que enfrenten a la democracia, la liberacin yel socialismo en vez de combinarlas y articuladas con las prioridades, nfasis y adaptaciones que los tiempos y

    las fuerzas exijan. Unos darn ms importancia a un objetivo, otros a otro pero todos en uniones crecientes y nonecesariamente lineales, de ciudadanos, trabajadores y pueblos.