cuentos espirituales
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Cuentos para el almaTRANSCRIPT
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"Los cuentos se han utilizado desde la antigedad inmemorial, como portadores de
conocimiento e instrumentos de comprensin".
Idries Shah
Actualmente se estn utilizando los cuentos dentro de la psicoterapia como un apoyo
amable y muy maleable para acercar informacin y contenidos psicolgicos al paciente
en forma de vivencias en las cuales puede verse reflejado sin sentirse intimidado y
encontrar tambin salidas paralelas a momentos o situaciones actuales que experimenta.
Son en ese sentido catalizadores o puntos focales que a manera de espejos pueden
reflejarnos y devolvernos una imagen de nuestra psiquis o de procesos actuales que se
viven otorgndonos distancia y una perspectiva nueva y fresca donde mirarnos.
Siendo tan plsticos, un mismo cuento puede aplicarse a distintas situaciones y
momentos y al tener un marco o contenido humorstico se quedan grabados fcilmente
en nuestra memoria.
Una de las grandes ventajas de los cuentos es que penetran dentro de uno sin ofrecer
mucha resistencia, debido a que su contenido no es considerado agresivo y as no son
filtrados o no mucho por nuestros sistemas de filtros psicolgicos que nos impiden en
gran medida asimilar o absorber cosas nuevas, en gran parte como un mecanismo de
defensa y autoproteccin.
El cuento hace funcionar los dos hemisferios cerebrales de forma conjunta.
El mtodo de enseanza por historias, por su efectividad, es muy difundido y muchas
tradiciones espirituales los vienen utilizando desde hace muchos siglos o milenios como
un medio muy eficaz para contener y transmitir conocimiento y verdades profundas. En
el evangelio, las de Jess se llaman parbolas. Tan inspiradora es la Biblia, como el
Talmud, el Baghavad Gita, las gatas de Zoroastro o el Corn, pero tambin puede serlo
un cuento infantil, sobre todo si en l se encuentran ocultas y veladas verdades
universales.
La tradicin sufi es especialmente rica en historias. Las historias sufis siempre tienen
por lo menos tres interpretaciones o niveles de enseanza posibles. Algunas hasta siete;
la primera interpretacin generalmente es chistosa, razn por la cual son muy populares.
Cuando recordamos una historia sufi, despus de un tiempo, porque se aplica
exactamente a un evento del presente, nos damos cuenta de su verdad y la
comprendemos de manera profunda.
"El sufismo ha perfeccionado, entre otras tcnicas, un mtodo de enseanza
caracterstico que es casi desconocido fuera de los lmites de los iniciados en la va. Este
mtodo, llamado Impresin Esquemtica de Cuentos, est contenido en el uso especial
que los Sufis hacen de la literatura oral o de otro tipo.
Los relatos Sufis, a pesar de que superficialmente parecen suministrar una moral o
querer entretener, no son formas literarias como stas suelen ser entendidas. Son
literatura de forma accidental, material de enseanza de forma primaria. Muchos de los
poetas y escritores de Persia son Sufis declarados; y sus obras contienen esas
dimensiones internas a las que me estoy refiriendo.
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El cuento Sufi, as como ciertas citas Sufis de otro tipo, est destinado tanto a ser
apreciado por gente cultivada como a suministrar informacin, instruir y establecer lo
que se llama 'un marco para la recepcin de la iluminacin' en la mente del estudiante."
Este mtodo, segn la enseanza Sufi, puede producir iluminacin al individuo de
acuerdo con su capacidad de comprensin.
Puede tambin formar parte esencial de los ejercicios de preparacin de un estudiante.
El proceso exige ir ms all de la faz externa de un relato, sin inhibir la capacidad del
estudiante para comprender y gozar de su humor u otras caractersticas exteriores."
Idries Shah en "Aprender a Aprender" Ed.Paids Orientalia
El Cuento de las Arenas
Un ro, desde sus orgenes en lejanas montaas, despus de pasar a travs de toda clase
y trazado de campias, al fin alcanz las arenas del desierto. Del mismo modo que haba
sorteado todos los otros obstculos, el ro trat de atravesar este ltimo, pero se dio
cuenta de que sus aguas desaparecan en las arenas tan pronto llegaba a stas.
Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin
embargo, no haba manera. Entonces una recndita voz, que vena desde el desierto
mismo le susurr:
"El Viento cruza el desierto y as puede hacerlo el ro"
El ro objet que se estaba estrellando contra las arenas y solamente consegua ser
absorbido, que el viento poda volar y sa era la razn por la cual poda cruzar el
desierto.
"Arrojndote con violencia como lo vienes haciendo no logrars cruzarlo.
Desaparecers o te convertirs en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve
hacia tu destino"
-Pero cmo esto podr suceder?
"Consintiendo en ser absorbido por el viento".
Esta idea no era aceptable para el ro. Despus de todo l nunca haba sido absorbido
antes. No quera perder su individualidad. "Y, una vez perdida sta, cmo puede uno
saber si podr recuperarla alguna vez?" "El viento", dijeron las arenas, "cumple esa
funcin. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo
como lluvia, el agua nuevamente se vuelve ro"
-Cmo puedo saber que esto es verdad?
"As es, y si t no lo crees, no te volvers ms que un pantano y an eso tomara
muchos, pero muchos aos; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un ro."
-Pero no puedo seguir siendo el mismo ro que ahora soy?
"T no puedes en ningn caso permanecer as", continu la voz. "Tu parte esencial es
transportada y forma un ro nuevamente. Eres llamado as, an hoy, porque no sabes
qu parte tuya es la esencial."
Cuando oy esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del ro.
Vagamente, record un estado en el cual l, o una parte de l cul sera?, haba sido
transportado en los brazos del viento. Tambin record --o le pareci?-- que eso era lo
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que realmente deba hacer, an cuando no fuera lo ms obvio. Y el ro elev sus vapores
en los acogedores brazos del viento, que gentil y fcilmente lo llev hacia arriba y a lo
lejos, dejndolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una
montaa, muchas pero muchas millas ms lejos. Y porque haba tenido sus dudas, el ro
pudo recordar y registrar ms firmemente en su mente, los detalles de la experiencia.
Reflexion: "S, ahora conozco mi verdadera identidad". El ro estaba aprendiendo pero
las arenas susurraron: "Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto da tras da, y
porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas
del ro hasta la montaa"
Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Ro de la Vida ha de continuar su
travesa est escrito en las Arenas.
Awad Afifi el Tunecino
La historia del cerrajero
Haba una vez un cerrajero al que acusaron injustamente de unos delitos y lo
condenaron a vivir en una prisin oscura y profunda. Cuando llevaba all algn tiempo,
su mujer, que lo quera muchsimo se present al rey y le suplic que le permitiera por
lo menos llevarle una alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus
postraciones cada da. El rey consider justa esa peticin y dio permiso a la mujer para
llevarle una alfombra para la oracin.
El prisionero agradeci la alfombra a su mujer y cada da haca fielmente sus
postraciones sobre ella. Pasado un tiempo el hombre escap de la prisin y cuando le
preguntaban cmo lo haba conseguido, l explicaba que despus de aos de hacer sus
postraciones y de orar para salir de la prisin, comenz a ver lo que tena justo bajo las
narices. Un buen da vio que su mujer haba tejido en la alfombra el dibujo de la
cerradura que lo mantena prisionero. Cuando se dio cuenta de esto y comprendi que
ya tena en su poder toda la informacin que necesitaba para escapar, comenz a
hacerse amigo de sus guardias. Y los convenci de que todos viviran mucho mejor si
lo ayudaban y escapaban juntos de la prisin. Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que
aunque eran guardias comprendan que tambin estaban prisioneros. Tambin deseaban
escapar pero no tenan los medios para hacerlo.
As pues, el cerrajero y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevaran
piezas de metal y l hara cosas tiles con ellas para venderlas en el mercado. Juntos
amasaran recursos para la huda y del trozo de metal ms fuerte que pudieran adquirir
el cerrajero hara una llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y
sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de la prisin y salieron al frescor de la
noche, donde estaba su amada esposa esperndolo. Dej en la prisin la alfombra para
orar, para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para
interpretar el dibujo de la alfombra tambin pudiera escapar. As se reuni con su mujer,
sus ex-guardias se hicieron sus amigos y todos vivieron en armona. El amor y la pericia
prevalecieron.
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Cuento tradicional suf
La prisin
El mundo es una prisin y nosotros somos los prisioneros: haz un boquete en el muro de la prisin y sal de ella!
Jalal al-Din Rumi. (Masnavi I, 982).
Imagnate a un hombre que tiene que rescatar a gente de cierta prisin. Se ha decidido
que slo hay un modo plausible de llevar esto a cabo.
El libertador tiene que entrar en la prisin sin atraer la atencin. Debe permanecer all
relativamente libre para actuar durante cierto perodo. La solucin escogida es que
entrar como convicto.
Por consiguiente, hace los preparativos, oportunos para que le capturen y le sentencien.
Como otros que han cado vctimas de este sistema, se le enva a la prisin que es su
meta.
Cuando llega, sabe que se le ha despojado de cualquier posible dispositivo que le
pudiese haber ayudado en una escapada. Todo lo que posee es su plan, su ingenio, su
habilidad y su conocimiento. Por lo dems, tiene que arreglrselas con equipo
improvisado, adquirido en la propia prisin.
El mayor problema es que los prisioneros sufren de psicosis carcelaria. Esto les hace
pensar que su prisin es el mundo entero. Otra caracterstica es el olvido de partes
esenciales de su pasado. Por consiguiente, casi no poseen memoria alguna de la
existencia, perfil y detalle del mundo exterior.
La historia de los compaeros de prisin de este hombre es una historia carcelaria. Sus
vidas son vidas carcelarias. Piensan y actan en base a ello.
Por ejemplo, en vez de acumular pan como provisin para la huida, lo moldean y hacen
domins con los cuales juegan. Saben que alguno de estos juegos son diversiones, pero
otros los consideran reales. A las ratas, que podan entrenar como medio de
comunicacin con el exterior, las tratan como animales domsticos. Beben el lquido de
limpieza que contiene alcohol, el cual les produce alucinaciones placenteras.
Consideraran una triste prdida, incluso un crimen, si alguien lo usase para drogar y
dejar inconscientes a los guardianes, haciendo posible la huida.
El problema se agrava, ya que los desdichados han olvidado el significado de algunas de
las palabras normales que hemos estado usando. Si les pides una definicin para
palabras tales como "provisiones", "viaje", "huida", obtendras una lista de
significaciones como "rancho carcelario", "caminar de un bloque de celdas a otro", y
"evitar el castigo por parte de los guardianes".
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"El mundo exterior" sonara a sus odos como una extraa contradiccin: "Ya que ste
es el mundo, este lugar donde vivimos -diran-, cmo puede haber otro fuera?".
El hombre que est trabajando en el plan de rescate, al principio, slo puede actuar
mediante analoga.
Hay pocos prisioneros que acepten sus analogas, ya que a ellos les parecen locos
balbuceos. Cuando dice "necesitamos provisiones para nuestro viaje de huida al mundo
exterior", por supuesto, a ellos les suena como el absurdo siguiente: "Necesitamos
provisiones -alimentos para usar en la prisin- para nuestro viaje -trasladarnos de un
bloque de celdas a otro- de huida -evitar el castigo de los guardianes- al mundo exterior
-a la prisin exterior..."
Algunos de los prisioneros de mente ms seria puede que digan que quieren entender el
significado de sus palabras, pero ya han olvidado el lenguaje del mundo exterior.
Cuando este hombre muere, algunos de los prisioneros hacen de sus palabras y actos un
culto carcelario. Lo utilizan para consolarse a s mismos y para encontrar argumentos
contra el siguiente libertador que se las ingenie para llegar hasta ellos.
Sin embargo, una minora, de vez en cuando, escapa.
Saber Sentir el Sabor
"Saber" y "sabor" tienen una ntima relacin entre los dos.
rase una vez, en un pequeo poblado perdido entre las montaas, que vivan en una
aldea recogida y alegre, un grupo de seres humanos. Hacan lo que suelen hacer la
mayora de estos seres: dormir, trabajar, comer, jugar y dormir. Pero he aqu que un da
uno de ellos, por extraos motivos que nos llevaran a otras historias, decidi marchar
de ese pueblo. Reuni a todos lo seres del pueblo y les manifest su intencin de salir
ms all de las montaas para conocer lo que se "coca" en otros lugares.
- Para qu?- le preguntaron sus amigos.
- Porque quiero saber- les respondi.
Nuestro amigo, al que desde ahora llamaremos Sixto, se dirigi al norte, porque desde
antiguo al pueblo haban llegado noticias, que all era dnde exista ms saber.
Pas un tiempo sin noticias de Sixto, hasta que un buen da apareci en lontananza.
Hubo gran alegra en el poblado, todos le rodeaban, le preguntaban, pero l vena
cansado del viaje y pidi que le dejasen descansar. Al da siguiente, a la puerta de su
casa, todo el mundo estaba reunido esperando que l apareciera.
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Cuando lo hizo, todos prorrumpieron en aplausos y aclamndole le pedan que
compartiera con ellos su saber.
- Bueno, veris, lo nico que he aprendido no puedo compartirlo con vosotros. !Oh!
Que desilusin entre los seres del poblado.
-Por qu?- se atrevi a preguntar un nio (todos sabemos que los nios son muy
atrevidos)
- Porque lo que he aprendido es a distinguir el sabor de las cosas.
Un murmullo de perplejidad se adue del pueblo.
- Veris, amigos. Cuando llegu al norte, me sent perdido. Haba mucha gente,
ciudades enormes, y en ese estado me encontraba cuando vi en un cartel que se daban
cursos de cocina rpida. Como el hambre me acuciaba pens que no vendra nada mal
llenar el estmago con algo y de paso aprender a cocinar comidas diferentes. Entr pero,
sabis?, el curso no era para aprender a cocinar, no. Era para aprender a saborear la
comida.
-Oh!- murmuraron los del pueblo- Y eso cmo se aprende?
-Ah! Amigos mos es bastante complicado de explicar con palabras -dijo Sixto- los
profesores se limitaban a dibujar esquemas y diagramas en la pizarra, y nos decan:
"Tenis que sentir el sabor de sta posicin del esquema". Otro incida: "No hay que dar
vueltas buscando el mejor sabor. Sabor solo hay uno, y es aquel que no tiene sabor,
porque en l estn todos los sabores".
Y nos pona el ejemplo de la luz blanca que se descompone en diferentes colores
cuando pasa por un prisma. "El lugar -deca el jefe de cocina- donde hay y no hay luz
blanca es el sabor sin sabor".
El pueblo entero estaba maravillado de esta explicacin.
- Por favor, dibjanos esos esquemas. Nosotros queremos experimentar ese sabor sin
sabor.
Sixto los mir con conmiseracin, y quedamente les dijo:
- Amigos mos, esto es lo que me ensearon en aquella ciudad, pero de regreso al
pueblo me he dado cuenta, a travs de procesos que si os lo contara a alguno de
vosotros se volvera ms confundido, digo que me he dado cuenta que todo eso no sirve
para nada.
- Qu?!- pregunt asombrado el pueblo.
- Os lo explicar. La clave est en dos palabras: "sentir" y sabor". Vosotros queris
saber a que sabe el sabor sin sabor. Es cierto?
- S!
-
- Y yo os digo que lo importante es sentir ese sabor.
- Ah!- los seres del poblado se miraron unos a otros.
Un nio, el mismo de antes, que por lo visto era un poco pesado con sus preguntas, dijo:
- Sixto, Sixto...
- S, nio, dime.
- Podras decirme, entonces, por qu esos seores que hablaban mediante grficos del
sabor sin sabor dan esas clases?Por qu utilizan esquemas si no son importantes?Por
qu malgastan su tiempo y su energa en dar un arte objetivo a la subjetividad de la
gente? Por qu...?
- Nio, calla! -grit Sixto- T no puedes saberlo porque no has estado dnde yo he
estado, ni has visto lo que yo he visto. Esas personas que dibujaban el sabor, saban lo
que estaban haciendo, lo transmitan de una manera especial, de tal forma que se
introduca poco a poco en el organismo y ha sido ahora, al llegar al pueblo, cuando me
he dado cuenta de que es lo realmente importante.
- Dnoslo, Sixto, dnoslo! - grit todo el pueblo.
- Hay que sentir el sabor, ya os lo he dicho.
- Y cmo sabemos que es lo que sentimos si no tenemos un espejo en el cual
mirarnos?, pregunt el mismo nio de antes.
Sixto mir con dulzura al nio y le dijo:
- Nio, eres un pesado insolente!- sonri y desapareci en su casa para darse un bao".
Nmadas del viento
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Mark Karstad
rase una vez un desierto. Un desierto de arenas cambiantes. Dunas rojas por el sol y el
calor asfixiante. Un ocano de arena que a primera vista parecera muerto, pero que ante
unos ojos expertos rebosaba vida.
Esta es la historia de una caravana que nunca lleg a su destino.
Todo empez un da...
Los camellos se asustaron. Abrieron las aletas de sus narices, nerviosos y atentos. El
hombre cubierto por completo, solo dejaba vislumbrar una pequea rendija para poder
observar a su alrededor.
El jinete y su montura llegaron al lmite de la duna y en el fondo de la siguiente se
hallaba la causa de su nerviosismo. Un grupo de gente caminaba acompaada de sus
camellos y enseres.
Dictan las normas de cortesa que al encontrarse en el desierto el saludo debe de ir
acompaado de hospitalidad. All mismo plantaron las tiendas ya que la noche se le
echaba encima. Era raro no encontrarse con alguien, ya que los caminos, aunque no
marcados por nada ni por nadie, existan. Como s una memoria ancestral guiara a las
caravanas hacia su destino.
As fue ocurriendo durante varios das y se iban acercando hacia el oasis, punto final de
su recorrido.
A travs de muchos aos, se haban establecido alianzas y compromisos en el uso del
agua y del fruto de las palmeras del oasis. Pero an as exista en ese lugar un venerable
anciano al que todos recurran cuando surga algn problema. O para or de su
experiencia en algo que se desconoca.
Lleg un da en el cual el anciano reuni a todos los viajeros de las arenas. Era de noche
y slo el techo lleno de estrellas les cobijaba.
Les convoc para contarles un secreto, solo por l conocido. Todos respetaban al
anciano pues les haba dado muchas muestras de sus acertados consejos a lo largo de los
muchos aos que le conocan.
Les habl as:
-
- Queridos hijos, hermanos. Os he visto crecer y os he seguido an en los sitios en los
que creais que ya no me alcanzaba la vista. As que creo saber como sois realmente.
Estis viniendo a este lugar para dar de beber a vuestros animales y habis tomado este
oasis como punto final de vuestro viaje. Pero no es as.
Un murmullo de sorpresa se extendi entre los presentes. Alguno pensaron que el viejo
desvariaba.
- Os digo que ms all de estas dunas que nos protegen. Ms all del Desierto Negro,
existe un oasis donde el agua fluye desde el cielo...
- Cmo sabes eso, anciano?
- Lo s porque yo nac all. No debis conformaros con este agua, porque aunque
vosotros la veis limpia y pura, y os quite la sed, os aseguro que la del Nacimiento es
incomparable.
La mayora de los que estaban oyndole empezaron a retirarse pensando que era tarde,
que para qu ir tan lejos si ya estaba all el agua, para que arriesgarse... Encontraron mil
excusas.
Quedaron solo unos pocos asombrados por lo que oan.
El anciano les mir y dijo:
- Entre vosotros algunos han reconocido el lugar del que hablo, otros os quedis por
curiosidad y otros porque se quedan los dems. Sed honestos con vosotros mismos y
quedaos slo si sents la llamada. El viaje ser peligroso y a la vez fascinante.
Aprenderis muchas cosas y tendris que renunciar a muchas ms. Pero la recompensa
que obtendris superara todas vuestras expectativas. Maana por la maana iniciaremos
el viaje.
- Cmo, t tambin vienes?
- Naturalmente, es qu acaso alguno de vosotros sabe llegar al lugar del cul os hablo?.
Al da siguiente, cuando el sol despuntaba sobre las dunas, los que iban a iniciar el
viaje, recogieron todas sus pertenencias dispuestos a continuar por el Desierto Negro,
as llamado porque el sol haba requemado el suelo de tal manera que pareca carbn.
Al cabo de poco tiempo comenzaron a formarse grupos de personas que hablaban entre
ellas. El anciano les observaba y comprenda. Entre ellos hablaban de si era correcto
dejar el mando de la caravana a alguien tan anciano, e incluso alguien empez a
comentar en voz alta su inseguridad ante el viaje iniciado.
Todo ese da sigui igual y al llegar la noche el anciano les hizo parar y convoc una
reunin.
- Escuchad. Aquellos de vosotros que estis aqu por curiosidad, an estis a tiempo de
volveros atrs, conocis el camino de vuelta. Los que os quedis porque siempre habis
-
estado siguiendo a otro, os digo lo mismo, ya que a partir de maana aunque vayamos
juntos cada uno debe de velar por s mismo. Debe de confiar en la huella del camello
que lleva delante. Procurad no dormiros, ya sabis que la muerte aguarda en el sueo.
Y vosotros, aquellos que tenis constancia de la verdad. Continuad en vuestra creencia.
Yo os conducir al final. Mi compromiso con vosotros es tanto o ms que el vuestro
conmigo.
Acto seguido, algunos de entre todos ellos dijeron que se marchaban. Preferan seguir
como antes, que no vean seguro el resultado del viaje...
Pasaron varios das, y en su recorrido del desierto sucedi que se encontraron viajeros
que se unieron a su caravana y algunos de la caravana que la dejaban por diversas
razones.
Pero el tiempo pasaba, y ni todos los curiosos, ni todos los acompaantes se haban
marchado. Resultaba que en sus corazones no anidaba el anhelo de la verdad, slo el ver
que era aquello de lo que se hablaba y los otros, en su cobarda, no queran aceptar que
estaban all sin desear estar.
De nuevo, por la noche, el anciano los reuni:
- S que entre vosotros anida la duda del viajero. Empezis a pensar en lo que habis
dejado atrs. Tenis miedo a lo desconocido que hay ms adelante. Solo os pido que
confiis en m. Estis aqu por libre voluntad, y si conseguimos estar ms juntos, lo que
empez como una reunin de gentes dispersas conseguiremos transformarlo en un
autentico pueblo. No desesperis. No queris ver ya el oasis de la Fuente, an queda
mucho camino. No prestis vuestros odos a todos aquellos que llamndose vuestros
amigos quieren apartaros del camino que llevis en el corazn.
Siguieron pasando los das. Los puntos de desunin y unin se iban cada ensanchando
vez ms. Se lleg a plantear en una reunin, en la que no estaba presente el anciano, el
continuar el camino por otro lugar menos agreste y que fuera ms gratificante. Alguno
entre ellos les dijo que l haba odo hablar que pareca ser haba otras caravanas
surcando el mismo desierto, que si se unan a ellas todo ira mejor, y ms cosas...
El anciano conoca todas estas cosas y su corazn se entristeca. l les haba abierto las
puertas del conocimiento, del conocerse a s mismo, y ellos mismo le planteaban que
estaba equivocado. Cmo poda estarlo si l era quien haba hecho la ruta que ahora
ellos pretendan conocer mejor que l?
El clima de los viajeros lleg a tal extremo que uno de los que no eran corri el rumor
de que el anciano estaba perdiendo el juicio, que ya no poda seguir guindolos porque
lo que haca no estaba bien, que l saba que las cosas no eran de la manera tal como el
anciano lo contaba. De nuevo la duda anid en los corazones de los viajeros. Pero lo que
ms le dola al anciano era que nadie de entre todos ellos se dirigiera a l para
preguntarle nada, sino que daban crdito a alguien que ni siquiera haba hecho esa ruta
con anterioridad. Pero el anciano les dej hacer. Si estaban con l voluntariamente l no
era nadie para obligarles a hacer algo que no queran.
-
An as los convoc a una ltima reunin: Y dijo:
- Cuando iniciamos este viaje, todos vosotros vinisteis voluntariamente. A nadie
obligu. Os cont el lugar de la Fuente, el lugar donde yo nac. Y vosotros aceptasteis
venir. Os avis que era un viaje largo y duro. Y sin embargo, ahora, hablis de otros
lugares, de otras rutas. No os puedo detener. Os dije que haba tres grupos entre
vosotros. Vosotros habis elegido a que grupo queris pertenecer. Slo una cosa ms.
Yo he de continuar mi viaje, y lo har aunque contine en solitario. El desierto es ancho
y lo recorren innumerables sendas. Esta es la ma y el que quiera caminar por ella debe
hacerlo de acuerdo a las reglas establecidas para este camino.
Los mir uno a uno, con gravedad y una extraa sensacin se apoder de los corazones
de los viajeros. Se miraron entre ellos y cuando volvieron su vista hacia donde haba
estado el anciano, no haba nadie.
Un revuelo recorri a todos. Qu hacan? Hacia dnde dirigirse? Ahora, incluso
aquellos que hablaban, que decan saber otros caminos, callaban. Solo unos pocos se
levantaron de la arena y mirando a las estrellas continuaron caminando.
Dicen los narradores de historias que esta es una historia inacabada. Que la tribu de los
que se levantaron an sigue caminando aunque sin saber hacia donde dirigirse, slo
recuerdan que un da el anciano mencion La Estrella y ellos ya no buscan la Fuente, si
no ese punto de luz que los alumbre en su caminar a ningn lugar.
Ah! Se me olvidaba. Sabis el nombre por el que eran conocidos?
La Mecha
Tth Istvn
-
Un hombre oy una noche que alguien andaba por su casa. Se levant y, para tener luz,
intent sacar chispas del pedernal para encender su mechero. Pero el ladrn causante del
ruido, vino a colocarse ante l y, cada vez que una chispa tocaba la mecha, la apagaba
discretamente con el dedo. Y el hombre, creyendo que la mecha estaba mojada, no logr
ver al ladrn.
Tambin en tu corazn hay alguien que apaga el fuego, pero t no lo ves.
Rumi.
La Hermosa Sirvienta
dinny
Erase una vez un sultn, dueo de la fe y del mundo. Habiendo salido de caza, se alej
de su palacio y, en su camino, se cruz con una joven esclava. En un instante l mismo
se convirti en esclavo. Compr a aquella sirvienta y la condujo a su palacio para
decorar su dormitorio con aquella belleza. Pero, enseguida, la sirvienta cay enferma.
Siempre pasa lo mismo! Se encuentra la cntara, pero no hay agua. Y cuando se
encuentra agua, la cntara est rota! Cuando se encuentra un asno, es imposible
encontrar una silla. Cuando por fin se encuentra la silla, el asno ha sido devorado por el
lobo.
El sultn reuni a todos los mdicos y les dijo:
Estoy triste, slo ella podr poner remedio a mi pena. Aquel de vosotros que logre curar
al alma de mi alma, podr participar de mis tesoros.
Los mdicos le respondieron:
-
Te prometemos hacer lo necesario. Cada uno de nosotros es como el Mesas de este
mundo. Conocemos el blsamo que conviene a las heridas del corazn.
Al decir esto, los mdicos haban menospreciado la voluntad divina. Pues olvidar decir
Insh Allah! hace al hombre impotente. Los mdicos ensayaron numerosas terapias, pero ninguna fue eficaz. La hermosa sirvienta se desmejoraba cada da un poco ms y
las lgrimas del sultn se transformaban en arroyo.
Todos los remedios ensayados daban el resultado inverso del efecto provisto. El sultn,
al comprobar la impotencia de sus mdicos, se traslad a la mezquita. Se prostern ante
el Mihrab e inund el suelo con sus lgrimas. Dio gracias a Dios y le dijo:
T has atendido siempre a mis necesidades y yo he cometido el error de dirigirme a alguien distinto a ti. Perdname!
Esta sincera plegaria hizo desbordarse el ocano de los favores divinos, y el sultn, con
los ojos llenos de lgrimas, cay en un profundo sueo. En su sueo, vio a un anciano
que le deca:
Oh, sultn! Tus ruegos han sido escuchados! Maana recibirs la visita de un extranjero. Es un hombre justo y digno de confianza. Es tambin un buen mdico. Hay
sabidura en sus remedios y su sabidura procede del poder de Dios.
Al despertar, el sultn se sinti colmado de alegra y se instal en su ventana para
esperar el momento en el que se realizara su sueo. Pronto vio llegar a un hombre
deslumbrante como el sol en la sombra.
Era, desde luego, el rostro con el que haba soado. Acogi al extranjero como a un
visir y dos ocanos de amor se reunieron. El anfitrin y su husped se hicieron amigos y
el sultn dijo:
Mi verdadera amada eras t y no esta sirvienta. En este bajo mundo, hay que acometer una empresa para que se realice otra. Soy tu servidor.
-
Se abrazaron y el sultn aadi:
La belleza de tu rostro es una respuesta a cualquier pregunta!.
Mientras le contaba su historia, acompa al sabio anciano junto a la sirvienta enferma.
El anciano observ su tez, le tom el pulso y descubri todos los sntomas de la
enfermedad. Despus, dijo:
Los mdicos que te han cuidado no han hecho sino agravar tu estado, pues no han estudiado tu corazn.
No tard en descubrir la causa de la enfermedad, pero no dijo una palabra de ella. Los
males del corazn son tan evidentes como los de la vescula. Cuando la lea arde, se
percibe. Y nuestro mdico comprendi rpidamente que no era el cuerpo de la sirvienta
el afectado, sino su corazn.
Pero, cualquiera que sea el medio por el cual se intenta describir el estado de un
enamorado, se encuentra uno tan desprovisto de palabras como si fuera mudo S!
Nuestra lengua es muy hbil en hacer comentarios, pero el amor sin comentarios es an
ms hermoso. En su ambicin por describir el amor, la razn se encuentra como un asno
tendido cuan largo es sobre el lodo. Pues el testigo del sol es el mismo sol.
El sabio anciano pidi al sultn que hiciera salir a todos los ocupantes del palacio,
extraos o amigos.
Quiero, dijo, que nadie pueda escuchar a las puertas, pues tengo unas preguntas que hacer a la enferma.
La sirvienta y el anciano se quedaron, pues, solos en el palacio del sultn. El anciano
empez entonces a interrogarla con mucha dulzura:
-
De dnde vienes? T no debes ignorar que cada regin tiene mtodos curativos propios. Te quedan parientes en tu pas? Vecinos? Gente a la que amas?.
Y, mientras le haca preguntas sobre su pasado, segua tomndole el pulso.
Si alguien se ha clavado una espina en el pie, lo apoya en su rodilla e intenta sacrsela
por todos los medios. Si una espina en el pie causa tanto sufrimiento, qu decir de una
espina en el corazn! Si llega a clavarse una espina bajo la cola de un asno, ste se pone
a rebuznar creyendo que sus voces van a quitarle la espina, cuando lo que hace falta es
un hombre inteligente que lo alivie.
As nuestro competente mdico prestaba gran atencin al pulso de la enferma en cada
una de las preguntas que le haca. Le pregunt cules eran las personas con quienes
viva y coma. El pulso permaneca invariable hasta el momento en que mencion la
ciudad de Samarkanda. Comprob una repentina aceleracin. Las mejillas de la
enferma, que hasta entonces eran muy plidas, empezaron a ruborizarse. La sirvienta le
revel entonces que la causa de sus tormentos era un joyero de Samarkanda que viva en
su barrio cuando ella haba estado en aquella ciudad.
El mdico le dijo entonces:
No te inquietes ms, he comprendido la razn de tu enfermedad y tengo lo que necesitas para curarte. Que tu corazn enfermo recobre la alegra! Pero no reveles a
nadie tu secreto, ni siquiera al sultn.
Despus fue a reunirse con el sultn, le expuso la situacin y le dijo:
Es preciso que hagamos venir a esa persona, que la invites personalmente. No hay duda de que estar encantado con tal invitacin, sobre todo si le envas como regalo
unos vestidos adornados con oro y plata.
El sultn se apresur a enviar a algunos de sus servidores como mensajeros ante el
joyero de Samarkanda. Cuando llegaron a su destino, fueron a ver al joyero y le dijeron:
-
Oh, hombre de talento! Tu nombre es clebre en todas partes! Y nuestro sultn desea confiarte el puesto de joyero de su palacio. Te enva unos vestidos, oro y plata. Si
vienes, sers su protegido.
A la vista de los presentes que se le hacan, el joyero, sin sombra de duda, tom el
camino del palacio con el corazn henchido de gozo. Dej su pas, abandonando a sus
hijos, y a su familia, soando con riquezas. Pero el ngel de la muerte le deca al odo:
Vaya! Crees acaso poder llevarte al ms all aquello con los que sueas?.
A su llegada, el joyero fue presentado al sultn. Este lo honr mucho y le confi la
custodia de todos sus tesoros. El anciano mdico pidi entonces al sultn que uniera al
joyero con la hermosa sirvienta para que el fuego de su nostalgia se apagase por el agua
de la unin.
Durante seis meses, el joyero y la hermosa sirvienta vivieron en placer y en el gozo. La
enferma sanaba y se volva cada vez ms hermosa.
Un da, el mdico prepar una coccin para que el joyero enfermase. Y, bajo el efecto
de su enfermedad, este ltimo perdi toda su belleza. Sus mejillas palidecieron y el
corazn de la hermosa sirvienta se enfri en su relacin con l. Su amor por l
disminuy as hasta desaparecer completamente.
Cuando el amor depende de los colores o de los perfumes, no es amor, es una
vergenza. Sus ms hermosas plumas, para el pavo real, son enemigas. El zorro que va
desprevenido pierde la vida a causa de su cola. El elefante pierde la suya por un poco de
marfil.
El joyero deca:
Un cazador ha hecho correr mi sangre, como si yo fuese una gacela y l quisiera apoderarse de mi almizcle. Que el que ha hecho eso no crea que no me vengar.
-
Rindi el alma y la sirvienta qued libre de los tormentos del amor. Pero el amor a lo
efmero no es amor.
Mawlana Yalal al-Din Rumi 150 Cuentos Sufes extrados del Matnawi Ed. Paidos
Orientalia
Comentario del Murshid Nawab en el retiro de Bogota, Marzo de 2001:
El doctor tena cierta pocin alqumica y puso un poco en la comida de la mujer joven.
Y bajo el efecto de la pocin ella vio a su amado esposo como el se vera setenta aos
despus. Por supuesto qued impresionada, entonces pregunt, "Qu pasa, dnde est
mi marido?", y l dijo, "Pero si estoy aqu amor, bsame". Ella estaba horrorizada de
besarlo.
Despus de un tiempo, el efecto de la pocin desapareci, pero ella comenz a pensar
ms profundamente en la situacin y comprendi que a pesar de todas las
circunstancias, el rey siempre la haba amado y que inclusive el rey haba sacrificado su
felicidad por la de ella. Y as, ella entendi que ella le deba mucho ms a l de lo que l
le haba dado. Bueno... , cmo sali ella de la situacin, la historia no lo cuenta.
Y realmente esta es la pelcula del alma, el apego al mundo y el amor de la Divina
Presencia. La joven mujer representa nuestra alma, que es amada por el rey, el Divino
Rey, que slo quiere darnos todo lo que necesitamos. Entonces nos intoxicamos con
nuestra vida en la tierra, que est representada por el amor de la mujer hacia el orfebre.
Pero si con la ayuda del alquimista, reconocemos la visin futura del orfebre, esto nos
ayuda a reconocer la verdadera situacin, que es lo que los sufis llaman morir antes de
la muerte. Cuando el alma ve el destino que le espera al cuerpo, ese amor temporal
cambia"
-
Los Isleos*
El hombre vulgar se arrepiente de sus pecados:
el elegido lamenta la futilidad de los mismos.
(Dhu'l-Nun Misri)
Casi no existen fbulas que no contengan un algo de verdad. Y con frecuencia permiten
a las personas asimilar ideas que sus patrones habituales de pensamiento les impediran
digerir. En consecuencia las fbulas se han venido utilizando, y de manera especial por
los sufis, para presentarnos una imagen de la vida ms en armona con sus propias
percepciones que si se utilizasen ejercicios intelectuales.
Presento aqu una fbula sufi que trata de la situacin humana, aunque resumindola y
adaptndola, como siempre debe hacerse, adecuada para la poca en la que se presenta.
Los autores sufis consideran que las simples fbulas para divertirse son una forma de
arte degenerada e inferior.
Hace mucho tiempo existi cierta tierra lejana, habitada por una comunidad perfecta.
Sus componentes no sentan temores como los que nosotros padecemos. Y en vez de
incertidumbres y titubeos obraban con propsitos bien definidos y tenan una manera
ms plena de expresarse. No sufran las violencias y tensiones que la humanidad actual
considera esenciales para su progreso, pero sus vidas eran ms completas porque otros
elementos de calidad superior sustituan a aqullos. Su modo de vivir era, pues, algo
distinto al nuestro. E incluso podramos afirmar que nuestras percepciones actuales no
son ms que un reflejo tosco y lejano de las verdaderas percepciones que dicha
comunidad posea.
Aquellas gentes vivan existencias reales, no semi-existencias.
Vamos a llamarles el pueblo de El Ar.
Tenan un gua, que descubri que su pas se hara inhabitable por un perodo de veinte
mil aos. Plane el xodo de su pueblo, siendo consciente de que sus descendientes
podran volver al mismo despus de haber sufrido numerosas y difciles pruebas.
-
Encontr para ellos un lugar de refugio, una isla con caractersticas remotamente
similares a la de su patria de origen; pero a causa de la diferencia de clima y situacin,
los inmigrantes deberan sufrir ciertas transformaciones, que les permitieran adaptarse,
fsica y mentalmente, a las nuevas circunstancias. Por ejemplo, las percepciones de
carcter sutil fueron sustituidas por otras ms toscas, como cuando la mano del labriego
se endurece a consecuencia de las necesidades de su tarea.
Con el fin de atenuar el dolor que pudiera producirles toda comparacin entre su antiguo
estado y el actual, se les hizo olvidar el pasado casi por completo, no quedando de l
ms que una tenue reminiscencia capaz de reactivarse cuando llegara el momento.
Dicho sistema resultaba complejo pero estaba perfectamente concebido. Los rganos
que permitieron a aquellas gentes sobrevivir en la isla tuvieron tambin la facultad de
proporcionarles el goce fsico y mental. Los rganos que eran realmente constructivos
en el antiguo hogar quedaron en un estado latente, unidos a la tenue memoria, listos
para ser reactivados a su debido tiempo.
Los inmigrantes fueron adaptndose lenta y penosamente a sus nuevas condiciones de
vida. Los recursos de la isla eran tales que, dados un esfuerzo comn y ciertas formas de
direccin y gua, la gente sera capaz de escapar a otra isla, en el camino de regreso a su
hogar original. sta era la primera en una sucesin de islas donde tendra lugar una
aclimatacin gradual.
La responsabilidad de dicha evolucin recay en aquellos individuos que podan
mantenerla. Estos habran de ser naturalmente pocos, ya que a la masa del pueblo le
resultaba virtualmente imposible mantener vivos en su conciencia dos conocimientos
conflictivos entre s. La ciencia especial fue conservada por algunos expertos.
Dicho secreto o mtodo de efectuar la transicin se basaba en el dominio de las artes
martimas y en su aplicacin prctica. Para escapar de la isla se necesitaba un instructor,
materias primas, individuos, esfuerzo y conocimiento. Con estos elementos la gente
aprendera a nadar y a construir navos.
Quienes originalmente estaban a cargo de organizar las operaciones de escape
expresaron de manera muy clara que para aprender a nadar o tomar parte en la
construccin de buques se necesitaba una preparacin previa, y as se vino haciendo
satisfactoriamente durante algn tiempo.
-
Pero de pronto, un hombre en quien se descubri que de momento careca de las
cualidades necesarias, se rebel contra todo aquello y se las arregl para desarrollar una
idea clave. l haba observado que el esfuerzo de escapar supona una pesada y a
menudo indeseable carga para la gente. Al mismo tiempo, muchos estaban dispuestos a
creer cuanto se les dijera respecto de la operacin de escape. El se dio cuenta de que,
explotando estas dos circunstancias, poda adquirir poder, y tambin vengarse de
quienes -crea l- le haban menospreciado.
Librara a la gente de su carga asegurndoles sencillamente que la carga no exista.
Divulg esta proclama:
No es necesario que el hombre integre y adiestre su mente del modo que se os ha
descrito. La mente humana es ya un elemento estable y consistente. Se os ha dicho que
necesitis convertiros en artesanos para construir un navo. Pues yo os aseguro que no
slo no necesitis ser artesanos, ni siquiera necesitis un navo! Para sobrevivir y
quedar integrados en una sociedad, los isleos slo tenemos que observar algunas reglas
muy simples. Practicando el sentido comn, cualidad innata en todos, lograremos
cuanto se quiera en esta isla, nuestro hogar, propiedad y herencia de todos nosotros!.
El charlatn, tras haber despertado el inters del pueblo, concluy demostrando su
mensaje:
Si el nadar y los barcos son una realidad, mostradnos buques que hayan efectuado la
travesa y nadadores que hayan regresado.
Aquellas palabras eran un desafo para los instructores, que stos no podan
contrarrestar al estar basado en un supuesto cuya falacia ahora no poda ver la embotada
muchedumbre. Porque, en efecto, los barcos no regresaban de la otra tierra y, en cuanto
a los nadadores, cuando volvan haban sufrido una transformacin que los haca
invisibles para el resto.
La muchedumbre insisti en que se les diera una explicacin vlida.
-
En un intento por dialogar con los revoltosos se les dijo:
Construir buques es un arte y un oficio. El aprendizaje y el ejercicio de esta ciencia
depende de tcnicas especiales. Este conjunto forma una actividad completa que no
podemos desmenuzar como solicitis. En ella figura cierto elemento impalpable
llamado baraka, del que se deriva la palabra "barca" o navo. Significa "sutileza" y no se
os puede mostrar.
Arte, oficio, conjunto, baraka... tontadas!, gritaron los sublevados.
As que ahorcaron a cuantos artesanos constructores de barcos pudieron encontrar.
El nuevo evangelio fue recibido por todos como un signo de liberacin. El hombre
acababa de descubrir su propia madurez! Sentan, al menos momentneamente, que
haban sido liberados de responsabilidad.
Muchos otros modos de pensar pronto fueron barridos por la simplicidad y comodidad
del concepto revolucionario. Pronto se consider un factor bsico que nunca haba sido
desafiado por ningn ser racional. Racional, por supuesto, quera decir cualquiera que
armonizase con la propia teora general sobre la cual descansaba ahora la sociedad.
Se tacharon de irracionales las ideas opuestas a la nueva ideologa. Cualquier cosa
irracional era mala. A partir de ah, el individuo tena que suprimir cualquier duda o
dirigirla en otra direccin, ya que precisaba mostrarse racional a toda costa.
No era muy difcil ser racional, bastaba con adherirse a los valores establecidos. Por otra
parte abundaban las pruebas de la veracidad de dicho raciocinio, siempre y cuando no se
proyectara sobre algo situado fuera de la vida en la isla.
La sociedad se haba equilibrado temporalmente dentro de la isla, y pareca
proporcionar una convincente plenitud, al menos desde su propio punto de vista. Estaba
basada sobre la razn ms la emocin, ambas aparentemente plausibles. Se permitan,
por ejemplo, el canibalismo sobre una base racional. Considerando que el cuerpo
humano es comestible y que lo comestible es alimento, el cuerpo humano es, pues,
-
alimento. Con el fin de compensar la poca consistencia de dicho razonamiento se haca
una componenda. El canibalismo quedara controlado en inters de la sociedad. El
compromiso era la caracterstica del equilibrio temporal. De vez en cuando alguien
sealaba un nuevo compromiso, y la lucha entre razn, ambicin y comunidad produca
algunas normas sociales nuevas.
Ya que el arte de construir barcos no tena una aplicacin clara dentro de esta sociedad,
el esfuerzo fcilmente poda considerarse absurdo. No se necesitaban barcos ya que no
exista lugar adonde dirigirse. Las consecuencias de ciertas suposiciones pueden
presentarse de modo que demuestren esas suposiciones. A esto se le denomina
pseudocertidumbre, sustitutivo de la verdadera certeza. Es lo que realizamos a diario
cuando asumimos que viviremos otro da. Pero nuestros isleos lo aplicaban a todo.
Dos artculos en la gran Enciclopedia Universal de la Isla, nos muestra como funcionaba
el proceso. Destilando su sabidura de la nica fuente de nutricin mental de la que
disponan, los sabios de la isla produjeron -sin duda sinceramente- esta clase de
verdades:
Se ha demostrado cientficamente que esto es un absurdo, no se conocen materiales
impermeables al agua en la Isla con los cuales se pueda construir tal "barco", dejando a
un lado la cuestin de si hay un destino ms all de la Isla. Predicar la "construccin de
'barcos" es un delito grave segn la Ley xvii del Cdigo Penal, subseccin J, Proteccin
de los Crdulos. La OBSESION CON LA CONSTRUCCION DE BARCOS es una
forma aguda de escapismo mental, sntoma de inadaptabilidad. Todos los ciudadanos
tienen la obligacin constitucional de denunciar a las autoridades sanitarias si sospechan
de la existencia de tan trgica condicin en cualquier individuo.
Vase: Natacin; Aberraciones mentales; Delitos (serios).
Bibliografa: Smith, J.; Por qu no se pueden construir "barcos". Universidad Insular,
Monografa n.' 1 1 5 1.
NATACION: Desagradable. Supuesto mtodo para impulsar el cuerpo a travs del agua
sin ahogarse, generalmente con el propsito de "alcanzar un lugar fuera de la Isla". El
"aprendiz" de esta desagradable actividad tena que someterse a un ritual grotesco. En la
primera leccin se postraba en el suelo, moviendo brazos y piernas segn le ordenaba
un "instructor". La totalidad del concepto se basa en el deseo de los as llamados
-
"instructores" de dominar a los crdulos en tiempos de barbarie. Ms recientemente el
culto ha tomado la forma de mana epidmica.
Vase: Barco; Herejas; Pseudoartes.
Bibliografa: Brown, W. La Gran Locura de la "Natacin ", 7 vols. Instituto de Lucidez
Social.
Las palabras deplorable y desagradable se usaban en la isla para indicar todo
aquello que fuera contrario al nuevo evangelio, conocido bajo el nombre de
Complacer. La idea implcita era que la gente se sentira complacida, dentro de la
necesidad general de complacer al Estado. El Estado representaba a todo el pueblo.
No es sorprendente, pues, que desde tiempos muy remotos la sola idea de abandonar la
isla llenara de terror a la mayora de la gente. De modo similar, los prisioneros que han
pasado largos aos en cautividad sienten autntico temor cuando van a ser liberados;
para ellos el exterior es un mundo incierto, desconocido y peligroso.
La isla no era una crcel, pero era una jaula con barrotes invisibles ms efectivos que
los verdaderos.
La sociedad insular se volvi cada vez ms compleja. Observaremos slo algunas de sus
caractersticas ms destacadas. Su literatura era rica, y adems de obras culturales haba
numerosos libros que explicaban las cualidades y logros de la nacin. Exista tambin
un sistema de ficcin alegrico, que describa lo terrible que hubiera sido la vida, si la
sociedad no se hubiera organizado de aquella forma existente y tranquilizadora.
De vez en cuando los instructores trataban de ayudar al conjunto de la comunidad para
que escapara. Los capitanes se sacrificaban con el fin de restablecer un clima en el que
los constructores de barcos, ahora en la clandestinidad, pudieran continuar su labor.
Historiadores y socilogos interpretaban tales esfuerzos con referencia a las condiciones
en la isla, sin considerar contacto alguno con el exterior de esta sociedad cerrada. Era
fcil ofrecer explicaciones verosmiles de casi todo, sin que ello implicara ningn
principio de tica, ya que los eruditos continuaban estudiando con autntica dedicacin
lo que pareca ser la verdad.
-
Qu ms podemos hacer?, se preguntaban, implicando con la palabra ms que la
alternativa podra ser un esfuerzo cuantitativo. O se preguntaban unos a otros Qu
otra cosa podemos hacer?, asumiendo que la respuesta se encontraba en otra cosa,
algo diferente. El verdadero problema era que ellos se crean capaces de formular las
preguntas, pero ignoraban que las preguntas son tan importantes como las respuestas.
Por supuesto los isleos disponan de un amplio campo para el pensamiento y la accin
dentro de su pequeo dominio. La diversidad de ideas y las diferencias de opinin les
daban la impresin de libertad de pensamiento. Se estimulaba el pensamiento, siempre
que ste no fuese absurdo.
Se permita la libertad de palabra, pero resultaba de poca utilidad, al no ir acompaada
del desarrollo de la comprensin, que no se cultivaba.
La labor y los esfuerzos especficos de los navegantes tuvieron que tomar aspectos
diferentes, segn los cambios que sufra la comunidad. Esto hizo que su realidad y
existencia fuese an ms desconcertante para los estudiantes que intentaban seguirles
desde el punto de vista isleo.
Entre toda esta confusin, incluso la capacidad para recordar la posibilidad de escape se
converta a veces en un obstculo. La incipiente conciencia de la potencialidad de
escape no estaba muy equilibrada. Muy a menudo los que estaban ansiosos por escapar
terminaban por contentarse con algn tipo de sucedneo. Un vago concepto de
navegacin no puede volverse til sin orientacin. Pero incluso quienes con ms afn
anhelaban construir barcos haban sido adiestrados de modo que ya crean poseer tal
orientacin, que ya eran maduros. Detestaban a cualquiera que indicase que necesitaban
una preparacin.
A menudo, versiones extravagantes acerca de nadar o construir barcos perturbaban las
posibilidades de verdadero progreso. Gran parte de la culpa la tenan los abogados de la
pseudonatacin o de los barcos alegricos, meros charlatanes que ofrecan lecciones a
quienes eran an demasiado dbiles para nadar, o pasajes en barcos que no podan
construir.
Las necesidades de la sociedad haban hecho necesarias, en un principio, ciertas formas
de trabajo y pensamiento que evolucionaron hacia lo que fue conocido como ciencia.
-
Pero este admirable enfoque, esencial en los campos en que poda aplicarse, acab por
desbordar su verdadero significado. El enfoque llamado cientfico, que sigui a la
revolucin de Complacer se fue ampliando hasta abarcar toda clase de ideas.
Finalmente, todo lo que no qued comprendido entre sus lmites se consider
anticientfico, sinnimo muy conveniente para describir lo malo. Sin que nadie se
diese cuenta, las palabras cayeron prisioneras y luego se esclavizaron automticamente.
Al no adoptar una actitud adecuada, como personas que han sido abandonadas en una
sala de espera y se dedican a leer revistas enfebrecidamente, los isleos se dedicaron a
encontrar sustitutos a su plena realizacin, que era el propsito original (y decisivo) del
exilio de aquella comunidad.
Algunos consiguieron dirigir su atencin, con mayor o menor xito, hacia compromisos
emocionales. Haba diferente gama de emociones, aunque no exista una escala
adecuada para medirlas. A todas las emociones se las consideraba hondas o
profundas, en cualquier caso ms profundas que la ausencia de emocin. Cualquier
emocin que lograra conducir a la gente hasta lmites extremos, fsicos y mentales, se
calificaba automticamente de profunda.
La mayora de las personas se fijaron objetivos, o permitieron que otros los fijasen para
ellos. Lo mismo practicaban un culto tras otro, como perseguan el dinero, o intentaban
alcanzar la preeminencia social. Algunos adoraban ciertas cosas y se crean superiores
el resto. Otros, al repudiar lo que consideraban idolatra, se creyeron libres de dolos y
en situacin de burlarse del resto.
Con el paso de los siglos, la isla qued sembrada con los escombros de aquellos cultos.
Estos escombros, a diferencia de los meramente fsicos, tenan la propiedad de
autoperpetuarse. Gente bien intencionada y otros combinaron los cultos, difundindolos
como nuevos. Tanto para el aficionado corno para el intelectual, esto constituy una
mina de material acadmico o inicitico, que aportaba un agradable sensacin de
variedad.
Proliferaron las instalaciones para gozar de satisfacciones limitadas. Palacios y
monumentos, museos y universidades, instituciones pedaggicas, teatros y complejos
deportivos llenaban la isla casi por entero. La gente se enorgulleca de la profusin de
medios, muchos de los cuales crean relacionados de un modo general con la verdad
absoluta, aunque no alcanzaban a definir la naturaleza de tal relacin.
-
La construccin de barcos se vinculaba con algunas dimensiones de esta actividad, pero
de un modo desconocido por la mayora.
Clandestinamente los barcos izaban sus velas y haba nadadores que continuaban
enseando natacin...
Las condiciones reinantes en la isla no desalentaban totalmente a estas abnegadas
gentes. Despus de todo, ellos tambin eran originarios de la misma comunidad y
estaban unidos por lazos indisolubles con ella y con su destino.
Pero a menudo tenan que tomar precauciones respecto de las atenciones de sus
ciudadanos. Algunos isleos normales queran salvarles de s mismos. Por una razn
igualmente sublime, otros trataron de matarlos. Algunos incluso buscaron su ayuda
afanosamente, pero no pudieron encontrarles.
Todas estas reacciones frente a la existencia de los nadadores eran resultado de idntica
causa, aunque filtrada a travs de diferentes clases de mente. La causa era que apenas
nadie saba ahora qu era realmente un nadador, qu estaba haciendo o dnde se le
poda encontrar.
Conforme la vida en la isla se hizo cada vez ms compleja, una extraa pero lgica
industria empez a florecer. Su objetivo consista en atribuir dudas respecto de la
validez del sistema imperante. Tuvo xito en absorber dudas referentes a los valores
sociales, rindose de ellos o satirizndolos. Tal actividad poda adoptar una imagen
tanto triste como alegre, pero se convirti en un ritual repetitivo. Aunque era una
actividad potencialmente valiosa, a menudo se le priv de ejercer su verdadera funcin
creativa.
La gente consideraba que, despus de haber dado expresin temporal a sus
incertidumbres, poda hasta cierto punto atemperarlas, conjurarlas e incluso propiciarlas.
La stira se confundi con alegora significativa y sta, aunque fue aceptada, no fue
digerida. Obras teatrales, libros, pelculas, poemas, libelos, constituyeron los medios
habituales para este desarrollo, aunque una importante parte de la misma actuaba en
sectores ms acadmicos. Para muchos isleos, seguir este culto con preferencia a otros
ms viejos significaba mayor emancipacin, modernidad y progreso.
-
De vez en cuando an se presentaba un candidato a un instructor de natacin para
hacerle un trato. Por lo general se entablaba lo que pareca ser una conversacin
estereotipado:
-Quiero aprender a nadar.
-Quiere hacer un trato respecto de ello?
-No. Lo nico que quiero es poder llevarme mi tonelada de coles.
-Qu coles?
-El alimento que necesitar en la otra isla.
-All hay mejor comida.
-No entiendo lo que me dice. No puedo estar seguro. Debo llevar mis coles.
-Se ha dado cuenta de que no puede nadar con una tonelada de coles?
-Entonces no puedo ir. Usted lo llama una carga. Yo lo llamo mi alimento esencial.
-Supongamos, como alegora, que no hablamos de coles, sino de suposiciones, o
ideas destructivas.
-Llevar mis coles a algn instructor que comprenda mis necesidades.
-
* La historia de los Sufis trata acerca de algunos de los nadadores y constructores de
barcos, y tambin de otros que intentaron seguirles con mayor o menor xito. Pero la
fbula no ha terminado porque an queda gente en la isla.
Los sufis usan varias claves para transmitir sus significados. Recomponga el nombre de
la comunidad original -El Ar- para que se convierta en Real. Quizs ya haya
observado que el nombre adoptado por los revolucionarios en ingls Please
(Complacer), al recomponerse forma la palabra Asleep (Dormido).
"Los Sufis" de Idries Shah. 1971 Ed. Kairos
La isla
Llewellyn Smith
En la memoria de un pueblo lejano, que se remonta a antes de que nos convenciramos
de ser slidos y temporales, pervive la historia de un fabuloso caravasar, tan antiguo que
no se recuerda su nombre, cuyas desrticas ruinas nunca han sido halladas. Las sigilosas
griotes, las narradoras de la regin, consagrndose en recipientes de tal historia, insisten
en que este lugar sin nombre era a la vez tan real y esencial como el oxgeno; esta
antigua parada de camino para viajeros y mercaderes, nos dicen, fue la cima de la
humanidad y civilizacin del pueblo. Y algunos an murmuran que la longitud y latitud
de su sacra geografa an se pueden discernir aqu entre nosotros.
Quiz no fuera un lugar tan inusual, visto desde la era actual. Los habitantes eran gente
de altas miras y genuinamente amable, muy industriosos y hospitalarios. Eran hbiles
comerciantes y hombres de negocios, los intermediarios de ms xito en la regin. Su
propia cultura material era bastante primitiva, y poco queda de ella para poderla
estudiar. Como si anticiparan a los eruditos saqueadores de tumbas por venir, quemaban
a sus muertos con las pertenencias personales en celebraciones que duraban todo el da,
y usaban lo que quedaba para abonar las pocas cosechas que se podan cultivar en este
rido clima. En los fundamentos de su filosofa de la vida su religin, si es que se puede llamar as suponan que no se pertenecan a s mismos. Ellos eran slo
-
instrumentos o unidades de servicio y no tenan existencia real, salvo por tales actos de
servicio, y nada de existencia individual ni identidad ms all de la voluntad de ser
tiles a otros. Si los encontrarais en el mercado, atendiendo sus granjitas, o mandando
los nios a la escuela, o yendo a cualquier otro negocio de los que hacan funcionar la
sociedad, los amarais al momento por su sencillez. Regatear como corredores era su
sacro trabajo no creaba nada, ni dejaba nada atrs, y era de gran utilidad para todos, y as mantenan el potencial de puro servicio. Su gran sentido del humor e inteligencia
eran bien conocidos por los mercaderes que venan desde las ciudades circundantes a
comerciar con ellos, y se los menciona en cierta cantidad de diarios privados y cartas de
viajeros de la poca.
Los narradores bajaban de las fras montaas envueltos en pesados ropajes, las neblinas
del alba revoloteando en torno suyo, como si viajaran a la estela de visiones invisibles
que arreasen ante ellos con sus cayados. Sentados bajo las estrellas como siempre han
hecho, a la media luz de las ascuas mortecinas, an hablan con profunda reverencia de
este fabuloso caravasar y, aunque lo que sabemos de ese mundo es slo lo que ellos nos
dicen, insisten en que sabemos ms de lo que hemos olvidado.
El cuento que dicen ser el que ms aclara el sentir de este pueblo es la historia de la
eleccin de los virreyes del Sultn. El oasis del caravasar haca de l un cruce esencial
en las rutas comerciales transcontinentales, as que se convirti en ciudad estado, con
alguna pequea provincia exterior fundada por comerciantes del asentamiento original,
nuevas entidades que pedan proteccin y ley al Sultn del asentamiento original.
Sabidura y prosperidad emanaban de la presencia del Sultn, quien en toda accin
externa y en todo momento de recogimiento se afanaba en ser modelo de servicio,
justicia y amor para este pueblo; tanto que estaba considerado como el ms elevado
modelo viviente de ser humano.
La vida de este Sultn se consuma en el inacabable esfuerzo de poner orden en esta
desrtica sociedad. Aunque era generoso, tambin era sin par en el combate, terrible
atributo que siempre fue eclipsado por su disposicin a la clemencia y generosidad. Y
era desconcertante para el pueblo de la provincia saber que su dirigente tena
capacidades aparentemente tan opuestas. El monarca, aunque muy venerado, era un
enigma para los ciudadanos, que le amaban.
As que no sorprendi a nadie que los comerciantes de los nuevos asentamientos le
solicitaran el envo de virreyes legtimos que gobernaran y pusieran orden en estas
nuevas provincias. Despus de todo, somos comerciantes declararon; no sabemos
nada del arte del gobierno ni de legislacin
-
Las griotes nos dicen que, el da en que estas solicitudes llegaron por primera vez, el
Sultn estaba trabajando en su rosaleda favorita, el aire de la tarde refrescaba su cara y
ligaba las fragancias de diversos pimpollos. El asunto de la eleccin de virreyes ya
haba pasado por su mente. Haba sido favorecido con muchos hijos e hijas. Ya no eran
nios, sino jvenes hombres y mujeres, prncipes y princesas, que aspiraban por derecho
de nacimiento al honor de reinar en las provincias externas del caravasar, en nombre de
su padre. Eran inteligentes; de nios a todos se les haba asignado un ministro que
nutriera sus intelectos con tal habilidad como para cultivar en cada uno extraordinarias
capacidades de percepcin y conjuro.
Pero no podan gobernar todos ellos. No todos, el Sultn lo saba, tenan capacidad para
gobernar en el modo debido de abnegado servicio, aunque los amara a todos. Y, a pesar
del total conocimiento de sus habilidades y poderes, si l eligiera entre ellos, saba que
sera el principio del desorden y el desastre, porque ningn prncipe ni princesa que
dejara de ser elegido para gobernar, tanto como amaban a su padre, creera jams en su
corazn que su padre hubiese elegido con justicia.
El Sultn orden a sus hijos venir al jardn con los ministros.
La comitiva lleg, hijos y ministros resplandecientes con extraordinarios ropajes de
seda color de azafrn, sandalias incrustadas de joyas y otros lujos semejantes. Era una
extraa asamblea, los hijos vestidos como reyes; su padre cubierto de tierra, de rodillas,
rematando la planta y poda del da con los jardineros, las manos sucias y sus finos
ropajes manchados y sin duda destrozados.
Tomaron asiento en el jardn, y el Rey sigui con su trabajo mientras les hablaba,
interrumpindose ocasionalmente para dar instrucciones a los jardineros. El cielo estaba
de un bello color carmes y una nube alumbraba el rojo sol mientras caa suavemente
hacia el horizonte.
He tomado una decisin, dijo el Rey, en torno al asunto de los virreyes. Mientras
tanto podaba delicadamente una gran planta con una flor blanca iridiscente. Escuchad
con atencin. Lo s todo de vuestras habilidades, an mejor que vosotros mismos. Os he
amado toda vuestra vida. Os consume vuestro deseo de llegar alto en el servicio, y el
miedo de no poderlo hacer. Pero sois jvenes. An sois lo que os hagis. Cuando os
conozcis a vosotros mismos, me reconoceris como amor de vuestro amor, porque sois
parte de m. Vuestros nombres estn inscritos en el libro de mi corazn.
-
Un hijo habl: Aceptar cualquier eleccin que tomis. Lo prometo con todo mi ser.
No, no, replic el soberano. Primero debis llegar a saber quines sois.
Cmo lo haremos? Pregunt otro.
Hay un modo, pero no es fcil, aunque la prueba en s es muy simple. A muchas
millas, por la ruta comercial del sur, est la costa de lo que se llama el ocano.
Qu es el ocano? Pregunt una hija.
Es como un desierto, vasto e ilimitado, pero todo de agua y eternamente palpitante de
vida, un lugar donde se renen todas las aguas del mundo, y en su turbulencia yace el
origen de todas las cosas. En medio de estas grandes aguas se encuentra una isla. Al
principio parece un oasis, pero es ste un lugar desierto, terrible, azotado de tormentas.
Su horror va ms all de todas vuestras pesadillas. Nada humano puede vivir all mucho
tiempo y seguir siendo humano.
En ese lugar debis hallar un oculto talismn sagrado, un espejo pulido o espejos de
oro puro en que el Alma del Alma se mira. Debis ir todos all, tendris las provisiones
que necesitis para manteneros. Dispondris de cuarenta das. Mientras el padre
hablaba les iba dando una rosa a cada uno de sus hijos.
Debis buscar en los lugares silenciosos, sigui, los lugares ms callados. All os
espera el tesoro. Al final de los cuarenta das ir a buscaros; quienquiera de vosotros que
muestre la seal del talismn servir como virrey en mi nombre.
Cuando cada hijo tuvo una rosa, continu.
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Hay una ltima cosa, y es lo ms importante. Esa isla es una tierra extraa, con su
propia vida; malformada, lgubre y obstinada. Est poseda de un encantamiento para
distorsionar vuestras percepciones y comprometer vuestro juicio y habilidades. Los
extraordinarios poderes que habis cultivado con la gua de los ministros no os
ayudarn. El encantamiento de esta isla es la maldicin del olvido. Si os demoris, si no
tenis cuidado, si no os aplicis con toda la diligencia y fervor a vuestro alcance y an as podis empezar a olvidar para qu habis ido. Me olvidaris a m. Por ello os imploro que, por consideracin a mi corazn y al amor que os tengo, no os dilatis. A
ninguno de vosotros le falta capacidad para cumplir esta tarea. Hallad el talismn tan
rpido como podis, y volved a m.
Cmo podramos olvidarte jams? Pregunt uno de ellos, asombrado de que su
padre pudiera sugerir tal cosa en voz alta. Siempre sentiremos vuestro amor, dijo
otro, es parte de nuestras vidas, nos da vida.
Oigo vuestra voz cuando oigo latir mi corazn, dijo otro. Sois nuestro alimento y la
raz de nuestro ser. No hay ninguna razn para que nosotros os dejemos por ese lugar, si
es tan infausto como decs que es, ni por esperanza de gobierno ni por ninguna otra
cosa, salvo que lo deseis, as que lo haremos por vuestro cario. Porque es lo que
queris.
Y as sigui, jurando todos un acuerdo de amor filial de nunca olvidar a su padre ni su
amor por ellos. Y tambin de volver.
Los das que siguieron estuvieron llenos de tremenda actividad, mientras se juntaba una
caravana para la ruta del sur. El padre supervis los preparativos por s mismo,
advirtiendo continuamente a sus hijos que no perdiesen nunca de vista interiormente el
propsito de su viaje, que nunca olvidasen a su padre, ni quines eran. Algunos de sus
hijos estaban confusos con esto. Cmo podra haber peligro de olvidarse de s mismos
y de su padre, a quien queran tan de verdad? Otros ocultaban sus miedos, porque
ninguno se haba apartado nunca del lado de su padre. A algunos la tarea les pareca sin
sentido. Pero los ministros saban de esta isla, y teman su reputacin.
Viajaron dos semanas hacia el sur. Ninguno, ni los hijos ni hijas, haba dejado antes su
patria y todos tenan una gran pena en el corazn, pero cuando llegaron a la vista del
ocano, enmudecieron de asombro, no habiendo visto nunca nada tan enorme y
mudable. Sus aguas batan la costa y la luz del sol arrastraba su inquieta faz hasta el
horizonte. Segn lo prometido, haba un barco esperando y zarparon. Navegando por un
infinito paisaje marino, dejando atrs todo lo que conocan y amaban, se sintieron nacer
a una segunda vida, cuyo sentido an les estaba velado. El vaco, azotado de espuma,
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pareca infinito y atemporal y se sentan como motas insignificantes en su acuosa garra.
Podan ser consumidos en su oscuro misterio en cualquier momento, sin dejar traza.
Vieron la cara del ocano volverse ms gris y ms dura hasta que en el horizonte
apareci una evanescente ondulacin oscura, que revelaba la desdibujada costa de la
isla.
No haba playa, solo una enmaraada barrera de hierbajos, grises y atrofiados rboles,
lea carcomida y cordajes de marinos menos afortunados, y caparazones boca arriba de
animales desconocidos. Este ha de ser uno de los ms inhspitos y abominables
lugares de la gran tierra de Dios, dijo el mayor, hemos de acabar nuestro negocio aqu
tan rpido como sea posible para poder volver con nuestro Padre. Los hijos se pusieron
a trabajar juntos, como les haban aconsejado los ministros. Al principio prepararon el
mnimo refugio en que poder vivir y trabajar juntos los siguientes cuarenta das. El ms
sencillo refugio era todo lo que necesitaban, suficiente para mantenerse a salvo.
Impulsados por la fealdad de la isla, eran modelos de diligencia. Todos los das iban a
los lugares ms recnditos de la isla en bsqueda del talismn. Monocorde el tiempo.
rboles y rocas cubiertos de acre, oloroso limo. Cada da se afanaban en la aspereza,
buscando, cavando, incesantes en su determinacin de recuperar ese sagrado tesoro. Los
das se sucedan uno tras otro. A medida que se haca ms y ms obvio que no habra
ningn triunfo rpido, los hijos se volvan ms y ms competitivos, suspicaces unos
respecto a otros, y reservados con sus ideas sobre cmo y dnde buscar, con cualquier
pista, por infundada que fuera. Una noche el asunto de la cooperacin lleg
tumuluosamente a su fin. La siguiente maana, bajo cielos oprimente, los hermanos se
esparcieron cada uno por su lado, y aun aquellos que no lo haban querido as, se
encontraron que ya cada uno era una nacin independiente.
No por eso se hizo menos difcil su bsqueda. Aun los ms dedicados a la tarea de su
padre eran incapaces de ser constantes. Se volvieron malhumorados y depresivos; la
parlisis de la depresin pareca ahora ser prueba de incapacidad. Una oscura ilusin
que pona un peso psicolgico de ms de cien arrobas en el corazn.
Cuando cada da empez a no mostrarse mejor ni diferente del anterior, cay sobre ellos
un tedio que embotaba el intento, una lasitud que a algunos les hizo temer que el acto de
buscar no fuera bastante. Haba que hacer mayores cosas. Aun si su padre les haba
enviado por una cosa simple y concreta, cuanto mayor sera su satisfaccin si pudieran
volver con algo mayor, ms importante. Algunos empezaron a buscar visiones. Era
imposible no buscar algo, cualquier cosa, fuera lo que fuera, y no convencerse de que
era de lo ms significativo. Y algunos luchaban contra esto y conseguan recordar y ,
con un esfuerzo angustioso, renovar una y otra vez su devocin. Y una y otra vez ellos
mismo destruan esta devocin y volvan a renovarla, llorando: sus propias lgrimas
eran el cemento que mantena firme la promesa de nunca dejar morir el fuego. Hasta
-
que de nuevo se desvaneca el recuerdo y los dejaba perdidos. As sucedi para los que
estaban mejor preparados.
Mientras tanto el Sultan, sentado en silencio, ocasionalmente roto por pajaritos que
pasaban por encima, pensaba en las terribles dificultades que sus amados hijos deban
soportar, mientras esperaba a que su Primer Ministro describiera lo que haba visto en la
isla. Por la compasin y por el dolor causado por la ausencia de sus hijos, el Sultn
haba enviado al Primer Ministro a cada uno de ellos, para animarlos, recordndoles su
promesa de no olvidar a su padre, de recordar la tarea a la que haban sido enviados, y
de dedicarse a ella, pues no podan volver a la presencia de su padre con las manos
vacas, porque el tiempo adjudicado pronto llegara a su fin.
El Primer Ministro habl:
El primero de vuestros hijos no me reconoci, a m que era un segundo padre para l.
Ha construido un grandioso templo de rboles secos y madera en la ensenada oeste de la
isla y all est todos los das y medita flotando en el aire, habiendo descubierto la
habilidad de levitar el cuerpo. Cuando le pregunt si haba encontrado el talismn, me
mir pensativo y dijo, S, he odo esa leyenda, que tal magia fue confiada al secreto pueblo perdido de esta isla pero nadie sabe en verdad quines eran y adems es todo
leyenda. Oh Noble Luz! Le dije que nadie ha vivido nunca en ese lugar ms que l y sus hermanos y hermanas. l dijo: S, s que hay otros locos en esta isla, pero hubo una raza de seres puros antes de ellos. Ya veis, Sultn, vuestro hijo ha creado una nueva historia para s y un mundo de su propia imaginacin. l es su propia religin y
su propia sociedad. Ha abandonado la bsqueda, y cree que la isla es su hogar
permanente.
Le pregunt por las instrucciones que su padre le dio. Qu hay de vuestro padre, dije, el Rey a quin jurasteis amar y recordar en vuestra Alma? Y dijo, Mi padre, quienquiera que fuera, est muerto o me abandon hace mucho.
El Ministro continu:
Encontr a otro de vuestros hijos en una cueva rodeada de trampas. Le llam, y
emergi rodeado de temible armamento, como nunca haba visto; reluciente armadura
tejida de brillantes chispas de relmpago, una espada de sombras envenenadas que se
mova por su propio poder. Jur que yo, vuestro servidor, era un enviado de los otros
como espa para hallar debilidades en sus defensas que permitieran una invasin triunfal
-
de su territorio. Sois un enemigo, dijo; y no intentis convencerme de otra cosa. Por todo lo que s sois un espa enviado por ellos. Le record el talismn y le urg a buscarlo por el bien de su alma en los lugares ms silenciosos de la isla. En los silencios dijo, es donde se ocultan mis enemigos.
El Ministro sigui:
Vuestra hija mayor vive muy al interior, donde tambin ella ha erigido barreras de
piedra dentro de las que haba un enorme palacio de piedra y maderas nobles. Animales
salvajes la seguan a todas partes, mi Rey. No queris abandonar este horroroso lugar? Le pregunt. Este es mi hogar, mi nico hogar. Qu hay de vuestra vida real, vuestra autntica vida, la que este sueo obscurece? Est en los rboles, las flores, el cielo, dijo. No recordis a lo que habis venido aqu? Pregunt. Estamos aqu para rendir homenaje a los espritus que moran en estos sacros lugares, los rboles,
y el cielo, dijo. Pues creed esto, dije, que ya estis unida a ellos. Le habl de quin era, de su unidad con vos, por el amor y la sangre, y cun necesario era seguir con el
trabajo esencial, para que pudiera volver a este lugar que es el real, el lugar del amor de
su padre. Estuvo en silencios un largusimo tiempo; despus, juro que vi cruzar por su
cara una chispa de recuerdo, pero huy rpidamente. Qu bella historia! Exclam al fin. Estoy recogiendo historias para una antologa de sagradas escrituras que espero publicar algn da. Puedo incluirla?
El Primer ministro se recompuso y continu.
Majestad, vuestro segundo hijo ha inventado el surf, y se ha hecho su principal
adepto.
Di con otro de los prncipes, y le llev su precioso perro que l ha amado desde que era
un cro. Me reconoci y tambin al perro. Pero el pobre perro temblaba, tanto haba
cambiado interiormente su anterior amigo. Vuestro hijo se ha dado un nombre extrao;
le llam con su autntico nombre, el nombre que vos mismo le disteis, oh Sultn!, antes
incluso de que existiera. Le record por qu estaba all en la isla, y lo que tena que
hacer, que tena que hacerlo rpidamente, antes de ser totalmente digerido por el
encantamiento de la isla. Estuvo silencioso un rato. Luego dijo que, aunque recordaba
un vago sueo que concordaba con muchas de las cosas que yo deca, un sueo que
tambin me inclua a m y visiones del amoroso hogar, tan lejano, todas estas cosas eran
meros fantasmas y mentiras, convocados por alguna hechicera nunca vista. Porque si
fueran tan reales como yo deca que eran, significara que l mismo viva una mentira.
Y esto era demasiado imposible para aceptarlo. Por lo tanto, dijo vuestro hijo, que yo,
vuestro ministro de mayor confianza, era un fantasma de este engaoso sueo, que
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buscaba apartarlo de la realidad. Mi Sultn, le jur que era l quien dorma, y que su
sueo era real. Vuestros torticeros designios no son bienvenidos, me dijo, y para recalcarlo, mat y as al perro que haba sido su anglico guardin desde la cuna, y se lo
comi.
En un salvaje can, en una ciudad de tremendas torres pulidas de marfil tallado,
granito y caoba todas apuntadas contra el cielo como para tapar el sol, encontr a otro
de vuestros amados, mi Sultn. Estaba maravillado. Qu has hecho? Le pregunt.
Dijo, Las visiones nacidas en m son demasiado grandes y magnificentes para vivir en mi interior y ahora piden vida en el mundo. He divisado un mundo mejor que este triste
lugar y me dedico a transformar yo mismo esta desarrapada creacin en esa visin
mejor. Estoy construyendo una gran universidad para el estudio de la ciencia del alma y
el servicio a la humanidad, un congreso para todos los eruditos de todo el mundo, que se
reunirn a discutir y planear el destino de la humanidad. Cuando mueran, nuevos
eruditos tomarn su lugar. Y as siempre. Un perenne reino de la mente.
An hay tiempo para recordar vuestra promesa a vuestro padre, le dije. Vuestro tesoro an est enterrado en los silencios de la isla. De qu estis hablando? me grit. Con todo el ruido que siempre hay aqu, y que hacen por all? Con toda esta construccin en marcha? Adems, cuando lleguen los eruditos y empiecen a discutir la
Gran Pregunta ya no habr sitio para el silencio en el mundo.
Al final el angustiado Sultn susurr Estn ya todos nuestros hijos locos?
Me cruc a una de vuestras hijas en un puesto de pesca. Como con todos vuestros
hijos, le di vuestro mensaje. Le habl de vuestro amor por ellos, que pronto todos
deban volver a vos. Gran Soberano, era como si nunca se hubiera separado de nosotros,
aunque puedo ver lo difcil que es su lucha entre las garras de ese lugar. La ha
envejecido. An se conoce por el nombre que le disteis y me abraz con tal afecto que
mis ojos se humedecieron de felicidad, como si en ese malhadado lugar me hubierais
encontrado y abrazado vos mismo. No le tuve que preguntar por el talismn, vi la seal
en sus ojos. Comunicaba su corazn y el mo. Y solo pude preguntar, Pero dnde en esta maldita isla pudiste hallar silencio bastante para encontrarlo? Su dedo ndice marc su propio pecho. Yo soy el amor de mi padre. No soy yo el Silencio?
Finalmente, atrado a ese malhadado lugar por el amor, el Sultn fue personalmente a
por sus hijos. Este mismo amor dej impotente el encantamiento de la isla. Y los hijos,
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cuando vieron a su padre, inmediatamente fueron transformados, rehechos en un
instante, como por amor, a su anterior ser. El encantamiento del sueo se les cay solo,
como camisa de culebra. Y se hallaron desnudos, vestidos slo del conocimiento de la
promesa a su padre, y de lo que haban hecho, o dejado de hacer. Todo su ser y trabajo
se ilumin con su amor.
Para aquellos que haban encontrado el lugar del espejo donde el Alma de las Almas se
ve a s misma, se volvieron como cuando estaban con su padre antes de llegar a la isla.
El gozo y esplendor de su lugar en el corazn de su padre, que la isla les dijera ser un
sueo auto-conmiserativo, se volvi tan real como siempre haba sido. Ellos se probaron
Virreyes.
Pero para los otros, que no haban encontrado el Silencio ni su tesoro, que gastaron
tanto tiempo en extraos empeos, que olvidaron su promesa de nunca olvidar, para
ellos el puro amor quemaba de vergenza. Como el servidor que vuelve de una lejana
ciudad con todo excepto aquello para lo que fuera enviado, todo su trabajo fue baldo. Y
se ahogaron de vergenza. Algunos huyeron a la ms profunda espesura. Otros
enloquecieron con el penoso conocimiento de lo que haban llegado a ser, y de lo que
haban perdido con su cambio. Otros se transformaron en cosas salvajes, intentando
ocultarse a la revelacin de este amor.
Despus de contar esta historia, las narradoras siempre dan las gracias por permitirles
cebarnos. De ms all de esas montaas, nos consideran como un pueblo casi muerto
de hambre por falta de sustento, sin darnos cuenta de que nuestros propios bolsillos
estn repletos de pan. No podemos comerlo por vosotros, dicen.
Tomado de: Orden Sufi Nematollah http://www.nematollahi.org/
La historia de Mushkil Gusha
Haba una vez, a menos de mil millas de aqu, un pobre leador viudo que viva con su
hija pequea. Todos los das iba a la montaa a cortar lea para hacer fuego, que traa a
casa y ataba en haces.
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Despus de tomar el desayuno caminaba hasta el pueblo ms cercano, donde venda la
lea y descansaba un rato antes de regresar. Un da, al volver ya tarde a casa, la nia le
dijo:
Padre, a veces deseara tener mejor comida, ms cantidad y diferentes clases de cosas
para comer.
Muy bien hija ma dijo el viejo maana me levantar ms temprano que de
costumbre, me adentrar en la montaa donde hay ms lea y traer una cantidad
mucho mayor que la habitual. Llegar a casa ms temprano y as podr atar la lea antes
para luego ir al pueblo a venderla; conseguir de esta forma ms dinero y te traer toda
clase de cosa ricas para comer.
A la maana siguiente el leador se levant antes del alba y se fue las montaas.
Trabaj duramente cortando lea, e hizo un enorme haz que acarre sobre su espalda
hasta la casa.
Cuando lleg, todava era muy temprano. Puso la carga en el suelo y golpe la puerta
diciendo:
Hija, hija, abre la puerta que tengo hambre y sed, y necesito tomar algn alimento
antes de ir al mercado.
Pero la puerta permaneci cerrada. El leador estaba tan cansado que se acost en el
suelo y pronto se qued dormido al lado del atado de lea.
La nia, que haba olvidado la conversacin de la noche anterior, estaba profundamente
dormida. Cuando el leador se levant, unas horas despus, el sol ya estaba alto. Golpe
nuevamente la puerta y dijo:
Hija, hija, ven pronto. Debo comer algo e ir al mercado pues es mucho ms tarde que
otros das.
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Pero como la nia haba olvidado aquella conversacin de la noche anterior, mientras el
padre dorma, se haba levantado, arreglado la casa, y haba salido a dar un paseo. Dej
la cabaa cerrada, suponiendo, en su olvido, que su padre estaba todava en el pueblo.
As que el leador se dijo: Ya es demasiado tarde para ir al pueble, regresar al las
montaas y cortar otro haz de lea, que llevar a casa, as maana tendr doble carga
para llevar al mercado.
Trabaj duramente ese da en las montaas, cortando lea y dando forma a la misma.
Era ya de noche cuando lleg a su casa con la lea sobre los hombros. Puso el atado
detrs de le casa, golpe la puerta y dijo:
Hija, hija, abre que estoy cansado y no he comido nada en todo el da. Tengo doble
cantidad de lea que espero llevar maana al mercado. Esta noche tengo que dormir
bien para poder sentirme fuerte.
Tampoco hubo respuesta, pues la nia, como sinti mucho sueo al regresar a su casa,
se prepar la comida y se fue a la cama. Al principio estuvo preocupada por la ausencia
de su padre, pero luego se tranquiliz pensando que se haba quedado a pasar la noche
en el pueblo.
Nuevamente el leador, al ver que no poda entrar en su casa, cansado, hambriento y
sediento, se acost junto a la lea y de inmediato se qued dormido. Le fue imposible
permanecer despierto a pesar de la preocupacin que senta por lo que hubiera podido
pasarle a su hija. Como el leador tena tanto fro, tanta hambre, y estaba tan cansado,
despert muy, muy temprano, a la maana siguiente, aun antes de que hubiera luz. Se
sent y mir a su alrededor pero no pudo ver nada. Entonces ocurri algo extrao, le
pareci escuchar una voz que deca:
Rpido, rpido, deja tu lea y ven aqu. Si lo necesitas mucho y lo deseas poco, tendrs
una comida deliciosa.
El leador se puso de pie y camin en direccin hacia donde vena la voz. Anduvo,
anduvo y anduvo, pero no encontr nada. Entonces sinti ms cansancio, fro y hambre
que antes, y adems se encontraba perdido. Haba tenido muchas esperanzas, pero eso