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Volumen 46, Nº 4, 2014. Páginas 503-533 Chungara, Revista de Antropología Chilena OSCAR ESPOUEYS: DE LA MARINA ARGENTINA A LA ARQUEOLOGÍA DE ARICA Calogero M. Santoro 1,2 , Daniela Valenzuela 3 , Liliana Ulloa 4 , Lautaro Núñez 5 , Álvaro Romero 6 , René Lara 7 y Jorge Hidalgo Lehuedé 8 1 Instituto de Alta Investigación, Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente, Universidad de Tarapacá, Antofagasta 1520, Arica, Chile. [email protected] 2 Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto (CIHDE), Avenida General Velásquez 1775, Arica, Chile. 3 Departamento de Antropología, Universidad Alberto Hurtado, Almirante Barroso 10, Santiago, Chile. dani.valenzu@gmail. com 4 Comité Nacional de Conservación Textil, Recoleta 683, Centro Patrimonial Recoleta Dominica. Casilla 50189 Correo Central, Santiago, Chile. [email protected] 5 Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R.P. Gustavo Le Paige s.j., Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, Chile. [email protected] 6 Consejo de Monumentos Nacionales, Comisión Asesora de Monumentos Nacionales, Región de Arica y Parinacota. [email protected] 7 Relaciones Internacionales, Universidad Mayor, Av. Américo Vespucio Sur 357, Las Condes, Santiago, Chile. [email protected] 8 Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago, Chile. [email protected] Esto es más un reconocimiento a la longe- vidad que otra cosa, porque a pesar de mis 84 años, soy el único de la guardia vieja que sigue vigente, incluso que sigue vivo, porque desgraciadamente todo el equipo que formamos en los 60 para el desarrollo de la arqueología local, ya no están con nosotros y en algunos casos es importante recordarlos y esa creo que es mi misión hoy día; recordar cómo se formó este Museo 1 . A mediados de los años sesenta Don Oscar Espoueys Bonfiglio era un connotado habitante de la ciudad de Arica, tanto por su actividad comercial como por su labor científica en el campo de la arqueología. Conocido como “che Oscár”, por su origen y su típico acento porteño, argentino, que aunque depurado con los años, no abandonó nunca. Era parte del sello personal que lo distinguió entre otros muchos atributos. Oscar fue oficial de la Marina Argentina, ingeniero y fanático del fútbol. Su llegada a Arica se vincula precisamente con la euforia que causó en Chile el Mundial de Fútbol de 1962 que, entre otros fenómenos, provocó la expansión masiva de la televisión pública en Santiago (Torti 2005) y una demanda inusitada de aparatos blanco y negro. Su experiencia en armaduría de televisores en Buenos Aires (empresa Keipar, donde conoció a Nelly Seminara), lo arrastraron a Santiago en 1959, donde armó, con 17 personas de Argentina, 500 aparatos de TV en dos meses, para Walfi-Sherson. El 11 diciembre de 1960 desposó a Nelly, condición inelu- dible impuesta por el padre, a la sazón funcionario de la misma empresa, para que pudieran venirse a Chile, a armar otros 1.500 aparatos para Sigma Donoso. Seguidamente, en 1961, se vino a Arica a poner en marcha la planta armadora de televisores de Mellafe y Salas, donde, según contaba, “estaba el despelote”, ya que tuvieron que instalarse en un antiguo galpón del legendario barrio industrial, donde se armaban motonetas Lambreta, y organizar todo desde cero. En esa época, con pesar recuerda Nelly (comunicación personal, junio 2014), que Arica era incomparable con Buenos Aires, ya que recién se levantaba cierto desarrollo industrial, planificación urbana y un sello cosmopolita, generado por la Junta de Adelanto de Arica; cuyo modelo quedó truncado en 1974 2 (Galdames y Ruz 2010). Su plan original de poner en marcha la industria y luego regresar a Buenos Aires se le escapó de las manos. En Arica nacieron sus tres hijas con Nelly y paralelamente comenzó a excavar y registrar una serie de sitios arqueológicos del valle de Azapa y la costa de Arica 3 , lo que constituye la primera etapa en su historia ligada a la arqueología. En ese

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Homenaje póstumo a Oscar Espoueys BonfiglioTestimonios de Calogero M. Santoro, Daniela Valenzuela, Liliana Ulloa, Lautaro Núñez, Álvaro Romero, René Lara y Jorge Hidalgo Lehuedé; Nieves Acevedo C.; José A. Cocilovo; Valentina Figueroa; Helena Horta Tricallotis; Viviana Llagostera Leyton; Iván Muñoz; Silvia Quevedo; Mario A. Rivera; Patricia Soto-Heim; Vivien G. Standen; Emily M. Stovel

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  • Volumen 46, N4, 2014. Pginas 503-533

    Chungara, Revista de Antropologa Chilena

    OSCAR ESPOUEYS: DE LA MARINA ARGENTINA A LA ARQUEOLOGA DE ARICA

    Calogero M. Santoro1,2, Daniela Valenzuela3, Liliana Ulloa4, Lautaro Nez5, lvaro Romero6, Ren Lara7 y Jorge Hidalgo Lehued8

    1 Instituto de Alta Investigacin, Laboratorio de Arqueologa y Paleoambiente, Universidad de Tarapac, Antofagasta 1520, Arica, Chile. [email protected]

    2 Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto (CIHDE), Avenida General Velsquez 1775, Arica, Chile.3 Departamento de Antropologa, Universidad Alberto Hurtado, Almirante Barroso 10, Santiago, Chile. dani.valenzu@gmail.

    com4 Comit Nacional de Conservacin Textil, Recoleta 683, Centro Patrimonial Recoleta Dominica. Casilla 50189 Correo Central,

    Santiago, Chile. [email protected] Instituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo R.P. Gustavo Le Paige s.j., Universidad Catlica del Norte, San Pedro de

    Atacama, Chile. [email protected] Consejo de Monumentos Nacionales, Comisin Asesora de Monumentos Nacionales, Regin de Arica y Parinacota. [email protected] Relaciones Internacionales, Universidad Mayor, Av. Amrico Vespucio Sur 357, Las Condes, Santiago, Chile. [email protected] Departamento de Ciencias Histricas, Universidad de Chile, Santiago, Chile. [email protected]

    Esto es ms un reconocimiento a la longe-vidad que otra cosa, porque a pesar de mis 84 aos, soy el nico de la guardia vieja que sigue vigente, incluso que sigue vivo, porque desgraciadamente todo el equipo que formamos en los 60 para el desarrollo de la arqueologa local, ya no estn con nosotros y en algunos casos es importante recordarlos y esa creo que es mi misin hoy da; recordar cmo se form este Museo1.

    A mediados de los aos sesenta Don Oscar Espoueys Bonfiglio era un connotado habitante de la ciudad de Arica, tanto por su actividad comercial como por su labor cientfica en el campo de la arqueologa. Conocido como che Oscr, por su origen y su tpico acento porteo, argentino, que aunque depurado con los aos, no abandon nunca. Era parte del sello personal que lo distingui entre otros muchos atributos.

    Oscar fue oficial de la Marina Argentina, ingeniero y fantico del ftbol. Su llegada a Arica se vincula precisamente con la euforia que caus en Chile el Mundial de Ftbol de 1962 que, entre otros fenmenos, provoc la expansin masiva de la televisin pblica en Santiago (Torti 2005) y una demanda inusitada de aparatos blanco y negro. Su experiencia en armadura de televisores en Buenos

    Aires (empresa Keipar, donde conoci a Nelly Seminara), lo arrastraron a Santiago en 1959, donde arm, con 17 personas de Argentina, 500 aparatos de TV en dos meses, para Walfi-Sherson. El 11 diciembre de 1960 despos a Nelly, condicin inelu-dible impuesta por el padre, a la sazn funcionario de la misma empresa, para que pudieran venirse a Chile, a armar otros 1.500 aparatos para Sigma Donoso. Seguidamente, en 1961, se vino a Arica a poner en marcha la planta armadora de televisores de Mellafe y Salas, donde, segn contaba, estaba el despelote, ya que tuvieron que instalarse en un antiguo galpn del legendario barrio industrial, donde se armaban motonetas Lambreta, y organizar todo desde cero. En esa poca, con pesar recuerda Nelly (comunicacin personal, junio 2014), que Arica era incomparable con Buenos Aires, ya que recin se levantaba cierto desarrollo industrial, planificacin urbana y un sello cosmopolita, generado por la Junta de Adelanto de Arica; cuyo modelo qued truncado en 19742 (Galdames y Ruz 2010).

    Su plan original de poner en marcha la industria y luego regresar a Buenos Aires se le escap de las manos. En Arica nacieron sus tres hijas con Nelly y paralelamente comenz a excavar y registrar una serie de sitios arqueolgicos del valle de Azapa y la costa de Arica3, lo que constituye la primera etapa en su historia ligada a la arqueologa. En ese

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    contexto, en los crculos de la arqueologa se le denomin el quinto de Arica, por su asociacin a los fundadores del Museo Regional (Lara 1972-73:7), a los que a su vez l identificaba como los cuatro mosqueteros ariqueos, pioneros de nuestra arqueologa (Espoueys 2004:7).

    Oscar comprendi que para proyectar mejor sus ideas deba vincularse a la universidad, pero su insercin se produjo finalmente en 1972 cuando ingres al Departamento de Antropologa de la Universidad del Norte, creado por Ren Lara, cuando la industria electrnica decaa producto de la agitacin poltica de la poca. A fines de 1975 por una drstica reduccin de personal, consecuencias del golpe militar de septiembre de 1973, perdi su condicin de acadmico. A pesar de su corta estada formal en la universidad, que constituye la segunda fase de su historia en la arqueologa, logr materializar varios estudios innovadores que difundi en congresos, publi-caciones y manuscritos inditos, que se analizan ms adelante y que constituyen un importante legado para la arqueologa andina desde la costa y valles de Arica (Espoueys 1971, 1972-1973a, 1972-1973b, 1973, 1974).

    En su tercera fase arqueolgica, Oscar reapa-reci al comienzo de los aos 1990 a la cabeza de programas de investigacin que integraron y esti-mularon a jvenes arquelogas y arquelogos en el estudio interdisciplinario de diferentes materiales culturales y biolgicos, que derivaron en una serie de publicaciones (Cocilovo et al. 2000; Espoueys 1993a, 1993b; Espoueys, Horta, Recin 1995; Espoueys, Schiappacasse, et al. 1995; Espoueys, Uribe, et al. 1995; 1997; Manrquez et al. 2006).

    Desde que se inici en la arqueologa en forma del todo autodidacta, Oscar, traspas inno-vadoramente su formacin profesional de marino e ingeniero a la definicin de mtodos para el registro de sitios arqueolgicos en exploraciones y excavaciones, como tambin para el inventario y catalogacin sistemtica del material arqueolgico en los museos. Estas propuestas las public en el primer nmero de Chungara y se resumen en tres puntos fundacionales, todava vigentes (Espoueys 1972-1973a:49-50):

    (a) Plantificacin de las labores de campo y labo-ratorio, con sistemas de registros rigurosos para evitar el desperdicio de material que debera estar perfectamente conservado, marcado,

    fichado, documentado y embalado para uso de las nuevas generaciones.

    (b) Manejo de colecciones, con protocolos de mantencin o bodegaje de las especies ar-queolgicas [que] por su volumen y diversidad, exige una sistematizacin de las bodegas a nivel industrial, de lo contrario el investigador se encuentra apretado por cerros de momias y objetos, sin espacio suficiente.

    (c) Metodologa comn, estandarizada para el procesamiento de informacin, ordenamiento y clasificacin de materiales arqueolgicos, para una mejor comprensin de la arqueologa de la zona y para fines analticos comparativos.

    Cuando recin aparecan los computadores IBM que seriaban datos mediante tarjetas perforadas, Oscar vislumbr la importancia de su aplicacin llamando la atencin acerca de la necesidad de

    Formular una serie de reglas prcticas a ser discutidas por los investigadores y conservadores de museos de la zona, para en comn establecer una metodologa apta a este tipo de trabajos... abrira las puertas a una futura centralizacin de la misma, y posibilitara el uso de la computacin para el almacenamiento, clasificacin y procesamiento de datos (Espoueys 1972-1973a:50, nfasis nuestro).

    En 1973, como miembro del Departamento de Antropologa de la Universidad del Norte, se dio a la tarea de fichar cada uno de los yacimientos registrados a la fecha, partiendo desde el inventario inicial del Museo Regional de Arica (Dauelsberg 1959a, 1959b, 1960). De forma sistemtica corrobor dichos registros y sum numerosos datos propios y de nuevas generaciones de investigadores. As, en la dcada de 1980 manejaba un inventario de ms de 200 yacimientos para los valles de Azapa, Lluta, Chaca, Camarones y costa de Arica, en el que se consignaba su emplazamiento, las activi-dades arqueolgicas realizadas y un resumen de los resultados. En algunos casos, la ficha contena fotografas inditas de los yacimientos, varios de estos en la actualidad son irreconocibles por la expansin urbana y agrcola, en la ciudad y valles, respectivamente. Debido a que los mapas oficiales de la poca eran de baja resolucin o restringidos por el gobierno militar por la corta guerra fra

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    con Per, fue relevante su intento por referenciar los yacimientos a hitos reconocibles.

    El resultado de este trabajo, que incluy vuelos areos en ciertos sectores del valle gestionados por Oscar (Rivera 1987:7) y realizado en colaboracin con el arquitecto Flavio Piazza y otros miembros del Departamento de Antropologa, se plasm en uno de los primeros mapas temticos de la arqueologa de Arica, referido al valle de Azapa, con simbologas ad hoc para destacar cronologa y funcionalidad (habitacional o funeraria) de los sitios (ver Rivera 1983:mapa 3). Esta cartografa se adelant en varios aos a la aplicacin de los Sistemas de Informacin Geogrfica a la arqueologa y fue una herramienta de ordenamiento que se utiliz por varios aos en el Museo Arqueolgico San Miguel de Azapa. Como lder del programa de investigacin de la Coleccin Blanco Encalada4, durante la dcada de 1990, cuando se masifican los primeros navegadores GPS, Oscar recorri los cerros para georreferenciar su cartografa, acompaado de nuevas generaciones de arquelogos a los que, junto con mostrarles los yacimientos ms emblemticos, les plante su interpretacin de los sitios y de los procesos culturales. Paralelamente, se propuso referenciar todos los yacimientos inves-tigados por l y sus colegas referente a un mapa de la ciudad y costa urbanizada de Arica, partiendo del principio que la ciudad reposaba sobre un conjunto denso y diverso de yacimientos arqueolgicos y que los frecuentes hallazgos fortuitos deban ser sistematizados para tratar de descubrir patrones espaciales, cronolgicos y ambientales (asociacin de vertientes, plataformas naturales o riberas de ros). Adems de la valiosa cartografa, gener un manuscrito, indito, donde narra el desarrollo de la investigacin en cada uno de los sectores de la ciudad, intercalando sus interpretaciones culturales (Espoueys 2003). Ambos productos, en proceso, fueron generosamente entregados a los colegas jvenes interesados en la prehistoria de Arica, con la esperanza de que sirvieran de base para nuevas interpretaciones y sistematizaciones.

    Para solidificar la cronologa relativa implica-da en los estudios estilsticos y seriaciones de la prehistoria de Arica, dirigi importantes iniciativas para realizar fechados por termoluminiscencia (TL) y obtener secuencias cronolgicas ms especficas para la cermica, que le permiti precisar la evo-lucin de la cermica en el tiempo ms all de la mera descripcin tipolgica (Espoueys, Uribe, et al. 1995, 1997). Uno de los aportes fundamentales

    de este programa de investigacin fue, como lo seal uno de nosotros (Romero 2005), la iden-tificacin de dos tradiciones culturales en los perodos Medio e Intermedio Tardo de Arica: una altiplnica y otra de valles occidentales que coexistieron a lo largo del tiempo (Agero 2000a; Espoueys, Schiappacasse, et al. 1995; Uribe 1999).

    De esta manera, Oscar estableci una investiga-cin arqueolgica explcitamente ms sistemtica, distinta a las prcticas ms intuitivas de su primera poca (Lara 1972-73; Nez 2004). El mejor ejemplo de ello fue la definicin de sistemas tipolgico-taxonmicos que aplic primero a las formas de cucharas y keros de madera (Espoueys 1972-1973b, 1974) y luego a la cermica5, los tejidos (Ulloa 1981a, 1981b), las calabazas6 y los crneos humanos (Manrquez et al. 2006). Sus sistemas taxonmicos eran de estructura alfanumrica, abiertos y neutra-les, aplicables a una gran cantidad y variedad del material arqueolgico, para establecer fundamentos ms objetivos para construir la historia cultural del norte de Chile. Los sistemas enfatizaron el valor cronolgico de los tipos, acordes con los enfoques vigentes, para cuya clasificacin emple atributos tanto estilsticos como funcionales, claramente diferenciados pero integrndolos y ordenndolos jerrquicamente. De esta manera se adelant en su tiempo a la nocin de estilo tecnolgico (Dietler y Herbich 1998; Lechtman 1977) y, lo ms im-portante, es que reconoci que la construccin de tipologas y seriaciones es puramente instrumental, metodolgica:

    Esto no quiere decir que las seriaciones en s mismas nos van a resolver los problemas arqueolgicos, muy por el contrario, sern una herramienta metodolgica de doble propsito: (1) Facilitar las descripciones en base a patrones establecidos. (2) Ayudar a detectar con ms facilidad y precisin dnde estn los problemas y nos los sealar en su real dimensin. Buscar la solucin de los problemas as detectados e interpretar el proceso, estn fuera del objetivo de esta herramienta Espoueys (1974:64).

    Sealaba que la identificacin de continuidades y discontinuidades en las formas de los objetos, junto con la definicin de sus funciones, era clave para comprender los cambios en la prehistoria y puso como ejemplo el caso de los bebedores de coac

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    que seleccionaron vasos grandes de boca angosta para disfrutar tanto del aroma como del sabor de este licor, y concluy: en nuestro caso, hay una adaptacin morfolgica de vasos o copas segn la bebida y la forma en que estamos acostumbrados a gustarlas (Espoueys 1974:45).

    Estos innovadores procedimientos analticos, iniciados en solitario en la dcada de 1960, fueron poco comprendidos, y solo algunos de los acadmicos y profesionales que nos inicibamos en el rea en la dcada de los setenta y ochenta como integrantes del Departamento de Antropologa, aplicaron sus esquemas taxonmicos estilsticos para la identi-ficacin de cambios y continuidades culturales a partir de anlisis tipolgicos de cucharas, keros de madera, textiles (Agero 2000a, 2000b; Horta 1997, 1998; Horta y Agero 2000, 2009; Palma et al. 1995; Prado 2000; Santoro 1980; Ulloa 1974, 1981a; Uribe 1995, 1999).

    Oscar Espoueys trat tambin de darle una perspectiva general a la arqueologa de Arica, evi-tando circunscribirla exclusivamente a secuencias estilsticas de la cermica, que por mucho tiempo fueron la tnica de la arqueologa de Arica (Bird 1943; Dauelsberg 1959-1961a, 1959-1961b; Lumbreras 1972-1973; Munizaga 1957a, 1957b, 1961; Schiappacasse et al. 1989; Uribe 1999). Oscar analiz la relacin entre los distintos universos de la cultura material de los valles y costa de Arica con los problemas del origen de la agricultura y su relacin con la costa sur de Per o el altiplano de Bolivia, la relacin con Tiwanaku, y el sig-nificado en trminos estilsticos y sociales de lo que se denominaba los Desarrollos Regionales (Espoueys, Horta y Recin 1995; Espoueys, Schiappacasse et al. 1995; Espoueys, Uribe et al. 1997; Lumbreras 1972-1973). Tambin destac la necesidad de integrar diferentes lneas de eviden-cias para la reconstruccin del pasado, llamando a la especializacin acadmica, y reivindicando al desierto de Atacama como un laboratorio para la generacin de modelos arqueolgicos compara-tivos y aplicables a reas con mala conservacin arqueolgica y,

    decidirnos de una vez por todas a apro-vechar [] este verdadero laboratorio del desarrollo del hombre que es nuestra zona, en bien del conocimiento de su pasado y con miras a orientar su futuro en muchos aspectos hoy no tenidos en cuenta para la

    explotacin adecuada de los recursos natu-rales, mediante una labor concertada de los equipos de investigadores que trabajamos en esta regin privilegiada, que asigne a cada uno su tarea, lo especialice y al mismo tiempo lo vincule a otras disciplinas para realizar entre todos el trabajo [] con que todos soamos, pero que hemos sido hasta ahora incapaces de estructurar (Espoueys 1974:40).

    Desde la perspectiva actual es evidente la influencia de Oscar Espoueys en el proceso de transicin de una arqueologa ms bien amateur de los aos sesenta hacia una ms profesional y sistemtica que no fue bien reconocida. Cuando defina y aplicaba los sistemas taxonmicos a los materiales de Arica, Betty Meggers y Clifford Evans proponan un mtodo para la seriacin de cermica (Meggers y Evans 1969; Nez et al. 2013) y un poco ms tarde Carlos Aschero defina un sistema para clasificar artefactos lticos (Aschero 1975). Mientras los manuales de estos ltimos circularon por Sudamrica debido posiblemente a que tuvieron instituciones de respaldo con acceso a discpulos y colaboradores, no ocurri lo mismo con las propuestas de Oscar. Para suplir la falta de una plataforma institucional, acadmica, estable, Oscar comparti con quien se acercara fsicamente o por correspondencia a conocer detalles de la ar-queologa del norte de Chile, como se observa en la Figura 1, con Gary Urton (2005) mostrndole los sitios de playa Miller, de donde provienen los quipus que Gary estudi en el Museo Chileno de Arte Precolombino (Urton 2003).

    En suma, el quinto de la arqueologa de Arica destac por su esfuerzo sistemtico e incansable por documentar la arqueologa del norte de Chile, alejado de especulaciones poco fundamentadas, que incluy desde el ordenamiento de las colecciones en los museos hasta la definicin de sistemas taxon-mico morfofuncionales, en cuyo proceso reconoci las propuestas previas de estudios sobre tallas en madera del norte de Chile (Nez 1962). Adems de su creatividad cientfica destaca su constante inters por establecer vnculos de colaboracin mutua con nuevas generaciones de arquelogos tanto en Arica como en Santiago, donde direc-tamente abri espacio acadmico informal para muchos investigadores que hoy se destacan en la disciplina. Sin duda, muchos de quienes recibimos

  • 507Obituario

    sus enseanzas, experiencias, interpretaciones y manuscritos en proceso, seguimos en deuda con su legado, que intentamos continuar para una mejor comprensin de la historia humana en este rincn del planeta.

    Agradecimientos: A Nelly Seminara por com-partir con nosotros importantes detalles de la vida de Oscar Espoueys. A Mariela Santos y Carlos Aldunate por compartir detalles respecto de la historia de la Coleccin Manuel Blanco Encalada.

    Figura 1. Oscar Espoueys comentando sobre los sitios de Playa Miller a Gary Urton en el contexto de su estudio sobre los quipus de Arica en 2005.

    Referencias Citadas

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  • Testimonios de Varios Autores508

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  • 509Obituario

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    Notas

    1 Palabras de agradecimientos de don Oscar Espoueys en acto de homenaje y reconocimiento de la Universidad de Tarapac por medio de su rector Sergio Pulido Roccatagliata el 8 de diciembre de 2007 (http://www.elmorrocotudo.cl/admin/render/noticia/13028&print=true).

    2 La Junta de Adelanto de Arica fue un organismo creado por el gobierno de Chile para fomentar el desarrollo de esta zona, entre 1958 y 1976.

    3 La conexin con la arqueologa se origin por una solicitud de Percy Dauelsberg a Oscar de cajas de cartn de la planta de televisores, para almacenar material arqueolgico.

    4 La Coleccin Manuel Blanco Encalada (CMBE) fue exca-vada por Guillermo Focacci y Oscar Espoueys en los aos sesenta y conservada por Oscar hasta los aos noventa,

    que la entreg al Museo de Historia Natural de Santiago. La curacin fue realizada por conservadores y arquelogos del Museo Chileno de Arte Precolombino y un equipo de jvenes investigadores invitados por Oscar (proyecto FONDECYT 1930202), quienes realizaron estudios a los distintos materiales de la coleccin. Los resultados se han publicado en varios artculos cientficos (ver referencias citadas). En 2011 la CMBE volvi a Arica y se encuentra en la Universidad de Tarapac.

    5 Esquema de clasificacin morfofuncional que circul como documento de trabajo en el Museo pero que nunca lleg a publicarse.

    6 Manuscrito indito.

  • 511Obituario

    RECORDANDO A UNA LINDA PERSONA Y GRAN INVESTIGADOR

    Nieves Acevedo C.1

    1 rea de Antropologa, Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, Chile. [email protected]

    Cmo no recordar la figura de don Oscar Espoueys, alto, su gran prestancia, ensimismado, afectuoso, carismtico, serio, pero de gran humil-dad; su sencillez, su espritu de colaborar en todo aquello que estuviera a su alcance; su pelo cano, su voz profunda y firme, sus ojos expresivos, en fin, una gran persona, directa y transparente.

    Han pasado algunos meses desde que recib una llamada a media noche con esa noticia que a nadie le gusta escuchar; era la Sra. Claudia Espoueys, su hija, para comunicarme que hace pocos minutos su querido padre haba dejado este mundo para em-prender un largo viaje al ms all y solicitndome que por favor comunicara esta noticia al Museo Nacional de Historia Natural de Santiago y a quienes conocan a don Oscar. Sin duda acept colaborar y agradecer su generosidad de compartir algo tan ntimo y personal con alguien que para ella era prcticamente una desconocida.

    Conocer a don Oscar Espoueys fue un privilegio, descubrir algunas facetas de su carismtica perso-nalidad, un honor. En el 2000, cuando se acogi a jubilacin su gran amigo don Arturo Rodrguez, recuerdo que don Arturo lleg a mi oficina con unas tazas de caf y un azucarero y me dijo: Nievecita, te quiero pedir un gran favor, quiero dejarte estas tacitas, para cuando tenga un tiempo y pueda, le sirva un cafecito a mi amigo Oscar. Desde ese entonces recib la misin de atenderlo y colaborarle en aquellas peticiones que don Oscar hiciera en caso de necesidad. Sin embargo, pasaron algunos aos en que don Oscar era autosuficiente y, al contrario, l era quien me ayudaba a solucionar mis problemas de documentacin y poco a poco fuimos intercam-biando ideas, l desde la arqueologa y yo desde la museologa, especialmente sobre la documentacin y conservacin de los objetos arqueolgicos, su gran pasin.

    Cuando no estaban sus colaboradores, don Oscar trabajaba sin descanso, pasaba por alto su

    hora de almuerzo, nada era ms importante que su trabajo (Figura 1); entonces apareca yo con un caf y algunas galletas y en ese momento su cara se iluminaba y con una expresin muy propia, al verme, deca: Oooh, muchas gracias, qu hara yo sin usted; y haca una pausa, probaba su caf, le agregaba ms azcar y luego me preguntaba: puedo seguir trabajando un poco ms?, por supuesto que s don Oscar, yo le aviso cuando sea la hora de irnos. Y ese breve dilogo dur un par de aos. Despus ese pequeo dilogo se extendi a conversar sobre los problemas de salud que nos aquejaban, de saber cmo estaba su gran amigo Arturo, cmo poda resolver algn tema puntual de algn objeto de su coleccin; hasta que un da comenc a notar lo inevitable, aparecieron los olvidos, esas pequeas lagunas que indican que la mente est perdiendo su lucidez. Un da sufri un episodio catatnico, afortunadamente haban otras personas trabajando en el rea y lo pudieron auxiliar. Entonces vino lo que nadie quiere hacer con alguien que ha venido en forma ininterrumpida a colaborar y entregar su tiempo a una institucin; se tom la difcil decisin de no permitirle el acceso al rea de Antropologa, ya que era un riesgo que permaneciera trabajando sin que hubiesen funcionarios presentes, para auxiliarlo en caso de necesidad. Cuando se le comunic la determinacin tomada, fue como una estocada que lo hiri gravemente, porque su sabidura le deca que era una partida sin retorno y eso le comenz a afectar seriamente, sobre todo el no poder ver sus colecciones, el no saber qu iba a pasar con ellas, lo nico que deseaba era que su coleccin volviera lo ms pronto posible a su hermosa ciudad de Arica, donde haba desarrollado gran parte de su vida y donde realiz varias excavaciones.

    Pas mucho tiempo en que no sabamos nada de l, un da por un correo electrnico enviado por el Dr. Rivera me enter que estaba hospitalizado,

  • Testimonios de Varios Autores512

    entonces comenc a indagar dnde estaba; en ese instante tom contacto con su hija Claudia, me present y le solicit informacin sobre su estado de salud, pero no contenta con ello llam al Hospital del Salvador y consegu la informacin necesaria para ir a visitarlo. Cuando llegu fui interrogada por la enfermera de turno acerca de mi relacin familiar con don Oscar, al saber que no tena lazos consanguneos, su comentario fue Este seor no conoce a nadie, no habla y necesitamos la auto-rizacin de un familiar, ya que hay que operarlo urgente; su comentario tan gentil y amable an est vvido en mi mente. A partir de ese momento me hice el firme propsito que mientras estuviese hospitalizado all, deba cumplir con la misin que me haba encomendado su gran amigo Arturo. Cada da iba a verle, si necesitaba algn insumo se lo llevaba y estaba un breve momento con l. Para mi sorpresa y de sus compaeros de habitacin, l me reconoca y me preguntaba si an estaba trabajando en el Museo y yo le preguntaba cmo se senta, entonces me levantaba su pulgar derecho en seal de que estaba bien. Eran brevsimos instantes que

    don Oscar lograba comunicarse y luego volva a dormir. Creo que era una forma de desconectarse de esa realidad que ya no era parte de l.

    El ltimo da que pas en el Hospital conoc por casualidad a su hija Alejandra, quien me coment que lo llevaran a un Hogar de Adulto Mayor, para que estuviese mejor cuidado; por diversas razones que no logro comprender nunca pude ir a visitarlo all, situacin que lamento hasta hoy, ya que no pude despedirme como hubiese querido; pero me quedo con la imagen hermosa de un gran seor, afable, respetuoso de los espacios, de las personas, solidario y de gran sabidura al momento de en-frentar la adversidad. Solo tengo elogios para una linda persona que fue un gran investigador y que no me cabe duda que donde quiera que est, sigue planificando nuevas excavaciones y proyectos de investigacin junto a quienes fueron sus amigos y compaeros de tantas jornadas de terreno que lo antecedieron en este largo camino hacia el ms all. Con cario infinito a un gran hombre.

    Santiago, marzo de 2014.

    Figura 1. Oscar Espoueys trabajando en el laboratorio del rea de Antropologa del Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, probablemente el 2006 (fotgrafo desconocido).

  • 513Obituario

    RECORDANDO A MI AMIGO OSCAR ESPOUEYS

    Jos A. Cocilovo1

    1 Antropologa y Evolucin, Departamento de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Ro Cuarto, Crdoba, Argentina.

    Conoc a Oscar Espoueys en agosto de 1981 cuando se celebraba el Simposio Multidisciplinario Arica Centro Sur Andina. Revisin de su Desarrollo Cultural, y me impresion como una persona sen-cilla, amable, profundamente consubstanciada con el estudio y la prctica de la arqueologa regional. Su excelente disposicin nos permiti conocer los sitios de la costa del valle de Azapa que incluy la trepada, en una 4 x 4, por la empinada ladera del Cerro Sombrero! Posteriormente, entre 1996 y 1998, tuve la suerte de ser considerado para integrar un proyecto sobre el Perodo Intermedio Tardo de Arica bajo la direccin de Virgilio Schappacasse, Jos Berenguer y Oscar Espoueys, junto con Carolina Agero, Mauricio Uribe, Helena Horta, Claudia Prado y Vivien Standen. Durante este perodo disfrut de la compaa de Oscar y de Virgilio durante todas las etapas de trabajo y en las reuniones informativas para revisar la marcha de la investigacin realizada en cada uno de los subproyectos. Tanto en Santiago como en Arica, donde se realizaron tareas de relevamiento de datos bioantropolgicos, Oscar fue un compaero ideal, siempre dispuesto a colaborar y a resolver los proble-mas que inadvertidamente se presentaban. Recuerdo los das y las horas que trabajamos en la bodega de Antropologa del MASMA y en el MNHN con la coleccin Blanco Encalada (Figura1). Repaso mis cuadernos de notas y recuerdo las jornadas en las que Oscar tomaba datos sobre la deformacin artificial, seleccionaba, supervisaba y controlaba las muestras de cada sitio, mientras yo lidiaba con la determinacin del sexo de la edad, la deforma-cin y las mediciones de un material realmente excepcional. El mircoles 9 de octubre de 1996 interrumpimos la tarea al medioda pues fuimos invitados a una guatia espectacular en el patio del museo de Azapa conmemorando la fundacin de la Facultad. Para los das 14 y 15 del mismo mes el Museo program una Jornada de Investigacin para la presentacin de trabajos en ejecucin en donde participaron Bernardo Arriaza y Vivien Standen, Juan Chacama y Calogero Santoro, Oscar Espueys y yo, entre otros, permitiendo un fructfero inter-cambio de informacin acerca de distintas lneas de evidencia. En conversaciones cotidianas, de una u

    otra forma apareca el tema de los tipos y el nmero de las deformaciones artificiales posibles, por el afn que tena de lograr un indicador confiable que explicara las diferencias entre perodos. Claro que estas conversaciones en Santiago con la presencia de Virgilio eran ms pesadas, mxime despus de una cena con un rico vino en la casa de Oscar y de un pisco como bajativo. En junio de 1997, durante otro viaje, me compromet a preparar un asado en la parcela de Oscar, camino a Azapa, para festejar el cumpleaos de una de sus nietas y atender a nu-merosos invitados. Dej un buen trozo de carne en la parrilla para servir al final por si algn comensal ansioso peda ms, lamentablemente se frustr mi estrategia al ver que se fugaba entre las fauces de un perro que corra hacia el fondo de la parcela. En agosto de 1997 se presentaron los resultados de los distintos equipos de trabajo (cermica, textiles, cestera, iconografa) en Via del Mar en el Simposio: Arica, Intermedio Tardo. Una com-paracin multidisciplinaria de sus poblaciones de costa (pescadores) y valles bajos (agricultores), y al ao siguiente en el III Congreso Mundial de estudios sobre Momias, Arica, Chile, se brind un cuadro actualizado del proceso microevolutivo de la costa del valle de Azapa. Despus, durante mis viajes asociados con otros proyectos, continuaron las reuniones con Oscar en Santiago tratando de integrar la informacin y la documentacin fotogrfica del proyecto. Recuerdo con mucho afecto cuando a mi llegada se cumpla con mis amigos el ritual saludo, el que constaba de tres etapas: estrechar la mano, un abrazo y nuevamente estrechar la mano (confieso que en algunos casos me confunda y poda titubear en los dos pasos siguientes). Fueron tres aos intensos de trabajo disfrutando la compaa de Oscar, de Virgilio y de los restantes miembros del equipo, un montn de recuerdos que viven en m y en mis cuadernos de viaje. Gracias por la clida amistad que me brindaron, por los imborrables momentos vividos y por la oportunidad de haber aprendido tanto de la problemtica del poblamiento del norte de Chile, que an hoy continuamos estudiando con mi grupo de trabajo en Ro Cuarto e integrando a nivel del rea Centro Sur Andina.

  • Testimonios de Varios Autores514

    Figura 1. Oscar Espoueys examinando la coleccin Manuel Blanco Encalada en el laboratorio del Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, Chile, 1996 (fotografa: Jos A. Cocilovo).

  • 515Obituario

    LTIMAS TEMPORADAS EN ARICA

    Valentina Figueroa1

    1 Instituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo, Universidad Catlica del Norte, San Pedro de Atacama. Chile. [email protected]

    Conoc a Oscar en sus ltimas temporadas en Arica. Yo entraba en la fase inicial de una investigacin doctoral, lo que me haca pasar algunas temporadas all para estudiar las colecciones de los principales sitios de costa y valle de los perodos tardos.

    Oscar ya no viva en Azapa ni en Arica, pero viajaba desde Santiago cada cierto tiempo. l se alojaba en Las Parinas, una residencial situada en la calle Arturo Prat. As, viajaba cada cierto tiempo a Arica porque estaba realizando lo que sera su ltimo proyecto Fondecyt titulado: Patrones de deformacin intencional del crneo en poblaciones prehispnicas de Arica. Anlisis de morfometra geomtrica con uso de telerradiografa craneofacial (Fondecyt N1050279). Yo me hospedaba en su misma residencial, y cuando coincidamos en nues-tras estadas, subamos juntos conversando amable conversador era Oscar a Azapa, en los colectivos amarillos que conectan con el valle. En Santiago, nos reunamos en su oficina en el MNHN, buscando algn objeto o alguna ficha, coincidiendo muchas veces los tres, con Helena Horta, quien tambin estudiaba para su tesis doctoral los sitios tardos de valles occidentales.

    Oscar fue siempre muy generoso compartiendo los conocimientos acerca de los contextos arqueo-lgicos que conoca tan bien, entre ellos, el sitio de Playa Miller 3. Ese sitio, situado al suroeste de la ciudad de Arica, me interesaba en particular, ya

    que presentaba un nmero importante de objetos metlicos utilizados en la captura y manejo de los recursos martimos. Este cementerio haba sido excavado en diferentes perodos a partir de los aos sesenta. Oscar haba participado en las prin-cipales intervenciones de 1966 junto a Guillermo Foccaci (posteriormente G. Focacci realizara otra excavacin). Durante el 2006 se realizaron nuevas excavaciones arqueolgicas en el marco del pro-yecto Fondecyt N1050279 dirigido por Germn Manrquez y cuyos coinvestigadores fueron Oscar Espoueys, Mario Henrquez y Juan Carlos Salinas. En ese contexto presentamos con Oscar, junto a otros autores, un trabajo en el XVI Congreso de Arqueologa Argentina (Jujuy, octubre de 2007) que consista en el registro radiogrfico y tomogrfico computarizado de los objetos metlicos de dos fardos funerarios de individuos masculinos de Playa Miller 3. En el 2009 presentamos otro trabajo con el mismo equipo en el XVIII Congreso Nacional de Arqueologa Chilena (Valparaso, octubre de 2009). Oscar viaj un da desde Santiago para asistir al congreso. Despus de ese da, nos vimos muy poco, quizs dos o tres veces ms. Tengo los mejores recuerdos de l, una persona que sumaba generosidad y entendimiento, por lo que aprovecho la ocasin de agradecerle profundamente.

    Santiago, octubre de 2014.

  • Testimonios de Varios Autores516

    QUERIDO OSCAR

    Helena Horta Tricallotis1

    1 Instituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige s.j. (IIAM), Universidad Catlica del Norte, San Pedro de Atacama, Chile. [email protected]

    No pude asistir a la ceremonia de homenaje que se te hizo hace aos, tampoco a tu funeral. Siento que no he podido despedirme y que estoy en deuda contigo por no haberte expresado a tiempo lo mucho que significaste para mi desarrollo como investigadora. Esta rememoracin es una forma creo de llenar ese vaco que me ha quedado.

    En realidad, haba pocas probabilidades de que nos hubisemos conocido en la vida, y a pesar de ello, afortunadamente, nuestro encuentro se dio en 1993. Yo, de regreso a Chile despus de haber vivido 17 aos en el extranjero y con mis incipientes conoci-mientos de arqueologa chilena, y t, como jubilado que haba preparado su retirada de la vida activa para dedicarse al estudio de la coleccin arqueolgica reunida durante cuarenta aos de residencia y trabajo en su querida Arica.

    Coincid de esta manera con otros arquelogos en Santiago de Chile, en el Museo Nacional de Historia Natural, en torno a tu figura y varios miles de arte-factos que esperaban por ser estudiados. Tu carcter humilde, generoso y tolerante convocaba, en medio de un ambiente de camaradera general. Aceptaste gustoso que participara como personal tcnico en un proyecto Fondecyt que acababa de iniciarse. As, casi sin darme cuenta empez uno de los episodios ms enriquecedores de mi vida laboral, experiencia conformada por tus vvidos relatos de excavador y coleccionista, as como por la explicacin siempre directa y oportuna acerca de los objetos expuestos en los mesones de la Seccin de Arqueologa. Fueron tiempos de aprendizaje intenso, en los que pasamos varios aos disfrutando de tu buen humor, paciencia y capacidad de entregar conocimientos.

    En 1997 desgraciadamente se acab la buena racha de dos proyectos Fondecyt consecutivos y nos quedamos prcticamente solos en esos fros es-pacios de la Seccin hasta el 2003; aunque no haba financiamiento, tus ganas de seguir investigando eran imparables: te pusiste a estudiar las deformaciones de los crneos de la coleccin. Yo, mientras tanto, que haba seguido asistiendo al museo, en parte para

    acompaarte, en parte para avanzar en mis propias investigaciones, decid postular a una beca doctoral. Al obtenerla, mi ritmo de asistencia al museo natu-ralmente disminuy, con suerte pasaba a verte una vez al mes, aunque continubamos enfrascndonos en largas conversaciones y discusiones, no solo de arqueologa, tambin de poltica y temas ms cotidia-nos. Entre estos ltimos figuraban los acontecimientos familiares de hijos y nietos: te haba conocido en los noventa, con 70 aos cumplidos y lentamente te acercabas a enterar noventa aos de existencia.

    En algn momento me hablaste de ciertas dificultades cognitivas que habas empezado a ex-perimentar, y en los meses y aos siguientes tomaste medicamentos para hacer ms lento el avance del deterioro intelectual. Cuando el 2011 te llam por telfono para contarte que haba sido aceptada como investigadora postdoctoral en el museo de San Pedro de Atacama, no lograste comprender de qu museo te hablaba, tu mente estaba ya muy confusa El ltimo encuentro se dio dos aos despus en el Hogar de Ancianos de La Florida, convaleciente de una cada con fractura que habas sufrido, cuando vimos con impotencia que no eras ya capaz de reconocernos, ni a Vivien Standen ni a m, aunque fiel a tu carcter afable y a tu espritu galn, no dejaste de sonrernos ni un momento.

    Oscar, siento mucho no haberte podido decir lo crucial que fuiste en el proceso de maduracin de mi formacin y en el decisivo empuje que recib de ti para que mi inters investigativo se centrara en el Norte Grande. Aunque es cierto que nunca te propusiste ser mi maestro, por medio del simple y espontneo recurso de contar lo que habas vivido me traspasabas tus conocimientos acumulados y la necesidad que sentas de transmitir tu cario por Arica. Son pocos los afortunados que se encuentran con seres semejantes en la vida, por ello me siento profundamente agradecida.

    San Pedro de Atacama, mayo de 2014.

  • 517Obituario

    Figura 1. Oscar Espoueys inspeccionando un fardo Inca (dcada de 1970).

  • Testimonios de Varios Autores518

    MI AMIGO OSCAR

    Viviana Llagostera Leyton1

    1 Universidad de Chile, Santiago, Chile. [email protected]

    Antes de iniciar mi camino por la Arqueologa tuve la suerte de conocer a mi amigo Oscar Espoueys. Recuerdo que la primera entrevista que tuve con Oscar fue una maana del 2003, en el Museo Nacional de Historia Natural en Santiago, tras una presentacin formal que realiz mi padre.

    La aventura comenz al entrar a los salones del monumental edificio del Museo. Despus de registrarse, se deba ingresar por los pasillos de la muestra permanente y pasar por una portezuela camuflada en un muro, luego una larga escalinata, que pareca interminable, te invitaba a subir y dejaba sin aliento hasta al ms valiente para llegar a su final.

    Recuerdo que tras tocar un timbre se abra una puerta de acceso, donde se encontraba el rea de antropologa del museo. En esa ocasin nos esperaba una figura esbelta de un seor de edad, canoso, con una gran sonrisa cordial que daba la bienvenida, su voz clida invitaba a entrar y acompaarlo por un largo pasillo, despus de ser presentada en una forma muy respetuosa segu sus pasos tranquilos y seguros, hasta ingresar por entre dos grandes puertas correderas. Tras aquellas puertas se resguardaba, dentro de enormes estantes y sobre un amplio mesn, intacto, los tesoros que l haba juntado por aos y conformaban parte de una monumental colec-cin proveniente de Arica a la que Oscar nombr Coleccin Manuel Blanco Encalada.

    Sobre el mesn se podan observar unos cuantos crneos dispuestos en forma ordenada de todos los tamaos y con curiosas desproporciones. A su vez orgulloso y muy contento l comenz a abrir unas cajas de donde extrajo otra serie de crneos defor-mados, explicando con gran elocuencia el sentido de identidad que tena la deformacin craneana intencional.

    Explicaba que aplicando una intrincada clasi-ficacin, l era capaz de determinar las variantes de estas deformaciones as como el sistema de deformacin o posible aplicacin de fuerzas del

    aparato deformador. De esta manera respaldaba su hiptesis, esta consista en dar explicacin a que la presencia de deformaciones craneanas ms acen-tuadas y marcadas correspondan y se presentaban en momentos de crisis sociales o bien en reas de contacto entre grupos culturales.

    Recuerdo que la primera labor que me otorg Oscar fue ordenar la coleccin de crneos que resguardaba en su oficina. Ah me pas maanas enteras ordenando las cajas por sitios y acomo-dndolos en nuevos contenedores, tratando de que los crneos quedasen bien asegurados y no se tambaleasen. Oscar para tal labor utilizaba una cantidad de cajitas de remedios, rollos de papel y esponjas que l mismo juntaba, lo que era una forma inteligente de echar mano al reciclaje y soslayar la falta de recursos.

    El tema de las deformaciones craneanas realmen-te lo apasionaba, as pasaba largos minutos frente a un crneo, lo observaba e indagaba acuciosamente por todos sus lados, como si casi el mismo crneo le estuviera hablando. Pasado unos minutos de larga reflexin y sentado frente a su escritorio, escriba a mano una especie de base de datos que generaba de acuerdo con las observaciones que haba hecho; pero esto no quedaba ah, pues cada crneo tena una larga descripcin que era codificada por letras y siglas que solo Oscar poda entender y luego volver a descifrar. Por mi parte trat un par de veces de realizar tal accin, pero me fue imposible debido a la variedad de cdices empleados por tal maestro.

    Al pasar el tiempo y tantas horas en su compaa, fui contagiada por el tema de las deformaciones craneanas, comenc por hacerle preguntas simples que l muy amablemente responda, pero adems siempre me prestaba libros para complementar mi curiosidad. Prontamente Oscar se tom su rol de profesor tan seriamente que empez a exigirme escritos sobre el tema, estos fueron minuciosamente corregidos y evaluados por l.

  • 519Obituario

    As ms tarde que temprano pudimos inter-cambiar ideas y yo era constantemente sometida a prueba respecto de la identificacin y clasificacin de las deformaciones craneanas, lo que tengo que admitir, nunca pude llegar a completar la descripcin tan acuciosa que realizaba Oscar. Con el pasar del tiempo el maestro tambin se volvi un gran amigo, ya que comenzamos a tratar toda clase de temas, familiares, laborales y hasta por ah me dio algn consejo dentro del mbito amoroso.

    l con mucho agradecimiento y admiracin siempre recordaba a algunos arquelogos que haban trabajado tanto en registro como en investigacin con la Coleccin Manuel Blanco Encalada. As con gran afecto Oscar nombraba a Mauricio Uribe, Helena Horta, Silvia Quevedo, Claudia Prado y Vivien Standen.

    En julio del 2006, debido al trabajo que fui reali-zando con el manejo de la coleccin bioantropolgica de crneos de su coleccin, me invit a participar de las excavaciones de un proyecto Fondecyt dirigido por l y por el investigador Germn Manrquez. El proyecto se relacionaba con la aplicacin de la tcnica de morfometra geomtrica mediante el uso de radiografas extradas de crneos prehispnicos pertenecientes a diferentes sitios de Arica. Para complementar la muestra de estudio fue necesario realizar una excavacin en el sitio Playa Miller3 (frente a playa La Lisera).

    Recuerdo que Oscar estaba muy motivado y emocionado con realizar una nueva excavacin en aquel sitio donde haca ms de 40 aos ya haba sido excavado por l. El actual terreno estuvo conformado por arquelogos como Helena Horta, Mario Henrquez, Rolando Ajata y lvaro Romero, junto a colaboradores del Museo Arqueolgico de San Miguel de Azapa (MASMA) (Figuras 1 y 2), de Arica, y estudiantes de arqueologa de ese entonces como Robert Ponce, Mauricio Navarro, Cristin Castillo y Viviana Llagostera. Todos conformamos un dinmico equipo del que Oscar estuvo muy orgulloso y donde tras arduo esfuer-zo fsico nos acompa da tras da subiendo las empinadas faldas del cerro hasta llegar al sitio. All, con minuciosidad supervis y particip de las excavaciones y continuamente, con el gran optimismo que lo caracterizaba, nos anim a seguir adelante. Esta fue la ltima excavacin en que Oscar particip. Era comn verlo sentado mirando el horizonte y sonriente, seguramente recordando con nostalgia los tiempos vividos en Arica donde

    comenz su legado en la arqueologa del Norte Grande. As mismo, constantemente nombraba entre otros a Hans Niemeyer, Percy Dauelsberg, Virgilio Shiappacasse y Guillermo Focacci, dis-tinguindolos como admirables personajes que la arqueologa no debera olvidar, pero sobre todo como a sus entraables amigos y colegas.

    As el tiempo pas y diez aos de colaboracin junto a Oscar Espoueys hicieron que este personaje especial se trasformara en mi amigo y maestro. De l aprend que la verdadera amistad puede trascender generaciones y que la pasin por la Arqueologa,

    Figura 1. Excavacin del sitio Playa Miller3, Oscar Espoueys (de pie a la izquierda) junto al equipo de profesionales pertene-cientes a la Universidad de Chile, Museo Regional de Rancagua y Museo Arqueolgico de San Miguel de Azapa (foto gentileza de Rolando Ajata).

    Figura 2. Oscar Espoueys excavando en el sitio Playa Miller3 (foto gentileza de Rolando Ajata).

  • Testimonios de Varios Autores520

    no solo est en desarrollar con alegra y entusiasmo nuestra disciplina en forma metdica y constante en el tiempo, sino que tambin est en descubrir que es parte de tu vida y que es posible encontrar

    a hermosas personas que pueden llegar a ser uno de tus ms grandes amigos.

    ...Gracias mi querido amigo y colega, te recor-dar por siempre.

  • 521Obituario

    OSCAR ESPOUEYS BONFIGLIO, GRAN COLABORADOR Y ESTUDIOSO DE LA ARQUEOLOGA DE ARICA

    Ivn Muoz1

    1 Departamento de Antropologa, Universidad de Tarapac, Arica, Chile. [email protected]

    Conoc a Oscar Espoueys en 1976 cuando gracias a una invitacin del arquelogo Guillermo Focacci, en ese momento director del Departamento de Antropologa de la Universidad del Norte sede Arica, vine a desarrollar mi proyecto de titulacin. Como siempre Oscar en forma muy cordial y ge-nerosa me mostr las colecciones que tena en su parcela del valle de Azapa. Adems me proporcion una serie de informacin escrita y oral sobre las poblaciones de pescadores en trnsito a la agricul-tura, tema central de mi memoria. Recuerdo con nitidez sus comentarios sobre el sitio El Laucho (PLM-7), en el sentido que dicho cementerio ubicado en la costa de Arica sera parte de un gran tmulo sobre el que posteriormente se enterraron poblaciones vinculadas con el Desarrollo Regional Costero. En ese sentido Oscar siempre tuvo una visin amplia en cuanto a entender los sitios bajo el concepto de la reocupacin, resaltando por lo tanto la importancia de la formacin de estos y la estratigrafa. Tambin recuerdo que cuando excava-mos el poblado de San Lorenzo, conocido tambin como Pukara, se mostr muy interesado desde el punto de vista metodolgico en realizar un vuelo por el valle de Azapa con el propsito de obtener fotografas areas de dicho asentamiento que nos entregara informacin respecto de la distribucin de los recintos habitacionales, su extensin total y la relacin de este con los cementerios Az-75 y 76 enclavados en los alrededores del asentamiento. Su entusiasmo por el estudio que se iba a realizar lo llev a proporcionar todas sus fichas de registros de los sitios anteriormente sealados y la descrip-cin de algunos contextos de la Coleccin Manuel Blanco Encalada (MBE). Durante las excavaciones y posterior a esta, siempre conversbamos en torno a la problemtica Maitas - San Miguel, la que yo vea como una sola unidad poblacional, independiente que fueran dos estilos de cermica y por lo tanto fases culturales distintas, creo que con el tiempo acept dicha hiptesis.

    Con Oscar siempre haba temas de conversa-ciones y viajes a los sitios arqueolgicos. Uno de ellos, a fines de los aos setenta, el que tuvo como propsito conocer el sitio Huaihuarani, asentamiento de la sierra de Arica cercano al poblado de Beln, recuerdo una larga caminata por el sitio discutien-do la problemtica constructiva y cronolgica del asentamiento, a partir de los restos ceramolgicos. En esa misma poca realizamos un viaje a la des-embocadura del ro Camarones, junto a Virgilio Schiappacasse y Hans Niemeyer, para conocer la excavacin del sitio Camarones 14. Recuerdo una detallada exposicin de Hans y Virgilio sobre el sitio, sealando cmo se hallaban distribuidos los cuerpos Chinchorro a lo largo del asentamiento y el famoso hallazgo de maces en estratos precermicos, que despus Virgilio se encarg de descartar dicha asociacin cultural.

    Tambin se interes por conocer sitios y colecciones del sur del Per, adems de conocer problemticas afines entre el valle de Azapa y Caplina. Es as como uno de los primeros seminarios sobre esta materia lo organizamos con jvenes arquelogos peruanos residentes en Tacna, Marko Lpez, Jess Gordillo, Carlos Vela y Manuel Garca fueron parti-cipantes de dicho evento. Era la poca que haba que andar cargando proyectora y diapositivas; el deseo de dialogar sobre temticas afines era tan grande que desde el Museo Arqueolgico San Miguel de Azapa (MASMA) terminamos hablando en su segunda casa de Seminara Vsquez, su negocio de ventas de automviles ubicada en la calle 21 de Mayo, sobre los modos de operar de Tiwanaku, en dichos valles. Era la poca de los ochenta donde se hablaba de la dominacin indirecta o directa, resaltando en el segundo la presencia de colonias en estos valles y cmo se representaran en el contexto arqueolgico. Recuerdo interesantes debates sobre la cermica y sus asociaciones, estilo Tiwanaku, entre ellos Cabuza, Loreto Viejo, Sobraya, etc., con el tiempo varias de las exposiciones de los entusiastas colegas

  • Testimonios de Varios Autores522

    peruanos se publicaron en revistas y libros sobre la arqueologa regional de Tacna.

    Su aporte en trminos de estudios sistemticos durante la primera etapa del MASMA se puede ver en los trabajos acerca de tecnologas prehispnicas, as tenemos que en el trabajo referente a keros de madera propone un tradicin que se remonta desde el perodo Medio al que l vincula con Tiwanaku, aunque deja la duda en el sentido que dicha tradicin de vasos hubiese aparecido anteriormente en la fase Alto Ramrez. Respecto de la seriacin de las cucharas plantea un proceso bastante antiguo que se remontara desde el perodo Agrcola Temprano, sin embargo es durante el perodo Tiwanaku donde dichos objetos de madera se hallan finamente ta-lladas, perdindose este fino trabajo en la medida que el proceso agrcola iba en aumento.

    Las tipificaciones establecidas de manera detallada y abiertas no solamente en los keros y cucharas sino que en general en el contexto de la cultura material de las comunidades prehispnicas de Azapa, apuntaban segn su hiptesis a conocer las variaciones en el tiempo, en un contexto de transformaciones de cambio, las que se pudieron haber dado como consecuencia de las relaciones culturales establecidas entre las poblaciones vallu-nas del norte de Chile y sur del Per y de la regin Circumtiticaca.

    Otro de sus aportes en aquellos aos fue una interesante propuesta metodolgica para abordar el trabajo de cementerios y ordenamientos de bodegas en museos de la zona norte de Chile. Este modelo de organizacin fue uno de los primeros expuestos en relacin con los museos universitarios, lo que llev a que las autoridades de la Universidad del Norte, sede Arica, en el momento de crear el Departamento de Antropologa el ao 1971, hicieran las primeras contrataciones de personal tcnico para labores de museo. Para Oscar las colecciones en los museos deban ser producto de una cuidadosa planifi-cacin, con espacios de depsitos implementados y controlados peridicamente para evitar su dete-rioro; quizs su formacin de ingeniero haca que tuviera una visin muy organizada de los contextos y espacios de colecciones.

    La catalogacin de sitios en los valles de Arica, como consecuencia de las prospecciones arqueolgicas desarrolladas por el Museo Regional de Arica y posteriormente por el Departamento de Antropologa de la Universidad del Norte, hicieron que Oscar junto a Guillermo Focacci registraran en un catlogo (archivo) ms de cien sitios arqueolgicos, base de datos fundamental en la actualidad para conocer la historia de los sitios y su distribucin en los valles ariqueos. Cada ficha de sitios fue elaborada en forma detallada, esto permite un ordenamiento claro en cuanto a sitios, tumbas y contextos hallados en los distintos valles de la zona y algunos del sector alto de Arica. Ms all de estos indicadores arqueolgicos especfi-cos, la ficha entrega antecedentes como el rea, el sitio, tipo de sitios, la ubicacin, los trabajos realizados, las publicaciones relacionadas con el sitio, adems de una ventana para fotos y planos, es decir, constituye un verdadero documento para quienes se interesan por informarse de los sitios antes de conocerlos.

    Posteriormente con su traslado a Santiago junto a su Coleccin MBE hicieron que la comunicacin fuera menos frecuente, sin embargo en cada Congreso Nacional de Arqueologa que participaba Oscar los comentarios de nuevos sitios y sus contextos era tema de anlisis, discusin e interpretacin frecuente, trataba de estar siempre muy informa-do de las investigaciones que se desarrollaban en Arica. Finalmente, una de las ltimas gestiones que lo vincul con nuestra ciudad y la proteccin del patrimonio arqueolgico fue el retorno de la Coleccin MBE a la custodia de la Universidad de Tarapac, coleccin que se halla en las dependencias del MASMA.

    En esta breve sntesis podemos sealar la sem-blanza de Oscar, Ch Oscar para los amigos, un gran colaborador que tena un profundo conocimiento de la arqueologa regional, muy sistemtico en el trabajo arqueolgico, generoso con la entrega del conocimiento y acceso a sus colecciones, conect generaciones entre la vieja guardia y los nuevos arquelogos, lo que lo hizo ser una persona respetada y querida por sus colegas.

  • 523Obituario

    OSCAR ESPOUEYS

    Silvia Quevedo1

    1 Sociedad Chilena de Arqueologa, Santiago. [email protected]

    Amigo, partiste... y no alcanc a decirte adis. Ahora va un adis muy emotivo.

    Nos conocimos por all en el 66, cuando acom-pa a excavar primero a Grete Mostny y luego a Julio Montan a Arica. Era una veinteaera, recin ingresada al Museo Nacional de Historia Natural como investigadora, gracias al logro de mi primer ttulo, el de Topgrafa. Fui ayudante de excavacin desde 1966 a 1968 en el valle de Azapa, el famoso sitio San Miguel, AZ-8; y en Playa Miller, PLM-7 y PLM-3, y tantos otros. El deseo de Grete era traer ejemplares para tener material de referencia en el Museo.

    Oscar, me hubiese gustado poder contarte, en una de las tantas tertulias que disfrutamos, lo que fuiste para m:

    Un amigo, un maestro, siempre dispuesto a escuchar, a dar un consejo oportuno, con una her-mosa palabra de aliento, generoso, gran anfitrin, cooperador, sencillo, directo, leal a la amistad, agradecido, incansable para trabajar, muy respetuoso con el material biolgico-cultural.

    Los recuerdos se me agolpan, uno de ellos es cuando llegabas a la excavacin en la playa al medio da, arrancndote de Mellafe y Salas, cuando arreciaba el sol con un gran botelln de limonada fra para refrescarnos. Muchas veces, bajo el ojo avizor de tu seora, porque como jvenes junto a Julie Palma nos gustaba trabajar en bikini. Y t poseas una hermosa e hidalga figura, herencia de tus das de navegacin, que te acompa a lo largo de tu aventurera vida.

    Cmo agradecamos esas gentilezas. Nos invi-tabas a tu parcela en tu gran casa y ponas a asar en horno de barro unos cuantos arrollados de cerdo, no he olvidado jams la opulencia que representaba para m, una joven de escasos recursos como yo en esa poca, esas ricas comidas, donde junto a tu familia habitualmente compartas con la comunidad arqueolgica ariquea.

    Estuve a tu cargo un tiempo, cuando Grete me envi hasta Arica para intentar, segn ella, que

    se me pasara la idea que ya era casi un hecho, de querer casarme y tener hijos, tema perder a la arqueloga. En esas circunstancias, generosamente Guillermo Focacci se ofreci darme un espacio en su amplia bodega de su ferretera, donde dorma. Su madre cooperaba en la comida y me juntaba agua para que me pudiera baar al regreso de la excavacin, ya que por ese entonces escaseaba el agua en Arica. Tanto fue nuestra amistad, que me enviaron la torta de novia de regalo cuando Grete acept que volviera, ya que mi entusiasmo de formar una familia persisti. Los ms generosos regalos y la asistencia a la boda fueron de ustedes, en ese momento y durante mucho tiempo mi gran familia, sumndose tambin Hans y Virgilio, junto a mis compaeros de la universidad.

    Julio Montan, mi jefe directo, acept que llevara a mi hija recin nacida a trabajar conmigo, no existan las salas cunas y la tuve los primeros meses en un cajn del escritorio. A pesar de lo que tema Grete, nada impidi que continuara con mi vocacin de arqueloga. ramos realmente una familia. No haba separacin entre lo cotidiano y el quehacer museolgico-arqueolgico.

    En todas las excursiones arqueolgicas que hicimos, tu camioneta fue nuestro transporte. Todo lo que poseas estaba a disposicin de los amigos arquelogos, que te visitaban. Tu figura imponen-te solucionaba cualquier obstculo, desde que se quedasen atascadas las ruedas, hasta llegar al fin de la excavacin que nos proponamos.

    Clebre era la visita a tus bodegas, en la parcela que tenas, donde guardabas la coleccin de fardos funerarios, invariablemente en cajas de televisores, que era tu trabajo por aquel entonces. Para m era impactante ver tantos cuerpos, cuando mi gusto por la Antropologa Fsica an no asomaba.

    Cuando decidiste traerte toda tu coleccin a nuestro Museo, compartimos estrechamente tanto el espacio como la diaria convivencia. Eras mi consultor permanente; en temas de deformacin craneana eras imbatible, hasta que apareci Cocilovo,

  • Testimonios de Varios Autores524

    con mtodos matemticos para demostrarnos lo que nosotros veamos tan claramente, hacamos alianzas sostenindonos en la cultura, mientras el Coci lo objetivaba con los nmeros. Te conocas los sitios como la palma de tu mano, por lo tanto eras la referencia obligada de los sitios ariqueos, como tambin de la bibliografa, as lo atestiguan notas encontradas entre mis informes, consultar esto y aquello con Oscar.

    An conservo un repuesto de plumn rojo con que marcbamos lo que estbamos seguros que ya estaba revisado. Lo hered y ha quedado como mudo recuerdo de la exigencia del dato y de revisar una y otra vez las bases, que por aquella poca eran confeccionadas a mano. Tu formacin no permita que se hiciese a la ligera, todo requera ser descrito con exactitud, nada quedaba al azar.

    Cunto me ha servido en mi desempeo pro-fesional y en lo cotidiano lo que me imprimieron estos maestros incondicionales, con su estilo, su gracia, al compartirme sus dones.

    Decid mudarme al piso de abajo, en el museo, donde form un laboratorio a mi medida, con aires de grandeza, con los pocos recursos que contaba. Te dej mi oficina en herencia y en la del lado qued Virgilio. Fueron hermosos tiempos de gran alianza en lo laboral. Hans como director nos visitaba muy a menudo, no sin manifestar su molestia por los cuatro pisos que haba que subir y que su asma le reclamaba.

    No eran muchos los aos que me separaban de ustedes, mis maestros, sin embargo todos mantuvimos largo tiempo la jerarqua etaria y la sabidura que la acompaa. Y fui fiel a ese precepto de ser discpula, pese que pronto logr un doctorado. Me gustaba esa relacin, en especial contigo, de paternal amistad.

    Aparecan nuevas generaciones, en especial jvenes investigadoras, como Helena Horta, Vivien Standen, Viviana Llagostera, otras y otros con quienes te compartamos, tambin lo haca Virgilio, aunque otro era su sello.

    Cada uno de nosotros tenamos un estilo de mantener al grupo y ser anfitriones acogedores con los que nos visitaban, desde tmidos alumnos a connotados investigadores tanto nacionales como extranjeros. Mi condicin femenina y mi aire de japonesa hizo que mi rol fuera apreciado y que

    adems casi indispensable para mantener ese sui generis hogar, del que disfrutamos tantos aos.

    Otro rasgo admirable fue tu cambio de Arica a Santiago, con una economa bastante mermada, y nunca fue una razn para que no siguieras culti-vando la generosidad. Jams te lamentaste, era tanta tu pasin por la arqueologa que ella desdibujaba cualquier contratiempo. Nos apoyamos mutuamente en los avatares del quehacer cientfico y sus deriva-dos. Un encuentro con un caf era suficiente para que ambos mirramos con otro prisma la situacin.

    Participamos estrechamente en varios Fondecyt, donde se imbricaban los objetivos y los materiales. En realidad en ese compartir tambin lo eran las colecciones. Distintas miradas para un mismo tema. El ltimo fue el 2003-2004 con nuestro tema favorito: las deformaciones craneanas, donde otros investigadores ms bilogos nos pedan casi obligndonos a que lo mirramos con medidas, programas y demases, no nos sentamos cmodos y as fue como la incomodidad nos llev a renunciar.

    Debo recordar y reconocerte la mejor virtud que tuviste, la honestidad y la rectitud, que cum-pliste con creces ese rol en el Comit de tica de la Sociedad Chilena de Arqueologa, junto a Mara Teresa Planella, otro baluarte de ecuanimidad. La Sociedad por esos aos tambin era el marco donde nos sentamos identificados, pertenecientes y reconocidos.

    Esa honestidad y lealtad a la amistad, unida a tu generosidad, te hacen un ser nico al que quiero en este testimonio, decirte:

    Adis amigo maestro y confidente Buen Viaje.

    Del grupo varios ya han emprendido el viaje, espero que all en lo alto del cielo sigan con las tertulias, almorzando en el 13, donde lo positivo y evolutivo en el saber y en la amistad era la tnica que nos marcaba y caracterizaba.

    En este adis tambin deseo incluir a Grete Mostny, Julio Montan, Virgilio Schiapacase y Hans Niemeyer mis queridos amigos y maestros. En algn momento, tal vez no muy lejano, nos reencontremos, para continuar lo que iniciamos, ser mejores en todos los mbitos.

    La Sivy

  • 525Obituario

    OSCAR ESPOUEYS BONFIGLIO

    Mario A. Rivera1

    1 Programa Identidad del Fin del Mundo, Universidad de Magallanes, Magallanes, Chile. [email protected]

    El gran ariqueo Oscar Espoueys form parte de toda una generacin de lderes regionales que impulsaron el desarrollo de la ciudad de la eterna primavera desde diferentes ngulos. Unos, en la importante Junta de Adelanto de Arica, otros, desde la academia de las recientes sedes de las universida-des del Norte y de Chile, y aun otros, como Oscar, desde el medio empresarial, motor indiscutido del empuje que Arica presentaba en los aos 70.

    Fue as como asistiendo al Congreso de Arqueologa Chilena que se celebr en el Saln de Honor de la Universidad de Chile en 1972, me llam poderosamente la atencin la presentacin de Oscar en torno a un sistema clasificatorio de artefactos, lgico por excelencia, y que nicamente una mente matemtica poda vislumbrar. Este con-sisti en una presentacin acerca de cmo tipificar los diferentes estilos de cucharas que normalmente aparecen como parte del ajuar funerario en las colecciones arqueolgicas del Museo de Azapa. Propuesta muy novedosa para la poca y punto de partida para los planteamientos del desarrollo de una metodologa que considera la descripcin, clasificacin y documentacin de artefactos que enfatiza en los contextos originales y que mediante un ordenamiento computacional puede lograrse una sistematizacin lgica de mltiples propsitos. En los meses siguientes llegu trasladado a Arica como enviado para establecer contactos con la Junta de Adelanto (JAA) en vistas a formalizar un Museo Regional dentro de la estructura de la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos. A pesar del inters y entusiasmo de la JAA, despus de un ao intenso de trabajo este propsito finalmente no prosper en gran medida debido a la falta de una poltica efectiva del centralismo hacia las regiones, un aspecto del que an hoy adolece nuestro pas. En estas circunstancias Oscar fue clave en mi decisin de quedarme en la regin.

    A partir de ese momento nos reunimos diaria-mente ya sea en los salones de la planta de Mellafe

    y Salas en el Barrio Industrial de Arica, en los aos de la Junta de Adelanto, o en el mismo museo en Azapa, o en nuestras propias casas, donde consu-mimos cientos de horas discutiendo y elucubrando la forma de estandarizar este estudio y aplicarlo a la cestera, textiles y cermica, matizando nuestra tarea con discusiones sobre el cmo y porqu de la arqueologa del norte de Chile. Vino mi incorporacin a la Universidad del Norte y aunque mi introduc-cin a la arqueologa ya haba ocurrido muchos aos antes a raz de las continuas visitas de Joseph Emperaire a Punta Arenas, siendo yo an un escolar de liceo, Oscar contribuy en gran medida, junto con el sempiterno equipo ariqueo compuesto por Percy Dauelsberg, Luis lvarez, Guillermo Focacci y Sergio Chacn, a concebir un grupo de verdad de excelencia en relacin con percibir la arqueologa de Arica de manera distinta. Fueron aos de intenso trabajo de campo, reconocimiento de sitios, anlisis de colecciones, y por supuesto, discusiones conjun-tas de un equipo de profesionales que trabajando de manera absoluta ad honorem contribuy a dar las bases para un desarrollo institucional que aos ms tarde rindiera sus frutos. Recuerdo muy bien cmo Oscar, a escasos das de haber llegado a Arica, gestion un vuelo en una pequea avioneta en la que despegamos desde la pista de El Buitre para que yo pudiera tener una visin de conjunto de la pampa Alto Ramrez. Esas fotos pioneras en blanco y negro que logr tomar, y que todava conservo, le dieron sentido a esta localidad testigo de uno de los desarrollos prehispnicos ms importantes del Centro Sur Andino y que me ha motivado a estudiar desde entonces. Oscar supo plantar en mi mente de manera perspicaz la curiosidad de conocer ms acerca de esta fase de desarrollo, mostrndome e informndome sobre diversos aspectos de la vida de esta sociedad en el terreno mismo.

    Ya en otras ocasiones he hecho relacin a algu-nos de los muchos recuerdos que guardo de Oscar y que, por la impronta especial que han marcado

  • Testimonios de Varios Autores526

    mi rumbo, mencionar de nuevo algunos de ellos. Por ejemplo, en los meses previos al fatdico suceso de 1973, en conjunto con los arquelogos de la Universidad de Chile sede Antofagasta, Vjera Zlatar, Lautaro Nez, Patricio Nez, Branko Marinov y los arquelogos ariqueos ya mencionados junto a Oscar, nos convocamos para formar el Colectivo de Arquelogos del Norte (CODAN) (Figura 1), primer intento por coordinar de manera conjunta las actividades en torno a la arqueologa del norte de nuestro pas. Los acontecimientos posteriores determinaron, sin embargo, una situacin diferente, pero esta experiencia previa fue la base del surgi-miento de un plan estratgico de desarrollo en torno a la disciplina antropolgica fundamentada esta vez en la casa de altos estudios de la Universidad del Norte. Hacia 1974, los profesionales vinculados a esta universidad nos reunamos por primera vez en la localidad de San Pedro de Atacama, a fin de deli-near programas en torno a la investigacin (Museo y Departamento de Antropologa en Arica, Centro Isluga en Iquique, y Museo y Centro Investigaciones en San Pedro de Atacama), y docencia (formacin de nuevos profesionales en Antofagasta).

    En 1974, a solicitud nuestra ante el Consejo Acadmico de la Universidad del Norte-Arica,

    Oscar se vincula de manera ms directa con el Museo, igual que Hans Niemeyer y Virgilio Schiappacasse. Fue un excelente colaborador de nuestra gestin especialmente en la fundacin de la Revista Chungara. Juntos trabajamos en la difusin del valor que podra prestar una publicacin de la naturaleza de Chungara y con escasos recursos logramos imprimir de manera muy artesanal los dos primeros nmeros que se constituiran en la tarjeta de presentacin para convencer a las autoridades universitarias de la importancia de Chungara y lograr mayores recursos. Paralelamente, gestionar la inclusin de artculos realmente motivadores en donde Oscar fue crucial en ayudarme a convencer a Percy Dauelsberg, con largas conversaciones, para que revisara su primera versin de su artculo escrito a raz de la carta de Luis Lumbreras sobre la situacin arqueolgica de Arica. El desarrollo de todas estas actividades importaban una dinmica excepcional en mltiples frentes. As por ejemplo, nuestro Museo junto con Oscar, fueron colabora-dores permanentes de las campaas que cada ao realizaban Hans Niemeyer, Virgilio Schiappacasse e Ivn Solimano en Camarones.

    Nuestro naciente equipo de arquelogos, que inclua a Ren Lara, Sergio Erices, Guillermo

    Figura 1. De izquierda a derecha: Guillermo Focacci, Oscar Espoueys, Vjera Zlatar, Mario Rivera, Lautaro Nez, Luis lvarez, Branko Marinov y Patricio Nez, Reunin Constitutiva de CODAN, Arica, 1973.

  • 527Obituario

    Focacci, Patricia Soto, Liliana Ulloa, Diana Kushner y Marcel Pons hacan necesario desarro-llar vnculos profesionales fuera de la regin. En esta condicin, en mayo de 1974 participamos un grupo de profesionales entre los que se contaban Hans Niemeyer, Jorge Serracino, el propio Oscar y miembros de nuestro equipo en el III Congreso de Arqueologa Argentina que se celebr en Salta. Para ello realizamos un viaje hasta cierto punto pionero en dos vehculos desde Arica a San Pedro de Atacama y Salta. Constituy esta una experien-cia en equipo de la que comenzaba a dar frutos la naciente organizacin de la antropologa en la Universidad del Norte.

    En 1979, con ocasin de la reunin organizada por el programa PNUD en Paracas, Per, sobre Crticas y Perspectivas de la Arqueologa Andina, junto con Oscar organizamos un grupo en el que amalgamamos profesionales de la Universidad del Norte (Hctor Garcs), Universidad de Chile (Patricio Nez), y del grupo ariqueo con Percy Dauelsberg y Oscar, quien fue el principal motivador del grupo

    y nos acompa manejando su propio vehculo hasta la localidad misma de Paracas.

    Entre 1981 y 1983, ya fuera de la esfera univer-sitaria, junto con Oscar y Percy Dauelsberg, dimos origen a una ONG que nos permiti continuar aunque rudimentariamente nuestras actividades de inves-tigacin arqueolgica. Por medio de ella tambin convocamos a los dems amigos ariqueos para realizar una prospeccin completa de sitios al interior de Arica. As, visitamos diversos valles, cuencas y quebradas ubicando decenas de sitios en conjunto con Luis lvarez, Guillermo Focacci y en algunas instancias Erie Vsquez y Sergio Chacn, y cuyo resultado fue la elaboracin de un completo mapa de ubicacin de sitios del departamento de Arica.

    Con posterioridad, con ocasin de la realizacin del Congreso de Arqueologa Peruana en Cusco, de nuevo Oscar fue gestor importante en el viaje por tierra hasta Arequipa y de all en avin para asistir de forma conjunta a este evento. Por ltimo, quisiera dejar constancia del enorme espritu de colaboracin y entrega de Oscar (Figura 2). Para

    Figura 2. Oscar Espoueys, junto a sus hijos Marcelo y Patricia y Mario A. Rivera en el Museo Chileno de Arte Precolombino, con ocasin del 51 Congreso Internacional de Americanistas, Santiago, Julio 2003 (foto Ximena Gmez C.).

  • Testimonios de Varios Autores528

    ello me referir textualmente a lo que escrib en su homenaje en vida con ocasin del XVII Congreso Nacional de Arqueologa en Valdivia.

    Mencin aparte merece su propia motiva-cin por el trabajo arqueolgico. Preocupado de obtener un bagaje de conocimientos que personalmente le permitiera desarrollar sus interesantes aplicaciones de la ingeniera a la arqueologa, especialmente desde el punto de vista documental, Oscar logr organizar su propia coleccin particular, producto de muchos rescates en que desinteresa-damente contribuy a conservar parte de este patrimonio que de otra forma se habra perdido irremediablemente. No solo logr rescatar evidencias, sino poner en prctica medidas de conservacin adecuadas y sobre todo, documentar los contextos de forma admirable. Sin lugar a dudas, constituye esta labor su proyeccin ms significativa para el desarrollo de la arqueologa en los aos que vienen, y una fuente invaluable de conocimientos. La denominacin de su propia coleccin bajo el nombre de Manuel Blanco Encalada revela, adems, otra de sus aspiraciones ms sentidas. Su origen argentino y su avecindamiento en nuestro pas, le confieren el atributo de hombre de dos naciones, y Oscar ha sabido llevar

    adelante este puente de integracin de manera orgullosa. Sin renunciar a sus races de una tradicin que proviene allende los Andes, no solo supo afincarse en nuestro suelo, sino ms importante, logr identi-ficarse plenamente con nuestras propias tradiciones. Y es que siempre ha enfatizado los lazos positivos que nos acercan y que constituyen una realidad diferente. En nuestras propias conversaciones, Oscar me revel el porqu del nombre de Manuel Blanco Encalada para su coleccin. A aos de su juventud cuando formaba filas en la Marina Argentina, Oscar todava reconoce esta experiencia como seera en su propia formacin y valora la figura de Blanco Encalada como aquel hombre de mar, pro-veniente tambin del vecino pas que supo entronizarse en nuestra naciente repblica como el primer presidente de Chile. Y es que esta forma de mostrarse constituye la naturaleza misma del carcter de Oscar, afable, amigo de sus amigos, profesional riguroso, siempre dispuesto a colaborar, a entregar sus experiencias y a compartir sus visiones e interpretaciones (Rivera 2009).

    Mario A. Rivera

    Punta Arenas, mayo de 2014

    Referencia Citada

    Rivera, M. 2009. Siempre es bueno recordar. Homenaje a Oscar Espoueys B. Actas XVII Congreso Nacional de Arqueologa. pp.18. Ediciones Kultrun, Valdivia.

  • 529Obituario

    HOMENAJE A OSCAR ESPOUEYS BONFIGLIO

    Patricia Soto-Heim1

    1 Dpartement de Prhistoire, Musum National dHistoire Naturelle, Paris, France. [email protected]

    En aquel tiempo . el Formativo de nuestras disciplinas en Chile, no exista internet, ni todos los medios de comunicacin instantneos de hoy. Las publicaciones eran bastante menos accesibles y la investigacin era una aventura. Qu tiempos aquellos, nunca ms regresarn, qu tiempos tan bellos El recin nacido Instituto de Antropologa de la Universidad de Concepcin, en 1965, con Zulema Seguel a la cabeza, tuvo la audacia de organizar junto con la Sociedad Chilena de Arqueologa, el IV Congreso Nacional de Arqueologa Chilena, en 1967. Las reuniones se efectuaron en la Casa del Arte de nuestra universidad, donde los participantes fueron acogidos con el mural del artista mexicano Jorge Gonzlez Camarena.

    En esa ocasin, en nuestra calidad de estudian-tes, encontramos a los grandes de la disciplina, que asistieron de diversas regiones del pas. El grupo de Arica nos deslumbr con su material arqueolgico excepcional, sus momias y Cultura Chinchorro, los tejidos, cestera, cermica en fin, todo lo que hace la riqueza del material arqueolgico cultural de la zona. Si mi memoria no me engaa, fue en esa ocasin que conoc a Oscar Espoueys, quien era de la partida, junto a Percy Dauelsberg, Guillermo Focacci, Luis lvarez, Sergio Chacn. Todos ellos hicieron una labor pionera y tras los pasos de Max Uhle y Junius Bird establecieron las bases de lo que hoy es el conocimiento de la prehistoria de la regin de Arica.

    Las colecciones arqueolgicas constituyen una fuente de informacin inestimable para aproximarse a la comprensin de los pueblos del pasado, en par-ticular cuando no hay documentos escritos que nos informen de sus reglas sociales, su cultura material e inmaterial, entre otros.

    Oscar Espoueys con su ojo de ingeniero abord meticulosamente la tipificacin de las cucharas de madera (Espoueys 1971), luego la tipologa de los keros de madera (Espoueys 1974), como tambin

    la metodologa para el trabajo de cementerios y ordenamiento de bodega en 1973.

    Otro de los temas que abord Oscar Espoueys con el mismo rigor y entusiasmo fue el de las formas resultantes de las deformaciones craneanas intencionales, desarrollando tambin una clasi-ficacin y participando en diversos equipos de investigacin, fruto de ellos son las publicaciones que sealo ms adelante, pero probablemente no he logrado obtener la lista completa de su trabajo1. Estas deformaciones intencionales son prcticas culturales que, aplicadas sobre los maleables huesos de la cabeza de recin nacidos e infantes, quedan impresas de manera permanente. Tema que me interes personalmente desde el primer contacto con las poblaciones arqueolgicas de Arica. Cmo no interesarse en este rasgo cultural que queda impreso en los crneos y que fue practicado por medio de manipulaciones y aparatos deformato-rios a partir de los primeros momentos de la vida de un rcien nacido, poniendo en evidencia la gran plasticidad de los huesos craneanos. En el extremo norte de Chile la variedad de formas ha sido reconocida en diversos momentos del pasado, como tambin en Per y muchas otras regiones de Amrica y del mundo.

    En general la deformacin craneana intencional fue abandonada sobre grandes regiones geogrficas de Amrica a partir de 1585. Fue prohibida por el Concilio de Lima que comisiona la Inquisicin de reprimir severamente su prctica. En otras regiones del mundo perdur sobre pocas ms recientes como en Francia, donde hubo personas portando la deformacin hasta el primer cuarto del siglo XX, y se mantiene presente ms tardamente entre ciertas poblaciones de Asia, de frica y otros.

    El material de diversos sitios estudiados entre 1971 y 1976 sobre el que me habitu corresponde a crneos secos. Sin embargo en Irn, fuera de ob-servarla en crneos secos, pude tambin reconocer

  • Testimonios de Varios Autores530

    la deformacin craneana intencional en personas vivas en 1977-78. Es decir, lo que para m fue una caracterstica de poblaciones del pasado, result ser una prctica an actual. El constatar que a pesar de una cabellera frondosa yo haya podido identificar de visu la deformacin y a la pregunta de si la persona era de tal regin obtener la respuesta afirmativa fue una experiencia aseguradora. Probablemente

    coment esto con Oscar, en todo caso l con su ojo clnico tambin habra reconocido la deformacin craneana intencional y se habra emocionado como yo, de reconocer en poblaciones actuales, lo que la observacin de las poblaciones del pasado nos haba enseado.

    Un saludo afectuoso a su memoria.

    Nota

    1 Ver bibliografa de Oscar Espoueys en Santoro et al., en este nmero.

  • 531Obituario

    OSCAR ESPOUEYS, HOMBRE BUENO Y GENEROSO, Y PIONERO DE LA ARQUEOLOGA DE ARICA:

    UN TESTIMONIO PERSONAL

    Vivien G. Standen1

    1 Departamento de Antropologa, Universidad de Tarapac, Arica, Chile. [email protected]

    Desde mi mirada, los adjetivos que mejor caracterizan la esencia de Oscar Espoueys es que fue un hombre bueno y generoso, honesto, correcto, siempre de buen humor. Durante todos los aos que lo conoc, nunca lo vi contrariado, siempre era positivo frente a los desafos y dificultades que la vida le iba imponiendo.

    Recuerdo que lo