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Catarsisotoñal©2015,AndrésMontenegro

©EdiciónebookEditorialAmarante

Diseñoytratamientodigital:Dto.gráficoEd.AmaranteIlustracióndeportada:JavierA.Vidaurre

http://editorialamarante.es/EditorialAmarante.Abril,2015

ISBN:978-84-16214-73-0

***

AJustynayalasMusas,⼀⾯の焼野原、市松の浴⾐着た⼥が、たったひとり、

疲れてしゃがんでいた。

私は、胸が焼き焦げるほどにそのみじめな⼥を恋した。

おそろしい情慾をさえ感じました。

悲惨と情慾とはうらはらのものらしい。

息がとまるほどに、苦しかった。

秋。太宰治[1]Etjem'envaisAuventmauvaisQuim'emporteDeçà,delà,PareilàlaFeuillemorte.Chansond'automne.PaulVerlaine[2]Унылаяпора!очейочарованье!ПриятнамнетвояпрощальнаякрасаЛюблюяпышноеприродыувяданье,Вбагрецивзолотоодетыелеса,Вихсеняхветрашумисвежеедыханье,Имглойволнистоюпокрытынебеса,Иредкийсолнцалуч,ипервыеморозы,Иотдаленныеседойзимыугрозы.Осень.А.С.Пушкин[3]

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Índice

I.Cracovia,2013II.París,1913

III.Cracovia,2013IV.Tokio,1913V.Cracovia,2013

VI.SanPetersburgo,2013VII.Cracovia,2013

VIII.SanPetersburgo,2013IX.Berlín,1913

X.SanPetersburgo,2013XI.Praga,2013XII.París,2013XIII.Praga,2013XIV.París,2013XV.Madrid,2013XVI.Granada,2013XVII.Madrid,2013XVIII.Granada,2013XIX.Cracovia,2014

Notas

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I-Cracovia,2013Escriboparaquelaquimeradelovividoseconviertaenesarealidadimaginariamuchomásviva.LascallesdeCracoviase tiñendemelancolíasinremedio.Especialmenteesascallesdondenosepercibe siquiera el paso de un tranvía que arrope con su traqueteo el silencio de los árbolesdespojándose del ayer. Las primeras hojas pululantes, traen un viento indiferente, quedespiadadamentemegolpealasmejillas.HoymeencuentroconmiMusa,enelsueñodeunatardeotoñal.Unrendez-vousalas18:30enelKładka,elcafédondesueloiraescribirtodoslosdomingos.Ysinembargohoyesjueves.DecidíperdermeporelbarriodePodgórze,antesdeacudiramicitaconeldestino.Eltestimoniodeuncementerio,lascalleslabradasporlospasosdelpasadoylosedificiosroídosporsuhistoriaaún palpitante.Desde allí,me fui alejando poco a poco demi soledad.Y llegando a la altura delpuente Starowiślna, tuve la sensación de que una parte demí cayera río abajo, ahogándose en lacorriente del Vístula. Y sin embargo, no pude suponer que era aquello que algún día tendría queabandonarenaquellasaguas.Sólopudeintuir,esasimilitudentreelsuspirotaciturnodelostranvías,ylavidaquepasacomodescarriada.Descarrilada.De repente, una nube de burbujas procedente del fondo del Vístula, pasó flotando sobre miinsignificanteexistencia.Yelvientovorazmearrancóalgunaslágrimasinvoluntarias:presagiosdeunotoñoteñidodeenigma.Mástarde,cuandoestuveplantadosobreelpuenteOjcaBernatka,elpuentecontiguo,pudevermipropiasilueta todavíavolátil,cruzandoelVístulaentreaquellos tranvíasyburbujas, flotandoeneltiempo,reflectándoseenunasecuenciademimemoriaretiniana.Cerca de este puente; acostados dos barcos a la orilla. Siempre los mismos; esos dos conrestauranteabordo.Hoyabandonados.Ylaorillapareceotromundo,dondenohaymásrealidadquelaquepuedaacarrearnosunaráfagapasajera.Esunatardedesolada,enterradaenuncielodeceniza.AlguienpensaríaqueesextrañoqueaúnnomehayapreguntadocómoseríamiMusa.Sabíaqueerapelirroja y que por lo tanto tendría su carácter. Ella misma me lo había dicho: «Por cierto, soypelirroja.Tienesquesaberqueel colordemipeloafectamicarácter».Meadvirtióenunode susprimeros correos electrónicos. Era suficiente, no necesitaba adelantar ningún detallemás antes deverla.Preferíanopreconcebirninguna ideasobreella,ypermitirqueemergiera talcual,comounpersonajeimprovisado.LaMusateníaqueserdescubiertaespontáneamente.Y a diezminutos de nuestra cita, unmensaje suyome avisaba de que iba a retrasarse.Me sentíaliviado. Necesitaba más tiempo para ser consciente de aquel acontecimiento, todavía un pocodistantedemipercepcióndelarealidad.¿Peroquérealidad?Mepropuse absorber lomásposible su esencia denumen, e impregnarme almáximode toda lainspiración que pudiera aportarme. Se percibía un hálito particular en la densidad del aire: esalentitud del tiempo que nos hace captar todo de otra manera. El tiempome anunciaba un destinoazarosoqueseacercabaamarchasforzadas.Ylashojascaducas,merecordabanencadasuspiro,quemitiempoestabaenfuga.—Sindudasetratadeunencuentropredestinado.Nadaescasual—medije.Cuandoesperabafrentea lacafetería,viapareceruntaxial fondode lacalleMostowa.Entonces,notéquealguienveníaobservándomedesdelolejos.Eltaxiparóamispiesylapuertaseabrió.Mesonrió.Nosconocíamosdesdehacemuchotiempo,oporlomenosesafuelaimpresiónquetuvimos.Durante unos segundos, no hubo espacio para las palabras. Fue sólo cuestión de miradas. Esasmiradasquesignifican:«Yoati teconozco».Intentéempezarunaconversacióncualquieraantesde

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quenuestroruborfuerademasiadoobvio.—¿QuétalloestáspasandoenCracovia?—medirigíaellapronunciandopausadamentecadaunade mis palabras, comprobando si me entendía bien o no. Pensé que necesitaría un tiempo deadaptaciónhastaquepudierasentirsecómodahablandoenfrancés.Ensuscorreos,mecontabaqueenŁódź(laciudaddedondeellavenía),noteníamuchaocasióndepracticarlo.Segúnparece,esafuejustamenteunadelasrazonesporlasquemecontactóatravésdeInternet,ytambiénlaexcusaconlaqueaventurarseaveniramiencuentro.—Sí,bien,bien…,estoyencasadeunamigo…—dijounpocoentumecida todavía.Hablabaconmesuraysusojosvibrabandeinquietud,buscandoconfirmaralgo.Noséqué.Ladeabalacabezaymemirabadereojo,sinparpadearsiquiera.Yderepente…—Esmuycuriosaesaformademirarmequetienesdesdehaceunrato,tanmisteriosa—dejécaeren tono seductor. Se ruborizó. Sin duda era muy atractiva. Enseguida sentí su hechizohormigueándomelapiel—.Laverdadesquenoparecespolaca.Másbiendiríaqueeresparisina—comenté,intuyendoquelotomaríacomouncumplido.—¿Así?—volvióaenrojecerse.Noparabadeotearme.—Sí.Inclusotuestilodevestir.Muyparisino.Megusta.Despreocupadoperocongracia—seguíainquieta,abochornadapormispalabras,queporotroladonopretendíanserhalagos,aunqueellalocreyóasí.—¿Fumas?—explotódesesperada.Aquellapreguntalequemabaenlabocadesdehaceyaunrato.—Devezencuando.—Meentraronganasdefumar.—¿Noteimportaquemefumeuncigarroantesdeentrar?—No,claroqueno.—Surostrosealumbró.—¿Quieresuno?—Empezóarebuscarávidamenteensubolso,hastaqueporfinsacóunpaquetedeMarlboroblando.—¿Porquéno?—Meaniméafumarmeunpitillo.—Espera.—Alcanzóatirardelprecintodeplásticoygolpeólapartesuperiordelpaquetecondosdedos,elíndiceyelcorazón,dejandosalirtrescigarrillossobremimano.Despuésintentóguardareltercero,perosumanotemblabatanto,quenoatinabaaintroducirlo.—Teayudo—lapropusenadamásadvertirsuagonía.—Sí,toma,hazlotú¿Hasvistocómometiemblalamano?—Memostrabasumanotrémula.Yalehabíadadotiempoaencenderseunpitilloydarleunascaladas.—¿Tienesfrío?—Mepreocupéalverlatiritardeaquellamanera.—Estoy bien. Terminamos de fumar y entramos. Disculpa pero no podía pasar sin fumarme uncigarro.—Seguíaescudriñándome.Susojoscentelleabanunadudaincomprensibleparamí.¿Qué edad tendría? Por el aspecto límpido de su rostro, hubiera dicho dieciocho.Aunque ya noteníalamiradainocentedeunaadolescente.Supuestamente.Lacafeteríateníaesaluminosidadtenue,perfectaparaescribirunahistoriaquenosepuedeolvidar.A esas horas de la tarde, todavía era como nuestro universo privado. La presencia de una parejasentada en lamesa cercadel ventanal, noshizopercatarnosdequeno estábamos solos.Medio laimpresión de que nos habían estado esperando, incluso espiando. Noté cómo nos observaban.Mientras la chica cuchicheaba, el chico golpeaba sin pausa las teclas de su ordenador portátil,instalado sobre una mesa atiborrada de tazas de café. Se susurraban algo en secreto. ¿Algoconcernienteanuestroadvenir?¿Nuestraintimidadleídaenlospososdetantocafé?—Aunque habíamos quedado para tomar café, creo que me beberé una cerveza. —Necesitabadistendermeyescapardetodaaquellainfluenciadelreciéncaídootoño,quenocesabadeaturdirmedesdehaceunosdías.—Yonosuelobebercerveza,perometomaréunaparalaocasión—Asiatuvoganasdeprobaralgo

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inusual:¿Unacerveza?—Entoncesserándoscervezas.—Ydespuésdepasarporlabarra,intentamosbuscarunsitiodondesentarnos—.¿Dóndetegustaríasentarte?¿Prefieresaquí?—Aunquetodaslasmesasestabanvacías,de pronto fuimos incapaces de decidirnos—. ¿O quizás allí? —Y, como dos seres errantes,deambulamosdemesaenmesa.Creoquea losdosnos resultabaembarazosa la ideade tenerquesentarnos frente a frente.Por fin encontramosunamesaadecuadacercadeunpiano, enun rincóntamizadoporlaluztostadadeunalámparadepie.Unlugarperfectoparairdespojándonospocoapocodenuestropudor.Allínosesperabaunsillón,conladimensiónidóneaenlaqueamparar,eseimprescindible espacio donde posar el recato del primer encuentro. Nos sentamos lado a lado,evadiendonuestramiradahaciaelventanaldelfondo.Traselvidrio,untrajíndehojas llevadasenvolandasmurmurabanelfríodelacalle.—Nuncahevistouncolordepelocomoeltuyo.—Mequedéprendadodelbrillodesucabello—.¡Esprecioso!—Dependiendodelailuminaciónvacambiandoligeramentedetonalidad,mepercaté.Asia giró su cabeza hacia mí y sonrió. Arrastrado por una reacción involuntaria, no pude evitaracariciaralgunosmechonesquecaíandesdesufrente.Ellasesonrojótanto,quetuvoqueretirarlamirada,denuevohaciaelcristalfrígidodeaquelventanalintruso.—Es natural —bromeó toqueteándose con un gesto de coquetería fingida, tratando de esquivaraquelmomentodesofoco.—¿Algunodetuspadresespelirrojo?—Meatrapólacuriosidad.—No, ninguno. Es una cuestión genética. Ya sabes, algún gen perdido en el ADN. —Aquellaexplicación sonó como una incógnita indescifrable proveniente de la antigüedad y anclada en losconfinesdelaevoluciónhumana.—Ahora entiendo por qué en el sigloXVIII lasMusas preferidas de los pintores franceses eranpelirrojas. Renoir también se hubiera quedado impresionado con el color de tu cabello. Es tansugestivo.—Ellasonrióavergonzadaotravez,ymemiróintentandoindagaralgoquepudieradarleesaconfianzaquehacíaunratoestababuscando—.TienesmuchasuertedequetehayatocadoungencomoeseentuADN—lahiceelhalago,estavezintencionadamente.Pelirrojo no era la palabra adecuada para determinar el color de su cabello. Quizá preferiríadenominarlo cobrizo. ¿Opor qué no ámbar?Aquel color era tanmágico, tan sutilmente diferentedependiendodelailuminacióndelambiente.Esecontinuocambiodetonos,transparenciasybrillosdesumelena,emanabatalvivacidad,queempecéacreerquepudieratratarsedelavivaexpresióndealguna presencia sobrenatural. Era como si en aquel cúmulo de innumerables fibras capilares, sereflejara la belleza irradiada por la luminiscencia ámbar de algún ánima extraordinaria. —¿Noestaría frente a una Musa proveniente de otra época? —me pregunté admirado por aquellafluorescenciamusical—. ¿No se trataría acaso de la presencia de un espíritumágico que se habíareencarnadoenestamuchacha?EsunapenaqueabandonélapinturaalalejarmedeParís.—“Aki”(秋)—leí—.¿Tegustaelotoño?—pregunténadamásdescubrirelideogramajaponésdelotoñotatuadoenelanversodesumuñecaderecha.—Sí,esmiestaciónpreferida—musitócontimidez,comoquiendesvelaunapartemuyíntimadesí—.¿Conocíasestesímbolo?—mepreguntósorprendida.—Antes de vivir en París viví en Tokio unos años —respondí austero, sin querer profundizarmuchoenmipasado—.Tambiénesmiestaciónpreferida.—Deslicélayemadelíndicedemimanoderechaporel interiordesumuñeca, redibujandocadaunode los trazosdel ideograma—.¿Sabesqueestapartedelaizquierdasignifica“árbol”yladeladerecha“fuego”?—Seguíelrecorridodeaquellos trazos, y acariciédenuevo supiel desamparada—.Te llamaréAki.—Laexpresión en surostromeconfirmóquesesentíacomplacidaconaquelapelativo.

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—¿YquéhacíasenJapón?—Ahoraeraellaquienacusabasucuriosidad.—Nadaespecial.Trabajécomoescultorunaépoca,antesdededicarmealaescritura.¿Ytúporquéte tatuaste un símbolo en japonés?—pregunté enseguida, pretendiendo eludir lo antes posible suinterrogatorio.—Nolosé,perosiemprehetenidomuchointerésentodolorelacionadoconesacultura.—Adecirverdad,amedidaquenosíbamosconociendo,algoenellacomenzabaaevocarmelaimagendeunaMusa japonesa: su granmelena recogida hacía atrás, la línea de su cuello pubescente, o aquelloslargosmechonesatusandosufrentedepielláctea—.¿Ytúnotienesningúntatuaje?—mepreguntó.—No, no tengo ninguno. Prefiero meterme en la piel del artista, más que ofrecer la mía comosoportede laobra.Quizásmehubieragustadoser tatuador, aunquenuncamedioporaprender latécnica.—Tengootrosdostatuajes.—Memostróuntigreenelbrazoizquierdo.—Meencantaelmotivodeltigre.Creoquetevamuybien.—…Ytambiénestedelaespalda.Norecuerdocómosediceelnombredeestaflorenfrancés.—Segiróparamostrarmemejorelpaisajeensupiel,ornamentadadeamapolasportodalapartesuperiordelaespalda.—En francés se llaman «Coquelicots».—Llevaba un jerseymuy amplio (unas cuantas tallas porencimadelaqueseríalasuya),conuncuelloredondoyancho.Mepermitídescenderelcuellodeljerseyparaapreciar todoel tatuaje.Elestilodeldibujoeraminucioso,con finas líneasyen tonospastel:azulcicutayrojocereza—.Tambiénesmuybonito,sevequetienesbuengusto.—Nopudeevitar acariciar los pétalos de las amapolas. Tuve la tentación de deslizarme por su cuello, yprecipitarmehacialadelicadacaídadesushombros.Nopudereprimirme…Asiasedejóllevar.QueríavolverasentirelcalordelosdedosdeÁlex:elmismobrotedefervorquehabíatraspasadosupielcuandohacíaunmomento,sostuvosumuñeca,ytrazósobresusvenaselsímbolodelotoño.Intencionadamente,leofreciósuespaldadesnuda.LasmanosdeÁlexguardabanalgúnsecretoqueelladeseabaocultarenlosconfinesdesuepidermis.Álexacariciósuscervicales.Después hizo un cuenco con una mano y recogió su melena, como quien toma el agua de unmanantialpretendiendosaciarselased.Unintensoardorleinundóloslabiossedientos.Lafogosidaddelashebrasincandescentesempezóaquemarlelapalma.Nisiquierahabíanpasadounashoras,yyahabíansucumbidoanteeldeleitedelosroces.Latentacióndesatóunestremecimientoinsoportable.Yentonces,todaaquellaturbaciónterminópordesvanecersetrasuncrucedemiradas.Unaaureoladecomplicidad se quedó pululando en sus pestañas-mariposa. Se sonrieron sin remedio.Un vaho dedeseohabíacomenzadoaflotarentresuscuerposhumeantes.—Déjameimaginar.TúeraslaMusaperdidaeneltiempoyyoelpintorqueteinmortalizabaenellienzo.Ydenuevonosencontramosporazar,atrapadosenuna relacióneterna…—sedecíaÁlex,dejándoseembriagarporlainspiraciónqueAsialeprovocaba.Laparejadeespíasseguíaensumesa,tomandonotasdetodo.Descaradamente.—¿Nollevaspendientes?—constatédescubriéndolesusorejasmenudas,agazapadasdetrásdeunosmechones.—Notengoagujerosenlasorejas,perotengounpiercingenlalengua.—Abriósubocaamediasparaquepudieraapreciar.Ydepronto,sentícómounainsignificantebolitadeacerocaptabatodamiatención,de formaarrebatadora—.Antes teníacuatro.Teníaotroaquí,debajodel labio.—Se tocócon su índice en el lugar exacto—.Peroya se cerró.—Enefecto, noquedabaningún rastrode laperforación—. Ahora sólo me quedan tres. ¿Sabes dónde tengo los otros dos? —Una sonrisaacicaladaderuborseinsinuóentornoasuslabios.—No sé.—Simulé un gesto ingenuo. Claro que podía imaginarme dónde estaban los otros dospiercings.

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—No recuerdo cómo se dice en francés—me dijo señalándose con los índices cada uno de suspezones.—«Mamelon»—pronunciésaboreandocadasonido.—«Mamelon»—repitióelladegustándoloasuvez.Derepentetuvelaimpresióndeestarviendosuspechosdesnudos:suspequeñastetillasperforadascruelmentepordospunzones,y apresadas indefensamenteentredosbolitasdeacero. Inclusopudevermechupandosuspezones,endureciéndolospocoapoco,afuerzadegolpeárselosconlapuntadelalengua;jugandoatirardesusbolitasdeacero,atrapándolasentremislabiosyestirandoesetrocitode carne rosada todo lo posible, para después soltarlas súbitamente, haciéndolas rebotar contra lamasadesussenos.Primerounpezónyluegoelotro.Pocomáspudeoírsusgemidos.Laimageneratanclara,quesupequeacabaríacumpliéndose.Comosialvisualizarla,laestuvieraconvirtiendoenrealidad.

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II-París,1913DedéesaliódelaestacióndemetroymontóapresuradamentelapendientedelacalleMénilmontant.Llegabaconretraso.Lashojasdelosárbolesrevoloteabantrassupasofurtivo.DesdeeledificiodeapartamentosdelaruedelaGoutte-d’OrdondevivíaDedée,hastalaruedel’hermitagedondeAndrétenía su atelier, había un buen tramo: tenía que atravesar todo el distrito XIX y parte del XX.Afortunadamente,haceunañoabrieronlaestacióndeMetroMénilmontant.Andréyaestabaesperándola impacientemente.Queríaaprovecharalmáximo lashorasde luzdeldíay,adecirverdad,enundíaotoñalparisino,nohabíademasiadas.Lapaletadecoloresyaestabapreparada. Hace dos días consiguió el dinero suficiente para comprarmás pigmentos y aceite delinóleo.Graciasa laentregadeunencargoenelqueDedéeposabadesnuda.Otravezunodeesosencargos de estética pasada de moda que él detestaba tanto. Desafortunadamente, no tenía másremedioqueresignarse,yacertaraqueltipodepedidos.AquellanoeranimuchomenoslamaneraenqueAndré hubiera deseado interpretar la belleza deDedée: su concepción del arte no se limitabameramentealarepresentacióndelafastuosaluminosidaddesucabellocobrizo,oalainterpretaciónde las tiernas líneas de su carne suntuosa. No, claro que no. Todo eso no eran más que ideasconvencionalesdelarte.ParaAndré,másalládeesemundodepercepciónvisualoinclusotáctil;elarte,eralaunióndelartistaconsuMusafundiéndoseenunmomentoúnico,enunaobraeterna.Osea,lainmortalidaddeestosdosseres.Ytantoelunocomoelotro,Musayartista,loconcebíandeaquellamanera.Ysabíanqueenesedogmajustamente,residíaelverdaderosentidodesurelación,yeldesuexistencia.Ycomoencadasesión,esasensacióndeinmortalidaderaloquelosdosaspirabanexperimentar; ese sentimiento de que su alma se cristalizabapara siempre: «Cristalizarse», así eracomosereferíaDedéealmomentoculmenenelquealcanzaríaporfinlaverdaderainmortalidad.—Tecomprétabaco.Supusequeyanotendríasmás.—DedéeeramuyatentaconAndré.Nuncalefaltabanada.—GraciasDedée.Eresunángel.—Éllaabrazóybesósufrente.Otraveztuvolaimpresióndequeaquella sería la última vez. Siempre que la abrazaba, tenía ese sentimiento de que algún día iría aperderla.—Losientoporelretraso.Yasabesquetengoquecaminarunratodesdelaestación,ylapendientedelarueMénilmontantesuncalvario—dijocompletamenteexhausta.—Notepreocupes.¿Quieresunvasodeagua?—Andrélapropusosentarseydescansarantesdelasesión.—Gracias.Tambiénhetraídopan,quesoyvino.—Lemostróelcontenidodesuspaquetes,coneseademándealegríasencillahabitualenella.—¡Dedée,eresunsol!¿Pesabamucho?—Andréllegóconunvasodeagua—.Toma,bebeunpoco.—Ellalobebiócontantaavidez,quealgunasgotassederramaronporlacomisuradesuslabios,yAndrécomenzóabesarcadagotaqueresbalabaporsubarbilla,sindesperdiciarunasola.Después,suslabiosseperdieronenlapielempapadadesuMusa.—André,simebesasdeesamanera,nopodréaguantarunsegundomás.—Loslabioshambrientosde su amantedepredador ya se habían apoderadode su frágil cuello.Dedée cerró los ojos—.Porfavor,dejaquemeprepare.—Consiguiódesprendersedeéluninstante.Ella pasó al baño. La puerta entreabierta desvelaba el perfil de sus pechos livianos. Todavía leruborizaba tener que desnudarse frente al caballete; delante de todos aquellos pinceles, frascos ylienzos que la miraban ávidamente, ansiosos por pintarla. André la acechaba detrás del lienzo,imaginándose lacaptura,olfateandosupresadesde lo lejos:esearomaapiel lacadamezcladaconsemilla de lino. Ella levantó los brazos para recoger su melena rojiza. El arco de su espalda se

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acentuó, insinuando la silueta de sus nalgas libidinosas, delatando su vientre todavía infantil. Elmiembro del Minotauro se tensó súbitamente, y la presa sintió un escalofrío erizándola el pubisfloreciente.Lahabitaciónseahogóenunsilencioprofundo.Cuandoporfinlamusaseatrevióasalirdel baño, el Minotauro huyó a esconder su erección detrás del caballete. Un halo de vergüenzaenrojecía la piel deDedée, y de su cabello fulgía un incendio de cobre.A continuación,Dedée sepostrósobreuntapizpersaenelcentrodelestudioytomólaposturadeunahembradesprotegida,apunto de ser cautivada: la pose arrodillada, lasmanos entre susmuslos cincelados de tersura. Semostraba asustada, pero tambiéndeseosa.Ansiosa comounahembra en celo,mirabadeun ladoaotro,esperandolaaparicióndealgunabestiaquevinieraaposeerladeinmediato.Estoesunamuestragratuita.Sideseaseguirleyendoestelibrodeberácomprarlaversióncompleta

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Notasdelautor[1]Frentealcampoincendiado,solitaria:unamuchachaenYukatadeIchimatsu.Yyoconelpechocasiquemado,meenamorédeaquellapobrechica.Hastapudesentirunterribledeseosexual.Apetitosexualydramatismoparecenunacontrariedad.Sentítalsufrimiento,quecreíquesemeibaacortarlarespiración.DazaiOsamu.“Otoño”[2]YallímevoyAlmalvientoQuemellevaDeacá,allá.IgualquelaHojamuerta.PaulVerlaine.“Cancióndeotoño”[3]¡Tiempomelancólico!¡Tanencantadoralavista!Meplacetuhermosadespedida,Amoelprodigiosomarchitardelanaturaleza,Elescarlataydoradoatuendodelosbosques,Elmurmulloyfrescoralientoaforrajeenlosvientos,Yelcieloenvueltodenubesonduladas,Ylafaztersadelsol,ylasprimerasheladas,Yladistanciadelcanosoinviernoamenazador.ÁlexanderPushkin.“Otoño”