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Tareas (no. 128 ene-abr 2008) Titulo CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena - Compilador/a o Editor/a; Autor(es) Panamá Lugar CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena Editorial/Editor 2008 Fecha Colección Indígenas; Universitarios; Relaciones comerciales internacionales; Tratado comercial; Ejército; Contaminación; Globalización; Izquierda; Sociología; Hegemonía; Temas Revista Tipo de documento http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Panama/cela/20120717110815/tareas128.pdf URL Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genérica http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es Licencia Segui buscando en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO http://biblioteca.clacso.edu.ar Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) Conselho Latino-americano de Ciências Sociais (CLACSO) Latin American Council of Social Sciences (CLACSO) www.clacso.edu.ar

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Tareas (no. 128 ene-abr 2008) Titulo

CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena - Compilador/a o

Editor/a;

Autor(es)

Panamá Lugar

CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena Editorial/Editor

2008 Fecha

Colección

Indígenas; Universitarios; Relaciones comerciales internacionales; Tratado comercial;

Ejército; Contaminación; Globalización; Izquierda; Sociología; Hegemonía;

Temas

Revista Tipo de documento

http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Panama/cela/20120717110815/tareas128.pdf URL

Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genérica

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es

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Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)

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INDICEPanamá, enero - abril 2008

SOCIALISMO

Boaventura de Sousa Nuestra América: Hegemonía ySantos contrahegemonía en el siglo XXI 5

Higinio Polo Catorce notas (y una paradoja) sobrela izquierda europea 53

RELACIONES ENTRE PANAMA Y EEUU

José H. Santos Aguilera Causas de conflicto en la era de laglobalización 65

Ralph Evans Contaminación de las áreas revertidaspor polígonos de tiro 93

MOVIMIENTOS SOCIALES

CGTP Pronunciamiento sobre el TPC 103

Primer Encuentro deUniversitarios Indígenas Declaración 117

NUESTRA AMERICA

Magela Cabrera A. Entrevista a Carmen A. Miró G. 121

Jorge Turner Ché Guevara: Más que guerrilleroheroico 131

RESEÑA

Víctor M. Figueroa S. Nuestra América. Un contineneteen la encrucijada 137

Los artículos que publica la revista TAREAS son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no expresan necesariamente

el pensamiento del comité editorial.

Para toda reproducción parcial o total de los trabajos aquí publicados, solicitamos que se haga mención de la fuente y se envíe

copia a la redacción.

TAREAS N°128

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CELA“Justo Arosemena”

Apartado 0823-01959

Panamá, R. de Panamá

Comité directivo: Marco A. Gandásegui, h., Carmen A.

Miró G., Miguel A. Candanedo, Kurt Dillon E. y Jorge

Ventocilla. Secretaría administrativa: Linda Santana

D. Publicaciones: Valeria Neumann G. y Enrique Chuez.

Documentación: Azael Carrera y Eillen Murray L. In-vestigadores asociados: Gerardo Maloney, Juan Jované,

Raúl Leis, Hildebrando Araica A., Ligia Herrera J., Enoch

Adames M., Françoise Guionneau, George Priestley, Juana

Camargo, Alvaro Uribe, Dídimo Castillo, Magela Cabrera

A., Giancarlo Soler T., Bolívar Franco R., Janio Castillo

C., Dimas Castillo y Luis Pulido R.

Teléfono: 223-0028

Fax: 269-2032

[email protected]

www.clacso.org.ar/cela

Presentación

Presentamos en este número 128 de la revista Tareas,correspondiente a enero-abril de 2008, un artículo de BoaventuraSousa de Santos publicado por primera vez hace más de un lustro.Las ideas de Sousa de Santos, un profesor de Sociología de laUniversidad de Coimbra, Portugal, ganan fuerza y adeptos en paísesde todas las latitudes y continentes. Sus planteamientos en tornoa la globalización hegemónica y las globalizaciones contra-hegemónicas, corren paralelo a otras nociones conocidas comoNuestra América y otras menos populares como el ethos barroco.

Sousa de Santos señala que el mundo se encuentra inmersoen una lucha contra lo que el llama el fascismo societario. Estetipo de fascismo “está formado por una serie de procesos socialesmediante los cuales grandes segmentos de la población sonexpulsados o son mantenidos irreversiblemente fuera de cualquiertipo de contrato social... Es el colapso de las más trivialesexpectativas de la gente”. Sousa de Santos describe la situaciónque afecta a todos los pueblos de la región y del mundo: “La genteque vive en un fascismo societario está privada de escalas yequivalencias comparativas y, por ello, no tienen expectativasestabilizadas”.

También advierte sobre el peligro de que la “lógica del mercado”se desparrame a todos los campos de la vida y se convierta en elúnico criterio para establecer interacciones sociales y políticas. Siesto ocurre, “la sociedad se tornará ingobernable... El resultadoserá que cualquier orden que se logre será de tipo fascista”. Sousade Santos aclara que "no es sólo el Estado que puede tornarsefascista, sino las relaciones sociales”.

Para enfrentar esta expansión de un fascismo societario hayque construir nuevas relaciones basadas en la equidad y en elreconocimiento de las diferencias. Lo que hoy conocemos comoglobalización tiene que ser enfrentado por otras formas deglobalización. Hace un llamamiento a nuevos manifiestos queproclamen alternativas como son las diversas formas de democraciaparticipativa, sistemas alternativos de producción, ciudadaníasmulticulturales, más respeto por la biodiversidad y la propiedad delos pueblos así como una nueva internacional laboral.

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El siglo europeo-americanoSegún Hegel, la historia universal transcurre de Oriente

a Occidente. Asia es el principio, mientras Europa es el finúltimo de la historia universal, el sitio donde culmina la tra-yectoria civilizatoria de la humanidad. La idea bíblica y me-dieval de la sucesión de los imperios (translatio imperii), enHegel se torna la forma triunfal de la Idea Universal. En cadaera, un pueblo asume la responsabilidad de conducir la IdeaUniversal, convirtiéndose así en el pueblo universal históri-co, un privilegio que por turnos ha pasado de los pueblos asiá-ticos a los griegos, luego a los romanos y, finalmente, a losgermanos. América, o más bien Norteamérica, conlleva para

NUESTRA AMÉRICA.HEGEMONIA Y

CONTRAHEGEMONIAEN EL SIGLO XXI

Boaventura de Sousa Santos**

SOCIALISMO

*Tomado de la revista Chiapas, Nº12, 2001, (México: ERA-IIEc). Títulooriginal "Nuestra América. Reinventando un paradigma subalterno dereconocimiento y redistribución. Traducción de Ramón Vera Herrera.http://www.ezln.org/revistachiapas/**Sociólogo, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad deCoimbra, Portugal.

Frente a esta visión de un mundo nuevo, con relaciones socialesmás cónsonas con las aspiraciones de sus pueblos, Tareas tambiénpublica el artículo de Higinio Polo quien presenta la difícil transiciónpor la cual atraviesa el viejo mundo (Europa). Los partidos deizquierda, en la tradición de Marx, Proudhomme y Lasalle, quedurante casi 150 años habían presentado la alternativa para eldesarrollo de ese continente se encuentran en crisis. A pesar deque la social democracia (fundada por Marx a fines del siglo XIX)gobierna en muchos países europeos, sus políticas son neoliberales.

En la sección sobre relaciones entre Panamá y EEUU, sereproducen dos artículos de jóvenes investigadores. Por un lado,José Santos A. pasa revista a los acuerdos y pactos suscritos porambos países en el siglo XXI poniendo la seguridad del país enpeligro. Santos también presenta una visión renovada de lasnegociaciones sobre el CNA a fines de la década pasada. RalphEvans contribuye con un artículo sobre la contaminación de lasáreas revertidas y los polígonos de tiro que fueron abandonadospor EEUU en la antigua Zona del Canal.

Tareas publica dos documentos importantes producidos por unacentral obrera (CGTP) que denuncia el proyecto de Tratado de LibreComercio (TLC) entre Panamá y EEUU que se encuentra atrapadoen los pasillos del Congreso en Washington. A pesar de ello, Panamáno ha denunciado a EEUU por darle refugio a un terrorista convictoprófugo de la justicia panameña. Igualmente, publica la declaracióndel encuentro de los estudiantes universitarios indígenas dePanamá quienes critican la política paternalista y cosmética delactual gobierno.

La emblemática científica social panameña y miembro del comitéeditorial de Tareas, Carmen A. Miró G., es objeto de una entrevista,en la cual descubre sus compromisos con la nación panameña desdeque era una joven militante. La entrevista a cargo de MagelaCabrera, presenta a una Carmen Miró tan comprometida hoy comolo era cuando ingresó al Frente Patriótico de la Juventud. En lasección “Nuestra América” también se presenta un artículo de JorgeTurner M. quien hace una semblanza del guerrillero heroico, ErnestoChé Guevara.

La revista cierra con una reseña preparada por Víctor Figueroadel libro Nuestra América: Un continente en la encrucijada, editado porRicardo Dello Buono y Marco A. Gandásegui, h.

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Hegel un futuro ambiguo, en tanto no choque con el cumpli-miento último de la historia universal en Europa. El futuro de(Norte) América es aún un futuro europeo, conformado porlas sobras de la población europea.

Esta idea hegeliana subyace a la concepción dominantede que el siglo xx fue el siglo americano: el siglo europeo-ame-

ricano. Implícita queda la noción de que la americanizacióndel mundo, empezando por la americanización de Europa mis-ma, no es sino un efecto del ardid universal de la razón, pro-pio de Europa, que al llegar al Extremo Occidente, y sin recon-ciliarse con el exilio al que Hegel lo ha condenado, es forzadoa desandar sobre sus huellas y de nuevo trazar el camino desu hegemonía sobre Oriente. La americanización, como for-ma hegemónica de globalización, es entonces el tercer actodel drama milenario de la supremacía occidental. El primeracto, en gran medida un acto fallido, fueron las Cruzadas, quedieron inicio al segundo milenio de la era cristiana; el se-gundo acto, iniciado a mitad del segundo milenio, fueron losdescubrimientos y la subsecuente expansión europea. En estaconcepción milenarista, el siglo europeo-americano conllevapoca novedad; no es sino otro siglo europeo, el último del mi-lenio. Después de todo, Europa ha contenido siempre muchasEuropas, algunas dominantes, otras dominadas. Estados Uni-dos de América es la última Europa dominante; como las pre-vias, ejerce su poder incuestionado sobre las Europas domi-nadas. Los señores feudales de la Europa del siglo xi desearony tuvieron tan poca autonomía respecto del papa Urbano ii,aquel que los reclutó para las Cruzadas, como los países de laUnión Europea actuales tienen respecto de Estados Unidosde Clinton, que los reclutan para las guerras balcánicas.1 Deun episodio al otro, lo único que se ha restringido es la con-cepción imperante del Occidente dominante. Mientras másrestringida es la concepción de lo que es Occidente, más cer-ca queda Oriente. Jerusalén es ahora Kosovo.

Bajo estas condiciones es difícil imaginar alternativa al-guna al régimen actual de relaciones internacionales que seha vuelto un elemento central de lo que llamo globalizaciónhegemónica. No obstante, tal alternativa no es sólo necesa-ria sino urgente, dado que el régimen actual se torna másviolento e impredecible conforme pierde coherencia, agravan-

do así la vulnerabilidad de los grupos sociales, las regiones olas naciones subordinados. El peligro real, que ocurre tantoen las relaciones intranacionales como en las internaciona-les, es la emergencia de lo que llamo fascismo societario. Alhuir de Alemania pocos meses antes de su muerte, WalterBenjamin escribió sus Tesis sobre la teoría de la historia, im-pulsado por la idea de que la sociedad europea vivía entoncesun momento de peligro. Pienso que hoy vivimos también unmomento así. En tiempos de Benjamin el peligro era el surgi-miento del fascismo como régimen político. En nuestro tiem-po, el peligro es el surgimiento del fascismo como régimensocietario. A diferencia del fascismo político, el fascismo so-cietario es pluralista, coexiste con facilidad con el estado de-mocrático y su tiempo-espacio preferido; en vez de ser nacio-nal, es a la vez local y global.

El fascismo societario está formado por una serie de pro-cesos sociales mediante los cuales grandes segmentos de lapoblación son expulsados o mantenidos irreversiblementefuera de cualquier tipo de contrato social (Santos, 1998a). Sonrechazados, excluidos y arrojados a una suerte de estado denaturaleza hobbesiana, sea porque nunca han formado partede contrato social alguno y probablemente nunca lo hagan(me refiero a los descastados precontractuales de cualquierparte del mundo y el mejor ejemplo es tal vez la juventud delos ghettos urbanos), o porque fueron excluidos o expulsadosde algún contrato social del que eran parte (éstos son los des-clasados poscontractuales, los millones de obreros del posfor-dismo, los campesinos después del colapso de los proyectos dereforma agraria u otros proyectos de desarrollo).

En tanto régimen societario, el fascismo se manifiestacomo el colapso de las más triviales expectativas de la genteque vive bajo su dominio. Lo que llamamos sociedad es unmanojo de expectativas estabilizadas, que van de los horariosdel metro al salario a fin de mes, o un empleo al terminar laeducación superior. Las expectativas se estabilizan median-te una serie de escalas y equivalencias compartidas: a untrabajo dado le corresponde una paga dada, a un crimen parti-cular le corresponde un castigo particular, para un riesgo hayun seguro previsto. La gente que vive en un fascismo socie-tario está privada de estas escalas y equivalencias comparti-

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das y, por ello, no tiene expectativas estabilizadas. Vive enun constante caos de expectativas donde los actos más trivia-les se empatan con las más dramáticas consecuencias. Afron-tan muchos riesgos sin seguridad alguna. Gualdino Jesús,un pataxó del noreste brasileño, simboliza la naturaleza detales riesgos. Había llegado a Brasilia a participar en la mar-cha de los Sin Tierra. La noche era tibia y decidió dormir enuna banca, en la parada del autobús. En las primeras horasde la mañana fue asesinado por tres jóvenes de clase media;uno, hijo de un juez, otro, de un oficial del ejército. Cuandolos jóvenes confesaron a la policía, dijeron que mataron alindígena por divertirse. “Ni siquiera sabían que era un indio,suponiendo que era un vagabundo sin hogar.” El hecho semenciona aquí como una parábola de lo que llamo fascismosocietario.

La expansión del fascismo societario es entonces un futu-ro factible. Existen muchos signos de que esta posibilidad esreal. Si se permite que la lógica del mercado se desparramede la economía a todos los campos de la vida social y se con-vierta en el único criterio para establecer interacciones so-ciales y políticas, la sociedad se tornará ingobernable y ética-mente repugnante. El resultado será que cualquier orden quese logre será de tipo fascista, como ya lo predijeran hace dé-cadas Schumpeter (1962 [1942]) y Polanyi (1963 [1944]).

Sin embargo, es importante no perder de vista, como miejemplo muestra, que no es el estado el que puede tornarsefascista, sino las relaciones sociales –locales, nacionales einternacionales. Este desfasamiento en las relaciones socia-les, entre inclusión y exclusión, se ha profundizado tanto quese torna más y más espacial: los incluidos viven en áreascivilizadas, los excluidos en áreas salvajes. Se levantan ba-rreras entre ellos (condominios cerrados, comunidades cer-cadas). Por ser potencialmente ingobernables, en las zonassalvajes el estado democrático se ha legitimado democrática-mente para actuar de un modo fascista. Es más probable queesto ocurra mientras menos se revise el consenso que man-tiene a este estado débil. Hoy queda más claro que sólo unestado democrático fuerte puede expresar eficazmente suspropias debilidades, y que sólo un estado democrático fuertepuede promover la emergencia de una fuerte sociedad civil.

De otra manera, una vez cumplido el ajuste estructural, enlugar de confrontarnos con un estado débil lo haremos conmafias fuertes, como ocurre ahora en el caso de Rusia.

Argumento entonces que la alternativa a la expansión deun fascismo societario es construir una nueva pauta de rela-ciones locales, nacionales y transnacionales, basada en elprincipio de la redistribución (equidad) y en el principio delreconocimiento (diferencia). En un mundo globalizado, talesrelaciones deben emerger como globalizaciones contrahege-mónicas. La pauta que las sustente debe ser mucho másamplia que una serie de instituciones. Dicha pauta conducea una cultura política transnacional encarnada en nuevasformas de socialidad y subjetividad. A fin de cuentas, implicauna nueva ley “natural” revolucionaria, tan revolucionariacomo lo fueron las concepciones de la ley natural en el sigloxvii. Por razones que trataré de aclarar, a esta ley “natural” ladenomino ley cosmopolita barroca.

En los márgenes del siglo europeo-americano, arguyo, emer-gió otro siglo, uno en verdad nuevo y americano. Yo le llamoel siglo americano de Nuestra América. Mientras el primero en-traña una globalización hegemónica, este último contieneen sí mismo el potencial para globalizaciones contrahegemó-nicas. Debido a que este potencial yace en el futuro, el siglode Nuestra América bien puede ser el nombre del siglo quecomienza.

En la primera sección de este texto explico lo que entiendopor globalización, y en particular globalización contrahege-mónica. Luego especifico con algún detalle los rasgos mássobresalientes de la idea de Nuestra América tal como fue con-cebida en el espejo del siglo europeo-americano. En la segundasección analizo el ethos barroco, concebido como el arquetipocultural de la subjetividad y la sociabilidad de Nuestra Améri-

ca. Mi análisis resalta aspectos del potencial emancipador dela nueva ley “natural” barroca, concebida como una ley cos-mopolita, una ley que no se basa en Dios ni en la naturalezaabstracta, sino en la cultura social y política de grupos socia-les cuya vida cotidiana recibe su energía de la necesidad detransformar sus estrategias de sobrevivencia en fuente deinnovación, creatividad, transgresión y subversión. En lasúltimas secciones trato de mostrar por qué este potencial

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emancipador y contrahegemónico de Nuestra América está le-jos de haberse materializado y cómo puede llevarse a la prác-tica en el siglo xxi. Finalmente, identifico cinco áreas, todasellas profundamente incrustadas en la experiencia secularde Nuestra América, las cuales, desde mi punto de vista, seránlos principales terrenos de disputa en la lucha entre las glo-balizaciones –hegemónica y contrahegemónica–, que confor-marán el espacio para que surja una nueva cultura políticatransnacional, y para la ley “natural” barroca que la legitime.En cada uno de estos terrenos, el potencial emancipador delas luchas obtiene su premisa de la idea de que una políticade la redistribución no puede conducirse con éxito sin unapolítica del reconocimiento, y viceversa.

Las globalizaciones contrahegemónicasAntes de proceder, debo aclarar lo que quiero significar

con globalización hegemónica y contrahegemónica. La ma-yoría de los autores conciben sólo una forma de globalizacióny rechazan la distinción entre globalización hegemónica yglobalizaciones contrahegemónicas.2 Si la globalización seconcibe como una sola, la resistencia a ella por parte de lasvíctimas –concediendo que sea posible que resistan– sólo pue-de asumir la forma de la localización. Jerry Mander, por ejem-plo, habla de “la viabilidad de economías diversificadas y loca-lizadas, de escala más pequeña, enganchadas a las fuerzasexternas pero no dominadas por ellas” (1996: p. 18). Douthwaiteafirma que

dado que una insustentabilidad local no puedecancelar sustentabilidades locales en otra parte,un mundo sustentable consistiría en un númerode territorios, cada uno sustentable independien-temente de los otros. En otras palabras, en vez deuna economía global que dañara a todo el mundohasta el colapso, un mundo sustentable podríacontener una plétora de economías regionales (sub-nacionales) que produjeran todo lo esencial paravivir de los recursos de sus territorios, y que fue-ran, como tal, independientes unas de otras (1999:p. 171).

Desde este punto de vista, el viraje a lo local es obligado.Es la única manera de garantizar la sustentabilidad.

Parto de la presuposición de que lo que llamamos globali-zación consiste en series de relaciones sociales; conformeestas series de relaciones sociales cambian, también lo hacela globalización. En sentido estricto, no existe una entidadaislada llamada globalización; hay, más bien, globalizaciones,y deberíamos usar el término únicamente en plural. Por otraparte, si las globalizaciones son paquetes de relaciones so-ciales, éstos tienden a implicar conflictos; de ahí la idea delos vencedores y los derrotados. Con más frecuencia de lo queparece, el discurso de la globalización es el recuento de losvencedores en su propia versión. En ésta, su victoria es apa-rentemente tan absoluta que los vencidos terminan desapa-reciendo del cuadro por completo.

Y aquí mi definición de globalización: el proceso por el cualuna condición o entidad local dada logra extender su alcancepor todo el globo y, al hacerlo, desarrolla la capacidad de desig-nar como local a alguna entidad o condición social rival.

Las implicaciones más importantes de esta definición son,primero, que en las condiciones del sistema-mundo capita-lista occidental no existe una globalización genuina. Eso quellamamos globalización es siempre la globalización exitosade un localismo dado. En otras palabras, no existe condiciónglobal alguna para la que no podamos hallar una raíz local, unfondo cultural específico. La segunda implicación es que laglobalización entraña localización, esto es, la localización esla globalización de los derrotados. De hecho, vivimos en unmundo de localización, tanto como vivimos un mundo de glo-balización. Sería igualmente correcto en términos analíticosque definiéramos la situación actual de nuestros tópicos deinvestigación en términos de localización y no de globaliza-ción. La razón por la que preferimos este último término tie-ne que ver con que el discurso científico hegemónico tiendea preferir el relato del mundo según lo cuentan los vencedo-res. Para dar cuenta de las relaciones de poder asimétricasen el interior de lo que llamamos globalización, he sugeridoque distingamos cuatro modos de producirla: localismos glo-balizados, globalismos localizados, cosmopolitismo y heren-cia común de la humanidad (Santos, 1995: pp. 252-377). Se-

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gún esta concepción, los primeros dos modos abarcan lo quellamo globalización hegemónica: surgen de las fuerzas delcapitalismo global y se caracterizan por la naturaleza radicalde la integración global que posibilitan, sea por exclusión opor inclusión. Los excluidos –países o pueblos, incluso conti-nentes como África– están integrados a la economía globalpor las formas específicas en que son excluidos de ésta. Estoexplica por qué hay tanto en común, más de lo que estamosdispuestos a admitir, entre los millones de personas que vi-ven en las calles, en los ghettos urbanos, en las reservas, enlos campos de la muerte de Urabá o Burundi, en los Andes oen la frontera amazónica, en los campos de refugiados, en losterritorios ocupados o en los “talleres de sudor” que utilizan amillones de niños como trabajadores cautivos.

Las otras dos formas de globalización –el cosmopolitismo yla herencia común de la humanidad– son lo que llamo globa-lizaciones contrahegemónicas. Por todo el mundo los proce-sos hegemónicos de exclusión encuentran diferentes formasde resistencia –iniciativas de base, organizaciones locales,movimientos populares, redes transnacionales de solidaridad,nuevas formas de internacionalismo obrero– que intentancontrarrestar la exclusión social abriendo espacios para laparticipación democrática y la construcción comunitaria, ofre-ciendo alternativas a las formas dominantes de desarrollo yconocimiento; en suma, en favor de la inclusión social. Estosvínculos locales/globales y el activismo transfronterizo cons-tituyen un nuevo movimiento democrático transnacional. Apartir de las manifestaciones en Seattle en noviembre de 1999contra la Organización Mundial de Comercio y aquellas enPraga en septiembre de 2000 contra el Banco Mundial y elFondo Monetario Internacional, este movimiento se está con-virtiendo en un nuevo componente de la política internacio-nal y, de manera más general, es parte de una nueva culturapolítica progresista. Las nuevas redes de solidaridad local-globalse enfocan en una amplia variedad de asuntos: derechos hu-manos, medio ambiente, discriminación étnica y sexual, bio-diversidad, normas laborales, sistemas de protección alter-nativa, derechos indígenas, etcétera (González Casanova,1998; Keck y Sikkink, 1998; Tarrow, 1999; Evans, 2000; Brysk,2000).

Este nuevo “activismo más allá de las fronteras” constitu-ye un paradigma emergente que, siguiendo a Ulrich Beck,podríamos denominar una subpolítica emancipadora transna-cional, el Geist político de las globalizaciones contrahe-gemónicas. La credibilidad de tal subpolítica transnacionalestá aún por establecerse y su sustentabilidad continúa sien-do una cuestión abierta. Si medimos su influencia y éxito ala luz de los cuatro siguientes niveles –creación de tópicos yestablecimiento de un programa; cambios en la retórica dequienes deciden; cambios institucionales; impacto efectivoen políticas concretas–, existe fuerte evidencia para afirmarque ha tenido éxito en confrontar la globalización hegemóni-ca en los dos primeros niveles de influencia. Está por versequé tanto éxito puede tener, y en cuánto tiempo, en los dosúltimos niveles de influencia, que son más demandantes.

Para los propósitos de mi argumentación, hay que resaltardos características de la subpolítica transnacional. La prime-ra, una positiva, es que a diferencia de los modernos paradig-mas occidentales de transformación social progresista (la re-volución, el socialismo, la socialdemocracia), la subpolíticatransnacional está por igual involucrada con la política de laequidad (redistribución) y con la política de la diferencia (re-conocimiento). Esto no significa que estas dos clases de polí-ticas estén presentes por igual en diferentes clases de lu-chas, campañas o movimientos. Algunas luchas privilegianuna política de la equidad. Éste es el caso de las campañascontra los “talleres de sudor” o los nuevos movimientos deinternacionalismo laboral. Otras luchas, por el contrario, pue-den privilegiar una política de la diferencia, como son las cam-pañas contra el racismo y la xenofobia en Europa o algunosmovimientos por derechos indígenas, aborígenes o tribalesen Latinoamérica, Australia, Nueva Zelanda e India. Otrasluchas más pueden explícitamente combinar la política de laequidad con la política de la diferencia. Tal es el caso de algu-nas campañas contra el racismo y la xenofobia en Europa, losmovimientos de mujeres en todo el mundo, las campañas encontra del saqueo de la biodiversidad (o biopiratería), casi to-das ellas localizadas en territorios indígenas, y la mayoría delos movimientos indígenas. La articulación entre reconoci-miento y redistribución se torna aún más visible cuando con-

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templamos estos movimientos, iniciativas y campañas comouna nueva constelación de significados emancipadores polí-ticos y culturales en un mundo globalizado de manera dispa-reja. Hasta el momento, tales significados no conllevan unaautorreflexión. Uno de los propósitos de este trabajo es apun-tar un posible camino hacia este fin.

La otra característica de la subpolítica transnacional esnegativa. Hasta ahora, las teorías de la separación han pre-valecido sobre las teorías que pregonan la unión entre la granvariedad de movimientos, campañas e iniciativas existen-tes. De hecho, lo verdaderamente global es sólo la lógica de laglobalización hegemónica, que fija un equilibrio que mantie-ne tales movimientos separados y mutuamente ininteligi-bles. Por ello, la noción de una globalización contrahegemó-nica tiene un fuerte componente utópico y su significado ple-no puede asirse sólo mediante procedimientos indirectos. Yodistingo tres procedimientos principales: la sociología de lasausencias, la teoría de la traducción y la puesta en prácticade nuevos Manifiestos.

La sociología de las ausencias es el procedimiento por elcual aquello que no existe, o cuya existencia es socialmenteinasible o inexpresable, se concibe como el resultado activode un proceso social dado. La sociología de las ausencias in-venta o devela cualquier condición, experimento, iniciativa oconcepción política y social suprimida con éxito por las for-mas hegemónicas de la globalización, o aquellas que no se hapermitido que existan ni sean pronunciables como necesi-dad o aspiración. En el caso específico de la globalización con-trahegemónica, la sociología de las ausencias es el procedi-miento mediante el cual puede rearmarse el carácter incom-pleto de una lucha antihegemónica o la ineficacia de la re-sistencia local en un mundo globalizado. Dicho carácter in-completo y tal ineficacia se derivan de los vínculos ausentes(suprimidos, inimaginados, desacreditados) que podrían co-nectar tales luchas con otras en algún otro lugar del mundo,lo que fortalecería su potencial para construir alternativascontrahegemónicas creíbles. A mayor precisión de esta so-ciología de las ausencias, mayor claridad habrá en la percep-ción de una ineficacia o un carácter incompleto. De todasmaneras, aquello universal o global construido por la sociolo-

gía de las ausencias, lejos de negar o eliminar lo particular olocal, los alienta a mirar más allá como condición para unaresistencia exitosa y para generar alternativas posibles.

La noción de que la experiencia social está formada porinexperiencia social es nodal para la sociología de las ausen-cias. Ésta es tabú para las clases dominantes que promuevenla globalización hegemónica capitalista y su paradigma cul-tural legitimador: por un lado, la modernidad eurocéntrica olo que Scott Lash (1999) llama alta modernidad; por el otro, loque yo llamo posmodernidad celebratoria (1999b). Las clasesdominantes siempre tienden a dar por hecho que, en su ex-periencia particular, sufren las consecuencias de la ignoran-cia, la vileza o la peligrosidad de las clases dominadas. Lejosde su consideración, en verdad ausente, está su propia inex-periencia de lo que representan el sufrimiento, la muerte yel pillaje impuestos como experiencia a las clases, grupos ypueblos oprimidos.3 Para estos últimos, sin embargo, es cru-cial incorporar a su experiencia la inexperiencia de los opre-sores en torno al sufrimiento, la humillación y explotaciónque les imponen. La sociología de las ausencias confiere alas luchas contrahegemónicas un cosmopolitismo, es decir,una apertura hacia los otros y un conocimiento más amplio.Éste es el tipo de saber que Retamar tiene presente cuandoasegura: “Sólo hay un tipo de persona que realmente conocea plenitud la literatura de Europa: el colonial” (1989: p. 28).

Para generar tal apertura, es necesario recurrir a un se-gundo procedimiento: la teoría de la traducción. Una lucha par-ticular o local dada (por ejemplo, una lucha indígena o femi-nista) sólo reconoce a otra (digamos, una lucha obrera o am-biental) en la medida en que ambas pierden algo de su parti-cularismo o localismo. Esto ocurre cuando se crea una inteli-gibilidad mutua entre tales luchas. La inteligibilidad mutuaes un prerrequisito para lo que denomino autorreflexión in-terna, una que combine la política de la equidad con la políti-ca de la diferencia entre movimientos, iniciativas, campa-ñas y redes. Esta ausencia de autorreflexión es lo que permi-te que prevalezcan las teorías de la separación sobre las teo-rías de la unión. Algunos movimientos, iniciativas y campa-ñas se agrupan en torno al principio de la equidad; otros, entorno al principio de la diferencia. La teoría de la traducción

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es el procedimiento que permite una inteligibilidad mutua. Adiferencia de la teoría de la acción transformadora, la teoríade la traducción mantiene intacta la autonomía de las lu-chas como su condición, ya que sólo lo diferente puede tradu-cirse. Hacerse mutuamente inteligibles significa identificarlo que une y es común a las entidades que se hallan separa-das por sus diferencias recíprocas. La teoría de la traducciónpermite identificar el terreno común que subyace a una lu-cha indígena, a una lucha feminista, a una lucha ecológica,etcétera, sin cancelar nada de la autonomía o la diferenciaque les da sustento.

Una vez identificado, lo que une y es común a diferentesluchas antihegemónicas se convierte en un principio de ac-ción en la medida en que se identifica como la solución alcarácter incompleto y a la ineficacia de las luchas que per-manecen confinadas a su particularismo o localismo. Estepaso ocurre al poner en práctica nuevos Manifiestos. Es decir,planes de acción detallados de alianzas que son posibles por-que se basan en denominadores comunes, y que movilizanya que arrojan una suma positiva, porque confieren ventajasespecíficas a todos los que participan en ellas de acuerdo consu grado de participación.

Así concebidas, la subpolítica emancipadora o la globaliza-ción contrahegemónica entrañan condiciones demandantes.Es de esperar un equilibrio tenso y dinámico entre diferenciay equidad, entre identidad y solidaridad, entre autonomía ycooperación, entre reconocimiento y redistribución. El éxitode los procedimientos arriba mencionados depende, por tan-to, de factores culturales, políticos y económicos. En los ochen-ta, “el turno de lo cultural” contribuyó decisivamente a resal-tar los polos de las diferencias, la identidad, la autonomía y elreconocimiento, pero con frecuencia lo hizo en forma cultu-ralista, es decir, minimizando los factores económicos y polí-ticos. Así, no se consideraban los polos de la equidad, la soli-daridad, la cooperación y la redistribución. En el inicio de unnuevo siglo, después de casi veinte años de una fiera globali-zación neoliberal, debe recobrarse el balance entre estos po-los. Desde la perspectiva de una posmodernidad de oposición,es central la idea de que no puede haber reconocimiento sinredistribución (Santos, 1998a: pp. 121-39). Quizá la mejor

manera de formular esta idea sea recurrir a un dispositivomodernista, la noción de un metaderecho fundamental: elderecho a tener derechos. Tenemos el derecho a ser igualessiempre que las diferencias nos disminuyan; tenemos el de-recho a ser diferentes siempre que la igualdad nos reste ca-racterísticas. He aquí un híbrido normativo: es modernistaporque se basa en un universalismo abstracto, pero está for-mulado de tal forma que sancione una oposición posmodernabasada tanto en la redistribución como en el reconocimiento.

Como lo he expresado, las nuevas constelaciones de signi-ficado que trabajan en el interior de la subpolítica emancipa-dora transnacional no han alcanzado aún su momento deautorreflexión. Es crucial que este momento ocurra si ha dereinventarse la cultura política de los nuevos siglo y milenio.La única forma de alentar su emergencia es excavando enlas ruinas de las tradiciones marginadas, suprimidas o si-lenciadas sobre las que la modernidad eurocéntrica constru-yó su propia supremacía. Son, sin duda, “otra modernidad”(Lash, 1999).

A mi entender, el siglo americano de Nuestra América es elque mejor ha formulado la idea de una emancipación socialbasada en el metaderecho de tener derechos y en el equili-brio dinámico entre reconocimiento y redistribución que éstepresupone. También ha mostrado, dramáticamente, la difi-cultad de construir, sobre esa base, prácticas emancipadorastrascendentes.

El siglo americano de Nuestra América“Nuestra América” es el título de un breve ensayo de José

Martí, publicado en el periódico mexicano El Partido Liberal el30 de enero de 1891. En este artículo, excelente resumen delpensamiento martiano presente en varios periódicos latinoa-mericanos de su tiempo, Martí expresó una serie de ideasque creo dieron sustento al siglo americano de Nuestra Améri-

ca, una serie de ideas que otros –como Mariátegui y Osvaldode Andrade, Fernando Ortiz y Darcy Ribeiro– han continuado.Las ideas principales de este programa son las siguientes.Primero, Nuestra América se halla en las antípodas de la Amé-rica europea. Es la América mestiza fundada por el cruzamien-to, a veces violento, de mucha sangre europea, india y africa-

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na. Es la América capaz de sondear profundamente en suspropias raíces para después edificar un conocimiento y ungobierno que no fueran importación, y que estuvieran ade-cuados a su realidad. Sus raíces más profundas se hallan enlas luchas de los pueblos amerindios contra los invasores; esahí donde están los verdaderos precursores de los indepen-

dentistas latinoamericanos (Retamar, 1989: p. 20). Se preguntaMartí: “¿No es acaso evidente que América fue paralizada porel mismo golpe que paralizó a los indios?” Y se responde: “Hastaque los indios no caminen, América misma no comenzará acaminar bien” (1963, vol. vii: pp. 336-37). Aunque en “Nues-tra América” Martí aborda principalmente el racismo antiin-dio, en otro pasaje se refiere también a los negros: “Un serhumano es más que blanco, más que mulato, más que negro[...] Las dos clases de racistas son igualmente culpables: elracista blanco y el racista negro” (ibid., vol. ii: p. 299).La segunda idea en torno a Nuestra América es que en susraíces mezcladas reside su infinita complejidad, su nuevaforma de universalismo que enriqueció al mundo. Dice Mar-tí: “No existe el odio de raza porque no hay razas” (ibid., vol. vi:p. 22). En esta frase reverbera el mismo liberalismo radicalque había animado a Simón Bolívar a proclamar que AméricaLatina era “una pequeña humanidad”, una “humanidad enminiatura”. Esta suerte de universalismo ubicado y contex-tualizado habría de convertirse en una de las consignas másperdurables de Nuestra América.

En 1928, el poeta brasileño Osvaldo de Andrade publicó elManifiesto antropófago. Por antropofagia entendía la capaci-dad americana para devorar todo lo ajeno e incorporarlo paracrear así una identidad compleja, una nueva y constantementecambiante identidad:

Sólo aquello que no es mío me interesa. La ley delos hombres. La ley del antropófago [...] Contra to-dos los importadores de conciencia enlatada. Lapalpable existencia de la vida. La mentalidadprelógica para estudio del señor Levy-Bruhl [...] Hepreguntado a un hombre qué es la ley. Me dijo quees la garantía de ejercer la posibilidad. Su nombreera Galli Mathias. Me lo tragué. Antropofagia. Laabsorción del enemigo sagrado. Convertirlo en tó-

tem. La aventura humana. La finalidad terrena.Empero, sólo las élites puras han conseguido laantropofagia carnal, aquella que guarda en sí mis-ma el más alto sentido de la vida y que evita losmales identificados por Freud, los demonioscatequéticos (Andrade, 1990: pp. 47-51).

Este concepto de antropofagia, irónico en relación con la re-presentación europea del “instinto caribe”, es bastante cer-cano al concepto de transculturación desarrollado en Cubapor Fernando Ortiz, algunos años después, en los años cua-renta (Ortiz, 1973). Buscando un ejemplo más reciente, citoal antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, que en un arranquede humor brillante dijo:

Es bastante fácil hacer una Australia: tómese aunos cuantos franceses, ingleses, irlandeses e ita-lianos, láncelos a una isla desierta, maten enton-ces a los indios y hagan una Inglaterra de segun-da, maldita sea, o de tercera, qué mierda. Brasildebe percatarse que eso es una mierda, que Cana-dá es una mierda, porque sólo repite Europa. Estosólo para mostrar que la nuestra es una aventuraen pos de una nueva humanidad, el mestizaje encuerpo y alma. Mestizo es lo que está bien (1996:p. 104).

La tercera idea fundadora de Nuestra América es que para po-der construirla sobre fundamentos genuinos debe conferírse-le conocimiento genuino. Martí de nuevo: “Valen más las trin-cheras de las ideas que las trincheras de piedra” (1963, vol.vi: p. 16). Pero para lograr esto, las ideas deben estar enraiza-das en las aspiraciones de los pueblos oprimidos. “Así como elmestizo auténtico conquistó al exótico criollo, el libro impor-tado fue conquistado en América por el hombre natural” (ibid.:p. 17). Por eso Martí argumenta:

La universidad europea debe rendirse ante la uni-versidad americana. La historia de América, de losincas al presente, debe enseñarse a la perfección,aun si no enseñamos los argonautas de Grecia.Nuestra propia Grecia es preferible a una Greciaque no sea nuestra. Tenemos más necesidad de

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ella. Los políticos nacionales deben remplazar alos políticos extranjeros y exóticos. Injértese elmundo en nuestras repúblicas, pero el tronco debeser aquel de nuestras repúblicas. Y dejemos ensilencio al pedante conquistado: no hay patria dela cual un individuo pueda estar más orgulloso quenuestras desdichadas repúblicas americanas (ibid.:p. 18).

Este conocimiento ubicado, que demanda una atencióncontinua a la identidad, a la conducta y al involucramientoen la vida pública, es en verdad lo que distingue a un país, nolas atribuciones imperiales de niveles de civilización. Martídistingue al intelectual del hombre cuya experiencia de vidalo ha hecho sabio. Y dice: “No hay pugna entre civilización ybarbarie sino entre falsa erudición y naturaleza” (ibid.: p. 17).Nuestra América conlleva así un fuerte componente epistemo-lógico. En vez de importar ideas extranjeras, uno debe buscarlas realidades específicas del continente desde una perspec-tiva latinoamericana. Ignorarlas o menospreciarlas ha ayu-dado a los tiranos a acceder al poder, y ha dado pie a la arro-gancia estadounidense de cara al resto del continente. “Eldesprecio del vecino formidable que no la conoce es la mayoramenaza a Nuestra América, y con urgencia debe conocerlapara dejar de despreciarla. Siendo ignorante, tal vez la codi-cie. Una vez que la conozca, deberá, respetándola, quitarlelas manos de encima” (ibid.: p. 22).Por lo tanto, un conocimiento ubicado es condición para ungobierno ubicado. Como lo expresa Martí en otra parte, unono puede

Gobernar nuevos pueblos con arreglos singularesy violentos, con leyes heredadas de cuatro siglosde prácticas liberales en Estados Unidos y dieci-nueve siglos de monarquía en Francia. Uno no de-tiene un golpe en el pecho del caballo del hombrecomún con alguno de los decretos de Hamilton.Uno no hace fluir la sangre coagulada de la razaindia con un aforismo de Sieyes.

Y Martí añade: “En una república de indios, los gobernado-res aprenden el idioma” (ibid.: pp. 16-17).

Una cuarta idea fundadora de Nuestra América es que es laAmérica de Calibán, no la de Próspero. La América de Próspe-ro se halla al Norte pero habita también en el Sur entre aque-llas élites intelectuales y políticas que rechazan las raícesindias y negras y miran hacia Europa y Estados Unidos comomodelos a imitar en sus propios países, con persianas etno-céntricas que distinguen civilización de barbarie. En parti-cular, Martí tiene presente una de las más tempranas for-mulaciones sureñas de la América de Próspero, el trabajo delargentino Domingo Sarmiento titulado Facundo. Civilización y

barbarie publicado en 1845 (Sarmiento, 1966). Es en contrade este mundo de Próspero que Andrade empuja su “instintocaribe”:

Sin embargo no fueron los cruzados los que vinie-ron sino los evadidos de una civilización que ahoranos tragamos, porque somos fuertes y vengativoscomo los jabuti [...] No teníamos especulación, peroteníamos adivinación. Teníamos política, que es laciencia de la distribución. Es un sistema social-planetario [...] Antes de que los portugueses des-cubrieran Brasil, Brasil había descubierto la felici-dad (Andrade, 1990: pp. 47-51).

La quinta idea básica de Nuestra América es que su pensa-miento político, lejos de ser nacionalista, es internacionalis-ta, y está fortalecido por una actitud anticolonialista y an-tiimperialista, dirigida contra Europa en el pasado y ahoracontra Estados Unidos. Aquellos que piensan que la globaliza-ción neoliberal, del tlcan a la Iniciativa de las Américas y laOrganización Mundial de Comercio es algo nuevo, deberíanleer los reportes de Martí acerca del Congreso Panamericanode 1889-1890 y de la Comisión Monetaria Internacional Ame-ricana de 1891. He aquí los comentarios de Martí sobre elCongreso Panamericano:

Nunca en América, desde la independencia, huboasunto que demandase más sabiduría, que requi-riese más vigilancia o llamado a una atención másclara y detallada, que la invitación que el poderosoEstados Unidos, pleno de productos invendibles y

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determinado a expandir su dominación sobre Amé-rica, dirige a las naciones americanas con menospoder, vinculadas por un libre y amigable comerciocon Europa, para formar una alianza contra ella ycortar sus contactos con el resto del mundo. Amé-rica se las arregló para librarse de la tiranía deEspaña; ahora, habiendo escrutado con ojos jui-ciosos las causas y factores antecedentes de talinvitación, es imperativo declarar, porque es cier-to, que ha llegado el momento de que la Américahispana declare su segunda independencia (1963,vol. vi: pp. 4-6).

Según Martí, las concepciones dominantes en Estados Uni-dos respecto de América Latina debían incitar a esta últimaa desconfiar de todos los propósitos provenientes del Norte.Enfurecido, Martí acusa:

Ellos creen en la necesidad, el derecho bárbaro,como único derecho, de que “esto es nuestro por-que lo necesitamos”. Ellos creen en la incompara-ble superioridad de “la raza anglosajona contra laraza latina”. Creen en la vileza de la raza negraque ellos esclavizaron en el pasado y que ahorahumillan, y en la de la raza india que exterminan.Ellos creen que los pueblos de la América hispanaestán constituidos sobre todo por indios y negros(ibid.: p. 160).

El hecho de que Nuestra América y la América europea es-tén geográficamente cerca, y la conciencia de los peligros quedevienen del desequilibrio entre ambas, pronto forzaron aNuestra América a exigir su autonomía desde un pensamientoy una práctica provenientes del Sur: “El Norte debe quedaratrás” (ibid., vol. ii: p. 368). La visión de Martí surge de susmuchos años de exilio en Nueva York, durante los cuales tra-bó conocimiento cercano con “las entrañas del monstruo”:

En el Norte no hay sustento ni raíz. En el Nortelos problemas aumentan y no hay caridad ni pa-triotismo que los resuelva. Allí, los hombres noaprenden cómo amar a los demás, ni aman el sue-lo donde nacieron por azar. Allí se echó a andar

una máquina que puede satisfacer con productosla voracidad del universo. Aquí los ricos se apilande un lado y los desesperados del otro. El Norte seencierra y se llena de odio. El Norte debe quedaratrás (ibid.).

Sería difícil encontrar una predicción tan transparente delo que fue el siglo europeo-americano y de la necesidad de en-contrar una alternativa.

Según Martí, tal alternativa reside en una Nuestra Améri-

ca unificada que declare su autonomía frente a Estados Uni-dos. En un texto fechado en 1894, escribe: “Poco se sabe denuestra sociología y de nuestras leyes precisas, como la si-guiente: mientras más lejos nos mantengamos de EstadosUnidos, más libres y prósperos serán los pueblos de América”(ibid., vol. vi: pp. 26-27). Más ambigua y utópica es la alterna-tiva de Osvaldo de Andrade: “Queremos una revolución cari-beña más grande que la revolución francesa. La unificaciónde todas las revueltas eficaces en pro de la humanidad. Sinnosotros, Europa no tendría ni su pobre declaración de losderechos del hombre” (Andrade, 1990: p. 48).

En suma, para Martí el reclamo de igualdad sustenta lalucha contra la diferencia inequitativa tanto como el recla-mo de la diferencia sustenta la lucha contra la igualdad in-equitativa. La única legítima canibalización de la diferencia(la antropofagia de Andrade) es aquella de los subalternos por-que sólo a través de ésta Calibán reconoce su propia diferen-cia de cara a las diferencias inequitativas que le han sidoimpuestas. En otras palabras, la antropofagia de Andrade di-giere de acuerdo a sus propias entrañas.

El ethos barroco: prolegómenos para unanueva ley cosmopolita

Nuestra América no es un mero constructo intelectual parasu discusión en los salones que dieron tanta vida a la culturalatinoamericana en las primeras décadas del siglo xx. Es unproyecto político, o más bien, una serie de proyectos políticosy un compromiso con los objetivos que conllevan. Ese compro-miso arrastró a Martí al exilio y después a la muerte luchan-do por la independencia de Cuba. Osvaldo de Andrade lo dijoen forma de epigrama: “contra las élites vegetales. En con-

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tacto con el suelo” (ibid.: p. 49). Pero antes de convertirse enproyecto político, Nuestra América fue una forma de subjetivi-dad y sociabilidad. Es una forma de ser y vivir permanente-mente en tránsito y transitoriedad, cruzando fronteras, crean-do espacios fronterizos, acostumbrada al riesgo –con el cualha vivido muchos años, mucho antes de la invención de la“sociedad del riesgo” (Beck, 1992)–, acostumbrada a perdurarcon un nivel bajo de estabilidad en sus expectativas, en nom-bre de un optimismo visceral que nace de la potencialidadcolectiva. Tal optimismo condujo a Martí a aseverar, en unperiodo de pesimismo cultural vienés de fin de siècle: “Sergobernador de una nueva nación significa ser creador” (1963,vol. vi: p. 17). La misma suerte de optimismo hizo a Andradeexclamar: “El gozo es una prueba en contrario” (1990: p. 51).

La subjetividad y la sociabilidad de Nuestra América son incó-modas para el pensamiento institucionalizado y legalista, peroson afines al pensamiento utopista. Por utopía entiendo aque-lla exploración imaginativa de nuevos modos y estilos de capa-cidad y voluntad humanos, y la confrontación imaginativa de lanecesidad de todo lo que existe –sólo porque existe– en pos dealgo radicalmente mejor, por el cual vale la pena luchar, algoque la humanidad se merece plenamente (Santos, 1995: p. 479).

Este estilo de subjetividad y sociabilidad es lo que denomino,siguiendo el pensamiento de Echeverría (1994), el ethos barroco.4

Sea que se le mire como un estilo artístico o como épocahistórica, el barroco es específicamente un fenómeno latinoy mediterráneo, una forma excéntrica de la modernidad, delSur al Norte, digamos. Su excentricidad deriva, en gran me-dida, del hecho de que haya ocurrido en países y en momen-tos históricos en los cuales el centro del poder era débil eintentaba esconder su debilidad dramatizando una sociabili-dad conformista. La relativa ausencia de un poder centralconfiere al barroco un carácter abierto e inacabado que per-mite la autonomía y la creatividad de los márgenes y las peri-ferias. Debido a su excentricidad y su exageración, el centrose reproduce a sí mismo como si fuera un margen. Es unaimaginación centrífuga que se torna más fuerte conformetransitamos de las periferias internas del poder europeo asus periferias externas en América Latina. Toda ella fue co-lonizada por centros débiles: Portugal y España. Portugal fue

un centro hegemónico durante un breve periodo, entre lossiglos xv y xvi, y apenas un siglo después España comenzó adeclinar. Del siglo XVII en adelante, dejaron más o menossolas a las colonias, una marginación que posibilitó una crea-tividad cultural y social específica, a veces muy codificada, aveces caótica, a veces erudita o vernácula, a veces oficial, aveces ilegal. Tal mestizaje está tan fuertemente enraizadoen las prácticas sociales de estos países que ha llegado a con-siderarse como el fundamento del ethos cultural típico deAmérica Latina, manteniéndose desde el siglo xvii hastanuestros días. Esta forma del barroco, en tanto manifestaciónde una instancia extrema de la debilidad del centro, constitu-ye un campo privilegiado para el desarrollo de una imagina-ción centrífuga, subversiva y blasfema.

Como época de la historia europea, el barroco fue un tiem-po de crisis y transición: una crisis económica, social y políti-ca particularmente obvia en el caso de los poderes que apoya-ron la primera fase de la expansión europea. En el caso dePortugal, la crisis provocó incluso que perdiera su indepen-dencia. Por motivos de sucesión monárquica, Portugal fueanexado a España en 1580, y no recuperó la independenciasino hasta 1640. Particularmente bajo el reinado de Felipe iv(1621-1665), la monarquía española atravesó por una severacrisis financiera que la arrastró también a una crisis políticay cultural. Como apunta Maravall, ésta comenzó como unacierta conciencia de desasosiego y dificultad que “se agravóconforme el tejido social se vio seriamente afectado” (1990: p.57). Los valores y los comportamientos eran cuestionados, laestructura de las clases sufrió algunos cambios, el bandole-rismo y las conductas desviadas aumentaron, la rebelión y lasedición eran una amenaza constante. Fue por cierto un tiem-po de crisis, y un tiempo de transición hacia nuevos modosde sociabilidad que el capitalismo emergente y el nuevo pa-radigma científico hicieron posibles; hacia nuevos modos dedominación basados no sólo en la coerción sino también enla integración cultural e ideológica. En gran medida, la cultu-ra barroca es un instrumento de consolidación y legitima-ción del poder. Sin embargo, lo que para mí sigue siendo ins-pirador de la cultura barroca es su veta de subversión y ex-centricidad, la debilidad de los centros de poder que durante

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ese periodo buscaba legitimarse, el espacio de creatividad eimaginación que abrió, la turbulenta sociabilidad que alimen-tó. La configuración de la subjetividad barroca que quiero im-pulsar es un collage de diversos materiales históricos y cul-turales, algunos de los cuales, de hecho, no podemos, técni-camente, considerar que pertenezcan al periodo barroco.

La subjetividad barroca vive confortablemente en la sus-pensión temporal del orden y los cánones. Siendo una subje-tividad de la transición, depende tanto del agotamiento comode las aspiraciones de los cánones; su temporalidad privile-giada es transitoriedad perenne. Carece de las certezas ob-vias de las leyes universales, de la misma manera que elestilo barroco carecía del universalismo clásico del Renaci-miento. Debido a su dificultad para planear su propia repeti-ción ad infinitum, la subjetividad barroca le apuesta a lo local,a lo particular, a lo momentáneo, a lo efímero y transitorio.Pero lo local no es vivido en modo localista, es decir, no seexperimenta como ortotopia; lo local aspira, más bien, a in-ventar otro lugar, una heterotopia, si no ya una utopía. Dadoque se deriva de un profundo sentimiento de vacío y desorien-tación causado por el agotamiento de los cánones dominan-tes, el confort proporcionado por lo local no es el confort deldescanso, sino un sentido de dirección. De nuevo, podemosobservar aquí un contraste con el Renacimiento, como nos lomuestra Wölfflin: “A diferencia del Renacimiento, que busca-ba en todo permanencia y reposo, el barroco tuvo desde elprimer momento un sentido de dirección definido (Wölfflin,1979: p. 67).

La subjetividad barroca es contemporánea con todos loselementos que integra, y por tanto desdeña el evolucionismomodernista. Así, podríamos decir, la temporalidad barroca esla temporalidad de la interrupción. La interrupción es impor-tante en dos sentidos, pues permite reflexividad pero tam-bién sorpresa. La reflexividad es la autorreflexión necesariacuando se carece de mapas (sin mapas que guíen nuestrospasos debemos pisar con doble cuidado). Sin autorreflexión,en un desierto de cánones, el desierto en sí mismo se tornacanónico. La sorpresa, por su parte, es en realidad suspenso;deriva de la suspensión alcanzada por la interrupción. Al sus-penderse momentáneamente, la subjetividad barroca intensi-

fica la voluntad y enciende la pasión. La “técnica barroca”,argumenta Maravall, consiste en “suspender la resolucióncomo para darle aliento, después de un momento transitorio yprovisional, y así empujar, con más eficacia, auxiliados por di-chas fuerzas retenidas y concentradas” (Maravall, 1990: p. 445).

La interrupción provoca maravillamiento y novedad, e im-pide el cierre y la consumación. De aquí surge el carácterinacabado y abierto de la sociabilidad barroca. La capacidadde maravillamiento, sorpresa y novedad es la energía que fa-cilita una lucha en pos de una aspiración que es más convin-cente en tanto nunca podría cumplirse a plenitud. El fin delestilo barroco, dice Wölfflin, “no es representar un estado per-fecto, sino sugerir un proceso incompleto y un momento ha-cia la consumación” (Wölfflin, 1979: p. 67).

La subjetividad barroca mantiene una relación muy espe-cial con las formas. La geometría de la subjetividad barrocano es euclidiana; es fractal. La suspensión de las formas re-sulta de los usos extremos a los que recurre: es la extremosi-

dad de Maravall (Maravall, 1990: p. 421). Para la subjetividadbarroca, las formas son el ejercicio de la libertad par excellen-

ce. La gran importancia del ejercicio de la libertad justificaque las formas sean tratadas con seriedad extrema, pese aque el extremismo pueda resultar en la destrucción de lasformas mismas. La razón por la que Miguel Ángel es conside-rado con justicia uno de los padres del barroco se debe, segúnWölfflin, “a que abordó las formas con una violencia y unaseriedad terrible que sólo pueden encontrar expresión en loinforme” (Wölfflin, 1979: p. 82). Es lo que los contemporáneosde Miguel Ángel denominaron terribilità. El extremismo en eluso de las formas se fundamenta en un deseo de grandiosi-dad que es también el deseo de sorprender, tan bien expresa-do por Bernini: “Que nadie me hable de lo pequeño” (Tapié,1988, vol. ii: p. 188). El extremismo puede ejercerse en mu-chas maneras distintas, para resaltar la simplicidad o aun elascetismo, o la exuberancia y la extravagancia, como ya loapuntó Maravall. El extremismo del barroco permite que emer-jan rupturas de las continuidades aparentes y mantiene lasformas en un estado inestable de bifurcación permanente,para ponerlo en términos de Prigoggine (1996). Uno de losejemplos más elocuentes es El éxtasis místico de santa Tere-

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sa. En esta escultura, la expresión de santa Teresa está dra-matizada de tal suerte que la representación más intensa-mente religiosa de la santa es aquella imagen profana de unamujer que disfruta de un orgasmo profundo. La representa-ción de lo sagrado se desliza subrepticiamente hacia la re-presentación de lo sacrílego.

El extremismo de las formas por sí solo permite que la subje-tividad barroca entrañe la turbulencia y la excitación necesa-rias para continuar con la lucha en pos de las causas emanci-patorias, en un mundo donde la emancipación se ha colapsadoo ha sido absorbida por la reglamentación hegemónica. Hablarde extremismo es hablar de la excavación arqueológica que selleva a cabo en el magma de las regulaciones, recuperando deéste los fuegos emancipadores, no importa qué tan débiles.

El mismo extremismo que produce formas, también las de-vora. Esta voracidad asume dos maneras: sfumato y mestizaje.En la pintura barroca, el sfumato es la dilución de los contor-nos y los colores contra los objetos, tales como nubes o mon-tañas, mar y cielo. El sfumato permite que la subjetividad ba-rroca cree lo cercano y lo familiar entre inteligibilidades dife-rentes, y hace posibles y deseables los diálogos transcultura-les. Sólo recurriendo al sfumato, por ejemplo, es posible darforma a las configuraciones que combinan los derechos hu-manos del tipo occidental con otras concepciones de la digni-dad humana existentes en otras culturas (Santos, 1999a). Lacoherencia de las construcciones monolíticas se desintegra,sus fragmentos flotantes permanecen abiertos a nuevas co-herencias e invenciones en formas multiculturales nuevas.El sfumato es como un magneto que atrae las formas frag-mentarias hacia nuevas constelaciones y direcciones, ape-lando a sus contornos más vulnerables, inacabados y abier-tos. El sfumato es, en suma, una militancia antifortalezas.

A su vez, el mestizaje es una manera de impulsar el sfuma-

to a su culminación o extremo. Mientras que el sfumato operamediante la desintegración de las formas y el reacomodo delos fragmentos, el mestizaje opera creando nuevos acomodosen constelaciones de significados, irreconocibles o blasfemosa la luz de sus fragmentos constitutivos. El mestizaje resideen la destrucción de la lógica que preside la formación decada uno de sus fragmentos, y en la construcción de una nueva

lógica. Este proceso de producción-destrucción tiende a refle-jar las relaciones de poder existentes en las formas cultura-les originales (es decir, entre los grupos sociales que las apo-yan) y es por ello que la subjetividad barroca favorece aquelmestizaje en el cual las relaciones de poder son remplazadaspor una autoridad compartida (una autoridad mestiza). Amé-rica Latina ha logrado ser un suelo particularmente fértil parael mestizaje, y la región es uno de los terrenos más importan-tes para construir una subjetividad barroca.5

El sfumato y el mestizaje son los dos elementos constituti-vos de lo que yo llamo, siguiendo a Fernando Ortiz, transcul-turación. En su famoso libro Contrapunteo cubano, publicadooriginalmente en 1940, Ortiz propone el concepto de trans-culturación para definir la síntesis de procesos de acultura-ción y neoculturación, en extremo intrincados, que han ca-racterizado siempre a la sociedad cubana. Según su pensa-miento, los choques y descubrimientos culturales recíprocos,que en Europa ocurrieron lentamente a lo largo de más decuatro milenios, en Cuba ocurrieron como saltos repentinosen menos de cuatro siglos (1973: p. 131). A las transcultura-ciones precolombinas entre indios paleolíticos y neolíticos lessiguieron muchas otras después del “huracán” entre las di-versas culturas de Europa, y entre aquéllas y las varias cul-turas africanas y asiáticas. Según Ortiz, lo que desde el sigloxvi distingue a Cuba es el hecho de que todas sus culturas ypueblos fueron igualmente invasores, exógenos, todos ellosdesgarrados de su cuna original, perseguidos por la separa-ción y el transplante a una nueva cultura en formación (ibid.:p. 132). Este desajuste y esta transitoriedad permanentespermitieron nuevas constelaciones culturales que no pue-den reducirse a la suma de los diferentes fragmentos quecontribuyeron a ellas. El carácter positivo de este constanteproceso de transición entre culturas es lo que Ortiz designacomo transculturación. Para reforzar este nuevo carácter po-sitivo, prefiero hablar de sfumato y no de aculturación, demestizaje y no de neoculturación. La transculturación desig-na, por tanto, la voracidad y el extremismo con los que la so-ciabilidad barroca procesa formas culturales. Esta misma vo-racidad y este mismo extremismo están muy presentes en elconcepto de antropofagia propio de Osvaldo de Andrade.

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El extremismo con el que son vividas las formas por la sub-jetividad barroca enfatiza la calidad de artefacto retórico deprácticas, discursos y modos de la inteligibilidad. El artificio(artificium) es la fundación de una subjetividad suspendidaentre los fragmentos. El artificio permite a la subjetividadbarroca reinventarse a sí misma cuando las sociabilidadesque conduce tienden a transformarse en micrortodoxias.Mediante el artificio, la subjetividad barroca es lúdica y sub-versiva a la vez, como bien lo ilustra la fiesta barroca. La im-portancia de la fiesta en la cultura barroca, tanto en Europacomo en América Latina, está bien documentada.6 La fiestahizo de la cultura barroca la primera instancia de cultura demasas de la modernidad. Los poderes políticos y eclesiásticosusaron su carácter ostentoso y celebratorio para reafirmarsu grandeza y consolidar su control sobre las masas. Sin em-bargo, mediante sus tres componentes básicos –la despropor-ción, la risa y la subversión– la fiesta barroca está investidacon un potencial de emancipación.

La fiesta barroca es desproporcionada: requiere de una in-versión extrema que, no obstante, se consume en un mo-mento y en un espacio extremadamente limitados. Maravalllo dice así: “Se hace uso de medios abundantes y caros, seejerce un esfuerzo considerable, las preparaciones son am-plias, se echa a andar un aparato complicado y todo para obte-ner efectos en extremo efímeros, tanto en la forma del placercomo en la sorpresa” (Maravall, 1990: p. 448). Sin embargo, ladesproporción genera una intensificación especial que, a suvez, da pie a la voluntad de moverse, a la tolerancia del caos yal gusto por la turbulencia, sin los cuales la lucha en pos deuna transición paradigmática no puede ocurrir.

La desproporción hace posibles el maravillamiento, la sor-presa, el artificio y la novedad. Pero sobre todo, posibilita ladistancia juguetona y la risa. Dado que no es fácil codificar larisa, la modernidad capitalista le declaró la guerra al gozo, yasí la risa fue considerada frívola, impropia, excéntrica, si noblasfema. Únicamente en los contextos codificados de la in-dustria del entretenimiento pudo ser admitida la risa. Estefenómeno puede observarse también en los movimientos so-ciales anticapitalistas modernos (en los partidos laborales,en los sindicatos e incluso en los nuevos movimientos socia-

les) que han prohibido la risa y el juego, so pena de subvertirla seriedad de la resistencia. Es particularmente interesan-te el caso de los sindicatos, cuyas actividades tenían al prin-cipio un fuerte elemento lúdico y festivo (las fiestas obreras)que, no obstante, fue sofocado gradualmente, hasta que lasactividades sindicales se hicieron demasiado serias y pro-fundamente antieróticas. La prohibición de la risa y el juegoes parte de lo que Max Weber llama la Enzäuberung del mun-do moderno.

La reinvención de la emancipación social, que yo sugieropuede alcanzarse sumergiéndonos en la sociabilidad barro-ca, apunta al reencantamiento del sentido común, que en símismo presupone la carnavalización de las prácticas socia-les y el erotismo de la risa y el juego. Como dice Osvaldo deAndrade: “El gozo es una prueba en contrario” (1990: p. 51). Lacarnavalización de la práctica social emancipadora tiene unadimensión importante de autorreflexión: hace posible la des-canonización y la subversión de dichas prácticas. Una prácti-ca descanonizante que no sabe cómo descanonizarse cae fá-cilmente en la ortodoxia. De la misma manera, una actividadsubversiva que no sabe cómo subvertirse cae fácilmente enrutina reguladora.

Y ahora, finalmente, el tercer rasgo emancipador de la fiestabarroca: la subversión. Al carnavalizar las prácticas sociales,la fiesta barroca despliega un potencial subversivo que incre-menta conforme la fiesta se distancia de los centros del po-der, pero que está siempre ahí, aun cuando los centros delpoder sean los promotores de la fiesta. Es asombroso enton-ces que este rasgo subversivo sea mucho más notorio en lascolonias. Escribiendo en 1920 sobre el carnaval, el gran inte-lectual peruano Mariátegui aseveró que pese a que la bur-guesía se lo había apropiado, el carnaval era de hecho revolu-cionario porque, al ubicar al burgués en un disfraz, lo volvíauna parodia inmisericorde del poder y el pasado (Mariátegui[1925-1927], 1974: p. 127). García de León describe tambiénla dimensión subversiva de las fiestas y procesiones religio-sas barrocas en el puerto mexicano de Veracruz durante elsiglo xvii. Al frente marchaban los más altos dignatarios delvirreinato en plena gala (los políticos, los clérigos y los milita-res); a la cola de la procesión venía el populacho, imitando a

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los señores en gesto y atuendo, provocando así la risa y eljolgorio entre los espectadores (García de León, 1993). La in-versión simétrica del principio y el final de la procesión esuna metáfora social de el mundo al revés, algo que era típicode la sociabilidad veracruzana de aquel entonces: las “mula-tas” se vestían de reinas, los esclavos con prendas de seda,las putas pretendían ser mujeres honestas y las mujeres ho-nestas fingían ser putas; portugueses africanizados y espa-ñoles indianizados.7 Ese mismo mundo al revés es celebradopor Osvaldo de Andrade en su Manifiesto antropófago: “Peronunca hemos admitido el nacimiento de la lógica entre noso-tros [...] sólo que donde hay misterio no hay determinismo.¿Pero qué hacemos con esto? Nunca hemos sido catequiza-dos. Vivimos bajo una ley sonámbula. Hicimos que Cristonaciera en Bahía. O en Belén-Pará” (Andrade, 1990: p. 48).

En la fiesta, la subversión está codificada –en tanto trans-grede el orden aunque conozca el lugar de éste y no lo cuestio-ne–, pero el propio código es subvertido por los sfumatos entrefiesta y sociabilidad cotidiana. En las periferias, la transgre-sión es casi una necesidad. Es transgresión porque no sabe cómoser orden, aunque sepa que ese orden existe. Es por eso que lasubjetividad barroca privilegia los márgenes y las periferias comocampos para reconstruir las energías emancipadoras.

Todas esas características hacen de la sociabilidad gene-rada por la subjetividad barroca una sociabilidad subcodifica-da: algo caótica, inspirada en una imaginación centrífuga,posicionada entre la inquietud y el vértigo, ésta es una clasede sociabilidad que celebra la revuelta y revoluciona la cele-bración. Tal sociabilidad no puede sino ser emocional y apa-sionada, rasgo que más distingue a la subjetividad barroca dela alta modernidad o primera modernidad, como la nombraLash (1999). La alta racionalidad moderna, particularmentedespués de Descartes, condena las emociones y las pasionescomo obstáculos al progreso del conocimiento y la verdad. Laracionalidad cartesiana, apunta Toulmin, dice ser “intelec-tualmente perfeccionista, moralmente rigurosa y humana-mente inexorable” (Toulmin, 1990: p. 198). Casi nada de lavida humana y la práctica social encajan mucho en esta con-cepción de la racionalidad y, sin embargo, resulta bastanteatractiva para aquellos que atesoran la estabilidad y la jerar-

quía de leyes universales. Hirschman, por su parte, ha mos-trado con claridad las afinidades electivas entre esta formade racionalidad y el capitalismo emergente. Conforme los in-tereses de la gente y los grupos comenzaron a centrarse entorno a las ventajas económicas, los intereses que antes fue-ron considerados pasiones se tornaron lo opuesto a las pasio-nes e incluso los domesticadores de la pasión. De ahí en ade-lante, dice Hirschman, “al buscar sus intereses, se asumió ose esperó que los hombres fueran expeditos, metódicos y tes-tarudos, en total contraste con la conducta estereotipada delos hombres que eran presa o caían cegados por la pasión”(Hirschman, 1977: p. 54). El objetivo era, por supuesto, crearuna personalidad humana “unidimensional”. Y Hirschmanconcluye: “En resumen, el capitalismo debía lograr, exacta-mente, lo que pronto se denunció como su rasgo más atroz”(ibid.: p. 132).

Las recetas capitalistas y cartesianas son bastante inúti-les para reconstruir una personalidad humana que tenga lacapacidad y el deseo de emanciparse socialmente. A princi-pios del siglo xxi, el sentido de las luchas emancipadoras nopuede deducirse de un conocimiento demostrativo ni de unaestimación de intereses. Así, la indagación emprendida eneste ámbito por la subjetividad barroca debe concentrarse enlas tradiciones suprimidas o excéntricas de la modernidad,en las representaciones que han ocurrido en las periferiasfísicas o simbólicas donde eran más débiles las representa-ciones hegemónicas –los vía crucis de la modernidad–, o enlas representaciones de la modernidad más tempranas y caó-ticas que ocurrieron antes del cierre cartesiano. Por ejem-plo, la subjetividad barroca busca inspiración en Montaigne yen la inteligibilidad erótica y concreta de su vida. En su ensa-yo “Sobre la experiencia”, después de decir que odia los reme-dios que son peores que la enfermedad, Montaigne escribe:

Ser víctima de un cólico y someterse uno mismo ala abstinencia del placer de comer ostras son dosmales, no uno. La enfermedad nos acuchilla porun lado, la dieta por el otro. Y existiendo el riesgode error, es mejor asumir, de preferencia, el propó-sito del placer. El mundo hace lo opuesto y consi-

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dera que nada es útil si no es doloroso; lo fácillevanta sospechas (Montaigne, 1958: p. 370).

Cassirer (1960; 1963) y Toulmin (1990) han demostradoque el Renacimiento y el Iluminismo, respectivamente, crea-ron una subjetividad congruente con los nuevos retos inte-lectuales, sociales, políticos y culturales. El ethos barroco esla base de una forma de subjetividad y sociabilidad capaz einteresada en confrontar las formas hegemónicas de globali-zación, abriéndole espacios a las posibilidades contrahege-mónicas. Tales posibilidades no están plenamente desarro-lladas y no pueden, en sí mismas, prometer una nueva era.Pero son lo suficientemente consistentes como para brindar-le piso a la idea de que entramos a un periodo de transiciónparadigmática, un interregno, y como tal una era ansiosa deseguir el impulso del mestizaje, del sfumato, la hibridación ytodos los otros rasgos que he atribuido al ethos barroco y por lotanto a Nuestra América. La credibilidad creciente alcanzadapor las formas de subjetividad y sociabilidad alimentadas pordicho ethos se traducirá gradualmente a nuevas normativi-dades intersticiales. Tanto Martí como Andrade toman encuenta un nuevo tipo de ley y una nueva clase de derechos.Para ellos, el derecho a ser iguales implica el derecho a serdiferentes, y viceversa.

La metáfora de la antropofagia en Andrade es un llamado auna compleja interlegalidad. Está formulada desde la pers-pectiva de la diferencia subalterna, el único “otro” reconocidopor la alta modernidad eurocéntrica. Los fragmentos norma-tivos intersticiales que colectamos en Nuestra América seránlas semillas de una nueva ley “natural”, una ley cosmopolita,una ley desde abajo que hallaremos en las calles, donde lasobrevivencia y la transgresión creativa se fundan en ten-dencia cotidiana.

A continuación abordaré esta nueva normatividad, en lacual la redistribución y el reconocimiento estén juntos en laelaboración de nuevos planes emancipadores a los que deno-mino nuevos Manifiestos. Pero antes quiero detenerme un mo-mento en las dificultades enfrentadas por el proyecto de Nues-

tra América a lo largo del siglo xx. Esto ayudará a iluminar lastareas emancipadoras que falta emprender.

La contrahegemonía en el siglo XXEl siglo americano de Nuestra América fue uno cargado de

posibilidades contrahegemónicas, muchas de las cuales ve-nían de una tradición que arranca del siglo xix después de laindependencia de Haití en 1804. Entre ellas, podemos contarla revolución mexicana de 1910; el movimiento indígena en-cabezado por Quintín Lamé en Colombia en 1914; el movi-miento sandinista en Nicaragua en los años veinte y treinta,y su triunfo en los ochenta; la democratización radical enGuatemala en 1944; el surgimiento del peronismo en 1946;el triunfo de la revolución cubana en 1959; la llegada al poderde Allende en 1970; el movimiento Sin Tierra en Brasil des-de los ochenta, y el movimiento zapatista desde 1994.

La avasalladora mayoría de estas experiencias emancipa-doras ha apuntado contra el siglo europeo-americano o, por lomenos, tenía como acicate las ideas hegemónicas y las am-biciones políticas de este último. Es un hecho que la globali-zación hegemónica neoliberal estadounidense, que hoy seesparce por todo el globo, tuvo su campo de entrenamiento enNuestra América desde principios del siglo. Al no permitírselea Nuestra América ser el Nuevo Mundo con el mismo enraiza-miento que la América europea, se vio forzada a ser el Mundomás Nuevo de la América europea. Este envenenado privile-gio hizo de Nuestra América un campo fértil para todo tipo deexperiencias emancipadoras, cosmopolitas, contrahegemóni-cas, tan exhilarantes como dolorosas, tan radiantes como suspromesas y tan frustrantes como sus logros.

¿Qué falló y por qué en el siglo americano de Nuestra Améri-

ca? Sería tonto proponer un inventario a las puertas de unfuturo abierto como el nuestro. No obstante, arriesgo algunospensamientos que, en realidad, más pretenden dar cuentadel futuro que del pasado. En primer lugar, vivir en las “entra-ñas del monstruo” no es tarea fácil. Permite un profundo en-tendimiento de la bestia, como lo demuestra Martí; pero, porotra parte, hace muy difícil salir con vida, incluso haciendocaso de la advertencia de Martí: “El Norte debe quedar atrás”(Martí, 1963, vol. ii: p. 368). Desde mi punto de vista, Nuestra

América ha estado viviendo en las entrañas del monstruo dosveces: porque comparte con la América europea el continen-te que esta última considera su espacio vital y su zona de

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influencia privilegiada, y porque como dice Martí, “NuestraAmérica es la América que trabaja” (ibid., vol. vi: p. 23). Portanto, en sus relaciones con la América europea compartetodas las tensiones y penas que plagan las relaciones entretrabajadores y capitalistas. En este último sentido, Nuestra

América no ha fracasado más, ni menos, que los trabajadoresdel mundo en su lucha contra el capital.

Un segundo pensamiento es que Nuestra América no hatenido que luchar únicamente contra las visitas imperialesde su vecino del Norte. Este último tomó el control y se insta-ló en el Sur, no sólo socializando con los nativos sino asu-miendo la forma de élites locales que mantienen alianzastransnacionales con los intereses estadounidenses. El Prós-pero sureño estaba presente en el proyecto cultural de Sar-miento, en los intereses de la burguesía agraria e industrial,especialmente después de la segunda guerra mundial, en lasdictaduras militares de los sesenta y setenta, en la lucha encontra de la amenaza comunista y en los drásticos ajustesestructurales neoliberales. En este sentido, Nuestra América

ha tenido que vivir atrapada y dependiente de la Américaeuropea, tal como Calibán frente a Próspero.

Es por eso que la violencia latinoamericana ha tomado conmás frecuencia la forma de una guerra civil que aquélla deuna Bahía de Cochinos.

El tercer pensamiento se refiere a la ausencia de una he-gemonía en el campo contrahegemónico. Aunque el conceptode hegemonía es un instrumento crucial en la dominaciónde clases en las sociedades complejas, es un concepto igual-mente crucial en las luchas contra dicha dominación. Deentre los grupos dominados y oprimidos, alguno debía ser ca-paz de convertir sus particulares intereses de liberación eninterés común de todos los oprimidos, tornándose así hege-mónico. Gramsci, recordemos, estaba convencido de que lostrabajadores constituían ese grupo. Sabemos que las cosasno ocurrieron así en el mundo capitalista, menos hoy que enlos tiempos de Gramsci, y mucho menos en Nuestra América

que en Europa o en la América europea. Los movimientos yluchas indígenas, de campesinos, obreros, pequeño burgue-ses o negros ocurrieron siempre aislados, con antagonismosentre unos y otros, sin una teoría de la traducción y sin poner

en práctica los nuevos Manifiestos que ya hemos referido. Unade las debilidades de Nuestra América, bastante obvia en eltrabajo de Martí, fue sobrestimar la comunidad de intereses yla posibilidad de unificación en torno a éstos. Más que unir-se, Nuestra América sufrió un proceso de balcanización. Anteesta fragmentación, la unión de la América europea resultómuy eficaz; se unió en torno a la idea de una identidad nacio-nal y un destino manifiesto: una tierra prometida a los llegadosde fuera, destinada a cumplir con sus promesas a toda costa.

Mi pensamiento final se refiere al proyecto cultural de Nues-

tra América en sí mismo. A diferencia de lo que deseaba Martí,la universidad europea o estadounidense nunca abrió paso ala universidad americana. Ello lo atestigua el “patético bova-rismo de escritores y académicos [...] que conduce a algunoslatinoamericanos [...] a imaginarse como metropolitanos exi-lados. Para ellos, un trabajo producido en su órbita inmediata[...] merece únicamente cuando ha recibido la aprobación dela metrópolis, aprobación que les da ojos para mirarlo” (Reta-mar, 1989: p. 82). Pese a la afirmación de Ortiz, la transcultu-ración nunca fue total, y de hecho fue minada por las diferen-cias de poder entre los diferentes componentes que contri-buían a ésta. Por mucho tiempo, y quizá ocurra hoy más enun momento de transculturación, desterritorializada a modode hibridación, las cuestiones en torno a la inequidad del po-der permanecen sin respuesta: ¿quién hibrida a quién y qué?¿Con qué resultados? ¿Quién se beneficia? En el proceso detransculturación, ¿qué no fue más allá de la aculturación odel sfumato y por qué? Si en verdad la mayoría de las culturaseran invasoras, no es menos cierto que algunas invadieroncomo amas y otras como esclavas. Sesenta años más tarde,no es arriesgado pensar que fue exagerado el optimismo an-tropófago de Osvaldo de Andrade cuando dijo: “No vino cruzadoalguno sino los evadidos de una civilización que ahora nostragamos, porque somos fuertes y vengativos como los jabuti”(Andrade, 1990: p. 50).

El siglo europeo-americano terminó triunfante, protagoni-zando la última encarnación del sistema-mundo capitalista:la globalización hegemónica. Por el contrario, el siglo ameri-

cano de Nuestra América terminó con pena. América Latinaha importado muchos de los males que Martí viera en las

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entrañas del monstruo. La enorme creatividad emancipado-ra que atestiguan los movimientos de Zapata y Sandino, losmovimientos indígenas y campesinos, Allende en 1970 y Fi-del en 1959, los movimientos sociales, el movimiento de sin-dicatos de abc, los presupuestos participativos en muchas ciu-dades brasileñas y el actual movimiento zapatista termina-ron en fracaso o encaran un futuro incierto. Esta incertidum-bre crece al vislumbrarse que la polarización extrema en ladistribución de la riqueza del mundo requerirá un sistema derepresión mundial aún más despótico que el existente, si hade continuar como en las últimas décadas. Con asombrosaprevisión, en 1979 Darcy Ribeiro escribió: “Los medios de re-presión requeridos para mantener este sistema amenazancon imponerle a los pueblos regímenes despóticos y rígidossin paralelo en la historia de la iniquidad” (1979: p. 40). No essorpresa que el clima político y social de América Latina hayasido invadido en las últimas décadas por una ola de razona-miento cínico y pesimismo cultural, irreconocible desde elpunto de vista de Nuestra América.

Posibilidades contrahegemónicas para el siglo XXIA la luz de lo anterior, debemos cuestionar si en verdad

Nuestra América tiene las condiciones para continuar simbo-lizando la voluntad utopista de emancipación y globalizacióncontrahegemónica, que se basa en la mutua relación de equi-dad y diferencia. Mi respuesta es positiva pero depende de lacondición siguiente: Nuestra América debe desterritorializar-se y convertirse en la metáfora de la lucha que emprendenlas víctimas de la globalización hegemónica por todas partes,sea el Norte, el Sur, Oriente u Occidente. Si revisamos lasideas fundadoras de Nuestra América, observamos que en lasúltimas décadas se han creado las condiciones para que es-tas ideas florezcan en otras partes del mundo. Examinemosalgunas de ellas. Primero, el incremento exponencial de in-teracciones transfronterizas –de emigrantes, estudiantes, re-fugiados, ejecutivos y turistas– está propiciando nuevas for-mas de mestizaje, antropofagia y transculturación por todo elmundo. Este mundo se vuelve cada vez más un mundo deinvasores escindidos de un origen que nunca tuvieron, o deuno en el cual su experiencia era estar invadidos. Al distan-

ciarnos del primer siglo de Nuestra América, con su posmoder-nismo celebratorio, debemos prestar más atención al poderque ejerce cada uno de los participantes en el proceso de mes-

tizaje. Las iniquidades subyacentes nos muestran que ocu-rrieron perversiones en la política de la diferencia (el recono-cimiento se tornó una forma de desconocimiento) y en la po-lítica de la equidad (la redistribución acabó por convertirseen una forma de paliativo a los pobres como el que promue-ven el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional).

Segundo, el feo resurgimiento del racismo en el Norte pa-rece preparar una agresiva defensa contra la construcciónimparable de múltiples pequeñas humanidades como las in-vocadas por Bolívar, donde las razas se cruzan e interpene-tran en los márgenes de la represión y la discriminación. Asícomo el cubano, en voz de Martí, podía proclamar que era másque negro, mulato o blanco, así el sudafricano, el mozambi-queño, el neoyorquino, el parisino, el londinense pueden pro-clamar que son más que negro, blanco, mulato, hindi, kurdo,árabe, etcétera.

Tercero, la demanda de producir o mantener un conoci-miento ubicado o contextualizado es hoy un reclamo globalen contra de la ignorancia y el silenciamiento producidos porla ciencia moderna tal como la utiliza la globalización hege-mónica. Este aspecto epistemológico obtuvo enorme relevan-cia en tiempos recientes con los nuevos desarrollos de la bio-tecnología y la ingeniería genética, y la consecuente luchapor defender la biodiversidad de la piratería. En este ámbito,América Latina, uno de los mayores depositarios de biodiver-sidad, continúa siendo el hogar de Nuestra América, pero otrospaíses están en esta posición en África y Asia.

Cuarto, conforme se profundiza la globalización hegemó-nica, las “entrañas del monstruo” quedan más cerca de otrospueblos en otros continentes. Este efecto de cercanía lo pro-duce hoy el capitalismo de la información y la comunicación,así como la sociedad de consumo. En ellos se multiplican losamarres del razonamiento cínico y el impulso poscolonial. Noasoma en el horizonte internacionalismo contrahegemónicoalguno, pero algunos internacionalismos caóticos y fragmen-tarios se han vuelto parte de lo cotidiano. En una palabra, lanueva Nuestra América cuenta hoy con las condiciones para

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globalizarse y proponer, a la vieja y localizada Nuestra Améri-

ca, nuevas alianzas emancipadoras.La naturaleza contrahegemónica de Nuestra América yace

en su potencial para desarrollar una cultura política transna-cional progresista. Dicha cultura política se concentrará en:1) identificar los múltiples vínculos locales/globales entre lu-chas, movimientos e iniciativas; 2) promover choques entretendencias y presiones de globalización hegemónica, por unlado, y las coaliciones transnacionales que resisten contraellas, abriendo así la posibilidad de que ocurran globalizacio-nes contrahegemónicas; 3) promover autorreflexión internay externa para que las formas de redistribución y reconoci-miento establecidas entre los movimientos reflejen las for-mas de redistribución y reconocimiento que la subpolíticaemancipadora transnacional quiere ver instrumentadas enel mundo.

Hacia nuevos ManifiestosEn 1998, el Manifiesto comunista celebró su 150 aniversa-

rio. El Manifiesto es uno de los textos clave de la modernidadoccidental. En pocas páginas y con claridad insuperable, Marxy Engels lograron una visión global de la sociedad de su propiotiempo, una teoría general del desarrollo histórico y un pro-grama político de corto y largo plazo. El Manifiesto es un docu-mento eurocéntrico que transmite una fe inquebrantable enel progreso, aclama a la burguesía como la clase revoluciona-ria que lo hizo posible y en la misma línea profetiza la derrotade la burguesía ante el proletariado como clase emergentecapaz de dar continuidad al progreso más allá de los límitesburgueses.

Algunos de los asuntos, análisis y propuestas incluidos enel Manifiesto son todavía actuales. ¿Quién no reconocería enel siguiente pasaje una descripción precisa de lo que hoy de-signamos como globalización hegemónica?

A través de su explotación en el mercado mun-dial, la burguesía le ha conferido un carácter cos-mopolita a la producción y al consumo en todos lospaíses. Para gran mortificación de los reacciona-rios, le ha movido a la industria el piso nacional

en el que se hallaba. Todas las industrias nacio-nales establecidas de antaño han sido destruidaso están siendo destruidas y son desplazadas porindustrias nuevas, cuya introducción es un asun-to de vida o muerte para las naciones civilizadas;son industrias que ya no ocupan materia prima dela localidad sino materia prima de las más remo-tas zonas; industrias cuyos productos se consu-men, ya no sólo en casa, sino en cualquier rincóndel globo. En lugar de las viejas necesidades, sa-tisfechas por la producción del país, hallamos nue-vas necesidades, que requieren ser satisfechas conproductos que vienen de tierras y climas lejanos.En vez del viejo encierro o la autosuficiencia localo nacional, tenemos intercambios en toda direc-ción, una interdependencia universal de las nacio-nes (Marx, 1973: p. 71).

Sin embargo, las profecías de Marx nunca se cumplieron.El capitalismo no sucumbió a manos de los enemigos que creóél mismo, y la alternativa comunista fracasó rotundamente.El capitalismo se globalizó mucho más eficazmente que elmovimiento proletario, y los logros de este último, sobre todoen los países más desarrollados, consistieron en humanizaral capitalismo, más que derrotarlo.

No obstante, los males sociales denunciados por el Mani-

fiesto son hoy día tan graves como entonces. El progreso al-canzado desde entonces ha ido de la mano con guerras quehan asesinado y continúan matando a millones de personas;la brecha entre ricos y pobres nunca fue tan ancha como aho-ra. Si encaramos dicha realidad, es necesario crear las con-diciones para que emerjan no uno sino muchos nuevos Mani-

fiestos con potencial para movilizar a todas las fuerzas pro-gresistas del mundo. Por fuerzas progresistas entiéndase to-das aquellas irreconciliables con la difusión del fascismo so-cietario –al cual no se le juzga inevitable– y que como talescontinúan luchando en pos de alternativas. La complejidaddel mundo contemporáneo y la visibilidad creciente de la vas-ta diversidad e iniquidad hacen imposible la traducción deprincipios de acción en un manifiesto único. Por tanto, tengoen mente varios manifiestos, cada uno de los cuales abre

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posibles senderos hacia una sociedad alternativa que enfrenteal fascismo societario.

Es más, a diferencia del Manifiesto comunista, los nuevosmanifiestos no serán el logro de científicos particulares queobserven el mundo desde una perspectiva privilegiada y úni-ca. En cambio, serán mucho más multiculturales, estaránen deuda con diferentes paradigmas de conocimiento y emer-gerán, en virtud de la traducción, como redes y mestizaje, en“conversaciones de humanidad” (como dijera John Dewey),involucrando a científicos sociales y activistas comprometi-dos en luchas sociales por todo el mundo.

Los nuevos Manifiestos deberán enfocarse sobre aquellostópicos y alternativas que conlleven más potencial para cons-truir globalizaciones contrahegemónicas en las próximas dé-cadas. Desde mi punto de vista, son cinco las áreas más im-portantes en este respecto. De acuerdo con cada una de ellas,Nuestra América proporciona un vasto campo de experienciahistórica, emergiendo así como espacio privilegiado desde elcual confrontar los retos planteados por la cultura políticatransnacional emergente.

1. Democracia participativa

Junto con el modelo hegemónico de democracia (aquellarepresentativa y liberal), siempre han coexistido otros mode-los subalternos, no importa qué tan marginados o desacredi-tados estén. Vivimos en tiempos paradójicos: en el mismomomento en que la democracia liberal obtiene sus triunfosmás convincentes por todo el planeta, se torna menos creíbley convincente, no sólo en los países de “nueva frontera” sinoen aquellos donde tiene sus más profundas raíces. Las crisisgemelas de la representación y la participación son los sínto-mas más visibles de dicho déficit de credibilidad y, en últimainstancia, de legitimidad. Por otra parte, las comunidades lo-cales, regionales y nacionales en diferentes partes del mun-do emprenden experimentos e iniciativas democráticas ba-sados en modelos alternativos de democracia, en los que lastensiones entre democracia y capitalismo, entre redistribu-ción y reconocimiento, se avivan y se convierten en la ener-gía positiva que respalda pactos sociales más justos y abarca-dores, no importa qué tan circunscritos sean por el momen-

to.8 En algunos países de África, América Latina y Asia seestán revisando las formas tradicionales de autoridad y auto-gobierno, y se explora la posibilidad de que se transformeninternamente y se articulen con otras formas de gobiernodemocrático.

2. Sistemas alternativos de producción

Una economía de mercado es un curso posible y, dentro deciertos límites, incluso deseable. Por el contrario, una socie-dad de mercado es imposible y, si lo fuera, sería moralmenterepugnante, ingobernable incluso: nada menos que fascismosocietario. Una posible respuesta a éste son los sistemas al-ternativos de producción. Las discusiones en torno a la globa-lización contrahegemónica tienden a enfocarse sobre inicia-tivas sociales, políticas y culturales, y rara vez se centran enlas campañas económicas, es decir, en las iniciativas loca-les/globales que implican una producción y una distribuciónno capitalistas de bienes y servicios, sea en escenarios rura-les o urbanos: las cooperativas, las mutualidades, los siste-mas de crédito, el cultivo de la tierra invadida por campesi-nos sin tierra, los sistemas acuáticos sustentables y las co-munidades pesqueras, la forestería ecológica, etcétera. Enestas iniciativas, los vínculos locales/globales son más difí-ciles de establecer, sobre todo porque confrontan más direc-tamente –no sólo a nivel de la producción sino también a ni-vel de la distribución– la lógica del capitalismo global que estádetrás de la globalización hegemónica. Otra faceta importan-te de los sistemas alternativos de producción es que nuncason exclusivamente económicos en su naturaleza. Movilizanrecursos culturales y sociales en tal forma que impiden lareducción del valor social a un precio de mercado.

3. Justicias y ciudadanías multiculturales emancipadoras

La crisis de la modernidad occidental ha demostrado queel fracaso de los proyectos progresistas –aquellos que tienenque ver con el mejoramiento de las expectativas y las condi-ciones de vida de los grupos subordinados dentro y fuera delmundo occidental– se debe en parte a una falta de legitimi-dad cultural. Esto priva incluso en los movimientos por losderechos humanos, dado que la universalidad de los derechos

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humanos no puede darse por sentada (Santos, 1999a). La ideade la dignidad humana puede formularse en diferentes “len-guajes”. En vez de suprimir dichas diferencias en nombre delos universalismos postulados, deben traducirse para hacer-las mutuamente inteligibles mediante lo que denomino her-menéutica diatópica. Entiendo esta última como la interpre-tación de preocupaciones isomórficas de diferentes culturas,algo que pueden llevar a cabo antagonistas capaces y deseo-sos de argumentar con un pie en una y otra culturas (Santos,1995: pp. 340-42).

Dado que la construcción de las naciones modernas se con-siguió las más de las veces vapuleando la identidad cultural ynacional de las minorías (y en ocasiones la de las mayorías),el reconocimiento de un multiculturalismo y una multina-cionalidad entraña la aspiración a la autodeterminación, esdecir, la tendencia hacia reconocimientos equitativos y equi-dades diferenciadas. El caso de los pueblos indígenas es lacima de este punto. Pese a que toda cultura es relativa, elrelativismo es incorrecto como punto de partida filosófico. Esimportante entonces desarrollar criterios (¿transculturales?)para distinguir las formas emancipadoras de multicultura-lismo y autodeterminación, de las regresivas.

La aspiración de multiculturalismo y autodeterminaciónasume con frecuencia la forma de una lucha por la justicia yla ciudadanía. Implica el reclamo de formas alternativas dejusticia y derecho, de nuevos regímenes de ciudadanía. Lapluralidad de órdenes legales, que se han hecho visibles conla crisis del estado-nación, conlleva, explícita o implícitamente,la idea de ciudadanías múltiples que convivan en el mismocampo geopolítico y, por tanto, la idea de la existencia de ciu-dadanos de primera, segunda o tercera clases. No obstante,los órdenes legales no estatales pueden ser el embrión deesferas públicas no estatales y la base institucional de laautodeterminación, como es el caso de la justicia entre losindígenas: formas de justicia popular, local, informal, comu-nitaria, que son parte del conjunto de luchas e iniciativasque se aplican a las tres áreas ya mencionadas. A modo deejemplo, citemos aquellas formas de justicia popular o comu-nitaria, que son un componente central de las iniciativas dedemocracia participativa; la justicia indígena como compo-

nente integral de la autodeterminación y la conservación dela biodiversidad. El concepto de “ciudadanía multicultural”(Kymlicka, 1995) es el lugar privilegiado sobre el cual puedeasentarse la relación mutua entre redistribución y reconoci-miento que he intentado impulsar en este texto.

4. Biodiversidad, saberes rivales y derechos

de propiedad intelectual

Debido al avance de las ciencias de la vida, la biotecnolo-gía y la microelectrónica en las últimas décadas, la biodiver-sidad se ha convertido en el más precioso y buscado “recursonatural”. Para las firmas farmacéuticas y de biotecnología, labiodiversidad crece como corazón del más espectacular y ren-table desarrollo de nuevos productos en los años venideros.

En su mayor parte, la biodiversidad ocurre principalmenteen el llamado tercer mundo, y es predominante en los territo-rios históricamente poseídos u ocupados de antaño por lospueblos indígenas. Conforme los países desarrollados tecnoló-gicamente intentan extender a la biodiversidad los derechosde propiedad intelectual y las leyes de patente, algunos paí-ses periféricos, algunos grupos de pueblos indígenas y las re-des transnacionales de apoyo a su causa intentan garantizarla conservación y la reproducción de la diversidad buscandose otorgue un estatus de protección especial a los territorios,formas de vida y saberes tradicionales de las comunidadesindígenas y campesinas. Cada día es más evidente que lasnuevas desavenencias entre el Norte y el Sur se centraránen la cuestión del acceso a la biodiversidad a escala global.

Aunque todas las áreas mencionadas ponen de manifiestouna cuestión epistemológica, ya que reclaman la validez desaberes descartados por el conocimiento científico hegemó-nico, la biodiversidad es probablemente el punto donde el cho-que entre saberes rivales será más evidente y eventualmen-te más desigual y violento. En esto, la equidad y la diferenciaconstruyen bloques a partir de nuevos reclamos epistemoló-gicos mestizos.

5. Nuevo internacionalismo laboral

Es bien sabido que el internacionalismo laboral fue una delas predicciones menos cumplidas del Manifiesto comunista.

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El capital se globalizó a sí mismo, el movimiento obrero no loha logrado. El movimiento obrero se organizó a nivel local y,cuando menos en los países centrales, se hizo cada vez másdependiente del estado benefactor. Es cierto que en nuestrosiglo los lazos y las organizaciones internacionales mantu-vieron viva la idea del internacionalismo laboral, pero fueronpresa de la guerra fría y su suerte fue la de ésta.

En el periodo de la posguerra fría y como respuesta a losmás agresivos asaltos de la globalización hegemónica, hanemergido nuevas aunque precarias formas de internaciona-lismo laboral: el debate sobre las normas laborales, los inter-cambios, los acuerdos e, incluso, la congregación institucio-nal entre sindicatos obreros de distintos países que integranel mismo bloque económico regional (tlcan, la Unión Euro-pea, el Mercosur), la articulación de las luchas, reclamos ydemandas de los diferentes sindicatos que representan a lostrabajadores que laboran para la misma corporación multi-nacional en diversos países, etcétera.

El nuevo internacionalismo laboral confronta la lógica delcapitalismo global en su terreno más privilegiado –la econo-mía– aún más frontalmente que los sistemas alternativos deproducción. Su éxito depende de los lazos “extraeconómicos”que sea capaz de construir con las luchas agrupadas en tornoa las cinco áreas. Tales lazos serán cruciales para transfor-mar la política de la equidad, que dominó al viejo internacio-nalismo laboral, en una nueva mezcla política y cultural deequidad y diferencia.

Ninguna de estas áreas o iniciativas temáticas, tomadaspor separado, logrará impulsar la subpolítica emancipadoratransnacional o la globalización contrahegemónica. Para te-ner éxito, sus preocupaciones emancipadoras deben tradu-cirse y convertirse en redes, expandirse hacia movimientoshíbridos socialmente, pero políticamente aterrizados.

A principios de siglo, lo que está en juego en términos po-líticos es la reinvención del estado y de la sociedad civil en talforma que el fascismo societario se desvanezca como futurofactible. Esto se tendrá que lograr mediante la proliferaciónde esferas públicas locales/globales donde los estados-nacio-nes sean socios importantes, pero ya no los dispensadoresexclusivos de legitimidad o hegemonía.

Conclusión: ¿de qué lado estás, Ariel?A partir de un análisis de Nuestra América como punto de

vista subalterno del continente americano a lo largo del sigloXX, he identificado su potencial contrahegemónico y he indi-cado algunas de las razones que le impidieron alcanzar susfines. Al revisar la trayectoria histórica de Nuestra América ysu conciencia cultural, el ethos barroco, he reconstruido lasformas de sociabilidad y subjetividad que podrían ser capacesde afrontar los retos impuestos por las globalizaciones con-trahegemónicas. La expansión simbólica que fue posible gra-cias a la interpretación simbólica de Nuestra América permi-tió ubicar a esta última como un programa para la nueva po-lítica transnacional necesaria en los nuevos siglo y milenio.Los reclamos normativos de esta cultura política echan susraíces en las experiencias de la gente por la que habla Nues-

tra América. Tales reclamos, embrionarios e intersticiales sise quiere, apuntan hacia un nuevo tipo de “ley natural”: unaley cosmopolita, ubicada, contextualizada, poscolonial, multi-cultural y de base.

El hecho de que las cinco áreas seleccionadas como cam-po de pruebas y ámbitos de acción de esta nueva cultura polí-tica tengan raíces profundas en América Latina justifica ladifusión de la idea de Nuestra América, propuesta en este tex-to, desde un punto de vista histórico y político. Sin embargo,para no repetir las frustraciones del último siglo, esta expan-sión simbólica debe ir un paso más allá, para incluir al tropomás negado de la mitología de Nuestra América: Ariel, el espí-ritu del aire en La tempestad, de Shakespeare. Como Cali-bán, Ariel es el esclavo de Próspero. Sin embargo, además deno ser deforme como Calibán, recibe mucho mejor trato porparte de Próspero, quien le promete la libertad si lo sirve fiel-mente. Hemos visto que Nuestra América se ha visto a sí mis-ma casi siempre como Calibán, manteniendo una constantey desigual lucha contra su amo. Así es como la ven Andrade,Aimé Césaire, Edward Brathwaite, George Lamming, Reta-mar y muchos otros (Retamar, 1989: p. 13). Ésta es la visióndominante, pero no es la única. Por ejemplo, en 1898 el es-critor franco-argentino Paul Groussac habló de la necesidadde defender la vieja civilización europea y latinoamericanaen contra del “yanqui calibanesco” (ibid.: p. 10). Por otra par-

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te, la ambigua figura de Ariel ha inspirado varias interpreta-ciones. En 1900, el escritor José Enrique Rodó publicó su pro-pio Ariel, donde identifica a América Latina con Ariel, mien-tras Estados Unidos queda caracterizado implícitamente comoCalibán. En 1935, el argentino Aníbal Ponce ve en Ariel alintelectual, atado a Próspero de manera menos brutal queCalibán, pero no obstante a su servicio, más de acuerdo conel modo en que el humanismo renacentista concebía a losintelectuales: una mezcla de esclavo y mercenario, indife-rente a la acción y conformista al encarar el orden estableci-do (ibid.: p. 12). Éste es el intelectual Ariel, reinventado porAimé Césaire en su obra de fines de los sesenta: Une tempête:

Adaptation de La tempête de Shakespeare pour un théâtre nègre.

Convertido en mulato, Ariel es el intelectual que está en cri-sis permanentemente.

Dicho esto, sugiero que es el momento de darle una nuevaidentificación simbólica a Ariel y valorar qué tanto uso puedetener en la exaltación del ideal emancipador de Nuestra Amé-

rica. Concluiré, por tanto, presentando a Ariel como un ángelbarroco que sufre tres transfiguraciones.

La primera es su transfiguración en Ariel, el mulato deCésaire. En contra del racismo y la xenofobia, Ariel represen-ta la transculturación y el multiculturalismo, mestizaje encuerpo y alma, como diría Darcy Ribeiro. En este mestizaje seinscribe la posibilidad de una tolerancia interracial y un diá-logo intercultural. El mulato Ariel es la metáfora de una posi-ble síntesis entre reconocimiento y equidad.

La segunda transfiguración es el intelectual de Gramsci,que ejerce la autorreflexión para conocer de qué lado está yen qué puede servir. Este Ariel está sin duda del lado de Cali-bán, del lado de los pueblos y grupos oprimidos del mundo, ymantiene una vigilancia epistemológica constante y políticade sí mismo para no hacerse inútil o contraproducente. EsteAriel es un intelectual entrenado en la universidad de Martí.

La tercera y última transfiguración es más compleja. Comomulato y como intelectual orgánico, Ariel es una figura deintermediación. Pese a las más recientes transformacionesde la economía mundial, pienso que hay países (o regiones ysectores) de desarrollo medio que cumplen una función deintermediación entre el centro y la periferia del sistema-

mundo. Son especialmente importantes países como Brasil,México e India. Los dos primeros no reconocieron su carácterpluriétnico y multicultural sino hasta finales del siglo xx. Di-cho reconocimiento llegó al final de un doloroso proceso histó-rico donde la supresión de la diferencia –y no la apertura deun espacio de igualdad republicana– condujo a formas muyabyectas de iniquidad (en Brasil, por ejemplo, esto ocurrió conla “democracia racial”; en México con el “asimilacionismo” yla visión del mestizo como “raza cósmica”). Como el Ariel de laobra de Shakespeare, en vez de unirse entre ellos y con mu-chas otras naciones calibanes, estos países de intermedia-ción utilizan su peso económico y poblacional para tratar deobtener un trato privilegiado por parte de Próspero. Actúansolos esperando maximizar sus posibilidades para ellos mis-mos.

Como lo he argumentado en este texto, el potencial de suspoblaciones, que les permitiría comprometerse con una subpo-lítica emancipadora transnacional y con las globalizacionescontrahegemónicas, depende de su capacidad para transfigu-rarse en un Ariel que sea inequívocamente solidario conCalibán. En esta transfiguración simbólica reside la tareapolítica más importante de las siguientes décadas. De ellosdepende la posibilidad de un segundo siglo de Nuestra América

que tenga más logros que el primero.

Notas1. Puede ahondarse más en las relaciones entre el papa y los señores

feudales en torno a las Cruzadas consultando a Gibbon, 1928.2. Muchas perspectivas diferentes convergen en esto: ver Robertson,

1992; Escobar, 1995; Castells, 1996; Mander y Goldsmith, 1996; Ho-pkins y Wallerstein, 1996; Ritzer, 1996.

3. Una brillante excepción es el ensayo de Montaigne sobre “Los caníba-les” (1580 [1958]), escrito al inicio de la modernidad eurocéntrica.

4. El ethos barroco que propongo aquí es muy diferente de la “melancolíabarroca” de Lash (1999: p. 330). Nuestras diferencias se deben enparte a los distintos focos de lo barroco sobre los que basamos nuestroanálisis; Europa en el caso de Lash, América Latina en mi caso.

5. Ver, entre otros, Pastor, et al. (1993) y Alberro (1992). En referenciaal barroco brasileño, Coutinho (1990: p. 16) habla de un complejo“mestiçajem barroco”. Véase también el concepto del “Atlántico negro”(Gilroy, 1993) como manera de expresar el mestizaje que caracteriza laexperiencia cultural negra, una experiencia que no es específicamen-te africana, americana, caribeña o británica sino todas ellas al mismo

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tiempo. En el mundo de habla portuguesa, el Manifiesto antropófago deOsvaldo de Andrade es el ejemplo más contundente de mestiçajem.

6. Véase García de León para el caso de México (1993) y Ávila (1994)para el caso de Minas Gerais en Brasil. La relación entre la fiesta,particularmente la barroca, y el pensamiento utopista permanece aúninexplorada. Véase Desroche (1975) para acercarse a la relación entreel fouriérisme y la société festive.

7. Ávila concuerda, enfatizando la mezcla de motivos religiosos y delpáramo: “Entre las hordas de negros que tocaban gaitas, tambores,pífanos y trompetas, podía estar, por ejemplo, un excelente intérpretealemán ‘que rompía el silencio del aire con el profundo sonido delclarinete’, mientras los creyentes cargaban, devotos, banderas e imá-genes religiosas” (1994: p. 56).

8. He estudiado los presupuestos participativos en la ciudad de PortoAlegre (Santos, 1998c).

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1. En este capitalismo tardío —con su capacidad para des-agregar y atomizar a los ciudadanos, con su eficaz interven-ción cultural sobre las clases sociales, cruzadas por numero-sas identidades e intereses, y, específicamente, sobre la cla-se obrera— la izquierda europea vive todavía en el tiempo dela explosión, del estallido que siguió a la desaparición de laURSS.

Hoy podemos ver con perspectiva el gran error de aquellosque, desde la izquierda, saludaron el colapso soviético con elargumento de que la existencia de la URSS era una losa queimpedía el avance de la izquierda, en Europa y en el mundo.En realidad, los acontecimientos de 1991 fueron una derrotade enormes proporciones históricas, a la que hay que ponerfin. Puede considerarse que, en toda Europa, los últimos tres

lustros han sido años perdidos, que han traído la reducción del

CATORCE NOTAS (Y UNAPARADOJA) SOBRE LA

IZQUIERDA EUROPEA*

Higinio Polo**

*Tomado de El Viejo Topo del 2 de octubre 2007.**Historiador, profesor de la Universidad de Barcelona, España.

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poder social de los trabajadores y, en la práctica, el abandono de

la mayoría de los proyectos de cambio social. Tal vez los últimoscoletazos del miedo, de la interiorización de la derrota, se es-tén viviendo ahora.

2. En los últimos meses, la derecha ha ganado las elecciones en

Francia, Alemania, Polonia, Austria, Suecia, Finlandia, Holan-

da. A su vez, los socialdemócratas se baten en retirada. Loscomunistas, que en Francia, Italia y España sufren embatesde esa crisis existencial, siguen divididos entre quienes ar-ticularon un Partido de la Izquierda Europea (como españo-les, franceses o italianos) y quienes prefirieron quedarse almargen, como griegos o portugueses. El Partido de la Izquier-da europea no ha podido superar las dificultades fruto de laforzosa ambigüedad ideológica. Es probable que hubiese sidomás útil crear una coordinación europea y no un partido.

¿Debería crearse un Partido Comunista europeo? Creo quesí, y también instancias de dirección y coordinación interna-cional estables. Por su parte, la izquierda radical (o extremaizquierda, como se denominaba antaño) ha desaparecido enmuchos países, con notables excepciones, como en Francia.De manera que la situación en las filas de la izquierda es de

crisis generalizada e incluso de abandono. Aun así, surgen pro-puestas, aún embrionarias, como la de una confederación deorganizaciones de izquierda (¿qué eran los Frentes Popularessino una conjunción de fuerzas progresistas para hacer fren-te al fascismo?), y otras. En esa dirección, las ideas de SamirAmin y su apuesta por la Quinta Internacional deberían te-nerse en consideración.

3. La derecha, los medios de comunicación, una parte de laizquierda que se siente derrotada o desencantada, e inclusouna parte de la izquierda antisistema, todos parecen conspi-rar para culminar la demolición de la izquierda histórica quehemos conocido hasta hoy. ¿Con qué objetivo? Sin duda, noexisten coincidencias entre la derecha, la izquierda que sehace liberal y la izquierda radical, pero para no repetir erro-res habría que tentarse la ropa antes de colaborar en el dete-rioro de organizaciones históricas de la izquierda.

De la destrucción a veces surge lo nuevo, pero, frecuentemen-

te, se instala el hastío, el abandono, la derrota. ¿Quiere unaparte de la extrema izquierda o de la izquierda que trabajaextramuros de las instituciones parlamentarias y represen-tativas llegar a un panorama como el norteamericano, queno dispone de una izquierda real, operativa políticamente?¿Es eso conveniente?

4. La izquierda, toda la izquierda, tiene inoculado el veneno de

la división, y con ese equipaje enfrenta mal el futuro. Se apreciaen España: existen grupos que desean la desaparición de Iz-quierda Unida e incluso del PCE, convencidos de que ello re-dundará en beneficio de la lucha social y de una perspectivarevolucionaria. Es una posibilidad, pero no hay que olvidar laotra: que esos grupos contribuyan, inadvertidamente, a lavoladura del espacio político de la izquierda. Ese panoramapolítico es el que viven los trabajadores en Gran Bretaña o enEstados Unidos (países que, no por casualidad, son los adali-des del nuevo liberalismo depredador), donde existe un a ve-ces vigoroso movimiento social que carece de articulaciónpolítica.

Esa atomizada izquierda crítica, que a veces plantea cues-tiones relevantes, debería ser consciente de que todas lasorganizaciones y sectores de la izquierda son necesarios paracrear el contradiscurso al liberalismo. Bertolt Brecht nos dijoque el partido tiene mil ojos, y hay que conseguir que vuel-van a trabajar juntos; además, hay que poner freno a la pérdi-

da de energía en batallas estériles que azota a la izquierda so-

cial.

5. La extraordinaria diversidad de los grupos que se reclamande la izquierda, que tienen identidad contraria al liberalismo,que se definen anticapitalistas, es una de las dimensiones delfracaso (o de las insuficiencias) de la izquierda política. Existen

miles de grupos sin conexión entre sí, útiles, pero aislados. Parael capitalismo real, nada mejor que esa gran diversidad, eseradicalismo que a veces se agota en el combate contra otrasexpresiones de la izquierda, ese estéril antagonismo sobre elque resulta fácil reinar.

La crisis puede hacer aflorar otros peligros: si a finales delsiglo XIX los propagandistas de la Fabian Society procuraban

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infiltrarse en el Partido Liberal británico, como hicieron des-pués los trotskistas en muchos partidos socialdemocrátas,ahora puede aparecer la tentación de ingresar en esos parti-dos democráticos que se anuncian. Sería una vía muerta,como puede comprobarse en la evolución de quienes optaronpor ella en los Estados Unidos.

6. Los errores de las fuerzas de izquierda deben ser reputados

como tales, y no como la prueba de la traición. En Italia, porejemplo, Rifondazione Comunista ha cometido en los últimosmeses gruesos errores, fruto de las hipotecas de su participa-ción en el gobierno Prodi, pero la izquierda social no deberíaempujar a ese partido hacia la moderación. Hoy, la desapari-ción de Democratici de Sinistra, la vieja operación de quie-nes liquidaron el Partido Comunista Italiano, cierra un espe-jismo en el que se perdieron una parte significativa de lasfuerzas de la izquierda comunista. Porque la disolución delPCI fue más que una tragedia: fue un enorme error.

El Partido Democrático que ahora quieren alumbrarD’Alema, Fassino, Rutelli, Veltroni, ni siquiera pretende serde izquierda, y su deriva le lleva a suscribir (entre otras co-sas) la aceleración de la carrera armamentista en Europa,aceptando el despliegue del escudo antimisiles norteameri-cano en Polonia y Chequia. Es de perogrullo, pero debe repe-tirse: hay que utilizar los errores para aprender de ellos y nopara contribuir al deterioro de organizaciones de izquierda.

7. El sectarismo es un recurso inútil, además de nocivo. Por eso,no deja de sorprender, después de todo lo que ha llovido, quealgunos sectores de izquierda tengan mayor aversión entre sí,

que la que muestran hacia la derecha política. Hay demasiadosgrupos que otorgan certificados de pureza revolucionaria,mientras se combaten entre sí, anulándose, de forma quededican más esfuerzo al combate fratricida que a la luchasocial.

Lo sensato sería que todos, manteniendo si lo desean sus pro-

pias organizaciones, fueran capaces de encontrar un terreno co-

mún de acción, como ocurrió con ocasión del inicio de la agre-sión norteamericana contra Irak, o como podría hacerse, enEspaña, contra la especulación inmobiliaria, la rampante co-

rrupción empresarial, los retrocesos salariales, los acciden-tes de trabajo, la exigencia de la República, etc, por citar al-gunas cuestiones. En Europa urge una coordinación concre-ta para evitar el desmantelamiento de las conquistas socia-les (en Alemania ya se ha aumentado la edad de jubilación),que se plasme en acciones movilizadoras, sociales, parlamen-tarias.

8. Es tiempo de paradojas. Cuando por todas partes se anun-cia el estallido de la crisis de este capitalismo tardío, que havendido un imaginario de éxito que es radicalmente falso, laizquierda europea recorre aún los caminos de la derrota, dela improvisación, de la diáspora ideológica, de la confusión.

Los socialistas (o socialdemócratas) tras el previsible y tristefin de la tercera vía de Blair y Giddens, son tentados por lassirenas del Partido Demócrata, según los parámetros de Clin-ton. Los comunistas siguen divididos entre la tentación delaggiornamento a la francesa o del discurso griego o portugués.Otro sector, con particular influencia en España (en la direc-ción de Izquierda Unida) cree que el futuro reside en la arti-culación de una izquierda verde, más o menos radical. Por suparte, los verdes europeos retroceden y son absorbidos en granparte por el discurso del poder (aunque las preocupacionesambientalistas y ecológicas sigan siendo muy importantes yla izquierda deba insistir en ellas).

A su vez, otra parte de la izquierda, la que convencional-mente se ha llamado extrema izquierda, atomizada en múlti-ples grupos, continúa demasiado tentada por el discurso resis-

tencial, disparando contra todo lo que se mueve, entonando aveces una política irrelevante que en muchas ocasiones sir-ve, más que para combatir a la derecha, para debilitar a lospartidos comunistas.

9. La izquierda europea sigue sin ser consciente de la di-mensión internacional de la crisis del capitalismo, pese a laretórica con que adornan análisis y documentos. Las últimasiniciativas de relieve (el lanzamiento del New Labour en GranBretaña por Blair, y la creación del Partito Democratici di Si-nistra en Italia) han acabado en la peor de las hipótesis: enun caso, liquidando las promesas sin avergonzarse: recuér-

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dese que Achille Ochetto justificó el cambio de piel del viejoPCI “para llegar al poder y transformar Italia”. No han conse-guido ni una cosa, ni la otra, porque el poder ha seguido enmanos de la vieja oligarquía, y el empeño de transformar Ita-lia ha quedado olvidado, arrinconado en el trastero de los sue-ños perdidos.

Ochetto, D’Alema y Fassino no transformaron Italia, pero

el error los transformó a ellos mismos. A su vez, el New Labour,pese a algunas formulaciones que parecían de interés, hanaufragado en el viejo liberalismo, en los fuegos de artificio yen las aventuras imperiales de Washington. La tercera víaera una vía muerta, más cercana al conservadurismo britá-nico (repárese en la insistencia del laborismo de Blair en laflexibilidad laboral y en conseguir la limitación de los sala-rios) que a la ambición de hacer avanzar el socialismo y cambiar

el mundo.

No hay que alegrarse por la deriva de la socialdemocra-cia. En su interior siguen conviviendo dos almas: una, liberal;

otra, socialdemócrata. El resto de la izquierda debería trabajarpor atraer hacia posturas de cambio social a ese sector quese reconoce en la historia de los partidos socialistas y noempujarlo hacia posiciones liberales. Porque no hay nada peor

que el sectarismo acompañado por la torpeza estratégica.

10. Lo que ha dado en llamarse “las dos izquierdas”, es decir,una izquierda moderada, socialista o socialdemócrata, y otra co-

munista, o radical, corre el riesgo de desaparecer ante el vér-tigo que aqueja a algunos dirigentes y organizaciones.

En Italia, Democratici di Sinistra y la Margherita demo-cristiana, confluyen en un Partito Democrático que poco tie-ne ya que ver con la izquierda histórica, pese a las declara-ciones de sus dirigentes. Walter Veltroni, que se postula comonuevo dirigente, hizo una solemne declaración en Lingotto,en el Torino del movimiento obrero, (“Una Italia unida, mo-derna y justa”) reclamando la renovación, la modernización,exigiendo lo nuevo en la política italiana y europea, pero fueclamorosa la ausencia de ideas y propuestas para llevarla acabo. Veltroni reclama modernidad, pero no sabe en qué con-siste. Por si las alarmas fueran pocas, Veltroni hizo propues-tas similares a las que realizan la patronal italiana y las ins-

tituciones del sistema, como el Banco de Italia. También enRifondazione Comunista aparecen problemas ante la apues-ta por una Sinistra Europea que supondría la transformaciónhacia un partido socialista junto con los sectores de Demo-cratici di Sinistra que impugnan el nacimiento del PartidoDemocrático.

En Alemania, la unidad entre el PDS y el partido de Lafon-taine tiene bases diferentes, y se reclama del socialismo de-mocrático (que no de la socialdemocracia), pero la operacióntiene también riesgos. En Francia, la secretaria nacional delPartido Comunista, Marie-George Buffet, cree que debe cues-tionarse todo, y, por su parte, el Partido Socialista, se debateentre la apertura al centro de Royal y el deslizamiento haciael liberalismo, aunque se mantienen áreas del discurso tra-dicional socialdemócrata. A su vez, la LCR francesa proponela construcción de un nuevo partido anticapitalista, plantean-do algunas ideas no carentes de interés.

En Rusia —donde Mijail Gorbachov creó un Partido So-cialdemócrata ruso (SDPR) en 2002, que no ha conseguidoarraigar—, todas las expresiones de izquierda, moderada oradical, tienen una mínima influencia en el país. La excep-ción es el Partido Comunista ruso, que, pese a la hostilidaddel poder, ayer de Yeltsin y hoy de Putin, que ha llegado acrear partidos con recursos millonarios para limitar la in-fluencia electoral de los comunistas, continúa siendo el granpartido de izquierda del país. En el resto de la antigua URSS lasituación es muy diversa, llegando incluso a la prohibicióndirecta del Partido Comunista, como en Letonia, país que hoyforma parte de la Unión Europea.

En España, pese a la supuesta fortaleza del PSOE, másaparente que real, dirigentes como Pasqual Maragall estánimpulsando en Europa (y, por añadidura, en España) el pro-yecto de un Partido Demócrata, similar al norteamericano.Al parecer, Maragall argumenta que todos los partidos socia-listas europeos se inclinan por impulsar ese proceso, por loque concluye que es urgente que en España se inicie tam-bién, para poder tomar posiciones en el nuevo Partido Demó-crata Europeo.

11. La ideología liberal ha impregnado grandes capas de la po-

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blación, también entre los trabajadores, a través de una apues-ta cultural “apolítica” que trabaja para mantener fuera deldebate y la acción política a la gran mayoría de los ciudada-nos. Es urgente combatir ese liberalismo que se presentacomo portador de ideas de “sentido común”: desde la búsque-da del beneficio individual hasta la manipulación de temoresreligiosos, identitarios o de seguridad civil, llegando inclusoa impulsar un peligroso nihilismo social. Juega, también, conla supuesta “muerte de las ideologías”, que es una completafalacia: con ese lema propagandístico se pretende hacer creerque ya no existen, para conseguir así la renuncia de los ex-cluídos a su imaginario histórico y sus organizaciones; y conla cruz de la derrota con la que ha adornado eficazmente a losmovimientos emancipatorios. Incluso ha calado la idea de queha desaparecido la clase obrera.

Aunque, si bien es cierto que las formas de trabajo hancambiado, los asalariados son más numerosos que nunca, yel fenómeno de la precarización en el trabajo exige una firmepolítica anticapitalista, y no un aggiornamento moderado delos partidos de izquierda. Porque el aggiornamento, la puestaal día, es entendido con demasiada frecuencia como la mode-ración del discurso, la renuncia a la construcción del socia-lismo, la dejación los objetivos históricos del movimiento obre-rista.

12. La crisis de la política, que en muchos países se concretaen una gran abstención electoral (en Polonia llega al sesentapor ciento, y en España casi a la mitad de la población), esuna bomba de relojería para la izquierda. Mientras el poderreal impulsa la precariedad laboral, la limitación de los sala-rios, el recorte de las conquistas del Estado del bienestar, eincluso acomete reformas fiscales que son una transferen-cia de recursos ciudadanos hacia la empresa privada, creceel clientelismo político y la transformación de la vida socialen espectáculo.

Así, la izquierda ha devenido en gran parte una empresa

para conseguir puestos de trabajo: solamente en Italia, se hacalculado que unas cuatrocientas treinta mil personas vivendirectamente de la política (desde diputados hasta consejeroscomunales, pasando por asesores diversos). Al tiempo, la hon-

radez, la ética personal, el desinterés y la camaradería, la soli-

daridad reciben un tratamiento despectivo y burlón.Sin embargo, las apelaciones de los laboratorios ideológi-

cos del liberalismo a un “mundo nuevo” donde supuestamenteno tendrían cabida ni sentido muchas de las viejas ideas delmovimiento obrerista, muchas de las reivindicaciones histó-ricas de los trabajadores, son apenas pobres vestiduras parajustificar el estímulo, a veces el chantaje, a las organizacio-nes de izquierda para que abandonen las ideas socialistas.

Pero también es cierto que el mundo ha cambiado (¿cuándono lo ha hecho?), y que hay que renovar el lenguaje, algunasideas y la forma de acceder y gestionar el poder.

La crisis de la democracia liberal representativa nos poneante los límites de la acción de la izquierda en las institucio-nes. Una parte de la izquierda ha caído en la trampa de laactuación casi exclusiva en los templos del poder (en el pala-

zzo, como dicen los italianos), justificándolo con el impulso yla hipotética gestión de conquistas sociales (que, en los últi-mos años, han sido muy escasas, cuando no se han converti-do en dentelladas a los derechos populares) para los trabaja-dores, que, sin embargo, se alejan de sus representantes yrompen con la política.

En el fondo, tal vez fluya la desconfianza ciudadana hacia

la posibilidad real de gestionar cambios sociales significativos

desde las instituciones del régimen liberal. Hay que volver apensar el binomio movimiento social—representación política y,probablemente, centrar los esfuerzos en las luchas popularesen la movilización y, secundariamente, en las instituciones.

Para ello, la relación con los movimientos sociales es funda-

mental. Los diputados y representantes de izquierda deben serlos portavoces de las necesidades populares, y deben perma-necer en relación constante con el movimiento obrero y so-cial. Deben llevar la voz obrera al palazzo y no al revés. Y, enesa tesitura, deben combatir la manipulación de fenómenoscomo la inmigración, el terrorismo, las cuestiones naciona-listas, que son un campo minado para la izquierda, que ha

sido incapaz de situarlas en un contexto social, en el marco delenfrentamiento entre la derecha capitalista y la izquierda.

13. La revolución social es una necesidad histórica vital, impres-

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cindible para evitar la catástrofe en el planeta, pero la izquierdaeuropea se enfrenta al descrédito del concepto de revolución,aunque ésta sea una idea poderosa, y debe hacer frente a lasideas simples, propias de la sociedad del espectáculo, quearraigan entre grandes capas sociales. En Italia, en Alema-nia, en Rusia, se hace referencia a la crisis de la izquierda ya la necesidad de interrogarse sobre el comunismo del sigloXX. Hay que hacerlo.

También, como ha dicho recientemente Serguei Kara-Murza calificándolo como un gran error, hay que reflexionarsobre por qué una parte de la izquierda europea recibió ladesaparición de la URSS “casi con aplausos”. Porque, pese al

autoritarismo soviético y las serias deficiencias sociales, la des-

aparición de la URSS fue una catástrofe para todos los trabaja-

dores del mundo. No hay que temer a las palabras: el mundo

está en una situación límite, y el socialismo es la apuesta más

sensata para la humanidad.

14. La cuestión de la propiedad es central. Una nueva civiliza-ción no será posible si no es sobre la base de una propiedad

colectiva, aunque diversa, y con participación y mecanismosdemocráticos. También, es vital la cultura, la instrucción. Esimprescindible que la izquierda vuelva a tejer una red de com-plicidades culturales, vuelva a actualizar, con los recursosdel siglo XXI, los ateneos obreros, los centros de discusión,artísticos y de ocio, de socialización de la experiencia vital,de la camaradería, de la vida. Porque la televisión dominada

por el poder tiene dentro a un fascista que empuja a los ciuda-

danos a la degradación, al embrutecimiento, a la enajenación.

Puede parecer radical, pero es imprescindible: hay queasaltar las televisiones, acosar a los mercaderes de la mise-ria cultural, del fanatismo deportivo, hay que denunciar a losgestores de la bazofia televisiva, gestionar el sabotaje a lacultura basura —¿por qué no alguna batucada, por ejemplo,para empezar, señalando a los patronos y los capataces de ladegradación?—, por mucho que esos programas cuenten conmillones de seguidores esclavizados, consumidores pasivosde los detritus del sistema.

La mundialización no puede basarse en la privatización de

la propiedad, en el ataque a las conquistas sociales, en la crea-

ción de ventajas para las grandes compañías multinacionales,

en la transferencia de recursos desde países pobres a ricos, y,

en el interior de cada país, desde los sectores más débiles hasta

los más poderosos, sino en la búsqueda de la solidaridad, de la

justicia en las relaciones internacionales, del socialismo.

La paradoja. El final del predominio norteamericano enlas relaciones internacionales, que se anuncia en el hori-zonte, y la crisis de la globalización neoliberal, abren grandesoportunidades para los desposeídos del mundo, para los traba-jadores de las áreas industriales y las zonas desarrolladas delplaneta; pero también son un riesgo: el capitalismo puedemetabolizar la crisis actual, desarbolando al mismo tiempo ala izquierda.

Quince años después de la desaparición de la URSS, lainjusticia y la explotación continúan gobernando el planeta,y los famosos “dividendos de la paz” se han revelado una su-cia mentira. Otra mentira más. La loca carrera por el benefi-cio a cualquier precio, la rapiña como principio rector de lasrelaciones internacionales (acompañada de la retórica del co-mercio como motor del desarrollo que siguen recitando lasinstituciones y los gobiernos), la lógica de la fuerza, la limita-ción de la libertad, la persistencia del hambre, la destrucciónde los ecosistemas, la corrupción rampante de las grandescompañías multinacionales y gobiernos que no dudan en recu-rrir al soborno, a la delincuencia, al maridaje con el crimenorganizado a través de las cloacas del sistema que reciclan hastael dinero de la extorsión y la esclavitud, el impulso de nuevasguerras, la reformulación de un nuevo imperialismo que noduda en recurrir al exterminio de centenares de miles de ciu-dadanos inocentes en guerras de expolio y escarmiento, todoello, exige una izquierda decidida, revolucionaria.

La paradoja es que en el momento en que son más nece-sarias que nunca políticas y programas anticapitalistas, declaro contenido socialista, la izquierda europea sigue vivien-do en el pasado, temiendo por su propio futuro, atenazada porel miedo al vacío, por la reclusión, por el fracaso. Hay quearrebatar a la derecha la bandera de los derechos humanos,de la seguridad y de la libertad, que con tanto cinismo (y tantaeficacia) está utilizando. El capitalismo es inseguro, pero ha

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conseguido hacer creer a buena parte de la población que noestamos aquí para corregir la injusticia, sino para acostum-brarnos a ella. (¿resignación!)

Por eso, una de las cuestiones centrales que la izquierdadebe plantearse es la búsqueda de una nueva civilización. Hayque tener ideales, como decían los viejos dirigentes del mo-vimiento obrero, pero también pautas de conducta, y hay quecrear un nuevo discurso capaz de enfrentarse al del capital.

En esta encrucijada, uno de los riesgos más graves denuestro momento histórico es que Estados Unidos pretendadetener su relativa y constante decadencia con el recurso auna guerra generalizada, que pondría al mundo frente a unacatástrofe de consecuencias imprevisibles. Guerras sangui-narias, como las de Yugoslavia, Afganistán e Iraq, han sidoiniciadas en los últimos años por los órganos rectores del ca-pitalismo mundial, que pone así de manifiesto su cerradadeterminación, y debe recordarse que tanto el gobierno Clin-ton como el de George W. Bush han insistido en que “el únicopaís imprescindible del mundo son los Estados Unidos”.

En ese enunciado está la rotunda convicción de Washing-ton y del capitalismo dominante, y en él hay una clara ame-naza para el resto del mundo: la devastación es posible. Perono todo está perdido, porque la deconstrucción del capitalis-mo es, además de necesaria, posible.

LAS RELACIONES ENTRE PANAMAY EEUU: CAUSAS DE CONFLICTO EN

LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN*

José H. Santos Aguilera**

I. IntroducciónLa globalización no puede entenderse como un fenómeno

nuevo, sino todo lo contrario. Lo que diferencia a la globaliza-ción de la década de 1990 del resto de las anteriores es que lamisma ha sido impulsada por la rápida evolución de la tecno-logía y de los medios de comunicación.

El polémico debate en torno a la globalización parte del pla-no conceptual, ante el hecho de que no exista una definiciónprecisa y ampliamente aceptada del término globalización.

Podríamos definir la globalización como el fenómeno decarácter mundial que, apoyándose en la rápida innovacióntecnológica, modifica nuestras vidas al desmantelar las fron-teras de los Estados en los planos cultural, laboral, informati-vo, ecológico, político y económico.

RELACIONES ENTRE PANAMA Y EEUU

*Tomado de monografías.com, www.monografias.com/trabajos30/pana-ma-estados-unidos/panama-estados-unidos.shtml**Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Pa-namá.

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Las nuevas tecnologías, como internet, no sólo han favore-cido la disminución de los costos de comunicación para elciudadano común.

También han permitido que nuevos actores no guberna-mentales reduzcan distancias y puedan llegar a tener unaverdadera presencia y coordinación a nivel global, desde aque-llos que se dedican a la defensa del medio ambiente y losderechos humanos hasta los vinculados al terrorismo y al trá-fico de drogas.

Dada la importancia de su posición geográfica, la coopera-ción que pueda brindar Panamá es determinante en la luchaque encabeza Estados Unidos contra los terroristas y narco-traficantes. Sin embargo, las políticas de cooperación de Was-hington contra el crimen organizado encubren un deseo deabsorber el Istmo, al comprometer en demasía y de manerainjustificada la soberanía panameña.

Contrario a lo que generalmente se piensa, las causas deconflicto entre Panamá y Estados Unidos, en vez de reducirseal tema de la limpieza de los polígonos de tiro y la remoción delas armas químicas en isla San José, podrían aumentar araíz de los compromisos asumidos por Panamá en el contextode las guerras antiterrorismo y antidrogas que lleva adelanteEstados Unidos.

Bibliografía de consulta

Títulos fundamentales sobre el fenómeno de la globaliza-ción son: Anthony Giddens, Un mundo desbocado. Los efectos

de la globalización en nuestras vidas, Grupo Santillana de Edi-ciones, S.A., Madrid, 2003, 117 p. y Ulrich Beck, ¿Qué es la

globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globali-

zación, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1998, 224 p.Títulos que puede consultar sobre la dimensión económi-

ca de la globalización son Joaquín Estefanía, La nueva econo-

mía: La globalización, Editorial Debate, S.A. Madrid, 1997, 193p.; René Passet, La ilusión neoliberal, Editorial Debate, S.A.Madrid, 2001, 329 p.; Carlos Taibo, Cien preguntas sobre el nuevo

desorden. Una mirada lúcida sobre la globalización y sus conse-

cuencias, Suma de Letras, S.L., Mateu Cromo, S.A., Madrid,2002, 348 p.; y Joseph E. Stiglitz, El malestar en la globaliza-

ción, Santillana Ediciones Generales, S.L., Impreso por Ma-teu Cromo, S.A., Madrid, 2003, 471 p.

La globalización es analizada por Robert O. Keohane y Jo-seph S. Nye Jr. en Globalization: What‘s New? What‘s Not? (And

So What?), Foreign Policy, Carnegie Endowment for Interna-tional Peace, Washington, No.118, Spring 2000, pp. 104-119,y por Moisés Naím en Globalization. Passing Fad or Permanent

Revolution?, Harvard International Review. Cambridge, MA.Spring 2004, vol. XXVI (1), pp. 83-84.

Véase un interesante debate en torno al fenómeno de laglobalización en Susan George y Martin Wolf. La globalización

liberal. A favor y en contra, Editorial Anagrama, Barcelona, 2002,206 p. Véase también Micklethwait, John and Adrian Wool-dridge, The Globalization Backlash, Foreign Policy, CarnegieEndowment for International Peace, Washington, Nº 126, sep-tiembre-octubre 2001, pp. 16-20.

II. CMA: Reflexiones en torno a lasoberanía y la guerra contra las drogas.

El negocio de la droga es uno de los más lucrativos a nivelmundial. Según el Informe Mundial sobre Drogas 2005 de la Oficinade la ONU Contra las Drogas y el Crimen, el comercio mundial dedrogas está generando unos 320 billones de dólares cada año.

Ante estas ganancias, las políticas de los países de la re-gión andina en materia de erradicación de los cultivos de cocapalidecen. De hecho, las hectáreas cultivadas con coca du-rante la década pasada se incrementaron en Colombia, Perúy Bolivia de 206,200 (1991) a 210,939 (2001). Esto trajo comoconsecuencia una reducción de hasta 40 dólares en el preciomedio del gramo de cocaína.

Ante el fenómeno de la globalización y la creciente inter-dependencia entre los países, se necesita de la cooperacióninternacional para resolver un problema transfronterizo comoel de la droga. En ese sentido, reconozco que el tema de lasoberanía nacional se debe manejar con mayor flexibilidad sirealmente se quiere acabar con este flagelo, en vista de quelas redes criminales dedicadas al tráfico de drogas son unaamenaza para nuestra democracia.

Pero ello no justifica que en el marco de la lucha antidro-gas que lleva a cabo Estados Unidos se comprometa en excesola soberanía panameña, tal como se pretendió con el fracasa-do Centro Multilateral Antidrogas (CMA).

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En el marco de la reunión del Grupo de Río, celebrada en lacapital ecuatoriana a inicios del mes de septiembre de 1995,los presidentes de los países latinoamericanos acogieron conbeneplácito la propuesta del ex presidente panameño ErnestoPérez Balladares de crear un centro regional de lucha contrael narcotráfico.

En esa dirección, los mandatarios latinoamericanos reco-mendaron que la labor del centro antinarcóticos que se ins-talaría en el Istmo debía enfocarse en una diversidad de te-mas como el lavado de dinero, las narcomafias, el trasiego dearmas y el tráfico ilícito de precursores químicos, entre otros.

La iniciativa comenzó a tomar forma cuando el entoncescanciller Gabriel Lewis decide dejar a un lado las negociacio-nes para la permanencia de las bases militares de EstadosUnidos, ante la renuencia del Pentágono a pagar por el alqui-ler de las mismas.

Fue en ese momento, revela el Informe Hatheway, cuandoLewis introduce oficialmente el concepto de un centro multi-lateral contra el narcotráfico como fórmula para que las tro-pas de Estados Unidos permanecieran en el Istmo.

Agrega el citado informe que Lewis dejó claramente esta-blecido que haría todo lo que estuviera a su alcance paramantener la presencia militar estadounidense en Panamá yque tanto los funcionarios panameños como los estadouni-denses comentaban que algunas veces Lewis parecía haberolvidado a cuál lado él representaba.

Tras el fracaso de las negociaciones del CMA, algunos ob-servadores estadounidenses llegaron a la conclusión de quela posibilidad de llegar a algún acuerdo sobre el CMA se des-vaneció con la muerte de Lewis.

Ninguna de las medidas planteadas en el “Borrador delAcuerdo sobre el CMA” estaba diseñada para combatir eficaz-mente el problema de la droga. El propio carácter multilateraldel centro estaba en entredicho, ya que el Estado que desearaincorporarse al mismo sólo lo podía hacer mediante invita-ción por decisión unánime de las partes, entiéndase EstadosUnidos y Panamá, y en virtud de los plazos y términos queestas establecieran.

La duración del CMA, 12 años prorrogables por períodos fi-jos de 5 años, así como el necio argumento de que para poder

retirarse del acuerdo tenían que haber transcurrido los pri-meros 12 años de vigencia del mismo planteaban serios in-convenientes para el país.

Panamá debía renunciar a su derecho de apelar ante cual-quier entidad o jurisdicción foránea por cualquier desacuer-do relacionado con la aplicación, ejecución o interpretaciónde este acuerdo o de cualquier otro relacionado con el mismo.

Como si fuera poco, se comprometía a no expedir, adoptaro hacer cumplir ninguna ley, decreto, reglamento o conveniointernacional, ni a tomar acción alguna que implicara regla-mentar o interferir con el ejercicio, por cualquiera de las par-tes, de derecho alguno garantizado bajo este acuerdo o algúnotro relacionado con el mismo, ni que fuera inconsistentecon éstos.

También ponía áreas revertidas vitales para el desarrollosocioeconómico del país a disposición del centro antinarcóti-cos, tales como la pista e instalaciones de Howard, centro deantenas de Galeta, complejo de comunicaciones de Corozal,instalaciones portuarias e inclusive aquellas instalacionesadicionales que fueran acordadas entre las partes.

El texto también planteaba restricciones en áreas de granpotencial turístico, como playa Kobbe y Venado, e incluso fa-cultaba a Estados Unidos a suministrar servicios comercia-les al por menor, un servicio reservado exclusivamente paralos panameños y panameñas en nuestra Constitución Políti-ca Nacional.

También se establecía que si Estados Unidos asignaba per-sonal civil y militar, recursos y equipos al CMA, entonces éstosse mantendrían en todo momento bajo la autoridad de aquelpaís y cualquier recomendación o decisión sobre el uso de losmismos requeriría de su aprobación. El documento compro-metía la soberanía nacional a tales extremos, que planteabaque Panamá podía delegar la responsabilidad por la seguri-dad, el uso y el acceso de ciertas instalaciones exclusivamentea Estados Unidos.

El CMA era una base militar disfrazada de centro antidro-gas, así que las críticas al texto del “Borrador del Acuerdo so-bre el CMA” no se hicieron esperar. Incluso el propio ex em-bajador de Estados Unidos en Panamá durante la dictaduradel general Manuel Antonio Noriega, Everett Briggs, lanzó

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duras críticas contra el gobierno de su país al cuestionar lainiciativa estadounidense de involucrar a efectivos milita-res en la lucha antidrogas y buscar la permanencia de lasbases militares más allá del año 2000.

El CMA se vino abajo, porque el centro de atención de lapolítica exterior estadounidense pasó a ser la región balcáni-ca y porque el gobierno de Pérez Balladares mostró una acti-tud ambivalente e indecisa desde el comienzo hasta el finalde las negociaciones- en un intento por no sacrificar su posi-ble reelección, Pérez Balladares propone a Estados Unidos re-ducir la duración del CMA de 12 a 3 años y limitar las misio-nes a las antinarcóticos.

Uno de los elementos que salió a relucir con el CMA fue laambivalencia de la política exterior panameña. Prueba de elloes que el propio Pérez Balladares declara inicialmente queeran ganas de “fregar” decir que el CMA sería una base mili-tar, para meses más tarde anunciar que el CMA se “hundía”porque lo que Estados Unidos quería era una base militar.También fue notoria la falta de transparencia, ya que el “Bo-rrador del Acuerdo sobre el CMA” apareció por primera vez enel diario El Excelsior de México.

Al CMA le siguió otro intento frustrado por mantener lapresencia militar estadounidense, presentado por el republi-cano Benjamin Gilman y denominado “Proyecto de Relacio-nes Panamá-Estados Unidos de 1998”. Dicho proyecto estable-cía que Estados Unidos apoyaría el ingreso de Panamá al Tra-tado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sussiglas en inglés) a cambio de que siguieran funcionando lasbases militares de Howard, Kobee, Rodman y Sherman por unespacio de 15 años más. Esta iniciativa demuestra que Esta-dos Unidos puede llegar a condicionar el otorgamiento de pre-ferencias comerciales por concesiones en el plano militar.

Estados Unidos no puede pretender que el problema de ladroga se resolverá con bases y efectivos militares, con unenfoque netamente represivo tipo Plan Colombia y orientadoprincipalmente hacia los países productores de coca, mien-tras desatiende el problema de demanda de droga que tiene alo interno de su propia sociedad.

Como bien ha señalado Raymond Kendall, ex secretariogeneral de la INTERPOL, la demanda de drogas no se reducirá

mientras no exista un balance entre los recursos que se des-tinan a la represión (80 por ciento) y los que guardan relacióncon el tratamiento y la educación (20 por ciento).

Washington debería utilizar su política comercial para com-batir el narcotráfico, eliminando la política de subsidios agrí-colas para sus granjeros y otorgando importantes concesio-nes a los agricultores de la región andina en el Tratado deLibre Comercio (TLC), de tal manera que puedan encontrarsuficientes incentivos para sustituir los cultivos de coca porotros que tengan pleno acceso al mercado estadounidense.

Bibliografía de consulta

Moisés Naím analiza la guerra contra las drogas en “TheFive Wars of Globalization”, Foreign Policy, Carnegie Endow-ment for International Peace, Washington, No.134. January-February 2003, pp. 28-37.

Para conocer el contenido de la Declaración de Quito véa-se Manuel Álvarez Cedeño, “Presidentes acuerdan reuniónen Panamá contra el narcotráfico”, La Prensa, 6 de septiem-bre de 1995, p.1.

El “Borrador del Acuerdo sobre el CMA” fue reproducido ensu totalidad en los Talleres del Grupo Editorial Universal, S.A.(El Universal de Panamá), 1 de febrero de 1998, 8 p.

Jorge Illueca analiza las amenazas que para nuestra so-beranía nacional conllevaba el establecimiento del CMA enlos artículos “No debe establecerse el CMA” y “Howard: Patri-monio inalienable” de El Panamá América, 20 de marzo de 1998,sección A, pp. 6-7.

Para conocer las críticas del ex embajador Everett Briggsvéase Arnulfo Barroso, “Briggs: Lógico pensar que el CMA en-cubre bases” en El Panamá América, 17 de julio de 1998, p1.

El ex presidente Ernesto Pérez Balladares revela detallesde la reunión con Bill Clinton en “Tal cual es” en La Prensa,26 de abril de 2005, sección A, p. 12.

Para conocer las declaraciones y los hechos más relevan-tes sobre las negociaciones del CMA véase el artículo de laredacción “Cronología sobre las bases y el CMA” en El Panamá

América, 19 de julio de 1998, sección A, p. 2.Las causas del fracaso del CMA se exponen en Ricardo Arias

Calderón, “Perdiendo a Panamá…” en El Panamá América, 6

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de junio de 1999, sección C, p. 4 y en Henry Raymont, “Cróni-ca del fracasado CMA”, El Panamá América, 27 de septiembrede 1998, sección A, p. 2.

Detalles del Informe Hatheway se revelan en Reymundo Gur-dián Guerra, Las bases militares y el Informe Hatheway. El de-

sarrollo nacional frente a los intereses norteamericanos en Pana-

má, Instituto del Canal de Panamá y Estudios Internaciona-les, Editorial Portobelo, Panamá, 1997. 44 p.

Para conocer la labor que desarrolló la sede del centro deoperaciones antidrogas en la base aérea de Howard véase elartículo de la redacción, “EU cierra operaciones antidrogasen Panamá”, El Panamá América, 6 de mayo de 1999, p.1. Véasetambién Betty Brannan Jaén, “De lo que nos salvamos al caer-se el CMA”, La Prensa, 24 de julio de 2005, sección A, p. 13.

La labor que lleva adelante la INTERPOL contra el crimenorganizado se detalla en “The FP Interview. Meet the World’sTop Cop”, Foreign Policy, Carnegie Endowment for Internatio-nal Peace, Washington, Nº 122. enero-febrero 2001, p. 31-40.

III. FPPS: Seguridad nacional “made in the United States”A diferencia del gobierno de Ernesto Pérez Balladares, la

administración de Mireya Moscoso no titubeó a la hora depromover el interés nacional de Estados Unidos en Panamá.Prueba de ello es la gran amistad que existe entre el manda-tario estadounidense George W. Bush y la ex presidenta.

Moscoso supo moverse hábilmente en el contexto de unapolítica de nacionalismo aparente, distrayendo al auditorio na-cional al rechazar el “Acuerdo sobre Fuerzas Visitantes” y lacontroversia suscitada por la contaminación ambiental pro-vocada por los pertrechos militares no detonados en los polí-gonos de tiro que utilizó el Comando Sur y el hallazgo de ar-mas químicas abandonadas en isla San José.

Moscoso promulgó, con el aval de los entonces opositoresPartido Revolucionario Democrático (PRD) y Partido Demócra-ta Cristiano (ahora Partido Popular), los Fundamentos para la

Política Panameña de Seguridad (FPPS). Desde el momento enque la ex presidenta firmó la resolución de Gabinete Nº 34 de21 de junio de 2000 “Por la cual se promulgan los Fundamen-tos de la Política Panameña de Seguridad”, los partidos políti-cos pasaron a ejercer pleno control sobre la toma de decisio-

nes en materia de soberanía nacional en el contexto de lasrelaciones con Estados Unidos. La Declaración Conjunta so-bre los FPPS lleva la firma de Martín Torrijos (Partido Revolu-cionario Democrático), José M. Terán (Partido Arnulfista),Rubén Arosemena (Partido Demócrata Cristiano), Jesús Ro-sas (Partido Molirena), Rogelio Baruco (Cambio Democrático),Carlos Clement (Solidaridad) y Viola Icaza de García (PartidoLiberal Nacional).

Sobre los FPPS, Martín Torrijos comentó: “Dentro de esteproceso se ha trabajado con miras al interés nacional. Estees un documento elaborado por panameños donde asumimosla responsabilidad con nuestros conciudadanos y con el mun-do, de mantener un país seguro, donde no se da la posibilidadde tropas extranjeras dentro del territorio nacional”.

Por su parte, el dirigente demócrata cristiano Rubén Aro-semena expresó: “Que no quede ninguna duda que Panamáhacia el futuro va a ser el país que va a determinar la suertede su seguridad sin injerencia de tropas extranjeras”. Sinembargo, el contenido nacionalista de las declaraciones delpresidente y vicepresidente de la República se desvanecióluego del acuerdo al que llegaron años después el ServicioMarítimo de Panamá, la Marina de Estados Unidos y la Arma-da de Chile, que dio origen a los ejercicios militares PANA-MAX para la defensa del Canal de Panamá de un posible aten-tado terrorista.

Los FPPS son la piedra angular sobre la cual se edificaronuna serie de acuerdos que lesionan la soberanía panameña.El primero de ellos es el Tratado Alemán Healy-Becker (notaNº 1547 de 19 de diciembre de 2001 y nota Nº 0631 de 26 dediciembre de 2001), por medio del cual se establece que las16 agencias federales del gobierno de Estados Unidos que par-ticipan en el Equipo Nacional de Respuesta (NRT, por sus si-glas en inglés), entre las que sobresalen el Departamento deDefensa, el Departamento de Estado y el Servicio de Guarda-costas, prestarán ayuda a Panamá en caso de incidentes decontaminación ambiental y accidentes en el Canal.

Pero lo inconcebible de este tratado es que en el mismoPanamá, a través del ex canciller José Miguel Alemán, acep-tó renunciar al ejercicio exclusivo de la jurisdicción penal yeximir a Estados Unidos de toda responsabilidad civil, que-

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dando a discreción de Estados Unidos pagar a terceros unaindemnización conforme a las leyes estadounidenses.

Panamá también renuncia, junto con Estados Unidos, atodas las demandas- que no sean contractuales- entre sí porlesiones personales o la muerte de su personal militar o civil,o por daños, pérdidas o destrucción de los bienes del otro queresulten de las actividades amparadas por estos acuerdos.

Los objetivos del Tratado Alemán Healy-Becker fueron re-afirmados mediante el Convenio Alemán Zubieta-Becker de1 de abril de 2002, un convenio al que llegaron la Autoridaddel Canal de Panamá y el Departamento de Estado de EstadosUnidos para hacerle frente a las amenazas terroristas y a losincidentes de contaminación en lo que concierne al canalinteroceánico.

Con relación a este último, Jorge Illueca hizo hincapié enla falta de personería del ingeniero Alberto Alemán Zubietapara concertar un acuerdo evidentemente internacional, asícomo la falta de autoridad y competencia del administradorreelecto para otorgar privilegios e inmunidades a funciona-rios de Estados Unidos y renunciar a ir ante tribunales inter-nacionales por cualquier controversia que surja por la inter-pretación e implementación de este Convenio.

Illueca también criticó el hecho de que, al momento de su fir-ma, el texto del Convenio Alemán Zubieta-Becker estuviera úni-camente en idioma inglés y previó la posibilidad de ejercicios orga-nizados a manera de maniobras conjuntas, que con base en esteconvenio podrían llevarse a cabo en el área del Canal o en cual-quier otro lugar que se estime conveniente y necesario.

Mediante el Arreglo Complementario Salas-Becker de 5de febrero de 2002 se le confirió a las autoridades marítimasde Estados Unidos el derecho a patrullar las aguas paname-ñas para combatir el narcotráfico. A juicio de Jorge Illueca,este acuerdo viola preceptos normativos, en el sentido de queel ministro de Gobierno y Justicia no puede suscribir unacuerdo de tal envergadura, a diferencia del presidente o elcanciller de la República.

Finalmente, el Acuerdo Escalona-Bolton de 12 de mayo de2004 le confiere a Estados Unidos la potestad de abordar bar-cos con bandera panameña, a fin de determinar si las mis-mas llevan en su interior armas de destrucción masiva.

Como pudieron apreciar, muchos de los privilegios e in-munidades que se otorgaron al personal civil y militar de Es-tados Unidos con el Tratado Alemán Healy-Becker, el Conve-nio Alemán Zubieta-Becker, el Arreglo Complementario Sa-las-Becker y el Acuerdo Escalona-Bolton, son similares a loscontemplados en el “Borrador del Acuerdo sobre el CMA”.

Pero volvamos a los FPPS, de los cuales merecen especialatención los fundamentos Nº14 y Nº15. Cabe anotar que am-bos guardan relación con la opinión esbozada por algunos ana-listas estadounidenses que califican a la selva del Darién comoescondite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colom-bia (FARC) y que cuestionan la capacidad del Estado paname-ño de proteger su frontera sin ejército.

Así, el fundamento Nº14 deja abierta la posibilidad de quelas tropas militares de Estados Unidos vuelvan a estacionar-se en territorio panameño para la defensa del Canal, mien-tras el fundamento Nº15 delimita la política nacional de se-guridad con relación al conflicto armado colombiano. Con elPlan Colombia en mente, los fundamentos Nº14 y Nº15 po-drían llegar a comprometer la neutralidad del Canal y de laRepública de Panamá que pretende promover la política exte-rior panameña a través del fundamento Nº4, relativo a los“Objetivos de seguridad integral”, a fin de que el Istmo no seaobjeto de represalias en ningún conflicto bélico entre otrasnaciones del mundo ni se vea involucrado en confrontacio-nes violentas entre Estados y dentro de los Estados.

Bibliografía de consulta

Conozca las causas del rechazo al Acuerdo sobre Fuerzas Vi-

sitantes en Rodolfo, Barrios Villar, “Panamá rechaza acuerdo delas fuerzas visitantes”, Crítica, 1 de agosto de 2000, p. 2 y Gione-la Jordan V., “Panamá rechaza propuesta de EU sobre “fuerzasvisitantes”, La Prensa, 1 de agosto 2000, p.1. Para conocer eltexto completo de los FPPS véase Ministerio de Gobierno y Jus-ticia. “Fundamentos de la Política Panameña de Seguridad”.Panamá. Impreso en los Talleres de Corporación Universal deInformación (El Siglo), Panamá, junio de 2000, 15 p.

Detalles sobre el origen y los países que participan en laoperación PANAMAX se encuentran en Catherine Benítez,“Inicia operación PANAMAX”, Espacio Marítimo, año 12, 8 de

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agosto de 2005, p. 4-5, Impreso en los Talleres de El Panamá

América.Marcel Salamín hace una defensa del Arreglo Complemen-

tario Salas-Becker en “Acuerdo Complementario entre Pana-má y Estados Unidos. Soberanía o narcotráfico”, Avances del

Ministerio de Gobierno y Justicia, Año 2 (2), Panamá, julio de2002, pp. 4-5. Para conocer las críticas al Arreglo Complemen-tario Salas-Becker véase Julio Yao, “El Tratado Salas-Bec-ker”, El Panamá América, 17 de abril de 2002, sección C, p. 10.

Las críticas de Jorge Illueca al Convenio Alemán Zubieta-Becker aparecen en Carlos Vargas, “Privilegios e inmunidadpara EU en acuerdo con ACP”, El Panamá América, 19 de abril de2002, p.1. Véase también Jorge E. Illueca, “El Convenio AlemánZubieta-Becker”, El Panamá América, 15 de abril de 2002, secciónC, p. 10 y Jorge E. Illueca, “El Tratado Alemán Healy-Becker” en El

Panamá América, 13 de mayo de 2002, sección C, p. 10.Para conocer la opinión que tienen algunos analistas esta-

dounidenses en relación con la situación fronteriza en Dariénvéase Julia E. Sweig, “¿Qué tipo de guerra necesita Colombia?”Foreign Affairs En Español, Instituto Tecnológico Autónomo deMéxico. México, vol. 2 (3). otoño-invierno 2002, p. 232.

IV. legado peligroso: la contaminación ambiental de lospolígonos de tiro y las armas químicas en isla San José

Al salir de Panamá, el Comando Sur de Estados Unidos dejómiles de hectáreas contaminadas con pertrechos militaresno detonados en los polígonos de tiro de Balboa Oeste, NuevoEmperador y Piña. La lectura del anexo A del “Borrador delAcuerdo sobre el CMA”, relativo a las áreas designadas paraentrenamientos y polígonos, me hace suponer que el Depar-tamento de Defensa de Estados Unidos no saneó todas lasáreas contaminadas, porque pretendía utilizarlas en el mar-co de las labores del CMA.

Los pertrechos militares no detonados constituyen una se-ria amenaza para la salud y seguridad de la población pana-meña- de hecho, más de 20 personas han fallecido por estarexpuestas a estos artefactos. No sólo ejercen la misma fun-ción que una mina antipersonal, también liberan toda clasede sustancias químicas que pueden causar cáncer y degra-dan el medio ambiente.

Pienso que este conflicto no tendrá una salida negociada.En primer lugar, los asesores legales del Pentágono temenque una respuesta favorable para Panamá provoque peticionessimilares en países que albergaron bases militares de EstadosUnidos- como Filipinas por ejemplo- y una serie de procesoslegales por comunidades que puedan sentirse afectadas.

Es por esta razón que tanto el secretario de defensa deEstados Unidos, Donald Rumsfeld, como la ex embajadora Lin-da Watt declararon que el caso de los polígonos de tiro estabacerrado.

En segundo lugar, el proceso tendiente a que los militaresen Estados Unidos entiendan que el armamento que utilizanen los combates y ejercicios de entrenamiento degrada elmedio ambiente no ha sido una tarea fácil. Fue sólo en aten-ción al descontento de la sociedad civil, manifestado a travésde una serie de movilizaciones de protesta que se llevaron acabo en diversos sitios de entrenamiento militar en Califor-nia (Fort Ord), Colorado (Buckley Field), Michigan (Camp Gre-yling) y Washington (Camp Bonneville), que las autoridadesambientales estadounidenses comenzaron a ponerle un altoa la contaminación ambiental provocada por los pertrechosmilitares no detonados. Como resultado de estas acciones,hace 5 años la Agencia de Protección Ambiental de EstadosUnidos (EPA, por sus siglas en inglés) ordenó por primera veza las agencias de la Guardia Nacional la descontaminaciónde los polígonos de tiro de Camp Edwards, en Massachussetts,por razones ambientales y no de seguridad.

Washington también utilizó su músculo diplomático paraeludir la responsabilidad que tiene con Panamá, luego del ha-llazgo de 4 bombas químicas y otras 100 municiones sin deto-nar. No sólo incumplió el plazo para atender la denuncia pana-meña, también presionó para lograr la destitución del direc-tor de la Organización para la Prohibición de las Armas Quí-micas (OPAQ). La OPAQ es la entidad encargada de velar porla implementación de la Convención de Armas Químicas de1997, de la cual Panamá y Estados Unidos son Estados partes.

El estudio del pacifista estadounidense John Lindsay-Po-land, titulado La República de Probeta: Pruebas de armas quí-

micas en Panamá y la responsabilidad de los Estados Unidos,ya nos había advertido a los panameños sobre la utilización

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de isla San José como teatro de guerra química entre 1944 y1947.

El estudio de Lindsay-Poland también dio a conocer quetoneladas de agentes químicos fueron almacenadas e inclu-so pudieron haber sido abandonadas no sólo en isla San José,sino también en Curundú, Cerro Tigre, Chivo Chivo, FuerteClayton, Fuerte Sherman, Fuerte Gulick, base de Howard, basede Corozal, base de Albrook, Río Hato, France Field y camposde tiro de Balboa Oeste y Nuevo Emperador.

Pienso que el gobierno debería orientar todo su esfuerzoen lograr la descontaminación de los polígonos de tiro y de laisla San José por cuenta propia. La idea de otorgar parte deestas áreas en concesión, con la condición de que las empre-sas que se vayan a instalar realicen una labor de desconta-minación, resulta interesante. Pero también se puede obte-ner un saldo positivo de las áreas contaminadas, utilizándo-las como laboratorios para el empleo de nuevas tecnologías,la realización de estudios científicos y el entrenamiento delpersonal de la OPAQ.

Bibliografía de consulta

Para ampliar sobre el tema de la contaminación ambien-tal de los polígonos de tiro véase Jorge E. Illueca, La responsa-

bilidad de los Estados Unidos por la contaminación ambiental de

Panamá, Bufete Illueca, Panamá, 2000, 20 p. y Carlos Arella-no Lennox, Contaminación residual en la ex-Zona del Canal. En

Las bases militares y el desarrollo nacional (Volumen 2), Insti-tuto del Canal de Panamá y Estudios Internacionales de laUniversidad de Panamá, Imprenta Universitaria, Panamá,1995. p. 103-123.

En Betty Brannan Jaén, “EU pide paciencia en el tema delos polígonos”, La Prensa, 16 de noviembre de 2001, p.2, podráconocer la posición de Colin Powell, el único funcionario quedurante el primer mandato del presidente George W. Bush semostró dispuesto a cooperar con Panamá en el tema de lospolígonos de tiro.

La política de la administración de Mireya Moscoso conrelación al tema de los polígonos de tiro puede ser consultadaen Betty Brannan Jaén, “Denuncia de Panamá ante la ONU“disgusta” a EU”, La Prensa, 22 de septiembre 2000, p.1. y en

José Miguel Alemán, “La limpieza de los polígonos”, La Estre-

lla de Panamá, 11 de julio de 2001, sección A, p. 3. Véase tam-bién Oscar Martínez y Yuriela Sagel, “Moscoso y embajadoradiscrepan sobre polígonos”, El Panamá América, 9 de abril de2003, sección A, p. 2.

El tema de la contaminación ambiental de los pertrechosmilitares no detonados en Estados Unidos es atendido enWendy Williams, “Toxins on the Firing Range”, Scientific Ame-

rican, Nueva York, junio 2000, p. 10-11.Sobre el hallazgo de las armas químicas en isla San José

véase Henry Raymont, “Panamá presenta pruebas sobre usode armas químicas”, El Panamá América, 6 de septiembre de2001, p.1 y Henry Raymont, “Cuarentena en San José por usode armas químicas”, El Panamá América, 7 de septiembre de2001, p 1.

El tema de las armas químicas en Panamá es cubierto porel suplemento Este País, “Armas químicas en Panamá”, Cen-tro de Estudios y Acción Social Panameño, impreso en los Ta-lleres del Grupo Editorial Universal, S.A., Panamá, año XII(44), noviembre de 1998, 20 p.

La investigación completa de John Lindsay-Poland puedeser consultada en su libro Emperors in the jungle. The Hidden

History of the U.S. in Panama, Duke University Press, marzo2003, 265 p.

V. ¿Economía de guerra?: el acceso y la libre circulaciónde petróleo y gas natural en el contexto de la guerra con-tra el terrorismo de estados unidos.

En su recordado libro Fundamentos de Ciencia Política, Cé-sar Quintero subrayó que las pugnas bélicas casi siempre sehan debido a fuerzas o necesidades económicas.

Este planteamiento cobra plena vigencia tras el fin de laguerra fría, cuando el tema del acceso a materias primas (pe-tróleo, gas natural, agua, gemas, minerales y maderas) vuel-ve a ocupar un papel preponderante en el planeamiento de laseguridad de las grandes potencias, especialmente de Esta-dos Unidos.

Aunado a ello, no se puede pasar por alto el hecho de que alo largo de estos últimos 15 años el proceso de globalizacióneconómica que se ha venido desarrollando no ha podido sacar

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a muchas zonas de la pobreza, provocando la erupción entrela población afectada de un marcado sentimiento antiglobali-zación y, hasta cierto punto, antiestadounidense.

Ahora bien, ustedes se preguntaran qué tiene que ver eltema del acceso a materias primas y la pobreza de ciertasáreas en el contexto de la seguridad de Estados Unidos. Puesque el problema para la seguridad estadounidense radica enel hecho de que un gran porcentaje de estas áreas son -aun-que suene paradójico- ricas en recursos naturales y esta ri-queza está generando conflictos internos y externos, que guar-dan más relación con la pugna de ciertos grupos (económi-cos, políticos, armados y terroristas) por el control de estosrecursos que con el nacionalismo o la religión.

Pienso que además de ser un conflicto de carácter cultu-ral y religioso, el llamado “choque de civilizaciones” es unconflicto eminentemente económico. El propio Osama bin La-den ha declarado que desea que el barril de petróleo cuesteunos 144 dólares y se ha propuesto frenar el flujo de petróleodel Medio Oriente hacia Occidente por medio de ataques te-rroristas contra la industria petrolera.

En el contexto del “choque de civilizaciones”, la religiónviene a ser el medio que utilizan las mentes dominantes,tanto de Occidente como del Medio Oriente, para atizar el con-flicto cultural y congregar nuevos reclutas para sus respecti-vas causas.

Así, el movimiento evangélico en Estados Unidos no tienemayor reparo en hacerle el juego a bin Laden, mucho menosahora que están enquistados en el círculo del poder en Was-hington. Predicadores como Pat Robertson, Jerry Falwell yFranklin Graham han llegado a ponerle toda clase de califi-cativos a Mahoma, desde “ladrón y bandolero” hasta “terroris-ta”, y le han dado connotaciones diabólicas al Islam. En lugarde propiciar el diálogo interreligioso, estos fundamentalistasse han dedicado a promover el odio y el rencor.

El propio enfoque de la guerra de Estados Unidos contra elterrorismo islámico no atiende las verdaderas causas delmismo. Thomas Friedman, el célebre columnista del New York

Times, resume la guerra de esta manera:

Predique el libre comercio, mas no lo cumpla,

para que así los agricultores paquistaníes cai-gan incluso más en la pobreza. Después solici-te al Congreso que autorice un recorte fiscalpara cualquier ciudadano estadounidense quedesee comprar un Humvee, que consume ga-solina de modo excesivo, para ir a trabajar a laoficina y también pida al Congreso que se re-sista a cualquier nuevo esfuerzo con miras ahacer que Detroit incremente el rendimientode combustible de automóviles nuevos. Todo loanterior equivale a más importaciones estado-unidenses de petróleo saudita.

De manera que los sauditas tendrán más dó-lares para dar a sus fundamentalistas del evan-gelio wahabita, quienes lo invierten en la cons-trucción de escuelas religiosas en Paquistán.Entonces, el agricultor paquistaní, al que saca-mos del negocio con nuestros subsidios agríco-las, envía a sus hijos a la escuela wahabí por-que es gratuita y ofrece un almuerzo caliente.

Sus hijos crecen recibiendo una educación ex-clusivamente coránica, de forma que carecende la preparación para enfrentar la moderni-dad, pero les enseñan una cosa: que EstadosUnidos es la fuente de todos sus problemas. Unode los hijos del agricultor se une a la red Al Qae-da y es muerto en Afganistán por las Fuerzas Es-peciales de Estados Unidos, y nosotros creemosque estamos ganando el combate al terrorismo.

En el caso de Estados Unidos, existe una simbiosis entreel acceso a los recursos energéticos y la guerra contra el te-rrorismo, dos temas de seguridad nacional que han servidopara avanzar los intereses de una industria energética quesupo colocar a sus mejores hombres y mujeres en el aparatogubernamental estadounidense- George W. Bush estuvo vin-culado laboralmente a Harken Oil & Gas, Dick Cheney a Ha-lliburton, Condoleezza Rice a Chevron, Don Evans a TomBrown, Inc., Kathleen Cooper a Exxon Mobil Corp., y ThomasWhite a Enron Corp., entre otros.

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Un ejemplo de cómo la guerra antidrogas de Bush benefi-cia a las empresas estadounidenses mientras garantiza lalibre circulación de los recursos energéticos hacia su país loencontramos en nuestra vecina Colombia. Como parte delPlan Colombia, Washington otorgó 98 millones de dólares paraque Fuerzas Especiales de Estados Unidos entrenaran a unabrigada del ejército colombiano para proteger el oleoducto CañoLimón-Coveñas.

Este oleoducto, propiedad de las empresas Ecopetrol de Colom-bia y Occidental Petroleum de Estados Unidos, fue atacado 152veces en el año 2000 por las guerrillas izquierdistas colombianas,que ven estas instalaciones como un blanco de Estados Unidos.

Fue así como el denominado Plan Escudo se convirtió enun precedente sumamente peligroso, porque allana el cami-no para que tropas militares de Estados Unidos protejan em-presas petroleras estadounidenses en zonas de conflicto.

Que quede claro una vez más, no se trata de ideologías, sinode recursos. Y es que al igual que la droga, el petróleo se haconvertido en una importante fuente de financiamiento paralos grupos irregulares colombianos. Hace algunos años, la re-vista colombiana Semana reveló que las guerrillas de las FARCy del Ejército de Liberación Nacional (ELN) apostaban a la extor-sión de los ingresos petroleros en el departamento de Arauca yque los grupos paramilitares de extrema derecha (AutodefensasUnidas de Colombia) habían establecido un sistema de robo degasolina, perforando poliductos, para financiar su lucha.

Ante el binomio del acceso a los recursos energéticos, ma-nifestado en Panamá a través de los intereses de exploraciónpetrolera que tiene en Darién una empresa muy cercana ala Casa Blanca, Harken Oil & Gas, y la guerra contra el “nar-coterrorismo” en Colombia, la decisión del gobierno de Mar-tín Torrijos de incorporar a Panamá en el Grupo de los Tres(G-3) me pareció sumamente peligrosa.

¿Pero qué es el G-3? El G-3 nace a finales de la década de1980 con un noble propósito: México, Venezuela y Colombiaabastecerían de petróleo a América Central como parte delesfuerzo encaminado a resolver los conflictos de la región.Revive gracias al esfuerzo diplomático del presidente mexi-cano Vicente Fox y en la actualidad se ha propuesto ayudar aresolver los conflictos de la región andina.

Vicente Fox y George W. Bush comparten no sólo una granamistad, sino también un gran interés por el tema energéti-co. La razón: el destino del 90 por ciento de las exportacionesmexicanas es Estados Unidos, cuya economía se está viendoafectada por los altos precios del petróleo. Ante este escena-rio, Alan Greenspan, presidente saliente de la Reserva Fede-ral de Estados Unidos, ha vaticinado que la clave de la recu-peración económica estadounidense será el gas natural.

Por esta razón, Washington está cada vez más pendientede lo que sucede en la Venezuela de Hugo Chávez, país conlas mayores reservas de gas natural del hemisferio y con ungobierno abiertamente antiestadounidense.

Chávez ha llegado a plantear la necesidad de integrar alas petroleras estatales latinoamericanas, excluyendo así alas empresas estadounidenses. Pero el reto más atrevido queel presidente venezolano le ha lanzado a la administraciónBush con relación a Panamá es utilizar la posición estratégi-ca del Istmo- mediante la construcción de un oleoducto- paravenderle crudo a la República Popular China.

La pugna de ciertos grupos en el contexto del conflicto ar-mado colombiano, las constantes políticas y retóricas antiesta-dounidenses del gobierno venezolano, así como la injerenciaestadounidense por tratar de controlar el acceso y garantizarla libre circulación de los recursos energéticos, amenaza condesestabilizar a la región.

Si nuestras autoridades saben que las FARC tienden a ata-car infraestructuras económicas vitales para el Estado co-lombiano, ¿son realmente conscientes del peligro que conlle-va construir un gasoducto, una red de interconexión eléctri-ca y una carretera entre Panamá y Colombia?

Como ya expresé anteriormente, el fundamento Nº14 delos FPPS deja abierta la posibilidad de que tropas militares deEstados Unidos vuelvan al Istmo para la defensa del Canal yel fundamento Nº15 de los FPPS delimita la política nacionalde seguridad con relación al conflicto armado colombiano.

Por todo lo anterior, considero que el despliegue armamen-tístico que efectuó la Policía Nacional durante los desfiles pa-trios y la visita de Donald Rumsfeld en noviembre de 2004,las declaraciones del jefe del Comando Sur, general BantzCraddock, en el sentido de que el Darién es un santuario

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para las FARC y la reciente visita del presidente George W.Bush para discutir asuntos de seguridad parecen presagiarun retorno al militarismo en Panamá con el fin de satisfacerlos intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.

Bibliografía de consulta

Michael T. Klare analiza el tema de los posibles conflictospor el control de las materias primas en “La nueva geografíade los conflictos internacionales”, Foreign Affairs En Español,Instituto Tecnológico Autónomo de México, México, vol. 80 (3),verano 2001. pp. 151-165.

La posibilidad de que en un futuro surjan conflictos en másde 50 países en 5 continentes por el agua es analizada enSandra L. y Aaron T. Wolf. “Dehydrating Conflict. CarnegieEndowment for International Peace”, Foreign Policy, Washing-ton, Nº126, septiembre-octubre 2001, p. 60-67.

El choque de civilizaciones como fuente de conflicto mun-dial es analizado en Samuel P. Huntington, “¿Choque de civili-zaciones?”, Foreign Affairs en Español, Instituto Tecnológico Au-tónomo de México, México, vol. 80 (3), verano 2001, p. 225-245.

El fundamentalismo religioso estadounidense en el con-texto de la guerra contra el terrorismo es descrito en FareedZakaria, “Es hora de enfrentar a los predicadores del odio”,Newsweek en Español, Florida, 23 de octubre de 2002, p. 11.

El tema de las escuelas religiosas en Pakistán es cubiertoen Husain Haqqani, “Islam’s Medieval Outposts”, Foreign Po-

licy, Carnegie Endowment for International Peace, Washing-ton, Nº133, noviembre-diciembre 2002, p. 58-64.

Thomas Friedman analiza la guerra contra el terrorismoen “Connect the Dots”, The New York Times25 de septiembrede 2003, sección A, p. 27. Ulrich Beck, director del Institutode Sociología de la Universidad de Munich, expone las oportu-nidades que brinda la sociedad del riesgo mundial para lidiarcon el terrorismo internacional en Sobre el terrorismo y la gue-

rra, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 2003, 61 p.Los nexos entre el aparato gubernamental y la industria

energética en Estados Unidos son revelados en Fineman,Howard and Michael Isikoff, “Big Energy at the Table”,Newsweek, Florida, May 14, 200, p. 10-12.

Para conocer la pugna por el control de los recursos ener-

géticos y los beneficios económicos que se derivan de éstosen Colombia véase AFP, “Paramilitares y guerrilla apuntan afinanciarse con petróleo”, El Panamá América, Panamá, 24 deseptiembre de 2002, sección A, p. 11; AP, “Oleoducto colom-biano paralizado por rebeldes”, Crítica, Panamá, 10 de febrerode 2003, p. 82 y John Barry, “Pipeline Brigade”, Newsweek,Florida, 8 –15 abril 2002, p. 35.

Los planes de la empresa Enron Corp., para construir ungasoducto submarino entre Panamá y Colombia son revela-dos en “Alexander`s Gas and Oil Connections. Natural gas pi-peline to be built between Panama and Colombia” en News

and Trends: Latin America, vol. 5 (8). May 5, 2000. http://www.gasandoil.com/goc/news/ntl01961.htm

Para ampliar sobre la protección que brinda el Servicio de GuardaCostas de Estados Unidos a los buques metaneros que podrían serblanco de atentados terroristas véase Karen Testa, Are natural gas

chips “boat bombs” for terror?, The Associated Press, 16 de febrerode 2004, http://msnbc.msn.com/id/4276348/

La visita de Donald Rumsfeld a Panamá es cubierta enRafael Pérez G., “Proponen endurecer las sanciones contra elterrorismo”, La Prensa, 15 de noviembre de 2004, p.1.

Una posible remilitarización del país es analizada en Ra-fael Pérez Jaramillo, “Remilitarización: alerta, pendiente”, La

Prensa, 19 de noviembre 2004, sección A, p. 12; Rubén DaríoParedes, “Es organizar una fuerza pública militarizada, ¡sinejército!”, La Prensa, 19 de noviembre de 2004, sección A, p.12 y Roberto Eisenmann, “Yes, Sir!”, La Prensa, 21 de no-viembre de 2004, sección A, p. 12.

VI. TLC: Prisioneros de la liberación comercialBásicamente, un tratado de libre comercio (TLC) es un

acuerdo comercial preferencial entre dos o más países. Estosacuerdos se originaron en Europa, a raíz de la relación co-mercial preferencial que a través de los años han mantenidoInglaterra y Francia con sus antiguas colonias de Africa, elCaribe y el Pacífico.

Estados Unidos es el principal promotor de estos acuerdosen la actualidad, seguido muy de cerca por los países asiáti-cos. Dicho esto, ¿cuáles serían las ventajas de un TLC conEstados Unidos?

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Con el TLC, los productos panameños entrarían al merca-do estadounidense con acceso preferencial, o sea, libre deimpuestos. En la búsqueda de ese objetivo, el equipo negocia-dor panameño debe proponerse consolidar y ampliar los bene-ficios otorgados por Estados Unidos a Panamá mediante la Ini-ciativa de la Cuenca del Caribe (ICC) y el Sistema Generali-zado de Preferencias (SGP).

La ICC y el SGP son acuerdos comerciales “unilaterales”entre Estados Unidos y ciertos países en desarrollo, que a di-ferencia del TLC tienen una fecha de expiración. La llegadade nuevas inversiones estadounidenses, que generen nue-vos puestos de trabajo, sería otra de las ventajas de un TLCcon Estados Unidos.

¿Y cuáles podrían ser las desventajas? Seguramente el mer-cado panameño se inundaría de productos agrícolas estado-unidenses como resultado de una mala negociación en ma-teria agrícola- en contraste con un país pequeño como Pana-má, en Estados Unidos existe un fuerte apoyo gubernamentala los granjeros.

Se perderían miles de empleos directos e indirectos, setrasladaría gran parte del campesinado a la ciudad y se agra-varían los problemas sociales.

La utilización de barreras comerciales no arancelarias porparte de Estados Unidos podría ser otra de las desventajas.Veamos el caso de las normas laborales y ambientales en elTLC. Supongamos que a la hora de su implementación el go-bierno nacional no ha desarrollado una estrategia de erradi-cación del trabajo infantil en los cafetales y de supervisiónpara que todos los barcos camaroneros cuenten con un dispo-sitivo expulsor de tortugas (DET).

Estados Unidos podría paralizar las exportaciones de café ydel camarón, debido a que en el marco del TLC Panamá secompromete a realizar avances en el campo laboral y am-biental.

Desde una óptica mucho más crítica, hay que tomar encuenta que los TLC que hasta el momento ha negociado Esta-dos Unidos han sido criticados por tres razones fundamenta-les: avanzan las agendas de los lobbies domésticos en EstadosUnidos, menoscaban la disposición de la nación más favore-cida de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y debili-

tan el poder de los países pobres en las negociaciones comer-ciales multilaterales.

Según el connotado economista y profesor de la ColumbiaUniversity, Jagdish Bhagwati, la estrategia que emplea Esta-dos Unidos al negociar un TLC se basa en “incitar” y “casti-gar”. Incita al ofrecer acceso preferencial a su multimillona-rio mercado y castiga cuando condiciona ese acceso a la acep-tación de ciertos temas que, más que guardar relación con ellibre comercio, tienen que ver con la satisfacción de los inte-reses de ciertos grupos domésticos (lobbies).

El canciller panameño Samuel Lewis ha negado que exis-tan condiciones para que se apruebe el TLC con Estados Uni-dos. No obstante, las declaraciones del canciller panameñocontrastan con la realidad vivida por México, Jordania, Chile,Singapur y Centroamérica durante las negociaciones paraconcretar un TLC con Estados Unidos. Tomaré el caso deMéxico durante las negociaciones del NAFTA, por ser el másantiguo y aleccionador.

Estados Unidos le hizo saber a los mexicanos que teníanque abandonar sus objeciones con relación a los derechos depropiedad intelectual- un tema impulsado por las compañíasde software y farmacéuticas estadounidenses- para ser ad-mitido en el NAFTA. Los mexicanos también tuvieron queceder ante las presiones de los sindicatos y las organizacio-nes ambientalistas estadounidenses -grupos vinculados alPartido Demócrata- y aceptar una serie de disposiciones la-borales y ambientales que ahora son parte medular de losTLC que negocia Estados Unidos.

En base a esta negociación, ¿cuál podría ser la condición oel precio del TLC para Panamá? Algunos políticos conservado-res del Partido Republicano, como Virgil Goode, se muestrana favor de reinsertar la presencia militar estadounidense anteel temor de que la República Popular China se apodere delCanal de Panamá, por lo que habría que evaluar con detallelos límites o el alcance de la carta de comercio “seguro” quese anexará al TLC.

El TLC con Estados Unidos no sólo guarda relación con eltema de la ampliación del Canal, sino también con una rede-finición de las relaciones bilaterales que se enfoque en laspreocupaciones de seguridad de Washington con relación al

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conflicto armado colombiano, las políticas antiestadouniden-ses del presidente venezolano Hugo Chávez y la creciente in-fluencia de la República Popular China en Panamá y Améri-ca Latina.

Dependerá del gobierno actual que el TLC se convierta enuna herramienta fundamental para el desarrollo nacional sinque tenga que comprometer nuestra soberanía en funcióndel interés nacional de Estados Unidos. Primero con una bue-na estrategia de negociación y después con la puesta en mar-cha de una adecuada respuesta institucional a la implemen-tación del acuerdo, que bien podría traducirse en proporcio-nar los fondos públicos para el reajuste, fortalecer el imperiode la ley y preparar al recurso humano con la mira puesta enaquellas actividades económicas en las que haya un poten-cial de crecimiento.

Bibliografía de consulta

Aunque data de 1990, uno de los estudios más didácticoscon relación al tema del TLC con Estados Unidos sigue siendoel de Alejandro Lorenzo, Panamá y el Tratado de Libre Comercio

con los Estados Unidos, Panamá, 1990, 100 p., Biblioteca delMinisterio de Economía y Finanzas.

Para ampliar sobre el caso de México durante las negocia-ciones del NAFTA véase Jagdish Bhagwati, In Defense of Glo-

balization, Oxford University Press, Nueva York, 2004. 308 p.Jagdish Bhagwati y Arvand Panagariya critican los TLC que

negocia Estados Unidos en “Bilateral Trade Treaties Are a Sham”,Financial Times, 13 de julio de 2003, Global Policy Forum.

Las declaraciones del canciller Samuel Lewis, en el senti-do de que no existen condiciones para que se apruebe un TLCcon Estados Unidos, aparecen en José González Batista, “Nohay nexo entre TLC y bases”, Crítica, 16 de abril de 2005, p. 4.

Sobre la carta de comercio seguro que se anexará al TLCvéase Betty Brannan Jaén, “EU logra incluir componente deseguridad en el TLC”, La Prensa, 9 de diciembre de 2004, p.1.

VII. Reflexiones finalesEn la era de la globalización, los aspectos militares y de

seguridad han pasado a dominar la agenda de las relacionesentre Panamá y Estados Unidos. Al igual que en el pasado,

una relación bilateral fundamentada en estos dos aspectospodría generar problemas internos- ¿una vuelta al militaris-mo en el Istmo?- y nuevas causas de conflicto entre ambospaíses- ¿el establecimiento de bases militares estadouniden-ses en Panamá bajo el pretexto de la lucha contra el terroris-mo y el narcotráfico?

En lo personal, pienso que la desaparición física de tresciudadanos panameños durante las maniobras antiterroris-tas PANAMAX 2005, además de ser una pérdida irreparablepara sus familiares y la Patria, es también una señal de aler-ta sobre el rumbo equivocado que está tomando nuestro paíspor tratar de satisfacer los intereses militares y de seguridadde Washington.

Si el Canal de Panamá realmente es un objetivo de losgrupos terroristas que aborrecen a Estados Unidos es preci-samente porque las administraciones de Mireya Moscoso yMartín Torrijos (¿Pacto Mami?) han aceptado una alianzamilitar estratégica con el gobierno de George W. Bush que semanifiesta con la puesta en marcha de los Fundamentos parala Política Panameña de Seguridad, el Tratado Alemán Healy-Becker, el Convenio Alemán Zubieta-Becker, el Arreglo Com-plementario Salas-Becker y el Acuerdo Escalona-Bolton. Porcierto, poco antes de su visita a Panamá, en noviembre pasa-do, Bush comentó que una de las razones que motivaba lamisma era agradecer que el gobierno y el pueblo panameñohan sido inteligentes sobre asuntos de seguridad.

Entiéndase bien, la forma más efectiva de garantizar laseguridad de nuestro Canal y del país en su conjunto es através de la promoción y el ejercicio de una política exteriorcoherente y neutral. Como aporte a este argumento, hay quedestacar que algunos de los pensadores más respetados enEstados Unidos reconocen que la dosis militar que le está im-primiendo la administración Bush a flagelos transnaciona-les como el terrorismo es sencillamente insuficiente y pue-de llegar en ocasiones a ser hasta contraproducente.

Joseph S. Nye, decano de la Kennedy School of Govern-ment en Harvard y autor de The Paradox of American Power:

Why The World’s Only Superpower Can’t Go It Alone, trata deexplicar este último punto cuando compara la agenda de lapolítica mundial con un juego de ajedrez tridimensional. Nye

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argumenta que en el tablero superior, el de los temas milita-res, seguirá prevaleciendo Estados Unidos como potencia he-gemónica durante los próximos años, pero en el tablero inter-medio, el que abarca los asuntos económicos entre Estados,la distribución del poder ya es multipolar.

Del mismo modo, reconoce que en el tablero inferior, el delos asuntos transnacionales, el poder ya está ampliamentedistribuido entre actores estatales y no estatales. Nye con-cluye que la actual visión washingtoniana de este juego deajedrez tridimensional es errada, porque juega de maneraunidimensional, es decir, Estados Unidos se está apoyandoúnicamente en su poderío militar para resolver asuntos comoel terrorismo y el narcotráfico, un enfoque que representauna garantía de derrota a largo plazo.

Estados Unidos requiere más que nunca de la cooperacióninternacional para solucionar aquellos problemas transfron-terizos que atentan contra sus intereses y Panamá puedecontribuir significativamente en esta tarea, ya que no sepuede desconocer que tanto el pueblo panameño como el es-tadounidense abrigan los mismos valores (libertad, democra-cia y derechos humanos, entre otros). Pero cuando la admi-nistración Bush le impone a Panamá sus políticas militaresy de seguridad, Estados Unidos pierde lo que Nye ha denomi-nado poder blando (soft power, en inglés), definido como aquelpoder que surge de los atractivos que resulten los ideales po-líticos, la cultura y las políticas de un país. Así, cuando Esta-dos Unidos pretende establecer una base militar disfrazadade centro antinarcóticos en Panamá o se niega a sanear lospolígonos de Piña, Balboa Oeste y Nuevo Emperador y a remo-ver las armas químicas que dejó en isla San José pierde legi-timidad ante los ojos del pueblo panameño, es decir, pierdeuna cuota considerable de su poder blando. Y como si se tra-tase de un círculo vicioso de nunca acabar, vuelven a emer-ger nuevas causas de conflicto entre ambas naciones.

Bibliografía de consultaAlgunos datos sobre el desempeño institucional de los tres

ciudadanos panameños que murieron trágicamente durantelos ejercicios PANAMAX 2005 se revelan en Roberto López Du-bois, y Jean Marcel Chéry, “Marinos cumplieron hasta la muer-

te”, La Prensa, 17 de agosto de 2005, sección A, p. 4. Véase tam-bién Jean Marcel Chéry, y Roberto López Dubois, “Víctimas dela negligencia”, La Prensa, 16 de agosto de 2005, p.1.

Los reportes que cubren la entrevista que le realizara lacorresponsal en Washington del diario La Prensa, Betty Bran-nan Jaén, al presidente George W. Bush pocos días antes desu visita a Panamá son “EU no tiene interés de abrir basesmilitares en Panamá”. La Prensa, 2 de noviembre de 2005,p.1 y “George W. Bush y sus planes”, La Prensa, 2 de noviem-bre de 2005, sección A, p. 3.

La reforma militar en Estados Unidos es analizada en Do-nald H. Rumsfeld, “Transforming the Military”, Foreign Affairs,Nueva York, vol. 81 (3), mayo-junio 2002, pp. 20-32 y en “TheFP Interview. Reinventing War” Foreign Policy, Carnegie En-dowment for International Peace, Washington, Nº127, noviem-bre-diciembre 2001, pp. 31-47.

El análisis de Joseph S. Nye se encuentra en “Poder y es-trategia de Estados Unidos después de Irak”, Foreign Affairs

en Español, Instituto Tecnológico Autónomo de México, Méxi-co, vol. 3 (3), julio-septiembre 2003, p. 2-12.

 

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Objetivos generalesEl objetivo de nuestro trabajo de investigación es el de po-

der recavar la mayor información para el mejor entendimientode la contaminación en los polígonos de tiro de las áreas uti-lizadas por las antiguas fuerzas armadas del Ejército de Esta-dos Unidos.

De esta manera tendremos bases fundamentales para con-tinuar con nuestra lucha por el resarcimiento de nuestro eco-sistema y a la vez, dar cabida y marcar el precedente en cuantoa los legados que dejan las guerras y el uso indiscriminado detodo tipo de armamento bélico y más aun el uso de armasquímicas.

Objetivos específicosEspecíficamente nos referiremos a las diferentes áreas uti-

CONTAMINACION DE LASAREAS REVERTIDAS POR

POLÍGONOS DE TIRO*

Ralph Evans**

*Tomado de internet.**Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas.

Latin American Prespectives 157, vol. 34, Nº6,noviembre 2007, revista especializada en capi-talismo y socialismo, publicada en Riverside,California, aparece 6 veces al año.

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lizadas por el Comando Sur durante la vigencia de los Trata-dos Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá. Los diferentestipos de armamento utilizado en nuestro territorio y el dañoproducido al ecosistema panameño.

Veremos las diferentes tipos de seres vivos que se hanencontrado habitando en las áreas de los polígonos de tiro yque a pesar de la contaminación siguen con vida, sin embar-go, se encuentran en riesgo debido a la gran contaminaciónpor armamento no detonados y residuos de armas químicasque se encuentran en la zona.

IntroducciónEl cierre de las bases militares en el territorio panameño

representa uno de los dividendos que recibe Estados Unidospor su victoria en la guerra fría. Enormes recursos, antesdedicados a las tareas de seguridad y defensa, ahora puedenser destinados al desarrollo social y la consolidación de susupremacía como Estado. A propósito de la contaminación quedeja el cierre de estas bases, parte de esos recursos debenser asignados para producir el saneamiento correspondien-te. Al respecto, nuestra República no ha cesado en su luchapor el saneamiento de las bases militares que revirtieron,una vez retiradas las fuerzas armadas de Estados Unidos, asu costo y sin que ello involucrase la presencia militar ennuestro país.

El problema de la limpieza de los campos minados y conmuniciones no detonadas forma parte de una agenda ambien-tal global que procura territorios libres de minas, artefactosexplosivos y municiones sin detonar en todo el mundo.

A pesar de la situación aquí descrita, la República de Pa-namá celebra con júbilo, en compañía de todos los pueblos delorbe, la trasferencia del Canal de Panamá que sucedió almediodía del 31 de diciembre de 1999, para regocijo del pue-blo panameño y de la comunidad internacional. Al concluir lavigencia del Tratado e iniciarse una nueva administraciónde la vía acuática internacional, la República de Panamá ga-rantizaba brindar un servicio eficiente y eficaz a sus usua-rios.

AntecedentesCuando las obras de la construcción del Canal de Panamá

estaban por concluirse, el coronel George Goethals señaló ensu informe anual, que quedaban miles de hectáreas de terre-no en exceso de las requeridas para la obra. Indicó que larazón de haber solicitado la concesión de un área tan grande,se debía a que en ese momento no existía el trazado final deCanal. El coronel señaló que lo lógico era devolver esas tie-rras a Panamá, pero para hacerlo se necesitaba la autoriza-ción del Congreso, considerando difícil la obtención de dichaautorización, ya que existía la creencia de que se trataba detierras desarrolladas con el dinero de los contribuyentes es-tadounidenses, “lo que no saben”, decía, “es que se trata deselvas”.

Indicó más adelante, que frente a esa situación debían es-tudiarse dos alternativas: la creación de poblados para estado-unidenses como los que existen en Estados Unidos, cuyo costoseria sufragado con los impuestos y las tasas que pagarían porlos servicios públicos o la utilización de esas áreas como cam-pos de entrenamiento para las tropas de Estados Unidos.

Concesión por parte de Panamá delderecho de uso de esas áreas

En el numeral 1 del artículo IV, del acuerdo para la ejecu-ción del artículo IV del tratado, se señala que las Fuerzas Ar-madas de Estados Unidos podrán usar los sitios de defensaenumerados en el párrafo 2 del anexo A de dicho acuerdo.Además, el anexo A incluye una lista de las áreas de coordi-nación militar, las cuales podrían ser usadas por las FuerzasArmadas de ambos gobiernos de conformidad con el anexo Bdel Acuerdo. Cabe señalar, como según consta en los artícu-los XVIII y XXIII del Tratado Hay-Bunau-Varilla de 1903, quela República de Panamá le cedió a Estados Unidos el plenoderecho de usar parte de su territorio para los fines exclusi-vos de “la seguridad y protección del Canal, de las naves quelo usen, o de los ferrocarriles y obras auxiliares”.

Este último artículo es tan claro que numera la clase decontingente armado que Estados Unidos podían usar en laantigua Zona del Canal, siendo estos “su policía y sus fuerzasterrestres y navales”. Como puede observarse, este artículoXXIII del Tratado en mención, por exclusión niega a Estados

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Unidos el derecho de usar o mantener fuerzas aéreas en laZona del Canal.

A pesar de ello la Fuerza Aérea mantuvo varias bases comola Agencia Federal de Aviación, un organismo que en princi-pio no tenía ninguna relación directa con la operación, laneutralidad o la defensa del Canal.

En noviembre de 1940, antes de que Estados Unidos inter-vinieran en la segunda guerra mundial, ya venían iniciandogestiones con nuestro país para la posible construcción debases militares de defensa en el Istmo.

El 18 de mayo de 1942, se firmó en la ciudad de Panamá,entre el ministro de Relaciones Exteriores, Octavio Fábrega yel Embajador de Estados Unidos en Panamá, Edwin C. Wilson,“El Convenio Frábega-Wilson”, mejor conocido como el “Con-venio de los doce puntos”, por el cual se arrendaron mas de130 sitios de defensa en la República de Panamá, accediendoPanamá así a la petición del Gobierno norteamericano en lasestipulaciones del Tratado de 1936.

Sin duda alguna este Convenio de 1942, lesionaba nues-tra soberanía, pero hasta cierto punto era justificable ya queexistía la amenaza latente de la segunda guerra mundial queponía en peligro el Canal y el Istmo. Sin embargo, las venta-jas que nuestro país obtuvo de dicho Convenio fueron sóloalgunas reivindicaciones adicionales a las que había obteni-do con el Tratado General de 1936.

Bases militares, campos de tiro y área de bombardeoDurante la negociación de los tratados del Canal de Pana-

má de 1977, la República de Panamá obtuvo la primera infor-mación respecto a la localización exacta de las tierras de usomilitar, su extensión y la función asignada a las mismas.Estados Unidos también necesitaba identificar las áreas queutilizaba en esos momentos y que deseaba seguir utilizando.En virtud del Tratado del Canal de Panamá, titulado “Sitios dedefensa, áreas de coordinación militar y otras instalaciones”,se señalan las áreas de Emperador y Piña como campos detiro y el área de Balboa oeste como área de bombardeo. Estasáreas se encuentran localizadas, conforme a la denomina-ción del Tratado, en las áreas de coordinación militar.

Cabe señalar otros sitios de defensa que fueron utilizados

como áreas de coordinación militar. Además, hay otras ins-talaciones que no fueron identificadas en su totalidad al mo-mento de firmar los Tratados del Canal (Torrijos-Carter). Enel numeral 2 del anexo A se distinguen como sitios de defen-sa la base Howard, el fuerte Kobbe, Farfán, Rodman, las ba-rracas de infantería de marina, el área de depósito de muni-ciones de la Brigada 193, las viviendas de Cocolí, el área detanques de Arraiján, el fuerte Calyton, las instalaciones delEjército en Corozal, el sector occidental de Albrook, el fuerteDavis, el atracadero 45, los depósitos en el Atlántico, la islaGaleta, el Oleoducto y los radares instalados por los norte-americanos.

Algunas de estas áreas descritas en el numeral 3 del anexoA, comprenden más de 40 instalaciones entres las cuales es-tán: los Altos de Quary Heights, la estación naval de fuerteAmador, el fuerte Gulick, viviendas, edificios, depósitos, si-tios de conservación de mercancías, sitios de reparaciones ymantenimiento de equipos militares, hospitales, almacena-je de equipos de comunicación, edificios para las pruebas demotores a propulsión a chorro, depósitos de vehículos, áreade transferencia de municiones, campo de antenas, instala-ción para aire acondicionado, laboratorio de fotografías y otrasmás. Muchas fueron las actividades y maniobras militaresajenas a lo estipulado en el entendimiento del Tratado Torri-jos-Carter, directamente relacionados con estos fines espe-cíficos.

Lo que nos interesa resaltar de manera clara y especificason las bases que fueron objeto de reservas militares, talescomo: Fuerte Amador y fuerte Grant; depósito de municionesde cerro Pelado; cerro del Tigre; Fort Calyton, Curundu Heig-hts; Fort Davis; Corozal; Fort Kobbe; Fort Gulick; Fort Randol-ph y Fort Sherman, todas estas pertenecían al Ejército.

En cuanto a las reservas militares correspondientes a laMarina de Guerra estaban: la guarnición de tanques de Arrai-ján, Coco Solo, estación de radio Naval de Colón, estación deradio Naval de Farfán, guarnición de tanques de Gatún, esta-ción de radio Naval de Summit y el West Bank situado en elsector occidental del Canal.

En lo que respecta a la Fuerza Aérea se encontraban: Labase de Albrook y la base de Howard. Además de otras reser-

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vas como las de Quarry Heights, Herrick Heights, cerro Ti-gre, Río Hato, isla Iguana, Chivo Chivo y France Field.

En resumidas cuentas, a pesar de todas las actividades ymaniobras militares ajenas a la neutralidad y defensa delCanal, ejercidas por las Fuerzas Armadas estadounidenses,los daños ecológicos causados por ellos en nuestro territorio ylas repercusiones de sus acciones con armas convenciona-les y químicas, son tan extensas como la suma de los entre-namientos que han desarrollado a lo largo de su presencia enel Istmo.

En noviembre de 1998, Estados Unidos presentó un docu-mental que informó sobre las prácticas de armas químicasen la isla de San José, en el archipiélago de las Perlas. Deigual manera, Rick Stauber, estadounidense, experto en ex-plosivos, que visitó Panamá en julio de 1997, denunció en elprograma “60 minutos” de la CBS, la dimensión de los peli-gros que representaban las áreas contaminadas por los mili-tares estadounidenses en Panamá. Denunció que en Pana-má “el Comando Sur realizó pruebas con uranio empobrecidoy luego trató de ocultar las evidencias”. Stauber, sostiene quedurante su visita, realizó una serie de investigaciones enChivo-Chivo y el polígono de Piña y encontró proyectiles conuranio empobrecido.

Los estudios de Stauber dan cuenta de que en la antiguabase militar de Río Hato se encontraron indicios de la exis-tencia de proyectiles y municiones que “representan peligropara la comunidad”.

Armamentos no detonados en la actualidadSe entiende por armas no detonadas aquellas que no esta-

llan al ser lanzadas, también están aquellas que son des-echadas y de igual manera no estallan. Son estas armas queno detonaron en su momento que posiblemente mantienensu poder tóxico y lesivo, las que después provocan accidentes,a veces mortales, entre quienes despreocupadamente lasrecogen, pisan o hasta juegan con ellas. En la isla San Josése estima que actualmente podría haber hasta 3,126 armasquímicas inoperativas, que no detonaron en su momento peroque podrían hacerlo.

En lo que respecta a los polígonos de tiro, los campos de tiro

y las áreas de bombardeo de Balboa oeste, Emperador, Piña ySherman, éstas fueron las áreas de presencia militar másactiva porque ellos utilizaron estos sitios para entrenamien-to defensivo debido a que entre 1904 y 1990, las Fuerzas Ar-madas de Estados Unidos libraron dos guerras mundiales, sos-tuvieron guerras locales en Corea y Vietnam, se involucra-ron en conflictos menores a la vez que intervinieron directa-mente en muchos lugares de América Latina y participaronen la guerra del golfo Pérsico.

Además, las Fuerzas Armadas estadounidenses usaronnuestro territorio como retaguardia. Entre los servicios queprtestaban estaban el uso de comunicaciones, el apoyo logís-tico, las investigaciones y ensayo de equipos militares y elentrenamiento de tropas. La contaminación ambiental es unaconsecuencia inevitable de las actividades señaladas en laslíneas anteriores.

Para 1930, las actividades militares estadounidenses enPanamá se enfocaron fundamentalmente en la defensa delCanal e incluyeron el establecimiento y mantenimiento deuna línea de fortificación en el campo de tiro de Emperador.

El área donde hubo mayor impacto tiene una topografíairregular. Consta de 600 hectáreas en la parte sureste delcampo de tiro de Emperador. La parte noroeste de mayor im-pacto esta a 1.5 kilómetros del Canal de Panamá. Alrededor de30 por ciento de este territorio se encuentra dentro del área deoperación del Canal.

Es muy posible que en la provincia de Bocas del Toro, sehalla almacenado armamentos usados durante la segundaguerra mundial y con los cuales se esperaba disuadir a losalemanes, en caso de desembarco naval.

Tanto la cuenca del Canal y como el Laboratorio Gorgasfueron utilizados para experimentos de armas químicas. Porotra parte, la población marginal denominada “precaristas”,los pescadores, cazadores, agricultores, recogedores de cas-quillos y metales y toda persona que por curiosidad u otro mo-tivo entre en las áreas anteriormente descritas, están ex-puestas a ser víctimas de la contaminación militar. Otrosimpactos son la destrucción de bienes inmuebles, la conta-minación el aire y destrucción de la fauna y la flora.

Se debe cumplir a cabalidad con lo estipulado en el nume-

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ral 4 del artículo IV del Acuerdo para la ejecución del artículoIV del Tratado del Canal de Panamá de 1977 donde se estable-ce con claridad la responsabilidad que tiene Estados Unidosen:

Adoptar todas las medidas necesarias para ase-gurar, hasta donde sea viable, que toda amenaza ala vida, salud y seguridad humanas sean removi-das de cualquier sitio de defensa, área de coordi-nación militar o porción del mismo, en la fecha enque cese la autorización para su uso por parte delas fuerzas de los Estados Unidos.

Las poblaciones expuestas a estos peligros en lo que co-rresponde al distrito de Arraiján, corregimiento de Veracruzson: Veracruz, Represa, Koskuna; en el corregimiento deArraiján son: Loma Cobá, Boyala, Las Nubes, La Paz, NuevaLuz, el Toro, 13 de Febrero, Omar Torrijos, Palo Deferente,Valle del Sol, Los Tecales, 11 de Octubre, Rogelio Paredes,Burunga; en el corregimiento Juan D. Arosemena: NuevoArraiján, Río Potrero, Nuevo Chorrillo; en el corregimientoNuevo Emperador: Nuevo Emperador, La Gloria, Las Guabi-tas; en el corregimiento Santa Clara: Santa Clara, Huile,Baila Mono, Alto Bonito, Peñas Blancas, Barriada 2000. En loque respecta al distrito de La Chorrera, corregimiento El Ara-do: Lirio y Congo. En cuanto al área atlántica, están: el distri-to de Colón; el corregimiento de Escobal (lago), Escobal Cen-tral, Loma de Balboa, Providencia, Vino Tinto, Campo Alegre,Las Cruces y Chuchirvo. Por otro lado, en el distrito de Chagres,está el corregimiento de Piña, Piña Centro, Limón de Piña,Punta del Medio y Tarascón.

Agentes químicos almacenadosy puestos a prueba en territorio istmeño

En relación con este tema, las áreas ya revertidas a laRepública de Panamá de acuerdo al fiel cumplimiento de losTratados Torrijos-Carter, eran originalmente tierras fértilesaptas para la agricultura, con una diversidad de animales,selvas boscosas, con agua, es decir, con naturaleza rica ysana.

En la actualidad, dichas áreas han sufrido una serie de

alteraciones ecológicas y ambientales provocadas por la manode las Fuerzas Armadas norteamericanas acantonadas ennuestro territorio, las cuales las utilizaron a sabiendas del pe-ligro que representarían sus acciones para la vida y la salud.

Antes de que se terminaran los trabajos de construccióndel Canal, los norteamericanos realizaron múltiples pruebasde entrenamiento y exámenes de diferentes tipos de armasen las riberas del Canal. En sus inicios se hicieron pruebascon materiales explosivos y de municiones de morteros y ca-ñones y, de igual forma, de armas pequeñas y livianas. Perono todas las municiones explotaron y quedaron como muni-ciones sin detonar.

Con toda seguridad, Estados Unidos mantuvo en Panamádesde 1930 hasta 1968, un programa activo de armas quími-cas. Entre 1930 y 1946 el programa tuvo como objetivo la de-fensa del Canal. Desde 1943 hasta 1968 estaba orientado aprobar el funcionamiento de armas químicas en un clima tro-pical.

En 1961, el Cuerpo Químico del Ejército de Estados Unidosparticipó en un ejercicio de trasporte llamado Swamp Fox enel Darién, no lejos de la frontera con Colombia. Parte de estaoperación consistió en el lanzamiento en la selva de 58 gra-nadas lacrimógenas del tipo CN. Una segunda operaciónSwamp Fox se llevó a cabo en Panamá en 1964 y se realiza-ron por lo menos cuatro pruebas con armas provistas de agen-tes químicos vivos (minas M-23 cohetes y proyectiles conte-nido gas VX y cohetes de gas sarín).

La mina M-23 contenía diez libras y media de agente VX.Diez miligramos de VX constituyen una dosis mortal por lotanto, en cada una de las minas que probaron en Panamáteóricamente había casi medio millón de dosis letales.

Para entender mejor lo antes mencionados, hay que ha-cer un alto y diferenciar unas armas de otras. Las armas quí-micas se utilizan en forma de gas, vapores, humos, aerosoleso líquidos, para intoxicar personas, animales, plantas, alimen-tos, agua o suelo. Las armas químicas se clasifican segúncriterios varios, principalmente en:

- Función militar tóxica, incapacitantes, agentes de con-trol de multitudes, agentes de entrenamiento, humos, nie-blas, señalizadores, incendiarias (según uso destinado).

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- Efectos físicos lacrimógenos (tóxicos de ojos-nariz, tractorespiratorio), tóxicos de pulmón, tóxicos de la sangre, tóxicosde la piel o quemantes, tóxicos de los nervios, eméticos quecausan vómitos.

En el proyecto San José, también se pusieron a pruebaarmas químicas en el mar con el fin de determinar si la gue-rra química podría ser eficaz contra los barcos enemigos. Tam-bién la isla Iguana fue usada como campo de bombardeo con-vencional.

Antes que nada quiero agradecer en nombre de los traba-jadores de nuestra organización a este Parlamento la oportu-nidad que nos brindan para poder compartir con ustedes y laciudadanía nacional nuestro planteo y argumentos que sus-tentan la posición de rechazo de la CGTP al Tratado de LibreComercio o de Promoción Comercial con EEUU que en defini-tiva es lo mismo, ya que el cambio de nombre en sí mismo noelimina la voracidad ni las rayas al tigre.

Valga aclarar que nuestro planteamiento es coherente conla posición que sostuvimos en los debates internos realizadosen el CONATO, por tanto siendo nuestra organización unavoz contraria al cambio de rumbo que había fijado el CONATOante éste importante tema; queremos con claridad meridia-na dejar sentada nuestros argumentos de fondo en la oposi-ción al tratado.

PRONUNCIAMIENTO EN TORNOAL TRATADO DE PROMOCION

COMERCIAL ENTREPANAMA Y EEUU*

Central General de Trabajadores de Panamá (CGTP)

MOVIMIENTOSSOCIALES

*Tomado de Buscando Camino, 2007, Panamá, año VI, Nº151 (8 al 16 dejunio). Pronunciamiento efectuado en la Asamblea Nacional en junio de2007.

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Primero: Nuestra oposición al TLC no significa rechazo porrazones de principios a un tratado económico con EstadosUnidos o con cualquier otro país de la Tierra, pues se entien-de que los negocios internacionales (y los acuerdos que vie-nen con ellos) pueden ser positivos para el progreso de los pue-blos, en la medida en que se definan a partir del más celosoempleo de las soberanías para proteger los intereses de cadanación y con el propósito de lograr el beneficio recíproco de lospaíses que los suscriban. Pero como también pueden no cum-plir con los dos requisitos señalados, dichos negocios y acuer-dos igualmente pueden ser negativos para alguno de los signa-tarios, caso en el que no deben suscribirse, y más por partedel país que va a ser sacrificado. “Es mejor no tener tratadoque tener un mal tratado”, dijo el premio Nóbel de economíaJoseph Stiglitz refiriéndose a estos TLC. 

Segundo: La confusión que pueda existir entre algunos quepiensan que todo acuerdo económico internacional es siem-pre positivo por el simple hecho de acordarse o que por lo me-nos los que vinculan a Estados Unidos sí lo son en todos loscasos se explica por las ignorancias verdaderas o fingidas co-rrientes en el país. Pero demostrar que los intereses nacio-nales y los extranjeros pueden ser diferentes, e incluso antagó-nicos, no ofrece dificultades, como puede constatarlo cual-quiera que desee hacerlo. Si se menciona el punto es porque,con sus astucias retóricas y las complicidades de que gozanpara evadir los debates a fondo sobre estos asuntos, los neolibe-rales intentan pasar de contrabando una absoluta identidadque de ninguna manera existe entre lo propio y lo foráneo. 

Es tan notoria la posibilidad de contradicciones entre losintereses nacionales y los extranjeros, así como el riesgo deque un ciudadano de un país pueda actuar al servicio de losintereses de otro, que en todos los países las legislacionessancionan a quienes incurren en ello.

Que un negocio nacional o internacional, grande o peque-ño, pueda ser negativo para una de las partes se explica por lapropia naturaleza del capitalismo, que no es un sistema cons-tituido sobre la relación solidaria entre los individuos y lasnaciones, sino en todo lo contrario. En efecto, y como puedeconstatarlo cualquiera que haga el menor estudio al respec-to, el capitalismo se fundamenta en el criterio zoológico de la

competencia entre las personas y entre los países, competencia

que tiene como objetivo supremo la ganancia y que es tan dura

que considera económicamente válido y moralmente lícito hasta

la ruina del competidor, sin importar que medien daños indivi-

duales, sociales o nacionales de enormes proporciones. Luegoen el capitalismo las relaciones de beneficio recíproco entrelas partes no solo no son las naturales sino que ocurren porexcepción, cuando las partes equiparan sus fuerzas, realidadque entre los países solo aparece en la medida en que se es-grima la soberanía para decir No cada vez que el interés na-cional vaya a ser vulnerado. Estas verdades son las que expli-can por qué todas las naciones constituidas conformaron Es-tados que definieron límites jurisdiccionales sobre los cualesejercer sus derechos soberanos, condición sine qua non paraevitar ser sometidas a tratos arbitrarios por otras. 

Tercero: Bajo el capitalismo las relaciones de beneficio recí-proco entre las naciones se hicieron más difíciles en la medidaen que el sistema evolucionó hacia los monopolios y la pre-ponderancia del capital financiero, pues apareció el imperia-lismo, modo que requiere de la explotación de los países débilespara existir y el cual, sin renunciar a las agresiones colonialis-tas, maquilla su agresividad mediante el neocolonialismo, do-minación que intenta ocultar y que ejerce mediante cipayos,es decir, a través de nativos de las tierras dominadas que ac-túan al servicio de los intereses del imperio y que entre susfunciones cumplen con una de importancia ideológica primor-dial: ocultar cómo funciona la economía capitalista. Que unosactúen así porque se lucran de la dominación y que otros lo ha-gan por pusilánimes no modifica en nada esta realidad. Y que talesverdades sean de muy mal recibo entre los grandes poderes, hastael punto de haber logrado casi excluir el uso de los calificativosimperialismo e imperialista, no implica que este y sus conductasno hayan existido y existan, sino que su poder se ha incrementadotanto que ni siquiera debe mencionarse, salvo que se esté dis-puesto a pagar costosos peajes económicos, sociales y políticos. 

Cuarto: Si algún país en el mundo de hoy puede recibir elcalificativo de imperialista es Estados Unidos, convertido, delejos, en el mayor imperio de la historia de la humanidad,según se deduce de su enorme poderío de todo orden y delconjunto de sus actuaciones, incluidas las más brutales y

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descaradas agresiones militares. Que este imperio y los de-más que existen en el mundo nieguen su naturaleza me-diante constantes invocaciones a la democracia y al empleode instituciones financieras que se presentan tras el eufe-mismo de ser de la “comunidad internacional”, pero que enrealidad controlan con puño de hierro, no modifica la contun-dencia de los hechos. A la vista está el subdesarrollo de Amé-rica Latina, región del mundo sometida desde hace décadas alos ucases de Estados Unidos –o del FMI o del BM o del BID o dela AID o de la OMC–, todos los cuales aparecen como unas“ayudas” que en realidad no existen. Y las políticas neolibera-les o de “libre comercio”, o como quieran llamarse, son unaevolución de las medidas de dominación de los imperios, quecada vez chocan con mayores dificultades para mantenerseen funcionamiento sin aumentar su expoliación al resto delmundo, como bien lo expresan las crisis que los sacuden connotoria periodicidad.

Comprender el capitalismo y el “libre comercio” exige te-ner en cuenta, por lo menos, las siguientes consideracionesde tan autorizados analistas. Según Milton Friedman, uno delos principales ideólogos de la globalización neoliberal, “Hayuna y solo una responsabilidad social de las empresas, cuales la de utilizar sus recursos y comprometerse en activida-des diseñadas para incrementar sus utilidades”. De acuerdocon el lince de las finanzas George Soros, “En un entorno su-mamente competitivo, es probable que las personas hipote-cadas por la preocupación por los demás obtengan peores re-sultados que las que están libres de todo escrúpulo moral. Deeste modo, los valores sociales experimentan los que podríacalificarse de proceso de selección natural adversa. Los pocoescrupulosos aparecen en la cumbre”. En palabras de ColinPowell, secretario de Estado de Estados Unidos, “nuestro obje-tivo con el ALCA (que se convirtió en los TLC en el continen-te) es garantizar a las empresas norteamericanas, el controlde un territorio que va del polo ártico hasta la Antártida, libreacceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros pro-ductos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio”.Ya Henry Kissinger no le tembló la voz para afirmar que “laglobalización es, en realidad, otro nombre para el papel domi-nante de Estados Unidos”. 

Pero ni siquiera de las peores verdades sobre la políticaexterior de los países capitalistas e imperialistas, incluida lade Estados Unidos, se concluye que Panamá deba aislarse delmundo o que al menos deba negarse a tener relaciones eco-nómicas y diplomáticas con esa nación. De ninguna manera.

Lo que sí se deduce es que hay que repudiar la tesis ingenua otramposa de que los Panameños seremos felices si, primero, ha-cemos felices a las trasnacionales estadounidenses de todos losórdenes, de donde sacan (como ya he escuchado a alguno decir)que la política exterior panameña debe ser una especie extensiónde la de la Casa Blanca, que en el territorio nacional solo debeproducirse lo que le convenga y necesite la superpotencia y el “mer-cado” y que es de signo positivo entregarles a los inversionistasestadounidenses y de otros países la propiedad de la parte princi-pal del aparato productivo y económico, manteniendo a Panamátodo en medio de la miseria y la pobreza generalizada que soninherentes a este tipo de relaciones internacionales.

Quinto: La incomprensión entre muchos de la naturalezarapaz del capitalismo se explica porque también es de su esen-cia ideológica camuflarse, empleando a fondo los eufemismos.Y de esto no escapa el TPC o TLC, como bien lo muestrantantas falsedades dichas sobre él, en el cual encontramos casitodos los términos o palabras de moda para engatusar con suspropósitos, tales como “amistad”, “cooperación”, “oportunida-des”, “integración”, “creatividad”, “innovación” y “transparen-cia”, al igual que las frases “reducir la pobreza”, “beneficiomutuo”, “combatir la corrupción”, “salvaguardar el bienestarpúblico”, entre otras, en tanto que ni siquiera aparecen lostérminos utilidades, lucro, ganancias, enriquecimiento y aúnmenos se dice que su primer objetivo, y el que supedita acualquier otro, es asegurarles altas rentabilidades a los mo-nopolistas estadounidenses, de manera que se estimule sucodicia que, como se sabe, es lo único que los moviliza. ¡Atanto llega el propósito de ocultar la verdad, que en forma ejem-plar se cumple el adagio de que ésta brilla por su ausencia!  

Antes de demostrar por qué el texto del TLC implica cau-sarle daños mayúsculos al interés de la nación panameña,arrebatándole cualquier posibilidad de desarrollo en térmi-nos de la economía capitalista, valen otras consideracionesque pongan en su sitio las concepciones neoliberales.

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Es falsa –mentirosa, incluso, por parte de quienes no laesgrimen por ingenuidad– la teoría según la cual los paísesque más exportan son los que más se desarrollan, porque puededemostrarse que hay unos que aun cuando venden más queotros en el exterior, son más atrasados, en tanto los hay queexportan menos pero se hallan en un mayor avance. Las ci-fras son elocuentes. Si se compara la relación entre las ex-portaciones y el producto interno bruto (PIB), que es como semiden estas cosas, se encuentra que en 2004 esta propor-ción era de 9,55 por ciento en Estados Unidos, de 11,84 porciento en Japón, de 20,84 por ciento en Colombia, de 70,55por ciento en Angola y de 84 por ciento en el Congo. Y a nadiese le ocurriría decir que Colombia posee un mayor desarrolloque Estados Unidos y Japón o que los países africanos citadosson los más avanzados del grupo.

Acerca de convertir las exportaciones en el becerro de orode la economía, así, en el caso de que Panamá pueda demos-trarse que el “libre comercio” conduce a mayores importacio-nes, caben otras consideraciones. ¿Para qué se exporta? Paragenerar actividad económica en especial, para conseguir dó-lares, divisas, que permitan importar y contratar deuda ex-terna. Y si las importaciones son de bienes de capital y deotras mercancías que no se producen en Panamá y son cla-ves para su desarrollo, nadie objeta la ecuación. Pero si seexporta para importar lo que se produce, ¿no resulta mejorexportar menos y no hacerle un daño enorme a la economíanacional? Además, las importaciones de bienes suntuariospara satisfacer los gustos de unos cuantos ¿sí justifican dis-minuir los salarios y el poder adquisitivo de los panameños yregalar las materias primas mineras para poder exportar? ¿Oes que van a negar los neoliberales que son el bajo precio dela mano de obra la principal ventaja competitiva de las exporta-ciones nacionales? ¿Y cómo aceptar la tesis neoliberal de quees buen negocio exportar materias primas para importar bie-nes manufacturados, la misma concepción que durantes si-glos les impusieron los imperios a las colonias que expoliaron? 

En contraste con lo anterior, puede demostrarse que el au-téntico progreso de países con condiciones de extensión yhabitantes similares a la nuestra descansa en el desarrollo yfortaleza de su mercado interno, es decir, en su capacidad

para generar economía en torno a las compras y las ventasentre los panameños, estas sustentan más del 50 por cientode la actividad del aparato económico, porcentaje inclusomayor en países como Estados Unidos y Japón. Y se cae de supeso que el principal propósito de los imperios al someter aotras naciones es apoderarse de sus mercados internos, loque por esa misma razón estimula a sus pares en nuestropaís a tirar cortinas de humo sobre su importancia, califican-do el propio de “mercadito”. 

En línea con las anteriores consideraciones también pue-de demostrarse que la principal fuente de inversión en lospaíses no es la externa sino la interna, verdad que rebate latesis neoliberal de que no importa lesionar las fuentes delahorro nacional porque estas serán reemplazadas por inver-sión extranjera. Incluso, los propios flujos de inversión ex-tranjera directa (IED) que se mueven por el mundo, y que vany vienen principalmente entre países desarrollados, demues-tran que país que no genere su propia dinámica de desarrolloni siquiera es lo suficientemente atractivo para captar enforma notable a los inversionistas foráneos. Para muestra unbotón:

En 2005, de los 900 mil millones de dólares de (IED) que sehizo en el mundo, el 69 por ciento fue a países desarrollados yapenas 68 mil millones a América Latina y el Caribe. SiendoColombia el de mayor IED en los últimos siete años y con unaparticipación notable en la minería, en la cual invierten hayao no políticas neoliberales.

¿De lo anterior se deduce, entonces, que los países no de-ben exportar ni importar y que deben rechazar de plano todainversión extranjera? Por supuesto que no. Ya se señaló quelas relaciones económicas internacionales pueden ser pro-vechosas y esa afirmación hace referencia, como es obvio, avender y comprar y a invertir o recibir inversión, pero, eso sí,dependiendo de lo que le convenga al interés nacional y no alde los extranjeros, porque de saber instrumentar esas rela-ciones, entre otras cosas, depende si se logra el progreso o sieste se anquilosa o retrocede. El detalle de cómo deben serdichas relaciones supera el propósito de este texto, pero sícabe dejar sentado que sus misterios ya fueron revelados pre-cisamente por los países que han tenido éxito en el desarrollo

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del capitalismo, los cuales, en la conocida imagen del quepatea la escalera por la que subió para que otros no puedanseguirlo, les imponen a sus satélites exactamente lo contra-rio de lo que ellos hicieron para construir su progreso, empe-zando por crear unos mercados internos enormes. Faltan a laverdad quienes, por ingenuos o por vivos, afirman que el “li-bre comercio” que se impone en el mundo fue la teoría y lapráctica que usaron Estados Unidos, Francia y Japón, porejemplo, para alcanzar la situación económica que hoy os-tentan. Si algo debe repudiarse de los imperialistas de todoslos tiempos y pelambres es una de las máximas que orientansus relaciones internacionales: “Hagan lo que les digo, no loque hago”. ¿Cómo no recordar las historias en las cuales,cuando no procedieron a sangre y fuego, los colonialistas es-pañoles les entregaron a nuestros aborígenes americanosespejitos a cambio de sus objetos de oro? 

Poner las cosas en su sitio con respecto a la importanciaque se le concede a construir la economía de un país comoPanamá haciendo énfasis en la defensa y desarrollo del mer-cado interno y en la capacidad para generar ahorro nacional,y no en la falacia del desarrollo por la vía de las exportaciones,exige desnudar otro secreto bien guardado por los neolibera-les. Es indiscutible que el avance de la economía en funciónprincipal de la fortaleza del mercado interno implica que hayque sacar de la miseria y la pobreza al mayor número de ciu-dadanos, porque de su capacidad de compra depende qué tan-to puede crecer el aparato productivo y, con él, la propia ri-queza de diferentes sectores del poder económico. Por el con-trario, el crecimiento económico basado en lo que se logreexportar tiene como uno de sus fines enriquecer a algunos,pero manteniendo en la pobreza y la miseria a porcentajes depoblaciones mayores que las “normales” en los países capita-listas avanzados. Porque quienes les compran a los exporta-dores no son sus compatriotas, sino los habitantes con mayo-res ingresos de las potencias o las pequeñas capas con capa-cidad de compra de los demás países subdesarrollados. La po-lítica de enriquecer a reventar a unos pocos en medio de lapobreza general, hasta el punto de poder equipararlos con losmonopolistas de las naciones desarrolladas, como ocurre enel caso del mexicano Carlos Slim, no es nueva en América

Latina, pero sí se profundiza con el neoliberalismo. ¿O no fue-ron las exportaciones de café de Colombia o las de estaño deBolivia o las de cobre de Chile estrategias de desarrollo porexportaciones que no sacaron del atraso a los países, pero síenriquecieron a un puñado? 

Son esas concepciones reaccionarias las que en muchoexplican por qué un funcionario de la ONU decía que los mo-nopolistas latinoamericanos se parecen a sus pares de Esta-dos Unidos y Europa, pero que, en cambio, la pobreza en estastierras no se asemeja a la de los países desarrollados sino ala de los africanos, empezando porque en las metrópolis lonormal es que acose a un diez por ciento de la población, mien-tras que aquí lo corriente es que martirice a bastante más dela mitad de nuestro pueblo. El secreto de tantas iniquidadeslatinoamericanas que explican a la región como la de mayordesigualdad social del mundo y a Panamá como la una de laspeores en la lista, (solo superada por Haití y Brasil) reside enuna razón última que se ha agravado en los últimos tres lus-tros pero que se remonta a los inicios del siglo XX: los manda-mases de estos países lograron separar su suerte personal dela suerte de sus naciones, de forma que les va bien aunque ala inmensa mayoría de sus compatriotas les vaya mal, por-que unieron sus intereses a los de las trasnacionales extran-jeras, las cuales, además, generan y coexisten con las másaberrantes de las corruptelas nativas. Si algo puede demos-trarse con suma facilidad en Panamá es que a todo lo largodel siglo XX nunca se ensayó un modelo económico que tu-viera como fin elevar en serio la capacidad de compra de lapoblación, concepción retardataria como la que más que losneoliberales pretenden llevar hasta el máximo extremo. 

El debate sobre el verdadero significado del “libre comer-cio” puede y debe librarse con el apoyo de la experiencia na-cional y extranjera más reciente, pues esa política no es nue-va, dado que viene aplicándose con consecuencias desastro-sas desde hace años en América y el mundo.

Ningún panameño se atrevería a proponer que Panamácompita en condiciones de absoluta igualdad con Estados Uni-dos, si no estuvieran detrás los inmensos poderes económi-cos que aúpan esa idea, así como la gran capacidad de enga-ño de los medios masivos de comunicación, los cuales se apro-

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vechan de las ignorancias y los entusiasmos de las gentes, alas que, con el respaldo cínico de la tecnocracia neoliberal,les meten el cuento de que el problema de la competenciainternacional no guarda relación con las condiciones de cadapaís, sino con la buena voluntad con la que las personas abo-quen los negocios. Como una muestra de las tremendas des-igualdades entre las partes, que convierten la competenciadentro del TLC en una ficción, sirve saber que el ProductoInterno Bruto (PIB) de Estados Unidos es 1663.35 veces ma-yor que el de Panamá, por lo que poner a los panameños acompetir con los gringos es tanto como enfrentar a una per-sona corriente con un gigante que mide tanto como un edifi-cio de 1,000 pisos. Y también en tal aspecto el tratado es peorque las normas de la OMC, porque estas, así sea con cláusu-las mediocres que apenas si rozan el fondo del problema, es-tablecen el trato especial y diferenciado entre los países, comouna manera de reconocer las diferencias entre ellos. ¿Porqué si las concepciones democráticas exigen que las legisla-ciones internas de los países reconozcan y regulen las dife-rencias entre las partes –casos arrendador y arrendatario oempleado y empleador–, concediendo derechos distintos paramedio proteger a los débiles, el TLC crea una igualdad menti-rosa, que solo se atreven a alegar las mentalidades ventajis-tas para justificar el sometimiento de la parte débil por lafuerte? 

El notable incremento de las exportaciones de México aEstados Unidos con el TLC suscrito por estos y Canadá (TL-CAN), que pasaron de 52 mil millones de dólares a 160 milmillones entre 1990 y 2002, permite dos glosas que tambiénprueban que ese no debe ser el camino de Panamá. La prime-ra, que en la etapa del “libre comercio” el porcentaje de creci-miento de la economía mexicana fue el peor de toda su histo-ria y que sus indicadores sociales son tan malos como losnuestros, y eso que tienen la válvula de escape de los millo-nes de personas que, acosadas por el desempleo y el hambre,han tenido que emigrar a Estados Unidos. ¿Qué ocurrirá enese país si el gobierno estadounidense decide no dejar entrarmás mexicanos, ni siquiera por “el hueco” y a trabajar encondiciones miserables, cambio al que pueden conducir me-didas como la infame muralla de concreto que se decidió cons-

truir en la frontera común? Y la segunda, que nadie puedesoñar siquiera con que Panamá podrá exportarle a EstadosUnidos en cantidades similares a las de México, por la simplee inmodificable razón de las distancias, los tamaños y la pro-ducción entre otras que separan a los unos de los otros. 

También contiene una buena dosis de falsedad llamar altratado como de “promoción comercial”, porque, aunque le ha-yan cambiado el nombre o el pelambre; este conduce al con-trol de los monopolios y estos no generan ninguna libertad yporque sus disposiciones van bastante más allá de determi-nar en sus capítulos las relaciones de importación y exporta-ción de Estados Unidos y Panamá. Así, en todos sus capítulos,el interés nacional también se verá negativamente afectadopor lo que se define en propiedad intelectual, inversiones,solución de controversias, sector financiero, telecomunica-ciones, comercio transfronterizo y medio ambiente, entreotros aspectos. Y habrá un empeoramiento de las condicio-nes laborales del país, así este no haya quedado pactado, por-que sus cláusulas empujan, en la práctica, en esa dirección,so pena de que Panamá pierda competitividad a la hora deexportar, de defenderse de las importaciones o de atraer in-versionistas extranjeros. 

Tampoco resiste análisis otro lugar común en defensa delTLC con Estados Unidos, necio como el que más, que dice quehay que firmarlo a toda costa por lo mucho que Panamá lecompra y le vende a ese país. Cuando bien analizadas las co-sas la primera conclusión que debiera sacarse de ese dato esque constituye otra prueba de la deformación que padece laeconomía nacional, pues lo razonable sería tener mayoresrelaciones con los países fronterizos, como sucede en la UniónEuropea que, con todo y sus aspectos censurables, sí sirvepara mostrar la importancia de fortalecer los vínculos con losvecinos. ¿No enseñan los libros de texto de economía capita-lista que esta avanza mejor en aquellos mercados cuyos cos-tos de transporte tienden a cero, que es lo que en condicionesideales ocurre en las áreas urbanas o a nivel de países quecomparten fronteras? De otra parte, desde que apareció elcampesinado, una clase milenaria, se estableció que no de-ben ponerse todos los huevos en el mismo canasto, máximaaún más cierta en las economías nacionales que en la indi-

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viduales, porque así se protegen mejor en las inevitables cri-sis que sacuden a unos u otros países y a unos u otros secto-res, de donde nuevamente se ratifica la conveniencia de dis-tinguir entre quienes hacen afirmaciones falsas porque ig-noran y los que las expresan de manera maliciosa a sabien-das de qué se trata y cómo van ellos en el negocio. 

No sobra, además, echarle números al tamaño del merca-do estadounidense que se le abre a Panamá con el TLC, dis-tinguiendo entre el potencial, teórico, y aquel al que efectiva-mente puede aspirarse de acuerdo con las realidades econó-micas de aquí y de allá y del resto del mundo, de manera queni incautos ni astutos ganen indulgencias con las conocidascuentas de la lechera. Porque del hecho cierto de ser “el ma-yor del mundo” (11,8 billones de dólares) no se deduce que seatan grande como piensan algunos y menos que pueda con-quistarse en una proporción suficiente para superar los pro-blemas económicos y sociales de Panamá, que es de lo que sesupone se trata la discusión sobre si el Tratado le conviene ono al país. Porque apenas el 8 por ciento del gasto estadouni-dense (1,48 billones de dólares) se destina a importaciones,dado que el resto se utiliza para adquirir bienes y serviciosgenerados internamente. Además, 207 mil millones de dóla-res de importaciones son de combustibles, que se venden allísin necesidad del TLC. 580 mil millones de dólares se desti-nan a compras de vehículos y autopartes, bienes de capital yequipos, renglones de los que Panamá no vende un dólar ni lovenderá con el tratado. Otros 200 mil millones de dólares sedestinan a materias primas y elementos para la industria. Yde los algo más de 400 mil millones de dólares restantes, 370mil millones son bienes de consumo, pero de ellos Panamáno vende nada de sus principales renglones, tales como far-macéuticos, electrodomésticos, juguetes, joyería, motocicle-tas, instrumentos musicales y equipos de fotografía, y tampo-co hay razones para pensar que con el TLC esta situacióncambiará de manera importante, porque ese mercado, comolo muestran las anteriores cifras, ya está en lo fundamentalcopado por los poderosos competidores del resto del mundo,los cuales incluso han capturado buena parte del mercadointerno panameño. ¿No es una bobería decir que porque Was-hington le va a eliminar unos aranceles, con eso va a cam-

biar la composición de las importaciones estadounidenses?¿No es una evidente manipulación que como gran cosa se lesofrezca a los panameños tomarse algo de las importacionesnorteamericanas de lácteos frutas y otros, cuando ellas su-man apenas 2.700 millones de dólares y hay que disputárse-las con 28 países, y eso contando solo a los que más vendenen Estados Unidos?

Y es mentira, también decir que si Panamá no firma oaprueba el TLC o TPC con Estados Unidos dejará de vender enese país o se aislará de la economía mundial. Porque lo ciertoes que, exceptuando a México y Canadá, todos los principalesexportadores a Estados Unidos no tienen TLC firmados conWashington. Y en lo que respecta a facilitar aún más las im-portaciones de bienes estadounidenses que sean benéficaspara los panameños, solo a un necio se le puede ocurrir quepara ello se requiere de un tratado. Lo máximo, entonces,que le sucedería a Panamá sin el TLC, en sus relaciones deexportación al imperio, sería, como ya se dijo, el aumento delos precios de venta de algunos productos que hoy se benefi-cian con la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, cifra que, hayque reiterar, es mucho menos importante para la suerte delpaís de lo que afirman los neoliberales y que en todo caso esen mucho inferior a los nuevos y enormes costos que, comose verá, cobrará Estados Unidos por mantenerla. Al poner ensu sitio el verdadero poder de las exportaciones para desarro-llar un país, y dentro de eso los auténticos alcances de la Ini-

ciativa para la Cuenca del Caribe, no es porque se niegue laconveniencia de exportar o porque se desprecie la suerte delas exportaciones que hoy se benefician con los menores aran-celes a Estados Unidos, las cuales están en capacidad de com-petir sin esas ventajas o podrían beneficiarse, a costos infi-nitamente menores que los del TLC, si tuviesen los diversostipos de respaldo por parte del Estado panameño. 

Si el TLC entra en vigencia no será una coyunda de me-nor cuantía y fácil remoción. Al convertirse en ley de la Repú-blica sus 22 capítulos y sus tres anexos compuestos por 20títulos (la Constitución contiene 15 títulos y 328 artículos),dado su carácter de acuerdo internacional, adquirirá un ni-vel similar al de las normas constitucionales en el sentido deque nadie en Panamá, en ningún nivel u organismo del Esta-

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do, podrá aprobar algo que contradiga su texto. En el capítulo

de propiedad intelectual Panamá se compromete, además, a ad-

herir a otros 10 acuerdos internacionales que fortalecerán aún

más el poder monopólico de las trasnacionales estadounidenses

en estos tópicos, imposición más humillante porque en el TLC no

se contempla que Estados Unidos adhiera a los tratados sobre

asuntos laborales y medio ambiente de los que sí hace parte Pa-

namá. Nada en el Tratado podrá modificarse, ni en una coma,sin la autorización de Washington, cambio que, si se logra,habrá que pagárselo con nuevas y onerosas concesiones enotro aspecto. Y su denuncia, como se llama la manera de termi-narlo por decisión de cualquiera de las partes, deberá derro-tar, como es obvio, las más duras presiones de la Casa Blanca

¿Quiénes son los grandes beneficiarios de este TLC, si nolas empresas que han cometido tantas tropelías? ¿No son ellaslas que comercializarán los escasos productos nativos que lle-garán al mercado “más grande del mundo”? ¿No son esos loscapitales que están adquiriendo aquí subsidiarias para sa-carle hasta la última gota de provecho a este acuerdo regidopor las relaciones casa matriz-filiales? ¿Como si todo lo quehan hecho no fuera suficiente, hay que llevar al debilitadoaparato productivo al holocausto del TLC o TPC, porque ellasnecesitan además “seguridad jurídica”?¿ Esta “seguridad ju-rídica” garantizará que no vuelvan a la masacre, a la inva-sión, al golpe de Estado, a fin de garantizar la tasa de retornopara sus inversiones?

Por todas éstas y muchas otras razones la CGTP se oponea la ratificación de éste instrumento que mantendrá atado alpaís a las políticas del Consenso de Washington, y solicita-mos que éste Parlamento en el marco de la autonomía que leda la Constitución Política convoque a la realización de unreferéndum para que el pueblo exprese su voz como lo veni-mos solicitando desde la administración de Mireya Moscosocuando inició la negociación.

Declaración

En recuerdo y sagrado homenaje a todos nuestros héroes ymártires del Abya Yala, donde la lucha de estos ratificaron elímpetu y orgullo ancestral de ser genuinos dueños y salva-guardas de esta tierra de cultura y cosmovisión propia, este12 de octubre, al cumplirse 515 años de resistencia indígena,que a su vez impulsa la avanzada por nuestros derechos y elbien colectivo, reunidos en el Paraninfo de la Universidad dePanamá, en el Primer Encuentro Nacional de UniversitariosIndígenas, donde la juventud indígena de Panamá desarrolla-mos deliberaciones acerca de la realidad que atraviesan nues-tros pueblos, realidad que nos golpea inmisericorde mente, yen fiel cumplimiento de nuestro sentir y actuar:

· Denunciamos que la pantomima del Gobierno Nacio-nal en realizar el Congreso Interamericano sobre Pue-blos Indígenas, el cual se realiza en el Hotel El Pana-má, representa una burla a los pueblos indígenas y alsignificado del 12 de octubre.

· Denunciamos la violación a los derechos humanos, enparticular la muerte de niños indígenas ngobes-bugles

PRIMER ENCUENTRO NACIONALDE UNIVERSITARIOS INDÍGENAS

Paraninfo de la Universidad de Panamá

11 y 12 de octubre de 2007

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y de otros pueblo indígenas del país, por hambre y en-fermedades comunes y curables.

· Denunciamos la política de exterminio y expropiaciónde parte de los transnacionales mineras, hidroeléctri-cas y turísticas, que pretende continuar saqueando losterritorios de los pueblos indígenas de Panamá.

· Exigimos que se ratifique el convenio 169 de la OIT yse adopte todos los acuerdos internacionales que reivin-dican los derechos humanos de los pueblos indígenas.

· Exigimos un alto de las injerencias políticas del gobiernopanameño y de las transnacionales, donde se inmis-cuyen en asuntos internos de los Congresos Genera-les, regionales y locales de los pueblos indígenas.

· Denunciamos a los países de Estados Unidos, Canadá,Nueva Zelanda y Australia y a los países que se abstu-vieron a firmar la declaración de las Naciones Unidassobre Derechos de los Pueblos Indígenas, el 13 de sep-tiembre del 2007.

· Exigimos las leyes que garanticen las autonomías te-rritoriales de los pueblos indígenas, en particular lastierras colectivas emberá wounann, los nazos y bribriquienes no cuentan con sus territorios legalizados.

· Denunciamos la presencia de la transnacional turísti-ca Damani Beach en la comarca Ngobe Bugle y la em-presa ARDAN Internacional Group S. A. en Kuna Yalaque pretenden apropiarse de los territorios indígenas yde igual manera las empresas transnacionales mine-ras e hidroeléctricas de capital estadounidense y ca-nadiense.

· Reafirmamos nuestra presencia, identidad, cultura, es-piritualidad en estos 515 años de resistencia indígena.

· Reafirmamos nuestra historia, nuestros valores, laparticipación colectiva, nuestras diversas lenguas.ngobe, bugle, bri bri, bokota, nazo, teribe, kuna, embe-rá y wounann quienes nos resistimos a ser margina-dos y/o asimilados.

· Reconocemos las estructuras tradicionales y políticasde los diversos pueblos indígenas en el sentido de for-talecerlos de acuerdo a nuestras cosmovisiones y prin-cipios indígenas.

· Nos solidarizamos con los hermanos pueblos indígenasdel mundo que lucha por sus territorios y libre deter-minación, y en Panamá con los movimientos contra laminería, los movimientos campesinos y movimientospopulares. Compartimos la lucha de los pueblos y salu-damos fraternalmente al pueblo de Cuba, Bolivia, Ve-nezuela, Nicaragua y Ecuador que reivindican el espí-ritu bolivariano.

Estos llamados son tanto a los gobernantes actuales comoa toda la sociedad panameña, de quienes esperamos no másque su solidaridad y acción inmediata para detener todo ac-tuar contrario a los intereses de nuestros pueblos, quienesmenos tienen, y luchan por sostener la cultura e identidadde un país que se vanagloria por rescatar sus valores y tradi-ciones.

En estos 515 años de lucha de resistencia y avanzadacontra un sistema que explota y margina a los pueblos, defi-nimos continuar el estudio, trabajo y la lucha por conservarnuestras ideas propias, solidarias y colectivas, en bien de todala sociedad panameña, con claridad de que al ser respetadasseremos valorados en la justa dimensión que merecemos comoIndígenas de Panamá.

VIVA LOS 515 AÑOS DE RESISTENCIA DENUESTROS PUEBLOS INDÍGENAS

NO MÁS MUERTOS EN NUESTROS PUEBLOS,POR HAMBRE Y FALTA DE ATENCIÓN MÉDICA

NO A LAS EMPRESAS TRANSNACIONALESHIDROELÉCTRICAS, MINERAS Y TURÍSTICAS

- Asociación de Estudiantes Ngobe-Bugle de la Universidad dePanamá- Asociación de Estudiantes Kunas Universitarios- Movimiento de la Juventud Kuna- Organización de Jóvenes Embera Wounann de Panamá- Pastoral Indígena- Grito de los Excluidos- Sol y Vida

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Nació en la ciudad de Panamá el 19 de abril de 1919. Multi-

facética e incansable Carmen Miró ha sido directora del Institu-

to de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá y con-

sultora del Fondo de Población de Naciones Unidas entre otros

cargos. En 1984 fue candidata a la Vicepresidencia de la Repú-

blica en la nómina del Dr. Renán Esquivel. En 1987 recibió el

Doctorado Honoris Causa de la Universidad de la Habana Cuba

y en el 2006 de la Universidad Nacional de Córdoba. Autora

prolífica entre sus publicaciones destacan: Población y desa-rrollo (en colaboración con Joseph Potter); Capitalismo y po-blación en el agro latinoamericano (en colaboración con Da-

niel Rodríguez); Social Science Research for Population Po-licy Design (en colaboración con Gerardo González C. y James

Mc Carthy).

Carmen, hija de Ricardo Miró, el gran poeta panameño, asus 88 años pertenece a varias entidades científicas. Preside

NUESTRA AMERICA

ENTREVISTA ACARMEN A. MIRO G.

La mía es una actitud vital: hasta

cuando el cuerpo y la mente funcionen trabajaré.

Magela Cabrera Arias*

*Arquitecta, profesora de la Universidad de Panamá, investigadora aso-ciada del CELA.

“Pueblos indígenas: Wounaan y la culturanacional”, Cuadernos Nacionales Nº10, terceraépoca, 2006, Instituto de Estudios Nacionales,(IDEN) Universidad de Panamá.,

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el Comité directivo del Centro de Estudios Latinoamericanos,(CELA), “Justo Arosemena”. Además, es miembro a título in-dividual del Consejo Superior de la Facultad Latinoamerica-na de Ciencias Sociales (FLACSO), institución creada en 1957que se dedica a la promoción, docencia, difusión y coopera-ción técnica de esas ramas de la ciencia.

En Carmen confluye una particular aptitud para ejercerel pensamiento y una gran energía y elocuencia para trans-mitirlo. De contextura mediana, cabello entrecano y lentes,vistiendo una blusa blanca de algodón y pantalones crema,nos recibe con un saludo afable y nos conduce con paso aúnenérgico a la sala comedor de su casa, donde se efectúa laentrevista.

M.C.A. Cuénteme de sus años de niñez y juventud. Segura-mente allí está la fuente de inspiración y la brújula que lallevaron a lo que ha caracterizado su vida: estudio y trabajoconstante.

C.M.G. Durante mi niñez estuve muy cerca de un hermano de

mi madre, Blanca. Mi tío Marco Gandásegui era un hombre muy

recto y de carácter enérgico; creo que su influencia la he sentido

a lo largo de mi vida. Recuerdo que poco antes de entrar a la

secundaria, en el Instituto Nacional, en la familia se dio una es-

pecie de consulta y me propusieron seguir la carrera de magiste-

rio. Sin embargo, ya entonces yo reconocía mi carácter y dije que

yo no creía que tenía la paciencia necesaria para lidiar con ni-

ños, que imaginaba serían díscolos. Como los recursos no abun-

daban, al final se decidió que estudiara lo que en aquel entonces

se llamaba Perito Mercantil -una de las opciones más cortas, de

solo cuatro años. Al finalizar mis estudios a los dieciséis años,

ese tío de quien hablo, me ofreció entrar en una empresa de

radio de su propiedad. Ese fue mi primer trabajo y así fue como

llegué a ser algo así como secretaria en la empresa.

Pausadamente, con voz ronca y entornando un poco los ojos,como para recordar mejor, se acomoda en la silla y cuenta.Claro, eso de haber escogido comercio significó para mí que, pos-

teriormente, tuve que estudiar mucho más para compensar las

áreas que no había aprendido como perito mercantil.El 29 de mayo de 1935 se firmó el decreto de creación de la

Universidad de Panamá. Con el apoyo de las Universidadesde Salamanca y de San Marcos de Lima, inició ofreciendolicenciaturas en Derecho, Ciencias Económicas y Sociales,Ciencias Políticas y Farmacia, así como estudios introducto-rios de Medicina, Ingeniería Civil y Educación. En ese enton-ces Carmen acababa de graduarse y, para lograr su ingreso,se inscribió en varios cursos de equiparación que ofrecía launiversidad.

C.M.G. Ingresé a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

-como se la llamaba entonces- donde estudié Administración y

Contabilidad. Pocos años después gané una beca del Instituto

Internacional - una organización norteamericana.

Yo diría que tuve tan mala suerte que me asignaron al Saint

Catherine College en el Estado de Minnesota, muy al norte con

mucho frío, y ¡ya te puedes imaginar como fue para mí viniendo

de este clima caluroso llegar a aquel bello clima! Pero realmente

era un lugar muy bueno. Allí obtuve un Bachelor of Arts con un

Major en Sociología y un Minor en Estadística. Luego tuve la opor-

tunidad de estudiar un postgrado en Estadística en la Universi-

dad de John Hopkins.

Se acomoda nuevamente en la silla y mientras tamborilea con

los dedos sobre la mesa,- evidenciando su carácter impaciente-,

continúa hablando.

Te contaré sobre los empleos que tuve antes de partir hacia

Minnesota. Primero fui secretaria de dos contralores, antes de

ser trasladada a la Presidencia de la República. Yo era muy jo-

ven y estaba tan asustada que apenas si podía hablar; pero en-

contré una excelente compañera de trabajo, bastante mayor que

yo, – Carmen Mata- quien me apoyó y orientó.

El período al que Carmen se refiere fue el del presidente Juan

Demóstenes Arosemena; luego de su muerte repentina se encar-

gó Augusto S. Boyd de la Presidencia.

M.C. A. ¿Qué recuerda de aquella época?

Sonríe, como reviviendo aquellos tiempos, y dice con cier-ta picardía, mal disimulada.

C.M.G. Me da mucha vergüenza contarlo pero lo haré. Yo tengo

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un genio tremendo y soy muy exigente y lo saben aquellos, como

tú, que han trabajado conmigo; cuando se equivocan, ¡les halo

las orejas con fuerza! -aclara con voz firme. Imagínate que cuan-

do salía del trabajo en la Presidencia, debía atravesar el Patio

Andaluz, cuyo piso estaba siempre muy pulido, así que yo, para

divertirme, pegaba una carrera y me dejaba deslizar por él. ¡Re-

cuerda que yo era muy joven! Un día haciéndolo, me tropecé con

el mismísimo presidente Boyd; él, bondadosamente me sujetó y

me dijo, ¡pero hija! ¿A dónde vas tan apurada?

Ríe con ganas y agrega: si a alguien le hubiera pasado eso

conmigo, ¡yo lo hubiera contramatado!

Para ese entonces ya estaba en el último año de la universi-

dad y preparaba mi tesis, por lo que pedí vacaciones por un mes.

Lamentablemente en ese año -1939- murió el Presidente y quedó

encargado Augusto S. Boyd, que hasta entonces era embajador

en Estados Unidos. A él le habían dicho que yo que fungía como

secretaria del Consejo de Gabinete, era quien podía dactilogra-

fiar el informe que él debía presentar a la Asamblea Nacional,

por lo que me negó las vacaciones. Así que estuve muchas noches

hasta la madrugada trabajando mi tesis.

Con cierta ironía dice, seguimos siendo una pequeña aldea,

y más aún en ese entonces; imagínate que el presidente de la

República era quien entregaba los diplomas en la universidad.

El primer rector de la Universidad y durante 1940 cuandoCarmen finalizó su tesis, fue Octavio Méndez Pereira.

Y, lo que es la vida, Agusto Boyd, quien había olvidado por

completo mi solicitud de vacaciones pareció recordarlo al momen-

to de entregarme mi diploma ya que me dijo, con una cierta son-

risilla sarcástica, “siempre lo lograste eh”. Yo en ese momento

sólo atiné a recordar ¡cuan largas fueron mis noches trabajando!

M.C.A. El año pasado cuando le fue conferido su segundo Doc-torado Honoris Causa, en su discurso exhortó a las universi-dades a involucrarse más en la resolución de los problemasde los pueblos latinoamericanos. Mostró su honda preocupa-ción por la abismal pobreza así como por las desiguales opor-tunidades para acceder a la educación, a la salud y a unhábitat digno y sin violencia. Esos han sido tópicos comunes

en sus escritos y discursos, lo que me lleva a preguntarle:¿Qué motivó sus inclinaciones ideológicas de izquierda?

C.M.G. Bueno, te diré que desde muy joven yo formé parte del

Frente Patriótico. El nombre completo era Frente Patriótico de la

Juventud; pero a medida que pasaron los años se le dio el nom-

bre de Frente Patriótico a secas.

El Frente Patriótico hizo una convocatoria pública para con-vertirse en partido en 1950 y llegar así a 7,500 adherentes,cifra que exigía en aquel entonces la ley. La ocasión era pro-picia para convocar más simpatizantes para el nuevo partido,dado el descalabro de la unificación del liberalismo y el desgo-bierno de Arnulfo Arias, entonces en la presidencia, particu-larmente desde que había anunciado su decisión de reem-plazar la Constitución de 1946 por la de 1941 para conseguirla extensión de su período presidencial.

M.C.A. ¿que edad tenía cuando ingresó al Frente?

C.M.G. Tenia, unos 24 años. El primero que entró fue mi herma-

no René. Yo le dije que quería participar pero él solo me dijo: “eso

no es para mujeres”; y como yo desde ese entonces no aceptaba

esa clase de respuestas, me fui de inmediato sola a averiguar

lo que debía hacer y me inscribí. Después dediqué parte de mi

tiempo a hacer algunas contribuciones para el partido. El Frente

desde sus orígenes, sin ser un partido de izquierda, sí se orientó

de manera de combatir las malas actuaciones políticas que se

practicaban en aquellos tiempos y que aún se acostumbra en

estos -aclara con un dejo de ironía en la voz.Recuerdo que siendo miembro del Frente, fui designada Di-

rectora de Estadística y Censo y en una ocasión me sorprendió

encontrarme en una reunión del Frente, a varios empleados de la

dirección. Imagínate que pensaban que porque yo estaba allí,

ellos, para congraciarse conmigo, debían pertenecer al partido

de la jefa. Yo, por supuesto, les aclaré que eso era impropio e

innecesario.

Los 36 grados centígrados se dejan sentir; me levanto paraencender el ventilador de techo sobre nuestras cabezas y

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aprovecho para observar mejor el entorno. La sencillez y elbuen gusto se reflejan en el decorado del espacio. Destacanpinturas y adornos de origen mexicano y chileno, seguramenteadquiridos durante los cuatro años que vivió en México y los18 pasados en Chile, donde a los 39 años de edad, Carmenocupó el cargo de directora del Centro Latinoamericano deDemografía de Naciones Unidas (CELADE) luego de dirigirdurante diez años la Dirección General de Estadística y Cen-so de Panamá. Ya entonces había finalizado –gracias a unabeca del Population Council- sus estudios en Demografía yEconomía en la London School of Economics.

M.C.A. Cuénteme más sobre el Frente y sus actividades.¿Quién era el presidente de la República cuando se constitu-yó como partido?

C.M.G. Enrique Jiménez era el presidente en ese entonces. El

nunca atacó al Frente Patriótico; incluso llamó a algunos dirigen-

tes del Frente para conversar con ellos. Sin embargo, no fue

igual con Remón Cantera. Muchos pensaban de nosotros que éra-

mos sólo un grupo de díscolos a los que muy pronto se nos pasa-

ría el entusiasmo. Del Frente formaron parte gente valiosa. Déja-

me recordar algunos nombres. Por ejemplo, estuvieron Jorge Illue-

ca, Ricardo J. Bermúdez, Carlos Iván Zúñiga, Rubén Darío Car-

les, Ramón H. Jurado y, como ya te dije, mi hermano René Miró.

En fin, como ves, gente ya entonces muy reconocida.

Así que digamos que en efecto éramos gente con tenden-cias de izquierda y lo que proponíamos era cambiar una seriede instituciones públicas y sus procedimientos. Logramossacar como diputados a Jorge Illueca y a Carlos Iván Zúñiga.Pero podría decir que la persecución que impulsó Remón Can-tera contra nosotros fue debilitando al Frente hasta que loextinguió. No tuvimos la resistencia necesaria para soportaresas presiones.

M.C.A. Sin embargo la empatía por los pobres y esa inquietudpor luchar contra la injusticia y las desigualdades ya crecíaen usted.

C.M.G. Si, si. En realidad yo considero que eso que llaman ser de

izquierda debería ser una cosa casi natural; porque lo que pasa

es que una se preocupa porque los que tienen menos, tengan una

mejor vida. Hace poco en Panamá se hizo un escándalo sobre la

muerte por hambre de algunos niños; sin embargo parecen olvi-

dar que desde hace muchos años existe una enorme marginación

y exclusión, y apenas se habla de ello. Yo sé que el gobierno

tiene un programa llamado PRODEC, pero a mí me enseñaron

que es mejor enseñar a pescar que dar pescado y el PRODEC da

pescado. Creo que entregan como 35 Balboas mensuales por fa-

milia en muchos corregimientos; claro que debe ser una ayuda

bien recibida por la gente que no tiene qué comer. Además, creo

que les ponen como condición que los niños vayan a la escuela y

cumplan con los programas de vacunación, lo que es muy impor-

tante. Teóricamente les dan en las escuelas alguna alimenta-

ción. Aunque en el periódico de hoy dice: Ni galleta ni crema, pero

explican que aún el Ministerio de Educación no ha podido llegar

a esas comunidades como en el alto Tuira, Darién y otras áreas

muy alejadas.

M.C. A. Algunos pensamos que a pesar de todo el crecimientoeconómico – que ha sobrepasado el 8 por ciento-, en algunoslugares de Panamá se ha retrocedido casi tres siglos puesalgunos –los indígenas principalmente- apenas alcanzan avivir cuarenta años, igual que en el siglo XVIII. Es inadmisi-ble que en un país como Panamá haya niños y adultos quepadecen desnutrición. ¿Qué se podría hacer ante esa situa-ción?

Carmen se concentra por unos minutos en sus reflexionespero repentinamente, entusiasmada, dice: Viendo la situa-

ción del país he pensado que quizás un grupo interesado podría

organizar un programa nacional en el que participaríamos todos.

El programa se desarrollaría por medio de una fundación que

cumpliría con las que exigen las leyes panameñas para estable-

cer una ONG. El capital de la fundación estaría formado por las

contribuciones de distintos grupos sociales que aportarían según

sus capacidades financieras. La fundación organizaría progra-

mas que permitieran atender necesidades de vivienda, de ali-

mentación, de vestuario, de transporte, de asisrfencia escolar en

grupos sociales postergados.

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Cómo es posible que este país que crece a un ocho por ciento y

con un Producto Interno Bruto (PIB) relativamente alto, tenga un

desequilibrio tan grande entre los distintos grupos sociales. ¡Algo

tenemos qué hacer! Duele mucho ver a algunos compatriotas en

ese estado de postergación. ¿Eso es lo que me convierte en una

izquierdista? Porque me preocupo por los que tienen menos. Yo

nunca he pertenecido a ningún partido socialista, aunque el Frente

sí pudo calificarse como un partido de izquierda, ¡si bien algunos

de sus miembros al final, como hemos podido ver, no eran tan

izquierdozos!

Pero, como te decía. Me preguntaba cómo puedo contribuir yo.

Bueno yo quisiera motivar a distintos grupos sociales paname-

ños para que nos unamos y organicemos la fundación menciona-

da anteriormente.

Sus palabras, le digo sonriendo, me recuerdan a la cono-cida canción del cantautor cubano Pablo Milanés titulada "Lavida no vale nada”: …la vida no vale nada, si no es para perecer,

porque otros puedan tener, lo que uno disfruta y ama.

M.C.A. Algunos dicen que la mayoría de las grandes y no tangrandes fortunas de aquí se han logrado gracias al desarrollodel comercio, aprovechando la posición geográfica; y que esoha influido en detrimento de la agricultura.

C. M. G. Decir eso es algo exagerado. La población rural de Pa-

namá ha emigrado a la ciudad pero ellos aman la tierra y desea-

rían tener mejores condiciones para trabajarla adecuadamente.

La ganadería extensiva ha ocupado buena parte de las tierras, y

la estabulada ha sido poco desarrollada afectando así la agri-

cultura. Desde hace poco tiempo relativamente se está exportan-

do melón, sandía, piña, en fin una cantidad importante de pro-

ductos de la tierra. Y todo eso se puede organizar mejor para que

produzca ingresos a los agricultores más pobres. Por otro lado,

me preocupa lo que pasa con lo del etanol. No podemos dedicar-

nos en Panamá, como algunos han insinuado, a producir etanol

y renunciar a la producción de maíz para consumo humano y

animal. Además, deben desarrollarse en las áreas urbanas in-

dustrias nacionales para minimizar la importación.

M.C.A. ¿Y qué opina de la firma del TLC? a propósito de ello

algunos dicen que la mejor manera de avanzar hacia el futu-ro es entender el pasado.

C.M.G. Cuando una lee el texto, los conceptos allí te hacen pen-

sar en el famoso tratado de “Panamá cede”, en los orígenes de

la independencia. Panamá cede esto y Panamá cede lo otro. Las

exigencias que en su momento hizo el ex ministro Laurentino

Cortizo no se respetaron; ahora estamos siendo inundados por

Estados Unidos con sus productos, los que pueden tener algún

problema fitosanitario. Yo creo que eso es negativo para el país.

M.C.A. Una última pregunta. Muchos se sorprenden al saberque usted a los 88 años aún sigue trabajando. ¿Por qué lohace?

Me mira fijamente, y sin que pueda retenerla aflora unasonrisa de satisfacción mientras dice:

C. M. G. La verdad, he sido consciente apenas desde el año

2006 de mis muchos años, cuando sufrí algunos reveses de sa-

lud. Creo que la mía es una actitud vital, social y mental que me

hace pensar que mientras el cuerpo y la mente funcionen está

bien que trabaje. Pero el mérito no es mío ¡es de mis genes!

A mí nunca me ha provocado estar tranquila. Recuerdo que

cuando me jubilé, acepté una misión de Naciones Unidas para ir

a China Continental para impulsar lo que la revolución cultural

china había eliminado: el estudio y el análisis en Demografía.

Yo me jubilé, ¡pero no me retiré! Así que estuve dictando clases e

impulsando la creación de varias organizaciones. Incluso volví a

China, un año después, cuando Naciones Unidas volvió a enviar-

me para verificar el buen funcionamiento de esas organizaciones

y programas.

Yo siempre he sido un ave nocturna; incluso hasta ahora tra-

bajo muchas veces hasta la una de la mañana... Hace poco a

través de CELA presentamos dos proyectos a SENACYT. Uno de

ellos, iniciativa mía, fue la creación del Observatorio de Cien-

cias Sociales; y el otro la consolidación de la revista Tareasadicionando a su formato actual algunos aspectos propios de

las publicaciones científicas, tales como: un resumen en inglés y

en español, una breve presentación del autor y palabras claves.

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De cumplirse eso, llevaríamos a la revista a un nivel internacio-

nal aún más importante que el actual.

Y con un gesto de complacencia, y de afable picardía, agre-ga: Así que, como puedes ver, si son aprobados ambos proyectos

tendré, otra vez, mucho trabajo.

Los verdaderos guerrilleros son heroicos. Realizan en loshechos, no sólo en las palabras, sacrificios supremos paraempujar nobles ideales. Y el Che, como guerrillero, es el sím-bolo de lo simbólico. Es decir, que el Che es el guerrillero he-roico por excelencia. De ahí que las exhortaciones a los pio-neritos a ser como el Che tienen el propósito educativo deformarlos en la solidaridad humana, y no en fabricar múlti-ples Che, pues personajes con su misma medida sólo nacencada muchísimas lunas.

Pero lo más sobresaliente es que su personalidad sobre-pasó incluso las gestas de las guerrillas, como medio instru-mental, en que intervino. Después de todo, el partido al queél pertenecía y pertenece es el que busca la unión de los hom-

CHE GUEVARA: MAS QUEGUERRILLERO HEROICO*

Jorge Turner**

*Palabras pronunciadas en la Casa Lamm de ciudad de México el 8 deoctubre de 2007 con motivo del 40º aniversario del asesinato de ErnestoChé Guevara.**Periodista panameño, profesor de la Universidad Nacional Autónomade México (UNAM).

Ruta de tránsito, utopía transitista y la formación pana-

meña, (2007), Janio Castillo Candanedo, ColecciónCuadernos de Maestría, Postgrado Centroamerica-no de FLACSO.

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bres y las mujeres que sueñan con la quimera forjadora delhombre nuevo, sabiendo, como sentenció algún pensador, quelo posible se construye intentando lo que parece imposible.

Se especula que el ser humano no escoge el lugar dondenace, pero que casi siempre puede escoger el lugar dondemorir. Esto no reza con el Che. El Che nació políticamente enCuba, y al lado de Fidel decidió su natividad, como lo dijo en laONU, y agreguemos que no se puede hablar del lugar de lamuerte de quien llegó a la inmortalidad.

Quiero decir tantas cosas sobre el Che que a lo mejor digopoco. Lo mismo me ha pasado antes. Yo tuve la satisfacción yel honor de haber conocido personalmente al Che y en diver-sas ocasiones me han invitado a participar en los aniversa-rios que conmemoran su asesinato.

Entre mis participaciones tengo presente mis palabrasbajo el título de “Che x Che= Che Guevara” en el Palacio delas Bellas Artes de México, intentando desarrollar la afirma-ción de Fidel Castro, de que el Comandante Guevara, hombrede acción, había pasado a la historia como el gran precursorde las futuras revoluciones triunfantes en América Latina.Igualmente recuerdo mi trabajo sobre “El Che y el hombrenuevo” publicado en un libro mío, patrocinado por La Jornada

y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, enque explico la concepción de Ernesto Guevara sobre el hom-bre nuevo que derrota al hombre viejo, señalando que él, fi-gura simultánea de su tiempo y del porvenir, se había con-vertido, casi sin darse cuenta, en uno de los cimientos fir-mes del hombre nuevo inicial. Más tarde me tocó hablar enel 30 Aniversario de su asesinato, en el Centro Internacionalde Prensa de La Habana, Cuba, al lado, entre otros, del co-mandante Harry Villegas, Pombo, y del comandante ManuelPiñeiro, con el tema de “El Che no es figura de consenso, sinode disenso unificador”. Y ahora, en esta oportunidad que meofrece la Casa Lamm, trascurridos 40 años de los hechos deHigueras, me ocuparé de decir algunas palabras sobre lascaracterísticas de la inmortalidad del Che y sobre su signifi-cado para América Latina.

No estoy de acuerdo con la afirmación reciente de mi ad-mirado Paco Ignacio Taibo II, en el Museo Nacional de Antro-pología, al decir que, entre sus cualidades, el Che era “vaga-

bundo”. Es una calificación muy original de quien no necesi-ta más originalidad después de su caudalosa y completa obrasobre el Comandante Guevara, que yo pude leer apoyado enun atril.

El Che no nació como hijo de los dioses. A lo largo de suevolución se fue formando su carácter excepcional con el queafrontó los tempranos azotes del asma y se hizo sensible a lossufrimientos de los demás. Sus dos primeros viajes por Amé-rica Latina son de descubrimiento geográfico y de incerti-dumbre acerca de qué hacer con su vida. En Perú, en un le-prosario, captó los estragos de la terrible enfermedad y poreso regresó a Argentina a terminar su carrera de medicinapara servir al prójimo. Y en Guatemala comenzó a madurar elgiro verdadero que daría a su vida, ante la agresión norte-americana, y a consolidar sus lecturas marxistas, a pesar deque no siempre fue bien visto por algunos guatemaltecos quese decían revolucionarios.

Todavía no dejo de sorprenderme del ojo clínico que tuvoFidel Castro en México al escoger al argentino Guevara paraque lo acompañara en el Granma, de entre tantos revolucio-narios latinoamericanos que en su tiempo estaban desterra-dos en México, siendo que Fidel era muy celoso de procurar lacubanidad de los conspiradores participantes, para evitar in-fundios del imperialismo. Y todavía no dejo de sorprendermedel ojo certero del Che que, no obstante el desengaño de Gua-temala, confió enseguida en la invitación de Fidel para ir aCuba a un combate con enorme riesgo de muerte.

El Che, pues, en su etapa previa al encuentro con Fidel,estuvo en busca del sentido de su vida, y después lo encontróen Cuba en la lucha a muerte por la justicia social, ajenocompletamente a andar errante y sin domicilio fijo, que es loque caracteriza a los vagabundos.

De Cuba no sólo hay que contar sus hazañas en la SierraMaestra, sino la forma en que contribuyó a acelerar el ritmode la Revolución en Santa Clara, hasta llegar al triunfo. Y, yacon el triunfo, destaca su notable desempeño en el gobiernoque combina con el trabajo voluntario y muestra el sentimien-to fraternal hacia sus compañeros de lucha cuando, con mo-tivo de la desaparición del avión de Camilo Cienfuegos, pideal pueblo una flor para Camilo, y el mar cubano se llenó de

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flores.Pero siempre estuvo en su inspiración ayudar a otros paí-

ses latinoamericanos a liberarse, y en algunos momentospensó en ir a Nicaragua o Colombia. Incluso antes de viajar aBolivia estuvo en Africa y en el Congo Belga, en donde susesfuerzos no cristalizaron por el bajo fervor combatiente delos congoleños rebeldes.

Su última jornada en Bolivia tiene un parecido con el ata-que de Fidel Castro al Cuartel Moncada. Ambos momentosfueron juzgados en su tiempo como fracasos, pero el segundodespejó la vía para el triunfo de la Revolución cubana másadelante, y el primero contribuyó a la radicalización del sen-timiento revolucionario de los bolivianos que hoy tienen aEvo Morales como su presidente.

Yo digo que el Che es más que guerrillero heroico. Perono porque ser guerrillero heroico sea poco. Es mucho. Sinembargo, el Che es más que tal, pues a pesar de los ajetreosde su vida concedió fundamental importancia a prepararseteóricamente hasta llegar a convertirse en un ideólogo pro-minente del siglo XX que filosofaba sobre la revolución mun-dial con un espíritu latinoamericano novedoso.

Su declaración en que afirma: “En cualquier lugar delmundo que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siem-pre que otra mano se tienda para empuñar nuestras armas”,necesita explicarse adecuadamente. Se trata de una decla-ración que confirma su disposición al sacrificio, formuladaen la época de su tiempo y durante la agresión a Viet-Nam,pensando en cooperar, pues “No se trata de desear éxitos alagredido (Viet-Nam), sino de acompañarlo a la muerte o a lavictoria”. Fue en la coyuntura de esta época cuando concibióideas en torno a una probable “Táctica y estrategia de la revo-lución latinoamericana”.

Pero esto no significa que el Che estuviera anclado detodos modos en los planteamientos de la guerra de guerrillas.Uno de sus primeros libros se titula Guerra de guerrillas: un

método y no “Guerra de guerrillas: el único método”. Y en esteensayo es muy evidente, no obstante que privilegiaba la gue-rra irregular, su conocimiento de la combinación de las for-mas de lucha y su respeto para los luchadores sociales y polí-ticos honestos con otras concepciones estratégicas.

El Che entendía muy bien los diferentes procedimientos,pero creía sobre todo en el ejemplo y en la conciencia comolas fuerzas movilizadoras de los pueblos. Y se impuso a sí mismoactuar como pensaba. Semejante forma de ser la han captadoen el presente, aún sin conocer en detalle su pensamientoescrito, los combatientes de muy diversos tipos en AméricaLatina y en muchas partes del mundo. Y, en consecuencia,cuando estos combatientes levantan sus reivindicaciones seamparan de una vez con la efigie del Che Guevara.

En mi charla de hace diez años, en el Centro Internacio-nal de Prensa de La Habana, sostuve que el Che, dada la lu-cha de clases, no era figura de consenso, a pesar de la admi-ración general de que disfrutaba por su entrega paradigmáti-ca a sus ideales. Y que el grado de su inmortalidad en el futu-ro dependía, en buena medida, del rumbo que siguiera maña-na la humanidad.

Hoy no me corrijo. Simplemente formulo algunas preci-siones que en aquella ocasión se me escaparon.

En el peor de los casos, el Che seguirá perdurando en lamemoria del futuro, pues, aunque supuestamente ocurrieraun triunfo episódico de la reacción en el mundo, él seguirásiendo, como ahora, un símbolo inspirador de los hombres ylas mujeres que no transigen para enfrentar las injusticias.En el caso contrario, si fuera avanzando la liberación de lospueblos, el estímulo de la conducta del Che estará siemprepresente, con más razón, en el optimismo de los sublevados.

No obstante, acepto que todavía existe una gran tarea pen-diente para seguir en la divulgación, lo más completa posible,de las reflexiones de Ernesto Guevara. La necesidad de insis-tir en esto obedece a que la huella histórica imborrable delChe no está sustentada sólo en su ejemplo, sino en la utili-dad social que deberá tener su trabajo intelectual más ade-lante. En este sentido coincido con el estudioso cubano Mar-tínez Heredia de que “El pensamiento del Che, que no es muymanejado en la coyuntura actual, sin duda desempeñará pa-peles notables cuando avance la conversión de sus auguriosen realidades” (Ver Fernando Martínez Heredia, “El pensa-miento revolucionario de Ernesto Guevara”, en Contribucio-

nes al pensamiento social de América Latina, Centro Mexicanode Estudios Sociales, UNAM, 2007).

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Para terminar, hoy, que se cumplen 40 años del asesina-to de Ernesto Guevara, es inevitable que me refiera a su her-mano mayor Fidel Castro, actualmente periodista luminosoen su lecho de enfermo, con quien aquel inició su carrera derevolucionario. En contra de Fidel se han urdido más de 600atentados para provocar su muerte física y miles de mentirasbuscando su descrédito. Una de las mentiras más descabella-das data de 1965 cuando el Che se encontraba en el CongoBelga y Cuba guardaba silencio para protegerlo. Se desataronlas especulaciones sobre su paradero y entonces apareció enun cable internacional de prensa la falsa noticia de que elChe había muerto en un tiroteo que se formó durante unafuerte discusión entre él y Fidel Castro.

La ruindad de la falsa noticia nunca pudo prosperar. Lacompenetración política y el afecto de carácter familiar exis-tente entre uno y el otro se parece mucho a la relación deidentidad que se dio históricamente entre Marx y Engels, peroen versión latinoamericana.

Ricardo A. Dello Buono y Marco A. Gandásegui, h., editores, 2007,Un continente en la encrucijada: Nuestra América en Transformación,CELA/PCS, Panamá.

Los editores de este libro, junto con otros intelectuales que,al igual que ellos, gozan de reconocimiento por su permanen-te trabajo de análisis crítico sobre la realidad regional, y conla participación de actores destacados de los movimientos po-líticos y sociales, han dado forma a un incitante y peculiaresfuerzo de reflexión sobre el panorama latinoamericano delmomento.

El texto no sigue los patrones convencionales de un libro,donde el lector espera encontrar respuestas a los problemasque constituyen su objeto. Más bien, se trata de sacar a laluz los problemas mismos, no para derivar hipótesis acadé-micas, sino para clarificar los desafíos que enfrentan los mo-vimientos sociales. El lector no encontrará un estudio sobreeste período particular de la historia regional, sino una re-flexión en medio de un proceso de cambios, inevitablemente

UN CONTINENTE

EN LA ENCRUCIJADA:

NUESTRA AMERICA

EN TRANSFORMACION

Víctor M. Figueroa Sepúlveda*

RESEÑA

*Profesor de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México.

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plagado de incertidumbres. Se busca, en términos más aproxi-mados, discutir la coyuntura, en la forma de un ejercicio quese refiere a situaciones inéditas, donde los mismos marcosconceptuales deben ser construidos o, a lo menos, recons-truidos. Pero no se trata de una aproximación ecléctica a larealidad; también se describen los trazos generales del hori-zonte hacia el cual orientar las turbulencias actuales y seauscultan en la coyuntura las condiciones que permitiríanavanzar en esa dirección. Por eso, también es algo más quela inspección in situ de la realidad; es la reflexión del militan-te que busca abrirse brechas en tierra virgen, que se esfuer-za por entender la realidad porque se siente comprometidocon la transformación en curso y busca impulsarla.

La sociedad post-neoliberal y la lucha para conquistarlasintetizan las preocupaciones del texto. A nivel regional seretoma la noción de una América Latina unida, liberada delas divisiones que frustran la realización de una vocación pre-sente desde su constitución como región. No se olvida, sinembargo, que los movimientos se integran a esta perspectivadesde sus propias especificidades; el tema es integrar la di-versidad, en ella y para ella.

El libro contiene un prólogo de José Bell Lara que describeel proceso por el cual la realidad latinoamericana se fue acer-cando a su estado actual, lo que permite contar con un con-texto esbozado con maestría. Por su estructura, Un continente

en la encrucijada se divide en tres grande secciones. La pri-mera está dedicada a los desafíos ideológicos, políticos y so-ciales; la segunda discute las formas en curso de los procesosde integración, en particular, los tratados de libre comercio,mientras que la última sección evalúa las posibilidades ac-tuales de avance en la lucha por dejar atrás la presente etapaneoliberal.

Armando Hart Dávalos sostiene que existe un ideario es-pecíficamente latinoamericano en el cual fundar la unidadregional. Simón Bolívar y José Martí figuran como sus artífi-ces principales, aunque no los únicos. Su trabajo propone unadefinición de los elementos-eje de este cuerpo de ideas, en-tre los que destacan la fusión de la política y la cultura, laarticulación de la ciencia y la utopía y la conciliación de lamodernidad ética con la tradición ética del cristianismo. No

se necesita avanzar más para percatarse que las propuestasde Hart Dávalos son una provocativa invitación al debate, noen torno a una historia de las ideas, sino en relación con elpensamiento que efectivamente habrá de potenciar las ac-tuales movilizaciones. Pero hay que advertir que también elautor apela a la apertura que permita recoger las mejoresaportaciones de las distintas corrientes históricas.

El recuento de los factores que no han permitido un as-censo más rápido de las luchas actuales sitúa de maneradestacada a los llamados “partidos de izquierda”. Pocas dudascaben que estas organizaciones y sus dirigencias han estadolejos de cumplir el rol que cabía esperar de ellas. Beatriz Sto-lowicz lo expone con claridad. Sostiene el deambular de lospartidos por “las rutas que le ha trazado la derecha” les llevó auna ruptura con los viejos vínculos sociales, generando trán-sitos que en ocasiones los presentaban en abierta contradic-ción con los intereses populares. Tal vez no sea exactamenteel mensaje de la autora, pero su examen de la historia re-ciente sugiere que las posiciones de los partidos han sido unproducto de las correlaciones de fuerza a nivel de la sociedad,y no ésta el resultado de las posiciones y las prácticas de lospartidos, un mensaje que, de cualquier modo, representa unadefinición exacta para muchos casos. En este sentido, efecti-vamente cabe la posibilidad de que en algún futuro estén deregreso. Más todavía, el avance de los movimientos socialesen este periodo crea expectativas en esa dirección.

Las circunstancias del movimiento obrero en este períodono han sido menos desalentadoras, tal como son discutidaspor Daniel Pereyra. El autor destaca la responsabilidad de lasdirigencias políticas y sindicales en el debilitamiento de estesector, pero también hace notar las causas vinculadas con elpatrón neoliberal de dominación y su secuela en términos dedesempleo, “informalidad” y represión. Todo ello ha impacta-do no sólo en el nivel de afiliación, sino también aislando susluchas y reforzando el corporativismo. Como contrapartida,el foco de la lucha social se ha desplazado hacia otros secto-res, los que están aportando ricas y novedosas experienciasde lucha.

Atilio Borón continúa elaborando sobre el tema. Observacomo, en sus palabras, “la calle se abre camino”. Sugiere que

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se trata de un andar en el cual el movimiento no sólo habráde crecer sino también transformarse cualitativamente, paradar lugar a un sujeto, a un proyecto, a una estrategia y a unatáctica. Por lo pronto, las “insurgencias populares”, las queocupan un nuevo lugar en el escenario político, ya han pues-to de manifiesto que no se encerrarán en los límites de lademocracia electoral. Y es que la democracia, “secuestradapor el mercado”, cerró el camino a los débiles, los que sonempujados a la apertura de sus propias rutas. Las calles y lasinstituciones aparecen enfrentadas como expresión del con-flicto que opone, por un lado, a un proyecto de democracia“digno de ese nombre” (el cual estaría tomando forma en lapráctica) y a la democracia elitista de mercado, por otro.

En Bolivia, las calles hicieron posible la organización deun gobierno progresista. Los sectores populares lograron de-rrotar a la oligarquía local y extranjera y a sus instituciones.Por eso, el laboratorio de experimentación social es aquí yaotro. ¿Cómo organizar la relación del gobierno con la calle?¿Cuáles nuevas instituciones harán posible una democraciaauténtica, “digna de ese nombre”? Álvaro García Linera dacuenta de la forma en que el gobierno de ese país está inten-tando resolver estos problemas. Para este dirigente, la nuevarelación ha de construirse al mismo tiempo que se busca des-mantelar al neoliberalismo. Este último atomizó al pueblo,redujo la capacidad económica del Estado, hizo de la democra-cia un mero juego de procedimientos electorales y privatizóla riqueza colectiva. Revertir esta situación requiere de lamovilización colectiva y ésta debe culminar en la transfor-mación del Estado. La nueva democracia ha de ser diseñadade tal modo que impida que la recuperación de la riqueza co-lectiva abra camino al capitalismo de Estado. Mucho del des-tino del proceso depende de la solución al conflicto de lo que elautor ve como tendencias naturales del Estado a la concen-tración y las tendencias propias de la movilización social ha-cia la socialización. El gran desafío consiste en conciliar losobjetivos de la conducción estatal en cada momento, enfren-tada a enemigos internos y externos, con los fines e intere-ses del movimiento social.

La dominación imperialista es ciertamente una preocu-pación fundamental de los movimientos populares en la re-

gión. Los tratados de libre comercio (TLC) pasaron a ser unode sus instrumentos principales de esa dominación bajo elneoliberalismo. Las burguesías locales terminaron recono-ciendo a la hegemonía de los gobiernos imperialistas y de lascompañías transnacionales como una condición para la rea-lización de sus propios intereses, y, en un buen número depaíses, se sumaron sin protesta alguna al proyecto imperial.Como adelantamos más arriba, los TLC constituyen el objetode la tercera sección del libro que comentamos.

Juan Jované, Ariela Ruiz Caso, Jaime Zuluaga Nieto yMarco A. Gandásegui, h. ofrecen unos relatos extremadamentevaliosos de distintas experiencias en la región y unas reflexio-nes de gran interés sobre el significado de los tratados para laeconomía, la sociedad y el Estado. Brota de los textos una grancantidad de proposiciones, de las cuales señalaremos algu-nas, sin pretender siquiera que ellas reflejen la importanciade los textos.

• Los tratados ponen de manifiesto la enorme vulnerabi-lidad de los estados de la región frente a las demandasestadounidenses. Los gobiernos, en efecto, se resignan a“cesiones de soberanía” dignas de ser definidas como even-tos abiertamente anti-nacionales, como las concesionesterritoriales a pesar de los candados constitucionales, lasrenuncias a la protección de derechos laborales y del medioambiente, para beneficio de las grandes corporaciones,etcétera. Han compartido los bienes nacionales con elgran capital imperialista, mientras mantienen en la mi-seria a grandes sectores del pueblo.

• Los TLC informan de una activa oposición de los gobier-nos signatarios a cualquier integración solidaria entrelos países de la región. Ponen trabas y resguardos contralos esfuerzos de integración alternativa y arrasan con todapotencial intencionalidad regionalista que pudiera haberen los mecanismos de integración existentes.

• Los TLC son pactos desiguales entre desiguales. Por unlado, el peso de las obligaciones se desplaza hacia el ladomás débil. Por otro, la superioridad económica del paísdesarrollado es tan clara que anticipa sin recato los re-sultados. El librecambio es la receta espontánea de los

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más poderosos frente a los más débiles. En realidad, bajoel imperialismo, incluso con proteccionismo, el intercam-bio es desigual. En las actuales condiciones, según lo cons-tata el texto, la industria es expuesta a una “carrera ha-cia el fondo”.

• A los países de la región, sin embargo, no se les ha im-puesto un arreglo alrededor del simple tráfico de mercan-cías. Se les ha empujado a una apertura que tiene comoobjetivo principal la apropiación de la riqueza regional porparte del gran capital transnacional, por tanto, también elcontrol de los bienes que se “intercambian”, o al menos, deaquellos que son de interés para la economía desarrollada.

• Vinculado a lo anterior, la cuestión de las motivacionesque dieron lugar a la estrategia de los TLC tal vez merecemayor atención de la que le dedica el texto. Según lo ve-mos, las propuestas de integración, desde que fueron for-muladas por G. Bush (padre) a través de la “Iniciativa paralas Américas” perseguían la recuperación del mercadodoméstico estadounidense, crecientemente dominado porempresas europeas y asiáticas, para los capitales de esepaís. La región operaría como una plataforma de exporta-ción hacia Estados Unidos, a partir de producciones quecombinarían la tecnología de ese país con los costos, es-pecialmente laborales, de la región. De hecho el esque-ma dio resultado, pero ha sido contenido por la hambrunade ganancia que ha motivado el desplazamiento de loscapitales hacia las economías “emergentes”, pródigas enventajas para la inversión extranjera. Nuevas motivacio-nes imperialistas se han ido sumando con el tiempo; losdéficit gemelos, sobre los cuales se llama la atención enel libro, ciertamente figuran entre ellos. No menos im-portante es en la actualidad la necesidad de avanzar en laproducción de combustibles alternativos.

• Los métodos por los cuales se han aprobado los TLC co-rresponden al carácter de los mismos. Negociaciones en-tre “expertos”, conducidas por los tecnócratas estadouni-denses y donde se ha cerrado el paso a toda participaciónpopular son inevitables si de lo que se trata es poner ri-quezas nacionales al servicio del gran capital extranjero

• Los cambios introducidos en la región por el neolibera-

lismo y los TLC no podía dejar inafectada la estructura delEstado. Más todavía, la transformación del Estado se pre-senta como condición y resultado. Es lo que sugiere Un

Continente en la encrucijada. El Estado en la región debióhacerse para sí de una nueva funcionalidad. Debe impul-sar la reestructuración social y en ese proceso se va re-estructurando a sí mismo. Promueve la refundación desus propios credos y, en general, de los mecanismos deauto-legitimación. Ya en el atardecer del periodo neolibe-ral, se ha empezado a presenciar rupturas nacionales conel patrón dominante donde algunos Estados avanzan ha-cia nuevos procesos de reorganización y buscan construir(y conciliarse con) realidades distintas.

“Otro mundo es posible” es la certeza que anima los traba-jos de la tercera sección del libro. James D. Cockroft, Ximenade la Barra quien escribe en colaboración con Ricardo DelloBuono y Carlos Moya Ureta discuten la necesidad, la posibili-dad y las condiciones de la transformación en la región. Latarea por delante abarca simultáneamente problemas inter-nos y externos de reorganización económica, social y política.Otro proyecto de integración trae aparejado otro proyecto desociedad.

Entre los elementos de un proyecto de nueva sociedad parauna nueva integración se destacan: a) la construcción de unanueva democracia, fundada en la participación protagónicade la sociedad organizada; b) la orientación del crecimientohacia la satisfacción de las necesidades internas, en primerlugar, las de carácter popular, en el marco de proyectos na-cionales.; c) el fortalecimiento del Estado, a fin de hacer posi-ble la conducción económica con sentido social; d) el respetoa la diversidad cultural, entre otros.

Se llama la atención sobre las resistencias que natural-mente surgen y surgirán frente a los esfuerzos por desman-telar el sistema de privilegios existente, pero el texto no cejaen su convicción de que “otro mundo es posible” y sostieneque existen las “formas de organización que materializan” suposibilidad.

El inventario de condiciones que van surgiendo a favor delcambio parece otorgar sustento al optimismo. Entre otras, se

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señalan: a) los movimientos sociales no sólo se diversifican,sino que además se articulan entre sí; b) también se fundencon otros sectores sociales, en particular los intelectuales, yse desarrollan “redes temáticas y sectoriales muy creativas”;c) las movilizaciones contra el patrón de dominación neoliberalse intensifican y alcanzan logros sobresalientes; d) tambiénhan obtenido conquistas importantes los movimientos in-dígenas, frustrando en más de un sentido pretensiones muyprecisas del neoliberalismo; e) la presencia de gobiernos pro-gresistas indica por sí misma que la derrota del neoliberalismoes posible y representa un estímulo adicional para los movi-mientos sociales de aquellos países donde aún prevalece, etc.

No parece haber motivo para no aceptar estas condicionescomo evidencias de que la región está en transformación yde que el proceso puede arribar al puerto deseado, si se lograsuperar las deficiencias que este libro ha sacado descarna-damente a la luz.

Al final del libro se incluye la “Declaración de Caracas”,emitida por un colectivo de redes de movimientos latinoame-ricanos, con ocasión del Foro Social Mundial que tuvo lugaren esa ciudad, en 2006. El documento ofrece una visión críti-ca del estado de cosas en la región, tanto internamente comoa nivel internacional, expone algunos de los fundamentos quehan de orientar las luchas sociales, así como algunos de losdesafíos prácticos que van surgiendo en el curso mismo de lalucha. Sintetiza la manera como los movimientos socialesvisualizan sus luchas en ese momento dado de su desarrollo.Por todo ello, es un documento de gran valor.

En fin, como señalamos al comienzo de estas notas, losautores han dado forma a un libro peculiar. Dentro de esapeculiaridad, la primera impresión que provoca su lectura esque el libro representa una abierta invitación al debate deproblemas cruciales para las luchas populares de este perío-do, problemas que reclaman solución urgente. Pero luego lasimpresiones se modifican, porque la sede del debate y el lu-gar donde se van elaborando las respuestas es la práctica po-lítica misma. De donde resulta que el llamado que finalmen-te se deriva de Un continente en la encrucijada invita a la incor-poración y participación activa en los movimientos sociales quese empeñan actualmente en construir una sociedad mejor.