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Cruzando las fronteras del gnero:Mario Benedetti y Ariel Dorfman
Por Sonia MERELES OLIVERA*
LA FRONTERA DE LOS GNEROS ha sido debatida desde la clasificacin griega de la Potica de Aristteles lrica, pica, drama reco-gida por el romano Horacio en su pragmtica Arte Potica, pasandopor la etapa medieval, renacentista y de iluminacin, hasta los clsicosromnticos, los modernos objetivistas y los tericos contemporneos.1Reformas y modificaciones a lo largo del tiempo incluyen y excluyenalternativamente a la oratoria, al ensayo, al testimonio (biografa, crni-ca), y a criterios como la semntica, los caracteres discursivos, fonti-cos, de contexto y de situacin, adems del estilo ligado a la forma est-tica. El anlisis en el debate histrico de las escuelas de teora literariaha propuesto diferencias esenciales argumentando tradiciones forma-listas (Ren Wellek y Austin Warrren), pragmatistas (Harold Bloom),estructuralistas (Roman Jakobson, Claude Lvi-Strauss, RolandBarthes, Mijal Bajtn), postestructuralistas (Julia Kristeva, MichelFoucault), desconstructivistas (Jaques Derrida), marxistas (GeorgLukcs) e incluso psicoanalticas (Sigmund Freud, Norman Holland)para delimitar el corpus literario circunscrito a valores de significacindependiente de la teora y de la poca o contexto en el que se presenta.2
* Profesora de literatura hispanoamericana en Sweet Briar College, Virginia, EstadosUnidos; e-mail: .
1 Es vox populi que la discusin sobre el gnero is an idle if not obviously anachronisticpastime. Everyone knows that they existed in the good old days of the classics ballads,odes, sonnets, tragedies, and comedies but today? Even the genres of the nineteenthcentury (though not altogether genres to our way of thinking) poetry, the novelseem to be disintegrating in our era, at least in the literature that counts. As MauriceBlanchot wrote of one modern writer, Hermann Broch: Like many other authors of ourera, he experienced that impetuous impulse of literature that no longer tolerates thedistinction of genres and wants to shatter the limits, Tzvetan Todorov y Richard M.Berrong, The origin of genres, New Literary History, 8:1 (otoo de 1976), p. 159. Seobserva cmo el fenmeno de romper las fronteras de los gneros literarios es un aconte-cimiento en la literatura universal; empero, este estudio se centra en la literatura latino-americana contempornea y en dos autores especficos.
2 Textos esenciales sobre estas teoras y su discusin literaria son los citados en labibliografa, con especial nfasis en Harold Bloom, The anxiety of influence: a theory ofpoetry, Nueva York, Oxford University, 1973; y del mismo autor, Poetry and repression:revisionism from Blake to Stevens, New Haven, Yale University, 1980; Umberto Eco,Opera aperta, Cambridge, Harvard University, 1989; y del mismo autor, The limits ofinterpretation, Bloomington, Indiana University, 1990; Norman Holland, The critical I,
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En este estudio es natural la convergencia en la base de varias de estasteoras como se sealar individualmente en cada caso.
El concepto de escritor multignero se traza en aquel que concaractersticas de un gnero se expresa en otro. La comunicacin seplantea en el texto metafsico como el eco pulsado en un receptortestigo por un emisor testimonial; es decir: un autor evocador de unaesencia que en el lector produce conexiones extratextuales indepen-dientemente del gnero en el que el escritor se exprese. En la teora dela emisin/recepcin del texto se reconoce tanto al lector como alautor como agentes que imparten interpretacin al mismo.3 De estaforma, se concibe que son tres los elementos en el proceso de recep-cin: el texto, el autor y el lector, conectados en su condicin tripartitapara lograr la comunicacin. Asimismo, se procura rescatar ciertascaractersticas de estos tres elementos que en los diferentes gnerospermanecen inmutables para un mismo autor.
Particularmente en el siglo XX los escritores latinoamericanos sehan sentido inclinados a explorar diferentes gneros literarios en suintento de adquirir identidad y retratar su realidad. La evidencia de lamanifestacin multigenrica se aprecia en el chileno Ariel Dorfman, quienadems de laureado dramaturgo, es novelista, poeta, guionista de ciney televisin, ensayista y crtico. Se valora en el uruguayo Mario Benedetti,notable cuentista y poeta que triunfa en categoras que abarcan la no-vela, el ensayo, el gnero periodstico e incluso cruzando las fronte-ras literarias el cine y la msica.
I. Mario Benedetti
SERA apropiado pensar en Mario Benedetti como en un poetamultignero? Son varios los estudios que descubren predominantes
Nueva York, Oxford University, 1968; y del mismo autor, The dynamics of literaryresponse, Nueva York, Oxford University, 1968; Julia Kristeva, Psychoanalysis andthe imaginary, en George Levine, ed., Constructions of the self, New Brunswick, RutgersUniversity, 1992, pp. 299-305, entre otros.
3 La idea de la identidad en El Yo, de Holland, se presenta conectada a definicionescomo las del escritor promisorio y la simbologa metapsicolgica de un modelo de lamente regido por la retroalimentacin de una unin de circuitos. En ello, la influencia dela naturaleza y la crianza como partes de lo inherente y lo adquirido en la cultura son labase del dilogo con el arte percibido en sus diferentes formas. A tal efecto, es interesanteel concepto de comunidades interpretativas de Holland que plantea la importancia de lapercepcin ligada a la identidad. En ello, es preciso hacer hincapi en el ingredientecultural y dejar atrs la teora uniformista del lector catrtico (Aristteles) o alienado(Bertolt Bretch) donde el objetivismo o subjetivismo es extremo. Cf. Norman Holland,The I, New Haven, Yale University, 1985,
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caractersticas poticas en sus ensayos, cuentos, novelas y por su-puesto en las letras musicales que ha escrito.4 Asimismo, la oralidad yel estilo conversacional podran ser afines, tanto a lo periodstico, comoa la antipoesa (anticannica) de la poca. Independientemente, eltrmino se circunscribe al lenguaje potico como lapis philosophorum,tal como lo fue para Aristteles u Horacio en la bsqueda del conoci-miento,5 y como lo es actualmente para Harold Bloom o Julia Kristeva.Especialmente para Kristeva, el lenguaje potico presenta un movimientoentre lo real y lo irreal, las contradicciones entre vida-muerte, bondad-maldad existentes simultneamente en un lenguaje inusual, extraordi-nario cuyo otro es la matriz espacial en la que se realiza la comuni-cacin ltima. Ese jouissance o xtasis total de Kristeva es aqumodificado ya que no son los smbolos semiticos los que se analizansino el contenido cultural y las pertinentes tcnicas de permanencia ytransmutacin. El cambio de gnero es la transmutacin y lo que man-tiene la caracterstica correspondencia del escritor para cada gneroque explora, es la permanencia. Al demarcarla se asla la particularidaddistintiva en sus partes significativas para observar una categora deautores que no se limitan a la exploracin de un gnero per se sino quepresentan con xito las realidades de la escritura historia, didctica,testimonio y ficcin sumergidas en lrica, narrativa (novela, biografa,cuento, ensayo) o drama, como ejes testamentarios. En ellos, el carc-ter puede ser descriptivo con narracin; reflexivo con estructura poti-ca; de ideas estudiadas en ensayos; o de escenificacin teatral enun drama.
En Mario Benedetti, el texto artstico, como tejido de significadodel objeto y de su cultura, se conecta al lxico popular y a los vocabloscotidianos del Cono Sur; especialmente de Uruguay, Argentina y Para-
4 Es el caso sealado por Hugo Alfaro en su libro Mario Benedetti (detrs de unvidrio claro), Montevideo, Trilce, 1986, y por Jos Miguel Oviedo, Un dominio colo-nizado por la poesa, en Jorge Rufinelli, ed., Mario Benedetti: variaciones crticas,Montevideo, Libros del Astillero, 1973.
5 Numerosos son los tericos que han planteado el discurso potico como piedrafilosofal bsica, baste aqu citar dos contemporneos. Bajtn exhorta to radicallyreconsider that conception of poetic discourse in which traditional stylistics is groundedand which determines all its categories, Mikhail M. Bakhtin, The dialogic imagination,Michael Holquist, ed., Austin, University of Texas, 1981, p. 259. Kristeva explica que esen este lenguaje donde se puede apreciar con intensidad el sense of psychosymbolicstructure que defiende como su semanalysis (unin de semitica y psicoanlisis) parapresentar la matriz del sistema cultural embebido en el texto: Semanalysis focuses onsignifying practices particularly in poetry and art, that reflect the intertwined problemsof meaning, the subject, and the idea of structure, Julia Kristeva, Desire in language: asemiotic approach to literature and art, Nueva York, Columbia University, 1990, p. 469.
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guay, pases del Ro de la Plata que conllevan elementos culturales ylingsticos afines como, por ejemplo, el uso del vos caracterstico aestos tres pases, adems de la particular conjugacin verbal que leacompaa (vos jugs en vez de t juegas). Asimismo, se cuentanentre estos factores, la analoga de vocablos que tienden a ser giroscomunes de la regin, empero locuciones desconocidas en el norte deSudamrica, Mxico, el Caribe y Espaa. Puede verse esto en el poe-ma titulado Morondanga6 donde la palabra es una jerga popular queen sociedades rioplatenses comunica el significado de tontera. Estetipo de terminologa comprende adems un elemento cultural inherenteque se pierde para el extranjero desconocedor del vocablo. Ntesecmo el espaol Jaime Ibez Quintana emplea en su artculo nadamenos que cincuenta y tres notas a pie de pgina entre las cuales inten-ta traducir vocablos rioplatenses como la palabra pucha en los versos deLunes.
Volvi el noble trabajopucha qu tristeque nos brinda el pan nuestropucha qu tristeme meto en el atrasohastacuandodiosmocomo un viejo tornillocomo cualquier gusano[]alguien llama alguien mandapucha qu triste.7
Para cualquier rioplatense, la palabra pucha es simplemente una modi-ficacin de la palabra puta, que queda de esta manera enmascaradapara lograr su uso indiscriminado. Este tipo de neologismos abundanen los textos multigenricos de Mario Benedetti. Vase, por ejemplo,cmo el mismo autor explica el ttulo de su ensayo El pas de la colade paja (1960) de la siguiente manera: el especial estado de nimoque la jerga popular ha dado en llamar cola de paja, es precisamenteuna antesala a la cobarda.8 Esta explicacin del autor tiene mucha
6 Mario Benedetti, Morondanga, en Inventario dos: poesa completa 1986-1991,Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 77.
7 Mario Benedetti, Lunes, en Poemas de la oficina, Inventario uno: poesa com-pleta 1950-1985, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 566.
8 Mario Benedetti, Del miedo a la cobarda, en El pas de la cola de paja, Monte-video, Ciudad Vieja, 1961, p. 15.
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ms informacin folklrica que una lxica definicin fornea, implican-do adems la parodia y el sarcasmo en la situacin poltica que descri-be. La cola de paja, segn Benedetti,
No es la cobarda en s, pero es la disposicin de nimo que va a caracterizarel decisivo minuto que la precede. Si tener cola de paja es sentirse culpable,esa culpabilidad tiene una determinada direccin: la de una actitud que esurgente asumir, y no se asume. No se precisa ahondar mucho en el actualestilo de vida del Uruguay para reconocer que la cola de paja es algo ascomo un smbolo de ese estilo.9
En definitiva, el repertorio como el usado en su novela La treguade vocablos cotidianos como la farra (fiesta), las pitucas (seoras desociedad vestidas de alta costura, peinadas y maquilladas de peluque-ra), el mnibus (autobs), los pelmas (personas insoportables, tam-bin llamados pesados), o la coima (forma de corrupcin burocrti-ca) son lxicos de idiosincrasia popular cuya semntica es fundamentalcomo desahogo cultural: una prctica frecuente en Latinoamrica,donde la imposibilidad de quejarse abiertamente de la situacin opre-siva que se vive en la poca, es patente. Es as que en el habla cotidianaque rescata Benedetti se recurre al encubrimiento de la queja a tra-vs del humor entre lneas como travesura ldica o como optimismohistrico.10 Con estas tcnicas, Benedetti acompaa la agobiante si-tuacin sociopoltica que vive su pas y logra, no slo la conexinnovedosa con el lector de clase media, sino tambin con el no lector;es decir, con aqul no aficionado a la lectura, la persona comn, aveces hasta iletrada o analfabeta. La frmula de esta lexicologa logracon Poemas de la oficina una poesa accesible, conversacional, norigurosa y con la cual es fcil identificarse con naturalidad y confianzacomo lo revela Benedetti en dilogo con Hugo Alfaro.
Aos despus, me conmovi mucho una ancdota que me contaron. Undactilgrafo del Banco Comercial, en un momento de poco trabajo, se pusoa leer disimuladamente mis Poemas de la oficina, y lleg a Dactilgrafo.De pronto empez a llorar desconsoladamente y no tuvo escrpulos (delan-te de compaeros o clientes) en cruzar los brazos sobre la Underwood yesconder all su afligida cabeza.11
9 Ibid.10 Antonio Jos Lpez Cruces, El humor en los cuentos de Mario Benedetti, en
Carmen Alemany, Remedios Mataix y Jos Carlos Rovira, eds., Mario Benedetti: inven-tario cmplice, Alicante, Universidad de Alicante, 1998, p. 441.
11 Alfaro, Mario Benedetti (detrs de un vidrio claro) [n. 4], pp. 28-29.
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La intertextualidad del mensaje, la psicologa cultural asociada y la ha-bilidad emotiva se transmiten tambin recurriendo a elementos orales.Por ejemplo, el ttulo del poema La vuelta de Mambr se refiere a lacancin infantil Mambr se fue a la guerra, con la que se lo asocia.12De tal modo, se puede contar con el efecto del sonido en la lectura delpoema que expresa a su vez otros mltiples elementos culturales comoel de la imagen del veranillo de san Juan el cual hace referencia a lafiesta que se realiza en el invierno rioplatense cuando, segn creenciapopular, se suceden misteriosos das de temperatura veraniega.
No es de extraar entonces que Mario Benedetti haya sido tam-bin ampliamente difundido por la capacidad sonora y audiovisual desus textos que han cruzado fronteras geogrficas inspirando pelculasen Uruguay, Argentina, Mxico, Canad y Espaa. Han sido llevadasal cine obras suyas como La tregua, su primera novela. A esta pelculade produccin argentina dirigida por Sergio Renn en 1974, le siguie-ron otras producciones argentinas como Despablate amor del direc-tor Eliseo Subiela en 1996 y El lado oscuro del corazn una produc-cin argentino-canadiense tambin realizada por Subiela en 1992 quecont con Benedetti como actor. Existen a su vez varias produccionesmexicanas como Acaso irreparable (1976) dirigida por Dorotea Gue-rra, Da incompleto (1980) dirigida por Manuel Lpez Monroy, Pe-dro y el capitn (1984) del director Juan Garca Gutirrez y Capitn-Capitn, dirigida por Javier Rivera en 1992; adems de produccionesespaolas como Cinco aos de mi vida del director Antonio Pinar en1988 y Los pocillos realizada en 1999. Es vital sealar que Benedettise consagra en tantos gneros que es uno de los contados escritoreshispanoamericanos que logra llegar al pblico no literario a travsde msica basada en los versos de su poesa o en poemas completos desu autora los cuales se han hecho muy populares.13 Estas canciones
12 Mario Benedetti, La vuelta de Mambr, Inventario dos: poesa completa 1986-1991, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 228.
13 Benedetti recopila 60 textos, poemas, letras de canciones y asimismo poemasque adapt a los menesteres de la cancin que figuran en la programacin de 40 intrpretesindividuales, dos, coros, conjuntos vocales, Mario Benedetti, Canciones del ms ac,Madrid, Visor, 1989, p. 7. Numerosos artistas extranjeros han cantado poemas de Bene-detti, algunos son: Nacha Guevara cantaba temas como Yo soy secretaria, Aqu nohay cielo, Vidalita por las dudas, Vamos juntos y Te quiero, este ltimo temapopularizado en Paraguay por el grupo amand. El grupo Los Olimareos interpretabael tema Cielo del 69. Hctor Numa Moraes vocaliz Orientalito, Cielito del 26,Pobre seor, Milonga oriental. Gianfranco Pagliaro y Soledad Bravo popularizaronpor separado Ser curioso y De qu se re. Carlos Fasano cant Balada de loshelicpteros y Chau. Tania Libertad populariz La vida, ese parntesis y Washing-ton Carrasco, No me pongas la capucha. Daniel Viglieti tuvo xito con A dos voces que
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son coreadas a viva voz en todos los estratos sociales e incluidas en ladiscografa de clebres cantantes como el espaol Joan Manuel Serraty el cubano Pablo Milans, lo que implica que Mario Benedetti seaconocido por analfabetas y tambin por quienes no sientan inclinacinalguna por ningn gnero literario. Es decir, cruza ya la frontera de lalectura para proyectarse en el medio sensorial, musical, cinematogrfi-co; en fin, la lista es interminable.
Definitivamente, la fenomenologa14 de sus textos, definida comotodo lo que puede ser percibido por los sentidos o por la concienciacultural, se atribuye a la estructura que imita la semiesfera semitica delautor y que atrae indistintamente tanto a lectores conocedores (co-partcipes), como a observadores.15 El microcosmos presentado (en laficcin, el ensayo, la poesa) contiene por fuerza un macrocosmos, omacro-entorno, que se refiere a los datos naturales y adquiridos delemisor y del receptor. En su momento sociohistrico importan factorescomo, por ejemplo, los niveles de educacin, los componentes demo-grficos (edades, etnias, religin), la economa (desempleo, inflacin,migracin), el clima poltico etc. Para examinar estos agentes del en-torno se requiere que cada enunciado se califique segn su repercu-sin potencial en el lector y segn la posibilidad de que dicha repercusinocurra. Ambos son una buena indicacin de la importancia del texto. El
incluye Por qu cantamos, Cancin nueva, Bienvenida, De rbol a rbol, Esta-dos de nimo y tambin con su disco Canciones chuecas. Joan Manuel Serrat logr ungran auge con su disco El sur tambin existe (1985) que entre otras canciones contieneCurrculum, Hagamos un trato, Testamento de mircoles, Una mujer desnuda yen lo oscuro, Los formales y el fro, Habanera, Vas a parir felicidad, Defensa dela alegra. Algunas de estas interpretaciones estn disponibles en DE: . Para una lista completa consltese, Canciones del ms ac,antes citado, pp. 143-148.
14 La fenomenologa es un mtodo filosfico popular utilizado, por ejemplo, porKant en cuanto a lo idealista (fenomnico/noumnico) y lo trascendental de la experienciaen Crtica de la razn pura; por Hegel en cuanto a la Fenomenologa del espritu parahablar del espritu absoluto y de la dialctica; por Edmund Husserl quien describe laconciencia en cuanto a la existencia de un objeto; o por Heidegger quien presenta elmtodo analtico de acuerdo con los principios del existencialismo y la ontologa (el serhumano abstracto). Lo interesante del concepto en su acepcin moderna es la idea deesencia, de la intencionalidad y del conocimiento como caracterstica de la conciencia.
15 El concepto planteado por Umberto Eco en su Opera aperta define a la semiticacomo el estudio de los signos y smbolos; a la semiesfera como el entorno que afecta lossignos; y a la semiosis como la actividad, conducta o proceso de los signos que incluyeel significado. En esta consideracin es importante la dialctica de Hegel donde se resaltala importancia del Otro para lograr el descubrimiento del propio ser, unido a los concep-tos tratados por Bajtn y Kristeva de la entonacin del lenguaje como una dimensin deese conocimiento; y tambin a la idea de Eco de los campos de conocimiento en surelacin tridica, que Holland llama comunidades interpretativas.
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proceso de la lectura puede manifestarse segn tcticas de oposicin(cuando el lector intenta contrarrestar la repercusin) o de filia-cin (cuando intenta asimilar la situacin presentada). Hay variantescomo la tctica de reordenacin (donde se mezclan las dos anterio-res), de identificacin (subjetivista, ligada a catarsis); o la estrategiapasiva donde el lector intenta actuar como mero espectador de la obra,en una deliberada postura objetivista.
Basado en estas tcticas de recepcin, un factor caracterstico desu estilo, es el hacer que el lector se convierta en su aliado: su cmpli-ce.16 Aqu utilizamos el trmino que Benedetti toma prestado de JulioCortzar en su introduccin a Crtica cmplice (1989) ofrecido comoacepcin de crtico cmplice;17 empero, se incluye en este estudio enel sentido de lector cmplice, originalmente empleado por Cortzarque intenta hacer del lector un cmplice, un camarada de camino. Asel lector podra llegar a ser copartcipe y copadeciente de la experien-cia por la que pasa el novelista.18 Es trascendental cmo MarioBenedetti hace del receptor de sus obras un compinche, es decir, uncompadre, un compaero, y al mismo tiempo, un secuaz. En ello es tilla entonacin popular del texto como lo explica Kristeva en la varia-cin del tono del habla reflejada en Benedetti. La dimensin socio-lingstica de esa entonacin del lenguaje, ya vista en su poesa, la ex-pone Benedetti en los ensayos de una Crtica cmplice de la realidadlatinoamericana que lo hermana al autor al que analiza; como, por ejem-plo, en la crtica que incluye de Mario Vargas Llosa o Gabriel GarcaMrquez. Esta misma consideracin del momento histrico que da sig-nificado al contenido cultural aparece tambin cuando comparte la cri-sis latinoamericana en sus artculos periodsticos recopilados en Eldesexilio y otras conjeturas (1984); o finalmente en sus anlisis lite-rarios de Letras del continente mestizo (1967). Asimismo, al ser in-cluido en pelculas y producciones musicales, se hace partcipe de larealidad ontolgica del individuo. En ello, sus cuentos son abiertamen-
16 La teora de la recepcin (readers response) es base de distintiva y heterognearecepcin crtica a lo largo de la historia. Por ejemplo, Edward Said habla de que el crticotiene dos opciones. La primera es instinctual filiation o complicidad natural con la cultu-ra dominante excluyendo conscientemente todo lo que sea forneo a ella e incluyendo lasdominantes prcticas polticas. La segunda opcin es social affiliation ligada al inters porla cultura y el intento de estudiar su diversidad. Al avanzar un escaln ms, este estudioplantea el communibus locis como lugar comn de esta afiliacin natural de quienes seidentifican con los elementos culturales, lxicos y contextuales del texto, Edward W. Said,Secular criticism, en The world, the text, and the critic, Cambridge, Harvard University,1983.
17 Mario Benedetti, Crtica cmplice, Madrid, Alianza, 1988, p. 11.18 Ibid., p. 9.
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te expresiones del ser mediano, no mediocre19 como lo especifica cla-ramente Benedetti en el relato Ms o menos hipcritas,20 lo que im-plica que exista una fe en ese camarada, ese homo burocraticus21 conel cual se solidariza el receptor. El trmino se introduce aqu en el sen-tido opuesto al que expresan tanto Oviedo como Mathieu ya que aho-ra se lo seala como el mecanismo de defensa del protagonista contrael tedio, contra la frustracin. Ese convertirse en un homo burocraticuses el artilugio que le permite al ser justificarse, sobrevivir como hombreordinario que se drena en una oficina convertida en el smbolo del estan-camiento del personaje. En cada cuento los protagonistas compartenel desasosiego psicolgico que experimentan quedando al descubier-to, la alarma de sentirse cautivo de las circunstancias. En la narracin,el pensamiento de los personajes muestra en s una rebelin, cada me-ditacin inserta la esperanza de vencer el desengao, y aunque as nosuceda al final de la obra, el lector responde por oposicin o filiacin.Si la tctica es pasiva el lector acompaa al texto, queda prendido dela lectura, se cuestiona pero no se reconoce ni en personajes, ni enlugares, ni en situaciones; si la tctica es de solidaridad, entonces ellector se convierte en cmplice desde el inicio de las confidencias;empuja, impulsa, exhorta alentado secretamente la esperanza de que el
19 Benedetti aclara que no es un hombre degradado lo que retrata en sus obras: Anen los libros posteriores sigue apareciendo un personaje que me atrae mucho como temaliterario, es el hombre no mediocre sino mediano, ese hombre que lleva una vida un pocooscura, un poco gris, pero que lleva dentro un mundo que es muy rico y muy enriquece-dor. Un hombre con ciertas timideces, con ciertas limitaciones pero tambin con un fondode inteligencia, tambin un poco tico, Margarita Fiol y Antonio Puertas, Entrevista aMario Benedetti, Caligrama I (1984), p. 73. Un hombre bueno, apocado, que slonecesita una oportunidad.
20 Mario Benedetti, Ms o menos hipcritas, Buzn de tiempo, Buenos Aires, SeixBarral, 1999, p. 91.
21 Oviedo utiliza el trmino con respecto al fracaso del hombre urbano y explica:Hay un homo burocraticus [] que ha sido amansado y domesticado para volversepuramente til [] Aunque alienado, el hombre de la oficina tiene relmpagos de lucidez,asomos de santa clera; de poco le sirven porque se agotan en la protesta verbal, que noes otra cosa que una nueva coartada para justificarse, Oviedo, Un dominio colonizadopor la poesa, en Rufinelli, ed., Mario Benedetti: variaciones crticas [n. 4], p. 149.Corina S. Mathieu coincide en esta imagen de perdedor que no intenta liberarse de sudesgracia: Los personajes demuestran una y otra vez la incapacidad de sobreponerse alas circunstancias [] Existe una apata, una cobarda individual que les impide tomardecisiones drsticas y romper los lazos con lo preestablecido. La rutina de la oficina losahoga, pero no existen intentos de liberacin. Las proclamas de independencia no pasande amagos o intentos frustrados, Corina S. Mathiu, Los cuentos de Mario Benedetti,Nueva York, Lang, 1983, p. 27. Tal afirmacin es una clara contradiccin ya que unintento de liberacin es precisamente eso, un intento totalmente independiente de suxito y el hecho de que se realice de alguna mnima manera, ya lo valida.
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protagonista pueda vencer la rutina que le atrapa para alcanzar su sue-o. En esto consiste la identificacin del lector cmplice con cada obrade Benedetti sin importar su gnero. Desde el momento en que el re-ceptor de la obra es partidario leal y sigue sin reservas esos tropiezosque a lo largo del texto se sienten ya como causa comn, la empata dellector se vuelve identificacin con una realidad que hace suya, unarealidad de la que es cmplice.
Esta unificacin se fortifica con la denuncia social que realiza cadatexto de Benedetti. Al principio de su trayectoria, el autor la llama pre-ocupacin humana 22 que se transmite en su poesa, narrativa, msicao ensayo al retratar al oficinista, al suicida, al padre, al jefe, a uno y atodos. Su necesidad de presentar un anlisis psicolgico de sus cria-turas lo hacen recorrer lo moral, no tanto como tica existencial, sinocomo conducta social hasta alcanzar la crtica poltica por la cual debeexiliarse del Uruguay. La concientizacin es paulatina y natural, recur-dese que al comienzo la denuncia social se realiza a travs de factorescotidianos enervantes como la pasividad, la mansedumbre con la cuallos personajes aceptan los condicionamientos sociales como si fueranun destino riguroso.23
Conjuntamente, el estilo dialogal se extiende hacia el lector cm-plice. Su poesa ms que confesin es una conversacin que se con-vierte as en sentimiento compartido. Es frecuente que la conversacinentre dos personajes sea intercalada con pensamientos que presentanuna interiorizacin que slo se comparte con el receptor; o como suce-de en el cuento Como Greenwich donde se va tejiendo dentro de laconversacin misma el perfil intenso de dos desconocidos: una adoles-cente y un seor de mediana edad.24 La chiquilla le cuenta que va asuicidarse, por lo que el lector solidario intensifica la lectura quiz es-peranzado por ver si alguien la detiene. Esta estrategia mantiene elsuspenso en una complicidad que engancha al receptor a continuar unalectura a veces detectivesca, en la que el final del relato nunca defraudapues es siempre sorprendente. En Como Greenwich, el lector des-cubre que el meollo del asunto era contrario al que guiaba su esfuerzocmplice. La preocupacin descifradora debera haberse centrado endescubrir la veracidad de los caracteres.
En suma, en todos los gneros, Mario Benedetti observa un lirismoque se apoya fuertemente en la comunicacin del receptor con el men-
22 Benedetti, La trinchera permanente, en ibid., p. 152.23 Benedetti, lbum de familia, en ibid., p. 210.24 Mario Benedetti, Como Greenwich, en Geografas, Mxico, Alfaguara, 2002,
pp. 43-59.
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saje y con la forma en que se presenta sea sta audiovisual paraalcanzar a todas las audiencias, sea en la jerga que le unifica al hombrecomn, sea en el sistema dialogal que le hace accesible, sea en la psi-cologa del personaje que acompaa al lector como cmplice. Alinvolucrarlo provee un desahogo para la frustracin que aflige al serurbano, un puente al agobio que coincide con la esperanza. Es la espe-ranza de que ese homo burocraticus que se hace comn en sudenuncia social logre reaccionar, si no en el texto, en la vida misma.
II. Ariel Dorfman
PARA proponer un communibus locis ese lugar comn mezcla deljouissance en la matriz ideal de Kristeva y del sistema dialgico, quesegn Bajtn, debe existir para que se lleve a cabo el objetivo del tex-to se intersecta un ngulo de la idea de la Opera aperta de UmbertoEco en el que todo texto, como campo de significado, se brinda a lainterpretacin dinmica del receptor. A ello se agrega el efecto culturalde Edward Said del reconocimiento del uno en el otro (autor/lector)para lograr el metaespacio comn donde se consagra la comunicacincolectiva. En Ariel Dorfman, este lugar comn retorna parcialmente ala idea de Emmanuel Kant de una crtica donde el texto es esencial-mente sociolgico y poltico; por ende, cultural una nocin impres-cindible en la generacin latinoamericana donde, con frecuencia, loturbulento constituye lo cotidiano. Tanto Mario Benedetti como ArielDorfman se establecen multigenricamente como espectadores de surealidad y como transmisores de lo histrico ordinario cumpliendo porlo tanto su funcin didctica en cada texto.
Ariel Dorfman escribe ensayos de crtica cultural y literaria,25 ar-tculos periodsticos, novelas, cuentos, obras de teatro, cine y televi-
25 En su crtica cultural Ariel Dorfman reconstruye lo que denomina la subliteraturaen la que analiza la amenaza de la globalizacin, el subdesarrollo, la idea anticolonialista,la supremaca ideolgica. En Para leer al Pato Donald, La ltima aventura del llanerosolitario, Supermn y sus amigos del alma, Readers nuestro que ests en la tierra, Patos,elefantes y hroes o Los sueos nucleares de Reagan desconstruye los niveles de unasupremaca popular que considera peligrosa; y en Ensayos quemados de Chile expone lacrisis que asola al pas. En su crtica literaria estudia textos de Alejo Carpentier, Jorge LuisBorges, Gabriel Garca Mrquez, Miguel ngel Asturias y Mario Vargas Llosa con eltrasfondo de violencia endmica. Afirma, la visin general que se tiene, a partir de uncentenar de novelas de los ltimos 25 aos, es que el hombre est inmerso en una situacinque l no controla, pero que su violencia al encarcelarlo tambin apunta hacia la forma desolucionar los problemas, Ariel Dorfman, Imaginacin y violencia en Amrica, Barcelo-na, Anagrama, 1972, p. 37.
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sin, adems de poesa.26 Es comentarista, guionista, autobigrafo ymaestro literario, traducido a ms de cuarenta lenguas. Escribe artcu-los para peridicos internacionales y sus obras han sido puestas enescena en ms de cien pases. Su reconocimiento ha cruzado la barreradel idioma, conquistado las trincheras geogrficas y traspasado los g-neros. Cuando Andrs Hax le pregunta en entrevista, cmo decide enqu gnero escribir?, Dorfman responde:
Primero, yo soy un camalen. Y como camalen cambio de gnero segn laocasin, segn como me llegue la voz [] Pero, adems, los gneros seentrecruzan constantemente. Entonces las novelas a veces son muy lricas,los poemas a veces son narrativos [Por ejemplo] Memorias del desiertotransita la cuerda de la meditacin, est novelado en gran medida, puestoque voy contando historias, pero tambin hay unas partes muy lricas, muypoticas, haypartes muy dramticas donde el hecho de ser dramaturgo meayuda mucho porque voy poniendo el dilogo de una manera muy especial.De modo que finalmente, tal como cruzo las fronteras y los idiomas, puedocruzar tambin las fronteras de los gneros y mezclarlos cuando sientoque hace falta. Desordenar el mundo habitual del gnero de la novela,romper esos moldes. Yo creo que eso es muy latinoamericano.27
Ariel Dorfman no slo cruza las fronteras del gnero en los estilos sinoque los incluye en una misma obra, sea en una narrativa que se vuelvelrica o viceversa; sea con la inclusin de dilogos dramticos, medita-ciones, testimonios etc. Es ms, el autor declara que est en contra delas categoras [] soy un escritor latinoamericano que pertenece a unageneracin mundial de escritores que tratan de romper las fronteras de
26 En mi estudio de Ariel Dorfman como poeta latinoamericano se destaca el signifi-cado de la poesa como gnero esencial en l; vase Sonia Mereles Olivera, Cumbrespoticas latinoamericanas, Nueva York/Frankfurt, Lang, 2003. Es reveladora una entre-vista que concede a Luis Martn Estudillo, en la que afirma que se inicia escribiendopoesa y luego de una poca de mutismo en el destierro se reinicia en la literatura nueva-mente a travs de la poesa. Actualmente es el gnero potico que parece reportarle mssolaz. Ha dicho que en Chile se escap de la muerte, con la que se siente en deuda. Ahoraque la descubre inevitable parte de la vida, encuentra refugio y desahogo en la lrica:Siempre me dije, en todo caso, que volvera a escribir poesa. Quizs sea un signo de quede nuevo veo a la muerte aproximarse en el horizonte y la poesa es, se me ocurre, la mejorrespuesta y preparacin para esa transicin que esta vez, a diferencia de lo que ocurri enChile en 1973, no voy a poder evitar [] es posible que necesite usar mis versos para noolvidar lo que ms importa, para darme tiempo para la soledad y el trabajo ntimo, LuisMartn Estudillo, Entrevista con Ariel Dorfman, Ex Libris. Revista de Poesa (Univer-sidad de Alicante), nm. 3 (octubre del 2002), p. 28.
27 Andrs Hax, Entrevista a Ariel Dorfman: las tensiones de un exiliado en elimperio, Revista , suplemento cultural de Clarn (Buenos Aires), nm. 73 (19 defebrero del 2005).
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lo nacional.28 Para traspasarlas le entusiasma incluso la posibilidadde desafiar nuevos gneros como el testimonial,29 la pera y la come-dia musical30 revelando que una caracterstica de su obra es la varie-dad para crear algo de veras hbrido.
El ente hbrido integra su obra desde una perspectiva personal comoperegrino de exilios, de idiomas, de pases y culturas que conforman unmapa personal de destierros en el que descubre a la literatura comodesahogo. Esta cartografa se inicia cuando sus padres emigran deEuropa del Este a Argentina, donde nace Dorfman al que dan el nom-bre de Vladimiro en honor a Vladimir Lenin (connotacin poltica ycomunista). A los dos aos emigra a Estados Unidos donde adopta elnombre de Eddie para pertenecer sin barreras a la ms tpica sociedadestadounidense. A los doce aos se radica en Chile donde se convierteen Ariel, su segundo nombre de pila, en honor al Ariel de Rod dondela belleza de lo intelectual se muestra oprimida por el servilismo y laesclavitud del espritu ante lo material; el nombre entreteje sentimientoy poltica. De Chile parte al exilio en Holanda y Estados Unidos luegodel derrocamiento del presidente Salvador Allende para quien trabaja.En fin, las diversas visiones culturales y lingsticas en las que conviveencuentran su ltima defensa, o como explica the inner kingdomI could control, en su escritura.31 En ella, la caracterstica ms cons-tante es la repeticin de temas como el trauma causado por la dictadu-ra, el exilio, la tortura; la reconciliacin nacional, la lucha poltica queno puede separarse del arte, la insistencia en la memoria y el nfasis enel control y la manipulacin. Este ltimo tema lo presenta entretejido ala idea de la supremaca y la dominacin, tanto en el mensaje como enlos niveles de la trama en cuanto a la intervencin del autor.
28 Ibid., p. 2.29 La expresin gnero testimonial se refiere a obras que tienen como parmetros
polticos primordiales el desenmascarar la atrocidad, guardarla en la memoria y actuarcontra ella; cf. Political code and literary code: the testimonial genre in Chile today, enAriel Dorfman, Some write to the future, Durham, Duke University, 1991.
30 Alan Parsons le ha propuesto hacer una comedia musical. Adems Dorfman esten el proceso de formular peras para sus obras Viudas y La muerte y la doncella. Encuanto a ser parte del gnero testimonial, Dorfman aclara que es preciso ser cautelosoya que esta categora experimental es un impulso ms que un gnero, una zona fluctuantede bsqueda donde confluyen el periodismo, ficcin, autobiografa, panfleto, pica, etc.,fruto de un encuentro entre quien habla y quien escucha y transcribe, y por ende unacolaboracin entre dos seres de desigual poder, algo de veras hbrido, Estudillo, Entre-vista con Ariel Dorfman [n. 26], p. 26.
31 Patrick Adams, Deadly politics: salvaging memories in Santiago, Duke Magazi-ne, 91:5 (septiembre-octubre del 2005), p. 2.
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Precisamente cuando un personaje como en Konfidenz, Lamuerte y la doncella, Terapia, Mscaras cree tener el control dela situacin, no sospecha que hay otro que la ha determinado, alguienque la narra, que la crea y que a medida que desarrolla la trama inten-sifica el suspenso. Por ejemplo, en Terapia, el protagonista GrahamBlake, dueo de una empresa multinacional, dirige la vida de miles deempleados, pero a su vez es gobernado por su psiquiatra quien le im-pone un juego subalterno de control: la idea de ser un semidios quepuede decidir los destinos de una familia. Desde su inicio, el libro em-pieza con citas de Caldern de la Barca sobre el despertar de esesueo en el que estamos sumergidos, y Dante en su Infierno, citando elviaje controlado por la sombra que gua a las desgracias.32 De la mis-ma manera, en Konfidenz, Brbara es manipulada por una voz desco-nocida que en el telfono va seducindola al mismo tiempo quedesestructura el nivel de confianza del lector en cada personaje. Asi-mismo, en su poesa se aprecia la prdida del control en el poematitulado Cristbal Coln tiene palabras desde el otro lado de la muer-te para el Capitn John White, que cambi el nombre del AeropuertoInternacional Saddam cuando sus tropas se apoderaron de l:
Dijeron que traan la libertad.Libertad: cuando un hombre decide por s mismo.
Dijeron que traan la democracia.Democracia: cuando una mujer controla su destino.Dijeron que traan la liberacin.Liberacin: cuando aquellos que hicieron el mundopueden nombrarlo.
Libertad. Democracia. Liberacin.Palabras.Las palabras suyas, las palabras de los hombresque lo mandaron.33
La tensin dramtica se mantiene siempre. Es patente el peso de esehombre que no puede decidir por s mismo, la mujer que no puedecontrolar su destino, la necesaria liberacin de aquellos que hicieron elmundo; todos bajo el yugo que causa que los conceptos libertad,
32 Ariel Dorfman, Terapia, Buenos Aires, Seix Barral, 2001, pp. 7-9.33 De mi coleccin personal, poema enviado por Ariel Dorfman va correo electrnico.
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democracia y liberacin se conviertan slo en palabras de los hom-bres / que lo mandaron.
Sin embargo, el lector cmplice de Benedetti no se cumple enDorfman quien controla su obra con hilos ingeniosos que articulan en ellector las tribulaciones y los horrores que se narran. Este lector avasa-llado es arrastrado a la complejidad de un mundo que intenta anticipar.En su lectura, debe enfrentar elementos chocantes que le incomodan yencarar la sensacin de ser desposedo cuando el personaje tiene queser un elemento del poder del otro. Dorfman explica: Lo que tengopara ofrecer es una experiencia de vrtigo [] que no es necesaria-mente cmoda.34 La trama impuesta por el dolor, el trauma del terrorvivido y el miedo se refieren en todo momento al ser mediatizado enesa idea de la manipulacin que est arraigada en toda su obra. Latrama es psicolgica y el rgimen axiolgico envuelve al lector que aligual que el personaje no puede liberarse de la tensin. Por ejemplo, enel poema Esperanza exalta el desasosiego:
Mi hijo se encuentradesaparecido
desde el 8 de mayodel ao pasado.
Lo vinieron a buscarslo por unas horas
dijeron.Slo para algunas preguntas
de rutina.Desde que el auto parti
ese auto sin patenteno hemos podido
sabernada ms
acerca de l.Ahora cambiaron las cosas.
Hemos sabido por un joven compaeroal que acaban de soltar,
que cinco meses ms tardelo estaban torturando
en Villa Grimaldi,
34 Vernica Abdala, Entrevista al escritor Ariel Dorfman: Mi desafo es convertir allector en un personaje ms que se busque a s, Pgina/12 Web (Buenos Aires), domingo9 de septiembre del 2001, en DE: , p. 1.
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que a fines de septiembrelo seguan interrogando
en la casa colorada que fue de los Grimaldi.Dicen que lo reconocieronpor la voz, por los gritos
dicen.Quiero que me respondan con franqueza
Qu poca es staen qu siglo habitamos
cul es el nombrede este pas?
Cmo puede ser,eso les pregunto
qu la alegra de unpadre
que la felicidad de unamadre
consista en saberque a su hijo
lo estn torturando?Y presumir por lo tantoque se encontraba vivocinco meses despus
que nuestra mxima esperanzasea averiguar
el ao entranteque ocho meses ms tarde
segua con las torturasy puede, podra, pudieraque est todava vivo?35
Todos los temas de desesperacin, de manipulacin, los retratos con-cernientes a los horrores de la tirana se enfocan en la desolacin comopresencia constante, la impotencia que impele al lector avasallado a nopoder cerrar los ojos ante tal desasosiego.
En los ensayos, la reconstruccin de la violencia y la lucha poltica,se analiza una y otra vez. El testimonio poltico que presenta enManifesto for another world denuncia la persecucin de cincuentarebeldes de cuarenta pases, hroes que luchan por los derechos hu-
35 Ariel Dorfman, Esperanza, en In case of fire in a foreign land: new and collectedpoems in two languages, Durham, Duke University, 2002. Tambin en Last waltz inSantiago and other poems of exile and disappearance, Nueva York, Viking, 1988.
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manos.36 Entre los conocidos est Dalai Lama, Desmond Tutu,Rigoberta Mench; entre los incgnitos estn Kailash Satyarthi quetrabaj toda su vida en pro de los nios esclavizados de su pas. Elmismo rompecabezas que apunta al reflejo de un momento de crisis seda en Other Septembers con el paralelo de dos barbarismos: el delataque terrorista a Estados Unidos y el del golpe de Estado en Chile,ambas visiones que surgen en dos lenguas, dos septiembres, dos cultu-ras unidas en un sufrimiento paralelo.37 El dolor de los familiares de losdesaparecidos chilenos aparece repetido en las imgenes televisivasque muestran their relatives wandering the streets of New York,clutching the photos of their sons, fathers, wives, lovers, daughters,begging for information, asking if they are alive or dead.38 El objetivo,como lo explica su autor, es el de rescatar una memoria en peligro deser olvidada, un horror que no debe repetirse. Salvador Oropesa afir-ma que Ariel Dorfman es en el momento actual un tcnico, un expertoen crtica literaria, un especialista en poltica nacional e internacional,alguien que conoce su ideologa, es decir, un humanlogo que intentainfluir en el mundo.39 Lo anticipa adems como uno de esos escrito-res integrados que trascienden los gneros, que ven como un todo elestudio literario, la ficcin, el arte, el periodismo, el cine.40
Para Dorfman la necesidad de convocar a la accin es parte esen-cial de su estilo. Al desenmascarar el pasado, denunciar los hechos ymimetizar el efecto del sndrome postraumtico, el elemento de sus-penso intrnseco a su obra traduce al ser embebido en su dolor.41 Conmtodo verstil y dialogal se dirige a la audiencia que debe integrarse almapa del debate crtico cuestionando la veracidad de los personajes,as como la veracidad de sus motivaciones, desarticulando la ansiedadinserta, reevaluando la impotencia de un mundo alucinante. La tcnicaes dramtica y el lector es activo por ejemplo, cuando la lectura serealiza penetrada por la congoja e incertidumbre que posicionan alreceptor justo en medio del destrozo, atorado en la tragedia obsesiva.
36 Ariel Dorfman, Manifesto for another world: voices from beyond the dark, NuevaYork, Seven Stories, 2004.
37 Ariel Dorfman, Other Septembers, many Americas: selected provocations 1980-2004, Nueva York, Seven Stories, 2004.
38 Adams, Deadly politics: salvaging memories in Santiago [n. 31], p. 5.39 Salvador Oropesa, La obra de Ariel Dorfman: ficcin y crtica, Madrid, Pliegos,
1992, p. 12.40 Ibid.41 Otra aproximacin psicoanaltica a la obra de Ariel Dorfman se encuentra en
Euisuk Kim, Una reconstruccin alternativa del pretrito: una aproximacin psicoanalticaa la obra de Ariel Dorfman, Nueva Orlens, University Press of the South, 2003.
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El persistente dilogo de cada texto se proyecta al receptor quien sevuelve testigo, construyendo una voz y una memoria de esa concienciatorturada. Atrapado en el purgatorio de Ariel Dorfman se experimentala agona, la opresin y la tragedia. La transicin entre la ideologa y ladinmica textual se logra con la toma de conciencia.
En suma, en todos los gneros Dorfman observa un dramatismoque se combina en cada texto con otros elementos de los gnerosliterarios sobrecogiendo al lector. Si el texto es prosa, incluye en s eldrama y la lrica. Si es un texto potico, integra la narracin y laescenificacin. En sus obras se dirige a la audiencia a travs de dilo-gos desafiantes o discursos cuestionadores. En sus ensayos agregaadems la meditacin y el testimonio. Cada texto es poderosamentevisual de manera que su avance al cine, teatro o televisin es virtual-mente lgico, natural y esperado. La muerte y la doncella se recuer-da como un poderoso film de Roman Polanski que conmocion a suaudiencia. Lo mismo se espera de los futuros proyectos de Viudas,Konfidenz y Terapia, entre otros. Definitivamente, su talento comoguionista, dramaturgo y periodista participa de su obra toda, engala-nndola de efectos poderosos en cuanto a la torsin del relato, el dolorde su poesa, la visin de su drama, la meditacin de su artculo. Loms poderoso, sin embargo, es el mensaje atrapante en el que embebeuna fuerte crtica que atraviesa no slo todo gnero sino tambin todomedio material de comunicacin. Sea por escrito, en escena, en docu-mental, en televisin o cine; la estructura de esa denuncia pervive. Nohay quien quede inmutable.
III. Corolario comparativo
TANTO para Mario Benedetti como para Ariel Dorfman el ser cons-ciente de la consciencia de algo se da en un texto comunicativo en elcual el lector es un ente partcipe.42 Para lograr esta comunicacin nose puede escapar a la importancia trascendental del lenguaje. En lasemitica del signo, significado y significante, es preciso revelar la im-portancia de la recepcin/emisin del mensaje. El emitir una codifica-cin cultural que es conocida por OTRO, promueve la identificacin conel texto. Otra estrategia para contar con un lector cmplice es lacotidianidad del lenguaje en el que el receptor reconoce a un ser inte-grante del mismo cdigo. Ya no es el otro de la visin de Edward
42 Edmund Husserl, Phenomenology, Hazard Adams y Leroy Searle, eds., Criticaltheory since 1965, Tallahassee, Florida State University, 1986, p. 658.
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Said, donde la codificacin de una particular cultura no puede com-prender a la fornea sin prejuicios, sino que se convierte en el UNO.Uno en el cual somos todos.
Una estrategia diametralmente opuesta es la de Ariel Dorfman, quienlogra la universalidad de su mensaje a travs del choque con una reali-dad totalmente adversa. La contradiccin con lo repugnante de la vio-lacin, el antagonismo ante lo incompatible del abuso y la tortura, laincongruencia del totalitarismo y la dictadura brindan al destinatariola posibilidad de un encuentro con la imagen textual; o mejor dicho, lacolisin con una contienda inaceptable, provoca la unin. Unificacinen la reaccin de rechazo ante el hecho, lo que es en realidad la solida-ridad con el oprimido, y en ello, la aceptacin de la importancia dellegado textual. An en los textos de Dorfman que no giran sobre temasde dictadura poltica, se muestra el hilo de la manipulacin, el poder, elcontrol y el juego psicolgico, la presin, que se convierte en tortura,en signo de la vctima (o del victimario). En este sentido, coincide conlos factores de la obra abierta de Umberto Eco donde cada pista esuna clave para resolver un rompecabezas misterioso. El autor posee laclave del cdigo en todo momento y de esa manera se convierte enomnipotente. En Dorfman, esa obra abierta de Eco est en realidadentreabierta para lograr la dinmica del lector/receptor-autor/emisora travs de la zona media albergada por cdigos enigmticos, unrea inalcanzable que se llena con la expectativa del lector avasalladoque debe someterse a la trama para lograr llegar al desenvolvimientodel mensaje. La frmula de una narrativa dramtica se transporta noslo en los diferentes gneros sino tambin en los mltiples idiomas queel escritor domina y en las varias culturas que retrata. Es una literaturade desahogo, en la que la repeticin de temas busca la insistencia en lamemoria. El lector avasallado de Dorfman atraviesa los elementos dechoque, se suma a la tensin del texto, a la desolacin del testimonio; yen ello, la denuncia refleja momentos de crisis que incitan una reaccin.En la recepcin del texto se presenta el lector alienado (aquel que slobusca escapar de su realidad a travs de la fantasa que presenta unaobra de arte) versus el lector activo aquel que busca participar deun juego de inteligencia, resolver pistas, procesar datos, reflexionarsobre cada factor textual para aportar su propia articulacin en unalectura nica. El lector activo necesita de un texto ldico que le presen-te retos: una competencia para lograr vencer el cdigo que se propor-ciona con el mensaje. Ariel Dorfman es, por excelencia, el maestro deeste juego. Con la articulacin ldica, entrega una denuncia intensa.
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Una semiesfera llena de significado por ser una situacin real a la queno se permanece inmune.
Como corolario final, Mario Benedetti, poeta magistral, permealos diversos gneros del lirismo cmplice y conversacional que le ca-racteriza; mientras que Ariel Dorfman basa su conquista de los diver-sos gneros en la lcida tensin dramtica con la que los circunda. Sibien la caracterstica sealada en cada autor pertenece a uno de los g-neros (drama, poesa, narrativa), sta se extiende en el autor multi-gnero como la esencia que le ayuda a trasponer los umbrales genricos.
Es as que los escritores multignero no slo cruzan las fronterasde los gneros sino que tienden cada texto como un puente comunica-tivo de su propia realidad cultural. En ellos, se parte del texto al con-texto como ruptura del aislamiento. Es ms: el texto se mantiene comoun communibus locis donde el lector receptivo (avasallado o cmpli-ce) se conecta al popular estilo comunicativo del autor. Independiente-mente del gnero, el escritor realiza una denuncia social que lo une alreceptor al que se dirige (ya sea por efecto de choque o por identifica-cin). As, la escritura deja de ser un simple instrumento para consti-tuirse en el lazo de comunicacin entre dos extremos de una platafor-ma. Lector/escritor conectados en interlocucin textual. Lo esencial ens es la comunicacin: una danza que envuelve a quienes la llevan a cabo.
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RESUMEN
El concepto de escritor multignero se traza en aquel que con caractersticas deun gnero se expresa en otro. As, por ejemplo, se presenta a la poesa comofuente de los escritores latinoamericanos del siglo XX que fluctan hacia otrosgneros y cruzan sus fronteras manteniendo caractersticas esenciales como ellirismo en Mario Benedetti o la tensin emotiva en Ariel Dorfman. La exploracinde los gneros es un instrumento necesario de la poca de la opresin. El escri-tor del siglo XX es el codificador que imbuye su cdigo de rasgos inherentesindependientes del canal de comunicacin que elija. Para el destinatario la interfazde comunicacin se expande de lo literario a lo pblico inmersa en ese mensajeque cruza las fronteras del gnero.
Palabras clave: gnero literario, poesa, literatura latinoamericana contempor-nea del siglo XX, Ariel Dorfman, Mario Benedetti.
ABSTRACT
The article presents the concept of a multi-genre writer as the author who drawscharacteristics of one genre into various others. Thus, for instance, poetry as anessential platform of the twentieth century Latin American writers exploringliterary genres while maintaining inner characteristics such as lyricism in MarioBenedetti or poetic suspense in Ariel Dorfman. Embedded is the idea that genreexploration is a necessary instrument of an oppressed Latin America. Writerscodify their texts maintaining inherent characteristics imbued in their codes thatare particularly sovereign of the genre used as a channel, while reminiscent ofanother. For the receptor it provides an experience in which the communicationinterface expands surpassing literature to impact a general public with a messagethat crosses the borders of the genre.
Key words: literary genre, poetry, Twentieth century Latin American literature,Ariel Dorfman, Mario Benedetti.
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