cuadernos mayores ii

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– 1 –

Page 3: Cuadernos mayores II

– 2 – – 3 –

Red Capital de Bibliotecas Públicas

BibloRed

Club de Personas Mayores

–Epístolas de la Memoria–

Y OTRAS EXPERIENCIAS

*

Cuadernos Mayores

II

Page 4: Cuadernos mayores II

– 4 – – 5 –

© Alcaldía Mayor de Bogotá

© Secretaría distrital de Cultura, Recreación y Deporte Red Capital de Bibliotecas Públicas BibloRed, 2013

Gustavo Francisco Petro Urrego

Alcalde Mayor de Bogotá Distrito Capital

Clarisa Ruiz Correal

Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte

Yaneth Suárez Acero

Subsecretaria general y de control disciplinario

Martha Lucia Bustos Gómez

Directora Arte, Cultura y Patrimonio

Mary Giraldo Rengifo

Directora General BibloRed

Gabriela Pinzón Plaza

Coordinadora Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad - BibloRed

Compilación, edición y corrección de textos

Henry Alexander Gómez

Isabel Bolívar Rojas

Javier Morales Cifuentes

Sofía Maldonado Pinzón

Paula Castellanos Cuervo

Carol Contreras

Myriam Luz Buitrago Arcila

Yuly Paulina León Murcia

Deisy Liliana Urbina Pachón

Ringo Cruz

Ana Isabel Arévalo

Promotores de lectura y escritura BibloRed

Coordinación de diseño y diagramación: Equipo Área de Comunicaciones y Prensa - BibloRed

Diseño e ilustración de cubierta:

Diego Iván Bohórquez Novoa

Diseño y diagramación:

Carolina Arévalo Jiménez

Impresión: Graficas Ducal

ISBN: 978-958-8321-67-7

Primera edición: Octubre de 2013

Impreso y hecho en Colombia

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser

reproducida, almacenada en sistema recuperable o transmitida, en ninguna

forma o por ningún medio magnético, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación

u otros, sin previo permiso escrito de los editores.

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por

escrito de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte - BibloRed.

Índice Presentación

Prólogo “En el sol de la memoria”

Recuerdos-semilla

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública El Tintal Manuel Zapata Olivella

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Virgilio Barco

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Parque El Tunal

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Las Ferias

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública La Giralda – Fontibón

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Perdomo – Soledad Lamprea

Club de personas mayores de la Biblioteca Pública Puente Aranda

Correspondencias

Letras circulares

… y otras experiencias

Los grandes de Brasil

06

20

76

98

54

08

Page 5: Cuadernos mayores II

– 6 – – 7 –

Orientar procesos de creación literaria con adultos mayores es un desafío, en

especial cuando muchos de ellos se han desligado de las prácticas de la escritura

o nunca las han reconocido como un ámbito posible y deseable para sus vidas.

No obstante, y desde la creación de la Red Capital de Bibliotecas Públicas - Biblo-

Red, ha sido una prioridad ofrecer programas y servicios que acerquen la lectura

y la escritura a esta población. Dichos programas se han constituido en espacios

importantes para la apropiación y circulación de diferentes materiales de lectu-

ra y, a la vez, para el intercambio y difusión de los conocimientos y saberes de los

adultos mayores. Es así que uno de los espacios más importantes para la Red y

que se ha consolidado a través de los años en todas sus bibliotecas, son los 17 clu-

bes de lectores de personas mayores. Para el 2013 cerca de 500 personas asisten

regularmente a estos espacios de encuentro y conversación semanal para tratar

diversas temáticas; escenarios de encuentro para resignificar las memorias, las

tradiciones y la historia de las comunidades. Estos encuentros con la lectura han

sido el germen para propiciar la escritura, no sólo de creaciones literarias, sino de

las experiencias compartidas de los participantes a los clubes.

Gracias a la participación constante de las personas mayores, se ha logrado, ade-

más de orientar procesos de lectura y potenciar su reconocimiento como una

práctica posible en todas las etapas de la vida; concretar los saberes de los inte-

grantes de los clubes a través de la escritura.

Epístolas de la Memoria–y otras experiencias. Cuadernos mayores II, es la se-

gunda publicación resultado de esos acercamientos a la lectura, donde las per-

sonas mayores han logrado fabular sus experiencias de lectura en intercambios

epistolares a través de los cuales se han comunicado con otros clubes de la Red;

en un diálogo que supera las distancias. Distancias que se acortarán el 18 y 19 de

noviembre de 2013 en el X encuentro de Clubes de personas mayores de Biblo-

Red, cuando estos relatos y correspondencias llegarán a las manos de quienes

con su participación han logrado traducir en palabra escrita sus anhelos, sueños

y recuerdos. Entregamos a la ciudad estos escritos con el potencial para generar

nuevas escrituras, nuevos encuentros y reconocimientos de los saberes de quie-

nes nos han acompañado a lo largo de la historia de la Red Capital de Bibliotecas

Públicas.

Con esta publicación la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y su proyec-

to BibloRed; reconoce la importancia de propiciar la circulación de los escritos

resultado de los procesos de promoción de lectura dirigidos a los adultos mayo-

res y que se inscriben en el reconocimiento de los diálogos e intercambios de la

tradición oral y prácticas de escritura que surgen en este escenario colectivo de

apropiación de la cultura escrita que es la biblioteca pública.

Clarisa Ruiz Correal

Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte

Page 6: Cuadernos mayores II

– 8 – – 9 –

PrólogoEn el sol de la memoria

Hay presencias y lenguajes que sobrepasan el peso de sus propios pa-

sos. Voces que se anudan en una danza sin tiempo como relámpagos de lo invisible.

Hace ya más de un año que celebramos el nacimiento de la primera publicación de

la población perteneciente al programa Club de Personas Mayores de la Red Capital

de Bibliotecas Públicas – BibloRed. No era para poco, con esta publicación materializá-

bamos la apuesta que hacía el Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad,

por desentrañar todo un conjunto de saberes y tradiciones que manejan los adultos

mayores referentes a las recetas medicinales y culinarias, con el ejercicio de la orali-

dad y la escritura orientado por los promotores de lectura.

No solo era descubrir y publicar estos conocimientos; era también el permitir

que las personas mayores se acercaran al oficio de la escritura creativa, a que

rompieran el temor a la página en blanco, a entender que por medio de coplas,

poemas, relatos y recetas, ellos podían dialogar y dejar plasmada una voz que

hablara de sí mismos y su encuentro con el mundo.

En Recetario: libro de nuestras añoranzas y saberes, encontramos una variedad

de riquezas que van desde la tradición, lo mítico y ancestral, hasta el universo

del asombro con la vida cotidiana. Es un puñado de guijarros que rescata ciertas

sabidurías de la memoria colectiva e individual y que se plasman en creaciones

admirables que disparan inmediatamente la atención de quien las lee.

Por otro lado, con esta publicación planteábamos la posibilidad de crear una co-

lección que llevara el título de “Cuadernos mayores”. Una serie de libros donde

se exploraran otros temas cercanos a los intereses del adulto mayor, y en donde

también ejercitaran la creatividad y la imaginación por medio de la palabra es-

crita. De esta posibilidad y con estos intereses, el lector se encuentra hoy con

este segundo volumen titulado Epístolas de la Memoria.

Las páginas que siguen a estas palabras sugieren un trabajo alrededor de diver-

sos géneros como el epistolar, la biografía, los diarios e historias de vida. Durante

varios meses, cada uno de los integrantes de los clubes de personas mayores es-

tuvo reflexionando sobre estas formas literarias, leyendo obras como los Diarios

de Alejandra Pizarnik, Confieso que he vivido de Pablo Neruda o Cartas de amor

salvajes de Paula Izquierdo, entre muchas otras.

A su vez, las personas mayores asumieron el reto de escribir este tipo de textos,

realizando diferentes apuestas como intercambiar correspondencias entre las

diferentes bibliotecas y los integrantes de los clubes, o ficcionando mediante la

escritura de cartas a personajes como Gregor Samsa, Pablo Neruda, Julio Cortá-

zar, Candelario Obeso o Vincent Van Gogh. Por otro lado, las Bibliotecas Públicas

de La Giralda y las Ferias nos muestran la experiencia de un encuentro llamado

“Los grandes del Brasil”, que fue la práctica final de un recorrido por diferentes

autores de la literatura brasileña como Rubén Fonseca o la poeta Cora Coralina

y por supuesto, el trabajo que surgió alrededor de estas lecturas. Las Bibliotecas

Públicas Perdomo – Soledad Lamprea y Arborizadora Alta, recogen igualmente

el trabajo realizado a partir de diversas lecturas y experiencias en torno a la ora-

lidad, que han dado como fruto algunos textos que aquí se rescatan.

“Escribo para dejar de escribir”

Felipe García Quintero

Page 7: Cuadernos mayores II

– 10 – – 11 –

El presente libro es un testimonio de estos procesos. Un compendio de vivencias

y testimonios a partir de la palabra oral y escrita. El intercambio epistolar, la es-

critura de diarios, las historias de vida, nos muestran la capacidad del hombre de

ampliar su visión de vida y llevarla a los arcos de la ficción. Lo real y lo inverosí-

mil logran fundirse. Lo esencial y creativo quedan acá plasmados demostrando

que la literatura no es algo destinado a hombres superdotados, sino que vive en

cada una de las historias que nos acompañan en nuestro diario vivir. La cues-

tión es si hacemos de ello un arte. Los participantes de cada uno de los clubes de

personas mayores de la Red Capital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, son una

buena muestra de ello. Rescatan a la memoria del olvido.

Henry Alexander Gómez

Promotor del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad

Biblioteca Pública Parque El Tunal

Recuerdos-semilla

Somos porque hablamos, el habla nos une como parejas, como comunidad,

como sociedad que necesita de las palabras para crear puentes que nos sosten-

gan ante el abismo. Es así como se ha construido la historia y, lo que nos convoca

en las siguientes páginas, es precisamente la mirada hacia un tiempo al que ya

no se tiene acceso de otra forma que a través de su lectura; una que pretendemos

sea reiterada para que se cuele entre los intersticios y logre capturar su verdade-

ro sentido.

El lector encontrará una selección de instantes privilegiados, tejidos con formas

que responden a diversos géneros y técnicas. Son entonces juegos, chistes, cuen-

tos, cartas o anécdotas que hilaron sus autores como testimonio de cuanto sin-

tieron o pensaron allí; en el momento en el que tocaron las puertas —muchas

veces clausurada—, de la memoria y salieron a flote huellas impares, reveladas

ante usted gracias a las palabras.

La vida misma es la que se juega en cada una de estas líneas. Todo el círculo vital

de sus autores está expuesto de la manera más honesta y justa para que quien

arribe a sus terrenos evidencie procesos tan íntimos como las epístolas o tan

ocurrentes como los chistes. Adelante, acompáñenos en el reconocimiento de

estos recuerdos-semilla que lo único que intentan es pulverizar el olvido.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Isabel Bolívar Rojas

Promotora del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública El Tintal Manuel Zapata Olivella

Page 8: Cuadernos mayores II

– 10 – – 11 –

El presente libro es un testimonio de estos procesos. Un compendio de vivencias

y testimonios a partir de la palabra oral y escrita. El intercambio epistolar, la es-

critura de diarios, las historias de vida, nos muestran la capacidad del hombre de

ampliar su visión de vida y llevarla a los arcos de la ficción. Lo real y lo inverosí-

mil logran fundirse. Lo esencial y creativo quedan acá plasmados demostrando

que la literatura no es algo destinado a hombres superdotados, sino que vive en

cada una de las historias que nos acompañan en nuestro diario vivir. La cues-

tión es si hacemos de ello un arte. Los participantes de cada uno de los clubes de

personas mayores de la Red Capital de Bibliotecas Públicas – BibloRed, son una

buena muestra de ello. Rescatan a la memoria del olvido.

Henry Alexander Gómez

Promotor del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad

Biblioteca Pública Parque El Tunal

Recuerdos-semilla

Somos porque hablamos, el habla nos une como parejas, como comunidad,

como sociedad que necesita de las palabras para crear puentes que nos sosten-

gan ante el abismo. Es así como se ha construido la historia y, lo que nos convoca

en las siguientes páginas, es precisamente la mirada hacia un tiempo al que ya

no se tiene acceso de otra forma que a través de su lectura; una que pretendemos

sea reiterada para que se cuele entre los intersticios y logre capturar su verdade-

ro sentido.

El lector encontrará una selección de instantes privilegiados, tejidos con formas

que responden a diversos géneros y técnicas. Son entonces juegos, chistes, cuen-

tos, cartas o anécdotas que hilaron sus autores como testimonio de cuanto sin-

tieron o pensaron allí; en el momento en el que tocaron las puertas —muchas

veces clausurada—, de la memoria y salieron a flote huellas impares, reveladas

ante usted gracias a las palabras.

La vida misma es la que se juega en cada una de estas líneas. Todo el círculo vital

de sus autores está expuesto de la manera más honesta y justa para que quien

arribe a sus terrenos evidencie procesos tan íntimos como las epístolas o tan

ocurrentes como los chistes. Adelante, acompáñenos en el reconocimiento de

estos recuerdos-semilla que lo único que intentan es pulverizar el olvido.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Isabel Bolívar Rojas

Promotora del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública El Tintal Manuel Zapata Olivella

Page 9: Cuadernos mayores II

– 12 – – 13 –

Dentro del proceso de escritura en el interior del Club de Personas Ma-

yores, el ejercicio de rescatar la memoria a través de una comunicación episto-

lar, o quizá desde la remembranza de sus experiencias personales, hace de esta

publicación, un momento íntimo de recolección de vida, de momentos, de sabi-

duría popular, que emerge desde un recuerdo y se instala en las palabras, en los

diálogos, en las cartas, de todos aquellos que conforman el Club de la Biblioteca

Pública Virgilio Barco.

La oportunidad de recoger esta diversidad de conocimientos, es lo que hace de

los Cuadernos Mayores II, un recorrido por paisajes innumerables de la memo-

ria, teniendo la posibilidad de habitar en las palabras, de re-crear y re-conocer-

nos desde lo que fuimos y seremos.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Sofía Maldonado Pinzón

Promotora del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Virgilio Barco

Es suficiente tocar el borde de un silencio para leer el pasado, para distan-

ciarse y cavar un hoyo profundo en la palabra. Los escritos que surgieron en el

trasegar por diversos géneros como las epístolas, las biografías, los diarios, du-

rante este último semestre en el Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pú-

blica Parque El Tunal, así lo demuestran.

En cada uno de estos textos, que hilaron poco a poco las personas mayores con

la paciencia del artesano, encontramos la sabiduría de los días unida a la revela-

ción. Una sed de decir, una luz que se resigna a ser olvidada. Desde las historias

de vida que nos muestran lo difícil que resulta a veces vivir en este mundo, pa-

sando por la ficción epistolar en la que se escriben cartas a personajes como Gre-

gor Samsa, Vincent Van Gogh o Pablo Neruda, hasta las correspondencias entre

las diferentes bibliotecas, hablan de que es posible la escritura en las diferentes

comunidades y poblaciones de la ciudad.

Estos trazos son pasos enormes que se unen para construir una metrópoli escri-

ta, para anclar una mirada en la memoria histórica y erigir una palabra colectiva.

La voz de cada uno de los adultos mayores de las bibliotecas deberá perpetuarse,

celebrando el mundo en la multiplicidad de sus formas.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Henry Alexander Gómez

Promotor del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Parque El Tunal

“La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados”

Jean Paul Richter

Page 10: Cuadernos mayores II

– 14 – – 15 –

A veces tememos a la palabra pronunciada porque sabemos que está car-

gada de poder, pero sobre todo de realidad; el Club de Personas Mayores de la

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo, junto con los demás clubes de

BibloRed, ha enfrentado su realidad, sus recuerdos, sus logros y sus temores a

través de la palabra hecha carta, diálogo y experiencia de vida; esa que habitaba

en cada uno de ellos y que ahora podremos compartir con todo aquél que se acer-

que a este maravilloso libro.

Cuadernos Mayores II es el logro de una experiencia que une las más profundas

sensibilidades de estos hombres y mujeres que lo han vivido todo, y que rara vez

tienen la oportunidad de contarlo. Este libro recoge el corazón y la memoria de

estas personas que han creado del Club de Personas Mayores su segundo hogar,

un hogar cuyo decorado ahora reposa en cada una de estas páginas.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Javier Morales Cifuentes

Promotor del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

El Club de Personas Mayores de la  Biblioteca Pública Arborizadora Alta, se

consolidó con la anterior promotora, con quien realizaron una recopilación de la

memoria de cómo fue su infancia y su llegada a Bogotá.  De este ejercicio surgie-

ron algunos de los textos que presentamos a continuación, que dan cuenta de la

importancia de incentivar en los abuelos la remoción de esas experiencias y que

se convierten en parte de la historia de los pueblos y ciudades de nuestro país.  

El trabajo de complementar y de pulir los textos durante las sesiones, cons-

tituyeron una manera de relacionarse con nuevos recuerdos surgidos en la

inmediatez de la conversación y de la confianza que se va generando ante el

grupo y ante la biblioteca. 

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Myriam Luz Buitrago Arcila

Promotora del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Arborizadora Alta

“Desde siempre la experiencia vivida en la palabra me pareció más real que el contacto directo con las cosas. No sentí al lenguaje como representante del mundo que los sentidos me entregaban, no como

camino hacia él, sino como ámbito de una realidad más fuerte y más cercana a mí”.

José Manuel Briceño Guerrero, Amor y terror de las palabras

Page 11: Cuadernos mayores II

– 16 – – 17 –

Los procesos al interior de Club de Personas Mayores de la Bibliote-

ca Pública Las Ferias, se han desarrollado fundamentalmente desde la orali-

dad. Esta forma comunicativa ha posibilitado la participación de todas las in-

tegrantes en los proyectos emprendidos durante cada semestre, así como la

posibilidad de abordar múltiples temáticas, sin importar si dominan o no la es-

critura creativa.

Con el tiempo se han implementado otras estrategias orientadas al ejercicio de

la escritura como soporte de la memoria, con el objetivo de plasmar con palabras

esas valiosas ideas, comentarios y anécdotas hechas cuentos, poemas y coplas

que surgen en medio de un ejercicio en el que se privilegia el trabajo en equipo.

Así, en el compartir cotidiano se va dando cada vez una maravillosa asociación

entre manos que escriben, ideas que fluyen y palabras que florecen.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Yuly Paulina León Murcia

Promotora del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Las Ferias

Desde su creación el Club de Personas Mayores, “Alegría de Vivir”,  ha man-

tenido de forma permanente el trabajo entorno a la memoria, personal y colectiva.

Las propuestas y los contenidos que cada semestre emprendemos, han sido fruto

del deseo general de compartir tradiciones y representaciones del acervo cultural.

Muchas son las motivaciones que encontramos para finalizar cada lectura, cada

escrito, cada tema; nos hemos reconocido en el  origen primario que todos com-

partimos (y, con todos, nos referimos a la comunidad en general). Como explora-

dores de ese mundo en común, nos aventuramos hacia un viaje desde la imagi-

nación acompañados de los libros, las letras, las canciones, los recuerdos que se

vuelven tangibles cuando se les trae nuevamente en múltiples formas. 

Somos conscientes del valor intrínseco que tiene nuestro trabajo semanal, nuestro

deseo de hacer visible “lo invisible”, porque la vida es una constante lucha, estamos

luchando para dejar huella, para dejar un legado. Ese es nuestro trabajo.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Deisy Liliana Urbina Pachón

Promotora del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Biblioteca La Giralda - Fontibón

Page 12: Cuadernos mayores II

– 18 – – 19 –

La Biblioteca Pública Perdomo – Soledad Lamprea, en su programa Club

de Personas Mayores, planteó en el primer semestre del año 2013 reunir anécdo-

tas, vivencias y recuerdos de la  localidad Ciudad Bolívar con el objetivo de revi-

vir la memoria local. Para esta misión, poemas populares y mensajes generaron

escrituras y huellas gráficas que plasmaban la experiencia de cada uno de los

abuelos, mediante el intercambio de hechos que marcaron sus vidas: la historia

del primer barrio de la localidad, la iglesia, la plaza de mercado, el primer cine y

los problemas cotidianos como los servicios públicos.

Con la intención de fortalecer este ejercicio, se ofrecieron varios métodos artísti-

cos para que la memoria y las emociones salieran a flote, poniendo a disposición

experiencias estéticas, sociales y sonoras de la vida de cada uno de los miembros

del Club.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Ringo Cruz

Promotor del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Biblioteca Perdomo – Soledad Lamprea

El Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pública Puente Aranda Nés-

tor Forero Alcalá, se reúne todos los jueves en horas de la mañana. En las diferen-

tes sesiones los asistentes comparten las lecturas propuestas y las complemen-

tan con sus saberes y opiniones. Durante el tiempo que llevan asistiendo al club

estas personas mayores han logrado crear fuertes lazos de amistad. Han com-

partido elementos que les permiten expresar con mayor facilidad, sentimientos,

experiencias y emociones, bien sea de manera oral, escrita o manual.

Precisamente en ese compartir han surgido algunos escritos, que hablan del

mundo y su visión de este. El proceso de escritura del cuento “El mariposario del

Vergel” se dio en medio de las sesiones y en horas extra, en las que la autora bus-

caba ayuda y consejo para finalizar la escritura del cuento. La socialización del

escrito, al terminarlo, fue una manera de mostrar a los otros, menos atrevidos en

el momento de escribir, que también están en capacidad de crear y expresar lo

que piensan a través de la palabra escrita.

Miembros del

Club de Personas Mayores.

Ana Isabel Arévalo Vega

Promotor del Programa de Literatura, Lectura, Escritura y Oralidad.

Biblioteca Pública Puente Aranda Néstor Forero Alcalá

Page 13: Cuadernos mayores II

– 20 – – 21 –

Francia, marzo 6 de 2013

Mi desconocida Bertha Lucía:

Reciba usted mi cordial saludo mudo desde mis aposentos culinarios. Lamento

mucho su reclamo frente a mi creatividad culinaria, no tanto por la crítica que

me hace, sino por su crasa ignorancia del plato gourmet en cuestión.

Para sacarla de su error, le informo que la carne de rana es un alimento nutritivo,

rico en proteínas, calcio, y otros minerales (buena falta le hace a usted). Además,

tiene una característica especial para todas las interesadas en tales asuntos: es

dietética porque no tiene azúcar. ¿Sí se fijó en lo esbeltas que nos conservamos

las tres, bien fuertes y decididas?

Por otro lado, bien sabe que las ancas de rana son un plato exótico y exquisito,

quizás para otros países libres de esas tonterías y conocedores de sus beneficios.

Así que, ¿cuál es el problema con mis creativas preparaciones? Déjese de tantos

remilgos y más bien la espero a comer cuando se eche una asomadita por Fran-

cia.

Sin más por el momento, la dejo porque tengo que ir a cazar mi alimento. Cierto,

muchas gracias por sus cumplidos; pienso que nos es gran mérito la solidaridad.

Para mí es un placer ayudar a otros.

Saludos a todas y todos sus compañeros.

Cordialmente,

Una Trilliza Cocinera – Biblioteca PúblicaVirgilio Barco

– 20 –

Page 14: Cuadernos mayores II

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Bogotá, marzo 5 de 2013

Sorprendente trilliza cocinera:

Aunque usted no me conoce, reciba mi cordial saludo, y disculpe mi atrevimiento

al escribirle esta carta. A través de mis palabras, deseo expresarle que, para mí,

usted será inolvidable. Voy a explicarle mis razones.

La he conocido en circunstancias especiales y con toda mi atención cautivada

por usted y su mundo. Recuerdo claramente su figura desgarbada pero resuelta:

la veo caminando a través de los pantanos con su cesta y sus secretas intencio-

nes. Intuía temerosa su aversivo plan. Tal como lo temí, usted saco su arma secre-

ta y… ¡plaff! Volaron por los aires cuerpos, ojos y muchas, muchas patas de rana.

Un perfecto aperitivo para una gran cena.

Y llegó la comilona: sopa, seco y postre con su único ingrediente, rana a la carta.

Cómo le hubiera agradecido, mi increíble trilliza cocinera, si se hubiera tomado

la molestia de disimular un poco su composición. Quizás presentar una exquisi-

ta (para usted, no para mí) crema verde de rana licuada, trocitos de rana en salsa

criolla como segundo plato y, para cerrar con broche de oro semejante banquete,

una torta color oliva hecha con harina de batracio. ¡Gran favor le hubiera hecho

a todo ese indefenso público, expuesto a observar sus anfibias y crudas prepa-

raciones! Pero todo ocurrió sin ninguna consideración. El recuerdo de la sopa de

ranas saltarinas me perseguirá hasta en los momentos más gratos en el Club de

Personas Mayores. Es tan así, que recientemente tuve una pesadilla: soñé que

participaba en uno de esos realities de televisión, relacionados con situaciones

extremas de sobrevivencia y adivine qué: usted era mi guía.

Sin embargo, a pesar del trauma causado por su plato estrella, no olvido que us-

ted es un gran ser humano. Ojalá aprendiera de su solidaridad, así fuera a punta

de bocados de batracios.

Un abrazo (lejos de su cocina) de su ambivalente admiradora

Bertha Lucía Munévar M. – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Bogotá, marzo 3 de 2013

Admirado Bruno Leal:

Gracias a la magia del cine, conocí tu vida; por esta razón sentí ganas de hacer

dos atrevidas acciones, la primera darte un apellido justo para Ti, y la segunda,

escribirte esta carta.

Reconozco que en tu etapa de cachorro se cimentaron los afectos, la disciplina,

los gustos y la fortaleza familiar. Eso se llama sembrar para luego cosechar.

De tantos momentos interesantes en tu vida, despertó mi curiosidad tu reacción

al paso del tren; intento adivinar tus emociones, y me pregunto, qué ideas, qué

sentimientos despierta en Ti, esa máquina. ¿Quizá el envolvente ruido te pone

nervioso?, ¿tal vez, emites agudos ladridos para hacerte evidente ante la indife-

rencia de los pasajeros?, o, ¿es posible que desees abordar el tren para conocer

qué hay afuera cerca del patio?

Cómo me gustaría recibir tu respuesta a mis interrogantes sobre tu actuación

ante ese monstruo de hierro. Entre tanto, cada noche pienso y visualizo esas res-

puestas; claro, serán siempre con mis limitaciones humanas, muy distintas a tus

genuinas decisiones caninas. Desde mi casa escucho también el paso del tren y

pongo oído desde que inicia hasta que se pierde en la lejanía, entonces me inun-

da el deseo de viajar, de mirar tras los ventanales viajeros, paisajes con fugaces

pinceladas en visiones efímeras pero llenas de deleite.

Bueno, Bruno, comparto contigo la filosofía de que vencer las dificultades, para

ayudar a los que amas, nos brinda satisfacción al espíritu; es una compensación

mirar la alegría de los seres queridos, ¡es el momento de mover la cola!; igual

comparto contigo la fuerza de la fe, creer en uno mismo y en nuestras capacida-

des nos lleva a alcanzar las metas e ilusiones soñadas.

Fue un gusto conocerte.

Hasta pronto,

Amparo Jiménez – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Page 15: Cuadernos mayores II

– 24 – – 25 –

Carta a una mascotaBogotá, febrero 20 de 2013

Hola, amiga chilena de cuatro patucas. Saludos guau, guau.

De nuestras pasadas vacaciones en tu ciudad, en el apartamento que compartes

con nuestra hija Jimena, recopilo lindos recuerdos tuyos.

Cómo olvidar tu pequeño tamaño, tu brillante piel canela, tus saltones ojos ne-

gros, tus orejas que se paran cuando corres o juegas; fue en esos momentos que

vi en tu cara un caricaturesco parecido con Joda, el sabio de la Guerra de las Ga-

laxias.

Recuerdo que nos despertabas con el rítmico sonido de tus uñas en el piso, y de

los cascabeles de tu collar, demandando nuestra atención. Eres tú doblemente

animal, eres una perrita y te llamas “Pioja” [...] debes saber que en el contexto

familiar, “pioja” significa pequeñita, que se lleva en la piel, que es una ternura…

¡cosas de la familia!

Me encanta tu amigabilidad con toda persona que llega a casa: paticas saluda-

doras, lengüetazos, y compartes pronto tus juguetes para invitar al juego, ¡estoy

segura de que igual actuarias con un ladrón! A propósito, me gustaron tus singu-

lares y ecológicos juguetes [...] una desechada botella de plástico, una vieja pelota

de tenis, y las irremplazables medias rotas que bota Jimena, qué jueguito tan pe-

rruno, halar uno la media, y tú, igual con la boca, moviendo tu cabeza y gruñendo

como una pequeña leona.

Es muy atrevido para la ciencia lo que pienso. El ADN no solo se hereda, se pasa

por ósmosis de convivencia; tú, Piojita, tienes características de la familia:

comes rapidín, de un solo sentón; eres amiguera hasta con desconocidos y me

recuerdas a Jimena que, siendo una niña, por jugar se aguantaba ir al baño; eso

miré que haces tú, menudo animal.

Gracias por acompañar a mi hija, eres importante para ella, por eso te cuida tan-

to; comida especial, paseos diarios, buen veterinario, camita suave, pijama y bo-

tellita de agua caliente en el invierno. Te felicito, eres aseada y disciplinada.

Quiero que sigas siendo el “sismógrafo” de casa, sé que presientes los sismos y

alertas ladrando paradita en la puerta, esperando a Jimena para salir, tú sí eres

del comité de prevención.

Bueno amiga canina, deseo que disfrutes del verano, de unos baños refrescantes

o de tus estiradas en el frío piso del balcón; no olvides tomar mucha agua con tu

sonoro ruido.

Bien, Piojita, espero verte pronto, y como dicen las chicas “no cambies nunca, TQM”

Amparo – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Page 16: Cuadernos mayores II

– 26 – – 27 –

Bogotá, marzo 14 de 2013

Querida compañera

Biblioteca Pública Virgilio Barco

E.S.M.

Cordial saludo,

Con mucho cariño, desde mi condición de mujer integrante del Club de Personas

Mayores, quiero compartirle algunas de mis experiencias, que a lo largo de mis

años he tenido.

En mi infancia, como hija menor de siete hermanos, tres hombres y cuatro mu-

jeres, pude percibir en mis padres la actitud machista, ya que siempre se notó

preferencia por mis hermanos varones. Para ellos, fueron las mejores oportu-

nidades de estudio. A pesar de esto, tanto mis hermanas como yo, con mucho

esfuerzo pudimos terminar la secundaria.

En mi vida laboral, también pude percibir la discriminación. Es así como, tenien-

do la suficiente capacidad para tal o cual cargo, se dio prevalencia a alguno de

mis compañeros. Sin embargo, no me puedo quedar en lo negativo. Me siento

feliz; siendo mujer pude sacar a mis hijas adelante, y hoy en día son profesionales

muy exitosas.

Me siento complacida al ver cómo en la actualidad se abren muchas puertas en

todos los campos para la mujer. El 8 de mayo fue para mí un día muy especial.

Compartir con mis hijas y sus esposos, quienes me consintieron con bonitos de-

talles. A las niñas les aconsejo ocupar el sitio que les corresponde como mujer

con dignidad.

Quedo a la espera de sus comentarios sobre esta fecha tan importante.

María Cecilia Pérez Peña – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Presos en el extranjero1

El don más preciado de todo ser humano, es la libertad, cuando se pierde, se va-

loran todos esos pequeños detalles que, cuando se tuvieron, pasaron desaper-

cibidos, se añora el amanecer, el jugar con la lluvia, hacer figuras en los vidrios

mientras caen gotas en las ventanas, el anochecer, montar una flota e ir divisan-

do todos los paisajes de mi tierra natal, comer mi plato preferido, celebrar con los

míos las fiestas que marcan el calendario; pero hoy, encerrada en estos barrotes,

solo me pregunto ¡hasta cuándo, Dios mío! ¡Hasta cuándo, Dios mío!

Cuántas promesas se hacen de no volverle a fallar a la sociedad, cuántos llantos

he derramado pidiendo explicación por lo que hice. ¿Por qué no tuve la fortaleza

de decir que no? Qué soledad la que se siente deseando que en los días de visita

venga el amigo, el hermano, el familiar; pero no, a mí nadie me visitará porque

estoy detenida en un país extranjero, purgando una pena de seis años de prisión.

Mis hijos y mi madre se quedaron esperándome, les prometí que pronto regresa-

ría y les iba a dar un paseo inolvidable.

Las cosas no salieron como yo había pensado, qué equivocada estaba. Hoy más

que nunca entiendo que lo fácil no conduce a nada bueno; quise hacerme mi-

llonaria en un cerrar de ojos y no lo logré. Peor aún, estoy inmensamente sola,

contando cada día cuándo terminaré con esta condena que a toda luz es justa,

porque el delito que cometí es grave, ya que transportar droga hace mal a la ju-

ventud. Me pregunto, soy madre de tres hijos, qué tal que ellos se metan en este

mundo de la droga, ¿cómo podré reprenderlos, cuando su madre es una trans-

portadora de ese polvo maldito?

Claro que mi pena es justa, y por eso invito a mis hijos, a los pocos amigos que me

quedan que hay que saber seleccionar las amistades, que no se dejen llevar por

1. El intercambio de correspondencia del Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pública Virgilio Barco también ser realizó con un grupo de mujeres de la Reclusión Nacional de mujeres “El Buen Pastor” que participa de un programa de lectura y escritura de la franja de extensión de esta biblioteca. Esta es una de las cartas que recibieron los asistentes del Club.

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ese camino fácil. Hoy, recluida en el Buen Pastor, con las reflexiones que me he

hecho, pienso que si quiero lograr algo con esto lo conseguiré con disciplina, con

trabajo, esfuerzo y privaciones, para que al final de la vida tenga una vejez digna.

Nunca es tarde para empezar y esa es mi meta para no volver a caer en malos pasos;

solo me faltan para completar mi pena cinco largos años que perdí, no, mejor, no los

he perdido, he reflexionado, y cuando salga volveré a nacer, valoraré todo lo que gira

alrededor; hoy siento el eco de los consejos de mi madre […] ¡qué equivocada estaba

al no oírlos! Hoy me arrepiento de no haberlos acatado…

Cuando regrese a la libertad, mis hijos tendrán 7, 6, y 5 años. Hijitos, yo sé que su

abuelita los está cuidando, por favor, óiganla, háganle caso a la nona, estén segu-

ros de que las enseñanzas de ella son importantes; si yo las hubiera atendido, hoy

no estaría en esta prisión.

Que Dios los bendiga…

Me llaman Cleopatra – Reclusión Nacional de Mujeres “El Buen Pastor”

Bogotá, septiembre 5 de 2012

Niña

Olma Márquez García

La ciudad

Querida Ilmita:

No recuerdo en qué curso estás, pero sí que tienes en tus manos el primer libro

de geografía. Es como un folletico empastado de color marfil y una de las prime-

ras lecciones trata de definir ciertas formas de relieve de nuestro planeta, y lo

hacen por medio de preguntas sencillas.

Las pequeñas letras son de color rojo y encabeza la página un dibujo sobre el que

se instalan las palabras “mar”, “isla”, “cabo” y “península”.

Pregunta en rojo: ¿Qué es el mar?

La respuesta en negrilla y el párrafo separado: Una extensión inmensa de agua.

Pero el dibujo que muestra el mar es pequeño y esquemático, y tú no has ido al

mar. Ese dibujo no dice nada. Es un pequeño rectángulo de cinco por doce centí-

metros y, además, están el cabo y otras palabras. Las aprendes de memoria pero

te fascinan, porque te remiten al cine que vas a ver con tu mamá.

El barco que parte del puerto y se hace a la mar, en donde suceden un sinnúmero

de aventuras. El ruido de las olas cuando chocan con la playa. El viento impetuo-

so que estremece la nave y un cielo nublado y borrascoso.

La isla: es otro lugar de aventuras, porque en ella se eleva una gran montaña que

es un volcán que amenaza con destruir al pueblo que yace a sus pies. Esta vez,

lo que se estremece es la tierra, y el cielo se oscurece con las grandes nubes de

humo que emite el volcán.

El cabo: ya no es una parte de tierra elevada que se interna en el mar, sino un

lugar donde se erige un faro, edificación cilíndrica y alta como una torre, en cuya

cima están unos reflectores que recorren un espacio del mar, y cuya misión es

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guiar las embarcaciones hacia el puerto.

Toda la geografía que estudias está complementada por retazos de películas; via-

jas sin que tu libro de texto sea un cuento. Y siempre quieres que tu mamá te

lleve al cine.

Ilma – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Bogotá, octubre 24 de 2012

Hola,

Quiero presentarme: soy una de esas personas que quisiera saludarte y, a la vez,

pedirte que nos transportemos a un sitio donde el ambiente sea cálido, tanto

como imaginarnos la arena del desierto, solas, poder pensar en que hay un gran

velo y que, aunque me escuches, no sea necesario vernos, pero sí poder decirte que

creo en la grandeza de Dios, que en el más mínimo segundo de la vida, por pesada

que sea, es bueno respirar profundo; que en medio de tanta turbulencia se puede

buscar un rincón de soledad y así tener la osadía de buscar en el yo un color en don-

de esté el amarillo del sol, el azul del mar, el verde de las matas que hacen del follaje

a un gran ramillete de flores de colores vivos; y que seamos capaces de decirnos que

valió la pena leer este saludo de quien espera que la vida te sonría cada día.

Atentamente,

Janneth Sánchez B. – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Vereda El Placer, septiembre 15 de 2012

Querido hijo Venancio:

Un cariñoso saludo deseando te encuentres bien de salud y en tu trabajo todo

esté bonito; rezo por ti cada día a la Virgencita de Las Lajas.

Cada vez que escribo tu nombre recuerdo cuando te bautizamos. El sacristán

preguntó “¿cómo se va a llamar?”, “Venancio” contesté, replicó “¿con qué se es-

cribe?”, “con un lapicero” respondí, ¿te imaginas qué pregunta? Muchos emplea-

dos son muy tontos, como la secretaria del Sisben que a la comadre Matilde le

negó la consulta médica porque afirmó que, según la cédula, ¡ya estaba muerta!

Qué noticia le dieron a la pobre comadre, casi la matan del susto.

Hijo, te cuento que el tío Manuel se cayó con el caballo, tocó matarlo…tú sabes

que un animal fracturado ya no tiene cura.

Conchita, la hija de la vecina Inocencia parió un varoncito, pero todo fue mi-

lagroso, el bebecito nació a los seis meses de casada y la gran noticia la dio el

médico porque confirmó que la criatura nació de tiempo completo, ¡bendito sea

el Santísimo!, después se niega que hay milagros.

Dicen los chismosos que el 21 de diciembre se acaba el mundo, según lo afirma-

ron los Mayas. Yo no conozco esa familia, pero si acaso sucede te vienes pronti-

to de la capital y aprovechamos para celebrar juntos la Navidad.

Bueno, hijito, te cuento que Inesita, mi compañera de la escuela, quedó viuda;

se le murió el marido y para más tragedia sus hijos quedaron huérfanos, las

penas no vienen solas, dice el señor párroco.

Desde la próxima semana nos cambiamos de casa, el abuelo quiere un patio

para jugar canicas con sus amigos; me envías las cartas al nuevo domicilio, no

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sé bien la dirección pero es la casa amarilla con pilares que queda junto a la

casa de la profesora de primaria.

Hijo Venancio, Dios te proteja; escribí esta carta despacio, para que tú la leas con calma.

Te quiere mucho,

Tu mamá: Zoila Alegría – Biblioteca Pública Virgilio Barco

P.D: Me pasó lo de tu tío Avaricio, iba a enviarte $50.000 pero ya había cerrado el sobre.

Cartas al padreEl paraíso, diciembre 31 de 1967

Señor

Pedro Soler Suárez

Apreciado padre:

Como estoy tan lejos de usted y extraño tanto verlo y decirle en persona lo mu-

cho que lo quiero, he tomado la decisión de escribirle esta carta para expresarle

estos sentimientos de cariño y aprecio que le tengo; no solo por la ayuda que

siempre me brindó para que pudiera continuar con mis estudios, sino por el

amor que siempre me dio, me da y me seguirá dando.

Saludos y abrazos para mi madre y mis hermanos.

Con todo cariño, tu hijo,

José María Soler – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Bogotá, febrero 13 de 2013

Señor

Horacio Avellaneda B.

E.S.M

Querido papá:

Soy Isabela, tu hija mayor, a la cual, desde muy temprana edad, la responsabili-

zaste del cuidado y soporte de mis tres hermanitas: Myriam, Cristina y Claudia

(la menor).

Quizá esa ordenanza tuya me obligó a formarme como líder, cualidad que me ha

servido, por demás, en el éxito de mi vida.

Yo sé, con toda seguridad, que esta nota nunca va a llegar a tus manos, pues hace

ya quince años que partiste a la presencia del señor.

Hoy, a mis 66 años, esposa, madre y abuela, te doy gracias por el esfuerzo tan

grande que hiciste para construir una familia, siendo un joven de 21 años y ma-

mita de 17 (unos niños), pero compartiendo el amor, el respeto y el deseo de lu-

char por nosotras (mamá y nosotras cuatro).

Recuerdo con gran alegría muchos momentos en los que tú eras el artífice de esa

felicidad; los ratos de tocata de guitarra, oír a Kaliman y cuando nos hiciste un

carrito de ruedas en el que nos movíamos por el parque de Chapinero.

Con cariño,

Chabelita, (como me decías).

Isabela De Casas – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

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Bogotá, febrero 13 de 2013

Señor

José Vicente Castellanos

Ciudad

Estimado papá:

Te escribo esta carta para decirte que te perdono porque no fuiste un buen pa-

dre; fuiste cruel con mi madre y nos abandonaste en plena infancia, cuando más

necesita un hijo de su padre. No tuvimos esa presencia masculina en el hogar

que nos diera seguridad y respaldo en la vida.

Pero nos dejaste algo bueno: la rectitud y veracidad de tu vida comercial.

A pesar de todo, te recuerdo sin rencor.

Betty De López – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Señor:

Jaime Sánchez

Mi querido y estimado papá.

Hoy tengo el tiempo para escribirte. Ésta es la segunda vez que te escribo, de

pronto, en la anterior oportunidad, estaba llena de rencor y otros conceptos acer-

ca de ti. Quiero que sepas que hoy tengo la necesidad de decirte que ya pasó, que

sin duda fue lo mejor escribirte, porque quiero decirte que ya te perdoné, que te

entiendo. Yo dije que lo tuyo era cobardía por dejar a mi mami, sola, enfrentando

mi parálisis, y ese hogar que tenían.

Pero ya sé que no tenía por qué juzgarlo, tus razones tendrías, y no quiero volver

a juzgar esa situación, eso que me separa de ti. En cambio, sí quiero contarte que

tengo tres hijos que escuchan atentos los pocos recuerdos que tengo contigo: tu

astucia en los juegos, el deseo de que leyera mucho para aprender a transpor-

tarme a otro espacio y vivir aventuras, tu concepto de libertad, y tantas otras

cosas, ver tu vejez, andar contigo y decirte que he superado muchas pruebas,

que cada día, pienso más en ti, que creo que es lo que me tiene en este mundo,

luchando; no sé qué falta, pero sí sé que me gustaría abrazarte y darnos el tiempo

que nos faltó.

Pero te siento cada vez que me encuentro sola, creo que ahora me cuidas más

que cuando era niña… y me encanta.

Sin firma – Biblioteca Pública Virgilio Barco

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Correspondencia entre Clubes Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Bogotá, marzo 14 de 2013

Señores

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Estimados amigos y amigas:

Me siento muy orgulloso de que tanto ustedes como nosotros seamos personas de

la tercera edad y que la Alcaldía Mayor de Bogotá tenga este programa tan bonito,

diseñado para nosotros, que nos incluye como parte activa de la sociedad y, mejor

aún, que quieran que nos conozcamos y así poder compartir nuestras propias ex-

periencias de vida, además de algunas actividades a realizar con ustedes. Como yo

pertenezco a la Biblioteca Pública Parque El Tunal, estoy muy interesado en co-

nocer qué actividades realizan, ustedes, allá; si también se reúnen como noso-

tros. Espero ansioso la pronta reunión y no solamente con ustedes sino también

con los compañeros de las otras bibliotecas.

Atentamente,

Un amigo más.

Héctor Gustavo Prieto León – Biblioteca Pública Parque El Tunal

[Respuesta]

Bogotá, abril 17 de 2013

Señor

Héctor Gustavo Prieto León

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Parque El Tunal

Amigo Héctor:

Reciba un abrazo cordial. Me alegra leer las letras que expresan cómo es su Club,

al igual que saber que comparte con otros contemporáneos.

Nosotros también compartimos experiencias y nos anima mucho esta reunión

que se realiza cada miércoles. Además, nos llena de optimismo el que podamos

comunicarnos por este medio que está tan olvidado y que hace años era el me-

dio de comunicación más común. He leído para todo el grupo su misiva y todos

aplaudimos ya que contamos con un amigo más. Aquí también cuenta con mu-

chos amigos y esperamos reunirnos con los promotores y los integrantes de las

demás bibliotecas.

Saludos y abrazos a todos los amigos del Club.

Cordialmente,

Luz Mery Gaitán – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

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Bogotá, marzo 31 de 2013

Señores

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Cordial saludo,

Quiero contarles que hace ocho años asisto al Club de Personas Mayores. Agra-

dezco a la Biblioteca Pública El Tunal por los que espacios que brinda. Por allí

han pasado muchos promotores, ahora estamos con Henry y le damos gracias

por el tiempo que nos brinda y las lecturas que nos da, los cuentas y las películas

que nos presentan, además de los tejidos, pinturas, cuadros en plastilina, etc.

Cada día aprovechamos estos espacios tan vitales, llenos de energía, motivados,

para encontrar una razón más para disfrutar la vida. Además, cada día abrimos

la mente y el espíritu y corazón para aceptar todos los retos que nos da la vida.

Les damos las gracias a todos. Somos parte de la comunidad del adulto mayor y

nos sentimos orgullosamente gratos y admirados por todos ustedes y les agrade-

cemos que se acuerden de todos nosotros.

Atentamente,

Rosa Elena Beltrán – Biblioteca Pública Parque El Tunal

[Respuesta]

Bogotá, abril 17 de 2013

Señora Rosa Elena Beltrán

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Parque El Tunal

Querida Rosa Elena:

Ha sido un placer recibir tu carta en donde nos cuentas acerca de la satisfacción

que experimentas como miembro de tu biblioteca. Gracias por compartir tus ex-

periencias con nosotros.

Para nosotros también es una alegría muy grande pertenecer a este grupo de la

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo. En lo personal te cuento que hace

año y medio soy un miembro de este grupo. Tenemos la suerte de contar con un

excelente promotor; su nombre es Javier Morales. Es joven y dinámico, posee

una cultura muy sólida; es lingüista y literato de profesión, y ha sido muy exito-

so al comunicarnos y hacernos comprender muchos aspectos del lenguaje y la

literatura. Hacemos todo tipo de ejercicios, leemos libros, buscamos las raíces y

la historia de las palabras, en fin, es emocionantísimo.

Al igual que ustedes, también hemos hecho muchas actividades enriquecedoras

y… tristemente, se me acabó el papel.

Recibe un cariñoso abrazo,

Carmen Tovar – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

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Bogotá, marzo 20 de 2013

Señores

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Estimados amigos:

Estoy muy contenta de poder participar de los cursos de alfabetización informá-

tica y en todos los programas que nos ha brindado la Biblioteca Pública El Tunal.

Espero seguir contando con todas las actividades y que nos sigan teniendo en

cuenta a las personas de la tercera edad.

Atentamente,

María Inés Bolívar De Ángel – Biblioteca Pública Parque El Tunal

[Respuesta]

Bogotá, abril 17 de 2013

Señora

María Inés

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Parque El Tunal

Respetada compañera:

Me encanta que le agraden las actividades que están realizando bajo la dirección

de Henry Alexander Gómez, que, al parecer, se preocupa por su bienestar.

Aquí, en la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo, también estamos muy

contentos porque compartimos con todos y aprendemos de nuestro promotor,

Javier Morales, quien es una persona joven que sabe bastante, también recibi-

mos los conocimientos y experiencia que nos transmiten los compañeros del

Club de Personas Mayores.

Cuídese mucho.

Un saludo muy especial y un abrazo fraterno,

Ana Consuelo Rojas – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Bogotá, marzo 19 de 2013

Estimados amigos

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Reciban, por mi conducto, un afectuoso y respetuoso saludo, con los mejores de-

seos de ventura y felicidad, que los integrantes del Club de Personas Mayores,

Rincón de los abuelos, de la Biblioteca Pública Parque El Tunal, hacemos llegar

a ustedes.

Leyendo la agradable misiva de María Cristina Martínez nos hemos enterado de

las experiencias que ustedes tienen y que emprenden por el conocimiento pro-

pio y el de sus compañeros, las cuales siempre serán enriquecedoras.

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Nuestro grupo, que ya cuenta con cerca de once años de existencia, ha tenido

en su haber casi ciento treinta, entre asistentes y miembros permanentes, los

cuales contamos, hoy en día, con multitud de saberes que hemos acumulado du-

rante todos estos años.

Exponer estas experiencias sería un tema interesante, el cual queda en manos de

nuestros promotores.

Cordialmente,

Edgar Loaiza Alzate – Biblioteca Pública Parque El Tunal

[Respuesta]

Bogotá, febrero 17 de 2013

Señor

Edgar Loaiza

Club de Personas Mayores

Biblioteca Pública Parque El Tunal

Cordial saludo,

Es muy grato saber que existimos aún muchas personas amantes de la literatura

y del buen cine; pero, es más grato aún poder compartir con grupos tan cálidos y

con los cuales podemos aprovechar, en esta época de nuestras vidas, de las dife-

rentes actividades que nos ofrecen las bibliotecas.

Entre otras cosas, la semana pasada vimos la película francesa “Oscar y la dama

rosa”, la cual nos deja muy buenas enseñanzas de la actitud que debemos tener

frente a la vida y a la muerte.

Espero tener noticias de ustedes muy pronto.

Atentamente,

Edith Portillo – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Carta a una joven poetaBogotá, mayo 8 de 2013

Querida hija:

Hasta hoy te respondo con placer al poema Madre en mis cosas del escritor

Eduardo Cote Lamus, que me dedicaste el 5 de Abril de 2008, y que tanto me im-

pactó.

Inmensa alegría sentí cuando percibí la fuerza de tu ser dentro del mío. Mientras

contaba uno a uno tus primeros pasos y jugaba con tus rizos entre mis dedos, ya

adivinaba la sensibilidad de tu ser. La misma que hoy desborda la pluma entre

tus manos.

Sí, una noche de música escribí tu cuerpo con toda mi ternura, y la mirada que no

entendiste era tan solo la comprensión del espíritu indómito que sobre ti se cernía.

No alimenté tu tristeza, a pesar de que ya bullía dentro de ti como la padecen los

seres más sensibles que campean entre las bambalinas del arte.

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Han pasado los años y el camino no ha sido fácil. Pero, a pesar de todo, la Divina

Voluntad te ha permitido amasar tus sueños, y lograrás acabar de plasmar en

ti los gajes del más noble oficio. El proceso es largo hija, pero recuerda que cada

tropiezo superado fortalece tu voluntad. Sólo tú sabrás cuando estés lista. Yo

deseo estar siempre ahí para apoyarte y para que entre tinto y tinto leamos tus

párrafos, que tanto me deleitan.

¿Te acuerdas del dedal que describe el poema? Me sirvió para ayudar a bordar,

con pequeñísimas puntadas en tu mentecita infantil, los conejos de ocho patas,

las papibotas (mariposas), las flores del jardín de tu abuelita, y ahora, en tu men-

te juvenil, una fogata, una guitarra, una canción, un amanecer o las briznas del

rocío mañanero sobre el follaje.

Finalmente, espero que el día en que, como alguna vez me manifestaste, “hagas

temblar el mundo con tu obra”, sea la Divina Providencia quien guíe tu mano y

seas tú quien noble y gallardamente aceptes su voluntad.

Un gran abrazo y un sentido beso.

Te amo,

María Lucy Perico – Julio Mario Santo Domingo

Correspondencia entre los Clubes Biblioteca Pública El Tintal y Biblioteca Pública Virgilio Barco - 2012

Bogotá, noviembre 1 de 2012

Querida y estimada amiguita: Soy una persona de la tercera edad. Tengo 67 años,

pertenezco al Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pública El Tintal Ma-

nuel Zapata Olivella. Aquí estoy muy amañada. Todos los jueves nos reunimos

de 2 a 4 p.m. Nos ofrecen tintico o agua aromática, Carito nos trata con mucho

cariño y respeto. Estamos terminando el año lectivo del 2012.

Blanca Molina Segura – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

[Respuesta]

Bogotá, noviembre 21 de 2012

Para Blanquita Molina Segura:

Tu linda carta del 1 de noviembre por una gran suerte llegó a mis manos; así como tú

me cuentas de tu vida, yo te voy a abrir mi corazón contándote algo de mi vida.

Nací en Bogotá, tuve una infancia feliz, con unos padres maravillosos y siete herma-

nos a los que quiero mucho. Actualmente soy pensionada y asisto desde hace nueve

Page 26: Cuadernos mayores II

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años al Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pública Virgilio Barco (antes se

llamaba “El Rincón de los Abuelos”). Este espacio de los miércoles en la mañana es

para mí muy importante, al igual que allá estamos muy integrados y también toma-

mos tintico, con alguna galleta que compañeras generosas traen.

Me sentiría muy agradada de que algún día pudiéramos conocernos

personalmente.

Recibe un gran abrazo, con mis deseos de salud y bienestar.

Carmen Rosa Tarquino Puerto – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Bogotá, noviembre 7 de 2012

Doy un saludo a mi mejor amiga que me quiere mucho, porque con sus enseñanzas

he aprendido mucho. Los sueños que he tenido son muy buenos. En el campo traba-

jábamos en agricultura, que era el sostenimiento para la familia y nosotros.

Mercedes Almanza – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapara Olivella

[Respuesta]

Bogotá, noviembre 21 de 2012

Señora

Mercedes Almanza

La Ciudad

Querida y respetada amiga:

Los sueños nunca se deben dejar de tener, en la vida lo más importante es tratar

de lograr realizar esos sueños.

Es muy hermoso que tanto tú como toda tu familia trabajaran en el campo, para

así tener su sostenimiento económico; las personas como ustedes son las que

necesita el país, trabajadoras, emprendedoras y que amen su tierra, el campo, la

agricultura; eso es lo que engrandece al ser humano y de paso al país.

Te envío un saludo acompañado de un abrazo.

Atentamente,

Ana Paulina Robayo R. – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Bogotá, noviembre 21 de 2012

Estimada Blanca Cecilia

E. T. M.

Me tocó en suerte recibir tu carta de noviembre 1 del presente.

Nunca es tarde en la vida para realizar los sueños y deseos que nos proponga-

mos. Piensa que eso nos hace la vida más llevadera.

De mí te cuento que a pesar de tener 72 años, estar realizado ante la sociedad (soy

profesional) y tener familia (hijos), deseo cada día hacer más cosas (leer, hacer

deporte). Esto me llena el día a día y hace que me esfuerce en el transcurso de los

días.

Estoy seguro de que tú tienes anhelos y deseos por cumplir, cuéntamelos.

Espero con ansia tu carta.

Amigo,

Álvaro Pérez Díaz – Biblioteca Pública Virgilio Barco

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[Respuesta]

Bogotá, diciembre 10 de 2012

Álvaro Pérez, mi querido amigo:

Le doy contestación a su carta y deseo que cuando llegue a sus manos se encuen-

tre bien de salud.

Le cuento que asisto a la Biblioteca Pública El Tintal. Soy campesina, hace 16

años llegué a la ciudad, encontré la biblioteca y seguí yendo. Me gustó volver

porque somos personas mayores de edad y disfruto compartir ideas con ellas.

Soy viuda hace 25 años, tuve una sola hija, la cual también es viuda; vivimos jun-

tas con una nieta que tiene 22 años. Somos felices.

Espero algún día venga a esta biblioteca para conocerlo en persona.

No siendo más me despido de Ud.

Su amiga,

Blanca Cecilia Ladino – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

Cartas del Club de Personas Mayores de El Tintal

Bogotá, noviembre 15 de 2012

Queridas compañeras, Biblioteca Pública Virgilio Barco:

Hoy quiero aprovechar estas cortas líneas para contarles y hacerles partícipes

un poco de lo que ha sido mi vida durante estos 72 años; no es tan larga pero en

verdad es el transcurrir de mi vida.

Y ahí voy: desde muy pequeño, más o menos a la edad de 6 años, empecé a traba-

jar en la finca de mis padres, junto con todos mis hermanos ayudábamos a orde-

ñar, a sembrar, todo lo que se imaginan que da una finca, a ir arreglando todos

los procesos de la finca.

Y así seguí hasta los 16 o 17 años, de ahí en adelante me fui a prestar el servicio

militar al cuartel en Tolemaida, allí duré aproximadamente dos años. Mi vida

allí fue fuerte, de mucho trabajo, pero también fue de muchos premios y reco-

nocimientos por mi buen comportamiento y atención a todas las órdenes de mis

superiores.

Luego de allí ya me fui a hacer mi propia vida a Bogotá, siempre quise ir ahí, a esa

ciudad a ver qué me encontraba. Pues bien recién llegué aquí me puse a trabajar

fuertemente en obras y construcciones que me salían, para sobrevivir en esta

ciudad y también para poder ir ahorrando para mi futuro.

En medio de todos esos sucesos conocí a una mujer ya hace 46 años, con la que

actualmente tengo tres hijos, dos hombres y una mujer, todos profesionales, gra-

cias inicialmente al esfuerzo de mi esposa y mío, y con el cual también tenemos

nuestra casa, y hoy en día una vejez tranquila, gozándomela y bailando mucho

que es lo que me gusta y junto a ustedes mis compañeras.

José Gómez – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

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Bogotá, marzo 7 de 2013

Señoras y señores

Club de Personas Mayores

Biblioteca Julio Mario Santo Domingo

Los saludamos cariñosamente y queremos compartir con ustedes el trabajo so-

bre el humor que estamos realizando en la Biblioteca Pública El Tintal.

Hoy estamos trabajando sobre “Mafalda”, una tira cómica del escritor argentino

Quino, y vamos a narrarles una de ellas referente a la familia.

La mamá de Mafalda va con la niña a un almacén a comprarle un delantal y se lo

escoge grande, Mafalda protesta, por qué tan grande, y la mamá le contesta que

cogiéndole dobladillo y acortándole las mangas le servirá también para el año

entrante y Mafalda le responde que se niega a que le anden cosiendo y desco-

siendo el porvenir.

Nosotras continuamos el diálogo entre madre e hija:

—Mafalda, yo solo pienso en el presupuesto familiar.

—Y yo solo pienso que me voy a ver como si me hubiera puesto un delantal pres-

tado.

—Pero tenemos que ahorrar para comprar los libros.

—Entonces ahorra el dinero con el que me haces tantas sopas y con eso me com-

pras un delantal digno.

Esperamos que ustedes también nos compartan sus experiencias con el humor.

Atte.,

Gladys Arciniégas, María Chávez y Araminta Velásquez – Biblioteca Pública

El Tintal – Manuel Zapata Olivella

Bogotá, marzo 14 de 2013

Señores

Compañeros Biblioteca Pública Parque El Tunal

Ciudad

Queridos compañeros:

En estos días estamos celebrando el Día Internacional de la Mujer, que como sabe-

mos se instituyó desde el nefasto día en que murieron centenares de mujeres em-

pleadas de una fábrica en Estados Unidos, debido a la inconsciencia de un patrón

que las encerró en su sitio de trabajo y un incendio generó esta catástrofe.

Pienso que no es necesario celebrar un día como éste acordándonos de estos he-

chos sino que más bien debería darse relevancia al papel que desempeñamos las

mujeres en el mundo actual. Cuando Dios nos creó lo hizo pensando que sería-

mos las compañeras especiales de los hombres y su punto de apoyo, es por eso

que hoy en día podemos decir que lo logramos, ya que no hay duda de que noso-

tras somos eso: apoyo, compañerismo, respaldo y bendición.

Quiero compartir con ustedes estas líneas dirigiéndome al Todopoderoso y ele-

vando una plegaria para que nos siga iluminando en nuestro caminar y poder

cumplir con la misión que él nos encomendó.

Espero que Dios las bendiga y esa bendición sea extensiva a sus familias, a sus espo-

sos, padres, hijos, hermanos, compañeros de trabajo, en fin; que seamos fuente de luz

en la vida de nuestros seres queridos y de todos los que nos rodean.

FELIZ DÍA DE LA MUJER.

Con cariño,

Gloria Fernández V. – El Tintal

Page 29: Cuadernos mayores II

– 52 – – 53 –

Yo aprendí el oficio de la carpintería desde muy pequeño, a pesar de que me ocu-

pé en otros oficios como mensajero, celador, entre otros. A mí me gustó y supe

desempeñarme muy bien en la carpintería.

Desde pequeño aprendí a escoger el tipo de madera para hacer una cama, el tipo

de madera para hacer una mesa, aprendí a conocer la madera, a cortarla, a cepi-

llarla, a acerarla, aprendí a utilizar una sierra, etc.

Aprendí a hacer una cama, una puerta, cajones para ropa, toda clase de juegos

de alcoba. También trabajé con grandes empresas como Maderas Éxito, Cedro

Rojo y Aserríos San José, allí trabajé haciendo estivas para Postobón y Bavaria y

formaletas para construcción.

Gracias a Dios aprendí este gran oficio, porque se me fue la plata, la ropa que

compré, los amigos que encontré pero nunca se me irá lo que aprendí.

Luis Eduardo Suárez – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

[Sin remitente]

Les contamos que según la historia de Quino vemos que el hombre contami-

na los mares con sus pozos de petróleo. También vemos cómo perjudica la tala

de árboles a nuestro ecosistema. Al derramarse el petróleo en el mar los peces

mueren. Con la tala de árboles se acaba el oxígeno que es vida. A consecuencia

de tanta contaminación, nuestro planeta cada día está más caliente porque se

acaba la capa de ozono. El hombre no ha querido entender que está destruyendo

su propia casa, la que Dios le ha dado para que viva y sea feliz.

Esto lo pensamos a propósito del libro Qué mala es la gente, que en la página 93

tiene la imagen de un ángel que dice “Perdón… Señor… Acaba de llegar un fax” y

lleva en su mano una hoja en la que está la cara del diablo.

Martha Molano Falla, Omaira Franco y Blanca Cecilia Mora – Biblioteca

Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

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Respuesta a “Carta a una señorita en París”, cuento de Julio Cortázar.

París, el de hoy el de siempre [sin fecha]

Respetado señor Julio:

Aquí, en un cálido amanecer, está naciendo el verano, tal como es inmortal nacer

y morir es indiferente; es solo pausa en el tiempo.

Miro por el cristal de mi ventana las cúpulas brillantes del Sacre Coeur y las nu-

bes algodonosas que se mueven lentamente hacia el poniente; parecen... sí, ¡son

conejos! Esconden sus cabezas, otros sus patas o sus colas… pero, sí, son conejos.

Es por eso que al recibir su carta enviada desde mi departamento de Suipacha,

sentí un hilo de pelusa que teje historias a través del caprichoso océano.

Sí, mi señor, en las paredes de mi casa hay vivencias pegadas en lo indeleble de

los recuerdos, tantas vidas le robaron el oxígeno y le devolvieron aires de silen-

cio. Yo personalmente le cuento la mía: en algunos despertares al escuchar los

trinos y gorgoteos de las aves en el parque, por mis venas caminan las sinfonías

y emergen con movimientos cautivadores, que no se ven pero se sienten, por la

piel las plumas multicolores que aletean sobre mis brazos y, en tiempos no cro-

nometrados, las tiernas aves ya están comiendo las migas de mis galletas junto

al libro de Neruda; vienen varias al ritual, no sé cómo, no sé cuándo pero allí

están, poniendo en orden mis tacitas de té, las pinzas del azúcar, encendiendo la

lámpara para organizar mis libros de español, luego los de inglés y los de francés.

Es por ello que Ud. Encontró, temeroso tal vez, lo impecable del lugar que huele

a vida, huele a lavanda.

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Siempre pensé que tantos seres inquietos con su generación espontánea serían

antagónicos unos con otros, con Ud., ¡conmigo! Señor Julio, no se sienta atribula-

do, cada día hay luz y sombra, cada día se construye y se destruye es la dinámica

para crecer, y la dinámica para vivir.

Alguien entrará en mi departamento y sabrá que hay mucho por hacer, recons-

truir, ordenar, limpiar y, entonces, será feliz cuando lo pueda lograr.

De Ud. con afecto,

Andrée.

Sin firma – Biblioteca Pública Virgilio Barco

Buenos Aires, abril 8 de 2013

Amigo mío:

Es grato para mí haber encontrado esa misiva tuya que explica todo lo ocurrido.

No importa la ruina de las paredes, la alfombra y el jardín; todo eso se puede re-

construir y dejar el apartamento como nuevo. Lo que sí lamento es la abundante

lectura que se comieron los conejos… Bueno, ¡al menos son los roedores más cul-

tos del mundo! Serán por eso más cercanos a sus parientes llamados “ratones de

biblioteca”.

Lo importante es que en el tiempo transcurrido hayas podido realizar tu trabajo

de traducción pendiente.

En todo caso, estoy reflexionando sobre qué hacer con los conejitos. Creo que lo

más conveniente es provechar su rápida reproducción y hacer del apartamento

una conejera y sacar ganancias de su venta. Sin duda será un éxito y seremos

grandes socios.

Tu amiga, Andrée.

Orlando Zambrano – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Buenos Aires, abril 8 de 1951

Querido procreador de conejitos:

Me agrada mucho saber de usted. No me extraña el extraño momento por el que

acaba de atravesar, teniendo en cuenta la extraña condición de mi vivienda.

Nunca pensé encontrar un inquilino que se acomodara, como usted, a los extra-

ños sucesos que durante años he soportado a causa de ese apartamento; sobre

todo, admiro la habilidad que ha tenido para ocultar todo a Sara.

Seguramente ella tenía mucho miedo de contarle que las personas que han ha-

bitado mi apartamento se han tenido que enfrentar a la materialización y multi-

plicación de sus sueños infantiles. No en vano, en su momento, mi vivienda fue

escenario de Alicia en el país de las maravillas.

La pregunta, ahora, no es qué hacer con el apartamento, o con Sara, o conmigo,

sino qué hacer con usted mismo y sus conejitos y su prole.

¿Qué piensa hacer?

Abrazos, Andrée.

María Lucy Perico – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

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Bogotá, abril 8 de 2013

Señor

Julio Cortázar

Buenos Aires

Querido Julio:

Bueno, en este momento no sé si eres querido o no; por lo que me cuentas, me

imagino que mi departamento esta vuelto un desastre. No quiero ni pensar que

acabaste con mi santuario… ¿Te fijaste, acaso, en que los objetos que poseía son

de una rara delicadeza? Pues, para mí representan parte de mi vida. Cada cosa

era especial, mis libros, mi lámpara, mi cenicero, todo ha sido dispuesto con espe-

cial cariño a lo largo de muchos años; pues para mí ese lugar es mi refugio, es en

donde me transporto a lugares mágicos cuando leo mis libros, vivo experiencias

maravillosas, sensaciones ocultas que solamente me ofrecen este sitio hecho

para la paz y la meditación.

¡Cómo te atreviste a profanarlo! Odio a tus conejos. Te advierto que perderás a

una buena amiga, pues no volverás a tener la gracia de ocupar mi departamento

nuevamente. Por tu bien espero que solamente sea una fantasía todo lo que me rela-

tas. En una semana regreso y anhelo encontrar mi hogar tal y como lo dejé.

Con afecto, tu hasta ahora amiga, Andrée.

Amanda Villalobos – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

París, abril 8 de 2013

Señor

Don Julio Cortázar

Calle Suipacha, Buenos Aires

Mi querido descomplicado amigo:

Agradezco me haya aceptado el ofrecimiento que le hice para que se quedara en

mi apartamento mientras me ausentaba.

No veo la necesidad de detallarme la aparición de los once conejitos, pues estos

preciosos amigos son los más idóneos cuando uno se dispone a renovar la de-

coración del hogar. Le agradezco, entonces, que me haya evitado hacer un trasteo

muy costoso. Para mi próxima ausencia me volveré a comunicar con usted por si

desea volverlo a ocupar. Para entonces mi nueva decoración será toda en metal.

Abrazos, Andrée.

Bernarda Bueno De Serna – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

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París, abril 8 de 2013

Querido Julio:

Gracias por tu fabulosa carta.

¡Siempre has sido un bromista formidable! ¡Qué imaginación! Sé, con toda segu-

ridad, que mi casa está tal como la dejé, es decir, en excelentes condiciones. Me

he divertido mucho con tu broma y en cuando a tus recursos para ilustrar tus

fantásticas historias, no tienes fin.

Conejitos, conejitos vomitados. Conejitos durmiendo en un clóset sin luna ni es-

trellas. ¡Pobrecitos! Conejitos que durante el día disfrutan de tres soles. Alguna

vez escuché que el sol es perjudicial para la piel de los conejitos, pues creo que de

pronto se quedan calvos.

Eso, vamos a agregarlo a tu historia. Conejitos vomitados y calvos.

¿No será que traías por allá un “embuchado” en la conciencia, producto de tus in-

terminables horas de juerga y que, tal como me lo has confesado repetidamente,

te acosa algo en la conciencia?

Eso debe ser. Así que ¡fuera conejitos!

Tu amiga del alma, dispuesta a servirte en cuanto te quieras desahogar,

Andrée.

Sin Firma – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Carta a Pablo NerudaBogotá, junio 5 de 2013

Señor y gran poeta

Pablo Neruda

Otras cartas a autores y artistas

Reciba este sencillo y humilde saludo deseándole que, cuando llegue este a sus

manos, se encuentre gozando de bienestar con todos los suyos. Paso a contarle

que soy una admiradora de sus maravillosas poesías. Desde que tuve la oportu-

nidad de escucharlas he quedado fascinada.

Doy gracias a Dios por habernos dado este gran poeta, quien con sus poesías nos

da un elixir para la vida. Un bálsamo.

Dios lo conserve por muchos años para que nos deleite con sus maravillosas poe-

sías. Espero que algún día tenga el placer de conocerlo y estrechar su mano.

Cordialmente

Justina Conde – Biblioteca Pública Parque El Tunal

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Cartas a Vincent van Gogh

Bogotá, abril 16 de 2013

Señor Vincent Willem van Gogh:

Estimado Señor, le escribo estas cortas palabras para manifestarle mi admira-

ción hacia sus verdaderas obras de arte, como sus girasoles marchitos, sus caras

feas con mucha expresión de dolor y angustia. También aquellos paisajes llenos

de aves y los hermosos trigales; la hermosura de su puente con estrellas y sus refle-

jos en el agua; también sus zapatos viejos, su reunión en familia, todos apáticos.

Lo saludo cariñosamente; espero que se encuentre bien, donde quiera que se en-

cuentre, y que siga disfrutando de su sabiduría tan hermosa.

Atentamente,

Flor Eloísa de Ramírez – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Bogotá, abril 9 de 2013

Señor

Vincent van Gogh

Apreciado señor,

Me dirijo a usted, para manifestarle mi admiración por su maravillosa obra artís-

tica; también por el legado que dejó a la humanidad, que hoy disfruta de tan her-

mosas pinturas. Yo estoy feliz de haber conocido sus cuadros de una particular

belleza y trazos perfectos.

El único defecto es su mal humor, según cuenta la historia, y sus crisis de depre-

sión, que lo llevaron a cometer graves errores en contra de su propia integridad

y, de cierta manera, también la de su familia, que muy seguramente se preocupa-

ban por sus problemas.

De todos modos, lo felicito por ser un hombre tan creativo.

Atentamente

Adiela Franco Biblioteca Pública Parque El Tunal

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Cartas Keiko KaszaBogotá, febrero 7 de 2013

Keiko: Estoy admirada de estos lindos personajes, me preguntarás por qué. Pues qué

bonito ejemplo para nosotros los seres humanos porque nos muestra en realidad

que para tener una buena amistad no importa ni la clase, ni la raza ni el color, mucho

menos la estatura; lo más importante y el mejor sentimiento es el amor.

Atte.,

Carmenza Acuña – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Bogotá, febrero 7 de 2013

Señorita

Keiko Kasza

E. S. M.

Cordial saludo:

Ante todo quiero presentarme contándole que soy una persona mayor y asisto al

Club de Personas Mayores en la Biblioteca Pública El Tintal.

Hoy he tenido la oportunidad de leer “El día de campo de Don Chancho” y me he

divertido mucho viendo cómo Don Chancho, en su deseo de conquistar a Cerdi-

ta, escucha el consejo del León y la Cebra y termina prácticamente ocultando su

verdadera identidad, consiguiendo asustar a la Cerdita, quien horrorizada acude

al verdadero Chancho para contarle su experiencia con el disfrazado que la ha-

bía dejado tan mal impresionada.

Definitivamente debemos ser nosotros mismos y no tratar de aparentar lo que

no somos. Me encantan sus cuentos, con ellos vuela mi imaginación y en la pri-

mera oportunidad los compartiré con mi nieto Camilito.

Espero seguir contando con sus maravillosos escritos que me dan tanta alegría

en esta etapa de mi vida.

Mis mejores deseos por el éxito en todas sus labores.

María Hersilia Pérez Peña – Biblioteca Pública El Tintal –

Manuel Zapata Olivella

Carta a “La peor señora del mundo” de Francisco Hinojosa

Bogotá, febrero 21 de 2012

Antipática “Peor Señora del Mundo”:

Reciba usted mi más odioso saludo deseando que se encuentre bien... mal.

Después de leer su lamentable historia no puede imaginar Ud. cómo disfruté su

fantástico final.

Espero que sus hijos sigan sufriendo de tan dulces desayunos con los que Ud. los

castiga. Que el pobre limosnero tenga el disgusto diario de sus obligados billetes.

Y así cada una de sus cotidianas víctimas sufra de sus gentiles atenciones el res-

to de sus días.

••

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Le sugiero que recoja todos los ladrillos de la preciosa muralla y construya un

gran parque donde los niños sean castigados con múltiples juegos, helados, dul-

ces y demás actividades que los dejen exhaustos.

Espero que al derrumbar la muralla no se haya partido ninguna uña, para que

con ellas pueda herir la tierra con grandes surcos y allí pueda castigar a los cam-

pesinos sembrando todo tipo de horrorosas plantas como trigo, fríjol, tomate,

frutales y demás. Así podrá Ud. disfrutar de cómo toda la población se ve obliga-

da a comer todo aquello.

Espero que se sigan cumpliendo sus deseos de gran manera.

Me afirmo su eterna enemiga,

Luz Sophia Rodríguez – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

Carta al protagonista de “El libro apestoso” de Babette Cole

Bogotá, febrero 21 de 2012

Mi querido Señor Apestoso:

Recibe mi saludo, en el cual te deseo una completa salud.

Señor Apestoso, con todo el respeto, quiero decirte que referente a tu forma de

vivir no estoy de acuerdo porque el aseo es importante. Tú vives de una forma

desordenada, ¿por qué razón? ¿Por qué manifestar el olor de la pecueca? Es ho-

rrible si te caes a una alcantarilla, ¿quién se te acerca? Y cuando pasas por un

basurero, cómo te incomodas cuando no te bañas ni te cambias de ropa.

Pues te diré que todo esto que tú manifiestas no se debe hacer, porque es malo

para la salud, das mal aspecto para el medio ambiente y la comunidad donde vi-

ves. Sólo te recomiendo cambiar todo para la buena salud, la buena presentación

y el buen ambiente.

Cordialmente me despido,

Sara Téllez – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

Carta a “Papá Sumo” de Isabel PinBogotá, febrero 21 de 2012

Me gustaron mucho todos los cuentos que nos leyó nuestra promotora, todos

son instructivos, para contárselos a mi nieto Juan Sebastián. Nosotros nos em-

bobamos, leyendo y cuando nos leen, se nos pasa el tiempo. El cuento Papá Sumo

es como un ejemplo para todos nosotros, que no importe que el papá sea gordo,

que así lo quieran mucho, que nuestros hijos nos quieran así.

Aunque a veces a nosotras, porque uno ya está un poco viejo, nos tratan con indife-

rencia, porque a veces uno no oye bien y se nos olvidan las cosas, y también porque

muchas de nosotras no tenemos plata, no nos esperamos a la pensión y tampoco tie-

ne uno casa para vivir, entonces lo tratan a uno duro, pero es que muchas personas

no nos pusimos las pilas, pero bueno, gracias a Dios todavía estamos vivos.

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Bueno yo creo que me salí del tema, disculpen, pero todos no pensamos lo mismo

y lo que yo pensé fue eso que les comunico. Gracias y perdonen.

Margarita Merchán – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

Cartas a Candelario Obeso[Sin fecha]

Un mensaje a las estrellas

Querido señor Candelario de apellido Obeso, que de obeso no tiene más que su

panza. La suya fue una vida ardua de grandes retos, un hombre fuerte, valeroso

de mente brillante con un toque de genialidad. Su amor por su raza, sus costum-

bres, hinchó su corazón de coraje y fortaleza y lo condujo a revolucionar la lite-

ratura, usando la jerga y dialecto propio de su gente en sus poemas.

Sería la combinación entre la intelectualidad de su padre (abogado) y la humil-

dad de su madre (lavandera) la que forjó en usted esa extraña mezcla entre rús-

tico afrodescendiente e intelectual, brillante literato, poeta, políglota y gran es-

tudioso.

No logro explicarme por qué siendo usted un hombre capaz de vencer tantos re-

tos, que ascendió en sus estudios de tal forma, no logró una mediana estabilidad

económica. Tal vez, en esa época, la actitud racista de quienes lo rodeaban no le

brindó la oportunidad de ser valorado en su justo punto.

Su lucha fue doble, por un lado su formación académica y por el otro su lucha

por hacer valorar su región, su gente, sus orígenes, su raza.

Solo puedo sentir una profunda admiración por usted y cada una de las etapas

que superó. Inició muy joven su camino, solitario y parece que el amor de mujer

no fue su punto de suerte. ¡Qué lástima! Un corazón con tan bellos sentimientos

merecía haber gozado de las mieles de un gran amor. Al menos, logra exaltar a la

mujer en su vida a través del noble y tierno amor de las madres —tal vez, por ello

elige usted exaltar el valor y fortaleza de los bogas, por encima de las delicias del

amor—.

Creo que su temprana partida fue un triste accidente que el cielo permitió para

que fuese usted a escribir poemas a los ángeles negros y a la morenita (la virgen

de Guadalupe).

Reciba mi admiración y aprecio; y espero que cuando yo llegue a esos lugares

usted me reciba con un abrazo de amistad.

Luz Sophia Rodríguez – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

[Sin fecha]

Estimado Candelario:

Sabemos que físicamente no estás, que no nos ves ni nos oyes; pero en esta tierra

un grupo de personas escribiremos para ti. En lo que leímos sobre ti se refleja

la presencia de un hombre muy especial. Gran hijo, estupendo estudiante que

gracias a su emprendimiento y constancia tuvo la oportunidad de viajar y des-

empeñarse en diferentes cargos.

Le damos gracias por darnos a conocer sus costumbres ancestrales por medio

de la poesía que hoy tenemos enfrente, pues, por este medio, podemos conocer

sus valores y la cultura en la que nació. Valoramos muchísimo la tenacidad con

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la que asumió cada una de las dificultades. Sin duda, es usted una fuente de ins-

piración pues no fue nada fácil lograr reconocimiento dentro del panorama so-

cial y cultural del país. Leerlo hoy nos hace sentir que podemos de cierta forma

reconocer su lucha, trabajo y espíritu. Como nuestro padre celestial nos conoce

a todos, muy seguramente usted tendrá una mejor vida, junto a Dios que deberá

estar disfrutando de sus cantos.

Cordialmente,

Silvia Herminda León, Mercedes Almaza Velásquez, Araminda León, María

Jiménez, Leonor Pérez – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

[Sin fecha]

Señor

Candelario Obeso

Recordado poeta,

De todo corazón le escribo estas cortas palabras. Aunque vivimos en épocas di-

ferentes (1849-2013) y hasta hoy tuve la dicha de conocer sus poemas y apreciar

en ellos la sencillez con que plasmó su corta vida, me hubiese gustado conocerlo

para compartir aunque sea una partecita de sus preciosos conocimientos.

Amigo, ya que no está con nosotros, tenemos sus poemas para recordarlo y transmi-

tir mediante ellos la lección de vida que a cada uno de nosotros nos ha dejado.

No siendo más por el momento, se despide su admiradora número uno.

Hilda de Ayala – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

Mi Amado Candelario,

Te estoy conociendo y ya te admiro. Me gustan tu sencillez y profundidad al es-

cribir. Me impacta tu rebeldía en pro de la defensa de los tuyos.

Qué duro es nacer negro en este país —como en casi todos— ¡qué pesar! El estig-

ma injusto con que algunas criaturas nacen; ser de un color diferente al del que

tiene el poder. Ser una persona con mucha fuerza para el trabajo y ser por esto

explotado como un objeto; ser confundida su algarabía y sabrosura con rebeldía

y bajeza; no ser considerada su amargura y su tristeza como signo de ultraje y

sometimiento; ser pobre porque el destino y la historia así lo quisieron y los de la

clase dominante se encargarán de que sea así por mucho tiempo más.

Pero tú superaste muchos escollos, saliste de tu terreno para tratar de hacer lo

que los ricos hacían: estudiar, conocer otros lugares, aprender nuevas formas de

comunicación, destacarte como ellos. Sin embargo, hoy, trecientos años después

todavía se siente la discriminación y la falta de oportunidades para la gente tan

hermosa como tú. Fuiste un ser excepcional, un poeta sensible a los sonidos y

sentires de tu pueblo, de sus animales, al amor de tu familia; especialmente al de

las madres. Me gusta tu lenguaje autóctono en contra de la aristocracia; sigue

en el cielo cantándole a los ángeles —negros y blancos— con esa sabrosura que

llevas por dentro, sigue exaltando a los bogas, continúa alabando las costumbres

de la gente sencilla, amorosa aunque triste.

¡Que viva la vida elemental, la más honesta y útil!

Me gustaría conocerte mucho más.

Atentamente,

Gladys Arciniegas R. – Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

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Cartas a Gregorio Samsa

Señor Gregorio Samsa

La ciudad

En mi precario conocimiento psicológico veo que debe ser algo traumático la

metamorfosis humana en un insecto, pero como en la mente creativa de un es-

critor todo es posible, yo considero, y dependiendo de distintos factores, ya sean

familiares, educativos, y hasta sociales, quien escribe, da curso a su historia con

intimidad de elementos relacionados con su vida y sus conocimientos.

Por ello es, a mi manera de ver, comprensible su historia y su increíble y triste final.

Ojalá descanse en paz.

Alcira Rubiano – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Bogotá, febrero 20 de 2013

Señor

Gregorio Samsa

Praga, República Checa.

Gregorio, su situación es bien extraña. Despertarse en esas condiciones. Pero,

como usted es muy joven y fuerte, sabrá salir airoso de ese impase.

Dice que teme golpearse la cabeza al bajarse de la cama, pero mire que lo logró

sin hacer mucho estruendo. Y, ¿ya ha escuchado al gerente que lo ha venido a

buscar? ¿Cómo va a hacer para presentarse así? Y, ¿qué pasó la noche anterior,

qué síntomas presentó acaso?

Hasta este momento está en el suelo, ¿cuál será el siguiente paso? ¿Qué pasará

cuando se mire al espejo?

Hasta ahora no ha mostrado miedo, eso quiere decir que es valiente. ¿Será capaz

de montarse en un tren y visitar a un cliente en esas condiciones? ¿O para enton-

ces ya habrá recuperado su estado natural?

¿No será que usted aún no se ha despertado?

Si todo hace parte de la realidad, deberá tener valor (que a usted no le falta) y

vivir como un bicho; cosa que debe tener algún beneficio, ya que los humanos no

lo tendrán en cuenta.

Atentamente,

Mery Rojas – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Bogotá, febrero 20 de 2013

Señor

Gregorio Samsa

República Checa

Respetado Gregorio:

Entiendo que usted está pasando por un mal momento en su vida laboral y per-

sonal. Tengo que decirle que he vivido estos periodos infernales en los que los

problemas son tan grandes que me he sentido como usted, como una cucaracha.

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Puedo también manifestarle que después he logrado superarlos. Con el tiempo

estos impases me han servido para reflexionar que todas estas inconformidades

me han hecho madurar y humanizar.

Estos problemas tenían una razón de ser y me sirvieron para mejorar mi vida.

Ojalá esto le sirva de consuelo.

Con especial cariño,

Esperanza Rodríguez R. – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Bogotá, febrero 20 de 2013

Hola, Gregorio:

Hoy, por casualidad, me enteré de tu preocupante situación. Creo que es algo

pasajero y por lo pronto debes tener un poco de paciencia. Tu trabajo te está ab-

sorbiendo demasiado y todo tiene un límite.

Es muy loable lo que haces por tus padres pero trata de hallar otra solución, pues

el estrés y la angustia te están afectando hasta la locura, lo cual no es sano para

tu cuerpo y tu mente.

Piensa un poco más en ti mismo; se ve que no disfrutas de la vida y eso es lo más

importante para un ser humano. ¡Fíjate que te estás deshumanizando hasta el

punto de creerte un insecto! Qué baja autoestima debes tener.

Pero debes sobreponerte, buscar otros horizontes, cambiar de trabajo, ver la vida

desde otra perspectiva; solamente así podrás llegar lejos.

Con todo mi afecto y comprensión,

Constanza Álvarez – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

Bogotá, febrero 20 de 2013

Señor

Gregorio Samsa

E.S.M.

Querido amiguito, con gusto doy gracias a la imaginación que tiene para trans-

cribir todas sus dificultades para moverse y de contar con plena seguridad todo

lo que le ha sucedido desde que despertó.

Lo admiro por cómo ayuda a su madre y por el sometimiento y la obediencia que

practica como un niño bien educado.

Le deseo de corazón que siga así, pues, la vida lo recompensará con un futuro seguro.

Atentamente, su amiga,

Imelda Saavedra – Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo

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De: Pablo Campiño

Para: El amigo Rutero

¡Hola, rutero! Pude observar, gracias a tu mami, el diario infantil donde anotas-

te la inclinación que tenías de niño por el ciclismo, al parecer, inducido por la

famosa “Vuelta a Francia”. Conocí tus primeros pedalazos en la bicicleta que la

mamá te compró, así como la decisión de ella para entrenarte en casa y fuera de

ésta, usando equipos, hechizos, masajes y alimentación, cuyos sobrantes cedías

a la mascota, el perro Bruno, que por cierto estaba gordito, condición que no fue

obstáculo para que después se convirtiera en un perro investigador.

Y a propósito de perros, tu figura larga aunada a la lucha por conseguir un cam-

peonato negado, me recuerda “Los Cazadores y los Perrilla” de nuestro poeta

Marroquín: “perra de canes decana y entre perras pronto perra, era tenida en

su tierra, por perra antediluviana” […] terminando en “aquella perrilla, si ¡cosa de

volverse loco!: ¡no pudo coger tampoco al maldito jabalí!”.

¡Tú tampoco campeaste, rutero!

Reconozco el gran esfuerzo que hiciste con el apoyo de mamá y los suyos, subien-

do una carretera montañosa. Meritorias todas esas luchas. No es fácil pedalear

en las cuestas, aunque los aplausos y los gritos estimulantes de los espectadores

ubicados en ambos lados de las vías ayuden a paliar las exigencias, junto al tuu,

tuu, tuu, constante del silbato en la boca de la madre incansable.

Es precisamente en ese momento de máximo cansancio y triquiñuelas al carro

acompañante, cuando gentes de mal vivir te secuestraron llevándose a dos com-

pañeros más, trasladándolos en un barco gigantesco hacia otro país para ser víc-

timas de la mafia del juego, que ubicándolos en un escenario especial para que

los vieran desfallecer los jugadores asistentes y cobraban sus apuestas con el

ganador seleccionado. El riesgo fue mayor que escalar montañas: ¡se jugaba la

vida con los mafiosos!

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Bogotá, noviembre 4 de 2012

Hola, compañero durante 40 años.

FELIZ ANIVERSARIO.

Recordamos hoy tantas cartas que con su tinta impregnaron de amor cientos de

hojas de papel de cuaderno hasta perfumadas esquelas, suena cursi pero en el

amor todo es válido, todo forma caminos.

Nuestra convivencia nos aporta cada día muchos aprendizajes y hoy recuerdo

como definitivo tu pasión por la música romántica, por ello esta carta intenta re-

unir melodías, letras y el sentimiento de canciones que son como “nuestra banda

sonora”.

“Parece que fue ayer” cuando “Te quiero dijiste”, pensé… “No tengo edad” pero

con cada “Serenata de amor”, “Contigo aprendí” que “Como yo te amo” era difícil

vivir “Sin ti” y acepté el “Matrimonio” con la “Bendición celestial” en “Mi viejo

San Juan” aceptamos que “Triunfamos” y “Nosotros” nos dijimos ”Caminemos”

bajo un “Rayito de luna” empezamos el “Camino de la vida”; nunca nos obliga-

mos a un “Júrame” bastó decir “Dios, cómo te amo” y en cada “Buenas noches mi

amor” renovamos nuestro compromiso.

Cuando quedó “Venecia sin ti” por tus proyectos académicos, pudimos “Amar y

vivir” porque “A veces llegan cartas” que llenan a este “Maravilloso corazón” y

“Contigo en la distancia” escuchando los “Sonidos del silencio” tarareaba “Cara

mía”. Nunca fuimos “Extraños en la noche” y con la “Plegaria” del “Avemaría”

nos pedíamos “Amor mío, cuídate” y aunque estemos tan lejos como en una “Isla

de Capri”, “Como yo te amo”, “Tú significas todo para mí”, afirmo que eres “Tú lo

mejor de todo” y recuerdo cuando decías “La gloria eres Tú” porque con “Tu voz”

“Tú me acostumbraste” y “Adoro” “Ahorita” “Cómo han pasado los años” con nues-

tros “Tres regalos” tres tesoros de hijas que son un “Poema” y un “Madrigal”.

Sin embargo, tu madre minusválida de un pie y tantos años encima, con un co-

razón grande como el de todas las buenas madres, luchó valientemente para

recuperarte. Así fue que usando una prenda tuya, aplicó el olfato perruno de

Bruno para detectar tu ubicación, en principio con casos fallidos, pero, al final,

exitoso en un país extraño con habitantes y costumbres diferentes. Ella pasó por

circunstancias difíciles también, así como otras divertidas comidas no acostum-

bradas (ranas casi crudas y por ende sal-ta-ri-nas), multitudes en tránsito por

las calles, eludir a los mafiosos, compartir con las trillizas cantantes, haciendo

brillar sus virtudes para sortear las situaciones, incluso produciendo sonidos ar-

moniosos con elementos comunes y con su zapato de tacón alto para compensar

la deformidad física: tóc, tóc, tóc, tóc tóc.

Bruno, el gran Bruno, además de aportar su capacidad investigativa, la obsesión

por el paso del tren citadino con el ruido típico de rieles (el tras tras tras) de las

ruedas y el zumbido de chispas metálicas, lo volvió casi adivino, pues no solo

se desesperaba cuando éste pasaba, sino que lo presentía momentos antes que

ocurriera. Sus ladridos, carreras y saltos (¡con tanta gordura!), se volvieron tan

insistentes, que azoraban a los presentes y hasta a los mismos pasajeros cuando

el vehículo paraba frente a su ventana. ¡Los guau guau fueron retumbantes!

Amigo rutero, tu historia deja muy en claro que el mejor equipo de vida es el de

la familia, y, en ésta, ¡la madre ocupa un espacio preferencial!

Con aprecio,

Pablo Campiño – Biblioteca Pública Virgilio Barco

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En mi juventud pensaba con “Delirio” en “El día que me quieras”, “No sé Tú” pero

forjamos una vida “Inolvidable” sin definir “Cómo fue” tal vez es solo una “Histo-

ria de amor” “A mi manera” y a la tuya también.

“Voy a apagar la luz” segura que “Jamás te olvidaré”, que “Me llevarás en Ti” y cada

minuto tendrá “Sabor a mí”.

“Eternamente”

Amparo – Virgilio Barco

Retratos de la memoriaTextos del Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pública Perdomo – Soledad Lamprea

En 1959, en un barrio llamado San José Obrero, por la antigua vía al llano, un ca-

rro viejo con altoparlantes anunciaba la presentación de las películas mexicanas;

yo apenas tenía 8 años. Tenía cuatro palos que parecían un arco de fútbol, colo-

caban una sábana grande y con unos proyectores gigantes pasaban la película

con todos los artistas. En un potrero, algunos nos sentábamos, otros veían la

función de pie. Fue todo un acontecimiento. No me acuerdo qué película vi pero

sé que era muy chistosa y también había películas de tiroteos.

Hilda A. Hernández – Biblioteca Pública Perdomo – Soledad Lamprea

Mi experiencia con el cine en Bogotá fue por los años 78 o 79. Mi papá me llevó

a ver a Cantinflas, el primer episodio de Súperman y El Monte Calvario, para la

Semana Santa. Yo tenía por esa época seis o siete años. Después, como a los once

años, vi El barrendero de Cantinflas con mi familia. Luego, a los 14 años, recuer-

do que en un pueblo de Santander se perifoneaba para la presentación de cada

película; se proyectaba en un teatro viejo improvisado en listones de madera. Las

funciones eran solamente los sábados. Tiempo después se hicieron muy popu-

lares las películas de James Bond que se alquilaban en VHS. Me gusta mucho el

cine; mis favoritas son las películas de drama, misterio y comedia.

Yaneth Mateus M. – Biblioteca Pública Perdomo – Soledad Lamprea

Historias sobre Ciudad BolívarEl sitio en donde hoy es el barrio el Perdomo era una tierra árida donde había

muchos cactus. El barrio lo fundó el padre Ismael Perdomo; la capilla fue cons-

truida con tejas de latas, las calles eran de tierra y no había acueducto. El barrio

consumía agua de un pequeño aljibe y después pusieron varias pilas de agua; se

hacía fila para comprar el “cocinol” y solamente había una escuela. La mayoría de

las casas eran en latas y ladrillos, algunas tenían grandes solares donde se sem-

braban brevas y duraznos; algunos habitantes criaban cerdos y ovejas. Llegaba a

este barrio una sola ruta de buses. No había parques ni centro de salud. Cuando

llovía todo se inundaba.

Fabiola González – Biblioteca Pública Perdomo – Soledad Lamprea

Historia de un niño en la década de los treintaA muy temprano tiempo, cuando contaba aproximadamente con tres años de

edad, vivía con mi “Mamá-Señora”, o sea, mi abuela. Estos son los primeros re-

cuerdos de mi vida. No conocía a mis padres hasta entonces. Mi abuela era una

campesina que cultivaba la tierra y se dedicaba a la hechura o fabricación de

alpargatas de fique.

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La casita en la que vivíamos estaba hecha en bareque. Sus paredes eran de barro

y su tejado era de paja. Estaba a una hora y media de mi pueblo, en una vereda

llamada Los Rosales.

Un día mi “Mamá-Señora” se fue para el pueblo porque era día de mercado. Ella

llevaba sus alpargatas, algunos huevos y parte de su cosecha para venderlos allí.

Así que este día me dejó solo en la casa.

En aquel tiempo no existían los muebles. En cambio hacían un tarimón que rem-

plazaba los enseres de hoy día. Los hacían al estilo sofá, hechos en piedra y ba-

rro. Había uno por dentro de la casa y otro por fuera del rancho. Las camas las

hacían con cuatro horcones; cuatro palos con horqueta enterrados en la tierra.

Se le colocaban palos entrecruzados y los colchones se hacían a punta de juncos,

esteras o costales. Esos eran los “Colchones Pullman” de aquél tiempo, allá en los

campos.

Aquél día me tendí sobre el tarimón encima de un costal. Me acosté mirando las

plantas y los árboles. Afuera del rancho había sembrados de maíz, fríjoles, habas

y arvejas. Estaba absorto entretenido con el viento que movía extrañamente las

hojas de la planta de maíz. No todas las hojas se movían, sólo unas cuantas; era

como si estuvieran bailando. Así me quedé dormido.

Pasó un gran tiempo, aunque el sueño no me dé la medida. Cuando desperté vi

que llegó un joven de unos doce años. Este simplemente me preguntó por dónde

subían las gallinas al zarzo a poner los huevos. También preguntó por dónde y

cómo mi mamá hacía bajar los huevos del zarzo. Sin imaginar la razón de estas

preguntas, yo respondí con esmero a cada una de ellas.

El rancho tenía una puerta y un candado muy grande. La llave, igual, era grande,

como la que le ponen a la imagen de San Pedro. Pero esto no fue un obstáculo

para que este visitante llevara a cabo su propósito, que era robarse los huevos.

A las gallinas les ponían una varita en forma diagonal para subir al nido, pero

el visitante no abrió el candado, ni lo vi subir por la vara. Ignoro cómo, pero los

huevos desaparecieron.

Lo asombroso fue que mi “Mamá-Señora” antes de regresar a la casa, ya sabía

que los huevos no estaban allí. Mi abuela nunca aprendió a leer, nunca sus pa-

dres le dieron algún estudio, pero ella era bien experta en hacer sus cuentas. Así

que este visitante fue el causante de que mi “Mamá Señora” me colgara de la viga,

castigándome así por mi inocencia.

Mis padres vivían en Bogotá. Yo calculo que mi edad estaba entre los tres años.

Ya que cuando me reuní de nuevo con ellos conocí a mi hermana menor, quien

tenía un año de nacida. Apenas gateaba.

De esta forma culmino mi historia de cuando yo tenía tres años de vida en este mundo.

Ismael Arias Beltrán – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Bogotá, febrero 20 de 2013

Niña raptadaMi historia es la siguiente:

Desde que tenía cinco años empecé a sufrir. Nunca supe lo que fue la niñez. Mi

mamá estaba muerta. A mi padre le tocaba andar conmigo a todas partes. Lo

perseguían los “Chuma” para matarlo. De noche, corría conmigo al monte a es-

conderse; me colocaba adentro de una cueva con una vela encendida y luego se

marchaba a pescar con un anzuelo toda la noche.

Yo nací en San Agustín, Huila. Yo tenía dos hermanos, uno se llamaba Pedro y el

otro Luis; de ellos no volví a saber nada. Una pareja me encontró y me dijeron que

me fuera con ellos. Me dijeron que me darían todo lo que quisiera, ropa, comida,

estudio, muchas cosas. Eran unos fritangueros que iban a todos los pueblos. Me

subieron a un carro y me raptaron.

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Me llevaron a un pueblo llamado Altamira. Llegamos a una casa y allí me dejaron

encerrada en una pieza totalmente a oscuras. Yo no hacía sino llorar y gritar. Lla-

maba mucho a mi padre, hasta que me taparon la boca con un trapo.

Ellos tenían tres hijos, me trataban con groserías y me golpeaban. El poco ali-

mento que me daban eran los sobrados de sus comidas. Me hacían levantar tem-

prano para que encendiera el fuego de la casa, como yo no sabía o no podía, me

pegaban con un rejo mojado en la alberca.

Duré un año con ellos. Me obligaban a cocinar aunque yo no sabía. Un día me

comí sin permiso una tajada de hígado y uno de los hijos se dio cuenta. Primero,

me golpearon la boca, luego, me metieron las manos en el fogón de leña y yo gri-

taba de dolor.

Unos vecinos se dieron cuenta de la situación y fueron a la estación de la policía.

Dos policías llamaron poco después a la puerta de la casa. Ellos no quisieron

abrirles. Yo aproveché para gritar con todas mis fuerzas. Finalmente, ellos entra-

ron a la fuerza y se dieron cuenta de mi situación y mis quemaduras. Me llevaron

al hospital.

Al hombre lo llevaron preso. A la mujer la condonaron pues estaba en cinta. Mu-

cho tiempo después me mejoré y el comandante de policía me llevó a un colegio

de monjas. Allí duré un año, aunque me sacaron porque era una institución cos-

tosa y no podían mantenerme.

Luego erré de familia en familia durante mucho tiempo. Así hasta los veinte

años. Luego me vine a trabajar a Bogotá y me salió pretendiente. Él fue el padre

de mis tres hijos. Aunque era un hombre irresponsable y nos abandonó. Tuve

que trabajar por días y años para hacer de padre y madre al mismo tiempo. Mi

hijo menor murió en un accidente, a mí, casi me pasa lo mismo.

Lucila Jojoa – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Mayo 15 de 2013

Diario

Hoy estoy alistando todo para mañana ir a dar un paseo. Esto a cuenta de la Al-

caldía Local de Bosa. Todo está pago. Tengo que salir a las cinco de la mañana de

la casa. El paseo es para Arbeláez, Cundinamarca.

Mayo 16 de 2013

Hoy la pasé feliz en una pequeña finca en Arbeláez, Cundinamarca. Tomé fotos

a los bellos paisajes de la región. También le tomé fotos a las personas y hasta a

unos patos y a unas cabritas que vi. Todos hacen parte del paisaje en el entorno.

Mayo 17 de 2013

Hoy me comuniqué con mi hijo que está en Argentina por el correo electrónico.

Qué buena es la tecnología.

Mayo 18 de 2013

Hoy estuve comprando unas cositas en compañía de mi hija menor, que siempre

me colabora en todo.

Por la noche asistí a la celebración del día de pentecostés.

Mayo 19 de 2013

Hoy estuve de locha buena parte del día, pero me dio vergüenza seguir perdien-

do el tiempo sin hacer nada. Me pellizqué y resolví arreglar mi cuarto que estaba

bien desorganizado.

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Ahí sí me sentí sin cargo de conciencia.

Mayo 20 de 2013

Hoy leí un artículo sobre la posibilidad de alimentarse de insectos por su alto

valor en proteínas, tal y como lo hacen 2.000 millones de personas en el mundo.

Esa idea no me gusta; me llamó la atención pero no le jalo.

Mayo 21 de 2013

Hoy no ha pasado nada especial. Sólo doy las gracias a Dios por el sol y por la

lluvia, por lo dulce y también por lo amargo de la vida.

Mayo 22 de 2013

Hoy me he puesto a reflexionar por qué mientras unos tienen tanta plata que

no saben ni qué hacer con ella, otros no tenemos ni para el bus. Y mientras unos

viajan por todo el país, otros no podemos ir ni a Melgar. ¿Por qué la vida tiene

que ser así?

Adiela Franco – Biblioteca Pública Parque El Tunal

Humor de pocas palabrasQuerida(o) compañera(o):

Mientras escuchamos anécdotas chistosas sobre caídas, faldas desabotonadas, pe-

leas por pantalones en descuento, tropiezos con maniquíes, uso de calzado inapro-

piado, entre otras, queremos compartir contigo nuestro humor en pocas palabras:

—Un pollito llorando le dijo a mamá: “Mamá, mi papito se fue a la rueda de Chi-

cago y no nos llevó”.

En la esquina de la casa había un asadero de pollos.

—Cuando yo estaba chiquito me daban pasta y queso, y ahora que estoy grande-

cito me dan con el rejo tieso.

Gloria Pardo y María Emilia Dussan –

Biblioteca Pública El Tintal – Manuel Zapata Olivella

La acusaciónCuento

Ayer me acordé de un caso que me pasó en Villarrica, Tolima, en la que era nues-

tra finca. Un asunto de una acusación que le hicieron a mi esposo, Luis. Fue un

vecino, Alberto, no muy alto, no muy bajo, como algo trigueño y joven. Tenía una

cabeza rectangular, ojos saltones, pelo alborotado; caminaba cojo de la pierna de-

recha. Tenía pantalones rotos. Todos los pantalones que se ponía estaban rotos.

Cundo se reía asustaba a la gente porque los dientes desportillados raspaban la

mirada de los que lo rodeaban.

Era extraño ver una humareda en los potreros, humo que se combinaba con la

neblina de los días de lluvia. Alberto fumaba como un barco y desprendía un olor

a chimenea que espantaba las vacas y que hacía llorar a los terneros.

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Era casado y tenía dos hijas, la mayor llamada Rosa y la menor Isabel, su esposa,

Yaneth, era una campesina algo andrajosa, de estatura mediana, piel blanca, más

joven que él. Tenía una cabeza redonda, ojos rasgados, pelo rojo; sus hijas, todas

ellas de diferente edad, feas, de pelo alborotado, igual que el del papá.

El día de la acusación mi esposo Luis estaba enfermo. Tenía sinusitis y el mundo

se metía por los poros en forma de luz, se llevaba las manos a la cabeza y yo no

entendía si era por dolor o por rabia. Él era inocente.

Sin embargo, como pudo se levantó a estar muy pendiente de su familia y a saber

lo que estaba pasando.

Mi esposo Luis era ganadero, agricultor, trabajaba en la finca todos los días, era

buen vecino y no se metía con nadie.

El ejército nos rodeó la finca para comprobar eso. Requisaron toda la finca y la

casa. Amenazaron a mi hijo, que cuando eso estaba muy pequeño e inocente, y a

mí; no nos dejaban mover del lugar donde estábamos parados y nos hacían unas

miradas como matadoras, pero en sentido de crueldad.

Fue interrogado por esta gente. Ellos se portaron muy groseros. Su aspecto era

tan maquiavélico que asustaban; los animales los miraban y era tanto el miedo,

que hacían unos ruidos estremecedores, los perros ladraban y corrían por todo

lado, hasta se escondían y también aullaban melancólicamente.

Luis se mantenía intranquilo y pensativo todos los días. Por las mañanas se le-

vantaba y comenzaba sus labores, pero con la zozobra de no saber en qué mo-

mento volverían a interrogarlo.

Se rascaba la cabeza, a consecuencia de eso su salud seguía perjudicada: después

de un tiempo de estarse rascando le empezó a salir materia de la frente y yo te-

nía que hacerle emplastos de caléndula, pero esto no le servía de nada porque

entre más días pasaban la frente se le infectaba más y más.

Se le fue hinchando hasta que le llegó al ojo derecho. Él decía que si fuera el

izquierdo sería de mala suerte. El ojo derecho se empezó a poner rojo y la fren-

te seguía más hinchada. La infección fue tal que dejó de ver por ese ojo hasta

que se le hundió. Lloraba desaforadamente sobre todo por el comportamiento

de los militares. Los veía pasar por los linderos de la finca y se escondía debajo

de la casa durante tres o cuatro horas hasta que calculaba que se habían ido. En

ese tiempo la finca era de él. Las caminatas y las armas de los militares fueron

dañando nuestra huerta. Llegaban y cogían las frutas sin madurar, se bañaban

dentro de los cultivos, hicieron cambuches…, ahí estuvieron como tres días du-

rante los cuales desapareció la producción.

Luis se camuflaba con costales y subía a la pieza para que yo lo alimentara y

le curara las heridas, que ahora eran más grandes; tenía yagas por toda la cara.

Estas fueron avanzando por todo el cuerpo remplazando los costales. Luis sabía

que era irreconocible para los uniformados. Aún con yagas salía a hacer otras

labores en la finca por fuera de la huerta. Caminaba como una mancha café por

los potreros mientras las vacas mugían desesperadas. Cuando el ejército salió,

la realidad le mostraba a Luis que la huerta ya no estaba. Se puso tan triste que

se sentó en la mitad de la huerta y empezó a actuar como si estuviera loco, a dar

vueltas sobre su propio eje y a gritar.

Después de ese día intentó arreglar las cosas para poder comer en el futuro. Se

recuperó la mitad de la huerta en seis meses. Esto hizo que sus dolencias se acre-

centaran a tal grado que fue decayendo hasta quedar repartido por la tierra. Lo

último que encontramos de él fue la cabeza, que estaba intentando entrar a la

casa.

Al ver esto decidí cambiar la finca por otra en Venecia, Cundinamarca, empaqué

las cobijas de Luis, algunos libros, una gorra y dos gatos, algunas gallinas, un ma-

rrano, tres perros y mis hijos. Aparte, empaqué unas semillas de caléndula.

María Esperanza Maldonado - Biblioteca Pública Arborizadora Alta

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Llegar a BogotáDe pequeñita yo jugaba con mis primas y alzábamos las papitas, las envolvíamos

en tela y se convertían en niños. Nos hacíamos comadres, les echábamos un po-

quito de sal y agua y ese era el bautizo. Luego tostábamos las arvejas, las habas

y hacíamos abejones. Allá tenían amasadero de pan y hacían guarapo, entonces

cogíamos la miel y la echábamos a los tostados y se apilaba todo.

Mi mamá se casó después porque mi papá murió en la primera guerra mundial.

Pues se fue con mi padrastro y vivimos con él. Ya yo seguí con ellos, ayudándolos

con los niños y el ganado y nunca estudié. Hasta ahora estoy estudiando aquí

cerca en las Acacias, de donde me trajeron a la biblioteca. Ya se firmar pero toda-

vía no escribo de corrido.

Mis padres murieron y mi hermana nos trajo aquí para Bogotá a trabajar y a

sufrir. Porque imagínese, uno no sabe qué lo van a poner a hacer. Acá nos sepa-

ramos. Yo sufría mucho por ellos. Yo trabajaba quince días y pedía permiso para

visitarlos y saber cómo estaban. Crecimos y ellos ya fueron saliendo adelante

solitos. Se volvieron grandecitos, se casaron y ahora trabajan. Yo fui la encarga-

da de ellos y como solo éramos los tres, pues yo debía dar cuenta de ellos. Uno

prestó el servicio y eso me hizo sufrir, que no me lo fueran a matar.

Mi otro hermano estaba soltero, hasta que formó su hogar y yo me puse de in-

terna. Duré años trabajando así. Me conocí con el que es mi esposo. No nos

casamos pronto. Con él tuve tres niñas. Hasta que nos casamos; llevamos como

cinco años casados. Las hijas se casaron, la menor vive con su esposo en mi casa.

Hasta la hora presente, sobrellevando mi vida.

Maria Carlina Pérez – Biblioteca Pública Arborizadora Alta

Relato IMi pueblo es Gachala, Cundinamarca. Allá se dan muchas cosas: papa, yuca,

arracacha, plátano, caña, café, todo eso se da. Nosotros estudiábamos a una hora

de la casa; dos días a la semana, desde El Toronjo. A mí me daba miedo cuando

pasaban los cadáveres en el chichorro porque sonaba feo.

Yo siempre me estaba por un monte corriendo; me la pasaba como con treinta

muchachos. Mi madrina me daba de comer junto con sus hijos. Yo me acomedía

a hacer oficios, ayudar con el ganado y así. Vivía con mi abuelita Rosa, porque mi

mamá propia trabajaba. A las seis de la mañana salíamos para llegar a misa de

nueve; era tarde porque el padre sabía que la gente vivía lejos.

Nos dejaban de caseros. Primero que todo hacer oficio y alistar la leña. Tostá-

bamos maíz, hacíamos turrón. Nos poníamos a hacer chistes con eso y a decir

“mire ese bollazo”. Y luego nos íbamos a amarrar las vacas y encerrar a los bece-

rritos. Hacíamos de comer y luego cada uno cogía para su casa.

Nos embarrábamos hasta el corazón. Metíamos los brazos hasta el codo para

sacar los zapatos que se enterraban o los cargábamos para que no se ensuciaran.

Para ir a misa.

A los trece nos trajeron para Bogotá. Y como uno ya se vuelve creído. Cuando

llegué me tocó trabajar en una casa de familia y duré ahí tres miserables días. De

ahí en adelante ni más. El día que llegamos a mí me trajeron mi mamá, mi tío

y mi abuelita (alma bendita). No me podían dejar porque yo tenía un novio que

ellos no me lo querían. Yo allá estaba muy feliz y enamorada de Adolfo, con el

que yo llevaba seis meses.

Eso fue en julio, pero no me acuerdo de qué año. Llovía muy duro y eso era un solo

barrialero. Con todo y eso, a mí sí me gustó llegar a la ciudad. Lo que sí me dolía mucho

y me hacía llorar eran esos niños a los que tuve que cuidar y que duré solo tres días.

Ana Librada López – Biblioteca Pública Arborizadora Alta

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Relato II Llegué aquí a Bogotá en el año 1949. Me encontré muy extraña, no me podía

adaptar a las costumbres, aquí con las personas como yo, ni tampoco con las co-

midas. Encontré un trabajo, donde una familia, pero me dijeron que tenía que ser

interna. Yo les dije que yo tenía un niño y me dijeron que eso no importaba, que

fuera juiciosa para trabajar. Allá estuve seis meses. Ella me daba la comida para

el niño y me descontaba del salario, me pagaban 25 centavos y me descontaba la

mitad, pero como todo era barato, le compraba ropa, juguetes, útiles escolares,

etc. Un día se enfermó el niño y le pedí permiso a doña Ernestina para llevarlo

al médico. Cuando llegué estaba muy brava, me mandó a lavar para ganarme el

almuerzo.

Como a mí no me gusta la violencia, pues me fui a lavar sin decirle nada. Cuando

escuché que el niño lloraba, pegué la carrera. Lo encontré dentro de una caneca

con agua; la jefa lo había empujado dentro de ella, lo saqué y por ese motivo me

despidió. Pues me fui a andar y nadie me daba posada. Me quedaba en los corre-

dores de las casas y seguí consiguiendo trabajo. Por fin conseguí para trabajar

por días, pero el niño me tocaba dejarlo en los parques. Cada nada salía a mirarlo

y le llevaba comida.

Después me denunciaron al Bienestar Familiar, que al niño yo lo tenía abando-

nado, pero luché y no me lo dejé quitar. Ya me encontré otra señora, la cual me

dijo que ella me lo tenía, pero la alimentación se la tenía que llevar, esto era du-

rante el día. Por la noche me quedaba en la calle con mi niño, hasta que al fin me

conseguí una piecita en arriendo.

Rosana Martínez – Biblioteca Pública Arborizadora Alta

El Mariposario del VergelCuando recorría en campero los pueblos del norte del Valle del Cauca, observé la

carretera principal de la vereda El Vergel, cerca al municipio de la Unión, la cual

estaba adornada con muchas plantas de Coqueta o Capuchina, plantas revesti-

das con un sutil color zapote resplandeciente. Así mismo, bajo sus hojas en forma

de sombrilla abierta, gran cantidad de mariposas que se posaban allí y que, en

ocasiones, al paso de los carros salían volando a otro lugar. Recordé que estaba

cerca de la casa de Santiago Grajales, excompañero de trabajo de la alcaldía del

pueblo, a quien no veía desde el día en que me pensioné. Santiago construyó su

casa sobre una colina no muy alta, pintada de blanco, con sus ventanas abiertas

y sus columnas, su techo de color rojo que la hacían ver espectacular. Además, el

jardín de en frente tenía hermosas flores de diversos colores.

Entré a la casa abriendo la puerta de madera con alambre de púas y emprendí mi

ruta por carretera angosta empedrada. Encontré a María Clemencia, esposa de

Santiago, sentada en un escaño al pie de la puerta principal bordando un vestido

de novia con canutillos. Se veía precioso, le dije, ella agregó: “y eso que hasta

ahora lo estoy comenzando”. De repente apareció Juan Carlos, de cinco años

de edad, gritando: “¡Auxilio mamita! ¡Mi hermana me va a pegar!”. Tras él apa-

reció una linda niña llamada Laura Sofía de diez años. Se le notaba alterada

y pedía con voz fuerte que le devolviera el hilo que Juan le había quitado. Le

gritaba:

—¡Dámelo, dámelo, abusivo! Tú sabes que lo necesito para ayudar a mamá a bor-

dar sus vestidos de novia.

Ante ésta escena bochornosa María Clemencia calmó a sus hijos diciéndoles:

“¡Basta ya! El niño ya me entregó el hilo”, y los abrazó a los dos. Enseguida su

mamá le pidió a la niña que llamara a su hermano Andrés Felipe, de siete años,

quien estaba acostado en la sala sobre una estera de guasca de plátano viendo

televisión, para ir hacia el río donde el papá les tenía una sorpresa. Los niños,

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de uno en uno, preguntaban a la mamá si ella sabía cuál era la sorpresa. María

Clemencia sonriendo les decía que sorpresa es sorpresa, lo cual generaba un pe-

queño pero muy sentido sollozo, mezclado con la expectativa de descubrir lo que

papá les tenía guardado. Los dos niños bajaron rodando colina abajo y fueron los

primeros en llegar a donde estaba su padre Santiago; mientras que la niña lo hizo

con nosotras.

Les dije que eran privilegiadas con el paisaje tan hermoso que les rodeaba; el río

El Vergel con sus aguas cristalinas y caudalosas, piedras muy grandes, su sonido

arrullador a veces y en otras ocasiones muy romántico. Eso sin contar la canti-

dad de mariposas multicolor que rodean la cerca a lo largo del camino.

Santiago, al verme, se acercó y nos fundimos en un cálido abrazo, el cual se vio in-

terrumpido por los impacientes niños que a una voz le pedían a su papá que les

dijera en dónde estaba la sorpresa. El papá abriendo los brazos les dijo: “bienve-

nidos a la búsqueda”. Y levantando su brazo derecho hizo una señal en forma de

círculo muy amplio. Los niños arrancaron a correr y decían: “Vamos a ver quién

tiene la suerte de encontrarla”. Entre tanto, Santiago y María Clemencia planea-

ron una estrategia que consistía en gritar ¡fríos, fríos, fríos!, cuando estuvieran

lejos de la sorpresa; si se acercaban dirían ¡tibios, tibios, tibios! y, si gritaban ¡ca-

liente, caliente!, era porque ya la habían encontrado. Así sucedió, Andrés Felipe

encontró la sorpresa. Era una cometa multicolor con cinco estrellas doradas. Es-

taba muy contento. Preguntó a su papá qué simbolizaba cada estrella. Santiago

le respondió que representaban a cada uno de ellos, puesto que todos querían

volar muy alto.

A la cometa le faltaban la cola y el hilo. María Clemencia cortaba pedazos de

trapo y los anudaba en los tirantes correspondientes a la cola, mientras que San-

tiago enrollaba el hilo en un palito. Al terminar su tarea, Santiago dijo que ahora

sí se podía elevar la cometa. Andrés Felipe manifestó que como él la había encon-

trado, sólo él la podía tocar y elevar. Laura Sofía le replicó, diciéndole egoísta, ya que

todo lo que compraba o hacía su padre era para todos. Santiago la felicitó por su gran

comentario y exclamó: “Es para todos con iguales derechos”.

Laura Sofía fue la primera en elevarla, demostraba su felicidad diciendo que era

inexplicable la fuerza de la cometa cuando pedía más hilo. Después fue el turno

para Andrés Felipe: no se cambiaba por nadie, porque él era quien la había eleva-

do más alto. Faltaba Juan Carlos, su padre lo alzó en sus brazos y le explicó que el

hilo tenía mucha fuerza cuando la cometa estaba así de alta y le podía herir sus

manitas. Santiago le cogía la mano para que él tuviera la sensación de que la es-

taba volando solito. También le enseñó cómo bajarla, enrollando el hilo en el pali-

to. De pronto, se partió el hilo y la cometa cayó sobre la copa de un árbol altísimo

difícil de alcanzar. Todos enmudecimos con este cambio tan brusco, pasar de la

felicidad a la tristeza absoluta. María Clemencia conmovida por la situación, dijo

a todos que allí no había pasado nada. Entonces propuso que mejor fuéramos a

darnos un chapuzón en el río. Ella creía que era lo mejor que se podía hacer, jugar

con el agua y divertirse mucho como siempre lo habían hecho.

Luego de un largo tiempo dentro del río, madre e hija se salieron del río y se sen-

taron sobre el tronco de un árbol caído. Sus ropas destilaban agua; juntas goza-

ban viendo a Santiago y a los niños tirándose agua a manotadas, riendo felices.

La niña vestida con un leggins verde limón y su blusa floreada, atrajo muchas

mariposas de varias especies, colores y tamaños. Una mariposa azul, grande, ra-

diante, llamó la atención de ella y su mamá. Se posó en sus muslos, tenía dibujos

geométricos bien delineados. “Son únicos”, dijo Laura Sofía. María Clemencia co-

mentó que sólo Dios podía hacer algo tan perfecto. Después apareció una ma-

riposa amarilla grande, con dibujos ancestrales también perfectos; fue así que

cada vez llegaban más mariposas de múltiples formas y tamaños, se posaban

sobre el vientre y el pecho de la niña, cerraban sus alas y se quedaban quieteci-

tas. A María Clemencia le surgió la idea de amarrar con hilo las dos mariposas

grandes y, si lograban esta hazaña, se convertirían en cometas para los niños, y

si Laura Sofía quería una, amarraría una mariposa roja que acababa de llegar. A

la niña le pareció una buena idea y pregunto qué había que hacer. Su mamá sacó

los tubinos de hilo que tenía en los bolsillos. Enseguida le fue explicando a la

niña el procedimiento con mucha facilidad y paciencia.

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Desenrolló más o menos tres metros de hilo, se los pasó a la niña ya doblados por

la mitad, le aclaró que el doblez se colocaba sobre el dedo índice que forma una

argolla. “No la dejes cerrar”, le advirtió su mamá. Continuó con la instrucción

diciéndole que por aquella argolla deberían pasar las dos puntas que quedan de-

trás. Laura lo hizo y su mamá la felicitó, y le dijo que ya tenía un nudo corredizo.

Su madre prosiguió: “Esa argolla la metemos alrededor de la cola de la mariposa,

despacito hasta llegar a la raíz de las alas y se aprieta, así, ¿te das cuenta? Aho-

ra hazlo tú”. Laura Sofía la siguió al pie de la letra y María Clemencia, exclamó:

“¡listo! Las tenemos”. Para no estropear su cuerpo, le hacemos un nudo ciego de

la siguiente manera. Dos lazadas y dijo: “¡Qué dicha, no opusieron resistencia!

Seguro estaban dormidas ¿verdad?”.

Al ponerse de pie Laura Sofía, las mariposas que había tenido sobre su cuerpo

volaron lejos. La madre y la niña corrían con las mariposas, felices por el logro

alcanzado. Llamaron a los niños y se las entregaron. Ellos plenos de felicidad

quedaron atónitos por la belleza y manera de volar de las mariposas. Andrés Feli-

pe decía que la de él volaba más alto que la de su hermano Juan. Mientras que su

hermano menor le decía que la de él se la había dado su mami y la iba a convertir

en su mascota; además, la quería viva para siempre. Santiago salió del río. Abra-

zando a su esposa y a la niña, exclamó: “Estas son mis mujeres que amo tanto,

son lo máximo por hacer felices a estos pequeños”.

De vuelta a casa, con un atardecer lleno de esplendor en el horizonte, María Cle-

mencia amarró las mariposas a una columna, las cuales, mientras tomábamos

un refresco, desaparecieron, pero al seguir la guía del hilo las encontraron junto

a una gran cantidad de mariposas que dormían bajo las hojas de la mata de Co-

queta, que graciosamente crecía enredada a una columna. De su escondite sa-

lieron muchas mariposas coloridas que se posaron sobre la blanca pared de la

entrada. Laura Sofía dijo a Santiago que, si estaba de acuerdo, le contaría a la

profesora y a sus compañeros de curso para que fueran a visitarlos y contemplar

esa belleza. Santiago asintió y dijo que le parecía bien. Andrés Felipe agregó que

él les iba a contar a todos sus compañeros y a los de otros cursos para que fue-

ran a la casa. Mientras que Juan Carlos decidió que él le contaría a los vecinos,

a los compañeros del colegio, a los profesores y a los compañeros de trabajo de

su papá, porque quería ver la casa llena de gente conociendo su primera cometa

mariposa, que a la vez era su mascota. Los padres se asombraron con las ideas

de los niños y decidieron que entre todos formarían el mejor mariposario de la

vereda El Vergel y podrían estar felices, al convertir su casa en un bello palacio

para albergar a muchísimas mariposas, que con sus colores, formas y tamaños

serían la admiración de los visitantes.

María Oliva Marmolejo – Biblioteca Pública Puente Aranda -

Néstor Forero Alcalá

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Club de Personas Mayores Biblioteca Pública La Giralda-Fontibón

El Club de Personas Mayores de la Biblioteca Pública La Giralda-Fontibón, deno-

minado Club Alegría de Vivir, por decisión unánime de sus integrantes, se reúne

todos los viernes para recrear mundos posibles de la mano de la literatura, la

tradición oral, las historias de ayer, la música y el arte. El nombre no es gratuito,

trae consigo un mensaje escondido, es la recreación en palabras de lo que signi-

fica vivir, una suerte de simbología de la vida, tal como es, dulce y amarga, con

momentos para todo, buenos y malos. Pero, ¿qué se debe vivir?, ¿Se exige o se

elige afrontar? Como sea, la respuesta de cada quien, la vida se honra pese a todo.

De ahí su presencia.

Cada minuto cuenta, cada espacio que reivindique los derechos del adulto ma-

yor es importante, y el grupo lo sabe, cada momento compartido es único en sí

mismo. Por sus rostros se percibe la necesidad de escuchar y de ser escuchados,

porque son valiosos, y por esa razón, tienen un deseo irrefrenable de continuar

pese a los dolores del cuerpo, a los contratiempos del día a día. El encuentro se-

manal es de ellos porque se lo han ganado y por eso lo custodian, lo defienden y

lo atesoran desde hace ya ocho años.

Una mano

más una mano

no son dos manos

Son manos unidas

Une tu mano

a nuestras manos

para que el mundo

no esté en pocas manos

sino en todas las manos

Gonzalo Arango

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“Sí, así es la vida, pero de ella se aprende y lo que es mejor, siempre aprendemos de las experiencias buenas y malas, eso es lo que significa vivir”

Soley Espejo - La Giralda

Las artes plásticas tuvieron su lugar con artistas como Tarsila do Amaral, Anita

Malfatti, Zelia Salgado, y Waldomiro de Deus, indagamos sobres sus obras más

representativas, su legado, intentando desentrañar la importancia de sus creaciones.

***

Tan Cerca… Pero Tan Lejos

En una tarde soleada de noviembre, Emilia, mujer de mediana estatura y tez

morena, busca a paso lento y cansado el salón de su grupo de trabajo semanal.

En aquel lugar todo era confusión y ruido. Sin darse cuenta, ingresa a un salón

equivocado donde llamaban a lista, de repente, la voz de la profesora pronunció

un nombre, un nombre muy querido y añorado por Emilia, un nombre que no

escuchaba desde su ya lejana niñez.

¿Era posible tanta casualidad? El corazón de Emilia latía con fuerza y, mental-

mente pidiendo a Dios valor, caminó hacia adelante mientras su memoria traía

recuerdos pasados.

Años atrás muy cerca del salón de grupo, dos mujeres, Ascensión y Carmen, con-

versan. Estas hermanas no tuvieron la oportunidad de crecer juntas; su familia

no tuvo esa bendición y ellas lo sabían. Su dolorosa separación fue difícil pero

su rencuentro ya en la edad adulta fue un alivio. Para Ascensión era importante

contarle a su hermana los motivos por los cuales no habían crecido juntas, la

violencia de los años cuarenta había sido la causante; cosas feas pasaron y nadie

hizo nada para evitarlo. Los bandidos prendían fuego a las viviendas con los ocu-

pantes adentro; muchas personas eran asesinadas o desterradas de su lugar de

origen. De repente, en un abrir y cerrar de ojos toda una vida desaparecía.

Variados han sido los temas que, a lo largo de estos años, se han propuesto abor-

dar: Memoria local y personal, Las reminiscencias de amor y desamor y El Mi-

to-Leyenda y su relación con las fiestas de carnaval, son algunos ejemplos. Para

el semestre inmediatamente anterior se propuso trabajar en el marco de una

propuesta denominada: “Los grandes del Brasil”, fruto de una planeación con-

junta entre la Biblioteca pública Las Ferias y la Biblioteca Pública La Giralda,

que giró en torno a la exploración de la cultura brasileña, eligiendo cuatro ejes

de representación cultural: la poesía y el cuento, la música y las artes plásticas.

El objetivo fue uno solo: conocer y reconocer el país vecino como parte de la

cultura latinoamericana. Por lo tanto, la investigación de una multiplicidad de

autores, de músicos y de artistas a todo nivel, fue nuestra apuesta. El ejercicio

por supuesto dio sus frutos.

Con la poesía, recorrimos la vida de Cora Coralina y sus más bellos pasajes nos

acompañaron dejando una estela profunda y clara. Nos atrevimos a jugar con la

lengua, quisimos desentrañar los significados, jugamos a ser bilingües, a ver la

vida como la vería esta mujer, una de las poetas más visionarias de Brasil. •

••

Assim eu vejo a vida

A vida tem duas faces:

Positiva e negativa

O passado foi duro

mas deixou o seu legado

Saber viver é a grande sabedoria

Que eu possa dignificar

Minha condição de mulher,

Aceitar suas limitações

E me fazer pedra de segurança

dos valores que vão desmoronando.

Nasci em tempos rudes

Aceitei contradições

lutas e pedras

como lições de vida

e delas me sirvo

Aprendi a viver.

Cora Coralina

Así veo yo la vida

La vida tiene dos caras:

Positiva y negativa.

El pasado fue duro

mas dejó su legado

Saber vivir es una gran sabiduría

Que yo pueda dignificar

Mi condición de mujer,

Aceptar sus limitaciones

y convertirme en amparo

de valores que se están perdiendo

Nací en tiempos difíciles

Acepté contradicciones

luchas y piedras

como lecciones de vida

y de ellas me sirvo.

Aprendí a vivir

Cora Coralina

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—No sé por qué, pero la muerte la he tenido cerca desde muy joven. El nueve de

abril, me cogió por la calle y tuve que acostarme en medio de los cadáveres para

no convertirme en carne de cañón —decía Ascensión, para quien recordar era el

equivalente a valorar. Carmen escuchaba, no era mucho lo que podía decir, solo

el profundo silencio de sus corazones se confundía con la esperanza de encon-

trar algo, aunque fuera un poquito de paz.

—¿Será que nuestra hermanita mayor, correría la suerte de los difuntos?— se

preguntaban.

Como de costumbre, cuando se reunían, las dos hermanas siempre recordaban a

una hermana que había desaparecido, un hecho doloroso que no olvidaban nun-

ca. Hijas de una familia desmembrada por el dolor. No sabían nada de ella desde

la muerte de sus padres; nunca olvidaban que eran tres y que siendo muy niñas

el destino o la guerra las había separado.

La vida es dura y difícil pero nos sorprende a cada paso. Carmen un día partió y

entregó su vida al Todopoderoso y Ascensión quedó sumida en la más profunda

tristeza, tristeza que aumentaba con los recuerdos, con la añoranza de sus her-

manas; una descansaba en eterna paz, pero la otra…, la hermana mayor… ¿dónde

estaba?

Los días para Ascensión, eran días de soledad pero también de paciente espera.

Ascensión más que nunca anhelaba y no perdía la esperanza de encontrar algún

día a su hermana mayor. En los cumpleaños, en el Día de las Madres, navidades y

fines de año, su recuerdo estaba presente, a tal punto que siempre en su mesa, de

manera simbólica, dejaba un plato de más, presintiendo su llegada. Así pasaban

los días y el tiempo seguía su marcha.

¿El lector recuerda la tarde soleada del mes de noviembre? Volvamos a ella por-

que a Emilia el destino le deparaba enormes sorpresas.

A punto de desfallecer, la mente de Emilia se convirtió en un mar de recuerdos;

a pesar de sentirse mal esperó a la salida del salón de reuniones en el que cada

semana llegaban los adultos mayores de su barrio. Los minutos se hicieron eter-

nos, su anhelo de años atrás por fin llegaría, un simple cruce de preguntas y de

respuestas nerviosas, Emilia repitió su nombre una y otra vez, lo afirmaba seña-

lando que ella era la hija mayor de Epaminondas y Enriqueta, nacida en Saboyá,

Boyacá. La espera había terminado, Emilia aguardaba, segura ya de saber a quién

tenía al frente, la abuela que la escuchaba y que permanecía como clavada en el

piso, casi sin voz le dijo —Yo soy Ascensión, su hermana mayor—.

Las dos lloraron y se abrazaron, fue un hermoso momento. La tarde se despedía

con un bello ocaso de rayos dorados, a lo lejos se escuchaba las notas del Himno

a la Alegría que celebraba el conmovedor encuentro de estas hermanas que, por

más de seis décadas, se habían separado. Ambas ignoraban hasta ese momento

que estaban tan cerca…, pero tan lejos, a la vez. Vivían desde hace mucho tiempo

en el mismo barrio, cruzaban las mismas calles, compartían casi a diario los mis-

mos espacios, pero nunca se reconocieron. Hasta ese día.

Algo más de dos años después de aquella maravillosa tarde, Ascensión empren-

dió su último viaje, y se fue derechito al cielo, a su última morada. Emilia a sus

88 años vive feliz, recordando de cuando en cuando, aquel maravilloso ocaso,

preguntándose el porqué de tanta casualidad.

Este relato verídico, está escrito como homenaje a esas tres hermanas que la vida

separó… Pero en especial a Ascensión que nos enseñó que por imposible que pa-

rezca lo que anhelamos, jamás debemos perder la esperanza, porque siempre, a

pesar de los años y de las arrugas, habrá lugar para algo nuevo, para sorprender-

nos y agradecer.

Escrito por: AMIRANOS

Aminta Verano - La Giralda

***

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Club de Personas mayores Biblioteca Pública Las Ferias

Nuestro Club de Personas Mayores tuvo sus inicios en abril del año 2007, comen-

zó con un recorrido por el tradicional barrio Las Ferias y la búsqueda activa en

diferentes lugares donde se reunían los adultos mayores del sector, así el promo-

tor de lectura de esa época pactó una cita con ellos alrededor de una taza de cho-

colate, quesito y almojábana; ese fue el primero de muchos encuentros alrededor

de los libros, las palabras y la escritura.

Durante estos seis años el grupo se ha ido consolidando. En la actualidad con-

tamos con la participación de mujeres que, sesión tras sesión, nos alegran el día

con sus sonrisas, sus comentarios de doble sentido y con el entusiasmo que le

ponen a cada proyecto que empezamos, demostrando, cada vez, que a pesar de

los quebrantos de salud son dueñas de una gran vitalidad, esa que en ocasiones

le falta a muchos jóvenes.

Cada semestre hemos emprendido un nuevo proceso alrededor de la lectura, la

escritura y la oralidad, pasando por el teatro, la poesía, el humor, los copleríos

y refraneros. Este trabajo se ha complementado con las experiencias que los

miembros del club tienen para compartir; experiencias que surgen de sus lectu-

ras, de sus observaciones, y de ser oyentes, actrices y copleros.

Nuestro proceso más reciente surgió del interés por explorar la cultura de otros

pueblos latinoamericanos, enfocándonos principalmente en su producción lite-

raria, musical y en las artes plásticas. En esta ocasión el país seleccionado fue

Brasil, que cuenta con un enorme acervo cultural y cuyos representantes nos

hicieron vibrar con sus palabras, sus ritmos y la profundidad de sus pinturas,

comprobando que, aunque el idioma nos diferencia, las ideas nos unen con el

lenguaje latinoamericano.

De esta manera se dio inicio al proyecto titulado “Los grandes del Brasil”, una

contextualización sobre diferentes elementos característicos de este país a ni-

vel social, cultural y geográfico. Posteriormente, en cada sesión realizamos un

recorrido por la biografía de algunos escritores destacados: Cora Coralina, Car-

los Drummond de Andrade y Clarice Lispector. En principio las conversaciones

giraron en torno a la poesía que, seleccionada cuidadosamente, permitiera vis-

lumbrar la forma de percibir la vida por parte de su autor, con palabras que des-

pertaron gran interés entre las integrantes del grupo por la relación que podían

hallar con su propia experiencia, en ocasiones triste y en otras esperanzadora.

Lo anterior se evidenció de una forma más clara con los textos de escritora Cora

Coralina, una mujer autodidacta que logró realizar su sueño de publicar su pri-

mer libro a la edad de 75 años, y cuyas palabras retumbaron en lo más profundo

de quienes las escucharon a lo largo de las sesiones. Así lo llegaron a expresar

algunas participantes:

“Esa historia nos muestra que nunca es tarde cuando uno quiere hacer sus sueños realidad, esa mujer quiso aprender a usar la máquina de escribir y lo hizo, sin importar cuántos años tenía. Uno a veces se queda diciendo que no puede hacer las cosas”

María Giraldo – Las Ferias

A partir de la lectura de algunos poemas de la escritora brasileña Cora Coralina,

elaboramos de manera grupal diferentes caligramas intentando que la imagen

creada expresara visualmente lo que las palabras decían; a continuación se pue-

den observar los resultados de este ejercicio:

Otros poemas leídos, muestran diferentes perspectivas frente a la vida, como en

la poesía de Clarice Lispector titulada “Mi vida ya no tiene arreglo”, desde la cual,

intentamos generar algunas hipótesis acerca del mundo interior de la autora y

construir de manera colectiva un poema que reflejara el sentir de las partici-

pantes frente a temas como la propia existencia, sus experiencias de vida y su

manera de percibir el pasado, el presente y el futuro.

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Además, tuvimos la oportunidad de generar diversos diálogos en torno el cuento

corto, género que por su sencillez brindó una cercanía en el referente cotidiano,

a través de autores como Rubem Fonseca y Graciliano Ramos.

A propósito del cuento de Clarice Lispector titulado “Una Gallina”, realizamos

un ejercicio de escritura colectiva donde las participantes se animaron a expe-

rimentar con el lenguaje, de modo que una de ellas dio inicio a la historia y cada

una iba complementando el texto hasta construir el siguiente relato:

La vida de los gatos

Este era un gato que saltaba y saltaba de tejado en tejado, solía visitar los patios

de las casas vecinas buscando qué cazar y así pasaba días enteros, observando

sigilosamente a la que sería su próxima presa, pero casi nunca la suerte lo acom-

pañaba. Allí, detrás de la mata de moras, vio por fin a un ratón negro y regordete.

Inmediatamente se lanzó sobre él para atraparlo, pero su entusiasmo se convir-

tió en decepción porque aquel ratón fue más rápido y escapó antes de que el gato

pudiera hacer algo.

Entonces este animalito, aburrido y hambriento, se echó sobre el suelo caliente

del patio de una casa cualquiera, se estiró y dejó que los rayos del sol cayeran so-

bre su pelo brillante. De pronto apareció Juanita, una niña alegre y querendona

a la que siempre había escuchado tararear bellas canciones. Juanita se acercó

y, al verlo allí tan tranquilo, no aguantó las ganas de consentirlo; primero acari-

ció tiernamente su cabeza, el cuello y la barriga. Este gato perezoso nunca había

sentido el cariño de un humano y tuvo sensaciones muy extrañas; ya no quería

separarse de Juanita.

Ese mismo día, el gato descubrió que en aquella casa vivía una gatita muy bella

a la que de inmediato comenzó a seguir. Misteriosamente, después de un tiem-

po, la gata buscó su lugar preferido: los pies de la cama de la niña; y allí dio cría

a ocho gatitos. Este ritual se le volvió costumbre: cada vez que iba a parir daba

vueltas y vueltas en aquel lugar y, luego, al tener a sus gatitos, les pasaba la pata

por encima abrazándolos, protegiéndolos.

Un día apareció otra gata con cara de pocos amigos; se acercó y comenzó a ol-

fatear a los gatitos. Estos todavía eran muy pequeños y no podían defenderse,

así que comenzaron a maullar. Su madre, que estaba cerca jugueteando con un

ratón, rápidamente dejó de lado a su presa y corrió a ver lo que sucedía. Adoptó

su posición más feroz y se lanzó sobre su oponente para hacerle saber que no de-

jaría que tocara a sus gatitos. Hubo chillidos, rasguños, y el padre de los gatitos,

que hasta ahora estuvo ausente, apareció e intervino en la pelea. No se sabía cuál

Mi vida ya no tiene arreglo

Me engaño cuando digo todavía

es posible el futuro que soñé.

Estoy convencida:

nada de lo que aprendí fue en vano.

Siento dentro de mí que soñar

nada significa.

No podría decir jamás que

mi futuro puede ser brillante.

Siento cada vez más que

ya no tengo esperanza.

Y jamás volveré a mentirles

que la vida es una enorme fiesta.

Hoy reconozco en verdad que

Vivir es no dejarse llevar

por la ilusión…

Clarice Lispector

• •

Aún nos quedan ilusiones

Así es la vida,

a veces nos quedan cicatrices

no solo en el cuerpo

también en el alma,

hay que olvidar lo que pasó en el camino

y seguir adelante,

debemos dejar de mirar atrás.

El pasado fue doloroso pero aprendimos

que del sufrimiento nos quedan experiencias

que nos enseñan a no cometer los mismos errores.

Construcción colectiva - Las Ferias

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era cuál, solo se veía una bola de gatos rodando por el suelo y haciendo ruidos

desesperantes. Hasta que apareció Juanita y con un balde de agua helada acabó

con la pelotera. Pero el padre de la niña no se conformó con que el escándalo

hubiese terminado, se sentía cansado de lidiar siempre con el mismo problema;

así que decidió regalar los gatos, a Juanita no le gustó la idea, pero era su padre

quien mandaba en la casa así que no podía hacer nada.

Todo sucedió muy rápido, esa misma tarde llegó un señor a llevarse a los gatos y

al primero que metió en un costal fue al gato más grande, es decir, al papá de los

pequeños mininos. Pero no fue tan sencillo: el gato luchó con todas sus fuerzas,

aruñó y pataleo todo lo que pudo; mientras tanto, la gata que era muy astuta,

escapó con sus hijitos, al más débil lo llevó en la boca, los demás los siguieron y el

papá gato como siempre se salió con la suya y pudo huir.

Por su parte, la mamá gata se llevó a sus hijitos al monte, lo que no fue una buena

idea porque en el monte los gatitos se vuelven montuscos, ya no se dejan aca-

riciar de la gente, se meten a las casas en la noche, que es cuando ven mejor, y

roban todo lo que pueden ¡Se vuelven unos ladrones!

Quién sabe qué suceda con nuestros gatitos, eso lo sabremos en otro cuento.

Pero en lo que tiene que ver con el papá gato, debo decir que sigue teniendo una

deliciosa vida de soltero, se la pasa conquistando gatitas y paseando por los teja-

dos. De vez en cuando se cae, pero no le pasa nada porque para eso tiene sus siete

vidas; tampoco sabemos cuántos hijitos tendrá en cada una de esas vidas. Bueno,

así es la vida de los gatos.

***

Club de personas mayores “Epístolas de la memoria”Cuadernos mayores II

Fue editada por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte del Distrito Capital,Red Capital de Bibliotecas Públicas - BibloRed.

Se imprimió en el mes de Octubre del año 2013 en Bogotá, Colombia.

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Francia, marzo 6 de 2013

Mi desconocida Bertha Lucía:

Reciba usted mi cordial saludo mudo desde mis aposentos culinarios. Lamento

mucho su reclamo frente a mi creatividad culinaria, no tanto por la crítica que

me hace, sino por su crasa ignorancia del plato gourmet en cuestión.

Para sacarla de su error, le informo que la carne de rana es un alimento nutritivo,

rico en proteínas, calcio, y otros minerales (buena falta le hace a usted). Además,

tiene una característica especial para todas las interesadas en tales asuntos: es

dietética porque no tiene azúcar. ¿Sí se fijó en lo esbeltas que nos conservamos

las tres, bien fuertes y decididas?

Por otro lado, bien sabe que las ancas de rana son un plato exótico y exquisito,

quizás para otros países libres de esas tonterías y conocedores de sus beneficios.

Así que, ¿cuál es el problema con mis creativas preparaciones? Déjese de tantos

remilgos y más bien la espero a comer cuando se eche una asomadita por Fran-

cia.

Sin más por el momento, la dejo porque tengo que ir a cazar mi alimento. Cierto,

muchas gracias por sus cumplidos; pienso que nos es gran mérito la solidaridad.

Para mí es un placer ayudar a otros.

Saludos a todas y todos sus compañeros.

Cordialmente,

Una Trilliza Cocinera – Biblioteca PúblicaVirgilio Barco

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