crónicas de oslo 3 - el pecado

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Título: Crónicas de OSLO 3 : El PecadoAutor: W. J. RaldeGénero: Fantasía homoeróticaFormato: PDFVolúmenes: 4SINOPSIS:Oslo es el único continente en todo el planeta Desmir. Eso al menos es lo que creen sus habitantes. Hasta que un cierto día, muy cerca de la ciudad de Ca-na, son divisados en medio del océano un centenar de cuerpos humanos.La llegada de una nueva raza traerá consigo una serie de conflictos para Oslo...Respetar la ley no será la mejor opción para muchos que cayeron en la tentación...Sin embargo existe un SS, que tiene la convicción, el odio marcado en sus venas para mantener el orden y el secreto a voces de querer eliminar a cada Semi que viva en Oslo. Su nombre es Byron Knight y va a hacer todo lo que esté a su alcance para devolver el orden en Oslo..

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CrónicasCrónicasdede

OSLOOSLOEl PecadoEl Pecado

W. J. RALDEW. J. RALDE

©todos los derechos reservados

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

1.

La puerta se abrió con suavidad.

Ahyran, que hasta ese instante se

encontraba levemente dormido, abrió los ojos,

consciente de que había llegado la hora. Al

instante agudizó sus oídos, adivinó que Knight,

aguardaba inmóvil a unos diez pasos de la

cama. Sin embargo, desde esa distancia podía

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sentir su aroma peculiar. Entonces, sin salir de

la cama giró sobre si mismo. Sus ojos se

toparon con los ojos fríos del SS.

Esta vez desvió la mirada a causa del glacial

reflejo de esos ojos celestes, quitándole casi de

inmediato, toda voluntad por exigirle una vez

más su libertad.

–¿Qué quieres?– Ahyran, se atrevió

preguntar.

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En cambio Knight, ignorándole por

completo, se acomodó en el mismo sillón suave

y aterciopelado en el que se sentaba cada vez

que venía. Tal parecía que no pretendía

contestar.

Para Ahyran esa era la actitud que más

detestaba en el SS. Le hacía sentirse irritado,

furioso, en ese instante aborrecía al SS. En ese

estado podía perder el control, y eso era lo que

no debía hacer nunca en especial con Knight.

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Sabía que por su propio bien debía

mantener el control, por lo que decidió

ignorarlo de la misma forma. De inmediato se

acomodó en la cama y en la misma posición de

antes se cubrió la cabeza con las sábanas, con

la mera intención de seguir durmiendo.

–¿Esto es lo que haces, cada día?– preguntó

Knight, con un tono menos relajado del que

aparentaba.

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Ahyran sintió un leve estremecimiento en la

nuca, al escucharle hablar. Se mordió lo labios,

pero decidió no contestar. ¿A qué venía esa

pregunta?

Sin embargo podía estar seguro que el SS. le

haría pagar por haberlo ignorado.

–No tengo todo el día para perder el tiempo.

Levantate ahora.– ordenó Knight, con la

misma actitud anterior.

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Pero para Ahyran, tener que obedecer

aquella orden, significaba hacer pedazos su

propio orgullo. Aunque ya no podría perder

nada más, le costaba obedecer. Pero ya lo

había entendido. No, más bien, Knight se había

encargado de enseñarle con mucho dolor que

siempre, siempre, podía ser peor, si no

obedecía sus ordenes.

Sin embargo, Ahyran no ocultó su fastidio, y

se incorporó de mala gana. Y mientras lo

hacía, observó con detenimiento el rostro de

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Knight, que para ese momento prestaba

atención a algún punto en el espacio.

Ciertamente Knight no parecía tener buen

ánimo ese día, Ahyran se esforzó por adivinar

qué ocultaba aquél rostro serio y probó suerte.

–¿Viniste a cumplir con tu palabra?–

preguntó Ahyran, con un cierto tono

confianzudo y provocador.

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–No recuerdo haberte dado permiso para

hablar.– dijo Knight, sin prestarle ni el más

mínimo interés.

Ahyran se arrepintió de inmediato, pero no

lo iba a demostrar. Sin embargo por sus

testarudéz pretendió volver a la cama, a sus

cálidas sábanas.

–¿Qué haces?, ¿A caso di permiso para que

te muevas?– increpó Knight, una vez más.

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En ese preciso instante Ahyran se detuvo de

un golpe. Sintió su estómago revolverse, temía

por lo que iba a ocurrirle a continuación.

Esta vez no intentó darse la vuelta para ver

al SS, de frente, sin embargo no hizo falta que

lo hiciera, Knight se había incorporado ya y lo

había tomado del brazo con demasiada fuerza.

–Lo siento... no lo haré más.– murmuró

Ahyran, arrepentido.

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Al escucharle, Knight por primera vez le

miró a los ojos. Este sintió de repente que algo

había cambiado en el Semi, y de alguna forma

comprobar aquello mejoró su humor.

–Al menos tienes la inteligencia necesaria

para saber qué es lo que te conviene.–

comentó Knight, ahora susurrando a

centímetros de su rostro bronceado.

Ahyran podía sentir cómo su piel bronceada

rozaba la del rubio SS. Sintió la tentación de

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dejarse llevar por esa sensación... Si después de

todo, era su dios, y lo sería siempre, ¿Por qué

no darle placer?

En medio de aquella ensoñación, Ahyran

giró creyendo que no estaría mal y se atrevió a

tocar el torso del SS. Sin embargo, Knight lo

apartó de inmediato, como una clara señal de

repudio.

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–Deja de comportarte como un sub

humano.– sentenció esta vez Knight, que se

disponía a dejar atrás la habitación.

Completamente arrepentido, Ahyran se

maldijo por dentro.

Al escuchar aquello, sintió cómo ese

asfixiante resentimiento se congelaba ante esa

silenciosa y fría mirada, esta vez ni una

palabra brotó de sus labios. Tan sólo el

malestar por su propia torpeza se

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arremolinaba en el fondo de su corazón. En

ese momento curvó sus labios en una irónica

sonrisa y ya no sentía miedo.

–¿Para qué vienes cada día?, ¿Para

recordarme que soy un sub humano? Ya no

deberías perder tu valioso tiempo, si sólo lo

haces para eso. O, mejor aún... ¡Cumple con

tu promesa!

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EL PECADOEL PECADO

Unos días más tarde...

En medio de un planeta desconocido, todo

alrededor era oscuridad.

No era una oscuridad como en las que uno

se deja llevar presa de la angustia.

Era una oscuridad en la que se podía

distinguir el contorno de las cosas.

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En medio de la nada, una nave desmir

descansa camuflada.

A dentro, Stand de Lind que se preguntaba

cuánto tiempo llevaban en ese lugar,

ingresaba por fin a su habitación privada.

Desde la orilla de la fría cama, Zet giró

dedicándole una mirada tímida y se incorporó

por completo, demostrando claramente que le

emocionaba verlo.

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Aquella actitud era una de las tantas que le

costó entender en el Semi.

¿Acaso era lo que los Semis llamaban amor?

Al menos era consciente que sentía lo mismo.

Pero si aquello era amor... estaba perdido, y lo

sabia demasiado bien.

Al enterarse que no podría retornar a

Valquiria por algunos días, no soportó la idea

de no verlo más y en un acto desesperado

decidió llevárselo consigo, a pesar de todo, y a

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pesar de encontrarse en una misión bajo las

órdenes de Knight.

Pero ahora, la expresión en el rostro de Zet

cambió de repente. Ahora se lo veía

claramente disgustado. No sólo era eso, no

permitía que se acercara, por lo que tuvo que

ir por él para saber qué ocurría.

–Si eres un SS, ¿Por qué no vienes antes

conmigo?, ¿Acaso hasta los SS, tienen quién les

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mande?– increpó Zet, con un tono burlón y

ajeno a él, mientras cruzaba los brazos.

Stand de Lind lo contemplaba en completo

silencio, pensando que por ser un Semi, nunca

podría entender que un SS, cargaba con

demasiadas obligaciones, incluso, mucho más

que cualquier otro ciudadano de Oslo.

Stand de Lind sabía muy bien que ser un SS,

significaba anteponer sus deberes a sus

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necesidades personales, y él, por llevarlo

consigo había atrasado bastante los suyos.

–No lo comprenderás nunca.– respondió al

final, con tono sereno.

Sacándose de la cabeza todo aquello,

comenzó a acariciar la espalda suave y

bronceada de Zet, que le hacía sentir

demasiadas cosas. Y en ese preciso momento

Zet, olvidando su molestia se entregaba a sus

dedos...

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Ambos disfrutaban el momento, ignorando

que pronto algo muy grande se les vendría

encima, algo que no podrían evitar.

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3.

Al contrario de Stand de Lind, Knight aún

debía pasar unos cuantos días fuera de casa.

Sin embargo y gracias al ojo visor que había

dejado instalado adentro, observaba cada tanto

a Ahyran. Lo hacia de manera inconsciente.

No era que lo extrañara ni nada menos, sólo

que sentía un cierta incomodidad... Al menos

eso era lo que pretendía creer.

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Aún con todo eso, no lograba evitar que los

oscuros ojos de Ahyran, llenos de esa ira que le

obligaban a volver por él, cada vez que no

conseguía controlar ese impulso desconocido,

invadiera su mente, distrayéndole por

completo. Mucho menos en momentos como

ese, en el que se encontraba al lado de

Cardenal, quién le había solicitado su

compañía para incursionar en las minas

submarinas de Oslo, dónde grupos

especialistas de Mirs extraían zerich, mineral

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base de toda fabricación en Desmir, que en su

estado puro brillaba e irradiaba energía.

Era la primera vez que Knight tenía el

mineral en sus manos. La importancia de

aquello lo obligó a dejar atrás la sombra del

Semi, y comenzó a sentir el poder revitalizante

que irradiaba el zerich en su propio cuerpo,

nunca se había sentido tan bien.

Al menos por ese instante fue consciente de

que era uno de los poco privilegiados en todo

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Oslo al tener uno en las manos. Aquello le

hinchó el orgullo.

–Son los últimos pedazos que encontramos.–

comentó el Cardenal, acostumbrado a sentir

en su cuerpo el poder del zerich.

–¿Dices que se están agotando?– preguntó

Knight, notando cierta preocupación en la voz

del Cardenal.

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–En esta mina sí. Tenemos al menos siete

grupos de exploradores que están en la labor

de encontrar lotes de zerich.– respondió el

Cardenal, mientras contemplaba las inmensas

paredes desgastadas. Se veía preocupado.

–Sin éxito.– agregó un Sim que había

permanecido hasta ese momento en completo

silencio detrás de ellos.

–Entiendo.– respondió Knight pensativo,

mientras admiraba el mineral.

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–Existe un mineral con las mismas

características en Dewn-continuó el

Cardenal-Pero como sabemos... es un entorno

hostil. Hace dos días que el Adp, ha perdido el

contacto con la nave que realizaba el

reconocimiento...

–¿Iban SS?– interrumpió Knight, girando la

cabeza hacia él.

–Claramente no. Era un grupo de Sims y

Mirs, pero teníamos esperanzas de que

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consiguieran recolectar ese mineral... No

imaginas lo que significaba para Oslo.–

lamentó el Cardenal, calculando por dentro la

reacción de su interlocutor.

Knight no cambió de expresión, tampoco

esta vez lo miró a los ojos como solía hacer.

Sin embargo comprendía muy bien lo que

pretendía decirle entre líneas.

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–Estamos a un paso de firmar el tratado con

Cracktar. No creo que sea prudente

postergarlo.

–Ya que lo mencionas…– el Cardenal

cambió de tema de inmediato, ahora mucho

más tranquilo que antes–Noto que tienes una

cierta simpatía con ellos… y debo decir que

siendo tú, me sorprende.

–No es que me agraden... Sólo soy un

diplomático que busca servir a su nación.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Knight mintió descaradamente, por que

claro, no pretendía brindarle herramientas en

su contra. Sabía y de sobra que el Cardenal no

dudaría en sacar provecho de la debilidad

ajena, y él no pretendía servirle de títere.

Mientras tanto, a un lado, el Cardenal con

una previa mirada escudriñadora, dejó de

observarlo.

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–No sé si escuchar eso me debe tranquilizar,

o tal vez... ¿Debería preocuparme?.– apuntó al

final el Cardenal.

–Hago mi trabajo y lo hago bien, eso es lo

que importa.– respondió Knight, tajante.

El Cardenal sonrió al escucharlo, creyendo

que Knight era el mismo arrogante de siempre,

aunque... no se lo creía del todo.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Unas cuantas horas más tarde, al retornar a

la superficie, Knight tuvo un breve encuentro

en los pasillos de la torre de Sun, con su amigo

Stand de Lind, a quién pudo observar a simple

vista que no se veía del todo normal, pero no

le dió importancia, tenía asuntos mucho más

importantes para ocupar su mente.

Sin embargo, esa misma noche pudo

regresar a casa con la idea fija de que Stand de

Lind le ocultaba algo. Con el paso de las horas

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aquella idea se le fue borrando poco a poco de

su cabeza.

Mientras descansaba aislado en su

recámara, observaba con cierta atención el

lienzo que su amigo había obtenido de manera

ilícita de los depósitos de Sun. Aunque su

primer impulso fue obligarlo a devolverlo a su

lugar, la imagen que tenía grabada llamaba

bastante su interés, por única vez pasó por

alto el asunto de su procedencia. Desde

entonces pasaba interminables horas

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contemplando aquél cuadro. Podría decir que

esa imagen le decía algo, pero no sabía qué y

pretendía descubrirlo.

Eso era lo que habitualmente hacía en sus

tiempos libres, hasta que se vio forzado a

meter a su casa a ese Semi rebelde.

Con todos esos pensamientos de por medio,

veía pasar las horas, y de a ratos bebía

lentamente el bril traído de Sira.

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Absorto en sus pensamientos, escuchó por el

intercomunicador que tenía una visita.

No era común la presencia sin previo aviso

de Stand de Lind y menos a esas altas horas de

la noche en su casa, sin embargo se lo

agradeció en silencio.

Lo recibió mucho más animado que de

costumbre, pero después que intercambiar

opiniones acerca de lo que acontecía en Oslo,

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Knight parecía ausente. Stand de Lind

aprovechó la oportunidad.

-¿Que sucede?, ¿Estás así por ese Semi?-

preguntó, tratando de aparentar cierto

desinterés en el asunto.

Knight escuchó aquella pregunta con cierta

sorpresa y aunque meditó antes de responder,

no conseguió contener su evidente frustración.

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–Es sólo que no consigo domesticarlo... es

demasiado testarudo.– reveló.

–¿Por qué te empeñas con él?... ¿No los

detestabas?– Stand al final había escupido las

preguntas que lo tenía intranquilo, sin

preocuparse mucho por cómo lo tomaría

Knight.

Esta vez Knight no cambió de expresión,

pero se tomó su tiempo para responder.

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–Sigo pensando igual de siempre. No te

confundas, los detesto como siempre, ¿Por qué

sería diferente? Esos Semis no son más que

sub-humanos… que ocupan el suelo de Oslo.

Sólo se trata de un experimento nada más.–

esquivó Knight, a sabiendas que su amigo,

poco o nada se lo creería.

–¿Experimento?, ¿Sabes que te puede salir

mal?.– preguntó, ahora Stand de Lind, que le

miraba detenidamente, como buscando una

verdad oculta detrás de sus palabras.

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Pero al ver que Knight esta vez no

respondía, decidió aguardar en silencio,

expectante, como tanteando el terreno para

darse pie al tema real que le había llevado con

él, a esas altas horas de la noche.

Después de algunos minutos, al fin Knight

habló.

–Tengo todo bajo control... dentro de poco lo

dejaré en poder del Adp, o del Cardenal, a

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menos que tu lo quieras, claro.– agregó,

sonriendo.

Knight miró de reojo a Stand, y volvió a

percibir que ocultaba algo. Lo conocía

bastante bien como para estar seguro. Por un

instante quiso confrontarlo.

Para Stand de Lind, quedó claro que aquella

proposición no era más que una trampa que

tenía como propósito revelar su verdadero y

genuino interés sobre el Semi que tenía en su

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poder. O quizás... ¿Sólo eran sus celos

expresados de alguna forma?

Con esa pregunta en la mente, Stand

comenzó a sentir curiosidad, por saber qué

pensaba, qué era lo que sentía Knight. ¿Cómo

hacía para tenerlo controlado? Aquellas ancias

que un Semi despertaba en cualquiera, por

que después de todo… Byron Knight era un SS,

que al igual que él, estaba cayendo en la

tentación de la carne.

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–Hem, no gracias…– Stand, respondió al

final, contemplando la sonrisa maliciosa en el

rostro de su amigo. Confirmó así su teoría.

Al final de cuentas, se vió obligado a

quitarse de la cabeza compartirle su secreto.

Algunos minutos después, como huyendo de

sus deciciones, los dos amigos salieron a la

parte trasera de la casa, desde dónde podían

ver el cielo de Oslo despejado.

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Luego ambos se fijaron hacia a bajo y

contemplaron la grandiosa Valquiria, con sus

habitantes selectos y casas elegantes, dónde

además sólo podían vivir gente como ellos.

A esa altura de la noche, brillaban las luces

platinas que iluminaban cada centímetro de

las calles dando una impresión de seguridad.

Mientras tanto, Stand de Lind era testigo

mudo de cómo su amigo de toda la vida, de

tanto en tanto, dirigía su mirada hacia la

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ventana, por dónde pretendía ver al Semi

rebelde que lo tenia encaprichado, y no

lograba evitar preguntarse una vez más…

¿Cómo lo puede negar?

Por que era demasiado evidente para él, que

ese Semi lo tenía intranquilo. Él entendía bien

cómo se sentía Knight, sólo que no se animaba

a confesárselo. Sin embargo había notado algo

más en su amigo que no lograba decifrar...

aún.

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Esta vez, sus ojos se clavaron

inconscientemente en Knight, que tenía la

mirada perdida en el espacio.

Al contemplarlo así, sintió cómo su propio

ánimo poco a poco declinaba...

Esa mirada perdida... ya la conocía desde

antes.

Hace mucho tiempo atrás, cuando ambos

aún eran estudiantes, deambulando por los

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pasillos de la escuela a altas horas de la noche,

lo encontró parado, inmóvil al pie del ventanal

de uno de los pasillos.

Se fue acercando lentamente, hasta que

pudo comprobar que sus ojos se encontraban

fijos en algo.

Ese algo, él no podría ver jamás.

Al asimilar aquello, un sentimiento

completamente extraño y diferente para él, le

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llevó a tomarlo de inmediato por los hombros

y sacudiéndolo con toda su fuerza consiguió

que reaccionara.

¿Qué sucede? Había preguntado Knight

aquella vez, con una mirada aún ingenua e

inocente.

Aquella vez no pudo explicar el motivo que

lo había llevado a actuar de esa manera

impulsiva, pero ahora, muchos años después,

que volvía a tener esa sensación, ya conocía

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demasiado bien la respuesta; podría protegerlo

del mundo entero, pero no de sí mismo, y eso

le perturbaba de tal forma que le taladraba la

cabeza.

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4.

Knight no volvió a casa después de aquél

enfrentamiento. A Ahyran, eso al principio le

pareció lo mejor, pero al tercer día, algo en su

interior se quebraba.

Y entre las sombras, sentado en la fría y

húmeda esquina de la habitación, se

encontraba en completa soledad. Derrotado,

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veía pasar los días, las horas, los minutos, los

segundos...

De pronto ya no daba más... la necesidad de

verlo entrar una vez más lo superaba.

Pero... ¿Dónde estaba el dios frío Byron

Knight?, Acaso lo ha abandonado?

Tal vez sólo se aburrió de su rebeldía...

Lo extraña, pero no lo sabe...

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

¿Cómo saberlo, si nunca ha sentido algo

parecido a un resquebrajamiento en el alma?

¿Acaso está afligido?

Lo que siente es demasiado intenso que le

obliga a doblarse en dos, y en medio de esa

sensación, su impaciencia innata le juega

sucio...

En ese momento sabe muy bien que podría

ceder ante el arrogante Knight.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Más tarde, en la noche, distingue sus pasos

lentos y seguros que se detienen justo en frente

de la puerta.

Con los ojos rojos inyectados de sufrimiento

incontrolable, aguarda a que el dios frio entre

al fin.

Está dispuesto a rendirse a sus pies...

solamente implora que vaya con él...

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Sin embargo, después de aguardar un

minuto, dos, o tres, siente que va a

desfallecer… Escucha sus pasos alejándose y

ese desfallecimiento se transforma en furia

nuevamente.

–Maldito... – Ahyran, murmura en agonía y

soledad.

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5.

En Oslo, un grupo de Mirs estrictamente

seleccionados eran los encargados de

custodiar la residencia de cada SS. Esos Mirs

eran sus fieles servidores, por lo que nunca

objetaban sus ordenes. Así habría sido siempre,

pero un SS, debía absoluta fidelidad y su vida a

Oslo. Por eso, tener en casa a Zet era más

prudente que llevarlo consigo por segunda

vez.

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Sólo que su carne pudo más y confiando

una vez más en su suerte, Stand de Lind no

pensó en las consecuencias de sus actos.

Una noche, en medio de una misión, a tan

sólo unos días para retornar a Oslo, por algún

motivo que él ignoraba, Byron Knight, entró

en su recámara sin previo aviso y lo encontró

junto a Zet.

–Necesito hablar.– avisó Knight, después de

repasar el escenario con la misma frialdad de

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siempre. Luego abandonó la recámara, sin

mirar atrás.

Antes, Zet había percibido claramente la

mirada de odio que le había dedicado el

intruso y cuando vio a Stand salir casi detrás

de aquél, entendió completamente lo que

ocurría.

A Stand de Lind, al principio no le preocupó

que Knight los descubriera. De hecho se sentía

apenado por que no había logrado reunir el

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

valor necesario para contarle todo sobre Zet,

hasta ese momento, en que sólo bastó verlo a

los ojos para ponerse a hablar.

Knight lo escuchó en completo silencio.

Silencio que Stand confundió perfectamente.

–Bien, felicidades... Nunca creí que te

atrevieras a romper las reglas de Oslo, de esa

forma.– Knight comentó, claramente con

sarcasmo–Escúchame muy bien; lo que creas

que tienes con ese Semi, te aconsejo que lo

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

quites de tu cabeza de inmediato.– agregó

Knight al final.

A Stand de Lind, aquellas palabras le

dolieron más de lo esperado, al comprobar que

Knight hablaba demasiado en serio. Sabia muy

bien lo que no debía jugar con fuego, pero aún

así insistió.

–Él es diferente...

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

La mirada inexpresiva en el rostro de Byron

Knight, le hizo comprender que era inútil

continuar hablando. Debía parar ahí, al menos

ser prudente.

Por unos días dejó a Zet en casa y aunque

era lo que menos deseaba, no era inteligente

llevarlo consigo nuevamente. Con todo el

dolor del corazón, aceptó que tendría que

controlar sus necesidades.

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Unos días despues, Stand de Lind no dejaba

de pensar en Zet, y cada tanto repetía su

nombre, suspirando en la soledad de la nave.

Estaba molesto consigo mismo por permitir

que Knight se enterase de esa forma. Al menos

podía confiar que no lo iba a denunciar ante el

Adp.

Pasó otros cuatro días más, lejos de Zet, y

“ese vacío” había regresado con mucha más

fuerza que antes.

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Si es que algo ignoraba Stand, era que

Knight era el responsable directo de que el

mismo día en que retornaba a Valquiria, se le

ordenara formar parte del grupo de SS. de

elites destinado a explorar Dewn, en busca de

metales similares a zerich.

No tuvo tiempo para negarse, aunque sabía

muy bien que eso era algo imposible. Siendo

un SS. élite, vivía en función a las necesidades

de Oslo.

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Unos días más tarde, en medio de aquella

tierras hostiles, se sentía demasiado

intranquilo y frustrado, porque aquello estaba

tardando más de la cuenta y no marchaba

bien. A eso le sumaba el hecho de que pensar

en Zet no le hacía bien.

¿Qué estaba haciendo,?, ¿Acaso sufriría más

de lo que él lo hacía?

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Necesitaba su cuerpo, necesitaba tocar su

piel bronceada... necesitaba sentir su mirada

lasciva y suplicante...

Pero había algo más en su interior... algo así

como una corazonada que lo mantenía

intranquilo.

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ث

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6.

Zet no durmió ninguno de los cuatro días

que Stand de Lind estuvo ausente.

Tenia permitido ir a dónde quisiera siempre

que sea dentro de la casa. Afuera el mundo lo

podía devorar. De eso, él mismo era testigo,

pero no tenia intenciones de abandonar

aquella casa, menos a Stand, a quién

aguardaba con impaciencia.

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Aunque en más de dos veces había

preguntado al Mir, custodio de la casa, acerca

de Stand, el Mir, nunca sabia qué decirle. Y su

corazón intranquilo no lo dejaba en paz,

ciertas dudas comenzaron a taladrar su ya

estresado cerebro:

¿Por qué no volvía?, ¿Y si llegó a pasarle

algo malo?

Y peor aún, no le ayudaba recordar al SS,

que los había interrumpido en la cama.

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A ése sí que le temía, por que nunca en su

vida había visto un rostro tan frío, debía ser un

demonio blanco.

Sí, debía ser por eso que no volvía a casa,

pero no podía quedarse con los brazos

cruzados. Le debía mucho más que eso y

estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta

para ayudarlo.

En su ignorancia creía que podría hacer

algo por Stand de Lind.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Al abrir la puerta principal, se armó de

valor para cruzarla.

En Valquiria nunca había puesto un pie, y

ahora ver toda esa elegancia le hacía sentirse

insignificante. A lado de Stand de Lind era eso,

pero nunca pensaba en ello, aunque fuera la

realidad.

Comenzó a caminar con holgura al darse

cuenta que nadie se detenía para verlo.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Ahí, en medio de Valquiria, no tenía ni la

menor idea de a dónde ir.

Un tiempo después, al darse cuenta que no

conseguiría nada de esa forma, quiso volver a

casa. Y en el camino de retorno escuchó la

sirena de una patrulla detenerse demasiado

cerca de dónde se encontraba.

Maldijo en voz baja, comenzó a caminar

rápidamente y luego se puso a correr.

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Sólo quería salir de ahí a toda prisa. En

realidad lo había hecho por mero instinto,

después de todo, no había hecho nada malo,

¿Cierto?

De todos modos, para sacarse las dudas se

dio la vuelta, confirmó que iban por él.

Chocó con algunos Semis, que esta vez lo

miraban con desprecio.

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Continuó corriendo sin detenerse, mientras

un policía estaba a punto de derribarlo.

¡Maldición!, ¿Por qué habré huido?

Se reprochaba a si mismo, pero era un

hecho de que ese policía iba a derribarlo. Y

cuando ocurrío, vió de reojo que un

transportador demasiado elegante se detuvo a

unos pasos de dónde estaban, haciendo que el

policía se sintiera confundido, y por algún

motivo dejó de lastimarlo.

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Zet miró de reojo y alcanzó a ver que un SS.

descendía del transportador. Miró a

continuación al policía, este se detuvo para

saludarlo con respeto.

Tal vez se trataba de Stand, pensó Zet,

emocionado. Giró por completo la cabeza, y

vio el rostro del SS.

No, no era Stand de Lind. Se decepcionó.

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–Déjalo yo lo llevo, se ha escapado de Sun...–

ordenó el extraño al policía.

De inmediato el policía lo incorporó con

facilidad.

Ahora Zet pudo observar mejor el rostro y el

atuendo del SS. De inmediato lo reconoció.

–¿Dónde está Stand?

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Fue lo que primero que preguntó Zet. Pero

la mirada glacial de Byron Knight, hizo que

desistiera de hablar.

Minutos después, se encontraba dentro del

transportador. Nada menos que al frente del

SS. Tenía muchas preguntas que hacerle. De

alguna forma tenía la firme esperanza de que

al menos, dónde sea que lo estuvieran

llevando, fuera a ver a Stand.

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La voz relajada del SS, interrumpió sus

pensamientos.

–Dime una cosa... ¿Qué es lo que te hace,

para tenerte tan... dócil?

Zet sintió que aquella pregunta no tenía

ningún tono malicioso. De hecho hasta él, en

su ignorancia, podía notar cierto interés

genuino. Pero los ojos del SS, ellos eran el

problema. La frialdad de sus ojos no dejaban

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creer lo que su voz transmitía, por lo que

simplemente no respondió.

–¿Me llevas con Stand?– Zet, insistió

afligido.

Esta vez la mirada del SS, cambió. Ahora lo

miraba con desprecio. Aquello sólo logró

inquietarle más.

Algunos minutos más tarde las puertas del

transportador se abrieron, y Knight ordenó a

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

los dos Mirs que le aguardaban que se lo

llevaran a una celda.

El par de Mirs obedecieron, mientras Knight

se quedaba observando cómo doblegaban al

Semi.

Knight estaba al tanto que su amigo no

podría hacer nada al respecto. Personalmente

se había encargado de mandarlo lejos. No

lograba imaginar la cara que iba a poner al

enterarse que ya no tendría más en su poder a

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su querido Semi. Pero eso era culpa suya, por

que nunca debió equivocarse de esa forma.

¿Qué era eso de relacionarse con un sub-

humano?

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ث

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7.

Unos días despúes…

Zet despertó con la sensación de seguir en

una pesadilla.

Miró alrededor. Recordó que no estaba en

casa. Sin embargo, tampoco permanecía en la

celda en la que lo arrojaron unos días antes.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Por la apariencia de todo cuanto lo rodeaba,

parecía que se encontraba encerrado en un

lugar demasiado importante.

En todo ese tiempo, en ningún momento

había dejado de pensar en Stand de Lind, y en

lo que le esperaba en ese lugar.

Después de un par de horas, o más, los

mismos Mirs de antes lo llevaron ante Knight.

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En el trayecto pretendió adivinar dónde

rayos estaba. Todo a su alrededor le era nuevo,

pero estaba seguro que no se encontraban en

tierra firme.

Cuando lo ingresaron a un salón ostentoso,

sus ojos no pudieron evitar clavarse en Knight,

que se encontraba sentado en un sillón

demasiado hermoso.

Esta vez Knight lo miraba como si fuera un

insecto. Y como respuesta Zet entre cerró sus

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

ojos y le devolvió la mirada con el mismo

desprecio, pero ésta vez se fijó un poco más en

él...

Notó que la expresión en el rostro del SS.

había cambiado. Ahora no le decía nada, nada

de nada, como si se tratara de un androide. Y

al ver que nadie le exigía que dejara de verlo,

lo siguió haciendo con detenimiento.

El SS, que tenía al frente era muy diferente a

todos los demás, no sólo porque no tenía la

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apariencia de un SS, ni de un Sims, mucho

menos de un Mir. Sentía algo en él que le

causaba verdadero temor, pero… ¿Qué o

quién era en realidad?

A continuación, interrumpiendo sus

pensamientos, vio que los Mirs de antes

ingresaban a un par de Semis igualmente

aterrados que él.

Entonces sintió que algo muy malo estaba a

punto de sucederle.

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¿Acaso nunca mas vería de nuevo a Stand

de Lind?

Y si fuera así...

Deseaba estar muerto.

Miró por última vez al SS, de la mirada fría.

Por un instante creyó que dormía con los ojos

abiertos. En ese instante pudo advertir en él.

un indicio de sufrimiento, y aquello le dejó

consternado.

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A miles de kilómetros de distancia, a Stand

de Lind, que al fin retornaba de Dewn, le

llegaba el mensaje de que Zet había

desaparecido.

Aterrizó en Valquiria totalmente

descontrolado y lleno de ansiedad, ¿Dónde

podía estar?

No había pasado ni siquiera un par de

horas, desde que pisó el suelo de Valquiria, y

ya tenía que unirse a la tripulación

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comandada por su amigo. Sabia muy bien que

de ninguna forma debía fallar.

Al final se animó y llamó a Knight,

inútilmente, porque no contestaba. Seguro que

ya había arribado en la nave, aunque faltaban

unas cuantas horas para que partieran rumbo

a Cracktar, a la reunión más importante para

Oslo.

Aquello carecía de importante para él, sólo

pensaba en hallar a Zet cuanto antes.

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Aún así, al comprobar que no lo

encontraban por ninguna parte, como medida

desesperada ordenó a todos sus soldados

buscarlo por todo Oslo. Mientras él, resignado

se dirigiría a la nave de Knight para cumplir

con su deber de SS, élite de Olso.

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ث

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8.

Algunas horas más tarde...

Desde que descendió de la nave, hasta llegar

a la sala, dónde habitualmente se reunía con el

Sheva, Knight percibía un aire bastante

extraño a su alrededor.

Se puso en alerta ante cualquier anomalía.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Sólo cuando pudo ver al Sheva a unos

cuantos pasos, se vio rodeado de o seis

soldados Infires, armados, que le apuntaban a

la cabeza. En cualquier momento, bien podría

morir ahí mismo.

Ignorando todo aquello, se fue acercando

con ese aire peculiar que le caracterizaba.

Claramente no temía por su vida, ¿O sólo

menospreciaba a tal punto la capacidad del

Sheva?

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Sea lo que sea, Byron Knight le miró de

frente, y el Sheva le devolvió la mirada llena

de fuego.

Le vino de repente a la cabeza la idea de que

los Semis tenían algo en común con los Infires;

los ojos oscuros y rebeldes de Ahyran se

apoderaron por un segundo de su mente, pero

consiguió sacárselo de la cabeza justo a

tiempo.

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–Una extraña bienvenida.– Knight, comentó

con cierta cautela disfrazada de tranquilidad.

Sin embargo, la mirada del Sheva no

revelaba nada bueno para él.

–Byron knight, te abrí la puerta de mi casa y

brindé contigo y a pesar de eso... ¡Te atreviste a

mandar a espiar dentro mi propia casa!

Al escuchar aquella inesperada acusación

Knight se quedó completamente mudo. Por

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dentro su cerebro analizaba la situación; un

centenar de posibles reacciones adversas, por

consiguiente decidió ganar tiempo para

indagar a fondo. Calculó sus siguientes

movimientos.

–Realmente no sé de que hablas... pero,

solicito que ordenes a tus guardias que dejen a

un lado sus armas...

Con un tono nada extraño insinuó sus

intenciones.

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Sin embargo, el Sheva que era sabio, desde

un principio había sospechado que detrás de

todo aquello, algo no estaba del todo bien, y

que el desmir, si quisiera, podía de una sóla

vez arrasar con todos en esa sala. En cambio

seguía inmóvil como si nada.

Entonces el Sheva, con un movimiento de

cabeza ordenó a sus soldados que bajen las

armas. Sin embargo los guardias

permanecieron en sus lugares.

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–Te lo agradezco. Me resulta un tanto

incómodo ser el centro de toda la atención.–

Knight, agradeció con una leve sonrisa en los

labios.

–Las cosas siguen igual Byron Knight… –

advirtió el Sheva, serio y desviando la cara

resentido. Y casi de inmediato, con un

movimiento de sus manos activó una especie

de pantalla semi transparente, en el que

Knight y todos los presentes pudieron divisar

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

imágenes de ojos visores, rodeando todos los

lugares estratégicos en Cracktar.

Knight entrecerró los ojos, al comprobarlo.

No cabía duda, eran ojos visores, de tecnología

desmir.

–Está en lo cierto, claramente son visores de

Oslo.– confirmó Knight, inesperadamente. En

ese momento, los ojos del Sheva se clavaron en

él, sorprendido–En nombre de Oslo le pido

perdón.– agregó Knight, bajando la cabeza.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

El Sheva sabía muy bien que aquello era la

máxima señal de súplica para un desmir. Sin

embargo con algo tan simple como aquello,

no le quedó más que aceptar sus disculpas, un

tanto sorprendido por la simpleza con que el

diplomático desmir tomaba la situación. Por

uno largo tiempo se quedó pensativo.

–¿No fue tu idea Byron knight, cierto?–

preguntó, después de un buen tiempo.

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Byron Knight confirmó con un leve

movimiento de cabeza.

–¿Acaso tienes enemigos entre tu propia

gente?

–Al parecer, así es.

–Te plantaron una trampa… Ciertamente

ibas a morir hoy.– reveló el Sheva y se quedó

en silencio.

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Sin demostrar ningún signo de contrariedad,

Knight caminó hasta llegar a la mesa dónde se

encontraba el bril.

–¿Puedo?– Knight, preguntó con aparente

serenidad.

Pero por dentro, la única imagen que

permanecía fija en su mente era la de Ahyran.

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–Me sorprende que Byron knight, el

diplomático de Oslo, beba el bril de los Infires

y no tema ser envenenado.– reveló el Sheva.

Knight pudo notar en su mirada, que tenía

ciertas dudas. En cambio él estaba convencido

que aquella insinuación era una prueba de

confianza.

–Sheva es sabio, no creo que me quisiera

muerto... al menos no, hasta desentrañar todo

este asunto...

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Acto seguido Knight bebió sintiendo el sabor

dulce que tanto le gustaba.

–El pueblo de Infires tanto como el Sheva,

que los gobierna, no se deshonrarían

cometiendo actos como ese.– Knight, agregó

después, y con ese acto de confianza consolidó

su inocencia.

–Byron Knight, con este acto de traición,

Sheva de los Infires... ¿Puede confiar en Oslo?

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Knight tardó en responder. Era consciente

que se trataba de una pregunta sincera.

–El que infiltró visores lo hizo a espaldas del

Adp, eso es seguro. Encontraré al o a los

responsables y haré que paguen por su

traición.– respondió Knight, con suma

seriedad.

El Sheva le miró atentamente.

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–Será la única vez que dejaré en el olvido

todo esto. Si vuelve a ocurrir tendré que

cerrarles las puertas de Cracktar para siempre.

Y a Byron Knight lo mataré con mis propias

manos.– advirtió el Sheva.

–Lo comprendo.

Para ese entonces, Knight sentía una ola de

ira que pretendía tomar en ese preciso instante

el control de su cuerpo y de su mente; ¿Quién

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en Oslo, se había atrevido a hacer semejante

cosa, sin su previo conocimiento?

Sin embargo su mirada serena era la ironía

en todo aquello.

El Sheva permitió que volviera a su nave,

empero, Knight sabia que en cualquier

momento podría cambiar el escenario en su

contra si descubrían que demás ahí mismo, en

la gran sala de los Infires, existía un ojo visor

oculto que él mismo se había encargado de

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introducir en su primera visita. Lo había

hecho con suma cautela. Él más que nadie era

consciente de que el Sheva podía ser

sumamente letal.

Aunque ese ojo visor era de alta gama,

estaba seguro que nunca podría ser

descubierto, si se diera el caso sabía muy bien

que seria el fin de toda relación con ellos.

Al retornar a la nave, Knight notó que toda

su tripulación junto a Stand de Lind,

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aguardaban una señal suya para atacar

Cracktar.

Knight contaba con un comando importante

en la nave. Ni siquiera el mismo Sheva

sospechaba que siempre viajaba muy bien

resguardado.

Knight no pronunció ni una sola palabra,

pero Stand de Línd, pudo percibir aquella leve

sonrisa en sus labios, dejándole un sensación

de mal augurio en todo aquello.

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Tras haberse acomodado en su puesto de

mando, Knight llamó a uno de sus guardias y

le ordenó algo que nadie más pudo escuchar.

Minutos después, Stand de Lind vio regresar

al guardia con tres Semis bien cuidados y con

vestimentas elegantes.

Aquello le pareció un tanto curioso, por que

no tenía idea del motivo por el que los

llevaban abordo.

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En ese ambiente tenso, Stand de Lind, como

toda la tripulación se encontraba expectante a

lo que su líder iba a hacer con aquellos Semis.

Nadie se animaba a preguntar qué ocurriría a

continuación.

Stand de Lind volvió a mirar a esos Semis.

Uno en especial le parecía demasiado familiar,

entonces comenzó a inquietarse.

–¿Qué piensas hacer?– preguntó alarmado,

y sin poder controlarse.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Mientras veía cada tanto al Semi, que

dócilmente seguía dónde se lo había dejado, de

alguna forma tenía un cierto parecido con Zet.

No. Era él mismo.

Aún así decidió aguardar. No sabía qué

pensar, pero debía ser cauteloso, ¿Qué hacía

Zet ahí?, ¿Cómo había llegado hasta la nave?.

Sin embargo el atuendo que llevaba le daba

mala espina, ¿Qué pretendía hacer Knight?

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Sentado en la silla dorada de mando, dónde

sólo los SS, superiores podían hacerlo, Knight,

ignorando a todos a su alrededor, se comunicó

con el Sheva.

–Recibe como una demostración de nuestras

buenas intenciones, éste obsequio de Oslo.–

con un movimiento de mano llamó al soldado

de antes.

–Aguarda Byron... ¿Qué pretendes hacer?–

Stand de Lind preguntó sin moverse de su

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

lugar. Aunque se veía consternado, no tenía ni

la más mínima idéa sobre lo que estaba

sucediendo en sus narices. Sin embargo por

su ingenuidad, decidió confiar en su amigo, y

se limitó a observar.

Mientras tanto, el soldado de antes se acercó

a la puerta de la nave individual, dónde

introdujo a los tres Semis, luego abordó.

Se dirigía a Sira, capitál de Cracktar.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Al ver aquello, Stand de Lind se dió cuenta

de lo que pasaba. Aunque le era dificil

creérselo del todo, reaccionó; y pretendía

impedirlo.

Sólo que dos Sims por detrás suyo lograron

detenerlo antes de que pudiera hacer algo.

–¡¿Por que lo hiciste?!– gritó Stand de Lind,

mientras luchaba por soltarse.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Cuando al fin lo consiguió, se fue acercando

amenazante a Knight, quién se limitaba a

verlo, despreocupado.

Para Knight, la rabieta de Stand de Lind no

representaba ni la más mínima molestia, pero

cuando éste se atrevió a pronunciar el nombre

de Ahyran, se llenó de furia y en voz alta

ordenó que lo arrestaran.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

–¡No puedes hacerme esto!, ¡Soy un SS. igual

que tú!– gritó incrédulo e impotente Stand de

Lind, mientras lo llevaban a rastras.

–De hecho no. Yo soy un SS, superior y tú

has violado la ley de Oslo... ¡Te lo advertí!

Nadie de la tripulación sabía por qué Knight

actuaba así. Tal vez ni siquiera él mismo lo

sabía, pero ahora, para Knight lo único que

consideraba realmente importante era poner

las cosas claras con el Adp.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Ni bien descendió de la nave fue directo a la

torre de Sun. Antes, había ordenado que al

insurrecto lo encierren hasta que dé nuevas

órdenes.

Estaba al tanto que era la primera vez en

mucho tiempo que un SS. era castigado de esa

forma tan humillante.

Al llegar a la torre de Sun, se encontró con

las puertas herméticamente cerradas. Y a

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

pesar de que los guardias le impedían ingresar

se las arregló para abrirse paso.

Adentro encontró en medio de una reunión

al Cardenal y a todos los miembros del Adp.

Todos dejaron a un lado lo que hacían y sus

ojos se clavaron en él. Knight exigió

explicaciones.

–Era indispensable hacerlo, no es fácil

digerir que un pueblo mediocre e insano como

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Cracktar, esté a nivel de Oslo– se excusó el

Cardenal, mientras sorbía un poco de elixir.

–No lo tomes personal... todo es por el

bienestar de Oslo, no lo olvides.– agregó

usando un tono despreocupado, pretendiendo

minimizar el insidente con el Sheva.

Pero Knight, poco o nada se lo creía, empero

decidió ser cauteloso, aún su puesto dependía

del Adp.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

–Lo tomaré como lo pides, pero no cuenten

conmigo si descubro que hay más.– advirtió

Knight, desde la otra esquina del salón.

Esta vez el Cardenal se fue acercándose a

Knight, con una clara intensión de suavizar la

situación.

–Byron, Byron, sabes muy bien que un SS.

superior como tú es necesario para mantener

en alto a Oslo, no lo olvides nunca–insinuó

con astucia, mirándolo a los ojos.

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Confiaba que aquél hecho no cambiaría su

duro carácter.

–Y sobre aquellos Semis...

–Una buena forma para demostrar nuestras

buenas intenciones ante el Sheva de los

Infires.– Knight, se adelantó en responder con

un tono indiferente, mientras observaba el

mapa de Cracktar en la pantalla principal, en

el medio del salón dorado, dónde

habitualmente se reunía todo el Adp.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

–No olvides lo que significa la amistad entre

camaradas...– insinuó por último el Cardenal,

dando a entender que estaba al tanto de todo

lo ocurrido en la nave.

A Knight no se sorprendió aquello, por que

estaba al tanto de que el Cardenal contaba con

espías dentro, como a fuera de Oslo.

Ahora, como queriendo leerle la mente, el

Cardenal lo escudriñaba, intentando adivinar

el motivo por el que había traicionado a Stand

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de Lind, su único amigo, y al advertir que no

encontraría respuestas, decidió que lo más

sensato era preguntarle a él mismo, y así lo

hizo.

Knight respondió casi de inmediato.

–Le hice un favor. Contaminarse con un

Semi es un delito. Se lo advertí a tiempo.–

Knight, se excusó carente de remordimiento.

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Sin embargo el Cardenal se guardó para sí

mismo sus dudas al respecto.

–A esta altura de la situación seguro estás al

tanto lo que conlleva ese tipo de actos… –

advirtió.

–Lo sé. Mi trabajo nunca será fácil.–

respondió Knight, haciendo un gesto irónico y

despreocupado.

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ث

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9.

A Byron Knight le fascinaban desde siempre

las armas. Era el mejor capacitado en todo

Desmir, por lo que no pudo controlar su

terrible temperamento, ni su ira, cuando el

Adp. hace poco más de un año, decidió

nombrarlo ministro de relaciones comerciales.

¿Qué tenía que ver él, con asuntos de

papeles?

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Debía tratarse de un error. Pero incluso él,

un SS, de élite, estaba atado a un poder

superior en Oslo.

En Oslo, era costumbre que el responsable

de elegir el destino de cada SS, era el mismo

consejo del Adp. Ahora ignoraba que aquella

decisión había sido fuertemente influenciada

por el mismo Cardenal.

Esa vez fue una de esas pocas veces, en toda

su vida que tuvo que tragarse el orgullo y

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

simplemente obedecer las ordenes en

completo silencio. Y con la expresión de

fastidio en la cara terminó de leer la misiva.

“Diplomático” No quería un puesto de

burócrata. Odiaba la diplomacia y todo lo que

con referente al trato con otras especies.

Sintiéndose sumamente frustrado, comenzó

a cuestionarse si en verdad el Cardenal

deseaba que fuera el futuro líder de Oslo,

como se lo iba diciendo desde siempre.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Sólo al ocupar su nuevo puesto, se dió

cuenta que no era un trabajo demasiado

sencillo como lo había previsto. Y no tardó en

tomarlo como un reto más.

Para cuando logró sus primeras

negociaciones, tuvo que aceptar que en la

materia era muy hábil, eso hinchó aún más su

ego.

Ahora, un año después, en privado podía

disfrutar del fruto de su arduo trabajo. Un par

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de horas antes había recibido el tan mentado y

esperado sobre dorado. Conociendo su

importancia, sintió placer.

Era consciente de que nunca lo habría

logrado tan rápido, de no ser por haber

aceptado el puesto de burócrata, pero lo había

hecho, y demostrando su capacidad, había

llegado hasta ese día: El mejor de toda su vida.

Hace poco más de un par de horas, había

sido nombrado representante oficial del Adp.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Lo que significaba que su poder e influencia

en Oslo se incrementaría.

Era consciente que su trabajo recién

empezaba. No pensaba perder tiempo,

comenzaría de inmediato a regularizar todos

los conflictos internos en Oslo. Y ciertamente

tenía sus prioridades.

Desde hace mucho tiempo que era testigo de

ciertas conductas irregulares en ciertos

miembros del comité, y ahora, y se sentía

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entusiasmado por que se encargaría

personalmente en regularizar todas esas

anomalías.

Con toda las buenas nuevas en su vida, por

un tiempo Knight se olvidó de Ahyran, a quién

practicamente había dejado de visitar, más por

que no decidía de una vez por todas

entregárselo al Adp. Pero sabía que era

cuestión de tiempo.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

En la primera reunión como representante

del Adp. Knight propuso la prohibición para

todo ciudadano de Oslo, a tener cualquier

contacto físico con los Semis.

Si bien no podía hacer nada (aún) con

respecto a la presencia de estos en Oslo,

expuso su “preocupación” de que ciertos

estudios científicos demostraban que los Semis,

eran portadores de ciertos virus, que estaban

afectando el sensible medio ambiente de Oslo.

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Aunque todos en el Adp, estaban al tanto de

que Byron Knight sentía desprecio por esa

especie. Lo que había expuesto en aquella

reunión logró captar su interés, despertando

la preocupación y el miedo en todos, consiguió

la aprobación de su proyecto.

Con esta victoria Knight se sintió satisfecho,

sabía muy bien que era el inicio para el gran

cambio que anhelaba dentro de Oslo.

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Byron Knight estaba convencido de que su

especie debía permanecer pura, ser perfecta

por excelencia. Creía que ningún ciudadano

de Oslo debía interactuar con otras especies,

salvo en temas comerciales, que les favorecía.

Knight no negaba que ese tipo de trato era un

mal necesario para los desmires, pero aquello

era un comienzo favorable.

Luego se enfocaría en borrar la simpatía que

tenía su gente con los inferiores Semis.

Después vendría la expansión de la raza

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desmir que dominaría los multiversos. Ese era

su plan secreto.

–Estas cometiendo un grave error, tarde o

temprano pasará lo que nunca antes y todo

recaerá sobre ti.– dijo el Cardenal,

interrumpió sus pensamientos.

Knight le dedicó una mirada. Notó que

además estaba nervioso, pero no le dió

importancia.

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–No estoy de acuerdo. El Adp. me dio el

poder de decidir lo mejor para Oslo, y eso es lo

que pretendo hacer.– respondió Knight, sin

cambiar el tono.

–¡¿Quitarles lo único que hace su vida

llevadera?!, ¡Es un terrible error!- ahora el

Cardenal se veía claramente descontrolado.

–Lo que hacen es una aberración.– se

justificó Knight, sin inmutarse ni un poco.

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–Escucha Byron... sabes muy bien que los

Mirs tienen fuertemente arraigados en su

genética, esa necesidad sexual…

Esta vez Knight notó que el tono de la voz

del Cardenal era de súplica.

Knight contempló a cada uno de los

presentes, no daría su brazo a torcer.

–Creo que por ser un Mir no comprendes

que Oslo esta indefensa. Carecemos de

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ejercito, ¿Nombra una sola nave de ataque que

tengamos?, ¡No existe!. Oslo se ha dedicado a

vivir con demasiada holgura, mientras allá en

el universo existe alguien capaz de

eliminarnos–ahora la mirada de Knight se

tornó mucho más oscura–Lo peor de todo no

es morir, es volvernos sus esclavos… ¡Y eso no

voy a permitirlo! Cueste lo que cueste, la

supremacía de Oslo debe ser total.

Todos en el salón dorado aguardaron en

silencio, conscientes de que por más doloroso

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que fuera, Byron Knight tenía razón. Ellos

simplemente no querían dejar atrás lo que

hasta ese día era una vida ligera.

Después de algunos minutos de un silencio

incómodo, el Cardenal volvió a dirigirse a

Knight.

–Si vamos a exigir su máximo rendimiento,

al menos deja que tengan un disfrute.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Pero la mirada glacial de Knight, significaba

sólo una cosa, que no iba a dar paso atrás.

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ث

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10.

Desde que se impuso la ley marcial en

Desmir, no eran buenos tiempos para los Mirs

en Oslo; obligados a trabajar por mucho más

horas.

Prohibidos a ejercer sus propias costumbres

y necesidades. Además de una imposición

miliciana, que para ellos era injusta.

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Sin embargo, en secreto deseaban tanto la

independencia del Adp.

Este deseo, con el pasar del tiempo se hizo

mucho más fuerte, incluso tangible cuando

Byron Knight, como medida de sumisión ante

sus leves protestas, quitó las provisiones de

alimento.

Aquello no fue suficiente para el cruel

representante del Adp, que había mandado

grupos de contención a realizar batidas en los

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salones clandestinos de placer, que los Mir

creían su secreto bien resguardado.

Como si se tratara de ajedrez, Byron Knight

demostró superioridad, atacando dónde más

les dolía.

Los Mirs, sometidos y apretando un puño

por detrás, aceptaron las imposiciones del

nuevo representante del Adp, Byron Knight.

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Pero... que no se quejaran no significaba que

estuvieran de acuerdo, y mucho menos

conformes con la situación.

Por eso, bajo el nombre de Pithón, algunos

ciudadanos importantes se reunían en total

hermetismo, para tratar el problema:

“Byron Knight”

Para tener todo bajo control, Knight sabía

muy bien que lo mejor era repartir ojos visores

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por toda Desmir, y así afectar la psiquis de

quien intentara sublevarse. Esto lo hacía sobre

todo para ahorrarse tiempo y no malgastar su

ya escaso tiempo en berrinches.

Cuando confirmó que las protestas de los

Mirs sesaron, creyó conveniente mandar un

mensaje al Sheva.

"He castigado al traidor"

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Ahora sólo tenía que ser paciente y esperar

la invitación del mismo Sheva.

Cracktar era el único planeta vecino que

podía superarlos. Por eso, para Oslo era

sumamente urgente negociar con ellos y

afianzar sus lazos.

El Cardenal le había informado que si

conseguía el metal que guardaban las minas

de Cracktar, los expertos Sims, podrían sacarle

provecho para fabricar una defensa adecuada,

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

contra las nuevas armas que hasta ese día los

Infires de Crackar estaba perfeccionando.

Knight, frunció la frente al recordar el

incidente anterior con el Sheva, y que como

consecuencia estaba sufriendo el inevitable

retraso de sus planes...

Una vez más cayó agotado en el suave sillón

rojo, en medio de su nuevo centro de poder, el

salón ambar. Era un hecho que necesitaba

descansar.

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De alguna forma, al relajarse, después de

mucho tiempo, volvió a sentir el aroma del

cuerpo de Ahyran. Agitó la cabeza para

sacárselo de encima, debía decidir qué hacer

con él. Se forzaba a sí mismo a conciderar

olvidarse de él por completo. Incluso ahora

negaba admitirse a sí mismo lo que sentía.

Levantó la copa con el delicioso bril que el

Sheva le labia obsequiado y brindó en silencio,

para luego ingerirlo todo de una sola vez,

necesitaba sentirse mejor.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

11.

Ahyran llevaba la cuenta en su cabeza, ya

no soportaba esperar, odiaba hacerlo.

El resentimiento que gobernaba su cuerpo y

mente por ausencia del dios frío, se había

convertido en su único alimento para subsistir.

En ese momento, como en todos, sólo

pensaba en vengarse.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

¿Por qué no valía nada ante sus ojos?

Se iba a encargar de quitarle esa sonrisa de

la cara, cueste lo que le cueste. Porque ya nada

tenía que perder.

Ahyran sabía que el Sim que se encargaba

de la casa le tenia confianza. Incluso podría

asegurar que sentía un cierto tipo de afecto,

que según él, no había hecho nada para

merecer. Ese Sim, muchas veces había dejado

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la puerta entre abierta y él tontamente no se

había marchado.

¿Por qué no se había ido mucho antes?

Sintió un dolor en el vientre al pensar en

eso, pero ahora iba a huir.

Después de algunos minutos en los que

había vacilado, por fin llegó a la puerta de

salida y se estremeció al darse cuenta de lo que

estaba a punto de hacer.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Y sin quererlo recordó a Byron Knight, lo

añoraba, incluso su mirada indiferente,

frívola, su sonrisa y sobre todo su olor

comenzaban a llamarlo... Casi desistió al

último segundo.

Agitó la cabeza como si haciendo aquello

lograría sacárselo de encima. Dió el siguiente

paso y abrió la puerta principal.

¿Abría permanecido siempre abierta para

él?

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

–Maldito.

¿Era acaso otro tipo de burla? Ahora

entrecerró sus ojos sintiéndose humillado. Con

un gesto depresivo dejó aquella casa.

Libre al fin.

Afuera, un mundo frío le esperaba. Aunque

la gente caminara de aquí para allá, nadie

reparaba en él, ni siquiera en su carencia de

ropa.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Ahyran caminó sin rumbo fijo, lo primero

que le pasó por la cabeza era volver a Kan, su

antiguo refugio, pero incluso él era consciente

de que sería el primer lugar dónde buscaría

Byron Knight.

Ahyran está solo, pero es libre. Sabe que no

hay paso atrás para él, si acaso diera un paso

en falso, Byron Knight se encargaría de

castigarlo hasta ver su orgullo abatido

nuevamente...

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Como acto reflejo, bajó el rostro cuando un

transportador cruzó velozmente la avenida.

¿A dónde ir?

Alguien le había mirado de reojo, y aunque

lo deseó no pudo dejar de oír aquellas

palabras.

–¿Y éste sucio?

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Lo peor de todo era ver que aquellas

palabras salían de la boca de otro como él, que

a diferencia suya iba bien vestido, y que

caminaba detrás de un SS.

Aquél sentimiento de inferioridad lo golpeó

de repente.

Entendió al instante que ahí valía menos que

un insecto. Aunque sabía que lo iba a

lamentar, decidió que lo mejor era volver a

Kan, además por que no tenía otra opción.

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Se puso en marcha, caminó con sus sueños

destrozados, dejando caer los hombros con

desaliento.

Sin recursos para traspasar el muro del

rechazo, sólo le quedaba matar el tiempo en

las alcantarillas, mientras se arrastraba

tambaleante entre los remordimientos y la

desesperación.

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ث

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12.

Dos meses después...

Pasada la medianoche un tumulto de Mirs se

reunían en secreto, siempre en el mismo lugar,

quizás subestimaran a la policía, o

simplemente no podían con la urgencia del

vicio. Como sea, conscientes de que si la

policía los pillaban serían víctimas de una

terrible reprimenda.

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Byron Knight se encargaría de ello, lo sabían

muy bien, después de todo ¿Quién no había

escuchado hablar de la mano fulminante del

oscuro líder?

Aun así, manejados por el gusto que

significaba el contacto de sus cuerpos con el

de otro, estaban ahí, reunidos bebiendo licores

baratos, esperando que ése día no fuera su

última noche de libertad.

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Cada tanto, recibían la visita alarmante de

un SS, que intentaba pasar desapercibido,

cubriendo su cabellera o vistiendo como si

fuera uno de ellos, de manera ilusa, ya que

hasta el más ignorante podía distinguirlos de

lejos. Sin embargo, a la mayoría sólo les

importaba nada más que pasar la mejor noche

de su vida.

“En Ca–Na, ciudad de doble moral, lasnoches son pecadoras”

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Como era de esperar, aquél rumor no tardó

nada en llegar a los oídos del propio Byron

Knight, quién tras comprobarlo con sus

propios ojos, controlaba personalmente y en

secreto aquellas actividades.

Así fue que descubrió que Ahyran rondaba

por Ca-Na, pero... ¿Cómo habría llegado hasta

ahí?

Hace un poco más de un mes le había dado

la oportunidad de huir y lo había hecho, aún

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siendo consiente de que era muy probable que

lo hiciera, le había herido el orgullo. Pero

ahora se encontraba satisfecho por su

hallazgo:

-Suelto como un conejo, mejor corre, que

pronto te cazaré...

Esa noche en particular, miró el cielo y

comprobó que las estrellas brillaban más que

nunca, quizás, alegres testigos de sus actos.

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Se había encargado de dar la orden, media

hora antes. Ahora, por el ojo visor que

rondaba Ca–Na, podía ver cada acción que la

policía ejercía en contra de los Mirs

infractores.

Por un ojo visor vio a Ahyran, lascivo, fácil,

y aún así, resintiéndose fieramente, derribando

a quién se ose tocarlo.

Por un instante, Ahyran se topó de frente

con un ojo visor, y Knight, que lo observaba

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

desde el otro lado, pudo sentir el brillo de furia

en sus ojos, causando que algo se removiera en

su subconsciente. Por primera vez sus labios

formaron una sonrisa completa, aunque sus

ojos expresaran completa frialdad, ponían en

duda a este último. Sólo cuando comprobó que

Ahyran había logrado burlar a los policías,

demostró su amargura.

Estaba a un paso de ir por él en persona, sólo

que una llamada frenó ese impulso.

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Adoptó nuevamente una expresión fría

serena en su rostro.

Recordó que era tiempo de la reunión tan

esperada con el líder de Cracktar.

Sólo que no podía dar un paso adelante. Su

cuerpo sabía lo que quería hacer, y lo que en

realidad deseaba era ir con urgencia por el

rebelde Ahyran.

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Inhaló aire con suficiente fuerza y luego

arrastró un pie a la vez, para hacer lo que

debía hacer por el bienestar de Oslo.

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ث

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

13.

Nadie podría imaginar lo que Knight

realmente sentía por dentro. Ese factor era su

as bajo la manga, pero a veces, sólo a veces ese

aspecto de frialdad le cobraba caro y esta vez

era una de esas.

Altivo y con la mirada inexpresiva, saludó a

su tripulación, a cambio recibió las venias de

sus hombres más fieles de Oslo. Era

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afortunado por aquello, pero ni siquiera

importaba.

Una vez acomodado en el sillón dorado,

desde dónde comandaba la nave, aguardando

el segundo exacto para dar la orden de partir,

rumbo a Cracktar.

Había llegado el momento de firmar el

tratado con los Infires, con el que Cracktar y

Oslo consolidarían su amistad con sangre, lo

que significaba que por mucho tiempo serían

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aliados comerciales y si todo salía bien, se

convertiría en un futuro aliado político.

Aun así, con todo eso en la cabeza, la idea de

ir en busca del rebelde Ahyran, jugaba en su

contra...

No terminó de dar la orden de partir,

cuando presintió que ahí mismo algo andaba

mal. Sin embargo, no tuvo el tiempo necesario

para reaccionar.

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Sólo sintió que tenía a alguién por detrás

suyo. Giró la cabeza lo suficientemente rápido,

pero era inutil.

Reconoció en ese rostro desprolijo, a su

antiguo amigo Stand de Lind.

Lo tenía demasiado cerca, a centímetros,

incluso podía saber que no se había aseado

desde que lo había mandado a encerrar.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

De pronto, Knight sintió un agudo dolor en

el vientre…

Bajó la mirada y no tardó en comprobar que

tenía una daga clavada en el centro de su

abdomen.

El rojo intenso de su sangre sólo consiguió

que recordara a Ahyran, cuando lo había

herido la primera vez...

Alzó la cara sorprendido…

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Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde

Nunca había esperado tal acto de coraje en

Stand de Lind. Quiso decirle algo, pero se le

cerraron los ojos y cayó de inmediato al suelo.

A continuación, quince Mirs redujeron al

grupo de comando que lideraba Knight.

Mientras tanto, Stand de Lind contemplaba sin

aliento el cuerpo inerte de Byron Knight, y

comprendió lo que había hecho.

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

La semilla del mal había germinado en su

interior, hasta convertirse en algo peligroso el

mismo día que había sido traicionado.

Con la mirada vacía, observó por última vez

la nave. Comprobando que no quedaba nadie

con vida ordenó abandonarla.

Continuará...

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Próximo Libro:

Crónicas de OSLO: Redencíon

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Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde

Bibliografía: –Serie Sin LímitesSin Límites vol 1 (2013)Sin Límites vol 2 (2014)Sin Límites vol 3 (2014)Sin Límites vol 4 (2014)Sin Límites vol 5 (2015)

–Otros títulosEn La Carretera (2014) Greg (2014)

–Crónicas de OSLOCrónicas de OSLO , la Sangre (2015)Crónicas de OSLO , la Carne (2015)Crónicas de OSLO, El Pecado (2015)

–Próximas Publicaciones:

Crónicas de OSLO, Redención (201?)RedlovE (2015?)

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