chiquita brans masacre bananeras

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1 INDICE La Chiquita y sus grandes masacres………………………… Página 2 Formación de la United Fruit Company……………………. Página 5 Lo ocurrido en Ciénaga, Magdalena, entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928………………………………. Página 7 Urabá nuevo escenario de guerra De la UFC…………………………………………………………………… Página 11 La Chiquita no es tan pequeña…………………………………. Página 16 De 1928 a la década de 1990…………………………………… Página 17 Del peor rincón a la mejor esquina…………………………. Página 19 Quien vigila a quien?........................................... Página 21 Del paramilitarismo a las convivir Solo un paso……………………………………………………………….Página 22 Homicidios…………………………………………………………………. Página 23 Masacres……………………………………………………………………. Página 25 Chiquita admite que financiaba “grupo terrorista”………………………………………………………. Página 27 Los mismos gringos de las Masacres de las bananeras………………………………………. Página 32 De caucho, las pelotas………………………………………………. Página 33 Revelación voluntaria………………………………………………… Página 34 Cohabitaciones………………………………………………………….. Página 34 Gaviria premia la corrupción…………………………………….. Página 36 Un hombre clave…………………………………………………………Página 36 Conclusiones……………………………………………………………….Página 40

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Page 1: Chiquita Brans Masacre Bananeras

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INDICE

La Chiquita y sus grandes masacres………………………… Página 2

Formación de la United Fruit Company……………………. Página 5

Lo ocurrido en Ciénaga, Magdalena, entre

el 5 y el 6 de diciembre de 1928………………………………. Página 7

Urabá nuevo escenario de guerra

De la UFC…………………………………………………………………… Página 11

La Chiquita no es tan pequeña…………………………………. Página 16

De 1928 a la década de 1990…………………………………… Página 17

Del peor rincón a la mejor esquina…………………………. Página 19

Quien vigila a quien?........................................... Página 21

Del paramilitarismo a las convivir

Solo un paso………………………………………………………………. Página 22

Homicidios…………………………………………………………………. Página 23

Masacres……………………………………………………………………. Página 25

Chiquita admite que financiaba

“grupo terrorista”………………………………………………………. Página 27

Los mismos gringos de las

Masacres de las bananeras………………………………………. Página 32

De caucho, las pelotas………………………………………………. Página 33

Revelación voluntaria………………………………………………… Página 34

Cohabitaciones………………………………………………………….. Página 34

Gaviria premia la corrupción…………………………………….. Página 36

Un hombre clave………………………………………………………… Página 36

Conclusiones………………………………………………………………. Página 40

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LA CHIQUITA Y SUS GRANDES MASACRES

Por: SINALTRAINAL Transcurría el año 1492 cuando una horda de invasores en su mayoría Españoles llegó a las tierras que hoy se conocen como el continente de AMERICA. A partir de ese momento en este territorio se desataron guerras feroces por la apropiación de sus riquezas naturales, culturales, materiales e inmateriales. Una de las peores masacres conocidas por la humanidad al mando de la corona y la cruz. Esa incesante ambición de poder no acaba, por el contrario ahora se hace más sistemática e indiscriminadamente, COLOMBIA ha sido escenario histórico de enfrentamientos, guerras y disputas territoriales, son varios y variados los momentos de estas confrontaciones pero en cada una de ellas siempre se esconde un interés o un objetivo claro, la apropiación de la riqueza. Bajo esta óptica es necesario reconocer que ninguna de las guerras es aislada o circunstancial sino que por el contrario se enmarcan en lo que se conoce como economía de guerra o guerra económica. Es así como en el transcurrir de las ultimas décadas y si se quiere de los últimos dos siglos Colombia a presenciado un sinnúmero de guerras que busca la consolidación y el control de cadenas productivas y la mercantilización de lo que se produce en estas tierras. Pero también estas guerras se han dado por la apropiación de de las tierras que en últimas son las que generan las riquezas. La exportación de bienes en la época colonial se centraba en minerales especialmente oro y plata, pero con el aumento de la demanda de países consumidores y el desarrollo de transportes en el siglo diecinueve la exportación de productos agrícolas tomo un auge especial y se incrementaron los incentivos para el cultivo de productos como café, trigo, ganado y banano especialmente, para el mercado internacional. Los hacendados buscaban obtener beneficios dedicándose a cultivos de exportación, para aprovechar las condiciones favorables del mercado mundial, a finales del siglo XlX y comienzos del siglo XX los empresarios agrícolas se empeñaron en la adquisición de mano de obra y obtención de grandes extensiones de tierra, reclamando derechos de propiedad sobre grandes áreas de baldíos que estaban parcialmente en manos de colonos, es decir cercaron las tierras de los campesinos.

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El geógrafo Agustín Codazzi, al hacer un estudio sobre Colombia estimó que en 1850 los baldíos constituían el 75% del territorio nacional. Ese porcentaje incluía unos 24 millones de hectáreas. “una vez que los grandes terratenientes establecían los títulos de propiedad, ya fuera por medios legales o ilegales, empezaban a conseguir mano de obra y, haciéndose acompañar por el alcalde o por unos cuantos policías, informaban a los colonos instalados en esas tierras que, equivocadamente, habían ocupado una propiedad privada. Acto seguido les ofrecían la alternativa de desocupar la propiedad en forma inmediata, o firmar un contrato como arrendatarios.”1 Es así como en Colombia al mismo tiempo que la economía exportadora crecía la concentración de la tierra aumentó en un proceso de desposeimiento de miles de colonos, quienes posteriormente formarían la gran masa de trabajadores de las grandes propiedades del país. Sin embargo estos colonos y campesinos al ver la injusticia de estos actos en algunas ocasiones organizados y a veces de manera individual decidieron enfrentar este proceso de expropiación. En las regiones donde tenía desarrollo la frontera agrícola ocurrieron más de 450 confrontaciones y algunas duraron varias décadas. “Los enfrentamientos se presentaron con más frecuencia en las regiones cafeteras de clima medio de las tres cordilleras, en las zonas ganaderas del interior y de la costa, y en el enclave bananero creado por la United Friut Company”2 Al terminar la primera guerra mundial y con el surgimiento de los movimientos obreros en el mundo, en Colombia se empiezan a dar una serie de huelgas especialmente en el sector agro -exportador de la costa Atlántica y protestas en los puertos de esta región que generarían la reglamentación de la actividad huelguística en el país; en este mismo marco los trabajadores de la UNITED FRUIT COMPANY cerca de Santa Martha presentaron su primer pliego de peticiones para mejorar las condiciones laborales. Con el tiempo, las grandes huelgas en los enclaves extranjeros, y la permanente combatividad de los trabajadores Colombianos en la producción de banano y petróleo, probablemente influyeron para que la Standard Oil de Nueva Jersey y la United Fruit restringieran sus operaciones en Colombia y buscaran su expansión en otros lugares.

1 Catherine LeGrand, los antecedentes agrarios de la violencia, Pág 96 2 Ibid, página 103.

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Pero la represión no se hizo esperar y estas grandes compañías y terratenientes en unión con el Estado colombiano por medio de la fuerza pública se ensañaron contra todo brote de insurrección que surgiera en el país. Aunque las dinámicas y circunstancias hayan cambiado, por lo menos en la forma la esencia del saqueo sigue estando a la orden del día el poder de las multinacionales que controlan el mundo con su poderío económico, político y muchas veces social e ideológico. Es naturaleza de estas y del capital la obtención de ganancias al menor costo posible, claro que si el costo es alto están dispuestas a asumirlo con tal que el margen de ganancia sea lo suficientemente rentable o atractivo. Y si de costos se trata no sólo se puede observar desde el punto de vista económico sino que este costo implica recursos humanos, las multinacionales y el capital están dispuestos a afrontar lo que sea cuando sea y como sea porque es su naturaleza, naturaleza perversa a la luz del humanismo y de los derechos humanos. Es perversa porque si se tiene que recurrir a la eliminación del competidor o de una amenaza se hace sin más reparos, es perversa porque si hay que disminuir costos de producción sin importar la tragedia que ello implique para los obreros y sus familias porque es a ellos a quienes esto afecta directamente. Es perversa porque si se hace necesaria la destrucción de la naturaleza y demás recursos naturales se hará porque lo importante es la taza de ganancia. Esta política se ha visto de manera tangible y clara en nuestro país ya que el conflicto social y armado que atravesamos en esta etapa de la historia nos muestra que nuestra peor condena es estar situados en unas tierras con inmensas riquezas. Desde su llegada las corporaciones multinacionales se han venido apropiando por la fuerza de lo que este a su alcance, hay un modus operandi generalizado, donde hay un recurso importante se criminaliza a la población allí habitante y a quienes representen un riesgo para su inversión. Posteriormente con la anuencia y apoyo estatal esta amenaza es erradicada como ellos mismo lo dice de raíz. Esta política en el país la marcó la CHIQUITA BRANDS conocida anteriormente como UNITED FRUIT COMPANY en un hecho que marcaría la historia trágica del país lo que se conoce como las masacres bananeras. Esta multinacional proviene de Norteamérica, su principal producto de comercialización en el Sistema Nacional Agroalimentario es el banano.

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FORMACIÓN DE LA UNITED FRUIT COMPANY Este conglomerado Estadounidense tiene desde sus inicios como razón comercial la producción, comercialización y distribución de frutas, sin embargo su principal producto es el banano; aunque produzca en diferentes partes de centro América una variedad de alimentos como: azúcar, cacao, palma africana, abacá, hule, quinina, aceites esenciales, y una gran variedad de maderas tropicales blandas y duras. Ya que este producto (banano) es la base fundamental de su trabajo; Sus fundadores en los países donde tenían cultivos hicieron unas grandes inversiones en infraestructura, especialmente en ferrocarriles para transportar la fruta hasta los puertos donde se embarca para su exportación especialmente hacia los Estados Unidos. Pero para que esta multinacional exista, se dieron diferentes pasos hasta llegar a la fusión de dos de las principales empresas en la producción y comercialización de banano; veamos un poco sus antecedentes. “La Boston Fruit Company, con su producción en las islas del Caribe y su organización de distribución de la fruta en el mercado del noreste de Estados Unidos, trabajaba un sector del país enteramente diferente del que Keith manejaba. La fruta de este último procedía de Centro América y Colombia y se distribuía desde Nueva Orleáns y Mobile por todo el sur. Sin embargo, ambos vieron la necesidad de aumentar la producción y lograr un sistema de ventas más eficiente. Ambos habían sido victimas de inundaciones, sequías, huracanes y disturbios políticos. Se dieron cuenta de que una afluencia constante y ordenada de fruta de los trópicos sólo podría obtenerse extendiendo su base de producción de manera que al ocurrir cualquier desastre local éste pudiera contrarrestarse con una buena cosecha en otro punto. Estas fueron las naturales y lógicas razones por las cuales estos dos grupos de compañías bananeras que no eran competidoras celebraron sus negociaciones y se consolidaron en una sola entidad, la United Fruit Company.”3 La United Ftuit Company se incorporó oficialmente el 30 de marzo de 1899 bajo estatutos aprobados y reglamentados por las leyes del Estado de Nueva Jersey. Posteriormente compro las propiedades, negocios y acciones a la Boston Fruit Company y sus compañías asociadas, también adquirió las propiedades de la Tropical Trading and Transport Company, Ltd., la Colombia Land Company, Ltd., y la Snyder Banana Company.

3 La United Fruit Company en Colombia, Página 7

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La nueva compañía tenía 112 millas de ferrocarriles, 212.394 acres de tierra, de las cuales 61.263 estaban en producción, un capital de $11`230.000 que para 1930 ascendía a $215`000.000. Compró tierras en Santo Domingo, Honduras, Guatemala, Panamá y Cuba y extensiones adicionales en Nicaragua Jamaica Y Colombia. Donde los precios de las tierras eran excesivamente bajos y los gobiernos les facilitaron grandes extensiones de tierra virgen con tal de conseguir de la compañía ferrocarriles y medios portuarios. Todo esto genero un clima propicio para que tanto al U.F.C como muchas otras multinacionales pusieran sus ojos en Colombia, dando así paso a la industrialización y la urbanización del país, grandes masas de campesinos se desplazaron hacia las ciudades que empezaban a tomar la característica de metrópoli, las multinacionales imprimieron un nuevo sello a las relaciones laborales y a la concepción de comercio que hasta ese entonces primaba. La eficiencia, la competitividad y el aumento en la tasa de ganancia serían la base fundamental de estas empresas en el país, y para lograr todo esto era necesaria la disminución de costos de producción, léase mano de obra y materias primas. Cual ha sido la actuación de esta empresa en nuestro país, veamos su oscuro trasegar en la historia Colombiana.

“La empresa norteamericana United Fruit Company (UFC), creada en Boston en 1899, había llegado a la zona bananera del Magdalena a comienzos del siglo XX. La mayoría de los trabajadores de sus plantaciones eran vinculados indirectamente por medio de contratistas. Por ello nunca se pudo precisar su número exacto, pero se habla de una cifra que oscilaba entre 10.000 y 30.000. El 12 de noviembre de 1928 uno de los sindicatos que funcionaba en la región lanzó la huelga para presionar la solución de un pliego de nueve puntos. No era el primer conflicto laboral en la zona, pues desde 1918 se habían presentado ceses de trabajo, pero fueron parciales o de sectores específicos como los ferroviarios o portuarios dependientes de la multinacional.

El pliego de peticiones comenzaba con tres puntos que llamaban al cumplimiento de leyes colombianas sobre el seguro colectivo y obligatorio para los trabajadores, accidentes de trabajo y habitaciones higiénicas. Luego se exigía aumento salarial del 50 por ciento, cesación de los comisariatos y de préstamos por vales, pago semanal, contratación colectiva y establecimiento de más hospitales. Aunque sólo

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se exigía amoldarse a la escasa legislación laboral, la UFC se negó a negociar.”4

Las condiciones que se presentaban en este escenario hacían pensar que gracias a la fuerza y a la combatividad del sindicato, sus familias y la comunidad que acompañaban estas exigencias y huelgas sería exitoso el pliego y que se fortalecería el movimiento popular en la zona, que el avance de la construcción del modelo de desarrollo distinto planteado por las comunidades se acercaba cada vez más.

Pero nada de esto se dio así, la determinación del Estado y la multinacional cambiaria el rumbo del destino de todas estas personas que fijaban muchas de sus esperanzas en estas instancias de la historia del país. Esta forma de resolución de conflictos marcó un paradigma, ya que a partir de esta masacre los empresarios y la oligarquía se han valido de la fuerza y la eliminación del contrario como forma de solucionar sus problemas. Una mirada a los detalles de los sucesos de Cienaga. (Anexo 1) Lo ocurrido en Ciénaga, Magdalena, entre el 5 y el 6 de

diciembre de 1928

“Muerte en Ciénaga

A instancias del general Carlos Cortés Vargas, trasladado a la zona como jefe militar al otro día de iniciada la huelga, la gerencia local de la UFC aceptó a medias los puntos de los vales y del pago semanal. El resto lo consideró "ilegal" o imposible de conceder. En esas condiciones el clima laboral se deterioró y los trabajadores realizaron mítines permanentes, bloqueos de la vía ferroviaria y saboteos a las líneas telegráficas. Como el conflicto no se resolvía decidieron concentrarse en Ciénaga, aunque dejaron piquetes de huelguistas por toda la zona.

En la noche del 5 de diciembre corrió el rumor de que el gobernador iría a entrevistarse con los trabajadores para buscar solución al paro, pero nunca llegó. Por su parte el gobierno central expidió el Decreto Legislativo No. 1 que declaraba el estado de sitio en la zona por turbación del orden público y designaba a Cortés Vargas jefe civil y militar de la misma. Éste, una vez recibió el esperado decreto se

4 MAURICIO ARCHILA NEIRA, profesor Universidad nacional. Masacre de las bananeras

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posesionó a la carrera y expidió a las 11 y media de la noche el decreto No. 1 que ordenaba disolver "toda reunión mayor de tres individuos" y amenazaba con disparar "sobre la multitud si fuera el caso". En consecuencia, a la 1 y media de la madrugada del 6 de diciembre formó a la tropa delante de los concentrados en Ciénaga. Luego de leer los respectivos decretos y de conminar a la multitud a retirarse, dio un plazo de cinco minutos que prolongó por uno más. Según Cortés Vargas "era menester cumplir la ley, y se cumplió". La masacre que siguió después es materia de disputa, así como lo que ocurrió en los días posteriores al hecho que prácticamente terminó con la huelga.

En efecto, el general Carlos Cortés Vargas, militar de carrera e historiador por afición, reconoció nueve muertos, ¡el mismo número de los puntos del pliego de petición! Explicó su decisión con dos argumentos, muy caros al espíritu militar: la preservación de la autoridad en una situación casi insurreccional y la represión de la huelga para anticipar un desembarco norteamericano. El primero fue, sin duda, el que más invocó tanto en una entrevista publicada pocos días después de la masacre, como en el libro que editaría a mediados de 1929. El segundo, que tuvo cierto fundamento como veremos luego, surgiría meses después como una disculpa de su decisión. Para el general, la huelga en la zona bananera era un acto subversivo propiciado por agitadores comunistas y anarquistas. En esto hacía eco del mismo pánico que sus superiores, el ministro de Guerra, Ignacio Rengifo, y el presidente Miguel Abadía Méndez, tenían ante cualquier protesta social. En esa dirección habían expedido el año anterior la Ley Heroica.

La descripción que hace Cortés Vargas insiste en multitudes que recorrían la zona arrasando con todo y amenazando las vidas de funcionarios colombianos y norteamericanos. Él veía comunistas por todos lados, tanto que terminó apresando al inspector del trabajo y al alcalde de Ciénaga por connivencia con los huelguistas. Pero lo que más le preocupaba era la eventual confraternización de las tropas costeñas con los trabajadores. Para salvar el principio de autoridad decidió actuar brutalmente para suprimir la huelga, en lo que fue respaldado por sus superiores.

Otras versiones

Por su parte, activistas sobrevivientes como Alberto Castrillón y Raúl E. Mahecha hablaron de cientos de víctimas desarmadas. También ellos tenían sus intereses en esta denuncia. Es sabido que el Partido

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Socialista Revolucionario, en el que militaban los dirigentes de la huelga, se inclinaba por una táctica insurreccional para acceder al poder. La huelga era un paso en esa dirección. Pero por las descripciones que hicieron otros sobrevivientes, la gente desbordó a sus líderes.

Algunos señalan que Mahecha, oliéndose lo que iba a suceder, intentó en vano disolver la concentración en Ciénaga. Sin duda, hubo actos violentos por parte de los huelguistas como el ocurrido el 6 de diciembre en la vecina Sevilla que dejó un militar muerto y otros tantos civiles. Incluso parece que a lo largo del conflicto algunos de los huelguistas estuvieron armados de machetes y viejas escopetas. Pero en la noche de la masacre en Ciénaga las balas no salieron de la multitud, como lo reconoció el mismo Cortés Vargas. En forma diciente El Espectador el 12 de diciembre publicó una larga entrevista con el general bajo el título: 'La primera descarga se hizo sobre una multitud obrera inerme y pacífica'.

A su vez, el joven político Jorge E. Gaitán eludió dar cifras precisas en la denuncia que presentó ante el Congreso meses después, pero acusó a los militares de hacer una acción premeditada en estado de embriaguez. Igualmente recogió el rumor que circulaba en la región de trenes cargados de muertos que fueron arrojados al mar. Gaitán también tenía intereses políticos, pero sus denuncias, exageradas en algunos puntos, no se pueden reducir a una simple oposición al gobierno, como perceptivamente le señaló el embajador norteamericano Jefferson Caffery. El punto de vista de este diplomático es también esclarecedor de las distintas versiones de los hechos. Apoyándose en fuentes de la compañía bananera, el embajador reportó primero 100 muertos, luego habló de una suma que oscilaba entre 500 y 600 y en un informe al Departamento de Estado de mediados de diciembre dijo que sobrepasaban los ´1.000. Queda la duda de si en efecto hubo tropas extranjeras cerca de Colombia -como ocurrió en Panamá en 1903-, y no se sabe hasta dónde hubieran llegado los estadounidenses en la defensa de sus 'intereses'.

En todos estos relatos la realidad ha sido moldeada por cada protagonista atendiendo a sus motivaciones. Es una forma de ficción, distinta, eso sí, de la literaria. No es lo mismo hablar de "masacre" que de "sucesos" de las bananeras, como asépticamente los designó Cortés Vargas. Pero los intereses políticos no han desaparecido con el paso de los años. Aún hay quienes quieren dejar estos eventos en el cajón del olvido. La masacre de las bananeras no era parte de la llamada 'historia

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oficial' que nos enseñaron a muchas generaciones de colombianos y que hoy, por fortuna, está cuestionada.

De no ser por el poder de la imaginación traducido en las caricaturas de Rendón, las denuncias de Gaitán, la escultura de Arenas Betancourt, las novelas de Alvaro Cepeda y de Gabo, los abundantes recuentos de los historiadores y, sobre todo, el recuerdo de los sobrevivientes, pudo pasar lo que ha ocurrido con otros hechos luctuosos de la historia reciente del país que se hunden en el manto del olvido y la impunidad. Para encarar cualquier proceso de paz en el país no se puede suprimir la memoria colectiva, comenzando por la masacre que se cometió el 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga contra una "multitud inerme y pacífica". Esta memoria tiene algo de ficción, como todo relato histórico, pero no por ello es falsa.” 5 A finales de los años 20 el país se encontraba en un punto de agitación social bastante importante, los trabajadores, principalmente del sector agropecuario se alzaban en contra de las medidas gubernamentales y para exigir mejores condiciones laborales y salariales. Sucedieron huelgas sobre todo en los enclaves petroleros y bananeros que influyeron de manera sustancial en la historia Colombiana, estas huelgas fueron tan sostenidas en el tiempo que a la postre terminarían en la infame matanza de alrededor de 1.000 trabajadores de las bananeras y sus familias en cercanías de Santa Marta en diciembre de 1928.

Esta masacre marco un hito en la historia de las luchas, pero sobre todo de la represión en el país. Por tal motivo se hace necesario reconstruir la memoria, memoria que a través de las balas algunas veces, y otras a través de la tergiversación nos quieren robar. Porque sin duda esta masacre es apenas una muestra de cómo actúan las multinacionales en contubernio con el Estado, la educación que se imparte en el país esta diseñada para los estudiantes no se enteren de lo que son capaces de hacer los poderosos de este país. Para truncar esos sueños de construir una Colombia distinta, para impedir que esa idea de democracia, libertad y justicia para todos no se haga realidad.

Todas estas acciones se encuentran en la totalidad impunidad, aunque se hayan hecho varios intentos por develar la verdad de lo ocurrido allí como lo trato de hacer el joven dirigente político Jorge Eliécer Gaitán. “El más vehemente de esos ataques provino de Jorge Eliécer Gaitán, el

5 MAURICIO ARCHILA NEIRA, profesor Universidad nacional. Masacre de las bananeras

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político liberal cuyo asesinato en 1948 desencadeno el bogotazo. En 1929 se paseó por el congreso llevando en sus manos un cráneo pequeño. Era el cráneo, según afirmó, de un niño asesinado por los soldados colombianos durante la masacre de los trabajadores de las bananeras en las instalaciones de la United Fruit en 1928.”6

El mismo Jorge Eliécer Gaitán en el congreso Colombiano denunciaba de esta manera el horrendo crimen: “Los heridos son rematados con las bayonetas. Ni el llanto ni la imploración, ni el correr de la sangre conmueve a estas hienas humanas...Los muertos son luego transportados en camiones para arrojarlos al mar y otros son enterrados en fosas previamente abiertas. Pero digo mal: se entierra no solo a los muertos, se entierra también a los vivos que estaban heridos. No basta la imploración para que no se les entierre vivos. Estos monstruos ebrios de sangre, estos fugados de la selva, no tienen compasión. Para ellos la humanidad no existe. Existe solo la necesidad de complacer al oro americano” Y esa complacencia para eso pocos que siguen matando, aniquilando, y expropiando no cesa, parece que no existiera límite para ellos y sus intereses, donde quiera que ha estado la UFC o cualquier otra multinacional estos territorios han sido azotados por las más feroces lacras que puedan lastimar a la humanidad.

URABA NUEVO ESCENARIO DE GUERRA DE LA UFC

Como se ha visto la UNITED FRUIT COMPANY se situó desde su llegada al país en el departamento de Magdalena, donde inició todo un proceso de industrialización del cultivo del banano. Posteriormente se situaría en la región conocida como el Urabá que por sus características topográficas y la riqueza de sus suelos se hace propicia para el cultivo del banano, principal producto de esta multinacional. El desplazamiento de la producción desde el Magdalena a Urabá significó al mismo tiempo una transformación en el esquema productivo que se había utilizado hasta entonces en Colombia. En Magdalena se produjo banano desde finales del siglo XIX hasta mediado de la década de 1960, donde la UFC poseía su enclave agrícola y controlaba y monopolizaba la producción, la comercialización y la mano de obra.

6 Pasado y presente de la violencia en Colombia, Pág. 155

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Es en esta década cuando la compañía hace su arribo al Urabá hace inversiones en obras de infraestructura, adecuación del terreno para el cultivo, canales de navegación, a la vez que le otorga créditos a los productores de la zona. Para una mejor ilustración, Veamos donde esta situada esta rica región del país.

“La región de Urabá contempla parte de los departamentos de Chocó, Antioquia y Córdoba, y se extiende desde el valle del Sinú hasta la cuenca del Atrato, abarcando la cuenca del golfo de Urabá y parte del nudo de Paramillo. El Urabá antioqueño comprende once municipios: Arboletes, Apartadó, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Murindó, Necoclí, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, Turbo y Vigía del Fuerte. El Urabá antioqueño es una zona limítrofe de Panamá y de los departamentos de Córdoba y Chocó, tiene salida al océano Atlántico y en su territorio cuenta con la localización del Golfo de Urabá. Adicionalmente, es un territorio estratégico a nivel militar porque sirve de zona de refugio y de corredor al suroeste y bajo Cauca antioqueño, el Valle del Sinú y el Nudo de Paramillo. Con respecto a su riqueza y diversidad biológica, se destacan su clima y condiciones geográficas que favorecen el cultivo de palma africana, la exportación maderera, el cultivo de banano y la ganadería extensiva. De esta manera, el Urabá antioqueño cuenta con un eje bananero conformado por los municipios de Turbo, Apartadó, Carepa y Chigorodó; y un eje ganadero con los municipios de Necoclí, Arboletes, San Pedro de Urabá y San Juan de Urabá.”7

Otras generalidades de Urabá

Su cercanía al Océano Pacífico, la biodiversidad natural que encierra en sus bosques y la calidad de los suelos que posee, la hacen geopolíticamente estratégica, reserva ecológica para el mundo, importante despensa agrícola El Urabá antioqueño está conformado por 11 municipios, ocupa una superficie de 11.664 k2 y cuenta con más de 500 mil habitantes, el 70% en las cabeceras. Posee aproximadamente 1 millón 52 mil has., 350.000 de ellas, aptas para la agricultura.

En el 2005 están destinadas 32.500 has. a la producción industrial de banano, 35 mil has. a la producción de plátano, 3.000 has. a la

7 Presidencia de la Republica de Colombia, 2002

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producción industrial de palma de aceite y a la producción de arroz, yuca, cacao y maíz, unas 100 mil has.

300.000 hectáreas son de vocación ganadera. Hoy la región cuenta con 600 mil cabezas de ganado de razas mejoradas para carne y doble propósito.

Cuenta con cerca de 200.000 hectáreas de bosques tropicales.

En materia de pescados y productos de mar, es poseedora de más de 400 especies de las cuales el 70% son comestibles: róbalo, sierra, jurel, pargo, mojarra, lebranche y mero.

El Urabá ha sido una zona que desde su colonización viene forjando y aportando una gran inyección a la economía y crecimiento del país, pero también ha sido una región abandonada por el Estado echada al olvido y centro de los distintos grupos armados que operan en el país.

Su cercanía con Panamá, la convierten en un corredor estratégico tanto para el transito de mercancías como para el trafico de drogas y armamentos. El tapón del Darien es una zona prácticamente virgen que surte de aguas a toda esta región, pero además es considerado como una de las reservas ecológicas más importantes del país. Esta reserva corre peligro porque por allí esta presupuestado que pase el canal interoceánico que serviría principalmente para la exportación de bienes y capitales, sobre todo de toda la región Antioqueña.

Otro de los grandes intereses geográficos de esta zona es el lago de Urabá, muy importante para la importación y exportación utilizado sobre todo por los empresarios del banano, aunque también en repetidas ocasiones se he evidenciado que este es utilizado por los narcotraficante y traficantes de armas, ya que desde allí se accede rápidamente a Centroamérica y posteriormente a los Estados Unidos.

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En el momento de la llegada a Colombia de la UFC el país atravesaba una situación de relativa calma en su situación política y social lo que no quiere decir que se hubiesen superado las causas de estos conflictos. Con la nueva empresa en la región se configuró una relación distinta entre hombre- naturaleza, ya que el cambio del uso del suelo hizo que el monocultivo del banano primara en la región y de esta manera se fuera perdiendo paulatinamente los usos y costumbres de las comunidades en lo cultural y lo alimentario.

La UFC se trazó todo un proyecto de largo alcance en la región que incluía control territorial, mano de obra barata y una forma muy propia de resolución de conflictos y relación con las comunidades. Ya que estas por ser en su mayoría campesinos pobres se tenían que someter a las condiciones que la multinacional impusiera, si a eso le sumamos la gran cantidad de personas que llegaron a la región lo que significaba mano de obra en bruto y a precios muy bajos que elevarían la tasa de ganancia de la multinacional.

La autonomía que alguna vez tuvieron los habitantes de esta región ya no sería mas, puesto que el nuevo imperio, el del dinero se había incrustado en los más profundo de las entrañas de la comunidad. El trueque, el intercambio y la autosostenibilidad que mantuvo el país hasta finales del siglo XIX se veía abruptamente resquebrajado gracias a un nuevo orden mundial.

La principal característica, antes y ahora, ha sido la muerte violenta de miles de colombianos ajenos al conflicto, la desintegración del tejido social en las zonas de confrontación, los abusos y atropellos contra la población civil y la constatación practica de que no es posible una solución militar al conflicto que padece nuestro país.

Las multinacionales y la oligarquía criolla históricamente ha perpetrado masacres con el objetivo de “limpiar” sus zonas de influencia, ya sean políticas, militares o económicas. El usufructo de las riquezas naturales del país o mejor el saqueo de estos ha sido escoltado por el paramilitarismo en una modalidad de guerra completamente irregular, criminal y que va en contra de todos los tratados firmados por Colombia sobre el tema del conflicto armado y de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.

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LA CHIQUITA NO ES TAN PEQUEÑA

Los cambios en el mundo después de la mitad de siglo XX y la simbiosis del capital hacen que se generen distintas formas de afrontar estos nuevos retos, la globalización capitalista ha configurado un nuevo orden mundial y esta ha sido impulsada principalmente por las multinacionales para conquistar nuevos mercados y expandir su capital, la United Fruit Company por supuesto que no se ha excluido de estos cambios, para el año de 1944 introduce al mercado la marca Chiquita, el personaje miss Chiquita y un jingle, en 1970 United Fruit se fusiona con AMK Corpotation de Eli Black y se convierte en United Brands Company, en el año 1990 cambio el nombre a Chiquita Brands Internacional, Inc. Y se lanzó Chiquita Brands South Pacific. Una mirada general que nos permita conocer de manera sucinta a esta empresa.

La chiquita controla aproximadamente un cuarto de todo el comercio mundial del banano, esta entre las dos más grandes empresas bananeras del mundo. En los cinco últimos años de la década de los noventa cedió una parte de su mercado a la DOLE. Esta multinacional emplea cerca de 20.500 trabajadores a tiempo completo en la producción, cosecha, empaque y otras operaciones en sus 26.500 hectáreas de fincas bananeras en Latinoamérica Chiquita cultiva en sus propias plantaciones en Panamá, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Colombia y Australia. La empresa también compra banano de los productores nacionales en la Costa de Marfil, Martinique, Honduras, Guatemala, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Panamá y Nicaragua. Precisamente la multinacional decidió vender las fincas de su propiedad en Colombia la transacción se efectúo con la firma Holding de C.I. Banacol S.A. la cual aceptó pagar 28.5 millones de dólares en efectivo, 15 millones en papeles de deuda y hacerse cargo de 8 millones de dólares en deudas jubilatorias de la productora y el puerto. Así mismo Chiquita aceptó comprar 11 millones de cajones de banano Colombiano por año, alrededor de 9% del volumen global de la empresa. Para el segundo trimestre del 2003, la empresa ganó 47.5 millones de dólares de sus operaciones, lo que equivale a 1.19 dólar por acción. Según el representante de la empresa esta venta le da mayor

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flexibilidad ya que sus propias plantaciones se reducen al 35% y el resto de la producción prevendrá de cultivadores independientes.

DE 1928 A LA DECADA DE 1990

La misma situación de muerte y saqueo que se presentó en 1928 se repitió en la década de lo 80 y 90, aunque las circunstancias fueron un poco distintas y esta vez no se trató de una sola acción sino que se dio de una manera reiterativa y sistemática que buscaba nuevamente aniquilar y reprimir los nuevos brotes de inconformidad y agitación iniciados por los sindicatos de las bananeras y algunas fuerzas políticas presentes en la región.

La región del Uraba en esta etapa de la historia fue duramente golpeada por el paramilitarismo ya que este pretendía, como al fin lo logró el control absoluto tanto territorial como social y económico de este importante corredor.

Veamos que sucedió allí. Hacia finales de la década de los 80 y comienzos de los 90 después de una negociación entre la guerrilla del M-19 y el gobierno nacional este grupo insurgente decidió entregar las armas y desmovilizarse, además después de un proceso se realizó la asamblea nacional constituyente que daría una nueva constitución al país. Otras fuerzas democráticas como la UP conseguían importantes posicionamientos en la vida publica se podía afirmar que por fin el país se enrutaba hacia la paz que tanto se ha anhelado.

Pero contrario a lo que se podría pensar, Colombia no se enfoco hacia la consolidación de la paz, sino que por el contrario el conflicto se agudizó. El proyecto paramilitar se fortaleció y los carteles de la droga aumentaron su influencia y se centraron en una confrontación brutal por el control de los mercados internacionales de la cocaína. El Estado por su parte se hizo permisivo con estos hechos que enlutaban la vida nacional, un Estado débil frente a los actores armados pero fuerte y riguroso frente a los movimientos sociales y populares. El país se enfocaba entonces a enfrentar el modelo neoliberal y las exportaciones como sostén fundamental del modelo. Pero este fue impuesto a sangre y fuego y el país vivió un hecho insólito, el aniquilamiento de todo un partido político de izquierda la Unión Patriótica y una escalada de la guerra sucia contra el movimiento sindical y todos aquellos movimientos

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progresistas y de izquierda que pretendían un cambio en las estructuras del Estado.

La región del Uraba por ser un lugar geoestratégico se convirtió en escenario de las peores masacres sucedidas en aquella década en el país, además por los procesos de resistencia y modelos alternativos que tenían asidero en comunidades enteras que en forma valiente se habían alzado contra el modelo impuesto. Los ojos del Estado, de las multinacionales y de los paramilitares se enfocaron hacia allí y en una alianza perversa que llamaron “plan Retorno” que no era otra cosa que la salida militar al conflicto, pero más que una salida militar se trato de la consolidación de todo un proyecto de “desarrollo” basado en el terror y la miseria.

El control de esta región por parte de los grupos armados dejo alrededor de 1200 personas asesinadas entre ellas 42 mujeres que fueron violadas y torturadas antes de ser ejecutadas; entre los principales actores armados, se encuentran las guerrillas (FARC y ELN) y las AUC (autodefensas), con los bloques “bananero”, “Elmer Cárdenas” y “las autodefensas campesinas de Córdoba Y Uraba ACCU”. La subversión hizo su aparición en esta región durante los años sesenta principalmente el EPL y las FARC. Por su parte, las autodefensas intensificaron accionar en la zona a partir de 1988 y su presencia se consolidó a partir de 1994 cuando las ACCU irrumpieron en el eje ganadero del Urabá antioqueño. A finales de 1996 los grupos de autodefensas expulsaron a las FARC que se ubicaban desde finales de los sesenta y principios de los setenta en el Urabá antioqueño; sin embargo, por la importancia de la zona, se presentó una nueva escalada en el conflicto en los años 1998 y 1999. Nada de estos es coincidencial, como ya se ha dicho obedece a un proyecto de saqueo de los recursos, en este caso de la agroindustria del banano que va de la mano con la implementación de megaproyectos en la región, como los canales secos, el canal interoceánico la interconexión del Uraba con Panamá por el Tapón del Darien. Esto sumado a los planes del imperio de convertir esta región en modelo de intervención militar, si vemos como la consolidación y el aseguramiento de esta región daría paso a planes que ahora se ejecutan, tales como el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá y la Iniciativa Regional Andina.

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DEL PEOR RINCON A LA MEJOR ESQUINA Toda esta lógica tiene ahora una realidad, considerar al Uraba como “la mejor esquina de América” como ejemplo y modelo de pacificación y modelo de resolución de conflictos; modelo que se basa en el aniquilamiento del contrario como forma de resolver cualquier problema o deuda que se tenga. También el arrasamiento de cualquier forma de oposición a ese modelo, ya que no se tienen los suficientes argumentos para poder resolver por una vía pacifica entonces se tiene que recurrir a estos hechos inusuales, que fue el ejemplo dado por los empresarios y el Estado en todo el Uraba y el Magdalena Medio. Caso especial es el del Urabá Cordobés ya que esta zona ha estado desde hace muchos años despejada para el paramilitarismo, para su libre actuar y su libre caminar y donde el Estado ha entregado prácticamente el manejo de esta parte del país a los empresarios, los terratenientes, los narcotraficantes y al paramilitarismo en lo que se ha convertido en una alianza perversa de muerte y terror. Y donde se evidencia claramente el actuar conjunto entre militares y paramilitares, donde se comprueba que el proyecto paramilitar es una política de Estado, que el paramilitarismo nace en las entrañas del Estado y precisamente por eso lo favorece y lo acoge en su seno como uno de sus hijos más predilectos. Por su parte ese mismo proyecto se visualizo y practicó en el Urabá Chocoano, donde existe una de las reservas más importantes de biodiversidad mundiales, en donde los empresarios de la palma Africana pusieron su mira para explotar y expoliar todos estos inmensos recurso y sin importar el grave daño causado al medio ambiente y especialmente a los suelos los cuales después de este proceso quedan desérticos y erosionados, en lo que constituye un crimen ambiental de inmensas proporciones. “Las tierras quedaban tan exhaustas como los trabajadores, a las tierras le robaban el humus y a los trabajadores los pulmones, pero siempre habían nuevas tierras para explotar y más trabajadores para exterminar. Los dictadores, próceres de opereta, velaban por el bienestar de la United Fruit con el cuchillo entre los dientes”8 Comunidades enteras afro Colombianas han sido desplazadas de sus tierras, un ejemplo elocuente es Pavarandó donde esa urgencia de sacar 8 Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, Siglo XXI Editores S.A., México, 1971, p. 168

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a la gente de sus propiedades llevó a que empresarios de la palma a valerse de lo que fuera, llámese expulsiones vía actos judiciales o vía militar. En Vagirá donde la oligarquía Antioqueña en su afán de poder podemos decir que le robo esta zona al Uraba Cordobés para ir preparando el terreno de lo que hoy es la mejor esquina de América. Esta mejor esquina se ha logrado gracias a una política de muerte y terror, la época de mayores muertes, masacres y desplazamientos se presento entre los años 1993 a 1998 es decir cinco años donde la población presenciaba a diario muerte por donde quiera se estaba, el ambiente era de terror, coincidencialmente o mejor estratégicamente en este periodo de la historia el departamento de Antioquia se convirtió en el departamento con la más alta tasa de homicidios y masacres en el país. Precisamente cuando el gobernador era el hoy presidente de la republica Álvaro Uribe Vélez. Su política basada en las cooperativas de vigilancia privada, mejor conocidas como “Convivir” que se iniciaron en Antioquia en 1995 y posteriormente se extendieron a otros departamentos del país, a las que Uribe calificaba como entes de beneficio comunitario y de seguridad de la población se convertirían en el espacio perfecto para materializar la alianza empresarios, Estado, narcotráfico. Donde la frontera entre la fuerza pública y el paramilitarismo desaparecía. Y quien quisiera conformar su propia asociación no se le interponía ningún tipo de traba. “En Antioquia prácticamente cualquiera que tenga 80 millones de pesos- terrateniente, empresario, paramilitar, narco- puede ir a una oficina en el edificio de la Gobernación donde un coronel del Ejercito le indica como formar su propio ejercito privado… en la actualidad, la gobernación reconoce la existencia de 56 convivir en el mismo número de municipios, pero el Instituto Popular de Capacitación (IPC), de Medellín calcula 70, 14 de ellas sólo en Medellín -6 de ellas en el centro-.”9 No obstante lo demostrado esta política no se detuvo, sino que por el contrario se generalizó y con la anuencia del gobierno nacional estas asociaciones o cooperativas se extendieron y se puede decir que se le salieron de las manos al gobierno y se aprestaron a conformar ejércitos al servicio del narcotráfico, los terratenientes y las corporaciones multinacionales quienes mostraban su simpatía por estos grupos.

9 Revista Alternativa, diciembre de 1996, pág12

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“Aunque el epicentro del paramilitarismo es Córdoba y el Urabá Antioqueño, feudos de los hermanos Fidel y Carlos Castaño, tiene una base social que empieza a extenderse a toda Antioquia de la mano de un gobernador tan atractivo como para contrarrestar el reino de la imagen el poder sin freno de sus protagonistas. En teoría, se establecen fronteras entre las Convivir y los grupos paramilitares, pero sus campos de acción coinciden o se complementan. Además, de los 56 municipios donde le periódico El Mundo del pasado 17 de noviembre ubicó a las Convivir del Departamento, 48 forman parte de los 88 municipios (Antioquia posee en total 124) donde los narcotraficantes han comprado tierras… una total contrarreforma agraria. Esto coincide con el hecho de que en las principales zonas de cultivos ilegales en el departamento hay presencia de grupos paramilitares. La ubicación de las Convivir en zonas de megaproyectos como las tierras por donde pasaría un ferrocarril extrarápido que conectaría la zona de Urabá con el centro del país, hidroeléctricas y el mismo canal interoceánico, hace pensar que estas son parte del rompecabezas estratégico que se esta tramando en la región con miras al siglo XXI.” El “Plan Retorno” se hacía efectivo de esta manera, no se trataba pues de un plan de reforma agraria para los campesinos menos favorecidos, mucho menos de un plan de retorno de las familias desplazadas. Todo lo contrario se configuró una perversa estrategia de contrarreforma agraria y de usurpación de bienes contra los pobladores menos favorecidos, quienes ante la situación de emergencia humanitaria presentada en la región tuvieron que abandonar sus bienes y huir con la esperanza de salvaguardar sus vidas.

Quien vigila a quien?

Según el Superintendente de Vigilancia y Seguridad Privada para el año de 1997, Herman Arias Gaviria, las convivir son servicios especiales de vigilancia, que operan en zonas de alto riesgo, para devolver la tranquilidad y convertirse en aliados de la fuerza pública. Arias Gaviria es hijo de José Manuel Arias Carrizosa, quien por muchos años estuvo a la cabeza del gremio de los grandes productores de banano de Urabá (Uniban) y hermano del gerente de una empresa de seguridad privada (Fábrica Nacional de Blindajes). En repetidas ocasiones el superintendente afirmó que las Convivir son puramente defensivas frente a la subversión. Pero la cantidad de armamento que

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poseían para entonces ya vislumbraba en lo que posteriormente se convirtieron. Ejércitos completos de paramilitares. “Como consta en las actas del comité consultor de la superintendencia, de enero a diciembre de 1996 esta entidad aprobó para las convivir la compra de 422 subametralladoras ,373 pistolas 9 mm, 217 escopetas de repetición, 17 ametralladoras Mini- uzi, 70 fusiles, 109 revólveres 38 largo y 41 armas de uso restringido –que pueden ir desde fusiles Galil hasta ametralladoras M -60, lanzacohetes, granadas de fragmentación, rockets y morteros-, cifras más que apreciables para 60 Convivir. Si en verdad lo que se busca es, como lo anuncia el programa impulsado por el gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, “bienestar, progreso y paz con la red de Convivir”, la tenencia de semejante cantidad de armamento con su respectiva munición significa un enorme potencial de violencia y dista mucho de ser una contribución a la paz.”10 La Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada no cuenta sino con 40 inspectores, encargados de vigilar y controlar a las 507 Convivir y a las 300 empresas de vigilancia privada aprobadas en el país. Hay que sumarle 1.300 departamentos de seguridad, o sea que son como unos 1.600 servicios de vigilancia, además de las Convivir. “De ahí que durante tres años la Superintendecia sólo haya practicado tres visitas de inspección a 15 Convivir, no haya negado una sola licencia de funcionamiento y recomendara la aprobación de todas las solicitudes de armas que, para 1996, fueron 1.240, entre las que figuraban 408 subametralladoras, 146 fusiles y 176 escopetas.”

DEL PARAMILITARISMO A LAS CONVIVIR. SÓLO UN PASO. Las disposiciones del gobierno a través del Ministerio de Gobierno y la Superintendencia de Vigilancia solamente darían el entorno y la legalización para el desarrollo y expansión del paramilitarismo. Esta vez bajo una nueva mascara y vestimenta, la de las Convivir que buscaban un control territorial y poblacional. Varios oficiales públicamente reconocían el papel de las Convivir como agentes paramilitares en la estrategia de derrotar a la guerrilla, ya que ellos solos no podrían asegurar el control de un país tan grande. En este sentido aparecerían en el escenario nacional figuras públicas del paramilitarismo, como los hermanos Castaño Gil.

10 Revista Alternativa, No 8 marzo 15 de 1997, pág. 12

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“Carlos Castaño comenzó a aparecer públicamente como comandante de las ACCU en 1995, cuando su hermano FIDEL CASTAÑO GIL, quien antes era reconocido como líder de las “autodefensas”, supuestamente desapareció en un viaje a Panamá. Poco antes la Corte Suprema de Justicia había confirmado su condena a 20 años de prisión por la masacre de 20 campesinos de las fincas “Honduras” y “La Negra”, en la zona de Urabá el 4 de marzo de 1988. Algunas autoridades judiciales y amplios sectores de la opinión piensan que él aún vive y que su ficticia desaparición habría sido facilitada por agentes del mismo Estado colombiano. Desde 1981, tanto Carlos Castaño como su hermano Fidel se habían alistado como “guías” del batallón Bomboná, del ejército nacional, que había comenzado a armar y a entrenar las primeras “autodefensas” civiles. Pronto su hermano Fidel se convirtió en el líder más temible de esos escuadrones de la muerte. Masacres perpetradas en Córdoba o Urabá, como la de la Mejor Esquina (26.03.88) en la cual él participó personalmente, sembraron el terror en muchas zonas. Las tres confesiones de miembros fundadores del complejo paramilitar de Puerto Boyacá concuerdan en señalar a Fidel Castaño como el gestor del paramilitarismo en Córdoba y Urabá, apoyado por los dirigentes de Puerto Boyacá. En el testimonio de un paramilitar conocido como Echandía relata: "en 1988...se entera de que Gonzalo y Henry Pérez habían comprado propiedades en Urabá y que por órdenes de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha organizan una "limpieza" al Urabá antioqueño. Comienzan las masacres en el Urabá. Participaron como cabecillas N.N. (a. Fercho), ex integrante del frente Ricardo Franco de las FARC y Fidel Castaño Gil. Estando Luis Rubio como Alcalde de Puerto Boyacá, coordinó el transporte de los sicarios al Urabá".11 Durante la época del reinado de los hermanos Castaño Gil en la zona de Urabá se presentaron la mayor cantidad de asesinatos, masacres y homicidios políticos. Todos los organismos de Derechos Humanos coinciden en afirmar que la región fue duramente golpeada por la organización criminal comandada por Carlos Castaño. Algunas cifras del Gobierno Nacional corroboran esta afirmación.

HOMICIDIOS Entre los años 1990 y 2004, la tasa de homicidio por cien mil habitantes del Urabá antioqueño es superior a la tasa nacional, con excepción de los años 1990, 2003 y 2004.

11 Deuda con la humanidad, Páginas 1-2 CINEP, 2005

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Por otro lado, la tasa de homicidio de la región es inferior al promedio departamental entre 1990 y 2004. Salvo para las tasas registradas en 1993, 1995, 1996 y 1997, este comportamiento se explica en gran medida por el aumento de la violencia contra grupos de civiles y reinsertados por parte de las FARC el ELN, el ala disidente del EPL y las autodefensas. Es necesario recordar que durante la década del noventa en el Uraba antioqueño la dinámica del conflicto entre grupos armados tuvo una gran incidencia en el comportamiento de los homicidios, ya que por un lado, con el EPL desmovilizado y conformado el Movimiento Esperanza Paz y Libertad, las FARC, las Milicias Bolivarianas y la disidencia del EPL empezaron a asesinar a los reinsertados y a las bases de apoyo político del nuevo movimiento, con el fin de disminuir su fuerza electoral, y por otro lado, las autodefensas empezaron a atacar a miembros de la UP y del partido comunista.

Fuente: CIC - Policía Nacional Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH *Datos proyectados con base en lo registros a junio de 2004

En la década de los noventa los municipios con las más altas tasas de homicidios de la región fueron Chigorodó, Apartadó, Mutatá, Turbo y Carepa. Se puede observar que en el período de 1991 a 1999 Chigorodó junto con Apartadó fueron los municipios más críticos de la región superando en más del doble la tasa departamental; lo anterior como consecuencia de la presión que ejercieron las Autodefensas Campesinas

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de Córdoba y Urabá (ACCU) para intentar dominar el territorio y que se extendió hasta Riosucio en el Urabá chocoano.

MASACRES

Durante el período comprendido entre los años 1993 y 2004, las masacres en el Urabá antioqueño - teniendo en cuenta el número de víctimas y los casos presentados- presentan un comportamiento bastante disímil. En 1993 se registraron 14 casos con 79 víctimas, en 1994 disminuyen los casos a 3 las víctimas a 46. En 1995 se disparan ambos registros, alcanzando las mayores cifras durante el período analizado, con 15 masacres y 116 víctimas. En 1996 disminuyen a 11 los casos y las víctimas a 71; durante 1997, se presentan 7 masacres con 36 y en 1998 2 casos con 15 víctimas. A pesar de que en 1999 y 2000 se registran 5 masacres, las víctimas en el primer año fueron 27 y en el 2000 ascienden a 30. En 2001 se presenta una masacre con 11 víctimas y en 2002, 2 con 18.

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El municipio más afectado desde 1993 ha sido Apartadó con 20 masacres que dejaron un total de 170 víctimas, seguido por Turbo donde también se han presentado 20 masacres con 120 víctimas. En Carepa se han registrado 6 masacres con 36 víctimas, en Chigorodó 4 con 35, en San Pedro de Urabá 5 masacres con 30 víctimas, en Mutatá 5 con 27 víctimas, en Necoclí 4 con 22 y en Vigía del Fuerte una masacre con 9 víctimas. Al analizar tanto las masacres como el número de víctimas registradas, es necesario señalar que el promedio de víctimas por masacres en la región de Urabá, oscila entre 6 y 9, lo que arroja promedios muy altos por masacre en esta región, si se compara con el promedio alcanzado por el departamento para este período, 5.6. Entre tanto, el año más crítico en la región de Urabá antioqueño, en cuanto a víctimas de masacres se refiere, fue 1995, cuando se registraron 34 víctimas en Apartadó, 31 en Turbo, 28 en Carepa, 18 en Chigorodó y 5 en Necoclí. Este es apenas un sondeo somero de la grave situación de violación a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario en la región de Urabá. Bajo la operación “génesis” al mando de general Rito Alejo Río más conocido como “el pacificador” la región del Urabá fue escenario de la más terrible acción del terrorismo de Estado, numerosas matanzas colectivas e individuales, desplazamientos, desapariciones, torturas, atentados, bombardeos indiscriminados, actos de violencia sexual, saqueos, bloqueos alimentarios y de transporte. Donde los militares y paramilitares se ensañaron contra la población campesina inerme,

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crímenes indiscriminados de lesa humanidad, crímenes que sólo cometen seres sin razón, sin piedad y sin ningún tipo de valor humano. Agenciados por el Estado y que han quedado en la total impunidad. El 9 de marzo de 2004 el Fiscal General de la Nación, Luís Camilo Osorio Isaza, precluyó la investigación que se adelantaba contra el general en retiro Rito Alejo Del Río Rojas, por conformación de grupos paramilitares y otros delitos. Con este hecho se enterró el proceso y de paso se le quito a las victimas de este siniestro personaje la posibilidad de obtener justicia. Además se comprueba una vez más que sin importar la cantidad y calidad de las pruebas aportadas, estas no fueron tenidas en cuenta por el fiscal, otorgándole beneficios de preclusión por todos los hechos que se le acusaba, cobijando con el manto de la impunidad a este general y todos los funcionarios y demás personas vinculadas a estas masacres.

Este panorama pretende mostrar cual ha sido el accionar histórico del Estado Colombiano contra la población y para favorecer intereses de terratenientes y multinacionales y por supuesto el propio. Ahora veremos como se han beneficiado las multinacionales de todas estas masacres que han exterminado las organizaciones sociales, sindicales y a la población en general. Pero como estas no han sido ajenas al conflicto ni mucho menos al terror de Estado se pretende mostrar como la United Fruit Company, posteriormente Chiquita Brands y ahora Banadex acepto públicamente haber financiado grupos paramilitares en la región de Urabá en la época en la cual se perpetraron estas horrendas masacres. (anexo 2)

Chiquita admite que financiaba "grupo terrorista" "La transnacional bananera norteamericana tiene las manos manchadas

de sangre obrera"

por Dick Emanuelsson

BOGOTA 2004-0511 / Lo que era un secreto a voces fue oficializado este lunes: La bananera norteamericana Chiquita Brands admitió que había pagado a un grupo "terrorista" para dizque "proteger a sus empleados en caso de que los pagos no fuesen hechos". ¿Cuántas empresas más han financiado a los paramilitares? Es la pregunta que toda Colombia hace hoy.

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La empresa no dice hace cuántos años financiaba al grupo y cuánto le pagaba. Tampoco dice cuál de los tres grupos como las FARC, ELN y la AUC, que son declarados en Estados Unidos como terroristas, fue el beneficiado por la multinacional bananera.

Suena insólito que una empresa norteamericana financiara a la guerrilla colombiana para proteger a los trabajadores bananeros. Sin embargo, todos los informes oficiales desde la mitad de la década del 90 hablan de que la insurgencia fue expulsada de la región de Urabá, donde se encuentra la mayoría de las fincas de Chiquita.

Entonces queda un grupo, que son las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Este grupo sí tiene su cuna en Urabá y el departamento de Córdoba, de donde son los hermanos Fidel y Carlos Castaño, fundadores del principal grupo paramilitar.

¿Los gerentes no tenían conocimiento de "los Mochacabezas"?

La explicación de Chiquita Brands suena aún más extraña:

"La revelación voluntaria al Departamento de Justicia fue formulada porque la administración de la compañía se enteró (en abril 2003, cuando fueron declaradas las AUC por EU como grupo terrorista. Las FARC y ELN fueron declarados en 1996, nota el redactor) que esos grupos habían sido designados como organizaciones terroristas bajo un estatuto estadounidense que convierte en un crimen respaldar esa clase de organizaciones".

¿Es decir que los gerentes de Chiquita no tenían idea de que los paramilitares tenían o tienen grupos como "los Mochacabezas", que en Urabá eran conocidos por cortarle al trabajador bananero la cabeza para después jugar fútbol o practicar polígono?

Habría que preguntarse qué hacían los gerentes de esa empresa durante esos años, si no sabían de las matanzas que mancharon toda la región de Urabá de sangre? No, se despertaron cuando sus autoridades en Estados Unidos firmaron el decreto afirmando que los paramilitares son terroristas.

Durante la década del 90 fueron asesinados mil militantes de la izquierda colombiana en Urabá, principalmente de la Unión Patriótica, donde gran parte de los asesinados eran trabajadores bananeros. Los paramilitares, en alianza con la 17ª Brigada del Ejército, según los organismos de derechos humanos y hasta un coronel de esa brigada, cometieron barbaridades contra la población civil. La región fue "pacificada" por el general Rito Alejo del Río, apresado por el departamento de derechos humanos de la Fiscalía pero liberado por el fiscal

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general de la Nación, Camilo Osorio, cuando éste asumió la jefatura de la fiscalía.

"Cien años de soledad"

Ciénaga (a 30 minutos de Santa Marta) es la región donde el ejército colombiano cometió una de las matanzas más grandes de la historia moderna de América Latina, en 1928. Fueron asesinados más de tres mil trabajadores con esposas, abuelas, niños y nietos por la orden de la United Fruit Co. El hecho fue base para el libro "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez.

En 1988, 60 años más tarde, Emiliano Cayetano, dirigente comunista de Ciénaga y trabajador bananero, ya tenía casi mil trabajadores en una lista para reorganizar el sindicato bananero. Pero no lo logró. Fue asesinado por un grupo de sicarios que llegó hasta la casa en el casco urbano de Ciénaga y ante todos los niños y su esposa fue amarrado y llevado en una camioneta. Entre Barranquilla y Ciénaga fue ejecutado, junto con dos compañeros más.

Llegué a Ciénaga en 1991, cuando reventó la primera huelga desde 1928. Salieron los cohetes a las seis de la mañana de un lunes como una señal de que ahora sí los trabajadores bananeros están organizando su sindicato para así poder contrarrestar la miseria y explotación en que vivían y trabajan los trabajadores.

Era optimista la junta directiva, pero cuando regresé en 1996 los dirigentes habían sido asesinados o desplazados por el terror paramilitar. El temor y la tensión vibraban encima de los árboles del banano.

Asesinado durante el pliego de petición con Chiquita

"Los paramilitares están concentrados en esa finca", decía el secretario de la organización de Sintrainagro, e hizo un gesto hacia una finca 200 metros más allá. "De ahí salen para matarnos por orden de los finqueros", agregó. "Tanto las transnacionales como las colombianas tienen las manos manchadas de sangre".

En diciembre de 2000 regresé otra vez, pero ahora tuvimos que pasar casi clandestinamente en las fincas. Los paramilitares habían copado toda la región de Ciénaga y el departamento de Magdalena, decía José Guette, presidente de la seccional de Sintrainagro, en tono bajo cuando fuimos a una finca de Chiquita.

La empresa ofrecía a cada trabajador un "pacto colectivo" que no tenía nada "colectivo", sino que era un arreglo individual entre la empresa y el trabajador.

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El jefe de producción era amable y decía que la empresa quería aportar lo mejor para sus empleados.

Sintrainagro había presentado a Chiquita un pliego de petición y las dos partes estaban en negociaciones cuando regresé a Bogotá con un buen reportaje. Se publicaron cinco páginas en el semanario de la central obrera sugeca, pero dos semanas después de la publicación llegó la noticia de que José Guette también había sido asesinado por un presunto paramilitar. Chiquita no es ajena, es culpable por acción al igual que el 6 de diciembre de 1928, no es coincidencia financiar al ejercito, permitirles que entren en una región donde están concentrados los trabajadores con sus familias, estigmatizar y señalar a los lideres de la protesta facilitar que las tropas enfurecidas arremetan contra inermes niños, mujeres y hombres; solamente evidencia el talante de la multinacional. Este capitulo de la historia Colombiana surcado por ríos de sangre ha quedado en la impunidad y en el olvido, los responsables no fueron castigados, sino que por el contrario se le ha premiado con exención de impuestos, el Estado con sus leyes de reformas le ha generado inmensos ahorros en mano de obra y contrario a todo sentido común y toda lógica no se judicialazo a ninguno de los directivos de United Fruit Company por este crimen de lesa humanidad. Pero como lo constatamos más arriba el accionar de la UFC no terminó aquí, con los antecedentes de muerte y terror que tiene no se esperaba otra cosa, la multinacional UFC, luego Chiquita Brands se hizo reiterativa en la violación de Derechos Humanos en el país. Cuando se comienzan a organizar los grupos paramilitares Chiquita ya hacía presencia en la región, sin embrago esta guardo silencio, un silencio cómplice porque sabía a ciencia cierta que con la entrada de estos grupos en la región y en sus fincas se tenía el panorama propicio para deshacerse de unas “amenazas” y aquí si que supieron aplicar la matriz “DOFA” porque gracias a su fortaleza económica pudieron contrarrestar la amenaza que significaba un sindicato fuerte y combativo, apoyado por comunidades organizadas y consecuentes. La región de Urabá designada como la mejor esquina de América por los Estados Unidos sufrió una de las peores épocas de la violencia en Colombia y como en toda guerra hay perdedores y ganadores esta no fue la excepción, perdieron las comunidades porque con el terror ejercido por el paramilitarismo en compañía de la brigada 17 al mando del general Rito Alejo del Río, se rompió todo el tejido social que se logró luego de muchos años de esfuerzo, perdió el país, el país patriótico

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de la clase obrera porque en este periodo y en esta región fueron asesinados más de mil militantes de la Unión Patriótica, perdió el sindicalismo consecuente y clasista ya que con el asesinato y exterminio de los dirigentes más sobresalientes de Sintrainagro el paramilitarismo y los empresarios permearon este sindicato y lo han hecho títere de sus intereses y “ejemplo” de concertación. Los que ganaron, ganó el Estado porque una vez más se fortaleció y con la eliminación de una fuerza política de oposición se consolido la línea derechista y terrateniente en la estructura del poder, ganaron los empresarios porque se quitaron de encima un peso muy grande como lo es un sindicato combativo, porque ahora contratan mano de obra tercerizada lo que les genera un mayor rango de ganancia, porque pudieron fortalecer su agremiación, AUGURA una de las agrupaciones más reaccionarias que tiene el país porque en repetidas ocasiones ha saludado con beneplácito la “pacificación” de Urabá. Ganaron por supuesto los paramilitares, que en esta rica región encontraron en el escenario propicio para su proyecto, porque gracias al apoyo de multinacionales como Chiquita y Coca Cola se fortalecieron económicamente y pudieron expandir su imperio de terror a todo el país, porque en contubernio con las fuerzas militares lograron desaparecer del panorama político a la UP, porque con el amparo del Estado se hicieron al control del narcotráfico lo que les ha puesto en la esfera nacional como uno de los grupos con más crecimiento económico y político, porque hoy tienen en su poder alrededor del 45% de las tierras del país en un escenario de concentración de la riqueza de proporciones inmensas, inimaginable en cualquier otro lugar del planeta. Y ganaron las multinacionales, particularmente Chiquita porque gracias a este fenómeno de guerra irregular, ha logrado saquear los recursos naturales y de mano de obra de la región. Porque gracias a la pacificación del Urabá pudo hacer maniobras estratégicas que le permitieron vender sus fincas pero quedarse con el comercio del banano en el país a través de Banadex. Porque gracias a ello pudo quitarse de encima una carga laboral que le restaba utilidades y se las paso a los cultivadores nacionales. Pero ante todo porque después de ser agenciadora del terrorismo de Estado no se ha levantado ninguna investigación en su contra y por el contrario aparece como uno de los inversionistas que le hacen bien al país. Pero no solamente esta acusación se le hace a la Chiquita, además de financiar a los Paramilitares, esta trasnacional les proporcionó

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armamento no se ha podido establecer en cuantas ocasiones lo hizo lo cierto es que un cargamento de armas entre las que se encontraban 3.400 fusiles AK 47 y cuatro millones de cartuchos se encontraban en un barco de su propiedad que llego al lago de Urabá en el año 2001. Estas armas tenían como destinatario a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), reconocido grupo paramilitar que aglutina la totalidad de bloques de esta agrupación terrorista. Como se ve el prontuario de Chiquita no se reduce a prestar ayuda económica a esta agrupación, o a callar respecto a los crímenes que se cometieron en sus fincas, esta va mucho más allá y de una manera cínica les proporciona armamento en lo que se convierte en participación directa en el conflicto Colombiano, además tomando parte por uno de los actores de este conflicto. En una investigación hecha por un periodista Colombiano se puede ver cual ha sido la participación de esta multinacional en el apoyo a los paramilitares Colombianos. (Anexo 3)

LOS MISMOS GRINGOS DE LA MASACRE DE LAS BANANERAS…

Chiquita Brands investigada por tráfico de armas, soborno y financiación del terrorismo

Tres cuartos de siglo después de la masacre de las bananeras, la empresa que la instigó, ahora convertida en la bananera Chiquita Brands, es investigada por traficar armas para los paramilitares, por sobornar a funcionarios de la DIAN y por financiar el paramilitarismo en Urabá.

POR IGNACIO GÓMEZ G.

Descargar el barco Otterloo, en el puerto privado que tiene la bananera Chiquita Brands Internacional en Turbo, Colombia, no fue una maniobra complicada. Pero debería haberlo sido, porque Turbo no tiene muelle, pero sí todos los controles civiles, militares y navieros propios de una frontera marina; porque toda la región es emblema de la guerra contra la guerrilla y porque la carga incluía catorce contenedores, con 3.400 fusiles AK-47 y cuatro millones de cartuchos de 7.65 milímetros.

Para terminar de complicar las cosas, el barco llegó un viernes en la tarde, el 21 de noviembre de 2001, dos meses después de que el destinatario del embarque fuera públicamente incluido en la lista de 24 organizaciones a las

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que el presidente de los Estados Unidos, George Bush, les había declarado la guerra: las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. El Otterloo, ancló en aguas profundas del Golfo de Urabá, e inmediatamente Iturrios Marcel, un piloto panameño recién acreditado, reportó su llegada al DAS, con otros cinco tripulantes de su país y uno nicaragüense, y a la DIAN, con una carga de importación de veintitrés contenedores.

DE CAUCHO, LAS PELOTAS El lunes siguiente, Henry Hernández y Herminio Martínez, los aforadores, abrieron y revisaron los nueve contenedores que estaban sobre la cubierta: un cargamento de pelotas de caucho, de peso inocuo, que comenzó a ser reembarcado por una grúa liviana en barcazas bananeras. Su visita, en conjunto con el DAS, dependía de la disponibilidad de las naves de la Chiquita Brands para llevarlos a bordo del Otterloo, un procedimiento extraordinario, pero aprobado en la licencia que la misma DIAN le otorgó en 1997 a la bananera para operar la única zona franca especial privada del país, que es su sistema de navegación fluvial entre las plantaciones y los transatlánticos refrigerados que distribuyen banano en todo el mundo.

Una vez terminados los controles marino y migratorio, los burócratas regresaron a tierra con la carga revisada y desembarcaron en la bodega de Chiquita Brands, donde concluyó el control aduanero. Chiquita envió entonces una grúa más sofisticada, capaz no sólo de levantar el embarque de armas, sino de maniobrar con los catorce contenedores entre las compuertas de la bodega del Otterloo, para descolgarlos sobre las barcazas y repetir el procedimiento de las pelotas. Allí permanecieron, las armas y las pelotas, otros cuatro días, mientras dos jóvenes de Medellín reclutaban a los camioneros que habrían de llevarlos hasta las faldas del Nudo de Paramillo.

Un año más tarde, Carlos Castaño presumiría en el periódico El Tiempo, que este había sido su “mejor gol” en la búsqueda de armas para su organización.

REVELACIÓN VOLUNTARIA

Hasta mayo del año pasado, aunque la opinión pública poco conocía sobre la bananera, casi todo estaba investigado en Estados Unidos y algunas cosas en Colombia. La Comisión de Cambios y Valores de Estados Unidos le impuso a Chiquita Brands una multa de 100.000 dólares, en octubre de 2001, por haber permitido que su filial colombiana, CI Banadex, hubiera sobornado a empleados de la DIAN para comprar su licencia aduanera y portuaria en Turbo; la OEA había publicado su informe sobre el Otterloo detallando

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responsabilidades de empleados públicos en Colombia, Nicaragua y Panamá y asegurando que Banadex le había entregado las armas a Castaño (sin aclarar, eso sí que Banadex era sólo el nombre local de la emblemática bananera de los Estados Unidos), y el DAS había capturado, entre otros, al gerente de operaciones de Chiquita Brands en Turbo, Giovanni Hurtado Torres, a quien la Fiscalía mantiene asegurado en prisión por terrorismo, en relación con un concierto para traficar armas para !las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC!.

Pero , el Departamento de Comunicaciones Corporativas de Chiquita Brands Internacional, en Cincinnati, Ohio, envió un comunicado de prensa que de inmediato hizo caer sus acciones el 23% en la bolsa de valores de Nueva York: se afirmaba que la subsidiaria colombiana (Banadex) le había hecho pagos a una organización terrorista. Según su único comunicado de prensa sobre la materia, “la revelación voluntaria a la Fiscalía norteamericana fue hecha porque las directivas de la empresa se dieron cuenta de que esos grupos han sido definidos como organización terrorista extranjera ante la ley de los Estados Unidos, que convierte en un crimen el apoyo a una organización de este tipo. Después de esta revelación voluntaria, el Departamento de Justicia asumió la investigación y la empresa está colaborando con ésta”.

COHABITACIONES Chiquita Brands asegura que “la única razón que la compañía tuvo para someterse a estos pagos para proteger a sus empleados fue el riesgo que representaba para su seguridad si ello no se hacía”. Es decir, una extorsión a favor de un grupo terrorista colombiano, pero Colombia tiene tres.

El primero de ellos, las FARCEP, había dejado de ser la organización criminal dominante en la zona mucho antes, desde que, junto con la construcción de la infraestructura aduanera de Chiquita Brands, se estableciera en ella la XVII Brigada del Ejército, a cargo en su época crucial del general Rito Alejo del Río, y su derrota en el Urabá antioqueño era un triunfo que militarmente reivindicaban, por un lado el hoy presidente Álvaro Uribe con su política de Pacificación de Urabá, desde la gobernación de Antioquia, y, por el otro, Carlos Castaño Gil, como comandante y fundador de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU, que para entonces era una especie de “cuerpo elite” de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.

A través de la infraestructura aduanera de Chiquita Brands en Turbo, se mueve el 15% de las exportaciones del país, pues la bananera norteamericana no sólo posee el 45% de hectáreas de banano de la zona, sino que se proclama dueña de la navegación en los canales que unen a todas las plantaciones y sólo su flota de barcazas está en capacidad de recoger las cosechas empacadas y transportarlas hasta alta mar del golfo, en donde sólo pueden ser embarcadas

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en barcos refrigerados de Chiquita Brands. Es decir, que a pesar de la existencia de algunos productores independientes, la bananera tenía control absoluto de toda la actividad económica de la zona, de manera muy similar a como lo tuvo en Ciénaga, Magdalena, en los años veinte, cuando la gran masacre.

Como la cohabitación de la bananera y los paramilitares era tan evidente en Urabá, las organizaciones internacionales de derechos humanos plantearon su preocupación ante los investigadores norteamericanos y fue la Comisión de Cambios y Valores (SEC, por su nombre en inglés), la que inició un examen riguroso de los libros de contabilidad de la bananera en busca de presuntos pagos ilegales. En 1998, hicieron su descubrimiento: una “donación marina” que no tenía ningún soporte. Al cabo de tres años, la SEC concluyó que tal pago había sido destinado a funcionarios de la DIAN, y la empresa en Cincinnati aceptó pagar una multa por no vigilar las actuaciones de su filial colombiana, a cambio de que cesara el procedimiento sancionatorio de la SEC. Aunque el caso fue denunciado ante la DIAN en 1998, la directora, Fanny Kerztman, ordenó el archivo definitivo de la investigación, por considerar que la denuncia de soborno era infundada. Pero los hallazgos de la investigación interna mostraban un extraño cambio de parecer, coincidente con las fechas en las que se registraron los pagos de la “donación marina”. Inicialmente, en octubre de 1996, la DIAN conceptuó que no se podía acceder a la licencia solicitada por Chiquita, porque su bodega no cumplía con los requisitos y la DIAN no tenía naves propias para revisar la mercancía en alta mar; pero en febrero de 1997, la DIAN consideró que las exportaciones de Chiquita eran fundamentales para la economía nacional (en medio de la “Crisis del 8.000”) y que por ello su solicitud ameritaba una autorización especial. La Fiscalía recibió la misma denuncia en 1998, pero radicó el proceso ante un Juez Penal Municipal de Turbo y en cabeza de la United Fruit Company (nombre que Chiquita tenía en 1927, durante la masacre de las bananeras del Magdalena) y, por supuesto, todavía no ha encontrado ninguna evidencia.

GAVIRIA PREMIA LA CORRUPCIÓN La búsqueda de Chiquita Brands en www.google.com nos remite inmediatamente a la investigación abierta en su contra por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, pero hasta su confesión pública, nos remitía a la serie “Revelados los secretos de Chiquita Brands” del periodista investigador Mike Gallagher, secretos dados a la Bolsa de Valores de Nueva York y a los archivos de la bananera en la Comisión de Valores de Estados Unidos: Es decir, la multa por sobornar en Colombia, de cuya investigación se desistió durante el gobierno de César Gaviria. Pero el 15 de abril del 2004, el expresidente colombiano volvió a tener su

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encuentro con la bananera. Esa noche, el ex presidente colombiano, por aquel tiempo, secretario general de la OEA, fue el encargado de explicar por qué a la Fundación para Las Américas le parece que Chiquita Brands merecía el premio de “responsabilidad social contra la pobreza y la corrupción”. Dos años antes, como secretario de la OEA, el mismo César Gaviria había ordenado la creación de una comisión para investigar el escándalo por el contrabando de armas del Otterloo que Castaño aseguró haber recibido y, en su reporte final, se advertía que “las armas llegaron a las bodegas de una empresa colombiana en Turbo llamadas Banadex y desde allí fueron enviadas a Carlos Castaño”. “No tenía ni idea de que Banadex es la filial de Chiquita en Colombia. Yo no tengo por qué saberlo todo”, le dijo César Gaviria a la revista Cromos, cuando le preguntó sobre este último incidente.

UN HOMBRE CLAVE

Volvamos al caso del Oterloo. Reynaldo Escobar es el hombre clave de la multinacional en Colombia. Es una especie de zar del banano de Urabá, que trabaja desde su oficina contigua a las barracas del comando general de la IV Brigada del Ejército en Medellín. Su voz fue positivamente identificada como la del ejecutivo colombiano que le explicó a Robert Olson, presidente jurídico de Chiquita Brands en Cincinnati, que el soborno de 1996, por 30.000 dólares, resultaba rentable porque les ahorraría más de un millón de dólares al año en gastos aduaneros. Aunque el compromiso de la multinacional con la SEC fue poner en cintura a la filial colombiana y prescindir del personal responsable, Reynaldo Escobar seguía de presidente de Banandex, la filial de Chiquita Brands, cuando las armas de Castaño pasaron por sus barcazas, muelles y bodegas, y cuando, de acuerdo con su declaración de mayo, le pagaron a una de las organizaciones terroristas definidas por el Departamento de Estado. !Escobar, quien no contesta su teléfono de casa ni de oficina, no está requerido por la justicia.

Pero en el pabellón N° 3 de la Cárcel Nacional Modelo se encuentra desde el 4 de agosto de 2003 el gerente de operaciones de Chiquita Brands en Turbo, Giovanni Hurtado Torres. Sus subalternos, al igual que los aduaneros Hernández y Martínez (que también están presos), aseguran que Hurtado les había ordenado tener un cuidado especial con la carga del Otterloo, porque así lo habían ordenado sus jefes.

El movimiento de máquinas es el que compromete más seriamente al ejecutivo de Chiquita Brands. Como la carga declarada eran pelotas de caucho, no era necesario mover grúas con torres para sacarla del Otterloo, como lo hizo Giovanni Hurtado, ni tampoco montacargas de alta capacidad para montarla en los camiones que se la llevaron a Castaño. Pero sólo su testimonio, que aún no es conocido, puede implicar o salvar a la bananera en el lío judicial. Es decir, a Hurtado le corresponde decir en la investigación judicial cuáles eran las órdenes superiores que había recibido para atender al Oterloo y su carga.

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Por el momento la investigación de la Fiscalía norteamericana sólo tiene en cuenta la existencia del pago por extorsión. Pero, según Chiquita Brands, “el Departamento de Justicia nos informó que está evaluando el papel desempeñado por la compañía y algunos de sus empleados”.12

Cómo es posible que en un escenario en el cual se declara una guerra contra el terrorismo, donde se juzga y se condena a personas e incluso organizaciones enteras por simple sospecha, donde un país como Colombia con una infraestructura armamentística, militar y de inteligencia de gigantescas proporciones, se pueda fraguar en plan de apoyo a un actor del conflicto del país, por parte de una multinacional extranjera. Esa pudiese ser una pregunta muy interesante incluso la pauta para esclarecer hechos graves en la guerra sucia que ha azotado al país durante décadas. Pero desde luego que es una pregunta ingenua e incauta. Porque a todas luces es claro que esa guerra contra el terrorismo fue inventada con el pretexto de saquear los recursos de todas las naciones que los posean, porque es precisamente para beneficiar a las multinacionales de los distintos sectores que como Chiquita configuran el abanico de la intervención militar de Estados Unidos en nuestro país. Para eliminar los adversarios y todas las dificultades que se les atraviesen en su camino. Pero por encima de todo esta la obtención de ganancias al menor costo posible. Los empresarios del banano, multinacionales comercializadores en la zona de Urabá tradujeron esa guerra y también se puede evidenciar como se aumentaron las exportaciones de banano y las ganancias de los empresarios. Augura, el gremio que agrupa a todos los bananeros reporta una notoria mejoría económica en los últimos años. (Anexo 4) Aunque las evidencias sean lo suficientemente fuertes de la participación de la Chiquita en el conflicto Colombiano apoyando a los paramilitares, beneficiándose de masacres y desplazamientos, apropiándose de recursos naturales, estas no han bastado para juzgar a la multinacional, si bien es cierto hay funcionarios de la empresa presos esto no configura un escenario verdadero de justicia. El accionar de la Chiquita no se reduce a unos funcionarios malos y perversos que perjudican la imagen y buen nombre de esta empresa, contrario a esto podemos afirmar que es una política de la multinacional,

12 Ignacio Gómez G, tomado de www.palabranet.net

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es una política del capitalismo, porque este no es bueno ni mucho menos humano. No solamente en Colombia la Chiquita a ha cometido infracciones graves a la luz de los Derechos Humanos, en toda Centro América se refleja su actuar violento y discriminatorio. Un panorama ejemplar se da en Guatemala donde la multinacional cerró en el año 2003 cuatro plantaciones sin previa consulta ni aviso al sindicato. En Nicaragua por ejemplo, donde la chiquita es el único comprador de banano desde el año 2000, los salarios han caído a US $1,20 por jornada aunque la mayor parte del banano es producido por personas independientes, esta no ha presionado para que los salarios aumenten y sean dignos, tampoco ha hecho nada por cambiar la cultura antisindical que reina en este país centroamericano. Pero no solamente estos hechos se dan en la actualidad, la multinacional tiene una larga historia violencia, apoyo a regimenes autoritarios y financiación del derrocamiento e intentos de desestabilización de gobiernos democráticos. En 1954 la United Fruit en cabeza del jefe de relaciones publicas Edward Bernays apoyó al gobierno de Estados Unidos para el derrocamiento de Jacobo Arbenz, cuyo gobierno democrático se había propuesto expropiar 200 mil hectáreas de tierra, apoyar a los trabajadores en sus reivindicaciones para mejorar las condiciones laborales. Este apoyo se tradujo en el préstamo de barcos de la multinacional para el transporte de armamento y soldados hasta Guatemala para su invasión. Todo para impedir que fuese despojada de sus privilegios, para profundizar el modelo de explotación y esclavitud que con los gobiernos posteriores se le ha permitido y le han prestado todo el aparato de seguridad para reprimir cualquier tipo de protesta o descontento que surja de sus obreros. No existe ahora ninguna regulación, en materia ambiental hace lo que quiere, porque ella misma se ha dado su propio código de conducta. Utiliza insecticidas altamente peligrosos como el clorpirifos, catalogado en categoría ll es decir moderadamente toxico, producido por la multinacional Estadounidense Dow Elanco. Este insecticida produce daños en los ojos y causa graves daños a la salud de los niños, además se han encontrado anormalidades en el sistema inmunológico de aquellas personas que entraron en contacto con este. (anexo 5)

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En Guatemala como en el resto de países donde actúa, la multinacional se apropia de los recursos, pero ante todo de la mano de obra para sobreexplotarla y precarizar a los obreros, en este país se ha reproducido ante todo con las mujeres. "Todo comenzó con las mujeres". "Es la forma en que las trataban. Ellas trabajaban aquí en la planta empaquetadora. Tenían que usar substancias químicas en los tanques donde se lavan los bananos, y eso les producía enfermedades, provocándoles heridas en los pies. Todo el día trabajando, hasta tarde, hasta entrada la noche. Muchas son madres solteras, y no se les permitía ni siquiera amamantar a los bebés. Así, llegó el momento cuando simplemente no pudimos soportar más la situación."13 Sin embargo para corroborar una vez más que esto no es coincidencia, en Ecuador la Chiquita Banana compra el banano al magnate Álvaro Noboa, el cual utiliza mano de obra infantil. De acuerdo a denuncias hechas por organismos defensores de Derechos Humanos las multinacionales del banano entre ellas Chiquita explotan a niños entre los ocho y los catorce años, ellos tienen el trabajo de poner etiquetas en la fruta, gracias a la agilidad en sus dedos, cubren las plantas de plátanos con bolsas plásticas tratadas con insecticidas altamente peligrosos, también jalan las pencas de más o menos 50 Kilos cada una. Esta denuncia fue hecha en el 2002 y al conocerse lo sucedido las multinacionales y el empresario Noboa, procedieron a despedir a todos los niños que laboraban en sus fincas. Queriendo con ello quitarse de encima el problema, pero con los salarios tan precarios que se pagan en este país lo que hizo fue ahondar la pobreza en los hogares Ecuatorianos, ya que con los irrisorios sueldo que aportaban los niños, sus familias aumentaban en algo su poder adquisitivo. (Anexo 6)

13 Entrando la zona de muerte, …..

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CONCLUSIONES

En Colombia con el transcurrir de los tiempos se ha generado un proyecto de explotación, expoliación y saqueo de recursos por parte de las clases dominantes, léase terratenientes, empresarios y multinacionales. Para conseguir este objetivo estas capas han accedido al poder valiéndose de todos los métodos, el fin justifica los medios. Para ello se han inventado guerras y distintos métodos de represión que buscan aniquilar o por lo menos detener a los obreros, campesinos y demás comunidades que oponen resistencia a estos métodos de colonización y esclavitud. Desde los inicios del siglo XIX se han utilizado ejércitos para sacar de sus tierras a campesinos, colono e indígenas, ya que estas tierras son de interés máximo para la producción de alimentos y materias primas para el procesamiento y posterior producción nuevos insumos en el sistema agroalimentario nacional y regional. El desplazamiento de miles de personas en toda la historia de este país ha configurado un cambio en los usos y costumbres de la sociedad. Este desplazamiento ha sido estratégicamente planeado, en primer lugar para apoderarse de las mejores tierras pero también para hacer que esa gran masa de nuevos habitantes de ciudades se conviertan en potenciales compradores de sus productos. En segundo lugar para que ellos a quienes han sacado de las tierras se conviertan en mano de obra barata para el capital y de esa manera lograr una mayor tasa de ganancia. Pero como esta tarea no les ha sido nada fácil y por el contrario han encontrado una gran resistencia por parte de las comunidades y los obreros organizados. Se han generado alianzas criminales entre multinacionales y Estado. Estas alianzas una y otra vez han venido aniquilando los sueños del pueblo. Con distintas masacres en diferentes momentos y espacios ha respondido la burguesía a la buena fe de los habitantes de Colombia. Esta política de saqueo ha sido diseñada por el capital este traducido en las corporaciones multinacionales, Colombia se ha convertido en un laboratorio de esa política. Y una de las impulsoras que marcó un referente del comportamiento del capitalismo es la multinacional United Fruit Company, de procedencia norteamericana esta empresa generó en el país una nueva y distinta forma de relación obrero –patrón.,

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introduciendo unas políticas de maximización de los recursos y abaratamiento de la inversión para una mayor ganancia. Pero a su vez introdujo un nueva forma de resolución de conflictos, es de esa manera como el 6 de diciembre de 1928 en una escena de ferocidad arremete contra sus trabajadores. Aproximadamente 3.000 obreros fueron asesinados junto a sus familias a manos del ejercito nacional, pero no de la nación Colombiana sino de la multinacional. No basto con ese hecho luctuoso en la historia nacional, pues décadas después la multinacional se hizo reiterativa en esta actuación. A finales de los 80 y la década de los 90 en la región de Urabá, donde la multinacional se había implantado hacia los años 50 se presenta un nuevo escenario del conflicto Colombiano. Aparecen en el escenario los paramilitares, ejércitos privados creados por el Estado para su guerra contrainsurgente. Más de 1.200 muertes en un escenario de guerra sucia nunca antes visto al mando de los hermanos Castaño Gil, los paramilitares masacraron, torturaron, violaron y desplazaron a comunidades enteras de la región de Urabá. Pero estos crímenes no beneficiaron únicamente a sus autores materiales e intelectuales, es decir los narco –paramilitares, terratenientes y el Estado. Otros actores que parecían imparciales en el conflicto aparecen como protagonistas, las multinacionales, financiando y proporcionándoles armamento a los paramilitares como es el caso de la Chiquita Brands, antes conocida como United Fruit Company. Esta vez bajo otro nombre con otros directivos pero con la misma política de terrorismo aniquilo al sindicato y a las comunidades en resistencia. Tanto los crímenes del 28 como los más recientemente sucedidos se encuentran en total impunidad, ya que la administración de justicia en manos del Estado no ha abierto investigaciones serias para esclarecer estos hechos. Por el contrario se condena a las victimas y se les persigue inmisericordemente. Tampoco hay responsables juzgados por los crímenes ambientales que ha cometido la multinacional, ni mucho menos por el saqueo que ha hecho de nuestros recurso naturales, pero tampoco la explotación a que ha sometido a sus trabajadores. La multinacional ha venido robándose lo mejor de Colombia gracias a que ha encontrado un Estado permisivo y vende patria, aunque mejor sería llamarlo regala patria. Un Estado que esta misma multinacional ha ayudado a fortalecer.

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No sólo en Colombia esta empresa ha cometido este tipo de crímenes, por toda Centroamérica se encuentra plagada su historia de intervencionismo, saqueo, pillaje y violación de los derechos de los trabajadores y sus familias. O como en el caso de Ecuador donde paga los salarios más bajos y utiliza mano de obra infantil. Esta multinacional ha participado del derrocamiento de gobiernos democráticos como el de Arbenz en Guatemala y de intentos de desestabilización como en Cuba, donde presto sus barcos para la invasión de este país. El modelo neoliberal con la posterior globalización de la economía ha traído grandes tragedias para nuestros pueblos, se han enriquecido unos pocos y los beneficiarios de estos modelos cada vez se hacen más criminales y asesinos. Su contubernio con Estados débiles hacen que a las comunidades no les quede más remedio que acudir a formas alternativas de justicia para atender su clamor. En el marco del Tribunal Permanente de los Pueblos, capitulo Colombia se busca Juzgar entre otras a esta multinacional. Aunque la documentación probatoria sea aun precaria y las victimas se encuentren en su mayoría muertas y las otras desplazadas en lugares apartados de la geografía nacional y otros fuera del país. Es una obligación como colombianos, como obreros y sobre todo como seres humanos no dejar morir esas esperanzas, esos sueños y esos deseos inmensos de cambiarlo todo, que algún día tuvieron hombre, mujeres y niños que cayeron bajo las balas asesinas de la multinacional y el terror de Estado. Las violaciones a la carta de los Derechos Humanos, a las legislaciones internacionales en materia de derechos laborales y responsabilidad ambiental y a la legislación nacional son claras. El saqueo indiscriminado, el aumento de sus utilidades gracias a la sobreexplotación de miles de campesinos también tiene que ser juzgados por este tribunal. Que no muera la esperanza, que se haga justicia y que los culpables de estos crímenes paguen con creces debe ser el objetivo de esta audiencia. Pero ante todo que la búsqueda de una patria libre y soberana, donde los principios de democracia, libertad y justicia y la construcción de la Colombia posible para los obreros y campesinos sea una realidad.