cómo nos ven los profanos a los masones

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Cómo nos ven los “profanos” a los masones Algunas tardes, en las calles de nuestras pequeñas ciudades de provincia, pueden verse personajes insólitos que apuran el paso. Están ataviados en lo esencial, con una vestimenta oscura, un maletín y una citación. La mayoría usan una pajarita negra que resalta la silenciosa austeridad de esos tíos furtivos y sibilinos. El farmacéutico observa que no parecen ir ni a un funeral pues es muy tarde, ni parecen acudir a una noche de depravación y excesos, pues es muy temprano. ¿Adónde van? Como se puede apreciar, los enigmas en provincia son desconcertantes. Nuestros tenebrosos caminantes entran uno detrás del otro en un café- restaurant que parece ser una etapa obligada en la ruta principal a su misterioso destino. Cerca del mostrador hay otros compañeros, igualmente vestidos de oscuro, con otros maletines y otras pajaritas negras Al llegar cada uno de ellos todo es besos, abrazos; ostentosa alegría, susurros cómplices. Y miradas que dicen mucho. Detrás del mostrador el Auvernés, los párpados bajos como limpiando el parabrisas. Los presentes hablan de la lluvia y del buen tiempo. Sobre todo de la lluvia. Para ellos siempre sigue lloviendo. Y la sala está húmeda aun cuando todo esté seco. Al punto de hablar en términos velados, como para no mojarse. (lluvia sería el equivalente a no hablar porque hay “ropa tendida” o sea niños, profanos. Seguro que hay una historia de agua detrás de eso. Felizmente el negocio no sufre mucho pues la mayoría de ellos no beben, por así decirlo.

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Como nos ven desde afuera a los Masones

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Page 1: Cómo Nos Ven Los Profanos a Los Masones

Cómo nos ven los “profanos” a los masones 

 

 

Algunas tardes, en las calles de nuestras pequeñas ciudades de provincia, pueden verse personajes insólitos que apuran el paso. Están ataviados en lo esencial, con una vestimenta oscura, un maletín y una citación.

La mayoría usan una pajarita negra que resalta la silenciosa austeridad de esos tíos

furtivos y sibilinos. El farmacéutico observa que no parecen ir ni a un funeral pues

es muy tarde, ni parecen acudir a una noche de depravación y excesos, pues es

muy temprano. ¿Adónde van?

Como se puede apreciar, los enigmas en provincia son desconcertantes. Nuestros

tenebrosos caminantes entran uno detrás del otro en un café-restaurant que parece

ser una etapa obligada en la ruta principal a su misterioso destino.

Cerca del mostrador hay otros compañeros, igualmente vestidos de oscuro, con

otros maletines y otras pajaritas negras

Al llegar cada uno de ellos todo es besos, abrazos; ostentosa alegría, susurros

cómplices. Y miradas que dicen mucho.

Detrás del mostrador el Auvernés, los párpados bajos como limpiando el parabrisas.

Los presentes hablan de la lluvia y del buen tiempo. Sobre todo de la lluvia. Para

ellos siempre sigue lloviendo. Y la sala está húmeda aun cuando todo esté seco. Al

punto de hablar en términos velados, como para no mojarse. (lluvia sería el

equivalente a no hablar porque hay “ropa tendida” o sea niños, profanos.

Seguro que hay una historia de agua detrás de eso. Felizmente el negocio no sufre

mucho pues la mayoría de ellos no beben, por así decirlo.

Tienen una manía que consiste en hacerse pasar por una familia numerosa

con eso de hermano mío por aquí, o querido hermano por allá, « ¡Oh mi

padrino! y «¡Ah, hijo mío… « «¿Y su hermana?

Para el Auvernés, es seguro, que esos cabrones están tratando de ocultar sus

pistas. De acuerdo, ellos no están lo que se dice muy perfumados, pero se besan lo

mismo. Es la banda de los besuqueadores.

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Otro indicio: hablan sobre todo de hermanos lo mismo que de una dama, de estado

viuda y con numerosos hijos. Mientras tanto, ninguna persona ha visto jamás a uno

de ellos en compañía de una mujer!. Las sospechas del Auvernés se acentúan: se

pregunta si por casualidad esos Señores no serán……?

Es que hay detalles que no dan lugar a duda. En esa banda de besuqueadores se

encuentra un coloso barbudo con pelo negro en las orejas y que trabaja en una

ladrillera. El mes pasado el barbudo se lamentaba al revisar su maletín: había

cargado su collar y las joyas.

El Auvernés barbudo y con pelos negros en las orejas llevaría collar y joyas si se lo

pidiera? ¿Y porqué nó porta-ligas si ellos lo hacen? Jamás se sabrá.

Además se interesan mucho por los jóvenes aprendices. En voz baja hablan de lazos

de amor y borlas, y también de toques. Y aunque no hablan de látigos, ni lo hacen

de cadenas, cadenas de unión le dicen.

Vamos.. si algunos hasta se jactan de sus atributos. Si, si, sus atributos, palabra de

Auvernés !

Es seguro que todo eso no pesa sin consecuencia sobre su salud. En voz baja dicen

que algunos están atacados de una enfermedad grave, la « cordonitis » aguda.

Aparte de los que están en las tejas, no se sabe que fabrican. Es todo cuestión de

decoración y de metales. Lo cierto es que la mayoría de ellos son carpinteros, pero

no de los más dotados, pues cuando hay cuestión de planchas siempre son más

largas. O más cortas, pero esto es más raro.

En sus talleres, para medir las planchas usan el metro. Y más bizarro, también los

grandes metros. El Auvernés está desconfiando: esa historia de los grandes metros

no está clara. En Auvernia los metros no son grandes ni pequeños, miden un metro,

eso es todo.

Sus planchas son de madera arce. Viejo, seco y de un metro.

Sus aprendices ignorantes terminan el discurso siempre por: « He dicho, Viejo-

erable- metro! » « Vieux- erable- métre »

No son racistas, ¡Ah no¡. Ellos mismos son trabajadores inmigrados. Sobre todo de

la vieja Escocia.y de los antiguos que son bien aceptados.

No usan faldas y no tocan gaitas pero se ve que son escoceses en que, de mal

humor, exigen todo el tiempo aumentos de salario. Después de las diecinueve horas

llega el jefe. Se le reconoce en su mallete que es más grande. En voz baja pregunta:

¿Tenéis las espadas y la venda?. Responden con un signo de cabeza.

Es bueno tener a un buen hermano en los mataderos de Sain Flour , da un

escalofrió en la espalda..

Page 3: Cómo Nos Ven Los Profanos a Los Masones

En silencio salen en fila india. Lo que dicen es que para abrir sus « trabajos ». El

Auvernés tiene sus propias ideas al respecto.

Los trabajos por los cuales se colocan guantes de algodón. Ni vistos ni conocidos,

nada de huellas dactilares.

Un poco antes de la medianoche regresan para cenar en la sala de la primera etapa

donde se encierran como los conspiradores. Traen con ellos dos comisarios-

pregoneros. Ellos dan la orden a todas las columnas de cargar con « pólvora blanca

». Seguidme. A continuación golpean como sordos golpes con el mallete sobre la

mesa. Y recomienzan otra administración de pólvora blanca unos diez minutos

después. Jamás de separan de sus malletes. Deben negociar grandes cantidades. Es

increíble.

Y lo que sigue, vosotros lo habéis adivinado: levantan el codo a la salud de quien….

del Presidente de la Republica!

Y desconfían de los intrusos, jamás dejarán que la esposa del Auvernés les sirva.. «

ponedlo aquí, los aprendices más jóvenes lo harán, están aquí para eso».

De acuerdo, pero algunos de esos « jóvenes » tienen cincuenta, y a veces alguno

que camina hacia los sesenta y dos. Y aunque los demás repitan que cuando que

tienen tres años que no se sabe leer ni escribir, deben servir sin tropezar y con una

sonrisa a los que tienen siete.

El Auvernés se rasca la cabeza: es difícil de seguir. Es seguro que disimulan las

huellas.

Locuras de jóvenes, además, que sería si hubieran comprendido bien las reflexiones

en el cuarto. Reflexiones, reflexiones sobre el Vitriol.

Es como con sus platos. Ah! Sus platos…. Así que toman el café en tazas como todo

el mundo pero siempre están buscando sus platos,(bols) sus cinco platos. Y porqué

cinco platos si son más de treinta?….

Ahora sí que el Auvernés ya no tenía dudas: ¡son! Por poner mantequilla sobre

espinaca, son traficante de drogas. Además siempre su causa está hacia Oriente, y

todos tienen la mente en llegar allí.

A pesar del peligro. El mes pasado contaron que ya no había tanta gente en el

Oriente pues se había desfondado. 47 desaparecieron en el pozo, tres Aprendices,

según parece se asieron a las columnas, los que sin duda les salvó y otros se

precipitaron valientemente para llamar a la ambulancia.

Como en la mafia, con sus padrinos deben hacer una rendición de cuentas.

Prevenidos preparan los ataúdes: obligan a sus víctimas a escribir un testamento

delante de cráneos y osamentas.

Hay una cuerda con un nudo para el escote de las cabezas fuertes. El porta espada

Page 4: Cómo Nos Ven Los Profanos a Los Masones

que lo acompaña, es un villano siempre dispuesto a decapitar. Decapitación, …

Decapitación… la hora de hablar ha llegado dice el jefe.

Al entender lo de decapitación la persona no para de reír. Todos sacan sus

chequeras y firman sin vacilar. Saben que están en riesgo, sus alusiones a la pena

impuesta a un escocés « rectificado » de una rama de R.E.R no deja lugar a dudas

sobre la fría determinación del jefe y de los padrinos.

Vamos, no tomaran al Auvernés por un idiota. Su pólvora blanca no es harina y sus

viajes no están seguramente organizados por el Club Mediterráneo.

Y a pesar de lo diga su tía, el Auvernés sabe bien que esas gentes nada tienen que

ver con el Ejército de Liberación de los Enanos de Jardín.

Es otra cosa, es algo más importante, pero, ¿qué es?. A la mujer del Auvernés le

pica la sangre: la homosexualidad, ¿se adquiere o es hereditaria?. Y sin mujeres, se

pueden reproducir? Y sus drogas? .pero la policía, ¿qué hace?

Quizás.. Quizás… a pesar de todo son buenos clientes y en el comercio

todo ello se puede comprender.

Además todos ellos van muy bien vestidos, y aparecen los días de sus tenidas. y

modestos: portan las medallas y decoraciones dentro de sus maletines.

Tienen altas relaciones. Invitaron a un diputado y a oficiales provinciales. A veces

viene a tomar una sencilla sopa de repollo hasta un príncipe : el Sublime Príncipe

del Real Secreto que vive en París en la Avenida Villiers.

Debe ser un atleta con mala suerte pues siempre tiene treinta y dos en la

clasificación general.

Moraleja : Tenemos una gran ventaja sobre el Auvernés y sus certezas basadas en

el sentido común y la observación. Sabemos que está totalmente equivocado. Y

como dijo el filósofo, « si todos los que creen que no se equivocaron es porque la

verdad no esta lejos ».

Seguimos a la búsqueda, a despecho de hallarla.