clase sobre el psicoanalisis silvestre

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Page 1: Clase Sobre El Psicoanalisis Silvestre

Clase Para “Sobre El Psicoanálisis Silvestre”.

Todas las teorías desarrollan una técnica (No hay técnica psicológica que no tenga un argumento teórico), y esta técnica en momentos puede traducirse en una práctica dogmática, independizándose de los conceptos teóricos que le dieron sentido.

Freud comienza a desarrollar la teoría y la técnica psicoanalítica, a partir de ya una practica exploratoria la cual estuvo llena vicisitudes y transformaciones. Sin embargo, Freud en esta practica, fue acomodando la técnica y desarrollando la teoría (a propósito de que en ausencia de cualquier técnica psicológica, y en su condición de pionero, lo que el hace es desarrollar una técnica y una teoría a partir de la escucha de los pacientes).

Para Freud el saber siempre esta de parte del paciente, el problema es que el paciente no sabe que lo sabe, es decir este saber no es sabido por el paciente (es un saber inconsciente). Es por esto que el terapeuta es siempre un aprendiz, y esta tiene que ver a si misma con la prudencia y el silencio. Es por esto que en la práctica lo más fácil que ocurra en la escena clínica es que el terapeuta se crea en la posición del saber, porque ya el propio dispositivo psicoanalítico y terapéutico en general (desde lo postulado desde siempre por el modelo médico) lo ubica en ese lugar desde que el paciente llega donde el terapeuta para que el le diga lo que le pasa.

Entonces por una parte se debe evitar que la escucha nuestra persiga buscar algo que nosotros ya tenemos preconcebido, porque cuando nosotros vamos con nuestro saber ya sabemos lo que buscamos, y vamos a estar sesgados por nuestro saber en esa búsqueda, lo cual atenta contra el éxito clínico. Nosotros tenemos que adoptar en la posición analítica el no tener grandes expectativas ni grandes deseos de ser el psicólogo del año, nuestros deseos de ser buenos psicólogos con nuestros pacientes es generalmente lo que nos impide ser buenos psicólogos con nuestros pacientes, porque a pesar que el curar a la gente es un buen deseo, muchas veces se trata de un deseo narcisista que no tiene nada que ver con lo que realmente importa que es el deseo del paciente y no el nuestro.

A propósito de la teoría y la técnica, un tercer elemento que es lo que los psicoanalista denominan como el “estilo clínico”, es decir, esta la teoría, la técnica y el estilo. En el estilo se juega gran parte de lo que tiene que ver con la posibilidad de cautivar a un paciente más allá de los recursos técnicos, porque nosotros podemos ser muy rigurosos con la técnica pero seguramente esta técnica por si sola es fría y despersonalizada; y lo que es peor de todo, como critica y sobre todo en el psicoanálisis, es que los terapeutas principiantes comienzan a utilizar la técnica cada vez mas independientemente de la teoría, o bien porque la teoría le estorba o bien porque nunca lograron manejarla verdaderamente o solo utilizan la técnica de una manera dogmática- Ahí a modo de ejemplo entonces tenemos el Lacaniano Express, que leyó un par de artículos y comienza a utilizar ciertas frases mal utilizando y dogmatizando la propia técnica. El estilo no se aprende, se desarrolla de manera particular en cada uno, porque este tiene que ver con la manera personal que cada uno de nosotros ejerce la técnica, y a su vez, este modo personal de abordar la técnica a cierto modo pudiera contrariar la técnica y por eso es que es sutil el juego del manejo técnico y del estilo, porque alguien podría imponer su estilo a tal punto de que olvida la técnica y entonces ya no estamos en la teoría que sustentó esta técnica.

Entonces el estilo tiene darse en el respeto a la técnica y a la teoría pero conservando cierto margen de flexibilidad personal, el estilo esta dado desde el momento en que el terapeuta sale a la sala de espera para llamar al paciente, con la

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cotidianidad terapéutica, que aunque por mas parecieran ser aspectos pedestres estos ya marcan y nos va a hablar de lo que va a ser la relación terapéutica con el paciente.

A pesar de lo estricto de la técnica (que tiene que ser y tiene que estar), el psicoanálisis nos entrega una serie de herramientas que tienen que ver básicamente con el escucha y la lectura que hacemos de una serie de códigos que la psicología general lee de una manera muy diferente. Cuando nosotros hemos incorporado esos elementos conceptuales y hemos desarrollado esas destrezas analíticas las podemos poner en juego en el Caps, en el cine, en cualquier contexto, adaptando la técnica sin transgredir teoría que la argumenta.

Algo que ocurre generalmente en el contexto clínico, es que los psicólogos comienzan a apoderarse de ciertos lugares físicos (se quiere el mejor escritorio, el diván mas caro, etc.) cuando en realidad uno puede suponer que el éxito terapéutico, lo que uno tiene que escuchar y lo que en la transferencia se tiene que producir no tiene que ver con esas cosas, ¿cuando uno las necesita? Cuando uno no tiene en otra que cosa en que sostenerse, como no tengo donde me voy apoyar y no puedo soportar la transferencia porque no se nada, entonces voy a querer tener el escritorio de Freud, el diván de Lacan, etc. Desde un principio debemos tener fe en el dispositivo analítico como tal y no en los anclajes materiales de ese dispositivo. A pesar que esos anclajes cumplen una función, no son condición primordial para poder ejercer la escucha analítica, el inconsciente del paciente funciona siempre más allá de los recursos materiales que posea el terapeuta en su contexto clínico. No se trata de desplazar al diván como recurso técnico por excelencia de la asociación libre sino que muchas veces al contexto terapéutico (como en un hospital público) no coincide con todos los requerimientos de la técnica por lo tanto hay que adaptar esa técnica a las determinadas circunstancias del contexto laboral.

En lo que habla Freud en el texto “Sobre el Psicoanálisis Silvestre” tiene que ver con esto, es decir, nosotros estamos tomando herramientas del psicoanálisis sin tener quizás en nuestros planes ser psicoanalistas. Freud comienza a convertirse en psicólogo dejando atrás su posición estrictamente neurológica con el desarrollo del texto de “La Interpretación de los Sueños”. No es casual entonces que él en varios prólogos de sus diferentes ediciones siempre confesa que cada vez que se ha sentido desorientado o abatido en su búsqueda por desentrañar el enigma de las neurosis ha sido “La Interpretación de los Sueños” el texto al cual el siempre regresa.

Cuando Freud comienza a desarrollar los escritos técnicos no es casual en ese contexto que el primer texto técnico es una referencia de “La interpretación de los Sueños”, pero lo que él va a decir que en este primer escrito técnico es que el no quiere remitirse a “La Interpretación de los Sueños” en un afán de entregar recursos técnicos como una manera de recapitular la manera de interpretar los sueños, sino que se va a referir a la interpretación como tal.

¿Por qué interpretar y de donde viene eso? Viene del psicoanálisis y particularmente del texto “La Interpretación de los Sueños”. Freud en un comienzo solo quería interpretar sueños y es ahí donde se da cuenta que también se pueden interpretar otras cosas, y que todas las cosas que forman parte de los fenómenos clínicos son interpretables. Por lo tanto “La interpretación de los sueños” es lo que le da a Freud la posibilidad de discernir que en la clínica es preciso el interpretar. Es necesario interpretar porque el paciente teniendo él el saber de lo que le pasa no sabe como decirlo. Existe una relación entre la noción de interpretación con la noción psicoanalítica de deseo. El deseo no es igual a la motivación que nos enseña la psicología general o la psicología humanista sino que el deseo tiene que ver con lo inconfesable pero con lo inconfesable aun para nosotros mismos, con algo que nosotros

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no somos capaces de integrar a nuestro pensamiento conciente y por lo tanto no somos capaces de explicitar en nuestro discurso, nosotros no estamos estructuralmente como neuróticos en condiciones de decir nuestro deseo entonces la única manera que tiene nuestro deseo de expresarse es a través de desfiguraciones y desplazamientos que hacen preciso y exigen su revelación. Este deseo puede expresarse no tanto solo en el sueño, sino también bajo cualquier formación del inconsciente como en un chiste, un lapsus, un olvido, un acto fallido, etc.

La interpretación es necesaria e indispensable. Por ejemplo, desde el punto psicoanalítico no se puede hacer terapia a partir de la anamnesis ya que desde el punto de vista clínico esta no entrega ninguna información valiosa, solamente información que aporta con un cuadro imaginario. Si nosotros estamos permanentemente buscando desde la teoría o desde un saber que esta puesto desde un lugar nuestro no vamos a permitir que nunca pase nada desde punto de vista clínico. Entonces pasa lo que ocurre muchas veces con los pacientes que llegan después de haber ido donde un par de psicólogos y dicen: “bueno, el psicólogo me hizo un par de preguntas, relleno un papel, me pregunto mi nombre, fecha de nacimiento, etc. Y después de todo eso, me paso un par de tests (cosa que suele pasar cuando ya no se tiene que preguntar)”. Ahora cuando el paciente se empieza a incomodar y a la tercera sesión y se queja con que lo ha dicho todo, ahí, es justamente donde comienza el tratamiento, y esa incomodidad tiene que ver con la transferencia.

El psicoanálisis lo que hace precisamente es desestimar todo lo anterior y dejar en una actitud pasiva y silente pero al mismo tiempo de escucha activa para que empiece el paciente a producir las cosas y seguramente ahí van empezar todo lo que tiene que pasar en el contexto terapéutico. Es ahí donde el paciente en un momento se va a enojar con el terapeuta y cuando se enoje se va a mostrar como es. Y quizás ahí, si se hacen las interpretaciones correctas y si se generan las condiciones para una transferencia apropiada, el paciente va a empezar a sentir cosas y se va a empezar poder a desarrollar la terapia. Entonces la interpretación de los sueños es al interior de la sesión analítica un elemento más de todo el material de trabajo que es preciso abordar a lo largo del tratamiento analítico. En ocasiones la producción onírica es tan copiosa (productiva) y tan vacilante que el progreso del enfermo en el entendimiento de sus sueños se torna confusa, ambigua y a veces pareciera no haber avance. Lo que importa no es interpretar el sueño como José lo interpreta al faraón, no se trata de desentrañar el destino y la vida por muy paradigmático que puede llegar a ser un sueño sino que ese simplemente es un momento, que así como estamos trabajando con un sueño podemos trabajar con otros elementos, basta para que el paciente hable para que el inconsciente opere, ya que es el propio lenguaje es quien nos lleva al inconsciente.

En la sesión analítica será el discurso hablado del paciente, tal cual como este se presenta, lo que oriente el camino. Y la interpretación de los sueños no es distinta a la interpretación de cualquier otra formación del inconsciente. Nosotros con el paciente debemos tomar ese discurso como un texto sagrado, no se puede modificar, porque es en los caprichos del discurso del paciente en donde se encuentran las resistencias, nosotros como terapeutas estamos esperando esos errores en el discurso y el peor crimen que se puede hacer en el contexto terapéutico es intentar de enmendar los errores de este en su relato.

Entonces el análisis encontrara en cualquier caso el material para continuar con el tratamiento, siempre encontrara el material hasta cuando el paciente no va a la sesión porque cuando este no va a la sesión nosotros interpretamos en la supervisión con nuestro profesor supervisor las razones inconscientes o preconsciente que pudo haber tenido para no ir a partir del análisis del material trabajado en la ultima sesión que fue, o

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sea en su no ir el paciente esta expresando una molestia que puede ser una señal de un supuesto abandono del tratamiento terapéutico.

Dentro de este contexto la regla fundamental del psicoanálisis es la asociación libre de ideas. En la asociación libre de ideas hay que entrenar al paciente, no es algo que va a surgir espontáneamente, se le instruye al paciente sobre eso, uno le explica que al paciente que uno no va responder todas sus preguntas y que va guardar silencio porque las respuestas a estas preguntas las tiene el mismo, y a su vez, ese silencio no es sinónimo de que no se le esta poniendo atención al paciente sino todo lo contrario se trata de una escucha profunda y activa del relato de este. Entonces poco a poco el paciente va a entender de qué trata la terapia. La asociación libre consiste en instruir al paciente a poner en palabras todo lo que se le venga a la mente aunque aquello sea ridículo, absurdo o sea vergonzoso.