cuento para la igualdad

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Dedicado a mis dos abuelas, Hadas de su época. Vuestro amor y vuestra fuerza han sido pilares fundamentales para la persona que ahora soy. En un mundo beige y marrón Erase una vezLa verdad es que no sé si empezar a escribir esta historia como si fuese un cuento, pues quien me la contó me aseguró querealmente ocurrió. De lo que estoy totalmente convencida es que deseo que se transmita. Por eso, voy a narrártela y, si quieres, podemos contarla unas y unos, a otros y otras. Así, seríamos como eslabones de una gran cadena, y de esta forma no quedaría nadie, nadie, nadie, en este Mundo, que no la conocieseTe empiezo a relatar… En el Reino de las Hadas y los Duendes, hace muchos, muchos, muchísimos años, se vivía con mucha tranquilidad. Cada cual sabía muy bien cuál era su misión y nadie hasta entonces había originado ningún problema por este motivo. Los duendes protegían la Naturaleza y se encargan de que a nadie de su reino le faltase comida, plantas medicinales y un hogar confortable con todo lo básico para vivir. También eran responsables del orden y de que se respetasen y cumpliesen las normas que otros duendes proclamaban; estudiaban para seguir progresando en todo lo relacionado con su mundo; negociaban con otros países vecinos para intercambiar productos y materiales que a ellos les faltaban, yun sinfín de tareas que desempeñaban estupendamente bien, pues eran las que habían aprendido, de generación en generación. Las hadas también protegían la Naturaleza y además se encargaban de cuidar a sus pequeñas y pequeños. Les cocinaban las más sabrosas comidas y les daban plantas medicinales para curar sus molestias; les confeccionaban ropas que siempre lavaban y cuidaban con sumo esmero; limpiaban sus hogares y los decoraban con labores que realizaban, yun sinfín de tareas que desempeñaban estupendamente bien, pues eran las que habían aprendido, de generación en generación. Las hadas y los duendes se respetaban y respetaban el trabajo que cada cual desempeñaba, pues sabían que ambos eran indispensables para que su vida fuese tan confortable como lo

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Page 1: Cuento para la igualdad

Dedicado a mis dos abuelas, Hadas de su época.

Vuestro amor y vuestra fuerza han sido pilares fundamentales para la persona que ahora soy.

En un mundo beige y marrón Erase una vez…

La verdad es que no sé si empezar a escribir esta historia como si fuese un cuento, pues

quien me la contó me aseguró que… realmente ocurrió. De lo que estoy totalmente

convencida es que deseo que se transmita. Por eso, voy a narrártela y, si quieres, podemos

contarla unas y unos, a otros y otras. Así, seríamos como eslabones de una gran cadena, y de

esta forma no quedaría nadie, nadie, nadie, en este Mundo, que no la conociese…

Te empiezo a relatar…

En el Reino de las Hadas y los Duendes, hace muchos, muchos, muchísimos años, se vivía

con mucha tranquilidad. Cada cual sabía muy bien cuál era su misión y nadie hasta entonces

había originado ningún problema por este motivo.

Los duendes protegían la Naturaleza y se encargan de que a nadie de su reino le faltase

comida, plantas medicinales y un hogar confortable con todo lo básico para vivir. También

eran responsables del orden y de que se respetasen y cumpliesen las normas que otros duendes

proclamaban; estudiaban para seguir progresando en todo lo relacionado con su mundo;

negociaban con otros países vecinos para intercambiar productos y materiales que a ellos les

faltaban, y… un sinfín de tareas que desempeñaban estupendamente bien, pues eran las que

habían aprendido, de generación en generación.

Las hadas también protegían la Naturaleza y además se encargaban de cuidar a sus pequeñas

y pequeños. Les cocinaban las más sabrosas comidas y les daban plantas medicinales para

curar sus molestias; les confeccionaban ropas que siempre lavaban y cuidaban con sumo

esmero; limpiaban sus hogares y los decoraban con labores que realizaban, y… un sinfín de

tareas que desempeñaban estupendamente bien, pues eran las que habían aprendido, de

generación en generación.

Las hadas y los duendes se respetaban y respetaban el trabajo que cada cual desempeñaba,

pues sabían que ambos eran indispensables para que su vida fuese tan confortable como lo

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había sido siempre. La vida transcurría, por tanto, plácidamente en los frondosos bosques de

este reino y la tranquilidad sólo era alterada de forma grata ante el nacimiento de algún

duende o hada.

Una tarde de primavera, el sol brillaba de forma intensa y con un colorido casi irreal. Los

tonos anaranjados de sus rayos se entremezclaban, de forma deslumbrante, con el verde

intenso de las ramas de los árboles y el cielo parecía cubierto de un fascinante tapiz. Antes de

caer la noche este colorido ganó intensidad y ni siquiera la llegada de una creciente luna hizo

que desaparecieran esos reflejos tan luminosos como extraños. Sin embargo, las hadas no

repararon en esos detalles, pues estaban atentas, entre otras cosas, al alumbramiento de dos

nuevos miembros de su reino.

Al día siguiente la comunidad pudo conocer a esas dos nacientes vidas: un hada a la que

pusieron de nombre Nora y un duende al que llamaron Lysander. Alegres, se dispusieron a

celebrar el banquete que siempre se realizaba para festejar la llegada de un nuevo ser.

Las orgullosas mamás engalanaron a sus retoños para dicha presentación. Por supuesto, el

hada iba vestida de color beige que era el color de las hadas y el duende de color marrón,

que como muy bien tú has adivinado era el color de los duendes.

Con el paso del tiempo Nora y Lysander se convirtieron en dos responsables criaturas que

desempeñaban a la perfección su misión, ya que cada una de sus familias, junto con otros

miembros de su comunidad, les habían transmitido como realizarla. Por tanto, también para

ellos, la vida transcurría plácidamente.

Una mañana, Lysander se sintió extraño. Llevaba un tiempo con emociones inusuales en él

que decidió no escuchar, pero esos sentimientos cobraban intensidad en esos momentos. Trató

de realizar su trabajo, pero no podía centrarse, así que decidió dar un paseo.

Caminó durante un buen rato hasta llegar a una pequeña cascada. Se sentó en una piedra y

con el ruido del agua al caer se fue relajando, quedando extasiado con el paisaje que

observaba desde allí.

Al día siguiente, terminó ilusionado sus quehaceres para poder ir al mismo lugar. Sin saber

muy bien por qué había cogido unas telas y unas pinturas que su abuela conservaba en la caja

de sus labores y al llegar a la cascada se dispuso, de forma casi automática, a plasmar en un

lienzo todo lo que la Naturaleza regalaba a sus ojos en esos instantes.

Tan concentrado estaba que no notó la presencia de Nora que aburrida de sus labores había

salido a pasear y llevaba una bolsa llena de plantas medicinales que acababa de recolectar.

Nora miraba atónita la pintura. No sabía que le extrañaba más, si que un duende estuviese

pintando actividad que en su reino estaba reservada únicamente a las hadas o la sensibilidad

Page 3: Cuento para la igualdad

que intuyó tanto en Lysander como en la pintura que estaba realizando. Ensimismada, dejó

caer la bolsa con las hierbas y su amigo asustado volvió la mirada, descubriéndola.

¡Hola! exclamó ruborizada al ser sorprendida . Disculpa que estuviera observándote…

No pudo terminar su frase. Lysander se fue corriendo avergonzado, dejando su dibujo y

todos los materiales de su abuela, desparramados por el suelo.

A partir de ese día Nora paseaba todas las tardes por la pequeña catarata para intentar verlo

y poderle devolver sus cosas, pero principalmente para hablar con él. Sin embargo, entendía

que no apareciese y que se sintiera asustado, pues había quebrantado una regla, la más

importante de todas en su reino:

“Las Hadas tienen una misión y los Duendes tienen otra”.

Eso había sido así a lo largo de los tiempos y nadie había osado cambiarlo.

Pero Nora necesita contarle que ella también había incumplido esa norma, pues le agobiaba

muchísimo realizar algunas de las tareas que le eran encomendadas.

Disfrutaba entre fogones preparando ricos y variados platos de comida, sobretodo, postres;

organizar y tener ordenado cada rincón de su casa era una necesidad casi vital para ella, pero

le fastidiaba sobremanera teñir los tejidos y se ponía muy nerviosa cuando tenía que hacer

cuadros u otros objetos para decorar su hogar o tenía que repararlos. En cambio, le encantaba

recolectar plantas medicinales que conocía a la perfección y las clasificaba en relación a las

dolencias que podían curar. Pero lo que de verdad le fascinaba, era leer. En los libros no sólo

encontraba aventuras sin fin sino que eran muchos los conocimientos que descubría y aprendía

cuando se concentraba en la lectura de sus páginas.

Mientras iba pensando en todo esto caminaba distraída por un estrecho sendero que la

conducía hacía la Cueva de los Dragones. Según una leyenda esa gruta era la morada de estos

seres poderosos, pero Nora que la llevaba explorando desde pequeña jamás encontró ninguno.

Por eso, acostumbraba a cobijarse allí cada vez que tenía necesitad de estar sola y escuchar el

silencio. Su hogar, como cada uno de los hogares de su reino, era fuente del bullicio que las

hadas producían cuando se acompañaban las unas a las otras, así que, decidió aprovechar el

temor que infundía en los habitantes de su bosque esas criaturas fantásticas para disfrutar de la

soledad en su supuesta guarida.

La lluvia hizo aparición de repente y cuando las pequeñas gotas se transformaron en un

fuerte chaparrón ya estaba al resguardo de su escondrijo preferido.

Page 4: Cuento para la igualdad

Seguía pensando cuando escuchó pasos que se acercaban y decidió esconderse más al fondo

de la cueva, pues temía que alguien la descubriera. Sabía que le estaba totalmente prohibido

estar por esa zona.

Sin embargo con sorpresa descubrió que era Lysander quien entraba, empapado por el

aguacero que estaba cayendo.

Muy despacio y sigilosamente avanzó hacía a él y casi en un susurro le habló:

Por favor, no huyas de mí, no te asustes, necesito que me escuches nerviosa, pues temía

que se marchara, continuó . Tengo tu paño y no hay un solo día que no me pase un buen rato

contemplándolo. Es una auténtica obra de arte.

Gracias contestó temeroso , espero que no se lo hayas contado a nadie.

Sabes que no, al igual que yo sé que tú tampoco has contado que yo estaba lejos de mi

casa, sola, sin ningún duende que me protegiera y que además estuviese recogiendo plantas

medicinales le comentó confiada.

Estuvieron observándose en silencio durante breves momentos y el duende entendió que

podía confiar en ella. Durante un largo rato estuvo explicándole lo que le ocurría.

No es que no le gustara cortar leña y trabajarla para poder transformarla en útiles muebles;

tampoco le disgustaba escuchar los problemas de otros y ayudar a resolverlos con la ayuda de

las Leyes de los Duendes le satisfacía enormemente. Pero el día le regalaba tiempo para otras

actividades. Sólo había pintado una tarde en su vida, pero lo que había sentido en esos

momentos era lo más especial que había sentido jamás y ahora sufría una tristeza que lo

ahogaba al pensar que no podría hacerlo más.

Nora se sinceró también con él. Le contó como la lectura era su actividad preferida y que

aunque a la Biblioteca sólo se le permitía el acceso a los duendes, ella había encontrado una

entrada secreta. Por allí, sacaba los libros para poder leerlos de noche, a la luz de las velas,

cuando los demás descansaban. Esto hacía que de día, estuviese a veces cansada para hacer

sus labores, pero le merecía la pena, pues así conseguía una considerable información para

clasificar y preparar las hierbas.

Lysander admiró su fuerza de carácter, pues a él no se le había ocurrido nada para poder

seguir pintando.

Intuyendo lo que pensaba, Nora le dijo:

Mañana te traeré tu pintura y todas tus cosas a esta cueva. Así podrás pintar cada vez que

quieras. Será nuestro secreto.

¿Crees que hacemos bien? preguntó Lysander dudando de lo que le proponía su amiga.

¿Crees que hacemos mal? contestó riendo Nora.

Page 5: Cuento para la igualdad

Gracias a ella, nuestro creativo duende, pudo dedicar algunos ratos a su afición favorita y

realizar cuadros que reflejaban ese don tan especial que la Naturaleza le había regalado.

El hada, por su parte, recolectaba plantas y como cada vez tenía más información, ya que

dedicaba mucho tiempo al estudio, no había dolencia que no supiese como curar.

Pero empezaron las quejas en ambas casas. No terminaban su trabajo y sus familias

empezaron a notar que algo estaba pasando.

Nora que no solía dejarse amedrentar por nada y que había conocido la auténtica felicidad

haciendo lo que le gustaba, le propuso a Lysander un plan. Todos los cuadros que él pintase,

los aportaría como labores realizadas por ella y todos los compuestos medicinales que ella

elaborara, se los daría debidamente etiquetados para que lo presentara ante los duendes, como

trabajos ejecutados por él. En su reino se podía cambiar, por fortuna, de un trabajo a otro hasta

que verdaderamente sabían lo que más le gustaba hacer. Esto solía coincidir con lo que mejor

desempeñaban. Pero siempre sin saltarse la regla más importante de todas ¿recuerdas? :

“Las Hadas tienen una misión y los Duendes tienen otra”.

En un principio, no hubo problemas y la tranquilidad llegó de nuevo a sus familias. Pero

como tú bien sabes, la mentira no es la forma de solucionar ningún problema y hubo un

cambio en sus vidas, que hizo que todo su plan se derrumbara.

La familia de Nora se trasladaba a otro bosque durante una larga temporada y Lysander se

quedaba sin el apoyo del único ser que lo entendía de veras. Ahora tendría que volver a

trabajar en algo que no sólo no le gustaba, sino que no tenía la menor idea de cómo hacerlo.

Nora por su parte, al llegar al otro bosque, se sentía sola y era incapaz de plasmar en el

lienzo los nuevos paisajes que contemplaba, pues tampoco tenía ni la menor idea de cómo

hacerlo.

Esta vez fue Lysander quien encontró la solución. Se explicarían, escribiéndose por carta,

como tenía que hacer cada cual para realizar el trabajo que se esperaba que hiciesen.

Sin embargo, aunque Nora fue capaz de aplicar las técnicas y pintar algo, no tenía nada que

ver con los cuadros que presentaba anteriormente y tampoco los compuestos medicinales que

elaboraba su amigo tenían la misma calidad que los de ella.

La situación se iba haciendo insostenible pero, para colmo de desgracias, una época de

tormentas dejó incomunicados los dos bosques, con lo cual, su mentira fue descubierta,

creando la primera gran crisis en el Reino de las Hadas y los Duendes.

La serenidad fue sustituida por una tremenda inquietud y un gran desasosiego.

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El Gran Consejo de los Duendes se reunió y decidió prohibirles terminantemente, trabajar en

otra misión que no fuera la que les había sido encomendada a lo largo de los tiempos.

Además, les impidieron volver a verse, pues consideraban que su amistad era un peligro para

la calma del bosque.

Por más que quisieron explicarse no se lo permitieron, pues estaban muy tristes, no sólo por

lo ocurrido, sino también, por todo el tiempo que habían estado mintiendo.

Así estaban las cosas cuando recibieron la visita del Hada Charissa, una de las más ancianas

y sabias de aquellos bosque, que además era muy respetada por los duendes del Gran Consejo.

Al enterarse de lo ocurrido quiso hablar con Lysander y Nora, pues recordaba los detalles

tan peculiares del día de su nacimiento que Nicodemus, un duende muy amigo suyo, que por

cierto ahora formaba parte del Consejo le había contado una y otra vez.

Charissa, que como todas las hadas, era muy intuitiva pensó que el Sol ese día, tal vez, quiso

decirle algo a todos los seres de la Naturaleza con ese brillo tan especial que mostraron sus

rayos y el intenso colorido que no terminó de desaparecer ni siquiera al caer la noche.

Antes de conversar prefirió ver los cuadros pintados por Lysander y analizar con

detenimiento los compuestos medicinales de Nora. Para ello tuvo que ir a una sala del edificio

de La Ley donde quedaron almacenados cuando fueron confiscados. Allí, arrumbadas, estaban

todas las pruebas del delito.

Cuando sus pequeños y aún vivarachos ojos verdes apreciaron esas pinturas quedaron

desbordados por el realismo que irradiaban. Examinó detenidamente cada obra de arte y se

entusiasmo muchísimo con el trabajo realizado por el joven. Pensó que era una pena no poder

disfrutar de los cuadros de ese gran paisajista.

Después le tocó el turno a todo lo efectuado por la joven. Al analizar el extraordinario

botiquín natural quedó asombrada ante la magnitud del esfuerzo que había realizado. Tenía

delante de ella una gran cantidad de pequeños frascos detalladamente etiquetados con sus

nombres científicos y las dolencias que curaban. Durante todos los años de su larga vida jamás

había conocido ninguno tan completo.

Sumamente complacida por todo lo observado se encaminó a sus casas y tras dedicar el

resto del día a escucharlos, prestando verdadera atención a todo lo que oía, se despidió de sus

amistades y partió hacia su hogar.

Al cabo de unas semanas, Nicodemus recibió una carta de ella.

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Querido Nicodemus:

No creas que me he olvidado de vuestro problema.

Me fui de tu bosque bastante impactada por todo lo que vi y oí. Desde entonces estoy reflexionando

para intentar ofreceros un poco de ayuda.

¿De verdad que no te reconoces en la naturaleza de sus temperamentos?

Yo, en cambio, reconocí en la fuerza de Nora mi propia fuerza y en la sensibilidad de Lysander, la

tuya.

¡Cuántas veces soñamos con poder hacer lo que han hecho!

La única diferencia es que han tenido más valor que tú y yo para hacer realidad sus sueños.

Por supuesto que no estoy de acuerdo con sus formas. El engaño no debe tener cabida en nuestras

vidas, pero creo que ésta ha sido su única equivocación y bien sabes tú que han pagado por ello, al no

permitírseles que se vuelvan a encontrar.

Pero realmente, ¿qué daño han hecho?

Cuando entré en esa sala del edificio de La Ley lo que allí encontré fueron auténticas obras de arte y

compuestos para mejorar notablemente la salud.

En cuanto a Nora y Lysander me sorprendió gratamente su sinceridad y madurez y quieren,

por supuesto, compartir sus dones con la comunidad. ¿Cuál es el problema?

Como creo que aún no habéis meditado detenidamente sobre esto, te diré lo que pienso.

Es miedo, simple y puro miedo. Sí, miedo a lo desconocido, miedo a lo que pueda pasar si hay

cambios.

No os asustéis. Nada malo puede surgir del crecimiento personal de hadas y duendes, al contrario,

este crecimiento seguro va a repercutir en el crecimiento y mejora de toda la comunidad.

Tal vez sea hora ya de revisar las leyes del Gran Consejo de Duendes y cambiar las que están

produciendo dolor. Tendríamos que entender de una vez por todas, que para ser seres completos

necesitamos tener libertad para elegir y que cualquier misión puede ser realizada indistintamente, por

duendes o hadas.

Sé que pensarás en todo esto. Recuerdo tu alma sensible y seguro me has entendido.

Un afectuoso abrazo.

Charissa

Tras un tiempo de dudas, Nicodemus decidió hablar con el Consejo. No fue fácil para él. En

un primer momento, se sintió solo e incomprendido, pero contó con el apoyo de Charissa.

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Faltaría a la verdad si os dijera que este asunto se resolvió de inmediato. Necesitó de

muchas conversaciones entre duendes y hadas. También fueron muchas las reuniones que tuvo

que tener el Consejo.

La placidez de sus vidas fue sustituida por revuelo e intranquilidad, pero al fin, la más

importante de todas las leyes en su reino, pudo ser cambiada.

Derogaron:

“Las Hadas tienen una misión y los Duendes tienen otra”.

En su lugar se erigió:

“Cada Hada y cada Duende, tiene libertad para elegir su Camino de Vida.”

Como ocurre con toda nueva norma que se quiera implantar, requirió de un tiempo para que

empezase a funcionar de forma favorable. Por suerte, contaron con la inestimable ayuda de

Charissa que fue la primera Hada que perteneció al Gran Consejo. Su sabiduría y su

tolerancia, guiaron este proceso de manera satisfactoria.

El día que tomó posesión de su cargo recibió como regalo, ante la atenta mirada de todos

los presentes, una pintura con un gran Arco Iris que había realizado Nicodemus.

Al comenzar la sesión guiñaron sus ojos, al unísono, en forma de mensaje disimulado.

Con la ayuda que ofrecieron a Lysander y a Nora, habían hecho realidad su viejo sueño:

“Que ese mundo en Beige y Marrón, fuese un mundo Multicolor”

Y colorín colorado como tú bien sabes, este cuento…no se ha acabado…

Te acuerdas de lo que te pedí al principio de este relato… Ya te lo recuerdo yo.

Te invito a que cuentes esta historia para que no quede nadie, nadie, nadie, que no sepa que

tiene derecho a elegir y por favor, créelo tú. Da igual si eres Hada o Duende. Tienes derecho a

que se cumplan tus sueños, a que tu vida sea en colores… Elige… Sé feliz…

Te lo deseo desde lo más profundo de mi alma.

Ana María R. Novoa

8 de marzo de 2010