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Causalismo e interpretacionismo en la explicación psicológica: el caso del psicoanálisis Desde un punto de vista filosófico se discute el modelo psicoanalítico como forma de explicación científica. Como una extensión de la psicología popular, el psicoanálisis postula la existencia de creencias y deseos, y explica la conducta humana como interacción causal entre las creencias y deseos inconscientes. Como ciencia médica, el psicoanálisis debería estar comprometido con una visión realista de la etiología de las neurosis. Sin embargo, se argumenta que, al carecer el psicoanálisis de una teoría de la verdad, la recolección de datos y la posterior interpretación invitan a la arbitrariedad. En consecuencia, las interpretaciones tienen un valor meramente instrumental con miras a los resultados terapéuticos. El psicoanálisis, se concluye, conduce a una visión no realista de la psicología popular. psicología popular / explicación / causalidad / interpretación Causalism and interpretationism in psychological explanation: the case of psychoanalysis From a philosophical standpoint, the psychoanalytic model as a form of scientific explanation is discussed. As an extension of folk psychology, psychoanalysis posits the existence of beliefs and desires, and explains human behavior as a result of the causal interaction of unconscious beliefs and desires. If, as it is argued, psychoanalysis is a medical science, it ought to be committed to a realistic view of the etiology of neuroses. However, due to the lack of a theory of truth, the recollection of data and their further interpretation are beset with arbitrariness. Thus, interpretations have an instrumental value for therapeutic outcome. In sum, psychoanalysis is not committed to a realistic view of folk psychology. folk psychology / explanation / causality / interpretation Ricardo Braun Universidad de Lima Lima, Perú Persona 1, 1998, 95-117

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Causalismo e interpretacionismo en laexplicación psicológica: el caso delpsicoanálisis

Desde un punto de vista filosófico se discute el modelo psicoanalítico como formade explicación científica. Como una extensión de la psicología popular, elpsicoanálisis postula la existencia de creencias y deseos, y explica la conductahumana como interacción causal entre las creencias y deseos inconscientes. Comociencia médica, el psicoanálisis debería estar comprometido con una visiónrealista de la etiología de las neurosis. Sin embargo, se argumenta que, al carecerel psicoanálisis de una teoría de la verdad, la recolección de datos y la posteriorinterpretación invitan a la arbitrariedad. En consecuencia, las interpretacionestienen un valor meramente instrumental con miras a los resultados terapéuticos.El psicoanálisis, se concluye, conduce a una visión no realista de la psicologíapopular.

psicología popular / explicación / causalidad / interpretación

Causalism and interpretationism in psychological explanation: the caseof psychoanalysisFrom a philosophical standpoint, the psychoanalytic model as a form of scientificexplanation is discussed. As an extension of folk psychology, psychoanalysis positsthe existence of beliefs and desires, and explains human behavior as a result of thecausal interaction of unconscious beliefs and desires. If, as it is argued,psychoanalysis is a medical science, it ought to be committed to a realistic view ofthe etiology of neuroses. However, due to the lack of a theory of truth, therecollection of data and their further interpretation are beset with arbitrariness.Thus, interpretations have an instrumental value for therapeutic outcome. In sum,psychoanalysis is not committed to a realistic view of folk psychology.

folk psychology / explanation / causality / interpretation

Ricardo Braun

Universidad de LimaLima, Perú

Persona 1, 1998, 95-117

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En un trabajo anterior1, he presentadoy discutido de una manera general,algunos de los problemas que suscitauna visión no causal del interpreta-cionismo en la explicación psicológica.Mi objetivo fue demostrar que el inter-pretacionismo no es incompatible conel causalismo. Mi propósito en este tra-bajo es analizar filosóficamente el casoparticular del psicoanálisis. El psico-análisis, como teoría y terapia del com-portamiento humano depende conside-rablemente de los efectos de la inter-pretación. Puede, por lo tanto, consti-tuir una buena ilustración de cómo lainterpretación funciona en la expli-cación de la conducta. Pero, como es-pero demostrar, existen razones pode-rosas para dudar de que el psicoanáli-sis, como actividad interpretativa, pue-da generar explicaciones científicasadecuadas.

Lo que motiva este artículo es elhecho de que el psicoanálisis puede servisto como una extensión de la psi-cología popular (folk psychology en elvocabulario corriente de la filosofíaangloamericana)2. En efecto, el psi-

coanálisis postula la existencia de de-seos y creencias de una forma análogaa la que encontramos en la psicologíapopular. Pero, como intento mostrar, elpsicoanálisis no está comprometidocon una visión realista de la psicologíapopular. Al contrario, debido a su sin-gular método y la ambigüedad de susignificado, el psicoanálisis no propor-ciona explicaciones causales.

No voy a concentrarme en el análisisexegético de los trabajos de Freud sinoen los argumentos que subyacen a sutrabajo y a aquél de los practicantesactuales del psicoanálisis. Mucho de loque se ha discutido en filosofía concer-niente a la validez y condición científi-ca del psicoanálisis se ha limitado a laexégesis de los escritos de Freud. Peroesto es problemático, puesto que no essólo comúnmente sabido que Freudcambió sus puntos de vista acerca delpsicoanálisis varias veces y aún mantu-vo posiciones contradictorias, sino quesimplemente podría estar equivocadoen algunas de sus conclusiones. Tomara Freud como la medida de lo que escorrecto o incorrecto en el psicoanáli-sis, es argumentar falazmente por ape-

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1 “La explicación científica y el caso de la psicolo-gía”, investigación inédita. Código 5001C1996003,Dirección Universitaria Coordinadora de Inves-tigación Científica, DUCIC, Universidad deLima.

2 Para una introducción al tema de la psicologíapopular en español ver Broncano (1995). “El tér-mino ‘Psicología Popular’ denota así un cuerpode explicaciones y predicciones de la conductaque se caracteriza esencialmente por su apelacióna estados mentales con contenido –deseos, creen-cias, miedos, intensiones, intuiciones y, en gene-

ral, estados psicológicos construidos en términosproposicionales– como causas de tal conducta.Es una explicación típica de la Psicología Popularla de que Pedro llegó tarde a su cita con Manuelporque creía que habían quedado a una hora dife-rente. Es tal creencia la que, de acuerdo con laPsicología Popular, constituye la causa interna dela conducta de nuestro amigo” (Broncano, 1995,p. 246).

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lación a la autoridad, usando las creen-cias de Freud como evidencia en vez deevaluar la fuerza de los argumentos enlos que su posición estaba basada.

Antes de discutir los problemas de laexplicación psicoanalítica, en laprimera sección, proporciono lo queconsidero es el núcleo del psicoanáli-sis: las interacciones clínicas. En lasegunda sección describo los elemen-tos del psicoanálisis, considerado comouna ciencia clínica. La tercera secciónestá dedicada al análisis de la recolec-ción de datos. Finalmente, en la cuartasección, discuto cómo los datos soninterpretados. Mi objetivo es mostrarque el psicoanálisis no proporciona unaadecuada explicación causal. He prefe-rido concentrarme en aquellos argu-mentos que promueven una visión cau-sal de la explicación. Aparte de unabreve alusión, no discuto la posiciónhermenéutica a la que me he dedicadoen un trabajo anterior. En la discusión,incorporo a continuación ciertas evi-dencias empíricas. Estoy convencidode que mucho de nuestra discusiónfilosófica es inútil si dejamos de re-conocer algunas sugerencias de los es-tudios empíricos. Esto es particular-mente cierto en las discusiones sobre elpsicoanálisis en las que tradicional-mente se ha evadido la confrontaciónen la arena empírica.

EL NÚCLEO DEL PSICOANÁLISIS

Uno de los problemas que uno en-frenta al evaluar el psicoanálisis es queel psicoanálisis no es un cuerpo mono-lítico de conocimiento. Al contrario, sialgo ha caracterizado la historia delpsicoanálisis desde su creación hastanuestros días, es la constante contro-versia tanto de teóricos como de usua-rios. Y, sin embargo, debería haber unnúcleo fundamental de creencias quepueden ser identificadas y distinguidasde otros enfoques psicológicos. Se de-be tener en cuenta que la evaluación dela situación del psicoanálisis dependeráde las presuposiciones que se tenga delnúcleo de contenido del psicoanálisis.Por ello, es importante mantener unavisión lo más general posible sobre losconceptos y prácticas que caracterizanel psicoanálisis de hoy, para evitarmostrar una facción particular comorepresentativa del conjunto completode creencias que constituye el psico-análisis.

En un congreso reciente (Roma,1989), el tema más importante de laagenda era la preocupación sobre elfuturo del psicoanálisis. Los psicoana-listas presentes se preguntaban siemergerían nuevas divisiones (o di-soluciones), o si habría una reunifi-cación gradual y una reintegración dela inmensa diversidad y pluralidad3. Lo

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3 Véase la Conferencia Presidencial de Robert Wa-llerstein en el Congreso Internacional de Psico-análisis en Roma, 1989, en Wallerstein (1990).

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que parece incontrovertible es que losdiferentes sistemas teóricos psi-coanalíticos –de Klein, egopsicológico,objeto-relacional, por mencionar algu-nos– tienen una implicancia en elmarco explicativo y la práctica clínica.Y, sin embargo, las personas que traba-jan bajo esos sistemas se llaman a símismas psicoanalistas. En medio de taldiversidad, es apropiado preguntarsepor los cimientos de lo que propia-mente pertenece al reino del psi-coanálisis. Puesto que no ayuda tomarla postura de “todo vale” o que cual-quier cosa que tenga que ver con lomental pueda ser construido como psi-coanálisis.

En su trabajo “¿Un psicoanálisis omuchos?”, Wallerstein sugería que elcamino para salir de esta paradoja eravirar de la diversidad de lealtadesteoréticas al común denominador deltrabajo clínico (Wallerstein, 1988).Ciertamente, esta posición está confir-mada con los influyentes trabajos depsicoanalistas como Shafer (1976),Klein (1976) y otros que han abando-nado mucho de lo más ortodoxo de lametapsicología freudiana y se han con-centrado en las interacciones clínicas.De acuerdo con esta visión, el psi-

coanálisis debe limitarse a las formula-ciones de los conceptos derivadosdirectamente de las confrontaciones yexperiencias con pacientes, la llamada“teoría clínica de la experiencia cer-cana” (Klein, 1976). Por más novedosaque parezca esta postura, se parecemucho a la visión del núcleo del psi-coanálisis que tenía Freud, tal como locuenta en su historia del psicoanálisis:“Toda línea de investigación quereconozca estos dos hechos (transfe-rencia y resistencia) y los toma como elpunto de partida de su trabajo tiene elderecho de llamarse psicoanálisis”(O.C. XIV, p. 16)4. La dinámica de latransferencia (y contratransferencia) yresistencia es uno de los ingredientesfundamentales del ambiente clínico encualquier forma de psicoanálisis. Yesto no debería ser sorpresa. Desde suscomienzos, el psicoanálisis ha estadodirectamente relacionado con la prácti-ca clínica. Aparte de algunos ejemplosque Freud sacó de su propia experien-cia5, el psicoanálisis fue pensado para– y también fue resultado del– trabajo

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4 Utilizaré la abreviación O.C. (obras completas)para referirme a la reconocida edición inglesa(Standard Edition) del Institute of Psycho-Ana-lysis.

5 El locus classicus es el recuento del mismo Freudy la interpretación del llamado “sueño de Irma”(O.C., IV, pp.106-121).

Anteriormente, Wallerstein (1988) había mostra-do su preocupación por el mismo asunto. Cf. tam-bién Rangell (1988).

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clínico6. Aun cuando se reconocía lasconsecuencias de la teoría psicoanalíti-ca en muchos campos de la investi-gación, en 1913 Freud resumía el con-tenido del psicoanálisis de esta manera:“El psico-análisis es un procedimientomédico que busca la cura de ciertas for-mas de enfermedad nerviosa (las neu-rosis) a través de una técnica psicoló-gica” (O.C., XIII, p. 165).

Aun asumiendo, por hipótesis, que elcomún denominador del psicoanálisises el conjunto de interacciones clínicasen los consultorios, no se puede decirque haya un consenso en la teoría quesubyace a estas interacciones. Algunosconsideran que a pesar de lo común deestas interacciones, es en el entornoclínico en el que “aparecen las profun-das y potencialmente irreconciliablescontroversias” (Wallerstein, 1990, p.8). Pero, a pesar de todas las discrepan-cias, el psicoanálisis todavía utiliza(con diferentes grados de énfasis) algu-nas de las técnicas tradicionales di-señadas por el mismo Freud, a saber: eluso de sueños, la asociación libre y ladinámica de la transferencia y contra-transferencia. Como se dijo en el men-cionado congreso, los psicoanalistas

aún creen que este conjunto de técnicasproporciona el medio para la recolec-ción de datos, y para traer el alivio a losdisturbios psíquicos que adolecen suspacientes7. El énfasis puesto en el tra-bajo clínico y no en la empresa teóricaha devenido en una disociación entre lateoría y la técnica derivada, a tal puntoque algunos practicantes ni siquiera en-dosan teoría alguna. Muchos psicoana-listas actuales prefieren reconocer unaignorancia teórica y prefieren admitiruna posición más pragmática: “No soyun teórico, soy un clínico en ejercicio”(Wallerstein, 1990, p.12).

La discusión que sigue toma en con-sideración el núcleo del psicoanálisiscomo el presentado8. Por lo tanto, elanálisis debe enfocarse en el éxito delpsicoanálisis como una ciencia clínica,lo que se traduce en la evaluación de laprofundidad de las explicaciones de laetiología del comportamiento patológi-

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6 Una minoría todavía considera que el psicoanáli-sis es una psicología general, es decir, aplicable atodo el sistema de la personalidad, a las interac-ciones interpersonales y a las capacidades psico-lógicas. Para una crítica de esta posición verEdelson (1988, Parte I).

7 Wallerstein comparó los informes presentadospor tres psicoanalistas que provenían de diferen-tes perspectivas teoréticas. Fundamentalmente,encuentra que las técnicas básicas mencionadasson usadas por los tres analistas. El problema,como veremos, no es el uso de la técnica, sinocómo los datos pueden ser recolectados cuandohay tantas discrepancias al detalle que producen,literalmente, diferentes datos. Para una perspecti-va similar acerca de técnicas comunes ver Miller(1988, p. 666) y Eagle (1983, pp. 44-45).

8 He tratado de poner las diferentes visiones delpsicoanálisis bajo un común denominador, pero,como veremos luego, estas diferencias profundi-zarán aún más los problemas del psicoanálisis co-mo una explicación psicológica.

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co y la eficacia de sus terapias. Estodeja fuera la evaluación de la metapsi-cología que, para algunos analistaspracticantes, es superflua y dañina9.

EL PSICOANÁLISIS COMO CIENCIA

CLÍNICA

Aquellos que escogen la identifi-cación del psicoanálisis como unaciencia clínica hacen un compromisocon un modelo causal de explicación.En un modelo médico, las personas en-fermas son el foco de la investigación yel objetivo fundamental es la iden-tificación de las causas que produceuna enfermedad particular. El segundoobjetivo es la reducción o supresión dela dolencia del paciente a través de unaterapia apropiada. La identificación delas causas, presumiblemente, deberíadar alguna luz sobre los posibles cami-nos hacia la cura de la enfermedad. Pe-ro no es así siempre.

En efecto, el conocimiento de las cau-sas de una enfermedad no se refleja ne-cesariamente en el resultado positivo dela terapia. Es posible identificar las cau-sas y ser incapaz de hacer mucho paracurar la enfermedad, como ocurre en

nuestros días con la epidemia del sida.Tenemos razones poderosas para acep-tar la etiología del sida y, sin embargo,no tenemos una cura efectiva contra elmal. Pero en el caso del psicoanálisis, elmétodo y los conceptos que ocurren enel entorno clínico están fundamental-mente dirigidos a obtener un resultadoterapéutico positivo. El que Freud se hu-biera decepcionado con los resultadosde su terapia y disminuyera su énfasisen el tratamiento médico, es otro asun-to10. Aún más, algunas veces en la his-toria de la medicina no hay una relaciónnecesaria entre la teoría y la prácticaterapéutica. Pero en el psicoanálisis, unoesperaría que la evidencia del resultadoterapéutico diera alguna luz a la esferateórica, e, inversamente, la metodologíade recolección de datos –es decir, labúsqueda de causas– debería ser partede la cura11.

Independientemente de la persuasiónteorética, los psicoanalistas creen quela acción terapéutica es el resultado dela interpretación, en otras palabras, el

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9 Metapsicología, de acuerdo a Freud, es la des-cripción que emplea los aspectos dinámicos, to-pográficos y económicos del proceso psíquico.En otras palabras, en una descripción metapsico-lógica hay tres conceptos psicológicos que entranen juego: fuerzas, sistemas y energía, cada uno deacuerdo a sus respectivos aspectos. VéaseEdelson (1988, p. 114) y Macmillan (1997, pp.524ss).

10 La decepción de Freud se puede leer en sus últi-mos escritos en los que prefiere llamarse “analis-ta” a lo que en su trabajo temprano llamó “doc-tor” (Nash, 1989, p.329).

11 Freud escribe lo siguiente: “... el paciente sufre deuna suerte de ignorancia, y si uno remueve esaignorancia dándole información (acerca de laconexión causal entre la enfermedad y su vida,acerca de su experiencia en la infancia, y así suce-sivamente) debiera recuperarse. El factorpatológico no es la ignorancia en sí misma, perola raiz de la ignorancia son sus resistencias inter-

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objetivo de la interpretación es pro-ducir cambio (Edelson, 1988, p. 78 ySchwaber, 1990, p. 229). Pero, ¿qué eslo que hay que interpretar y cómo lainterpretación puede tener impacto enla cura de la enfermedad?

Si reducimos el núcleo del psicoaná-lisis al entorno clínico, entonces, lossíntomas neuróticos y sus síntomasacompañantes tales como los sueños yactos fallidos, deben ser el fenómenoprincipal que se quiere explicar, si hayalgo que explicar.

Las explicaciones de los síntomasneuróticos pueden ser pensadas comouna extensión de nuestra psicologíapopular puesto que se explica utilizan-do entidades tales como la creencia y eldeseo. La extensión ocurre porque seintroducen creencias y deseos no cons-cientes que son olvidados por la psi-cología popular. Análogamente a lapsicología popular, el psicoanálisisexplica ciertos comportamientos comoresultado de las interacciones –omayormente conflictos– de creencias ydeseos. Pero, a diferencia de la psi-cología popular, que descansa en pre-

suposiciones racionales del compor-tamiento, los deseos y creencias noconscientes no operan en una formaordenada, esto es, usando un silogismopráctico (Wollheim, 1993, p. 95). Losdeseos y creencias no conscientesoperan de una forma que origina lo queFreud llamó “vacío de conciencia”(O.C., I, pp. 228-229). Precisamenteson estos vacíos inexplicables lo queconstituye el dominio del psicoanálisis.

El psicoanálisis, como la psicologíapopular, asume que los estados men-tales tienen contenido, pero algunoscontenidos son inexplicables porque noparecen tener una conexión causal conotro contenido o contenidos a los que elsujeto tiene acceso consciente. El tra-bajo del psicoanálisis es mostrar que ladiscontinuidad en la conexión causalentre los contenidos causales es debida,o bien a los conflictos o dilemas, o biena los esfuerzos del agente para resolveresos conflictos o dilemas. De acuerdocon el psicoanálisis clásico, los conflic-tos o dilemas son el resultado de losdeseos múltiples, que compiten almismo tiempo y en el mismo momentopor su satisfacción. El problema es quealgunos de esos deseos son incompati-bles –mutuamente exclusivos– o losrecursos –organísmicos o ambientales–son limitados para su satisfacción. Unindividuo pretenderá resolver estosconflictos y dilemas, pero es improba-ble que su esfuerzo sea totalmente exi-toso. En tanto el problema esté bajocontrol del estado consciente, habrá

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nas; son ellas las que produjeron la ignorancia, yla mantienen. La tarea del tratamiento consiste encombatir esas resistencias. Informando al pa-ciente de aquello que no conoce porque lo hareprimido es uno de los preliminares del trata-miento” (O.C., XI, p. 225). Debe anotarse, sinembargo, que Freud no garantizaba la remociónde la patología con el solo hecho de proporcionarinformación causal de los patógenos de la aflic-ción.

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conexión causal, aun cuando traigafrustración o miseria. Todo esto esparte del comportamiento normal.

Pero hay otros conflictos y dilemasque, al fracasar el esfuerzo de soluciónconsciente, son eliminados de la esferaconsciente y pasan a ser inaccesibles ala conciencia. Esos problemas estánallí y puesto que no son conscientes, nopueden ser objeto de una evaluación decontenido –para una solución poste-rior– por parte del agente. La lucha porla solución continúa pero a nivel fuerade la conciencia. La persona no sabepor qué se comporta o se siente comolo hace, puesto que las conexionescausales de la vida diaria no son lasmismas que se usan para pensar y pla-nificar. Allí es cuando la persona seencuentra con los vacíos de conciencia.La miseria –el comportamiento neu-rótico– es el precio que se paga por laincapacidad de encontrar una soluciónadecuada.

El tratamiento del comportamientoneurótico involucra explicar los vacíoscausales en la vida mental conscientedel paciente. En otras palabras, el obje-tivo del psicoanalista es hacer inteligi-ble las creencias y deseos que elpaciente encuentra incomprensible. Yla manera de hacerse consciente–insight en la jerga psicoanalítica– escomprendiendo los contenidos de esascreencias y deseos. Aquí es donde laintepretación tiene lugar. De acuerdocon el método psicoanalítico –tan ge-neral como pueda pensarse– el analista

trata de establecer o asignar significadoa los datos recibidos. A través de ello,los conflictos y dilemas inconscientesson traídos a la conciencia y ese ejerci-cio supone un efecto terapéutico (O.C.,X, pp. 120-121)12. Veamos cómo fun-ciona la interpretación psicoanalítica.

LOS DATOS DE LA INTERPRETACIÓN

El método básico del psicoanálisispara recolectar datos es la asociaciónlibre. Se le pide al paciente que asocielibremente cualquier palabra o idea quese le viene a la mente. El paciente, sincontrol ni inhibición, permite que lasasociaciones fluyan libremente y, conla ayuda del analista, alcanza la metade comprender el significado de sucomportamiento. Puesto que Freud eraun determinista, vio la cadena de aso-ciaciones no como algo azaroso, sinocomo los pasos naturales hacia elinconsciente (Orbach, 1995, p. 41).

En un modelo médico, los datos sonesenciales para la comprensión de laenfermedad. Aparte de cualquier con-sideración de eficacia terapéutica,prácticas médicas estándares, talescomo la diagnosis y la posible progno-sis, dependen de la identificación de las

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12 Freud nota, sin embargo, que no hay garantía deéxito con cada esfuerzo interpretativo: “El éxitoterapéutico, sin embargo, no es nuestra meta prin-cipal; buscamos, más bien, permitir al pacienteobtener un alcance de los deseos inconscientes”(ibíd.). Pero parece un ejercicio ocioso para el pa-ciente si no se va a obtener algún beneficio tera-péutico.

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causas de la enfermedad. Análogamen-te, uno esperaría cierto grado deconfiabilidad en la recolección dedatos en el entorno psicoanalítico,puesto que los datos son la ruta hacia lacausa de la enfermedad mental. Pero,como espero demostrar, éste no pareceser el caso en el psicoanálisis.

Antes de discutir algunos problemasde la recolección de datos, quisieraexpresar mis dudas acerca de los muyconocidos argumentos de Adolf Grün-baum que cuestionan la validez de losdatos provenientes de las asociacioneslibres (Grünbaum, 1984). A pesar delas acusaciones de inexactitudes histó-ricas de sus trabajos (Nash, 1989;Richardson, 1990; Sachs, 1991; Levy,1996), Grünbaum ha insistido reciente-mente en que “la atribución del éxitoterapéutico a la remoción de las repre-siones no sólo fue, sino es hasta nues-tros días, el solo sustento de la supues-ta habilidad de las asociaciones libresde los pacientes para certificar lascausas” (1992, p. 24). Quiero tocar dospuntos aquí. Mucho de lo queGrünbaum sostiene se basa en su lec-tura de Freud13. Esto no es algo que

quiero comentar en este trabajo, aun-que los estudiosos de Freud sostienenque no hay consistencia en su pen-samiento. Pero, como mencioné ante-riormente, el desafío de Grünbaumacerca de la validación de las asocia-ciones libres debería estar dirigido almismo método, como un método dediagnosis. Los efectos terapéuticos sondeseables, pero no deberían dependernecesariamente de las asociaciones.Freud podría haber creado un métodobrillante para descubrir el inconscientee identificar patógenos, y, al mismotiempo, ser incapaz de encontrar lacura para la aflicción. Creo que el desa-fío al psicoanálisis tiene que procederde forma diferente.

Los argumentos que utiliza Freudpara validar la creencia de que losdatos obtenidos de la asociación libreconducirá hacia los síntomas neuróti-cos son, en el mejor de los casos, unaopinión de un clínico. Y desde el tiem-po de Freud ha habido pocos estudiosque hayan revisado la objetividad yvalidez de la asociación libre(Macmillan, 1997, pp. 566-568)14.Consideremos lo que Freud sostiene ensus Conferencias introductorias sobrepsicoanálisis cuando se refiere a los

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13 Grünbaum sostiene correctamente que Freud de-fendió la relación entre éxito terapéutico e identi-ficación de los presumibles patógenos de las neu-rosis utilizando la asociación libre, pero no en to-dos los casos. De la evidencia del éxito terapéuti-co, en algunos casos, Freud generalizó la confia-bilidad del método (Grünbaum,1992, p.25).

14 Hasta este momento estoy concentrándome en laasociación libre como método para recolectardatos, y no en su interpretación, que discuto pos-teriormente.

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datos de la asociación libre producto deun sueño:

La primera cosa que le ocurre al so-ñador está destinada a traer aquello queestamos buscando. Es un hecho que esoes lo que le ha ocurrido a ese hombre ynada más... puede ser probado que laidea producida por el hombre no eraarbitraria ni indeterminada ni desconec-tada con lo que estamos buscando(O.C., XVI, p. 106).

Pero, desafortunadamente, no hay talprueba. ¿Cómo sabemos que lo que vi-no a la mente del paciente está causal-mente conectado con el inconsciente?Queda claro del pasaje la creencia quetenía Freud en el determinismo. Recu-rrir al determinismo lleva a la infalibili-dad, puesto que cualquier cosa que elpaciente diga puede ser tomado comoprueba de una inferencia causal. Sinembargo, intuitivamente, uno podríapensar que algunas de las respuestas dela asociación libre podrían estar deter-minadas por otros procesos aparte delos inconscientes. Por ejemplo, siem-pre es posible mentir (en el sentido deuna aceptación consciente de falsedad).¿Deberían contar las mentiras volun-tarias como muestras del inconsciente?Si es así, ¿hasta que punto?

En el caso “Dora”, encontramos otroejemplo de la visión de Freud sobre lainevitabilidad del determinismo in-consciente. Después de negar la suge-rencia de Freud de que ella se habríaenamorado de su padre, le contó aFreud la historia de una niña que queríaque su madre muriera para que pudiera

casarse con su padre. Freud anotó losiguiente:

Tengo el hábito de considerar las aso-ciaciones tales como ésta, que trae alfrente algo que está de acuerdo con unaaseveración mía, como una confirma-ción del inconsciente de lo que hedicho. Ningún otro tipo de “Sí” puedeser extraído del inconsciente; no hay talcosa como un inconsciente “No” (O.C.,VII, p. 57)

A este comentario añade en 1923 unanota a pie de página que aclara el puntoque estoy discutiendo:

Hay otra forma muy notable y entera-mente fiable de confirmación del in-consciente, que no había reconocidocuando esto fue escrito: a saber, una ex-plicación de la parte del paciente de “Nopensé eso” o “No pensé en eso”. Estopuede ser traducido directamente a: “Sí,yo era inconsciente de eso” (ídem).

Sí significa sí, y no, ¡sí tambien! Ensus escritos posteriores Freud recono-ció el problema de la infalibilidadcuando caracterizaba la situación conel dicho: “Cara, yo gano, sello tu pier-des”. Aun cuando trató de minimizar elenfoque dogmático de los datos15, que-da la sospecha de que en la recolecciónde datos, hay pocas esperanzas dedesconfirmación de datos.

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15 En Negación, muestra su preocupación acerca delsignificado de “no”. Más que un simple desacuer-do con el analista, un “no” puede significar que elpaciente quiere reprimir el contenido de una ideaen el inconsciente. Negar un pensamiento esequivalente a decir: “Esto es algo que preferiríareprimir” (O.C., XIX, pp. 235-236).

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Las asociaciones libres parecen cues-tionar el mismo fundamento del psico-análisis, el determinismo, puesto que¿cómo podemos dar cuenta de la dife-rencia entre determinantes y asocia-ciones? Cuando se le pregunta a un pa-ciente por una serie de asociaciones,¿cómo puede el analista seleccionar lasrespuestas como resultado de las cau-sas de la neurosis de las asociacionescon cualquier cosa? Freud llegó tanlejos como sugerir que aún las asocia-ciones con números escogidos al azarpodrían conducir a las ideas que causa-ban los síntomas neuróticos (O.C., VI,pp. 250-251). Un hecho que es comúnes que los analistas influyen en el tipode asociaciones que terminan produ-ciendo sus pacientes. Y, no debería sor-prender, sus asociaciones tienen unasemejanza muy cercana a la posturateórica de los analistas (Eagle, 1983, p.38). Como Zubin comenta irónica-mente: En las asociaciones libres, lospacientes freudianos informan tenersueños freudianos, los pacientes jun-gianos, sueños jungianos, y los pobrespacientes rogerianos, ¡no tienen sueñoalguno! (Zubin, citado en Macmillan,1997, p. 584). En algunos pasajes,Freud no tenía mucho reparo en creardatos en nombre del beneficio terapéu-tico. En el caso del “Pequeño Hans”,leemos:

En un psico-análisis, el médico siempreda a su paciente (algunas veces enmayor y en algunas veces en menorgrado) las ideas anticipatorias cons-

cientes con cuya ayuda él [paciente]puede estar en la capacidad de recono-cer y captar el material inconsciente.Puesto que hay pacientes que necesitanmás de tal asistencia y otros que necesi-tan menos (O.C., X, pp. 104-105).

Pero, nuevamente, debido a su deter-minismo Freud tiene la confianza deque tal intervención lleva inevitable-mente al inconsciente. Así, dice:

La información que el médico da alpaciente se deriva a su vez de laexperiencia analítica; y empero, es sufi-cientemente convincente si, aun con elprecio de la intervención del médico,nos es permitido descubrir la estructuradel material patógeno y simultánea-mente disiparlo (ídem.).

Claramente, para Freud la influenciade las asociaciones por parte del ana-lista quedan descartadas. Pero esto últi-mo no puede ser probado, es simple-mente un dogma.

Se podría replicar que en la ciencia,las observaciones nunca están libres dela influencia de una teoría, por lo tanto,uno esperaría que los datos estén colo-reados por las convicciones teoréticasdel analista. En un sentido, esto pareceser cierto. Se diseñan experimentos pa-ra probar las ideas de uno. Pero hay unadistinción importante. A diferencia delpsicoanálisis, en otros ejemplos en laciencia hay un esfuerzo por presentarlos datos de un modo tal que pueda ha-ber acuerdo en algo tan básico como elhecho de que un fenómeno realmenteocurrió. Consideremos la medición deldesplazamiento de las estrellas duranteun eclipse como prueba de la relativi-

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dad general. La medición hecha en1919 debía falsear la teoría gravitacio-nal de Newton. Pero los datos eran su-ficientemente transparentes como paraprobar o no la teoría: de acuerdo a Eins-tein, las estrellas debían estar despla-zadas el doble de lo predicho por la me-cánica newtoniana. Los datos se pre-sentaron de tal manera que podrían ha-ber sido recolectados por cualquiera in-dependientemente de sus conviccionessobre cualquiera de las dos teorías enjuego. Aun cuando las observacionesno fueran de ninguna manera ideales16,éstas favorecieron las expectativas rela-tivistas. Y los datos subsiguientes, talescomo la observación del efecto del co-rrimiento al rojo de la luz provenientedel sol, reforzaron las primeras obser-vaciones. En el caso del psicoanálisis,en contraste, los datos posteriores noparecen cuestionar ninguno de los an-teriores. Parte de la explicación se debea la opacidad de los datos que estimulancualquier interpretación (Eagle, 1983,

p. 40). Y otra parte es que no hay formade verificar los datos independiente-mente de la persuasión teórica. En estesentido, no podrían haber experimentosdoble-ciego en un entorno psicoanalíti-co, puesto que para recolectar los datos,uno debe presuponer la hipótesis que sequiere probar. Y, para repetir lo que hedicho anteriormente, sería muy difícildeterminar si los datos están provinien-do del paciente o si están siendo gene-rados por el analista a través de su in-fluencia.

INTERPRETACIÓN DE LOS DATOS

Como vimos anteriormente, el psi-coanálisis depende de la interpretación,tanto para explicar la causa de las neu-rosis como para los efectos terapéuti-cos. Algunos psicoanalistas consideranque la interpretación es aún más impor-tante que los datos que se observan. Enesta sección me ocuparé del problemageneral de la validez de la inter-pretación.

Interpretación aquí se refiere al usoque hacen los psicoanalistas de losdatos traídos de la asociación libre.Asumiendo el modelo de la psicologíapopular de creencias y deseos, el psi-coanalista interpreta los datos para de-velar el contenido –el llamado con-tenido latente– que a su vez causa ladolencia del paciente. Al develar elcontenido de los deseos inconscientes,los analistas esperan llenar los vacíosarriba mencionados. Esto es lo que, deacuerdo con el psicoanálisis, da inteli-

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16 Las observaciones produjeron una serie de placasque se consideraron inutilizables. Sólo una partede los datos fueron finalmente usados para las in-terpretaciones. La razón fue que, debido a lascondiciones climatológicas, algunas de las placasno mostraron las estrellas que se estaban buscan-do. Es verdad que hay un proceso discriminatorioen todas las observaciones, pero está motivadopara disminuir la ambigüedad. Para mayores refe-rencias del problema de la medición del desplaza-miento de las estrellas véase Earman & Glymour(1980).

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gibilidad o significación al fenómenomental que, de otro modo, no tendríasentido.

Validación de las interpretaciones

Una nota que ha caracterizado el psi-coanálisis desde el principio ha sido lafalta de reglas metodológicas para larecolección y procesamiento de los da-tos. El mismo Freud se opuso a unaaproximación de tipo libro de textopara la interpretación, y se fiaba más enla experiencia del analista. Y esa apro-ximación es básicamente la misma enla actualidad. Considérese lo que ocu-rre en el proceso de la asociación libre.A pedido del analista, el paciente co-mienza a nombrar todas las ideas quese le vienen a la conciencia, digamosde sus sueños. El analista –supuesta-mente manteniendo una atención sus-pendida de opinión– debe tratar de jun-tar las piezas y construir una historiaque eventualmente deberá llenar losvacíos causales. Pero, ¿cómo deberíaproceder el analista cuando está inter-pretando? ¿Deberá parar el flujo de da-tos o deberá dejar que fluya indefinida-mente? Seguramente debe haber unadiferencia en la interpretación si es quehay más o menos elementos para unir.Se podría argüir que algunas asocia-ciones son irrelevantes o redundantes.Pero eso sería una cuestión de gustopersonal en el mejor de los casos.Puesto que, si se es consistente con eldeterminismo, nada de lo que elpaciente produce es azaroso, entonces,

¿cuántos datos se necesitan para pro-ducir una interpretación válida? Estoúltimo es muy importante porque nadaimpide que hechos y sentimientosexpresados por el paciente sean ignora-dos por el analista. Como diceGlymour, sin reglas, el intérprete “tieneen su poder... obtener asociaciones quepueden caber en una historia plausiblede cualquier tipo específico que quieratener el intérprete” (1983, p. 62). Por lotanto, no habría criterios para evaluarla validez de interpretaciones en com-petencia. Varios estudios parecen con-firmar esta conclusión.

Lakin y Lebovits encontraron quecomparados con otros psicoterapeutas(eclécticos y centrados en el cliente),los psicoanalistas interpretan hechosaislados de sus pacientes de maneramás arbitraria. Para los analistas, pocoshechos eran necesarios para generardiferentes interpretaciones, al puntoque habían algunas interpretacionesdiametralmente opuestas. De hecho,los psicoanalistas eran más propensos atolerar asociaciones mutuamente con-tradictorias y menos preocupados porla posibilidad de equivocarse. Más aún,en lo que respecta a la etiología, losanalistas estaban en desacuerdo acercade los factores causales, y la especu-lación era más la norma que la excep-ción: para uno era “deprivación tem-prana”, para otro, “una madre hostil yrechazante”, y para otro, era “un padredistante e indiferente” (Fisher &Greenberg, 1978, pp. 390-396). Uno

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podría explicar tales diferencias en lafalta de entrenamiento y práctica delintérprete, como algunas veces ocurreen la ciencia médica. Sin embargo, re-cientes estudios prueban todo lo con-trario. Por ejemplo, Cutler et al. com-pararon psicoanalistas experimentadosy poco experimentados y encontraronque había mayor acuerdo en lasintepretaciones hechas por el grupocon poca experiencia (ibíd., pp. 397-407). Si fuéramos a juzgar el psi-coanálisis desde un modelo médico, ladisparidad en la evaluación de los fac-tores etiológicos, ¿contribuiría enalgún sentido a la mayor comprensiónde la enfermedad? Aun cuando asu-miéramos que la búsqueda del mayorfactor causal involucrado en el desa-rrollo de una enfermedad no es unatarea fácil, no parece razonable endosaruna metodología que invita aldesacuerdo en cosas básicas. Además,no existen guías para diferenciar entreinterpretaciones válidas e inválidas, nohay forma de decir cuáles interpreta-ciones están en el camino correcto ycuáles fuera de lugar. Si no hay unaforma de identificar una interpretacióncorrecta, el veredicto final es dejado enmanos del practicante. Esto sólo puedellevar a la creencia de que hay algunos“expertos” que no fallan. El problemaes que en la pseudociencia es conocidala habilidad de muchos “expertos”.Hay numerosos ejemplos en la historiade la ciencia que atestiguan la presen-cia de algunos con “manos de oro”,

cuyos experimentos funcionaban sólocon ellos. Estos casos resultan fre-cuentemente en fraude17.

Entonces, ¿por qué no dejar la valida-ción de la interpretación en manos delpaciente? Despúes de todo, el pacientedebería ser capaz de reconocer loseventos interpretados como algo que élha experimentado. La confirmación ono confirmación podría ser deducida obien del reporte verbal o bien del com-portamiento del paciente. Pero estotampoco funcionaría, porque nos en-contramos una vez más en el círculo deconfirmación que el analista controla.Si el paciente confirma la interpreta-ción bien podría tomarse como un me-canismo de defensa, digamos, confor-midad con el analista. Si el paciente re-chaza la interpretación puede ser toma-da como una interpretación falsa o co-mo una resistencia a revelar los conte-nidos de su inconsciente. Esta incerti-dumbre nos lleva al siguiente problemarelacionado.

El problema de la verdad en elpsicoanálisis

Cuando un analista interpreta datosuno presume que lo que está haciendoes revelando lo que realmente ocurrióen la vida del paciente. Intuitivamentese asumiría que para que algo causeuna enfermedad, debe ser algo real. Por

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17 Cf. Collins y Pinch (1993, Cap.1).

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lo tanto, se esperaría que la interpreta-ción debería proporcionar un informede los acontecimientos como realmenteocurrieron.

Este modo de visualizar la tarea de unanalista es considerado por algunos crí-ticos como una forma de “realismoingenuo” (Hanly, 1990, p. 375). Loscríticos del realismo ingenuo preferi-rían no tener un compromiso de verosi-militud entre la interpretación y aque-llo que ha causado la neurosis del pa-ciente. En cambio, sostienen que la re-construcción psicoanalítica de la vidadel paciente no tiene por qué ser ver-dadera. Lo que cuenta como una buenainterpretación –y no una interpretaciónverdadera– es su coherencia, su con-sistencia interna y la inteligibilidadnarrativa. De acuerdo con esta perspec-tiva, el psicoanálisis no tiene nada quever con explicaciones causales sinocon la construcción de narrativas. Co-mo se puede inferir, las narrativas nocorresponden a nada, y son juzgadas,quizás, por su persuasión o por su be-lleza interna.

La motivación detrás de esta perspec-tiva es comprensible. Parte de la razónestriba en que se puede obtener benefi-cios terapéuticos en ausencia de unabúsqueda causal. Pero el éxito terapéu-tico puede deberse a otros factores.Otra razón para cuestionar la verosi-militud es el hecho de que para cual-quier persona lo real es cómo un even-to es sentido y cómo es percibido. Pue-de darse el caso de que un evento no

tuvo lugar en el mundo y, sin embargo,una persona puede creer que ocurrió. Yesta situación podría constituir un pa-tógeno. Por tanto, es importante espe-cificar la noción de evento psicológico,especialmente cuando éste conduce aun comportamiento neurótico18. Peropensar en eventos mentales en unaforma diferente no justifica el aban-dono de la búsqueda de las causas rea-les. Si disolvemos el problema de laverosimilitud, cualquier historia esigualmente aceptable por derecho pro-pio. Aun cuando ha habido esfuerzospor tener criterios para juzgar narrati-vas, no habría forma de distinguir entrela explicación y la persuasión19. Y estotiene una consecuencia práctica. Lasnarrativas pueden ser tan flexibles quepueden acomodar cualquier interpreta-ción de datos, y, de ese modo, confir-mar principios que son considerados

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18 Este pensamiento está fundamentado en la críticaque hace Nash de la concepción de evento mentalde Grünbaum. Grünbaum considera que un even-to que nunca tuvo lugar no podría ser unpatógeno. Y parece que cuando se refiere a even-tos tiene en mente el mundo externo. Nash, creoque correctamente, nos indica que “un patógenopuede ser una idea”. Preguntarnos si las ideasrealmente ocurren es una pérdida de tiempo, diceNash, porque parece que, a veces, causan unmontón de problemas (Nash, 1989, pp. 334-335).

19 Spence ha tratado de proporcionar tales criterios.Pero su “criterio estético de verdad” es solamenteeso, una apreciación de la belleza de la recons-trucción que evade ser verdadera o falsa. Cf. Roth(1991, p.183).

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contradictorios por diferentes psico-analistas. Y, correlativamente, si no hayforma de juzgar narrativas –aparte de lavaguedad de la inteligibilidad– se vuel-ven inmunes a la crítica.

Cuando se deja la pregunta de la ve-rosimilitud, no hay una búsqueda depor lo menos una aproximación de loque realmente ocurre en la vida de unapersona. Y esto último importa porquehay varias consecuencias. Primero,como una ciencia médica, el psi-coanálisis debería explicar qué es loque causa una enfermedad, no sólo porrazones terapéuticas, sino también porrazones preventivas. Conociendo lascausas de un comportamiento nodeseado, podemos tomar medidas paraprevenir que ese comportamiento ocu-rra. Pero, si las explicaciones supuestasadmiten elementos de ficción, no pa-rece haber una comprensión real de loque tiene lugar en una persona. Segun-do, el desarrollo de una teoría tiene queestar basado en hechos que puedan serde alguna manera empíricamenteprobados.

Cuando Freud interpretó el sueño del“Hombre Lobo” lo hacía bajo la presu-posición de que el paciente en una edadtemprana de hecho fue testigo de quesus padres tenían relaciones sexuales.La conexión entre sus padres teniendosexo y su sueño con lobos no era acci-dental. Al contrario, el “Hombre Lobo”buscó ayuda porque tenía una fobia porlos lobos, y esa fobia, de acuerdo conFreud, era debido al temor que tenía el

paciente por su padre. En su sueño, supadre había sido reemplazado por ellobo, que estaba en una posición erec-ta, asemejando a su padre cuando esta-ba teniendo relaciones sexuales. ParaFreud era claro que la escena sexualtenía un efecto patogénico y afectó eldesarrollo sexual del “Hombre Lobo”(O.C., 17, pp. 29-47). Presumiblemen-te, la teoría psicoanalítica del desarro-llo sexual y de los deseos conflictivosde contenido sexual deben haber tenidoorigen en la experiencia clínica deFreud. Si las interpretaciones no hu-bieran tenido semejanza con lo querealmente ocurrió, no habrían tenidopropósito alguno en la construcción dela teoría.

No sostengo que la pregunta por laverosimilitud sea fácil, especialmentecuando nos referimos a los procesosinconscientes. Pero, queda en el psi-coanálisis el peso de la justificación dela explicación de esos procesos. Laverificación de tales instancias obvia-mente exige un esfuerzo en la búsque-da de causas. Pero si no hace el esfuer-zo, las explicaciones que pueda ofrecerel psicoanálisis serán meramente histo-rias que incluyen ilusiones y nega-ciones de la verdad. Podrán ser histo-rias muy coherentes, pero, como apren-demos en lógica, así como un argu-mento puede ser válido pero falso, unanarrativa puede ser coherente perofalsa también.

Algunos psicoanalistas han tratado deofrecer una visión más realista y causal

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de la explicación20. Pero estos esfuer-zos se enfrentan a métodos que en últi-mo término no están comprometidoscon un enfoque causal y, por lo tanto,están destinados a fracasar.

Interpretación y terapia

Dije anteriormente que en un modelomédico, los resultados terapéuticos nonecesariamente cuestionan los infor-mes etiológicos. En el psicoanálisis,sin embargo, hay una estrecha relaciónentre la teoría y la terapia. La interpre-tación no es un fin en sí mismo cuandoestablece el significado, sino que tienela función de poner al frente lo incons-ciente para producir un efecto terapéu-tico. En este sentido, la efectividad dela terapia psicoanalítica tiene unarelación con la validez de la inter-pretación. El problema es que pareceno haber una relación entre una inter-pretación correcta y el resultado de laterapia. La interpretación sólo tiene unvalor instrumental.

En los últimos años Adolf Grünbaumha venido cuestionando la terapia psi-coanalítica basado en una supuestapostura de Freud. De acuerdo aGrünbaum, Freud está comprometidocon la proposición de que “la correctacomprensión por parte del analizado dela etiología de su aflicción y de ladinámica inconsciente de su carácteres, a su vez, causalmente necesario pa-ra la conquista terapéutica de su neuro-sis” (1984, pp. 139-140). Más tarde,Grünbaum identifica un pasaje en elque Freud sostiene que “los conflictos[del paciente] sólo serán resueltos y susresistencias vencidas si las ideas antici-patorias que se le dan correspondencon lo que es real en él” (1984, p. 138).Grünbaum llama a este razonamientoel “argumento de correspondencia”21.Si Freud se suscribió a este argumentoo no, es asunto que compete a los eru-ditos, pero parece razonable pregun-tarnos si debería haber una conexiónentre una buena interpretación y unresultado terapéutico exitoso. En elnúcleo de la demanda de Grünbaumestá la intuición de que una inter-pretación que está diseñada para calzarcon el paciente y sus circunstanciasdebería ser más beneficiosa que unainterpretación que no lo fuera. Es obvioque los psicoanalistas no pueden ofre-cer la promesa de la felicidad, y que laconcientización producto de una inter-

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20 Uno de tales esfuerzos es representado porEdelson, quien respondiendo a Grünbaumreconoce varios problemas a los que se enfrentael psicoanálisis al tratar de dar una explicacióncausal y sugiere que el método debe ser revisado:“Grünbaum tiene toda la razón... de mantenerseescéptico a la realización de tal programa o que sise toma esa dirección se corrija algún día losdefectos en los fundamentos del psicoanálisis queél ha identificado. Aquí, por supuesto, sólo eltiempo lo dirá. Pero, a mis colegas, les sugieroque empecemos con esperanza” (1988, pp. 276-277). 21 El nombre en el original inglés es “tally argument”.

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pretación correcta no puede garantizarsiempre una cura. Pero, ciertamente, nopodríamos esperar que cualquier inter-pretación diera el mismo resultado. Siasí fuera, entonces otros factoresdeberían ser responsables del resulta-do. Es por esto que Freud, preocupadopor la contaminación de la sugestión,pensó que las curas que no eran resul-tado de una interpretación correcta noserían permanentes y que los conflictossubyacentes y no resueltos conduciríanal desarrollo de nuevos síntomas(Fisher & Greenberg, 1996, p. 219).Sin embargo, los resultados empíricossugieren que los contenidos de lasinterpretaciones no están estrictamenteligados al resultado terapéutico22.

De acuerdo con el “argumento de lacorrespondencia”, esperaríamos queuna interpretación fidedigna deberíaresultar, al menos, en una reducción dela ansiedad. La evidencia indica lo con-trario. Interpretaciones falsas o ambi-guas que pueden aplicarse a cualquierpersonalidad son aceptadas entusiasta-mente por individuos que creen queson específicamente exactas para ellos

(Fisher & Greenberg, 1996, p. 239).Aún más, este efecto impredeciblepuede ser usado para provocar un cam-bio conductual deseable. Algunos radi-calmente sostienen que las interpreta-ciones que no tienen relación con losdatos proporcionados por los pacientespueden, sin embargo, producir un re-sultado positivo. En 1964 Mendel ma-nifestó que interpretaciones intencio-nalmente inexactas podían influenciaren el comportamiento (ibíd., p. 240).

Estos estudios no han considerado unseguimiento de los pacientes despuésde la recuperación, que podría ayudar amedir el asunto de la sugestión quetanto preocupaba a Freud. Sin embar-go, no sólo no parece tarea fácil poderaislar la sugestión, sino que ocurre quela sugestión juega un rol importante sise toma como un medio para el éxitoterapéutico. Pronto el analista se con-vierte en persuasor, y, como nos recuer-dan Fisher y Greenberg: “la sustituciónde ‘esto es lo que le ha pasado a usted’por ‘esto es lo que realmente pasó’ esun reconocimiento abierto de que eltratamiento descansa sobre un fuerteelemento sugestivo” (1996, p. 242). Ental visión, se deja de lado la búsquedade causas reales, se descalifica losdatos obtenidos en el entorno clínico ynos hace cuestionar lo extraña queparece ser esta ciencia clínica. Pero, yno debería sorprender, estas evidenciastienen eco en la voz de los hermenéuti-cos, quienes habiéndose rendido a lapregunta de la verosimilitud, abrazan

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22 Aun cuando la historia de la confirmación empíri-ca del psicoanálisis ha estado caracterizada por laresistencia de los psicoanalistas para poner aprueba sus teorías y terapias, en los últimos añosha habido un esfuerzo por estudiar y comparar loque ocurre en los consultorios psicoanalíticos.Debo enfatizar que algunos estudios son todavíapreliminares y se necesita incorporar más refi-namientos metodológicos. Sin embargo, algunoshechos pueden permitir algunas conclusiones. Almenos tentativamente.

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entusiastamente el valor instrumentalde la terapia psicoanalítica. En su ex-posición, Sherwood dice:

Los beneficios terapéuticos... resultaránde la aceptación por parte del pacientede la narrativa psicoanalítica, sea que lanarrativa coincida o no con la causa realdel comportamiento neurótico delpaciente. La eficacia terapéutica, en-tonces, puede no guardar relación algu-na con la verdad de tales narrativas(1969, pp. 250-251).

Los propulsores de esta visión de laterapia deben demostrar cómo funcio-na entonces la terapia, si es que funcio-na. No ayuda solamente reconocer sueficacia, aun cuando fuera cierta. Si ésefuera el caso, entonces deberíamosunirnos al Freud tardío cuando disociala verdad del éxito terapéutico y afir-ma:

“Yo creo que nuestras curas puedencompetir con aquellas de Lourdes. Haymuchas más personas que creen en losmilagros de la Santísima Virgen que enla existencia del inconsciente” (O.C.,15, p. 152).

La eficacia de la terapia psicoanalíti-ca debido a su singular método inter-pretativo no parece tampoco tan clara.Una pregunta pertinente es saber cómola terapia psicoanalítica se compara enefectividad con otras formas de psi-coterapia. Varios estudios sugieren queno hay evidencia de que con el psico-análisis se obtienen mejores resultadosque con tratamientos con otra etiqueta.

Algunas décadas atrás Heine com-paró resultados terapéuticos de tres

diferentes tendencias: psicoanalítica,adleriana y no-directiva. Concluyó queno había diferencias significativas enlos cambios atribuibles a la membresíateórica del terapeuta. Señaló que másque las características particulares decada teoría, era el agente terapéutico elresponsable por el resultado (Heine,1953, pp. 16-23). Los estudios deHeine se han visto corroborados porotros posteriores. Estos últimos han te-nido más rigurosos controles de los tra-tamientos para una mejor evaluación.Fisher y Greenberg (1996, pp. 207-211) han analizado las investigacionesrecientes (Svartberg & Stiles, 1991;Crits-Christoph, 1992; Luborsky et al.,1993) y concluyen lo siguiente:1. Una terapia psicoanalítica breve es

mejor que ninguna.2. Comparando el tratamiento psico-

analítico con otros tipos de trata-mientos psicológicos y psiquiátri-cos, no se observa ventaja alguna enninguno de los enfoques.

Como podemos ver, no hay monopo-lio en la efectividad del tratamiento.Estos resultados sugieren que en todaslas formas de tratamiento se pasan poralto factores comunes que son respon-sables de los resultados. Algunos su-gieren que uno de esos factores puedaser la relación de cuidado entre la sóli-da figura del terapeuta y el pacienteque necesita desarrollar nuevas formasde verse a sí mismo y a sus problemas(Fisher & Greenberg, 1996, p. 212).Esto es consistente con un estudio de

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Piper y su equipo, quienes analizaronel efecto de un número de interpreta-ciones que involucraban transferencia.Al contrario de lo que el psicoanálisishubiera predicho, y para sorpresa dePiper y sus colegas, el estudio mostróque había una relación inversa entre elnúmero de interpretaciones y el resul-tado terapéutico. La explicación quePiper et al. dieron a los datos inespera-dos era que un alto uso de la transferen-cia se traducía en el paciente en la sen-sación de sentirse criticado o en elesfuerzo equivocado del analista altratar de vencer la resistencia delpaciente (ibíd., p. 233). Estos re-sultados sugerirían que el paciente per-cibía que la relación de cuidado estabasiendo amenazada por la hipercríticadel terapeuta o por la impacienciamostrada por el terapeuta al propor-cionar más interpretaciones en su luchapor obtener algunos resultados.

La responsabilidad de demostrar losbeneficios del psicoanálisis queda enmanos de los que defienden tal preten-sión. El breve recuento de los estudiosrecientes muestra, sin embargo, que noparecen haber beneficios especialesque se obtengan gracias a la terapia psi-coanalítica si la comparamos con otrosenfoques y la razón de los beneficiosmanifestados pueden deberse a otrosfactores fuera del proceso interpretati-vo.

Finalmente, un comentario adicional.Algunos sostienen que porque no hayuna mejor teoría que trate de los deseos

y creencias inconscientes, deberíamosquedarnos con el método clínico delpsicoanálisis (Levy, 1996, p. 165).Primero, como he querido demostrar,no hay mucho que recomendar del psi-coanálisis. Las deficiencias metodoló-gicas cuestionan la validez de susenunciados. Segundo, asumir que elpsicoanálisis es el único enfoque posi-ble para el inconsciente es sencilla-mente falso. Están emergiendo nuevasteorías y éstas están propugnando unmayor rigor en su método. Aquí sepuede mencionar la teoría del “incons-ciente como congruencia interna”(Orbach, 1996, Cap. 6). Esta teoríatodavía usa los vocablos popularespero de una manera que pueden sermejor examinados y aplicados.

CONCLUSIÓN

El psicoanálisis, tal como es visto porsus practicantes, puede ser descritocomo una ciencia médica, cuya meta esla identificación y tratamientos de lasneurosis. Además, el psicoanálisispuede ser visto como una extensión dela psicología popular puesto que postu-la la existencia de creencias y deseos,al menos para el reino inconsciente. Enforma análoga a la psicología popular,el psicoanálisis explica las interac-ciones causales de las creencias ydeseos inconscientes. Las explica-ciones que genera tienen el propósitode llenar los vacíos de las conexionescausales entre diferentes contenidosmentales. Se sostiene que en cualquier

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ciencia médica debería haber un com-promiso con una investigación realistaacerca de las causas de una enferme-dad. El psicoanálisis, sin embargo, noparece satisfacer tal compromiso. Seargumenta cómo el modo en que el psi-coanálisis recoge los datos sugiere va-rios problemas que finalmente condu-cen a la arbitrariedad. Los datos en elpsicoanálisis son tan oscuros que vir-tualmente se promueve la posibilidadpara cualquier interpretación. De talesdatos es difícil ver cómo se puedan de-rivar constructos teóricos. En cuanto ala interpretación de los datos, no hayguías para decidir cuáles interpreta-ciones son verdaderas o falsas. Esoemana del hecho de que no hay crite-rios adecuados para la interpretación alcarecer de una teoría de verdad. Puestoque no hay ningún compromiso con al-guna forma de realismo, las interpreta-ciones tienen un valor instrumentalpara los resultados terapéuticos. Elanálisis de la relación entre la inter-pretación y la terapia muestra que, enesencia, los psicoanalistas son instru-mentalistas en cuanto a la explicación:las explicaciones son buenas en tantoinducen al beneficio terapéutico. Así,el psicoanálisis no está comprometidocon una visión realista de la psicologíapopular.

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Braun

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