chesterton - ortodoxia

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    G.K. Chesterton: Ortodoxia

    GILBERT K. CHESTERTON

    ORTODOXIATraduccin de Denes Martos

    Edicin Original: 1908 - Edicin Electrnica: 2008

    La Editorial Virtualhttp://www.laeditorialvirtual.com.ar

    INDICE

    Prlogo

    Prefacio

    I. Introduccin en Defensa de Todo el Resto

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    II. El manitico

    III. El suicidio del pensamiento

    IV La tica del pas de los elfos

    V. La bandera del mundo

    VI. Las Paradojas del Cristianismo

    VII La eterna revolucin

    VIII El Romance de la Ortodoxia

    IX. La autoridad y el aventurero

    Por una resea biogrfica de Gilbert K. Chesterton,vaseHerejesen esta misma Editorial

    Prlogo

    or extraa casualidad, a la misma hora en que, en su vivienda campesina deBeaconsfield, Gilbert Keith Chesterton falleca, George Bernard Shaw[1]anunciaba,en Newcastle, que no hablara ms en pblico.

    Con estos mosqueteros, que tantas veces midieron sus armas dialcticas, el espectculo dela refriega ideolgica perdi en Inglaterra sus dos ms diestros, tenaces y fantsticoscombatientes.

    Chesterton y Shaw nacieron tal para cual. Dotados del mismo vigor polmico e idnticoafn proselitista, iguales en ingenio, no exista bajo el sol una sola cuestin frente a la cualsus opiniones no se encontraran en diametral oposicin.

    La oposicin de sus opiniones encendi y mantuvo encandilada, sin un momento dedesmayo, durante dos generaciones, la ms fragorosa batalla que jams engendr lainventiva. Sus controversias pblicas eran como justas de la razn dirimidas con los fuegosartificiales de las paradojas, las sutilezas, los retrucanos y las imgenes, donde el pblicoolvidaba el objeto de la ria y se dejaba fascinar por el deslumbrante espectculo.

    Shaw venca en el arte de la dramatizacin de su causa, pero Chesterton le venca en lasutileza que infunda al argumento de la suya.

    Como si quisiera compensarle de la monstruosa corpulencia que levant sobre sus pies, elCreador dot el cerebro de Chesterton con el ms gil, elstico, fino entendimiento que

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    puso en ninguno de nuestros contemporneos. Era tan gigantesco y pinge que le llamaron"monumento andante de Londres", y en una ocasin, durante un banquete en su honor,Bernard Shaw dijo a la hora de los discursos: "Tan galante es nuestro agasajado, seores,que esta misma maana le dej su asiento en el tranva a tres seoras".

    Fantasa o imaginacin no iban a la zaga de su figura en cuanto a exuberancia.

    Aunque, superficialmente considerada, la obra de Chesterton aparece slo como un intentoingenioso de encontrar la verdad por procedimientos originales en los que el ingenio y laoriginalidad semejan lo principal y la verdad lo secundario, en realidad ocurre todo locontrario.

    Chesterton vivi perpetuamente desasosegado por la idea de la verdad, y sus paradojas noeran sino el doble lazo con que pretenda tomar por los cuernos tan elusivo toro.

    Su versatilidad estaba propulsada por el mismo desasosiego, el cual le llevaba del verso alartculo de peridico; de ste al ensayo filosfico; del ensayo a la novela teolgica, cuando

    no detectivesca, o al discurso proselitista y a la controversia.

    La bsqueda de la verdad le condujo al catolicismo en 1922 y, poco despus, a la fundacindel movimiento distributista, en el que pretenda encarnar su ideologa y al que, secundadopor su fiel y veterano escudero el escritor Hilario Belloc, dedicara la mayor parte de suastronmica energa durante los diez ltimos aos.

    Chesterton odiaba tanto al capitalismo como al comunismo, porque ambos destruyenigualmente la propiedad privada individual, el ejercicio de los oficios manuales que, para l,constituyen la base de la libertad y el desenvolvimiento espiritual del hombre.

    En el imaginario "Reino distributivo" cada individuo es propietario de las herramientas conque trabaja, ejerce su oficio individualmente y posee su vivienda. Para propulsar el triunfodel Estado distributivo, que debe ser alcanzado por los medios constitucionales, "puestoque los ingleses aborrecen la violencia", Chesterton fund un semanario, excelente ybrillantemente escrito, titulado "G. K's Weekly", es decir, "Semanario de Chesterton",donde colaboraba una plyade escogida de jvenes intelectuales catlicos.

    La concepcin chestertoniana de la economa estaba ntimamente vinculada a la que tena

    de la libertad.La libertad abstracta que la Reforma impuso sobre Europa es, segn Chesterton, unamaldicin que ha devorado la libertad concreta que se gozaba anteriormente en los pueblosde la Cristiandad. "La libertad de la post-Reforma significa esto: cualquiera puede escribirun folleto, cualquiera puede dirigir un partido, cualquiera puede imprimir un peridico,cualquiera puede fundar una secta. El resultado ha sido que nadie posee su propia tienda osus propias herramientas, que nadie puede beber un vaso de cerveza o apostar a uncaballo. Ahora yo les ruego a ustedes, con toda seriedad, que consideren la situacin desdeel punto de vista del hombre del pueblo. Cuntos seres humanos desean fundar sectas,

    escribir folletos o dirigir partidos?".

    Esta cita es un ejemplo caracterstico del procedimiento con que Chesterton mezcla loarbitrario y lo lgico, el sentido comn y lo absurdo para, despus de fundirlos en el crisolde su imaginacin, elevar el resultado a teora.

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    Tan natural como su extravagante figura fsica era en Chesterton la jovialidad intelectual,el gozo en el puro juego de la inteligencia y la frase chispeante. Cualquier argumento podaser convertido por l, automticamente, en un deslumbrador juego de prestidigitacin.

    Muchas de sus frases y de las incidencias de sus controversias se han convertido ya enleyenda que el pueblo transmite de boca en boca. Un da debata por la radio con un poeta

    defensor del verso libre, quien le acus de no entender la "nueva mtrica".Verso libre respondi G. K. Chesterton no es una nueva mtrica, del mismo modo quedormir al raso no es una nueva forma de arquitectura.

    Pero no, podr usted negar objet el poeta que es una revolucin en la formaliteraria.

    El verso libre es una revolucin, respecto de la forma literaria, igual que el comer carnecruda es una revolucin respecto del arte de la cocina replic Chesterton.

    A la agudeza y mordacidad intelectual, que le hacan un enemigo temible, se unan en lainmensa humanidad de Gilbert Keith una bondad y campechana primitivas y popularesque le convertan en el ms delicioso de los amigos. De su amistad privada disfrutabanmuchos de aquellos con quienes Chesterton cambiaba en pblico los ms inflexiblesmandobles: librepensadores, racionalistas, protestantes, socialistas, eugenistas, y,especialmente, la encarnacin misma de todos estos "ismos", el inescrutable, invencible,incorregible George Bernard Shaw.

    Con Bernard Shaw y Lloyd George comparti Chesterton el privilegio nico de que tanto

    en los peridicos como en las conversaciones se le mencionara por las solas iniciales de sunombre. "Pobre G. K. Chesterton!", se deca la gente al saludarse, en Londres, el da de sumuerte.

    Una de las mejores biografas que existe hoy de Bernard Shaw la escribi, en 1909,Chesterton. Antes haba escrito ya una de sus obras maestras, la biografa de poetaBrowning.

    Ms tarde escribi las de Chaucer, Stevenson, Colbett, San Francisco de Ass y SantoToms de Aquino. Dos meses antes de morir haba terminado la suya propia.

    Sus libros de poemas llenan casi una biblioteca. Uno de ellos se titula "Bagatelastremendas". Las dos novelas ms famosas que escribi: "El hombre que fue jueves" y "Elpadre Brown", estn traducidas al espaol, pero, en cambio, creo que no ha sido trasladadoal castellano ninguno de sus ltimos libros, ni siquiera el epos de "Lepanto".

    The Napoleon of Notting Hilly A Club of Queer Tradesson novelas de la vida suburbanade Londres, en las que revive el espritu "pickwickiano". Chesterton hace de los personajesde sus novelas instrumentos en que emplear su ingenio y les obliga a proceder del modo

    ms incongruente que jams procedieron los habitantes del mundo novelesco.De entre las obras tericas o filosficas, aparte de Ortodoxia, aquella en que la ideologa delautor adquiere ms coherencia es la contenida en el tomo de ensayos sobre el tema Quhay de malo en el mundo, donde arguye contra las concepciones eugenistas, las cuales

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    asumen que la suerte de la vida est determinada por el nacimiento, y hace la msimpresionante descripcin del concepto cristiano de la vida que se haya escrito en estesiglo.

    Aunque sostuvo siempre la opinin de que el viajar contrae la inteligencia y apoca lafantasa, visit Italia, Irlanda y Amrica y escribi un libro sobre las impresiones recibidasen cada uno de dichos pases.

    Al revs que Bernard Shaw y Wells, las otras dos grandes figuras de las letras inglesas desu tiempo, Chesterton no sufri privaciones en su juventud, sino que disfrut de la msesmerada educacin que en aquella poca poda recibir un hijo de burgueses ricos.

    A pesar de que era dieciocho aos ms joven que Bernard Shaw, sus obras comenzaron aser conocidas al mismo tiempo que las de ste. Chesterton no desempe nunca, enrealidad, otra ocupacin que la de escritor, a la que se dedic por entero desde los veinteaos, despus de haber abandonado el aprendizaje de dibujante. Por entonces consista sucultura, fundamentalmente, en un profundo conocimiento de la Biblia que le haba

    infundido el padre, propietario de un importante negocio de alquileres. Por las venas de lamadre corra sangre francesa.

    Tuvo un solo hermano, Cecil, que se dedic tambin al periodismo y haba logrado granrenombre cuando, poco despus de la guerra, vino a sorprenderle la muerte.

    A los veinticinco aos se cas y de su matrimonio no le qued ningn hijo a la viuda.

    Su vida toda fue una portentosa exhibicin de atletismo intelectual y de entusiasmoespiritual.

    AUGUSTO ASSA.

    Prefacio

    ste libro est pensado para ser el compaero deHerejesy para agregarle el ladopositivo al negativo. Muchos crticos se quejaron del libro que llamHerejesporquemeramente criticaba las filosofas actuales sin ofrecer ninguna filosofa alternativa.

    Este libro es un intento de responder a se desafo. Es inevitablemente afirmativo y, por lotanto, inevitablemente autobiogrfico. El autor se ha visto frente a una dificultad de ciertaforma similar a la que se le present a Newman al escribir su Apologa : se ha visto forzadoa ser egocntrico a fin de ser sincero. Mientras todo lo dems puede ser diferente, elmotivo en ambos casos es el mismo. El propsito de este autor es intentar una explicacin,no de si la Fe Cristiana puede ser creda, sino de cmo l, personalmente, ha llegado a creer

    en ella.

    El libro, por lo tanto, est construido sobre el principio positivo de un acertijo y su solucin.Trata, primero, sobre las especulaciones solitarias y sinceras del propio autor y luego contoda la maravillosa forma en que resultaron repentinamente satisfechas por la teologa

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    Cristiana. El autor considera que el hecho equivale a un credo convincente. Pero, si no esas, resulta al menos una coincidencia reiterada y sorprendente.

    Gilbert K. Chesterton

    I. Introduccin en Defensa de Todo el Resto

    a nica justificacin posible para este libro, consiste en que es la respuesta a undesafo. Hasta un mal tirador se honra cuando acepta un duelo. Cuando hace algntiempo publiqu una serie de apresurados pero sinceros ensayos bajo el ttulo de

    "Herjes", algunos crticos por cuyas inteligencias siento un caluroso respeto (puedomencionar especialmente al seor G. S. Street), dijeron que estaba muy bien de mi parte

    sugerir que todos deban demostrar su teora csmica, pero que yo haba evitadocuidadosamente consolidar mis consejos con el ejemplo. Voy a comenzar a preocuparmepor mi filosofa, dijo el seor Street, cuando el seor Chesterton nos haya expuesto lasuya. Tal vez fue imprudente sugerirle algo as a una persona demasiado dispuesta aescribir libros ante la ms leve provocacin. Con todo, si bien el seor Street ha inspirado ycreado este libro, al fin y al cabo no tiene por qu leerlo. Si lo hace, hallar que en suspginas, de un modo genrico y personal y ms por medio de un conjunto de imgenesmentales que por series de deducciones he intentado formular la filosofa en la que hellegado a creer. No voy a llamarla "mi filosofa", porque yo no la hice. Dios y la Humanidad

    la hicieron; y ella me hizo a m.

    Muchas veces sent el capricho de escribir una novela sobre un navegante ingls que,embarcado en su yate, calcul levemente mal su ruta y lleg a Inglaterra convencido dehaber descubierto una nueva isla en los mares del Sur. No obstante, siempre encuentroque soy demasiado perezoso o estoy demasiado ocupado para escribir esta excelsa obra,por lo que bien puedo ahora revelarla con fines de ilustracin filosfica. Probablementeexistir la impresin general de que el hombre se sinti ms bien tonto cuando lleg atierra (armado hasta los dientes y hablando por seas) para plantar la bandera inglesasobre aqul templo brbaro que despus result ser el Pabelln de Brighton. No mepreocupa aqu negar que pareci tonto. Pero si ustedes se imaginan que se sinti tonto, opor lo menos que la sensacin de tontera fue su nica o dominante emocin, eso significaque no han estudiado con suficiente delicadeza la rica sustancia romntica del hroe de estecuento. Su error fue en verdad un error muy envidiable. Y l lo saba, si era el hombre queyo imagino.

    Qu podra ser ms agradable que sentir, simultneamente y en pocos minutos, todas lasfascinantes angustias del partir combinadas con toda la seguridad humana de volver a casaotra vez? Qu mejor que gozar del encanto de descubrir frica sin tener la fastidiosa

    necesidad de trasladarse a ese continente? Qu podra ser ms glorioso que congratularsepor descubrir Nueva Gales del Sur y comprender despus, en medio de un torrente delgrimas de alegra, que en realidad no se trataba ms que de la vieja Gales del Sur?

    Este, al menos en mi opinin, es el problema principal de los filsofos y en cierta forma, el

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    principal problema de este libro. Cmo es posible que el mundo nos asombre y al mismotiempo nos hallemos en l como en nuestra casa? Cmo puede este extrao pueblitocsmico que es el mundo, con sus monstruosas y antiguas luces, brindarnos la fascinacinde ser un poblado extico y, simultneamente, el confort y el honor de ser nuestro propiopueblito?

    Demostrar que una fe o una filosofa son verdaderas desde todo punto de vista, sera

    empresa demasiado grande, an para un libro mucho ms grande que ste. Es necesarioatenerse a una sola lnea de argumentacin y esa es la ruta que propongo seguir. Deseoexponer mi fe respondiendo particularmente a esa doble necesidad espiritual: la necesidadde esa mezcla de lo familiar con lo extrao que el cristianismo acertadamente llam"romance". Porque la misma palabra "romance", lleva en s el misterio y el antiguosignificado de "Roma".

    Cualquiera que se disponga a discutir algo, debera empezar siempre especificando qu eslo que no discute. Antes de afirmar qu se propone demostrar, debera declarar qu es loque no se propone demostrar. Lo que no intento probar, lo que propongo dejar establecidocomo algo compartido entre m y el lector promedio, es esta atraccin ejercida por una vidaactiva e imaginativa, pintoresca y llena de potica curiosidad; por una vida como la que elhombre occidental al menos aparenta haber deseado siempre. Si una persona afirma que laextincin es mejor que la existencia o que la mera subsistencia es mejor que la variedad yla aventura, esa persona no es una de esas personas comunes a las que me dirijo. Si unhombre prefiere la nada, nada puedo darle. Pero casi todas las personas que he conocido enesta sociedad occidental en la que vivo, estaran de acuerdo con la proposicin general deque necesitamos esta vida de romance prctico; que necesitamos la combinacin de algoque es extrao con algo que es familiar y seguro. Necesitamos eso para considerar al

    mundo combinando una idea de maravilla con una idea de bienvenida. Necesitamos serfelices en este pas de las maravillas sin sentirnos necesariamente confortables en l. stees el resultado de mi credo y esto es lo que tratar en estas pginas de modo principal.

    Pero tengo una razn especial para mencionar al hombre en el yate que crey descubrirInglaterra. Porque ese hombre en el yate soy yo. Yo cre haber descubierto a Inglaterra.No s cmo evitar que este libro sea egocntrico; y (a decir verdad) no s cmo evitar queresulte aburrido. Su tedio, sin embargo, me librar del reproche que ms me desagrada: elreproche de ser superficial. Sucede que la mera sofistera liviana es, de todas las cosas, la

    que ms desprecio y quizs resulta ser saludable que sea la cosa de la que generalmente seme acusa. No s de nada ms aborrecible que la mera paradoja; esa apenas ingeniosadefensa de lo indefendible. Si fuese cierto (como se dijo) que el seor Bernard Shaw vive delas paradojas, entonces Bernard Shaw tendra que ser otro millonario comn ms; porqueun hombre de su rapidez mental podra inventar un sofisma cada seis minutos. Inventarsofismas es tan fcil como mentir porque es mentir. La verdad, por supuesto, es que elseor Bernard Shaw se encuentra cruelmente limitado por el hecho de que no puede deciruna mentira si no est convencido de que es una verdad. Yo mismo me encuentro bajo lamisma limitacin. Nunca en mi vida dije algo tan slo porque pens que sera gracioso;aunque, por supuesto, tengo la humana vanidad de haber podido llegar a creer que era algo

    gracioso por haberlo dicho yo. Pero una cosa es describir la entrevista con una gorgona ocon un grifo que son criaturas que no existen y otra muy distinta es descubrir que elrinoceronte existe y luego deleitarse en el hecho de que tiene todo el aspecto de no existir.Es cierto que uno busca la verdad, pero puede ser que uno, instintivamente, persigue las

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    verdades ms extraordinarias. Por eso dedico este libro con el ms clido de lossentimientos a todas esas fantsticas personas que odian todo lo que escribo porqueconsideran (muy acertadamente, por todo lo que s) que mis obras son tan slo una pobrepayasada o una broma archiconocida.

    Si este libro es una broma, pues es una broma contra m mismo. Soy el hombre que, en unrapto de audacia, descubri lo que ya haba sido descubierto antes de m. Si hay un

    elemento de farsa en lo que sigue, la farsa es a mi costa; porque lo que este libro explica escmo cre que fui el primer hombre en hollar el suelo de Brighton tan slo para descubrirque era el ltimo. Relata mis gigantescas aventuras en persecucin de lo obvio. Nadiepuede pensar que mi caso es ms ridculo de lo que yo mismo s que es. Ningn lector mepuede acusar aqu de burlarme de l: yo soy el nico tonto de esta historia y ningnrebelde me expulsar de mi trono. Admito abiertamente haber tenido todas las ambicionesidiotas de fines del siglo diecinueve. Al igual que todos los dems chiquilines solemnes, yotambin trat de adelantarme a mi tiempo. Al igual que ellos, yo tambin intentadelantarme en diez minutos a la verdad. Y encontr que estaba mil ochocientos aos

    detrs de ella. Forc mi voz con dolorosa exageracin juvenil declamando mis verdades. Ytermin castigado en la forma ms adecuada y graciosa. Porque he mantenido misverdades pero descubr, no que no eran verdades, sino que no eran mas. Cuando me hicela ilusin de estar parado all, solo y sin nadie a mi alrededor, me encontr en la ridculaposicin de estar en compaa de toda la cristiandad. Es posible, y que el cielo me perdone,que haya tratado de ser original; pero lo nico que consegu fue logar una mala copia de lastradiciones ya existentes de la religin civilizada. El hombre del yate crey haber sido elprimero en llegar a Inglaterra; yo cre que haba sido el primero en llegar a Europa. Quisefundar una hereja propia y, cuando termin de darle los ltimos toques, descubr que eraortodoxia.

    Es posible que alguien encuentre entretenida la historia de este feliz fiasco. Es posible quealguno de mis amigos, o de mis enemigos, se divierta leyendo como, de las verdades dealguna leyenda al azar o de la falsedad de alguna filosofa predominante, aprendgradualmente cosas que podra haber aprendido de mi catecismo si lo hubiese ledoalguna vez. Puede que exista, o no, algn placer en leer cmo, en un club anarquista o enun templo babilnico, encontr por fin lo que podra haber encontrado en la parroquia de laiglesia ms cercana. Si hay alguien que se entretenga leyendo cmo las flores del prado, olas frases en un mnibus, y los accidentes de la poltica o los sufrimientos de la juventud

    confluyeron en determinada secuencia para producir una conviccin cierta de ortodoxiacristiana, entonces ese alguien posiblemente pueda leer este libro. Pero en todo hay unarazonable divisin del trabajo. Yo escrib este libro; y nada en el mundo me inducira aleerlo.

    Quisiera agregar una nota exclusivamente pedante que, como toda nota, naturalmentedebera estar al principio del libro. Estos ensayos estn dedicados slo a argumentar elhecho concreto de que la teologa cristiana central (acabadamente resumida en el Credo delos Apstoles) es la mejor fuente de energa y de sana tica. No tienen la intencin dediscutir la cuestin, muy fascinante pero bastante distinta, de quin tiene en la actualidad

    la autoridad para la proclamar ese credo. Cuando aqu se emplea la palabra ortodoxia, eltrmino significa el Credo de los Apstoles tal como es entendido por todos los que se hanllamado cristianos hasta hace muy poco y la conducta histrica general de quienessostuvieron ese credo. Por una simple cuestin de espacio, me he visto obligado a

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    limitarme a lo que obtuve de este credo; no entro en la cuestin, muy discutida entre loscristianos modernos, del origen del cual todos nosotros lo obtuvimos. Este no es un tratadoeclesistico, sino una especie de autobiografa desprolija. Ahora, si alguien quisiera conocermis opiniones sobre la naturaleza concreta de la autoridad que proclama ese credo, el seorG. S. Street slo tiene que lanzarme otro desafo y con mucho gusto le escribir otro libro.

    II. El manitico

    a gente absolutamente mundana no entiende ni al mundo; se apoya en algunas pocasmximas cnicas que ni siquiera son ciertas. Recuerdo que cierta vez paseaba con unprspero editor que hizo una observacin que yo ya haba escuchado antes muchas

    veces; en realidad es casi un apotegma del mundo moderno. Sucedi, sin embargo, que lahaba odo con demasiada frecuencia y recin en ese momento comprend de repente que

    careca de significado. El editor dijo acerca de cierta persona: Ese hombre llegar lejos;tiene fe en si mismo. Recuerdo que, en el momento en que alc la cabeza para escucharmejor, mi mirada cay sobre un mnibus cuyo destino estaba indicado por un cartel querezaba Hanwell [2]Le respond al editor: Quiere que le diga dnde estn los hombresque ms fe se tienen? Porque puedo decrselo. Conozco personas que se tienen una fe mscolosal que la de Napolen o la de Csar. S dnde fulgura la estrella fija de la certeza y elxito. Puedo guiarlo hasta el trono de los superhombres. Las personas que realmente setienen fe estn todas en el manicomio. Me contest diciendo que, al fin y al cabo, habamuchas personas que tenan fe en si mismas y que no estaban encerradas en asilos paralunticos. S, las hay retruqu y de todas las personas del mundo usted es quien

    ms debe conocerlas. Aquel poeta borracho a quien usted le rechaz una tragedia lgubre,crea en s mismo. Aquel viejo pastor que escribi una obra pica y de quien usted se haestado escondiendo en la trastienda, se tena fe. Si consultara su experiencia comercial enlugar de consultar su horrenda filosofa individualista, sabra usted que el tenerse fe es unade las caractersticas ms comunes de los fracasados. Los actores que no saben actuar, setienen fe; al igual que los deudores que no le pagarn. Sera mucho ms correcto decir queuna persona fracasar con toda seguridad precisamente porque se tiene fe. La fe completaen uno mismo no es meramente un pecado; tenerse fe absoluta es una debilidad. Creerabsolutamente en uno mismo es un credo tan histrico y supersticioso como el de creer en

    Joanna Southcote.[3]El hombre que profesa ese credo tiene la palabra Hanwell escritasobre su frente de un modo tan claro como el cartel de ese mnibus. Y a todo esto, miamigo el editor contest con esta muy profunda y efectiva observacin: Bueno, pero si unhombre no cree ni siquiera en si mismo, en qu tiene que creer? Despus de una largapausa le respond: "Ir a casa y escribir un libro contestando a esa pregunta." Y ste es ellibro que escrib para contestarla.

    De modo que creo que este libro podra muy bien comenzar en dnde comenz nuestradiscusin en las cercanas del manicomio. Los grandes cientficos modernos estn muyconvencidos de la necesidad de comenzar toda investigacin con hechos concretos. Losgrandes religiosos antiguos estaban igualmente convencidos de esa necesidad. Comenzabancon el hecho del pecado un hecho concreto, tan concreto como las papas. Ms all de si elhombre poda, o no poda, ser lavado con aguas milagrosas, no existi duda de que, detodas formas, quera ser lavado. Pero ciertos lderes religiosos de Londres y no simples

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    materialistas han comenzado en nuestros das a negar, no la discutible propiedad delagua, sino la indiscutible suciedad. Ciertos telogos ponen en duda el pecado original, quees la nica parte realmente demostrable de la teologa cristiana. Algunos discpulos delReverendo R. J. Campbell, en su casi fastidiosa espiritualidad, admiten una inocenciadivina que no pueden ver ni en sueos, mientras niegan esencialmente el pecado humanoque pueden ver hasta en la calle. Tanto los ms grandes santos como los ms grandesescpticos han adoptado el mal positivo como el punto de partida de sus argumentos. Si

    resulta ser cierto (como ciertamente lo es) que un hombre puede llegar a sentir un placerexquisito desollando a un gato, pues entonces el filsofo de la religin tiene slo dosconclusiones para deducir: o bien est forzado a negar la existencia de Dios, como lo hacentodos los ateos; o bien tiene que negar la deificacin material del hombre, como lo hacentodos los cristianos. Lo que los nuevos telogos parecen haber adoptado como solucinracional al dilema es el recurso de negar el gato.

    En esta curiosa situacin resulta obvio que hoy no es posible (con alguna esperanza deconcitar el consenso universal) comenzar, como lo hacan nuestros padres, con el hecho del

    pecado. Especialmente este hecho, que a ellos les quedaba (como me queda a m) ms claroque el agua, es justo el hecho que hoy resulta especialmente diluido o negado. Pero, si bienlos modernos niegan la existencia del pecado, no creo que, al menos hasta ahora, hayannegado la existencia del manicomio. Todava todos estamos de acuerdo en que el colapsodel intelecto existe y es tan inconfundible como el colapso de un edificio. Los hombresniegan al infierno, pero todava no niegan a Hanwell. A los fines de nuestro argumentoprincipal, pues, el primero bien podra sustituir al segundo. Lo que quiero decir es que, ascomo antes todos los pensamientos y todas las teoras se juzgaban por la medida en quetendan a hacer que el hombre perdiera su alma, para nuestros fines todos lospensamientos modernos y todas las teoras actuales podran ser juzgadas por la medida en

    que tienden a hacer que un hombre pierda el juicio.

    Es cierto que algunos hablan de la locura livianamente y muy sueltos de cuerpo como sifuese, en si misma, algo atractivo. Pero un instante de reflexin basta para comprenderque, cuando una enfermedad resulta atractiva, generalmente se trata de la enfermedad dealgn otro. Una persona ciega puede ser pintoresca; pero se requieren dos ojos para verlopintoresco. Y de un modo similar, la ms salvaje de las poesas sobre la locura slo puedeser disfrutada por los cuerdos. Al demente, su demencia le parecer bastante prosaica;porque es bastante cierta. Una persona que cree ser una gallina se considerar

    exactamente tan comn y corriente como una gallina. Una persona que cree ser un pedazode vidrio ser, para si mismo, tan aburrido como un pedazo de vidrio. Ser lahomogeneidad de su mente la que lo har aburrido, y la que lo vuelve loco. Lo encontramoshasta divertido porque nos damos cuenta de la irona de su idea; slo porque l no percibela irona de su idea es que lo encierran en Hanwell en absoluto. En resumen: las cosas rarasslo asombran a la gente comn. Las cosas raras no asombran a la gente rara. Esto explicapor qu la gente comn tiene una vida mucho ms interesante y por qu la gente rarasiempre se anda quejando de lo aburrido que es vivir. Tambin por esto las nuevas novelasmueren con tanta rapidez mientras los viejos cuentos de hadas perduran por siempre. Losantiguos cuentos de hadas hacan del hroe un muchacho humano normal; son lasaventuras de este muchacho las que asombran; y le asombran porque es normal. Encambio, en la novela psicolgica moderna el hroe es anormal; el centro no es central.Consecuentemente las ms increbles aventuras no consiguen afectarlo y el libro se vuelvemontono. Se puede escribir un cuento a partir de un hroe entre dragones, pero no

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    partiendo de un dragn entre dragones. El cuento de hadas especula con lo que el hombrecuerdo har en un mundo loco. La sobria y realista novela actual especula con lo que unsujeto esencialmente desequilibrado har en un mundo aburrido.

    Comencemos, pues, con el manicomio; y partamos de esta posada maldita y fantstica enpos de nuestra travesa intelectual. Ahora bien, ya que estamos a punto de echarle unvistazo a la filosofa de la cordura, lo primero que tenemos que hacer es librarnos de un

    error grande y muy comn. En todas partes existe por all la nocin de que la imaginacin y, en especial, la imaginacin mstica es peligrosa para el equilibrio mental de unapersona. Con frecuencia se considera que los poetas son psicolgicamente poco confiables y,en trminos generales, ex iste una vaga asociacin entre una frente coronada de laureles yuna cabeza con un tricornio sobre ella. Los hechos y la historia contradicen estainterpretacin por completo. La mayora de los poetas realmente grandes no slo fuecuerda sino, por el contrario, tuvo rasgos extremadamente comerciales, y si Shakespearerealmente se dedic alguna vez a criar caballos ello fue porque result ser la personaprobablemente ms adecuada para criarlos. La imaginacin no cra demencia. Lo que cra

    demencia es la razn. Los poetas no se vuelven locos; los que se pueden volver locos son losjugadores de ajedrez. Los matemticos se vuelven locos, y los cajeros; pero es muy raroque les suceda a los artistas creativos. Como se ver ms adelante, de ninguna maneraestoy atacando a la lgica. Lo nico que digo es que el peligro est en la lgica, no en laimaginacin. La paternidad artstica es tan saludable como la paternidad fsica. Ms an,merece ser destacado que, en aquellos casos en los que un poeta fue realmente mrbido, elhecho, por regla general, obedeci a que tenan algn punto racional dbil en su cerebro.Poe[4], por ejemplo, fue realmente mrbido; pero no porque fuese potico sino porque fueespecialmente analtico. Hasta el ajedrez le resultaba demasiado potico. Le desagradaba elajedrez porque estaba lleno de caballos y de castillos, al igual que un poema. Sobre un

    damero, prefera abiertamente las fichas negras porque se parecan ms a los simplespuntos negros de un diagrama. Quizs el argumento de mayor peso sea el siguiente: detodos los poetas ingleses, slo uno se volvi loco; Cowper[5]. Y es indiscutible que fuellevado a la locura por la lgica, por la fea y extraa lgica de la predestinacin. La poesano fue su enfermedad sino su medicina; la poesa fue lo que, en parte, lo mantuvo sano. Aveces consigui olvidar el rojo y sediento infierno al que lo arrastraba su terriblenecesitarismo[6]entre las anchas aguas y los blancos lirios del Ouse.[7]Cowper,condenado por Juan Calvino[8], casi resulta salvado por John Gilpin.[9] Por todas partespodemos ver que los hombres no enloquecen por haber soado. Los crticos estn mucho

    ms enloquecidos que los poetas. Homero es bastante ntegro y calmado; son los crticosquienes lo despedazan y lo convierten en harapos extravagantes. Shakespeare es bastantefiel a si mismo; son tan slo algunos crticos los que han descubierto que no era l sinoalgn otro[10]. Y a pesar de que San Juan el Evangelista v io muchos monstruos extraosen su visin, nunca vio una criatura tan salvaje como alguno de sos que lo comentan.

    El hecho general es simple. La poesa es sensata porque flota con facilidad sobre un marinfinito; la razn intenta cruzar ese mar infinito para hacerlo finito. El resultado es elagotamiento mental, similar al agotamiento fsico del seor Holbein[11]. El aceptarlo todoes un ejercicio; el entenderlo todo es un sufrimiento. El poeta slo desea exaltacin yexpansin; un mundo en el cual pueda estirarse. El poeta slo pide poder meter la cabezaen los cielos. Es el especialista en lgica el que trata de meter los cielos en su cabeza. Y es lacabeza de l la que se parte.

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    Es un detalle, aunque no insignificante, que este conspicuo error se halla por lo comnapoyado por una cita conspicuamente incorrecta. Todos hemos escuchado a personasrecitar la clebre lnea de Dryden[12]que dice: El gran genio est en estrecha alianza conla locura. Pero resulta que Dryden no dijo que el gran genio est en estrecha alianza con lalocura. Dryden era un genio y lo saba mejor. Hubiera sido difcil encontrar a un hombrems romntico o ms sensato que l. Lo que Dryden dijo fue: Los grandes intelectos estnfrecuentemente en estrecha alianza con la locura, y eso es cierto. La que corre el peligro

    de un colapso es la pura agilidad intelectual. Por otra parte, la gente tendra que recordartambin la clase de hombre de la que hablaba Dryden. No estaba hablando de un visionarioalejado del mundo como Vaughan[13]o como George Herbert[14]. Hablaba de un cnicohombre de mundo, de un diplomtico, de un gran poltico prctico. Esas personas estn,por cierto, estrechamente aliadas a la locura. Los incesantes clculos que hacen acerca desus propios cerebros y acerca de los de otras personas constituyen una actividad peligrosa.Siempre es peligroso para la mente explorar a la mente. Cierta frvola persona preguntpor qu decimos loco como un sombrerero. Una persona ms frvola todava podracontestar que el sombrerero est loco porque tiene que medir la cabeza de las personas.

    Y si con frecuencia los grandes razonadores son maniticos, igualmente cierto es que losmaniticos son grandes razonadores. Cuando estuve enzarzado con el Clarion[15]en unacontroversia sobre la cuestin del libre albedro, ese talentoso escritor que es el seor R. B.Suthers dijo que el libre albedro es una locura porque significaba acciones sin causa y lasacciones sin causa seran las de un demente. No me detendr aqu sobre este desastrosotraspi de lgica determinista. Obviamente, si cualquier accin, hasta la de un demente,puede ser incausada, pues entonces el determinismo est liquidado. Si la cadena causalpuede romperse en el caso de un loco, entonces se le puede romper a cualquiera. Pero mipropsito es sealar algo ms prctico. Era natural, quizs, que un socialista marxista

    moderno no supiera nada del libre albedro. Pero fue por cierto notable que un socialistamarxista moderno no supiera nada de lunticos. Lo ltimo que se puede decir de un loco esque sus acciones carecen de causa. Solamente las acciones menores de cualquier personasana pueden ser llamadas, y en forma muy laxa, incausadas: el silbar mientras se camina;escarbar el pasto con un bastn; golpear los tacones o frotarse las manos. Es el hombresano el que hace esas cosas intiles; el hombre enfermo no es lo suficientemente fuertecomo para estar ocioso. Son exactamente esas acciones descuidadas y sin causa las que undemente nunca entendera; porque el demente (al igual que el determinista) por lo generalve demasiadas causas en todo. El loco le dara un significado conspirador a esas actividades

    triviales. Pensara que el escarbar la hierba constituye un ataque a la propiedad privada.Pensara que el golpear los tacones es la seal a un cmplice. Si por un instante el loco sedescuidara, se volvera cuerdo. Cualquiera que haya tenido la desgracia de hablar conpersonas atacadas por o al borde de un desorden mental, sabe que la cualidad mssiniestra de estas personas es una horrible capacidad para los detalles; esa capacidad deconectar una cosa con otra para elaborar un mapa ms complicado que un laberinto. Sidiscute usted con un loco, lo ms probable es que lleve las de perder porque en variasformas la mente del loco se mover mucho ms rpido ya que no se detiene en las cosasque exige el sano juicio. El loco no est limitado por el sentido del humor, ni por la caridad,

    ni por las pedestres certezas de la experiencia. Es ms lgico porque ha perdido ciertosafectos propios de la cordura. En este sentido, la frase comn que se usa para sealar lainsania resulta engaosa. El loco no es quien ha perdido la razn. El loco es quien lo haperdido todo menos la razn.

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    Cuando el loco explica algo, su explicacin es siempre completa y, con mucha frecuencia,tambin es satisfactoria en un sentido puramente racional. O bien, para ser ms estrictos:la explicacin del loco, si no es concluyente, al menos es irrefutable; y esto puede serobservado en las dos o tres clases ms comunes de locura. Si, por ejemplo, un hombre ledice que todo el mundo conspira contra l, a usted le resultar imposible refutarlo, amenos que le diga que todo el mundo niega ser un conspirador; lo cual es exactamente loque haran los conspiradores. La explicacin de l se ajusta a los hechos tanto como la de

    usted. O bien, si un hombre dice que es el Rey de Inglaterra, de nada servira responderleque las autoridades vigentes lo consideran loco por decirlo; porque, si fuese el Rey deInglaterra, eso podra ser lo ms aconsejable que podran hacer las autoridades vigentes. Obien, si un hombre dice que es Jesucristo, el responderle diciendo que el mundo niega sudivinidad no lo refutar, porque el mundo tambin neg la divinidad de Cristo.

    Y, sin embargo, el hombre est equivocado. Pero, si tratamos de rastrear su error entrminos exactos, descubriremos que no es algo tan fcil de hacer como se supone. Quizslo ms aproximado sera decir que su mente se mueve en un crculo perfecto pero

    estrecho. Un crculo pequeo es bastante igual de infinito que un crculo grande; pero, sibien es casi tan infinito, no es igual de grande. De la misma forma, la explicacin deldemente es casi tan completa como la del cuerdo, pero no es tan amplia. Una bala es casitan redonda como el mundo; pero no es el mundo. La universalidad estrecha existe; laeternidad pequea y restringida existe; pueden ustedes observarlo en muchas religionesmodernas. Ahora bien, hablando explcita y empricamente, podramos decir que el signoms evidente e inconfundible de la locura es esa combinacin de totalidad lgica ycontraccin espiritual. La teora del loco explica una gran cantidad de cosas, pero no lasexplica en gran medida. Lo que quiero decir es que, si usted o yo estuvisemos tratandocon una mente que se est volviendo enferma, en forma principal no tendramos que

    preocuparnos tanto por darle argumentos sino por darle aire; tendramos que tratar deconvencerla de que existe algo ms limpio y ms fresco fuera de la asfixia de un nicoargumento. Supongamos, por ejemplo, que se trata del primer caso que mencion comotpico. Supongamos que se trata del caso del hombre que acusa a todo el mundo deconspirar contra l. Si tuvisemos que expresar nuestra ms sentida protesta y combatiresa obsesin, supongo que diramos algo como: Oh, admito que su caso es real y que losiente de corazn, y que muchas cosas encajan en otras tal como lo dice usted. Admito quesu explicacin explica muchas cosas, pero cuntas cosas no explica! No hay en el mundoms historia que la suya? Todo el mundo est ocupado con los asuntos de usted?

    Supongamos que concedemos los detalles. Supongamos que, cuando el hombre en la callepareci no verlo, quizs fue por astucia. Quizs el polica que le pregunt su nombre lo hizoporque ya lo saba. Pero cunto ms feliz sera si tan slo supiese que a todas estaspersonas usted no les importa para nada! Cuanto ms amplia sera su vida si ustedpudiera empequeecerse en ella; si pudiera observar realmente a las dems personas concuriosidad y placer comunes; si pudiera verlas caminar tal como son en su radianteegosmo y en su viril indiferencia! Al no estar ellas interesadas en usted, podra empezarusted a interesarse en ellas. Podra escapar de este pequeo y mezquino teatro en el quesiempre se representa su dramita personal y se encontrara usted bajo un cielo ms

    despejado y en una calle llena de esplndidos desconocidos. O supongamos que se tratadel segundo caso de locura, el del hombre que pretende la corona. Nuestro impulso sera elde contestar: Est bien! Quizs usted sabe que es el Rey de Inglaterra, pero por qu leimporta tanto? Haga un magnfico esfuerzo y se convertir en un ser humano, y con esopodr mirar desde arriba a todos los reyes de la tierra. O bien podra tratarse del tercer

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    caso, el del loco que deca ser Jesucristo. Si le dijramos lo que sentimos, le podramosdecir: As que usted es el Creador y el Redentor del mundo. Pero qu mundo mspequeo debe ser! Qu cielo ms pequeo debe habitar usted, con ngeles no msgrandes que mariposas! Debe ser muy triste ser Dios y, para colmo, un Dios inadecuado!Realmente, no hay una vida ms plena y un amor ms maravilloso que el de usted? Esrealmente en su mezquina y penosa compasin que todo lo encarnado debe depositar sufe? Cunto ms feliz sera usted si el martillo de un Dios ms grande pudiera hacer aicos

    su pequeo cosmos, desparramando las estrellas como si fueran chispas y dejndolo austed al aire libre, libre como los dems hombres para mirar tanto hacia arriba como haciaabajo!"

    Hay que recordar que incluso la ciencia ms puramente prctica ataca la enfermedadmental desde este punto de vista. No trata de discutir con ella como si fuese una herejasino, simplemente, trata de romperla como se hace con un encantamiento. Ni la cienciamoderna ni la antigua religin creen en la completa libertad de pensamiento. La teologarechaza ciertos pensamientos llamndolos blasfemos. La ciencia rechaza ciertos

    pensamientos llamndolos enfermizos. Por ejemplo, algunas sociedades religiosasdesaconsejaron, con mayor o menor xito, que la persona pensara en el sexo. La nuevasociedad cientfica desaconseja terminantemente que las personas piensen en la muerte.La muerte es un hecho, pero es un hecho que se considera morboso. Y, al someter atratamiento a quienes presentan una morbosidad con un toque de mana, la cienciamoderna se preocupa de la lgica pura mucho menos todava que un derviche danzante. Enestos casos no es suficiente que el pobre hombre desee la verdad; lo que tiene que deseares la salud. Nada puede salvarlo, excepto un ciego, casi bestial, hambre de normalidad. Unapersona no puede salir de su enfermedad mental pensando, porque es precisamente elrgano del pensamiento el que se le ha enfermado volvindose ingobernable como si se

    hubiese tornado independiente. Slo puede ser salvado por la voluntad o por la fe. En elinstante en que su razn aislada se empiece a mover, se mover en la vieja senda circular;andar dando vueltas por su crculo lgico exactamente de la misma manera en que elhombre v iajando en un vagn de tercera clase por el Inner Circle [16]andar dandovueltas por el Inner Circle hasta que consiga ejecutar la voluntaria, vigorosa y msticaaccin de bajarse en Gower Street.

    En esto, todo depende de la decisin; hay que cerrar una puerta para siempre. Todoremedio es un remedio desesperado. Toda curacin es milagrosa. Curar a un loco no es

    discutir con un filsofo; es exorcizar al demonio. Y por ms suavemente que procedan losmdicos y los psiclogos en esta materia, sus actitudes son profundamente intolerantes tan intolerantes como las de Bloody Mary.[17]Porque su verdadera conviccin es sta: elpaciente, si quiere seguir v iviendo, tiene que dejar de pensar. El criterio es el de laamputacin intelectual. Si tu cabezate ofende, pues crtala; porque ms vale ingresar alReino de los Cielos, no slo como un nio sino como un imbcil, y no que todo tu intelectosea arrojado al infierno o a Hanwell.[18]

    As es el loco real. Por lo comn es un razonador, y con frecuencia un razonador exitoso. Sinduda podra ser conquistado en forma puramente racional plantendole su caso en forma

    lgica. Pero se le puede plantear ese caso con mucha mayor precisin en trminos msgenerales e incluso ms estticos. El loco se encuentra en la limpia y bien iluminada prisinde una sola idea: se ha agudizado hasta un extremo penoso. Carece de la sanaincertidumbre y de la sana complejidad. Ahora bien, tal como lo expliqu en la

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    introduccin, en estos captulos no me propongo tanto ofrecer el diagrama de una doctrinacomo las imgenes de un punto de vista. Y he descrito en detalle mi visin del maniticopor la siguiente razn: es que el manitico me produce la misma impresin que lospensadores modernos. Ese inconfundible tono, o esa nota, que oigo desde Hanwell, tambinla oigo desde las ctedras cientficas y los centros de enseanza de la actualidad; y muchosmdicos de enfermos mentales tienen de enfermos mentales algo ms que sus pacientes.Todos tienen exactamente la combinacin que hemos observado: la combinacin de una

    razn expansiva y exhaustiva con la contraccin del sentido comn. Son universales tanslo en el sentido en que toman una sola delgada explicacin y la llevan muy lejos. Pero,por ms que se lo pueda estirar indefinidamente, un modelo seguir siendo una modelo.Estas personas ven un tablero de ajedrez en blanco sobre negro; y an cuandopavimentemos al universo entero con l, seguirn vindolo en blanco sobre negro. Al igualque el loco, estas personas no pueden modificar su punto de vista; les resulta imposiblehacer el esfuerzo mental para verlo de pronto en negro sobre blanco.

    Para empezar, tomen ustedes el caso ms obvio del materialismo. Como explicacin del

    mundo, el materialismo tiene una especie de simpleza demencial. Posee justo la mismacualidad que el argumento del loco; nos produce la misma sensacin de abarcarlo todo y deexcluirlo todo simultneamente. Contemplen a un materialista capaz y sincero como porejemplo McCabe[19], y tendrn exactamente esa inigualable sensacin. McCabe loentiende todo, y parece que nada vale la pena ser entendido. Su cosmos podr estarcompleto en cada remache y en cada engranaje, pero an as sigue siendo ms pequeoque nuestro mundo. De algn modo, su esquema, como el lcido esquema del loco, pareceno tomar conciencia de las energas externas y de la enorme indiferencia del mundo; suesquema no contiene un pensamiento sobre las cosas reales del mundo tales como la luchacontra otros pueblos, o las madres orgullosas, o el primer amor, o el miedo de navegar por

    el mar. Su tierra es tan enorme y su cosmos es tan diminuto. Su cosmos es algo as como elagujero ms pequeo en el cual el hombre puede esconder la cabeza.

    Hay que entender que aqu no estoy discutiendo la relacin de estos credos con la verdadsino su relacin con la salud. Ms adelante en la discusin me dedicar a atacar la cuestinde la veracidad objetiva; aqu slo estoy hablando de un fenmeno psicolgico. Por ahora,no pretendo demostrarle a Haeckel[20]que el materialismo es falso, como que tampocointento demostrarle al hombre que se crey Cristo que fue vctima de un error. Tan sloquiero subrayar aqu el hecho de que ambos casos presentan la misma clase de atributo:

    son, en igual sentido, completos e incompletos a la vez. Si una persona es encerrada enHanwell, el hecho puede ser explicado diciendo que un pblico indiferente crucific a undios que el mundo no mereca. La explicacin, explica. En forma similar, se puede explicarel orden del universo diciendo que todas las cosas, incluso las almas de las personas, sonhojas que se despliegan en forma inevitable sobre las ramas de un rbol completamenteinconsciente el ciego destino de la materia. La explicacin, explica. Aunque no, porsupuesto, en forma tan completa como la del loco. Pero la cuestin aqu es que la mentehumana normal no slo objeta ambas explicaciones sino que siente la misma objecin antelas dos. Lo que la mente normal dira, aproximadamente, es que, si el hombre de Hanwelles realmente Dios, pues no es gran cosa como Dios; y si el cosmos de los materialistas es elcosmos real, ese cosmos no es gran cosa. El concepto se ha encogido. La deidad es menosdivina que muchas personas; y (de acuerdo con Haeckel) la totalidad de la vida es algomucho ms gris, estrecho y trivial que muchos de sus aspectos tomados por separado. Laparte parece ser ms grande que el todo.

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    Porque debemos recordar que la filosofa materialista (ms all de si es verdadera o no),resulta ciertamente mucho ms limitante que cualquier religin. En cierto sentido, porsupuesto, todas las ideas inteligentes son estrechas. No pueden ser ms amplias que ellasmismas. Un cristiano slo est restringido en el mismo sentido en el que lo est un ateo. Elcristiano no puede pensar que el cristianismo es falso y seguir siendo un cristiano; y el ateono puede pensar que el atesmo es falso y seguir siendo ateo. Pero sucede que hay unsentido muy especial en el cual el materialismo tiene ms restricciones que el

    espiritualismo. El seor McCabe piensa que soy un esclavo porque no me est permitidocreer en el determinismo. Y yo a mi vez pienso que el seor McCabe es un esclavo porqueno le est permitido creer en las hadas. Ahora, si examinamos las dos prohibiciones,veremos que la de l es una prohibicin mucho ms restrictiva que la ma. El cristiano esbastante libre de creer en que hay una cantidad apreciable de orden establecido y dedesarrollo inevitable en el universo. Pero al materialista no le est permitido admitir en suinmaculada mquina la ms mnima mancha de espiritualidad o de milagro. Al pobre seorMcCabe no le est permitido conservar ni al ms pequeo duende; ni aunque se escondaen una flor. El cristiano admite que el universo es mltiple y hasta heterogneo, as como la

    persona cuerda sabe de si misma que es compleja. La persona cuerda sabe que tiene untoque de bestia, un toque de demonio, un toque de santo y un toque de ciudadano. Msan: la persona realmente cuerda hasta sabe que tiene un toque de locura. Pero elmaterialista est seguro de que el mundo es bastante simple y slido; del mismo modo enque el loco est bastante seguro de ser sensato. El materialista est seguro de que lahistoria no ha sido ms que, simple y exclusivamente, una cadena causal; exactamente ascomo la interesante persona antes mencionada est segura de ser simple y solamente unagallina. Los materialistas y los locos nunca tienen dudas.

    En realidad, las doctrinas espirituales no limitan a la mente como lo hacen las negaciones

    materialistas. An si creo en la inmortalidad no tengo que pensar en ella. Pero si no creo enla inmortalidad, no debo pensar en ella. En el primer caso, tengo el camino abierto y puedoir tan lejos como quiera; en el segundo caso el camino est cerrado. Pero el caso es msconcluyente todava y el paralelo con la locura es an ms extrao. Nuestra imputacin a laexhaustiva y lgica teora del loco fue que, fuese verdadera o falsa, destrua gradualmentesu humanidad. Ahora la imputacin a las principales deducciones del materialista es que,sean verdaderas o falsas, destruyen gradualmente su humanidad. Y no me refiero slo aque destruyen la bondad. Me refiero a la esperanza, al coraje, a la poesa, a la iniciativa; atodo lo que es humano. Por ejemplo, cuando el materialismo lleva las personas a un

    fatalismo absoluto (como generalmente sucede), resulta bastante intil pretender que, encualquier sentido que sea, constituye una fuerza liberadora. Es absurdo decir que alguienpromueve la libertad de un modo especial cuando utiliza la libertad de pensar para destruiral libre albedro.

    Los deterministas vienen a atar, no a desatar. Hacen muy bien en llamar a su ley lacadena causal. Es la peor cadena que jams amarr al ser humano. Se puede usar ellenguaje de la libertad todo lo que se quiera para difundir el materialismo, pero es obvioque ese lenguaje resulta inaplicable a la totalidad de la doctrina, del mismo modo en queresulta inaplicable al hombre encerrado en un manicomio. Si lo desean, pueden decir que elhombre es libre de pensar que es un huevo hervido. Pero de seguro ser de ms peso eimportancia el hecho de que, si es un huevo hervido, no ser libre de comer, beber, dormir,pasear o fumarse un cigarrillo. En forma similar podrn ustedes decir, si lo desean, que elaudaz especulador determinista es libre de no creer en la realidad de la voluntad. Pero de

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    seguro ser de ms peso e importancia el hecho de que no es libre de alabar, de maldecir,de agradecer, de justificar, de urgir, de castigar, de resistir tentaciones, de agitarmuchedumbres, de hacer promesas de fin de ao, de perdonar pecadores, de oponerse atiranos; ni siquiera es libre de decir "gracias cuando alguien le alcanza la mostaza.

    Pasando a otro tema, no puedo dejar de apuntar la extraa falacia que presenta almaterialismo fatalista como algo en cierta forma favorable a la misericordia, a la abolicin

    de los castigos crueles, o a la abolicin de los castigos sean de la clase que fueren. Esto esnotoriamente contrario a la verdad. Es sostenible que la doctrina de la necesidad no cambianada en absoluto; que deja azotando al flagelador y alentando al buen amigo igual queantes. Pero, obviamente, si resulta que detiene a alguno de los dos, detendr al buen amigoque alienta. Que los pecados sean inevitables es un hecho que no evitar el castigo; en todocaso, si es que evita algo, evitar la persuasin. El determinismo tiene tantasprobabilidades de inducir a la crueldad como ciertamente las tiene de inducir a la cobarda.El determinismo no es incompatible con el tratamiento cruel de los criminales. Es (quizs)incompatible con darles un tratamiento generoso; con cualquier apelacin a sus mejores

    sentimientos o con la exhortacin a superar su conflicto moral. El determinista no cree enla eficacia de apelar a la voluntad, pero cree en la eficacia de cambiar el entorno. No lepuede decir al pecador: Anda, y no peques ms, porque, segn su concepcin, el pecadorno puede evitar el pecado. Pero puede sumergirlo en aceite hirviendo porque el aceitehirviendo es un entorno. Por consiguiente, considerado como un personaje, el materialistaposee el fantstico perfil del loco. Ambos adoptan una postura que es, al mismo tiempo,incontestable e intolerable.

    Por supuesto, lo sealado no se aplica tan slo al materialista. Lo mismo podra decirse decualquier otro extremo de lgica especulativa. Existe una clase de escptico que es mucho

    ms terrible que el que cree que todo comenz en la materia. Podemos toparnos con elescptico que cree que todo comenz dentro de l. ste es uno que duda, no de laexistencia de ngeles y demonios, sino de la existencia de seres humanos y de vacas. Paral, sus propios amigos no son sino una mitologa creada por l mismo. Cre a su propiopadre y a su propia madre. Esta horrible fantasa posee una cosa que decididamente atraeal, algo mstico, egosmo actual. se editor que pensaba que los hombres obtendran xitocreyendo en si mismos; esos buscadores del superhombre que lo buscan mirndose alespejo; esos escritores que hablan de impresionar con sus personalidades en lugar de crearvida para el mundo; todas estas personas se encuentran slo a una pulgada de ese

    tremendo vaco. Y luego, cuando este amable mundo que existe alrededor del ser humanohaya sido ennegrecido como una mentira; cuando los amigos se desvanezcan y se vuelvanfantasmas; cuando fallen todos los cimientos del mundo; cuando el hombre, no creyendo ennada ni en nadie, se encuentre solo en su propia pesadilla; pues entonces, en vengativairona, se escribir sobre l el gran lema individualista. Las estrellas sern slo puntos en laoscuridad de su cerebro; el rostro de su madre ser tan slo un boceto que su propio lpizdemente dibuj sobre la pared de su celda. Pero sobre la puerta de su celda estar escritocon aterradora verdad: Aqu hay uno que cree en si mismo.

    No obstante, todo lo que nos interesa aqu es que este extremismo intelectual panegosta

    presenta la misma paradoja que aqul otro extremo del materialismo. Es igual de completoen teora e igual de amputador en la prctica. En aras de ser simples, es ms fcil explicarla nocin diciendo que una persona puede creer que est constantemente en un sueo.Ahora bien, es obvio que no se le puede demostrar positivamente que no est en un sueo

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    por la simple razn de que no se le puede ofrecer ninguna prueba que no se le podraofrecer tambin en un sueo. Pero si el hombre comenzara a incendiar Londres y a decirque su ama de llaves pronto lo llamar para desayunar, lo llevaramos y lo pondramos,junto con otros especialistas en lgica, en ese lugar que tantas veces hemos mencionado eneste captulo. La persona que no puede creerle a sus sentidos est loca, y la persona que nopuede creerle a nada fuera de sus sentidos est igual de loca; y su locura no quedademostrada por ningn error de argumentacin sino por el hecho que toda la vida de estas

    personas est manifiestamente errada. Ambos se han encerrado en sendas cajas que dellado interno tienen pintado el sol y las estrellas; ambos son incapaces de salir, el uno a lasalud y a la felicidad del cielo y el otro ni siquiera a la salud y a la felicidad de la tierra. Laposicin de los dos es bastante razonable; ms an: en cierto sentido es infinitamenterazonable del mismo modo en que una moneda de tres peniques es infinitamente circular.Pero existe la infinitud malvada, y la eternidad vil y esclava. Es divertido observar quemuchos de los modernos, ya sean escpticos o msticos, han adoptado como signo ciertosmbolo oriental que es el smbolo mismo de esta definitiva nulidad. Cuando quierenrepresentar a la eternidad lo hacen mediante una serpiente que se muerde la cola. Hay un

    sorprendente sarcasmo en la imagen de esta ms que insatisfactoria comida. La eternidadde los fatalistas materialistas, la eternidad de los pesimistas orientales, la eternidad de losarrogantes tesofos y de los encumbrados cientficos actuales est, de veras, muy bienrepresentada por una serpiente que se come la cola; un animal degradado que se destruyehasta a si mismo.

    Este captulo es puramente prctico y est dedicado a lo que en la actualidad constituye elprincipal signo y el principal elemento de la demencia. Resumiendo, podemos decir, pues,que es la razn utilizada sin races; la razn en el vaco. La persona que comienza a pensarsin los primeros principios adecuados, se vuelve loca; comienza a pensar desde el lado

    equivocado. Y a lo largo del resto de estas pginas tenemos que tratar de descubrir cul esel lado correcto. Pero, en conclusin, si esto es lo que enloquece a las personas, podramospreguntar: qu es lo que las mantiene cuerdas? Hacia el fin de este libro espero dar unarespuesta definitiva; algunos pensarn que demasiado definitiva. Pero, por el momento yen la misma forma estrictamente prctica, es posible dar una respuesta general a lapregunta de qu es lo que, en la historia humana real, ha mantenido la salud mental de losseres humanos. Es el misticismo el que nos ha mantenido mentalmente sanos. Mientrastengis misterio, tendris salud; destruid el misterio y habris creado la enfermedad. Elhombre comn siempre ha estado mentalmente sano porque siempre fue un mstico.

    Siempre acept la media luz. Siempre estuvo con un pie sobre la tierra y con el otro en elpas de las hadas. Siempre se ha sentido libre de dudar de sus dioses pero (a diferencia delagnstico[21]actual) tambin se sinti libre para creer en ellos. Siempre le import ms laverdad que la consistencia. Si vio dos verdades que parecan contradecirse, tomo las dosverdades y las contradicciones junto con ellas. Su visin espiritual es estereoscpica, aligual que su visin biolgica: ve dos imgenes en forma simultnea y sin embargo, o justopor eso, ve mejor. As, siempre ha credo que existe algo llamado destino pero tambin algollamado libre albedro. As, crey que los nios eran realmente del reino de los cielos, perosin embargo deban obedecer a los reinos de la tierra. Admir a la juventud porque era

    joven y a la vejez porque no lo era. Es exactamente este equilibrio de contradiccionesaparentes lo que ha constituido toda la vitalidad del hombre sano. Todo el secreto delmisticismo consiste en que el ser humano puede entenderlo todo con la ayuda de lo que noentiende. El experto en lgica enfermo busca dilucidarlo todo y consigue hacer que todo seamisterioso. El mstico permite que una cosa siga siendo misteriosa y todo lo dems se

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    L

    vuelve lcido. El determinista expone con bastante claridad la teora causal, y despus seencuentra con que no le puede decir si le parece a su mucama. El cristiano permite que ellibre albedro contine siendo un misterio sagrado pero, a consecuencia de eso, susindicaciones a la mucama adquieren una claridad meridiana. Deposita la semilla del dogmaen una oscuridad central, pero la semilla se ramifica en todas direcciones derrochandosalud natural. As como tomamos el crculo para simbolizar a la razn y a la locura,podramos muy bien tomar a la cruz como smbolo tanto del misterio como de la salud. El

    budismo es centrpeto pero el cristianismo es centrfugo; se escapa hacia afuera. Porque elcrculo es perfecto e infinito por naturaleza; pero su tamao est fijado para siempre ynunca puede ser ni mayor, ni menor. Pero la cruz, si bien tiene una colisin y unacontradiccin en su corazn, puede extender sus cuatro brazos por toda la eternidad sincambiar su forma. Puede crecer sin cambiar porque tiene una paradoja en su centro. Elcrculo vuelve sobre si mismo y est limitado. La cruz abre los brazos a los cuatro vientos yes un cartel indicador para viajeros libres.

    Los smbolos, por si mismos, tienen hasta un valor nebuloso cuando se habla de estas

    cuestiones profundas y otro smbolo de naturaleza fsica expresar adecuadamente elverdadero lugar del misticismo para la humanidad. El nico objeto creado al que nopodemos mirar es el nico objeto a cuya luz lo vemos todo. Como el sol al atardecer, elmisticismo explica todo lo dems por la llama de su propia, victoriosa, invisibilidad. Elintelectualismo autrquico es tan slo luz de luna, luz sin calor, luz secundaria, reflejada porun mundo muerto. Y los griegos tuvieron razn cuando hicieron de Apolo tanto el dios de laimaginacin como el dios de la salud; porque fue tanto el protector de la poesa como elprotector de las curaciones. De los dogmas necesarios y de un credo especial hablar msadelante. Pero ese trascendentalismo en virtud del cual todos los hombres v iven tiene enforma principal mucho de la posicin del sol en el cielo. Lo percibimos como una especie de

    esplndida confusin; es algo brillante y al mismo tiempo sin forma definida, es luz ysombra simultneamente. Pero el crculo de la luna es claro e inconfundible, tan recurrentecomo inevitable, es como el crculo de Euclides sobre un pizarrn. Porque la luna escompletamente razonable; y la luna es la madre de los lunticos y les ha dado el nombre atodos ellos.

    III. El suicidio del pensamiento

    as frases que se dicen en la calle no son slo enrgicas sino tambin sutiles; porqueuna expresin idiomtica muchas veces puede terminar en una grieta demasiadopequea para una definicin. Hay frases populares que podran haber sido acuadas

    por el seor Henry James[22]en una agona de precisin verbal. Y no hay verdad mssutil que la cotidiana referencia al hombre que tiene "el corazn en el lugar adecuado". Esalgo que incorpora la idea de la proporcin normal; no slo afirma la existencia de una

    funcin sino tambin su justa relacin con otras funciones. Ms an; la negacin de estafrase describira con peculiar precisin esa algo enfermiza compasin y perversacondescendencia de la mayora de los personajes representativos modernos. Por ejemplo,si tuviese que describir con justicia el carcter del seor Bernard Shaw, lo ms exacto que

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    podra expresar sera decir que tiene un corazn heroicamente grande y generoso; pero noun corazn en el lugar adecuado. Y esto se aplica de la misma manera a la tpica sociedadde nuestro tiempo.

    El mundo moderno no es malvado; en ciertos aspectos el mundo moderno es demasiadobueno. Est lleno de plenas y desperdiciadas virtudes. Cuando una religin se desmembra(como se desmembr el cristianismo con la Reforma) no es tan slo que los vicios quedan

    sueltos. Es cierto que los vicios quedan sueltos y se esparcen haciendo dao. Pero tambinlas virtudes quedan sueltas, y las virtudes se esparcen de un modo ms salvaje; con lo cuallas virtudes hacen un dao ms terrible. El mundo moderno est repleto de v irtudescristianas que se han vuelto locas. Y esas virtudes enloquecieron porque han quedadoaisladas las unas de las otras y estn deambulando solas. As, a algunos cientficos lesimporta la verdad; pero sus verdades carecen de misericordia. As, a algunoshumanitaristas slo les importa la misericordia pero su misericordia (lamento tener quedecirlo) muchas veces carece de verdad. Por ejemplo, el seor Blatchford[23]ataca alcristianismo porque est furioso por una virtud cristiana: la meramente mstica y casi

    irracional virtud de la caridad. Tiene la extraa idea de que puede facilitar el perdn de lospecados diciendo que no hay pecados que perdonar. El seor Blatchford no es solamenteun primer cristiano, es el nico primer cristiano que realmente tendra que haber sidocomido por los leones. Porque, en su caso, la acusacin pagana es realmente cierta: sucaridad significara tan slo simple anarqua. Es realmente enemigo de la raza humana porser tan humano. En el otro extremo podemos tener al custico realista que ha asesinado ensi mismo todo placer humano por los cuentos felices o por los blsamos del corazn.Torquemada[24]tortur a la gente fsicamente en aras de la verdad moral. Zola[25]tortur a la gente moralmente en aras de la salud fsica. Pero en la poca de Torquemadaal menos haba un sistema en el cual, en cierta medida, la justicia y la paz se podan dar un

    beso. Actualmente ni siquiera se saludan. Pero, aparte de la verdad y la misericordia, elcaso de la dislocacin de la humildad es mucho peor.

    Nos ocuparemos aqu de tan slo un aspecto de la humildad. La humildad fue pensadacomo un freno a la arrogancia y a lo ilimitado de los apetitos del hombre. El ser humanosiempre ha estado superando sus compasiones con sus propias, inventadas, nuevasnecesidades. Su mismo poder para gozar destruy la mitad de sus deleites. Reclamando elplacer, perdi el mayor placer de todos; porque el placer ms grande es el de la sorpresa. Apartir de esto se hizo evidente que, si el hombre quera agrandar su mundo, deba siempre

    hacerse pequeo a si mismo. An las ambiciosas visiones, las altas ciudades, y los elevadospinculos son creaciones de la humildad. Los gigantes que pisotean bosques enteros comosi fuesen pasto, son creaciones de la humildad. Torres que se esfuman sobrepasando enaltura a la ms solitaria de las estrellas, son creaciones de la humildad. Porque las torres noson altas a menos que las miremos desde abajo; y los gigantes no son gigantes a menos quesean ms altos que nosotros. Toda esta gigantesca imaginacin que constituye, quizs, unode los mayores placeres del hombre, es en lo fundamental completamente humilde. Sinhumildad es imposible disfrutar algo incluso el orgullo.

    De lo que padecemos en la actualidad es de una humildad puesta en el lugar equivocado.

    La modestia se ha desplazado del rgano de la ambicin. Se ha instalado sobre el rgano dela conviccin; un lugar en el cual nunca se pens que debera estar. Se supona que elhombre poda dudar de si mismo pero no dudar de la verdad. Y actualmente esto esexactamente al revs. Hoy en da la parte del ser humano que el hombre exalta es

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    exactamente la parte que no debera exaltar a si mismo. Y la parte de la cual duda esexactamente la parte de la que no debera dudar la Razn Divina. Huxley[26]predicuna humildad que se limitaba a aprender de la naturaleza. Pero el nuevo escptico es tanhumilde que duda hasta de que pueda aprender. Por ello estaramos equivocados sidijsemos apresuradamente que no existe una humildad tpica de nuestro tiempo. Laverdad es que hay una humildad tpica de nuestro tiempo, pero sucede que,prcticamente, es una humildad ms venenosa que las ms extremas postraciones del

    asceta. La antigua humildad fue una espuela que le impeda al hombre detenerse; no unclavo en su zapato que le impeda avanzar. Porque la antigua humildad haca que elhombre dudara de sus esfuerzos; lo que lo haca trabajar ms duro. La nueva humildadhace que el hombre dude de sus objetivos; lo cual lo lleva a dejar de trabajar en absoluto.

    En cada esquina podemos encontrarnos con una persona que profiere la delirante yblasfema afirmacin de que puede estar equivocado. Todos los das nos encontramos conalguien que nos dice que, por supuesto, su punto de vista podra no ser el correcto. Porsupuesto que su punto de vista tiene que ser el correcto. Si no lo fuera, no sera su punto

    de vista. Estamos en el mejor camino de producir una raza de personas mentalmente tanmodestas que ya no creern ni en la tabla de multiplicar. Estamos en peligro de verfilsofos que dudan de la ley de la gravedad como si sta fuese un capricho inventado porellos. Los burlones de antao eran demasiado orgullosos como para dejarse convencer,pero stos son demasiado humildes para convencerse. Los humildes heredarn la tierra;pero stos son demasiado humildes hasta para reclamar su herencia. Nuestro segundoproblema es exactamente esta impotencia intelectual.

    El captulo anterior estuvo dedicado a un nico hecho de observacin directa: que elhombre corra ms peligro de enfermar por la razn que por la imaginacin. El captulo no

    fue pensado para atacar la autoridad de la razn; en ltima instancia, su propsito fue msbien el de defenderla. Porque necesita ser defendida. Todo el mundo moderno est enguerra contra la razn; y la torre ya se tambalea.

    Se dice con frecuencia que los sabios no le encuentran respuesta al enigma de la religin.Pero el problema con nuestros sabios no es que no pueden ver la respuesta; el problemaque tienen es que no pueden ver ni siquiera al enigma. Son como nios, tan estpidos queno perciben nada de paradjico en la jocosa afirmacin de que una puerta es una puerta.Por ejemplo, los modernos latitudinarios[27]hablan de la autoridad en la religin, no slo

    como si no habra razn alguna para su existencia sino como si nunca hubiese habido raznalguna para su existencia. No slo dejan de ver su base filosfica sino que hasta les resultaimposible ver sus causas histricas. Sin duda, la autoridad religiosa ha sido con frecuenciaopresiva o irracional; as como todo sistema legal (y especialmente nuestro sistema actual)ha sido insensible y lleno de cruel apata. Es racional atacar a la polica; no, qu digo!, esglorioso. Pero los crticos modernos de la autoridad religiosa son como personas que atacana la polica sin haber odo jams hablar de ladrones. Y es que la mente humana se hallaexpuesta a un peligro grande y posible: un peligro tan prcticamente concreto como elrobo. Es contra este peligro que se levant, para bien o para mal, la autoridad religiosacomo una barrera. Y ciertamente algo tiene que ser levantado a modo de barrera contra l

    si nuestra especie ha de evitar la ruina.

    El peligro est en que el intelecto humano es libre de autodestruirse. As como unageneracin podra evitar la existencia misma de la generacin siguiente entrando todos al

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    monasterio o saltando al mar; del mismo modo un grupo de pensadores puede evitar hastacierto punto todo pensamiento posterior ensendole a la generacin siguiente que elpensamiento humano no tiene nada de vlido. Es intil hablar siempre de la alternativaentre razn o fe. La propia razn es cuestin de fe. Es un acto de fe afirmar que nuestrospensamientos tienen alguna relacin en absoluto con la realidad. Si usted es tan slo unescptico, tarde o temprano tendr que preguntarse: Por que ha de salir biencualquiercosa; incluso la observacin y la deduccin? Por qu la buena lgica no ha de

    ser tan engaosa como la mala lgica? No son ambas movimientos en el cerebro de unmono confundido? El escptico joven nos dice: Tengo derecho a pensar por mi mismo.Pero el escptico viejo, el escptico total, nos dir: No tengo derecho a pensar por mimismo. No tengo derecho a pensar en absoluto.

    Hay un pensamiento que paraliza al pensamiento. se es el nico pensamiento de deberaser inmovilizado. se es el mal crucial contra el cual estuvo dirigida toda autoridadreligiosa. Aparece slo al final de las pocas decadentes como la nuestra. El seor H. G.Wells[28]ya levant su ruinosa bandera al escribir una delicada pieza de escepticismo

    llamada Dudas del Instrumento. En ella, cuestiona al cerebro mismo e intenta eliminarpor completo la realidad de todas sus propias afirmaciones, ya sean pasadas, presentes ofuturas. Y es contra esta extensa ruina que se estructuraron y se gobernaron todos lossistemas militares religiosos. Las creencias y las cruzadas, las jerarquas y las horriblespersecuciones no se organizaron, como dicen los ignorantes, para suprimir a la razn. Seorganizaron para la difcil tarea de defenderla. El hombre supo, por ciego instinto, que unavez que las cosas se cuestionasen de forma salvaje, la razn podra ser la primera en sercuestionada. La autoridad de los sacerdotes para absolver; la autoridad de los papas paradefinir la autoridad; incluso la autoridad de los inquisidores para aterrorizar: todas fueronslo dbiles defensas erigidas alrededor de una autoridad central, ms indemostrable y

    ms sobrenatural que todas ellas la autoridad del hombre para pensar. Sabemos queesto es as; no tenemos excusa alguna para no saberlo. Porque podemos or como elescepticismo rompe el crculo de las autoridades y, en el mismo momento, podemos ver ala razn tambalearse sobre su trono. En la medida en que la religin se va, la razn se vacon ella. Porque ambos son de la misma clase primaria y autoritaria. Ambos son mtodosde demostracin que no pueden ser demostrados. Y mediante el acto de destruir la idea dela autoridad divina hemos destruido en gran medida la idea de esa autoridad humanamediante la cual hacemos clculos integrales y diferenciales. Con un tirn largo y sostenidohemos tratado de quitarle la mitra al pontfice; y result que le arrancamos la cabeza junto

    con la mitra.

    Para que no se diga que todo esto es simplemente un conjunto de afirmaciones sinfundamento, quizs sea conveniente aunque aburrido repasar rpidamente lasprincipales modas intelectuales modernas que producen este efecto de paralizar al propiopensamiento. El materialismo y la doctrina de que todo es una ilusin personal producenambos algo de este efecto, porque si la mente es mecnica, el pensamiento no puede serdemasiado excitante, y si el cosmos es irreal, no hay nada en qu pensar. Pero en estoscasos el efecto es indirecto y podra ponerse en duda. En otros casos es directo y claro;especialmente en el caso de lo que comnmente se llama evolucin.

    La evolucin es un buen ejemplo de esa inteligencia moderna que, si hay algo que destruye,es a si misma. La evolucin es, o bien una descripcin cientfica inocente de cmosucedieron ciertas cosas terrenales, o bien y si es algo ms que eso, constituye un ataque a

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    si misma. Si hay algo que la evolucin destruye, no es a la religin sino al racionalismo. Si laevolucin simplemente significa que una cosa positiva llamada mono se convirti muylentamente en otra cosa positiva llamada hombre, pues en ese caso no le resulta urticanteni al ms ortodoxo porque un Dios personal puede hacer las cosas tanto lenta comorpidamente; en especial si, como el Dios cristiano, es un Dios que est ms all del tiempo.Pero si significa algo ms, eso querr decir que no hay un mono que cambie y tampoco hayun hombre en el cual se puede transformar. Significar que no hay una cosa que sea tal

    cosa. En el mejor de los casos, habr slo algo as como un flujo de todo y cualquier cosa. Yste no es un ataque a la fe sino un ataque a la mente; nadie puede pensar si no hay algoacerca de lo cual pensar. Nadie puede pensar si no est separado del objeto pensado.Descartes dijo: Pienso, luego existo. El filsofo evolucionista invierte y negativiza elepigrama diciendo: No soy, luego no puedo pensar.

    Despus est el ataque opuesto al pensamiento: es el que propone el seor H. H. Wellscuando insiste en que cada cosa por separado es nica y que no hay categoras enabsoluto. Esto tambin es tan slo destructivo. Pensar significa conectar cosas entre s, y el

    pensamiento se detiene si las cosas no pueden ser conectadas. Ni hace falta decir que esteescepticismo que prohbe el pensamiento, prohbe tambin el lenguaje; una persona nopodra ni siquiera abrir la boca sin contradecirlo. Por ello, cuando el seor Wells dice (comolo ha hecho en alguna parte): todas las sillas son muy diferentes, no slo est emitiendouna afirmacin errada sino una contradiccin en los trminos. Si todas las sillas fuesendiferentes nadie podra decir todas las sillas.

    Similar a las anteriores es la falsa teora del progreso que sostiene que alteramos elexamen en lugar de tratar de pasar el examen. Con frecuencia escuchamos, por ejemplo:Lo que est bien para una poca est mal para la otra. Esto resulta bastante razonable si

    lo que se quiere decir es que hay un objetivo fijo y que ciertos mtodos son adecuados paraciertas pocas y no para algunas otras. Si, pongamos por caso, las mujeres desean serelegantes, es posible que logren progresar volvindose ms gordas en una poca y msflacas en otra. Pero nadie puede decir que progresarn dejando de querer ser elegantes ycomenzando a desear ser oblongas. Si el criterio vara, cmo puede haber progreso siendoque ste implica un criterio? Nietzsche[29]empez con esa idea insensata de que loshombres de otrora consideraban bueno lo que hoy llamamos malo. Si fuese cierto, nopodramos hoy hablar ni de superarlos, ni de haber sido superados por ellos. Cmo puedeusted adelantarse a Juan si ambos caminan en direcciones diferentes? No se puede

    discutir si un pueblo tuvo ms xito en ser miserable que otro pueblo en ser feliz. Seracomo discutir si Milton[30]era ms puritano de lo que un cerdo es gordo.

    Es cierto que una persona (una persona tonta) puede hacer del cambio mismo su objetivo osu ideal. Pero, como ideal, el cambio mismo se vuelve incambiable. Si el idlatra del cambioquisiera estimar su propio progreso, tendra que ser frreamente leal a su ideal de cambioy no tendra que empezar a flirtear con el ideal de la monotona. El progreso mismo nopuede progresar. Dicho sea de paso, vale la pena apuntar que, cuando Tennyson[31] deun modo alocado y dbil festej la idea de una infinita alteracin de la sociedad,instintivamente eligi una metfora que sugiere un tedio aprisionado. Escribi:

    Dejad al mundo girar por siempre por los tintineantes surcos del cambio.

    Concibi al cambio mismo como un surco incambiable; y as es. El cambio es casi el surcoms estrecho y ms difcil en el cual el hombre puede llegar a meterse.

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    Sin embargo, el argumento principal aqu es que esta idea de la alteracin fundamentalconstituye una de las cosas que hace simplemente imposible pensar acerca del pasado o delfuturo. La teora de un cambio completo en las normas de la historia humana no nos privasimplemente del placer de honrar a nuestros padres; nos priva hasta del ms moderno yaristocrtico placer de despreciarlos.

    Este breve resumen de las fuerzas destructoras del pensamiento que operan en nuestrotiempo no estara completo sin alguna referencia al pragmatismo[32]. Si bien he defendidoy habr de defender al mtodo pragmtico como gua preliminar a la verdad, existe unaaplicacin extrema del mismo que implica la ausencia de cualquier clase de verdad. Lo quequiero decir puede expresarse brevemente as: estoy de acuerdo con los pragmticos enque la verdad objetiva no lo es todo y que hay una exigencia imperiosa de creer en lascosas que le son necesarias a la mente humana. Pero digo que una de esas exigencias es,precisamente, el creer en una verdad objetiva. El pragmtico le dice al hombre que pienseen lo que debe pensar y que se despreocupe del Absoluto. Pero precisamente una de lascosas en las que tiene que pensar es en el Absoluto. Esta filosofa, realmente, es unaespecie de paradoja verbal. El pragmatismo es una cuestin de necesidades humanas; yuna de las primeras necesidades humanas es la de ser algo ms que un pragmtico. Elpragmatismo extremo es tan inhumano como el determinismo al cual tan vigorosamenteataca. El determinista (que, para hacerle justicia, no pretende que es un ser humano)convierte en un sinsentido al sentido humano de la opcin real. El pragmtico, que seprofesa especialmente humano, convierte en sinsentido al sentido humano del hecho real.

    Para resumir nuestra argumentacin hasta aqu, podemos decir que la caracterstica de lamayora de las filosofas actuales es que no slo tienen un toque de mana sino un toque de

    mana suicida. Quienes se hacen tantas preguntas, se han golpeado la cabeza contra loslmites del pensamiento humano y se han roto la crisma. Esto es lo que hace tan intiles lasadvertencias de los ortodoxos y los alardeos de los progresistas acerca de la peligrosajuventud del librepensamiento[33]. Lo que estamos viendo no es la juventud dellibrepensamiento; es la senectud y la disolucin final del librepensamiento. Es intil que losobispos y los grandes piadosos capitostes discutan acerca de las terribles cosas quesucedern si el escepticismo desbocado sigue su curso. Ya ha terminado de seguir su curso.Es intil que elocuentes ateos hablen de las grandes verdades que sern reveladas una vezque veamos el comienzo del librepensamiento. Ya hemos visto su fin. El librepensamiento

    ya no tiene ms preguntas para hacer; ya se ha cuestionado hasta a si mismo. No es posibleimaginarse una visin ms increble que la de una ciudad en la que las personas secuestionan a si mismas preguntndose si son si mismas. No es posible imaginarse unmundo ms escptico que aqul en el cual las personas dudan hasta de la existencia delmundo. Ciertamente, el mundo hubiera logrado quedar en bancarrota ms rpido y de unmodo ms limpio de no ser por la tmida aplicacin de esas indefendibles leyes contra lablasfemia o por esa absurda pretensin de que la Inglaterra moderna es cristiana. Pero labancarrota hubiera llegado de todos modos. A los ateos militantes se los persigueinjustamente; pero no porque sean una minora nueva sino porque son una minora vieja.El librepensamiento ha agotado su propia libertad. Est cansada de su propio xito. Si hoy

    cualquier librepensador exalta la libertad filosfica como si fuera el amanecer, slo consiguehacer el papel de aqul hombre de Mark Twain[34]que sali envuelto en sus sbanas paraver salir al sol y lleg justo a tiempo para ver cmo se pona. Si algn cura asustado todavadice que suceder algo terrible cuando se haya difundido la tiniebla del librepensamiento,

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    slo podemos responderle con las elevadas y poderosas palabras del seor Belloc:[35]"Osimploro; no os preocupis por el aumento de las fuerzas que ya se estn disolviendo. Oshabis equivocado con la hora de la noche: ya es de maana." No quedan preguntas porhacer. Hemos estado buscando preguntas en los rincones ms oscuros y en los picos msextraordinarios. Hemos encontrado todas las preguntas que se pueden encontrar. Ya estiempo de dejar de buscar preguntas y comenzar a buscar respuestas.

    Tan slo unas palabras ms. Al comienzo de este esquema negativo preliminar dije quenuestra desgracia mental ha sido producida por una razn desbocada y no por unaimaginacin desbocada. Una persona no se vuelve loca por hacer una estatua de una millade altura sino por tratar de pensarla y concebirla en pulgadas cuadradas. Ahora bien, hayuna escuela de pensadores que se ha dado cuenta de esto y ha corrido a tomarlo como unaforma de renovar la salud pagana del mundo. Estas personas ven que la razn destruyepero la voluntad, segn ellos, es creadora. La autoridad definitiva, dicen, es la voluntad yno la razn. El argumento final no es por qu el hombre exige una cosa sino el hecho que laexige. No tengo lugar suficiente aqu para exponer esta filosofa de la Voluntad. Supongo

    que nos viene de Nietzsche, quien predic algo que se llama egosmo. Eso, por cierto, fuebastante ingenuo porque Nietzsche neg al egosmo simplemente predicndolo. El predicaralgo es regalarlo. Primero el egosta define a la vida como una guerra sin cuartel y luego setoma todo el trabaj