charles spurgeon - 0130. la regeneración

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    Sermn #130 El Plpito de la Capilla New Park Street 1

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    La RegeneracinNO. 130

    UN SERMN PREDICADO LA MAANA DEL DOMINGO3 DE MAYO DE 1857,

    POR CHARLES HADDON SPURGEON,

    EN MUSIC HALL, ROYAL SURREY GARDENS, LONDRES.El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

    Juan 3:3.

    Nuestros pensamientos estn mayormente ocupados, en nuestra vi-da diaria, en las cosas ms necesarias para la existencia. Nadie sequeja de que, en tiempos de escasez, el tema del precio del pan estpresente con frecuencia en labios de la gente, ya que se tiene la con-viccin de que el tema es de vital importancia para el grueso de la po-blacin; por eso nadie se queja, aunque tengan que escuchar conti-nuos discursos demaggicos y leer perpetuos artculos en los peridi-cos que tratan sobre esos temas.

    Entonces yo puedo ofrecer la misma excusa esta maana por traerante ustedes el tema de la regeneracin. Es un tema de vital y absolu-ta importancia; es el eje principal del Evangelio; es el punto en el quela mayora de los cristianos estn de acuerdo, s, todos los que soncristianos sinceros y veraces. Es un tema ubicado en la propia base dela salvacin. Es el propio fundamento de nuestra esperanza del cielo,

    y, as como debemos ser muy cuidadosos del cimiento de nuestra es-tructura, de igual manera hemos de ser muy diligentes en saber si re-almente somos nacidos de nuevo, debiendo cerciorarnos debidamente

    de ello para la eternidad. Conviene, entonces, que nos examinemosfrecuentemente; y el deber del ministro es exponer aquellos temas queconduzcan al autoexamen y que propendan a escudriar la mente y aprobar los corazones de los hijos de los hombres.

    Con objeto de proceder de inmediato, har primero algunos comen-tarios sobre el nuevo nacimiento;en segundo lugar, voy a explicar qusignifica que seamos incapaces de ver el reino de Dios si no nacemos denuevo;despus, proseguir a notar por qu es que si no nacemos denuevo, no podremos ver el reino de Dios;y luego, antes de concluir,voy a reconvenir a los hombrescomo embajador de Dios.

    I. Primero, entonces, EL TEMA DE LA REGENERACIN. Al tratar de

    explicarla, quiero pedirles que noten, antes que nada, la figura que esempleada. Se dice que un hombre debe nacer de nuevo. No puedo ilus-trarlo de mejor manera que suponiendo un caso. Supongan que en In-glaterra se promulgara una ley que estableciera que la admisin a lossalones reales, la preferencia en la asignacin de cargos, y cualesquie-ra privilegios que pudieran pertenecer a la nacin, slo pueden serotorgados a personas que son nacidas en Inglaterra. Supongan que elnacimiento en esta tierra fuera convertido en un sine qua non (un re-quisito indispensable), y se declarase perentoriamente que sin impor-tar lo que los hombres pudieran hacer o ser, a menos que fueran

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    sbditos de Inglaterra nacidos en el pas, no pueden presentarse antesu Majestad, ni gozar de ninguno de los emolumentos u oficios del Es-tado, ni ningn privilegio de los ciudadanos. Creo que si suponen uncaso as, ser capaz de ilustrar la diferencia entre cualesquiera cam-bios y reformas que los hombres llevan a cabo por s mismos y la obrareal del nacimiento nuevo.

    Supondremos, entonces, que alguien, digamos un indio piel roja,

    viniese a este pas, y procurara obtener los privilegios de ciudadana,sabiendo bien que la regla es absoluta y que no puede ser alterada:que un hombre debe nacer siendo sbdito o de lo contrario, no puedegozar de esos privilegios. Supongan que dijera: voy a cambiar mi nom-bre, voy a adoptar un nombre ingls. He sido llamado por mi altiso-nante ttulo entre los sioux; he sido llamado: el hijo del Gran Vientode Occidente, o cualquier otro nombre, pero tomar un nombre ingls.Me considerarn un hombre cristiano, un sbdito ingls. Bastareso para que lo admitan? Ven que se aproxima a las puertas del pala-cio y solicita admisin. Dice: he asumido un nombre ingls. Pero,acaso naciste y creciste en Inglaterra? No, responde. Entonces las

    puertas han de cerrarse para ti, pues la ley es absoluta, y aunque lle-varas incluso el nombre de la familia real, puesto que no naciste aqu,no puedes ser admitido.

    Voy a aplicar esta ilustracin a todos los que estamos aqu. Segu-ramente la mayora de nosotros, al menos, ostenta el nombre de cris-tiano profesante; viviendo en Inglaterra, consideraras una ignominiaque no fueses llamado cristiano. No eres un pagano, no eres un infiel;no eres ni musulmn ni judo; piensas que el nombre cristiano esapreciable para ti y lo has adoptado.

    Puedes estar muy seguro de que el nombre de cristiano no es la na-turaleza de un cristiano, y de que, haber nacido en un pas cristiano y

    ser reconocido como profesante de la religin cristiana, no te sirve ab-solutamente de nada, a menos que se le agregue algo ms: ser nacidode nuevo como sbdito de Jesucristo.

    Perodice este indio piel rojaestoy dispuesto a renunciar a miatuendo,y a adoptar el estilo ingls; de hecho, ir hasta el colmo de lamoda; vern que no difiero en nada del estilo aceptado en el tiempopresente. No podra yo venir ante la presencia de Su Majestad, unavez que estuviera vestido con ropas de la corte, y me hubiere arregladocomo lo demanda la etiqueta? Miren, voy a despojarme de este pena-cho, no voy a blandir ms mi hacha de guerra y renunciar a estosvestidos. Voy a renunciar a los mocasines para siempre; ahora ser uningls, tanto en mi vestimenta como en mi nombre. Se aproxima en-tonces a la puerta, vestido a la usanza de nuestros propios paisanos,pero las puertas continan cerradas en su cara, porque la ley requiereque tiene que haber nacido en el pas y, sin eso, independientementede cmo vaya vestido, no puede entrar en el palacio.

    Entonces, cuntos hay entre ustedes, que no slo toman el nombrede cristianos, sino que han adoptado costumbres cristianas: van a susiglesias y a sus capillas, asisten a la casa de Dios, se preocupan por-

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    que su familia observe alguna forma de religin, y porque sus hijos nose queden sin or el nombre de Jess!

    Hasta aqu vamos bien; Dios me libre de decir algo en contra deellos! Pero recuerden que eso es malo, porque se quedan con eso. Todoello no sirve absolutamente de nada para que sean admitidos en el re-ino del cielo, a menos que cumplan tambin con esto otro: haber naci-do de nuevo. Oh, por ms que se vistan de manera sorprendentemen-

    te grandiosa con el ropaje de la piedad, y cubran sus sienes con ladiadema de la benevolencia, y se cian los lomos con la integridad y secalcen los zapatos de la perseverancia, y caminen por la tierra comohombres honestos, deben recordar que, a menos que nazcan de nuevo,lo que es nacido de la carne, carne es, y si no tienen las operacionesdel Espritu en ustedes, encontrarn las puertas cerradas, porque nohan nacido de nuevo.

    Bienreflexiona este indiono solamente adoptar el vestido, si-no que aprender el idioma;voy a deshacerme de mi acento extranjero

    y del lenguaje que una vez habl en las salvajes praderas y en los bos-ques, y mis labios no volvern a pronunciar esas palabras. No voy a

    hablar ms de Shu-Shu-gah, ni voy a mencionar esos extraos nom-bres con los que he llamado a mis aves silvestres y a mis ciervos, sinoque hablar como hablan ustedes, y actuar como actan ustedes; nosolamente me vestir como ustedes, sino que imitar minuciosamentesus modales, hablar de la misma manera, adoptar el acento ypondr cuidado en ser gramaticalmente correcto; no me admitiranentonces? Me habra convertido por completo en un ingls; no podraser recibido entonces? Noresponde el porterono tienes derechode admisin, pues a menos que un hombre nazca en este pas, nopuede ser admitido.

    Lo mismo sucede con algunos de ustedes que hablan igual que los

    cristianos. Tal vez haya en ustedes un tinte de demasiada afectacin;han comenzado a imitar tan estrictamente lo que creen que deba serun hombre piadoso, que van un poco ms all del objetivo, e interpre-tan su papel tan exageradamente que somos capaces de detectar laimpostura. Sin embargo la mayora de la gente los considera comocristianos de cuo legtimo. Han estudiado algunas biografas, y a ve-ces cuentan extensos relatos sobre la experiencia divina, que han to-mado prestados de las biografas de hombres buenos; han estado concristianos, y saben cmo hablar igual que ellos; tal vez hasta se leshaya pegado un tonillo puritano; van a lo largo del mundo tal como lohacen los cristianos profesantes; y si se les observara, nadie los identi-ficara. T eres un miembro de la iglesia; has sido bautizado; partici-pas de la cena del Seor; tal vez seas un dicono o un anciano; com-partes la copa sacramental; eres justamente todo lo que un cristianopueda ser, excepto que no tienes un corazn cristiano. Eres un sepul-cro blanqueado, lleno todava de podredumbre por dentro, aunquehermosamente adornado por fuera.

    Bien, tengan cuidado, tengan cuidado! Es algo sorprendente com-probar cunto se aproxima a expresar la vida el pintor, y, sin embargo,el lienzo est inerte e inmvil; y es igualmente sorprendente ver cunto

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    se puede acercar un hombre a ser cristiano, y, sin embargo, debido aque no es nacido de nuevo, la regla absoluta lo excluye del cielo; y, contoda su profesin, con todas las galas de su profesada piedad, y contodos los vistosos penachos de la experiencia, tiene que ser transpor-tado lejos de las puertas del cielo.

    Seor Spurgeon, usted es poco caritativo. No me importa lo que di-gas sobre eso; nunca deseo ser ms caritativo que Cristo. Yo no fui el

    que dijo eso; Cristo lo dijo. Si tienes alguna querella en Su contra, di-rmela en el lugar apropiado; yo no soy el hacedor de esta verdad, sinosimplemente su vocero. Encuentro que est escrito, El que no nacierede nuevo, no puede ver el reino de Dios. Si el lacayo acude a la puerta

    y entrega el mensaje correctamente, el hombre que est a la puertapuede maltratarle lo que quiera, pero el lacayo respondera: seor, nome maltrate, yo no puedo remediarlo; yo slo puedo decirle lo que miseor me dijo. Yo no soy quien origina esto. As que, si me consideranfalto de caridad, recuerden que no me estn acusando a m, sino queacusan a Cristo; no estn criticando al mensajero, sino que estn cri-ticando el mensaje; Cristo es quien ha dicho: el que no naciere de

    nuevo. Yo no puedo disputar con ustedes, y no lo intentar. Se tratasimplemente de la palabra de Dios. Si la rechazan, lo hacen bajo supropio riesgo. Crean en ella y recbanla, se los suplico, porque provienedel labio del Altsimo.

    Pero noten ahora la manera en que es obtenida esta regeneracin.No creo que haya personas aqu presentes que fueran tan profunda-mente estpidas como para ser puseyistas. Me cuesta creer que yohubiere sido el instrumento de atraer a alguien hasta aqu, tan com-pletamente desprovisto de algn remanente de cerebro, como paracreer en la doctrina de la regeneracin bautismal. Sin embargo, he dereferirme a ella brevemente:

    Hay algunos que ensean que por medio de unas cuantas gotas deagua, rociadas sobre la frente de un infante, el infante se vuelve rege-nerado. Bien, concedido. Y, ahora, voy a encontrar a sus regeneradosveinte aos despus. Aquel pgil del cuadriltero es un hombre rege-nerado. Oh, s, fue regenerado porque fue bautizado en su infancia!;

    y, si todos los bebs son regenerados en el bautismo, entonces eseboxeador profesional es un hombre regenerado. Acptalo y recbelocomo tu hermano en el Seor. Oyes a aquel hombre que jura y blas-fema contra Dios? Es regenerado, creme, l es un regenerado; el sa-cerdote puso unas cuantas gotas de agua en su frente, y, por tanto, esun regenerado. Ves a ese borracho que se tambalea por la calle, quees la peste del vecindario, que pelea con todo mundo y golpea a su es-posa y es peor que una bestia? Pues bien, es un regenerado, es uno deesos regeneradospuseyistas, oh, es un excelente regenerado! Puedenver aquella muchedumbre reunida en la calle? Erigen un patbulo, yPalmer est a punto de ser ejecutado; es el hombre cuyo nombre hade ser execrado a lo largo de toda la eternidad por su villana! Aqu te-nemos a uno de esos regenerados de Pusey. S, es regenerado porquefue bautizado en la infancia; regenerado mientras mezcla su estricni-na, regenerado mientras administra lentamente su veneno para que

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    provoque la muerte y un infinito dolor durante todo el tiempo que loest administrando. Regenerado, en verdad! Si en eso consiste la re-generacin, no vale la pena tener esa regeneracin; si eso es lo que nosconstituye en los seres libres del reino de los cielos, en verdad, elevangelio es ciertamente un evangelio licencioso; no podemos decirnada al respecto. Si ese es el evangelio: que todos esos hombres sonregenerados y sern salvos, slo podemos decir que sera el deber de

    cada quien en el mundo quitar al evangelio de inmediato, pues es taninconsistente con los principios ms comunes de la moralidad, que esimposible que sea de Dios, sino que es del diablo.

    Pero algunas personas dicen que todos son regenerados cuando sonbautizados. Bien, si piensan eso, afrrense a sus propios pensamien-tos; no puedo evitarlo. Simn el Mago fue ciertamente una excepcin;fue bautizado por causa de la profesin de su fe, pero lejos de ser re-generado por su bautismo, encontramos que Pedro le dice: en hiel deamargura y en prisin de maldad veo que ests. Y, sin embargo, l erauno de esos regenerados, porque haba sido bautizado. Ah, esa doc-trina slo necesita ser enunciada a hombres sensibles, para que la re-

    chacen de inmediato! Los caballeros que son aficionados a una religinde filigrana y que gustan de los ornamentos y del espectculo; los ca-balleros que pertenecen a la alta escuela de Beau Brummel, muyprobablemente preferirn esta religin, porque han cultivado su gustoa expensas del cerebro, y han olvidado que lo que es inconsistente conel sano juicio de un hombre, no puede ser consistente con la palabrade Dios. Esto nos basta en cuanto al primer punto.

    A continuacin, afirmamos que tampoco es regenerado un hombrepor sus propios esfuerzos. Un hombre podra reformarse a s mismomucho, y eso es bueno y est muy bien; todos deben hacerlo. Unhombre podra desechar muchos vicios, y abandonar muchas concu-

    piscencias y vencer muchos malos hbitos, pero nadie en el mundopuede hacerse a s mismo nacido de Dios; aunque luchara al mximo,nunca podra lograr aquello que est ms all de su poder. Y, fjensebien, si pudiera nacer de nuevo por s mismo, aun as no entrara alcielo, porque hay otro punto que habra violado en la condicin: elque no naciere del Espritu, no puede ver el reino de Dios. De tal for-ma que los mejores esfuerzos de la carne no alcanzan esta altura: sernacido de nuevo por el Espritu de Dios.

    Y ahora debemos decir que la regeneracin consiste en esto: Dios elEspritu Santo, de una manera sobrenaturalfjense que por sobrena-turalquiero decir precisamente lo que significa en sentido estricto: so-brenatural, ms que naturalobra en los corazones de los hombres,que por las operaciones del Espritu divino, se convierten en hombresregenerados. Pero, sin el Espritu, no pueden ser regenerados nunca. Ya menos que Dios el Espritu Santo, que produce en nosotros as elquerer como el hacer, obre en la voluntad y en la conciencia, la rege-neracin es una absoluta imposibilidad, y, por tanto, tambin lo es lasalvacin.

    Cmo!dir alguienquieres decir que Dios interviene absolu-tamente en la salvacin de cada hombre para regenerarlo? En efecto,

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    es lo que digo; en la salvacin de cada persona hay un ejercicio real depoder divino, por medio del cual el pecador muerto es revivido, el pe-cador renuente es convertido en un ser dispuesto, el pecador desespe-radamente empedernido recibe una conciencia tierna; y aquel que re-chazaba a Dios y despreciaba a Cristo, es conducido a arrojarse a lospies de Jess. Esta tal vez sea llamada una doctrina fantica. No po-demos evitarlo. Es una doctrina de la Escritura, y eso nos basta. El

    que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios; lo que es naci-do de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espritu, espritu es. Sino te gusta, alterca con mi Maestro y no conmigo; yo simplemente de-claro Su propia revelacin: que debe haber en tu corazn algo ms delo que jams pudieras obrar en l. Debe haber una operacin divina; lapuedes llamar una operacin milagrosa si quieres; lo es en algn sen-tido. Debe haber una intervencin divina, una obra divina, una in-fluencia divina, pues de lo contrario, puedes hacer lo que quieras, perosin eso perecers y ests arruinado, pues: el que no naciere de nuevo,no puede ver el reino de Dios.

    El cambio es radical; nos da una naturaleza nueva, nos induce a

    amar lo que odibamos, y a odiar lo que ambamos; nos coloca en uncamino nuevo; cambia nuestros hbitos, cambia nuestros pensamien-tos, nos hace diferentes en privado y diferentes en pblico. As que,estando en Cristo, se cumple esto: Si alguno est en Cristo, nuevacriatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu todas son hechas nue-vas.

    II. Y ahora debemos dirigirnos al segundo punto. Confo haber ex-plicado en qu consiste la regeneracin, de tal forma que todos puedanver qu es. Ahora, QU SIGNIFICA LA EXPRESIN: VER EL REINODE DIOS? Quiere decir dos cosas. Ver el reino de Dios en la tierra esser un miembro de la iglesia mstica, es gozar de los privilegios y de la

    libertad del hijo de Dios. Ver el reino de los cielos significa tener poderen la oracin, tener comunin con Cristo, tener comunin con el Esp-ritu Santo, y producir y engendrar todos esos frutos benditos y gozo-sos que son el efecto de la regeneracin.

    En un sentido ms excelso, ver el reino de Dios, significa ser ad-mitido al cielo. El que no naciere de nuevo, no puede saber acerca delas cosas celestiales en la tierra, y no puede gozar de las bendicionescelestiales por siempre; no puede ver el reino de Dios.

    III. Pienso que puedo pasar por alto el segundo punto sin comenta-rios, y proceder a notar en tercer lugar, POR QU RAZN EL QUE NONACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS. Y voy alimitar mis comentarios al reino de Dios en el mundo venidero.

    Bien, l no puede ver el reino de Dios porque estara fuera de lugaren el cielo. Un hombre que no es nacido de nuevo no podra gozar elcielo. Hay una imposibilidad real en su naturaleza, que le impide gozarde cualquiera de las bienaventuranzas del paraso. Tal vez piensen queel cielo consista en esas paredes enjoyadas, en esas puertas de perla yde oro; no es as; esa es la habitacin del cielo. El cielo mora all, perono es el cielo. El cielo es un estado que es constituido aqu, que esconstituido en el corazn; constituido por el Espritu de Dios dentro de

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    nosotros, y a menos que Dios el Espritu nos hubiere renovado, y noshubiere causado nacer de nuevo, no podemos gozar de las cosas delcielo.

    Vamos, es una imposibilidad fsica que un cerdo pueda pronunciaruna conferencia sobre astronoma; todo individuo percibir claramenteque es imposible que un caracol construya una ciudad; y es igualmen-te imposible que un pecador sin enmienda pueda gozar del cielo. Va-

    mos, no habra nada para l de lo que pudiera gozar; si pudiera ser co-locado en el lugar donde est el cielo, sera miserable; gritara:djenme salir, djenme salir; squenme de este miserable lugar!Apelo a ustedes mismos; un sermn es a menudo demasiado largo pa-ra ustedes; el canto de las alabanzas a Dios es un soso esfuerzo insus-tancial; consideran que subir a la casa de Dios es algo muy tedioso.Qu haran all donde se alaba a Dios da sin noche? Si simplementeun breve discurso es muy fatigante aqu, qu pensaran de las eter-nas conversaciones de los redimidos a lo largo de las edades sobre lasmaravillas del amor redentor? Si la compaa de los justos es muy en-fadosa para ustedes, qu sera entonces su compaa a lo largo de

    toda la eternidad? Yo pienso que muchos de ustedes son libres de con-fesar que el cntico de salmos nos es para nada de su gusto, que lascosas espirituales no les importan; que les ofrezcan su botella de vino

    y que puedan sentarse a gusto, ese es el cielo para ustedes!Pues bien, todava no se ha hecho un cielo as; y, por tanto, no hay

    un cielo para ustedes. El nico cielo que hay es el cielo de los hombresespirituales, el cielo de la alabanza, el cielo del deleite en Dios, el cielode la aceptacin en el amado, el cielo de la comunin con Cristo.

    Ahora ustedes no entienden nada acerca de esto; no podran disfru-tarlo si lo tuvieran; no tienen la capacidad de hacerlo. Ustedes, uste-des mismos, son su propia barrera para ir al cielo, debido al propio

    hecho de que no son nacidos de nuevo, y si Dios abriera de par en parla puerta, y les dijera: Entren, no podran disfrutar del cielo si fueranadmitidos, pues, a menos que un hombre nazca de nuevo, hay unaimposibilidaduna imposibilidad moralde que vea el reino de Dios.

    Supongan que hubiese algunas personas aqu presentes que soncompletamente sordas, que no han odo nunca sonido alguno; bien,entonces yo digo que esas personas no pueden escuchar el canto.Acaso cuando digo esto, estoy diciendo algo cruel? Es su propia dis-capacidad la que se los impide. Entonces cuando Dios dice que nopueden ver el reino de los cielos, quiere decir que es su propia incapa-cidad para gozar del cielo lo que les impedir entrar all.

    Pero hay otras razones; hay razones del porquEsas santas puertas excluyen por siempreLa polucin, el pecado y la vergenza.

    Hay razones, adems de las que se encuentran en ustedes mismos,por las que no pueden ver el reino de Dios, a menos que nazcan denuevo. Pregunten a aquellos espritus que estn delante del trono:ngeles, principados y potestades, quisieran ustedes que los hom-bres que no aman a Dios, que no creen en Cristo, que no han nacidode nuevo, moren aqu? Los veo mientras nos miran desde la altura, y

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    los oigo responder: No, una vez combatimos al dragn, y lo expulsa-mos, porque nos tent a pecar! No debemos tener aqu a los malvados

    y no los tendremos. Estos muros de alabastro no deben ser mancha-dos por dedos negros y lascivos; el pavimento blanco del cielo no debeser manchado y ensuciado por los pies profanos de hombres impos.No! Veo mil lanzas enhiestas, y los rostros de fuego de miradas deserafines asomados sobre los muros del paraso. No, en tanto que es-

    tos brazos tengan fuerzas, y estas alas tengan poder, ningn pecadorhabr de entrar aqu.

    Ahora me dirijo a los santos que estn en el cielo, redimidos por lagracia soberana: Hijos de Dios, estn anuentes a que los malvadosentren al cielo como son, sin haber nacido de nuevo? Ustedes, hom-bres de amor, digan, digan, digan, estn anuentes a que sean admiti-dos los pecadores tal como son? Veo que Lot se levanta y clama:Admitirlos en el cielo! No! Cmo! He de ser vejado otra vez por laconversacin de los sodomitas, tal como lo fui una vez? Veo a Abra-ham, quien da un paso al frente, y dice: No; no puedo tenerlos aqu.Ya sufr lo suficiente por culpa de ellos mientras estuve en la tierra:

    sus escarnios y sus burlas, sus necias plticas y su vana conversa-cin, nos vejaron y nos afligieron. No los queremos aqu. Y aunquesean seres celestiales y amorosos, como lo son esos espritus, no hayun solo santo en el cielo que no resintiera, con suma indignacin, laaproximacin de cualquiera de ustedes a las puertas del paraso, sitodava fueran impos, y no hubieren nacido de nuevo.

    Pero eso no sera nada. Podramos escalar, tal vez, las murallas delcielo, si slo estuvieran protegidas por ngeles, y forzar las puertas delparaso, si slo los santos las defendieran. Pero hay otra razn adicio-nal: Dios mismo lo ha dicho:El que no naciere de nuevo, no puede verel reino de Dios. Qu, pecador! Escalars las murallas almenadas

    del paraso cuando Dios est listo a arrojarte a la profundidad del in-fierno? Acaso le afrontaras descaradamente con un rostro impdico?Dios lo ha dicho, pueden ustedes tener lucha con el Todopoderoso?Acaso podran vencer a la Omnipotencia? Podran tratar de vencer alAltsimo? Gusano del polvo!, podras vencer a tu Hacedor? Insectotrmulo de una hora, sacudido por los rayos que destellan muy en loalto a travs de todo el cielo, podras desafiar la mano de Dios? Teatreveras a retarlo en Su cara? Ah!, l se reira de ti. As como la nie-ve se derrite ante el sol, as como la cera corre ante la fiereza del fuego,as lo haras t, si Su furia se apoderara de ti una vez. No creas que tpuedes vencerle. l ha sellado la entrada del paraso ante ti, y no hayentrada para ti. El Dios de justicia dice: No recompensar al impocon el justo; no me permitir que mi hermoso y piadoso paraso seamanchado por hombres perversos y malvados. Si se arrepienten,tendr misericordia de ellos, pero si no se arrepienten, vivo Yo, loshar aicos, y no habr quien libre.

    Ahora, pecador, puedes sostenerte con desfachatez contra l? Teapresurars contra los gruesos tachones de las adargas de Jehov?Acaso intentars escalar Su cielo cuando Su flecha est entesada so-bre el arco para alcanzar tu corazn y cuando la espada reluciente

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    est presta para matarte? Te esforzars para oponerte a tu Hacedor?No tiesto, no; alterca con los tiestos que son tus semejantes. Anda,langosta arrastrada; anda y pelea con tus hermanos; contiende conellos, pero no te pongas contra el Omnipotente. l lo ha dicho, y t noentrars en el cielo nunca, nunca, excepto que nazcas de nuevo.

    Adems te digo, que no alterques conmigo; yo slo he entregado elmensaje de mi Seor. Tmalo, no creas en l si te atreves; pero si crees

    en l, no me injuries de palabra, pues se trata del mensaje de Dios,que proclamo a tu alma con amor, para que no perezcas en la oscuri-dad si ests desprovisto de l, ni camines con los ojos vendados a tuperdicin sempiterna.

    IV. Ahora, amigos mos, UNA BREVE RECONVENCIN PARA US-TEDES; y luego, me despido. Oigo que alguien dice: Bien, bien, bien,ya veo. Espero nacer de nuevo cuando muera. Oh, amigo, creme,sers un miserable insensato por tus dolores. Cuando los hombresmueren, su estado queda fijado

    Puesto que est fijado su estado sempiterno,Aunque se arrepintieran, ya es demasiado tarde.

    Nuestra vida es como esa cera que se derrite en la llama; la muertepone su sello all, y luego se enfra, y la marca ya no puede ser cam-biada nunca. T eres hoy como el metal ardiente que corre desde lapaila hasta el molde; la muerte los enfra a ustedes en su molde, y to-man esa forma a lo largo de toda la eternidad. La voz de la condena-cin clama sobre los muertos: El que es santo que siga siendo santo;el que es injusto, que siga siendo injusto; el que es inmundo, que sigasiendo inmundo. Los condenados estn perdidos para siempre; nopueden nacer de nuevo; seguirn por siempre maldiciendo, por siem-pre siendo maldecidos; por siempre luchando contra Dios, y siendosiempre hollados bajo Sus pies; seguirn burlndose sempiternamen-

    te, y siendo objetos de escarnio por sus burlas; siempre rebelndose, ysiendo siempre torturados con los ltigos de la conciencia, porquesiempre estn pecando. No pueden ser regenerados porque estnmuertos.

    Bien, dice otro, voy a asegurarme de ser regenerado justo antesde que muera.Amigo, lo repito una vez ms, t eres un necio cuandohablas as; cmo sabes t que vivirs? Has firmado un contrato dearrendamiento sobre tu vida, como lo has hecho con tu casa? Podrasgarantizar acaso el aliento en tu nariz? Podras decir con certeza queotro rayo de sol alcanzar jams tu ojo? Podras estar seguro de que,conforme tu corazn late una marcha funeral hacia tu tumba, no la-

    tirs pronto la ltima nota, y de tal forma podras morir donde estsparado o donde te sientas ahora? Oh, hombre!, si tus huesos fuerande hierro, tus nervios de cobre y tus pulmones de acero, entoncespodras decir: vivir. Pero t ests hecho de polvo; t eres como laflor del campo; t podras morir ahora mismo. He aqu!, veo a lamuerte parada por all, moviendo de un lado a otro la piedra del tiem-po sobre su guadaa, para afilarla; hoy, hoy, la muerte toma la gua-daa para usarla con algunos de ustedes, y sin cesar, sin cesar, siegalos campos y ustedes caen, uno a uno. No deben y no pueden vivir.

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    Dios nos transporta como una corriente, como un barco sumergido enuna vorgine; como un tronco en una corriente en una carrera desen-frenada hacia la catarata. No hay forma de que nos detengamos; todosestamos muriendo ahora, y, sin embargo, t dices que sers regenera-do antes de que mueras! Ay, seores, pero son regenerados ahora?Pues, si no lo son, podra ser demasiado tarde esperar para maana.Maana podran estar en el infierno, sellados para siempre por un

    destino adamantino, que no puede ser removido nunca.Bienclama otroa m no me importa mucho eso, pues no creo

    que sea gran cosa quedarse fuera del paraso. Ah, amigo, eso dicesporque no lo entiendes. T te res de eso ahora, pero llegar un da enel que tu conciencia sea tierna, cuando tu memoria sea fuerte, cuandotu juicio sea iluminado, y cuando pienses de manera muy diferente decomo piensas ahora. Los pecadores que estn en el infierno no son losnecios que eran en la tierra; en el infierno no se ren de las quemadu-ras eternas; en el pozo no desprecian estas palabras: fuego eterno. Elgusano que nunca muere, cuando est royendo, roe todos los chistes yla risa; t podras despreciar a Dios ahora, y me desprecias ahora a m

    por lo que te digo, pero la muerte cambiar tu nota.Oh, mis oyentes!, si eso fuera todo, yo estara dispuesto a recibir el

    desprecio. Pueden despreciarme, s, pueden hacerlo; pero, oh!, se lossuplico, no se desprecien a ustedes mismos; oh!, no sean tan temera-rios como para ir silbando al infierno, y rerse mientras se dirigen alpozo; pues cuando estn all, seores, descubrirn que es algo dife-rente de lo que ahora suean que es. Cuando vean las puertas del Pa-raso cerradas ante ustedes, descubrirn que es un asunto ms impor-tante de lo que ahora consideran. Ustedes vinieron para orme predi-car ahora, igual que si hubiesen ido a la pera o al teatro; pensaronque yo los divertira. Ah!, ese no es mi propsito, y Dios es mi testigo

    de que vine aqu con toda la solemne sinceridad, para lavar mis manosde su sangre. Si son condenados, si cualquiera de ustedes fuera con-denado, no sera debido a que no les advert. Hombres y mujeres, siperecen, mis manos estn lavadas en inocencia, pues les he habladode su condenacin. Clamo de nuevo: arrepintanse, arrepintanse,arrepintanse, pues si no os arrepents, todos pereceris igualmente.Vine aqu resuelto esta maana a usar palabras speras si debo usar-las; a hablar sin tapujos contra los hombres y para los hombres, pueslas cosas que decimos contra ustedes ahora, son realmente para subien. No hacemos sino advertirles para que no perezcan.

    Pero, ah!, oigo que uno de ustedes dice: yo no entiendo este miste-rio, te ruego que me lo expliques. Necio, necio que eres; ves aquelfuego? Nos levantamos asustados de nuestras camas, y hay luz en laventana; bajamos corriendo las escaleras; la gente se desplaza rpi-damente de un lado a otro; multitudes de personas han salido a la ca-lle: corren hacia la casa que arde en llamas. Los bomberos ya estncumpliendo con sus funciones; un ro de agua est siendo vertido so-bre la casa; pero, miren, miren! Hay un hombre arriba; un hombreest en la habitacin superior; tiene slo el tiempo justo para escapar,

    y eso con dificultad. Se escucha un grito: Eh! Fuego! Fuego! Fuego!

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    Eh! Pero el hombre no se asoma a la ventana. Vean, una escalera escolocada contra la pared; llega hasta el antepecho de la ventana. Unamano fuerte se introduce por los cristales de la ventana. Qu esthaciendo nuestro hombre todo ese tiempo? Qu!, est atado a sucama? Acaso se trata de un tullido? Se ha apoderado de l algnespritu maligno que lo ha clavado al suelo? No, no, no; siente que lastablas de madera se estn calentando bajo sus pies, el humo comienza

    a sofocarlo, las llamas arden a su alrededor, y l sabe que slo hayuna va de escape por esa escalera! Pero, qu est haciendo? Estsentadono, no me lo creernest sentado y diciendo: el origen deeste incendio es muy misterioso; y me pregunto cmo ha de ser descu-bierto; cmo habremos de entenderlo? Pues bien, ustedes se ren del, pero se estn riendo de ustedes mismos. Ustedes estn buscandoobtener la respuesta de esta pregunta y de aquella otra cuando su al-ma est en peligro del fuego eterno! Oh!, cuando sean salvos, enton-ces habr tiempo para hacer todas las preguntas; pero mientras se en-cuentran ahora en la casa en llamas, y en peligro de destruccin, notienen tiempo de estarse confundiendo acerca del libre albedro, del

    destino fijado, y de la absoluta predestinacin.Todas estas preguntas son buenas y estn muy bien, despus, para

    aquellos que son salvos. Dejen que el hombre que est en la costa in-tente descubrir la causa de la tormenta; su nica tarea ahora es pre-guntar: Qu debo hacer para ser salvo? Y cmo puedo escapar de lagran condenacin que me espera?

    Pero, ah!, amigos mos, no puedo hablar como deseara hacerlo.Creo que esta maana me siento un poco como Dante cuando escribiEl infierno.Los hombres decan de l que haba estado en el infierno;se vea as. Haba pensado sobre el infierno durante tanto tiempo, quela gente deca: ha estado en el infierno, ya que hablaba con una te-

    rrible sinceridad. Ah, si pudiera, yo hablara de esa manera tambin!Slo faltan unos cuantos das, y nos encontraremos cara a cara; puedomirar al lapso de unos cuantos aos, cuando ustedes y yo estaremoscara a cara delante del tribunal de Dios. Centinela, centineladiceuna vozles advertiste?, les advertiste? Acaso dir alguno de us-tedes que no lo hice? No, incluso el ms abandonado de ustedes diren aquel da: nos remos, nos mofamos de eso, y no nos import; pe-ro, oh Seor, estamos obligados a confesar la verdad: el hombre eradenodado al respecto; nos habl de nuestra condenacin, y por tantoest limpio. Dirn eso? Yo s que lo harn.

    Pero quiero agregar todava este comentario: ser echado fuera delcielo es algo terrible. Algunos de ustedes tienen a sus padres all; tie-nen amigos muy queridos all; ellos tomaron la mano de ustedes almorir, y les dijeron: hasta luego, hasta que nos reunamos. Pero siustedes no ven nunca el reino de Dios, no los podrn ver a ellos nuncams. Mi madredice alguienduerme en el cementerio; a menudovoy a la tumba y le pongo algunas flores, en recuerdo de aquella queme amant; pero, no habr de verla nunca ms? No, nunca ms; no,nunca, a menos que nazcas de nuevo.

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    Madres, ustedes tienen bebs que han ido al cielo y quisieran ver atoda su familia alrededor del trono; pero ustedes no vern nunca msa sus hijos, a menos que nazcan de nuevo. Quieren decir adis en es-te da al inmortal? Dirn hasta siempre en esta hora a sus amigosglorificados en el paraso? Deben decirles eso, o de lo contrario han deser convertidas.

    Deben acudir prontamente a Cristo, y confiar en l, y Su Espritu

    ha de regenerarlos, pues, de lo contrario, habrn de mirar a lo alto, alcielo, y decir: Coro de los bienaventurados! No los oir cantar nunca;padres de mi juventud, guardianes de mi infancia, yo los amo, peroentre ustedes y yo est puesta una gran sima; yo soy echado fuera, yustedes son salvos.

    Oh, les suplico que piensen en estos asuntos; y cuando salgan, nodeben olvidar lo que les he dicho. Si han sido conmovidos de algunamanera esta maana, no se deshagan de la conmocin; pudiera ser sultima advertencia; sera algo terrible estar perdidos con las notas delEvangelio en sus odos, y perecer bajo el ministerio de la verdad.

    Notas del traductor:

    (1) Shu-Shu-gah: nombre de la garza real, segn la cancin deHiawatha, el famoso poema pico de 1855 de Henry Wads-

    worth Longfellow.(2) Doctor E. B. Pusey, lder tractario, de fuertes inclinaciones a

    imitar a la iglesia de Roma en su ritualismo, y otras prcticascatlicas externas, como el bautismo infantil. El seor Spurge-on usa frecuentemente Pusey y Puseyismo para designar esastendencias.

    (3) Palmer: un famoso criminal ingls, quien, alrededor del ao de1856, fue sujeto a un juicio criminal muy sonado.

    (4) Beau Brummell: apodo de George Bryan Brummell, conocidocomo el bello Brummel (1778-1840), quien fue el rbitro de lamoda en Inglaterra, y amigo del prncipe Regente, que accedial trono en 1811 como el rey Jorge IV.

    http://www.spurgeon.com.mx/sermones.htmlOren diariamente por los hermanos Allan Roman y Thomas Montgomery,en la Ciudad de Mxico. Oren porque el Espritu Santo de nuestro Seor

    los fortifique y anime en su esfuerzo por traducir los sermones

    del Hermano Spurgeon al espaol y ponerlos en Internet.Sermn #130Volume 3REGENERATION