celebremos por todos los años que faltan

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A casi diez años de iniciado el Programa Escuelas de Calidad (PEC), sus siglas ya son parte del lenguaje habitual del sistema educa- tivo, sus propuestas básicas han logrado no sólo permanecer en la política educativa mexicana, sino que han servido de modelo para el diseño de otros programas y proyectos del sector. Intentaré ser breve en cuanto a los motivos de celebración, y propositiva en relación a lo que desde mi imaginación alcanzo a soñar para el Programa. Lo conocí cuando era apenas un proyecto posible, cuando recién se publicaron sus primeras Reglas de Operación, que había que evaluar para el Congreso de la Unión. Y propuse realizar una evaluación formativa, esto es, propositiva hacia la mejora continua del Programa. Sin duda, uno de los más grandes gustos en mi vida profesional ha sido el haber podido contribuir en el PEC. ¿Qué celebrar? Destaco aquí sólo lo que desde la política educativa y desde la organización del sistema me parecen buenas razones para una cele- bración. Se ha reconocido ya en numerosos foros que el Programa tuvo la virtud de avanzar en la federalización. No fue la meta prin- cipal del PEC, pero sí se convirtió en su mejor motor de avance y una de sus principales herramientas y logros. En la firma del Acuerdo Nacional de Modernización de la Educación Básica se dio lo que a juicio de muchos fue un traslado poco claro y débilmente estructurado de los servicios educativos hacia los estados. Una de las primeras misiones que enfrentó el Programa fue reconocer la capacidad de las entidades federativas y sus administraciones educativas locales para “tomar decisiones”, e “implementar como pares” las políticas educativas propuestas desde la administración federal. Y a esta tarea dedicó una parte muy importante de sus esfuerzos en los tres primeros años. El PEC logró formar un cuerpo de coordinadores generales del Programa en los estados que a lo largo del tiempo han trabajado de manera muy imaginativa y con una importante comuni- cación entre ellos. Se ha conformado así una red de personas con una gran formación en la administración local, que logra sacar Celebremos por todos los años que faltan Teresa Bracho Profesora e Investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), México 16 A diez años del PEC

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¿Qué celebrar? A diez años del PEC Profesora e Investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), México 16 17

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Page 1: Celebremos por todos los años que faltan

A casi diez años de iniciado el Programa Escuelas de Calidad (PEC), sus siglas ya son parte del lenguaje habitual del sistema educa-tivo, sus propuestas básicas han logrado no sólo permanecer en la política educativa mexicana, sino que han servido de modelo para el diseño de otros programas y proyectos del sector. Intentaré ser breve en cuanto a los motivos de celebración, y propositiva en relación a lo que desde mi imaginación alcanzo a soñar para el Programa. Lo conocí cuando era apenas un proyecto posible, cuando recién se publicaron sus primeras Reglas de Operación, que había que evaluar para el Congreso de la Unión. Y propuse realizar una evaluación formativa, esto es, propositiva hacia la mejora continua del Programa. Sin duda, uno de los más grandes gustos en mi vida profesional ha sido el haber podido contribuir en el PEC.

¿Qué celebrar? Destaco aquí sólo lo que desde la política educativa y desde la organización del sistema me parecen buenas razones para una cele-bración. Se ha reconocido ya en numerosos foros que el Programa tuvo la virtud de avanzar en la federalización. No fue la meta prin-cipal del PEC, pero sí se convirtió en su mejor motor de avance y una de sus principales herramientas y logros.

En la firma del Acuerdo Nacional de Modernización de la Educación Básica se dio lo que a juicio de muchos fue un traslado poco claro y débilmente estructurado de los servicios educativos hacia los estados. Una de las primeras misiones que enfrentó el Programa fue reconocer la capacidad de las entidades federativas y sus administraciones educativas locales para “tomar decisiones”, e “implementar como pares” las políticas educativas propuestas desde la administración federal. Y a esta tarea dedicó una parte muy importante de sus esfuerzos en los tres primeros años.

El PEC logró formar un cuerpo de coordinadores generales del Programa en los estados que a lo largo del tiempo han trabajado de manera muy imaginativa y con una importante comuni-cación entre ellos. Se ha conformado así una red de personas con una gran formación en la administración local, que logra sacar

Celebremos por todos los años que faltan

Teresa BrachoProfesora e Investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), México

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provecho de su interacción y de las experiencias de todos sus pares para la mejora de sus procesos locales. De esta manera, uno de sus mayores logros ha sido la ampliación de los espacios de decisión e innovación en la estructura administrativa, el reforzamiento de las decisiones colegiadas y, al mismo tiempo, un avance para las entidades en su capacidad de resolución sobre el sistema escolar. En suma, las coordinaciones generales de los estados han sido una fuente de innovación, de rediseño y aprendizaje para la estructura nacional del PEC.

Por otro lado, el PEC fue una de las primeras políticas educati-vas que explícitamente señalaba como su objetivo el desarrollo de las comunidades escolares, la acción colegiada, y la mejora en el logro educativo de sus estudiantes como una meta posible de ser alcanzada. Ello condujo a una explicitación compleja sobre los estándares buscados y a la necesidad de evaluación de resultados. Así introdujo algo que, si bien pareciera obvio, fue muy impor-tante: la rendición de cuentas. No sólo la escuela debía rendir cuentas a su comunidad, sino también a la autoridad educativa, y ésta a la federación. Al mismo tiempo estableció el recono-cimiento de que los cambios en las políticas educativas debían tener un reflejo en la estructura organizacional que las soporta y producir reformas en la gestión que cruzara por todos los niveles de la operación del sistema educativo: desde la administración federal hasta las escuelas. Pero nada de ello tendría sentido si no se pensaba en el clima escolar de las escuelas y las condicio-nes de operación cotidianas, si no cristalizaba en la ampliación de las oportunidades de aprendizaje de todos los estudiantes y, en último término, en su desempeño. El sentido fundamental de la política puso así en el centro a la escuela como espacio para el desarrollo de los niños.

Otro reto adicional del Programa fue haber seleccionado en su arranque un segmento del sistema que estaba absolutamente “perdido”. Más allá de lo que algunos señalábamos en publicaciones académicas, nadie hablaba de la marginación en las zonas urbanas, ni del deterioro de la oferta educativa urbana en las comunidades más desaventajadas en las ciudades. De hecho, ni siquiera se tenía identificada (y menos aún contabilizada) la oferta educativa en estos términos. La atención al problema de la pobreza urbana fue

a mi juicio el primer logro del Programa, y el principal leitmotiv que me obligó a trabajar por la mejora continua del PEC desde su evaluación externa durante sus primeros siete años.

No puede dejar de mencionarse lo que al inicio fue uno de sus mayores retos en el contexto de la política educativa nacional: el PEC transfirió recursos económicos directamente a las escuelas para que fuesen sus comunidades quienes decidieran la asignación más pertinente en su centro, y con el compromiso de llevar a cabo procesos de planeación estratégica conducentes a la mejora de la calidad de los servicios que otorga el centro.

Más lo que falte…La idea de desarrollar capacidades de planeación estratégica en el sistema fue uno de los retos más complejos en los que se deberá seguir trabajando. Parte de los problemas que alcanzo a percibir a la distancia es que la planeación en los planteles se ha dificul-tado, por ello obliga a definir cuáles son los estándares meta a los que se busca llegar y establecer los espacios de oportunidad que se presentan en el continuo cambio de políticas propuestas a los centros escolares. Uno de los espacios imaginarios en el origen del Programa era permitir a las escuelas, en el marco del PEC, elegir y participar en los programas públicos federales y estatales que juzgase pertinente en el ámbito de sus proyectos estratégicos de mejora.

Uno de los grandes sueños por los que vale la pena seguir desarrollando el Programa es contar con un sistema de informa-ción que permita a los actores en el PEC un aprendizaje continuo de las experiencias de todos, que facilite la administración y la rendición de cuentas; la creación de redes de intercambio hacia el fortalecimiento en todos los planteles de una cultura escolar que propicie la ampliación de oportunidades de aprendizaje para todos los niños.

A todos los miembros, escuelas, maestros, equipos estatales, apreciables coordinadores generales y a todo el personal de la administración federal, mi mayor reconocimiento.

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