curacion cuantica ok

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CURACION CUANTICA – DEEPAK CHOPRA ÍNDICE UNA INTRODUCCIÓN PERSONAL Primera parte: LA FISIOLOGÍA OCULTA 1. Después del milagro.................................................. 2. El cuerpo tiene una mente propia........................... 3. ¿Una escultura o un río?........................................... 4. Mensajeros del espacio interior............................... 5. Fantasmas de la memoria......................................... 6. Mecánica cuántica del cuerpo.................................. 7. En todas partes y en ninguna.................................. 8. Testigo silencioso....................................................... 9. El misterio del intervalo vacío................................. Segunda parte: UN CUERPO FELIZ. En el mundo de los rishis......................................... Nacimiento de una enfermedad............................... «Nos convertimos en lo que vemos»....................... Un cuerpo feliz.......................................................... El fin de la guerra..................................................... UNA INTRODUCCIÓN PERSONAL — Uno de mis pacientes, un chino, tiene un cáncer de la cavidad nasal; está ya en fase terminal. La enfermedad se ha extendido por toda la cara y lo está pasando muy mal. Pero él es médico; creo que debería oír esto. Yo estaba sentado del otro lado del despacho y asentí con la cabeza. Era un día de finales de octubre de 1987, en Tokyo. 1

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NDICE UNA INTRODUCCIN PERSONAL

CURACION CUANTICA DEEPAK CHOPRA

NDICE UNA INTRODUCCIN PERSONAL

Primera parte: LA FISIOLOGA OCULTA

1. Despus del milagro..................................................

2. El cuerpo tiene una mente propia...........................

3. Una escultura o un ro?...........................................

4. Mensajeros del espacio interior...............................

5. Fantasmas de la memoria.........................................

6. Mecnica cuntica del cuerpo..................................

7. En todas partes y en ninguna..................................

8. Testigo silencioso.......................................................

9. El misterio del intervalo vaco.................................

Segunda parte: UN CUERPO FELIZ.

En el mundo de los rishis.........................................

Nacimiento de una enfermedad...............................

Nos convertimos en lo que vemos.......................

Un cuerpo feliz..........................................................

El fin de la guerra.....................................................

UNA INTRODUCCIN PERSONAL

Uno de mis pacientes, un chino, tiene un cncer de la cavidad nasal; est ya en fase terminal. La enfermedad se ha extendido por toda la cara y lo est pasando muy mal.

Pero l es mdico; creo que debera or esto. Yo estaba sentado del otro lado del despacho y asent con la cabeza. Era un da de finales de octubre de 1987, en Tokyo.

Haba ido a visitar a un especialista en cncer japons que tal vez pudiera ayudarme a demostrar la validez de una nueva teora mdica. Pretenda despejar una de las mayores incgnitas de la medicina, el proceso de curacin. En 1987, no haba dado an con el trmino curacin cuntica, pero, de hecho, llevbamos una hora tratando del tema.

Nos levantamos a la vez y nos dirigimos hacia los pabellones. De camino, iba admirando unos jardines Zen que adornaban exquisitamente los entornos del hospital. A esa hora los nios estaban durmiendo; caminamos en silencio. Cuando llegamos a las habitaciones individuales, nos detuvimos; mi colega japons encontr la puerta que buscaba, la abri y me dej pasar primero. Doctor Liang dijo, tiene unos minutos que dedicarnos? El cuarto estaba a oscuras. En la cama estaba tumbado un hombre, de unos cuarenta y tantos aos, ms o menos de mi quinta. Se dio la vuelta hacia nosotros, cansinamente. Los tres tenamos algo en comn. ramos orientales y habamos renunciado a vivir en nuestra tierra para educarnos en el campo de la medicina occidental.

Sumando las experiencias de los tres, eran ms de cincuenta aos dedicados a la prctica de nuestras respectivas especializaciones. Pero el hombre tumbado en aquella cama era el nico que morira en menos de un mes. Cardilogo de Taiwn, le haban diagnosticado un ao atrs un cncer de nasofaringe. Tena el rostro casi totalmente vendado. Slo se le vean los ojos. No fue fcil para m. Entr en la habitacin saludando y dirigiendo la mirada al doctor Liang, pero l apart la suya. Hemos venido para charlar un rato dijo en voz baja el doctor japons, pero quizs est muy cansado... El enfermo tuvo un gesto amable; acercamos unas sillas y nos sentamos a su lado. Trat entonces de definir las ideas que ya haba expuesto a mi anfitrin. Expliqu que la curacin no es en esencia un proceso fsico, sino un proceso mental. Como mdicos, cuando observamos la curacin de un hueso fracturado o la remisin de un tumor maligno, slo nos paramos a analizar el mecanismo fsico. Pero el mecanismo fsico es una pantalla.

Detrs, hay algo mucho ms abstracto, una forma de sabidura que no puede verse ni tocarse. Y, sin embargo, ese conocimiento, no me caba la menor duda, es una fuerza poderosa que no hemos aprendido a controlar. Pese a nuestros esfuerzos por encarrilar debidamente el proceso de curacin cuando falla, la medicina no sabe en qu consiste.

La curacin es un elemento vivo, complejo y holstico. La tratamos como podemos, con nuestras limitaciones, y parece que ella se adapta a nuestra ignorancia. No obstante, ante lo inesperado, por ejemplo cuando nos maravillamos ante una curacin repentina y misteriosa de un cncer terminal, la teora mdica queda sumida en un total desconcierto, pues comprobamos entonces que nuestras limitaciones slo son artificiales. En los aos que llevo ejerciendo, he conocido a diversos enfermos de cncer que se han recuperado por completo tras un diagnstico terminal, personas que a priori tenan unos pocos meses de vida por delante. No creo que fueran casos milagrosos; a mi entender, estos fenmenos demuestran que la mente puede ir ms all, ms hondo, y cambiar los esquemas fundamentales que disean el cuerpo.

Puede borrar los errores del programa, por decirlo de alguna forma, y acabar con cualquier enfermedad, ya sea cncer, diabetes, enfermedades coronarias, etc., o cualquier trastorno que haya desordenado el esquema general. Tal vez mis palabras no impactaran en aquel momento como hubiera deseado; haba vivido unas semanas antes la experiencia ms importante de mi vida profesional, pero an no la haba asimilado. De regreso a la India, uno de los mayores sabios vivos me haba impartido algunas enseanzas, todas ellas ideadas miles de aos atrs y encaminadas a restablecer las habilidades curativas de la mente. El sabio es Maharishi Mahesh Yogi, y es conocido en Occidente por ser el fundador de la Meditacin Trascendental, o MT. Llevo ms de ocho aos practicando la MT y suelo recetarla a mis pacientes. (Curiosamente, no aprend a meditar con un indio en la India, sino con un norteamericano en Boston.)

Pas una tarde con Maharishi en un poblado nuevo llamado Maharishi Nagar, a unos 50 km al oeste de Nueva Delhi. Estbamos solos en una casa humilde, la suya, cerca de una escuela y de un hospital en construccin. ste es sin duda uno de los pocos lugares que pueden considerarse genuinamente indios. La cultura india, antigua y poderosa, guarda en ese lugar su dignidad y eterna sabidura. La mera presencia de Maharishi trae el recuerdo y la existencia de los sabios vdicos de la antigedad, salvando los miles de aos que nos separan. De hecho, Maharishi Nagar est situado cerca del paraje donde Krishna dedic una noche en instruir al guerrero Arjuna en los secretos de la iluminacin, segn el poema pico de la Bhaga-vad Gita. Sin darme ms explicaciones, Maharishi me dijo aquel da: Maana me gustara hablar a solas contigo, en mi habitacin. Puedes venir cuando hayas terminado tu meditacin de la maana? Senta muchsima curiosidad; deseaba hacerle preguntas, pero no quise molestarle. A la maana siguiente, fui hasta su habitacin. Maharishi estaba sentado en la posicin del loto sobre un silln forrado de seda.

Me hizo pasar y me sent a su lado. Me dijo sencillamente: He aguardado mucho tiempo antes de poder expresar y difundir una serie de tcnicas muy especficas. Creo que pronto se convertirn en una medicina para tiempos venideros. Se aplicaron antao, pero luego se perdieron en la confusin del tiempo; quisiera instruir a los dems sobre estas tcnicas y, a la vez, me gustara que t las explicaras con claridad y ciencia; o sea, quiero que describas su funcionamiento.

Acto seguido y durante unas horas, me ense una serie de tcnicas mentales, incluyendo el mtodo de sonidos primordiales. Se emplean junto con la meditacin, pero ayudan en la lucha contra enfermedades especficas, como el cncer y otras dolencias que en Occidente suelen considerarse terminales. Maharishi me explic que eran las terapias curativas ms avanzadas del Ayurveda, la tradicin antigua de la medicina india. Sus enseanzas fueron sencillas y claras; entend con rapidez cul sera mi labor cuando regresara a casa y volviese a ver a mis pacientes. Era consciente tambin de que haba de ir ms all de mi acostumbrada funcin de mdico y dejar a un lado la praxis occidental.

Cuando dio por terminada la leccin, vi que haba tomado varias pginas de apuntes. Maharishi me sonri con esa suavidad penetrante y esa composicin que siempre recuerdo cuando pienso en l. Estas enseanzas son poderosas reiter. Las drogas y la ciruga que sueles utilizar son brutales. Creo que llevar su tiempo, pero la gente acabar entendiendo. Como si cualquier cosa, se despidi de m para recibir a otros visitantes; hacan cola para hablar con l acerca de la inscripcin de sus hijos en la escuela de Maharishi Nagar. Me par a pensar ante el porche, mirando hacia el desierto y contemplando en la distancia un paisaje rojizo y rido. Maharishi Nagar se encuentra en un paraje de cuya existencia no se han percatado los occidentales. Quin iba a pensar que en ese lugar olvidado pudiera iniciarse uno de los cambios ms radicales en el pensamiento mdico? Conozco, por supuesto, a muchos mdicos e investigadores, y me dio por sonrer pensando en su posible reaccin. La base fsica de la ciencia es muy slida, y, para un mdico, sumamente convincente. En cambio, el poder de la mente es harto sospechoso.

Lo cierto es que en aquel momento no haba planteamiento alguno que pudiese amenazar mi entusiasmo. Encamin mis pasos hacia mi habitacin, cuesta abajo, por un sendero polvoriento. Senta en el cuello el sol abrasador de la India; me senta pictrico. No era un sentimiento de autosatisfaccin, sino algo casi impersonal, una alegra incontrolable. No saba cmo pudo ser, pero intua que un gran secreto me haba sido revelado; estaba en los cielos. Acababa de dar con una tcnica para desentraar el enigma de la materia; y, de momento, el calor y el polvo, o cualquier otro vnculo con la materia, carecan de importancia. Tampoco me preocupaba mi propio escepticismo, aunque intuyera que tarde o temprano acabara mostrndose. Ante todo haba de tomar decisiones: deba averiguar de qu manera comunicar esas tcnicas. Unos las rechazaran tachndolas de curaciones generadas por la fe; asimismo, era probable que otros me acusaran de vender falsas esperanzas. Deba, en primera instancia, demostrar que se trataba de una ciencia. Pero, cmo? Lo sabra en su momento. El pensamiento indio parte de la conviccin que Satya, la verdad, triunfa sola, de por s. La verdad es sencilla me dijo Maharishi para animarme. Entrgala con claridad; deja que se imponga por su propio peso, y no te pierdas y enredes en intiles conjeturas. La palabra Ayurveda nace miles de aos atrs. En snscrito, significa la ciencia de la vida. Criarse en la India, como me ha pasado a m, no implica que se tengan muchos datos acerca de estas ciencias antiguas. Cuando era nio, mi abuela sola frotar con crcuma nuestras picaduras de insectos, y nos insista en que no comiramos fruta acida si habamos bebido leche. Eso era el Ayurveda en mi recuerdo.

En lneas generales, el Ayurveda ha sido derrocado por la medicina cientfica occidental, sustituido por el progreso en su propio lugar de nacimiento. Salvo en culturas como en la India, el Tibet, Nepal y Sri Lanka, el Ayurveda es una palabra casi desconocida, aunque haya dejado una marca imperecedera. Los sistemas tradicionales de medicina oriental que han logrado plantar semillas en occidente, como la acupuntura china, parten de principios ayurvdicos, inventados hace miles de aos. Con el paso del tiempo, el conocimiento original del Ayurveda ha ido desapareciendo. Los indios que han seguido viviendo de acuerdo con valores tradicionales, esencialmente en el campo, siguen hoy aplicando principios ayurvdicos, pero someten estos fundamentos del Ayurveda a diversas y curiosas interpretaciones. Muchos principios aplicados son parciales, por no decir torticeros. Todos los vaidya, o mdicos ayurvdicos, suelen nombrar a los grandes maestros del Ayurveda como Charaka y Sushruta; son sus maestros. Pero esto no significa que el vaidya de un pueblo de la India tenga que valerse necesariamente del mismo tratamiento que el vaidya del pueblo vecino. Muchas tcnicas ayurvdicas han desaparecido para siempre; es una lstima, pues todas ellas eran prcticas aplicables a la medicina moderna.

Los antiguos mdicos de la India tambin fueron hombres sabios; pensaban que el cuerpo es una creacin de la conciencia. Un yogui o swami piensa de igual modo. Por lo tanto, practicaron una medicina basada en la conciencia, trascendiendo el aspecto corporal de la materia, camino del corazn de la mente. Si examinas los grficos anatmicos del Ayurveda, no distinguirs los rganos que aparecen en el manual de anatoma segn Gray, sino un diagrama de cmo la mente fluye en su generacin del cuerpo. Ese fluir es precisamente el campo de investigacin del Ayurveda; debera decir era. Antes de conocer a Maharishi, crea que el Ayurveda era medicina folclrica, pues cuanto haba visto hasta entonces eran mtodos folclricos, hierbas, dietas, ejercicios y otros muchos hbitos increblemente complejos que, desde toda la vida, normalizan los quehaceres cotidianos de quienes nacen y se cran en la India. La bsqueda de Maharishi, no obstante, se centra en el Ayurveda antiguo y en su habilidad para curar a la gente mediante mtodos no materiales. Me transmiti este conocimiento, esperando de m que explicara su funcionamiento. Y as es como decid ponerme en contacto con mdicos interesados por estas cuestiones, como lo estaba mi interlocutor de Tokyo. Pero aquel da estaba tratando de exponerlas a una persona que agonizaba en una cama de hospital, a miles de kilmetros de su lugar de origen, consciente de haberse desvinculado de su pasado espiritual. Mis palabras no tenan poder ni fuerza en aquella habitacin tranquila y sombreada.

El doctor Liang pareca estar ahora muy cansado. No haba dicho una palabra, pero en el momento de salir de su habitacin, me toc el brazo y dijo: Esperemos que tenga usted razn. Al abandonar los pabellones, volv a echar una mirada por la ventana hacia los jardines Zen. Guarecidos en nichos del tamao de una habitacin de hospital, todos estaban cuidados con esmero y amor. Los tejos, unas coniferas, podados con gran precisin, me parecieron extraordinariamente hermosos, envueltos en la luz clida del otoo. Caminamos hacia el estacionamiento y, cuando llegamos a mi coche, nos dimos la mano, agradecindonos lo que habamos compartido. Dije entonces que tratara ante todo de poner a prueba estas tcnicas nuevas en Estados Unidos, pero que no dejara de informarle de todos los pasos del proceso. De regreso al hotel, pens en transcribirle unas palabras que, en su da, me dijo Maharishi acerca de la vida de vaidya, o mdico ayurvdico: Un vaidya es un guerrero invencible porque lucha contra los elementos de la muerte.

Un vaidya es hacedor de vida y la Naturaleza le ampara. Estas palabras implican que el mdico ha de emprender un viaje interior, y escoltar su conocimiento hasta ms all de los lmites del cuerpo fsico, rumbo al corazn de una realidad ms honda. Su responsabilidad estriba en descifrar el enigma de la vida y la muerte. La solucin se asoma en el horizonte con ese mismo apremio y esa misma alegra que animaba a los antiguos sabios. Cruzando el vaco del espacio y el tiempo, superando las olas de la destruccin que anonadan a la Humanidad, el conocimiento vdico nos habla con sencillez: en el ordenamiento perfecto de la Naturaleza, nada muere. Un ser humano no es menos permanente que una estrella; ambos son iluminados por el destello de la verdad. Todos los das recuerdo la importancia del viaje interior. De momento, slo he dado unos pasos preliminares, pero deseo volver a darlos en este libro, para otras personas.

El ejercicio de la medicina vuelve a ser para m una fuente de esperanza. No necesitaba de la sabidura ayurvdica, para averiguar que los mdicos luchan contra la muerte. Pero s necesitaba saber con toda seguridad que acabarn venciendo.

1. DESPUS DEL MILAGRO

He tenido el privilegio de presenciar algunas curaciones milagrosas a lo largo de mi carrera.

La ms reciente se inici el ao pasado cuando una mujer india de treinta y dos aos vino a verme a mi despacho de las afueras de Boston. Recuerdo que se sent tranquilamente frente a m; llevaba un sari de seda azul. Para mantener la serenidad, juntaba las manos en su regazo. Se llamaba Chitra, me dijo; ella y su marido Raman, llevaban una tienda de importacin en las afueras de Nueva York. Unos meses atrs, Chitra haba notado un bulto en su seno izquierdo, pequeo, pero notable. Cuando la operaron, el cirujano comprob que el bulto era maligno. Explorando ms a fondo, detect que el cncer se haba extendido hasta los pulmones. Al extirpar el seno enfermo y una buena parte del tejido que lo rodeaba, el mdico de Chitra le aplic unas primeras dosis de rayos y la puso en quimioterapia intensiva. Es el tratamiento habitual para el cncer de mama; ha salvado ya muchas vidas.

Pero el cncer de pulmn iba a resultar harto ms difcil de tratar; a todas luces, Chitra estaba entonces en una situacin muy precaria. Cuando la examin, pude comprobar que se encontraba muy nerviosa. Trat de tranquilizarla, pero me sorprendi y conmovi con estas palabras: La muerte no me importa, pero s que mi marido se quedar muy solo. No logro conciliar el sueo; me quedo sentada en la cama y no dejo de pensar en l. S que Raman me ama, pero cuando me haya ido empezar a verse con chicas americanas. No soporto la idea de perderle por una chica americana. Se qued un rato en silencio y me mir con unos ojos que slo transmitan dolor. Ya s que no debera decir cosas as, pero usted ya me entiende. Nunca se acostumbra uno a presenciar el dolor provocado por el cncer, pero sent entonces una tristeza an mayor; saba que el tiempo era el peor enemigo de Chitra.

De momento, continuaba siendo una persona de aspecto saludable. Incluso haba logrado ocultar su enfermedad a todos sus parientes, temiendo que la gente se fijara en ella y la viese desmejorada. Sabamos los dos que lo iba a pasar muy mal. Nadie puede pretender conocer un mtodo para tratar y curar un cncer de mama avanzado. La terapia convencional ya haba hecho todo lo posible por salvar a Chitra. Y, puesto que el cncer se haba extendido a otro rgano, las estadsticas le daban menos de un 10% de probabilidades de sobrevivir ms all de cinco aos, aunque la quimioterapia le fuese administrada correctamente. Le ped, por tanto, que se sometiera a una nueva serie de tratamientos, aplicando mtodos ayurvdicos. Chitra se haba criado en la India, como yo.

Pero no saba gran cosa del Ayurveda. Supongo que la generacin de sus abuelos debi de ser la ltima en creer en ello. El indio moderno, que reside en una gran ciudad, prefiere la medicina occidental, siempre y cuando la pueda pagar. Para explicar a Chitra por qu pretenda que diera la espalda al progreso, le dije que el cncer no slo era un trastorno fsico, sino la enfermedad de un mundo mayor que el cuerpo. Toda su fisiologa saba que haba desarrollado un cncer y lo estaba padeciendo; una muestra de tejido de sus pulmones demostrara que las clulas malignas haban viajado hasta all; en cambio, una muestra de su hgado sera negativa. Sin embargo, la sangre circulaba por su hgado e iba recogiendo, por tanto, las seales de enfermedad procedentes de los pulmones. Y ello, a su vez, afectaba las funciones del hgado... De hecho, cuando senta dolor en el pecho o haba de sentarse para que no le faltara la respiracin, diversas seales circulaban por su cuerpo, generadas por el cerebro o mandadas hacia l. Al sentir dolor, su cerebro haba de responder de alguna manera. El cansancio que senta, junto con su depresin y ansiedad, eran una respuesta del cerebro con repercusiones fsicas. Por lo tanto, era una equivocacin suponer que su cncer pudiera ser nicamente un tumor aislado que bastara con destruir.

Se trataba de una enfermedad holstica, y requera una medicina holstica. La palabra holstico, que suele ofender a los mdicos ms clsicos, significa sencillamente que el enfoque del problema incluye la mente y el cuerpo. Creo que el Ayurveda cumple con este requisito mejor que cualquier otra medicina, aunque quiz no resulte tan obvio a simple vista. De hecho, otras afamadas tcnicas de medicina mente-cuerpo, como son la hipnosis y el biofeedback, son mucho ms llamativas que el Ayurveda. Si Chitra hubiera enfermado en Bombay, tal vez su abuela le hubiese preparado unos platos especiales y hubiese llevado a casa unas hierbas medicinales en una bolsita de papel pardo compradas en una farmacia ayurvdica, insistindo-le a su nieta, cmo no, que guardara cama. En la India, suelen recetarse purgantes y masajes de aceite para limpiar el cuerpo de las toxinas generadas por el cncer. Si en su familia se siguieran aplicando los rituales de la tradicin espiritual hind, probablemente se hubiese ya iniciado en la meditacin. En esencia, yo iba a hacer con ella esas mismas cosas, aunque tal vez aadiramos algo nuevo. Hoy, la ciencia no se explica el xito de estos mtodos, pero de hecho funcionan. El Ayurveda ha dado, creo yo, con algo profundamente ligado a la naturaleza del ser humano. El origen de este conocimiento no es la tecnologa, sino la sabidura; se trata, dira yo, de una ciencia del organismo humano, investigada durante siglos; podemos confiar en ella. Me gustara que fuera a una clnica especial en las afueras de Boston, y permaneciera all una o dos semanas le dije a Chitra. Algunas de las vivencias que experimentar en ese lugar no le resultarn muy familiares. Usted se ha hecho a la idea de que, en un hospital, todo son respiradores, tubos intravenosos, transfusiones y quimioterapia. Haciendo una comparacin, lo que vamos a realizar con usted en esa clnica le parecer muy poca cosa. Bsicamente, lo que pretendo es que su cuerpo viva en estado de paz y reposo. Chitra no era una persona desconfiada; acept mi proposicin. En parte, por supuesto, porque no tena otra eleccin. La medicina moderna lo haba intentado todo, echando mano de estrategias como el asalto fsico al cncer.

La ventaja inicial de semejante asalto a la enfermedad son las esperanzas de acabar pronto con el problema fsico. Pero presenta un tremendo inconveniente: el cuerpo siempre sale daado del asalto llevado a cabo sobre una de sus partes. La quimioterapia es peligrosa ya que el sistema inmunolgico se debilita hasta tal punto que el organismo se vuelve propenso al desarrollo de otros cnceres. Sin embargo, un cncer de mama no tratado es mortal, y la medicina actual obtiene muy buenos resultados a corto plazo. En un clima gobernado por el miedo, preferimos arriesgar y quitarnos el cncer como sea, renunciando a erradicar la enfermedad para siempre. Le di a Chitra la direccin de la clnica donde trabajo, es decir el Maharishi Ayurveda Health Center en Lancaster, Massachusetts. Permaneci en ella una semana y se someti a cuidados especiales; tambin aprendi a aplicar un programa especfico de mantenimiento diario que inclua un cambio de rgimen, algunas hierbas ayurvdicas y ejercicios diarios de yoga, as como otras enseanzas en el campo de la Meditacin Trascendental.

Aparentemente son tcnicas muy diferentes unas de otras, pero todas ellas apuntan hacia un mismo objetivo: lograr que la persona asiente su existencia, mantenga un estado de nimo sereno y gane tiempo y fuerza para levantar los cimientos de su curacin. Segn el Ayurveda, la relajacin honda y plena es el requisito ineludible si se pretende sanar un trastorno fsico. El concepto bsico es sumamente sencillo: el cuerpo sabe mantenerse en equilibrio en cualquier circunstancia, salvo si se ve agredido por la enfermedad; por lo tanto, si uno desea restablecer la capacidad de curacin propia del cuerpo, cualquier intento para devolverle su equilibrio ser favorable. La idea es sencilla, pero sus consecuencias impactan en lo ms hondo. Chitra fue instruida en tcnicas mentales pensadas para atacar el cncer. (Me explayar ms adelante sobre este punto.)

Aplic escrupulosamente su programa de mantenimiento; vena a verme cada seis semanas. Asimismo, segua sometindose al proceso quimioteraputico prescrito por su mdico de Nueva York. A veces hablbamos de su otro tratamiento: Si pudiera con toda seguridad pedirle que slo se atuviera al Ayurveda, lo hara; frenaramos sin duda el deterioro de su estado fsico. Pero cuando vino a verme, estaba ya muy enferma; est claro que el enfoque de la quimioterapia es exterior. Procuremos, por tanto, combinar lo que viene de fuera y lo que lleva dentro, y haremos que todo ello participe en una curacin definitiva..

Segu los progresos de Chitra durante casi un ao. Siempre me escuch con una actitud de total confianza; sin embargo, su estado no mejoraba. Las radiografas de sus pulmones no eran esperanzadoras y sus dificultades para respirar crecan con el tiempo; adems, a medida que avanzaba la enfermedad, se iba sintiendo dbil y desconsolada.

En su voz asomaba el pnico. Finalmente, Chitra no apareci por mi despacho el da en que tenamos concertada la cita. Esper durante una semana y la llam a casa. Las noticias eran bastante malas. Raman me dijo que Chitra haba desarrollado una fiebre muy alta de la noche a la maana y tuvo que ser ingresada. Durante un tiempo, sus pulmones haban perdido fluido, y ste se extendi por la cavidad pleural circundante; su mdico pensaba que alguna infeccin deba haberse introducido en el cuerpo. Con un diagstico tan terrible, quiz no la volvieran a dar de alta. Pero sucedi algo fuera de lo comn. Tras un da o dos de antibiticos, la fiebre de Chitra pas de 40 grados a su temperatura normal, lo cual desconcert sobremanera a su mdico de cabecera. No deja de ser admirable que una fiebre tan elevada pueda remitir tan de prisa cuando el origen de la misma es una infeccin en un paciente de diagnstico terminal. Quiz la causa no fuera la infeccin... El mdico decidi entonces radiografiar el pecho de Chitra; Raman me llam al da siguiente; su voz transmita desconcierto y euforia.

Ya no hay cncer! me dijo Raman con un entusiasmo desbordante. No entiendo... repliqu yo. No han encontrado clulas cancerosas; no queda ni una. Sus palabras salan a borbotones. El cancerlogo crea haber radiografiado a un paciente equivocado, y volvi a hacerle ms radiografas, pero ahora est convencido. Aliviado, feliz e incapaz de explicarse esta curacin repentina e inesperada, Raman consideraba milagrosa la recuperacin de su mujer. Cuando llam a Chitra a su habitacin de hospital, estuvo llorando un buen rato: Lo consigui. Lo sabe muy bien, ha sido cosa suya. Jams haba imaginado que pudiera curarse con tanta rapidez, tras someterse a un tratamiento, ya fuera convencional o ayurvdico. Retrospectivamente, me da por pensar que su elevada fiebre haba de ser consecuencia de una inflamacin provocada por un tumor maligno; es un fenmeno conocido y que se llama necrosis tumoral. Pero el mecanismo elemental de su curacin no tiene explicacin.

Si existieran curaciones milagrosas, sta sera una de ellas. Pasaron unas semanas y pasamos del jbilo a la preocupacin. El milagro se iba desvaneciendo; se anul primero en su fuero interno: en lugar de confiar en su inexplicable recuperacin, desarroll un nuevo conflicto interior: tema mrbidamente que su cncer reapareciera. Me llam para preguntar si deba renunciar a la quimioterapia. Usted lleva ya dos meses sin cncer le dije. Acaso su mdico ha encontrado nuevas clulas cancerosas? No admiti Chitra, pero mi mdico piensa que la quimioterapia me ha curado y que debera seguir con ella. Me senta frustrado. Saba, al igual que su mdico de cabecera, que la quimioterapia aplicada a Chitra no poda desembocar en una curacin de este tipo, y, de una manera inopinada, no poda ser el desencadenante de la curacin en un cncer tan avanzado como el suyo, ya que la enfermedad se haba extendido a otros lugares del cuerpo. Pero Chitra estaba agotando los ltimos recursos de su resistencia. La quimioterapia haba provocado una nusea constante, as como la cada de su pelo en cantidades preocupantes, a lo cual se aada la vergenza que senta por haber perdido su seno izquierdo.

La labor del tratamiento ayurvdico no resultaba fcil. De nada servira administrarle mayores dosis de quimioterapia: se seguira sintiendo deprimida, propensa a sufrir cualquier tipo de infeccin e inexorablemente desmejorada y dbil, da a da. Sin embargo, tampoco tena motivos para prohibirle que siguiera adelante con la quimioterapia.

Al fin y al cabo, poda sufrir una recada en menos de seis meses y morirse... De acuerdo, siga con la quimioterapia le dije. Pero a la vez, le pido que no descuide su programa de mantenimiento. De acuerdo? Sigui mis consejos. Durante unos meses, Chitra vivi libre de la enfermedad, pero se senta insegura y nerviosa. El cncer de Chitra haba sido ms fcil de derrotar que el miedo siniestro que, paulatinamente, se apoderaba de su vida, desafindola. El dilema que atorment a Chitra es el verdadero punto de partida de este libro.

Para que volviera a sentirse cmoda, necesitaba que le dieran una explicacin. Qu le haba sucedido? Fue un milagro como se pens en su momento? O era tan slo un respiro momentneo en su caminar imparable hacia la muerte? Creo que daremos con la respuesta investigando en lo ms hondo de las conexiones mente-cuerpo. Las investigaciones realizadas en Estados Unidos y Japn sobre curaciones espontneas del cncer han revelado que casi todos los pacientes experimentan un cambio radical en su nivel de conciencia. El enfermo sabe o intuye que va a curarse, y siente que la fuerza responsable viene de dentro y a la vez no se limita al interior, expandindose ms all de sus fronteras personales, hacia la Naturaleza.

De pronto piensan: Yo no estoy confinado en el interior de mi cuerpo. Todo lo que existe a mi alrededor es parte de m. En ese momento, los pacientes estn dando un salto hacia un nivel de conciencia que prohibe la existencia del cncer. Entonces, las clulas cancerosas desaparecen sin dejar rastro; a veces slo se estabilizan, pero dejan de gangrenar el cuerpo. Este salto de una conciencia a otra parece ser el momento decisivo. Sin embargo, no se produce necesariamente en un abrir y cerrar de ojos. Chitra lo estaba cultivando deliberadamente, valindose de tcnicas ayurvdicas.

Por lo tanto, su capacidad para permanecer en un nivel de conciencia ms elevado estaba ligado a su enfermedad. Poda estimular en ella la ausencia de cncer pero, a la vez, poda recaer en cualquier momento. (Me viene la imagen de una cuerda de violn cuyo sonido oscila a medida que se desliza el dedo por el mstil del instrumento.) Al poseer una formacin cientfica, la palabra quantum es la que me viene a la mente cuando pienso en este tipo de cambios.

Esta palabra designa un salto discreto de un nivel de funcionamiento hacia un nivel superior; es el llamado salto cuntico. El quantum es asimismo una palabra tcnica que, en su da, slo conocan los fsicos, pero con el tiempo el trmino se ha introducido en el habla popular. Formalmente, un quantum es una unidad indivisible donde las ondas pueden ser emitidas o atradas, as lo define el eminente fsico britnico Stephen Hawking. Para los legos, el quantum es un bloque de materia. La luz se genera por la presencia de fotones; la electricidad nace de la carga de un electrn y la gravedad de la carga de un graviten (un quantum hipottico que an no hemos observado en la Naturaleza), y as para cualquier otra forma de energa, ya que todas se originan en el quantum y no pueden dividirse en unidades de menor tamao.

Ambas definiciones, el salto discreto hacia un nivel superior y el nivel irreducible de una fuerza, parecen de aplicacin en casos como el de Chitra. Asimismo, quisiera introducir la nocin de curacin cuntica para describir lo que pudo su-cederle. Aunque el trmino sea nuevo, el proceso no lo es. Siempre ha habido pacientes que no siguen el curso normal del proceso curativo. Una nfima minora, por ejemplo, no aparenta debilitarse con la aparicin del cncer; otros pocos pacientes sufren tumores de desarrollo mucho ms lento que lo establecido por las estadsticas. Muchas otras curaciones comparten orgenes misteriosos; por ejemplo, la curacin como resultado de la fuerza de voluntad, las remisiones espontneas y el empleo efectivo de placebos o drogas ficticias, y apuntan igualmente hacia un salto cuntico. Por qu? Porque en casos de esta ndole, la capacidad de percepcin interior parece estimular un salto fenomenal, el salto cuntico, en el transcurrir del proceso de curacin.

La conciencia es de toda la vida una fuerza infravalorada. Solemos descuidar la percepcin interior y nos olvidamos de su verdadero poder, aunque estemos pasando por las fases ms penosas de una crisis. Esto vale tambin para curaciones milagrosas, casos que percibimos con algo de miedo, desconfianza o reverencia. No obstante, todos nosotros poseemos una conciencia. Tal vez estos milagros sean extensiones de nuestras habilidades. Cuando un organismo logra remendar una fractura..., acaso no se trata igualmente de un milagro? El proceso de curacin es, sin lugar a dudas, complejo, demasiado enmaraado para que la medicina sepa utilizarlo; abarca un nmero incontrolable de procesos perfectamente sincronizados; la medicina slo conoce unos pocos y no del todo bien.

Si curar un cncer viene a ser un milagro y, en cambio, reparar un brazo roto no lo es, se debe sin duda a la conexin mente-cuerpo. El hueso partido parece arreglarse solo, sin la intervencin de la mente; a la inversa, una curacin espontnea de cncer, al menos as lo pensamos, depende de una cualidad especial de la mente, de algn deseo voraz por seguir viviendo o de un enfoque en extremo positivo y heroico de la vida, o, tal vez, de alguna curiosa habilidad del ser. Estas conjeturas suponen la existencia de dos tipos de curaciones: una, la normal, y la otra, la anormal o, en todo caso, excepcional. A mi entender, esta distincin es incorrecta.

El brazo roto se repara porque as lo decide la conciencia, y esto es vlido tambin en el caso de una curacin espontnea o milagrosa de cncer, o cuando se observa una supervivencia por tiempo indeterminado ante el SIDA, o una curacin obra de la fe o incluso la capacidad para vivir hasta edades avanzadas sin ser vctima de la enfermedad.

Si no somos todos capaces de llevar el proceso curativo hasta sus lmites, quiz sea porque nos diferenciamos drsticamente unos de otros en nuestra capacidad para movilizar las energas necesarias. Este fenmeno puede comprobarse en las muy dispares reacciones ante una misma enfermedad. Una reducida fraccin de la poblacin, menos del 1% de todos los pacientes que contraen una enfermedad terminal, logra curarse. Una fraccin algo mayor, pero inferior al 5%, vive ms all de lo previsto por las estadsticas; este dato queda confirmado en ese 2% de afectados del SIDA que siguen sobreviviendo tras ocho aos de enfermedad, mientras la inmensa mayora de los afectados no sobrevive ms all de dos aos. Estos datos no slo corresponden a enfermedades terminales.

Diversos estudios han demostrado que tan slo el 20% de los pacientes con trastornos serios pero tratables se recuperan con total xito. Por lo tanto, queda un 80% de personas que no se curan o tan slo se recuperan parcialmente. Por qu motivo siguen siendo mayora las curaciones fracasadas? Qu elemento distingue a un superviviente de un no superviviente?

Aparentemente, los pacientes que logran vencer su enfermedad han aprendido a estimular su curacin, y los ms afortunados han alcanzado un estado an ms avanzado. Tal vez hayan dado con el secreto de la curacin cuntica. Son, en cierto modo, unos genios de la conexin mente-cuerpo. La medicina moderna no sabe an reproducir estas curaciones, ya que hasta la fecha ninguna curacin debida a la ingestin de drogas o la intervencin quirrgica ha sido tan precisa, ni tan sutilmente cronometrada, ni tan hermosamente coordinada, ni tan benigna y libre de efectos secundarios, ni tan til como la suya. Esta peculiar capacidad nace en el nivel ms hondo que pueda alcanzarse. Si supiramos qu ocurre en sus cerebros cuando logran motivar el cuerpo de esa forma, conoceramos y controlaramos la unidad bsica del proceso curativo. Pero, de momento, la medicina no ha dado ese salto cuntico y la palabra quantum contina sin tener aplicaciones clnicas.

Teniendo en cuenta que la fsica cuntica trabaja con aceleradores de partculas ultrarrpidos, podramos imaginar que la curacin cuntica habr de echar mano de radioistopos o rayos X. Pero eso es precisamente de lo que no se trata. La curacin cuntica se mueve en un campo al margen de los mtodos exteriores y de alta tecnologa, y dedica su atencin al mismsimo ncleo del sistema mente-cuerpo. En ese punto se inicia el proceso de la curacin. Para alcanzar ese ncleo y aprender a estimular una respuesta de mejora fsica, debemos traspasar todos los niveles ms elementales del cuerpo, ya sean clulas, tejidos, rganos y dems sistemas, hasta alcanzar el punto de encaje entre la mente y la materia, ese lugar donde la conciencia logra impactar eficazmente. El quantum en s, es decir, lo que es y de qu manera se mueve, constituye la primera parte de este libro. La segunda tratar de enlazar el concepto cuntico con el Ayurveda, logrando tal vez la unin de dos culturas que tratan de obtener una misma respuesta.

El enfoque cientfico occidental, sorprendentemente, defiende la visin de los antiguos sabios de la India; ste es un viaje en que se olvidan y desvanecen las fronteras y dems barreras culturales. Para m, an quedaban muchas cosas por descubrir. Chitra me ha pedido que le diera alguna explicacin y, por tanto, escribo hoy para ella y para, pacientes como ella. Mientras no se les d una contestacin, sus vidas estn en peligro.

2. EL CUERPO TIENE UNA MENTE PROPIA

Cuando dije que nadie puede, decentemente, pretender conocer un tratamiento para el cncer de mama, no era del todo verdad. Si un paciente pudiera estimular el proceso curativo desde dentro, sa sera una forma de curar el cncer. Episodios de curacin como el de Chitra tienen lugar al producirse un cambio interior radical, que arrasa con el miedo y la duda, y de paso la enfermedad.

Pero el lugar donde se produce el cambio sigue siendo un misterio. Es un desafo inaceptable para la medicina, pues se trata de contestar una pregunta tan sencilla y angustiosa como es sta: dnde tuvo lugar el cambio en Chitra..., en su cuerpo, en su mente o en ambos a la vez? Para contestar esta pregunta, la medicina occidental ya ha descartado los medicamentos y la ciruga, es decir, los pilares de la prctica mdica clsica, para investigar en un campo desordenado y desconcertante que se ha venido llamando medicina mente-cuerpo. Este avance se ha impuesto naturalmente; no haba otra salida; ya no sentimos como antao una confianza ciega en el cuerpo fsico. Pero la medicina mente-cuerpo es un quebradero de cabeza para muchos mdicos. Algunos la consideran un concepto y no un campo de la ciencia. Si se les presenta la eleccin entre una idea nueva y una sustancia qumica, muchos mdicos optan por la sustancia qumica, ya sea la penicilina vigitalina, la aspirina o el vlium, ya que para ser efectivas no requieren la participacin del paciente (ni la del mdico). El problema surge cuando el producto empleado no surte efecto. Unos estudios estadsticos recientes, realizados en el Reino Unido y en Estados Unidos, han demostrado que al menos un 80% de los pacientes afirma que el motivo de su queja, su deseo por acudir a un mdico, continuaba intacto tras la consulta.

Otros estudios clsicos, que se remontan a finales de la Segunda Guerra Mundial, demostraron que los pacientes salan del Yale Medical School Hospital en peor estado que cuando ingresaron. (Estos estudios recuerdan otras investigaciones segn las cuales los pacientes mejoraban ms estando en lista de espera para ver a un psiquiatra que tras haberlo consultado; por tanto, no basta con sustituir a un mdico del cuerpo por un mdico del alma.) Una curacin milagrosa debera animarnos a reexaminar algunos de los conceptos bsicos de la medicina. Nuestra lgica de la curacin es a veces admirable, o al menos, bastante buena, como queda patente cuando la penicilina erradica una infeccin, pero la lgica propia de la Naturaleza va ms all y es ms impecable.

Muchos mdicos quedan confundidos al presenciar este tipo de curacin, como la de Chitra, ya que no tienen puntos de referencia para darle una explicacin; estos fenmenos se han venido llamando remisiones espontneas; es una definicin muy cmoda que tan slo seala que un paciente se ha recuperado solo. Las remisiones espontneas son excepcionalmente escasas; segn un estudio de 1985, slo hay uno de cada 20.000 casos de cncer. Algunos especialistas creen incluso que son an menos frecuentes (menos de diez por milln), pero nadie sabe con exactitud cul es la proporcin exacta. Hace poco, pas una velada con un destacado onclogo, o especialista en cncer, un mdico del Mid-West que trata a miles de pacientes al cabo del ao. Le pregunt acerca de las posibles remisiones espontneas. Se encogi de hombros y dijo: Me molesta algo esa terminologa. He visto que, a veces, los tumores desaparecen por completo.

Ocurre en contadas ocasiones. Pero de hecho ocurre. Podan desaparecer solos esos tumores? Admiti que a veces as era. Se qued un rato pensando y aadi que algunos tipos de melanomas, un cncer de la piel en extremo mortfero, desaparecen por las buenas. No entenda cmo poda ser. No puedo pararme a pensar en estos fenmenos. Tratar el cncer es, en parte, un asunto estadstico; nos atenemos a las cifras. Casi todos los pacientes responden a determinados tratamientos, y apenas tenemos tiempo para averiguar cmo funciona esa minora infinitesimal que supera el cncer por razones desconocidas. Adems, mi experiencia me dice que algunas de estas remisiones slo son momentneas. Pensaba l tambin que las curaciones espontneas eran menos de una por milln? No contest: son ms. Por lo tanto, como cientfico, no le preocupaba descubrir el mecanismo oculto en esas curaciones, aunque se tratar de un caso por milln o un caso cada diez millones? Volvi a encogerse de hombros. Por supuesto debe haber un mecanismo que lo provoque concedi, pero mi prctica mdica no est pensada para investigar en este campo.

Le dar un ejemplo: hace ocho aos vino a verme un hombre que se quejaba de una tos dolorosa en el pecho. Le hicimos una radiografa y result que tena un enorme tumor entre ambos pulmones. Fue ingresado en el hospital, realizamos una biopsia y el informe del patlogo diagnostic un cncer de clulas pequeas (carcinoma). Constituye una malignidad de crecimiento rpido; es mortfera. Le dije a mi paciente que haba de ser intervenido inmediatamente para liberar la presin generada por su tumor; luego habra de seguir un tratamiento de rayos y quimioterapia. Pero se neg en rotundo; no le convencan los tratamientos. Luego le perd de vista. Al cabo de ocho aos, vino a verme un hombre con un nodo dilatado de la linfa en el cuello. Le tom una biopsia y result ser un cncer de clulas pequeas. Me di cuenta entonces que era el mismo hombre.

Hicimos una nueva radiografa de su pecho; no presentaba rasgo alguno de cncer de pulmn. Normalmente, el 99,99% de los pacientes no tratados hubieran fallecido en menos de seis meses. Al menos el 90% hubiera muerto en menos de cinco aos, aunque se les administrara la mejor terapia posible. Le pregunt qu haba hecho con su primer cncer y me respondi que no haba emprendido ninguna terapia, slo haba decidido no dejarse morir de cncer. Y aadi que, probablemente, se negara a otro tratamiento con este segundo tumor. Por definicin, la medicina cientfica trata con resultados visibles.

Sin embargo, cuando aparecen remisiones espontneas, su comportamiento es completamente impredecible. Pueden ocurrir sin que haya habido terapia alguna o tras la aplicacin de un tratamiento convencional del cncer. Los mltiples enfoques y alternativas disponibles en Estados Unidos para tratar el cncer tienen todos sus ventajas e inconvenientes, pero ninguno ha demostrado favorecer las remisiones espontneas mejor que los rayos y la quimioterapia y, en definitiva, no destaca ninguno.

No importa de qu manera se desarrolla el cncer. Tanto los tumores benignos como las malignidades muy avanzadas pueden desaparecer sin dejar rastro. Por su escasez, y precisamente porque suceden por arte de magia, las remisiones espontneas, hasta ahora, no nos indican cul es el origen del cncer, ni qu mtodos son buenos para curar cnceres terminales. Parece razonable suponer que el cuerpo est continuamente luchando contra el cncer y que las ms de las veces acaba ganando la batalla. Muchos cnceres pueden ser provocados, ya sea en tubos de ensayo o con animales de laboratorio, empleando sustancias cancergenas, dietas grasas, rayos, altas dosis de estrs, virus, entre otras posibilidades. Si consideramos que el ser humano est sometido continuamente a este tipo de agresiones, probablemente estas circunstancias estn daando y perjudicando el interior del cuerpo humano. Sabemos que el ADN se debilita bajo el efecto de estos elementos exteriores; habitualmente, no obstante, el ADN sabe cmo repararse a s mismo o cmo detectar el material daado y deshacerse de l.

Esto significa que las primeras apariciones del cncer suelen ser detectadas rpidamente y vencidas. Si observamos detenidamente este proceso y logramos intensificarlo, conseguiremos curaciones espontneas y milagrosas. Pero, por supuesto, no se trata de un milagro; es, sin duda, un proceso natural, hasta ahora no explicado, al igual que podramos tachar de milagrosa la curacin de una neumona con el uso de la penicilina si no supiramos explicar estas curaciones por la teora bacterial de la enfermedad. El dato esencial es que el mecanismo oculto tras estas curaciones milagrosas no es mstico o aleatorio; sencillamente, queda por investigar. Segn el ejercicio convencional, cuando se ha cumplido el milagro, el mdico se vale de nuevo de su tratamiento habitual, echando mano de conceptos tradicionales. Sin embargo, estos principios, es decir, el repertorio clsico de la medicina, estn derrumbndose uno tras otro. Por dar un ejemplo: desde su aceptacin como campo de estudio racional y cientfico, la medicina ha aceptado la degeneracin de las funciones cerebrales en personas mayores como un hecho natural e irreversible. Este deterioro inexorable poda demostrarse, pues se realizaron en su da unos estudios deprimentes segn los cuales, con la edad, el cerebro se contrae, y pierde millones de neuronas al ao. Alcanzamos nuestro nivel mximo de neuronas a los dos aos, y al cumplir los treinta, esta cifra empieza a declinar. La prdida de clulas cerebrales es constante, ya que las neuronas no se regeneran. Basndose en este hecho conocido, el declive del cerebro parece cientficamente vlido. Triste pero inevitablemente, envejecer acarrea prdida de memoria, menor capacidad de raciocinio, prdida de inteligencia y dems sntomas relacionados con la degeneracin mental. Estas aserciones, antao aplaudidas, estn demostrando sus limitaciones.

El examen de personas mayores con buena salud, a la inversa de los estudios que suelen realizarse en personas mayores ya enfermas, han revelado que el 80% de los estadounidenses saludables no sufren dolores psicolgicos (como pueden ser la soledad, la depresin o la falta de estmulos exteriores), ni sufren prdida alguna de memoria sea cual sea su edad. La capacidad para retener nuevos datos tal vez decline; de hecho, las personas mayores no suelen recordar los nmeros de telfono, ni los nombres, y puede que no recuerden, en un momento dado, por qu estn caminando hacia un lado u otro. Pero la habilidad para recordar acontecimientos pasados, es decir, para recurrir a la memoria de la larga distancia, mejora con el tiempo. (Una autoridad en el campo del envejecimiento cit un da a Cicern: Jams he odo hablar de una persona mayor que haya olvidado dnde tiene escondido el dinero.)

En pruebas comparativas entre personas de setenta aos y jvenes de veinte, los mayores realizaron los ejercicios de memoria mejor que los jvenes. Habiendo practicado el otro tipo de memoria, llamado memoria de corta distancia, durante unos minutos al da, el grupo de personas mayores poda incluso competir con los sujetos ms jvenes, chicos y chicas en el apogeo de su funcionamiento mental. Tal vez eso de juventud divino tesoro pueda extenderse en el tiempo. El secreto, como en otros declives naturales debidos a la edad, depende de los hbitos de la mente y no slo de los circuitos del sistema nervioso.

Mientras una persona se mantenga mentalmente activa seguir siendo tan inteligente como en su juventud y su madurez. Los seres humanos perdemos ms de 1.000 millones de neuronas a lo largo de nuestra vida, segn un promedio de 18 millones al ao, pero esta prdida es compensada por otra estructura, los filamentos de forma arborescente llamados dendritas, que conectan las clulas nerviosas unas con otras. Una clula nerviosa tiende a ser altamente individual en su estructura exterior, pero suele tener una seccin central bulbosa de donde salen unas ramas, como brazos de un pulpo.

Estos brazos o axones, concluyen en un remolino de diminutos filamentos; los primeros anatomistas los compararon con las ramas de un rbol y los llamaron dendritas, del griego dendron (rbol). Las dendritas, cuyo nmero puede oscilar entre una decena y ms de 1.000 por clula, son puntos de contacto que facilitan a la neurona la transmisin de seales a sus vecinas. Al crecer las nuevas dendritas, una neurona puede abrir nuevos canales de comunicacin hacia cualquier direccin, como una centralita donde fueran instalndose nuevos canales de transmisin. Seguimos sin saber de qu modo se forma un pensamiento en las clulas del cerebro, ni de qu manera se interrelacionan el nmero ingente y alucinante de conexiones; las dendritas acuden por millones a unirse en puntos de interseccin del cuerpo, como son el plexo solar, sin mencionar los millones de millones que se generan en el cerebro. Unos experimentos recientes han revelado que pueden generarse nuevas dendritas a lo largo de la vida, hasta edades muy avanzadas. De acuerdo con la visin clsica de la medicina, el crecimiento en un ser joven proporciona la estructura fsica necesaria para unas funciones cerebrales indemnes. En un cerebro saludable, la senilidad no es fsicamente normal. Con la edad, la multiplicacin intensificada de dendritas es la norma lgica, ya que la sabidura va en aumento con el tiempo; la madurez es un perodo de la vida en que el mundo es percibido en su totalidad, es decir que se establecen en la percepcin individual del mundo las interconexiones inherentes a la vida, al igual que se establecen interconexiones entre las clulas nerviosas con la aparicin de nuevas dendritas.

Este ejemplo ilustra hasta qu punto puede estar equivocada la medicina moderna si se empea en presuponer que la materia es superior a la mente. Decir que una clula nerviosa genera pensamientos puede que sea cierto, pero tambin es verdad que el pensamiento genera nuevas clulas nerviosas. En el caso de las dendritas nuevas, son los hbitos del pensamiento, del recuerdo y la actividad mental los que generan nuevos tejidos. Y ste no es un descubrimiento aislado.

En cuanto la medicina acept la nocin de una nueva vejez, empez a cambiar el enfoque del proceso de degeneracin. Por ejemplo, si una persona ejercita el cuerpo, su musculatura se mantendr fuerte y su vitalidad permanecer intacta a lo largo de su vida, aunque disminuya algo su capacidad de resistencia. Una persona de sesenta y cinco aos puede entrenarse para un maratn si est en buenas condiciones fsicas y se entrena inteligentemente. Asimismo, el corazn humano cambia con la edad, perdiendo de su elasticidad, bombeando menos volumen de sangre por latido, pero las enfermedades del corazn y el endurecimiento de las arterias, fenmenos considerados absolutamente normales con el avance de la edad hace tan slo unas dcadas, parecen hoy evitables, siempre y cuando la dieta y el estilo de vida sean los correctos.

Los ataques, ms frecuentes a partir de cierta edad, han declinado en un 40% en los ltimos diez aos debido a un control ms eficaz de la hipertensin y al reducirse las grasas en nuestras dietas alimenticias. Se ha demostrado que un amplio porcentaje de la senilidad inevitable se debe a una carencia de vitaminas, a una dieta pobre y a la deshidratacin. Estos descubrimientos hacen que estemos reconsiderando drsticamente la vejez; otra consecuencia, menos obvia, es que ya es hora de reconsiderar el cuerpo en su conjunto, sea cual sea su edad. En todos los frentes de la medicina, la salud del cuerpo est resultando ms robusta y adaptable de lo que se pensaba. Mientras las escuelas de medicina siguen enseando que la bacteria A provoca la enfermedad B y se trata mediante la medicina C, la Naturaleza tiende a pensar que sa slo es una opcin entre otras muchas.

Por ejemplo, un enfoque mental para tratar el cncer se hubiera considerado una barbaridad hace diez aos. Pero los enfermos parecen capaces de participar en su tratamiento contra el cncer e incluso de controlar la evolucin de la enfermedad con la ayuda de sus pensamientos. En 1971, el doctor O. Carl Simonton, un radilogo de la Universidad de Texas, estuvo tratando a un hombre de sesenta y un aos con cncer de garganta. La enfermedad haba progresado de forma peligrosa; el paciente tragaba con dificultad y haba perdido peso de forma alarmante. ( Adems de cargar con un diagnstico muy comprometido (los mdicos le concedan un 5% de probabilidades de supervivencia ms all de los cinco aos, siempre y cuando se sometiera a un tratamiento intensivo), el paciente se senta tan dbil que no pareca capaz de responder de modo favorable a las radiaciones, el tratamiento habitual para este tipo de cncer.

Perdidas las esperanzas, el profesor Simonton, curioso e inquieto por probar un enfoque psicolgico, sugiri a su paciente que probara una terapia de radiacin segn un mtodo experimental, la visualizacin. El hombre aprendi a visualizar su cncer como un elemento vivo de su interior.

Luego, empleando cualquier imagen mental que llamara su atencin, el mdico le peda que visualizara su sistema inmunolgico poniendo en escena unos glbulos blancos que lograban invadir las clulas cancerosas y echarlas fuera del cuerpo, no dejando atrs ms que clulas saludables. El hombre dijo que, al representarse sus clulas inmunitarias, vea una fuerte ventisca de partculas blancas que cubran el tumor como nieve que recubre una roca negra. El doctor Simonton le mand a casa y le pidi que repitiera estas visualizaciones a diario. El hombre sigui sus instrucciones y pronto su tumor comenz a disminuir. Al cabo de unas semanas, el tumor se haba reducido a casi nada y la respuesta del paciente a la radiacin no tena prcticamente efectos secundarios; dos meses despus, el tumor haba desaparecido por completo. El doctor Simonton estaba desconcertado, aunque naturalmente le llenara de satisfaccin la probada eficacia del enfoque psicolgico. Cmo era posible que un pensamiento pudiera con una clula cancerosa? El mecanismo era por completo desconocido.

De hecho, dada la diablica complejidad del sistema inmunolgico y el sistema nervioso (involucrados los dos en casos como ste), el mecanismo es impredecible. El paciente acept su curacin sin dar marcha atrs. Le coment incluso al doctor Simonton que la artritis que padeca en las piernas no le dejaba dedicarse a la pesca en torrentes de montaa como sola hacerlo antes. Si haba vencido su cncer visualizndolo, no se perda nada intentando lo mismo con la artritis. Al cabo de unas semanas, el mtodo volvi a mostrarse muy eficaz. Aquel hombre se desembaraz de un cncer y una artritis durante un periodo de seis aos. Este caso es un hito en la medicina mente-cuerpo, pero por desgracia la visualizacin no es un remedio contra todos los males.

La terapia de visualizacin del doctor Simonton (desarrollada luego en un programa completo de terapia mente-cuerpo) no es un mtodo infalible de curacin del cncer. Una de mis pacientes lo emple con xito para curarse de un cncer de mama; adems, se vali de aquella tcnica segn mtodos propios y no bajo el control de un mdico. No obstante, los estudios estadsticos a largo plazo niegan que estos resultados espordicos sean mejores que los de cualquier otro tratamiento convencional. Hoy, la terapia tradicional presenta una gran ventaja. Si en una mujer con cncer de mama se detecta y localiza el tumor cuando ste no ha crecido excesivamente, las posibilidades de curacin (una curacin supone sobrevivir al menos tres aos sin reaparicin de la enfermedad) son superiores al 90%. En comparacin, el nmero de remisiones espontneas, segn las estadsticas ms esplndidas, estara muy por debajo del 0,1%.

Mientras no existan terapias mentales u otras alternativas eficaces capaces de suplir la radioterapia y la quimioterapia, no ser un tratamiento de confianza. Aunque algunos pacientes estn deseando enfocar su enfermedad desde perspectivas nuevas o experimentales, los mdicos, en su conjunto, no dan mucho crdito a estos mtodos.

Aunque el paciente del doctor Simonton fuese un caso aislado, revela un fenmeno extraordinario, y pone en tela de juicio el concepto curativo clsico del cuerpo, ya que, en esta ocasin, la Naturaleza halla un camino nuevo para combatir la muerte, un mtodo hasta ahora nunca probado por la medicina; se puede llegar a pensar, ante tales observaciones, que la medicina tradicional no pone su empeo en ayudar a la Naturaleza, sino en reprimirla.

Los mdicos ms atrevidos han dado en experimentar en los aos ochenta con mtodos innovadores en el campo de la mente y el cuerpo, como son el biofeedback, el hipnotismo, las visualizaciones y modificaciones del comportamiento. Los resultados no son muy esperanzadores; de todos modos, son difciles de interpretar. Un psiclogo, el doctor Michael Lerner, dedic tres aos a un estudio en profundidad sobre cuarenta clnicas que proponan tratamientos alternativos del cncer, cuyos mtodos variaban entre el empleo de hierbas y productos macrobiticos y la visualizacin de imgenes mentales positivas.

Averigu que estos centros, complementarios de tratamiento del cncer, eran los que buscaban algunos pacientes con una buena educacin y dinero sobrado; y comprob que los mdicos que llevaban esas clnicas solan ser personas serias y de buenas intenciones, pero que hasta la fecha no se haban presenciado verdaderas curaciones del cncer. Al entrevistar a los pacientes de dichos centros, result que una buena proporcin (el 40%) haba experimentado, al menos, una mejora momentnea de su calidad de vida. Otro 40% deca haber experimentado alguna mejora fsica, y sta oscilaba entre unos das y algunos aos. Un 10%, a cada extremo del espectro, deca no haber notado mejora alguna tras el tratamiento, o haberse recuperado parcial o totalmente de su enfermedad. Por lo general, los resultados de estos centros alternativos indican que se consigue cierto alivio y una mayor confianza por parte del paciente; pero, por desgracia, los ndices de remisiones son radicalmente inferiores a los ofrecidos por terapias clsicas.

Existen, adems, otros problemas de mayor gravedad que la inconsistencia de los resultados: el campo de la medicina mente-cuerpo sigue sufriendo de su incapacidad para demostrar de forma rigurosa su dogma mdico, es decir, probar de alguna manera que la mente influye en el cuerpo, ya sea para su salud o su enfermedad. A todas luces, las personas enfermas, y las personas que disfrutan de una buena salud, viven estados mentales diferentes, pero la conexin causal contina siendo escurridiza. En 1985, se realiz un estudio exhaustivo del cncer de mama en la Universidad de Pennsylvania, y ste no pudo hallar correlacin alguna entre la actitud mental de los pacientes y sus posibilidades de supervivencia ms all de dos aos.

En el editorial que acompaaba el estudio, publicado en el prestigioso New England Journal of Medecine, se denunciaba la creencia equivocada en la relacin entre el cncer y el mundo de las emociones. Nuestra creencia en una relacin directa entre los estados mentales y la enfermedad es puro folclor. Llovieron protestas sobre el peridico, casi todas de mdicos que censuraban con energa las conclusiones del editorial. Indiscutiblemente, no parece razonable descartar las actitudes mentales como factor de la enfermedad y no parece razonable valorar la idea como folclrica. Todos los mdicos sabemos que el deseo del paciente por recuperarse desempea una funcin vital en su tratamiento. Los mdicos suelen ser defensores de una medicina dura, pero, sin embargo, el cuerpo mdico en su conjunto no discute la participacin de la fe, la actitud y las emociones en la curacin del cncer. Hipcrates ya deca, en el alba de la medicina occidental, que un paciente mortalmente enfermo puede recuperarse confiando en la calidad de su mdico. Muchos estudios modernos corroboran esta idea, demostrando que las personas que confan en su mdico y se rinden ante sus cuidados tienen ms posibilidades de curacin que el paciente que huye de la medicina, desconfiado, temeroso o con una actitud antagnica. Unos mdicos montaron en clera y otros dieron su beneplcito, pero, en definitiva, la cuestin planteada en el artculo sigue sin resolverse.

Tres estudios distintos de los ndices de supervivencia al cncer de mama, de mediados de los aos ochenta, dieron resultados totalmente dispares. En uno, las mujeres que mostraban actitudes positivas sobrevivan ms tiempo que las mujeres con actitud negativa, fuera cual fuera el avance de la enfermedad; parece ser que las emociones positivas participaron en la remisin de cnceres muy avanzados e incluso terminales, cuando los pacientes con emociones negativas moran derrotados por tumores pequeos diagnosticados en la primera etapa de su desarrollo. Sin embargo, el segundo estudio demostraba que cualquier actitud firme, siempre y cuando fuera exteriorizada y no reprimida, ayuda a vencer cualquier enfermedad terminal. El primer estudio cuadraba con el sentido comn (lo positivo es mejor que lo negativo), y el segundo defenda una idea similar, pero enfocada desde otro punto de vista: conviene combatir antes que rendirse.

As es como vino a desarrollarse el concepto de una personalidad nacida del cncer capaz de contener y reprimir las emociones hasta generar malignidad en el mundo celular. El polo opuesto es el de las personas con deseo voraz de supervivencia; y esta categora de pacientes incluye casos positivos y otros negativos.

Todas estas conclusiones tienen su lgica, todas salvo el estudio publicado en el New England Journal of Medicine, corroborado por otros estudios segn los cuales no existe correlacin alguna entre un esquema emocional y la supervivencia al cncer de mama ms all de dos aos. Aunque estuviera en auge, dispuesto a convertirse en una de las innovaciones ms espectaculares desde la vacuna de Salk, el concepto de medicina mente-cuerpo se estaba tambaleando. Asistimos ltimamente a la reincidencia de un sempiterno esquema: aparecen nuevos mtodos; el pblico es informado de algunos avances espectaculares, seguidos de resultados clnicos desastrosos que slo se dan a conocer en crculos mdicos.

Un ejemplo clsico consista en dividir a los pacientes de enfermedades cardacas, siendo las tres cuartas partes hombres de mediana edad, en personalidades de alto riesgo de tipo A y personalidades de menor riesgo de tipo B. La personalidad de tipo A era supuestamente una persona de carcter fuerte, un trabajador empedernido, personas retadoras y capaces de producir hormonas de estrs en profusin, todo lo contrario de la personalidad ms relajada, tolerante y equilibrada de tipo B.

El tipo A sola sufrir de la llamada enfermedad de ir con prisas; por lo tanto, parece lgico que en estos casos el corazn se rebele, provocando una enfermedad coronaria. Por desgracia, unos estudios confirmados han sealado que esta divisin, hoy ampliamente aceptada, no es tan ntida. Todo apunta a que la mayor parte de las personas corresponden un poco al tipo A y otro poco al tipo B. Y esa tolerancia ante el estrs vara mucho de una persona a otra; algunos pacientes afirman incluso que su salud mejora con la ayuda del estrs. Finalmente, un estudio de 1988 vino a demostrar que cuando un hombre sufre un infarto, sobrevivir mejor si es del tipo A que si es del tipo B. Su impulso y deseo por tener xito en la vida quiz sea un punto a favor a la hora de afrontar un problema coronario.

El ddalo de la conexin mente-cuerpo no es tan fcil de resolver. Si nos preguntamos por qu una mente positiva no es necesariamente una promesa de buena salud, cuando a priori sera lo lgico, nos damos cuenta que la respuesta est en la definicin que damos de la palabra mente. No se trata de una cuestin filosfica, sino de un problema prctico. Si un paciente acude a m con un cncer, en qu momento habr de juzgar su estado mental: en el da del diagnstico, mucho antes o mucho despus?

El doctor Lawrence LeShan, autor de unos estudios pioneros de los aos cincuenta, que establecan una relacin entre el sentimiento y el cncer, sola rastrear en la infancia de sus pacientes para desterrar la semilla negra que envenen su psique, defendiendo as una teora segn la cual esa semilla yace durmiente en el subconsciente durante aos, antes de inducir una enfermedad. Yo mismo trat a un paciente con cncer de pulmn que pudo sobrevivir cmodamente durante cinco aos con una lesin importante en los pulmones. No sospechaba que la lesin fuera cancerosa, pero al llegar de forma paulatina, cuando le comuniqu el diagnstico de cncer de pulmn, fue presa del pnico.

Al cabo de un mes, empez a toser y escupir sangre; muri tres meses ms tarde. Si es cierto que su estado mental contribuy a precipitar los acontecimientos, debi de actuar muy rpido. Este paciente poda superar su tumor, no su diagnstico. Y hay otra pregunta bsica: qu interesa ms a un mdico de la personalidad general de su paciente, la mente, sus actitudes, sus creencias ms profundas o algo que hasta el momento la psicologa no ha logrado definir? Puede que el aspecto ms relevante de la mente implicado en la opcin entre enfermar y ponerse bien no sea especfico del ser humano. En los aos sesenta se llev a cabo un estudio en la Universidad de Ohio sobre las enfermedades del corazn, nutriendo unos conejos con productos altamente txicos y de alto contenido en colesterol con vistas a bloquear sus arterias, duplicando as el efecto que estas dietas suelen tener sobre las arterias humanas. Los resultados fueron patentes en todos los grupos de conejos excepto en uno, el cual curiosamente presentaba un 60% menos de sntomas nefastos.

No haba ningn elemento en la fisiologa de los conejos que pudiese explicar una mayor tolerancia a una dieta txica, hasta que se descubri por casualidad que el estudiante encargado de darles de comer sola mimarlos; los hablaba y acariciaba. Los tena en sus manos, y era carioso con ellos durante unos minutos antes de darles de comer; parece inverosmil, pero esta sencilla diferencia respecto de los dems conejos les permiti sobrellevar mejor la dieta txica. Este tipo de experimentos se ha vuelto a repetir: unos conejos eran tratados de modo neutro, mientras a los dems se les trataba con cario, y los resultados fueron idnticos.

Una vez ms, en mecanismo oculto en esta clase de inmunidad es misterioso; parece mentira que la evolucin haya construido en la mente del conejo una respuesta inmunizadora que precisa del cario humano. Existe otra posibilidad ms, y supongo que algunos mdicos la defenderan; consiste en pensar que la mente es una ficcin. Cuando pensamos que est enferma, en realidad el afectado es el cerebro. Siguiendo esta lgica, los trastornos mentales clsicos como son la depresin, la esquizofrenia y la psicosis son sencillamente trastornos cerebrales. Esta lgica, por supuesto, plantea un problema insalvable: pensar que no hay mente es como decir que en un accidente de trfico, la culpa es del coche. Pero ya que el cerebro es un rgano fsico medible y disecable, la medicina prefiere tratar con l antes que con la mente, pues sta ha demostrado ser difcil de definir, a pesar de los muchos siglos de introspeccin y anlisis.

Los mdicos prefieren no tener que vrselas con la filosofa pura. La eficacia de las sustancias psicotrpicas y las drogas, productos que alteran la mente para reducir los sntomas mayores de las enfermedades mentales, como son la depresin, la locura, la ansiedad y las alucinaciones, es mucho mayor que cualquier tratamiento de los empleados antao.

La psiquiatra qumica es capaz de competir contra su mayor rival, la medicina mente-cuerpo, la revolucin mdica de nuestra poca. Ha demostrado obtener estupendos resultados clnicos, as como indicios serios de una conexin directa entre los desequilibrios qumicos del cerebro y las enfermedades mentales. Ningn trastorno parece ser de mayor gravedad que la locura desenfrenada de un esquizofrnico crnico que oye voces interiores y padece alucinaciones, pensamiento descarriado y a menudo desorientacin fsica y mental. Si uno pretende preguntarle a un esquizofrnico qu da es hoy, tal vez provoque en l un estado de terror descontrolado. No obstante, la diferencia estructural entre su estado mental y un estado saludable puede que slo se deba a la presencia de una sustancia bioqumica, llamada dopamina, secretada por el cerebro.

El efecto dopamina, conocido desde hace veinte aos, sostiene que los esquizofrnicos producen en cantidades ingentes una sustancia que desempea una funcin importante en el proceso de las emociones y las percepciones; por tanto, puede que una alucinacin slo sea una percepcin del mundo exterior que ha perdido el rumbo en la codificacin qumica del cerebro. En 1984, esta hiptesis pudo ser demostrada cuando un psiquiatra de la Universidad de lowa, el profesor Rafiq Waziri, hizo un repaso de lo que se haba venido llamando qumica cerebral de los esquizofrnicos, y logr concentrar el defecto hasta convertirlo en una diminuta molcula llamada serina, un aminocido comn de los alimentos protenicos.

La serina es supuestamente el enlace primigenio necesario para la secrecin de dopamina. Incapaz de metabolizar correctamente la serina, el cerebro de los esquizofrnicos parece producir dopamina en cantidades anormales para compensar esta carencia; pero seguimos sin saber cul es el proceso exacto. Quiz la esquizofrenia aguda, considerada el trastorno ms extrao y complejo de la mente, dependa de cmo se digiere la comida. Unas primeras investigaciones realizadas en el Instituto de Tecnologa de Massachusetts (M.I.T.), han confirmado ya que la qumica bsica del cerebro es tan sumamente variable que puede modificarse con la ingestin de un solo alimento. El doctor Waziri obtuvo resultados que demostraban la veracidad de su teora cuando reuni a un grupo de esquizofrnicos crnicos, y los aliment con una dieta de alto contenido en glicina, es decir, una sustancia que la serina debera elaborar en el proceso de fabricacin de la dopamina.

Tal vez la cantidad adicional de glicina compensara la carencia de serina, y con ello la dopamina volviese a producirse en cantidades normales, pens Wasiri. En el grupo de ensayo, unos pocos esquizofrnicos respondieron al tratamiento extraordinariamente; fueron capaces de interrumpir su medicacin sin tener que pasar por episodios psicticos. Por vez primera en muchos aos, su modo de pensar se liber de la enfermedad y su organismo de unas drogas que los abotagaban. Un enfoque diettico de la enfermedad mental sera, por supuesto, muchos menos maligno que las terapias empleadas hoy. La posibilidad de encontrar otros enlaces dietticos es muy esperanzadora.

De hecho, un libro de diettica muy difundido se ha adelantado al problema proporcionando una relacin exhaustiva de alimentos felices y alimentos tristes, basndose en una teora que sostiene que los aminocidos de los alimentos parten directamente hacia el cerebro y se convierten en sustancias qumicas que generan comportamientos positivos o negativos. La leche, el pollo, los pltanos y las verduras son alimentos felices ya que estimulan la dopamina y otras dos sustancias cerebrales positivas. En cambio, el azcar y los alimentos grasos son tpicamente alimentos tristes, ya que estimulan la acetilcolina, una sustancia qumica negativa. La crtica ha sealado, legtimamente, que las sustancias qumicas del cerebro no son tan sencillas.

Puede considerarse positiva la cantidad adicional de dopamina en el cerebro de un esquizofrnico? Adems, no parece que una ingestin mayor o menor de aminocidos provoque directamente al efecto deseado en la qumica del cerebro, al igual que la cantidad de colesterol de una dieta no est ligada directamente a la cantidad en la sangre que circula por el cuerpo. Si un cambio diettico le devuelve a uno la salud, o al menos, permite mantener la forma, entonces los principios bsicos de la medicina mente-cuerpo se vuelven ms confusos an. Acaso podemos confiar en que la mente cure la artritis y a la vez sostener la idea de que el chocolate deprime al ser humano? Esto desemboca en una contradiccin evidente: la mente domina la materia, salvo si la materia domina la mente.

Perdidos en un ambiente cientfico de descubrimientos ambiguos, dos posiciones opuestas (tratar el cuerpo por medio de la mente o tratar la mente por medio del cuerpo) gobiernan hoy el mundo de la investigacin mdica. La confusin es la nota predominante y, como resultado, el mundo subjetivo de la mente contina siendo una fuerza traidora, caprichosa en su capacidad de curacin e igualmente caprichosa en su capacidad para provocar la enfermedad. Muchos mdicos, por su inclinacin materialista, prefieren pensar que las sustancias qumicas han de ser la respuesta a cualquier trastorno fsico o mental. A mi entender, no lo son. En mi campo, la endocrinologa, se descubrieron algunas de las sustancias qumicas que afectan a la mente, las hormonas endocrinas.

A diario, veo a pacientes que muestran sntomas mentales ligados a defectos en su equilibrio hormonal: el pensamiento trastornado de un diabtico que sufre una reaccin de insuficiencia de azcar en la sangre, los cambios en el ciclo menstrual e incluso, una depresin caracterstica, seal de alarma para determinados tipos de cncer (un tumor en el pncreas, por ejemplo, puede ser demasiado pequeo para detectarse y sin embargo libera cortisona y otras hormonas del estrs en la sangre que provocan depresin). Pero, a pesar de todo ello, no me adhiero a la idea segn la cual un mayor conocimiento de la qumica del cuerpo es la principal necesidad de nuestra poca; son demasiadas las sustancias qumicas del cuerpo (de hecho, son miles), y stas se vienen produciendo segn esquemas extraordinariamente complejos, y van y vienen a velocidades incontrolables, a veces, en una fraccin de segundo. Cul es el control de este flujo continuo? No podemos descartar la mente de la conexin mente-cuerpo.

Concluir que el cuerpo se cura por s solo empleando unas sustancias qumicas es como decir que un coche toma una curva gracias nicamente a su transmisin. Por supuesto, es necesaria la presencia de un conductor que sepa lo que est haciendo. Aunque la medicina haya dedicado siglos de su historia en aferrarse a la teora de un cuerpo que funciona por s solo, como una mquina automovida, en esta ocasin tiene que haber un conductor. De no ser as, la qumica de nuestro cuerpo sera una mezcolanza de molculas en suspensin, y no una maquinaria increblemente ordenada y precisa; y sabemos que lo es. En pocas ms ingenuas, pensbamos que el conductor era un hombrecito llamado el homnculo, que resida en el corazn y era capaz de realizar los cambios necesarios, en cualquier momento, para conducir el cuerpo. La idea de un homnculo desapareci con el Renacimiento, cuando los anatomistas empezaron a disecar cadveres y a observar qu haba dentro.

El homnculo no apareci por ninguna parte, ni en el corazn (tampoco apareci el alma), pero este desengao dej abierto un gran espacio desconocido entre la mente y el cuerpo. Muchos cientficos desde entonces han tratado de rellenar ese espacio con el cerebro, alegando que las funciones cerebrales consisten en ordenar y controlar todas las funciones de la fisiologa; pero esta respuesta supone una nueva contradiccin ya que el cerebro no deja de ser igualmente una mquina. El conductor sigue sin aparecer. Soy de la opinin que ah est el conductor, pero que se trata de algo mucho ms abstracto que un homnculo o incluso un cerebro del que nace el poder de la inteligencia que nos anima a vivir, a movernos y a pensar. No s si puede demostrarse. La etapa siguiente consistira en hallar el camino que conduce hasta la inteligencia interior del cuerpo, y en tratar de averiguar qu motiva su aparicin. l territorio de la medicina mente-cuerpo no parte de prejuicios ni de dogmas inflexibles, y sa es una gran ventaja. Durante dcadas, la medicina ha sabido que cualquier enfermedad incluye un componente psicosomtico, pero se ha desesperado tratando de dar con ese componente; todo fue intil; trabajar con este componente psicosomtico es como poner su empeo en sujetar el viento. En nuestro interior ha de haber un cuerpo pensativo que responda a los mandamientos de la mente; pero, dnde? Y de qu est hecho?

3. UNA ESCULTURA O UN RO?

Establecer el nmero de clulas del cuerpo humano es tan difcil como censar el nmero de seres humanos en el mundo, pero la estimacin oficial es de cincuenta billones, aproximadamente diez mil veces la poblacin actual de la Tierra. Aisladas y observadas con microscopio, las diversas categoras de clulas (corazn, hgado, cerebro, rion, etc.) parecen todas muy iguales; slo las distinguen los entendidos. Una clula es bsicamente una bolsa envuelta en una membrana exterior, la pared celular, y contiene una mezcla de agua y sustancias qumicas arremolinadas. En el centro de todas las clulas, salvo en glbulos rojos, se encuentra un corazn, el nuclolo, que protege los anillos de la hlice de ADN. Si observamos un trocito de tejido de hgado humano, parece idntico al de un ternero; es sumamente difcil distinguir si es o no especficamente humano. Un experto geneticista slo detectara un 2% de diferencia entre nuestro ADN y el de un gorila. Tampoco distinguiramos las muchas funciones de una clula de hgado, ms de quinientas segn unos recuentos recientes. Por muy confusa e intrigante que se haya vuelto la problemtica cuerpo-mente, disponemos al menos de un dato incuestionable: de alguna manera, las clulas humanas han evolucionado hasta lograr una inteligencia formidable. En cualquier momento, el nmero de actividades coordinadas en nuestro cuerpo es prcticamente infinito.

Al igual que cualquier ecosistema del planeta Tierra, nuestra fisiologa opera en compartimientos aparentemente separados, unidos invisiblemente: comemos, respiramos, hablamos, pensamos, digerimos los alimentos, combatimos las infecciones, purificamos nuestra sangre de toxinas, renovamos nuestras clulas, desechamos desperdicios, votamos y otras muchas cosas. Cada una de estas actividades se abre paso en la organizacin de la fbrica comn. (Nuestra ecologa es parecida a la del planeta; diversas criaturas rondan por nuestra superficie tan despreocupadas por nuestro gigantismo como lo estamos por su pequeez. Por ejemplo, las colonias de caros dedican el ciclo entero de su vida a vagar por nuestras pestaas.) En la ingente formacin del cuerpo humano, las funciones de una clula cualquiera, por ejemplo los cometidos de una de las quince mil millones de neuronas del cerebro, llenaran una enciclopedia mdica. Los libros dedicados a cualquier sistema del cuerpo, como son el sistema inmunolgico o el sistema nervioso, ocupan varias estanteras en una biblioteca mdica. El mecanismo de curacin es escurridizo; reside en alguna parte, oculto en medio de tanta complejidad. No existe un rgano especfico de la curacin. Por tanto, cmo puede saber el cuerpo lo qu ha de hacer cuando es agredido? La medicina no proporciona una respuesta nica.

Cualquiera de los procesos involucrados en la curacin de un corte superficial, en la coagulacin de la sangre por ejemplo, es increblemente complejo, hasta tal punto que si el mecanismo falla, como sucede con los hemoflicos, la medicina ms puntera no es capaz de explicar el deterioro de la funcin afectada. Un mdico puede prescribir drogas que sustituyan el factor coagulador de la sangre, pero actan momentnea y artificialmente; adems, suponen unos efectos secundarios indeseables. La sincronizacin perfecta del cuerpo desaparece, al igual que la magnfica coordinacin de la docena de procesos ligados a la coagulacin. Por establecer una comparacin, una droga hecha por el hombre es un cuerpo extrao en un territorio donde todos los pobladores son hermanos de sangre. Jams podr participar del conocimiento que todos ellos poseen de modo innato. El cuerpo, as hemos de admitirlo, tiene una mente propia. Si entendiramos el lado misterioso de nuestra naturaleza bsica, desaparecera el carcter milagroso de una curacin espontnea del cncer. Todos los organismos humanos saben cmo curar un corte, pero pocas personas tienen cuerpos capaces de curar un cncer.

Los mdicos no niegan que la curacin de la enfermedad sea obra de la Naturaleza; as lo estableci Hipcrates hace ms de dos mil aos. Cul es pues la diferencia entre la manera natural de curarse y una terapia milagrosa? Quiz la diferencia sea nimia y slo exista en nuestras cabezas. Si uno est pelando patatas y se hace un corte en un dedo al resbalar la hoja del cuchillo, el corte se curar solo, y por supuesto no daremos saltos de alegra, ya que el proceso de curacin, la coagulacin de la sangre de manera que se cierre la herida, la formacin de una costra y la regeneracin de una piel nueva y de nuevos vasos sanguneos, es algo muy natural. No obstante deberamos comprender que esta sensacin de normalidad nada tiene que ver con la comprensin del mecanismo de curacin y la sabidura necesaria para aprender a controlarlo. Es algo desolador pararse a pensar que la mayor parte del conocimiento expuesto en textos mdicos no atae a la vida, sino a la muerte. Al realizar autopsias, al examinar los tejidos bajo un microscopio y al analizar la sangre, la orina, y otros subproductos aislados del cuerpo, la Humanidad ha ido inventando la mayor parte de su conocimiento mdico.

Tambin es verdad que los pacientes suelen ser examinados estando vivos y son sometidos a diversas pruebas sobre funciones aisladas de su cuerpo. Pero el conocimiento que adquirimos de esta forma es rudimentario en comparacin con los ingentes volmenes de datos supersofisticados dedicados a la muerte. El poeta Wordsworth escribi este verso antolgico: Asesinamos para disecar. Me parece una frmula muy acertada; ilustra con agudeza las limitaciones de la investigacin mdica. Lo primero que matamos en un laboratorio es el hijo delicado de la inteligencia que une todas las partes del cuerpo. Cuando un glbulo se precipita para curar una zona afectada y empieza a participar en la formacin de una costra, no viaja en balde ni al azar. De hecho, sabe adonde ha de ir y lo que ha de hacer cuando alcance su meta, al igual que un producto paramdico; es ms, lo sabe mejor que cualquier producto paramdico ya que acta de modo plenamente espontneo y sin previas conjeturas.

Incluso si logrramos subdividir el conocimiento en parcelas ms y ms reducidas, en busca del secreto oculto en alguna hormona diminuta o en una enzima mensajera, no nos toparamos jams con la fibra protenica etiquetada inteligencia; sin embargo, sabemos con toda seguridad que hay inteligencia en funcionamiento. Una parte de esa inteligencia se dedica a curar y es muy poderosa.

Todas las enfermedades terminales tienen supervivientes misteriosos. No slo el cncer.

Aunque no conozca ninguna curacin espontnea del SIDA, existen casos de personas que han sobrevivido al sndrome durante ms de cinco aos, personas cuyo sistema inmunolgico posee de una manera u otra la capacidad de defenderse contra una enfermedad supuestamente devastadora. Los investigadores tienden a enfocar estas fisiologas extraordinarias como monstruos bioqumicos de la Naturaleza. Al tomar muestras de su sangre y aislar cualquier componente habitual que haya podido detectarse en las clulas inmunizadoras, los bilogos moleculares esperan descubrir el ingrediente desconocido que protege a este grupo de personas. Si se lograse algn resultado (se trata de una labor laberntica, dada la complejidad del sistema inmunolgico), al cabo de unos aos de pruebas, siempre y cuando se dediquen a esa labor unos cuantos millones de dlares, saldr al mercado una nueva droga que proteja a toda la poblacin. Sin embargo, lo que s deberamos ambicionar todos es la capacidad de generar esa droga sin la ayuda de nadie, de la misma manera que supo hacerlo la persona que la secret por primera vez; por desgracia, esta capacidad no puede sintetizarse. Por supuesto, siempre habr gente para pensar que es tan positivo comprar la droga como fabricarla uno mismo..., pero no es as.

Los ingredientes activos en un medicamento de fabricacin humana contienen muy poca inteligencia en comparacin con la sustancia qumica original generada por el cuerpo. De hecho, las drogas deberan llamarse ingredientes inertes. La explicacin est en el nivel de nuestras clulas. La membrana exterior de cada clula, o pared celular, est equipada de numerosos emplazamientos peculiares llamados receptores. La pared celular es lisa, pero estos receptores son pegadizos; estn compuestos por cadenas moleculares complejas cuyos ltimos anillos quedan abiertos, aguardando que otra molcula aparezca y enlace con ellos. Dicho de otro modo, el receptor viene a ser el ojo de una cerradura en la cual slo encaja una llave muy especfica. Para que una droga sea eficaz (ya sea la morfina, el vlium, la digitalina o cualquier otro medicamento), ha de ser la llave que encaje precisamente en el receptor escogido en la pared celular, y no otra. Las hormonas, enzimas y dems productos bioqumicos producidos por el cuerpo humano saben perfectamente cmo localizar los receptores donde pueden encontrar cabida.

Parece ser que las molculas saben escoger entre varios emplazamientos distintos; es asombroso seguir sus pasos bajo un microscopio electrnico, ya que salen disparadas hacia el lugar donde son necesarias. Adems, el cuerpo puede liberar centenares de sustancias qumicas diferentes a la vez y dirigir el movimiento de todas ellas por separado, orquestando el movimiento del conjunto. Si al or en la calle un disparo estruendoso, das un brinco en tu silla, tu reaccin instantnea es el resultado de un acontecimiento interior sumamente complejo. El desencadenante del acontecimiento es un arranque de adrenalina generado por las glndulas suprarrenales. Transportadas a travs de la sangre, estas reacciones y seales de adrenalina salen del corazn, y ste empieza a bombear sangre aceleradamente; tambin desde los vasos sanguneos que se contraen entonces e incrementan la presin de la sangre; desde el hgado que vierte un combustible adicional en forma de glucosa; desde el pncreas que segrega insulina de manera que pueda metabolizarse mayor cantidad de glucosa; y por ltimo, desde el estmago y los intestinos que dejan inmediatamente de digerir los alimentos de modo que pueda desviarse hacia otros lugares del cuerpo una mayor cantidad de energa.

El cerebro coordina esta actividad, desarrollada a una velocidad extraordinaria y con efectos poderosos en cualquier parte del cuerpo; el cerebro se vale de la glndula pituitaria para enviar muchas de las seales hormonales descritas anteriormente, sin mencionar las dems seales qumicas que fluyen en direccin de las neuronas para focalizar los ojos, aguzar el odo, estirar los msculos traseros y mover la cabeza mantenindola alerta.

Para obtener que esta reaccin en su conjunto tenga lugar, y a continuacin conseguir que desaparezca (ya que el cuerpo, a la inversa de lo que sucede con las drogas inventadas por el hombre, sabe de qu manera retroceder o invertir cualquiera de estos procesos con la misma facilidad con que los inici), el organismo emplea el mismo mecanismo de llave-que-encaja-en-el-ojo-de-la-cerradura en todas las zonas del cuerpo.

Este fenmeno en su conjunto es casi tristemente sencillo, y sin embargo si tratamos de duplicar este fenmeno con una droga, los resultados no sern ni tan precisos ni ordenados, ni tan hermosamente orquestados. En realidad, sern caticos. Inyectar por separado adrenalina, insulina o glucosa supone un shock tremendo para el organismo.

Las sustancias qumicas ahogan inmediatamente todos los receptores, sin coordinacin alguna por parte del cerebro. En lugar de ayudar al cuerpo, lo estn asaltando con insistencia impertrrita. Aunque la sustancia qumica imitadora de la adrenalina sea idntica (no importa de qu es derivada), el ingrediente primordial de la inteligencia ha de estar presente; de no ser as, los efectos de la droga son una parodia del fenmeno natural.

Dar un ejemplo para hacer hincapi en la complejidad de los resultados obtenidos al inyectar una droga aparentemente sencilla. Suele recomendarse a los pacientes que sufren hipertensin que empleen diurticos para reducir una presin sangunea excesivamente elevada; son drogas que bombean el agua de las clulas y la expulsan del sistema por medio de la orina. sta es precisamente la labor de los rones cuando controlan cuidadosamente la qumica sangunea del cuerpo, garantizando de esta forma su equilibrio en agua, en desperdicios, en sal o electrlitos. El producto diurtico, en cambio, slo tiene una idea en mente y obsesionado con esa id