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BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST / NÚMERO 9 SEDECK / SEPTIEMBRE 2013 SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST La cova de les Cendres (Teulada-Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de ocupación humana Dídac Román y Valentín Villaverde Bonilla Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias al ámbito valenciano Policarp Garay Martín Extensión y límites del ecosistema subterráneo Alberto Sendra y Ana Sofia P.S. Reboleira Pesqueras en los acantilados de la Marina Alta Jaume Buigues i Vila Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de cavidades generadas por procesos gravitacionales González Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero, Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo y Carra López, Juan Carlos

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BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST / NÚMERO 9 SEDECK / SEPTIEMBRE 2013

SOCIEDADESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍAY CIENCIASDEL KARST

La cova de les Cendres (Teulada-Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de ocupación humanaDídac Román y

Valentín Villaverde Bonilla

Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias al ámbito valencianoPolicarp Garay Martín

Extensión y límites del ecosistema subterráneoAlberto Sendra y

Ana Sofia P.S. Reboleira

Pesqueras en los acantilados de la Marina AltaJaume Buigues i Vila

Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de cavidades generadas por procesos gravitacionalesGonzález Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero, Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo y Carra López, Juan Carlos

Colaboran:

Patrocinan:

Asociación Española para la enseñanza de las

Ciencias de la Tierra

Ajuntament de Benitaxell

Federació d’Espeleología de la Comunitat Valencina

Teulada Moraira

SOCIEDAD ESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARSTFUNDACIÓN GÓMEZ PARDOC/ ALENZA, 1 • 28003 MADRIDwww.sedeck.org

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EDITASOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARSTFUNDACIÓN GÓMEZ PARDOC/ ALENZA, 1 • 28003 MADRIDemail: [email protected]

COMITÉ CIENTÍFICOAna Isabel Ortega MartínezJosé Antonio Cuchí OterinoAntonio González RamónJuanjo Bertomeu OllerFrancisco Ruíz GarcíaMiguel Ángel Martín MerinoVicente Aparici SeguerMiguel Ánguel Rioseras Gómez

DISEÑO Y MAQUETACIÓNVicente Aparici Seguer

Depósito Legal: NA-1351-2003ISSN: 1696-1897

Fotografía de portada: Cala del Moraig (Poble Nou de Benitaxell)/Juanjo Bertomeu

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

1

editorialPresentamos el número 9 del Boletín de la SEDECK, coincidiendo con las XXIV Jornadas Científicas de la Sociedad Española de Espeleología y Ciencias del Karst que se celebran en Moraira (Alicante), centradas en el Paisaje y cuevas costeras de la Marina Alta. El Karst Litoral.

Cuando se cumplen los 15 años de la creación de la SEDECK, sus Jornadas vuelven al Mediterráneo, dándonos una nueva oportunidad de disfrutar de su entorno mientras diferentes especialistas nos muestran las peculiaridades de algunas de sus cavidades: su Geomorfología e Hidrogeología, la riqueza de su Biología subterránea, su ocupación humana en la Prehistoria y la adaptación actual del hombre a ese peculiar entorno, así como el desarrollo de las investigaciones espeleológicas, con especial incidencia en las exploraciones subacuáticas de la Cova del Moraig.

En esta ocasión contamos con la colaboración de la Universidad de Alicante, la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, la Federació d’Espeleología de la Comunitat Valenciana y el Grup Valenciá de Quaternari, así como con el patrocinio de la Diputación de Alicante, los Ayuntamientos de Benitaxell, Teulada y Benissa y de “la Caixa”.

Una vez más hemos aprovechado para incluir en este número otros artículos realizados por diferentes socios de la SEDECK en otras zonas geográficas distintas del litoral alicantino.

Ana Isabel Ortega MartínezPresidenta de la SEDECK

Sociedad eSpañola de eSpeleología y cienciaS del KarSt

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

3

índice01 La cova de les Cendres (Teulada-

Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de

ocupación humana.Dídac Román y

Valentín Villaverde Bonilla

02 Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias

al ámbito valenciano.Policarp Garay Martín

03 Extensión y límites delecosistema subterráneo.

Alberto Sendra y Ana Sofia P.S. Reboleira

04 Pesqueras en los acantilados de la Marina Alta.

Jaume Buigues i Vila

05 Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de

cavidades generadas por procesos gravitacionales.

González Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero,

Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo

y Carra López, Juan Carlos

página 04

página 16

página 30

página 42

página 52

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

2Consideraciones sobre karst y cuevas

hipogénicas, con referencias al ámbito

valenciano.

Considerations about hypogenic karst and caves,

with special referents at Valencia region (Spain).

Garay Martín, Policarp

CITMA, Generalitat Valenciana. Email: [email protected]

RESUMENTomando como punto de partida los inventarios espeleológicos del territorio valenciano, se plantea por primera vez un enfoque de espeleogénesis hipogénica (karst hipogénico) para poner de manifiesto una muestra de estas cavidades cuyas características responden a procesos y estructuras de tipo hipogénico. Pero, más que un conjunto de descripciones o una exposición de resultados concretos sobre estudios realizados, lo que se aborda es sobre todo un repaso sobre ideas y conceptos a través de los cuales, y con los ejemplos que se aportan, poder dotar de argumentos “diferentes”, sobre espeleogénesis hipogénica, al espeleólogo acostumbrado a observar y estudiar las cuevas y el karst con criterios “tradicionales” y propios del karst epigénico.

El karst hipogénico es entendido aquí como un nuevo modelo natural (sensu Eraso, 1975-76) cuyos procesos de karstificación, sin ser absolutamente diferentes a la mayoría de los descritos en el karst tradicional, producen, sin embargo, formas espeleogenéticas y patrones de cavernamiento (redes laberínticas, salas gigantes, cúpulas ramificadas y drenes ascendentes), sensiblemente distintos a los modelos descritos para el karst epigénico.

Asimismo, entre las cuevas claramente epigénicas y las cuevas típicamente hipogénicas, se dan formas de transición y casos intermedios, especialmente cuando se incorporan flujos hipogénicos agresivos a determinadas redes o sistemas espeleológicos propios de la cinética kárstica de acuíferos libres o freáticos. Este es el caso de las redes freáticas con influencias hipogénicas, en el sentido dado por Ginés y Ginés (2011) en el karst balear.

ABSTRACTTaking as a starting point the Valencian territory caving inventories it is proposed for the first time a focus on hipogenic speleogenesis (Hipogenic Karst) and a sample of hipogenic caves is exposed. Rather than a set of descriptions or an exposition on particular results from carried out studies, what is dealt by is mainly a review on ideas and concepts to provide the speleologist, used to observe and study karst and caves with traditional criteria, with different arguments about hipogenic speleogenesis.

The hipogenic karst is understood as a new natural model (sensu Eraso, 1975-76) which its karstification processes, without being absolutely different to most of those described by the traditional karst, produce, however, speleogenic shapes and cavernating patterns (laberynthic networks, gigant rooms, ramified domes, big ascending conducts) sensibly different to the models described in the epigenic karst.

Additionally, amongst clearly epigenic caves and those tipically hipogenic, transition states and intermediate cases also form, specially when aggressive hipogenic flows incorporate to determined speleological networks or systems, characteristical of the karstic kinetics and the free aquifers. This is the case of the freatic networks with hipogenic influences, in the sense given by Ginés y Ginés (2011) at the Balear karst.

Palabras clave: karst epigénico, karst hipogénico, cuevas hipogénicas, acuífero kárstico confinado. Keys words: epigenic karst, hypogenic karst, hypogenic caves, karstic confined aquifer.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

Haciendo repaso a los diferentes tipos de

cuevas y simas que hemos tenido ocasión

de explorar y estudiar durante décadas

en el País Valenciano, los espeleólogos

disponemos hoy de una muestra

representativa de los diferentes procesos

espeleogénicos y zonas hidrogeológicas que

se pueden encontrar en un macizo kárstico;

tanto en lo que respecta a morfologías

espeleológicas típicas o representativas

de condiciones hidrodinámicas concretas

como en lo referente a cavidades más o

menos complejas y evolucionadas en las

que es posible diferenciar distintas etapas,

fases o secuencias ligadas a una evolución

geológica y paleoclimática cambiante a lo

largo del tiempo, especialmente durante

el Cuaternario. En conjunto, son miles de

cavidades que constituyen un excelente

e interesante laboratorio para realizar

investigaciones científicas de todo tipo.

En el karst tradicional (epigénico) las

cavidades son el resultado de la espeleo-

génesis actuante en los mismos acuíferos

kársticos (calizas, dolomías o yesos) que

observamos en superficie, en los cuales

se diferencia una zona no saturada (ZNS),

donde hay aire y el movimiento del agua

lo determina la ley de la gravedad, de otra

zona saturada (ZS), totalmente inundada y

sin aire, moviéndose el agua en función de

los gradientes hidráulicos. También se puede

diferenciar, entre las anteriores, una zona

intermedia o de fluctuación de los niveles

piezométricos (ZFP), también denominada

zona epifreática, en la cual suelen formarse

los ríos subterráneos de cierto desarrollo,

como la Cueva del Toro (Alcudia de Veo)

o la de Sant Josep (la Vall d’Uixó). En este

esquema de zonificación hidrogeológica

resulta relativamente fácil encajar todas

y cada una de las cavidades conocidas y

catalogadas en el ámbito del País Valenciano

(v.g. Pla, 1953; Donat, 1966; Fernández et

al., 1980 y 1982; Arenós, 2004, etc.). La

mayoría de ellas (especialmente las simas) se

localizan en la ZNS, mientras que sólo unas

pocas son cavidades fluviales o sumergidas

que se sitúen dentro de la ZS o la ZFP.

Pero, más allá de las formas y tipologías

tradicionales y fáciles de explicar, han

persistido en nuestro recuerdo y en nuestras

notas casos “atípicos” que nos hacían pensar

en condiciones hidrodinámicas especialmente

forzadas o extraordinarias. Eran cavidades

que “sorprendían” bien por sus curiosas

morfologías de crecimiento o bien por

su complejo desarrollo. ¿Quién no se ha

preguntado por qué no se han descubierto

más cuevas laberínticas como la Cova de

l’Autopista (Real de Gandia; Valencia)?, ¿o

por qué la Cueva del Perro (Cox; Alicante)

tiene ese espectacular y extraño pozo que

parece atravesar diferentes pisos de la

cueva?, ¿o por qué la Cova de les Calaveres

(Benidoleig; Alicante) tiene esas curiosas y

extraordinarias cúpulas cenitales? En fin,

son cuevas que no concuerdan bien con

los esquemas del karst tradicional, pero que

Fotografías 1 y 2: Dos de los numerosos “pozos alimentadores” (feeders) de la Cova de l’Autopista.

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realmente no son tan extraños si tomamos

como referentes otros ejemplos más remotos

y exóticos. Es, pues, el momento de hablar

de las cuevas hipogénicas, que suponen otra

manera de entender la espeleogénesis.

Es conocido que frente a los acuíferos

kársticos libres (también llamados freáticos)

también hay en la naturaleza los acuíferos

kársticos confinados (también llamados

cautivos), cuyo carácter kárstico queda

puesto de manifiesto tanto por las columnas

de los sondeos como por los parámetros

hidráulicos medidos en ensayos de bombeo.

Sin embargo, el espeleólogo generalmente

pensaba que ni la espeleogénesis ni las

posibles cuevas contenidas en ellos podrían

resultar de su interés por no ser fácilmente

accesibles. Craso error, si tenemos en

cuenta que precisamente han sido acuíferos

confinados los responsables de la formación

de muchas de las mayores cavidades del

mundo, en recorrido.

Durante las últimas décadas del siglo XX,

la mayoría de los espeleólogos españoles y

europeos presenciábamos atónitos, como

verdaderas excepciones y rarezas, las lejanas

cuevas sulfúricas y termales formadas en el

SW de USA (las de Carlsbad, Lechuguilla,

Jewell cave, Wind cave y otras), las cuevas de

origen hidrotermal formadas en el entorno

de la capital de Hungría (como las del

Castillo de Buda, Pál-Völgyi, Szemló-Hegy...)

o los grandes sistemas en yesos de la región

de Podolia, en Ucrania (Optimisticheskaja,

Ozernaja, Zolushka...). Sin embargo, la

reciente difusión, en lo que llevamos de siglo

XXI, de un nuevo enfoque general sobre el

karst y las cuevas hipogénicas, especialmente

vinculado a los acuíferos confinados, ha

supuesto un punto de inflexión importante

en las investigaciones espeleológicas. A mi

entender, el trabajo conjunto de Klimchouck,

Ford, Palmer y Dreybrodt (2000) y la

difusión de numerosos trabajos a través de

internet (particularmente a partir de www.

speleogenesis.com) marcan el inicio de

esta nueva etapa de investigaciones, pues

se descubren y se reinterpretan como de

origen hipogénico muchas cuevas que hasta

entonces no estaba del todo claro que lo

fueran. En todos los continentes se multiplican

nuevos ejemplos de cuevas hipogénicas y de

ello va quedando constancia en una creciente

y abundante bibliografía. Otra publicación

que también ha alcanzado gran difusión

corresponde a las actas de la conferencia

internacional de Chernivtsi (Ucrania) sobre

Espeleogénesis hipogénica e Hidrogeología

kárstica de acuíferos confinados (Klimchouk

y Ford, 2009), si bien, la lista de referencias

de renombre es ya muy amplia.

Hasta aquí venimos diferenciado tácitamente

dos tipos de cuevas (epigénicas e hipogénicas)

y dos modalidades de karst (epigénico

e hipogénico); y estos dos conceptos

(epigénico versus hipogénico) los hemos

relacionado y atribuido, respectivamente, a

los acuíferos kársticos libres y a los confinados

Fotografía 3 (izda.)Pared de tipo boxwork en la Cova de l’Autopista. La pared de dolomía se areniza y desprende, mientras que la calcita de las venas resiste y sobresale.

Fotografía 4 (dcha.)Pequeña galería cegada (dead ends) por las arenas dolomíticas de la Cova de l’Autopista.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

o cautivos. En mi opinión, ésta es la clave

del asunto, a pesar de que en la bibliografía

encontraremos opiniones de otro tipo,

como las que consideran que lo hipogénico

responde siempre a determinados procesos

corrosivos endógenos (emanaciones de SH2

que evoluciona a sulfúrico, oxidación de

sulfuros metálicos, que también generan

ácido sulfúrico y CO2, ascenso de aguas

termales, etc.) aunque el escenario de

actuación sea un acuífero libre (Audra et alii,

2009; Palmer, 2011).

Hace bastantes años que Eraso (1969) incidía

en explicar con detalle la diversidad de

mecanismos de corrosión que se pueden dar

en el karst (en aquel momento considerando

especialmente el karst epigénico que se

desarrolla en rocas carbonatadas): corrosión

clásica (por carbónico), corrosión por

oxidación-reducción, corrosión por mezcla

de aguas (Bögli), corrosión climática (cambios

de estado aire-agua-hielo), oxidación de

la pirita (y de otros sulfuros), sustitución

(dolomitización...) y, además, diferentes

procesos orgánicos (corrosión bioquímica)

que se dan casi exclusivamente en el epikarst

por efecto de la vegetación o de los suelos

(ácidos húmicos, nítrico…), etc.

A estos mecanismos de corrosión de

carbonatos se podrían añadir otros como

el de la karstificación por ácido sulfúrico,

no ya el citado, que resulta de la oxidación

de sulfuros, sino el generado –entre otras

teorías (ver Jagnow et alii, 2000)- a partir

de emanaciones de SH2 relacionadas con

yacimientos petrolíferos; o los procesos

de karstificación ligados a emanaciones

volcánicas, flujos hidrotermales, etc.

Sin embargo, a pesar de que estos

mecanismos (especialmente el de la

karstificación sulfúrica de origen profundo)

han sido tradicionalmente vinculados a

sistemas kársticos hipogénicos, entiendo

e insisto en que la principal diferencia

entre un karst hipogénico -o una cueva

hipogénica- de otro que no lo sea no es

solamente el mecanismo particular de la

karstificación, sino, sobre todo, los controles

físico-químicos y estructurales bajo los cuáles

ésta se produce. Es decir, que la principal

diferencia estaría en el carácter cinético de

la karstificación epigénica (ligada a los flujos

vadosos o freáticos de un acuífero libre)

frente al balance de masas que se da en la

karstificación hipogénica, debido al contacto

reposado entre la roca (las paredes de los

huecos) y el agua agresiva, en un medio

extraordinariamente tranquilo y lento.

Aquí, la karstificación se produce de forma

extensiva y penetrante (incrementando

notablemente la porosidad total y el

Fotografía 5 (izda.)Restos de un tabique de roca (partitions) debido al crecimiento “coalescente” de galerías.

Fotografía 6 (dcha.)Outlets en la Cova de l’Autopista

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

coeficiente de almacenamiento del acuífero),

si bien, ocasionalmente pueden llegar a ser

notables los flujos corrosivos ascendentes

(fluidos poco densos, ascenso de gas, flujos

térmicos...) que son habituales bajo estas

condiciones.

El primer caso (karst epigénico = acuífero

libre) corresponde a un sistema abierto, ya

que intercambia energía y materia con el

exterior (recarga hídrica, solutos, materia

orgánica, carga terrígena, CO2...). En

cambio, el karst hipogénico (= acuífero

confinado) se comporta prácticamente como

un sistema cerrado, que no interactúa con el

exterior y consume sus propios recursos. Éste

es el principal y determinante aspecto para

concretar estos conceptos (epigénico versus

hipogénico), y con esta concepción podemos

también entender que nos hallamos ante un

“nuevo” MODELO NATURAL en el que

se da una CONVERGENCIA DE FORMAS

características claramente diferentes de las

observadas en los karsts hipogénicos; todo

ello en el sentido que ha venido propugnando

Eraso (1975-1976) y Eraso y Pulina (2011).

Si tenemos en cuenta que, además de la

corrosión de los carbonatos, hay otros

procesos de karstificación que actúan sobre

otros tipos de rocas (disolución iónica

responsable del karst salino y del karst en

evaporitas, o la hidrólisis que actúa sobre

los feldespatos, etc.), y que en estas rocas

(al menos en yesos, notablemente), también

se dan cavernas y morfologías hipogénicas

cuando constituyen acuíferos confinados,

se demuestra que la citada teoría de “los

modelos naturales y la convergencia de

formas” funciona, una vez más.

Las formas características a las que me

refiero son ampliamente conocidas (véase,

por ejemplo, Klimchouk, 2007 y 2009) y

entre ellas se comprueba que existe una

clara semejanza dinámica a pesar de que

las rocas en las que se dan sean distintas

(calizas, dolomías, yesos...) y los agentes y

procesos de karstificación también lo sean

(disolución iónica, corrosión clásica, procesos

hidrotermales, corrosión sulfúrica, etc.).

Siguiendo los ejemplos de estas publi-

caciones, las formas características de las

cuevas hipogénicas se pueden resumir grosso

modo en puntos de alimentación (feeders),

morfologías de huecos y galerías (a menudo

formas de conductos coalescentes y restos

de tabiques o partitions, etc.), marcas de

pared (como las texturas de boxwork, y

especialmente marcas de ascenso de flujos

corrosivos: rising wall channels) y formas de

bóveda o descargas ascendentes (outlets).

De todas estas formas se muestran ejemplos

Fotografía 7 (izda.)Elongación vertical de un conducto de la Cova del Far, atribuida al efecto de la fluctuación piezométrica en la zona de “descompresión” del acuífero confinado.

Fotografía 8 (dcha.)Desarrollo de conductos inclinados en la Cova del Far. Foto: José Manuel Ros.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

en las fotografías 1 a 16, que se incluyen en

este trabajo, todas ellas correspondientes a

cavidades valencianas citadas en el texto.

UNA PRIMERA APROXIMACIÓN AL

“MODELO NATURAL” DE LAS CUEVAS

HIPOGéNICAS

De forma simple y eludiendo detalles,

podemos decir que en un acuífero kárstico

libre, el agua se desplaza a través de

conductos que se originaron y agrandan a

su paso; asimismo, por disolución, el agua

en movimiento puede originar sobre las

paredes, techo y suelo de estos conductos

marcas y huellas de disolución (scallops,

flutes, acanaladuras, entalladuras de

corrosión...) y cuando coexisten depósitos de

sedimentación terrígena puede formar otro

tipo de estructuras de disolución (pendants,

canales de bóveda...) e incluso, entrando los

conductos en carga y quedando aire atrapado

contra la bóveda, pueden dar lugar a cúpulas

de disolución. En todo caso, el proceso de

karstificación es un proceso cinético que

viene determinado por el movimiento y

circulación del agua en el acuífero, tanto en

régimen vadoso como freático.

Por el contrario, en los acuíferos confinados,

la circulación del agua es extraordinariamente

lenta, y hasta podríamos decir que

casi inexistente, pues es sabido que la

permanencia del agua en estos acuíferos

(figura 1) puede llegar a ser de centenares

e incluso miles de años (Custodio y Llamas,

1976; p. 1273). Por ello, los procesos físico-

químicos de la karstificación es evidente

que ya no son de tipo cinético, sino que

responden a balances de masas que se

dan en un medio tranquilo y a lo largo y

ancho del contacto entre los huecos de una

roca soluble y un agua agresiva, capaz de

karstificarla (por corrosión o por disolución).

En consecuencia, en lugar de conductos de

circulación, la espeleogénesis que se dará

en estos acuíferos es más bien de cavidades

reticulares y laberínticas (network mazes) de

desarrollo marcadamente bidimensional o

tridimensional.

La mayoría de estas redes tienen tendencia

a crecer “hacia arriba” con una componente

ascendente que resulta relativamente fácil

de entender si tenemos en cuenta, por una

parte, que nos hallamos en situaciones de

sobrecarga hidráulica y elevada presión

confinante (por lo tanto es el techo de la

estructura el que soporta directamente esa

presión o empuje “hacia arriba”), y por

otra, que puede haber ascenso de gases

o de flujos menos densos y originados a

cierta profundidad, siendo éstos capaces

de desplazarse siguiendo vías ascendentes

existentes o de nueva formación.

En todo caso, no es habitual que encontremos

estructuras de flujo (circulación) más allá de

las que forman durante su ascenso los citados

fluidos agresivos y burbujas (gases). Sus

efectos son estructuras y morfologías “de

flujo ascendente” que resultan netamente

distintas a las que originaba la circulación

hidrogeológica ligada a los gradientes

hidráulico.

A menudo, la morfología de estas redes de

cavernas laberínticas se adapta a desarrollos

planares (uno o varios planos superpuestos)

y más o menos inclinados y paralelos a la

geometría de los contactos hidrogeológicos

y la estructura geológica del acuífero

confinado que las contiene. Sin embargo,

en los casos en que los ascensos de fluidos

y gases agresivos son importantes, el

desarrollo de la espeleogénesis puede tender

a un modelo más arborescente e irregular

Fig. 1Esquema de un acuífero confinado con una estimación del tiempo de permanencia del agua (tomado de Custodio y Llamas, 1976).

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

(tridimensional).

Evidentemente, estos sistemas son

prácticamente inaccesibles al espeleólogo –y

al espeleonauta- cuando se están formando.

Pero cuando el relieve evoluciona y los

acuíferos cautivos dejan de serlo (al vaciarse

y ocupar posiciones relativamente elevadas y

vadosas, en ZNS), cualquier abertura casual

se convierte en un punto de penetración (a

veces diminuto) que permite al espeleólogo

acceder a complejos y laberínticos sis-

temas, a menudo difíciles de topografiar

pero generalmente muy “agradecidos”

espeleométricamente hablando. Este es el

caso de la conocida Cova de l’Autopista

(GEM, SCAV y CUM, 1987), cuya múltiple

boca de acceso se abrió casualmente durante

la construcción de la autopista de peaje A-7

en el término municipal de Real de Gandia

(figura 2). Y es el caso también de la menos

conocida Cova del Far (en la Serra Gelada, en

término municipal de Alfàs del Pi), accesible

a través de una diminuta boca originada por

el retroceso reciente (Holoceno) de la ladera

donde se abre. Ambas cavidades han sido

objeto de un reciente estudio, coordinado

por Alberto Sendra, que esperamos poder

ver publicado en breve.

OTROS MODELOS NATURALES DE

CUEVAS HIPOGéNICAS EN ACUÍFEROS

CONFINADOS

Además del “modelo natural” que

representan las redes cavernarias de

desarrollo laberíntico (maze caves), más o

menos reticuladas (network maze caves) o

irregulares (spongework maze caves), hay

cuevas hipogénicas que responden a otros

patrones o modelos naturales claramente

diferentes, a pesar de que en todos ellos

suelen concurrir morfologías de detalle (de

crecimiento ascendente) similares.

Así, son de destacar gigantescas salas, como

las detectadas en el interior del macizo

montañoso de Rhodope, cerca de Chepelare

(Bulgaria). Sebev (1970) y Dublyansky (1974

y 2000) dieron a conocer la existencia, entre

otras, de una gigantesca sala de unos 238 hm3

de volumen, de unos 800x620x479 metros,

descubierta ya en 1959 y “explorada”

mecánicamente en las campañas de sondeos

de los años 1966 a 1969. Estas salas se

encuentran completamente inundadas por

aguas muy corrosivas, con una temperatura

en torno a 90ºC y con una presión de

hasta 170 atmósferas. La roca encajante

corresponde principalmente a mármoles

proterozoicos confinados por gneises que los

cabalgan.

Evidentemente no son cuevas accesibles al

espeleólogo, pero nos indican y reproducen

un nuevo modelo de cuevas hipogénicas:

grandes volúmenes debidos a una

karstificación intensa y concentrada, capaz

de consumir un gran volumen continuo de

roca a cierta profundidad y en un marco

geotérmico muy evidente.

Durante las XVII Jornadas de la SEDECK

(celebradas en Karranza, octubre de 2006),

Adolfo Eraso incidió en la importancia que a

menudo tienen los mecanismos de corrosión

por oxidación-reducción en el karst (Eraso

1969) y volvió a referir su ya conocida teoría

(Eraso, 1996) sobre la intervención de aguas

Fig. 2Red laberíntica de la Cova de l’Autopista, desarrollada sobre un plano inclinado unos 20º al Norte.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

termales cargadas de Mg en el determinante

proceso local de dolomitización de caliza

Urgo-Aptiense que desencadenó la

formación de la impresionante Sala Jon Arana

(Torca del Carlista). Con este planteamiento

y ante la proximidad de los manantiales

termales del Molinar (Balneario Padres

Palotinos), algunos de los asistentes a las

jornadas comprendimos que nos hallábamos

claramente ante una extraordinaria cueva

hipogénica. Una reciente exploración a la

Torca del Carlista (con el club Espeleotorre,

de Torredembarra) nos ha permitido

completar el esquema, al comprobar que los

niveles dolomitizados están relativamente

profundos y por debajo de niveles margosos

y sabulosos (con un buzamiento medio de

43º al Sur) que habrían actuado como capa

confinante (es la estructura de un acuífero

confinado).

Y referido al territorio valenciano,

últimamente barajamos la hipótesis de si

la gran sala de la Sima del Campillo (Tous)

¿no podría responder al hundimiento de

una primera gran sala de origen hipogénico

que se habría formado en un acuífero

confinado, teniendo como techo las margas

blanquecinas de la Formación Margas de

Alarcón? En fin, por ahora esto no es más

que una simple conjetura, pero lo traigo a

colación para que el lector compruebe lo

“contagioso” y, asimismo, arriesgado que

puede llegar a ser una excesiva predisposición

mental por lo hipogénico. En todo caso, es

un nuevo punto de vista que se puede tener

en cuenta para futuros estudios, pues, en

definitiva, nadie hasta ahora ha dado una

explicación motivada sobre la formación de

la mayor sala subterránea natural del ámbito

valenciano.

Por otra parte, siguiendo los pasos de

la “escuela húngara”, entre las teorías

y modelos de cuevas hidrotermales que

durante décadas han sido desarrolladas y

propuestas, llama la atención una dualidad

de modelos (véase Muller y Sarvary, 1977):

• CuevasdeltipoSatorkopuszta: una sala

basal (límite de exploración) que puede

ser asimilada a una cámara magmática,

a partir de la cual se desarrolla una red

ascendente y arborescente de cúpulas.

• Cuevas laberínticas: formadasporagua

ascendente a través de una formación

caliza confinada (acuífero confinado).

Ejemplo: Cserszegtomajikut.

Collignon (1983) describe grutas termales

del norte de África (macizo des Bibans,

Argelia) que forman redes de cúpulas

coalescentes y yuxtapuestas. Quizá con

este modelo coincida la parte ascendente

(redes de cúpulas ascendentes) del “modelo

Fotografía 9 (izda.)Outlets en la Cova del Far.

Fotografía 10 (dcha.)Bóvedas corrosivas de la Cova de les Calaveres.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

Satorkopuszta”. Sin embargo, mientras no

se demuestre la existencia de la gran cámara

inferior, podemos considerar también que se

trata de un modelo en sí mismo, separado

y diferente al de las grandes salas. En todo

caso, identifico con este modelo una serie

de pequeñas cavidades existentes en calizas

del Mioceno próximas al paraje del Tos Pelat

(Moncada; Valencia), posiblemente una

antigua zona de descarga ascendente del

acuífero calizo y parcialmente confinado

que se extiende hasta las proximidades

de Llíria, unos 20 km al Noroeste de este

sector. Se trata de un acuífero interesante

pero prácticamente olvidado en los estudios

hidrogeológicos regionales.

En este sector, la Cova Tubulada (Moncada;

Valencia) es, a pesar de sus modestas

dimensiones (unos 15 m de recorrido),

una expresiva muestra de cavidad formada

por un conjunto arracimado de cúpulas

coalescentes y yuxtapuestas, que forman

una “falsa galería” (figura 3). En los techos

de otras cuevas y abrigos cercanos siguen

proliferando formas similares: conductos

ascendentes y redondeados que perforan la

roca (outlets).

También presenta numerosas cúpulas

ascendentes y estructuras esponjosas

(spongework) casi todo el techo de la Cova

de les Calaveres (Benidoleig; Alicante).

Pero en este caso no observamos una red

coalescente ni arborescente de cúpulas,

tal como la hemos entendido y visto en

ejemplos anteriores, sino que se trata de un

verdadero conducto principal más o menos

rectilíneo y amplio (figura 4). Presenta un

desarrollo ascendente y de carácter surgente

(en gran parte inundado) por ser un punto

de descarga lateral del Subsistema Castell

de la Solana (Pulido, 1979), parcialmente

confinado, sobre todo en el sector donde

se produce esta descarga. Tanto por el

carácter ascendente de este dren (asciende

desde el acuífero confinado) como por la

espectacular morfología corrosiva de su

bóveda, no hay duda de que nos hallamos

ante una espeleogénesis de tipo hipogénico.

Hasta aquí hemos destacado varias modali-

dades de cavidades hipogénicas con los que

hemos podido identificar o asimilar diversas

cavidades valencianas (o españolas, en el

caso de la Torca del Carlista). Concretamente

hemos referido y diferenciado las siguientes

clases:

1. Redes laberínticas (aunque hay muy

diversas): COVA DE L’AUTOPISTA

2. Salas gigantes (Torca del Carlista): ¿SIMA

DEL CAMPILLO?

3. Salas con ramificaciones ascendentes (tipo

Satorkopuszta)

Fig. 3 (izda.)Topografía de la Cova Tubulada (publicada en Fernández et al., 1980)

Fig. 4 (dcha.)Arriba topografía de la Cova de les Calaveres (del Grupo Spéos, de Alcoi) donde se aprecia el carácter ascendente de la surgencia (drenada artificialmente por un túnel artrificial) y la abundancia de grandes outlets a lo largo de la cueva.Abajo detalle de la zona sumergida de Virgata i Sergi, 2008)

http://espeleologiabibliografia.blogspot.com.es/2009/10/las-calaveras-o-la-cueva-de-benidoleig.html

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3.b. Redes de cúpulas (coalescentes y

ramificadas): COVA TUBULADA

4. Drenes ascendentes y amplios: COVA DE

LES CALAVERES

En todos estos casos considero que siempre

hay una estructura de acuífero confinado

dentro de la cual se ubica o se desarrolla la

espeleogénesis hipogénica.

La primera de estas modalidades o clases

(REDES LABERÍNTICAS) engloba, a su vez,

diferentes tipos de sistemas laberínticos. En

principio resulta posible distinguir algunos

sistemas de carácter más ramificado y

tridimensionales (al parecer responden más

al predominio de flujos muy corrosivos

y ascendentes) de otros más reticulados

y de predominio bidimensional (planar

o multiplanar) que se desarrollan en

la proximidad o en contacto de capas

confinantes más o menos inclinadas. Este

segundo caso lo identificamos con las redes

yesíferas de Ucrania, pero también el de

la Cova de l’Autopista, que se desarrolla

en un acuífero dolomítico Cenomaniense

(Formación Dolomías de Alatoz) teniendo

como capa confinante a la Formación

Dolomías y margas dolomíticas de Villa de

Ves, que buzan unos 20º al Norte (figura 5).

Las citadas redes laberínticas se habrían

desarrollado en el seno de un acuífero

confinado, donde la inclinación dominante

de la red cavernaria (tanto si el desarrollo

es bidimensional como tridimensional)

viene a coincidir con la estructura principal

y/o el buzamiento de los contactos

litoestratigráficos.

En el caso de la Cova del Far (Alfàs del Pi;

Alicante), aunque la estructura geológica

es inclinada (Yébenes, 1996): un acuífero

calizo (calcarenitas), confinado por margas

del Albiense superior que buzan unos 30º

al NW, la parte explorada de la cueva no

se desarrolla en el contacto con la capa

confinante, ni tiene la inclinación de la

estructura, sino que presenta un carácter casi

horizontal (figura 6). Al parecer, la corrosión

habría actuado sobre todo en la parte superior

del acuífero confinado, donde la presión

disminuye (la desgasificación del CO2 se

completa o se agudiza) y éste pasa a adquirir

finalmente un carácter freático. Es decir, la

karstificación es intensa (por la llegada de

los flujos hipogénicos ascendentes) pero

se desarrolla sobre todo acoplándose a las

condiciones freáticas que se dan en el límite

y parte superior del acuífero, que deja de ser

confinado para convertirse gradualmente en

libre. La oscilación piezométrica se nota más

y ello redunda en un relativo recrecimiento

o elongación vertical de los conductos que

forman la red, manteniendo en todo caso su

morfología hipogénica: un laberinto reticular

(network maze) con sus canales verticales

de alimentación (feeders) y sus estructuras

de fuga ascendente (outlets), todo ello

formando una yuxtaposición –más que

superposición- de conductos.

Entiendo que la Cova del Far forma parte

de una red hipogénica, desde el punto de

vista de la espeleogénesis, y aunque distal

o relativamente elevada, todavía ubicada

dentro del límite y estructura geológica del

propio acuífero confinado.

Fig. 5 (izda.)Esquema que muestra el desarrollo y morfología general de la Cova de l’Autopista, excavada en el contacto entre dos formaciones litoestratigráficas.

Fig. 6 (dcha.)Corte geológico de la Serra Gelada (tomado de Yébenes, 1996), con la posición que ocupa la Cova del Far, desarrollada en la parte alta (calcarenitas) de la unidad C2, teniendo como capa confinante las margas de la unidad C3.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

En la gran sala de la Torca del Carlista (y

opcionalmente en la del Campillo, si fuera

el caso) es evidente que lo que vemos hoy

es una traslación hacia arriba del hueco

hipogénico original (formado dentro de un

acuífero confinado), como consecuencia de

colapsos y de un proceso clástico remontante.

Es decir, realmente presenciamos la evolución

geomorfológica de lo que en origen pudo ser

una SALA GIGANTE en sentido hipogénico

Las cavidades ascendentes y ramificadas

de la tercera modalidad (CÚPULAS

RAMIFICADAS) se caracterizan por sus

formas redondeadas a modo de cúpulas

coalescentes, formando “pseudogalerías/

pseudopozos” cuyos desarrollos e

inclinación pueden variar considerablemente

de unos casos a otros. Sus irregulares

desarrollos tienden a ser ramificados o

incluso arracimados. Este modelo parece

ser el caso más claramente vinculado al

ascenso de gases o flujos corrosivos en el

seno del acuífero confinado, quizá ya cerca

de su límite y en transición hacia condiciones

freáticas normales (ZS).

La principal diferencia entre la modalidad

anterior y la de la clase 4 (DRENES

ASCENDENTES) es que ésta responde a una

descarga hídrica bien definida y localizada,

procedente de una unidad hidrogeológica

que, antes de surgir al exterior, recorre

un trayecto confinado, de manera que

hay un gran conducto ascendente (desde

un acuífero confinado y con aguas muy

agresivas) amplio y bien definido: en cierto

modo un manantial vauclusiano pero con

la salvedad de que procede de un medio

hipogénico (acuífero confinado) aunque

forme parte de un contexto regional más o

menos freático. Nuestro ejemplo más claro

es la Cova de les Calaveres, pero quizá la

situación no diste demasiado del caso de

la Cova del Moraig (Benitatxell; Alicante)

que constituye un interesante conducto

de descarga submarina del Subsistema de

la Depresión de Benissa después de haber

circulado el agua a cierta profundidad

y supuestamente bajo condiciones de

confinamiento, bajo las margas de “facies

tap”, del Mioceno marino de la región. Para

más detalles y discusión sobre este ejemplo

me remito a las intervenciones de José Mª

Cortés y de Juan José Rodes, previstas en

estas XXIV Jornadas de la SEDECK donde

presentamos también este trabajo.

CUEVAS O REDES FREÁTICAS CON

INFLUENCIA HIPOGéNICA

En sus clasificaciones morfogenéticas de

cavidades kársticas de Mallorca y de las

Islas Baleares, Joaquín y Ángel Ginés (2009

y 2011) diferencian, por una parte las

“cuevas hipogénicas”, refiriendo ejemplos

de pequeñas cavidades formadas por

Fotografía 11 (izda.)Grandes outlets en el vestíbulo de la Cova de les Calaveres. Uno de ellos (izquierda) alcanza el exterior (un espeleólogo da la referencia de escala), formando un pozo de unos 25 metros.

Fotografía 12 (dcha.)Cúpulas (outlets coalescentes) en el interior de la Cova Tubulada.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

cúpulas coalescentes, y por otra una nueva

clase a la que denominan redes freáticas

con influencias hipogénicas. El prototipo de

esta modalidad es la ya famosa Cova des

Pas de la Vallgornera, una red laberíntica

de 67 km de recorrido, en parte aéreo y en

parte sumergido, ubicada en el acuífero libre

costero de la plataforma neógena del sur de

la isla de Mallorca, y desarrollada en calizas

recifales muy porosas. Resulta muy llamativo

que una buena parte del sistema (su sector

Oeste) presente evidencias geomorfológicas

de una intensa actividad hipogénica

(Merino y Fornós, 2010). La explicación

de estas formas ha sido entendida por la

incorporación al acuífero freático de aguas

hipogénicas profundas, ligadas a una

anomalía geotérmica descrita en este sector

de la isla (ops. cit.).

A diferencia de la Cova del Far (ligada a

la estructura de un acuífero cautivo), la

mallorquina es una red freática ubicada

en un acuífero libre, a pesar de las claras

influencias hipogénicas que manifiesta una

parte notable de la cavidad.

No conocemos en el territorio valenciano

ningún caso similar, pero la existencia de esta

modalidad, nos ayuda a entender mejor un

par de aspectos que habían llamado nuestra

atención en la Cova de Sant Josep (la Vall

d’Uixó; Castellón). Esta cueva es el dren

principal de un acuífero libre que se desarrolla

en dolomías triásicas (Muschelkalk), pero la

temperatura de 19ºC de sus aguas (casi 3ºC

por encima de lo esperable) es indicativa de

una anomalía geotérmica, cuyo origen está

en un aporte puntual de aguas termales

procedentes de un acuífero confinado

(areniscas y argilitas del Triásico inferior) en

el entorno de Alfondeguilla (Garay, 2001). A

lo largo de la cavidad se observan algunas

cúpulas ascendentes (outlets) que distaban

bastante de ser simples cúpulas de corrosión

de bóveda como las observadas en otras

cavidades freáticas. Entendemos ahora, que

en cierto modo hay una clara relación causa-

efecto entre los dos hechos expuestos.

Además de estos ejemplos, referidos a

redes freáticas que han recibido aportes

hipogénicos, se puede también citar un

caso singular, por tratarse de una cavidad

propia de la ZNS, realmente una fractura o

“diaclasa” (según el argot espeleológico),

que en uno de sus extremos y en sus cotas

más profundas (-60 m desde la boca),

alcanza un sector donde predominan las

formas hipogénicas con un carácter muy

restringido y local. Se trata del Avenc de

la Clapissa (Serra; Valencia), una fractura

de marcada dirección N-S y unos 150 m

de longitud, que en profundidad y en

uno de sus extremos alcanza una zona

donde el acuífero llegó a estar confinado,

y en ella se pasa hoy bruscamente de una

Fotografía 13 (izda.)Outlets en la boca de la Cova Tubulada.

Fotografía 14 (dcha.)Cuencos de disolución ascendente (solution pockets) e incipiente boxwork en el Avenc de la Clapissa.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

morfología gravitacional y vadosa a una

morfología donde predominan estructuras

y formas típicas del karst hipogénico.

Lamentablemente no se alcanza ningún

desarrollo espeleométrico especial, pero

resulta interesante e ilustrativo como

referencia de una cavidad mixta (epigénica

con influencias hipogénicas): una sima que

llegó a alcanzar no ya la zona saturada de un

acuífero libre, sino la zona de desgasificación

(flujos corrosivos ascendentes) de un acuífero

confinado aledaño.

Antes de finalizar estas notas debo insistir

en que la clasificación que exponemos está

basada en una serie de casos y experiencias

concretas y, aunque conocemos otras

clasificaciones de cuevas hipogénicas,

como la de Audra et al. (2009), no se

ajustan estrictamente a nuestro concreto

planteamiento y marco regional, por lo cual,

y teniendo en cuenta nuestras limitaciones

de espacio y de objetivos, hemos eludido

entrar en más consideraciones al respecto.

CONCLUSIÓN

A través de un repaso a los catálogos

espeleológicos de la Comunidad Valenciana,

y habiendo realizado antes un recorrido

sobre bibliografía y ejemplos referidos a

la espeleogénesis hipogénica, se aportan

y comentan diferentes ejemplos de

cuevas hipogénicas en el ámbito territorial

valenciano.

Se pone de manifiesto la vinculación directa

que existe entre la espeleogénesis hipogénica

y los acuíferos confinados, defendiendo

que, más que los diferentes procesos de

karstificación, es la estructura hidrogeológica

(de acuífero confinado) y la dinámica del

proceso (más ligado al balance de masas que

a la cinética) lo que determina el MODELO

NATURAL de las cuevas hipogénicas.

Se sugiere y propone diferenciar hasta cuatro

clases o modalidades de cuevas hipogénicas

(redes laberínticas, salas gigantes, cúpulas

coalescentes y drenes ascendentes)

dentro de este modelo natural que queda

definido por una clara CONVERGENCIA DE

FORMAS: los diferentes tipos de morfologías

características de la espeleología hipogénica.

Fotografía 15 (izda.)Disolución hipogénica de tipo boxwork en el Avenc de la Clapissa.

Fotografía 16 (dcha.)Surcos ascendentes (rising wall channels) y micropits en el Avenc de la Clapissa.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

3Extensión y límites del ecosistema

subterráneo.Extension and limits of the Subterranean Ecosystem.

Alberto Sendra1 & Ana Sofia P.S. Reboleira2

1 Departamento de Ciencias de la Vida, Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, Spain.

Asociación para el Estudio del Patrimonio Subterráneo, Valencia, Spain. Email: [email protected]

2 Departamento de Ambiente e Ordenamento, Universidade de Aveiro, 3810-193 Aveiro, Portugal. Email:

[email protected]

RESUMENA lo largo del artículo, los autores intentan que el lector, con unos mínimos conocimientos previos de biología, pueda conocer la dimensión del ecosistema subterráneo. El texto comienza por definir el conjunto diverso de hábitats bajo la superficie denominado dominio subterráneo, donde sus habitantes no reciben luz alguna. Un mundo de perpetua oscuridad, donde la vida se abre camino en su interior. Hormigas, termitas, la fauna que habita el suelo, los organismos de las aguas intersticiales que deambulan por los estrechos espacios entre las gravas, son algunos de los habitantes subterráneos. Y por debajo de ellos, los cavernícolas se abren paso entre la red de grietas impracticables o las enormes galerías y salas de centenares de kilómetros visitables, formando el ecosistema subterráneo. En éste, sus moradores encuentran una vida de estabilidad pero con escasos recursos, donde los productores primarios que necesitan la energía solar no existen. Un elenco de invertebrados consumidores secundarios que permite la existencia de predadores, tanto invertebrados como algunos vertebrados, se alimenta sobretodo de la materia orgánica que se filtra con el agua desde el exterior.Toda esta fauna, denominada cavernícola, llega a extenderse desde las cavidades marinas hasta los acuíferos kársticos más profundos. La Sima Krubera-Voronya, la cavidad más profunda del mundo con sus más de dos mil metros desde la superficie, nos da una buena muestra de hasta donde son capaces de llegar los cavernícolas. Aunque esta extensión también tiene sus límites ya que la falta de entrada de energía del exterior en climas extremos (desiertos o tierras de suelos helados) limita o impide la existencia de vida en el ecosistema subterráneo. Por otra parte, como mostramos en la Cueva de la Autopista, las cavidades hipogénicas no poseen fauna cavernícola característica en su interior. En su formación no hubo contacto con la superficie del terreno y los conductos subterráneos permanecen aislados por una capa de litología adversa (impermeable) que impide la entrada de agua de filtración con nutrientes o simplemente la colonización de la fauna del dominio subterráneo.

ABSTRACTThroughout this article, the authors pretend to explain to readers with basic prior knowledge of biology, the dimension of the subterranean ecosystem. We begin with the definition of the diversity of habitats under the surface. The so-called subterranean domain is a world of perpetual darkness, where life finds its way. Ants, termites, soil and interstitial water inhabiting fauna, are some of the subterranean dwellers. Below the surface, the organisms make their way through the network of small cracks or through huge galleries and chambers with hundreds of miles, composing the subterranean ecosystem. Its inhabitants found stable conditions but limited food resources, since primary sun dependent producers can not develop. A cast of invertebrate secondary consumers allows the existence of predators, both invertebrates and even vertebrates, feed mainly of organic matter filtered with water from the surface. All this fauna called cave-dwellers, reach caves extended from sea to deeper karstic aquifers. Krubera-Voronja, the world’s deepest cave with more than two thousand meters deep from the surface, is a good example of how deep cave animals can be distributed. The extension of the subterranean ecosystem also has its limits and the lack of external energy input in extreme climates (deserts or frozen lands) prevents the existence of life. Moreover, as we show in the Autopista Cave, hypogenic caves in development do not posses charateristic cave-dwellers. These genetic processes that lead to the formation of those caves include the lack of contact with the surface, so their subterranean conduits remain isolated by a layer of different lithology (waterproof) that prevents water nutrient input and the fauna colonization of the subterranean domain.

Palabras clave: Dominio subterráneo, Ecosistema subterráneo, fauna cavernícola, Sima Krubera-Voronya, Cueva de la Autopista, colonización fauna subterránea.Keys words: Subterranean domain, Subterranean Ecosystem, dwellers fauna, Krubera-Voronya cave, Autopista cave, subterranean fauna colonization.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

La vida se abre camino, y si no que se

lo digan a los actores de las películas de

Jurassic Park descuartizados por dinosaurios

que no deberían haber podido reproducirse

porque los clonaron sólo como hembras. Y

la vida se abre camino incluso en la perpetua

oscuridad de las cuevas, donde los animales

que allí habitan adaptan su morfología,

metabolismo y comportamiento a vivir en

ausencia de la luz solar. Este mundo bajo

nuestros pies, conocido como dominio

subterráneo o hipogeo, es complementario,

a la vez que opuesto, al denominado dominio

epigeo que abarca los ecosistemas sobre la

superficie terrestre. Las primeras definiciones

del dominio subterráneo, propuestas por

autores como Emil G. Racovitza (1907),

René Jeannel (1943), Albert Vandel

(1964), René Ginet & Vasile Decou (1977)

o Thomas C. Barr (1968), incluyeron un

conjunto heterogéneo de hábitats, con

características ambientales bien distintas.

No obstante, cuando la literatura científica

trata el dominio subterráneo, casi siempre se

centra en el hábitat más conocido: las cuevas

y simas, dejando en muchas ocasiones al

margen hábitats tan singulares como las

microcavernas: madrigueras de mamíferos u

otros vertebrados, hormigueros y termiteros.

Estos hábitats cuentan, además de con sus

moradores, con una fauna muy específica

de insectos oscurícolas e higrófilos (amantes

de la oscuridad y la humedad). El dominio

subterráneo, en ambientes terrestres,

también abarca hábitats de gran biodiversidad

como lo son los diferentes horizontes o

capas del suelo llamados hábitats edáficos

(relativo al suelo). De ellos destaca la capa

superior, compuesta por la hojarasca y

materia orgánica en descomposición, donde

viven los humícolas (amantes de la tierra

vegetal o humus); y la capa inferior de suelo

compacto donde predomina el componente

mineral, poblada por animales endógeos

(habitantes del interior del suelo) con formas

adaptadas a excavar o desplazarse entre

diminutos huecos gracias a su pequeño

tamaño. Son precisamente estos animales

humícolas y endógeos, los que muestran

mejores preadaptaciones o exaptaciones

para convertirse en potenciales candidatos a

invadir las cavidades y espacios subterráneos

profundos, de los que vamos a ocuparnos en

este artículo.

En los ambientes acuáticos del dominio

subterráneo, los límites entre distintos

hábitats se muestran más imprecisos. Desde

las aguas superficiales que se adentran

hacia el interior de la tierra, formando

ríos subterráneos, hasta que alcanzan los

acuíferos más profundos, existen diversos

grupos de organismos acuáticos que pueden

llegar a adaptarse a la vida en la oscuridad,

como son los anélidos, moluscos, crustáceos

y más raramente insectos.

Veamos algunos de estos hábitats

subterráneos acuáticos. Entre los más

superficiales y de mayor biodiversidad

tenemos los llamados intersticiales. Son

hábitats, que aparecen generalmente

bajo las aguas superficiales de circulación

libre, formados por partículas sólidas no

consolidadas de arenas o gravas. Entre

sus huecos o intersticios habita una fauna

particularmente rica de organismos acuáticos

que se extiende por los fondos de los litorales

marinos o a lo largo de los cursos fluviales.

Muchos de estos habitantes poseen cuerpos

estilizados, capaces de desplazarse entre el

laberinto de diminutos huecos: nemátodos,

varios grupos de crustáceos, ácaros e

incluso larvas de insectos se adaptan a

estos hábitats instersticiales. Estos son

hábitats muy vulnerables al impacto de la

actividad humana, dada su proximidad con

la superficie.

Esta visión de conjunto del dominio

subterráneo, compuesto por una

heterogeneidad de hábitats, es sin duda

muy completa y permite abordar las

interconexiones y migración de sus distintas

faunas. Sin embargo, ha sido escasamente

utilizada, en particular en trabajos llevados

a cabo en ambientes terrestres. Pese a ello,

existen excelentes estudios como los de Gers

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

(1992, 1998) que nos muestran la capacidad

de la fauna terrestre del dominio subterráneo

para desplazarse entre distintos hábitats,

desde los hábitats edáficos hasta los más

profundos de las cavidades subterráneas.

En los ambientes acuáticos, con límites más

difusos, este planteamiento de estudios de

conjunto ha sido más frecuente, como nos

muestran por ejemplo los trabajos de Gibert

et al. (1990) y Ward et al. (2000) donde

se estudian las interrelaciones de las aguas

superficiales, los hábitats intersticiales y las

aguas subterráneas (también conocidas

como freáticas).

Una perspectiva más reduccionista,

pero con gran atractivo por la relevancia

científica de su fauna, ha conducido a

muchos investigadores, tanto los clásicos

ya mencionados, como los modernos: Horst

Wilkens, David Culver & William Humphreys

(2000) o Christian Juberthie & Vasile Decu

(1994, 1998, 2001), entre otros, a centrar

sus estudios en el mundo de las cavernas,

entendiendo el conjunto de cavidades y

conductos excavados bajo las capas del

suelo. Este hábitat esbozado, tanto en su

ambiente terrestre como acuático, posee

una singular extensión e interés biológico

que le ha permitido sea considerado como

un ecosistema propio: el ecosistema

subterráneo.

No obstante, no sólo el interés científico hace

que el estudio del ecosistema subterráneo

levante pasiones. Sin duda, la atracción

del ser humano por este mundo de las

cavernas, donde existe una parte importante

de aventura, es otra razón de peso para la

popularidad de su estudio. Para acceder a las

cuevas y simas, se hace uso de aparatos para

iluminación autónoma y se emplean equipos

de descenso para la exploración, además de

métodos específicos de muestreo. Todo ello

hace del estudio del ecosistema subterráneo,

algo más que una simple disciplina científica:

una ciencia acuñada por Armand Viré (1904)

con el nombre de bioespelología, y definida

pocos años más tarde por Emil Racovitza

(1907) como el estudio del dominio

subterráneo.

A partir de ahora, nos centraremos en el

ecosistema subterráneo, sin olvidar que es el

conjunto de hábitats del dominio subterráneo

el objeto de estudio de los bioespeleólogos.

En el ecosistema subterráneo, la ausencia

de luz solar no permite la existencia de la

base principal de nuestra cadena alimenticia:

organismos fotosintéticos como plantas y

algas. Esta ausencia, favorece en ocasiones

la multiplicación de microorganismos

quimioautótrofos (convierten materia

inorgánica en orgánica) que puedan llegar

a constituir la base de una rica pirámide

de consumidores y depredadores. Pero

estas ocasiones son extremadamente

escasas. En su lugar encontramos una

cohorte de invertebrados que ocupan

el papel de consumidores secundarios,

principalmente detritívoros y/o fungívoros, y

un nutrido número de depredadores, tanto

invertebrados como, en menor número,

vertebrados. Entre los primeros tenemos

los moluscos gasterópodos, crustáceos

isópodos, diplópodos, dipluros, colémbolos,

zigentomas o coleópteros leiódidos, entre

otros. Todos ellos aprovechan los restos de

materia orgánica procedente del exterior, las

deyecciones de algunas especies visitantes,

o los cadáveres de atrevidos invasores

poco afortunados. De forma excepcional,

algunas cavidades, poco profundas,

albergan consumidores primarios, como

es el caso de los insectos homópteros que

se alimentan perforando y succionando

las raíces de plantas del exterior. En

definitiva, todos estos consumidores

son pasto de una nutrida representación

de invertebrados depredadores, como

los arácnidos, quilópodos, crustáceos

decápodos y anfípodos o coleópteros

carábidos o estafilínidos, entre otros, y en

determinadas regiones algunas especies de

vertebrados como los anfibios, e incluso

peces cavernícolas.

La vida de estos organismos del ecosistema

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

subterráneo transcurre con una lentitud

especial. Los ritmos diarios y estacionales

dejan paso a ambientes muy estables, de

temperaturas casi constantes. La atmósfera

se halla saturada de agua en forma de vapor

o en los límites de la condensación. Un agua

portadora de los escasos recursos tróficos con

los que cuentan los organismos subterráneos,

que bien podríamos denominar, como nos

sugiere Vandel (1964) de cavernícolas. Un

término que quizá no sea el más apropiado,

ya que con el mismo sólo se hace referencia a

las cavidades accesibles para el ser humano,

sin considerar la real extensión del ecosistema

subterráneo a lo largo de la red de grietas y

fisuras, las cavidades artificiales o los hábitats

subterráneos superficiales que abordaremos

a continuación. El término cavernícola

podría ser una solución de compromiso, la

menos mala, para todo ser vivo que se aloja

en el hábitat subterráneo formando parte

de su ecosistema. Es un término que no

detalla el grado de adaptación al ecosistema

subterráneo, tema que no abordaremos en

nuestro artículo; pero de lo que si hablaremos

es de la vasta extensión del ecosistema

subterráneo y los límites a la colonización de

la fauna cavernícola.

UNA VASTA EXTENSIÓN

El ecosistema subterráneo se halla extendido

ampliamente, tanto en las tierras emergidas,

como a lo largo de los más profundos

acuíferos, adentrándose hacia el mar a través

de las cuevas marinas.

Entre estas cuevas marinas, revisten especial

relevancia biológica las denominadas

anquihalinas (Iliffe, 2000) por hallarse en

mayor o menor grado invadidas tanto por

agua dulce como salina que, al encontrarse

dan lugar a una sutil frontera donde ambas

coexisten, la haloclina. Esta peculiaridad

permite albergar una diversidad interesante

de fauna, con grupos arcaicos como los

crustáceos de la clase Remipedia, sólo

conocidos de estas cavidades. Muchas

de estas cuevas anquihalinas son tan

emblemáticas desde el punto de vista

biológico que hasta sus animales son

símbolos para el turismo, como por ejemplo

el “Jameíto” de los Jameos del Agua en

Lanzarote (Figura 1); o atraen por su belleza

como los cenotes y los agujeros azules (blue

holes) de América Central.

Mucho más desconocidos son los llamados

hábitats marinos creviculares, que forman

parte de los fondos marinos, o los laberínticos

conductos que recorren el interior de los

atolones de las islas oceánicas y los volcanes

sumergidos.

En ambientes continentales, el ecosistema

subterráneo se adentra tímidamente en los

terrenos no karstificables (Juberthie, 2000).

Granito, gneis u otras rocas cristalinas sólo

excepcionalmente contienen conductos

subterráneos capaces de albergar fauna

cavernícola. Mención aparte merecen las

cavidades desarrolladas en suelos lateríticos

de regiones tropicales, donde pese a su

biodiversidad, son escasos los estudios que

han sido emprendidos de forma sistemática

en esta tipología de cavidades.

Si queremos pistas de por dónde puede

extenderse el ecosistema subterráneo, hemos

de recurrir a la litología, la composición

geológica de las rocas. Una parte importante

de las tierras emergidas se halla cubierta de

rocas solubles, de carácter sedimentario.

Figura 1. Escultura dedicada al Jameito o cangrejito ciego de los Jameos del Agua (Munidopsis polymorpha) una especie endémica de esta cavidad volcánica de Lanzarote (Islas Canarias, España). Foto: S. Reboleira.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

Calizas, dolomías y yesos son susceptibles de

ser disueltos por el agua conteniendo ácidos

como el carbónico, resultante de la reacción

del CO2 atmosférico con el agua. En estos

terrenos llamados karstificables, se encuentra

la mayor parte de las cavidades conocidas. Y,

si bien éstas existen en todos los continentes

a excepción de la Antártida, son América

del Norte y Eurasia los que cuentan con

mayor número de cuevas conocidas. Redes

de galerías entrecruzadas de centenares de

kilómetros de longitud, recorren muchas

de las regiones kársticas. Más de sesenta

cavidades en el mundo superan los 50

kilómetros de recorrido, siendo la más

larga Mammoth cave en Kentucky, USA,

con 643 Km de galerías interconectadas.

Esta es también una de las cavidades mejor

estudiadas de América del Norte, y lo es

desde principios del pasado siglo, una cueva

que cuenta con más de una cuarentena de

especies cavernícolas descritas (Culver &

Sket, 2000).

Pero la extensión del ecosistema subterráneo

también tiene lugar hacia el interior de la

Tierra, como lo demuestra el reciente hallazgo

de una comunidad de fauna cavernícola en la

cueva más profundad del mundo, la Sima de

Krubera-Voronya en el Cáucaso occidental.

Y aunque la vida, en este mundo de las

profundidades, no alcanza la imaginación

del relato de Julio Verne (Viaje al centro de la

Tierra), sí lo hace hasta alcanzar los más de

dos mil metros, donde llega la más profunda

de las cavidades.

CASO ESTUDIADO: SIMA KRUBERA-

VORONYA (Sendra & Reboleira, 2012)

La sima Krubera-Voronya, se estableció como

récord mundial de profundidad desde los

albores del nuevo siglo, y hoy día continúa

siéndolo con sus -2.197 metros: una nueva

inmersión, en 2012, aumentó en 6 m la

cifra de -2.191 m reportada por Klimchouk

et al. (2009). Sus profundas galerías, que

descienden casi verticalmente, sin apenas

desviarse unos pocos centenares de metros

de la sima de entrada, albergan una

comunidad de cavernícolas, recientemente

descubierta en la expedición Ibero-Rusa

en el verano de 2010. Hasta entonces, tan

solo unos pocos invertebrados se conocían

a gran profundidad. Es el caso del escorpión

y pececillo de plata a -750 metros y -920

metros en Huautla Plateau, en Oaxaca,

México (Espinasa & Voung, 2008; Prendinia

et al., 2010).

Un eficaz muestreo a lo largo de la red

principal de Krubera-Voronya, así como

la observación directa a lo largo de

varias incursiones, reveló una fauna de

elementos cavernícolas con diverso grado

de adaptación al ecosistema subterráneo.

Entre la fauna terrestre más profunda por

debajo de los -1400 se halló una especie

de pseudoescorpión (Neobisium birsteini),

dos colémbolos (Schaefferia profundissima

y Plotomurus ortobalaganensis) y un

coleóptero (Catops cavicis), así como

dípteros, diplópodos chordeumatida y ácaros

(Figura 2). En la superficie de las aguas del

sifón terminal donde, por el momento, ha

culminado la exploración de la cavidad,

hacia los -2.140 metros, se recogieron

dos crustáceos cavernícolas acuáticos,

un decápodo del género Troglocaris y un

anfípodo (o pulga del mar) del género

Zenkevitchia (Figura 2).

Pero existe otro tipo de cavidades, éstas

aparecen en rocas volcánicas, cuyo origen

nada tiene que ver con las formadas en

rocas solubles. Los tubos volcánicos son de

la misma edad que la formación de la roca,

es decir de la erupción volcánica. Surgen al

enfriarse la capa superior de una colada de

lava incandescente y al vaciarse su interior,

algo que sucede con cierta frecuencia en

las lavas basálticas fluidas tipo pahoehoe

(Becerra et al., 1997). Se hallan cavidades

volcánicas en diversas regiones continentales

como California, Oregón o Washington

(USA), y, en especial en islas o archipiélagos

de origen volcánico como Canarias, Islandia,

Azores, Madeira o las Islas Hawai, donde

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Figura 2. Fauna cavernícola registrada a distintas profundidades en la Sima Krubera-Voronya. A. Pseudoescorpion Neobisium birsteini; B. Opilión, Nemaspela sp.; C. Coleóptero leiódido, Catops cavicis; D. Milpies chordeumátido; E. ColémboloPlutomorus ortobalaganensis; F. Anfípodo Zenkevitchia. (figura principal tomada de Sendra & Reboleira, 2012). Fotos: S. Reboleira y S. García-Dils.

2A

2C

2B

2D

2E 2F

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

aparece la cavidad volcánica de mayor

desarrollo, Kazamura cave, con sus 65 km de

desarrollo horizontal.

La formación de una cavidad volcánica

es muy rápida cuando se compara con

las cavidades kársticas, pero su erosión

también lo es. Muchas cuevas volcánicas no

superan unos pocos centenares o miles de

años, son poco profundas y, en ocasiones,

se hallan invadidas por penachos de raíces

de la vegetación arbustiva del exterior. La

presencia de estas raíces permite la aparición

de una rica comunidad, que incluye

consumidores primarios, como lepidópteros

y homópteros que se alimentan de raíces

(Stone et al., 2005). El estudio de la fauna

cavernícola de cuevas volcánicas reveló

secretos más interesantes que hicieron

tambalear, hace unas décadas (Howarth

1972, 1973), algunos paradigmas de la

bioespeleología como la creencia en la lenta

adaptación al ecosistema subterráneo o la

ausencia de fauna cavernícola en regiones

tropicales. Las cuevas volcánicas de las

regiones tropicales revelaron una exuberante

biodiversidad de formas cavernícolas cuya

edad no puede superar la edad de aparición

de las islas volcánicas, donde se formaron

cavidades. Edad que, en algunos casos, no

supera unas pocas décadas de miles de años

(Garcia & Lobo, 2000).

Pese a la grandiosidad y el interés biológico

de muchas de las cavidades conocidas y

accesibles al ser humano, el ecosistema

subterráneo no se entiende sin la

consideración de la red de grietas y fisuras,

algo que ya fue puesto en evidencia desde

el surgimiento de la bioespeleología. Para

entender la importancia de la red de grietas

y fisuras, basta con exponer un ejemplo

ilustrativo extraído de la obra de Ginet &

Decou (1977), en la que calculan que en

un área kárstica de grandes cavernas, como

la región pirenaica de Niaux-Lombrives-

Sabart, el volumen de espacios subterráneos

ocupados por las grutas se estima en 0.076%

del volumen del macizo, que se eleva al 0.3 –

0.4% si se incluyen la red de fisuras y grietas

presentes. Pese a esta clara importancia en

volumen, poco se ha podido hacer para

mejorar su conocimiento, ya que el acceso

a las mismas plantea problemas de toma de

muestras no resueltos por el momento.

En los últimos treinta años, el descubrimiento

y estudio sistemático de los llamados hábitats

subterráneos superficiales, los SSH, nombre

elegantemente propuesto por Culver &

Pipan (2009a) han permitido mostrarnos

una nueva perspectiva para entender la

extensión del ecosistema subterráneo. El

primero y mejor conocido se descubrió en

la década de los ochenta, cuando de forma

paralela, tanto bioespeleólogos japoneses

como europeos pusieron de manifiesto la

existencia de formas cavernícolas, propias

del ecosistema subterráneo en laderas de

coluviones, conocido actualmente como

medio subterráneo superficial “MSS”

(Uéno, 1987; Juberthie et al., 1981). Estos

coluviones, desprendidos de acantilados o

resultantes de la fragmentación de la roca

en zonas bajas, o bien consecuencia del

depósito de escorias de erupciones volcánicas

(Oromí et al., 1986) forman, por debajo del

suelo, una red de espacios vacíos donde la

fauna humícola, endógea y cavernícola llega

a coincidir. En estos espacios subterráneos

superficiales los cambios climatológicos

del exterior se amortiguan, y la entrada de

nutrientes se reduce.

El MSS hizo comprender a los bioespeleólogos

de la época la verdadera extensión del

ecosistema subterráneo, más allá de las

simples cavidades. Al mismo tiempo

descubrieron la existencia de cavernícolas

terrestres en el MSS, fuera de las regiones

karstificables (Juberthie et al., 1980),

dando una nueva dimensión a las áreas de

distribución de esta fauna.

Otro de estos hábitats superficiales con

formas cavernícolas, parece desarrollarse en

el llamado epikarst, término éste empleado

por los hidrogeólogos para denominar a

la red de grietas y conductos existentes

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por debajo de la superficie del karst, donde

se podría acumular agua de infiltración

mucho antes de alcanzar el nivel freático.

Estos espacios contienen una comunidad

variada de diminutos invertebrados,

predominantemente acuá-ticos, cuyo

muestreo es posible gracias al trampeo con

depósitos provistos de filtros que recogen

el agua de filtración en cavidades activas

(Brancelj & Culver, 2005).

No cabe duda que, en gran medida,

estos SSH pueden ser considerados como

ecotonos, o hábitats de transición entre

el dominio epigeo, otros hábitats del

dominio subterráneo (v.g. suelo) y el mismo

ecosistema subterráneo (Gers, 1998; Pipan

2005), y como sugiere Moseley (2010)

las mismas cavidades pueden suponer un

ecotono.

En lo referente al ecosistema subterráneo

acuático, éste se extiende hasta los acuíferos

de rocas solubles o no solubles, formando

parte de las aguas subterráneas. Ello supone

una vasta extensión ya que más del 94%

del agua dulce en estado líquido se halla

almacenada en acuíferos subterráneos (Heath,

1982) de cualquier litología. El ecosistema

subterráneo en ambientes acuáticos, además

de poseer unos límites menos definidos

con los ambientes más superficiales, puede

también alcanzar grandes profundidades.

Uno de los ejemplos mejor conocidos de

acuíferos kársticos profundos nos lo ofrece

el acuífero de Edwards, que ocupa un área

de 10.000 km2 en Texas (USA). A través de

sus pozos artesianos, donde el agua alcanza

los 600 a 1000 metros de profundidad, ha

sido posible estudiar una rica comunidad de

moluscos, crustáceos anfípodos, con hasta

45 formas cavernícolas distintas (Culver &

Pipan, 2009b).

Otro ejemplo notable de acuífero kárstico

profundo, lo tenemos en la región del

Maestrazgo (Castellón, España). En sus

sondeos macánicos, a más de trescientos

metros de profundidad, y mediante el

Figura 3. Crustáceo decápodo, Typhlatya miravetensis, endémico de las aguas subterráneas del Ullal de Miravet (Cabanes, Castelló, España). Datos recientes extienden su área de distribución hacia el sector oriental del acuífero profundo del Jurásico en el Maestrazgo (Castelló). Foto: S. Montagud.

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

uso de redes que deben ser descendidas

manualmente, han sido capturados

crustáceos cavernícolas, como es el caso

de Thyphlatya miravetiensis (Figura 3) o

Thyphlocirolana troglobia previamente

descritos en un pequeño río subterráneo

cercano, que discurre a una decena de

metros de la superficie, el Ullal de Miravet

(Sendra et al., 2010).

Y por último recordar lo comentado más

arriba sobre la Sima Krubera-Voronya, donde

la fauna acuática habita por debajo de los

dos mil metros de profundidad.

LÍMITES A LA COLONIZACIÓN

Pero la vida no siempre se abre paso. Los

espacios subterráneos, los conductos y

cavidades, las complejas redes de grietas

y fisuras se hallan en ocasiones vacíos, sin

fauna o vida animal.

Antes de proseguir, debemos advertir

al lector que nuestro trabajo ha querido

dejar a un lado la existencia de flora o vida

microbiana, incluso a grandes profundidades

en los sedimentos detríticos (Frederickson et

al., 1989) que salvo muy pocas excepciones

es incapaz de mantener una red trófica de

animales. Evidentemente, la referencia

a estas “excepciones” son sumamente

interesantes, y para lectores interesados,

recomendamos a Sarbu (2000), que resume

los exhaustivos estudios emprendidos en

Pestera de la Movile (Dogrogea, Rumania),

un ecosistema subterráneo aislado, con más

de 48 especies de invertebrados cavernícolas

soportadas por abundantes poblaciones de

microorganismos quimioautótrofos.

Pero, regresemos al tema que nos ocupa,

los límites del ecosistema subterráneo a la

colonización de la fauna cavernícola. Tales

límites tienen una razón objetiva, y sencilla:

en ausencia de entrada de nutrientes, en

definitiva de energía del exterior en forma de

materia orgánica particular o en disolución,

no hay vida. El ecosistema subterráneo es

totalmente dependiente de estos flujos de

entrada de energía del exterior, salvo las

mencionadas “excepciones” de abundancia

de quimioautótrofos. Recordaremos a los

interesados que, para una detallada visión del

funcionamiento del ecosistema subterráneo,

lean a Poulson & Lavoie (2000).

Son varios los motivos por los que el flujo

del exterior deja de producirse, tal y como

detalla Holsinger (2000). Tenemos, por

una parte, la falta de agua de infiltración

capaz de llevar nutrientes, materia orgánica

particular o en disolución, del exterior

al interior de los espacios subterráneos.

Ello impide la existencia de vida animal

en el interior de cavidades en regiones

desérticas o extremadamente frías donde

el suelo permanece helado. Por otra parte,

la desaparición en climas extremos de los

hábitats más superficiales del dominio

Figura 4 (izda.). Vista en planta de la Cueva de la Autopista (Gandía, Valencia, España), una cavidad hipogénica formada por una red laberíntica de conductos anastomados con más de ocho kilómetros de recorrido (figura extraída de Sendra et al., 2012a).

Figura 5 (dcha.). Zanja abierta por la construcción de la autopista Alacant-València mostrando las entradas producidas a la Cueva de la Autopista (Gandia, València, España) y el contacto entre margas y dolomías tableadas (capa de confinamiento) y las dolomías donde la cavidad se desarrolla (figura extraída de Sendra et al., 2012b).

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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST

subterráneo y la falta de suelo o del MSS,

impiden no sólo la entrada de nutrientes

al medio subterráneo, sino también la

posibilidad de migración o adaptación de

fauna al ecosistema subterráneo. Diversos

autores atribuyen el incremento o la facilidad

de colonización de los espacios subterráneos

a la existencia de estos hábitats superficiales,

v.g. en las cuevas volcánicas de formación

reciente (Howarth, 1987) o en numerosas

regiones kársticas (Jeannel, 1943; Peck,

1980, entre otros).

En el ecosistema acuático subterráneo no

se dan las limitaciones de los ambientes

terrestres. Las aguas de acuíferos se adentran

incluso por debajo de los glaciares como lo

muestra el caso de los crustáceos anfípodos

cavernícolas Stygobromus canadensis en

Castleguard cave de Canadá o el Proasellus

cavaticus en norte de Europa (Holsinger et

al., 1997; Morvan et al., 2013).

Sin embargo, existe todo un dominio

subterráneo, menos conocido, donde la

ausencia de vida animal impera. Se trata

de las cavidades y conductos subterráneos

formados en profundidad, en estado de

confinamiento, donde el agua sometida a

mayor presión y temperatura, o con ácidos

más corrosivos se vuelve más agresiva,

generando amplias galerías y conductos

anastomosados. Algunas de las grandes

cavidades conocidas se han formados por

esta génesis, denominada hipogénica para

diferenciarla de la tradicional disolución y

génesis de cavidades epigénica (Klimchouck,

2007). Muchas de estas cavidades muestran

una situación azoica que desvela la

imposibilidad de la extensión del ecosistema

subterráneo en algunas regiones como

Carslsbad (USA) o Podolia (Ucrania).

CASO ESTUDIADO: CUEVA DE LA

AUTOPISTA (Sendra et al., 2012a, 2012b)

El estudio geomorfológico de la cueva de la

Autopista (Gandia, España), una compleja

red laberíntica de galerías con más de ocho

kilómetros explorados, mostró ser un claro

ejemplo de cavidad hipogénica (Figura

4) como hemos puesto de manifiesto

recientemente en un estudio en el que

también participa Policarp Garay, autor

de otro de los artículos publicados en esta

misma revista. En la Figura 5, se observan

las distintas entradas producidas al excavar

el talud que permitió el paso de la autopista

Alacant-València y, por encima de las mismas

un cambio de litología. La capa superior, de

margas y dolomías tableadas, actuó de nivel

de confinamiento, impidiendo que durante

la génesis de la cavidad y con posterioridad,

los conductos subterráneos se conectaran

con el exterior, el MSS o la red de grietas. De

esta forma, incluso después de treinta años

de la abertura de las entradas, la cavidad no

alberga especies cavernícolas. Un muestreo

mediante el uso de trampas de caída para

especies terrestres ha dado como resultado

la presencia en las galerías interiores

de especies recientemente introducidas

por los exploradores, como psocópteros

(Psyllipsocus ramburi) y dípteros sciáridos.

Agradecimientos

Dada la premura con la que ha salido a

la luz este artículo quisimos contar con

lectores críticos del mismo, y aunque no fue

posible conseguirlo en todos los casos, sí

que debemos agradecer sus correcciones a

dos personas, Policarp Garay Martín y Loles

Beltrán Barat que dedicaron su tiempo y

conocimientos a mejorar el texto que tienen

en sus manos. Aprovechamos también estas

líneas para felicitar al responsable de la

edición de este número de la SEDECK, Juanjo

Bertomeu, que ha conseguido que todos

podamos tener hoy la revista en nuestras

manos, pese a los nefastos tiempos que vive

la Ciencia y Cultura en España.

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NOTAS

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BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST / NÚMERO 9 SEDECK / SEPTIEMBRE 2013

SOCIEDADESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍAY CIENCIASDEL KARST

La cova de les Cendres (Teulada-Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de ocupación humanaDídac Román y

Valentín Villaverde Bonilla

Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias al ámbito valencianoPolicarp Garay Martín

Extensión y límites del ecosistema subterráneoAlberto Sendra y

Ana Sofia P.S. Reboleira

Pesqueras en los acantilados de la Marina AltaJaume Buigues i Vila

Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de cavidades generadas por procesos gravitacionalesGonzález Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero, Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo y Carra López, Juan Carlos

Colaboran:

Patrocinan:

Asociación Española para la enseñanza de las

Ciencias de la Tierra

Ajuntament de Benitaxell

Federació d’Espeleología de la Comunitat Valencina

Teulada Moraira

SOCIEDAD ESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARSTFUNDACIÓN GÓMEZ PARDOC/ ALENZA, 1 • 28003 MADRIDwww.sedeck.org

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BERIG N.º 15 - MAYO 2015 Espeleo Club Castelló

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INTRODUCCIÓN: La cueva del Túnel de Navajas, fue des-cubierta durante los trabajos de construcción de uno de los túneles de la antigua vía minera de Ojos Negros. Esta línea de ferrocarril entró en servicio en 1907 y conectaba el Puerto de Sagunto con la zona minera de Teruel. En 1972 se clausuró el ferrocarril y actualmente se ha habilitado el trazado como vía verde. La cons-trucción del túnel y de la cantera de Navajas, de la que se extraía la piedra para la plataforma de la vía, dejó al descubierto varias bocas de la que ahora se conoce como cueva del Túnel. A finales de los años 1990, José Ramón Magdalena y Manuel Pavías, miembros del Grupo de Exploraciones Subterráneas del Alto Palancia (GESAP), descubren por casualidad el acceso a una nueva galería. De esta forma, se duplica el recorrido conocido hasta ese mo-mento y la galería, pasa a ser la principal de la cavidad. Posteriormente, en el año 2000, se realiza la topografía general de la cueva, resul-tando un recorrido en planta de 290 metros y -19 metros de profundidad. En el año 2012, también por miembros del GESAP, se retoma la exploración de la cue-va, consiguiendo forzar un paso que hasta el momento había permanecido sin explorar, en-contrando una continuación y un nue-vo tramo de galerías de 191 metros de longitud. En la actualidad, la cavidad posee un recorrido total de 481 me-tros, con un desnivel de -25 metros (desde las bocas B4 y B5). SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y ACCE-SO: La cueva está situada en el tér-mino municipal de Navajas (Castellón). El acceso a esta importante gru-ta se puede realizar a pie desde la zo-na del camping de Navajas. Justo a la derecha de la entrada del camping, sale un camino hormigonado de fuerte subida y con una señal de la vía verde. Tras caminar por la vía verde 1,2 kiló-metros en sentido Jérica, se llega a la zona del túnel y la cantera.

Coordenadas de las bocas de acceso a la cavidad por la cantera de Navajas:

• Proyección UTM - ETRS89 - Huso 30S • X: 712188 - Y: 4417907 - Z: 413 Al resto de bocas de la cueva, se acce-

de desde el interior del túnel. En la actualidad, la boca principal de acceso desde el túnel, no está tapiada y supone el acceso más rápido a la galería principal y a las nuevas galerías. DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO INICIAL: La cueva tiene 5 bocas diferentes, 3 situadas en el interior del túnel y marcadas en la topografía con los números B1, B2 y B3, y otras 2 situadas al exterior, en una cantera junto al túnel, marcadas en la topografía como B4 y B5. Accediendo desde el exterior por boca B4, se avanza por una galería de reducidas dimensiones, que obliga a arrastrarse la ma-yor parte del tiempo y que conduce hasta la boca B3 situada en la bóveda del túnel de la vía verde. La boca B5, situada unos metros a la izquierda de la anterior, continúa en una pol-vorienta galería, muy estrecha en algunos

NUEVAS GALERÍAS EN LA CUEVA DEL TÚNEL DE NAVAJAS

Ana Muñoz y Guillem Nebot Grupo de Exploraciones Subterráneas del Alto Palancia (GESAP)

Vía verde en la zona donde se abren las bocas de la cueva.

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puntos y de techo bajo. Esta galería cruza por encima del túnel. Se llega a una rampa descen-dente, con materiales sueltos y seguida de un resalte. Para evitar la bajada por la rampa de estos materiales, se puede montar un pasama-nos en unos anclajes químicos instalados, y a continuación, instalar una cuerda para descen-der el resalte. Llegamos a una pequeña sala, a la que también se accede, de forma más sencilla, por la boca B1 del túnel. En esta sala encontramos dos posibilidades de continuación. La primera opción es un tubo situado en la pared, que nos permite bajar a unas salas inferiores con el fon-do de barro. La segunda opción es un pequeño aguje-ro en el suelo, por el que accedemos a la gale-ría principal y que tras un tramo inicial, con va-rios cambios de dirección y algunas zonas de techo más bajo, adopta finalmente dirección SO y nos permite avanzar con relativa comodi-dad hasta el final conocido de la cueva. La entrada a la cueva por el túnel resulte el acceso más cómodo y rápido. Para ello se utiliza la boca B1, situada al nivel del suelo en el lado sur del túnel. Las bocas B2 y B3, situa-das a pocos metros de ésta, son de difícil acce-so por estar situadas en la bóveda. DESCRIPCIÓN DE LAS NUEVAS GALERÍAS Y SU EXPLORACIÓN: En el año 2012, miembros del GESAP retoman la exploración de la cavidad, al poder forzar un paso que se daba como incógnita en la anterior topografía. El primer día de la exploración, los com-ponentes del grupo Txevi Bolumar y Guillem Nebot, accedemos desde el túnel por la boca B1 y nos dirigimos a la galería principal de la cueva. Situados al inicio de esta galería, avan-zamos por ella en dirección SO y, tras superar una rampa ascendente, nos encontramos a la derecha una estrecha galería, topografiada ya en sus metros iniciales, que se desarrolla en dirección N, . Se avanzan varios metros por esta gale-ría de paredes poco consistentes, hasta encon-trarnos con un gran bloque empotrado que pa-rece obstruir el paso. En su base hay una aper-tura situada sobre una rampa de arcilla que permite deslizarse y superar esta zona. Ya bajo de la zona del bloque, se avanza por oposición en una galería desfondada hasta llegar a una roca empotrada que permite ponerse de pié,

descansar y estudiar la situación. La diaclasa parece continuar por delante. Al desconocer la continuación y para asegurar el paso, instala-mos, no sin dificultad, dos spits, ya que cuesta encontrar zonas con roca consistente. Al cla-var los spits, toda la zona parece vibrar, cosa que hace poca gracia al estar situados aún, por debajo del gran bloque empotrado y que a partir de esta primera visita, lo conocemos con el nombre de “bloc de la Tranquil·litat”. Con la instalación terminada, Txevi avanza en oposición y con tendencia descen-dente por la galería desfondada. Tras varios metros, la galería se abre y aparece un pozo por el que podremos continuar nuestro avan-ce. Txevi consigue instalar un spit con dificul-tad al ser la galería muy estrecha y tener que aguantar todo el tiempo en oposición (en una visita posterior se instaló un segundo spit en la cabecera del pozo). Aunque este tramo no tiene una gran dificultad técnica, puede resultar delicado. La instalación de cuerdas en este punto, hacen que éstas actúan más como una ayuda moral, que como sistema de seguridad en sí mismo, debido a la imposibilidad de una mejor instala-ción por la poca consistencia de los materiales de las paredes y las reducidas dimensiones de la galería.

El gran bloque empotrado conocido con el nombre de “bloc de la Tranquil·litat”.

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En caso de caída podemos quedar em-potrados entre las dos paredes y resulta com-plicado recibir ayuda de los compañeros. Como anécdota comentar que en una visita posterior, una saca cayó en este punto y costó un buen tiempo y esfuerzo poderla recu-perar, con dos espeleólogos tirando por arriba y otro empujando por la zona inferior. Instalado el pozo baja Txevi y nos lleva-mos una gran alegría. La galería continúa en dos sentidos. Reunidos de nuevo los dos, avanzamos en dirección NNE a través de una galería con paredes re-cubiertas de anemolitos. La galería termina en una poza de aguas cristalinas, aunque con una capa de arcilla blan-ca en el fondo que se levanta rápidamente por la caída de pequeñas piedras. Alrededor hay algunos conductos que terminan a pocos metros. Volvemos a la base del pozo y proseguimos en senti-do opuesto. A nuestro avan-ce, el suelo cruje bajo nues-tros pasos, es el sonido de una primera exploración. De nuevo la galería parece terminar pero una gatera de abre a nuestra de-

recha, a nivel del suelo, y nos permite avanzar reptando. A la salida de esta galería en-contramos una estalagmita muy característica, bautizada como el “huevo frito”, en este punto desembocamos en una galería un poco más amplia que retoma la dirección prin-cipal de la cueva NNE-SSO. La galería continúa alternan-do zonas relativamente có-modas con tramos de peno-sas gateras. En nuestro avance, encontramos zonas con gran cantidad de fósiles en la pa-red que queda a nuestra iz-quierda. Al final de una de las gateras, encontramos una estalagmita blanca sobre un

suelo lleno de materiales sueltos. En este punto localizamos una sala que presenta hundimientos importantes. Las posi-bles continuaciones quedan bloqueadas, sal-vo si seguimos el sentido principal de avance de la galería. Delante nuestro, el suelo sube hasta poca distancia del techo, existiendo también un gran bloque plano que bloquea parte del paso. Este laminador lo bautizamos como “la apisonadora”. Es un paso muy selectivo por la escasa altura libre que queda entre el bloque y el techo de la galería.

Poza denominada “El lago”.

El selectivo paso de “la apisonadora”.

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Para poder forzar el paso en esta estre-cha gatera y seguir avanzando en la explora-ción, es necesario quitarse el material de pro-gresión vertical.

Después de varios intentos y con las indicaciones de Txevi, Guillem consigue su-perar el paso con los pies por delante. Txevi lo intenta a continuación, pero la estrechez del

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paso lo impide y de momento se queda a espe-rar, imaginando las nuevas e inmaculadas gale-rías existentes tras la gatera. A partir de este punto el avance es lento y con precaución, ya que toca avanzar por un tramo de gateras apartando piedras y peque-ños bloques que dificultan el paso. Finalmente se llega a una pequeña sala, en uno de sus extremos hay una posible conti-nuación por un resalte descendente y aparente-mente sencillo. Pero el hecho de ir en solitario y teniendo en cuenta que el paso de ”la apisona-dora”, tan selectivo co-mo para que difícilmente pueda superarlo alguien más, en ese momento se decide dar media vuelta y dejar la explora-ción para otro día. Nos reunimos de nuevo en “la apisonadora” y nos dirigimos al exterior. Hemos pasado 8 horas bajo tierra y aún no sa-bemos dónde está el final. Volveremos. En la segunda jornada de exploración Paco Mas se une al gru-po. Mientras Paco y Txevi se dedican a topo-grafiar, Guillem se dirige de nuevo a “la apisona-

dora” con martillo, escarpe y pata de cabra. Se trabaja sobre el bloque, eliminando la capa superficial de arcilla para ganar unos centíme-tros y se elimina un frag-mento de roca que dificulta la entrada al laminador. La desobstrucción es realmente incomoda por la falta de espacio para poder trabajar. Cuando llegan Txevi y Paco a “la apisonadora”, nos preparamos y tras su-perar el laminador llegamos hasta la punta de explora-ción del día anterior. Monta-mos una cuerda en un an-claje natural y bajamos el

resalte. En la base encontramos otro tramo de galería por la que avanzamos. El suelo está cubierto de pequeñas bolitas de arcilla. Llegamos a una sala cubierta parcial-mente por una colada y sobre parte de la cual ha habido desprendimientos. Mirar el techo no anima a seguir avanzando, pero lo hacemos y llegamos a la zona final y más espectacular de la cueva, formada por dos pequeñas salas llenas de formaciones reconstructivas, excén-tricas, estalactitas en bandera, sin lugar a du-das, es el premio final a una dura pero gratifi-

Espeleólogo en el inicio de la galería del “Río Seco”.

Formas litológicas de gran transparencia.

Page 38: Colaboran - espeleocv.com · BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST / NÚMERO 9 SEDECK / SEPTIEMBRE 2013 SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS

Espeleo Club Castelló BERIG N.º 15 - MAYO 2015

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cante exploración. La entrada a la sala del fondo se realiza por un paso muy estrecho, cerrado por banderas. Volvemos un tercer día acompa-ñados de Jesús Morcillo y seguimos los trabajos de topografía a partir del “bloc de la tranquil·litat”. Aprovecha-mos la visita para hacer la sesión de fotos a las salas finales. También se exploran dos agujeros en esta zona, ganando algunos metros de recorrido. En una cuarta visita, acompaña-dos esta vez de Miguel Oury, termina-mos de recoger los datos para elabo-rar la topografía, hacemos la sesión de fotos correspondiente y salimos satis-fechos al exterior. En total hemos realizado 4 visi-tas de entre 8-9 horas cada una para explorar y topografiar las nuevas gale-rías. Y si bien no se ha traducido en una gran cantidad de metros, seguro que estos no nos dejaran indiferentes y permitirán pasar una entretenida jor-nada de espeleo. Más si se combina la visita con el resto de galerías conoci-das de la cueva. En una posterior visita del GE-SAP realizada en 2014, se eliminó una de las puntas del “bloc de la Tran-quil·litat”, permitiendo de este modo la superación de este delicado paso sin necesidad de tocar el bloque.

Banderas con excéntricas.